El cambio climático - Rossella Dattoli-2017

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El cambio climático: un catalizador de los grandes desafíos mundiales del futuro

Una foto de Sebastião Salgado extracción de petróleo en Kuwait.

Rossella Dattoli



Indice. 1. El fenómeno del cambio climático 2. Las etapas internacionales de la “lucha” global contra el cambio climático: desde el Acuerdo de París (COP21) hasta el Pla Cima de Barcelona. 2.1. El Acuerdo de París sobre el Clima, 2016 (COP21). 2.2. El papel de la red mundial de ciudades C40. 2.3. El Pla Clima de Barcelona. 3. De las noticias: cuánto hemos avanzado en la “lucha” contra el cambio climático tres años después del acuerdo sobre el clima de París? 3.1. 2018, COP24 Katowice: La alarma del IPCC sobre el aumento de la temperatura global. 3.2. La crítica a las ONG medioambientales, los conflictos internos dentro de los gobiernos, la reacción de la sociedad civil en un momento de peligroso estancamiento político. 3.3. 12 YEARS LEFT: la brecha entre ciencia y política se sigue abriendo. 3.4. La protección de los bosques tropicales, eje central de la “transición justa” para la justicia ambiental y la justicia social, contra la deforestación dirigida a la agricultura extensiva a gran escala. 3.5. La paradoja del mundo industrializado: entre la reducción de las emisiones y la destrucción de los ecosistemas. 4. Un momento necesario de relectura e interpretación de eventos históricos recientes. 4.1. La crisis global, un fenómeno complejo. 4.2. El neoliberalismo. 4.3. ¿Antropoceno o Capitaloceno? 4.4. El ascenso del capitalismo en la modernidad. 5. Conclusiones.



1. El fenómeno del cambio climático El cambio climático es una realidad y es causado por la acción humana. El quinto informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPPC), formado en 1988 por dos organismos de las Naciones Unidas, la Organización Meteorológica Mundial OMM (WMO) y el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente PNUMA (UNEP), muestra el aumento medio de la temperatura del aire y de los océanos, los cambios en los patrones de precipitación, la descongelación generalizada y el aumento del nivel del mar a escala mundial. En los últimos años, la necesidad de incrementar los esfuerzos en la lucha contra el cambio climático ha sido puesta de manifiesto por el mundo científico, con el fin de presionar a los diferentes gobiernos y mover a las administraciones de todo el mundo a adoptar los compromisos y las medidas necesarias, tanto en términos de mitigación como de adaptación, con el objetivo de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y la vulnerabilidad a los impactos debidos a los efectos del

cambio climático. El precio de no actuar está subiendo, no sólo en términos sociales y medioambientales, sino también en términos económicos. Además, actuar lo antes posible para hacer frente a los efectos actuales y futuros del cambio climático debe considerarse un factor de oportunidad muy importante, con la generación de empleo y la innovación como la fuerza motriz de un cambio radical en la forma en que nos relacionamos con el medio ambiente y gestionamos los problemas y los recursos1.

Ada Colau, alcaldesa de Barcelona, Pla Clima Barcelona 2018-2030.

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Esta fase de acción, en la que ya estamos proyectados, para remediar el grave problema que plantea la crisis ecológica, sin embargo, ya no puede ignorar la apertura de una fase seria de replanteamiento de paradigma, que tiene que ver directamente con el modelo socioeconómico y político que rige el mundo.

Este tipo de “dominación” antrópica sobre la realidad ha llevado, de hecho, a una drástica aceleración, que se ha vuelto exponencial desde los dos últimos siglos de la historia de la humanidad, en la transformación del medio ambiente y del clima, con un fuerte impacto que hoy se manifiesta cada vez con mayor frecuencia, aunque de forma desigual, a través de episodios catastróficos en todo el mundo.

El modelo actual, el capitalismo neoliberal, de hecho, organiza la sociedad, a través del trabajo, oponiéndola al medio ambiente, según el esquema rígido cartesiano, que divide la realidad en dos polos antagónicos, por un lado el hombre como res cogitans, por otro lado la naturaleza como res extensa, regulando los modos de interrelación. Así, se configura un tipo de relación en la que el hombre, abstracto del entorno en el que vive, se relaciona con la realidad externa de una manera fuertemente energética y depredadora.

Esquema del dualismo cartesiano, fundamento del pensamiento determinista de IXX sec.

La imagen muestra los incendios de verano en la frontera entre Rusia y Finlandia. La imagen fue adquirida por MODIS en el satélite Aqua de la NASA el 20 de julio de 2018.


Para hacer posible este replanteamiento, es probable que haya que cambiar las lentes con las que se acerca a la realidad, ya que es evidente que el marco cognitivo ya no es adecuado para comprender la complejidad de la realidad, cuya comprensión parece fundamental para ser capaz de reaccionar eficazmente ante la crisis global. Ya no es posible posponer la necesidad de un cambio de marco de pensamiento si nos tomamos en serio la emergencia de la crisis actuando proactivamente. Asumiendo que el cambio ya está en marcha y ha desencadenado procesos más o menos irreversibles, esperamos, por tanto, una transformación significativa en la concepción del problema ecológico, abandonando así las estrategias de carácter puramente defensivo, propias de una visión determinista que caracterizó el espíritu de la Ilustración y luego de la cultura positivista del siglo IXX. Este enfoque, a superar definitivamente, es conservador con respecto al orden de las cosas: el problema se trata exclusivamente como un hecho técnico, mirando sólo a los efectos, a los que responder con una gestión que, aunque diferente, sigue derivando de un modelo

de referencia que se mantiene inalterado en el tiempo, a pesar de ser la causa misma del problema.

Ascenso y caída de las principales civilizaciones del Mediterráneo. Esquema tomado de la obra de Fritjof Capra, The turning point. Science, Society and Rising Culture.

La era de los combustibles fósiles en el contexto de la evolución cultural. Esquema tomado de la obra de Fritjof Capra, The turning point. Science, Society and Rising Culture.


El nuevo enfoque proactivo, más o menos definido por acuerdos entre Estados, para no quedar confinado en la dimensión propagandística de la consigna y traducirse en políticas apropiadas, sólo puede referirse a un modelo nuevo y diferente al que actualmente domina en el capitalismo neoliberal. Es necesario refundar la política y la relación del hombre con la realidad, sobre una nueva visión ecológica, de carácter holístico, avanzada en el debate científico desde los años ‘70 -‘802, pero que, por su alcance

Fritjof Capra, The turning point. Science, Society and Rising Culture, Simon and Shuster, New York, 1982. 2

revolucionario en la forma de entender la realidad, es incompatible con el gobierno moderno del hombre sobre el medio ambiente, sobre los recursos y sobre la entera realidad percibida. El retraso en la difusión y adopción de esta visión se debe a la resistencia de los fuertes poderes económicos y políticos, las grandes empresas, que son los verdaderos protagonistas de la política neoliberal, dirigida a proteger y favorecer los intereses de los ricos particulares.

Portada del volumen 139 de la revista independiente Adbusters.


