16 SEÑALES DE HUMO

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Boletín del CENTRO INAH SONORA

Año 5 No.16

Mayo - Agosto 2007

Centenario de la

“Antigua

Penitenciaria de Sonora.

Patrimonio cultural de los mexicanos”

Zenón Tiburcio Robles

Pie de foto

Antigua Penitenciaría del Estado de Sonora

E

n los albores del siglo XX nace en Sonora un proyecto que, por su majestuosidad arquitectónica, le daba el toque moderno a la aplicación del orden porfiriano sobre la sociedad sonorense. Surgía, también, un nuevo discurso sobre la forma de aplicar la justicia que, no sólo hablaba del castigo al infractor, sino que incluía la intención de rehabilitarlo y reintegrarlo al orden social vigente.

Foto: Archivo Centro INAH Sonora

El nuevo sistema penitenciario, basado en el ideal positivista de la época, dejaba ver buenas y humanitarias intenciones pero, para el caso sonorense, estuvo muy lejos de satisfacer tales expectativas al quedar inconclusa una de la más grandes obras construidas en el noroeste mexicano durante el Porfiriato: la Penitenciaría del Estado de Sonora, en Hermosillo. Continúa en la siguiente página

Investigación

Monumentos Históricos

Conservación y Restauración

Difusión

Proyectos

Museo


Investigación

Apertura de sala de sitio

“Antigua

Penitenciaria de Sonora...

Yaquis construyendo la Penitenciaría

Foto: Archivo Centro INAH Sonora

Esta obra, proyectada y dirigida en su etapa original por el ingeniero Arthur Francis Wrotnowski, fue concebida, según refiere el dibujo en perspectiva atribuido a él mismo, como una verdadera mole arquitectónica integrada perfectamente al emblemático Cerro de la Campana y compuesto por diez edificios, cada uno con una función específica: prisión, comedor, cocina, patios, área de mujeres, talleres, administración, lavandería, baños y hospital que dejaban ver un complejo sistema que cumpliría a cabalidad los objetivos para los que fue creado: el castigo y la rehabilitación del reo. Un plano arquitectónico fechado en 1903 y firmado, como director de obra, por Wrotnowski, refleja las serias intenciones de construir el edificio tal como se había ideado originalmente. Presenta tres secciones arquitectónicas que dan cuenta, con pequeñas variantes, de la mayoría de los elementos incluidos en el dibujo anterior, detallando un elemento fundamental que, como la mayoría de los espacios proyectados, no se llegaría a construir y que definiría claramente el sistema de circulación y vigilancia concebido por el ingeniero de nacionalidad norteamericana, nacido en 1839 en Francia: un puente en el nivel superior que cruzaría transversalmente los edificios por sobre los patios principales y que comunicaría directamente las zonas de reclusión con los talleres propiciando, con el mínimo personal de custodia, una puntual vigilancia de celdas, patios y reclusos. Desafortunadamente, este complejo sistema, solo vio concluídos los edificios destinados a prisión y administración, reflejando espacios para el castigo y no para la rehabilitación. Para 1925, la penitenciaría inaugurada el 16 de septiembre de 1908, presenta un uso intensivo, casi exclusivamente en su función de castigo. Tal se refiere en dos planos fechados ese año que muestran las plantas de los tres niveles que lo componen y que representan el documento gráfico más antiguo que conocemos, donde se indican los usos, para ese momento, de las diferentes áreas del complejo penitenciario. 2

Patio central actual de la Penitenciaría

Foto: Mauricio Marat

Esta magna obra forjada en dura roca y ladrillo e iniciada en abril de 1902, según lo refieren las evidencias documentales consultadas y accesibles a la fecha, re presenta, como pocas, la fr ustrada humanización del ímpetu modernizador pregonado por el régimen de Porfirio Díaz y sus seguidores sonorenses. Es, en sí, el sueño inacabado de un incansable constructor que desde temprana edad intervino en innumerables obras de urbanización, ingeniería y arquitectura, desde Louisiana a Florida en su país de adopción, hasta Veracruz, Tamaulipas y finalmente Sonora, en México, donde deja su huella en importantes y emblemáticas edificaciones en el Puerto de Guaymas y Hermosillo, a más de incontables proyectos e iniciativas que, a lo largo de varios años, presentó a los gobiernos locales hasta su muerte el 23 de octubre de 1911 en Nogales, Arizona, E.U. Después de varias décadas de cumplir su función de penitenciaría y de representar uno de los más importantes y temidos símbolos y escenarios de la convulsionada vida social y política del estado de Sonora y luego de sufrir numerosas alteraciones y adecuaciones, este magnífico edificio quedó abandonado durante varios años hasta que el Gobierno del Estado de Sonora lo cedió en comodato al INAH para que acondicionase sus oficinas del Centro Regional del Noroeste y se hiciera cargo de su restauración incluyendo su uso como Museo Regional de Sonora. Desde el principio el INAH y el Gobierno del Estado trabajaron en conjunto para restaurar el edificio, con un profundo respeto a su calidad de monumento histórico, y con atención a su funcionalidad y significado para la sociedad sonorense. El uso cultural del edificio, inaugurado el 12 de septiembre de 1985 como Centro INAH y Museo de Sonora ha permitido su rescate como inmueble histórico de gran valor arquitectónico.


