Algunos enfoques sobre el empleo y el capital social en el Paraguay

Page 1

1

Las estructuras sociales del empleo en Paraguay


La presente publicación es fruto de un emprendimiento conjunto entre el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA) y la Asociación Paraguaya de Estudios de Población (ADEPO), en el marco del Proyecto PAR/02/P07 “Formación de Actores Estratégicos en Población y Desarrollo”. El material fue elaborado en base a los resultados de las investigaciones ganadoras del 2do. Concurso de Investigaciones sobre Población y Desarrollo. La opinión de los autores no refleja necesariamente el punto de vista de ninguna de las instituciones mencionadas más arriba. Se autorizan la reproducción y la divulgación total o parcial de esta publicación por cualquier medio, siempre que se cite la fuente. Esta publicación no tiene fines de lucro, por lo tanto no puede ser comercializada en el Paraguay ni en el extranjero.

Diseño: Karina Palleros Impreso en: AGR Tirada: 1.000 ejemplares Es propiedad de: ©Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA) ISBN: 99925-76-02-2

2

Diciembre de 2005 Asunción - Paraguay


Introducción

El 2º Concurso propuso tres temas centrales en torno a los cuales debían girar las investigaciones, a saber: población, capital social y desarrollo; procesos demográficos y desarrollo; y condiciones sociodemográficas de los departamentos del país y su situación con relación al desarrollo, y estableció que debían tomar en cuenta aspectos transversales como pobreza, género, salud sexual y reproductiva, ciclos de vida (niñez, adolescencia, juventud, adultos mayores), discapacidad, distribución espacial, migración interna, servicios básicos y condiciones de la vivienda. Un número superior al medio centenar de propuestas fue analizado por un jurado de calificación que, finalmente, seleccionó las cinco que mejor se ajustaban a los requisitos, bases y condiciones del concurso, y realizó el seguimiento y control de calidad de sus resultados finales. Hoy la ADEPO y el UNFPA se complacen en presentar cuatro trabajos que, a criterio del jurado, reúnen los méritos necesarios e indispensables para su publicación, si bien las afirmaciones y conclusiones contenidas en los mismos no representan necesariamente las de las instituciones patrocinantes.

Las estructuras sociales del empleo en Paraguay

En la presente publicación se presentan los resultados de cuatro trabajos de investigación realizados en el segundo semestre de 2005, en el marco del 2º Concurso de Investigaciones convocado por la Asociación Paraguaya de Estudios de Población (ADEPO), como parte del proyecto “Formación de Actores Estratégicos en Población y Desarrollo” que lleva adelante con el apoyo técnico y financiero del Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA).

Se trata de dos abordajes a la temática del empleo, uno desde la perspectiva sociológica y el otro desde una visión económica, el primero enfocado al estudio de las estructuras sociales y su incidencia en el modelo de desarrollo y el otro sobre los determinantes del ingreso rural no agropecuario; y dos estudios sobre el capital social, referido uno de ellos a la incidencia del sistema educativo paraguayo en su construcción y el otro a las vinculaciones entre el capital social y la violencia en las comunidades. 3


En los cuatro casos, cuyos resultados se presentan en esta publicación, se ha trabajado básicamente con información sociodemográfica proveniente de censos y encuestas de hogares, cumpliéndose así con otro de los requisitos del concurso que apunta a promover la explotación y el uso de dicha información en el desarrollo de investigaciones y que estas representen aportes concretos para la formulación de políticas. La ADEPO considera que estos trabajos pueden constituirse en puntos de referencia válidos para acrecentar el conocimiento de la realidad social, económica y demográfica del Paraguay enriqueciendo una bibliografía todavía poco consolidada en la materia. Con ello hace también un nuevo aporte en el proceso de construcción de una masa crítica en el área de Población y Desarrollo, comprometida con los objetivos de desarrollo del país. Finalmente, la ADEPO hace propicia la ocasión para reiterar su reconocimiento al UNFPA, que brinda su decidido y decisivo apoyo a estos emprendimientos.

4


Índice

1. Introducción 2. Acerca de la cuestión del empleo y el desarrollo capitalista 3. Génesis y estructura del mercado de trabajo en Paraguay: historia y sociedad 3.1 Población trabajadora y mercado: las condiciones sociales de oferta y demanda 4. Trabajo y trabajadores 4.1 Estructura ocupacional y distribución del ingreso 4.2 La naturaleza de lo no natural: educación y desigualdad de posibilidades 4.3 Dualidad en el mercado laboral: el problema de la subalternidad 5. Conclusión: el trabajo en Paraguay y sus condiciones de posibilidad Bibliografía Anexo

Determinantes del empleo e ingreso rural no agropecuario en el Paraguay Pedro Daniel Correa 1. Introducción 2. Objetivos y alcances de la investigación 3. Revisión de la literatura 4. Datos 5. Estadística descriptiva del mercado laboral rural 6. Modelo econométrico 7. Principales resultados 8. Conclusiones y recomendaciones de política Bibliografía Anexo

7

9 11 18 29 50 50 54 67 77 79 81

85

87 89 90 94 99 106 108 112 118 119

La incidencia del sistema educativo en la construcción de capital social en Paraguay César Romero

127

Resumen 1. Antecedentes 2. Introducción 3. Objetivos y alcances de la investigación 3.1 El objetivo principal 3.2 Los objetivos específicos

129 130 131 135 135 136

Las estructuras sociales del empleo en Paraguay

Las estructuras sociales del empleo en Paraguay Lic. Luis Ortiz Sandoval

5


3.3 El alcance y las limitaciones 3.4 El problema abordado 4. Marco teórico 5. Metodología 5.1 El capital social en Paraguay, a partir de la EPH 2002/DGEEC 6. Sistema educativo y capital social en Paraguay Entre la herencia autoritaria y el desafío democrático 7. Proporcionalidad entre inversión en educación y el capital social en el sistema estatal paraguayo 8. La incidencia de la educación para el incremento de capacidades individuales y grupales: el capital humano y el capital social 9. Principales hallazgos 10. Conclusiones. El capital social como necesidad para el desarrollo social: educar para capital social 11. Propuesta de políticas públicas Bibliografía

136 137 138 142 144 146 152 154

159 170 179 182

El capital social y su influencia en la violencia de las comunidades 185 del Paraguay. Evidencia de la Encuesta Permanente de Hogares 2002 José Aníbal Insfrán Pelozo, Ph.D. 1. 2. 3. 4. 5. 6.

Introducción Marco teórico Revisión bibliográfica Violencia, seguridad y capital social El enfoque económico del crimen Análisis de datos en base a la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) 2002 7. Índice de capital social. Su cálculo 8. Metodología 9. Estimación de la probabilidad de ser víctima de actos violentos con el capital social como regresor 10. Descripción de variables y signos esperados 11. Resultados empíricos 12. Implicancias de política 13. Conclusiones Bibliografía Anexo

6

187 188 191 193 194 197 197 199 199 202 203 207 208 209 211


Lic. Luis Ortiz Sandoval

Las estructuras sociales del empleo en Paraguay

Las estructuras sociales del empleo en Paraguay

7


8

LUIS A. ORTIZ SANDOVAL es Licenciado en Sociología e Historia por la Universidad Católica Ntra. Sra. de la Asunción (1996-2000). Actualmente se halla cursando estudios de Maestría en Ciencias Sociales en la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO) Sede Académica México. Periodo 2004-2006.


1. Introducción

Y esta característica no es aleatoria. El modelo de vinculación al mercado internacional desde el final de la Guerra Grande, a saber, la exportación de productos primarios de extracción, implicó una forma específica de inserción al capitalismo mundial, que supuso, en lugar de expandir relaciones salariales en las ciudades, un proceso de monopolio de la tierra con las correspondientes relaciones de servidumbre en el campo. Por otra parte, se configuró una economía campesina de incipientes niveles de productividad del trabajo, mientras en algunas regiones se instalan dominios manufactureros de enclave con limitada expansión y cuyas utilidades se despachan al exterior. El modelo resultante es un régimen agroexportador dependiente. Las bases económicas de este contexto se expresan en la constricción del mercado laboral, es decir, una baja demanda de fuerza de trabajo para procesos de transformación manufacturera y el correlato de un exceso de oferta canalizado hacia sectores de baja productividad. Lo agravante de esta situación es que determinadas ramas de producción se hallan sobredimensionadas, tales como las actividades primarias para la exportación y una correspondiente depresión de las actividades destinadas a la producción de mercancías de consumo en el mercado interno. En este sentido, la incidencia de la industria, y particularmente la manufactura, en la organización racional del trabajo, así como en el desarrollo de las fuerzas productivas locales, estuvo ausente, relegando al atraso a la estructura productiva en su conjunto. Así, en Paraguay, el origen de la modalidad “moderna” del mercado de traba-

Las estructuras sociales del empleo en Paraguay

El mercado de trabajo en Paraguay se basa en una estructura social de extrema desigualdad, así como sobre la estructuración desigual del desarrollo. La estructura de la propiedad en este país produce la forma específica en que se organiza el trabajo: por una parte, impide la transformación del agro hacia una transición urbano-industrial y, por la otra, condena a la miseria a los productores parcelarios, quienes se debaten entre la precariedad de sus condiciones de vida y la condición errante como campesinos sin tierra o marginales urbanos.

9


jo se basó más bien en el carácter independiente de la mano de obra, entendido como el predominio de la categoría ocupacional de trabajo por “cuenta propia”. El mercado de trabajo se constituye como un sistema segmentado cuya estructura laboral se fundamenta en la articulación de los bajos niveles de ingresos salariales con la baja calificación de la fuerza de trabajo. Las perspectivas analíticas que consideran el mercado laboral constituido dualmente se inscriben como una forma relativamente crítica de comprender el proceso social bajo los mecanismos de distribución de poder y de diferenciación social, pero permanecen en el análisis del “mercado”, obviando los elementos de la estructura social y el carácter histórico cultural del problema, allende la dinámica derivada del juego de la oferta y la demanda en abstracto. Así, partimos de la constatación de la existencia de relaciones sociales que determinan la distribución de las disposiciones sobre los bienes económicos y culturales en el espacio social paraguayo, y que ellas configuran una realidad específica con relación a las estructuras que hacen posible el empleo. En este sentido, planteamos ubicar la perspectiva teórica de la segmentación más adecuadamente al proceso histórico social paraguayo. Esto implica la correspondencia que ha existido entre los efectos de la modalidad dependiente del desarrollo paraguayo y la precariedad del trabajo en un contexto de bajos niveles de alternativas laborales donde los requisitos de empleo sean la seguridad, la estabilidad y la suficiencia. Al respecto, la premisa subyacente es que las condiciones objetivas de la estructura del trabajo devienen las condiciones del atraso de la estructura productiva paraguaya, al incidirse de manera recíproca tanto la dinámica del mercado laboral, en términos del empleo efectivo de los factores de producción, como las características socioculturales y políticas de los agentes que actúan en él, a saber, los trabajadores.

10

En un contexto como el actual, en el que las múltiples y variadas dinámicas socioeconómicas y sus correspondientes marcos conceptuales se imponen, por el “efecto de tecnocracia” como los marcos hegemónicos de análisis, es crucial la reconstrucción de algunas de ellas como condición para echar luz sobre determinados fenómenos que


muchas veces aparecen más opacados que adecuados a la lógica del descubrimiento científico. Los marcos actuales de análisis del trabajo en sociedades marcadas por relaciones mercantiles obedecen, si no en su totalidad, al menos predominantemente, al terreno de la ciencia económica. Y aquí lo que proponemos es recurrir a la teoría económica no para pontificarla, sino para insertarla en un contexto y análisis necesariamente social de la problemática que nos preocupa. Esta premisa epistemológica es atingente, dado que –como planteaba Russell– no estamos preocupados tanto acerca de cómo la gente hace elecciones, sino acerca de cómo hay mucha gente que no tiene ninguna elección que hacer.

La pregunta que nos proponemos responder en este estudio es: ¿Cuál es la contribución del factor trabajo al desarrollo económico paraguayo, dadas las condiciones actuales de calificación de la fuerza de trabajo y la baja demanda de trabajo formal? Analizando el proceso de trabajo, podemos distinguir los instrumentos de trabajo y el objeto sobre el que recae la actividad como los medios de producción, y el trabajo un trabajo productivo en términos generales. Dialécticamente, los productos no son solamente el resultado, sino que son, al mismo tiempo, la condición del proceso de trabajo. El proceso de trabajo, así, es la realización, regulación y control del intercambio del ser humano con la naturaleza mediante su acción concreta1.

1

Marx, Karl: El Capital. Crítica de la Economía Política, Fondo de Cultura Económica, México, 1991, Pág. 130.

Las estructuras sociales del empleo en Paraguay

2. Acerca de la cuestión del empleo y el desarrollo capitalista

El proceso de trabajo considerado como proceso de consumo de la fuerza de trabajo por el capital presenta dos fenómenos característicos: a) el trabajador trabaja bajo el control de un empresario, a quien su trabajo pertenece; y b) el producto es propiedad del empresario y no del productor directo. Desde el punto de vista capitalista, el proceso de trabajo es el consumo de la mercancía “fuerza de trabajo”, facilitándole medios de producción. 11


“Fuerza es reconocer que nuestro obrero sale del proceso de producción en condiciones distintas a cómo entró. En el mercado se enfrentaba, como poseedor de su mercancía ‘fuerza de trabajo’, con otros poseedores de mercancías, uno entre tantos. El contrato por medio del cual vendía su fuerza de trabajo al capitalista demostraba a ojos vistas, por decirlo así, que disponía libremente de su persona. Cerrado el trato, se descubre que el obrero no es ‘ningún agente libre’, que el momento en que se le deja en libertad para vender su fuerza de trabajo es precisamente el momento en que se ve obligado a venderla.” (Marx: 1991, 240.) Lo central de la transformación industrial vía manufactura es la organización racional del trabajo y el correlativo incremento de su productividad. La estructura del trabajo se basaría, en este contexto, en una mayor asalarización de la población trabajadora y el incremento de sus capacidades profesionales, es decir, de su calificación. “El mecanismo total de la manufactura descansa sobre la premisa de que en un tiempo de trabajo dado se puede alcanzar un resultado dado. Sin esta premisa, no podrían interrumpirse ni empalmarse en el tiempo y en el espacio los diversos procesos de trabajo que se complementan los unos con los otros. Es evidente que esta interdependencia directa de los trabajos y, por tanto, de los obreros que los ejecutan, obliga a estos a no invertir en su función más que el tiempo estrictamente necesario para realizarla, con lo que se establecen una continuidad, una uniformidad, una regularidad, una reglamentación y, sobre todo, una intensidad de trabajo completamente distintas a las de los oficios independientes e incluso a las de la cooperación simple. En el régimen de producción de mercancías, la concurrencia impone como norma imperativa la de que en la fabricación de una mercancía no se invierta nunca más que el tiempo de trabajo socialmente necesario para su producción, puesto que, para decirlo en términos superficiales, cada productor tiene que vender sus mercancías a los precios del mercado. En la manufactura, la fabricación de una cantidad determinada de productos en un tiempo determinado es una ley técnica del propio proceso de producción.”2 12

2 Marx, Karl: Op. cit., Pág. 280.


Según Hobsbawn (1979), la transición de la utilización extensiva de la mano de obra a la intensiva y de la intensiva empírica a la intensiva racional supuso la medición de la ineficiencia debida a la tecnología obsoleta o imperfecta y la debida a la mala organización del trabajo. Este autor se refiere, como ejemplo, al exceso de personal en las florecientes industrias inglesas del siglo XVIII, que indicaba la utilización ineficiente de la mano de obra por parte de los patrones.

Al inicio de la era industrial –refiere Hobsbawn–, el objetivo no era que el ritmo de producción realmente se incremente, sino que no cayera por debajo de la norma existente. En economías marcadas por el atraso, los empresarios ganan más por la reducción del salario real y un nivel de esfuerzo ajustado a la “norma habitual” que por un salario elevado con esfuerzos más intensos del trabajo. Todo esto nos lleva al hecho de que estos factores alientan la organización racional del trabajo para el aumento de la productividad, ante una (nueva) configuración del mercado de trabajo y los derechos de los trabajadores. La mecanización es una cuestión diferente a la organización racional del trabajo, la que supone: a) un análisis minucioso del proceso de trabajo y producción, su fragmentación en segmentos simples y el establecimiento de normas de trabajo en cada uno de ellos; b) un sistema de cálculo de costos que permita a la empresa descubrir el costo de mano de obra de cada operación y mantenerlo en constante observación; y c) la elaboración de sistemas de incentivos o de supervisión capaces de impulsar a los obreros a trabajar con un máximo de intensidad.

Las estructuras sociales del empleo en Paraguay

Ahora, ¿cómo surge la organización racional del trabajo como condición del aumento de la productividad laboral? ¿Basta la instalación de la maquinaria para lograr dicho efecto?

Así, para el desarrollo productivo del trabajo tienen que darse tres condiciones fundamentales: a) la organización racional del trabajo; b) el desarrollo de capacidades (calificación) de la fuerza de trabajo; y c) la mecanización. Según la teoría económica clásica, el mercado laboral se estructura bajo la mediación de una transacción “libre” entre la oferta laboral y la demanda empresarial de traba-

13


jo. Esta transacción se hace posible –afirman los economistas– como resultado de cálculos de costo-beneficio entre los oferentes y demandantes, hallando un punto de equilibrio en el precio del trabajo –o salario– adecuado para su usufructo mercantil. El salario, así, cargaría sobre sus espaldas el difícil papel de articular el deseo de explotación desmesurada de la fuerza de trabajo por parte de los empresarios y el deseo de liberar “horas de ocio” por parte de los trabajadores, los que “entregan” su trabajo con el supuesto de que su cálculo de salario les rinde una gratificación honrosa. Pero esta simplificación de la teoría económica no considera otros factores relevantes de orden social. Como alega Hobsbawn, la seguridad social, la comodidad en el trabajo, el ocio, etc., son factores que compiten con el dinero a la hora de determinar los equilibrios requeridos por el mercado. Pero hay un factor que es decisivo en la determinación de las transacciones de trabajo en las estructuras precapitalistas, o al menos preindustriales: la costumbre, vale decir, aspectos ligados a la tradición. “Los obreros no calificados o de aquellos cuya mano de obra había en abundancia no se planteaban, en principio, ningún problema de determinación de los salarios. Tenían que recibir un salario de subsistencia o bien un salario fijado en un nivel apenas suficiente para incitarles a abandonar, por ejemplo, el trabajo agrícola.” (Hobsbawn: 1979, 353.) Otra cuestión, además, en términos de la productividad del trabajo consiste en la determinación del salario de un obrero calificado con respecto a uno no calificado, lo que se basaba, en los inicios del industrialismo, en la posición social como expresión de las diferencias de ingresos y jerarquías ocupacionales. Hobsbawn dice que en una época un obrero determinado no se consideraba satisfecho si no obtenía un salario superior al de otro obrero de “categoría inferior”. La estructura salarial en una economía capitalista no se constituye, entonces, en el vacío: es una modificación o distorsión de la jerarquía salarial de la condición pre-industrial. El cálculo salarial del obrero en una economía capitalista atrasada es, entonces, un cálculo basado en la costumbre y no en el mercado.

14

Una consecuencia de esto es que los patrones obtienen su mano de obra calificada por menos del costo del


mercado. Esto sucede como consecuencia de la competencia entre firmas pequeñas y la ausencia de sindicatos (o la ineficacia de estos cuando los hay). Con los trabajadores no calificados, los mismos patrones no tienen expectativas de gran productividad de su trabajo. Dice Townsend –citado por Hobsbawn– con respecto a una situación de este tipo, previamente a la Inglaterra industrial:

La diferenciación al interior de la clase trabajadora funda un sistema de jerarquías que tiene como puntal una aristocracia trabajadora, caracterizada por mayores niveles y regularidad de ingresos, pertenencia a un sistema de seguridad social, mejores condiciones de trabajo, su posición marcada en las relaciones con los estratos superiores e inferiores4, mejores condiciones relativas de vida y perspectivas de progreso.

3 Townsend, J.: Dissertation on the Poor Laws by a wellwisher of Mankind citado por Hobsbawn, Eric en: Trabajadores. Estudio de historia de la clase obrera, Ed. Crítica, Barcelona, 1979. 4 Al respecto debe atenderse la diferenciación de los trabajadores con los administradores, directivos y pequeños patrones (capataces), así como los empleados oficinistas, de carácter predominantemente conservador. Por ejemplo, en la Inglaterra en fase de industrialización los artesanos consideraban inferiores a los peones (trabajadores no calificados) por su “falta de educación”. 5 Hobsbawn, Eric: Trabajadores. Estudio de historia de la clase obrera, Ed. Crítica, Barcelona, 1979, Pág. 297.

“La razón principal de una gran diferencia salarial entre las profesiones calificadas y no calificadas, las ‘aristocráticas’ y las ‘plebeyas’ en el sistema capitalista es el hecho de que el ejército industrial de reserva de parados y subempleados, que determina el movimiento general de los salarios, afecta de manera diferente a las diferentes categorías de trabajadores. Opera en primera instancia sobre todo manteniendo bajos los salarios de la clase de mano de obra que se expande con más facilidad, es decir, los de la mano de obra menos calificada.”5 Según Galbraith, ni los acaudalados ni la masa de trabajadores de las sociedades subdesarrolladas disponen de un estímulo económico lo bastante fuerte como para elevar la productividad de sus capitales o de su trabajo. Las familias campesinas se ven compelidas a sacar lo preciso para su subsistencia y no hacer rendir suficientemente su finca, porque las ganancias les serían arrebatadas de una u otra manera. Los restantes miembros no propietarios de la minoría privilegiada gozan de empleos importantes y bien remunerados generalmente en el Gobierno,

Las estructuras sociales del empleo en Paraguay

“Para los pobres no cuentan demasiado los motivos que estimulan la actividad y productividad de las categorías sociales más elevadas: dignidad, honor, ambición. Por lo general, es el hambre el que los hinca e incita a trabajar, y sólo la disciplina puede hacer que sigan trabajando.”3

15


en el Ejército o en las profesiones. Ninguno de los dos grupos acomodados –propietarios y no propietarios– contribuye positivamente a la producción nacional. Según la “teoría dualista” del mercado de trabajo, las oportunidades del mercado de trabajo –la posibilidad de conseguir un empleo bueno del mercado primario de trabajo que tenga oportunidades de formación y que permita percibir altos salarios– son controladas principalmente por los empresarios del mercado primario. En esta teoría, los trabajadores no controlan su destino en el mercado laboral. La productividad y las ganancias de una persona no dependen tanto del “capital humano” adquirido por medio de la educación y la formación profesional como de conseguir entrar en una escala de puestos de trabajo “buenos” del mercado primario. Así, el problema de los trabajadores pobres no reside tanto en sus deficiencias como en la estructura segmentada del mercado de trabajo. Con esto se desmitifica la “apuesta” por la educación como si fuera una panacea en el vacío, es decir, sin considerar las condiciones económicas de demanda de trabajo que pueda captar productiva y formalmente la oferta laboral. Lo atractivo de la teoría dualista radica en que pone el acento en las condiciones y los espacios de trabajo más que en los trabajadores, ya que insertan a estos en una estructura social, de diferenciación y poder. La productividad del trabajo se inscribe en condiciones sociales que la hacen posible. Estas condiciones se construyen como una articulación entre el desarrollo de la capacidad productiva del país, su relativa expansión en el territorio nacional, de modo a brindar posibilidades de acceso de la población económicamente activa a puestos de trabajo, y las características de la oferta laboral, específicamente la situación sociocultural de la mano de obra que entabla relaciones sociales con ciertos agentes económicos que detentan en considerables proporciones cúmulos de capital económico y cultural.

16

La propuesta de análisis de la subalternidad en la estructura del mercado de trabajo plantea que las condiciones objetivas de baja productividad del trabajo en su conjunto se entroncan en determinadas relaciones sociales que limitan el desarrollo de las capacidades y calificación


de la fuerza de trabajo. Estas relaciones sociales son aquellas que reproducen la estructura productiva aletargada y sin innovaciones, de modo que la condición de continuidad de la informalidad, de los bajos niveles educativos de la población trabajadora y la desigualdad de los ingresos, es correlativa con la continuidad de las estructuras de poder en el país.

Este trabajo planteará entender las limitaciones histórico-sociales y económicas para el desarrollo productivo del trabajo y el desarrollo de la estructura productiva. Como mencionamos anteriormente, las condiciones para dicho desarrollo se basan en la organización racional del trabajo, el desarrollo de la calificación de la fuerza de trabajo y la mecanización manufacturera. En este contexto, los criterios objetivos y subjetivos conforman el proceso de configuración del carácter específico del mercado laboral paraguayo de manera dialéctica.

Las estructuras sociales del empleo en Paraguay

Así, la segmentación del mercado laboral es atingente teóricamente, pero es limitada como perspectiva sociohistórica, pues solo pone atención sobre los determinantes objetivos que delinean el mercado dual en tanto este es el reflejo de la rigidez de un mercado primario en cuanto a movilidad, dadas la influencia de los empresarios y la sindicalización. Por otro lado, ciertos enfoques de segmentación ponen el énfasis sobre determinantes subjetivos, como ser la movilidad de los trabajadores entre ambos mercados según criterios de costo de oportunidad de pertenencia a los segmentos formales, así como los beneficios que ocasiona el incrementar capacidades y calificación en el sector informal, basados en expectativas racionales.

Planteamos la siguiente hipótesis con relación al problema del desarrollo de la estructura productiva y la productividad del trabajo: La condición de subalternidad de la mano de obra funciona como una limitación estructural del aumento de la productividad del trabajo. Los bajos niveles educativos y las características culturales subalternas en los trabajadores constituyen uno de los limitantes del desarrollo del sector industrial. La condición de subalternidad consiste en la desigualdad de acceso a los recursos de capital (tierra y tecnolo-

17


gía), la baja calificación de la fuerza de trabajo y la alta participación informal en el mercado terciario como efecto de la baja participación del sector industrial en el PIB. El salario –o el ingreso de manera más general– estaría fijado en un nivel apenas suficiente para impulsar a los habitantes rurales a abandonar el trabajo agrícola: la estructura conservadora del mercado laboral se sustenta en la continuidad del régimen de concentración de la propiedad de la tierra y la distribución del ingreso. Con el incremento del sector terciario de la economía, donde se concentra el segmento informal del mercado de trabajo, se expande la incidencia de pobreza.

3. Génesis y estructura del mercado de trabajo en Paraguay: historia y sociedad En casi todos los países latinoamericanos, la abolición de la esclavitud en el siglo XIX fue seguida por una tendencia a la expansión de la economía campesina. No se da una afluencia a las fábricas por la necesidad de dependencia laboral, sino hacia la independencia. Pero esta independencia presenta el rasgo apenas en sus formas, pues la expansión campesina debió ser funcional a las estructuras de poder agroexportadoras heredadas de la Colonia. Esto se resolvió en los sistemas de trabajo dependientes en forma personal (principalmente la aparcería) como modalidades predominantes luego de eliminarse las formas esclavistas de trabajo.

18

“Una consecuencia mayor de los cambios en la estructura agraria fue la formación de un mercado de trabajo adaptado a las necesidades de la economía de exportación. Pero el asalariado típico, el proletariado completamente desposeído de medios de producción, no fue en América Latina del siglo XIX la forma de trabajo predominante. Entre el peonaje próximo a la servidumbre y el asalariado libre sobrevive, y en muchos casos aparece, toda una gama de situaciones intermedias. El efecto más inmediato de un mercado de trabajo de esta clase es el he-


cho de que el costo de reproducción de la fuerza de trabajo no estará determinado por la economía mercantil, sino por las características y la dinámica de estos sectores de producción no capitalistas. En una primera fase, esta misma situación obligará a la persistencia de formas de coacción para el reclutamiento de mano de obra.” (Cardoso, Pérez Brignoli: 1978, 31.)

En esta línea, la constitución de los mercados de trabajo nacionales en el continente y en nuestro país reflejó la estructuración desigual del desarrollo. El desclasamiento de las poblaciones rurales se expresó en un “efecto no planificado” de la constricción de las inversiones industrializantes de las clases poseedoras provenientes del orden colonial. Esta será la regularidad en su posterior posicionamiento como clase dominante en los estados nacionales, de modo que la adecuación campesina al modelo agroexportador fue el resultado de su diligencia y lucha por la sobrevivencia, apremiada por su dependencia y sujeción a los cuadros de poder criollos. Como señalan Cardoso y Faletto, el grupo hegemónico de la clase agrícola exportadora manifiesta, tanto en su carácter económico como en los términos de su dominación política, una doble imbricación: primero, por sus inversiones en el mercado interno se convierte en un segmento dinámico y propulsor del “desarrollo”; pero, por otro lado, su vinculación exterior lo convierte en el articulador de la dependencia (Cardoso, Faletto: 2003, 112). A partir de tal situación, las coyunturas de poder serán efectivas en la magnitud en que el Estado pueda conciliar los intereses de la acumulación del sector económicamente dominante con aquellos de la participación creciente de las masas.

Las estructuras sociales del empleo en Paraguay

En Paraguay, el origen de la modalidad “moderna” –es decir, capitalista– del mercado de trabajo se basó en el carácter independiente de la mano de obra, entendido como el predominio de la categoría ocupacional que trabajaba por “cuenta propia”. El origen de la baja productividad del trabajo y la informalidad predominantes en la actualidad habrá que buscarlos en este hecho histórico.

Como argumenta Cueva, este hecho tiene su contradicción más fehaciente en que ni siquiera se logra con el desarrollo de la agricultura, resolver las necesidades ali19


mentarias de la población nacional. “Ahora bien, la peculiaridad de una vía de desarrollo cargada de ‘envolturas’ (...) consiste en que no efectúa ese ‘trastorno completo del modo de producción’ del que habla Marx, o sea que no realiza una transformación radical de las relaciones hombre-naturaleza mediante la introducción de conocimientos verdaderamente modernos, sino que más bien asienta su evolución en un redoblamiento de la explotación de los productores directos.”6 En Paraguay, la domesticación estatal de la mano de obra, antes de la Guerra de la Triple Alianza, implicó prosaicas transformaciones de fondo en lo que a la productividad del trabajo se refiere, cuando se operaba el cambio formal de la estructura laboral con la subsunción por el Estado de la fuerza de trabajo. Esto se evidencia en la creciente participación laboral asalariada que al unísono coexiste con patrones de subsistencia independiente y con magros ingresos monetarios. Milda Rivarola (1994) refiere en un estudio que el Estado desempeñó un papel central en la constitución de una población trabajadora a su servicio, justificándose incluso el ejercicio de la fuerza bajo presupuestos racistas y etnocentristas, como el considerar a las masas populares “reacias por naturaleza” a la actividad asalariada. La autora, citando a Juan Andrés Gelly con respecto al Paraguay de mediados del siglo XIX, refiere que “la industria manufacturera es mala, (...) porque aunque en el Paraguay se hila y se teje mucho, no se conocen ni ejercitan las artes, sino de un modo muy imperfecto y rutinario. A pesar de la inteligencia y capacidad que tienen generalmente aquellos habitantes, les faltan los conocimientos, instrumentos y métodos que las ciencias y los descubrimientos modernos han aplicado con tan feliz resultado en las artes y manufacturas”7.

20

Decía otro autor, según las fuentes historiográficas arrimadas en dicho estudio, que las clases populares de la República apenas tenían que trabajar para ganarse el sustento. Una de las causales de dicha aversión se hallaría en la austeridad extrema de las necesidades: “Las masas están miserablemente desposeídas de ambición alguna para mejorar su condición a través de su propia iniciativa, mientras que el clima, la pequeña cantidad de fuerza de trabajo que se re-

6 Cueva, Agustín: El desarrollo del capitalismo en América Latina, Ed. Siglo XXI, México, 1997, Pág. 82 7 Gelly, Juan Andrés: El Paraguay: lo que fue, lo que es y lo que será, Ed. de Las Indias, París, 1926, Pág. 143, citado por Rivarola, Milda: Vagos, pobres y soldados, CPES, Asunción, 1994.


quiere para el cultivo del suelo y lo menguado de sus necesidades contribuyen a modelar su carácter apático, y a inducir hábitos de holgazanería y vicio”8.

Las condiciones laborales y el nivel de vida de la población trabajadora referían que el dinero era casi desconocido en el interior del país, donde “la economía campesina seguía rigiéndose por el secular sistema de trueque” (Rivarola: 1993, 49). La forma de inserción paraguaya al capitalismo mundial, antes que generar relaciones de dependencia en las ciudades, implicó un proceso de monopolio de la tierra con las correspondientes relaciones de servidumbre en el campo, tanto en los yerbales como en los obrajes. Empieza a resurgir una pobre economía campesina en la zona central (alrededores de Asunción) y se constituyen los dominios manufactureros de enclave (tanineras, establecimientos cárnicos, etc., todos en Alto Paraguay), con expansión muy limitada.

8 Informe de C. Henderson citado por Herken, Juan Carlos, en: Proceso económico en el Paraguay de Carlos A. López: La visión del cónsul británico Henderson (1851-1860), en: Revista Paraguaya de Sociología N° 54, Asunción, CPES, mayoagosto, 1982, y referido por Rivarola: en Vagos... Op. cit. Pág. 132.

La baja calificación de la fuerza de trabajo era la expresión –más que la causa– del modelo, ya que la movilidad educacional estuvo ligada en el Paraguay de entonces a factores de poder con sustratos étnicos: las clases dominantes, de origen europeo y criollo encomendero, accedían a altos niveles educativos y a las profesiones liberales, es decir, se constituían en las clases ilustradas. La calificación de la mano de obra en función del aumento de la productividad del trabajo no era condición de la producción y acumulación capitalista en Paraguay, sino más bien esta se basó en la explotación extensiva de la mano de obra en condiciones de semiesclavitud. “De las modalidades de pago que subsisten hasta nuestros días (el ‘seco’ y el ‘libre’), la que incluía la comida

Las estructuras sociales del empleo en Paraguay

Posterior a la guerra y con la debacle demográfica y económica, la recomposición de la población trabajadora supuso por parte de los pocos brazos existentes resolver por “cuenta propia” la producción de bastimentos para la subsistencia, hasta el periodo en que se produce la enajenación de tierras públicas (1883/1885). Allende la pérdida de territorio o los empréstitos a amortizar por el Estado, la principal consecuencia fue la destrucción de los establecimientos industriales estatales y de la infraestructura de comunicaciones que se había instalado y mantenido hasta la década del 60.

21


diaria al peón era de uso común en el interior, y funcionaba igualmente para el personal menos calificado de las ciudades. El transporte y las distintas tareas de la explotación forestal y de la yerba mate eran pagados ‘al tanto’ –un tanto poco–, es decir, en función del volumen trabajado –un gran volumen–, y (...) esta forma de salarios regía igualmente varios de los oficios urbanos en la época.”9 Según un censo de 1899, la población económicamente activa de hombres entre 15 y 50 años sumaba aproximadamente 113.276 personas. La información sobre la población de los yerbales y obrajes del país refería –con dudas de precisión, según Rivarola– que los peones y mensúes paraguayos sumaban cerca de las 25.000 personas más unos 30.000 paraguayos que, según Bertoni, trabajaban en el Chaco y regiones de Argentina y Brasil limítrofes con nuestro país. Según publicaciones oficiales de la época, se evidenciaba que la dificultad de los trabajadores europeos para competir con los paraguayos se debía al bajo nivel de vida de los oriundos de esta tierra, enfatizándose en los riesgos que ofrecía el país a los artesanos con oficios pero sin recursos de inversiones, y mostraba la carestía en términos de la demanda existente de profesiones liberales en Paraguay. De hecho, la instalación y/o expansión de grandes industrias agroexportadoras –obrajes de madera, yerbales, tanineras, saladeros, etc.– coincidió con el flujo más intenso de emigración a los países limítrofes. Entre 1904 y 1912 salió del Paraguay el 30% de su población total, y diez años más tarde el éxodo era evaluado ya en unas 150.000 “cabezas de familia” residentes fuera de las fronteras nacionales10. En Paraguay de inicios de siglo XX, para la demanda de trabajo, es decir para las empresas, corría el sistema liberal; para la oferta, es decir para los trabajadores, se imponía la coacción. De la misma manera que para el contexto inglés de inicios del industrialismo, aquí “los patrones recurren a la compulsión económica como a la no-económica para reclutar mano de obra y mantenerla. El mercado laboral se caracteriza por cualquier cosa menos por la política de laissez faire en las relaciones laborales”11. 22

9 Rivarola, Milda: Obreros, Utopías y Revoluciones. La formación de las clases trabajadoras en el Paraguay liberal, CDE, Asunción, 1993, Pág. 49. 10 Rivarola: Op. cit. Pág. 109. 11 Hobsbawn: Op. cit., Pág. 364.


De este modo, al mismo tiempo que la fuerza de trabajo era forzada a entregarse “libremente” con la política de anticipo, su explotación servía como el más claro mecanismo de acumulación de capital que se volatilizaba con la transferencia de las utilidades a los centros de las firmas empresariales residentes en el exterior. Esta acumulación era correlativa con la tímida ampliación del mercado interno, la que no se realizaría sin el uso de la fuerza. En efecto, como planteara Cueva, “el proceso de acumulación originaria es al mismo tiempo un proceso de creación de mercado interno. Admitido este hecho, sin el cual simplemente no habría capitalismo, quedan por examinar el grado de extensión y profundidad de ese mercado, así como sus posibilidades reales de expansión. En este sentido, parecen claras las limitaciones impuestas por la vía reaccionaria de desarrollo, que en muchos casos se basa no solamente en el alargamiento de la jornada de trabajo, sino también en la pauperización absoluta del productor directo”13.

12 En efecto, la cantidad de establecimientos de comercio a fines del siglo XIX duplicaba la de “industrias”. En el censo de 1899 se registraron 2.298 establecimientos comerciales, mientras las manufacturas sumaban apenas 1.094. Ver Rivarola: Op. cit. 13 Cueva, Agustín: Op. cit., Pág. 88.

Las estructuras sociales del empleo en Paraguay

En el Paraguay de la primera década del siglo XX, la política laboral fue de sometimiento coactivo de la mano de obra bajo políticas de enganche y anticipo, de modo a sujetar a los trabajadores a sus lugares de trabajo y cercenar la movilidad laboral, así como el “cálculo de salario” que estos pudieran realizar. Así, la teoría liberal no tenía nada que ver con la práctica de los liberales. La contradicción entre práctica y discurso se denotaba en la acción del Estado liberal que participaba o conducía, en muchos casos, las políticas de inmovilización de la fuerza de trabajo de sus lugares de empleo y la correspondiente formación de un mercado interno fragmentado12.

La formación del mercado interno en Paraguay se desarrolla con un carácter fragmentado como efecto de la disociación entre las ciudades, el campo y los recintos de industrias de “enclaves” como las tanineras, los obrajes y otros. Estos últimos, por ejemplo, tenían un modo de articulación con el mercado mundial diverso al de los mercados de las ciudades paraguayas, ya que realizan importación de artículos extranjeros de manera directa, para introducirlos en la circulación mercantil por precios cotizados por encima de su valor en el mercado nacional. 23


Estos dos factores asociados, a saber, los mecanismos coactivos de enganche y la explotación extensiva (largas duraciones de la jornada laboral) de la fuerza de trabajo, constituyen el modo atrasado que adquiere la estructura laboral. Este atraso se va evidenciando ya en la época como una estructura dual, donde la gran mayoría trabajadora era coaccionada a trabajar, no tenía seguridad, estabilidad ni bienestar económico. La estructura de subalternidad del mercado laboral, así, responde al carácter agroexportador del modelo económico. En los años de la segunda década del siglo XX, las diferencias entre las “clases altas” –industriales, propietarios, comerciantes, gerentes y técnicos de grandes empresas, parte del sector político– y la masa de la población campesina y trabajadora estaban claramente ligadas a cuestiones étnicas y de nacionalidad. La clase trabajadora, del campo y la ciudad, tenía sus orígenes en la población criolla y mestiza. Los descendientes de los antiguos colonizadores se ubicaban como profesionales liberales, políticos, terratenientes y ganaderos, mientras los inmigrantes llegados en la post-Guerra de 1864-70 –argentinos y europeos– controlaban el gran comercio y las industrias. “Las diferencias étnicas eran también visibles al interior de la jerarquía laboral: las explotaciones rurales contrataban como capataces o jefes a paraguayos –preferentemente aquellos en los que predominaba la ‘sangre española’–, a argentinos y uruguayos; en las empresas tanineras y empaquetadoras de carne los empleados altos y medios eran de nacionalidad norteamericana o inglesa. La xenofobia popular de la que tanto hablaban los despachos y las narraciones de viajeros fue cobrando intensidad en la época.” (Rivarola: 1993, 183.) La estructura del trabajo resultante en Paraguay, que se traducía en: 1) altos niveles de trabajadores por cuenta propia, dada la fragmentada industrialización (de enclaves) a inicios del siglo XX y su crisis antes de la Guerra del Chaco, así como en 2) baja calificación de la fuerza de trabajo, tiene su fundamento histórico en la modalidad de la estructura productiva local.

24

“En 1930 el Gobierno se vio obligado a aceptar que ‘todo nuestro organismo económico sufrió una distorsión es-


pectacular’, cuando la caída de los precios internacionales afectaba ya la totalidad de la producción total. El cierre y quiebra de comercios, la especulación, el desempleo y el aumento del costo de vida fueron agudizándose, y golpeaban a la sociedad paraguaya en los meses anteriores a la Guerra del Chaco.

“Cuando los efectos de la crisis hacen innegable la dependencia inherente al modelo agroexportador, y algunas voces proponen salidas industrialistas de sustitución de importaciones, Ayala hace una abierta defensa del primer modelo, retornando a posiciones estatales de fines del siglo XX.”14 Con la crisis del modelo extractivo se crearon las condiciones para un periodo de grandes agitaciones políticas, que se manifiesta inmediatamente después de la Guerra del Chaco con el ascenso del febrerismo al poder público y posteriormente con una salida autoritaria a la crisis de legitimidad del sistema social en su conjunto.

14 Rivarola: Op.cit., Pág. 243.

La dominación política en Paraguay, en este contexto, requirió ejercerse, por lo que Cardoso y Faletto denominan “el monopolio de clase” en el sistema político, que surge por la debilidad de los sectores diferenciados dentro de la alianza de dominio. En Paraguay, así, resurge de sus cenizas el sector agroexportador como la clase dominante, ocultando por su fuerza expansiva a todos los demás sectores o estableciendo con ellos relaciones de clara subordinación y no de alianza. “En América Latina esa situación se dio precisamente en los países con economías más endebles, y, por lo tanto, sin que dicho ‘monopolio de clase’ fuese la expresión de una burguesía vigorosa; más bien lo fue de un grupo vinculado a la agroex-

Las estructuras sociales del empleo en Paraguay

“El radicalismo liberal se ve constreñido, a lo largo de esta década, a articular un pensamiento y un discurso sobre las clases trabajadoras, a cuya ‘toma de partido’ debían, en parte, su ascensión al poder. Si Ayala define inicialmente el mercado de trabajo como ‘amplio y elástico’ (aunque a renglón seguido debiera reconocer que la ‘libertad de trabajo es meramente legal, porque está sujeta a la tiranía económica’), en 1927 percibe ya algunas distorsiones entre la oferta y la demanda de mano de obra, adjudicando la causa a la deficiencia de trabajadores calificados del país.

25


portación, controlado por los mismos grupos que detentan la propiedad de la tierra, y así se han superpuesto en un mismo grupo los rasgos característicos de los sectores oligárquicos-latifundistas y de los sectores capitalistas exportadores (...)”15 En el caso paraguayo, tanto la vinculación de las oligarquías que se constituyen tras pescar en los ríos revueltos de la postguerra como las beneficiarias del modelo extractivo agroexportador tienen la misma responsabilidad que los capitales extranjeros beneficiados con el proceso de “liberalización de los bienes públicos” del Paraguay, configurándose una clara situación de dependencia en cuanto al desarrollo económico nacional se refiere. Bernardino Horne, diputado argentino, en sesión pública de la Cámara de Diputados del país rioplatense del 1 de junio de 1938, alegaba que “el acuerdo (secreto) entre el Ferrocarril Central del Paraguay y la Compañía Argentino-Paraguaya de Maderas había permitido –según su expresión– la formación de enormes compañías que, como pulpos, han expoliado a la economía del Paraguay e impedido la formación de pequeñas y prósperas industrias en base principalmente a una distribución equitativa de la tierra”16. Terminado el conflicto y bajo la recomposición, que sería apenas momentánea, del liberalismo político en el poder, se instituye en el año 1940 el Estatuto Agrario, de manera a brindar a las masas paraguayas que habían litigado por sus reivindicaciones sociales una legislación agraria que resolviera el problema de la estructura de la propiedad y se hiciera viable un modelo productivo orientado a la capitalización agrícola. En efecto, “la necesidad de la redistribución de la tenencia de la tierra era impuesta por el problema social creado por el latifundio, al que el Parlamento debía darle solución. Algunas cifras denunciaban la gravedad del problema: 14 propietarios poseían en la Región Oriental 7 millones de hectáreas y 11 propietarios en el Chaco, 5 millones de hectáreas, donde no se levanta un rancho por prohibición de sus dueños” (Pastore: 1972, 339).

26

Bajo el Estado autoritario, que tiene sus inicios en 1954, las políticas de reforma agraria cambiarían su sentido, de manera a promover la colonización de zonas inhóspitas

15 Cardoso, F.H.; Faletto, E.: Dependencia y desarrollo en América Latina. Ensayo de interpretación sociológica, Ed. Siglo XXI, Buenos Aires, 2003, Pág. 60. 16 Pastore, Carlos: La lucha por la Tierra en el Paraguay, Ed. Antequera, Montevideo, 1972, Pág. 336.


Según los datos del censo agropecuario de 1956, el territorio del país, de 40.675.200 hectáreas de superficie, dividido en 2 regiones, correspondiendo el 60% al Chaco y el 40% a la Región Oriental, estaba destinado el 4,1% a la producción agrícola –principal fuente de riqueza–, el 29% a la ganadería, el 18,4% a la explotación forestal y el 48,1% sin ocupación. En la Zona Central de la Región Oriental, de 360.870 hectáreas de superficie, eran cultivadas alrededor de 143.357 hectáreas, divididas en 41.823 chacras, de las cuales el 75% (38.917 chacras) tenía menos de 7,5 hectáreas, constituía morada y fuente de trabajo de 211.440 campesinos, el 18,4% de estos como propietarios de sus parcelas, el 52,3% como simples ocupantes y el 8,4% como arrendatarios. El resto del territorio de la Zona Central (217.513 hectáreas) formaba parte del patrimonio de terratenientes y estaba cubierto de montes y praderas. Zona de tierras lavadas por el uso de siglos, dividida en 48 distritos con 437 compañías, ubicadas a 100 km de Asunción, y que para satisfacer las necesidades de una persona requería la producción de 4 hectáreas, disponiéndose de menos de 1 hectárea por habitante. Sin embargo, en términos de Pastore, para el Gobierno de Stroessner “el problema económico y social de la Zona Central, que constituye un desafío a la capacidad de la conducción nacional y que afecta al presente y al porvenir del país, debía encontrar su solución con un ‘régimen de abonos y la práctica de conservación de suelos’, excluyendo la expropiación de tierras del dominio privado”17.

Las estructuras sociales del empleo en Paraguay

sin más apoyo que el de la presión estatal por despojar a las masas campesinas de la Zona Central del país, presionadas socialmente, y que implicaba una correspondiente presión política al latifundio de la región.

En este marco, se promueven, a partir del segundo lustro de la década de los 50, las políticas de expansión –no capitalizada– de las fronteras agrícolas, cuando grandes contingentes de familias campesinas son impulsadas a abrirse paso en el monte inhóspito, sin ningún subsidio social ni auxilio técnico.

17 Pastore, Carlos: Op. cit., Pág. 423.

El proceso tuvo una leve transfiguración al resolverse parcialmente la crisis agraria con el asentamiento de numerosas familias campesinas en los nuevos horizontes, 27


otrora bosques y selvas18. Sin embargo, el efecto de estas políticas solo fue relativo, ya que la estructura de la propiedad, en este “proceso de poda”, antes que disminuir la influencia de la gran propiedad, rebrotó y amplió su incidencia sobre la estructura social. De hecho, a inicios de los años 60, en la Región Oriental 11 propietarios de latifundios de más de 100.000 hectáreas poseían el 34% de su territorio; 1.199 propietarios de 2.000 a 100.000 hectáreas poseían el 60%; y 109.970 agricultores de menos de 100 hectáreas, apenas el 4,3%. En el Chaco, 14 propietarios de más de 1.800 hectáreas poseían 13.212.000 hectáreas. La reserva de tierras fiscales del Chaco, con la determinación de los límites con Bolivia, era de 8.720.715 hectáreas en dicho periodo. Las implicaciones en el mercado de trabajo de esta configuración de la estructura de la propiedad fueron el obvio estancamiento económico y la marginalización creciente de la población en edad de trabajar. Con este estado de cosas se conservaba lo que Galbraith denominaba la “renta no funcional” de la oligarquía dominante, es decir, una renta que no representa un servicio funcionalmente útil a la economía nacional19. El 70% de la población activa trabajaba entonces en faenas rurales, concentrada en la Zona Central, con una densidad de 63,3 habitantes por kilómetro cuadrado y 0,6 hectárea por persona; mientras en el Chaco la densidad era de 0,23 habitante por kilómetro cuadrado. Con este régimen de distribución de tierra y el cultivo de pequeñas parcelas sin el empleo de la ciencia y la técnica modernas, la producción agrícola de subsistencia limita el desarrollo de la riqueza del país y el ingreso, así como el nivel de vida de sus habitantes. Y, sin embargo, “la naturaleza ofrece condiciones de excepción para una producción agropecuaria de gran volumen comercial (...). Entre los años 1943 y 1957, mientras el área cultivada había aumentado en el 0,8%, la población creció en el 38%”20.

28

Al avenirse el fenómeno Itaipú, donde se da la –provisional– contratación masiva de mano de obra calificada y no calificada en las obras directas como en las indirectas de la represa (v.gr. obras viales), las clases trabajadoras, que habían estado debilitadas hasta entonces en sus condiciones económicas y sociales, son cooptadas en su

18 Este proceso presentó, empero, una fuerte incidencia sobre las comunidades indígenas que tenían su morada y reproducían sus costumbres en los montes que fueron objeto de la colonización stronista. 19 Galbraith, John Kenneth: The Underdeveloped Country [El país subdesarrollado], CBC Publications, Toronto, 1965; citado por Rocher, Guy: Introducción a la Sociología General, Ed. Herder, Barcelona, Pág. 596. 20 Pastore, Carlos: Op. cit., Pág. 424.


mayoría por el proceso hegemónico de la dictadura, ya que esta se basa en la coyuntura favorable que el megaemprendimiento referido trae, en términos de empleo y crecimiento económico.

El funcionamiento del sistema económico implica un aumento –por lo menos en términos absolutos– del proceso de marginalización. Por tal razón, la canalización de las presiones populares a través de organizaciones estructuradas se torna difícil.

3.1 Población trabajadora y mercado: las condiciones sociales de oferta y demanda En las descripciones más comunes acerca del mercado laboral, incluso las más recientes22, se concede importancia central al factor de la oferta laboral, quizás porque implica conocer los determinantes de la composición y estructura de la fuerza de trabajo, así como también por motivos de más fácil acceso a datos estadísticos con respecto a ella.

21 Cardoso, F.H.; Faletto, E.: Op.cit., Pág. 158. 22 Véase Aguilera Alfred, Nelson: Paraguay: El mercado laboral en el periodo 1999-2002, OIT, Santiago, 2004. También Llamosas, Óscar y González, Roberto: Reporte sobre el mercado laboral en Paraguay 19992003, OIT, Santiago, 2004.

Sin embargo, la tarea de dar cuenta de la dinámica de un mercado de factores como es el del trabajo, requiere atender al mismo tiempo que la oferta también el problema de la demanda. Se trata de mostrar los vínculos entre ambas dimensiones, de modo a brindar algunas pistas explicativas de las fallas del mercado de trabajo y el problema del empleo en Paraguay. Para considerar la cuestión de la oferta laboral atenderemos la composición bru-

Las estructuras sociales del empleo en Paraguay

La debilidad de los intentos hechos por buscar transformaciones en el statu quo por medio de la movilización de las masas no integradas se asienta, por una parte, en su carácter poco estructurado y en su bajo nivel de subsistencia y de aspiraciones; por la otra, las nuevas bases del desarrollo y de la dependencia provocan una división entre los sectores asalariados. (...) “Los grupos asalariados vinculados al sector capitalista avanzado –en el caso paraguayo, el de los ‘barones de Itaipú’– se benefician del desarrollo y, en cierta medida, amortiguan las presiones que vienen de abajo. En la acción reivindicativa se desvinculan de las presiones populares masivas, tanto urbanas como rurales.”21

29


ta de la población económicamente activa según los censos de población y vivienda, mientras que para considerar la demanda atenderemos algunos datos de la encuesta de establecimientos industriales o Encuesta Industrial, realizada por la DGEEC, donde el objeto de estudio son las empresas que transforman la materia prima incorporando valor agregado. En este caso, y dado el carácter de este estudio, el problema de la industria lo asumiremos como clave para dar cuenta de la demanda laboral en su conjunto. Para entender el marco en el cual se desenvuelve la estructura del empleo, es necesario proponer una hipótesis del sistema económico que explica las condiciones en que se desenvuelven el trabajo y la fuerza de trabajo paraguaya. Dicha hipótesis parte de analizar dos aspectos fundamentales: en primer lugar, la estructura económica paraguaya; y, en segundo lugar, el desempeño de la actividad económica. Si bien en Paraguay la principal esfera productiva se halla en el sector agrario, es conocido por todos que en los últimos 10 años se ha ensanchado el sector terciario de la economía. En efecto, la ocupación en el sector primario, según fuentes de la DGEEC23, disminuye de 34,3% en el 2002 al 32,5% en el 2003, mientras que el sector terciario aumenta de 50,8% en 2002 a 52,8% en 2003, manteniéndose intacto el sector secundario para ambos periodos, con apenas 14,7%.

