EL CUARTO MENGUANTE Marta Lucía Ramírez1
En los últimos veinte años nos han acostumbrado a que cuando escuchamos que se acerca el cierre de las negociaciones de un tratado de libre comercio es una ocasión de alegría, y así es como debería ser, pero tristemente, abrir nuestro mercado al país de la media luna va a terminar en mas que un cuarto menguante para el empleo del país. Factores como el tamaño de las economías y de las industrias, el cual fácilmente, en algunos sectores, puede ser hasta 10 veces más grandes que el nuestro, es un tema que a más de una rama de la producción nacional puede estar quitándole el sueño. Si pensamos en que por ejemplo Turquía fabricó en 2011 alrededor de 1.2 millones de automóviles, contra 140.000 que produjo la industria nacional es alarmante y refleja indiscutiblemente su mayor eficiencia y desarrollo industrial. Si también consideramos el volumen de sus exportaciones, que se acerca a los 135.000 millones de dólares contra los 56. 953 millones de dólares que exportamos nosotros, tampoco podemos dejar de pensar en cómo equiparar en el corto plazo esa capacidad que fácilmente puede ser dos veces y media mayor que la nuestra. Resulta también que la composición de sus exportaciones no es complementaria con nuestra economía, sino más bien competencia para algunos de nuestros sectores más sensibles. Sus exportaciones que se componen en 10% de la agroindustria contra el 13% de las nuestras, 19% textil-confecciones contra 1% colombianas –a pesar de ser de nuestras industrias insignia– , 16% de la cadena siderúrgica y metalúrgica contra 4% colombianas, 28% automotriz y autopartes contra 3%, para un total de 72% contra 20% de las nuestras, nos presenta un cuadro tenebroso en el cual a partir del carbón, que es nuestro principal producto de exportación hacia ellos, no va a lograr un mayor equilibrio, y menos aun con un TLC que les facilitará aun más la entrada a nuestro mercado, poniendo en grave riesgo a sectores industriales nacionales que sustentan cerca del 37% del empleo en Colombia. Si contamos además con que Colombia se ha caracterizado por exportaciones que en casi una absoluta proporción son tradicionales, que además no van a aumentar en mayor medida con este acuerdo; con unos sectores nacionales que a pesar de que han venido creciendo y recuperándose lentamente de la desaceleración de la economía mundial, ahora van a tener que competir contra un país que no ha sido el mejor socio comercial. No podemos pasar por alto que a Turquía se le han iniciado más de 50 investigaciones por 1
Con la colaboración de Diego Zambrano
dumping y tiene cerca de 10 demandas ante el órgano de solución de controversias de la OMC por prácticas restrictivas al comercio. Adicionalmente, tenemos que reconocer que la tarea la vienen haciendo mejor que nosotros. Mientras que programas nuestros como el de transformación productiva esta varado o la locomotora de la innovación no ha arrancado cuando ya vamos a mitad del periodo constitucional de gobierno, ellos han desarrollado y puesto en marcha una “Estrategia Exportadora para 2023” que cuenta con políticas de promoción de subsidios empresariales, apoyo para la generación de innovación, desarrollo de infraestructura, diversificación exportadora con alto valor agregado y desarrollo de clústeres competitivos, que les ha representado importantes avances en materia de producción industrial, innovación y exportaciones. Los tratados comerciales, si hacen de la forma más cuidadosa y velando celosamente por el mayor bienestar del país, partiendo de la búsqueda de complementariedad de las economías, el acceso a mercados de grandes masas con alto poder adquisitivo y que no amenacen el empleo en Colombia, son altamente benéficos para el país, pero este no es caso. Las negociaciones van ya bastante adelantadas habiéndose cerrado 11 de 13 capítulos que se van a consignar en el tratado. A estas alturas ya es muy difícil que podamos corregir mucho de lo acordado, pero estamos todavía a tiempo para velar por el empleo en el país, por la industria nacional. Por esta razón consideramos imperioso que se excluya de las negociaciones sectores tan sensibles como siderúrgico-metalmecánico, alimentos y bebidas, vehículos y autopartes y textiles y confecciones, o cuando menos, lograr plazos mínimos de 20 años de gradualidad en la desgravación, de tal forma que no se afecte tan perjudicialmente como prevemos que puede ser el acceso de puertas abiertas de par en par para Turquía a nuestro país.