Sociedad, cultura y ciencias sociales

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SOCIEDAD, CULTURA Y CIENCIAS SOCIALES Notas acerca de las posibles causas del desarrollo tardío de las Ciencias Sociales en el Paraguay. Víctor-jacinto Flecha I. INTRODUCCIÓN. Llama la atención la extraña similitud entre el desarrollo de las Ciencias Sociales y el de la novelística en el Paraguay. Recién después de la década de 1950 se puede hablar de una producción de algún relieve y de la aparición de cultores e investigadores de estos géneros de la producción intelectual. Ambas prácticas conocen, entonces, un desarrollo muy tardío en relación a otros países del área. Y resulta más llamativo aún pensar que ambos géneros del conocimiento humano son descriptores, por excelencia, de la sociedad. Normalmente, a través de los mismos, una sociedad se autoanaliza, se mira a sí misma. Pudiera resultar legítimo plantearse, entonces, que esta similitud es resultado de procesos sociales que hacen a la propia cultura paraguaya. La propia constitución como sociedad y la de su posterior proceso histórico en el que se fue conformando como nación. El lento desarrollo de la ciudadanía en el plano histórico, las longevas dictaduras durante todo el período independiente, la instauración desde arriba sin ninguna participación popular de los distintos sistemas políticos-sociales y la dominante ideología nacionalista que impera en el Paraguay desde principios de este siglo pudieran tener incidencia en esta no reflexión sobre sí misma de la sociedad paraguaya y por ende, la escasa producción de las ciencias sociales. En este capítulo, no tenemos otra intención que relevar el problema y plantear algunos elementos del "sentido común" que puedan funcionar de hipótesis para una posible explicación al atraso de las ciencias sociales en el Paraguay. Como vía de explicación analizaremos el "Momento Constitutivo Colonial", y el substrato ideológico que ello pudiera haber sedimentado en la cultura del Paraguay. En un segundo momento un análisis sobre la ideología nacionalista y su influencia inhibidora para un análisis crítico de la sociedad.

II. "MOMENTO CONSTITUTIVO COLONIAL". LA PROTO-NACIONALIDAD: EMERGENCIA DE LA SOCIEDAD COLONIAL. a) Remarque teórico La coyunda estado/sociedad civil pudiera servir como elemento de análisis para adentrarnos al proceso histórico que vivió el país, siempre que entendamos, grosso modo, que el análisis del fenómeno estatal (sistema de poder) no puede hacerse en abstracto y desvinculado de lo social. Esta preposición, desde ya, supone una adscripción a una visión teórica, en la que la problemática del Estado se halla entrelazada con la de la sociedad. Es decir, que el Estado y la forma en que éste emerge y se manifiesta, son resultados de un proceso social históricamente determinado. Ahora bien, la proposición precedente no deja de ser una simple expresión, mientras no se la situé, contextualice y conceptualice en forma precisa y se clarifique los niveles de las determinaciones Página 1 de 17


entre la sociedad política y la sociedad civil. El paso de lo general a lo particular puede convertirse en verdadero precipicio para analizar fenómenos donde la historia es parte substantiva de los mismos. Y más aún, teniendo en cuenta que entre lo general y lo particular existen una constelación de relaciones sociales económicas y relaciones sociales, políticas, ideológicas, culturales, étnicas y geográficas, que vienen todas del pasado y hacen al presente. En una palabra factores que tienen que ver con todo aquello que podemos conceptuar como una sociedad particular, histórica concreta. De ahí la pertinencia de buscar los niveles de aproximación al fenómeno Estado o sistema de poder, pero antes dejemos explícito en forma somera, aunque no sea más que como elemento fáctico para pensar y formular este capítulo, lo que entendemos por la coyunda sociedad civil/estado: La primera como una estructura de clases, pero no sólo eso, sino también como un conjunto de determinaciones sociales que transcienden lo meramente clasista y la segunda, como un esquema de poder de la fracción social dominante sobre toda la colectividad. Dentro de la ecuación sociedad civil/sociedad política las determinaciones suelen suceder de diferentes maneras y esa disimilitud hacen que las sociedades y los sistemas socio-políticos de cada país sean diferentes, aun cuando existan semejanzas, en uno y otro. Por ello es válido relevar, de alguna manera, eso que podríamos denominar las razones originarias, o causas socio-políticas, que hicieron posible que las determinaciones sucedieran de esa forma y no de otra. Estas diferencias tienen enormes repercusiones hacia el futuro y por ello quizás lo típico de cada realidad socio-política es su propia historia. Lo que importa entonces, es el recorrido de los hechos en la construcción de cada sociedad porque ellos, al final, son los que resultan en ésta. Por ello, creemos que deberíamos intentar capturar en nuestro análisis aquella coyuntura especial en que la relación sociedad civil y sociedad política (estado = sistema de poder) se halla exacerbada por nuevas articulaciones de sus múltiples elementos fundamentales que al final conformaran un nuevo tipo de relación y de convergencia, es decir una nueva matriz de sistema sociopolítico. Aquí los diferentes factores sociales, económicos, políticos, culturales, étnicos, poblacionales, etc. que intervengan en el momento de la articulación de la nueva forma estatal dejará en ella su marca de acuerdo a la fuerza con que han actuado cada de uno de ellos. A esto es lo que llamamos Momento Constitutivo (o por lo menos lo entendemos así para este trabajo). En el análisis de las razones originarias de una sociedad determinada pudiéramos distinguir el momento ancestral o su causa remota del momento constitutivo de la nación, porque una sociedad pudiera hacerse nacional o no. En el primer caso se trata de la emergencia de una comunidad en tanto que en el segundo caso es la articulación de dicha sociedad como un todo. Aquí nos interesa el momento constitutivo de la sociedad paraguaya y como éste ha contribuido a dar "la fisonomía" cultural que tiene, sobre todo a lo que atañe a esa no "reflexión" sobre sí misma. Sus razones originarias como sociedad misma habría que buscar en el momento de la constitución de la sociedad colonial. Cabe suponer que el choque ante el encuentro de dos culturas sumamente diferentes y de disímiles grados de desarrollo, como lo eran las de la sociedad indígena y la española, debió marcar a la naciente sociedad paraguaya con un trauma psicológico profundo que pervivió e influenció sobre ella, en forma inconsciente, durante todo su desarrollo como entidad social. Sobre esta base quisiéramos analizar el momento constitutivo de la sociedad colonial. Página 2 de 17


