Fauto criollo / Alon / Benicio Núñez

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Estanislao del Campo

FAUSTO con ilustraciones de

Benicio Núñez


Organización y producción: Fundación Alon para las Artes Exposición: diciembre, 2019, Casa Nacional del Bicentenario, Buenos Aires

Ministerio de Educación, Cultura, Ciencia y Tecnología Ministro de Educación, Cultura, Ciencia y Tecnología Alejandro Finocchiaro Secretario de Gobierno de Cultura Pablo Avelluto Secretario de Patrimonio Cultural Marcelo Panozzo Director Nacional de Museos Federico Fischbarg Directora de la Casa Nacional del Bicentenario Julieta Ascar

Exposición

Fundación Alon para las Artes

Coordinación general: Jacobo Fiterman

Administración Sandra Pagni

Curaduría: Pablo Messil

Agradecimientos

Libro Coordinación general: Ingeniero Jacobo Fiterman Editora: Julia P. Herzberg Diseño gráfico: Estudio Marius Riveiro Villar Traducción al castellano: Cora Sueldo Corrección de textos en castellano: María Olga Martedí

Núñez, Benicio Fausto / Benicio Núñez; Estanislao de Campo; editado por Jacobo Fiterman. - 1a ed ilustrada. Buenos Aires: Fundación Alon, 2019. 80 p. ; 21 x 21 cm. ISBN 978-987-28979-5-6 1. Arte Argentino. 2. Literatura. I. Campo, Estanislao de. II. Fiterman, Jacobo, ed. III. Título. CDD 750.82

© 2019, Fundación Alon © de los textos, los autores © de las imágenes, Benicio Núñez Todos los derechos reservados Hecho el depósito que marca la ley 11.723 Impreso en Argentina

Marius Riveiro Villar Carlos Caturini Marcelo Moreno


Es una enorme satisfacción para la Fundación Alon la edición del libro El Fausto criollo, de Estanislao del Campo. Siempre he creído que la ilustración acerca a la lectura de la obra desarrolla la imaginación y acerca al público a la lectura. En particular esperamos que esta publicación sirva para aproximar a los jóvenes a la lectura y conocer a un gran escritor y a un ilustrador eximio. Durante los años 80, Benicio Núñez fue conocido en todo el ambiente cultural. Era un personaje hermético, de quien nunca se esperaría una pintura a la vez naïf y expresiva. Fue fundamentalmente un bohemio aunque siempre vistiera formalmente con su traje gris, camisa y corbata. Benicio es uno de los tantos artistas argentinos no reconocidos. Su arte consistió en trasformar simples dibujos en obras admirables. Es para la Fundación un orgullo contar con todos los dibujos originales de El Fausto criollo y la realización, en 1985, de un video con esa obra. Sirva este libro como un homenaje y un reconocimiento por su obra. Jacobo Fiterman Fundación Alon para las Artes


El fausto paródico de Benicio Núñez Ana Martínez Quijano

NÚÑEZ NACIÓ en 1924 en medio de los montes, pájaros y colores de una estancia correntina y se crió en un campo de Entre Ríos. Con la percepción aguzada desde la infancia, supo mirar con humor, pero también con amor, el mundo de esos dos gauchos “conversadores” de Estanilao del Campo. Núñez alcanza un grado de afinidad e intimidad con la chispeante versión criolla del Fausto que, a pesar de la subordinación que implica la ilustración con la letra escrita, él enaltece su oficio. Sus ilustraciones brillan con luz propia. Más allá de que a la vez, sus dibujos coincidan sin resto con la recreación de la ópera Gounod que, en 1886, el mismo año del estreno en Buenos Aires, publica en versión paródica y bajo el mismo título Estanislao Del Campo, escritor que asegura Borges: “Es el más querido de los poetas argentinos”. Bajo la mirada de Núñez aparece la ironía del poema gauchesco, la gracia de esas peripecias que Anastasio el Pollo le relata a Don Laguna sobre su noche de ópera. El relato comienza con el encuentro de dos gauchos a orillas del río. El Pollo cuenta que llegó a la ciudad para cobrar una deuda y entró al teatro Colón. En la minuciosa narración del drama, la ficción cobra realidad, la representación resulta ante los ojos “ingenuos” del gaucho tan veraz que la aparición del Diablo es relatada como un hecho cierto. La figura del Demo-

nio de Núñez, artista que comparte esa la mezcla de picardía e inocencia del hombre de campo, resulta escenográfica y sorprendente, acaso porque como él mismo contaba al evocar su infancia, debía exorcizarse de su propia mitología: “Los cuentos de aparecidos que se adueñaban del espacio, (…) y los feudos de La mujer sin cabeza, La llorona, El Lobizón”. Núñez ostenta más de un rasgo en común con los protagonistas del poema gauchesco. Artista casi autodidacta con la excepción de su primer maestro Amaré, afirmaba: “Yo no quiero hacer magia, para mí pintar es tan fácil como leer una flor. Las cosas me salen solas”. Ese jovencito que llegó a los 18 años a Buenos Aires con un trabajo en un aserradero de Avellaneda, a luchar “contra los maleficios del asfalto”, acabó finalmente por integrar el envío argentino a la Bienal de San Pablo en 1952. Gracias a un encuentro “milagroso” con Tomás Maldonado –que le enseñó los secretos del arte contemporáneo–, en 1946 se integró al grupo de artistas del movimiento Arte Concreto Invención. Sus ilustraciones del Fausto se alejan, al igual que el poema, de la literalidad de los acontecimientos representados, y es a través de la parodia que ambos –autor e ilustrador– llevan a nuestras pampas un drama universal y lo presentan en clave gauchesca. Si detrás de la parodia se esconde la a veces la tragedia,


a Núñez no le tiembla el pulso, aborda con trazo firme las secuencias del drama. Aunque desde el principio al fin, las obras ostentan la teatralidad del escenario y remiten a la idea de ficción. El color juega un papel crucial para la expresividad. El rojo “endemoniado” y también apasionado, se bate a duelo con el azul de los uniformes militares y el amarillo radiante de los soles; el blanco y negro brinda forma y, a la vez, un tono emotivo, a la inmensidad del campo, las escenas del calvario de la prisión y la muerte de la protagonista,

y la imagen del Fausto arrepentido y el Diablo por fin vencido. En suma, las palabras de Estanislao Del Campo y también las pinturas de Benicio Núñez, se confabulan para rescatar los valores –tapados y menospreciados– de la cultura popular argentina. La muestra se completa con un video que conjuga las obras de ambos, realizado por la Fundación Alon 1985, con la idea y coordinación de Valeria Fiterman y la adaptación de Marcelo Moreno.


