MEMORIA 2

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MEMORIA MIENTRAS AGONIZO... Alberto Castell贸 Juan

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Memoria


ÍNDICE

Introducción

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Análisis visual a partir de Mientras Agonizo, de William Faulkner

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Influencias

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Capítulo 1

28

Capítulo 2

30

Capítulo 3

32

Capítulo 4

34

Capítulo 5

36

Capítulo 6

38

Capítulo 8

40

Capítulo 9

42

Capítulo 10

44

Capítulo 11

46

Capítulo 12

48

Capítulo 13

50

Capítulo 14

54

Capítulo 15

56

Conclusiones

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Documentación

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INTRODUCCIÓN Esta serie de 14 tablas al óleo se fraguó mientras leía la novela corta de William Faulkner escrita en 1932, Mientras Agonizo. Mientras leía me daba cuenta de la limpieza visual del texto, de una calidad descriptiva desde la introspección que me evocaba hacia imágenes atemporales, limpias en su realismo, familiares en nuestro entorno. Con personajes totalmente reconocibles en la realidad que nos rodea. Con el tema del entierro de una madre y el sufrimiento de sus familiares pegados a ella por esa línea invisible que nos une como familia incluso a nuestro pesar. Poco a poco me di cuenta de que los textos que estaba leyendo tenían una calidad visual perfectamente adaptable a cualquier medio plástico. Me planteé hacer óleos sobre tabla por su relación conceptual con el libro. La madera siempre está presente como material básico en la vida de sus personajes, patente hasta la obsesión en el ataúd para la madre hecho por su propio hijo, y la densidad de los textos prácticamente me obligaban al óleo como medio perfecto para expresarla. En los textos que siguen a continuación se explica todo el proceso de ejecución de esta serie. Se trata de una descripción cronológica desde su concepción hasta su conclusión. Es como un diario de pensamiento que empieza con evocaciones visuales, continúa con influencias artísticas y se desarrolla a partir de cada cuadro a modo de descripciones; unas veces directamente referenciales y otras explicativas, siempre desde un punto de vista plástico. Mirando al espectador como centro de todo, como alguien al que se debe mostrar respeto sin hacerle concesiones banales. Mi mayor obsesión siempre fue hacer una obra entendible.

Alberto Castelló a 20/12/2012

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Análisis visual a partir de Mientras Agonizo, de William Faulkner

Niño con un pescado en brazos, vestido con harapos, lo enseña al espectador, pidiendo. Joven con un martillo en la mano y una cuña para cortar madera en la otra mirando un ataúd. Viejo sentado en un porche mirándose las manos, una luz fría le ilumina la cara. La mirada perdida, llorosa. No tiene dientes. Reunión de mujeres malignas con una casa de madera destrozada al fondo. Varia figuras están alrededor de la casa. Las mujeres hablan con la vista puesta en la casa. No pueden decir nada bueno de ellos. Mujer joven en una cocina amasando. Concentrada con la tristeza en sus ojos, las lágrimas caen sobre la masa. Huevos rotos en primer plano. Niño limpiando un pez con las tripas abiertas, concentrado en su trabajo con una mezcla de asco y dejadez. Casa con un camino delante, un viejo está sentado en el porche de entrada mirando a un hombre vestido de negro, impoluto, orgulloso. El viejo del porche lo mira resignado. Una chica joven abaniquea en una cama a una vieja decrépita al borde de la muerte, que la mira con ojos desesperados aferrándose a la vida. Un hombre gordo con un maletín de médico vestido de negro con un corbatín mira desde una puerta horrorizado al interior de una habitación que no se ve, ve la presencia de la muerte.

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Un viejo se aferra con la mirada perdida a un niño tan harapiento como él. Los dos sentados en un porche. Un joven levanta una sierra delante de un ataúd enseñándosela a una vieja que hay en una casa al fondo. Asoma su cara moribunda por la ventana. Un niño encima de la cama de una moribunda intentando hacerla resucitar, la muerte está presente en la cara de la vieja. El niño se contorsiona llorando. Un viejo y una joven en el centro de una habitación, el viejo con los brazos caídos y la joven llorando con las manos en el rostro.

Un hombre gordo bien

vestido en el umbral de la puerta. Niño sufriendo con un palo roto en la mano, llora mirando al suelo. Un trozo del palo roto a su lado. Una vaca en lo alto de una loma. Niño sentado en el suelo con un pescado destripado a su lado. Mujer joven preparando la cena. Tripas de pescado se esparcen por el banco, al fondo dos hombres sentados alrededor de una mesa esperando la cena, cabizbajos. Niño mirando una cama toda llena de sangre y tripas de pescado. Cabezas de pescado sobre las sábanas. Un cubo lleno de vísceras al lado de la cama. Joven arrodillado en el barro, la lluvia cae sobre él. Una luz artificial lo ilumina con un brillo tenue. Un farol sobre un tocón, el suelo está lleno de un barro rojizo que parece sangre. La luz del farol ilumina el suelo sobre el que hay un martillo. Un joven sierra algo indefinido iluminado tenuemente por la luz de una lámpara de gas. Mientras un viejo el fondo lo mira con la mirada perdida.

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Un ataúd de madera sobre unos caballetes. Tablas a la derecha apoyadas en el tocón donde se encuentra la lámpara de gas. Un pez muerto. Una mujer canta en una habitación aséptica rodeada de otras rezando. Todas de negro. Unos hombres fuman en la puerta de una casa en silencio, todos de negro. Un niño sentado en el porche mira al espectador. Un viejo da la mano a un hombre que le da el pésame. El viejo mira al espectador. Una casa al fondo. Dos jóvenes conducen un destartalado carro mirando hacia ella. Mas al fondo amanece. Seis hombres llevan un ataúd convertido en pez. Un niño los mira pasar. Un joven limpia una mancha de barro del ataúd que esta en el carro. Al lado otro joven ríe con locura. Una joven ensimismada sostiene una caja en su regazo. Es de noche, el carro está vacío, solo queda el ataúd. Un viejo, tres jóvenes varones, una joven y un niño duermen en cuclillas alrededor de él. Un hombre de pie, de espaldas al espectador, habla con un joven subido en un caballo pellejoso. Los ojos del joven lo miran con orgullo. Un zopilote aposentado encima de un ataúd. El ataúd es de madera, humedecido, llegando casi a lo putrefacto. Una joven desnuda encima de un abismo flotando en el aire con un cuchillo en la mano. Un niño está dormido agarrado a su pierna. Ella lo mira. Una ligera Alberto Castelló Juan

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brisa sopla desde atrás. En un establo, un joven extremadamente delgado, anoréxico, chupando de la teta de una vaca. La vaca está de culo mostrando sus orbes por debajo mientras el joven chupa directamente del pezón. Al fondo una puerta abierta a la noche, todo iluminado por la tenue luz de un candil. Joven muy delgado, con un candil apoyado en el suelo. Cava en un campo yermo infinito. El cielo azul oscuro se extiende en tres cuartos. Una joven vista en picado, la falda transparente mojada por la sangre y el agua. Se mira las manos como si le faltase algo. Un pez muerto yace en el suelo ensangrentado. Un hombre joven mira el agua que lo rodea, no hay nada más que agua. Una cuerda medio hundida en ella le dice que todo se ha perdido. Una mujer joven, voluptuosa, con el vestido empapado mira al cielo. Un hombre joven, exhausto, apoya su cabeza ladeada en su pubis, solo los separa un trozo de tela, sucio y húmedo. Una mujer vieja abraza a su hijo, un hijo sucio, ruin. Un abrazo lleno de lujuria, de amor, las manos del hijo se agarran al culo de la madre y su boca succiona la leche de su seno. Mientras, una mujer piadosa reza en la habitación de al lado. Una pared que no existe separa las dos escenas. Una madre sentada en un rincón, tres niños peleándose por debajo de una mesa. Un hombre sentado comiendo. Ella en blanco y negro. Un picado de una mujer siendo follada por su marido, con la sábana puesta y el agujero en el coño. Ella mira a un lado ensimismada en una luz que ilumina la escena. El

la

penetra entre espasmos.

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Un picado de una mujer acostada a la derecha con el camisón con un agujero en el coño, el cuadrado deja ver el pelo, los pechos y los muslos transparentan su carne sudada. El hombre duerme a su lado. Ella mira al espectador. Una chica joven, con un paquete en la mano, en el centro de una habitación. Mira el paquete con tristeza. Tiene un charco de una secreción acuosa a sus pies. Un niño en cuclillas encima de un ataúd mira con los ojos desorbitados, presa de la locura el techo de una casa. Una mujer joven y un niño. Los dos acostados en un cobertizo. Ella mira su barriga mientras el niño duerme. La luz de la luna se enmarca a través de la puerta iluminándoles a medias. Un ataúd se recorta en la noche delante de una casa, descansando sobre dos caballetes. La casa está en llamas y lo ilumina con una luz tenue. Un hombre joven presa de la locura se ríe retorciéndose en el suelo rodeado de su familia. Una familia ausente, que le niega la más mínima piedad y comprensión. Ni tan solo se ven sus rostros... Un hombre delante de una casa en llamas la mira con los ojos extremadamente abiertos. El hombre en primer plano, la casa al fondo como una masa difusa. Su mano se levanta recortada contra la casa llena de tensión. Picado de un hombre riéndose en absoluta locura sentado en el vagón de un tren. Dos sombras iguales se proyectan sobre él. Una mujer joven camina al final de un pasillo en penumbra. Un hombre despreciable tiene una botella que deposita encima de un banco en primer plano.

