El Lenguaje del Alma

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EL LENGUAJE

DEL ALMA LOURDES MASSÍN AVENDAÑO





EL LENGUAJE DEL ALMA



Lourdes Massín Avedaño

EL LENGUAJE DEL ALMA


mtm editores 1era. Edición Diseño gráfico y conceptualización: Lourdes Massín Ilustraciones y fotografías: Andrei Dombrov - Jen Leetch - Intia RS - Melissa Dexter Cecilia Eleno - Zak Korvin - Ahlen Greamhradh - Ecrire - Ieva Trinkunaité Contenido: Jung, C. and Franz, M. (1964). Man and his symbols. Garden City, N.Y.: Doubleday. Cubillos Buitrago, C. (n.d.). Mándala: arte de la meditación. Barcelona: Carlos Cubillos Buitrago. huellas.com mandalaintuitivo.com Selección de contenido: Lourdes Massín Todas las frases encontradas a lo largo de este libro son propiedad de Carl Gustav Jung.


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ÍNDICE

Capítulo I

Recorriendo el alma

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Capítulo II

Un símbolo ancestral

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Capítulo III

La cultura de los mandala

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Capítulo IV

Medicina para el alma

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Capítulo V

Más que figuras

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Capítulo VI

Los colores del alma

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Capítulo VII

Conoce tus emociones

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EL LENGUAJE DEL ALMA


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Sólo se volverá clara tu visión cuando puedas mirar en tu propio corazón porque quien mira hacia fuera, sueña, y quien mira hacia dentro, despierta. Carl Gustav Jung

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Para todos los que, como yo, creemos en el maravilloso poder del amor desbordado del alma.


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RECORRIENDO

EL ALMA CAPÍTULO I


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Mandala es un término de origen sánscrito bajo el cual se designa al círculo.

Pero no se trata de una mera figura geométrica sino de una herramienta que se vale la meditación para su práctica. El mandala consiste en una serie de círculos concéntricos que se despliegan a partir de un núcleo reproduciendo con ello el movimiento de la concentración y de la meditación, las sucesivas proyecciones concéntricas que se desplazan a partir de aquel centro representan a la operación específica; pueden ser construidos también de formas derivadas del círculo, como flores o ruedas, en el ámbito indo-budista y también en el Tibet lamaísta. Son estructuras son generalmente dibujadas y pintadas, pero también se emplean arquitectónicamente como planos en la construcción de templos. En sentido propio son reproducciones espirituales del orden del mundo, a menudo combinadas con elementos derivados del cuadrado. La dirección hacia un centro tiende hacia la concentración y la meditación. En el cen-

tro del mandala, según la doctrina y el grado de iniciación, se encuentran diversos símbolos Esta centralidad inherente se ha interpretado en términos budistas como un sendero que conduce hacia la iluminación porque ofrece una estructura ordenada, sintética y armónica en el contexto de un mundo caótico y veloz. Esta relación entre el centro y la región externa-es decir, el individuo y el cosmos-propone un recorrido de lo más general a lo particular y viceversa. Durante este proceso de redescubrimiento del núcleo y su relación con el entorno el Mandala se convierte en foco de meditación y contemplación. Esta experiencia mental estrecha los lazos con la realidad última porque el hacer referencia al universo en su totalidad, la existencia humana queda implícitamente comprendida en su seno.


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La particular característica de los diseños está basada en la inscripción de un círculo en el interior de un cuadrado que lo contiene: el centro es el principio, el punto en el que coexisten fuerzas opuestas que lo convierten en un espacio de concentración de energía y al que el ser humano tiende incluso en forma inconsciente. Por su parte el cuadrado es la combinación y ordenación regular de cuatro elementos, que representa lo estático y carente de dinamismo pero provisto de perfección. Los elementos, las estaciones, las etapas de la vida humana y los puntos cardinales-nociones que otorgan orden y fijeza al mundo-se expresan mediante la cuaternidad.