-I-


En un overo rosao,

pues eran plata el fiador,

flete nuevo y parejito,

pretal, espuelas, virolas

caía al bajo, al trotecito,

y en las cabezadas solas

y lindamente sentao,

traiba el hombre un Potosí:

un paisano del Bragao,

¡qué!... Si traía, para mí,

de apelativo Laguna:

hasta de plata las bolas.

mozo jinetazo ¡ahijuna!, como creo que no hay otro, capaz de llevar un potro

En fin: -como iba a contar, laguna al río llegó,

a sofrenarlo en la luna.

contra una tosca se apió

¡Ah criollo! si parecía

En esto, dentró a orejiar

pegao en el animal,

y a resollar el overo,

que aunque era medio bagual,

y jué que vido un sombrero

a la rienda obedecía

que del viento se volaba

de suerte, que se creería

de entre una ropa, que estaba

ser no sólo arrocinao,

más allá, contra un apero.

sino tamién del recao de alguna moza pueblera. ¡Ah Cristo! ¡quién lo tuviera!...

y empezó a desensillar.

Dió güelta y dijo el paisano: -¡Vaya "Záfiro"! ¿qué es eso?

¡Lindo el overo rosao!

Y le acarició el pescuezo

Como que era escarciador,

Un relincho soberano

vivaracho y coscojero,

pegó el overo que vía,

le iba sonando al overo

a un paisano que salía

la plata que era un primor;

del agua, en un colorao,

con la palma de la mano.

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que al mesmo overo rosao nada le desmerecía. Cuando el flete relinchó, media güelta dió Laguna, y ya pegó el grito: -¡ahijuna! ¿no es el Pollo? -Pollo, no, Ese tiempo se pasó. (Contestó el otro paisano), ya soy jaca vieja, hermano, con las púas como anzuelo, y a quien ya le niega el suelo hasta el más remoto grano. Se apió el Pollo y se pegaron tal abrazo con Laguna, que sus dos almas en una acaso se misturaron. Cuando se desenredaron, después de haber lagrimiao el overito rosao una oreja se rascaba visto que la refregaba en la clin del colorao.

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-Velay, tienda el cojinillo

está tan bien enseñao,

Don Laguna, sientesé

que si en vez de desmayao

y un ratito aguardemé

el otro hubiera estao muerto,

mientras maneo el potrillo:

el fin del mundo, por cierto,

vaya armando un cigarrillo,

me lo encuentra allí parao.

si es que el vicio no ha olvidao, ahí tiene contra el recao cuchillo, papel y un naco: yo siempre pico el tabaco

-Vean como le buscó la güelta... ¡bien haiga el Pollo! Siempre larga todo el rollo

por no pitarlo aventao.

de su lazo...

-Vaya amigo, le haré gasto...

¿O se ha figurao que yo

-¿No quiere maniar su overo?

asina nomás las trago?

¡Y cómo no!

-Dejeló a mi parejero que es como mata de pasto. Ya una vez, cuando el abasto, mi cuñao se desmayó; a los tres días volvió del insulto, y crea amigo, peligra lo que le digo: el flete ni se movió. -¡Bien haiga gaucho embustero! ¿ Sabe que no me esperaba que soltase una guayaba de ese tamaño, aparcero? Ya colijo que su overo 11


¡Hágase cargo!... -Ya me hago... -Prieste el juego. -Tómelo. Y aura le pregunto yo ¿qué anda haciendo en este pago?

-Hace como una semana que he bajao a la ciudá, pues tengo necesidá de ver si cobro una lana, pero me andan con mañana y no hay plata, y venga luego. Hoy no más cuasi le pego en las aspas con la argolla a un gringo, que aunque es de embrolla ya le he maliciao el juego. -Con el cuento de la guerra andan matreros los cobres, vamos a morir de pobres los paisanos de esta tierra.Yo cuasi he ganao la sierra de puro desesperao... Yo me encuentro tan cortao 12


que a veces se me hace cierto

¿Y sabe lo que decía

que hasta ando jediendo a muerto...

cuando se vía en la mala?

-Pues yo me hallo hasta empeñao.

El que me ha pelao la chala

- ¡Vaya un lamentarse! ¡ahijuna!... Y eso es de vicio, aparcero: a usté lo ha hecho su ternero la vaca de la fortuna. Y no llore, Don Laguna, no me lo castigue Dios: si no comparemolós mis tientos con su chapiao, y así en limpio habrá quedao, el más pobre de los dos. -¡Vean si es escarbador este Pollo! ¡Virgen mía! Si es pura chafalonía... -¡Eso sí, siempre pintor! -Se la gané a un jugador que vino a echarla de güeno. Primero le gané el freno con riendas y cabezadas, y en otras cuantas jugadas perdió el hombre hasta lo ajeno.

debe tener brujería. A la cuenta se creería que el Diablo y yo... ¡Callesé! ¿Amigo, no sabe usté que la otra noche lo he visto al demonio? -¡Jesucristo! -Hace bien, santigüesé. -¡Pues no me he de santiguar! Con esas cosas no juego; pero no importa, le ruego que me dentre a relatar el cómo llegó a topar con el malo. ¡Virgen santa! Sólo el pensarlo me espanta... -Güeno, le voy a contar pero antes voy a buscar con qué mojar la garganta. El Pollo se levantó y se jué en su colorao, y en el overo rosao 13


laguna al agua dentró.

de acollararlos...

Todo el baño que le dió

-Al grito:

jué dentrada por salida

¿es manso el coloradito?

y a la tosca consabida

-¡Ese es un trebo de olor!

Don Laguna se volvió ande a Don Pollo lo halló

-Ya están acollaraditos...

con un frasco de bebida.

-Dele un beso a esa giñebra:

-Larguesé al suelo, cuñao

lo menos diez golgoritos...

y vaya haciéndose cargo,

-Pero esos son muy poquitos

que puede ser más que largo

para un criollo como usté,

el cuento que le he ofertao.

capaz de prenderselé

Desmanée el colorao,

a una pipa de lejía...

desate su maniador,

-Hubo un tiempo en que solía...

y en ancas, haga el favor

-Vaya, amigo, larguesé.

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yo le hice sonar de una hebra


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- II -

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-Como a eso de la oración

salí como mancarrón

aura cuatro o cinco noches,

que lo sueltan trasijao.

vide una fila de coches contra el tiatro de Colón.

Mis botas nuevas quedaron

La gente en el corredor,

y el fleco del calzoncillo

como hacienda amontonada,

hilo a hilo me sacaron.

pujaba desesperada

lo propio que picadillo,

por llegar al mostrador.

Y para colmo, cuñao

Allí a juerza de sudar,

el puñal, de la cintura,

y a punta de hombro y de codo,

me lo habían refalao.

hice, amigaso, de modo que al fin me pude arrimar.

de toda esta desventura,

-Algún gringo como luz para la uña, ha de haber sido.