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Influencias

(Éxtasis de Jack el Destripador en “El mejor sastre del mundo”, capítulo 10 de From Hell, cómic de Alan Moore y Eddie Campbell, 1993-1997)

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¿Se puede hacer otra cosa que no sea especular cuando hablamos de artistas que nos influencian con su modo de ver la vida y el arte? ¿Si empiezo un recorrido por mis influencias artísticas puedo decir que son unos y no otros los que pueden tener en su mente otras personas al ver mi obra? ¿El intento infructuoso de acabar con la narración en la pintura es un ataque contra el espectador mismo cuando se ve totalmente desconectado de lo que tiene delante por su incomprensión? ¿En un mundo donde la notoriedad es un bien económico podemos permitirnos ser personales en nuestra obra sin tenernos que condenar al ostracismo? ¿Hablar de lo cotidiano se ha convertido en una rareza que no le interesa a nadie por el enfoque cultural que vivimos en estos tiempos de la cultura de la evasión? ¿Como se muestra artísticamente un rechazo al conceptualismo en un mundo artístico totalmente abstraído? ¿Porqué tengo la sensación de que un artista para ser tomado seriamente como tal ha de estar hablando continuamente de arte? ¿Se masturba el arte a si mismo?¿Como hablar de mi identidad como artista si no es a través de esos espacios que siempre se encuentran en mi memoria repitiéndose una y otra vez haciéndome volver continuamente a ellos? Soy un artista que se alimenta básicamente de cultura popular, de artes más o menos denostadas por la alta cultura como si su importancia fuese secundaria. Antes de dedicarme al arte abiertamente y con continuidad era un gran consumidor de artes llamémoslas...periféricas (cómics, cine, literatura de ficción, música popular...etc). La primera toma de conciencia sobre mi interés para dedicarme a esto fue leyendo From Hell (cómic. Alan Moore, Eddie Campbell, 1993-1997), concretamente el capítulo, El mejor sastre del mundo (capítulo 10). Son treinta y tres páginas donde se encuentran todos los conceptos que a mi me interesan a la hora de plasmar algo: el drama, el amor, el sentido de culpa, el dolor, la crueldad, la lentitud, la claridad, la oscuridad, la amoralidad, el éxtasis interior, y así podría seguir hasta quedarme sin palabras porque todo lo encuentro ahí. ¿Es eso lo que intentaban Alan Moore y Eddie Campbell cuando crearon este capítulo dramático de la historia ficticia de Jack el destripador?, probablemente en sus mejores sueños si, y esto es lo que me ayudó, entre comillas, a tener motivación para buscar algo más, algo más que encontré en otros artistas buscando mi propio lenguaje, que en definitiva es lo que siempre he buscado, un lenguaje a través del cual expresar lo que veo a mi Alberto Castelló Juan

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alrededor. Para mí, lo que define a un artista es la profundidad de ese escrutar, un escrutar donde se pierde la intimidad de lo mirado siempre manteniendo un respeto hacia los personajes a través de la verdad,. Una verdad, que como en El mejor sastre del mundo puede ser pornográfica y vista desde el punto de vista de un voyeur, pero siempre respetuosa con el espectador que quiera o no va a hacer un juicio moral. De la calidad de lo narrado depende que ese juicio sea aprovechable por parte del espectador, y digo aprovechable porque da igual la conclusión a la que se llegue en la visión de una obra de arte, sea negativa o positiva tiene que servir de algo, la simple decoración no me parece una razón suficiente para este trabajo, es demasiado costoso. Pensaba comenzar a partir de Giotto, pero voy a intentar relatar mis influencias artísticas del modo más cronológico posible desde mi memoria, lo que me lleva al pasaje antes citado del cómic From Hell, una obra de arte. El pasaje referido comienza con Jack el Destripador entrando a una casa donde le espera una prostituta, lo que sucede a continuación tiene una violencia sobrecogedora en la que se mezclan tanto placer como asco. Esas treinta y tres páginas te lo muestran todo, no esconden nada a un espectador que sabe que lo que está viendo es totalmente amoral. Se pierde el sentido del tiempo, en un espacio que se diluye, en el que el espectador queda absorto en la sensación de placer que siente Jack, extasiado. Los cortes se suceden lentos, se acercan a la mirada del espectador, recreándose...hay un momento en el que la sangre se adentra en él, lo vemos a través de su iris, negro. Todo rayado y sucio, se va volviendo claro dentro de esa maraña de muebles y utensilios que se muestran poco a poco, cuando te acostumbras. El espectador tiene que mirar fijamente para ver la verdad dentro de unos dibujos que se encaminan hacia el sueño, incluso hacia la abstracción, para luego aclararse. Este es el juego que a mí me interesa con respecto al espectador, el juego de descubrir algo que hay detrás de todas las buenas imágenes, algo que se mueve en el terreno de lo intangible. La narración que vemos en estas páginas es una narración moderna, para lectores actuales acostumbrados a ese lenguaje. Está basada totalmente en gestos, gestos que vemos desmenuzados como una disección, como lo que estamos viendo. La expresión fría y enajenada de Jack se nos muestra con Alberto Castelló Juan

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todo lujo de detalles, sus movimientos con el cuchillo son lentos, entendibles, como lo han sido en toda la historia de la pintura narrativa. Los entendemos perfectamente porque son de nuestro tiempo, los hemos visto cien veces. Podemos recrearnos sin perdernos, juegan con el conocimiento que nosotros tenemos como se ha hecho siempre, como hacía Giotto(1267-1337), como hacía Balthus(1908-2001), como hacían Munch(1863-1944) o Goya(17461828), como hacen todos los creadores que quieren que sus imágenes se entiendan. El lenguaje es claro y directo, la abstracción ya está más que entendida, necesitamos volver a desmenuzar, necesitamos volver a entender en un mundo del arte encerrado, alejado de la sociedad en la que vive. Donde todo el arte social que se crea es totalmente periférico, alejado dentro de otra periferia, como es el mundo artístico.

Durante

largo

tiempo

me

sumí

en

inconcretos

pensamientos, hasta que volví a

pensar en la muchacha, tan hermosa y llena de juvenil frescura, tan

dulces,

buenos

y

puros.

que

tenía

unos

ojos

Imaginé vivamente lo encantadora que era su bella boca

infantil, lo hermosas que eran sus mejillas, y cómo su presencia física me hechizaba con su melodiosa

ternura,

cómo

hace

cierto

tiempo

le

pregunté

algo,

cómo bajó los

bonitos ojos en la duda y en la incredulidad, y después, cómo dijo «no» cuando le pregunté

si

creía

circunstancias

en

le

mi

amor

habían

sincero, ordenado

mi

cariño,

viajar,

y

convencerla a tiempo de que tenía buenas intenciones, era

importante,

con

ello

flores?

a

y

de

que por

muchos

hermosos

entrega

y

ternura.

partió.

Quizá

hubiera

de

que

motivos

su

quería

querida hacerla

Las podido

persona feliz,

me y

mí mismo; pero no me esforcé más, y ella partió. ¿Para qué entonces las

«¿Recogía

flores

para

depositarlas

sobre

mi

desdicha?»,

me pregunté, y

el ramo cayó de mis manos. Me había levantado para irme a casa; porque ya era tarde, y todo estaba oscuro.

(Página final de la narración de Robert Walser, El paseo,1917)

Este es el final de un libro que me ha gustado especialmente. Toda la narración transcurre a través de un paseo, el paseo inspirador del protagonista escritor hablando con diferentes personas de su comunidad. Sería un libro más sobre la vida de un artista si no fuese por este final. Para mí la moralidad de esta última

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página se encuentra en estos momentos fuera de tiempo. Además, es un texto que no viene a cuento, como un capricho que Walser se permite en un alarde de sinceridad, como para decir que él tiene esos pensamientos, que no sabemos si son ciertos o no, que en definitiva nos da igual que lo sean, lo que nos importa verdaderamente de esta afirmación como artista es que aunque no sea cierto realmente, pasa a serlo a través de la ficción. ¿Ha cambiado realmente el arte tanto como nos vemos obligados a creer en los últimos cien años? Me gusta esa afirmación que se hace Walser al final de un libro escrito simplemente por placer estético. No tengo que estar de acuerdo con ello, no tiene siquiera que importarme la catadura moral del texto, no se como pensarían al principio del siglo XX sobre la pederastia. Hace unos meses se acusó a Fernando Sanchez Dragó de pederastia en muchos medios de comunicación españoles, incluso el Ministerio de Cultura le reprobó la publicación de esa conversación con el director teatral Albert Boadella. Una conversación sobre dos niñas japonesas que eran muy putas y a las que les gustaba mucho follar, etc, etc...a que punto estamos llegando en el terreno de la censura como para que un ministro haga comentarios intencionados políticamente respecto a un texto que seguro que es ficción. Las palabras de un machito que tuvo esa fantasía y que la reproduce en un libro de conversaciones con el único fin de vender su obra... Parece que el carácter convertido en sagrado de una obra de arte la convierta en conductora de la verdad por sistema, por tradición. Me voy a parar en una relación artística que ocupó bastante tiempo en mi pensamiento con respecto a la verdad en el arte, esa verdad que a esta sociedad parece importarle tanto. Klaus Kinsky y Werner Herzog hicieron una obra juntos que tiene momentos de una intensidad psicótica que se acerca mucho a esa verdad del arte que realmente importa. Esa relación produjo cinco películas, (Cobra verde,1987. Nosferatu, el vampiro de la noche, 1979. Aguirre, la cólera de Dios, 1972. Fitzcarraldo, 1982. Woyzeck, 1978)

una biografía(Yo necesito amor, Klaus

Kinski, 1991) y un documental (Mi enemigo íntimo, Werner Herzog, 1999), que para mí son una misma obra en la que se habla de lo real a través de la ficción, que no tiene nada que ver con lo que nosotros queremos creer. Hablaré de un ejemplo en el que esto queda patente de un modo aplastante. Una escena de la película, Aguirre, la cólera de Dios, en la que Kinski campa a sus anchas Alberto Castelló Juan

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para convertir lo que quiere decir Herzog en algo que se acerca a lo sublime, donde interviene eso que llamamos aura.