30

Este dato da cuenta de la incapacidad de la economía de absorber fuerza de trabajo, ya que el sector industrial, que ha sido históricamente el encargado de atender la oferta laboral en sociedades industriales, en Paraguay es precario. Así, pues, las limitaciones tales como la baja inversión así como la insuficiencia de la capacidad productiva del trabajo hacen poco promisoria la expansión de dicho sector, mientras la población que se incorpora al mercado de trabajo cada año presiona por mejores condiciones de empleo. Ante este dilema, la salida se expresa en la creciente informalidad, tanto de la población urbana que va engrosando la población económicamente activa, así como de los grupos rurales que enfrentan el desarraigo y la migración a centros urbanos, en búsqueda de empleo no productivo para obtener ingresos insuficientes.

23 Encuestas Permanentes de Hogares 2002 y 2003.


Por otra parte, el hecho referido está correlacionado con el desempeño de la actividad económica paraguaya en su conjunto, el cual, en términos del crecimiento del PIB entre el año 2002 y el año 2003, fue de apenas 2,6 puntos porcentuales, el que, por otra parte, considerando el periodo anterior (2001-2002), presentó una caída de -2,3 puntos. De allí que, teniendo en cuenta el periodo comprendido entre el 2001 y el 2003, el crecimiento real fue casi inexistente.

gráfico 1 Paraguay. Evolución de la tasa de variación del PIB (%) 2000 - 2003

2,7

0,5

0,4 2000

2001

2002

2003

-2,3

La sociedad paraguaya atraviesa problemas tales como el monopolio de la tierra (latifundio), la ocupación irregular extranjera en la frontera y la pauperización minifundiaria campesina. Asimismo, las condiciones de trabajo en los medios urbanos se subordinan al predominante comercio de bienes de importación, la falsificación y el tráfico ilegal, así como un mercado de servicios de extremada asimetría.

Las estructuras sociales del empleo en Paraguay

1999

2,6

Según los Censos de Población y Vivienda, el incremento de la población en Paraguay tiene un correlato de mayor tasa de expansión de la población económicamente activa. Eso quiere decir que si la tasa de incorporación de la población joven a la fuerza de trabajo del país es mayor a la tasa de crecimiento del país, pueden darse dos vías hipotéticas de atracción de la oferta: una hipótesis es la 31


incorporación por el incremento de establecimientos que captan mano de obra, especialmente asalariada, de modo a aumentar la capacidad de empleo de los factores de producción de la economía, o, dicho en otras palabras, se efectúa un incremento de inversiones de capital y, por tanto, de requerimiento de mano de obra para trabajo productivo. La segunda hipótesis sería más bien que la incorporación se debería a la necesidad de supervivencia de sectores carenciados de la población, y en ese marco se insertan como trabajadores independientes del sector informal o en condiciones de subocupación, escenario en el cual no se efectúa inversión productiva, sino más bien se agudiza el estancamiento económico. Para entender dichas hipótesis tendríamos que contrastar la fluctuación porcentual de la PEA y los factores que la conforman, así como atender la magnitud y relevancia del empleo que facilitan los establecimientos industriales. Según los datos estadísticos proveídos por los censos de población y vivienda, entre los años 1962 y 2002, el total de la población económicamente activa se triplicó, alcanzando la cifra de 1.964.160 personas para el último año, en comparación con los 586.415 individuos a inicio de los años 60. Sin embargo, la tasa de participación económica (PEA/ PET) en el periodo analizado no presentó variaciones significativas, registrando un 52,5% en 1962, 50,3% en 1972, 51,5% en 1982, 51% en 1992 y 53,8% en 2002. Si analizamos por sexo dicha distribución, se observa un movimiento dispar de las mujeres con respecto a los varones, pues en 1962 la tasa de ocupación de las mujeres era de 22,9% para incrementarse al 34,7% en 2002, mientras que los varones disminuyen de 84,8% a 72,5% en 2002. Sin embargo, aun así, la proporción de participación de los varones sigue siendo muy superior a la femenina; es decir que si para 1962 casi era cuatro veces mayor, en 2002 todavía sigue estando por encima del doble.

32

Ahora bien, el comportamiento de la variación de la tasa de participación por sexo tiene su fuente principalmente en el área urbana, donde el incremento de la participación femenina ha sido de un poco más de 13 puntos porcentuales, cuando en el campo es de menos de 6 puntos porcentuales. En cuanto a la orientación de la participación masculina, sin embargo, el principal peso de su dis-


minución se halla en el campo, donde entre los años 1962 y 2002 la disminución fue de más de 13 puntos porcentuales y sin mucha incidencia en las ciudades, donde dicha disminución fue de solo 4 puntos porcentuales.

En su conjunto, si analizamos por área geográfica, el crecimiento de la PEA fue notable en el área urbana, donde de 53,3% en 1962 sube al 57,4% en 2002, mientras que en el área rural disminuye de 52% en 1962 a 48,6% en 2002. Los fenómenos migratorios, en efecto, representan un papel importante en este escenario. Según los datos censales, la migración reciente analizada para los años 1982, 1992 y 2002 muestra una fluctuación del volumen de personas que se trasladan de áreas urbanas a otras áreas urbanas, un porcentaje de 37,8% para el primer año, 43,8% para el segundo y 41,6% para el tercero, siendo este flujo migratorio el más importante a nivel nacional. En segundo término y orden de importancia, el flujo rural-urbano generó en 1982 el 24,7%, disminuyendo en 11% en 1992 e incrementándose nuevamente a 17,7% en 2002.

Las estructuras sociales del empleo en Paraguay

El incremento de la participación femenina en el mercado laboral podría explicarse en dos direcciones. Una que plantea que la modernización del país y el incremento de fuentes de empleo hicieron propicia su incorporación al mercado laboral. La otra que indica que los procesos de recesión económica y el aumento de las necesidades básicas familiares impulsaron a las mujeres a la contribución monetaria en la economía doméstica. La hipótesis más verosímil apostaría por la segunda alternativa, dado el comportamiento macroeconómico referido, aunque no pueden desconocerse los procesos de cambios culturales que atravesó la sociedad paraguaya, por los cuales se reconfiguran las relaciones sociales en general y de género en particular.

El incremento urbano del mercado laboral referido anteriormente está en consonancia con el peso marcado que tienen los flujos de migración con destino urbano, que representaron en 1982 el 62,4%, el 54,8% en 1992 y el 57,2% en 2002, contra la mitad del total de flujos para los dos primeros años y menos del tercio en el último en cuestión. Ahora bien, si analizamos la distribución de la población económicamente activa por sector económico, la

33


población ocupada en el sector primario representaba un poco más de la mitad, 51% en 1972, para atravesar un proceso de disminución que implicó un 42,9% en 1982, 35,4% en 1992 y un 26,6% en 2002. Este descenso del sector asociado a las actividades agropecuarias opera en contraposición a un incremento significativo del sector terciario, que en 1972 sumaba el 29% de la población ocupada, creciendo en apenas 1 punto porcentual hasta 1982, pero posteriormente a una razón de 10 puntos porcentuales interanual, hasta alcanzar el 52,1% en 2002. Este comportamiento tiene su fundamento principal en dos factores: el primero es la migración –referida en el párrafo anterior– para engrosar los segmentos de población urbana en búsqueda de empleo y el segundo es el incremento de ocupaciones informales por “cuenta propia”, dado que el sector secundario de la economía no representa una proporción significativa en el transcurso de la historia paraguaya, como se mostró en la primera parte de este estudio, así como no presentó variación alguna en beneficio del desarrollo económico hacia “adentro” del país. El sector secundario, en efecto, se mantiene constante entre 1972, cuando era del 18% del total de la ocupación laboral, y 2002, cuando alcanzó el 17,8%. Analizando las categorías de ocupación, la tendencia ha sido, en el transcurso de 1972-2002, una disminución de los trabajadores independientes de 45,6% a 41,4%, mientras la participación de los asalariados se ha mantenido prácticamente constante, disminuyendo de 40% en 1972 a apenas 39% en 2002. Sin embargo, para todos los casos, los trabajadores por “cuenta propia” son más numerosos que los asalariados. Esto en particular, para el caso de su distribución por sexo, muestra que entre los varones se da la mayor proporción de trabajadores independientes en el año 2002; así, para esta categoría el porcentaje era de 46,4%, mientras que para los asalariados (empleados y obreros) el porcentaje era de 40,8%. Este fenómeno se explicaría en que los varones representan un porcentaje ínfimo de los empleados domésticos, donde en el caso de las mujeres representa el 25,4% del total de las categorías. Es por eso que las trabajadoras por cuenta propia en este sexo son menos que las asalariadas convencionales (30,6% versus 35,3%, respectivamente). 34


cuadro 1 Evolución de la población total y de la PEA. Años 1950 - 2002 Indicador 1950 Población total 1.328.452 Tasa de crecimiento de la población Población Económicamente Activa 436.626 Tasa de crecimiento de la PEA

1962 1.819.103 2,7 586.415 2,5

1972 2.357.955 2,7 752.456 2,5

1982 3.029.830 2,5 1.039.258 3,3

1992 4.152.588 3,2 1.390.580 3,0

2002 5.183.080 2,2 1.964.160 3,3

Fuente: Barrios, Óscar: Dinámica demográfica y Población Económicamente Activa, Revista Población y Desarrollo, N° 25, diciembre 2003

Sin embargo, de 1.964.160 trabajadores en 2002 en condiciones adecuadas para trabajar, apenas el 17,2% se emplea en establecimientos del sector secundario del país según el último Censo de Población y Vivienda (2002). Esto estaría significando que la proporción de empresas propiamente industriales que captan mano de obra para procesos de valor agregado en territorio nacional es baja. En efecto, según la Encuesta Industrial del 2002, realizada por la DGEEC, las mayores proporciones de establecimientos estarían entre aquellos que producen alimentos y bebidas, mientras entre las menos numerosas, las productoras de maquinaria y de transporte. Asimismo, del total del promedio de personas ocupadas en establecimientos, la mayor parte pertenece a las ramas de actividad de procesamiento de alimentos y bebidas, en contraposición a las menos numerosas que trabajan en empresas que implican inversiones tecnológicas de envergadura. Resalta en dicha encuesta que la proporción de establecimientos que cuentan en promedio con un tamaño de 1 a 10 personas sean los más numerosos (75,5%), seguidos decrecientemente de los que cuentan en promedio con 11 a 19, de 20 a 49 y de 50 y más personas correspondientemente (con 10,4%, 8,1% y 6%, respectivamente). Otro hecho que llama la atención de la Encuesta Industrial, con respecto a las condiciones de la demanda de trabajo, es

Las estructuras sociales del empleo en Paraguay

Como vemos en el cuadro 1, la PEA de 10 años y más de edad ha crecido 4 veces en el curso de los últimos 50 años. Estos datos son más bien conservadores con relación a las estadísticas ofrecidas por las Encuestas Permanentes de Hogares de la DGEEC; sin embargo, muestran en líneas generales que la composición de la población en condiciones de empleo productivo es casi la mitad del total de la población del país.

35


que una parte considerable de los empleados de las empresas entrevistadas no están remunerados (aproximadamente el 7,5%). Extrapolando a nivel nacional, estos datos muestran las características de la demanda en términos de baja productividad, así como de la incapacidad de absorción de fuerza de trabajo en instancias generadoras de valor agregado (ver datos en Anexo). Así, la otra hipótesis, de que la causa de un incremento de la PEA y a su vez el deterioro de las condiciones de vida –como se mostrará más adelante– ligado a dicho proceso es un mercado laboral con insuficiente demanda laboral que permita absorber la fuerza de trabajo disponible, es más plausible. En este caso, la alternativa laboral es el empleo por cuenta propia, en su mayor generalidad de carácter informal o de subempleo. Y he aquí donde la demanda coincide con la misma oferta: la necesidad de trabajo es la misma necesidad de reproducción física de la población en condiciones adversas de supervivencia. Si observamos el cuadro 2, veremos que entre el año 2002 y el año 2003 el empleo por cuenta propia aumentó. cuadro 2 Población ocupada, según categoría de ocupación 2002-2003 Categoría de ocupación TOTAL PAÍS

Año 2002

2003

Empleado público

6,6

7,1

Empleado privado

9,5

10,2

Obrero público

1,5

1,1

Obrero privado

18,3

17,8

Empleador o patrón

3,6

4,3

Cuenta propia

38,3

39,2

Familiar no remunerado

15,1

12,4

6,9

7,8

Empleado doméstico Fuente: DGEEC. EPH/2002 y EPH/2003

36

A su vez, la categoría de trabajador por cuenta propia es la que mayor incidencia de pobreza presenta en el marco de la población económicamente activa (ver cuadro 3), vale decir que se trata de la muestra fehaciente de que las condiciones de vida deterioradas están estrechamente vinculadas a la debilidad de un sector secundario que tradi-


cionalmente estuvo asociado al empleo de la fuerza de trabajo disponible.

cuadro 3 Población según condición de ocupación por condición de pobreza, 2003 Categoría de ocupación TOTAL PAÍS

Condición de pobreza No pobre

Total

Pobre

Empleado público

9,3

1,3

6,2

Empleado privado

13,3

5,1

10,1

Obrero público

1,7

1,0

1,4

Obrero privado

20,7

16,9

19,2

Empleador o patrón

4,6

1,3

3,3

31,4

41,6

35,4

Familiar no remunerado

8,5

21,4

13,6

Empleado doméstico

8,0

7,8

7,9

NA/NR

2,5

3,4

2,9

Total

100

100

100

Cuenta propia

Según Fernando Masi, en contraposición a los países de la región, los determinantes del deterioro del empleo y el aumento del empleo informal en Paraguay no se deben a los procesos de ajuste estructural ni a un proceso de intensificación tecnológica como producto de una industrialización reciente (como ya nos hemos encargado de demostrar en apartados anteriores). Al respecto cabe preguntarse si el engrosamiento del sector informal por la población activa no se debería al deterioro de los niveles de ingresos en el área rural, como expresión de la disminución de la producción de algodón, la ausencia de diversificación agrícola campesina, incremento de los cultivos extensivos, todos correlativos con el incremento de las actividades del sector terciario como efecto del aumento de dinamismo del comercio de triangulación (Masi: 2003, 254).

Las estructuras sociales del empleo en Paraguay

Fuente: DGEEC. EPH/2002 y EPH/2003

La evidencia al respecto, según datos proveídos por la Dirección General de Estadística, Encuestas y Censos (DGEEC), daría cuenta de una tasa de participación laboral de la población en edad de trabajar para el año 2003 de 59,8%, o sea que 6 de cada 10 personas son activas. De 37


este número, el 91,9%, es decir 9 de cada 10 personas están ocupadas, aunque entre ellas el 26,3% está subocupado, o sea que su salario no se corresponde con sus expectativas de ingreso o trabaja menos horas semanales que sus aspiraciones.

gráfico 2 Paraguay. Nivel de participación en el mercado laboral, 2003 74,3 59,8 45,7

Hombres

Mujeres

Total

La misma fuente señala que el desempleo abierto ha disminuido del 10,8% en 2002 al 8,1% en 2003, o sea 2,7 puntos porcentuales en dicho periodo. Sin embargo, la última cifra en comparación con el año 2001 refiere un aumento del desempleo en 0,5 puntos porcentuales.

gráfico 3 Paraguay. Evolución de la tasa de desempleo abierto, 1998 - 2003 10,8 8,1

7,6 6,8 5,4

38

1997-98

1999

2000-01

2002

2003


Es notorio que las categorías de ocupación que han experimentado un crecimiento significativo en el período 2002-2003 hayan sido fundamentalmente aquellas en las cuales se hallan insertas las modalidades precarias e informales de trabajo, a excepción del empleo público, que no solamente permanece estable, sino que ha tenido un leve crecimiento, asociado sin lugar a dudas al mecanismo clientelista del Estado (cuadro 2).

Pero lo destacado del asunto se da entre los trabajadores independientes o por cuenta propia, quienes aumentaron de 38,3% en el año 2002 a 39,2% en el 2003, así como los empleados domésticos, que aumentaron de 6,9% a 7,8%; ambos provenientes de los trabajadores familiares no remunerados, que en el 2002 totalizaban un porcentaje de 15,1% y que disminuyeron a 12,4% en el 2003. Estos datos dan cuenta de dos hechos importantes. En primer término, ante la falta de oportunidades laborales en un mercado de trabajo formal –que supone fundamentalmente empleo productivo y valorización agregada de la producción primaria–, los sujetos inmersos en condiciones precarias de vida e inseguridad socioeconómica producen sus propios modos de supervivencia, generan sus propias fuentes precarias de ingresos. Vale decir, ante la ausencia de políticas de empleo, la población económicamente activa resuelve su problemática laboral y de ingresos por “cuenta propia”. En segundo lugar, dado el ritmo del sistema económico crítico en su conjunto, la familia se halla en condiciones más adversas para absorber el costo del desempleo y lanza a sus miembros más vulnerables al mercado laboral, ya que la distribución alícuota de los ingresos familiares se estrecha por el incremento del costo de vida del hogar y la ausencia de situaciones de seguridad y estabilidad. El análisis de esta problemática en términos de las condiciones específicas de la distribución de la población en áreas geográficas, así como la situación de género, es ne-

Las estructuras sociales del empleo en Paraguay

Si bien se dio un incremento de los empleados privados de 9,5% en 2002 a 10,2% en 2003, el aumento del empleo entre los asalariados del sector privado en su conjunto se vio neutralizado por la paralela disminución de obreros, quienes en 2003 sumaban 17,8%, a diferencia del 18,3% en el 2002.

39


cesario. Al respecto, Barrios y Galeano señalan algunos aspectos cruciales al considerar el problema de la especificidad de los mercados laborales en el campo en contraposición a las urbes paraguayas24. Si bien la urbanización en Paraguay ha implicado uno de los procesos más lentos en América Latina, está claro que la tendencia demostrada en el incremento de la gente en las ciudades en contraposición a las áreas rurales está suponiendo transformaciones de carácter sociocultural y económico, y la cuestión se manifiesta en una crisis del modelo agrario de desarrollo, del que se podría argumentar, no sin exageración, que ha sido más bien producto de la inercia política que de un proyecto claro de desarrollo económico definido. Y en este sentido el campo ha tenido varios cambios en los aspectos productivos y sociales, a fin de configurar la economía nacional y la estructura social paraguaya con una especificidad no antes conocida. Al respecto, en primer lugar deben tenerse en cuenta los cambios anotados en los sistemas productivos, así como en los límites de posibilidad del modelo productivo que se basó en la colonización de las áreas silvestres, conocida como la “expansión de las fronteras agrícolas”; y en segundo lugar considerar que la distribución de algunos factores productivos, tales como la tierra –crucial en la producción agraria– y el trabajo, tiene algunas características que pesan en la configuración del mercado de trabajo rural, la acelerada urbanización, así como la “terciarización” de la economía. Galeano y Barrios argumentan que el aspecto clave a considerar en la estructura productiva agraria es la economía campesina en diferentes regiones del país, ya que esta ha sido todavía predominante en la captación de fuerza de trabajo rural. El principal problema, argumentan estos autores, es que la expansión de la modernización productiva capitalista, así como de la productividad del trabajo halla algunas trabas estructurales en tres regiones del país, que hacen que los sistemas productivos campesinos sean incipientes o difíciles de desarrollar.

40

En algunas regiones sigue primando el complejo latifundio-minifundio, donde la concentración desigual de la tierra está basada en una tradición rentista, lo cual implica el incremento de la incidencia de pobreza en dichas

24 Galeano, Luis y Barrios, Federico: El mercado de trabajo rural. Transformaciones recientes y alternativas para fomentar el empleo, Proyecto de Apoyo al MJT y al Consejo Tripartito de Diálogo Social. Asunción, octubre de 2000.


zonas a raíz de las altas tasas de fecundidad de la población y la degradación ambiental, en particular de los suelos, hallándose como únicas vías de salida al atolladero de las difíciles condiciones de vida que estos problemas acarrean, o la migración a las ciudades o la invasión de tierras, hecho que hoy día sigue teniendo cada vez más recurrencia por parte de los grupos campesinos.

En un tercer marco, las áreas rurales son aquellas que formaron parte de la colonización de las “áreas vacías”, o sea, de la expansión de las fronteras agrícolas, donde la situación campesina ha estado marcada por la carencia de apoyo económico y tecnológico para encarar procesos de modernización productiva, mientras al mismo tiempo se realizaba otro tipo de colonización de gran envergadura en términos productivos, con el apoyo y la provisión de recursos como la tierra, económicos y tecnológicos para establecer sistemas productivos empresariales o de economía farmer dedicados a la producción de soja y trigo, así como más recientemente a la producción asociada de productos lácteos en algunos casos y engorde para la producción de carne de res, con gran presencia extranjera en dichos sistemas y con importantes réditos económicos con dicho modelo. En esas regiones, sostienen los autores, es donde la diferenciación rural ha significado los mayores procesos de empobrecimiento campesino.

Las estructuras sociales del empleo en Paraguay

En otra región, la del eje central del país, la situación se basa en cierta descampesinización, la mayor mercantilización de la economía minifundiaria y, por ende, ciertas posibilidades de desarrollo de capacidades de las generaciones jóvenes para realizar trabajos extraprediales y participar de un mercado laboral más marcado por actividades de comercio y servicios.

Para detallar las condiciones objetivas en las que se desenvuelven estos contextos y los procesos productivos en el campo, podemos atender los datos que se muestran en el cuadro 4, que si bien no son muy recientes dan cuenta de las características prevalecientes en la estructura agraria paraguaya. En él se observan las situaciones de desigualdad en términos de tenencia de tierra, cantidad de explotaciones de propiedad privada y la población total, así como la trabajadora en dicha estructura. 41


cuadro 4 Condiciones productivas y demográficas de los sistemas de producción Agentes económicos

Explotaciones %

Superficie %

Trabajadores %

Población %

Unidades campesinas

87,8

8,3

92,7

93,3

Farmers (de 50 a 500 ha)

1,4

1,7

6

6

Gran empresa agrícola (500 ha y más)

0,1

6

0,9

0,6

Ganadería (más de 500 ha)

1,5

79

0,3

0,2

Otros

9,2

5

Total

100

100

100

100

Fuente: Censo Agropecuario 1991, citado por Galeano y Barrios: El Mercado de trabajo rural. Transformaciones recientes y alternativas para fomentar el empleo. Proyecto PAR/99/007, Asunción, octubre de 2000

Podemos ver que, en consonancia con el comportamiento histórico de la estructura productiva agraria en Paraguay, estos datos todavía mantendrían su vigencia con relación a finales de los años 90 e inicios del siglo veintiuno. El hecho que presenta una regularidad estructural y es confirmado por los datos es que las unidades productivas rurales se constituyen con un carácter dual: en primer lugar están las explotaciones terratenientes, de tradición rentista, que poseen grandes extensiones de tierra y sistemas productivos de extremadamente baja productividad por unidad de superficie. Por otra parte, se hallan las unidades campesinas, sector prevaleciente históricamente y que absorbe la mayor parte del empleo rural con sistemas de baja productividad de la mano de obra, dada la poca inversión económica, así como el escaso apoyo tecnológico para su desarrollo relativo. En palabras de un agricultor minifundiario de la zona de Pirapey, distrito de Edelira (Itapúa), este problema se entreteje no tanto como una cuestión de la cultura campesina, sino como la ausencia inequívoca del Estado y de políticas públicas de estímulo que sí han existido con grupos provenientes del extranjero. La consideración de sentido común desfavorable que la clase media y la pequeña burguesía tienen de los campesinos, en contraposición a la que poseen de los productores extranjeros, se debe al favoritismo que existió y todavía subsiste hoy día. Dice este campesino:

42

“Si nosotros, campesinos, hubiéramos tenido el mismo apoyo que los extranjeros, también hubiéramos sido


exitosos empresarios. Si nos hubieran dado suficiente tierra como a ellos, tractores, facilidad de créditos y apoyo técnico, hubiéramos hoy podido ser tan buenos agricultores, laboriosos y emprendedores, como se dice que son los ‘gringos’.”

Factores de orden sociocultural también configuran el mercado de trabajo en el campo, que contribuyen a la crisis de la economía campesina. Uno de ellos es la mercantilización creciente del consumo en el campo, fruto de la influencia de los patrones urbanos y la mayor dependencia campesina con relación al dinero. En este contexto, se concede menos importancia a la producción de ciclos anuales y se van implementando variedades agrícolas de ciclos cortos, lo que implica también problemas de captación de empleo de fuerza de trabajo agrícola estacional, otrora vinculada fundamentalmente a la cosecha del algodón.

cuadro 5 PEA ocupada en el sector agropecuario según categorías de ocupación por año censal Categorías Empleador Trabajador cuenta propia Asalariado Familiar no remunerado Otros* Total

1972 1,2 59,7 16,6 22,3 0,2 100

1982 0,8 63,4 14,8 20,4 0,6 100

1992 2,2 58,3 24,2 15,3 … 100

2002** 1,7 58,1 22,2 12,5 4,1 100

Las estructuras sociales del empleo en Paraguay

En efecto, la hipótesis de la continuidad de la modalidad dual de la estructura agraria referida se debería a la política pública con relación a la tierra que efectivamente existió, la inacabada modernización de los sistemas de producción rurales y la especificidad de urbanización del país, que careció de un desarrollo industrial que sirva de fundamento25.

Fuentes: Censos Nacionales de Población y Vivienda. Años 1972, 1982 y 1992, citado por Óscar Barrios * Para el año 2002 comprende a los empleados domésticos ** Datos basados en una muestra del 10%

25 Galeano y Barrios: Op. cit., Pág. 6.

Como se constata en el cuadro 5, los trabajadores rurales por cuenta propia se han mantenido estables en su proporción, lo que se explica por el estancamiento económico, en particular de la absorción de mano de obra campesina. Los familiares no remunerados han disminuido

43


considerablemente en los últimos 40 años y se refleja en que se incrementa el porcentaje de personas trabajadoras del sector doméstico, como una forma de empleo informal que no se inscribe en relaciones asalariadas estables, sino más bien en situaciones de servidumbre. En efecto, los asalariados rurales han experimentado una disminución en el último decenio en 2 puntos porcentuales, lo que da cuenta de la depresión de la contratación de fuerza de trabajo remunerada en el campo. La fuerza de trabajo rural que se halla disponible para emplearse en las circunstancias más adversas es la que migra a centros urbanos del país (en especial a Asunción) o al extranjero. Una consideración muy importante acerca de la especificidad del mercado de trabajo rural sería anotar que la demanda de fuerza de trabajo ha sido cada vez menos propensa a la absorción de población trabajadora campesina, dada la crisis de productos tradicionales de renta, como el algodón, y al mismo tiempo la mayor intensificación tecnológica de las explotaciones agropecuarias de los grupos empresariales o de la economía farmer. Este proceso repercute directamente en la economía campesina, ya que “la influencia de la crisis campesina sobre el mercado laboral rural no se restringe a la pérdida de capacidad de autoempleo de la mano de obra familiar. También tuvo efectos nocivos sobre la generación de empleos extraprediales, dado que, en la mayoría de los contextos rurales, la principal fuente empleadora es también la pequeña finca familiar campesina”26. Aquí es clave comprender de qué modo la exclusión social en zonas rurales solo se puede resolver en la migración o la presión violenta por la tierra, alternativa que se ha vuelto cada vez más corriente y comprensible en condiciones inflexibles o, en todo caso, muy desventajosas de acceso a la tierra. Como señalan Barrios y Galeano: “(...) la actividad agropecuaria, particularmente la que ha correspondido a la economía campesina, tuvo una declinación ininterrumpida en su capacidad de generación de empleo en las últimas décadas, constituyendo el sector con menor retención de mano de obra a nivel de la economía nacional (...). 44

“Sin embargo, históricamente ha sido el sector con mayor incorporación de mano de obra del país y sigue

26 Galeano y Barrios: Op. cit., Pág. 15.


siendo uno de los más importantes. Su actual declinación está presionando muy fuertemente sobre el mercado laboral urbano, desbordándolo y, como se señaló, contribuyendo al aumento de la tasa de desempleo abierto.”27 cuadro 6 Participación de cultivos principales en el PIB agrícola (%) Cultivos Caña de azúcar Hortalizas y legumbres Frutas y verduras Algodón en rama Soja Trigo Maíz Mandioca

Promedio 78/89 5,26 7,67 7,15 14,99 14,03 4,21 5,42 11,76

Promedio 90/98 4,87 5,12 5,33 12,07 28,94 7,35 14,29 8,26

Si analizamos la producción agrícola podemos ver –como lo muestra el cuadro 6– la disminución de la producción tradicional campesina mientras al mismo tiempo los cultivos típicamente empresariales y farmer, a saber la soja y el trigo, experimentaron un incremento. Esto impacta directamente sobre las fuentes de trabajo, tanto de autoempleo como las asalariadas, ya que supuso, por una parte, la menor capacidad de subsistencia familiar, dado el retraimiento de la producción de consumo, y, por la otra, la capacidad de captación de ingresos monetarios mediante los rubros característicos de comercialización campesina, como son el algodón y en menor proporción las hortalizas y legumbres, así como las frutas y verduras.

Las estructuras sociales del empleo en Paraguay

Fuente: Galeano L. y Barrios F.: El mercado de trabajo rural. Transformaciones recientes y alternativas para fomentar el empleo. Proyecto PAR/99/007, Asunción, octubre de 2000

cuadro 7 Superficie cultivada y producción por año agrícola, según principales cultivos temporales Principales cultivos temporales Algodón Caña de azúcar Girasol Maíz Mandioca Poroto Soja Trigo 27 Galeano y Barrios: Op. cit., Pág. 16.

1999/2000 Superficie Producción cultivada (toneladas) (hectáreas) 194.760 246.594 59.450 2.244.900 70.800 81.951 331.725 647.270 201.792 2.719.410 54.504 36.625 1.176.460 2.980.058 127.680 231.119

Estimación 2001 Superficie Producción cultivada (toneladas) (hectáreas) 297.865 294.444 59.580 2.396.180 30.372 39.862 406.365 947.167 243.075 3.568.006 62.505 52.708 1.350.000 3.511.049 159.342 220.055

Fuente: Producción Agropecuaria 2000/2001. Síntesis Estadística. Ministerio de Agricultura y Ganadería

45


En el fondo, la problemática del modelo de desarrollo, fundamentalmente basado en el campo, también se vuelve insostenible, tanto socialmente al generar exclusión como ambientalmente al producir degradación. Y este proceso sigue vigente en su tendencia, ya que, como se observa en el cuadro 7, la producción agrícola campesina no tiene el mismo nivel de incremento que tienen los sistemas productivos capitalistas modernos. Esto indica que los problemas asociados a la constitución de condiciones favorables para el desarrollo rural, en particular el problema campesino, seguirán siendo una deuda pendiente de la sociedad paraguaya para con la mayoría de sus habitantes. En términos de los condicionantes de género del mercado laboral y según datos del Censo Nacional de Población y Vivienda 2002, podemos subrayar la participación femenina y el impacto de las transformaciones de las estructuras del trabajo sobre la situación de la mujer como algunos de los fenómenos clave. En un primer punto vemos en el cuadro 8 que el trabajo por cuenta propia sigue teniendo más peso en el campo que en la ciudad, predominando la participación del varón por sobre la mujer en ambos casos. El único caso en que el peso de la mujer es más importante que el del varón, en la participación laboral, es como empleada doméstica –como es de esperarse–, dada la característica de la sociedad paraguaya de requerir todavía el trabajo de servidumbre femenina. Sin embargo, el hecho relevante está en que si bien la participación de las mujeres en el mercado laboral aumentó en los últimos 40 años, decreció en particular en el trabajo independiente, así como en el familiar remunerado y el asalariado. El retraimiento de la participación femenina en dichas instancias implicaría un desplazamiento de la mano de obra de las mujeres al empleo doméstico informal, mientras que en el caso de los varones el trabajo independiente (o por cuenta propia) se mantuvo relativamente estable y disminuyeron los trabajadores familiares no remunerados para insertarse probablemente al mercado laboral como asalariados, categoría que, en el caso de los varones, se incrementó de 1972 a 2002.

46


cuadro 8 PEA según categoría de ocupación, por área geográfica y sexo. Años 1972 y 2002 1972 Categoría de ocupación

Área

2002 Área

Total Total Urbana Rural Urbana Rural Sexo Sexo Sexo Sexo Sexo Sexo Varón Mujer Varón Mujer Varón Mujer Varón Mujer Varón Mujer Varón Mujer 29,4 30,6 57,0 49,1 47,3 37,2 35,5 27,5 60,3 45,5 46,7 31,3 Trabajador cta. propia 3,0 1,1 18,4 21,4 12,8 8,4 1,8 1,5 13,2 8,4 7,0 Familiar no remunerado 2,4 3,9 1,9 1,1 0,3 2,1 1,4 5,2 2,8 1,8 0,8 3,7 2,4 Patrón 0,8 27,0 0,3 22,7 0,6 26,1 Empleado doméstico 61,4 64,8 22,6 27,9 36,2 51,5 55,4 39,5 22,9 20,5 40,7 35,5 Empleado/obrero 2,9 1,6 0,9 1,3 1,6 1,5 1,3 1,7 1,5 2,1 1,4 1,8 NR 100 100 100 100 100 100 100 100 100 100 100 100 Total

Pero la participación femenina, específicamente, tiene sus bemoles al tratarse de un análisis de los grandes grupos de ocupación. En este respecto, podemos observar en el cuadro 9 que las mujeres tienen niveles similares de participación en funciones directivas y poderes del Estado, entre técnicos y profesionales de nivel medio, mientras que existe una ventaja de la participación femenina entre empleados de oficina y fundamentalmente entre profesionales e intelectuales, donde la predominancia de las mujeres sobre los varones es muy superior. Este hecho estaría indicando que la calificación de la fuerza de trabajo femenina presenta un salto abrupto al tratarse de la inserción en los mercados laborales urbanos de altos requerimientos académicos y de capacidades técnicas. El comportamiento de los restantes grupos de ocupación estaría asociado a los sectores económicos en donde participan varones y mujeres. Entre las ocupaciones como las agropecuarias, así como las de carácter operario y artesanal, la participación masculina es superior a la femenina, mientras que en las ocupaciones vinculadas al comercio y servicios varios, así como a ocupaciones de baja calificación de la mano de obra, la participación femenina es predominante. Este fenómeno implicaría que la relación de dependencia femenina estaría dada en estratos asalariados o de sectores autoempleados como el de los agricultores, pero cuando se trata de casos en que las mujeres requieren salir a buscar trabajo y empleos fundamentalmente urbanos (como se indicó en el comentario del cuadro 8), la inserción femenina es totalmente pre-

Las estructuras sociales del empleo en Paraguay

Fuente: DGEEC, Censos Nacionales de Población y Vivienda 1972 y 2002 (Muestra 10%)

47


caria y vinculada a actividades propiamente urbanas de baja calidad.

cuadro 9 PEA según ocupación principal, por área geográfica y sexo. Año 2002 Área Ocupación principal

Urbana Sexo Varón Mujer Poder Ejec. Legi. Judic. y Pers. directivo 39.530 22.961 5,4 4,7 % Profes. científicos e intelectuales 39.517 58.446 5,4 12,0 % 44.256 27.176 Técnicos y profesionales nivel medio 5,6 6,0 % 53.926 51.821 Empleados de oficina 10,6 % 7,3 Trabaj. de Servic. y Vend. de comercio 111.598 119.968 15,2 24,6 % 50.318 3.970 Agricult., agropecuarios y pesqueros 6,9 0,8 % 210.985 35.599 Oficiales, operarios, artesanos % 28,7 7,3 1.960 Operador de Instal. y máquinas y montadores 72.256 9,8 0,4 % 96.829 157.405 Trabajadores no calificados 13,2 32,2 % 4.347 106 Fuerzas Armadas % 0,6 0,0 NR 10.323 9.122 1,4 1,9 % 733.885 488.534 Total 100 100 %

Rural Sexo Varón 4.022 0,7 8.299 1,4 5.566 0,9 4.590 0,8 22.119 3,7 406.465 67,4 69.037 11,5 23.314 3,9 56.231 9,3 803 0,1 2.414 0,4 602.860 100

Mujer 1.414 1,1 10.632 8,1 3.193 2,4 3.364 2,6 23.743 18,1 30.807 23,5 17.257 13,2 250 0,2 38.330 29,3

2.004 1,5 130.994 100

Fuente: DGEEC, Censos Nacionales de Población y Vivienda 1972 y 2002 (Muestra 10%)

Al respecto, un estudio sobre la participación laboral femenina señalaba ya una tendencia que en el transcurso de los últimos 25 años se agudizaría: “Ahora bien, la alta participación de mujeres en tal tipo de trabajo implica una abundante disponibilidad de mano de obra femenina, núcleo que al mismo tiempo señala la existencia de un proceso de descomposición de sistemas de organización tradicionales, en donde la mujer cumplía una actividad reproductiva y productiva dentro de su propia unidad familiar (...). Esta situación es consecuencia del acelerado proceso de expansión de la economía de mercado, sobre todo en las áreas campesinas minifundiarias, que obliga a replantear, a 48

Total Sexo Varón Mujer 43.552 24.375 3,3 3,9 47.816 69.078 3,6 11,2 49.822 30.369 3,7 4,9 58.516 55.185 4,4 8,9 133.717 143.711 10,0 23,2 456.783 34.777 34,2 5,6 280.022 52.856 20,9 8,5 95.570 2.210 7,1 0,4 153.060 195.735 11,5 31,6 5.150 106 0,4 0,0 12.737 11.126 1,0 1,8 1.336.745 619.528 100 100


“Los ingresos obtenidos por la venta de la fuerza de trabajo femenina, generalmente sobreexpoliada, vinieron a constituir un aporte al ingreso familiar, o bien, en caso de una desvinculación de la mujer con su unidad familiar, una forma de reducción de los gastos familiares.”28

28 Morínigo, José y Galeano, Luis: Cambios en la “demanda” de la fuerza de trabajo femenina en el Paraguay; en: Galeano, Luis: Mujer y Trabajo en el Paraguay, Centro Paraguayo de Estudios Sociológicos, Asunción, 1982, Pág. 342.

En el contexto señalado, vemos que el mercado de trabajo requiere algunas condiciones sociales de posibilidad. No solo la oferta o la demanda en términos de “compraventa” hacen posible su funcionamiento, sino que se circunscriben a ciertos límites, tales como la ubicación geográfica –y las implicaciones culturales que eso comporta–, así como las características de género que para este caso hemos referido como los factores más generales. Dice Óscar Barrios que “en este marco de las tendencias económicas, el mercado de trabajo se ha caracterizado por un escenario de importantes cambios. Así, se ha verificado una creciente incorporación de la población femenina a la actividad económica, lo que se refleja en un aumento sostenido de su tasa de participación, como consecuencia de la crisis que atraviesa el país. Esta situación está influenciada, en buena medida, por la disminución de los ingresos familiares y el incremento de la pobreza en los sectores más carenciados, inmersos en actividades mal remuneradas y propias del mercado informal; por la creciente urbanización de la mano de obra de baja califica-

Las estructuras sociales del empleo en Paraguay

los grupos sociales afectados, una nueva estrategia de sobrevivencia. Los grupos familiares liberan a las mujeres jóvenes, preferentemente, de las tareas del hogar, para que estas puedan insertarse y vender su fuerza de trabajo mediante la obtención de un salario, o el pago en especie, en las mismas actividades, pero en unidades familiares distintas a las suyas. De esta forma, el trabajo doméstico se constituyó en un mecanismo de respuesta a las nuevas necesidades surgidas como consecuencia de la crisis del sistema productivo campesino, especialmente cuando la modernización del sector agrícola comenzó a expandirse substantivamente. Asociada a este proceso, la baja calificación de la fuerza de trabajo femenina liberada solo encuentra una modalidad de inserción en el mercado mediante la realización de actividades tradicionalmente por ellas desempeñadas.

49


ción y por el aumento, en magnitud absoluta, de la población activa, cuyo ritmo de crecimiento experimenta una tendencia ascendente”29.

4. Trabajo y trabajadores 4.1. Estructura ocupacional y distribución del ingreso En el análisis de la distribución del ingreso por categoría ocupacional y ocupación principal nos proponemos mostrar la característica que actualmente presenta la fuerza de trabajo paraguaya, en términos de la diferenciación social establecida en la estructura ocupacional. En primer lugar observamos que, después de los empleadores o patrones, los empleados públicos presentan las mayores distribuciones de ingresos, tanto de la actividad principal como en términos del ingreso per cápita mensual del hogar. En promedio, los empleados privados con relación a los empleados públicos perciben menores ingresos en la actividad principal, hecho que también ocurre comparativamente entre los obreros privados y públicos. Estos últimos estarían configurando un sistema de jerarquías entre los trabajadores manuales, ya que en el ámbito privado no solo es menor el ingreso de la actividad principal, sino que, a su vez, estaría dando cuenta del hecho de una baja productividad del trabajo, precisamente en el sector en que, en una economía de mercado, se basa principalmente el ámbito productivo, vale decir, el de la empresa privada. Los trabajadores por cuenta propia tienen uno de los más bajos ingresos, apenas superados por los empleados domésticos. Este grupo, en su mayoría, engrosa el sector de los trabajadores informales, lo cual explica el bajo promedio de ingresos que presenta dicha categoría. Si bien los familiares no remunerados no obtienen ingresos por la actividad principal, la distribución alícuota del ingreso familiar los posiciona en mejores condiciones que los trabajadores independientes. 50

29 Barrios, Óscar: Dinámica demográfica y Población Económicamente Activa, Revista Población y Desarrollo, Nº 25, diciembre de 2003, Págs. 89-90.


cuadro 10 Promedio de ingresos per cápita mensual e ingreso por la actividad principal, según categoría de ocupación por área Categoría ocupacional Empleado público Empleado privado Obrero público Obrero privado Empleador o patrón Cuenta propia Familiar no remunerado Empleado doméstico Total

Tipo de ingreso ipcm def. geog. Ing Activ. princ. ipcm def. geog. Ing Activ. princ. ipcm def. geog. Ing Activ. princ. ipcm def. geog. Ing Activ. princ. ipcm def. geog. Ing Activ. princ. ipcm def. geog. Ing Activ. princ. ipcm def. geog. Ing Activ. princ. ipcm def. geog. Ing Activ. princ. ipcm def. geog. Ing Activ. princ.

Área geográfica Urbana Rural 1.167.934 1.061.329 1.416.552 1.133.433 993.511 820.328 1.226.423 810.742 529.677 566.175 980.600 690.254 477.172 534.438 673.982 605.365 1.404.049 1.601.524 2.890.115 2.391.631 551.978 455.585 609.758 520.628 598.766 281.511 0 0 697.053 424.883 437.753 309.041 727.746 486.219 864.096 483.432

Total 1.148.362 1.364.575 976.466 1.185.511 535.296 935.896 498.927 647.915 1.462.057 2.743.684 498.471 560.283 343.560 0 633.790 407.836 624.097 700.738

Sin embargo, en el campo sucede un hecho particular, que estaría en correspondencia con lo que hemos anotado anteriormente en el apartado sobre el mercado de trabajo rural: los empleadores y los obreros –tanto privados como públicos– tienen una mejor distribución del ingreso per cápita del hogar en dicha área geográfica. Esto estaría significando que, allende sus más bajos ingresos en la actividad principal, los ingresos familiares en el sector modernizante de la agricultura, así como otras labores vinculadas a las actividades asalariadas, es decir, de carácter propiamente capitalista, presentarían mejores retribuciones y gratificaciones para un trabajo sin duda más “productivo”.

Las estructuras sociales del empleo en Paraguay

Fuente: DGEEC, Encuesta Permanente de Hogares, 2003

Ya aquí constatamos –como expresamos en nuestra hipótesis de trabajo– que la diferencia entre los ingresos urbanos y rurales es en algunos casos casi inexistente y en otros está en un nivel apenas suficiente para impulsar a los pobladores del campo a migrar a las ciudades y desplazar las actividades agrícolas. Este hecho se fundamenta en el régimen de concentración de la propiedad de la tierra, como se ha indicado en el apartado dedicado al tema. 51


cuadro 11 Promedio de ingresos per cápita mensual e ingreso por la actividad principal, según categoría de ocupación por sexo

Categoría ocupacional Empleado público Empleado privado Obrero público Obrero privado Empleador o patrón Cuenta propia Familiar no remunerado Empleado doméstico Total

Tipo de ingreso ipcm def. geog. Ing Activ. princ. ipcm def. geog. Ing Activ. princ. ipcm def. geog. Ing Activ. princ. ipcm def. geog. Ing Activ. princ. ipcm def. geog. Ing Activ. princ. ipcm def. geog. Ing Activ. princ. ipcm def. geog. Ing Activ. princ. ipcm def. geog. Ing Activ. princ. ipcm def. geog. Ing Activ. princ.

Sexo Varón Mujer 1.188.857 1.109.521 1.511.073 1.224.058 940.955 1.026.666 1.367.662 928.020 555.120 455.815 981.087 754.702 501.386 481.822 662.183 548.663 1.440.990 1.539.177 2.955.836 1.967.056 476.854 530.212 631.784 455.296 292.846 458.005 0 0 544.737 642.078 577.569 392.039 595.944 668.649 795.440 550.874

Total 1.148.362 1.364.575 976.466 1.185.511 535.296 935.896 498.927 647.915 1.462.057 2.743.684 498.471 560.283 343.560 0 633.790 407.836 624.097 700.738

Fuente: DGEEC, Encuesta Permanente de Hogares, 2003

Considerando la categoría ocupacional por sexo, las mujeres presentan mejores promedios de ingresos familiares que los varones cuando se trata de empleados privados, empleadores o patrones, trabajadores independientes (cuenta propia) y personas del sector doméstico. Este hecho se debería a que las mujeres de las dos primeras categorías estarían insertas en actividades de altos requerimientos de calificación y cuyas uniones conyugales o familias de proveniencia tengan a su vez altos capitales culturales y retribuciones monetarias. En el caso de las dos últimas categorías, porque se trata de actividades propias de mujeres que participan de los mercados laborales informales, y si bien sus ingresos por actividades principales son más bajos, en estos casos existen actividades secundarias o ciertos subsidios que se computan como ingresos totales (esto, sobre todo, para el caso de empleadas domésticas).

52

En consonancia con lo que hemos dicho sobre la diferenciación geográfica de la distribución del ingreso, vemos en el cuadro 12 que, según las grandes ocupaciones de la población económicamente activa, en el área urba-


na se dan mejores retribuciones al trabajo; sin embargo, en algunas ocupaciones, como las que implican ser miembros de los poderes del Estado o funciones directivas, empleados de oficina, trabajadores de servicios y vendedores, así como también operadores de instalaciones y máquinas, y montadores, presentan un ingreso promedio per cápita familiar más alto en el área rural, lo cual indicaría que en esta área geográfica dichas labores estarían vinculadas a actividades de mayor productividad, como se ve en el caso del último gran grupo de ocupación citado, que en el campo basa su trabajo en atender los implementos de altos requerimientos tecnológicos vinculados a la producción agrícola empresarial.

cuadro 12 Promedio de ingresos per cápita mensual e ingreso por la actividad principal, según ocupación principal por área geográfica

Miembros del P. Ejecutivo, Legislativo y Judicial Personal Direct. Profesionales científicos e intelectuales Técnicos y profesionales de nivel medio Empleados de oficina Trabajadores de servicios y vendedores Agricultores y trabajadores agropecuarios y pesqueros Oficiales, operarios y artesanos Operadores de instalaciones y máquinas y montadores Trabajadores no calificados Fuerzas Armadas Total

ipcm def. geog. Ing Activ. princ. ipcm def. geog. Ing Activ. princ. ipcm def. geog. Ing Activ. princ. ipcm def. geog. Ing Activ. princ. ipcm def. geog. Ing Activ. princ. ipcm def. geog. Ing Activ. princ. ipcm def. geog. Ing Activ. princ. ipcm def. geog. Ing Activ. princ. ipcm def. geog. Ing Activ. princ. ipcm def. geog. Ing Activ. princ. ipcm def. geog. Ing Activ. princ.

Área geográfica Urbana Rural 1.803.415 3.143.579 1.511.236 1.792.233 958.587 1.229.288 872.670 885.953 644.127 716.607 557.912 662.425 472.751 624.132 569.912 943.934 537.397 459.430 804.277 1.968.929 727.746 864.096

1.977.402 2.750.259 976.611 1.071.534 796.396 734.745 937.932 816.017 681.330 525.772 423.686 426.176 463.548 511.870 700.632 1.056.171 426.361 398.049 765.277 1.030.142 486.219 483.432

Total 1.823.528 3.098.111 1.424.249 1.674.971 935.880 1.160.052 878.162 880.068 653.187 670.134 437.605 450.674 470.012 590.724 600.596 970.280 499.887 438.694 794.904 1.743.310 624.097 700.738

Las estructuras sociales del empleo en Paraguay

Tipo de ingreso

Ocupación principal

Fuente: DGEEC, Encuesta Permanente de Hogares, 2003

En el mismo sentido y atendiendo al sexo, los varones tienen mejores remuneraciones en casi todos los casos, a excepción de los ingresos promedios familiares per cápita de algunas ocupaciones, donde las mujeres llevan ventajas en el caso de ser empleadas de oficina, o bien oficiales, operarias y artesanas; operadoras de instalaciones y

53


máquinas y montadoras, así como de trabajadoras no calificadas. Como apuntamos en páginas anteriores, las primeras labores demandan fuerza de trabajo calificada y, por lo tanto, son mejor remuneradas con relación a los varones; o, en el caso de empleos manuales, la participación de las mujeres es más importante y a su vez tendrían condiciones de captación de ingresos, sea de manera mancomunada con la familia o por ingresos de actividades secundarias, además de la principal (ver cuadro 13).

cuadro 13 Promedio de ingresos per cápita mensual e ingreso por la actividad principal, según ocupación principal por sexo

Ocupación principal Miembros del P. Ejecutivo, Legislativo y Judicial Personal Directo Profesionales científicos e intelectuales Técnicos y Profesionales de nivel medio Empleados de oficina Trabajadores de servicios y vendedores Agricultores y Trabajadores agropecuarios y pesqueros Oficiales, operarios y artesanos Operadores de instalaciones y máquinas y montadores Trabajadores no calificados Fuerzas Armadas Total

Tipo de ingreso ipcm def. geog. Ing Activ. princ. ipcm def. geog. Ing Activ. princ. ipcm def. geog. Ing Activ. princ. ipcm def. geog. Ing Activ. princ. ipcm def. geog. Ing Activ. princ. ipcm def. geog. Ing Activ. princ. ipcm def. geog. Ing Activ. princ. ipcm def. geog. Ing Activ. princ. ipcm def. geog. Ing Activ. princ. ipcm def. geog. Ing Activ. princ. ipcm def. geog. Ing Activ. princ.

Sexo Varón

Mujer

1.894.692 3.635.846 1.571.132 2.110.420 903.110 1.339.726 817.406 933.838 696.476 950.181 444.207 495.400 462.733 646.593 599.799 985.876 434.329 495.783 794.904 1.743.310 595.944 795.440

1.695.480 2.130.539 1.328.864 1.392.192 989.347 866.904 942.339 823.270 623.136 475.725 418.604 321.944 498.517 371.951 630.470 385.776 561.921 384.675

Fuente: DGEEC, Encuesta Permanente de Hogares, 2003

4.2. La naturaleza de lo no natural: educación y desigualdad de posibilidades

54

De acuerdo con lo que hemos estado mostrando en términos de los ingresos de la población trabajadora, nos interpelamos cuáles son los factores que coadyuvan determinantemente en la construcción de capacidades de los agentes sociales, así como en la propensión a su calificación como fuerza de trabajo.

668.649 550.874

Total 1.823.528 3.098.111 1.424.249 1.674.971 935.880 1.160.052 878.162 880.068 653.187 670.134 437.605 450.674 470.012 590.724 600.596 970.280 499.887 438.694 794.904 1.743.310 624.097 700.738


Hemos buscado la relación existente entre los ingresos familiares per cápita y los años de estudios, en promedio, de los padres de la población económicamente activa, y hemos constatado que lo que damos en denominar capital cultural se conjuga con la escolaridad alcanzada, ya que, de modo más o menos similar, el incremento del mismo en un año de estudio condensado conlleva la probabilidad de aumentar los ingresos.

gráfico 4 Ingresos familiares per cápita según años de estudio parentales, en promedio 2,5

1,5 1,0 0,5 0,0 0

1

2

3

4

5

6

7

8

9

10

11

12

13

14

15

16

17

18

Promedio de años de estudio parentales en conjunto

Promedio de ingresos familiares per cápita

Si decimos que las características educativas determinan el nivel de inserción laboral y que las condiciones objetivas del trabajo en Paraguay se hallan delimitadas por las competencias que los sujetos pueden demostrar en el mercado laboral, veremos que en verdad estamos concediendo importancia capital, en la constitución de las mejores retribuciones laborales, al statu quo que posibilita la continuidad de una clase social en los estratos del poder económico y simbólico, y cuyo mérito no radica más que en su pertenencia a una aristocracia de la cultura letrada (de mejor educación). Este hecho requeriría ser abordado en un enfoque en que se concibe la educación como un campo de luchas, en el cual se disputan, bajo unas reglas propias, las diferencias de fuerzas que en otros campos están dadas como fundamentos de su existencia: diferencias económicas,

Las estructuras sociales del empleo en Paraguay

Millones de guaraníes

2,0

55


sociales y culturales. Para el efecto, es particularmente pertinente el concepto de capital cultural de Pierre Bourdieu, de modo a demostrar que la proveniencia cultural y económica de los agentes juega un papel crucial en su desempeño educativo y económico. El capital cultural se define en este estudio como los años de estudio alcanzados por los padres, en promedio, y que las generaciones siguientes heredan, reproduciéndolos como condición objetiva de sus competencias académicas. Así, pues, el capital cultural es una relación social. La competencia social, de la que surge la posibilidad de competir en el terreno educativo y económico, se presenta como un factor determinante en el momento de la distribución de los pesos relativos de capital económico y capital cultural en una sociedad determinada. Así, contra la suposición de que el nivel académico, a pesar de todo condicionamiento, transporta a los agentes a su añorado desarrollo individual, en verdad el recorrido escolar es apenas uno de los factores a considerar en la relativa acumulación de capital global (entendido como conjunción de capital económico y cultural). Según el cuadro 14, en Paraguay las mayores proporciones de población con altos niveles educativos parentales se hallan predominantemente en el área urbana. Sin duda, la población mayormente instruida se halla en esta área geográfica, hecho que a su vez configura de manera particular el mercado de trabajo calificado en las ciudades. Pero el análisis por sexo nos indica que las mujeres en el área urbana presentan mejores condiciones de capital cultural cuando se trata del tramo de edad de 15 a 29 años de los sujetos; mientras que en el tramo siguiente la situación está más compensada para ambos sexos. También en el área rural los capitales culturales están más equitativamente distribuidos, aunque lo que llama la atención es el peso que los bajos años de estudios parentales tienen en esta área geográfica, para varones y mujeres, así como para jóvenes y adultos.