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“Sólo paulatinamente comprendí lo que realmente es el mandala: “Formación- transformación, el eterno pasatiempo del sentido eterno”. Y esto es la individualidad, la integridad de la personalidad, que, cuando todo va bien, es armónica, pero que no soporta autodecepción alguna”


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UN SÍMBOLO

ANCESTRAL CAPÍTULO II


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El símbolo es una unidad sintética de significado entre dos polos opuestos: lo manifiesto y lo oculto. Tras su sentido objetivo y visible se oculta otro sentido invisible y más profundo. Unen a través de sus imágenes la vida consciente e inconsciente del individuo, a modo de integración. Lo simbólico se puede expresar tanto en el arte gráfico como en las formas dinámicas de las fantasías, las visiones y los sueños. Un mandala es básicamente un círculo, es la forma perfecta, y por ello nos representa el símbolo del cosmos y de la eternidad. Nos representa la creación, el mundo, el Dios, el ser humano, la vida. Podríamos decir que todo en nuestra vida posee las formas del círculo. Desde el universo (el sol, la luna, los planetas) hasta el esquema de toda nuestra naturaleza, los árboles, las flores, entre otros; todo lo que nos rodea tiene la forma de círculo. Que al mismo tiempo nos representan los ciclos infinitos de la vida. Y si observamos nuestro cuerpo, nos daremos cuenta que todas nuestras formas son redondeadas, esto nos recuerda que somos sistemas dentro de sistemas, pertenecemos al Absoluto y el Absoluto está en nosotros.

Los estudios de Carl Gustav Jung sobre el simbolismo del Mandala lo condujeron a definirlo como “la expresión psicológica de la totalidad del ser”. Según Jung en el interior de la psiquis del individuo existía un núcleo relativamente protegido de la influencia de los miedos las obsesiones u otros elementos que generaban caos y malestar. De acuerdo con esta teoría el Mandala constituía una imagen circular que detentaba un centro difusor de orden que compensaba la confusión presente en el estado psíquico. A través de ese núcleo se establecía la construcción de un punto central con el que todo lo demás se relacionaba. Para Jung la producción de símbolos mandálicos era un medio eficaz para alcanzar la unidad simbólica y le permitía al sujeto llevar a cabo la conciliación entre la esfera consciente y el domino inconsciente, teniendo en cuenta que la simbolización es el mecanismo fundamental por el cual se manifiesta el inconsciente, la producción de dibujos mandálicos era más eficaz que el proceso mismo del análisis.


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Los mándalas están compuestos de formas geométricas que se sobreponen, dispuestas de forma concéntrica. Algunos mándalas tibetanos están pensados son representaciones bidimensionales de un espacio tridimensional, visto desde un punto de vista cenital, y en la mayoría de estos casos, este espacio es un palacio o un templo; que a la vez es un lugar sagrado que alberga temporalmente el buda o la figura representada en el centro, y permanece siendo un lugar sagrado mientras el ritual toma lugar. Su construcción es un arte sagrado que los monjes del Tíbet aprenden de memoria bajo un prolongado entrenamiento. Pero más allá de la técnica necesaria para ejecutarlos, el verdadero mándala existe en la mente, una especie de laberinto que debe ser resuelto primero. Antes de poder dibujarlo; cada uno posee una estructura del universo a nivel micro, todas sus partes están

en función de un propósito meditativo -por minúsculas que parezcan-, y ésta coherencia debe ser entendida primero, para ser representada posteriormente. Ningún mándala es igual en esencia, puesto que todos nacen como respuestas a necesidades específicas de cada monje, y cada uno concluye con una representación definitivamente distinta a las demás. El descubrimiento de Jung consistió en probar que los mándalas en esencia, no eran exclusivos de los monjes del Tíbet, sino que son comunes a todos los seres humanos, plantea que son imágenes producidas en un estado de sueño o vigilia, que son indicio de diversos problemas afrontados por el paciente y están cargados de símbolos. Muchos de sus pacientes tenían visiones de carácter mandálico dentro de sus terapias, y parte del propósito de su investigación fue demostrar que este proceso también era el origen de los mándalas lamaístas.