b) Sociedad Colonial Podemos distinguir, en el momento constitutivo de la sociedad colonial (1537-1620), tres fases aleatorias que van de la época de la conquista a la de la colonización. Es muy difícil, sino imposible, la delimitación matemática de las etapas del momento constitutivo de la sociedad colonial sin embargo, podríamos aproximarnos a ellas. La primera abarcaría desde la fundación de Asunción, primer embrión de ocupación del territorio que después sería Paraguay (1537) y la vigencia del "pacto" guaraní-español, en el sentido que los primeros serían auxiliares del segundo para la conquista del espacio geográfico y sobre todo para la búsqueda del "vellocino de oro" que acuciaba la imaginaria del conquistador y éste, en contraparte, colaboraría con los guaraníes en la defensa ante sus enemigos. La segunda etapa se iniciaría con el asentamiento definitivo de los españoles frente a la evidencia de la no existencia del oro en el Paraguay y con ello la instauración de la encomienda (1555). La tercera fase tendría mucho que ver con la decadencia asuncena y el asentamiento de las misiones jesuíticas. En este lapso histórico se articularon procesualmente los elementos centrales que hicieron al sistema colonial y se conformarían muchas de las pautas culturales que pergeñaron posteriormente a la nación paraguaya. b.1. Derrota indígena y Pacto emergente de ella. Para una mejor comprensión de los procesos a analizar se hace necesario relevar el sueño acuciante de los conquistadores en búsqueda del oro. Y sobre todo de éstos que llegaron a nuestras playas. La más poderosa expedición española hacia tierras americanas, hasta entonces, fue la organizada por el Adelantado Pedro de Mendoza con miras a la exploración de la zona del Río de la Plata. La febril imaginaria del oro no sólo entusiasmó a los expedicionarios sino también a los banqueros de toda Europa que se interesaron en financiar la empresa. Tan seguros estaban los navegantes del éxito de su aventura que hasta el río, entonces conocido con el nombre de Solís, fue rebautizado por el de la Plata. Sin embargo, así como fue la infinitud del sueño fue, también, la derrota. Esta expedición fue una de las más catastróficas de toda la conquista. Un sinnúmero de avatares, entre ellos la propia muerte del Adelantado, marcaron el sino negativo y el origen de muchos de los problemas con que se enfrentaron los españoles en estas tierras. Y justamente, fue en búsqueda del camino del oro, que los españoles remontaron el río Paraguay y en cuyas orillas tuvieron el primer contacto con los guaraníes, que no fue, como afirman varios historiadores paraguayos, un connubio de dos razas, sino el enfrentamiento de dos visiones y prácticas del mundo: la cultura neolítica "igualitaria" y la de un poder absolutista y estratificado de dominación. Un testigo ocular del enfrentamiento entre los españoles y los indígenas, en el lugar donde se fundaría Asunción, nos dejó el siguiente relato: "...los indios que estaban en el pueblo se sostuvieron lo mejor que pudieron y se defendieron muy valientemente por dos días. Cuando vieron los indios que no podían sostenerlo más y temieron por sus mujeres e hijos, pues los tenían a su lado en el pueblo, vinieron ellos, estos susodichos carios, y pidieron que los recibiera en perdón nuestro Capitán Juan de Ayolas; que ellos harían todo cuanto nosotros quisiéramos. También trajeron y regalaron a nuestro Capitán Juan de Ayolas seis mujeres, la mayor de dieciocho años de edad; también hicieron un presente de nueve venados y otra carne de monte. Además nos pidieron que permaneciéramos con ellos, y dieron a cada gente de guerra dos mujeres para que cuidaran de nosotros, cocinaron, lavaran y atendieran en otras cosas más de las que uno en aquel tiempoha necesitado. También nos dieron sustento de comida de la que nosotros tuvimos necesidad en esta ocasión. (...) Página 3 de 17


Después de todo esto, los carios debieron edificar para nosotros una casa grande y fuerte de piedra y tierra, y aún de palos, para que por si con el tiempo sucediera que los sobredichos carios quisieren rebelarse contra los cristianos tuvieron entonces un amparo y se sostuvieren y defendieren contra los carios. (Schmidel, 1948, p. 291/292)

Del texto citado podemos inferir elementos fundamentales que conformaron, en el transcurso del tiempo, la dominación española en esta parte del territorio americano. En primer lugar, los guaraníes de esa maloca se vieron en la necesidad de "pactar" con los españoles frente a su derrota como defensa de la población civil. Para el español la conquista de ese preciso territorio tenía una importancia estratégica, tanto por su ubicación geográfica como por el aspecto cultural de sus habitantes (agricultores que podían proveerlos de alimentación). El pacto con los carios tuvo para los conquistadores una significación fundamental para la dominación de todo el territorio tupí-guaraní, ya que éstos fueron utilizados, primero, como lenguaraces y luego como sujeto de aprendizaje para el español, del mundo cultural de la mayoría de las tribus indígenas. A la vez sirvió como campo de experimentación en la implementación de políticas dominativas. Esto es mucho más válido si nos circunscribimos exclusivamente al mundo guaraní, que se extendía en un territorio -que hoy abarcan parte del Brasil, El Paraguay, unos 350.000 kilómetros cuadrados, y una población, calculada por Clastres (1974, p. 82/86), de 1.500.000 habitantes. En segundo lugar, la entrega de mujeres, entre los guaraníes, tenía un viso de pacto de paz ya que éstas tenían en estos casos un rol de mediación y garantía de acuerdo entre las partes contendientes. El hecho, en sí, tenía para el indígena una connotación cultural profunda ya que ellas actuaron como intermediarias entre las partes y base a la vez de una nueva unidad de parentesco con sus correlativas obligaciones de ayuda mutua y de socorro ante eventuales enemigos. Los carios al entregar sus mujeres no se sintieron los vasallos (vencidos y dominados) de los españoles sino parientes y aliados de los mismos pero atados a un "compromiso" de parentesco ayudaron a aquellos para el desmonte de las chacras, a la construcción de sus viviendas. Pero también, desde el primer momento y de acuerdo al texto citado, los españoles tenían otra visión totalmente asimétrica de lo acontecido; actuaron como vencedores e hicieron construir a sus "cuñados" el fuerte para defenderse de ellos. Es decir que las connotaciones para ambos bandos, desde ya, erán absolutamente dispares. Para uno, primará una obligación de solidaridad en tanto que para el otro significará explotación y obediencia. De ahí que prontamente el funcionamiento del pacto grafica rápidamente problemas irresolubles. Los hispanos no sólo se contentaron con las sucesivas entregas de mujeres de los guaraníes sino que se abocaron sistemáticamente a atacar los pueblos indígenas (alrededores de Asunción, en los primeros tiempos para luego ir abarcando otras zonas aledañas) con el fin de obtener mayor cantidad de mujeres y por ende mayor cantidad de "parientes". Ruy Díaz de Guzmán, (15541629) primer historiador criollo, en su libro "La Argentina" (1612) grafica en forma elocuente la razias de los españoles contra los pueblos indígenas. Estas fueron de tal violencia contra las poblaciones indígenas que incluían el saqueo de los víveres, el incendio de las aldeas y sobre todo el rapto de las mujeres, con que amenazaba la propia supervivencia de las tribus al faltarles brazos para una parte fundamental de su estructura productiva. Frente a estos desmandes de los conquistadores se desata la primera resistencia indígena en 1538. Los guaraníes habían preparado una visita al fuerte con el pretexto de asistir al acto religioso del jueves santo pero con intenciones de asesinar a todos los Página 4 de 17


