PASIÓN CIEGA POR EL TEATRO
ACTO PRIMERO Cuadro primero La sala de ensayo representa un interior lóbrego, donde apenas caben una silla y una taza de váter. En un primer término, una mujer con una venda en los ojos y las manos atadas a la espalda, llora. Detrás, un hombre permanece en la oscuridad, vigilándola, pero no se acerca Mujer: ¿Dónde estoy? Voz: No haga preguntas Mujer: Me duele todo el cuerpo Voz: Se le pasará pronto Mujer: ¿Por qué tengo los ojos vendados? Carme Querol interpreta a esta mujer, esposa de un político corrupto a la que un grupo terrorista secuestra. Entra en la sala de ensayo risueña junto al resto del elenco de La Sang, drama escrito por Sergi Belbel, actual director del Teatre Nacional de Catalunya. Los ocho actores del grupo Sarau y su directora Ariadna Morros, arman un alboroto considerable. Ríen, se saludan, comentan las incidencias del día y empiezan a arrastrar sillas. Pasan diez minutos de las siete. La estancia es amplia. A lo largo y ancho de dos paredes, grandes paneles de madera con tiradores empotrados de metal, hacen las veces de armarios. En todo el perímetro, sillas arrimadas. Sólo una enorme columna en el extremo
derecho y una mesa en el rincón de la izquierda. El resto, podría ser recorrido por una mano sin encontrar apenas irregularidades u obstáculos. Ariadna (Joven enérgica, vestida con falda corta y mallas de colores. Su indumentaria informal contrasta con su firmeza y exigencia como directora): Venga, empezamos. Carme, allí (Señala.) Cipriana (Irónica): Sí, tú señálale, que verás cómo se entera. ¿Voy a buscar una cuerda? Mercedes: Yo tengo un pañuelo de seda para atarla. Jaume: Hui, esto es muy erótico. Ariadna: La silla representa el váter. Carme: ¡Fedra!, bonita, ponte allí. Fedra, mezcla de labrador negro y golden retriever, deambula de aquí para allá, meneando la cola y buscando quién le preste atención. Ariadna (Alzando la voz): ¡Fedra, venga, allí! La perra se dirige hacia la mesa del rincón y se echa debajo. Carme (Cariñosa). Muy bien, aquí. Ariadna: Al suelo, Carmen. Jaume Solé, uno de sus secuestradores en la ficción, se dispone a atar las manos a su compañera de escena. Es un hombre de mediana edad, robusto que oculta sus ojos tras unas gafas oscuras.
Carme: No aprietes el pañuelo, que si no lo estropeamos. Ariadna (Mira el cuaderno y lee las notas que ha escrito): Cuando queráis. Quiero que os relajéis y disfrutéis. Si se olvida el texto, da igual. ¡Dejaos sorprender, hombre, que es lo más bonito del teatro! Se inicia el diálogo entre los dos actores. Mientras Carme llora y se queja, su perra aprovecha para dormitar. Por fin, su carcelero la ha liberado de la venda que la cegaba y de la cuerda que le impedía moverse, pero su miedo no disminuye. Mujer (angustiada): ¿Por qué no se cubre el rostro? (Pausa.) Tanto tiempo con los ojos vendados, tanta oscuridad, tengo las pupilas dilatadas, ahora le veo muy bien la cara. Demasiado bien (Pausa.) Preferiría no vérsela. Acabada la escena, compañeros y directora aplauden la actuación de los intérpretes. Fedra y Osaka, el otro ejemplar blanco de labrador, irrumpen en lo que sería el escenario, moviendo la cola para participar en lo que ellas creen, es un juego. Carmen, tanteando el aire con las manos hacia abajo, busca a su perra lazarillo para acariciarla. Apunte 1º. El propósito de Carme llamando así a su compañera de fatigas, demuestra la estima que le merece el teatro. Porque si hay algo que une a los miembros de esta formación teatral de la ONCE no es sólo su ceguera sino, sobre todo su deseo de subirse a un escenario y actuar. El motivo es el mismo que mueve a todos los que atrae la actuación. “Somos gente que nos gusta que nos miren”, sentencia Carme.
