Negocio en el límite. El comercio de frontera de Ciudad del Este.

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Negocios en el lĂ­mite El comercio de frontera desde las calles de Ciudad del Este

Fernando Rabossi


Para mi querido Dante Rabossi, por siempre


PRESENTACIÓN (2010)

El trabajo que sigue a continuación fue presentado en diciembre de 2004 como tesis de doctorado en el Programa de Post-Graduación en Antropología Social del Museo Nacional de la Universidad Federal de Río de Janeiro. Una versión modificada del mismo obtuvo el primer lugar de la octava edición del Premio Dra. Branislava Susnik (2007), organizado por el Museo Etnográfico Andrés Barbero y el Centro de Estudios Antropológicos de la Universidad Católica (CEADUC) de Asunción, Paraguay. Como parte del premio, el trabajo fue publicado integralmente en la revista del CEADUC Suplemento Antropológico (Vol. XLIII, 2008). También fue publicado como libro bajo el título En las calles de Ciudad del Este: una etnografía del comercio de frontera, en la colección Biblioteca Paraguaya de Antropología (Vol. 68, CEADUC, Asunción, 2008). El presente trabajo es una versión revisada del libro publicado en Paraguay. El nuevo título corresponde al título original del proyecto de doctorado y señala el interés de precisar el contenido del libro ante un nuevo público. Como el resultado de muchas tesis de doctorado, siento que su contenido hubiera ganado densidad si el mismo hubiese tenido más tiempo de maduración y sedimentación para abordar de forma más profunda las discusiones teóricas que de él se desprenden. Realizar una re-escritura de su contenido reflejando esa maduración me ha resultado extremadamente difícil, por lo que he preferido presentarlo en la forma en que está. Sin embargo, me gustaría en esta presentación aclarar algunas elecciones que fui tomando a lo largo de la investigación y destacar las discusiones para las cuales este trabajo puede servir para reflexionar. Cuando comencé a trabajar en la región donde se encuentran los limites internacionales de Paraguay, Argentina y Brasil, la producción académica sobre la región


era bien limitada. El escaso conocimiento histórico y contemporáneo sobre la región contrastaba con la proliferación de noticias que aparecía en los medios de comunicación y con la presencia cada vez más recurrente de la región – la denominada Triple Frontera– en las agendas de seguridad de los gobiernos de cada país y de los Estados Unidos. La etnografía resultante intentó llenar ese vacío a partir de una descripción detallada del comercio fronterizo, actividad que consideró central para comprender la región y que está por tras de las imágenes periodísticas y gubernamentales. Mirada desde Brasil, Ciudad del Este ocupó un lugar fundamental en la provisión de mercaderías importadas que alimentaron comercios, shoppings y mercados de calle en gran parte del territorio brasilero. Los principales actores en la distribución de esas mercaderías eran millares de compradores que viajaban semanalmente desde sus ciudades de origen a comprar a la ciudad paraguaya, los denominados sacoleiros. Ingresando las mercaderías sin ser declaradas en el control aduanero, inmediatamente surge la pregunta por cuáles fueron las condiciones que tornaron posible ese comercio en la escala y con el alcance territorial que tuvo. Para ello analice etnográficamente como funcionaba ese comercio e intenté entender, a partir de fuentes bien variadas, cómo fue que se desarrolló históricamente. La busqueda de fuentes, en casi todos los casos, estuvo guiada por elementos que iban surgiendo en el trabajo de campo. Elementos, estos, que se revelaban significativos para comprender las trayectorias de las personas con las cuales estaba conviviendo y que iluminaban los procesos históricos que fueron fundamentales en la estructuración de aquella región: la apertura del este de Paraguay, la construcción de una infraestructura que conectó Brasil y Paraguay, las migraciones internas, la llegada de migrantes asociados a diásporas comerciales y la construcción de Itaipú, entre muchas otras.


Describir etnográficamente el comercio de frontera me llevó a elaborar un retrato que intentó incorporar a todos los actores que hacían posible ese comercio. Retrato que no estaba construido desde un punto de vista especifico sino de una multiplicidad de posiciones y registros. Claro que el retrato general resultante es aquel que fue montado por mí, articulando esa variedad de posiciones. Sin embargo, una parte significativa de la etnografía está construida a partir de un actor específico y que tiene una visibilidad bien marcada en el mercado de Ciudad del Este: los vendedores de calle o, como son llamados allá, los mesiteros. Elegir a los mesiteros para contar el comercio Ciudad del Este y entender aquel espacio fue, precisamente, la forma de contornear el problema colocado por el interés de contar una historia compleja, producto de una serie de procesos y actores, a partir de un registro etnográfico que privilegiase un punto do vista con el cual estuviese más familiarizado. Ese camino me llevó a explorar trayectorias migratorias, relaciones de género, formas de ahorro y gasto, relaciones con personas de otros orígenes, entre muchas otras cuestiones. Si la apuesta a los mesiteros valió la pena, es algo que el lector podrá decir al final el libro. Pero antes de dejarlos con el libro en sí, me gustaría realizar algunas afirmaciones teóricas que se desprenden de él y que creo no están formuladas de la forma en que lo voy a hacer aquí. El sentido de formularlas de forma descontextualizada es fornecer al lector un esqueleto de lectura cuya carne y sangre serán presentadas en las próximas páginas – parafraseando las diferentes vías descritas por Bronislaw Malinowski que deben ser recorridas para realizar un trabajo de campo etnográfico. Primera cuestión. La venta en la calle o la compra-venta de mercaderías importadas –actividades consideradas como informales y, en algunos contextos, ilegales– no son el universo exclusivo de actores desposeídos o excluidos del sistema. Observarlos a partir de ese registro nos hace perder de vista la complejidad que estructura ese universo y las


formas de distinción y desigualdad que lo estructuran. La intervención de poderosos agentes -en términos económicos y políticos- al lado de sectores medios y desposeídos es, precisamente, la matriz que permite entender las formas de desigualdad y los mecanismos de permisividad y castigo que operan distinguiendo actores sociales, practicas y espacios. Segunda cuestión. El desarrollo de mercados al otro lado de la frontera que funcionan a partir de circuitos comerciales contraviniendo regulaciones legales –mercados como Ciudad del Este y Foz do Iguaçu–, son el resultado de prácticas y apuestas estatales que articulan intereses locales, regionales e internacionales. Antes que ser el mero producto de la mano invisible del mercado, los mercados fronterizos son el resultado de una serie de intervenciones políticas y económicas de diversos actores. Tercera cuestión. Actividades económicas que contravienen el orden legal no suceden al margen de la ley sino que lo hacen en relación con ella. Tanto el contrabando como la venta indebida en la vía publica –caracterizaciones realizadas a partir de un orden legal específico– son posibles a partir de los mecanismos legales que producen la oportunidad de aprovecharlos, constituyendo el guión a partir del cual los actores realizan sus actividades. Entre la ley y la ilegalidad, existe un enorme espacio de prácticas y representaciones que conforman el espacio de producción del Estado y de las instituciones tal cual ellas existen. Cuarta cuestión. Las intervenciones para regularizar prácticas descritas como informales participan activamente de la reproducción de la precariedad. Algo que podríamos describir como la producción legal de la ilegalidad. Quinta cuestión. Mercados informales no están necesariamente vinculados a pequeñas ganancias, así como tampoco trabajos marginales están necesariamente reducidos a la marginalidad social. Ciudad del Este es un ejemplo extremo de las posibilidades abiertas en el mercado para sujetos que nunca habían participado en él: sean campesinos


libaneses que dejaran su país por causa de los conflictos bélicos para dedicarse a las actividades comerciales o campesinos paraguayos que aprovecharan las posibilidades abiertas en la ciudad de frontera. Sexta cuestión. Los procesos de trasformación de tradiciones rurales en momentos de urbanización dependen menos de la vida en la ciudad que de la marginalización social que disciplina a los sujetos recién llegados al medio urbano. La nueva vida en la ciudad no supone una transformación automática de los pobladores que llegan a ella, sino que va a depender de las condiciones materiales para poder seguir reproduciendo –o no– la ‘buena vida’ de los valles. Séptima cuestión. Convivir en un mismo espacio no significa vivir una vida en común. La presencia de diversos grupos en los mercados de Ciudad del Este y Foz do Iguaçu no son garantía de relaciones y cosmopolitismo. Octava cuestión. La presencia de actores de diversos orígenes no garantiza la aplicación de modelos sobre globalización o transnacionalización sino que nos llama a investigar cómo se dan las relaciones entre los diversos actores sociales y como interpretamos los desarrollos históricos que fueron haciendo posible ese escenario. Antes que presuponer lo que pasa para poder explicarlo, debemos conocer aquello de lo cual queremos hablar. Podría seguir con varias afirmaciones, pero ya es hora de adentrarnos en las texturas del mundo que la etnografía pretender retratar. Si después de su lectura, algunas de estas ideas pueden sostenerse, entonces valdrá la pena continuar elaborándolas. Independientemente de ellas, si el trabajo que sigue a continuación permite complejizar nuestra visión sobre aquella frontera, entonces la etnografía cumplido su objetivo: abrir una ventana a partir de la cual pensar sobre un mundo en los límites.


INDICE

LISTA DE CUADROS, FOTOS, GRÁFICOS, IMÁGENES, MAPAS, TABLAS Y ANEXOS

III

VOCABULARIO

VI 1

PROLOGO INTRODUCCION Ciudad del Este: mercado transnacional de frontera

4 9

Negocios, espacios y legalidades

14

Visiones de un lugar maldito

23

Desde el comercio de frontera

31

Aclaraciones para la lectura

36

CAPITULO 1 - A TRAVÉS DE UNA AMISTAD

39

Conexiones

42

‘A maior área comercial da zona Oeste’: Foz do Iguaçu en el puente

45

El microcentro de Ciudad del Este

49

Actores y dinámicas del comercio de Ciudad del Este

52

Dinámicas espacio-temporales

82

Conclusiones

96

CAPITULO 2 – VIDAS Y VENTAS

100

EN LAS CALLES DE CIUDAD DEL ESTE Produciendo el espacio de las ventas

102

Disyunciones de la calle

115

Pecios, clientes y negociaciones

128

Las reglas de la calle

157

Pasando en la calle

166

Urbanidades y masculinidades: Dinámicas en torno a la bebida

181

Tener, mandar y hacer: Consideraciones en torno a las relaciones de género Las posibilidades de un expansivo mercado de frontera

192 201


II CAPITULO 3 – LOS CAMINOS A CIUDAD DEL ESTE

206

Historias mesiteras

208

El llamado de Itaipu

217

Un nuevo destino para los paraguayos

224

Ventajas sacoleiras y problemas autoservices

231

Notas e indicios sobre la expansión sacoleira

244

Entre la competencia y la complementariedad: Ciudad del Este en los circuitos sacoleiros Cruces y pasajes

REFLEXIONES FINALES

259 264 277

Diferenciales, posibilidades y circuitos

278

Regulaciones, legalidades y oportunidades

282

Conjunciones y divergencias

285

Cuestionamientos y perspectivas

287

BIBLIOGRAFÍA

291

Textos y artículos

291

Diarios y revistas

305

ANEXOS

310


III LISTA DE CUADROS, FOTOS, GRÁFICOS, IMÁGENES, MAPAS, TABLAS Y ANEXOS

CUADROS Cuadro 1 - Dubai y Ciudad del Este

22

Cuadro 2 - Sobre el surgimiento de la Triple Frontera

26

Cuadro 3 - El Grupo Monalisa

62

Cuadro 4 - El marco legal brasilero para ingresar mercaderías compradas en el exterior

80

Cuadro 5 - Algunas definiciones acerca de quién es la calle

124

Cuadro 6 - Sobre la noción de letrado

148

Cuadro 7 - Sobre la historia de las camisinhas musicais

151

Cuadro 8 - Aprendiendo en la calle

162

Cuadro 9 - Jugando chinchón

170

Cuadro 10 - Juegos de niños y no tan niños

171

Cuadro 11 - San Cono

173

Cuadro 12 - Narrativas sobre extorsiones sexuales

196

Cuadro 13 - Primeros años de una ciudad

209

Cuadro 14 - Creciendo a lo alto

219

Cuadro 15 - Expansión y apropiación

230

Cuadro 16 - La posibilidades de la intermediación

237

Cuadro 17 - Universos sacoleiros

274

FOTOS Foto 1 - Fotomontaje de Ciudad del Este desde el Puente de la Amistad.

49

Foto 2 - Shopping Monalisa.

62

Foto 3 - El pianista de Monalisa tocando en uno de los pianos a la venta.

62

Foto 4 - Cambistas esperando por clientes en la RI-VII.

66

Foto 5 - Cambiando dinero, contando dinero y esperando por clientes.

66

Foto 6 - Parada de taxis en el centro de Ciudad del Este

70

Foto 7 - Fila de kombis de Transporte Alternativo en la RI-VII rumbo al Puente de la Amistad Foto 8 - Atrás de la motocicleta, kombi circulando con la puerta trasera abierta, lista para cargar mercadería.

72

Foto 9 - Mototaxis atravesando el Puente de la Amistad rumbo a Brasil.

76

Foto 10 - Arreglando el carrinho para poder continuar.

73

76


IV Foto 11 - Esperando al patrón llegar con el vehículo que lo levará a Brasil.

76

Foto 12 - Mesa de ropa.

104

Foto 13 - Caja metálica y casilla.

104

Foto 14 - La mesa de Gregorio.

107

Foto 15 - Vendedor ordenando las zapatillas.

108

Foto 16 - Puesto de venta de flores artificiales.

109

Foto 17 - Vendedor ambulante de accesorios para autos en la salida del puente

110

Foto 18 - Vendedora de frutas en la entrada del Shopping Santo Domingo.

110

Foto 19 - Vendiendo en la fila de autos rumbo al puente.

111

Foto 20 - Jugando un partido de damas en una calle de Ciudad del Este.

168

Foto 21 - Jugando al chinchón después del trabajo.

169

Foto 22 - Una cerveza con amigos en el centro.

174

Foto 23 - Músicos tocando en la entrada de una amplia casilla sobre la RI-VII.

177

Foto 24 - Fotografía de 1965 del recién inaugurado Puente de la Amistad.

270

Foto 25 - 25º Aniversario de Ciudad Presidente Stroessner

227

Foto 26 - Fotomontaje con las indicaciones de la Receita Federal antes de entrar al Puente de la Amistad.

266

Foto 27 - Ómnibus de turismo siendo revisado en la Zona Primaria de la Receita Federal a la salida del Puente de la Amistad.

271

GRÁFICOS Gráfico 1 - Tráfico de vehículos en el Puente de la Amistad, Puente Tancredo Neves y el trecho Sta. Tereza-Ceu Azul.

43

Gráfico 2 - Evolución de la población del Departamento de Alto Paraná y su capital, Ciudad del Este.

221

IMÁGENES Imagen 1 - Imagen satelital del área de confluencia de las fronteras internacionales de Brasil, Argentina y Paraguay. Imagen 2 - Rodoviária Internacional Novo Rio (Heitor).

10 244

MAPAS Mapa 1 - Centro de Ciudad del Este y localización de la ciudad en Paraguay.

51

TABLAS Tabla 1 - Evolución del número de empresas exportadoras y sus empleados en Foz do Iguaçu

46

Tabla 2 - Evolución del número de visitantes en la ciudad de Foz do Iguaçu y

247


V en el Parque Nacional do Iguaçu. Tabla 3 - Estimativa de la evolución de compristas en Ciudad del Este.

247

ANEXOS Anexo 1 - Planos de intersección en la confluencia de los límites internacionales de Paraguay, Brasil y Argentina.

310

Anexo 2 - Sobre los datos y la forma en que fue construido el gráfico de tráfico de vehículos en e1 Puente de la Amistad, Puente Tancredo Neves y trecho Sta. Tereza - Ceu Azul (Gráfico 1 – Capítulo 1).

311

Anexo 3 - ‘Bijouterie, roupas e outras coisinhas’

312

Anexo 4 - Sulanca y muamba: La Feria de Caruaru

316


VI

GLOSARIO

Caja (español) estructura metálica fijada a la vereda utilizada por los vendedores de la calle para guardar sus mercaderías durante la noche y para exponerlas sobre ellas durante el día. Cambista (portugués) persona que se dedica a la compra y venta (cambio) de monedas. Carrinheiro (portugués) cargador que trabaja con un carrinho, carro de mano, generalmente de dos ruedas, utilizado para cargar mercaderías. Casilla (español) estructura metálica emplazada en la calle para realizar ventas. Las mismas disponen de espacio suficiente para poder ser atendidas desde su interior. Coloradizarse (español) influenciado por el Partido Colorado (Asociación Nacional Republicana - Partido Colorado). Uno de los dos partidos que disputó junto a los Azules (Partido Liberal) la escena política paraguaya después de la Guerra de la Triple Alianza. Desde fines del 40, todos sus gobernantes han provenido de ese partido. Comprista (portugués) comprador brasilero que se provee de mercaderías en Ciudad del Este para revenderlas en su ciudad de origen. Sacoleiro. Copetín (español) en Paraguay, bar y local de minutas. En otras partes de América Latina, bebida aperitiva tomada antes de la comida. Guampa (quechua) recipiente hecho de cuerno de vaca utilizado junto a una bombilla para tomar tereré. Según el Diccionario de la Real Academia Española, la palabra es de origen quechua y significa cuerno. Guardavolume (portugués) lugar para guardar o depositar bultos o pertenencias personales. Algunos mesiteros así llaman a las cajas.


VII Kombista (español) persona que dirige una kombi en el servicio de transporte alternativo de Ciudad del Este. El nombre deriva de kombi, la camioneta Volkswagen utilizada en dicho transporte. Lanchonete (portugués) kiosco o local de comida rápida Laranja (portugués) persona que gana dinero poniendo a disposición de otros su derecho de ingresar mercaderías del exterior, pasándolas como si fueran propias. Por este motivo sólo pueden ser brasileras o brasileros. Lenteros (español) vendedor callejero de lentes oscuros y otros productos industrializados, miembro de la Asociación Lenteros Unidos. Mesitero (español) vendedor callejero que, a diferencia de un ambulante, trabaja localizado en un lugar específico. El nombre deriva de la mesita plegable sobre la cual coloca su mercadería. Mototaxi (portugués y español) servicio de taxi realizado en motocicleta. Denominación utilizada en ambos lados de la frontera. Muambeiro (quimbundo-portugués) persona que negocia con muamba (contrabando). Sacoleiro. Compristas. Según el Diccionario Aurelio, la palabra es de origen quimbundo (Angola) y significa carga. Pasero (español) en Paraguay, persona que pasa mercadería a través del límite internacional para venderla del otro lado. En la frontera aquí analizada, los paseros sólo trabajan con el flujo de mercaderías de Foz do Iguaçu a Cuidad del Este. Sacola (portugués) bolsa. La sacola prototipo del comercio de Ciudad del Este tiene el tejido de los sacos de arpillera pero en material plástico. Aquellas con la misma forma confeccionadas en tela jeans son llamadas containers. Sacoleiro (portugués) derivado de sacola, persona que viaja a otra localidad a comprar mercadería para después revenderla en su ciudad. Comprista. Muambeiro.


VIII Tereré (guaraní) mate frío tomado en una guampa u otro recipiente al que se agrega yerba mate y es cebado con agua fría, la cual es bebida a través de una bombilla. Tomado individual o socialmente, generalmente antes del almuerzo. En Ciudad del Este –así como en otras partes de Paraguay–, el agua es enfriada con hielo y refrescada o potenciada con algún remédio –una mezcla de hierbas que realzan su frescura o son utilizadas con fines medicinales. Típicos (español) vendedor callejero de productos artesanales del Paraguay, miembro de la Asociación de Vendedores de Artículos Típicos De su valle (español) en Paraguay, expresión que se refiere al lugar de origen de una persona. Del interior.


1

PROLOGO

El presente trabajo es una etnografía del comercio de Ciudad del Este, Paraguay, importante centro comercial transnacional localizado en la frontera con Brasil. La misma está construida a partir de los mesiteros –tal como son conocidos los vendedores de la calle en Paraguay–, quienes constituyen uno de los actores más visibles y omnipresentes de la ciudad. Partiendo de una descripción del espacio, los actores y las relaciones que componen el mercado localizado en las cuadras próximas a la salida del Puente de la Amistad que conecta la ciudad con Foz de Iguaçu (Brasil), el trabajo analiza aspectos llaves para la comprensión de las ventas en la calle que permiten iluminar las singularidades de Ciudad del Este. Para ello, analizaré cómo se hace para vender en la calle (las prácticas y las políticas del espacio), cómo se vende en un espacio donde convergen múltiples orígenes, lenguas y monedas (la dinámica de las transacciones y la organización social de las ventas), qué se hace además de vender (la sociabilidad del calles y las dinámicas de género y de valores asociados) y cuáles fueron las historias de las ventas en las calles (los procesos políticos, sociales y económicos que hicieron de las calles un espacio de oportunidades). A partir de esas historias aparecerá el proceso de transformación de un mercado de frontera orientado a turistas en un centro regional inserto en diversos circuitos comerciales. Los circuitos de los llamados sacoleiros –los compradores brasileros que buscan mercaderías para revenderlas en sus ciudades de origen– serán abordados a partir de las preguntas que surgen de las dinámicas y las transformaciones del propio movimiento comercial en la ciudad paraguaya. El funcionamiento y el desarrollo de un mercado de las proporciones y características de


2 Ciudad del Este nos ofrecen elementos relevantes para comprender las relaciones entre espacios, negocios y legalidades. Algunos reconocimientos y agradecimientos son necesarios antes de empezar. A las instituciones que tornaron este trabajo posible. Al Programa de Pos-Graduação em Antropología Social del Museu Nacional (UFRJ), al Conselho Nacional de Desenvolvimento Científico e Tecnológico del gobierno brasilero; al Núcleo de Antropologia da Política (NUAP-PRONEX), al Núcleo de Pesquisas em Cultura e Economia (NuCEC) y al Interdisciplinary Network on Globalization. A todos aquellos que discutieron, cuestionaron y enriquecieron mi trabajo en las diversas oportunidades que tuve oportunidad de presentarlo y que me ayudaron a realizarlo, en especial a Federico Neiburg, Enrique Rodríguez Larreta, Marcio Goldman, Octavio Velho, Gustavo Lins Ribeiro, Lia Osorio Machado, Silvia Montenegro, José Lindomar Albuquerque, Verónica Guiménez Belivau, Paulo Gabriel Pinto, Lorenzo Macagno, Damian Setton, Rosana Pinheiro Machado, Luis Roberto Cardoso de Oliveira, Luiz Costa, Martin Ossowicki, Andrea Lacombe, Marcelo Abreu, Maria Elvira Beniteza, Simone Texeira, Gonzalo Lamana, Pablo Solarz, Gabriel Schuliaquer. A toda la familia, por el apoyo de siempre y en especial a mi padre, Eduardo, por los libros, los comentarios, las discusiones y por las ganas de continuarlas. Y a mi mejor lectora, Daniela Fernández Medina, por el amor de todos estos años. Para concluir, mi agradecimiento y reconocimiento a quienes me ayudaron a conocer el mundo que intentaré presentar en las páginas siguientes, sin los cuales este trabajo simplemente no existiría. A Gregorio, con quien aprendí sobre los mesiteros, sobre Ciudad del Este y sobre la amistad. A él y a Ramona por haberme abierto su casa y, junto a Edgar, Liliana, Richard, Jessica y Jorge, haberme dado tanto cuanto me dieron. A Wilfrido, que además de responder mis preguntas, me guió por caminos que no hubiera descubierto.


3 A Edgar, Noni, Manuel, Carlos, Pato, Carlitos, Antonio, Ricardo, Siete, Leka y los otros mesiteros de la San Blas con quienes aprendí y compartí muchas de las cosas que me permitieron escribir esta tesis. A Bernardo y Sebastiana por el tiempo, las respuestas y la hospitalidad. A los otros amigos de la calle y de San Rafael: Cesar, Hugo, Yeni, Carlos ‘cacique’, Daniel, Federico, Valerio, Elizardo, Christian, Ramón, Antolín y Francisco. A Evan, quien me enseño mucho sobre Paraguay y a nuestro amigo Rigmar. A Alberto que siempre mantuvo un lugar para mí. A Alcides, Miguel y la banda del taller de Francisco en Barrio Obrero. A Ramona y Esteban, Ada, Osmar y Richard que me acompañaron el primer tiempo en Barrio Obrero, así como a mis vecinos, Nestor y Rene. A Julio y Marco que le pusieron una tonada porteña al barrio. A Sinforiano, quien me orientó en muchas búsquedas. A Mario, Cristóbal, Zenon, Santi, Benítez, Eleuterio, Gallito, Abdul, Luiz Antonio, Samir y todos los que me dieron su tiempo en entrevistas y conversaciones. A Edith, cuyo bar y su atención me dieron un lugar en Vila Portes. A Vladimir y el personal de la biblioteca municipal de Foz do Iguaçu. A Luis Veríssimo y el personal de la DNER. A Martín Antonio Batista Torres, del Museo de Historia El Mensú. A Jackson Lima, por la ayuda y las sugestiones. A Regina Coeli Machado, que además del apoyo que me dio con su familia, me permitió mantener un diálogo antropológico durante el trabajo de campo. Gregorio tenía razón, “Es difícil hacer amigos para después irse.” Es difícil, sí. Por eso los retornos son siempre la alegría del reencuentro.


4

INTRODUCCION

Así como las sogas que sostenían los toldos y los pasacalles en el microcentro de Ciudad del Este formaban un denso enmarañado sobre los puestos de miles de vendedores y vendedoras instalados en sus calles; también los sonidos y los olores, las imágenes y los movimientos de todos los que ganaban su vida por ahí formaban otras redes que le daban el tono particular a ese inmenso espacio comercial localizado a la salida del Puente de la Amistad que une Paraguay con Brasil. La música, multiplicada por los equipos de los puestos callejeros de venta de CD’s, estaba por todas partes. Y si bien se presentaba en una enorme variedad de ritmos y canciones, estaban aquellas que uno empezaba a encontrar reiteradas veces, dando vuelta a una esquina o saliendo de un negocio. Las reconocía. Las aprendía. Comenzaban los sones y ya sabía lo que seguía. El teclado eléctrico con el que empieza ‘La tengo que olvidar’ del grupo argentino-mexicano Jambao con su ritmo de cumbia -la base sin duda es el ritmo colombiano- pero en su adaptación del sur (la ‘música tropical’ en Argentina o la ‘cachaca’ en Paraguay). O los teclados eléctricos más sofisticados de los grupos mejicanos Lalo y los Descalzos y Los Bybys. O el acordeón de los vallenatos del grupo colombiano Binómio de Oro, como en ‘Quiero que seas mi estrella’, que tanto sonaba en el 2001. Grupos, todos ellos y varios más, que se habían presentado en vivo durante ese año en Ciudad del Este y cuyas músicas estaban allí presentes, en el día a día de la calle, debajo de las sogas y los toldos, entrando por los corredores de las galerías. Acompañando el movimiento. Como los temas de Bajo Palabra -la banda argentina de cumbia hip-hopeada- y las varias bandas argentinas de cumbia villera como Damas Gratis o los Pibes Chorros, o del parisino de


5 padres españoles Manu Chao y su disco ‘Proxima estación...Esperanza’, que llegó a la calle simultáneamente con su lanzamiento internacional. Pero también estaban O Tchan y Chitãozinho & Xororó, el funk carioca y la música sertaneja brasilera. Y claro que no faltaban las polkas y tantas otras músicas paraguayas, como ‘María Escobar’ que había sido regrabada por Oscar Pérez y La Alegre Fórmula Nueva y que hacía furor entre todos los paraguayos -mujeres y hombres, jóvenes y viejos- con sus versos en guaraní y su fina poesía. Pero el enmarañado de sonidos no era tan sólo producto de la música, sino también de las voces en las conversaciones y en las promociones de los vendedores que ofrecían sus productos, en las negociaciones por los precios, las consultas o las discusiones. Y ahí, las lenguas y los switchs entre ellas. Los entendimientos y los malentendidos. El guaraní y el español. El portugués, el árabe y el chino –mandarín, cantonés o taiwanes. El inglés, el hindi y el coreano. Las noticias en árabe en la red Al-jazeera –antes de que pasara a la fama con la guerra de Irak- en algún rincón de las casas de electrónicos o de los stands de programas de juegos para computadora. Las transmisiones en portugués de la Red Globo en la pantalla gigante del patio de comidas del Shopping Vendôme, donde se mezclaban los olores a feijão y churrasco de los restoranes brasileros y el olor a masa de esfiha y kibe del restaurante Líbano. En la calle, las mezclas eran otras. Por la mañana, el aroma a café y pan (mixto quente o pão na chapa) en los puestos de comida brasileros. Entre los vendedores paraguayos, el aroma fresco del tereré antes del almuerzo. El olor de la fritura de las empanadas y del pollo de los ambulantes. Los puestos de comida paraguayos olían a comida casera, a salsa y guiso, comino y sopa, y a la mandioca hervida que acompañaba todos los platos. Cada tanto, el perfume de mujer que acompañaba el caminar de las empleadas que trabajaban en los comercios. Y a medida que avanzaba el día, el olor a


6 cigarrillo, a cerveza y caña; la transpiración de los que andaban; la basura acumulándose. En los días de lluvia, la mezcla de olores que viene del cartón de los embalajes pisoteados por miles de pies, junto al plástico y al polvo –siempre el polvo- que con el agua se hace barro y le da el color a esa masa que va quedando aprisionada en calles y veredas. Rojo. Claro que, omnipresente -especialmente en la ruta internacional que desemboca en el puente-, el olor del monóxido de carbono, de combustible quemado en cada acelerada de las miles de kombis, taxis, motos, ómnibus y camiones. Y junto a los vehículos, el movimiento de las personas: andar, vender, comprar, acumular o dividir las mercaderías para pasar el puente, volver para comprar lo que falta. Cruzar otra vez. Todos los días. Sin embargo, así como el enmarañado de sogas que sostenía toldos y pasacalles no era permanente, tampoco lo eran las actividades en aquel ese espacio. Con la desaceleración del ritmo por las tardes, los vendedores comenzaban a desatar las sogas que tensaban los toldos que los protegían del sol y la lluvia, los doblaban y los guardaban para volver a colocarlos al día siguiente. Limpiaban sus mercaderías antes de ponerlas en las cajas de donde habían salido por la mañana, así como los equipos de música y las cacerolas, las máquinas para hacer churrasco griego y muchos stands de venta. Sin los toldos, el cielo se dejaba ver de otra manera y con el anochecer, los olores, los sonidos y los movimientos se volvían más distinguibles. No por eso más leves. Lugar denso para los sentidos. De tanto movimiento que, en uno de esos nuevos relatos de viajeros –las páginas de Internet de tantas personas que cuenta sus andanzas por el mundo–, un italiano comenzaba su relato sobre Ciudad del Este diciendo: “Esta frontera hecha por el río Paraná es uno de los lugares más efervescente de la humanidad del mundo entero.”1

1

Las palabras son del genovés Claudio Piacentini en un relato sobre aquella región bien informado y mejor formulado que muchas notas periodísticas. La traducción es mía. Para el relato completo ver Piacentini, 1999.


7 Este trabajo es sobre ese lugar. Sobre la forma en que está organizado. Sobre cómo ganan su vida algunas personas que allí trabajan. Sobre las vidas que son vividas. Sobre las relaciones que fueron constituyendo aquel espacio y que lo hicieron posible: migraciones, circuitos comerciales, ilusiones, apuestas empresariales y gubernamentales. Sobre la dinámica cotidiana en la que límites y definiciones son atravesados y cuestionados, levantados y reproducidos. Ω

En términos demográficos y económicos, Cuidad del Este es la segunda ciudad en importancia de Paraguay. Dato llamativo si se considera que fue fundada en 1957; cuatrocientos veinte años después que Asunción (1537), la primera ciudad colonial y actual capital del país. El crecimiento vertiginoso de esa ciudad fronteriza localizada frente a Foz do Iguaçu (Brasil) está vinculado, entre otros procesos que iremos viendo, al enorme dinamismo que adquirió su movimiento comercial. Productos importados de los más variados lugares pasaron a ser ofrecidos en un mercado que fue creciendo junto a miles de compradores que lo transformaron en uno de los centros comerciales regionales más importantes de América Latina. Este libro es una investigación sobre ese mundo comercial. Está construido a partir de una de sus figuras más visibles y omnipresentes: los mesiteros, tal como allí son llamados los vendedores de la calle. A través de ellos describiré y analizaré algunas características que nos permitirán comprender el funcionamiento y la historia de ese mundo comercial. Presentar y analizar las dinámicas de un mercado particular es el objetivo de este trabajo. Un mercado compuesto por inmigrantes internos y externos, de origen rural y


8 urbana, en el cual ganan su vida como vendedores o cargadores, cambistas o transportistas. Un mercado fronterizo en donde se aprovechan los diferenciales de precios y productos entre distintos espacios nacionales y donde se proveen de productos millares de compradores. Un mercado trasnacional donde convergen circuitos comerciales que articulan una multiplicidad de espacios localizados en varios continentes a través de comerciantes y mercaderías. Un mercado que, desde un ángulo particular, nos permitirá conocer ciertas transformaciones que caracterizaron los desarrollos de la sociedad paraguaya desde la segunda mitad del siglo XX y que reconfiguraron sus relaciones con sus países vecinos. El abordaje etnográfico que caracteriza este trabajo y que estructura sus capítulos responde a una elección estratégica guiada por dos presupuestos. En primer lugar, tratándose de una

región que adquirió un lugar de destaque en los medios de

comunicación y en las agendas gubernamentales de seguridad, tener un conocimiento que trascienda los lugares comunes reproducidos en esos retratos es necesario. En segundo lugar, tratándose de formas de ganarse la vida en el límite de diversas regulaciones de los intercambios, producir un análisis que no tome como punto de partida las definiciones legales o los presupuestos del analista me parece fundamental. A partir de las cuestiones que fueron surgiendo en el campo, las respuestas que fui construyendo me guiaron a los problemas teóricos que aparecen en cada capítulo. La consecuencia de esa forma de construcción de los capítulos es una pluralidad de temas, cada uno de los cuales podría haber rendido un libro en particular. Sin embargo, preferí construir un relato que diera cuenta de los elementos básicos para entender el funcionamiento de Ciudad del Este en cuanto mercado; esto es, su dinámica, la forma de sus transacciones y algunas características de sus relaciones. Conocer cómo se constituyó y


9 cómo funciona un mercado de las proporciones y de las características de Ciudad del Este nos ayudará a reflexionar sobre las relaciones entre espacios, negocios y legalidad.

Ciudad del Este: mercado transnacional de frontera Ubicada en el extremo oeste de Paraguay (PY), Ciudad del Este está separada por el río Paraná de la ciudad de Foz do Iguaçu, Brasil (BR). Frente a ella y del otro lado del río Iguassu está ubicada la ciudad de Puerto Iguazú, Argentina (AR). En la confluencia de esos dos ríos se encuentran los límites internacionales que separan los tres países. Sobre ellos, los puentes que los unen: el Puente de la Amistad (Ciudad del Este – Foz do Iguaçu) y el puente Tancredo Neves (Foz do Iguaçu – Puerto Iguazú), originalmente llamado Puente de la Fraternidad.2 Ciudad del Este tiene su centro comercial localizado en las inmediaciones de la salida del Puente de la Amistad. En sus comercios, galerías, shoppings y puestos de venta callejeros se ofrecen mercaderías que son, en su gran mayoría, productos importados de las más diversas partes del mundo, especialmente del sudeste asiático. Un enorme mercado.3

2

Una presentación general considerando la población, tamaño y pertenencia político-administrativa por ciudad, estado y país está en el Anexo 1. 3

En 1995, de acuerdo a declaraciones de funcionarios paraguayos, el monto de las negociaciones realizadas en Ciudad del Este alcanzaba a unos US$ 15.000 millones por año, lo que la transformaban en la tercera ciudad en movimiento comercial del mundo, después de Miami y Hong Kong. La cifra calculada por la Receita Federal brasilera era de US$ 5.000 millones, siendo sensiblemente menor aunque no por eso menos importante (U.S. Latin Trade, Joe Goldman, noviembre 1995). La otra cifra que aparece recurrentemente en todos los artículos y trabajos sobre aquella región es de 12.000 millones siendo citada como fuente la revista Forbes de 1994. No encontré el artículo y nunca vi citado el número o los datos precisos. Según las estimativas de Reinaldo Penner, economista del Banco Central de Paraguay, basadas en datos producidos por encuestas del propio banco y por el cruzamiento de datos declarados por Paraguay y los países que importan allá, ese movimiento fue entre US$ 4.375 y 4.038 millones en 1995 y entre US$ 2.408 y 2.033 en 1998 (PENNER, 1998, p.17-24). Said el Din Barakat sugiere un movimiento entre US$ 8.000 y US$ 9.000 millones para 1995, con base a información de empresarios locales, número de comercios y gasto de compristas, (BARAKAT, 1999, p.37-45). El desarrollo de un modelo de cálculo sobre el movimiento comercial de países que operan comercialmente como re-exportadores con altos índices de importaciones y exportaciones no declaradas está desarrollado, para el caso paraguayo, por Connolly, Devereux & Cortes, 1995.


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213 10

Referencias 1. Puente de la Amistad 2. Puente de la Fraternidad 3. Represa de Itaipu 4. Represa de Acaray

Imagen 2 - Imagen satelital del área de confluencia de las fronteras internacionales de Brasil, Argentina y Paraguay. Las referencias son mías. Earth Satellite Corporation. GlobeXplorer 2003.

La densidad de sensaciones y relaciones que intentaba transmitir en el Prólogo, sin embargo, no es una particularidad exclusiva de Ciudad del Este. Descripciones semejantes aparecen en varios textos sobre otros espacios públicos de intercambio. Mudando de formas y de personajes, de contenidos y de mezclas, la confusión de esos espacios es lo que sorprende y en donde uno se pierde. Tal como Malinowski y de la Fuente observan en su trabajo sobre los mercados del Valle de Oaxaca (México): Al principio, el etnógrafo se pierde con facilidad y el trabajo de campo en un mercado de ningún modo resulta fácil. La dificultad estriba en el caos general del cuadro, combinado con la apabullante simplicidad de cada transacción concreta. Los árboles de ese caos impiden ver el bosque. La trivialidad y el objetivo inmediato de cada acto personal interrumpe cualquier desarrollo pleno de los problemas y en cierto modo paraliza la observación. (MALINOWSKI y DE LA FUENTE, [1941], p.25).


11

Años más tarde, Clifford Geertz expresaría el mismo tipo de sensación hablando de Sefrou (Marruecos): Para el ojo extranjero, un bazar oriental, Sefrou como cualquier otro, es un caos demoledor: cientos de hombres, este en harapos, aquel con una túnica de seda, el otro con un extravagante traje de las montañas, agolpados en callejones, acuclillados en cubículos, apiñados en plazas, gritando en la cara del otro, susurrando en los oídos del otro, aturdiéndose con una cascada de gestos, muecas, miradas – todo envuelto en el olor de los burros, el ruido de los carros y la acumulación de objetos materiales que el propio Dios no puede inventariar, e inclusive muchos que probablemente Él mismo no pueda identificar... confusión sensorial llevada a un punto majestuoso. (GEERTZ, 1979, p.129, traducción propia). Si bien esa confusión parece ser característica de los mercados en general, cada uno está inserto en tramas históricas y culturales específicas, articulando redes de intercambio y sistemas de producción que lo particularizan. He ahí sus olores característicos y sus combinaciones musicales, sus productos y sus comerciantes. La primera característica llamativa de Ciudad del Este es su propia localización. Ciudad de frontera, emplazada en el limite oriental de Paraguay, el desarrollo de su comercio está asociado a compradores que vienen de otros países, principalmente de Brasil. Su fundación, de hecho, está asociada al objetivo de aprovechar el movimiento que posibilitaría la construcción del corredor vial en construcción que uniría el centro de Paraguay con Brasil. Las palabras del Ministro del Interior paraguayo durante el acto de fundación expresan claramente ese diseño estratégico: Ya habéis oído, señores, las razones que han impulsado al Superior Gobierno, en ejercicio de atribuciones que le confiere la Constitución Nacional, para disponer la fundación de una ciudad, que será en el futuro una etapa intermedia en la nueva arteria vial, que partiendo de nuestra histórica ciudad capital llevará el aliento paraguayo a las costas del Océano Atlántico. (YNSFRAN, 1990, p.105). Es cierto, también, que movimientos comerciales aprovechando la diferencia de precios o la disponibilidad de productos que se puede encontrar del otro lado de la frontera sin pagar


12 los impuestos correspondientes –legalmente definido como contrabando- es algo recurrente en los límites internacionales. Tal como señalan Donnan y Wilson en su revisión sobre la bibliografía producida en y sobre límites internacionales, particularmente en antropología: Difícilmente abrimos un libro sobre fronteras sin encontrar una referencia, aunque sea de pasada, al contrabando y el movimiento clandestino de personas y mercaderías de un lado al otro del límite internacional. Esto es así porque la frontera y el contrabando son, hasta cierto punto, mutuamente definidos. (DONNAN & WILSON, 1999, p.100, traducción propia). Sin embargo, no toda ciudad cuya actividad comercial está orientada a la venta de productos para aquellos que vienen del otro lado de la frontera alcanzaron las proporciones de Ciudad del Este. Su peculiaridad está vinculada a su incorporación en circuitos comerciales transnacionales que articulan dicho espacio con distantes lugares de producción y con centros comerciales localizados en otras partes del mundo, por donde fluyen personas de diversos orígenes y mercaderías de las más variadas procedencias. Esto, a su vez, permitió ampliar las ventajas obtenidas del otro lado del límite internacional más allá del horizonte de los habitantes de la frontera, expandiéndose a través de innúmeros circuitos comerciales por todo Brasil y otras partes de América Latina. En este sentido, a pesar de ser una ciudad de frontera, la dinámica social de ese espacio no sigue las divisiones marcadas por el límite internacional. No sólo por la presencia de extranjeros de tantas otras partes del mundo sino porque los patrones de residencia y de trabajo no están limitados por dicho límite. Muchos de los comerciantes extranjeros viven del lado brasilero y cruzan todos los días a trabajar en territorio paraguayo, así como la mayor parte de los empleados de comercio que son brasileros y viven en Foz do Iguaçu. Como los dueños de los locales de comida brasilera o los que trabajan pasando cosas –los ‘laranjas’-, brasileños que cruzan a Ciudad del Este esperando ser contratados por los compradores que llegan todos lo días. Igual que los paraguayos que tienen sus importadoras y comercios en Foz do Iguaçu y cruzan todas las mañanas a sus


13 negocios del otro lado del puente y al igual, también, que aquellos que se dedican a traer mercaderías de Foz do Iguaçu –los ‘paseros’–, paraguayos que durante el día van y vienen de una ciudad a la otra. Siguiendo el mismo vaivén, todos los transportistas que trabajan en función del comercio: los motataxis de ambos lados, los taxis y las kombis paraguayas. En

términos

de

comerciantes,

empleados,

vendedores,

compradores,

transportadores e intereses comerciales, las relaciones entre ambos lados son tantas que el límite internacional puede parecer una abstracción en un espacio urbano continuo.4 Sin embargo, desde la dinámica social y las trayectorias históricas el cuadro que emerge es diferente y, en las interacciones que suceden a través de ese movimiento comercial, también se mantienen límites claros reproduciéndose diferencias e inscribiéndolas en terrenos de sociabilidad particulares. Sin embargo, a pesar de que observando el movimiento comercial el límite internacional puede parecer una abstracción, no podemos olvidar que es precisamente por su presencia que tal movimiento sucede: el hecho de cada ciudad pertenecer a estados diferentes –ergo espacios económicos diferentes- es lo que crea los incentivos para que ese movimiento suceda. En este sentido, esa dinámica que se instaura por el límite internacional –por la presencia contigua de territorios sujetos a regimenes legales diferenciales de los que se derivan los controles de las importaciones y las políticas impositivas, entre otros aspectos–, sólo puede desarrollarse a pesar de ese límite internacional –esto es, a pesar de los 4

Algunos autores han caracterizado el espacio donde se encuentran los límites internacionales de Brasil, Paraguay y Argentina como constituyendo una unidad urbana específica. Reinaldo Penner habla de “una sóla área urbana de las Tres Fronteras” (PENNER, 1998, p.5). Carmen Ferradás habla de un “complejo espacio urbano tri-nacional” (FERRADÁS, 1998, p.12) y más adelante como una “ciudad mundial inusual” (idem, p.18). La expresión más clara de esta consideración aparece en un trabajo de investigadores del Instituto Paranaense de Desenvolvimento Econômico e Social (IPARDES). “Sin conocimiento de las causas institucionales y/o económicas que provocan alteraciones en las oportunidades y refuerzan la demarcación de las fronteras, el cotidiano de las relaciones establece un pacto, aunque sea informal, de cooperación y asociaciones, no entre los tres países propiamente, sino entre las tres fronteras. Un espacio que no pertenece a ningún país, un espacio del Mundo. Esto significa la propia negación de la frontera.” (KLEINKE ET. AL., 1997, p.160, traducción propia). Que haya interrelaciones, sin embargo, no significa pertenecer a una entidad común. En este sentido, el concepto de “ciudades-gemelas” utilizado por Leticia Ribeiro (2001) es más apropiado para analizar las relaciones entre Ciudad del Este y Foz do Iguaçu pues permite analizar las interacciones sin subsumirlas en una unidad.


14 controles instaurados para regular el flujo de las mercaderías y de las personas. Esto produce una situación singular: el hecho de ser un espacio de interrelaciones que se estructura a partir de diferencias. Ambos elementos se presuponen y no se cancelan, contrariamente a las imágenes de algunos retratos que lo presentan como un espacio homogéneo. Todos estos elementos son los que hacen de Ciudad del Este un lugar particular. Inmenso mercado, ciudad de frontera, emporio comercial transnacional, espacio de oportunidades para comprar o vender. Características todas, que fueron superponiéndose, potenciándose y desarrollándose de la mano de miles de personas que fueron haciendo aquel espacio a partir de sus apuestas, sus ilusiones y sus realizaciones.

Negocios, espacios y legalidades Allí donde el comercio se desarrolla, el espacio es una variable de las oportunidades. La posibilidad de conseguir productos que no se encuentran o cuyos precios son menores en otro lugar siempre fue uno de los motores del comercio, de los grandes viajes y de las caravanas (MEILLASSOUX, 1971; BRAUDEL, [1979] y [1986]; ABU-LUGHOD, 1989; CHAUDURI, 1990). Ciudad del Este ocupa un lugar fundamental como centro de provisión de mercaderías para miles de personas que emprenden largos viajes para realizar sus compras. Sin embargo, no es por complementariedades ecológicas o productivas que esto sucede.5 Su constitución está más en sintonía con la descripción que diera Turgot hace casi 250 años atrás para explicar la proliferación de ferias en Europa: menos el resultado

5

El ‘comercio externo’ o de larga distancia, para Karl Polanyi, opera en función de la complementariedad entre zonas climáticas diferentes (POLANYI, [1944], p.60). En su descripción, el mismo aparece junto al ‘comercio local’, el cual opera en función de la complementariedad entre el campo y la ciudad (idem). Ambos casos están asociados a la distancia geográfica entre el lugar de producción y el lugar de intercambio. El acento en la producción es colocada por Claude Melliassoux, quien propone abordar el comercio de larga distancia como un mecanismo de división geográfica de la producción (MELLIASSOUX, 1971, p.67). Lógica de complementariedades ecológica y productiva que pone en relación localidades distantes a partir de los intercambios.


15 del juego inmanente de ofertas y demandas y más una consecuencia política de la acción de los príncipes; esto es, la posibilidad de establecer una plaza comercial exenta de los impuestos y los deberes que regulaban los intercambios en todas partes. Entonces, no es al curso natural de un comercio animado por la libertad que debemos atribuir estas ferias brillantes donde las producciones de una parte de Europa se reúnen dispendiosamente y que parecen ser el encuentro de las naciones. El interés que debe compensar estos gastos exorbitantes no viene de la naturaleza de las cosas, sino que resulta de los privilegios y franquicias concedidos al comercio en ciertos lugares y en ciertos tiempos, mientras que en todas partes está sobrecargado de impuestos y derechos. (TURGOT, [1757], p.294, traducción propia). Los impuestos y las regulaciones a las que Turgot hace referencia, no obstante, condensan abstracciones de órdenes diferentes que aquellas que caracterizan Ciudad del Este. Todavía corresponden a un poder en camino de territorializarse en términos absolutos; uno de cuyos medios será, precisamente, la construcción del monopolio fiscal sobre un territorio delimitado por sus frontera. En su época, todavía los límites y las aduanas no regulaban un espacio homogéneo sino una multiplicidad de particularismos que se plasmaban en diversos derechos e impuestos. Nadie mejor que un contemporáneo de Turgot, un abad francés que escribe sobre Inglaterra a un amigo, para expresar aquello que ya estaba comenzando a acontecer en algunos lugares y que era motivo de profunda sorpresa: Me olvide de decirle, al describir los caminos, que no se ven Reparticiones ni Funcionarios. Cuando venga a esta isla, será revisado en Dover, concienzudamente, después de lo cual podrá recorrer toda la Gran Bretaña sin que le hagan ninguna pregunta. Si así tratan al extranjero, todavía con más razón al Ciudadano. Las aduanas son relegadas a la circunferencia del Reino. Allí somos revisados de una vez por todas. (Abade Coyer, Nouvelles Observations sur l´Anglaterre par un voyageur, 1749 apud Braudel, [1986], p. 267, traducción propia). Al igual que las ferias europeas, el desarrollo del comercio de Ciudad del Este también está vinculado a determinados privilegios y franquicias. Pero a diferencia de ellas, Ciudad del Este existe en el mundo que se prefigura en las palabras del sorprendido abad Coyer: un


16 mundo de territorialidades absolutas definidas por fronteras nacionales.6 Totalidades territoriales económico-legales que, además de ser producidas con y por sus mapas y sus banderas, su lengua y su constitución, también son producidas a partir de sus regimenes de propiedad y de sus monedas; de un orden jurídico y un orden fiscal.7 Independientemente de la organización de la producción y la distribución, esa territorialidad estatal es matriz de los intercambios en el doble sentido del término: como molde y como articulación de variables que la producen. Una gran variedad de actividades se desarrollan aprovechando la existencia de los diferenciales que emergen de semejante organización, las cuales pueden hacerse efectivas sólo si son burlados los mecanismos creados para mantenerla. Ninguna actividad es más representativa del usufructo de esos diferenciales que el contrabando, el cual supone por definición el pasaje por la frontera: “El contrabando reconoce y marca los límites legales y

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El mundo actualmente aparece dividido en su totalidad por limites de unidades que, en casi todos los casos, corresponden a territorios políticos independientes, asociados o integrados. La idea de mapa absoluto utilizada por Clifford Geertz para refereirse al efecto de esa distribución político-territorial es sugestiva (GEERTZ, 1995, p.21). Partiendo de esa idea y parafraseando a Geertz, Ronald Stade señala: “Vivimos en una era de mapas absolutos. Los mapas politicos, con sus varios colores que representan estados nacionales, ya no exiben más espacios en blanco. Los mapas se han transformado en absolutos porque el espacio politico global es hoy ‘disyuntivo (ningún lugar pertenece a dos), categórico (un lugar pertenece o no pertenece) y exaustivo (ningún lugar no pertenece).” (STADE, 1998, p.46, traducción propia).

7

Si las categorías de comercio local y del comercio externo (o de larga distancia) mencionadas por Polanyi suponían la relación de localidades a partir de intercambios derivados de complementaridades entre la producción y el consumo, la categoria de comercio interno utilizada por el autor remite a esta nueva configuración. (POLANYI, [1944], p.60). A diferencia del comercio local y el comercio externo, el comercio interno no corresponde a otro tipo de relación espacial sino a una reorganización del espacio: la inclusión de todas las localidades dentro de un espacio en la cual la distancia se suprime –en términos abstractos– en un espacio único. Conceptualmente, es el espacio lo que cambia, se reorganiza en una totalidad ordenada legal e institucionalmente en la cual la producción y el intercambio de bienes son regulados a partir de requisitos legales comunes y cargas impositivas. Es sólo en esta configuración que, según Polanyi, el principio de mercado opera como regulador de la economía, lo que revela que el mismo no es el resultado de su propia dinámica sino que es el producto de la intervención política: “[E]l comercio interno en Europa Occidental fue en verdad creado por la intervención del Estado.” (ibid., 63, traducción propia). La distinción de Polanyi es útil precisamente para subrayar esta dimensión constitutiva de la regulación en la conformación de mercados nacionales, dimensión que nos lleva a considerar la constitución concomitante de un orden económico, político y social. El análisis de Max Weber sobre la articulación entre Estado y sistema económico continúa siendo clave para la comprensión de la conformación de esas totalidades económico-legales (WEBER, [1922], p.1047ss). Observados desde esta perspectiva, la concesión de privilegios y franquicias señalado por Turgot no significa la ‘liberación de las fuerzas del mercado’ a su libre juego sino que su existencia depende de nuevas y más regulaciones para tornarlas efectivas. Antes que nada, la del libre mercado es una retórica que no consigue concebir los mecanismos de estructuración de los propios mercados: reglas, acuerdos y convenciones que regulan los intercambios en un espacio determinado.


17 territoriales del estado, al mismo tiempo que socava su poder.” (DONNAN & WILSON, 1999, p.105, traducción propia). Si bien supone el pasaje por la frontera, el contrabando es la descripción de una actividad mirada desde el ordenamiento de uno de los territorios unidos por dicha práctica. Desde el otro lado del límite, quienes están involucrados en las transacciones no necesariamente están involucrados en actividades que contravienen las regulaciones. Así, un importante centro comercial regional, del otro lado del límite puede ser la capital del contrabando. O el crecimiento de la capacidad exportadora de un país puede ser visto como la multiplicación de productos de contrabando que inundarán el país vecino. Además de los problemas de perspectiva, el análisis de estas actividades (así como de formas no reguladas o irregulares de comercio o de trabajo) se enfrenta con el presupuesto no cuestionado de la forma normal de la economía que deriva del respeto a las reglamentaciones establecidas en un determinado territorio. Pero ¿esa forma normal –que no deja de ser un ideal– será el mejor punto de partida para comprender aquello que no se adecua a ella? Podríamos volver a empezar esta sección diciendo que allí donde el comercio se desarrolla, el espacio es una variable de los negocios y que, allí donde el espacio es el producto de sanciones legales e intervenciones institucionales, los negocios están imbricados con esas sanciones e intervenciones en un doble sentido: son regulados por ellas y abren un campo de posibilidades para quien tome el riesgo de incursionar más allá de los límites que esas reglamentaciones establecen. Cabe aclarar, sin embargo, que esos límites no son únicamente aquellos inscriptos espacialmente en la figura de la frontera. Una vez establecido un espacio regulado como mercado interno o nacional, también es a través de regulaciones que se establece la forma en que los negocios deben ser conducidos, quedando del otro lado de las definiciones aquello que no se adecua a ellas y que es


18 reconocido como ‘ilegal’ o, en otros casos, como ‘informal’. El universo de los intercambios en las sociedades contemporáneas, lejos de ser el resultado natural del funcionamiento del mercado, es el producto de las intervenciones que lo sancionan, lo posibilitan y lo regulan. Tal como lo dijera Karl Polanyi: “Las regulaciones y los mercados, de hecho, crecieron conjuntamente.” ([1944], p.68, traducción propia). Reconocer este carácter político de la constitución de los mercados, no como realidades autorregulables producto de leyes naturales sino como resultado de arreglos institucionales a través de leyes sancionadas y aplicadas (o burladas), no debe llevarnos a asumir una definición exclusivamente normativa derivada del funcionamiento o el cuestionamiento de las reglas. Lo ilegal, lejos de ser el resultado del funcionamiento anormal o amoral de la sociedad, forma parte de las posibilidades abiertas en un mundo definido por la ley. Esto es, legal / ilegal no es un clivaje que permita diferenciar a priori sectores del funcionamiento de lo social o universos preexistentes sino que constituye el operador a través del cual se producen distinciones, se reproducen desigualdades y se aprovechan oportunidades.8 Pero volvamos a la frontera y a los diferenciales que se encuentran del otro lado del límite. Aprovecharlos puede ser la acción de personas o empresas pero inclusive en esos casos, el estímulo a esas actividades puede ser objeto de políticas gubernamentales.9 Ese

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Esta forma de considerar la ley está inspirada en la noción de ilegalismo desarrollada por Michel Foucault. Tal como ele señala, “…el ilegalismo no es un accidente, una imperfección más o menos inevitable. Es un elemento absolutamente positivo del funcionamiento social, cuyo papel está previsto en la estrategia general de la sociedad. Todo dispositivo legislativo dispone espacios protegidos y aprovechables en los que la ley puede ser violada, otros en que puede ser ignorada, y otros en que las infracciones son sancionadas. (...) Al final de cuentas, diría que la ley no es hecha para impedir tal o cual tipo de comportamiento, sino para diferenciar las maneras de contornear la propia ley.” (FOUCAULT, [1975]b). La noción de ilegalismo está desarrollada en Vigilar y Castigar (FOUCAULT, [1975]a, p.80ss). Para un análisis de dicha noción, ver Fonseca, 2002, p.130ss. 9

La alteración de los ordenamientos territoriales es lo que muchas intervenciones contemporáneas buscan aprovechar, creando espacios alternativos a la regularidad que esos mismos ordenamientos definen. Áreas de libre comercio, de incentivos a la producción, maquilas, paraísos fiscales: todos son arreglos que instauran una territorialidad nueva en la que se redefine la articulación entre espacios, legalidad y procesos económicos. Arreglos estos que han comenzado a aparecer recurrentemente durante las últimas décadas y que lejos de señalar el declinar del Estado o la generalización del mercado, lo que señalan es precisamente


19 fue el caso de la política de importaciones paraguaya. Desde el plan de estabilización acordado con el Fondo Monetario Internacional en 1956, el gobierno paraguayo eliminó las tarifas externas de exportación, disminuyó los impuestos a las importaciones y nunca implementó una política de desarrollo industrial basada en un modelo de sustitución de importaciones (HANRATTY & MEDITZ, 1988).10 Brasil y Argentina, por el contrario, implementaron este último modelo estableciendo altos impuestos o directamente prohibiendo la importación de aquellos productos cuyas industrias se pretendía incentivar. Estos elementos generales de la política económica paraguaya desde la asunción del General Stroessner al poder, asumieron un carácter particular en el caso de la entonces ciudad Presidente Stroessner. Fundada en 1957, Puerto Presidente Stroessner fue emplazada en el lugar donde iban a encontrarse las rutas que estaban siendo construidas entre el centro de Paraguay y la costa brasilera. Resultado de una serie de acuerdos firmados durante las décadas del 40 y 50 entre los gobiernos paraguayo y brasilero para la construcción de un corredor que permitiese a Paraguay tener una salida por tierra hacia el Océano Atlántico, la fundación de la ciudad fue uno de los pasos en su concreción.11

una transformación en las regulaciones –nunca menos regulaciones- y en los espacios de su inscripción. Sobre algunas transformaciones en esos ordenamientos regulatorios, ver Sassen, 1996 y 2000; Ong, 1999 (en particular, Capítulo 8). Para un análisis etnográfico de uno de los ejemplos a nivel mundial de nuevos espacios transnacionales –el ‘Growth Triangle’ entre Indonesia, Malasia y Singapur–, ver Lindquist, 2002. Para un análisis que presenta esas transformaciones en el caso brasilero, Machado, 2000. Sobre la aplicación de la ley maquila en Paraguay, ver Ribeiro, 2001:82ss. No debemos pensar, sin embargo, que la producción de territorialidades alternativas como forma de producir ventajas económicas a través de sanciones legales es invención contemporánea. También son las ferias de mencionadas Turgot así como tantos otros ejemplos tales como los privilegios de Saint-Malo otorgados por los duques de Bretaña (en 1230, 1384, 1433, 1473) y por los reyes de Francia (en 1587, 1594, 1610, 1644), o los puertos francos de Marsella y Dunquerque en el s. XVII (BRAUDEL, [1986]:318ss). 10

La Ley de Promoción de Inversiones para el Desarrollo Social y Económico (550/75) promulgada en 1975 y tendiente a favorecer el desarrollo de industrias y de áreas de prioridad (el Chaco paraguayo, al oeste del país) estaba basada en la atracción de capitales a partir de la reducción de impuestos y otros incentivos para su localización en el país. 11

Con la visita del Presidente Vargas a Asunción en 1941, comenzó un proceso de acercamiento entre Brasil y Paraguay que mudaría el patrón de relaciones hasta entonces imperante en la región. Además de una serie de acuerdos sobre intercambios comerciales, técnicos y culturales, ese mismo año fueron otorgadas facilidades portuarias al gobierno paraguayo en el Puerto de Santos. En 1955 la Comisión Mixta ParaguayoBrasileña comenzó la construcción de la ruta entre Coronel Oviedo (PY) hasta el margen del río Paraná a la altura de Foz de Iguaçu. En 1956 fueron otorgadas facilidades portuarias en el Puerto de Paranaguá. En 1965


20 Siendo el punto de ingreso de ese corredor para canalizar las exportaciones e importaciones paraguayas, Puerto Presidente Stroessner pronto se transformó en el canal privilegiado de entrada de las mercaderías brasileras y, más tarde, de la mayor parte de las importaciones que llegaban del exterior. Una serie de medidas favoreciendo la importación de productos para ser vendidos a los turistas que llegasen a la ciudad comenzó tempranamente y fue desarrollándose a partir de un régimen que se basa en la concesión de excepciones impositivas.12 Conocido como Régimen Especial de Turismo, el mismo comienza a ser aplicado para beneficio de algunas personas, se amplía para aquellos importadores que trabajan en la ciudad Presidente Stroessner, luego se generaliza para otras ciudades con aduanas para, finalmente, ampliarse

fue inaugurado definitivamente –pues ya había sido inaugurado años antes aun sin terminar– el Puente de la Amistad uniendo Puerto Presidente Stroessner y Foz do Iguaçu, el cual fue construido y financiado por el gobierno brasilero. En 1969 se inauguró la ruta BR-277 que une Foz de Iguaçu a Curitiba, completándose el corredor que ligaba el centro de Paraguay con la costa brasilera. La presencia de Stroessner en la inauguración de una ruta nacional brasilera es comprensible a la luz de la declaración firmada con su par brasilero, Costa e Silva: “...reunidos el día 27 de marzo de 1969, en la ciudad de Foz do Iguaçu, para la inauguración de la ‘BR 277 – Ruta del Atlántico’, que integra, a través del Puente de la Amistad, la ruta Asunción-Paranaguá.” (ESTADO DE SÃO PAULO, 27/03/1969a, traducción propia). 12

La dificultad presente en los trabajos escritos sobre el comercio de re-exportación en Paraguay para caracterizar el régimen a partir del cual empezaron a beneficiarse aquellos importadores que tenían por objetivo re-exportar los productos importados, se corresponde con las indefiniciones que rodearon dicho régimen. En el trabajo más sistemático sobre el comercio de Ciudad del Este realizado en el marco de un convenio con el Banco Interamericano de Desarrollo para el mejoramiento de las estadísticas nacionales, Reinaldo Penner caracteriza dicho régimen de la siguiente manera –sin mencionar a lo largo del texto número de leyes o reglamentaciones particulares–: “Desde 1970 se sucedieron una serie de normativas sobre la reducción impositiva para el comercio de re-exportación y la modalidad de liquidación única de los impuestos antes de ingresar al país. Esta liquidación incluye todos los impuestos como los aranceles, el Impuesto al Valor Agregado, el Impuesto Selectivo al Consumo y el Impuesto a la Renta que conjuntamente representan menos del 10% del valor imponible. Dichas normativas constituyen el «Régimen de Turismo». Gracias a estas normativas, los comerciantes de Ciudad del Este fueron favorecidos fiscalmente para vender artículos importados a los turistas de compra que visitaban las tradicionales casas comerciales establecidas cerca del Puente de la Amistad. Paralelamente se fue desarrollando la actividad de importación y distribución a los comerciantes locales y, en creciente medida, a los comerciantes de distintos estados brasileños.” (PENNER, 1998, p.9). De acuerdo con el mismo trabajo, dicho régimen se extendió a todas las aduanas del país, favoreciendo el desarrollo del comercio de re-exportación a lo largo de la frontera paraguaya. Si analizamos las leyes sancionadas por el congreso paraguayo desde la fundación de Puerto Presidente Stroessner, vemos que la primera concesión de una zona franca en dicha ciudad data de 1960, a través de un convenio firmado entre la Comisión de Administración de Puerto Presidente Stroessner y Foreign Markets Trading Corporation; convenio que fue aprobado y ratificado a través de la Ley 624/60. Años más tarde, a través de la Ley 273 de 1971 (ver también la Ley 342/71), se crea una Zona Franca Internacional cuya explotación es otorgada por el Poder Ejecutivo.


21 a todos aquellos importadores que tuvieran como objetivo realizar ventas a turistas de paso por Paraguay.13 Es cierto que Ciudad del Este no fue el único espacio en donde pueden encontrarse estrategias similares ni tampoco se trata de procesos restrictos a la segunda mitad del siglo veinte. Cambay en el siglo XVI (CHAUDHURI, 1990), Macao o Hong Kong en el siglo XIX; Dubai (MARCHAL, 1997) o Ciudad del Este en el siglo XX; todas tienen las características señaladas por Turgot para describir las ferias europeas del siglo XVIII: espacios

exentos

de

impuestos

o

favorecidos

con

prerrogativas

especiales.

Concentrémonos en una de esas comparaciones –el caso de Dubai, uno de los siete emiratos que componen los Emiratos Árabes Unidos– para visualizar algunas características especiales de Ciudad del Este que justifican los caminos que este trabajo recorrerá. Dubai y Ciudad del Este comparten muchas características en común (Cuadro 1). Ambas son centros comerciales regionales cuya actividad está centrada en la reexportación de mercaderías producidas en otras partes del mundo. Tienen una población de variados orígenes que llegó atraída por ese movimiento comercial. Los compradores que llegan lo hacen como turistas y así desean ser considerados a la hora de volver a casa, a pesar de que las mercaderías compradas excedan lo que en sus países de origen es considerado como equipaje de uso personal. A Dubai llegan los compradores de sus países vecinos –de Irán, especialmente, y de otros países del Golfo Pérsico-, de África y de los países de la Comunidad de Estados Independientes. A Ciudad del Este, principalmente, de diversas regiones de Brasil, pero los

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En 1990 se estableció el valor de 7% de carga impositiva para productos importados que fuesen vendidos a turistas que estuviesen en el país por menos de 24 horas. El objetivo explicito de la reducción de las tarifas sobre artículos importados era lograr una reducción de las importaciones ilegales y establecer parámetros para un control más efectivo al limitar el tipo de comprador que podía ser beneficiario de régimen. Ver Decreto 4395 del 15 de enero de 1990 del Gobierno Paraguayo. Para un análisis del comercio de reexportación y su impacto en la economía paraguaya, ver Connolly, Devereux & Cortes, 1995.


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Cuadro 1 - Dubai y Ciudad del Este La comparación entre ambas ciudades tiene como punto de partida las dimensiones y las formas de su comercio. Las cifras del comercio de Ciudad del Este, como de Paraguay en general, son difíciles de ser calculadas. Tomando como base el trabajo de Reinaldo Penner que utiliza estimativas del comercio de reexportación del FMI y del Banco Central de Paraguay, el valor de las re-exportaciones para el año de 1995 fue de US$ 2.474 millones (PENNER, 1998, p.25). Como vimos, algunas fuentes calculaban que ese movimiento llegaba a US$ 12.000 millones. Personas vinculadas al movimiento comercial de la ciudad hablaban de no más de U$S 4.000 millones. Problema similar se encuentra para las cifras del movimiento comercial de Dubai. Cálculos realizados a partir de cifras disponibles (léase, del cruzamiento de los datos de exportación e importación declarados por Dubai y por sus socios comerciales, i.e. el mismo tipo de cálculo en el que se basan los números del FMI presentados por Penner), las re-exportaciones de 1995 alcanzaron el valor de US$ 3.560 millones. Sin embargo, de acuerdo a otros analistas, ese movimiento pudo haber alcanzado la cifra de US$ 15.000 millones (MARCHAL, 1997, p.2). Las comparaciones podrían extenderse a otras dimensiones derivadas del alto movimiento financiero, que colocan a ambas ciudades en la nueva geografía del terrorismo internacional. Ambas ciudades son consideradas por el Departamento de Estado de EE.UU. como lugares de recaudación y distribución de fondos para actividades de grupos terroristas islámicos. Como reforzando dichas sospechas, después del atentado producido en 11/9 en EE.UU., varias versiones aparecieron indicando que Osama Bin Laden –lider de grupo que reivindicó dichos atentados– habría estado en ambas ciudades (en 2001 en Dubai, en 1995 en Ciudad del Este). La comparación con Dubai surgió también en el trabajo de campo. Una pequeña lámpara de aceite – aquella del cuento de Aladino– estaba emplazada en un cuadro en la pared de la oficina de la Cámara de Comercio de Ciudad del Este. Los caracteres árabes aparecían traducidos en inglés al lado de la lámpara. Chamber of Commerce, Dubai. A diferencia de otras marcas que apuntaban a otras conexiones existentes (por ejemplo, los carteles del Ministerio de Turismo del Líbano con las imágenes de las ruinas de Baalbeck y de Aanjar, colgados en el hall de ingreso o la calcomanía con la bandera del Líbano en la puerta de vidrio, que inscribían de otra forma la importante presencia libanesa en el comercio de la ciudad), la marca de Dubai apuntaba para conexiones en construcción, tal como aparecería en las conversaciones con miembros de la cámara. Su presidente y su secretario habían viajado dos años antes por Oriente Medio con el objetivo de establecer contactos y relaciones con posibles socios. Dubai fue uno de los destinos privilegiados.

productos que salen de allí alcanzan Argentina, Chile, Uruguay, Bolivia y los países andinos. Considerando los circuitos que alimentan, lo que Dubai es en escala transcontinental, Ciudad del Este lo es en una escala continental.

Miradas desde dentro, sin embargo, Dubai y Ciudad del Este difieren marcadamente. Los hitos que marcan a la primera como una de las ciudades de vanguardia en la arquitectura contemporánea –las facilidades presentes en su World Trade Center o los lujos que guarda el hotel Burj Al Arab (uno de los más lujoso del mundo)– no encuentran paralelos en Ciudad del Este. La presencia más sofisticada en el centro comercial de Ciudad del Este, el Shopping Monalisa, no deja de ser un espacio modesto comparado con los shoppings de aquella ciudad. Observada desde su centro comercial, Ciudad del Este


23 más tiene que ver con los mercados informales que caracterizan tantas ciudades de América Latina, Asia o África que con uno de los centros comerciales mundiales más dinámico de los años 90. Para comprender esto es necesario entrar en la ciudad y analizar las formas de su desarrollo. La comparación nos permite preguntarnos, ¿por qué Ciudad del Este, habiendo alcanzado la dimensión comercial que alcanzó, se desarrolló en las formas en que lo hizo? Conocer a quienes hacen el comercio de Ciudad del Este e ingresar en las dinámicas a partir de las cuales ese comercio opera es lo que presentaré a seguir. Pero antes de abordar esos temas, es necesario considerar otra de las dimensiones que estructura aquel espacio: el estigma que pesa sobre la denominada Triple Frontera –tal como es conocida el área de confluencia de los limites de Brasil, Paraguay y Argentina– y en particular sobre Ciudad del Este, estigma derivado de la inscripción pública de aquella área como un espacio crítico en términos de seguridad atravesado por una profunda desconfianza sobre las personas, los grupos, las actividades y los productos que por allí circulan.

Visiones de un lugar maldito Los estereotipos guardan una relación particular con aquello que retratan: antes que derivar del objeto descrito, son descripciones informadas por marcos evaluativos que ordenan de antemano la descripción. En este sentido, aquello que está implícito como contrario noenunciado del estereotipo, es parte constitutiva del mismo. Es por eso que los estereotipos son vehículos privilegiados para enunciar ideales de mundo o imágenes positivas del propio mundo de quien habla. Los estereotipos son herramientas: ordenan, clasifican, jerarquizan. Compelen a la acción. El Reverendo C.W. Abel, a inicios del siglo XX, describía a los massim meridionales de Nueva Guinea como “[S]alvajes, inhumanos y sin


24 ley.”14 E insistía, “Nada guía su conducta más que los instintos y las apetencias, y están gobernados por sus pasiones descontroladas.” Frente a semejantes características, enseñar a los massim a ‘ser obedientes’, a ‘amar’ y a ‘civilizarse’ era cumplir una tarea salvadora, ‘humanizante’. Bronislaw Malinowski usa las palabras del Reverendo Abel para ilustrar las versiones “grosera[s] y desfigurada[s]” que sobre los indígenas tenían muchos contemporáneos suyos a inicios de siglo XX. Las utiliza, precisamente, en la introducción de Los Argonautas del Pacífico Occidental, texto que pasó a ser la referencia canónica del método etnográfico, en donde el autor enfatiza la importancia del trabajo de campo como forma de alcanzar una visión construida desde la cultura investigada y no desde los presupuestos del observador. Si a lo largo del globo las poblaciones indígenas aun hoy continúan ocupando un lugar privilegiado para la producción y reproducción de estereotipos, ellas no son las únicas en gozar ese pesado privilegio. Otras figuras, grupos y lugares también son ‘estereotipicamente productivos’ y, como Malinowski señalara, el trabajo de campo y el interés en comprender esos mundos a partir de sus propias categorías son alternativas necesarias en términos de investigación y fundamentales para construir otras imágenes a partir de las cuales establecer nuevas agendas de problemas y de discusión. Por su ‘groseria’ y ‘desfiguración’, algunos retratos sobre Ciudad del Este parecen formulados por herederos intelectuales del Reverendo Abel. Tomemos como ejemplo las palabras que utiliza Jeffrey Robinson para comenzar su libro The Merger: The Conglomeration of International Organized Crime. El ano del mundo está cortado en la selva del lado paraguayo del río Paraná – un hogar lejos de casa para los carteles de drogas sudamericanos, las triadas chinas, la yakuza japonesa, la mafia italiana, la mafia rusa, la mafia nigeriana y los terroristas de Hezbollah – y es llamada Ciudad del Este. Una ciudad de doscientos mil pungas, putas, maleantes, revolucionarios, criminales, traficantes de drogas, adictos, 14

C.W. Abel, Savage Life in New Guinea, London Misionary Society, apud Malinowski, [1922], p.28.


25 asesinos, estafadores, piratas, pandilleros, extorsionadores, contrabandistas, matones, proxenetas y arribistas, que fue la creación del anterior dictador de Paraguay, Alfredo Strossner. El mismo hombre que recibió a fugitivos nazis como Josef Mengele, la nombro originalmente con su nombre y permaneció Ciudad de Stroessner hasta que fue depuesto en 1989. (ROBINSON, 2000, p.13, traducción propia). Las palabras de Robinson son una versión extrema de los estereotipos sobre Ciudad del Este, pero su exageración permite introducirnos en los elementos que componen el retrato recurrente sobre esa ciudad reproducido en medios de comunicación y en diversos trabajos vinculados a seguridad y estrategia. Siguiendo los medios de comunicación regionales e internacionales, la zona de confluencia de los límites entre Brasil, Paraguay y Argentina parece haberse transformado en uno de los espacios que condensa todos los problemas de seguridad contemporáneos. Terrorismo islámico y mafias transnacionales. Piratería, contrabando, lavado de dinero y de artículos robados. Narcotráfico y tráfico de armas. Si esta visión sobre la Triple Frontera fue afianzándose durante la década del ’90 (Cuadro 2), después de los atentados del 11 de septiembre de 2001 en Estados Unidos, la misma pasó a ser uno de los espacios privilegiados de investigación y reflexión en el campo de seguridad, de los estudios estratégicos y de las relaciones internacionales por la supuesta vinculación entre formas ilegales de generación de recursos y el terrorismo internacional. En la cartografía de la criminalidad que aparece delineada en esos retratos, las tres ciudades localizadas a cada lado de los límites internacionales son incorporadas dentro de la totalidad que constituye la Triple Frontera, pero es Ciudad del Este la que aparece como su centro. El “nido da serpente”.15 El “santuario de la impunidad y la delincuencia

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Palabras del presentador del programa periodístico Reporter Record (canal televisivo brasilero Rede Record) del 24 de mayo de 1999, sobre el robo de autos en Brasil.


26 internacional”.16 Si las palabras de Robinson son una versión extrema de ese retrato, para comprenderlo tal vez sea útil detenerse en ellas. Si lo que hace a Ciudad del Este el “anus of the earth” es la presencia de todas las categorías de personas enumeradas por el autor, además de integrantes de los carteles de drogas sudamericanos, de las tríadas chinas, de la yakuza japonesa, de las mafias italiana, Cuadro 2 - Sobre el surgimiento de la Triple Frontera La región donde confluyen los limites internacionales de Brasil, Argentina y Paraguay no siempre fue conocida como la Triple Frontera. Antes de los 90, cuando aparecía una referencia para denominar a la región en su conjunto, se hablaba de zona, región o área de las tres fronteras. Las veces que aparece la fórmula ‘tríple frontera’ para nombrar aquella región (por ejemplo, en los periódicos locales a fines de los 80), también es utilizada como sustantivo genérico, nunca como sustantivo propio. Una formula que muestra la dificultad de reducir aquel espacio fronterizo a una unidad es aquella utilizada por un periodista en la década del 70, quien decía: “Em Iguaçu/Iguazu/Puerto Presidente Stroessner, essa atividade [el contrabando] atinge características delirantes. Nesse ponto em que as fronteiras da Argentina, do Brasil e do Paraguai se encontram, nada se perde, tudo se trafica...” (BOJUNGA, 1978, p.202). La transformación en el sustantivo propio ‘Triple Frontera’ aparece a partir de la sospecha de la presencia de terroristas islámicos en la región luego de los atentados en la embajada de Israel en Buenos Aires en 1992 y, particularmente, después del atentado a la Asociación de Mutuales Israelitas Argentinas en 1994. En marzo de 1996, esa denominación va a ser incorporada oficialmente por los gobiernos de los respectivos países en el “Acuerdo de los Ministros del Interior de la República Argentina, de la República del Paraguay y de Justicia de la República Federativa del Brasil” firmado en la ciudad de Buenos Aires. En el mismo, partiendo del interés de “convenir medidas comunes, en la zona de la triple frontera, que une los países participantes en las Ciudades de Puerto Iguazú, Foz de Iguazú y Ciudad del Este”, se establecen una serie de medidas para el control de vehículos y personas a ser aplicadas en la “Zona de la Triple Frontera”. Finalmente, en enero de 1998, se firma el “Plan de Seguridad para la Triple Frontera” el cual establece la creación de una serie de comisiones y acciones específicas a ser implementadas en el área. De esta manera, el sustantivo propio Triple Frontera comienza a ser utilizado para referirse a la confluencia de esos limites internacionales de la mano de una cierta forma de retratar el área caracterizada por la falta de control del movimiento por los límites internacionales que habría favorecido el desarrollo de todas las actividades ilícitas mencionadas. Esa denominación presupone la existencia de un área singular y participa de su creación a partir de una práctica de nominación que posibilita la emergencia conceptual de un lugar allí donde están relacionadas tres ciudades insertas en tramas políticas, culturales, económicas y demográficas relacionadas pero diferentes. Es cierto que nuevas realidades suelen ser nombradas de nuevas maneras. Sin embargo, la novedad de la Triple Frontera no está dada por la novedad de los elementos que incorpora en su retrato. La presencia de los mismos elementos años antes descalifican dicha interpretación: por ejemplo sobre el terrorismo islámico, las sospechas que emergen tras los atentados que apuntan para la región ya estaban presentes por lo menos desde 1970 cuando el asesinato en Asunción de Edna Peer, funcionaria del servicio exterior israelita, levantó sospechas e investigaciones en Foz do Iguaçu similares a las contermporaneas; sobre el contrabando, basta la cita de Bojunga antes citada; sobre el tráfico de drogas, basta notar la implementación recurrente de operativos desde la década del 80. Es claro que la región sufre una tremenda transformación en las últimas décadas, transformación en la cual algunos de los problemas señalados cambian de escala y su proyección internacional los coloca en otro plano. Sin embargo, lo que me interesa destacar es que la novedad de la Triple Frontera se inscribe antes en transformaciones a nivel mundial y regional sobre la percepción de determinados problemas, su incorporación en nuevas agendas de seguridad y su utilización como estrategia de alineamiento político. Exploré estas cuestiones en Rabossi, 2002 y 2003. El libro La Triple Frontera: Globalización y construcción del espacio, explora específicamente la forma en que la Triple Frontera fue construida desde algunos medios de comunicación, sea en su versión hegemónica o en la versión alternativa de los llamados alter-medios (Montenegro & Bélivau, 2006). 16

Palabras del entonces Ministro del Interior argentino, Carlos Corach pronunciadas durante el encuentro de ministros del interior del MERCOSUR en Punta del Este en octubre de 1997 (EL PAÍS, 3/12/1997).


27 rusa y nigeriana, y de los terroristas de Hezbollah; convengamos que New York, Miami, Londres o San Petersburgo –así como tantos otros lugares del mundo- también califican para recibir el apelativo tan poco sutil usado por Robinson. Con seguridad, todas esas categorías se encuentran en dichas ciudades. Inclusive, con mayor densidad de personas pertenecientes a los colectivos organizados mencionados por el autor. Se podría argumentar que lo distintivo no es la presencia particular de estas figuras sino el hecho de “constituir” Ciudad del Este. La ciudad es el resultado de esas presencias. Todas juntas. En el medio de la ‘selva’. Esa es la hipótesis que sustenta muchas de las denuncias sobre la Triple Frontera y la razón aparente para entender como aquel espacio llegó a transformarse en uno de los puntos de mayor movimiento económico regional. Con ‘el mal’ tan claramente identificado y circunscrito, no es de sorprenderse que personas ‘de acción’ se vean tentadas a acabar de raíz con él, con propuestas tales como el bombardeo del área, la voladura del Puente de la Amistad o incluso la invasión de Paraguay.17 Podemos aceptar que la estrategia de Robinson también es retórica: palabras de inicio de libro, buscan llamar la atención sobre un fenómeno que el autor caracteriza como la reconfiguración del crimen en un mundo globalizado en donde espacios marginales pasan a constituirse en sitios privilegiados para el desarrollo de la ilegalidad y donde la criminalidad se articula transnacionalmente de una manera nunca vista anteriormente. Y aquí el poco sutil Robinson pasa a estar acompañado de los mucho más sutiles investigadores de seguridad y de relaciones internacionales,18 de periodistas y secretarios

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La posibilidad de usar fuerza militar en la Triple Frontera fue sugerida en varias ocasiones por Francis Taylor, coordinador de la lucha antiterrorista del Departamento de Estado de Estados Unidos (AMBITOWEB, 2001; AJB, 2001; JORNAL DO BRASIL, 2001). La sugerencia de hacer volar el puente fue realizada en 1996 por el diputado brasilero Pauderney Avelino (PFL) como forma de acabar con el contrabando (PARANÁONLINE, 2001). La necesidad de Brasil considerar una intervención armada en Paraguay para acabar con la piratería, el trafico de armas y otros delitos fue colocada por el diputado Josias Quintal (PMDB) en diciembre de 2003 en una entrevista colectiva con otros miembros de la Comissão Parlamentaria de Inquérito sobre Pirataria de Produtos Industrializados (IPS, 2003).

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Ver por ejemplo Bartolome, 2002; Bartolome e Llenderrozas, 2002; Fields, 2002; Garrastazu e Haar, 2001; Madani, 2002; Mendel 2002, Hudson, 2003.


28 de gobierno. Agujero de ilegalidad y de prácticas criminales, el problema de la Triple Frontera es la ausencia de la ley. Por ejemplo, hablando sobre las formas de terminar con el financiamiento a grupos terroristas, una analista identificó las raíces del problema como siendo: ... la falta de control gubernamental en el área, la falta de recursos para el combate de actividades criminales y la corrupción rampante entre burócratas y representantes de la ley. (MADANI, 2002, traducción propia). En otro artículo se señala: [L]a pérdida de control estatal de territorio a manos de organizaciones criminales y redes terroristas es clara en el caso de Ciudad del Este, al punto que un editorial periodístico paraguayo habla de «santuarios» y «territorios liberados» anidados en suelo nacional.” (BARTOLOME, 2002).19 En las palabras de otro analista: En Ciudad del Este, la ausencia de control gubernamental permite a contrabandistas y lavadores de dinero aprovechar la disparidad en los niveles de cumplimiento de la ley, en la regulación de las importaciones y en la taza de impuestos entre Paraguay y sus vecinos.” (MENDEL, 2002, traducción propia). Ausencia de control gubernamental, pérdida de control estatal, corrupción y falta de recursos: los diagnósticos sobre la Triple Frontera caracterizan un espacio definido por la ilegalidad. Y si el problema es la ausencia de la ley, entonces la solución es hacerla presente. Llevarla. Reforzarla. Efectivarla. Pero aquí comienzan los problemas, porque el postulado de la ausencia de legalidad se enfrenta con la presencia numerosa de instituciones y funcionarios. Diecisiete instituciones paraguayas están localizadas en la salida del Puente de la Amistad. La Delegacia de la Receita Federal de Foz do Iguaçu es una de la más importante del Brasil. 19

Esa caracterización, de hecho, corresponde a una de las definiciones del concepto de área gris –emergente en la década del 90 en los estudios de seguridad internacional–, sugerido por el autor como para describir la región. Las definiciones de área gris apuntadas por Bartolomé son: como áreas donde el control del territorio está en manos de organizaciones mitad criminales - mitad políticas; como áreas donde las fronteras entre lo interno y lo externo, en términos de seguridad, se han disuelto y; como áreas de ‘no derecho’ donde se refugian y operan grupos criminales y terroristas (BARTOLOMÉ, 2002).


29 El control, ingresando a la Argentina por el Puente Tancredo Neves, es uno de los más rigurosos del país. Junto a las instituciones y funcionarios que toman cuenta de los pasajes también están presentes en las tres ciudades las fuerzas armadas de cada país, sus varias policías, un comando tripartito de seguridad, así como agencias de inteligencia extranjeras y locales. Inclusive, la colaboración internacional en aspectos de seguridad no es nueva, como lo demuestran las operaciones de la agencia norteamericana antidrogas y de su central de inteligencia, que se remontan a la década del 80. Es cierto que la presencia estatal no es garantía de cumplimiento de la ley. Al final, la corrupción también es señalada como uno de los ingredientes esenciales del cuadro Triple Frontera. A la ilegalidad de los ilegales se suma la ilegalidad de las instituciones que deberían controlarlos, algo que complica la situación pues no habría garantías públicas para estar o actuar en la frontera. Aquí parados, sin embargo, son más las preguntas que surgen. Porque si ese estado de cosas es tan claro, no deja de ser sorprendente el incentivo del gobierno estadounidense a sus empresas para trabajar en Ciudad del Este, inclusive a fines de 2001 después que funcionarios del mismo gobierno denunciaran recurrentemente aquel espacio como el asiento del terrorismo internacional en América Latina.20 Porque si es tan claramente el lugar por donde entra gran parte del contrabando a Brasil y el lugar de salida de los automóviles robados de ese país, ¿cómo explicar los esfuerzos del gobierno brasilero por concretar el proyectado segundo puente sobre el río Paraná, paralelo al Puente de la Amistad?

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El incentivo aparece en la guía comercial de Paraguay del Departamento de Comercio del gobierno de Estados Unidos. En la descripción dice: “Ciudad del Este continuará siendo vista como un “shopping center de descuento” del Mercosur. Las empresas norteamericanas interesadas en introducir sus productos de lujo o a precios competitivos en el MERCOSUR deben considerar un socio cuidadosamente examinado en Ciudad del Este. Si bien esta ciudad es a menudo reconocida como un gran centro de actividades comerciales ilegítimas, hay también serias personas de negocios, representando exitosamente productos conocidos de alta calidad, introduciendo estos productos a través del “turismo de compras” en la vecina Argentina y Brasil.” (USATRADE, 2001) La guía comercial por país es elaborada por el personal de cada embajada de acuerdo a los lineamientos establecidos por el U.S. Commercial Service, agencia del Departamento de Comercio. En las guías se analiza la situación económica de cada país y la situación política en función de los efectos que ellas puedan tener sobre los negocios de empresas estadounidenses.


30 Hay una inadecuación entre el retrato de la inseguridad y la ilegalidad y aquello que se hace e incentiva en aquel espacio fronterizo. No estoy diciendo con esto que lo que aparece como objeto de las denuncias no suceda o que sea invención de los medios de comunicación o de funcionarios interesados. El punto que quiero señalar es que, antes que nada, las denuncias que informan el retrato de la Triple Frontera operan en función de modelos de orden y de ley que tal vez no nos sirvan para pensar el funcionamiento efectivo de la ley ni las actividades que se desarrollan en la frontera. Las inconsistencias y contradicciones entre las agendas políticas y las agendas económicas que emergen en esos retratos derivan de modelos contradictorios sobre lo que es el mercado y el estado, la legalidad y el desarrollo económico. Por eso es necesario un abordaje que no asuma como punto de partida las definiciones que informan esos retratos sino que las incorpore como parte del universo a ser analizado. Esa es la estrategia de esta investigación, la cual busca producir un relato que tome como punto de partida la positividad de las prácticas en vez de la negatividad de ciertas definiciones; esto es, producir un relato alternativo a aquellos centrados en la ilegalidad y la criminalidad como sus elementos estructuradores. El otro registro de inscripción pública de aquel espacio está entremezclado con la propia actividad comercial de Ciudad del Este y está vinculado a la calidad de los productos allí comprados y por extensión, a todo lo que se relaciona con dicho comercio. Inclusive, las personas. Especialmente en Brasil, ‘made in paraguai’ es sinónimo de producto falsificado o de mala calidad y Paraguay, en términos generales, está asociado con esa imagen.21 Basta hacer una búsqueda en los medios de comunicación brasileros para ver los contextos en que la expresión ‘made in paraguai’ aparece: casi siempre haciendo 21

En Argentina también existe el mismo tipo de asociación, aunque intuyo que la misma no está tan normalizada como en Brasil, si bien la forma en que se formulan ciertas expresiones sobre Paraguay y lo paraguayo puede ser aun más denigrante que en Brasil. En Paraguay, los elementos que constituyen ese retrato son englobados bajo el concepto de ‘Paraguay mau’, concepto que hace referencia a toda la gama de negocios ilegales desarrollados en ese país. ‘Mau’ significa mal en el guaraní que tiene fuerte interferencia del español -el denominado ‘jopara’-, y es usado para nombrar toda actividad realizada en forma distinta a como debería ser, utilizándose tanto para la actividad, para la persona que la realiza como para los objetos.