Parece necesario, por tanto, inaugurar una nueva etapa de reflexión, de redefinición y de replanteamiento general, de la que ya hay signos significativos que provienen de la sociedad de forma dispersa. El cambio de paradigma debe involucrar la esfera semántica, es decir, el léxico con el que definimos los fenómenos y nos relacionamos con ellos, por lo que sería más apropiado sustituir el término “lucha” contra el cambio climático, teniendo en cuenta que el cambio ya está en marcha, por un término más apropiado para definir el nuevo espíritu. Este espíritu nuevo o renovado debe guiar el paso histórico de una cultura de “riesgo” a un nuevo orden metamórfico y sintético, como sugiere Miriam García3 en su tesis doctoral, dentro del cual el hombre, a través del diseño y la gestión, acompaña a la naturaleza en sus procesos como un aliado, más que como un dominador, dejando así de lado la pretensión de controlar plenamente la naturaleza, entendida erróneamente como pura res extensa, realidad física estática, desprovista de vida, y renunciando a la ilusión de poder predeterminar con precisión fenómenos y condiciones futuras, según

Miriam Garcìa Garcìa, tesis doctoral Hacia la metamorfosis sintética de la costa diseñando paisajes resilientes, 2017.

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un principio de causalidad, causa y efecto, que no admite ninguna condición de aleatoriedad. Ya a principios del siglo XX, de hecho, la visión determinista propia de la anterior cultura científica “clásica” parece anticuada. La teorización del principio de indeterminación de Heisenberg y el nacimiento de la física cuántica, “un campo de la ciencia que describe la naturaleza fundamental del mundo que permanece oculta a los sentidos y cuya comprensión escapa a la razón puramente científica”4, con la asunción de los límites del propio conocimiento científico, sancionan una ruptura radical con siglos de conceptos científicos y filosóficos, que alteran inexorablemente nuestra forma de pensar.

Exposición Cuántica, CCCB, Barcelona, 2019.

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Pero intentemos comprender mejor dónde nos encontramos hoy con la “lucha” contra el cambio climático, a través de los datos de las crónicas, y luego pasemos a una lectura histórica y crítica, alejándonos del análisis de los datos numéricos y de los efectos aislados, mirando más bien a las causas reales que son la base de la actual crisis global.

Mark Watts, Director Ejecutivo de Climatic Leadership Group C40, en la Confirmació del Pla d’acció sobre el clima compatible amb l’Acord de París, Abril 2018, Pla Clima Barcelona.

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Imágenes de Exposición Cuántica, CCCB, Barcelona, 2019.


2. Las etapas internacionales de la “lucha” global contra el cambio climático: desde el Acuerdo de París (COP21) hasta el Pla Cima de Barcelona. 2.1. El Acuerdo de París sobre el Clima, 2016 (COP21). La Unión Europea ha estado a la vanguardia de los esfuerzos internacionales para alcanzar un acuerdo mundial sobre el clima, trabajando para crear una amplia coalición de países desarrollados y en desarrollo en favor de objetivos ambiciosos que condujeran al éxito de la Conferencia de París. Durante el año 2015 las Naciones Unidas se reúnen en torno a la mesa redonda de la Cumbre sobre el Cambio Climático de París (COP21) y, tras una negociación extremadamente difícil, en diciembre de 2015 se alcanza un compromiso mundial histórico en la lucha contra el cambio climático. El compromiso está consagrado en el Acuerdo de París sobre el Clima, en vigor desde noviembre de 2016, por el cual las naciones se comprometen a mantener la temperatura media mundial en un máximo de 2°C en comparación con los niveles preindustriales y a hacer esfuerzos para limitar el aumento de la temperatura a 1,5°C. El acuerdo también

compromete a las fuerzas políticas a fortalecer la capacidad de los países para gestionar los efectos inevitables del cambio climático mediante la adaptación. Todo ello en el marco del desarrollo sostenible y siguiendo un criterio de integración para todas las comunidades.5 Desde entonces, naciones de todo el mundo, con la excepción de los Estados Unidos, han estado trabajando en la implementación de planes estratégicos y de acción.

Mark Watts, Director Ejecutivo de Climatic Leadership Group C40, en la Confirmació del Pla d’acció sobre el clima compatible amb l’Acord de París, Abril 2018, Pla Clima Barcelona.

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2.2. El papel de la red mundial de ciudades C40. La red de las megalópolis mundiales C40, comprometida con la lucha contra el cambio climático, establece el objetivo de que cada ciudad elabore un plan de acción sobre el clima para 2020. El C40 también apoya a las ciudades para que colaboren eficazmente, compartan conocimientos y emprendan acciones significativas, mensurables y sostenibles en la “lucha” contra el cambio climático. La red, fundada en 2005, es una guía y referencia central para las nuevas políticas de cambio climático en ciudades de todo el mundo. Para ello, el C40 ha elaborado una estrategia de planificación climática que describe los componentes esenciales de un plan de acción compatible con los objetivos del Acuerdo de París. Muchas ciudades ya están actualizando su agenda para tomar medidas que reduzcan las emisiones de gases de efecto invernadero, minimicen la dependencia de los combustibles fósiles, mejoren la eficiencia y reduzcan los flujos metabólicos, y aumenten la resistencia. Todas estas medidas tienen como objetivo general mejorar la calidad de vida y la sostenibilidad de la ciudad.


2.3. El Pla Clima de Barcelona. En abril de 2018, Mark Watts, Director Ejecutivo de Climatic Leadership Group C40, ratificó el Pla Clima de Barcelona como un plan sólido, integrado y ambicioso que se consideró adecuado para cumplir plenamente los requisitos del Acuerdo de París. La alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, destaca en el mismo documento la necesidad de actuar ahora, de forma integrada, abordando el cambio como un compromiso común de toda la sociedad (ciudadanos, empresas, entidades y administraciones), para conseguir un nivel adecuado de eficiencia climática en un plazo razonable. También destaca el papel clave de las ciudades en el impulso de la innovación, argumentando que el futuro de la lucha contra el cambio climático se juega precisamente “en las calles y plazas” de las ciudades, donde se concentra la mayor parte de la población y donde se producen la mayor parte de las emisiones de gases de efecto invernadero (equivalentes al 70% de la cantidad total). Una condición fundamental para este compromiso común, que es tanto local como global,

Ada Colau, alcaldesa de Barcelona, Pla Clima Barcelona 2018-2030, p.3.

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es la responsabilidad estratificada dentro de la sociedad, que puede lograrse a través de una difusión más amplia de la conciencia medioambiental y de la información adecuada a los ciudadanos sobre las herramientas de que disponen para cumplir este compromiso junto con el público. Se reconoce que el cambio climático, por lo tanto, plantea el reto de lograr una importante transformación de la ciudad. Un reto por el que vale la pena luchar, no sólo porque es un acto de justicia global, sino porque a través de él podemos conseguir una ciudad más sana, más agradable y más sostenible. El Pla Clima nace de un acto fundamental, el Compromís de Barcelona pel Clima (CBC), un convenio promovido por más de mil empresas, organizaciones cívicas y escuelas vinculadas a la red Barcelona + sostenible, por los firmantes del Compromís Ciutadà per la Sostenibilitat 2012-2022 y por el Ayuntamiento de Barcelona. Este documento refuerza los compromisos municipales adquiridos (Pacto de Alcaldes y Alcaldesas por la Energía, Pacto de Alcaldes y Alcaldesas por la Adaptación) y define la hoja de ruta 2015-2017 de Barcelona, dentro


de la cual los ciudadanos y el Ayuntamiento establecen las prioridades y los retos a conseguir trabajando juntos. El Comprimís, por tanto, presentado por la ciudad en diciembre de 2015 en la COP21 de París, es la base para la redacción del Pla Clima que preparará a la ciudad para cumplir el compromiso de París del 2016.

