Microplasticos

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Microplásticos El desecho que está envenenando al cóndor andino y especies acuáticas

Una reciente investigación emprendida por especialistas peruanos y argentinos descubrió que esta especie consume plásticos. Foto Serfor Diversos estudios realizados en Perú confirman que peces, moluscos y aves tienen partículas de microplásticos en sus organismos. Este producto podría ocasionar alteraciones en el metabolismo de estas especies e incorporarse en la cadena alimenticia hasta llegar al interior de las personas. La academia científica está desarrollando investigaciones para determinar los principales efectos en la salud humana, debido a que estos compuestos llevan consigo sustancias tóxicas. El uso excesivo del plástico y el mal manejo de los residuos que genera en ríos y costa es el origen de la contaminación de partículas cada vez más pequeñas de un material que ya bebemos y respiramos. Los microplásticos conocidos así por ser partículas muy pequeñas de entre un nanómetro hasta cinco milímetros de plástico se han encontrado en todas partes del mundo (océanos, ríos y superficies terrestres) e incluso en el interior de especies animales como los moluscos, peces y mamíferos marinos, principalmente. Actualmente, la masa de plástico existente (ocho gigatoneladas) es mayor que la masa de animales marinos y terrestres (cuatro gigatoneladas). El planeta está rodeado de plástico: las computadoras, muchos de los alimentos que se consumen vienen en envases de plástico y la ropa, en ocasiones, también contiene fibras de plástico. A nivel global, se estima que se ha acumulado más de siete mil millones de toneladas de plástico, es decir, más de una tonelada por persona. Todos estos productos terminan como desperdicios y pueden convertirse en microplásticos, si no se reciclan. El mal manejo de los residuos ocasiona que estos desechos se acumulen en las laderas de los ríos o desemboquen en las costas.


Con el paso del tiempo, el plástico acumulado en esos lugares queda expuesto a los cambios del clima y, por su característica de durabilidad, no se descompone como sí sucede con los compuestos naturales, sino que se convierte en partículas cada vez más pequeñas de plástico, las cuales se conocen como microplásticos secundarios. Para graficar este proceso, Rubén Manrique, especialista en química ambiental, pone como ejemplo la fragmentación de una botella de plástico arrojada a la orilla del mar que al estar en movimiento por la marea y expuesta al sol se va fraccionando en partes más pequeñas. Otro tipo de microplásticos que también permanece en el ambiente son los primarios, cuya característica distintiva es que tienen ese reducido tamaño desde su creación. Un ejemplo de ello son las pequeñas partículas que se usan en algunos exfoliantes y pastas de dientes. “Los microplásticos primarios tienen ese tamaño desde que son elaborados, en cambio, los otros son secundarios porque se van formando por las colisiones”, explicó Manrique. Sin embargo, el recorrido de estos microplásticos no termina en las superficies, sino que muchas veces se mezclan con los alimentos de algunas especies. En el Perú, estos microcompuestos han sido hallados en diferentes playas de Lima como Agua Dulce, en Chorrillos, Venecia, en Villa El Salvador, Costa Azul, en Ventanilla, y Albufera de Medio Mundo, en Huaura. Además, se encontraron estos residuos en el interior de peces de consumo humano como caballa, lorna, cabinza, borrachito y lisa, y en moluscos como los choros, que también se usan en la alimentación. Las consecuencias de esta contaminación interna, principalmente, son alteraciones en su metabolismo, en el tracto digestivo y una interferencia en la cadena alimenticia, en la que las especies de menor tamaño consumen microplásticos y otras más grandes se alimentan de las pequeñas. La incorporación de estos compuestos en la cadena trófica puede llegar al ser humano, quien se alimenta de estas especies. Los hallazgos en la especie humana, hasta el momento, son insuficientes para determinar cuáles son los riesgos de su ingesta. Un artículo de este año, que revisó la literatura científica disponible, encontró que los microplásticos pueden causar estrés oxidativo (desequilibrio en el interior de las células que se ha relacionado a enfermedades como el cáncer y la esclerosis múltiple), citotoxicidad (daño en las células provocado por reacción del sistema inmune) y translocación a los tejidos (alteración de los cromosomas en los que cambian de localización). A pesar de esos hallazgos, los autores advierten que “se necesitan más investigaciones para cuantificar los efectos de los microplásticos en la salud humana y su patogenia”. Aunque las investigaciones sobre microplásticos se han desarrollado, aproximadamente, desde el 2004 a nivel mundial y desde el 2017 en el Perú, aún no existe evidencia científica que permita establecer cuál es el límite máximo que una especie puede tener en su organismo antes de que su salud se vea perjudicada. Por ello, las recomendaciones están orientadas a reducir el uso y desecho de plásticos potenciales microplásticos, formular leyes que desincentiven el uso de los mismos por parte de la industria y los consumidores, y continuar con investigaciones para determinar qué otros tipos de especies están ingiriendo estos compuestos, cómo las afecta y, finalmente, de ser necesario, establecer un estándar. Plástico y papel higiénico en la dieta de los cóndores El cóndor andino es una especie emblemática para el país, pero en el 2014 el Estado Peruano la catalogó en peligro y a nivel internacional está incluida en la Lista Roja de Especies Amenazadas de La Unión Mundial para la Conservación de la Naturaleza (UICN). Una de las principales amenazas para su población en Perú se encuentra en su alimentación, una reciente investigación emprendida por especialistas peruanos y argentinos descubrió que esta especie consume plásticos.


