Identidad y Lengua en la Definición Dual de Cultura

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Publicado en: Cáceres Sergio; Zarza Miguel (Comp.), Identidad e Historia. Pensamientos del Bicentenario, Centro de Investigaciones en Filosofía y Ciencias Humanas-Secretaría Nacional de Cultura, Asunción, 2013.

Identidad y lengua en la definición dual de cultura

Luis Ortiz1

Nación y prenoción Nunca antes en Paraguay, el reconocimiento de la diversidad cultural cobró un peso tan significativo como en los tiempos de democratización, haciendo posible la reivindicación de derechos por parte de grupos sociales históricamente excluidos. Pero persiste, en consonancia con el discurso políticamente correcto de la pluralidad democrática, la prenoción de que la “identidad nacional” posee un sustrato “mestizo”. Ese argumento adquiere plausibilidad en varias dimensiones de la realidad, especialmente con el bilingüismo. La lógica cultural dominante que se construye sobre este prejuicio, disimula la diferenciación social entre los grupos, presentándola como disputa abstracta entre tradición y modernidad o, para utilizar los términos de J. Natalicio González, entre lo “autóctono” y lo “exótico”2. La pluralidad cultural, así, es un fenómeno evocado discursivamente pero relegado en la práctica: se la evoca en tanto justifica la institucionalidad política pero se la rechaza en tanto reivindica derechos. Esta noción de sentido común actúa como una narrativa y ficción compartida entre distintos sectores, sean las élites dominantes, los intelectuales -que lo reelaboran como discurso “crítico”- o los grupos sociales desfavorecidos. De este modo una prenoción cristaliza una idea de Nación. Una ficción: dos culturas En la construcción del espacio cultural común, que constituye el Estado-Nación paraguayo, la diferenciación social resultante de la colonización, cobró legitimidad cultural en la representación de la conquista como “alianza”. La baja migración española a esta región, particularmente escasa de mujeres, permitió instaurar tempranamente el mestizaje como el fundamento étnico de la población. Fuentes historiográficas muestran que en su edad temprana, la sociedad colonial institucionalizó la diferenciación sociológica entre “españoles” e “indios” como matriz de la dominación cultural entre los grupos sociales3. Esta diferenciación cobró vigencia incluso entre los descendientes de españoles e indias, los así denominados “mancebos de la tierra”, diciéndose entre éstos “españoles” a los que ocupaban una posición dominante en la sociedad colonial e “indios” a los de una posición subordinada.

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Sociólogo. Docente universitario e Investigador. González, J. Natalicio, El Paraguay Eterno, Ed. Guaraní, Asunción, 1935. 3 Susnik Branislava, El rol de los Indígenas en la Formación y en la vivencia del Paraguay, Ed. IPEN, Asunción, Tomo I, 1982. 2

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Como refiere Charles Tilly, la desigualdad se instaura y persiste cuando la distinción entre dos categorías sociales cualesquiera (vg. varones y mujeres, indios y blancos, pobres y ricos, etc.) son construidos como pares diferenciados y jerarquizados y, luego, aceptados como sentido común en la sociedad. La naturalización de las jerarquías, convierte las categorías diferentes en desiguales4. La distinción colonial entre “españoles” e “indios” primero y, “españoles” y “mestizos” después, fue cobrando nuevas formas con el correr del tiempo. La diferenciación categorial de este tipo se transformó en el último siglo en pares categoriales que expresaron una organización social diferenciada según criterios étnicos, socio-espaciales o de clase (“blancos” e “indios”, “citadinos y “campesinos”, “alta sociedad” y “sector popular”). Si bien los ejes son distintos en cada una de estas diferencias, todas comparten el contexto social marcado por desigualdades pronunciadas. Ahora bien, los imaginarios de los paraguayos sobre la cultura albergan una paradoja: el sustrato étnico (mestizo) de la sociedad es compatible con una división social basada en el nexo –real o imaginario– con algún linaje europeo, relegando la población de presumido origen indígena. La retórica del mestizaje como fundamento étnico y cultural de la nación paraguaya, sirvió en efecto para la constitución de un imaginario identitario nacional, hegemónico, diluyendo las diferencias sociales y las discriminaciones concretas. “De acá la negación del conflicto y la permanente necesidad de encubrir los aspectos contradictorios y escamotear diferencias y tensiones internas: el “alma nacional” es una y anima un Pueblo heroico que avanza en gesta épica desde su directo antepasado guaraní hacia algún futuro glorioso y triunfal”5. Capucine Boidin sostiene que, en la implementación de la reforma educativa paraguaya, el discurso de cierto vivalism cultural, dominante y políticamente correcto, situó tanto el español como el guaraní como dos caras de una sola “identidad nacional”, haciendo de la exaltación de la “dualidad cultural” paraguaya, un mecanismo de legitimación de la dominación en el espacio social6. Este discurso “bien pensante” realiza una equivalencia entre cultura nacional y mestizaje: “Dado que el nacionalismo es mestizaje y es conciencia de identidad amenazada (…) la eliminación de uno de estos elementos de lucha es un atentado contra la conciencia y la cultura nacional”7.