Editorial • Bibllioteca

Ha logrado ofrecer a la sociedad un uso cultural intenso y digno sin menoscabo de su integridad original y ha permitido y propiciado el enriquecimiento del conocimiento de la arqueología, la historia y la antropología del noroeste de México y su divulgación entre grandes sectores de la población. A lo largo de 22 años, los muros de piedra y ladrillo de la Antigua Penitenciaría de Sonora han sido mudos testigos del cumplimiento cabal de las funciones sustantivas del Instituto Nacional de Antropología e Historia: la investigación, conservación y difusión del patrimonio cultural de los mexicanos en Sonora. Este magnífico edificio se ha convertido en referente obligado para la formación cultural de varias generaciones de estudiantes y en motivo de orgullo y admiración para propios y extraños. Su presencia en la vida cotidiana de la sociedad sonorense le ha dado un lugar preponderante en el imaginario colectivo: desde su larga historia como centro de reclusión y memoria doliente, hasta su uso como icono monumental, telón de fondo de incontables imágenes que atrapan promesas y deseos venturosos para recién casados y jóvenes quinceañeras que se toman la fotografía del recuerdo en las escalinatas y fachadas del monumental edificio, pasando por las numerosas y creativas historias de misterios y apariciones que se han tejido en torno a sus calabozos y celdas. Sin embargo, a casi un siglo de su inauguración oficial y de su indudable valor y función social, su historia no ha sido investigada, documentada y divulgada tal como su valor patrimonial y la demanda constante de sus visitantes lo exigen; es por ello que el Instituto Nacional de Antropología e Historia se plantea, como uno de sus Proyectos Prioritarios para el bienio 2007-2008, la apertura de la Sala de Sitio “Antigua Penitenciaría de Sonora, Patrimonio Edificado de los Mexicanos en Sonora” , al tiempo que se desarrolla un amplio programa de actividades académicas, culturales y de divulgación para conmemorar junto con la sociedad civil, autoridades e instituciones locales, el CENTENARIO de la ANTIGUA PENITENCIARÍA DE SONORA durante todo el año de 2008.

EDITORIAL Estimados lectores: Los invitamos a profundizar en la lectura de un número más de Señales de Humo con las noticias más recientes sobre historia y antropología regional. En primer lugar, anticipemos una sustanciosa celebración del centenario de la Antigua Penitenciaría de Sonora, patrimonio sonorense vivo que resguarda el proyecto local de investigación de nuestra vasta historia. De la pluma del arquitecto Zenón Tiburcio Robles, director del Museo de Sonora, se reportan los más recientes logros en la investigación de forma y fondo de este edificio, que son fuentes inagotables de información para entender el proceso de modernización regional además de los matices de su más reciente identidad como parte del paisaje cultural urbano de nuestros días, aumentando el volumen del diálogo que La Antigua Penitenciaría sostiene con sus variados interlocutores. En uno de los artículos centrales, la maestra Raquel Padilla nos inmersa en las memorias del Dr. Horacio Elías de entre el año 65 y 70 del pasado siglo, acerca de Gregorio, un joven descendiente de yaquis en Valle Nacional Oaxaca, testimonio que nos lleva una vez más, sobre las penalidades y formas de resistencia de esta etnia durante todo su proceso de deportación, material que acentúa las virtudes de los pueblos sonorenses y es ejemplo universal. El Dr. Juan José Gracida Romo celebra sus XXV años como investigador del centro INAH Sonora con una colaboración sobre los 100 años de historia de Navojoa, que nos lleva por el origen del Valle del Mayo, nos entera a través de los indicadores de política, familia y tecnología de su tradición eminentemente agraria y campesina. La maestra Esperanza Donjuan nos brinda una reseña sobre la XXVIII Mesa Redonda de la Sociedad Mexicana de Antropología dedicada al célebre arqueólogo Alfonso Caso Andrade donde destaca la participación del equipo de investigadores del Centro INAH Sonora: Raquel Padilla Ramos, Felipe Mora, Abby Valenzuela, Ana Luz Ramírez y Esperanza Donjuan. En las páginas finales, la arqueóloga Cristina García nos habla del retorno de la arqueóloga Elisa Villalpando a La Playa, sitio del municipio de Trincheras que exhibe flamante declaratoria presidencial de Zona de Monumentos Arqueológicos con uso restringido de suelo, otorgado por primera vez a un sitio de este tipo en el estado de Sonora; aquí nos podemos enterar del currículum resumido del proyecto y el rumbo que seguirá el equipo de investigación en su décima etapa de trabajo de campo, labor que nos ayudará a comprender mejor los rasgos de esta población prehistórica ubicada en el trayecto de lo que podría ser una ancestral ruta de comercio transfronterizo que podemos estudiar hasta el presente. Queda con ustedes el número 16 del boletín Señales de Humo, esperamos que sea de su interés y agrado.

Comité Editorial

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Investigación

25 años

XXVIII

en el centro inah sonora de juan josé gracida

Mesa Redonda de la Sociedad Mexicana de Antropología Esperanza Donjuan

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no de los miembros de esta comunidad cumple 25 años de servicio en la institución, por lo cual se presenta una síntesis de su participación en el Centro INAH Sonora. El doctor Juan José Gracida Romo llegó a la ciudad de Hermosillo, Sonora, su ciudad adoptiva, en enero de 1977, procedente de la ciudad de México y de la UNAM, para trabajar como profesor en la Universidad de Sonora. Estando en la Unison fue invitado a formar parte del grupo de trabajo que se estaba configurando en el Centro Regional del Noroeste del INAH, para realizar las Historias Municipales y los tomos I y IV de la Historia General de Sonora. El entonces licenciado José Gracida ingreso al INAH el 16 de mayo de 1982 después de ganar el examen de oposición abierto para la sección de historia. Desde entonces ha laborado ininterrumpidamente en el Instituto y ha participado en los proyectos más importantes del área y en las labores sustantivas de la institución. Su primera participación fue como miembro del equipo de investigadores del Instituto que elaboraron del tomo IV de la Historia General de Sonora, haciéndose cargo de la investigación del Porfiriato en Sonora. Un año después, fue el responsable de la elaboración de las salas 12 a la 19 del Museo de Sonora, que el INAH elaboró e inauguró en septiembre de 1985. En 1989, junto con Cynthia Radding, publicaron en el Instituto Mora: Sonora, Una Historia Compartida . El año 2000 obtiene el grado de doctor en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. En el 2001 pública en la Universidad de Sonora su libro: La llegada de la Modernización a Sonora. Establecimiento del ferrocarril 1880-1897. En el año 2004 con Ma. Eugenia De la Rosa publica en el Colegio de Contadores Públicos de Sonora el libro Una Historia en Curso. Participo en la celebración de los 30 años del Centro INAH en Sonora en la exposición colectiva y en los seminarios Desde 1982 ha participado como miembro del INAH en la Sociedad Sonorense de Historia y, desde 1984, en los Simposios de Historia y Antropología de Sonora. Es miembro fundador de la Asociación de Historia Económica del Norte de México y socio de la Asociación Mexicana de Historia Económica.