Los cóndores son carroñeros, su alimentación principal se basa en la ingesta de animales muertos como alpacas o llamas. Al igual que algunos rapaces, poseen un sistema digestivo que consta de un buche donde almacenan lo que van comiendo. Los cóndores expulsan un bolo denominado egagrópila, que está compuesto por pelos y huesos de los animales que comieron. Estas muestras analizadas en el microscopio enseñan de lo que se alimenta un ave. Estas egagrópilas han sido empleadas por los científicos para saber en qué consiste la alimentación de un grupo de cóndores que anidan y viven entre las regiones de Ayacucho e Ica, explica el ornitólogo Víctor Gamarra Toledo, investigador del Museo de Historia Natural de la Universidad Nacional San Agustín de Arequipa (MUSA) y parte del equipo que realiza la investigación sobre el ave andina. La investigación inició en marzo de este año, con la recolección de muestras en dos zonas distintas. En la Reserva Nacional de Pampa Galeras, ubicada en la provincia de Lucanas, región Ayacucho, se recolectaron 600 muestras, mientras que se lograron obtener 23 muestras en la Reserva Nacional San Fernando, ubicada en la costa de la región Ica. En Pampa Galeras se encontró que el 30% de egagrópilas recolectadas tenían rastros de macro plásticos de color verde. En San Fernando el 13% de las muestras recolectadas también tenía presencia de plástico y otros elementos contaminantes como papel higiénico.

Cerca al mar. Cóndor fotografiado en la Reserva Nacional San Fernando en Ica. Foto Difusión "Dentro de los restos que analizamos de las egagrópilas, encontramos material plástico, y eso es sumamente preocupante porque el cóndor, que es una especie tan emblemática desde el punto de la conservación del ambiente, está ingiriendo plástico dentro de su dieta. Hemos encontrado pedazos de bolsas de plástico porque tal vez parte de lo que se está alimentando el cóndor involucra animales que son arrojados en basurales", señala Víctor Gamarra. Sergio Lambertucci, investigador CONICET de la Universidad Nacional del Comahue (Argentina) y miembro del equipo de investigación, señaló que es muy preocupante la presencia de estos plásticos en las egagrópilas obtenidas para el estudio. Si bien fueron expulsadas por las aves, esto no quiere decir que no estén ingiriendo macro y micro plásticos, ya que en el buche se disuelven parte de los alimentos que van a ser digeridos. El plástico ya ingresó al organismo de estos animales.