Klaus Kinski hablando a sus hombres en "La cólera de Dios". Werner HerzogKlaus Kinski, 1972 http://www.youtube.com/watch?v=LYS4SkKzhrc

Yo soy el mayor traidor, no debe haber ninguno más que yo, el que albergue siquiera el pensamiento de huir sera convertido en 190 pedazos, y sus pedazos serán después pisoteados hasta que se pueda untar con ellos una pared. (silencio)... El que coma un gramo más de maíz o beba una gota más de agua, será encerrado en prisión durante 150 años. (silencio)... Cuando yo, Aguirre, quiero que los pájaros caigan muertos de los árboles, los pájaros caen muertos de los árboles. Yo soy la cólera de Dios, la tierra sobre la que camino me ve, y tiembla, aquel que me siga a mí y al río conseguirá una riqueza sin igual, (silencio)...

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pero aquél que deserte... (Diálogo transcrito de “Aguirre, la cólera de Dios”, de Werner Herzog, 1972)

Se hace un silencio eterno en el que Kinski se apodera de lo que quiere decir Herzog con su consentimiento. Herzog sabe que su obra por si misma puede traspasar la barrera de la normalidad a través de Kinski, que es en realidad lo que le importa en esos momentos, una cuestión de humildad que Herzog sabía gestionar. La obra se hace protagonista para cobrar vida propia, una vida ficticia que nos habla de realidad, porque la emoción que sentimos al ver a Kinski en ese silencio es real, libre de interpretación, el rostro de un actor transmitiendo lo que el narrador-director no puede conseguir. Al darse cuenta, Herzog sigue a Kinski para extraer lo que éste le da, algo intangible que nos emociona, el rostro de Kinski retrata lo irretratable, lo que tan solo la obra por si misma puede mostrarnos, porque hay veces que la obra ha de ser libre. Si lo traducimos a un trabajo pictórico, sabemos que hay ocasiones en las que el cuadro se pinta por si mismo, momentos en los que no tienes el control porque la imagen que estás pintando cobra su propio sentido, ajeno a ti. En su libro de memorias, (Yo necesito amor) Kinski, mintiendo como solo los grandes mentirosos se atreven a hacerlo, nos muestra un estado desgarrador de su vida personal. Se describe como una persona al límite de su sensibilidad, incapaz de controlar sus emociones ante un mundo hostil, habla de Herzog de un modo tan despectivo y creíble que nos hace sentir compasión. El tramo final de estas memorias (ficticias o no...) nos descubre a un ser sensitivo, lleno de pasión por la vida al mismo tiempo que horrendo en su comportamiento social. Incomprensible en su narcisismo y al mismo tiempo conmovedor. Cuanto hay de mentira en estas memorias sólo lo sabe él. Fue capaz de reconocerlo posteriormente cuando Herzog le pidió explicaciones

en un alarde de

sinceridad, pero, ¿era esa sinceridad real?, ¿o fue un pacto entre los dos como dice Herzog en su documental homenaje a Kinski, Mi enemigo íntimo?

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Toda una vida consagrada a la pintura, ¿Es posible definir la pintura? ¿cuál sería su definición? La pintura es una encarnación. Le da cuerpo y vida a la visión que la inspira. Hace falta una lenta e infinitamente paciente aproximación, a menudo titubeante, para tratar de hacer que el cuadro la alcance lo más exactamente posible. La visión es interior. Pero se alimenta del contacto permanente con la realidad. No se forja ni se elabora más que

con

la

observación

paciente,

empedernida,

incansable,

de

las

formas

de

la

naturaleza. La observación es un medio para el conocimiento del mundo. Hay que mirar, mirar y mirar aun más. Siempre estamos por debajo de lo que vemos. ¡Por más que sepamos ver...! Los pintores de hoy en día ya no saben mirar. Creen poder ir más allá de la observación para inventar. Pero ¿qué podemos inventar si uno no le da combustible a su imaginación? Es la mirada quien la fecunda. Sin ella, la imaginación se empobrece muy rápido. Se vuelve repetitiva, estéril.

(Pregunta de Françoise Jaunin, repuesta de Balthus, perteneciente al libro: Meditaciones de un caminante solitario de la pintura, Françoise Jaunin, 2010)

Toda esta entrevista con Balthus al final de su vida gira en torno a lo que es el arte y como debe practicarse. Habla de condicionantes morales y conceptuales que hoy día parecen olvidados por la mayoría de los artistas. Yo, personalmente, suscribo todo lo que dice Balthus en esta respuesta. Otros podrán decir que es la respuesta de un burgués sin necesidades que no ha hecho otra cosa en la vida que dedicarse a la pintura al gozar de una posición económica privilegiada. Yo digo que esta respuesta es una crítica al mundo artístico actual absorbido por el comercio y el capitalismo, que nos habla de que el arte debe ser algo más que una creación de cara a un espectador aborregado por una situación caótica en la que las imágenes forman parte de nuestro entorno cotidiano. Una situación en la que el consumo masivo de dichas imágenes a terminado con la cualidad que tiene el ser humado de observar y pararse en algo que puede tener belleza o no, y que en la situación actual de sobreexposición visual en la que nos movemos cada día es más difícil encontrar. Belleza que se transmite a través de la mano de un hombre que se toma la tarea de pintar un cuadro como un ejercicio místico. Porque el arte es poesía, y la poesía no tiene valor. Nos dicen que tenemos que exponer, ¿y como se expone lo que no tiene valor, lo que no tiene una interpretación objetiva?, incluso por parte del autor... Que un artista intente vivir del arte me parece una utopía, sobre todo muy Alberto Castelló Juan

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injusta para el artista, que es el que sufre las inclemencias de un mercado que no tiene nada que ver con la obra que él realiza. Un artista nunca debe tener la obligación de exponer, solo debe hacerlo ante una necesidad vital de mostrar su trabajo, cuando siente el impulso de hablar. Cuando me dispongo a preparar un cuadro siempre me encuentro con Balthus, me parece un callejón sin salida del que no puedo escapar. Miro a sus niñas y me recuerdan a pinturas de otro tiempo, mejor dicho, fuera de tiempo. Son cuadros que no tienen final, que cuando los miras a través del tiempo siempre son nuevos, limpios, básicos en su temática, lo que hace que su interpretación sea variable, infinita. Me gusta que nunca terminen, lo que los convierte en inaccesibles, crípticos.

La habitación, 1952, Balthasar Kłossowski de Rola.

Todo se ve, la calma se trasmite a partir de la luz, una calma tensa, en silencio. Miro a la niña y no me transmite erotismo, el ambiente te traslada a un lugar que no existe, lo que lo hace más real. Siempre nos imaginamos los espacios reales adaptados a nuestra imaginación. En el cuadro se ve eso, una imagen irreal que nos es familiar, que ya hemos visto. Sentimos empatía por una imagen que nos provoca rechazo, por la niña. Una niña que se nos muestra desnuda, exhibicionista. Más desnuda todavía porque ella no es consciente, la Alberto Castelló Juan

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malignidad de la enana convierte el cuadro en extraño. El gato es un testigo en el que nos reflejamos. Me recuerda a Los 120 días de Sodoma(film,1975), de Pasolini. A Justine(1791), de Sade. A la atracción del voyeur que todos llevamos dentro. Plasmar en imágenes lo que no queremos ver pero que nos atrae. Porque todo se convierte en imágenes, somos así, nos atrae lo que nos repele, la curiosidad. Balthus dice que la pintura no debe ser narrativa. Yo creo que no debe ser narrativa para el pintor, pero que cuando un cuadro deja de pertenecerte cobra vida a partir del espectador que lo mira, que lo escruta, que saca de él sus propias conclusiones según su experiencia. Un espacio donde esa imagen cobra su propia vida independiente del autor que tan celosamente lo ha pintado para explorar en su pensamiento. Lo miro y veo calidad, una calidad que tiene siglos de historia de la que no podemos abstraernos, o al menos no deberíamos.

Captura de Saló o los 120 días de Sodoma, Pier Paolo Pasolini. 1975

La única diferencia es que el filtro de la calidad se ha ido ensanchando. En Giotto veo lo mismo, esa calidad. También la veo en Munch. Lo que hace que nos inventemos nuestra propia historia. Lo que juega con el baremo de nuestra moral.

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El caminante nocturno, 1923, Edvard Munch

La niña enferma, 1885, Edvard Munch

Munch habla de dolor a través de su familia arrasada por la enfermedad. ¿Cómo se enfrenta un artista a una temática tan personal y deprimente? Con veintitrés años firmó La niña enferma(1885), con sesenta y uno El caminante nocturno(1923). Entre estos dos cuadros hizo de todo. Examinó a su familia extrayendo su intimidad con el lado más feo en cualquier vida. Buceó en su enfermedad consciente de la pérdida de su identidad presa de la locura. Abandonó esa exploración de su entorno para hacer una pintura más mundana. Y en su etapa final, volvió a sus temas iniciales, sobre todo centrándose en sí mismo.¿Se podría considerar la obra de Munch obra social?¿Qué significa este apelativo? Para mí la obra de este artista es más social que cualquier obra política. Habló a partir de su entorno de los problemas que nos afectan a todos, tarde o temprano nos encontraremos con estas escenas en nuestra vida y su obra nos las muestra con una sinceridad difícil de entender. La prueba es que nunca se le acabó de entender en su tiempo. Sus lienzos fueron masacrados por una crítica acostumbrada al impresionismo que entendía el arte como algo lúdico. La palabra belleza tenía para esa sociedad otro significado. Para mí la belleza de su obra es que pasaron cuarenta años entre los dos cuadros citados anteriormente y tienen la misma fuerza, la misma presencia. Están pintados de modos distintos, el primero parece rascado, sucio, el cuadro de un artista Alberto Castelló Juan