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LA CULTURA DE LOS

MANDALAS CAPÍTULO III


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o mágico que se usa particularmente en el lamaísmo y después también en el yoga tántrico como yantra, como instrumento de la contemplación. En su uso del culto, los mándalas orientales o dibujan, sino que reciben también forma corporal y,


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En la cultura egipcia, los mandalas eran utilizados debido a la fuerza que estos transmitían, llenando de energía el lugar y como instrumento de meditación profunda. También se usaban dentro de las casas para atraer la energía o transmutar la negativa en positiva, así como para crear armonía y balance en la casa. En la civilización China aun en la actualidad, son utilizados para generar abundancia y prosperidad así como para fortalecer la salud. En tribus indígenas americanas se hacen presentes en coloridos bordados adornados con plumas y animales nativos. En algunas tradiciones se empleaban como protección contra los malos espíritus y como una especie de amuleto para promover la valentía y el coraje. Los nativos Navajo celebraban ceremonias, las cuales incluían oraciones

y pinturas de arena representando diversos mandalas. Estos no eran permanentes, invocaban a los seres sagrados a la vez que servían como altares provisionales. Se dibujaban dentro de los hogares beneficiando, con cada mandala, no solo a los habitantes de esa casa, sino también a todos los miembros de la tribu. Los Dogon de Mali poseen una metafórica relación entre el lenguaje y los símbolos, sus complejos mandalas hablan del “huevo de amma” como el vientre que alberga los signos del mundos, de ahí que el mandala más representativo de esta maravillosa cultura tiene forma ovoide, trazado por una cruz en su interior, la misma divide al mandala en cuatro partes distintas que representan a su vez lo cuatro elementos y los cuatro puntos cardinales. Para esta cultura, meditar y trabajar la propia evolución sobre la base de sus mandalas, es un elemento esencial

para llegar a comprender su lugar en este mundo así como para identificarse con el cosmos y con el infinito. La Cábala, ciencia sagrada que obedece a las leyes más simples de la naturaleza, posee dos principios que la sostienen: las letras del alfabeto hebreo y los “Sefirot”. Los sefirot están formados por diez esferas, en las cuales la luz divina es recibida y se manifiesta a través de ellas. Las diez etapas sucesivas de la luz, dan al hombre la posibilidad de comprender el infinito y acercarse a lo Divino. Las 22 letras hebreas pasan por los 10 sefirot del árbol de la vida, formando así el mandala. Cada sefirot representa distintos planos de la conciencia por los cuales es necesario transitar para evolucionar y encontrar así, la esencia del ser en una unión con lo absoluto.


28 Las runas de las tradiciones nórdicas, son contenedoras de diversos símbolos que representan la búsqueda de la armonía en relación con lo interno y lo externo. Representan energías sagradas que hacen referencia a los distintos planos de la conciencia. A pesar de que los mandalas se encuentran presentes en cada rincón del mundo, sus orígenes nacen en el Janaismo, Tantrismo, Hinduismo, Budismo y lamaísmo. Su nombre hace referencia al sánscrito, en tibetano es KYLKHOR (KYL: centro KHOR: circulo) literalmente seria “el centro de los alrededores”. Los mandalas tibetanos de arena suelen elaborarse a pedido de la comunidad con la intención de traer paz y armonía al mundo, a un lugar determinado y a sus habitantes; también son utilizados como valiosas bendiciones y como instrumentos de meditación activa, cuya esencia descansa en su construcción. El método y la figura de la obra están inspirados en ciertas figuras que, podríamos clasificar como parte del arte religioso de algunas tradiciones espirituales asiáticas, donde el budismo ha entrado, pero tienen particular relevancia principalmente en las prácticas hinduistas y budistas del Tíbet e India.


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MEDICINA PARA

EL ALMA CAPÍTULO IV


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El mandala es el paradigma de la evolución y la involución cósmica en su retorno al centro del universo; pero simboliza también el refluir de la experiencia de la psiquis en busca de la unidad de consciencia para descubrir el principio ideal de las cosas. No es solamente un cosmograma sino también un psicograma, el esquema de la desintegración del uno en lo múltiple y la reintegración de lo múltiple en el uno, en la consciencia absoluta, entera y luminosa, que tendría que brillar en lo profundo de nuestro ser. El hombre tiene en el centro de sí mismo el principio recóndito de su propia vida, la esencia misteriosa, el punto luminoso de consciencia del que irradian las facultades psíquicas. Él tiene la vaga intuición de esa luz que podría brillar dentro de sí, expandiéndose y propagándose hacia planos espirituales. Cuando el pintor de la India o del Tíbet dibuja un mandala, no obedece a un arbitrio de la fantasía: sigue una tradición precisa que le enseña a representar de una manera especial el drama mismo de su alma. No pinta las imágenes de un ícono, sino que vuelca los fantasmas de su yo profundo y así los conoce, y de ese modo se libera.