Cuando compré mi dentrada

-¡Y no haberlo yo sentido!

y di güelta... ¡Cristo mío!

en fin, ya le hice la cruz.

estaba pior el gentío que una mar alborotada.

Medio cansao y tristón por la pérdida, dentré

Era a causa de una vieja

y una escalera trepé

que le había dao el mal...

con ciento y un escalón.

-Y si es chico ese corral, ¿a qué encierran tanta oveja?

Llegué a un alto finalmente,

-Ahí verá: -por fin, cuñao,

que era la última camada

a juerza de arrempujón,

en la estiba de la gente.

ande va la paisanada,

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Ni bien me había sentao,

pues bien puede haber, amigo,

rompió de golpe la banda,

dos burros del mesmo pelo.

que detrás de una baranda la habían acomodao.

-No he visto gaucho más quiebra,

Y ya tamién se corrió

Dejemé hacer, Don Laguna,

un lienzo grande, de modo

dos gárgaras de giñebra.

que a dentrar con flete y todo

para retrucar ¡ahijuna!...

me aventa, creameló.

Pues como le iba diciendo,

Atrás de aquel cortinao

y en público se quejó

un Dotor apareció,

de que andaba padeciendo.

que asigún oí decir yo,

el Dotor apareció,

era un tal Fausto mentao.

Dijo que nada podía

-¿Dotor dice? Coronel

que él a una rubia quería,

de la otra banda, amigaso;

pero que a él la rubia no.

lo conozco a ese criollaso

con la cencia que estudió,

porque he servido con él.

Que al ñudo la pastoriaba

-Yo tamién lo conocí

pues de noche y a toda hora

pero el pobre ya murió.

siempre tras de ella lloraba.

¡Bastantes veces montó

dende el nacer de la aurora,

un zaino que yo le di!

Que de mañana a ordeñar

Dejeló al que está en el cielo

que él le maniaba la vaca,

que es otro Fausto el que digo,

pero pare de contar.

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salía muy currutaca,


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Que cansado de sufrir,

Y cada ceja era un arco

y cansado de llorar,

Para correr la sortija.

al fin se iba a envenenar porque eso no era vivir.

"Aquí estoy a su mandao,

El hombre allí renegó,

le dijo el Diablo al Dotor,

tiró contra el suelo el gorro,

que estaba medio asonsao.

y, por fin, en su socorro

cuente con un servidor",

al mesmo Diablo llamó.

"Mi Dotor, no se me asuste

¡Nunca lo hubiera llamao!

Pida lo que ha de pedir

¡Viera sustaso, por Cristo!

y ordenemé lo que guste".

¡Ahí mesmo jediendo a misto,

que yo lo vengo a servir.

se apareció el condenao!

El Dotor, medio asustao,

Hace bien: persinesé

-Hizo bien: ¿ no le parece?

que lo mesmito hice yo.

-Dejuramente, cuñao.

-¿Y cómo no disparó?

le contestó que se juese...

-Yo mesmo no sé porqué.

Pero el Diablo comenzó

¡Viera al Diablo! Uñas de gato,

y a medio darle coraje

flacón, un sable largote,

hasta que lo engatusó.

gorro con pluma, capote

a alegar gastos de viaje

y una barba de chivato.

-¿No era un Dotor muy projundo?

Medias hasta la berija,

-Mandinga es capaz de dar

con cada ojo como un charco,

diez güetas a medio mundo.

¿Cómo se dejó engañar?

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El Diablo volvió a decir:

que toda la noche entera

"mi dotor, no se me asuste,

en mis orejas sonó.

ordenemé en lo que guste, pida lo que ha de pedir.

Dio en el suelo una patada,

Si quiere plata, tendrá:

y el Dotor, fulo, miró

mi bolsa siempre está llena,

a su prenda idolatrada.

y más rico que Anchorena,

una paré se partió,

con decir quiero, será.

-¡Canejo!... ¿será verdá?

No es por la plata que lloro,

-No crea que yo le miento:

Don Fausto le contestó:

lo ha visto media ciudá.

otra cosa quiero yo

¿sabe que se me hace cuento?

mil veces mejor que el oro.

¡Ah, Don Laguna! ¡si viera

"Yo todo lo puedo dar,

creí que estaba viendo yo

retrucó el Ray del Infierno,

alguna virgen de cera.

diga: -¿quiere ser Gobierno?

qué rubia!... Creameló:

pues no tiene más que hablar".

Vestido azul, medio alzao,

-No quiero plata ni mando,

pelo de oro, como hilacha

dijo Don Fausto, yo quiero

de choclo recién cortao.

el corazón todo entero

se apareció la muchacha:

de quien me tiene penando.

Blanca como una cuajada,

No bien esto el Diablo oyó,

Don Laguna, si aquello era

soltó una risa tan fiera,

mirar a la Inmaculada.

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y celeste la pollera,


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Era cada ojo un lucero,

asina es que estaba ya

sus dientes, perlas del mar,

Bichoco para el amor.

y un clavel al reventar era su boca, aparcero.

Por eso, al dir a entregar la contrata consabida,

Ya enderezó como loco

dijo:-"¿Habrá alguna bebida

el Dotor cuando la vió,

que me pueda remozar?"

pero el Diablo lo atajó diciendolé: -"Poco a poco:

Yo no sé qué brujería,

Si quiere, hagamos un pato;

le echó el Diablo y... ¡Dios bendito!

usté su alma me ha de dar

¡Quién demonios lo creería!

y en todo lo he de ayudar.

misto, mágica o polvito

¿Le parece bien el trato?"

¿Nunca ha visto usté a un gusano

Como el Dotor consintió,

pues allí la mesma cosa

el Diablo sacó un papel

le pasó al Dotor, paisano

y lo hizo firmar en él

volverse una mariposa?

cuanto la gana le dió.

Canas, gorro y casacón

-¡Dotor, y hacer ese trato!

y en el Dotor ver dejaron

-¿Qué quiere hacerle, cuñao

a un donoso mocetón

si se topó ese abogao

de pronto se vaporaron,

con la horma de su zapato?

-¿Qué dice?... ¡barbaridá!...

Ha de saber que el Dotor

-Mire: que me caiga muerto

era dentrao en edá,

si no es la pura verdá.

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¡Cristo padre!... ¿Será cierto?


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El Diablo entonces mandó a la rubia que se juese y que la paré se uniese, y la cortina cayó. A juerza de tanto hablar se me ha secao el garguero: pase el frasco, compañero. -¡Pues no se lo he de pasar!

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- III -

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-Vea los pingos...

