Bienes Patrimoniales del Departamento del Cesar

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Bienes Patrimoniales del Departamento del Cesar

Conservación de la Memoria y Salvaguarda de la Diversidad Cultural Compilación: María Trillos Amaya

MUSEO DE ANTROPOLOGÍA DE LA UNIVERSIDAD DEL ATLÁNTICO Colección Bienes Patrimoniales del Caribe Colombiano


Catalogación en la publicación. UNIATLANTICO. Departamento de Bibliotecas

Museo de Antropología de la Universidad del Atlántico. Bienes patrimoniales del Departamento del Cesar. Conservación de la Memoria y salvaguarda de la identidad cultural / Museo de Antropología de la Universidad del Atlántico: compilado por María Trillos Amaya. – Barranquilla: Universidad del Atlántico, 2015. 213 p. : il. – (Bienes Patrimoniales del Caribe Colombiano) Bibliografía ISBN 978-958-8742-61-8

1. Patrimonio cultural – Cesar (Colombia) 2. Bienes culturales – Cesar (Colombia) I. Trillos Amaya, María, comp.. II. Tit.. III. Serie

CDD: 986.118

Bienes Patrimoniales del Departamento del Cesar

Conservación de la Memoria y Salvaguarda de la Diversidad Cultural Compilación: María Trillos Amaya

FACULTAD DE CIENCIAS HUMANAS MUSEO DE ANTROPOLOGÍA DE LA UNIVERSIDAD DEL ATLÁNTICO Colección Bienes Patrimoniales del Caribe Colombiano


Proyecto Inventario y Registro del Patrimonio Cultural del departamento del Cesar, 2011 Facultad de Ciencias Humanas Museo de Antropología – Círculo de Estudios Lingüísticos, Sociales y Culturales ISBN: 978-958-8742-61-8

Por las calles de Tamalameque dicen que sale una llorona loca. UNIVERSIDAD DEL ATLÁNTICO RECTOR RAFAEL CASTILLO PACHECO

VICERRECTOR DE INVESTIGACIÓN, EXTENSIÓN Y PROYECCIÓN SOCIAL IVÁN LEÓN LUNA VICERRECTOR DE DOCENCIA JAIME ÁLVAREZ LLANOS

VICERRECTORA ADMINISTRATIVA Y FINANCIERA ACENETH PANSSA FIGUEROA

DIRECTORA MAUACI-COMUNICACIONES INTERCULTURALES MARÍA TRILLOS AMAYA GOBERNADOR DEPARTAMENTO DEL CESAR LUIS ALBERTO MONSALVO GNECCO

ASESORA DE CULTURA DEPARTAMENTO DEL CESAR MARÍA AMPARO OCHOA

RESPONSABLE DE PROYECTOS DE PATRIMONIO DEL CESAR ENNA CELEDÓN ZAPATA CORRECCIÓN DE ESTILO JULIO MALDONADO ARCÓN

CARTOGRAFÍA (A PARTIR DE FUENTES SUMINISTRADAS POR EDITORES Y AUTORES) ÁLVARO RÍOS COBAS FOTROGRAFÍAS: ARCHIVO MAUA DISEÑO DE PORTADA MELISSA ROMAN ESCALONA

PORTADA CIÉNAGA DE ZAPATOSA (CHIMICHAGUA, CESAR) COLECCIÓN DE ARTE MAUA ÓLEO SOBRE LIENZO - MARCOS PUENTE DIAGRAMACIÓN CALIDAD GRÁFICA

PREPARACIÓN EDITORIAL MAUACI-COMUNICACIONES INTERCULTURALES MUSEO DE ANTROPOLOGÍA Calle 68 nº 53-45 Tel.: (57 5) 356 0067 – 319 7031, Barranquilla, Colombia mauaci@mail.uniatlantico.edu.co www.maua.co IMPRESIÓN Calidad Gráfica S.A. Av. Circunvalar Calle 110 No. 6QSN-522 PBX: 336 8000 info@calidadgrafica.com.co Barranquilla, Colombia TIRAJE 1000 LIBROS

EL MATERIAL DE ESTA PUBLICACIÓN NO PUEDE SER REPRODUCIDO SIN LA AUTORIZACIÓN DE LOS AUTORES. LOS CONCEPTOS EXPRESADOS EN LOS ARTÍCULOS QUE INTEGRAN ESTE VOLUMEN SON RESPONSABILIDAD EXCLUSIVA DE SUS AUTORES, POR LO TANTO NO COMPROMETEN LA POSICIÓN DE LA INSTITUCIÓN, NI DEL COMITÉ EDITORIAL. IMPRESO Y HECHO EN COLOMBIA ©UNIVERSIDAD DEL ATLÁNTICO ©GOBERNACIÓN DEL CESAR BARRANQUILLA, 2015

A mí me salió una noche una noche de carnaval. Me meneaba la cintura como iguana en matorral. Le dije pare un momento no mueva tanto el motor. Y al ver que era un espanto ay compadre qué sofocón. Que te coge! Que te agarra! la llorona por detrás.

José Benito Barros


Bienes Patrimoniales del Departamento del Cesar | Conservación de la Memoria y Salvaguarda de la Diversidad Cultural

DESDE LA UNIVERSIDAD DEL ATLÁNTICO Algunos especialistas nos introducen en el tema del patrimonio cultural desde la perspectiva de las comunidades, las cuales están permanentemente revalorándolo para dotarlo de nuevos significados. Por otra parte, ubican la contemporaneidad como lugar de lo patrimonial, introduciendo una nueva dimensión en el modo de apropiación de lo universal. En este ámbito, temas como la memoria, la historia y el papel de la comunidad portadora de las manifestaciones culturales en el redimensionamiento de lo tradicional, superan la vieja dicotomía tradicional-moderno, redefiniendo sus significados.

BIENES PATRIMONIALES DEL DEPARTAMENTO DEL CESAR - CONSERVACIÓN DE LA MEMORIA Y SALVAGUARDA DE LA DIVERSIDAD CULTURAL SÍNTESIS CONCEPTUAL DEL PROYECTO DE INVESTIGACIÓN INVENTARIO Y REGISTRO DE LOS BIENES PATRIMONIALES DEL DEPARTAMENTO DEL CESAR, 2011 COMITÉ EDITORIAL:

APOYO LOGÍSTICO:

Dra. MARÍA TRILLOS AMAYA Dra. YAMILE BETANCOUR CÓRDOBA Mg. MILTON AMAYA ANTOLINEZ Mg. ERNESTINA VILORIA VILORIA Mg. JULIO MALDONADO ARCÓN ZUNILDA DE LEÓN IRIARTE CARMEN CASTRO ARCIA SUGEY GARCÍA LOZANO

COLABORACIÓN ESPECIAL: COORDINADORES MUNICIPALES DE CULTURA DE LOS MUNICIPIOS DEL CESAR, INVESTIGADORES LOCALES, LÍDERES, PORTADORES Y GESTORES CULTURALES. GOBERNACIÓN DEL CESAR – UNIVERSIDAD DEL ATLÁNTICO CONVENIO INTERADMINISTRATIVO N° 2011 03-0010 INTERVENTORÍA:

WILL CALDERÓN GUERRA Coordinador de Cultura departamento del Cesar Barranquilla, Enero de 2015

Reconocen también la contingencia de las matrices identitarias modernas, las cuales son progresivas y continuamente reconstruidas por los sujetos, en un proceso dinámico de deconstrucción creadora o de constante confrontación entre lo viejo y lo nuevo. Con la ciudad como telón de fondo, espacio físico pero también simbólico de interacción, dan especial relevancia a los significados atribuidos a las ruinas, monumentos y museos en relación con la redefinición del lugar de los sujetos en el mundo contemporáneo.

En las teorías recientes sobre este tema suelen distinguirse, en términos técnicos, varias fases de trabajo: investigación, conservación, difusión y restitución. La restitución del patrimonio parece ser, en primer término, una cuestión inequívocamente práctica, la cual implica normas legales, toma de decisiones, políticas, reglamentos, estrategias de acción, planes y calendarios. Pero como toda cuestión práctica, ella supone también un modo de poder y de control. No parece factible practicar una restitución digna de este nombre sin que las instituciones responsables reconozcan en algún grado, la coautoría del proceso, compartiendo cuotas de ese poder en la definición de prioridades de los agentes implicados.

Una idea que nos surge de la experiencia que han dejado en la Universidad del Atlántico los diferentes proyectos de investigación que se han adelantado y se adelantan sobre el tema del patrimonio cultural, es la necesidad de desarrollar una perspectiva integral, haciendo énfasis en la utilidad de la etnografía de la comunicación para la cabal consecución de estas metas. Como afirma nuestra investigadora María Trillos Amaya, sin la mirada etnográfica sería difícil registrar polifónicamente cómo, cuándo, y bajo qué circunstancias de la construcción social, se produce la relación entre lo patrimonial y las políticas estatales. En este sentido, desde el Museo de Antropología de la Universidad del Atlántico hemos entendido que uno de los principales retos que enfrenta la investigación del patrimonio cultural en la actualidad es abordar la problemática desde una perspectiva integral, que recupere los contextos y procesos de construcción y conservación del patrimonio, así como los contradictorios usos y representaciones de los diferentes actores sociales involucrados.

Todo ello atravesado por conflictos sociales que cada día ponen en riesgos tal patrimonio. Con la publicación de este volumen, Bienes Patrimoniales del departamento del Cesar - Conservación de la Memoria y Salvaguarda de la Diversidad Cultural, síntesis conceptual de los resultados del proyecto de investigación Inventario y Registro del Patrimonio Cultural del departamento del Cesar, la Universidad busca impulsar la renovación constante de la reflexión que se efectúa en nuestro país sobre el patrimonio cultural. Consideramos que resulta inaplazable insertar el tema del patrimonio cultural en el debate sobre las nuevas políticas culturales, articulándolo con las demandas de cambio social y participación civil. Se trata, asimismo, de romper el aislamiento en el cual se encuentra todo lo relacionado con el patrimonio cultural, insertándolo en un debate cultural amplio, redefiniendo su andamiaje conceptual, ya que no obstante su importancia, la temática continúa relativamente inexplorada y con un bajo nivel de discusión teórica. RAFAEL CASTILLO PACHECO Rector

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María Trillos Amaya | Universidad del Atlántico

DESDE EL DEPARTAMENTO DEL CESAR Las concepciones sobre el patrimonio cultural así como las políticas dedicadas a su estudio, conservación y difusión se relacionan con elementos que son dinámicos y variables: en cada época las sociedades rescatan el pasado, seleccionando ciertos bienes culturales que establecen un puente pasado-presente-futuro. En un Estado nacional como Colombia, las categorías del patrimonio cultural se definen a partir de una oposición entre lo que se considera como patrimonio cultural universal y lo que se reconoce como patrimonio cultural propio, característico de la Nación.

Por otra parte, hoy, la creación de nuevos productos y destinos turísticos se definen desde las fortalezas del patrimonio cultural de una región o país, por lo tanto, el desarrollo de la actividad turística depende en gran medida de los bienes patrimoniales. Pero dicha interdependencia provoca efectos positivos y negativos sobre los recursos patrimoniales y las áreas donde estos se encuentran, provocando la necesidad de aplicar modelos de gestión del patrimonio turístico basados en la sostenibilidad, en la búsqueda de la integración económica y social del turismo en el área donde se desarrolla.

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se ubican en el casco histórico de Valledupar, Valencia de Jesús, Río de Oro y González, la zona de petroglifos de Manaure, además, diversas fiestas cívicas y religiosas, ferias agrícolas y festivales, espacios propicios donde confluyen el espíritu cesarense en sus manifestaciones artísticas y productos propios de las tradiciones culinarias, agrícolas y artesanales, que en medio del jolgorio acercan a propios y foráneos, haciendo gala del principio de alteridad que lo caracteriza.

En consecuencia, la visión de futuro en cuanto a la protección del patrimonio cultural del Departamento, hace pensar en casos afortunados de turismo que han propiciado un cuidado especial hacia este patrimonio que por su fragilidad debe salvaguardarse. Es así como, la búsqueda de un cierto tipo de turistas, que no se encuadra en el patrón de turismo de masas, más bien en el turismo vivencial, el de seres humanos que necesitan entrar en contacto con otras culturas para reencontrarse, ha llevado a que muchas comunidades se organicen para ofrecer un producto turístico que reviva características autóctonas, lo que ha hecho que el turismo, visto como destructor de culturas, pueda convertirse en impulsor de su revitalización. SIMÓN MARTÍNEZ UBÁRNEZ Representante investigadores Consejo Departamental de Patrimonio del Cesar

A su vez, desde una perspectiva amplia se podría considerar como patrimonio turístico el entorno natural, cultural y monumental de un área determinada. Se incluye en esta definición el patrimonio cultural constituido por los monumentos y edificios, obras de pintura y escultura, obras conjuntas del hombre y la naturaleza; también el patrimonio natural constituido por formaciones geológicas, físicas, zonas biológicas, de hábitat animal y vegetal de gran valor desde el punto de vista científico y paisajístico; y por último, pero no por ello menos importante, las manifestaciones del espíritu, propias de un pueblo o comunidad: lenguas, tradición oral, tradiciones lúdicas, festivas, culinarias y artesanales, entre otras muchas.

De todo ello se deduce el carácter dinámico y flexible del concepto de patrimonio cultural, con características de fragilidad y con un marcado carácter no renovable. Por lo tanto, la presión que pueda ocasionar el turismo sobre el patrimonio cultural mismo puede provocar su destrucción. Afortunadamente, se originan también, dos actuaciones con relación al patrimonio cultural, el desarrollo de la actividad turística y la búsqueda de la conservación del patrimonio. Como consecuencia de este proceso surge el concepto de sostenibilidad y la búsqueda de aplicación de modelos de desarrollo al ámbito turístico, modelos que deben perseguir la integración del turismo en un marco compatible con la comunidad donde se desarrolle, respetuoso de sus tradiciones, del medioambiente y el patrimonio urbanístico, de manera que se garantice la preservación de los recursos que integran el patrimonio para generaciones futuras y reparta de forma equitativa los resultados de las actividades económicas generadas en torno a él.