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el 6 al 10 de agosto del presente año, se llevó a cabo la XXVIII Mesa Redonda de la Sociedad Mexicana de Antropología en el Colegio de San Ignacio de Loyola-Vizcaínas en la ciudad de México. La temática general del evento fue: derechos humanos, pueblos indígenas, cultura y nación. Alrededor de 500 ponentes asistieron a la Mesa Redonda, misma que en esta edición estuvo dedicada al arqueólogo Alfonso Caso Andrade (1896-1970). Entre los asistentes al evento se contó con un nutrido grupo de investigadores del Centro INAH Sonora. Raquel Padilla Ramos, investigadora de este centro, tuvo a su cargo la organización del simposio “Conflicto y armonía. Etnias y poder civil, militar y religioso en Sonora”, donde participaron investigadores de las secciones de Historia y Antropología. El abanico de temas presentados osciló entre la antropología, la historia y la arquitectura. Raquel Padilla participó con la ponencia titulada “Los ocho pueblos yaquis como concepto”; Ana Luz Ramírez Zavala presentó la ponencia titulada “Un intento de pacificación apache” y Felipe Mora con “Pesca ribereña y transformación cultural en una sociedad del desierto: el caso comca'ac”. Asimismo Esperanza Donjuan presentó su trabajo, de corte más histórico, “Penurias compartidas. Gobierno, Iglesia y apaches en Sonora en la primera mitad del siglo XIX”. De igual forma, la arquitecta Abby Valenzuela, participó con el interesante trabajo titulado “El uso de la pintura mural como fuente didáctica en la evangelización. La pintura mural del Templo de San Diego de Alcalá, Pitiquito Sonora”. El simposio contó con la participación de investigadoras de diversas instituciones del estado. El Colegio de Sonora estuvo representado por la doctora Zulema Trejo Contreras con la ponencia “Pactar para sobrevivir: Manuel María Gándara y los indígenas sonorenses”. Asimismo por el Departamento de Historia y Antropología, Universidad de Sonora, Dora Elvia Enríquez Licón, en coautoría con Ramírez Zaval, presentó el trabajo “Misioneros josefinos en el Yaqui: Acción Evangelizadora en Tiempos de Guerra (1896-1900)”. La Sociedad Sonorense de Historia estuvo representada por María del Carmen Tonella Trélles, quien en coautoría con Padilla Ramos, presentó la ponencia titulada “Yaquis y Prensa de Arizona”. Además de la importancia del trabajo interinstitucional expresado en este simposio, fueron relevantes también los resultados obtenidos en cuanto a las nuevas interpretaciones de la historia de Sonora.


Investigación

Navojoa, 100 años de historia Juan José Gracida Romo

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l valle del Mayo tuvo, en el siglo XIX, un desarrollo agrícola anterior al del Yaqui caracterizado por el dominio del capital local; a diferencia de las otras regiones de Sonora donde el capital extranjero y las compañías deslindadoras dominaron la escena. Después de la lucha contra el Imperio de Maximiliano y de mejorar sus relaciones con los indios mayos, se establecen las primeras haciendas en el valle del Mayo , c omo fue la que se estableció en el antiguo pueblo de Navojoa, por la casa comercial Ortiz que tenía su asiento en la población de Álamos. Además de que construyen los primeros canales de irrigación, como fue “Tres Hermanos” en la Hacienda de Tres Hermanos de la familia Salido en 1865, y poco después la que construyó el canal “Ortiz Hermanos” de la Casa Ortiz. 1 La colonización del valle del Mayo se aceleró en la década de los ochenta del siglo XIX, cuando entran más agricultores después de la derrota de las huestes yaquis y mayos de José María Leyva "Cajeme" en 1886.2 En seguida del triunfo del ejército federal, la Secretaría de Fomento envió una Comisión Geog ráfica Exploradora en 1887 para fraccionar y repartir las tierras. Para 1889 ya se habían fundado los pueblos de Cohuirimpo, San Pedro, Etchojoa, Santa Cruz de Huatabampo y Moroncárit, con lo que avanzó rápidamente la colonización en el mayo e impulsó el desarrollo de una agricultura comercial, que tuvo como centro de desenvolvimiento a Navojoa y Huatabampo.3 Hasta antes del año de 1902, cuando se consolida la producción del garbanzo, siendo las principales en el valle del Mayo el maíz, trigo, arroz y frijol, dirigida al consumo del mercado interno. A partir del año de 1900, los comerciantes españoles del puerto de Mazatlán empiezan a exportar garbanzo a España y posteriormente a California en los Estados Unidos, iniciando así la posibilidad de incorporar terrenos propicios para el cultivo del grano como eran los del valle del Mayo, donde sorprendieron el desarrollo prodigioso del garbanzo en sus sementeras, su resistencia al clima y a las plagas conocidas, dando inicio desde 1902 la producción del garbanzo para la exportación.4 Desde finales del siglo XIX, la minería de la 1

