Turberas de la Patagonia El ecosistema de más de 18 mil años que es clave para alcanzar la carbono neutralidad Repartidas a lo largo de 3 millones de hectáreas y con una profundidad que puede alcanzar los 12 metros, este tipo especial de humedal que hay en el sur de Chile tiene más carbono capturado que todos los bosques del país. Académicos piden su protección e inclusión en planes de mitigación del cambio climático, ya que actualmente pueden ser explotadas para proyectos mineros. Una turbera es un tipo de humedal ácido en el cual se ha acumulado materia orgánica en forma de turba. Las turberas son cuencas lacustres generalmente de origen glaciar que actualmente están repletas de material vegetal más o menos descompuesto y que conocemos como turba de agua dulce
Las turberas se originan cuando el material orgánico depositado excede al descompuesto en una laguna o pantano. De esta manera la laguna o pantano puede terminar por rellenarse de material orgánico, y partes considerables de la turbera pierden contacto con el agua de las vertientes y el agua subterránea, por lo que pasan a abastecerse principalmente de agua de lluvia, lo que equivale a un régimen ombrotrófico para el ecosistema. Cuando esto ocurre se ven favorecidas especies como los musgos del género Sphagnum, que sobreviven en aguas de pocos nutrientes. La acumulación de turba depende de los siguientes factores: productividad, acidez, especies que habitan el lugar y decaimiento aeróbico anaeróbico. En las turberas se suelen hallar dos estratos: el acrotelmo, una zona óxica superficial; y el catotelmo, una anóxica debajo del acrotelmo.2 El nivel de la tabla de agua fluctúa dentro del acrotelmo, por lo que aquí ocurre la mayor parte del decaimiento aeróbico. El catotelmo, en cambio, está permanentemente bajo el nivel freático, y aquí ocurre solo un decaimiento parcial del material orgánico por parte de bacterias anaeróbicas. El decaimiento en el acrotelmo produce principalmente dióxido de carbono (CO2), mientras que en el catotelmo se produce CO2 y metano (CH4), aunque parte del metano decae en CO2 cuando pasa por el acrotelmo.
Funciones ambiental de las turberas Regulación del cambio climático Se produce a través de la regulación del ciclo de carbono. En las turberas del mundo se encuentran grandes depósitos de carbono. El carbono almacenado en las turberas del mundo representa el 30% del total disponible en el subsuelo continental, duplica la biomasa forestal mundial y se aproxima al total de la biomasa terrestre. Es equivalente también al 75% del carbono atmosférico. La mayoría de las turberas del mundo han acumulado turba a lo largo del Holoceno. Este proceso es constante en las turberas activas, que pueden acumular hasta 1 mm de turba por año, lo que implica la captación de carbono atmosférico, proceso opuesto al de emisiones de gases de efecto invernadero. Regulación hidrológica Las turberas tienen gran capacidad para acumular agua en el interior de su cuerpo, en lagunas interiores y en el microrelieve. Tienen la capacidad de retener agua cuando hay excesos de precipitación y transferirla lentamente a los sistemas de drenaje, mitigando las crecidas y aportando agua en épocas de déficit hídrico Regulación de la calidad del agua y de los procesos erosivos Las turberas, como otros humedales, tienen la capacidad de retener metales pesados y otros elementos tóxicos, por lo que mejoran la calidad del agua. Controlan la erosión en virtud de presentar una cobertura vegetal resistente a procesos erosivos y reducen así la concentración de sedimentos en suspensión en las vías fluviales. Hábitat ecológico y biodiversidad Existen muchas especies vegetales que solo se desarrollan en este tipo de ambientes, en tanto que la avifauna es variada y frecuente en ellas, ya que brindan condiciones especiales para la reproducción. Jorge Hoyos, investigador post doctoral del Centro de Clima y Resiliencia (CR2), leyó con atención una carta publicada en la revista Science en septiembre, firmada por las investigadoras Paz Durán y Olga Barbosa, que daba cuenta de cómo la propuesta de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero de Chile aborda de manera inadecuada el rol de los bosques en la captura de carbono, ya que le da preferencia a plantaciones como el pino y eucaliptus. Hoyos ha dedicado los últimos años de su vida a investigar las turberas, un tipo especial de humedales que contienen una gruesa capa de suelo orgánico que se encuentra en distintas partes del mundo. Las investigó en el trópico y ahora lo hace en la Patagonia chilena, de mano del CR2 y de la Universidad de Magallanes. Y si bien está de acuerdo con la carta de Durán y Barbosa, decidió buscar los números de cuánto carbono capturan las turberas. Tanto la "captura" como el "secuestro" de carbono de ecosistemas naturales son claves para la mitigación del cambio climático, pues disminuyen el exceso de CO2 que hay en la atmósfera y que contribuye al calentamiento global. Según la Conaf, la Patagonia chilena contiene 3,1 millones de hectáreas de turberas, el 24% de toda la superficie terrestre en la región de Magallanes. Son grandes extensiones de musgos rojos y verdes, campos de lagunas y vegetación que se han acumulado por más de 18 mil años. Acumulan toda la materia orgánica que cae al piso y que, al estar inundada, no se degrada. Así se forma una especie de "colchón" de gran profundidad. La investigación "Funciones y Servicios eco sistémicos de las turberas en Magallanes" cifra en 5,49 metros el promedio de profundidad. Jorge Hoyos dice que hay registros de turberas con más de 12 metros.