españoles. La infidencia de una india frustró el complot y el castigo para los sublevados fue ejemplar, en amplio sentido de la palabra. Sacrificados los dirigentes y "perdonados" el resto a cambio de una mayor sujeción y de una masiva entrega de mujeres. De hecho significó una segunda derrota para las tribus cercanas a Asunción y la imposición por la fuerza de mayores prestaciones de servicios para los españoles. La distribución de solares a los españoles, suponía además la distribución de indios para la producción de esas tierras. La población española en Asunción había aumentado enormemente su número después que los pobladores de Buenos Aires, Luján y Corpus Christi se concentraron en esta ciudad. El descubrimiento del complot del jueves santo, acrecentó el número de mujeres indígenas a distribuir ya que los indígenas no tuvieron otra alternativa que entregar a todas las solteras de sus tribus. Al poco tiempo Asunción se convertiría en el Paraíso de Mahoma por la cantidad enorme de concubinas que tenían los conquistadores, comenzando por el Gobernador Irala, cuyo "serrallo" llegaba a alrededor de trescientas mujeres. El mestizaje entre las indias y los españoles no se hizo esperar. Surge así una primera generación de mestizos que debido a la generalización no manifestó en la época como un problema racial. Los descendientes de estos mestizos serán considerados criollos posteriormente frente al mestizo pobre del futuro. Así surge un hecho capital dentro de la conformación de la sociedad colonial: el mestizaje. Por otro lado se constituye en forma compulsiva, por parte del poder, los pueblos de indios. Los mismos solucionarían los problemas con que enfrentaban, ya por entonces, los españoles debido a la enorme extensión del territorio conquistado que les inhibía un control más estricto del contingente humano y un uso más racional de esa fuerza de trabajo. Es decir que por un lado, con esta medida se dificultaban las sublevaciones indígenas y por el otro, la concentración de la mano de obra cerca de las tierras de los encomenderos. A los pocos años esta política sumada al aislamiento de la metrópolis dio como resultado que la población de la misma estuviera estructurada sobre la base del mestizaje en el plano social. Los españoles adoptaron el comportamiento y el estilo de vida indígena, inclusive en sus hábitos poligámicos. La costumbre del amancebamiento masivo del español con las indígenas les daba el servicio personal de los parientes de las mujeres (sobre la base del "pacto") constituyéndose en la base de la unidad económica y social de los conquistadores y actuando al mismo tiempo como un elemento de desintegración de las primitivas comunidades guaraníes. Por lo que vimos, hasta el momento, podemos concluir, provisoriamente, que el poder español fue en cierta manera el artífice de la nueva estructura social y su éxito dependió de la capacidad para redefinir antiguas formas de producción (utilización de la mano de obra femenina en la agricultura y en el desmonte, la caza, la pesca y la guerra a los hombres), organizar y legitimar, mediante la fuerza, las nuevas modalidades de explotación nacidas de la conquista. Si bien el "pacto" funcionaba como elemento de mediación en las relaciones entre el indígena y el español no siempre fue suficiente como para no ser utilizada la fuerza. Pero por otro lado, al parecer tampoco los españoles necesitaron redefinir otras costumbres culturales indígenas como elemento consensual de adoctrinamiento, como lo harían posteriormente los jesuitas. Sino que los dejaba en absoluta libertad para seguir con sus ancestrales costumbres como la antropofagia ritual de los guaraníes, mientras éstos acompañaban a los españoles en las guerras y expediciones y les "servía" en sus menesteres económicos. Posteriormente cuando el pacto dejó de funcionar por las sucesivas derrotas guaraníes y su "mundo" cultural, en crisis, se disgregara, también, estas prácticas desaparecerán Página 5 de 17


b.ii. Segunda etapa: Consolidación de la colonización a través de la racionalización en la utilización de mano de obra indígena, la expansión territorial y declive asunceno. La profundización de la colonización se ejercerá sobre dos ángulos bien precisos que suponía por un lado, la racionalización de la explotación de la mano de obra indígena y por el otro lado, la solución de conflictos internos de la ocupación real del territorio descubierto que suponía a la vez el dominio sobre tribus alejadas de Asunción. Hacia mediados de la década del 50 convergen dos procesos que se constituirían en la base sobre la que se desarrollará esta etapa. La primera de orden legal, Irala era reconocido oficialmente por el Rey como gobernador de la |Provincia del Paraguay y a Asunción como cabeza política de esa gobernación (1555) y la segunda, la instauración del régimen de encomiendas. Con la expedición, en 1548, de Irala a los contrafuertes andinos y su frustrado intento de penetrar en ese territorio, desde ya ocupado por otros españoles, se esfuma el sueño de los conquistadores asuncenos, de una pronta llegada a las riberas del oro. La noción del "pacto de amistad" sobre la que descansaba bien o mal "la ocupación del territorio y de la producción en él" no se adecuaba a las nuevas circunstancias. La idea de que el Paraguay sólo constituía un tránsito hacia la tierra prometida del oro se transforma en un lugar de estancia. Entonces el conquistador se vuelve "señor de la tierra", lo cual exigía la garantía de poseer tierras aprovechables y de disponer con suficiente gente de trabajo. Esta es reforzada con la prohibición (cédula Real de 1555) de que el Paraguay mantuviera intercambio con el Perú. (De esta forma se salvaguardaba la posibilidad de que la plata las minas recién descubiertas en Potosí saliera en contrabando por el Plata. Con esta política comenzaba el monopolio del tráfico del oro y la plata que al final resultaría en detrimento de provincias como la del Paraguay, Tucumán y el Plata. La posterior fijación de Puertos Precisos para el comercio sería la continuación de esta primera medida.) De aquí surgen como necesidad la instauración del régimen de las encomiendas: "dar a los cristianos servicio y a los indios amparo", según declaraciones de los Oficiales Reales al factor Pedro Orantes, 1553. (Susnik, 1965, p. 58). Si bien es cierto que desde años antes venían conformándose los pueblos de indios, no sin contradicciones y oposiciones por parte del indígena, quienes en más de una vez transformaron su disenso pasivo a un disenso activo, pero la base del servicio todavía se basada sobre reglas culturales guaraníes, la del parentesco. Ahora se trataba de una nueva generación poblacional y de trabajo que suponía un nuevo avasallamiento de las parcialidades guaraníes y al mismo tiempo un debilitamiento más en su estructura política, económica y cultural. (Los pueblos indios fueron organizados dentro de una estructura estamentaria, al uso español de la época. Se contradice de esa forma el espíritu igualitario guaraní).Con esta nueva práctica de la dominación española obedecía una escala mayor de racionalización del trabajo pero al mismo tiempo un control policíaco más estricto. "...los guaraníes, sirviendo antes a varios "señores" y "cuñados" a la vez, en su nueva calidad de mitayos prestaban el servicio por sus cacicazgos -parcialidades- a un solo encomendero" (Aguirre, 1949/1950. p.125)