En concordancia con lo anterior, Bienes Patrimoniales del departamento del Cesar - Conservación de la Memoria y Salvaguarda de la Diversidad Cultural, es un texto que nos inspira una mirada en los dos sentidos antes señalados: patrimonio cultural y turismo cultural. Es válido pensar que la primera fortaleza con que contamos los cesarenses es la propia comunidad, orgullosa de sus tradiciones y de su paisaje cultural, afable, festiva y de un especial trato amable hacia los visitantes, lo cual se complementa con la biodiversidad propia del territorio cesarense, sintetizada en la siguiente apreciación del documento en mención: Dentro del conjunto de territorios que integran la Región Caribe, el Cesar puede considerarse un departamento sui generis por los contrastes que lo caracterizan: En sus territorios hacen presencia dos de los sistemas hidrográficos más importantes del Caribe colombiano: Magdalena-Ciénaga de Zapatosa, Sierra Nevada de Santa Marta-ríos Cesar y Ariguaní… Los dos sistemas montañosos que lo circundan le dan una importante variedad de pisos térmicos y climas. Es uno de los dos departamentos con frontera terrestre internacional (Serranía del Perijá). El mismo documento permite apreciar que se cuenta con recursos culturales de gran valor histórico, los cuales 8

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COLECCIÓN BIENES PATRIMONIALES DEL CARIBE COLOMBIANO La colección Bienes Patrimoniales del Caribe Colombiano, es el resultado de la línea de investigación estudio y preservación del patrimonio cultural, iniciada en el 2007 por el Museo de Antropología de la Universidad del Atlántico con el apoyo del Grupo de Investigación CELIKUD (Círculo de Estudios Lingüísticos, Sociales y Culturales). Línea dedicada a resaltar las manifestaciones culturales mediante un diálogo estratégico para generar relaciones sociales más equilibradas. Es así, como en Bienes Patrimoniales del departamento del Cesar, el patrimonio cultural se presenta como un factor de identidad y de cohesión territorial y social, un elemento especialmente relevante para progresar hacia la sostenibilidad. El intento de sistematizar el patrimonio como un factor cultural clave en términos de sostenibilidad, conlleva muchas dificultades metodológicas, ya que cada dimensión patrimonial tiene una trayectoria histórica, dentro de cada una de las cuales existen distintos lenguajes que a veces hacen difícil encajar unos discursos con otros, así como las clasificaciones e identificaciones dispares, o los recursos y las herramientas disponibles para la protección, la regulación y la gestión..., lo que nos obliga a reconocer que son muchas las limitaciones que se presentan.

A pesar de todo ello, creemos que este planteamiento posibilita avanzar en el conocimiento de las relaciones intrínsecas entre el patrimonio natural y el cultural, ya que los sistemas humanos y ecológicos cuando son más diversificados, tienden a mostrar mayor estabilidad frente a las fluctuaciones externas. Además, debido a la interacción permanente entre patrimonio natural y cultural, desde este último se desarrollan códigos de información sobre los modos de vida, capaces de generar conocimientos para la gestión racional del medio. En este sentido, ambos capitales son aptos para mantener de forma perdurable la coexistencia entre las comunidades locales y los sistemas naturales, lo cual se genera a partir de una simbiosis entre los métodos de uso del territorio y el mantenimiento de la diversidad de los ecosistemas, favoreciendo una evolución armónica naturaleza-cultura-sociedad.

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• La Ruta Arqueológica Petroglifos de Manaure, subraya la necesidad de una inscripción integral de este sitio arqueológico, que evoca las funciones conexas al entorno desaparecido. • La Ciénaga de Zapatosa, espacio cultural que invita a reflexionar sobre hechos históricos protagonizados por sus primigenios habitantes –marebúes y sondaguas–, que contribuye a la solución de problemas sociales y del medioambiente y donde confluyen manifestaciones del patrimonio inmaterial tales como: el festival de la tambora, las leyendas del mohán y la llorona loca de Tamalameque. • La Ermita San Isidro de Saloa, la Capilla de Valencia de Jesús con sus variadas reliquias y su Semana Santa, más el Centro Histórico de Valledupar, se definen por su calidad arquitectónica, su función de símbolo histórico, reveladores de espacios de interés excepcional. • La imagen de Nuestra Señora de los Desamparados, el Corpus Christi de Atánquez, la Leyenda Vallenata, el Festival Pedazo de Acordeón de El Paso, las artesanías en palma amarga y las almojábanas de La Paz, son inspiradores de una identidad enraizada en el pasado, actualizada en el presente y reinterpretada por las nuevas generaciones; es decir, son manifestaciones del patrimonio inmaterial donde se articulan saberes cotidianos, prácticas familiares, entramados sociales.

En este sentido, la propuesta es: desde el Observatorio del Patrimonio Cultural, Natural y del Paisaje – Pakunapa, seguir estudiando el listado de bienes y manifestaciones culturales y naturales antes enunciado, como legados de gran riqueza natural y cultural, los cuales cumplen una función de hitos en el planeta, de símbolos de la toma de conciencia de los Estados y de los pueblos acerca del sentido de esos lugares y emblemas de su apego a la propiedad colectiva, así como de la transmisión de ese patrimonio a las generaciones futuras. De esta manera, siendo sitios de desarrollo sostenible y de reconciliación, propugnar porque el Estado intervenga activamente y coordine las acciones necesarias para su preservación (Convención para la Protección del Patrimonio Mundial Cultural y Natural - 1972). FIDEL LLINÁS ZURITA Decano Facultad de Ciencias Humanas Universidad del Atlántico

La moderna visión global del patrimonio y la necesidad de plantear su gestión sostenible, anima a la Facultad de Ciencias Humanas a plantear el Observatorio del Patrimonio Cultural, Natural y del Paisaje – Pakunapa, el cual se encargaría de velar por la preservación tanto del patrimonio cultural como del natural, como fuentes irreemplazables de vida, propendiendo por identificar más allá de las actuales listas de la Unesco el aporte que hasta el momento se ha integrado desde el Caribe colombiano, como patrimonio de la humanidad: Sistema Normativo de los Wayúu, aplicado por el pütchipü’üi (palabrero); Espacio cultural de Palenque de San Basilio; Carnaval de Barranquilla, Obra Maestra del Patrimonio Oral e Inmaterial de la Humanidad;
 Puerto, fortalezas y grupo monumental de Cartagena de Indias; Centro Histórico de Santa Cruz de Mompox. Al lado del listado anterior, es imprescindible ubicar el listado de parques naturales y santuarios de fauna y flora: Parque Nacional Natural Sierra Nevada de Santa Marta, Parque Natural Tayrona, Ciénaga Grande de Santa Marta, Parque Natural Old Providence McBean Lagoon en San Andrés Islas, Santuario de fauna y flora Los Colorados en los Montes de María, Santuario de fauna y flora El Corchal “El mono Hernández”, planicie aluvial del Canal del Dique; el Santuario de fauna y flora Los Flamencos y el Bosque seco de La Guajira.

Al observar los resultados que arroja el Inventario de los Bienes patrimoniales del departamento del Cesar, encontramos que muy bien podrían complementar los listados anteriores, bienes y manifestaciones culturales que encajan en la calidad de patrimonio de la humanidad, entre otros: • Los espacios culturales definidos en la Sierra Nevada de Santa Marta por los pueblos wiwa, kogui e ika, y en la Serranía del Perijá por los yukpa; los cuales preservan obras conjuntas del hombre y la naturaleza, ilustran la evolución de la sociedad humana y sus asentamientos a lo largo del tiempo. 10

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María Trillos Amaya | Universidad del Atlántico

TABLA DE CONTENIDO PRESENTACIÓN.................................................................................................................................................................................................................................. 17 INTRODUCCIÓN.................................................................................................................................................................................................................................. 20 Comunidad, patrimonio e identidad.......................................................................................................................................................................................... 20 Procesos de patrimonialización.................................................................................................................................................................................................. 21

CULTURA, HISTORIA, SOCIEDAD................................................................................................................................................................................................ 23 EL CESAR: PUEBLOS, ÉPOCAS Y ESPACIOS............................................................................................................................................................................ 25 María Trillos Amaya El Caribe colombiano....................................................................................................................................................................................................................... 27 Zavanas de Zazare en el pensamiento y en el sentimiento.............................................................................................................................................. 31 La Estirpe Malibú............................................................................................................................................................................................................................... 31 Pueblos indígenas, hábitat actual............................................................................................................................................................................................... 33 Patrimonio lingüístico amenazado............................................................................................................................................................................................ 41 Regiones ecoculturales.................................................................................................................................................................................................................... 45 Bibliografía........................................................................................................................................................................................................................................... 49

EL CESAR: CONTEXTOS HISTÓRICOS....................................................................................................................................................................................... 51 Carlos Consuegra Gómez Conquista y colonización................................................................................................................................................................................................................ 53 El Cesar en la construcción de la República........................................................................................................................................................................... 63 Modernización e industrialización............................................................................................................................................................................................. 67 Bibliografía........................................................................................................................................................................................................................................... 74

Bienes Patrimoniales del Departamento del Cesar | Conservación de la Memoria y Salvaguarda de la Diversidad Cultural ARQUITECTURA RELIGIOSA DEL CESAR: TEMPLOS REPRESENTATIVOS .............................................................................................................. 133 Patrimonio inmueble de uso religioso...................................................................................................................................................................................... 135

PATRIMONIO INMATERIAL........................................................................................................................................................................................................... 141 RECONOCIMIENTOS Y DESAFÍOS ALREDEDOR DE LA ORALIDAD, LAS FESTIVIDADES, LAS ARTESANÍAS Y LA COCINA TRADICIONAL......................................................................................................................... 143 Johnny Meca Ospina Patrimonio e identidad.................................................................................................................................................................................................................... 145 Manifestaciones del patrimonio cultural inmaterial del departamento del Cesar: tradición y adaptación..................................................................................................................................................................................................................... 146 Festividades.......................................................................................................................................................................................................................................... 146 Festivales, ferias y expresiones artísticas................................................................................................................................................................................ 151 Tradición oral...................................................................................................................................................................................................................................... 157 Recomendaciones de salvaguarda.............................................................................................................................................................................................. 166 Manifestaciones susceptibles de ser incluidas en la Lista Representativa del PCI................................................................................................ 167 Conclusiones........................................................................................................................................................................................................................................ 173 Bibliografía........................................................................................................................................................................................................................................... 174 A MANERA DE CONCLUSIÓN........................................................................................................................................................................................................ 175 FIESTAS Y FESTIVALES: ESPACIOS PARA LA CONSERVACIÓN DE LA MEMORIA Y LA SALVAGUARDA DE LA DIVERSIDAD DE LAS EXPRESIONES CULTURALES............................................................... 177 María Trillos Amaya ANEXOS.................................................................................................................................................................................................................................................. 183 Anexo 1. Cartografía Cultural del Departamento................................................................................................................................................................. 185 Anexo 2. Galería fotográfica........................................................................................................................................................................................................... 193 Anexo 3. Base Metodológica.......................................................................................................................................................................................................... 207 PERFIL ACADÉMICO DE LOS AUTORES................................................................................................................................................................................... 213

PATRIMONIO MUEBLE.................................................................................................................................................................................................................... 77 TRADICIONES CERÁMICAS Y RUPESTRES............................................................................................................................................................................. 79 Lázaro Cotes Cotes, Álvaro Martes Ortega Patrimonio e identidad.................................................................................................................................................................................................................... 81 Tradiciones cerámicas en el Caribe colombiano.................................................................................................................................................................. 81 Patrimonio rupestre municipio de Manaure......................................................................................................................................................................... 87 Recomendaciones de protección y conservación................................................................................................................................................................ 89 Bibliografía........................................................................................................................................................................................................................................... 90 MONUMENTOS EN ESPACIO PÚBLICO .................................................................................................................................................................................... 91 Lázaro Cotes Cotes Introducción ........................................................................................................................................................................................................................................ 93 Clasificación......................................................................................................................................................................................................................................... 93 Recomendaciones de Protección y Conservación............................................................................................................................................................... 94

BIENES MUEBLE DE USO RELIGIOSO....................................................................................................................................................................................... 97 Jhonny Gustavo Vega Arias Patrimonio mueble de uso religioso.......................................................................................................................................................................................... 99 Clasificación......................................................................................................................................................................................................................................... 99 Recomendaciones de Protección y Conservación................................................................................................................................................................ 100

PATRIMONIO INMUEBLE............................................................................................................................................................................................................... 115 TRADICIONES ARQUITECTÓNICAS........................................................................................................................................................................................... 117 José Fernández Amarís Conceptualización............................................................................................................................................................................................................................. 119 Marco Histórico.................................................................................................................................................................................................................................. 120 Arquitectura e identidad................................................................................................................................................................................................................. 123 Arquitectura del Cesar..................................................................................................................................................................................................................... 123 Tradición arquitectónica................................................................................................................................................................................................................. 123 Recomendaciones de protección y conservación................................................................................................................................................................ 127 Conclusiones........................................................................................................................................................................................................................................ 130 Bibliografía........................................................................................................................................................................................................................................... 132

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ÍNDICE DE MAPAS, TABLAS Y FIGURAS EL CESAR: PUEBLOS, ÉPOCAS Y ESPACIOS Mapa 1. Mapa topográfico e hidrográfico de la Cuenca del Caribe.................................................................................................................................... 27 Mapa 2. Características orográficas y cuerpos de agua del Caribe colombiano........................................................................................................... 29 Mapa 3. Primeros movimientos migratorios hacia el Caribe colombiano....................................................................................................................... 30 Mapa 4. Actuales pueblos indígenas del departamento del Cesar....................................................................................................................................... 34 Mapa 5: Departamento del Cesar – Subregiones ecoculturales........................................................................................................................................... 48