Y con un campo quebrao,

-¡Ah, hijitos!

bien se puede comparar,

Son dos fletes soberanos.

cuando el lomo empieza a hinchar

-¡Como si jueran hermanos

el río medio alterao.

bebiendo la agua juntitos!

Las olas chicas, cansadas,

¿Sabe que es linda la mar?

a la playa a gatas vienen,

-¡La viera de mañanita

y allí en lamber se entretienen

cuando a gatas la puntita

las arenitas labradas.

del sol comienza a asomar!

Es lindo ver en los ratos

Usté ve venir a esa hora,

en que la mar ha bajao,

roncando la marejada,

cair volando al desplayao

y ve la espuma encrespada

gaviotas, garzas y patos.

los colores de la aurora.

Y en las toscas, es divino,

A veces con viento en la anca,

mirar las olas quebrarse,

y con la vela al solsito,

como al fin viene a estrellarse

se ve cruzar un barquito

el hombre con su destino.

como una paloma blanca.

Y no sé qué da el mirar

Otras, usté ve, patente,

cuando barrosa y bramando,

venir boyando un islote,

sierras de agua viene alzando

y es que trai a un camalote

embravecida la mar.

cabrestiando la corriente.

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Parece que el Dios del cielo

Capitán muy guapetón

se amostrase retobao,

que iba a dir al Paraguay.

al mirar tanto pecao como se ve en este suelo.

Era hermano, el ya nombrao,

Y es cosa de bendecir,

con otro mozo que andaba

cuando el Señor la serena,

viendo de hacerlo cuñao.

sobre ancha cama de arena

de la rubia y conversaba

obligándola a dormir.

Don Silverio o cosa así,

Y es muy lindo ver nadando

que me pareció medio ido

a flor de agua algún pescao:

o sonso cuanto lo vi.

van, como plata, cuñao,

se llamaba este individuo,

las escamas relumbrando.

Don Valentín le pedía

-¡Ah, Pollo! Ya comenzó

en su ausencia...

a meniar taba: ¿y el caso?

-¡Pues, sonsera!

-Dice muy bien amigazo:

¡El otro qué más quería!

seguiré contandoló.

que a la rubia la sirviera

-El Capitán con su vaso,

El lienzo otra vez alzaron

a los presentes brindó,

y apareció un bodegón,

y en esto se apareció

ande se armó una runión

de nuevo el Diablo, amigaso.

en que algunos se mamaron. Un don Valentín, velay, se hallaba allí en la ocasión,

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Dijo que si lo almitían

el Capitán jué, cuñao,

tamién echaría un trago,

y le dio al Diablo la mano.

que era por no ser del pago que allí no lo conocían.

Satanás le registró

Dentrando en conversación

y le dijo: -Capitán,

dijo el Diablo que era brujo:

pronto muere, crealó.

pidió un ajenjo, y lo trujo el mozo del bodegón.

los dedos con grande afán

El Capitán, retobao, peló la lata, y Luzbel

No tomo bebida sola,

no quiso ser menos que él

dijo el Diablo; se subió

y peló un amojosao.

a un banco y vi que le echó agua de una cuarterola.

Antes de cruzar su acero,

Como un tiro de jusil

¡viera el juego que salió!

entre la copa sonó,

-¡Qué sable para yesquero!

y a echar llamas comenzó

el Diablo el suelo rayó:

como si juera un candil.

-¿Qué dice? ¡Había de oler

Todo el mundo reculó.

mientras estaba chispiando

Pero el Diablo sin turbarse

el sable de Lucifer!

les dijo: -No hay que asustarse,

el jedor que iba largando

y la copa se empinó.

No bien a tocarse van

-¡Qué buche! ¡Dios soberano!

la mitá al suelo cayó,

-Por no parecer morao

del sable del Capitán.

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las hojas, creameló,


"¡Este es el Diablo en figura

Pues que golpeando en el suelo.

de hombre!", el Capitán gritó

en un baile apareció

y al grito le presentó

y don Fausto le pidió

la cruz de la empuñadura.

que lo acompañase a un cielo.

¡Viera al Diablo retorcerse

No hubo forma que bailara:

como culebra, aparcero!

la rubia se encaprichó;

-¡Oiganlé!...

de balde el Dotor clamó

-Mordió el acero

por que no lo desairara.

y comenzó a estremecerse.

Cansao ya de redetirse

Los otros se aprovecharon

le contó al Demonio el caso;

y se apretaron el gorro:

pero él le dijo: "Amigaso,

sin duda a pedir socorro

no tiene porqué afligirse:

o a dar parte dispararon. En esto don Fausto entró y conforme al Diablo vido, le dijo: -¿Qué ha sucedido? Pero él se desentendió. El Dotor volvió a clamar por su rubia, y Lucifer, valido de su poder, se la volvió a presentar.

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Si en el beile no ha alcanzao el poderla arrocinar, deje, le hemos de buscar la güelta por otro lao. Y mañana, a más tardar, gozará de sus amores. Que otras mil veces mejores las he visto cabrestiar." ¡Balsa general! gritó el bastonero mamao; pero en esto el cortinao por segundo vez cayó. Armemos un cigarrillo si le parece... -¡Pues no! -Tome el naco, piqueló, usté tiene mi cuchillo.

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- IV -

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Ya se me quiere cansar

Tenía hecha la intención

el flete de mi relato...

de ir a la fonda de un gringo

-Priendalé guasca otro rato:

después de bañar el pingo.

recién comienza a sudar.

-Pues vámonos del tirón.

-No se apure: aguardesé:

-Aunque ando medio delgao

¿cómo anda el frasco?...

Don Pollo, no le permito

-Tuavía

que me merme ni un chiquito

hay con que hacer medio día:

del cuento que ha comenzao.

ahí lo tiene, prendalé.

-Pues entonces allá va:

-¿Sabe que este giñebrón

otra vez el lienzo alzaron

no es para beberlo solo?

y hasta mis ojos dudaron

Si alvierto, traigo un chicholo

lo que vi... ¡barbaridá!

o un cacho de salchichón.

¡Qué quinta! ¡Virgen bendita!

-Vaya, no le ande aflojando,

¡Viera, amigaso, el jardín!

dele trago y domeló,

Allí se vía el jazmín,

que a reiz de las carnes yo

el clavel, la margarita,

me lo estoy acomodando.

El toronjil, la retama,

-¿Qué tuavía no ha almorzao?

y hasta estuatas, compañero,

-Ando en ayunas, don Pollo:

al lao de ésa, era un chiquero

porque, ¿a qué contar un bollo

la quinta de don Lezama.

y un cimarrón aguachao?