Más que una constatación de facto, este planteamiento es un recurso ideológico, manifestado en esferas concretas de la experiencia social tales como la lengua hablada. En este sentido, lo ideológico no parte de la realidad concreta para volverse representación compartida, sino que parte de las prenociones ilusorias, eficaces sobre la realidad social, para dotarla de una lógica pragmática. 4

Tilly Charles, La desigualdad persistente, Ed Manantial, Buenos Aires, 2000. Escobar Ticio, El mito del arte, el mito del pueblo, CAV/Museo del Barro, Asunción, 2011. 6 Boidin Capucine, “La política de Educación bilingüe guarani español en el Paraguay de los años 90”, en Revista Paraguaya de Sociología, CPES, Año 36, N° 105, Asunción, Mayo-Agosto de 1999, p. 147-158. 7 Melià Bartomeu, Una nación, dos culturas, Ed. CEPAG, Asunción, 1997, Pág. 76. 5

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La postura “bien pensante” que presenta la cultura nacional como mestiza no difiere conceptualmente de los argumentos conservadores de J. Natalicio González, quién refería que la amalgama hispano-guaraní ofrece a la nacionalidad un “alma” inquebrantable, tomando de su “fuente” hispana su ímpetu progresista mientras que de la guaraní, el espíritu sustantivo de la identidad nacional. En efecto, estas ideas no presentaron variaciones en el curso de siete décadas. Cobraron fuerza en un contexto ávido de reinterpretación épica de la historia y contribuyó con la noción compacta de Nación, ingrediente fundamental de la ideología populista y autoritaria8. Su fuerza no reside tanto en su originalidad argumentativa como en su capacidad de reelaborar el sentido común, adaptándolo a una sociedad que se prestaba -y se presta aún- a modelos simplificados y verticalistas en la producción de sentidos. El punto de vista romántico que caracteriza a la tesis “bien pensante”, invisibiliza la discriminación concreta de la que es víctima la población indígena, planteando subrepticiamente que lo guaraní de la cultura es lo mestizo de la identidad nacional. Además se des-complejiza la realidad, caracterizada por una variedad de códigos sociolingüísticos y de matrices étnicas. La estructura social paraguaya signada por la desigualdad queda, así, disimulada. La ideología que reviste la categoría de “mestizaje” se refuerza con la categoría de “pueblo” o, mejor aún, de pueblo mestizo, presentando una sociedad diferenciada y jerárquica como comunidad nacional sin más, como entelequia romántica. Lo popular, lo mestizo –y lo bilingüe, como veremos a continuación–, definen la historia, imputan un trayecto colectivo unívoco y diluyen las discordancias discursivas. Como refiere Ticio Escobar: “Estos diferentes contenidos (…) son sostenidos en torno a un relato mítico ingenuo y poco imaginativo, pero bastante eficaz, cuyo argumento es más o menos el siguiente: impulsada por el progreso, la Historia marca el desarrollo lineal de una gesta épica que se desenvuelve desde un punto fijo pasado, constituido por el mestizaje (indio noble más hidalgo español), hasta uno presente, pletórico de bienestar”9. La lógica cultural dominante disimula la diferenciación social entre los grupos y la asimilación compulsiva de las identidades, como una abstracta tensión entre tradición y modernidad, colocando las formas culturales de los grupos desfavorecidos del lado de la tradición. Cuando no hay desprecio contra éstas, hay condescendencia, que es otra forma de desprecio. Los indígenas, los campesinos y, en suma, los grupos desfavorecidos en general, son reunidos discursivamente en las categorías de “pueblo”, “mestizo” o, también, “pobre”, que tienen la función ideológica de trasfigurar la exclusión concreta por la inclusión abstracta. El carácter mestizo del pueblo refuerza el prejuicio de la dualidad, convirtiendo el sincretismo en el fundamento cultural de la nación, al mismo tiempo que, por su contenido indígena (lo guaraní), se lo relega en la práctica del poder legítimo.

