Las macrogranjas de cerdo en España

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Las macro-granjas de cerdos Paso a paso un proceso industrial para criar 53 millones de cerdos al año Mientras Europa reduce su producción porcina, la explotación en instalaciones masivas aumenta en España. Sus residuos, los purines, generan importantes problemas ambientales en las tierras y aguas cercanas.

Todo empieza con una cerda reproductora encerrada en una jaula individual de gestación. Aquí será inseminada artificialmente y permanecerá cuatro semanas.

La cerda permanece inmovilizada en este espacio. Ahí vive y defeca, produciendo residuos que mezclan heces, orines, paja o agua y se conocen como purines. Una cerda produce unos dos metros cúbicos de purines al año.


Trasladada a una jaula paridera, la cerda da a luz entre 10 y 12 lechones por camada. Los lechones permanecen con su madre cinco semanas hasta que se produce el destete. La cerda y sus lechones quedan confinados en estas jaulas antes de que la madre vuelva a la jaula gestacional, en un ciclo que se repite unas dos veces al año. Juntos producen alrededor de seis metros cúbicos de purines al año. Tres años después, la cerda paridera es sacrificada.

Separados de su madre, los lechones son trasladados a otro recinto y engordados hasta pesar 120 kilos, un proceso que dura seis meses. Cuando alcanzan ese peso son sacrificados. En condiciones de libertad, la esperanza de vida de un cerdo es de unos 15 años.


Unos 30 animales viven hacinados aquí engordando con piensos industriales a un ritmo de unos cinco kilos a la semana. Esta piara genera unas 60 toneladas de purines anuales. Alrededor del 10% de los animales muere durante el proceso, según el Ministerio de Agricultura. No existe un recuento de cuántas macro-granjas porcinas existen en España, ni una definición oficial. Pero hay 3.217 explotaciones industriales activas que producen miles de cerdos al año en un proceso intensivo de tipo industrial: tienen 2.000 plazas para cerdos de cebo de más de 30 kilos o más de 750 plazas para cerdas reproductoras. Son la minoría de las granjas intensivas en territorio español, pero también las que más contaminantes generan, y por ello tienen que declarar todas sus emisiones. Se trata de la parte más importante de un sector que en su conjunto produce más de 53 millones de cerdos al año (más otros tres de ibéricos en extensivo) y 60 millones de metros cúbicos al año de purines, que ocuparían un área equivalente al centro de la ciudad de Madrid.


Este modelo, puesto en el punto de mira tras la polémica por las palabras del ministro de Consumo, Alberto Garzón, cada vez despierta más recelos en Europa, y no solo entre grupos ecologistas y animalistas. En Francia, el 82% de la población es partidaria de acabar con la ganadería y la cría industrial de animales para el consumo humano, según un sondeo reciente del instituto Ifop. Hace unos días, el comisario europeo de Agricultura, Janusz Wojciechowski, reconoció el “problema” que suponen estas grandes explotaciones y señaló que Bruselas quiere promover las de pequeñas dimensiones. Algunos países, como Holanda, subvencionan ya el cierre voluntario de explotaciones de cerdos, y otros, como Alemania, están reduciendo su número de cabezas.

En España, el 78% de las más de 80.000 granjas porcinas que existen son intensivas: se hacinan los animales en espacios interiores para garantizar menores tiempos y costes de producción (las extensivas, en cambio, son en su mayoría al aire libre y aprovechan los pastos de los terrenos cercanos). No todas pueden considerarse macrogranjas, porque solo esas 3.200 mencionadas arriba pueden albergar miles de cerdos de cebo. Pero los datos del Ministerio de Agricultura, referidos a 2020, indican que las explotaciones más grandes no paran de crecer. Las más pequeñas se han reducido drásticamente a lo largo de la última década, cerca de un 30%, mientras las de mayor tamaño (conocidas como granjas de grupo 3, es decir, macro-granjas) se han incrementado un 49% en el mismo período. No solo las hay de cerdos, pero el ganado porcino representa más de la mitad de todo el que se cría en España. La evolución del número de estos animales va de la mano de la producción de carne, que en los últimos cinco años ha crecido un 15% mientras en la UE disminuyó un 5%. Cien mil cerdos para 131 habitantes: la España vacía se rebela contra las macro-granjas Los vecinos de zonas donde hay explotaciones proyectadas se organizan en plataformas para frenar lo que consideran una amenaza para su calidad de vida y el futuro. El sector defiende que da empleo a 400.000 familias


Con cinco millones de toneladas, España es ya el cuarto productor de carne de cerdo a nivel mundial, solo por detrás de dos países enormes, China (42 millones de toneladas) y Estados Unidos (12,8 millones), y a muy poca distancia de Alemania (5,1), que la duplica en población. De hecho, desde 2015 España cría más cerdos que Alemania: si en 2020 los germanos redujeron su censo un 3%, los españoles lo aumentaron un 4,5%. El 59% de la carne de cerdo producida aquí se exporta.