31 referencia a algo que no es aquello que se dice que es. O también hacer un seguimiento en los medios de comunicación sobre la forma en que aparece la categoría Paraguay y lo paraguayo fuera de las noticias sobre ese país.22 Dada la centralidad que Ciudad del Este tuvo como centro de compras y provisión de mercaderías, el lugar que ella ocupa en la generación de esa imagen es fundamental y todo lo que pasa por ella comparte esa valorización negativa, sean productos o personas. Estas imágenes son centrales para entender aquel espacio porque ellas constituyen el lugar tal como el lugar es para muchas personas. Y dada la importancia que ellas tienen para muchos de los que allí viven, las mismas se constituyen en un campo de impugnación y cuestionamiento en donde se critican pero también se reproducen muchos de los contenidos presentes en esas imágenes.23 Si los espacios fronterizos suelen tener un estatus contradictorio y a veces marginal por su ubicación en planos de intersección social y cultural, el lugar que ocupa Ciudad del Este y el área de frontera en la cual está localizada, parece estar atravesada por una multiplicidad de intersecciones que la tornan aun más contradictoria y marginal.

Desde el comercio de frontera Además de la importancia que tienen las imágenes presentadas en la sección anterior para entender algunas de las características del comercio desarrollado en Ciudad del Este y de las vidas de las personas que allí habitan, ellas están vinculadas a los caminos de esta investigación. El proyecto original con el que comencé, tenía por objetivo analizar los discursos globales sobre seguridad y su localización en un lugar que parecía condensar

22

Un ejemplo entre tantos, es el caso de un columnista de un diario de Brasilia que relata la irritación de sus amigos paulistas por haber llamado a la ciudad de São Paulo como una “Nova York made in Paraguai” (Correio Brasiliense, 9/11/2000). 23

Exploré algunas formas en que son cuestionadas y también reproducidas localmente las imágenes sobre Ciudad del Este en Rabossi, 2002.


32 todos los problemas enunciados en ellos: narcotráfico, lavado de dinero, piratería, terrorismo islámico y mafias transnacionales. No conocía el área y su elección estaba asociada al retrato de la Triple Frontera. Durante el primer mes de trabajo de campo (agosto de 1999), el movimiento comercial centrado en Ciudad del Este me llamó tanto la atención que decidí hacerlo el foco de mi investigación. No sólo por su magnitud y su relevancia para entender aquella región sino porque detrás de los problemas presentes en aquel retrato siempre estaba ese comercio, ya sea por las prácticas que el mismo supone como por los grupos allí presentes.24 La sensación en aquel momento se tornó pregunta y reorientó la investigación: ¿no tendremos que conocer esa dinámica comercial en primer lugar? Comencé entonces a investigar cómo funcionaba ese movimiento. No sobre lo que aparecía recurrentemente en los medios de comunicación –narcotráfico, lavado de dinero o bienes robados– sino sobre aquello que, si no estuviera el límite internacional, sería considerado simplemente como comercio.25 Durante el segundo mes de trabajo de campo (septiembre del 2000) comencé a mapear sistemáticamente el comercio a partir de las personas, esquemas y productos en los espacios donde se localizaba, a ambos extremos del Puente de la Amistad. En Ciudad del Este comencé a ingresar en el enmarañado de las calles del microcentro tratando de encontrar criterios para organizar una descripción del lugar: espacios y formas de venta, grupos y orígenes, servicios ofrecidos y productos. En 24

La presencia árabe vinculada al comercio es la condición necesaria para la sospecha de la presencia de grupos terroristas islámicos en la región. La misma participación de inmigrantes chinos es la condición necesaria para la sospecha de mafias orientales. La enorme circulación de mercaderías y personas está por tras del contrabando y de las denuncias de todos los tráficos ilegales. La magnitud del movimiento comercial también fue lo que posibilitó el inmenso movimiento de divisas por tras de las denuncias sobre lavado de dinero y de remesas irregulares. 25

Denominar las actividades que giran en torno a los intercambios de productos importados en Ciudad del Este como siendo comerciales es una elección de punto de vista anterior a las definiciones legales. Para quien parte, por ejemplo, de la definición del estado brasilero sobre las prácticas de los compradores como ‘contrabando’ o ‘descaminho’, mi posición podría parecer hipócrita. Sin embargo, una de las cuestiones que este trabajo coloca es precisamente la relación entre determinadas actividades y sus definiciones; relaciones que, puestas en el espacio de la frontera, nos presentan una serie de elementos interesantes para pensar sobre la naturaleza de esas definiciones y las prácticas que ellas comportan.


33 Foz do Iguaçu compartí hoteles y espacios de socialización luego de las compras en Ciudad del Este con los sacoleiros y con ellos viaje de vuelta a Rio de Janeiro.26 En el 2001 realicé ocho meses de trabajo de campo durante los cuales viví en Ciudad del Este. Si bien continúe analizando la dinámica general de ese movimiento, comencé a privilegiar el trabajo con aquellos que venden en las calles: los mesiteros. Me interesaba saber quiénes eran, qué hacían y cómo se relacionaban con aquellos que también ganaban su vida en aquel espacio. La invitación de un mesitero para vivir con su familia en San Rafael, un barrio localizado al lado del área comercial donde gran parte de sus habitantes habían estado o estaban aun vinculados con ese comercio, me permitió conocer el mundo social y familiar de algunos de ellos. Esa convivencia también me permitió tener una percepción más clara de sus actividades y de las dificultades enfrentadas en un contexto de marcada retracción comercial. Continúe también mi relación con los sacoleiros, con quienes realicé otros viajes durante 2001.27 En Ciudad del Este fui conociendo las distintas categorías responsables por el movimiento comercial -comerciantes, empleados de comercio, ambulantes, cambistas, mototaxistas, kombistas, taxistas, laranjas. Pude ver cómo se hacían las compras y cuáles eran las diferentes formas de pasaje, de transporte y de almacenamiento a ambos lados de la frontera. Durante ese período también intenté recolectar información sobre la historia y el desarrollo de ese movimiento comercial en los medios de comunicación locales y en la bibliografía disponible en las bibliotecas públicas de esas ciudades. También realicé entrevistas y relevantamiento de datos en las instituciones vinculadas al control y

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Como veremos, sacoleiro es el nombre con el que son conocidos en Brasil quienes viajan a otras ciudades (Ciudad del Este en particular) a comprar mercaderías para revender en sus ciudades de origen.

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Acompañe 5 viajes de Ciudad del Este a Rio de Janeiro con sacoleiros que volvían con mercaderías lo que me permitió conocer distintas formas en que el comercio de frontera es realizado, los problemas que enfrentan los sacoleiros y las formas desarrolladas para lidiar con ellos.


34 reglamentación de las actividades a través de la frontera en Brasil, Paraguay y en menor medida en Argentina: aduana, policía, migraciones, tránsito, impuestos, trabajo y comercio. En un espacio bajo vigilancia y atravesado por prácticas que muchas veces pueden ser penalizadas, la presencia de un investigador puede ser observada con recelo y desconfianza. Durante los 10 meses de trabajo de campo, sin embargo, nunca oculté mi identidad ni la naturaleza de mi trabajo: una investigación sobre el comercio y la frontera para un doctorado en antropología.28 Algo que abrió la puerta para largas indagaciones y conversaciones sobre la antropología, la universidad y la vida de estudiante de doctorado. Así como me entrometí en la vida de otros, siempre permití que se entrometieran en la mía. Uno de los pensamientos que me perseguía en medio de las notas, conversaciones y observaciones, era que aquello que estaba experimentando debía sufrir un proceso de compactación y formatación tan grande que difícilmente el resultado podría guardar alguna semejanza con ese mundo. Si vuelvo a traer este pensamiento es para llamar la atención acerca de los límites y la representatividad de mis formulaciones. Al final de esta introducción doy algunas indicaciones sobre los distintos registros utilizados en el texto y sobre algunas elecciones respecto a la forma de presentación. Siguiendo la idea de sinceridad metodológica colocada por Malinowski,29 en la medida de lo posible intenté

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Pensar que ocultar lo que uno está haciendo garantiza un mejor acceso a la verdad presupone algunas ideas singulares sobre las relaciones humanas y sobre la verdad. Respecto a la forma de concebir las relaciones humanas, es una gran ingenuidad pensar que las personas, en sus relaciones con otros (no investigadores), tienen una relación transparente de intercambio de información. A su vez, dicha estrategia participa de una epistemología particular: hay una verdad que puede ser descubierta que se esconde por debajo de las estrategias de ocultación de los otros y a la cual se puede acceder a partir de la ficción de una relación. Si la antropología es un conocimiento construido a partir del ‘otro’, entonces no puede negarse a exponerse frente a él. 29

El artículo de Emerson Giumbelli (2002, p.93) llamó mi atención sobre esta categoría utilizada por Malinowski para describir “la necesidad de dar cuenta clara de los datos” ([1922], p.20), distinguiendo entre las observaciones del autor, las descripciones de los indígenas y las interpretaciones de uno y otro. El término que aparece en la traducción en español es “honradez metodológica” (ibid., p.32). Si bien puede parecer un concepto ingenuo, tratándose de una forma de producción de conocimiento basado en relaciones y confianzas, el mismo tiene más profundidad de lo que aparenta. Todos sabemos lo que cambia una argumentación cuando ‘olvidamos’ o pasamos por alto aquello que no encaja.


35 ofrecer elementos que permitieran calificar el material presentado así como tornar transparente la forma en que se articulan con los argumentos del texto. El trabajo está organizado en tres capítulos. El primero (A través de una Amistad) presenta una descripción general del comercio de Ciudad del Este a la luz del movimiento a través del Puente de la Amistad. Después de describir las áreas comerciales conectadas por el puente, tanto en Foz do Iguaçu como en Cuidad del Este, concentro mi atención en esta última. Primero, analizo la forma en que es concebido aquel espacio y las categorías utilizadas para describir a uno de sus actores principales, los compradores. Ese analisis nos permitirá visualizar ciertas características definidoras de un mercado orientado a personas que llegan del otro lado de la frontera para comprar. Después, analizo algunas estructuras que garantizan su funcionamiento: las ventas, el transporte, el cambio de monedas, la seguridad y los pasajes. Por último, analizo el funcionamiento del mercado de acuerdo a las dinámicas espaciales y temporales que permiten entender las intensidades variables del movimiento. El Capitulo 2 (Vidas y ventas en las calles de Ciudad del Este) está centrado en la experiencia de los mesiteros abordada a partir de tres ejes: cómo hacen para vender en la calle, cómo venden y qué hacen además de vender. Después de describir las prácticas espaciales que caracterizan la actividad de los mesiteros, presento cómo operan las formas de ocupación del espacio, las cuales nos permiten ingresar en el campo de regulaciones y negociaciones que hacen posible estar en la calle. Claro que estar en la calle no garantiza vender, para ello hay que saber hacerlo. Cómo se vende en un espacio donde convergen múltiples monedas, lenguas, orígenes y millares de vendedores no es nada obvio. A través de actividades aparentemente simples como otorgar un precio a un producto, negociar un vuelto o promocionar una mercadería, es posible ingresar en la dinámica compleja de las transacciones en donde se ponen en juego saberes que combinan conocimientos sobre


36 productos, procedencias de los compradores y valores de las monedas, entre otros. Junto a esos saberes, diversas formas de colaboración, regulación e interdependencia estructuran la organización social de las ventas en la calle. Organización que no se restringe al trabajo sino que articula también formas de sociabilidad a través de juegos y bebidas. Estas arenas de sociabilidad nos permiten ingresar en cuestiones que marcan profundamente a Ciudad del Este: dinámicas de género y de consumo que iluminan algunos de los valores que caracterizan aquel espacio y que están vinculados a la formación reciente de la ciudad y al origen rural de gran parte de su población. El último capítulo (Los caminos a Ciudad del Este) presenta los caminos que fueron articulandose y produciendo el mercado de Ciudad del Este y sus transformaciones. En primer lugar, analizo los procesos sociales, políticos y económicos que transformaron la calle en un espacio de oportunidades para millares de personas que migraron para la ciudad. A través de la historia de los vendedores de la calle analizo el desarrollo y las transformaciones del comercio, especialmente la profunda transformación que significó la llegada

de

compradores

revendedores

provenientes

de

Brasil,

los

sacoleiros.

Transformación que está en la base de la enorme expansión comercial de Ciudad del Este pero que también, por una serie de cambios internos y externos, es en parte responsable por la decadencia comercial que atraviesa la ciudad desde fines de los 90. Para entender estas dinámicas tenemos que comprender el lugar de Ciudad del Este en los circuitos comerciales brasileros. A ese fin está dedicadala mitad final del capítulo.

Aclaraciones para la lectura La incorporación en el texto de diálogos, comentarios e imágenes busca ampliar la representación de aquello que aparece descrito con mis palabras. No por eso dejan de estar manipuladas por mí: retratadas y seleccionadas, transcriptas y recortadas. Su presencia, sin embargo, permite otras lecturas posibles.


37 Los textos que aparecen sobre fondo gris y con un borde a la izquierda (como este párrafo) son notas de cuadernos de campo. Generalmente presentan una situación o un evento que sucedió durante la investigación. Algunos de los extractos están reescritos o tienen más información que en los cuadernos. Preferí distinguirlos de esa manera, sin embargo, para señalar la proximidad mayor con el registro en el campo. La reproducción de los diálogos y comentarios de las personas intenta guardar una correspondencia con las formas que aparecen en las grabaciones o en mis anotaciones. El modelo utilizado para la trascripción es la lengua estándar, esto es, las palabras y las formas de la gramática oficial. El interés por mantener lo que a primera vista podrían ser considerados como errores no busca señalar el ‘mal uso’ de la lengua sino presentar el uso que la misma tiene en un país bilingüe –Paraguay– y en un contexto multilingüe –la frontera. La distancia que hay entre las conversaciones grabadas y aquellas anotadas es muy grande. En este último caso, lo que la memoria iba guardando –las palabras, los temas, el orden– era retraducido o reordenado en el formato de mi gramática y mis reglas cuando las transcribía como frases en mis notas. No me di cuenta de la fuerza de mi “inconsciente gramatical” (para nombrarlo de alguna manera) hasta que la comparación de ambos registros me permitió verlo nítidamente. Especialmente, cuando tenía hablas grabadas y escritas de la misma persona, las diferencias eran palpables. No creo que por ello estas últimas dejen de tener valor pues guardan una correspondencia con los temas tratados, las palabras y el orden usado. Preferí por esto colocar un símbolo al lado de las frases de acuerdo al medio de registro. Aquellas que fueron transcriptas de grabaciones tienen al final el símbolo de un casete

y aquellas que fueron transcriptas de notas de campo tienen

al final el símbolo de un bloc de notas:

.

Escribir sobre una ciudad que cambió su nombre no deja de producir cierta confusión. La ciudad fue fundada como Puerto Presidente Stroessner el 3 de febrero de 1957. Cuando en 1973 fue designada capital del Departamento del Alto Paraná pasó a


38 llamarse Ciudad Presidente Stroessner, aunque el uso del nombre anterior continuó, especialmente en la prensa. El 3 de febrero de 1989, con el derrocamiento de Strossner, la ciudad pasó a llamarse Ciudad del Este.30 Cuando hablo de situaciones que sucedieron antes de mitad de los 70, uso Puerto Presidente Stroessner. Utilizo Ciudad Presidente Stroessner cuando me refiero a situaciones entre los 70 y 1989. Cuando me refiero a situaciones posteriores a 1989 o cuando me refiero a cuestiones que, independientemente de su inicio se aplican también al tiempo presente, uso el nombre actual, Ciudad del Este. Las palabras que aparecen subrayadas por primera vez en el texto están en el glosario, después son utilizadas sin marcación. El material citado a lo largo del texto proveniente de fuentes escritas –sean libros, revistas o medios de comunicación–, fue traducido, salvo cuando sea material específicamente relacionado al campo (diarios locales o con información complementar a las descripciones que aparecen en el texto). Las palabras pronunciadas durante el trabajo de campo fueron mantenidas en la lengua de enunciación. Por último, las fotografías fueron tomadas por mí.

30

No es por una casualidad difícil de explicar la recurrencia de 3 de febreros sino que es una fecha significativa en Paraguay: el día de su patrono, San Blas.


39

CAPITULO 1 A TRAVÉS DE UNA AMISTAD

Mañana de sol en una de las concurridas calles del centro de Ciudad del Este. Algunos cargadores paraguayos estaban parados conversando –en guaraní– y tomando tereré, mientras esperaban por clientes al lado de sus carrinhos. Mucha gente pasaba andando por la calle, algunas llevando grandes paquetes y sacolas. En el negocio de herramientas donde estaba conversando con dos vendedores brasileros, también se esperaba por clientes. El frente del negocio era completamente abierto a la calle así como el contrafrente del mismo que daba al pasillo de una de las tantas galerías del centro; aperturas estas que daban la sensación de estar en un pasaje más que en un espacio cerrado. El dueño del negocio también estaba allí: un libanés que rondaba los 40 años y que vivía en Foz do Iguaçu, Brasil. Justo había llegado un compatriota suyo con quien hablaba –en árabe– cuando de repente, un hombre de unos 30 años, piel negra, vestido de saco y camisa, se detuvo enfrente al local y abrió una faja de tela atada en sus puntas a dos palos que sostenía con sus manos. Como la faja tenía una inscripción escrita en árabe, uno de los cargadores paraguayos que estaban a su lado le preguntó –en portugués– ‘Que diz aí?’ El hombre respondió, “Diz que Jesucristo está voltando. Ele é o Messias e só aqueles que em ele acreditam terão vida eterna!” Entonces, cerró el cartel que pasó a sostener con una sola mano y con la otra, sacándolos de su bolsillo, empezó a repartir unos volantes. En español a los paraguayos, en portugués a los brasileros. El libanés que acababa de llegar lo llamó y con un grave tono en su voz le preguntó en un portugués con acento cargado, ‘Que você está fazendo? Porque tem escrito em árabe?’ Después de unos segundos de silencio, el dueño del negocio dio una gran carcajada relajando la tensión que se había creado. ‘Eu sou predicador e tenho que me fazer comprender por todos’, respondió el hombre dándole un volante escrito en árabe. El dueño del negocio lo tomó y sin dejar de mirarlo a los ojos, le preguntó con cierta mezcla de reproche y explicación, ‘Você não sabe que aqui somos todos muçulmanos?’ El predicador salió del negocio. Era pastor de la Igreja Universal do Reino de Deus, la poderosa iglesia evangelista fundada en Brasil. ‘Tenho outro cartaz em chinês e um outro em español’, me dijo. ‘Aqui, a palavra de Deus tem que ser escrita em todas as línguas pra que seja compreendida.’ El volante – un papel doblado al medio produciendo 4 caras– tenía en su frente una fotografía del Puente de la Amistad, puente que pasa encima del río Paraná y conecta Paraguay con Brasil. En su interior, después de dar algunos detalles sobre el puente, la argumentación era la siguiente: si ya es difícil imaginar cruzar el abismo que separa ambos países sin ese puente, ¿cómo podíamos imaginar cruzar el gran abismo del pecado que nos separa de Dios sin la ayuda de Jesucristo? Y concluía, ‘Jesus, a nossa Ponte da Amizade, o nosso Mediador, o Único Mediador entre Deus e os homens, pelo qual podemos nos salvar da inimizade, do abismo estabelecido pelo pecado’.1 1

Un interesante analisis sobre los proyectos misionales que tienen por blanco a los musulmanes de la frontera, en particular sobre la Iglesia Evangélica Árabe de Foz do Iguaçu, está en Montenegro, 2009.


40

El Puente de la Amistad, además de ser usado como metáfora y concepto por el pastor y su iglesia para poder predicar, es utilizado diariamente por millares de personas y vehículos para circular entre los territorios brasilero y paraguayo, atravesando el enorme y profundo barranco por donde corre el río Paraná a esa altura. Mejor dicho, si es usado para poder explicar un asunto teológico es precisamente porque el mismo tiene sentido para todos aquellos a los cuales el pastor se dirigía. Claro que, como la escena anterior nos permite ver, no son sólo brasileros y paraguayos quienes circulan entre Brasil y Paraguay a través de ese puente. Los carteles y volantes en árabe y chino que llevaba el pastor estaban dirigidos a aquellos que tienen sus comercios en Ciudad del Este, algunos de los cuales viven en esa ciudad mientras otros lo hacen en Foz do Iguaçu. Pero no sólo tienen sus comercios y sus casas en esas ciudades. La presencia musulmana se encuentra inscripta en el tejido urbano a través de la bella mezquita Omar Ibn Al-Khatab en Foz do Iguaçu o la mezquita del Profeta Mohammed en Ciudad del Este. La presencia oriental, en la estatua de Chiang Kai Sek frente a la municipalidad de dicha ciudad o el templo budista de Foz do Iguaçu con su estatua de siete metros de Budai, el Buda Sonrriente –Pu-Tai en chino o Hotei en japones– que mira divertido a Ciudad del Este. Esas son tan sólo algunas de las tantas inscripciones físicas –plazas, restaurantes, comercios, productos- e institucionales –asociaciones, centros culturales y cámaras de comercio– que marcan la presencia de libaneses, chinos y también de coreanos, sirios, palestinos e hindúes, entre otros. Pero, ¿qué hace toda esa gente en ese lugar? y ¿por qué ese enorme movimiento a través del puente? La casa de herramientas donde el pastor se detuvo para abrir su cartel era uno de los 1750 comercios que –según autoridades y medios de comunicación– se encontraban funcionando en el centro de Ciudad del Este en el 2001. Salvo el predicador –


41 e inclusive él, podría ser argumentado–, todas las personas que mencioné en esa situación estaban en función de la actividad comercial desarrollada en Ciudad del Este centrada en la venta de productos importados para turistas. Sin embargo, el gran flujo de compradores está compuesto por comerciantes o intermediarios y no “turistas-turistas” –tal como suelen ser distinguidos de los primeros aquellos que realizan compras sin el interés de revender los productos allí comprados. Lugar de comercio. Mercado. O mejor dicho, mercados, considerando la separación que establece la frontera y que hace de los espacios contiguos al puente espacios comerciales con ofertas diferenciales. Lugar de dinero y de todos los pecados, según el pastor. Para él, un buen lugar para predicar. Tal vez, como este trabajo intenta mostrar, un buen lugar para pensar. Sobre negocios. Sobre límites. Sobre intercambios en el límite de lo reglamentado. Sobre las vidas de aquellos que ganan su vida a través de esos límites. Para pensar con ese lugar, sin embargo, primero tenemos que conocerlo. El objetivo de este capítulo es presentar algunas de las formas en que ese mundo está estructurado, mostrando la complejidad del centro comercial de Ciudad del Este en términos de participantes y actividades. Pero, como vamos a ver a continuación, hablar del comercio de Ciudad del Este significa hablar de Foz do Iguaçu y del movimiento a través del Puente de la Amistad. En este sentido, esta descripción nos permitirá comprender la escala y complejidad de las relaciones e intercambios que ocurren a través del límite internacional y el grado de interrelación que existe entre ambos lados. La primer parte de este capítulo tiene por objetivo describir ese lugar a partir del movimiento sobre el Puente de la Amistad y las áreas comerciales que se conectan a través de él en ambas ciudades. Entrada que ofrece una primera presentación del escenario de este trabajo que nos permite incorporar elementos importantes para aprehender el movimiento


42 comercial en aquella frontera, tales como la importancia del comercio de Foz do Iguaçu para Paraguay o la importancia que cada área comercial tiene dentro de su ciudad. La segunda parte se concentra en el microcentro de Ciudad del Este, el área comercial orientada a los compradores que vienen del otro lado de la frontera. La descripción toma en cuenta tres elementos: las categorías que organizan aquel espacio, la división del trabajo y los arreglos temporales y espaciales que lo estructuran. Estos tres elementos nos permiten visualizar, desde la complejidad de su funcionamiento, la característica definidora de Ciudad del Este: un mercado de frontera de productos importados cuyo principal público compra para revender.

Conexiones El movimiento a través del Puente de la Amistad es muy intenso. El director de la oficina de la Direção Nacional de Estradas e Rodagem (DNER)2 en Foz de Iguaçu me indicaba que el movimiento registrado en el puente corresponde al movimiento de un puente urbano y no al de una ruta –el corredor que conforman la Ruta Internacional VII (PY) y la BR-277 (BR) que conectan el centro de Paraguay con la costa Atlántica brasilera. “O movimento que tem aqui, de fato, é o movimento de uma ponte urbana, como aquela de Recife. A existência da fronteira é o que torna este lugar diferente. Já com Argentina a coisa é diferente. Antes tinha muito movimento também mas, depois do problema do peso argentino, deixou de ser atrativo para os compristas.”

3

Para tener una idea del movimiento del transporte en el Puente de la Amistad entre Brasil y Paraguay es interesante comparar el número de vehículos que por allí transita con otros puntos relacionados a Foz de Iguaçu donde también son realizados conteos de 2

En 2003 la DNER se transformó en el Departamento Nacional de Infra-Estrutura de Transportes (DNIT), perteneciente al Ministério dos Transportes del gobierno federal brasilero.

3

La misma descripción es dada por Kleinke et.al., “...a Ponte da Amizade que, para Foz do Iguaçu e Ciudad del Este, é como uma avenida de um mesmo espaço urbano.” (KLEINKE ET. AL. 1997, p.151).


43 vehículos: unos kilómetros antes de llegar a la ciudad sobre la BR-277 y en el Puente Internacional Tancredo Neves que liga Foz do Iguaçu con Argentina (Gráfico 1).4 El trecho Santa Tereza–Ceu Azul es una medición sobre la BR-277 que es la principal vía de ingreso

Gráfico 1. Tráfico de vehículos en el Puente de la Amistad, Puente Tancredo Neves y el trecho Sta. Tereza-Ceu Azul

Nro. de vehículos

Volumen Medio Diario (anual) - Serie Histórica 1985 / 2001

25000 20000 15000 10000 5000 0 # # # # # # # # # # # # # # # # # 1985 1986 1987 1988 1989 1990 1991 1992 1993 1994 1995 1996 1997 1998 1999 2000 2001 Año Puente de Amistad

Puente Tancredo Neves

Sta.Tereza - Ceu Azul

a Foz de Iguaçu, la cual va a terminar en el Puente de la Amistad. La diferencia entre el movimiento en la BR-277 antes de llegar a Foz do Iguaçu y el movimiento en el Puente de la Amistad es enorme. Por ejemplo, el promedio diario de vehículos registrado en el año 2000 en el Puente de la Amistad era 19.283, mientras que para el trecho Santa Tereza–Ceu Azul el promedio era 4.881 vehículos. Para ese mismo año, el promedio diario registrado en el Puente Tancredo Neves era 5.040 vehículos. Gran parte de ese movimiento se debe a la cantidad de servicios de transporte que operan a través del Puente de la Amistad llevando y trayendo personas y mercaderías. En el año 2001, de acuerdo con el promedio de la DNER, 18.500 vehículos y 20.000 peatones, 4

Los datos fueron tomados del registro realizado por una empresa privada para el DNER. El mismo se basa en un sistema de conteo por eje que pasa encima de un sensor que registra su pasaje. El gráfico que sigue a continuación está realizado a partir de varias planillas y estadísticas anuales del DNER. Los datos que faltan no estaban disponibles o las series para construirlos no estaban completas. Sobre los datos y la forma en que dicho gráfico fue construido, ver Anexo 2.


44 aproximadamente, atravesaban el puente diariamente en ambos sentidos.5 Pero esos números no corresponden a 18.500 vehículos o 20.000 personas distintas sino que son cifras que se descomponen de diversas maneras. Por un lado, están los que cruzan una sola vez y no vuelven ese mismo día –los menos–, los que van y vuelven una vez en el día – quienes trabajan en Ciudad del Este o en Foz do Iguaçu y viven del otro lado– y quienes pasan varias veces cargando, llevando o conduciendo. Todos ellos son los que le dan ese tono de “puente urbana” que mencionaba el director de la DNER. Tanto movimiento se torna comprensible a partir de las áreas comerciales próximas al Puente de la Amistad. La posición que cada área ocupa en la dinámica de su ciudad es diferente, resultado de la historia y de la orientación que cada ciudad tiene en términos de actividades y de espacios. En Foz do Iguaçu, el área cercana al puente es periférica dentro de la ciudad, siendo que el centro que concentra la mayor cantidad de servicios –las oficinas centrales de los servicios públicos y privados y el centro comercial de la ciudad– está ubicado a unos kilómetros de allí. En cambio, el área de Ciudad del Este próxima al puente es el centro de la ciudad, donde se concentran los servicios privados (la mayor cantidad de entidades bancarias y comercios) y en cuyo límite se encuentran las principales oficinas públicas. Foz do Iguaçu fue fundada como colonia militar en 1889 y su centro administrativo y comercial creció alrededor del lugar de su fundación. Las tierras cercanas al Puente de la Amistad permanecieron marginales a su desarrollo urbano. Recién con la inauguración del puente dicha área comenzó a urbanizarse, desarrollándose los barios de Vila Portes y Jardim Jupira orientados al comercio con Paraguay. La fundación de Puerto Presidente Stroessner en 1957, como vimos en la introducción, estuvo vinculada a la futura conexión con Brasil. El primer edificio de 5

Datos proporcionados por la DNER a los medios de comunicación en septiembre de 2001. El promedio de vehículos está basado en los mismos datos del sistema de conteo utilizados para realizar el gráfico.


45 importancia construido en Puerto Presidente Stroessner refleja la centralidad de dicha conexión en el desarrollo de la ciudad: el edificio de la Aduana, al lado de la ruta que llega al Puente la Amistad. A los lados de esa ruta es que se desarrolla uno de los polos de crecimiento de la nueva ciudad y que conoceremos a lo largo de este capítulo.6

‘A maior área comercial da zona Oeste’ Foz do Iguaçu en el puente Parados en Foz do Iguaçu, la vía que culmina en el Puente de la Amistad es la ruta nacional BR-277. La misma divide la región próxima al puente en dos: para el norte la región de Jardim Jupira, para el sur Vila Portes. Según un cartel de la municipalidad localizado en una de sus avenidas, ambos barrios conforman “A maior área comercial da zona oeste.” 7 El barrio de Jardim Jupira que da para la avenida es una zona con grandes casas comerciales. En la calle paralela a la BR-277 y las transversales que la comunican a ella, entremezcladas con exportadoras, grandes comercios y depósitos, hay varias casas de

6

Hasta la década del 60, las relaciones entre Foz do Iguaçu y Puerto Iguazú (AR) (ciudad que surge a inicios de siglo XX) eran las que estructuraban el movimiento de aquella región. Con la fundación de Puerto Presidente Stroessner y la construcción del Puente de Amistad, las relaciones entre ésta y Foz do Iguaçu pasaron a hacerlo de ahí en adelante. La construcción de la represa de Itaipu entre Brasil y Paraguay produjo un salto demográfico que acentuó la desproporción entre ambas ciudades y Puerto Iguazú. Elementos para una historia de aquel espacio fronterizo pueden ser encontrados en Klienke et.al. 1997; Ferradás, 1998; Barakat, 1999; Duarte, 1999; Sugamosto, 1999; Souza, 2000; Ribeiro 2001. El relato de la fundación de Foz do Iguaçu está en Brito, [1938]. Un libro sobre la historia de Foz do Iguaçu narrada por un protagonista es Lima 2001. Otros relatos locales que aportan elementos interesantes son Lima, 1998 y Müller, 1998. Sobre la fundación y desarrollo de Ciudad del Este ver Santos, 1983 e Ynsfran, 1990. Sobre Puerto Iguazú DMC-MPI, 1996. A partir de relatos de participantes de las fundaciones y de viajeros, intenté producir otra narrativa sobre las historias de cada ciudad en Rabossi, 2000. 7

La zona oeste del Estado de Paraná se mantuvo hasta fines del siglo XIX relativamente al márgen de la ocupación regular del estado. Recién con la fundación de la colonia militar de Foz do Iguaçu en 1889 y el otorgamiento de titulos a empresas dedicadas a la explotación yerbatera y maderera, la misma fue incoporada dentro de la dinámica estatal. Sin embargo, es con la conjunción de un proceso de nacionalización de la frontera y de colonización a partir de la década del 40 del siglo XX que se produce una ocupación exhaustiva y efectiva de dicha región. Dos trabajos ya clásicos sobre la ocupación del oeste paranaense son Oberg (1960) y Westphalen, Machado e Balhana (1968). El primero es un estudio detallado de uno de los emprendimientos privados de colonización que comenzó en 1946 con la formación de la compañía Maripá y que derivó en la fundación de la ciudad de Toledo. El segundo presenta una visión general e histórica del proceso de ocupación territorial de Paraná.


46 viviendas habitadas, en gran medida, por árabes y descendientes de árabes que trabajan en la exportación de productos brasileros al Paraguay. Siguiendo hacia el norte, empieza la favela de Jardim Jupira. En Vila Portes, del otro lado de la BR-277 hacia el centro de la ciudad, se encuentra una gran variedad de negocios: casas de ropa y telas (entre ellas, varias casas de ropa usada), exportadoras de productos alimenticios, comercios con artículos de bazar, casas de productos agropecuarios –hortifrutigranjeros–, de maquinaria agrícola e industrial. Sobre la BR-277 hay varios lanchonetes y guardavolumens los cuales funcionan como deposito para aquellos que realizan sus compras en Ciudad del Este. Durante el día numerosos taxistas, mototaxistas, vendedores de comida y de bebidas ocupan esa área. En Vila Portes también hay varios hoteles –algunos de ellos de varios pisos– que trabajan especialmente con los compradores que vienen de otras partes de Brasil. Algunos compradores pasan la noche en ellos, otros simplemente los usan como lugar de apoyo: dejan sus cosas, juntan sus compras, toman un baño, descansan y salen de vuelta para el lugar de donde vinieron. El movimiento de mercaderías de Foz do Iguaçu a Ciudad del Este es enorme. Hasta mitad de la década del 90, las casas exportadoras de Foz do Iguaçu funcionaban como representantes

o

intermediarias

de

empresas

Tabla 1 – Evolución del número de empresas exportadoras y sus empleados en Foz do Iguaçu 8 Año Nro. de Nro de exportadoras empleados 1980

22

440

brasileras y eran ellas que vendían al Paraguay. Aun 1985

59

1200

hoy lo continúan haciendo pero la escala y las 1990

193

3800

1995

349

7000

formas de pasaje han cambiado. La evolución del número de empresas exportadoras y de empleados trabajando en ellas en Foz do Iguaçu (Tabla 1) permite visualizar esto claramente. Desde 1995, con la entrada en vigencia del MERCOSUR y otras transformaciones 8

La tabla fue tomada del estudio de Saad el Din Barakat sobre la economía de Foz do Iguaçu (BARAKAT, 1999, p.26) y está construido en base a datos de la intendencia de Foz do Iguaçu.


47 que modificaron la estructura del comercio de exportación, gran parte de ese movimiento se da directamente de los centros de producción en Brasil y atraviesan el puente rumbo a otros lugares de Paraguay, principalmente a Asunción. Las casas exportadoras localizadas en Foz do Iguaçu –la mayor parte de ellas en Jardim Jupira y Vila Portes– dejaron de tener la centralidad que tenían en el comercio con Paraguay. Ya en 1996, de las 349 casas exportadoras funcionando en 1995, más de la mitad habían cerrado sus puertas (BARAKAT, 1999, p.27). Gran parte de las compras y el transporte de mercaderías está en manos de los paseros. Los paseros –sustantivación del verbo pasar- son paraguayos que se dedican a transportar mercaderías de Foz do Iguaçu a Ciudad del Este para venderlas en Paraguay. De acuerdo con funcionarios de la Aduana paraguaya, unas 5.000 personas trabajaban como paseros llevando mercaderías desde Foz do Iguaçu. Dicha categoría incluye tanto a los cargadores que llevan su mercadería a mano, en carros o en bicicletas como a aquellos que trabajan con vehículos motorizados. En términos sociales y organizativos, sin embargo, estos últimos tienen un perfil diferente que los primeros así como un grado de formalización mucho mayor. 9 En otros espacios fronterizos paraguayos –como Encarnación / Posadas (AR)–, la figura de pasero incluye a aquellos que llevan mercaderías de Paraguay a los países vecinos (SCHIAVONI, 1993; GRIMSON, 2003). Sin embargo, como veremos a continuación, el movimiento de mercaderías de Ciudad del Este hacia Foz do Iguaçu está en manos de brasileros. El flujo de mercaderías de Foz do Iguaçu a Ciudad del Este siempre ha sido importantísimo. Detalle que no es menor si consideramos que tanto en Brasil, Argentina como en otros países, la mirada sobre aquella frontera reproducida en los medios de 9

En el 2001, más de 500 paseros que trabajaban con vehículos estaban asociados en la Asociación de Transportistas de Cargas Unidos del Este, la cual tenía reconocimiento legal y local propio (alquilado). La mayor parte paga impuestos en la aduana Paraguaya por importaciones menores.


48 comunicación y por agentes gubernamentales, está exclusivamente colocada en el flujo de mercaderías de Paraguay hacia Brasil. Las palabras de Adônis da Cunha Ramos, jefe de la Receita Federal en Foz do Iguaçu, que aparecen en una entrevista de 1989 son ilustrativas. El periodista pregunta si es posible hacer un cálculo en base al contrabando incautado.

[Ramos] - Cerca de um quinto da exportação do Paraguai por Foz do Iguaçu se dá de forma irregular, o que representa, mensalmente, entre 15 a 20 milhões de dólares. É mercadoria que entra no Brasil sem pagar taxas alfandegárias. [Mazzarrollo] - E o contrabando daqui para Paraguai? [Ramos] - É ainda maior. (...) [Mazzarrollo] - Essa espécie de área de livre comércio existente no Paraguai afeta de alguma maneira o Brasil ou os interesses do seu fisco? [Ramos] - Não. Esse comércio pode ser algo incômodo para o Brasil, mas é tolerado, e o papel da Receita Federal é modulá-lo. Em sua maior parte, os produtos ali vendidos são de má qualidade e tem pouca vida útil, às vezes nenhuma, de maneira que esse comércio não afeta nosso parque industrial. Os próprios cruzados despejados no Paraguai acabam voltando ao Brasil através dos compradores paraguaios que aqui se abastecem. Os paraguaios gastam mais no Brasil do que os brasileiros gastam lá (NOSSO TEMPO, 2127/07/1989). La escala que adquiere el flujo de mercaderías de Paraguay a Brasil durante la década del 90 parece quitarle importancia a esta apreciación. Sin embargo, el flujo de mercaderías de Brasil a Paraguay ha sido y continúa siendo de enorme magnitud y fundamental importancia. Inclusive para la forma en que se desarrolló el comercio de Ciudad del Este. A finales del 50 y considerando las posibilidades que la construcción del puente abriría, algunos comerciantes que habían llevado la producción industrial brasilera al oeste de Paraná, se localizaron en Foz do Iguaçu con miras de aprovechar un mercado virgen de productos brasileros: Paraguay. En su mayoría eran inmigrantes libaneses. Algunos recién llegados, otros ya habían andado por el interior de Paraná y San Pablo. Al igual que en el


49 Chui (BR), donde los inmigrantes árabes son los comerciantes que venden la producción brasilera para el país vecino (Uruguay), la instalación de los inmigrantes en los barrios próximos al puente estuvo vinculada con esa dinámica. Lo singular de esta frontera, sin embargo, fue que las características de la ciudad vecina permitieron que algunos de ellos también se instalaran del otro lado del límite, vendiendo productos importados para el comprador brasilero. Junto a las facilidades para establecerse y la presencia de conocidos, ese doble atractivo comercial fue lo que tornó esa frontera en el polo de atracción de inmigrantes del Líbano y de otros países de Oriente Medio después que los conflictos en aquella área se intensificaron. Así, tanto el desarrollo del comercio de Ciudad del Este como una de las características más significativas del mismo –la presencia árabe–, están ligados a Foz do Iguaçu.10

El microcentro de Ciudad del Este

Foto 1 - Fotomontaje de la vista de Ciudad del Este desde el Puente de la Amistad.

Mirada desde el Puente de la Amistad, Ciudad del Este parece una gran ciudad. Altos edificios, algunos pintados en colores fuertes. Tal como se ve en la Foto 1, la mayor parte de ellos está concentrada justo en la salida del puente que conecta la ciudad con Foz de Iguaçu (la parte derecha de la imagen). Es el centro de la ciudad o, tal como allí es 10

Exploré esta dinámica en Rabossi (2007) en donde analicé la inmigración árabe a Foz do Iguaçu y Ciudad del Este. La comparación con el Chui se basa en el trabajo de Denise Jardim, 2000.


50 llamado, el microcentro. Un área compacta que ocupa unas 10 cuadras de largo por unas 6 cuadras de ancho. Una vez que se llega a Ciudad del Este, sin embargo, el orden urbano delineado por los grandes edificios deja de tener los trazos estilizados que le imprime la distancia.11 Junto a los grandes edificios hay construcciones de diversos tamaños y formas y –atravesando y conectándolos– pasajes y espacios abiertos entre los cuales se encuentran, por ejemplo, paredes improvisadas para ganar un lugar en el cual guardar las mercaderías. En la calle, toda una infraestructura que ocupa las veredas de forma permanente –cajas metálicas, exhibidores- y de forma temporaria –mesas de madera y otras estructuras para colocar los productos ofrecidos. Para muchas de las personas que llegan a Ciudad del Este, el espacio que se abre después de cruzar el puente de la Amistad se presenta como un caos que intimida: puestos y más puestos de venta en la calle, negocios y galerías, construcciones irregulares, personas... Muchas personas. Vendiendo, comprando, cambiando, cargando, cuidando. Sin embargo, aquello que para muchos parece una gran confusión para otros constituye un espacio inteligible a partir de sus actividades, sus códigos, relaciones y formas de organización. Usando las palabras de un brasilero que trabajó muchos años como vendedor callejero en Ciudad del Este, “Aquilo lá parece uma bagunça mas não é. Está organizado. As pessoas se conhecem, se respeitam. Agora não sei como é que está, mas quando eu trabalhava era assim.” En la sección siguiente voy a presentar algunos elementos que nos

11

En un volante del Departamento de Relaciones Públicas de la Municipalidad de Ciudad del Este de agosto del 2000, ese juego entre distancia y proximidad era utilizado para marcar ideales de ciudad. El volante llamaba a juntar la basura de forma selectiva y parte de una fotografía de las calles del centro tomada de cerca, con la pregunta “¿Es la ciudad que queremos?” Luego habla de la basura que es volcada en las calles del centro durante el día concluyendo que, si fuese volcada selectivamente, facilitaría la recolección. Por último, termina con otra foto tomada desde lejos con el siguiente epígrafe, “Esta es la imagen que debemos vender para beneficio de todos.” Es interesante retener el ejercicio epistemológico que está detrás de este volante para no reproducir en otro formato la aparente ingenuidad del mismo: al fin y al cabo la ciudad es la misma y lo que cambia es simplemente la distancia desde la cual es observada. La ciudad no se limpia con la distancia ni se ensucia con la proximidad sino que cambia la perspectiva desde la cual es observada, produciendo visiones diferentes.


51 permitirán comprender esa complejidad y su organización. Comencemos, primero, con una visión general de aquel espacio. La estructura funcional de la Municipalidad de Ciudad del Este está compuesta por los mismos departamentos que el resto de las municipalidades paraguayas con una excepción: el “Departamento Especial de Microcentro”. Hablando con uno de sus funcionarios, me explicaba el por qué del mismo con las siguientes palabras:

A diferencia de otras ciudades [Ciudad del Este] tiene una peculiaridad muy especial que es la región del microcentro donde hay un enorme movimiento... Es muy cosmopolita... Eso prácticamente no es Paraguay. De ahí la necesidad de crear este departamento que, como su nombre lo indica –Departamento Especial de Microcentro- es el encargado de fiscalizar ese espacio ‘especial’ de la ciudad.

Al igual que en el lado brasilero, la vía que comienza en el Puente de la Amistad estructura espacialmente el área próxima al puente. La Ruta Internacional VII (RI-VII) que ingresa en territorio paraguayo desde el puente, divide en dos el espacio del microcentro. Los lados laterales

de

la

ruta,

que

la

acompañan en todo su trayecto dentro de Ciudad del Este, son la Avenida San Blas y la Avenida

Rotonda de Oasis

Monseñor Rodríguez. Fuera del microcentro -pasando la rotonda de Oasis (Mapa 1)- ese carácter lateral respecto a la RI-VII puede ser fácilmente

visualizado:

la

separación entre cada una de esas vías laterales y la ruta esta dada

Mapa 1 - Centro de Ciudad del Este y localización de la ciudad en Paraguay. El mapa está tomado de un sitio de promoción de comercios. Los canteros centrales ocupados por construcciones están representados en verde, como si fuesen los canteros originales.


52 por la presencia de canteros centrales de gran amplitud, con césped y/o árboles. La diferencia en el microcentro es que el espacio de esos canteros, cuya arborización daba el apelativo a partir del cual era conocida la ciudad como “Ciudad Jardín”, fue siendo progresivamente ocupado por diversas construcciones.12 Llegando por el Puente de la Amistad, la avenida San Blas es la primera vía paralela hacia el norte y la avenida Monseñor Rodríguez es la primera vía paralela hacia el sur. En los 300 metros hasta la rotonda del Monalisa -el shopping más prestigioso de la ciudad-, tanto las veredas de esas avenidas como las de la RI-VII propiamente dicha, están ocupadas por vendedores. La Av. Monseñor Rodríguez y la Av. San Blas continúan ocupadas por 500 metros más, alejándose de allí. Entre la RI-VII y ambas avenidas, se encuentran una hilera de construcciones de ladrillos que la acompañan hasta unos 1000 metros después de la salida de la aduana. Dichas construcciones ocupan un espacio en desnivel de un ancho de 50 mts, estando encadenadas a lo largo de la avenida en todo ese tramo. Las construcciones son de dos pisos y tienen pequeños negocios a la calle, patios internos donde funcionan lugares para comer (restoranes y copetines), pequeños espacios verdes y oficinas, todos unidos por pasajes y galerías que presentan formas irregulares. 13

Actores y dinámicas del comercio de Ciudad del Este Un mundo de ventas para turistas

12

Los procesos de ocupación de dichos espacios reflejan formas particulares de manejo del poder en Paraguay, la relación de esas formas con categorías profesionales emergentes –los diversos trabajadores de la vía pública- y los procesos de reconocimiento e institucionalización de las mismas. Algo que adelante veremos en profundidad. 13

En 2002 comnezó um proceso de demolición de las construcciones irregulares realizadas en el Paseo Publico, contruyendose kioscos de venta regulares para los vendedores de calle, canteros, jardines e iluminación publica. El Paseo San Blas fue el primer resultado de ese proceso de re-estructuración urbana implementado por la municipalidad de Ciudad del Este con el apoyo de Itaipu Binacional.


53 Parecería un truismo decir que, en cuanto espacio de intercambios, los mercados están caracterizados por la presencia de personas que ofrecen productos y otras que los buscan.14 Desde una perspectiva comparativa, cambian las formas de los intercambios –directos o mediados–, así como varían las formas de organización de las ventas –la feria, el distrito comercial con sus comercios, las galerías, los shopping center, los supermercados o los sitios de ventas de Internet.15 Con la transformación de las formas de organización de las ventas, cambian las dinámicas sociales que sustentan cada esquema y los sentidos que esas formas articulan. No obstante, el hecho de constituir espacios donde se encuentran quienes ofrecen y quienes procuran se mantiene. Esto no quiere decir que, para quienes participan en esos espacios, el significado de sus prácticas sea el mismo. Basta recordar la característica señalada por Clifford Geertz respecto al suq (bazar) de Sefrou: comprar o vender no define identidades dentro del suq sino que señala acciones intercambiables de aquellos que lo frecuentan, los sūwwāq.16

14

Supply crowds y demand crowds son las categorías usadas por Kart Polanyi para caracterizar los grupos que, junto a las tasas de intercambio (si son precios fijos o a través de mecanismo de precios desregulados), la competencia y los elementos funcionales (el lugar físico, los bienes intercambiados, las leyes y las costumbres) constituyen un mercado en cuanto institución. Si un sólo grupo está presente, mejor hablar de market-type institution, en vez de un mercado propiamente dicho (POLANYI, 1957). 15

Sobre la dinámica de las ferias, ver Braudel [1979], p.15 y ss. Para la dinámica de las ferias del nordeste brasilero, ver Palmeira, 1971 y Garcia, 1977 y 1984. Sobre los comercios que comienzan a ganar el espacio de las ferias en las ciudades de la Edad Media, ver Braudel [1979], p.45 y ss. Sobre el lugar de las arcadas y galerías en la ciudad moderna, ver Hetherington, 1997. Sobre la emergencia de los grandes almacenes (supermercados), ver Miller, 1981. Sobre los shopping centers en cuanto tecnología de ventas, ver Harvard Project on the City, 2001, p.124-183. Para una discusión más general sobre el lugar de los shopping centers en la dinámica de la ciudad, ver Rybczynski, [1995]: capítulo 9. Hay una infinidad de trabajos sobre cada una de estas formas. Los autores citados –al igual que en otras referencias que incluyen el recuento de la bibliografía sobre determinado tema– son aquellos que leí. Hay faltas, sin duda, pero preferí hacerlas transparentes para tener idea de los trabajos que están detrás de mi presentación así como de las ausencias que pueden estar por detrás de sus límites. 16

Usando sus palabras, “Vender y comprar son consideradas una actividad unitaria que debe ser observada simultáneamente desde las perspectivas completamente intercambiables del hombre que le está pasando mercaderías a su socio comercial y del hombre que le está entregando dinero, una diferencia de importancia nada esencial. (…) En el universo del bazar, que es un universo, y, conceptualmente por lo menos, uno cerrado, todos son frecuentadores del bazar de un tipo o de otro. No hay público general.” (GEERTZ, 1979:185). De acuerdo con su descripción, antes que compradores/vendedores, el contraste más marcado en el bazar es entre aquellos que hacen (artesanos) y aquellos que comercian (compradores/vendedores) (ibid., 183). Frank Fansellow -a partir de su trabajo en Kalakkadu, estado de Tamil Nadu, India- cuestiona los límites de dicha caracterización por el hecho de ser folk economics. La crítica esta articulada a partir de


54 Como veremos a continuación, en el caso de Ciudad del Este va a ser todo lo contrario: no sólo hay una clara división de roles entre compradores y vendedores sino que el mismo espacio está conceptualizado a partir de esa distinción. La característica señalada por Geertz, sin embargo, interesa metodológica y teóricamente. Metodológicamente, porque señala la importancia de conocer las definiciones y las categorías de las propias personas que participan en dichos espacios de intercambio para acercarnos, a partir de ellas, a las formas en que esos mercados están estructurados. Teóricamente, porque abordarlos desde características estructurales –el truismo del párrafo inicial, por ejemplo– puede llevarnos a reproducir nuestros modelos de mercado en espacios donde tal vez no sean pertinentes. Para quienes trabajan en el microcentro de Ciudad del Este, no sólo sus actividades están vinculadas a las ventas sino que el microcentro como un todo es considerado como un espacio de ventas. No todos los que están allí venden y, observando las prácticas de los que sí lo hacen, es posible ver que ellos también son compradores de los productos que ofrecen.17 Sin embargo, el concebir aquel espacio como un espacio de ventas deriva del comprador prototípico: alguien que no está allí sino que llega de otra parte. El término

consideraciones estructurales derivadas de la organización del comercio, principalmente a partir de la diferencia entre productos estandarizados y no estandarizados (FANSELLOW, 1990, p.251). Una de las consecuencias que Fansellow señala de la posición de Geertz es precisamente la razón por la cual el trabajo de este último me inspira, “Una consecuencia de su intento de presentar una visión de la economía de bazar tal como los actores mismos la ven (…) es que trata a los actores en el bazar en cuanto personas en vez de en sus roles económicos respectivos a partir de los cuales se confrontan mutuamente en sus transacciones particulares.” (idem). En la antitesis de Fansellow y sintonizado en este punto con Geertz, este trabajo no trata de actores representando papeles (económicos o cualquier otro) sino de personas viviendo, ganando su vida a partir de transacciones en las que intentan ganar dinero, mostrar, testar y aprender saberes, construir relaciones y articular sentidos. Hay situaciones en que las personas actúan, es cierto, así como hay otras en las que juegan. Posibilidades abiertas a personas qua personas antes que actores representando roles económicos derivados de sus posiciones en las transacciones, tal como Fansellow propone como modelo para el análisis. 17

Todo vendedor es comprador (esa es la característica que articula la identidad de los participantes en el suq señalada por Geertz) a no ser que venda su propia producción, algo bien raro en Ciudad del Este. Mismo quienes producen parte de lo que venden –como los indios maká que venden sus productos de forma ambulante en el microcentro-, compran casi todo el material que utilizan para hacer sus productos. La población maká está ubicada en el microcentro, concentrada en una manzana del barrio Emiliano R. Fernandez. Los maká son un grupo de la familia lingüística mataco-mataguayo. Los grupos indígenas más numerosos del Departamento de Alto Paraná son guaraníes (ava y mbya), además de una comunidad ache en Naranjal y la comunidad maká de Ciudad del Este. Para una caracterización muy general de los grupos indígenas del Alto Paraná, ver DGEEC, 2002, p.63-66.


55 utilizado para nombrarlo es sugestivo: turista. Cuando hay poco movimiento, se suele escuchar decir que “entraron pocos turistas”, descripción que suele venir acompañada de una serie de explicaciones de por qué “no están viniendo turistas.”18 Tanto los paraguayos como los comerciantes extranjeros que tienen sus negocios en Ciudad del Este usan la categoría turista para referirse a los compradores de la misma manera que los periódicos paraguayos. De forma genérica, la categoría turista es utilizada para referirse a cualquier persona que, atravesando la frontera, llega a la ciudad para realizar compras.19 Tanto en términos espaciales como sociales, el límite juega un papel fundamental en esa definición. “Entraron pocos turistas” es una frase que nos confronta literalmente con los dominios de inscripción espacial y social definidos por el límite: atravesaron el puente -por ende, la frontera- (entraron) extranjeros que están de pasaje o de visita (turistas). “Lá em Paraguai são engraçados, chamam todo mundo de turistas. Passam carregando sacolas e falam pra eles... ‘Señor turista! Señor turista!”

20

No es difícil

escuchar este tipo de burlas y comentarios entre los brasileros que trabajan en Ciudad del Este. Para muchos de ellos, llamar ‘turistas’ a la mayoría de los compradores brasileros que van a Ciudad del Este entra en contradicción con lo que vienen a hacer: comprar mercaderías para luego revenderlas. Para ellos hay otras palabras, sacoleiros o muambeiros.

18

Las explicaciones generalmente tienen que ver con la cotización de la moneda brasilera y con los controles aduaneros. A veces, inclusive, con condiciones climáticas. 19

Si bien no son pocos los paraguayos que compran en Ciudad del Este alimentando circuitos comerciales que se extienden a lo largo del país, el comprador genérico de Ciudad del Este viene del otro lado de la frontera. 20

Las palabras son de Carlos, un brasilero residente en Foz do Iguaçu que reparaba artículos electrónicos en Ciudad del Este.


56 En portugués, sacoleiro (de sacola, bolsa) es aquella persona que viaja a comprar mercadería para después revender.21 Muambeiro, por su lado, aparece asociada a la persona que negocia con contrabando.22 Muambeiro es una palabra con connotaciones negativas en tanto que sacoleiro no siempre lo es. Como veremos en el Capítulo 3, la categoría sacoleiro no tiene un perfil negativo cuando logra independizarse de muamba y aparecer asociada a comerciante. Algo que no sucede con aquellos que van a hacer compras a Cuidad del Este y que refuerza la incomodidad de muchos brasileros que trabajan en Ciudad del Este en llamarlos turistas. La categoría turista, sin embargo, no es usada por ignorancia o ingenuidad. Quienes trabajan en el microcentro de Ciudad del Este son perfectamente concientes de la diferencia entre un comprador que está realizando compras con fines comerciales y aquellos que no. De hecho, la categoría turista se desdobla de acuerdo a esa diferencia, siendo los primeros llamados de compristas mientras los segundos son turistas-turistas. La categoría comprista es utilizada, tanto en Ciudad del Este como en Foz de Iguaçu,23 para referirse a lo brasileros que van a Ciudad del Este para comprar mercaderías que luego revenderán en sus lugares de procedencia. De hecho, la palabra comprista es portuguesa. En los diarios paraguayos de circulación nacional, la categoría utilizada asume su forma española, denominándolos como turistas-compradores.24

21

En el uso que encontré en los medios de comunicación brasileros –por lo menos en los últimos 10 años-, la figura de sacoleiro siempre aparecía asociada a personas que compraban mercaderías en otra ciudad para revenderlas en la propia. En este sentido, la definición que aparece en el Diccionario Aurélio (Pessoa que compra mercadoria e a revende, com lucro, de porta em porta, ou em repartições, escritórios, etc.) queda muy próxima de mascate –mercader ambulante-, figura con la cual el sacoleiro no aparece asociado en el uso común. Por otro lado, esa definición nada ayuda a entender su asociación con muambeiro. 22 Muambeiro es aquel que negocia contrabando o muamba. En el Diccionario Aurelio, muamba aparece así definida “[Do quimbundo (Angola). mu'hamba, 'carga'.] 1. Luso-afr. Espécie de canastra para transporte. 2. Furto de mercadorias de navios ancorados e de armazéns da alfândega. 3. Bras. Contrabando (2). 4. Bras. Boró2 (3). 5. Bras. Venda e compra de coisas furtadas. 6. Bras. Negócio escuso; velhacaria, fraude, furto, roubo. 7. Bras. N.E. Em certas zonas sertanejas, mochila e, p. ext., qualquer dos apetrechos dos soldados.” 23 En Foz do Iguaçu, la categoría comprista es utilizada especialmente entre aquellos vinculados con el comercio fronterizo, sea en trabajando en alojamiento, transporte o alimentación.


57 La categoría turista-turista sólo tiene sentido en contraste con la figura del turistacomprista. La redundancia de la categoría, así como la definición que siempre me fue dada –“verdaderos turistas” –, parecería coincidir con la observación de que usar esa palabra para referirse a quien va a realizar compras para revenderlas no se adecua a su verdadero significado. Sin embargo, la persistencia de su uso adquiere sentido tanto en el desarrollo histórico del comercio de Ciudad del Este como en sus definiciones. Pero antes de abordar estos aspectos, dos aclaraciones son necesarias. En primer lugar, en Ciudad del Este el uso de las categorías turista y comprista no excluye el uso de sacoleiro.25 Sin embargo, sacoleiro no se opone a turista sino que se subsume dentro de dicha categoría. Entre quienes usan ambas categorías en Foz y en Ciudad del Este, las mismas pueden ser utilizadas indistintamente aunque sacoleiro aparece más en los diálogos sobre las transformaciones del comercio de Ciudad del Este, apuntando –como veremos en el Capítulo 3– a los efectos negativos que tuvo para algunos. En segundo lugar, podríamos pensar que el uso de turista es una estrategia para eludir el carácter negativo de sacoleiro o muambeiro. Esto tendría sentido si –tal como aparecía en la burla del brasilero antes mencionada– la categoría turista se utilizase efectivamente para dirigirse a ellos (“¡Señor Turista! ¡Señor Turista!”). Sin embargo, todas 24

En los medios de comunicación de circulación nacional y en el principal diario de Ciudad del Este que está ligado a uno de esos diarios nacionales (el Diario Vanguardia ligado a ABC Color) se utiliza la categoría turista-comprador. Ya los otros diarios de Cuidad del Este, el Avance y Paraná Noticias –diario publicado hasta el año 2000– utilizaban la categoría turista-comprista. Como si su localismo se expresase también en los usos locales de las palabras, muchas veces portuguesas. 25 En los medios de comunicación paraguayos la utilización de ambas categorías es recurrente. Tres notas publicadas en la misma página de un diario de Ciudad del Este son un buen ejemplo de ello. En una de ellas se describe, “La actividad comercial en el microcentro fue nula prácticamente el viernes, cuando ya la afluencia de turistas debió aumentar, considerando la proximidad de las fiestas de fin de año, sin embargo, el panorama se torna cada día más desolador.” (AVANCE, 17-18/11/2001a). El motivo señalado para tan escaso movimiento era el operativo implementado por la Receita Federal en Brasil. En la nota sobre dicho operativo, la figura es otra –siempre entre comillas-, “El operativo que se inició el jueves, en horas de la tarde, tomó por sorpresa a los ‘sacoleiros’ que intentaron cruzar hacia Foz do Iguaçu luego de realizar sus compras en comercios de Ciudad del Este.” (AVANCE, 17-18/11/2001b). En un pequeño recuadro donde se describe la operación, la figura vuelve a cambiar, “Los fiscales retienen a los ómnibus para controlar si las mercaderías no exceden los 150 dólares permitido a cada comprista.” Para terminar más adelante, “Aunque el riesgo de perder las mercaderías encima de la cota, son pocos los ‘sacoleiros’ que hacen la declaración.” (AVANCE, 17-18/11/2001c). Para el uso de turistas-comprista y sacoleiro ver, por ejemplo, Avance 17-18/11/2001d. Para el uso de turista-comprador y sacoleiro ver, por ejemplo, DIARIO VANGUARDIA, 20/12/2001.


58 estas categorías generalmente se usan en tercera persona; esto es, en contextos donde la persona nominada no es el interlocutor de quien habla. Tanto en la calle como en los negocios, las palabras para llamar la atención de alguien o para comunicarse en las ventas suelen ser otras, generalmente orientadas a señalar proximidad social. Veamos entonces algunos elementos para entender la persistencia del uso de la categoría turista: el desarrollo histórico del comercio de Ciudad del Este y sus definiciones formales. Después de fundada Puerto Presidente Stroessner y, especialmente, después de la inauguración del Puente de la Amistad, dos actividades comenzaron a orientarse a brasileros, argentinos e –independiente de su procedencia– a aquellas personas de visita en las Cataratas del Iguaçu: el comercio (artículos importados y artesanales) y el juego, en su forma de casino, prohibido en Brasil. Hasta la década del 80, el perfil mayoritario de quienes iban a hacer compras en Puerto Presidente Stroessner era el de aquel que compra productos para consumo no comercial. Los esquemas de introducción de mercaderías para la reventa en el Brasil no estaban asociados a personas que viajaban al lugar. A partir de los 80’s comienza a crecer el número de quienes compran con el fin de revenderlas, pasando a ocupar a fines de esa década el lugar central entre aquellos que llegaban a la ciudad. Lo que me interesa señalar aquí es que, mirados desde Ciudad del Este, existen continuidades que equiparan al turista-turista y al turista-comprista. Al fin y al cabo, ambos llegan del otro lado de la frontera, en un pasaje transitorio, para realizar compras.26 Claro que el para qué de esas compras importa –si son para consumo o para reventa– y marca diferencias que se expresan en diferentes precios y tratos. Sin embargo, el motivo para ir a Ciudad del Este es el mismo (comprar) y las prácticas espaciales para hacerlo también (atravesar la frontera, buscar los productos, comprar, volver a atravesar la frontera).

26

Una de las primeras diferencias que aparecen a los ojos de los vendedores de Ciudad del Este es la relación diferencial con esa temporalidad. La transformación más significativa a sus ojos es la transformación del carácter ocasional de la visita de los turistas-turistas en el carácter regular de los viajes de los turistascompristas, algo que permite la emergencia de clientes (ver Capítulo 2 y 3).


59 Constitutivas de esa historia, la definición del régimen jurídico que permitió el crecimiento de Ciudad del Este como centro comercial –Régimen Especial para Turismoy las definiciones dadas externamente al tipo de comercio allí desarrollado –turismo de compras- están entrelazadas con las categorías usadas para caracterizar a los frecuentadores de aquel espacio. Por ejemplo, en la publicación de la Organización Mundial de Comercio que pasa revista a las políticas comerciales de cada país, la descripción de Paraguay es precisamente esa: “Paraguay es un centro regional para el turismo de compras.” (WTO, 1997:1-2, traducción propia), deteniéndose en el lugar que ocupa Ciudad del Este en ese esquema (ibid., 10). La forma en que es concebido aquel espacio y las categorías utilizadas para describir a su comprador presentan el rasgo central del comercio de Ciudad del Este: un mercado cuyos productos y compradores están definidos por la presencia de la frontera. Observando la división del trabajo presente en el microcentro de Ciudad del Este ese rasgo aparece a la luz de una pluralidad de actividades tendientes a posibilitar los intercambios y los pasajes a través de la frontera. Además de la ampliación de la oferta de productos, la expansión del comercio de Ciudad del Este supuso el desarrollo de una infraestructura para que las compras y las ventas pudieran ser realizadas. Junto a las ventas de productos –con todos los trabajos a ellas vinculados como empleados de comercio, cargadores, embaladores, limpiadores, además de aquellos vinculados a la construcción– existe toda una serie de actividades derivadas del carácter fronterizo del mercado de Ciudad del Este que involucran el cambio de monedas y los propios pasajes entre países. A continuación, me concentraré en cinco áreas fundamentales para visualizar ese ir y venir y poder aprehender su complejidad. Las descripciones están construidas desde la calle, lugar privilegiado de mi trabajo de campo, por lo que voy a partir de las actividades


60 que en ellas suceden para luego ir entrando en los edificios y en las estructuras menos visibles.

Las estructuras de las ventas Tal como mencionaba en la sección anterior, si desde una perspectiva comparativa la organización de las ventas fue variando y multiplicando sus formas a lo largo del tiempo, Ciudad del Este, en la actualidad, parece condensar todas ellas. A diferencia de las expectativas unilineales de desarrollo, el comercio de Ciudad del Este muestra la coexistencia de formas organizativas que van multiplicándose y superponiéndose. Cargando sus mercaderías sobre sus cuerpos, cajas, bolsos o canastas, son cientos los vendedores ambulantes andando por el centro de la ciudad.27 Algunos pasan con carros vendiendo comida o bebida –salchichas, churrasco griego, helados, mosto. También en la calle pero ocupando un lugar particular, están los mesiteros. Con sus mercaderías colocadas sobre sus ‘mesitas’ (diminutivo de mesa, estructuras desmontables de madera) o sobre cajas y otras estructuras permanentes que han instalado en la vereda, los mesiteros son los responsables por la densa ocupación de las calles del microcentro. Los cálculos más modestos durante el año 2001 hablaban de 1500 mesiteros trabajando en la calle, otros hablaban de más de 4500. Ubicadas también en la vereda, las casillas ya tienen otro estatus gozando de las ventajas que un espacio interior ofrece para guardar y atender, por más pequeño que sea. Ocupando las manzanas hay comercios y más comercios. Muchos están ubicados en las galerías y se desparraman por los pisos conectados por escaleras y corredores. Principal forma de ocupación del espacio en el microcentro, las galerías constituyen la 27

Es difícil hablar de números de ambulantes que trabajan en el microcentro precisamente por el carácter móvil e irregular de la práctica. Para tener una idea de las dimensiones tomemos por ejemplo el número de ambulantes que trabajaba exclusivamente en un área del centro: el precinto de la Aduana. En octubre del 2001 eran 300 personas que estaban habilitadas para trabajar allí. Aquellos que lo hacían en el área total del microcentro eran muchos más.


61 posibilidad de decenas de locales allí donde entrarían sólo unos pocos sobre el terreno en el cual la construcción está localizada. División del espacio que puede ser revertida y entonces las paredes son demolidas, los corredores incorporados y en los grandes espacios resultantes se forman los autoservices: gigantescos comercios que ocupan la mitad o un piso entero de una galería donde se puede encontrar desde juguetes, artículos del hogar, regalos, artículos de librería, hasta artículos electrónicos pequeños y medianos. Algunas galerías concentran varios negocios de un ramo en particular, otras tienen pisos especializados en computación, telefonía celular, bebidas, regalos. Las que tienen mucho movimiento tienen un piso o al menos una gran área dedicada al embalaje de las mercaderias vendidas. En otras, la multiplicidad de productos es la regla. Muchas de las que hasta aquí llamé galerías, de acuerdo a sus carteles y a las definiciones de sus administradores, son shoppings centers. Considerando su autodenominación, Ciudad del Este tiene una enorme cantidad de shopping centers: por lo menos más de 20.28 Funcionalmente, algunos de ellos –La Petisquera, Casa China, Casa Nipón, Macedonia- son más parecidos con lo que en otros lugares son llamados tiendas o ‘department stores’: grandes casas comerciales, divididas en áreas por productos y atendidas por empleadas/os identificada/os con el mismo uniforme. Si con algo se parecen en forma, estructura y tipo de productos es con los free-shops de aeropuertos y barcos. Monalisa, que con sus varios pisos y locales es considerado como el shopping center por excelencia del microcentro, tiene también esa estructura (ver Cuadro 3).

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Es interesante notar que, para los habitantes de Cuidad del Este, ‘el’ shopping de la ciudad es el Shopping Mirage, el cual está alejado del puente, no está orientado a los compradores que llegan del otro lado de la frontera y su característica principal es ser un espacio de recreación y encuentro, contando con cine, discoteca, bares y espacios de juegos como bowling y pool.


62 Cuadro 3 - El Grupo Monalisa Faisal Hammoud, originario del Libano, estableció su primer comercio en Ciudad del Este a inicios de los 70’s. En 1975 realizó la primera remodelación y unos años después incorporó nuevas marcas y empleados. Ya como Grupo Monalisa, en los 80’s comenzó a funcionar como importadora y distribuidora abriendo oficinas en Nueva York. En 1989 se creó una central de distribución en Ciudad del Este y una fábrica para la producción de exhibidores (Home Deco). En los 90, el grupo abrió oficinas de coordinación y despacho en Miami y en 1992 comenzó la reforma de la casa de Ciudad del Este, inaugurada como shopping center en 1995 (Foto 2 y Foto 3). En esa década también, el grupo estableció varios comercios en shoppings de Asunción –el comercio La Gioconda (1991) y las boutiques Afrodhite en el Mall Excelsior (1994), en el Shopping del Sol (1995), en el Mariscal

Foto 2 - Shopping Monalisa (el edificio azul). Lopez Shopping (1996). En 1998, inauguró oficinas de distribución en San Pablo. A fines de los 90’s el grupo Monalisa se diversificó estableciendo una agencia de turismo (Sin Fronteras Viajes), ofreciendo el primer proveedor de Internet en Ciudad del Este (Newnet) e inaugurando el Colegio Francés del Alto Paraná Jules Verne, también es esa ciudad. Desde inicio de los 90’s, uno de los hijos de Faisal, Shariff Hammoud, se transformó en una de las caras más visibles del comercio de Ciudad del Este como presidente de la Cámara de Importadores del Alto Paraná.

Foto 3 - El pianista de Monalisa tocando en uno de los pianos a la venta, un Steinway. La oferta de productos en Ciudad del Este es más diversificada y compleja de lo aparece en algunos retratos.

Los otros shopping centers tienen la característica de ser un conjunto de comercios y otros servicios localizados en un área construida y administrada por una única firma, algo que se aproxima más a la definición estándar de shopping center. Sin embargo no presentan el universo cerrado que caracterizaría la experiencia de los shopping centers contemporaneos,29 ni tampoco la apertura y el espacio de los megamalls.30 En este sentido,

29

Esa es la característica señalada por el equipo de The Harvard Project on the City, analizando particularmente el primer paseo de compras cerrado -Southdale Shopping Center en Minneapolis, construido en 1956 por Victor Gruen-; “un área pública completamente protegida del clima, cubierta y climatizada”, tal como su constructor lo describiría en el momento de su inauguración. De acuerdo con los autores, “A diferencia de los grandes almacenes, el mall es el primer tipo minorista que existe por el aire acondicionado. El mall cerrado sería una imposibilidad física sin aire acondicionado, ningún otro tipo alcanzó tanta profundidad en interioridad y tal alcance de clima artificial.” (HARVARD PROJECT ON THE CITY, 2001, p.132, traducción propia). Es considerando su dimensión y su interioridad -resultante del ambiente


63 lugares como Minha India, King Fong, Jebai Center, Americana, Continental, Hijazi, LaiLai o Vendôme se parecen más con grandes galerías que con shopping centers.31 Proliferación de formas físicas imbricadas con formas particulares de organización y comercialización. Los productos importados fueron la oferta fundamental desde el inicio de la actividad comercial orientada a los compradores que llegaban del otro lado de la frontera. Con el tiempo, algunos comerciantes pasaron a ser representantes exclusivos de tal o cual marca y producto, siendo distribuidores o vendedores directos. Los comerciantes, trabajando en locales o en la calle, pasaron a ser intermediarios entre los importadores y quienes llegaban a la ciudad.32 Para tener idea de la dimensión de las importaciones, veamos el caso de una casa importadora conocida por su ubicación en el centro de la ciudad y por representar algunas

climatizado- que Monalisa es el edificio del microcentro de Ciudad del Este más identificado como un shopping center por los compradores que llegan a la ciudad. Además de la temperatura, esa interioridad se siente en un elemento central que lo diferencia de la calle y de los comercios que quedan abiertos a ella en Ciudad del Este: el mantenerse al margen del polvo que todo lo toca y ensucia. Discuto la presencia del polvo en el capítulo siguiente. 30

Espacios construidos y administrados por una firma con varios edificios que presentan las características de los shoppings cerrados, además de calles, parques y otros espacios recreativos que constituyen la totalidad del mall. En su descripción y análisis del barrio Barra da Tijuca, en Rio de Janeiro, es lo que Beatriz Jaguaribe denomina mega-shopping centres (JAGUARIBE, 1998, p.140). 31

El Jebai Center merecería un estudio particular. Es un complejo que ocupa una manzana entera –en desnivel– compuesto por varios pisos de galerías y dos edificios de apartamentos conectados en su último piso. Inaugurado en 1977, fue conceptualmente una innovación en relación a la articulación de comercio, viviendas y oficinas. 32

Pese a la desaceleración de la actividad presente durante mi trabajo de campo, una de las buenas formas de ingresar en el comercio era precisamente intermediar directamente entre importadores y compradores (esto es, saltando las formas de intermediación ya establecidas del comercio en las calles o en los locales). Merodeando en los comercios, escuchando lo que un cliente quiere comprar y conociendo los precios que se pueden conseguir con un importador directo, se pueden realizar buenos negocios. Hay que ser discreto –para que los comerciantes no se den cuenta-, saber donde conseguir las cosas y tener el capital o los medios para poder llevar la mercadería para el cliente y después pagar el valor correspondiente. Las personas que conocí que trabajaban de esa manera eran de origen árabe, brasilero, chileno y argentino. Una conocida que había comenzado a trabajar así durante mi trabajo de campo dejaba a su hija como garantía, por quien con sus 14 años y una belleza prometedora, ya había recibido -jugando y no tanto- varias propuestas de comerciantes para tenerla cómo esposa. Dejar prendas como garantía es una práctica bastante común con otras mercaderías en las cuales los paraguayos también trabajan. Dos muchachos que trabajaban directamente con fábricas de cigarrillos, dejaban su automóvil como garantía para retirar las cargas que iban a entregar. Una vez que volvían con el dinero, se podían llevar el auto.


64 famosas marcas internacionales.33 A inicio de los 90, la misma contaba con 200 empleados llegando a tener más de 250 en los momentos de mayor movimiento. Durante mi trabajo de campo tenía sólo 20. El promedio de facturación en las épocas de auge oscilaba entre US$ 3 y 3 ½ millones mensuales, de los cuales entre el 20 y el 25 % representaban utilidades netas. De las 50 importadoras más importantes del Paraguay a inicios de los 90’s, más de 40 estaban localizadas en Ciudad del Este. La importadora de la que estoy hablando no era ninguna de ellas. En la época de mayor auge comercial (1994-95), más de 6.000 comercios estaban localizados en el microcentro. Durante 2001, unos 1.750 estaban abiertos. Pero atrás de esos números se delinea un universo profundamente diferenciado. Por un lado, está el comercio de pequeño de mostrador y dueño con algunos empleados que muestran los productos y levantan pedidos. Por otro lado, está el comercio mayor, con un área de exposición y empleados que asisten a los compradores. También, los autoservices, verdaderos supermercados de productos donde el comprador pasa con su carro de compras y lo llena de mercaderías. Y aun por fuera de estos esquemas, están aquellos que atienden a los que compran en Ciudad del Este pero no llegan a la ciudad y cuyas compras se van por medios cuya infraestructura no está localizada en esas manzanas del microcentro.34

Vendiendo y comprando billetes: Cambistas, casas de cambio y bancos Con la inauguración del Puente de la Amistad y el inicio de un tráfico regular de un lado a otro de la frontera comenzaron a aparecer los cambistas; personas que cambiaban dinero

33

Los datos fueron proporcionados por empleados de la parte contable de la importadora que trabajaron durante la década del 90 y por empleados que estaban haciéndolo durante el trabajo de campo. 34

Sobre los esquemas de contrabando vía aérea, ver Capítulo 3.


65 para aquellos que quieren disponer de moneda local o de dólares americanos para realizar compras o para cambiarlos por su moneda al regresar a su país. Según la memoria de los más antiguos que continúan en el ramo, los primeros cambistas comenzaron a trabajar a partir de 1966, ubicados cerca del puente. Recién después de 9 años –en 1975– se instaló la primera casa de cambio en Puerto Presidente Stroessner. De las cinco asociaciones de cambistas que operaban en Ciudad del Este en el 2001, la más importante era la Asociación de Trabajadores Cambistas. En 1998, las asociaciones de cambistas del Paraguay se unieron y formaron la Confederación de Trabajadores Cambistas. Ese mismo año, el Banco Central reconoció el trabajo de cambistas autónomos, para lo cual debían estar registrados en una de las asociaciones que formaban la confederación. Como trabajadores autónomos pasaron a tributar anualmente como personas físicas. De los 1.005 cambistas registrados en la Confederación nacional y reconocidos por el Banco Central, aproximadamente unos 600 trabajaban en las calles de Ciudad del Este, principalmente en el microcentro. Si bien hay variaciones entre el capital que cada cambista posee, el promedio gira en torno de US$ 2.500.35 El trabajo de cambista tiene sus ritmos y sus peligros. Al fin y al cabo, estar sentado en la calle esperando por clientes con un bolso lleno de billetes puede ser una actividad insegura (Foto 4 y Foto 5). Por las mañanas pasan a buscar su dinero por las sedes donde lo guardan y se dirigen, en grupo, a sus lugares de trabajo, todos los que trabajan en una determinada área. Allí ocupan su lugar en sillas o banquitos, a veces debajo de una sombrilla si no tienen protección del sol. Cada uno tiene su lugar que los demás respetan. A su vez, cada una de las asociaciones de cambistas de la ciudad trabaja en un área determinada que es respetada por los miembros de las otras asociaciones.

35

Cifra dada por el presidente de la Asociación de Trabajadores Cambistas y confirmada por otros cambistas.


66 Esta ubicación diferencial también crea especializaciones específicas en cuanto al tipo de moneda que se comercializa. Por ejemplo, los cambistas localizados en la RI-VII rumbo a Foz do Iguaçu (Foto 4), trabajan con un publico que se dirige hacia esa ciudad. Por este motivo, estos cambistas venden más reales que otra moneda. Aquellos que trabajan cerca del puente o en las cuadras de mayor movimiento de sacoleiros suelen especializarse en la compra de reales (por ejemplo, los que aparecen en la Foto 5). Sus clientes son principalmente brasileros quienes, con reales en la mano, buscan Foto 4 - Cambistas (sentados) esperando por los clientes en la Ruta Internacional rumbo al puente. En los bolsos que tienen cruzados sobre el cuerpo guardan el dinero.

dólares o –en menor medida- guaraníes. Estas

especializaciones

en

la

compra y venta de las distintas monedas posibilitan mejores precios entre los propios cambistas. Aquellos que compran reales de sacoleiros se los venden a los cambistas dedicados a vender reales a quienes

van

para

Foz

de

Iguaçu,

entregando a su vez la moneda que los otros precisan –dólares o guaraníes. Esto permite que los costos de intermediación Foto 5 - Cambiando dinero, contando dinero y esperando por clientes.

disminuyan, con mejores precios tanto para el que compra como para el que


67 vende.36 Por estas diferencias, los cambistas consiguen complementarse evitando tener que recurrir a las casas de cambio para proveerse de la moneda que más trabajan. Sumado a esto, el hecho de trabajar de forma independiente –sin los gastos de alquiler o de empleados- también les permite disminuir la brecha entre el precio de venta y el precio de compra de una moneda, y así, ofrecer un mejor precio para sus clientes. Muchos cambistas tienen clientes regulares, sean brasileros que llegan a hacer compras, paraguayos de todas las actividades e inclusive comerciantes extranjeros. Las casas de cambio trabajan con montos mayores o con aquellas personas que tienen miedo de cambiar en la calle, que desconfían del dinero o de la tasa de cambio que puedan recibir. Generalmente los turistas prefieren cambiar en las casas de cambio, mientras que muchos sacoleiros con experiencia de compras en Ciudad del Este prefiere hacerlo con su cambista conocido. El parámetro para la fijación del precio de cada moneda es dado por la cotización que presentan las casas de cambio, algo que nos remite a conexiones que colocan Ciudad del Este en un territorio más amplio cuyo centro de referencia no es la capital del país sino el centro regional financiero: San Pablo. Tal como uno de ellos me explicara: ...nosotros no tenemos medios para informarnos [de las cotizaciones] directamente y ellos [las casas de cambio] a través de Internet se están informando constantemente por el movimiento del mercado brasilero, especialmente de San Pablo, ¿verdad? Que es el... marca... prácticamente para todos... para todo el Brasil. Para nosotros también. Mirado desde los cambistas, el movimiento financiero de Ciudad del Este podría parecer pequeño, pero para tener noción de su dimensión debemos considerar sus bancos y sus casas de cambio, los flujos de dinero entre uno y otro lado y las estructuras que los posibilitan. La sofisticación y dimensión de dicho movimiento trasciende este trabajo, pero 36

Se disminuye la brecha de cambio, lo que favorece a ambos. Por ejemplo, a inicios de diciembre de 2001, en una casa de cambio de la ciudad, R$ 1 era comercializado a Grs. 1.780 para la compra y a Grs. 1.840 para la venta. Disminuyendo la brecha cambiaria a 1.800 y 1.820, respectivamente, un cambista que vendía R$ 1.000 obtenía Grs. 20.000 más de lo que hubiera obtenido en la casa de cambio. A su vez, el cambista que le compró ahorró unos Grs. 20.000 en comparación con lo que hubiera tenido que gastar en una casa de cambio.


68 para tener algunos elementos para concebirlo debemos considerar los más de 20 bancos que funcionan en la ciudad, así como las casas financieras que superan la decena.37 Como en el caso de las ventas de productos, la proliferación y complejidad que adquirieron las estructuras de cambio y servicios con dinero en Ciudad del Este no fue un proceso de reemplazo sino de superposición. Junto a los cambistas, se multiplicaron las casas de cambio y a ellos se sumaron los bancos y las financieras. Junto a la compra y venta de dinero crecieron las estructuras y las formas de depósito, de compensación, de pasajes y de garantías. Se abrieron bancos y financieras, proliferaron cuentas de brasileros en el exterior en los bancos brasileros autorizados a trabajar con cambio de divisas, crecieron las empresas transportadoras de caudales que todas las tardes vuelven a Brasil con gran parte del dinero gastado por los sacoleiros.38 Hasta aparecen empresas que garantizan en Paraguay los cheques brasileros pre-datados.39

37

Los bancos que registré en un levantamiento realizado en el 2000 eran: Banco Alemán Paraguayo, Banco Amambay S.A., Banco Central del Paraguay, Banco Comercial Paraguayo S.A., Banco Continental S.A., Banco Coorporación S.A., Banco de Asunción S.A., Banco del Paraná S.A., Banco do Brasil S.A., Banco do Estado de São Paulo, Banco Financiera S.A., Banco Holandés (miembro del Grupo ABN - AMRO), Banco Lloyd Bank PLC, Banco Nacional de Fomento, Banco Nacional de los Trabajadores, Banco Paraguayo Oriental de Inversiones, Banco Real del Paraguay, Banco Regional S.A., Banco Sudameris Paraguay S.A., Banco Unión S.A., Banco Par S.A., Banco Sur S.A., Banco Finansud S.A., Citibank S.A. Sobre la crisis del sistema financiero paraguayo en la década del 90 y el lugar que en ella tuvieron algunas de las instituciones aquí citadas, ver Insfrán Pelozo, 2000. Sobre la relación entre comercio y sector financiero en Ciudad del Este ver Penner, 1998. 38

En uno de los pocos estudios realizados sobre Ciudad del Este con datos de primera mano (una encuesta realizada por el Banco Central del Paraguay en 1998), Reinaldo Penner señala, a propósito de los efectos que la circulación de divisas tenía para cada lado de la frontera, que “...las utilidades son transferidas a cuentas en bancos de Foz de Yguazú, lo cual favorece al sistema financiero del país vecino. Para el propósito, existe un intenso tráfico de vehículos blindados que transportan gran parte del valor resultante de las ventas diarias de Ciudad del Este a Foz de Yguazú. Entre 1991 y 1997 se habrían transferido unos US$ 900 millones al Brasil.” (Penner, 1998:29).

39

Por ejemplo, en el auge de las ventas de Ciudad del Este, la empresa brasilera de garantía de cheques Teledata abrió una filial en Paraguay. El objetivo era facilitar las compras de los brasileros en Paraguay y brindar ventajas y garantías a los comerciantes allí instalados (FOLHA DE SÃO PAULO, 11/04/1995).


69 A fines de los 90’s, luego de una serie de denuncias y comprobaciones sobre evasión y lavado de cifras millonarias provenientes de Brasil, una serie de medidas comenzaron a establecer límites a las actividades financieras hasta entonces realizadas.40

Un mundo de movimiento: La infraestructura de los pasajes Si parte del dinero se mueve a través del Puente de la Amistad en camiones de caudales, otra parte lo hace a través de la gran variedad de medios de transporte que mueven personas y mercaderías. El desarrollo de esos medios fue acompañando al movimiento comercial. Siguiendo sus flujos. Moviéndolo y potenciándolo. Los taxis fueron los primeros que comenzaron a trabajar con el flujo turístico que se dirigía o volvía de Puerto Presidente Stroessner para comprar o para jugar en el casino. Con ellos comenzaron los primeros ajustes en el funcionamiento a través de la frontera restringiendo, tanto a los taxistas brasileros como a los paraguayos, la posibilidad de levantar pasajeros del otro lado de la frontera. Sin embargo los desarrollos fueron diferenciales. En Foz do Iguaçu, los taxis nunca llegaron a ocupar el lugar que los ómnibus y vehículos de turismo tuvieron para el transporte de turistas.41 En Puerto Presidente Stroessner, por el contrario, los taxis fueron el

40

A mitad de los 90’s, cuando en Brasil una serie de comisiones parlamentarias de investigación relacionadas a actividades financieras sacaron a la luz sorprendentes irregularidades del movimiento de divisas, Foz do Iguaçu / Ciudad del Este apareció como uno de los ejes de evasión de divisas más importantes del país así como de reintroducción de dinero cuya procedencia no era del todo clara. Las comisiones fueron la CPI dos Precatórios, la CPI do Sistema Financiero y la CPI do Narcotráfico. A partir de 1996, una serie de medidas –tanto a nivel nacional como a nivel local– comenzaron a limitar muchas de las actividades desarrolladas hasta entonces. Para un análisis sobre el lavado de dinero, y el lugar de Ciudad del Este/Foz do Iguaçu en diversos esquemas de evasión y lavado de divisas, ver Machado, 1996. 41

Comparado con Ciudad del Este, el crecimiento de los taxis en Foz do Iguaçu fue bien pequeño. En 1977, dos años después de la fundación de la Associação Profissional dos Condutores Autônomos de Vehículos Rodoviários de Foz do Iguaçu, había 104 taxis trabajando en 13 paradas (REVISTA MOSAICOS, 1977a). En 1987, diez años más tarde, el número de taxis era 128. En una entrevista, el presidente del sindicato explicaba este pequeño número con las siguientes palabras, “Poderiam ser mais os taxistas, se não houvesse a concorrência desleal dos que invadem o mercado de trabalho, transportando sem autorização. São os chamados ‘piranhas’ –carros particulares, de agências de turismo e viagem e mesmo carros oficiais quando altas autoridades vêm a Foz do Iguaçu.” (NOSSO TEMPO, 22-30/05/1987). Si bien la flota de taxis triplicó


70 medio de transporte de quien llegaba por su cuenta a la ciudad para realizar compras. El número actual de taxis de cada ciudad refleja esa diferencia. En 2001 había unos 1300 taxis autorizados a trabajar en Ciudad del Este, siendo mayor el número de conductores pues no todos eran propietarios. Gran parte de esos taxis trabajaban en el microcentro realizando el trayecto Ciudad del Este-Foz do Iguaçu con los compradores que volvían con sus compras. El número de taxis en Foz do Iguaçu durante 2001 era 367. En Ciudad del Este, los taxis

están

paradas

(Foto

paradas,

la

organizados 6).

42

en

En

las

distribución

de

pasajeros funciona en orden de llegada: los ‘punteros’ son los que llegan primero y tienen derecho a salir con el primer cliente. Claro que eso no incluye

Foto 6 - Parada de taxis en el centro de Ciudad del Este (Av. Adrián Jara y Piribebuy).

a los ‘clientes’ particulares de cada taxista -aquellos compristas que prefieren trabajar con el mismo taxista de confianza. De cualquier manera, la mayor parte del movimiento se da al calor de la vorágine de las compras: compristas apurados con mercaderías para llenar los baúles y el interior del vehículo.

su número entre 1977 y 2001, hay que tener en cuenta que la población de Foz do Iguaçu aumento su tamaño casi 8 veces desde 1970. 42

La parada, además de ser un punto de concentración de taxis, es una organización institucional: para poder trabajar como taxista hay que pertenecer a alguna de ellas. Las paradas son asociaciones que deben juntar por lo menos- entre 10 y 15 personas. Ellas son mantenidas por las cuotas sociales que pagan sus asociados con las que se cubren los gastos de la radio –y radio operadores-, el baño –y limpiadores- y la administración de la parada. A su vez, cada parada aporta su cuota a la asociación de la que forma parte, fondos que son utilizados para el mantenimiento de la sede y la infraestructura a partir de la cual la asociación lleva adelante las gestiones de documentaciones, jubilaciones y otros asuntos. La principal asociación de taxistas -Taxistas Unidos del Este (TAUDE)- aglutinaba unos 1200 taxis (1500 taxistas) distribuidos en 40 paradas. La Asociación de Profesionales Taxistas del Alto Paraná (APROTAP) contaba con una de las paradas más importantes del microcentro, la calle Piribebuy, aglutinando 68 taxis en 2001.