La nueva política española fue muy resistida por los guaraníes y una sublevación generalizada de todas las parcialidades indígenas se dio en los territorios conquistados poniendo en jaque a los conquistadores. Los españoles de Asunción se vieron rodeados de revoltosos pero al fin lograron vencer a los sublevados no sólo por la superioridad de las armas sino a la vez debido a las rivalidades Página 6 de 17


de las parcialidades y conflictos internos en cada tribu. Como resultado de la derrota guaraní fueron distribuidos, en 1555, 27.000 rebeldes con sus familiares (100.000 almas) entre 400 españoles, "conforme a sus méritos". (SUSNIK, 1965, p. 61) De esta forma se instauró dos sistemas de encomiendas: una, el yanaconazgo o de servicio personal, que incluían a aquellos que desde 1537 fueron a servir, en sus casas, a los españoles, ya sean mujeres o aquellos servidores por "parentesco" y a antiguos prisioneros de tribus belicosas no guaraníes. La otra, la encomienda mitaya incluía a los indios que vivían en su antiguas aldeas pero que anteriormente fueron encomendados por Irala a los españoles "beneméritos", pero que ahora pasaban a poblar los nuevos "pueblos de indios" bajo estricto control español. Con esta mudanza substancial en las relaciones de dominación, de hecho, se buscaba la perpetuación de la explotación de la mano de obra indígena y finiquitaba toda posibilidad de las "relaciones de reciprocidad" entre el español y el indígena, como pretendía, por lo menos a nivel ideológico, el pacto anterior. De esta forma se constituía una estructura social mucho más delineada y la explotación de la mano de obra indígena aparecía neta, sin ninguna mediación como la del parentesco. Es decir quedaba desterrada la cosmovisión guaraní en las relaciones con los españoles para aparecer en su reemplazo la descarnada dominación de los "nuevos señores", muchos de ellos parientes de los indígenas por el mestizaje generalizado. b. iii. Tercera etapa: de la "Provincia Gigante de las Indias" al enclaustramiento geográfico. El "Estado Jesuítico". Hacia fines del siglo XVI el Paraguay conoció la mayor expansión de toda su historia: "La Provincia gigante de las Indias" pero al mismo tiempo significó el inicio de su decadencia y su enclaustramiento. El proceso de expansión portaba en sí mismo las razones de su decaimiento. Al convertirse Asunción en "madre de ciudades" de cuyo seno irán brotando no solamente decenas de pueblos dentro del perímetro circundado por los ríos Paraguay y Paraná, sino también saldrán expediciones que fundarán importantes ciudades: Buenos Aires, Santa Fé, Corrientes, Concepción del Bermejo, Santa Cruz de la Sierra..." (Prieto, 1951. p....) irá agotándose económica y demográficamente. Las bases de estas fundaciones serán las nuevas generaciones de criollos e indígenas. De esta forma Asunción se despoblará de juventudes, tanto criollas, mestizas e indígenas, y por ende, de capacidad productiva. Por otro lado, el cambio del eje sobre la que se asentaba la Colonia, es decir, de una sociedad de tránsito hacia la búsqueda del oro a una sociedad asentada de colonos agrícolas, traía consigo un cambio referido a su ubicación geográfica. Anteriormente su importancia estaba dada por su ubicación en las profundidades del continente, "como amparo y reparo de la conquista" en tanto que ahora su importancia y posibilidad de desarrollo estaba dada por la posibilidad de acceso al mar. Estos hechos de por sí obligan a los encomenderos a reforzar la explotación, que llega hasta niveles execrables, de la mano de obra indígena. La muerte por cansancio de las mujeres es graficando de manera elocuente por la antropóloga B. Susnik en su monumental libro, El indio Colonial del Paraguay, 1965, como asimismo nos demuestra un descenso catastrófico de la población indígena hacia 1580. De aquí la preocupación oficial de ensayar otro tipo de colonización: la religiosa. El establecimiento posterior de los jesuitas tendrá mucho que ver con este fenómeno. Página 7 de 17


El Paraguay, finalmente, cercenado de su litoral Atlántico (Mar del Paraguay) y privado de su influencia en la cuenca del Plata. La constitución del Imperio Jesuítico estrechará aún más el aislamiento paraguayo ya comenzada con la conformación de la de la Gobernación de Buenos Aires. El país quedará así, pobre y replegado sobre sí mismo, sin grandes variantes hasta mediados del siglo XVIII, unas décadas antes del fin de la dominación española. b) De las reducciones a las Misiones Jesuíticas Hasta hoy sorprenden las gigantescas ruinas de piedras surgidas en medio de la selva, vastas ciudades construidas con la voluntad de unos pocos hombres que llegaron a ser toda una potencia económica, política y hasta militar en la zona. No es este el lugar para dilucidar el mito del "paraíso en la tierra" o el "comunismo perfecto" o la de una "sociedad esclavista", sin embargo nadie niega el sistema económico social totalitario implantado por ellos. De hecho los jesuitas en su casi dos siglos (1688-1767) de permanencia en el Paraguay fueron parte del proceso conformador de la sociedad paraguaya. Su organización autoritaria de la sociedad pudiera ser que haya sobrevivido más que sus ciudades en ruinas ya que conforma uno de los fantasmas totalizadores en la vida de los paraguayos. El gobernador Arias de Saavedra al solicitar al Rey, la venida de los jesuíticas al Paraguay "para que pudiera suavizar por la enseñanza religiosa la condición áspera de los indígenas", tenía como fin solucionar una serie de conflictos de la colonización. Entre ellas podemos citar: a) La caída demográfica indígena ya sea por muerte causada por el trabajo forzado y pesado o por deserciones en masa hacia la selva. b) Constante acecho de las "casonas" de los encomenderos por tribus no reducidas. c) La resistencia activa de los indios encomendados. Se cuenta 23 levantamientos y rebeliones entre 1537 a 1609 (primera reducción jesuítica) (Necker, 1990, 219/20). Era indignantes para los españoles que éstos fueran dirigidos por sus chamanes. El grupo inicial de Jesuitas en el Paraguay llega en agosto de 1588 con el fin de iniciar las que posteriormente serían las famosas Misiones1, pero sólo podrán cumplir su cometido en 1609 con la fundación de la reducción de San Ignacio Guazú en las cercanías del Río Paraná. La consolidación de estas reducciones se harán en un espacio de tiempo de alrededor de cincuenta años, abarcando un sinnúmero de pueblos, dividido a su vez en zonas geográficas. En cuanto al orden cronológico de las fundaciones de las distintas regiones son las siguientes: Paraná-Uruguay (1609-1631), Guayrá (16101669), Tapé (1631-1636). El "Imperio Jesuítico" abarcaba un territorio que se estimaba en unos 650 kms2 entre el sur y norte en unos 600 Km2 de este a oeste. En la época de consolidación estas doctrinas llegaron a tener entre 150.000 0 300.000 almas. Si bien es cierto que la orden partió hacia la evangelización indígena, como una cruzada contra el sistema depredador de la encomienda y como defensora de la "libertad" del indio, ésta en la práctica no pudo escapar de las rejas de su época y en realidad, sólo presentó una forma diferente de explotación y despersonalización del indígena. El término Misiones se refería al conjunto de todos los pueblos, mientras que reducción se denominaba a pueblos en proceso de evangelización y Doctrina a pueblos organizados social y económicamente. 1