Lambertucci dijo que no hay estudios de los efectos que puede causar el consumo de macro y micro plásticos en los cóndores, pero sí hay detalles de cómo estos insumos afectan a otras especies distintas y similares como los gallinazos. "Consumir plástico ya de por sí reduce la capacidad de consumo de carroña de los cóndores, porque están llenando esos buches de productos que no son consumibles. Por otro lado, ya se sabe que los plásticos producen disrupciones hormonales y otro tipo de problemas en especies que lo consumen más comúnmente. La amenaza de que están digiriendo plástico y sus compuestos químicos es también importante y hay que evaluar", refirió Lambertucci. Además, indicó que las aves pueden atragantarse con los plásticos y dar de comer este elemento a sus crías. Para corroborar cuántos microplásticos son ingeridos por estos animales se realizará otro examen para el estudio. Se trata del análisis de isótopos estables, que permite trazar las preferencias en la dieta de los animales estudiados, además de reconstruir las condiciones climáticas y ambientales en las que viven. Las muestras de plumas obtenidas para el estudio serán enviadas a la Universidad Internacional de Florida en Estados Unidos. EL CÓNDOR, UNA ESPECIE TAN EMBLEMÁTICA DESDE EL PUNTO DE LA CONSERVACIÓN DEL AMBIENTE, ESTÁ INGIRIENDO PLÁSTICO DENTRO DE SU DIETA”, DIJO VÍCTOR GAMARRA. Los resultados también podrían dar cuenta de las causas por las que el cóndor empezó a consumir plástico. Víctor Gamarra plantea la hipótesis de que debido al avance de la población en el hábitat natural del cóndor, esta especie ha visto reducidos sus alimentos. Usualmente suele comer camélidos andinos, pero varió su dieta a otro tipo de especies domesticadas por los humanos. Las personas se deshacen de estos animales en botaderos, a los que podrían acudir los cóndores en busca de comida. La cercanía de estos basurales a los lugares donde viven las aves también podría propiciar la ingesta de plásticos. Víctor Vargas García, especialista en investigación de fauna silvestre del Servicio Nacional Forestal y de Fauna Silvestre (Serfor), indicó que este es el primer estudio a nivel nacional que da cuenta de esta amenaza plástica a la especie. Esta investigación es financiada por el Servicio Nacional de Áreas Naturales Protegidas por el Estado (Sernanp). El conocimiento que los científicos poseen sobre cómo vive la mayor parte de los cóndores en el Perú aún es incipiente, asegura Víctor Gamarra. Inicialmente, esta investigación surgió con otro fin: demostrar la existencia de un corredor natural entre Ayacucho e Ica que es usado por los cóndores para alimentarse, pero en el desarrollo de la misma, los especialistas encontraron presencia de plástico en la alimentación del ave. Víctor Gamarra explica que se tomaron muestras en estas dos regiones porque se cree que los cóndores que viven en la reserva de Ayacucho viajan más de 120 kilómetros para llegar a San Fernando y alimentarse de animales de la costa peruana. En esta reserva costera se ven cóndores planeando entre los acantilados. Su alimentación demostraría que realizan este largo recorrido. El ornitólogo explica que si en las muestras recolectadas en Ayacucho se detectan rastros de animales marinos engullidos por los cóndores, esto daría cuenta que viajan hasta la costa para comer. Por el contrario, si solo se encuentran rastros de animales marinos en las muestras obtenidas en San Fernando, podría tratarse de una población que vive en el lugar.


Muestras. Egagrópilas obtenidas en la Reserva Nacional de Pampa Galeras en Ayacucho. Foto Difusión Conocer sobre la alimentación de esta especie en peligro es muy importante. El Plan Nacional de Conservación del Cóndor Andino establece que uno de los principales riesgos para esta especie en peligro es la intoxicación. Hay otros aspectos que reducen la cantidad de cóndores en el país, como la caza y captura ilegal o la disminución de la calidad de su hábitat, pero la intoxicación es uno de los más importantes. El pasado 23 de noviembre, luego de pasar siete meses de rehabilitación en un zoocriadero, el cóndor bautizado como Sinchi fue liberado en el Cañón del Colca (región Arequipa). Esta ave fue encontrada en la provincia de La Unión en Arequipa y fue trasladada para su rehabilitación hasta el zoocriadero El huayco, ubicado en Lima. Estudios clínicos practicados a Sinchi demuestran que se intoxicó antes de ser encontrado por personal de Sernanp. Los especialistas estiman que comió carne de vacas tratadas con medicamentos, lo que causó su intoxicación. Este caso no es aislado, Víctor Vargas de Serfor indica que los cóndores son muy sensibles a los elementos químicos que hay en sus alimentos. Además de la intoxicación involuntaria a la que pueden ser sujetos, también hay casos en los que se envenena intencionalmente a esta especie por que se cree erróneamente que los cóndores atacan al ganado.