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Rodríguez Alcalá Guido, Ideología autoritaria, RP Ediciones, Asunción, 1987. Escobar Ticio, Op. cit., Pág. 104.

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Esta ideología no vela un contenido de la realidad, ocultándolo, sino que la realidad está constituida por una ilusión dual, la que es admitida como tal pero de la cual es imposible abstraerse, por tratarse, como dice Zizek, de una construcción ética10. No es el contenido de la realidad sino la relación de los sujetos con su forma la que toma un carácter encantado, al modo de un fetichismo. El fetichismo del bilingüismo La población paraguaya es caracterizada como bilingüe y este fenómeno es aceptado sin problematizar, asumiéndose el bilingüismo como una realidad expandida en la sociedad. Una explicación del origen de esta concepción sostiene que el bilingüismo paraguayo se extiende a toda la población, difiriendo en sus esferas de uso, el español siendo el idioma de la esfera oficial y el guaraní el idioma de la esfera doméstica11. Otra explicación propone, a partir del concepto de "diglosia", que la disparidad de usos en las esferas obedece a una distinción entre los campos semánticos, generando una dominación de uno sobre otro12. Asimismo, perspectivas posteriores señalan que el bilingüismo supone una superposición disfuncional, de modo que el guaraní es vivenciado como una marca negativa por sus hablantes en esferas en las que el español es la lengua legítima. Este planteamiento enfatiza que las esferas de uso estructuran a los hablantes, signados por una experiencia doméstica, coloquial y local, en el caso de los hablantes del guaraní y por una experiencia pública y global en el caso de los hispanohablantes. Este punto de vista sugiere que la distinción de esferas de uso condiciona la experiencia social de los agentes sin posibilidad de expandir sus prácticas sociales fuera de los ámbitos en cuestión. El monolingüismo guaraní vendría, entonces, a ser casi un handicap ya que sería imposible para los hablantes pasar de su esfera familiar a las del ámbito judicial, político o educativo, porque éstas corresponden con experiencias lingüísticas diferentes13. Todas estas tesis comparten el punto de vista de la dualidad de las “esferas de uso”, omitiendo una teoría de la estructura social, es decir, de la diferenciación social del habla. Las estadísticas muestran las múltiples situaciones de habla de la población paraguaya. Se constata, por ejemplo, que una parte de la población habla solamente el español (monolingüismo hispano), mientras que otra parte habla solamente el guaraní (monolingüismo guaraní), siendo la población efectivamente bilingüe, minoritaria. De este modo, el bilingüismo no es un atributo empírico de la mayoría de los hablantes sino una imputación abstracta, tomando la población como una totalidad homogénea, lo que podría denominarse como la falacia ecológica del bilingüismo. En su mayoría, los análisis lingüísticos escrutan poco esta diversidad y, menos aún la refieren al contexto social de desigualdad, en el cual los atributos culturales comunes que 10

Zizek Slavoj (Comp.), Ideología. Un mapa de la cuestión, Fondo de Cultura Económica, México, 2002, Pág. 350-351. 11 Rubin Joan, Bilinguismo Nacional en Paraguay, Instituto Indigenista Americano, México, 1977. 12 Melià Bartomeu, Op. cit., p. 47-48. 13 Corvalan Graziella; Krivoshein Natalia et al., « Educación bilingüe », en Reimers Fernando, Análisis del Sistema Educativo en el Paraguay. Sugerencias de política y estrategia para su reforma, Asunción, CPES, 1993, p. 371.

