Latinoamerica tiene sed

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Latinoamérica tiene sed Ciudad de México, Caracas, Sao Paulo, Lima, Mendoza y Valparaíso, entre otras, comparten un problema: tienen cada vez más habitantes, pero menos agua. Que Latinoamérica sufra de sed es inadmisible pues este subcontinente tiene un tercio del agua dulce del mundo.

En Lima, Perú, 1,7 millones de personas viven sin acceso al agua potable. Por supuesto, el problema en esa ciudad situada en medio de un desierto es histórico, pero sigue creciendo. Por eso quienes no tienen acceso a la red, casi el 15% de la población, deben comprar el agua a camiones tanque, aunque no siempre es potable. A eso se suma que en invierno se embarran los caminos a los cerros, donde se concentran los asentamientos más pobres, y pasan semanas sin que puedan subir. Mareli Ismuris, vecina de un asentamiento en Villa María del Triunfo, al sur de Lima, explica que en esos días debe bajar donde amigos conectados a la red para cargar sus bidones de siete litros y luego subir el cerro de regreso. Pasó así parte de la pandemia, justamente en una de las ciudades con más contagios en el mundo. “Fue muy complicado porque también teníamos a los niños en la casa y por eso se gastaba más agua”. En ese asentamiento viven 150 familias que reciben ayuda de un municipio cercano que envía camiones dos veces a la semana. Cada familia llena estanques de alrededor de 300 litros. “Cuidamos mucho el agua. Debemos bañarnos con no más de un cubo por persona”, explica.


En Venezuela, la escasez de agua potable incluso ha redefinido el léxico. Le dicen “la hora loca” al momento del día en que llega el suministro, pues toda la familia se vuelca a recogerla y usarla. La falta de agua pasó a ser la principal preocupación en una sociedad en que los problemas no sobran. Incluso algunos apuntan a que es una de las mayores causas de la emigración, porque se puede aguantar mucho, pero no se puede vivir sin agua. “El servicio de agua potable genera la mayor sensibilidad en las encuestas que hemos podido realizar. Es el que causa mayor molestia y deterioro en la calidad de vida”, explica José María de Viana, ingeniero, profesor universitario y ex presidente de Hidrocapital, empresa estatal encargada de este servicio en Caracas. De Viana apunta justamente al deterioro de las empresas y la infraestructura como causa del grave desabastecimiento, que incluso ha dejado meses sin agua potable a barrios enteros. “Tenemos una infraestructura maravillosa, pero en condiciones lamentables. Trabaja tan solo a un 40% de su capacidad y hay una pérdida de capital humano, de profesionales que están contribuyendo en otros países pero que ya no lo pueden hacer en Venezuela”, dice. Y no solo llega poca agua por las tuberías, sino con serias dudas sobre su calidad. “La gente sabe que no es potable, por su turbiedad, olor y material en suspensión”, asegura el ex ejecutivo. Para De Viana, “el día que los venezolanos reciban agua limpia y continua en sus grifos, ese día renovaremos la esperanza de que el país va a cambiar para bien”. La escasez de agua en Latinoamérica no solo afecta asentamientos periféricos o zonas rurales áridas, sino que se ha extendido a centros urbanos y regiones que nadie se hubiera imaginado hace un par de décadas. Una escasez hídrica que no solo proviene de la sequía, sino también de mala gestión del recurso, infraestructura sin mantenimiento, contaminación o porque la propiedad del agua está en manos privadas. Chile ofrece un ejemplo extremo. En ese país la ley permitió que, principalmente durante la dictadura, particulares adquirieran derechos de agua de manera gratuita y a perpetuidad, lo que muchos consideran absurdo.


Estos derechos incluso en medio de la escasez, se venden a precios millonarios. Mineras y empresas agrícolas son algunos de los principales compradores. La comuna de Petorca, en la región de Valparaíso, sufre por partida doble. Por un lado, las críticas apuntan a las grandes plantaciones de palta (aguacate) de exportación, que al poseer los derechos de agua tienen en la práctica prioridad de consumo. María Catalina Espinoza, presidenta de la Unión de Agua Potable y vecina de Quebrada de Castro, junto a la cuenca seca del río Petorca, lo explica: “Estamos rodeados de cerros verdes de paltos, pero nosotros estamos secos. Agua hay, pero la tienen los empresarios”.

