Actividad 2 de etica trabajo de investigacion

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ASIGNATURA: Ética. ALUMNA: Maribel del Transito Espinoza de Bolaños. TEMA: Aristóteles y el contenido del bien humano. Aristóteles y el contenido del bien… Aristóteles empieza su obra definiendo lo esencial de la ética: el bien. Lo relaciona con la felicidad, que es "lo que todos buscan". Enseguida habla del medio para llegar a la felicidad y del camino de la ética, que es la virtud. Como la virtud se muestra más claramente en la parte inferior del alma -las pasiones-, Aristóteles empieza describiendo la virtud y después las virtudes de carácter, especialmente la justicia y continúa con la virtud en el intelecto, donde radica la felicidad. Después muestra cómo el placer tiene que ver también con la felicidad, y por lo mismo con la ética. Como el hombre es social, necesita amigos para alcanzar la felicidad completa. Esto le lleva a una descripción final de la felicidad que será la que se alcance por una actividad acorde con la virtud más excelsa. Aristóteles plantea los principales modos de vida son tres: 1. Placer: los que se dejan llevar por los placeres y la licencia. 2. Político: el que busca el bien para los ciudadanos. 3. Contemplativa: la vida dedicada a la reflexión. Y plantea que solo llegando al nivel contemplativo se puede alcanzar el fin último…la felicidad. Al inicio Aristóteles se pregunta ¿Qué bien es el fin de todos los fines? La felicidad. La felicidad quiere decir vivir bien y obrar bien. La felicidad es lo que todos los hombres quieren, pero no está allí donde la mayoría suele buscarla: la felicidad no radica en la riqueza ni en los honores ni en el éxito. La felicidad está en la vida virtuosa. ¿Cuál es nuestra función en este mundo? Sólo la respuesta a preguntas como esta nos da la clave de la virtud y, en consecuencia, de la felicidad. Aristóteles, para contestar al interrogante, repara en los tres géneros de la vida que ya Platón había separado: la vida vegetativa (propia de las plantas), la vida sensitiva (propia de los animales), y la vida racional (propia del animal racional que es el hombre). En una ética como la griega, dirigida a la formación del carácter, lo que busca no es eliminar los deseos, sino más bien encauzarlos hacia ese fin que es la


virtud o la felicidad, es decir, tratar de conseguir que los deseos y la sensibilidad de cada uno no obstaculicen ni entorpezcan el camino hacia la vida feliz. El bien propio del hombre Éste bien que es propio del hombre, es la acción dirigida por el alma para alcanzar la virtud. No obstante, no es que el hombre haga una sola acción y se vuelve inmediatamente virtuoso, sino que debe practicarlo siempre y mientras más lo haga, más estará cerca del bien. Ahora bien, esta felicidad se compone de la vivencia de las virtudes y de una vida completa; la felicidad es una actividad del alma de acuerdo con la virtud ("excelencia") completa. Los amigos virtuosos son necesarios para la felicidad, pues el hombre es un "animal social", necesitado de otros seres humanos de quienes depende y con quienes puede compartir. Los amigos son el bien externo más grande para el hombre. ¿En qué consiste la virtud? La virtud es un estado de elección racional que consiste en un medio relativo a nosotros y determinado por la razón. Aristóteles explica que está hablando de la virtud moral (ethos), o de carácter, y no de la virtud intelectual, pues busca un medio entre vicios, un tipo de estado para hacer las mejores acciones que mantenga la relación con el placer y el dolor. La virtud moral hace bueno al ser humano y le hace cumplir bien su actividad característica. El arte sólo requiere conocimiento, pero la virtud también requiere elección racional y un carácter firme. Es difícil ser bueno porque es difícil encontrar el medio y la función de la educación es precisamente ayudar a alcanzarlo. La virtud se da con la práctica, esto es, cuando una persona logra tener o forjarse un hábito admirable o digno de alabar, se debe a que de alguna manera ha tenido que trabajar en ello y llegar a tener una actitud constante con respecto a algo. La práctica de la virtud debe hacerse siempre en relación con la recta razón pues es ella la que puede ver si hay algún exceso de alguna pasión o acción. La virtud no es un estado de insensibilidad o de calma sino la capacidad de realizar acciones bellas; de esta manera nuestro pensador nos da elementos para poder refutar la idea de los estoicos que pretenden desligarse del deseo ya que ofrece una percepción de la acción humana en donde la recta razón se ve capacitada para controlar los excesos del cuerpo.


En otras palabras la virtud es una actividad práctica consistente en saber escoger el término medio, un término medio peculiar en cada caso. La vida feliz es una vida “reglada” por la razón y no abandonada al desorden de deseos y pasiones, reglas que tienen que ver con la moderación porque las cosas se destruyen (se “desvirtúan” o dejan de ser ellas mismas) tanto por exceso como por defecto. Aristóteles nos ha