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Los jesuitas aprovecharon toda la experiencia que les brindó otras catequizaciones efectuadas en América Latina para su labor en el Paraguay. El éxito de los jesuitas en relación a la dominación civil española, es que éstos supieron no superimponerse simplemente al orden socio-cultural anterior sino que, refuncionalizando viejas prácticas y creencias guaraníes hacia objetivos que hacían a la nueva sociedad, creando de esa forma las premisas para la formación de una nueva comunidad humana. De cierta manera, su función de artífice de la estructura social, que los hizo aparecer como un elemento constitutivo inmediato de ella, dependió de la capacidad para redefinir las antiguas formas de producción y, a la vez, organizar y legitimar las nuevas modalidades de explotación. El antropólogo Bartomeu Meliá en su libro.......refiere la utilización de los elementos culturales guaraníes por parte de los Jesuítas para la refuncionalización de esa cultura en provecho del nuevo sistema reduccional. Aquí resumimos algunos de los puntos planteamos por Meliá. (Meliá, 1988) a) se puede señalar que el trabajo común y la provisión de medios de subsistencia por parte del cacique, era una realidad etnográfica bien aprovechada en la organización social de las reducciones, al dividir la estructura de la propiedad entre la comunal (tupá mbaé) y la privada (acá mbaé). b) en cuanto al elemento técnico en sí mismo: las cuñas, a modo de hacha de piedra, eran elementos esenciales para el desmonte y la fabricación de canoas por los guaraníes. Los jesuitas proveyeron a los indígenas de la misma cuña pero de hierro. Estas cuñas de hierro fueron fundamentalmente al comienzo de la catequización para atraer adeptos de los primeros misioneros: "fueron juntándose los caciques comarcanos a ver los Padres y tomar cuñas (que es con los que se prendan) porque recibida la cuña se obligan a reducirse o si quieran ir, volver" (Billete del padre Roque González de Santacruz, 16..., citado por Blanco, 1929, 486-487). c) sentido del espacio: la misma organización de los pueblos con sus filas de "casas de indios" supone una readaptación de las grandes casas colectivas indígenas, donde vivía el cacique con toda su parcialidad. Sin embargo, ahora, están dividas en piezas para cada familia. d) utilización de ritos en la vida cotidiana: rito en la vida religiosa con sus prolongas entradas en la Iglesia, sus letanías, los cantos y las largas repeticiones del catecismo estaba basados en el gusto del canto y la danza y en el valor de la palabra dentro de la cosmovisión guaraní. Pero no sólo el rito funcionaba en la religión sino en todos los aspectos de la vida cotidiana, desde el trabajo hasta el amor. e) la adaptación de la religión cristiana por parte de los indígenas también esta denotada una utilización de elementos externos de la propia religión guaraní, como ser algunos nombres de dioses pasa a ser nominados como el del dios cristiano. Por otro lado el indígena percibía al misionero como un chamán. De hecho es la aceptación de dos chamanes (el guaraní o el jesuita) donde cada uno representaba una organización económico-social diferente. f) las organizaciones festivas con grandes despliegues de paradas militares y representaciones alegóricas, auto sacramental y ballet reemplazaban las grandes fiestas colectivas de los guaraníes.

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III. ESTADO, CULTURA, SOCIEDAD. El proceso que nos ocupase trata, en esencia, de la imposición de un estado a una sociedad sin estado. En ese sentido es sabido que la emergencia del estado en cualquier sociedad supone un componente de violencia de un grupo social sobre otro. En este caso, el estado aparece como imposición desde afuera, desde otro ámbito cultural. Habría que pensar sobre el impacto. Este debe haber sido mucho más catastrófico sobre la sociedad en tanto que no era un proceso interno a sí misma sino impuesto y conformado desde afuera. La sociedad guaraní estuvo expuesta a una violencia extrema en tanto que era una sociedad sin estado. La sociedad guaraní, de acuerdo a Pierre Clastres (1974), era una sociedad en la que el poder no estaba aún separado de la misma comunidad. Una sociedad sin estado. El jefe no tenía función alguna concebida como un medio para mantener o aumentar la alienación social sino que su poder radicaba en un deber de servicio y reciprocidad. Un fino hilado entre el jefe y la sociedad donde aquél tenía por compromiso la asegurar la igualdad y las buenas relaciones entre los miembros de la sociedad, además de caracterizarse por su generosidad, muchas veces ruinosas para él mismo. Él mismo se exigía el sacrificio cotidiano en que todo lo producido, en la caza o en la pesca, debía compartir con la comunidad en tanto que ésta le admitía el derecho de tener varias mujeres. (No olvidarse que las mujeres dentro de la cultura guaraní cumplía roles productivos en la siembra y la recolección, además del hilado y la cestería). Por otro lado, para cumplir su función persuasora dentro de la comunidad debía manejar la palabra. Entonces se exigía de los jefes que sean grandes oradores. Como sociedad sin Estado, ésta traía consigo misma una contradicción, en tanto que el poder se oponía estructuralmente a la ley social de la igualdad y debía además asegurar la continuidad de la comunidad. Al reconocer un poder capaz de asegurar dicha continuidad independiente del punto de vista social igualitario la misma sociedad se contradecía acordando una legitimidad a un poder de control fuera de su punto de vista. De ahí que la exigencia social de reciprocidad de sus jefes hacia ella. El cargo de jefe era vivido como un servidor social por parte de la sociedad en tanto que para el jefe suponía constantes sacrificios. (Clastres, 1974. p. 25/42) El otro eje de la estructuración social descansaba sobre la esfera religiosa. Esta cumplía, a través del shaman, el rol de asegurar la perennidad social alejando los peligros y las fuerzas hostiles venidas de la naturaleza en tanto que el poder civil, a través del jefe, debía impedir toda alteración en el equilibrio social. De tanto en tanto, y sobre todo en momentos de crisis social, aparecían grandes shamanes, llamados Karaí, que recorrían los poblados condenando al mundo existente y llamaban a las grandes migraciones hacia la búsqueda de la "tierra sin males", que dentro de la cosmología guaraní suponía el "paraíso perdido" pero que se podía llegar a ella a través de danzas y ruegos. Después de la conquista en varias oportunidades aparecieron estos karaí(es) que organizaron grandes movimientos mesiánicos, como forma de rebelión y de escape ante la nueva situación de crisis que supuso la estructuración de un poder diferente, por los españoles, sobre la sociedad. La llegada de los españoles presumió, desde el primer momento, una relación de vencidos y vencedores. La conquista española impuso un nuevo ardan de poder: el paso de una sociedad sin Estado al orden estatal. De la simetría social a la asimetría. Los españoles al imponer un Estado trasladaron por sí la violencia que supone la existencia Página 10 de 17