En el mundo de la interpretación ha habido mujeres que han hecho de hombres, hombres que se han disfrazado de atractivas féminas, blancos que se han hecho pasar por negros e incluso videntes que han fingido ser ciegos. Su esfuerzo por imitar los gestos y las expresiones
de las
personas
sin visión les
ha valido el
reconocimiento de la crítica y en muchos casos se les ha premiado por ello. Los actores y actrices de Sarau también realizan un sobreesfuerzo para que sus movimientos y su gestualidad no delaten su deficiencia visual. Sin embargo, a diferencia de las grandes estrellas, ellos preferirían que el público obviara su discapacidad y valorara más su actuación. Con esta obra, se alejan del género de la comedia, adoptando un registro más dramático y subrayar así sus dotes interpretativas. Comparado con los mil contratiempos que supone vivir el día a día en una gran ciudad sin ver, pasearse por un escenario con naturalidad, es un mal menor. Cuadro segundo Apartamento de 30m, junto a la plaza Joanic. Sólo en la salita de apenas 12m se apiñan mobiliario y multitud de objetos. Pegado a una pared, preside la sala un sofá de dos plazas, justo enfrente una mesita de centro. A un lado, una estantería que combina las figurillas de porcelana, con recuerdos de viajes y candelabros; al otro lado, otra estantería con libros, papeles y equipo de música. En la pared de enfrente, una mesa escritorio, encima de la cual conviven apretujados una pantalla de ordenador, una tele lupa y un montículo de papeles. Delante una butaca de color negra. En el suelo dos colchonetas para la perra. Son la once de la mañana y
por el balcón de este entresuelo, la luz, levemente tamizada por unos visillos, alcanza todos los rincones del piso Carme (Viste pantalón corto y una camiseta holgada. Lleva en las manos una bandeja con el desayuno que instala encima de la mesita, luego se acomoda en el sofá): Distingo la noche del día y cuanto más contraste de luz, mejor. Eso para mí (Señala la butaca) es una mancha oscura. Yo, cuando interpreto a esa mujer no noto contraste entre lo que digo y lo que me pasa. No ver para mí es constante, pero no constantemente me lo estoy planteando. No creo que todos los actores se planteen cada frase, partiendo de su situación personal. Quizás yo, no viendo, si estuviera en un lugar muy oscuro, también pediría que me encendieran la luz porque yo la tengo muy interiorizada (Se sirve el café en la taza sin derramar una gota y Fedra, atraída por el olor de una pasta de cabello de ángel se acerca y olisquea. En seguida vuelve a echarse en el colchón.) Lo mío fue una pérdida muy lenta. A los 26 o 27 años me enteré que tenía glaucoma (Enfermedad que se caracteriza por un aumento de la presión ocular) y a los 32 me afiliaron en la ONCE. Fue el disgusto más grande de mi vida. Era el reconocimiento de todo lo que había perdido. Apunte 2º Su personaje no vuelve a aparecer hasta la última escena. El lugar es el mismo, pero las circunstancias han cambiado. Le han cortado un dedo, una oreja y un pie, y están a punto de asesinarla. Mujer: Lo único que he sentido cuando he vuelto en sí, ha sido este picor insoportable. He mirado. No he visto el pie, aun así me pica. Y el dedo. Y la oreja. (…) La realidad es otra, pero me da igual. En la cabeza, todo continúa en su lugar.