Bienes Patrimoniales del Departamento del Cesar | Conservación de la Memoria y Salvaguarda de la Diversidad Cultural ARQUITECTURA RELIGIOSA DEL CESAR: TEMPLOS REPRESENTATIVOS Ficha 1. Ermita de San Isidro (Corregimiento de Saloa, Chimichagua)........................................................................................................................... 136 Ficha 2. Ermita de Santa Ana (Corregimiento de Los Tupes, San Diego.......................................................................................................................... 137 Ficha 3. Capilla de San Antonio (Corregimiento de Badillo, Valledupar)........................................................................................................................ 138 Ficha 4. Capilla del Santo Cristo (Corregimiento de Valencia de Jesús, Valledupar)................................................................................................... 139 Ficha 5. Iglesia Nuestra Señora del Rosario de Chiquinquirá (Rio de Oro, Cesar)....................................................................................................... 140 RECONOCIMIENTOS Y DESAFÍOS ALREDEDOR DE LA ORALIDAD, LAS FESTIVIDADES, LAS ARTESANÍAS Y LA COCINA TRADICIONAL Tabla 1. Calendario de fiestas patronales...................................................................................................................................................................................... 148 Tabla 2. Calendario de festivales vallenatos................................................................................................................................................................................. 152 Tabla 3. Manifestaciones susceptibles de ser incluidas en la Lista Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial............................ 167

Tabla 1: Vocabulario de las lenguas malibú................................................................................................................................................................................. 32 Tabla 2: Toponimia Malibú................................................................................................................................................................................................................... 33 Tabla 3. Calendario agrícola ceremonial kogui........................................................................................................................................................................... 37 Tabla 4: Pueblos y lenguas nativas del departamento del Cesar – Siglo XVII................................................................................................................ 42 Tabla 5: Pueblos y lenguas del departamento del Cesar – Siglo XXI.................................................................................................................................. 43 Tabla 6: Pueblos y lenguas del departamento del Cesar Siglo XXI...................................................................................................................................... 45 Figura 1. Metáfora del Centro Ceremonial ................................................................................................................................................................................... 36 Figura 2. Esquema para la construcción de un Centro Ceremonial .................................................................................................................................. 36 Figura 3. Estructura básica de un Centro Ceremonial ............................................................................................................................................................ 37 Figura 4. Diferentes formas de hacer el camino en un terreno montañoso.................................................................................................................... 38 Figura 5. Metáfora del tiempo............................................................................................................................................................................................................ 38 Figura 6. Vivienda Yukpa....................................................................................................................................................................................................................... 40 EL CESAR EN SUS CONTEXTOS HISTÓRICOS Mapa 1. Expediciones de Heredia en la provincia de Cartagena y Bastidas y Alfinger en la provincia de Santa Marta.......................................................................................................................................................................................................... 55 Mapa 2. Datos histórico-culturales sobre las tribus de la antigua Gobernación de Santa Marta......................................................................... 57 Tabla 1. 1700: Provincia de Santa Marta. Jurisdicción de Valledupar.............................................................................................................................. 59 Tabla 2. Jurisdicción de Valledupar: Reducción de pueblos indígenas. Frailes Capuchinos..................................................................................... 59 Tabla 3. Jurisdicción de Valledupar: Número de indígenas congregados por sitio...................................................................................................... 60 Tabla 4. 1771: Censo de la Gobernación de Santa Marta........................................................................................................................................................ 61 TRADICIONES CERÁMICAS Y RUPESTRES Mapa 1. Ubicación del Municipio de Manaure en el departamento del Cesar............................................................................................................... 87 Mapa 2. Ruta arqueológica Petroglifos de Manaure................................................................................................................................................................. 88 Tabla 1. Colecciones arqueológicas del Cesar............................................................................................................................................................................... 85 Fotografía 1. Petroglifo en el barrio San Francisco................................................................................................................................................................... 89 Fotografía 2. Petroglifo en el barrio Villa del Río....................................................................................................................................................................... 89 MONUMENTOS EN ESPACIO PÚBLICO Fotografía 1. La Piragua –Chimichagua........................................................................................................................................................................................ 95 Fotografía 2. El Morrocoy - Aguachica ........................................................................................................................................................................................... 95 Fotografía 3. Pedazo de acordeón –Valledupar........................................................................................................................................................................... 95 Fotografía 4. Cerro de la Virgen –Rio de Oro ............................................................................................................................................................................... 95 BIENES MUEBLES DE USO RELIGIOSO Tabla 1. Capilla de Valencia de Jesús. Custodia: Hermandad de Jesús Nazareno.......................................................................................................... 101 Tabla 2. Parroquia Inmaculada Concepción – Valledupar. Custodia.: Párroco de la Iglesia................................................................................... 106 Tabla 3. Capilla San Antonio - Badillo, Cesar. Custodia: Párroco de la Capilla.............................................................................................................. 110 Tabla 4. Capilla San Isidro Labrador - Atanquez, Cesar. Curtodia: Párroco de la Capilla........................................................................................ 111 Tabla 5. Iglesia Catedral del Rosario-Valledupar. Custodia: Párroco de la Iglesia....................................................................................................... 112 TRADICIONES ARQUITECTÓNICAS Mapa 1. División política gobernación de Nueva Andalucía................................................................................................................................................. 121 Tabla 1. Listado de viviendas susceptibles de ser declaradas como bienes de interés cultural.............................................................................. 127 Ilustración 1.Construcción autóctona, grabado.......................................................................................................................................................................... 124

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PRESENTACIÓN Después de algunas horas por carreteras y caminos que circundan un laberinto de ciénagas, bordeando caseríos antaño construidos sobre pilotes, en madera y palma, aparece Zapatosa. En este ecosistema, ubicado al centro del departamento del Cesar, tienen asiento los municipios de Chimichagua, Tamalameque, Chiriguaná, Curumaní y El Banco, este último en el departamento del Magdalena.

Un lugar histórico, cuyos habitantes se muestran orgullosos de ser descendientes de Pocabuyes, Malibúes y Chimilas, pueblos milenarios que cultivaron sus espacios y los defendieron a morir contra la agresión de la colonización española. Un territorio geofísico y cultural, cuna de la ecología propia de pueblos anfibios1, de arquitectura palafítica y pescadores que se integran al paisaje con sus canoas y atarrayas, constituyéndose en el símbolo de la otrora Zapati, hoy Zapatosa. Tierra de gente buena, que se mueve al ritmo de las aguas del Magdalena, cuna de la tambora y el casabe2; donde los saberes culinarios tiene origen en una naturaleza pródiga: viuda de pescado salado, sancocho de bocachico, guiso de galápaga, estofado de moncholo, almojábana con café, bollo limpio envuelto en hoja de bijao y panelita de leche. Cada diciembre, los tamalamequeros dan curso al Festival de la Tambora. Conmemoración con la que recuerdan las noches de guacherna, en las cuales las abuelas con sus vistosos pollerones acompañando a los abuelos lanzaban sus versos al aire; noches de berroche en las cuales recorrían las calles cantando el pajarito, interrumpidos de cuando en cuando por el grito de la llorona loca.

El paisaje cultural del departamento del Cesar está definido al norte por el río Cesar que, bajando desde la Sierra Nevada de Santa Marta, desemboca en el río Magdalena perfilando un mar interior constituido por la Ciénaga de Zapatosa; por el río Ariguaní que desciende de la Sierra y alcanza el Magdalena a la altura de la Ciénaga de Zapatosa. Ahora, si la Ciénaga es un enclave de la Depresión Mompoxina, ¿es válido considerar mompoxinos a quienes habitan esta subregión?, ¿ariguanenses a quienes habitan el valle del Ariguaní?; de la misma manera como se denomina vallenatos a quienes habitan el valle del río Cesar (Castro Socarras: 1936), y riberanos a quienes habitan las márgenes del Magdalena (Fals Borda: 1979).

Las aseveraciones anteriores nacieron en los procesos dialógicos adelantados por el equipo de investigación, resultado a su vez de las actividades desarrolladas en el marco del proyecto Inventario y Registro del Patrimonio Cultural del Departamento del Cesar -PIRPCCE, cuyos objetivos fundamentales fueron: 1. Identificar y registrar los bienes patrimoniales muebles (arqueológicos de tenencia oficial, monumentos en espacio público y muebles de uso religioso); los bienes inmuebles (arquitectura de uso doméstico); y las manifestaciones del patrimonio inmaterial (festividades, representaciones y encuentros artísticos, cocina tradicional y artesanías). 2. Dar cuenta de los riesgos a que estos bienes están expuestos y recomendar las acciones pertinentes para su preservación y salvaguarda. 3. Levantar el listado de los bienes culturales susceptibles de ser elevados a la condición de patrimonio cultural del Departamento del Cesar. Aunque no estaban contemplados en el contrato firmado por la Gobernación del Cesar y la Universidad, teniendo en cuenta los lineamiento y orientaciones del Ministerio de Cultura y por considerar la labor de documentación de estos bienes patrimoniales de especial importancia para el departamento y la región, se abordaron 1 2

En su obra Mompox y Loba. Historia Doble de la Costa, el maestro Orlando Fals Borda incluye la categoría de cultura anfibia para definir el conjunto de actitudes, comportamientos, valores y tradiciones de los habitantes de la subregión mompoxina. Básicamente se trata de una cultura riberana que se desarrolla a partir tanto de los ríos y las ciénagas como de tierra firme. “Cazabe. Es un pan hecho de unas raíces que llaman yucas, las cuales siembran y después de dos o tres años están de sazón, las desentierran y rallan en unas piedras ásperas y exprimiéndolas en unas prensas aquel jugo con que queda aquella masa, la van echando en unas cazuelas de barro extendidas, que están a la lumbre con fuego manso; y así van cuajando unas tortas grandes, o pequeñas, como las quieren hacer, y estar cuajadas y cocidas, todo se hace de una vez. Es sustento muy universal en las tierras calientes, que es donde se dan estas raíces” (Simón: 1986: 59).

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las estaciones del ferrocarril, los centros fundacionales de Valledupar, Río de Oro, González, Gamarra y Tamalameque. Se elaboró también el listado de los bienes muebles de uso religioso de la Capilla y la Hermandad de Nazarenos de Valencia de Jesús, Parroquia la Inmaculada Concepción e Iglesia Catedral del Rosario de Valledupar, Capilla San Antonio de Badillo, bienes de interés cultural departamental unos y nacionales otros, los cuales adolecían de registro en el Sistema de Información de Patrimonio y Artes (SIPA). Desde la Dirección, el proyecto se vislumbró como un proceso de investigación integral, multidisciplinaria, participativa e incluyente. Para alcanzar este propósito, la Universidad del Atlántico aportó un equipo de especialistas en procesos de patrimonialización y manejo de metodologías participativas de investigación social. Siguiendo la recomendación expresa de las autoridades culturales del departamento del Cesar, se acogió a un grupo de profesionales y gestores culturales cesarenses. De esta manera, se cumplió con los cánones de responsabilidad social de la Universidad dejando una semilla en el departamento para que se siguiera formando en temas de patrimonialización. Cada apartado se sintetiza de la siguiente manera:

Introducción. Presenta el marco conceptual que fundamentó el proyecto y la definición de los procesos identitarios que genera el reconocimiento del patrimonio cultural por parte de las comunidades.

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Recomendaciones. Cada apartado pone de manifiesto las inquietudes que surgieron del diálogo con las comunidades, los gestores culturales, los docentes, los estudiantes y las autoridades locales. Su participación fue fundamental, ya que como artífices de los espacios que giran alrededor de las manifestaciones culturales recomendaron acciones acertadas que, de ser tenidas en cuenta e implementadas podrían garantizar la preservación de los bienes culturales. En el conjunto de recomendaciones se destacan: las manifestaciones susceptibles de ser incluidas en la Lista Representativa del PCI, las recomendaciones necesarias para su preservación y conservación, y las consideraciones sobre el patrimonio rupestre del municipio de Manaure. Anexos. Incluyen: 1) Cartografía Cultural del Departamento, basada en las cuatro subregiones culturales señaladas en el primer capítulo; 2) Galería de fotografías representativas de cada una de las clasificaciones patrimoniales tratadas en el texto. 3) Finalmente una síntesis del Tratamiento Metodológico que orientó el proyecto.

Este inventario, el primero que se registra en el departamento del Cesar, ha seguido en la medida de lo posible, los lineamientos establecidos por el Ministerio de Cultura para el inventario, manejo y preservación del patrimonio cultural de la Nación. En tal sentido, puede ser una guía para las entidades estatales, académicas y aún para las personas interesadas en los procesos de reconocimiento y valoración de los bienes culturales.

Cultura, Historia, Sociedad, consta de dos apartados: 1. El Cesar: Pueblos, Épocas Y Espacios, ubica el departamento en el contexto geohistórico caribeño identificando las subregiones que desde una perspectiva cultural lo caracterizan, coincidentes estas con espacios ecogeográficos: valles de los ríos Cesar, Ariguaní, Magdalena y la Ciénaga de Zapatosa, donde la población mestiza, en espacios urbanos y rurales, avanzan en procesos de modernización; Sierra Nevada de Santa Marta, Valle del Ariguaní y Serranía de Perijá, donde pueblos indígenas trabajan por recuperar y proteger los espacios que les fueron legados por sus ancestros. 2. El Cesar en sus Contextos Históricos, presenta el departamento del Cesar, como contexto multicultural y punto de referencia histórico en el entendimiento de los regionalismos políticos, sociales y culturales que vive la región Caribe colombiana en el presente siglo. Patrimonio Mueble, constituido por el apartado: 1. Tradiciones cerámicas, presenta las colecciones arqueológicas que están en tenencia de los municipios de Gamarra, Tamalameque, El Copey, Valledupar, Manaure y Curumaní; además, presenta las recomendaciones necesarias para su preservación y conservación, y las consideraciones sobre el patrimonio rupestre del municipio de Manaure. 2. Monumentos es espacio público, clasifica estos bienes siguiendo un orden cronológico. 3. Patrimonio mueble de uso religioso, detalla el cúmulo de bienes de interés cultural que custodian varias iglesias católicas del departamento. El capítulo Patrimonio Inmueble de uso doméstico: Tradiciones arquitectónicas, el cual sintetiza las características de los inmuebles inventariados, cuyas características son propias de la arquitectura de la región en sus variantes vernácula, colonial, moderna y contemporánea. Para la clasificación de estos inmuebles se tuvo en cuenta su uso original y su uso actual, las manifestaciones de la arquitectura popular y los estilos tipológicos tradicionales, atípicos o característicos de períodos que no corresponden a la fecha establecida de construcción de los inmuebles. Se anexa texto templos patrimoniales.