El Pla Clima de Barcelona redefine las estrategias y actuaciones anteriores y establece nuevos planes para alcanzar los objetivos marcados, respondiendo al mismo tiempo al compromiso que la ciudad había adquirido anteriormente con la firma del Pacto de Alcaldes y Alcaldesas por la Energía y el Clima en 2017. Es un plan integrador, que recoge, unifica e integra la complejidad de los esfuerzos anteriores. Un ambicioso plan que pretende reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en un 45% para 2030, con el objetivo final de convertir Barcelona en una ciudad de emisiones cero para 2050.


3. De las noticias: cuánto hemos avanzado en la “lucha” contra el cambio climático tres años después del acuerdo sobre el clima de París? 3.1. 2018, COP24 Katowice: La alarma del IPCC sobre el aumento de la temperatura global. El 16 de diciembre de 2018, la COP24, la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático en Katowice, Polonia, símbolo de la producción y consumo de combustibles fósiles, llegó a su fin. La COP24 finalizó con la aprobación de las reglas para la implementación del Acuerdo de París. A pesar del desfavorable contexto geopolítico, los 196 Estados miembros de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático CMNUCC (UNFCCC) lograron traducir el Acuerdo de París sobre el Clima en normas de derecho internacional. Había muchos obstáculos para lograrlo, dentro de un complicado sistema de negociaciones basado en la unanimidad.

Sin embargo, la ausencia real en Katowice es una respuesta política mundial que está a la altura de la urgencia de la crisis climática. A pesar de la multiplicación de los gritos de alarma sobre la aceleración del calentamiento y la necesidad de hacer más y más rápido, en la decisión final los líderes no se han comprometido colectivamente a revisar para 2020 sus ambiciones de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero para mantenerse en línea con el umbral crítico de 1,5 ° C establecido en París. Según el reciente Informe Especial sobre el Calentamiento Global de 1,5°C de la IPCC, si las contribuciones nacionales voluntarias de los Estados permanecen inalteradas, el calentamiento de la temperatura en 2100 será superior a 3°C.


Además de no tomar posición ante los pronósticos científicos, los Estados ni siquiera pudieron reconocer oficialmente las conclusiones de este informe, a pesar de que fue aprobado por los gobiernos miembros del IPCC en octubre. Estados Unidos, Rusia, Kuwait y Arabia Saudita, importantes productores de materias primas fósiles, incluso han vetado este reconocimiento. La versión final del acuerdo alcanzado en Katowice acoge con satisfacción el hecho de que la IPCC haya elaborado el informe a tiempo y pide a los Estados que lo utilicen durante las próximas negociaciones. Es evidente que se trata de un llamamiento demasiado débil para actuar de acuerdo con las indicaciones de los expertos del mundo científico, lo que pone de manifiesto una grave falta de voluntad política para actuar en la dirección de una cooperación necesaria y real entre los Estados. Sin embargo, fuera de la decisión oficial de la COP24 se observan signos positivos y posiciones más progresistas y ambiciosas, con la creación de la Coalición de Ambiciosos, que también incluye a la Unión Europea, que se ha comprometido a mejorar sus planes climáticos

nacionales y a incrementar sus acciones a corto y largo plazo. Además el Secretario General de la ONU, Antonio Guterres anunció la organización de una Cumbre del Clima en septiembre de 2019. Esta reunión estará dedicada exclusivamente a las ambiciones y tendrá como objetivo alentar a los Estados a hacer más y a preparar de la mejor manera posible la meta de la COP25, que se celebrará en Santiago de Chile en noviembre del mismo año.


3.2. La crítica a las ONG medioambientales, los conflictos internos dentro de los gobiernos, la reacción de la sociedad civil en un momento de peligroso estancamiento político. El estancamiento político ha provocado fuertes críticas por parte de las ONG medioambientales y de los movimientos de la sociedad civil de todo el mundo, de las que procede una protesta que parece ir en aumento día a día. Para Stefano Ciafani 7, presidente nacional de Legambiente, «la Conferencia del Clima de Katowice terminó sin una respuesta clara y firme de los gobiernos a la urgencia de la crisis climática, tal como se destaca en el reciente informe de la IPCC. En la COP24, de hecho, no fue posible acordar un compromiso claro por parte de todos los países para fortalecer para 2020 los actuales objetivos de reducción de emisiones en línea con el umbral crítico de 1,5 ° C, para adoptar un marco regulatorio eficaz, el llamado Rulebook, capaz de aplicar plenamente el Acuerdo de París y garantizar un apoyo financiero adecuado a los países en desarrollo que se enfrentan a impactos climáticos devastadores.» Este resultado es débil y contrasta no sólo con el grito de alarma

http://www.greenreport.it/news/ clima/cop24-unfccc-gli-ambientalisti-non-e-un-successo-ma-evitato-un-clamoroso-fallimento/.

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lanzado por el IPCC, sino también con la creciente movilización de los ciudadanos, especialmente de los jóvenes, que en todos los rincones del planeta piden una acción mundial enérgica para hacer frente a la crisis climática que estamos experimentando. «Los próximos dos años deben ser utilizados para construir alianzas capaces de alcanzar el nivel de ambición que la ciencia considera esencial para superar la crisis climática.» También cabe destacar la intervención de la ya famosa activista, Greta Thunberg, de apenas quince años, en la conferencia de la COP24. La joven sueca señala a los líderes y diplomáticos presentes «He aprendido que nunca se es demasiado joven para marcar la diferencia», dice, lo que lleva a un momento de profunda reflexión sobre lo mucho que se puede hacer para cambiar las cosas. La indiferencia, en este caso, tiene el valor de un veredicto para el futuro del planeta y sólo ayuda a no ofrecer un determinado futuro a las generaciones futuras. La audaz niña, creadora de la iniciativa #Fridaysfuture, se ha convertido en el icono del espíritu cívico de las generaciones más jóvenes, que consideran este


tema como uno de los ejes centrales para desarrollar un futuro mejor para todos. No hay otro camino para la humanidad que el de perseguir los objetivos del cambio climático. Greta no pide ayuda a los líderes, sino que lleva un mensaje, “algo está cambiando, te guste o no”, apelando al poder que puede ejercer la población mundial, una población que se está volviendo cada vez más sensible al tema y que tiene la capacidad y el deber de ejercer presión para guiar las decisiones políticas de sus representantes.

3.3. 12 YEARS LEFT: la brecha entre ciencia y política se sigue abriendo. El tiempo es muy corto, los escenarios se abren casi apocalípticos. Los expertos advierten que sólo tenemos 12 años para emprender acciones que tengan la suficiente eficacia y eviten consecuencias mucho más graves para el planeta, tratando de proteger sus ecosistemas más vulnerables y a las personas que viven en ellos, que se encuentran en su mayoría en los países en vías de desarrollo o en el “Tercer Mundo”.