Carmen: Sí que está relacionado con lo que me pasa a mí, pero no lo utilizo. Haber perdido la visión es un pesar muy grande, y yo en este momento lo cambiaría todo por ver, pero no quiero vivir con la situación de la pérdida, porque eso no te deja vivir lo que puedes ganar. Yo, para el papel, pensé en varias víctimas de la banda terrorista ETA como Miguel Ángel Blanco (Concejal del Partido Popular de Ermua, cuyo asesinato conmocionó a todo el país en julio de 1997) Estoy segura que sus asesinos le dijeron desde el principio que iba a morir. (Se emociona).También me ayudo haber trabajado con gente discapacitada de movilidad que me dicen que ,aún no teniendo pierna, la perciben. A mí me ocurre lo mismo: no veo pero percibo. Cuando alguien me dice este tío está buenísimo, esto yo ya lo sé. (Suena el timbre de la puerta y Carme se levanta a abrir.) Carme: Hola Jordan: Hola soy… Carme (No le deja acabar la frase) ¡Ay Jordan dime! Jordan: ¿Me dejas otra vez la llave? Carme: Sí hombre sí. No te preocupes. (Coge la llave de una estantería y se la da) Toma. Jordan: Gracias Carme: Venga, guapo, hasta luego. (Cierra la puerta y vuelve a sentarse en el sofá esquivando la mesita.)Una de las cuestiones que me preocupaba cuando perdí la visión era perder la gestualidad.
Siempre
me
había
inexpresividad de los ciegos totales.
llamado
la
atención
la
Apunte 3º. Aquéllos que ven, consideran que todos los ciegos viven en una noche cerrada y que sólo la visión posee mil matices. Se equivocan. Las formas de no ver son también muchas y cada una condiciona la movilidad del ciego de una manera distinta. Por eso los movimientos de Carme y de otros actores del grupo, gracias a ese resto visual, transmiten seguridad y sensación de normalidad. Cuadro tercero Sala de ensayos de la ONCE. Ahora una mesa ocupa el centro del espacio y la directora coloca dos sillas a cada extremo. Se ensaya la escena tercera, en la que dos policías ven interrumpida su conversación por el terrorista de la primera, ahora reconvertido en Hombre Tímido. Trae consigo un paquete que contiene el dedo de la retenida. Cipriana ayuda a Jaume Solé, ciego total y jubilado, a colocarse en un extremo desde el cual entrará. Lourdes Presa, ciega total y jubilada, ya está sentada con los codos apoyados en la mesa y un bocadillo entre las manos. Ella interpreta el papel Mujer Policía. Mujer Policía: ¿Qué quiere? Hombre Tímido: He encontrado esta bolsa en el metro, con una nota (El Hombre tímido alarga un papel a la Mujer Policía) Tienen departamento de objetos perdidos, ¿verdad? Mujer Policía (Leyendo): “Llévenlo inmediatamente a la policía”. No es para objetos perdidos. Es para la policía. Démelo. Los dos han conversado con la naturalidad que exige el diálogo, pero Ariadna para la escena.
Ariadna: Jaume, tú alargabas la mano y ella buscaba la nota. Acuérdate, porque si no le tocas la teta. Lourdes: Bueno, de vez en cuando ya va bien. Ariadna (Riendo). Ya, ya. He visto que lo ha hecho dos veces y no te has quejado. Acabado el ensayo, Jaume Solé coge su bastón y se dirige al ascensor. Una vez en el exterior, enfila la calle Sepúlveda a la vez que mueve su bastón de derecha a izquierda donde las fachadas de las casas son el punto de referencia. Jaume: La calle es el lugar donde uno aprende a moverse con más confianza, aunque sea a fuerza de sustos. Una vez en el metro, creí que estaba en un pasillo, cuando en realidad estaba justo delante del andén y a punto de dar el paso equivocado. Al final, un viajero me advirtió. (Ya ha cruzado dos travesías). Me quedé ciego a los 15 años, cuando el mecanismo que manipulaba en un taller de material de construcción, explotó y cortó el nervio óptico. Me dieron 800 pesetas de indemnización. Yo veo una espesa niebla con algún que otro destello. (Cruza la calle Viladomat y gira a la derecha, pasa por un vado, sigue y golpea levemente con el bastón a una adolescente sentada en el escalón de la puerta de entrada a su domicilio. La chica sonríe y repliega las piernas) Aquí es. (Pausa.) Hace años, antes del accidente, veía siempre en Tremp a una pareja de ciegos y sufría porque me sentía impotente. No sabía cómo ayudarlos. Ahora entiendo a los demás. Apunte 4º. Ni Carme ni Joan, pierden el tiempo en inútiles amarguras. Aceptan la ceguera y dedican parte de su vitalidad, al teatro. El juego de la ficción , que ellos se toman muy en serio, es el
que demuestra su fortaleza para encarar cualquier obstáculo. Por que como señaló Borges “si el ciego tiene una vocación artística, ya está salvado”. Una sentencia aplicable igualmente a los que siguen aferrados al mundo de las apariencias.