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indeciso, que sabe lo que quiere pero no es capaz de hacerlo, que lo consigue a base de pintura, de capas que se superponen para después rascarse hasta conseguir algo que se acerque, que se acerque a la realidad que él ve. El segundo parece empastado, de trazos largos, de color mezclado en el lienzo por un pintor que sabe lo que pone, que se puede dedicar a buscar en lo profundo de su alma, que deja los ojos por hacer en un rostro que mira, que nos mira. Mi pregunta es: ¿para qué nos mira?, lo veo como inquisitivo, seguro de lo que nos pregunta. Como una afirmación de que tenía razón, de que sabe hacerlo, de he pasado por todo... soy viejo, os estoy mirando y digo que se lo que hago. Mis colores son seguros, lo pongo todo donde ha de estar para que sepáis que lo he logrado. Os he hablado de lo que es una vida normal. Dónde la enfermedad existe, donde el sexo es protagonista, en la que el dolor se encuentra a cada paso. Sí, seguro que aveces he pecado de melodramático, en ocasiones seguro que he acentuado el dramatismo para que os sintierais afectados, pero aquí estoy en la noche para veros y deciros que he sobrevivido. El humor es para quien sepa buscarlo, yo no hago chistes, seguro que he disfrutado una buena vida. Mis cuadros son un reflejo de lo que veo, no de lo que soy. He escapado a una locura que nunca entendí, me volví mundano porque estaba harto, de que no me escucharais, de que no vierais lo que os estoy diciendo. Ahora lo veis, veis que la vida tiene importancia, que los momentos de tristeza son tan numerosos como los felices. A través de mí habéis perdido la inocencia. Los colores se vuelven oscuros para ser más reales, más potentes. Un color limpio no dice nada, un color contaminado de realidad nos devuelve lo que ese positivismo del que venimos nos quitó. ¿Y ahora?, salgo de las sombras como lo hizo Goya, tranquilo, miro sus gatos y los entiendo, estaban hartos de tanta locura, hartos de reyes retrasados, hartos de injusticias. Tenían que agredir, no les quedada otra cosa.

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Gatos riñendo, 1786, Francisco de Goya y Lucientes

La violencia existe, siempre ha existido. Duelo a garrotazos (1819, Goya) es el mismo cuadro, no tan violento. Un lenguaje a partir del cual hablar del drama y la violencia, eso es lo que interesa al espectador. Goya era totalmente consciente de lo que le rodeaba, se comprometió políticamente a partir de su obra desde sus inicios. Gatos riñendo es un cartón para tapiz que debía situarse en la parte superior de la puerta del comedor de los Príncipes de Asturias en el Palacio del Pardo, nunca llegó a hacerse. Dos gatos peleando encima de una ruina...es que Goya era muy nacionalista, a pesar de su afrancesamiento. Siempre hablaba de nosotros, de nuestras contradicciones e ignorancia. Su obra parte de lo particular hacia una interpretación libre. Este cuadro podría trasladarse a la casa de campo de Barak Obama donde se reúnen estos días el G8 (20/05/2012) sin perder un ápice de su intención y carga dramática. Cuando hablamos de monstruos lo hacemos de nosotros mismos, de lo que tenemos dentro, detrás de nuestra fachada que nos permite relacionarnos. Nunca podremos mostrarnos tal como somos realmente porque sería imposible llevar una vida social en nuestro entorno cotidiano. Él se acercó mucho a través de su trabajo hacia ese límite, me da envidia porque trabajó en una libertad que creo que ahora mismo no existe. Estamos trabados en conceptos que nos alejan de lo mundano, de la realidad. La concepción de una obra de arte hoy en día parte desde un sentido comercial que tiene más que ver con valores estéticos que reales, cuando no sabemos ni en que nivel de realidad estamos. Miro a mi alrededor y veo una realidad difusa, que ha difuminado las bases de convivencia del ser humano para conseguir unas metas a nivel individual que no tienen nada que ver con lo que es una vida

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digna. Hago un cuadro y tengo que justificarlo moralmente, cuando lo que hago es proponer juicios morales, no contestarlos. Creo que la misión del artista no es responder, nuestra misión debe ser mostrar lo básico, para que no se olvide. La función social de una obra de arte debería ser intrínseca, y valorada desde fuera. Cuando hablo de lo básico pienso en Giotto, es imposible no hablar de él. Estoy harto de etiquetas, cuando miras sus cuadros se caen todas.

Lamentación sobre Cristo muerto, 1304-06, Giotto, Capilla Scrovegni, Padua

Son imágenes actuales porque hablan de sentimientos, de expresiones que nos dan significados, de encuadres que nos enseñan lo que es una composición basada en el conocimiento que el artista tenía de los códigos visuales de la sociedad en la que vivía. Trabajó siempre en un sistema en el que lo importante era que las imágenes fuesen entendidas. Me recuerda muchísimo a la etapa religiosa de Igmar Bergman, sobre todo a El manantial de la doncella(1960). Hay una escena en esa película que me ayudará a explicar lo que yo entiendo que debe ser el arte. Un padre de familia se entera por su criada de que han matado y violado a su única hija. Tiene a los asesinos hospedados en su casa, comiendo su comida, aprovechándose de su caridad cristiana. Los encierra en la cuadra donde están Alberto Castelló Juan

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durmiendo. Habla con la criada para que le prepare un baño, quiere presentarse ante ellos limpio, purificado. Antes de cometer el acto más sucio uno debe limpiarse. Sale al campo y busca un abedul, lo arranca con sus propias manos, llora, le corta las ramas con un cuchillo. Bajo la atenta mirada de la criada que ha delatado a los asesinos se limpia, se fustiga con las ramas con energía, con decisión, como ausente. Su alma también debe estar limpia. El agua cae por su cuerpo desnudo, abundante, es un hombre fuerte, justo, que sabe que está al borde de cometer el acto más sucio. Le pide a la criada el cuchillo para sacrificar animales.

Captura de El manantial de la doncella, 1960, Ingmar Bergman

Toda esta secuencia está rodada con distancia, con una lentitud que nos hace entender los detalles. No hace falta ser religioso para comprender el sentido de culpa que invade al personaje que interpreta Max Von Sydow. El sufrimiento está descrito como algo digno, sincero, necesario. Nos habla de valores morales universales, de la imposibilidad de perdonar en determinadas circunstancias. De lo que es el ser humano.

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CAPÍTULO 1

Tengo mucho interés por el voyeurismo. El empezar esta serie con una puerta abierta habla de lo que estos cuadros van a representar para mí. Es el comienzo de un viaje interior a partir del libro que utilizaré como base narrativa. Mientras agonizo, de William Faulkner. Mi visión del arte es más narrativa que conceptual,

es

muy

importante

que

las

imágenes que realizo cuenten una historia,

Entrada, 60x60cm, Óleo sobre tabla. 2012

que la persona que las observa se pueda sentir identificada, que se vean como una ventana hacia lo cotidiano, una cotidianidad que se aleje de la comodidad. Mi intención es que el espectador se haga preguntas, que busque dentro de sí mismo la imagen que tiene delante y que se sienta incómodo, que haga un ejercicio de memoria y a partir de su reconocimiento se sienta confortado, que sienta complicidad. Naturalmente no espero que vean en la imagen lo mismo que veo yo, me conformo con que logren sentir curiosidad, porque lo que quiero es que se adentren, que piensen en lo que sucede después, que tomen mi imagen como un punto de partida hacia su historia personal. Que hagan un ejercicio de memoria. En definitiva lo que hago es hablar, hablar de lo que pasa por mi cabeza con respecto al comportamiento de las personas que veo a mi alrededor. Juego con las imágenes para contar historias que tengan interés para mí. Soy como un voyeur que juzga los comportamientos y los plasma para que alguien más los vea. Un inquisidor. Cuando empiezo un cuadro tengo siempre en mente darle una salida al exterior, un exterior que pertenece al espectador. Que este espectador tenga una salida en la que descansar. Simplemente es un intento de aligerar la densidad de la imagen, ya que tengo una tendencia obsesiva hacia la desesperanza, hacia lo dramático, hacia callejones sin salida en los que nada bueno puede suceder. Contrapunto como potenciador de lo dramático.

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El escenario de este cuadro representa una entrada, hacia un lugar en el que la familia y su comportamiento con respecto a la muerte es lo más importante. Pretendo hacer partícipe al espectador de mi experiencia a partir de la historia que el libro nos cuenta. Pretendo tratar tanto a personajes como escenarios a un mismo nivel. Lo importante es la atmósfera, la situación, la tristeza...

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CAPÍTULO 2 Tres hombres se funden en una habitación con una salida hacia una luz cálida. Las paredes pierden las esquinas para adaptarse a ello, para formar un todo que los engulla, silenciosos en su conversación uno fuma mientras se guarda el mechero. No esperan nada, están presentes porque tienen que estarlo. Cuando vi la obra de Munch por primera vez me di cuenta de que ese era el sentido

Hombres, 60x60 cm, Óleo sobre tabla. 2012

dramático que yo quería desarrollar. Veo a esa niña hundida en su cama, sentada, mirándome.

Puedo hacer cualquier

interpretación, se que le ha sucedido algo, y lo más importante, que su sufrimiento no termina con la imagen,

que se levantará para tener un día

nefasto. O ese autorretrato tardío..., a contraluz, mostrándose con crueldad, sin concesiones para con sí mismo. Solo los buenos pintores tienen ese valor, creo que no saben hacerlo de otra manera. Goya y Rembrant también se atrevieron, supongo que saldrán a relucir en algún momento en esta narración, o eso espero... porque si mi pintura no tiene nada que ver con ellos, mejor me dedico a otra cosa. Es muy importante para mí esa sensación pictórica de que todo se junta, de que la separación entre los distintos elementos no está dibujada. De que la realidad no tiene nada que ver con lo que estamos viendo, de que todo tiene una razón de ser y que debe interpretarse. No he visto en directo El Caminante nocturno, no recuerdo haber visto ningún cuadro de Munch en persona, no se si su influencia en mí es más a nivel de mito que de conocimiento. Veo este cuadro en foto y me lo imagino pastoso, maduro, pintado con seguridad y soltura. obra de un Munch ya enfermo y viejo, libre de todas las ataduras estilísticas que experimentó a través de su obra. Es un cuadro entero, me refiero a esa entereza que no se ve, Alberto Castelló Juan

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El caminante nocturno, 1923, Edvard Munch

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que resplandece. Ese espacio que se crea entre el espectador y la obra que sólo pertenece al que la siente, que se mueve en el terreno de lo intangible. A veces me pregunto dónde se encuentra ese espacio en el arte actual, dónde lo hemos aparcado, en que lugar se encuentra ese tiempo que transcurre a través de una obra de arte. Todo es inmediato, veo muchísimo arte postmoderno que no tiene tiempo de ejecución, que se ve en un suspiro para olvidarse después mientras imaginas lo ingenioso que es. No es que me moleste el ingenio, es que no me parece una solución, sino un recurso.