región de Álamos, que e x p l o t a b a principalmente plata, empezó a sufrir los efectos de la caída del precio de este metal, lo que provocó el desplazamiento de algunos empresarios y mineros a la costa del Mayo. Finalmente la crisis de 1907, terminó con la minería de la región de Álamos, desplazándose los capitales mineros y comerciales al valle del Yaqui y el Mayo, alentando de esta manera la colonización del valle del Mayo e impulsando el proyecto de producción agrícola comercial. Lo anterior coincidió con la llegada del ferrocarril de la compañía del Southern Pacific al pueblo de Navojoa el 7 mayo de 1907; hecho que contribuyó al cambio del eje regional de la ciudad de Álamos a Navojoa y al desplazamiento de los capitales comerciales y mineros a la zona agrícola más importante del estado. Para entonces localizada en el valle del Mayo. Un hecho importante fue que la empresa ferroviaria decidió establecer “La Estación”, no en los terrenos el viejo pueblo de Navojoa, sino más al interior para protegerla de las crecientes del río Mayo, como había sido del 21 de enero de 1907.5 Lo que alentó, a los comerciantes y pobladores a establecerse en torno a la terminal del ferrocarril, dando origen al actual asentamiento de la ciudad de Navojoa. El mismo año se construyó también el tan anhelado ferrocarril a la ciudad de Álamos el 2 abril de 1907, que salía de la misma ubicación de la estación de Navojoa. Con la construcción de esta vía se suponía llegaría la prosperidad para la ciudad de Álamos; pero su llegada fue demasiado tarde, pues la principal actividad, la minería de explotación de la plata, había entrado en una crisis muy difícil de superar. Con la llegada del ferrocarril del Southern y la construcción del ramal a Álamos, la villa de Navojoa se convirtió en el centro ferroviario del valle del Mayo. Gracias a la presencia del ferrocarril en Navojoa y años después, a la creciente del río Mayo de 1914, que afectó el poblado de Navojoa Viejo, se trasladó la población alrededor de la llamada “Estación” del ferrocarril. Finalmente en el año de 1917, la legislatura estatal permitió el traslado de la cabecera del pueblo a la

Joaquín A. Mange, “ Historia del Negocio del Garbanzo , en Album de los Ríos Yaqui y Mayo, p.41 Joaquín A. Mange, op.cit., p. 40 3 Cynthia Radding y Juan José Gracida Romo, Sonora. Una historia compartida, México, Instituto José María Luis Mora y Gobierno del Estado de Sonora, 1989. Joaquín A. Mange, op.cit., pp. 44,45 4 Joaquín A. Mange, op.cit., Pp.50,51 5 Manuel Hernández Salomón, Navojoa, cronología y testimonio 1533-1915, Navojoa, Sonora,Vatzi, 2006, p. 57 6 Francisco R. Almada, Diccionario de Historia, Geografía y Biografía Sonorenses, Hermosillo, Sonora, Gobierno del Estado de Sonora, 1985, p.444 2

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Investigación

Uno de tantos yaquis en

Valle

Foto tomada de Barbarous Mexico, Jonh Turner, 1911

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onocí a don Horacio Elías Argani Díaz Leal, médico jubilado de unos setenta y tantos años de edad, en septiembre de 2003 en Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, en el marco del I Congreso sobre Salud-Enfermedad de la Prehistoria al siglo XXI en el Sureste de México. En aquella ocasión presenté una ponencia que versaba sobre el discurso médico decimonónico para referirse a los yaquis en guerra y los deportados al sureste mexicano. Al terminar mi presentación, el doctor Elías me abordó para contarme que él había conocido a un descendiente de yaquis en Valle Nacional, Oaxaca, llamado Gregorio, allá por los años sesenta y cinco o setenta del siglo XX. En aquel tiempo, don Horacio vivía en la cuenca del Papaloapan, Veracruz, y Dada mi afición por la cacería y por la amistad que me unía a un médico radicado en Valle Nacional, Dr. Francisco Padilla, era… muy buen cazador, mejor pescador. Nos invitó a su pueblo, Valle Nacional. Teníamos una relación muy estrecha. Casi cada quince días nos desplazábamos para cazar en Valle Nacional. Gregorio el yaqui tenía a la sazón 26 o 27 años e iba en el grupo de cazadores de Valle Nacional. A decir de 6 6 INVESTIGACIÓN

don Horacio, era alto, delgado, nervudo y un gran atleta, “capaz de correr detrás de los sabuesos subiendo y bajando cerros, abriendo monte todo el día.” El muchacho platicó a los cazadores que sus abuelos eran yaquis por las dos ramas. Su abuela había llegado muy jovencita a Valle Nacional con otros yaquis deportados que el gobierno había mandado a trabajar a las haciendas tabacaleras de Valle Nacional. El yaqui, a decir del Dr. Elías, era bastante parco en el hablar, sin embargo su entusiasmo se dejaba ver en la afición a su deporte, la caza. Cuando cazaba algo se emocionaba mucho y entonces le daba por platicar. Gregorio tenía conocimientos de su origen étnico y mostraba mucho orgullo de él. Sabía que la intención del gobierno al deportar a sus ancestros era quitarles las costumbres y desarraigarlos de su tierra. Sabía también que los tuvieron como trabajadores esclavos en Valle Nacional. Por boca de Gregorio, don Horacio supo que había más descendientes yaquis en Valle Nacional. Este sitio era descrito por mi interlocutor como un


Investigación

Nacional Raquel Padilla Ramos

lugar cerrado, una cañada en la costa cuya única entrada y salida era un pequeño espacio por donde transitaba la carretera, con cerros por ambos lados. Ahí se establecían las garitas de guardia. Decía el Dr. Elías Argani que la sierra era impenetrable en la parte de arriba, hacia el occidente, el sur y el norte, y que aún en los años en que su grupo cazador iba a ese lugar, era difícil el acceso. La carretera que lleva de Oaxaca a Valle Nacional fue construida en tiempos del presidente Miguel Alemán, entre 1946 y 1952. Es escénica pero peligrosísima, me informó don Horacio. Él la conoció en 1961 y afirmó en nuestra conversación que era muy riesgoso transitarla, pues había sido hecha para explotar la madera y estuvo mucho tiempo sin pavimentar. Los camiones madereros descendían de la zona de Cerro Pelón, que era la parte divisoria continental donde estaba el aserradero principal, y bajaban cargando trozas de madera que iban a la fábrica de papel de Tuxtepec, y bajaban los diablos madereros esos a velocidades endemoniadas, con pendientes de 20 % y curvas cerradas de 90º. Los camiones alcanzaban altas velocidades en su descenso. De hecho, había puestos de observación que permitían a los automovilistas bajarse del vehículo y escuchar si venía alguno de esos camiones. Si no se oía nada, entonces se podía avanzar hasta el siguiente puesto de observación, pero en caso de escuchar algo, “sólo quedaba encomendarse a Dios que no nos alcance un coletazo”. Aunque los periodos de caza estaban controlados de forma natural por el tiempo de aguas, los cazadores procuraban reunirse unas cuatro o cincos veces al año para realizar sus actividades. Pero comenta el Dr. Elías que la última vez que lo hicieron tuvieron un desaguisado muy fuerte: Lamentablemente los perros que llevaban estos muchachos [se refiere a Gregorio y otros cazadores de la zona] levantaron un jaguar… Cuando él llegó nos había matado a los perros, entre ellos uno mío. Nos quedamos sin jauría. Empezamos a buscar otros medios de cazar.