ACTO SEGUNDO Cuadro primero Despacho de la psicóloga Loles Martín en la ONCE. Una enorme placa con letras y número en relieve y en Braille, lo indican. Tras una puerta de cristal translúcido, su oficina mantiene la desnudez y austeridad en el mobiliario de todo el recinto. Mesa, dos silla, estantería con puertas y ventana. Sentada, consulta su agenda mediante un ordenador que habla. En el suelo, un perro repanchingado en una colchoneta color azul. Esta especialista lleva 26 años afiliada a esta institución y 24 atendiendo a ciegos y a familiares. Habla con seguridad, sin apenas pausas, como una alumna aplicada que recita la lección, pero entendiendo su contenido. Loles Marín: La gente viene tocada y necesita saber que hay otras personas con una discapacidad como la suya y llevan una vida normal. En las actividades socioculturales, la persona puede hablar de manera relajada con otras, a la vez que hacen cerámica o teatro, así pierden un poco esa idea egocéntrica que se crea, cuando tienes un problema. (Pausa breve) El teatro lo fomentamos porque es una manera de afrontar situaciones sociales muy amplias. Desde el punto de vista terapéutico aprovechamos aspectos como el compromiso con el grupo, la memorización de textos y la
orientación que se gana en un escenario sin bastón, pero la actividad en sí no es una terapia, es lúdica (El ordenador anuncia que son las diez y después suena el teléfono). Sí, bajo ahora mismo. Recomendamos que no pierdan contactos sociales a pesar de que cuesta. La ONCE es una válvula de oxígeno: llegas, respiras, coges estrategias de funcionamiento y sales fuera. (Se levanta y anima a su perro para que haga lo mismo) Venga, vamos Yeco. (El animal sigue cómodamente recostado, y ella lo zarandea levemente) Venga, ¡qué vaguncio estás ¡ (Finalmente se levanta medio adormilado y ella le coloca el arnés) La ONCE asusta porque crees que vas a cambiar de mundo y entrar en el mundo de los ciegos. Quitar ese mito pasa por entrar en un grupo de teatro y hacer amigos, ir a tomar un café (Reflexiona para encontrar las palabras adecuadas) van cambiando un poco esa actitud de autocomplacencia en la lástima a una situación de socialización. (se (Se dirige a la puerta.) Pero cada uno es un mundo, vemos el global de la persona y trabajamos el ajuste a la discapacidad que mejor le va. (Abre la puerta y se va a desayunar con otros dos compañeros que ya están esperándola. Caminan lentamente por un largo pasillo de suelos relucientes y puertas de madera a ambos lados, distintas porque el tono de éstas últimas es más oscuro,- una de las pocas concesiones al sentido de la vista que hay en este edificio.