Entre tanta maravilla que allí había y medio a un lao

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habían edificao

Pero usté habla, don Laguna,

una preciosa casilla.

como un hombre que ha vivido

Allí la rubia vivía entre las flores como ella,

sin haber nunca querido con alma y vida a ninguna.

allí brillaba esa estrella

Cuando un verdadero amor

que el pobre Dotor seguía.

se estrella en un alma ingrata,

Y digo pobre Dotor, porque pienso, Don Laguna,

más vale el fierro que mata, que el fuego devorador,

que no hay desgracia ninguna

Siempre ese amor lo persigue

como un desdichao amor.

adonde quiera que va:

-Puede ser; pero, amigaso, yo en las cuartas no me enriedo,

es una fatalidá que a todas partes lo sigue.

y en un lance en que no puedo,

Si usté en su rancho se queda,

hago de mi alma un cedaso.

o si sale para un viage,

Por hembras yo no me pierdo: la que me empaca su amor

es de balde: no hay parage ande olvidarla usté pueda.

pasa por el cernidor

Cuando duerme todo el mundo,

y... si te vi, no me acuerdo.

usté, sobre su recao,

Lo demás, es calentarse el mate al divino ñudo...

se da güelta, desvelao, pensando en su amor projundo.

-¡Feliz quien tenga ese escudo

Y si el viento hace sonar

con qué poder rejuardarse!

su pobre techo de paja,

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cree usté que es ella que baja

Si con la luz de sus ojos

sus lágrimas a secar.

le alumbra la triste frente,

Y si en alguna lomada tiene que dormir al raso,

usté, Don Laguna, siente el corazón entre abrojos.

pensando en ella, amigaso,

Su sangre comienza alzarse

lo hallará la madrugada.

a la cabeza en tropel,

Allí acostao sobre abrojos, y entre cardos, Don Laguna,

y cree que quiere esa cruel en su amargura gozarse.

verá su cara en la luna,

Y si la ingrata le niega

y en las estrellas sus ojos.

esa ligera mirada,

¿Qué habrá que no le recuerde al bien de su alma querido,

queda su alma abandonada entre el dolor que la aniega.

si hasta cree ver su vestido

Y usté, firme en su pasión...

en la nube que se pierde?

y van los tiempos pasando.

Asina sufre en la ausiencia quien sin ser querido quiere:

Un hondo surco dejando en su infeliz corazón.

aura verá cómo muere

-Güeno, amigo, así será,

de su prenda en la presencia.

pero me ha sentao el cuento.

Si en frente de esa deidad en alguna parte se halla,

-¡Qué quiere! Es un sentimiento... Tiene razón, allá va:

es otra nueva batalla

Pues, señor, con gran misterio,

que el pobre corazón da.

traindo en la mano una cinta,

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se apareció entre la quinta

Eso es ser más que lagaña

el sonso de don Silverio.

y hasta da rabia, caracho!

Sin duda alguna saltó

-El Diablo entonces salió

las dos zanjas de la güerta,

con el Dotor y le dijo

pues esa noche su puerta

"esta vez priende de fijo

la mesma rubia cerró.

la vacuna, crealó.

Rastriándolo se vinieron

Y el capote haciendo a un lao,

el Demonio y el Doctor

desenvainó allí un baulito

y tras dos árbol mayor

y jué y lo puso juntito

a aguaitarlo se escondieron.

al ramo del abombao.

Con las flores de la güerta

-No me hable de ese mulita:

y la cinta, un ramo armó

¡que apunte para una banca!

Don Silverio, y lo dejó

¿A que era mágica blanca

sobre el umbral de la puerta.

lo que trujo en la cajita?

-¡Que no cairle una centella!

-Era algo más eficaz

-¿A quién? ¿Al sonso?

para las hembras, cuñao,

-¡Pues digo!...

verá si las ha calao

¡Venir a osequiarla, amigo,

de lo lindo Satanás.

con las mesmas flores de ella.

Tras del árbol se escondieron

-Ni bien acomodó el guacho

ni bien cargaron la mina,

ya rumbió...

y más que nunca, divina,

-¡Miren qué hazaña!

venir a la rubia vieron.

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La pobre, sin alvertir,

las prendas, y aparecio

en un banco se sentó,

más platiada que la luna.

y un par de medias sacó y las comenzó a surcir.

En la caja, Lucifer

Cinco minutos, por junto,

-¿Sabe que el Diablo, canejo,

en las medias trabajó,

la conoce a la mujer?

por lo que carculo yo

había puesto un espejo...

que tendrían solo un punto.

-Cuando la rubia gastaba

Dentró a espulgar a un rosal,

se apareció, don Laguna,

por la hormiga consumido.

la vieja que la cuidaba.

Y entonces jué cuando vido

tanto mirarse la luna,

caja y ramo en el umbral.

¡Viera la cara, cuñao,

Al ramo no le hizo caso,

como reliquias de altar

enderezó a la cajita,

las prendas del condenao!

y sacó... ¡Virgen bendita! ¡Viera qué cosa, amigaso!

de la vieja al ver brillar

"¡Diaónde este lujo sacás!" La vieja, fula, decía,

¡Qué anillo, que prendedor!

cuando gritó: -"¡Avemaría!"

¡Qué rosetas soberanas!

En la puerta, Satanás.

¡Qué collar! ¡Qué carabanas! -¡Vea el Diablo tentador!

-"¡Sin pecao! ¡Dentre, señor!"

-¿No le dije, don Laguna?

ataron!"

-"¿No hay perros?" - "¡Ya los

La rubia allí se colgó

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Y ya también se colaron

La rubia lo malició

el Demonio y el Dotor.

y por entre las macetas

El Diablo allí comenzó a enamorar a la vieja

le hizo unas cuantas gambetas y la casilla ganó.

y el dotorcito a la oreja

El Diablo tras de un rosal,

de la rubia se pegó.

sin la vieja apareció..

-¡Vea al Diablo haciendo gancho! -El caso jué que logró

-¡A la cuenta la largó jediendo entre algún maizal!

reducirla y la llevó

-La rubia, en vez de acostarse

a que le amostrase un chancho.

se lo pasó en la ventana,

-¿Por supuesto, el Dotorcito se quedó allí mano a mano?

y allí aguardó la mañana sin pensar en desnudarse.

-Dejuro, ya verá, hermano,

Ya la luna se escondía

la liendre que era el mocito.

y el lucero se apagaba,

Corcobió la rubiecita pero al fin se sosegó,

y ya también comenzaba a venir clariando el día.

cuando el Dotor le contó

¿No ha visto usté de un yesquero

que él era el de la cajita.

loca una chispa salir,

Asigún lo que presumo, la rubia aflojaba laso,

como dos varas seguir y de ahí perderse, aparcero?

porque el Dotor, amigaso,

Pues de ese modo cuñao,

se le quería ir al humo.

caminaban las estrellas

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a morir, sin quedar de ellas

Y era, amigaso, un contento

ni un triste rastro borrao.

ver los junquillos doblarse

De los campos el aliento como sahumerio venĂ­a,

y los claveles cimbrarse al soplo del manso viento.

y alegre ya se ponĂ­a

Y al tiempo de reventar

el ganao en movimiento.

el botĂłn de alguna rosa,

En los verdes arbolitos, gotas de cristal brillaban,

venir una mariposa y comenzarlo a chupar.

y al suelo se descolgaban

Y si se pudiera al cielo

cantando los pajaritos

con un pingo comparar.