El 2022 se espera realizar el primer censo para conocer cuál es el número total de cóndores en el país, se estima que solo haya cerca de 2.500 individuos en todo el territorio. Perú es uno de los países de Latinoamérica que aún posee poblaciones de cóndores, indica Sergio Lambertucci. Antes su población se encontraba desde Venezuela hasta la Patagonia, pero esta especie ha ido disminuyendo su población en países que se encuentran más al norte. En América del Sur hay cerca de 10 mil cóndores. Especies acuáticas expuestas a compuesto sintético Choros, cangrejos y leones marinos son algunas de las especies en las que también se han encontrado microplásticos. Los estudios coinciden en que la principal vía por la que este producto sintético ingresa al organismo es por la alimentación. Tanto las choros como las ostras y las almejas son especies, denominadas como moluscos bivalvos, que se alimentan a través de filtración, es decir, ellos no cazan sus alimentos sino que filtran el agua que pasa a su alrededor para obtener los nutrientes que necesitan. En Perú, se detectó la presencia de microplásticos en dos especies de moluscos, Choromytilus chorus y Aulacomya atra, de acuerdo con un artículo publicado en 2020 en la revista “The Biologist”. Este análisis se realizó a partir de la compra de estos animales en el Terminal Pesquero de Ancón, ubicado en Lima. José Iannacone, uno de los investigadores del estudio, explicó que los bivalvos pueden absorber y excretar los microplásticos presentes en el agua marina. “Esto nos demuestra que no es un tema de otro continente ni de otra latitud, sino también es un problema que tenemos en el país y del que faltan más estudios”, afirmó. Asimismo, otro estudio hecho en el país en 2019 determinó la presencia de microplásticos en el músculo y gónadas de la concha de abanico, Argopecten purpuratusse. Estas especies también fueron compradas en mercados de Lima. Gabriel De la Torre, uno de los autores de la publicación, sostiene que estos bivalvos que ingieren microplásticos son una fuente para que estas partículas ingresen al organismo humano, a través de la alimentación. Sin embargo, resalta que constituyen una fuente de muy baja exposición a este compuesto sintético. “La mayoría de bivalvos tienen una contaminación insignificante”, precisó.

Contaminación. Partículas de plástico de menos de 5 milímetros fueron encontrados en las playas de Lima y en el interior de especies animales. Foto Sara Purca y Aida Henostroza


Pero no solo se han encontrado microplásticos en las especies que se alimentan por filtración, sino también en aquellas que salen a buscar su alimento como los peces y mamíferos marinos. Una reciente investigación, publicada en agosto, encontró microplásticos en cinco peces (lorna, cabinza, borrachito, lisa y caballa) que se venden en los mercados de Lima. Las muestras fueron adquiridas en el terminal pesquero de Villa María del Triunfo. En esa línea, otro artículo halló microplásticos y mesoplásticos en dos especies comerciales de peces de la costa peruana, machete (Ethmidium maculatum) y mújol (Mugil cephalus). Además, un estudio hecho en la Amazonía reveló que peces de agua dulce como el boquichico, uno de los peces más consumidos de la Amazonía peruana, también posee residuos de microplásticos en su organismo. En esta investigación, analizaron 50 peces de 11 especies diferentes comprados en el mercado de Belén, en Iquitos. Los investigadores, Werner Chota y Jhancarlo Chong, señalaron que lo más probable es que los boquichicos hayan ingerido este material través de sus alimentos, los cuales obtienen de los sedimentos que quedan en las profundidades de los ríos y donde se depositan los residuos plásticos que no flotan. “En el caso particular del boquichico, la ingestión pudo deberse a la absorción accidental durante la búsqueda de alimento”, explicó Werner Chota. El químico ambiental que ha escrito sobre microplásticos, Rubén Mendoza, explica que estos llegan al interior de los peces por los alimentos que buscan en los sedimentos y por el consumo de otras especies vivas que contienen el compuesto sintético en su interior. Un ejemplo de ello, señala, es el hallazgo de estas párticulas en plancton, uno de los organismos que se encuentran en la base de la cadena trófica. “Eso quiere decir que organismos más grandes como peces, por ejemplo, que se alimentan de plancton terminan con microplásticos en el estómago y, así sucesivamente, estos plásticos podrían terminar en el interior de ballenas y leones marinos”, detalló. EL BOQUICHICO, UNO DE LOS PECES MÁS CONSUMIDOS DE LA AMAZONÍA PERUANA, TAMBIÉN POSEE RESIDUOS DE MICROPLÁSTICOS EN SU ORGANISMO". En efecto, una investigación preliminar es decir, aún no revisada por otros científicos halló residuos de microplásticos en excremento de leones marinos. Las muestras se recogieron en el área natural protegida Punta San Juan, ubicada en Ica. Los investigadores encontraron un total de 47 partículas plásticas y, aunque no se conoce la procedencia de los mismos, resaltan que otros estudios asocian la presencia de estos compuestos a la alimentación. Finalmente, Gabriel De La Torre, asistente de investigación en la Universidad San Ignacio de Loyola, explica que a la alteración que producen estos compuestos sintéticos en la cadena trófica un proceso al cual también hacen referencia las investigaciones se le conoce como biomagnificación de los microplásticos. Esta manera en que este material va escalando en el sistema alimentario implica que también pueda llegar a los órganos internos del ser humano a través de la ingesta, aunque esta no es la única vía. Micropartículas en aguas minerales y en el aire Con los diferentes tipos de plásticos que rodean la vida del ser humano, es de esperarse que, al igual que en las especies animales, estas partículas pequeñas hayan ingresado al individuo. Un artículo, publicado en la revista “Science of The Total Environment”, señala que los humanos están expuestos a los microplásticos a través de la ingestión, inhalación y el contacto con la piel. Al vestirse con prendas hechas con poliéster (un tipo de plástico) se expiden cientos de fibras de microplásticos que pueden ser inhaladas o ingeridas. Aproximadamente, se liberan 4.000 fibras de microplástico en un período de tres horas y veinte minutos, según un estudio de 2020.