El capítulo Patrimonio Inmaterial consta del apartado Reconocimientos y desafíos alrededor de la oralidad, las festividades, las artesanías y la cocina tradicional. Sinteriza el cúmulo de datos recogidos en cada uno de los municipios objeto del proyecto. Se centra en el patrimonio festivo del departamento, el cual comparte una característica común a toda la región: alrededor de la fiesta, religiosa o civil, gravitan manifestaciones artísticas, artesanales y culinarias reafirmando la identidad cultural bajo la égida del Patrono, el pretexto de la feria como acto que combina la promoción de la cultura al lado de los productos agrícolas y en el de los festivales como la reunión festiva para conmemorar un género musical, homenajear a un músico o mostrar las cualidades de una manifestación artística. No fue fácil el registro físico del patrimonio inmaterial, lo cual es entendible, ya que aún desde los discursos del Estado se avizora cierta ambigüedad, resultado de una metodología en ciernes, que pretende congelar expresiones que por naturaleza son dinámicas. 18

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INTRODUCCIÓN Para el Ministerio de Cultura el patrimonio cultural está constituido por el conjunto de inmuebles, áreas de reserva natural, zonas arqueológicas, centros históricos, sectores urbanos y bienes muebles que, por sus valores de autenticidad, originalidad, estéticos, artísticos y técnicos, son representativos para la Nación. El patrimonio cultural se asume entonces, como todas aquellas manifestaciones materiales e inmateriales que hacen parte de la historia, las artes, los saberes y los conocimientos de los grupos sociales que en conjunto, son expresión de la nacionalidad colombiana, por lo tanto testimonio vivo de su historia y de su cultura (Artículo 4, Ley de Cultura, 1997). Tanto en los discursos de la UNESCO como en los del Ministerio de Cultura, el patrimonio aparece asociado a la historia, la memoria y la identidad de los grupos que son interpelados por las políticas de identificación y preservación del mismo.

Comunidad, patrimonio e identidad Los estudiosos de este tema suelen entender el patrimonio cultural como aquello que los grupos humanos construyen y conservan para dejarlo como herencia a las nuevas generaciones. En esta medida objetos, eventos y prácticas son apreciados como iconos del legado que los ancestros construyeron y las actuales generaciones deben proteger para pasarlo a las generaciones venideras. Por ello, en los procesos de construcción y desarrollo del patrimonio están implícitas las comunidades y los pueblos que integran; con ellos su historia, su identidad, sus narraciones, relatos y en la base de este andamiaje, el territorio donde se desarrollan tanto las comunidades como el patrimonio cultural. De acuerdo con esto, al hacer el inventario de los bienes patrimoniales de un departamento o región, los conceptos comunidad, patrimonio e identidad constituyen una tríada, en la cual la comunidad es un nodo alrededor del cual gravitan los procesos culturales (Kirshenblatt-Gimblett: 2006). Para los efectos de este trabajo, por comunidad se define una unidad social que ocupa un espacio geográfico concreto dentro del cual los individuos se vinculan en la vida cotidiana y desarrollan sentido de pertenencia. Los miembros de una comunidad comparten un sistema de valores que regulan su conducta y dependen del tipo de organización social establecido por el sistema político y económico regentes. Las comunidades se constituyen en conjuntos de pueblos que suelen integrarse en naciones. Para el caso de Colombia, la Constitución Política de 1991, lo define desde el preámbulo: El pueblo de Colombia en ejercicio de su poder soberano, representado por sus delegatarios a la Asamblea Nacional Constituyente, invocando la protección de Dios, y con el fin de fortalecer la unidad de la Nación y asegurar a sus integrantes la vida, la convivencia, el trabajo, la justicia, la igualdad, el conocimiento, la libertad y la paz, dentro de un marco jurídico, democrático y participativo que garantice un orden político, económico y social justo, y comprometido a impulsar la integración de la comunidad latinoamericana decreta, sanciona y promulga la Constitución Política de Colombia.

Desde la Constitución, Colombia es conceptualizada como una Nación plural en su composición demográfica, social y cultural, que valora y protege tales diferencias, en cada uno de los pueblos que se integran en virtud de sus lenguas, culturas, religiones u otros elementos similares comunes, lo cual puede apreciarse en los artículos: 7. El Estado reconoce y protege la diversidad étnica y cultural de la Nación colombiana. 8. Es obligación del Estado y de las personas proteger las riquezas culturales y naturales de la Nación. 9. El castellano es el idioma oficial de Colombia. Las lenguas y dialectos de los grupos étnicos son también oficiales en sus territorios. La enseñanza que se imparta en las comunidades con tradiciones lingüísticas propias será bilingüe.

El patrimonio, en su sentido más amplio, es considerado como un conjunto de bienes materiales e inmateriales heredados ancestralmente, que han de ser acrecentados para ser transmitidos a los descendientes. El patrimo20

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nio cultural está integrado por el conjunto de objetos y manifestaciones culturales que definen a un pueblo: lengua, literatura, música, danza, tradiciones, artesanías, bellas artes, cocina tradicional, indumentaria, manifestaciones religiosas. Bienes estos que son testimonio de la creación humana, que para la historia, la lingüística y la educación son de especial relevancia para forjar el sentido de Nación. El patrimonio cultural es un elemento esencial que contribuye a la formación de la identidad de una comunidad que comparte una historia y un territorio. En este contexto, un conjunto de significados y representaciones originan procesos identitarios, los cuales en su dinamismo involucran manifestaciones como la lengua, la religión, las costumbres, las instituciones y las estructuras sociales relacionándolos con los procesos históricos que ha vivido la comunidad. En estas condiciones, el patrimonio aporta la memoria histórica y la identidad cultural de la comunidad. Conceptualmente, la identidad cultural es la condición del ser humano que caracteriza la manera común de vivir en el tiempo y el espacio, su quehacer en el proceso de producción y reproducción de la cultura. El patrimonio se construye y se transmite, se hereda, siendo esencial en los procesos identitarios. Por lo tanto, la comunidad se reconoce históricamente en su propio entorno e identifica aquellos valores y objetos que la distinguen, sentimiento que expresa los valores más representativos de la actividad humana y son transmitidos de generación en generación. De esta forma se fijan sistemas de ideas, sentimientos y valores como por ejemplo, humanismo, soberanía, honestidad, amor a la familia, solidaridad, altruismo, laboriosidad, entre otros.

La tríada comunidad-patrimonio-identidad facilita estudiar los procesos culturales que los seres humanos desarrollan a través de toda su historia. Se hace necesario, pues, acotar que, durante este proceso, se produce la orientación y la jerarquización de los valores que se forman o modifican en los miembros de una comunidad cualquiera. En síntesis, en la comunidad se produce y reproduce el patrimonio cultural así como el afianzamiento de la identidad individual y colectiva.

Procesos de patrimonialización Para quienes se interesan en medir el desarrollo cultural de un pueblo, uno de los indicadores que se suele tener en cuenta está relacionado con el grado de respeto que cada ciudadano y cada comunidad dedica a la preservación, enriquecimiento y conservación del patrimonio cultural heredado de sus antepasados. Se entiende de esta manera, que la labor de la comunidad en el enriquecimiento y preservación de su patrimonio material o inmaterial fortalece su identidad y enriquece su cultura, práctica en la que juegan un papel preponderante las instituciones sociales, ya que facilitan la cristalización de un comportamiento cultural donde está implícito el patrimonio cultural, artífice singular en el proceso de formación de su identidad. Bajo la protección del patrimonio, funcionarios y entidades del Estado, a partir de la legislación cultural definen e intervienen, no solo el patrimonio, sino la cultura, los territorios, las poblaciones, la historia y las identidades de los pueblos involucrados en los procesos de patrimonialización. En palabras de Bordieu (1991:95): […] los asuntos de cultura, y en especial las divisiones y las jerarquías sociales que van asociadas a ellos, están constituidos como naturales por la acción del Estado, el cual, al instituirlo a la vez en las cosas y en las mentes, confiere a un arbitrario cultural todas las apariencias de lo natural. […] El dominio del Estado se nota especialmente en el ámbito de la producción simbólica: las administraciones públicas y sus representantes son grandes productores de “problemas sociales” […].

Luego entonces, mecanismos como los inventarios y las declaratorias de bienes de interés cultural son susceptibles de ser leídos como medios a través de los cuales instituciones del Estado participan en la reproducción e institucionalización de unas formas particulares de ver e intervenir la realidad. En el caso de los procesos de patrimonialización, esto puede leerse en los acuerdos o decretos que consignan las declaratorias patrimoniales, o en los eventos en los que los funcionarios hablan públicamente del patrimonio, por ejemplo, los festivales. En ellos el Estado se presenta como protector del patrimonio, del pasado y la tradición, pero también como impulsor del turismo y por lo tanto del progreso. Por otra parte, las comunidades intervenidas para cumplir con los procesos de patrimonialización construyen identidades reproduciendo, transformando o rechazando los discursos que se enuncian acerca de ellos. En este sentido, las comunidades que son interpeladas por las instituciones construyen para sí mismas la idea de un 21


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“nosotros”, articulada a aquello que se considera patrimonio. Para Bourdieu, la construcción de las identidades se ampara en operaciones de objetivación y codificación, las cuales son asumidas en principio por la comunidad que establece diferencias en torno a un conjunto que es producido como totalidad ordenada a partir de ciertas formas de percepción. A posteriori, una identidad solo puede aparecer como tal cuando echa mano de los recursos que han sido objetivados en y por la acción estatal.

En este sentido, los procesos de patrimonialización se han convertido en espacios discursivos en los cuales funcionarios, estudiosos y comunidad articulan identidades que les permiten interpelar al Estado. Las identidades son pensadas entonces, como productos históricamente posicionados, construidos en contextos de interacción política, lo cual significa que tales identidades no son una realidad objetiva, sino que se construyen en la medida en que exista “otro”, frente a quien posicionarlas (Silva: 2005). Esto que los estudiosos designan como otredad, es un espacio cultural que facilita el posicionamiento de unas identidades frente a otras. En el contexto colombiano, puede decirse que las identidades caribeñas se pueden definir desde la otredad, frente al espejo de las identidades andinas.

La importancia de valorar estas imágenes es que se materializan en las relaciones que se establecen en la cotidianidad entre los integrantes de las comunidades y entre estas y las entidades estatales (Gupta et al.: 1992). Por otra parte, el Estado produce imágenes de sí mismo, y a través del discurso de sus funcionarios interviene las construcciones identitarias de las comunidades. Por ejemplo, mientras en unos escenarios el Estado aparece como protector del patrimonio, puede suceder que ciertas comunidades sientan que el Estado los ha abandonado en la protección de su patrimonio y por lo tanto, se constituyan en protectoras legítimas de su patrimonio.1 Además de construir un espacio discursivo para posicionar las identidades, el Estado es visto algunas veces como ese otro, frente al cual se construyen las comunidades. Pero si bien la memoria es ese vínculo que relaciona a la comunidad con la manifestación o el objeto cultural, existen referentes que ayudan a construir imágenes sobre el legado cultural de los pueblos. Los estudios sociales (antropología, lingüística, arqueología, arquitectura, literatura, entre otros) han dinamizado en conjunto con los actores locales, procesos que dan cuenta de la existencia y representación de lo indígena, lo afrodescendiente y lo mestizo. Por tanto, la importancia de pensar la región desde los temas de patrimonio, no se fundamenta únicamente en el levantamiento de inventarios y registros; sino más bien en el entendimiento de cómo surgen nuevos actores locales en la construcción de discursos regionales que vislumbran la necesidad de las comunidades de consolidar sus tradiciones culturales y reivindicar sus procesos identitarios, como una forma de reflexionar lo que han sido, lo que son y lo que serán. Los proyectos de investigación generados a partir de los inventarios y registros del Patrimonio Cultural en el Caribe colombiano, han dado luces sobre la apropiación que hacen muchos pueblos sobre el concepto de Patrimonio Cultural, el cual está impregnado de cierto simbolismo social. En este sentido, patrimonio e identidad, son dos caras de una misma moneda, que aluden a la diversidad cultural de la que goza la región, reivindicando sus tradiciones culturales y fortaleciendo sus procesos identitarios.

El proyecto Inventario y Registro del Patrimonio Cultural del departamento del Cesar retoma estos conceptos y los presenta como un horizonte desde donde se puede reflexionar y ahondar sobre el patrimonio cultural del Departamento y su respectiva actualización. Siendo el patrimonio cultural, tanto material como inmaterial, espacios desde donde se evidenció la diversidad de creencias, saberes y estilos cerámicos y arquitectónicos propios de las comunidades y los paisajes urbanos y rurales de veinticuatro municipios del Departamento. De acuerdo con lo anterior, el proceso investigativo que acompañó el levantamiento del inventario y registro de los bienes patrimoniales del Departamento tuvo como propósitos fundamentales hacer una lectura desde la etnografía de la comunicación, de las particularidades y generalidades culturales del Departamento; utilizando un discurso basado en las conceptualizaciones que se han construido sobre el patrimonio cultural, las normativas para su protección y los diferentes planes de salvaguardia divulgados por el Ministerio de Cultura y organizaciones internacionales como la UNESCO. 1

Un ejemplo de esto puede ser el caso del Muelle de Puerto Colombia, reconocido como patrimonio cultural debido al rol que cumplió en la modernización del transporte marítimo en el país. Sin embargo, la comunidad porteña impotente ante la magnitud del desastre que lo pone en riesgo no deja de reclamar a las autoridades municipales, departamentales y nacionales acciones que permitan rescatarlo para la memoria histórica del país.

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CULTURA, HISTORIA Y SOCIEDAD


EL CESAR: PUEBLOS, ÉPOCAS Y ESPACIOS* MA RÍ A TRI LLOS A M AYA

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Este documento se basa en el texto inédito de su autora: Prolegómenos para la construcción de un mapa cultural y lingüístico del Caribe colombiano.