56

La cuestión que emerge en este sentido es bajo qué condiciones se educa la mano de obra en nuestro país. La propensión a la calificación de la población como fundamento de una oferta laboral más “competitiva” y de mayores niveles de productividad requiere estímulos adecua-


dos y socialmente determinados para su eficacia. En este sentido, ¿cuál puede ser la posibilidad objetiva de que cada sujeto que pueda preferir altos niveles educativos y transita en su carrera académica individual, halle coronados sus esfuerzos, si en su entorno inmediato, el de su ambiente hogareño, no le favorecen dichas condiciones? cuadro 14 Población según capital cultural por área geográfica, sexo y grupos de edad (en porcentajes) Área

De 15 a 29 años de edad Menos de 1 año Entre 1 y 2 años Entre 3 y 4 años Entre 5 y 6 años Entre 7 y 8 años Entre 9 y 10 años Entre 11 y 12 años Entre 13 y 14 años Entre 15 y 16 años Entre 17 y 18 años No sabe/No responde Total De 30 a 64 años de edad Menos de 1 año Entre 1 y 2 años Entre 3 y 4 años Entre 5 y 6 años Entre 7 y 8 años Entre 9 y 10 años Entre 11 y 12 años Entre 13 y 14 años Entre 15 y 16 años Entre 17 y 18 años No sabe/No responde Total

Urbana Sexo Mujer

Total

Varón

0,4 12,3 25,1 30,3 11,4 7,0 6,3 2,0 2,7 2,6

0,7 10,8 24,0 27,4 14,4 8,3 6,7 2,0 2,8 2,9

0,5 11,7 24,6 29,1 12,6 7,5 6,5 2,0 2,7 2,7

2,6 26,1 35,4 28,7 6,0 1,0 0,3

100

100

100

100

100

100

5,7 29,8 23,2 16,8 9,5 3,0 4,1 0,9 4,3 2,9

2,0 23,5 28,8 22,7 11,0 4,1 3,6 1,8

7,5 52,9 27,1 11,7 0,2 0,5

5,8 61,4 24,3 8,5

7,1 55,1 26,4 10,9 0,2 0,4

2,3

3,7 26,4 26,2 20,0 10,3 3,6 3,8 1,4 2,0 2,6

100

100

100

100

100

100

Varón

Rural Sexo Mujer 4,3 24,8 36,3 27,4 4,9 2,0 0,4

0,1

Total 3,0 25,8 35,6 28,4 5,7 1,2 0,2 0,1 0,0

Las estructuras sociales del empleo en Paraguay

Capital cultural (años de estudio, de padres en promedio)

Fuente: DGEEC, Encuesta Permanente de Hogares, 2003

Los trabajadores con mayores “activos” de capital cultural son los dedicados a actividades intelectuales. Vemos en el cuadro 15 que los miembros de los poderes del Estado y de funciones directivas, los profesionales, científicos e intelectuales, los técnicos y profesionales de nivel medio, así como los empleados de oficina presentan mejores niveles de instrucción que sus padres.

57


cuadro 15 Población según capital cultural por ocupación principal y área geográfica (en porcentajes) Capital cultural (años de estudio de padres, en promedio)

Área urbana Menos de 1 año Entre 1 y 2 años Entre 3 y 4 años Entre 5 y 6 años Entre 7 y 8 años Entre 9 y 10 años Entre 11 y 12 años Entre 13 y 14 años Entre 15 y 16 años Entre 17 y 18 años No sabe/No responde Total Área rural Menos de 1 año Entre 1 y 2 años Entre 3 y 4 años Entre 5 y 6 años Entre 7 y 8 años Entre 9 y 10 años Entre 11 y 12 años Entre 13 y 14 años Entre 15 y 16 años Entre 17 y 18 años No sabe/No responde Total

Miembros Profesio- Técnicos y profesio- Empleados nales P. Ejec., nales Leg., Jud. científicos de oficina Personal e intelec- de nivel medio tuales directivo

Trabaja- Agricultores Operadores Oficiales, de Instalac.y Trabajadores de y Trab. Fuerzas dores operarios máquinas y servicios agropeArmadas no y vendecuarios y y artesanos montadores calificados dores pesqueros

1,6 8,5 18,6 27,7 11,4 2,0 15,7 1,2 6,3 6,8

1,0 10,8 16,8 26,2 10,4 8,8 10,6 5,2 3,0 7,2

0,3 11,4 18,4 20,8 10,4 11,6 13,3 4,0 6,0 3,8

1,2 7,0 18,7 23,4 17,3 11,1 6,3 3,7 5,0 6,2

1,3 14,0 24,3 25,9 16,6 7,2 5,2 2,4 2,4 0,9

3,3 29,8 28,7 28,2 3,4 0,5 6,1

100

100

100

100

100

38,7 9,1 39,8

37,2 31,7 25,5 5,6

14,2 42,8 24,6 13,8 3,4

3,6 14,1 12,5 37,6 30,0

1,6 25,1 28,2 33,7 6,3 4,1 1,0

12,4

2,3

2,6 11,3 27,3 29,0 9,2 11,4 8,7 0,4

100

100

100

100

4,1 29,3 35,2 27,2 3,7 0,5 0,0 0,1

3,5 27,2 36,3 25,5 5,0 2,4

15,7 38,1 28,7 12,7 4,8

4,9 31,1 35,9 23,1 3,8 0,6 0,6

100,0

100

100

100

1,2

100

100

100

79,7

1,2 15,0 25,4 26,8 12,4 6,3 6,0 1,9 2,4 2,5

100

100

20,3

0,2

100

100

0,0 100

100

Este hecho evidencia que estas actividades, mayormente en el área urbana –aunque también en el área rural– las ejercen quienes tienen propensiones socialmente constituidas para ejercerlas. Si bien esto no implica que los logros educacionales de ciertos segmentos de la población que han podido superar los niveles limitados de sus antecesores están “determinados” por estos niveles –cosa que no pretendemos afirmar–, sí podemos ver que, en términos generales, las jerarquías sociales basadas en las capacidades educativas de las generaciones pasadas pesan sobre las presentes, brindándoles el marco en el que actúan y lo que el simple “deseo de superación” no logrará resolver a nivel social.

58

1,3 21,5 32,3 27,4 10,2 3,5 2,4 0,9 0,4

1,4 18,6 31,2 29,1 11,4 2,6 3,6 0,3 0,8 1,1

Total

3,7 28,2 34,6 27,2 4,8 1,0 0,3 0,1 0,0 0,0 100


cuadro 16 Población según capital cultural por ocupación principal y sexo (en porcentajes) Capital cultural (años de estudio de padres, en promedio)

Varón Menos de 1 año Entre 1 y 2 años Entre 3 y 4 años Entre 5 y 6 años Entre 7 y 8 años Entre 9 y 10 años Entre 11 y 12 años Entre 13 y 14 años Entre 15 y 16 años Entre 17 y 18 años No sabe/No responde Total Mujer Menos de 1 año Entre 1 y 2 años Entre 3 y 4 años Entre 5 y 6 años Entre 7 y 8 años Entre 9 y 10 años Entre 11 y 12 años Entre 13 y 14 años Entre 15 y 16 años Entre 17 y 18 años No sabe/No responde Total

Miembros Profesio- Técnicos y nales profesio- Empleados P. Ejec., nales Leg., Jud. científicos de oficina Personal e intelec- de nivel tuales medio directivo

3,7 15,4 9,5 30,3 2,1 3,5 18,9 2,8 6,9 7,1

3,2 15,9 9,6 22,1 15,0 7,1 3,7 4,6 9,2 9,7

100

100

7,1 24,1 27,3 16,8 2,0 11,7

14,3 22,7 27,6 7,7 7,6 11,0 4,3

0,2 16,1 22,9 20,8 7,4 8,4 9,9 4,0 8,3 2,2

0,9 9,1 13,9 25,7 23,4 6,8 6,2 4,1 4,2 5,7

Trabaja- Agricultores Operadores Oficiales, de Instalac.y Trabajadores de y Trab. Fuerzas dores operarios máquinas y servicios agropeArmadas no y vendecuarios y y artesanos montadores calificados dores pesqueros

0,6 12,9 24,9 28,5 14,0 8,6 4,5 1,5 3,1 1,4

3,5 28,3 35,9 27,9 3,4 0,5 0,5

0,0 100

100

100

100

1,9 5,9 22,8 23,3 12,9 13,8 5,3 3,1 5,0 5,8

2,0 20,0 25,6 27,3 14,1 4,5 3,9 2,1 0,6

7,4 35,9 27,2 23,6 5,3 0,2

100

100

100

5,1 5,8

4,7

0,4 5,3 19,5 22,1 16,0 13,8 14,1 2,7 1,2 5,1

100

100

100

2,2 22,4 30,8 29,4 8,7 2,7 2,6 0,2 0,3 0,8

2,0 10,8 30,1 29,6 10,4 10,1 6,7 0,3

100

100

2,3 17,9 44,2 20,0 11,4 1,5 0,9

2,6 23,6 31,8 27,7 8,5 2,0 2,4 0,9 0,5

38,2

66,4 24,8 8,8

0,4

100

100

100

2,4 21,9 30,2 27,7 8,1 3,3 3,1 0,9 1,3 1,2 0,0 100

2,8 27,3 36,3 23,2 6,7 3,0 0,7 0,1

2,3 19,6 28,8 25,6 10,4 5,1 3,9 1,4 1,2 1,8

100

100

1,9 100

9,7 52,1

Total

En el cuadro 16 apreciamos que para las grandes ocupaciones que implican el trabajo intelectual, los varones poseen mayores capitales culturales que las mujeres en el caso de ser miembros de los poderes del Estado o funciones directivas, así como los profesionales, científicos e intelectuales. Sin embargo, entre los técnicos, profesionales de nivel medio, así como entre empleados de oficina, las mujeres presentan mayores promedios de niveles de estudio que sus respectivos padres. Para ambos casos, esta consideración es sobre todo para los más altos niveles, que serían aquellos donde los padres han culminado la universidad o poseen entre 15 y 16 años de estudio. Ahora bien, como se muestra en el cuadro 17, para la población joven, es decir la implicada en el tramo de 15 a 29 años, su situación en términos de capital cultural es más importante que para la de los adultos (tramo de 30 a 64 años). Este hecho estaría implicando que las generaciones de adultos más recientes tendrían mejores niveles educativos que las anteriores, lo cual, como veremos, se corresponde con el hecho de que las generaciones más jóvenes del mercado laboral con altos niveles de capital

Las estructuras sociales del empleo en Paraguay

Fuente: DGEEC, Encuesta Permanente de Hogares, 2003

59


cultural participan menos en los segmentos informales del mercado de trabajo y, por tanto, se hallan en situaciones de menor subalternidad. cuadro 17 Población según capital cultural por ocupación principal y grupos de edad (en porcentajes) Capital cultural (años de estudio de padres, en promedio)

Miembros Profesio- Técnicos y nales profesio- Empleados P. Ejec., nales Leg., Jud. científicos de oficina Personal e intelec- de nivel tuales medio directivo

De 15 a 29 años de edad Menos de 1 año 0,8 Entre 1 y 2 años 7,7 Entre 3 y 4 años 13,4 Entre 5 y 6 años 21,3 Entre 7 y 8 años 13,3 Entre 9 y 10 años 4,5 Entre 11 y 12 años 22,0 Entre 13 y 14 años Entre 15 y 16 años 8,2 Entre 17 y 18 años 8,8 No sabe/No responde Total 100 De 30 a 64 años de edad Menos de 1 año 2,1 Entre 1 y 2 años 12,7 Entre 3 y 4 años 21,4 Entre 5 y 6 años 34,0 Entre 7 y 8 años 8,7 Entre 9 y 10 años 1,3 Entre 11 y 12 años 9,2 Entre 13 y 14 años 2,0 Entre 15 y 16 años 4,2 Entre 17 y 18 años 4,5 No sabe/No responde Total 100

Trabaja- Agricultores Operadores Oficiales, de Instalac.y Trabajadores de y Trab. Fuerzas dores operarios máquinas y servicios agropeArmadas no y vendecuarios y y artesanos montadores calificados dores pesqueros

10,6 17,7 26,0 16,2 9,3 9,5 2,4 1,1 7,1

0,2 6,0 21,3 22,0 11,1 11,7 14,4 4,2 6,2 2,9

0,9 6,0 16,1 24,1 20,2 11,2 5,8 4,1 5,3 6,3

0,5 12,7 25,0 30,8 14,1 7,3 4,9 2,2 1,7 0,7

2,7 27,4 36,4 28,8 3,8 0,7 0,1 0,1

100

100

100

100

100

0,5 30,3 24,5 16,9 9,9 7,5 2,1

5,0 17,1 32,5 28,1 6,0 3,6 5,4

5,0 35,4 25,1 12,3 14,1 3,3 0,7

11,0 56,6 25,7 6,7

2,9 5,3

2,2

3,1 0,9

100

100

100

18,9 20,6 26,6 3,9 5,9 8,8 6,3 3,9 5,2 100

1,4 17,7 34,3 30,8 8,6 2,9 2,8

9,7 33,8 27,1 12,8 10,1 6,2 0,4

2,5 23,1 33,3 29,0 7,0 3,0 1,5 0,4 0,1

100

100

100

4,6 36,7 27,6 17,9 10,7 1,3 0,5

7,7 20,8 18,5 34,3 2,5 8,5 7,8

2,8 46,7 29,6 12,7 7,9 0,3

0,8 0,8

0,7 100

100

Fuente: DGEEC, Encuesta Permanente de Hogares, 2003

Hasta aquí estamos viendo que el problema del empleo supone, en el tema de la calificación de la fuerza de trabajo, un condicionante muy importante, cual es el capital cultural. Pero, como hemos señalado respecto a los ingresos con relación a las categorías de ocupación, estas denotan en primer lugar la mayor predominancia del sector terciario en la economía y, por otra parte, la mayor urbanización del mercado laboral en Paraguay. Este último hecho evidencia que las probabilidades de mayores calificaciones de la fuerza de trabajo están en estrecha correlación con las mejores condiciones que han brindado y seguirán crecientemente proporcionando las ciudades para la formación de la mano de obra en Paraguay.

60

En efecto, en el cuadro 18 vemos de qué modo los mayores capitales culturales –los que implican de 14 y más años de estudio, en promedio, de los padres de la población trabajadora– se hallan concentrados fuertemente en

100

100

100,0

100

Total

1,7 18,1 29,6 28,8 9,5 4,6 3,6 1,1 1,5 1,5 100

79,7

4,9 36,7 26,3 16,7 6,7 2,4 2,5 0,9 1,3 1,6

100

100

20,3


el área urbana del país y, como señalábamos antes, gozan de situaciones socioculturales más favorables los empleados públicos y privados, así como los empleadores o patrones; vale decir que, en consonancia con mayores capitales culturales, son los más propensos a realizar actividades intelectuales. cuadro 18 Población según capital cultural por categoría de ocupación y grupos de edad (en porcentajes)

Área urbana Menos de 1 año Entre 1 y 2 años Entre 3 y 4 años Entre 5 y 6 años Entre 7 y 8 años Entre 9 y 10 años Entre 11 y 12 años Entre 13 y 14 años Entre 15 y 16 años Entre 17 y 18 años No sabe/No responde Total Área rural Menos de 1 año Entre 1 y 2 años Entre 3 y 4 años Entre 5 y 6 años Entre 7 y 8 años Entre 9 y 10 años Entre 11 y 12 años Entre 13 y 14 años Entre 15 y 16 años Entre 17 y 18 años No sabe/No responde Total

Empleado público

Empleado privado

Obrero público

Obrero privado

0,8 17,5 33,0 30,0 9,4 3,3 4,9 0,5 0,0 0,5

0,7 30,1 26,7 14,8 4,1 0,6 14,9

1,7 12,2 21,1 24,8 11,5 6,1 9,0 5,4 3,8 4,3

0,2 7,1 20,3 24,3 17,3 10,5 7,6 2,7 5,3 4,8

2,0 15,0 31,2 21,7 17,8 5,5

100

100

100

2,0 24,9 27,1 32,9 11,0 2,1

1,4 14,2 31,2 32,5 16,0 2,4 0,9 0,9 0,4

38,0 11,6 27,1 11,7 11,6

100

100

6,7

Empleador o patrón

Cuenta propia

Famil. no remunerado

Empleado doméstico

0,5 7,4 21,1 28,9 17,5 11,5 6,1 3,1 3,1 0,7

1,9 29,9 29,8 23,7 10,5 2,4 1,6 0,2

2,2 6,0

3,6 22,4 27,0 27,3 8,4 4,0 3,9 1,2 0,7 1,4

1,2 15,0 25,4 26,8 12,4 6,3 6,0 1,9 2,4 2,5

100

100

100

100

100

100

4,9 30,6 32,1 24,4 7,0 0,5 0,5

15,2 40,4 22,5 21,9

4,9 42,8 32,0 17,6 1,3 1,3 0,1

3,3 23,6 36,1 31,4 4,6 0,9 0,1 0,1

3,2 27,3 46,3 20,9 0,9 1,0 0,5

3,7 28,2 34,6 27,2 4,8 1,0 0,3 0,1 0,0

0,1

100

Total

100

100

100

0,0 100

100

0,0 100

Fuente: DGEEC, Encuesta Permanente de Hogares, 2003

Las estructuras sociales del empleo en Paraguay

Capital cultural (años de estudio de padres, en promedio)

Ahora bien, para demostrar de qué modo el capital cultural incide en las características educacionales de la mano de obra que participa en el mercado laboral, puede verse de qué manera los mayores niveles educativos, en términos de años de estudio de la población, presentan a su vez, en el nivel de país total como en el área urbana, mayores niveles de capital cultural. La tendencia que se puede observar en el cuadro 19 es que a mayores niveles educativos de la población corresponden mayores niveles de años de estudio parentales. En el área rural esta relación no es lineal, dado que,

61


como se ha señalado suficientemente durante el transcurso de este estudio, en ella, tanto por sus características culturales como por el proceso de urbanización que va experimentando el país, los logros educacionales de la población están más asociados a las rupturas con sus herencias socioculturales. En dicho sentido vemos, por ejemplo, que los mayores niveles de educación en dicha área geográfica implican bajos niveles de capital cultural en su conjunto. cuadro 19 Población según capital cultural por años de estudio y área geográfica (en porcentajes) Capital cultural (años de estudio de padres, en promedio)

Total país Menos de 1 año Entre 1 y 2 años Entre 3 y 4 años Entre 5 y 6 años Entre 7 y 8 años Entre 9 y 10 años Entre 11 y 12 años Entre 13 y 14 años Entre 15 y 16 años Entre 17 y 18 años No sabe/No responde Total Área urbana Menos de 1 año Entre 1 y 2 años Entre 3 y 4 años Entre 5 y 6 años Entre 7 y 8 años Entre 9 y 10 años Entre 11 y 12 años Entre 13 y 14 años Entre 15 y 16 años Entre 17 y 18 años No sabe/No responde Total Área rural Menos de 1 año Entre 1 y 2 años Entre 3 y 4 años Entre 5 y 6 años Entre 7 y 8 años Entre 9 y 10 años Entre 11 y 12 años Entre 13 y 14 años Entre 15 y 16 años Entre 17 y 18 años No sabe/No responde Total

Sin años De 1 ade2 de estudio años estudio

0,9 57,4 27,8 7,6 6,3

8,8 44,9 29,8 13,8 2,1 0,6

De 3 a 4 años de estudio

De 5 a 6 años de estudio

5,8 34,6 33,2 21,5 4,1 0,6 0,2

3,3 29,3 35,9 26,2 3,8 0,4 0,8 0,2

100

100

100

53,7 24,9 8,8

2,7 38,6 40,2 14,5 4,0

4,1 28,4 36,7 18,3 10,3 1,7 0,6

12,5

De 7 a 8 años de estudio

De 9 a 10 De 11 a 12 De 13 a 14 De 15 a 16 De 17 a 18 años de años de años de años de años de estudio estudio estudio estudio estudio

2,0 17,2 34,9 28,9 10,6 1,9 2,9 0,7 0,5 0,4

1,4 14,6 30,3 32,7 10,9 5,1 3,0 0,2 0,9 0,7

0,8 13,4 23,8 30,4 14,4 7,4 5,7 1,7 1,4 1,0

0,1 10,9 18,4 20,0 9,1 11,8 10,6 3,7 10,2 5,3

0,4 13,3 24,4 27,4 13,8 5,1 6,0 1,9 2,7 5,0

1,9 3,8 11,5 23,4 10,8 10,1 9,8 8,2 6,3 14,1

100

100

100

100

100

100

2,4 21,1 29,7 27,0 8,9 3,9 3,3 1,1 1,3 1,4 0,0 100

0,4

1,5 16,7 27,8 29,3 12,8 3,7 5,0 1,4 0,9 0,9

0,7 12,8 26,4 33,1 12,9 6,1 4,7 0,4 1,7 1,3

0,6 11,3 22,0 27,9 15,8 9,2 7,7 2,2 1,9 1,4

0,2 7,9 19,1 17,1 9,4 12,4 11,8 4,2 11,7 6,1

0,5 7,9 23,6 26,8 15,8 6,4 7,5 2,1 3,2 6,3

1,9 2,8 11,3 23,2 11,0 10,4 10,0 8,4 6,5 14,5

1,2 15,0 25,4 26,8 12,4 6,3 6,0 1,9 2,4 2,5

100

100

100

100

29,9 14,0 38,8 6,9 7,4 2,9

34,9 27,8 29,7 5,9

46,6 21,4 32,1

0,1 0,0 100 2,3 24,9 32,7 29,2 7,0 0,6 2,4 0,6

100

100

100

100

100

100

100

1,6 60,2 30,0 6,7

11,8 48,0 24,6 13,5 1,1 0,9

6,7 37,7 31,4 23,2 0,9 0,1

3,7 31,2 37,4 24,9 2,4 0,3 0,1

2,5 17,7 41,5 28,5 8,5 0,2 0,9

2,4 17,0 35,4 32,2 8,3 3,9 0,9

1,6 19,4 28,8 37,5 10,2 2,3

1,5

1,2 0,6

0,2 0,1

100

100

100

0,1 100

100

100

100

100

Fuente: DGEEC, Encuesta Permanente de Hogares, 2003

62

Total

La distribución por sexo de esta relación, como se aprecia en el cuadro 20, da cuenta de que la situación educativa favorable de los varones, que se puede apreciar en los

100

100

3,7 28,2 34,6 27,2 4,8 1,0 0,3 0,1 0,0 0,0 100


30 Robles, Marcos: El empleo en Paraguay. Evidencias de las Encuestas de Hogares, PNUD-OIT, Asunción, 2002. 31 Carlson, Beverley: Educación y mercado de trabajo en América Latina. ¿Qué nos dicen las cifras?, CEPAL, Santiago, 2002.

datos estadísticos y que se describe en algunos análisis30, proviene básicamente del hecho de que el alto capital cultural, en promedio, de dicho sexo es el doble que el femenino, y que este factor, si bien está matizado por las similitudes familiares de formación en el caso de varones y mujeres que formaron parte de un mismo hogar, en general el nivel educativo de los varones tiene un peso más fuerte en los logros educacionales alcanzados, en particular los comprendidos entre los 12 y 16 años de estudio, donde, si bien no se da todavía la universidad concluida –donde las mujeres tienen un peso considerable–, ya tiene un retorno de la educación considerable31.

cuadro 20 Población según capital cultural por años de estudio y sexo (en porcentajes)

Ambos sexos Menos de 1 año Entre 1 y 2 años Entre 3 y 4 años Entre 5 y 6 años Entre 7 y 8 años Entre 9 y 10 años Entre 11 y 12 años Entre 13 y 14 años Entre 15 y 16 años Entre 17 y 18 años No sabe/No responde Total Varón Menos de 1 año Entre 1 y 2 años Entre 3 y 4 años Entre 5 y 6 años Entre 7 y 8 años Entre 9 y 10 años Entre 11 y 12 años Entre 13 y 14 años Entre 15 y 16 años Entre 17 y 18 años No sabe/No responde Total Mujer Menos de 1 año Entre 1 y 2 años Entre 3 y 4 años Entre 5 y 6 años Entre 7 y 8 años Entre 9 y 10 años Entre 11 y 12 años Entre 13 y 14 años Entre 15 y 16 años Entre 17 y 18 años No sabe/No responde Total

Sin años De 1 ade2 de estudio años estudio

0,9 57,4 27,8 7,6 6,3

8,8 44,9 29,8 13,8 2,1 0,6

De 3 a 4 años de estudio

De 5 a 6 años de estudio

5,8 34,6 33,2 21,5 4,1 0,6 0,2

100

100

100

1,2 56,6 27,6 6,6 8,1

8,5 42,9 31,8 14,1 1,9 0,8

5,2 33,7 32,7 23,7 3,9 0,7

100

100

100

60,2 28,6 11,1

9,6 51,3 23,3 13,0 2,8

7,8 37,5 34,9 14,2 4,6 0,2 0,8

3,3 29,3 35,9 26,2 3,8 0,4 0,8 0,2 0,1 0,0 100 3,0 28,2 36,6 27,3 3,7 0,4 0,7

0,1 100 4,0 32,2 33,7 23,2 4,3 0,6 0,9 0,7

De 7 a 8 años de estudio

De 9 a 10 De 11 a 12 De 13 a 14 De 15 a 16 De 17 a 18 años de años de años de años de años de estudio estudio estudio estudio estudio

1,4 14,6 30,3 32,7 10,9 5,1 3,0 0,2 0,9 0,7

0,8 13,4 23,8 30,4 14,4 7,4 5,7 1,7 1,4 1,0

0,1 10,9 18,4 20,0 9,1 11,8 10,6 3,7 10,2 5,3

0,4 13,3 24,4 27,4 13,8 5,1 6,0 1,9 2,7 5,0

1,9 3,8 11,5 23,4 10,8 10,1 9,8 8,2 6,3 14,1

100

100

100

100

100

100

1,9 17,7 35,7 29,5 9,3 1,0 2,7 0,9 0,7 0,6

1,3 13,7 27,2 34,9 11,8 5,7 3,2 0,3 0,9 1,0

0,7 14,6 23,8 31,6 12,3 6,7 6,2 1,6 1,2 1,3

8,0 16,8 16,4 9,0 11,3 12,2 3,4 15,3 7,6

13,4 16,8 27,4 18,3 4,7 4,7 3,9 3,2 7,6

4,7 3,4 8,7 10,3 18,4 12,0 12,4 9,7 11,2 9,2

100

100

100

100

100

100

2,4 21,9 30,2 27,7 8,1 3,3 3,1 0,9 1,3 1,2 0,0 100

2,4 15,9 32,9 27,3 14,0 4,2 3,3

1,8 16,9 38,1 27,3 8,8 3,6 2,4

1,0 11,5 23,7 28,5 17,6 8,6 4,9 2,0 1,6 0,5

0,3 14,3 20,4 24,2 9,1 12,3 8,8 4,0 4,2 2,5

0,5 13,2 28,0 27,4 11,7 5,3 6,6 1,0 2,4 3,8

4,1 13,4 32,4 5,5 8,9 8,0 7,2 3,0 17,5

2,3 19,6 28,8 25,6 10,4 5,1 3,9 1,4 1,2 1,8

100

100

100

100

100

1,1

100

100

100

100

2,4 21,1 29,7 27,0 8,9 3,9 3,3 1,1 1,3 1,4 0,0 100

2,0 17,2 34,9 28,9 10,6 1,9 2,9 0,7 0,5 0,4

0,4

Fuente: DGEEC, Encuesta Permanente de Hogares, 2003

Total

100

100

Las estructuras sociales del empleo en Paraguay

Capital cultural (años de estudio de padres, en promedio)

63


Finalmente, echando un vistazo sobre las características educacionales de la población económicamente activa así como de la población inactiva, vemos que esta última reviste una situación considerablemente más favorable que la activa en términos de su capital cultural, en correspondencia con sus años de estudio. Esta población está conformada, entre otros, por estudiantes, jubilados y pensionados, así como por rentistas, lo cual explicaría por qué hay algunos que, a pesar de poseer bajos niveles educativos, aún su capital cultural es alto. La tradición rentista de la economía –como se refirió en el apartado anterior de este trabajo– estaría ligada a la clara definición aristocrática, educativamente, de los que detentan mayores capitales económicos, aunque este hecho hay que pasarlo por el cedazo de que las clases dominantes paraguayas son heterogéneas. Si bien observamos que los empleadores y patrones tienen relativamente altos capitales culturales, sus niveles educativos se hallan en muchos casos equiparados y en situación de desventaja con respecto a las clases medias. En otras palabras, los grupos ilustrados de las clases dominantes se hallan posicionados en estratos estamentales de la escala social. Por otra parte, la población ocupada, como se ve en el cuadro 21, evidencia el mayor caudal de capital educativo, que a su vez se sustenta en su capital cultural. Sobrepasa en su capital cultural a la población desocupada en los altos niveles educativos y en los niveles intermedios de años de estudio presenta capitales culturales relativamente más altos, lo que indicaría que se trataría de los grupos de población que tienen ciertas probabilidades de estar ocupados, a pesar de su desempleo coyuntural.

64


cuadro 21 Población según capital cultural por años de estudio y condición de ocupación (en porcentajes)

Ocupados Menos de 1 año Entre 1 y 2 años Entre 3 y 4 años Entre 5 y 6 años Entre 7 y 8 años Entre 9 y 10 años Entre 11 y 12 años Entre 13 y 14 años Entre 15 y 16 años Entre 17 y 18 años No sabe/No responde Total Desocupados Menos de 1 año Entre 1 y 2 años Entre 3 y 4 años Entre 5 y 6 años Entre 7 y 8 años Entre 9 y 10 años Entre 11 y 12 años Entre 13 y 14 años Entre 15 y 16 años Entre 17 y 18 años No sabe/No responde Total Inactivos Menos de 1 año Entre 1 y 2 años Entre 3 y 4 años Entre 5 y 6 años Entre 7 y 8 años Entre 9 y 10 años Entre 11 y 12 años Entre 13 y 14 años Entre 15 y 16 años Entre 17 y 18 años No sabe/No responde Total

Sin años De 1 a 2 de de estudio años estudio

De 3 a 4 años de estudio

De 5 a 6 años de estudio

De 7 a 8 años de estudio

6,8

9,3 45,0 29,4 13,4 2,3 0,7

5,8 35,3 32,8 21,5 3,8 0,7 0,2

3,4 29,9 35,6 25,9 3,7 0,5 0,8 0,2

2,3 17,2 36,7 28,6 9,9 1,6 2,3 0,8 0,4 0,2

1,4 16,0 31,5 30,7 11,4 5,6 2,1 0,2 0,6 0,4

1,0 14,3 24,6 31,6 12,3 7,1 5,5 1,6 1,1 0,9

0,2 12,6 17,2 20,6 9,1 11,7 10,8 4,2 9,3 4,3

0,5 13,6 23,7 27,4 13,3 5,0 7,1 1,8 2,7 5,0

2,0 4,1 11,5 24,2 10,8 10,2 8,5 8,1 5,9 14,7

100

100

100

0,0 100

100

100

100

100

100

100

2,6 22,2 30,2 26,7 8,1 3,7 3,1 1,1 1,1 1,2 0,0 100

51,2 48,8

2,6 44,2 34,6 18,6

6,4 27,4 37,1 22,0 7,1

2,2 22,5 38,6 30,0 5,2

0,1 9,9 20,5 25,9 22,4 8,6 6,4 2,2 2,4 1,5

15,4 11,9

11,9 27,7 27,4 16,1 5,5 1,1 2,6 2,5 5,2

11,1 12,2 10,8 10,0 27,0 10,0 11,9 7,0

1,1 14,1 26,5 28,6 13,7 4,8 5,1 1,1 2,5 2,4 100

1,0 58,0 25,9 8,3

De 9 a 10 De 11 a 12 De 13 a 14 De 15 a 16 De 17 a 18 años de años de años de años de años de estudio estudio estudio estudio estudio

0,3

17,0 22,8 30,8 15,5 4,0 6,9

1,2

1,4 1,6

1,7 6,3 23,1 44,8 8,0 1,8 8,1 0,2 3,0 2,9

26,1 16,1 8,6 12,2 9,7

100

100

100

100

100

100

100

100

100

100

6,3 30,8 25,2 23,2 4,4 2,4 1,4 3,6 1,8 0,8

4,7 30,4 32,3 22,7 6,1 1,6 0,7 0,6 0,9

1,7 14,6 23,3 31,2 10,4 7,0 5,8 2,0 3,0 1,1

1,0 10,9 18,4 28,5 13,0 9,2 10,6 3,1 3,4 1,8

0,8 7,5 21,2 27,6 12,0 8,5 10,1 4,1 6,2 2,1

0,3 7,0 16,3 32,3 11,4 9,7 10,8 4,0 5,0 3,2

2,3 5,8 11,5 23,2 25,1 9,3 7,8 3,0 4,5 7,5

6,5 20,5 16,5 13,3 5,9 7,7 4,1 12,1 13,3

6,4 8,9 26,6

100

100

100

1,5 14,5 24,0 29,4 8,4 7,4 7,4 2,8 3,4 1,1 0,1 100

100

100

100

100

100

100

9,6

27,8 20,5

Total

1,5 13,4 22,0 28,9 10,5 7,5 7,7 2,8 3,8 1,7 0,0 100

Fuente: DGEEC, Encuesta Permanente de Hogares, 2003

Las estructuras sociales del empleo en Paraguay

Capital cultural (años de estudio de padres, en promedio)

En suma, tanto la competencia técnica como la competencia económica se basan en la estrictamente limitada competencia social, la que se pretende ocultar bajo el “espíritu democrático” del discurso de la política educativa. Muy contrariamente a este discurso, la desigualdad educacional se manifiesta como flamante regla en los grupos sociales en que se encuentran los competidores ya vencidos de antemano: sectores rurales, mujeres y desocupados. La teoría del “capital humano” plantea que el desarrollo económico requiere el acrecentamiento de educación en los agentes como condición de acceso proporcio-

65


nal a activos monetarios. Si toda la población acrecentara este capital, se acrecentaría el bienestar, por lo que se deduce que se reforzaría el desarrollo económico. Sin embargo, lo que contrariamente se ha demostrado en estudios acerca de la distribución de capital humano en América Latina, es que el acceso al bienestar halla un punto en el que el mayor acrecentamiento de competencias educativas no tiene un correlativo acrecentamiento de capacidad económica sino hasta alcanzados altos niveles de instrucción, y cuando los umbrales educativos de la pobreza están en aumento, apenas se sobrepasa la probabilidad de no caer en dicha condición32. Los extremados esfuerzos por alcanzar niveles académicos distinguidos no se hallan justificados con la probabilidad de acceso a grandes masas de capital económico, evidenciándose, finalmente, que el acceso a los activos está mediado por la desigual distribución de la posibilidad de acumular activos. A los efectos de mostrar la relación apuntada al inicio entre los ingresos de la población y su capital cultural, hemos recategorizado los tramos de años de estudio parentales en cinco categorías y las hemos relacionado con los quintiles de ingreso de la población de 15 a 29 años de edad. La categoría o nivel 1 es de 0 a 1 año de estudio; la categoría 2 es de 2 a 5 años de estudio; la categoría 3 es de 6 a 11 años de estudio; la categoría 4 es de 12 a 17 años de estudio; y la categoría 5 comprende a 18 años de estudio. Como se puede observar en el gráfico siguiente, los quintiles que representan a la población de menores ingresos aglutinan la mayor proporción del nivel 1 de capital cultural, y dicha relación es decreciente a medida que se avanza hacia los quintiles de mayores ingresos. Asimismo, en estos últimos se ubican los niveles de mayor capital cultural, resaltándose el quintil 5, en cuyo grupo el capital cultural es considerablemente mayor que en el quintil anterior (quintil 4).

66

32 León, Arturo: Las encuestas de hogares como fuente de información para el análisis de la educación y sus vínculos con el bienestar y la equidad, CEPAL-ECLAC, Proyecto Principal de Educación, Boletín 46, agosto de 1998.


40,00 35,00 30,00 25,00 20,00 15,00 10,00 5,00 0,00 1

2

3

4

5

Quintiles de ingreso per cápita medio deflagtado Alto capital cultural

Bajo capital cultural

4.3. Dualidad en el mercado laboral: el problema de la subalternidad De lo que tratamos de dar cuenta hasta el momento es de que la fuerza de trabajo no solo se diferencia por sus propios itinerarios educativos y sus características demográficas, tales como el área geográfica, el sexo o la condición etaria, sino que dichas características se refuerzan como mecanismos de desigualdad al existir una estructura social subyacente que construye las diferenciaciones y bajo cuya lógica aquellas características aparecen como efecto de la “naturaleza”. Hemos señalado la desigualdad de los recursos de capital económico que produce la diferencia de ingresos en las clases trabajadoras y asimismo la desigualdad en “activos” de capital cultural que funciona al mismo tiempo como un dispositivo de refuerzo de desigualdades, ya que las posibilidades que la sociedad mercantil ofrece a la nobleza cultural –los “bien educados ciudadanos”– no es sino el modo de continuar su premiación a los agentes favorecidos por las condiciones familiares. En dicho sentido, nuestra propuesta inicial, que era mostrar el mercado de trabajo como una estructura segmentada o dual, se constituye, como veremos más adelante, en una estructura de subalternidad, ya que incorpora el factor sociocultural en la delimitación de la “informalidad” y su corolario de baja productividad del trabajo.

Las estructuras sociales del empleo en Paraguay

Porcentajes

gráfico 5 Distribución de capital cultural por quintiles de ingreso. Población de 15 a 29 años de edad.

67


A los efectos de este estudio, consideramos a la población informal o del segmento secundario del mercado de trabajo, a todos los trabajadores de 10 años y más de edad cuya categoría ocupacional es por cuenta propia, familiares no remunerados y empleados, obreros y patrones en empresas con tamaño de 5 o menos personas. Se excluye a los trabajadores del sector público, a los trabajadores del hogar, de los sectores de actividad primaria y a los trabajadores por cuenta propia “gerentes”, directivos, profesionales, técnicos y afines. Bajo esta definición, la Encuesta Permanente de Hogares del año 2003 reporta una proporción porcentual del 28,3% de la población económicamente activa que conforma el sector informal del mercado laboral. En el cuadro 22 observamos que la población económicamente activa se distribuye en el segmento informal con mayor proporción en el área urbana, con un 36,2%, mientras en el área rural dicho segmento es proporcionalmente menor (17,7%). Si observamos la distribución por sexo, para ambas áreas geográficas las mujeres participan más que los varones en las actividades informales, aunque la proporción es mayor en el área urbana, donde las mujeres del sector informal suman el 50,4% versus el 36,1% del área rural.

cuadro 22 PEA según condición de informalidad laboral por área y sexo (%) Área Condición de informalidad laboral Informal No informal Total

Varón 25,3 74,7 100

Urbana Sexo Mujer 50,4 49,6 100

Total 36,2 63,8 100

Varón 9,1 90,9 100

Rural Sexo Mujer 36,1 63,9 100

Total 17,7 82,3 100

Fuente: DGEEC, Encuesta Permanente de Hogares, 2003

68

El análisis de la informalidad por tramos de edad (cuadro 23) nos muestra que el grupo etario de mayor participación en el segmento informal es el de 30 a 64 años de edad, que en este caso supone una mayor proporción de los varones que las mujeres en actividades informales (en el segmento informal, el 62,8% de los varones pertenecen a este tramo de edad, mientras de las mujeres, un 58,4%).


cuadro 23 PEA según rangos de edad por sexo y condición de informalidad laboral (en porcentajes)

Rangos de edad De 10 a 14 años De 15 a 29 años De 30 a 64 años De 65 años y más Total

Sexo Varón Mujer informal no informal Total informal no informal Total 6,1 5,3 5,5 3,1 3,0 3,0 25,0 40,0 37,3 34,1 39,1 36,8 62,8 50,0 52,2 58,4 54,0 56,0 6,1 4,7 5,0 4,4 4,0 4,2 100 100 100 100 100 100

Total grupo informal no informal Total 4,2 4,6 4,5 30,7 39,7 37,1 60,1 51,2 53,7 5,1 4,5 4,7 100 100 100

Fuente: DGEEC, Encuesta Permanente de Hogares, 2003

En términos de la desagregación por área, podemos ver que para ambos sexos el área urbana implica mayores niveles de capital cultural, incluso en los segmentos informales. Del mismo modo, diferenciando por sexo, los informales varones presentan relativamente mejores características de capital cultural que las mujeres. Lo resaltante del asunto es que las mujeres no informales presentan, en general, similares situaciones de capital cultural. Incluso tratándose en el área urbana, el tramo más alto de años de estudio parentales en promedio, las mujeres tienen una leve ventaja. Las más destacadas cualidades de la fuerza de trabajo urbana y la alta calificación de las mujeres experimentada en determinadas ocupaciones intelectuales pueden explicarse por los indicadores recién referidos: el capital cultural, en tanto acervo no solo de conocimientos heredados, sino de disposiciones de cultura letrada, es uno de los factores clave cuando de entender la posibilidad de capacidades laborales se trata.

Las estructuras sociales del empleo en Paraguay

Entonces, dadas estas características demográficas de la informalidad del mercado de trabajo, podemos ver ahora que en términos de una característica típicamente social, cual es el capital cultural, los sectores informales a nivel general presentan mayores activos de años de estudio parentales en promedio.

69


cuadro 24 PEA según capital cultural por sexo, área y condición de informalidad laboral (en porcentajes) Capital cultural (años de estudio de padres, en promedio) Área urbana Menos de 1 año Entre 1 y 2 años Entre 3 y 4 años Entre 5 y 6 años Entre 7 y 8 años Entre 9 y 10 años Entre 11 y 12 años Entre 13 y 14 años Entre 15 y 16 años Entre 17 y 18 años No sabe/No responde Total Área rural Menos de 1 año Entre 1 y 2 años Entre 3 y 4 años Entre 5 y 6 años Entre 7 y 8 años Entre 9 y 10 años Entre 11 y 12 años Entre 13 y 14 años Entre 15 y 16 años Entre 17 y 18 años No sabe/No responde Total

Sexo Varón Mujer informal no informal Total informal no informal

Ambos sexos Total

2,5 14,6 20,8 31,4 14,1 7,2 3,9 1,2 2,3 2,1

1,1 15,4 26,0 26,6 11,0 5,7 6,7 2,1 2,9 2,5

1,4 15,2 25,0 27,5 11,6 6,0 6,1 1,9 2,8 2,4

1,8 23,8 28,4 24,9 10,0 5,3 3,1 1,9 0,5 0,2

0,7 9,7 24,7 26,1 15,3 7,6 7,1 2,1 2,6 4,0

1,1 14,6 26,0 25,7 13,5 6,8 5,7 2,0 1,9 2,7

2,1 19,8 25,1 27,7 11,8 6,1 3,4 1,6 1,3 1,0

0,9 13,3 25,6 26,5 12,6 6,4 6,8 2,1 2,8 3,1

1,2 15,0 25,4 26,8 12,4 6,3 6,0 1,9 2,4 2,5

100

100

100

100

100

100

100

100

100

1,3 27,9 31,9 31,4 3,3 3,9

3,6 27,8 35,0 27,5 5,1 0,6 0,4

3,4 27,8 34,8 27,8 4,9 0,9 0,3

4,3 29,0 40,0 22,3 0,8 2,9 0,7

5,1 29,5 30,7 27,1 6,4 0,8

4,8 29,3 34,2 25,3 4,3 1,6 0,2 0,2

3,2 28,6 36,9 25,7 1,7 3,3 0,4

0,3

0,0

0,0

0,1

3,8 28,1 34,3 27,4 5,3 0,7 0,3 0,1 0,0

3,7 28,2 34,6 27,2 4,8 1,0 0,3 0,1 0,0

100

0,0 100

0,0 100

100

0,0 100

0,0 100

0,4

100

100

100

Fuente: DGEEC, Encuesta Permanente de Hogares, 2003

Así, pues, en el cuadro 25 vemos y constatamos un hecho que ya arrimábamos como evidencia en el caso del comportamiento de las herencias educacionales según las estructuras ocupacionales. Aquí vemos que, al tratarse del segmento informal, los adultos presentan mejores niveles de capital cultural, en particular en los altos años de estudio que poseen los padres en promedio. Sin embargo, en el segmento formal los jóvenes poseen mayores capitales culturales y mayores posibilidades de acceso a niveles de estudio que se correspondan con altos ingresos, circunstancias características de los segmentos formales del mercado de trabajo.

70

informal no informal Total


cuadro 25 PEA según capital cultural por rango de edad y condición de informalidad laboral (en porcentajes)

De 15 a 29 años de edad Menos de 1 año Entre 1 y 2 años Entre 3 y 4 años Entre 5 y 6 años Entre 7 y 8 años Entre 9 y 10 años Entre 11 y 12 años Entre 13 y 14 años Entre 15 y 16 años Entre 17 y 18 años No sabe/No responde Total De 30 a 64 años de edad Menos de 1 año Entre 1 y 2 años Entre 3 y 4 años Entre 5 y 6 años Entre 7 y 8 años Entre 9 y 10 años Entre 11 y 12 años Entre 13 y 14 años Entre 15 y 16 años Entre 17 y 18 años No sabe/No responde Total

Informal

No informal

Total

1,6 18,2 29,5 31,0 6,7 6,9 2,8 1,4 1,0 0,9

1,7 18,1 29,7 28,3 10,0 4,2 3,8 1,1 1,6 1,6

1,7 18,1 29,6 28,8 9,5 4,6 3,6 1,1 1,5 1,5

100

100

100

5,0 34,9 26,8 18,2 5,0 2,7 3,1 1,2 1,3 1,9

4,8 42,0 24,8 12,5 11,5 1,7 0,7 1,2 0,9

4,9 36,7 26,3 16,7 6,7 2,4 2,5 0,9 1,3 1,6

100

100

100

Fuente: DGEEC, Encuesta Permanente de Hogares, 2003

Ahora bien, si hablamos de factores socioculturales de la segmentación del mercado laboral, podemos observar que la lengua juega un papel crucial. Una vez más recalcamos que no es esta dimensión per se la que explica o se constituye en uno de los factores explicativos de las diferenciaciones al interior del mercado de trabajo, sino más bien que su condición subalterna se construye a partir de un conjunto de relaciones sociodemográficas en cuyo seno reside la disgregación –configurada socialmente– de los guaranihablantes como “población de segunda categoría”. Como explica Melià, no es que la población sea pobre porque habla guaraní, sino porque históricamente el guaraní ha sido asociado –por la fuerza– con la pobreza, de modo que hoy ya no se distingue claramente cuál es la causa y cuál el efecto de la diferenciación social por lengua en la población paraguaya. Lo que sí está claro es que la lengua oficial de la dominación histórica ha sido el español. También, que aún hoy rige como la referencia de comuni-

Las estructuras sociales del empleo en Paraguay

Capital cultural (años promedio de estudio de padres, en promedio)

71


cación social que conlleva mejores posiciones en la escala social paraguaya33. En efecto, los agentes castellanohablantes presentan mayores niveles de capital cultural que los guaranihablantes en el mercado de trabajo. Lo llamativo del caso es que entre el mercado informal y el no informal, los primeros poseen mayores niveles de capital cultural cuando de los tramos de años de estudio parentales más altos se trata. Sin embargo, este hecho evidencia que la lengua no es determinante como discriminadora en términos de la pertenencia a un sector u otro del mercado laboral, aunque sí en términos de la disgregación cultural, de la que los niveles de capital cultural son factores relevantes, ya que no solo están más asociados a una cultura escrita de cuño español, sino también de carácter marcadamente urbano. Pero se verá luego de qué manera las consecuencias de esta disgregación se expresan en la calificación de la fuerza de trabajo al tratarse de los años de estudio de la población trabajadora.

33 Melià, Bartomeu: El Paraguay Inventado, CEPAG, Asunción, 1997.

cuadro 26 PEA según capital cultural por idioma y condición de informalidad laboral (en porcentajes) Capital cultural (años promedio de estudio de padres, en promedio)

72

Castellano Menos de 1 año Entre 1 y 2 años Entre 3 y 4 años Entre 5 y 6 años Entre 7 y 8 años Entre 9 y 10 años Entre 11 y 12 años Entre 13 y 14 años Entre 15 y 16 años Entre 17 y 18 años No sabe/No responde Total Guaraní Menos de 1 año Entre 1 y 2 años Entre 3 y 4 años Entre 5 y 6 años Entre 7 y 8 años Entre 9 y 10 años Entre 11 y 12 años Entre 13 y 14 años Entre 15 y 16 años Entre 17 y 18 años No sabe/No responde Total

Informal

No informal

Total

0,7 7,2 20,2 26,0 15,9 7,5 9,4 3,4 4,6 5,2

3,4 14,2 22,0 26,2 13,9 8,8 5,6 2,5 1,0 2,3

1,3 8,9 20,6 26,0 15,5 7,8 8,5 3,2 3,8 4,5

100

100

100

3,5 29,6 35,2 26,9 3,1 0,6 1,1 0,0

2,3 31,6 32,7 27,2 4,8 1,0 0,5

3,2 30,0 34,7 26,9 3,4 0,7 1,0 0,0

0,0 100

100

0,0 100

Fuente: DGEEC, Encuesta Permanente de Hogares, 2003


Hasta aquí describíamos las condiciones de educación heredadas en la fuerza de trabajo. Ahora se trata de ver cuál es la característica educativa de la población económicamente activa, es decir, su calificación en sí. Según vemos en el cuadro 27, los agentes de las áreas urbanas representan una mayor proporción con años de estudio propios, tanto para los segmentos formales como para los informales del mercado de trabajo. Ahora bien, lo destacado del hecho está en que las mujeres, para el caso de los segmentos no informales, presentan significativamente mejores situaciones educacionales que los varones, mientras estos lo presentan para los segmentos informales.

cuadro 27 PEA según años de estudio por sexo, área y condición de informalidad laboral (en porcentajes) Capital cultural (años de estudio de padres, en promedio) Área urbana Sin estudio De 1 a 2 años De 3 a 4 años De 5 a 6 años De 7 a 8 años De 9 a 10 años De 11 a 12 años De 13 a 14 años De 15 a 16 años De 17 a 18 años Total Área rural Sin estudio De 1 a 2 años De 3 a 4 años De 5 a 6 años De 7 a 8 años De 9 a 10 años De 11 a 12 años De 13 a 14 años De 15 a 16 años De 17 a 18 años Total

Sexo Varón Mujer informal no informal Total informal no informal

Ambos sexos Total

informal no informal Total

2,3 5,1 11,7 26,5 9,7 14,4 20,7 3,0 3,2 3,3 100

1,3 3,0 7,9 21,6 10,3 13,0 24,3 5,7 6,0 7,0 100

1,6 3,5 8,9 22,8 10,1 13,3 23,4 5,0 5,3 6,1 100

2,2 4,3 13,3 34,2 11,3 13,6 14,9 2,3 2,0 2,1 100

0,8 2,5 4,5 15,1 5,7 9,4 25,0 8,1 18,9 10,0 100

1,5 3,4 8,9 24,7 8,5 11,5 19,9 5,1 10,4 6,0 100

2,3 4,6 12,6 31,1 10,7 13,9 17,1 2,6 2,5 2,6 100

1,1 2,8 6,8 19,4 8,7 11,8 24,6 6,5 10,4 8,0 100

1,5 3,5 8,9 23,6 9,4 12,5 21,9 5,1 7,5 6,1 100

2,7 10,7 17,6 36,5 13,4 10,0 8,2 0,5 0,2 0,2 100

4,3 10,2 21,3 36,6 9,8 8,4 6,9 0,8 1,6 0,3 100

4,1 10,3 20,9 36,6 10,1 8,5 7,0 0,7 1,5 0,3 100

5,2 9,5 18,2 39,3 8,1 8,9 9,2 0,9 0,8 0,0 100

7,4 12,2 23,2 31,8 5,7 5,6 6,5 1,5 5,8 0,2 100

6,6 11,2 21,4 34,5 6,6 6,8 7,4 1,3 4,0 0,2 100

4,3 9,9 18,0 38,3 9,9 9,3 8,8 0,7 0,6 0,1 100

5,1 10,7 21,8 35,4 8,8 7,7 6,8 0,9 2,6 0,3 100

4,9 10,6 21,1 35,9 9,0 8,0 7,1 0,9 2,3 0,2 100

Fuente: DGEEC, Encuesta Permanente de Hogares, 2003

Las estructuras sociales del empleo en Paraguay

Este dato expresaría el hecho de que los varones que participan de los sectores informales tienen ciertas ventajas comparativas de participación en ellos, al igual que, como lo mostramos anteriormente para el caso de las mujeres, cuando estas se insertan en la informalidad, lo hacen como parte de las más bajas jerarquías de la estratificación del mercado de trabajo (fundamentalmente en el área urbana).