ACTO TERCERO Cuadro primero Martes, 2 de mayo 2011.En Barcelona la lluvia está arreciando. Falta una hora y media para que se inicie la semifinal de la Champions entre el Barça y el Real Madrid. Una alargada mesa de madera ocupa gran parte de esta aula de la ONCE, dándole un aire ministerial. Tres integrantes del grupo Sarau – Cipriana Mediavilla, Joan Casoliva y Francisca Sánchez- sentados en el extremo más cercano a la puerta, charlan amigablemente. Apunte 6º. Cipriana es la que conserva más resto visual: distingue colores, puede leer desde cerca y no necesita bastón. Durante su niñez, adolescencia y juventud vivió acomplejada por su escasa visión, soportando insultos y maltrato en la escuela. La ceguera de Joan, “un cristal empañado por el vapor con una luz detrás” dura ya casi veinte años, pero éste es sólo su segundo año como actor. También Francisca es una novata en el campo de la interpretación y también su ceguera es reciente (desde 2009 está afiliada a la ONCE). Quizás por ello se resiste a dejar de vestirse con colores, a pesar de de que sólo diferencia entre negro y gris. Cipriana (Jubilada): Los ciegos aceptan la ceguera hasta cierto punto. Pero viven con la amargura de ser ciegos. Aquí, lo que pasa es que algunos creen que sólo tiene derecho a pertenecer los ciegos totales. Joan (Hombre joven): No, no. La mayoría viven, vivimos nuestra ceguera muy mal, no queremos mostrarnos al mundo como personas ciegas.
Cipriana: Yo creo que no. Francisca (Mujer joven): Joan tiene toda la razón. Porque si fuera como tú dices, yo vendría con el bastón cada día. El rehabilitador ya me dijo que con mi que usarlo visión tendría. Y yo erre que erre, sin bastón. No es que me dé vergüenza…pero Cipriana: (La interrumpe). Te hiere tu orgullo. Francisca: Sí, por ejemplo que los vecinos me vean con él. (Dirigiéndose a Joan). ¿A ti no te pasaba al principio? ¿Verdad que sí? Joan: Ser ciegos es de lo peor que te puede pasar. Entonces en este mundo que la imagen lo es todo, nadie quiere mostrarse frente a los demás así. Nos escondemos de nuestra propia ceguera. Puedes ir cogido del brazo de una persona y pasar desapercibido. Cipriana: Quizás sí. Porque mira, el día que me puse a vender cupones, todo el mundo se quedó de piedra. Ninguno sabía de mi problema. ¿Por qué?, porque para mí era un tabú. Francisca: Justo estás dándole la razón a Joan. Cipriana: Pero yo, ya desde que estoy en la ONCE, todo lo contrario, soy la reina de los mares. A ver, no es lo mismo en un rebaño de ovejas blancas, una oveja negra, que en un rebaño de ovejas blancas y negras, ser una más. No sé si he puesto bien el ejemplo. Joan: Pero el problema está en la calle. Uno se siente orgulloso de ser guapo, alto, de tener los ojos claros, de tener dinero, de tenerla muy grande, pero, claro, ¿cómo vendes que te sientes orgulloso de ser ciego? .Es que eso tiene muy mala venta.