La preocupación que mueve a estos pueblos es el deterioro de su calidad de vida, pero sobre todo el futuro. La ganadería intensiva porcina acelera la despoblación o es incapaz de frenarla, según sugiere un nuevo informe de Ecologistas en Acción. Balsa de Ves, por ejemplo, ha perdido un 40% de vecinos desde que se instaló la macrogranja en 2006, aunque también influyen otros factores como la falta de servicios. La patronal Interporc, que aglutina al sector porcino, defiende que las más de 86.000 granjas de cerdos del país dan empleo a 400.000 familias de forma directa e indirecta, la mayor parte en zonas rurales, por lo que son “esenciales para luchar contra la despoblación”, y achaca las protestas a “grupos animalistas”. Una nave de cerdas en gestación como en la macro-granja de Casa Carretero, en Mula (Murcia), puede acoger más de 2.000 cerdas enjauladas. Esta granja es la que más heces de animales declara como residuos. En España hay miles de naves como esta.

24 metros

Jaula de gestación

Cerda paridera

Nave de gestación

Purines


En otra nave de cerdos para cebar, como las que pueden verse en la macro-granja de Puebla de Don Fadrique (Granada), pueden vivir hasta 15.000 cerdos de cebo. Nave de cebado

Purines

Balsa de purines


Normalmente, este tipo de instalaciones tienen varias naves. En la macro-granja Dehesa del Rey (Granada) hay 10 núcleos con hasta 70 naves, con lo que esta gigantesca instalación es capaz de criar 500.000 cerdos en un año

Estas instalaciones de tipo industrial generan muchísima contaminación. La mencionada macro-granja de Dehesa del Rey es la que más metano emite, según la información que declara al Ministerio de Transición Ecológica: 561.000 kilos en 2020, además de 228.000 kilos de amoniaco, 1.820 kilos de óxido nitroso y otras 10 toneladas de residuos peligrosos. En un año, una instalación como esta puede producir al menos medio millón de metros cúbicos de purines. Fernando Suárez, ingeniero agrónomo experto en residuos e investigador en la Fundación Nueva Cultura del Agua, explica que los purines tienen dos problemas de contaminación fundamentales: “Por un lado, las emisiones de metano a la atmósfera; por el otro, las de nitrógeno, que al inicio está en forma de amoniaco y es muy volátil”. Los ganaderos tienen que presentar un plan de gestión de estiércol e incluir las fincas en las que van a verter los purines que generan sus animales. Pero transportarlos es muy caro tienen una parte líquida y pesan mucho y lo normal es tirarlos lo más cerca posible, saturando y contaminando los acuíferos de la zona. Cuando los purines se aplican al suelo, explica Suárez, las bacterias convierten el amoniaco en nitratos: “Si en ese momento hay plantas, estas lo absorben, pero si no las hay, los nitratos se filtran a los acuíferos y los contaminan”. Antes de ser repartidos en los terrenos cercanos, los purines se acumulan en unas grandes balsas situadas junto a las macro-granjas. Estas enormes piscinas a menudo no consiguen evitar filtraciones de residuos que contaminan el suelo y los acuíferos. Como ejemplo de hasta qué punto se producen estas filtraciones, un equipo técnico del Ministerio de Agricultura se desplazó hace tres años al Campo de Cartagena para inspeccionar varias balsas de purines cercanas al mar Menor y comprobó que más del 90% no cumplían con las normas de construcción. Esta situación produce un riesgo de filtraciones y constantes pérdidas por rebosamiento, señala el documento Análisis de soluciones para el vertido cero al mar Menor proveniente del Campo de Cartagena, que se hizo público en 2019.