hubo invasiones y hechos violentos. Por esta razón los cazadores dejaron de ir al lugar. Don Horacio se dedicó a otras actividades y ya no volvió a Valle Nacional. Después murió su a m i g o , e l D r. Padilla y no hubo más razón para volver allí. E n l a entrada al valle había una cueva cuyo interior “rebosaba” de restos humanos, según me informó el galeno. Gregorio había puesto al grupo de cazadores al tanto de esto, y afirmó que las osamentas pertenecían a trabajadores de las fincas que morían por las condiciones malas de salud. Era un verdadero osario, a decir de don Horacio el cual la conoció personalmente, y era también una trampa. Desde la cueva, Tuxtepec distaba unos 50 km, pero antes de llegar ahí había que bajar a Chiltepec, zona tupida de fincas de tabaco y caña de azúcar. El yaqui Gregorio se dedicaba a la venta de carne en Valle Nacional. Ahí vivía con su esposa y según recordó don Horacio, ya tenía descendencia. En Valle vivían mestizos en su mayoría, pero estaba rodeado de grupos chinantecos. De Valle Nacional hacia arriba la gente se asalariaba en haciendas cafetaleras, pero hacia abajo en las vegas, laboraban en fincas tabacaleras. Destacaba el imperio tabacalero de los Balsa Hermanos, expresado en la famosa Hacienda San Cristóbal. El ojo clínico de don Horacio le permitió observar el contraste: Condiciones tremendas de salubridad en toda la zona, en la que abundaba la desnutrición infantil, la parasitosis intestinal y el paludismo. Fue así como pude obtener el punto de vista de un médico de los siglos XX y XXI sobre la deportación de los yaquis y el exotismo desventurado de Valle Nacional.

La zona se llenó de conflictos agrarios, INVESTIGACIÓN 7 7


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investigación

El sitio arqueológico,

La Pla delegación Sonora, se delimitó el sitio en su componente más conocido hasta ese momento. Con los trabajos realizados durante los siguientes dos años, se pudo establecer una primera secuencia de ocupación del sitio iniciada con los grupos paleoindios Clovis a finales del periodo Pleistoceno (circa 11,000 a.p.) seguidos por grupos recolectores-cazadores del Arcaico (7,500-1,500 a.C.), los primeros cultivadores precerámicos (1,200 a.C. al 200 d.C.), lo grupos de Tradición Trincheras (200-1,450 d.C.) y por último, los grupos Pima del periodo Histórico (circa 1,600-1850 d.C.). En 1997 se recibe un presupuesto a través del INAH, para continuar realizando trabajos de salvamento, iniciando así el Proyecto Salvamento Arqueológico La Playa dirigido por Elisa Villalpando del Centro INAH Sonora y John Carpenter como codirector. La investigación de esos años fue posible también gracias a la ayuda desinteresada de numerosos voluntarios de ambos lados de la frontera.

Entierro de una mujer adulta entre 25 y 30 años, en una posición muy flexionada con los huesos cubiertos de ocre rojo, excavada en 2002. Foto: Archivo Técnico del Proyecto La Playa

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l sitio arqueológico La Playa se ubica al noroeste del estado de Sonora en las inmediaciones del pueblo de Trincheras. El sitio se conoce desde 1934, sin embargo fue visitado muy pocas veces con fines académicos. En 1995 durante el Proyecto Excavación en Cerro de Trincheras dirigido por Randall McGuire y Elisa Villalpando, se comenzaron a realizar labores de rescate en La Playa al ver el inminente peligro de desaparición en que se encontraban las numerosas evidencias arqueológicas del sitio, a causa de la intensa erosión; estos trabajos se realizaban según el tiempo y disponibilidad de los voluntarios de dicho proyecto. Fue en ese año, cuando con la ayuda de dos topógrafos comisionados por el Registro Agrario Nacional,

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En el 2001 el proyecto cambia de nombre a Proyecto Arqueológico La Playa y la incorporación de estudiantes, con proyectos de tesis, se vuelve más intensa; se comienzan a abrir también líneas de investigación y proyectos paralelos. Desde esa fecha hasta hoy, no se ha detenido el trabajo de investigación y existe una permanente y relevante búsqueda de la salvaguarda de este importante sitio arqueológico. Los constantes esfuerzos del Centro INAH Sonora han tenido como resultado la emisión de la declaratoria presidencial de Zona de Monumentos Arqueológicos con uso restringido de suelo, siendo esta la primera en el estado de Sonora. Hasta ahora se han realizado diez temporadas de campo desde 1997, en las cuales se han registrado y excavado 564 elementos arqueológicos. Entre ellos sobresalen inhumaciones humanas, hor nos, e n t i e r r o s d e p e r r o, c r e m a c i o n e s h u m a n a s, crematorios, cremaciones de animal, ranchos históricos, estaciones de lasqueo, estructuras, pozos de almacenamiento, y fana pleistocénicas, entre otros. Se han realizado 20 calas de sondeo, tres recorridos sistemáticos y se han registrado otros elementos arqueológicos como geoglifos, petroglifos y elementos aislados. Hasta este momento se ha