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Memoria


CAPÍTULO 3 Las paredes se cierran, una escalera por la que ha bajado marcada por una luz interior. Un pez moribundo delante de él. Ha visto morir muchos peces, su madre es un pez. Me impresionaron

mucho

unos

cuadros

costumbristas de Goya en los que hay niños jugando. El mas importante

para mi es El

balancín, me impresionó la violencia descrita en esa imagen. Ahora mismo la sociedad trataría esos cuadros hechos por Goya, como una

basura

inadmisible,

Mi madre es un pez, 60x60 cm, Óleo sobre Tabla, 2012

blasfemos,

antisociales, generadores de violencia...no aptos para una mente sensible. Vivimos en una sociedad en la que la realidad no interesa, en la que estamos todos alineados hacia una sensibilidad falsa, enfocada hacia un estado del bienestar en el que mostrar la violencia no tiene cabida sin la aprobación institucional. Habitamos un estado de autocensura donde la violencia aceptada siempre es estética, no se si me explico... digamos estilizada. Siempre recuerdo cuando pienso en este tipo de violencia una etapa del cine americano en el que la violencia se mostraba de un modo infame, sin dramatismo. Ese periodo viene aproximadamente de mediados de los 90 hasta la actualidad. Lo que me parece más triste es que se ha extendido a todos los

medios

incluso

a

de la

expresión, pintura.

No

entiendo la razón por la que este

manierismo

nos

ha

invadido, principalmente por lo minoritario de la pintura como

Christopher Walken jugando a la ruleta rusa en El Cazador, Michael Cimino, 1978, Captura de pantalla.

expresión artística. Está claro que todo se contagia, sobre todo si viene de los Mass Media. Para que se entienda de que estoy hablando me remitiré a una película de sobra conocida, Gladiator (Ridley Scott, 2000). En todas las escenas de acción de esta película tremendamente aburrida, no se ve ni un Alberto Castelló Juan

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Memoria


espadazo. Se ve claramente como cambia la cámara cada vez que alguien va a recibir un golpe, quitando de esta manera todo efecto dramático. Eso si, se encargan de mostrarnos el espadazo desde todos los ángulos posibles para compensar con espectacularidad lo que no nos muestran con carne , llegando a un patetismo que ahora están superando mostrándonos el espadazo, con sangre y todo (300, Zack Snyder, 2007), también desde todos los ángulos posibles....si me cortan la escena de El cazador (Michael Cimino, 1978) en la que Christopher Walken se pega el tiro me lo pego yo. Y es que el dramatismo para mí no está en lo que se ve, está en lo que se siente. Ver a Walken apretar el gatillo una y otra vez en la barraca vietnamita jugando a la ruleta rusa con sus amigos de la infancia, ver la degeneración en la que viven, los guantazos que les da esa especie de árbitro siniestro que les obliga a disparar...eso a mí me hace sentir angustia. La misma angustia que siento cuando veo a los niños de El balancín mordiéndose, la misma que tengo cuando veo al mono, elemento distorsionante que el único sentido que tiene es el de la extrañeza. Eso es lo que a mí me interesa, ese mono, me pregunto porqué puso Goya un mono, esquinado, en la parte superior derecha, en el máximo foco de atención del cuadro. Me

El balancín, 1870, Goya

gusta pintar ese mono, lo que ese mono significa.

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CAPÍTULO 4 Dos mujeres sentadas en un sofá. Una mira a la izquierda esperando algo, está en el centro de la composición, iluminada. La otra, más adulta, esta situada a la derecha, debajo del principal foco de luz. Mira a un niño jugando, ausente de todo lo que le envuelve. Sigo con los niños, esta vez me he acercado más al mono, he intentado aproximarme un poco a Hooper, más oscuro. De Hooper me gustan sus paisajes, los que no tienen gente.

Mujeres y niño, 60x60 cm, Óleo sobre tabla, 2012

Lo he definido más que el de los hombres, las mujeres es como que tienen que estar limpias, y el niño también. El primer plano del niño distorsiona, no lo veo de otra manera. La sombra está como sucia, muy estirada. Cuantos más personajes más cuesta. Todo cálido, ocres cálidos. Empastado. Si me gustan sus paisajes, ¿porqué lo hago como los cuadros iluminados de las ventanas? No lo se, supongo que son inercias, tenía que tener personajes, como una contestación al cuadro de los hombres, pero más claro. Es una cuestión de memoria, siempre las recuerdo así, con los niños jugando ausentes de lo que sucede a su alrededor, siempre mirándolos para que no hagan nada inadecuado cuando nunca hacen nada adecuado. La violencia que tienen los niños, ¿porqué nadie la muestra?, nunca veo cuadros de niños violentos cuando la violencia es parte de su existencia caótica y atrapada. Vardaman es libre, en el libro sabes que está creciendo en absoluta libertad, ¿cual es el porqué de su locura?, ¿de su ausencia tras la muerte de su madre? Hay un pintor nórdico llamado Wihelm Hammershoi que me

emocionó

el

año

pasado

cuando

estaba

documentándome para la serie sobre un poema de Las flores del mal, de Charles Baudelaire. (E l vino del asesino, poema 106, pag 213, año 1857)

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Interior, also called The Four Rooms, Wihelm Hammershoi, 1914

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Esas puertas que nos llevan a lugares enigmáticos, misteriosos, en los que no sabes lo que puede suceder. Las puertas son importantes para mí. La luz que entra por ellas también, ¿y si pongo una sombra?, el cuadro se alarga, se extiende hacia fuera, hacia un lugar que solo podemos imaginar. Esos lugares ocultos me interesan, esconden algo, algo que pertenece al espectador, a su imaginación. Siempre recoges lo que llevas dentro, la calidad del enigma depende de tu oscuridad, de lo oculto que hay dentro de ti. Miras hacia dentro y escrutas, hurgas, ríes, lloras, disimulas si ves algo sucio.

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CAPÍTULO 5

Me voy acercando al paisaje, las masas se funden difuminadas buscando el detalle. El color sucio y oscurecido nos habla de algo en reposo. No necesariamente muerto, pero que podría estarlo. Su coquetería nos dice que su belleza se ha perdido. Sus manos intentan agarrarse a algo, estáticas, sus uñas están afiladas para mostrarnos una inquietud por lo que se le escapa. ¿Que es lo que se le Madre, 60x60 cm, Óleo sobre tabla, 2012

escapa?, al final solo existen las preguntas.

Vuelvo a Balthus, pero lo hago de otro modo, el enfoque debe ser libre, los maestros deben interpretarse. El otro día Simeón me dijo que le recordaba a un cuadro de Munch de una mujer moribunda(pag. 24), un cuadro que no conozco, tengo que averiguar si ese cuadro existe. Los colores son clásicos, sacados directamente de los retratos de las vírgenes del Renacimiento, siempre pasados por mi filtro, claro. No se si está sufriendo o acabando de hacerlo, tal vez está dormida después de una larga agonía, todavía latente. ¿Abuso de la línea? Cuando la miro me gusta, definitivamente no abuso de la línea. Me gusta las marcas del aceite que resbalan por el cuadro. Tengo que averiguar que es lo que expresan, ¿marcan espacios?, lo analizaré en el próximo. La vieja que está acostada en la película El Unicornio (Louis Malle, 1975) me ayudó mucho, su comportamiento era totalmente repulsivo. Sus gestos eran los de un ser maligno frustrado por verse impedido. La amargura de no poder molestar, de sentirse ignorada por unos hijos tan faltos

Dando leche a la madre, El unicornio, Louis Malle, 1975, Captura

de valores como ella. Ocupados en su propia grosería, ignorantes, sucios e incestuosos.

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Alberto Castell贸 Juan

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CAPÍTULO 6 La luz cae iluminando la mesa. Los jugos se esparcen

inundándolo

todo.

Como

un

bodegón porno. Dos limones, una zanahoria y el resultado del placer exhibicionista. La luz lo baña todo para que se vea. El voyeur mira hacia abajo, en perspectiva, frío. Si algún día levanto la vista me lo perderé todo. Me acerco más a los cuadros de Hooper, los personajes son ficticios en un mundo sucio de pena. La limpieza del maestro desaparece

Madre joven, 60x60 cm, Óleo sobre tabla, 2012

para mirar lo viciado. Pongo una ventana a propósito para poder mirar desde todos los ángulos. Lo que viene después estaría cerca de Pierre Molinier, una línea lejos de lo traspasable. Todos tenemos nuestras metas, nuestros anhelos, nos limpiamos la vista para poder ver algo que nunca nos atreveríamos a imaginar. La habitación se exprime hacia ella, una diva que sabe que hacer con unos limones. Tosco, con lo justo para saber lo que tenemos que buscar. El líquido sobre la mesa. El surrealismo me influye lo justo ya que no me atraen los sueños sino las realidades. Esas realidades que están en los sueños, en los anhelos, en los pensamientos sucios que nos invaden al ver lo licuoso. Cuando la continuidad en el cuadro es importante hay que mirar dentro de la mente, ese lugar en el que todo es posible. Como el cuarto de Molinier, donde se perdía la identidad para jugar con lo imaginado, que se convertía en realidad a partir de la soledad. Amigos imaginarios que nunca te abandonan, ¿puede crearlos alguien excepto yo?, la respuesta es...tal vez, pero no iguales, no existe la copia en una obra artística, tan real como lo

Leperon Damour, Pierre Molinier, 1969

ficticio. Fruta madura, como una mujer que tendré que pintar a continuación. Debe ser vista por la soledad que nunca nos abandona. ¿Porqué siempre vuelvo al sexo?, en mientras agonizo no hay sexo... bueno, si lo hay, la hija tiene algo húmedo. Te da la sensación de que se encuentra en Alberto Castelló Juan

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otro sitio, es un espectador que no se lamenta de lo que ve. Siempre está mirando para encontrar algo a lo que agarrarse, creo. Volveré a Balthus, a los de las niñas mirándose en los espejos, sin gatos. ¿Volveré a hacer un desnudo?, no creo. Voy hacia el interior. Como en Gritos y Susurros (Igmar Bergman) lo que importa son los gritos, los susurros son para escuchar, los gritos para sentir. Con los gritos todo se vuelve cálido, con los susurros frío.