Asimismo, se han encontrado estos compuestos sintéticos en productos de uso diario como la sal, el agua, el azúcar y la harina de pescado. Un artículo publicado en “Water Research” halló, luego de analizar 38 aguas minerales alemanas, microplásticos en todos los tipos de agua. “Esto indica que los envases de plástico emiten micropartículas, ingeridas directamente por los consumidores”, afirmaron.

Microplasticos. Reducir los plásticos de un solo uso y reciclar la mayoría de estos son una de las medidas para limitar la exposición a microcompuestos. Foto Andina

Incluso, De la Torre indica que estas partículas son identificables al dejar entrar luz a través de una ventana en una habitación oscura o al sacudir los muebles. “Al hacer eso se puede ver que hay un montón de fibras flotando y nosotros estamos respirando eso todo el tiempo. Entonces, es la principal vía para que el microplástico ingrese a nuestro cuerpo”, precisa. Aunque se ha comprobado la ubicuidad de estos microplásticos, aún es insuficiente la evidencia sobre su riesgo para la salud humana. Una revisión de 129 publicaciones científicas indicó que la información disponible señala como posibles consecuencias de esta exposición a las alteraciones metabólicas y daños al cerebro por exposición a sustancias tóxicas. Esta última probable afectación se debe a que los microplásticos tienen la capacidad de absorber químicos tóxicos en sus superficies y a que en su composición también llevan determinadas cantidades de estos compuestos peligrosos. Mendoza explica que estos químicos que se le añaden se conocen como aditivos y sirven para aumentar sus propiedades y prolongar su vida. El especialista explica que algunos de estos aditivos se usan en la industria para que el plástico se pueda manejar con mayor facilidad, por ejemplo, para que ante un aumento de temperatura sean más moldeables, como en la elaboración de tapers o vasos de plástico. A estos compuestos agregados se les denomina Compuestos Orgánicos Persistentes (COP). “Estos son tan persistentes que en el medio ambiente se van a ir liberando de los plásticos poco a poco, van a pasar hacia el océano y van a afectar a la fauna marina”, detalla. Sin embargo, aún se están llevando a cabo investigaciones para determinar cómo los microplásticos y sus aditivos afectan al ser humano.


“Hasta la fecha, existe una falta considerable de conocimiento sobre los principales aditivos preocupantes que se utilizan en la industria del plástico, sobre su destino una vez que los microplásticos se eliminan en el medioambiente y sobre sus efectos consiguientes en la salud humana cuando se asocian con microplásticos y nanoplásticos”, advierte un estudio publicado en “International Journal of Environmental Research and Public Health” el año pasado. Por ello, una de las principales recomendaciones de los especialistas consultados reside en que es necesario continuar haciendo investigaciones en este campo y centradas en el país. José Iannacone resaltó la importancia de continuar con la caracterización de la presencia de los microplásticos en un mayor número de especies y en diversos ecosistemas. “Generando conocimiento, vamos a tener información para que luego se pueda hacer ajustes a la normativa”, indicó. Rubén Mendoza coincide en la importancia de que la ciencia y la política trabajen a la par para implementar medidas que tengan una base científica. El especialista en química ambiental indicó que, aunque es importante que la regulación sobre el uso de las bolsas plásticas continúe, es relevante también que estas normativas estén orientadas al productor. Si el consumidor utiliza una bolsa tiene que pagar, pero si nos damos cuenta en el mercado y en el supermercado todos nos lo dan en envases de plástico. Es necesario ampliar la perspectiva para que las compañías incorporen un material que sea biodegradable y evitar la acumulación de plástico”, enfatizó. Por último, Werner Chota resaltó la importancia de que los organismos encargados del manejo de residuos implementen más rellenos sanitarios en los que se incluya la segregación de residuos sólidos para poder darle otros usos al plástico. Además, el investigador destacó el papel que cumple la ciudadanía en la conservación de los ecosistemas. “Recomendamos tener más conciencia ambiental para cuidar mejor el ambiente donde vivimos”, indicó. Martin Eduardo Lucione https://facebook.com/Ecoalfabetización Extraído Ojo Público Xilena Pinedo – Fiorella Montaño


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