73


Los años de estudio de la población joven (de 15 a 29 años de edad) tienen más peso en el sector informal cuando se trata de los tramos entre 9 y 12 años; mientras que en la población adulta tienen mayor peso cuando se trata de los tramos de 3 a 6 años de estudio (ver cuadro 28). cuadro 28 PEA según años de estudio por rango de edad y condición de informalidad laboral (%) Años de estudio

Informal

No informal

Total

De 15 a 29 años de edad Sin estudio

1,2

1,0

1,1

De 1 a 2 años

2,2

2,0

2,1

De 3 a 4 años

5,9

7,6

7,2

De 5 a 6 años

30,2

25,0

26,2

De 7 a 8 años

15,9

12,4

13,2

De 9 a 10 años

18,1

14,0

15,0

De 11 a 12 años

20,6

23,7

23,0

De 13 a 14 años

3,5

5,4

4,9

De 15 a 16 años

1,8

6,7

5,6

De 17 a 18 años

0,6

2,1

1,7

Total

100

100

100

Sin estudio

3,1

3,7

3,5

De 1 a 2 años

6,3

8,2

7,6

De 3 a 4 años

16,1

16,6

16,4

De 5 a 6 años

35,4

28,9

31,0

De 7 a 8 años

7,9

5,6

6,3

De 9 a 10 años

11,6

8,0

9,1

De 11 a 12 años

13,4

12,2

12,6

De 13 a 14 años

1,5

3,2

2,7

De 15 a 16 años

2,3

7,5

5,9

De 17 a 18 años

2,5

6,1

5,0

Total

100

100

100

De 30 a 64 años de edad

Pero cuando se trata de los sectores no informales, la población adulta presenta mayores niveles de estudio, lo cual está más que nada explicado por el sesgo de que parte de la población entre 15 y 29 años todavía no tiene los estudios secundarios y terciarios concluidos. Sin embargo, es importante mostrar que la PEA presenta mayores niveles educativos (años de estudio) cuando se trata de los adultos y de los segmentos no informales. Esto está en concomitancia con las características del mercado de trabajo analizadas según el capital cultural de la población económicamente activa. 74

Como anotamos en la descripción de la dualidad del mercado de trabajo según el capital cultural, la lengua es

Fuente: DGEEC, Encuesta Permanente de Hogares, 2003


un factor de disgregación cultural y no una variable explicativa en tanto causa de la subalternidad en el mercado de trabajo. Como vemos en el cuadro 29, esta situación está marcadamente demostrada en el hecho de que la diferenciación entre el sector informal y el no informal, en términos de años de estudio, no es tajante entre los guaranihablantes de la manera en que lo es entre los castellanohablantes. En este último grupo, los trabajadores pertenecientes al sector no informal suman proporciones mucho mayores que los trabajadores informales, en particular entre los tramos de años de estudio de 13 a 18 años.

cuadro 29 PEA según años de estudio por idioma y condición de informalidad laboral (%) Informal

No informal

Total

Sin estudio

0,5

0,3

0,3

De 1 a 2 años

1,9

1,0

1,3

De 3 a 4 años

7,1

2,8

4,2

De 5 a 6 años

25,7

10,5

15,4

De 7 a 8 años

10,7

7,2

8,3

De 9 a 10 años

18,1

11,8

13,8

De 11 a 12 años

23,9

30,3

28,3

De 13 a 14 años

3,5

9,0

7,3

De 15 a 16 años

3,9

14,2

10,9

De 17 a 18 años

4,7

12,8

10,2

Total

100

100

100

Años de estudio Castellano

Las estructuras sociales del empleo en Paraguay

Otro hecho significativo es que en el tramo de 9 a 10 años de estudio para abajo, el segmento informal presenta mayores distribuciones de población, lo cual equivale a decir que la informalidad tiene un punto de inflexión entre los 11 y 12 años de estudio concluidos, para incrementarse la proporción de población que pertenece predominantemente al segmento no informal del mercado de trabajo.

Guaraní 5,3

4,8

4,9

De 1 a 2 años

11,1

10,8

10,9

De 3 a 4 años

20,2

21,9

21,5

De 5 a 6 años

39,2

37,0

37,5

De 7 a 8 años

8,8

8,4

8,5

De 9 a 10 años

7,5

7,1

7,2

De 11 a 12 años

6,8

6,8

6,8

De 13 a 14 años

0,6

0,9

0,8

De 15 a 16 años

0,5

2,1

1,7

De 17 a 18 años

0,1

0,2

0,2

Total

100

100

100

Sin estudio

Fuente: DGEEC, Encuesta Permanente de Hogares, 2003

75


Finalmente, mostraremos los niveles de incidencia de pobreza en que se estructura el mercado de trabajo al constituirse dualmente. La informalidad laboral, expresión de la urbanización creciente de la fuerza de trabajo, de la terciarización cada vez más predominante de la economía y de la incapacidad de la estructura productiva de generar empleo productivo, se expresa en escenarios de mayor incidencia de pobreza en la población trabajadora. Como observamos en el cuadro 30, la incidencia de la pobreza según la condición de informalidad del mercado de trabajo es más marcada en el área urbana. Lo apuntado en el párrafo anterior se corrobora al notarse que, de los pobres urbanos, el 42,6% de ellos pertenecen al sector informal del mercado laboral, mientras apenas el 11,3% de los pobres rurales son informales. Esto es más claro aún al verse que, a nivel de país total, la diferencia entre los pobres y no pobres informales no es en absoluto significativa; es más, existe un pequeño peso de los no informales sobre los informales, aunque sea de apenas 0,6 puntos porcentuales. cuadro 30 PEA según condición de informalidad laboral, área y condición de pobreza (en porcentajes) Área geográfica

Condición de informalidad laboral

pobre

Urbana no pobre

Informal No informal Total

42,6 57,4 100

33,3 66,7 100

Total

pobre

Rural no pobre

36,2 63,8 100

11,3 88,7 100

21,6 78,4 100

Total Total

pobre

no pobre

Total

17,7 82,3 100

27,9 72,1 100

28,5 71,5 100

28,3 71,7 100

Fuente: DGEEC, Encuesta Permanente de Hogares, 2003

76

Ahora bien, si vemos la diferencia por sexo de la pobreza según la condición de informalidad (cuadro 31), en ambos casos, para varones y mujeres, la proporción relativa de pobres informales es mayor, aunque la diferencia con respecto a los no pobres sea baja. Sin embargo, los varones informales tienen menor proporción de pobreza (17,6%) que las mujeres (45,3%), hecho que confirma, una vez más, las características particulares de subalternidad de la inserción laboral femenina, explicadas tanto por su ocupación en labores precarias, su baja calificación como por su disgregación de género y cultural, como hemos señalado en el caso de algunos factores de esta índole.


cuadro 31 PEA según condición de informalidad laboral, por sexo y condición de pobreza (en porcentajes) Sexo

Condición de informalidad laboral

pobre

Varón no pobre

Informal No informal Total

18,1 81,9 100

17,2 82,8 100

Total

pobre

Mujer no pobre

17,6 82,4 100

46,0 54,0 100

45,0 55,0 100

Total Total

pobre

no pobre

Total

45,3 54,7 100

27,9 72,1 100

28,5 71,5 100

28,3 71,7 100

Fuente: DGEEC, Encuesta Permanente de Hogares, 2003

En este trabajo pretendimos evidenciar algunos aspectos no abordados en otros estudios acerca de la constitución del mercado de trabajo, en particular acerca de los determinantes histórico-sociales de las condiciones de baja productividad, tanto en lo que respecta a la forma de inserción de la economía paraguaya en el capitalismo mundial como en las implicaciones que la modalidad de desarrollo ha tenido sobre el desarrollo de la productividad del trabajo. Las características de la fuerza de trabajo mostradas en este estudio se expresan de manera multidimensional, y cobran importancia fundamental los factores sociodemográficos y socioculturales, que contribuyen a configurar una estructura de subalternidad entre los trabajadores, hecho que se expresa de la forma más fehaciente en las limitadas probabilidades de acceder a mejores condiciones de vida por parte de los trabajadores subalternos. Nuestra hipótesis de estudio rezaba que la condición de subalternidad de la mano de obra funciona como una limitación estructural del aumento de la productividad del trabajo. Al respecto hemos visto que la proporción de fuerza de trabajo con bajos niveles de estudio, sumada al hecho de pertenecer al sector informal, se basa en dos factores condicionantes, de los que debe replantearse una transformación para hacer viable cierto desarrollo de la estructura productiva: la distribución de activos productivos, tales como la tierra y la tecnología, por una parte, y, por la otra, el mayor incremento de capital cultural en la

Las estructuras sociales del empleo en Paraguay

5. Conclusión: el trabajo en Paraguay y sus condiciones de posibilidad

77


población, que haga posibles condiciones de mayor equidad en la competencia económica por los puestos en el mercado de trabajo. El corolario de esto es que la necesidad del incremento de los salarios podría llevar al incremento de la productividad por parte de las empresas. En un segundo momento apuntábamos que los bajos niveles educativos y las características culturales subalternas en los trabajadores constituyen algunos de los limitantes relevantes del desarrollo del sector industrial. Si bien esta constatación está ligada al hecho de que un sector considerable –que casi alcanza al 30% de la PEA– se halla en condición de informalidad en el mercado laboral, la cuestión está ligada al carácter de la iniciativa privada de envergadura en Paraguay, que está muy vinculada a actividades agropecuarias de poca productividad y que poco hacen por el incremento de la productividad del trabajo, lo que se logra predominantemente en ámbitos de transformación de materia prima y conversión industrial. Si observamos el comportamiento de la economía paraguaya en el transcurso de los últimos 25 años, esta se caracteriza por una baja participación del sector industrial en la actividad económica, al mismo tiempo que la composición de dicho sector es muy elemental. Ya en 1982 el sector secundario representaba el 13% de la PEA, manteniéndose constante hasta el 2001, cuando se redujo levemente al 11,7%. Asimismo, en la participación sectorial en el PIB, en 1982 el sector industrial representaba el 19,3% del PIB total, aumentando a 21,4% en el 2002. Sin embargo, la industria manufacturera, que tiene mayor peso dentro de la industria, cayó en -2,52%. Si el capital cultural y el nivel de estudios presentan una similar relación con los ingresos laborales, en tanto el sentido del crecimiento de estos es directamente proporcional a los estatus más altos en la escala educacional, es porque el mecanismo de apropiación de ingresos monetarios se basa en la incidencia que el capital cultural ejerce sobre las condiciones de educación y formación de la fuerza laboral, de modo a participar en la competencia económica y técnica que precisa el mercado de trabajo. El tipo de trabajo que requiere baja calificación está mucho más extendido que aquellos que suponen altas 78


capacidades y profesionalidad, lo que evidencia el bajo nivel de desarrollo de las fuerzas productivas en su conjunto y la funcionalidad de un sistema económico que no requiere inversiones significativas, dada su estructura conservadora.

El surgimiento de condiciones de “empleo productivo” para la mano de obra no supone solamente las capacidades educativas de la población, sino que requiere además un mercado de trabajo sostenible, basado en inversiones en sectores estratégicos de producción. En cierta medida, los bajos niveles educativos que hoy muestra la población que se inserta en el mercado de trabajo paraguayo reflejan las escasas posibilidades de algún auge en la industria y su influencia en el desarrollo económico.

Las estructuras sociales del empleo en Paraguay

Las categorías de ocupación que suponen el trabajo informal y precario son las que se ven afectadas en mayor proporción por la incidencia de la pobreza. En efecto, la crisis del sistema económico, en general, y de las condiciones del trabajo, en particular, se manifiesta con más fuerza en aquellos sectores que intentan resolver la supervivencia por sus propios medios, dado que el aumento del desempleo de los últimos años ha incrementado su esfuerzo por sobrevivir, a pesar de las condiciones más adversas.

Bibliografía

AGUILERA ALFRED, Nelson: Paraguay: El mercado laboral en el periodo 1999-2002. OIT, Santiago, 2004. ALFONSO, Leonardo: La Educación en la Determinación de los Ingresos Laborales en Paraguay. Revista Economía y Sociedad, Nº 1, año 1, octubre de 2000. DGEEC, Fernando de la Mora. BARRIOS, Óscar: Dinámica demográfica y Población Económicamente Activa, Revista Población y Desarrollo, Nº 25, diciembre de 2003. BORÓN, Atilio: Estado, capitalismo y democracia en América Latina. Ediciones Imago Mundi. Buenos Aires, 1992. CARDOSO, F.H. y FALETTO, E.: Dependencia y desarrollo en América Latina. Ensayo de interpretación sociológica. Ed. Siglo XXI. Buenos Aires, 2003.

79


CARLSON, Beverley: Educación y mercado de trabajo en América Latina. ¿Qué nos dicen las cifras? CEPAL. Santiago, 2002. CAROSINI, Leticia y BRIZUELA, M.: Caracterización del mercado laboral paraguayo según el enfoque de los mercados segmentados e implicancias de política laboral. Revista Economía y Sociedad, Nº 7, año 3, marzo de 2002. DGEEC, Fernando de la Mora. CUEVA, Agustín: El desarrollo del capitalismo en América Latina. Ed. Siglo XXI. México, 1997. DGEEC, Censos de Población y Vivienda 1962, 1972, 1982, 1992 y 2002. Encuestas Permanentes de Hogares 2002 y 2003. GALEANO, Luis y BARRIOS, Federico: El mercado de trabajo rural. Transformaciones recientes y alternativas para fomentar el empleo. Proyecto de Apoyo al MJT y al Consejo Tripartito de Diálogo Social. Asunción, octubre de 2000. HOBSBAWN, Eric: Trabajadores. Estudio de la historia de la clase obrera. Ed. Crítica. Barcelona, 1979. LEÓN, Arturo: Las encuestas de hogares como fuente de información para el análisis de la educación y sus vínculos con el bienestar y la equidad. CEPAL-ECLAC. Proyecto Principal de Educación, Boletín 46, agosto de 1998. LLAMOSAS, Óscar y GONZÁLEZ, Roberto: Reporte sobre el mercado laboral en Paraguay 1999-2003. OIT. Santiago, 2004. LOVERA, Diego: El empleo industrial en el Paraguay. Evidencias de la Encuesta Integrada de Hogares 2000/01 y de la Encuesta Industrial 2002. DGEEC. Inédito, 2004. MARX, Karl: El Capital. Crítica de la Economía Política. Fondo de Cultura Económica. México, 1991. MASI, Fernando: Sector laboral informal y condición por cuenta propia en el Paraguay, en: BORDA, D. y MASI, F.: El trabajo precario. Mercado laboral en América Latina y Paraguay. CADEP. Asunción, 2003. MCCONNELL, Campbell R. y BRUE, Stanley L.: Economía Laboral. McGraw-Hill. Madrid, 2003. MELIÀ, Bartomeu: El Paraguay Inventado. CEPAG. Asunción, 1997. MOLINAS VEGA, José: ¿Liberalización económica con sesgo urbano en Paraguay? El efecto de los cambios en el mercado laboral sobre la distribución del ingreso y pobreza. Revista Economía y Sociedad, Nº 6, año 2, diciembre de 2001. DGEEC, Fernando de la Mora. MORÍNIGO, José y GALEANO, Luis: Cambios en la “demanda” de la fuerza de trabajo femenina en el Paraguay, en: GALEANO, Luis: Mujer y Trabajo en el Paraguay. Centro Paraguayo de Estudios Sociológicos. Asunción, 1982. PASTORE, Carlos: La lucha por la Tierra en el Paraguay. Ed. Antequera. Montevideo, 1972. RIVAROLA, Milda: Obreros, Utopías y Revoluciones. La formación de las clases trabajadoras en el Paraguay liberal. CDE. Asunción, 1993. RIVAROLA, Milda: Vagos, pobres y soldados. CPES. Asunción, 1994. ROBLES, Marcos: El empleo en Paraguay. Evidencias de las Encuestas de Hogares. PNUD-OIT. Asunción, 2002. ROCHER, Guy: Introducción a la Sociología General. Ed. Herder. Barcelona.

80


Anexo Cuadros de la Encuesta Industrial 2002

cuadro 1 Total de empresas por ubicación geográfica, según rama de actividad económica. Año 2001

Total general 15 Elaboración de productos alimenticios y de bebidas 16 Elaboración de productos de tabaco 18 Fab. de prendas de vestir; adobo y teñido de pieles 20 Producción de madera y fab. de productos de madera (excepto muebles), artículos de paja, caña, mimbre y de materiales trenzables 21 Fabricación de papel y productos de papel 22 Actividades de edición, impresión y reproducción de grabaciones 24 Fab. de sustancias y productos químicos 25 Fab. de productos de caucho y de plástico 26 Fab. de otros productos minerales no metálicos 28 Fab. de productos elaborados de metal, excepto maquinarias 31 Fab. de maquinarias y aparatos eléctricos no especificados 33 Fab. de instrumentos médicos, ópticos y de precisión 35 Fab. de otros tipos de transporte 36 Fab. de muebles; industrias manufactureras n.c.p. 37 Reciclamiento Otras actividades1 1

Ubicación geográfica Asunción Central Resto del país

3.745 771 14 307

1.437 208 1 158

1.216 216 4 121

1.092 347 9 28

374 35 481 143 81 337 410 21 7 9 436 4 315

55 16 332 76 42 67 206 13 7 4 149 1 102

90 15 100 45 36 93 144 6 207 2 137

229 4 49 22 3 177 60 2 5 80 1 76

Incluye las actividades 14, 17, 19, 23, 27, 29, 30, 32, 34, 40 y 41 Observación: n.c.p. no comprendido en otra parte

cuadro 2 Total de empresas por tamaño, según rama de actividad económica. Año 2001

Rama de actividad económica

Tamaño (personas ocupadas) De 11 De 20 De 50 a 19 a 49 y más

Total de empresas

De 1 a 11

Total general 3.745 15 Elaboración de productos alimenticios y de bebidas 771 16 Elaboración de productos de tabaco 14 18 Fab. de prendas de vestir; adobo y teñido de pieles 307 20 Producción de madera y fab. de productos de madera (excepto muebles), artículos de paja, caña, mimbre y de materiales trenzables 374 21 Fabricación de papel y productos de papel 35 22 Actividades de edición, impresión y reproducción de grabaciones 481 24 Fab. de sustancias y productos químicos 143 25 Fab. de productos de caucho y de plástico 81 26 Fab. de otros productos minerales no metálicos 337 28 Fab. de productos elaborados de metal, excepto maquinarias 410 31 Fab. de maquinarias y aparatos eléctricos no especificados 21 33 Fab. de instrumentos médicos, ópticos y de precisión 7 35 Fab. de otros tipos de transporte 9 36 Fab. de muebles; industrias manufactureras n.c.p. 436 37 Reciclamiento 4 Otras actividades1 315

2.826 518 1 242

391 92 25

305 88 1 16

223 73 12 24

280 18 400 59 35 256 361 8 4 6 384 3 251

40 4 52 28 12 44 33 5 26 1 29

36 8 16 32 20 24 13 2 3 3 21 22

18 5 13 24 14 13 3 6 5 13

1

Incluye las actividades 14, 17, 19, 23, 27, 29, 30, 32, 34, 40 y 41 Observación: n.c.p. no comprendido en otra parte

Las estructuras sociales del empleo en Paraguay

Total de empresas

Rama de actividad económica

81


cuadro 3 Total de empresas, número medio de personas ocupadas y total de ingresos, según rama de actividad económica

Rama de actividad económica

Total de empresas

N° medio % de personas ocupadas

Total general 3.745 100,0 15 Elaboración de productos alimenticios y de bebidas 771 20,6 16 Elaboración de productos de tabaco 14 0,4 18 Fab. de prendas de vestir; adobo y teñido de pieles 307 8,2 20 Produc. de madera y fab. de productos de madera (excepto muebles), art. de paja, caña, mimbre y de mat. trenzables 374 10,0 21 Fabricación de papel y productos de papel 35 0,9 22 Act. de edición, impresión y reproducción de grabaciones 481 12,8 24 Fab. de sustancias y productos químicos 143 3,8 25 Fab. de productos de caucho y de plástico 81 2,2 26 Fab. de otros productos minerales no metálicos 337 9,0 28 Fab. de productos elaborados de metal, excepto maquinarias 410 11,0 31 Fab. de maquinarias y aparatos eléctricos no especificados 21 0,6 33 Fab. de instrumentos médicos, ópticos y de precisión 7 0,2 35 Fab. de otros tipos de transporte 9 0,2 36 Fab.de muebles; industrias manufactureras n.c.p. 436 11,6 37 Reciclamiento 4 0,1 Otras actividades1 315 8,4 1

82

Incluye las actividades 14, 17, 19, 23, 27, 29, 30, 32, 34, 40 y 41 Observación: n.c.p. no comprendido en otra parte

%

66.927 100,0 20.750 31,0 2.204 3,3 5.116 7,6 4.193 940 5.125 5.153 2.351 4.772 2.648 664 84 143 3.245 28 9.511

6,3 1,4 7,7 7,7 3,5 7,1 4,0 1,0 0,1 0,2 4,9 0,0 14,2

Total de ingresos (millones de G.)

%

10.849.257 5.113.178 623.550 248.011

100,0 47,1 5,8 2,3

231.835 89.049 434.360 796.100 284.280 316.620 162.077 71.743 4.094 5.444 148.710 564 2.320.334

2,1 0,8 4,0 7,3 2,6 2,9 1,5 0,7 0,0 0,1 1,4 0,0 21,4


cuadro 4 Total de empresas por número medio de personas ocupadas, ingresos y gastos, según rama de actividad económica. Año 2001

Total Rama de actividad económica

Total general 66.927 15 Elab. de productos alimenticios y de bebidas 20.750 16 Elab. de productos de tabaco 2.204 18 Fab. de prendas de vestir; adobo y teñido de pieles 5.116 20 Produc. de madera y fab. de produc. de madera (excepto muebles), art. de paja, caña, mimbre y de mat. trenzables 4.193 21 Fab. de papel y prod. de papel 940 22 Act. de edición, impresión y reproducción de grabaciones 5.125 24 Fab. de sustancias y productos químicos 5.153 25 Fab. de productos de caucho y de plástico 2.351 26 Fab. de otros productos minerales no metálicos 4.772 28 Fab. de productos elaborados de metal, excepto maquinarias 2.648 31 Fab. de maquinarias y aparatos eléctricos no especificados 664 33 Fab. de instrumentos médicos, ópticos y de precisión 84 35 Fab. de otros tipos de transporte 143 36 Fab. de muebles; industrias manufactureras n.c.p. 3.245 37 Reciclamiento 28 1 Otras actividades 9.511 1

Remu- No reneradas muneradas

Ingresos (millones de G.) Total Ventas y Otros prestacio- ingresos nes de servicios

Gastos (millones de G.) Total

Materia Sueldos y prima salarios

Otros gastos

61.764

5.163 10.849.257 10.375.534

473.723 10.311.543 4.820.292

788.203 4.703.049

19.551 2.200

1.199 4

5.113.178 623.560

4.966.557 617.293

146.621 6.267

4.428.966 587.102

2.064.759 373.243

245.417 2.118.791 24.623 189.237

4.589

527

248.011

231.073

16.938

219.757

106.149

30.282

83.326

3.725 915

468 25

231.835 88.049

224.045 87.529

7.790 520

232.501 82.517

118.576 36.157

28.321 9.250

85.604 37.110

4.531

594

434.360

405.804

28.555

419.400

193.447

57.707

168.246

4.993

160

796.100

26.990

719.031

251.333

70.339

397.359

2.301

50

284.280

278.805

5.475

263.822

144.106

25.071

94.645

4.155

617

316.620

311.925

4.695

330.106

178.139

47.859

104.109

2.139

509

162.077

153.993

8.083

150.887

56.932

18.930

75.025

656

8

71.743

70.351

1.392

67.514

35.293

7.401

24.821

77 133

7 10

4.094 5.444

4.094 4.830

613

2.365 4.686

572 982

537 1.387

1.257 2.316

2.651 23 9.125

594 5 386

148.710 864 2.320.334

147.072 864 2.102.188

1.638 218.146

132.823 810 2.669.256

60.340 346 1.199.921

Incluye las actividades 14, 17, 19, 23, 27, 29, 30, 32, 34, 40 y 41 Observación: n.c.p. no comprendido en otra parte

25.049 47.435 278 186 195.753 1.273.581

Las estructuras sociales del empleo en Paraguay

N° medio de personas ocupadas

83


84


Pedro Daniel Correa

Determinantes del empleo e ingreso rural no agropecuario en el Paraguay

Determinantes del empleo e ingreso rural no agropecuario en el Paraguay

85


PEDRO DANIEL CORREA RAMÍREZ es Economista por la Universidad Nacional de Asunción. PhD. in Applied Economics (Auburn University, Alabama, EE. UU., 2003) y Master of Science en Economía, con especialización en Economía Aplicada (Auburn University, Alabama, EE. UU., 2002-2003).

86

Colaboraron en la elaboración de la presente investigación Pedro Garay Armoa y Ramón Ramírez.


1. Introducción

Es así que existen cada vez más señales de que el empleo rural no agropecuario es una importante fuente de ingresos para los hogares rurales de los países de la región, incluyendo aquellos que no tienen acceso a la tierra y otros sectores rurales pobres (Berdegué, 20011; Reardon, 20002). Sin embargo, las políticas de desarrollo rural, y especialmente aquellas orientadas a aliviar la pobreza rural, se concentran por lo general en el fomento agropecuario. En este contexto, lo habitual es escuchar que las autoridades de política económica conciban al sector rural como un sector impulsado casi por completo por la agricultura, considerando, por lo tanto, que las políticas para luchar contra la pobreza rural son aquellas que mejoran la productividad de las fincas. Pese a esta concepción estrecha, se torna cada vez más evidente en las regiones en desarrollo que el sector rural es mucho más que la agricultura solamente, existiendo una proporción relativamente importante de la población rural que realiza actividades no agropecuarias.

Berdegué, Julio et al.: Empleo e Ingreso no Agrícola en Chile. Red Internacional de Metodologías de Investigación de Sistemas de la Producción, Santiago de Chile, 2001. 2 Reardon, Thomas et al.: Empleo e Ingresos rurales no agrícolas en América Latina y el Caribe. Conferencia sobre Development of the Rural Economy and Poverty Reduction in Latin America and Caribbean. BID, New Orleans. Marzo 2000. 1

Determinantes del empleo e ingreso rural no agropecuario en el Paraguay

No existen motivos que justifiquen hoy en día depender exclusivamente del desarrollo agropecuario para mejorar la calidad de vida en las zonas rurales o para avanzar en la superación de la pobreza rural. Más aún, el propio desarrollo agropecuario requiere necesariamente del crecimiento de la industria y los servicios. Como parte de esta visión, se ha tomado conciencia de que la economía rural es bastante más amplia que la producción primaria agrícola, ganadera o forestal.

Se entiende por actividades rurales no agropecuarias a aquellas desarrolladas por los individuos en tareas distintas al empleo en su propia explotación agropecuaria o como asalariado en otras explotaciones agropecuarias, abarcando la industria y la manufactura (sector secundario) y los servicios (sector terciario). Estos empleos corresponden a actividades que son importantes en el margen para: (a) escapar de la indigencia o la pobreza (Berdegué et al., 1999); (b) valorizar la mano de obra familiar disponible durante ciertas épocas del año en que baja la deman87


da de trabajo; (c) disminuir el riesgo de fluctuaciones en el ingreso. La Red Internacional de Metodología de Investigación de Sistemas de Producción, en un documento elaborado sobre países de la región, señala que en todos los países el empleo rural no agropecuario representa un porcentaje significativo del empleo rural total, encontrándose por lo general en un nivel superior al 20%. Mientras en el ingreso, la importancia del mismo dentro del ingreso rural total es aún mayor, contribuyendo inclusive con más del 40%. Es sabido que en los últimos 20 años ha aumentado el número de pobres rurales en el Paraguay. Según cifras de la Dirección General de Estadística, Encuestas y Censos (DGEEC), hacia el 2002 el 51% de la población rural del país vivía en condición de pobreza y el 31%, en estado de indigencia3. Investigaciones realizadas para distintos países de la región coinciden en señalar que el ingreso rural no agropecuario representa un porcentaje muy alto –y creciente en las últimas décadas– del ingreso total de los hogares rurales. A pesar de la importancia de estas actividades, se sabe muy poco sobre ellas y sobre el papel que desempeñan en las estrategias de generación del ingreso de los hogares rurales en el Paraguay. Robles (1999), en un estudio realizado sobre la población rural en el Paraguay, encontró que los ingresos no agropecuarios son más importantes en individuos que muestran menor pobreza. Estos resultados revelan la importancia de esta fuente de ingresos dentro del sector rural paraguayo como una vía para salir de la pobreza.

88

El presente estudio pretende proveer un panorama profundo de la importancia del empleo y del ingreso rural no agropecuario como estrategia para la reducción de la pobreza en el Paraguay, identificando cuáles son los principales determinantes y las restricciones para el acceso a dichas actividades. Para ello, seguidamente puntualizamos los alcances y objetivos que persigue esta investigación, realizando posteriormente una revisión de la literatura existente sobre la materia. En las siguientes secciones, se presenta una descripción de la metodología aplicada y los datos utilizados para el análisis. Posteriormente, a través de la estadística descriptiva y de modelos eco-

3 Indicadores de Bienestar 2002. Publicación anual de la Dirección General de Estadística, Encuestas y Censos.


nométricos, se procederá a determinar los principales factores y su importancia relativa en la generación de este tipo de ingresos. Finalmente, con los resultados obtenidos se formulan las conclusiones y recomendaciones de política que podrían ser consideradas para la formulación de estrategias.

El objetivo principal del trabajo de investigación es el análisis de la importancia del empleo y del ingreso no agropecuario en el área rural, y de las variables sociodemográficas que inciden sobre la probabilidad de acceder a estos empleos y la incidencia de estos determinantes sobre los niveles de ingreso; es decir, los factores relevantes que influyen en las posibilidades de los individuos para realizar actividades que van más allá de la producción agropecuaria. Para ello, primeramente se hace un análisis de la estructura del empleo en el sector rural, y en particular del empleo no agropecuario, realizado en base a datos provenientes de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) 2003. Esta es la última EPH disponible en el país y posee una caracterización amplia de las variables sociodemográficas y económicas, que nos permitirán inferir resultados con mayor consistencia a nivel país. Con los resultados se buscará plantear alternativas que permitan encontrar estrategias de generación de ingresos en el sector, como potencial para mejorar las condiciones de vida y mitigar la pobreza en las zonas rurales deprimidas.

Determinantes del empleo e ingreso rural no agropecuario en el Paraguay

2. Objetivos y alcances de la investigación

La línea de razonamiento es la siguiente: • El empleo y el nivel del ingreso rural no agropecuario están estrechamente relacionados con el nivel de educación de los individuos y con la infraestructura que poseen las familias en cuanto a la disponibilidad de bienes y al acceso a los servicios públicos y privados. • Los niveles de pobreza inciden sobre la diversificación de las fuentes de ingresos.

89


3. Revisión de la literatura Uno de los trabajos iniciales hechos sobre este tema en países de la región fue realizado por Klein (1992), en el cual se muestra que en la década de los 80, casi en la totalidad de los países analizados, el empleo rural no agropecuario mostró tendencias crecientes, mientras que Reardon y Berdegué (1999) señalan que en promedio el ingreso rural no agropecuario representó el 47% de los ingresos de los hogares rurales en la región y que, en ausencia de las fuentes no agropecuarias de ingreso de los hogares rurales pobres, la magnitud de la pobreza sería varias veces mayor en estos países. En tanto que en otras regiones este tipo de ingreso muestra participaciones considerables en el ingreso rural (32% en Asia y 42% en África). Estos autores también hacen una distinción entre el comportamiento del ingreso asalariado no agropecuario y el ingreso por cuenta propia de fuente no agropecuaria. Los resultados muestran que el ingreso del empleo asalariado no agropecuario es más importante que el ingreso del empleo asalariado agropecuario, sobre todo en África y algo menor en Asia, aunque los hogares más pobres tienden a ser los que más dependen del empleo asalariado agropecuario, mientras que el ingreso proveniente de esta fuente tiende a ser inferior al ingreso no agropecuario. En dicho estudio, Reardon y Berdegué señalan también que si bien el patrón de diversificación del ingreso entre las actividades agropecuarias y no agropecuarias varía considerablemente entre las regiones, este patrón está estrechamente vinculado con los activos y las pertenencias de los hogares. Otro resultado encontrado en estos estudios es la vinculación no dinámica y directa entre la población rural pobre y empleos rurales no agropecuarios, debido a que los atributos necesarios para acceder a este tipo de empleos son escasos en la población rural pobre. Por lo cual, la mayor disponibilidad de activos, capital humano y social son características de poblaciones rurales no pobres. Echeverría (2000) y De Janvry (2001) estudiaron la dinámica de la pobreza en el sector rural, y los hallazgos 90


Estudios realizados sobre el tema4 sostienen que esta actividad constituye, para algunos hogares, un mecanismo de superación de la pobreza que el sector puramente agropecuario no ofrece, al permitir estabilizar los ingresos compensando la estacionalidad de la producción y del empleo agropecuario, y diversificar las fuentes de ingreso reduciendo los efectos de los riesgos inherentes a la agricultura. En estos mismos estudios no existe un consenso sobre si este tipo de empleos constituye un sustituto o complemento entre sí. Sin embargo, para el caso paraguayo, Robles (2000) indica que, más que una complementariedad entre los ingresos agropecuarios y no agropecuarios, existe una sustitución entre ambos. Así, la existencia de activos en los hogares y en comunidades rurales pobres relacionados con el empleo no agropecuario potencia los efectos multiplicadores de las actividades agropecuarias, y viceversa.

4 Desarrollo del empleo rural no agrícola en Latinoamérica y el Caribe. Documentos de Conclusiones y Recomendaciones. BID/ FAO/CEPAL. Santiago de Chile, setiembre 1999.

Reardon, Cruz y Berdegué (1998) confirman que los hogares rurales recurren al empleo no agropecuario no solo para elevar su ingreso total, sino para amortiguar durante el año las fuertes fluctuaciones en los flujos de ingreso, que son una de las principales características de la pobreza rural. Estos mismos autores junto con Elbers y Lanjouw (1999) llegan a la conclusión de que los hogares rurales de los países en desarrollo perciben más ingresos de las explotaciones de las fincas que de cualquier otra fuente, y que solo en países donde existe una amplia porción de campesinos sin tierra el ingreso no agropecuario reviste más importancia en el sector rural. Mientras que Escobar (2000) sigue encontrando suficiente evidencia para sostener que el empleo rural no agropecuario depende sustancialmente de los ingresos agropecuarios y de la demanda agropecuaria de bienes y servicios rurales no agropecuarios.

Determinantes del empleo e ingreso rural no agropecuario en el Paraguay

indican que el empleo y los ingresos no agropecuarios constituyen una vía importante de salida de la pobreza para muchos hogares e individuos rurales que carecen de los recursos y de capital para intentar otras opciones de progreso, como puede ser observado principalmente en las mujeres rurales y en aquellos individuos que han accedido a mejores niveles de educación.

91


Diversos estudios –como los de Da Silva, 1998 y Weller, 1997– han hecho hincapié en los motores como procesos de desarrollo del empleo no agropecuario. Estos motores, según dichos estudios, pueden caracterizarse por factores de origen endógeno y exógeno. La realidad de los casos de estudios en Centroamérica5 indica que los motores de desarrollo rural no agropecuario son diversos y con frecuencia tienen su origen fuera del sector rural. Los factores endógenos permiten la acumulación de capital (físico, humano, financiero) hasta un punto en que el estado de desarrollo hace atractiva la región para la inversión de capitales externos, que provocan un quiebre de las tendencias. Los determinantes exógenos del empleo no agropecuario incluyen la influencia de las grandes ciudades sobre su entorno rural. La ciudad demanda un conjunto de bienes y servicios, y ofrece un amplio mercado de trabajo. Con frecuencia, estos factores exógenos surgen cuando inversiones previas (infraestructura, servicios básicos, etc.) reducen la distancia económica que separa a una zona rural de las fuentes dinámicas de demanda de bienes y servicios originados en la actividad rural no agropecuaria. La penetración de los caminos, de la electricidad y otros servicios públicos ayuda a que la calidad de vida de los habitantes rurales comience lentamente a equipararse con la de sus conciudadanos urbanos. Así, los empleos en la industria, la manufactura, el comercio, el turismo y otros servicios ofrecen opciones de desarrollo laboral o profesional que para muchos resultan más atractivas que el trabajo agropecuario, especialmente para los jóvenes; es así que el estudio de la probabilidad de acceder a este tipo de ingresos tiene suma importancia en el diseño de estrategias de desarrollo rural.

92

Para Islam (1977), el ingreso no agropecuario constituiría una opción para las generaciones jóvenes, con lo cual se estaría contribuyendo a disminuir la migración hacia las zonas urbanas. Esta permanencia de la población rural constituiría un factor de estabilidad de la agricultura y de impulso a la dinámica de producción-consumo, que tendería a crecer, provocando nuevas posibilidades de ingreso no agropecuario a través de la provisión en las zonas rurales.

5 Escobar, G.: Empleo Rural no Agropecuario: ¿Una Alternativa para el Desarrollo? RIMISP. 2000.


Estos autores plantean que estas expansiones se asocian a algunos aspectos que tienen relación con el crecimiento relativo de la migración rural-urbana, al resultado de políticas explícitas o como tendencias de estabilización y del desplazamiento de mano de obra de las actividades agropecuarias, principalmente a través de la mecanización y la creciente posibilidad de diferenciar y agregar valor a la producción primaria. Un estudio empírico realizado en Chile6 muestra que el empleo y el ingreso no agropecuario no solo son una fuente de empleos para los hogares, sino también son una estrategia de integración de las mujeres en el mundo laboral. También demuestra que la educación es un elemento central de incentivo al desarrollo de este tipo de empleos para los jóvenes y además rechaza la hipótesis de que en las zonas de mayor expansión económica se vería favorecido el empleo no agropecuario.

6 Empleo Rural no Agrícola: Resultados de la VII Encuesta de Caracterización Socioeconómica Nacional (CASEN 1998). Documentos de Trabajo. MIDEPLAN, Chile, agosto 2000.

Escobar (2001) ha demostrado, en Perú, que efectivamente el acceso a los activos y servicios públicos sumado a una dotación adecuada de activos privados (sobre todo educación y crédito) pueden mejorar el acceso al empleo no agropecuario y que los hogares no pobres tienden a depender más que los pobres de fuentes no agropecuarias. Mientras que los hallazgos en Brasil, mediante el estudio de Da Silva y Del Grossi (1997), demuestran que, a pesar del crecimiento del empleo no agropecuario, esto no necesariamente significa que los ingresos en general y las condiciones laborales de la población rural estén mejorando, sino más bien la creación de nuevas alternativas de empleo.

Determinantes del empleo e ingreso rural no agropecuario en el Paraguay

Este mismo autor señala que esto tiene una explicación en la expansión del empleo no agropecuario. Una de ellas se refiere a la generación de empleo no agropecuario a partir de la demanda de bienes y servicios rurales no agropecuarios. Otra explicación tiene su fuente del lado de la oferta de mano de obra. El crecimiento de la fuerza laboral en el sector rural constituiría la fuente de crecimiento de este tipo de empleos, originada fundamentalmente por la falta de alternativas para la mano de obra en el medio rural. Esto puede notarse en Kartnarathe (1997), donde el empleo rural no agropecuario se convierte en una alternativa para la mano de obra no utilizada en actividades agropecuarias.

93


4. Datos El presente estudio se efectúa sobre la base de la Encuesta Permanente de Hogares 2003 (EPH 2003), realizada por la Dirección General de Estadística, Encuestas y Censos. Esta encuesta captura un conjunto de informaciones sociodemográficas y económicas representativas y confiables para el análisis. Las referencias generales de la muestra se presentan en el cuadro 1, observándose que el número total de individuos encuestados es de 43.161, de los cuales el 49,8% reside en áreas urbanas.

cuadro 1 Referencias de la muestra Descripción

Hombre

Tamaño de la muestra Urbana 10.273 Rural 11.338 Total país 21.611 Promedio de edad Urbana 26,1 Rural 25,2 Total país 25,6 Promedio de miembros por hogar Urbana 5,44 Rural 6,16 Total país 5,82 Población de 10 años y más Urbana 7.848 Rural 8.385 Total país 6.233

Mujer

Ambos sexos

11.214 10.336 21.550

21.487 21.674 43.161

27,2 24,8 26,1

26,7 25,0 25,8

5,41 6,16 5,77

5,43 6,16 5,79

8.759 7.651 16.320

16.607 15.946 32.553

Fuente: EPH/2003

94

El número medio de personas por hogar es de 5,8 individuos, cuyas edades promedio a nivel país son de 25,8 años, notándose en la distribución por área de residencia una diferencia positiva de casi 2 años para los que residen en las áreas urbanas. En el análisis por género no se observan diferencias relevantes. En cuanto a la población de 10 años y más, que constituye la población en edad de trabajar, la muestra contiene información de un total de 32.553 individuos, con


una distribución por género y por área de residencia similar al total de individuos encuestados. A fin de tener una visión más amplia sobre ciertas características socioeconómicas y demográficas de la población, resulta de valor realizar una revisión de la población en su conjunto, en particular de los individuos mayores a 10 años, que constituyen la población en edad de trabajar.

Los niveles de desocupación alcanzan porcentajes similares en la discriminación por sexo, mientras que en la distribución por áreas, urbana y rural, se puede observar un porcentaje muy superior en el área urbana, en tanto que en el área rural este porcentaje llega a solo 2,3% de la población en estudio. En el caso de los inactivos, existe un sesgo marcado de estos hacia las mujeres, que es coherente teniendo en cuenta las actividades que ellas desarrollan en los hogares. cuadro 2 Porcentaje de población de 10 años y más según actividad, área de residencia y sexo Actividad

Área Urbana Rural Ocupados 52,5 58,4 Desocupados 6,6 2,3 Inactivos 40,8 39,2 Total población 2.466.771 1.806.571

Sexo Hombres Mujeres 69,3 41,1 5,0 4,6 25,7 54,3 2.108.794 2.164.550

Total país 55,0 4,8 40,2 100,0

Determinantes del empleo e ingreso rural no agropecuario en el Paraguay

En el cuadro 2 se puede observar que a nivel país el 55% de la población se encuentra ocupada; efectuando el análisis por área de residencia, los niveles de ocupación denotan niveles similares, observándose diferencias en la distribución por género, donde el porcentaje de hombres ocupados alcanza el 69%, contra un nivel de ocupación de las mujeres del 41%.

2.350.595 206.048 1.716.701 4.273.344

Fuente: EPH/2003

Centrando el análisis sobre la población ocupada, considerando categoría ocupacional por área de residencia y sexo, se encuentra que el área rural muestra una importante proporción de trabajadores por cuenta propia, con el 49,3% de la población residente en esta área, superando ampliamente al porcentaje total de asalariados, que se

95


encuentra solo en el orden del 26%. Este nivel de cuentapropistas rurales, que absorbe gran parte de la población no asalariada rural, al ser contrastada con el bajo porcentaje de empleadores y patrones, que se halla en el orden de 2,9%, indica que el esquema de explotación y, consecuentemente, las principales generadoras de empleo de los individuos residentes en el área rural siguen siendo las unidades productivas familiares, aunque en una proporción inferior a las alcanzadas años atrás, que se encontraban en el orden del 72%7. Sin embargo, este resultado sigue mostrando un tema resaltante que debe ser analizado y que se relaciona con el grado de formalidad del mercado laboral, ya que la actividad no asalariada se encuentra fuera del alcance del mismo y sirve como la principal válvula de ajuste para el desempleo. En tanto que dentro del grupo de asalariados del área rural, los obreros del sector privado serían los sectores de mayor absorción de mano de obra, con aproximadamente el 60% del total de dicho grupo. cuadro 3 Porcentaje de población de 10 años y más según categoría de ocupación, área de residencia y sexo Categoría

Área Urbana Rural Empleado público 10,4 3,0 Empleado privado 16,6 2,4 Obrero público 1,8 0,4 Obrero privado 19,3 16,1 Empleado doméstico 11,0 3,9 Asalariados 59,2 25,6 Empleador /Patrón 5,4 2,9 Por cuenta propia 31,0 49,3 Familiar no remunerado 4,4 22,2 No asalariado 40,8 74,4 Total población 1.295.654 1.054.940

Sexo Hombres Mujeres 5,5 9,6 10,1 10,4 1,5 0,7 25,1 6,0 1,2 18,8 43,4 45,4 5,4 2,4 37,4 42,1 13,8 10,0 56,6 54,6 1.461.043 889.552

Total país 7,1 166.394 10,2 240.060 1,2 27.640 17,9 419.530 7,8 184.052 44,2 1.037.676 4,3 100.895 39,2 921.090 12,4 290.934 55,9 1.312.919 100,0 2.350.595

Fuente: EPH/2003

96

El análisis por género indica que aproximadamente 4 de cada 10 mujeres ocupadas se encuentran dentro de la categoría de cuentapropistas, siendo este porcentaje muy superior a las demás categorías ocupacionales desempeñadas por las mujeres a nivel país. Considerando a la po-

7 Robles, Marcos (2000).


Los cuadros 4 y 5 proporcionan información sobre la población mayor a 10 años, según la rama de actividad y el sector económico, clasificada por área de residencia y sexo. Como es de esperar, la población rural se caracteriza por la preeminencia de la agricultura, ganadería, caza y pesca. Sin embargo, es de valor notar que aproximadamente 4 de cada residente en el área rural se encuentran ocupados en otras ramas de actividades, debiendo mencionarse principalmente el comercio, los restaurantes y hoteles, y las industrias manufactureras como las ramas que ocupan a la mayor proporción de la población rural. Las mujeres preferentemente desarrollan sus actividades en la rama de servicios comunales, sociales y personales, siendo esta, con el 38,6%, la principal rama de actividad de las mujeres, seguida por el comercio, los restaurantes y hoteles con el 26,7%, y en menor medida, aunque llamativamente, por la agricultura, ganadería, caza y pesca con el 20,5%, nivel que guarda estrecha relación con el tipo de explotación familiar imperante en el área rural del país. cuadro 4 Porcentaje de población de 10 años y más según rama de actividad, por área de residencia y sexo Rama de actividad

Área Sexo Urbana Rural Hombres Mujeres Agricultura, ganadería, caza y pesca 5,5 65,7 39,8 20,5 Minas y canteras 0,1 0,2 0,2 Industrias manufactureras 13,0 7,3 10,9 9,6 Electricidad, gas y agua 1,0 0,3 0,9 0,4 Construcción 5,2 2,9 6,6 0,2 Comercio, restaurantes y hoteles 31,7 12,3 20,8 26,7 Transporte, almacenes y 5,5 1,5 5,2 1,3 comunicaciones Finanzas, seguros, inmuebles 5,4 0,4 3,4 2,8 Servicios comunales, sociales 32,5 9,5 12,2 38,6 y personales NR 0,0 0,0 Total población 1.295.654 1.054.940 1.461.043 889.552 Fuente: EPH/2003

Total país 32,5 0,1 10,4 0,7 4,2 23,0 3,7

764.325 2.742 244.536 16.202 98.334 541.282 86.778

3,2 22,2

74.428 521.552

0,0 100,0

414 2,350,595

Determinantes del empleo e ingreso rural no agropecuario en el Paraguay

blación total ocupada en el país, esta misma categoría sigue representando una mayor proporción de la población, con el 39%, superando ampliamente a la categoría de obrero privado, que alcanza solo aproximadamente el 18% de la población ocupada total.

97


Los resultados mostrados en el cuadro 5 demuestran la consistencia de los niveles porcentuales indicados en el cuadro anterior. Efectivamente, en el área rural, el sector primario, que incluye la agricultura, ganadería, caza y pesca, absorbe al 65,7% de los individuos residentes en esta área, mientras los sectores secundario y terciario, que incluyen las industrias manufactureras y la construcción, y los servicios tales como electricidad y agua, comercio, establecimientos financieros, servicios comunales y personales, respectivamente, ocupan en su conjunto el 34,3% de la población rural. En el análisis por género puede observarse una proporción similar de hombres que trabajan en los sectores primario y terciario, con el 40%, mientras el sector secundario ocupa solo al 18% de la población masculina. Sin embargo, para las mujeres, el sector terciario constituye el principal sector de ocupación, con aproximadamente el 70%. Con esto de alguna manera se demuestra que el sector secundario no constituye una demanda importante de mano de obra. cuadro 5 Porcentaje de población de 10 años y más por sector económico, área de residencia y sexo Categoría Primario Secundario Terciario ND Total población Fuente: EPH/2003

98

Área Urbana Rural 5,5 65,7 18,3 10,3 76,2 24,0 0,0 0,0 1.295.654 1.054.940

Sexo Hombres Mujeres 39,8 20,5 17,7 9,8 42,5 69,7 0,0 0,0 1.461.043 889.552

Total 32,5 14,7 52,8 0,0 100,0

764.325 345.612 1.240.242 414 2.350.594


5. Estadística descriptiva del mercado laboral rural Centrando el análisis en la población rural ocupada, en esta sección se examinan las características del empleo y el ingreso rural agropecuario y no agropecuario, considerando aspectos sociodemográficos de los individuos, tales como género, educación, tamaño del hogar, edad, entre otros.

En cuando al nivel de instrucción de la población ocupada en el área rural, se observa una relación inversa entre la población dedicada a actividades agropecuarias y el nivel de instrucción. Se observa que el 80,1% de la población ocupada en actividades agropecuarias presenta un nivel de instrucción inferior al nivel secundario, del cual solo el 25,5% de la población ocupada en este sector concluyó efectivamente la primaria. Para los mismos niveles de instrucción, entre los que realizan actividades no agropecuarias se encuentran un 59,8% y un 26,2%, respectivamente, lo cual puede ser un indicador de correlación positiva entre la educación y el empleo rural no agropecuario. Para el nivel secundario, el 8,8% de las personas ocupadas en actividades agropecuarias no concluyeron ese nivel, y las que efectivamente lo hicieron, en aquellas personas ocupadas en actividades agropecuarias, alcanzaron 3%. Mientras que para niveles superiores al primario, el comportamiento en el sector rural no agropecuario para este nivel de instrucción es ligeramente superior al 40% y de aproximadamente 20% para mismos niveles de instrucción de personas ocupadas en actividades agropecuarias, lo que implicaría que dichas actividades requieren de una menor educación para el acceso a dichos empleos.

Determinantes del empleo e ingreso rural no agropecuario en el Paraguay

En el cuadro 6 se muestra la población rural ocupada, agropecuaria y no agropecuaria, por sexo y nivel de instrucción. La observación por sexo denota que las mujeres trabajan proporcionalmente tanto en empleos agropecuarios como en los no agropecuarios, descartando la existencia de algún grado de especialización por sexo en el empleo rural. Contrariamente y como es de esperar, el empleo agropecuario ocupa a 7 de cada 10 hombres en el área rural, lo que sí muestra para el caso de los hombres un grado de especialización.

99


cuadro 6 Porcentaje de población rural ocupada, agrícola y no agrícola, por sexo y nivel de instrucción Descripción Agropecuario No agropecuario Total Por sexo Hombre 73,0 27,0 100,0 725.070 Mujer 49,5 50,5 100,0 329.870 Total 65,6 34,4 100,0 1.054.940 Nivel de instrucción Sin instrucción 5,9 3,3 5,0 52.662 Primario incompleto 48,7 30,3 42,4 447.414 Primario completo 25,5 26,2 25,8 271.921 Secundario incompleto 16,3 22,8 18,5 195.352 Secundario completo 3,0 8,8 5,0 52.865 Terciario 0,4 8,6 3,2 34.110 No disponible 0,1 0,1 616 Total población 692.567 362.372 100,0 1.054.940 Fuente: EPH/2003

En el cuadro 7 se muestra la población rural ocupada, agropecuaria y no agropecuaria, por idioma hablado, número de miembros en el hogar y edad. Las observaciones por idioma hablado muestran que un 82,5% de la población rural dedicada a actividades agropecuarias solo hablan el guaraní, mientras que la población dedicada a actividades no agropecuarias que solo hablan este idioma asciende al 56,1% de la población. Si se consideran las personas que hablan tanto guaraní como castellano, encontramos que solo un 7,8% de la población dedicada a actividades agropecuarias lo hace, mientras que las personas dedicadas a actividades no agropecuarias que hablan ambos idiomas representan un 22,1% de estas. Si se observara el porcentaje de personas que solo hablan el castellano, encontramos que solo el 2,8% de la población dedicada a una actividad agropecuaria lo hace, mientras que entre la población dedicada a actividades no agropecuarias este porcentaje asciende al 14,8%.

100

Considerando el número de miembros por familia, puede observarse una distribución semejante, con lo cual a priori no podemos inferir que el tamaño del hogar pueda constituirse en un determinante del empleo en una u otra actividad. El análisis por rango de edad arroja resultados


interesantes. Se nota que para el rango de edad de entre 10 y 24 años se da una diferencia negativa del 4% a favor de las actividades agropecuarias, pero esta diferencia empieza a revertirse a partir del segundo y tercer rango, que incluyen a las personas entre 25 y 34 años y a las de 35 y 44 años de edad; para estas, las diferencias positivas del sector no agropecuario llegan al 9,7% y al 4,9%, respectivamente. Esto refleja que gran parte de la población rural joven tiende a realizar actividades no agropecuarias, lo que implicaría que encuentra mayores incentivos en dichas actividades. Sin embargo, esta diferencia vuelve a revertirse a favor de las actividades agropecuarias en la medida en que las edades aumentan. En resumen, para las personas mayores se observa una diferencia positiva pero a favor de las actividades agropecuarias.