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EL MANDALA EN PSICOTERAPIA

En sus memorias, Jung cuenta que durante la Primera Guerra Mundial, siendo comandante de un campamento de prisioneros en Suiza, empezó a dibujar cada mañana un mandala que - según él - reflejaba su estado de ánimo interno. Era como una radiografía de su psiquis. En ella iba observando cambios sutiles en su crecimiento personal. Era como si fuera armonizándose en torno a un núcleo, un punto central, un centro magnético que lo iba conduciendo hacia una paulatina integración.En aquel punto central estaban condensadas todas sus posibilidades, esperando desplegarse para llegar

a un desarrollo pleno y armonioso, tal como un director de orquesta da vida a lo escrito en un lenguaje cifrado. Al principio, comprendía muy poco lo que esto significaba, pero gradualmente fue dándose cuenta que estaba teniendo una experiencia extraordinariamente significante: aquellos dibujos eran informes diarios sobre el trabajo interno que ese punto central estaba efectuando en él. Comprendió que la meta del desarrollo del individuo es su Ser, que su evolución no es lineal sino en espiral, en una circunvalación ascendente que se va acer-

cando cada vez más al centro y cúspide de esa espiral. Continuó investigando y dibujando mandalas, sobre todo cuando en su práctica como psiquiatra empezó a ver que sus pacientes hacían dibujos espontáneos que iban evolucionando a medida que avanzaban en lo que él llamó «proceso de individuación». Esos dibujos iban siendo cada vez más definidos y más armónicos durante este período. Algunos aparecían en los sueños de los pacientes y ellos los dibujaban para hacer más explícito el relato de su sueño.


34 Como fenómeno psicológico aparecen espontáneamente en los sueños en ciertos estados de conflicto, también en algunos casos de esquizofrenia. Con frecuencia contienen una cuaternidad o un múltiplo de cuatro, como una cruz, un cuadrado, un octágono. Por lo general aparecen en casos de disociación o desorientación psíquica cuando la persona se siente atrapada entre impulsos divergentes de igual potencia, que le producen una sensación de desgarramiento interior. Algunos son conscientes de ello y dicen: «Necesito centrarme». También sucede en los comienzos de un estado esquizofrénico, cuando el paciente empieza a sentir que su visión del mundo se está haciendo confusa debido a la invasión de contenidos del inconsciente que no es capaz de procesar. Entonces pueden aparecer mandalas como instancia salvadora (¿acaso los salvavidas no son circulares?). Es posible observar cómo la imagen reguladora de un círculo se impone - compensando el desorden y la confusión de la psiquis - al mostrar un punto central alrededor del cual se organiza la dispersa y contradictoria multiplicidad de elementos, aparentemente irreconciliables. Por tratarse de una figura arquetípica, trae consigo un impulso de autosanación ancestral que no se origina en una reflexión consciente.

Mientras que los mandalas rituales siempre muestran un estilo definido y un número limitado de motivos típicos en su diseño, los mandalas individuales presentan una riqueza ilimitada de símbolos o alusiones simbólicas. Su fundamento es la representación de una contradicción entre el Ser y el ego, siendo el primero la totalidad de nuestra psiquis - incluyendo el inconsciente - y el segundo, sólo un punto de referencia de nuestra consciencia. A menudo aparecen en series, mostrando una secuencia de estados desordenados, caóticos, llenos de conflictos y angustia. Estas imágenes pintadas con gran devoción, a veces por manos tan inexpertas como las de un niño, son yantras a la manera hindú, instrumentos de concentración, meditación y visión introspectiva, que permiten realizar la experiencia interna de un refugio seguro, de reconciliación y de totalidad. La voluntad consciente no puede alcanzar tal unidad simbólica, pues la consciencia sólo es parte de algo. Su opositor es el inconsciente colectivo,