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EL CARIBE COLOMBIANO Los Cronistas de Indias nos legaron otros incontables. El Dorado, nuestro país ilusorio tan codiciado, figuró en mapas numerosos durante largos años, cambiando de lugar y de forma según la fantasía de los cartógrafos. (García Márquez, 1983)

El Caribe es un mar tropical del Océano Atlántico, situado al este de América Central y al norte de América del Sur. También es llamado Mar de las Antillas por estar ubicado al sur y hacia el oeste del arco antillano. Limita al norte con las Antillas Mayores,1 al este con las Antillas Menores;2 al occidente y al sur con países de Centro y Suramérica.3 El Caribe es el nombre genérico con el cual se designa la región antes descrita, incluido el mar, las islas y los territorios continentales que lo circundan. Mapa 1. Mapa Topográfico e Hidrográfico de la Cuenca del Caribe

Fuente: http://www.zonu.com/detail/2009-11-16-11116/Topografia-e-hidrografia-del-mar-Caribe-2005.html 1 2

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Cuba, Haití, República Dominicana y Puerto Rico. Políticamente las pequeñas Antillas se dividen en 8 países independientes (Antigua y Bermuda, Barbados, Dominica, Granada, San Cristóbal, San Vicente y las Granadinas, Santa Lucía, Trinidad y Tobago), 3 territorios británicos de ultramar (Anguila, Islas Vírgenes Británicas, Montserrat), 2 departamentos y dos colectividades franceses de ultramar (Guadalupe, Martinica, San Martín y San Bartolomé), 2 territorios autónomos del Reino de los Países Bajos (Antillas Neerlandesas y Aruba), 1 Área Insular de Estados Unidos (Islas Vírgenes) y 2 entidades federales de Venezuela (Estado Nueva Esparta y Dependencias federales venezolanas). México, Belice y Guatemala; Honduras, Nicaragua y Costa Rica; Panamá, Colombia y Venezuela.

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La expresión Cuenca del Caribe hace referencia al área comprendida hacia el oeste, desde la isla de Cuba al sur de la península de Yucatán, sur de México; hacia el este desde las costas caribeñas de América Central, el litoral norte de América del Sur, específicamente, Venezuela y la Región Caribe de Colombia. Incluye el archipiélago de las Antillas. A este espectro se suelen agregar Bermuda y Bahamas, que aunque se encuentran fuera de dicha cuenca, comparten el legado cultural e histórico con los países de las Antillas, excolonias británicas. Asimismo, y a pesar de no poseer litoral caribeño, suele incluirse a El Salvador como un país de la cuenca del Caribe, por compartir el legado cultural e histórico de países de América Central que fueron colonias de España.

En el contexto geopolítico, el término Gran Caribe también define al grupo de países que tienen litoral en el mar Caribe: México, los siete países de América Central, Colombia, Venezuela y todos los países insulares de las Antillas (Gaztambide: 2003). El Caribe colombiano se define por los límites de los antiguos Estados soberanos de Bolívar y Magdalena, y cubre un área de 132.279 kilómetros cuadrados, algo más del 11 % del territorio nacional.

La Región Caribe colombiana está compuesta por un extenso litoral de 1.300 kilómetros de largo, desde Castilletes en La Guajira, la frontera con Venezuela, hasta Cabo Tiburón en el golfo de Urabá, en límites con Panamá. Por el occidente, la Serranía de Abibe lo separa del Andén Pacífico; por el oriente la Serranía del Perijá y los Montes de Oca lo separan de Venezuela; por el sur, las últimas estribaciones de las Cordilleras Oriental y Occidental, marcan los límites naturales de la región (Instituto Geográfico Agustín Codazzi, 2002. En adelante: IGAC). A la vertiente del Caribe colombiano pertenecen las siguientes hoyas hidrográficas: Sierra Nevada de Santa Marta y La Guajira, Magdalena y Cauca, Sinú y Atrato (IGAC: 2002). Los especialistas afirman que con este caudal, Colombia es el país que más agua dulce vierte en el mar Caribe. Los ríos Magdalena y Cauca, constituyen el sistema fluvial más importante de Colombia, debido al importante papel que han jugado en la historia política y comercial del país.

Los geógrafos suelen denominar Mesón Caribe colombiano a la dilatada llanura donde se ubican las sabanas de Bolívar, La Mojana y la Depresión Momposina, el valle del Cesar, la llanura magdalenense, la Sierra Nevada, la península de La Guajira y se asientan los departamentos del Atlántico, Bolívar, Cesar, Córdoba, La Guajira, Magdalena, Sucre. De este concepto se excluye a San Andrés y Providencia, por ser un departamento insular (Arciniegas: 1955). Antiguas migraciones y contactos El Caribe colombiano fue lugar de paso de estirpes milenarias: chibcha, originaria de Mesoamérica; arawak y a carib de la Amazonía y la Orinoquía respectivamente.

Bienes Patrimoniales del Departamento del Cesar | Conservación de la Memoria y Salvaguarda de la Diversidad Cultural Mapa 2. Características Orográficas y Cuerpos de Agua del Caribe Colombiano

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Según la tradición, los karib llegaron al territorio hoy conocido como Caribe colombiano desde las Antillas, surcando el mar que ha inmortalizado su nombre. Los relatos de los cronistas están plagados de citas de encuentros con los pueblos de habla karib, a los cuales describen como guerreros y valientes. Pero es posible que la denominación “Caribe” se le aplicara a todo aquel pueblo que enfrentaba las tropas españolas, en especial a los indígenas de las Antillas, los cuales volvieron a encontrarse en las costas continentales.

La hipótesis más aceptada sobre la cronología de estas migraciones plantea que la marea chibcha procedente de Centroamérica es la más antigua, por lo cual, pudo alcanzar mayores desarrollos que los otros grupos. De los arawak se afirma que aportaron a los chibchas elementos de su cultura; de los karib, que sus incursiones rompieron la continuidad de los territorios tanto chibcha como arawak (Duque Gómez: 1965). Lo cierto es que aprovecharon la riqueza biológica de la región asentándose en sus diversos nichos ecológicos, donde podían obtener una buena base alimenticia.

Por su posición geográfica, la región ha sido escenario de diversos desarrollos culturales desde el formativo temprano 4000 a.C. Ello muestra una antigua presencia de actividad humana en los depósitos de conchas marinas y 28

Fuente: Adaptación del que aparece en Roca Meisel et al.: 2005

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los restos de alfarería hallados hasta el momento y que son los más antiguos del país. Hoy, estos espacios están habitados por una población múltiple en lo étnico, cultural, religioso, artístico, variada, incluso, en el modo de hablar, cantar y bailar, lo cual manifiesta una identidad en la diversidad, producto de procesos identitarios singulares. A la llegada de los españoles al litoral, la región estaba poblada por diversos pueblos étnica y lingüísticamente diferenciados, con distintos grados de desarrollo cultural que habitaban la Sierra Nevada de Santa Marta, la Serranía de Perijá, el valle del río Sinú, la Depresión Momposina, las llanuras y sabanas. La organización política y la evolución de su cultura tecnológica y material sitúan a estos pueblos entre los más importantes de Colombia antes del contacto con los europeos (Trillos: inédito). Mapa 3. Antiguas Migraciones hacia el Caribe colombiano

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ZAVANAS DE ZAZARE EN EL PENSAMIENTO Y EN EL SENTIMIENTO A la llegada de los españoles a las zavanas de Zazare,4 1528, según los cronistas había diversidad de naciones: los tupes se ubicaban al nororiente entre el río Cesar y las estribaciones de la Sierra de Perijá; los yukpas dominaban de la Sierra de Perijá hacia el Lago de Maracaibo; los malibúes (pacabuyes y sendaguas) habitaban las inmediaciones suroccidental de la Ciénaga de Zapatosa. Al norte de esta última, entre los ríos Magdalena y Cesar, hasta el extremo sur y suroccidental de la Sierra Nevada y de allí siguiendo el río Ariguaní hacia Sabanas de San Ángel (Magdalena) se expandía el pueblo chimila (De Castellanos: 1955). Estas grandes naciones sucumbieron tempranamente a las guerras, las enfermedades, la carga de tributos y, en el caso de los malibúes a la boga forzada de canoas y champanes (Fals Borda: 1979). La toponimia existente en nombres de pueblos como Tupe, Chimila, Chiriguaná, Chimichagua, Curumaní, Tamalameque; o de los ríos, ciénagas y caños: Chiriaimo, Guatapurí, Similoa, Zapatosa, Garupar, Sicarare, Ariguaní, y otros, reafirma la presencia ancestral de pueblos indígenas en territorio cesarense. LA ESTIRPE MALIBÚ Reconocidos por cronistas e historiadores como hábiles agricultores, orfebres y ceramistas, los malibúes habitaban las ciénagas, en inmediaciones de Tamalameque, Zapatoza y Chimichagua. Además de las poblaciones de Zimpieguas y Támara, las crónicas de la época mencionan a los grupos sondaguas, pacabueyes, zapatozas, chimichaguas, solobas, sopatis y panquiches. Las comunidades de las riberas del río habitaban en poblaciones como Mompox, Tamalameque y el importante mercado de Zambrano. Se expandieron a zonas vecinas, entrando al bajo San Jorge, donde establecieron la población de Jegua, la cual en el siglo XVI controlaba el intercambio por el río Magdalena (Duque: 1965).

Múltiples influencias culturales e intercambio de productos se dieron en el Bajo Magdalena. Pero ¿quiénes eran los orfebres locales? Las descripciones de centros orfebres consignadas en las crónicas hacen referencia a los grupos malibúes y entre los más notables estaban los de pacabuy, quienes trabajaban el oro con yunques y martillos de piedra dura y sopladores. Para las arqueólogas Clemencia Plazas y Ana María Falchetti (1979), también el Malibú en la Depresión Momposina y las riberas del río Magdalena es uno de estos grupos. Allí habitaban los orfebres que dieron origen a una tradición metalúrgica que denota un estudio sistemático de las propiedades del oro y el desarrollo de técnicas apropiadas y acordes con los recursos del medio, lo cual les permitió fabricar piezas, muchas de los cuales se encuentran en los depósitos del Banco de la República.

En cuanto a la cerámica, el musicólogo Luis Antonio Escobar (1985), ilustra sobre la existencia en el depósito del Museo del Oro de unas flautas en cerámica de gran acabado que datan del siglo XIII y que, según Plazas y Falquetti, fueron encontradas en el área correspondiente a la cultura malibú. Para el maestro Escobar, la forma cónica responde a un proceso de búsqueda de sonidos armoniosos que debió comenzar varios siglos antes al de la fecha mencionada. Afirma el maestro Escobar que, según la altura de los sonidos, unas flautas producen una serie de cinco notas por tonos seguidos: do, re, mi, fa sostenido y sol sostenido; otras producen: do, mi bemol, fa sostenido, sol sostenido y la sostenido; varias emiten claramente la escala diatónica. La simultaneidad de sonidos por grupos de flautas sugiere un uso ceremonial. Se observa la existencia de pequeñas flautas que pudieron ser utilizadas para formar niños que posiblemente intervenían en ceremonias rituales. Finalmente, el maestro Escobar afirma que estas flautas presentan una síntesis de adelanto en la música en el Caribe y con las gaitas macho y hembra (Sierra Nevada de Santa Marta, Montes de María) son los instrumentos melódicos más importantes de la cultura musical colombiana. Fals Borda (1979), plantea que los malibúes practicaban dos formas de producción: la agricultura sedentaria y la caza y pesca, las cuales los llevaron a sedentarizarse, nucleándose en algunos pueblos fijos; entre los más 4

Cartografía: J.V. Burgos – M.Trillos Amaya / Fuente: Atlas del Mundo - Rand McNally

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Zavanas de Zazare o Çaçare, corresponde al topónimo designado por los cronistas al valle del río que identificaron como la columna vertebral de la región, el Cesar. La ortografía responde a los fonemas de la lengua que hablaba el indígena que les colaborara con la información; posiblemente cada cronista trabajó con indígenas que manejaban diferentes lenguas maternas. Lo más seguro es que se trata de sonidos de doble articulación /tzatzare/, /tsatsare/, existentes en lenguas indígenas, pero que el cronista intentaba identificar con tales grafías fonemas del español de la época: /Zapato/ ~ / çapato/ “zapato”.

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importantes Mompox y Tamalameque (el original, en la boca sur de la Ciénaga de Zapatosa con el río Cesar). De esta manera iniciaron una tradición tecnológica y cultural que sobrevive hasta hoy, en lo que se identificó como cultura anfibia. Habían adoptado sistemas de identidad familiar y de parentela alrededor de caseríos dispersos. Zambrano (hoy Bolívar) era el epicentro del trueque de excedentes en la producción. Las lenguas Malibú De acuerdo con los estudiosos de la lingüística comparativa, es posible que este grupo corresponda a migrantes de las costas venezolanas que, al alcanzar la desembocadura del río Magdalena hayan penetrado hasta la Depresión Momposina (Duque Gómez: 1965). Otra posibilidad es que unos grupos hayan entrado por la Serranía de Perijá y habitaran las riberas del río y la Ciénaga de Zapatosa. Sin embargo, como estos datos se presentan por los especialistas como hipótesis sin comprobación, es preferible por el momento pensar que desarrollaron su cultura y sus relaciones lingüísticas en esta parte del país. Tabla 1. Vocabulario de las lenguas malibú tahana enta entai malibú

mocana

“árbol manzanillo” (con su sabia fabricaban veneno para flechas) “veneno para flechas”

“sabia del manzanillo” “cacique, jefe”

“lengua mocana”

man “canoa” mǝn

ytaylaco, yteylaco yntelas, ytaylas

“chicha” “diablo”

tinchan “español” entaha / enbutac mayun

cacarracacá

mayhan / maihan cararia

roucou napo

“manioca” (yuca)

“nariguera de oro”

“pez pequeño que caza al cocodrilo” “sacerdote indígena”

“resina, diferente a la bija, que sirve para la pintura del cuerpo “ “bija / bixa orellana”

“reunión para beber”

Fuente: Trillos 2002 a partir de Rivet (1947)

Los comparatistas agrupan las lenguas que conceptualmente conforman esta familia, en un filum de lenguas diferenciadas correspondientes a un mismo pueblo que, según los antiguos cronistas, ocupaban la región comprendida al norte, entre las bocas del Magdalena (mocaná) y calamarí (con epicentro en la hoy Cartagena de Indias); al centro, ambas orillas del mismo río, entre el Canal del Dique y el Paso de Loba (malibú); al sur, la Laguna de Zapatoza entre Chiriguaná y Tamalameque (pacabueye). El nombre general para estas comunidades fue el de malibú, usado por los españoles, quizá por corresponder al de un jefe de algún señorío de nombre malebú.