71 A la multiplicación del número de taxis y taxistas, comenzaron a sumarse otras formas de transporte. Cuando a fines de los 80 aparecieron conductores de kombis para transportar personas y mercaderías, comenzó una disputa entre ellos y los taxistas.43 Finalmente, a mitad de los 90, fueron reconocidos por la municipalidad y pasaron a funcionar con los requisitos exigidos hasta ese entonces a los taxistas: la Junta Municipal aprueba cada permiso que debe ser homologado por la Intendencia. Pero el funcionamiento del transporte alternativo no sólo significó una reconfiguración del transporte dentro de Ciudad del Este sino que, al estar básicamente orientado al pasaje de compristas para Brasil, supuso una alteración del equilibrio hasta ese entonces establecido con el transporte del otro lado de la frontera. Cada vez que ingresan en Brasil con pasajeros, las kombis paraguayas de transporte alternativo deben entregar el Manifiesto de Pasajeros en el puesto de fiscalización del Instituto de Transportes e Tránsito de Foz do Iguaçu (FOZTRANS) -el organismo municipal que regula el transito en la ciudad brasilera. El Manifiesto es una pequeña planilla en la cual los pasajeros deben anotar su nombre y su documento (también habría que colocar nacionalidad y sexo, pero esos ítems suelen ser dejados incompletos). La planilla es sellada por el fiscal de FOZTRANS en un puesto fijo cerca del puente. Si son fiscalizados en otro punto de Foz de Iguaçu y están llevando otros pasajeros pueden ser multados pues no está permitido levantar pasajeros del lado brasilero.44

43

Si bien en el 2001 participaban de espacios organizativos comunes -la Federación de Transporte Público de Ciudad del Este-, muchos taxistas todavía se quejaban del transporte alternativo por constituir una competencia desleal dado que no trabajaban con tarifas reguladas ni estaban organizados en paradas. 44

El papel con el sello de la fiscalización queda en poder del conductor para ser mostrado en caso de que se lo pidan nuevamente, por eso la Foztrans no tiene estadísticas del movimiento de kombis y taxis paraguayos. El control a la vuelta se hace por muestreo, al igual que la Receita Federal. En las palabras de un fiscal de Foztrans, “Não podemos controlar todas as vans porque senão a fila chegaria até Curitiba.” Otros elementos también van a operar en la restricción de los controles, como los problemas de jurisdicción que me señalara una empleada de FOZTRANS: “Na Br-277 nos não podemos controlar porque é rodovia federal, quem faz a fiscalização aí são os orgãos federais.”


72 Hay varias asociaciones de transporte alternativo en Ciudad del Este, todas ellas compuestas por kombis que trabajan casi exclusivamente en el pasaje de personas y mercaderías hacia Brasil. El número de transportes alternativos reconocidos en el año 2000 era alrededor de 1000, de los cuales en el año 2001 trabajaban tan sólo unos 600. Según los propios kombistas –tal como son conocidos quienes dirigen kombis y trabajan en el transporte alternativo-, el motivo era la falta de trabajo.45 A diferencia de los taxistas que trabajan en paradas fijas donde esperan por sus clientes,46 la forma en que los kombistas consiguen pasajeros consiste en entrar en una fila en alguna de las arterias que desemboca en el puente y, en el trayecto, recoger pasajeros y mercaderías (Foto 7). Pegados al cordón de la vereda, las filas comienzan hasta 500 metros antes del área donde se consiguen los pasajeros: desde un poco antes de la rotonda de Monalisa hasta la Aduana. Antes de empezar a disputarse los pasajeros la espera puede ser larga, llegando a ser de horas. Aproximándose al área donde se consiguen clientes, los acompañantes de los

conductores

promocionan

los

vehículos para cruzar, especialmente a los compristas brasileros que llegan a la RIFoto 7 - Fila de kombis de Transporte Alternativo en la RI-VII rumbo al

45

“Ser kombista dejó de ser negocio. Los que hoy siguen en este trabajo son los que realmente se ganan el pan de cada día transportando gente de Ciudad del Este a Foz de Iguaçu.” (Carrillo, presidente de la Federación de Transporte alternativo del Este) (PARANÁ NOTICIAS, 23/08/2000). Según Carrillo, en 1997, se llegaba a facturar entre 300 y 400 reales en un día de mucho trabajo (especialmente, miércoles y sábado). En el 2000, con suerte, se llegaba a ganar 50 reales. Por ese motivo se acabaron toda una serie de mecanismos especulativos en relación a los medios legales para poder trabajar: negociados para poder conseguir las autorizaciones o alquiler de patentes por parte de funcionarios municipales, por ejemplo. 46

Los taxistas que deambulan por el centro buscando sus pasajeros –generalmente taxistas de paradas de otros barrios que se han disuelto- son llamados ‘pomberos’ (del portugués, pombeiro, ambulante de palomas o gallinas o comerciante que comerciaba con los indios). Los ‘pomberos’ y los ‘kombistas’ son considerados por los taxistas ‘regulares’ como los responsables del caos vehicular y de la competencia desleal.


73 VII con sus mercaderías. Si el transito está lento, la promoción no precisa ser a las corridas como sucede cuando el movimiento de carros acelera (Foto 8). “¿Brasil?” preguntan. “¿Vamos a Foz?” “¿Le llevo?” Muchos directamente agarran las cajas de los compristas y hacen el ademán de guardarlas. El precio se negocia en el momento; si hay acuerdo, el ademán se transforma en acción concreta y la mercadería se guarda en la parte de atrás de la kombi o entre los pasajeros. Así, se va completando el vehículo y una vez lleno se empieza a avanzar hacia el puente. Hay que conseguir pasajeros antes de llegar al puente porque después no hay vuelta atrás: hay que atravesar el puente y volver, cosa que en un día de mucho movimiento puede significar horas perdidas en un sólo viaje. Una vez ubicados pasajeros y mercaderías en la kombi, queda el camino del puente, que, dependiendo del día, del movimiento y de los controles, puede durar minutos o más de una hora. Además de taxis y kombis también están los ómnibus que conectan las ciudades de Ciudad del Este, Foz do Iguaçu y Puerto Iguaçu;

los

denominados

ómnibus

urbanos

internacionales. En el 2001 había

cuatro

líneas

Foto 8 - Atrás de la motocicleta, kombi circulando con la puerta trasera abierta, lista para cargar mercadería. El que corre de camiseta azul es el ayudante del conductor que consiguió un nuevo pasajero -el de remera blanca- para cruzar.

paraguayas, dos brasileras y dos argentinas. Las mismas operan a través de un convenio internacional que garantiza la posibilidad de funcionamiento sin restricciones, estando bajo


74 jurisdicción federal.47 Para operar, las mismas deben tener un seguro internacional y están obligadas a trabajar con las monedas de los países que atraviesan. El precio es establecido con acuerdo de los organismos de control de cada lado. Cuando se producen fluctuaciones en el valor de las monedas de cada país, el reajuste debe ser aprobado por dichos organismos. Por ese motivo, en momentos de devaluación de alguna moneda, muchas veces conviene pagar en una u otra hasta que se apruebe el reajuste correspondiente. También están los ómnibus intermunicipales que son los ómnibus de turismo alquilados para excursiones de paseo dentro de Brasil y utilizados por los compristas brasileros para llegar hasta Ciudad del Este y retornar a sus ciudades de origen. Sólo pueden cruzar la frontera aquellos ómnibus que tienen seguro de responsabilidad civil; si no, tienen que quedarse del lado brasilero. Dicho seguro garantiza que, en caso de accidente, los propietarios del ómnibus se responsabilizan –hasta cierto límite- por los pasajeros que viajan en él. 48 A todos estos ómnibus, taxis y kombis hay que agregar los autos particulares, los camiones de carga y las camionetas que transportan mercaderías brasileras al Paraguay.49 Con tanto vehículo y movimiento no es sorprendente que las colas que se forman para atravesar esos 500 metros que separan una aduana de la otra alcancen varios kilómetros y lleguen a durar horas.50

47

En el caso brasilero, la DNER es el organismo estatal que administra el transporte colectivo intermunicipal e internacional. Ya el transporte colectivo en el ámbito municipal es administrado por la Prefeitura de Foz do Iguaçu a través de la FOZTRANS. Para una descripción del transporte colectivo en Foz do Iguaçu ver Tonello, Alves y Omairi, 1992.

48

En el 2001, el seguro mínimo exigido equivalía a R$ 1.900.000 por ómnibus.

49

El transporte de mercaderías de Foz do Iguaçu a Ciudad del Este no es realizado en taxis o kombis sino en vehículos especializado en ese movimiento, que son de origen paraguayo.

50

Problema que se empieza a delinear en la década del 70 y que a fines de los 80’s hasta es motivo de chiste. Por ejemplo, en el año 1987, en una sección de comentarios y chistes de un diario de Foz do Iguaçu, una fotografía muestra un gran embotellamiento en la entrada del Puente de la Amistad del lado brasilero. En la fotografía, saliendo de los autos, varios globos de historieta donde aparecen comentarios: “Engarrafamento da status” “Saco!” “Será que dá para passar o video-cassete hoje?” “A vida de muambeiro é dura...” “E o grosso do contrabando, por onde passa?” (NOSSO TEMPO, 9/10/1987).


75 En mitad de la década del 90, en Foz do Iguaçu, comenzaron a aparecer motociclistas ofreciéndose para atravesar el embotellado puente. Si bien al principio eran pocos -unos treinta, según los primeros que empezaron en el trabajo-, más y más se fueron sumando para ofrecerse como transportistas, tanto del lado brasilero como del lado paraguayo. Con el tiempo formaron asociaciones para negociar con las autoridades algunos marcos mínimos de trabajo. Antes que las reglamentaciones fueran aprobadas, ya existían diferentes acuerdos entre los mototaxistas y algunas autoridades que ordenaron el funcionamiento del servicio. Legalizados desde el año 2000, los mototaxistas de Ciudad del Este eran 150, todos ellos trabajando con el movimiento comercial del centro de Ciudad del Este. Al igual que cambistas, taxistas y kombistas, para poder ser mototaxista es necesario estar asociado a algunas de las asociaciones que los nuclea. Los mototaxistas brasileros que trabajaban durante el 2001 en función del movimiento entre ambas ciudades eran unos 300, agrupados en la Asociação de Moto-Taxis da Ponte da Amizade. 51 Los mototaxis son usados de diversas maneras. Por un lado, muchos brasileros – empleados en el comercio de Ciudad del Este o compristas– cruzan en mototaxi para evitar el embotellamiento en el puente y llegar más rápido (Foto 9). Dependiendo del tipo de mercadería que traen, algunos compristas prefieren volver también en mototaxi. Si bien hay mototaxistas que trabajan exclusivamente pasando mercadería, en general suelen ser motociclistas que no pertenecen a las asociaciones de mototaxi.

51

La otra gran asociación que trabajaba en Foz do Iguaçu durante el 2001 nucleaba a unos 150 mototaxistas que trabajaban en la zona del centro. Según estimativas de mototaxistas, había más de 1100 mototaxistas en Foz do Iguaçu trabajando en el transporte de mercaderías o personas. Para un análisis de los conflictos y las contradicciones colocadas por el funcionamiento del servicio de mototaxi a través de la frontera, ver Rabossi, 2003b.


76 A todos estos medios de transportes, debemos agregar a los cientos de cargadores que se ganan la vida de llevar de aquí para allá mercadería (Foto 10 y Foto 11).

Cargar y descargar,

llevar hasta el taxi o hasta el lugar donde se va a tomar la kombi o el colectivo, inclusive –

Foto 9 – Mototaxis atravesando el Puente de la Amistad rumbo a Brasil. Los edificios de atrás son de Ciudad del Este.

dependiendo de los controles- cruzar hasta Brasil con un carrinho.52

Foto 10 - Arreglando el carrinho para poder continuar.

Foto 11 - Esperando al patrón llegar con el vehículo que lo levará a Brasil.

Ofreciendo seguridad Paralela a la alta concentración de actividades comerciales y financieras en el centro de Ciudad del Este, hay una enorme concentración de guardias privados de seguridad. Si bien por las noches su presencia es más visible por ser de las pocas personas que quedan en el 52

En general es usada la palabra portuguesa para nombrar al carro de mano utilizado para cargar la mercadería. Algunos cargadores que conocí se autodenominaban ‘carrinheiros’.


77 microcentro, la mayor parte trabaja durante el día ofreciendo seguridad a los comercios, casas de cambio, bancos, galerías e, inclusive, dentro de oficinas. No me voy a detener en detalle en los esquemas de seguridad, sin embargo, visualizar su presencia es importante. La cantidad de personas armadas en el microcentro de la ciudad es, para muchos observadores, un síntoma de su clima hostil y violento. Cada comercio mediano, cada casa de cambio y cada galería, tiene por lo menos un guardia. Ya los comercios más grandes tienen más de uno. Las distintas empresas de seguridad se distinguen por uniformes de diferentes colores, algunas teniendo un perfil más estandarizado que otras, inclusive en lo que respecta al tipo de arma que cargan los guardias. La Cámara de Seguridad Privada del Alto Paraná nucleaba en el año 2001 a 27 empresas dedicadas al transporte de valores, custodia e investigaciones privadas. Uno de los intereses en la conformación del ‘gremio’ -tal las palabras utilizadas por algunos de sus miembros- era eliminar a las empresas y particulares que ofrecen servicios de seguridad sin los requisitos legales y funcionales necesarios.

Alquilando derechos y posibilitando pasajes Además de los distintos tipos de vendedores, cambistas y financistas, transportistas y cargadores, guardas y empleados de seguridad, una categoría fundamental en el comercio de Ciudad del Este son los laranjas: brasileras o brasileros que ganan dinero poniendo a disposición de otros su derecho de ingresar mercaderías del exterior como si fueran propias.53 Algunos trabajan en esquemas más regulares, como por ejemplo, para un mismo ‘patrón’ que viene a hacer compras en días determinados. Otros lo hacen en esquemas más estructurados trabajando en grupos que garantizan la llegada del producto al otro lado de la 53

Además de la fruta y el color, una de las acepciones de laranja en el portugués brasilero es “(Gíria) Agente intermediário, especialmente no mercado financeiro, que efetua, por ordem de terceiros, transações geralmente irregulares ou fraudulentas, ficando oculta a identidade do verdadeiro comprador, ou vendedor.” (DICCIONARIO AURELIO, 2001). En el caso de los laranjas de Ciudad del Este hay algo más que intermediación en juego, como veremos continuación.


78 frontera. Otros simplemente esperan en algún punto en particular de Ciudad del Este, en general en la entrada de algunas galerías y autoservices, para que algún comprista los contrate. Es difícil estimar el número de naranjas; cientos con seguridad, miles tal vez. El asunto es que la presencia laranja no es regular sino que, en términos de trabajo y servicio, es la más sensible a las variaciones sacoleiras. Entender el trabajo de laranja es comenzar a ingresar en la dinámica del comercio fronterizo, su relación con los marcos legales que lo regulan y las formas emergentes para acomodarse a ellos. Un sacoleiro que viene de otra ciudad trae grandes cantidades de dinero.54 Supongamos que una vez que está en Ciudad del Este compra todo lo que necesita, pasa la aduana y lo revisan: sólo podría ingresar US$ 150 libres de impuestos, perdería el resto pues sería decomisado o tendría que pagar los impuestos de importación correspondientes (ver Cuadro 4). Frente a esto, la alternativa es fraccionar el pasaje de mercaderías ya sea realizando varios viajes y/o contratando a otros para que lo hagan. Este último es el trabajo de los laranjas. Que el laranja no es sólo un transportador quedá reflejado en dos cuestiones que están vinculadas a la posibilidad de ejercer el derecho de ingresar esas mercaderías: no haber sido ‘cadastrado’ –ser registrado como habiendo utilizado el derecho de ingresar su cuota en esos 30 días– y ser ciudadano brasilero.55

54

Por ejemplo, de dos robos reportados en diarios locales a ‘compristas’, uno fue por la suma de US$ 3000, el otro de R$ 10.000. Un robo que presencié en un omnibus, envolvia la suma de US$ 6000. 55

Ser ‘cadastrado’ implica constar en el registro de la Receita Federal. Una vez que alguien es detenido para fiscalización, se tiene que presentar en el mostrador de la Receita Federal para declarar lo que trae. De hecho, es el momento para presentar el formulario de Declaração de Bagagem Acompanhada (DBA) en donde se detallan los productos que se están trayendo, procedimiento estandar en los aeropuertos que quien ha ingresado al país a través de ellos conoce. El tema es que en Foz do Iguaçu las personas no llegan con un DBA y hacen su declaración en el mostrador con el fiscal de la Receita Federal que está controlando, quien revisa las mercaderías y su valor. De acuerdo a la evaluación del fiscal, la persona puede pasar con sus mercaderías, las mismas son retenidas (para ser liberadas con el pago de los impuestos correspondientes o con algún acuerdo privado con el fiscal) o, decomisadas. En teoría, toda persona debería ser cadastrada, pero eso no es un procedimiento que se aplique sistemáticamente sino que queda a criterio de los fiscales. En términos concretos, ser cadastrado significa tener el nombre ingresado en la terminal de computadora que tienen los fiscales en el mostrador. De acuerdo a los fiscales con quienes hablé, el registro -una vez ingresado- se mantiene por treinta días y después se elimina automáticamente. Por ese motivo no se guardan


79 Ser cadastrado limita la posibilidad de trabajar como laranja. El problema es que pasando varias veces por día, la chance de ser detenido para ser controlado es alta y si se llega a ser detenido otra vez dentro de los treinta días en que quedó registrado el cadastramiento, generalmente pierde todo. Si el primer miedo de un laranja es ser detenido en la aduana y perder todo, el segundo miedo es ser detenido y cadastrado pues implica que, de ser detenido en los próximos 30 días, casi indefectiblemente perderá todo. Esto es, una vez usufructuado el derecho de ingresar con mercaderías tal como establecido por la ley (cosa que sólo es registrada una vez que uno es cadastrado), el laranja se transforma en un mero transportador. Podríamos decir que, en la mayor parte del tiempo el laranja es un transportador de hecho, pero es el derecho de usar su cota lo que le garantiza ser contratado como tal. Dicho derecho emerge y es útil para el comprista en caso que el laranja sea controlado por la Receita Federal. Si es controlado y cadastrado, entonces el trabajo que ofrece el laranja queda comprometido para ser efectivo en los 30 días siguientes. El otro aspecto que permite iluminar la naturaleza peculiar del trabajo de laranja es la nacionalidad. Algunos paraguayos se dedican a pasar una de las cosas que, por definición, nadie podría ingresar en número excesivo: cigarrillos. Sin embargo, no hay paraguayos que se dediquen a ingresar mercaderías del tipo de las que vienen a comprar los sacoleiros y para las cuales contratan a los laranjas. Los laranja son brasileros.¿Por qué? Dentro de los ómnibus, en varias situaciones que presencie en que compristas le pedían a pasajeros si podían pasar algunas mercaderías que tenían en exceso como siendo

registros de las personas cadastradas. Al igual que en otras situaciones donde la ley es aplicada para marcar la excepcionalidad de una situación, la exigencia de DBA y el cadastramiento obligatorio fueron algunos de los síntomas de una operación de control desencadenada por la Receita Federal a finales del 2001. Formularios de DBA estaban apoyados en una mesa camino al puente y un cartel indicaba la obligatoriedad de completar el formulario para poder retornar a Brasil. Durante la misma operación, se intentó hacer un cadastramiento sistemático de todos los que eran fiscalizados. Esa aplicación de la ley como forma de marcar la excepcionalidad de una situación también es utilizada por la Policia Federal y la Receita Federal cuando declaran una protesta (en general vinculadas a reclamos salariales).


80 Cuadro 4 - El marco legal brasilero para ingresar mercaderías compradas en el exterior La Instrução Normativa SRF no 117 del 6 de octubre de 1998 era la que regulaba, durante el trabajo de campo, el tratamiento tributario y los procedimientos de control aduanero aplicables a los bienes de los viajantes brasileros al exterior. Los bienes que constituían el equipaje de los viajantes provenientes del exterior (la denominada ‘bagagem acompanhada’) estaban exentos de impuestos de importación y de impuestos sobre productos industrializados si eran libros, folletos y periódicos; ropas, calzado, artículos de higiene y belleza para uso propio, en cantidad compatible con el tiempo de estadía fuera del país y; otros bienes cuyo valor no exceda los 150 dólares de Estados Unidos. La ‘cota de isenção’ (tal como es llamada por el personal de la Receita) de US$ 150 se aplica a aquellos que ingresan al territorio brasilero por vía terrestre, fluvial o lacustre. Para aquellos que lo hacen por vía aérea o marítima, la cota es de US$ 500. La excepción no es transferible a otra persona ni sumable y la misma solo puede ser utilizada una vez cada 30 días, algo verificable una vez que uno es ‘cadastrado’ en el registro de la Receita Federal. Si los bienes que trae un viajante exceden el monto de la ‘cota de isenção’ deberá pagar el impuesto de importación, calculado en el 50 % sobre el valor excedente a la ‘cota’. Por ejemplo, si se trae un bien cuyo valor es de US$ 200, la diferencia que resta después de descontada la ‘cota’ es de US$ 50. Si el impuesto de importación es el 50 % de US$ 50, entonces el monto que se debería pagar como impuesto por una mercadería de US$ 200 es US$ 25. Lo mismo se aplica a todos los bienes traídos por el viajante una vez que haya usufructuado de la excepción dentro de los 30 días anteriores. No son considerados como ‘bagagem acompanhada’ bienes con fines comerciales o industriales, ni tampoco vehículos terrestres o acuáticos a motor o aeronaves, bebidas o cigarrillos brasileros destinados a la venta en el exterior, bebidas o cigarrillos ingresados por un menor de edad, ni tampoco aquellos bienes comprados en comercios francos en el momento de ingresar al país Los bienes comprados en ‘loja franca’ (Duty Free Shop) del aeropuerto brasilero de desembarque ingresan sin pagar impuestos en tanto su valor no exceda los US$ 500 y los bienes sean como máximo: 24 unidades de bebida alcohólica (12 iguales como máximo), 20 paquetes de cigarrillos extranjeros, 25 habanos o cigarros, 250 gramos de tabaco, 10 unidades de artículos para tocador y 3 unidades de relojes, juguetes, juegos o instrumentos eléctricos o electrónicos. En el momento de entrar al país, todo viajante debe presentar la Declaração de Bagagem Acompanhada (DBA). En caso de presentarse una declaración falsa o inexacta o cuando el viajante optar por el canal para quien nada tiene a declarar cuando ese no fuese el caso, es pasible de multa del 50 % del valor excedente al límite de la cuota, además del pago del impuesto de importación correspondiente. [Lei 9532, 10/12/1997] Sólo se pueden pagar los impuestos de importación durante el ingreso al territorio brasilero en el área de control aduanero, la denominada Zona Primaria. La zona primaria corresponde al área perimetrada donde se encuentra la aduana, en tanto que las zonas secundarias son aquellas que están fuera de sus límites. Al ingresar bienes que excedan el valor de la ‘cota de isenção’ y no presentarlos a fiscalización, el viajante puede tener su mercadería ‘apreendida’ (operación denominada legalmente ‘pena de perdimento’) o ‘retida’. En el primer caso, el viajante pierde sus bienes, quedando los mismos a disposición de la Receita Federal, la cual estará encargada de subastarlos o distribuirlos entre organizaciones de bien público o destruirlos -como en el caso de mercadería falsificada. En el segundo caso, los bienes quedan retenidos para ser liberados después del pago del impuesto correspondiente. ¿Cuándo es que los bienes se pierden y cuándo son retenidos? Específicamente apuntado en la Instrucción Normativa 117, serán sometidos a ‘pena de perdimento’ (art. 34) cigarrillos y bebidas brasileras destinadas a la venta en el exterior y bebidas o cigarros ingresados por un menor de edad (los items V y VI del art.3). ¿Qué sucede con los otros bienes no considerados como ‘bagagem’? También pueden ser sujetos a la ‘pena de perdimento’ aunque aquí depende de la consideración del fiscal pues es a partir de su evaluación que la mercadería será considerada como con fines no personales (comerciales o industriales). Dicha evaluación es realizada, tal como aparece en la Instrução Normativa SRF 117/98, considerando los ‘...bens cuja quantidade, natureza ou variedade configure importação ou exportação com fim comercial ou industrial.’ (art.3 inciso I). Por ejemplo, cantidad (1500 cepillos de dientes), naturaleza (una pieza de maquinaria industrial), variedad (20 radios personales de distintas marcas y tamaños). Otras sedes de control de la Receita Federal presentes en la región –como el aeropuerto de Foz do Iguaçu o el Posto Bom Jesus en Medianeira- son Zonas Secundarias, donde no se puede pagar impuestos de importación ni llenar el DBA. En ese caso, si una persona intenta pasar con mercaderías que no fueron declaradas o si la declaración es falsa, los bienes son ‘apreendidos’. Hasta aquí lo que dice la instrucción normativa. ¿Qué sucede prácticamente? “¿Que pasa si eu chego na Ponte com 300 dólares de mercadoria? Os 150 que excedem a cuota, ¿são apreendidos ou retidos?” le pregunte a una funcionaria de la Receita Federal. Con una sonrisa de complicidad, ella me respondió, “Isso depende da pessoa que faz a fiscalização... Se ele quer te dar a possibilidade de pagar os impostos ou não”. Como vamos a ir viendo, la relación entre el marco legal y las prácticas no es precisamente el de una correspondencia perfecta.


81 propias, escuché advertencias respecto a la nacionalidad del pasajero. “Toma cuidado... eles são paraguaios. Se param a gente, pegam tudo deles.” Una de las tantas veces que me pidieron que pasase mercadería para alguien en el ómnibus que volvía a Foz do Iguaçu, me preguntaron si era brasilero. Al responder que no lo era, el pedido se desvaneció. No me preguntaron de dónde era. No importaba. Argentinos y, principalmente, paraguayos son los extranjeros que mayor presencia tienen y que también podrían trabajar ingresando mercaderías en Brasil. Legalmente como extranjeros pueden pasar con mercaderías si están de transito. Si lo hiciesen y fuesen detenidos por la Receita Federal, los argentinos podrían alegar que están rumbo a hacia su país por lo que no compete a la aduana brasilera revisarlos sino que serán revisados en territorio argentino. Si esto sucede, deberán demostrar que están de transito presentando documentos de ingreso o de salida al Brasil, cuestión que supone una serie de registros controlados y regulados por la Policia Federal que limitan la posibilidad de embarcarse en ese tipo de práctica. Los paraguayos, por su cantidad y dedicación al movimiento comercial a través del puente, son los que podrían trabajar ingresando mercaderías a Foz do Iguaçu. Sin embargo, no lo hacen por el simple motivo de que un paraguayo ingresando mercadería a Brasil difícilmente esté ‘de pasaje’ (y si lo esta, lo debe demostrar). Por esta razón, si está ingresando mucha mercadería y es detenido en la aduana, generalmente pierde todo. A no ser, claro está, que sea un importador autorizado. Esto nos permite entrever mejor qué es lo que caracteriza la relación entre trabajar de laranja y ser brasilero y es que sólo un ciudadano brasilero puede ejercer el derecho de ingresar mercaderías establecida por la ley brasilera. De ahí que lo que el laranja hace no es solamente transportar mercaderías para otro sino también –y principalmente- usar su derecho para ingresar a su país mercaderías traídas del exterior.


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Dinámicas espacio-temporales Considerando el origen, lugar de residencia y lugar de trabajo de quienes participan en el comercio de Ciudad del Este, el movimiento a través del Puente de la Amistad es de una enorme complejidad. En la sección anterior, Mil y una formas de ganarse la vida, presenté algunas actividades y estructuras que permiten comenzar a entender su funcionamiento. Sin embargo, dicha presentación estuvo articulada a partir de un espacio particular -el microcentro- y de dos registros temporales: un registro sincrónico y algunas consideraciones diacrónicas de algunas de las formas de trabajo allí presentes. El tiempo de este apartado es otro. No es tiempo histórico ni tampoco presente atemporal sino que es tiempo y espacio en funcionamiento.56 El comercio de frontera en movimiento. Tal vez sea la mejor manera que la confusión y multiplicidad que aparecía en la sección anterior comience a adquirir sentido. Comencemos describiendo un día de trabajo. De madrugada en el microcentro están los guardas que cuidan de los negocios, todos ellos paraguayos que viven en Ciudad del Este o en sus afueras. A medida que va llegando el amanecer comienzan a abrirse los negocios. Llegan sus dueños o los responsables de los mismos, en su mayoría chinos y árabes pero también paraguayos y brasileros, coreanos e hindúes.57 Varios de ellos viven en Foz de Iguaçu así que tienen que

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Esta relación entre espacio y tiempo en la dinámica social (lo que podríamos llamar una mirada espaciotemporal de lo social en movimiento) es la perspectiva que reconozco en trabajos etnográficos como los de Mauss y Beuchat, [1904-5] y Evans-Pritchard, [1940]; Bohannan & Bohannan, 1968. La atención a las dinámicas espacio-temporales es constitutiva de los trabajos sobre mercados, tal como aparece en algunos trabajos clásicos (MALINOWSKI & DE LA FUENTE, [1941]; SKINNER, [1964]; BOHANNAN & BOHANNAN, 1968; GEERTZ, 1979). Como lugares de intercambios, los mercados no pueden ser pensados fuera de su espacialidad. Como prácticas de intercambio, lo que en ellos sucede no puede ser pensado fuera de su temporalidad. Para un análisis de la relación entre consumo y temporalidad que permite pensar las variaciones estacionales aquí analizadas, ver Appaduari, 1997 (capítulo 4). Una lectura instigante sobre las transformaciones en los regimenes de valor a partir de las reconfiguraciones espacio-temporales y las consecuencias que tienen para la forma en que los colectivos sociales son imaginados es Lee & LiPuma, 2002. 57

Según datos levantados por una encuesta encargada por el Banco Central del Paraguay realizada en junio de 1998 con 146 empresarios (registrados con patente había tan sólo 2552 comercios, en funcionamiento el número sería 7000), la distribución por origen de los dueños de los comercios era: paraguayo 28%; oriental 27%; árabe 24%; brasileño 11%; otros/no especificados 10%. De acuerdo con Penner –quien analiza los


83 atravesar el puente. Aquellos que viven en Ciudad del Este -muchos chinos y árabes lo hacen en el centro de la ciudad- llegan caminando de sus casas próximas; otros vienen de barrios más acomodados que quedan más alejados.58 Del lado brasilero también comienza el movimiento. Los paraguayos dueños y empleados de las exportadoras localizadas en Vila Portes cruzan a Foz do Iguaçu en sus vehículos o a pie. Al igual que los paseros y las paseras (son muchas las mujeres que así trabajan) que comenzaran su ir y venir a través del puente. El resto de los comerciantes de Vila Portes y Jardim Jupira que viven en Foz de Iguaçu, al igual que los empleados y las empleadas, llegan de los barrios localizados en esa misma ciudad. Varios comerciantes – especialmente árabes- viven allí mismo. En Ciudad del Este, los guardias de seguridad privada llegan a pie o en pequeñas camionetas que hacen la distribución de sus empleados en las casas que custodian. Con los dueños y encargados de los negocios -a veces antes que ellos-, llegan los empleados de los comercios. Los paraguayos y paraguayas (son más mujeres que hombres las empleadas en el comercio) vienen de diversos barrios de la ciudad. Los brasileros y brasileras (que guardan una proporción pareja) cruzan desde Foz do Iguaçu siendo, hasta septiembre del 2001, el grueso de los empleados de comercios del microcentro.59

datos- el 72% de los comerciantes del microcentro es de origen extranjero. De ellos, el 30% residía en Foz do Iguaçu. (PENNER, 1998). 58

El Country Club, a orillas del río Paraná, es el barrio más rico de Ciudad del Este. Otros barrios de residencia de los sectores sociales más altos son el Barrio Boquerón a orillas del Lago de la República y algunos de los barrios construidos por Itaipu Binacional, empresa encargada de la construcción y gerenciamiento de la represa hidroeléctrica de Itaipu.

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En septiembre de 2001, a la luz de un conflicto que terminó poniendo en discusión la nacionalidad de los empleados y las condiciones legales para poder trabajar, las cifras utilizadas en los medios de comunicación brasileros y paraguayos hablaban de 5.000 brasileros en los comercios del centro, representando el 80% del total de empleados (unos 6.250 empleados en total). En un estudio para el Banco Interamericano de Desarrollo realizado en 1995 (citado en Penner, 1998:29) se habla de 23.950 empleados en el comercio del microcentro, 65% de los cuales vivían en Foz do Iguaçu. Según declaraciones del presidente de la Cámara de Comercio de Ciudad del Este en 1996, el 80% de aquellos que trabajaban en el comercio de Ciudad del Este –patrones y empleados- retornaba por las tardes a Foz do Iguaçu, donde residían (declaraciones de Hussein Teiyen, CLASSE 10, 1996, p.13). Teiyen es la grafía que aparece en el reportaje, apellido que va a aparecer


84 Muchos dueños y encargados de los negocios que viven en Foz do Iguaçu cruzan la frontera en sus vehículos. Algunos llegan en los ómnibus interurbanos que circulan entre Foz do Iguaçu y Ciudad del Este. La mayoría de los empleados brasileros que trabaja en Ciudad del Este llega en ómnibus hasta Vila Portes y atraviesa el puente caminando o en mototaxi. En algunas áreas del centro, muchos de los puestos de comida en la calle son de brasileros que también vienen de Foz do Iguaçu, así como también lo son algunos restaurantes y lanchonetes dentro de las galerías. Si bien los hay, son pocos los brasileros que trabajan en el microcentro y viven en Ciudad del Este. De los barrios cercanos al microcentro -San Rafael, San Agustín- y más alejados Barrio Obrero, La Reina, La Blanca, Kilómetro 7- llegan los mesiteros y mesiteras que empiezan a montar sus mesitas, aquellos que tienen casillas y todos los que trabajan en las calles del centro: ambulantes, preparadoras de tereré, vendedores de lotería, cargadores, lustrabotas (que en su mayoría son niños). También llegan los cambistas -todos ellos hombres y paraguayos- y se instalan en sus respectivos lugares, algunos con sus bancos o sillas donde irán a sentarse durante el día esperando los clientes que precisen cambiar su dinero por alguna otra moneda. Los taxistas, mototaxistas y kombistas paraguayos (hombres, todos) se preparan también para empezar su día de trabajo. Los taxistas llegan a sus paradas oficiales, los mototaxistas ocupan sus puntos tradicionales de parada y los kombistas comienzan a bajar rumbo al puente esperando encontrar los compradores que retornan a Foz do Iguaçu con sus mercaderías. Las y los laranjas brasileros –son más mujeres que hombres– cruzan a Ciudad del Este, donde se ubicarán en la entrada de alguna galería o autoservices o, sino, en alguna de las lanchonetes dentro de las galerías. Allí esperan por algún patrón (sacoleiro o sacoleira

escrito en otros medios en casi todas las variantes posibles. Algo que sucede con casi todos los apellidos árabes de la región y, en menor medida, con los orientales.


85 conocida) o a que algún comprista los contrate para cruzar. Los compristas brasileros van llegando en los ómnibus interestaduales que los trajeron de distantes ciudades. Aquellos que cruzan en esos ómnibus esperarán pasar toda la mercadería en un viaje para lo cual, además de esperar que todos terminen sus compras y carguen sus cosas en el ómnibus, deben esperar el momento más propicio para cruzar, cuando la fiscalización en la aduana brasilera esté menos rigurosa. Otros compristas cruzan caminando, en mototaxi o en ómnibus locales. Algunos lo hacen varias veces, comprando y cargando sus compras, multiplicando el número de pasajes para adecuarse a la cuota establecida por la ley brasilera para ingresar mercaderías para uso personal. Otros contratan laranjas para pasar con ellos, multiplicando el número de personas para pasar pocas veces. Todos vuelven a Foz, acumulan su mercadería en los guardavolumes cerca del puente o en algún hotel cercano y vuelven a cruzar, ya sea caminando, en algún mototaxi o aprovechando el retorno de un taxi o kombi paraguayos.60 Así continuaran hasta completar las compras. La variedad es la norma: hay más hombres pero las mujeres no son pocas. Los hay jóvenes y viejos. Ese movimiento continuará hasta las 4 de la tarde. A partir de ahí, de a poco, los negocios comienzan a cerrar sus puertas y los caminos andados serán desandados para volver a casa, ya sea a los distintos barrios de Ciudad del Este y de Foz do Iguaçu o a las ciudades que esperan a los sacoleiros. Aquello que fue convergiendo durante el día comienza a divergir lentamente con la llegada de la tarde.

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Por las reglamentaciones en uso, los taxis paraguayos volviendo a Ciudad del Este no pueden levantar pasajeros del lado brasilero. Por ese motivo, una manera de ‘salvar el viaje’ (como escuche decir a algunos taxistas) que de cualquier forma debía ser hecho para volver a Cuidad del Este, era cobrar un precio módico para atravesar el puente. Así, si en sentido Foz do Iguaçu–Ciudad del Este estaban cobrando entre R$ 5 y R$ 15 en 2001, en sentido contrario cobraban R$ 1. Por esa razón, cuando levantaban pasajeros lo hacían dentro del área de la aduana brasilera (donde no hay fiscales de transito). Claro que, por ese mismo motivo, algunos paraguayos y brasileros quedan esperando en la entrada del puente pidiendo que los lleven, pues de cualquier manera el taxi va a tener que atravesarlo. En ese caso, es difícil negarle el viaje a un conocido. Ofrecer el viaje también puede ser un gesto de generosidad hacia personas mayores o una galantería con alguna mujer.


86 Viendo todo este movimiento es comprensible ese carácter de ‘puente urbano’ que señalaba el director local de la DNER al inicio de este capítulo. Sin embargo, ese movimiento no cancela el límite internacional que atraviesa sino que se estructura a partir de él. Lo reproduce y amplifica a la vez que lo cruza y lo relativiza. Algo similar sucede con las trayectorias que vienen a convergir en el microcentro de Ciudad del Este. Diferentes procedencias, religiones y lenguas, experiencias urbanas y rurales que se cruzan y que se encuentran. Algo, sin embargo, que no necesariamente significa homogeneización ni cosmopolitismo. Inclusive durante el día hay circuitos que se mantienen separados. La comida es un claro ejemplo. El principal público de los restaurantes brasileros ‘a kilo’ o ‘buffets’ de las galerías y de los puestos brasileros de comida en la calle son brasileros, ya sean compristas o empleados de los comercios, laranjas o comerciantes. Ya los copetines y otros puestos de comida paraguayos trabajan principalmente con paraguayos. Otras comidas, otros gustos, otros públicos. Los restaurantes chinos y árabes con sus públicos predominantemente chino y árabe, respectivamente. Si es así durante el día del mercado donde la interacción es necesaria para realizar los intercambios, cuando el día de trabajo empieza a cerrarse, las divergencias parecen agrandarse.61 No es que los límites entre las distintas trayectorias que se encuentran en Ciudad del Este sean fijos ni tampoco que la hibridez sea el resultado obvio de las interacciones. Tal vez sea mejor pensar a partir de relaciones selectivas. Momentos de mayor apertura para las relaciones, otros mucho más difícil de comunicarse o relacionarse. Espacios caracterizados por las relaciones y otros marcados por las diferencias.

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En el Capítulo 2 voy a abordar estas dinámicas a partir de los vendedores de la calle.


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Los tiempos particulares Si bien la descripción anterior nos permite tener una visión general de los ritmos temporales y espaciales, la dinámica concreta –los días particulares– suma otras complejidades. El primer elemento a tener en cuenta es la variación de los horarios de inicio y finalización de las actividades. Si bien durante 2001 el movimiento en las calles del centro comenzaba a partir de las 5:00, el grueso de las actividades comenzaba a las 7:00 y terminaba a las 16:00, extendiéndose hasta después de las 18:00 el cierre de puestos y locales. Sin embargo, promedios son estándares estadísticos y en un espacio tan sensible a las variaciones, las particularidades tal vez sean más importantes. Veamos, por ejemplo, una hoja de propaganda del Mercado Bom Bom, un autoservice localizado en el Shopping Asia en el microcentro de Ciudad del Este.62 Además de informarnos las ofertas de esa semana de julio de 2001, traía los horarios en que funcionaba: “Seg. Quinta e Sexta 6:00 Hrs - Terça, Quartas ás 5:00 e Sábados ás 4:30 Hrs. - Fechamos todos os dias ás 17:00 Hrs.” El inicio de las actividades desde tan temprano en el año 2001 había comenzado a marcarse en junio: los sacoleiros estaban llegando antes y los negocios se acomodaron a sus horarios. Las explicaciones –que, como todas las explicaciones de allá, nunca se presentan únicas ni consensuadas– apuntaban en dos direcciones. Estaban los sacoleiros y comerciantes que decían que era para acortar el día de compras en Ciudad del Este y emprender el retorno en el mismo día, ahorrándose así los gastos de alojamiento en Foz do Iguaçu. Pero también estaban los que señalaban que era, simplemente, para evitar los

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Las hojas de propagandas son entregadas en la calle por personas que las distribuyen entre los visitantes que van llegando a la ciudad.


88 controles, ya que de madruga había menos fiscales de la Receita Federal trabajando en el Puente de la Amistad.63 Lo cierto era que los sábados, el día de mayor movimiento de sacoleiros, los autoservices abrían tempranísimo. Si para los empleados que venían de Foz do Iguaçu resultaba un esfuerzo llegar a esa hora, para los paraguayos que vivían en la misma ciudad –paradójicamente- era más grave. En Ciudad del Este, las 4:30 del anuncio era más de madruga que en Foz do Iguaçu por el hecho de que había una hora de diferencia en territorio paraguayo. Abriendo a las 3:30, los preparativos para el día de trabajo comenzaban casi por la noche del día anterior y, dado que en algunos lugares no había medios de transporte público funcionando a esa hora, algunos comercios y autoservices debían enviar un transporte para buscar a sus empleados. Las hojas de propaganda entregadas en las calles de Ciudad del Este permiten vislumbrar dos aspectos particularmente significativos de la temporalidad del comercio de Ciudad del Este: su aceleración y su dislocación.64 Su aceleración –o si se prefiere, la alta velocidad en los cambios de las ofertaspuede ser percibida en algo que aparecía en muchas de las propagandas impresas: ellas venían con la fecha de validez de las ofertas, las cuales generalmente correspondían a ese mismo y único día.65 Esa aceleración estaba vinculada al alto grado de movimiento en términos de ventas así como de reposición de mercaderías. Precisamente, cuando ese

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La adecuación horaria al momento en que los controles estaban menos estrictos se observaba durante octubre del 2001 en sentido inverso. El movimiento de las kombis y camionetas que traían productos de Brasil era realizado de la madruga hasta las 7 de la mañana, momento en el cual comenzaban su jornada de trabajo los empleados de la aduana paraguaya. Así, las exportadoras de comestibles al por mayor localizadas en Vila Portes -muchas de ellas de paraguayos- y otras casas de exportación de Jardim Jupira, comenzaban sus actividades entre las 3 y 4 de la mañana en horario paraguayo. 64

Para un análisis sobre la relación entre la propaganda y la experiencia del espacio y el tiempo en la ciudad, tomando Manchester como ejemplo, ver Cronin, 2001. 65

Algunos solo tienen impreso el día. Otros tienen una leyenda del tipo, “Preços validos somente para o dia [data]” o inclusive más precisos, “Preços válidos somente para esta quarta-feira [data]”. Son pocos los que promocionan “enquanto durarem os estoques”.


89 movimiento comenzó a desacelerarse, en algunas ramas de ventas la práctica de colocar una fecha en las hojas de propaganda dejó de ser tan extendido. Cuando comencé a realizar mi investigación en Ciudad del Este, en 1999, esa práctica era casi generalizada independientemente del ramo o el tipo de negocio. Ya en el 2001, casi todos los autoservices habían dejado de imprimir la fecha en las hojas de propaganda de sus promociones, quedando esa práctica casi exclusivamente restricta a las casas de computación. Junto a la alta variación de precios y ofertas, también está la variación de la demanda de determinados productos que contribuye a esa aceleración. Ese fue el caso, por ejemplo, que sucedió a inicios de 2001 con la crisis energética en Brasil y la consecuente explosión en la demanda y la oferta de lámparas de bajo consumo. La dislocación del comercio del microcentro puede ser percibida en los horarios de funcionamiento de los negocios impresos en las propagandas de los comercios: la hora indicada era la brasilera. El horario del comercio del microcentro es el horario del lugar de sus compradores y no el de su localización, algo que establece una dislocación particular entre espacio y tiempo en el centro de la ciudad. De hecho, mucha gente que compra en Ciudad del Este ni siquiera sabe que allí es una hora más temprano.66 Sin embargo, antes que ser el resultado obvio de la presencia del comprador que viene del otro lado de la frontera, esa configuración espacio-temporal deriva de un proceso de transformación que se remonta a la década del 80 y que tuvo por consecuencia la adopción del horario brasilero para el funcionamiento comercial. El primer indicio de esto fue el comentario recurrente que volvía una y otra vez en las conversaciones con aquellos

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Cabe preguntarse, ¿es una hora más temprano? Así como el espacio no tiene el color que en el mapa nos permite distinguir Paraguay de Brasil, tampoco el tiempo tiene alguna marca del huso horario asumido a cada lado de la frontera. Ambas percepciones solo son posibles a partir de los mecanismos que los producen y naturalizan. La frontera es uno de esos mecanismos, asociada a todas las técnicas y procedimientos para su producción. En el microcentro de Ciudad del Este lo peculiar es que, pese a la presencia de las instituciones que encarnan esas técnicas y son encargadas de implementar los procedimientos que posibilitan la emergencia de un espacio y un tiempo específico, su implementación no es un hecho sino el fantasma que posibilita determinada economía política de las tolerancias y de las arbitrariedades en la cual los funcionarios de esas mismas instituciones están parados en un lugar privilegiado para poder usufructuar de ella.


90 que trabajaban en Ciudad del Este respecto al cambio de horario del comercio. Antes funcionaba hasta la noche tarde, por lo menos hasta la medianoche o la una de la madrugada. En la década del 70, cuando ese movimiento se consolidó, el trabajo tenía otro ritmo y los cortes también. Si faltaba noche (tiempo) para poder salir -como varios me dijeran-, había otras actividades y horarios para el descanso y la diversión. Un descanso después del almuerzo o un corte por las tardes para jugar al fútbol en el Maracanazinho.67 Pero ¿por qué se dejó de trabajar a la noche? ¿Los turistas dejaron de ir? No. Cambiaron los horarios porque cambiaron los turistas y junto al cambio del horario y de turista también cambio el comercio del microcentro. Las palabras de Jackson Lima, periodista y guía turístico, son reveladoras. Entre 1977 y 1981 trabajó en Foz do Iguaçu de dónde salió para retornar en 1987. Cuando volvió, la transformación del comercio de Ciudad del Este era profunda: O charme anterior do comércio paraguaio é que funcionava à noite - o forte era à noite. Isso, no regime de compras para o turismo, significava que o comércio noturno era uma adição às excursões noturnas que iam para o cassino. Quando voltei com os colegas [1987], organizei uma ida ao Paraguai à noite e tudo estava mudado. Todas as lojas fechadas. Ciudad del Este havia se civilizado à brasileira. Horários brasileiros. Das 9h às 18 e não segundo a maneira paraguaia que incluía a ‘santa siesta’. Daí eu comecei a notar que tudo havia mudado. (Jackson Lima, comunicación personal) El cambio de horario es un índice entre otros de esa transformación. Otros cambios señalan la transformación ‘a la brasilera’. Uno de ellos es la lengua que –tal como aparece en las hojas de propaganda– siempre es portugués. Otro es la proliferación de empleados brasileros en los comercios. Con el dinero es ligeramente distinto. En 1999 todas las ofertas –así como los precios en los comercios– estaban en dólares estadounidenses. Pero en el 2001, después de unos años de devaluación de la moneda brasilera, los dólares

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Así era llamado el estadio improvisado en donde iba a ser construida la piscina para la Administración Nacional de Puertos. Hoy en día es una galería.


91 comenzaron a ceder espacio a las ofertas en reales como forma de atraer más clientes. Expresado en dólares o en reales, los comerciantes de Ciudad del Este piensan en el comprador brasilero. Brasilero, sí, pero si consideramos que gran parte de los turistas-turistas que llegaban a la ciudad también eran brasileros, sería mejor llamar esa transformación como ‘a la sacoleira’ antes que ‘a la brasilera’. Cambios que, como veremos a continuación, también supusieron la introducción de otras temporalidades.

Variaciones regulares: Dinámicas semanales y estacionales Visto a lo largo de la semana, el movimiento en el microcentro de Ciudad de Este está marcado por distintas intensidades. Los días miércoles y sábados son los de mayor movimiento que es cuando llega el mayor flujo de compristas brasileros.68 Pero, ¿por qué miércoles y sábados? Se sale el martes de la ciudad donde se vive, se compra el miércoles en Ciudad del Este, el jueves se vuelve y se entrega o se coloca a la venta la mercadería, el viernes se sale otra vez rumbo a Ciudad del Este, el sábado se compra, el domingo se vuelve y el lunes se entrega o se coloca a la venta la mercadería. Ese ritmo semanal es la explicación más corriente entre sacoleiros y trabajadores de Ciudad del Este para la intensidad de miércoles y sábados. Tal como lo expresara un sacoleiro, “Se você tem uma loja e lá vende os produtos, então sai terça, quarta compra,

68

De acuerdo con una nota de 1994 –año de auge en el funcionamiento comercial de Ciudad del Este–, la diferencia entre miércoles y sábados y el resto de los días de la semana era más del doble. Siguiendo la información proporcionada por la Receita Federal, dice: “Nos dias de pico de movimento na ponte, às quartas e sábados, mais de 50 mil brasileiros cruzam a fronteira –contra uma média de 20 mil nos dias considerados normais–, apostando na possibilidade de escapar da fiscalização.” (Folha de São Paulo, 1994a). Las descripciones de aquellos que trabajaban en Ciudad del Este concordaban con esa imagen. Un brasilero que por años fue mesitero, expresaba eso gráficamente: “Você não sabe o que era o movimento lá. Sábados? Tinha três filas de ônibus de turismo e lá em Cidade del Este chegavam até o elevado lá acima [km 4 ½]. E caminhar? Só assim! [baja los hombros, pega los brazos al cuerpo y da pasos que no llegan a pasar el otro pie] Caminhar na ponte era impossível! Carregando as mercadorias.. só assim” [vuelve a caminar de la misma manera].


92 quinta coloca, sexta-feira volta... Eu já fiz isso, tinha uma loja de telefonia. Mas é muito sacrifício, muito trabalho, você viaja duas vezes por semana. Eu já não faço mais isso.” En 1761, Jaques Savary des Bruslons hablando sobre las ferias de Paris, escribía, “[E]s verdad que en las grandes ciudades las ferias tienden a ser diarias, como en Paris, donde, en principio (y muchas veces de hecho), sólo deberían realizarse los miércoles y los sábados.”69 Miles de kilómetros y 240 años separan aquella Paris de esta Ciudad del Este y, sin embargo, aquello que las aproxima –esa recurrencia de miércoles y sábados– tal vez sea la explicación para dicha convergencia: la organización del tiempo. Los siete días de la semana no son iguales y con el domingo como día de descanso en el calendario católico, miércoles y sábados configuran el par de días opuestos inmediatamente anteriores al día de descanso. En relación a los viajes a Ciudad del Este, miércoles y sábados termina siendo la ecuación que más días o fracciones de días hábiles deja para colocar y vender la mercadería, dejando libre una parte del domingo en el lugar de procedencia. 70 La dinámica temporal derivada de la organización de la semana, sin embargo, no es la única explicación. Para algunos sacoleiros lo más importante es el número: se compra los miércoles y sábados precisamente porque son los días de mayor número de sacoleiros lo que torna más difícil ser parado en la aduana por la cantidad de personas que está pasando. Poco importa saber porqué alguna vez comenzó a ser miércoles y sábado, se compra esos días porque tantos otros lo hacen. Antes que organización temporal, el número es resguardo y protección.

69

Jaques Savary des Bruslons, Dictionnaire universel du commerce, 1761, III, col. 778 (apud Braudel, [1979], p.16).

70

Comparemos por ejemplo con otras intensidades que presencié en el campo, esta vez en Foz do Iguaçu. En agosto del 2000 varios argentinos trabajaban con vehículos llevando compradores argentinos de Puerto Iguazú a los comercios de Foz do Iguaçu (especialmente a los barrios de Porto Meira, Vila Yolanda e Boicy). Los días de mayor movimiento eran los viernes de tarde y sábados en los cuales algunos conductores realizaban hasta tres viajes. Precisamente, viernes de tarde y sábado son días asociados al perfil del comprador: habitantes de Puerto Iguazú que habiendo terminado la semana de trabajo realizaban las compras del mes, la quincena o la semana.


93 En 1999, cuando comencé con esta investigación, el movimiento que había miércoles y sábados era, para mí, verdaderamente increíble: filas y filas de ómnibus en el Puente de la Amistad, miles y miles de personas andando por las calles de Ciudad del Este y juntando sus mercaderías en Foz do Iguaçu para emprender el retorno a sus lugares de procedencia. A la luz de esos días, el movimiento durante el resto de la semana parecía modesto. En comparación, en 2001 fueron muy pocos los sábados y miércoles verdaderamente movidos. Siempre había mucho más movimiento en esos días que en el resto, sin embargo la falta de realización de la expectativa por ‘aquellos sábados y miércoles de otros tiempos’ era para comerciantes y mesiteros una marca más de la decadencia comercial que se estaba atravesando. Sin embargo, durante el 2001, independientemente del flujo concreto de compristas, los miércoles y sábados eran los días de mayor movimiento del microcentro. No sólo se veían muchos más laranjas o transportistas que trabajaban directamente con los compristas. También comerciantes, mesiteros y ambulantes, cambistas y hasta puestos de comida se adecuaban a la intensidad marcada por los miércoles y sábados. Inclusive, el reflejo de esa intensidad se amplificaba como impulsos eléctricos por el territorio brasilero. Según muchos sacoleiros, los jueves y domingos la policía brasilera estaba mucho más atenta: mayor presencia policial en las terminales de ómnibus y en las rutas, mayores cuidados de aquellos que volvían con sus mercaderías. 71 Así, la dinámica instaurada por la frecuencia de los miércoles y sábados escapa a los motivos que los compristas tienen para viajar esos días y se consolida como una textura de actividades desigualmente distribuida a lo largo de la semana. Desde una perspectiva sincrónica, la causalidad poco importa: la cuestión es que el funcionamiento del

71

Por lo que pude ver en los viajes desde Ciudad del Este, esa presencia policial no siempre es resultado de decisiones institucionales sino que, en muchos casos, sucede por la decisión de miembros de las mismas para aprovechar el movimiento de sacoleiros cobrando sus peajes particulares: extorsiones garantizadas por la investidura del extorsionador.


94 microcentro está sincronizado por esa intensidad. Los lunes por ejemplo, un día ‘medio muerto’ –tal como era descrito allá particularmente durante 2001–, algunos mesiteros y ambulantes directamente no iban al microcentro, lo mismo que varios cambistas y comerciantes. Preferían quedarse en su casa donde no gastaban ni en viajes ni en comida o aprovechaban para trabajar en alguna otra cosa. Claro que, desde una perspectiva diacrónica, la causalidad –el flujo de los compristas y sus motivos– no sólo permite entender la intensidad de miércoles y sábados. También puede ser la huella de los cambios futuros. Pues es precisamente por ellos y para ellos que el comercio de Ciudad del Este se fue orientando hasta llegar a la situación contemporánea que era su dependencia del flujo de turistas-compristas. Precisamente por eso los domingos eran particularmente apreciados por algunos mesiteros y comerciantes: considerados como los días de la semana que escapaban a esa temporalidad sacoleira, los domingos eran días de turistas-turistas. “¡Da gusto trabajar los domingos! Los domingos vienen turistas de verdad, gente que está buscando alguna cosa, familias... Los chicos hacen comprar mucho a los padres, ellos quieren todo.” Si el flujo de compristas que llega a la ciudad es el que pauta su ciclo semanal, también marca las intensidades de su ciclo anual. La época previa a las fiestas de fin de año es el momento de mayor movimiento, especialmente en noviembre y diciembre.72 Durante 2001, al proceso de decaimiento progresivo que venía marcándose desde 1995, se sumaron una serie de problemas que impidieron que se efectivicen a inicios de noviembre –como en otros años– el recambio de stocks y los arreglos navideños.73 Recién a principio

72

El gran conflicto que sucedió en setiembre de 2001 mencionado anteriormente, que incluyó el cierre del puente por manifestantes paraguayos y más tarde por brasileros, comenzó precisamente por la perspectiva de que el flujo de fin de año sería interrumpido por unos arreglos del Puente de la Amistad. Hasta el canciller paraguayo solicitó al gobierno brasilero postergar las obras a pedido de los comerciantes de Ciudad del Este, quienes, en sus propias palabras, “…argumentaron al Gobierno nacional que las mayores ventas de productos a turistas se realizan en los últimos cuatro meses del año’ (de setiembre a diciembre).” (ABC, 11/09/2001).

73

Los problemas fueron las protestas de septiembre de 2001 que mencionaba en la nota anterior, las denuncias sobre terrorismo post - 11/09 y los operativos deflagrados por la Receita Federal.


95 de diciembre comenzó el movimiento de las fiestas, aunque se vio desestabilizado sistemáticamente por los operativos de la Receita Federal. Las luces de navidad (los pisca-pisca) y los juguetes para los niños son la marca de las fiestas de fin de año, mientras que otros productos que tienen salida todo el año aumentan significativamente sus ventas, como las bebidas. Los juguetes, al igual que la música –antes en casetes, durante mi trabajo de campo en CD’s– también se inscriben en otra temporalidad: aquella marcada por la moda.

Algo que se expresa en figuras

determinadas (los Teletubbies de 1999 pasaron a ser los Pokemon del 2000) como en productos (los rollerball de 1999 pasaron a dividir con los scooter el lugar de privilegio de los regalos sobre ruedas durante el 2001). Hay otras fechas que condensan movimiento o al menos la expectativa del mismo: el inicio de la las clases en las escuelas –algo que es diferente para cada país-, las vacaciones de invierno y el día del niño. Además de esas intensidades, existe también una diferenciación estacional de las ofertas que se condensa en determinados productos. Cuando llega el otoño, algunos puestos y comercios comienzan a vender artículos de invierno: guantes, medias de lana, gorros y bufandas. Cuando se aproxima la primavera, uno de los artículos por excelencia del verano comienza a ganar los puestos y los comercios: los ventiladores. Algunas de esas ofertas se superponen con las fiestas y son el regalo de verano como, por ejemplo, toda la gama de productos para jugar en el agua (desde salvavidas y flotadores hasta piletas inflables). La variación en las intensidades y la complejidad de las relaciones que se asoman a la luz del movimiento diario, semanal y anual iluminan la complejidad que está por tras del funcionamiento del comercio de Ciudad del Este. Su textura emerge del cruce de una serie de circuitos que conectan barrios y ciudades atravesando caminos y fronteras; pasando de momentos frenéticos a otros de tranquilidad. Diariamente. Semanalmente. Anualmente.


96

Conclusiones Son varias las conexiones y las cuestiones que pasan a través del Puente de la Amistad. En primer lugar, conexiones de un grado y una escala difícilmente aprehensible desde el simple retrato de los sacoleiros-contrabandistas o de la frontera-marginalidad. Foz do Iguaçu y Ciudad del Este comparten algo más que el Puente de la Amistad. Las áreas comerciales próximas al puente están orientadas al otro lado del mismo. Sin embargo, la forma en que están organizadas y los productos que venden es bien diferente. Los nombres lo expresan. Casas de exportación y comercios en Foz do Iguaçu: llevan y venden productos del lugar donde están localizados –Brasil– al otro lado de la frontera, a veces directamente o utilizando personas que realizan el transporte, los paseros. El turismo nada tiene que ver con este comercio, ni quienes en el están envueltos ni en las formas utilizadas para pasar. En Ciudad del Este son casas de importación y comercios: traen y venden productos de otras partes del mundo y, en teoría, los compradores llegan a la ciudad a buscarlos. Para ingresarlos en su país, los compradores a veces utilizan personas que realizan el transporte y que asumen la propiedad de la mercadería, los laranjas. Mirados desde Ciudad del Este, los compradores son personas de paso por la ciudad. Todos turistas, sí. Pero están los turistas-turistas y los compristas que ganan su vida revendiendo esos productos. Diferencia que tiene una matriz histórica: si la ciudad fue un centro comercial para turistas-turistas, en un momento pasó a ser un centro de provisión de mercaderías para proveedores y revendedores. En los capítulos siguientes conoceremos cuándo y cómo se produjo esa transformación y que consecuencias tuvo para el comercio de Ciudad del Este. Foz do Iguaçu y Ciudad del Este son mercados de frontera, pero al observarlos conjuntamente es posible ver las diferencias profundas que los articulan: los sujetos activos en el pasaje a través del límite (el vendedor o e comprador), dónde se localiza la


97 infraestructura de los pasajes, de dónde son las mercaderías vendidas. Si bien las formas de los pasajes pueden parecer las mismas, los marcos legales en los que se insertan establecen diferencias que se reflejaran en las estructuras y en las ficciones utilizadas para realizarlos. El contraste nos permite percibir mejor las especificidades que caracterizan el objeto de interés de este trabajo: el comercio de Ciudad del Este. A través de las variaciones temporales vimos que el comercio de Ciudad del Este no sólo piensa sino que se modula a partir de esos compristas que vienen del Brasil, algo que tiene consecuencias fundamentales en las actividades y las formas en que el comercio funciona. El mundo está constituido por un vocabulario de comercio y de frontera articulado en ejes semánticos definidos: ventas, pasajes y personajes en movimiento. Mesiteros y autoservices. Ambulantes y galerías. Importadoras. Cambistas. Taxistas, mototaxistas, kombistas y ómnibus de turismo. Laranjas. Turistas, compristas, muambeiros, sacoleiros. Las estructuras que conforman el comercio de Ciudad del Este fueron ganando nuevas formas a lo largo de su corto tiempo. Sin embargo, unas no reemplazaron a otras sino que se fueron superponiendo. Compitiendo pero también articulándose.74 Lo vimos en el caso de las estructuras de las ventas, en los transportes y en los servicios relacionados con monedas y finanzas, pero también con los propios compradores: la aparición de los compristas no significó la desaparición de los turistas-turistas. Coexistencias temporales que permiten entender la complejidad de aquel espacio: menos el resultado de su aislamiento y carácter marginal y más la consecuencia de incorporaciones múltiples y

74

Las palabras de James Ferguson en la conclusión de su trabajo sobre los mineros de cobre en Zambia, expresan el mismo tipo de aproximación y de experiencia de investigación. Después de trazar un recorrido por los aspectos etnográficos analizados, concluye, “He estado menos interesado en construir una secuencia de desarrollo de formas sociales y culturales que en explorar su coexistencia temporal, menos interesado en la sucesión de formas “típicas” a lo largo del tiempo que en entender la extensión (…) de diversos modos de arreglárselas que podrían existir en diversos momentos y cómo esa extensión es afectada por los cambios político-económicos a través del tiempo.” (FERGUSON, 1999, p.136).


98 sucesivas en diversos circuitos comerciales, migratorios, de inversión y de control institucional. No todo es una cuestión de números que se van sumando sino que la forma en que el movimiento es realizado está en la base de su multiplicación, la cual responde a una preocupación cualitativa: minimizar los riesgos a partir de la adecuación relativa a lo que establece la ley. Lo paradójico es que la multiplicación que esta preocupación genera – transportes y laranjas– dificulta el control. La cantidad impone, de hecho, un límite al control sistemático, en parte por la imposibilidad concreta de ser realizado, así como porque la decisión de realizarlo tiene muchas implicancias: enfrentarse a miles de personas, interrumpir el flujo entre los países, detener el movimiento de una serie de circuitos a partir de los cuales miles de personas ganan su vida. Elementos estos que necesitan, además de la infraestructura necesaria para poder realizarlos,75 de la decisión política para intervenir en un espacio en el que se cruzan intereses que se localizan municipal, provincial, nacional e internacionalmente. Otro elemento que merece destaque por las consecuencias que tiene en relación a la regulación e institucionalización de lo que allí sucede es la presencia de asociaciones, sindicatos y federaciones en casi todas las actividades que fui presentando. Algo que abre un conjunto de preguntas sobre las formas de organización interna de ese movimiento que aparecerán en los próximos capítulos. El microcentro de Ciudad del Este es un mercado reciente que sufrió profundas transformaciones, una inmensa expansión y desde mitad de la década del 90 un lento pero permanente decaimiento. Sus categorías y sus tiempos son marcas de esos cambios. Es 75

La infraestructura no es un detalle menor, tal como refleja la reacción a los controles que muchas veces aparecen en los medios de comunicación. A finales del 2001, por ejemplo, luego de controlar sistemáticamente los ómnibus intermunicipales que volvían a Brasil, los tripulantes de uno de ellos prendieron fuego a su mercadería en el área de la aduana generando un conflicto de envergadura que se descomprimió liberando el pasaje de los ómnibus que estaban esperando para pasar (A GAZETA DO IGUAÇU y FOLHA DE LONDRINA 16/11/2001). Dada la cantidad de personas y vehículos involucrados, controlar situaciones de ese tipo se torna difícil con un número siempre limitado de personal.


99 hora de conocerlos a partir de personas concretas. En los capĂ­tulos que siguen a continuaciĂłn voy a hacerlo desde aquellos que venden en sus calles: los mesiteros.


100

CAPITULO 2 VIDAS Y VENTAS EN LAS CALLES DE CIUDAD DEL ESTE

Las calles del microcentro de Ciudad del Este no son simplemente espacios de circulación de personas y de vehículos. Son también uno de los escenarios privilegiados en los que esa parte de la ciudad se constituye como mercado. Allí, miles de vendedores ofrecen sus productos ubicados en las veredas y en las calles, localizados o andando a través de ellas. Cristóbal,1 uno de los primeros vendedores que comenzó a trabajar en esas calles a fines de la década del ’60, así describía el enorme cambio que significó esa forma de ganarse la vida para muchos de ellos, especialmente para aquellos que venían del interior. 2 Para ellos fue muy radical, personas que allá [en sus valles] no tuvieron cinco, diez mil guaraníes; acá de la noche a la mañana vino y tuvo. Y no solamente diez, tuvo cincuenta y cien mil guaraníes. Personas que vinieron a encontrar el whisky, vinieron a encontrar mujeres, de distinto tipo y... vinieron, también trabajaron, ganaron, tuvo su vehículo, en fin... Ya se fueron a su valle, a su pueblo, en fin... Con su noviecita, con su coche, en fin, ya con zapato, con un poco de dinero.3 Cambiaron, cambio... entonces, detrás de esos, se iba uno y venían 10. “La pucha, fulano de tal en 6 meses, en un año vino ya con su novia, su coche y con poco de plata... en fin, yo también me largo detrás de ellos.” Así se fueron poblando la calle y esta es la gran fábrica que tiene Ciudad del Este.

1

Cristóbal llegó a Puerto Presidente Stroessner en 1968 proveniente de Asunción, donde también trabajaba como vendedor ambulante. Su experiencia está descripta en detalle en el Capítulo 3.

2

En Ciudad del Este –y en Paraguay en general, por lo que pude percibir– es común decir ‘de sus valles’ para hacer referencia al lugar específico de proveniencia de las personas del interior. 3

El zapato, como símbolo de la ciudad y acceso a determinados bienes de consumo, iba a ser contrastado en con otro tipo de calzado para marcar la diferencia entre el mundo urbano y el mundo rural, “Fijate vos de que no.... no llegaron a usar un zapato. Tenían su zapatilla o su alpargata y vino acá en tan poco tiempo...” [justo llegó alguien y el comentario quedó truncado, el cual fue retomado en la cita del texto].


101 Si consideramos características definidoras del trabajo que se realiza en las fábricas tales como los procesos involucrados –un trabajo de transformación de la materia– o el tipo de relación que supone –relaciones salariales estructuradas a partir de un contrato–, describir la calle y particularmente el comercio realizado en las calles como ‘la gran fábrica de Ciudad del Este’ no deja de parecer extraño. Sin embargo, así como las fábricas fueron el lugar privilegiado de inserción de la población rural que migró a las ciudades en tantas partes del mundo, las calles de Ciudad del Este ocuparon ese lugar para aquellos que llegaron de diversas partes del Paraguay, especialmente del interior. El uso de Cristóbal, precisamente, captura este sentido.4 A finales de los 70 e inicios de los 80, esa caracterización debía ser otra. La construcción de la represa de Itaipu era en aquel entonces el gran atractivo para miles de personas que llegaban en busca de trabajo, provenientes de diversos lugares de Paraguay y Brasil. Pero aun durante la construcción de la represa, aquellos que no consiguieron empleo y, especialmente después, aquellos que lo consiguieron pero que al término de la obra fueron despedidos, las calles fueron transformándose en el espacio de inserción en diversas formas de ganarse la vida. Formas, muchas veces, más redituables que el trabajo en la represa. Claro que esta visión de largo plazo no está construida exclusivamente desde el privilegio de quien observa el pasado desde el presente. La trayectoria de Cristóbal la autoriza desde su experiencia: más de treinta años vendiendo, al inicio en la calle como ambulante, luego localizado en su mesita y después en el local por él construido en un espacio cedido por la municipalidad. 4

La fábrica, como el espacio por excelencia del trabajo en las sociedades modernas (al menos hasta la segunda mitad del s. XX), forma parte de un imaginario también movilizado en Foz do Iguaçu a través de los llamados a desarrollar el turismo, descrito como ‘la industria sin chimeneas’. En este caso, no es la fábrica sino el colectivo de su producción, la industria, la forma de nombrar el espacio productivo y laboral por excelencia. Esta manera de concebir la apuesta al turismo como forma de desarrollo local, utilizada por políticos y periodistas, no es nueva. Ya en 1974, Foz do Iguaçu era descripta localmente como un ejemplo de ciudad desarrollada a partir de la ‘industria sin chimeneas’: el turismo (REVISTA PAINEL, 1974, p.15).


102 Con todo, no era únicamente como espacio de trabajo e incorporación de aquellos que llegaron a la ciudad que Cristóbal comparaba las calles con las fábricas. Ellas aparecían también como uno de los espacios donde la propia ciudad fue producida. Mejor dicho, los vendedores de la calle, ya sea individualmente o a través de sus asociaciones, fueron actores activos en la propia producción de Ciudad del Este.5 En este capítulo, exploraré esos dos sentidos de la comparación de las calles con las fábricas –como espacio de inserción laboral y como espacio de producción de la propia ciudad–, a partir de tres preguntas. En primer lugar, ¿cómo es que las calles son ocupadas como lugares de venta? En segundo lugar, ¿cómo son realizadas esas ventas? En tercer lugar, ¿que sucede en las calles además de esa actividad comercial? Responder estas tres cuestiones nos brindará un retrato detallado del funcionamiento de las calles de Ciudad del Este como mercado y del tipo de universo social que emerge en dicho espacio.

Produciendo el espacio de las ventas En cuanto espacio de ventas, la calle debe ser apropiada y acondicionada por los vendedores para poder realizar su trabajo. De ahí la centralidad que las prácticas espaciales tienen para los vendedores de la calle.6 El análisis está articulado a partir de dos preguntas.

5

Por ejemplo, después de contar la experiencia de esos primeros ambulantes, Cristóbal concluyó “...hemos formado prácticamente esta ciudad.” Hablando de la sede social de la primera asociación de vendedores, los recitales y los campeonatos deportivos realizados, “Nosotros hicimos Ciudad del Este. No le vimos nacer, pero hicimos.” Hablando de partidos de fútbol a inicio de los 70’s entre los diversos actores del microcentro, “Así fuimos haciéndonos, digamos, creciendo con la ciudad, y hoy en día podemos decir que estamos, acompañando el crecimiento y hoy también acompañando el decaimiento comercial de Ciudad del Este.” O hablando sobre la primer asociación de vendedores, “Nosotros colaboramos para la construcción del empedrado de la Avenida San Blas, hemos comprado piedras... en fin, por eso te digo, nosotros somos parte de los que hicimos Ciudad del Este.” 6

Este abordaje no es ajeno a la tradición antropológica. Recordemos por ejemplo a Bronislaw Malinowski en su análisis de la agricultura en la islas Trobiand, la cual constituye uno de los juegos territoriales dentro de un cuadro más amplio que incluye los modos de asentamiento, las forma de uso de caminos y pasajes, pozos de agua y recreación o el significado de lugares mitológicos y centros mágicos (MALINOWSKI, 1935, p.320). Si bien el concepto de ‘juegos territoriales’ utilizado por Malinowski apunta a señalar la articulación entre reglas y prácticas en configuraciones territoriales específicas –algo que se adecua al tipo de análisis que sigue a continuación-, preferí utilizar el concepto de prácticas espaciales pues tiene un carácter más genérico al no


103 ¿Qué significa en términos prácticos vender en la calle? Para responderla, describiré las estructuras materiales utilizadas y las tareas realizadas diariamente por los vendedores, aspectos a la luz de los cuales emerge una de las características definidoras de las ventas en la calle: la necesidad de producir diariamente un espacio donde las mismas puedan ser realizadas. Ese trabajo de producción permanente del espacio de ventas se ve facilitado, en muchos casos, por una infraestructura permanente de cajas y casillas que permite guardar y exponer las mercaderías. La pregunta que surge en seguida es: ¿cómo es que se ocupa el espacio? Partiendo de la instalación de una de esas estructuras, analizaré las formas en que el espacio de la calle es apropiado, las relaciones y los marcos que posibilitan dicha ocupación. Observando los marcos institucionales y las prácticas espaciales concretas de los vendedores emerge un cuadro en el cual, si bien el grado de apropiación del espacio e intervención sobre el mismo es enorme, las condiciones de ocupación mantienen una precariedad que garantiza la reproducción de un sistema de indefiniciones que exige intervenciones y tolerancias: el espacio siempre posible de la arbitrariedad de las autoridades. Entre los vendedores que trabajan en la vía pública están aquellos que recorren las calles con sus mercaderías –los ambulantes- y aquellos que se localizan en un puesto fijo. Estos son conocidos como mesiteros, palabra que deriva del lugar donde colocan sus mercaderías en exhibición para la venta, una “mesita” (diminutivo de mesa) que suele estar compuesta por una o dos tablas que se apoyan sobre caballetes (Foto 12). Dependiendo de la mercadería, se utilizan diversos exhibidores sobre la mesita.

restringir exclusivamente las dimensiones espaciales a configuraciones territoriales. La noción de prácticas espaciales está inspirada en De Certau, 1984 (Troisiéme Partie: Pratiques D’Espace).


104 Sin embargo, no todos los mesiteros trabajan en mesas desmontables sino que

muchos

tienen

estructuras permanentes construidas vereda.

Una

sobre

la

de

las

estructuras permanentes Foto 12 – Mesa de ropa. En este caso son dos mesas, la mayor apoyada sobre la más pequeña que da para el espacio de la calle.

utilizadas en las ventas en la calle son las cajas,

estructuras metálicas con puertas en el frente, generalmente con algún estante en su interior. Tal como se ve en la Foto 13, la caja está fijada al piso a través de estacas que son pegadas con cemento. Tener una caja no sólo facilita la exposición de las mercaderías al servir como soporte de las mismas (tal como aparece más adelante, en la Foto 14) sino que sirve como depósito donde las mercaderías pueden ser guardadas detrás de una puerta con cerradura o candado. Cuando el día termina, lo que no entra en las cajas –exhibidores de madera

o

bancos,

por

ejemplo– es encadenado sobre las mismas o a su costado (Foto 13).

Foto 13 - Caja metálica (izq.) y casilla (der.). Sobre la caja se ven exhibidores, tablas, caballetes y bancos: la infraestructura de los mesiteros que no tienen caja o el complemento de aquellos que la tienen. Nótese la diferencia entre la casilla y la caja: la primera es una construcción sobre el piso de la vereda cerrada con una cortina metálica. La misma es lo suficientemente grande como para trabajar en su interior. La caja, en cambio, es utilizada para guardar la mercadería y elementos de trabajo y utilizada como exhibidor.


105 Aquellos que no disponen de una caja metálica tienen que guardar su mesita y su mercadería en algún deposito cercano, en la casilla de algún compañero o pagar a quienes trabajan retirando mesitas y mercadería para volver a traerlas a la mañana siguiente.7 Todos esos esquemas suponen costos o relaciones además del mayor esfuerzo que implica guardar las cosas para retirarlas de la calle, ya sea en una camioneta o en algún depósito cercano. Además de las mesitas y las cajas, están las casillas, que son estructuras metálicas de mayor porte donde se puede atender desde el interior de la misma (Foto 13). Muchas de ellas tienen un mostrador atrás del cual se ubica el vendedor desde donde atiende a los clientes. Según datos del Departamento de Microcentro de la Municipalidad, en el 2001 había más de 500 casillas en esa parte de la ciudad. El número de mesiteros trabajando en Ciudad del Este –esto incluye a los que tienen una caja o trabajan con su mesita– es más difícil de calcular. Según un censo realizado en 1998 por la Federación de Trabajadores de la Vía Pública, había unos 6000 mesiteros trabajando en el microcentro. Durante el trabajo de campo, en 2001, los números que recogí variaban bastante. Algunos dirigentes mesiteros señalaban que había unos 3000 trabajando en ese entonces, mientras otros creían que esa cifra no pasaba los 2000. Los datos que me dieron en el departamento municipal que fiscalizaba el microcentro y que se encargaba de cobrar el canon sobre el espacio de la calle, acercaba ambas cifras diferenciándolas a partir de la intensidad semanal del trabajo. En torno de 3000 mesiteros los “días de auge” –miércoles y sábados- y unos 1500 los días comunes. Aunque, tal como me dijera el encargado de dicho departamento, “...es difícil saber a ciencia cierta porque mucha gente viene y después desaparece.” 7

Por ejemplo, un conocido que trabajaba guardando la mercadería de otros, llegaba por las tardes en su kombi VW, esperaba que cargaran la mercadería y las mesas -el mesitero o alguien que lo hiciera por ellos- y a la mañana siguiente volvía a traerlas. Cobraba un dólar por día. Otros mesiteros guardaban su mesita y sus mercaderías en depósitos en las galerías. En otros casos, distribuían su material entre compañeros con cajas y casillas. Las mesas y exhibidores solían quedar en la calle, encadenados a una casilla o sobre alguna caja.


106 Si bien las prácticas espaciales y comerciales difieren entre mesiteros y ambulantes, ambos realizan ventas en la calle, lo cual supone la permanente producción de un espacio para que ellas puedan ser realizadas.8 Aun estando ocupado de forma fija, como en el caso de las cajas, ese espacio tiene que ser diariamente acondicionado pues las mercaderías no pueden quedar expuestas durante las noches. Más adelante voy a detenerme en otras conexiones históricas y estructurales entre ambas formas de ventas en la calle que me llevan a tratarlas de forma conjunta: el inicio ambulante de las ventas en la calle en el pasado y su persistencia como mecanismo de incorporación en el presente. Por ahora, concentrémonos en ese trabajo de producción del espacio para las ventas a partir de la descripción de una mañana de octubre de 2001. Eran algo más de las siete de la mañana y Gregorio ya había abierto su caja metálica ubicada en la vereda de la Avenida San Blas.9 Con la ayuda de Manuel, quien trabajaba al lado y solía llegar bien temprano, sacaron del primer estante de su caja una tabla que colocaron sobre la superficie de la misma. Sobre la tabla, había varios productos guardados en sus embalajes. Gregorio sacó del estante de abajo otros productos y fue a buscar a la casilla de Edgar -el hijo de Ramona, su mujer- dos grandes cajas de cartón con mercaderías, el toldo con que iba a cubrir el puesto, su banco y el pequeño exhibidor que utilizaba para expandir la superficie de exhibición. Apoyado sobre la puerta de su caja y sobre un pequeño caballete de madera, el exhibidor de forma escalonada le daba un efecto cascada a su puesto que permitía la exposición de mayor cantidad de mercaderías. (Foto 14). Con la ayuda de alguien más, colgó el toldo atándolo a la casilla donde Manuel trabajaba, a una soga que atravesaba la calle y a una casilla ubicada en la vereda del frente. El toldo, de color naranja, era una lona plástica de aquellas utilizadas para cubrir cargas de camión.

8

Esta forma de espacialización de los intercambios es lo que establece una continuidad entre el comercio de la calle y las ferias y mercados en espacios públicos, forma que las diferencia de las ventas en espacios cerrados como los comercios. Esa continuidad está en la base de la percepción del comercio de calle como una forma pre-moderna cuya persistente existencia es el elemento que tiene que ser explicado. Algo que tiene que ver antes con ideales de lo que debe ser la ciudad y la sociedad que con desarrollos históricos concretos, tal como el comercio de calle en tantas partes del mundo lo demuestra. Sobre Estado Unidos ver Duneier, 1999; Morales, 2000; Stoller, 2002a y 2002b. Sobre Sudáfrica ver Nattrass, 1987; Nesvåg, 2000. Sobre Francia ver MacGaffey & Bazenguissa-Ganga, 2000. Sobre Turquía ver Varcin, 2000. Sobre la India ver Jhabvala, 2000; Sharma, 2000; Rajagopal, 2002. Sobre Barbados ver Cutsinger, 2000. Sobre México ver Castro Nieto, 1990; Cross, 1998. 9

La primera palabra que Gregorio uso para referirse a su caja fue ‘guardavolume’, palabra de origen portugués. Sin embargo, generalmente es llamada de ‘caja’ por la mayoría de las personas que trabajan en la calle, inclusive por Gregorio.


107

Foto 14 – La mesa de Gregorio.

Gregorio se puso a ordenar sus mercaderías retirándolas de los embalajes y las fue colocando sobre la tabla y el pequeño exhibidor. Algunos embalajes iban quedando como soporte de los productos, otras eran guardados. Así, los productos que Gregorio vendía fueron siendo dispuestos en su espacio de venta.10 Luego de terminar de poner todo en su mesita, Gregorio colocó las cajas de cartón con los embalajes en el rincón que quedaba en la escalinata frente a su puesto. De hecho, en los 10-12 metros de ancho que ocupaba la escalinata de la galería frente a la cual estaba su caja, sólo dos personas ocupaban los rincones contra la pared. Gregorio, que estaba localizado enfrente de ese rincón, lo usaba para colocar las cajas de cartón con los embalajes después de haber instalado sus mercaderías.11 Con todo sobre su mesa, estaba listo para esperar a los clientes.

A diferencia de un local comercial que se abre al público, la venta en la calle es realizada en un espacio que no puede ser cerrado después que termina la jornada. Si bien la ocupación de ese espacio por diversas estructuras fijas facilita las tareas de los mesiteros, no altera esa necesidad de acondicionarlo diariamente. De esta manera, sacar los productos y disponerlos para su exposición es el comienzo del día de todo mesitero. Limpiarlos y volver a guardarlos comienza a marcar el final de la jornada. Con la ayuda de un plumero o un trapo van a retirar el polvo para después guardar los productos en sus embalajes o en cajas comunes. 12

10

Sobre los productos, ver la sección siguiente.

11

El otro extremo de la escalinata era usado por Antonio, quien también tenía su caja enfrente de la escalinata. Sin embargo, Antonio usaba el rincón de la escalinata como espacio de ventas, valiéndose de un exhibidor colocado contra la pared para exhibir sus productos. 12

Rojo y siempre presente, el polvo parece inundarlo todo en Ciudad del Este. El polvo es una de las características apuntadas por muchas personas para señalar el carácter atrasado de Ciudad del Este (especialmente brasileros, pero también paraguayos cuando están en tono auto-crítico). La justificación de


108 Las formas de disposición y presentación de las mercaderías varían entre los distintos vendedores. Algunos invierten más tiempo y esfuerzo para lograr un efecto más llamativo y así, atraer más compradores (Foto 15 y Foto 16). Para algunos, es el espacio de presentación de su cuidado y dedicación.

Foto 15 - Vendedor ordenando las zapatillas sobre los exhibidores colocados encima de su caja.

dicho argumento se basa en la comparación con Foz do Iguaçu donde, efectivamente, hay menos polvo. Algo que no siempre fue así, tal como lo demuestra la presencia del mismo tipo de quejas presentes en Foz do Iguaçu años atrás. Por ejemplo, en una crónica de 1973 reproducida veinte años después, un habitante de Foz do Iguaçu se quejaba de la “poeira, barro e fina lama” cuestionando la falta de asfaltado en la ciudad, no tanto en nombre de sus habitantes sino por quienes venían a dejar su dinero en la ciudad: los turistas. “[D]eixar que inocentes que vêm dar-nos dinheiro, mostrar-nos alguma alegria e um_ pouco de beleza sem qualquer satisfação duma cidade limpa e confortável – é o cúmulo! (...) É como enfiar a mão na bolsa do turista e com a outra lançar-lhe poeira na cara.” (REVISTA PAINEL, 1993, p.1-2). Sin embargo, aquello que parece haber conseguido el asfalto en Foz do Iguaçu (la eliminación del polvo), del otro lado del río no tuvo el mismo efecto. En una región de suelos particulares que sufrió una profunda deforestación, la presencia diferencial de polvo tal vez sea explicada por los procesos de urbanización de cada ciudad. En el caso de Foz do Iguaçu, el proceso de transformación urbana operado con la construcción de Itaipú fue realizado de forma más global. En Ciudad del Este –al menos en el microcentro- fue realizado de modo fragmentado, con una temporalidad desigual y variada, presentando un patrón de ocupación espacial no-exhaustivo. Por otro lado, el enorme movimiento que se registra en el microcentro, así como la forma en que son realizados los servicios de barrido y limpieza ayudan a entender esa diferencia. En su artículo sobre los imaginarios acerca de aquel espacio fronterizo (como espacio salvaje de la naturaleza o como espacio salvaje urbano), Carmen Ferradás se sorprende con la preocupación con la suciedad (recolección de basura, orina en público y tránsito), considerada como “el más intolerable de los problemas de la ciudad” por miembros de asociaciones locales en una reunión donde se discuten los problemas de la ciudad (FERRADAS: 1998, p.19). Según la autora, preocupados antes con “the wilderness within” que con la legalidad de las transacciones, dicha preocupación expresaría el interés de comerciantes y poderosos por disciplinar a los recién llegados que ocupan el espacio público de la calle. Sin embargo, hay varias cuestiones que me hacen dudar de esa interpretación. Los recién llegados no son tan “recién llegados” al espacio de la calle ni los negocios de comerciantes y poderosos necesariamente se ven afectados por la competencia que ellos colocan; así como los problemas de la suciedad también son levantados recurrentemente por los trabajadores de la calle.


109 Una serie de elementos inciden profundamente en el espacio

que

ocupa

cada

mesitero, imponiendo a algunos problemas que otros, localizados tan sólo a metros de distancia, no tienen.

Tratándose

de

una

actividad que supone estar desde la mañana hasta la tarde en un

Foto 16 – Puesto de venta de flores artificiales. Las cajas en las que están las flores de abajo son las mismas donde son guardadas al terminar el día de trabajo. Las exhibidores donde se cuelgan las otras flores son -en su mayoría- de metal o de madera.

mismo lugar, esos elementos tienen un impacto inmenso en el día a día de los mesiteros. Por ejemplo, estar en una vereda que recibe sol por la mañana o por la tarde o frente a un edificio que bloquea el sol, transforma profundamente el día a día del espacio de trabajo, tornándolo particularmente frío en invierno (si no recibe sol) o haciéndolo extremamente caliente durante el verano (si lo recibe).13 Claro que la presencia directa del sol no es el único factor que afecta el clima de cada espacio. Estar en un área cubierta junto a pequeños comercios hace que haya poca circulación de aire, lo que en verano se traduce en más calor. Estar en la entrada de una galería donde circula más aire torna los lugares mucho más frescos, más aun si esa galería tiene varias entradas. Estar debajo de un área descubierta implica instalar diariamente un toldo, como veíamos en el caso de Gregorio.14 Estar ubicado en calles con mucho movimiento de vehículos implica quedar expuesto a las emanaciones de camiones, camionetas, automóviles y motocicletas, lo que significa aspirar diariamente esos gases y enfrentarse a un plus de suciedad sobre las mercaderías que viene 13

La temperatura promedio en el mes más caliente –enero- varía entre 32º (máxima) y 21º (mínima) y en el mes más frío –junio- entre 22º y 11º, respectivamente. Sin embrago, los promedios esconden las grandes variaciones que puede haber, llegando en verano a máximas arriba de 40º y en invierno a mínimas debajo de -1º. 14

La protección del sol es fundamental ya que los productos expuestos al sol pierden su color y, cuando están elaborados en materiales plásticos, pueden inclusive perder su forma.


110 a agregarse al polvo de siempre.15 Todos estos factores influyen profundamente en cada espacio de trabajo y, junto a la multiplicidad de relaciones sociales que distinguen

cada

lugar

específico,

contribuyen al carácter denso y diferenciado que se encuentra en las calles de Ciudad del Este.

Foto 17 - Vendedor ambulante de accesorios para autos en la salida del puente.

Si en el caso de los vendedores localizados en un lugar específico la producción del espacio se traduce en el armado diario de una estructura para la oferta de sus productos que debe ser desarmada al final del día, para aquellos que trabajan de forma ambulante la producción de ese espacio se traduce en la circulación permanente con los productos buscando compradores. Los ambulantes generalmente traen su mercadería con ellos y la vuelven a llevar a su casa al terminar la jornada. La mayoría usa bolsos (Foto 17), aunque también están aquellos que usan cajas o canastas (como hacen los vendedores de chipa, pollo, verduras y frutas Foto 18). La ventaja de la movilidad es que se puede estar en los lugares en que los turistas o Foto 18 – Vendedora de frutas en la entrada del Shopping Santo Domingo.

15

Una persona que trabajaba sobre la Ruta Internacional me señalaba precisamente eso: “Mucho vehículo que echan esos humos que vienen a parar... que contamina el aire, entonces nosotros, mucho de eso, estamos tragando también, ¿no? Ese es el problema social que nosotros vivimos también, ambiental.” La cantidad de gases que son emanados diariamente en el Puente de la Amistad y a lo largo de la Ruta Internacional es realmente impresionante. Especialmente en esta última, que es un plano inclinado hacia la barranca del Paraná, los vehículos que ingresan al Paraguay lo hacen en subida produciendo una mayor combustión. A esto hay que agregar una cantidad de vehículos en malas condiciones de mantenimiento, lo que eleva aun más los índices de polución.