Descripción Idioma hablado Guaraní Guaraní/ castellano Castellano Otro idioma No habla Número de miembros en el hogar 1 2 3 4 y más Edad 10 a 24 25 a 34 35 a 44 45 a 54 55 a 64 65 y más.

Agropecuario

No agropecuario

Total

82,5 7,8 2,8 6,8 0,1

56,1 22,1 14,8 6,9 0,1

73,4 12,7 6,9 6,8 0,1

774.330 134.065 73.175 72.115 894

2,8 6,7 9,4 81,1

2,3 8,4 12,9 76,4

2,6 7,3 10,6 79,5

27.851 76.830 111.636 838.623

33,5 17,1 17,6 15,0 9,8 7,0

29,5 26,8 22,5 13,4 5,2 2,6

32,1 20,4 19,3 14,5 8,2 5,5

338.728 215.560 203.137 152.708 87.030 57.778

Determinantes del empleo e ingreso rural no agropecuario en el Paraguay

cuadro 7 Porcentaje de población rural ocupada, agrícola y no agrícola, por idioma hablado, número de miembros en el hogar y edad

Fuente: EPH/2003

101


En el cuadro 8 se describe a la población rural ocupada, agropecuaria y no agropecuaria, por quintil de ingresos y condición de pobreza. Se observa que en el quintil más bajo o más pobre se encuentra el 37,2% de la población que desarrolla tareas agropecuarias; mientras que para el mismo quintil la población que desarrolla trabajos no agropecuarios solo asciende al 9,9% del total de ese grupo. Esta situación se revierte en el quintil más alto de manera significativa, dado que del total de ocupados en el sector agropecuario, solo el 12,4% pertenece a este quintil, mientras que en el sector no agropecuario este porcentaje se eleva al 25,8%. Estos resultados son consistentes con los porcentajes obtenidos al clasificar la población por condición de pobreza.

cuadro 8 Porcentaje de población rural ocupada, agrícola y no agrícola, por quintil de ingresos y condición de pobreza Descripción

Agropecuario

Quintil de ingresos Más bajo Segundo Tercero Cuarto Más alto Condición de pobreza Pobre No pobre

No agropecuario

Total

37,2 21,4 15,6 13,4 12,4

9,9 16,6 22,1 25,5 25,8

27,8 19,8 17,8 17,5 17,0

293.669 208.535 188.072 185.101 179.564

47,9 52,1

17,0 83,0

37,3 62,7

661.566 393.374

Fuente: EPH/2003

Seguidamente se describen las características que muestra el ingreso rural para cada una de las variables sociodemográficas relevantes. El cuadro 9 presenta el promedio de ingresos según la rama de actividad y quintil de ingreso de la población ocupada.

102

Este cuadro muestra un aspecto relevante de la composición de los ingresos de la población ocupada del sector rural, dado que en todos los quintiles el ingreso de los individuos empleados en el sector no agropecuario es mayor al ingreso percibido en el sector agropecuario. Así, considerando la población rural ocupada total, el prome-


dio de ingreso de un individuo del sector no agropecuario es casi 1,4 veces más que el individuo empleado en el sector agropecuario. Analizando el ingreso por quintiles entre las ramas de actividad, se observa que el individuo del quintil más pobre percibe un ingreso promedio 26,5 veces menor que el individuo más rico, en el empleo agropecuario, siendo esta brecha muy inferior dentro del empleo no agropecuario, donde el ingreso promedio de un individuo del quintil más rico representa solo 6 veces más que el ingreso promedio que percibe un individuo en el quintil más pobre.

cuadro 9 Ingreso promedio de la población rural ocupada, agrícola y no agrícola, por quintiles, en Gs. corrientes de noviembre del 2003 Quintil de ingresos Agropecuario No agropecuario Más bajo 81.959 192.622 Segundo 178.323 302.657 Tercero 270.829 441.655 Cuarto 426.308 631.626 Más alto 2.169.558 1.159.122 Ingreso promedio total 437.585 627.373

Total 95.518 214.238 343.643 528.939 643.632 502.778

Fuente: EPH/2003

En el cuadro 10 se muestra el nivel de ingresos del empleo rural agropecuario y no agropecuario clasificado por género. Puede verse en el promedio general que las mujeres perciben ingresos menores que los hombres. Se observa que las diferencias del ingreso entre mujeres y hombres para el empleo agropecuario no son significativas; sin embargo, esto se observa dentro del ingreso no agropecuario, donde resulta interesante que el promedio de ingreso por sexo de los ocupados denota el típico patrón cultural, donde los hombres reciben mayor ingreso. Como se ha demostrado anteriormente, las mujeres que participan en la fuerza laboral acceden en mayor proporción a empleos no agropecuarios, pero los niveles de ingreso que perciben tienden a ser meno-

Determinantes del empleo e ingreso rural no agropecuario en el Paraguay

Si se compara cada uno de los quintiles, el ingreso no agropecuario es mayor en todos los casos, con excepción del quintil más rico. Si bien la diferencia no es significativa, este último quintil es importante debido a que aquí se recogen los grandes productores agropecuarios y ganaderos.

103


res, ya que en su mayor parte corresponden a empleo doméstico. La importancia de la acumulación de capital humano para lograr un nivel satisfactorio de bienestar económico y social se comprueba al analizar la PEA ocupada según nivel de instrucción. En la medida en que aumenta el nivel de instrucción, mayor es el nivel de ingresos percibidos por los individuos, pero esto es válido solo para aquellos individuos que están ocupados en el empleo no agropecuario. El ingreso promedio de una persona sin instrucción, empleada en el sector agropecuario, alcanza algo más de la mitad del ingreso de una persona con nivel de instrucción terciario ocupada en el mismo sector. En cuanto al ingreso promedio no agropecuario, esta brecha aumenta a casi la cuarta parte. Tal como se pudo observar en anteriores párrafos, el comportamiento de los ingresos con relación al nivel de instrucción es similar al encontrado en la relación existente entre los niveles de educación y tipos de empleos (agropecuario y no agropecuario). Para todos los niveles de instrucción, el ingreso promedio de los individuos del sector no agropecuario es mayor, aunque esta diferencia es importante para los dos niveles de instrucción más elevados.

cuadro 10 Ingreso promedio de la población rural ocupada, agrícola y no agrícola, por sexo y nivel de instrucción, en Gs. corrientes de noviembre del 2003 Descripción Agropecuario No agropecuario Total Por sexo Hombre 469.482 805.682 560.324 Mujer 334.299 417.510 376.288 Nivel de instrucción Sin instrucción 245.960 371.087 274.086 Primario incompleto 442.662 470.925 449.606 Primario completo 431.066 562.428 476.966 Secundario incompleto 502.206 589.771 539.164 Secundario completo 423.135 800.850 650.505 Terciario 578.524 1.393.012 1.326.457 No disponible 240.287 240.287 Fuente: EPH/2003

104


La edad es otro factor que aparece como determinante del acceso al empleo no agropecuario, y en menor medida como determinante del nivel de ingreso. Se observa que la edad tiene un efecto positivo hacia individuos con ingresos no agropecuarios hasta el rango de edad de 35 a 44 años. Otro aspecto a considerar está relacionado a que para cada uno de los rangos de edad, el ingreso promedio de las actividades no agropecuarias es superior al ingreso promedio percibido por individuos ocupados en el sector agropecuario. A partir del rango 45 a 54 años, el ingreso agropecuario registra mayores niveles, mientras que para el último rango, el ingreso no agropecuario es 1,7 veces más. Esto se debe a que en su mayoría estos individuos, por sus edades, recurren a actividades agropecuarias, ya sea por su bajo nivel de instrucción o por la oferta laboral que poseen a sus edades. Lo resaltante es que los jóvenes reciben mayores retribuciones en actividades no agropecuarias. En cuanto a la condición de pobreza, los individuos pobres del sector agropecuario reciben 2,2 veces menos que aquellos con ingresos no agropecuarios. Mientras que para los individuos no pobres no se presentan grandes diferencias, aunque los ingresos agropecuarios son ligeramente superiores.

Determinantes del empleo e ingreso rural no agropecuario en el Paraguay

En cuanto al idioma hablado, puede observarse que tanto para el empleo agropecuario como para el no agropecuario, los individuos que hablan solo guaraní perciben los menores ingresos, siendo estos significativamente menores para aquellos que se dedican a actividades agropecuarias, representando la mitad del ingreso de los individuos que se dedican a actividades no agropecuarias. La diferencia en el ingreso promedio para los individuos que hablan guaraní/castellano no es muy significativa, pero sigue siendo positiva a favor de las actividades no agropecuarias. Cuando el idioma hablado es solo el castellano u otro idioma, el ingreso promedio es 1,6 y 2,7 veces más para los que se dedican a actividades agropecuarias. Esto tiene relación con los productores extranjeros que poseen grandes extensiones de tierra dedicadas a actividades agropecuarias.

105


cuadro 11 Ingreso promedio de la población rural ocupada, agrícola y no agrícola, por idioma hablado, edad y condición de pobreza, en Gs. corrientes de noviembre del 2003 Descripción Agropecuario Idioma hablado Guaraní 239.829 Guaraní/castellano 618.375 Castellano 1.525.297 Otro idioma 2.187.133 No habla 161.553 Edad 10 a 24 130.725 24 a 34 511.116 35 a 44 575.742 45 a 54 831.171 55 a 64 600.404 65 y más 304.936 Condición Pobre 98.195 No pobre 749.966 Total 437.585

No agropecuario

Total

476.973 750.660 925.527 817.815 234.692

302.053 697.385 1.084.794 1.710.789 185.719

397.513 712.673 815.274 703.428 543.888 509.842

214.889 601.758 671.703 790.429 588.070 338.619

214.527 711.663 627373

116.364 732.543 502.778

Fuente: EPH/2003

6. Modelo econométrico Los datos obtenidos de la EPH 2003 han sido la base para estimar un modelo econométrico diseñado para estudiar los efectos de algunas características sociodemográficas, tanto de la cabeza del hogar como el de sus miembros, en la selección de las actividades productivas de los hogares y los efectos diferenciados de estas sobre las fuentes de ingreso de tales hogares. La posibilidad de acceder a un empleo, y especialmente a empleos no agropecuarios, en el sector rural, es una alternativa de generación de ingresos para la mano de obra rural, que podría desincentivar su salida al sector urbano. Como se ha visto en las secciones previas, existe una proporción de la población residente en el área rural que desarrolla sus actividades en el sector no agropecuario.

106

Aquí se analiza si esta participación se ha relacionado con atributos de capital humano, tales como la escolaridad u otras características, como el sexo de la cabeza de hogar, la edad de los individuos, el tamaño de los hoga-


res, entre otros factores que han posibilitado su incorporación a empleos rurales distintos a los agropecuarios. Adicionalmente, se examina si los atributos significativos en determinar el acceso a empleos no agropecuarios lo han sido también para determinar el nivel de ingreso una vez que se accede a este tipo de empleo.

La inexistencia de ingresos provenientes de algunas actividades para muchos individuos puede provocar sesgos de selectividad en la muestra, es decir, el usar solo la submuestra de los que reciben ingreso no agropecuario para el estudio de los rendimientos de la educación y de las demás características analizadas, puede producir resultados sesgados. En el análisis econométrico desarrollado en esta sección, se incluyen los datos de todos los individuos (residentes en el área rural) encuestados. Para verificar la eventual existencia de sesgos en la selectividad de las fuentes de ingreso, aplicando la metodología propuesta por Heckman (1979)8, se procederá a estimar una regresión en dos etapas, con la finalidad de determinar por separado los efectos de las características sociodemográficas de los individuos incluidos en la muestra, en el acceso y en el nivel de ingreso no agropecuario9.

Determinantes del empleo e ingreso rural no agropecuario en el Paraguay

En el diseño del modelo econométrico se ha tomado en cuenta que una parte importante de los hogares rurales no reciben ingresos provenientes de actividades desarrolladas en el sector no agropecuario. Esto se refleja en los datos del cuadro 6, que muestra, por ejemplo, que solo el 34,4% de los individuos se encuentran ocupados en el sector no agropecuario y, consecuentemente, podrían percibir ingresos de este sector. En este contexto, el ingreso del residente en el área rural, proporcionado por alguna actividad no agropecuaria, depende de si participa en la actividad y del ingreso neto que le reporta, condicionado a la participación.

En la primera etapa se evalúa la probabilidad de acceder a un empleo rural no agropecuario, por medio de una estimación PROBIT, tal que: 8 En el Anexo 3 se presenta una síntesis de la metodología aplicada. 9 Para las estimaciones econométricas se utilizan los programas econométricos EVIEWS 4.1 y SSPS 11.4.

Ei = αi + βi Xi + µi La variable dependiente es definida igual a 1 si el individuo se encuentra ocupado en un empleo no agropecua-

107


rio y 0 si no. La X constituye un vector que contiene las variables consideradas determinantes, que inciden en la probabilidad de que un individuo acceda al empleo no agropecuario. En los Anexos 1 y 2 se presentan las definiciones de las variables utilizadas y una descripción estadística de estas. Posteriormente, a través de una estimación de Mínimos Cuadrados Ordinarios (MCO), se calcula el nivel de ingreso en los empleos rurales no agropecuarios. La forma funcional del modelo queda especificada de la siguiente manera: InYi = αi + βi Xi + βi λi + µi La variable dependiente InYi es el logaritmo de los ingresos rurales no agropecuarios. Debido a que esta variable tiene algún valor solo cuando Ei, de la ecuación probabilística, toma valor 1, se incorpora la variable λ al modelo, el cual contiene información relevante de la población que ha sido censurada de la estimación MCO, por no presentar empleo rural no agropecuario.

7. Principales resultados Los resultados obtenidos del modelo econométrico son en general similares a investigaciones hechas a nivel regional sobre los determinantes del empleo rural no agrícola. En los cuadros 12 y 13 se presentan los resultados de los modelos de selección y del nivel de ingreso no agropecuario. El formato de presentación sigue la lógica de la estimación en dos etapas, es decir, primero se muestran los resultados del modelo de selección, esto es, presencia o no de empleo rural no agropecuario, para luego mostrar los resultados de la estimación MCO del nivel de ingreso de los que tienen empleo rural no agrícola.

108

El análisis empírico realizado sugiere que las mujeres cabezas de hogar se ven favorecidas en el acceso a empleos rurales no agrícolas. Con referencia a los ingresos no agropecuarios, la información estadística disponible indica que el ingreso promedio de las mujeres en el sector no agropecuario es significativamente menor que el de los hombres. Consistente con estos resultados, el co-


eficiente de la estimación MCO de la variable sexo de la cabeza de hogar, que toma valor 1 si es mujer, presenta el signo negativo, demostrando que tal condición tiene un efecto inverso sobre los niveles de ingreso no agropecuario. En cuanto a la variable que capta el nivel de pobreza de las familias10, los resultados obtenidos muestran una asociación negativa de estas tanto con la probabilidad de acceso al empleo rural no agropecuario como al nivel de ingresos provenientes de esta actividad. Contrariamente, el hecho de pertenecer a un hogar con mayor número de integrantes afecta positivamente a la probabilidad de estar empleado en el sector no agropecuario, observándose asimismo una incidencia positiva y significativa sobre el nivel porcentual de ingresos no agropecuarios.

Dependent Variable: ENOAGRO Meted: ML - Binary Probit Simple (adjusted): 1 9342 Included observations: 3859 QML (Huber/White) Standard Errors & Covariance

10 Construida en base a la clasificación establecida por la DGEEC.

Variable Pobreza Sexjef Tamhogar Educ Edad Idioma Lotprop Electr Maq_implem Migrac C

Coefficient -0,6386 0,7251 0,0457 0,1026 -0,0034 -0,3165 -0,1948 0,3908 -0,9996 -0,0313 -0,6496

Std. Error 0,0636 0,0694 0,0108 0,0085 0,0020 0,0536 0,0562 0,0748 0,0574 0,0762 0,1376

Mean dependent var S.E. of regression Sum squared resid Log likelihood Restr. log likelihood LR statistic (10 df) Probability(LR stat)

0,3063 0,3840 567,5394 -1755,7707 -2377,5518 1243,5622 0,0000

S.D. dependent var Akaike info criterion Schwarz criterion Hannan-Quinn criter. Avg. Log likelihood McFadden R-squared

* Estadísticamente significativo al 95% de confianza. ** Estadísticamente significativo al 90% de confianza.

z-Statistic -10,0431* 10,4443* 4,2110* 12,0943* -1,7079** -5,9019* -3,4632* 5,2218* -17,4191* -0,4103 -4,7206

Prob. 0,0000 0,0000 0,0000 0,0000 0,0876 0,0000 0,0005 0,0000 0,0000 0,6816 0,0000

Determinantes del empleo e ingreso rural no agropecuario en el Paraguay

cuadro 12 Modelo Probit. Determinantes del empleo rural no agropecuario

0,4610 0,9157 0,9335 0,9220 -0,4550 0,2615

109


La educación de los individuos residentes en el área rural, medida en el modelo por los años de escolaridad, presenta signos positivos y estadísticamente significativos, tanto para la probabilidad de acceso a empleos rurales no agrícolas como para el nivel de ingreso de esas personas. Sobre los rendimientos de la escolaridad, las estimaciones muestran que, manteniendo todas las demás constantes y controlando la selectividad, un año más de escolaridad hace que el ingreso no agropecuario se incremente en aproximadamente 6%, siendo estos resultados similares a los obtenidos en otros estudios realizados en la región y los obtenidos por Robles (2000), en cuanto a la dirección de sus efectos, no así por su intensidad. Por ejemplo, en un trabajo realizado por el Ministerio de Planificación y Cooperación de Chile11, los resultados mostraron que un año más de estudio aumenta el ingreso no agropecuario (por hora) en 12,5%, mientras que Taylor (1999), en un estudio sobre los determinantes de actividades no agrícolas rurales por hogares rurales en Michoacán, México, encontró que el impacto sobre estos ingresos mensualizados está en el orden del 9%. El hecho de que el empleo rural no agropecuario constituye una alternativa laboral para la población joven residente en esta área, se aprecia en los signos negativos de los coeficientes resultantes de las estimaciones en la variable edad. Si bien el impacto porcentual negativo de cada año adicional de los individuos sobre los ingresos no agropecuarios es relativamente bajo, este tiene significancia estadística y, consecuentemente, debe ser considerado en el diseño de las políticas orientadas al sector rural. El idioma mayormente hablado por el individuo cabeza de hogar también presenta efectos negativos y estadísticamente significativos sobre la probabilidad de tener un empleo no agropecuario y sobre el nivel de ingresos de este sector. Es decir, hablar solo el guaraní constituye una disminución de las posibilidades de emplearse en el sector no agropecuario, notándose también el mismo efecto negativo sobre el nivel porcentual de los ingresos percibidos en actividades no agropecuarias.

110

11 Resultados de la VII Encuesta de Caracterización Socioeconómica Nacional (CASEN 1998). Documento N° 17 - Empleo Rural no Agrícola, Santiago de Chile, agosto 2000.


cuadro 13 Modelo MCO. Ingreso del empleo rural no agropecuario Dependent Variable: LOG(ING_RNOA) Method: Least Squares Included observations: 1177 White Heteroskedasticity-Consistent Standard Errors & Covariance Coefficient -1,1029 -0,6309 0,0823 0,0638 -0,0093 -0,3108 -0,0925 0,1670 -0,2281 0,0768 0,2130 12,7513

Std. Error 0,1218 0,1118 0,0124 0,0145 0,0020 0,0655 0,0543 0,1076 0,1805 0,0624 0,2220 0,5517

t-Statistic -9,0537 * -5,6428 * 6,6412 * 4,4116 * -4,6103 * -4,7415 * -1,7026 ** 1,5522 -1,2638 1,2320 0,9596 23,1108

R-squared Adjusted R-squared S.E. of regression Sum squared resid Log likelihood Durbin-Watson stat

0,4276 0,4222 0,7518 658,4293 -1328,2504 1,0960

Mean dependent var S.D. dependent var Akaike info criterion Schwarz criterion F-statistic Prob(F-statistic)

Prob. 0,0000 0,0000 0,0000 0,0000 0,0000 0,0000 0,0889 0,1209 0,2066 0,2182 0,3375 0,0000 13,1676 0,9890 2,2774 2,3291 79,1174 0,0000

* Estadísticamente significativo al 95% de confianza. ** Estadísticamente significativo al 90% de confianza.

Finalmente, los coeficientes resultantes de las variables que captan la tenencia de activos de los individuos, así como el acceso al servicio de energía eléctrica tienen en común que no afectan significativamente el nivel de ingresos no agropecuarios, observándose sí impactos estadísticamente significativos sobre la probabilidad del empleo no agropecuario. Como es de esperar, la disponibilidad de lotes propios y la tenencia de maquinarias e implementos agrícolas inducen a los propietarios de estos a centrar sus actividades en el sector agropecuario, mientras que, contrariamente a este efecto negativo sobre el empleo no agropecuario, el acceso a los servicios de provisión de energía eléctrica favorece a este. De manera a complementar el análisis y considerando la importante proporción de la población ocupada rural

Determinantes del empleo e ingreso rural no agropecuario en el Paraguay

Variable Pobreza Sexjef Tamhogar Educ Edad Idioma Lotprop Electr Maq_implem Migrac Lambda1 C

111


que se encuentra dentro de la categoría de cuentapropistas, se han realizado las mismas estimaciones incorporando solo a este segmento de la población. Los resultados, que se presentan en el Anexo 4 - Tablas 1 y 2, en general muestran los mismos comportamientos observados en el modelo principal, notándose diferencias leves en cuanto a las intensidades de los parámetros. No obstante, se considera relevante mencionar algunos de los resultados sobre los cuales se observan tales diferencias. Por ejemplo, el efecto positivo de la edad sobre la probabilidad de acceso al empleo rural no agropecuario, a diferencia de los resultados obtenidos en el modelo principal, cuyo coeficiente refleja un impacto negativo sobre el empleo no agropecuario. Sin embargo, al analizar los efectos sobre el ingreso, los parámetros resultantes son coincidentes en el sentido de los impactos, no así en el nivel porcentual de estos. En cuanto a la variable que capta los efectos de los años de escolaridad, los resultados pierden significancia sobre la probabilidad de acceso al empleo rural no agropecuario por cuenta propia, mientras que el impacto de aquellos sobre el ingreso es significativamente inferior a lo observado en el modelo principal, constituyendo estos resultados un indicador del grado de calificación de los cuentapropistas rurales no agropecuarios.

8. Conclusiones y recomendaciones de política A la luz de los resultados y desde el punto de vista de la lucha contra la pobreza rural, la conclusión principal afirma que las mayores opciones de acceso al empleo e ingreso no agropecuario se concentran en los individuos menos pobres. Está demostrado que los individuos con mayores niveles de escolaridad tienen más y mejor posibilidad de acceder a empleos distintos al agropecuario.

112

Tal como muestra la evidencia, los individuos sin lotes propios poseen una mayor probabilidad de acceder a un empleo rural no agropecuario. Mientras que la migración no constituye, a priori, un factor estadísticamente signifi-


cativo a la hora de mejorar el nivel de ingresos de los individuos con empleos rurales no agropecuarios. Para aquellos individuos con familias numerosas representa ser un factor que aumenta la probabilidad de acceder a dichos empleos y mejorar sus ingresos provenientes de dicho sector.

Con base en estos resultados y en la nueva evidencia empírica, nos hemos permitido elaborar una serie de recomendaciones para el diseño e implementación de políticas y programas orientados a fomentar el desarrollo del empleo y el ingreso rural no agropecuario. La ventaja comparativa de las mujeres y la ausencia de barreras de entrada para los jóvenes en este tipo de empleos sugieren que una estrategia de intervención en este sentido tiene un doble beneficio: potenciales mayores ingresos para los individuos e incorporación de personas que habitualmente tienen limitaciones de acceso a recursos para ser incorporadas en los programas de apoyo productivo agropecuario. La educación es un elemento central de incentivo al desarrollo del empleo rural no agropecuario. Al nivel de políticas debe prestarse gran atención a la educación y a los programas de capacitación que faciliten el ingreso a las actividades no agropecuarias, ya que existe una restricción muy importante, que es la no existencia de recursos humanos para llevar a la práctica estos enfoques de desarrollo rural. Como la experiencia ha demostrado en nuestro país, los programas públicos de asistencia social no son muy efectivos para mejorar la participación en el empleo no agropecuario. Lograr la retención de jóvenes

Determinantes del empleo e ingreso rural no agropecuario en el Paraguay

El acceso a servicios públicos puede llegar a ser un elemento importante en la determinación de las estrategias de los individuos rurales para la generación de ingresos, debido a que aquellos que declararon poseer servicios de luz eléctrica tienden a aumentar la probabilidad de poseer empleos fuera del sector agropecuario. En tanto que la posesión de maquinarias y equipos disminuye la participación de los ingresos provenientes de este sector, evidencia que puede estar mostrando que dichos activos elevan la productividad en la actividad agropecuaria, incentivando dichas actividades en detrimento del sector no agropecuario.

113


rurales hasta el término de la enseñanza media es un desafío que se podría traducir en mayores ingresos para los hogares. La inversión en educación rural debiera radicarse en la promoción de planes de capacitación amplia y generalizada entre jóvenes del medio rural, de tal manera que se conforme una base de trabajadores con las herramientas mínimas que requieren los sectores secundarios y terciarios, principalmente, para establecerse y permanecer en operación. Existen estudios, tales como el Informe del Banco Mundial sobre Pobreza en África12, que atestiguan que la equidad de oportunidades para mujeres y hombres puede producir efectos en el crecimiento económico y la reducción de la pobreza. Las políticas y los programas de apoyo a la mujer rural deberían facilitar su acceso al mercado de trabajo asalariado en la agroindustria, el comercio y otros servicios, revisando el actual sesgo a favor de la creación de microempresas, que parecen ofrecer menos oportunidades para un desarrollo real de las mujeres rurales como agentes de procesos económicos sustentables en el tiempo. Un resultado que se ha observado en los últimos años es el crecimiento del empleo fuera de las fincas, que ha acelerado el abandono de los cultivos de subsistencia, tradicionalmente el eje central de la reproducción en la unidad productiva familiar campesina, con fuerte aporte del trabajo femenino, por la semi y subasalarización masculina. Esta situación desigual es interesante de considerar a la hora de elaborar políticas de disminución de la pobreza con perspectiva de equidad relacionada al género. Las políticas de empleo focalizadas hacia las mujeres rurales deberían considerar la alternativa del empleo fuera de las fincas como complemento significativo, por la baja productividad de las fincas campesinas.

114

Como se ha mencionado anteriormente, en muchos casos las políticas de desarrollo rural con la intención de incorporar a la mujer han considerado a la finca como el elemento principal de sus estrategias, dando como resultado el afianzamiento de su función económica, pero implicó mayores cargas de labores para las mujeres. Estas estrategias han estado vinculadas a la producción de autosubsistencia, así como de servicios sociales y comunitarios para el bienestar. Sin embargo, estas estrategias son

12 Compare World Bank, 1999.


Otro de los argumentos por los cuales se hace importante la necesidad de fomentar este tipo de empleos se refiere a que se presenta como una alternativa eficiente ante la contracción del segmento de los trabajadores agropecuarios. La unidad de análisis y del trabajo de los proyectos que deben ser encarados tienen que ser el hogar rural y no la finca. El avance de la agricultura mecanizada, la ineficiencia del mercado en la correcta asignación de las tierras, el deterioro de los suelos y la precarización impulsaron cada vez más a la fuerza de trabajo campesina fuera de sus fincas. Sin embargo, como se ha visto, el sector secundario tampoco muestra ser una alternativa viable, por lo menos por su capacidad instalada en el corto plazo, de absorber este exceso de oferta, aunque en el caso de que se optara por ampliar el empleo en los servicios (y no se está haciendo referencia al servicio doméstico), será necesario ampliar las capacidades de los trabajadores, en el plano educativo principalmente. Varios estudios han considerado que el fomento del arraigo de la familia rural es un aspecto importante en las políticas migratorias. En este sentido, se asumen como desafíos la institucionalización y el fortalecimiento de las instituciones encargadas de la creación de asentamientos rurales (Indert) y órganos afines. Tal fortalecimiento supone el trabajo coordinado de dicha institución con las dependencias gubernamentales encargadas de ejecutar programas de salud, educación, seguridad y otros.

Determinantes del empleo e ingreso rural no agropecuario en el Paraguay

más bien necesidades prácticas pero no sustentables, y con escasa posibilidad de generar cambios sustantivos en la igualdad de ingresos entre los géneros, aun cuando no se esté afirmando que dichas estrategias no tengan validez.

En materia de infraestructura, permitir el aumento del empleo rural no agropecuario y mejorar su productividad y retorno por parte de los trabajadores rurales requieren remover barreras de entrada importantes, tales como son la posibilidad de desplazamiento rápido y seguro hacia las fuentes de trabajo y un sistema de comunicaciones que permita mayores niveles de información. Otra estrategia importante es asumir un tratamiento diferenciado para las zonas rurales más ricas y las más pobres. En las primeras, lo esencial es la reducción de los

115


costos de transacción, que enfrentan tanto los agentes que desarrollan inversiones en factores de impulso del empleo rural no agropecuario como los individuos que buscan participar en actividades no agropecuarias. En las zonas más pobres se requiere un papel más activo del sector público para elevar el atractivo de estas zonas para el sector privado (caminos, electrificación, otros servicios públicos), así como una fuerte focalización de inversiones públicas en el desarrollo de las capacidades de los individuos para poder participar en un rango más amplio de actividades remuneradas (educación, acceso a créditos, activación de los mercados de tierra, etc.). Además, es esencial corregir la frecuente distorsión de proyectos de desarrollo que promueven la iniciación de microempresas y otros emprendimientos familiares o asociativos, que terminan reducidos a empleos rurales no agropecuarios pero meramente de refugio, al no estar vinculados a mercados dinámicos. La evidencia de otros países también muestra que el empleo rural no agropecuario no debe ser planteado como la solución para todos aquellos campesinos pobres y minifundistas cuyo potencial de desarrollo agropecuario es bajo, ni, en el extremo opuesto, como el empleo refugio, mal remunerado, para la población más pobre. En la mayoría de las zonas marginales, el desarrollo de este tipo de empleos no puede visualizarse de forma aislada al desarrollo de la agricultura y del manejo de los recursos naturales, toda vez que estas zonas se caractericen precisamente por la ausencia de factores que dinamicen el consumo y la producción de bienes y servicios. En este sentido, para dar mayor fuerza es necesaria la vinculación del desarrollo productivo local o regional –territorial– con el proceso social de generación de políticas de desarrollo rural. Una visión multisectorial del desarrollo productivo territorial tiene evidentes puntos de conexión con los procesos de generación de políticas que se caracterizan por ser participativos, descentralizados y basados en instituciones locales y regionales (organizaciones de producción, cooperativas, municipios y gobernaciones), que permitan la negociación y conservación de múltiples sectores. 116

Con el enfoque multisectorial se pretende enriquecer el tradicional enfoque sectorial que imponen las institu-


Desde una perspectiva más macrorregional, surge la necesidad de una reforma institucional más profunda, debido a la existencia de instituciones con visiones sectoriales restringidas, procedimientos de planeación de arriba hacia abajo y con prácticas centralistas. Sigue siendo un tema pendiente el resolver cómo el Ministerio de Agricultura y Ganadería interactúa con el de Industria o la Secretaría de Turismo, o con los gobiernos municipales y regionales, o con las mesas de concertación social a nivel local. Por lo tanto, un grave problema seguirá siendo que el fomento del empleo rural no agropecuario es con frecuencia una tierra de nadie. De la misma manera, es una preocupación que aún carece de respuesta el explicar cómo estas instituciones o sus políticas están orientadas hacia un relacionamiento más cercano con los mercados financieros de crédito, teniendo en cuenta que estos siguen con un sesgo urbano muy marcado. Parte del proceso de reforma institucional es vincular lo micro con lo macro, lo local con lo nacional, con el propósito de crear canales de comunicación y que sirvan para dirigir recursos y otros apoyos de manera eficaz, algo muy importante para el desarrollo del empleo rural no agropecuario en los niveles locales. El conocimiento y las instituciones locales por sí mismas no son suficientes para pensar y actuar en un escenario de mercados globalizados, por lo que es necesario resolver cómo estas pueden vincularse efectivamente con las organizaciones capaces de proporcionar acceso al conocimiento técnico, a las habilidades y las redes que son indispensables para participar y competir en economías más relacionadas. Además, y particularmente en las regiones rurales pobres, los recursos humanos y de capital disponibles localmente serán insuficientes para poner en marcha dinámicas sostenidas

Determinantes del empleo e ingreso rural no agropecuario en el Paraguay

ciones y políticas nacionales. En el ámbito territorial local, los sectores productivos están entrelazados y las dimensiones económica, social y política estrechamente vinculadas. Plantearse el desarrollo territorial implica referirse a todos estos sectores y dimensiones, y a sus relaciones mutuas. Esto no implica que no continúe existiendo un espacio significativo para las políticas agropecuarias, sino simplemente optimizar dichas fuerzas para el desarrollo de otras formas de generación de ingresos.

117


de crecimiento, de la envergadura necesaria para que tengan impacto sobre los niveles de pobreza y calidad de vida de los hogares. Por otra parte, se sabe que las políticas que se diseñan y se gestionan de manera centralizada, simple y llanamente son, por lo general, ineficientes e ineficaces. La creación de instancias locales de concertación público-privada, dotadas de suficiente autoridad para incidir sobre las decisiones de inversión y gasto público, ayudaría a generar un ambiente propicio para identificar y poner en marcha motores de crecimiento económico en las zonas rurales más pobres, complementando el papel que cumple el mercado en aquellas zonas en las que, por sus condiciones, hay una mayor inversión y dinamismo en este tipo de empleos.

Bibliografía

BERDEGUÉ, Julio et al.: Empleo e Ingreso no Agrícola en Chile. Red Internacional de Metodologías de Investigación de Sistemas de la Producción. Santiago de Chile, 2001. ESCOBAR, J.: Los Determinantes de la Asignación del Trabajo entre Actividades Agrícolas y No Agrícolas en el Sector Rural de Perú. “Promoción de los vínculos entre el sector agrícola y no agrícola en áreas con agricultura dinámica o alto potencial en América Latina: Implicancias para políticas y programas”. RIMISP-FAO. 1998. ESCOBAR, G.: “Empleo Rural no Agropecuario”: ¿Una Alternativa para el Desarrollo? RIMISP. 2000. GREENE, W.: Análisis Econométrico. Tercera edición. 1999. HECKMAN, J.: Sample Selection Bias as a Specification Error. Econometrica, 47, pp 153-161. 1979. ISLAM, Nurul: The Nonfarm, Sector and Rural Development. Review of Issues and Evidence. International Food Policy Research Institute, IFPRI. Food, Agriculture and Environment Discussion Paper 22. Washington, D.C., USA, 1997. KARUNARATNE, J.A.: Promotion of the Rural Non-Agricultural Sector Industries and the Institution-led Hypothesis. Department of Economic Geography. University of Vassa. Finland, 1997. KLEIN, E.: El Empleo Rural No Agrícola en América Latina. PREALC-OIT, 22 p. 1992. MIDEPLAN, 2000: Resultados de la VII Encuesta de Caracterización Socioeconómica Nacional 1998. Documento Nº 17, Empleo Rural No Agrícola. REARDON, T. y BERDEGUÉ, J.: Rural Nonfarm Employment and Income in Latin America. Seminario Regional sobre Desarrollo de Empleo No Agrícola. BID-CEPAL-FAO-RIMISP. Santiago de Chile, 1999. REARDON, Thomas et al.: Empleo e ingresos rurales no agrícolas en América Latina y el Caribe. Conferencia sobre Development of the Rural Economy and Poverty Reduction in Latin America and Caribbean. BID. New Orleans, 2000. ROBLES, M.: El Empleo en el Paraguay. Evidencia de las Encuestas de Hogares. 2002.

118

TAYLOR, J. Edward: Análisis de los determinantes de actividades no agrícolas rurales por hogares rurales en Michoacán, México, con énfasis en el papel de la educación. Universidad de California en Davis. 1999.


Anexo 1 Definición de las variables utilizadas Variables dependientes enoagro Variable dicotómica, valor 1, si está empleado en el sector secundario y terciario (empleo no agropecuario); valor 0, si no. ing_rnoa Ingreso per cápita de los individuos residentes en el área rural, ocupados en el sector secundario y terciario (empleo no agropecuario), en logaritmos.

Variables independientes pobreza Variable dicotómica, valor 1, si se encuentra por debajo de la línea de pobreza; valor 0, si no. sexjef Sexo de la cabeza de familia; toma valor 1, si es mujer; valor 0, si no.

educ Años de escolaridad. edad Edad en años. Idioma Idioma hablado mayormente por la cabeza de familia; toma valor 1, si habla solo guaraní; valor 0, otros idiomas. lotprop Tenencia de lotes propios, variable dicotómica; valor 1, si tiene; valor 0, si no. electr Disponibilidad de luz eléctrica, variable dicotómica; valor 1, si tiene; valor 0, si no.

Determinantes del empleo e ingreso rural no agropecuario en el Paraguay

tamhogar Número de integrantes en el hogar.

maq_implem Tenencia de equipos o implementos de su propiedad, variable dicotómica; valor 1, si tiene; valor 0, si no. migrac Variable dicotómica; valor 0, si residió “aquí en esta misma área”; valor 1, si no (cinco años atrás).

119


Anexo 2 Descripción estadística de las variables utilizadas

Variables Pobreza Sexjef tamhogar Educ Edad Idioma Lotprop Electr maq_implem Migrac Lambda1 Lambda2

Media 0,3353 0,1340 4,8531 4,9565 45,1731 0,7209 0,6686 0,8362 0,4400 0,1179 1,3684 1,3527

Desvío estándar 0,4722 0,3407 2,5704 3,2245 14,2054 0,4486 0,4708 0,3701 0,4965 0,3225 0,5366 0,5534

Anexo 3 En el presente trabajo se han corroborado las hipótesis sobre la base de los resultados de un modelo econométrico. En términos generales, por medio de un modelo es factible encontrar las relaciones empíricas entre una variable dependiente, para este estudio el ingreso rural no agropecuario, y un conjunto de variables independientes o explicativas. El resultado es la validación estadística de las relaciones entre la variable de interés y el conjunto de variables explicativas; de esta manera, las conclusiones del trabajo, referidas a las políticas para la generación de empleo rural no agropecuario, están respaldadas por evidencia empírica estadísticamente validada. La dificultad que presenta la estimación econométrica, en este trabajo específico, radica en la naturaleza de los datos. En efecto, el empleo rural no agropecuario es desarrollado solo por una parte de la fuerza de trabajo empleada en el sector rural –lo que la literatura llama el truncamiento selectivo–; sin embargo, los trabajadores rurales que no realizan trabajo rural no agropecuario podrían eventualmente hacerlo, y por tanto pasar a formar parte del contingente que en la muestra aparece con ingresos por este tipo de empleos. La alternativa de estimar solo para la muestra que posee ingresos por empleo rural no agropecuario debe ser descartada, debido a que la aplicación de estimaciones econométricas por medio de mínimos cuadrados ordinarios entrega resultados inconsistentes, ya que se estaría omitiendo una variable relevante en el modelo (Greene, 1998). Para el caso de este trabajo, se estaría omitiendo la información de todos los trabajadores rurales que, aunque no realizan trabajo rural no agropecuario, eventualmente lo podrían efectuar, y por tanto los atributos (ej.: edad, educación, etc.) de este segmento de la población deben de alguna forma ser incorporados al modelo de estimación, de tal manera que los resultados sean consistentes con los datos.

120

Formalmente, lo anterior viene dado por la siguiente demostración13. En primer lugar, existe una ecuación que determina la selección (en nuestro caso la

13 Greene (1998).


existencia de ingreso por empleo rural no agropecuario), la cual está dada por: Ecuación 1 zi = γi Li + µ i Luego, hay una ecuación de interés primordial (en este caso el nivel de ingreso del empleo rural no agropecuario), que está dada por: Yi = βi Xi + εi

Ecuación 2

Entonces, el ingreso del empleo rural no agropecuario es observado solo si existe empleo rural no agropecuario. Se debe suponer que la distribución conjunta de µ i y εi es normal, bivariante con vector de medias 0 y coeficiente de correlación ρ. Estos supuestos permiten obtener un modelo que describa el comportamiento de todas las observaciones contenidas en la muestra; tal que: E [yi|yi es observada]

= E [yi|z*i > 0] = E [yi |µi > - γi Li] = βi Xi + E [εi | µi > - γi L i] = βi Xi + ρσελi (αµ) = βi Xi + βλλi Xi (αµ),

siendo, αµ = - γi Li/σµ

Por lo tanto, yi|z*i > 0 = E [y i z* i > 0] + µi = βi Xi +βλ Xi (αµ) +µi

Ecuación 3

Lo que se obtiene en la última expresión es un segundo término en la ecuación de ingreso por el empleo rural no agropecuario (βλ X i (αµ)). Este parámetro contiene toda la información de las observaciones que no presentan empleo rural no agropecuario, es decir que han sido truncadas de la Ecuación 2, de estimación del ingreso rural no agropecuario. En resumen, la verificación de la incidencia de las variables sociodemográficas consideradas se realiza utilizando la técnica de Heckman (1979), que soluciona el problema del cálculo por medio de una estimación en dos etapas. La primera de ellas consiste en estimar un modelo PROBIT sobre todos los casos, es decir, sobre toda la población rural ocupada, ya sea en empleos agropecuarios o no agropecuarios. La variable dependiente toma valores iguales a 0 cuando no hay empleo rural no agropecuario, y toma valor 1 cuando existe el empleo rural no agropecuario. Finalmente, los resultados obtenidos permiten un análisis en dos niveles: el primero, dado por el proceso de selección; y el segundo permite evaluar el efecto de los diferentes atributos sobre el nivel de ingreso de los que realizan trabajo rural no agropecuario.

Determinantes del empleo e ingreso rural no agropecuario en el Paraguay

λi (αµ) = φ (γi Li /σµ) / φ (γi Li/σµ)

121


Anexo 4 Tabla 1: Modelo Probit - Empleo rural no agropecuario por cuenta propia Dependent Variable: ERNA_CP Method: ML - Binary Probit Included observations: 3859 QML (Huber/White) Standard Errors & Covariance Variable Coefficient Pobreza -0,1498 Sexjef 0,7687 tamhogar 0,0221 Educ 0,0105 Edad 0,0063 Idioma -0,2215 Lotprop -0,0835 Electr 0,2381 maq_implem -0,5837 Migrac 0,0253 C -1,4765

Std. Error 0,0709 0,0676 0,0121 0,0086 0,0021 0,0624 0,0651 0,0826 0,0659 0,0846 0,1512

Mean dependent var 0,1278 S.E. of regression 0,3194 Sum squared resid 392,4960 Log likelihood -1321,3254 Restr. log likelihood -1474,4984 LR statistic (10 df) 306,3460 Probability(LR stat) 0,0000

122

z-Statistic -2,1124 11,3791 1,8235 1,2155 2,9329 -3,5483 -1,2824 2,8827 -8,8618 0,2989 -9,7661

S.D. dependent var Akaike info criterion Schwarz criterion Hannan-Quinn criter. Avg. log likelihood McFadden R-squared

Prob. 0,0347 0,0000 0,0682 0,2242 0,0034 0,0004 0,1997 0,0039 0,0000 0,7650 0,0000 0,3339 0,6905 0,7083 0,6968 -0,3424 0,1039


Tabla 2: Modelo MCO - Ingreso rural no agropecuario por cuenta propia Dependent Variable: LOG(INGR_CP) Method: Least Squares Included observations: 493 White Heteroskedasticity-Consistent Standard Errors & Covariance

R-squared Adjusted R-squared S.E. of regression Sum squared resid Log likelihood Durbin-Watson stat

Std. Error 0,1412 0,6232 0,0233 0,0169 0,0059 0,1915 0,1060 0,2124 0,4095 0,1154 0,9576 3,0887

0,3763 0,3621 0,8517 348,9012 -614,3166 1,0732

t-Statistic -7,4278 -1,3091 4,2337 1,9267 -2,3970 -1,3003 -0,8873 0,2390 0,1305 -0,6322 -0,3398 4,6350

Mean dependent var S.D. dependent var Akaike info criterion Schwarz criterion F-statistic Prob(F-statistic)

Prob. 0,0000 0,1911 0,0000 0,0546 0,0169 0,1941 0,3754 0,8112 0,8962 0,5276 0,7342 0,0000 12,7113 1,0663 2,5408 2,6431 26,3847 0,0000

Determinantes del empleo e ingreso rural no agropecuario en el Paraguay

Variable Coefficient Pobreza -1,0489 Sexjef -0,8158 Tamhogar 0,0986 Educ 0,0326 Edad -0,0142 Idioma -0,2489 Lotprop -0,0941 Electr 0,0508 maq_implem 0,0534 Migrac -0,0730 Lambda2 -0,3254 C 14,3163

123


Tabla 3: Modelo MCO - Ingreso rural Dependent Variable: LOG(INGR_RURAL) Method: Least Squares Included observations: 3843 White Heteroskedasticity-Consistent Standard Errors & Covariance Variable Coefficient Edad -0,0124 Educ 0,0434 Pobreza -1,2193 Tamhogar 0,0832 Sexjef -0,6296 Idioma -0,5580 Lotprop -0,0735 sup_lotprop 0,0026 Electr 0,0638 maq_implem 0,0942 Migrac -0,0321 C 13,4422

Std. Error 0,0014 0,0055 0,0385 0,0072 0,0502 0,0402 0,0370 0,0005 0,0426 0,0362 0,0515 0,0893

R-squared 0,4024 Adjusted R-squared 0,4007 S.E. of regression 0,9645 Sum squared resid 3563,7451 Log likelihood -5308,0202 Durbin-Watson stat 1,7615

124

t-Statistic -9,1107 7,9304 -31,6964 11,5580 -12,5330 -13,8880 -1,9853 5,5064 1,4965 2,5988 -0,6235 150,4867

Prob. 0,0000 0,0000 0,0000 0,0000 0,0000 0,0000 0,0472 0,0000 0,1346 0,0094 0,5330 0,0000

Mean dependent var 12,6816 S.D. dependent var 1,2459 Akaike info criterion 2,7687 Schwarz criterion 2,7882 F-statistic 234,5536 Prob(F-statistic) 0,0000


Tabla 4: Modelo MCO - Ingreso rural agropecuario Dependent Variable: LOG(INRAGR) Method: Least Squares Included observations: 2665 White Heteroskedasticity-Consistent Standard Errors & Covariance Std. Error 0,00193 0,01033 0,00838 0,08108 0,06536 0,05545 0,05732 0,00051 0,04962 0,12956

R-squared 0,21652 Adjusted R-squared 0,21387 S.E. of regression 1,13737 Sum squared resid 3434,53298 Log likelihood -4119,49557 Durbin-Watson stat 1,89926

t-Statistic -5,51579 2,35504 -1,22374 -9,01259 -13,95759 2,77514 -0,38526 5,82133 6,86495 103,14733

Prob. 0,00000 0,01859 0,22116 0,00000 0,00000 0,00556 0,70008 0,00000 0,00000 0,00000

Mean dependent var 12,46502 S.D. dependent var 1,28278 Akaike info criterion 3,09906 Schwarz criterion 3,12115 F-statistic 81,52656 Prob(F-statistic) 0,00000

Determinantes del empleo e ingreso rural no agropecuario en el Paraguay

Variable Coefficient Edad -0,01065 Educ 0,02433 Tamhogar -0,01025 Sexjef -0,73076 Idioma -0,91221 Electr 0,15388 Lotprop -0,02208 sup_lotprop 0,00299 maq_implem 0,34061 C 13,36350

125


126


César Romero

La incidencia del sistema educativo en la construcción de capital social en Paraguay

La incidencia del sistema educativo en la construcción de capital social en Paraguay

“En la escuela no se educan pastores para rebaño, sino rebaños para pastores.” León Tolstoi

127


128

CÉSAR LUIS ROMERO CUEVAS es Ingeniero Agrónomo y Magíster en Gestión de Proyectos por la Universidad Nacional de Asunción.


Resumen

Tras el desarrollo de los conceptos de “solidaridad potencial”, “confianza”, “pertenencia a una red” y “participación activa”, construidas las variables correspondientes, se las conjuga en la variable global resultante “Capital Social” con el mismo peso. Como se muestra en los cuadros y como sucede con cualquier aspecto separado de una “sola realidad”: si se toma el efecto aislado de cada variable: pertenencia a “redes sociales”, “confianza y solidaridad” o de “asociatividad”, los niveles son relativamente altos; pero cuando se los entrecruza y combina, para hablar de “capital social” real, es decir orgánico y efectivo, vemos que menos personas tienen las tres características.

La incidencia del sistema educativo en la construcción de capital social en Paraguay

La hipótesis central de este trabajo es que “en el Paraguay el sistema educativo estatal vigente contribuye en bajos niveles al desarrollo de la confianza y la asociatividad”. Desde la perspectiva de que el capital social, en su concepción clásica, supone la cohesión social en un determinado espacio social, fundado en la solidaridad y la confianza que diferentes individuos y redes sociales establecen con el objeto de alcanzar fines y logros compartidos. Visto que se viene llevando a cabo en Paraguay el proceso de reforma del sistema de enseñanza, se desarrolla el presente trabajo en búsqueda de la superación de los problemas sociales: desigualdad, pobreza y exclusión que trae aparejadas la modernización.

Un marco teórico fundamenta el trabajo de manera breve, seguido de una exposición analítica que luego se concentra en los hallazgos de la investigación, sin dejar de lado la exposición de los objetivos, el alcance y las limitaciones. Otro apartado importante explica la metodología utilizada. Finalmente se exponen las conclusiones y propuestas de políticas que buscan auspiciar la movilización del capital social como contribución al desarrollo sustentable del Paraguay.

129


1. Antecedentes El presente estudio sobre “La incidencia del sistema educativo en la construcción de capital social en Paraguay” se presenta en el marco del Segundo Concurso de Investigaciones sobre Población y Desarrollo del Proyecto “Formación de Actores Estratégicos en Población y Desarrollo”, convocado por la Asociación Paraguaya de Estudios de Población (ADEPO) y con el apoyo del Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA), como parte de las actividades del Fondo de Investigaciones. Contribuir al conocimiento de la realidad sociodemográfica de nuestro país, atendiendo a la relación existente entre los diferentes aspectos de la dinámica de la población y el desarrollo, tendiendo a aportar elementos que sirvan de base para el diseño, la ejecución y evaluación de políticas públicas orientadas a dar respuesta a las carencias históricamente experimentadas por nuestra sociedad, es el propósito de la convocatoria, que fuera dirigida a investigadores privados, universidades, centros de investigación y ONGs. En este sentido, es importante señalar que en el país, desde 1950, se han levantado periódicamente censos de población, y últimamente se han realizado encuestas demográficas, de hogares y salud. Asimismo, se han realizado diagnósticos sociodemográficos, y diferentes órganos sectoriales del Gobierno han venido trabajando en programas o proyectos sociales, salud, educación, género, asentamientos humanos, con vinculación directa o indirecta, implícita o explícita, con factores de la dinámica demográfica. Con este estudio sobre el sistema educativo paraguayo y los niveles de desarrollo del capital social de nuestro país, entendemos que contribuimos con la ADEPO en su propósito de incrementar el nivel de conocimiento de los fenómenos poblacionales y su aplicación en el manejo de los procesos socioeconómicos y en la formulación de políticas de desarrollo.

130


2. Introducción

No pocos autores nacionales –como Ramiro Domínguez, El valle y la loma; Helio Vera, En busca del hueso perdido; Saro Vera, El Paraguayo, un hombre fuera de su mundo; Aníbal A. Romero Sanabria, ¡¡¡Ya da...ya !!!: Reingeniería del Paraguayito– coinciden en que las relaciones sociales en Paraguay suponen todavía la existencia y la pervivencia de tradiciones de reciprocidad fundadas en una cultura de carácter agrario, en un sentido amplio; es decir, el nuestro es un ámbito donde tienen predominancia los lazos de parentesco y el sentido de comunidad. Bartomeu Melià, en El Paraguay inventado (Asunción, 1997), tras cuestionarse, a partir de elementos antropológicos y etnográficos, sobre la existencia de una historia del Paraguay y de sus habitantes, y luego de destacar los modelos de acción tras acentuar el concepto de sociedad como “una comunidad de compañeros libres e iguales; de personas (...) perspectiva ideal de una cultura”, resalta la expresión indígena TEKO KATU que la define, y se pregunta:

La incidencia del sistema educativo en la construcción de capital social en Paraguay

El capital social, en su concepción clásica (Bourdieu; Putnan; Durston, Kliskberg), supone la cohesión social en un determinado espacio social, fundada en la solidaridad y la confianza que diferentes individuos y redes sociales establecen con el objeto de alcanzar logros y fines compartidos. Y es desde esta perspectiva que lo estudiaremos en el presente trabajo, vista la necesidad de acotar la investigación, además de las numerosas ampliaciones que vienen agregándose al concepto, sobre el cual aún no existe consenso.

“¿Hay una comunidad llamada Paraguay? ¿Cómo conocerla? ¿Cómo entenderla y trabajar con ella?” (...). Es claro que la comunidad no actúa visiblemente en todos los momentos y circunstancias de la vida, pero llega a ser una referencia constante y un modelo operacional que une a todos en un mismo pensar y sentir.” 1

1

Melià, Bartomeu: El Paraguay inventado. Págs. 103-104.