35 el que no entiende ningún lenguaje de la consciencia. Por lo tanto, se tiene necesidad de símbolos mágicamente efectivos que contengan aquellos analogismos primitivos que hablan a lo inconsciente. Sólo mediante el símbolo puede ser alcanzado y expresado el inconsciente. Por ese motivo - según Jung - jamás podrá el proceso de individuación abstenerse de símbolos. El símbolo es, por un lado, la expresión primitiva de lo inconsciente y, por otro, una idea que corresponde al más alto grado de intuición que pueda ser dado a la consciencia. Mientras que los mandalas rituales siempre muestran un estilo definido y un número limitado de motivos típicos en su diseño, los mandalas individuales presentan una riqueza ilimitada de símbolos o alusiones simbólicas. Su fundamento es la representación de una contradicción entre el Ser y el ego, siendo el primero la totalidad de nuestra psiquis - incluyendo el inconsciente - y el segundo, sólo un punto de referen-

cia de nuestra consciencia. A menudo aparecen en series, mostrando una secuencia de estados desordenados, caóticos, llenos de conflictos y angustia. Estas imágenes pintadas con gran devoción, a veces por manos tan inexpertas como las de un niño, son yantras a la manera hindú, instrumentos de concentración, meditación y visión introspectiva, que permiten realizar la experiencia interna de un refugio seguro, de reconciliación y de totalidad. La voluntad consciente no puede alcanzar tal unidad simbólica, pues la consciencia sólo es parte de algo. Su opositor es el inconsciente colectivo, el que no entiende ningún lenguaje de la consciencia. Por lo tanto, se tiene necesidad de símbolos mágicamente efectivos que contengan aquellos analogismos primitivos que hablan a lo inconsciente. Sólo mediante el símbolo puede ser alcanzado y expresado el inconsciente. Por ese motivo - según Jung - jamás podrá el proceso de individuación abstenerse de símbolos. El símbolo es, por un lado, la expresión primitiva de lo inconsciente y, por otro, una idea que corresponde al más alto grado de intuición que pueda ser dado a la consciencia.


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MEDITAR CON MANDALAS Los mandalas han sido usados por grupos espirituales desde hace mucho tiempo. El mandala representa el área sagrada dentro de la que pueden surgir experiencias espirituales. La experiencia de realizar un viaje espiritual en un lugar sagrado forma parte de una de las principales concepciones religiosas del budismo. Así el mandala es un símbolo de crecimiento espiritual cuyo punto central es la mente. Observar o dibujar mándalas puede ayudar a curar la fragmentación psíquica y espiritual. También nos ayuda a manifestar nuestra energía creativa y a reconectarnos con nuestro Ser. Los mandalas son útiles para la concentración, la atención, activación de la energía positiva, energetización de lugares, meditación profunda para elevar el nivel de conciencia, expandir la capacidad de la mente y la memoria. Dentro de una casa mejora la captación de energía y crea un ambiente de armonía y balance, también nos sirve para transmutar la energía negativa en positiva. Para la salud, nos protegerá de las energías negativas del entorno. Los mandalas pueden ayudarte en el equilibrio de los chacras, en ese caso habrá que elegir el color adecuado dependiendo de la cualidad que se quiere trabajar. El mandala enviará impulsos a la mente interna llegando a los receptores del cerebro en donde se procesará y se obtendrá una reacción. Nos ayuda a relajarnos y a encontrar la paz en medio de las dificultades, en un mundo tan complejo y conflictivo en el que muchas veces nos vemos instalados.


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El mandala es una puerta hacia la zona más íntima del ser humano. Representa la condensación ordenante del universo. Mediante su diseño, contemplación y meditación el ser humano toma contacto con lo espiritual y se hace parte del todo armonioso, trascendiendo sus limitaciones presentes y las ataduras a su mundo material y conceptual.

Psicológicamente, los mandalas representan la totalidad de nuestro ser. Dado que reflejan la psique humana. Cada persona responde a ellos instintivamente, más allá de su edad, género, raza, cultura, etc. Cuando nosotros trabajamos con los mandalas, es decir, si los dibujamos, si los pintamos, si caminamos sobre ellos, etc., esto puede ser cómo un viaje hacia nuestra esencia, iluminando zonas del camino que hasta entonces habían permanecido obscuras y hasta ese momento ocultas, permitiendo que brote la sabiduría de nuestro inconsciente.

Para meditar con mandalas se emplean en técnicas de visualización en las que, después de contemplar largamente un mandala y memorizar sus intrincadas figuras, se cierran los ojos y se trata de representarlo internamente con todos sus detalles. Cada cierto tiempo se abren los ojos y se compara con el original. Una vez que el practicante adquiere mayor pericia, se complica la técnica haciendo desaparecer en la imagen mental cada uno de sus componentes, en un orden riguroso hasta quedar en un absoluto blanco. Después se empieza a poblar ese espacio mental - en el mismo orden de la desaparición - hasta reconstruir el mandala en su totalidad.