La sensación es que los compromisos formales que se han alcanzado con dificultad, y que todavía no son suficientemente ambiciosos, no van seguidos de un cambio decisivo de rumbo en la política, que es necesario para lograr los objetivos comunes en la lucha contra el cambio climático. Según las noticias, existe una debilidad y ambigüedad general en la adopción de estrategias y acciones coherentes y decisivas para prevenir resultados catastróficos. Los representantes políticos mundiales encargaron el informe a las conversaciones sobre el clima de París en 2016, pero desde entonces la brecha entre la ciencia y la política se ha ampliado. Donald Trump prometió retirar a Estados Unidos, la mayor fuente de emisiones del mundo, del acuerdo. El resultado de las elecciones presidenciales brasileñas puso a Jair Bolsonaro en una posición fuerte para continuar con su amenaza de hacer lo mismo y abrir la selva amazónica a los agronegocios. Se trata de una situación preocupante, difícil de contrarrestar incluso dentro de los propios países europeos, que han sido la fuerza motriz y el alma del Acuerdo de París. Pensemos en la decisión del

ministro francés de Transición Ecológica y Solidaria, Nicolas Hulot, que el verano pasado anunció su dimisión diciendo que ya no tiene intención de “mentirse a sí mismo”. Hablando de sus propios motivos, Hulot argumenta que ha sido dejado solo y que la cuestión del medio ambiente no es la prioridad del actual gobierno francés. La dimisión de Hulot pone de relieve la ausencia sustancial de una verdadera política ecológica en el actual gobierno presidido por Emmanuel Macron. Nicolas Hulot, periodista y ecologista en su primera experiencia de gobierno, escribe Le Monde, ha tenido que aceptar muchas decisiones contrarias a sus convicciones, más allá de algunas victorias simbólicas que le han sido concedidas, como el abandono del proyecto del aeropuerto de Notre Dame des Landes, la prohibición de la extracción de hidrocarburos (petróleo y gas) en Francia para el año 2040 o la prohibición progresiva del uso del glifosato en la agricultura. El Ministro también declaró que tenía que aprobar el aplazamiento del objetivo de reducir la participación de la energía nuclear en la producción de electricidad, o la entrada en vigor provi-


sional de CETA, un importante acuerdo comercial entre Canadá y la Unión Europea que fue aprobado en 2017 por el Parlamento Europeo. También parece significativo que Hulot hable de sus diferencias con el Ministro de Agricultura, Stéphane Travert. No es casualidad que una de las principales amenazas mundiales al medio ambiente sea el uso extensivo de la agricultura, principalmente para la exportación, que continúa expandiéndose a expensas incluso de la protección de los pulmones verdes de la Tierra, los bosques tropicales del mundo.

3.4. La protección de los bosques tropicales, eje central de la “transición justa” para la justicia ambiental y la justicia social, contra la deforestación dirigida a la agricultura extensiva a gran escala. La preservación de los bosques tropicales es un nodo en el tema ambiental, entre los diversos desafíos progresivos del siglo XXI, como las luchas por los derechos de los pueblos indígenas y por los derechos de las mujeres, reconociendo el vínculo indisoluble de estos pueblos con la preservación de los ecosistemas más biodiversos del mundo. No sólo para los pueblos indígenas, sino para todos los habitantes de la tierra, la defensa de los bosques se está convirtiendo en una cuestión clave en la lucha contra el cambio climático. Según el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático IPCC, los bosques absorben actualmente el 25% de las emisiones de las actividades humanas y son un factor clave en el ciclo del agua, la conservación del suelo y la protección del medio ambiente. Los custodios de esta riqueza son los pueblos indígenas, que se encuentran entre los más expuestos a los riesgos del cambio climático. Habitan las regiones de la Tierra donde


el impacto es mayor, desde el Ártico hasta los Andes y la Amazonía, desde las islas del Océano Pacífico hasta las costas canadienses, y dependen en gran medida, o exclusivamente, del medio ambiente que los rodea para su sustento y su cultura. El mundo entero está perdiendo a estos grandes “captores” de dióxido de carbono. La deforestación, para el IPCC, es una de las causas más importantes del aumento de las emisiones de CO2. Las principales selvas tropicales -la Amazonía, la selva del Congo y la selva del sudeste asiático- han reducido su extensión en miles de hectáreas. En la Evaluación de los Recursos Forestales Mundiales de 2016, la FAO, el organismo de las Naciones Unidas para la agricultura y la alimentación, estimó que el mundo perdió 129 millones de hectáreas de bosques (3,1 por ciento) entre 1990 y 2015. La protección de estas tierras y de sus habitantes puede ser una de las formas más eficaces, eficientes y económicas de combatir la deforestación y los efectos del cambio climático.

Survival International en su informe “Parks Need People” define a los pueblos indígenas como “los mejores conservacionistas” porque la inmensa mayoría de los 200 lugares con mayor biodiversidad son tierras indígenas, entre el 75 y el 80% de la tierra del mundo. Los pueblos tribales han desarrollado estilos de vida sostenibles adaptados a las tierras que habitan y han contribuido directamente a la altísima diversidad de especies que los rodean, a veces a lo largo de milenios. Como en el caso de los Awas de Brasil que no cazan algunas especies para mantener el equilibrio del ecosistema. O los habitantes de Baiga, en la aldea de Dhaba, en el centro de la India, que salvaron 600 hectáreas de bosque que el Departamento de Silvicul-


tura estaba talando a causa de un parásito. A través de reglas simples como la prohibición de utilizar hachas para talar árboles o fumar en el bosque, la Baiga ha transformado el área en un bosque con disponibilidad de agua perenne. Pero la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) ha dado la voz de alarma: la biodiversidad está en crisis. Al menos 20.000 especies de plantas y animales corren el riesgo de desaparecer de la Tierra debido a la destrucción de los hábitats naturales, la explotación comercial de la tierra, la contaminación y el cambio climático. En su informe “El Mundo Indígena 2016”8, el Grupo Internacional de Trabajo sobre Asuntos de los Pueblos Indígenas (Iwgia) reveló que los pueblos indígenas viven en la extrema pobreza “debido a la falta de reconocimiento formal de las tierras indígenas”. Por esta razón, para Hindou Ibrahim “el conocimiento tradicional de estos pueblos, su reconocimiento internacional como medio para combatir el cambio climático está profundamente ligado al reconocimiento de los derechos de los pueblos indígenas”. La importancia de esta fuente de

conocimiento para la conservación del ecosistema ha sido reconocida por el mismo IPCC, que expresó la necesidad de involucrar directamente a estas personas en la implementación de las medidas de mitigación del Acuerdo de París sobre el Clima. La principal causa del desplazamiento forzado de los pueblos indígenas de sus tierras es la agricultura a gran escala, a menudo destinada a la exportación. La FAO destacó que este fenómeno afecta principalmente a los países en desarrollo: es ahí donde terminan las mayores inversiones en agricultura, pero no sólo en cultivos alimentarios estratégicos para contrarrestar la falta de alimentos. La expansión de la palma aceitera y la caña de azúcar utilizadas como biocombustibles es muy fuerte.

https://altreconomia.it/popoli-indigeni-clima/.