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Tamién podría afirmar

le dijo: "¿Sabe que es sonso?

que estaba mudando pelo.

¿Pa qué la dejó escapar?"

-¡No sea bárbaro canejo!

"Ahí la tiene en la ventana:

¡Qué comparancia tan fiera!

por suerte no tiene reja,

-No hay tal: pues de zaino que era

y antes que venga la vieja

se iba poniendo azulejo.

aproveche la mañana".

¿Cuando ha dao un madrugón

Don Fausto ya atropelló

no ha visto usté, embelesao,

diciendo -"¡Basta de ardiles!"

ponerse blanco-azulao

la cazó de los cuadriles

el más negro ñubarrón?

y ella... ¡también lo abrazó!

-Dice bien, pero su caso

-¡Oiganlé a la dura!

se ha hecho medio empacador...

-En esto

-Aura viene lo mejor,

bajaron el cortinao:

pare la oreja, amigaso.

alcance el frasco, cuñao.

El Diablo dentró a retar al Dotor, y entre el responso,

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-A gatas le queda un resto.


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-V-

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-Al rato el lienzo subió

Naides de usté se despega

y deshecha y lagrimiando,

porque se haiga desgraciao,

contra una máquina hilando,

y es muy bien agasajao

la rubia se apareció.

en cualquier rancho a que llega.

La pobre dentró a

Si es hombre trabajador

tan amargamente allí,

ande quiera gana el pan:

que yo a mis ojos sentí

para eso con usté van

dos lágrimas asomarse

bolas, lazo y maniador.

-¡Qué vergüenza!

Pasa el tiempo, vuelve al pago

-Puede ser:

y cuanto más larga ha sido

pero, amigaso, confiese

su ausencia, usté es recebido

que a usté tamién lo enternece

con más gusto y más halago.

el llanto de una mujer.

Engaña usté a una infeliz,

Cuando a usté un hombre lo

y para mayor vergüenza,

ofiende,

va y le cerdea la trenza,

ya sin mirar para atrás,

antes de hacerse perdiz.

pela el flamenco y ¡sas! ¡tras! dos puñaladas le priende.

La ata, si le da la gana

Y cuando la autoridá

y le amuestra al mundo entero

la partida le ha soltao,

la trenza de ña Julana.

usté en su overo rosao bebiendo los vientos va.

en la cola de su overo

Si ella tuviese un hermano, y en su rancho miserable

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hubiera colgao un sable, juera otra cosa, paisano. Pero sola y despreciada en el mundo, ¿ qué ha de hacer? ¿A quién la cara volver? ¿Ande llevar la pisada? Soltar al aire su queja será su solo consuelo, y empapar con llanto el pelo del hijo que usté le deja. Pues ese dolor projundo a la rubia la secaba y por eso se quejaba delante de todo el mundo. Aura, confiese, cuñao, que el corazón más calludo y el gaucho más entrañudo allí habría lagrimiao. ¿Sabe que me ha sucedido de lo lindo el corazón? Vea, si no, el lagrimón que al oirlo se me ha salido! -¡Oirganlé! 52


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-Me ha redotao. ¡No guarde rencor, amigo! -Si es en broma que le digo... -Siga su cuento, cuñao. -La rubia se arrebozó con un pañuelo ceniza, diciendo que se iba a misa y puerta ajuera salió. Y crea usté lo que guste porque es cosa de dudar... ¡Quién había de esperar tan grande desbarajuste! Todo el mundo estaba ageno de lo que allí iba a pasar, cuando el Diablo hizo sonar como un pito de sereno. Una iglesia apareció en menos que canta un gallo. -¡Vea si dentra a caballo! -¡Me larga, creameló! Creo que estaban alzando en una misa cantada,

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cuando aquella desgraciada

Pero el Diablo la uña afila,

llegó a la puerta llorando.

cuando está desocupao,

Allí la pobre cayó de rodillas sobre el suelo,

y allí estaba el condenao a una vara de la pila.

alzó los ojos al cielo

La rubia quiso dentrar,

y cuatro credos rezó.

pero el Diablo la atajó,

Nunca he sentido más pena que al mirar a esa mujer:

y tales cosas le habló que la obligó a disparar.

amigo: aquello era ver

Cuasi le da el acidente

a la mesma Magalena.

cuando a su casa llegaba:

De aquella rubia rosada ni rastro había quedao:

la suerte que le quedaba en la vedera de enfrente.

era un clavel marchitao,

Al rato el Diablo dentró

una rosa deshojada.

con don Fausto muy del brazo

Su frente que antes brilló tranquila como la luna,

y una guitarra, amigaso, ahí mesmo desenvainó.

era un cristal, don Laguna,

-¿Qué me dice, amigo Pollo?

que la desgracia enturbió.

-Como lo oye, compañero;

Ya de sus ojos hundidos las lágrimas se secaban

el Diablo es tan guitarrero como el paisano más criollo.

y entre-temblando rezaban

El sol ya se iba poniendo,

sus labios descoloridos.

la claridá se ahuyentaba

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y la noche se acercaba

Ya del sereno brillando

su negro poncho tendiendo.

la hoja de la higuera estaba,

Ya las estrellas brillantes una por una salían,

y la lechuza pasaba de trecho en trecho chillando.

y los montes parecían

La pobre rubia, sin duda,

batallones de gigantes.

en llanto se deshacía,

Ya las ovejas balaban en el corral prisioneras,

y rezando a Dios pedía que le emprestase su ayuda.

y ya las aves caseras

Yo presumo que el Dotor,

sobre el alero ganaban.

hostigao por Satanás,

El toque de la oración triste los aires rompía

quería otras hojas más de la desdichada flor.

y entre sombras se movia

A la ventana se arrima

el crespo sauce llorón.

y le dice el condenao:

Ya sobre el agua estancada de silenciosa laguna,

"dele no más sin cuidao aunque reviente la prima".

al asomarse, la luna,

El diablo a gatas tocó

se miraba retratada.

las clavijas, y al momento,

Y haciendo un estraño ruido en las hojas trompezaban

como un arpa, el istrumento de tan bien templao sonó.

los pájaros que volaban

-Tal vez lo traiba templao

a guarecerse en su nido.

por echarla de baquiano...