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LA FUNCIÓN TERAPÉUTICA DE LOS MANDALAS Los Mándalas actúan equilibrando los chakras por medio de los colores y haciendo meditar el lado lógico de nuestro cerebro a través de las formas geométricas sagradas. El Mándala enviará impulsos a la mente interna llegando a los receptores del cerebro donde se procesará y se obtendrá una reacción. Como se ha dicho, el meditar con Mándalas sana tanto a nivel físico como psíquico y espiritual. Es muy probable que experimentes alteraciones en la conciencia, como la sensación de expansión de la misma. También suele traer “recuerdos” a la memoria consciente que los teníamos olvidados en el subconsciente, tales como traumas de la infancia. Permitiendo que afrontemos tales hechos y así sacar las “trabas” de nuestra mente, para poder superar todas nuestras limitaciones a nivel psicológico-espiritual y enfermedades a nivel físico.


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MÁS QUE

FIGURAS CAPÍTULO V


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SIGNIFICADO DE SUS FORMAS

Cada una de las formas dentro de un mandala tienen un significado y expresan un mensaje del interior de quien lo construyó. Algunos de los significados de las formas son:

Círculo: lejanía pero también seguridad, lo absoluto y el verdadero “yo”. Cuadrado: equilibrio y estabilidad. Triángulo: relacionado con el agua, la transformación y vitalidad. Hexágono: equilibrio y unión de los contrarios.


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Espiral: energías curativas Cruz: símbolo de decisiones y se relaciona con los puntos cardinales.

Pentágono: representa los símbolos de la tierra, agua y fuego, así como la forma del cuerpo humano.

Corazón: la unión, el amor, la felicidad.

Mariposa: relacionada con la transformación, muerte y la auto renovación del alma.

Estrella: relacionada con la libertad y espiritualidad.

Laberinto: confusión, autorreflexión y la búsqueda del centro de uno mismo.


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LOS COLORES DEL

EL ALMA CAPÍTULO VI


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SIGNIFICADO DE SUS COLORES

ROJO

Primer Chakra. Es el color del amor, la pasión, la sensualidad, la fuerza, resistencia, independencia, conquista, impulsividad, ira, y odio. Impulsa la fuerza vital a todo el cuerpo. Incrementa la confianza y seguridad en sí mismo, permite controlar la agresividad y evitar querer dominar a los demás. En el aspecto físico proyecta energía la parte inferior del cuerpo, suministra fuerza a los órganos reproductores. Esencia de supervivencia.

NARANJA

Un mandala siempre va a ser positivo sea cual fuere su color, pero resulta doblemente útil, cuando nosotros ya hemos localizado algún problema, y queremos atacarlo, entonces podríamos ayudarnos eligiendo algún color determinado, el cual actuaría de manera directa, acelerando el proceso de curación.

Segundo Chakra. Energía, optimismo, ambición, actividad, valor, confianza en sí mismo, afán de prestigio, frivolidad. Fomenta la tolerancia para socializar y proyectarse con toda la gente. Incrementa la autoestima, ayuda a enfrentar todos los retos para la evolución de la persona. Enseña a utilizar los éxitos o fracasos como experiencias y aprendizajes. Propicia energía positiva para llevar a cabo los proyectos o las metas. En el aspecto físico proyecta energía al intestino delgado y colon, todos los procesos metabólicos y los ganglios linfáticos inferiores.


47 Tercer Chakra. Es la luz, el sol, alegría entendimiento, liberación, crecimiento, sabiduría, fantasía, anhelo de libertad, envidia, superficialidad. Ayuda liberar los miedos internos. Permite manejar con balance el ego, las desilusiones, todo lo que afecta emocionalmente. Ayuda a canalizar mejor la intelectualidad. En el aspecto físico proyecta energía al aparato digestivo, hígado, vesícula, páncreas, bazo, y riñones.

AMARILLO

Cuarto Chakra. Equilibrio, crecimiento, esperanza, perseverancia, voluntad, curación, integridad, bienestar, tenacidad, prestigio. Falta de sinceridad, ambición, poder. Proyecta tranquilidad y balance en lo sentimental. Permite expresar los sentimientos más libremente. Expande el amor interno hacia uno mismo y los demás. Ayuda a liberarse del apego a las posesiones o las falsas excusas. Es el filtro del equilibrio en todo el cuerpo. Ayuda a controlar el sentido de posesión y los celos. En el aspecto físico, proyecta energía vital al sistema circulatorio, cardiovascular, corazón.