Investigación

ya analizado la totalidad del material arqueológico, así como el material osteológico humano y animal. A la fecha se han presentado siete tesis de licenciatura, una sobre los patrones mortuorios de dos áreas del sitio, otra sobre los ranchos de la primera mitad del siglo XX, una sobre la ocupación histórica de finales del siglo XIX, otra sobre la industria de los artefactos bifaciales y puntas de proyectil recuperados en el sitio, una sobre los restos arqueozoológicos, una sobre la procedencia de los desgrasantes utilizados en la cerámica, una sobre el contenido paleobotánico de los hornos y una más sobre la ocupación San Dieguito del sitio. Asimismo, hay una tesis de maestría sobre el contenido macrobotánico de los hornos y otra de doctorado sobre salud dental. Otras investigaciones paralelas al proyecto han sido el análisis de los restos mortuorios con un enfoque en el desgaste dental, caries y condición de las piezas dentales, la identificación de indicadores de salud, nutrición, actividad ocupacional y forma de vida, el análisis del total de las inhumaciones y cremaciones por Ethne Barnes, el análisis y consolidación de la fauna pleistocénica por Jim Mead, así como un estudio del comportamiento topográfico en el área de los montículos. En un esfuerzo conjunto se ha logrado obtener aproximadamente 64 fechas de radiocarbono a partir de carbón, colágeno de hueso y semillas, materiales que han sido procesados en el laboratorio Laboratory of Isotope Geochemistry y Accelerator Mass Spectrometry Laboratory ambos de la Universidad de Arizona así como en Beta Analytic en Florida. Gran parte de los resultados que hasta ahora se han obtenido a partir de las investigaciones del sitio se han presentado en diversos foros públicos, tanto nacionales como internacionales, y se han publicado en varios espacios académicos y de difusión de Estados Unidos y México. En el proyecto La Playa han participado 36 extranjeros y 37 investigadores nacionales, sin embargo parte importante del proyecto han sido la Mtra. Guadalupe Sánchez quien ha estado a cargo de la elaboración y edición de infor mes, de la

Cristina García Moreno

metodología de c a m p o , h a coordinado los a n á l i s i s d e materiales y ha asesorado y dirigido la g ran mayoría de las tesis presentadas hasta el momento. Asimismo, la P. Arqlga. Mayela Pastrana (†) y el A r q l g o. J ú p i t e r Martínez, ambos del Centro INAH Sonora, quienes desde el inicio de los trabajos en La Playa estuvieron presentes tanto en de una mujer adulta entre 30 y 35 años en los preparativos de Entierro posición flexionada, excavada en 1999 las temporadas de Foto: Archivo Técnico del Proyecto La Playa c a m p o, l a s temporadas mismas, análisis de materiales y la tarea ardua de realizar informes. Sin dejar de mencionar a todos los entusiastas trinchereños que año con año han estado dispuestos a colaborar con nosotros, especialmente el Sr. Raúl Murrieta, el Sr. Luis Carlos Martínez y la Sra. Hortensia Zavalza. El trabajo en el sitio La Playa, por encima de las instituciones, principalmente ha sido un esfuerzo conjunto de numerosas personas que han participado de manera voluntaria a lo largo de estos años. Sobre todo ha sido posible gracias al gran interés que Elisa Villalpando, John Carpenter y Guadalupe Sánchez quienes han tenido entusiasmo por rescatar la historia cultural de este importante sitio arqueológico. Geoglifo donde se representa una estrella de cinco picos, asociada a tres geoglifos más (una flecha con doble punta, una tortuga y tres círculos concéntricos) Foto: Archivo Técnico del Proyecto La Playa

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La Pintada Lenguaje de nuestra herencia Eréndira Contreras Barragán Martha Olivia Solís Zataraín

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l estado de Sonora posee importantes sitios considerados patrimonio cultural, que han sido "heredados" para disfrutar y proteger. Los grupos humanos que habitaron hace cientos de años el territorio que actualmente ocupa este estado, dejaron a su paso diferentes testimonios de su cultura, entre las cuales se encuentra, una de las más importantes concentraciones de manifestaciones gráfico-rupestres en el Noroeste de México, La Pintada , cañón natural localizado a 56 kilómetros, al sur de la ciudad de Hermosillo, por la carretera internacional. La Pintada representó para aquellas culturas que se asentaron, un sitio de carácter mágico-religioso, motivo por el cual realizaron más de 400 diseños a lo largo del cañón. Sin embargo se puede afirmar que por la cantidad de pinturas, sobreposiciones y tipo de diseños en diferentes estilos y técnicas de ejecución, aunado a una gran cantidad de evidencias arqueológicas en superficie, el funcionamiento del sitio debió haber tenido una temporalidad muy larga, donde intervinieron varias generaciones desde épocas muy antiguas hasta épocas históricas. En el sitio quedaron asentadas figuras zoomorfas como: venados, reptiles y aves, así como t a m b i é n r e p r e s e n t a c i o n e s a n t r o p o m o r f a s mu y estilizadas, ador nadas con cuer nos y pieles de animales,entre otras. Por su parte las evidencias arqueológicas presentan una mayor concentración de artefactos entre ellas: herramientas y desechos de lítica tallada, fragmentos de cerámica y concha, que dan fe de los grupos que se asentaron para llevar a cabo actividades cotidianas de supervivencia, de caza y recolección. Por otro lado en épocas más recientes, este mágico sitio ha sido el albergue de tres territorios indígenas: seris, pimas y yaquis. Históricamente se conoce que este lugar, fue zona de refugio de seris y pimas en la época de la Colonia, donde permanecieron en resistencia por más de 20 años. Más tardíamente, ya en época revolucionaria, también fue refugio temporal de yaquis, los cuales se levantaron en armas contra el gobierno federal previo a su expatriación a tierras yucatecas. Actualmente es considerado un sitio sagrado para los conca´ac (seris). Sin embargo, en la actualidad este sitio no se encuentra abierto oficialmente al público, y es muy visitado por habitantes del estado de Sonora, lo que no permite una regulación correcta y apropiada del mismo; en los últimos años se ha venido estudiando la afluencia de visitantes, que presentan irregularidades y mal uso del área. El INAH conciente de su responsabilidad en la protección del patrimonio cultura, ha llevado a cabo acciones tendientes a la protección de sitio, sin embargo han sido insuficientes. Para esto es necesario que exista 10