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la lengua transmite, se entroncan con las diferencias sociales que los hablantes poseen 14 y que condicionan la mayor o menor competencia respecto de la lengua standard15, sea ésta el español o el guaraní. Dicho de otra manera, en una sociedad diferenciada socialmente, los hablantes comparten características simbólicas comunes según el origen social. Así pues, las distintas variantes del español y del guaraní, que expresan la diversidad sociolingüística de la sociedad paraguaya, se disimulan cuando los códigos de los diferentes grupos se diluyen en el “bilingüismo”. El análisis sociolingüístico que echa luz sobre los usos, las condiciones de habla y las características sociales de los hablantes, está ausente. Las dos matrices lingüísticas que son el español y el guaraní son tomadas por el análisis lingüístico como lenguas homogéneas y socialmente propagadas. Pero al tratarlas así, los lingüistas son víctimas del punto de vista hegemónico que confunde las matrices lingüísticas con los usos sociales de las lenguas (según las clases sociales), cuestión que se aborda como “variación lingüística” tout court. Efecto de una disociación de análisis entre el campo cultural y sus bases sociales, la visión dominante sobre el bilingüismo realiza un desplazamiento (ideológico) de la historicidad del uso de la lengua. Las condiciones sociales del habla, verdadera causa de la variación lingüística tanto en el español como en el guaraní, se encubren con el discurso de la dualidad lingüística, reforzando, a su vez, la concepción de una dualidad cultural de la sociedad como dato natural de la experiencia. La ideología de la dualidad cultural, cuya prueba “irrefutable” es el bilingüismo, transpone la matriz lingüística en matriz cultural. Una y otra se presentan como homogéneas e indiferenciadas socialmente aunque una de ellas, a saber lo guaraní, definiría a la cultura paraguaya por extenderse a la mayoría de la población. En palabras de Natalia Krivoshein: “(…) la única cultura verdaderamente nacional y paraguaya es la que se expresa en guaraní. Los que también hablamos en castellano, participamos de la cultura hispana, muy semejante a la de los demás países de América Latina y que es próxima a otras culturas europeas. Pero esa cultura no es una cultura verdaderamente paraguaya, es cultura europea y universal. La nación está atrasada desde el punto de vista del desarrollo del comercio y la industria internacionales, es esencialmente una sociedad campesina, pero desde el punto de vista de la unidad cultural es muy avanzada”16.

Y continúa: Como consecuencia de la mezcla de los dos tipos étnicos, cada uno poseyendo su propia cultura -una, neolítica con conocimiento de la agricultura y otra, europea del siglo XV

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Bernstein Basil, Langage y classes sociales, Paris, Éditions de Minuit, 1975. Labov William, « L’étude de l’anglais non standard », Revue Langue française, Volume 22, Numéro 1, Mayo de 1974, p. 79–106. 16 Krivoshein Natalia, “Cultura y bilingüismo en Paraguay”, Suplemento Antropológico, Vol. XXVII, No. 12, Diciembre de 1993. 15

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estancada por el prolongado aislamiento en que estuvo primero la provincia y luego el país independiente-, se produjo una mezcla que dio por resultado la actual cultura paraguaya.