111 posibles compradores se concentran; ya sea en lugares específicos (como la entrada de algunos centros comerciales) o allí donde los posibles compradores quedan atrapados (por ejemplo, en el transito – Foto 19). Si vender en la calle implica producir diariamente el espacio para las ventas y los

Foto 19 – Vendiendo en la fila de autos rumbo al puente.

mesiteros lo hacen localizados en un lugar específico, la pregunta es ¿cómo es que se ocupa ese lugar? Intentaré responderla a la luz de la instalación de una caja que sucedió durante el trabajo de campo. Preguntándole a un mesitero cómo se llegaba a tener una caja en la calle, me puso el ejemplo de un compañero: “Él quiere poner una caja metálica. La va a poner y pueden hacerle problema, pero estamos nosotros para defenderlo. Así es que se hace.” Tal como me había vaticinado, unos días después acontecería la instalación. Veamos el relato construido a partir de las notas de campo. Cuando empezaron a cerrar los comercios y la calle comenzó a despejarse, llegó un camión. En el remolque, una caja metálica: dos puertas al frente, cerraduras, pintada de rojo reluciente. En el transporte desde el camión a su futura ubicación, participamos varias personas. Era pesadísima. Además de quien había encargado la caja y de quien la traía, estaban los mesiteros amigos y compañeros junto a otros amigos que siempre estaban por ahí. Más de diez personas terminamos ayudando en el proceso de instalación de la caja en su nueva posición. La tarea no fue fácil ya que el lugar donde iba a ser ubicada –entre una casilla y otra caja metálica–, resultó ser un poco más pequeño que su ancho. Por ese motivo, no se podía arrastrarla hasta su nueva posición sino que hubo que levantarla y colocarla entre la casilla y la otra caja, haciendo fuerza de un lado y del otro para que pudiera entrar. Una vez colocada en su lugar, hubo que comenzar a bajarla haciendo presión contra la caja y la casilla, que a pesar de estar fija en una base de cemento, se movía por la fuerza que había que hacer. Para evitar que la caja del vecino perdiera su forma y que su puerta no saliese de escuadra, quien trajo la caja colocó un metal entre la puerta y su marco. Cuando la caja entró, posicionarla de forma correcta llevó mucho tiempo. Primero bajarla hasta el piso, después enderezarla. Parecía muy alta en comparación con las otras y era porque, a diferencia de ellas, la caja que estaba siendo instalada tenía patas. Pero una vez posicionada, el sentido de las patas quedó más claro: el que trajo la caja empezó


112 a romper el piso debajo de cada una de ellas. Las patas no eran otra cosa que las estacas que luego irían a ser pegadas con el cemento que cubriría los agujeros. Una vez hechos los agujeros en el piso, la caja fue empujada hacia su posición final. Días más tarde, el que hizo la caja y la había instalado en su posición final, volvió para llenar los agujeros con cemento y así fundió de manera definitiva la caja al piso. Durante la instalación, una vez que la caja quedó en su lugar y quien la estaba instalando comenzó con los agujeros, el resto de la gente se apartó un poco. Quienes no habían terminado de guardar su mercadería fueron a terminar de hacerlo. Varios de ellos se sentaron sobre otra caja y en banquetas y comenzaron a jugar chinchón.16 Desde que había llegado la caja se estaba tomando cerveza. Durante el chinchón, el dueño de la caja invitó varias cervezas. En medio de la instalación, como acordándose de mi pregunta de días atrás, el mesitero que me había empezado a explicar el asunto del espacio en la calle agregó: “Así se hace acá, Fernando. Si viene alguien ahora se puede armar lío, pero si no, una vez que está instalada ya es difícil que le quiten.” Nadie llegó en ese momento y la caja así quedó instalada. Días después, cuando pasó por allí el fiscal municipal que cobraba el canon diario a los mesiteros, hizo lo que hacía siempre: cobró el canon diario correspondiente por la ocupación de dicho espacio y siguió su recorrido. El mesitero era el mismo. Ahora tenía una caja. La instalación de la caja nos permite comprender algunos elementos que operan en los procesos de ocupación de la calle. A pesar de ser una acción decidida individualmente, la instalación se inserta en un campo de relaciones y reglas que dan sustento a las prácticas de los mesiteros. Quien instaló la caja ya trabajaba en ese lugar desde hacía mucho tiempo. Antes de instalar la caja, trabajaba con una mesa desmontable que armaba y desarmaba todos los días. La decisión de instalar la caja estaba relacionada con la necesidad de tener un espacio para poder guardar su mercadería. Si antes no había tenido esa necesidad era porque alquilaba la casilla de al lado, lugar donde además de tener la mercadería que vendía en la casilla, guardaba aquella que ofrecía en la mesa y los caballetes sobre los cuales la instalaba. El problema que se le presentó en la segunda mitad del 2001 fue que el dueño de la casilla se la pidió de vuelta para comenzar a trabajarla personalmente. El día que vació la casilla, antes de devolvérsela a su dueño, estaba tomando una lata de cerveza. Me senté y nos pusimos a hablar.

16

El chinchón es un juego de cartas muy común en las calles de Ciudad del Este. Una descripción del juego está en la última sección de este capítulo.


113 [yo] - Dejás la casilla. [mesitero] - Mejor, unos 600.000 guaraní menos de gasto, al final era eso... [yo] - ¿Pero te pone mal dejarla? [mesitero] - Me pone mal por lo que significa. Antes tenía varias casillas, tenía 10.000, 13.000 dólares guardados en mi casa, y ahora... ¿Qué tengo? No se si alcanzo a 300 dólares... Y ahora tengo que cerrar acá. (pausa) Para qué gasté todo, ¿no? Farra, bebida... qué voy a hacer. La instalación de la caja era una marca más de la crisis que atravesaba el comercio de Ciudad del Este y que él, personalmente, sentía hacía tiempo. Vendía CD’s hacía años y nueve meses antes de instalar la caja había comenzado también a vender relojes pues la venta de CD’s no rendía como antes.17 Desde entonces, trabajaba en la casilla con los CD’s y en la mesa que tenía instalada al lado con los relojes. A sus ojos y al de sus compañeros, la instalación de la caja representaba el mejoramiento del espacio que desde hacía años usaba para su trabajo, mejoramiento que tenía que afrontar para adecuarse a las nuevas condiciones que la devolución de la casilla en la que había trabajado por mucho tiempo le imponía. Pero entonces, ¿por qué podía haber problemas? Y ¿quién podía crearle problemas? Que ese era su espacio, nadie lo ponía en duda y, en teoría, el mejoramiento del mismo no estaba prohibido. El problema era que si aparecían fiscales de la municipalidad, podían impedirle la instalación y hasta quitarle la caja. Pero, ¿por qué? Las explicaciones que recogí posteriormente fueron varias. Algunos señalaron que para instalar la caja hacia falta una autorización municipal. Otros agregaron que el problema era que para poder pedir la autorización hacía falta estar en día con todos los papeles que autorizaban a vender en un determinado lugar; proceso de autorización que casi todos comenzaron pero que casi nadie completó o, si lo completaron en algún momento, no lo tenían actualizado. Un fiscal

17

El contraste entre los ‘buenos tiempos’ de bonanza económica y la retracción económica que atravesaba Ciudad del Este en el 2001 era constante, claro que las consecuencias existenciales no eran iguales para todos. Qué se hizo con el dinero de las buenas épocas –cómo se gasto, en qué, para qué- y que implicancias tuvo para la vida presente son un espacio fundamental para entrar en ciertos valores y lógicas sociales que han operado y que operan, que veremos más adelante.


114 municipal fue más lejos en su explicación: la posibilidad de instalar nuevas cajas o casillas había sido suspendida.18 La cuestión, a los ojos de todos, era que si aparecían fiscales de la municipalidad podían impedirle la instalación e, inclusive, quitarle la caja. Esas explicaciones, sin embargo, no surgieron en el momento sino que me fueron dadas posteriormente por mesiteros y funcionarios. En verdad, si bien mis preguntas encontraron diversas respuestas, las mismas nunca constituyeron a los ojos de los mesiteros caminos alternativos que pudieran haber sido tomados para instalar la caja sin tener que enfrentarse al miedo de los problemas que podría ocasionar la llegada de los fiscales municipales. Los problemas que podía enfrentar el mesitero que estaba instalando la caja no eran tanto porque él estaba actuando de manera irregular –en términos legales– sino porque la forma regular de instalar una caja suponía la posibilidad de esos problemas. El ‘así se hace acá’ que me dijeran durante la instalación puede parecer una simplificación, pero en verdad dice mucho más que lo obvio del enunciado. La frase completa captura los dos elementos esenciales presentes no sólo en la instalación de la caja sino en muchos otros procesos que operan alrededor del comercio de Ciudad del Este. Por un lado, la inestabilidad constitutiva de las acciones (“Si viene alguien ahora se puede armar lío...”) derivada de marcos legales que no establecen exhaustivamente una forma definida de hacer las cosas. Por otro lado, la política de hecho (“...una vez que está instalada ya es difícil que le quiten.”) que se instaura en un espacio caracterizado por esa inestabilidad. La idea de política de hecho no tiene que ser pensada en oposición a una política de derecho, sino como una forma particular de entrelazamiento de reglas e indefiniciones. Entrelazamiento que, para quien quiere realizar una mejoría en su espacio de ventas, implica la necesidad de una acto cuya validez puede ser cuestionada mientras se realiza, 18

Algo que no me fue confirmado en el Dpto. Especial de Microcentro, repartición en la que trabajaba ese fiscal.


115 pero cuyo resultado queda legitimado como acto consumado. Veamos estos elementos en detalle.

Disyunciones de la calle Los mesiteros pagan un canon diario a la Municipalidad cuyo valor, durante 2001, era de 500 guaraníes (US$ 0,125). Los fiscales municipales encargados de cobrarlo pasan mesa por mesa durante el día. El espacio estándar de una mesita –definido en una ordenanza municipal– es de 0,80 x 1,20 mts. Como muchos mesiteros tienen su puesto organizado en el espacio de dos o tres mesitas, pagan el canon multiplicado por las veces correspondientes. El recibo que es entregado a cada mesitero tiene escrita la definición del término en que la municipalidad recauda dicho dinero: “Canon diario por permiso de Ocupación Precaria de Bienes del Dominio Público Municipal.”19 El canon pagado por los mesiteros está establecido a partir de ordenanzas que regulan el monto que debe ser pagado y la forma en que debe ser usado el espacio. Para los mesiteros, el pago diario del canon legitima de forma legal su ocupación del espacio. “Nosotros estamos legal. Pagamos nuestro canon diariamente...” es un comentario que, con otras palabras o en diferente orden, me dijeron recurrentemente. Sin embargo, hay un déficit en esa forma de ocupación que también aparece en otros comentarios de los mismos mesiteros. Pagar el canon no los tira de la situación precaria en la que continúan trabajando tanto en términos de ocupación del lugar de trabajo

19

Dicha definición sigue los lineamientos establecidos en el artículo 123 de la Ley Tributaria Municipal (Ley 620) y la Ordenanza No. 027/98 de la Junta Municipal de Ciudad del Este. La tarifa establecida en dicha ordenanza es definida como tarifa única de quinientos guaraníes por el espacio de una mesita. El recibo también consta de algunos ítems a ser completados: Nombre y apellido, Ubicación, Mesitero, Ambulante, Sector, Fecha, Firma y sello. En la práctica, tan sólo se anota el nombre con el cual es conocido el mesitero (que puede ser nombre, apellido o sobrenombre) y la fecha.


116 como de otras seguridades y posibilidades.20 Si el pago del canon representa el permiso institucional para trabajar en la calle, también es un síntoma de la forma que dicho permiso tiene: su precariedad. Pero la precariedad no deriva del sentido jurídico del término –como aquello que se tiene sin título y se deja por tolerancia o merced– sino de la forma en que las cosas funcionan realmente. Para trabajar como mesitero uno debería iniciar un proceso en la municipalidad solicitando un determinado lugar para vender.21 Primero, hay que presentar el pedido por ‘mesa de entradas.’ Luego, un fiscal se presenta en el espacio solicitado para verificar que el mismo es ocupado por quien hizo el pedido -no por otra persona- y que dicho espacio puede ser destinado para ventas callejeras. Después, la Junta Departamental se pronuncia sobre la pose para que sea legalmente reconocida. Una vez regularizada la situación, el beneficiado pasa a pagar un canon mensual y tiene derecho de usufructuar dicho espacio por un año. La práctica cotidiana, sin embargo, era otra. El encargado municipal de la fiscalización del microcentro así describía la situación,

20

El reconocimiento y la regulación municipal conseguido por todas las categorías laborales emergentes en Ciudad del Este –mesiteros, ambulantes, cambistas, mototaxistas, kombistas- parece no garantizar completamente la percepción de estar dentro de la legalidad. En el caso de los cambistas, esa garantía llegó de la mano del reconocimiento del gobierno central, algo que permite entrever diferentes intensidades en la legitimidad de las instituciones gubernamentales. Hablando con un cambista sobre el canon municipal que debían pagar mensualmente a la municipalidad le pregunté si podía considerarse que, por el hecho de pagarlo, ellos estaban reconocidos formalmente por las autoridades. Me respondió, refiriéndose al nuevo tributo nacional que habían comenzado a pagar: Así es, reconocidos por el estado paraguayo. Por el estado paraguayo como trabajadores formales, legales. Es decir, a partir de que nosotros estamos pagando el tributo, justamente ya... somos legales, ¿verdad? Porque anteriormente pagábamos una tasa, acá a la municipalidad. Solo eso. Pero hoy día ya estamos pagando un tributo al estado paraguayo. Pero ese tributo no se paga...así, por asociación, sino ya es un tributo unipersonal, como normalmente es... O sea, como persona física estamos tributando. No como persona jurídica. Somos un ente jurídico, es cierto, ¿verdad? Pero sin embargo pagamos unipersonalmente, así, como persona física. Estas percepciones permiten percibir una distribución desigual de legitimidades, donde el gobierno central aparece como el estado y el gobierno municipal como otro actor local, con sus intereses y limitaciones. No debemos imaginar, tampoco, Asunción y el gobierno central como un ‘centro ejemplar’ (GEERTZ, 1977) porque el mismo está puesto en cuestionamiento, recurrentemente, por denuncias y sospechas que informan las miradas desde Ciudad del Este. Sin embargo, es cierto que la distancia entre reglamentos emanados de Asunción reintroducen una distancia que permiten imaginar una ley menos sujeta a las negociaciones particulares. Algo que, como vamos a ver, no es el caso de las reglamentaciones municipales. 21 La descripción del procedimiento que sigue a continuación está construida a partir de las ordenanzas y de la forma en que me fuera narrada por el encargado del departamento que fiscaliza el microcentro.


117 Son pocos los que hicieron la solicitud. En verdad la mayoría vive en una permanente situación irregular. Nosotros [los fiscales municipales] lo que hacemos es controlar que ellos [los mesiteros] no se excedan, intervenimos si avasallan el derecho de los otros. La mayor parte de nuestro trabajo tiene que ver con eso, lograr establecer un equilibrio y armonía entre ellos. Nosotros desde la municipalidad les alentamos a que regularicen su situación pero ellos no lo hacen. Cuándo le pregunté por qué los mesiteros no se regularizaban, la primera explicación del funcionario fue cultural: “En guaraní hay un dicho que es oparei, que significa así nomás. Y acá todo es así nomás. El paraguayo no se preocupa, mientras no le molesten, él sigue.” La conversación siguió y volví a insistir sobre el mismo asunto con otra pregunta. Si regularizarse les daba mayor seguridad, ¿por qué no lo hacían? Según él, por no querer pagar el canon de forma mensual ya que, de acuerdo a la ordenanza que regula las ventas en la calle, una vez que uno está en regla pasa a pagar el canon mensualmente. “Prefieren estar como están y pagar cuando van a trabajar.” Ahí me mostró una pila de carpetas amarillas: todos procesos abiertos por mesiteros para regularizarse. Casi todos ellos parados en el mismo punto: abrieron el pedido, el fiscal fue a cerciorarse si estaban en el lugar solicitado y no encontraron al solicitante. El trámite quedaba parado. Insistí, ¿por qué? “Por cada solicitud, ellos reciben una contraseña y cuando obtienen la contraseña ya está.22 Porque después, cuando va el fiscal, ellos le muestran y dicen que ya iniciaron el trámite. Son artimañas. Artilugios. Subterfugios para mostrar que están en regla. Pero son pocos los que terminan el trámite. Les interesa la contraseña para mostrar al fiscal.” Para los mesiteros el asunto es más simple. Una vez que uno se ubica en un lugar – con el aval de alguna de las asociaciones que toma cuenta de ese espacio–, inicia el trámite en la municipalidad, obtiene su seña y pronto. Si es difícil que un fiscal le pida la seña, mucho menos va a pedirle información sobre la evolución del trámite en la municipalidad. Para los fiscales, si uno está instalado en determinado lugar es porque tiene el acuerdo de 22

La contraseña es un papel con el número de proceso que está tramitándose en la municipalidad para obtener el permiso para vender en aquel espacio.


118 la asociación y de los mesiteros que allí trabajan por lo que, si paga el canon correspondiente, allí puede quedarse trabajando. Cuando hay conflictos por un determinado espacio, los fiscales pueden ser llamados para intervenir aunque generalmente el asunto es solucionado por la asociación que toma cuenta del lugar en cuestión o que representa a los mesiteros involucrados.23 Tal como lo colocara uno de los funcionarios del Departamento de Microcentro de la Municipalidad de Ciudad del Este resumiendo la cuestión de la ocupación de la calle para las ventas, “Funciona un poco como derecho adquirido... Lo que nosotros hacemos es evitar peleas entre ellos por el uso del espacio, reconociendo a aquel que estaba trabajando con anterioridad.” El derecho adquirido, sin embargo, tiene sus reglas y dinámicas ligadas en parte a la municipalidad aunque no necesariamente a las ordenanzas y reglamentaciones. Observando el procedimiento de ocupación desde la perspectiva de los mesiteros vimos aparecer un elemento nuevo: las asociaciones.24 Las

asociaciones son un marco

organizativo fundamental para entender la ocupación de la calle y, sin embargo, al igual que las ordenanzas y reglamentaciones municipales, en la dinámica cotidiana parecen ser completamente prescindibles para entender su funcionamiento. Si hasta ahora no las había mencionado, no obstante, las asociaciones nos venían acompañando desde el inicio, resonando en las palabras del mesitero con que comenzaba la descripción de la instalación 23

Durante mi trabajo de campo nunca presencié una disputa por un lugar. Con la caída en las ventas, la presión sobre el espacio de la calle se descomprimió. Los relatos sobre los conflictos por el espacio generalmente señalaban a los compañeros de espacio y la asociación de mesiteros como las instancias primarias de resolución de conflictos. Los problemas que llegaron a la municipalidad generalmente estaban asociados a conflictos sobre espacios donde las asociaciones se superponían. Estas superposiciones son posibles porque las asociaciones funcionan por criterios de especialización por producto y de espacialización por áreas. Sobre el desarrollo de las asociaciones de mesiteros ver Capítulo 3. 24

Eran varias las asociaciones de mesiteros que funcionaban durante mi trabajo de campo, entre ellas estaban la Asociación de Mesiteros de la Avenida San Blas; el Sindicato de Vendedores Feriantes de Ciudad del Este; la Asociación de Comerciantes de Ciudad del Este – Lenteros Unidos; el Sindicato de Trabajadores Vendedores de Artículos Electrónicos, Musicales, Culturales, Revistas y Afines en la Vía Pública del Alto Paraná; la Asociación de Trabajadores Fronterizos del Este; la Asociación de Trabajadores de Golosinas, Asociación de Vendedores de Cosméticos; la Asociación de Vendedores de Artículos Típicos; la Asociación de Vendedores de Mercería y el Sindicato de Mesiteros Unidos.


119 de la caja: “...pueden hacerle problema, pero estamos nosotros para defenderlo.” Si bien el ‘nosotros’ se refería concretamente a los compañeros que compartían aquel espacio, viniendo del presidente de la asociación que nucleaba a los mesiteros de aquella área, ese ‘nosotros’ también podía ser interpretado como siendo la asociación. El ‘nosotros asociación’ puede ser activado en algunas situaciones y sin duda lo hubiera sido si hubiese habido problemas durante la instalación de la caja. Activar ese colectivo significa asumir el lugar de representante de la asociación para poder discutir con las autoridades. Generalmente, eso sucede en situaciones específicas tales como amenazas de expulsión de un espacio, problemas por la instalación de estructuras o conflictos en relación con la mercadería. Si una de las caras de las asociaciones es esa dinámica contextual vinculada a problemas puntuales, el otro aspecto menos visible pero crucial para entenderlas, es que las asociaciones fueron –y son– los medios organizativos acordados con la municipalidad para ordenar la ocupación del espacio. En este sentido, en cuanto entidad, la asociación tiene una importancia fundamental en el momento de ingresar a trabajar en la calle, aunque después no tenga tanta importancia durante el cotidiano de un asociado. Si bien en otras épocas las asociaciones controlaban firmemente el espacio, no era así durante mi trabajo de campo. La desaceleración del movimiento comercial relajó la presión sobre la calle y el lugar que tenían las asociaciones en la asignación de espacio no aparecía en el día a día.25 Durante 2001, por ejemplo, conocí varios mesiteros que ocupaban un espacio en la calle sin estar afiliados a ninguna asociación. Sin embargo, hablando sobre los momentos en que otros entraron a trabajar y, especialmente, con

25

Muchos mesiteros ya habían dejado la calle durante las buenas épocas invirtiendo sus ganancias en negocios u otras actividades. El abandono de la calle durante los años de mi trabajo de campo –de 1999 a 2001- estaba asociado a que la misma había dejado de ser el lugar promisorio de antes, por lo que muchas personas preferían probar suerte en otras actividades.


120 aquellos que no consiguieron un lugar, es donde se revela la importancia que tuvieron las asociaciones. En teoría, la posibilidad individual de ocupación de un espacio para vender está mediada por la pertenencia a una asociación de mesiteros. Cuando en la década del 70 el trabajo de los vendedores fue permitido, uno de los requisitos fue la formación de asociaciones a las cuales era obligatorio afiliarse. Establecido un límite máximo por asociación, la calle quedó cerrada para otros vendedores, siendo esas asociaciones -junto a las autoridades- las que regulaban la ocupación del espacio. Cuando las dos primeras asociaciones se vieron desbordadas por la presión cada vez mayor de otros vendedores y por arreglos que las pasaban por alto, la calle terminó abriéndose a nuevos vendedores que fueron exigidos a formar sus propias asociaciones. Éstas pasaron a aglutinar a los nuevos vendedores y a controlar el espacio junto a las viejas asociaciones.26 Las asociaciones fueron la llave de acceso a la calle. Esa era, aun durante mi trabajo de campo, su principal razón de ser. Por ejemplo, explicando el carácter del Sindicato de Trabajadores Vendedores de Artículos Electrónicos, Musicales, Culturales, Revistas y Afines en la Vía Pública del Alto Paraná, su presidente así lo caracterizaba: El sindicato por lo menos no, no, no está trabajando como un sindicato, porque, solamente nosotros sindicalizamos para trabajar en la calle. No tenemos ninguna cooperativa, no cooperamos juntos, solamente, trabaja uno para cada uno en la calle y tenemos un local pero... ese local, solamente es para hacer reuniones con los muchachos.” Hablando sobre las otras asociaciones, otro dirigente me explicaba: Todas son asociaciones, ¿me entendés? Todo se fundó acá en las calles porque necesita de la asociación, entonces se fundo la asociación, entonces todas las asociaciones están reconocidas por el Ministerio de Justicia y Trabajo. Legalmente constituido, cada dos años hay elecciones para elegir nuevos dirigentes, para elegir nuevo presidente...”

26

Analizo estos desarrollos en el Capitulo 3.


121 Este ‘efecto asociativo’ –la formación de asociaciones en el proceso de regulación de una categoría laboral– fue parte de todos los procesos atravesados por las categorías emergentes en Ciudad del Este, ya sean cambistas, mesiteros, kombistas, mototaxistas, paseros o ambulantes.27 La aceptación y regulación de cada categoría implicó la constitución de asociaciones que pasaron a representarla frente a las autoridades, jugando un papel fundamental en la reglamentación del trabajo y posterior implementación de dichas reglas.28 En el caso de los mesiteros, dada la centralidad del espacio para poder realizar las ventas, las asociaciones fueron las encargadas de la asignación y reconocimiento de un espacio a sus asociados. Las diferencias entre los procedimientos para ocupar la calle descritos por los fiscales municipales y los mesiteros comienzan a adquirir sentido a la luz de una serie de contradicciones emergentes del proceso de regulación del trabajo en la calle. La primera 27

El ‘efecto asociativo’ también aparece en los análisis sobre vendedores de la calle en otras partes del mundo. Tal como en el caso de Ciudad de México estudiado por John Cross, las organizaciones son el resultado de las presiones administrativas que requieren que los vendedores estén afiliados a una asociación reconocida para poder ocupar un determinado espacio con permiso. El trabajo de John Cross cuestiona una visión extendida en el análisis del comercio callejero -y de la denominada ‘economía informal’, en generalque tiende a limitar a factores económicos la explicación de su crecimiento. Para ello, analiza histórica y etnográficamente el comercio callejero centrando su atención en los vendedores como actores políticos y en las formas de articulación y resistencia frente al estado. Si bien por momentos las asociaciones aparecen como la expresión de los intereses de los vendedores frente a contextos represivos (CROSS, 1998, p.147), en el análisis más amplio y de larga duración, el desarrollo asociativo de los vendedores es resultado de la interacción con el estado (ibid, capítulo 5). En sus palabras, “[C]laramente, el Estado está íntimamente envuelto en la estructuración de los intereses de los vendedores callejeros, no sólo a través de la creación y aplicación de normas reguladoras, sino también en el proceso político por el cual fomenta la creación de organizaciones de vendedores callejeros con el objetivo de impulsar la lealtad al PRI, al régimen o a los intereses particulares de funcionarios específicos.” (ibid., p.249, traducción propia). Sin embargo, según Cross, su caso permite extraer elementos que trascienden lo local y nos permite pensar a partir de elementos estructurales como son la dinámica instaurada entre el tipo de integración estatal y la práctica política de grupos no representados en los encuadramientos políticos tradicionales. Que el ‘efecto asociativo’ deriva de cuestiones estructurales más profundas que las particularidades locales queda claro al verlo operar en situaciones bien diversas, bajo distintos estilos de gobierno –autoritarios o democráticos- y bajo el auspicio de distinto tipo de políticas –‘populistas’ y ‘desarrollistas’ como en el caso de México o ‘neoliberales’ como en muchos otros casos. Ese es el caso de los vendedores callejeros de Bridgetown (Barbados), en donde los pedidos por parte de representantes gubernamentales por una asociación fuerte y representativa es una de las exigencias del estado para poder hacer cumplir sus planes de reordenamiento urbano basados en una reconversión centrada en el turismo, inspirados en los planes de estabilización del Fondo Monetario Internacional (CUTSINGER, 2000). 28

Digo aceptación y no reconocimiento porque se trata del acto de consentir una práctica que hasta ese entonces era ignorada o considerada fuera de la ley. El reconocimiento no necesariamente implica consentimiento con aquello que es reconocido. Por ejemplo, las políticas de represión de los vendedores de calle que se implementan en muchas ciudades del mundo parten de su reconocimiento como personas que actúan fuera o contra de la ley.


122 contradicción es entre individuo y asociado: el sujeto elegible de las ordenanzas es un individuo particular. No hay mención ni espacio para las asociaciones en los procedimientos en ellas descriptos. Sin embargo, son las asociaciones las que tienen junto a la municipalidad el control del espacio. Esta contradicción entre el individuo de las ordenanzas y el colectivo de las prácticas de asignación y control del espacio remite a otra contradicción, en este caso de orden temporal. El mundo de las ordenanzas y las reglamentaciones se constituye como acto de fundación que inaugura el reconocimiento y la implementación de un tipo de trabajo. Con la sanción de esa ordenanza, en teoría, el tiempo comenzaría a ser contado a partir de su implementación. Sin embargo, sabemos que el reconocimiento del trabajo en la calle fue anterior a su regulación, llegándose al momento de la sanción de la ordenanza a través de una serie de procesos que fueron de la represión a la aceptación y de la asociación a la regulación. Algo que podríamos resumir diciendo que el tiempo fundacional de la ordenanza está inserto en el proceso que llevó a su sanción. Si está observación es valida para cualquier acuerdo o reglamentación, lo particular en este caso es que las formas de organización y regulación que se condensaron anteriormente suponen la imposibilidad de aplicar algunas de las reglas establecidas en las ordenanzas. En el momento de implementación de la ordenanza, el mundo ya estaba constituido y en la aceptación de esa constitución se sientan las bases para la reproducción de un sistema que no se corresponde con lo establecido en ella. Estas dos contradicciones –individuo/asociado y tiempo fundacional/proceso histórico- nos permiten entender la disyunción entre reglamentación y prácticas que caracteriza el trabajo en las calles de Ciudad del Este. Las ordenanzas son el marco de legitimación del trabajo pero no el marco de reglamentación de la actividad. Esto crea la situación que antes mencionaba a propósito de la instalación de la caja: dado que lo que se


123 hace no está de acuerdo con lo establecido en las ordenanzas, la posibilidad de “tener problemas” siempre existe. Este es el espacio de aquello que denominaba como inestabilidad constitutiva de las acciones, la cual puede ser definida con más precisión a la luz de lo presentado hasta aquí. La inestabilidad constitutiva de las acciones de los mesiteros –y de muchos de los que participan en el comercio de Ciudad del Este– deriva de la operación de distintos marcos regulatorios: algunos derivados de los procesos que llevaron a la organización del trabajo, otros contemplados en las ordenanzas, otros inclusive consensuados entre algunos interesados. Aquellos aspectos indefinidos son contrarrestados a partir de una política de hecho la cual, a su vez, reproduce las condiciones de precariedad. A la luz de las relaciones de propiedad sobre el espacio y la infraestructura instalada para realizar las ventas, estos elementos emergen más claramente.29 La primera cuestión que cabe formularse es, ¿de quién es el espacio? Tanto mesiteros como fiscales municipales consideran la calle como un espacio público. La diferencia es que para los primeros lo público es antes que nada ‘de todos’, en cuanto que para los fiscales lo público es antes que nada ‘municipal’. Si los primeros enfatizan el colectivo social que constituye lo público –entre los cuales también están ellos-, los segundos subrayan el sujeto institucional que aparece como titular de ese espacio público: la municipalidad (Cuadro 5).

29

Para una discusión general sobre las relaciones de propiedad desde una perspectiva antropológica, ver Hann, 1998. El análisis que sigue a continuación considera las relaciones de propiedad en su sentido genérico de posibilidades de tener y usar un objeto o recurso y no exclusivamente en su sentido restricto de poseerlo.


124 Si bien estas concepciones de lo público

Cuadro 5 – Algunas definiciones acerca de quién es la calle

articulan diferentes tipos de demandas sobre el espacio,

30

las

mismas

reconocen

la

imposibilidad de alienación exclusiva del espacio de la calle, en términos de propiedad privada individual.31 Pero si es inalienable, el espacio de la calle es apropiable para poder usufructuarlo, estableciéndose la disputa sobre el control la calle. Legalmente, la municipalidad tiene el control sobre el espacio de la calle. Sin embargo, como vimos en la sección anterior, desde la aceptación del trabajo de los mesiteros y la formación de las asociaciones como requisito para poder obtener un espacio, la municipalidad pasó

a

compartir

el

control

con

las

asociaciones. Pero ¿qué significa esto en el

El encargado de fiscalización del Departamento de Microcentro así describía la cuestión del espacio del centro: “En la vereda, todo lo que está plantado y clavado es de la municipalidad y ella da ciertos espacios en usufructo para su explotación. Pero el espacio sigue siendo municipal.” El mismo tipo de definición me fue dada por un dirigente mesitero cuando le pregunte de quién eran las cosas que estaban en la calle, sin embargo al final aclaró la cuestión en otros términos: “La mesita pertenece a la Municip... No... la mesita pertenece a nosotros, el espacio es lo que pertenece a la Municipalidad, porque es dominio público. Es de todos.” Es de la Municipalidad, sí; pero eso significa que es de todos. El hecho de ser de todos es la característica definidora de lo público señalada por los mesiteros, aun cuando se cuestiona la propia presencia precisamente por estar usando un espacio que no sólo es de ellos sino también de los demás. (“La calle no es... para mi no es... no es para la gente... así, por ejemplo, la calle es de todos. Nosotros no es que por querer estar en la calle... Estamos, como te digo, porque no tenemos trabajo.” ). Claro que, generalmente, el hecho que sea de todos es lo que posibilita articular la justificación de ocupar un espacio en particular. Por ejemplo, hablando de quienes fueron llegando posteriormente y empezaron a cuestionar a los primeros mesiteros que estaban instalados en el paseo público, uno de los que allí estaba instalado así les respondía, “Ellos vinieron y encontraron esto acá y tienen que respetar, convivir, esto es un derecho que hemos adquirido de hecho. Nosotros sabemos que esto es un predio público, que es de todos, pero entre eses todos estamos nosotros y eso es lo que muchos no quieren reconocer. “¿Por qué tienen ellos y yo no?” es el problema.”

funcionamiento concreto de la calle y en el espacio particular de un mesitero? Si bien mesitas, cajas, casillas e inclusive los locales construidos sobre los paseos públicos tienen “dueño”, según las ordenanzas municipales todos ellos pasan a ser de la 30

Algo que sucede a partir de la definición de distintos sujetos de acción. En el caso de lo público como ‘de todos’, la apropiación del espacio deriva del derecho que tienen los mesiteros sobre algo que también les pertenece. En el caso de lo público como ‘municipal’, es la Municipalidad el sujeto activo que entrega el espacio en usufructo a los mesiteros.

31

Lo que Maurice Bloch denomina “propiedad privada exclusiva” (BLOCH, 1975).


125 municipalidad una vez terminado el periodo de habilitación.32 Sin embargo, los espacios no son ocupados de acuerdo a los periodos de habilitación establecidos en las ordenanzas, tal como vimos a la luz de los procedimientos para instalarse en la calle presentados anteriormente. De esta manera, aquello que debía ser temporario se torna permanente, pero esa permanencia afirma las condiciones precarias de apropiación. Al no aplicarse los procedimientos establecidos en las ordenanzas, las condiciones de apropiación no tienen el límite temporal por ellas definidas. Esto permite una ocupación de larga duración que torna completamente concebible, por ejemplo, instalar una caja metálica en el espacio que uno trabajó por años, tal como vimos en ejemplo analizado Pero esa misma duración es, también, el emergente de una situación que no se ajusta a lo establecido en las ordenanzas, transformando dicha ocupación en una situación de excepcionalidad permanente. Por más paradójico que parezca, precariedad y permanencia se retroalimentan en las condiciones de apropiación de la calle en el microcentro de Ciudad del Este. Considerando el grado de intervención sobre el espacio de la calle y lo que supone en términos de apropiación del mismo, la instalación de estructuras permanentes podría parecer un acto para reforzar el derecho de un mesitero sobre un lugar particular. Si bien puede serlo en términos prácticos,33 ese derecho ya estaba garantizado por el reconocimiento de los compañeros y de la asociación a la que pertenece. Por otro lado, esas estructuras no evitan la posibilidad de remoción y pérdida de las inversiones realizadas por el mesitero en infraestructura; peligro que está siempre presente.34

32

El artículo 21 de la Ordenanza No. 08/86 establece que “Al fenecer el período de habilitación otorgada, todos los puestos de venta, de cualquier tipo de construcción de que se trate, aún cuando fueren construidos con el peculio propio de los vendedores, pasarán los mismos al dominio Municipal, sin que la Municipalidad deba abonar suma alguna por tales construcciones ni tan siquiera en concepto de indemnización.” 33

Es cierto que la presencia de estructuras permanentes dificulta, tanto en términos prácticos como simbólicos, los planes de desalojo que puedan ser aprobados por la municipalidad.


126 Lo que produce efectivamente la construcción de estructuras permanentes es un valor que –en tanto y en cuanto las condiciones de ocupación no sean alteradas– puede ser cambiado o usufructuado como alquiler o venta. Durante mi estadía no supe de ningún caso de venta del espacio de una mesa desmontable pero sí de cajas y casillas.35 Aquí, otra vez, las particularidades de cada lugar alteran las posibilidades y las condiciones para alquilarlas o venderlas. Por ejemplo, los dueños de un negocio que se estaba abriendo en el 2001 en la Av. Monseñor Rodríguez, le propusieron al mesitero que tenía su caja enfrente a ellos, que se las vendiera. Querían comprarla para sacarla y ganar así mayor visibilidad desde la calle. El mesitero pidió US$ 4.000. El comerciante le ofreció 3.000. Él pidió 3.800 y cerraron trato por 3.500. Apenas la compró, el comerciante sacó la caja e instaló unas barras de metal para evitar que alguien se pudiese instalar nuevamente. El mesitero, por su lado, compró otra caja en la misma vereda donde había trabajado hasta ese entonces. Por su nueva caja pagó 700 dólares.36 El espacio ocupado por los mesiteros puede ser dotado de estructuras permanentes, la tenencia del mismo puede durar por años e, inclusive, puede ser vendido. Sin embargo, las condiciones de apropiación de dicho espacio no alteran la condición de precariedad. Si las condiciones actuales de tenencia permiten ciertas seguridades en términos de 34

Durante 2001, por ejemplo, una caja desocupada fue retirada en el espacio frente a una dependencia nacional por orden de las autoridades de dicha repartición. Las otras cajas que estaban ocupadas también iban a ser desarmadas pero finalmente llegaron a un acuerdo para que pudiesen seguir trabajando. La mediación de miembros de la asociación fue fundamental, algo que ilustra el tipo de situación en que el ‘nosotros asociación’ que mencionaba anteriormente es activado. En el año 2002, la nueva intendencia de Ciudad del Este inició un proceso de demolición de las estructuras construidas en los espacios públicos a los lados de la Ruta Internacional. Dichas estructuras incluían galerías de grandes propietarios y los locales de los primeros mesiteros que lograron un espacio cedido por la municipalidad para instalarse. 35

Conocí casos en que el dueño de la mesa la dejaba en consignación a otra persona, la cual repasaba parte de la ganancia para el propietario de la mesa. Años antes, cuando el movimiento era mayor, la venta de espacios ocupados por estructuras desmontables parece haber sido más común. De cualquier manera, por mucho tiempo, la importancia de las asociaciones en la regulación del espacio y la legislación sobre el mismo, limititaron ese movimiento. 36

“Todos los de por ahí no podían creer el negocio que hice” me decía, feliz de su propia suerte y habilidad. Pero la diferencia entre la venta y la compra no fue el único negocio en el que ganó. Un cambista amigo le pidió parte de la plata que había ganado a quien se la presto al precio de un interés que recibía mensualmente. “Todavía recibo un buen interés. La verdad que fue un buen negocio.”


127 apropiación del espacio (temporalmente hablando y en relación a las condiciones en que la misma puede ser efectivada), dichas condiciones reafirman la inseguridad permanente de su pose al reproducir las condiciones precarias de ocupación. Al igual que con la instalación, el alquiler y venta de cajas y casillas también permiten introducirnos en un sistema que si bien tiene cierto apoyo en la legalidad establecida en ordenanzas y disposiciones municipales –la posibilidad de usufructo del espacio y de mejoramiento del mismo–, implican acciones encontradas con esa misma legalidad. De hecho, el sistema descansa en una serie de arreglos que fueron sedimentándose paralelamente a la dinámica comercial de la ciudad y que, en su práctica concreta, deriva su legitimidad en un orden relacional cuya validez descansa en el reconocimiento de las partes y cuya garantía se asienta en los vecinos y compañeros de trabajo, las asociaciones de mesiteros y, un poco más distante, la municipalidad. La centralidad que tienen las dimensiones espaciales en el comercio de calle está implícita en su propio nombre: una actividad realizada en una localización específica. Dichas dimensiones fueron analizadas a partir de las consecuencias que tiene para la actividad (la necesidad diaria de producir el espacio de las ventas) y de las prácticas que garantizan la posibilidad de realizarlas (las formas específicas de ocupación del espacio). La propia palabra usada en Paraguay para denominarlos, mesiteros, remite a una dimensión espacial: un espacio que es producido a través de sus “mesitas” para realizar sus ventas, así como también de “cajas” y “casillas”. Comparado con el espacio cerrado del comercio, el comercio de la calle tiene una discontinuidad que se expresa en la producción periódica del espacio de ventas, la cual deriva del carácter público del espacio en el cual tiene lugar. En el caso de Ciudad del Este, la posibilidad de establecerse de forma regular en un lugar particular está relacionada a los marcos regulatorios establecidos entre mesiteros y autoridades. En el capítulo siguiente analizaré los procesos a través de los


128 cuales se fueron produciendo dichos marcos, en esta sección me interesó presentar la práctica concreta de ocupación del espacio como una manera de ingresar en las formas en que son articuladas reglas y prácticas en el comercio de la calle en Ciudad del Este. La cantidad de vendedores que trabaja en las calles es enorme y el grado de apropiación que tienen sobre el espacio es radical si tomamos en cuenta el tipo de estructura permanente que es instalada y los regímenes de venta y alquiler de esas estructuras y de los espacios de la calle. Sin embargo, existe un déficit de estabilidad que deriva de las condiciones en que los marcos regulatorios son establecidos y que amplifican las condiciones de precariedad así como el grado de apropiación de la calle. Si la precariedad, en su sentido genérico de poca estabilidad, es la característica de la forma en que la calle puede ser ocupada, entonces, la política de hecho que mencionaba a propósito de la instalación de la caja es una necesidad para poder actuar. Como una estructura dinámica que sólo existe en movimiento, el trabajo de los mesiteros –la ocupación del espacio o las mejoras del mismo, por ejemplo- es posible a partir de las acciones que actualizan las posibilidades de hacer en un mundo cuyo ordenamiento es inconsistente y precisa de acciones de fato para poder mantenerse en funcionamiento. Focalizar en estas dinámicas, sin embargo, no debe hacernos olvidar que las mismas tiene sentido en función de lo que ellas posibilitan: las ventas realizadas en la calle. En ellas me concentraré a seguir.

Precios, clientes y negociaciones A la densidad de la ocupación del microcentro de Ciudad del Este se suma la densidad de su actividad diaria. Gente de aquí para allá acompañando, cargando y haciendo el movimiento. Y entre todo ese ir y venir, los mesiteros y los ambulantes ofreciendo sus productos y realizando sus ventas.


129 Como las de cualquier lugar, las ventas que ocurren en las calles de Ciudad del Este no son el resultado obvio del juego de abstracciones tales como ofertas y demandas. Por no ser obvias y suceder en un espacio de la complejidad al que empezamos a asomarnos, son muchas las cosas para explicar. Al final, ¿cómo se logra comprar y vender en un espacio en donde las distintas procedencias vienen acompañadas de distintas lenguas y monedas? ¿Cómo se vende en un espacio donde los precios no están dispuestos públicamente sino que son establecidos y negociados en cada transacción? ¿Qué elementos entran en su formación? ¿Qué sucede con la desconfianza sobre la calidad de los productos que tienen muchos compradores? En un mundo de cientos de vendedores, ¿cómo se atrae a los clientes? ¿Qué tipo de relaciones establecen los vendedores entre ellos? ¿Y con los clientes? Asomarnos a la dinámica de las ventas en la calle nos permitirá observar el funcionamiento concreto de un mercado en el cual vendedores y compradores no son abstracciones sino personas distinguidas a partir de un conjunto de clivajes que operan recurrentemente y que están en la base, por ejemplo, de la formación de los precios. Antes que un mecanismo autorregulado, los precios en las calles de Ciudad del Este están imbricados con las personas envueltas en las transacciones. Estas, a su vez, son algo más que la negociación de un precio y la obtención de un producto y, a través de ellas, se vislumbra un mundo de valores y relaciones en el cual miles de personan ganan su vida vendiendo y comprando. Con todo, antes de abordar cómo es la dinámica de las ventas cabe preguntarse, ¿qué es lo que se vende? Los productos ofrecidos en la calle son muy variados. Tomemos como ejemplo el espacio enfrente de la galería Sto. Domingo.

Antes de llegar a la entrada de la galería, Ricardo tenía una casilla donde vendía cigarrillos, bebidas, galletas y golosinas. En la casilla pegada, Pato y Manuel vendían CD’s. Al lado, Pato tenía una mesa donde vendía relojes junto a la cual estaba la caja de


130 Gregorio (Foto 14) quien tenía una gran variedad de productos que incluían juguetes (pistolas de balines de plástico, autos y motos, cartas, walky-talkies, yo-yo, cubos mágicos, pelotas de tenis), radios, linternas, algún ventilador, fundas para celular, calculadoras, transformadores y adaptadores eléctricos, antenas para televisión, relojes de pared y despertadores, un medidor de presión sanguínea, infladores, lupas, encendedores de cocina, micrófonos, pilas, candados y condones. Pegada a la de Gregorio estaba la caja de Ramón, quien vendía el mismo tipo de productos que el primero. Entre esta y la próxima caja quedaba el espacio para pasar de la calle a la vereda, espacio que se correspondía con la entrada de la galería. Allí, Antonio colocaba un exhibidor desmontable donde vendía sus CD’s. La primera caja después de ese espacio era la del otro Antonio. En ella solía guardar los productos que colocaba en el exhibidor que tenía en el rincón de la escalinata de la galería Santo Domingo: en invierno habían sido guantes, gorros y bufandas; en verano eran juguetes, pisca-pisca y -por las pocas ventas que hubo durante 2001- también bebidas que mantenía frías en una heladera de tergopol. Al lado de la de Antonio, Leka tenía su caja donde vendía material variado como Gregorio pero tenía una oferta importante de cuchillos y navajas.37 El hermano de Leka, Siete, vendía a su lado juguetes y electrónicos pequeños, entre ellos algunos vibradores.38 Además de ocupar su caja para exhibir su mercadería, Siete tenía una mesita enfrentada a ella y ubicada contra la pared del primer comercio después de la galería Sto. Domingo. Después de su caja había un espacio libre y luego una casilla que estuvo cerrada durante todo 2001. Sobre ella, Carlos tenía sus exhibidores con CD’s. Al lado de esa casilla, sobre una mesa desmontable, dos hermanos vendían mercaderías variadas como las de Gregorio. Al lado, también en una mesa desmontable, Carlitos vendía mercadería variada con predominancia de radios, cámaras fotográficas y anteojos para sol que eran presentados en un exhibidor móvil sobre la mesa. En la casilla siguiente, Edgar vendía CD’s. Tal como se puede ver a partir de esta descripción, algunos vendedores de la calle trabajan exclusivamente con un tipo de producto mientras otros lo hacen con una amplia variedad. Hay quienes venden exclusivamente calzado deportivo, ropa (especialmente remeras, pantalones, medias y ropa interior), zapatos, productos artesanales del Paraguay, relojes, juguetes, patines y patinetas, anteojos para sol, radios, cosméticos, cuchillos, cañas de pescar, herramientas, cigarrillos, videos, accesorios para automóviles, accesorios para teléfonos celulares, bolsos, flores de plástico. Durante mi trabajo de campo, los CD’s eran uno de los productos singulares más ofrecidos en las mesas y casillas de la calle.39

37

38

Leka significa viejo en guaraní. Era el vendedor de más edad en esa área.

El hermano de Leka era llamado Siete por el lugar donde vivía: kilómetro 7. Los barrios de Ciudad del Este y sus alrededores yendo por la Ruta Internacional son conocidos a partir del kilómetro en que están localizados, esto es, el punto de intersección que los mismos tienen con la Ruta Internacional. El punto cero donde se inicia el conteo es la salida del Puente de la Amistad.


131 Quienes trabajan con productos variados, a veces tienen alguno preponderante (el caso de Leka y Carlitos en la descripción anterior, por ejemplo).40 La variedad de los productos ofrecidos no es el resultado de una suma aleatoria sino que es la acumulación de experiencias que incluyen la historia de cada vendedor, el auge de las distintas mercaderías en Ciudad del Este, o la incorporación de productos con demandas específicas. Veamos estos tres elementos comenzando por el último de ellos. Dos productos en la mesa de Gregorio tenían demandas contextuales y específicas: los candados y los condones, ambos orientados a las personas que trabajaban en el microcentro. Los candados son muy utilizados entre mesiteros y otros trabajadores de la calle para guardar sus cosas. Fáciles de perderse o de quebrarse por su uso cotidiano, los candados tienen bastante salida especialmente cuando se termina el día de trabajo. La venta de condones tenía un ritmo más particular. Gregorio tenía algunos condones disponibles en exposición que vendía especialmente durante los días de lluvia. Cuando llueve los comercios cierran antes y tal como me dijera – y la experiencia lo demostraba–, empleados y empleadas, comerciantes y otros trabajadores aprovechan. “Los muchachos pasan y llevan dos o tres. Saben que les vendo caro pero igual compran por que los van a usar... Con esas cosas sobrevivimos.” Hubo diversas fiebres de productos que caracterizaron las ventas en Ciudad del Este de las cuales la calle no quedó ajena. Cigarrillos. Ropas (imitaciones de las marcas Fiorucci y Calvin Klein). Cosméticos (las marcas argentinas Rayito de Sol y Corpulane). Después fue el tiempo de los ‘championes’, nombre genérico para calzado deportivo en Paraguay.41 Luego fueron las herramientas. Paralelo a alguno de esos auges estuvieron la

39

Por ejemplo, en noviembre de 2001, entre 150 y 200 personas vendían CD’s en la calle. Además de ellos estaban los comercios en las galerías y los grandes mayoristas (productores o distribuidores). 40

Los términos utilizados por los mesiteros para referirse a los objetos que vendían eran ‘producto’ y ‘mercadería’. Los mismos eran usados indistintamente.


132 fiebre de los casetes gravados y de los filmes en videocasete. Durante mi trabajo de campo eran los CD’s. Hablando con los mesiteros, los productos muchas veces servían como soporte para narrar sus experiencias y sus historias en la calle. El primer producto que vendieron guarda un lugar privilegiado, ya se trate de un género (como perfumes, cigarrillos o juguetes) o de un producto específico (como las cámaras Polaroid, los cosméticos Rayito de Sol o los cigarrillos Carlton). A pesar de vender otros productos, algunos continúan vendiendo aquel con el que comenzaron, como demostrando su lealtad al objeto que les abrió las ventas en las calles. De cualquier manera, la mayor parte de los vendedores de la calle ha cambiado de ramo y de producto, inclusive reiteradas veces. Ricardo, por ejemplo, comenzó vendiendo ‘pochetes’ y llaveros.42 Una vez que consiguió un lugar para instalar su mesita, fue vendiendo otros productos. Primero fueron casetes, después juguetes, más adelante herramientas. Luego alquiló una casilla donde comenzó a vender cigarrillos, bebidas y a preparar churrasco griego.43 Junto a los cigarrillos comenzó a vender golosinas. Actualmente, en su casilla vende cigarrillos, golosinas, galletas y bebidas. Tal como él lo resume: “Yo ya vendí todo, todo lo que podes encontrar por acá, salvo relojes, eso nunca trabajé. Pero el resto, creo que todo vendí.” La experiencia de Ricardo puede ser más variada que otras, sin embargo permite capturar una característica recurrente entre los mesiteros: la alternancia de productos que 41

El mismo nombre -championes- para referirse al calzado deportivo es usado en Uruguay. En Argentina, se llaman zapatillas. En Brasil, al igual que en Venezuela, son tenis.

42

En Ciudad del Este los bolsos de cintura son nombrados con la palabra usada en Brasil - pochete-, palabra de origen francés (pochette). Los argentinos las llaman riñoneras, palabra utilizada por los vendedores para promocionar su mercadería a los turistas de ese origen. 43

El churrasco griego sería un interesante tópico para analizar la dinámica de algunos flujos culturales (alimentares y de sabores), su localización y reproducción en diversos espacios (shawarma, churrasco griego, kebab y otras variantes). Tanto en Foz do Iguaçu como en Ciudad del Este, todas las máquinas que conseguí identificar eran de origen brasilero. Varias fábricas producen máquinas ambulantes para churrasco griego (principalmente em São Paulo), entre ellas L.M. Maquinas e Equipamentos Ltda., Formeq Ind. Com. Ltda., Cruzado Maquinas Ltda. Según comerciantes de Foz do Iguaçu, algunas de esas fábricas importaban sus máquinas a varios países árabes.


133 venden. Se trata de una relación de oportunidades: si un producto tiene buena salida es lo que se prefiere vender. Por eso hay tanta repetición de mesiteros trabajando con los mismos productos y, por eso, cuando algo se vende bien se difunde rápidamente en las mesas y casillas. Sin embargo las oportunidades tienen sus límites. Cambiar de ramo o de producto supone realizar una inversión que, para aquellos que ya están vendiendo en la calle, solo puede ser realizada después de vender las mercaderías en las que se invirtió previamente.44 Para aquellos que entran a trabajar en la calle, la posibilidad de invertir en productos que se venden bien depende del dinero que dispongan para poder realizar las primeras compras. Una de las formas para cambiar de producto es diversificar gradualmente la variedad con la que se trabaja. Claro que no es tan fácil. Hace falta reconvertir saberes – lugares donde comprar, precios, calidades- y enfrentar dificultades. Diversificar la oferta, si bien puede ampliar las posibilidades de realizar más ventas en general, pierde al cliente que está buscando un producto específico y prefiere pararse en la mesa que se especializa en él. La venta de cada producto supuso relacionarse con negocios y lugares de compra específicos. De ahí que los cambios de producto hayan servido para conocer nuevos circuitos de comercialización, con sus locales, importadores y comerciantes. Esta característica es lo que permite que frente al pedido de un cliente, aunque no se tenga el producto, generalmente se sabe donde conseguirlo, ya sea por propia experiencia o por la de algún compañero. Así, no es incomún ver salir a los mesiteros en busca de algo que no se tiene en la mesa pero que se sabe donde puede estar.

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Este era el dilema de los vendedores de CD’s a fines del 2001 cuando se desencadenó un operativo que -en teoría- iba a acabar con la posibilidad de vender CD’s copiados en Ciudad del Este. El argumento de muchos de los vendedores era que, por más que quisiesen cambiar de producto, solo podrían hacerlo luego de vender los CD’s que tenían y en los cuales habían invertido.


134 Esta relación histórica con diversos productos así como la relación con aquellos vendidos por los compañeros más cercanos –algo que vamos a ver más adelante- está en la base del conocimiento sobre los productos que uno encuentra entre los mesiteros. Un conocimiento que en algunos casos llega a grados de precisión muy específicos: desde distinguir los sucesivos modelos de una marca de teléfono celular por el número de modelo –y conocer la funda correspondiente- hasta saber en que CD está la canción que un comprador está buscando. Claro que esos conocimientos van a variar enormemente, reconociéndose a quien sabe más sobre algún producto: es a él a quien se consulta cuando alguien no sabe o tiene una duda sobre un producto. Adónde los mesiteros compran los productos que venden, depende del tipo de mercadería. Aquellos que como Gregorio vendían mercaderías variadas, generalmente compraban en los autoservices. Productos particulares seguían siendo comprados a importadores o en comercios dedicados a un ramo específico. En el caso de los CD’s, por ejemplo, había varios negocios y proveedores. Ya en el caso de los productos artesanales paraguayos, los esquemas de provisión envolvían circuitos de producción y comercialización que conectaban diversas regiones de Paraguay. Excepto estos últimos, la disponibilidad de productos en la calle depende de lo que traen los importadores y queda limitada a los estoques de mercaderías que llegan y que a veces no se reponen. Esta dependencia de los importadores impone límites a las ventas, tanto en lo que se refiere a la disponibilidad de productos como a los precios. Cuestionando esta dependencia, Bernardo –un mesitero que se había cansado de trabajar con anteojos y artículos electrónicos y se cambió a los productos artesanales- me decía: El negocio del importador es traer mercadería como esta mesa, vende hasta acá a 10, después las ventas paran, entonces vende el resto a la mitad, total él ya ganó con lo anterior y ahora lo que le importa es hacer algo de dinero con aquello que le sobró. Al final lo termina vendiendo a 2. Por eso, se compra barato, [uno] se pone a vender pero después, cuando [los


135 importadores] venden a 2, le liquidaron [a uno] con los precios y tiene que perder. Estos aspectos fueron cambiando con los ritmos de ventas en la ciudad. Bernardo, por ejemplo, mudó de ramo en un momento de mucho movimiento que garantizó la posibilidad de hacerlo. Con el cambio, ganó más control sobre el flujo de mercaderías escapando así de las limitaciones de productos y de precios impuestas por los esquemas de importación. Pero para otros mesiteros, los límites impuestos por esa dependencia se tornaron oportunidades. Productos que a veces no se vendieron en un determinado momento fueron los más rentables después de haberse acabado en la ciudad. Así, las limitaciones impuestas por importadores y mayoristas fueron contrarrestadas con otras estrategias tales como guardar mercaderías para vender cuando no hubiese más en la ciudad o comprar en los momentos en que el negocio para el importador no estaba en el valor del producto sino en la reposición de cierto dinero y entonces esperar a que la oferta de esa mercadería acabase o que se repusiera con el precio inicial. La compra y reposición de mercaderías depende del ritmo de las ventas. Durante el 2001, en un contexto que todos caracterizaban como de poco movimiento, el ritmo de reposición era particularmente lento tanto en la calle como en los negocios. Recién a principios de noviembre comenzó a renovarse globalmente el stock de los autoservices y entonces, mesitas y casillas comenzaron a disponer otros productos. La reposición es permanente cuando hay mucho movimiento y, si sobra dinero, se puede probar suerte con nuevas alternativas. Sin embargo, la venta de nuevos productos está generalmente vinculada a su presencia en otros puestos. De hecho, un producto nuevo que se vende bien, se difunde rápidamente entre los diversos puestos de la calle. Claro que vender aquello que todo el mundo vende no significa hacer las mismas ventas, sino que varia de acuerdo con las formas que cada vendedor tiene para vender. En la calle, hay que saber vender. Vamos a acompañar algunas situaciones de compra y venta y a seguir algunas explicaciones sobre ‘cómo vender’ para entender como funcionan las ventas en las calles. Vender es un hacer donde emergen prácticas clasificatorias y donde se ponen en juego diversas formas de promoción y negociación; donde se despliegan valores y se juegan temporalidades.

Noviembre. Gregorio compró nuevos productos para su mesa. Unas mini-radios de forma arredondeada con parte de su carcasa en acrílico de color transparente y otras cuadradas y plateadas con aspecto digital. Pagó US$ 1 y US$ 1,50 respectivamente y el precio que


136 iba a pedir por ellas era R$ 15. Hasta R$ 10 las dejaba.45 También trajo unas linternas en forma de llave inglesa –pequeñas y grandes- que tenían unos vidrios de colores guardados en la tapa de las pilas para cambiar el color de la luz. Yo-yo de tres tipos: el ‘profesional’ –tal como lo llamaba Gregorio- que cuando llegaba al final de la cuerda quedaba rodando sobre si mismo, el común y el saca-chispas. Por último, trajo unos encendedores para cocina en acrílico de color transparente a través del cual se podía ver la carga de gas que tenían. Hacía tiempo que Gregorio no traía tantos productos nuevos todos juntos. Se acercaba final de año y, como todo el mundo en Ciudad del Este, esperaba que las ventas mejorasen. Aquel día hubo más movimiento de turistas y compristas en las calles pero eso no tuvo un gran impacto en las ventas de los mesiteros. Al comenzar a guardar su mercadería Gregorio iba a quejarse. Mientras le iba quitando el polvo a las mercaderías para guardarlas, Gregorio se quejaba de un vecino que vendía el mismo tipo de productos que él. “Ese no sabe vender... Vendió 8 de estos [encendedores de cocina] por R$ 6. Salen 35 centavos [de dólar]... No ganó casi nada..” “Perdió,” agrega otro.46 Gregorio continúo, “Si el no estuviese acá, yo estaría así... lleno de mercadería.”

Los motivos por los cuales una persona puede querer vender por debajo del precio de costo, sin margen de ganancia o con un margen de ganancia mínimo, varían. Desde la necesidad de tener dinero en el bolsillo –a pesar de saber que se está perdiendo en relación con la inversión realizada-47 hasta utilizar el precio de un producto como forma de lograr la venta de otro con el que se compense la perdida por una ganancia mayor. Diferentes

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El cambio de ese día era US$ 1 = R$ 2,57 = Grs. 4.550. La moneda utilizada en el texto es la utilizada en las situaciones por las personas consideradas. En este caso, Gregorio compró las radios en un autoservice. Independientemente de la moneda que utilizó para pagar, los precios estaban en dólares y es esa moneda la que en general es utilizada para contar los gastos realizados en la compra de mercadería. La moneda que generalmente es usada para colocar los precios es el real, algo que está en relación con los compradores que llegan en mayor número a la ciudad: brasileros. El uso de dólares y reales no está limitado a la presencia de clientes que utilicen dichas monedas; en este sentido, podría ser dicho que son monedas de uso general. La utilización de guaraníes y pesos argentinos va a depender de la presencia de un cliente que las utilice, en ese sentido se podría decir que son monedas de uso limitado. 46

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Al cambio de ese día, el precio de costo de los 8 magicklic era de US$ 2,8 y los vendió por US$ 2,33.

Dicho interés deriva de contextos específicos –pagos o inversiones- más que de la necesidad de recuperar aunque sea parte de la inversión antes de que ella pierda valor, caso particularmente común en la venta de bienes perecederos.


137 necesidades que se expresan en diferentes estrategias por tras de las cuales se empiezan a vislumbrar distintas ideas sobre cómo se debe vender. Según Gregorio, ‘saber vender’ es lo que le permitió mantener a su familia trabajando como mesitero. Hablando un día en su puesto me decía: “Con estas porquerías yo mantengo a mi familia... [hizo una pausa como para enfatizar la corrección y continúo] No que sean porquerías, pero que es mercadería que no vale mucho... [hizo otra pausa, como estableciendo la conexión con sus palabras iniciales] ...con eso siempre conseguí mantenerla. El secreto está en saber vender, la mayoría no sabe vender.” Más adelante me iba a explicar lo que para él significaba saber vender: Mirá. Yo compro esta mercadería [agarra un trozo de madera de cajón y la quiebra en dos]. Estos dos productos son igual, uno es mas chico que el otro pero son igual y valen lo mismo. Si alguien viene, pregunta, “¿cuánto sale?” [comienza un dialogo] “Mire señora, este acá sale 7 real. Y este otro le sale 12.” “Pero ¿por qué tan caro este?” “Porque este es mejor calidad, es profesional, este otro no.” “Ah!” Y vos le mostrás y todos quieren llevar el mejor y termina llevando el más caro, aunque salen lo mismo. Por eso yo tengo tantas pilas. Cuando vienen a comprar pilas, yo le ofrezco, [comienza otro dialogo] “Tiene esta que sale 1000 guaraní, esta otra 1500, estas ya salen 3 real, esta otra sale 5 real y tiene esta por 7 real...” “Pero, ¿porque tanta diferencia de precio?” “Le voy a contar a usted... Esta que sale 1000 le va a durar una hora, esta otra ya le va a durar 3 hora, la de 3 real, le va a durar unas 10 hora. Ya la de 5 real le dura todo el día. Y estas otras que son la mejor, le va a durar por varios días. Pero lleve esta de mil si quiere.” “No” “Lleve esta que sale barato.” No, no, voy a llevar la mejor, para que dure más.” Así es que se vende. Todas salen igual, más o menos igual. Si esa diferenciación de los productos a partir de los precios es efectiva se debe a que dicha estrategia converge con las dudas de muchos de los compradores sobre la calidad de los productos.48 ¿Cómo saber qué producto es mejor si no se conoce? 49 Considerando que uno

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Si bien la desconfianza sobre la calidad de los productos rodea Ciudad del Este en términos generales, la misma se distribuye desigualmente de acuerdo al grado de conocimiento que se tiene del mercado. Los compristas regulares conocen los espacios de ventas y los distinguen por tipo de mercadería, por marca y por calidad. Pero además de este conocimiento, ellos no tienen la expectativa de que un producto de marca ofrecido a R$ 10 sea el mismo producto que el ofrecido en la misma ciudad en un comercio autorizado a R$ 50. En el caso de los turistas y los compristas ocasionales, la desconfianza (que es permanente), va de la mano de una ingenuidad interesada: el pensar efectivamente que el producto ofrecido a R$ 10 puede ser efectivamente el mismo producto que se vende a R$ 50.


138 de los índices de la calidad de un producto es su precio, distinguir los productos a partir de los mismos es una buena estrategia para establecer diferencias entre ellos. Claro que no todos los productos son iguales en términos de costo y -de hecho- los mesiteros tienen distintas formas para distinguirlos. En el caso de las pilas, además de las variaciones en los precios de costo, elementos como el peso o la terminación sirven como parámetros para medir cualidades y juegan un papel en la asignación de un precio. Para algunos, cuanto más pesada, mejor la pila. Para otros, terminación completa de metal en su polo positivo es índice de mejor calidad en comparación con aquellas que terminan en plástico y sólo tienen el contacto de metal. En productos como las pilas, que también son utilizados por los propios mesiteros, hay una experiencia práctica que les permite establecer diferencias que luego sirven para establecer distinciones de precio. Pero esas diferenciaciones de precios a partir de la calidad de los productos y de los productos a partir de los precios son tan sólo algunas de las prácticas que convergen en el establecimiento de los mismos. Después de la explicación de Gregorio sobre cómo vender, le pregunté cómo era que calculaba cuánto ganar sobre cada producto: “Eso depende, va mucho en el cliente. Y en cuanto se vende. Mucha gente no sabe vender, tiene miedo de pedir un precio alto, pero ahí se gana sino….. No tiene sentido trabajar para quedar ganando muy poco.” “Va mucho en el cliente” significa cómo el cliente es categorizado en función de una serie de elementos. Comparemos dos situaciones que envolvieron la negociación por el mismo producto: las nuevas radios que Gregorio había colocado en su mesa. La primera sucedió por la mañana. 49

En este sentido, la dinámica comercial en las calles de Ciudad del Este bien podría ser caracterizada por lo que Appadurai llamó de bazaar-style information searches, inspirándose en el trabajo de Clifford Geertz sobre la economía de bazaar en Sefrou, Marruecos. Dichas búsquedas, que tienen correlatos institucionales y culturales definidos, caracterizan cualquier espacio de intercambio donde la calidad y la valorización de los productos no es estandarizada ya sea porque pueden variar enormemente en calidad o cantidad o bien, por el carácter volátil de los precios. (APPADURAI, 1986, p.43). Más adelante incorporaré el concepto de bazar para interpretar una fase particular del comercio de Ciudad del Este y discutir algunas características de esas ‘busquedas de información’.


139 Apenas colocó las radios en la mesa, un paraguayo quiso comprarle una de las radios de colores. Gregorio le pidió Grs. 20.000, el otro le ofreció Grs. 8.000. Gregorio bajó el precio a Grs. 18.000. Si bien no había realizado ventas durante ese día, prefería mantener un precio alto. El día fue pasando y Gregorio realizó algunas ventas. El hombre volvió y le ofreció Grs. 9.000. Gregorio no aceptó. Volvió otra vez más tarde y le ofreció Grs. 13.000. Gregorio no se la vendió. Cuando al final del día le pregunté por qué no la había vendido, me respondió “¿Vos viste Fernando? El hombre quería comprar la radio, pero quería pagar muy poco. Si yo le vendo por 8.000, ¿qué gano? ¿1000 y poco? No se puede trabajar para reponer mercadería... no sirve así.” La segunda situación sucedió por la tarde. Al final de la tarde eran poco s los vendedores que quedaban en la calle con sus productos en exhibición. Gregorio había comenzado a guardar sus productos cuando una mujer se detuvo frente a su caja. Ella estaba buscando un regalo para un niño. Gregorio le mostró un celular y una moto de juguete, pero ella quería algo más importante. Terminó comprando una de las radios de colores que Gregorio había traído ese día. “A usted se la dejo por 15.000 guaraní”, le dijo. Se la terminó vendiendo -con pilas- a Grs. 16.500.

Gregorio había comenzado el día con una oferta por el mismo tipo de radio que vendería al terminarlo. Los dos clientes eran paraguayos. La diferencia de precio que el hombre terminó ofreciendo no era tanta respecto al precio que Gregorio le terminó cobrando a la mujer (Grs. 13.000 la última oferta del hombre, Grs. 15.000 el precio que le cobró a la mujer). Sin embargo, a los ojos de Gregorio había una cuestión de actitud y de temporalidades. De actitud, porque el hombre quería comprar la radio pero quería pagarle demasiado poco, en cuanto la mujer quería comprar un regalo que fuera importante. Ella quería llevarse un regalo para darle a alguien y la radio, aun siendo más cara, era mejor que otras posibilidades. El hombre quería comprar la radio –la quería, sin duda- por la menor cantidad de dinero. Pero también había una diferencia de temporalidades ya que una cosa es empezar el día vendiendo por muy poco y otra cosa es terminarlo vendiendo por no tanto. Sutilezas, sí, pero que hacen el mayor sentido en la calle y que forman parte de las variables que constituyen un precio. Recapitulando, un precio no sólo es formado teniendo en cuenta cuánto se pagó por el producto que va a ser vendido y cuanto se espera obtener por él, sino también por


140 variables tales como quién es la persona (si tiene o no tiene dinero de acuerdo a la apreciación del vendedor), cuál es su actitud, cuál es el momento del día o cuál es la necesidad de dinero en el bolsillo que se tiene.50 Junto a estos criterios generales que operan en las calles de Ciudad del Este para el establecimiento de un precio, otro conjunto de distinciones más específicas juegan un papel fundamental. Después de realizar aquella venta y continuando su exposición respecto a cómo vender, Gregorio me dice, rematando la lección: “Hay que saber vender. Y si vos ves que tiene dinero, ahí le pedís más... ¿curepa? ‘Mirá, 10 pesos’ entonces. Ahí se gana.” A los argentinos se los llama curepa o curepí,51 y si bien es cierto que la mayoría de los argentinos que están en Ciudad del Este de compras son turistas de paseo por las Cataratas del Iguassu eso no significa que en términos de posiciones sociales sean de clase alta, tal como la asociación argentino–precio alto puede hacernos suponer. La cuestión era que los ingresos argentinos en términos regionales eran mucho más altos en función de la paridad cambiaria entre el peso argentino y el dólar, siendo la moneda más fuerte en comparación con el real y el guaraní hasta fines de 2001. Por eso, ‘Mira, 10 pesos’ es más 50

La única constante presente es el precio de costo el cual, una vez pago, es invariable. Pero que sea constante no significa que funcione estableciendo el límite de toda venta, tal como vimos anteriormente respecto de las ventas por debajo del valor de costo. En este sentido, el precio de costo opera como marco de referencia. 51

En guaraní curepi significa piel de chancho (cure: chancho; pire: piel). Cuando se habla de la piel de un animal específico se puede utilizar el sufijo pi asociado al nombre del animal como en vacapire (piel de vaca). Siempre que pregunté por qué se usaba ese apelativo me respondieron que desde la guerra de la Triple Alianza se los llama así a los argentinos. Escuche dos versiones del por qué de esa asociación. Para unos el quepis que usaban los soldados argentinos era hecho de cuero de chancho. Para otros, eran las botas las que eran de cuero de chancho. Nunca nadie me dijo que se usaba curepa o curepi porque se asociaba a los argentinos con alguna característica del chancho, algo que tiende a ratificar la proveniencia histórica del apelativo. Los argentinos que conocen el apelativo lo encuentran discriminatorio (ver también GRIMSON, 2002, p.69 para las reacciones en Posadas). Me pregunto si no tiene que ver con el desagrado de verse nombrado a partir de la parte de un animal que, tanto en Argentina como en otros lados, es asociado con suciedad o gula. Es interesante notar que entre los paraguayos que escuche hablar de chanchos – generalmente, personas con origen campesino- el primer significado asociado al animal era el color de la piel: rosado. Por ejemplo, a una adolescente conocida que le decían curepí, la llamaban así porque cuando nació era de piel clara y rosada. Antes que la suciedad, el color de la piel del animal. Por algunos comentarios que escuché entre las personas del barrio donde vivía –donde eran criados algunos chanchos- los significados asociados al animal no eran una reproducción de aquellos presentes en otras partes.


141 que la simple traducción de un precio a una moneda determinada y constituye la expresión de una evaluación que combina procedencia (curepa), valor de la moneda (peso) y posibilidades de compra (tiene dinero).52 Así, si bien las categorías que sirven para distinguir a los compradores siguen criterios nacionales –curepa o argentino, rapai o brasilero,53 gringo o extranjero-, la forma que estas asumen cuando de vender se trata es una combinación de la procedencia del comprador con la moneda específica considerada en relación con el dólar americano. Con los extranjeros-dólar es con quien se arriesga un precio mayor, luego con los argentinospeso (hasta final del 2001), más atrás con los brasileros-real y por último con los paraguayos-guaraní. Así, las variaciones de precios pueden ser enormes. Una gaseosa puede valer R$ 0,50 (US$ 0,27) para un brasilero o 1 peso (US$ 1) para un argentino. Un reloj puede valer R$ 15 (US$ 5,8) o 15 pesos (US$ 15). Tan importante como esos dos criterios –procedencia y valor de la moneda-, el grado de conocimiento que se tiene del mercado es fundamental en la formación del precio. Esto es, un turista-turista está de paso, no conoce dónde se consiguen las cosas ni tampoco sabe las variaciones de los precios. En cambio, un comprista o sacoleiro tiene un conocimiento preciso de los productos, de los precios y sus variaciones, además de también dedicarse a la compra y venta de productos.54 En este sentido, los brasileros no solo tenían el real devaluado en el 2001 sino que muchos de los que circulaban por las 52

Voy a denominar valor de la moneda al precio pagado por otra moneda en determinado momento.

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En Ciudad del Este, a los brasileros se los llama rapai, versión derivada del portugués rapaz (muchacho). La terminación ’i en guaraní es diminutivo, aunque en este caso parece corresponder simplemente a una apropiación del portugués sin intervención del guaraní ya que la pronunciación no es rapa’i sino rapai.

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O en todo caso, se presupone ese conocimiento. La dinámica de “I know that you know...” descripta por Hannerz en su caracterización de las redes de perspectivas inspirado en Alfred Shutz es un buen modelo para pensar esta dinámica de saberes y suposiciones de saberes (HANNERZ, 1992: 64-68). En situaciones en que la categorización del otro juega un papel fundamental en la estructuración de la interacción, lo que uno presupone que el otro sabe (y que este sabe que uno sabe y así sucesivamente) es crucial para entender la forma en que la relación se desarrolla. En este sentido, el sacoleiro puede no saber cuál es el precio de una mercadería en particular o no tener la menor idea sobre los precios y mercaderías de las que se está hablando, sin embargo en el momento de establecer un precio, el hecho de saber que el comprador es comerciante y frecuentador de Ciudad del Este establece límites al precio pretendido.


142 calles de Ciudad del Este tenían un contacto cotidiano con su dinámica comercial. Ese contacto era lo que tornaba aun más difícil, a los ojos de los mesiteros, conseguir realizar buenas ventas con ellos. El conocimiento de la dinámica comercial no sólo incluye saber sobre productos y precios, lugares de ventas y oportunidades. Como veremos a continuación, también significa comprender las formas en que las negociaciones son realizadas. Saberes y formas que no sólo se juegan en el establecimiento del precio sino en toda la transacción, tal como veremos a continuación a propósito de una negociación por el vuelto del pago de un reloj. Pero antes de pasar a ella, vamos a resumir los elementos hasta aquí presentados. El precio que un mesitero da a un posible comprador no es independiente de él e incluye su evaluación a partir de una serie de criterios que se desdoblan (actitud |status | procedencia | valor de su moneda). Así, además del costo del producto, de la ganancia esperada, del momento y la necesidad de dinero en efectivo, también el comprador viene a incorporarse en el proceso que lleva a la formación del precio. El precio es, antes que nada, un valor que expresa una relación entre un objeto y una cantidad de dinero que –generalmente- juega el papel variable en el establecimiento de dicho valor.55 Que el precio no sea independiente del comprador implica que ambos están entrelazados: el mismo se forma con y a partir de él o ella, si la compradora es mujer. 55

Digo generalmente porque el objeto también puede transformarse en variable si se altera la cantidad o calidad, algo característico de los mercados de productos perecederos. Es importante aclarar que estoy hablando de cómo se establecen los precios de los productos que son vendidos y no de los precios en general (el espacio de la teoría del valor en Marx, por ejemplo). Problema etnográfico y localizado, generalmente enfocado en la dinámica de los mercados particulares y en los bazares en los cuales emerge un cuadro más complejo en las negociaciones de una venta en donde se ponen en juego factores como tamaño, calidad, color, unidades de medida y de moneda (ALEXANDER & ALEXANDER, 1987, p.59; GEERTZ, 1978, p.31). De acuerdo con está perspectiva etnográfica, asumo la definición de mercadería propuesta por Arjun Appadurai quien, siguiendo a Igor Kopytoff [1986] la define, no como un tipo de objeto sino, como una fase o situación en su trayectoria. Appadurai va a proponer que “...la situación mercadería en la vida social de cualquier ‘cosa’ debe ser definida como la situación en la que su intercambiabilidad (pasa, presente, o futura) por alguna otra cosa es su característica social más relevante.” (APPADURAI, [1986], p,13, traducción propia). La definición proporcionada por John Davis es complementar con esta visión, no ya desde el punto de vista del objeto sino desde las categorías usadas para clasificarlos. “La categoría mercadería es definida por función: es como la categoría juguetes, y es un subconjunto de ‘todas las cosas’ distinguida por la evaluación de que son intercambiables. Nosotros subdividimos la categoría ‘cosas intercambiables’: algunas son buenas para vender, otras para dar, otras para ambas cosas.” (DAVIS, 1992, p.42, traducción propia).


143 Antes que ser el punto de equilibrio entre una oferta y una demanda determinada, en las calles de Ciudad del Este el precio es un valor que expresa una relación entre un objeto, una cantidad de dinero y un comprador potencial.56 Veamos ahora cómo funcionan las transacciones a la luz de una negociación por el vuelto del pago de un reloj.

Pato tiene una mesa de relojes. En la casilla de al lado vende CD’s junto con Manuel. Dos brasileros se acercan a la mesa de relojes. Pato, el dueño de la mercadería, los atiende. Uno de ellos compra un reloj y paga con 20 reales. Pato no tiene cambio y le pide a su compañero Manuel. En guaraní le dice la cantidad de reales que tiene que devolver: R$ 4. Manuel sólo tiene R$ 3 y se los da a Pato, quien a su vez se los da al brasilero. [comprador brasilero] - São quatro (le dice sin agarrarlos y negando con la cabeza). [Pato] - Mas deixa um pra mim, o chefe (señalando a Manuel) fica com 3 e eu fico com um [comprador brasilero] - Não meu amigo, cobra o que a gente falou [Manuel] - Não seja pão duro. [comprador brasilero] - Não amigo, são quatro de troco, senão eu deixo ele [el reloj]. [Pato] - Então fala com o patrão (devolviéndole los tres reales a Manuel). [Manuel] - Não seja pão duro (insiste Manuel dirigiéndose a la casilla de CD’s para ver si encuentra um real). [comprador brasilero] - Eu deixo ele. Pato y Manuel efectivamente no tienen 4 reales para darle de vuelto. [Pato] - Então da um real pra devolver você 5. [amigo del comprador] - Mas aí você tem que devolver 6. [Pato] - (riéndose) É cara... esse foi à escola. Toman los cinco reales, el brasilero palmea a Pato en la espalda. [Pato] - Ese es letrado! (refiriendose al otro brasilero mientras ellos ya están bajando por la calle). (Sobre letrado ver Cuadro 1) Pato anda unos pasos con ellos y al rato vuelve [Pato] - Solo dos dólares le hice a ese reloj. [yo] - Pero que... ¿le sacas más en general? [Pato] - Si, mucho mas, a veces 10 dólares por lo menos. A los argentinos da gusto venderles, con algunos argentinos podés hacer hasta 30 dólares, o 20... [yo] - ¿En un reloj? 56

Parafraseando el título del artículo de Haidy Heismar sobre subastas de ‘arte tribal’, What’s in a price? (HEISMAR, 2001), podríamos responder que lo que constituyen los precios de la calle de Ciudad del Este son objetos –productos y dinero- y personas.


144 [Pato] - Si, en un reloj. [yo] - ¿Y con los brasileros? [Pato] - No, con los brasileros... Con algunos sí pero en general, ellos saben todo. ‘Ellos’ son los compristas, los sacoleiros, los brasileros que van a hacer compras a Ciudad del Este. Ellos ‘saben todo’. Aquellos brasileros que no saben y que también ‘da gusto venderles’ son precisamente compradores ocasionales: al igual que los argentinos, turistas visitando Foz do Iguaçu y las Cataratas. Con ellos se espera realizar las mejores ventas.57 Por eso, los tiempos en que el comprador prototípico era turista-turista eran recordados con nostalgia por muchos mesiteros. Pero antes de juzgar la actitud de los mesiteros en relación con los turistas, es bueno recordar el comentario de Jennifer y Paul Alexander en su trabajo sobre los mercados de Prembum, Java central, “Desde el punto de vista del comerciante, las asimetrías en la distribución de información no son una deficiencia del mercado sino la condición que torna posible obtener una vida razonable.” (Alexander & Alexander, 1991:505, traducción propia). La simetría en la distribución de información entre sacoleiros y mesiteros era lo que Pato señalaba cuando decía que los primeros sabían todo. Pero no sólo de precios, productos y locales de ventas se componen los saberes que comparten mesiteros y sacoleiros; también de formas que se juegan en la transacción. Volvamos a la negociación por el vuelto para ver dos detalles que nos van a permitir comprender esto. La situación aparentemente fue simple: Pato no tenía cambio y su compañero Manuel sólo tenía tres reales, entonces intentó quedarse con el real que faltaba para completar el cambio que tenía que devolver. Frente a la negativa del comprador brasilero, intentó sensibilizarlo con la excusa de que el dueño de la mercadería se quedaría con toda 57

Esta relación entre el tipo de comprador –ocasional y regular- y el tipo de negociación por el precio se adecua a la descripción de varios autores sobre las formas de negociación en diversos mercados. (GEERTZ, 1963 y 1978; ALEXANDER & ALEXANDER, 1987; 1991). Precisamente, los mercados para turistas son la realización por excelencia de ese carácter ocasional, posibilitando mayores márgenes de ganancias derivadas de asimetrías en la distribución de información y tomando ventaja de las diferencias lingüísticas, monetarias y culturales.


145 la ganancia (R$ 3). Si dejaba el real que faltaba para completar el vuelto, el vendedor podría quedarse con algo. Pero sabemos que Pato era el dueño de los relojes y no el empleado de Manuel. Frente a la negativa del brasilero de dejar ese real, su primera reacción fue jugar el rol de empleado poniendo a Manuel en el lugar de jefe. Esa asociación no se dio por casualidad. La figura de empleado es a veces usada para ganar un poco más sobre el producto que se vende.58 De hecho, pararse en el lugar de empleado justifica el pedido de un precio mayor pues quien más gana no es quien vende sino su patrón. Siempre que vi a alguien jugar el papel de empleado, el cálculo era explicitado así quien escuchaba podía visualizar claramente la cuestión. Esto es, se explicitaba el costo y la ganancia del dueño, dejando en claro cuanto iría a ser la ganancia del empleado (costo + ganancia del dueño + ganancia del empleado).59 En el caso de Pato, el costo no apareció, la ganancia del dueño era todo lo que iba a quedar de lucro y la del empleado sería cero... A no ser, claro, que el comprador le dejase ese real a quien estaba atendiéndolo.

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La figura de empleado a veces también es utilizada para escapar de la responsabilidad por el puesto o la mercadería o para tomar revancha de algún cliente difícil. Un brasilero que fue mesitero muchos años en Paraguay y que hoy vive en Foz me contaba la siguiente anécdota refiriéndose a un tipo de argentino muy frecuente de visita por esa área: ‘los viejitos’ tal como llamaba a los jubilados en excursión por las Cataratas, quienes eran especialmente duros para negociar los precios según su experiencia. [El español y el portugués estaban mezclados en la narración]: Uma vez eu tinha um desses viejitos... ¿Cuánto cuesta esto? Dois con cinquenta. Ah no! Muy caro!... Y por cuantidad ¿cuanto me deja? Bom... si vai levar muitos, então, dois con vinte. No! Muy caro. Bom, o máximo que eu posso fazer é 2. Muy caro! Mas isso é o máximo que eu posso fazer para ganhar alguma coisa. Então aí eu falo, Mire, si quiere esperar al dueño, fue al banco, él le va a dejar por 1,80, yo por menos no puedo. Aí, el viejito fica esperando, 5 minutos, 10 minutos... Y el dueño? Ya viene, ya viene. 15 minutos, media hora esperando... e não tinha nenhum dono... se o dono era eu! [Se rie]. 59 El comentario de Carraher et.al. sobre el uso de las verbalizaciones en las transacciones en una feria de Recife, si bien se inserta en otras discusiones (oralidad y aprendizaje) es interesante para el ejemplo aquí discutido. “Al hacer los cálculos del valor de la compra y demonstrar que el vuelto dado es correcto, los feriantes lo hacen oralmente, tornando explicitos los pasos de su racionamiento, como parte de la ética de la relación vendedor-cliente.” (CARRAHER ET.AL. [1988], p.145, traducción propia). La existencia de dicha práctica -explicitar públicamente las cuentas para devolver el vuelto como ‘parte de la ética de la relación vendedor-cliente’-, es precisamente lo que torna posible su manipulación en el caso aquí analizado. Este tipo de interpretación está en sintonía con la caracterización de Florence Weber sobre el uso de la escritura en los universos domésticos por ella analizados como mecanismo para fijar el sentido de los intercambios (WEBER, 2002, p.164 ss.), claro que lo que está en juego en nuestro caso es la verbalización de elementos de la transacción. Si bien en los casos presentados por Weber la utilización del concepto de ‘ritual’ puede ser apropiada, en este caso deberíamos estirar demasiado el significado de ritual equiparándolo con toda práctica significativa, algo que terminaría por vaciar de contenido a la propia noción de ritual.


146 El cálculo presentado por Pato fue [costo] + 3 + ¿1? Siendo que lo que queda para despejar no es una incógnita en sentido matemático sino una duda cuya resolución puede darla el comprador: sabiendo que 3 reales quedan para el patrón ¿no le va a deja un real al vendedor? Lo interesante es preguntarse de dónde sale ese 3. Tal como aparecía en la descripción de la situación, Pato ganó con ese reloj un poco más de R$ 5 (US$ 2). Pero entonces ¿y ese 3? Era la cantidad que tenia para devolverle en cambio, faltaba 1. Esas fueron las cifras disponibles en el momento que pasaron a formar el cálculo para explicar de manera simple por qué el real que el comprador dejaría iba a ser una forma justa para Pato ganar algo, ya que el resto se lo llevaría el dueño de la mercadería. Visto detalladamente nada de eso se sostiene, pero en el juego inmediato de la transacción las cifras parecen hacer sentido, así como parece ser justo dejar un real para que lo gane un empleado. Esos juegos rápidos con números y argumentos razonables son algo presente en las transacciones de la calle y los compradores brasileros no son ajenos a ellos. Algo que puede verse, no tanto en la negativa del comprador en dejar el real – cosa que pudo decidir independientemente de haberse dado cuenta del blefe – sino en las palabras del amigo del comprador al ser pedido R$ 1 para recibir R$ 5 de vuelto. “Mas aí você tem que devolver 6.” Cinco o seis... un real más, un real menos. El mismo tipo de juego utilizado por Pato minutos antes. De ahí su risa y su comentario posterior. La situación descripta permite reflexionar sobre tres elementos centrales en la dinámica de las ventas en la calle: la naturaleza de las operaciones, la moralidad de las acciones y el sentido de las mismas. Pensar que lo que sucedió en esa negociación fue una serie de confusiones sería reducir la capacidad y el control que quiso imponer sobre la situación cada uno de los que participaba en ella. Tampoco debemos imaginar personas cargadas de formulas listas para ser usadas dependiendo de cada situación. La velocidad en


147 que suceden situaciones de este tipo es sorprendente y su eficacia descansa precisamente en esa rapidez. Antes de describir esa situación hablé de ‘formas en que se juegan las transacciones’. Después de describirla y teniendo que caracterizar lo que Pato había hecho me surgió la palabra blefe. Blefar en portugués. Engañar. Mentir con las cartas. Y tal vez sea el juego la mejor forma de entender la dinámica de algunas transacciones en las calles de Ciudad del Este. Al igual que con algunos juegos de cartas donde mentir hace parte del juego, en las transacciones en la calle algunas mentiras no son actos condenables sino que también forman parte de las mismas; esto es, de las posibilidades y las formas disponibles para negociar. Claro que, tanto en las cartas como en las ventas, hay otras mentiras que sí son condenables. Cambiar las cartas o agregar naipes de otro mazo. Cambiar la mercadería que se dijo haber vendido o pasar como verdadera una moneda que no lo era. Decir que sean condenables no significa decir que no sucedan. El punto es que si son descubiertas no terminan con una palmada en la espalda o con risas, tal como vimos en la situación descripta. La diferencia entre las mentiras aceptadas en el juego de las transacciones y aquellas que no lo son radica precisamente en esa diferencia: poder reírse una vez descubierta la mentira (a pesar de la seriedad que ganar o perder puede tener para cada uno) o, pasar el límite que lleva a una disputa. No por casualidad la imagen del juego apareció. Pato la había colocado cuando el amigo del comprador pidió R$ 6 de vuelto. Primero dijo, “Esse foi à escola!” y después agregó, “Ese es letrado.” Como veremos adelante, los juegos son parte de la dinámica cotidiana de la calle. En ellos, cuando alguien intenta hacer trampa y es descubierto es


148 llamado letrado (Cuadro 6).60 La forma en que son realizadas las acciones por las cuales alguien es así llamado importa: los intentos de engañar a los otros jugadores se da de forma pública. Si se presta atención, la acción puede ser descubierta ya que es realizada a la vista de todos.61 En el juego de las transacciones opera el mismo tipo lógica: si uno presta atención a los argumentos y a los números se puede descubrir el engaño. Aquellos que perciben dichas estrategias pero que no las consideran como parte del juego de las transacciones –que las sospechan como estrategia de los vendedores y no como recurso para poder negociar– son los más desestabilizados por la situación. Al igual Cuadro 6 - Sobre la noción de letrado En español, la palabra letrado se asocia con dos significados: persona instruida o abogado. En el diccionario hay ocho acepciones. Cinco son adjetivos y están vinculadas con instruido (escritura y lectura), excepto una que dice “que presume de discreto y habla mucho y sin fundamento”. Las tres últimas acepciones son sustantivos: abogado, jurista o asesor jurídico (REAL ACADEMIA ESPAÑOLA, 2001). En los medios de comunicación paraguayos, letrado es regularmente usado como sinónimo de abogado. (Para algunos ejemplos, ver DIARIO VANGUARDIA 11/10/2001 y 9/11/2001; ABC 19/12/1998 y 20/11/2001; NOTICIAS, 13/12/2001). Durante las situaciones de juego en que aparecía, letrado era definido como esperto (a la brasilera) o vivo (a la argentina), palabras que remiten a alguien ingenioso, astuto, perspicaz. Nunca escuche definirla como tramposo. Sin embargo en Ciudad del Este la esperteza o viveza expresada en la palabra letrado no se limita a una cualidad intrínseca del individuo sino que se conjuga con la instrucción, tal como aparece en los comentarios de Pato -ese fue a la escuela, ese es letrado. Siempre que me definieron letrado en contextos que no eran los del juego, esa dimensión de esperteza o viveza aparecía vinculada al manejo de las palabras. - “¿Letrado? Letrado es uno que en vez de un arma o de intentar pegarte para quitarte lo que quiere, te engaña con palabras.” Esa fue la definición que me diera un vendedor de bebidas frente a mi pregunta de qué significaba. La había acabado de usar para concluir la situación vivida con dos clientes. Ellos habían estado tomando cerveza y se enojaron porque el vendedor les quiso cobrar, algo que interpretaron como un signo de desconfianza. Cuando les insistió, le dieron una cadena de oro en forma de pago la cual se reveló falsa después de rasparla. Entonces los paró y le quitó el reloj a uno de ellos. Si después le pagaban se los iba a devolver; sino, se lo quedaba. “Letrado, acá hay mucho letrado,” fue la conclusión. - “Que roba al hombre y dice que no roba”, fue la definición de una niña de diez años. - “Alguien que quiere aprovecharse de vos, pero sólo con palabras, el que quiere vivirte pero convenciéndote”, fue la definición de un mesitero después de utilizar la palabra para referirse a los funcionarios de la municipalidad. Que el sinónimo de abogado sea utilizado popularmente con estos sentidos dice bastante respecto a la relación entre poder, ley, educación y engaño. Relación que se condensa en una idea que escuché reiteradas veces entre los mesiteros y en general en Ciudad del Este: “Los abogados son ladrones con diploma.”