una cooperación entre los tres niveles de gobierno, así como la iniciativa privada, asociaciones civiles, investigadores, entre otros, que ejecuten un Plan de Manejo que regule, supervise y establezca las normas necesarias para la conservación de este preciado patrimonio. En este 2007, el Instituto Nacional de Antropología e Historia, a través del Centro INAH Sonora, el Ayuntamiento de Hermosillo, la Comisión de Fomento al Turismo del Estado de Sonora, el Instituto Sonorense de Cultura y los propietarios del predio donde se encuentra el sitio arqueológico, ya han llevado a cabo diversas sesiones de trabajo y coordinación, basados en enfoques de protección y conservación del patrimonio cultural, investigación, aspectos sociales, educativos, culturales, turísticos y operativos, entre otros, obteniendo como resultado el compromiso de cada una de las instancias correspondientes, para lograr el objetivo principal, que es la ejecución de un Plan de Manejo, que les permita a su vez llevar acciones más concretas a corto, mediano y largo plazo. Estas acciones son: ?Generar un proceso de apertura para el sitio arqueológico. ?Promover que la población de Hermosillo, y la que visita La Pintada se apropien de su condición de patrimonio cultural y natural. ?Incidir en el proceso de apreciación del sentido cultural de las pinturas rupestres del sitio ?Valorar la presencia histórica de los indígenas de Sonora en esa área ?Apreciar los valores relacionados con la flora, la fauna, el paisaje cultural y en general con la ecología propia del sitio. ?Ofrecer una alter nativa de turismo cultural relacionado con el sitio, y de turismo rural relacionado con los habitantes del área. ?Brindar una opción de recreación educativa y cultural. ?Difundir la existencia de esta zona arqueológica y su conservación. ?Desarrollar un sistema de protección de visita mediante una asistencia controlada y responsable. ?Impulsar la colaboración de la comunidad inmediata en la conservación del sitio y su beneficio con presencia turística en el área, sin detrimento del sitio arqueológico. El Centro INAH Sonora está promoviendo a través de estas acciones una corresponsabilidad en la conservación y manejo del patrimonio cultural de “La Pintada”, mediante una investigación arqueológica aplicada, la conservación integral y un uso responsable de los valores culturales.


Investigación

ACEQUIA DE LA COMUNA,

La biblioteca informa...

PATRIMONIO SUBTERRÁNEO DE HERMOSILLO, CONFUNDIDA CON MÍTICOS TÚNELES

Novedades editoriales

Júpiter Martínez Ramírez Guadalupe Piña Ortíz

Cuenta la tradición popular, que la catedral de Her mosillo está unida por un largo túnel que va hacia la capilla del Carmen e incluso el túnel se divide con otros rumbos a h o r a desconocidos. El pasado mes de abril del presente se nos notificó del descubrimiento de un supuesto túnel durante las obras de remodelación del Hospital Licona, ubicado en el centro histórico de Hermosillo, por lo que acudimos para realizar la inspección correspondiente y enfrentarnos a la incógnita de tal hallazgo. Una vez en el lugar descendimos por la excavación realizada para colocar una zapata de cimentación, donde habían encontrado una bóveda de ladrillo doble, que se asentaba sobre un masivo muro hecho de rocas. Ya una vez en la oquedad, observamos que el suelo estaba formado por arcillas laminadas muy compactas; revisando debajo de ellas, fue posible observar sedimentos claramente estratificados entre limos y arenas. La conclusión fue casi inmediata, nos encontrábamos al interior de una muy bien elaborada acequia, siendo posible observar diversas marcas que el agua había dejado en las paredes de la misma cuando hacía más de 100 años el agua había corrido con frecuencia, abasteciendo tanto a los habitantes de Hermosillo como a las huertas que rodeaban al conjunto urbano de Villa del Pitic. Los muros fueron hechos con granito, muy probablemente extraído del cerro de la campana y la bóveda doble de ladrillo se encontraba a 1.80 de profundidad de la calle. La acequia tenía una orientación sureste-noroeste y se extendía en una longitud parcial de 20 metros, correspondiendo aproximadamente al ancho de la calle Colosio, un detalle interesante fue observar nichos rectangulares a lo largo del borde superior del muro, lo cual sugería que en un primer momento la acequia había sido cubierta con vigas de madera. Sobresalían las dimensiones generales, presentando 1.70 de ancho y 2.20 de alto, definitivamente un gran flujo de agua corría por este canal. Nuestra siguiente pregunta fue, ¿de cual acequia se trataba? Para ello utilizamos un mapa de acequias del siglo XIX que se encuentra en los archivos de la Sección de Monumentos Históricos del INAH y lo empalmamos con las imágenes de satélite en el programa Google Earth, con lo cual, pudimos confirmar que el tramo descubierto correspondía con la Acequia de la Comuna, que abastecía las casas y huertas del norte de la ciudad. Este traslape también nos permitió observar que aún en la traza urbana actual, existen algunas calles que siguen la orientación de las antiguas acequias.