dejado distintas listas de virtudes. Para entender el

significado de la idea de virtud sobre todo conviene fijarnos en las cuatro virtudes cardinales: la prudencia, la justicia, la fortaleza y la templanza. El hombre virtuoso debe buscar el término medio entre sus pasiones y sus acciones con respecto a sus emociones, apoyadas de manera esencial en la razón, pues es ella la que puede guiar nuestro caminar y de esta manera hacerlo feliz. Las virtudes aristotélicas se clasifican en dos grandes tipos: virtudes éticas y virtudes dianoéticas. Las virtudes dianoéticas no se adquieren por la costumbre, como ocurre con las virtudes éticas, sino por la enseñanza. La clasificación es consecuencia del rechazo de su autor de una concepción puramente intelectual de la virtud, así como de la convicción de que la vida virtuosa, propia de la existencia humana, no consiste en una actividad exclusivamente racional, sino también sensitiva, que tiene que ver con las emociones y no sólo con la razón. Así, las virtudes éticas se originan mayormente por la costumbre, por los hábitos, y son las que más directamente contribuyen a formar el carácter de la persona. Ser virtuoso no consiste en realizar de vez en cuando un acto virtuoso, sino en serlo durante toda la vida. Aristóteles enseña que la virtud no viene directamente del conocimiento, sino que requiere el hábito, que la felicidad no es un estado sino una actividad, y que el placer no es la felicidad sino una consecuencia de la virtud, y especialmente que el hombre tiene un fin en sí que no es absorbido totalmente por los fines del Estado. Aquí está la clave de lectura de la ética de Aristóteles: la finalidad del acto humano. Todo acto tiene un fin, que es la felicidad, pero se puede buscar este fin en diversas cosas. Aristóteles muestra que el fin ha de ser específico del hombre, y esto es la contemplación, a la cual ayuda la virtud necesariamente, pues la virtud busca el medio que le da la recta razón del individuo. La contemplación es el acto más autosuficiente y estable y para la plena felicidad requiere también el placer.


Por contemplación, desde luego, no hay que entender una ocupación intelectual e intensa, sino el hecho de conducir la propia existencia, en los quehaceres cotidianos, hacia la verdad, hacia la trascendencia según el muy particular modo de ser humano y mediante el fortalecimiento de las llamadas virtudes morales, que son las que permiten elegir el bien y rechazar, consecuentemente, su no realización. Así, una vida orientada hacia la verdad y gestionada por las virtudes morales constituye la felicidad del hombre. No obstante, hay un aspecto que no depende exclusivamente del hombre, sino que también obedece a la injerencia de terceros en la existencia de la persona. Es decir, el contexto en el que uno vive, las realidades materiales y las personas con las que uno se relaciona influyen o pueden influir positiva o negativamente en la consecución del fin del hombre en la medida en que esté arraigado a la verdad y al bien. La ética, dice Aristóteles, tiene como objetivo alcanzar el fin propio del hombre al que se dirigen todas las actividades humanas, es decir, la felicidad. Mientras que la ética se encarga de la felicidad de un individuo la política trata de buscar la felicidad de un conjunto social; a su vez, al ser el hombre un ser sociable por naturaleza, la felicidad del individuo está indisolublemente unida a la felicidad del cuerpo social al que pertenece por lo que, Aristóteles concluye que la ética es, en realidad, una parte de la política y que debe estar supeditada a ella: la felicidad del conjunto social es más importante que la del individuo. Al hablar de la sociedad tenemos que hablar de la justicia, veamos como la plantea Aristóteles: Afirma que la justicia es la virtud completa por cuanto refiere a otras personas, pues es más difícil ejercer la virtud con los demás que solamente consigo mismo. Trata luego de la relación entre la justicia y la ley, una relación necesaria para que el bien del otro se consiga, pues el hombre por sí mismo siempre busca el propio bien. Por ello, se necesita una ley. Aquí entra la política, pues existe una justicia natural que nadie puede transgredir y otra legal, que depende de las reglas adoptadas. La justicia legal se debe seguir una vez que se han aprobado las leyes. Esta justicia legal es variable porque los casos particulares se relacionan con las normas universales de manera distinta en cada ocasión.


La política es el bien moral para todos los ciudadanos, en otras palabras, la política es lo que llamamos ética pública. Por otra parte, el bien particular, es decir, de un hombre, constituye la ética privada. Evidentemente, el bienestar de todos los ciudadanos será preferible al bien estar de un sólo hombre. Piensa Aristóteles que del mismo modo que, por ejemplo, un manzano tiene una finalidad específica (dar manzanas) el hombre debe tener una finalidad propia y exclusiva; para descubrir cuál es debemos investigar qué es el hombre y, según el discípulo de Platón, el hombre es precisamente un ser racional; la racionalidad es el ser específico del hombre por lo que la felicidad queda definida como “actividad racional” cuando esta actividad racional esta reglada por la virtud. La actividad racional es una actividad medida y armónica ya que toda actividad desmedida y sin armonía carece de razón por esto Aristóteles define que el camino para alcanzar la felicidad, es, de hecho, la búsqueda de un justo medio entre los extremos. Aristóteles reconoce que es difícil estipular en donde está el justo medio ya que la ética no es una ciencia exacta como las matemáticas y que en muchas ocasiones no es un punto medio simétrico entre los dos extremos (el valiente se acerca más al temerario que al cobarde). Podemos vemos la preferencia de Aristóteles por una felicidad que debe llevarse a través de la virtud, despreciando el placer y el deseo que nos entrega el alma sensitiva. Su creencia en un Dios que lo puede todo queda intacta, además de considerarlo como el bien sí mismo y la felicidad. Resumiendo puedo decir que para Aristóteles el hombre tiene un fin específico y ese fin es la felicidad. Y dice también que la felicidad solo se consigue con la virtud. La virtud es una actividad práctica consistente en saber escoger el término medio de las cosas. Además nos plantea que el hombre siempre estará buscando la felicidad…esa felicidad no debe ser buscada solo para uno mismo; sino para la sociedad, procurando en bien para todos. La ética aristotélica intenta establecer los criterios que nos permitan dar con el “hacer” adecuado para el hombre, busca enseñarnos a conducirnos y actuar en relación a las principales metas humanas: el bien y la felicidad. En el planteamiento aristotélico, el bien propio del ser humano, como el de cualquier otro ser natural, estará relacionado con su esencia o naturaleza característica, y dado que la virtud es la excelencia de lo natural, la ética aristotélica será básicamente una teoría de la virtud.



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