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CAPÍTULO 8 Alguien mira por la ventana. El paisaje es bonito, sin barroquismos. Es la vista de toda mi vida en una ventana ajena. ¿Un síntoma de aislamiento? Sería una razón demasiado sencilla, mi barroquismo mental me lleva a otras cosas, a sentimientos más íntimos imposibles de desvelar. Y es que no se puede desvelar todo. Balthus dejaba entrar la luz por las ventanas, yo miro a través de ella, buscando un modo de salir de una casa que

Salida, 60x60 cm, Óleo sobre tabla, 2012

me retrae, que me obliga a describirla más intensamente para mantenerme atrapado en lo sórdido. El sexo ronda por mi cabeza alejándome del libro, de un espacio de ruina emocional en el que una familia convive con la muerte. No se si el tema está demasiado viciado. De todas formas esta ventana es un descanso, mirar por ella me renueva. Me recuerda a los paisajes de los cuadros de Giotto, en ellos todo es sencillo, eso es lo que me atrae de ellos, la sencillez. Veo la montaña de El milagro de la fuente y me parece más real que un paisaje de Turner. Admito que los románticos no buscaban la realidad, al menos una realidad patente, pero me parecen demasiado deudores del renacimiento. Su figuración realista me lleva más hacia un paisaje imaginario que esa montaña de Giotto, que imagino como quiero. Giotto me invita a pensar para conseguir algo, me deja esa sensación de búsqueda que se convierte en anhelo. Porque buscar en el pasado nos obliga a pensar en como lo debemos hacer, como debemos buscar esa sencillez que nos hace sumergirnos más. ¿Si nos lo dan todo, que nos queda?, el páramo, algo que no nos obliga a nada, que nos hace sentarnos delante de él y dejarnos morir en un aburrimiento perpetuo. Es muy importante pensar que lo real está en la imaginación, no

Ilustración 1: El milagro de la fuente, Giotto, 1290-00

hay ninguna duda. El hiperrealismo me aburre, siempre pienso que la realidad en la que se basa será más hermosa. Alberto Castelló Juan

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Debo hacerme una pregunta, ¿cuanto le debe esta serie que estoy pintando a los frescos sobre la vida de San Francisco

de

Giotto?

Creo

que

bastante. El concepto de verdad en el arte está muy presente en esos frescos. Una verdad a través del artificio, que nos traslada a la realidad a través de gestos, de detalles que parecen insignificantes y que nos lo

Liv Ullmann en Gritos y Susurros, Ingmar Bergman, 1972

dicen todo, porque esos gestos que nos encontramos en los personajes nos hablan de sentimientos, no especificamente suyos, de sentimientos generales que le dan un sentido a la imagen que de otra forma sería incomprensible.

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CAPÍTULO 9 Una mujer joven duerme en una cama, envuelta por un sueño, de rosa. El suelo me recuerda el color de la carne, de piel de mujer. Una sombra oscura e intensa la encierra, sin cubrirla. La oscuridad es cálida, se extiende lentamente. ¿La cama sueña? Acabo de ver un reportaje sobre la exposición de Jeff Wall en el CGAC de Santiago de Compostela. Me siento muy identificado con la manera de trabajar de este artista, y me

Hija durmiendo, 60x60 cm, Óleo sobre tabla, 2012

impresiona como sus fotos son capaces de aguantar la comparación cruda, frente a frente, con obras de Bruce Nauman. Y es que la calidad se ve, y más si está mostrada con claridad, con limpieza. Nos demuestra que no hace falta inventarnos ninguna teoría egocéntrica para poder hablar a través del arte. Cuando uno habla de lo que ve tiene menos problemas para crear algo, y si lo que ve es representativo para él, menos aún. Tenemos que plantearnos donde se encuentra la realidad. Me gusta mucho su foto Insomnia (1994), es como un relato. Tiene una salida hacia la oscuridad, su teatralidad la convierte en un montaje, un montaje bien hecho, limpio. La expresión del personaje refleja más pánico que insomnio, refleja lo que hay después de..., siempre

hay

algo

más

que

buscar.

El

escenario es atemporal, los muebles se

Insomnia, Jeff Wall, 1994

muestran como imposibles. Creo que nunca había visto unos muebles de ese estilo limpios en ninguna imagen, al menos no lo recuerdo en una tan actual. El espectáculo no está en los elementos que coexisten en la imagen, está en lo que ves a través de ellos. La densidad está en la limpieza, en un mensaje que cada cual entiende como quiere, que transforma cualquier imagen en algo vivo, algo en lo que el espectador tiene que escrutar, mirar. Y es que tenemos que convertir al espectador en mirón, en Alberto Castelló Juan

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mirón de algo que siendo nuestro, bajo su mirada nos abandone. Pienso en cuando pinto un cuadro en la soledad de mi cuarto, lo próximo que me encuentro a él, y en lo lejos que estoy cuando lo doy por terminado, y en como me pertenece esa imagen de Jeff Wall. No me gustan los artificios, el impacto gratuito, un pecado demasiado frecuente en el arte actual. No encuentro la razón para hacer algo visualmente espectacular, de impacto instantáneo. Estamos rodeados de ese tipo de imágenes las 24 horas del día. Cuando enciendo la tele (cuando tenía, tengo que recuperarla) me paso las horas enlatado, no se como nunca dejan de sorprenderme, es una gran fuente de inspiración para mí, me guía a través de la sordidez, me anima a hacer las cosas de otra manera, me ayuda a buscar un camino más complejo. Creo sinceramente que la televisión ha hecho que pierda el interés por el arte popular. Es capaz de hundir a cualquiera, su poder de seducción es tal que tenemos que estar en lucha constante contra nuestros instintos para darnos cuenta de que todo es ficción. Representa un gran esfuerzo para mí, apartar los ojos delante de tanta irrealidad, y como lo que a mí me gusta es imaginar... imagino que todo es real, lo que me provoca conflictos, especialmente respecto a mi sentido de culpa. Me parece que la careta se nos ha caído, solo tenemos que mirar las audiencias de televisión, si un programa cultural dura más de una temporada es un milagro, y es que la gente se aburre, y cuando los ves entiendes porqué. La televisión no es su formato, el formato de la televisión es el entretenimiento, y cuanto menos sesudo mejor. Me imagino a un trabajador que acaba de hacer ocho horas en una fábrica, digamos...turno de tarde. Sale a las diez cansado, con ganas de despejar su mente en algo difuso, simple, algo con lo que poner el cerebro a cero. ¿Cómo podemos siquiera imaginar que puede tener ganas de ver Metrópolis?

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CAPÍTULO 10 Una

mujer

joven

sueña,

la

vista

del

espectador se aproxima para ver dentro. Sus muslos y su culo están húmedos. Todos los colores son sucios, excepto ella. Abre la boca, ¿es un grito?, la verdad es que no lo se. Me inclino a pensar que no, ¿está llorando?, ¿está a punto de hacerlo?. Lo que está claro es que su sueño es sobre el dolor, un dolor húmedo. ¿La sábana está húmeda? Me gusta lo

Hija soñando, 60x60 cm, Óleo sobre tabla, 2012

húmedo, lo que me aleja definitivamente de la primera idea de esta serie. No habrá vacas, demasiado metafóricas. El lenguaje se desvía hacia los instintos, los sentimientos se convierten en protagonistas de una fábula romántica, cada vez más sucia. Porque es que en la familia existe suciedad, existe bajeza moral, existe el mayor dolor que se pueda buscar. Se está convirtiendo todo en más cercano, alejándome del libro me acerco más a él, a mi libro. No lamento dejarlo atrás, debería haberlo hecho antes. Hay un cuadro de Degás que siempre

tengo

presente,

La

violación (1874). Me parece una muestra intensa de lo que es el horror. ¿Hemos visto alguna cama como esa alguna vez?

A mí me

recuerda a una cuna. ¿Que tipo de sensibilidad hace falta para pintar ese cuadro?, ¿y para apreciarlo?. El hombre con las piernas abiertas

La violación, Edgar Degas, 1874

me hace pensar que un error en la figuración dotó a este lienzo de un significado más obsceno, Degás podría haber hecho las figuras más pequeñas y hubiesen quedado perfectas de todos modos, y además más acordes con el espacio en el que se encuentran. A veces pienso en los problemas que he tenido a la hora de mostrar mis cuadros a otros artistas, como los han Alberto Castelló Juan

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maltratado en su aspecto formal, frustrado al ver que no eran capaces de aceptar que el cuadro consiga su propia vida, que se cree a si mismo a través de mí. No es una cuestión de ego, ni de técnica, es simplemente una cuestión de verdad. Ese cuadro muestra una verdad incontestable sin que se vea en la imagen, esa verdad está en lo que piensa el espectador cuando lo mira fijamente, cuando lo escruta. Nadie se atreve a decir en el siglo XXI que ese cuadro está mal pintado, incluso me atrevo a decir que una persona no instruida en el mundo de la imagen tardaría mucho en verlo, si es que lo ve. De lo que no tengo ninguna duda es de que este cuadro le produce a cualquier persona el mismo desasosiego, y para mí, eso es lo que cuenta. Me divierte pensar que podría defender esa pintura diciendo que trata de un padre que está obligando a vestirse a su hija para ir a un entierro. Un padre duro, claro. El aspecto opresivo de una habitación burguesa, la niña llorando porque no quiere vestir de negro, el padre inquisitivo apoyado en la puerta dispuesto a esperar...la escena perfecta de una discusión entre padre e hija dentro de un contexto descrito a la perfección. Incluso está el maletín donde la madre guardaba las ropas que la niña debía ponerse el día de su entierro, perfectamente comprensible en un escenario burgués del siglo XIX.

