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MESSI UNA PASIÓN ROSA LLAMADA

Ahora que Messi en el fútbol de los Estados Unidos es una realidad, vale repasar cada una de sus palabras cuando hizo el anuncio que conmocionó al mundo: “Estoy en un momento donde quiero salir un poco del foco, pensar más en mi familia. Como decía, recién tuve dos años en los que a nivel familiar estaba tan mal yo que no lo disfrutaba. Tuve ese mes espectacular para mí en el que ganamos el Mundial, pero sacando eso fue una etapa difícil para mí y quiero volver a reencontrarme con el disfrute, con disfrutar de mi familia, de mis hijos, del día. La verdad es que tuve ofertas de otros equipos europeos, pero ni las evalué porque en Europa mi idea sólo Barcelona. Tras ganar el Mundial y no poder ir al Barça, tocaba ir a Estados Unidos para vivir el fútbol de otra manera y disfrutar más del día a día. Obviamente con la misma responsabilidad y ganas de querer ganar”.

Vale repasar cada una de las palabras de Messi, se resalta, porque en ellas está encerrada toda esta historia. Pero, también, para comprobar cuánto ha cambiado su cabeza en los últimos años. Cuánto ha crecido y cuánto han impactado en él aquellos maravillosos triunfos con la selección argentina. En la Copa América de Brasil 2021, primero. En la Finalissima de Wembley, después. Y en el Mundial de Qatar 2022, finalmente. Y, más allá que la noticia fue presentada como una sorpresa, poco tiene de eso: la verdad es que ya se sabía que Messi, tarde o temprano, iba a terminar en Estados Unidos, en la MLS (Major League Soccer) y particularmente en Miami. Era algo que se intuía desde hace mucho. Sólo que se adelantaron los tiempos, no más de un año. Se salteó una etapa. Porque Barcelona no pudo, o no quiso. O, mejor, porque Messi pudo y quería esto.

El desembarco del mejor futbolista del mundo en Estados Unidos es un desafío que trasciende largamente lo estrictamente deportivo, sin excluirlo.

Vale ir por partes.

No se puede soslayar que Estados Unidos será la sede de la próxima Copa América en 2024, y del próximo Mundial, en 2026. Messi será el corazón, la cara y por qué no los pies de ambos acontecimientos. En su paso por China, durante una nueva gira de la selección argentina, repitió que “seguramente” Qatar fue su último Mundial. Y no se trata de descreer de su pensamiento, pero sí se trata de mirar hacia atrás y hacia adelante para interpretar si su frase puede tomarse como una afirmación definitiva. Para atrás, por ejemplo, ya hubo

DANIEL ARCUCCI PERIODISTA DEPORTIVO

una vez que dijo que renunciaba porque la selección no era para él (tras perder la final de la Copa América 2016) y también puso en duda su participación en el propio Mundial de Qatar (declaración de 2019). Para adelante, hay que especular con lo que pueda suceder en la Copa América próxima, que por supuesto jugará, y cómo se siente con un grupo que sigue renovándose a su alrededor, renovándolo a él también. No es descabellado pensar que cuando le falten apenas dos años para la Copa del Mundo y él esté cumpliendo 37 años pueda imaginarse convertido en el único futbolista en todo el planeta en jugar seis Mundiales. Tal vez en otro rol, pero siempre Messi. Y a la cabeza del en la MLS no tiene que ver sólo con su envergadura como futbolista, sino también con lo que puede depararle el futuro. Por ejemplo, ser dueño de una franquicia, un club propio. O, simplemente, ser accionista de los principales en el club que acaba de contratarlo, el propio Inter de Miami.

Por supuesto, hay objetivos deportivos. ¿Ganar el título de la MLS o alguna de las tres copas que se disputan en la región? Más que eso. Quién sabe, podría aparecer en el futuro una copa que Messi nunca ganó: ¿se dará la Libertadores de toda América? Es una idea del presidente de la Conmebol (Confederación Sudamericana de Fútbol): unir Sudamérica, país organizador, con su país en busca de la cuarta estrella.

Mucho se hablaba de la mala campaña de Inter de Miami en la MLS y del flojo nivel general de la competencia. Pero está claro que a Inter no llegó solo, claro, como tampoco llegará solo a la MLS. Messi sólo o nada menos es la punta de lanza de un movimiento que alcanzará a su propio equipo y también a los demás. Y no necesariamente se tratará de futbolistas en retirada. Allí están los viejos compañeros Busquets y Alba disfrutando (y ganando) junto con él. Y los jóvenes argentinos Farías y Avilés aprendiendo (y disfrutando) junto con él. Con ellos, las derrotas en continuado se convirtieron en triunfos consecutivos. Para alegría propia e insólitamente para alegría ajena: hasta los rivales festejan jugar contra él, aunque pierdan.

La posibilidad de que Messi sea más que un jugador

Centroamérica y Concacaf en una competencia verdaderamente continental.

Y, finalmente, el animal competitivo no puede dejar de pensar en batir récords y hacer historia: tal vez sólo él sea capaz de terminar de concretar lo que nada menos que Pelé y Cruyff no pudieron, allá por los años 70; lo que David Beckham sembró, más cerca en el tiempo; lo que millones y millones de norteamericanos han mirado tantas veces de reojo: que el fútbol sea fútbol y no soccer; que la fiesta sea con una pelota rodando y un super héroe de película llevándola donde él quiere.

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