Ministra de agricultura vuelve a repetir dos errores "el agua se pierde en el mar " y hay que castigar el sobre consumo, el consumo humano en Chile es el 3% del total, " ministra castigue a las mineras a las forestales por sobre consumo no a las personas. Captura Twitter 7 de enero 2022


Para que los Monocultivos de Paltas en Petorca sigan a Full en Plena Mega Sequia Por el otro, en la zona hay una mega sequía histórica que ya cumple su undécimo año. Ariel Muñoz, profesor de la Universidad Católica de Valparaíso e investigador del cambio climático, coincide con los habitantes de Petorca. Señala que no existe una planificación que privilegie el consumo humano y el manejo medioambientalmente sostenible. Un asunto urgente tomando en cuenta que actualmente el 70% de los chilenos vive en territorio con escasez hídrica. Las esperanzas están puestas en el proceso constituyente en curso. “Actualmente estamos atados de manos por el Código Sanitario. El agua hay que volver a repartirla, aunque no le gustará a muchos. Hay expectativa en lo que se hará en la nueva Constitución”, concluye Muñoz. Al otro costado de Los Andes, en Mendoza, Argentina, el investigador Mariano Morales, líder del equipo que realizó el primer atlas de sequías de Sudamérica, recalca la larga duración de este fenómeno: “Nuestra reconstrucción del clima del pasado nos muestra que no ha tenido precedentes durante los últimos 620 años”. Mendoza, emplazada en un ambiente semiárido, recibe desde la cordillera aguas que forman un oasis utilizado desde hace siglos para fines agrícolas. Pero con la sequía actual la disponibilidad de agua es cada vez menor 30% menos que el caudal histórico según el Departamento General de Irrigación, mientras que la población va en aumento y la provincia ya tiene 1,8 millones de habitantes. Morales explica que se debe monitorear, legislar, controlar y gestionar, para garantizar el agua potable a la población y mantener los ecosistemas. “Nos queda margen, pero la pregunta es ¿hasta cuándo?”, advierte.

Ante la escasez de un recurso siempre hay un sector social que más lo padece.


El atlas de sequías de Sudamérica con 600 años de datos hidroclimáticos La ocurrencia de fenómenos climáticos extremos en América del Sur es cada vez más frecuente. El calentamiento global impacta en la cantidad, duración, intensidad y magnitud de lluvias y sequías, lo que provoca efectos adversos en las actividades económicas y sociales y pone de manifiesto la extrema vulnerabilidad de muchas regiones del continente. Para poder comprender y cuantificar fehacientemente estos eventos, un grupo internacional de investigadores reconstruyó, mediante el estudio de los anillos de árboles, las variaciones hidroclimáticas interanuales y decenales para la región de América del Sur, comprendida entre el sur de Perú y Tierra del Fuego, de los últimos seiscientos años. Toda la información obtenida fue compilada en el Atlas Sudamericano de Sequía (SADA, por sus siglas en inglés), la primera colección hidroclimática con resolución anual de América del Sur. “Por medio del análisis del ancho de los anillos de los árboles es posible conocer la historia climática de una región. El número de estos estudios, principalmente para la zona de los Andes se ha incrementado notablemente durante las últimas décadas, existiendo en la actualidad una red de más de 280 registros correspondientes a diferentes especies forestales de ambos márgenes de la Cordillera de los Andes”, declara Mariano Morales, investigador adjunto del CONICET en el Instituto Argentino de Nivología, Glaciología y Ciencias Ambientales (IANIGLA, CONICET-UNCUYO-Gob. Mza.), y responsable del estudio. Científicos de Argentina, Chile, Bolivia, Estados Unidos, Francia e Inglaterra trabajaron de forma conjunta en esta investigación que logró recopilar datos de más de 15 mil árboles de doce especies diferentes ubicados en aproximadamente trescientos bosques de ambos lados de la cordillera, desde el Altiplano y los valles subtropicales intermontanos hasta los bosques patagónicos.