Ríen los tres Cipriana: Si no es vender nada. Pero, escucha, yo jamás había hecho una broma con mi visión… Joan (La interrumpe): Es que eso es un bálsamo. Cipriana: Ahora sí, porque lo tengo muy superado. Francisca: Bueno Cipri, pero tú no eres ciega total. Joan: Lo que pasa también es que entre ciegos te sientes cómodo, viven en tu mismo mundo, están en tu misma dimensión y hablan en tu mismo idioma. Francisca; Yo me sigo relacionando más con videntes, pero claro llevo poco tiempo con la invalidez. Que esto supongo que con el tiempo se pierde Joan: Entre personas que ven, te sientes que los demás no entienden tu mundo. Ni lo entienden, ni falta que les hace. Cipriana: A mí, me molesta mucho aquí, cuando viene gente y tratan de explicarles las cosas con mímica. Una cosa es que en la calle te digan o hagan lo que sea, pero no en la ONCE. ¡Hay gente estúpida pero estúpida!, que lleva años trabajando aquí, y no es capaz de entender que un ciego no ve. Francisca: A mí me sorprendió muchísimo cuando me afilié y escuchaba a ciegos totales decir “Bueno, mañana nos vemos”. Joan: ¡Es que yo te veo a ti y a ella! A mi manera os veo. El lenguaje no hay que cambiarlo. (Después de pensar un rato continúa) A mí me molesta que estoy haciendo algo y me lo quitan de las manos para hacerlo igual, o cuando te dicen no sé como lo
has hecho. Pero lo peor es cuando te dicen si yo estuviera en tu lugar, ¡ooooooh! Francisca: Pues alguna vez te lo he dicho (Carcajadas). Lo que no sabía era que te molestara. Joan: No, no, no. Hablo de gente que ve, porque lo dicen sintiendo mucha lástima. Me ven como un inútil. Relacionan la ceguera con la imbecilidad total. Cipriana: En el teatro, algunos piensan ¡pobrecitos ciegos!, lo hacen bastante bien para no ver. Apunte 7º.Ciprina ya es una veterana en el grupo, pero es la primera vez que finge ser un hombre, de profesión policía. En cambio para Francisca éste es su segundo papel con la compañía. Interpreta a una terrorista fría y calculadora, que no siente ninguna empatía hacia su víctima. Nunca antes se hubiera atrevido a actuar, pero ahora como no ve al público, no pasa ninguna vergüenza. Para Joan, La Sang, supone todo un desafío porque realiza un doble rol: primero es un joven que coquetea en el parque con una chica, después un político corrupto y esposo de la mujer secuestrada. Ello le obliga a moverse y a hablar de maneras muy distintas, para no confundir al espectador. Joan: El primer comentario es que no se les notaba, no es qué bien habéis actuado o me ha gustado la obra. Cipriana: A mí me molesta que no valoren la interpretación y sí que te defiendas en el escenario. Vas a ver una obra de teatro, no a un ciego.
Joan: Ése es un tema que tengo con vosotros y con Ariadna desde el primer día. Para mí es un error salir a actuar sin el bastón. Francisca: Tiene razón. Hay gente más pendiente de si te chocas o si encuentras eso, o si te tropiezas. Joan: Sin el bastón, te mueves con torpeza, con miedo, con inseguridad. Eso el cuerpo lo expresa de una forma muy cruda. Y a los ojos de los demás les es desagradable, y a las personas que te quieren, les es hiriente, les duele verte así. ¡Es muy chungo eso!. Cipriana: Pero es que estamos haciendo teatro. Actuamos doblemente. Joan: Pero si yo fuera un inválido que va en silla de ruedas, ¿me colgarían de una cuerda para hacer ver que camino? (Carcajadas) Con el bastón no tendríamos que esconder nuestra ceguera, intentando mostrarnos como videntes. Cipriana: Pero salir con el bastón, te machaca mucho el papel. Mira, llega un momento en que hueles la humedad, hueles la pared que te para, te corta el aire (Pausa) El agujero que hay en el suelo, puedes sentir su profundidad. El aura te lo recoge todo, te desarrollas el aura de una manera muy increíble. Joan: Sí señora. Es que el sentido de la vista es tan potente que ciega todos los demás. Apunte8º.Demócrito, filósofo presocrático del siglo 400AC se arrancó los ojos para que las apariencias no le impidieran “ver” la auténtica realidad. Su meta era descubrir el constituyente esencial de la materia.