Por otro lado, agregamos nosotros, en el espacio económico el desenvolvimiento de la modernidad también supuso el progresivo desarrollo de un individualismo que marcó la incorporación del Paraguay a la economía regionalizada, que tiene su culmen en el Mercosur.

131


Buscando enlaces que expliquen las realidades mencionadas (la económica y la social), podemos arriesgarnos a exponer que los procesos de debilitamiento y desarticulación social que trae aparejados el modelo de desarrollo (agroexportación y expansión del sector de comercio y servicios) ponen en entredicho la tradición referida, o al menos esta no es canalizada hacia la superación de los problemas sociales: desigualdad, pobreza y exclusión que trae aparejadas la modernización. En los últimos 10 años se viene llevando a cabo en Paraguay el proceso de reforma del sistema de enseñanza, hecho que presenta muchos desafíos para encarar el cambio del modelo actual, poniendo énfasis en una capacidad humana que se inserte en el mundo global. Sin embargo, dicho proceso, a nivel nacional, no incorpora el factor de las redes sociales y las relaciones de solidaridadconfianza, en el sentido de orientar la formación del recurso humano hacia las transformaciones actitudinales que provoquen, a su vez, las transformaciones económicas que estimulen un desarrollo hacia un modelo productivo de significancia en el mejoramiento de las condiciones de vida y el empoderamiento de la mayor parte de la población paraguaya. Entendemos que la propia Constitución Nacional, cuando refiere “Del derecho a la educación y de sus fines” 2, funda ya el marco indicativo general del aspecto “relacional” y de promoción de valores, como ser: “la solidaridad”, “la cooperación” y “los principios democráticos” que hacen a la movilización del capital social, que como política de educación cualquier Gobierno tendría que promover en Paraguay. La misma establece:

132

“Toda persona tiene derecho a la educación integral y permanente, que como sistema y proceso se realiza en el contexto de la cultura de la comunidad. Sus fines son el desarrollo pleno de la personalidad humana y la promoción de la libertad y la paz, la justicia social, la solidaridad, la cooperación y la integración de los pueblos; el respeto a los derechos humanos y los principios democráticos; la afirmación del compromiso con la Patria, de la identidad cultural y la formación intelectual, moral y cívica; así como la eliminación de los contenidos educativos de carácter discriminatorio.

2 Artículo 73. Constitución Nacional de la República del Paraguay.


Sin embargo, a nivel de diseño de planes y programas que contemplen el desarrollo del capital social, vale mencionar que se encuentra en elaboración3 un Plan Nacional de Educación en Valores. Este intenta integrar en el componente fundamental, el componente académico y el componente local, la educación moral como fundamento de la construcción de una ciudadanía democrática, y como objetivos, entre otros, la promoción de un cambio actitudinal hacia la práctica de valores, la participación ciudadana y la práctica de la solidaridad. Por otro lado, en el Plan Específico de Implementación Experimental del Bachillerato Científico, con Énfasis en Ciencias Sociales4, en el que se hace un aterrizaje de los fines y objetivos de la educación paraguaya a la educación media, y se profundiza sobre los aspectos metodológicos para que el alumno experimente y aprenda que “necesita de los demás” y que es necesario que sea “solidario” y “participe en la toma de decisiones”, no se abre la posibilidad de que la relación construida con los demás puede potenciar al individuo mejorando sus posibilidades de consecución de objetivos sociales, políticos e incluso económicos.

3 Versión preliminar. MEC. Viceministerio de Educación. Dirección General de Desarrollo Educativo. Asunción, 2003. 4 Plan Específico de Implementación Experimental del Bachillerato Científico, con Énfasis en Ciencias Sociales. MEC. Viceministerio de Educación. Programa de Estudio 3er. Curso. Asunción, 2004. 5 Citado por: Thomas Otter. Paraguay: Un año de gobierno de Nicanor Duarte. Tímida agenda “para un País Mejor”. http:// novapolis.pyglobal.com/ Septiembre, 2004. 6 MEC. Reforma Educativa. Programa de Mejoramiento de la Educación Primaria. BID. Octubre, 1997.

Así también, en la bibliografía oficial consultada no encontramos explícitamente el término “capital social” como concepto a ser desarrollado, salvo en Agenda para un País Mejor5, al ser listadas las áreas prioritarias de acción para el quinquenio de gobierno de la actual administración estatal. Cuando refiere de los “Ejes estratégicos secundarios y temas transversales”, explícitamente se habla de “Fortalecimiento del capital social”. Hecho que creemos es un reflejo de la escasa apropiación del concepto a nivel de políticas, ya que también tiene un desarrollo reciente. No ocurre lo mismo para los determinantes asumidos en este trabajo, que como mencionáramos sí son de referencia frecuente en numerosos documentos, como ser, por ejemplo, en “Lo pedagógico, lo compartido y lo participativo... Condimentos para la Gestión Escolar”6, donde se desarrollan varios capítulos sobre los tipos de participación, metodologías para su movilización, entre otros. Es importante, para seguir avanzando, explicitar los conceptos asumidos y construidos para la elaboración de

La incidencia del sistema educativo en la construcción de capital social en Paraguay

La erradicación del analfabetismo y la capacitación para el trabajo son objetivos permanentes del sistema educativo.”

133


la presente investigación, si bien la metodología de construcción se desarrolla en el ítem 5.1. Tenemos así: Solidaridad Potencial. A partir de los datos de la Encuesta de Hogares 2002 de la DGEEC, la predisposición que los miembros de los hogares mayores de 15 años tienen para contribuir a obras y proyectos de una colectividad definida, en la cual participan o están en contacto, aunque sea de manera interrumpida. Confianza. A partir de los datos de la Encuesta de Hogares 2002, es la potestad que los agentes tienen de disponer de bienes o prestaciones ajenas y que puedan ser restituidas sin que implique un conflicto interindividual o que tenga una repercusión en la conformidad de los prestatarios. En este sentido, se mide este nivel conjugando todas las variables captadas en la encuesta referida y poniéndolas articuladamente para mostrar aquellas prestaciones que fueron realizadas según un flujo esperado de devolución y satisfacción de los implicados en dicha interacción. Pertenencia a una Red. Según las variables de la EPH 2002, se construye la “red social” como la condición de que un agente social mayor de 15 años tenga “recursos reales o potenciales” donde recurrir ante circunstancias de necesidad; es decir, personas con quienes se realizó efectivamente un intercambio de prestaciones o con quienes potencialmente se entablarían dichas interacciones. Es clave recalcar que esto no es lo mismo que “participación social”, donde subyace el elemento “organizativo” y este es formal cuando se trata de un colectivo de personas que interactúan. La recurrencia ante necesidad actúa, así, como “indicador” concreto, que expresa la pertenencia de una persona a una “red social”. Capital Social. Agregado de recursos reales o potenciales en términos relacionales que los agentes poseen para orientarlos al beneficio propio y colectivo, a fin de promover el desarrollo en distintas esferas: económica, social y cultural. Para este estudio, el capital social es una variable que se construye a partir del cruzamiento de las variables7 Solidaridad Potencial, Confianza y Pertenencia a una Red, expuestas en este documento. 134

7 Parámetros utilizados para el efecto, consultar en ítem 5.1.


Participación Activa. En este trabajo no solamente se refiere a la condición de pertenencia a una organización de carácter formal, sino también al hecho de que en dicha organización los miembros sean aquellos que la conforman en carácter de dirigentes o de miembros activos. La conjunción de ambos aspectos es considerada como una situación efectiva cuando de incidir en instancias públicas se trata. En este estudio solo en el ítem 9 se profundizan en términos generales las relaciones de esta variable con respecto al capital social.

El trabajo se concentra sobre todo en el desarrollo de la investigación propiamente, así como en los hallazgos, trazando interpretaciones de la realidad encontrada desde una perspectiva determinada que interpreta las situaciones descritas como “resultado propiciado por un proceso histórico y sociocultural, promovido y/o descuidado por las distintas hegemonías que se sucedieron en el Paraguay”. En un intento por realizar un aporte, hacia el final del documento se exponen las conclusiones y propuestas de políticas que buscan auspiciar la movilización del capital social como contribución al desarrollo sustentable y la profundización de la democracia participativa como conceptos y modelos siempre perfectibles de convivencia.

La incidencia del sistema educativo en la construcción de capital social en Paraguay

Así es que el presente documento primeramente abordará el marco teórico que fundamenta el trabajo de manera breve, a fin de concentrarse en los hallazgos de la investigación, luego de la exposición de los objetivos, el alcance y las limitaciones. Seguidamente, en otro apartado se explica la metodología utilizada para la investigación.

3. Objetivos y alcances de la investigación 3.1 El objetivo principal Este estudio pretende realizar una caracterización sincrónica (de corte transversal) sobre los niveles institucionales y no institucionales del capital social en su vinculación con la educación, a fin de indagar sobre las posibles influencias de las variables educativas en los niveles de 135


pertenencia a una red, las relaciones de solidaridad y la confianza.

3.2 Los objetivos específicos Para alcanzar el propósito señalado el estudio busca: 1. Señalar las relaciones del nuevo sistema educativo paraguayo y el desarrollo del capital social. 2. Determinar las fuentes de construcción o generación del capital social en el Paraguay de hoy. 3. Resaltar el rol de la educación en la construcción del capital social en la sociedad paraguaya.

3.3 El alcance y las limitaciones Si consideramos que el sistema educativo del Paraguay abarca la Educación Básica, la Educación Media, la Capacitación Técnica, la Capacitación No Formal Asistemática (por medios masivos de difusión, cursos de ONGs), la Educación Superior No Universitaria (docentes, militares y policías), la Educación Universitaria, los Estudios de Posgrado (especializaciones, maestrías, posgrados), hubiera sido de mayor fidelidad para las conclusiones del estudio si tomásemos únicamente a la población comprendida entre los 15 a 24 años. Vista la disponibilidad de información, la malla curricular, los estratos estudiados en EPH 2002 y la puesta en vigencia progresiva de la Reforma Educativa (desde 1993), como ilustra el cuadro 1, junto con las eventuales relaciones entre el periodo de implementación de esta, la edad de los estudiantes y el periodo de disponibilidad de estudios de población, la concentración del estudio en el segmento referido hubiera sido de mayor ilustración, como pretendía la propuesta presentada, quedando este propósito para encararlo en estudios más específicos.

136


cuadro 1 Relaciones entre: periodo implementación Reforma Educativa, niveles de estudio, edad de estudiantes y estudios de población VARIABLES EN CONSIDERACIÓN Nivel de estudio

Edad del estudiante en años Estudios de población*

Periodo de implementación de la vigente Reforma Educativa en años 1992 1993 1994 1995 1996 1997 1998 1999 2000 2001 2002 2003 2004 P 1º 2º 3º 4º 5º 6º 7º 8º 9º 1-M 2-M 3M E. Inicial Educación Básica Educación Media 5 6 7 8 90 10 11 12 13 14 15 16 17 CPV

EPH CPV

*CPV: Censo de Población y Viviendas. EPH: Encuesta Permanente de Hogares.

La investigación realiza un estudio a nivel nacional, concentrándose básicamente en las variables educativas y de formación (nivel educativo; asistencia y nivel de enseñanza y el tipo de instituciones educativas), para posteriormente, en términos generales, abordar el capital social por áreas geográficas y de dominio geográfico. Así también, desagregar informaciones por sexo y relaciones de parentesco. Culminando el análisis con el estudio por el idioma hablado.

3.4 El problema abordado El problema expuesto como interrogante es: ¿Estamos educando para construir capital social en Paraguay? ¿Cuáles son los determinantes o factores decisivos que constituyen el capital social en Paraguay?

La incidencia del sistema educativo en la construcción de capital social en Paraguay

Fuente: Elaboración propia

En este contexto, la educación es un hecho clave, ya que aporta la reflexión sobre la lógica de la construcción del capital social en que se encuentran los actores sociales y la estructura económico-social de una sociedad que ha desarrollado en los últimos años un sistema educativo extendido a la población en general. De ahí es que se hace necesario identificar las políticas que en el Paraguay promueven la educación para la construcción del capital social. Expresión real del desarrollo de estas políticas es la inversión que el Estado realiza en educación para la construcción del capital social. De ahí también su necesaria cuantificación en su relación proporcional (del capital social) con otros aspectos determinantes del desarrollo.

137


4. Marco teórico La necesidad de la constitución de un proyecto social que defina las bases del desarrollo es cada vez más urgente en un contexto del incremento de la pobreza y de la pérdida de legitimidad de las esferas clásicas de representación política. En ese marco, la función integradora de la educación, a la que Durkheim se refería como una institución social que articula la cohesión de los individuos, en nuestro país está en la mira de observación y crítica por parte de diversos sectores sociales, especialmente los más carenciados, que hallan en la educación un ámbito de la paradoja: por una parte, como una vía de ascensión social –los niveles de ingreso se incrementan con el nivel de educación8 para algunos–; y, por la otra, como el espacio en que se reproducen las diferencias y las desigualdades de la estructura social paraguaya para otros. En esa perspectiva, el concepto de capital social ha surgido y ha devenido una categoría analítica importante en los últimos años, a raíz de prestar atención al problema de la integración social y al marco en que se desenvuelven las relaciones de cooperación, solidaridad y confianza de un determinado espacio colectivo. De ahí que la preocupación por el conjunto de recursos y relaciones de los sujetos sociales se vuelve un indicador muy importante para dar cuenta de la orientación y el sentido de los mismos en términos de la redefinición de los problemas referidos y la necesidad de recomponer los tejidos dañados de la trama social.

138

Numerosos son los autores que en esta última década se han abocado al estudio del capital social. Si bien se entiende por qué no se llega a acotar el debate metodológico y epistemológico, así como las implicancias de este determinante económico, que, por cierto, por de pronto es admitido ya como una forma más de capital, junto al capital natural (recursos naturales con que cuenta un país), el construido (generado por el ser humano, que incluye infraestructura, bienes de capital, capital financiero, comercial) y el capital humano (determinado por los grados de nutrición, salud y educación de la población).9 Kliksberg sentencia que “el capital social sigue dando muestras de su presencia y acción efectiva”, o bien, acotamos

8 Resultados preliminares Censo 2002. DGEEC. 9 BM, citado por Bernardo Kliksberg: Capital Social y Cultura, claves esenciales del desarrollo. Revista de la CEPAL Nº 69. Diciembre, 1999. Pág. 87.


nosotros, “su ausencia explica su importancia a la hora de la necesidad de catalizar procesos comunitarios o asociativos”.

El presente estudio quiere ser un instrumento para explicar en sentido contrario a lo que refería Kliksberg (ausencia que explica trascendencia), reforzando la importancia del capital social basado en experiencias empíricas de trabajo en desarrollo comunitario, visto que la mayoría de las veces es harto difícil llevar adelante emprendimientos asociativos en nuestro país. El capital social es definido como un conjunto de recursos reales o potenciales de los que los individuos hacen uso en su relación con los demás (Bourdieu, 1985). Pero este recurso no nace ni se reproduce en el vacío. Sin duda alguna, dicha “disposición” es inculcada o por lo menos se presume que acompaña el ritmo de socialización, ya que todo “proyecto educacional” es un proyecto de inserción social e inclusión en el contexto comunitario y nacional.

La incidencia del sistema educativo en la construcción de capital social en Paraguay

Seralgeldin (1998), citado por Kliksberg, se refiere a la (...) “relevancia del capital social en el desarrollo”, pese al desacuerdo de los investigadores y cientistas prácticos respecto a (...) “cómo se le puede generar y utilizar y de qué modo se le puede materializar y estudiar empíricamente”. Es en este sentido, creemos, que la DGEEC realizó un esfuerzo para “captar” la presencia de este recurso por medio de la EPH 2002 en nuestro país.

Según Durston, el capital social, al mismo tiempo que es un recurso individual, es patrimonio comunitario; “es más, la distribución entre los individuos de este patrimonio supone la calidad y el volumen a nivel colectivo de la solidaridad, confianza y fortaleza de los núcleos tanto organizados formalmente como las redes sociales no formales”10. Esto es trascendente en el sentido de la posibilidad de acumular recursos relacionales a nivel de cada agente, como si fuera objeto de propiedad restringida; dicha posesión se funda en la existencia de dicha propiedad, pero a nivel social, y que posibilita la distribución entre los distintos actores sociales. 10 Durston, John: ¿Qué es el capital social comunitario? Serie Políticas Sociales, CEPAL, Santiago, 1999.

Por lo tanto, el análisis de la educación, en términos de su incidencia sobre el capital social, se ha constituido en

139


una preocupación teórica que orientó la necesidad de indagar sobre sus relaciones, sus influencias mutuas y sus implicaciones, tratándose de la esfera pública y la participación social. Como señalan Cajiao y Arenas: “En el caso del capital social, la educación formal es muy importante, pero sobre todo en la medida en que ella permita la construcción de vínculos fuertes entre diversos sectores de la sociedad. Para la constitución de capital social parece que las instituciones escolares básicas tienen un papel muy destacado en el desarrollo de habilidades sociales, que no necesariamente están relacionadas con la ‘calidad académica’ tradicional, sino más bien facilitando y estimulando la adquisición de habilidades y valores de cooperación, solidaridad, participación, liderazgo, etc.”11 De este modo, y reconociendo la estrecha relación entre estos dos ámbitos para la construcción de individuos fortalecidos en su acción “proactiva” para el desarrollo de valores plenamente democráticos, es también importante resaltar la importancia de la función educativa para el desarrollo de una actitud crítica en los sujetos, lo cual les dará condiciones de enfrentar circunstancias que pongan en riesgo un proyecto colectivo hacia el desarrollo socioeconómico y la dinámica democrática (corrupción, autoritarismo, apatía, etc.). Por otra parte, como plantean los autores citados, el papel central que juega la educación en los diferentes contextos nacionales, en tanto contribuyen a la integración social y al desarrollo de condiciones para el desarrollo socioeconómico, alienta la preocupación hacia la esfera educativa como un ámbito de preocupación “pública”, es decir, un interés del propio Estado por un ámbito de resonancia pública, considerando los efectos del buen o mal desempeño de lo educacional para toda la colectividad de un país.

140

El capital social anima el debate y el diálogo para la construcción colectiva de identidades aunadas –aunque no uniformadas–, así como estimula la posibilidad de hacer público el conflicto latente e inherente a una estructura social mercantil. Las contradicciones sociales, sin embargo, coexisten con la cohesión social tras la mediación “dialógica”12, es decir articulada, entre los grupos sociales diferenciados, a fin de hacer posible la construcción so-

11 Cajiao, Francisco y Arenas, Wendy: Educación, Desarrollo y Desarrollo de la Solidaridad. Capital humano y Capital social en la Región Andina; en: Capital social. Clave para una Agenda Integral de Desarrollo, Corporación Andina de Fomento, Caracas, 2003, Pág. 45. 12 De Diálogo.


cial de mecanismos de bienestar, justicia social e igualdad de “oportunidades”, en función de la movilidad social y la participación en el poder.

“De nuevo es importante mencionar que, en la medida en que todas las ‘organizaciones educadoras’ fomenten la segregación y segmentación social –con el conjunto de prejuicios que van atados a los arquetipos e imaginarios sociales que mantienen las distancias–, el capital social de una comunidad se verá deteriorado y los costos de transacción entre individuos y grupos será muy alto, mientras que toda acción conducente a reducir distancias y fragmentaciones contribuirá a un incremento de ese capital que permite desarrollar cada vez más relaciones de confianza, facilitando muchas de las actividades de intercambio material y cultural entre ciudadanos.” (Cajiao, Arenas: 2003, 46.) En todo este contexto, se debe presumir que la educación es de por sí una acción participativa, sea esto resultante de una explicitación en la práctica educativa de los docentes e instituciones de enseñanza, sea porque al menos el principio de toda realidad relacional, como es la educación, supone que los sujetos “participen” de su proceso educativo, activa o pasivamente. Esta antinomia –dicen Jorge Werthein y Manuel Argumedo– es la apariencia dual de una realidad dialéctica, lo cual supone que “educar no parece permitir la participación a nivel individual sino dentro de ciertos límites, y en la medida en que se considera la realidad social global, las posibilidades de participar disminuyen o, por lo menos, aparecen condicionantes que restringen y orientan esas posibilidades individuales de participación que parecían ilimitadas”13. 13 Werthein, Jorge y Argumedo, Manuel (editores): Educación y Participación, IICA/MECSEPS, Brasilia, 1986, Pág. 16.

En la Reforma Educativa paraguaya se enuncian principios orientadores de la construcción de propuestas curriculares y prácticas pedagógicas con fuerte sustento

La incidencia del sistema educativo en la construcción de capital social en Paraguay

Este es el sentido que tienen lo “público” y su vinculación con la educación. La educación construye lo público en el ámbito “privado” de las instituciones educativas. Pero da el significado identitario a las masas y participa de la reproducción de un relato de integración que posibilita dirimir de manera pacífica las asperezas resultantes de la diferenciación social, así como potenciar los elementos articuladores y de común patrimonio cultural de los individuos.

141


participativo y asociativo. Al tratar sobre la función social de las instituciones de enseñanza se plantea que el “papel social” de la institución educativa hace referencia al concepto de educación permanente, esto es, la “educación como trascendente de la escuela”, educación para toda la vida. “Se concibe a la persona, al estudiante, como un ser social, relacionado con su entorno, por lo que la institución educativa deberá formar su propia identidad en relación a la realidad en la cual está inmersa (...)”14 “La institución educativa que desee avanzar hacia una gestión participativa requiere establecer formas de acción y de interacción democráticas. Su característica relevante es reconocer que la institución está atravesada por múltiples contradicciones, las cuales deben ser explicitadas, analizadas y arbitradas con el compromiso de los actores del proyecto institucional. “Las instituciones educativas, en su calidad de servicio público, deben constituirse como una sociedad democrática, que educa a cada individuo en su función de promover la democracia.”15

5. Metodología La hipótesis central de este trabajo es que “en el Paraguay el sistema educativo estatal vigente contribuye en poco al desarrollo de los niveles de confianza y asociatividad”. Este estudio se basa en determinar la relación entre los niveles de educación de la población en general y los niveles de desarrollo de capital social. En el “sistema educativo en vigencia”, así como la pervivencia de varios sistemas que hacen a los niveles educativos de la población en general.

142

Para el trabajo se utiliza la Encuesta de Hogares del año 2002 y se trabaja con el Registro de Población. Visto que la Encuesta Permanente de Hogares 2002 (EPH/2002) incorpora un módulo que refiere al capital social, donde

14 MEC: Construyendo un modelo participativo de gestión escolar. Programa de Mejoramiento de la Educación Primaria, UCPMEC-BID, Asunción, 1996, Pág. 19. 15 Ídem.


se profundizan temas que incluyen variables tales “como: a) Redes Sociales; b) Confianza y Relaciones de Cohesión; c) Asociatividad; d) Participación Ciudadana; e) Empoderamiento y Participación Política; f) Acceso a la Información; g) Violencia y Seguridad; h) Cohesión y Sociabilidad”16. También se consideran estadísticas sectoriales sobre educación, demografía y aspectos socioeconómicos.

Se fundamenta esta determinación en la concepción que los clásicos del capital social poseen del mismo, como (...) “normas o valores compartidos que promueven la cooperación social”17, y fundamento del desarrollo económico, agregamos nosotros. Luego, se construyen las siguientes variables a partir de las existentes sobre capital social en la Encuesta Permanente de Hogares 2002, para dar cuenta del fenómeno estudiado en este trabajo18: a) b) c) d)

Red Social; Confianza; Participación Activa Solidaridad Potencial

Redsoc Confia Partac Solpot

La incidencia del sistema educativo en la construcción de capital social en Paraguay

Atendiendo a lo referido y considerando la importancia relativa de cada uno de estos aspectos como indicadores de capital social; vistas también las eventuales relaciones antropológicas y la información disponible en la EPH 2002 (base de información), la investigación profundiza en los siguientes indicadores: a) Redes Sociales; b) Confianza y Relaciones de Cohesión; c) Asociatividad; h) Solidaridad.

La variable resultante, que conjuga todas las anteriores, es Capsoc (capital social), la cual se constituye en nuestra variable principal. 16 Encuesta Permanente de Hogares, DGEEC, 2002. 17 Fukuyama, Francis: Capital Social y desarrollo, la agenda venidera; en: Capital Social y reducción de la pobreza en América Latina y el Caribe: En busca de un nuevo paradigma. Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL); Universidad del Estado de Michigan.Chile. 2003. Pág.15. 18 La explicación del proceso de construcción de variables, ver en ítem 5.1.

Las variables de la EPH 2002 que se consideran en términos de su incidencia sobre el capital social son: Nivel educativo culminado; Asistencia actual según nivel educativo al que asiste; Tipo de institución a la que asiste; Condición de ocupación y características de empleo; Años de instrucción y nivel educativo; Nivel de estudios de los padres; Área geográfica; Sexo; Relación de parentesco y Lengua hablada. 143


5.1 El capital social en Paraguay, a partir de la EPH 2002 / DGEEC La EPH 2002/DGEEC cuenta con todo un capítulo que atiende el tema capital social en el Paraguay. Basado en el cuestionario de esta y la investigación bibliográfica expuesta, la construcción de variables referidas en el ítem 5, que son expuestas en este apartado, se desarrolla de la siguiente manera (para consultas respecto a preguntas, consultar cuestionario EPH/DGEEC 2002.)19: 1) Para la variable “Red Social” se toman las preguntas del cuestionario referido en la Sección 6. Parte A. Preguntas: 1, 2, 4, 6 y 7. Con ellas se construye este indicador que da cuenta de si una persona, además de haber recurrido a su red social, atiende a otras personas que recurren a ella. 2) Para la variable “Confianza” tomamos siempre de la Sección 6. Parte B. Preguntas: 1, 2, 3, 4 y 5. El supuesto es que una persona que prestó algún bien o dinero, halla sentido confianza en los intercambios o prestaciones. Todas las preguntas referidas son indicadores concretos de confianza en dichas prestaciones. 3) En cambio, para la variable “Solidaridad Potencial” tomamos las preguntas de la Parte B: 8 y 9. Estas se refieren a si una persona prestaría tanto su tiempo como su dinero para favorecer un proyecto colectivo del que no es necesariamente beneficiaria directa. Pues concluimos que estas personas, si bien tuvieron o no gestos de solidaridad (medidos por la encuesta), potencialmente expresan que podrían apoyar un emprendimiento que no les beneficia directamente. 4) Para la variable “Participación Activa” tomamos las preguntas de la Parte C: 1 y 3. Presumiendo que si una persona pertenece a algún tipo de organización formal y además participa como dirigente o miembro activo, esa persona participa en términos de actor social comprometido, con posibilidad de asumir responsabilidades ciudadanas.

144

La teoría clásica del capital social (Bourdieu y Coleman) habla de que los requisitos de los primeros 3 puntos reunidos y conjugados (Red Social; Solidaridad; Confianza) hacen al capital social de un individuo, como un activo

19 Para todos los casos, en la construcción de variables del capital social y sus determinantes (pertenencia a redes; solidaridad potencial y confianza), el peso que se da a los factores dependientes es igual. A ningún factor se le da una ponderación superior.


que él posee. Plantean los mismos, y allí ya Putnam y Kliksberg, presumiendo que con bases de relaciones sociales bien afianzadas, la participación ciudadana y el desarrollo de estrategias colectivas para aspirar al desarrollo son efectivas.

La variable “Capital Social” se construye sobre tres variables fundamentales, que no son variables sueltas o individuales resultantes de la base de datos proveída por la DGEEC, sino reconstrucciones o recategorizaciones de algunas variables en una agrupada y comprehensiva selección. Las recategorizaciones para construir el indicador de capital social son principalmente las referidas a los siguiente aspectos: 1) “Red Social”, es decir, la tenencia real o potencial de recursos relacionales que posibilitan administrar tanto recursos materiales como simbólicos, para el beneficio de una comunidad. Con beneficio simbólico nos referimos a “confianza, solidaridad y cierto cooperacionismo”. En este indicador se pone peso en la esfera o ambiente que hace posible surgir dichos recursos. O sea, no se habla todavía de esos recursos en esta variable, sino del medio social; y este medio social por excelencia, cuando se habla de capital social, son las redes sociales. 2) En segundo lugar, y vinculados con lo anterior, están los recursos relacionales en sí: solidaridad, confianza, cohesión, cooperación. La variable que se construye trata de mostrar si alguna persona que haya donado o haya recibido algún bien, sea este dinero u otro, o si estaría dispuesta a brindar ayuda en su comunidad (con tiempo o dinero), constituyó no solo confianza, sino una “relación de confianza” que haga perdurable su “capital

La incidencia del sistema educativo en la construcción de capital social en Paraguay

La cuarta variable, “Participación ciudadana”, no está incluida en la construcción de la variable global “Capital Social”, pero se hace un cruzamiento para ver su comportamiento. En efecto, como se verá más adelante, en comparación con los que “no tienen capital social”, aquellos que sí lo poseen presentan mayor porcentaje de participación ciudadana, atendiendo que la participación activa en su conjunto es baja.

145


relacional” con sus vecinos, amigos, parientes o demás miembros de su comunidad. 3) La tercera variable clave es “Asociatividad”, es decir, la pertenencia a organizaciones “formales” de participación social y ciudadana, tomando a su vez dos principales dimensiones: el hecho de pertenecer o no a una organización formal y el hecho de ser “miembro activo” dentro de dicha organización. Esto se sustenta fuertemente en que no es lo mismo formar parte “legalmente” en un espacio de participación sin tener incidencia en las decisiones que afecten la esfera pública (sea local, regional o nacional), que participar activamente (como dirigente o miembro activo), de modo a fortalecer las demandas, reivindicaciones y los proyectos para los cuales las organizaciones se constituyen. Las tres variables citadas tienen el mismo peso cuando se las conjuga en la variable global resultante “Capital Social”. Como lo mostramos en los cuadros y como sucede con cualquier aspecto separado de una “sola realidad”: si se toma el efecto aislado de cada variable, los niveles de pertenencia a “red social”, o de “confianza y solidaridad” o de “asociatividad”, son relativamente altos; pero, cuando se los entrecruza y combina, vemos que menos personas tienen las tres características para hablar de “capital social” real, es decir, orgánico y efectivo.

6. Sistema educativo y capital social en Paraguay. Entre la herencia autoritaria y el desafío democrático

146

A partir de la década de 1960, en Paraguay el régimen político autoritario, instalado unos años antes, requirió otros mecanismos distintos al de la violencia física para imponer la dominación oligárquica que representaba. Las características que asumía la inserción de la estructura socioeconómica paraguaya en el mercado mundial con el modelo agroexportador dependiente implicaban una especificidad de relaciones sociales y de poder al interior del país.


En el caso de Paraguay, la necesidad de una reforma educativa en los años 90, que rompiese con el modelo autoritario que sostuvo la dictadura stronista, fue un hecho fuera de discusión. Sin embargo, la orientación y el presupuesto de dicha reforma no fueron debatidos, ya que dicha reforma consideró, entre otras cosas, seguir el “ciclo natural” de vida o ciclo biológico, cuando proyectó la transformación de una esfera marcada fundamentalmente por su naturaleza social. Esto quiere decir que, al plantearse la reforma educativa, se optó por iniciarse con los niños y con los primeros niveles de enseñanza formal, para terminar el proceso en el nivel secundario y, “quizás” más tarde, una reforma universitaria.

20 Almada, Martín: Paraguay, Educación y Dependencia. Intercontinental Editora, Asunción, 1989, Pág. 124.

Sin embargo, el problema de dicha orientación y decisión “política” se fundó en una consideración que aparece en la práctica como “romántica”, es decir, asumiéndose que el sistema estaba en buenas condiciones para implantarse sin problemas políticos ni culturales: bastaba un cambio en las nuevas generaciones. Pero los hechos demostraron lo contrario. Con profesores y estamentos docentes que se formaron en tiempos de la dictadura, que fueron a su vez expresión de prácticas culturales que favorecían la discriminación y la desigualdad, la reforma mediatizada por la acción de estos terminó en convertirlos en los portadores de las prácticas autoritarias y verticalistas en el terreno donde precisamente se presuponía su progresiva extinción e inexistencia. Ante este hecho, existe el peligro de que los docentes formados en la época de Stroessner se hayan convertido en el “caballo de

La incidencia del sistema educativo en la construcción de capital social en Paraguay

“La redefinición de la oligarquía dominante y la propiedad de los latifundios se correlacionó con políticas públicas de colonización agrícola en la zona del Este, donde poblaciones campesinas que presionaban sobre la gran propiedad en la región central, pudieran tener oxígeno a sus reivindicaciones históricas. En este marco, el proceso educativo toma un carácter desarrollista en su forma, es decir, instala formalmente en los planes y curricula la inserción de nuestro país con el mundo moderno, pero en su contenido los frutos de la modernización solo eran accesibles para las clases citadinas, con mayor calidad en la magnitud en que la posición de los actores en la estructura social era próxima a la clase dominante.”20

147


Troya” que introdujo la dictadura dentro de los muros de una endeble y frágil sociedad democrática. Casi como una amalgama de prácticas educativas que se niegan a morir y otras que no terminan de nacer, es auspicioso reconocer que las buenas intenciones estuvieron en todas las declaraciones de principios de la Reforma del sistema educativo. En sus planes y propuestas curriculares, la transversalidad de elementos que configuran el capital social es notoria; de hecho, aparece citada en varios de ellos la centralidad que tiene para el Estado la necesidad de acompañar los cambios de orden educativo con los cambios de orden cultural y social. Uno de los documentos de la Reforma plantea lo siguiente: “Para mejorar la calidad de vida de las mujeres y hombres que habitan el Paraguay, es necesario promover el desarrollo de capacidades para integrarlos creativa y solidariamente a la sociedad”21. Otro documento plantea la relevancia de una “cultura comunitaria, la promoción para el desarrollo y el trabajo mediante la educación”22. Así, el énfasis dado a la educación como desencadenante de los cambios en el orden comunitario, en particular en los aspectos de actitudes así como en el ambiente de confianza y solidaridad, es abiertamente declarado por el espíritu de la Reforma. Con respecto al problema de la discriminación en términos lingüísticos y la igualdad de condiciones para la efectiva inclusión social de sectores y grupos históricamente marginados en dicho sentido, la reforma plantea como una necesidad “preparar un currículo de educación básica bilingüe, para jóvenes y adultos, y materiales de apoyo, prioritariamente para guaranihablantes”23. En líneas generales, la filosofía de la Reforma afirma: “Desde el punto de vista psicológico, nuestra pertenencia a instituciones u organizaciones forma parte de nuestra personalidad (...). “(...) Cuanto más débil la personalidad, más integrada está a una institución; y cuanto más integrada es nuestra personalidad, menos dependiente es.”24

148

Por otro lado, desde su aplicación en 1994, la Reforma Educativa ha sufrido numerosos cambios tendientes a

21 Paraguay - Ministerio de Educación y Cultura: Paraguay 2020. Enfrentemos juntos el desafío educativo. Plan Estratégico de la Reforma Educativa, MECCARE-IDI, Harvard University, 1995. 22 Ídem. 23 Ídem. 24 Paraguay - Ministerio de Educación y Cultura: Lo pedagógico, lo compartido y lo participativo. Condimentos para la gestión escolar, MEC Programa MECES, Asunción, 1997.


mejorar su inserción y bajada a nivel del aula. Al respecto, en el informe de CODEHUPY 2003 se consigna:

Así pues, en el marco de indagar acerca de los vínculos entre los principios de la Reforma y las condiciones todavía presentes en la sociedad paraguaya, vinculada a una cultura autoritaria y una situación económica en crisis, se puede colegir que los procesos de debilitamiento y desarticulación social que trae aparejados dicha problemática son una causa de la debilidad e impotencia de la ciudadanía para hacer frente al desafío de la superación de la pobreza, el desarrollo social y económico, así como el fortalecimiento de una sociedad democrática en Paraguay. En los últimos 10 años se viene poniendo énfasis en los valores sociales del currículo del sistema educativo, para lograr –tímidamente, empero– la inserción de la sociedad paraguaya en el mundo global. Sin embargo, dicho proceso en un nivel concreto no incorpora las experiencias fundadas en las redes sociales y las prácticas de solidaridad de la población, para así recuperar elementos que conforman la tradición cultural paraguaya, orientándola hacia un proyecto colectivo mancomunado.

25 Coronel, Cristina: Desafíos impostergables de la educación. Coronel, Cristina; Almada Denis, Marta: Derechos Humanos en Paraguay 2003. CODEHUPYSERPAJ. AsunciónDiciembre 2003. Pág. 319. 26 Supervisora de Educación Básica del Ministerio de Educación y Cultura, Área Capital, julio de 2004.

La incidencia del sistema educativo en la construcción de capital social en Paraguay

“Estos cambios consisten principalmente en transformaciones a nivel de planes de estudio y programas, modificaciones en las asignaturas, cargas horarias, años de estudio, sistemas de evaluación y calificaciones, sin que se evidencien propuestas educativas liberadoras, críticas, democráticas y respetuosas de los derechos humanos, tendientes a romper con la cultura forjada por una estructura autoritaria, verticalista y jerárquica del sistema y de la sociedad. Los cambios tampoco contribuyen a la capacitación y a la formación de una ciudadanía crítica y responsable, fundamentalmente de los sectores menos favorecidos.”25

Educar para desarrollar el capital humano pareciera una lógica a la que sin necesidad de muchos esfuerzos se ha arribado. El desarrollo del capital humano hoy constituye un paradigma inicial en cualquier sistema educativo. Con el capital social, en Paraguay aparentemente no ocurre lo mismo en el terreno. Y recurriendo al terreno, donde las orientaciones programáticas precipitan, consultando con los actores, comenta Elizabeth Candia26, quien nos relata su visión sobre

149


la orientación comunitaria, así como los aspectos del componente “diálogo” en la práctica docente y estudiantil: “El marco legal que explicita nuestra tarea como docentes motivadores del capital social ya se enuncia en la misma Constitución Nacional. Por otro lado, el diseño de las disciplinas también ya lo asume. De hecho, el diseño curricular se concentra en tres áreas: lo académico, lo fundamental y el entorno; el capital social es transversal a estas.” Seguidamente, hablando de la participación, la supervisora refiere: “Hoy día el profesor debe actuar como un facilitador. Incluso se programa y se evalúa junto con los alumnos. La conversación y el diálogo son una constante”. Y refiriéndose a los componentes de Solidaridad y Pertenencia a Redes: “Los programas prevén contar con espacios para proyectos comunitarios, a más de los clubes y los consejos de grado. Se estudia la actuación de los padres en la comunidad. Y en consultas de promoción de la participación, realizadas en la Escuela Básica Nº 409 República Federal de Alemania, los alumnos pidieron, entre otras cosas: ‘¡Que el cantinero no fume!’, ‘¡Más espacios para la lectura!’, reclamos que hasta hoy no pudimos hacer cumplir”. Consultada nuestra entrevistada sobre su percepción respecto al tratamiento del tema capital social, entre las instituciones de enseñanza públicas y privadas, afirmaba categóricamente: “En colegios privados se apunta más a la tecnología que a la movilización del capital social; la escuela, en general, se debe abrir a la participación de alumnos y profesores. En algunas escuelas públicas ya existen equipos de gestión entre profesores, alumnos y padres. Sin embargo, hace falta una escuela para padres, para que estos acompañen el proceso”. Las líneas de la Reforma Educativa apuntan a que la participación en el proceso educativo tenga incidencia en la formación de sujetos autónomos, creativos y capaces de construir y redefinir sus entornos sociales inmediatos. En este sentido, parte de un presupuesto axiológico que pone en el centro del proceso la solidaridad, la honestidad y las actitudes proactivas, para una sociedad más consciente del necesario proceso de desarrollo sostenible y equitativo. 150


Pero este anhelo programático está aún en relativa contradicción con las prácticas sociales. Todavía los indicadores educativos dan cuenta de una realidad fragmentada, que refuerza el orden social heredado de épocas pasadas y que supone, a su vez, la continuidad de un modelo económico-social marcado por la dependencia. Sin la superación de este orden, los principios y deseos de democratización serán solo anhelos, pues la posibilidad de ejercerse un sistema sociopolítico de semejante envergadura no podrá materializarse mientras la población esté sumida en el atraso económico y condiciones de subalternidad cultural.

27 MEC: Plan Nacional de Educación en Valores, Asunción, 2003, Pág. 12. 28 Entendemos por rezago escolar la condición de hallarse en situación de sobre-edad con respecto a la edad normal de matriculación a un determinado grado de educación formal. El rezago es resultante tanto de la entrada tardía al sistema educativo como del abandono estacional y la repitencia escolar. 29 Elaboración propia a partir de datos de la Encuesta Integrada de Hogares 2000/01.

Basta ver, como mostrara Martín Almada para los primeros tiempos del sistema educativo stronista, de qué modo el pretendido enfoque de eficiencia económica y desarrollo social que constituyen los fines y la misión de la educación básica, en la práctica se expresaba en el “bajo aprovechamiento del sistema escolar”. La deficiencia en calidad e incidencia real se expresaba en una alta tasa de deserción y fracaso escolar, que para 1965 suponía un total de 25.825 alumnos que habían iniciado la primaria, pero no culminaron el último año, de un total de 118.220 de esa cohorte de matriculados en el primer año de la Educación Escolar Básica (Almada: 1989, 127). Esta realidad hoy día todavía corresponde a una alta tasa de ineficiencia del sistema. Para el año 2001, el 14,2% de la población en edad escolar (si consideramos las edades de 5 a 24 años), que en dicho periodo totalizaba aproximadamente 2.255.052 personas, estaba en situación de rezago28 en el sistema educativo paraguayo29.

La incidencia del sistema educativo en la construcción de capital social en Paraguay

Por otra parte, la Reforma supone la formación de ciudadanos que hagan real el anhelo de democratización de la sociedad paraguaya, marcada por tantos años de dictadura, que tuviera una fuerte incidencia en el rezago cultural de la nación. En este sentido, la educación concede atención prioritaria a los valores de cuño participativo, solidario e igualitario. Al respecto, los valores que promueve la educación paraguaya apuntan a una socialización integral, que tenga un alcance tanto territorial como social y que sea el punto de partida y el sustento de la reforma educativa en su marco más amplio27.

151


7. Proporcionalidad entre inversión en educación y el capital social en el sistema estatal paraguayo Llegar a conclusiones acerca de la proporcionalidad de inversión y desarrollo del capital social construido en Paraguay sería arriesgado, puesto que se carece de investigaciones que puedan servir de referencia para años atrás. Sin embargo, desde la Constituyente de 1991, y la Constitución promulgada en el año 1992, esta establece que el Presupuesto General de Gastos de la Nación debe contemplar “al menos 20%” para gastos en educación. De hecho, los sucesivos gobiernos anualmente fueron recibiendo mayores partidas para la tarea educativa, si bien hay que reconocer que los rubros asignados de las partidas referidas mayormente correspondieron a gastos corrientes, destinados al pago de docentes; actores que, por otro lado, mejoraron ostensiblemente sus remuneraciones, sin ser estas suficientes (aspecto que salta a la luz en los numerosos actos reivindicatorios, realizados cada año, desde el advenimiento democrático en 1989). A fines del 2002, el informe de CODEHUPY sobre el punto anterior refería: “Casi el 95% de la totalidad del presupuesto de educación está destinado al pago de salarios y otros beneficios, dejando una pequeña parte, totalmente insuficiente, para la adquisición de materiales educativos, mantenimiento de locales escolares, dotación de servicios básicos como agua, luz, construcción de aulas, equipamiento de laboratorios y bibliotecas a escuelas rurales y marginales; capacitación docente e investigación educativa.”30 En el año 2003, la proporción destinada al pago de salarios ascendió al 96%. Para el 2005, e incluso a mediano plazo (5 años), entendemos, no es factible que esta proporcionalidad cambie.

152

Por otro lado, hay algunos hechos que pueden dar referencia de los recursos invertidos fuera del sistema estatal. El movimiento cooperativo es un sector de gran crecimiento en los últimos años, postdictadura; las cooperativas –fomentadas por el Artículo 113 de la Constitución Nacional– “son asociaciones autónomas de personas, que se han unido voluntariamente, para hacer frente a sus ne-

30 Almada Denis, Marta: Educación: Un derecho constitucional conculcado. Almada Denis, Marta; Coronel, Cristina: Derechos Humanos en Paraguay 2002. CODEHUPY-SERPAJ. Asunción - Diciembre 2002. Pág. 367.


Este mismo documento (COMPACOOP: 2003) informa que existen 784 cooperativas, 2 federaciones, 10 centrales y 1 confederación. Desde el 2000 se inscribieron unas 228 nuevas cooperativas. La otrora Dirección General de Cooperativismo, del Ministerio de Agricultura y Ganadería (hasta el año 2003), informó en 1989 de la existencia de 123.593 socios cooperativistas. El Instituto Nacional de Cooperativismo reportaba en el año 2003 más de 650.000 socios (366.000 hombres y 284.000 mujeres, 43,6%.), lo que representa poco más del 10% de la población del país, el 18,6% de la población en edad de trabajar y el 23,9% de la población económicamente activa. Según el documento referido (COMPACOOP: 2003), el patrimonio de las cooperativas de manera agregada llega a USD 585.000.000, produciendo el 40% del sector agropecuario, generando el 15% del PIB y realizando el 40% de las exportaciones del país. Además, destinan el 10% de sus excedentes anuales al Fondo de Fomento de la Educación Cooperativa. Según datos del año 2002, de 40 cooperativas, el Fondo de Educación Cooperativa fue de G. 5.360.000.000. Siempre según el documento de referencia (COMPACOOP: 2003), las cooperativas, como contribución a la movilización del capital social en Paraguay, también:

31 COMPACOOP: “Estrategias y Acciones del Movimiento Cooperativo Paraguayo”, “Hacia una supervisión del movimiento cooperativo paraguayo”. 2003.

“Apoyan la Educación, mediante: Aportes para los jóvenes con becas estudiantiles; Donaciones a escuelas; Construcción; Provisión de materiales de educación, entre otros. Apoyan la Salud, mediante: Campañas de información sobre enfermedades, adicciones, riesgos de desvíos de la conducta; Atención médica, odontológica y farmacéutica a precios cooperativos, mediante créditos vinculados con estos servicios. Contribuyen al aprendizaje democrático y participativo, a través de los Comités de género en la política de equidad y con aportes a sectores carenciados y vulnerables: hogares de ancianos, hogares de tránsito, hogar de niños, etc. Cuentan con un Fondo de Solidaridad, que incluye Maternidad, normal o cesárea; Problemas de salud; Incapaci-

La incidencia del sistema educativo en la construcción de capital social en Paraguay

cesidades y aspiraciones económicas, sociales y culturales comunes, por medio de una empresa de propiedad conjunta y democráticamente controlada. (...) Su fin es la satisfacción de las necesidades y aspiraciones económicas, sociales y culturales comunes de sus socios” 31.

153


dad transitoria o permanente; Internaciones; Compra de medicamentos (remedios, anteojos, etc.). Por extrema necesidad: Fallecimientos del socio, hijos o padres; Ayuda para sepelios y cementerios; Cobertura de deudas en casos de crisis (extinción de deuda en casos de muerte); Apoyo a la familia (matrimonios); Premios por egresos de socios e hijos, en todos los niveles (escuela, colegio, universidad, estudios profesionales), etc. Según datos de 40 cooperativas, durante el año 2002 los desembolsos por diferentes conceptos fueron de G. 6.290.000.000.” El caso cooperativo es un ejemplo de cómo las instituciones que no hacen al sistema estatal contribuyen con recursos a la movilización del capital social. En este documento no podremos profundizar, pero sí mencionar el aporte que en este sentido realizan los gobiernos locales –gobernaciones, municipios–, así como otras instituciones, como ser: ONGs, iglesias, clubes, que por su misma naturaleza se hallan reproduciendo este recurso, destinando incluso partidas presupuestarias importantes a tal fin. Especial mención creemos merecen los medios de comunicación, que “podrían estar contribuyendo o destruyendo el capital social”.

8. La incidencia de la educación para el incremento de capacidades individuales y grupales: el capital humano y el capital social

154

El capital humano y su base en la educación formal tienen un papel preponderante en el desarrollo, en cuanto son el recurso del que las sociedades contemporáneas disponen en la persona de los individuos para propulsar las oportunidades de acceso al bienestar y las capacidades intelectuales, así como a las prácticas en un contexto histórico mundializado, en el cual la ciencia y la tecnología devinieron dos dimensiones importantes en el marco de las grandes transformaciones en la producción social.


Esto implica que las sociedades requieren esfuerzos que articulen escuela básica, universidad, aprendizaje laboral, investigación científica y tecnológica, y consolidación de grupos de referencia nacional e internacional, para dejar de ser simples proveedores de materias primas e ingresar al grupo de países productores de conocimiento32. Esto implica lograr altos niveles universitarios y en los diversos campos de la investigación, para lo cual se requieren políticas consistentes de largo plazo y claras articulaciones con los niveles básicos de la educación, que, en este sentido, debe convertirse en una verdadera red de identificación de aptitudes y desarrollo de actitudes. La cuestión pública en la educación va mucho más allá del carácter gratuito o subvencionado de la educación o de la disponibilidad de cuotas de acceso. En realidad, se trata de una problemática vinculada a la conformación de condiciones de conciencia crítica y escenarios favorables propiciados para que los temas cruciales de la educación sean una cuestión central en las políticas del Estado y para el debate en la esfera pública de la situación del sistema educativo. De nuevo es importante mencionar que, en la medida en que todas las “organizaciones educadoras” fomenten la segregación y segmentación social, el capital social estará en riesgo, y los flujos de intercambio social entre individuos y grupos se verán desfavorecidos; mientras que toda acción conducente a atenuar las fragmentaciones contribuirá a un incremento de ese “recurso” que permite facilitar muchas de las actividades de intercambio material y cultural entre ciudadanos.

32 Cajiao, Francisco y Arena, Wendy: Op. cit., Pág. 47.

Si asumimos, para el caso paraguayo, el capital humano como los logros educacionales en términos del indicador Años de estudio, podremos ver cuáles son su distribu-

La incidencia del sistema educativo en la construcción de capital social en Paraguay

El capital humano requiere un impulso desde temprana edad y se debe asumir que precisa condiciones sociales, técnicas y afectivas que posibiliten su desarrollo y fortalecimiento. He aquí que el capital social es crucial, pues, por una parte, se constituye como la condición de formación de capital humano y, por la otra, se refuerza en la magnitud en que las capacidades educacionales y el stock de conocimientos se invierten en procesos colectivos interconectados de productividad económica y de intercambios sociopolíticos.

155


ción y su vinculación con el capital social. Estudios realizados sobre la vinculación entre bienestar económico y capital humano muestran que los ingresos laborales están consistentemente relacionados con los años de estudio, y existe un incremento de aquellos de manera proporcional a la escolarización o, lo que es lo mismo, se da lo que los economistas denominan retorno de la educación33. cuadro 1 Años de estudio por tenencia de capital social* Años de estudio

Tenencia de capital social Total No tiene Sí tiene Sin estudios 164.883 7.523 172.406 % 95,6 4,4 100,0 De 1 a 3 años de estudio 469.506 27.421 496.927 % 94,5 5,5 100,0 De 4 a 6 años de estudio 1.222.621 65.277 1.287.898 % 94,9 5,1 100,0 De 7 a 9 años de estudio 507.142 29.240 536.382 % 94,5 5,5 100,0 De 10 a 12 años de estudio 611.571 39.481 651.052 % 93,9 6,1 100,0 De 13 a 15 años de estudio 166.872 11.038 177.910 % 93,8 6,2 100,0 De 16 a 18 años de estudio 101.077 9.534 110.611 % 91,4 8,6 100,0 Total 3.243.672 189.514 3.433.186 % 94,5 5,5 100,0 Fuente: DGEEC, EPH/2002 * Capital social construido en base a variables seleccionadas

A nivel de País total, se constata de manera clara y consistente que los individuos de 15 años y más de edad presentan mayores porcentajes de capital social en la magnitud que sus años de estudios se van incrementando.

156

Como vemos en el cuadro 1, el rango que va entre 16 a 18 años de estudio presenta proporciones porcentuales que duplican el de las personas que no tienen estudios (8,6% y 4,4%, respectivamente). En efecto, los saltos más importantes en términos porcentuales se dan entre la categoría de personas que no cuentan con estudio, dándose entre los que tienen de 1 a 3 años de estudio una diferencia de 1,1 punto porcentual. Así también, el rango más alto, el de 16 a 18 años de estudio, tiene una diferencia porcentual de 2,4 puntos con relación al anterior rango, a saber, el de 13 a 15 años de estudio.

33 Alfonso, Leonardo: La Educación en la Determinación de los Ingresos Laborales en Paraguay. Revista Economía y Sociedad, Nº 1, Año 1 Octubre del 2000, DGEEC, Fernando de la Mora.