“El desarrollo de este estudio significó un intenso trabajo de varios años de colaboración. Durante las últimas décadas, los autores, principalmente dendrocronólogos de Chile, Argentina y Bolivia, hemos incrementado enormemente las colecciones de registros de anillos de árboles en América del Sur. Esto posibilitó contar con una densa red de registros que nos permitió construir este Atlas. El SADA está compuesto por 2715 reconstrucciones y 600 mapas anuales de un índice de humedad del suelo de la temporada de verano denominado Índice de Severidad de Sequías de Palmer”, detalla el investigador. El SADA, junto con otro atlas de sequías desarrollados previamente en Australia y Nueva Zelanda, contribuye a la comprensión de la variabilidad climática de largo plazo en el hemisferio sur y, por lo tanto, representa una importante contribución al conocimiento del paleo clima de la región. “Utilizamos el SADA junto con el Atlas de Sequías de Australia y Nueva Zelanda para determinar los principales motivos de las variaciones hidroclimáticas en el hemisferio sur durante los últimos quinientos años. Encontramos que para el periodo 1500-2000 las oscilaciones entre los eventos de El Niño y La Niña, acoplados con los patrones de variación de los vientos en latitudes medias del hemisferio sur, determinan la ocurrencia de sequías y lluvias espacialmente extendidas en gran parte del continente”, detalla Morales. Además, los investigadores observaron que en los últimos sesenta años la ocurrencia de sequías y lluvias extremas son cada vez más frecuentes en distintas regiones. El alcance espacial de esta reconstrucción permite también comprender cómo los cambios en las condiciones hidroclimáticas afectaron a las diferentes zonas, ya que aporta datos sobre dónde y cuándo se han producido inundaciones o disminuciones en el suministro de agua. “Nuestros resultados pueden ser utilizados para modelar experimentos climáticos y determinar la contribución de la actividad humana al aumento de las sequías y lluvias extremas en el continente. El atlas proporciona información hidroclimática crítica que puede ser usada para refinar las proyecciones para el siglo XXI bajo diferentes escenarios de emisión de gases de efecto invernadero a la atmósfera”, agrega el científico. En este sentido, el estudio permite situar los recientes fenómenos climáticos extremos en un contexto más amplio y argumentar sobre las probabilidades de que aumenten bajo los escenarios que plantea el calentamiento global. Por ello se convierte en una herramienta útil para hacer frente a los problemas ambientales ante el futuro estrés hídrico y avanzar en legislación que permita un uso eficiente de los recursos hídricos y garantice una proporción de agua para el funcionamiento de los ecosistemas y el consumo de la población. Morales junto a otro equipo seguirá trabajando para poder ampliar la información hidroclimática del continente y el alcance temporal de los análisis. “El siguiente paso es desarrollar la versión 2 del SADA. Para ello, estamos trabajando con colegas peruanos en desarrollar una red de cronologías de anillos de árboles sensibles a las variaciones climáticas en regiones tropicales de América del Sur. Esta red de cronologías en Perú, junto con nuevos registros desarrollados en otras regiones tropicales de Brasil, Bolivia y Colombia se incorporarán en la nueva versión, que pretendemos cubra el continente sudamericano completo. Además, planeamos extender la duración de las cronologías actuales, de manera tal que se amplíe tanto espacialmente como temporalmente para cubrir el último milenio”, concluye el investigador. Y en esta crisis del agua con poco margen de acción, las megaciudades latinoamericanas están entre las más sedientas. La ONU ubica a Ciudad de México y Sao Paulo entre las 10 principales urbes del mundo en las que peligra su abastecimiento.


En el caso de Ciudad de México, uno de cada 5 de sus 21 millones de habitantes tiene solo horas de agua del grifo. La pérdida de agua debido a problemas en el sistema de tuberías se estima en 40%. Ciudad de México podría quedarse sin el recurso en 2030 según la organización. Pero para Nathalie Seguin, coordinadora general de Freshwater Action Network Mexico (FANMex), el problema tiene varios componentes, pero sobre todo un modelo insostenible que trae agua desde cientos de kilómetros, impactando a las comunidades de donde se extrae y además privilegiando “a los grupos de mayor poder adquisitivo”. A su vez algunos, como las mineras, utilizan grandes volúmenes de agua a cambio de pagar montos, para Seguin, “irrisorios”. No es que haya menos agua, sino que hay menos disponible para los ciudadanos, explica. Esto por la contaminación y también por “la distribución y priorización a los que se lucran con el agua”. En el caso de Sao Paulo, una larga sequía ha obligado a racionamientos y a distribuir el agua en camiones en algunas zonas. En 2014 ya hubo protestas en esa urbe por los cortes en el suministro. Prácticamente no hay país latinoamericano que no viva su propia crisis hídrica, no importa si es un gigante territorial o una pequeña nación atravesada por cientos de ríos. En esta categoría está El Salvador, donde el acceso al agua se está volviendo cada vez más inestable. Según el investigador Andrés Mc. Kinley, experto en temas de agua y minería de la Universidad Centroamericana, en los últimos 25 años los ríos más importantes del país han perdido un 30% de caudal en los casos más leves y un 70% en los más graves. “Los acuíferos más importantes disminuyen a un ritmo de un metro por año y el 80% de las aguas están contaminadas”. Entre los factores de este estrés hídrico, Mc. Kinley enumera la alta densidad poblacional, el uso intensivo del recurso, el cambio climático y principalmente la sobreexplotación de las empresas. “Tenemos el caso por ejemplo, de SabMiller que utiliza el agua de la comunidad Nejapa para elaborar la Coca-Cola”, explica. “La falta de agua fue uno de los temas que predominó en las últimas marchas en El Salvador”, agrega el académico. No cabe duda, la crisis del agua ya se convirtió en un nuevo factor de inestabilidad para un continente rico en agua, pero cada vez más sediento Martin Eduardo Lucione https://facebook.com/Ecoalfabetizacion https://issuu.com/martinlucione Extraído Connectas Cristian Asencencio - Noticias ambientales Luis Pavecio


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