ACTO CUARTO Cuadro primero El departamento de Psicofísica de la Universidad de Barcelona, y más concretamente el .Despacho del profesor, José Antonio Aznar Casanovas, miembro del departamento de Psicofísica de la Universidad de Barcelona. Su mesa está pegada a una ventana, no muy grande, por la que se cuela un pedazo de Collserola. Dos estanterías donde se entremezclan libros de referencia de la materia con dossiers y cajas de distinto tamaño. En las paredes destacan un tablón de corcho con gráficos, anuncios de congresos y un ejemplar de la contraportada de La Vanguardia con la fotografía de François Ansermet, psiquiatra; al lado un enorme póster del Museo de la Ciencia que se puede contemplar desde una mesa con dos pantallas de ordenador y un queratómetro, aparato imprescindible en cualquier centro oftalmológico para poder revisar el fondo de ojo (la retina) y detectar disfunciones visuales. El profesor utilizará un tono pausado y, acostumbrado al trato con estudiantes, sus explicaciones son didácticas y buscan ante todo la claridad. José Antonio Aznar: La visión ciega existe. Hay invidentes que no tienen dañado el córtex occipital, área del cerebro donde se recibe y se profesa la información visual. Y se han hecho experimentos, colocándoles delante de los ojos objetos y colores para que digan qué perciben. ¡¡Los aciertos están por encima del nivel de azar!! La visión ciega es capaz de detectar a un metro que hay un objeto e incluso los ciegos congénitos pueden advertirlo . (Abre los ojos con expresión de incredulidad) ¿Cómo se explica que diferentes
longitudes de onda lumínica sean percibidas sin visión? Lo que no sabemos, es que sensores lo hacen posible. Los ciegos completan su interpretación del mundo a través de un sistema compensatorio: exploración táctil, auditiva, somatoestésica (percepción a través de la piel) y móvil. (Pausa) En cuanto a manejarse en un escenario, son básicos la memoria cinestésica (orientación espacial) y táctil. En el caso de los invidentes su sistema de localización es exocéntrico; es decir sabe su posición, pero respecto a los objetos. Lo que no tienen es la certeza de que estén ahí, sólo es una posibilidad. Además su control sobre el espacio es únicamente peri personal, lo que alcance la mano estirando el brazo. (Hace ver que tiene un bastón entre sus manos) Por eso el bastón es una especie de dedo virtual que permite verificar si hay un vacío o un objeto a una distancia mayor. Las personas que han visto poseen una gran ventaja. Tienen otra manera de conceptualizar el espacio. En cambio los ciegos congénitos llevan un retraso cognitivo de dos años por no poseer esta experiencia. (Mira el reloj, falta un minuto para las dos. Coge unos papeles y sale del despacho para acudir a una reunión con otros colegas).
ACTO QUINTO Cuadro primero Salón de estar en un piso de la calle Balmes en el barrio de Sàrria Sant Gervasi. Consol Pérez saca de uno de los cajones de una librería llena de fotografías familiares, una caja con varios papeles y fotografías. Consol Pérez: En esta fotografía estoy en la primera fila, la segunda empezando por la izquierda. (Una niña vestida de blanco y con una melena negra de tirabuzones mira a la cámara). Aquí tenía unos ocho o nueve años, estaba en el Orfeo el Roser, en el Poble Sec donde empecé a cantar en el coro y hacer teatro. Durante la Guerra Civil seguimos haciendo, luego se interrumpió todo. Años después, nos trasladamos aquí y me enteré que en el Club barcino, justo aquí delante (Señala hacia la terraza) había un grupo de teatro y me apunté. Hicimos todo tipo de obras (Rebusca entre el amasijo de papeles, acercándoselos mucho, los programas de las piezas que represento) Y a los 70 años me profesionalicé. Aquí tengo apuntados varias de las cosas que hice. (Es una libretita pequeña de tapas verdes y hojas cuadriculada. Pasa una página, coproducción italiana con Virna Lisi; pasa otra, película para TV3, y en la siguiente La ciudad de los prodigio). Creo que por aquí debe estar una foto mía vestida de época. Todos eran trabajos de figuración. No aquí no, bueno es igual. (Suena el teléfono). No necesitamos nada, gracias (Cuelga). Era una oferta de no sé qué. Bueno, (Reflexiona), lo último fue trabajar en Barrio Sésamo, haciendo de vieja estrambótica, que duro bastante.