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“¡Letrado este Fernando!” me decían cuando me sorprendían queriendo hacer trampa en el chinchón (sobre el juego, ver más adelante). “¡Es muy letrado ese Elizardo! ¡Hay que estar siempre atento!” decían de otro, por ejemplo.

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En el chinchón, un juego que consiste en formar piernas y escaleras, la situación más común en que alguien era llamado de letrado era cuando se intentaba presentar una pierna o escalera como si fuesen juegos completos cuando en verdad no lo eran (por ejemplo, presentar una escalera de diamantes con algún corazón). En el juego de las damas, se llamaba de letrado a alguien cuando quería hacía un movimiento que era inválido. Sobre los juegos, ver Capítulo 3.


149 que para quienes mentir con la cartas no puede hacer parte del juego, para muchos turistas y otros compradores, los blefes no pueden ser otra cosas que muestras de deshonestidad. De hecho, es la percepción de la asimetría en la información sobre los productos y los precios reproducida en las formas de la negociación. Pensando en términos de simetrías y asimetrías en la distribución de información, la caracterización de las redes de perspectivas descrita por Hannerz aquí también es útil (1992:64-68). Decía anteriormente que en el caso de los sacoleiros, los mesiteros presuponen el saber que ellos tienen sobre precios y productos, independientemente de cada caso particular. En el caso de los turistas, que no encuentran en la calle los medios para hallar la información sobre las mercaderías presentes en otros espacios –estandarización de productos y sistema de precios públicos-, es su desconocimiento el presupuesto. Si el sacoleiro sabe que el mesitero sabe que él sabe; el turista sabe que el mesitero sabe que él no sabe. Para quienes reconocen dichas estrategias como una forma disponible para negociar, no es la honestidad lo que está en cuestión en estos casos. La honestidad se coloca en otras acciones así como las indignaciones por su falta también.62 Una descripción en sintonía con el tipo de dinámica y moralidad por mi descripta aparece en uno de los trabajos de los Alexander en Prembum, Java. “Poco énfasis es colocado en la honestidad del vendedor pues, dada la naturaleza competitiva del regateo, es esperado que tanto el vendedor como el comprador realicen afirmaciones poco confiables en el proceso de bluff y contra-bluff. Es frecuentemente colocado que los musulmanes devotos buscan precios justos y son más circunspectos en sus afirmaciones, pero es reconocido comúnmente que mentir es común en el bazar y es una parte integral de la negociación. La única honestidad 62

Un trabajo que muestra una profunda carga moral al depararse con estas dinámicas es el de Frank Fansellow, para quien en los mercados de productos no-estandarizados –la característica que distinguiría al bazar- los ‘escrúpulos’ no son recompensados y la ‘falta de escrúpulos’ termina siendo la estrategia más racional para lograr competir en el bazar (FANSELOW, 1990, p.262). Me pregunto hasta que punto algunas dificultades para comprender ciertos juegos en las transacciones no están asociadas a una visión postweberiana que, partiendo de la vinculación entre protestantismo y capitalismo, considera como la condición normal de los negocios a aquella condensada en la ‘ética protestante’. Cabría preguntarse hasta que punto el protestantismo, de ser una de las variables fundamentales para caracterizar las formas que tomaron algunos desarrollos sociales basados en una ética particular, no pasó a informar visiones normativas de cómo funciona el mercado, o al menos, presupuestos que informan como debería funcionar.


150 demandada en el bazaar es que el vendedor entregue la catidad de bienes combinada y que el cliente pague el precio acordado.” (ALEXANDER & ALEXANDER, 1987, p.44, traducción propia). Claro que esta no es la única dimensión de las transacciones que emerge en el juego de las negociaciones. Así como se desconfía, también hay que construir confianzas. Al menos, hay que seducir y atraer. Hay que convencer para poder vender. Sobre esa dimensión me concentraré a seguir. Una de las ofertas que más llaman la atención en las calles de Ciudad del Este es la de los condones o preservativos musicales. O si el cliente es brasilero entonces la oferta es: “Camisinha musical, amigo?” Y si es argentino y joven: “¿Forro musical, flaco?” La gente se ríe, mira desconfiada pero también pregunta. Hay como una doble sensación, de incredulidad y de curiosidad. -

¿Cómo profilácticos musicales? Si, cuando usted está terminando, sale una música. ¡Nooo! Si, mire.

Entonces el vendedor acerca a la oreja del pretendido cliente un paquete de profilácticos del cual sale una música. Ahí la duda... ¿será qué es posible? Según su supuesto inventor (Cuadro 7),63 los profilácticos musicales son un ejemplo de la ‘invención’ que tienen que tener los mesiteros para poder vender. Pero además de ser un divertido ejemplo de la creatividad para las ventas, es también una buena manera de entrar en las formas de abordar a los clientes y sus reacciones. Los mesiteros y ambulantes de Ciudad del Este no tienen una actitud pasiva frente a quienes andan por las calles del microcentro. Si bien por momentos se espera por los

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Digo supuesto porque no conocí a ningún mesitero o ambulante que me pudiese confirmar la historia que Cléber me contó, cosa que no es de extrañar en un universo de miles de personas donde productos y estrategias de venta se difunden rápidamente. Conociéndolo a Cléber, creo efectivamente en su historia. De cualquier manera, lo que me interesa señalar aquí –la creatividad y el disfrute de las estrategias creadas para vender- es independiente de quien las inventa.


151 clientes, muchas veces se aborda a quienes pasan. En ese abordaje es donde se esboza la primera lectura sobre la procedencia de la persona: la ropa, el estilo de andar y,

Cuadro 7 - Sobre la historia de las camisinhas musicais Cléber es, según él mismo me contó, “o inventor do preservativo musical”. Brasilero, desde 1984 que está en Foz do Iguaçu. Habla perfectamente español, tanto con tonada paraguaya como con tonada argentina. Vivió 5 años en Paraguay y trabajó como mesitero en Ciudad del Este durante muchos años. Actualmente tiene un ‘refeitorio popular’ –tal su propia definición ya que, según él, aquello no llega a ser un restaurante. El mismo trabaja como buffet; sistema en el cual se paga un precio que da derecho a una porción de alguna carne dentro de cierta variedad que es ofrecida junto a ensaladas y diversos acompañamientos fríos o calientes que uno se sirve cuantas veces deseé. El sistema de buffet es el sistema económico más común en Foz do Iguaçu, aunque también hay algunos restaurantes a kilo –en los cuales uno se sirve la cantidad que quiere y paga por el peso. El refeitorio de Cléber ocupa un salón muy grande en un primer piso, ubicado en la esquina de la avenida principal del centro de Foz do Iguaçu. Sobre la avenida, en la esquina hay un local comercial, pero al lado de la escalera que sube al refeitorio, Cléber atiende un lanchonete donde se venden sándwiches, refrescos, helados y cerveza. La trayectoria de Cléber muestra las posibilidades de ganancias que existían a finales de los 80’s e inicio de los 90’s trabajando en el comercio de Ciudad del Este, inclusive como mesitero. Según Cléber, la historia del preservativo musical comienza a fines de los 80s con la epidemia de SIDA que empezaba a aparecer en los medios de comunicación. En los programas de televisión brasilera se recomendaba el uso de preservativos. Por ese entonces, él ya vivía en Foz do Iguaçu y cruzaba todos los días a trabajar a Ciudad del Este. En esa época los preservativos eran caros en Brasil y pensó que en Ciudad del Este deberían conseguirse más baratos. Cruzó como todos los días y antes de montar su mesa pasó por una farmacia. Los preservativos efectivamente eran más baratos así que compró una caja y, cuando terminó de armar su mesa, la colocó en exhibición entre los juguetes que era lo que estaba vendiendo en esa época (antes había vendido herramientas). Los otros mesiteros que trabajaban junto a él vieron la caja y preguntaron, “Qué es eso?” Él respondió: “Preservativos! Camisinhas! Condones!” “Ja, ja ja”, todos riam, porque... se no Brasil era caro, lá ninguém comprava. “Vocês me deixam com meus preservativos.” Então aí vem o negocio da invenção. Porque para vender você tem que inventar, o mesitero tem que inventar. Aí vem o primeiro, fica olhando... camisinhas... “Da aí uma”. “Mas olha que essas aí são camisinhas musicais, tocam uma musiquinha.” Aí, todo mundo ria. Então, que acontecia? O cara comprava para ele porque era barato e levava outra para seu amigo com o conto aquele da camisinha musical. E aí a caixa acabou. Comprei outra e todos os meus companheiros começaram a olhar e compraram também. Teve caras que voltavam e falavam, “Olha, aqueles que você me vendeu estavam falidos!” “Mas, o senhor quando acabou não fez AhhhhAHHHH!?” O cara ria e... “Da mais um punhado aí!”. Agora está cheio lá... quem dera. Eu comecei com essa historia e agora todo mundo conhece o tal das camisinhas musicais! ” Es interesante la forma en que son presentados los preservativos musicales en uno de los primeros reportajes periodísticos acompañando sacoleiros escritos en Brasil. “A grande novidade do fim-do-ano em Porto Stroessner é a camisinha musical. Trata-se de um preservativo que ao ser molhado toca uma música. O preço gira em torno de Cz$ 2000.” - En aquel entonces, Cz$ 2000 equivalían a US$ 1,75 (FOLHA DE SÃO PAULO, 18/12/1988c).

principalmente, estar atento a las palabras. Entonces, se intenta hablar a la persona en su lengua.64 Si parece brasileño:

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Esta adecuación lingüística en relación al cliente aparece claramente descrita en el marco de una nota sobre Itaipu, en un recuadro sobre Ciudad del Este, “Shopping es el nombre del juego y Ciudad del Este es un


152 -

Amigo, procurando alguma coisa? Quer CD? Tem bom preço! Brinquedos pra as crianças? Amigo, que precisa?

Si parece argentino entonces es en español, utilizando muchas veces palabras y formas características del español hablado en Argentina, -

Perfume, ¿perfumes, chicas? Carolina Herrera, Kalvin Klein... Macho, ¿querés medias? Los portacompact, muchacho. Señora, las medias, los pañuelos... dos por el mismo precio te hago. Amigo, ¿querés ver alguna cosa? 65

Dos características tienen las promociones en las calles de Ciudad del Este: son incisivas y son personalizadas.66 Incisivas en el sentido de la insistencia y la búsqueda de atención.

mercado frenético donde los comerciantes te muestran sus baratos objetos de plástico y te hablan en cualquier lengua hasta que entiendas.” (GEOGRAPHICAL MAGAZINE, 1996, p.13, traducción propia). Por lo que ví, sin embargo, probar diferentes lenguas como medio de sintonizar con la lengua del cliente sólo ocurre cuando el cliente es de difícil categorización, algo no tan común. El potencial abierto por el manejo de diferentes lenguas es reconocido por todos. Un día nos sentamos con Gregorio –a pedido suyo- a escribir los números en inglés y las frases más comunes utilizadas en las ventas. Si el bilingüismo –guaraní y españolya es un esfuerzo para muchos, el contexto multilingüe de la frontera impone una exigencia mayor en donde el inglés ya pasa a ser un motivo de risa. Un mesitero así me iba a describir esta complejidad lingüística, “Porque nosotros, los que estamos en la calle, casi no somos profesionales, somos procurar, por lo menos por necesidad para vender, porque hay algunos que otra personas, que viene, ni siquiera sabe hablar bien en guaraní, y tiene que aprender portugués, castellano, y alguna vez hasta ingles (se ríe).” En la calle casi no hay relación con el chino y el árabe, y en general son los empleados de comerciantes de esos orígenes los que aprenden algunas frases y palabras en esas lenguas. 65

Siguiendo el trabajo de Alejandro Grimson, el mismo tipo de dinámica aparece en Encarnación, la ciudad paraguaya que queda enfrente de Posadas, Argentina. “Además de las tiendas, las veredas están ocupadas por los mesiteros (vendedores callejeros). El “turista” pasea entre la ropa y los relojes, los zapatos y los walkman, los artículos de limpieza y las verduras. Los múltiples vendedores en cada cuadra convocan a los argentinos a comprar: “¿Qué busca, señor?”, “Una ropita, señora?”, “Cinco por dos, cinco por dos”. Las interpelaciones sólo se interrumpen cuando se está concretando una venta.” (GRIMSON, 2002:102). 66

Para quien conoce el centro de Rio de Janeiro, es interesante notar la diferencia que existe entre los vendedores localizados en el Mercado Popular de Uruguaiana (Camelôdromo, tal como es conocido) y aquellos que están establecidos en las calzadas de las calles del centro de dicha ciudad. Entre los primeros, son pocos los que andan promocionando sus productos por fuera de su exhibición y generalmente sólo después que uno se para en el puesto de ventas recibe alguna atención del vendedor. En cambio, entre aquellos que están en las calzadas del centro, la promoción de los artículos suele realizarse a viva voz. Como si la transitoriedad fuese la fuente de la necesidad de promoción, que en el caso de las calles del centro de Rio de Janeiro deriva tanto de los clientes que están de paso como del lugar donde se vende –siempre en movimiento por las políticas de represión al comercio callejero. La forma de la promoción, sin embargo, es pública y generalizada en vez de personalizada como en el caso de Ciudad del Este. Y en esta última, la transitoriedad no deriva del movimiento de los vendedores –pensemos en toda la estructura permanente de ventas en las calles de Ciudad del Este- y sí de las características de los posibles compradores: personas de paso que van a hacer compras. Para una caracterización general del comercio ambulante en Rio de Janeiro ver Melo & Teles, 2000.


153 Personalizadas ya que son menos una promoción pública de lo que se vende –como en otros mercados- y más un abordaje personalizado del posible comprador. Esta interpelación a una persona en particular –aquella que pasa o a la que se sigue- es lo que está por detrás de la proliferación de sustantivos nominales que aparecen recurrentemente en el abordaje y el trato con los posibles compradores, tales como amigo, muchacha/o, flaco/a, chica/o, señor/a o che ra’a.67 Este estilo incisivo y personalizado que adquieren las promociones en Ciudad del Este está vinculado al tipo de persona que puede tornarse comprador: alguien que está de paso y que va a cruzarse con otros cientos de mesiteros y ambulantes que quieren vender sus productos. Claro que sentirse abordados por gente que ofrece insistentemente cosas pone nerviosas a muchas de las personas que van a comprar a Ciudad del Este, especialmente a los turistas. Algunos reaccionan incomodados. “¡No quiero! ¡Ya te dije!” o “No, no y no” se escucha decir a la gente que acelera el paso, escapándose de mesiteros y ambulantes.68 Aquellos que tienen una relación regular con Ciudad del Este –los empleados brasileros que trabajan en la ciudad pero que viven en Foz do Iguaçu o los sacoleiros que van regularmente– no parecen sentirse asediados como los turistas o los sacoleiros que 67

La palabra ra’a significa amigo en guaraní, aunque siempre la escuché en su forma pronominal, che ra’a – mi amigo. La forma independiente más utilizada en la calle –tanto hablando guaraní como español- era cuate. Se usa che ra’a para marcar proximidad de la misma manera que se usa che amigo o che cuate, aunque en esos casos el uso parece quedar restricto a una proximidad real en términos de relación (i.e. amigos o conocidos). El uso de cuate –palabra de origen nahua muy utilizada en México y en Centroamérica, que significa camarada o amigo íntimo- revela conexiones con tradiciones hispano-hablantes geográficamente distantes pero fuertemente presentes en Paraguay. La presencia de la música mexicana -contemporánea y tradicional- está fuertemente arraigada tal como lo demuestran los shows de grupos mexicanos que se presentan en los palcos paraguayos, el conocimiento de las letras de los corridos mexicanos y su ejecución en ruedas musicales informales así como la existencia de mariachis que pueden ser contratados para fiestas y acontecimientos -tal como lo muestran en sus avisos clasificados algunos diarios de Asunción. Algo también común en otros países de América Latina. 68

“[L]o que en realidad nos quita el respiro son los vendedores ambulantes cargados de perfumes, nos siguen paso a paso” comenta Marcela Espíldora en una nota para una revista de turismo chilena publicada en 1997 donde retrata de manera aguda la dinámica de las ventas en las calles de Ciudad del Este. Hablando de los vendedores, señala: “Salen a la siga de la clientela y por pocos dólares prometen placer con ritmo de samba y lambada. La economía de mercado nos olía bien hasta que abrimos un frasco de perfume.” La referencia al “placer con ritmo de samba y lambada” tiene que ver con la forma en que le ofrecieron los ‘perservativos musicales’. Según le dijeron: “Al usarlo se escucha samba y lambada.” (REVISTA VOLARE, 1997).


154 están comenzando. Que te ofrezcan algo parece no incomodar cuando uno simplemente está dirigiéndose a algún lugar, sea el negocio en el que se trabaja o en el que se va a comprar. Tal vez el acostumbramiento hace que el asedio de ambulantes y mesiteros deje de incomodar. Pero también es cierto que son menos abordados. Y es que la curiosidad del comprador no regular se siente y se lee en el andar ‘buscando’ y ‘mirando’; en el interés de ver aquello que se vende pero sin querer escuchar las ofertas y las palabras que vienen y no paran y para las cuales muchas veces se carece de herramientas para evaluarlas (si los precios convienen o los productos valen la pena). La curiosidad abre el margen para la oferta y la promoción. El caso de los profilácticos musicales es el mejor ejemplo de esa tensión. El posible comprador desconfía, parece un chiste, pero al fin y al cabo ¿no se escucha la música saliendo de esa pequeña cajita que nos acercaron a la oreja? ¿Será que funciona mismo? ¿Comprará uno entonces? Es por esto que esa estrategia incisiva y personalizada, por más que pueda incomodar, es la forma de establecer un contacto en un mundo de personas de paso y de cientos de vendedores. La cuestión es hacer que el otro se interese por lo que uno vende, por el objeto en sí o por el precio al que se está ofreciendo. Si hay alguna respuesta que no sea una negativa rotunda y reiterada, la puerta queda abierta para el diálogo. El sólo hecho de preguntar por el precio de algo abre el espacio para una serie de ofertas o promociones de las cuales el interesado no escapa tan fácilmente. Desde la lógica del que vende, una vez que alguien preguntó algo quiere decir que está interesado y entonces de lo que se trata es de discutir el precio o la cantidad.


155 Para los ambulantes, el ofrecer la mercadería es la mejor manera de poder comunicar lo que se vende.69 La ventaja de la movilidad es que se puede estar en los lugares en que los turistas o los posibles compradores se concentran; ya sea en sitios específicos como la entrada de algunos shoppings, galerías, o paradas de ómnibus o allí donde los posibles compradores quedan atrapados en los embotellamientos de tránsito. Para aquellos situados en un lugar, como los mesiteros o los que tienen casillas, la forma de ofrecer sus productos es promocionarlos cuando las personas pasan. Pero esa forma personalizada e insistente que asumen las promociones operan junto a otras características. Como veíamos en el inicio de esta sección a propósito de los profilácticos musicales, las mismas también son un espacio de chistes y complicidades, de contestación y diálogos. A veces exclusivamente entre mesiteros y ambulantes –en general en guaraní–; a veces entre ellos y los posibles compradores –en la lengua de este último. Las intenciones varían desde simples chistes para llamar la atención –a partir del otro o envolviéndolo– hasta diferentes maneras de contestar un maltrato o desinterés. Los ejemplos son incontables y dependen de cada situación. Por ejemplo: - “Vibradores, vibradores,” fue la oferta de un ambulante que no vendía vibradores a una mujer que se enojó cuando él le insistió con los perfumes que sí vendía (otra manera de decir histérica por insatisfecha sexualmente). El resto de los ambulantes se rió mucho. La cara de la mujer se enrojeció y siguió caminando. - “Opium, opium,” fue la oferta de uno de los ambulantes a un turista blanco y rubio – gringo– de aspecto ‘alternativo’ (pantalones verde militar, sandalias, mochila de colores), el cual lo escuchó y se rió. - Después de no mostrarse interesado en los productos que vendía –perfumes y encendedores-, un ambulante le pregunta a un turista argentino, [Ambulante] - ¿Ya compraste cámara? [fotográfica o filmadora] 69

No digo la única porque algunos ambulantes andan literalmente con su mercadería a cuestas, siendo sus propios cuerpos el espacio de promoción de sus productos tal como veíamos en las fotos 17, 18 y 19. Protectores de sol (sombrero tipo sombrilla) son llevados en la cabeza; cables para baterías o cubre-volantes son colgados en el cuello o al hombro; las pelotas de fútbol son cargadas en bolsas que las dejan ver; algunas comidas son llevadas en canastas sobre la cabeza.


156 [turista] - Estoy yendo ahora. [Ambulante] - ¿Dónde? [turista] - Allá, del otro lado. [Ambulante] - Noooo! (dice agarrándose la frente en señal de preocupación) Eso es todo falsificado! (Todos se ríen) Tenés que venir conmigo que yo tengo originales! 70 - “¿Señorita, le puedo ayudar con algo?” Le pregunta un mesitero a una mujer argentina que ya debe haber pasado los 50 años. Ella sonríe –alagada– y le pregunta unos precios. Los otros mesiteros se ríen, y cuando se va la mujer le preguntan... “¿Señorita?” El mesitero responde riéndose, “Hay que saber tratarle a los clientes.”

Claro que no siempre los códigos son compartidos y a veces se producen confusiones. El manejo de las palabras no sólo depende de saber su contenido sino que hay un uso y decodificación contextual que también lo constituye. Esto hace que algunas palabras entren en terrenos de interpretaciones complicados: aquello que es irrelevante para muchos, para otros se torna una ofensa. Un argentino que preguntó por el precio de un cargador de un encendedor Zippo, recibió por respuesta un precio que según él era muy alto. El mesitero insistió, [mesitero] - ¿Cuánto quiere pagar? [argentino] - No, está bien (siguió caminando) [ mesitero] - ¡Dos con cincuenta! (gritó, pero el hombre siguió caminando) - ¡Dos! (insistió pero el hombre siguió) - ¡Andá, guachi! El hombre se paró, miró para atrás con cara de rabia al mesitero por unos segundo, se dio media vuelta y siguió caminando. Situaciones que se repiten durante el día, aquí y allá y que contribuyen a la densidad que se experimenta en las calles de Ciudad del Este. 70

Muchos vendedores ambulantes y algunos mesiteros trabajan como promotores de casas de electrónicos y fotografía. Tienen tarjetas de los negocios que promocionan y si la persona se interesa, ellos la acompañan hasta la casa que promociona la tarjeta. Si el interesado compra, reciben una comisión por la venta. Así, a las formulas estándar de abordar los clientes, se suman otras como “¿Quiere ver cámaras filmadoras?” “¿Artículos electrónicos?”


157 Densidad que para el turista puede ser el condimento divertido de una jornada de compras tal como lo colocaba una periodista describiendo las compras en la ciudad, “En Ciudad del Este se pasa bien, pero hay que ir con el ánimo de arrancarles a los ambulantes. Si está de humor, puede divertirse con su ingenio y simpatía.” (Revista Volare, 1997). O bien, puede ser una de las formas de experimentar lo abrumante –inclusive hostil– que puede ser una calle de un mundo comercial del otro lado de la frontera.

Las reglas de la calle Hasta aquí fuimos viendo diversas dimensiones de las ventas en las calles, desde los productos que se venden, las formas de promoción, negociación y establecimiento de precios hasta las diferencias derivadas de los distintos perfiles de compradores. Pero, ¿cómo se hace para vender en un espacio lleno de vendedores ubicados uno al lado del otro y -muchas veces- ofreciendo las mismas mercaderías? Ya escuchamos algunas quejas sobre mesiteros que vendían el mismo tipo de productos y solían bajar los precios con tal de hacer alguna venta. Y esa no fue la única queja que escuche durante el trabajo de campo. Algunas se referían a la competencia, otras a los consumidores; ambas estaban vinculadas a cómo se vendía y sobre lo que se hacía para lograrlo. En el primer caso, eran quejas sobre los precios que un compañero le ponía a sus mercaderías o sobre la forma de atraer clientes no respetando la prioridad de otros mesiteros. En el segundo caso, eran quejas por la forma en que los atendían otros vendedores a los cuales ellos les compraban bebidas, comidas o cigarros. Hasta mitad de los 80’s, cuando el número de vendedores localizados en la vía pública era mucho menor, había un acuerdo que establecía el mínimo que se podía ganar sobre las mercaderías. Por disposición de las asociaciones de mesiteros, debajo de ese mínimo no se podía vender, evitando así que la competencia entre ellos se jugase por


158 debajo de un cierto límite de ganancias. Con el enorme crecimiento del número de mesiteros esos acuerdos dejaron de tener eficacia. Pero si los precios han dejado de estar regulados por códigos compartidos, hay otros principios que se tienden a respetar. No atraer a un posible comprador mientras está siendo abordado por otro vendedor es uno de esos principios. En general se respeta la relación que establece un vendedor con un posible comprador, aunque se está atento a ver si el comprador -no satisfecho con el precio o no encontrando lo que buscaba- todavía sigue interesado en comprar. Una vez que alguien se muestra interesado en realizar una compra con un mesitero, no se interviene para atraerlo hasta que este se aparta del primero. Lo contrario es considerado como un acto deshonesto. Un mesitero conocido, cuando estaba a punto de cerrar una venta de varios CD’s –muy baratos- y relojes –más caros-, recibió la sorpresa que le iba a amargar el día: otro mesitero localizado a unos metros de distancia llamó al comprador y le hizo otra oferta por los relojes. El comprador sólo llevo los CD’s del primero –cuyo precio estaba subvaluado para venderle los relojes- y compró los relojes al segundo. Cuando encontré al primer mesitero al final del día estaba enojadísimo. Era una persona especialmente tranquila y ese día no le había ido nada mal: había ganado unos US$ 60 en ventas. El otro mesitero le había pedido disculpas, sin embargo la indignación le seguía. Me llamó el otro para pedirme disculpas... Pero no puede ser, es la envidia. Yo si veo a alguien que está vendiendo bien, me alegro, hasta lo ayudo para que haga una buena venta, pero ¿cómo lo va a llamar para ofrecer un precio más barato? Tiene que esperar que termine y después que le ofrezca lo que quiera. Pero no puede llamarlo. Dan ganas de... uno entiende porque la gente se le sube a la cabeza y después pasan las cosas. Es envidia. No pueden ver que uno está haciendo una cosa y le va bien. La envidia es el peor pecado. El peor pecado. Y acá hay mucha gente que tiene envidia. Hasta robar es diferente, pero la envidia es el peor. No robarle un cliente regular a un compañero es otro principio. Un cliente propiamente dicho es un comprador regular que mantiene una relación estable con un determinado


159 mesitero.71 Aquellos más cercanos que venden el mismo tipo de productos respetan dicha relación, esto es, no intentan robarle el cliente a su compañero. Por ejemplo, los vendedores de CD’s que estaban más cerca y que eran amigos de un vendedor que tenía un cliente regular que llevaba gran cantidad de CD’s, señalaban que nunca pensaron en sacarle el cliente. Sin embargo, los vendedores de la vereda de enfrente ya lo habían intentado varias veces. El comentario de uno de los amigos más próximos que también vendía CD’s es revelador de los presupuestos que informan dicho principio, la contradicción entre proximidad y quiebra de la confianza,

“Amigos son... Pero

imaginate... ¿cómo van a hacer eso? ” Otras reglas operan en la venta de productos de otros mesiteros. Si un comprador está buscando un producto y en la mesita donde se paró no lo encuentra, el vendedor lo va a buscar con otro mesitero o en algún comercio. Después le da la parte correspondiente al dueño de la mercadería y él se queda con la diferencia que pudo haber obtenido.72 Vender para otros es algo común. Cuando alguien deja su puesto –para ir al baño o para realizar compras, por ejemplo–, los vecinos suelen ocuparse de los compradores que puedan llegar a interesarse por los productos del que no está. Se saben los precios que un compañero pone a sus mercaderías y sí el ocasional vendedor vende por encima del mismo se queda con la diferencia. Si el que se acerca para atender al comprador no sabe el precio de la mercadería, le pregunta a alguno de los vecinos. La pregunta es generalmente formulada y respondida en guaraní, lo que permite manejar a voluntad la información (la mayor parte

71

Como veremos en el capítulo siguiente, este tipo de relación sólo fue posible después de la aparición de los sacoleiros. 72

Jennifer y Paul Alexander, en su trabajo en Java central, caracterizan este tipo de práctica como un índice del respeto a la relación entre un vendedor y un comprador una vez que se inició una discusión por un artículo o un precio determinado. “Una vez que un vendedor comienza a negociar con un cliente, los otros vendedores no intervienen, y el cliente sólo negociará con un vendedor por vez, a pesar que los clientes generalmente vayan de un vendedor a otro. Una marca de la fuerza de esa convención es que el vendedor que no tiene la mercadería específica que el cliente está buscando, generalmente toma prestada una de otro puesto, dividiendo las ganancias con el dueño.” (ALEXANDER & ALEXANDER, 1987, p.46, traducción propia).


160 de los clientes no habla esa lengua) y así, sobre el precio de venta, poder agregar un plus. El guaraní es un medio privilegiado para manejar información sin que los no-hablantes de guaraní comprendan. Si no asumir la responsabilidad de la mercadería de otro mesitero durante su ausencia ya es condenable, aprovecharse de la ausencia de un compañero para vender la propia es todavía más grave. Veamos el ejemplo de un mesitero que vendía mercaderías iguales a las de su vecino. Un comprador se puso a mirar unos productos que él también tenía pero en la mesa de su vecino, el cual había salido. El mesitero se acercó para atenderlo y terminó mostrándole los mismos productos pero de su propia mesa. Otro mesitero que estaba conmigo lo miró indignado y me explicó, “Pero ¿cómo le va a ofrecer la de él, si el otro estaba mirando las cosas del otro?” El compañerismo es un valor que se pone en juego a la vista de los demás y que es evaluado a partir de la relación con los otros. La calle es el escenario donde muchas de esas evaluaciones también tienen lugar. El mundo de los vendedores de la calle es complejo y diferenciado. Hasta ahora fuimos viendo diferencias horizontales que se expresan en las infraestructuras, en las localizaciones, en los productos y en las formas de vender. Las llamo horizontales porque son diferencias entre pares. Pero también hay diferencias verticales que estructuran la calle, definidas en general por la propiedad de la mercadería. O se es patrón de sí mismo o se trabaja para otro. Alquilar una casilla o una caja no muda el estatus de vendedor sino las condiciones para trabajar en la calle. Pero trabajar la mesa o la casilla ajena con las mercaderías de otro ya significa un cambio de estatus: se trabaja para un patrón. En las calles de Ciudad del Este esa posición es descripta con un término, secretario.73

73

La figura de funcionario o empregado que aparece entre los camelôs de Campinas en el trabajo de Camilo Braz remite a una definición similar, caracterizada por la propiedad de la mercadería. Según él, funcionario es aquel que trabaja con la mercadería del dueño de un box –tal como es llamado el local de ventas (Braz, 2002:34). Cuando un box es alquilado por ausencia prolongada, el dueño de la mercadería la retira, estableciendo una relación no de funcionario sino de locatario.


161 La definición más común que escuche de secretario es la de aquel que te ayuda en tu mesa. Las actividades enumeradas para describirlo van desde cuidar la mercadería, ayudar a sacarla y guardarla, ofrecerla y venderla, preparar el tereré o servirlo, conseguir cambio, pagar cuentas o hacer tramites. Che patrón [mi patrón] es la contrapartida del secretario: el dueño de la mercadería para quien se trabaja. Conversando sobre la figura de secretario con varios mesiteros, algunos la comparaban con la figura de empleado para marcar su especificidad. Un empleado es una persona que recibe un salario para cumplir una o varias funciones y cuya relación, en primer lugar, es con el negocio del patrón. Este carácter más formal de la relación del empleado con el negocio era descrito con una referencia simple: a un empleado no se lo puede mandar a hacer ‘las cosas del patrón’. A diferencia del empleado, el secretario mantiene un grado de intimidad con el patrón y con su negocio envolviéndose –siendo envuelto, para ser más preciso– en cuestiones personales que trascienden el funcionamiento del negocio. La relación secretario–patrón es una relación jerárquica personalizada en la cual alguien que comienza en la calle se va incorporando en su dinámica. Por este motivo, la figura de secretario suele estar más asociada a los jóvenes que comienzan a trabajar en la calle aunque, como veremos, no se agota en ese grupo generacional. Hay tres formas de trabajar con las mercaderías de otros: en el puesto de ventas con el patrón, como ambulante con su mercadería o, en el puesto de ventas sin el patrón. El primer caso corresponde a la figura típica del secretario joven que se inicia en la calle y que cumple todas las funciones que enumeré anteriormente y que caracterizarían la figura de secretario (Cuadro 8). En el caso de los que comienzan a trabajar como ambulantes con la mercadería del patrón, lo hacen así hasta que consiguen un lugar en el cual comienzan como mesiteros.


162 Trabajar de ambulante muchas veces es el paso siguiente luego de hacerlo con el patrón en su mesa. Tener alguien que circula con su mercadería –secretarios ambulantes– amplía el espacio de ventas del patrón. Asu vez, el trabajo de ambulante permite al secretario desarrollarse de forma independiente. Una vez que se instala de forma independiente entramos en el tercer caso señalado sobre las formas de trabajar con las mercaderías de otros. Trabajar en un puesto de ventas de forma independiente con la mercadería de otro puede ser resultado de un proceso progresivo de superación de la relación secretario–patrón o bien puede ser el inicio de esa relación. El primer caso es el resultado de ese proceso de autonomización del secretario que empezó a andar con la mercadería del patrón vendiendo como ambulante y que termina instalado en su mesa, muchas veces con la ayuda del patrón pero cada vez con mayor independencia. En el segundo caso –que marca el inicio de la relación– es cuando alguien comienza a trabajar la mesa de otro, i.e. trabaja en el puesto de venta con la mercadería del patrón asumiendo la responsabilidad de la misma. Todos los casos que conocí eran ya personas adultas que trabajan por una comisión de las ventas. Cuadro 8 - Aprendiendo en la calle El hijo de un mesitero amigo iba comenzar a trabajar como secretario cuando deje el campo en diciembre de 2001. Durante el año, después de la escuela, muchas veces aparecía en el puesto de su padre y se quedaba jugando y charlando con los otros mesiteros y conmigo, flirteando con la hija de una vendedora y ayudando a desarmar su mesa. Después que terminaron las clases en diciembre, comenzó a trabajar con el vecino de su padre que tenía una mesa de relojes al lado de la caja de este último. Estaba entusiasmadísimo con el hecho de comenzar a trabajar de manera regular ganando algo de dinero. Muchos de los niños o adolescentes que se ve trabajar de forma independiente en las calles de Ciudad del Este no están solos en el espacio de la calle sino que su madre, su padre o ambos también están trabajando no lejos de donde ellos están. Al estar la infraestructura de trabajo en la calle, muchos hijos acompañan a sus padres o a alguno de ellos y lo ayudan en sus actividades. También juegan, conocen y van estableciendo sus relaciones. Los niños y jóvenes que acompañan a sus padres o a conocidos comienzan a integrarse en la dinámica comercial de la calle a partir de la observación, de las relaciones que comienzan a establecer con otros mesiteros y de su circulación por aquel espacio. La calle es un espacio lleno de actividad y de acontecimientos que presenta un enorme atractivo para casi todos los niños que conocí. Formalmente el ingreso a la actividad comercial comienza cuando se transforman en secretarios de algún adulto que tiene una mesa o casilla. Como secretarios van a aprender la dinámica de los negocios, ayudando a su patrón y comenzando a vender sus mercaderías. Nunca escuche usar la figura de secretario para referirse a un hijo o hija que colabora con las cosas de sus padres. Como si empezar a trabajar de verdad significase distanciarse de las relaciones de parentesco. Los niños usan dinero y aprenden a manejarlo con mucha habilidad. No es incomún ver de sus bolsillos salir reales, dólares, guaraníes y pesos argentinos.


163 Este carácter adulto parece haber sido la forma original de desarrollo de la figura de secretario. Después que en la década del 70 se permitió vender en la calle perteneciendo a alguna de las dos asociaciones que ordenaron el trabajo, la calle se cerró en un número limitado de mesiteros que tenían derecho a tener su espacio de ventas. Tal como veremos en el capítulo siguiente, los vendedores que se incorporaron posteriormente lo hicieron trabajando para los mesiteros ya establecidos como sus secretarios. La figura de secretario también se mantiene para señalar, en una relación entre conocidos, aquel que trabaja la mercadería de otro o inclusive, aquel que recibe préstamos de una misma persona en más de una ocasión. Es en este sentido más amplio que las relaciones secretario–patrón pueden invertirse, transformándose aquel que era patrón en secretario de su anterior secretario. Si está inversión sucede –y ha sucedido con frecuencia, según dicen- señala uno de los elementos que forman la relación secretario y es la proximidad que se establece entre dos personas. Una vez que la relación entre ellos se transformó en una relación entre pares, la relación persiste y se puede volver en uno de los canales para conseguir crédito o mercaderías. Dependiendo para donde se dirige ese flujo, la antigua relación puede revertirse. Un viejo mesitero me lo explicaba de la siguiente manera, Porque, [el secretario] quizás se despertó, vio de que esto iba... importante, progresó y entonces se independizó y empezó él hacer su vida comercial y ahora está mejor que aquella persona que lo recibió, ¿verdad? Hay mucho ejemplo de eso, miles de ejemplos. Si bien la relación entre secretario y patrón implica posiciones desiguales, la misma no necesariamente se congela en una estructura jerárquica, conformando tanto un mecanismo de incorporación en la calle como un medio de desarrollo de confianza que posteriormente alimentará las relaciones. Tanto las relaciones patrón-secretario como las reglas que regulan la competencia y el compañerismo remiten a la forma de estructuración de las


164 ventas en la calle: no un espacio anónimo sino atravesado por relaciones y evaluaciones extremamente personalizadas. Así como en la sección anterior surgió un vocabulario espacial centrado en lugares (mesas, cajas y casillas) y acciones (poner, instalar, ocupar), el que fue apareciendo en esta sección corresponde al vocabulario de una actividad que emerge como resultado de determinado tipo de acciones y que es realizada a partir de ciertas relaciones. Los verbos caracterizan la actividad: vender, comprar, ganar, perder, dejar un producto a determinado precio, hacer una ganancia sobre determinado producto. Las relaciones involucran clientes y vendedores, compañeros, secretarios y patrones; siendo que los sujetos de dichas relaciones son definidos por un conjunto de variables: curepa, rapai o gringo, turista-turista o comprista, con dinero o sin dinero, sorprendido o conocedor del mercado, niño, joven o viejo, hombre o mujer, amigo o envidioso. En las calles de Ciudad del Este, los contenidos sociales que emergen en las transacciones reflejan un mundo en movimiento en el que se expresa un complejo espacio de frontera, y donde es posible reconocer las reglas y las relaciones que organizan las ventas (las formas de regulación de la competencia y las maneras de incorporación en la actividad).74 Los precios de las mercaderías en las calles de Ciudad del Este difícilmente puedan ser comprendidos como el resultado del equilibrio abstracto de ofertas y demandas.75 Los diferentes elementos que entran en juego en el establecimiento de un precio reflejan las 74

Punto de partida y no de llegada: el carácter social de las transacciones. El énfasis en lo social apuntado en muchos trabajos antropológicos y sociológicos sobre economía me produce la misma sensación que el énfasis en lo construido de los colectivos sociales y las identidades culturales. Cuando se presentan como conclusión, ambos énfasis no dejan de ratificar en importancia aquello que pretenden criticar, reproduciendo a partir de su crítica el fantasma que pretenden exorcizar. Como si lo económico –si aceptamos en llamar con ese nombre alguna cosa que tiene que ver con el hacer de los hombres en sociedad- pudiese ser de alguna manera que no fuese social. Como si los colectivos y las identidades pudiesen ser de alguna forma que no fuesen construidas. Sí, es cierto que algunos economistas y algunos esencialistas piensan de otra forma. El punto es que continuar discutiendo esos puntos de partida reproduce una agenda de temas que continúan pautando las discusiones. Importa sí, qué tipo de relaciones se condensan en ese social particular que se expresa en las transacciones. 75

Claro que limitarse a cuestionar ese modelo de equilibrio sería confundir lo que ese modelo efectivamente es: más un modelo normativo (que establece como debe funcionar el mercado de acuerdo a los principios de la teoría) que un modelo explicativo del funcionamiento del mercado en cuanto dinámica social.


165 condiciones en las que opera el comercio de Ciudad del Este, donde se cruzan compradores de procedencia diversa, hablando diferentes lenguas y usando monedas distintas. Es precisamente en el juego con estas variables, inscriptas corporalmente en la figura del comprador y decodificadas a partir de formas de andar, estilos de vestir, lenguas y acentos, que los vendedores establecen un precio. Con aquellos que no saben, se intenta obtener más. Con aquellos que son reconocidos como frecuentadores de Ciudad del este, se acepta que saben tanto cuanto ellos. La distinción descripta en el Capítulo 1 entre turistas-turistas y compristas comienza adquirir sentido en términos de ventas, de posibilidades y de relaciones. Si bien con los primeros se espera realizar mejores ventas, hay que atraerlos y convencerlos a partir de diversas formas y estrategias de promoción. Con los compristas las relaciones son más contradictorias, conocedores de Ciudad del Este y difíciles para negociar, sin embargo es con ellos que relaciones más estables fueron posibles y que los transformaron en clientes (en el sentido regular del término). La información –sobre productos, sobre precios y sobre locales de venta– es fundamental para entender la posibilidad y la forma de las transacciones y, como veremos en el Capítulo 3, es una de las variables a partir de la cual puede ser analizada la transformación de un mercado de turistas-turistas en otro cuyo movimiento es pautado por la presencia de los compristas brasileros. Vender y comprar no se limita a negociar un precio o intercambiar objetos por dinero sino que implica una serie de acciones que también suceden en la transacción. Además del proceso de establecimiento y acuerdo de un precio, la transacción implica la forma en que se llega a ese precio –las distintas variables y procesos que entran en su formación–, los cambios y las traducciones de monedas, el vuelto y la entrega del producto. En cada una de estas fases se puede ganar o perder –confianzas, dinero, productos– y en todas se puede jugar con los recursos disponibles: argumentos, posiciones,


166 conocimientos y con la curiosidad y los deseos del otro. La manipulación de esos recursos forma parte de las reglas del juego. Inclusive las mentiras, tal como sucede en algunos juegos de cartas, pueden ser legítimamente usadas, en tanto y en cuanto sean públicamente expuestas en el juego de la transacción. Vender en la calle es la actividad a través de la cual los mesiteros ganan su vida. En la sección anterior vimos cómo se hace para vender en la calle, en esta vimos cómo se vende y en la que sigue abordaré qué es lo que se hace además de vender. Como veremos, así como las ventas tienen la densidad que tienen –en término de operaciones, de relaciones y de sensaciones–, las calles son mucho más que el escenario en donde las ellas tienen lugar.

Pasando en la calle El ritmo de las actividades de quienes venden en la calle no es regular sino que altera entre momentos que exigen atenta dedicación y otros en los que poco sucede. Algo que caracteriza el ritmo de todos aquellos que trabajan en función del movimiento comercial ya sea vendiendo, cambiando o transportando. Uno de los mesiteros describía el ritmo diario de trabajo de la siguiente manera: Y... la mayoría abre su mesita a las seis, algunos abre a las 5, alguno abre de la 7, pero... la más tarde, la más tarde que abre son la gente... las 8 por ahí. Y... para nosotros es, no se como voy a decirte, es... para decir trabajamos mucho, no trabajamos. A veces venimos y estamos esperando los clientes, ¿verdad? Estamos sentados ahí en la calle, o jugando así... cualquier... damas, domino o así... Nosotros decimos damas a ese que se juega estilo ajedrez. Eso, para pasar tiempo, y... a las cuatro, a las cinco de la tarde cerramos todo otra vez, y guardamos nuestra mercadería y nos fuimos otra vez todos a... cada uno a su casa. Así nosotros pasamos en la calle. En esta sección me concentraré en ese “pasar en la calle”. La sociabilidad de la calle trasciende las relaciones de compra y venta, de intercambio de información o de colaboración y se expresa en otras relaciones que se dan a través de conversaciones,


167 juegos, tragos y música. La confluencia de todos esos haceres permite comenzar a vislumbrar algunos de los matices particulares de Ciudad del Este, delineándose el microcentro como espacio de vida y de apuestas donde es posible reconocer tradiciones y estilos, valores e imaginarios. A través de ellos –con ellos y contra ellos– se articulan identificaciones y distinciones colectivas y se orientan apuestas y trayectorias individuales. Voy a comenzar a partir de dos cuestiones que saltan a la vista en el día a día de la calle: los juegos y la bebida. Observando a quienes participan en ellos –fundamentalmente, hombres adultos de origen paraguayo– es posible percibir algunas líneas claras de diferenciación que organizan aquel espacio y en las cuales se producen y reproducen arenas de sociabilidad donde se expresan, en acto y en palabras, valores y evaluaciones que ponen en tensión ideas de orden y de goce, de deber ser y de posibilidades. Dos articulaciones de discursos y performances son fundamentales para abordar estos asuntos y ambas nos remiten a determinados modelos de masculinidad. Por un lado, aquellas en torno a la expresión y resolución de conflictos en el contexto de la bebida. Por otro lado, aquellas que emergen a la luz de los monólogos y los diálogos sobre género. Como espero transmitir en este capítulo, el género es un prisma privilegiado para comprender algunas dinámicas sociales fundamentales de Ciudad del Este. Si bien las cuestiones que orientan esta sección surgieron en diálogos y situaciones que sucedieron en las calles del microcentro, la misma se mueve por otros terrenos, pasando por casas y bares, discotecas y barrios. Analizar ese “pasar en la calle” y seguir las cuestiones que emergen por esos otros espacios, permite iluminar características definidoras de Ciudad del Este. En ellas es posible identificar dinámicas sociales y culturales que consiguieron reproducirse por las posibilidades que el movimiento comercial permitió.


168 Comencemos por los juegos. En las calles del microcentro de Ciudad del Este se juega mucho a las damas. Generalmente se lo hace en un tablero improvisado, dibujado con lapicera o marcador sobre un cartón o directamente sobre una mesa de madera. Las fichas suelen ser tapitas de gaseosa o cerveza. Colocadas boca arriba son un jugador. Colocadas boca abajo son el otro. Se juega con una maestría impresionante y con mucha rapidez.76 Al igual que en el resto de los juegos en la calle, alrededor de los jugadores suelen juntarse otras personas (Foto 20); a veces por curiosidad, otras esperando que terminen quienes están jugando para ocupar el lugar dejado por el perdedor.

Foto 20 – Jugando un partido de damas en una calle de Ciudad del Este. El tablero está apoyado sobre las rodillas de los jugadores.

76

Saber las reglas y los movimientos de un juego no garantiza que uno pueda jugarlo adecuadamente. Después de perder contra todos los adultos con que jugué un domingo antes de almorzar, intenté excusarme frente a uno de ellos: [yo] - Hace años que no juego... Jugaba de chico [Edgar] - Bueno, así jugaste recién (risas)… [yo] - Habrá que practicar un poco [Edgar] - Si, en unos ocho, nueve años vas a jugar mejor (risas)… Cuando seas grande (risas) Algunas movidas típicas del juego –no comer las piezas del otro o quedar inmovilizado- tienen significados compartidos. Soplo –perder una pieza por no haber comido- es un símbolo de distracción o de falta de rapidez. Chancho –no poder moverse a pesar de tener piezas- es una humillación. Tal como uno de ellos lo describiera, “No es que perdés, pero la gente se ríe de vos porque no podés moverte.”


169 El juego de cartas más común es el chinchón (Foto 21 y Cuadro 9). Si bien en otros países es jugado con cartas españolas, en las calles de Ciudad del Este se usan cartas

póquer.77

de

chinchón personas

envuelve que

las

El más

damas, Foto 21 - Jugando al chinchón después del trabajo.

jugándose en general entre cuatro jugadores. Siempre se apuesta dinero, aunque los montos suelen ser pequeños. Además de las damas y el chinchón, también se juega dominó y otros juegos de cartas. Tanto en el domino –que es jugado con enorme destreza– como en los juegos de cartas, es posible observar la gran rapidez para los cálculos; algo que también se ve en las operaciones diarias de conversión de monedas y en los cálculos de precios y ganancias. Cuando hay mucho movimiento de compradores, los juegos quedan para otro momento o para otro día. Pero cuando las ventas están tranquilas entonces se comienza a jugar; algo que generalmente sucede después del mediodía o por la tarde. La frecuencia de los juegos también depende de las relaciones que hay entre la gente que ocupa determinado espacio de la calle. Algunos espacios son mucho más ‘sociales’ que otros, dependiendo del tiempo y el tipo de relación que mantienen entre ellos, del carácter de cada uno o del contexto particular que cada uno está atravesando. Asimismo, los juegos permiten entrever el lugar que la nacionalidad, el género, la edad y la posición social operan en las formas de las relaciones y de las diferenciaciones.

77

Según la explicación de algunos, jugar con cartas de poker es mejor porque el mazo tienen más cartas.


170 Los juegos suelen ser entre paraguayos. De las cientos de situaciones de juegos que vi en las calles del microcentro, en menos de una decena de ellas había brasileros jugando con paraguayos y en un par de veces había árabes. Nunca vi orientales jugando en la calle.78 Claro que en un espacio de las dimensiones del microcentro de Ciudad del Este y con la multiplicidad de micro-universos producto de lo intrincado de su estructura de galerías, negocios y puestos de venta callejeros, difícilmente se puedan hacer afirmaciones absolutas sobre las relaciones. Sin embargo, en estas dinámicas sociales comienzan a vislumbrarse los clivajes que organizan las diferencias en Ciudad del Este. Los juegos en la calle son entre hombres. Si bien gran parte de los mesiteros son hombres, aun en los espacios donde hay mujeres ellas no participan en los juegos. Otra vez vale la observación: de los cientos de situaciones que puede observar, nunca vi una mujer Cuadro 9- Jugando chinchón El chinchón es un juego que consiste en formar series de tres o más cartas que tengan numeración consecutiva del mismo palo (escaleras) o que tengan el mismo número (piernas). Se reparten 7 cartas y hay que formar por lo menos dos juegos. Los jugadores levantan una carta del mazo y se descartan de otra que puede ser recogida por los otros jugadores. Hacer una escalera con toda la numeración de un mismo palo es chinchón y significa ganar. Si esto no sucede –como es la mayoría de las veces-, a quien completa sus juegos y corta se le restan 10 puntos, quien tiene todas sus cartas acomodadas en piernas y escaleras queda igual y, a quien le quedaron cartas sin acomodar en ningún juego, se le suma el puntaje de las mismas. Con quienes jugué, apostaban Grs. 500 y se jugaba hasta 60 puntos. Cuando todos los jugadores menos uno pasan los 60 puntos, el que no llegó a ese puntaje es el ganador. Cada vez que un participante pasa los 60 puntos de forma individual, tiene que volver a entrar pagando Grs. 500 y tomando el puntaje de quien va peor. Entonces, se hace un circulito sobre el puntaje que indica que a los Grs. 500 iniciales hay que sumarle Grs. 500 más. “¡Circulito!” es la expresión eufórica de algunos jugadores cuando alguien se pasa y vuelve a entrar. Si uno pierde, a los Grs. 500 iniciales tiene que sumar los ‘circulitos’ que fue acumulando durante el juego y el valor total es el que tiene que pagar al vencedor. Lo máximo que vi perder a alguien en un juego fueron Grs. 4500 (equivalentes a US$ 1 en la segunda mitad de 2001). El bajo valor de las apuestas en los juegos de cartas durante las horas de trabajo es señalado también por Birgitta Edelman en su cuidada descripción de los juegos entre los trabajadores ferroviarios de Hagalund (Suecia), quien cita otros autores que corroboran dicha relación (EDELMAN,1997, p.195ss). Algo que podría ser interpretado de la siguiente manera. La apuesta en dinero marca la seriedad del juego la cual se expresa en una cuestión que Edelman señala y que aparece en el chinchón de la calle: para nadie parece ser una cuestión insignificante perder con otro, aunque sea un valor mínimo. No por el apego al dinero sino por la seriedad que imprime el dinero al ganar o perder. En este sentido, las bajas apuestas permiten marcar la seriedad del juego sin el derroche de las apuestas mayores, las cuales suceden en otros espacios donde emerge, no la cotidianidad de las relaciones de trabajo sino, la excepcionalidad abierta por las chances de ganar o perder en cantidad. Un juego que apareció en muchas conversaciones pero que nunca vi jugar era el bojo. En todos los relatos, las partidas sucedían fuera de la calle. Por lo que me explicaron el juego era simple pero eran complicadas las apuestas: siempre altas. Los cuentos sobre el bojo siempre venían de la mano de los recuerdos de tiempos de bonanza y de imágenes de despilfarro donde algunos perdieron mucho de lo que habían ganado en las ventas y el trabajo. 78

Cuando hay poco movimiento, también es posible ver laranjas brasileros jugando cartas, aunque siempre entre ellos.


171 jugando damas, chinchón o dominó en la calle. Al igual que con la bebida, los juegos son marca y dinámica de diferenciación en la calle, la cual es -particularmente después del trabajo- paraguaya y masculina. En las calles del centro, los juegos son cosa de adultos. Los niños y quienes empiezan a entrar en la juventud también juegan a las damas y a las cartas pero en otros espacios, principalmente en las casas. Al igual que en otros asuntos, miran a los adultos y aprenden aunque también tiene su mundo propio en el cual comparten sus actividades, sus conversaciones y los juegos con sus pares (Cuadro 10). En algunos casos, la calle es la continuidad de la casa en el espacio abierto por el trabajo. Esto especialmente sucede en los casos en que la mujer trabaja sola o junto con su marido (en negocios de comida o en ventas en una mesa o casilla). Los hijos los acompañan

y

ayudan

en

sus

actividades, pero también juegan, conocen y establecen sus relaciones. Tal como veíamos en la sección anterior, estar en la calle es una forma de aprender el mundo de los grandes,

i.e.

trabajo,

dinero,

relaciones. En las calles de Ciudad del Este, el carácter lúdico que aparece reflejado en todos estos juegos trasciende

la

presencia

de

los

mismos en el día a día, y se expresa en otras dimensiones tales como

Cuadro 10 - Juegos de niños y no tan niños Un juego muy común entre los niños que trabajan en la calle es con monedas. Se arroja una que es la guía y quien llega más cerca de ella, intenta matarlas, i.e. darlas vueltas de un golpe con la moneda que arrojó. Si lo logra, se queda con las monedas. Si falla, es la chance del otro. Como en los cuadros de Bruegel donde los detalles sorprenden entre la confusión de imágenes y personajes, entre el movimiento de personas y mercaderías cerca del puente a veces se podía ver la imagen de una especie de enorme reloj de arena de metal que era levantado por un señor de edad, canoso, parado al lado de su mesa de apuestas rodeado de mototaxistas, niños lustrabotas o ambulantes. Algunos apostaban, otros miraban esperando con ansiedad el puntaje de los dados. Espacio común que niños y adultos compartían, la mesa de apuestas era del viejo que se instalaba regularmente cerca del puente. En su superficie, tenía escritos los números del 2 al 12. Las apuestas eran colocadas sobre los números y se arrojaban dos dados. Lo que llamaba la atención era el lugar por donde se tiraban los dados: dos embudos de metal soldados por su parte angosta, lo que le daba a la estructura la forma de un enorme reloj de arena. Los dados eran arrojados por una boca y caían en la mesa. La estructura se levantaba y aparecía la suerte para quien había apostado (el dueño de la mesa pagaba el doble) o la resignación (el jugador perdía lo apostado). Las apuestas en general eran pequeñas (entre Grs. 100 y 500), aunque podían subir bastante cuando algún adulto se entusiasmaba o cuando se cambiaba de moneda, pasando de guaraníes a reales, dólares o pesos argentinos.


172 ciertas formas en que se realizan las ventas o en que se expresan algunas relaciones. Vimos esa dimensión lúdica en diversas formas de promocionar las mercaderías, de relacionarse con los clientes e, inclusive, en las maneras de realizar las transacciones.79 Ese carácter también se expresa en las relaciones de algunos mesiteros que trabajan próximos a través de provocaciones corporales. Empujones, golpes y a veces persecuciones forman parte de lo que se reconoce como “juego”, siendo más “pesado” o más “liviano” de acuerdo a la intensidad de los golpes y las provocaciones.80 En estos juegos participan principalmente algunos hombres de 20 a 30 años. Si bien son pocos los que juegan así, aun aquellos que no lo hacen suelen reírse de las situaciones que pasan los que participan; por ejemplo, cuando alguien recibe la contrapartida de un golpe que ya estaba esperando o, cuando corre a esconderse detrás de una casilla para protegerse de los balines que otro le dispara con un rifle de aire comprimido que es vendido en alguna mesita de un conocido. Junto a esta dimensión lúdica hay otro elemento que tiene que ver con las apuestas. Estas no se restringen a los juegos entre dos o más participantes, también se expresan en la importante presencia cotidiana de la lotería.81 Se juega mucha lotería en las calles del centro, siendo los sueños uno de los mecanismos privilegiados para saber a

79

Esta dimensión lúdica no tiene que ser entendida simplemente como diversión. Tal vez sea mejor entendida como una tensión en la cual se juega permanentemente con reglas y límites, especialmente con aquellos más próximos. Como veremos, esa tensión a veces deriva en situaciones que no son percibidas ni vividas como algo divertido. 80

No hay una forma concreta de referirse a estas prácticas corporales a no ser con la palabra ‘juego’ y a quienes más se embarcan en ese tipo de divertimento como ‘juguetones’.

81

En los juegos en equipo fuera del microcentro también se apuesta. En el caso de fútbol, los domingos las apuestas suelen ser importantes –por ejemplo, el equipo perdedor paga el asado que se come al final del partido. En el caso del voley y del piki-voley generalmente se juega por una cerveza o una gaseosa. En todas estas apuestas, el equipo ganador no consume individualmente la apuesta sino que la misma es socializada entre ganadores y perdedores e inclusive entre algunos espectadores autorizados a hacerlo. Piki-voley es el deporte que en Brasil se conoce como futevôlei, variedad de voley de playa en el que la pelota puede ser tocada solo con los miembros inferiores, la cabeza, los hombros y el pecho. Según sus practicantes cariocas, fue creado en las playas de Rio de Janeiro en 1965 como forma de burlar la prohibición de jugar fútbol en la playa. El piki-voley goza de una gran popularidad en Ciudad del Este y se juega con enorme maestría. Las canchas en las que se juega pueden ser de tierra o de material. El piso de la cancha del barrio donde vivía (San Rafael) era de ladrillos, material mucho más blando que el cemento para hacer deportes.


173 qué números apostar (Cuadro 11). Los vendedores de Cuadro 11 - San Cono

lotería trabajan regularmente en las mismas áreas, vendiéndoles a sus clientes ya conocidos.82 La lotería es paraguaya y jugada por paraguayos. Los brasileros que cruzan a trabajar en Ciudad del Este, compran lotería brasilera a compatriotas que se dedican a vender bilhetes y raspadinhas en los puestos de venta de brasileros – lanchonetes y quiosques de comida, comercios y puntos de encuentro en las galerías- ofreciendo suerte brasilera y en portugués. “Mas... se eu ganhar, vou cobrar aonde?” pregunté sorprendido y la respuesta llegó con tono de obviedad, “Na Caixa Federal... do outro lado!” Los juegos constituyen una arena en la cual las diferencias que llegan al mercado se reproducen.

Por las mañanas siempre llega alguien al kiosco de Ricardo buscando a San Cono. Quien lo pide primero hace el ejercicio que después otros repetirán: recordar, buscar y traducir. Editado en la Argentina, el libro de San Cono tiene tapa dura, forrada con cinta adhesiva transparente para protegerlo de tanto uso. En sus páginas se encuentran la correspondencia entre sueños y números. Los sueños están organizados a partir de elementos u objetos individuales y situaciones esquemáticas. Cada uno de ellos corresponde a un número, el cual es elegido para ser jugado en la lotería. Tal como uno de los mesiteros me explicara mientras movía el libro en su mano, “Por esto es importante acordarse de los sueños”. La importancia de los sueños como instrumento para conocer la suerte también está presente en el ‘jogo do bicho’ en Brasil, donde existen libros similares (DA MATTA & SOARES, 1999). Correspondencia o traducción, lo que estos libros presentan son una diversidad de técnicas que brindan al lector herramientas para llegar a su número de la suerte. Una discusión interesante sobre la noción de traducción para el análisis y la interpretación de los sueños está em LEITE, 2003:8-15.

Nacionalidad, género y pertenencia generacional son divisores que operan en la articulación de la dinámica de la calle. Pero antes que ser ‘funcionales’ a esas operaciones, los juegos son una práctica en la que emergen determinadas características de la calle como espacio de diversión, desafíos y apuestas. Ni la única ni la principal. Vimos esa dimensión lúdica en la forma misma de trabajar y la veremos a continuación a

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Las apuestas se guían por el sorteo diario de la Quiniela. Los números van del 1 al 999, siendo bastante alta la probabilidad de acertar comparada con la lotería y otros juegos de azar. La quiniela en Paraguay es una sociedad anónima (Montsol S.A.) que pasó a tener el monopolio autorizado para la venta de apuestas. Durante 2001, aquellos que vendían lotería en esquemas por fuera de la empresa –los llamados quinieleros mau- intentaron articularse para negociar un espacio propio, cosa que hasta que dejé el campo no habían conseguido. Un detalle interesante es que el encargado contratado por la empresa en Ciudad del Este para trabajar como coordinador con los vendedores había sido dirigente mesitero y presidente de la Federación de Trabajadores de la Vía Pública. Cuando los quinieleros mau se articularon para negociar con las autoridades y con la empresa, también procuraron un dirigente mesitero que todavía trabajaba en la calle.


174 propósito de la bebida, a través de la cual acompañaremos algunas formas y contenidos en los que esos articuladores y divisores también se despliegan. Como en tantos otros lugares, generalmente se bebe acompañado de amigos y compañeros.83 Sin embargo, en las calles del centro de Ciudad del Este, decir que se bebe en forma colectiva no sólo hace referencia al sentido de juntarse para beber sino a la forma misma de hacerlo: se toma de un único vaso que circula entre quienes están bebiendo. La dinámica es la siguiente: se sirve el vaso y quien lo recibe toma un sorbo o dos y lo pasa a quien tiene al lado, este a su vez bebe un trago y se lo pasa a la persona que está a su lado y así circula hasta que el vaso se vacía y vuelve a ser completado para volver a circular (Foto 22).84 Si bien una misma

persona

puede

servir

recurrentemente el vaso, no hay un Foto 22 – Una cerveza con amigos en el centro (calle Camilo Recalde). El primero a la izq. es quien tiene el vaso que está circulando. Carlitos, el segundo a la izq., era mesitero en la Av. San Blas. Los otros son amigos.

rol definido para hacerlo y nadie se

83

La descripción que sigue a continuación aborda la bebida como práctica social y cultural que articula reglas, valores, placeres y diversiones en arenas de socialibilidad marcadas por su presencia. Esta forma de abordar la bebida a partir del comportamiento de los que beben ha sido una marca de los estudios antropológicos en contraposición con las agendas de investigación que parten del consumo de alcohol como comportamiento desviado o anormal. Para una descripción de los estudios sobre la bebida en antropología, ver Mandelbaum, 1965; Heath, [1987] y Douglas [1987]. Para una crítica al menosprecio de los antropólogos hacia los problemas derivados del consumo de alcohol en muchas de las sociedades en las que han trabajado, ver Room, 1984. 84

La forma de beber alcohol es similar a como se toma tereré (ver glosario). En las conversaciones, sin embargo, nunca nadie las relacionó. La misma forma de beber es descrita por Dwight Heath entre los Camba de Bolivia (HEATH, 1991). Según el autor, está forma restringe la bebida a momentos sociales (proscribiendo el beber individual y prescribiendo el compartir) y regula el consumo de bebidas y su exceso restringiéndolos a dichos momentos. Esta expresión del compartir en la comensalidad aparece en la descripción de Gerald Mars y Yochanan Altman de la fiestas en la Georgia Soviética, en las cuales después de demostraciones competitivas -bebiendo individualmente hasta terminar el vaso- los autores describen demostraciones de compañerismo en las cuales algunos hombres comparten la comida del mismo plato y la bebida del mismo vaso, “El término para está práctica es megobarebi que puede ser traducido como “amigos íntimos.” (MARS & ALTMAN, 1991, p.276, traducción propia).


175 va a ofender porque otro sirva también. Cuando alguien se encuentra con amigos o conocidos que están bebiendo, es convidado con el vaso que está circulando y así queda incluido en el círculo de aquellos que están tomando. Beber de esta manera refuerza la idea que se lo hace socialmente y subraya la explicación que siempre me fue dada como obvia: beber es una forma de compartir. La forma hace el compartir y el compartir se expresa en la forma.85 Quebrar la forma es quebrar el compartir, por eso se escuchan quejas cuando el vaso se detiene durante mucho tiempo sin la atención suficiente a su circulación o cuando la gente está tomando otras bebidas o de otras botellas y el sentido de la circulación se pierde. Especialmente los más veteranos suelen quejarse, “¡Así no da gusto tomar!” 86 Cerveza es lo que más se bebe. La paraguaya viene envasada en botellas de un litro. Cuando se está tomando colectivamente y las botellas se acaban, se compran latas, en general brasileras, que pasan a circular de la misma forma que cuando se bebe en vasos. En invierno también es común tomar vino o caña,87 generalmente mezclados con gaseosa. También están los que prefieren bebidas más fuertes como caña pura, a quienes les resulta más difícil encontrar personas con quienes compartir la bebida, razón por la cual en general beben solos. Igual que con los juegos, tomar depende del día y del movimiento. Si bien siempre hay algún grupo de personas que está tomando en el centro de Ciudad del Este, son los 85

Para aquellos que quieren tomar cerveza de manera individual, beber en lata es la mejor manera para poder hacerlo. Beber individualmente permite regular personalmente la cantidad y el ritmo con el que se toma. De cualquier manera quien está bebiendo individualmente en lata suele ofrecer un trago a aquellos con los que se encuentra. Si bien puede funcionar como medio de individuación, el consumo de cerveza en lata no excluye la posibilidad de que la misma pase a circular colectivamente, tal como lo demuestra el consumo de latas de forma colectiva después que se acaban las botellas o cuando son pocos los que beben. 86

Si bien desde una lectura egoísta podría pensarse que las quejas son porque la disrupción de la forma produce una interrupción en el acceso a la bebida, en todas las situaciones de quejas que asistí quienes las proferían eran quienes estaban sirviendo la bebida o quienes estaban más próximos a ellos. Algo que permite decir que las quejas son en primer lugar por la imposibilidad del compartir antes que por la posibilidad de beber.

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La caña es un licor destilado hecho a base de caña de azúcar con un gusto particular, más próximo del ron que de la cachaça brasilera.


176 viernes y sábados los días cuando más gente se queda. En esos días también llegan amigos que no trabajan en el centro a compartir tragos antes de volver para sus casas o a encontrarse para continuar bebiendo en algún bar o ir a bailar. Algunos comienzan a beber después del almuerzo, otros comienzan antes de guardar las mercaderías y otros después que todo quede listo para irse. Se toma en la calle, entre cajas y mesas, a la salida de los comercios o en la entrada de las galerías. En general, se bebe de pie o sentado en los bancos que usan los mesiteros durante el día de trabajo. Se compra la bebida en los puestos de comida de la calle o a los vendedores ambulantes que venden bebidas. Cuando se termina la cerveza se va a buscar otra, pagándola sucesivamente aquellos que están tomando en el grupo y aquellos que se van sumando a él. A veces algunos invitan, ya sea porque han realizado buenas ventas o bien porque están en la posición de invitar –amigos que trabajan en otras actividades y que tienen buenos ingresos. En las calles del centro, generalmente se bebe entre hombres; algo que también sucede en otros espacios donde se bebe públicamente.88 Los días de mucho movimiento y buenas ventas parece haber una efervescencia especial.89 Las personas están contentas y se nota en la calle donde se pueden ver grupos bebiendo al son de la música de algún vendedor de CD’s que dejó el equipo para ser

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Con todo, en bares más modernos o sofisticados o en locales bailables, las mujeres también beben. Los datos presentados en un estudio epidemiológico sobre prevalencia de uso y abuso de sustancias psicoactivas en personas entre 12 y 45 años realizado en Paraguay en 1991, apuntan también para esta divergencia en el consumo de alcohol de acuerdo con el sexo (MÍGUEZ, PECCI y GARRIZOSA, 1992). El estudio se basó en una encuesta realizada por muestreo aleatorio estratificado en las 10 ciudades más pobladas del país. Asunción y el área metropolitana fue considerada como una unidad siendo la más numerosa en términos demográficos. Ciudad del Este era la segunda más poblada, Puerto Presidente Franco la séptima y Hernandarias la décima. Según dicho estudio, el uso de alcohol alcanzaba al 79,5 % de la población en tanto que el abuso alcanzaba al 35,6 % (el abuso de alcohol está definido en el estudio como el consumo de más de 100 cc. de alcohol absoluto en una oportunidad). Estás cifras se decomponen de manera bien dispar de acuerdo al sexo del entrevistado, observándose una prevalencia de abuso de alcohol mucho más marcada entre hombres que entre mujeres. Por ejemplo, la prevalencia de abuso de alcohol en los últimos 12 meses era, en porcentaje sobre el total de la población, para personas entre 12 y 17 años: ♂ 16,9 % y ♀ 8,3%; entre 18 y 29 años: ♂ 66,3 y ♀ 22,4; y entre 30 y 45 años: ♂ 69 % y ♀ 21,8. 89

La efervescencia de los días de mucho movimiento se siente entre todos los que participan del comercio de Ciudad del Este pero, tal como veremos, se localiza de diferentes maneras de acuerdo a criterios de origen, clase social y genero.


177 guardado más tarde.Algunos sábados, inclusive, se ven músicos con sus guitarras y sus arpas (Foto 23). A pesar de que los brasileros que vienen a comprar a Ciudad del Este y aquellos que trabajan como laranjas son considerados por los mesiteros como ocupando un lugar similar a ellos en la escala social, los espacios de interacción no coinciden a medida que el día de trabajo se va terminando. Durante el día es posible

Foto 23 – Músicos tocando en la entrada de una amplia casilla sobre la Ruta Internacional. El hombre que está parado detrás del arpa tiene una guitarra. Los tres de espaldas son compristas brasileros.

ver sacoleiros y laranjas tomando en puestos en la calle o en las galerías, sentados esperando completar las compras o haciendo tiempo para pasar cuando la fiscalización sea más liviana (Foto 23). Para aquellos que vienen a hacer compras, Ciudad del Este es un espacio de pasaje donde las actividades que se realizan –las compras– terminan en Foz de Iguaçu, después de haber retornado con las mercaderías. Aquellos que no salen enseguida para sus ciudades de origen, beben y comen en Foz do Iguaçu cerca del puente. En algunos puntos de Vila Portes es que se concentra la efervescencia de un día de buen movimiento: en bares o lanchonetes al lado de los hoteles y en un mercado que tiene varios lanchonetes y puestos de comida. Si bien los empleados de comercio brasileros no tienen la relación transitoria de los compristas, tampoco comparten el espacio de la calle con los paraguayos después del trabajo. Los viernes y sábados algunos comienzan a beber junto a los paraguayos, con


178 quienes comparten sus particulares micro-universos. Claro que tomar ‘junto’ a alguien no significa tomar ‘con’ alguien. Bebiendo en sus latas de cerveza –que casi siempre es brasilera–, son poquísimos los brasileros que toman ‘con’ los paraguayos compartiendo el mismo vaso con ellos. Si en los juegos vimos diseñarse un espacio diferencial de relaciones masculinas, adultas y paraguayas, un espacio recortado por los mismos contornos también es producido y reproducido con la bebida. A medida que el día va terminando, las diferencias que organizan esas relaciones se hacen más distinguibles y se transforman en auto-explicativas para sus participantes: empleados, laranjas y compristas brasileros vuelven para sus casas o emprenden el camino de regreso a sus ciudades. Los comerciantes –chinos o árabes, brasileros o paraguayos- cruzan a Foz o van a sus barrios en Ciudad del Este. A medida que el día va terminando las distinciones sociales también se vuelven más agudas.90 Con todo, cabe preguntarse, ¿qué pasa con las mujeres paraguayas que también trabajan en el microcentro? Tal como vimos en el Capítulo 1, las mujeres también trabajan en el microcentro de la ciudad. Tanto brasileras como paraguayas lo hacen principalmente como vendedoras en los comercios y estas últimas también lo hacen en las calles. Las que se ubican próximas al puente, en general trabajan en casillas vendiendo perfumes, cosméticos o CD’s. También son muchas las mujeres que lo hacen en las mesas de ropa y los puestos de flores sobre la Avenida San Blas y a lo largo de la Avenida Monseñor Rodríguez (especialmente después de la rotonda de Monalisa – Ver Mapa 1 - Capítulo 1). Las que preparan y ofrecen tereré son mujeres, a veces ayudadas por hijas e hijos menores. Muchas también trabajan con comida, ya sea vendiendo como ambulantes – principalmente chipa y frutas – o preparando 90

Hablando sobre las relaciones entre los grupos presentes en el microcentro, un mesitero me explicaba la falta de relación con chinos y árabes a partir de la siguiente conclusión, “No hay chino pobre acá, Fernando. Como no hay árabe pobre. Todos tienen dinero y hicieron más dinero acá y como toda la gente de dinero, ellos no les gusta estar con los pobres.”


179 y vendiendo en los puestos de comida. Otras también trabajan como paseras ingresando mercaderías del Brasil.91 Incorporando a las mujeres en la descripción, el carácter masculino de ciertas dimensiones de la calle aparece más nítido. Son los hombres los que hacen bromas en público cuando venden. Las mujeres tampoco participan de los juegos y la bebida, lo que no significa que estén ausentes.92 Si viven cerca, a veces aparecen -generalmente con sus hijos- para acompañar a sus parejas o, muchas veces, para buscar a su marido. Los que trabajan en pareja suelen volver juntos para su casa. Otras mujeres también pueden acompañar a algún hombre en esas rondas de bebidas o de juegos. Generalmente son mujeres no-casadas, amigas o conocidas de alguien de los que por allí están bebiendo o jugando. Definitivamente, no son mujeres pertenecientes a sus universos domésticos.

91

En la presentación de su proyecto de investigación en el marco de la red Women in Development Europe (WIDE) sobre género y trabajo en Ciudad del Este, Graciela Corvalán describe la situación de las mujeres de la siguiente manera: “En Ciudad del Este, la ocupación primaria de las mujeres es en el comercio como vendedoras (53.5%), seguidas por el personal de servicios y trabajos afines (29.3%). Niveles educativos muy bajos y altos niveles de analfabetismo caracterizan a estas mujeres. La mayoría es auto-empleada en actividades comerciales localizadas en el mercado informal, una situación que implica altos noveles de inseguridad e irregularidad en términos de ganancias y beneficios sociales. Lo mismo puede ser dicho de las mujeres que trabajan como empleadas en el sector comercial y sobre todo en trabajos domésticos, quienes están expuestas a la explotación fundamentalmente por el hecho de no tener consciencia de sus derechos y porque la mayoría no tienen protección social o laboral (…) En Ciudad del Este, los salarios de las mujeres son marcadamente inferiores que los de los hombres. El promedio de ingreso de los hombres es de $306.00 USD, mientras que las mujeres ganan un promedio de $171.00 USD por mes. Tanto mujeres como hombres tienen niveles educativos similares, a pesar que recientemente las mujeres han alcanzado niveles más altos en la educación superior. Por otro lado, la participación de las mujeres es usualmente bajo en las carreras técnicas.” (CORVALÁN, s/d, traducción propia, énfasis en el original). El trabajo es posterior a la sanción de la Ley de Maquila en Paraguay (1997), elemento que aparece como uno de los tópicos a ser analizados en relación con las mujeres. 92

Por su particularidad, la siguiente situación ilumina algunas características de la participación femenina en los espacios masculinos. Era de noche, en la vereda enfrente de un negocio. Varios amigos reunidos estaban tomando con el dueño que era paraguayo. Entre todos hombres, salvo la esposa del dueño, que era brasilera. Después de comentarle que era la primera esposa que veía tomando con el marido y los amigos, me dice su interpretación de las cosas: “Isso é culpa das paraguaias que não saem das suas casas. Eu não consigo ficar trancada.” Después que ella se fue, le hice el mismo comentario a su marido. Su interpretación fue otra: “Yo le dejo un poco pero también le tengo que marcar porque sino ella se perdería por ahí. Yo le marco hasta donde.” En verdad, los dos “se marcan” ya que el negocio en cuya entrada se estaba tomando cerveza quedaba delante de su casa: la actividad social de él también se producía en la continuidad de su casa. Otro elemento contrastante era la relación de ella con la forma de tomar. Cuando se cansaba del ritmo de la ronda, entraba en la casa y volvía con su vaso que llenaba con la cerveza que se estaba tomando y bebía individualmente. Algo que no le impedía tomar del vaso que circulaba cuando su vaso quedaba vacío. Ella era de Santa Catarina y había llegado a inicios de los 90s. En esa época, mucha gente iba a Ciudad del Este a hacer compras y ella no sabía que hacer en su ciudad. Llegó para conocer y enseguida consiguió trabajo como empleada de comercio. Después que tuvo hijos dejó de trabajar.


180 Para entender la producción y reproducción de esas distinciones en Ciudad del Este hay que considerar una serie de elementos que iremos viendo a continuación y en el capítulo que sigue. Por ejemplo, el carácter rural de la población y su reciente migración; ciertas configuraciones de género recurrentes en otros espacios latinoamericanos que remiten a tradiciones históricas y religiosas de más larga duración; o el régimen autoritario de Stroessner que imperó en Paraguay desde 1954 hasta 1989 y que inhibió ciertas transformaciones culturales que en otros países cuestionaron las relaciones de género y de autoridad. Si bien todos estos elementos son fundamentales, ellos no nos dicen cuál es el significado concreto de esas distinciones en el espacio de Ciudad del Este, cuál es la importancia que ellas tienen en la estructuración de las relaciones y cómo esas prácticas de género se relacionaron con las posibilidades abiertas por el trabajo en el comercio, sea posibilitándolas o inhibiéndolas, ampliándolas o cuestionándolas. Claro que estas dimensiones de género no operan exclusivamente entre aquellos que se dedican a comprar o vender, a cargar o cambiar. Las mismas atraviesan Ciudad del Este transversalmente y lo hacen de forma heterogénea, tanto por las diferencias y trayectorias sociales y culturales que allí convergen, como por las condiciones de aquello que denominamos género. Algo que, siguiendo a Judith Butler, tal como Gustavo Blázquez lo expresa: ...no aparece ni como una propiedad de los seres humanos ni como una interpretación cultural de un supuesto dimorfismo sexual/anatómico. El género no es algo que ‘se es’ o algo que ‘se tiene’ sino algo que ‘se hace’; un efecto performativo y una performance (BLÁZQUEZ, 2004, p.7, traducción propia). Es precisamente en este sentido que abordaré esas arenas de sociabilidad constituidas en torno al juego y la bebida. A diferencia de otros lugares donde la separación de los universos femeninos y masculinos se produce y reproduce en la segregación de los mundos doméstico y de trabajo


181 (duplicándose como masculino el espacio de distensión desp8ués del trabajo fuera de la casa),93 en el microcentro de Ciudad del Este el espacio y el tiempo del trabajo es compartido por hombres y mujeres (así como por niños, jóvenes y adultos). Esta simultaneidad espacio-temporal es diferenciada a partir de la homosocialidad de los juegos y la bebida.94 Primero, produciendo un espacio masculino en el tiempo y el espacio de trabajo compartido por hombres y mujeres. Luego, transformando la calle en dominio masculino en la continuidad de esas actividades a medida que el día de trabajo se acaba. En ese momento se rehace –en el caso de aquellas familias que trabajan conjuntamente en el centro– o se ratifica –en el caso de aquellas mujeres que no trabajan fuera de sus casas– el mundo doméstico como universo femenino y la calle como espacio masculino.95

Urbanidades y masculinidades: Dinámicas en torno a la bebida Haydee, paraguaya que vivía en Foz do Iguaçu, me señalaba la forma de beber compartiendo el mismo vaso como una de las marcas de la falta de ‘educación’ que había en Ciudad del Este. Acá no tienen educación, total... te comen con la mano. Mis hijos quedan espantados. Los primos de ellos cuando van allá visitar [a Foz do Iguaçu] y toman del mismo vaso... mi hijo que ‘No, que no tomo de ese vaso’. Total toman de la botella. Allá [en Foz do Iguaçu] es otra cosa, igual que en

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Por ejemplo en las montañas de Castilla, ver Brandes, 1979; en Pardais -Portugal- ver Almeida, 1995; en las montañas de Creta, ver Herzfeld, 1985.

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En su revisión de la bibliografía antropológica sobre masculinidad, Gutmann señala que es la especialista en literatura y teórica feminista Eve Kosofsky Sedgwick quien primero desarrolla el concepto de homosocialidad en Between Men: English Literature and Male Homosocial Desire (1985) para referirse a los espacios de agregación (y segregación) masculina (GUTMANN, 1997, p.393ss). 95

En un pasaje sugerente que bien se aplica a está dimensión del genero en las calles de Ciudad del Este, Miguel Vale de Almeida señala en su trabajo sobre masculinidades en el poblado de Pardais (Portugal), “El tiempo también «tiene género»” (ALMEIDA, 1995, p.183, traducción propia). Siguiendo el listado que presenta para justificar esta afirmación, no obstante, emerge una cuestión que aparece como obvia en las calles de Ciudad del Este: no es el tiempo el que también tiene género sino determinadas combinaciones espacio-temporales que marcan determinados sitios como universos de género particulares.


182 Argentina. Hay más educación. Acá recién se está aprendiendo alguna cosa. A mi ya no me gusta más. 96 En un estudio que compara los patrones de consumo urbanos y rurales en Paraguay, Kreeg Hetherington describe esa forma de beber compartiendo el mismo vaso como eminentemente rural (HETHERINGTON, 2001),97 algo que nos permite iluminar algunos de los elementos en juego en las articulaciones culturales de Ciudad del Este. En una ciudad con un crecimiento demográfico vertiginoso y con un gran influjo de inmigrantes provenientes del interior, la presencia de prácticas marcadas en Asunción y en otras ciudades como “rurales” no es una sorpresa. Pero caracterizar esas prácticas de esa manera es tan sólo el punto de partida para entender la dinámica de las formas culturales que fueron articulándose en Ciudad del Este y los sentidos a ellas otorgadas. Haydee, asunceña crecida en Ciudad del Este y con su vida adulta en Foz do Iguaçu, hablaba desde una experiencia exterior desde la cual Ciudad del Este y lo paraguayo se confundían. Para ella, compartir el vaso era un símbolo de aquello que, comparado con Brasil y Argentina, carecía de educación. Otras paraguayas y paraguayos también mencionaron la falta de educación para hablar de su ciudad pero, generalmente,

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Haydee nació en Asunción. Su padre fue a trabajar en la construcción de la represa de Itaipú y con su familia se mudó a Puerto Presidente Stroessner. Llegó cuando era niña. Aun joven conoció un brasilero que vivía en Foz do Iguaçu, a donde fue a vivir después de casarse a inicio de los 80’s. Sus hijos nacieron y crecieron allí. Después de quedar viuda y aun viviendo en Foz do Iguaçu, intentó probar suerte en Ciudad del Este abriendo un copetín junto a un socio paraguayo en un barrio de la ciudad. A los pocos meses lo cerró pues nunca funcionó bien. El momento de recesión en el que abrió no la ayudó, aunque también tuvo dificultades para sintonizarse al gusto local. Tal como lo colocara en su español profundamente marcado por el portugués (en el acento y en las palabras): “Allá [en Foz do Iguaçu], con arroz y feijão você ya tiene la base de cualquier comida. La gente acá no le gusta.” Algunos vecinos la fueron orientando en los platos que sí se comían pero, cuando más o menos se adaptó a los platos y gustos locales, el negocio ya no podía seguir porque había trabajado a pérdida por mucho tiempo. 97

Hetherington cuenta que sólo vio a personas de los sectores medios y altos de Asunción bebiendo de esa manera una vez: en una fiesta en el pueblo del interior donde estaba trabajando. La descripción de lo acontecido en la fiesta en relación a la forma de beber es interesante y los comentarios posteriores tienen el mismo tono que las quejas que yo mencionaba anteriormente. “A medida que las personas pasaban la cerveza, ellas no lo hacían de acuerdo a un sistema ordenado, y a menudo comenzaban nuevos vasos, botellas e inclusive latas, lanzándolos en una mezcla de naves zigzagueantes.” Algo que en los comentarios del día siguiente iba a expresarse en quejas por “la extraña forma en que esos hombres bebían, aparentemente incapaces de compartir, inclusive, el alcohol de forma ordenada.” (HETHERINGTON, 2001, traducción propia).


183 compartiendo el mismo vaso conmigo; hecho que indicaba que de lo que se estaba hablando no era lo que Haydee tenía en mente. Algo particular que sucede en Ciudad del Este en relación a las formas de beber – compartiendo o no compartiendo el vaso– es la adecuación de dichas formas a los contextos en que se bebe. Hay una cierta plasticidad de las mismas personas en diferentes escenarios. Así, compartir es la forma de beber en la calle y en lugares informales –sean locales comerciales de bebida o en casas particulares.98 En bares o lugares más sofisticados cada uno bebe de su vaso. Lo interesante es que, aun cuando esta plasticidad establezca una relación diferencial entre prácticas y universos sociales (compartir → universos más íntimos o populares || individuar → universos más modernos o sofisticados), esa diferenciación no establece una distinción tajante entre sectores sociales. Si bien se habla de la bebida, la forma de beber es algo que está afuera de las palabras. Durante los 10 meses de trabajo de campo, además de Haydee tan sólo dos paraguayos me señalaron por motu propio lo peculiar de esa forma de compartir la bebida. Ambos habían vivido muchos años afuera de Paraguay (uno en Recife, el otro en Buenos Aires). Cierto es que el relieve dado a una práctica a partir de su enunciación nada tiene que ver con la relevancia social de la misma. Estas diferencias entre aquello de lo que se habla y aquello que ni siquiera es tema que merece ser comentado, tal vez nos permita ingresar en algunos universos de sentido que articulan diferenciaciones y significados. Siguiendo a Hetherington, si en Asunción beber alcohol compartiendo un mismo vaso es un clivaje entre lo urbano–moderno–sectores medios y altos, por un lado, y lo

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Distribuidos por los barrios hay muchos locales comerciales especializados en bebidas donde se venden diferentes tipos de cerveza, vino, caña y otras bebidas de alta graduación alcohólica además de gaseosas, cigarrillos, galletas y golosinas. Varios de ellos pueden ser identificados por un cartel en letras de neón que dice ‘Beer House’. En algunas de ellas hay bancos o sillas plegables o apilables que son instalados en la vereda donde las personas se sientan a tomar. En Barrio Obrero (cerca de la terminal de ómnibus), donde hay varios de esos locales, en las noches de fin de semana suelen pasar músicos que con sus instrumentos – guitarra y arpa– y andan de local en local sentándose a tocar para los que están bebiendo, quienes suelen acompañar la música cantando.


184 rural–tradicional–sectores bajos, por otro; en Ciudad del Este compartir la bebida no opera como marca de distinción social tan clara y es que la organización cultural de las diferencias sociales tiene tonos diferentes a los descriptos en otros lugares de Paraguay.99 Al menos de los sectores medios para abajo, los vasos continúan circulando. Durante mi trabajo de campo, por ejemplo, tomé del mismo vaso con mesiteros, transportistas, comerciantes, obreros, funcionarios públicos, empleados de comercios y de oficinas, prestadores de servicios –decoradores, peluqueros, mecánicos-, estudiantes universitarios y profesionales –dentistas y abogados. Este contrapunto entre ciudad-interior asume características especiales en la frontera, incorporando otros elementos con los cuales se discute y se comparan desarrollos y formas sociales. Foz de Iguaçu y los brasileros son referentes permanentes en esa comparación. Argentina y las argentinas/os también entran en ese juego.100 Pero no sólo como referentes –tal como aparecía en el discurso de Haydee– sino como presencia en la ciudad con todos aquellos que vienen del otro lado de la frontera y llegan a trabajar o a comprar. Si bien ambos son referentes en el contrapunto establecido entre los propios paraguayos, ellos también articulan interpretaciones que pasan a formar parte de esa estructura de imágenes y reflejos.

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La importancia de la distinción urbano - rural en la estructuración de la modernidad paraguaya es algo que atraviesa gran parte de la producción sociológica e histórica sobre el Paraguay, descripción basada no sólo en el predominio rural de su población hasta fecha reciente, el tipo de producción minifundista que amplificó en términos sociales su importancia sino también en la matriz común presente tanto en la ciudad como en el campo de muchas de prácticas y valores actuales. Una descripción general de la situación rural en Paraguay está en Galeano, 1997. La importancia de la lengua guaraní en Paraguay, no debe hacernos creer que la influencia indígena tiene un papel fundamental en la cultura contemporánea ni que es la matriz reciente de un mundo en transformación. Al menos, esa hipótesis es algo que merece de investigación y corroboración en las diferentes dimensiones de la vida social. Helen y Elman Service ya cuestionaran hace tiempo esta hipótesis a la luz de su investigación en Tobatí, un pueblo rural en la década del 50 (SERVICE & SERVICE, [1954]). Para un reestudio contemporáneo del mismo pueblo, ver Hay, 1999.

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Foz do Iguaçu / brasilero y Argentina / argentinas y argentinos, corresponden a dimensiones diferentes de comparación. En un caso es la ciudad vecina y sus nacionales (básicamente masculinos), en el otro es el país y sus nacionales (femeninos y masculinos). Las coloco en esos términos porque, tal como veremos, así aparecían en las comparaciones durante mi trabajo de campo.


185 Cuando se habla de la bebida en Ciudad del Este, se hace referencia a otras dinámicas que son fundamentales como espacio de diferenciación y de articulación de discursos de esa diferencia. Un empleado de comercio brasilero que trabajaba en Ciudad del Este me decía: “É difícil que um brasileiro fique bebendo aquí. Se bebe muito... Lá [en Foz do Iguaçu] também, mas... Aqui você nunca sabe se vai dar briga ou não. Lá é mais tranqüilo.”