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a los gobiernos locales para que comba3.5. La paradoja del mundo industrializado: entre la reducción de las emisiones y la destrucción de los ecosistemas. tan este fenómeno. La paradoja del mundo industrializado surge, por lo tanto: por un lado, corremos a buscar cobertura para mitigar las emisiones de los combustibles fósiles, mientras que por otro seguimos destruyendo los sistemas naturales capaces de mitigar los efectos del cambio climático, neutralizando, absorbiendo o marginando a las personas que los custodian. Los datos de la Matriz de Tierras, la mayor base de datos de acuerdos de adquisición de tierras, confirman esta tendencia: el 59 por ciento de todas las tierras adquiridas en el mundo, incluidos los pastizales y los bosques, son tierras robadas a los pueblos tribales. Las inversiones provienen de los países más industrializados, los de Europa han firmado contratos para la compra de tierras que ascienden a 7,3 millones de hectáreas y se encuentran entre los mayores inversores en el acaparamiento de tierras. Según los pueblos indígenas del Sur y del Norte, es esencial presionar

El cambio climático parece ser un generador de conflictos sociales, capaz de influir en el fenómeno de la migración, tanto en las tierras robadas a los pueblos indígenas de todo el mundo, como en aquellos países, ya de por sí extremadamente pobres y propensos a los desastres naturales, más vulnerables a los efectos del cambio climático, como las islas de Haití y la República Dominicana. Entre las principales consecuencias en la vida de estas poblaciones del cambio climático: falta de agua, desertificación, falta de seguridad alimentaria.



4. Un momento necesario de relectura e interpretación de eventos históricos recientes. 4.1. La crisis global, un fenómeno complejo.

Parece esencial, ahora más que nunca, tratar de comprender más profundamente los fenómenos actuales, emprendiendo el arduo camino de recomposición de la caótica masa de acontecimientos de la historia reciente, para tratar de comprender realmente cómo han llegado a formar las condiciones que han llevado a la manifestación implacable de una crisis de la escala y de los niveles de implicación completamente nuevos. Una crisis en la que asistimos al violento y confuso despertar de la naturaleza y, al mismo tiempo, a la intensificación de un grito que se eleva cada vez más fuerte en la sociedad. Es evidente que nos encontramos ahora en medio de una compleja crisis global, a pesar de los intentos extremos y continuos de ocultar su alcance real, o incluso su propia existencia, llevados a cabo incansablemente por una cierta esfera de poder político y económico, incluso frente a las pruebas aportadas

por la ciencia. Esta crisis afecta a la esfera de la ecología y a los ecosistemas del mundo, tanto como a la esfera de la sociedad, o de las sociedades, y de la cultura, o de las culturas, que forman parte de este mundo. La crisi involucra todas las dimensiones del hombre, la sociedad, la economía, la política, la espiritualidad y la filosofía, y tiene que ver directamente con el actual modelo económico y político dominante, basado en un tipo de pensamiento binario, que se presenta como un retraso cultural de al menos un siglo. Las dudas surgen espontáneamente, en este punto, en particular con respecto a las causas reales y las condiciones estructurales que han llevado a este momento histórico decisivo para el destino de la historia humana y del planeta Tierra. Además, se plantea la cuestión de cómo se ha producido la desconexión entre la ciencia y la política de la que somos testigos hoy en día. Por último, ¿cuáles son las razones y los elementos que nos impiden pensar más profundamente en soluciones para hacer frente con decisión a esta profunda crisis?


Entender el origen y la lógica que determinó el problema es fundamental para determinar una estrategia suficientemente compleja y completa y, por lo tanto, la eficacia de las soluciones que se deben poner en marcha para guiar y acompañar a la sociedad y la naturaleza en el cambio. En lugar de luchar contra el proceso de cambio, ya en marcha, a través de un enfoque que parece incompatible con la pura lógica del máximo beneficio del sistema capitalista neoliberal. De hecho, la impresión es que en todas partes la respuesta política y los intentos de remediar los efectos catastróficos de este cambio inevitable son parciales, si no inexistentes, pero siempre insuficientes, y que hay un nivel muy alto de ocultación de la realidad objetiva implementada en niveles infinitos y facilitada por un cierto sentimiento común de incertidumbre y de precariedad de la identidad personal y de comunidad, fomentada y explotada para permitir un juego de fuerza política que todavía es difícil de reconocer de manera abierta y clara. Un “sentimiento popular”, para usar una antífona, este sentido de precariedad, natural ante la velocidad que ha tomado la vida moder-

na, un ritmo incesante que sigue al de la tecnología y es fuente de una mutación continua dentro de la sociedad, cuyas connotaciones se están volviendo cada vez más líquidas, como ya anunció Zygmunt Bauman9, un gran sociólogo polaco fundamental para una lectura de la sociedad moderna en el nuevo milenio. Una evidente sensación de precariedad, si hoy vemos las desastrosas consecuencias para las sociedades con las políticas neoliberales que han ido desmantelando progresivamente el bienestar comun en diferentes países, a partir de los años ‘80 y ‘90, socavando el bien común a favor de una progresiva privatización de la esfera pública, a través de un proceso generalizado de desregulación del libre mercado, respecto del cual el estado de derecho se vuelve completamente subordinado. Considerando también la proximidad histórica de los acontecimientos, es necesario, por lo tanto, operar un cierto desapego crítico de la contingencia de los hechos para dar espacio a un momento de elaboración, necesario para comprender los acontecimientos lo más correctamente posible y, por lo

Zygmunt Bauman, Liquid Modernity, 2000.

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tanto, reaccionar en consecuencia. La esperanza es que la comprensión de los acontecimientos, que deben ser compartidos lo más ampliamente posible y difundidos en la sociedad, conduzca a un momento de reflexión colectiva y de reescritura del paradigma. Esto debe marcar un paso histórico en la manera de ver la política (así como la realidad en general), que ha sido progresivamente removida de la sociedad, después de la caída del Muro de Berlín, con el colapso del modelo bipolar que vio a los dos bloques político-ideológicos: el capitalista de los EE.UU. y el comunista de la URSS opuestos y antitéticos. Con el fin de la Unión Soviética, el binomio político fracasó, pero el paradigma en el que se basa no lo hizo. Se considera fundamental, de hecho, una superación definitiva de este modelo rígido basado en el binomio, ya no apto para organizar y representar a la sociedad moderna. Esta pareja imperfecta, con la que todavía pretendemos entender y ordenar la realidad, es un legado y una contradicción que debe ser absolutamente disuelta dentro de la modernidad. El concepto mismo de democracia está en juego, ya

que la dialéctica política está prácticamente ausente, en la medida en que tanto las fuerzas conservadoras como las más progresistas aceptan unánimemente el mismo modelo y siguen favoreciendo un orden de cosas en beneficio de un círculo de personas muy pequeño y muy rico10. La democracia en la que nos encontramos es, de hecho, una oligarquía mal escondida, definida como tecnocracia, el poder de los técnicos.