Apunte 9º. A los 74 años una trombosis en el ojo izquierdo le deja un 10% de visión. Sigue trabajando. Con 87, trombosis en el izquierdo. Diagnóstico, ceguera. Carme: Ahora todo es my borroso. A tres metros ya no reconozco a nadie. Pero sigo cocinando y cosiendo. Eso sí, mi marido me selecciona los hilos y me dice de qué color son. Y miércoles y domingo tengo partida de póquer con las amigas. Utilizamos una baraja enorme. Somos muy informales, merendamos y nos dejamos ver las cartas. Cuadro segundo Consol está a punto de ensayar dos de las escenas en que interviene. Antes la directora insufla ánimos a las actrices Ariadna: Venga, vamos a hacer de lo imposible posible, de lo posible difícil, de lo difícil fácil y de lo fácil divertido. Empieza el ensayo. La víctima, Carme, se levanta al oír como la puerta del zulo se abre y entra el personaje de Consol, vestida con una falda roja a juego con la chaqueta, en las piernas calcetines blancos hasta las rodillas y los pies calzados con unas manoletinas. Mira a la secuestrada y ésta siente un escalofrío. Mujer: ¿Cuántos años tienes? Niña: Doce. (Pausa.) Mentira. (Pausa) Diez (Pausa). ¿Se ha creído que tenía doce? Mujer: No lo sé. Sí Niña: Sé engañar. Me lo enseñó mi madre. Mujer ¿Quién es tu madre?
Niña: Está muerta Mujer: ¿Y tu padre? Niña: Los asesinaron (Pausa.) El enemigo (Pausa.) Delante de mí.
(Pausa.)
Hace
cuatro
años.(Pausa.)Todavía
tengo
pesadillas. Apunte 10º. Esta veterana actriz, a punto de cumplir 90 años en agosto, ciega y con problemas de oído, representa a una niña de diez años. Además de su aspecto delicado, Consol posee una facilidad innata para la actuación que se evidencia, cuando en escena pasa de la ingenuidad infantil a la maldad más atroz, con una facilidad pasmosa Pertenece al grupo terrorista que ha secuestrado a la Mujer, y la relación con esta señora sacará lo peor y lo mejor de su personalidad. Su interpretación suena igual de convincente al hablar de sus padres con aire triste, que cuando pide a la terrorista ayudar en la amputación del dedo. Su método de preparación lo resume así: “entró en el escenario, me concentró y sale”. Ahora toca ensañar la última escena. Consol no se encuentra bien, esta mareda Ariadna: Consol, ¿llevas el aparato en el oído? Consol: No, nunca me lo pongo, así chillo. Ariadna: Mejor. Espérate allí sentada. Recuerda que al final te abrazas a Carme y le susurras las últimas palabras La mujer ya ha sido ejecutada. Su último deseo, despedirse de la Niña, no se ha cumplido, pero ella ha presenciado todo lo ocurrido.
La obra se cierra con un monólogo que dirige a su “enemiga amiga”, asegurándole que visitará a su hijo, acompañada de su abuela. Niña: Llamaremos a la puerta. Preguntaremos por él. Tu hijo. Él aparecerá, me mirará y dirá que no me conoce de nada. (Pausa.) Pero da igual. El me habrá mirado y yo le habré visto. Las nueve y media. Hora de irse a casa. Consol coge su bastón y se va del brazo de Carme, que a su vez es conducida por Fedra. Consol baja las escaleras como le enseñó el rehabilitador de la ONCE. En Plaza Catalunya se separan y la niña-anciana se dirige a los Ferrocarriles catalanes, dirección Tibidabo. Se apea en la última parada y baja por la calle Balmes,. Hasta llegar a su casa, los porteros de todas las fincas vigilan que entre en su portería. Si en el camino alguien le dice adiós, ella corresponde “no sea que lo conozca”. En casa la espera su marido para cenar y un televisor de 65 pulgadas.