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CAPÍTULO 11 Una joven embarazada, esconde un limón. Sus piernas están llenas. El vestido es negro acarminado. El líquido espeso se posa sobre la mesa, casi transparente. Una luz difusa la ilumina

y

crea

sombras

oscuras,

contaminadas. Los colores contaminados son más reales, incluso se pueden utilizar para irrealidades. Es muy bonito el jugar para utilizar los colores de un modo arbitrario. Creo que eso crea una sensación abstracta que atrapa al espectador.

Madre o hija, 60x60 cm, Óleo sobre tabla, 2012

El espectador se pregunta que es lo que no reconoce en el cuadro, y se sorprende al descubrir su irrealidad. ¡ Me gusta tener esa sensación como espectador! Me hace sentir bien, con los ojos abiertos. No es otra cosa que una distorsión. Una distorsión leve, lo que la hace más profunda, porque hace que te acerques más. En un cuadro las cosas tienen que verse, es una teoría más, claro. ¿Que significa que las cosas se vean?. Es una pregunta que solo puede tener una respuesta metafísica. Y si esta afirmación es cierta el espectro se ensancha. Nos lleva a los modos de ver, de lo que dependen. A las diferencias de criterio, un terreno farragoso para el arte. A mi modo de ver, las cosas tienen que verse tal y como son, que es lo que las convierte en extrañas. Llevamos las cosas al realismo y esperamos que el espectador lo mire según su perspectiva, siempre basada en su vida, el problema es que es nuestro realismo, y entonces es cuando nos encontramos que a mucha gente no le gusta, el único valor realmente importante en el arte. Sobre todo desde que perdió su funcionalidad original de narración. Lo que tenemos que tener claro es que las cosas tienen que estar bien contadas, después adquieren su propio significado. El lienzo Estelle Musson, de Degas, está bien contado. Probablemente no sea de los cuadros de este pintor que se podría considerar favorito para el público. (a parte de la función que puede tener esta pintura, de encargo). Probablemente le gustó a la protagonista, pero estoy seguro que alguna vez Alberto Castelló Juan

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oyó que la habían pintado demasiado triste, ¿realmente lo estaba? Seguramente si nos pusiésemos a investigar nos vanagloriaríamos de nuestro descubrimiento sobre el estado de esta mujer en el momento en el que Degas la pintó, pero eso ya no importa, porque la imagen trasciende lo real, y la realidad pasa a ser secundaria para gozar de una nueva vida en un lienzo de 73x92 del siglo XIX. ¿Que es lo que en realidad importa? Estoy seguro de ello, el contacto del espectador con esta imagen y lo que representa para él. Cálidos y fríos, negros con medios tonos. ¿Podría mezclarlos al azar si quisiera?¿quedaría bien cualquier cosa? Le haré un compañero, un compañero que la quiera, que la complete. Le gustará el líquido, lo mirará cabizbajo, ensimismado. Ese hijo debe tener un padre, un padre que lo acepte. ¿Será realmente su marido el pintado?, no es

Estelle Musson. Edgar Degas. 1872-1873.

realmente necesario. Que sea el mirón el que decida, que sea este mirón juez, jurado y ejecutor de una historia nunca terminada. Terminar una historia es triste, como ya he dicho antes, lo que cuentan son las preguntas, las infinitas preguntas que nos llevan a querer ser el padre, ya que ella no es de nadie. ¿Un limón puede hacer daño?, ¿puede ser un engaño que nos aleje de lo que realmente importa? Su pelo es cada vez más delicado. El brillo del barniz lo hará crecer, lo convertirá en algo libre, y por tanto digno. Me importaba mucho que estuviese llena, que tuviese peso. Desarrollaré el peso de un cuadro en el próximo capítulo, seguro que tiene algo que ver con la verdad.

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CAPÍTULO 12 Un hombre viejo sentado en una habitación circular mira fijamente un líquido derramado sobre una mesa de madera, ensimismado. Ya no están los limones, se han ido con ella, esa mujer que nos abandona por puro egoísmo, lo único que ha conocido y por lo que ha vivido. El suelo es rojo, no puede ser de otro modo, el homenaje definitivo a un amigo que pinta, que se mueve en el terreno del drama explorando,

Padre, 60x60, Óleo sobre tabla, 2012

pintando solo lo que importa. Y es que lo único que importa es lo que nos sucede, lo que sentimos. Marieta se bebe una copa de champán de un solo trago, no puede dejar escapar nada (Corazón salvaje, 1990, David Lynch), cuando la ves bebiendo sabes que lo quiere todo, que la copa no importa, que la verdad está en su egoísmo, su locura. Ese líquido significa lo mismo, es la escenificación de un deseo rodeado de un escenario que importa lo justo para indicarnos algo, para focalizar un sentimiento que solo puede ser nuestro. Su cara refleja un sueño, el anhelo de algo que nunca sabremos que es exactamente pero que reconocemos, algo que tiene que ver con nosotros. Los límites de la locura son extraños, igual que en Hombres leyendo (1819-23, Goya) hay algo en lo que debemos centrarnos. La luz en el rostro no tiene porqué ser positiva, por qué darnos algo bueno, ¿o si?. Le enseñé el cuadro a mi madre, me preguntó si ese hombre se disponía a pintar un cuadro, me quedé sorprendido, asombrado de lo que puede transmitir una imagen. Ahora lo pienso y me pregunto, ¿por qué no?, ¿quién soy yo para decir otra cosa?, ¿qué más da lo que yo piense?, incluso si me esfuerzo puedo llegar a pensar que es cierto. Me pareció una hermosa deducción, libre, lejos de todo el esfuerzo que a mí me supone llegar a mis propias

Hombres leyendo, 1918, Goya

conclusiones, fruto de una mente limpia, lejos de las Alberto Castelló Juan

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contaminaciones intelectuales arrastradas a trav茅s de mis cuadros, que al final, gracias a mi madre, poco importan.

Alberto Castell贸 Juan

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CAPÍTULO 13 Una mujer mira un cuchillo, triste. El cuchillo brilla, las paredes son de un azul verdoso, lo reflejan todo, reflejan lo que no se ve a través de un hijo que arrastra algo, algo que no sabremos nunca que es. Esas dudas que a todos nos invaden cuando no estamos seguros...dejamos de mirar para pensar, para mirar dentro. Mi obsesión es mirar dentro, ¿pero dentro de qué? Esos espacios indescifrables que siempre nos

Mi madre es un pez, 60x60, Óleo sobre tabla, 2012

encontramos en lo cotidiano, lugar de todos los misterios. Perdón, misterio no es una palabra adecuada en el mundo del arte... enigma. Nunca entenderé que tiene de malo la palabra misterio, la línea que la separa de la palabra enigma es tan delgada que se pierde casi en lo superfluo. Lo superfluo hace tiempo que ha dejado de importarme, es más convencional la palabra misterio, más entendible, ¿será eso lo que tiene de malo?, ¿que se entiende? Un enigma siempre a sido para mí algo que se tiene que descifrar, que tiene un significado que alguien sabe, y que no nos quiere decir, o contar. Mi pregunta es, ¿para qué sirve?, ¿si no nos lo quieren contar que sentido tiene averiguarlo si no es para alimentar nuestro ego? No hay nada peor en un enigma que el momento en que lo descifras, y más si te das cuenta en ese momento que ya conocías ese significado, que todo ese trabajo que te has tomado y todo ese tiempo invertido no ha servido de nada. El misterio siempre te acompaña. Te levantas sabiendo que hay algo desconocido que siempre estará ahí, como una parte de tu vida que no necesitas descifrar porque vives con ella a través de preguntas sin fin. La curiosidad se alimenta a través del misterio de un modo infinito. Si supiese lo que arrastra el niño sería una imagen sin sentido, resuelta. Eso es para mí lo hermoso de una imagen, que no se resuelva, tener todas las respuestas es el fin, no nos sirve de nada. Mientras escribo esto estoy oyendo a los Black Crowes, no entiendo ni una palabra de inglés, he hablado muchas veces de esto con amigos que se saben Alberto Castelló Juan

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las letras de los grupos de rock anglosajones. Me han preguntado muchas veces porqué no tengo interés en entender lo que dicen, yo siempre les respondo que la música para mí es algo que no necesita entenderse, que tiene una función sensitiva. Se que es pereza, pero es que no tengo la necesidad de encontrarme algo que no me gusta en la música. Miré una vez unas traducciones de unas letras de Led Zeppelin, me parecieron tan malas que intentar entenderlos me parece una muralla, como un conocimiento innecesario hacia el aburrimiento. Mi curiosidad no llega a ese punto en la música, siempre que lo he intentado he quedado tan decepcionado que prefiero mantenerme en la ignorancia, a medida que pasa el tiempo mi gusto musical deriva más y más hacia la abstracción, es para mí un misterio en el que me siento a gusto. No me he manejado igual en la literatura y el cine, a fuerza de descifrar el lenguaje cinematográfico he terminado por aborrecerlo, todas las películas me parecen iguales, claro está que hay excepciones, pero en general todo el cine que veo me parece basura, repetición de otras repeticiones, incluso a veces me sorprendo pensando en la alegría del convencimiento de que está llegando a su fin, o mejor dicho, a su transformación a través de la interacción. Hace unos días estaba viendo demos de lo último en videojuegos y hubo uno que me sorprendió hasta tal punto que me produjo incredulidad. Se llama Last of us, verlo es ver el fin del cine comercial, el nivel de interacción que se está logrando acabará con avatares y titanes, la experiencia que se vive a través de esas imágenes es imposible de encontrar en un film. La única salida que le queda al cine después de esto es la poesía. Para

contar

historias

ha

quedado Captura del videojuego Last of us, 2012

totalmente obsoleto. Hay que volver a la intimidad, a lo cotidiano, al costumbrismo. Vemos las pelis de acción hollywoodienses y ya no son

espectaculares,

los

efectos

especiales están dejando de sorprender al espectador porque su sentido no es el que se ve en pantalla. Todo lo que pasa Alberto Castelló Juan

Preocupante falta de drama en el final de Prometheus, Ridley Scott, 2012

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en una película debe estar al servicio del drama, intentar sorprender al espectador de hoy con épica es totalmente imposible. Los efectos especiales deberían utilizarse para lo que se crearon, llegar a la poesía a través de la imagen, hacernos sentir que lo que estamos viendo tiene un sentido que tenga más que ver con el drama que con el espectáculo, al servicio del espectador para que la escena en la que se utilizan sea más entendible, más hermosa. No tiene nada que ver con lo grande. Sus manos son grandes y gruesas, trabajadas, lo que tiene que hacer las necesita.

