La contaminación del agua por fármacos

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La contaminación del agua por fármacos Leonardo Da Vinci decía que el agua es la fuerza motriz de la naturaleza. Es el más importante de los recursos con los que el hombre cuenta y, al mismo tiempo, uno de los que más se ha abusado.

Al paso que el mundo avanza, restarán pocos años para que las necesidades de consumo de las sociedades no puedan ser completamente satisfechas. Se vivirá entonces un complejo proceso en la naturaleza que podría terminar por destruir una gran cantidad de especies animales y el equilibrio que hasta nuestros días ha persistido en la conservación del ambiente. La Organización Mundial de la Salud declaró el periodo 2005-2015 como el decenio del agua, asegurando que durante este periodo se daría solución a los problemas de acceso al agua y se mejoraría su saneamiento. A pesar de que los esfuerzos de este proyecto fueron calificados como positivos, muchos de los puntos propuestos no se han cumplido al presente. En particular, ha aumentado la cantidad de contaminantes presentes en el agua y el tipo de agentes encontrados en ella. Los fármacos han emergido como un contaminante del que poco se habla y cuyo impacto podría resultar fatal. La medición de contaminantes en el agua Cuando una persona se refiere al concepto de contaminación del agua, parte de su discurso se desarrolla en torno a la «pureza» de este elemento. Este concepto es confuso, pues “pureza” se refiere a la presencia de algunos tipos de agentes químicos, físicos y biológicos en relación con sus concentraciones y acotados por una normatividad que depende del propio uso del agua. Hablar de la contaminación del agua por fármacos y, por ende, de la pureza del agua, es sumamente complejo. Pese a que se conocen los estragos que pueden generar los agentes activos de los medicamentos, no se cuenta con legislaciones que regulen sus concentraciones en el agua o en otros elementos naturales.


Para poder medir la concentración de cualquier agente contaminante, se utilizan técnicas de instrumentación analítica capaces de detectar un amplio espectro de agentes y determinar sus concentraciones de manera exacta. Para ello, es necesario desarrollar sistemas que permitan precisar cuáles agentes contaminantes deben medirse y cuáles son sus características funcionales y estructurales. En el caso de los medicamentos, esto se torna complejo. El alto potencial en la proliferación continua de medicamentos y productos de uso personal plantea desafíos substanciales para su regulación y control desde el punto de vista de su evolución y del diseño de sistemas para su aplicación. Por otra parte, la investigación y el desarrollo de drogas y compuestos bioactivos evolucionan con rapidez. En muchos casos, los mecanismos de acción son nuevos para los sistemas biológicos, por lo que las consecuencias que podrían llegar a generar en el ambiente son inciertas. El descubrimiento de los fármacos como contaminantes del agua

Empezamos a ser conscientes de que en nuestras aguas se encuentran otros compuestos, que la comunidad científica ha denominado como “emergentes”, pero que son viejos conocidos de nuestro medio ambiente. Compuestos cuya presencia en el agua resulta inquietante por cuanto que no se conocen las concentraciones que serían permisibles, su persistencia, o siquiera sus efectos sobre los seres vivos.

Los fármacos son compuestos complejos, formados por miles de moléculas que se usan para combatir la enfermedad. Solo en México, durante el año 2016 se había aprobado el registro de cerca de 150 nuevos medicamentos alopáticos, lo que es proporcional al exagerado uso de medicamentos en el mundo y su mala disposición. En 1976, el estado norteamericano de Kansas fue el primero en el mundo en llevar a cabo un estudio sobre la contaminación de agua por fármacos, encontrando una importante presencia de estos agentes en una planta de tratamiento de residuos. Tuvieron que pasar dieciséis años para que los datos arrojados en Kansas adquirieran relevancia. En 1992, un grupo de investigadores alemanes encontraron clofibrato en el agua. El clofibrato es una sustancia derivada del ácido fíbrico utilizada en el manejo de los triglicéridos. Los académicos alemanes establecieron que en los cuerpos de agua existen entre treinta y sesenta clases de medicamentos diferentes, lo que es equiparable a la cantidad de plaguicidas en el agua.


Tras el trabajo del grupo alemán, diversos equipos de investigación por toda Europa comenzaron a valorar la importancia del problema y arrojaron resultados similares. Se detectó la presencia de medicamentos a lo largo del mar del Norte y en regiones remotas como la Antártida, donde se ha encontrado la presencia en agua de cerca de ciento cincuenta sustancias farmacéuticas. Su presencia en nuestras aguas obedece no sólo al vertido que se produce con su consumo en los hogares, sino a otra serie de fuentes de origen como: 

Las actividades ganaderas, que utilizan medicamentos y antibióticos para el tratamiento de los animales, y que acaban en las aguas por la infiltración generada al terreno al aplicar purines y otras deyecciones en la agricultura.