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-Todo puede ser, hermano,

peló un corbo el Dotorcito

pero ¡oyese al condenao!

y el Diablo... ¡barbaridá!

Al principio se florió

Desenvainó una espadita

con un lindo bordoneo

como un viento; lo embasó

y en ancas de aquel floreo

y allí no más ya cayó

una décima cantó.

el pobre...

No bien llegaba al final

-¡Anima bendita!

de su canto, el condenao,

-A la trifulca y al ruido

cuando el Capitán, armao

en montón la gente vino...

se apareció en el umbral.

-¿Y el Dotor y el asesino?

-Pues yo en campaña lo hacía...

-Se habían escabullido.

-Daba la casualidá

La rubia tamién bajó

que llegaba a la ciudá

y viera aflición, paisano,

en comisión, ese día.

cuando el cuerpo de su hermano

-Por supuesto, hubo fandango...

bañao en sangre miró.

-La lata ahí no más peló

A gatas medio alcanzaron

y al infierno le aventó

a darse una despedida,

de un cintarazo el changango.

porque en el cielo, sin vida,

-¡Lindo el mozo!

sus dos ojos se clavaron.

-¡Pobrecito!

Bajaron el cortinao,

-¿Lo mataron?

de lo que yo me alegré:

-Ya verá:

-Tome el frasco, prendalé. -Sírvase no más, cuñao.

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- VI -

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-¡Pobre rubia! Vea usté

Y no pasa por sobre ella

Cuánto ha venido a sufrir:

Sin darle un beso prinicro.

Se le podía decir: ¡Quién te vido y quién te ve!

¡Lástima causa esa flor

-Ansí es el mundo, amigaso:

Cree que es tan larga su vida

Nada dura, don Laguna,

Como fragante su olor.

Hoy nos ríe la fortuna.

Al verla tan consentida!

Mañana nos da un guascaso.

Nunca vio el rayo que raja

Las hembras en mi opinión

Ni ve al gusano que sube,

Train un destino más fiero

Ni al fuego del sol que baja.

Y si quiere, compañero,

A la renegrida nube,

Le haré una comparación.

Ningún temor en el seno

Nace una flor en el suelo,

Pues que se hamaca, no sabe,

Una delicia es cada hoja,

Entre el fuego y el veneno.

Y hasta el rocío la moja

De la pobrecita cabe,

Como un bautismo del cielo.

Sus tiernas hojas despliega

Allí está ufana la flor,

Y el gusano ya la alcanza...

Linda, fresca y olorosa:

Y el sol de las doce llega...

A ella va la mariposa,

Sin la menor desconfianza,

A ella vuela el picaflor.

Se va el sol abrasador,

Hasta el viento pasajero

Y la tarde encuentra, hermano,

Se prenda al verla tan bella,

El cadáver de la flor.

Pasa a otra planta el gusano

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Piense en la rubia, cuñao,

Y en una negra camita

Cuando entre flores vivía

Dormía un sueño alterao.

Y diga si presumía Destino tan desgraciao.

Y a redoblaba el tambor,

Usté que es alcanzador

Cuando al calabozo entraban

Afijesé en su memoria

El Demonio y el Dotor.

Y diga: ¿es igual la historia

Y el cuadro ajuera formaban

De la rubia y de la flor?

-¡Veanló al Diablo si larga

-Se me hace tan parecida

¿A qué anduvo Satanás

Que ya más no puede ser.

Hasta oír sonar la descarga?

-Y hay más: le falta que ver

Sus presas así no más!

A la rubia en la crujida

-Esta vez se le chingó

-¿Qué me cuenta? ¡Desdichada!

-Priendalé al cuento, que ya

-Por última vez se alzó

No lo vuelvo a atajar yo.

El cuete y ya lo verá..

El lienzo y aparecio En la cárcel encerrada. -¿Sabe que yo no colijo El por qué de la prisión? -Tanto penar, la razón Se le jué y mató al hijo. Ya la habían sentenciao A muerte, a la pobrecita,

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-Al dentrar hicieron ruido

Era la que redoblaba

Creo que con los cerrojos:

Antes de la ejecución.

Abrió la rubia los ojos Y allí contra ella los vido.

Redepente se afijó

La infeliz ya trastornada

Sin duda al malo vio en é1,

A causa de tanta herida,

Porque allí muerta cayó.

Se encontraba en la crujida

En la cara de Luzbel:

Sin darse cuenta de nada.

Don Fausto al ver tal desgracia

Al ver venir al Dotor

Y dentró a pedir al cielo

Ya comenzó a disvariar,

La recibiese en su gracia.

Y hasta le quiso cantar Unas décimas de amor.

De rodillas cayó al suelo,

Allí el hombre arrepentido De tanto mal que había hecho,

La pobrecita soñaba

Se daba golpes de pecho

Con sus antiguos amores,

Y lagrimeaba aflijido.

Y creía mirar sus flores En los fierros que miraba.

En dos pedazos se abrió La paré de la crujida

Ella creía que como antes,

Y no es cosa de esta vida

Al dir a regar su güerta,

Lo que allí se apareció.

Se encontraría en la puerta Una caja con diamantes.

Y no crea que es historia: Yo vi entre una nubecita,

Sin ver que en su situación

La alma de la rubiecita

La caja que la esperaba,

Que se subía a la gloria.

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San Miguel en la ocasión

-Ya es güeno dir ensillando...

Vino entre nubes bajando

-Tome ese último traguito

Con su escudo, y revoliando

Y eche el frasco a ese pocito

Un sable tirabuzón.

Para que quede boyando.

Pero el Diablo que miró

Cuando los dos acabaron

El sable aquel y el escudo,

De ensillar sus parejeros,

Lo mesmito que un peludo

Como güenos compañeros,

Bajo la tierra ganó.

Juntos al trote agarraron:

Cayó el lienzo finalmente

En una fonda se apiaron

Y ahí tiene el cuento contao...

Y pidieron de cenar:

Prieste el pañuelo, cuñao:

Cuando ya iban a acabar,

Me está sudando la frente.

Don Laguna sacó un rollo

-Lo que almiro es su firmeza Al ver esas brujerías. -He andao cuatro o cinco días Atacao de la cabeza.

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Diciendo: -"El gasto del Pollo De aquí se lo han de cobrar".


