RESTRICCIONES MATíAS POBLETE ARAVENA
Fotografias, texto y diseño: Matías Poblete Aravena
SANTIAGO, CHILE.
El espacio público es donde cohabitan la gran cantidad de individuos que se dispersan y se mueven constantemente, en función a la necesidad propia y a la pertenencia de cierta sociedad que los definen y los sitúan en sus propios contextos. A la sucesión de la pertenencia, la sociedad, establece culturalmente ciertas delimitaciones y divisiones que normalmente percibe el individuo. La misma zonificación donde se estructuran, los lugares a vivir, las calles, las zonas urbanas, los espacios públicos en general, tienden a delimitar y predeterminar un territorio, el sitio donde el individuo trata de manifestarse y habitar pero a través de cierta estructura que condiciona la manera que en general el individuo trata de desplazarse y subexistir, siguiendo ciertos patrones de huellas, señales, barreras, que culturalmente tenemos inserto. La estructuración, las restricciones, las limitaciones,
son partes inevitables e inminentes en el ordenamiento de una sociedad moderna que trata de progresar. La delimitación del espacio, crean estos sitios que vertiginosamente se presentan y limitan al individuo, espacios que generan cierta trepidación y dramatismo, como sus formas y maneras que logran presentarse y a la vez situarse en el diario de vivir de una sociedad, establecerse como un rito, un condicionamiento. A pesar de que sean parte de una estructura estos espacios, (algo que presume cierta formalidad y orden), se caotizan, perdiendo esta organización, desvirtuándose y poniendo al individuo dentro de un territorio complejo, desorbitándolo y restringiéndolo en todo sistema y manera de existir, enfrentándolo un mundo desordenado. La sociedad y su desorden, el caos, está presente en función a como poco a poco la colectividad ha estructurado a la urbe, siendo así bajo las propias
necesidades que ha establecido el propio individuo, debido al pensamiento colectivo que se ha engendrado por estas limitaciones y restricciones que establecen las estructuras, cierta fragmentación de pensamiento. Debido a estos motivos, se plantea al espacio público en un sentido fotográfico, como lugar en que el individuo se refleja, por el pensamiento que ha alcanzado de manera que su desorden y fragmentación no dejan de verse y se logra sentir al recorrer una ciudad, lo trepidante que alcanzan las formas, las letras y el vértigo que se produce al contemplar ciertas desolaciones y micropaisajes que hablan mucho de una sociedad que habita y se limita simultáneamente, desordenándose.