Así contaminan los purines Macro-granjas naves de cerdos

Acuíferos Sustratos porosos por el que circula el agua subterránea.

Cuando los purines se aplican al suelo en exceso, los nitratos se filtran y contaminan los acuíferos.


La acumulación de nitratos intoxica las aguas de pozos y embalses.

Como sucede en el mar Menor, cultivos a decenas de kilómetros contaminan sus aguas a través de los acuíferos.

“El sector no ha querido asumir nunca los riesgos medioambientales que produce”, denuncia Suárez, que ha trabajado como asesor en tratamiento de residuos y depuración de aguas. La patronal Interporc, en cambio, defiende que los purines “son un subproducto con una importante utilidad agronómica” como fertilizante que “genera un ciclo de economía circular”, dado que sustituyen al abono químico. En el período 2016-2019 la cantidad media de los nitratos presentes en las aguas subterráneas de España ha aumentado un 51,5%. “Y eso a pesar de haber aumentado la superficie incluida dentro de las Zonas Vulnerables a Nitratos (ZVN), que es el instrumento de las administraciones públicas para frenar la contaminación por nitratos”, señala un trabajo de Greenpeace sobre las macro-granjas publicado en octubre del año pasado. Las ZVN ocupan ya cuatro millones de hectáreas, el 24% de la superficie total estatal. En los últimos 10 años, el 75% de las masas de agua subterránea españolas han aumentado su contaminación por nitratos.


El Ministerio de Transición Ecológica estima que un 22% de las masas de agua superficial y un 23% de las subterráneas están afectadas por este problema. “Muchos pueblos de Cataluña y Aragón ya no pueden beber agua del grifo por culpa de las macro-granjas”, denuncia Inma Lozano, portavoz de la plataforma Stop Macro-granjas en Castilla-La Mancha. Es algo que ocurre también en algunas zonas de Cataluña donde hay niveles de nitratos que quintuplican los permitidos: si el límite son 50 miligramos por litro (mg/l), en algunas fuentes concretas de la provincia de Barcelona se han detectado más de 250 mg/l, como en Manlleu, o más de 500 mg/l, como en Santa Cecilia de Voltregà. A raíz de estos datos y de años de protestas vecinales, la Generalitat sacó adelante el pasado julio una moratoria a la creación de nuevas macro-granjas en 68 municipios. Los ministerios de Transición Ecológica y Agricultura aprobaron hace unos días un decreto sobre nitratos que incrementará un 50% la superficie de las zonas protegidas frente a este tipo de contaminación, así como las estaciones de control y la frecuencia de los muestreos. Emisiones de óxido nitroso en las granjas españolas Kilos al año

La contaminación del suelo y las aguas, así como los malos olores que generan estas instalaciones, están soliviantando a muchos pueblos pequeños de la España vacía. Los vecinos han creado varias plataformas contra la ganadería industrial y organizada numerosas manifestaciones por pueblos y ciudades. Javier Moreno, portavoz de la ONG Igualdad Animal, incide en los problemas de contaminación: “España se está convirtiendo en el estercolero de Europa, los países dejan de producir cerdos por sus altos costes ambientales y se los compran a España”.


Mientras, las organizaciones ecologistas piden replantear cómo se trata a estos animales, con los que se acaba de conocer que hasta se puede compartir órganos como el corazón o los riñones. La primatóloga Jane Goodall lo resume así: “Las macro-granjas son increíblemente crueles. Cada animal es un ser individual que siente miedo”. El Ministerio de Transición Ecológica no se plantea aprobar una moratoria sobre macro-granjas porcinas. “Es competencia de las comunidades autónomas”, señala un portavoz. Podemos llevó al Congreso una iniciativa para prohibir estas instalaciones intensivas en zonas vulnerables, que fue rechazada en diciembre por el PSOE, el PP y Vox. Cuatro comunidades (Castilla-La Mancha, Aragón, Cataluña y Navarra) prohíben o limitan ya la construcción de nuevas explotaciones de ganadería intensiva. El sector, por su parte, defiende que da empleo a 400.000 familias de forma directa e indirecta, que ayuda a evitar la despoblación y que las exportaciones mejoran la balanza comercial española. Martin Eduardo Lucione Extraído El País Clima y Medio Ambiente Mariano Zafra - Miguel Ángel Medina – Jacob Vicente López – Luis Sevillano Pires – Daniel Grasso


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