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Biografías


Benicio Núñez (1924-1997) Rosa Faccaro

BENICIO NÚÑEZ nace el 23 de Agosto de 1924 en la provincia de Corrientes, República Argentina. El territorio perteneciente a la Mesopotamia, integrado por las provincias de Misiones, Entre Ríos y Corrientes, se halla rodeado de ríos y exuberante vegetación. En esas regiones el artista vivió su niñez y adolescencia. Benicio Núñez se traslada de su tierra natal a Entre Ríos para vivir en una estancia de campo, en una región rodeada de palmeras y ríos. Esta será su primera estadía rural donde se contactará con personajes entre la fábula y el mito. La fantasía creada en esta tierra inigualable, en la que imagineros rescataron lo mejor de sus orígenes será un material cultural que el futuro artista considerará en el repertorio de su producción artística. Llega a Buenos Aires y, en Avellaneda (provincia de Buenos Aires), iniciará un aprendizaje sistemático con el maestro Amare. Luego, en la Capital Federal, podrá extender su formación plástica y teórica dentro de la no-figuración geométrica que a finales de los años cuarenta, conformará un grupo de artistas destacados internacionalmente. Esta participación y conocimiento de la no-figuración y las leyes de la percepción visual enriquecerá su acervo lingüístico. El artista tendrá nuevas posibilidades en el campo artístico. El manejo libre del espacio tendrá una articulación plena de múltiples sentidos. Benicio Núñez pertenece a una genealogía cultural que procede de las segundas vanguardias argentinas. Tomás

Benicio Núñez por Carlos Alonso


Maldonado (argentino) sucesor de Max Bill en la dirección de la Escuela de Diseño de Ulm (Alemania) –posterior a la Bauhaus–, fue su mentor artístico en la Capital Federal. Este acercamiento en Buenos Aires con Maldonado será definitivo en cuanto a su capacidad de entendimiento y práctica de un arte que toma los elementos plásticos y compositivos de las vanguardias históricas. El Arte Concreto Invención, con sus figuras descollantes, le otorgará el sustento compositivo y racional de sus obras. Las imágenes, en su producción artística, son de gran versatilidad y riqueza. Poseen un sello personal e inconfundible. El artista compone sobre un soporte clásico. Sus figuras no presentan la conocida perspectiva geométrica tradicional, sino que el sistema espacial lo concibe por yuxtaposiciones de planos. Su técnica pictórica es mixta. Utiliza la témpera, tinta, lápices negros y de color, de acuerdo a las necesidades de claridad conceptual en cuanto al motivo inspirador. Esta libertad ejecutiva le permite una liberación de los modelos establecidos, ello le valió su participación en la Segunda Bienal Internacional de San Pablo, en 1952, en la que obtuvo el tercer premio. Fue artista invitado por el Ministerio de Relaciones Exteriores para representar a la Argentina en esa ocasión. Brasil es uno de los países donde se encuentran obras en colecciones privadas y públicas. Más adelante integrará la muestra itinerante “Cincuenta años de Pintura Argentina”, que recorrerá varios países hermanos de Latinoamérica. 70

Las múltiples opciones de las expresiones artísticas tendrán en su obra una clara definición dentro de la heterogeneidad de disciplinas donde su curiosidad y versatilidad lo convierten en un gran conocedor de la escena teatral. Agrega a ello su rol de ilustrador, destacándose la labor realizada para El Fausto, de Estanislao del Campo. Ilustrará este poema gauchesco, donde Anastasio el Pollo será uno de los personajes junto con Don Laguna, a quien el campesino Anastasio le cuenta las hazañas de un gaucho que decide ir a ver en el teatro Colón esta obra de Charles Gounod (1818-1893), estrenada en 1886. En esta ilustración el diablo es un personaje visto con la concepción naïf del gaucho, al interpretar la ficción como un hecho real. Aquí la versión de Benicio Núñez cobra validez al aplicar su verdadera experiencia de hombre de campo con sus mitos y apariciones donde se mezcla la realidad con la fantasía desbordante del artista. Benicio Núñez muere a los 73 años dejando una obra multifacética y de valiosa documentación. Debemos ver en ella no sólo a un artista de culto, sino también a un artista que señala un género que demuestra la jerarquía de arte popular en el cual América posee una riqueza inigualable. Este mestizaje en la obra de Benicio Núñez pretende perseguir las raíces de una vocación practicada con asiduidad, dentro de su capacidad creativa, hallando de este modo un estilo, una manera, una identidad.


Estanislao del Campo (1834 - 1880)

CON EL PSEUDÓNIMO de Anastasio el Pollo, entró Estanislao del Campo en el mundo de las letras. Su poema gaucho-burlesco Fausto alcanzó casi de inmediato una enorme popularidad que ha persistido y aumentado, si cabe, hasta nuestros días. Su aparición fue entusiastamente saludada por la crítica y, lo que nunca había ocurrido antes en nuestro medio, suscitó una larga polémica entre dos jóvenes talentos que habían de afirmarse más tarde, Pedro Goyena y Eduardo Wilde. La polémica interesante y animadísima derivó hacia conceptos generales de la poesía, pero contribuyó indudablemente a tener a Del Campo y su libro sobre el tapete de la actualidad. Escribió también otras muchas composiciones de diferentes estilos, sin embargo es en la cuerda gauchesca donde da las mejores notas. De humor festivo, tiene una pluma llena de colorido para verter su fácil filosofía campera y fresca imaginación. Es curioso advertir que, no obstante el género escogido, era más bien un hombre de ciudad. Nació en la capital el 7 de febrero de 1834, hijo de padre porteño, don Estanislao del Campo, y madre tucumana, doña Gregoria Luna. Se educó aquí mismo en la Academia Porteña Federal empleándose luego como dependiente de tienda según era costumbre en-

tre los jóvenes de buena familia de esos tiempos. Muy porteño lo vemos en 1852 tomar parte en la defensa de la ciudad cuando el general Lagos le puso sitio. Concluido éste entró a prestar servicio en la aduana. Más tarde fue secretario de la cámara de diputados cuando ya militaba abiertamente en las filas alsinistas, alternando la carrera administrativa con las más animadas acciones de Cepeda y Pavón donde se batió con entusiasmo. Llegó así a capitán, en 1861. En 1874, es ascendido a teniente coronel saliendo a campaña con motivo de la revolución de ese año. Luego, tuvo una corta actuación como diputado nacional y terminando su mandato fue nombrado oficial mayor del Ministerio de Gobierno de la Provincia. Se desempeñó en todos estos cargos con escrupulosidad y competencia y tomó, asimismo, parte activa en las luchas políticas, pero sin abandonar la poesía que fue sin duda su vocación más íntima. Murió joven aún, el 6 de noviembre de 1880, y los mejores poetas de la época, José Hernández y Guido y Spano, pronunciaron conmovedoras oraciones en su tumba. Mereció también, fuera del aplauso popular y de la crítica del país, grandes elogios de un crítico español tan severo como Menéndez y Pelayo.

71


FIN



Viamonte 1465, piso 10, Buenos Aires 4372-8810, info@fundacionalon.org www.fundacionalon.org


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