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La imagen asociada a la bebida que muchos de los brasileros empleados en

Ciudad del Este me transmitían era la de peleas. Discusiones o confusiones que terminaban en agresiones físicas. Lo mismo señalaban algunos paraguayos cuando comparaban las salidas en Ciudad del Este y en Foz do Iguaçu: “Allá saben tomar. Saben divertirse sin problemas. Acá no.” Y el significado de “sin problemas” era preciso: sin peleas. Hay peleas en Ciudad del Este.102 No tanto en el centro sino en los barrios y en algunos locales bailables. Decir que hay peleas no significa decir que todo el mundo se pelee o se haya peleado alguna vez. Ni tampoco que andar por las calles de Ciudad del Este significa tropezarse con forcejeos y buscapleitos. Al estar fuertemente vinculadas con 101

‘Baixinho’ –tal como era conocido- era empleado de un comercio de electrónicos y mantenía una buena relación con los mesiteros que estaban localizados en la entrada del negocio donde trabajaba. De los que allí trabajaban –empleados brasileros y dueños libaneses–, él era quien más tiempo pasaba fuera del local y que más relación mantenía con los mesiteros y vendedores próximos. Las veces que comenzaba a tomar alguna cosa era cerveza en lata de marca brasilera o caipirinha ya preparada en un vaso de plástico y cerrada con tapa de aluminio, también de producción brasilera. El tiempo de distensión equivalente al tiempo depués del trabajo de los mesiteros -especialmente viernes y sábados-, él lo pasaba en un pequeño mercado en Vila Portes, Foz do Iguaçu, donde a veces se encontraba con un amigo, tomaban cerveza y jugaba en un tragamonedas de fútbol. 102

No estoy hablando de situaciones de violencia en el interior de la familia ni tampoco de situaciones de robos que pueden derivar en agresiones sino de peleas que emergen entre hombres en contextos de socialibilidad fuera o durante el trabajo; contextos que como vimos, son básicamente masculinos y adultos. Tampoco estoy refiriéndome a las demostraciones de euforia expresada a través del disparo de armas de fuego. Uno de los primeros elementos señalados por compradores y viajantes es la presencia de armas en el centro de Ciudad del Este. Inclusive comerciantes de otras ciudades de frontera paraguayas como Encarnación o Pedro Juan Caballero se sorprendían por la cantidad de armas largas presentes en el microcentro. Tal como vimos en el Capítulo 1, las mismas están relacionadas a los esquemas privados de seguridad de comercios y edificios. Sin embargo, para los extranjeros que conocen Ciudad del Este no sólo en su dimensión comercial, la presencia de armas entre la población es lo que los asusta. La tenencia de armas es muy extendida y en el silencio de la noche es común escuchar tiros, en general dispersos (no como parte de enfrentamientos, tal como se escuchan en muchas regiones de Rio de Janeiro). Las veces que vi disparar a personas que no eran miembros de organismos de seguridad pública o privada, fue para demostrar entusiasmo. Sin embargo, nunca vi disparar un arma como demostración de entusiasmo en el centro de la ciudad. Como si la euforia se guardase para la intimidad de los barrios y no al espacio publico del mercado.


186 espacios y momentos de bebida, las peleas están particularmente circunscriptas por los clivajes que organizan esos espacios.103 En diez meses de trabajo de campo, presencié cinco peleas que involucraron personas conocidas. En otras cinco oportunidades las situaciones llegaron a un punto de tensión tal que, de no haber mediado alguien para separar o tranquilizar la situación, habría terminado en pelea. En ese período, sucedieron otras 7 peleas que no presencié y que me contaron posteriormente, entre por lo menos algún conocido. Excepto en dos casos, todas estas peleas sucedieron en momentos en que se estaba bebiendo.104 Considerando todas estas situaciones en conjunto, por lo menos la mitad de ellas sucedió entre conocidos que estaban bebiendo juntos. En las cinco peleas que presencié y en las cinco situaciones que casi llegan a peleas, las mismas fueron resultado de lo que llamaría provocaciones. En una primera descripción de este conjunto de situaciones había colocado las peleas como producto de ofensas que no se podían dejar pasar: al honor herido le correspondía una compensación violenta. Sin embargo, de esas diez situaciones sólo en dos casos la reacción fue inmediata. En el resto, la primera actitud del provocado fue apartar al provocador. Aun en las provocaciones más directas, la primera reacción fue apartarlo.105 A la segunda provocación, la respuesta

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Espacios que, aunque la aclaración puede parecer redundante, no son frecuentados por todos los habitantes de Ciudad del Este ni siquiera por todo los que trabajan en su movimiento comercial. 104 Una de esas peleas sin alcohol fue durante el día de trabajo en la calle, en uno de esos juegos de manos que mencionaba anteriormente. Uno de los mesiteros ‘juguetones’ de una esquina, después de provocar verbalmente a otro vendedor que no había dado respuesta lo tomó por el cuello de su camisa como amenazándolo. El otro –que no estaba de humor para chistes– tomó la amenaza literalmente y le dio una trompada. El hermano que trabajaba cerca también se sumó a la pelea. Un mesitero justificó la reacción de los hermanos: “Yo no sé argentino, pero acá si le pegan a tu hermano o a tu padre, o si ellos están en una pelea, claro que le va a defender, vas a querer avanzar sobre todos.” Otro justificó la reacción del que dio la primera trompada con la falta de ventas que había en esa época, “¡Imaginate un poco Fernando! No se puede molestar así en estos tiempos… ¿cómo le va a agarrar así por su camisa?” La otra pelea que sucedió en un momento que no se estaba bebiendo fue entre un extranjero (un español) y un paraguayo. El español había sido agredido en medio de un tumulto. Conocía a quien lo agredió primero y cuando lo encontró en otro momento, directamente pasó a los golpes. Fue un caso atípico. Aun sabiendo que había agredido al español y que podía esperar alguna contrapartida, el paraguayo no esperaba que aquel le cayera directamente a los golpes. Algo que nos habla de ciertas formas estándares de pelea que veremos a continuación.


187 violenta ya era inevitable. Esta inevitabilidad era, a los ojos de todos, justificación suficiente para que la pelea sucediese. Aun aquellos que se decían cansados de las peleas, en casi todos los casos las justificaron a partir de la inevitabilidad instaurada por la provocación.106 Claro que el carácter inevitable de la respuesta es relativo. Muchas situaciones no llegaron a transformarse en pelea sino que lograron descomprimirse por la intervención de terceros y –sobre todo– porque el provocado después de responder verbal y corporalmente (parándose o avanzando firmemente hacia el otro) no precisó continuar con otros medios. Pero, fundamentalmente, porque el provocador dejó de provocar. Antes que la resolución de un conflicto concreto, las peleas que suceden en el contexto de la bebida tienen más que ver con la posibilidad de expresión de sentimientos que ofenden. A veces son producto de resentimientos acumulados, otras son producto de malentendidos que emergen en el momento. La provocación es un acto que exige al interpelado asumir una actitud, la cual no necesariamente significa pasar a los golpes. Se trata, en primer lugar, de una demostración de disposición para hacer frente a la situación. Disponerse a enfrentarla significa encarar la situación sin mostrarse disminuido; algo que también se expresa en el acto mismo de la provocación. En muchos casos, el provocador estaba en situación de desventaja para pelear –por la cantidad de alcohol que había bebido, por el tamaño o la destreza para pelear del otro o porque este último estaba con amigos– y sin embargo, insistió en la provocación. Como si se valorizase en ese acto por la disposición demostrada. El alcohol ayuda tanto a la 105

“Todos le están comiendo a tu mujer” le dijo un muchacho embriagado a otro que era mayor que él, conocido, que sabía pelear y enfrente de sus amigos. La reacción de este fue empujarlo lejos pero sin pegarle. El otro se volvió a acercar. Por el estado de embriaguez en que se encontraba, no tenía condiciones de pelear. Volvió a decirle más fuerte lo que ya había dicho. La respuesta fueron dos golpes que lo dejaron tendido en la calle por un buen rato. Las provocaciones de las otras peleas tenían que ver con consideraciones sobre el otro tales como “Vos sos un mentiroso”, “Vos no valés nada”, “Ladrón mentiroso”. Algunas de las peleas que no presencié pero que me contaron, fueron el resultado de confusiones generadas en bailes (generalmente, porque alguien intentó -o pareció- seducir a la mujer de otro). 106 La excepción eran aquellas situaciones generadas por personas reconocidas como peleadoras que querían volver a pelearse con alguien con quien ya lo habían hecho antes. Esas peleas generaban condena y fastidio.


188 posibilidad de provocar como puede tornar menos tolerable las provocaciones. Sin embargo, también instaura el espacio donde estas tensiones se expresan, limitándolas en su violencia y en la continuidad aceptada de la disputa. Esta limitación de las peleas a momentos específicos de bebida compartida limita estructuralmente el espacio de las peleas así como pone un freno al deseo de continuarlas por fuera de ese espacio. Precisamente por eso, las peleas entre personas que ya se habían peleado eran, a los ojos de los demás, evitables.107 Si la explicación de las peleas como necesidad de una compensación frente al honor herido no alcanza a cubrir todo lo que está en juego en estas situaciones, es porque no captura de forma efectiva una dimensión anterior que articula provocaciones y reacciones: la creación y recreación de una arena de performatividad que permite expresar aquello que valoriza al sujeto, esto es, una actitud que permite mostrar respeto por si mismo demostrando que no se acepta ser disminuido frente a los demás. Aquellos que se decían cansados de las peleas, buscaban alternativas para tomar y divertirse en los lugares caros de Ciudad del Este o en Foz do Iguaçu. En el caso de los lugares caros de Ciudad del Este –algunas discotecas y bares– la tranquilidad estaba garantizada por la presencia de personal de seguridad así como por la distensión derivada de ambientes menos masculinos.108 Se podría pensar que aquello que no aparece señalado a

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También hay muertes violentas en Ciudad del Este producto de peleas, sin embargo en todas las situaciones que vi o que me enteré con la participación de conocidos, las peleas no parecían seguir o continuar hacia resoluciones de ese tipo. Algo bien diferente a los casos descritos por Daniel Linger en São Luiz de Maranhão (LINGER, 1992) o por Enrique Rodríguez Larreta entre los garimpeiros del valle de Tapajos (Para) (RODRÍGUEZ LARRETA, 2002), donde la dialéctica de las peleas suele desenvolverse en espirales más violentos. Tampoco se encuadra dentro de la dinámica descrita por Fátima Cechetto sobre diversos grupos de Rio de Janeiro cuya identidad en parte está construida en dialogo con las peleas a partir de la provocación de conflictos con grupos rivales (CECCHETTO, 2004). Antes que un ‘ethos guerrero’ lo que encontramos en las calles de Ciudad del Este es un estilo particular de masculinidad. 108

Los esquemas de seguridad de las discotecas más sofisticadas están montados precisamente para evitar peleas dentro del local. En la boite del Casino Acaray, tanto en la entrada como en el interior de la pista de baile, el personal de seguridad está vestido de traje y lleva intercomunicadores free-hands en su cabeza para comunicarse. Claro que ese despliegue no es simplemente una cuestión funcional sino que también es una aserción simbólica de seguridad que mucho remite a moldes cinematográficos. Lo mismo podría ser dicho del despliegue de algunas compañías de seguridad que prestan servicios de protección a comercios y


189 partir de la forma del beber –la distinción entre sectores sociales a partir de compartir o no compartir el vaso–, aparece en la distinción entre lugares sin peleas (de clase media/alta) y lugares con peleas (de clase baja). Pero esto supondría restringir los espacios caros a espacios de clase media/alta, cosa que en Ciudad del Este no necesariamente es así, o al menos no lo era hasta fines del 2001. Claro que los frecuentadores regulares de los lugares caros suelen ser personas con más dinero, pero también es posible encontrar personas de barrios populares y que trabajan en actividades que, en otras ciudades, los tornaría extraños dentro de esos lugares. Si esto aun sucedía en 2001, anteriormente era más común todavía. En primer lugar, porque la oferta de lugares era más restricta y, en segundo lugar, porque las posibilidades de ganancias abiertas en el movimiento comercial permitía acceder a dichos espacios sin grandes problemas. “Es más tranquilo allá, da gusto irse” me explicaba un mesitero refiriéndose al hecho de ir a bailar a Foz do Iguaçu. Había dejado de ir a bailar en Ciudad del Este porque se cansó de las peleas. Y no era que en Foz do Iguaçu faltasen situaciones que podían derivar en peleas sino porque la forma de resolución de las mismas era otra. En los locales bailables, los problemas en general eran por mujeres, “Chicas que dicen que no tienen novio y después llega uno que te dice, ‘Le estas besando a mi novia’.” La diferencia era que en Foz siempre consiguió solucionar la situación conversando, “¿Qué culpa tengo, ¿no? Entonces uno intenta explicar eso, ‘Para aí, coloca no meu lugar! Ela estava soazinha... ¿como sei que era tua namorada?’” Tal como diría un pasero que trabajaba entre brasileros y paraguayos, “Nosotros somos muy maleducados, esa es nuestra desgracia. Los brasileros son muy educados, a empresas. Por ejemplo, en una revista de promoción de una compañía de seguridad con gran profusión de fotos de modelos en distintos uniformes y con distintos armamentos, se presenta una de las introducciones recientes en la empresa, el DDA (Dispositivo de Disparo Automático): una estructura de metal que acompaña el antebrazo y donde está colocada una pistola. La mano del guarda queda libre pero el arma está en posición de ser utilizada con un movimiento de brazo sin tener que ser desenfundada. Más allá de la eficacia del mecanismo, el despliegue y la promoción de estás novedades parecen apuntar a ciertos imaginarios en donde la seguridad se inscribe en un espacio que moviliza imágenes de ciencia ficción.


190 ellos les gusta hacer amigos de todos. Acá no. Acá la gente es diferente.”

La “educación”

utilizada en este sentido, de hecho, es la forma de relacionarse con el otro: saber relacionarse sin que los posibles conflictos puedan derivar en una pelea corporal. Algo que aparece permanentemente en las comparaciones entre Ciudad del Este y Foz do Iguaçu sobre la forma de beber y de solucionar los conflictos. Esta dimensión de la resolución de conflictos se acerca a la distinción señalada por George Simmel a propósito de la vida en las metrópolis, para quien el habitante de la ciudad deja de reaccionar con el sentimiento y pasa a hacerlo con el entendimiento (SIMMEL, [1902], p.15). Paralela a esa interpretación pero en el terreno más amplio del proceso civilizatorio descrito por Norbert Elias, esa mudanza en las reacciones corresponde a un autocontrol más estricto del individuo sobre la expresión pública de sus emociones (ELIAS, [1939], p.189ss). En el caso de Ciudad del Este, el elemento fundamental por tras de estas formas de reaccionar está asociado directamente a modos particulares de vivir la masculinidad, los cuales en otras áreas urbanas del Paraguay son relacionados con los inmigrantes rurales y los sectores populares. Dadas las posibilidades abiertas por el comercio y el hecho de ser una ciudad en formación –sin una elite antigua–, esas masculinidades no fueron desplazadas a los márgenes sociales de la ciudad sino que también se constituyeron en una de sus dinámicas estructuradoras. Sin duda que la posibilidad de peleas asociadas a formas de sociabilidad marcadamente masculinas dan un tono impredecible y hostil a Ciudad del Este. No por casualidad fueron varios los brasileros y brasileras que me señalaron esos aspectos como la primera razón para restringir sus actividades en la ciudad a cuestiones puramente laborales. Sin embargo, no fueron pocos, tampoco, los que me señalaron insistentemente que Foz do Iguaçu era más peligroso que Ciudad del Este; no sólo paraguayos sino también brasileros


191 (generalmente, de clases más baja).109 Es cierto que hay un lado de idealización y de rechazo a ciertas estigmatizaciones en esta afirmación, pero la misma señala una diferencia que, para quien circula todo el día por allí, tiene un asidero concreto: las formas de la violencia de un lado y otro del puente son distintas y esa diferencia está asociada tanto a las formas de ocupación de las áreas adyacentes al puente como a las formas de sociabilidad que fui presentando hasta ahora. Tal como intenté mostrar en el Capítulo 1, en el microcentro de Cuidad del Este la ocupación es intensiva y compacta, con personas en la calle hasta tarde y guardas de seguridad por las noches. En los barrios de Vila Portes y Jardim Jupira en Foz do Iguaçu, tan solo algunos espacios están ocupados de forma intensiva y sin una presencia pública que vaya más allá de las horas de trabajo, quedando amplios espacios literalmente desiertos. Por otro lado, el control de la calle durante la noche por guardas de seguridad privada que protegen determinados comercios –práctica con muchos años en Ciudad del Este – no tiene paralelo en Foz do Iguaçu.110 Por otro lado, si en Ciudad del Este la posibilidad de la violencia interpersonal es resultado de ciertas formas de compartir colectivamente, son esas mismas formas las que establecen una presencia en el espacio público que inhibe otro tipo de violencia más impersonal, como asaltos violentos por ejemplo.111 Precisamente, es en esta dimensión comparativa donde los discursos sobre la ‘tranquilidad’ de Ciudad del Este se inscriben.112 109

Esta comparación entre la violencia de Foz do Iguaçu y la de Ciudad del Este me parece que radica en una distinción más sutil presente en los sectores populares entre la violencia como problema social – impersonal e impredecible– y la violencia que es parte del funcionamiento social normal –personal (noanónima) y sujeta a determinadas reglas que definen espacios y tiempos para que suceda. Los discursos sobre la violencia se refieren a la primera. 110 Inclusive, la fiscalización policial que había en esa parte de Foz do Iguaçu desmejoró en los últimos años. Según varios comerciantes allí instalados, la crisis comercial de la región que venía acentuándose desde finales de los 90’s les impidió seguir ayudando a la policía como lo hacían anteriormente a través de una especie de cooperadora utilizada para ofrecer apoyo y limpieza. A la merma de la ayuda correspondió una disminución proporcional en las actividades de fiscalización y protección por parte de la policía. 111

Para aclarar lo que estoy diciendo. No estoy negando la existencia de robos violentos en Ciudad del Este. Sin embargo los blancos de los robos cambian la sensación de arbitrariedad que se siente en uno y otro lado. En Foz, cerca del puente, cualquiera puede ser blanco de un intento de robo mientras que, para quien vive o


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Tener, mandar y hacer: Consideraciones en torno a las relaciones de género La práctica de beber entre hombres ha sido interpretada por varios autores como sitio de construcción de ‘identidades masculinas’, principalmente en el área mediterránea (BRANDES, 1981; DRIESSEN, 1983). En la discusión sobre una serie de trabajos que analizan el beber masculino en contextos homosociales similares a los aquí presentados, Dimitra Gefou-Madianou concluye: Beber entre hombres, en bares y cafes, sirve para constituir su identidad como hombres, obscureciendo su dependencia de los miembros femeninos de sus casas. En síntesis, los hombres se encuentran en una posición de inseguridad vis-à-vis las mujeres, en una posición de ‘dominio vulnerable’. Posición esta que procuran superar y posiblemente escapar través de relaciones de comensalidad que tienen lugar fuera de la casa y en los cuales las mujeres tienen la entrada bloqueada (GEFOU-MADIANOU, 1992, p.10, traducción propia)

‘Dominio vulnerable’ es una buena manera de caracterizar la sensación que muchos hombres dejaban entrever en las conversaciones sobre mujeres en Ciudad del Este.113 Sin

conoce bien el centro de Ciudad del Este, la sensación de lo que allí sucede es distinta. En el microcentro, el ladrón oportunista paraguayo (llamado “caballo loco”), agarra la billetera, la cartera o la bolsa de la víctima y sale corriendo. Generalmente, roban a turistas o a compradores y a medida que llega la noche difícilmente circulan por el centro de la ciudad con intención de robar. Sólo vi un intento de robo a un mesitero que fracaso porque varios compañeros corrieron a los ladrones hasta que éstos dejaron el objeto robado, un enorme cuchillo. Los dos muchachos eran brasileros. Los robos grandes suponen otros esquemas –cuadrillas, armas largas, logística especial- y tienen otros blancos como casas financieras o lugares donde se junta mucho dinero. 112

Algunos ejemplos. Después de enumerar las desventajas para trabajar en Foz do Iguaçu y de sorprenderse con mi sorpresa por los robos y la violencia que describiera, un laranja insistía, “Em Foz do Iguaçu tem muito... tem assalto, roubo. Aqui é diferente. Aqui não tem tudo isso. Paraguai é um povo sofrido porém tranqüilo... Paraguai é um povo sofrido porém tranqüilo.” Valerio, uno de los pocos brasileros que trabajaba y vivía en el microcentro de Ciudad del Este, lo colocaba en los siguientes términos: “Ciudad del Este es más tranquilo que Foz de Iguaçu, allá hay mucha más violencia. El problema acá es que no hay mucho para hacer, pero entonces uno cruza a Foz.” Gregorio, mesitero que ya conocimos a lo largo de este capítulo, iba a colocarlo de la siguiente manera: “A veces la gente critica por la policía. Yo te voy a decir unas cosas que son realidad y vamos así... a hablar honestamente, ¿verdad? La gente, especialmente los brasileros, ¿verdad? y la gente que viene a hacer su compra acá en Ciudad del Este dice que no hay seguridad. Y no es así. Yo pregunto a los brasileros, yo pregunto a los argentinos, pregunto a todo el mundo pregunto, acá ocurre poco robo por día. En el Brasil vos salís, por una cadena o por un reloj lindo en tu brazo y enseguida te asalta la gente. Acá la gente por ejemplo están caminando todavía, sus cadenas, su anillo de oro, los mejores reloj en su pulso, en los brazos. Por ejemplo, dice que no hay seguridad acá, yo pregunto a ellos, acá en el Paraguay hay asaltos, pero poco.”


193 embargo, la vulnerabilidad no se deriva de la dependencia que los hombres tendrían de las mujeres –como Gefou-Madianou indica en el párrafo citado– sino de los propios términos en los cuales ese dominio está construido. A esos términos me voy a dedicar en esta sección. Vale la pena comenzar notando que, si los brasileros aparecían como referentes en las conversaciones sobre la forma de relacionarse y resolver conflictos entre hombres, las argentinas eran referentes privilegiadas para reflexionar sobre las relaciones con las mujeres.114 Hablando con aquellos hombres que vivieron en Argentina o estuvieron allí de visita, muchas veces se refirieron a un tema que nunca había aparecido para mí de manera tan explicita: el estilo de las mujeres argentinas.115 Las palabras de Esteban al concluir la historia del fin de su noviazgo con una argentina son bien expresivas: Las mujeres argentinas te quieren controlar, quieren mandar sobre los hombres. Acá es diferente. Acá es el hombre que manda, no porque sean malos, sino porque tiene que ser así.

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Esta idea de dominación vulnerable es algo recurrente en los trabajos sobre masculinidades. Una formulación anterior sobre su relación con las formas de beber está en el trabajo de Driessen sobre Andalucía, “Su dominio vulnerable sobre las mujeres es reforzado por estos ritos en las casas de café en los que las mujeres son excluidas.” (DRIESSEN, 1983, p.131, traducción propia). 114 Si las mujeres brasileras aparecían secundariamente como posibles disparadoras de conflictos con los hombres brasileros, los hombres argentinos difícilmente lo hacían. 115

Es obvio que el hecho de yo ser argentino provocaba un llamado al dialogo y a la comparación. Con los desconocidos que habían vivido en Argentina a los cuales era presentado como argentino o con quienes yo me presentaba como tal, la primera referencia era espacial: la ciudad donde vivieron o, en el caso de aquellos que lo habían hecho en Buenos Aires o el Gran Buenos Aires –la mayoría-, el barrio donde vivieron o trabajaron y los ómnibus que usaban. Ya con aquellos que tuve más relación -y más diálogo- surgían algunos tópicos recurrentes: cómo eran considerados los paraguayos por los argentinos (la lengua y algunas figuras públicas paraguayas en Argentina eran referencias que siempre aparecían), cuánto los argentinos eran acomodados (trabajaban menos y peleaban menos por lo que querían), y cómo eran las relaciones de género en Argentina. En el capítulo siguiente presento algunos elementos más precisos sobre la inmigración paraguaya a la Argentina.


194 Esteban se estableció en Buenos Aires a inicios de los 90’s, donde trabajaba en el supermercado de un pariente. Volvió a Ciudad del Este en 1996 por la enfermedad de su madre y allí se quedó.116 Antes de volver, terminó su noviazgo: Antes de venir para acá le dije, ‘Mira, vos vas a terminar la escuela y después vas a querer seguir estudiando y yo no se si te voy a poder dar’. Entonces ella me decía que la familia de ella nos podía ayudar. Yo no quería. Porque después te dirigen. Las mujeres argentinas son así, ellas quieren mandar, y en general mandan a los hombres, y más en este caso que ella era la que tenía plata, ellos iban a decidir todo por mí y yo no quería. Otras dos historias similares de jóvenes paraguayos que habían vivido en Argentina y retornado a Paraguay tras romper sus noviazgos, permiten entrever algo más que meras historias individuales.117 Tres elementos fundamentales se repetían en las tres historias. Primero, las mujeres estaban muy enamoradas de ellos. Segundo, como las argentinas en general, querían mandarlos. Tercero, ellos habían decidido terminar. En las tres historias, había un cruce de genero y clase que no funcionaba: aquello que era obvio desde las relaciones de género de Ciudad del Este –el hombre es el que manda– no podía ser realizado por estar disminuido socialmente frente a ellas –eran ellas o sus familias las que podían disponer de más dinero, ergo iban a ser ellas quienes iban a mandar. Pero si el problema era de posiciones económicas, ¿qué importaba el estilo de las mujeres argentinas? Antes que inconsistencias, tal vez correspondan a ángulos diferentes de las estructuras de género desde las cuales se estaba hablando. Un elemento que terminó apareciendo en todas las historias tal vez nos permita entender mejor esto. La ‘elección’ de no someterse a los mandos de la mujer argentina escondía un mandato anterior. Ellos no habían decidido terminar la relación por sus consideraciones 116

Comenzó a vender teléfonos celulares pero no le fue bien pues tuvo varios problemas para cobrar. Decidió dejar y comenzar a trabajar con un amigo mesitero que conocía bien la dinámica comercial del microcentro. 117 Una cuarta historia me la contó un vecino que había vivido un tiempo en Buenos Aires. A diferencia de las otras historias, la suya no estaba articulada a partir de su decisión de terminar para evitar “ser mandado”. Se fue de Buenos Aires porque no tenía papeles (había ido a visitar a una tía) y al irse le dejó una carta a su novia contándole quien realmente era: paraguayo y pobre. Nunca había podido contarle y le dejó una carta explicándole. Tal como veremos presente en los otros casos, nacionalidad y clase se cruzaban para sentirse disminuido en relación con una novia que aparecía como siendo de otro nivel social.


195 sobre la dominación de géneros sino que lo hicieron porque tenían que volver a Paraguay por problemas familiares. En los tres casos, un pariente cercano estaba enfermo. ¿Qué hubiera pasado si hubiesen permanecido en Argentina? Si bien no podemos saberlo, esa relatividad de la ‘elección’ de no querer ser mandado por las mujeres junto a los problemas de posiciones económicas que mencionaba, nos permiten calificar mejor el carácter de esas narraciones: aserciones discursivas de relaciones ideales de género.118 Aserciones que abren tres elementos críticos para entender las relaciones sociales en Ciudad del Este desde el prisma del género: tener, mandar y hacer. El cruce entre posición económica y género que aparece en el caso de Esteban se presentó de diversas maneras en los diálogos con muchos otros hombre sobre las relaciones con las mujeres; cruce que permite explicitar una de las variables a partir de las cuales se construye la posición masculina dentro de la relación de pareja: en una relación, manda quien tiene. De esto se sigue que para poder mandar en su casa, el hombre debe tener; esto es, el hombre debe ser quien aporta los medios de reproducción de la casa. Para muchos hombres, desde su teoría explicita del mandar, ‘tener’ era el problema y el límite para poder hacerlo. Ahora, el significado de ‘mandar’ era una cuestión menos clara. En algunos casos específicos mandar se vinculaba a la preferencia de novios o esposos por que sus mujeres se quedasen en la casa en vez de trabajar fuera de ella. Sin embargo eso estaba lejos de ser una regla. En los casos de quienes ‘establecían lo que querían’ –que su novia no trabajase, por ejemplo-, quedaban condenados a los deseos de ellas. Como ellas no podían disponer de dinero propio, entonces ellos debían satisfacer lo que ellas deseaban. Lucia tenía 17 años y estaba en su último año de escuela. Ya había trabajado en algunos comercios pero había

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Tal como en el caso de Haydee, otra vez la experiencia en el extranjero - jóvenes paraguayos inmigrantes en Argentina- permite enunciar desde un punto de vista exterior algo que atraviesa las discusiones sobre las relaciones sociales y las articulaciones de sentido en Ciudad del Este.


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Cuadro 12 – Narrativas sobre extorsiones sexuales Que los dueños de los comercios de Ciudad del Este quieran ‘aprovecharse’ de las empleadas es algo recurrentemente denunciado por hombres y mujeres. Según un mesitero: Hay una cosa que es muy importante, que usted tiene que llevar de acá, es más triste para nosotros, especialmente... Yo por ejemplo no consigo para mi hija un trabajo acá. ¿Sabés por qué? Porque si yo voy a conseguirle para mi hija acá un trabajo, primero, primero los chinos o los árabes, o diga lo que vos quieras los extranjeros, primero tiene que llevar a mi hija en la cama y después, en caso que si funciona bien, le de un trabajo de 15, de 22 o de un mes, y después le hecha otra vez a esa chica de su trabajo. Así se maneja acá en Ciudad del Este. Si bien las mujeres con las que hablé sobre acoso en el trabajo colocaban en primer lugar a los árabes como los más acosadores, los paraguayos no eran excluidos de la lista. Tal como una chica decía refiriéndose al acoso que sufrió en todos los negocios que había trabajado, “Paraguayos, árabes, chinos... todos son iguales.” No debemos creer a partir de estos comentarios que todas las empleadas de comercio que trabajan en Ciudad del Este tuvieron relaciones sexuales con su empleador o han tenido que renunciar a su trabajo por no hacerlo. Decir que el acoso es común no significa afirmar que todos los comerciantes sean acosadores ni que todas las empleadas hayan sido acosadas. Por lo que cuentan, sucede y mucho. Pero además de suceder también es un asunto del que se habla. Cómo se habla y las dinámicas instauradas a partir de esos discursos es lo que me interesa comentar aquí. En un espacio donde gran parte de los comerciantes son extranjeros (recordemos la proporción de comerciantes citada en el Capítulo 1) y donde el acoso sexual es práctica recurrente, no es de sorprenderse que muchos de los acosadores sean extranjeros. Sin embargo, la omisión de los paraguayos por parte del mesitero que citaba arriba revela algo más que un olvido. Con casi todos los hombres paraguayos con los que hablé sobre el acoso a las empleadas paraguayas, el asunto era colocado en esos términos: los extranjeros le exigían ‘cama’ a ellas. Mismo en la descripción de Graciela Corvalán en su proyecto sobre género y comercio en Ciudad del Este, se puede ver el mismo tipo de lógica. “Mujeres muy jóvenes predominan en l fuerza de trabajo, 14.4% entre 10 y 14 años. Estas niñas están expuestas a diferentes formas de violencia, especialmente abuso sexual en un área habitada por diversas nacionalidades (árabes, turcos, asiáticos, brasileros, etc).” (CORVALÁN, s/d, traducción propia). La relación entre abuso sexual y extranjeros no precisa ser enunciada explícitamente ya que la conexión aparece presupuesta en la forma en que está construida la oración. En su estudio sobre los comerciantes palestinos en los mercados de turistas en Jerusalén antes de la Intifida, Glenn Bowman analiza el uso de las relaciones sexuales que se expresan en largos cuentos sobre turistas extranjeras a las que no sólo ‘se les vendió’ sino a las cuales también ‘se las cogió’ –la agencia y los términos son fundamentales. Según Bowman, esas historias son una forma de actuar y mostrar poder a través de lo que denomina ‘lenguaje desplazado de política sexual’ (BOWMAN, 1989). En un contexto de dominación política y cuestionamiento étnico-religioso en el que los palestinos se han visto disminuidos colectivamente, las conquistas sexuales pasan a ser un terreno –en el plano discursivo y/o práctico– en el cual se contestan las disminuciones sentidas en otros terrenos político-sociales. Inversa a la situación analizada por Bowman, la enunciación del problema del acoso en términos de extranjeros en Ciudad del Este es la traducción, en el lenguaje político de la otredad, de un conflicto que amenaza ciertos ideales de masculinidad. Antes que un hombre, es un extranjero el que pretende acostarse con la hija o con la novia de uno. Discursivamente, hay una de-masculinización del otro a partir de su re-conceptualización como extranjero. Algo que podría haber sido formulado de otra manera, por ejemplo tal como las mujeres lo enuncian que es a partir de relaciones de poder. Relaciones que permiten trazar otro cuadro –donde los comerciantes paraguayos también entran– en el cual la nacionalidad está subordinada al poder ejercido por el comerciante en cuanto empleador. El problema antes de ser un conflicto de nacionalidades es un asunto de poder que pone en escena, de hecho, la teoría masculina de “manda quien tiene”. Terrible espacio de ansiedad para padres, novios y esposos, el trabajo en los comercios del centro puede ser el lugar de las posibilidades para aquellas que se dan bien y/o que no tienen que sufrir tamañas arbitrariedades o puede ser el espacio de la arbitrariedad (que a su vez, puede ser tanto el lugar de la humillación o de las oportunidades). Poder descarnado que permite iluminar las condiciones que son reproducidas a partir de marcos y prácticas de legalización y fiscalización clientelares, particularistas y no exhaustivas.


197 salido porque los dueños quisieron ‘aprovecharse’, esto es, tener relaciones sexuales por el hecho de ser empleada (Cuadro 12). Estaba de novia hacía meses y el novio no quería que ella trabajase, motivo por el cual “debía darle” –palabras de ella– lo que le pedía; por ejemplo unos zapatos que me contó que estaba queriendo hacia tiempo. “El me los había prometido para antes. El otro día le dije que tenía que comprármelos. Me dijo que todavía no tenía pero que estaba juntando. A mi me gusta eso.” Para aquellos que percibían los límites de esa dialéctica entre el tener y el mandar, era más importante prepararse a partir de lo que podríamos denominar una ‘pedagogía de la escasez’. Hablando sobre las mujeres y la vida en pareja, un mesitero me iba a aconsejar sobre como actuar con mi mujer. “Hay que saber enseñarle a las mujeres. Si vos sabes enseñarle a tu mujer nunca vas a tener problema. Que no se acostumbre a tener. ‘Hoy hay arroz’ y que coma arroz. Es muy fácil cuando hay. Si vos sabes ser así, nunca vas a tener problema.”

Otro lo decía de manera más simple, “Si no hay gas, que cocine con leña.” 119

Si había un consenso en torno al mandar, el mismo aparecía en las conversaciones que no estaban marcadas por mis preguntas. En esas conversaciones, mandar siempre aparecía en sentido negativo. Así como el problema con las argentinas era evitar que a uno lo manden, lo mismo aparecía como problema central en la relación con las mujeres en general: evitar ‘que te digan lo que tenés que hacer’.120 Las palabras de un carrinheiro ejemplifican esto claramente.121 Un día después del trabajo estábamos tomando cerveza en la calle cuando

119

Puede parecer una figura metafórica pero en Ciudad del Este no lo es, tanto por el origen campesino de muchos de sus habitantes como por las condiciones de urbanización de la ciudad. Por ejemplo, en los dos barrios donde viví (Barrio Obrero y San Rafael), vi cocinar con leña. 120

A los ojos de los paraguayos, el problema con las argentinas es que ellas quieren mandar. Ya sobre las brasileras, con quienes las relaciones son mucho más frecuentes que con las argentinas (por su presencia en el microcentro –como vendedoras, laranjas o compristas–, por la frecuencia de algunos paraguayos a lugares comunes de diversión en Foz do Iguaçu y por la presencia regular de la televisión brasilera), no escuche una descripción tan definida sobre ellas. Algo que puede ser interpretado a la luz de la intensidad diferencial entre experiencia de la inmigración en Argentina y el pasaje cotidiano de brasileros por el centro de Ciudad del Este. 121

Carrinheiro, tal como él se definió, es aquel que trabaja con un carrinho de mão. Cargador.


198 un vendedor de comida que trabajaba por ahí cerca se sumó a la conversación y a la bebida. Al rato, la mujer de este último se acercó y le dijo que se moviera así podían irse a la casa de una vez. Después que el vendedor de comida se fue, el cargador me comentó: Así no da gusto, yo por eso le dejé a mi mujer. Tener una mujer para que te diga todo el tiempo las cosas, no da gusto. No se puede estar así, discutiendo todo el día. Hay gente que parece que le gusta así. A mí no me gusta, no puedo estar. Si bien en este caso la aversión a ser mandado (‘que te diga todo el tiempo las cosas’) aparece enunciada a partir de su propia experiencia personal, en general la misma aparece recurrentemente como burla sobre los otros cuyas mujeres por algún motivo están encima de sus parejas –sea buscándolos, sea cuestionándolos, sea exigiéndoles. Y es precisamente en aquellas arenas masculinas de bebidas y juegos, donde las evaluaciones y los comentarios de ese tipo son realizados. El tener –las ganancias de los años de buenas ventas– posibilitó cumplir con el rol esperado como hombre –llevar para la casa– y además, disfrutar como hombre en los juegos, en la bebida y en las salidas. El microcentro, además de espacio de trabajo que posibilitó todo esto era, uno de los espacios donde ese despliegue también acontecía. Cuando había plata la gente se quedaba hasta tarde, tomando aquí, allá... ibas caminando y no llegabas más. Siempre te encontrabas a alguien conocido que te convidaba. Después venían los problemas en la casa. Ahora es menos... hay menos plata. Los problemas con las mujeres tenían que ver precisamente con sus quejas por las noches de bebida y salida con amigos. Esos problemas, sin embargo, no ponían en duda la capacidad de los hombres como proveedores de la casa. Por el contrario: el cuestionamiento de hecho reafirmaba el lugar del hombre como hombre con un espacio de sociabilidad independiente de la casa. Desde esta perspectiva, el tener de los hombre es menos la garantía de poder mandar y más la posibilidad de poder hacer. ¿De poder hacer qué? Algo que surgía en las


199 conversaciones que contrastaban el presente y el pasado eran una serie de elementos que podríamos caracterizar como los componentes del buen vivir. Trabajar, dinero en la casa y en el bolsillo, y entonces la posibilidad de disfrutar con los amigos. Si bien en el pasado era más fácil realizar esos ideales, el presente no era el espacio de su negación. Varios conocidos, por ejemplo, representaban la realización de esos elementos. Un mesitero joven me describía a unos conocidos en común de la siguiente manera, “¡Todos ellos si que saben vivir! Siempre están tomando, comiendo un asadito, con amigos...”

Saber vivir o vivir bien eran las frases utilizadas para describir esta

conjugación de elementos: tener para su familia y para su casa, y además disfrutar a sus amigos en las noches de bebida y farra. Cuestiones que pudieron realizarse con mucha facilidad en las épocas de mucho dinero y que, aun durante mi trabajo de campo, eran en cierto modo posibles. Para los más jóvenes -inclusive con familia- el contraste con el pasado no conseguía opacar el presente de Ciudad del Este como espacio de realización. Antes aquí había mucho dinero, cualquiera ganaba cincuenta, cien dólares en un día. Cuando terminaba el día esto era lleno de gente, todos tomando una cervecita, divirtiéndose. Todavía acá se puede vivir mejor que en otras partes. La comida es muy barata y todavía es tranquilo. En todos lados está mal ahora... Inclusive acá no está tan mal... Es mejor, ¿no? Otro mesitero asi lo expresaba, “Acá todo el mundo saca para comer, para mantener la familia. Y cuando hay un poco más, siempre va a haber una cerveza. Así es acá, se vive bien todavía.” Para muchos, sin embargo, los cambios que la crisis trajo fueron más importantes que las posibilidades todavía abiertas en el comercio de Ciudad del Este. Y así como los tiempos cambiaron, también lo hicieron los problemas con las mujeres. La crisis comercial significó para muchos no poder reproducir aquello que habían construido. De ahí que las quejas de las mujeres sobre las salidas de los hombres se cruzaban con las quejas por quedarse gastando en bebida con los amigos cuando era la casa la que estaba atravesando


200 dificultades. Inclusive, para algunos, esas transformaciones significaron el quiebre de sus parejas, algo que era interpretado precisamente a la luz de la reducción de los ingresos. Contándome la historia de separación de la mujer, un mesitero concluía: Cuando había plata estaba bien, no había ningún problema. Si salía con mis amigos no había problema, yo llegaba, me armaba el colchón y dormía, para no molestar en nada. Pero después cuando empezó a faltar el dinero, empezaron los problemas.... Nadie quiere cambiar de vida ¿no? 122 En este escenario de dificultades es que aquello que denominé ‘pedagogía de la escasez’ adquiere mayor sentido y en dónde se revela la importancia de reconceptualizar la teoría masculina del mandar por fuera de la necesidad del tener. Miradas desde la casa antes que desde la calle, las relaciones de género se presentan de una manera bien distinta: las características que definen a los sujetos y la forma de concebir las relaciones son otras. Antes que autonomía para poder hacer, la teoría femenina de las relaciones de género en Ciudad del Este parte de la relación para poder ser. Me animaría a decir que en el caso de las mujeres que rodean el universo mesitero (mesiteras, esposas, novias o parientes), la agencia no se deriva del hecho de tener sino de la posibilidad de ejercer el rol que las personas pueden tener en un conjunto de relaciones. En algún sentido, si la teoría masculina corresponde a un esquema jurídico del poder, la teoría femenina es un esquema estratégico entendido como ejercicio de fuerzas. Visiones diferentes que derivan en prácticas, expectativas y realizaciones diferentes pero que, desde un punto de vista subjetivo, un punto de articulación es posible a partir de la fuerza que consolida la pareja: los celos. Ingresar en las teorías femeninas supondría hacer otro trabajo y entrar en otras discusiones. Se podrá cuestionar el hecho de observar tan sólo desde un ángulo, una

122

Por la aceptación del corolario de esa dialéctica del tener y el mandar o por una cuestión generacional, en las palabras de este joven mesitero –tenía 23 años- no había condena ni recriminación a su mujer. Después que las dificultades y los problemas empezaron a hacerse más recurrentes, ella se fue a Buenos Aires a trabajar, donde estaba durante mi trabajo de campo. El hijo de ambos quedó con su abuela materna en otra ciudad del interior de Paraguay. Padre y madre le enviaban dinero para su sustento y educación.


201 dinámica que es estrictamente relacional. Estoy de acuerdo. El interés, sin embargo, fue colocar bajo foco algunas dinámicas fundamentales para poder concebir aquel espacio y, a través del ángulo particular que terminó siendo privilegiado, asomarnos a las mismas. A partir de experiencias, narraciones y relaciones, fui juntando e interpretando algunos elementos que permiten ingresar en las dinámicas sociales y las formas de género allí presentes. No son las únicas ni tan homogéneas como las formulaciones pueden hacernos creer. Existen diferentes formas de considerar el lugar del hombre, del tener y de la posibilidad de establecer una relación particular con la mujer. Esto es, aun dentro de cierta forma común de hacer y concebir masculinidades, hay diversos caminos para afirmarlas. Aun dentro de tradiciones comunes, las combinaciones posibles exceden los retratos aquí presentados. Aun así, a partir del análisis del pasar en la calle se fueron desplegando diversas configuraciones sociales y culturales que tornan inteligibles algunas dinámicas características de Ciudad del Este.

Las posibilidades de un expansivo mercado de frontera El mercado como institución social es algo más que un espacio de intercambios. Para aquellos que ganan su vida como vendedores, cargadores o cambistas, es también el espacio donde se pasa parte importante de la vida. Y la vida no se pasa haciendo una sola cosa ni tampoco las acciones tienen una sola dimensión. Cuando se vende no solo se vende. También se juega en las ventas y en las promociones. Con los chistes no sólo se busca una sonrisa sino que también se seduce. A veces también se agrede. Entre las ventas también se espera y en las esperas en las calles de Ciudad del Este se juega y se conversa. Las personas se conocen y se presentan. Los juegos no son simplemente el movimiento de las piezas de las damas o el pasar de las cartas. También


202 con ellos se marcan tiempos e importancias. Se demuestra habilidad y rapidez. Se gana y se pierde. Y con la bebida se comparte. Se despliega generosidad. Se cuentan intimidades y se expresan sentimientos que a veces sin el alcohol permanecen controlados. Alegrías y tristezas. Rabias y euforias. Se provoca y se reacciona. Se demuestra hasta donde uno llega y se prueba a los otros a ver hasta donde será que van a llegar. Se gasta parte de lo que se ganó, a veces tanto que se comienza el día siguiente o la semana siguiente con la expectativa y la esperanza de recuperar lo gastado o lo perdido. En el compartir y en la intimidad de esas relaciones son delimitados espacios de interacción, reafirmando pertenencias y marcando distinciones, reproduciendo los valores del buen vivir y produciendo las formas en que esos valores son realizados. Después del trabajo, las calles del microcentro de Ciudad del Este dejan de ser un espacio de cruces de lenguas y orígenes y pasa a ser masculino, adulto y paraguayo estableciéndose distinciones que durante la jornada de trabajo parecían menos marcadas. Junto al despliegue de masculinidades en juegos y bebidas, en charlas y en peleas, el universo doméstico es reestablecido en su dimensión femenina. Pero, a la vez que se reafirman las relaciones de género, también emerge la vulnerabilidad que esas masculinidades pretenden afirmar. En cuanto mercado, la calle es algo más que el lugar de vender y ganar dinero. Lugar de reproducción y de transformación de valores. Urbanos y rurales. Paraguayos y extranjeros. Masculinos y femeninos. Burgueses y populares. Intenté ir trazando relaciones entre esos valores y el comercio del microcentro. Cómo fueron articulándose, potenciándose o transformándose. Ciudad de frontera, de creación y expansión reciente, Ciudad del Este guarda una peculiaridad en relación a otros espacios del Paraguay articulando de una manera singular las oposiciones campo / ciudad y hombre / mujer que, como acertadamente señaló Kregg


203 Hetherington, constituyen las oposiciones centrales en el ordenamiento simbólico de la modernidad paraguaya (HETHERINGTON, 2001:2). Fundada en 1957, hasta mitad de la década del ‘60 todavía era muy fuerte el discurso de pioneros vinculados a la colonización agrícola. Después de la inauguración del Puente de la Amistad en 1965, funcionarios y comerciantes comenzaron a ocupar los lugares centrales de la nueva sociedad de Puerto Presidente Stroessner. Algunas familias, hasta hoy importantes, utilizaron el poder político para construir grandes nombres comerciales y empresariales.123 En el capítulo siguiente acompañaremos esos desarrollos de forma más precisa. Lo que me interesa destacar aquí es que Ciudad del Este es una ciudad sin aristocracia ni grupos ‘tradicionales’; una ciudad cuyas figuras importantes estuvieron desde el inicio vinculadas con las instituciones de gobierno y/o con el comercio. De hecho, muchas de las grandes fortunas provienen de su conjunción. La gran expansión comercial, por su lado, permitió que aun aquellos que trabajaban en actividades simples –por ejemplo, como cargadores– consiguieran obtener ganancias suficientes para llevar una vida que no estuviese limitada a ganancias mínimas tales como en tantos otros lugares esas actividades lo están. Claro que las diferencias económicas son fundamentales: hubo aquellos que hicieron fortunas y aquellos que sólo consiguieron comprar su casa. Las posibilidades abiertas por el comercio fueron tales que aun a los menos favorecidos les permitió capitalizarse y realizar inversiones básicas como su casa, sus muebles o sus

123

Es en la matriz del poder político de la época de Stroesnner que algunos grandes nombres de Ciudad del Este fueron forjados.


204 electrodomésticos. Más aun, pudieron reproducir valores que no fueron limitados por las condiciones sociales y económicas impuestas por la vida de la ciudad.124 Para muchos mesiteros y otros trabajadores del comercio de Ciudad del Este, la crisis comercial estaba restringiendo marcadamente las posibilidades y los espacios de consumo. Aquello que siempre estuvo presente como definición (nosotros, los pobres || aquellos, los ricos y poderosos), pasó a ratificarse a partir de las limitaciones derivadas de la imposibilidad de mantener el nivel de ingresos anterior y de la proliferación de espacios de distinción que comenzaron a ser cada vez más significativos: escuelas privadas, universidades, restaurantes y sitios sociales diferenciados. La organización social de los sentidos, utilizando la expresión de Hannerz (1992), pasó a diferenciarse a partir de clivajes más reconocibles en otras ciudades paraguayas. Las posibilidades abiertas en el gran mercado de frontera comenzaron a restringirse. El rendimiento del trabajo comercial cambió profundamente y en el 2001 se tornó difícil comprar una casa, un auto o expandirse comercialmente. El asunto no sólo es una cuestión de perspectivas, de contrastes entre miradas nostálgicas y esperanzadas, sino de posibilidades concretas abiertas por la circulación de compradores y dinero. Sin embargo, esa limitación de las posibilidades no agotaba –al menos hasta 2001- el mundo comercial en Ciudad del Este, el cual continuaba siendo un espacio no sólo de expectativas para algunos sino de crecimiento económico. Un mesitero que había comenzado a trabajar en la calle en 1977 y que ya se había retirado dedicándose a otros negocios, lo colocaba de una manera muy clara:

124

En algún sentido, la imagen más próxima que se me ocurre para interpretar esta particularidad de Ciudad del Este es la Peter Burke sobre la cultura popular en la temprana Europa moderna. En su erudito y atrayente recorrido del s. XVI al s. XIX, Burke señala: “En 1500, la cultura popular era la cultura de todos; una segunda para los educados y la única cultura para todos los demás.” (BURKE, [1978], p.270, traducción propia). Al final del recorrido, Burke encuentra en 1800 un clero, nobleza, mercaderes y profesionales que han abandonado la cultura popular a las clases bajas y que han desarrollado una visión de mundo distinta y propia. Esta retirada es precisamente lo que garantiza la posibilidad del descubrimiento de la cultura popular por eruditos y folcloristas como algo exótico y, consecuentemente, interesante (ibid., p.286).


205 Es increíble como le sigue dando resultado a la gente que recién llega. Y uno que está siempre... sigue... Yo por ejemplo... parece que no veo posibilidad de que gane plata. En cambio la gente que llega comienza a hacer cualquier... y ganan plata. Se mantienen. Aun con las limitaciones cada vez más marcadas, la dinámica expansiva del movimiento generado por los intercambios continuaba. Trazar la historia de ese movimiento a partir de las ventas en la calle y las conexiones con circuitos comerciales del otro lado de la frontera es el interés del capítulo que sigue.


206

CAPITULO 3 LOS CAMINOS A CIUDAD DEL ESTE

En menos de 50 años, Ciudad del Este se transformó en el enorme mercado que fuimos viendo en las páginas precedentes. En este capítulo presentaré el surgimiento y la transformación de ese mercado a la luz de los caminos que fueron convergiendo en aquel espacio. Comenzaré con los caminos de aquellos que fueron incorporándose en las calles para vender. Muchos de los elementos presentados en los capítulos anteriores se articularán a través de trayectorias mesiteras específicas. Dichas trayectorias nos permitirán analizar las transformaciones del comercio y entender la crítica situación comercial que comenzó a esbozarse en el capítulo anterior y que nos llevará a dejar las calles del centro para comprender Ciudad del Este desde otro ángulo: los circuitos comerciales brasileros. De la mano de la historia de algunos mesiteros intentaré, en primer lugar, comprender los procesos y los mecanismos que hicieron de la calle un espacio de ventas: las persecuciones sufridas por vender en la calle, la legitimación del trabajo y su institucionalización a través de asociaciones, las formas de regulación y de monopolización de sus posibilidades y las dinámicas de expansión y de transformación de sus reglas. Luego me concentraré en lo que denominaré ‘geografía de oportunidades’. Ciudad de reciente fundación, todos los que están allí son inmigrantes que llegaron en busca de trabajo o acompañando a alguien que lo hacía, siguiendo oportunidades abiertas no sólo por el comercio sino también por la expansión rural de la región y por la construcción de la represa de Itaipu. Geografía de oportunidades que se superpone y se complementa con


207 otros territorios tradicionales de inmigración paraguaya, como Buenos Aires y otros destinos de Argentina y que, comparados con ellos, nos coloca varias preguntas. Al final, ¿quiénes eligen Ciudad del Este? ¿Cómo llegan allá? ¿Por qué? Para responder estas preguntas, debemos ingresar en las dinámicas propias del mercado, intentando comprender el tipo de comercio que fue desarrollándose en aquel espacio y las transformaciones que fueron modulando su actual conformación. Algo que nos colocará frente a la inscripción de Ciudad del Este en circuitos comerciales localizados del otro lado de la frontera. El enorme crecimiento comercial de Ciudad del Este está relacionado con su surgimiento y consolidación como centro de compras y de abastecimiento de productos importados para millares de comerciantes y compradores, principalmente brasileros. Si desde la década del 60, Puerto Presidente Stroessner fue configurándose como un centro de ventas de mercaderías importadas, su transformación en un centro para revendedores fue posterior. A partir de una aproximación a las dimensiones del fenómeno sacoleiro a Ciudad del Este, levantaré algunos elementos e interpretaciones para comprender su desarrollo: políticas que impactaron en su desarrollo, canales de comercialización centrados en Cuidad del Este que abrieron caminos luego transitados por sacoleiros y transformaciones en las estructuras de poder local que afectaron el movimiento comercial. Con todo, los circuitos comerciales que convergen en Ciudad del Este adquieren sentido en el campo más amplio de centros y circuitos comerciales que atraviesan Brasil. Por último, me

interesa

comprender, desde la perspectiva de los sacoleiros, el lugar que ocupa Ciudad del Este en esos circuitos. A partir de los cruces y los viajes, la misma aparece como un local transitorio de compras que se inserta en circuitos cuyas realizaciones y peligros se juegan en otro territorio. Esta transitoriedad permite entender las relaciones y las formas de diferenciación presentes en las calles de Ciudad del Este así como los diferentes intereses y temporalidades que fuimos viendo en los capítulos anteriores:


208

Historias mesiteras Cristóbal fue uno de los primeros vendedores callejeros en la entonces Puerto Presidente Stroessner. En 1965, después de haber visto la inauguración del Puente de la Amistad en los medios de comunicación y escuchado las historias de la ciudad que estaba creciendo a orillas del Paraná (Foto 24 y Cuadro 13), decidió, junto a cuatro compañeros, viajar a Puerto Presidente Stroessner a hacer lo que hacía en Asunción: vender en las calles. En 1968, año en el que llegó, los comercios de Puerto Presidente Stroessner eran pocos, tan sólo unos seis o siete en la salida del puente a lo largo de la Ruta Internacional. Esos primeros comercios eran propiedad de paraguayos.1 En una ciudad pequeña que llevaba el nombre del presidente –y que debía mantener el orden que el presidente quería-, trabajar de vendedor ambulante no era fácil. Tal como lo habían hecho en Asunción,

llevaban

sus

mercaderías en cajas y las ofrecían a los pasajeros de

Foto 24 - Fotografía de 1965 del recién inaugurado Puente de la Amistad. En verdad, por el contraste de la foto, lo que vemos es su sombra. Del otro lado del río Paraná se ve la incipiente Puerto Presidente Stroessner. La parte de Foz que tenemos en primer plano corresponde a los que después serán los barrios de Vila Portes y Jardim Jupira. El centro de Foz do Iguaçu -que no aparece en la foto- se encuentra a la izquierda. La foto está reproducida en Ynsfran, 1990:127. Las referencias son mías. 1

los autos y ómnibus y a

Los comercios eran Casa Ramirez, Orquídea, Comercial Cosmos y, Hogar y Selva. Después llegarían Americana, Hotel Internacional, Flor de Liz y Casa San Pablo. Ya en 1969 se instalarían los primeros comerciantes de origen libanés, quienes trabajaban en Foz do Iguaçu. De acuerdo con una publicación que cita un reportaje de fines de los 80 sobre la comunidad china de Ciudad del Este publicado en la revista taiwanesa Sinorama, el primer chino proveniente de Taiwan que se instala junto a su familia como comerciante lo hizo en 1970 (apud GARCIA LUPO, 1989, p.127).


209

Cuadro 13 - Primeros años de una ciudad Cuando el 27 de enero de 1961 los presidentes Stroessner y Kubitschek inauguraron la estructura que permitía el pasaje sobre el río Paraná de un puente internacional aun sin terminar, Puerto Presidente Stroessner ya había cambiado bastante en sus 4 años de existencia. Además del puente otras ligaciones iban avanzando. Ese día, en su discurso, Stroessner anuncia la entrega por parte de Kubitschek de los estudios realizados por técnicos brasileros para la construcción de la represa del río Acaray, a unos kilómetros de la ciudad. Financiada por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) e inaugurada en 1968, Acaray fue la primera usina hidroeléctrica del Paraguay. Su localización puede verse en la Introducción - Imagen 1. Tiempo antes -en junio de 1959- la ciudad había quedado conectada a la región central del Paraguay a través del camino que la unía a Coronel Oviedo. La obra –cuyos estudios habían sido realizados por técnicos brasileros y entregados al gobierno paraguayo 14 años antes- fue financiada con un préstamo del gobierno brasilero y coordenada por la Comisión Mixta Paraguayo-Brasilera. También en 1959 comenzó a lotearse el área para colonización agrícola que iba del km 10 (desde el río Paraná) hasta el km 26 y que limitaba al norte con el río Acaray y al sur con el río Monday. En 1963 ya estaban instaladas allí unas 700 familias que, de acuerdo al administrador de la ciudad, eran del siguiente origen: 520 paraguayas de diversas regiones del país; 100 paraguayas provenientes de Brasil y Argentina; 30 brasileras; 25 japonesas; 15 alemanas y 10 familias de origen argentino-paraguayas. El plano de la ciudad contemplaba que, en el espacio ubicado entre el km 10 y el río Paraná, iba a desarrollarse el área residencial y comercial (en lo que después pasaría a ser el microcentro) y unos kms al sur, iba a reservarse una zona para industrias y un barrio obrero. En 1961 se firmó un préstamo con el BID para la compra de maquinaria y herramientas para el desarrollo de la colonia, las cuales comenzaron a llegar al año siguiente. Si bien varios empresarios fueron tentados a comprar tierras para realizar inversiones, pocos lo hicieron. El comerciante Elias Saba fue uno de de ellos, comprando unas 100 hectáreas en donde se realizó un proyecto de urbanización con loteamientos, calles y casas para la venta en lo que sería el área comercial. Inversión que tendría un resultado millonario. Urbanísticamente, el edificio de la aduana fue el primer gran hito de la ciudad, siendo inaugurado con la presencia de Stroessner y otros miembros del gobierno en 1962. Un comentario para ubicarnos en la ciudad y el Paraguay de aquella época. El edificio de Aduanas comenzó a ser construido el 3 de noviembre de 1959, día del cumpleaños del entonces presidente. El acto realizado por funcionarios de la Dirección de Aduanas y Puertos dando inicio a las obras fue realizado “como sencillo y emotivo homenaje del onomástico del Señor Presidente de la República.” (SANTOS, 1983, p.19). El Hotel Casino Acaray, una de las referencias de la ciudad, sería inaugurado años después siendo uno de los grandes atractivos para los turistas brasileros. La posición del intendente de Foz do Iguaçu en 1969, Coronel Julio Werner, favorable a la apertura de un casino permite vislumbrar el creciente movimiento hacia Puerto Presidente Stroessner. Según él, un casino en Foz do Iguaçu permitiría “...impedir que brasileiros gastem um milhão de cruzados novos por mês no lado paraguaio, em jogo e na compra de mercadorias.” (ESTADO DE SÃO PAULO, 27/03/1969b). Al cambio del día, ese valor correspondía a un gasto de U$ 250.000 por mes. Antes que los ambulantes ocuparan las calles del centro de Puerto Presidente Stroessner, había otros vendedores fuera de las pocas casas comerciales existentes en la década del 60. En un libro de viajes realizado en 1964 escrito por João Gualberto de Oliveira, miembro del Instituto Histórico e Geográfico de São Paulo, el autor comenta sobre la emergente Puerto Presidente Stroessner: “A simples travessia do Rio Paraná coloca o turista em terra estrangeira. (...) Uma vila paraguaia se alteia na margem do rio, e os moradores, no seu guarani, que mais se assemelha a línguas asiáticas, oferecem bordados, rendas e objetos típicos, ou artigos estrangeiros que aí surgem como por efeito de magia. Um comércio ‘sui generis’ logo se estabelece até mesmo sobre as águas, entre embarcações de turistas e ‘mascateiros’: o contrabando no meio do rio! É esse um dos aspectos mais pitorescos do passeio.” (OLIVEIRA, 1964, p.18-19). Ya en 1964 están presentes los artículos que caracterizarán el comercio callejero de aquella ciudad: los productos ‘típicos’ del Paraguay y los artículos extranjeros. La apuesta gubernamental centrada en la venta de artículos importados fue temprana. La primera concesión de una zona franca en Puerto Presidente Stroessner data de 1960 a través del convenio firmado entre la Comisión de Administración de Puerto Presidente Stroessner y Foreign Martkets Trading Corp., el cual fue aprobado y ratificado a través de la Ley 624/60. Más adelante se sancionaría la Ley 273 de 1971 que crea una Zona Franca Internacional cuya explotación era otorgada por el Poder Ejecutivo.


210 los transeúntes que recorrían el pequeño centro que comenzaba a formarse. Cuando la policía los veía, los perseguía y cuando los alcanzaba, los ‘guacheban’ golpeándolos con una especie de látigo de cable trenzado. No obstante, esa represión no era nueva para ellos.

...esa persecución que hemos sufrido acá, ya hemos sufrido en Asunción, en gran parte de Asunción. Entonces ya no nos extrañó. Si dijimos ‘Bueno, si hemos triunfado en Asunción entonces, ¿por qué no tenemos que triunfar acá?’, ¿verdad? 2 Si bien algunos comerciantes se quejaban de la presencia de los ambulantes, la mayoría los ayudaba, inclusive los chinos y árabes que comenzaron a instalarse en 1969 y 1970. Guardaban las cajas en sus negocios cuando llegaba la policía y al despejarse la calle salían otra vez con su mercadería a cuestas.3 Hacia fines de 1971, las autoridades de la ciudad comenzaron a aceptar la presencia de los ambulantes y se establecieron criterios para poder hacerlo reguladamente. En aquel tiempo la autoridad administrativa nos dijeron, “Bueno, ganaron ustedes la batalla pero... no la guerra, pero organícense, pónganse, 2

El ‘triunfo’ señalado por Cristóbal en este pasaje tiene un referente específico y concreto: la posibilidad de poder vender en la calle. 3

Tanto en las palabras de Cristóbal como en la de otros mesiteros pioneros, una de las figuras que aparecía recurrentemente era el dueño de Americana que los protegió desde el inicio, permitiéndoles entrar en su negocio cuando la policía llegaba e incorporándolos en las actividades sociales que organizaba, tales como partidos de fútbol o diversos encuentros. Otros comerciantes que son recordados como amigos de los mesiteros son los dueños de la Casa Hong Kong y de la casa Rahal. El mismo tipo de ayuda por parte de comerciantes y vecinos es descripta por varios autores en otros lugares. Por ejemplo, sobre la ayuda de vecinos y comerciantes en períodos de represión al comercio callejero en la Ciudad de México, ver Cross, 1998, p.107. Sobre las contradictorias interpretaciones sobre los efectos del comercio callejero para los comerciantes circundantes al famoso Maxwell Street Market de Chicago, ver Eastwood, 1995, p.3. Ayudas que sugieren que las relaciones entre los distintos comerciantes de la ciudad (callejeros o localizados) no pueden ser derivados de la estructura de intereses que a priori los caracterizaría. No estoy negando, obviamente, que la existencia de distintos intereses y recursos juega un papel fundamental en la estructuración de las relaciones de poder, las cuales se imprimen de diferentes maneras en la dinámica de la ciudad. Sin embargo, de esos intereses no se deriva la forma y la variedad de las relaciones posibles. Debemos, en cambio, prestar mayor atención a los diversos contextos políticos e históricos en que las interacciones entre vendedores sucede, las áreas de la ciudad involucradas, las formas de ventas e inclusive los tipos de productos vendidos. Comentarios nada nuevos, por cierto. Ya en 1813, el jefe de la policía de París, hablando acerca de las dificultades para expulsar a los vendedores que se instalaban en las calles – quienes eran vistos como uno de los grandes problemas para los comerciantes establecidos–, decía: “Vivimos expulsando a los tenderos de un lado a otro y ellos viven volviendo [...] sirviéndoles su gran número como salvación. ¿Como prender tanta cantidad de indivíduos?” Y agregaba: “Talvez ese comercio irregular no sea tan desfavorable a los comerciantes establecidos como se supone, pues casi todas las mercaderías expuestas son vendidas por ellos a los tenderos que, casi siempre, no pasan de ser sus comisionarios...” (apud Braudel, [1979], p.62-3, traducción propia).


211 identifíquense, fíjese que esta es la ciudad que lleva el nombre del presidente, Stroessner, el fue el fundador, y acá las personas tienen que estar bien identificadas.” Nosotros como ciudadanos… listo, nos identificamos, nosotros queríamos trabajar, trabajábamos, nos convenía. El 6 de agosto de 1972 se formó la Asociación de Lenteros Unidos, nucleando ese primer grupo de ambulantes llegados principalmente de Asunción.4 El término Lenteros viene de uno de los productos que vendían en aquella época: anteojos para sol, conocidos también como ‘lentes oscuros’. Por derivación, aquellos que entre sus productos vendían lentes oscuros pasaron a ser conocidos como Lenteros. La otra asociación formada por los vendedores que empezaron a llegar de Asunción y de muchas otras regiones, fue la Asociación de Vendedores de Artículos Típicos que nucleaba a aquellos que vendían productos artesanales del Paraguay. Los vendedores de artículos típicos pasaron, también por derivación, a ser conocidos como Típicos. Lenteros y Típicos fueron los primeros vendedores callejeros reconocidos que trabajaron en las calles de Puerto Presidente Stroessner. Pero su reconocimiento, a la vez que legitimó las ventas en la calle, otorgó el monopolio para hacerlo precisamente a las asociaciones recién creadas. Para poder vender en la calle había que estar asociado a alguna de ellas pero las mismas tenían un límite fijo de asociados establecido por las autoridades: 54 miembros en cada una de ellas. Con todo, si la posibilidad de tener un puesto en la calle quedó restringida a esos 108 vendedores, nada se estableció sobre la posibilidad de tener empleados. Así, si la calle quedó cerrada para nuevos vendedores habilitados, el comercio mesitero se expandió de la mano de los empleados que trabajaban para los habilitados. Los secretarios –tal como eran llamados esos empleados y cuya

4

De los 54 miembros que componían la asociación cuando esta fue fundada, 33 venían de Asunción y el resto de otras ciudades del interior como Coronel Oviedo, Villa Rica, Concepción y Juan León Mallorquín. En el año 2001, la Asociación de Comerciantes de Ciudad del Este Lenteros Unidos -tal su nombre en ese momento- contaba con 87 miembros, distribuidos en las construcciones sobre el paseo central (36) y en la vía pública (51).


212 descripción contemporánea presenté en el capítulo anterior- pasaron a ser una figura recurrente del comercio callejero.

Las estructuras organizativas creadas para representar a los vendedores se transformaron en parte constitutiva de la regulación de la calle. Las asociaciones o sindicatos, como son también llamadas, eran quienes controlaban el uso del espacio. Como lo expresara gráficamente un vendedor de artículos típicos que había comenzado a trabajar en 1977, [mesitero] - ...una persona que quería entrar a vender ambulante... Jamás! Jamás de los jamases! No se le permitía. [yo] - Y pero, ¿quién…cómo controlaban el espacio? [mesitero] - Y... y.... los sindicatos. Vos te metés ahí y te... te rompen a garrotazos. Así era... Ni por accidente. Lo mismo sucedía con los márgenes de ganancia, regulados a partir de un acuerdo de precios entre los vendedores. No se podía vender por menos del 40 % de margen de ganancia sobre el precio de costo. Esto es, un producto que salía 10, no podía ser vendido a menos de 14. Tal como lo describiera un mesitero, “eso era una ley en aquel entonces.” Claro que el límite establecía el piso de la ganancia pero no su techo: arriba de eso no había restricción, dependía de lo que cada uno podía negociar con los clientes. Aun en el tipo de producto que se vendía había una distinción estricta garantizada por las asociaciones. Tal como sus nombres sugieren, cada asociación comercializaba productos diferentes. Si bien la distinción podía ser trazada a través del origen de los productos (Típicos – paraguayos, Lenteros - importados), la misma se estableció a partir de la distinción entre productos artesanales y productos industrializados. Uno de los elementos recordados por varios mesiteros para señalar lo estricto de esa división era el caso de las guampas y las bombillas. La guampa es un recipiente hecho generalmente de cuerno de vaca utilizado junto a una bombilla para tomar tereré. Las bombillas ‘eran’ de los Lenteros y las guampas de los Típicos. Ninguno podía vender lo que el otro vendía,


213 cosa que en este caso –dos artículos que sólo funcionan combinados– resalta la arbitrariedad de la división. Algunos mesiteros recordaban esa división con nostalgia, como la marca de un tiempo de orden que más tarde se vería desbordado. Para otros -Cristóbal entre ellos-, ella era el símbolo de la arbitrariedad de los tiempos del gobierno de Stroessner, pues esa división había sido establecida por la Confederación Paraguaya de Trabajadores y representaba un límite a las posibilidades del comercio.5 Los Típicos vendían productos artesanales producidos en Paraguay: tejidos y ropas, hamacas ‘paraguayas’ –tal como son conocidas las redes en Argentina y Uruguay-, objetos de cuero, cuerno y madera. Los productos provenían de diversas partes del país. Salvo aquellos productos ‘más feos’ que eran llevados a Puerto Presidente Stroessner, gran parte de la mercadería era buscada por los mesiteros en sus lugares de producción.6 Los productos de los Lenteros eran objetos industrializados de origen extranjero. Junto a lo que vendían en Asunción (encendedores Colibrí y Carusita,7 cortaplumas, tijeras y hojas de afeitar alemanas), vendían los productos que empezaron a distinguirlos desde que comenzaron a trabajar en Puerto Presidente Stroessner: lentes y relojes.

5

La Confederación Paraguaya de Trabajadores (CPT) fue fundada en 1951 y, después de una huelga general en 1958, fue intervenida por el gobierno de Stroessner pasando a ser dirigida por un oficial de la policía. Desde entonces estuvo controlada por el gobierno y su partido. En 1985 fue desafiliada de la Organización Internacional del Trabajo después que una delegación de la OIT corroborase que los principios básicos para la pertenencia a dicha organización –que sea una institución democrática e independiente del gobierno– no eran cumplidos. Según Cristóbal, “Fueron ellos los que dijeron, ‘No, ustedes van a vender tal cosa, ustedes así.’ Cosa que nosotros nunca hemos respetado, porque el comercio es libre, nadie te puede decir, ‘No, usted puede vender esto y esto.’ Pero sí hubo organizaciones disciplinadas, que estaba muy con el dictador, entonces... y con las personas que estaban administrando esa central obrera en aquel tiempo. Nosotros [los Lenteros] hemos salido de ellos, no nos intereso continuar con ellos, en fin. Fuimos muy independientes en ese sentido.” 6

El tejido ao poí de Yataity y Villa Rica; el tejido ñanduti de Itagua; cerámica y productos de cuero de Itá, otros productos de cuero de Yaguarón y Atyra, y otros productos de Eusebio Ayala y mismo de Puerto Presidente Franco, ciudad localizada unos kilómetros al sur de Ciudad del Este. 7

Los encendedores Colibrí son encendedores ingleses. Carusita es el nombre con que es conocido, al menos en Argentina, Uruguay y Paraguay, el encendedor austriaco IMCO en su diseño tradicional de 1918.


214 Durante mi trabajo de campo, hablar sobre los productos que se vendían en aquel entonces implicaba un ejercicio de comparación: antes se vendían productos originales y de buena calidad –tanto en la calle como en los comercios-; en el 2001 la situación era otra. Ese carácter original y de calidad que tenían los productos estaba asociada al comprador que llegaba a Puerto Presidente Stroessner: turistas. Anteriormente allá por el 68, 70, 75, digamos hasta 80, era un lugar turístico. Una atracción, los producto... los mejores productos. Mundialmente conocidos, como Lancome, Sony, Philip, los mejores productos se vendía acá en Ciudad del Este. Las mejores porcelanas chinas, los mejores cuadros, los mejores alfombras hindúes, en fin, todo productos de primera clase y originales teníamos. Y venía la gente, en un precio tan irrisorio se compraba. No teníamos baratijas, teníamos productos delicados, relojes de marca de primera línea, ganábamos cualquier cantidad de dinero. 8

Los compradores que llegaban a Puerto Presidente Stroessner eran turistas brasileros y argentinos que buscaban productos importados, brasileros que aprovechaban el casino en territorio paraguayo y extranjeros que estaban de visitas en las Cataratas del Iguassu. Tal como los describiera un vendedor, “Todo brasilero y argentino y había mucho europeo también... Todo turista-turista.” En el trabajo del historiador Alfredo da Mota Menezes sobre el gobierno de Stroessner y las relaciones entre Brasil y Paraguay, podemos leer una descripción similar en relación al lugar del turismo y el tipo de productos vendidos.9

8

Una nota de 1974 publicada en la revista de mayor continuidad en Foz do Iguaçu, la Revista Painel, así describe aquello que podía ser comprado en Puerto Presidente Stroessner: “...mercadorias importadas – artigos de toda parte do mundo, e com preços irrisórios.” (REVISTA PAINEL, 1974, p.14). En el número de 1977 de la Revista Mosaicos dedicado a Foz do Iguaçu, es interesante detenerse en la descripción que se hace de Puerto Presidente Stroessner presentada como uno de los componentes del ‘roteiro turístico de Foz do Iguaçu’. “Cinco quilômetros separam Foz do Iguaçu de Puerto Stroessner (com seu pitoresco e envolvente comércio). O trajeto é asfaltado e a cidade fica a poucos metros da Ponte da Amizade (a de maior vão livre do mundo) e toda sua vida gira em torno da Avenida Presidente Stroessner, onde turcos ou chineses (na maioria dos comerciantes), vendem cigarros americanos ou ingleses, uísque, chá, eletrodomésticos, tecidos e confecções. A procedência dos produtos varia: Estados Unidos, Inglaterra, China, Japão etc. Artigos locais: abanos, bolsas e chapéus de palha, batas, blusas, colares e bolsas de couro, são vendidos na calçada. Além do comércio, resta o Cassino, onde, em dois salões, sem qualquer sofisticação, os turistas tentam sorte em roletas, ou em mesas de bacará e dados, ou então nas maquinas caça-níqueis.” (REVISTA MOSAICOS, 1977, p.45).


215 O turismo, na verdade, é uma grande fonte de renda para o Paraguai. Os turistas brasileiros, de uma forma geral, não vão ao Paraguai ver ruínas antigas, belezas naturais ou uma parte qualquer da cultura Guarany, mas sim vão lá para conseguir produtos importados difíceis de serem adquiridos no Brasil devido a seus altos preços. É realmente incrível a presença de turistas brasileiros no Paraguai, principalmente em Puerto Presidente Stroessner, Pedro Juan Caballero e Assunção. As cidades de fronteira vivem praticamente do turismo. (...) O Paraguai é, assim, um verdadeiro paraíso para os brasileiros comparem bebidas, perfumes, roupas, brinquedos eletrônicos, máquinas de calcular, brinquedos vindos de ambas as Chinas (neste caso não funciona nenhuma distancia ideológica), vinhos especiais, roupas da Itália, Inglaterra e Índia, máquinas de fotografia do Japão e Alemanha, “blue jeans” e cigarros do Estados Unidos, chocolates da Suíça e da Holanda e assim por diante. (MENEZES, 1987, p.28-29). Antes que ese perfil de comprador cambiase, los mesiteros no sólo estaban reconocidos sino que habían logrado establecerse en espacios que la municipalidad les había cedido. En 1978, el intendente de Puerto Presidente Stroessner les propuso a los Lenteros y Típicos salir de la calle y ocupar parte de los canteros centrales de la Ruta Internacional.10 Los Lenteros ocuparon parte del cantero entre la Av. San Blas y la Ruta Internacional. Entre esta última y la Av. Monseñor Rodríguez se instalaron los Típicos. Allí construyeron sus locales. (Ver Capitulo 1 - Mapa 1). La década del 70 fue el periodo de legitimación de las ventas en la calle y la cual se vio coronada con el establecimiento de los vendedores en los locales que se construyeron en el paseo central. Cuando los primeros vendedores comenzaron a trabajar, las calles eran un espacio que tenía que ser conquistado para abrir la posibilidad de vender en ellas.11 El

9

Además del excelente trabajo documental, el libro de Menezes se basa en una serie de entrevistas realizadas en 1982 en el área de frontera que presentan un material muy valioso. Por otro lado, por el hecho de ser originario de Mato Grosso do Sul –tal como él mismo aclara–, el autor tiene una relación bien próxima con la frontera (MENEZES, 1987, p.31). 10 Carlos Barreto Sarubbi fue el primer intendente de Puerto Presidente Stroessner, elegido por el Poder Ejecutivo nacional. Antes de él, no había intendente sino administrador de la Comisión de la Administración de la Ciudad Puerto Presidente Stroessner. ‘Don Carlos Barreto’ -tal como era llamado por casi todos en Ciudad del Este durante mi trabajo de campo- fue posteriormente gobernador del Alto Paraná (1992 – 1997). 11

La descripción de Stein Nesvåg sobre las vendedoras callejeras negras de Durban que, desafiando las estrictas regulaciones y la política represiva del gobierno sudafricano durante el Apartheid, ocuparon las calles durante los 80, podrían también ser utilizadas para caracterizar el significado de Lenteros y Típicos para el comercio callejero en Ciudad del Este: “Me gustaría destacar el importante hecho histórico de estas primeras vendedoras, que osadamente desafiaron la ley, crearon la base para la desobediencia masiva posterior.” (NESVÅG, 2000, traducción propia).


216 proceso que fue de la represión al acuerdo con las autoridades para poder trabajar reguladamente, podría ser descrito como un proceso de legitimación e incorporación. Legitimación de una determinada actividad –las ventas ambulantes–, realizada en el espacio de la calle. Incorporación a los marcos institucionales que en ese entonces eran controlados por el gobierno (la incorporación de las asociaciones a la central de trabajadores) como a la dinámica delineada por las instituciones como vendedores registrados. La formación y consolidación de estructuras organizativas de vendedores fue uno de los medios fundamentales en ese proceso y, a su vez, uno de los resultados del mismo. Eso implicó la constitución de una nueva institucionalidad, producto de acuerdos entre autoridades y vendedores. Estos acuerdos significaron la consolidación de estructuras organizativas que pasaron a regular el espacio de la calle y a disfrutar de su monopolio.12 El alcance de las organizaciones trasciende esa dimensión política –particularmente en el caso de Lenteros Unidos– y se inscribe en la constitución de la ciudad a través de toda una serie de prácticas que van desde el mejoramiento del lugar de trabajo – financiando parte del empedrado de las calles– hasta la construcción de espacios sociales que trascienden el mundo de los mesiteros. En 1974, la asociación compró un terreno cerca del centro -en el barrio de San Rafael- donde se construyó con el aporte de sus asociados el local de Lenteros Unidos que contaba con estadio y sede social. La importancia que el local de Lenteros Unidos pasó a ocupar como centro de actividades sociales aparece recurrentemente en los recuerdos de los viejos habitantes de Ciudad del Este; inclusive entre aquellos que nada tuvieron que ver con el comercio. En la década del 80, allí se presentaron los grupo colombianos Cuarteto Imperial (en ese entonces, residente en Argentina) y los Wawancó, así como diversos grupos de música paraguaya. El estadio de

12

Proceso que corresponde a lo que denominé ‘efecto asociativo’, analizado en el Capítulo 2.


217 los Lenteros fue la sede de los torneos de fútbol de salón donde se enfrentaban los equipos de Típicos y Lenteros, de taxistas, cambistas, funcionarios de la aduana y otros grupos vinculados al comercio de Puerto Presidente Stroessner.13 Tal como lo reflejan las palabras de Cristóbal, vender en la calle ya era legítimo. Nosotros de Asunción vinimos un poquito, vinimos esa cantidad de personas. Luego le invitamos a otros amigos, y luego... La gente veía como nosotros progresábamos, teníamos nuestras cositas, nuestras necesidades... cubríamos, vivíamos bien. Éramos miembros de la sociedad sin ningún inconveniente y nadie nos decía, ‘Bueno, tu eres vendedor de la vía pública, de la calle, no podés estar en este lugar’. No, no, no. Nosotros nos hemos integrado y... en fin, eso vieron la gente y de a poco ellos perdieron, digamos, la timidez y se pusieron, ganaron también su platita y entonces le invitaron a otros y a otras personas, también parientes, amigos... de los pueblos de donde ellos venían y así se fueron poblando de vendedores en la calle.

El llamado de Itaipu Los cambios que suceden en la ciudad, en el comercio y en las estructuras de ventas durante la década del 70 tienen que ser colocados en el marco de aquello que transformaría de forma radical la región: la construcción de la usina hidroeléctrica de Itaipu. Muchas de las historias que conocí en las calles y en el comercio de Ciudad del Este comenzaban con Itaipu. Experiencia que, durante mi trabajo de campo, había sido vivida de forma directa entre aquellos con 40 años o más o, entre los más jóvenes, a partir de sus padres o familiares. La experiencia de Itaipu no se restringía a los paraguayos sino que también estaba presente en la trayectoria de los empleados, comerciantes y laranjas brasileros. Atraídos por Itaipu, sin embargo, no todos consiguieron trabajar en la represa. Aquellos que lo hicieron tampoco tuvieron una trayectoria homogénea: algunos trabajaron

13

Si bien los shows internacionales más importantes dejaron de realizarse en la sede de Lenteros Unidos, sigue habiendo shows y bailes así como actividades deportivas. Antes que el club de Lenteros estuviese pronto, la boite Acaray –la boite del Hotel-Casino Acaray- era el espacio de los shows y la diversión nocturna. Según me contara un antiguo comerciante de Puerto Stroessner (algo que no pude confirmar), allí se presentaron Leo Dan, Palito Ortega, Los Plateros y la Orquesta Cubana entre otros; todos ellos, famosos grupos musicales de la época en América Latina.


218 un par de años, otros casi una década.14 Itaipu fue un punto de inflexión en el desarrollo de Ciudad Presidente Stroessner y Foz do Iguaçu.15 La construcción de la represa comenzó en 1974 y en mayo de 1984 fue inaugurada la primera unidad generadora de energía.16 De acuerdo con cifras de Itaipu Binacional –ente binacional encargado de la construcción y manejo de Itaipu–, 1978 fue el año pico en número de trabajadores con un total de 31.318 trabajadores, de los cuale 29.427 eran contratados por las empresas contratistas. De acuerdo con ex-trabajadores y algunos conocidos que continuaban en Itaipu, aproximadamente 1/3 eran paraguayos y 2/3 brasileros.17 Las historias de muchos mesiteros comienzan con la búsqueda de trabajo en Itaipu: largas colas en la oficina de contratación; presentaciones y a veces una larga espera para saber si serían contratados. Para algunos, vender en el centro se presentó como una alternativa mientras se esperaba por la respuesta de Itaipu. Para los que no consiguieron trabajo, era una alternativa antes de volverse ‘a su valle’. Después de saber qué productos se vendían bien, compraron sus primeras mercaderías con el dinero que tenían o con el préstamo de algún conocido o recibieron mercaderías de alguno que ya estuviese instalado y comenzaron a trabajar para ellos. Si bien la posibilidad de establecerse como vendedor reconocido estaba limitada por el número estipulado a los Típicos y Lenteros, todos estos vendedores se empezaron a incorporar como ambulantes (como lo habían hecho los primeros vendedores) o como 14

Este mismo proceso de atracción de mano de obra, pero en el caso de la represa de Yacireta, es analizado en Ribeiro, 1991. 15

Las transformaciones en la ciudad de Foz de Iguaçu fueron analizadas por Patricia Godoy Sotuyo en su investigación sobre la construcción de las villas para trabajadores de Itaipu (SOTUYO, 1995). 16

La 18ª unidad generadora entró en funcionamiento en 1991, cerrándose de forma oficial la fase de obras para la Itaipu Binacional . 17

Las cifras oficiales de distribución de la mano de obra por nacionalidad (43% paraguayos y 57% brasileros) también han sido cuestionadas por algunos autores (BAER & HIRSH, 1984, p.789 y 798 nota 22). Para un cuadro detallado de los empleados de Itaipu de 1974 a 1984, ver SOTUYO, 1998, p.25.


219 secretarios de algún mesitero ya instalado. Así, aun en el momento de regulación más efectiva, la calle siguió ampliándose como espacio de ventas. Trabajar como vendedor en la calle no era en ese momento la única posibilidad ni necesariamente la mejor. Otras actividades estaban en pleno desarrollo. Al influjo de trabajadores e inmigrantes en busca de trabajo también le correspondió un crecimiento exponencial del comercio y servicios.18 Los primeros edificios y las grandes galerías comenzaron a movilizar el sector de construcción (Cuadro 14), reflejando, a su vez, la proliferación

de

casas

comerciales Cuadro 14 – Creciendo a lo alto

orientadas a turistas y la expansión de los artículos importados en la ciudad. En 1975, por pedido de la Dirección

General

de

Turismo

de

Paraguay, el gobierno brasilero alteró la reglamentación hasta entonces vigente para la permanencia de visita en el país vecino. De las 8 horas que el gobierno brasilero permitía a sus ciudadanos quedarse presentación

18

en

Paraguay del

con

documento

en

la

Entre 1975-76 se construyó el primer edificio de Puerto Presidente Stroessner (Edificio Progreso). Luego lo seguiría el Edificio Saba y el Jebai Center en 1977, el cual continúa siendo una importante referencia comercial en la ciudad. Tan sólo unos años antes, en 1974, se inauguraba en Foz do Iguaçu el primer edificio (Edificio Salviatti). Las obras en la aduana continuaron ampliándose, habilitándose en 1979 un conjunto habitacional para los funcionarios de la aduana, con centro deportivo y otras facilidades en el centro de la ciudad. El conjunto fue llamado Gral. Don Cesar Barrientos en homenaje a quien era en ese entonces Ministro de Hacienda del Paraguay. Además de los acuerdos gubernamentales y todas las ligaciones que estaban en curso, la presencia brasilera se amplificaba a través de otros medios. En una nota de 1977, dos periodistas paraguayos van a señalar el creciente peso de la televisión brasilera en la ciudad, preferida por los propios habitantes por la calidad de la transmisión en colores y por tener una programación más interesante que las transmisiones paraguayas(ABC, 17/4/1977).

la

En el caso de Foz do Iguaçu, por ejemplo, el número de establecimientos comerciales y de prestación de servicios son un buen índice de la magnitud de la transformación que supuso Itaipu, pasando en un período de cuatro años de 219 establecimientos comerciales (1974) a 2000 (1978). En 1985 llegarían a 2500 (SOTUYO, 1998, p.28). Hasta donde conseguí averiguar, no hay ninguna reconstrucción de las transformaciones que la construcción de Itaipu provocó en Puerto Presidente Stroessner. En el material que tuve acceso, la historia de la ciudad y del comercio tienen una cronología paralela a la construcción de la represa, la cual en general aparece como algo externo a la ciudad. En el caso de Foz do Iguaçu, donde Itaipu juega un papel fundamental en las narrativas sobre la transformación de la ciudad, el material del que se dispone es mayor.


220 frontera, se pasó a un permiso de 90 días.19 Este fue un importante incentivo para la creación de una oferta de servicios para turistas: hoteles y restaurantes, casas de cambio (la primera de ellas abriría ese año) y servicios de transporte. Si la construcción de Itaipu fue un punto de inflexión en el desarrollo de Ciudad Presidente Stroessner, la misma se inserta dentro de un movimiento más amplio que ya se había empezado a desplegar con la propia fundación de la ciudad y la expansión de la frontera agrícola hacia el este del país.20 Dicha expansión sucede principalmente durante las décadas del 70 y 80 y se nutre tanto de inmigrantes internos paraguayos como de una gran cantidad de inmigrantes brasileros: los llamados ‘brasiguayos’.21 Historias que

19

La información de dicha transformación está en O Globo, 28/6/1975. Para una descripción más amplia, ver Menezes, 1987, p.30ss.

20

Uno de los trabajos presentados en el seminario organizado por Itaipu Binacional en 1979, nos brinda algunos datos que nos permiten hacernos una idea de este movimiento (PEDROSO, 1979). Según el autor, las colonias rurales a lo largo de la ruta VII entre el Dpto. de Caaguazu (al oeste del Dpto. Alto Paraná) y diez kilómetros antes de Puerto Presidente Stroessner se instalan mayoritariamente entre 1958 y 1968. A fines de los 70’s unas 100.000 personas vivían en las colonias y las localidades rurales de Hernandarias y Puerto Presidente Franco. Los colonos provenían mayoritariamente de Paraguari, Cordillera, Caazapa y Villarrica. El 82% eran inmigrantes de origen rural, 11% provenientes de áreas suburbanas y 7 % de áreas urbanas. Más del 66% tenía edades menores a los 45 años y con un bajo nivel de instrucción. A pesar de insertarse en esquemas de colonización organizados o respaldados por el estado, las condiciones de ocupación eran precarias, estando los títulos de posesión en gestión. Según Mariano Pedroso, la investigación para dicho trabajo fue realizada entre 1975 y 1979 (ibid., p.218). A pesar del dinamismo que este proceso de colonización imprimió a la región, hasta la década del 80 la concentración de la tierra se mantuvo en unas pocas manos (NICKSON, 1981, p.116). Para un análisis del desarrollo agropecuario en Paraguay entre 1950 y 1988, ver Weisskof, 1992. Sobre el desarrollo agrícola de la región este del Paraguay, especialmente a partir de la colonización brasilera, ver Nickson, 1981. Una visión comprehensiva del crecimiento de la economía paraguaya durante la década del 70 y el papel que jugo la expansión de la frontera agrícola y la construcción de Itaipu está en Baer & Birch, 1984. 21

De acuerdo a un informe de 1981 elaborado por la Secretaria Técnica de Planificación del gobierno paraguayo, 2/3 de la población rural del departamento del Alto Paraná eran brasileros (STP, 1981 apud SPRANDEL, 1992, p.281). Una discusión detallada de las cifras y de la complejidad social que se encuentra detrás de la categoría ‘brasiguayo’ puede verse en Sprandel, 2000. La disertación de maestría de esta autora presenta un detallado análisis del proceso de formación de la categoría ‘brasiguayo’ en cuanto matriz identitaria utilizada en diversos contextos de movilización política a ambos lados de la frontera (SPRANDEL, 1998). El trabajo de José Lindomar Albuquerque es una etnografia detallada de los inmigrantes brasileros en Paraguai, prestando especial atención a las tensiones con la población paraguaya, los procesos inter-culturales y las disputas de poder (ALBUQUERQUE, 2005). Un trabajo minucioso sobre la inmigración brasileña en Paraguay desde un punto de vista geografico, deomografico y social, es Souchaud, 2007. Sobre la expansión de colonos y productores brasileros en Paraguay ver también Nickson, 1981; Menezes, 1987 y Laino, [1977] Cap. III a VIII.