Área Urbana Rural Años de estudio Tenencia de Tenencia de capital social capital social No tiene Sí tiene Total No tiene Sí tiene Total Sin estudios 59.153 2.967 62.120 105.730 4.556 110.286 % 95,2 4,8 100,0 95,9 4,1 100,0 De 1 a 3 años de estudio 200.297 12.109 212.406 269.209 15.312 284.521 % 94,3 5,7 100,0 94,6 5,4 100,0 De 4 a 6 años de estudio 596.217 24.384 620.601 626.404 40.893 667.297 % 96,1 3,9 100,0 93,9 6,1 100,0 De 7 a 9 años de estudio 339.873 18.508 358.381 167.269 10.732 178.001 % 94,8 5,2 100,0 94,0 6,0 100,0 De 10 a 12 años de estudio 500.693 34.513 535.206 110.878 4.968 115.846 % 93,6 6,4 100,0 95,7 4,3 100,0 De 13 a 15 años de estudio 145.964 6.882 152.846 20.908 4.156 25.064 % 95,5 4,5 100,0 83,4 16,6 100,0 De 16 a 18 años de estudio 98.817 9.074 107.891 2.260 460 2.720 % 91,6 8,4 100,0 83,1 16,9 100,0 Total 1.941.014 108.437 2.049.451 1.302.658 81.077 1.383.735 % 94,7 5,3 100,0 94,1 5,9 100,0 Fuente: Elaboración propia en base a DGEEC, EPH/2002

Ahora bien, constatando que los años de estudio guardan relación con el capital social, vemos que este fenómeno, en términos del área geográfica, presenta un llamativo comportamiento. En el área rural, el porcentaje de población que tiene 16 a 18 años de estudio con capital social duplica al del área urbana, así como el promedio nacional descrito anteriormente. En esta área geográfica, el 16,9% de personas se hallan en dicho rango de escolarización de aquellos que cuentan con capital social, mientras que el rango inmediatamente anterior (13 a 15 años de estudio) presenta 16,6%, o sea, un porcentaje también que duplica el porcentaje nacional. En los demás rangos, el comportamiento de las variables es similar al general. En el área urbana, en efecto, el rango más alto de capital humano de la población que cuenta con capital social es casi igual al promedio del País total (8,4%). Los rangos anteriores presentan comportamientos aleatorios, aunque se mantiene la tendencia, es decir, la población con más años de estudio presenta la cualidad de poseer capital social.

La incidencia del sistema educativo en la construcción de capital social en Paraguay

cuadro 2 Capital social según años de estudio por área geográfica

157


cuadro 3 Capital social según años de estudio por sexo Sexo Varón Mujer Tenencia de Tenencia de capital social capital social No tiene Sí tiene Total No tiene Sí tiene Total Sin estudios 62.317 3.668 65.985 102.566 3.855 106.421 % 94,4 5,6 100,0 96,4 3,6 100,0 De 1 a 3 años de estudio 234.645 16.052 250.697 234.861 11.369 246.230 % 93,6 6,4 100,0 95,4 4,6 100,0 De 4 a 6 años de estudio 610.384 38.350 648.734 612.237 26.927 639.164 % 94,1 5,9 100,0 95,8 4,2 100,0 De 7 a 9 años de estudio 268.740 20.348 289.088 238.402 8.892 247.294 % 93,0 7,0 100,0 96,4 3,6 100,0 De 10 a 12 años de estudio 297.170 19.408 316.578 314.401 20.073 334.474 % 93,9 6,1 100,0 94,0 6,0 100,0 De 13 a 15 años de estudio 60.722 4.625 65.347 106.150 6.413 112.563 % 92,9 7,1 100,0 94,3 5,7 100,0 De 16 a 18 años de estudio 54.598 5.003 59.601 46.479 4.531 51.010 % 91,6 8,4 100,0 91,1 8,9 100,0 Total 1.588.576 107.454 1.696.030 1.655.096 82.060 1.737.156 % 93,7 6,3 100,0 95,3 4,7 100,0 Años de estudio

Fuente: Elaboración propia en base a DGEEC, EPH/2002

La distribución del capital social entre los rangos de años de estudio, teniendo en cuenta el sexo, no presenta diferencias notorias. Para el rango de más años de estudio, los varones y las mujeres presentan proporciones similares, aunque con una ventaja de medio punto porcentual a favor de las mujeres. Pero en el estrato anterior, el de 13 a 15 años de estudio, los varones están arriba por la diferencia de 1,4 puntos porcentuales (7,1% varones y 5,7% mujeres, respectivamente). El rango en que la diferencia es de casi el doble es en el que va de 7 a 9 años de estudio a favor de los varones (7,0% y 3,6%, respectivamente). Entre las personas que no tienen estudio, los varones presentan dos puntos porcentuales más altos en capital social que las mujeres.

158

Retomando la argumentación al respecto de la relación entre capital humano y capital social, Díaz Bordenave (2004) no separa la educación que se pueda brindar para incrementar las potencialidades individuales y el desarro-


llo del capital social: “No concibo una cosa sin la otra”, y la evidencia empírica del resultado encontrado en otros estudios pareciera confirmar esta afirmación.

Baldomero encuentra en “las actividades con la parte lúdica” y en el trabajo en grupo un mecanismo que desarrolla el “protagonismo de los niños”, “la autonomía”, “el aprender a ser” y el “ser feliz aprendiendo del otro”, que sin dudas es lo que se expresó por lejos en los más altos promedios de rendimiento a nivel país, en conceptualización, interpretación, operación y resolución de problemas; matemática y producción de texto en el área de comunicación, realizados por el SNEPE.

La incidencia del sistema educativo en la construcción de capital social en Paraguay

“Baldomero Ramón González (cuarto curso del bachillerato), maestro de la Escuela Nº 4.550 de Obligado, Departamento de Itapúa”(...) donde (...) “tiene todas las condiciones ‘adversas’ como para justificar un bajo rendimiento, enseña en una escuela unidocente; él es director y a la vez docente de los 6 grados en una modalidad plurigrado”(...). “Se olvidó de las formas de enseñar estructuradas, rígidas, y encontró la manera de formar niños y niñas con autonomía, que lograron los mejores resultados en las mediciones del SNEPE34” (...), “que en el año 2001 aplicó (...) pruebas idénticas para todos los niños de un número determinado de escuelas del Sistema Educativo, y a las (...) 1.150 escuelas que forman parte del Programa Escuela Viva.”35

9. Principales hallazgos

34 Sistema Nacional de Evaluación del Proceso Educativo. 35 MEC: El amor y la libertad son la clave para una Educación de calidad. En una escuela de Obligado Experiencias innovadoras. MEC. Desde el aula. Un espacio abierto. Editado por Escuela Viva. Nº 6. Octubre de 2002.

En un intento por acotar lo estudiado en este trabajo, y recurriendo a las informaciones secundarias proveídas por la DGEEC, EPH 2002, en su capítulo de Capital Social, encontramos que, bajo los criterios desarrollados en la presente investigación, la necesidad de movilización del recurso capital social es una realidad. Así como también lo son los bajos niveles de los determinantes estudiados. En este ítem, el trabajo se concentra exclusivamente en los hallazgos que hacen al capital social con respecto al nivel educativo culminado, la asistencia actual según

159


nivel educativo, el tipo de institución a la que se asiste, la condición de ocupación, las características de empleo y los años de instrucción y nivel educativo. Así también, se expone sobre capital social y área geográfica, sexo, relación de parentesco y lengua hablada. Para mayor apunte del trabajo respecto a los determinantes, se expone solo de manera general, pudiendo el lector profundizar sobre ellos en el anexo. Si por capital social, a efectos de este estudio, entendemos el “agregado de recursos que las personas poseen de manera real o potenciales en términos relacionales, para orientarlos al beneficio propio y colectivo, de modo a promover el desarrollo en distintas esferas”, en los siguientes cuadros y gráficos, habiendo realizado el cruzamiento correspondiente, como indica la metodología expuesta (ver ítem 5.1), encontramos que solo un 5,5% de la población considerada posee capital social. Esto considerando la población de 15 años y más, que a este efecto hace un total de 3.433.186 personas. cuadro y gráfico 1 Población de 15 años y más según tenencia de capital social Tenencia de capital social Posee No posee Total

Frecuencia 189.514 3.243.672 3.433.186

Porcentaje población de 15 años y más 5,5 94,5 100

Fuente: DGEEC, EPH/2002

posee 5,5% no posee 94,5%

Fuente: Elaboración propia con datos de DGEEC, EPH/2002

160


Si a su vez analizamos a la población de 15 años y más según el nivel educativo de EPH/DGEEC 2002 (sin considerar a la población comprendida sin formación), de un total de 3.265.774, encontramos que los de formación militar y policial son los que tienen un mayor porcentaje de capital social, 27,3%, y los que menos tienen son los que manifestaron contar con formación primaria y bachillerato humanístico, con alrededor del 5%. gráfico 1 Población de 15 años y más según nivel educativo por tenencia de capital social

93,8 Educ. Media y Técnica

100

6,2 93,8

100

100

93,1

72,7

94,2

95,1

Educ. Básica p/adultos

60 50 40

6,2

6,9

5,8

4,9

5,5

20

5,0

30

10 0

Primaria Tiene No tiene

5,0 95,0

Bachillerato Bachillerato Formación Docente Comercial Humanístico 5,5 4,9 5,8 94,5 95,1 94,2

Form. Militar/ Policial

Universitario

27,3 72,7

6,9 93,1

NR

100

Fuente: Elaboración propia con datos de DGEEC, EPH/2002

La incidencia del sistema educativo en la construcción de capital social en Paraguay

70

27,3

Porcentaje

80

97,8

90

94,5

Nivel educativo

100

Llamativo, a efectos de este estudio, resulta el nivel de capital social de los que cuentan con formación docente, 5,8%. De alguna manera explica el fenómeno que se verá como reiterativo. Educando con el ejemplo, los resultados saltan a la vista. En cambio, analizando la población que en el momento de la EPH/DGEEC 2002 asiste a una institución de enseñanza y/o cuenta con un nivel de enseñanza determinado, sobre una población total de 1.858.245 personas, encontramos que, como indica el gráfico 2, los que asisten y/o cuentan con un nivel universitario son los que poseen un mayor nivel de capital social, 8,6%. En cambio, en el otro extremo, con 2,2%, están aquellos que asisten y/o cuentan con un nivel de educación primaria.

161


gráfico 2 Población de 15 años y más según asistencia a institución y nivel de enseñanza por tenencia de capital social

Sí, Sí, Sí, Sí, Sí, Sí, No primario Secun. Super. Univers. Educ. Espec. asiste Total tiene

2,2

5,1

5,5

8,6

Total no tiene

97,8

94,9

94,5

91,4

100

Concentrado el análisis en una población de 452.990 personas que asisten a una institución de enseñanza, y considerando el tipo de institución y la tenencia de capital social, aquellos que en el momento de EPH/DGEEC 2002 asisten a una institución privada son los que en un 6,3% tienen capital social, según los parámetros de este estudio. En cambio, las personas de las instituciones privadas subvencionadas son las que menos capital social cuentan, 2,1%. Más detalles en el gráfico 3.

Total tiene Total no tiene

Privada

4,7 95,3

6,3 93,7

100

97,9 2,1

93,7 6,3

95,3 4,7

Porcentaje

gráfico 3 Población de 15 años y más según tipo de institución donde asisten por tenencia de capital social

Pública

Privada subvención 2,1 97,9

NR 100

Tipo de institución educacional de formación 162

Fuente: Elaboración propia con datos de DGEEC, EPH/2002

NR

6,0 100

Fuente: Elaboración propia con datos de DGEEC, EPH/2002

100 90 80 70 60 50 40 30 20 10 0

100

94,0

91,4 8,6

6,0

94,5 5,5

100

94,9 5,1

100

97,8

100 90 80 70 60 50 40 30 20 10 0

2,2

Porcentaje

Asistencia a institución y nivel de enseñaza

94,0

100


Asumiendo que, para la actividad económica de las personas, un componente importante es la educación, seguidamente se exponen los resultados de análisis de la tenencia de capital social con respecto a la principal ocupación en actividad económica.

gráfico 4 Población de 15 años y más según principal ocupación en actividad económica y tenencia de capital social

100

94 6

5

9

6

7

9

10

6

40

60

91

94

93

95

91

90

94

89

100 90 80 70 60 50 40 30 20 10 -

11

Porcentaje

Principal actividad económica

Miembros Profesio- Técnicos Empleados AgricultoTrabaj. de P. Ejecutivo nales, y proferes y de servicios Trabaj. Legislativo científicos sionales oficina Judicial 89 94 90 91 95 93 No tiene 11 6 10 9 5 7 Tiene

TrabajadoOficiales, Operadores res no Fuerzas operarios de instalac. calificados Armadas 94

91

94

60

6

9

6

40

La incidencia del sistema educativo en la construcción de capital social en Paraguay

La población considerada a los efectos referidos es de 2.132.811, y, coincidente con el gráfico 1 - Población de 15 años y más según nivel educativo por tenencia de capital social, es el estamento de las Fuerzas Armadas el que concentra la mayor población con capital social, 40%. Los trabajadores de servicio, operarios y trabajadores no calificados, así como los agricultores, con 5%, 6% y 7%, respectivamente, son los que menor porcentaje de capital social concentran; siempre refiriendo a los parámetros del ítem 5.1, utilizados a efectos de este estudio. Más detalles en el gráfico que sigue:

NR 100

Fuente: Elaboración propia con datos de DGEEC, EPH/2002

Otro aspecto relacionado con la educación es la categoría ocupacional. Así, los obreros públicos, los empleadores o patrones y los empleados públicos, con 15%, 12% y 11%, respectivamente, según el estudio, son los que cuentan con un mayor nivel de capital social. Esto considerando la misma población referida más arriba. Los pormenores en el gráfico siguiente: 163


gráfico 5 Población de 15 años y más según rama de ocupación y tenencia de capital social

Minas y canteras

Industrias manufactureras

93 7

86 14

93 7

Electricidad, Construcgas y agua ción

88 12

Comercio, restaurantes

Transporte, Almacen.

Finanzas, seguros, inmuebles

Servicios comunales

NR

94 6

95 5

96 4

91 9

100

96 4

Fuente: Elaboración propia con datos de DGEEC, EPH/2002

Rural

gráfico 6 Población de 15 años y más según área geográfica por tenencia de capital social

5,9 - Tiene

Urbana

Área geográfica

100

9 4

5

6 4

7

Agricultura, ganadería

No tiene Tiene

94,1- No tiene

94,7 - No tiene

5,3 - Tiene

0

10

20

30

40

50

60

70

80

90

100

Porcentaje Fuente: Elaboración propia con datos de DGEEC, EPH/2002

Si observamos el gráfico 6, el nivel de tenencia de capital social por área geográfica, vemos que a nivel rural este está ligeramente más “apropiado” que a nivel urbano. Aquí probablemente son las necesidades comunes, que generalmente a nivel rural son superiores, las que marquen la ligera diferencia, que de todos modos no es notoria. 164

91

96

95

94

88

14

12

86

96

93

93 7

Porcentaje

Rama de ocupación 100 90 80 70 60 50 40 30 20 10 -


Por otro lado, estudiando la variable sexo y el capital social, siempre según los parámetros de nuestro estudio (ver ítem 5.1), los varones cuentan con un mayor nivel de capital social, 6,3%, con respecto al 4,7% de las mujeres. Esto siempre analizando una población de 3.433.186 personas. gráfico 7 Población de 15 años y más según sexo por tenencia de capital social

Mujer

4,7- Tiene

Varón

93,7 - No tiene

6,3 - Tiene 0

10

20

30

40

50

60

70

80

90

100

Porcentaje Fuente: Elaboración propia con datos de DGEEC, EPH/2002

gráfico 8 Población de 15 años y más según relación de parentesco por tenencia de capital social

La incidencia del sistema educativo en la construcción de capital social en Paraguay

Sexo

95,3 - No tiene

95,9 4,1

95,2 4,8

95,9

95,0 5,0

4,1

95,0 5,0

6,8

93,2

Relación de parentesco 100 90 80 70 60 50 40 30 20 10 0

Jefe/a

Esposo/a compañera/o

Hijo/a

Otro pariente

No pariente

Empleado

Tiene

6,8

5,0

5,0

4,1

4,8

4,1

No tiene

93,2

95,0

95,0

95,9

95,2

95,9

Fuente: Elaboración propia con datos de DGEEC, EPH/2002

165


Según indica el gráfico 8, los jefes de familia, en cambio, son los que mayor nivel de capital social cuentan según los parámetros de este estudio y DGEEC/EPH 2002, con un porcentaje de 6,8, quedando en el otro extremo los “otros parientes” que habitan el hogar, así como “el empleado doméstico”, con un nivel de capital social de 4,1%. Con la variable “idioma hablado” ocurre un fenómeno llamativo, que a nuestro criterio tiene segura explicación. De la población que habla “otro idioma”, un total de 7,5% tiene capital social, por encima de los que hablan solamente guaraní: 5,1%, guaraní-castellano: 6,5% o castellano: 5,4%. La explicación la encontramos en el fuerte desarrollo del cooperativismo, doctrina y sistema económico que promueve el capital social, de profusa difusión en colonias extranjeras. Más detalles en el gráfico siguiente:

gráfico 9 Población de 15 años y más según idioma hablado en el hogar por tenencia de capital social

Guaraní

Guaraní y castellano

Castellano

Otro idioma

Tiene

5,1

6,5

5,4

7,5

No tiene

94,9

93,5

94,6

92,5

No habla

NR

100

100

Fuente: Elaboración propia con datos de DGEEC, EPH/2002

Realizando un sobrevuelo en los determinantes del capital social, considerados por este estudio (ver ítem 5.1), refiriendo más especialmente a “la pertenencia a redes sociales”, en los cuadros y gráficos siguientes se analiza esta variable usada en la construcción del capital social:

166

100

100

92,5 7,5

5,4

94,6

93,5 6,5

5,1

100 90 80 70 60 50 40 30 20 10 0

94,9

Idioma hablado


cuadro y gráfico 1 Población de 15 años y más según pertenencia a red social Pertenencia a red social Pertenece No pertenece Total

Frecuencia 458.574 2.974.612 3.433.186

Porcentaje población de 15 años y más 13,4 86,6 100

Fuente: DGEEC, EPH/2002

pertenece 13%

Fuente: Elaboración propia con datos de DGEEC, EPH/2002

Respecto a la pertenencia a una red social, sobre una frecuencia de 3.433.186 personas consultadas, solo el 13% manifestó pertenecer a una red social, entendida esta como “los recursos reales o potenciales” a los que recurrir ante circunstancias de necesidad.

cuadro y gráfico 2 Población de 15 años y más según condición de confianza Condición de confianza Hay confianza No hay confianza Total

Frecuencia

%

689.784 2.743.402 3.433.186

20,1 79,9 100

La incidencia del sistema educativo en la construcción de capital social en Paraguay

no pertenece 87%

Fuente: DGEEC, EPH/2002

no hay confianza 80%

hay confianza 20%

Fuente: Elaboración propia con datos de DGEEC, EPH/2002

167


En el cuadro y gráfico 2, estudiando “la disposición que los agentes tienen de disponer de bienes o prestaciones ajenas y que puedan ser restituidas sin que implique un conflicto”, entendiendo este aspecto como “confianza”, los consultados en DGEEC, EPH 2002 refieren de un 20% que manifiesta poseer esta condición, que está validada incluso por respuesta recibida en tiempo y forma del recurso intercambiado o facilitado. Alto es el nivel de “solidaridad potencial” (determinante de capital social construido para nuestro estudio): 76% de 3.433.186 personas, que consideran que prestarían tanto su tiempo o dinero favorecer proyectos colectivos de los cuales no necesariamente sean beneficiarias directas, considerando que pudieron tener o no gestos de solidaridad (medidos por la encuesta), expresando que podrían colaborar con emprendimientos que no les beneficien directamente.

cuadro y gráfico 3 Población de 15 años y más según solidaridad potencial Condición de solidaridad potencial Solidario No solidario Total

Frecuencia

2.624.575 808.611 3.433.186

Porcentaje población de 15 años y más 76,4 23,6 100

Fuente: DGEEC, EPH/2002

solidario 76,4% no solidario 23,6%

Fuente: Elaboración propia con datos de DGEEC, EPH/2002

168


Por otro lado, las personas que pertenecen a algún tipo de organización formal y además participan como dirigentes o miembros activos, consideradas para el estudio, con estos criterios, como “participación activa” –criterio no considerado hasta ahora en el concepto de capital social desarrollado por este estudio–, vemos en el gráfico siguiente que 19% expresan que pertenecen y participan en una organización.

Condición de participación activa Participa No participa Total

Frecuencia

643.859 2.789.327 3.433.186

Porcentaje población de 15 años y más 18,8 81,2 100

Fuente: DGEEC, EPH/2002

participa 19% no participa 81%

La incidencia del sistema educativo en la construcción de capital social en Paraguay

cuadro y gráfico 4 Población de 15 años y más según participación activa en organizaciones

Fuente: Elaboración propia con datos de DGEEC, EPH/2002

Para los siguientes cuadros y gráficos, asumiendo el concepto expuesto más arriba, realizando un cruce de las variables ya construidas (ver metodología en 5.1) “Capital Social” y “Participación Activa” (solo en esta oportunidad en todo el estudio), para conocer el comportamiento de una población de 3.433.186 personas, los que “tienen capital social” participan en un 31% y aquellos que “no tienen capital social” participan en un 18%.

169


Siendo el valor de participación similar al cuadro y gráfico 4 - Población de 15 años y más según participación activa en organizaciones, de más arriba. Más detalles del “cruce de las otras variables con el capital social, con los parámetros determinados para el presente trabajo, así como una mayor profundidad de análisis, sobre todo de los determinantes del capital social, se encuentran en el Anexo.

cuadro y gráfico 5 Población de 15 años y más según Participación ciudadana activa por tenencia de capital social Condición de participación activa Participa No participa Total

Frecuencia en tenencia de capital social Tiene No tiene 59.128 584.731 130.386 2.568.941 189.524 3.243.672

Porcentaje población de 15 años y más 643.859 2.789.327 3.433.186

Fuente: DGEEC, EPH/2002

No tiene

No participa: 81%

Participa: 19%

Tiene

Tenencia de capital social

Frecuencia

No participa: 69% Participa: 31% 0

10

20

30

40

50

60

70

80

90

Tenencia de capital social Tiene

No tiene

No participa

68,8

82,0

Participa

31,2

18,0

Fuente: Elaboración propia con datos de DGEEC, EPH/2002

10. Conclusiones. El capital social como necesidad para el desarrollo social: educar para capital social

170

En el Paraguay el sistema de educativo estatal vigente, así como las instituciones privadas de educación y forma-


ción, contribuyen en bajos niveles al agregado de capital social del país, según este estudio. El capital social, considerado como “el agregado de recursos que las personas poseen de manera real o potenciales en términos relacionales, para orientarlos al beneficio propio y colectivo, de modo a promover el desarrollo en distintas esferas”, es patrimonio de solo el 5,5% de la población considerada.

De la población que asiste a una institución de enseñanza y/o cuenta con un nivel de enseñanza determinado, los universitarios son los que cuentan con un mayor nivel de capital social: 8,6%. En el otro extremo, con 2,2%, se ubican aquellos que asisten y/o cuentan con nivel de educación primaria. Considerando el tipo de institución y la tenencia de capital social, aquellos que asisten a una institución privada son los que en un 6,3% tienen capital social. En cambio, las personas de las instituciones privadas subvencionadas son las que con menos capital social cuentan: 2,1%. Si la educación es un componente importante para la ocupación económica de las personas, el estamento de las Fuerzas Armadas es el que concentra la mayor población con capital social: 40%. Los trabajadores de servicios, operarios y trabajadores no calificados, así como los agricultores son los que menor porcentaje de capital social concentran, con 5%, 6% y 7%, respectivamente.

La incidencia del sistema educativo en la construcción de capital social en Paraguay

Las personas que cuentan con formación militar y policial son las que tienen un mayor porcentaje de capital social, 27,3%; a este respecto, manifestaron contar con formación primaria y bachillerato humanístico. Las personas con formación docente solo poseen un 5,8% de capital social.

Relacionada con la educación también está la categoría ocupacional. Así, los obreros públicos, los empleadores o patrones y los empleados públicos cuentan con capital social en 15%, 12% y 11%. La tenencia de capital social por área geográfica a nivel rural está ligeramente más “apropiada” que a nivel urbano. 171


En la variable sexo, los varones cuentan con mayor nivel de capital social, 6,3%, que las mujeres, 4,7%. De la población que habla “otro idioma”, 7,5% tiene capital social, por encima de los que hablan solamente guaraní, 5,1%; guaraní-castellano, 6,5%; o castellano, 5,4%. Para el análisis de los determinantes: “solidaridad potencial”, entendida como “la potestad que los agentes tienen de disponer de bienes o prestaciones ajenas, y que puedan ser restituidos sin que implique un conflicto”, se encuentra alto el nivel de esta: 76%. Un total de 19% expresa que pertenece y participa en una organización, refiriéndose a la variable “Participación Activa” como “las personas que pertenecen a algún tipo de organización formal y además participan como dirigentes o miembros activos”. Cruzando el “capital social” y “participación activa”, los que “tienen capital social” participan en un 31% y aquellos que “no tienen capital social” participan en un 18%. De lo expuesto se podrían inferir cuanto sigue: • Respecto a las relaciones del nuevo sistema educativo paraguayo y el desarrollo del capital social El nuevo sistema educativo, implementado por la Reforma Educativa, que solo comprende a la educación inicial, la básica y la media, si bien en sus propósitos y filosofía inspiradora intenta desarrollar el capital social, tiene poca influencia en la movilización de este recurso, a juzgar por los hallazgos del presente estudio. Si bien los niveles de desarrollo del capital social de la población estudiada se incrementan a medida que el nivel educativo es superior, esta diferencia no es resaltante. De esto se puede deducir que los distintos niveles educativos, como ser: Capacitación Técnica, Capacitación No Formal Asistemática, Educación Superior No Universitaria, Educación Universitaria, Estudios de Posgrado, tampoco contribuyen de manera significativa a su movilización. La educación para el capital social, a medida que se incrementa el nivel de instrucción, es más conceptual que práctica, situación que conspira contra la apropia172


Las prácticas para la movilización del capital social tendrían que empezar los docentes, cuyo nivel de capital social es bajo en este estudio. “Nadie puede enseñar lo que no conoce.” Reforzando el concepto, posterior a la revisión del “Reglamento de la selección del personal de Educación”37 respecto a la “valoración de los antecedentes académicos, méritos y antigüedad, así como los perfiles para cargos concursables”, ya sea para docentes para la educación inicial, básica y la media, y los respectivos bachilleratos (científicos, técnicos, servicios, agropecuarios, industriales y formación profesional media), es significativo observar el hecho de que no se requiere, ni se menciona como deseable, ningún requisito: habilidad, actitud y aptitud, que lo haga promotor, difusor o mentor del recurso que hace a este estudio o algunos de sus determinantes. Esto haciendo la salvedad de que para directivos y técnicos expresamente se establece en el documento de referencia que estos “cuenten con habilidades deseables” y con una “orientación al trabajo en equipo”.

• Con relación a las fuentes de construcción del capital social en el Paraguay de hoy

La incidencia del sistema educativo en la construcción de capital social en Paraguay

ción del recurso por parte de los educandos. “Ayudaría a la apropiación del concepto el hecho de que la práctica se hiciese de manera transversal en las distintas disciplinas”36.

El escaso desarrollo del capital social en Paraguay, por los resultados expuestos, se puede explicar, por un lado, por la contribución que realiza el sistema educativo, que, aunque sea pobre, sin dudas contribuye a que el nivel se incremente con la formación; sin embargo, la contribución no se debería agotar en las instituciones de enseñanza; la educación, sin dudas, es una tarea de las instituciones en general y de todos los estamentos de la sociedad en su conjunto.

36 Elizabeth Candia. 37 MEC - Dirección General de Recursos Humanos: Comisión Nacional de Selección. Marzo, 2004.

Así, el desarrollo del cooperativismo se constituye en fuente de generación de este recurso, vistas sus exigencias legales, como el fondo del 10% de los excedentes, que debe ser invertido en la educación en valores y otras prácticas, como el fondo de solidaridad; esto aten-

173


diendo a la incidencia de la población cooperativizada (más de 10%). Una práctica que, a más de emulable para el sector empresarial privado, debería ser tomada en cuenta por las autoridades educativas. Como ejemplo se puede citar el trabajo de la Federación de Cooperativas de Producción –FECOPROD– y el Centro Cooperativo Sueco –SCC–, que invierten fondos desde hace cuatro años para la movilización de las organizaciones de familias campesinas. Políticas traducidas en estímulos a este tipo de acciones son deseables. Además, atendiendo a que “investigaciones y estudios recientes muestran que la Institucionalidad Educativa es mayor en el empresariado que en ningún otro sector económico”38, resulta llamativo, por ejemplo, el escaso desarrollo de la Cámara y Bolsa de Comercio de Asunción, que con su implementación, desde mediados del 90, no ha conseguido establecerse como un espacio en el que la confianza movilice la economía. Y quizás el mismo autor citado explique esta situación cuando comenta: “La movilización del capital social de los sectores más pobres debe ser complementada con un sistema económico dinámico e incluyente (...) con un sistema sociopolítico más amplio, que sea más coherente con este objetivo de inclusión”39. Profundizando el argumento expuesto, Francis Fukuyama (2003), comentando sobre Edwar Banfiel (1958), que refiere del familismo como “un lastre” que denota falta de confianza en los extraños, propone la necesidad de “una destrucción creativa”, para incrementar los círculos de confianza y contrarrestar la cultura del nepotismo, también presente en las estructuras institucionales públicas y privadas de nuestro país. Compartimos con Fukuyama cuando sentencia: “La ley tiene que ser una garantía para ampliar el radio de confianza; además (...) en el ámbito de la organización, la creación de capital social no es tan diferente a la creación de capital humano: esto se consigue mediante la educación y, por lo tanto, exige inversiones en capacitación y una infraestructura institucional donde pueda impartirse”40. 174

En el sentido expuesto, en el Paraguay actualmente existen numerosas iniciativas que, aunque pequeñas y de

38 Ocampo, José Antonio: Capital Social y agenda del desarrollo, en: Capital Social y Desarrollo de Capital Social y reducción de la pobreza en América Latina y el Caribe: En busca de un nuevo paradigma. Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL); Universidad del Estado de Michigan. 2003. Chile. Pág. 28. 39 Op. cit. Pág 29. 40 Fukuyama, Francis: Capital Social y desarrollo, la agenda venidera, en: Capital Social y reducción de la pobreza en América Latina y el Caribe: En busca de un nuevo paradigma. Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL); Universidad del Estado de Michigan. 2003. Chile. Pág. 22.


Las experiencias de desarrollo local, con sus luces y sus sombras, también constituyen mecanismos de construcción del capital social; por ejemplo, la comunidad de Atyrá, que en un proceso de participación ha instalado y conseguido el objetivo de constituirse en el municipio más limpio del país. Otra experiencia comunitaria participativa exitosa, sin dudas, es el “Vaso de leche”, iniciado e impulsado por la Gobernación del Departamento Central desde 1996, que hoy ya tiene aplicación casi nacional.

La incidencia del sistema educativo en la construcción de capital social en Paraguay

bajo impacto –por su baja difusión–, se constituyen en fuentes de construcción del capital social. Así tenemos, entre otros, el Programa Junior Achievement con sus proyectos “La Compañía” y “La Cooperativa”, que promueven trabajo empresarial en equipos de jóvenes de los colegios desde hace varios años. Así también, el trabajo de numerosas ONGs, como ser Fundación Yvy Porã, Base Ecta, CIPAE, SER, con comités, asociaciones de productores y cooperativas orientadas al desarrollo de empresas asociativas campesinas. El crédito solidario, impulsado hoy a nivel piloto por entidades financieras, como “El Comercio” y “Visión SA”. El trabajo de promoción social y desarrollo llevado adelante por varios años por la Pastoral Social, ALTER VIDA, Organización Nacional Campesina –ONAC–, Federación Nacional Campesina –FNC–, Mesa Coordinadora Nacional Campesina –MCNOC–, entre otros.

No menos importantes son otras experiencias desarrolladas en el Municipio de Ñemby, con el programa “Vecino que cobra a vecino”, en el que las comisiones vecinales, encargándose del cobro de las tasas e impuestos municipales, se quedan con un porcentaje para la ejecución de obras barriales decididas en consenso. Cabe destacar el despertar de movimientos laicos de la Iglesia Católica –Schoenstatt, Focolares, Comunión y Liberación, Camino Neocatecumenal, entre otros–, que desde hace unas cuatro décadas constituyen pequeñas comunidades de formación en valores y ayuda mutua, que a su vez se convierten en células germinales de personas que lideran procesos económicos, sociales y políticos en el país. 175


Finalmente, es de destacar el trabajo de las incontables “comisiones vecinales”, que a lo largo y ancho del país resuelven sus problemas de seguridad, acceso –empedrados, puentes, arreglos de caminos–, construcción de aulas, almacenes de consumo, farmacias comunitarias, electrificación, información –por medio de radios comunitarias– y comunicación –a través de telecentros– con el trabajo conjunto y solidario.

• Y en cuanto al rol de la educación para la construcción del capital social en la sociedad paraguaya La incorporación efectiva y no enunciativa de prácticas para la movilización de este recurso debe transformarse en prioridad. Hoy en día, al vestigio de capital social presente en las comunidades se lo utiliza para paliar las deficiencias del sistema. Las cooperadoras escolares son un claro ejemplo de la constitución de estructuras “participativas” que sirven para salvar defectos y deficiencias de la programación presupuestaria. Estas se ocupan desde la provisión de tizas, pasando por la construcción de aulas hasta el pago de “sobresueldos” (y a veces sueldos) de maestros. Así es que la movilización del capital social adquiere una connotación poco atractiva para las comunidades. Si esta se realizare, demostrando que puede solucionar problemas propios de la comunidad y no del sistema imperante, se estaría agregando un componente atractivo para el ensayo de nuevos procesos de desarrollo comunitario sustentable. Por otro lado, la construcción de capital social es una apuesta al futuro. Quizás recién en el largo plazo podremos constatar los aportes que una educación orientada a su movilización pueda obtener. En este sentido, creemos significativa la respuesta que captamos en una entrevista con Juan Díaz Bordenave41, a quien le consultamos su parecer sobre ¿cómo desde la educación se podría construir el capital social? Nos decía:

176

(sic)... “hablando de ¿cómo el profesor –un maestro– puede intensificar o fortalecer la construcción del capital social en las escuelas o los alumnos? Me recuerdo de un artículo que escribí para una revista de Ac-

41 Consultor Internacional en Comunicación y Educación.


ción Católica en el Brasil, en donde yo me planteaba eso: ¿Cómo la escuela? Yo hablaba de participación, no de capital social.

“Por ejemplo: si hay sirvientes para limpiar los baños (...), para limpiar el patio o para ordenar los pupitres, y esto hace que ellos no lo hagan. Durante 4 o 5 años ellos se están acostumbrando a ser patrones y no a tener gestión de su propio ambiente. Eso no es un privilegio.” Así “están siendo educados para ser gente de poca participación de su institución o del trabajo; donde esta –la propia escuela– educa a no participar internamente”. Y la tercera dimensión es que “la escuela debe tener una interacción con la comunidad. Si es que se mantiene como un oasis de paz en medio de una problemática tremenda afuera y los alumnos no son orientados a eso, lógicamente salen alienados de ahí”. Por otro lado (...), “mi énfasis actual es que la extensión universitaria debe ser redefinida en el sentido de que ‘no debe ser un favor que hace la universidad a la comunidad’, sino al revés: ‘la comunidad le hace a la universidad’, permitiendo que los futuros profesionales vivan en la comunidad. Experiencia comunitaria en la comunidad, con la comunidad. De modo a desalienarse. Porque en la universidad están alienados porque están viviendo un ambiente artificial. Completamente artificial. Eso no es una vida normal de la comunidad. Así pasan 4 a 5 años afirmándose como médicos, pero ‘lejos de la realidad’. Entonces, la misma cosa ocurre con las escuelas primarias y en los colegios. Ellos están lejos, son quistes en la comunidad, no tienen nada que ver con la comunidad (...) volviéndose egoístas, alienados. Entonces esas 3 dimensiones”.

La incidencia del sistema educativo en la construcción de capital social en Paraguay

(...) “me di cuenta de que había tres dimensiones que la escuela podría contribuir: primero, ‘con la metodología de enseñanza’; esta debe ser participativa, crítica y grupal, (...) de modo que la persona pueda aprender a negociar, a hacer críticas o autocríticas (...) la metodología ante todo. Segundo, ‘los alumnos deben participar en la administración en las escuelas’, porque al no participar, solamente al ser alumno, recibir pasivamente, en el fondo es un currículum invisible. (...)

177


Y como queriendo que no haya dudas en su afirmación, para cerrar el tema Díaz Bordenave sentencia: “Recapitulando: la metodología de la enseñanza tiene que ser participativa. La administración interna de la escuela; los alumnos deben participar de ella responsablemente. Y tercero: debe tener una gran integración con su ambiente comunitario para que los alumnos aprendan que es así.” Y yendo a los determinantes del capital social, consultábamos con Díaz Bordenave: ¿Cómo se podría promover el desarrollo de la confianza en la escuela? ¿Cómo la escuela puede contribuir a generar mayor confianza en la gente? Él nos decía: (...) “tengo la impresión de que la confianza, como todos los valores, no se puede enseñar, no se puede transmitir. Hay que vivir situaciones que te den confianza para tener confianza. O sea, por otro lado, si no confían en ti, no puedes desarrollar confianza entonces en una escuela o una familia, en donde se confía en la gente. O a los chicos se los considera con responsabilidad, se los respeta. Esa gente es también capaz de desarrollar confianza, o si no, no; reproduce la confianza, reproduce lo que recibe. Entonces, eso nace para mí de la acción y de la relación. Cómo son manejadas las relaciones, y eso viene desde niño. Desde muy pequeño, ahí hay que desarrollar esa condición.”

178

Sin dudas, la educación es fundamental. El desafío estaría en encontrar los mecanismos que posibiliten incluso movilizar la educación asistemática, transformándola en constructora de capital social. Y aquí nos referimos sobre todo a otros espacios de educación, como son los medios de comunicación, las relaciones interpersonales, el desarrollo de las instituciones a nivel local, la vida social en los clubes e iglesias, y sobre todo en las relaciones construidas en familia. Carlos Díaz (2001), sobre este último punto, refiere: “La familia también constituye una utopía por la que merece trabajar intensamente. Escuela y familia se co-pertenecen, son dos dimensiones de una misma realidad, que es la del crecimiento y maduración (...) cuando la familia fracasa, resulta bastante patente que la desestructuración de sus componentes se agudiza; dicho de otro modo, el des-


truirse de la familia pone más perentoriamente de relieve la necesidad de que ella sea rehecha (...) no se puede abandonar a los niños a su propio destino ante el televisor para que se distraigan ante él porque nosotros siempre ‘estamos muy ocupados’(...). Entra por los ojos lo que sale del ejemplo. La fuerza de la instrucción no está en el mero condicionamiento operante o en la sola teorización, sino en la ortopraxis, en que cuanto se dice se profesa”42.

En este ítem se intenta conjugar los hallazgos de la investigación con criterios de políticas de educación hacia la participación y asociatividad que posibiliten una relación e intercambio equitativo entre los actores sociales, así como la articulación de redes y grupos en el desarrollo sustentable del Paraguay, si bien Fukuyama (2003) afirma que “una de las mayores dificultades de trabajos con el concepto de capital social es saber cómo insertarlo en políticas”43. Refiriendo, entre otras cosas, al facilismo, que en muchas sociedades explica la corrupción, y al hecho de que el capital social explica por qué instituciones idénticas funcionan diferentes en sociedades distintas. Para el diseño de políticas que promuevan, por ejemplo, el asociativismo empresarial, así como la misma reforma del Estado, vale entonces preguntarnos: ¿Cómo incrementar el radio de confianza, rompiendo el familismo en Paraguay?

42 Díaz, Carlos: El arte y el orgullo de vivir la escuela. Colección Letras Magistrales. Universidad Autónoma de Sinaloa. 2001. Págs. 83-100. 43 Fukuyama, Francis: Capital Social y desarrollo, la agenda venidera, en: Capital social y reducción de la pobreza en América Latina y el Caribe: En busca de un nuevo paradigma. Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL); Universidad del Estado de Michigan. 2003. Chile. Pág. 20. 44 Op. cit.

Díaz Bordenave se pregunta con nosotros: ¿Qué persona se busca, ahora, en la era del desarrollo humanista sostenible?44, ensayando una respuesta que compartimos, luego de establecer una interdependencia en las formas de capital ya expuestas –humano, social, natural y construido– como bases para el desarrollo local, y después de explicar las dimensiones políticas, institucionales, económicas, ambientales y socioculturales, propone tres ejes relacionales para el desarrollo local, que pasan por la formación de capital humano, la concertación institucional y gestión participativa, y el desarrollo productivo del territorio, como fundamentos para el “funcionamiento armonio-

La incidencia del sistema educativo en la construcción de capital social en Paraguay

11. Propuesta de políticas públicas

179


so e innovador del Triángulo del Desarrollo formado por el Estado, el Mercado y la Sociedad Civil” 45. Sin dudas, el aporte educativo que puede realizar el sistema educativo siempre será limitado, pero de fundamental importancia. La tarea educativa es de todos los estamentos. Las políticas deberían estar abiertas a la posibilidad o disponer de mecanismos que posibiliten un mayor dinamismo, en el sentido de que los distintos actores del desarrollo puedan realizar su contribución al respecto. De ahí a la necesidad de facilitar el acceso de las ONGs, iglesias, gobiernos locales, cooperativas y gremios, entre otros, a la tarea de fortalecer la familia, contribuir a la asociatividad educando para la participación, incrementando el sentido de pertenencia, generando –al decir de Díaz Bordenave– “autonomía competente; sujetos que quieren y saben controlar un proceso, apropiándose como suyo de un proyecto” 46. Otro educador paraguayo, promotor, mentor y ejecutor del exitoso programa “Vaso de leche”47, Melquíades Alonso48, menciona tres problemas de origen que tiene la educación en relación con las políticas públicas: “No es autónoma, depende para su realización de entidades multilaterales de crédito (...) que no tienen en cuenta para nada las raíces históricas y culturales de la sociedad paraguaya (...) continúa al servicio de las estructuras partidarias políticas, lo que genera un vaciamiento de ordenamiento institucional que la hace prácticamente inútil; desconoce a la inmensa mayoría de clase media urbana, y de ese modo es poco equitativa en la distribución de recursos materiales y humanos, favoreciendo a minorías privilegiadas”. En el mismo sentido, la Red Social de Justicia y Derechos Humanos, en un comunicado, sostiene que “los países deben tener políticas públicas compatibles con la complejidad de las demandas históricas, de las experiencias y las formulaciones de los movimientos sociales”.

180

A este punto, la reflexión puede tener aristas ríspidas y numerosas, que de alguna manera exijan un mayor diálogo para la búsqueda de consensos en términos de políticas. Sin dudas, la búsqueda de rumbo como país, en cuanto al modelo de desarrollo, el debate, las propuestas, recién está empezando a germinar. Quizás en este sentido es conveniente reforzar la actitud dialógica necesaria para el consenso de políticas.

45 Díaz Bordenave, Juan: El desarrollo local como contexto para la alfabetización. V Encuentro Nacional de Educación de Jóvenes y Adultos, del Brasil, realizado en Cuyabá, Mato Grosso, setiembre, 2003. 46 Autor citado al referirse a las características de un grupo que participa, en: Comunicación y Educación como instrumentos del desarrollo sustentable. Mimeo. 1997. 47 GDC; 1993-1998; si bien hoy se aplica a nivel nacional bajo otros criterios y metodologías. 48 Citado por Coronel, Cristina: en Informe Derechos Humanos 2003. Asunción. Pág. 319.


Nuestra propuesta de políticas de manera breve y enunciativa se expone en los siguientes párrafos:

Priorizar acciones hacia segmentos más vulnerables, y en algunos casos discriminados, como las personas excepcionales, analfabetos absolutos y funcionales, indígenas y otras minorías étnicas, poblaciones urbanas y rurales marginadas, en situación de riesgo y otros grupos (jefas de hogar, jubilados, tercera edad), podría ser el objeto principal y prioritario de políticas que apunten a movilizar el capital social. Y si la ausencia de capital social es un indicador de pobreza –todo otro estudio a encarar–, al decir de Fogel (2002) “en un enfoque más pretensioso al que se limita a identificar a la población pobre y a los grupos vulnerables, la cuestión no radica solo en cómo gastar los recursos asignados a la política social, sino más bien identificar y atacar los factores que causan la pobreza. (...) es importante anotar que las limitaciones de los enfoques convencionales pueden parecer obvios, pero el planteo alternativo sigue sin ser aceptado en los programas oficiales”, siendo el presupuesto nacional el reflejo de las intenciones reales de las políticas. Para que estas dejen de ser un mero “enunciado de buenas intenciones”, deben traducirlas en partidas presupuestarias que aseguren la inversión en infraestructura, mejores salarios a maestros y oportunidades para los gobiernos locales, ya que estos son “la estructura constitutiva esencial” a la hora en que las políticas tienen la posibilidad de ser eficientes. En este sentido, si bien los gobiernos locales deberían tener un rol más protagónico, mismo a la hora de coordinar acciones (campañas) con las instituciones educativas, mismo al momento de iniciar

La incidencia del sistema educativo en la construcción de capital social en Paraguay

Un proceso de enseñanza-aprendizaje que involucre a la comunidad, con sus historias, aspiraciones, sufrimientos, fiestas, toma de decisiones, entre otros, estará brindando elementos culturales para la movilización de la participación, la cohesión social y la articulación en redes de confianza. Así es que creemos que el método “Acción, Reflexión, Acción”, la Pedagogía Problematizadora (Díaz Bordenave: 2003) y la Pedagogía del Oprimido (Freire: 1970) pueden brindar pistas al “aterrizaje y apropiación de conceptos” y la movilización del capital social en el sistema educativo paraguayo.

181


procesos participativos de diseño e incluso monitoreo presupuestario, son importantes referentes las experiencias ya desarrolladas. Deben ser rescatadas e implementadas las experiencias exitosas de movilización de capital social realizadas por numerosas ONGs, con sus métodos y pedagogías. Sería útil la elaboración de materiales similares a la “Guía para la implementación de la Educación Escolar Básica” 49, que proporcionen a los docentes una bibliografía con conceptos, importancia y tips metodológicos prácticos para la implementación de la movilización del capital social y sus determinantes. Incorporar a los requisitos deseables para la selección de docentes, técnicos y directivos la apropiación práctica de los determinantes del capital social: pertenencia a red, participación en campañas solidarias, participación activa, entre otros. Finalmente, es necesaria la profundización del proceso de descentralización iniciado con la Constituyente de 1991, donde se tendría que ahondar con mayor rigor y efectividad en la transferencia de recursos a las gobernaciones y los municipios, y estos, a su vez, propender a facilitar el empoderamiento de la ciudadanía, que organizada participa.

49 MEC - Subsecretaría de Estado de Educación / Departamento de Currículum. Serie “Hacia una educación participativa”. Asunción.

Bibliografía

ALFONSO, Leonardo: La Educación en la Determinación de los Ingresos Laborales en Paraguay. Revista Economía y Sociedad, Nº 1, año 1, octubre de 2000. DGEEC, Fernando de la Mora. ALMADA DENIS, Marta: Educación: un derecho constitucional conculcado. ALMADA DENIS, Marta y CORONEL, Cristina: Derechos Humanos en Paraguay 2002. CODEHUPY-SERPAJ. Asunción, diciembre de 2002. ALMADA, Martín: Paraguay. Educación y dependencia. Intercontinental Editora, Asunción, 1989. BOURDIEU, Pierre y PASSERON, Jean-Claude: La reproducción. Ed. Crítica. Barcelona, 1980. CAJIAO, Francisco y ARENAS, Wendy: Educación, Desarrollo y Desarrollo de la Solidaridad. Capital humano y Capital social en la Región Andina, en: Capital social. Clave para una Agenda Integral de Desarrollo. Corporación Andina de Fomento. Caracas, 2003.

182

CASALI, Horacio: La universidad y la formación ética. Argentina 2003. Documento incluido dentro de la Biblioteca Digital de la Iniciativa Interamericana de Capital Social, Ética y Desarrollo - www.iadb.org/etica/


COMPACOOP: Estrategias y Acciones del Movimiento Cooperativo Paraguayo. “Hacia una supervisión del movimiento cooperativo paraguayo”, 2003. Constitución de la República del Paraguay, 1992. CORONEL, Cristina: Desafíos impostergables de la educación. CORONEL, Cristina y ALMADA DENIS, Marta: Derechos Humanos en Paraguay 2003. CODEHUPY-SERPAJ. Asunción, diciembre de 2003. DGEEC: Encuesta de Hogares. Fernando de la Mora, 2002. DÍAZ BORDENAVE, Juan: ¿Puede la Universidad ser motor del desarrollo? (mimeo). 1986. DÍAZ BORDENAVE, Juan: Una pedagogía para el desarrollo humanista sostenible (mimeo). Conferencia en la Universidad del Comahue. Argentina, agosto de 2000. DÍAZ BORDENAVE, Juan y MARTINS, Adair: Estrategias de enseñanza-aprendizaje. IICA. 3a. edición. San José, Costa Rica, 1999. DÍAZ BORDENAVE, Juan: Comunicación y Educación como instrumentos del desarrollo sustentable (mimeo). 1997. DÍAZ BORDENAVE, Juan: El desarrollo local como contexto para la alfabetización. V Encuentro Nacional de Educación de Jóvenes y Adultos, del Brasil, realizado en Cuyabá, Mato Grosso, septiembre de 2003.

DÍAZ, Carlos: Educar para la responsabilidad ética. Editorial EPESA. México, 1998. DÍAZ, Carlos: El arte y el orgullo de vivir la escuela. Colección Letras Magistrales. Universidad Autónoma de Sinaloa, 2001. DOMÍNGUEZ, Ramiro: El valle y la loma. Comunicación en comunidades rurales. Editorial El Lector. Asunción, 2000. DURSTON, John: ¿Qué es el capital social comunitario? NNUU - CEPAL. Serie Políticas Sociales Nº 38 (LC/ L.1400-P) / División de Desarrollo Social. Santiago de Chile, julio de 2000. ISBN 92-1-321623-8. Encuesta Permanente de Hogares. DGEEC 2002. FOGEL, Ramón: Políticas Sociales y Exclusión en el Paraguay. Artículo publicado en la Revista de la Sociedad Científica del Paraguay. Tercera época. Año VII, Nºs 12 y 13, octubre de 2002. FUKUYAMA, Francis: Capital Social y desarrollo, la agenda venidera, en: Capital Social y reducción de la pobreza en América latina y el Caribe: en busca de un nuevo paradigma. Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL). Universidad del Estado de Michigan. Chile, 2003.

La incidencia del sistema educativo en la construcción de capital social en Paraguay

DÍAZ BORDENAVE, Juan: El papel de la Universidad en un país del Tercer Mundo. Asunción, 2003.

KLIKSBERG, Bernardo: ¿Qué es el Capital Social? Claves para su comprensión y movilización. Editado por la Cámara de Senadores, Konrad Adenauer y Promur. Paraguay, 2001. KLIKSBERG, Bernardo: Capital Social y cultura, claves olvidadas del desarrollo. Documento incluido dentro de la Biblioteca Digital de la Iniciativa Interamericana de Capital Social, Ética y Desarrollo - www.iadb.org/etica/ KLIKSBERG, Bernardo: En América Latina los chicos llevan la peor parte. Argentina, agosto de 2003. Documento incluido dentro de la Biblioteca Digital de la Iniciativa Interamericana de Capital Social, Ética y Desarrollo - www.iadb.org/etica publicado en www.Clarín.com KLIKSBERG, Bernardo: Inequidad de la educación en América Latina: Algunas cuestiones estratégicas. Agosto de 2002. Documento incluido dentro de la Biblioteca Digital de la Iniciativa Interamericana de Capital Social, Ética y Desarrollo -www.iadb.org/etica/ KLIKSBERG, Bernardo: La problemática de la familia y la educación en América Latina: un desafío económico, social y ético. Argentina, 2000. Documento incluido dentro de la Biblioteca Digital de la Iniciativa Interamericana de Capital Social, Ética y Desarrollo - www.iadb.org/etica/ KLIKSBERG, Bernardo: Mais Etica, mais Desembolvimiento. Brasil, marzo de 2003. Documento incluido dentro de la Biblioteca Digital de la Iniciativa Interamericana de Capital Social, Ética y Desarrollo www.iadb.org/etica/

183


KOURGANOFF, Wladimir: A Face Oculta Da Universidade. Editora UNESP. São Paulo, 1990. MEC: Reglamento de la Selección del Personal de Educación / MEC. Dirección General de Recursos Humanos. Comisión Nacional de Selección. Marzo de 2004. MEC: Construyendo un modelo participativo de gestión escolar. Programa de Mejoramiento de la Educación primaria. UCP-MEC-BID. Asunción, 1996. MEC: Plan Nacional de Educación en Valores. Asunción, 2003. MEC: El amor y la libertad son la clave para una Educación de calidad. En una escuela de Obligado - Experiencias innovadoras. MEC. Desde el aula. Un espacio abierto. Editado por Escuela Viva. Nº 6, octubre de 2002. MEC: La reforma educativa en el aula. Guía para la implementación de la Educación Escolar Básica. MEC / Subsecretaría de Estado de Educación / Departamento de Currículum. Fascículos 1-10. Serie “Hacia una educación participativa”. Asunción, 1993. MEC: Plan Nacional de Educación en Valores. Versión preliminar. MEC. Viceministerio de Educación. Dirección General de Desarrollo Educativo. Asunción, 2003. MEC: Reforma Educativa. Lo pedagógico, lo compartido y lo participativo. Condimentos para la gestión escolar. Programa de Mejoramiento de la Educación Primaria. BID, octubre de 1997. MELIÀ, Bartomeu: El Paraguay Inventado. Centro de Estudios Antonio Guasch. Asunción, 1997. MORENO LEÓN, José Ignacio: Capital Social, Gobernabilidad y Desarrollo. Los retos de la Educación. Documento incluido dentro de la Biblioteca Digital de la Iniciativa Interamericana de Capital Social, Ética y Desarrollo - www.iadb.org/etica OCAMPO, José Antonio: Capital Social y agenda del desarrollo, en: Capital Social y Desarrollo de Capital Social y reducción de la pobreza en América Latina y el Caribe: en busca de un nuevo paradigma. Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL). Universidad del Estado de Michigan. Chile, 2003. Paraguay-Ministerio de Educación y Cultura: Lo pedagógico, lo compartido y lo participativo. Condimentos para la gestión escolar. MEC-Programa MECES. Asunción, 1997. Paraguay-Ministerio de Educación y Cultura: Paraguay 2020. Enfrentemos juntos el desafío educativo. Plan Estratégico de la Reforma Educativa. MEC-CARE-IDI. Harvard University, 1995. PNUD / DGEEC: Programa de las NN UU para el Desarrollo / Dirección General de Estadística, Encuestas y Censos-Encuesta de Hogares. Desarrollo Humano en Paraguay 2003: Informe Nacional - PC, CD ROM. Editorial DGEEC. Paraguay, 2003. Programa de Capacitación en Diseño y Gerencia de Políticas, Programas y Proyectos Sociales. Pobreza y Gestión Social en Paraguay. Instituto Interamericano de Desarrollo Social (INDES/BID). Secretaría de Acción Social (SAS). Paraguay, 2000. Resultados preliminares Censo 2002. DGEEC. RIBEIRO, Darcy: A Universidade Necessária. Ediora Paz e Terra. Río de Janeiro, 1969. RIVAROLA, Magdalena: Educación y Desarrollo Rural en Paraguay. CEPUC. Asunción, 1998. ROMERO SANABRIA, Aníbal A.: Ya da...ya !!!: Reingeniería del Paraguayito. Editora Fundación El Atelier. Instituto de Capacitación y Desarrollo. 1ª ed. Asunción. SCAVARDA DO CARMO, Luiz Carlos: A Universidade, a Fábrica do Conhecimento e o Setor Produtivo, en: OLINTO, H. y SCHOLLHAMMER, K. (org.): Novas epistemologias - Desafios para a universidade do futuro. NAU Editora e Departamento de Letras da PUC. Río de Janeiro, 1999. THOMAS OTTER: Paraguay: Un año de gobierno de Nicanor Duarte. Tímida agenda “para un País Mejor”. Setiembre de 2004. VERA, Saro: El paraguayo, un hombre fuera de su mundo. Ed. El Lector, 3ª ed., 1997. VERA, Helio: En busca del hueso perdido: Tratado de Paraguayología. RP Ediciones, 9ª ed., 1999. 184


José Aníbal Insfrán Pelozo, Ph.D.