La familia lingüística en su conjunto suele clasificarse como Malibú de las lagunas y Malibú del río. En la Relación geográfica de San Miguel de las Palmas se afirma que estos grupos hablaban lenguas afines entre sí, pero ininteligibles, las cuales eran muy distintas a las de los indios de la cordillera. Para el etnólogo Paul Rivet se trataba de una especie de filum integrado por mocanás del delta del Magdalena, malibú de la isla de Mompox y pacabuy de la Laguna de Zapatosa. Esto quiere decir que es posible que se tratara de lenguas distintas, pero emparentadas. 32

Bienes Patrimoniales del Departamento del Cesar | Conservación de la Memoria y Salvaguarda de la Diversidad Cultural Tabla 2. Toponimia Malibú Indios del delta del Magdalena Cartagena – desembocadura

margen izquierda

Territorio Mocaná

Indios de río (Rivera

Magdalena – Tenerife - Mompox

Territorio Malibú

Indios de laguna (Zapatosa /

Río Cesar)

Territorio Pacabuy

Caramarí

Malibú Panquiche

Maçaguapo

Tamalaguataca Sopati

Cornapacua Guaspate Malambo Mahates

Nao

Tocahagua

Mompox Sempehegua Nicaho Simichagua Tamalameque Sopatosa Talaigua Lowa

Solowa

Zazare (río Cesar)

Tomala Zonpayon

Tocama Jegua

Tubará Guazo Turipaná

Zamba Zipacua Fuente: Trillos (inédito) a partir de Rivet (1947), Ortiz (1965)

PUEBLOS INDÍGENAS, HÁBITAT ACTUAL Los pueblos indígenas que aún subsisten poseen sus propios sistemas de control social y de resolución de conflictos. El Estado colombiano reconoce el derecho mayor y el derecho consuetudinario indígena, como jurisdicción especial. Entre los pueblos de la Sierra Nevada se mantiene la autoridad religiosa del Mama; entre los ette ennaka esta función la ejerce el ta´kajtugua; entre los yukos el tuano. Ellos se encargan de asesorar a sus comunidades tanto en lo político como en lo espiritual. También manejan sistemas curativos que parten del concepto de salud como un estado de equilibrios que integra a la persona y a la comunidad con la naturaleza y los padres tutelares. Derechos fundamentales que son protegidos por la Constitución Política en su artículo 70: … el Estado protege la igualdad y la dignidad de todas las culturas que conviven en el país, por lo tanto, nadie puede ser discriminado por razones culturales o religiosas. La figura del Cabildo, heredada de la Colonia, ha sido modernizada para facilitar las relaciones con el Estado colombiano. Se trata de una entidad pública especial, cuyos integrantes son miembros de una comunidad indígena, elegidos y reconocidos por esta, con una organización sociopolítica tradicional, cuya función es representar legalmente a la comunidad, ejercer la autoridad y realizar las actividades que le atribuyen las leyes, los usos, costumbres y el reglamento interno de cada comunidad. La autoridad mayor recae en un gobernador que tiene como colaboradores un secretario, un tesorero y unos alguaciles que cumplen funciones, no exactamente de policías, más bien de agentes del orden espiritual y moral de la población. Los cabildos son considerados por la jurisprudencia colombiana como entidades de derecho público de carácter especial. Los pueblos indígenas poseen sus propias formas de educación y sistemas de socialización y transmisión de conocimientos. Para alcanzar niveles apropiados de interculturalidad, se han dado a la tarea de desarrollar proyectos educativos comunitarios y modelos etnoeducativos, lo cual ha sido posible gracias a los avances que desde la academia se ha producido sobre las lenguas y las culturas indígenas. A partir de procesos de profesionalización y las licenciaturas en etnoeducación lideradas por universidades regionales, muchos indígenas se han formado como etnoeducadores.

En cuanto a la economía, se define en muchas comunidades como de autoconsumo, diferenciadas según las características del hábitat y los sistemas de policultivos rotativos con una fuerte tendencia ecológica autososteni33


María Trillos Amaya | Universidad del Atlántico Mapa 4. Actuales Pueblos Indígenas del Departamento del Cesar

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ble y de protección de la naturaleza. En la Sierra Nevada de Santa Marta se destaca un acercamiento al mercado a partir del cultivo del café, el cual es definido por la Federación de cafeteros como de gran calidad. Espacio y tiempo en la Sierra Nevada de Santa Marta Conformando un sistema montañoso aislado de la Cordillera de los Andes, la Sierra Nevada de Santa Marta dista del mar tan solo 42 kilómetros y alcanza en sus picos mayores 5.575 metros, siendo la montaña costera más alta del mundo.

Con una extensión de 17.000 kms2 en su base, ofrece la impresión de una pirámide trilateral que emerge del mar Caribe, condiciones que la constituyen en un complejo geoecológico único en el mundo (IGAC: 2002). En ella se encuentran todos los pisos térmicos: desde el cálido seco hasta las nieves perpetuas, así como distintos biomas propios de la selva, el bosque de montaña y los páramos. El clima está determinado por los vientos alisios y por su elevación con respecto al nivel del mar, variando la temperatura de 27 a 6°C, entre el pie de monte y los páramos. Sus picos mayores se ubican a 10° 52ʼ de latitud Norte y 73° 43› Oeste, en jurisdicciones de los municipios de Dibulla, Mingueo, Riohacha, Fundación, Aracataca, Ciénaga, Santa Marta, San Juan del Cesar y Valledupar en los departamentos de La Guajira, Cesar y Magdalena.

Su imponente altura y su cercanía al litoral, modifican el clima de la región, atrapando la humedad que traen los vientos alisios, en forma de glaciares y lagunas, que dan origen a numerosos ríos, de los cuales se destacan Don Diego, Ranchería, Palomino, Fundación, Cesar, Ariguaní y Guatapurí, los cuales tributan al Caribe unos 10.000 millones de m3 de agua y una precipitación de unos 3000 mm por año. Constituida en el Parque Natural Sierra Nevada de Santa Marta en 1964 y declarada por la UNESCO en 1979 como Reserva de Biosfera y Patrimonio de la Humanidad, es un área protegida del Sistema de Parques Nacionales Naturales de Colombia. Una ciudad perdida en el corazón del mundo En 1973 arqueólogos descubrieron en la esquina noroccidental de la Sierra un complejo arquitectónico definido entre la Ciénaga Grande de la Magdalena y el río Jerez. Testimonio de una de las culturas más antiguas del Caribe, la tayrona, en este conjunto se destacan en el alto río Buritaca, Ciudad Perdida como núcleo, el Alto de Mira, Tankua y Casa Troja. Alrededor de estos centros se localizan asentamientos satélites. Las construcciones, únicas en su estilo, definen procesos de adaptación a diversos pisos térmicos, destreza en el manejo de materiales propios del entorno y sofisticadas técnicas de ingeniería en la construcción de terrazas, sistemas de drenaje, acueductos y caminos empedrados. Herederos de la cultura tayrona, hoy conviven en la Sierra ikas, kággabas, wiwas y kankuamos, pueblos que, siguiendo pautas demográficas y agrarias, se distribuyen por las tres vertientes en los valles interserranos en una especie de trashumancia hortícola vertical que les facilita cultivar en cada uno de los pisos térmicos.

Es tradicional que los grupos comunitarios funcionen por cuencas hidrográficas, donde se ubican los Centros Sociales y los Centros Ceremoniales. Los primeros son pueblitos construidos en hermosos valles circundados por ríos. Se destacan para los wiwas Achintukua (1.000 m.s.n.m.), para los ikas Nabusimake (más de 2.000 m.s.n.m.), para los koguis Maruámake (800 m.s.n.m.) y Taminaka (más de 2.500). Awingüi (unos 1.600 m.s.n.m.) es el punto de convergencia de los tres grupos. Los Centros Ceremoniales tienen un carácter religioso y son atendidos por mamos mayores y sus esposas, las sagas, quienes muestran una clara conciencia de búsqueda de un estado de ecuanimidad y equilibrio individual y comunitario a partir del concepto zhuluxa.

Fuente: IGAC, 2002.

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Una montaña sagrada para rendirle tributo a la vida En el pensamiento simbólico de estos pueblos, la Sierra es el centro del mundo. Se trata de un sistema filosófico que protege la vida y la fertilidad que generan las aguas del mar, los ríos, los nevados y la lluvia. Ciclo biológico que deben preservar quienes la habitan como guardianes del universo, para determinar los rituales que se realizan siguiendo solsticios y equinoccios y, a partir de estos el calendario agrícola, eje vertebrador de la vida comunitaria. En fin, el agua y la tierra, estimuladas por el sol y la luna, manifestación metafórica de la dinámica de la vida a partir de los ciclos del agua. 35


María Trillos Amaya | Universidad del Atlántico Figura 1. Metáfora del Centro Ceremonial

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por el primer solsticio (marzo) y se dedica a la convivencia espiritual; el 2, por el primer equinoccio (junio) es dedicado a la consagración de cultivos; el 3, regido por el segundo equinoccio (septiembre) se entregan los sewas o aseguranzas; el 4, por el segundo solsticio (diciembre) se conmemoran los ciclos de la vida (bautizo de los niños y de las cosechas, entrega del poporo, pagamento de las enfermedades) Figura 3. Estructura básica de un Centro Ceremonial

Fuente: Trillos (inédito). Esquema elaborado a partir de Templos kogui. Reichel Dolmatoff: 1975.

Este universo comprende una serie de mundos establecidos simétricamente, a la manera de un huso, del cual, el volante divide las dos partes cósmicas: la superior corresponde al mundo de la luz y la inferior, al de la oscuridad. Concepción que se representa en las viviendas y en los templos a partir de circunferencias y formas cónicas. Así, el nujué y el ushuí, templos masculino y femenino, se construyen sobre una base circular de piedra que sostiene un cilindro elaborado en fibras vegetales.

Fuente: Trillos (inédito). Esquema elaborado a partir de templos kogui. Reichel-Dolmatoff: 1975

Figura 2. Esquema para la construcción de un Centro Ceremonial

La vida cotidiana transcurre de ciclo en ciclo: en el primero se da la preparación colectiva de la siembra; en el segundo la siembra de leguminosas y cereales (fríjoles, maíz, guandul…); en el tercero los cultivos propios de la Sierra (palmito, malanga, batata…); en el cuarto, trabajos comunitarios (arreglo de caminos, de puentes, construcción de viviendas…).

Fuente: Trillos (inédito). Esquema elaborado a partir de Templos kogui. Reichel Dolmatoff: 1975.

Tiempo y espacio al ritmo de la Sierra. Las lenguas de la Sierra juegan un papel importante en la conservación de la memoria colectiva de sus hablantes, ya que, además de resguardar su identidad, en ellas están codificados los conocimientos acerca de los ecosistemas que la habitan. No en vano bajo su cuidado se conservan importantes zonas de biósfera. Las nociones de espacio presentan perspectivas específicas, asociaciones conceptuales que estructuran una visión particular del mundo. Tabla 3. Calendario agrícola ceremonial kogui

La construcción se inicia colocando una vara, a partir de la cual, con una cuerda de fique, se traza la circunferencia que demarca el espacio de la construcción. Cuatro horcones de dos metros demarcan los puntos cardinales y la entrada y la salida del templo, en dirección oriente occidente. Sobre estos, inclinadas y unidas a una altura equivalente al diámetro de la base, de 6 a 12 m, cuatro varas configuran el cono. Con bejucos entrelazados se construye el primer aro y a continuación los anillos que lo fijan, unidos por bejucos que trazan una espiral representativa del tiempo. Un templo para observar el tiempo. En el caso del ushuí (Centro ceremonial femenino), una corona remata la estructura, la cual permite la entrada de los rayos solares que van describiendo una circunferencia en su interior. Se constituye así, un observatorio en el cual, el mama va interpretando los ciclos temporales que definen el calendario agrícola-ceremonial. Con cuatro ciclos temporales, el calendario define momentos ceremoniales coincidentes con los solsticios y los equinoccios y las temporadas de lluvias y sequía. Como puede observarse en la Tabla 3, el ciclo 1, es regido 36

Fuente: Alimako J. – Trillos M. et al. (Inédito)

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Para citar solo un ejemplo. En damana, la lengua de los wiwas, existen diferentes verbos que manifiestan las ideas de “ir”, según que el desplazamiento se realice en un plano inclinado (descenso y ascenso) o no inclinado. Así, la acción ir (Figura 4), se define desde diferentes perspectivas: 1. naiun, ir sobre un plano no inclinado, 2. arguun, ir de abajo hacia arriba en un cerro, 3. kutanun, ir hacia abajo faldeando el cerro, 4. Iunun, ir de arriba hacia abajo. Figura 4. Diferentes formas de hacer el camino en un terreno montañoso

Fuente: Trillos (1996). Deixis, tiempo y espacio en damana

En cuanto al tiempo, se representa con la imagen de un hombre parado sobre una tarabita (puente colgante construido en bejucos) de espaldas al nacimiento del río. La corriente que pasa frente a sus ojos es el pasado, mientras que de los acontecimientos futuros solo puede observar aquellos que están próximos en su devenir, cuando vuelve la mirada hacia las cabeceras del río. Es decir, para las culturas de la Sierra, la visión del tiempo opera de manera diferente a la de la cultura occidental: el futuro está a las espaldas y el pasado al frente, ya que solo podemos ver lo que ha pasado.