Éric Fassin, Populismo de izquierdas y neoliberalismo, Herder, 2017. 10


4.2. El neoliberalismo. El modelo económico actual, de hecho, el capitalismo neoliberal nació en los años ‘80 en el seno de la derecha conservadora de los Estados Unidos. Como explica Naomi Klain11 en su ensayo No Is Not Enough: Resisting Trump’s Shock Politics and Winning the World We Need: «El derrumbe del Muro de Berlín en 1989 fue leído como una señal para la campaña global. Con la decadencia del socialismo, parecía no haber necesidad de embotar los bordes del capitalismo. Como es bien sabido, Thatcher declaró que “no hay alternativa. Otra forma de verlo es que el neoliberalismo es simplemente un capitalismo no competitivo, o un capitalismo en calzoncillos en el sofá que pregunta: “¿Qué estás haciendo, dejándome?”. El neoliberalismo es un conjunto de ideas muy conveniente, por lo que siempre soy un poco reacio a llamarlo ideología. De hecho, al principio, es una justificación para la avidez. Eso es lo que el multimillonario estadounidense Warren Buffett quiso decir cuando hace años terminó en las primeras planas de los periódicos porque dijo a CNN

que “ha habido una guerra de clases en los últimos veinte años, y mi clase ha ganado... la clase de los ricos”. Hablaba de los salvajes recortes de impuestos de que disfrutaban los ricos en aquel momento, pero podríamos extenderlos a todo el paquete de medidas neoliberales». De hecho, el neoliberalismo es aceptado por la mayoría de las fuerzas políticas, tanto conservadoras como progresistas, lo que aplasta todo el debate político. Esta falta de dialéctica se debe a un proceso de despolitización y homologación progresiva que ha invertido a las fuerzas políticas y a la sociedad en general a favor de un modelo económico que sólo sigue la lógica del libre mercado, fuertemente desequilibrado a favor del sector privado, de las grandes empresas. En resumen, el modelo económico neoliberal tiene como contrapartida política una forma de tecnocracia oligárquica, que representa a la clase media alta conservadora, una parte muy pequeña de la población mundial. Un modelo depredador, indiscutible desde hace al menos cuarenta años, que se ha convertido en

Naomi Klain, No Is Not Enough: Resisting Trump’s Shock Politics and Winning the World We Need, 2017. 11


el único modelo de referencia a nivel mundial y que hoy se mantiene también a través de un régimen de control y represión de la sociedad perpetrado en niveles infinitos y a través de diversos instrumentos, entre ellos Internet. Hoy vivimos en un profundo período de decadencia de la civilización dominante a nivel planetario, la civilización occidental y capitalista. Dondequiera que estemos, asistimos a un nuevo y vago populismo, pero que, en realidad, no es más que la táctica de la defensa extrema para contrastar un cambio estructural necesario, una “estrategia” política para proteger intereses económicos precisos, hoy en día en peligro. Trump en Estados Unidos, Bolsonero en Brasil, Salvini en Italia. Populismos de extrema derecha que hacen de la instrumentalización de los miedos colectivos una estrategia de control social. Naomi Klein define este tipo de política, cuyo paquete se ve reforzado por influencias xenófobas, sexistas, clasistas y nacionalistas, como “Shock politics”12. La neutralización de la sociedad es un elemento fundamental en el que se basa el mantenimiento de los juegos de poder que hay que superar, sin

embargo, la globalización y la difusión transversal de Internet está permitiendo un intercambio de ideas muy poderoso. De hecho, podemos considerar un acontecimiento que jugó el papel de “hito” entre dos épocas dentro de la historia reciente de la Modernidad, la Revolución Informática. Esto se remonta a 1991, año en que Internet pasó de ser una herramienta de uso exclusivo de los servicios secretos estadounidenses a ser “democratizada” en todo el mundo, marcando inexorablemente el inicio de una nueva era que caracteriza a la Modernidad tal como la conocemos hoy, acelerando considerablemente el fenómeno de la globalización y promoviendo su intersección en múltiples niveles.

Naomi Klain, No Is Not Enough: Resisting Trump’s Shock Politics and Winning the World We Need, 2017. 12


4.3. ¿Antropoceno o Capitaloceno? En los últimos años se está discutiendo un concepto dentro del campo científico, el Antropoceno, que es el reconocimiento de una nueva era geológica posterior a el Holoceno, dentro del cual se ha desarrollado toda la historia de la humanidad. La nueva era se caracterizaría por un impacto muy fuerte en los ecosistemas ejercido por un tipo particular de antropología, el hombre moderno. El concepto fue introducido en la década de 1980 por el biólogo Eugene Stoermer y retomado en 2000 por el Premio Nobel de Química Paul Crutzen en Welcome to Anthropocene13. Al principio de la era hay varias posiciones: Los orígenes de Crutzen se remontan a hace dos siglos, a partir de la Revolución Industrial. Otros estudiosos remontan el evento a la primera bomba atómica (apodada “Little Boy”) lanzada sobre el planeta, en la ciudad de Hiroshima, el 6 de agosto de 1945. Los elementos que se consideran anticuados serían la presencia de isótopos radiactivos en los ecosistemas (que se remontan a 2000 dispositivos nucleares explotados en la

Paul Crutzen, Welcome to Anthropocene, 2000.

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Tierra), la presencia en la estratigrafía de la Tierra de nuevos materiales, que no se encuentran en la naturaleza, como el plástico o el cemento, y la presencia masiva de CO2, dióxido de carbono, en la atmósfera de la Tierra. En resumen, hay una peculiaridad de los últimos doscientos años. Otros estudiosos datan del comienzo del antropoceno en el tiempo. Timothy Morton14 lo remonta a hace 12.000 años al nacimiento de la agricultura y la agrilogística, o un gobierno del medio ambiente, que establece una relación gubernamental con la tierra. Esta relación de dominación implica la separación progresiva del hombre de la naturaleza, según una visión binaria en la que se reconocen dos entidades separadas y antagónicas, la naturaleza y la sociedad. Esta concepción se encuentra actualmente en gran crisis, y hoy asistimos a un empuje “ascendente” cada vez más potente hacia el concepto de hibridación, gracias también a la absorción de conceptos procedentes de las teorías de la física cuántica moderna. En la física cuántica moderna, de hecho, se pasa de

Timothy Morton, Dark Ecology: For a Logic of Future Coexistence, 2016. 14


una lógica puramente determinista, que ha caracterizado el alma del positivismo, a una lógica probabilística, en la que retorna el concepto de caos, indeterminación, probabilidad y aproximación en la forma de entender la realidad. En el debate, la definición de Antropoceno parece central, sin la cual parece difícil llegar a una mejor comprensión de los problemas que afectan tanto al presente como al futuro, esenciales para comprender el fenómeno del cambio climático. Recientemente, Jason W. Moore ha realizado una lectura crítica muy interesante en Anthropocene or Capitalocene?: Nature, History, and the Crisis of Capitalism15. El autor critica “el Antropoceno de moda”. El concepto, que se difundió a través de la prensa incluso antes de ser reconocido oficialmente por el entorno científico, parece haberse convertido, hoy en día, en un paradigma dentro del cual pensar sobre el problema ecológico. Moore propone como alternativa un nombre más específico, Capitalocene, cuya definición intenta responder a algunas preguntas fundamentales para entender los complejos fenómenos actuales.