El discurso de “una cultura bilingüe” como cultura nacional, da pie para reforzar una perspectiva “dual” de interpretación de la realidad, diluyendo la diversidad cultural y la diferenciación social17. Incluso la doxa académica se aúna en torno a una noción políticoadministrativa de cultura, núcleo duro de la ideología de la dualidad: la diversidad étnica, la variedad lingüística, la desigualdad social y el conflicto se presentan, en la forma mestiza y bilingüe, como pluralismo simplificado. El rasgo esencial de este fetichismo no consiste en el remplazo de la diversidad por la unicidad, sino en el remplazo de una forma de diversidad por otra, indiferenciada socialmente. El hablante monolingüe guaraní de clase desfavorecida, en tanto hablante concreto, es presentado como sujeto “típico” que cierra el círculo del bilingüismo (siendo la otra parte el hablante típico monolingüe hispano, de clase media o acomodada). Sin embargo, ese hablante monolingüe guaraní, cuya posición social más probable es la clase desfavorecida, produce su lengua particular resistiendo a la asimilación de su cultura. Así, con la dualidad como forma de diversidad, se diluye la complejidad y se refuerza la persistencia de una estructura social diferenciada y jerárquica. Como lo afirma Gabriela Zucolillo “esencializar y naturalizar el bilingüismo como relación simétrica tiende a oscurecer las complejidades de la situación lingüística concreta de los hablantes de la nación y las de su base sociológica real, en el doble sentido que ambiguamente recrea la idea de “nación bilingüe18”. En efecto, la conjunción de sociedad y nación en la oficialidad estatal (legalidad constitucional) y en el campo cultural paraguayo, implica un discurso que diluye la diversidad cultural y borra las diferencias sociolingüísticas, en una declaración de principios abstracta según la cual el artificio “pluricultural y bilingüe” por el que se define culturalmente el Estado paraguayo, desplaza la reivindicación de derechos de grupos sociales concretos con sus particularidades. El sentido común “bien pensante” refiere que el guaraní otorga una forma perenne, ontológicamente definida de identidad a los paraguayos, irrefutablemente único y sobre el cual se funda el ser sui generis de los hombres y mujeres nacidos en el país. No adscribirse a ese elemento es pertenecer a lo “foráneo” o “anormal”, que atenta contra la identidad ancestral y el incólume “ser paraguayo”. “Si es paraguayo ‘natural’, es decir nacido en esta tierra, resulta un tanto anormal que no haya aprendido la lengua de su comunidad nacional (…). El paraguayo que no habla guaraní es que en alguna época de su vida (…) se ha encontrado aislado de la comunicación general 17

Según Néstor García Canclini, la categoría “hibridación” permitiría comprender el tránsito de identidades y la conjunción de esferas culturales, en apariencia, contrapuestas. Sin embargo, dicha noción refiere a una yuxtaposición progresiva que, en algún momento, acaba en homogeneidad, en una totalidad identitaria, de creencia, de uso y costumbre. Así, mestizaje y sincretismo no serían categorías negativas sino formas específicas de hibridación (etnicidad, religión, arte, entre otros). Véase García Canclini Néstor, Culturas híbridas. Estrategias para entrar y salir de la modernidad, Ed. Grijalbo, México D.F., 2005. 18 Zuccolillo Gabriela “Lengua y Nación: el rol de las élites morales en la oficialización del guaraní (Paraguay 1992)”, Suplemento Antropológico, Vol XXXVII, No. 2, Diciembre de 2002.

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con su pueblo. (…) el no hablante de guaraní se autoexcluye de muchos diálogos, de la relación con sectores amplios de la población y de la comprensión misma de elementos esenciales de su ser paraguayo19” (las cursivas son nuestras.)

El dualismo y su función política Si el guaraní es una lengua extendida que corresponde a la mayoría de la población, sería una “lengua del pueblo”. El discurso bien pensante lo elabora como una cadena de equivalencia guaraní = popular = pobre, que cierra el sistema de significantes de la identidad nacional. Esta significación de la identidad construye un campo de oposición categorial, sobre la base de un “nosotros” y un “ellos”, garantizando la reproducción de un orden social desigual, en el cual la pobreza no es una consecuencia reprobable sino el soporte de una identidad social: “Representados como arcaicos y atrasados los poriahu se proyectan como la figura de una acabada sociedad utópica y perfecta, en la que todos tienen todo. Una sociedad de pobres apunta a una solidaridad, que la sociedad de los ricos está empujando cada día más hacia atrás. La categoría de pobre que reclama para sí la sociedad paraguaya sería la única base sólida de una cultura y una democracia real20”.

Si este argumento reivindica la pobreza como principio articulador de la identidad social, paradójicamente, en palabras de su autor, “hay que reconocer que nadie quiere ser pobre, aunque lo proclame21”. La ideología de la dualidad de la cultura y de la identidad, sitúa el lado noble, racional y moderno en uno de los términos, a saber, “la hispanidad”, de modo que las clases que se arrogan la identificación con estos atributos, legitiman su posición dominante en nombre del carácter “nacional” de su identificación. Por su parte, lo guarani del mestizaje, constituye el lado folclórico, popular y tradicional, connotando el carácter homogéneo e indiferenciado de la población, tocando a los sectores desfavorecidos de la misma aceptar con docilidad su lugar en la sociedad y la obediencia a las normas, condiciones que definen su identidad en tanto ocupan una posición subordinada en la estructura social. Así pues, elaborados los contornos ambivalentes dentro de los cuales la identidad nacional cobra sus significados, ésta prescinde de una base histórica multicultural de la comunidad política y se invisibiliza la relación de dominación de unos grupos sobre otros, generando un sistema persistente de desigualdad social. El mestizaje cumple el objetivo de disolver la diversidad para escamotear la pluralidad del espacio público y dar plausibilidad a la tesis romántica del “crisol de razas”, para la cual las particularidades culturales están definidas de antemano y en la que todo elemento distinto a los términos de la hibridez, es ilegítimo. Esta doxa compartida por el pensamiento autoritario como por las posturas bien pensantes, permea inconscientemente bajo formas de antropología filosófica, política pública y prácticas sociales. La ideología 19