La acuicultura, que utiliza en muchas ocasiones de forma extensa fungicidas, antibióticos y compuestos antiparasitarios para tratar los cultivos de peces.

Los mismos hospitales, un importante foco de vertido de fármacos y metabolitos de los mismos a los cursos de agua residual urbana, con destino a nuestras depuradoras.

Los restos de medicamentos que, según ciertos estudios, aún tira el 20% de las personas por el retrete, una contaminación por pura irresponsabilidad que todos pagamos

“Riego de cultivos con aguas superficiales contaminadas con fármacos y metales traza: ¿atenuación natural o riesgo para la salud?” nace de la necesidad de determinar si la reutilización indirecta de agua superficial impactada por efluentes de “Estaciones de Depuración de Aguas Residuales” (EDARs) en la agricultura puede representar un riesgo para la salud humana o si los procesos de atenuación natural evitan la propagación de contaminantes en el sistema agua-sedimento-suelo-planta.

FUENTE CONTAMINANTE

RUTA

RECEPTOR

PLANTA BIOACUMULACION

Migración de contaminantes Acumulación de suelos Acumulación de sedimentos fluviales


Presencia de fármacos en el agua y efectos en la salud humana La contaminación del agua por medicamentos no es un tema nuevo y se tiene conocimiento de la problemática por lo menos desde hace cuarenta años. La mayoría de los fármacos tienen la característica de haber sido diseñados para perdurar por mucho tiempo, siendo este un objetivo que logran a través de su carácter lipofílico y su característica de transmisión por difusión pasiva. Esto significa que no son solubles en el agua. Los fármacos no pierden sus funciones al estar en el agua, por lo que en este medio pueden aún generar efectos sobre quienes se vean en su contacto, pudiendo ser estos efectos miméticos o antagónicos en las funciones biológicas de las hormonas naturales. El 17-α etinilestradiol y el 17-α estradiol son sustancias que se encuentran presentes en las tabletas anticonceptivas y que se han observado en pequeñas concentraciones en el agua. Esto se ha asociado con alteraciones del crecimiento, problemas en la reproducción, cambios morfológicos y en las características sexuales. Otros medicamentos que han sido encontrados de forma importante en el agua incluyen los antibióticos, analgésicos, tranquilizantes y fármacos quimioterapéuticos. El caso de los antibióticos ha tomado especial relevancia, pues se piensa que al llegar al agua podrían permitir que diversos grupos de bacterias generen resistencia a esta clase de fármacos. A la larga, esto podría derivar en una crisis sanitaria al no existir tratamientos efectivos contra diversos tipos de infecciones. Algunas quinolonas, como los nitroimidazoles y las sulfonamidas, son menos degradables que herbicidas de uso restringido como el pentaclorofenol, que sí puede degradarse. Los fármacos quimioterapéuticos, por su parte, generan una elevada toxicidad, que se ha visto íntimamente relacionada con toxicidad aguda en algas, zooplancton, invertebrados y en peces que más tarde son consumidos por el ser humano, generando efectos nocivos en su salud. Pese a ello, aún no se ha terminado de entender la ecotoxicidad de los medicamentos ni se ha logrado vislumbrar el efecto a largo plazo que una gran cantidad de fármacos puede llegar a provocar. Las fuentes de contaminación por fármacos

Los fármacos pueden llegar al agua desde cuatro fuentes principales: los desechos del cuerpo humano, los desechos de la industria farmacéutica, los desechos de centros y complejos hospitalarios y los desechos del metabolismo de los animales.

Las investigaciones han demostrado que la principal vía de entrada de compuestos con actividad farmacológica al medio ambiente son las aguas de desecho no tratadas y los efluentes de las estaciones depuradoras de aguas residuales que aún no son capaces de degradar los medicamentos.


Los fármacos que se han encontrado con mayor frecuencia en las plantas depuradoras incluyen el Trimetoprima, Ciprofloxacino, Ofloxacino, Sulfametoxazol y la Eritromicina, todos ellos bactericidas o bacteriostáticos. Considerando que la población mundial ha comenzado a envejecer, se ha estimado que la producción de medicamentos aumentará entre cuatro y siete por ciento cada año. Esto, junto con la venta sin prescripción de fármacos como antigripales y un exceso del triple en el consumo per cápita de fármacos, son problemáticas que deben resolverse a la brevedad para evitar los daños catastróficos que los nuevos contaminantes podrían traer al mundo y los sistemas en los que coexistimos. La mejora en los métodos de análisis actualmente disponibles ha permitido la detección de nuevos contaminantes en el medio ambiente cuya presencia se limita prácticamente a trazas, que hasta ahora permanecían ocultas a nuestras capacidades de detección, lo cual ha incrementado la preocupación por lo que vertemos a nuestras aguas. Martin Eduardo Lucione https://facebook.com/Ecoalfabetizacion Extraído Solo es ciencia Demetrio Fajardo


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