Jason W. Moore, Anthropocene or Capitalocene?: Nature, History, and the Crisis of Capitalism, 2017. 15

Moore se pregunta quién es realmente este antropos abstracto, protagonista de una nueva era y responsable del catastrófico impacto sobre la Tierra, que se extiende indistintamente sobre toda la humanidad, poniendo a los aborígenes en pie de igualdad con el rico petrolero. Una vez más, lo que se pretende es un cambio estructural de visión, pasando de una concepción abstracta, resultante de la simplificación y clasificación de la realidad, a una concepción más realista, capaz de comprender, comprender y afrontar la complejidad del mundo y del tiempo que vivimos. La crítica de Moore a la definición de Antropoceno es de una naturaleza diferente. Lo considera, en primer lugar, un concepto ahistórico, referido a un hombre genérico, abstracto de su propio contexto espacial y temporal. También sería un concepto antropocéntrico, cuyo fin último es exclusivamente la salvación de la especie humana, como si fuera algo más que el medio ambiente en el que vive. En última instancia, sería un concepto gubernamental post-político, tecnocrático, útil para evitar un cambio verdaderamente estructural dentro del modelo polític-


o-económico, que representa los intereses del sector privado rico. El problema central que surge, según Moore, utilizando este término, demasiado parcial y genérico, es que acabamos enmarcando el problema ecológico dentro de una lógica que es la misma que lo creó, sin intentar primero comprender y cambiar los supuestos reales que determinaron esta situación. A través de la abstracción de este anthropos, por lo tanto, se acaba aplastando la realidad al hacer diferencias amorfas, extendiendo la responsabilidad del cambio sobre toda la especie indiscriminadamente, como si todos sufrieran los mismos efectos. La otra cara de la concepción antropocéntrica simplista es la ocultación de una realidad más compleja y específica, que provocaría una grave falta de comprensión de la realidad, con graves consecuencias en la realidad. Por lo tanto, parece esencial partir de este punto si se quieren encontrar soluciones complejas y adecuadas para gestionar el cambio climático.

Moore parece mover el “velo de Maya” detrás del cual se esconde la aporía de la modernidad, la gran paradoja, presente en la concepción tradicional del binomio rígido, dentro del cual el hombre (o la sociedad) y la naturaleza (o los ecosistemas) son dos unidades en relación el uno con el otro, pero claramente separadas. La concepción antropocena justifica y legitima al hombre para ejercer su derecho de gobierno sobre la naturaleza, realizado de una manera y con un enfoque que no ha cambiado con respecto al pasado. Dentro de esta lógica, la llamada Naturaleza sigue siendo, por lo tanto, una maquinaria que los técnicos o ingenieros deben manejar. El par hombre-naturaleza universalista permanece, la paradoja no se disuelve. Una vez más no reconocemos la realidad como un complejo sistema socio-ecológico dinámico adaptativo, un organismo, propio de una visión ecológica holística.


La propuesta del concepto de Capitaloceno parte de la adquisición de un supuesto fundamental, según el cual la crisis ecológica que estamos viviendo como cualquier otra crisis es portadora de un fuerte potencial revolucionario que, sin embargo, si permanecemos en la lógica del Antropoceno, sería completamente anulado. De hecho, el concepto antropoceno es muy conveniente para el neoliberalismo, que sigue contrastando antagónicamente la necesidad de trabajo de la sociedad con la ecología pero también con la salud y la supervivencia de la misma especie humana y de todas las demás especies y ecosistemas. En el mundo moderno, gobernado únicamente por las leyes del mercado, la primera instancia siempre gana, a pesar de todo, de la vida misma, humana y no. El objetivo último del sistema capitalista, la maximización del beneficio, infinitamente reinvertible y multiplicable en forma de capital dentro de un ciclo continuo, dentro del cual los recursos a explotar se consideran ilimitados. Y, en cambio, como todos sabemos, estos son limitados y muchos se están agotando debido a la explotación humana.

4.4. El ascenso del capitalismo en la modernidad.

Dentro de la Modernidad, se entrelazan tres líneas, tres principios clave en los que se basa el capitalismo. La primera línea, la estrategia de conquista global, es la base del poder. La estrategia se basa en políticas coloniales e imperialistas, cuyo objetivo es aumentar el área de apropiación sobre la que se injertará el capital. El descubrimiento y el conocimiento del territorio son finalizados a la apropiación de la tierra, luego medidos, vendidos y vallados. De hecho, la cuantificación está orientada a la evaluación económica, que transforma los bienes en mercancías, a través de la ley del valor. La segunda línea, la mercantilización infinita, es la base de la ley del valor capitalista. Esto implica el paso del valor de la tierra a la productividad del trabajo, con el fin del sistema feudal. La riqueza, que hasta entonces se había acumulado en forma de oro, tierra o cualquier otro bien material, se entiende como capital,


cuyo valor puede multiplicarse infinitamente dentro de un ciclo continuo de inversión-utilización. En teoría. En realidad, como todos sabemos, los recursos, que en la lógica capitalista son por lo tanto infinitamente apropiables y explotables, son limitados y finitos. Además, lo que ahora llamamos recurso es más bien un elemento que no es a priori un recurso en la naturaleza, es el hombre, este anthropos capitalista moderno, quien le asigna un valor, a través de sus leyes, la ley del valor, transformándolo en una mercancía. La tercera línea, la racionalización implacable, caracteriza la esfera del conocimiento, que determina la supremacía política y económica. Una condición necesaria es que la naturaleza sea entendida como conquistable. El tiempo y el espacio son dos dimensiones homogéneas y calculables. De esta idea derivan invenciones como los relojes, para calcular el tiempo, que se asocia a un valor de mercado en la mano de obra asalariada, y los mapas, para representar los lugares abiertos, conocidos, y permitir la medición y apropiación de la tierra,

a la que también se le asigna un valor, y luego proceder a la división y venta. En un ciclo interminable de inversiones y ganancias. Todo es clasificable, medible, entonces vencible legítimamente a través de la asignación de valor. La naturaleza se entiende en esta lógica como res extensa, realidad física pura (extendida, limitada e inconsciente), estática, sin vida, para ser dominada, controlada y transformada a voluntad, por medio de res cogitans, es decir el hombre moderno. El esquema cartesiano, que divide la realidad en dos bloques opuestos, res extensa (materia, cuerpo) y res cogitans (espíritu, pensamiento), constituye el fundamento teórico en la base de la rígida estructura binomial, hombre-naturaleza, que ha moldeado a la forma mentis moderna hasta ahora, constituyendo el marco dentro del cual pensar y comprender la realidad y sobre cuya base estructurar la sociedad y el mundo.