§El hombre temprano en América y sus implicaciones en el poblamiento de la cuenca de México. Primer simposio Internacional . Coordinado por José Conce pción Jiménez López, Silvia González, José Antonio Pompa y Padilla y Francisco Ortiz Pedraza. México: INAH, 2006. 274p.(Colección Científica; 500 serie Arqueología) Contiene 18 ensayos, de i n v e s t i g a d o r e s internacionales acerca del poblamiento del continente americano, su antigüedad, las migraciones, el medio ambiente, fauna, pinturas rupestres entre otros temas. §Arte Rupestre en México: ensayos 1990-2004; coordinado por María del Pilar Casado López y Lorena Mirambell Silva §México: INAH, 2006. 576p.: fots., ils. Recopilación de 22 ensayos , donde se analiza la pintura rupestre en toda la República, con énfasis en la Pintura Rupeste de Baja California Sur. Hay un trabajo de César Quijada López “Pintura rupestre y petroglifos en Sonora” pp.189-239 §La producción alfarera en el México Antiguo V. IV Del clásico tardío al posclásico y secuencias regionales. Coordinado por Beatriz Leonor Merino Carrión y Angel García Cook. México: INAH, 2006. 312p.; ils. fots. Contiene: 10 ensayos sobre los tipos de cerámica de algunos estados de la república, entre otros “La cerámica de Sonora” por María Elisa Villalpando Canchola, pp.251-272 §Materiales arqueológicos: tecnología y materia prima. Mirambell S. Lorena, Fernando Sánchez Martínez, Oscar J .Polaco, María Teresa Olivera Carrasco y José Luis Alvarado México: INAH, 2005. 251p. (CC 465 , Serie Arqueología) Contiene los siguientes capítulos: Materiales Líticos, Fuego, Alfarería/cerámica, Tejidos textiles, Cestería y cordelería, Hueso,cuerno,asta,diente y marfil, Concha, Nuestra conclusión final es que aún quedan segmentos de acequias bajo la superficie de Hermosillo, lo cual constituye parte del casi inexistente patrimonio arquitectónico del siglo XIX y que debe conservarse en lugar de ser destruido u olvidado. 11


Investigación

Centro Histórico de Hermosillo Un proyecto en construcción Omar Jara Domínguez

D

esde la década de los ochenta, el Instituto Nacional de Antropología e Historia, a través de su representación estatal, el Centro INAH Sonora, ha venido realizando propuestas que derivan en la conservación y preservación del centro histórico de este municipio. Es hasta inicio de este 2007, que se estructura de nueva cuenta un proyecto interinstitucional, donde participa el Ayuntamiento a través de sus regidores, Dirección de Desarrollo Urbano, Instituto Municipal de Planeación, Instituto Municipal de Cultura y Arte; así como el Centro INAH Sonora. El proyecto general ha sido orientado a la realización de programas que apoyen a los propietarios de los edificios históricos, así como una reglamentación específica para el centro histórico, la coordinación permanente con las autoridades municipales, y la asesoría para la elaboración de proyectos de restauración de la arquitectura más emblemática de la ciudad, que es testimonio del Hermosillo del los siglos XIX y XX. Los ejes centrales del proyecto por parte del INAH, incluyen objetivos a corto y mediano plazo, impulsando líneas de acción, tales como:

2Reglamentación específica para el centro histórico 2Delimitación del área con mayor concentración de edificios patrimoniales 2Revisión del inventario de inmuebles considerados patrimonio cultural 2Creación de una ventanilla única de atención, que agilice los trámites

municipales y federales, para la intervención de un edificio histórico en el municipio de Hermosillo. Lo anterior en un convenio marco con las instancias de gobierno antes mencionadas, consolidando y enriqueciendo propuestas municipales, que beneficiaran al centro histórico, como programas de apoyo e incentivos para propietarios. Las gestiones para la ejecución de este proyecto general, se han realizado a través de mesas permanentes de trabajo, entre las instituciones coordinadoras, de igual manera se ha tenido la participación de otros organismos municipales, como es el caso de la Coordinación de Turismo y el Cronista de la ciudad, quienes se unieron al proyecto con entusiasmo e interés de generar una nueva imagen del centro histórico, que es sin duda alguna baluarte de la historia e identidad hermosillense. 12

INSTITUTO NACIONAL DE ANTROPOLOGÍA E HISTORIA Director General Alfonso de Maria y Campos Castelló Secretario Técnico Rafael Pérez Miranda Secretario Administrativo Luis Ignacio Saiz Chávez Coordinador Nacional de Centros INAH Virgina Isaak Basso Coordinador Nacional de Difusión Benito Taibo Mahojo CENTRO INAH SONORA Director José Luis Perea González Director del Museo de Sonora Zenón Tiburcio Robles Sección de Investigación Alejandro Sergio Aguilar Zeleny Blanca Eréndira Contreras Barragán Esperanza Donjuan Espinoza Juan José Gracida Romo Júpiter Martínez Ramírez José Luis Moctezuma Zamarrón Julio César Montané Martí Raquel Padilla Ramos César Armando Quijada López María Elisa Villalpando Canchola Apoyo en Proyectos Daí Elihú Blanquel García Zulema Bujanda Álvarez Maribel Cruz García Alejandra Duarte Leyva Cristina García Moreno Adriana Hinojo Hinojo Suhei Lara López Adrián López Dávila Felipe Mora Reguera Rocio Preciado Quintana Roberto Ramírez Méndez Ana Luz Ramírez Zavala Hugo Reynoso Urtiz Martha O. Solís Zataraín

Monumentos Históricos Martha M. Robles Baldenegro Omar Jara Domínguez Biblioteca Ernesto López Yescas María Guadalupe Piña Ortiz Juan Daus Urquídes Margarita Miranda Gracia Restauración Rodolfo del Castillo López Jorge Andrés Morales Álvarez

Año 1 No. 4

Es una publicación cuatrimestral del CENTRO INAH SONORA. Edición y Diseño: Martha Olivia Solís Zatarain\ Investigación Título: Alejandro Sergio Aguilar Zeleny. Logo: Argelia Juárez Vázquez. Fotos: Archivos del Centro. Toda correspondencia o solicitud de canje, deberá enviarse a Jesús García final, colonia La Matanza, Hermosillo, Sonora, México. Correo electrónicos: inahdifusion@gmail.com


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