Lo anterior permite afirmar que estos pueblos han construido una visión del espacio y del tiempo acorde con el punto de vista cultural que origina su percepción de los acontecimientos, como una cultura de montaña; mostrando no obstante, que todo proceso y toda acción se inscriben en un espacio y se realizan en un marco temporal. Mutaciones culturales en la Serranía del Perijá La Serranía de Perijá hace parte del sistema de los Andes, específicamente de la Cordillera Oriental en la fronFigura 5. Metáfora del tiempo

Fuente: Trillos (1996). Deixis, tiempo y espacio en damana

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tera entre el departamento de Norte de Santander (Colombia) y el Estado de Táchira (Venezuela). Se bifurca en el páramo del Tamá (suroriente de Norte de Santander); uno de sus ramales penetra a Venezuela, donde recibe el nombre de Serranía de Mérida; el otro ramal se extiende hacia el norte, costado oriental del departamento del Cesar, donde se divide. El reborde occidental está constituido por la Serranía de Valledupar y el oriental por la Serranía de Perijá (también conocida como Motilonia); termina al norte del paralelo de los 11°, donde los Montes de Oca dan paso a la península de La Guajira. En general el relieve es abrupto, con ausencia de valles amplios y de terrazas aluviales. El Cerro Pintado (10º30’N, 72º50’W), municipio de Pueblo Nuevo, en La Guajira colombiana, se caracteriza por ser una meseta a 3.300 mts sobre el nivel del mar, limitada por vertientes muy pendientes y una pared vertical de rocas rojizas de 300-400 m. de altura en el oriente. De la Serranía de Perijá descienden numerosos ríos que desembocan en el Cesar (Calenturitas, Casacará, Pernambuco, Maracas, Sicarare), en el Magdalena (Lebrija) y otros que corren al Lago de Maracaibo (Apón, Santa Ana). Yukpas: último reducto Carib Los yukpa constituyen el último reducto Carib en la región. Para la década de 1530, Ambrosio Alfinger, con sus incursiones, los obligó a refugiarse en la Serranía de Perijá, donde permanecieron acosados, hasta 1961 cuando los misioneros capuchinos buscaron el contacto pacífico con el grupo. Desde este momento y hasta finales del siglo XVIII, algunos grupos se establecieron en las misiones en inmediaciones del Lago de Maracaibo y en el valle del Cesar.

El antiguo hábitat del pueblo yukpa, también conocido como yuko, se extendía por el occidente, desde el río Cesar, en Colombia, hasta el lago de Maracaibo en Venezuela al oriente. El actual comprende entre los meridianos 73° y 72° 30’ longitud occidental y las latitudes 9° 40’ y 10° 35’ norte. Se define al sur en las localidades de Becerril (Colombia) y el río Tucuco (Venezuela); al norte, se extiende hasta el río Chiriamo y la población de San José de Oriente, municipio de San Diego (Colombia) y el río Apón (Venezuela). Se trata de un territorio de relieve muy escarpado que alcanza alturas de más de 3.500 metros sobre el nivel del mar (cerro Irapa, 3.540). Los asentamientos yukpa se localizan generalmente en la parte alta de los valles intermontanos, en puntos estratégicos con buena visibilidad hacia los puntos de acceso.

o En Venezuela, los distritos de Perijá y Colón en el Estado del Zulia (295.088 hectáreas), reconocidos desde 1961 como zona indígena en 1978, pasaron a ser Parque Nacional.5 o En Colombia los yukpas poseen seis resguardos ubicados en el departamento del Cesar, en los municipios de Agustín Codazzi, La Paz y Becerril.  Iroka, en el municipio de Codazzi, la población histórica en este resguardo desde su aprobación en 1976 contempla un promedio de 1.800 habitantes en 8.678 hectáreas.  Sokorpa, en el municipio de Becerril, históricamente desde su aprobación en 1977 su población promedio es de 800 personas en 25.000 hectáreas.  Menkue, en el municipio de Codazzi, con un promedio histórico desde su aprobación en 1997 de 221 personas en 309 hectáreas.  Caño Padilla, en el municipio de Roble - La Paz con un promedio histórico de población de 93 personas en 92.8 hectáreas desde su aprobación en el año 2000.  El Rosario, en el municipio de Roble - La Paz, con un promedio histórico desde su aprobación en el año 2000 de 83 personas en 137,2 hectáreas.  La Laguna - El Coso, en el municipio de Roble - La Paz, aprobado en 2007 para 36 familias con una población total de 182 personas en 156 hectáreas.

Existen asentamientos yukpa en San José de Oriente, municipio de La Paz, y en el municipio de El Copey (Arango et al. 1998), los cuales hacían parte de su territorio ancestral. Las características nómadas (Carriage, 1979) de los yukpa, propicia la desaparición y surgimiento de nuevos asentamientos, generalmente dentro de los mismos resguardos. A causa de la expropiación progresiva de la tierra por hacendados, ganaderos y campesinos, 5

Instituto Geográfico Agustín Codazzi, Monografía del departamento del Cesar, Bogotá, 1971.

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el espacio territorial vital de los yukos ha disminuido peligrosamente, modificando el patrón de asentamiento obligándolos a agruparse en poblados mayores.

Organización sociopolítica Los yukpa constituyen un conjunto de grupos que se identifican a partir de diferencias dialectales, que define la localidad a partir de una familia extensa que ocupa un valle fluvial particular, con un patrón de asentamiento que combina pequeños caseríos.

Estos grupos locales conforman familias extensas uxorilocales,6 compuestas por el suegro, sus hijas, yernos e hijos solteros. Cuando muere la cabeza del grupo local, las familias nucleares se dispersan y pueden formar nuevos hogares que reproducen el esquema. La relación suegro/yerno forma parte de un engranaje importante en la vida local. El yerno tiene diversas obligaciones con el suegro, lo cual no lo exime de seguir colaborando con sus propios parientes. El kapeta o jefe de familia, mantiene una relación especial con uno de sus yernos, quien podrá reemplazarlo en ciertas ceremonias rituales y ser su representante en determinadas actividades de intercambio. Además del jefe local se encuentran el Tomaira y el Tuano. El primero organiza las ceremonias, conoce y compone los cantos; el Tuano es un herbólogo, formado especialmente para diagnosticar y sanar los males del cuerpo y del espíritu. Figura 6. Vivienda yukpa

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• Las otras dos secuencias son adaptaciones a las nuevas relaciones interétnicas. La “secuencia extendida” se fundamenta en la ampliación de la cobertura de cultivos nuevos que permiten la obtención de dos cosechas, a la incorporación de la economía pecuaria como son las caraotas y los pastos. En el caso del fríjol se acostumbra sembrar pequeñas áreas conjuntamente con caña de azúcar y banano durante la primera temporada, para luego asociarlas al maíz que será recogido posteriormente. • La cuarta y última secuencia consiste en algunos casos de transformación radial de las secuencias anteriores, como es la siembra de especies de plantas permanentes como el café o variedades que después de su uso no permiten su diversificación como los pastos (en parte por la compactación del suelo que produce el paso del ganado). Sin embargo, estos campos generalmente están asociados a pequeños cultivos de yuca, maíz, plátanos, entre otros. • El ciclo anual depende de los períodos estacionales en el siguiente orden: seco largo, diciembre-marzo; el húmedo largo, abril a julio; seco corto, julio-agosto; y el húmedo corto, septiembre a noviembre.

Las demás actividades sociales productivas como –las domésticas (preparación y conservación de alimentos; elaboración de tejidos de algodón, pipas, cestería, esteras, adornos, armas), de recolección, pesca y caza– están asociadas al tiempo disponible, especialmente de las mujeres (quienes siembran el maíz). Por esta razón, la época en la cual se dedican a estas actividades complementarias es después de la quema del mes de enero-febrero. En los demás meses del año se dedican a estas actividades dependiendo de las necesidades y recursos. PATRIMONIO LINGÜÍSTICO AMENAZADO ... no son todos los indios de una lengua, ni los del río ni lagunas hay lengua general porque si simbolizan en algunos vocablos en efecto las hablas dellos son diferentes y los que en esto tienen esta afinidad son los del río y de las lagunas, porque los de la Sierra totalmente difieren sin poderse entender unos a otros palabra alguna.8

El Cesar es un departamento de vocación multilingüe. Constata esta afirmación, el hecho de que cinco siglos de mutaciones culturales no han impedido que del legado amerindio, 6 lenguas indígenas de uso cotidiano y 2 rituales continúen utilizándose. Fuente: Carriage (1984 Fotocopias del documento original)

Las viviendas o churuatas tienen una forma rectangular de 4 metros de longitud por 3 de ancho y 2.5 de alto; el techo es de palma y la casa puede tener una empalizada circundante. Algunas casas tienen una empalizada de yarumo, caña brava, bahareque y tablones. El piso es de tierra, mientras que las empalizadas se construyen de yarumo, caña brava, bahareque y tablones. Los indígenas duermen en esteras o chinchorros sobre el piso, lugar predilecto para dormir, el cual reemplazan algunas veces por el zarzo.7 La cocina se encuentra fuera de la casa, aunque en épocas de lluvia se traslada al interior. Cerca a la vivienda puede ubicarse un corral para los animales domésticos. Un poco más alejado se encuentra el huerto.

Ciclos productivos y calendario de actividades Para los yukpa las labores agrícolas determinan el calendario de actividades. Carriage clasifica los ciclos productivos en un ciclo largo (varios años) compuesto de cuatro secuencias, y un ciclo corto que es anual. • El ciclo largo puede comprender varios años, dependiendo del tiempo útil de las tierras a cultivar, de la clase de planta para sembrar y del barbecho. Abarca las siguientes fases: la tala (en la época seca), la quema (unos días antes de las lluvias), época de barbecho (opcional) y la siembra y cosecha. El calendario establece cuatro secuencias de patrones de siembra. • La primera secuencia consiste en interrumpir un cultivo específico después de uno o dos años, para al cabo de un tiempo proseguir su utilización.

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Uxorilocal: regla que establece la residencia de los cónyuges en proximidad de la residencia del grupo de la esposa. Zarzo: tejido de cañas, mimbres o juncos, que forma una superficie plana, que sirve de camastro.

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La cronología de la llegada de los diferentes pueblos a la región no es muy clara. Al parecer la marea chibcha procedente de Centroamérica es la de mayor antigüedad en este territorio, luego se dio la llegada de los arawak, quienes aportaron a los chibchas algunos elementos de su cultura. Finalmente los karib, quienes con sus incursiones rompieron la continuidad de los territorios tanto chibcha como arawak.

A partir de los datos aportados por el lingüista Sergio Elías Ortiz (1965)9 es posible hacer un listado de los idiomas aborígenes que debieron existir, pero cuyos hablantes no resistieron la agresión del contacto. Tan exuberante multilingüismo se corresponde con la posición geográfica del Departamento, lo cual facilitó el tránsito y encuentro de corrientes migratorias; responde también a la compleja organización social de sus pueblos, constituida por señoríos que se distribuían por la amplia geografía, sin que hubiera al parecer, un ente político unificador. Paul Rivet estableció que los malibúes conformaban una red de pueblos de la Depresión Momposina al delta del Magdalena,que se expresaban en lenguas y dialectos distintos, pero pertenecientes a la misma familia. Esta peculiar característica lingüística fue considerada por fray Pedro Simón como una “enfermedad común a todo el Reino” quien agrega que, “suele haber en una aldea o pueblezuelo de indios (...) cuatro y más lenguas bien diferentes unas de otras”. Estirpe chibcha Las lenguas chibchas están emparentadas con sistemas lingüísticos de Panamá y Costa Rica y con los extintos muiscas y duit del altiplano cundiboyacense, procedentes todos de antiquísimas migraciones originarias de 8 9

Relación geográfica de San Miguel de las Palmas de Tamalameque, Gobernación de Santa María, Audiencia de Nueva Granada, 5 de marzo de 1579. Citado por Luis Duque Gómez, en: Historia extensa de Colombia. Ediciones Lerner, Bogotá, 1967, Pág. 83. Basándose en datos de N. A. McQuown, S. E. Ortiz (1965: 395) presenta un inventario de cerca de trescientas lenguas en el territorio nacional, de las cuales más de cincuenta corresponderían a la Región Caribe.

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Tabla 4. Pueblos y lenguas nativas del departamento del Cesar - siglo XVII Estirpe Pueblo Chibcha Arhuaco

Carib

Tupe

Malibú

Pacabuyes

Zenú

Cenufana

Grupo Arhuaco Chimila +Casacará +Tupe / orejones Yukos Socombas +Dubeyes +Zendawas +Xiriguanos +Soloba +Samirúa +Sompallón +Tamalameque +Mompox +Cenufana +Tecua

Lenguas Guamaka o Sanha +Atanque Bintucua o Ica Cagaba Chimila +Casacará Yukpa

+Zendawa

+Xiriguana +Pacabuye +Malebú +Cenufana

Ubicación Faldas surorientales de la Sierra Nevada de Santa Marta

Sierra Nevada, ríos Ariguaní, Cesar hacia el bajo Magdalena Río Casacará por Codazzi y la Jagua Faldas surorientales de la Sierra-Valle bajo del Cesar Serranía de Perijá hacia la Depresión Momposina Sierra del Perijá Cuenca del Cesar Toda la cuenca oriental del Cesar Desembocadura del Cesar Inmediaciones de la Ciénaga de Zapatosa Margen oriental del río Magdalena Ciénaga de Zapatosa

Depresión Momposina Bajo Cauca

Fuente: Trillos Amaya: 2000. A partir de Ortiz: 1965

Centroamérica. El arhuaco es una rama de la familia emparentada con el chimila del río Ariguaní, el cuna del Darién, el barí de la Motilonia colombo-venezolana, el uwa en la Sierra Nevada del Cocuí y Casanare, y el térraba-téribe y el paya de Costa Rica. De este conglomerado de lenguas, las pertenecientes al denominado grupo arhuaco y el chimila hacen presencia en el departamento del Cesar.

Chibchas de la Sierra Nevada de Santa Marta Puede decirse que la Sierra es un territorio esencialmente indígena, en el cual el desplazamiento de campesinos en la época de la violencia (1948) originó un anillo de colonos que llegó a rodear la base del macizo a unos 900 metros sobre el nivel del mar. Sin embargo, hoy básicamente está habitada por los pueblos kogui, ika y wiwa. El universo lingüístico de los indígenas de la Sierra Nevada está constituido por tres lenguas de uso cotidiano, dos rituales, más el kankuamo extinto desde hace algunas décadas. La tradición oral de esta región fundamenta la existencia de las cuatro lenguas (kogui, damana, ika, kankuamo) a partir de una protolengua o madre, que era hablada por los padres o creadores míticos. Algunas versiones dicen que la lengua de los tayronas habría dado origen al tezhuan y al terruna shayama, las lenguas rituales.