El capital social y su influencia en la violencia de las comunidades del Paraguay

El capital social y su influencia en la violencia de las comunidades del Paraguay. Evidencia de la Encuesta Permanente de Hogares 2002

185


186

JOSÉ ANÍBAL INSFRÁN PELOZO es Economista por la Universidad Nacional de Asunción. Realizó cursos de especialización en la Pontificia Universidad Católica de Chile y obtuvo el título de Especialista en Macroeconomía Aplicada (1990-1991); obtuvo el título de Master of Science en Economía (1993-1995), Master of Science en Finanzas (1996-1998) y Ph. D. en Economía (1993-1998) en la University of Illinois at Urbana-Champaign. Realizó curso sobre “Advanced Topics in Empirical Finance“ (2001) en Studienzentrum Gerzensee, Suiza.


La violencia, la delincuencia y los crímenes en general no siempre son vistos como desafíos para el análisis y la teoría, sino como amenazas para la riqueza y la vida de las personas. Estos actos anteriormente raros en Paraguay, hoy, junto con el desempleo, son considerados los principales problemas del país, dado su incremento en los últimos años1. La violencia se ha incrementado no solamente en el Paraguay, sino que ha aumentado en forma significativa en las últimas décadas en toda Latinoamérica, y hoy se la reconoce como un serio problema económico y social, en especial en las áreas urbanas de la región. Frecuentemente, los autores citan como causas fundamentales de este incremento la rápida urbanización, la persistencia de la pobreza y la desigualdad, la violencia política, la naturaleza más organizada de la delincuencia y la aparición del uso ilegal de drogas y el narcotráfico (Banco Mundial, 2003). Como resultado, las fuerzas vivas paraguayas han generado fuertes protestas para llevar adelante reformas radicales en el Código Penal, que hagan las penas más probables, más severas y más rápidas. Todos los niveles de la sociedad son afectados por este flagelo: los ricos y aún más los pobres, las mujeres y los hombres, los jóvenes y los ancianos. Los costos económicos de la violencia y los crímenes son altos, pues se estima que en América Latina los homicidios cuestan aproximadamente USD 27.737 millones anuales y que, con la violencia, la región pierde el 14% de su PIB (Guerrero, 1999). La delincuencia y la violencia urbanas también generan un clima de temor que se traduce en serias amenazas para la estabilidad y el clima social de las ciudades, para las inversiones productivas y el desarrollo económico sostenible, para la calidad de vida y los derechos humanos.

El capital social y su influencia en la violencia de las comunidades del Paraguay

1. Introducción

Esta situación genera la necesidad de un estudio más acabado de los fenómenos de violencia y crimen, de tal manera a entender sus motivaciones y causas subyacentes, y así poder combatirlos de la mejor manera posible. 1

En América Latina y el Caribe, la violencia se encuentra entre las cinco principales causas de muerte.

187


tabla 1 DELITO COMETIDO Robo o intento de robo

Agresión Agresión Actos Invasión Secuestro Otro o intento o intento de pato- o intento de o intento de de agresión de agresión terismo invasión secuestro física sexual

1998

25,639

1,004

787

1999

42,925

3,121

263

2000

50,311

4,327

2001

77,563

4,992

2002 206,928 Total 403,366

526

27,956

1,169

241

47,719

885

896

56,419

540

809

741

84,645

15,829

646

3,575

2,444

263

2,853 232,538

29,273

2,236

6,438

4,607

263

3,094 449,277

Fuente: DGEEC. Encuesta Permanente de Hogares 2002

La distribución de los tipos de crímenes o actos violetos en el Paraguay, en el periodo 1998-2002, se puede observar mejor a través del siguiente gráfico. Por lejos, los delitos más comunes son los de robo o intento de robo.

ilustración 1 Distribución de delitos

Fuente: DGEEC. Encuesta Permanente de Hogares 2002

2. Marco teórico El análisis de la causalidad del crimen y de la violencia se puede realizar desde una doble perspectiva: el enfoque objetivo o problema social (Rubio, 1999) y el enfoque de decisión individual o de aspectos económicos. 188

Total


El enfoque económico o de decisión individual del crimen ayuda a entender, de manera sorprendente, una gran fracción de las regularidades que se pueden observar en los delitos (Becker, 1995). Lo esencial del enfoque económico se refiere al hecho de que las personas deciden cometer o no un delito, comparando los costos y los beneficios de este. Por lo tanto, la probabilidad de delito es asociada a la recompensa esperada (nivel socioeconómico de la víctima) y al costo de cometerlo (severidad de sanción en tiempo y dinero, probabilidad de captura, etc.). El presente estudio del Paraguay, en base a datos disponibles, utilizará este enfoque. A partir del análisis seminal de Gary Becker (1968) de los aspectos económicos del crimen y la violencia, los economistas han expandido el análisis tanto en los aspectos teóricos como empíricos (Ehrlich, 1973; Block y Heineke, 1975; Ehrlich, 1975; Witte, 1980). De igual manera, la presencia de capital social en las comunidades ha sido documentada como un elemento importante en la reducción de la violencia en las comunidades (Moser y Holland, 1997). De hecho, este elemento de cohesión social se constituye en la clave del funcionamiento institucional adecuado y en un importante factor de estabilidad y prevención de la delincuencia violenta. Así, los lazos sociales o de pertenencia a ciertas comunidades o asociaciones proveen recursos, ventajas y oportunidades a sus miembros, que se traducen en comunidades con mejores condiciones de vida.

El capital social y su influencia en la violencia de las comunidades del Paraguay

Cuando en el lenguaje académico se habla de las causas objetivas de la violencia, quiere expresarse que la violencia tiene un origen estructural: en la pobreza, en las desigualdades del ingreso y de la riqueza, en la pobreza de grandes grupos sociales, en los altos índices de desempleo, en las luchas por el poder político, en la falta de oportunidades –sociales, políticas o económicas– y en la débil presencia del Estado, tanto en la prevención (servicios de seguridad y Policía inadecuados y corruptos) como en la sanción de delitos (Poder Judicial ineficiente). Es decir, estos fenómenos sociales inducen a los agresores a cometer los crímenes y, por lo tanto, el delito es considerado como un fenómeno colectivo, con dinámica social propia, y desvinculado del individuo.

189


El capital social, como concepto, fue definido independientemente en los años ochenta por Pierre Bourdieu (1980) y por James Coleman (1988). Bourdieu afirma que el capital social es “el agregado de recursos potenciales o efectivos ligados a la posesión de una red más o menos institucionalizada de conocimiento mutuo o reconocimiento”. Por su parte, Coleman lo define como “la variedad de entidades con dos elementos en común: todas ellas consisten en ciertos aspectos de las estructuras sociales que facilitan ciertas acciones de los actores –ya sean personas o corporaciones– dentro de la misma estructura”. La diferencia básica entre estas dos definiciones se refiere a la razón subyacente para el desarrollo de los procesos sociales. Bourdieu argumenta que los procesos sociales son el producto de la organización económica, mientras que Coleman prefiere verlas como el resultado del ejercicio racional de la libertad individual. En la presente investigación no nos preocuparemos del origen o de la existencia de los lazos o instituciones que constituyen el capital social, sino que los veremos como datos o situaciones que permiten ciertos logros que serían imposibles o más difíciles sin su presencia. Lederman et al. (2002) indican que existen dos razones por las cuales el capital social podría tener una influencia positiva en la reducción del crimen y la violencia. Una de ellas se refiere a que las comunidades con más lazos de confianza y homogeneidad entre sus miembros se hallan en mejores condiciones para organizarse para su defensa y así superar el problema del polizón (“free rider”) que surge de la acción colectiva. El siguiente argumento se refiere a que el capital social disminuye los costos de transacción de las acciones sociales, que posteriormente pueden permitir una resolución pacífica de los conflictos. Por otra parte, es posible que el capital social tenga un efecto de favorecer el crimen y la violencia, debido a que la confianza y las redes pueden facilitar la formación de pandillas o grupos criminales.

190

Este estudio pretende responder empíricamente a las siguientes preguntas: a) ¿Existe influencia del capital social sobre la seguridad y la violencia en el Paraguay; es positiva o negativa?; b) ¿Puede ser visto el capital social como un factor de reducción de las denuncias de actos


violentos?; c) ¿Son las comunidades en las que existe mayor participación e interacción entre sus miembros, más seguras?; d) ¿Podría una política de mejoramiento del ambiente comunitario y de las redes de apoyo social ayudar a reducir los niveles de violencia a nivel urbano y/o rural?; e) ¿Cuál podría ser el efecto del capital social sobre una política de mayores gastos para combatir la violencia?

El presente estudio será uno de los primeros realizados en el país que analizan empíricamente el problema de violencia y capital social utilizando datos que miden sus componentes. El trabajo tendrá tres partes bien diferenciadas. En la primera parte se plantearán los problemas a ser analizados y se realizará una revisión bibliográfica. En la segunda se procederá a establecer los modelos a ser utilizados y a realizar las estimaciones empíricas. Finalmente, en la tercera parte se procederá a analizar las implicancias políticas de las estimaciones empíricas realizadas en la sección anterior y se resumirán las principales conclusiones del estudio.

El capital social y su influencia en la violencia de las comunidades del Paraguay

Las respuestas a estas preguntas son de una gran relevancia porque pueden proveer pistas para una mejor decisión respecto a las medidas de política a ser implementadas, y así contribuir de manera duradera a reducir la violencia (que junto al desempleo constituyen dos de los mayores flagelos percibidos por la población paraguaya, de acuerdo a numerosas encuestas).

3. Revisión bibliográfica Como ya se ha indicado anteriormente, el enfoque a ser utilizado en el presente estudio es el económico, el cual será combinado con el concepto de capital social seguido por Coleman (1988), que considera la existencia de capital social como el resultado de la decisión individual. Por lo tanto, puede ser incorporado muy fácilmente como una variable explicativa del crimen desde el punto de vista económico. La búsqueda empírica y conceptual de los determinantes de la tasa de delincuencia y de la probabilidad de ser

191


víctima de un acto violento ha sido realizada por numerosos autores. Estudios empíricos relacionados a este enfoque indican que los crímenes cometidos por ciertos individuos pueden ser explicados por el capital humano que posee cada uno de ellos (educación). También se ha demostrado que, en general, la probabilidad de ser atrapado tiene mayor efecto disuasivo en la criminalidad que la severidad de las penas. La evidencia indica (Cote y Healy, 2001; Green et al., 2000; Halpern, 1999; Sampson et al., 1997) que altos niveles de capital social son asociados con tasas menores de crimen. Cote y Healy (2001), a partir de estudios realizados en los Estados Unidos, indican que aquellas comunidades caracterizadas por el anonimato y el conocimiento limitado entre sus miembros, la escasa supervisión de los adolescentes y bajos niveles de participación cívica, enfrentan mayores riesgos de ser víctimas del crimen y de la violencia. Por su parte, Sampson et al. (1997), utilizando datos de una encuesta a los vecindarios de Chicago, demuestran que la confianza mutua y el altruismo hacia los vecinos son factores claves para explicar las diferencias en las tasas de crimen en los diferentes vecindarios de Chicago. El mecanismo causal de este hecho lo constituye la “eficacia colectiva”, esto es, la habilidad de la comunidad para controlar a los precursores del crimen, niveles de confianza y respeto y autoestima dentro y entre los miembros de la comunidad. Esta eficacia colectiva actúa reduciendo el crimen, no porque hace que los vecinos se protejan mutuamente, sino porque actúa como elemento que desincentiva la agrupación de personas con fines delictivos (Halpern, 2001).

192

Green et al. (2000), en su estudio de capital social y salud en Yorkshire Sur, confirman que la seguridad de la comunidad es un tema central para los que responden a sus cuestionarios. Una solución tradicional a estos miedos es incrementar las medidas de seguridad. Por otra parte, otra estrategia sería incrementar los niveles de capital social, especialmente la confianza (trust), debido a que sus estudios demuestran que mayores niveles de confianza se hallan asociados a menores temores respecto a la seguridad.


4. Violencia, seguridad y capital social

Las fuerzas que surgen de la comunidad, basadas en la existencia de redes; la participación de los miembros en alguna forma de organización, asociación o grupo existente; el acceso a la información, la cohesión social, entre otros, pueden ser fuertes elementos que favorecen la generación de mecanismos formales e informales de prevención de actos violentos hacia miembros de la comunidad. En general, es posible afirmar que la sociedad en su conjunto paga un alto precio por los crímenes, la violencia y los conflictos, y de acuerdo a Moser y Holland (1997), en su trabajo en Jamaica han medido la importancia del nexo violencia-pobreza-instituciones sociales, afirmando que “la relación violencia y pobreza es reforzada o reducida a través de las instituciones sociales, que van desde la familia a instituciones informales, tales como clubes, asociaciones diversas, hasta organizaciones formales como las iglesias, los colegios y la Policía”.

El capital social y su influencia en la violencia de las comunidades del Paraguay

La falta de seguridad constituye uno de los principales inconvenientes de los últimos años y se halla relacionada en cierta manera con el empeoramiento de las condiciones económicas y de oportunidades de empleo. La superación de estos inconvenientes y el mejoramiento de las condiciones de vida de una comunidad pueden provenir tanto de fuerzas exógenas como endógenas, pero los resultados son duraderos cuando los deseos de cambio y superación de cada comunidad complementan las políticas implementadas por el Estado.

Adicionalmente, se ha visto al capital social como sustituto de corto plazo para la acción del Estado para prevenir la violencia; en algunos lugares han surgido tribunales informales ante la ineficacia de la acción gubernamental (Moser y Holland, op. cit.) y grupos vecinales para combatir el crimen, denominados en el Paraguay: “Vecinos en alerta”, “Vecinos en acción”, etc. Las personas se agrupan y generan sistemas de patrullaje privado y de control de acceso a los barrios. También el crimen y la violencia destruyen el capital social. Tal como lo define Robert Putnam en su trabajo sobre democracia y desarrollo en Italia, el capital social

193


se refiere a “aspectos de la organización social, tales como la confianza, normas y redes que pueden fortalecer los niveles de eficiencia de una sociedad facilitando la coordinación de acciones”. El delito tiende a devastar el capital social. Las normas de confianza y reciprocidad son reemplazadas por la “guerra de todos contra todos”. Las capacidades de los miembros de una comunidad para asociarse con otros se ven afectadas. En muchas áreas, los centros de cultura y recreación, salones de bailes, clubes juveniles e instalaciones deportivas pierden sus funciones bajo atmósferas delictivas. Por todo esto, son fundamentales la promoción y la difusión del conocimiento respecto al capital social. Como evidencia circunstancial de la respuesta de la sociedad civil ante el aumento percibido en la violencia en el Paraguay, se puede considerar el incremento considerable en los últimos años de los “barrios cerrados” en las áreas metropolitanas, así como también la aparición, cada vez en mayor número, de empresas de seguridad privada. Sin embargo, por no poseer datos específicos de estos, no serán incluidos en el presente estudio.

5. El enfoque económico del crimen Siguiendo a Becker (1993), nuestro enfoque asume que los individuos maximizan su utilidad o bienestar (sin importar si son egoístas, altruistas, leales, masoquistas, etc.). También tienen un comportamiento que mira hacia el futuro (forward-looking) y es consistente en el tiempo. Es decir, los individuos intentan anticipar de la mejor manera posible las inciertas consecuencias de sus acciones. Sin embargo, el comportamiento que mira hacia el futuro puede estar fundamentado en el pasado, debido a que el pasado puede moldear las actitudes y los valores de los individuos. Se asume que el criminal reacciona a diferentes estímulos e incentivos de una manera predecible o racional, tanto ante los retornos como los costos, en forma de castigos esperados. Este enfoque no considera que el criminal posee una mente enferma, irracionalidad o extrema 194


maldad, sino se lo considera un individuo racional en una situación de incertidumbre.

Las diferentes restricciones son importantes en situaciones específicas, pero la restricción más importante es el tiempo limitado. Las ciencias médica y económica han progresado enormemente y han logrado incrementar la expectativa de vida, pero el periodo físico del tiempo no puede ser modificado y cada individuo se halla limitado a veinticuatro horas por día. Esto es verdad para todos los individuos, en todos los países. Por lo tanto, las necesidades o los deseos permanecen insatisfechos, tanto en países ricos como pobres. La optimización que cada individuo realiza siempre se halla sujeta a restricciones limitantes; por lo tanto, el equilibrio alcanzado es siempre inferior al que se alcanzaría sin restricciones. Analicemos los beneficios de cometer crimen o violencia. Para el caso de actos contra la propiedad de las personas, los beneficios son los objetos robados (autos, bienes, dinero, etc.). También existen beneficios psíquicos (que son importantes para las personas con esas inclinaciones) obtenidos por los criminales de actos violentos, violación o mera destrucción de objetos.

El capital social y su influencia en la violencia de las comunidades del Paraguay

La maximización del bienestar se halla sujeta a restricciones de: ingreso, tiempo, memoria imperfecta, capacidades de trabajo y de computación, y cualesquiera otros recursos limitados. De igual manera, otro factor limitante lo constituyen las oportunidades existentes en la economía. Estas oportunidades son en gran medida determinadas por acciones privadas y colectivas de otros individuos y organizaciones.

Los costos del crimen son monetarios y no monetarios. Si las personas se hallan implicadas en crímenes, estas no realizan un trabajo legal; por lo tanto, el costo de oportunidad de no trabajar de manera legal es un costo. También existe una probabilidad de que las personas sean descubiertas y el castigo puede tomar numerosas formas, desde multas hasta encarcelamiento. La probabilidad de ser castigados también afecta el costo de la actividad criminal. De hecho, el comportamiento criminal es riesgoso, los retornos son inciertos y exis-

195


ten posibilidades de ser atrapados. Por lo tanto, pareciera que los criminales son amantes del riesgo. Si esto fuera cierto, lo más importante desde el punto de vista del análisis económico es la probabilidad de ser castigado, antes que su magnitud. Lastimosamente, la probabilidad de ser descubierto, capturado, declarado culpable en juicio y enviado a prisión es baja. Para Gran Bretaña, los datos indican que esta probabilidad es inferior al 2% (Becker, 1993). Para el Paraguay podríamos esperar que esta probabilidad sea aún menor. En el presente trabajo, el capital social es considerado como un factor que aumenta el costo de cometer el crimen, debido a que al existir lazos de confianza entre las personas y posibilidades de asociación mayores, hay mayores posibilidades de que se organicen grupos sociales para combatir el crimen, siendo complementos de la acción gubernamental o de la Policía en la materia. De igual manera, estos grupos pueden incrementar los costos psíquicos de cometer crímenes, generando sanciones morales para aquellos que los cometen. También el capital social actúa como un elemento que facilita los logros educativos y la posibilidad de obtener mejores salarios (Insfrán Pelozo, 2004); por lo tanto, incrementa el costo de oportunidad de no trabajar de manera legal. En síntesis, la decisión de cometer un delito depende de la percepción que el victimario tenga de la recompensa (beneficio) económica o psicológica obtenida por la ejecución del mismo y de los costos económicos, sociales y psicológicos incurridos por el agresor, ponderados por la probabilidad de ser capturado, juzgado y condenado. Las condiciones de tiempo (inercia) y espacio (interacción social) modificarían esta percepción de costos y beneficios del agresor. De esta forma, si el agresor percibe que la recompensa esperada es mayor que el costo probable de cometer el delito, entonces su decisión es positiva y lo lleva a cabo. En caso contrario, o sea, si su percepción es de que el cometer el delito implica un costo probable elevado (alta probabilidad de ser capturado y condenado; fuertes sanciones en dinero y reclusión penitenciaria), comparado con los beneficios esperados, entonces el agresor desistiría de cometerlo (Vélez et al., 1999). 196


6. Análisis de datos en base a la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) 2002

Esta Encuesta selecciona una muestra aleatoria de hogares en varias zonas urbanas y rurales de todo el país, cuyos integrantes son encuestados (se excluyen únicamente los departamentos de Boquerón y Alto Paraguay, los cuales representan menos del 2% de la población total del país). Las informaciones en esta Encuesta cubren una gran variedad de aspectos acerca de las características individuales de los miembros de los hogares, tales como: características demográficas, salud de los niños, información educacional, higiene, actividades económicas y capital social.

7. Índice de capital social2. Su cálculo

El capital social y su influencia en la violencia de las comunidades del Paraguay

El conjunto de informaciones que serán utilizadas para la estimación de las funciones de probabilidad de ser víctima de actos de violencia está basado en la EPH/2002, llevada a cabo por la Dirección General de Estadística, Encuestas y Censos ya por varios años. Sin embargo, recién a partir de 2002 ha incorporado datos respecto al capital social.

Para el cálculo del Capital Social a ser utilizado como variable explicativa en la regresión de la probabilidad de ser víctima de actos de violencia, sigue la metodología establecida por Insfrán Pelozo (2004). Se utiliza un indicador numérico representativo del acervo de capital social para cada individuo. A este efecto utilizamos un índice de capital social construido en Insfrán Pelozo, op. cit., basado en si el individuo encuestado posee o no dicho capital (considerado como un acervo). 2 Para el cálculo del índice, se considera en la muestra a aquellos individuos que responden a todas las preguntas consideradas. 3 El valor entre paréntesis indica el número de preguntas analizadas en cada sección.

El índice mide si el individuo posee o no los elementos medidos en la EPH/2002, a saber3: Redes (5), Confianza y Solidaridad (8), Participación Ciudadana (4), Cohesión Social (6), Acceso a la Información (5) y Empoderamiento y Participación Política (9). Para ello se han seleccionado

197


algunas variables de la EPH/2002 en cada una de estas partes de la Sección 6 de Capital Social. Estas variables se hallan detalladas en el Apéndice 1 del presente estudio, el cual es una transcripción de Insfrán Pelozo, op. cit.. Se han generado variables binarias para cada una de las preguntas de la encuesta, y si el encuestado respondía sí o si poseía la característica que se pretendía medir, se asigna el valor de 1, y en caso contrario, un valor de cero. Después se suman las variables en cada una de las 6 categorías, y si el individuo tiene una puntuación superior al 50% del total de puntos posibles, se considera que el mismo posee esa parte del capital social medido, por ejemplo Redes. Posteriormente, cuando posee ese elemento, se asigna un valor de 1 que forma parte del índice; en caso contrario, 0. Seguidamente se analiza el elemento de Confianza y Solidaridad, y así sucesivamente para los 6 elementos. Por lo tanto, el valor del índice va de 0 a 6, indicando la presencia o no en cada individuo de las seis características consideradas. A continuación presentamos el Histograma del Índice de Capital Social en el Sector Rural.

ilustración 2 2400 Series: ÍNDICE Sample 1 8605 Observations 8605

2000 1600 1200 800

Mean Median Maximum Minimum Std. Dev. Skewness Kurtosis

1.839861 2.000000 6.000000 0.000000 1.453419 0.572977 2.647088

Jarque-Bera Probability

515.4964 0.000000

400 0 0

1

2

3

4

Fuente: DGEEC. Encuesta Permanente de Hogares 2002

198

5

6


8. Metodología Con este trabajo se busca contribuir a una mejor comprensión de los efectos del capital social en su conjunto o de parte del mismo, sobre la probabilidad de que una persona sea víctima de un acto de violencia, ya sea en su integridad física, en su vivienda, lugar de residencia o en sus pertenencias materiales. Todo esto basado en la teoría económica y utilizando métodos econométricos.

En esta parte del trabajo se determinará empíricamente la influencia del capital social sobre la probabilidad de ser víctima de actos violentos, básicamente a través del elemento de Cohesión Social como factor aglutinante de las comunidades. Se utilizarán las características de los individuos como variables de control. Se utilizará el instrumental teórico estándar, en el cual individuos que optimizan, deciden realizar actos violentos o criminales, dependiendo de las ganancias esperadas de dichos actos. Estas ganancias esperadas dependen de los retornos obtenidos, las posibilidades de obtener empleo en actividades lícitas, las preferencias de los individuos, los costos de dichas actividades criminales, asociados con las probabilidades de captura, juzgamiento y castigo.

El capital social y su influencia en la violencia de las comunidades del Paraguay

9. Estimación de la probabilidad de ser víctima de actos violentos con el capital social como regresor

La hipótesis del presente estudio es que la presencia del capital social aumenta los costos para los criminales y, por ende, reduce los retornos esperados de estos. Por tanto, con todo lo demás constante y bajo la hipótesis nula, la presencia de capital social reduce la violencia y los actos criminales. Dicha hipótesis será contrastada con la evidencia empírica obtenida a partir de la EPH/2002. La información existente permitirá estimar la probabilidad de ser o no víctima de dichos actos no solo a nivel de

199


todo el país, sino también a nivel de áreas geográficas, a fin de verificar la hipótesis de si en todas las áreas del país son las mismas características (y con el mismo efecto) las que determinan que un individuo pueda ser víctima de actos violentos. Adicionalmente, se puede disgregar el análisis por estratos socioeconómicos, basado en el ingreso familiar total. La ecuación a estimar es la siguiente: Pr (Víctimai = 1| β´Xi) = G (β0 + β1x1 +.... + βk xk) = G Pr (Víctimai = 0| β´Xi) =1 - G(β´Xi) ) X = (Indic,De,Se,In) Donde: 1

El Individuo ha sido víctima de un acto violento entre los años 1998 y 2002

0

En caso contrario

Víctima =

Indic = indicador del acervo de capital social De = variables demográficas Se = variables socioeconómicas In = individuales G es una función continua, estrictamente creciente, que toma un valor entre cero y uno: 0<G(z)<1 para todos los números reales z. De esta manera, es posible asegurar que las probabilidades a estimar se hallen estrictamente entre cero y uno. Las Xi son las características del individuo (variables explicativas del modelo). Dada la especificación anterior, podemos estimar los parámetros del modelo utilizando el método de máxima verosimilitud. La función de verosimilitud se puede escribir como:

200


Las condiciones de optimalidad de primer orden para esta función de verosimilitud son no lineales, por lo cual la obtención de estimadores de los parámetros requiere de una solución iterativa realizada sin mayores inconvenientes por los paquetes econométricos. Utilizamos en el proceso de estimación el programa econométrico Eviews 4.1; sin embargo, puede ser usado cualquier otro paquete, dado que esta estimación se ha vuelto una rutina estándar para casi todos los programas existentes en el mercado.

Respecto a la variable binaria dependiente, se considerará el valor 1 cuando cualquiera de los integrantes del hogar ha sido víctima de uno o más actos de violencia, y 0 cuando no ha sido víctima. El conjunto de regresores incluye al capital social, variables demográficas y socioeconómicas. Así, para el capital social se construirá un índice que representa la cohesión social de la comunidad en la cual cada individuo habita.

4 El logit, constituye el logaritmo natural de la razón de probabilidades entre ser víctima de un acto violento y de no serlo. Es decir, el logaritmo del ratio de casos favorables a no favorables. Esto tiene la ventaja de que mapea probabilidades del rango (0,1) a todos los números reales (-∞,+∞). 5 De hecho, se ha intentado determinar la significancia estadística y econométrica del índice global de capital social y de cada uno de sus seis componentes. Sin embargo, solamente el indicador de Cohesión Social ha sido el único que reunía las características estadísticas apropiadas.

El capital social y su influencia en la violencia de las comunidades del Paraguay

Para la función G emplearemos la función logística, lo cual se conoce en la literatura como modelo logit. Para fines de estimación, escribimos nuestra ecuación logística de la siguiente manera4.

Respecto a las variables demográficas y socioeconómicas se consideran: tipo de hogar, edad, sexo, estado civil, empleo, ingreso familiar mensual y la pertenencia del individuo al sector terciario o de servicios. Adicionalmente, se han utilizado otras, pero estas han resultado no significativas. En resumen: esta metodología se utilizará para estimar empíricamente la probabilidad de ser (o no) víctima de un acto de violencia en diferentes regiones o para diferentes grupos sociales, y para analizar la significancia o no de la variable indicadora de Cohesión Social como parte del capital social5. Adicionalmente, se podrá establecer empíricamente la significancia estadística de otras variables socioeconómicas.

201


10. Descripción de variables y signos esperados La estimación es realizada a partir de datos de la EPH/ 2002 y se analizan varios grupos, en que se destacan los que consideran los individuos que se hallan en áreas rurales, los de áreas urbanas y ambos grupos en su conjunto. De igual manera, se han realizado estimaciones utilizando diferentes deciles de ingreso familiar. A continuación presentamos una descripción de las variables a ser consideradas en nuestro estudio y que han resultado significativas y con los signos apropiados, de acuerdo a las conjeturas esbozadas a continuación: Variable Binaria Dependiente. A partir de las respuestas a las 5 preguntas de la Página 28, Sección 6: Parte A Vivienda e Inventario de Bienes Duraderos, las cuales textualmente expresan:

tabla 2 En los últimos 5 años (1998-2002), ¿alguna vez un miembro del hogar fue víctima de algún acto de violencia? En los últimos 5 años (1998-2002), ¿alguna vez la vivienda fue víctima de algún acto de violencia? En los últimos 5 años (1998-2002), ¿alguna vez la tierra fue víctima de algún acto de violencia? En los últimos 5 años (1998-2002), ¿alguna vez algún vehículo fue víctima de algún acto de violencia? En los últimos 5 años (1998-2002), ¿alguna vez algún animal fue víctima de algún acto de violencia?

Se ha considerado con un valor de 1 cuando se ha respondido positivamente a cualquiera de estas preguntas y, en caso contrario, con un valor de 0. Las características de la variable dependiente se presentan en el Anexo 2. Variable Indicadora de Capital Social. Se han utilizado tanto el índice general como los índices de cada una de las seis áreas medidas de capital social en la EPH/2002 y ha resultado significativo y con los signos adecuados únicamente el indicador de Cohesión Social, para el sector rural. Cuando se han utilizado la muestra completa y 202

SV01 SV50 SV51 SV52 SV53


la del área urbana no se han logrado resultados significativos estadísticamente y con los signos apropiados. Variables Demográficas: sexo, edad, estado civil y tipo de hogar. Variables Socioeconómicas: ingresos mensuales del hogar, si el encuestado se halla empleado o no y el sector económico en el que se halla la empresa en la cual trabaja.

La variable indicadora de Capital Social debería tener un signo negativo, de manera que un aumento en el acervo de dicha variable implique para un individuo un descenso de la probabilidad estudiada. Específicamente, la variable que representa Cohesión Social se vuelve un elemento importante para reducir la violencia. De hecho, se espera que aquellas comunidades con menores diferencias religiosas, políticas y/o étnicas sean más seguras. Los coeficientes de edad, sexo y estado civil no poseen a priori un signo “correcto”, dado que se puede argumentar a favor de cualquiera de los signos y la decisión dependerá de los resultados empíricos obtenidos a partir de la muestra analizada. Por su parte, los coeficientes de Empleo (indica si la persona se halla empleada o no) y de Ingreso Familiar Mensual deberían tener un signo positivo, indicando que los que se hallan empleados y poseen ingresos superiores tienen mayor probabilidad de ser víctimas de un acto violento.

El capital social y su influencia en la violencia de las comunidades del Paraguay

En relación a los signos esperados para los coeficientes de los regresores en nuestra formulación de la probabilidad de ser víctima de un acto violento, podemos afirmar lo siguiente:

11. Resultados empíricos Tal como se ha dicho anteriormente, se han hecho numerosas agrupaciones o submuestras de individuos de acuerdo al área en que vivían y a deciles de su ingreso familiar mensual. También se han utilizado los seis componentes de capital social que son medidos en la EPH/02.

203


Sin embargo, únicamente para el caso de la muestra que considera datos de las áreas rurales y con el índice de Cohesión Social fue posible estimar una regresión de la probabilidad de ser víctima de un acto violento, cuyos regresores tenían los signos adecuados y que han superado todos los tests estadísticos y econométricos estándares. Adicionalmente, estos resultados son consistentes con la estructura teórica desarrollada en esta investigación. De igual manera, Lederman et al. (2002) encuentran resultados similares en su estudio y que el componente de capital social medido por la confianza en miembros de la comunidad es el único que tiene el efecto de reducir los crímenes violentos. En todos los otros casos no se han logrado resultados significativos en términos estadísticos y coherentes con la teoría enunciada previamente. Esto puede ser debido a algunos de los siguientes factores o una combinación de ellos: muestras limitadas, dificultades de medición de las variables y la imposibilidad de distinguir los efectos del capital social sobre el crimen y la violencia desde el punto de vista de toda la sociedad y los efectos específicos para ciertos grupos sociales. Sería interesante avanzar en estudios que incorporen efectos macroeconómicos y de series de tiempo, de tal manera a lograr una mejor comprensión de las causas de los actos violentos. En la tabla 3 se presentan los resultados econométricos obtenidos para el caso del área rural, en la cual el coeficiente de cohesión social (indicador de capital social) ha resultado con el signo esperado y significativo del 7,9%. Como es posible observar, todos los coeficientes tienen los signos que a priori se habían considerado como razonables. El estadístico LR de significancia conjunta de los coeficientes, con 8 grados de libertad, es de 99,29, lo cual indica que se rechaza la hipótesis nula de que todos los coeficientes son simultáneamente iguales a cero, dado que los valores críticos chi-cuadrados son 11,0705 y 15,0863, al 5% y al 1%, respectivamente6.

204

El signo del coeficiente de Cohesión Social es negativo; por lo tanto, un incremento en el valor de dicho índice genera una disminución en la probabilidad de ser víctima de un acto de violencia. Por su parte, los factores sociodemográficos, el tipo de hogar y la edad poseen coeficien-

6 De igual manera, el P-value es bajísimo, casi cero.


tabla 3

Variable COHESI TIPOHOGA EDAD SEX ESTCIV EMPLEO LOG(INGREM) SERVI C Mean dependent var S.E. of regression Sum squared resid Log likelihood Restr. log likelihood LR statistic (8 df) Probability(LR stat) Obs with Dep=0 Obs with Dep=1

Coefficient -0.172270 0.096079 0.008292 -0.124088 -0.230697 0.338807 0.233504 0.243804 -4.664175 0.296828 0.451105 735.8396 -2154.906 -2204.552 99.29170 0.000000 2549 1076

Std. Error z-Statistic 0.095570 -1.802553 0.034820 2.759341 0.002365 3.506944 0.089061 -1.393287 0.082807 -2.785972 0.093497 3.623713 0.039005 5.986589 0.090526 2.693190 0.527471 -8.842530 S.D. dependent var Akaike info criterion Schwarz criterion Hannan-Quinn criter. Avg. log likelihood McFadden R-squared Total obs

Prob. 0.0715 0.0058 0.0005 0.1635 0.0053 0.0003 0.0000 0.0071 0.0000 0.456923 1.193879 1.209262 1.199359 -0.594457 0.022520 3625

Fuente: Cálculos del autor con datos de la EPH/2002

tes positivos, indicando una incidencia positiva en la variable dependiente. Es decir, a medida que se pasa de uno individual a otro extendido y cuando el individuo tiene más edad, aumentan las probabilidades de ser víctima de violencia. Respecto a variables económicas, los indicadores de si la persona se halla empleada, el ingreso mensual disponible y la pertenencia al sector servicios presentan signos positivos, lo cual indica que aquellas personas con mayores ingresos tienen mayor probabilidad de ser víctimas. Todo esto es consecuente con los datos de la mala distribución de ingreso en el Paraguay, que puede generar numerosos conflictos. Adicionalmente se puede medir el cambio en el logit estimado por una unidad de cambio en cada regresor, asumiendo los demás regresores constantes, interpretando cada coeficiente como una derivada parcial. Así, por un

El capital social y su influencia en la violencia de las comunidades del Paraguay

Dependent Variable: VÍCTIMA DE UN ACTO VIOLENTO Method: ML - Binary Logit (Quadratic hill climbing) Sample: 1 3625 Convergence achieved alter 5 iterations Covariance matrix computed using second derivatives

205


aumento de 1 unidad en el valor del indicador de Cohesión Social, existe una caída de 0,172 en el logaritmo natural de las probabilidades de ser víctima de un acto de violencia frente a la de no ser víctima. Tomando el antilogaritmo del valor de este coeficiente, se obtiene 0,841, lo cual representa una caída de 15,82% en la razón de las probabilidades. A continuación se presenta el mismo cálculo para todas las variables explicativas del modelo.

tabla 4 Variable COHESI TIPOHOGA EDAD SEX ESTCIV EMPLEO LOG(INGREM) SERVI

Coeficiente (A)

Antilog (B)

(B) -1 (C)

Var. en % (D)

-0.17227 0.096079 0.008292 -0.124088 -0.230697 0.338807 0.233504 0.243804

0.8417519 1.100846 1.0083265 0.8833021 0.79398 1.4032725 1.2630179 1.2760942

-0.158248 0.100846 0.0083265 -0.116698 -0.20602 0.4032725 0.2630179 0.2760942

-15.82481 10.084603 0.8326474 -11.66979 -20.602 40.327249 26.301788 27.609419

Fuente: Cálculo del autor a partir de datos de la Tabla 3

Un hecho que puede resultar llamativo es el resultado de que los elementos del capital social, como Redes, Confianza y Solidaridad, Participación Ciudadana, Acceso a la Información y Empoderamiento y Participación Política, no aparecen con efecto significativo sobre la violencia y el crimen, y también que se haya dado esto en todos los subgrupos de individuos. Esto podría deberse a que con las preguntas de la EPH/2002 no se puede distinguir, por ejemplo, entre la participación en organizaciones tradicionales y seculares (como Iglesia y partidos políticos) y la participación espontánea y voluntaria en organizaciones sociales. Probablemente, solamente la participación espontánea y voluntaria es la que puede servir de base para generar acción colectiva que sirva como elemento disuasivo de la violencia y el crimen.

206

Por otra parte, el capital social puede ser visto como un acervo a nivel de la sociedad en su conjunto, y es este tipo de capital social el que tiene mayores efectos disuasivos sobre la violencia. Sin embargo, el indicador o índice usado en este estudio capta o mide el capital social, pero con un acervo para un individuo, o se lo puede ver para gru-


También es importante resaltar que los resultados obtenidos con las otras muestras han sido en algunos casos contradictorios o no concluyentes respecto a lo obtenido con la muestra de individuos que habitan las áreas rurales. Por lo cual las lecciones y conclusiones de este estudio no deben ser consideradas concluyentes, y se debe continuar analizando el problema. Especialmente sería interesante contar con un panel de datos que permitan analizar conjuntamente aquellos factores que determinan la violencia y que varían a lo largo del tiempo, así como aquellos factores que varían entre individuos en un mismo periodo de tiempo. Un hecho trascendente es que únicamente ciertos tipos de capital social, especialmente Cohesión Social y en alguna manera Confianza, son los factores que ayudan a disminuir la probabilidad de ser víctima de un crimen violento. Esto último se halla documentado en Lederman et al. (2002) y en Kennedy et al. (1998). Un importante desafío para las investigaciones futuras es generar un índice de capital social capaz de capturar y diferenciar entre el capital social como un acervo a nivel de la sociedad en su conjunto y el capital social específico para ciertos grupos sociales. El índice elaborado en Insfrán Pelozo (2004) puede ser el punto de partida para ello, dado que considera al capital social para los individuos como un acervo. A partir de este índice se puede mejorar ostensiblemente nuestra comprensión de la influencia del capital social, en sus diversas facetas, sobre la violencia.

El capital social y su influencia en la violencia de las comunidades del Paraguay

pos específicos pequeños, con lo cual puede no ser un elemento capaz de capturar toda la potencialidad disuasiva del capital social para la violencia. De hecho, los resultados en algunos casos son consistentes con que el capital social tiene efectos negativos sobre la probabilidad de ser víctima de un acto de violencia.

12. Implicancias de política Dado que existe evidencia de efectos positivos del capital social sobre la violencia, se deberían implementar programas a nivel comunitario que promuevan la cohe-

207


sión social de los diferentes barrios. De hecho, esto podría actuar como elemento de prevención de la violencia y resultará finalmente en menores costos económicos para la sociedad. En este orden de cosas, las comisiones barriales de prevención de violencia pueden ser consideradas como partes integrantes de un sistema de seguridad barrial, el cual debe estar coordinado con las fiscalías y la policía de cada zona. Adicionalmente, la promoción de actividades con orientación comunitaria (un ejemplo es Big Brother/Big Sister of America) podría generar lazos duraderos entre los integrantes de las comunidades y un mayor sentimiento de pertenencia, con lo cual se facilitaría la formación del capital social útil para prevenir la violencia, el consumo de drogas entre los niños pequeños y, en general, reducir la probabilidad de que existan más delincuentes. Por ejemplo, los programas recreativos comunitarios después de la escuela podrían disminuir la criminalidad local juvenil. Otro posible rol de grupos comunitarios que surgen de mayor cohesión y acercamiento podría ser el de vigilancia a grupos de jóvenes pandilleros, que existen en diversos barrios. Todo esto en estricta coordinación con la Policía y el Ministerio Público. Sin embargo, es importante tener en cuenta que para lograr una drástica reducción de los niveles de inseguridad y violencia, el rol del capital social es complementario a las medidas generales de aumento del número y equipamiento de la Policía y los órganos de seguridad estatales.

13. Conclusiones Se presenta una medida empírica de la influencia del capital social sobre la seguridad y violencia en las comunidades del Paraguay, específicamente en las áreas rurales, a partir de los datos de la Encuesta Permanente de Hogares 2002. Adicionalmente, se estima la interacción del capital social con los otros determinantes de la variable dependiente. 208


En relación a las medidas de política apropiadas para potenciar el capital social, como factor que ayude a disminuir la violencia, se deberían implementar programas a nivel comunitario que promuevan la cohesión social de los diferentes barrios. Esto es de especial importancia para facilitar la labor de la Policía y de los órganos estatales. Adicionalmente, puede ayudar a reducir los costos de incrementar la seguridad y el nivel de vida de las comunidades, a través de la identificación de la cohesión social como factor que reduce el crimen y la violencia y que puede ayudar a una mayor cooperación y complementariedad entre los esfuerzos del sector público y del sector privado.

El capital social y su influencia en la violencia de las comunidades del Paraguay

El aspecto resaltante de este estudio es que únicamente la Cohesión Social (una parte del capital social) y en alguna manera la Confianza son factores que ayudan a disminuir la probabilidad de ser víctima de un crimen violento. Sin embargo, los resultados no son concluyentes y se necesita realizar más estudios para lograr una mejor comprensión de las diferentes aristas existentes en la relación capital social y violencia e inseguridad.

Bibliografía

BANCO MUNDIAL: Guía Didáctica para Municipios: Prevención de la Delincuencia y la Violencia a Nivel Comunitario en las Ciudades de América Latina. Región de América Latina y el Caribe LCSFP (Departamento de Finanzas, Infraestructura y Sector Privado), abril 2003. BECKER, Gary: Crime and Punishment: An Economic Approach. Journal of Political Economy. 72(2), pp. 169217, marzo/abril 1968. BECKER, Gary: Nobel Lecture: The Economic Way of Looking at Behavior. Journal of Political Economy. 101, pp. 385-409, 1993. BECKER, Gary: The Economics of Crime. Cross Sections. Federal Reserve Bank of Richmond’s Economic Lecture Series. Fall. 1995. BLOCK, M.K. y HEINEKE, J.M.: A Labor Theoretical Analysis of Criminal Choice. American Economic Review. 65(3), pp.314-25, junio 1975. BOURDIEU, Pierre: The Forms of Capital, en: J.G. RICHARDSON (ed.): Handbook of Theory and Research for the Sociology of Education. Connecticut. Greenwood Press, 1985. 209


COLEMAN, James: Social capital in the creation of human capital. American Journal of Sociology. 94 (supplement), s95-s120, 1988. COTE, S. y HEALY, T.: The Well-being of Nations. The role of human and social capital. Organisation for Economic Co-operation and Development. París, 2001. EHRLICH, Isaac: Participation in Illegitimate Activities: A Theoretical and Empirical Investigation. Journal of Political Economy, 81(3), pp. 521-65, mayo/junio 1973. EHRLICH, Isaac: Deterrent Effect of Capital Punishment: A Question of Life and Death. American Economic Review. 65(3), pp.397-417, junio 1975. HALPERN, D.: Social capital: the new golden goose. Faculty of Social and Political Sciences, Cambridge University. Unpublished. 1999. HALPERN, D.: Moral values, social trust and inequality - Can values explain crime? British Journal of Criminology, 41:236-251. 2001. GREEN G.; GRIMSLEY, M.; SUOKAS, A.; PRESCOTT, M. y JOWITT, LINACRE R.: Social Capital, Health and Economy in South Yorkshire Coalfield Communities. Sheffield Hallam University, 2000. GUERRERO, R.: Violence Prevention - Technical Note 8: Violence Control at the Municipal Level. Sustainable Development Department. IDB, Washington, D.C., 1999. HOLLAND, Jerem y MOSER, Caroline: Urban Poverty and Violence in Jamaica. World Bank, octubre 1997. INSFRÁN PELOZO, José Aníbal: El Capital Social y su influencia en el Empleo y en el Atraso en la Escolaridad. Evidencia de la Encuesta Permanente de Hogares 2002. Manuscrito aún no publicado de la Dirección General de Estadística, Encuestas y Censos. Paraguay, 2004. KENNEDY, B.P.; KAWACHI, I.; PROTHROW-STITH, D.; LOCHNER, K. y GUPTA, V.: Social capital, income inequality, and firearm violent crime. Soc. Sci. Med. 47(1):7-17, julio 1998. LEDERMAN, Daniel; LOAYZA, Norman y MENÉNDEZ, Ana María: Violent Crime: Does Social Capital Matter? Economic Development and Cultural Change, Vol. 50, Issue 3, 2002. RUBIO, Mauricio: Crimen e Impunidad. Tercer Mundo Editores. CEDE, 1999. SAMPSON, R.; RAUDENBUSH, S.W. y EARL, S.: Neighbourhoods and violent crime: A multilevel study of collective efficacy, quoted in: HALPERN, D.: Social capital: The new golden goose, 1999. Faculty of Social and Political Sciences, Cambridge University. Unpublished review, 1997. VÉLEZ, Luis Fernando; ESPITIA, Victoria Eugenia; BANGUERO, Harold; MÉNDEZ, Fabián; MUÑOZ, Edgar; ROTAWINSKY, William; VANEGAS, Gildardo y ESPINOZA, Rafael: Victimización en Colombia: Un análisis exploratorio del caso de la ciudad de Cali. World Bank Project on Crime in LAC Cities, pp. 4-9. Cali, Colombia, octubre 1999. WITTE, Ann Dryden: Estimating the Economic Model of Crime with Individual Data. Quarterly Journal of Economics. 94(1), pp. 57-84, febrero 1980.

210


Pregunta ¿Recurrió Ud. a alguien por esa necesidad? Recurrir allí, ¿le solucionó totalmente el problema o la necesidad? Durante el año 2002, ¿hubo personas que recurrieron a usted para pedir ayuda o asistencia? ¿Respondió Ud. oportunamente a la solicitud de ayuda? ¿Cuántos amigos íntimos tiene Ud.? Durante el año 2002, ¿prestó dinero o algún tipo de bien a otros que no viven con Ud.? ¿Le han devuelto lo que prestó? Según Ud., ¿le devolvieron a tiempo el dinero o el bien que prestó? Según Ud., ¿le devolvieron el dinero o el bien en la misma cantidad o estado que usted prestó? ¿Estuvo conforme con lo que le devolvieron? ¿Cree Ud. que en este barrio/comunidad la gente puede generalmente confiar una en otra, en términos de algún tipo de ayuda? Si un proyecto de la comunidad no le beneficia directamente, pero tiene beneficios para otros en su comunidad, ¿contribuiría Ud. con tiempo para el proyecto? Si un proyecto de la comunidad no le beneficia directamente, pero tiene beneficios para otros en su comunidad, ¿contribuiría Ud. con dinero para el proyecto? ¿Pertenece Ud. a un grupo o asociación? En este grupo o asociación, ¿participa Ud. como ...? Las decisiones que generalmente se toman... Este grupo, ¿se relaciona con algún otro grupo? En su comunidad o barrio, ¿existen diferencias entre las personas que se deben por ej.: a religión, partido político o clase social? En el último mes, ¿se ha reunido con otras personas para comer o beber, en su casa o en un lugar público? En algunas de estas reuniones, ¿participaron personas de diferente partido político? En algunas de estas reuniones, ¿participaron personas de diferente clase social? En algunas de estas reuniones, ¿participaron personas de diferente religión? En la última semana, ¿con qué frecuencia leyó algún periódico o diario, o alguien leyó para Ud.? En la última semana, ¿con qué frecuencia escuchó una emisora de noticias?

Variable CA02 CA04

Sección Redes Redes

CA06

Redes

CA07 CA08 CB01

Redes Redes Confianza y Solidaridad

CB02 CB03

Confianza y Solidaridad Confianza y Solidaridad

CB04

Confianza y Solidaridad

CB05 CB07

Confianza y Solidaridad Confianza y Solidaridad

CB08

Confianza y Solidaridad

CB09

Confianza y Solidaridad

CC01 CC03 CC10 CC12 CD01

Participación Ciudadana Participación Ciudadana Participación Ciudadana Participación Ciudadana Cohesión Social

CD05

Cohesión Social

CD06

Cohesión Social

CD07

Cohesión Social

CD08

Cohesión Social

CE01

Acceso a la Información

CE02

Acceso a la Información

El capital social y su influencia en la violencia de las comunidades del Paraguay

Anexo 1 Variables utilizadas en el Índice de Capital Social

211


Pregunta En la última semana, ¿con qué frecuencia vio la televisión? ¿Accede a otra fuente de información? ¿Tiene conocimiento sobre programas actuales de gobierno, como por ej. Crédito Agrícola, vacunación, salud materna, infantil, etc.? ¿Sobre cuántas decisiones tiene usted control en su hogar?

212

Variable CE03 CE04 CE06

Sección Acceso a la Información Acceso a la Información Acceso a la Información

CF01

Empoderamiento y Participación Política Empoderamiento y Participación Política Empoderamiento y Participación Política Empoderamiento y Participación Política Empoderamiento y Participación Política

En general, ¿cuánta influencia tiene Ud. para hacer que el barrio sea un mejor lugar para vivir? Durante el año 2002, ¿participó Ud. de alguna reunión de asociación, movimiento o partido político? ¿Votó Ud. en las últimas elecciones municipales?

CF02

¿Se trasladó por iniciativa propia o lo llevaron a través de operadores políticos?

CF10

CF08 CF09


Anexo 2

VÍCTIMA DE UN ACTO VIOLENTO - Muestra conjunta Valor

Frecuencia

Porcentaje

Válidos

0,00

5.843

67,9

67,9

Porcentaje acumulado 67,9 100,0

1,00

2.762

32,1

32,1

Total

8.605

100,0

100,0

Víctima de un acto violento Muestra rural

El capital social y su influencia en la violencia de las comunidades del Paraguay

Víctima de un acto violento Muestra conjunta

VÍCTIMA DE UN ACTO VIOLENTO - Muestra rural Valor

Frecuencia

Porcentaje

Válidos

0,00

2.549

70,3

70,3

Porcentaje acumulado 70,3

1,00

1.076

29,7

29,7

100,0

Total

3.625

100,0

100,0

213


Víctima de un acto violento Muestra urbana

VÍCTIMA DE UN ACTO VIOLENTO - Muestra urbana

214

Valor

Frecuencia

Porcentaje

Válidos

0,00

3.294

66,1

66,1

Porcentaje acumulado 66,1

1,00

1.686

33,9

33,9

100,0

Total

4.980

100,0

100,0


Turn static files into dynamic content formats.

Create a flipbook
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.