Melià Bartomeu, El Paraguay inventado, Ed. CEPAG, Asunción, 1997, Págs. 80-82. Melià Bartomeu, Op. cit., Pág. 106. 21 Ibidem, Pág. 106. 20

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de la dualidad cultural implica una prenoción que lleva más de cinco siglos de historia, fijando un esquema maniqueo, autoritario y normalizador como “razón cultural de Estado”. El dualismo, pues, niega la posibilidad de reivindicación de derechos ciudadanos sobre la base de identidades plurales, diversas e interpuestas propias de un régimen democrático, en el que carácter contingente del orden (al contrario de un orden natural) supone varias identidades nacionales posibles. Ni lo “guaraní”, ni lo “popular” ni lo “pobre” son la base cultural real de la nacionalidad paraguaya a sabiendas que los guaraní-hablantes y los sectores sociales desfavorecidos están, en la práctica, situados al margen de la esfera pública y de la institucionalidad democrática. Contra la retórica de la identidad mestiza y bilingüe, se requiere situar en su justo lugar la diversidad cultural, de modo que, alentando la reivindicación simbólica de grupos históricamente excluidos, no se disimule la desigualdad social. Bajo ningún motivo ésta puede lograr legitimidad con el argumento de que la condición de exclusión social tiene por causa la cultura.

Referencias Bernstein Basil, Clases, códigos y control, Madrid, Ediciones Akal, 1989. Boidin Capucine, “La política de Educación bilingüe guarani español en el Paraguay de los años 90”, en Revista Paraguaya de Sociología, CPES, Año 36, N° 105, Asunción, MayoAgosto de 1999 Corvalan Graziella; Krivoshein Natalia et al., “Educación bilingüe”, en Reimers Fernando, Análisis del Sistema Educativo en el Paraguay. Sugerencias de política y estrategia para su reforma, Asunción, CPES, 1993. Escobar Ticio, El mito del arte, el mito del pueblo, CAV/Museo del Barro, Asunción, 2011. García Canclini Néstor, Culturas híbridas. Estrategias para entrar y salir de la modernidad, Ed. Grijalbo, México D.F., 2005. González, J. Natalicio, El Paraguay Eterno, Ed. Guarani, Asunción, 1935 Krivoshein Natalia, “Cultura y bilingüismo en Paraguay”, Suplemento Antropológico, Vol. XXVII, No. 1-2, Diciembre de 1993. Labov William, « L’étude de l’anglais non standard », Revue Langue française, Volume 22, Numéro 1, p. 79–106. Melià Bartomeu, Una nación, dos culturas, Ed. CEPAG, Asunción, 1997. --------------------, El Paraguay inventado, Ed. CEPAG, Asunción, 1997.

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Rodríguez Alcalá Guido, Ideología autoritaria, RP Ediciones, Asunción, 1987. Rubin Joan, Bilingüismo Nacional en Paraguay, Instituto Indigenista Americano, México, 1977. Susnik Branislava, El rol de los Indígenas en la Formación y en la vivencia del Paraguay, Ed. IPEN, Asunción, Tomo I, 1982. Tilly Charles, La desigualdad persistente, Ed Manantial, Buenos Aires, 2000. Zizek Slavoj (Comp.), Ideología. Un mapa de la cuestión, Fondo de Cultura Económica, México, 2002, págs. 351-352. Zuccolillo Gabriela, “Lengua y Nación: el rol de las élites morales en la oficialización del guaraní (Paraguay 1992)”, Suplemento Antropológico, Vol. XXXVII, No. 2, Diciembre de 2002.

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