misma del estado. La diferenciación y la explotación de un grupo a otro. Y con más razón la imposición en pocos años de esta violencia en una sociedad totalmente extraña a este tipo de violencia. Una cosa es cuando la dominación que se hace en el Perú o en México, donde los incas y aztecas conocían desde ya, la violencia estatal. La cosa en esos lugares era reformular la explotación en tanto que en el Paraguay se trataba de conformar al estado. Por supuesto que esta conformación estatal, como hemos visto, no fue una imposición ipso facto, sino un proceso en que primeramente se respetó, de alguna forma, las ancestrales prácticas neolíticas guaraníes para ir minando esa sociedad, trastrocando por la violencia (las razias, las entregas obligatorias de mujeres, el servicio del "cuñadazgo, etc.) la cosmovisión del mundo guaraní. Cuando la sociedad guaraní se resintió con estas prácticas, y se fue debilitando e ingresando en crisis de pervivencia como comunidad misma, los españoles pasaron al segundo nivel en la conformación del Estado. Dejaron de lado el "relacionamiento" del parentesco guaraní para pasar al "relacionamiento" en base a leyes y organizaciones del dominador. La instauración de la encomienda, en primer lugar, y la conformación de los "pueblos de indios" después son partes substantivas de este pergeñamiento de la organización del sistema de dominación estatal "como consecuencia de esta imposición violenta del español karaí sobre el guaraní avá, se produjo un cambio radical del Karaí y tovayá, por parentesco, quedando ahora solamente el tipo de relación yára (dueño) y tembiguái (criado o siervo)" (Susnik, 1982, p. 86) La organización de los pueblos de indios por los españoles reproducía, en cierta forma, a la organización de la sociedad estamentaria europea. En la cima piramidal se encontraba el Gobernador, como jefe superior de los pueblos indígenas, en segundo lugar, el Administrador del pueblo, que era nombrado por el Gobernador. Después el corregidor, que era "el gobernador indio" "para que cuide de los trabajos comunes asistiendo al administrador en todo", dice un documento del Archivo Nacional de Asunción, (Acta, Cabildo de Yaguarón, 1788). De hecho era un simple asistente del Administrador aunque tenía una cierta autoridad en cuanto a su relación con los indígenas y gozaba del derecho del apelativo de Don. Las ordenanzas de Alfaro (16...) establecían los Cabildos de Indios, con un Alcalde y dos regidores por cada ochenta casas, quedando a cargo de los regidores el gobierno del pueblo. Por último y el más cercano a los comunes eran los caciques de parcialidades. Si bien era un grupo con ciertos privilegios, como ser el derecho hereditario al título de Don, "un hijodalgo guaraní" en la práctica no tenía más derecho que ser unan especie de organizador del trabajo entre su parcialidad. De servidor de la comunidad a organizador de ella. La nueva organización traía consigo la propia diferenciación de los grupos sociales conformándose una especie de élite de poder. La noción igualitaria guaraní en donde la comunidad no estaba separada del poder se trastrocaba con esta nueva organización en una sociedad asimétrica. La imposición de la nueva disciplina social, donde ya no era producir para alimentarse uno mismo sino producir para otro sin que uno pudiera ni siquiera gozar de parte de su producción, no fue fácil ni sin traumatismo. Se necesitó de un policiamiento constante, de un vigilamiento que suponía un férreo control por parte del dominador. Para ello fue muy importante la estamentación de la propia sociedad guaraní en donde cada capa social emergida en este proceso tenía funciones a cumplir para el logro del objetivo: producción de un plusvalor capaz de garantizar con ese beneficio al encomendero español y a las propias autoridades del pueblo. Esta organización no tenía grandes variantes tanto en los pueblos de indios como en las reducciones jesuíticas. Página 11 de 17


El duro trabajo impuesto en todo el sistema productivo de los indios, tanto para los encomendados o los "reducidos" por los jesuitas trastrocaba, en un todo, al viejo sistema. Después de las sucesivas derrotas guaraníes no les quedaba a éstos sino la de una resistencia pasiva frente los trabajos penibles y prácticas religiosas. El mismo proceso de imposición del nuevo orden fuera la violencia psicológica que suponía los nuevos contenidos y formas de trabajo se hizo necesario la violencia física. Centenares de documentos nos hablan de los duros castigos corporales a que eran sometidos los indígenas. Además de cárceles, grillos, lo más común eran los azotes, en ocasiones en plazas públicas, y la rapadización del cabello. Los azotes en la encomienda como en las reducciones jesuíticas o en los pueblos de indios (normalmente dirigidos por franciscanos) era casi cotidiano por la falta de cumplimiento de trabajos o engaños en el cumplimiento. Por temor a estos castigos los indios engañaban y si eran descubiertos el castigo era inmenso. Podía llegar un castigo "normal" hasta cincuenta o cien azotes en plaza pública. El temor constante en que vivían los indígenas los llevaba a una actitud de reserva total frente a toda autoridad, sean éstos los propios guaraníes, ya que éstos, en apariencia, eran los que ejecutaban los castigos, el español o al criollo, sean éstos civiles o religiosos. Esta actitud permanecerá en la cultura paraguaya. Hasta hoy el paraguayo frente a sus superiores o extraños manifiestan un total desentendimiento del mundo como si nada comprendiera. Otro elemento importante en el comportamiento social es la actitud de los mestizos frente a los indígenas. Hemos visto la generalización del mestizaje en los primeros tiempos. Estos hijos al ser reconocidos por sus padres pertenecían al mundo del padre y por supuesto heredaban las encomiendas de ellos, que por otra parte, normalmente eran de la misma tribu que las madres. "Otra queja de los guaraníes era también la falta total de relaciones con los sobrinos mestizos; un hecho para ellos, con la mentalidad fuertemente arraigada del parentesco, completamente inconcebible: el hecho de los sobrinos mestizos preferían siempre quedar alrededor de la "casona", como la llamaban en el siglo XVI a la casa del español conquistador, siendo esta la casona paterna y la sede del núcleo familiar. (...) el mestizo ambiciona ser español" (Susnick, 1982, Tomo I, p. 86.) Por otro lado, el deseo de pertenecer al estamento del dominador, aún cuando hubo diferencias entre los primeros mestizos (por ser los únicos descendientes de los españoles) con los posteriores en que ya se da una diferencia entre criollos y mestizos, en que éstos últimos quedaron sin los derechos de los primeros sino como una capa social que no podía acceder a los cargos de cabildos por no poseer, en la práctica, encomiendas o si lo poseían eran de muy poca cuantía, los llevaba a querer tomar distancia, en forma radical en cuanto no era muy visible a simple vista, de sus parientes guaraníes. Leyendo atentamente los documentos, las cartas al Rey uno puede fácilmente concluir que el mestizo fue que el mayor desprecio demostró hacia el indio. Mucho más que el propio criollo que no necesitaba de esta demostración para justificar ante sí y ante extraños de que pertenecía a la clase dominante. La actitud de desprecio que manifestaban esos mestizos con los indígenas era como la "actitud del nuevo rico "frente a los de su antigua condición. En esas condiciones toda reflexión sobre sus orígenes, en un medio que el fenómeno de mestizo no era lo invernizo sino la regla, pudiera descarnar una realidad que toda costa se deseaba negar para afirmarse. La no reflexión sobre sí misma de la sociedad paraguaya, y por ende, la no producción de unas ciencias sociales cuestionadoras, críticas, sobre sí misma pudiéramos plantear, por el momento a nivel de hipótesis, le viene que desde este momento fundante de la sociedad paraguaya. Por otro lado, ese Página 12 de 17