Moore toma de la teoría marxista el concepto de sociedad organizada, en el marco del sistema capitalista moderno, a través del trabajo social abstracto, es decir, el trabajo medido por el tiempo y organizado en forma de salarios (tiempo-valor). De la misma manera, el autor define la naturaleza como social abstracta, taxonómica, medida, y por lo tanto susceptible de apropiación y mercantilización dentro del sistema capitalista. La sociedad y la naturaleza se mercantilizan dentro de un ciclo depredador, energético e implacable, basado en la idea de un consumo en constante aumento en la ilusoria perspectiva de un crecimiento infinito y constante. El proyecto del capitalismo y la modernidad se basa, en definitiva, en dos polos principales: la naturaleza y el trabajo. Ambos pueden ser medidos (a través de mediciones temporales y espaciales), comprados, apropiados y explotables. Susceptible de evaluación, según la ley del valor, dentro de la lógica del mercado capitalista. Todo ello dentro de un marco todavía fuertemente determinista, propio de la ciencia clásica, que ha dado

forma al espíritu positivista, optimista en la convicción de poder determinar con precisión las condiciones futuras y poder controlar y dominar los fenómenos de la realidad. Por lo tanto, podemos interpretar el capitalismo como una gran “maquinaria de separación”, de tipo “sacrificial”16, ya que al final de cada ciclo siempre genera material de desecho. Se basa en la mayor explotación posible de los recursos dentro del sistema, con el objetivo último de maximizar el beneficio, en detrimento de todo, incluso de la vida misma. La ley del valor permite la estimación del bien, realizada sobre una base exclusivamente económica, según la ley del mercado, determinando lo que tiene valor, lo que debe ser pagado y explotado, y lo que no tiene valor, condición que legitima la libre apropiación del objeto en cuestión y la posterior explotación. Toda la realidad conocida es, por lo tanto, inexorablemente invertida por un proceso de objetivación y mercantilización.

16 Giulio Sapori, en una reunión (Traversella 2018) destinada a analizar y discutir las teorías de Moore en Anthropocene o Capitalocene, publicada ese mismo año. Video YouTube https://www.youtube.com/watch?v=tNl3fi-Gt_A.


Además, el capitalismo sigue basándose en supuestos marcadamente racistas, sexistas y clasistas. Esto, de hecho, organiza y separa la sociedad y la naturaleza en áreas de trabajo que pueden ser apropiadas y explotadas. El “dispositivo” capitalista eleva el capital (a través del trabajo asalariado) al único e indiscutible motor de la sociedad, degradando la naturaleza a un área que puede ser apropiada y explotada indefinidamente. El mismo dispositivo organiza a la sociedad en trabajo productivo, el asalariado, medido en el tiempo (una vez mercantilizado), y en trabajo reproductivo, como, por ejemplo, el trabajo doméstico de la mujer, el de los animales, es decir, el trabajo de cuidado y regeneración que puede ser apropiado y explotado gratuitamente porque no tiene valor en el mercado, y por lo tanto se considera res nullis.

4. Conclusiones.

En la perspectiva de un verdadero cambio de época, es indispensable, en primer lugar, actuar a nivel de pensamiento, cambiando el marco de referencia con el que abordamos el problema de la crisis y la realidad, superando la concepción cartesiana del binomio rígido y pasando finalmente a entender la realidad como un organismo, un complejo sistema adaptativo de carácter eco-social. Hay que renunciar a la visión ahistórica, genérica, abstracta, para favorecer una visión más realista, que supere definitivamente los contrastes ideológicos obsoletos, como si todavía viviéramos en la época de la Guerra Fría. El resultado es que, treinta años después de la caída del Muro de Berlín y el declive de las ideologías, con la abrumadora derrota y la consiguiente demonización del socialismo, en ausencia de un replanteamiento interno del propio modelo capitalista, existe la perspectiva de una catástrofe épocal que afecta al futuro del planeta Tierra en su conjunto. El binomio debe ser disuelto, comenzando desde el nivel


del pensamiento, ya que no es adecuado para interpretar los fenómenos, reintegrando al hombre en la naturaleza. Además, las necesidades presentes en la crisis ecológica son multiespecíficas, no sólo humanas. A nivel político, es indispensable iniciar una revisión seria del modelo político y económico, el sistema depredador del capitalismo neoliberal debe ser superado. Es difícil pensar en este hecho histórico si no se rehabilita primero una verdadera dialéctica política, con la superación de la crisis en el seno de las fuerzas políticas, especialmente las que se identifican en las batallas progresistas. La izquierda, de hecho, tiene la tarea de reconstituirse y finalmente tomar una posición de manera abierta y clara con respecto al sistema neoliberal. La propia democracia está en juego, ya que ha desaparecido un principio fundamental, el de la oposición real dentro de una dialéctica política. Dentro del esquema neoliberal cualquier intento de enfrentar radicalmente y seriamente la crisis ecológica es automáticamente frustrado, ya que es el mismo que ha acelerado exponencialmente el problema.

Es hora de clarificar la realidad y las razones reales de los fenómenos actuales y de empezar a difundir ideas y conocimientos en la medida de lo posible, democratizando el conocimiento a través de la educación, para que se constituya una conciencia colectiva, susceptible de generar una respuesta política capaz de contrastar el poder abrumador de los técnicos-olímpicos, prerrogativa de los intereses privados de las grandes empresas, financiada a su vez por los bancos. Una realidad hecha posible también a través de un régimen de control social y opresión que utiliza en su beneficio los medios de comunicación e Internet, poderosas herramientas de comunicación global, a las que hoy estamos constantemente conectados. En su documental A natural history of power, el director y periodista británico Adam Curtis aborda este mismo tema, mostrando cómo la política y las empresas utilizan los medios de comunicación para llevar a cabo una campaña de control sobre los individuos destinada a influir en el comportamiento de las masas. Curtis, reuniendo las piezas como un gran rompecabezas, nos ofrece una fotografía,


a modo de collage, de una situación real que sólo recientemente habría sido acusada de conspiración y ampliamente desacreditada. En última instancia, Moore invita a un cambio de perspectiva, con respecto a la idea de que el problema ecológico debe ser considerado exclusivamente como un problema “técnico”. Es necesario alejarse momentáneamente de la lectura de los números, o del análisis exclusivo de los efectos del cambio climático, y, más bien, empezar a examinar las condiciones que generaron el problema, a fin de remediarlo radicalmente. Tenemos que mirar la historia, para poder abrir un momento de síntesis sobre el curso de la historia reciente y luego tomar una posición al respecto. Es hora de entender el presente y repensar el futuro. Comprender lo que significa hoy la modernidad es fundamental para abrir una fase de reflexión y replanteamiento general, que sea verdaderamente coral, para asegurar un futuro para el planeta, que se transmita de la mejor manera posible a las generaciones futuras, democraticamente, y permitir una transición justa que hace época.



Bibliografia. Ayuntamiento de Barcelona, Pla Clima Barcelona 2018-2030, Barcelona, 2017. Éric Fassin, Populismo de izquierdas y neoliberalismo, Herder, 2017. Fritjof Capra, The turning point. Science, Society and Rising Culture, Simon and Shuster, New York, 1982. Jason W. Moore, Anthropocene or Capitalocene?: Nature, History, and the Crisis of Capitalism, 2017. Miriam Garcìa Garcìa, tesis doctoral Hacia la metamorfosis sintética de la costa diseñando paisajes resilientes, 2017. Naomi Klain, No Is Not Enough: Resisting Trump’s Shock Politics and Winning the World We Need, 2017. Paul Crutzen, Welcome to Anthropocene, 2000. Timothy Morton, Dark Ecology: For a Logic of Future Coexistence, 2016. Zygmunt Bauman, Liquid Modernity, 2000.


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