Merecemos un Gobierno en el que se pueda confiar
La confianza está en la base de las cosas que importan. Y hace que todo funcione. Es la confianza lo que hace que una familia afronte unida los retos de la vida. Es la confianza lo que hace que construyamos amistades duraderas en el tiempo y es también la confianza lo que hace que un matrimonio mantenga vivas sus ilusiones.
La confianza genera, en primer lugar, respeto. Y ambas cosas caminan inevitablemente unidas, porque así debe ser.
Estoy convencida de que los que tomamos la decisión de trabajar por el país a través del servicio público tenemos que tener los pies en la tierra. Y esto implica trasladar las grandes lecciones de la vida al servicio público. El servicio público es la actividad más sublime porque a través del mismo transformamos las posibilidades de vida de nuestros ciudadanos y orientamos el futuro del país. No hay nada tan determinante para potencia las posibilidades de las personas y de la sociedad, como la acción de su gobierno.
Cuando la gente puede confiar en su gobierno sabe que su esfuerzo y la sumatoria de esfuerzos colectivos se potencian y que nada de ello será en vano. Ello permite que esfuerzos y talentos individuales generen un círculo virtuoso que redunda en mejoras tangibles para el país y construye capital social . Cuando existe confianza y respeto, gobierno y ciudadanos pueden mirarse de frente y asumir con determinación el camino hacia el futuro.
Cuando las empresas confían en su gobierno saben que asumir riesgos es la resultante natural de evidenciar escenarios nuevos que se abren cada día y que motivan a invertir recursos, tiempo, creatividad y esfuerzo con la certeza de que el trabajo bien hecho y la predecibilidad del entorno generarán verdaderas oportunidades.
Cuando los líderes políticos, empresariales y sociales del mundo saben que un país cuenta con un gobierno en el que se puede confiar, mantienen un alto nivel de interés y respeto hacia ese país.
Un país como Colombia merece un gobierno en el que se pueda confiar. Lamentablemente hoy el país se mueve entre la incertidumbre y el temor, entre las noticias que muestran un desempeño económico mejor que el del vecindario, pero inferior al de nosotros mismos hace apenas 3 años.
Hoy por hoy el gobierno no genera la claridad que quisiéramos y en el país se percibe confusión y desconcierto. Ello obedece a que en varios temas de política pública ha habido un rumbo errático y no se ha planeado con claridad, ni ha habido cabal ejecución, para los grandes problemas del país.
La administración Santos mantiene un proceso de negociación en el que son las Farc las que marcan la agenda jugando con el tiempo a su favor y creyéndose en capacidad de exigir las reformas que se acomodan a su visión estrecha del mundo contemporáneo. Sus reformas de gran calado a nuestro modelo e instituciones resultan inaceptables como también lo es la asamblea constituyente para redefinir algunas de nuestras instituciones.
El gobierno registra grandes deficiencias en el pulso de la seguridad ciudadana y no está viendo que lo que no se soluciona, siempre empeora. Ha desaprovechado lo bueno que se hizo en el pasado y ha desatendido el clamor ciudadano de asumir la seguridad como prioridad nacional.
A pesar de nuestras advertencias de hace un año y medio, cada día nos desindustrializamos más. El gobierno se felicita por datos económicos cada vez más mediocres, sin ver que el empleo no mejora y que el bienestar no llega a la base de los ciudadanos como debería. A
fuerza de contentarse con datos fríos, no se da cuenta de que lo que la gente siente en sus bolsillos y vive en sus casas, empeora día tras día.
En fin, necesitamos dibujar un rumbo claro. Generar confianza estable basada en la solidez de las instituciones y dar un parte de tranquilidad con un liderazgo firme que indique qué se puede esperar y hacia dónde nos dirigimos.
Creo que lo que más necesita Colombia es una sociedad que tenga confianza. Ese es mi deseo para Colombia. Quiero un gobierno que funcione con eficacia y transparencia en el que el país pueda confiar. Y ese es también mi reto principal.