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CAPÍTULO 14 Me gusta el rosa, en toda su gama. Es como el color de la sangre que se puede beber. Las ventanas son azules, las habitaciones están diferenciadas para imaginar, aunque nunca llegaremos a una solución. ¿Cómo es el color del agua? Es el primer espacio exterior de esta serie, creo que consigue captar el aura del sitio en que tomé la foto. Al menos el aura que yo recuerdo, siempre enfocado hacia Faulkner,

La casa de las ventanas azules, 60x60, Óleo sobre tabla, 2012

claro. No se si tengo ganas de entrar en esa casa cuando miro el cuadro. Pienso que intenté entrar para tomar imágenes más de cerca pero no pude. Estaba todo vallado, encontré una entrada bastante accesible pero se me hizo de noche. Siempre te quedan cosas pendientes cuando encaras un cuadro, cosas que podrían haberlo hecho diferente, ¿habría enfocado el cuadro del mismo modo si las fotos estuviesen tomadas de dentro, a pié de casa? Me apetecía escapar de lo íntimo, mejor dicho, mirar lo íntimo desde otra perspectiva, alejarme antes de encarar el final, me queda uno, creo. A medida que avanzo cada vez es más difícil, necesito alimentarme, hacer algo más relajado para volver a empezar, pensar en cosas triviales para relajar la densidad y tensión de los cuadros. Comunicarlos ha sido duro, un trabajo de repaso constante a través de obras tensas, cerradas, necesito volver a ser libre. La decadencia de las ruinas me lleva por caminos que no he explorado antes, siempre he tenido un pensamiento romántico a pesar de todo, y no se si lo he plasmado en la serie como debería. Creo que esa dejadez del romanticismo no se ve por la realidad de las imágenes. La fantasía solo me ha servido para reflejar la realidad, no me he regocijado en ella, no la he explorado, no la he relamido. Quizás si hubiera hecho el viaje habría aparecido, por si mismo. Creo que en este si que aparece De Cirico, los pilares me recuerdan a sus figuras, tienen la misma distancia respecto al surrealismo, estoy contento por eso.

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CAPÍTULO 15 Si dijera lo que pienso...

El padre que mira, 60x60, Óleo sobre tabla, 2012

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Conclusiones La primera conclusión que tengo es que no creo que el camino de esta serie termine aquí. La veo demasiado corta con 15 o 20 cuadros hablando sobre la familia. Pero todo ejercicio debe tener un final, no puedo pintar siempre lo mismo. Ahora lo pienso y me hubiese gustado que fuera más pornográfica, que el sexo siempre estuviese presente, no se puede separar el sexo y la muerte, ¿el Imperio de los Sentidos (Nagisa Oshima, 1978) trata sobre la familia?, ella pone un huevo en una escena de la película... Espero haber encontrado el silencio que sentía al pintarlos. Haré tres o cuatro más, hasta que los cuadros digan basta. Creo que han quedado con ese visionado que provoca extrañeza, que sugiere más de lo que se ve. Cuesta mucho conseguir eso intencionadamente, te obliga a desechar mucho, y cada pérdida es un lastre que arrastras en el próximo. Creo que he aprendido a despegarme de ellos, a relativizarlos. Los miro en conjunto y veo algo logrado, algo propio, aunque siempre lo es no significa que los demás lo vean, si se ve en estos cuadros. Me apetecía tratarlos como objetos, que quedaran completos, con sus defectos, nunca he visto un cuadro perfecto. He podido aceptarlo, he tenido el suficiente distanciamiento y desapego para mirar al espectador con respeto. Es muy importante para mí eso, el respeto al espectador. Cuando hablo de objetos me refiero a que los tengo en la mano y veo algo que se puede comprar, algo que alguien puede querer poseer porque le encuentra interés. Nunca pensé en contradecirme de una manera tan despegada, sin tener sentido de culpa, renunciando al arte por el arte con el fin de que alguien que no conozco lo posea. Estoy muy lejos de este negocio, no les veo ningún sentido comercial y eso me alegra. Espero terminar con sexo, tengo un interés por la pornografía totalmente dramático. No sobre la pornografía física que vemos en películas insulsas, la pornografía de verdad es para mí de pensamiento. El interés está en el sentido dramático que le demos a las cosas, en la candidad de realidad que hay en lo que contamos. En el motivo están los remordimientos, el placer, la lucha por hacer o dejar pasar las cosas, la reflexión, el momento en que todo son dudas...nunca he entendido el sentido despectivo que se le da en ocasiones a Alberto Castelló Juan

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la palabra pornografía. Solo espero mirar atrás y no arrepentirme de nada, mirar una obra digna, sincera, ¡Qué difícil es ser sincero!, dedicándonos a esto, ¿tenemos otra salida para hablar de verdad? Humildemente, lo único que espero es que se vea la verdad que yo he puesto en ellos... Creo que mis cuadros, al menos, hablan de todos los artistas que cito en esta memoria. Hablan de mi punto de vista con respecto a las cosas que me suceden o me han sucedido. Basarme en ellos a sido un placer. He encontrado alguno de esos momentos en que tienes la sensación de que todo sale, de que todo se ilumina y la pintura fluye sola. Creo que eso es lo mejor de la pintura, el placer estético,¿otra contradicción?, normal, he escrito demasiado. Me lo dijo el año pasado mi profesor de procesos...Atilio, te recuerdo.... ¡No pienses! ! Fluyeeee! Ya estoy pensando en la próxima serie, la sierra quemada de Agullent puede quedar dramática. No habrá personajes, al menos humanos. Necesito despejar mi mente para empezar a hablar de personas de nuevo. ¿Se puede dejar de hablar de personas?, ¿incluso pintando paisajes quemados?, ¿quién los quema?, los paisajes. Será una serie más corta, con tablas más grandes. Quizás cien por setenta, o sesenta, ya veremos. Ya pienso en los colores, podré ser más sucio, ¿pueden tener los árboles quemados sexo? Un saludo.

Alberto.

21/05/2012

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DOCUMENTACIÓN

Libros Charles Baudelaire. (1957) Las Flores del Mal. Editorial EDAF s.l. Madrid.

William Faulkner. (1930) Mientras agonizo, Alfaguara, Santillana Ediciones Generales S.L. Madrid. Julio Cortázar. (1945) Conducta en los velorios, Cuentos completos 1, Alfaguara, México. Juan Rulfo. (1955) Pedro Páramo, Austral 70 años, Espasa-Calpe, Madrid. Juan Rulfo, (1980) El gallo de oro, RM Verlag s.l, Granollers. Klaus Kinsky, (1992) Yo necesito amor, La sonrisa vertical SV 99, España. Jeff Wall, (1986) Transparencies, Schirmer/Mosel Verlag GmbH. Samuel Beckett, (1971) El innombrable, Alianza. España. Samuel Beckett, (2002) Malone muere, Alianza, España. Robert Walser, (1917) El paseo, Siruela, España. Françoise Jaunin, (2010) Meditaciones de un caminante solitario de la pintura, Las cuarenta, Argentina. Moshe Barasch, (1999) Giotto y el lenguaje del gesto, Akal, Arte y estética, España. Marqués de Sade, (1797) Justine o los infortunios de la virtud, La sonrisa vertical, España.

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Películas Edvard Munch, (1974) Peter Watkins, Norwegian and Swedish state television networks NRK and SVT. Gritos

y

susurros,

(1972)

Ingmar

Bergman,

Svenska

Filminstitutet

/

Cinematograph AB, Suecia. El unicornio, (1975) Louis Mallé, Coproducción Francia-Italia-Alemania. Mi enemigo íntimo, (1999) Werner Herzog, Coproducción alemana-GB. Wild at Heart, (1990) David Lynch, PolyGram Filmed Entertainment / Propaganda Films, EEUU. El impero de los sentidos, (1978) Nagisa Oshima, Coproducción Japón-Francia; Oshima Productions / Shibata Organisation (Tokio) / Argos Films (París). Aguirre der Zorn Gottes,(1972) Werner Herzog, Werner Herzog Filmproduktion , Alemania. El manantial de la doncella, (1970) Ingmar Bergman, Svensk Filmindustri, Suecia. Saló o los 120 días de Sodoma, (19769) Pier Paolo Pasolini, Produzioni Europee Associati (PEA) ,Les Productions Artistes Associés (co-producción), Italo-Francesa.

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Webs http://www.rtve.es/alacarta/videos/metropolis/metropolis-jeff-wall/1325908/ http://www.tate.org.uk/modern/exhibitions/jeffwall/infocus/section3/img5.s htm http://librosdearte.blogspot.com/ http://pintura.aut.org/ Videojuegos The last of us (2012), Naughty Dog. Inc.

Sony Computer Entertainment

America LLC.

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