221 comienzan con la búsqueda de futuros agrícolas en nuevas tierras también están presentes entre aquellos que hoy se dedican al comercio en Ciudad del Este.22 En menos de 50 años, la conjunción de todos estos movimientos transformaron una región escasamente poblada en el departamento de mayor producción agrícola del país con la segunda ciudad de Paraguay, su ciudad capital. La dimensión de esa transformación 600000

563.042

500000

Ciudad del Este

Alto Paraná

Nro. de habitantes

406,584

400000

300000 223.350 200,000

200000 133.881 69,044

100000 9,531

24,067

62,329 26.485

0 .1950

.1960

.1972

.1982

.1992

.2002

Gráfico 2- Evolución de la población del Departamento Año de Alto Paraná y su capital, Ciudad del Este. Cuadro elaborado con datos de la dirección de estadísticas y censos paraguaya (DGEEC, 2003, p.63); excepto los correspondientes a 1950 y 1960 citados en Menezes, 1987, p.16, también provenientes del DGEEC.

puede apreciarse en el crecimiento poblacional de la ciudad y del departamento que aparecen en el Grafico 2. A medida que las fases de construcción de Itaipu que demandaban más mano de obra iban siendo completadas –entre 1982 y 1984 (ROJAS PÁEZ, 2001:12)-, los contratos de muchos trabajadores terminaron. Gran parte de los que habían ingresado a trabajar en la

22

Bernardo, por ejemplo, fue uno de ellos. Como dirigente campesino, trabajó en la formación de una colonia agrícola cercana a Puerto Presidente Stroessner. Después de formada y por una serie de motivos personales decidió establecerse en la ciudad, lugar que ya conocía a partir de sus viajes para negociar con las autoridades, realizar tramites y conseguir apoyos. En 1982 decidió invertir el dinero que tenía y compró sus primeras mercaderías. Comenzó vendiendo relojes, lentes, calculadoras, cámaras fotográficas y cosméticos. Al tiempo cambió de rubro por lo que consideraba como competencia desleal de los importadores, tal como veíamos en el capítulo 2. Desde entonces vende productos típicos, principalmente ropas y tejidos.


222 represa se enfrentaron con la situación de aquellos que no habían entrado: insertarse en alguna actividad en Ciudad Presidente Stroessner o volver para “sus valles”. Eleuterio, un mesitero que en el 2001 cumplía 16 años trabajando en la calle, así recordaba ese momento:

[Eleuterio] - Cuando en Itaipu Binacional se termina y largaron todos los personales, todo el mundo están en la chacra, en la tierra, labrando la tierra y viene entrado en Itaipu, después sale de Itaipu, no sabe donde irte y viene a instalarse en la calle porque no hay otra fuente de trabajo. Porque anteriormente, en Itaipu se va a terminar y va a haber muchas fuentes de trabajo, pero... [yo] - Si, quedó poca gente. [Eleuterio] - Y más de siete, ocho mil personas trabajaban en Itaipu y esos... se indemnizaron todos de Itaipu y no hay donde trabajar. Yo anteriormente trabajaba en Itaipu y te puedo... salgo. [yo] - Ah, ¿tu también trabajabas en Itaipu? [Eleuterio] - Si. 5 años y 8 meses. [yo] - Qué, ¿en el cantero? [Eleuterio] - Si, en el cantero de Itaipu. Después salimos de ahí, no se donde voy a trabajar... Tengo que venir a trabajar acá, ¿que voy a hacer? La elección de la calle, sin embargo, no es el resultado obvio de la necesidad. Y el caso de Eleuterio es un buen ejemplo de eso. Entre la voluntad de trabajar –la necesidad y el deseo de ganar dinero- y la posibilidad de hacerlo, hay una serie de condiciones que merecen ser consideradas. Primero, que aquello que se haga sea concebible. Segundo, que sea posible. Tercero, que sea realizable.23 Tres elementos que, como veremos, condicionan las narrativas de la inevitabilidad de la calle. Como veíamos en la sección anterior, la calle ya se había transformado en un espacio de ventas, no sólo para los 108 vendedores habilitados sino también para sus secretarios y aquellos ambulantes que vendían por su cuenta. Tal como veíamos en las 23

Una condición posterior, vinculada a la permanencia en el trabajo, es que el mismo sea satisfactorio. En un lugar con la gran variedad de trabajos vinculados al comercio –tal como describía en el Capitulo 1– no es incomún encontrar personas que han cambiado de trabajo o que han diversificado sus apuestas: mesiteros que pasaron a trabajar en transportes, cargadores que pasaron a vender en las calles, vendedores que hacen algún trabajo de carga o de seguridad. Si algo caracteriza el comercio de Ciudad del Este es su fluidez. Algo que también cuestiona esa imagen de inevitabilidad de la calle que aparece en algunas narrativas mesiteras y que, por lo menos, debe hacernos reflexionar sobre narrativas similares en otros contextos. Para los límites de esa narrativa en el caso de San Pablo, ver por ejemplo Ramires, 2001:26.


223 palabras de Cristóbal presentadas anteriormente, ser mesitero no sólo pasó a ser una actividad concebible para aquellos que llegaban a la ciudad sino que se transformó en una actividad respetada. A la luz de los progresos materiales de Típicos y Lenteros (que después de 1978 habían conseguido instalarse en locales fijos construidos en los paseos centrales), las ventas en la calle se tornaron una actividad concebible y deseable. La distancia entre lo concebible y lo posible en las calles de Ciudad del Este estuvo muchas veces mediada por la presencia de algún conocido que ya trabajaba en la calle. Cuando Eleuterio empezó, por ejemplo, su hermano Bernardo ya vendía en la calle hacia tres años. Salvo los primeros mesiteros que abrieron la posibilidad de vender en el microcentro, en casi todas las historias que escuche siempre había un conocido de quien se recibía consejos, contactos, mercadería y/o dinero.24 Además de encarnar la posibilidad concreta de ganarse la vida vendiendo en la calle, los conocidos jugaron un papel fundamental para iniciar a los que llegaban en las ventas. Sin derivar necesariamente en una relación de secretario – patrón como la descripta al final del Capítulo 2, la figura de este último es utilizada para designar el lugar que tienen los conocidos en la incorporación en la calle. La posibilidad de vender en la calle, sin embargo, no dependió tan sólo de poder concebirlo, de ver que otros lo hacían y que ayudaran a incorporarse en su dinámica. Las condiciones de uso y regulación del espacio y de las ventas establecieron límites importantes. Como fuimos viendo, luego del período de represión y de aceptación del trabajo de ventas en la calle, fueron las asociaciones y las autoridades quienes garantizaron un determinado tipo de arreglo para vender en la calle. Esos arreglos, no obstante, no fueron permanentes y cambiaron con las transformaciones que alteraron la dinámica de la ciudad. Es precisamente la transformación de las condiciones de regulación de la calle 24

Antes que dinero o mercaderías, en muchos casos el papel fundamental del conocido es fornecer información básica para empezar a vender: qué comprar, dónde comprar, dónde vender, cómo vender.


224 operadas en la década de los 80’s lo que vamos a ver a continuación.

Un nuevo destino para los paraguayos En la época en que Cristóbal hacía su apuesta en Puerto Presidente Stroessner, Wilfrido también iba a dejar Asunción pero rumbo a un destino más tradicional en aquel entonces entre los emigrantes paraguayos: Argentina.25 A principio de los 70’s se fue hacia Buenos Aires donde trabajó como obrero en una fabrica de carpintería. En 1974 pasó a ser delegado sindical hasta que lo despidieron y luego de algunos trabajos ocasionales volvió a Asunción a fines de los 70’s donde se puso a trabajar en la construcción. Su hermano trabajaba en Puerto Presidente Stroessner. Después de haber escuchado sobre las posibilidades abiertas allí y de haber ido con su madre a visitarlo, Wilfrido decidió mudarse. Era 1984. Su hermano iba a tratar de acomodarlo como empleado en el taller mecánico en el que estaba empleado. Pero las cosas salieron como esperaban. Cuando llegó a Puerto Presidente Stroessner su hermano estaba sin trabajo, el taller había cerrado y su dueño estaba preso por envolverse con vehículos robados para sorpresa de sus empleados.26 A propuesta del hermano, decidieron probar suerte vendiendo en la calle. Un conocido les prestó Grs. 10.000. Compraron perfumes y se instalaron en una esquina del Jebai Center. Al final del día tenían Grs. 70.000.27 Tal como recordara, “[A]hí nos fuimos a jugar al billar y tomar cervezas para festejar. Así empecé.” Ese primer día vendieron

25

Casi todas las personas que conocí en Ciudad del Este tenían un pariente o un amigo próximo que vivía o había vivido en Argentina, si no era que ellos mismos habían estado allá como inmigrantes. En los 10 meses de trabajo de campo, sólo conocí 4 paraguayos que habían vivido en Brasil fuera de Foz do Iguaçu, ciudad en dónde sí vivían muchos paraguayos. 26

Este no es el único caso que escuche de personas que trabajaron con algún comerciante o proveedor de servicios que después se revelaría trabajando fuera de la ley. 27

Al cambio de esa época, el préstamo recibido correspondía a unos US$ 70 que, al terminar el día de ventas, se habían transformado en casi US$ 500.


225 cargando sus mercaderías en bolsos entre el Jebai Center y la rotonda del Monalisa, pues los guardias del Jebai no dejaban a los vendedores quedarse en sus veredas (ver Capítulo1 Mapa 1). Decidido a instalarse en un lugar fijo para poder vender, habló con un conocido que era policía sobre cómo poder hacerlo. Este le preguntó donde quería instalarse –la esquina del Jebai Center de la Av. Monseñor Rodríguez y la calle Piribebuy- y le dijo que podía hacerlo. En seguida, la primer mañana, vino un seguridad del Jebai y me pidió que me retirase, que ahí no podía estar. Yo le dije que había hablado con la policía y que me había permitido. ‘¿Con qué policía?’ ‘Con el policía tal.’ Ahí me dijo que le dijera al policía que no tenía autorización para ubicar a vendedores en la calle. Que le dijera él, que él tampoco tenía autorización para sacar a la gente de la calle. Pasó ese día y al día siguiente volví y otra vez, que no podía estar ahí. Hablamos y me dijo, ‘Mire, ¿por qué no se va de lunes a viernes a trabajar a otra parte y el sábado se instala acá?. Bien... muy educado fue. Esto fue en noviembre del 84. Así que ahí vine acá [su actual localización], puse una mesita y empecé a vender. Se instaló sobre la Av. Monseñor Rodríguez y comenzó a vender regularmente. Las ventas en la calle, si bien habían dejado de ser exclusividad de Típicos y Lenteros, eran reguladas por otras organizaciones que ya habían aparecido. En la primera mitad de los 80’s, surgieron las asociaciones o sindicatos que agrupaban a quienes vendían productos electrónicos, cosméticos y golosinas. Según cuenta Wilfrido, en esa época había un alcalde de la policía que controlaba a quienes vendían en la calle. Con el apoyo de los sindicatos, ‘el mariscal’ –tal como Wilfrido lo llamaba- recorría las calles controlando que los vendedores estuviesen afiliados a alguno de ellos. Si no tenían su carné de afiliación, los echaba. A las dos semanas de empezar llegó el presidente de la Asociación de Vendedores de Cosméticos junto con el mariscal y le pidieron el carné de la asociación. Como no pertenecía a ninguna asociación, se informó con ellos como podía afiliarse y decidió hacer las cosas de forma regular. Tenía que ir a la oficina del Dpto. de Trabajo donde se reunían los integrantes de la asociación y


226 allí tramitar el pedido. Después de ir varios días y no obtener respuestas, decidió volver al lugar que había ocupado antes. El mariscal volvió y tras constatar que no tenía carné, le dio 5 minutos para irse, sino le quitaba su mercadería. Wilfrido decidió asesorarse y otra vez las relaciones y los conocidos ayudaron.

…yo tenía un tío que tenía un amigo que era jefe de investigaciones de la policía y le pedí que averiguara con el delegado si [‘el mariscal’] tenía poder para sacarnos de la calle otorgado por la policía.¡Y no tenía ninguna autorización para sacar a nadie! ¡Trabajaba por su cuenta! Se volvió a instalar y al tercer día volvieron. Esta vez, sin embargo, frente a la exigencia de que se fuera, él les pidió que le mostraran la autorización que les permitía desalojar gente de la calle. “Me dijeron que la tenían en la oficina del Departamento de Trabajo, que después la traían y que mejor no estuviera. Pero no volvieron más y así me quedé.” Así como Wilfredo, muchos otros que habían vivido en Argentina y retornaron a Paraguay se establecieron en Ciudad Presidente Stroessner. Además de Itaipu, la ciudad –y la región como un todo- se había transformado en un atractivo en donde había más alternativas de trabajo que en otras partes.28 Durante la década del 80, el comercio desarrollado en el microcentro fue crucial en la generación de posibilidades concretas de trabajo y en la amplificación de la imagen de aquel espacio como lugar de oportunidades. La ciudad comenzaba a ocupar un lugar importante en la geografía de las oportunidades abiertas a los paraguayos, desplazando la centralidad que había tenido Argentina.29 La descripción de un mesitero sobre ese momento es expresiva:

28

Durante mi trabajo de campo, el lugar de Ciudad del Este para aquellos que volvían de Argentina era diferente a aquel entonces, siendo que la mayor parte llegaba porque sus familias ya estaban instaladas allí. Ese pasaje de ser un lugar ‘para ir’ en un lugar ‘para volver’ señala la consolidación de una población local para la cual Ciudad del Este dejó de ser exclusivamente un espacio de oportunidades –trabajo y dinero- y pasó a ser un espacio de responsabilidades con la familia y la casa. Las historias de la inmigración de paraguayos y paraguayas a la Argentina iluminan, desde un ángulo particular, los cambios ocurridos en ese país. Las personas de más de 40 años que vivieron en Argentina trabajaron en su mayoría como obreros industriales o en la construcción. Los más jóvenes que habían vivido allá y que trabajaron durante la década del 90 lo habían hecho en comercio o en servicios.


227 Un tiempo se vio en que, la gente ya no decían ‘Vayemos a Buenos Aires, a la Argentina’, sino decían ‘Vayemos a Ciudad del Este’. Se compensó esa situación de que la paraguayada no vaya más a Buenos Aires, Argentina, sino que viniera en Ciudad del Este, Paraguay. Y acá consiguieron también, con su país, su tierra, trabajando, es claro, en una forma más sacrificada...” Los tiempos habían cambiado. En los 80’s, nuevas asociaciones consiguieron representar y colocar a sus asociados en la calle.30 Las reuniones en el Departamento de Trabajo mencionadas por Wilfrido permiten entrever las articulaciones que hicieron posible la aparición de estas nuevas asociaciones y sindicatos y la reapertura de la calle: nuevas articulaciones con funcionarios, políticos y sindicalistas; figuras que en esa época estaban profundamente interrelacionadas. Para los viejos mesiteros el desborde de las estructuras que controlaban la calle tiene que ver, precisamente, con la entrada de la política. Tal como uno de ellos lo expresara: ...esto rebozó porque ya vino las cuestiones partidarias, las cuestiones políticas, las autoridades, metiendo mano... Porque ellos van a administrar esa parte, ‘Nosotros somos los administradores de la ciudad y los jefes partidarios.’ Pues bien. Y empezaron a entrar... a coloradizarse todo ¿verdad? Y luego vino los problemas entre ellos, los partidos políticos, la ‘militancia’, el ‘tradicionalismo’, stronismo, el antiestronista, en fin... cada uno metía a su gente y lo metía otra vez en la calle. 31

29

La inmigración paraguaya en Argentina es muy importante. El censo de 1991 registró 253.522 paraguayos/as viviendo en el país, constituyendo el mayor grupo de inmigrantes residente en Argentina. El 70,6% se concentraba en el área metropolitana que incluye la ciudad de Buenos Aires y el conurbano bonaerense. (SANTILLO, 1999). En un trabajo sobre migración paraguaya en el exterior, Stella Mary García y Tomás Palau señalan que “...entre 350.000 y 400.000 paraguayos residentes en el vecino país, no pueden ingresar al mercado laboral por falta de documentos exigidos para una radicación.” (GARCÍA y PALAU, 1997). Una buena descripción general de la inmigración y emigración en el Paraguay entre finales de siglo XIX hasta 1960 es Fisher, Palau & Perez, 1997. 30 Junto a Típicos y Lenteros, aparecieron la Asociación de Vendedores de Cosméticos, la Asociación de Trabajadores de Golosinas y el Sindicato de Electrónicos. El nombre completo de este último refleja la disolución de las categorías que habían organizado el mundo dicotómico de Típicos y Lentero (paraguayo y artesanal | importado e industrializado): Sindicato de Trabajadores Vendedores de Artículos Electrónicos, Musicales, Culturales, Revistas y Afines en la Vía Pública del Alto Paraná. 31

‘Coloradizarse’ se refiere a la influencia del Partido Colorado, el partido de gobierno de Stroessner que estuvo en el poder ininterrumpidamente desde 1948 hasta 2008, cuando fue vencido en las elecciones por la Alianza Patriotica para el Cambio, que llevó como candidato al actual presidente, Fernando Lugo.


228 Hablando de las relaciones con la central obrera afiliada al gobierno, uno de los miembros de los nuevos sindicatos reconocía: “En esa época, si no estabas en el entorno no te daban ninguna apertura.” Algo que si bien confirma esa politización de la calle, también presenta un problema no enunciado en la denuncia de esa ‘coloradización’: aquellos que también querían vender en la calle estaban limitados a ser empleados de Lenteros o Típicos, a trabajar de forma ambulante escapando de la fiscalización o tenían que intentar abrir nuevos espacios. Esto último fue lo que sucedió a partir de estas nuevas articulaciones que multiplicaron el acceso a la calle a nuevos vendedores. Así como la posibilidad de establecerse legalmente en la calle a inicio de los 70’s fue posible a partir de un acuerdo con las autoridades –también ‘coloradas’-, una década más tarde la posibilidad de ampliar el acceso a ella se consiguió a partir de nuevos acuerdos. Pero así como la ciudad había cambiado profundamente en esa década, también los locus de poder lo habían hecho, multiplicándose los canales y las figuras en condiciones de garantizar la posibilidad de vender en la calle.32 Si bien las nuevas asociaciones también intentaron poner límites al acceso a la calle, la forma en que Wilfrido consiguió instalarse muestra que esos arreglos no tienen un carácter cerrado y que existe la posibilidad de manipularlos a partir de la activación de otras relaciones, sea con otras autoridades o inclusive con los guardas de los comercios. Las condiciones monopólicas de usufructo de la calle ya no consiguen ser reproducidas de la manera que lo habían sido hasta entonces. Algo que permite empezar a vislumbrar la profundidad de los cambios que estaban operando. El centro de la ciudad estaba cambiando a partir de un proceso de multiplicaciones variadas: de construcciones, comercios y comerciantes, de asociaciones que pasaron a 32

Al intendente de la ciudad y el gobernador del departamento, se suman otras figuras que pasan a tener un lugar de destaque en la dinámica local, tales como el presidente de la Junta Municipal, el presidente de la seccional del Partido Colorado, y los diversos representantes del gobierno nacional en la guarnición militar, en la policía, en el departamento de trabajo, en la aduana, en la oficina de migraciones (creada a nivel nacional en 1974), entre otros.


229 nuclear nuevos vendedores y que abrieron nuevos espacios en la calle, de instituciones que empezaron a involucrase en su control y regulación, de áreas que comenzaron a entrar en tensión por su uso o restricción como espacio de ventas (Cuadro 15). Es en ese espacio de multiplicaciones donde comienza a tomar forma aquello que será la marca de desarrollo del microcentro: la permanente articulación entre una dimensión micropolítica del espacio (la negociación de Wilfredo con el guardia que controla una de las entradas de una galería es un ejemplo bien claro de esto), la política de la calle (los sindicatos y las instituciones que regulan y controlan su funcionamiento) y la política sindical y partidaria a nivel regional y nacional (expresadas localmente a través de funcionarios y políticos). Algo que no se restringe a los mesiteros sino que permea la dinámica de todas las actividades del microcentro. Si las contradicciones entre el tiempo de las reglamentaciones y los sujetos elegibles en ellas presentadas en el Capítulo 2 permitieron comprender la disyunción entre los marcos legales y las practicas reales que suceden en la calle, esta articulación entre la micropolítica del espacio, la política de la calle y la política partidaria y sindical es lo que permite entender las formas en que la ocupación de la calle fue regulada en la práctica. Los marcos legales, antes de ser códigos de acción, operan como fundamentos de legitimidad y proveedores de lineamientos para la forma en que esas múltiples dimensiones políticas operan concretamente. En este sentido, estas formas permiten entender la convivencia de arreglos legales para regularizar la situación de los mesiteros y la


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Cuadro 15 – Expansión y apropiación Las transformaciones que suceden en la calle se dan en un centro y una ciudad profundamente cambiada. En la década del 80 las construcciones de galerías, comercios y edificios sentarían las bases del gran boom de los 90. En la segunda mitad de la década del 80, al lado de los mesiteros que habían sido localizados en partes de los paseos públicos de la Ruta Internacional, comienzan a aparecer otras construcciones más sofisticadas. Se destaca una sucesión de galerías, resultado de la apropiación de personas vinculadas al poder público y no ya de acuerdos con las autoridades para el mejoramiento de la ciudad como fue con Típicos y Lenteros. Un fiscal de hacienda y conocedor de ese proceso, así lo describiría: “Ya... venía un general, ocupaba ahí el espacio verde, una galería... Ya empezó, empezaron las construcciones de acá de las galerías. Y se le otorgaba... se le otorgaba a los parientes, a los militares, todos los que estaban un poco en el gobierno. Ellos acapararon todo.” El crecimiento del comercio transformó a Ciudad Presidente Stroessner no solo en un lugar de oportunidades para comerciantes e inmigrantes. Las formas de manejo del poder y los límites difusos entre participar del gobierno del estado y apropiarse de aquello que el estado administraba o poseía, fueron ampliándose paralelamente con la expansión de de los negocios.

Foto 25 – 25º Aniversario de Ciudad Presidente Stroessner, el Presidente Strossner sopla las velitas de la ciudad. Esta utilización del estado y apropiación de lo público descansa en una determinada forma de constitución del poder característica del gobierno de Stroessner, en donde la superposición de planos entre el gobierno, sus figuras, las políticas y los negocios eran la norma. Superposición que aparece gráficamente retratada en la foto del 25º aniversario de la fundación de Ciudad Presidente Stroessner. Es el 3 de febrero de 1982 y el presidente Stroessner sopla las velas correspondientes a los 25 años de la ciudad. Reproducida sin créditos en el libro La Obra del Siglo: Ciudad Presidente Stroessner de Fulgencio Santos (1983, p.114), debajo de la foto se lee: “Un cuarto de siglo apenas ha pasado, y hace rato ya Presidente Stroessner se ha convertido en la ciudad destacada por su pujanza y crecimiento sostenido. Sus hijos la homenajean como ella se merece.” Esa superposición entre la ciudad y el presidente aparece más claramente enunciada en la descripción del evento, “El Presidente de la República, General de Ejercito Don Alfredo Stroessner, fue el principal homenajeado en el cumpleaños de la ciudad que lleva su nombre, habilitando en la ocasión obras materiales por más de 3 mil millones de guaraníes...” (ibid., p.115).


231 reproducción de otros arreglos que los contradicen pero que garantizan una regulación negociada a partir de dichas articulaciones políticas.33

Ventajas sacoleiras y problemas autoservices Durante 2001, varios diarios de Foz do Iguaçu y Ciudad del Este informaron sobre las obras que serían realizadas en el Puente de la Amistad. Sin reparaciones substantivas desde su construcción, el puente sería sometido a una serie de mejoras que incluían el cambio de juntas, limpieza y pintura. El comienzo de las obras a inicios de septiembre fue el detonante de una protesta generalizada en Ciudad del Este. Con la mitad del puente en funcionamiento y la perspectiva de funcionar de esa forma por cuatro meses – especialmente durante fin de año que es el momento de mayor movimiento–, varias asociaciones, sindicatos y militantes se nuclearon en una entidad llamada Coordinadora Paranaense de Ciudadanos en Acción que encabezó la protesta para exigir la postergación de las obras y exigir al gobierno nacional medidas para salir de la crisis comercial que atravesaba la ciudad. El 10 de septiembre de 2001 fue bloqueado el puente y comenzó en la ciudad una protesta contra la política económica del gobierno. Casi todos los grupos

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Así como garantizan posibilidades, estas formas reproducen limitaciones. En el Capítulo 2, esas limitaciones aparecieron de la mano de las inseguridades e incertidumbres mesiteras, producto de la reproducción de la precariedad que las propias condiciones de ocupación favorecen. El límite más claro para muchos mesiteros, sin embargo, se expresó en la frustración de un proyecto que iría a transformar radicalmente sus condiciones de trabajo: la construcción de un shopping a la salida del Puente de la Amistad. Con la caída de Stroessner en 1989, varias expropiaciones de propiedades suyas y de su entorno fueron aprobadas por el congreso. En junio de 1990 se sancionó la Ley 12/90 que declaraba y expropiaba a favor de la Municipalidad de Ciudad del Este dos terrenos, justo a la salida del Puente de la Amistad. Uno era propiedad de Alfredo Stroessner (desde 1973, con 7 hectáreas y 4.250 mts2) y otro, contiguo, propiedad de su secretario privado, Mario Abdo Benitez (desde 1979, con 1 hectárea y 1.887 mt2). A finales de 1994, se sanciona una ley que agrega un artículo donde se establece la función del espacio expropiado: “La finalidad de esta expropiación es la reubicación de los vendedores de la vía pública y ocupantes de espacios verdes del dominio público municipal de Ciudad del Este, a los efectos de que los mismos establezcan sus locales comerciales en los inmuebles expropiados, los que serán utilizados en la totalidad de sus superficies con ese fin.” (Ley 533/94). Conocido como ‘el predio de 9 hectáreas’, después de innumeras negociaciones, consensos y discusiones, se llamó a licitación que se declaro desierta y finalmente fue otorgado el proyecto de forma directa a un consorcio formado por empresas brasileras, el Aspen Shoping Centres S.A. Los cimientos fueron instalados pero comenzó una batalla legal e intervenciones por varios frentes que terminaron paralizando la obra.


232 organizados de trabajadores del comercio de Ciudad del Este participaron en el bloqueo. El 12 de septiembre, después de haber sido rechazados en el primer intento, más de 500 policías consiguieron tomar control del puente, pero las escaramuzas entre manifestantes y policías tomaron por la ciudad. El Puente de la Amistad fue reabierto el jueves 13 por la tarde, cuando las negociaciones entre los ministros nacionales, los dirigentes que encabezaron el bloqueo y los gobernantes de la ciudad llegaron a un acuerdo. Los principales puntos acordados fueron que el arreglo del puente sería postergado, comenzaría una fiscalización en los comercios de la ciudad para expulsar a la mano de obra indocumentada (el blanco eran los más de 5000 trabajadores brasileros en los comercios de la ciudad), se llamaría a licitación para la creación de una zona franca, y se reemplazaría a los funcionarios que trabajaban en las reparticiones federales que no fuesen del estado de Alto Paraná por locales. El 18 de septiembre, después de la expulsión de 30 empleados brasileros que estaban trabajando sin documentos, empleados brasileros del comercio de Cuidad del Este cerraron el puente protestando contra la decisión de expulsarlos. Después de enfrentamientos con la Policia Federal, negociaciones, aperturas limitadas y bloqueos sostenidos, el movimiento reabrió el puente el 26 de septiembre después que se firmó un acuerdo con autoridades paraguayas en el cual se comprometían a no ejecutar expulsiones sumarias de brasileros y darles el plazo de un mes para obtener los documentos necesarios para poder trabajar en regla. Durante octubre y noviembre muchos comercios despidieron a los trabajadores brasileros y contrataron paraguayos (en menor número que el plantel original). Sin embargo, a mitad de diciembre, muchos de los trabajadores brasileros estaban de vuelta atendiendo los comercios de Ciudad del Este. Las obras en el puente, con todo, habían sido postergadas. Desde que conocí Ciudad del Este en 1999, la caída en las ventas era un elemento recurrente en las conversaciones. En el 2001 la sensación de crisis era palpable no solo en


233 las palabras y en las ganancias limitadas, sino también en las protestas del mes de septiembre y en la violencia y las promesas que se siguieron a ellas. Si bien el motivo de la protesta era una cuestión contextual (el proyectado arreglo del puente a final de año), la radicalización que la misma alcanzó condensaba las tensiones que se venían acumulando. Elementos que habían marcado el funcionamiento ‘normal’ de Ciudad del Este – periodos de mayor control o de devaluación – se habían transformado en situaciones asfixiantes. Los operativos de control de la Receita Federal y la devaluación del real frente al dólar, aparecían como los grandes responsables de la disminución del movimiento. El inicio de unas obras que irían a restringir aun más la circulación a través del puente, fue la mecha necesaria para encender la protesta. Sin embargo, cuando conversaba con los mesiteros fuera del registro coyuntural del momento, cuatro elementos eran señalados como responsables de la crisis que atravesaba el movimiento comercial: la llegada de los sacoleiros, la importancia que pasaron a tener los comerciantes chinos, la aparición de los laranjas y el surgimiento de los autoservices. Explorar estos cuatro elementos a la luz de las interpretaciones de los propios mesiteros nos dará una visión dinámica de las transformaciones del comercio de Ciudad del Este. En ellos me concentraré a seguir. La aparición de los sacoleiros fue paulatina, comenzando en la primera mitad de los 80’s y expandiéndose exponencialmente a partir de entonces. Algunos mesiteros que habían trabajando en la calle desde los 70’s ubicaban la llegada de compradorescomerciantes entre 1984 y 1985. Según Cristóbal, desde el año 1983 comenzaron a llegar los primeros, “así... medio descubriendo”, comenzando un movimiento que irá expandiéndose y que seguirá la fiebre de diversos productos. Ahí comenzó. Y después lo bueno era que Brasil no tenía un control. Primero fueron los juguetes, después la ropa, después los aparatos


234 electrónicos, después la computadora, después la cuestión de los casetes, después los CD… Así sucesivamente. En el 2001 los sacoleiros aparecían a los ojos de los mesiteros más antiguos como la encarnación de un comprador distinto al turista-turista. El tiempo de los turistas-turistas era recordado como un tiempo de mayores márgenes de ganancia, más estabilidad y menor competencia. En términos generales, el presente ocupado por los sacoleiros significaba para los mesiteros la existencia de un universo de compradores que prescindía de ellos pues compraban directamente en las grandes casas: los autoservices. Por eso, en muchas de las narrativas sobre los motivos de la retracción de las ventas de hoy en día, sacoleiros y autoservices son los dos elementos asociados que significan una misma cosa: una enorme clientela que busca sus productos por sus propios medios, independientemente de lo que los mesiteros venden. Sin embargo, los sacoleiros no siempre representaron eso para los mesiteros. “Antes éramos nosotros los que le vendíamos a los sacoleiros, entonces era que se ganaba bien, porque ellos no sabían dónde conseguir las cosas y nosotros conocíamos todo.” Ese lugar de intermediación es ratificado por casi todos los mesiteros, recordando esa época como un momento de grandes ventas. ..hasta ese momento [inicio de los 90’s, los sacoleiros] eran nuestros clientes, venían los miércoles y los sábados entonces llegaban con una lista y te pedía, ‘Tal cosa, tal otra y tanto de esto’ y nosotros salíamos a buscarles y ahí ganábamos nuestra diferencia. Claro que esa ‘diferencia’ no era la de las ventas a los turistas, así como tampoco lo eran la cantidad ni el tipo de mercaderías vendidas. Un elemento que es fundamental para pensar ese cambio es la transformación de compradores ocasionales en compradores regulares, cambio que posibilita la emergencia de ‘clientes’.34 Los clientes suponen relaciones más

34

“Ahora por ejemplo uno ya puede decir que es mi cliente. Anteriormente no. Uno viene y se va, no sabés ni cuando va a venir otra vez. Ahora en cambio vos venís a comprarme hoy y yo se bien que la otra semana va a


235 estables, los productos son encargados por cantidad y los márgenes de ganancia dejan de ser intensivos –por cada producto- y pasan a ser extensivos –por cantidad de productos. Pero, ¿qué es lo que buscan los sacoleiros? Para responder es necesario volver a las comparaciones con los productos ‘originales’ mencionadas al inicio del capítulo. En los 80, junto a los productos ‘originales’, se expande toda una oferta de artículos con marca desconocida, sin marca o con marca copiada. Artículos baratos que, comparados con otros de marca reconocida, suelen ser de calidad inferior, provenientes principalmente de China. La relación trazada por algunos mesiteros entre los sacoleiros y los chinos es precisamente la forma de nombrar el cambio producido en las ofertas y el tipo de comprador que llegaba a la ciudad.35 Tal como Cristóbal afirmara: “Algunos dicen primero vinieron los sacoleiros y despues vinieron los chinos y otros dicen, ‘No, primero vinieron los chinos y después vinieron los sacoleiros’. Pero es indistinto, o sea... el proceso va junto.” El proceso que junta chinos y sacoleiros es precisamente el que articula la transformación de una oferta de productos superaccesibles con una demanda de compradores-revendedores en expansión. Un miembro de una de las asociaciones de comerciantes de la ciudad describía esa transformación de la siguiente manera:36 Cambia el público, ya no viene turista, viene el muambero, o sea el... que venía a comprar. Entonces no venía... porque por ahí vos vendías Rolex auténticos, todo, entonces cambia ahí se empieza a hacer ese negocio falsificado, que esto que lo otro, y el brasilero viene a conciencia, no era que acá se le engañaba. Ellos venían a comprar el Rolex de 8 dólar porque sabían bien de que era. Y así con todo... Ahí digamos, se empezó a prostituir, digamos lo que era más o menos pero era apuntado para eso. ¿Por qué? Porque es... no se, hay algunos que dicen 200.000, 300.000, no se estar de vuelta. Así que si te hago buen precio, va a venir otra vez junto a mí. Y anteriormente no. Cada uno era comprador ocasional.” El ‘ahora’ de esa caracterización, sin embargo, no era la situación del 2001 cuando fue realizada la entrevista sino el momento de cuando este vendedor dejó de trabajar en la calle: el año 1989. 35

A fines de los 80, según el reportaje de la publicación del gobierno de Taiwan citado anteriormente, había en la ciudad una comunidad de más de 3000 chinos, esto sin contar los descendientes nacidos allí. 36 Esa misma persona iba a citar un estudio de una consultora realizado sobre Ciudad del Este en el cual se señalaba que la media gastada por un comprador pasa de 25 dólares a 1 dólar y poco. No tuve acceso a dicho estudio.


236 cuantos brasileros que hacían y viven de hacer eso. O sea, era una forma de... Y a Brasil eso también, como no tenían importados, estaba todo también dentro de ese arreglo, digamos... Pero acá Ciudad del Este cambia. Cambia la modalidad. Entonces empieza a haber más el bolichito, esto, lo otro, los negocios grandes igual mantienen algún tipo de producto pero igual 37 le bajo mucho, pero se repartió la torta más. Si los mesiteros logran tomar provecho de esa expansión es porque ocupan, junto a otros comerciantes de la ciudad, el lugar intermediario entre los importadores y los compradores. Claro que su posición es menor, así como es menor la posición de comerciantes y mesiteros en comparación con los importadores. Observados desde ese lugar intermediario, no obstante, los comerciantes son los que ganan en esa enorme expansión de los compradores brasileros y los que consolidan una oferta a través de importadores con quienes se proveen de mercaderías, o de su propio envolvimiento en la importación.38 El asunto es que el comercio crece de una manera que alcanza proporciones suficientes para que todos puedan garantizarse ingresos. En algunos casos esos ingresos serán millonarios. En otros serán ingresos increíbles comparados con el salario mínimo de aquel entonces.39 El lugar intermediario de los mesiteros, sin embargo, no va a durar para siempre. Algunos pocos mesiteros señalan la aparición de los laranjas como aquellos que empiezan a ocupar ese espacio de conocimiento del mercado local y de facilitadores de las compras de los sacoleiros. Tal como un mesitero me señalara: “...después, los desempleados de 37

Un viejo mesitero me contaba: “Si, si, era así. Aparte eso, cuando eso todo... los árabes vendían cosas, todo legítimo, en la calle se vendía lo que hoy vende los chinos, entonces, ellos buscaban... por ejemplo, por darte un ejemplo, ellos buscaban un reloj Rolex ¿verdad? Y se vendía Rolex legítimo y en la calle también, igualito, a otro precio ¿verdad?” 38 Tal como señala Reinaldo Penner refiriéndose al crecimiento comercial operado en Ciudad del Este desde inicio de los 90’s, “No solo en el comercio detallista se dio este crecimiento. Por el lado del comercio de distribución aumentó considerablemente el número de pequeños y medianos importadores, muchos de origen chino.” (PENNER, 1998, p.10). 39

El salario mínimo era una medida muchas veces utilizada por los propios mesiteros para indicar los márgenes de ganancia fabulosos que tenían en aquellas épocas. La misma medida era utilizada también por muchos sacoleiros para referirse a sus márgenes de ganancias. Ese papel del salario como unidad de medida fue analizado por Lygia Sigaud entre trabajadores rurales del nordeste brasilero (SIGAUD, 1977). En ese caso, sin embargo, su uso estaba imbricado con las propias relaciones salariales de los trabajadores. Entre mesiteros y sacoleiros, el salario como unidad de medida se inserta en un plano referencial y no necesariamente como resultado de la experiencia personal.


237 Brasil, lo que después van a ser llamados de laranjas comienzan a venir acá, por el 91, por ahí; y entonces que le llevaban a los negocios, que le pasaban la mercadería y a partir de ahí nos empieza a ir cada vez peor.” Pero si hay un elemento señalado por todos los mesiteros para explicar los motivos de su decadencia, ese era la aparición de los autoservices. Según Wilfrido: Antes los sacoleiros nos compraban a nosotros. No existían esos autoservices, creo que en el 94 aparece el primero. Entonces ellos venían a nosotros y ahí podíamos ganar bien. Después aparecieron los autoservices y cambió todo. Ahora ellos [los sacoleiros] saben más que nosotros donde se consigue mejor precio. Un conocedor de la dinámica comercial de Ciudad del Este, empleado de una casa de importación y funcionario municipal y nacional en diversos momentos, describía esa transformación de la siguiente manera: “Los autoservices empezaron a surgir a partir del 95... 94-95 empezaron a aparecer los autoservice. Y ellos ya... le matan directamente a los mesiteros, ellos si que le matan a los mesiteros. Imposible competir.” Los autoservices funcionan como supermercados de productos no perecibles en los cuales la mercadería es expuesta en grandes espacios y en donde no es necesaria la figura del empleado que atiende cliente por cliente. Los precios están disponibles para el cliente quien, en su recorrido, elige los productos que quiere y luego paga por ellos en las cajas habilitadas para tal fin. Si bien todos los productos podrían ser vendidos en este esquema, algunos productos supondrían costos muy elevados por perdidas en caso de quiebre o por robo como por ejemplo, piezas de computación, electrónicos de alto valor, porcelanas o vajillas caras. El surgimiento y expansión de los autoservices está intrínsecamente relacionado a la masificación de las ventas de determinados productos para los sacoleiros: juguetes, herramientas, algunos electrónicos, productos de cocina y de baño, pilas, casetes, artículos de librería, encendedores y adornos.


238 De hecho, los cuatro elementos señalados por los mesiteros como responsables por la crisis que estaban atravesando, señalaban una transformación general del comercio en Ciudad del Este consistente en el pasaje de un centro comercial de artículos importados para turistas a un centro regional para revendedores de artículos importados de producción masiva. Esos elementos que fueron apareciendo en las conversaciones con los mesiteros apuntan para los diferentes componentes de esa transformación en lo que se refiere a la forma de venta (autoservices), al comprador (sacoleiros), al vendedor y el producto vendido (chinos) y a ciertas formas de intermediación y de pasajes de mercaderías (laranjas). Si los autoservices aparecen indiscutiblemente como el marco de la decadencia de las ventas mesiteras es porque condensan la perdida del sentido del lugar mesitero en el esquema de ventas de la ciudad una vez que los sacoleiros se transformaron en los principales compradores. Ya la interpretación del lugar de los sacoleiros y de lo chino -en tanto producción y artículos ofrecidos- es más contradictoria pues ellos también fueron para los mesiteros los elementos que posibilitaron la enorme expansión mesitera. Los autoservices se desarrollaron como la alternativa de ventas en gran escala ante un flujo masivo de compristas. Sin embargo, su desarrollo no fue meramente la adecuación de una oferta para una demanda masiva. El espacio temporal que existe entre la aparición de dicha forma de venta (1994) y la llegada masiva de compristas (mitad de los 80) señala la importancia que tuvieron otras dimensiones responsables por las diversas articulaciones entre esquemas de importación, comercialización y compra. Para dar cuenta de ellas, utilizaré la categoría de bazar como herramienta que nos ayude a entender esa transformación.


239 En su detallada etnografía del suq de Sefrou, Clifford Geertz subraya la importancia fundamental que tiene la información para lo que él identifica como economía de bazar: La búsqueda por información –laboriosa, incierta, compleja e irregular– es la experiencia central de la vida en el bazar, una realidad envolvente cuyas instituciones ayudaran a crear y a su vez son respuesta a ella. Prácticamente, cada aspecto de la economía de bazar refleja el hecho que el problema primario que enfrenta el agricultor, el artesano, el comerciante o el consumidor no es buscar el equilibrio entre opciones sino tratar de encontrar donde ellas están. (Geertz, 1979, p.125, traducción propia). Antes que entrar en una discusión conceptual sobre el rendimiento de la categoría ‘economía de bazar’, me interesa llamar la atención sobre la centralidad de la información, apuntada por Geertz, para pensar sobre Ciudad del Este.40 Algo similar a lo que Arjun Appadurai hace al utilizar la figura de “búsquedas de información estilo bazar” como elemento definidor de espacios de intercambios donde la calidad y la valorización de los productos no es estandarizada, ya sea porque los productos pueden variar enormemente en calidad o cantidad o bien, por el carácter volátil de los precios (APPADURAI, 1986:43). Si aceptamos, con Geertz, que la dinámica en torno a la información es el elemento definidor del bazar –buscar y guardarla, confiar y confiarla–, podríamos caracterizar ese período de intermediación entre importadores, mesiteros y comerciantes, por un lado, y sacoleiros, por el otro, como el ‘tiempo bazar’ de Ciudad del Este. Conocedores de ofertas y de productos, de proveedores y de depósitos, los mesiteros y los comerciantes lograron erigirse en los intermediarios necesarios para poder encontrar aquello que un creciente número de compradores estaba buscando. 40

La sugestión de Geertz de tratar al bazar como un tipo particular de economía es discutible desde varios puntos de vista. Considerando las otras economías señaladas por el autor al lado de la economía de bazar -la economía primitiva y la economía industrial (GEERTZ, 1979, p.124)- y la propia definición de la economía de bazar como economía de los mercados campesinos (GEERTZ, 1978, p.28), o bien la categoría forma parte de un universo más que impreciso o la especificidad del bazar se diluye como punto intermediario entre lo tradicional / moderno o entre lo rural / urbano. Las peculiaridades y los insights que emergen de la etnografía que sostiene esa hipótesis apuntan, a mi parecer, a una forma particular de articulación de mercados antes que a un tipo particular de economía. Forma en la cual las dinámicas que emergen en torno a la información son el elemento central en la estructuración de dicho espacio de intercambios. Para una buena discusión relativamente actualizada sobre bazar, ver Alexander & Alexander, 1991.


240 El crecimiento de los sacoleiros, que se tornará exponencial durante la primera mitad de la década del 90, será acompañado por una presencia también en expansión de mesiteros y de comercios. En un espacio donde los precios no son públicos, las ofertas desconocidas y la calidad de los productos no es confiable, la necesidad de intermediarios y conocedores es imprescindible. Especialmente para un comprador que pasa poco tiempo en la ciudad y que tiene una preocupación paralela o mayor: conseguir cruzar y llegar a su ciudad con sus productos sin tener que enfrentarse con fiscales o policías. Una serie de transformaciones modifican esta ecuación.41 Con todo, si algo condensa las transformaciones del comercio de Ciudad del Este es la aparición de tecnologías de ventas que quiebran con la necesidad de encontrar el vendedor amigo o conocido.42 A mitad de los 90, una amplia gama de mercaderías de fácil reposición y de bajo costo comenzaron a ser vendidas sin la necesidad de ellos. Con su variedad de productos, visibilidad de precios y publicidad en la calle, los autoservices comienzan a marcar el ocaso del tiempo bazar. Así como los procesos político-institucionales son fundamentales para entender las ventas en la calle, también jugaron un papel fundamental en la propia posibilidad de ese tiempo bazar. Acuerdos tácitos entre importadores, comerciantes y mesiteros parecen haber garantizado ciertos arreglos de comercialización que, aun siendo difíciles de ser seguidos o confirmados, algunos elementos apuntan para diversas articulaciones políticoinstitucionales que garantizaron la posibilidad de ese tiempo.

41

Los cambios macroeconómicos impactan fundamentalmente en el flujo de compradores teniendo un impacto negativo en el movimiento comercial de Ciudad del Este. Desde la disminución de las tarifas de importación en Brasil y Argentina, pasando por la entrada en vigencia del MERCOSUR y llegando a las políticas de devaluación monetaria implementada primero por Brasil y luego por Argentina.

42

Tal como mencionaba en Capítulo 3 a propósito de los clientes y las reglas de la calle, aun durante el trabajo de campo algunos sacoleiros buscaban a sus vendedores mesiteros de siempre. En general, son compradores que prefieren garantizarse que productos no estandarizados sean confiables. El caso de los CD’s era ejemplar.


241 Varios mesiteros señalaron que tenían precios diferenciales con los importadores. Antes de la caída de Stroessner, uno de los canales privilegiados parece haber sido la ’zona franca’ manejada por el presidente de la Seccional Colorada, Juan Eudes Pereira, la cual comenzó funcionando en el kilómetro 10 ½ y más tarde en los depósitos del Barrio San Agustín. Según funcionarios del Ministerio de Industria y Comercio, si bien funcionaba como una zona franca no lo hacía dentro de un marco regulatorio establecido por la ley sino por cuestiones políticas. Los despachos que hacia Juan Pereira nadie podía revisarlos y los contenedores eran abiertos en su deposito. “Por eso él era mucho más que la ley… que todas las autoridades y compañía de entonces. Después del golpe es que empezó a cambiar ciertas cosas. Cambió a manos de otra gente el control. No se saneo. No vamos a decir que terminó sino que pasó a manos de otra gente.” Por lo que pude reconstruir, muchos importadores no vendían directamente al público sino que lo hacían a través de canales de comercialización locales de donde derivaban los precios diferenciales que mesiteros y comerciantes obtenían. Garantía política del comercio local, sin embargo, esa decisión también puede ser interpretada como una forma de mantener los precios competitivos en el lugar que, quienes establecían esas reglas, también alimentaban: Brasil. Las grandes figuras políticas que a su vez eran grandes importadores eran proveedores directos de grandes clientes localizados en Brasil, lo que implicaba que parte de sus negocios no se efectivaba en Ciudad Presidente Stroessner. Una persona que había trabajado durante esos años en una importadora, me contaba que hasta inicio de los 90, ellos vendían principalmente para comercios y, en menor cantidad, para mesiteros; esto es, no vendían directamente al comprador que llegaba a Ciudad del Este. Recién en los 90 comenzaron a vender directamente a los clientes de importancia que venían de Brasil. Algunos, inclusive, hacían el pedido y ellos lo enviaban.


242 En el caso de las casas importadoras que representaban marcas reconocidas, trabajaban con sus casas propias o proveían a los comercios con sus productos. Otra situación que refleja un arreglo diferente entre formas de comercialización y poder, era la de uno de los sindicatos de mesiteros que se especializó en la venta de casetes grabados. Las cintas eran traídas de otros países, especialmente de Brasil, las cuales llegaban libres de impuestos porque eran importadas a nombre del sindicato. Una vez en Ciudad del Este eran copiadas con grabaciones originales y eran distribuidos entre los miembros del sindicato y vendidos en las calles. Tal como me contara un mesitero: “Una vez le pararon, pero arregló, que había mucha gente que dependía de ese trabajo que no podían dejarlos sin nada.” Estas posibilidades de intermediación, abiertas por las articulaciones entre actores políticos y comerciales, garantizaron la expansión de las actividades comerciales en las calles de Ciudad de Este. Trabajar en el comercio de Ciudad del Este se constituyó, a partir de un determinado momento en la mejor opción para ganar dinero y no fueron pocos los que dejaron un trabajo estable por uno mucho más rentable.43 Apuestas realizadas con la voluntad de poder juntar dinero y así poder llegar a tener una casa propia, abrir un comercio o migrar a otros lugares. Muchos ya no están en la calle sino que abrieron sus negocios o se dedican a otras actividades localizadas en el centro o en otros barrios de la ciudad. Almacenes y pequeños mercados, peluquerías y comercios de los más variados productos fueron instalados a partir del capital acumulado trabajando como mesitero o mesitera, como empleado o empleada o envuelto en las diversas posibilidades laborales del 43

Dos casos a modo de ilustración. Magui nació cerca de Ciudad del Este, en el Dpto de Alto Paraná. Estudió para ser profesora, daba clases en la escuela pero cuando el comercio estaba en su auge, dejó las clases y se dedicó exclusivamente al comercio junto con su esposo. Tiene una casilla donde vende CD’s. “Yo llegué a vender 2000 dólares en un día! 2000 dólares! Me quedaban 600 para mí.” Construyó su casa, compró terrenos y la casilla donde trabaja. En el 2001 habían vendido todos los terrenos pero mantenían su casa y la casilla. Estaba pensando en volver a la escuela a dar clases. Otro ejemplo claro es el de Ricardo, quien había trabajado nueve años como panadero en Asunción. Cansado del trabajo y sin confiar en las perspectivas que se perfilaban entre masas y hornos, decidió ir a Ciudad Presidente Stroessner a ver si conseguía emplearse en Itaipu. Como no lo tomaron empezó a vender en la calle donde está desde entonces. Actualmente tiene una casilla donde vende golosinas, galletas, bebidas y cigarrillos.


243 microcentro. Otros se expandieron mismo en el centro, comprando casillas, ampliando el número de puestos o comprando un vehículo para trabajar como taxista, en transporte alternativo o como mototaxista. En el 2001, muchas de las personas que conocí ya habían tenido más de una mesa o una casilla pero dada la retracción de la actividad habían quedado tan sólo con una. Es difícil hacer un cálculo sobre las ganancias de las buenas épocas, pero ellas parecen haber sido enormes. Aun en el 2001, parte de lo que se ganaba en las calles de Ciudad del Este se distribuía en el interior de Paraguay a través de remesas que llegaban a familiares en los pueblos y locales más distantes.44 Para los mesiteros, el tiempo bazar pasó y los sacoleiros pasaron a operar en un mercado que, en términos de información, se tornó más accesible. Tal como Pato decía refiriéndose a las dificultades de negociar con los compristas brasileros “ellos saben todo” (Capítulo 2) o como Wilfredo unas páginas antes comentaba, “ellos saben más que nosotros donde se consigue mejor precio”. El cambio está en lo que los compristas brasileros saben. Mejor dicho, pasaron a saber aquello que antes sólo mesiteros y comerciantes sabían. Inclusive más. El problema para los mesiteros es que Ciudad del Este tampoco volvió a ser aquello que había sido antes de los sacoleiros. Si todavía en el 2001 seguían llegando turistas, el perfil de los mismos ya no era el de los que llegaban 20 años atrás. Por eso muchos mesiteros anhelaban el regreso de un tiempo sin sacoleiros. Esto no significa que quien llega a la ciudad sepa donde están las oportunidades. Todavía hoy los turistas las buscan sin saber con certeza si las van a encontrar. Al final de

44

Algo que aparecía entre varios participantes del comercio de Ciudad del Este y que me fuera confirmado por Kregg Hetherington, quien estaba realizando investigación en áreas rurales del Paraguay (comunicación personal, septiembre 2003). El flujo de las remesas tampoco es unidireccional. En el 2001, por ejemplo, si dinero de Ciudad del Este fluía hacia el interior, dinero de Argentina fluía hacia Ciudad del Este ayudando a pagar cuotas de terrenos, casas, vehículo o los medicamentos y las internaciones en caso de enfermedad de parientes.


244 cuentas, el carácter enmarañado del microcentro –su densidad y su carácter sobrecargado– continúa siendo lo que se encuentra cualquier recién llegado. Si hasta aquí fuimos viendo ese mercado desde algunos de los que ganan su vida vendiendo en él, ahora cambiaremos de perspectiva y nos pararemos en el lugar de aquellos que llegan a la ciudad a comprar. Personajes fundamentales en las transformaciones del comercio en Ciudad del Este, seguiremos los diversos caminos que fueron llevando a los sacoleiros a transformarse en figuras centrales de ese comercio.

Notas e indicios sobre la expansión sacoleira

Imagen 2 – Rodoviária Internacional de Foz do Iguaçu (Heitor).


245 Publicado en abril de 1987, el chiste de Heitor –dibujante del diario de Foz do Iguaçu Nosso Tempo–, retrata una terminal de ómnibus inundada por el movimiento. Un espacio donde todo puede ser negocio: la información, los lugares, los servicios, las oportunidades. Que esas posibilidades se tornen efectivas depende del flujo de compradores, claro; de ahí la centralidad de la terminal de Foz do Iguaçu y de sus ómnibus, la ‘Empresa Transmoamba’ y la preocupación con la presencia de la Recita Federal que pasa a ser uno de los temores permanentes de los viajes. En 1987 todavía el lenguaje no se ha definido. No se habla de sacoleiros y el negocio de comprar en Ciudad Presidente Strossner para revender en las ciudades de origen no está tan asentado como después lo estará. Una nota de febrero de ese año donde se informa de la muerte de un ‘comprista’ en condiciones poco claras, describe esa actividad con palabras más de coyuntura que de prácticas regulares: “A transa de comprar no Paraguai e vender no Rio de Janeiro e São Paulo pode ter suas vantagens. Mas quando se trata de tomar atalhos acaba se tornando perigosa.” (NOSSO TEMPO, 13/2/1987). En noviembre de 1987, un artículo del mismo diario presenta con cierta novedad el aumento de ‘compristas’ –tal la palabra utilizada para denominarlos- que llegan de diversas partes de Brasil para hacer compras en Paraguay. Las autoridades aduaneras confirman el crecimiento y, tomando en cuenta los 100 ómnibus interestaduales y de turismo que arriban en Foz do Iguaçu, calculan que unos 5000 compristas estarían llegando diariamente para realizar compras en la ciudad vecina. Desempleados, subempleados y personas que buscan completar su presupuesto familiar, los compristas son descriptos en la nota como poseedores de un pequeño capital que invierten en la compra de productos importados que después revenden entre grupos de conocidos o al comercio de sus ciudades. La forma de pasaje es adecuándose a la cuota de US$ 150 por persona para poder ingresar sus mercaderías, sufriendo a veces las arbitrariedades de los funcionarios encargados de la


246 fiscalización. Los pequeños compristas que comienzan a destacarse en el comercio de Ciudad Presidente Stroessner aparecen como una competencia a los grandes mayoristas de artículos importados que proveen las grandes ciudades brasileras a través de grandes esquemas de contrabando. De acuerdo con la nota, son precisamente las personas que están por detrás de esos esquemas los más incomodados con el crecimiento de las pequeñas compras en la frontera. Segundo alguns empresários ligados ao comercio e turismo, existem pressões para acabar com este movimento de compras em Ciudad Presidente Stroessner. O movimento estaria atendendo os interesses dos grandes contrabandistas que se consideram prejudicados pelos compristas. Os negócios por atacado abastecem centros de compra de produtos estrangeiros, tipo Galeria Page em São Paulo, e vários outros pontos de comercialização espalhados pelo país. Atualmente os compristas fazem concorrência aos atacadistas, que são alimentados pelo grande contrabando. (NOSSO TEMPO, 6/11/1987). Puerto Presidente Stroessner ya estaba instalada en los circuitos comerciales brasileros. Si los grandes contrabandistas hicieron algo para evitar que ese movimiento de pequeños compristas compitiera con ellos, no fueron precisamente exitosos. Un año después, por ejemplo, el encargado de la fiscalización de la Receita Federal en el Puente de la Amistad indica que unos 15.000 ‘muambeiros’ cruzan diariamente a la ciudad paraguaya para comprar (FOLHA DE SÃO PAULO, 18/12/1988a) y enuncia la explicación que se tornaría estándar para la Receita Federal en relación a los límites para la fiscalización en el Puente de la Amistad: la dimensión del movimiento establece el límite para el control (18/12/1988d). A partir de entonces, el movimiento continuaría en ascensión. El bienio 94-95 es el momento pico de ventas y de compristas que llegan a Ciudad del Este. También es el momento cuando surgen los primeros autoservices. El movimiento es descomunal. Durante un sábado de fines de 1994, por ejemplo, 1200 ómnibus de


247 excursión –sólo de excursión– llegan a Foz do Iguaçu trayendo compristas para realizar las compras de fin de año en Ciudad del Este.45 Una tabla elaborada por la municipalidad de Foz do Iguaçu (Tabla 2) y algunas estimativas elaboradas a partir de ella (Tabla 3), nos permite tener una noción de ese movimiento. En la Tabla 2 se presentan el número de visitantes que llega a la ciudad –en avión, ómnibus o automóvil- y el número de visitantes al Parque Nacional do Iguaçu. La estabilidad del número de visitantes al Parque Nacional donde están las cataratas -quienes serían turistas- y la reducción concomitante entre visitantes a la ciudad y la actividad comercial en Ciudad del Este permite inferir que gran parte de los que llegaban a Foz de Iguaçu hacían parte de ese movimiento.

1994 1995 1996 1997 1998 1999

Foz do Iguaçu

Parque Nacional

4.200.000 4.300.000 3.000.000 2.500.000 2.000.000 1.800.000

968.944 882.241 830.255 734.617 726.667 843.275

Tabla 2 - Evolución del número de visitantes en la ciudad de Foz do Iguaçu ( SGOV-DPII, 1999 ) y en el Parque Nacional do Iguaçu (SMTDE, 2000).

Estimativa de compristas (total) 3.230.000 3.415.000 2.170.000 1.765.383 1.273.333 956.725

Flujo de compristas por semana - Estimativa aprox. 62.115 65.673 51.923 33.950 24.487 18.398

Tabla 3 - Estimativa de la evolución de compristas en Ciudad del Este en base a los datos de la Tabla 2 y en estimativas propias.

No debemos pensar, sin embargo, que la diferencia entre ambas columnas corresponde al número efectivo de personas individuales que llegó a la frontera para hacer compras. Para aproximarnos a ese número debemos considerar que muchos de ellos viajaba varias veces al mes (en el tiempo de auge, inclusive dos veces por semana). La Tabla 2 nos presenta algunos cálculos útiles para imaginarnos la escala que alcanzó el movimiento. La primera columna tiene la diferencia total entre personas que llegan a la ciudad y los visitantes al parque. La segunda columna, suponiendo que los compristas viajasen una vez por semana,

45

La cifra fue registrada el sábado 17 de diciembre de 1994 por la intendencia de Foz do Iguaçu y aparece citada en la Folha de São Paulo (1994b).


248 presenta el número total de personas que se dedicaría a hacer compras en Ciudad del Este (total / nº semanas del año). Por ejemplo, asumiendo que las 3.230.000 personas que llegaron a la ciudad y no fueron a visitar las cataratas en 1994 eran compristas y que viajaban una vez por semana, el número de personas dedicado a comprar mercaderías en la frontera era 62.115. Esa cifra no está lejos de los promedios presentados en los medios de comunicación por autoridades brasileras: unas 50.000 personas los días de auge –miércoles y sábados- y 20.000 en los otros días de la semana (FOLHA DE SÃO PAULO, 8/12/1994). Claro que, para comparar esas cifras debemos hacer algunas aclaraciones. Las cifras corresponden al movimiento a través del puente y, si fueron elaboradas de la misma manera que durante mi trabajo de campo entonces corresponden a cifras en ambos sentidos. Por ello habría que dividirlas en dos (25.000 los días de auge y 10.000 los otros días) y restarles la cantidad de personas que diariamente cruza para trabajar lo que dejaría unas 20.000 personas los días de auge y unas 5.000 los otros días. Algo que da unas 60.000 personas (40.000 [miércoles y sábado] + 20.000 [5000 x lunes martes jueves y viernes]). Digo que son cálculos útiles porque aunque las cifras presentadas en el cuadro y los promedios del movimiento por el puente coincidan en forma relativa, sabemos que no corresponden al movimiento real. Recordemos, por ejemplo, la descripción del movimiento diario sobre el puente de aquellos que van y vienen reiteradas veces presentado en el Capitulo 1. O consideremos también, como pude observar en el campo, que si bien algunos sacoleiros continuaban viajando una y hasta dos veces por semana, muchos lo hacían más espaciadamente (cada dos o tres semanas) –porque los pedidos se volvieron más irregulares o por el aumento de tiempo necesario para vender el stock de un viaje-, algo que elevaría el número de personas que aparece en la segunda columna de la Tabla 2 pues la frecuencia temporal que funcionaría como divisor sería un número menor.


249 Hechas estas salvedades, los números permiten percibir la escala de la transformación enunciada por los mesiteros en la sección anterior y colocan una pregunta que difícilmente tenga una única respuesta pero que es preciso formular: ¿cómo es que se produce esa transformación? Al fin de cuentas, ¿cómo es que Ciudad del Este se transforma en un sitio de compristas? ¿Cómo llega a alcanzar la dimensión que los cuados permiten presumir? Si algo unifica el campo descrito por las categorías turista-turista y turistacomprista, eso es el turismo. Tal vez sea allí donde encontremos la llave para comprender cómo los segundos fueron tornándose en los principales compradores de Ciudad del Este. Durante el gobierno de Ernesto Geisel (1974-1979), en el contexto de una crisis internacional aguda, una serie de signos de estancamiento en la economía brasilera estuvieron detrás de la implementación de medidas para evitar la evasión de divisas, algo que pretendía equilibrar las cuentas nacionales (SARMENTO E ALBERTI, 2002). Una de esas medidas fue el denominado ‘depósito compulsorio’ para todos aquellos que deseaban viajar al exterior. Implementado en 1976 por decreto presidencial, el mismo obligaba a pagar un depósito para obtener el pasaporte y la visa policial necesaria para salir del país. El depósito sin embargo no era exigido para aquellos que viajaban a los países limítrofes. En ese contexto, una ciudad como Ciudad Presidente Stroessner que ya tenía una oferta de artículos importados se consolidó como destino del turismo interno brasilero.46 El historiador Alfredo Menezes lo describe gráficamente, (...) os turistas que iam ao Paraguai não precisavam preocupar-se com depósitos e nem com dólares, pois o cruzeiro era bem aceito lá. É bem possível que a idéia do governo em diminuir a presença de turistas brasileiros no exterior, uma tentativa a mais para manter dólares no país, tenha contribuído para aumentar o turismo de brasileiros nos países, como é o caso do Paraguai, que fazem fronteira com o Brasil. (MENEZES, 46

Recordemos la ampliación del período para permanecer en Paraguay autorizada por el gobierno brasilero con la simple presentación del documento, de 8 horas para 90 días. En el marco de la estrecha relación establecida entre Brasil y Paraguay con la construcción de Itaipu y el acercamiento comercial y migratorio, el pedido de la Dirección General de Turismo de Paraguay tuvo buena acogida en el gobierno brasilero.


250 1987:32). En vigencia hasta 1979, el depósito compulsorio impulsó el turismo doméstico fomentando el crecimiento de empresas de turismo local, la proliferación de vuelos domésticos (Vôos de Turismo Doméstico - VTD) y el auge del turismo de ómnibus. El efecto que esto tuvo en el turismo fronterizo fue fundamental y tanto el comercio de Ciudad Presidente Stroessner como de Puerto Iguaçu recibieron un enorme impulso.47 Jackson Lima, periodista de Foz do Iguaçu, describe sus inicios como guía de turismo en esa ciudad en un libro que retrata muy bien esa época.48 Hablando de las compras en las ciudades fronterizas que realizaban los grupos de turistas a fines de los 70, Lima señala, “As lojas faturavam quatrilhões de pesos graças aos VTD’s criado pela singular medida mentalizada pela equipe econômica para conter a evasão de divisas” (LIMA, 1998:114). El ‘depósito compulsorio’ instituido por el gobierno brasilero colocó a Foz do Iguaçu - Ciudad Presidente Stroessner – Puerto Iguaçu en un lugar de destaque en la lista de los destinos turísticos brasileros. Dado el lugar privilegiado en término de ingreso de mercaderías, de conexiones e infraestructura, Ciudad Presidente Stroessner pasó a ser la ciudad referencia de la frontera paraguaya para la compra de artículos importados provenientes del resto del mundo. Así, a los atractivos naturales -las Cataratas del Iguazúy a los atractivos prohibidos en Brasil -el juego por apuestas-, la compra de artículos importados pasó a ser uno de los atractivos de la frontera. Y una vez instaurado, el

47

La infraestructura turística en Foz do Iguaçu –conexiones que garantizan el acceso, facilidades de alojamiento y estructuras receptivas- venía desenvolviéndose paulatinamente desde los 40. En 1939 se creo el Parque Nacional do Iguaçu, construyéndose luego el Hotel das Cataratas. En la década del 40, Panair do Brasil y el Correio Aéreo Nacional conectaban Foz do Iguaçu a algunas capitales brasileras por vía aérea (BENAVIDES, 1946, p.234) y, en la década siguiente, Real Transportes Aéreos y Varig comienzan a operar en la ciudad (IBGE, 1959, p.218; LIMA, 2001, p.74). En la década del 50 se funda la primera agencia de turismo receptivo -la empresa STTC- (idem) y a inicios del 60 se crean las dos primeras estructuras de atención al turismo masivo, que más tarde se transformarían en el Grupo Rafagnin y las Organizações Ortega. 48

Fue a partir de la lectura de Na Terra das Muitas Águas (1998) que me deparé con la importancia del ‘depósito compulsório’ en la dinámica turística de aquella región y su efecto en las compras. Más tarde, en comunicación personal, Jackson Lima me orientó en la búsqueda de información sobre dicho depósito.


251 movimiento se amplifica y no retrocede. No es difícil imaginar entre los cientos de turistas cruzando a Ciudad del Este para hacer compras, aquellos que comenzaron a aprovechar la oportunidad. Comprar de más. Revender después. Si volvemos a reflexionar sobre el uso de la categoría turista para llamar a cualquiera que llega a hacer compras a Ciudad del Este, es posible entender también cómo, entre fines de los 70’s e inicios de los 80’s, se produce un cambio que sólo pude ser interpretable a posteriori. Dentro de aquello que era conocido y permitido –el turismo de compras– se produce un cambio de motivos e intereses (comprar para revender y no para consumo personal) a partir de la continuidad de las formas (los viajes) y las acciones (las compras). En esta dinámica vinculada al turismo encontramos una de las matrices de ese movimiento. Sin embargo, esa matriz no es la única que opera en la conformación de esos circuitos sacoleiros. Arriba veíamos una nota periodística que colocaba ese movimiento de compristas en oposición a los grandes esquemas de contrabando. Existieron, sin embargo, otros sistemas de comercialización que trascienden al gran contrabandista y al pequeño comprista que tal vez permitan iluminar las rutas por las que estos últimos empiezan a circular. En una nota periodística de 1987, se describe el sistema de compras de videocasete y filmadoras en Paraguay con entrega a domicilio en Rio de Janeiro, São Paulo o Brasilia. Los comercios recibían los pedidos, los cuales eran enviados a través de intermediarios. Los productos se conseguían por la mitad de precio y era cobrada una ‘tasa’ para cubrir los gastos de transporte y pasaje por la frontera (5000 cruzados por video y 10.000 por filmadora). Por lo que la nota deja entrever, el sistema que no era nuevo. De hecho, antes que registrar su novedad, informa sobre su supuesta decadencia. “Ultimamente o sistema de compra no Paraguai e recebimento a domicilio vem perdendo sua credibilidade. São


252 vários os casos de compras que não chegaram ao destino. Tal vez sejam uma minoria, mas são rupturas que podem perigar um negócio que se assenta basicamente na confiança.” (NOSSO TEMPO, 12/03/1987). El sistema de envío a domicilio permite ver la operación de mecanismos de comercialización que ampliaron el alcance de los productos de Ciudad Presidente Stroessner en Brasil y que –es de suponer– abrieron y consolidaron circuitos de circulación de mercaderías y personas. Otra estrategia que jugó un papel fundamental en la expansión de esos circuitos fue la exportación de mercaderías al Paraguay por empresas localizadas en Brasil para su posterior retorno en el mercado interno para ser vendidas sin impuestos. Son varios los productos cuyos boom de exportación al Paraguay estuvieron vinculados a esos esquemas: enlatados, bebidas, lácteos deshidratados.49 No en todos los casos se puede afirmar que dichos mecanismo fueron estrategias de las propias empresas; al final de cuentas, en qué circuitos entran los productos comprados no siempre puede ser controlado por la empresa exportadora. En algunos casos, sin embargo, el interés de las empresas por vender sus productos en el mercado interno sin impuestos es el principal objetivo de algunas de sus exportaciones. Cuando los productos ni siquiera cruzan la frontera, eso es obvio. Pero aun cuando salen del país, algunas empresas incentivan la reintroducción de sus exportaciones. El caso más conocido es el de los cigarrillos. La mayor cantidad de cigarrillos contrabandeados al Brasil provienen de Paraguay. En los análisis de los medios de comunicación y las empresas localizadas en Brasil, la cuestión es enfocada a partir de la producción de cigarrillos en Paraguay y su vinculación con prácticas ilegales, sea a través 49

Son varias las anécdotas sobre esos movimientos. Un fiscal de la Receita Federal me contaba que en la década del 80 una de las estrellas de las exportaciones era el extracto de tomate. Haciendo el gesto de una profundidad de 50 cm., comentaba riéndose: “Com a quantidade de extrato de tomate que se importava, dava para cobrir o solo paraguayo assim.” Durante mi trabajo de campo varios productos exportados al Paraguay de una transnacional de alimentos estaban siendo re-introducidos para ser vendidos a precios bien inferiores que los del mercado interno.


253 de los mecanismos utilizados para introducir su producción en el Brasil –contrabando– o por la manipulación del derecho de patentes paraguayo para la utilización de marcas registradas en otros países. Sin embargo, la expansión de la producción de cigarrillos en Paraguay sólo puede ser entendida a la luz del crecimiento de la exportación de cigarrillos brasileros a ese país con el objetivo de ser reintroducidos de forma irregular. Brasil exportó en 1989, 655 millones de cigarrillos al Paraguay. Cinco años después, en 1994, el número de cigarrillos exportados era 34 veces mayor, alcanzando los 23.143 millones. Como la exportación de cigarrillos no era tributada, un paquete de exportación en el mercado interno podía ser vendido por 70% menos que el valor de un paquete para venta local.50 En una nota periodística de 1998, Flavio de Andrade, presidente de la empresa Souza Cruz, reconoció esa estratégia, señalando que “[A] operação de exportação e retorno ilegal acaba se constituindo, infelizmente, no único mecanismo de defesa das indústrias de fumo contra a invasão de produtos de outros países.” (ISTOÉ, 1998b). En 1999 la Receita Federal impuso un impuesto de 150% para la exportación de cigarrillos para América Latina poniendo fin a dicha circulación: si en 1998 la exportación a Paraguay llegó a 22.674 millones de cigarrillos, en el 2000 ya no hubo exportación.51 La interrupción de las exportaciones, no obstante, no borró los efectos de diez años de intensa actividad que podrían ser descritos a partir de tres resultados: la demostración de la rentabilidad del negocio, la abertura y consolidación de canales de introducción de 50

La carga impositiva de los cigarrillos en Brasil corresponde a más del 70% del valor pago por el comprador correspondientes a los siguientes impuestos: Imposto sobre Produtos Industrializados (IPI), Imposto sobre Circulação de Mercadorias e Serviços (ICMS) y PIS/Cofins. 51

La denuncia periodística de esa estrategia apareció en Valor Econômico (2002a), con la consiguiente respuesta de la compañía negando su envolvimiento en contrabando (ver por ejemplo, VALOR ECONÔMICO, 2002b; ESTADO DE SÃO PAULO, 2002). De hecho, Souza Cruz sabiendo de la denuncia de Valor Econômico, fomentó una nota publicada el mismo día en el Jornal do Commercio de Rio de Janeiro en donde se denunciaba el contrabando de cigarrillos como el gran límite para el crecimiento de la empresa. Las cifras citadas en la nota de Valor Econômico están disponibles en las bases de datos de Guilford Documents y Tobacco Library, accesibles desde el site del Canadian Council for Tobacco Control (www.cctc.ca). Sin embargo, si se leen las declaraciones públicas del presidente de Souza Cruz de 1998 (ISTOÉ, 1998b) y la información disponible sobre el comercio de cigarrillos, esa estrategia ya tenía status público.


254 mercaderías de forma irregular y, la circulación de empresarios y técnicos que ayudaron a desarrollar la industria paraguaya de cigarrillos. Es en el contexto de este movimiento que el crecimiento de la producción paraguaya de cigarrillos y su contrabando al Brasil se tornan comprensibles.52 Si desde el punto de vista jurídico, la distinción entre contrabando e importación/exportación es clara, i.e. la adecuación o inadecuación a las definiciones legales que regulan la circulación de mercaderías a través de la frontera, en el funcionamiento concreto de los circuitos comerciales esa distinción es parte de las oportunidades y de los negocios. Antes que el divisor de universos distintos –mundo legal o ilegal, esfera formal o informal, economía o circuito primario o secundario–, las posibilidades que esas definiciones establecen será el espacio donde estrategias empresariales y apuestas individuales se despliegan. Antes que todo ese movimiento se articulase a través de la frontera, ya existían otros circuitos por donde las mercaderías importadas ofrecidas en la ciudad paraguaya alcanzaban Brasil. Que la figura principal que llegaba a hacer compras en Ciudad Presidente Stroessner hasta la década del 80 fuesen turistas, no quiere decir que el flujo de mercaderías que ingresaba en Brasil sucediese exclusivamente a través de sus manos. Difícil de ser percibidos por no aparecer registrados ni denunciados, los accidentes y algunos decomisos que aparecen en los medios de comunicación permiten imaginar la dimensión y el tipo de esquemas anteriores a los que se desarrollarían de la mano de sacoleiros. El avión Bonanza lleno de whisky, radios, grabadores y paraguas japoneses que 52

La importancia que tuvieron estas estrategias comerciales en la consolidación de los circuitos comerciales sacoleiros es lo que me interesa subrayar aquí. Si quisiéramos entender mejor el contrabando de cigarrillos en Brasil es necesario trascender las unidades nacionales y pensar globalmente ya que la exportación de cigarrillos con el objetivo de ser reingresados en los países de origen fue una estrategia global de la British American Tobacco, empresa de la cual Souza Cruz es subsidiaria (CPI 2000a, 2000b; CAMPBELL 2000a, 2000b; HOUSE OF COMMONS 2000). La circulación de cigarrillos en Brasil hace parte del movimiento transnacional del mercado de tabaco y participa de sus formas y sus dinámicas, por eso no puede ser comprendido exclusivamente a partir de explicaciones parciales tales como la ‘ilegalidad de las empresas paraguayas’, por la ‘hipocresía de las empresas brasileras’ o, tal como estas últimas denuncian. por la ‘voracidad impositiva del estado brasilero’.


255 cayó cerca de la frontera con Paraguay en 1971 puede ser tomado como un índice de algunos circuitos de introducción de mercaderías (TRIBUNA, 26/6/1971),53 así como los camiones cargados con 1800 cajas de whisky que fueron detenidos en Londrina en abril de 1978, que llevaban en teoría una carga de madera hacia São Paulo (FOLHA DE LONDRINA, 5/4/1978). Los vuelos que ligaban pistas aéreas localizadas cerca de la frontera con haciendas en el interior de los estados del sur y sudeste brasilero parecen haber sido uno de los mecanismos privilegiados de introducción de mercaderías. Los vuelos a São Paulo llevando mercadería son registrados en uno de los primeros artículos en la prensa internacional publicados sobre Ciudad Presidente Stroessner (WALL STREET JOURNAL, 23/12/1988). Uno de los comerciantes brasileros entrevistados para ese artículo que trabajaba desde Paraguay, por ejemplo, dice que enviaba entre tres y seis avionetas por semana con computadoras. Recién después de la caída de Stroessner en 1989 se tornan públicas muchas de las formas de esos movimientos que involucraban personas claves del poder en el este del Paraguay: gobernadores y ex-gobernadores, intendentes y exintendentes, funcionarios nacionales y allegados. Claro que la publicidad de las denuncias y los operativos realizados para desarticular dichos esquemas no necesariamente significaron su disminución. Muchos señalan, inclusive, que aumentaron.54

53

Cuando los decomisos son pocos, los accidentes pueden ser un índice de negocios que andan y que no son interrumpidos. Así, los acontecimientos se presentan como grandes misterios cuando en verdad son los emergentes públicos de mecanismos rutinarios. Esa es la sensación del ‘desastre misterioso’ que aparece en titulo del paranaense diario Tribuna al describir el accidente del avión cerca de la frontera. 54 En julio de 2001, el padre de Jotvino Urunaga González, gobernador de Alto Paraná, fue condenado a dos años de prisión por haber sido encontrado, en un operativo realizado en julio de 1999, con mercaderías que serían enviadas a Brasil desde las pistas de aterrizaje de la Estancia La Fortuna, próxima a la frontera. Cuatro aviones con matrícula brasilera cargados con mercaderías fueron decomisados y varios pilotos detenidos. Otros parientes del gobernador también fueron incriminados, como un primo que fue condenado a seis años de prisión. La información del operativo en el informativo de la Red Globo presenta los sucesos como el descubrimiento de una ruta de contrabando. “Descoberta uma rota de contrabando na fronteira BrasilParaguai. É um centro de exportações clandestinas funcionando dentro de uma fazenda que escondia até um aeroporto. No local foram presos três pilotos brasileiros, 10 funcionários da fazenda e o administrador Agostinho Urunaga, pai do governador do Estado paraguaio de Alto Paraná, Jutvino Urunaga, um dos homens mais poderosos da fronteira.” (Globo - Jornal Nacional – 10 julho 1999 - 20:15). Claro que los descubrimientos a veces son la forma en que se presentan las ignorancias o, al menos, el resultado de olvidos


256 Si al final de la sección anterior apunté algunas relaciones entre las formas de comercialización y las relaciones de poder en Ciudad del Este, me interesa presentar ahora algunos elementos para considerar las formas políticas y de manejo de poder como parte intrínseca en la gestión y desarrollo del comercio de Ciudad del Este. Formas generalmente enunciadas en las descripciones pero poco analizadas en sus consecuencias económicas y sociales.55 La competencia que se señala en el artículo de 1987 arriba citado, entre grandes contrabandistas y pequeños compristas, tal vez nos sirva para pensar los cambios que sucederán posteriormente.56 Ambos son esquemas de distribución de mercaderías que participan en el mismo flujo (PY → BR) pero que implican otros medios (avión / ómnibus), otros actores y otras escalas. Los mismos tienen consecuencias distintas para el comercio de Ciudad Presidente Stroessner. En el caso de los grandes contrabandistas, el cliente en Brasil compra directamente sus mercaderías sin necesidad de las estructuras de ventas de la ciudad. Los compristas, por el contrario, dependen de dicha estructura. Si para algunos importadores y representantes de marcas internacionales, el mercado de Ciudad Presidente Stroessner es el espacio donde se desarrollan las ventas a los compradores que llegan (turistas o compristas), aquellos que participan en grandes esquemas de contrabando no necesitaban de Ciudad Presidente Stroessner en cuanto que permiten reproducir las novedades. Agustín Urunaga ya había sido señalado reiteradas veces –junto a personajes tales como Agustín Matiauda y Carlos Barreto Sarubbi- como propietarios de pistas de aterrizaje cerca de la frontera desde donde fluía un intenso tráfico aéreo rumbo al Brasil. Una serie de notas sobre las pistas de aterrizaje y los esquemas de contrabando aparecidas en 1991 en el ABC Color y el Diario Noticias sacudieron Paraguay pues varios involucrados eran importantes políticos y funcionarios. De una de esas pistas, ubicada a 18 kms al norte de Hernandarias e instalada en 1965, aterrizaban o despegaban por día entre 25 y 30 aviones que hacían la conexión con haciendas del interior de los estados de São Paulo, Rio de Janeiro y Minas Gerais, cargando videocasetes, filmadoras y computadoras. Las mercaderías de origen asiática provenían de Miami. (OESTE, 1991). En diciembre de 1995, en un operativo de la Policía Nacional, el Ejercito y la Fuerza Aérea denominado “Ñemopotí” (que significa purificación, limpieza), fueron bombardeadas algunas pistas clandestinas, además de otras intervenciones y allanamientos. 55 El análisis que sigue debe leerse a partir del registro que fue producido: interpretaciones posibles de elementos dispersos que aparecieron en el campo, en entrevistas y en diferentes fuentes. 56

Usaré esas categorías presentadas en la nota de Nosso Tempo para desarrollar la presentación que sigue a continuación.


257 mercado –i.e. como lugar donde se hacen efectivos los intercambios. Sin embargo, como importadores que también eran, la existencia del mercado era necesaria para poder justificar públicamente la importación de productos. El acceso directo que tenían algunos intermediarios (mesiteros y comerciantes) con algunos importadores que controlaban el ingreso de mercaderías del exterior a partir de su posición en las estructuras de poder local, además de alimentar apoyos políticos, implicaba un doble incremento de valor del producto antes de llegar al comprador brasilero: la ganancia del comerciante en Ciudad Presidente Stroessner y del comprista que iba a buscar la mercadería. Por simplificación de la cadena de comercialización y escala, el envío directo del gran contrabandista (las mismas figuras del poder político), garantizaba que la presencia de pequeños compristas no alterase las ganancias que tenían los grandes contrabandistas en el mercado de importados a Brasil. Evitando la colocación directa de los productos de parte de los importadores en el mercado de Ciudad del Este, la competencia entre ambos esquemas de distribución de mercaderías se mantenía relativa. Sin embargo, y tal vez aquí se inscriba la preocupación de los grandes contrabandistas señalada en la nota de Nosso Tiempo, hay una cuestión de visibilidad que es fundamental. El fenómeno sacoleiro a Paraguay comenzó a tornar público un flujo que ya sucedía hacía tiempo de la mano de los grandes contrabandistas: los productos importados de todo tipo que ingresaban a Brasil. Como vimos a inicio de este capítulo, en los 80 se produce un proceso de multiplicaciones diversas: de importadores, de conexiones, de comercios y de comerciantes. Si bien esas multiplicaciones comenzaron a alterar el monopolio sobre la importación de mercaderías y su envío a Brasil que hasta ese entonces habían gozado algunas figuras claves del poder durante el gobierno de Stroessner, el golpe de estado del 3 febrero de 1989 que lo derribó supuso un quiebre en el equilibrio que garantizaba ese


258 monopolio. Algunos personajes claves salieron de escena. Otros, continuaron ocupando lugares centrales en las nuevas estructuras de poder local y nacional. Sin embargo, se fragmentó el control que hasta 1989 habían conseguido tener algunos personajes (funcionarios/empresarios), desarticulándose la relación que hasta ese entonces había existido entre entrada de mercaderías y regulación de las formas de venta en Ciudad Presidente Stroessner. Después de 1989, la llegada y la venta de mercaderías importadas deja de estar controlada exclusivamente por figuras centrales del poder y se multiplica entre diversos grupos que comienzan a desarrollar sus propios mecanismos de regulación de la competencia.57 Independientemente del local o del público a quien se lo vende, estos mecanismos emergentes están centrados en el monopolio de las mercaderías. Varios importadores pasan a vender directamente a los compristas que llegan a la ciudad el tipo de productos que antes sólo vendían a través de intermediarios. Algunos abren sus grandes mercados de productos: los autoservices. La competencia entre el gran contrabandista y el pequeño comprista pasa a ser meramente una competencia entre mecanismos de distribución y no entre esquemas con acceso diferencial a las mercaderías. Algunos grandes compradores en Brasil (particularmente de São Paulo) comienzan a trabajar con pequeños compristas; al final, sin grandes diferencias de precios, un conjunto de compristas trabajando para ellos permite distribuir

el

riesgo.

Otros,

sin

embargo

continuaran

trabajando

vía

aérea.

Independientemente del comprador grande en Brasil, millares de personas comenzaron a trabajar por su cuenta o para otros. En términos sociales, lo que esa transformación supuso fue una enorme ampliación del número de personas que consiguió ganar su vida a través de ese movimiento comercial. Algo que adquiere sentido en el campo más amplio de los 57

Por ejemplo, las disputas entre grupos chinos establecidas por el mercado de Ciudad del Este no están centradas en la manutención de precios para las ventas sino en el control de la provisión.


259 circuitos comerciales que atraviesan Brasil, a partir de los cuales el lugar de Ciudad del Este y el sentido que la misma tiene para esos millares de personas, puede ser mejor comprendido.

Entre la competencia y la complementariedad: Ciudad del Este en los circuitos sacoleiros Cuando en septiembre de 2001 las protestas en Ciudad del Este y Foz do Iguaçu anteriormente mantuvieron el Puente de la Amistad cerrado por días, una euforia particular fue vivida en algunas regiones de San Pablo. El periódico paulista Jornal da Tarde titulaba una de sus notas: “25 de Março ‘comemora’ os conflitos na Ponte da Amizade” (JORNAL DA TARDE, 26/9/2001). Alguien se alegró con las protestas que resultaron en el cierre del Puente de la Amistad, pero ¿quién? ¿Qué sería la “25 de Março”? ¿Una facción política? ¿Un grupo sindical? Ni una cosa ni la otra. 25 de Março es una calle que da el nombre a una zona comercial de la región central de San Pablo. Allí, comerciantes de diversos orígenes reciben a compristas de la ciudad y de los más distantes lugares del Brasil; inclusive de otros países. ¿Por qué la conmemoración, entonces? Según la periodista, con el cierre del puente hubo un aumento de por lo menos 15% en las ventas. Pero no sólo la 25 de Março ‘conmemoró’ los conflictos en el puente de la Amistad. La región de Brás, también en San Pablo, parece haberse sumado al sentimiento. “Os ônibus de sacoleiros e consumidores em geral acabam vindo para São Paulo para evitar passar por problemas", diz o presidente da Associação de Lojistas do Brás, Jorge Hamuche. ‘Se por acaso decidirem fechar a ponte, acredito que as vendas por aqui aumentarão 100%’.”. (idem). 25 de Março y la región de Brás –tal como son conocidas comúnmente estas zonas comerciales de San Pablo– son también lugares de sacoleiros: comerciantes que vienen de diversas zonas de Brasil, muchas veces con el mismo tipo de ómnibus de turismo alquilado


260 utilizados por aquellos que viajan a Paraguay y enfrentando los mismos tipos de peligros que ellos. Y como sugiere el aumento de ventas en esas regiones de São Paulo después de los conflictos que sucedieron en el Puente de la Amistad, muchas veces también son las mismas personas. Sin embargo, la relación entre los comerciantes de São Paulo y Ciudad del Este no sólo está marcada por la competencia. También hay complementariedades. En el final de ese mismo artículo aparecen otras voces, no tan felices con los problemas en Ciudad del Este. “Os camelôs [vendedores ambulantes] do Centro da cidade reclamam do fechamento da Ponte da Amizade. ‘Todos os produtos vendidos nas barracas e muitas coisas das lojas vêm de lá’, explica Wesley Alves de Lima, que trabalha há dois anos na Rua 25 de Março. ‘Se tiver problema no Paraguai, vai haver uma grande mudança no comércio da região. O movimento pode aumentar, mas não vai ter produto para vender’.” (JORNAL DA TARDE, 2001). Muchos de los sacoleiros de São Paulo que conocí en Ciudad del Este y en Foz do Iguaçu confirmaban esa complementariedad, la cual no se restringía a productos de ambulantes sino que alimentaban circuitos de shoppings y provisión de empresas, comercios especializados y grandes mayoristas. Estas

relaciones

que

aparecen

delineadas

en

las

conmemoraciones

y

preocupaciones por el cierre del Puente de la Amistad en San Pablo nos permiten ingresar en el campo de conexiones que constituyen la dinámica que está detrás del desarrollo de Ciudad del Este. Considerando estas conexiones, el desarrollo de Ciudad del Este adquiere otro sentido, no ya exclusivamente como un agujero de ilegalidad –tal como aparecía en la visiones retratadas en la Introducción- sino como un nudo dentro de diversos circuitos comerciales que conectan diversas partes del mundo; nudo que se constituyó como un lugar central para el acceso a mercaderías importadas dentro de los circuitos comerciales brasileros.


261 Si bien sacoleiro y Paraguay son palabras asociadas para gran parte de los brasileros, la categoría sacoleiro trasciende el movimiento de compras al Paraguay y engloba genéricamente a todo aquel que va a hacer compras a otra ciudad para revender esa mercadería en su ciudad de origen o en otras ciudades. Prácticas comerciales que suponen viajes y expectativas de ganancias derivadas de diferencias de precios o disponibilidad de productos.58 Observando a los sacoleiros de otras partes de Brasil nos encontramos con el mismo universo de prácticas y personajes. Los mismos medios de transporte (ómnibus de turismo alquilados para viajes) y peligros (asaltos y accidentes) insertos en lugares similares a Ciudad del Este,59 que generan retratos particularmente parecidos: la misma incomodidad con el movimiento, la suciedad, el abarrotamiento de imágenes, productos y personas. La descripción del barrio de Brás en un suplemento especial sobre São Paulo realizado por el diário O Estado de São Paulo es un buen ejemplo. O Brás é um formigueiro. A Rua Oriente é uma cânula dessa carregada e horizontal tubulação de tráfego. Gente se espremendo nas calçadas, entre camelôs, mendigos, carregadores. Sacoleiros de todo o Brasil irrompem em tropel pelas lojas de roupas. Shortinhos no atacado a R$ 3,90, camisetas femininas de malha canelada por R$ 4,10. Motoristas exaustos aguardam nos ônibus sujos de vômitos amanhecidos e cascas de laranja. A Rua do Oriente sofre com a poluição do ar, mas também com o excesso de anúncios nas fachadas. Cuecas, camisetas. No alto de uma placa imensa, Gugu Liberato chama o povo para comprar em sua loja. O trânsito é pesado, perigoso. Carros de passeio são acuados no meio de gigantescos caminhões. Pedestres assustados usam a rua para caminhar. As calçadas tomadas por trincheiras de couro, plástico, ferro e tecidos. Na esquina com a rua Miller, uma placa dá boas vindas a quem visita o Brás. Uma outra, sobreposta, avisa ‘Respeite a Faixa de Pedestres’. Algumas das faixas já foram apagadas pelo tempo. Outras escorreram. Ninguém parece saber de Gaetaninho.” (ESTADO DE SÃO PAULO, s/d).