VERDE

Quinto Chakra. Calma, paz, serenidad, seguridad, aburrimiento, paralización, ingenuidad, vacío. Ayuda a exteriorizar lo que se lleva por dentro, permitiendo evolucionar a medida que se van dando cambios en la vida de la persona. Evita la frustración y la resistencia para comunicarse con la gente, permite tener tolerancia a los pensamientos de los demás. En el aspecto físico proyecta energía a los pulmones, garganta, tráquea, ganglios linfáticos superiores y ayuda a evitar las alergias y padecimientos de la piel.

AZUL


ROSA

VIOLETA

ÍNDIGO

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Sexto Chakra. Ayuda a comunicarse con el ser interno, abriendo la intuición. Permite aprender a dejar fluir los mensajes del cerebro, conectando directamente a la inteligencia de la conciencia cósmica. Fomenta el control mental y expande los canales de recepción para percibir la verdad en cualquier cosa o nivel de vida. Estimula la confianza en ser guiado por su propio sentido interior. En el aspecto físico, proyecta energía vital al cerebro, sistema nervioso, sistema muscular y óseo.

Séptimo Chakra. Mística, magia, espiritualidad, transformación, inspiración. Pena, renuncia, melancolía. Proyecta el contacto del espíritu con la conciencia profunda del cosmos. Expande al poder creativo desde cualquier ángulo, música, pintura, poesía, arte, permitiendo a la persona expresar su visión de la realidad y su contacto con la fuente primordial, el creador del universo. Ayuda a no ser extremista o absolutista, con el fin de expandirse explorando las dimensiones de la imaginación y el conocimiento.

Amistad, sociabilidad, comunicación, imaginación, humor, encanto, egoísmo, necesidad de reconocimiento. Envía estímulos de equilibrio total en todos los niveles. Amor universal, bondad. Paz interna, autovaloración. Equilibra las emociones, ayuda a liberar los resentimientos, el enojo, la culpa, los celos. En el aspecto físico, proyecta energía al corazón y te ofrece una curación completa en todos los niveles a través del rayo rosa.

“No es posible despertar a la conciencia sin dolor, la gente es capaz de hacer cualquier cosa, por absurda que parezca para evitar enfrentarse a su propia alma. Nadie se ilumina fantaseando conciente su oscuridad”


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CONOCE TUS

EMOCIONES CAPÍTULO VII


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EJERCICIOS

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Busca un lugar donde puedas estar solo/a y cerca de la naturaleza, cierra los ojos, respira profundo y relรกjate. Toma lรกpices de colores y colorea los mandalas con los colores que prefieras.


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2 Siéntese con la espalda erguida, pero en una postura cómoda, y contemple uno cualquiera de sus mandalas coloreados, colocado a la altura de los ojos y no demasiado alejado. A partir de ese momento, no hay que hacer nada más que contemplar el mandala. Ni hace falta mirarlo con especial intensidad, ni esforzarse demasiado: limítese a mirarlo contemplando en todo momento el mandala entero. Y cada vez que se dé cuenta de que sus pensamientos quieren apartarse de lo que está viendo limítese a retornar con la conciencia al centro del mandala. Realice este ejercicio durante veinte minutos. Dondequiera que le haya conducido esta meditación o cualesquiera que sean las cosas que haya vivido en ella, siempre se habrá encontrado a sí mismo, a sus creaciones propias. En todas las experiencias, pensamientos, representaciones, ensoñaciones e imágenes interiores “solo” nos reflejamos nosotros mismos, una y otra vez. A medida que practique con asiduidad tales ejercicios, irá decayendo el interés hacia las creaciones de la propia mente, e irá usted acercándose cada vez más al centro: el suyo y el del mandala, puesto que todos son uno.


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3 Una vez que la conexi贸n hacia su interior se haya establecido, dibuje sus propios mandalas con las formas que desee y al finalizar, use los l谩pices de color para terminarlos.




Este libro fue impreso en el mes de mayo del año 2016 como parte de un proyecto de cátedra de la carrera de Diseño Estratégico en la Escuela de Comunicación Mónica Herrera. Todas las frases encontradas a lo largo de este libro son propiedad de Carl Gustav Jung.




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