Turbera no intervenida. Crédito: Jorge Hoyos Según la investigación de Hoyos, las turberas de la Patagonia acumulan 4800 millones de toneladas de CO2. El cálculo es categórico y demuestra porqué es un ecosistema clave en la lucha contra el cambio climático: Hay 1548 millones de toneladas de carbono capturado por cada millón de hectárea de turbera. En los bosques de Chile, en cambio, hay 39 millones de toneladas acumuladas por millón de hectáreas. "Las turberas son el sistema natural más eficiente en acumular carbono. Sí, claro que tenemos que proteger los bosques nativos, pero tenemos un reservorio enorme de carbono que también hay que cuidar", afirma el investigador. Como todos los humedales, las turberas son ecosistemas frágiles que pueden ser degradados fácilmente. Ya sea por la explotación industrial, el impacto del cambio climático hasta plagas de castores que las irrumpen para construir represas. Según la FAO, las turberas son el tercer mayor emisor mundial de emisiones de gases de efecto invernadero en el rubro Agricultura. Esto porque son utilizadas mundialmente para la silvicultura, debido a ser material fértil. Las turberas son drenadas y, al hacerlo, se cambia la cubierta vegetal, se erosiona la diversidad biológica y se reduce la calidad del agua. La intervención de las turberas provoca la degradación del ecosistema y que gran parte de ese carbono capturado vuelva a la atmósfera. Uso minero y agrícola La extracción de la turba en Chile está regulada por el Código de Minería, ya que está regulada como una sustancia fósil que puede ser concesionada para su explotación. Un documento de Comisión Chilena del Cobre de 2017 expone el "potencial de la turba en la minería no metálica en Chile", aunque también reconoce que se trata de un "ecosistema de alta importancia ecológica por su rol fundamental en la conservación de la biodiversidad en la regulación del ciclo hidrológico, además de ser importantes sumideros de carbono". En Chile el 80% de las turberas se encuentran en áreas silvestres protegidas. El resto, está disponibles para su explotación. Un decreto del Ministerio de Agricultura de 2018 entregó al SAG las herramientas legales para el manejo sustentable de la especie Sphagnum magellanicum, que está asociada a las turberas.
Por un lado, obliga a que su extracción sea bajo evaluación del SEA, pero también "divide la turbera", según Hoyos, ya que regula la extracción de musgos ubicados en la parte de arriba, que se utilizan para silvicultura y pueden llegar regenerarse. Como es un material muy fértil, se utiliza para cultivos, como si fuera un sustrato. El fondo, material fósil, es lo que está regulado por Minería. "Para extraer la turba lo que se hace es sacar pilas. Cortan un pedazo de suelo, lo ponen a secar y se lo llevan. Solo hacer eso, en 5 metros de profundidad promedio, expone a toda la capa inferior al aire, y al exponer materia orgánica se puede degradar muy rápidamente. La actividad de extracción de turba viene acompañada de la degradación del ecosistema, no solo de la superficie, sino que de la parte de abajo también. Y en el momento en que se empieza a degradar se libera a la atmósfera como CO2", afirma el investigador.
Turbera intervenida en la Patagonia. Crédito: Jorge Hoyos Si bien no hay registros de extracción industrial para minería aún, desde el CR2 hacen un llamado de atención a esa posibilidad. El centro de investigación especializado en cambio climático envió al Ministerio de Medio Ambiente sus comentarios a la propuesta de reducción de emisiones de Chile, en las que pide que las metas de mitigación incluyan la protección de las turberas, apelando a las millones de toneladas de carbono acumuladas a lo largo de los años. Además, un grupo de investigadores, entre los que están Jorge Hoyos, Maisa Rojas y Antonio Lara, publicaron una carta en la prestigiosa revista Science, donde abordan la necesaria conservación de estos ecosistemas para alcanzar la carbono neutralidad a 2050. Desde el Ministerio de Medio Ambiente aseguran que están trabajando en una "hoja de ruta" para la conservación de turberas en el sur de Chile. Esto en conjunto con Wildlife Conservation Society (WCS), organización propietaria del Parque Natural Karukinka, ubicado en Tierra del Fuego, donde un cuarto de las más de 300 mil hectáreas está cubierto por turberas. Amenazas del ecosistema Si bien las turberas se han adaptado a cambios de clima ocurrido durante más de 10 000 años, son en extremo sensibles a los efectos de la actividad humana. El drenaje mediante la construcción de zanjas es una modalidad eficaz para la degradación de estos humedales y acelerar la descomposición de la materia orgánica. La depresión del nivel freático deja en condiciones de permanente oxigenación estratos en los que naturalmente no había presencia de bacterias aeróbicas.
En una etapa posterior el proceso se acelera por la invasión de plantas arbustivas que encuentran mayores posibilidades de desarrollo para sus raíces. Estas raíces favorecen el ingreso de oxígeno y de agua de percolación hacia los niveles inferiores. Progresivamente el humedal deja de serlo y se transforma en otro tipo de ecosistema5Estos drenajes se utilizan para cambiar el uso de la tierra, ya sea para agricultura, ganadería o forestación, en tal caso afectándose grandes extensiones. El uso extractivo de la turba, para elaborar sustratos para jardinería y almácigos es igualmente destructivo y de carácter no sustentable. Otro uso de las turberas es para fabricar briquetas que son utilizadas como combustible. Esto involucra la extracción de grandes volúmenes de turba y la degradación de importantes extensiones. La hoja de ruta “permitirá focalizar las acciones y políticas públicas para la protección de estos ecosistemas claves para la adaptación y mitigación del cambio climático. Martin Eduardo Lucione https://facebook.com/Ecoalfabetizacion Extraído La tercera Medio Ambiente /ONU Nature action