"respeto" sacrosanto a al que manda, el poder, a la entronización de prácticas autoritarias en el relacionamiento familiar, social y político donde la voz del "jefe" es incuestionable también pudiera venir de esa marca como fuego dentro de la conciencia popular paraguaya de su momento fundante. Lo constante de la estructura autoritaria y dictatorial, en la historia política paraguaya, como forma de gobierno pudiera, en algo explicarnos, del fenómeno. IV. La ideología nacionalista. Sus consecuencias para las ciencias sociales. a) El nacionalismo novecentista. Entre 1864/1870 el Paraguay sostuvo una catastrófica guerra con sus países vecinos, el Brasil, la Argentina y el Uruguay, (La Triple Alianza) donde es derrotado y casi exterminada su población, sobreviviendo solamente una cuarta parte de sus habitantes, en su mayoría niños y mujeres. La miseria existente en la pos-guerra fue brutal. Con la derrota paraguaya desaparecía un sistema socioeconómico emergido poco después de 1811, fecha de la independencia nacional. Este puede caracterizarse por una real autarquía política y un sistema de desarrollo autónomo en lo económico, enmarcado por una forma de capitalismo incipiente de estado. El estado surgido después del desastre llevará la impronta de la ideología de los vencedores y la total sumisión, sobre todo en los primeros años, al ejército de ocupación (1869 -1878). La clase política dependía exclusivamente de las contradictorias ambiciones de los vencedores. Estos moverán los hilos de los múltiples golpes de estado, asesinatos políticos y enfrentamientos armados entre los distintos grupos por espacio de casi tres lustros. El gobierno paraguayo, que quedó con toda la deuda de la guerra, presionado por sus acreedores puso en subasta los ferrocarriles (propiedad del estado), los edificios públicos, así como la casi totalidad del territorio nacional, lo que permitió la conformación de grandes latifundios y expropiación de los campesinos de sus tierras. En este clima general surgió la primera generación intelectual paraguaya de la pos-guerra. La atmósfera asfixiante de la derrota, la pobreza general, y el estigma de que el paraguayo era un "bárbaro" que ni siquiera hablaba español, fue el aire que meció la cuna de este grupo de intelectuales. La generación del 900 apareció entonces en ese lapso trágico, marcada por la impronta intelectual europeizante traída por los invasores, que ocuparon largamente el país (1869 - 1877) y lo sometieron a una dependencia económica, sin duda, pero también intelectual, ideológica. El nacionalismo positivista, en boga en los cenáculos rioplatenses, selló la orientación de los intelectuales paraguayos de la época. Estos adhirieron al cientificismo, y adoptando una erudición de cuño de "nuevo rico", echaron las bases para producción del discurso escrito, con el propósito de superar la "barbarie" y fundar la tradición culta. Se dedicaron de manera preferente a la historiografía, dentro de los cánones privilegiados por la escuela positivista. Pero, escarbando un poco más en las motivaciones profundas, podemos decir que no solo existieron razones de moda en el cultivo predominante de la historiografía. De manera a veces deliberada, pero sobre todo inconsciente, los integrantes de esa generación buscaron, al abordar el tema histórico, recomponer el tejido social desgarrado por la hecatombe. Recomponerlo compensatoriamente a partir de hechos heroicos relacionados con la contienda reciente, o mediante la exaltación de los protagonistas de esa "gesta gloriosa", o mediante la recuperación de otras figuras del Página 13 de 17


período anterior, consideradas como símbolos positivos en la conciencia colectiva. (Bareiro/Flecha, 1985, p. 166/169) Si bien esta generación se constituye, en general, a partir de la reivindicación de "lo paraguayo", existen diferencias promocionales dignas de ser señaladas. La primera promoción, integrada por Cecilio Baéz (1862-1941) y José de la Cruz Ayala (Alón) (1863 -1892) tendrá una reflexión crítica con respecto al país y buscarán una explicación a la dramática realidad pos-bélica y darán una visión del proceso histórico más en acuerdo con la realidad degradada. Las promociones posteriores, en general, como Manuel Domínguez, (1869 - 1935) Ignacio A. Pane, (1880 - 1920) Juan E. O'Leary, (1880 -1968) etc. se negarán absolutamente a toda crítica con respecto a la sociedad, mostrando por el contrario un Paraguay idílico, armónico, extraordinario. La visión de que "El Paraguay se asemeja a un enano de enorme cabeza con cuerpo raquítico y piernas secas" (Alón) se transformará en "...el pueblo paraguayo es el más feliz de la tierra" (Manuel Domínguez); o lo de que "el Paraguay es una ergástula donde se revuelcan oprimidos y degradados los campesinos" (Alón), se reconvertirá en la idea de que: "...en el Paraguay no existe lucha de clases" (Manuel Domínguez). Cualquier visión crítica será repudiada, denunciada, estigmatizada, asimilada a la traición. Esto será ejemplificado en una "famosa" polémica -1902- entre Cecilio Baéz y Juan E. O'Leary. El primero planteará una dificultad del paraguayo para acceder a la democracia como resultado de un continuo proceso del autoritarismo, como forma de gobierno, en toda su historia: los jesuitas, las dictaduras (1812 - 1870) de Gaspar Rodríguez de Francia, Carlos Antonio López y Solano López, mientras el segundo en tono airado saldrá en defensa del Mariscal Solano López. Toda la generación se dividirán entre "lopiztas" y "anti-lopiztas" y Baéz sufrirá el estigma de "legionario" (miembros de la "legión Paraguaya" que combatió al lado del invasor, en la guerra de la Triple Alianza), traidor por el resto de su vida. Dentro de ese contexto se comprenderá la marginación que rodeó la obra del escritor hispano-paraguayo Rafael Barret (1876 - 1910), quien será el único en mostrar la realidad hiriente de la miserable situación en su Dolor Paraguayo. La situación de quiebra social desaparecerá bajo los trazos del pasado, y éste se diseñará en un mundo lineal donde no existen saltos entre las distintas dimensiones. Surgirá del texto "maravilloso" de estos escritores un Paraguay idílico, grandioso. El máximo representante "de la cruzada nacionalista" verá al Paraguay, en la época de la dictaduras del siglo pasado, de esta forma: "...era la tierra ubérrima, eran los perfumados naranjales, era la aldea blanca y sonriente, era el hogar feliz (...) era el río, era el cielo estrellado; pero también era el pasado, la historia, las tradiciones (...) los esfuerzos remotos por la libertad. (O'Leary. 1930) (Los Legionarios). Este párrafo de O'Leary da una cabal idea de la transmutación de situaciones que caracteriza "la literatura maravillosa". La visión del autor se proyecta y cobra vida en la dimensión ficcional representada por el "pasado glorioso" y por el contrario la realidad inmediata de los sobrevivientes es sumergida en el dominio letal del desprecio y la negación. Pero como buenos positivistas, los novecentistas tenían que buscar justificaciones para explicar la transformación de los hombres del pasado en dioses. Aquí la "ciencia" tiene un rol que jugar y así retrocede hacia los orígenes primitivos en que el fuego de la magia y la verdad científica todavía no se hallaban divorciados. Manuel Domínguez e Ignacio A. Pane (1880 -1920) encontrarán las causas del heroísmo paraguayo en el mestizaje entre la "raza superior" de España y la "raza superior" guaraní. Por Página 14 de 17