58

La lista de nombres de los vendedores ambulantes que Braudel presenta en O jogo das trocas es sugestiva. En Francia, son llamados camelotier, término que modificado (camelô) es utilizado en Brasil para nombrar a los vendedores de la calle. En turco son llamados de torbar (de torba, sacola) (BRAUDEL, 1979, p.58).

59

Las similitudes están dadas por el mismo tipo de estructura en la organización espacial de las ventas: puestos en las veredas y en las calles, cubiertos en general con toldos plásticos utilizados para cubrir cargas de camión (los de la marca Carretão en color naranja son los más usados en Ciudad del Este).


262 El mismo tipo de impresión es recurrente sobre Ciudad del Este, inclusive con los vómitos en los ómnibus (LOPEZ ECHAGÜE, 1997). Es claro que todos los elementos para componer ese retrato están presentes en dichos espacios, sin embargo los mismos tienen una idea implícita de orden que no forma parte de los elementos presentes en la descripción y que juegan un papel fundamental en la organización del retrato. Antes que ser crónicas en tiempo presente –como el cuento escrito por Antônio de Alcântara Machado sobre Gaetaninho citado por el cronista del Estado de São Paulo–,60 los retratos de estos mercados frecuentados por sacoleiros son crónicas nostálgicas perturbadas por el desorden del mercado. Pero además de Brás y 25 de Março en San Pablo Paulo, es Caruarú en Pernambuco y las ventas de vestimenta de Belo Horizonte en Minas Gerais y tantos otros lugares especializados en algún tipo de mercadería: el ‘circuito das malhas’ localizado en varias ciudades entre los estados de San Pablo y Minas Gerais (Jacutinga y Monte Sião fundamentalmente) o Brusque en Santa Catarina, por nombrar sólo algunos de esos espacios. Muchos de esos lugares son promocionados directamente para los sacoleiros. Otros aparecen como los locales ideales para el denominado turismo de compras (esto es, para viajantes que van a visitar un lugar con el objetivo de realizar compras). Por ejemplo, ‘Um shopping para facilitar a vida de sacoleiros do Brás’ era el título con que el Jornal da Tarde anunció la abertura del Shopping 25 Brás en San Pablo. Explicando los motivos para la apertura de ese nuevo shopping en el barrio de Brás, Sandra, gerente de propaganda y marketing del grupo que realizó el proyecto, decía: “No geral, percebemos que as pessoas que vêm em excursões passam metade do tempo fazendo compras no Brás e a outra

60

Gaetaninho es el personaje del cuento de Alcântara Machado; un niño del barrio de Brás de inmigrantes y limitaciones de la década del 20, que sueña con viajar en carro y que termina haciéndolo dentro del cajón que lo lleva al cementerio luego de ser atropellado por un tranvía cuando iba a buscar su pelota (MACHADO [1927], p.21-23).


263 metade na Rua 25 de Março. (...) Por isso, o shopping é uma oportunidade de essas pessoas fazerem suas compras com maior comodidade, sem precisar se deslocar a todo momento.” (JORNAL DA TARDE, 23/10/2002). Y la nota continúa: “Sandra lembra que, diariamente, a região do Brás recebe cerca de 200 mil visitantes – ou quase 1 milhão, nas semanas que antecedem o Natal. “Por isso, nossa expectativa é atrair, no mínimo, 20 mil visitantes por dia para o shopping. Não apenas sacoleiros do interior ou de outros Estados, mas também comerciantes da própria cidade que vêm fazer compras aqui.” (idem). La promoción de Brusque (Santa Catarina) en la sección de turismo de un diário de Joinville apuntaba en la misma dirección: “Cidade é um convite ao turismo de compras para sacoleiros ou quem quiser renovar o guarda-roupa.” (A NOTICIA, 29/06/1999). Cuando la promoción de lugares -ciudades, shoppings o nuevos negocios- se orienta al comerciante revendedor no hay problemas en identificarse como una oferta para sacoleiros, como en el caso del Shopping 25 Bras o del Mart Center en San Pablo.61 Pero cuando el lugar promocionado tiene una identidad menos definida o se promociona como una opción de compras dentro de otros atractivos, se apela a la noción de ‘turismo de compras’. Aquellos que promocionan lugares que pueden ser similares a Ciudad del Este son los que hacen un esfuerzo mayor para distinguirse. La necesidad de distanciarse del estigma que rodea al comercio de aquella ciudad y que veíamos en la Introducción. Ese es el caso, por ejemplo de los circuitos de compras en la frontera con Uruguay promocionados por el gobierno de Rio Grande do Sul.62

61

El Mart Center es un centro mayorista de ropas ubicado en la Vila Guilherme de San Pablo. Tiene cinco pabellones de casas de confección en los cuales están alojados unos 400 comercios, recibiendo unos 4000 visitantes por día. Gran parte de esos visitantes son sacoleiros que vienen del sur.

62

La promoción de los circuitos de compras para turistas en el site del gobierno de Rio Grande do Sul es un buen ejemplo de esto. En una descripción de las compras que pueden ser realizadas del otro lado de la frontera, en las ciudades uruguayas de Rivera y el Chuy (gemelas de las brasileras Sant’Ana de Livramento y el Chuí, respectivamente), se destacan los productos importados vendidos en los free-shops -permitidos por el gobierno uruguayo desde 1986- y los artículos de lana de dicho país. Enseguida se aclara: “Também é importante saber que os free shops de Chuy e Rivera não podem ser comparados com as lojas do Paraguai. No Uruguai há certificação de origem e o comércio é sério e confiável. Também não existem lá os sacoleiros.


264 Tal como en el caso de Ciudad del Este, esta distinción entre sacoleiro y turista está asociada a una cierta escala de valores. El primero es una persona que vive del comercio y las compras que realiza en otra ciudad son precisamente para proveerse de mercaderías. El segundo es una persona que viaja para realizar compras no con la intención de comercializarlas sino para su uso personal. Implícita está la idea de que esto último es más ‘respetable’, como si la compra para uso personal –el consumo final– ennobleciese el acto de comprar. No es objetivo de este trabajo hacer un relevamiento sistemático de cuales son los lugares promocionados para sacoleiros ni tampoco mapear los centros nacionales, regionales y locales de comercio. Lo que me interesa desatacar es la relación entre comercio y movimiento que la categoría sacoleiro permite iluminar: la búsqueda de mercaderías disponibles o con mejores precios en otro lugar y el lugar fundamental que tienen esos comerciantes ambulantes en la realización de ese movimiento. Algunos lugares adquieren una centralidad fundamental como mercados de provisión de determinadas mercaderías dentro de ese movimiento.63 Cuidad del Este es uno de ellos.

Cruces y pasajes Quien llega al Puente de la Amistad desde Brasil se encuentra con una serie de indicaciones en los carteles para el “turista” que está saliendo de Brasil (Foto 26) Después de los carteles, se ingresa en el área techada (en la foto mayor, debajo del cartel de AIWA que se ve al fondo) donde se encuentran una oficina de la Receita Federal y un puesto de la

O comércio envolve basicamente turistas.” (Turismo no Rio Grande do Sul – Roteiros de compras na fronteira Compras – Fronteira (http://www.riogrande.com.br/turismo/zs_compras.htm). 63 En los Anexos 3 y 4 presento ese movimiento a partir de dos registros: el primero construido desde una historia individual (una comerciante de la ciudad de Santos) y el segundo desde un lugar (la fería de Caruaru en Pernambuco). Las dos presentaciones están construidas a partir de fuentes secundarias y las incorporo no como los ejemplos que confirman alguna hipótesis sino como casos que permiten vislumbrar un universo en movimiento dentro del cual algunos lugares –São Paulo, Rio de Janeiro, Ciudad del Este o Caruaru- juegan un papel fundamental en la articulación de circuitos por donde fluyen personas y mercaderías en Brasil.


265 Policia Federal. Después del área techada y de los aparatos para bloquear la vía, entramos en el puente. En la organización territorial de la Receita Federal, esa área corresponde a la denominada Zona Primaria: espacio de jurisdicción aduanera en donde es posible realizar la declaración sobre las mercaderías que se está trayendo, dejarlas para el pago posterior o, pagar los impuestos correspondientes. Si alguien es fiscalizado en otro puesto de la Receita Federal fuera de la Zona Primaria –como el Posto Bom Jesús, en Medianeira– y está pasando con mercaderías que no fueron declaradas o con una declaración falsa, los bienes son ‘aprendidos’. En Zonas Secundarias, tal como son denominadas, no se puede pagar impuestos de importación ni llenar la declaración de equipaje acompañado siendo tan solo locales de fiscalización. Por este motivo y por su localización (sobre la BR-277 a 50 km de Foz do Iguaçu), el puesto de Medianeira (el barracão) es el gran miedo de los compristas. El mismo funciona como un embudo, al igual que el puente, pero por estar aislado y colocado básicamente para la fiscalización de los compristas que vienen de Paraguay, torna ese pasaje más traumático. Cuando se trata de ómnibus de turismo (o sea, líneas regulares), muchos laranjas acompañan a los compristas hasta pasar ese puesto de fiscalización. Para pasarlo hay que saber cómo está: si paran o no paran, si hay control estricto o está tranquilo. Los ómnibus se quedan esperando y a veces se juntas decenas de ómnibus hasta que llega la palabra esperada, ‘liberou’. Estas esperas hacen que el laranja que fue para pasar por Medianeira pueda volver a cualquier hora. A veces, en la mañana del día siguiente. La comunicación entre los ómnibus se realiza a través de radio, y en aquellas que tienen condición, son utilizadas para seguir el movimiento de la policía. En las épocas de mayor movimiento, el número de ómnibus que podía llegar a juntarse esperando pasar era enorme. Una nota periodística que acompaña uno de esos viajes, menciona que, según la información de los propios sacoleiros, había unos 1.500 ómnibus esperando que el


266

...é proibido trazer: armas e munições – drogas e tóxicos - cigarros brasileiro

Debajo de cada item: Isento até US$ 150 – Ida e volta cada 30 dias – Casal US$ 150 por pessoa não soma – Menor 14 anos tem cota – 4 litros no máximo ...é obrigatorio (CNH) (DUT) Veículo em seu próprio nome ou com autorização do proprietário com firma reconhecida.

A Receita Federal informa: Mercadorias para fins comerciais serão retidas para pagamento de impostos mediante importação.

A Receita Federal informa: Serão admitidos como bagagem somente bens de uso pessoal.

Foto 26 - Fotomontaje con las indicaciones de la Receita Federal antes de entrar al Puente de la Amistad.


267 puesto de Medianeira pudiese ser pasado. Tal como relata el periodista, después de horas de tensión, por la radio se escuchó una voz eufórica, “Vam’ booora, galera!, abriu a porteira!” y los ómnibus comenzaron a andar (ISTOÉ, 1998a). El término ‘liberou’ aparece recurrentemente en el lenguaje de los brasileros envueltos en el comercio de frontera. Cuando en la aduana se están realizando controles sistemáticos y se espera para poder pasar después que los controles se ablanden, el verbo utilizado es ‘liberou’. Si el camino está libre de controles se dice que ‘a estrada está liberada’. Cuando en algún control se permite que el ómnibus continúe –porque sí o porque se llegó a un arregló- se dice que el fiscal o el policía ‘liberou’ al ómnibus. En los diálogos sacoleiros, la libertad aparece como ejercicio que puede o no puede ser puesto en práctica dependiendo de los controles, inverso contrario que también se ejercita. Una libertad que toma ventaja de aquello definido por la ley (espacios con diferenciales económicos) pero que se pretende por fuera del control que esa misma ley establece. En los diálogos sacoleiros, sin embargo, la actitud no es pararse por fuera de toda definición legal. Por el contrario, hay una referencia permanente a prácticas como la comercialización de productos prohibidos (drogas) o de comercialización prohibida (armas, por ejemplo), con las cuales los sacolerios se comparan y se legitiman. Como uno de ellos me diría, masticando la rabia por la extorsión de dos policías federales: “Porra, a gente não é traficante. A gente não é criminal. A gente não traz armas nem drogas... Só mercadoria para vender.” Los espacios retratados en la Foto 26 y el puesto de Medianeira ocupan un lugar fundamental en la experiencia de los compristas, el cual nos permite dimensionar mejor el significado que Ciudad del Este tiene para ellos: un lugar de paso para realizar las compras cuyo tiempo está marcado por la posibilidad de los pasajes por la aduana.


268 La dinámica instaurada por la compra de mercaderías del otro lado de la frontera se torna inteligible a partir de dos registros espaciales: un primer registro localizado en la frontera y vinculado a la multiplicación de formas y esquemas de pasaje, y un segundo registro en el cual la frontera es tan sólo uno de los vértices de diversos circuitos que atraviesan territorios más extensos. En el Capítulo 1 presenté elementos para concebir el primer registro: las diversas alternativas para transportar las mercaderías que son compradas del otro lado de la frontera y los diversos esquemas de pasaje de las mismas (especialmente a la luz de la figura de los laranjas). Presentaré a continuación un pasaje particular para conocer en acto su ritmo y su dinámica; pasaje que nos permitirá abordar el lugar que ocupa Ciudad del Este en la experiencia sacoleira. El ómnibus local que transita entre Ciudad del Este y Foz de Iguaçu parte de la terminal de ómnibus de la ciudad y sigue su recorido por Foz de Iguaçu.64 Cuando toma la Ruta Internacional en Ciudad del Este rumbo al Puente de la Amistad, comienzan a subir los compristas brasileros con sus mercaderías. Primero uno, después otro. Suben por la puerta de atrás,65 pasan el molinete y se van ubicando con sus compras en el ómnibus. Ahí comienzan las preguntas.

64

Son por lo menos cuatro las líneas urbanas internacionales paraguayas que cruzan a Foz do Iguaçu (dos parten de Ciudad del Este, una de Ciudad Presidente Franco y otra de Hernandarias. Hay una empresa brasilera que hace el recorrido Foz – Ciudad del Este. Una empresa argentina va de Puerto Iguazú a Ciudad del Este (atravesando Foz do Iguaçu) y de Puerto Iguazú a Foz. A diferencia de todas las otras que van de terminal de ómnibus a terminal de ómnibus, esta última es una línea circular que empieza y termina su recorrido en la terminal de ómnibus argentina, llegando en Foz hasta la entrada del Puente de la Amistad y ahí emprendiendo la vuelta. La trayectoria de las líneas urbanas internacionales ilumina la centralidad del Puente de la Amistad en el movimiento de las ciudades de la frontera: todas lo atraviesan excepto la última mencionada que pasa a su lado. En comparación, el Puente Tancredo Neves que une Brasil y Argentina sólo es atravesado por las líneas argentinas y ninguna de las líneas brasileras o paraguayas llega cerca.

65

Los ómnibus de línea paraguayos y brasileros que hacen Ciudad del Este – Foz do Iguaçu tienen la entrada de pasajeros por la puerta trasera. Son ómnibus grandes como los utilizados en las grandes ciudades brasileras (Marco Polo). Los ómnibus locales de Ciudad del Este son de otro tipo, del formato argentino (Mercedes Benz) pero en modelo antiguo. Al igual que los ómnibus locales de Foz, también se sube por delante y para hacerlo también hay que pasar un molinete aunque en este caso, las unidades no fueron diseñadas con el espacio suficiente, siendo en muchos casos agregado tanto en la entrada como en la salida, lo que realmente dificulta el descenso. Los ómnibus paraguayos locales son modelos argentinos con modificaciones locales (como por ejemplo el piso de madera) y con elementos funcionales tomados de los


269 “¿Tem alguma coisa pra trocar? Eu tenho whisky.” Otro responde, “Eu tenho cigarros.” Uno le pasa una bolsa con cinco cartones de cigarrillos Fox,66 el que la recibe le da una bolsa con 4 botellas de Jonny Walker etiqueta roja. A medida que el ómnibus fue avanzando, nuevos pasajeros subieron y los intercambios de objetos se generalizaron. Cigarrillos por hard-disks, whisky por cigarrillos, teclados por aparatos de gimnasia. En el viaje que estoy relatando –septiembre de 1999-, entre las cosas que llegué a ver había 6 impresoras color, dos cajas con monitores para computadora, un neumático de camión, aparatos de gimnasia, teclados para computadora, un paquete de 100 loros de juguete,67 una bolsa llena de muñecos de los Teletubbies,68 cigarrillos y bebidas. El ómnibus se llenó y comenzó a avanzar despacio. Por momentos no conseguía avanzar por el intenso tráfico en el puente. El sol del mediodía entraba por las ventanas, el calor era increíble. La cobradora paraguaya grita, em portugués: Por favor senhores, vão mais pra frente que tem pessoas querendo subir! El ómnibus estaba lleno de gente y de objetos y las posiciones de la gente en pie eran de las más variadas, acompañando la forma de las cajas y de las bolsas.69 ¿Qué es toda esta circulación de objetos? La preparación para el cruce por la aduana brasilera. De hecho, es simplemente un distribución temporaria de productos a fin de tornar el pasaje por la aduana brasilera menos riesgosa. Si el limite que un ciudadano brasilero tiene para ingresar es de 4 litros de alcohol, 4 cartones de cigarrillos y mercaderías para uso personal hasta el monto de US$ 150, aquellos que entran con más mercaderías que las permitidas o que puedan ser interpretadas como con fines comerciales, redistribuyen los productos a fin de adecuarse a la cuota y a los límites establecidos.70 Por ejemplo, una

ómnibus brasileros (como son los molinetes), que por ser poco funcionales, muchos tienen sus molinetes arrancados. 66

Los Fox son unos cigarrillos producidos por una tabacalera paraguaya. El precio de venta en el 2001 era de U$S 1,40 por cartón (lo que equivalía a U$S 0,14 por paquete de cigarrillos). 67 Un muñeco en forma de loro que tiene un sensor de sonido que funciona a pilas, por lo cual cuando uno le habla el ‘loro’ responde frases predeterminadas. 68

Los Teletubbies son muñecos orientados al público infantil. Creados en 1997, tuvieron mucho éxito en la televisión y los productos con sus imágenes eran comprados en cantidad por los sacoleiros durante 1999. 69

Los ómnibus a veces se llenan a más no poder. Dejando de lado el pasar caminando, cruzar el puente de ómnibus es la forma más barata cuando el control no está muy estricto. En uno de los viajes en agosto de 2000 en el cual yo iba sentado y el pasillo estaba lleno de personas y mercaderías, de repente un pie pasó por encima mío: un muchacho decidido a ubicarse en el frente del ómnibus comenzó a avanzar pisando sobre los agarra-manos en los respaldos de los asientos. El segundo que realizó el mismo camino –un hombre de unos 50 años- recibió algunas críticas (“Tira teu sapato sujo daqui!” le grito una señora refiriéndose a su pie lleno de barro; “Que é isso, cara!” le grito un hombre). El tercero que realizó el mismo camino -otro muchacho joven- recibió una condena mayor de varios pasajeros indignados (“Que é isso, porra!”, “Para com isso!”, “Puta que pariu, cara!”) además de algunos empujones que casi lo hacen caer. Nadie más lo imitó. 70

Algo que es evaluado a partir de la variedad y cantidad de artículos que trae un comprista. El mismo tipo de arreglo de redistribución de mercaderías es descripto en otros lugares, revelando aspectos comunes en los


270 persona que está ingresando 20 botellas de whisky, si es parada por la Receita Federal debería entregar las 16 botellas que exceden el límite permitido. Aquel que se arriesga a pasar las 20 botellas en el ómnibus, espera poder cambiarlas con otros compristas por otros productos –5 cartones de cigarrillos o un motherboard por ejemplo- o sino, distribuirlas entre pasajeros que no estén llevando nada.71 Si el ómnibus pasa sin ser detenido –como fue la mayoría de los casos que pude observar–, una vez que el mostrador de la Receita Federal queda atrás, comienza la devolución de los productos. Como la mayor parte de los compristas desciende enseguida después del puente, la recuperación de lo propio y la devolución de lo ajeno se da rápidamente. Todas las veces que pasamos sin ser detenidos, nunca asistí a ningún problema en la recuperación de los bienes. En cambio, cuando el ómnibus es detenido, se crea una tensión no sólo por el temor a perder las mercaderías o a ser ‘cadastrado’ sino también porque otro pierda las mercaderías de uno o porque la misma desaparezca.72 En uno de los viajes que fuimos detenidos en la aduana, así se desenvolvió la situación:

Un oficial de la Policía Federal hizo señas al conductor para parar. El hombre que estaba parado a mi lado me dice en voz baja y con angustia, “Tenho cigarros pra trocar, ¿tem marcos legales disponibles para tomar provecho de las oportunidades abiertas por los diferenciales que emergen como resultado de la organización territorial del mundo contemporáneo. Bienes personales, y consumo particular, asociados legalmente a la figura de turista. Los compradores que llevan mercaderías de Estambul (Turquía) a Varna (Bulgaria), por ejemplo también redistribuyen sus mercaderias: “Ellos intercambian mercaderías entre ellos hasta que cada individuo alcanza una apariencia de motivación nocomercial” (KONSTANTINOV, KRESSEL & THUEN, 1998, p.732). También es descripto el mismo tipo de redistribución por Alejandro Grimson entre personas que llevan mercaderías de Uruguaiana (BR) a Paso de los Libre (AR), para evitar que “los agentes del Estado puedan «presumir fines comerciales»” (GRIMSON, 2003, p.15). 71

Ese acto de darle mercadería a algún pasajero para que la pase por la aduana como siendo propia supone que ese pasajero conozca la situación o tenga la capacidad de entenderla rápidamente. Muchas personas que son turistas y que se ven sorprendidas en medio de ese movimiento, se niegan a pasar cualquier cosa. Los que están más acostumbrados no tienen tantos problemas, aunque hay muchos que no aceptan. Aquellos que son laranjas o sacolerios a veces ponen reparos dependiendo la mercadería y los precios que ellas tienen. Ese (des)conocimiento de la dinámica fue motivo de risa en uno de los viajes cuando un señor de edad les pregunto con voz inocente a los dos muchachos que acababan de darle dos teléfonos para que los pasara. “Mas, se param a gente eu digo o que... que são de vocês?” Los muchachos se miraron y comenzaron a reír: “Não meu amigo, senão... não adianta.” El señor se rió como conociendo la respuesta, hallando gracia de tornar la situación explicita.

72

Sobre el marco legal brasilero para ingresar mercaderías compradas en el exterior, ver Capítulo 1.


271 alguma coisa?” Una muchacha joven, atrás mío, le dice que ella le lleva una bolsa –de 5 cartones-, yo agarro otra. La muchacha que iba a mi lado me pide que le tenga dos teclados. Los que tienen bastante mercadería bajan, algunos se quedan en el ómnibus. El hombre que estaba a mi lado antes de bajar escondió una bolsa con cigarros debajo de un asiento. El ómnibus quedó medio vacío, un hombre con chaleco sin mangas y gorra con las siglas de la Receita Federal subió al ómnibus y comenzó a caminar mirando a cada uno. “Que tem aí?” Le preguntó a un hombre con un bolso. “Só isso”, le responde abriendo el bolso y dejando ver algunos juguetes. Siguió andando. “Isso aqui de quem é?” pregunta señalando unas cajas. “Meu”, responde otro, “são dois ventiladores”, le aclara. El fiscal rompe las cajas para ver que hay dentro y sigue. “¿E voce?” me pregunta. “So isso”, respondo mostrándole los dos teclados y los cigarros. Tenía también mi bolso, que abrió y revisó tanteando con sus manos entre la ropa. Lo dejó abierto y continuó. “¿Essas sacolas de quem são?” Nadie respondió. El fiscal sacó cuatro bolsas de abajo de un asiento, cada una con 5 cartones de cigarrillos. Agarró la primera e intentó arrojarla por la ventanilla pero el cálculo fue errado: la bolsa rebotó en el marco y le cayó encima a una mujer. Nadie hablaba, ella tampoco. El fiscal volvió agarrar la bolsa y la arrojó con mejor puntería. Las otras bolsas siguieron el mismo camino. Mirando la caja de un monitor, le dice al hombre que está a su lado, “Isso ai... vai declarar.” El hombre baja. A otro con una enorme bolsa de productos de computación también lo hace ir a declarar. Al fondo del ómnibus, detrás del molinete, el fiscal abre unas cajas y comienza a sacar cigarrillos y más cigarrillos que tira por la ventana. Más de 40 cartones llegué a contar. Al muchacho que los llevaba se le llenaron los ojos de lágrimas. Cuando el fiscal se acercó a donde él estaba, se había parado para pedirle por favor que no le sacara su mercadería. Más tarde alguien me iba explicar que el muchacho no debería haber hecho eso, “Tem que ficar calado... pra que falou? Uma vez que você está aqui não da pra pedir ‘por favor’. Se você fica calado até que os caras podem deixar passar cigarro, mas se você já fica falando do que você está trazendo... não adianta!”73

Cuando

se

es

indicado para fiscalización (Foto 27), hay que descender del vehículo con las mercaderías

73

y

hacer

la

fila

para

Foto 27 – Ómnibus de turismo siendo revisado en la Zona Primaria de la Receita Federal a la salida del Puente de la Amistad. Por aquí pasan todos los vehículos que ingresan a Brasil. Quienes lo hacen a pie pasan por el pasillo detrás del alambrado azul que se ve a la derecha. Las pistas a la izquierda de la columna (bajo el techo) es por donde pasan automóviles, zombis y motocicletas. Los pasajeros junto a las cajas esperan para declarar su mercadería. El guarda que se ve en primer plano es de una compañía de seguridad privada que brinda apoyo a las autoridades en la Zona Primaria.

Hay una enorme variedad de ideas sobre como comportarse en el momento del pasaje por la Aduana y en los viajes hasta llegar a destino, algo que merecería un trabajo propio.


272 enfrentarse a los fiscales de la Receita Federal que después de revisar lo que llevaba cada persona, de acuerdo a su ‘avaliação’ pueden retener la mercadería para ser liberada con el pago de los impuestos correspondientes, quedarse con ella (‘apreenderla’); ‘cadastrar’ a la persona como habiendo utilizado su ‘cuota’ durante ese mes o, en el mejor de los casos, dejarla pasar. Quedar cadastrado, algo que en general sucede independientemente de la suerte que haya sufrido la mercadería, implica que si durante los próximos 30 días uno es sujeto a fiscalización, pierde toda la mercadería (es ‘apreendida’) ya que la cuota permitida por ley ya fue utilizada. La fila de los que fueron a declarar se mueve despacio. El ómnibus se adelantó unos metros y paró aun dentro de la zona primaria para esperar al resto de los pasajeros. Los que estaban en la fila y ya fueron revisados, vuelven al ómnibus. Allí, la gente empieza a recuperar sus cosas y devolver las de otros. Después del puesto de control, los fiscales del puente no intervienen. El hombre de bigotes a quien le sostuve los cigarrillos recupera casi todas sus bolsas y agradece. Perdió una bolsa con 5 cartones, una de las tantas que salió volando por las ventanillas de la mano del fiscal. La gente cuenta sus mercaderías, controla sus bolsas, todo es realizado en pocos minutos. Aquellos que ya tienen todas sus cosas empiezan a gritarle al chofer para que se vaya de una vez. Entre el embotellamiento del puente y el control, hace más de una hora y media que estamos en el ómnibus. “¡Não!

¡Vai embora não!” es la reacción de otros. “¡Espera aí motorista! Ainda têm pessoas pra subir.” El énfasis parece ser menos una muestra de solidaridad desesperada y más una garantía de que el circuito de devoluciones esté garantizado. Si no están todos arriba, el circuito se quiebra. Al rato alguien grita que ya estamos todos. El chofer comienza a andar despacio y va acelerando de a poco. Estamos en Brasil. Esta presentación detallada de un viaje de vuelta a través del Puente de la Amistad permite percibir el grado de tensión y el tipo de arreglos envueltos en un cruce a través del límite. Y sin embargo, esa tensión por los cruces y por los controles recién empieza. Habrá que volver a pasar para hacer más compras o para buscar lo que falta traer y volver a sufrir la tensión del puente. Después será juntar la mercadería y prepararse para volver a la ciudad de origen; algo que puede demorar horas (Curitiba) o días (Caruaru). En las prácticas sacoleiras, Ciudad del Este es un lugar más dentro de una geografía más amplia; fundamental en la configuración del territorio por el que transitan, pero tan sólo una parte de los caminos que deben recorrer.


273 El nombre con el que sacoleiros y conductores de ómnibus suelen llamar al recorrido de un lugar específico rumbo a Ciudad del Este y el retorno a ese lugar es bate-evolta.74 Presentando, aunque sea sucintamente, algunos elementos que contribuyen para iluminar la densidad e intensidad de los mismos, tal vez podamos concebir mejor el lugar de Cuidad del Este a partir de la experiencia que los compristas tienen de esos circuitos. Volvamos al cruce para comenzar a andar nuevamente. Si atravesar el puente es complicado, es tan sólo un paso en un largo camino que falta andar. Como un comprista lo resumiera: “O problema, mais que passar é chegar. Esse é o problema.”

Una vez con la

mercadería en territorio brasilero, la vuelta a casa se abre como un frente de inseguridades encarnadas en cada puesto de fiscalización de los organismos de seguridad y de control o en los operativos desencadenados para controlarlos. Para mucho de los compristas, los controles y las demandas de dinero de quienes los realizan forman parte del mismo esquema. En muchos casos, los funcionarios de seguridad señalan la ley –la infracción a la ley– para tomar provecho de eso. El pago de esa extorsión es el medio necesario para poder continuar pero, al no regularizar la situación o cancelar la infracción, el problema del control se extiende hasta la finalización del viaje.75 Inclusive hasta la venta del producto, pues los controles pueden extenderse a los lugares de almacenamiento de la mercadería o a los propios locales de venta. Claro que, así como hay diferencias profundas en el mundo sacoleiro (Cuadro 17), la distribución del riesgo también es desigual siendo más perseguidos algunos locales y formas de comercialización.

74

Bate-e-volta es algo más que una forma de nombrar la trayectoria de ida y vuelta entre la ciudad de origen y el lugar de compra y corresponde a la unidad de medida de los circuitos comerciales. Tal como Jacques LeGoff describe a propósito de la unidad utilizada en la Edad Media para los denominados prestamos marítimos: “...esos prestamos eran casi siempre limitados a un viaje o, más exactamente, a un ida-y-vuelta que se puede decir haber constituido la unidad de operación comercial marítima en la Edad Media.” (LEGOFF [1986]:18, traducción propia).

75

Cuando el control se realiza con el objetivo explicito de recaudar dinero, el dinero pedido es considerado como una extorsión.


274 La consolidación de Ciudad del Este como centro comercial procurado por sacoleiros de diversas partes de Brasil, transformó a estos últimos en un botín codiciado por ladrones. Si bien nunca viví una situación de robo que involucrase sacoleiros, el miedo a ser robado estuvo siempre presentes en las conversaciones. Muchos ya habían sido robados y todos conocían numerosas historias de asaltos y robos en las rutas y en las ciudades por donde pasaban. Inclusive, durante mi estadía en el campo, en los propios diarios de Foz de Iguaçu eran reportados robos a sacoleiros recurrentemente. Viajando con mucho dinero para realizar compras, los compristas que van a Ciudad del Este se fueron transformando en un blanco especial para asaltantes en las rutas brasileras. El número de asaltos es impresionante, colocándonos frente a dinámicas no tan diferentes de aquellas sufridas por ‘comboieros’ y comerciantes ambulantes retratados en los trabajos de historia colonial brasilera, como por ejemplo en el camino que unía la Cuadro 17 - Universos sacoleiros Los ‘camelôs’ y las ‘feiras paraguaias’ de las ciudades brasileras son las imágenes más asociadas con el comercio de Ciudad del Este. Sin embargo, el mismo no se limita a circuitos de intercambios de sectores populares, siendo aun hasta fines de 2001 al menos, el lugar de provisión de productos específicos que se distribuyen en la más amplia gama de comercios y circuitos de consumo: computación, telefonía celular, perfumaría y cosmética, ropas y tejidos o bebidas, entre otros. La variedad de compradores que llega a Ciudad del Este es muy grande. En los viajes que realicé conocí comerciantes de ciudades del interior con comercios especializados, proveedores de vendedores de calle o los mismos vendedores de las grandes ciudades, comerciantes de barrios populares, comerciantes particulares que levantan pedidos de clientelas propias y proveedores de comercios especializados que llevan mercaderías para comercios de todas las categorías. (Sobre la Feira do Paraguai de Brasilia, ver SOUZA, 2000) El de los sacoleiros es un universo social diferenciado en el que todos explican su participación por la posibilidad de conseguir buenas ganancias, aunque las motivaciones pueden ser bien diferentes. Para aquellos de menos recursos, el desempleo o un empleo de bajo salario hacen del comercio de distancia una alternativa más atractiva y con más perspectivas. Están también quienes abandonaron un empleo estable por las posibilidades que el comercio sacoleiro ofrecía para hacer una diferencia sustantiva. Si entre los primeros las narrativas de la necesidad se juntan con las de la elección, en los segundos, las narrativas de la elección toman el lugar principal. Para quien comienza, la actividad es una forma de capitalizarse. Reinvertir en nuevas compras es el primer paso y lo que va sobrando se guarda para una casa o un auto, los cuales a su vez funcionan como deposito en caso de necesidad (por ejemplo, si se pierde en la fiscalización o en asaltos reiteradas veces). Para comerciantes ya establecidos, las compras en Ciudad del Este significan tomar provecho de un mercado con una oferta de mercaderías y/o precios que permiten crecer o por lo menos mantenerse. Aquellos comerciantes de más envergadura que dejaron de viajar personalmente, envían a alguien a hacer las compras. Además de la variación en los orígenes sociales y en el tipo de inserción que tienen en los circuitos de comercialización, también hay una gran variación en relación al grado de dependencia de las compras en Ciudad de Este como forma de ganarse la vida. Si bien para muchos es la fuente básica de ingresos –sea como trabajador trayendo mercaderías o como medio privilegiado para proveerse de mercaderías para la venta-, para otros es la forma de complementar sus ingresos o transformar sus trabajos más lucrativos.


275 Capitanía de Minas Gerais a Rio do Janeiro en el siglo XVIII (ANASTÁSIA, 2000; FURTADO, 1999; VENÂNCIO e FURTADO 2000). Inclusive las formas son las mismas que aparecen en las narraciones de historia medieval (LEGOFF, 1986), por ejemplo colocando troncos en la ruta.76 Tanto en la Edad Media como en la actualidad, el problema es hacer detener un vehículo en movimiento y entonces sirve colocar troncos, aprovechar los lugares donde el vehículo debe disminuir la velocidad,77 o formar parte del grupo que va de compras.78 Claro que en los tiempos modernos también se dispone de otras alternativas: disparar a la distancia sobre el ómnibus para forzarlo a detenerse,79 o disfrazarse de policías.80 Las respuestas también son variadas, generándose varios mecanismos para protegerse –viajar sólo con conocidos, armados o en convoy–, aunque esas estrategias no siempre consiguen garantizar la seguridad de los sacoleiros. No sólo asaltos alimentan los miedos sacoleiros, también los accidentes son una fuente de tensión permanente. Los accidentes envolviendo ómnibus que van o vuelven de Paraguay son frecuentes. Viajar en ‘ômnibus de turismo’ –tal como son llamados los ómnibus fletados para dichos viajes- es más barato, es más rápido y tiene la principal ventaja que el viaje está organizado en función de las compras, lo que implica que disponen de diferentes formas de evitar los problemas que se puedan presentar. Estas ventajas tienen un riesgo y es la posibilidad nunca lejana de un accidente que, envolviendo un omnibus de esas dimensiones y transportando muchos pasajeros, suelen terminar con muchas muertes.81 Las vidas de los sacoleiros son sacrificadas. Hay que viajar, hay que invertir tiempo y dinero en una apuesta con muchos riesgos. Se puede perder todo en un asalto o en un 76

A Noticia, 27/3/2000; 18/4/2000; 11/6/2000. A Noticia, 2/8/1998. 78 A Noticia, 20/9/1998. 79 Jornal da Tarde, 13/7/1998; Estado de São Paulo, 2/8/2001. 80 A Noticia, 10/12/1998. 81 Ver, por ejemplo A Noticia, 15/06/1998; Jornal do Comércio, 21/06/1998; O Estado de São Paulo, 17/12/1998. 77


276 accidente o, simplemente, en alguna de las tantas fiscalizaciones. Pero también es un desafío que tiene sus incentivos: la libertad de otros espacios y otras relaciones o, la posibilidad de acceder a ciertos consumos que de otra manera serían difíciles. Comprar los juguetes para los hijos o los equipos que faltan para la casa. Hacer dinero no es la única explicación de las motivaciones que llevan a tantas personas a emprender largos viajes con el objetivo de comprar para revender en su ciudad de origen. Y sin embargo, antes que otras causas ‘más reales’ o ‘más profundas’, es lo que ha puesto a andar a muchos, jugando en el límite de lo permitido y lo prohibido. Una vida mejor entre aquello que es tolerado y lo que es reprimido. Observada desde la experiencia sacoleira, Ciudad del Este no pasa de ser el local que articula idas y vueltas. Bate – e – volta. Lugar de pasaje y de ritmos frenéticos, Ciudad del Este es el pívot que articula esos circuitos sacoleiros. Su centralidad reside precisamente en aquello que la torna destino de tantas personas: el lugar de las compras y oportunidades donde miles de personas ganan su vida a través del comercio. Antes que un lugar de relaciones y de distensiones, un lugar de pasajes y tensiones. Un lugar donde los caminos y las trayectorias de mesiteros y sacolerios se cruzan y se separan. Donde diversas nacionalidades y territorios se conectan y superponen a través de diversas formas de ganarse la vida en los límites que definen la vida social.


277

REFLEXIONES FINALES

A lo largo de este libro, intenté presentar y discutir algunos elementos que caracterizan la dinámica comercial de Ciudad del Este. Si su fundación estuvo ligada a la construcción del Puente de la Amistad, su desarrollo comercial estuvo vinculado al movimiento a través del mismo. La complejidad que emerge al observar dicho movimiento ilumina su carácter: un mercado de frontera que funciona a partir de una profunda interrelación entre los espacios unidos por el puente. No solo por los compradores que llegan a hacer compras sino también por la infraestructura desarrollada para posibilitarlas y por la presencia de numerosos comerciantes y trabajadores brasileros y extranjeros residentes en Foz do Iguaçu. En un mercado donde la circulación tiene un lugar tan fundamental, privilegiar una figura que está “clavada al piso” –usando la imagen de las cajas que muchos mesiteros tienen– puede parecer un contrasentido. Sin embargo, mi experiencia con los mesiteros permitió abordar ese movimiento desde una perspectiva específica, posibilitando una comprensión asentada en historias y personas singulares. Algo que permitió introducir una de las figuras generalmente ausentes en las discusiones sobre aquella región; figuras que cuando aparecen lo hacen como abstracciones generales (vendedores o funcionarios) o a partir de estereotipos (como es más común): me estoy refiriendo a los paraguayos. Uno de los intereses de este trabajo fue, precisamente, incorporar algunas tramas históricas y culturales en las cuales esa ciudad y sus habitantes están insertos. Tramas que tienen que ver con migraciones rurales y circuitos de oportunidades, con formas de socialización y


278 dinámicas de género, con los 34 años del gobierno de Stroessner y con la economía política de lo público que caracteriza al Paraguay, entre tantos otros elementos. Los capítulos del libro centrados en la experiencia de los mesiteros fueron concebidos a partir de preguntas simples: cómo se hace para estar vendiendo en la calle, cómo se vende, qué se hace allí además de vender y cómo fue que llegaron a hacerlo. Preguntas básicas para conocer el funcionamiento de cualquier mercado, el material y las discusiones presentadas en cada uno de los capítulos permitieron ir señalando las particularidades de Ciudad del Este así como brindar material para abordar cuestiones generales tales como la relación entre reglas y prácticas en el funcionamiento del mercado; la dinámica asociativa y su relación con formas de representación y de monopolización; las relaciones entre prácticas de venta, compras y saberes; las formas y la moralidad de las negociaciones; la relación entre formas de acumulación, consumo y valores sociales; la estructura de las ventas y sus consecuencias sociales. Estos son algunos de los temas que el material presentado permite abordar. Algunos de ellos fueron trabajados en detalle, otros fueron meramente presentados y otros deberán ser explorados en futuros estudios. Me gustaría en estas páginas finales señalar algunas consideraciones e interpretaciones generales a la luz del material presentado.

Diferenciales, posibilidades y circuitos En la Introducción señalé que era fundamental tener en cuenta el hecho de que Ciudad del Este y Foz do Iguaçu pertenecen a espacios económicos diferentes para entender el desarrollo del comercio entre ambos lados de la frontera. En el aprovechamiento de los diferenciales derivados de esas pertenencias encontramos una de las motivaciones que moviliza el comercio. Esto no significa, sin embargo, que podamos explicar el desarrollo


279 del comercio de Ciudad del Este, así como el de cualquier área de frontera particular, sólo a partir de esos diferenciales. Pretender hacerlo significaría aceptar una teoría de equilibrios entre ofertas y demandas que no consigue explicar dos cuestiones básicas: ¿por qué ese comercio se desarrolla en algunas áreas de un mismo límite internacional y en otras no?, y ¿por qué en algunos momentos esa actividad no pasa de un tímido movimiento y en otros momentos alcanza una escala gigantesca siendo que esos mismos diferenciales se mantienen?1 Como intenté mostrar en la Introducción, si el juego de ofertas y demandas nada tiene de natural, mucho menos lo es en un mundo definido por estados modernos caracterizados por territorialidades absolutas, con límites demarcados y controlados. Aun aceptando que dichos diferenciales son un incentivo al desarrollo del comercio, las condiciones que los tornan posibles –infraestructura, productos y comerciantes– demuestran que esos diferenciales no resultan ‘naturalmente’ en nada si no es a través de acciones y procesos que los hacen existir concretamente. Precisamente, estas acciones y procesos, antes que inscribirse en la naturaleza del funcionamiento económico, lo hacen en la historia particular de cada lugar. Presenté algunos elementos que permiten ampliar la interpretación histórica sobre la conformación del mercado situado en Ciudad del Este,2 indicando los procesos y

1

No hay mejor ejemplo de esta explicación basada en los equilíbrios, que las palabras de un ministro paraguayo dadas a unos periodistas brasileros, días antes de la visita del Presidente João Figueiredo a Asunción, en abril de 1980: “O ministro de Indústria e Comércio do Paraguai, Ugarte Centurión, afirmou ontem não considerar o contrabando um problema nas relações de seu pais com o Brasil: ‘O contrabando é um fenômeno natural, de natureza econômica, obedecendo à lei da oferta e da procura. Para acabar com ele, seria preciso acabar com a humanidade, porque nenhuma fiscalização de fronteiras pode ser eficiente quando existe pressão de abundância de um lado e demanda do outro’. Centurión disse estar ciente da existência de contrabando de madeira e carne do Paraguai ao Brasil, e de café no sentido contrario, mas desconhece a existência do envio ilegal de soja brasileira para seu pais, no que não acredita porque ‘nossa safra de soja tem aumentado muito’.” (ESTADO DE SÃO PAULO, 11/04/1980). 2

Digo “ampliar”, porque el trabajo más completo sobre el desarrollo comercial de Ciudad del Este interpreta la estructuración del eje Asunción-Paranaguá y el desarrollo posterior del comercio entre las ciudades Foz do Iguaçu–Ciudad del Este a partir de la política externa del gobierno de Stroessner y la ofensiva diplomática post-1964 del gobierno militar brasilero para anexar Paraguay a su área de influencia. (RIBEIRO, 2001, p.47ss. y p. 64). El proceso, como intente mostrar en este trabajo, comienza en un periodo anterior. Cabe


280 acuerdos que llevaron al desarrollo de una ciudad ubicada en el camino que uniría el centro de Paraguay con las facilidades portuarias otorgadas por Brasil en la costa atlántica. Los distintos pasos que fueron tornando realidad ese proyecto muestran la importancia que los acuerdos y las apuestas gubernamentales tuvieron en la construcción y consolidación de dicho espacio. Como parte de ellas, las apuestas comerciales y de desarrollo regional permiten entender cómo se consolidó una oferta de determinado tipo de productos – importados y artesanales- de la mano de quienes comienzan a trabajar con ellos: importadores, comerciantes y mesiteros. Para comprender el surgimiento y la consolidación de dicha oferta es necesario tomar en cuenta las características de los movimientos migratorios que estuvieron en la base de su desarrollo. Algunos movimientos fueron estudiados con alguna profundidad (la migración interna paraguaya), otros solo fueron mencionados (como la inmigración árabe y la presencia china). Aun con la infraestructura que torna accesible un determinado punto de frontera, los productos y los comerciantes que los venden, hay procesos históricos que nada tienen que ver con el comercio y que tienen efectos fundamentales. La apertura de la frontera agrícola en el este de Paraguay fue uno de ellos. La construcción de Itaipu fue otro. Junto con estos procesos, la llegada y el hacer de personas y más personas, atraídas por y hacedoras de todo ese movimiento. Otro elemento fundamental cuando hablamos de comercio de frontera es la posibilidad de las compras, algo que está relacionado con la posibilidad de que un espacio se torne significativo en los circuitos de compradores y que los regímenes de control y circulación permitan la circulación de objetos y personas. Vimos que una serie de procesos que contribuyeron para esto en el caso de Ciudad del Este. Restricciones en Brasil para

agregar, también, que la matriz de está transformación regional no se restringe a actores y apuestas brasileras y paraguayas sino que la misma debe ser analizada a la luz de la política de alineamientos internacional en el contexto del auge del nazismo y de la Segunda Guerra Mundial. Para vislumbrar ese escenario, ver Mora, 1998.


281 viajar al exterior y desarrollos particulares de turismo; circuitos de mercaderías

-de

exportación y de re-introducción ilegal, así como circuitos de entrega a domicilio. Las propias transformaciones del comercio en Ciudad del Este afectaron las posibilidades y las oportunidades de las compras. A la luz de la experiencia mesitera aparecieron elementos para comprender la inserción de dicha ciudad en los circuitos comerciales brasileros y la transformación que se produce en el perfil del comprador: de turistas a sacoleiros. Ciudad del Este fue constituyéndose en el centro por excelencia de compras de productos importados para los brasileros. Si aun durante 2001 continuaba ocupando un lugar importante dentro de esos circuitos era por las dimensiones que adquirió y por ventajas de precios que aun continuaba teniendo. Son interesantes las palabras del director de marketing de la União de Lojistas da 25 de Março, región de São Paulo ya mencionado en el último capítulo: “...a vantagem da região é a ‘diversidade de produtos encontrados nas lojas’. ´Não existe outra área do País que possa concorrer de igual para igual com Ciudad del Leste’, opina, referindo-se ao município paraguaio que fica ao lado da Ponte da Amizade.” (JORNAL DA TARDE, 26/09/2001).

Provenientes de un miembro de una asociación de comerciantes de São Paulo, esas palabras revelan algo interesante: que centralidades y periferias no se despliegan en un plano homogéneo de relaciones entre espacios sino que las mismas se constituyen de forma intrincada entre las diversas dimensiones que los constituyen. Si la centralidad de São Paulo en los circuitos financieros regionales aparecía delineada en el hecho de ser el centro de referencia que guiaba el funcionamiento financiero de Ciudad del Este –como vimos en el Capítulo 1–; observada desde los circuitos comerciales que atraviesan Brasil, São Paulo aparece como parte de una red de circuitos donde su posición no es obvia ni indiscutida. En este sentido, observada desde Brasil, antes que en la posición que ocupa en la dinámica fronteriza Ciudad del Este adquiere sentido en la red de circuitos en


282 funcionamiento a partir de los millares de bate-e volta por donde circulan mercaderías y personas. Algo que nos coloca frente a la necesidad de una perspectiva que permita dar cuenta de circuitos y diferencias en donde centralidades y periferias, en vez de derivar de la acumulación de recursos o infraestructuras, dependen del lugar que ocupan en los movimientos que conforman las redes donde se insertan. Durante la década del 90, por ejemplo, Ciudad del Este y Miami fueron los lugares centrales de provisión de mercaderías importadas para los brasileros, en especial de productos electrónicos y de material de computación. Al igual que São Paulo y Ciudad del Este, las relaciones entre ambas ciudades eran tanto de competencia como de complementariedad. Indagar sobre esas relaciones puede ser una buena estrategia para comprender los paisajes de negocios contemporáneos.

Regulaciones, legalidades y oportunidades De acuerdo con la imagen basada en el descontrol y la ilegalidad como claves descriptivas y explicativas de aquel espacio presentada recurrentemente en medios de comunicación y en algunos trabajos de investigación, todo sucede por fuera de la ley precisamente por la falta de regulación y control derivada de la inoperancia y/o ausencia de las instituciones estatales. Algo así como una tautología operativa cuyo corolario es obvio: si todo pasa fuera de la ley -precisamente porque no hay ley- entonces es preciso llevarla, reforzarla y hacerla cumplir. Sin embargo, observada desde el día a día del comercio allí desarrollado, la situación se presenta un poco más compleja; ya sea observando las actividades desarrolladas en Ciudad del Este como considerando las compras y los pasajes realizados por los compristas. Tomemos por ejemplo el caso de las categorías laborales paraguayas descriptas en el Capítulo 1. Todas presentan un patrón de estructuración similar al de los mesiteros.


283 Comenzando una nueva actividad (cambistas, paseros, ambulantes) o compitiendo con formas ya establecidas (kombistas, mototaxistas), todas estas categorías pasaron por un inicio de represión o conflicto con otros trabajadores que derivó en un proceso de negociación para regularizarse. Formadas en dicho proceso, las asociaciones y las reglamentaciones pasaron a legitimar y ordenar las prácticas permitidas. En todos los casos, la posibilidad de trabajar pasó a estar mediada por la pertenencia a una asociación que terminó monopolizando dicha actividad. Mientras el número de asociados y de asociaciones se mantuvo bajo control, las diferencias entre la reglamentación escrita y la forma práctica de reglamentación no se tornaron significativas, pareciendo categorías laborales estables durante dichos períodos. En los casos en que las asociaciones y los asociados se multiplicaron por fuera de los canales anteriormente consensuados, esas diferencias pasaron a adquirir un sentido que no tenían, dejando al desnudo las distancias entre lo acordado y lo permitido, y revelando la inestabilidad sentida por muchos de los que participan en esas actividades.3 La emergencia y consolidación de todas esas prácticas están entrelazadas con estas dinámicas legales y asociativas, que a partir de la forma en que operan, funcionan como una multiplicación regular de irregularidades, apareciendo como irregularidades cuando el acuerdo que estabilizaba el reconocimiento y la regulación de determinada actividad se ve cuestionado por nuevas personas que también quieren trabajar de la misma manera. En Cuidad del Este, la multiplicación regular de irregularidades no es una dinámica exclusiva de las nuevas actividades sino también de aquellas ya establecidas. Los comercios son el caso más claro, muchos de los cuales funcionan a partir de la utilización 3

En su trabajo sobre informalidad en Lima, Hernando de Soto denomina ‘normatividad extralegal’ al derecho y a las instituciones desarrolladas por los actores informales que corresponden a un ordenamiento espontáneo y alternativo al formal (DE SOTO, 1987. p.14), sea en las ocupaciones de terrenos para la construcción de viviendas, en el comercio callejero o en el transporte. Comparado con esos desarrollos, independientemente de las formas de reglamentación práctica, la dinámica legal (formal) y asociativa que caracteriza Ciudad del Este forman parte de las herramientas a través de las cuales se habilitan prácticas legitimadas por el estado y efectivadas por las asociaciones.


284 sistemática de mano de obra brasilera indocumentada y del pago irregular de impuestos. También lo vimos en la forma en que espacios públicos fueron apropiados por personas vinculadas al poder para establecer o construir sus galerías y negocios. Uno de los autores que más ha llamado la atención sobre la necesidad de prestar atención a estas dinámicas es John Cross, quien analiza los procesos sociopolíticos que posibilitaron el desarrollo del comercio callejero en

Ciudad de México. Antes que

centrarse en la dinámica informal de la economía, el autor destaca la necesidad de analizar lo que llama de ‘política informal’ como forma de reintroducir a los actores informales en cuanto actores políticos y de iluminar los procesos a partir de los cuales garantizan colectivamente trabajar en la calle y reducir o escapar de fiscalizaciones o intentos de erradicación.4 En el caso de Ciudad del Este, limitar la noción de política informal a los denominados ‘actores informales’ significaría guardar un espacio, aunque sea conceptual, para una política formal que difícilmente sea distinguible de la primera. Las dinámicas que observábamos en el caso de los mesiteros atraviesan transversalmente el comercio de Ciudad del Este, consolidando un tipo de funcionamiento en el cual legalidad e irregularidades se complementan. Esta dimensión de las reglas está imbricada con la posibilidad misma de las ventas y de las compras en donde la ley aparece claramente como un sistema de modulación a través del cual se producen una serie de efectos en el mundo: oportunidades (lucros mayores comprando del otro lado de la frontera) y posibilidades (ganarse la vida vendiendo en el espacio público); posibilidades que se tornan efectivas (se busca el reconocimiento y la reglamentación de actividades hasta entonces no permitidas o simplemente no reguladas) y oportunidades que se realizan (se trata de hacer como la ley

4

Tal como afirma el autor, “[L]os vendedores de la calle raramente han sido analizados como actores políticos. Mientras que su marginalidad económica ha sido cuestionada por la noción de informalidad, su marginalidad política no lo ha sido – aun cuando la informalidad requiere por definición la evasión de requerimientos legales.” (CROSS, 1998, p.52, traducción propia).


285 establece precisamente para poder contornarla). Inclusive, las distinciones inscriptas por la ley funcionan como marco de referencia para presentarse: hay ilegales más ilegales en los cuales se justifican las acciones (no se está ni robando ni trayendo drogas o armas). La ley aparece como la técnica privilegiada de inscripción de los límites. Sanciona y define espacios, entidades y acciones -derechos y deberes- sobre otras entidades -cosas y personas. Si bien los límites son desbordados a pesar de las sanciones y las definiciones, una vez que las definiciones fueron sancionadas implica que traspasar el límite por ella marcado supone hacer algo ilegal. Las definiciones están ahí y entonces la conciencia de ellas –cuando se tiene conciencia de esas definiciones- supone una decisión que implica cuestiones morales, las cuales siempre son sociales. Algo que tampoco debe ser interpretado como la toma de decisiones fundamentales ni desesperadas Hablando precisamente de la dificultad para analizar muchas prácticas económicas que aparecen como contradictorias con la moralidad, John Davis cuestiona, en un pasaje que vale la pena citar en extenso, ciertas visiones recurrentes en el tratamiento de estos fenómenos. El término genérico de las cosas que no se encuadran dentro de una categoría o que lo hacen en varias de ellas es anomalía. Y algunos antropólogos, especialmente [Mary] Douglas, han enfatizado la incomodidad que las anomalías crean en la mente de los clasificadores: ellas son abominaciones, como en el Levítico, y las personas las tratan con especial reverencia u horror o evitación. Eso puede ser en algunos casos. Pero en otros, la imperfección de las clases puede ser una oportunidad, dándole espacio de maniobra a las personas, ámbitos para la invención y la creatividad. La ambigüedad y la falta de certeza pueden ser realmente perturbadoras, pero también permiten a las personas jugar, no necesariamente las restringe a rezar. (DAVIS, 1992, p.54, traducción propia).

Conjunciones y divergencias Muchas prácticas y relaciones observadas en el trabajo de campo se tornaron inteligibles a través de diálogos que confrontaban lo que debería ser la vida ‘educada’ de la ciudad con


286 el origen rural o de pequeñas ciudades del interior paraguayo de donde provenían muchos de los trabajadores de las calles de Ciudad del Este. Tanto jugar o pelear, como beber y compartir en arenas masculinas de sociabilidad consiguieron reproducirse de forma ampliada a partir de las posibilidades abiertas por las ganancias en el movimiento comercial. A partir de la vecindad y la presencia brasilera y de la experiencia migratoria en Argentina, otros diálogos permitieron explicitar esas dinámicas. Por un lado, a partir de las formas de expresión y resolución de conflictos y tensiones entre los hombres; por otro lado, a partir de las relaciones entre hombres y mujeres. Haber acentuado esos diálogos permitió abordar ciertas características de Ciudad del Este. Otras podrían haber sido resaltadas y analizadas. Como las historias de los hijos universitarios ya graduados de quienes empezaron como mesiteros o, inclusive, de algunos jóvenes mesiteros que están en las salas las universidades particulares de Ciudad del Este, pagando sus cuotas con lo que ganan con sus ventas. Las calles de Ciudad del Este también son el espacio donde todas esas apuestas y esas prácticas suceden. Haber privilegiado los elementos desarrollados en el Capítulo 4 se vincula con aquellas cuestiones que fueron tornándose significativas durante mi trabajo de campo a la luz del foco de mi investigación: el comercio. Aclaración que coloco para cualificar mejor el retrato emergente a partir del análisis de dichos elementos: las conjunciones sociales y culturales que se encuentran en Ciudad del Este no son el resultado de la supervivencia de viejas costumbres sino que son mejor entendidas como prácticas enraizadas en tradiciones diversas, en una contemporaneidad marcada por una rápida urbanización donde las posibilidades de ganancias y consumos inscribieron Ciudad del Este en una modernidad particular. Antes que cosmopolita, local –a pesar de los múltiples grupos presentes y que circulan por la ciudad.

Antes que cerrada en su localismo, abierta a los gustos


287 internacionales locales que ponen a los grupos mejicanos, argentinos y colombianos en los escenarios de sus recitales.

Cuestionamientos y perspectivas Siempre que hablamos de un fenómeno definido por un límite, es fundamental no perder de vista el campo de relaciones que lo estructura. No para escribir sobre la totalidad sino para no quedar preso a uno de los lados definidos por ese límite y reproducir, objetivando en nuestra descripción, aquello que él contribuye a producir. Y por límite no me refiero tan sólo a fronteras territoriales sino a límites sociales en general. Se que la descripción y los análisis presentados a lo largo de los capítulos que pasaron están construidos desde uno de los lados definidos por diversos límites. En Ciudad del Este. En la calle. En los espacios masculinos. En los universos paraguayos. Este trabajo está construido desde esas posiciones, no obstante, en todos los casos intenté colocarlos en el campo de interconexiones en los cuales tienen sentido. Confrontados en otras partes del mundo con lógicas estigmatizadoras semejantes a la que pesa sobre Ciudad del Este, algunos investigadores han cuestionando el reduccionismo presente en dichos retratos pero asumiendo una uniformización inversamente proporcional. El libro de Janet MacGaffey y Rémy Bazenguissa-Ganga sobre los comerciantes congoleños que circulan entre Congo y Francia es un ejemplo de esto. Una investigación interesantísima sobre el comercio desarrollado a través de circuitos alternativos entre esos países, la complejidad que emerge en el libro es reducida a partir de su tesis central: las actividades de las personas envueltas deben ser interpretadas como actos de oposición y resistencia frente a una sociedad que los excluye tanto en África como en Europa (2000, p. 79ss y p.171). En el contexto de los estados africanos de CongoKinshasa y Congo-Brazzaville – con sus crisis, guerras civiles e inestabilidad económica –


288 y en el marco migratorio de una Europa cerrada y restrictiva, la hipótesis parece plausible y políticamente correcta. Sin embargo, al analizar las trayectorias y las posiciones de muchas de las personas que los autores presentan y las actividades en las cuales están envueltas, el mundo de esos comerciantes es antes que nada un mundo de apuestas y deseos de ganancias, de acumulación y de reconocimiento, de reproducción de relaciones tradicionales y de ampliación de nuevos consumos. Es claro que la desigualdad y las diferencias estructuran las posiciones de las personas, sin embargo, ellas no determinan el sentido de sus prácticas. Mucho menos cuando esas prácticas son reivindicadas por los actores con otros sentidos que aquellos señalados por los analistas. En este sentido, es bueno subrayar que el cuestionamiento de algunas definiciones no debe llevarnos a asumir definiciones a priori de carácter inverso. El problema es que discutir desde los contrarios significa mantenerse dentro de la matriz de sentido delineada por la definición que queremos criticar. Cuestionando el contenido de la verdad – negándolo– aceptamos las premisas sobre las cuales esa verdad es construida al dejar intacto el campo de su definición al asumir su opuesto. Invirtiendo el estigma que considera a quienes participan en estos circuitos como indeseables al margen de la ley, las retóricas de la resistencia muchas veces reproducen el mismo tipo de abordaje externo que los primeros. Al final, lo que hagan, piensen o digan las personas, se subsume dentro de un cuadro interpretativo que ya está predefinido. Hablar del trabajo de Janet MacGaffey y Rémy Bazenguissa-Ganga es una forma de hablar sobre la forma de abordar dinámicas sociales que se despliegan en los intersticios de lo regulado y lo perseguido. De lo tolerado y lo permitido. Por compartir el mismo interés que los autores y la misma incomodidad sobre las visiones normativas y condenatorias de las dinámicas analizadas, explorar una critica a su trabajo es, antes que un


289 ataque, una reflexión sobre abordajes para futuras investigaciones. Reflexiones que son sumamente pertinentes para el caso del comercio de Ciudad del Este. Hay dos estrategias privilegiadas que permiten producir una versión externa (i.e. independiente de lo que las personas que investigamos dicen que hacen) y que, en cierta medida, les permitió a los autores citados producir la interpretación externa que plantean a pesar del trabajo de campo y el registro etnográfico que caracteriza el texto. La primer estrategia es reducir la heterogeneidad que caracterizan esos circuitos y universos a una única dimensión. Excluidos o marginales. Perseguidos o desfavorecidos. El colectivo abstracto ocupa el lugar de los actores concreto y entonces puede ‘resistir’ o ‘aceptar’ independientemente de las voces concretas que lo contradigan. Tanto en el caso del comercio de Ciudad del Este como en los circuitos de sacoleiros que allí se abastecen de mercaderías, reducirlos a un segmento social particular implica perder de vista las diferencias y las desigualdades que los constituye. El comercio de Ciudad del Este y los circuitos que se intersectan en él, articulan importantes grupos de poder, emergentes segmentos comerciales y una variedad enorme de medianos y pequeños comerciantes, cuentapropistas, empleados y dependientes. En vez de partir de diferencias que los coloquen en circuitos o dimensiones separadas, tal vez entendamos más sobre ese comercio y sobre el funcionamiento de esos circuitos considerándolos conjuntamente con aquellos que se cruzan en Miami y en São Paulo, las ‘ferias paraguayas’ con los shoppings sofisticados de las ciudades brasileras. La segunda estrategia para mantener una interpretación externa es negando aquello que los actores están haciendo a la luz de una realidad más profunda, imputando causas más básicas que aquellas que las propias personas indican o sino, privilegiando tan sólo alguna dimensión de sus expresiones. Muchos trabajos sobre dinámicas informales e ilegales comparten ciertas retóricas de la decepción que se inscriben en esta estrategia,


290 donde toda acción positiva de las personas es transformada en reacciones sin sujeto: antes que comerciando, sobreviviendo; antes que trabajando, refugiándose del desempleo; antes que intentando hacer dinero, aguantando la condena a la cual el sistema los relega o resistiendo a él; antes que ganándose su vida, alienándose en las ilusiones de consumo y ahogándose las contradicciones de la modernización. A lo largo de mi trabajo, me coloqué por fuera de estas retóricas de la decepción y de la exterioridad, no tanto por una actitud teóricamente responsable sino por una convicción más simple: las personas tienen vidas mucho más ricas y más complejas que vale la pena conocer. A la luz de algunas de las personas que viven en el mundo singular que fue apareciendo en las páginas que pasaron, intenté explicar algunas de las dinámicas y las contradicciones que hacen ese mundo, tomando en serio lo que hacen y lo que dicen las personas que lo viven y lo mueven día a día. Intenté seguir interconexiones que fueron apareciendo y que me fueron indicando, que fui encontrando y que habrá que seguir trabajando. Espero haber conseguido presentar la densidad y la complejidad de ese mundo a partir de mi relato. Si además de eso, nuevas preguntas pueden ser formuladas, entonces el camino habrá valido la pena.


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310

ANEXO 1 Planos de intersección en la confluencia de los límites internacionales de Paraguay, Brasil y Argentina. Población, tamaño y división político-administrativa por ciudad, estado (BR) departamento (PY) o provincia (AR) y país. Las municipalidades (PY), prefeituras (BR) y departamentos (AR) corresponden a la mayor división administrativa dentro de los anteriores.

R I O

PARAGUAY 2

BRASIL Extensión: 8.514.876 km2 Población: 169.799.170 (2000)

Extensión: 406.752 km Población: 5.163.198 (2002)

P A R A N Á

Departamentos: 17 + distrito federal Municipalidades: 218

Dpto. Alto Paraná Extensión: 14.895 km2 Población: 558.672 (2002) Capital: Ciudad del Este Municipalidades: 19

Ciudad del Este Población: 222.274 (2002)

Puente de la Amistad inaugurado el 27-03-1965

Fundación: 1957 como Puerto Presidente Stroessner

Estados: 26 + distrito federal Municipalidades: 5.560

Estado de Paraná Extensión: 199.314 km2 Población: 9.563.458 (2000) Capital: Curitiba Municipalidades: 399

Foz do Iguaçu Population: 258.543 (2000) Fundación: 1889

Puente Tancredo Neves R I O

inagurado el 29-101985

Puerto Iguazú P A R A N Á

Población: 32.038 (2001) Fundación: circa 1901 como Puerto Aguirre

Provincia de Misiones Extensión: 29.801 km2 Población: 965.522 (2001) Capital: Posadas Departamentos: 17

ARGENTINA Extensión: 3.761.274 km2 [1] Población: 36.260.130 (2001) Provincias: 23 + Bs.As. Departamentos: 512

RIO IGUASSU


311

ANEXO 2 Sobre los datos y la forma en que fue construido el gráfico de tráfico de vehículos en e1 Puente de la Amistad, Puente Tancredo Neves y trecho Sta. Tereza - Ceu Azul (Gráfico 1 – Capítulo 1 – Pag. 45).

El Volumen Medio Diario Anual (VMDA) para el año 2001 y 1999 de los tres lugares de medición están estimados en base a la información de los meses para los que tenemos datos (6 y 5 meses, respectivamente). Los VMDA del año 1998 -para los tres lugares- es un promedio elaborado sobre la base de 6 meses (de hecho, la planilla está fechada el día 30/09/98). La serie 85/89 VMDA para el Puente de la Amistad son de DNER, 1994. Otro dato hallado indica una discrepancia (DNER, 1988[21/03/1988] para 1987:16.038 frente a los 14.864 utilizados para este cuadro provenientes de DNER, 1994) El VMDA para 1989 es un cálculo y proyección hecho por DNER-Foz do Iguaçu el 4 de octubre del mismo año. Interesante el conteo manual realizado por personal del DNER que da una visión del tipo de vehículos que circulan:

carros de paseo............ 12450 ómnibus......................... 480 camión leve.................... 1260 camión medio................ 240 camión pesado.............. 225 Remolques..................... 345

2070

Hay también otra clasificación que cuenta a los “vehículos de transporte fronterizo”, que serían: camiones pequeños................... 326 carros de paseo con carga........ 1724 kombi y camioneta pequeña.... 1830

En la misma estimación, el calculo promedio de personas que se calcula por día (en base a 3 personas x carro de paseo, 40 x ómnibus y 1 x camión) da un total de 58.620. Después del 29 de septiembre de 1998, el servicio de conteo en el puente fue interrumpido hasta que volvió a funcionar en agosto de 1999.


312

Entre 1980 y 1988 Waldely estudiaba

ANEXO 3

periodismo y trabajaba en la Prefeitura de

‘Bijouterie, roupas e outras coisinhas’

Santos. Con lo que ganaba se pagaba la facultad, por lo que necesitaba otra forma

El lugar que ocupó Ciudad del Este en los

de ganar dinero para tener en el día a día.

circuitos comerciales brasileros aparece en

Comenzó a vender bijouterie a inicios de

las más variadas historias de comerciantes,

los 80’s, para lo cual realizó su primer

camelôs y empresarios a lo largo de país.

viaje para proveerse: São Paulo, Rua 25 de

El caso de Waldely, una comerciante de

Março.

Santos (São Paulo) que en 2001 tenía dos Tinha que arrumar um jeito de ter um dinheirinho para sair, para me vestir. Porque eu achava chato – a minha mãe já sustentava a casa, tinha meu irmão também que era pequeno – ter que me dar alguma coisa. Eu não gostava de pedir. Aí eu comecei a vender bijuteria. Eu peguei um dinheirinho, fui para São Paulo, todo mundo sabe, na 25 de Março, e daí eu comecei com bijuteria. Eu fiquei durante três anos vendendo bijuteria, e tinha umas coisinhas assim, uns artigos importados, que hoje seriam. Eram umas canetinhas diferentes e tal.

negocios de ropa en esa ciudad, es un buen ejemplo

para

observarlo

desde

una

experiencia particular.1

1

El material que sigue a continuación fue tomado del “Projeto Memórias do Comércio II – Baixada Santista” realizado por el SESC–SP. Los entrevistadores en este caso fueron Ignez Barreto e Claudia Fonseca y la entrevista está datada el 24 de Outubro de 2001, Baixada Santista. La descripción de la entrevistada es la siguiente: “Waldely Soares Chioro Rezende - Raony /Yasmin (nombre de los comercios) - Vestuário 11 de agosto de 1959 - Santos, SP. É neta de santistas com ascendência italiana, alemã e portuguesa. Seu avô já possuía uma loja de material dentário, a Dental Soares. Participou do Movimento Bandeirante, realizando campanhas de arrecadação de fundos e de diversos acampamentos. Órfã de pai desde os onze anos, começou a trabalhar em 1974 no Mobral, com alfabetização de adultos. Nos anos de 1974 e 1975 trabalhou como secretária no Centro Cultural Brasil-Estados Unidos e, no Colégio do Carmo. Entre os anos de 1975 e 1980, trabalhou como auxiliar de escritório na LTB - Listas Telefônicas. Estudou jornalismo ao mesmo tempo em que trabalhava na Prefeitura Municipal de Santos, entre os anos de 1980 e 1988, época em que começou a vender bijuteria e roupas. Em 1988 montou sua própria loja, a Raony, tendo por sócio seu marido. Atualmente também é proprietária da loja Yasmin.” La entrevista completa está en, http://www.sescsp.com.br/sesc/hotsites/memorias docomercio/comercio/depoimentos/depoimentoc omp.cfm?id=266&modo=san&imagepath=../../co merciosan/&pasta=depoimentos

Tres años pasó vendiendo esas cosas en la facultad, en la Prefeitura y para las amigas. Después de tres años decidió dar un salto que

significó

otro

movimiento

para

comprar mercadería: Rio de Janeiro. Resolvi dar um passo maior e aí eu entrei com roupa. Fui pro Rio de Janeiro, não conhecia nada, nunca tinha ido, não sabia endereços, nada. Aí comecei a procurar, fiz um roteiro direitinho, só que a primeira compra, como em todo comércio, a primeira compra é a vista. Você paga tudo. Trouxe pra Santos, comecei a vender pras amigas, e aí


313

foi. Primeiro eu ia na casa das minhas amigas ou de pessoas que elas indicassem. Eu saia da Prefeitura, ia, marcava um horário, levava a mercadoria para as pessoas. Depois, o negócio começou a crescer. Era uma mala, depois eram três, até doze. Aí eu montei um esquema dentro da minha casa, e eu vendia roupa em casa. Eu fiquei 11 anos em casa.

galería y más tarde, otro negocio en un shopping center. Esa es la narrativa su trayectoria en el comercio. Sin embargo, cuando los entrevistadores le preguntan más en detalle sobre cómo era que hacia las ventas de ropa cuando todavía no usaba su

casa

como

movimiento

boutique,

para

un

comprar ubicado

cuarto aparece

La elección de Rio de Janeiro fue por el

(cronológicamente,

entre

el

lugar que la ciudad ocupaba en el mundo

segundo y el tercero). Después de cumplir

de la moda en aquellos años, lugar que

su horario en la Prefeitura, Waldely salía a

empezó a mudar y pasó a ser ocupado por

visitar las casas de las personas interesadas

Belo Horizonte. Ese constituyó el tercer

cargando las ropas. ¿Dónde cargaba esa

movimiento de Waldely para realizar

ropa?

compras. Hablando de Rio de Janerio, ella dice: Na época era a capital da moda. Naquela época era. Hoje em dia não é mais. Hoje em dia Belo Horizonte tomou conta desse espaço. Hoje a moda nacional seria mais Belo Horizonte. Basicamente é. É o carro chefe. O Rio, eu fiquei assim com uma partezinha bem pequena. Porque quando eu comecei a vender roupa, era assim: 100% Rio. Aí, com esses planos Real e tal, Belo Horizonte começou a aumentar e em conseqüência o Rio começou a diminuir, a minguar. Boas fábricas fecharam, ou senão mudaram de ramo. Quem produzia roupa começou a produzir modinha. Aí o mercado ficou bem restrito. Eu tive que partir pra Belo Horizonte. Levando roupa de Belo Horizonte uns 15 anos.”

- Ah, sim, eu punha na mala e ia. Não era uma mala normal, era uma mala bem grandinha. Eram uns sacos que na época eu comprava no Paraguai, eram todos de couro. Também teve a fase do artigo importado. - (entrevista) Você foi pra lá também? - Também, fui sacoleira de lá. Sacoleira eu já era, aí eu comecei a ir para o Paraguai. Eu fiz Paraguai durante uns dois anos. Mas para o Paraguai era diferente: eu saia daqui com as encomendas feitas. Então era perfume que eu trazia, relógio, casaco de couro, maquiagem, shampoo de lá. Era uma fase mais fácil que não tinha fiscalização assim tão acirrada. Según Waldely, con la mercadería que compraba en Paraguay ella trabajaba por encargue

Después de años vendiendo en su casa, Waldely instaló su primer negocio en una

y

siempre

vendiendo

particulares, nunca a comercios.

a


314

- Eu normalmente chegava, enchia duas camas de solteiro, eu lembro, eu enchia as camas - do meu irmão e a minha - de guarda-chuva, essas coisinhas todas. Tudo que era miudeza eu trazia de lá. Era muito engraçado passar na fronteira, porque às vezes estava um frio, tinha umas botas grandes, eu punha uns vinte relógios, aí não dava para dobrar a perna. Era uma aventura ir para o Paraguai, você não sabia nunca quando você ia ser pego na estrada. - (entrevista) Passou algum aperto? - Vários apertos, porque no meio do caminho às vezes havia fiscalização e o pessoal parava. Era um tal de trocar... era um pessoal unido porque a gente sempre viajava nos mesmos grupos. Uns traziam muito 7whisky, muita bebida; eu trazia muito relógio, então a gente trocava.2 Havia essa camaradagem. Naquela época o Paraguai era só isso, o pessoal ia buscar só esse tipo de mercadoria. - (entrevista) Produtos eletrônicos você vendia? - Eletrônico era muito pouco. Quando eu parei de trabalhar, aí que começaram a trazer vídeo cassete, aí que começou a aparecer esses eletrônicos. Até então eram os perfumes, guarda-chuvas, batons. Tinha batons de tudo quanto era jeito. Era só isso. Nada proibido, era proibidinho normal.

mercaderías.

Stroessner

Paraguay en

(Puerto

aquel

comerciantes

competencia, ascendentes

ciudades.

otros o

en

movimientos

descendentes

en

la

¿Cómo se conocen esos movimientos? ¿Cómo se sabe que conviene ir a hacer compras al Paraguay? Preguntada por los entrevistadores sobre cómo supo que Belo Horizonte había reemplazado a Rio de Janeiro en la dirección de la moda brasileira, Waldecy responde: Se percebe. Você convive com outros sacoleiros, lojistas, então cada um vai indicando para o outro. O que não acontece no comércio. É muito engraçada essa diferença de sacoleiro para o comerciante, porque todo o comerciante não pode esquecer que um dia foi sacoleiro. Ninguém abre uma loja de um dia para o outro, a não ser, hoje em dia que o pessoal pega suas indenizações e decide ser comerciante. Aí você vê esse mundo de loja fechando, a pessoa não teve ninguém para dizer: “Olha, começa na sua casa, para ver se você gosta, se você tem jeito, porque às vezes você pode até gostar mais não tem jeito de vender e muito menos de receber, porque não adianta só você vender, você tem que receber.3 O fundamental

Belo

3

Las ‘trocas’ que se refiere Waldely son un arreglo distribución temporaria de mercaderías para adecuarse al límite impuesto por la ley para ingresar mercadería del exterior descrito en el Capítulo 6.

distintas

preferencia de los compristas.

Horizonte: lugares para proveerse de 2

de

Algunos de esos espacios aparecen en

Presidente

entonces),

comerciales

conectados a partir de los movimientos de

São Paulo (Rua 25 de Março), Rio de Janeiro,

Centros

‘Gostar’, ‘ter jeito’ y ‘receber’. Placer y saber. Un saber práctico, o mejor tal vez sea la idea de capacidad tanto para vender como para cobrar. Esas serían las condiciones para que a un comerciante le pueda ir bien. Pero la dimensión del ‘gostar’, más adelante, va a parecer como


315

hoje em dia do comércio. Então, naquela época o sacoleiro dava muitas dicas, um fala para o outro: “Olha, está melhor lá.” Eu também fui com a cara e com a coragem, eu não conhecia Belo Horizonte, também não sabia os lugares, mas depois de 15 anos a gente faz um roteiro.” (resaltado mío).

sombra del problema que coloca el límite

Si bien la historia de Waldecy se ajusta

vimos anteriormente y como lo establecen

perfectamente al tipo de comerciante que

esas palabras de Waldely comparando lo

realiza su carrera a partir de grandes

que ella traía con lo que después se

movimientos en procura de mercaderías,

empezó a traer: “Nada proibido, era

está claro que esa no es la historia de todo

proibidinho normal.”

comerciante brasilero. Sin embargo, ella nos permite comenzar a comprender la articulación entre comercio y movimiento constitutiva

de

parte

del

comercio

desarrollado en las ciudades brasileras. Articulación que nos da herramientas para comprender mejor el lugar de Ciudad del Este en esa dinámica: un lugar de provisión de mercaderías siempre a la condición necesaria para que las cosas puedan acontecer. Exponiendo un poco su filosofía de trabajo –y de vida-, Waldely comenta los viajes de Belo Horizonte de esta manera. “Tudo que você faz porque gosta, dá certo. Se você não tiver prazer em fazer, não funciona. Me dá prazer ir para Belo horizonte, andar dois dias consecutivamente, você vem cansada, mas me dá prazer. Eu vou comprando as mercadorias e vou lembrando das pessoas que eu vou servir. Aí você trás, arruma na loja; é prazeroso, você recebe um, você mostra. Hoje em dia não é assim, trabalha porque precisa. Isso é um grande bloqueio, sem contar que o pessoal não se estimula a ir para frente, não sei te explicar.”

legal

para

ingresar

mercaderías

del

exterior. Límite que no es interpretado como una cuestión precisa y definida sino que presenta diversos matices, tal como


316

Con tantos compristas dirigiéndose a

ANEXO 4

esa ciudad, no es de sorprenderse que

Sulanca y muamba La Feria de Caruaru

también se vean asediados por asaltantes, tal como acontece con aquellos que viajan

Localizada a 138 kilómetros de la capital del Estado de Pernambuco, Recife, la

a Paraguay. Al menos es lo que emerge en los periódicos regionales.4 Caruaru, tal como parecen indicar esos

ciudad de Caruaru es conocida por varios motivos: como la capital del Agreste pernambucano, como la capital del ‘forro’ y, según dicen sus habitantes, como la sede de la mayor feria del mundo.1 Con más de 100 años de existencia, la de Caruaru es una inmensa feria donde se comercializan tejidos, cerámicas, bebidas y alimentos.2 Ocupando el Parque 18 de Maio -en el centro de la ciudad-, la feria funciona todos los días con unas 2000 barracas permanentes. Los martes, sin embargo, el número de barracas puede llegar a 9000. Ese enorme crecimiento se da porque el martes es el día de la Feria da Sulanca , feria que recibe millares de

asaltos, es también un centro importante de sacoleiros. Y si bien aparece como centro regional de comercio, no sólo allí se dirigen

también de otros estados vecinos.3

compristas

que

van

a

Pernambuco. También van a Santa Cruz do Capibaribe5 y Toritama, que junto a Caruaru son los municipios que componen el denominado Polo da Sulanca, el cual producía a fines de los 90 unas 96 millones de piezas de vestuario por año facturando unos 300 millones de reales anuales. Alrededor de unas 45.000 personas por semana recorren las ferias de confecciones que son realizadas en diferentes días en cada una de las ciudades. Pero los sacoleiros pernambucanos y

compradores que vienen no sólo de distintos puntos de Pernambuco sino

los

de los estados vecinos que van a Caruarú no sólo van a buscar ropas. También van a buscar los productos que se ofrecen en la ‘Feira do Paraguai’. “A feira começa todas

1

2

3

En junio –festejando la fiesta de San Juan- la ciudad llega a recibir más de 1 millón de personas, mes durante el cual se realizan shows con las grandes figuras del forro nacional. La feria es famosa por las artesanías en cerámica características del nordeste producto del estilo del maestro Vitalino, quien desde finales de los 40s se instaló en la ciudad. La Feria de la Sulanca de Caruaru funcionó hasta 1999 durante los días lunes. A partir de ese entonces pasó a funcionar los días martes. Sobre

4

5

esa transfromación y algunas protestas en torno a ella, ver Jornal do Commercio, 21/4/1999. Ver por ejemplo Gazeta de Alagoas, 3/12/2002; Tribuna del Norte, 10/9/2002; Jornal do Commercio, 25/7/2001. Según datos de la presidenta de la Associação de Confeccionistas de Santa Cruz de Capibaribe (ASCAP), Maria de Fátima do Nascimento, sólo en esa ciudad había unas 3000 minifabricas de confecciones.


317

as segundas às 20h e termina ao meio-dia

por el crecimiento del número de personas

da terça. Cerca de três mil comerciantes

vinculadas a laa feria. En las palabras de

sobrevivem dessa atividade e a feira atrai

un conductor de ómnibus que viajaba

compradores

interior

llevando compristas a Ciudad del Este una

pernambucano e até de estados vizinhos.”

vez por semana, “Nos últimos anos a

(JORNAL

concorrência cresceu a tal ponto que

de

todo

DO

o

COMMERCIO,

muitos ambulantes passaram a vender

22/10/2000). 1999,

mercadoria pelo preço comprado no

anunciando la posible desaparición de la

Paraguai, o que foi uma festa para os

Feira do Paraguai por causa de la

consumidores desses produtos.” (idem).

desvalorización del real, brinda algunas

Otro de los feriantes decía que lo que había

informaciones

golpeado a la Feria fue la caída de las

Una

nota

periodística

interesantes.

de

La misma

habría comenzado a funcionar en 1989 y

ventas

diez años después -en 1999- unas 1000

comerciantes que actuaban en las ferias

barracas

libres de otros municipios.

estaban

registradas

en

la

en

grandes

cantidades

para

municipalidad para trabajar en la Feira dos

Lugar de provisión de mercaderías, los

Importados, popularmente conocida como

productos de Ciudad del Este llegan hasta

Feira do Paraguai. Alrededor de

3000

Caruaru, irradiándose después de la mano

o

de tantos otros sacoleiros que venden esos

indirectamente con esa feria. Por cada feria

productos en los municipios y estados

–en aquel entonces, cada lunes–, el

vecinos. El caso de Caruaru, sin embargo,

promedio de ingresos de cada barraca era

presenta otro elemento en esa relación

de unos R$ 1000, llegándose a duplicar

entre movimiento y comercio. Como es

durante el mes de diciembre, época del año

colocado en un reportaje aparecido en el

que se registran las mayores ventas. De

Jornal do Commercio de Recife, “Os

acuerdo con la nota, uno de los feriantes

sulanqueiros pernambucanos se destacam

decía que “A tendência é falir, pois a

entre os sacoleiros de todo o país, já que

margem de lucro diminuiu, não chegando a

são os únicos que ‘exportam’, além de

15% no valor de cada produto.” (JORNAL

trazer mercadorias do Paraguai.” (JORNAL

DO

DO COMMERCIO, 22/10/2000).6

personas

sobrevivían

COMMERCIO,

directa

7/2/1999).

Esa

disminución de lucros, sin embargo, no comenzó con la desvalorización de la moneda sino que ya venía pronunciándose desde unos años. Algunos lo explicaban

6

Realizado por Eduardo Machado (periodista) y Leopoldo Nunes (fotografo), quienes van y vuelven con los vendedores/compristas hasta Ciudad del Este, saliendo de Caruaru.


318

En

el

los

lado paraguayo. Para ello fraccionan la

periodistas para ese reportaje, salieron de

ropa en bolsas donde colocan unas

Caruaru con 4 sulanqueiros (en este caso,

cincuenta piezas. Esto no impide que

vendedores de ropas producidas en Santa

muchas

Cruz de Capibaribe) y 20 pasajeros que

fiscalización de aquel lado y necesitan

descendieron en São Paulo7 -2700 km de

entregar mucho dinero para poder seguir

distancia desde Caruaru. Tras 57 horas y

circulando. “De acordo com Carlos (...),

media de viaje –después de recorrer los

pernambucano de Caruaru, há seis anos

restantes 1150 kilómetros que separan São

atuando como ‘laranja’ em Foz, os fiscais

Paulo de Foz do Iguaçu, llegaron a destino.

da Aduana paraguaia são o pior empecilho

Salieron un viernes, llegaron el lunes y el

da travessia. “Quando a gente traz uma

martes comenzaron a pasar las ropas para

mercadoria cara, o acerto já é feito com os

Ciudad del Este para después volver con

fiscais do lado brasileiro. O problema é

mercadería

los

entrar no Paraguai. Basta a mercadoria cair

grupo

na mão de um fiscal de lá que vai ter que

particular de ‘laranjas’: “Em Iguaçu, um

rolar muito dinheiro para tirar. Caí uma

grupo de pernambucanos atua como

vez com uma sacola de roupa e o cara

‘laranjas de mão dupla’ levando sulanca

pediu R$ 150 para liberar, quando cheguei

para Ciudad del Este e trazendo muamba

com o ‘toco’, ele pediu mais R$ 100. São

para o Brasil. Por conta desse trabalho,

uns ladrões”, disse o ‘laranja’.” (idem)

sulanqueiros

viaje

de

que

allá.

trabajan

realizaron

Para con

eso, un

eles passam temporadas de até três meses

veces

Según

sean

parados

comerciantes

de

por

ropas

la

de

na cidade e já têm quartos alugados...”

Ciudad del Este, el 30% de los productos

(idem). Además del control en la aduana

comercializados en esa ciudad viene de

brasilera, estos laranjas se enfrentan con el

Pernambuco y de São Paulo, siendo los

problema de ingresar estas mercaderías al

mismos generalmente comercializados por ‘mesiteros’.

7

Tomando en cuenta el barrio donde bajaron esos pasajeros –en el barrio de Brás-, me pregunto hasta que punto no se trataba también de sacoleiros e inclusive de sulanqueiros llevando ropas para vender allí. La presencia nordestina en el barrio de Brás, por otro lado, parece indicar algo más que simples viajes de pasajeros a São Paulo. Por ejemplo, a inicios del 2003, de acuerdo con el presidente de la Associação dos Comerciantes do Brás, unos 1500 comercios de los 5000 del barrio estaban en manos de nordestinos, entre ellos los comercios de mayor porte del barrio: el Lojão do Brás, Têxtil Abril, Gripon e Dujavan. (PANORAMA BRASIL, 2003).

De

acuerdo

con

una

comerciante que trabajaba con sulanca pernambucana (ella no sabia que la misma venía del nordeste, menos aun de qué ciudad), “Nosso maior público são os donos de pequenas lojas, bancas de rua e bazares de cidades do interior do Paraguai. Eles compram em grandes quantidades e


319

vendem a varejo com 100% de lucro, no

pequenos comerciantes. Por viagem, cada

mínimo.” (idem).

um fatura em média R$ 5 mil, repassando

Una vez pasada la ropa y distribuida a los compradores de Ciudad del Este, los mismos

trabajan

Las previsiones de que la Feria do

sulanqueiros ahora convertidos –tal como

Paraguai acabase que aparecían en esa nota

la

en

de 1999 que mencionaba anteriormente,

muambeiros, ingresando las mercaderías

parecen no haberse realizado en ese viaje

compradas en CdE al Brasil. Lo que

de octubre del 2000 y, siguiendo algunas

compran en allá son “...brinquedos, fitas

noticias, la misma todavía continuaba años

cassete e toda sorte de bugingangas”

después. Las 14 toneladas de mercadería

(idem). La vuelta fue realizada en 54 horas

tomadas por la Policia Federal en un

siguiendo la estrategia de otros ómnibus de

ómnibus que volvía de Ciudad del Este y

sacoleiros en su retorno al lugar de partida:

se dirigía a Caruaru en abril del 2002

intentando

(CORREIO

periodística

lo

para

Caruaru.” (idem).

los

nota

laranjas

as mercadorias para os feirantes de

coloca-

8

mantenerse

lejos

de

la

BRAZILIENSE,

23/4/2002)

fiscalización. “Ao contrario da ida, quando

parecen confirmar, sino la buena salud de

cada posto da PRF recebia ‘incentivos’

la feria, al menos la continuidad del flujo

para deixar passar o ônibus,9 na volta a

de mercaderías.

estratégia era driblar a fiscalização.”

Así como la mercadería que llega del Paraguay

(idem). Una vez en Caruaru, los productos son

a

Caruaru

continúa

su

movimiento –a través de tantos otros

colocados a la venta o distribuidos entre

sacoleiros

diversos comerciantes de la Feira do

diversos lugares, la sulanca pernambucana

Paraguai. “A maioria dos sulanqueiros-

llega a Ciudad del Este para continuar

muambeiros

circulando

que

viajam

nos

ônibus

y

de

comerciantes-

la

mano

rumbo

de

a

otros

clandestinos até possuem bancas na feira,

comerciantes que la revenden en esa

mas atuam como distribuidores para os

ciudad o en distintos puntos del Paraguay. Inclusive, algunas de esas prendas vuelven

8

9

De hecho, en la nota son llamados de ‘sulanqueiros - muambeiros’. La entrega de ‘incentivos’ en el camino de ida es particular al caso de los sulanqueiros quienes transportan la sulanca de formas irregulares para la circulación de ómnibus. De acuerdo con el reportaje, en el ómnibus en que viajaron habían sido retiradas varias hileras de asientos con el fin de llevar más pilas de ropa. Inclusive el toilette fue ocupado con mercaderías.

al Brasil de la mano de sacoleiros de otras partes del país.

De tudo que há no mundo, tem na feira de Caruaru.


320

Cantaba Luiz Gonzaga, el famoso músico nordestino. Y si la frase puede tener algún sentido es precisamente por todos aquellos que hacen al mundo estar presente en la forma de productos en esa feria. Y ahí los personajes que viajan para comprarlos, los viajes a Ciudad del Este y a São Paulo. Y la continuación de tantos otros viajes que hacen las cosas circular.


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