otro lado, el "científico" de la generación, Moisés S. Bertoni (1857 - 1929), autor de múltiples obras sobre la "civilización guaraní", ya había llegado a la conclusión de que la misma, cuanto menos estaría a igual nivel que otras "grandes civilizaciones" de la antigüedad: Egipto, Asiria, Babilonia, Judea, Grecia, Roma. De todas maneras, es de señalar una incoherencia flagrante en la consideración por esos autores de ambos componentes étnicos. En efecto, posiblemente traicionados por el concepto evolucionista, propio a la escuela, tuvieron expresiones -consciente o inconscientemente- de un profundo racismo. Así esta manifestación despectiva de uno de los ideólogos: "El cristianismo y la música dulcificaron la crueldad nativa del indio antropófago" (Domínguez, El alma de la raza). Resulta paradójico que esta generación, aparentemente renuente a al esquema civilización/barbarie, pretende demostrar, utilizando justamente ese esquema, la condición civilizada -no bárbara, en consecuencia- del paraguayo. Domínguez anotará que la inteligencia superior del paraguayo se debe a la alimentación, al clima del país, "tan sano como ninguno en el planeta". "El paraguayo superior al porteño, superior al criollo, es también superior al español de Europa (...) En ninguna colonia latina había tanta población blanca como en Paraguay. Se daban 5 blancos por cada mulato o negro, mientras que casi en todas las colonias españolas había un blanco por 25 individuos de color. (...) Quien sabe si la raza paraguaya no estaba o no está llamada a alcanzar las cumbres a que sólo llegan las razas superiores" (Domínguez, 1904) (El Alma de la raza) Ahora bien, ¿cuál es el balance de la vigencia del elemento nacionalista en el campo más estricto de la producción de las ciencias sociales? Una vez cumplida sumisión de factor recuperador, y políticamente condicionador después, el nacionalismo exacerbado quedó como un lastre que le llevó a tocar el fondo de los patriotero, de lo auto-complaciente, hasta transformar la imagen "necesariamente" idealizada de comienzos del siglo en la caricatura de tarjeta postal de los años 30 y llegar a ser la ideología oficial desde, la revolución nacionalista de 1936, en que emerge los militares como propietarios del poder político (Bareiro/Flecha, 1985. p. 175). Esta ideología alienante, inhibitoria de un lectura problematizada al incrustarse en las estructuras el estado para a envolver a la sociedad civil a través de los múltiples "aparatos ideológicos", convirtiéndose no sólo en la ideología oficial, base de sustentación de un poder político discrecional, sino en la única ideología permitida en la sociedad paraguaya hasta el derrocamiento del Gral. Alfredo Stroessner, en febrero de 1989, después de treinta y cinco años de poder absoluto. b) Consecuencias del nacionalismo sobre las ciencias sociales. En estas condiciones no resulta nada extraño que la producción de los análisis históricos, antropológicos, sociales presenten en el Paraguay, "tanto por su volumen de producción, como por su continuidad en el tratamiento de sus problemas, todavía, como un conjunto significante" (Meliá, Palau, 1975, p. 147). En ese sentido si uno lo compara con la producción de los países del área es incuestionable su retraso en tanto que uno pudiera analizar, por lo menos, de manera categórica y explícita la adscripción a las diferentes escuelas y aún a núcleos de investigadores que se definan ideológicamente cercanos a no ser el positivismo como hemos visto. Las primeros estudios sociales y antropólogos, fuera de la ideología nacionalista oficial, son realizadas por extranjeros y en la mayoría de los casos pasaron desapercibidos por la "inteligencia" paraguaya. El caso de Alfredo Metraux, con su libro "La civilisation matèrialle des tribus Tupi-guaraní" Página 15 de 17


(1928) y sus innumerables artículos científicos son demostrativos en este casoo los trabajos del antropólogo brasileño Egon Shaden. Estos trabajos no han sido traducidos y no se encuentran rastros de su lectura sino recién a partir de la década del '60.Paraguay Rural Life (1946) de Elman y Helen Service, Tobatí: Paraguay Town (1954) corren el mismo destino. La gran revolución lo hace Branka Susnik con su monumental El indio colonial en el Paraguay., cuyo primer tomo lo publica en 1965, El indio Colonial, el segundo en 1966, Los trece pueblos Guaraníes de las Misiones, y el tercero, El Chaqueño: Guaycurúes, y Chanés-Arawak (1971). Por primera vez en la historia social y antropológica del Paraguay se presenta la historia de un enfrentamiento antes que un mestizaje. El valle y la loma de Ramiro Domínguez (1966) es un verdadero aporte dentro de "la comunicación social en ciertas áreas rurales buscando interpretar ciertas pautas culturales que acusan considerable continuidad" (Domínguez, 1966. p....) Otro libro que revolucionará la visión paraguaya será el Aivú Rapyta, de Leon Cadogán (....) en la que descubre, por primera vez en el país, la riqueza de la palabra de los guaraníes, con su cantos sagrados. La aparición de la Revista Paraguaya de Sociología, (1964) dirigida por Domingo Rivarola y la aparición del Suplemento Antropológico (1965) crean el espacio fundante de una búsqueda diferente a la anterior etapa. Habría que anotar las circunstancias sumamente difíciles en que aparecen estos libros. Años antes, cuando la fundante novelística había aparecido, La babosa, de Gabriel Casaccia, (1952) y El Trueno entre las hojas, (1953) de Augusto Roa Bastos, la prensa los ha atacado como "roedores del mármol de la Patria". Inclusive el primer diagnóstico oficial de la realidad nacional de la Secretaría de Planificación de la Presidencia de la República (1969) para el Plan de Desarrollo Nacional fue duramente atacado, casi como un trabajo "especializado de comunistas". Era tan fuerte el esquema del "Paraguay paraíso" en la ideología oficial. Las posteriores investigaciones sobre la realidad del país eran percibidas, por el poder central, como subversivas y que en no pocas ocasiones el autor pagara con la cárcel o el exilio. En estas condiciones el derrocamiento de la dictadura no supone todavía, aun cuando existieran mejores condiciones para su realización, que las ciencias sociales, políticas, antropológicas y sociales puedan tener un repunte rápido. El lastre de la opresión no solo se manifiesta en la no posibilidad de la realización de investigaciones con libertad académica sino que la no existencia de institutos o facultades de ciencias sociales en el Paraguay que posibilitara la formación de los cientistas sociales adquiere una gran preponderancia. De acuerdo a lo que hemos visto existirían dos elementos explícitos que traban el desarrollo de las ciencias sociales en el Paraguay. El primero, vendría conformándose dentro de la propia cultura paraguaya, que le viene desde su formación como comunidad humana y el segundo, la emergencia de la ideología nacionalista en el mismo momento fundante de la "tradición culta" en el país, debido a circunstancias históricas muy especiales. Un tercer elemento no explícito en el trabajo es la la constante en la historia política del país la presencia de formas autoritarias de gobierno, que también pudiera obedecer a su momento fundante, que inhibió la emergencia de un pensamiento crítico de la sociedad. La última forma estatal militar autoritaria nacionalista que desde 1936 hasta 1989 imperante en el país, cuyo remate fue la dictadura de Alfredo Stroessner (1954 -1989) inhibió aún más la posibilidad de la emergencia de un pensamiento crítico. Desmontar esa realidad psico-social es la gran tarea de la inteligencia paraguaya de hoy si quiere que el país se conduzca hacia la democracia.

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