Las lenguas rituales o sagradas. El teyzhuan y el terruna shayama son lenguas en las cuales se expresa la cultura religiosa de kággabas y wiwas. Son esencialmente orales y habladas básicamente por los mamas,10 quienes las utilizan en la predicación para la transmisión y enseñanza de mitos y la realización de ceremonias especiales, pero jamás como lengua de uso cotidiano. Por parte de los mamas y las sagas, han estado históricamente consagradas a la adivinación y a la transmisión de las premoniciones, a dictar las normas de procedimiento individual y colectivo condensadas en los mitos. Tanto o más conservadoras que las otras lenguas de la Sierra y protegidas por mamas y demás miembros de la comunidad, han traspasado el tiempo hasta llegar al nuestro. Las lenguas de uso cotidiano. Koguian para los kággabas, damana para los wiwas e ikan para los arhuacos, son

10 Médico y sacerdote, guía espiritual del pueblo, máxima autoridad política del grupo. Aglutina a los gunamas, con los cuales ocupa un territorio a lo largo de la cuenca de un río, el cual debe cuidar y preservar sus características ecológicas.

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consideradas respectivamente como la lengua materna de cada grupo. La familia indígena tradicional habla la lengua materna, la cual vehicula el conjunto de las relaciones familiares, sociales y afectivas. Su pertinencia se mide por el uso cotidiano, que rige las primeras conductas verbales de los niños. A partir de la lengua materna se estructuran las prácticas lingüísticas y culturales a lo largo de la primera infancia, desde el nacimiento hasta la escuela. Tabla 5. Pueblos y lenguas del departamento del Cesar - siglo XXI

TERRITORIO ESTIRPE PUEBLO LENGUAS ANCESTRAL Materna (L1) Ritual L2 L3 Oficial Sierra Nevada IKA Ikan Español Ikan de Chibcha KAGGABA Koguian Teyuan Damana Español Koguian Santa Marta WIWA Damana Terruna Koguian Español Damana KANKUAMO Español Español Valle del ETTE Ette taara Español Ette taara Ariguaní ENNAKA Serranía del Carib YUKPA Yukpa Español Yukpa Perijá yiwonki yiwonki Fuente: Trillos Amaya et al.: Inédito

El damana también es hablado por un grupo de wiwas que emigró del territorio ancestral hacia la Sierra de Perijá en la frontera con Venezuela hace más de 50 años. Según algunas versiones, los wiwas son originarios de las inmediaciones del Lago de Maracaibo y por lo tanto, existe la tendencia a recorrer los sitios transitados por los ancestros. Otra versión habla de que los wiwas ubicados en el resguardo de Campo Alegre en el Perijá, municipio de Becerril, se debe a desplazamientos por insuficiencia de tierras en la Sierra Nevada.11

La lengua perdida. El kakatukua es la lengua de los kankuamos o atanqueros. Aunque hoy existen fuertes dudas acerca de su existencia, ya forma parte de la tradición de los kankuamos aseverar que aún es posible encontrar hablantes de kakatukua en los páramos, esperanza que fundamenta el renacer cultural que los motiva a seguir en la búsqueda de sus raíces culturales y a organizar procesos de recuperación lingüística; esperanza que motiva la búsqueda incesante en pos de la existencia anhelada por atanqueros y lingüistas. Chibchas del Ariguaní Ette ennaka es el etnónimo que utilizan los grupos identificados como chimilas en la literatura hasta finales de la década de los 90. Ette kongratte denominan a los otros pueblos indígenas como los de la Sierra Nevada. Al mestizo lo denominan waacha. Su lengua materna es el ette taara y el español es el taara kongrate.

El territorio ocupado hoy por los chimilas corresponde a zonas reducidas y marginales del extenso territorio que poseían a la llegada de los españoles. Según la literatura, se movilizaban de norte a sur; desde la zona sur de Santa Marta hasta la Depresión Momposina y de oriente a occidente desde Chiriguaná y Tamalameque hasta Tenerife y Magangué, por las márgenes del bajo río Magdalena. Poseían dos asentamientos principales, uno hacia el norte, en el valle del Ariguaní y otro al sur, en las zonas pantanosas de Barranco de Loba. A lo largo de todo el territorio ocupaban espacios donde se nucleaban grupos con cierta flexibilidad de acción. El 19 de noviembre de 1990 se creó el Resguardo Issa Oristunna, Tierra de la Nueva esperanza, en ette taara. A partir de este hecho los ette ennaka se reorganizaron bajo el liderazgo del Penarikwi (Consejo de Ancianos), comenzando un proceso de identificación a partir de los rasgos culturales compartidos como el uso del ette taara, las representaciones simbólicas del mundo, las prácticas para el fortalecimiento espiritual a partir de la vida onírica, el manejo de la tierra definida por la propiedad colectiva, el cuidado del bosque y las técnicas productivas propias. Hoy, poseen tres asentamientos en el departamento del Magdalena: Issa Oristunna y Ette Buteriya en inmediaciones de Sabanas de San Ángel; Narakajmanta en las afueras de Santa Marta. En el departamento 11 Simbaqueba, A. et al. Cabildos indígenas yukpa y wiwas de la Sierra del Perijá. Diagnóstico Educativo. Informe final. Valledupar, 1997 (fotocopias).

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del Cesar, en inmediaciones de El Copey, está en proceso de legalización como resguardo el asentamiento La Victoria. La inclusión del ette taara en la familia chibcha es uno de los temas de mayor debate en los estudios comparativos tanto en Colombia como en Centroamérica. Las hipótesis pueden resumirse como sigue:

o El chimila formaría parte del grupo malibú, al lado de lenguas ya desaparecidas como el propio malibú, el mocaná, el pacabuy y el papale. o Pertenecería a la familia caribe, cuyos hablantes llegaron al Caribe colombiano del área cultural Amazonas-Orinoco, pero tendría influencias de los pueblos circunvecinos. o Estaría entroncado con el subgrupo arhuaco de la familia chibcha y por lo tanto debería presentar rasgos propios de lenguas centroamericanas.

Los estudios realizados últimamente sobre la lengua, permiten apreciar que un porcentaje amplio de elementos léxicos, el sistema de verbos auxiliares y los sufijos aspectuales lo acercan a las lenguas de la Sierra; por otra parte, están los ascensos y descensos tonales, la calidad y la cantidad vocálica, más la negación expresada por un radical que acepta marcas de persona y establece paradigma con los verbos de modo, características estas que llevan a pensar que también funciona con otros sistemas lingüísticos. Por lo tanto, definir tales hipótesis solo sería posible a partir de rigurosos estudios de lingüística comparativa (Trillos: 1996).

Estirpe karib La población de habla karib del reconocido grupo Perijá-Magdalena era numerosa en el momento de la Conquista española, según lo atestiguan cronistas e historiadores. Es posible que hayan llegado desde el Lago de Maracaibo a la Serranía de Perijá, donde quedaron algunas comunidades. De allí se dispersaron en ambas vertientes hacia el sur por los ríos Catatumbo y Zulia y sus afluentes, hasta la región de los carate, en la actual Ocaña.

Paul Rivet, basado en una serie de hechos arqueológicos, etnográficos y lingüísticos, encadenados desde la provincia del Magdalena hasta la provincia del Cauca plantea un movimiento cultural de oriente a occidente en la parte septentrional del país, el que luego siguió su curso internándose por los valles de los ríos Cauca y Magdalena. Por la escasez o falta absoluta de material lingüístico, la clasificación de lenguas karib en el Caribe colombiano es un problema casi sin solución, debido a los idiomas desaparecidos.

Caribes del Perijá Los yukpas o yukos habitan la Serranía de Perijá, en la parte norte de la Cordillera Oriental, en la línea fronteriza entre Colombia y Venezuela. Específicamente en Colombia se encuentran al oriente del departamento del Cesar, en límites al norte con los ríos Maracas y Casacará, al sur con la Serranía de los Motilones y la parte oriental con la Serranía de Valledupar. La mayoría de los asentamientos indígenas se localiza en los resguardos de Iroka, Sokorpa, Menkue y Koso entre los municipios de Codazzi y Becerril. En 1960 Reichel-Dolmatoff afirmó “...se trata de una serie de subgrupos localizados en determinadas regiones, que a veces muestran ciertas diferencias dialectales, tecnológicas y somáticas debidas probablemente en parte al aislamiento geográfico y a una marcada tendencia a uniones consanguíneas, en parte a razones históricas...”. El yukpa yiwonki, es la lengua materna. Presenta una gran variación dialectal tanto en Colombia como en Venezuela, constituidas por tres grandes grupos debido a las similitudes topológicas y grado de inteligibilidad: Norte Centro Occidente. Incluye a los hablantes en Colombia de La Paz - Menkwe – Iroka. Sur Occidente - Oriente. Incluye las variantes de Becerril en Colombia e Irapa en Venezuela. Son grupos muy cercanos que se comunican gracias a una ruta natural en la serranía. Este grupo también incluye la variante Parirí debido a que sus diferencias son mínimas y les resulta fácil entenderse con los Irapa. Norte Oriente. Incluye a los grupos de wasama y atapshi en Venezuela. 44

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Siguiendo a los especialistas, es posible postular un origen o centro del cual se desprendieron las variantes, representadas por pequeños movimientos o cambios fonéticos que son predecibles en cada una de las variantes. Estas separaciones quedaron registradas en su tradición oral y aportan evidencia sobre estos cambios. Posiblemente en el grupo Sur Occidente Oriente se encuentra el centro histórico de las diferentes variantes dialectales. Es significativo el elevado número de personas que lo hablan, destacándose un elevado índice de monolingüismo en la población femenina (Morales et al.: 2007). El desplazamiento de las lenguas nativas por el español De nada valieron los traductores e intérpretes que muy precavidamente trajeron los conquistadores (de habla hebrea o árabe), ya que las lenguas dominadas por estos, nada tenían que ver con las de los pueblos que los recibieron. El padre Las Casas describe este hecho diciendo “Las manos les servían aquí de lengua”. Ante el fracaso de los intérpretes los españoles se dieron a la tarea de enseñar la lengua de Castilla y aprender las nativas, dando origen a los lenguaraces o traductores indígenas, entre los cuales se suele destacar a la famosa India Catalina (mocaná) quien posibilitó el entendimiento entre conquistadores e indígenas de Cartagena, según fray Pedro Simón. Tabla 6. Pueblos y lenguas del departamento del Cesar siglo XXI

Familias Chibcha Caribe Lingüísticas Grupos Denominación KOGUI ARZARIO ARHUACO KANKUAMO ETTE YUkPA exógena ENNAKA Autodenominación kággaba wiwa ika kankuamo ette ennaka yukpa Lengua cotidiana Koguian damana ika ette taara yukpa yiwonki Lengua ritual teyzhuan Terruna shayama No. de hablantes ±5.000 ±2.000 ±13.000 ±1.200 ±4.000 % de monolingües ±80 % ±50 % ±30 % - ±20 % ±70 % Fuente: Trillos Amaya: 2002

En la historia de la extinción de las lenguas nativas de la región es definitivo el impacto violento que sufrieron las comunidades al hacer frente a las tropas españolas y en la paulatina hispanización de la región. Es necesario tener en cuenta los siguientes factores: el paralelo establecido desde los jerarcas religiosos, quienes impusieron la idea de que las lenguas autóctonas representaban lo profano y el español lo sagrado; el mestizaje desarrollado entre blancos e indios que afianzó la lengua de los primeros; el establecimiento de las parroquias a finales del siglo XVII, los cuales desarrollaron una política rígida de castellanización.

Para el caso del Cesar, basta con dos de los muchos ejemplos existentes: 1. El mohan, persona encargada entre los malibúes de atender los males del cuerpo y del espíritu; fue satanizado hasta tal punto que mohan o mohana, hoy, en el imaginario de muchos caribeños es una especie de espanto de las ciénagas. 2. La parroquia de San Isidro Labrador en Atánquez desarrolló una labor muy eficaz en el tratamiento de la hispanización de la región logrando la mestización del pueblo kankuamo y la españolización con la consecuente deculturación del grupo y la pérdida de su lengua. Queda claro que el considerable descenso demográfico de los malibúes a partir de todo el proceso de Conquista y Colonización, diezmó comunidades de hablantes y con la triste consecuencia de la extinción de las lenguas. REGIONES ECOCULTURALES Las poblaciones del actual departamento del Cesar constituyen el reflejo de las primigenias poblaciones indígenas, de las rutas expedicionarias españolas y de las interacciones de estas con el entorno. A mediados de 1530, el alemán Ambrosio Alfinger recorrió la parte norte del departamento, donde encontró los territorios gobernados por el Cacique Upar, los cuales sometió de manera violenta y sobre los que años más tarde se fundó 45


María Trillos Amaya | Universidad del Atlántico Mapa 5. Departamento del Cesar-Subregiones Ecoculturales

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la ciudad de los Santos Reyes de Valledupar. La separación del departamento del Cesar del viejo Magdalena12 fue el resultado de un proceso en el que confluyeron factores económicos, sociales y culturales: la bonanza algodonera que experimentaba la zona y la identidad creada alrededor de expresiones culturales propias. Adicionalmente, como ha sucedido con todos los departamentos que se crearon para la época en la región, debido al olvido en que los tenían sumidos la administración de los departamentos de los cuales se separaron. El Cesar cuenta con suelos fértiles, ubicados en la parte central, con extensas llanuras bañadas por los ríos Cesar y Ariguaní; inundables, al centro en la Depresión Momposina y el río Magdalena en la parte sur; erodables en las estribaciones de los sistemas montañosos. El Plan de Desarrollo Departamental se define desde la calidad, aptitud y régimen de lluvias de las zonas que integran el Departamento, siendo la parte sur, entre Gamarra hasta San Alberto, y la zona central, alrededores de la Ciénaga de Zapatosa, las zonas con mayores precipitaciones. La zona norte del Departamento, ubicada entre la Sierra Nevada de Santa Marta y el norte de la Serranía de Perijá presenta la menor cantidad de lluvias al año. Dentro del conjunto de territorios que integran la Región Caribe, el Cesar puede considerarse un departamento sui generis por los contrastes que lo caracterizan: 1. En sus territorios hacen presencia dos de los sistemas hidrográficos más importantes del Caribe colombiano: Magdalena-Ciénaga de Zapatosa, Sierra Nevada de Santa Marta-Cesar y Ariguaní. 2. Es el único departamento mediterráneo, si tenemos en cuenta que al proyectarlo no se definió la salida al mar. 3. Los dos sistemas montañosos que lo circundan le dan una importante variedad de pisos térmicos y climas. 4. Siendo uno de los dos departamentos con frontera terrestre internacional, el comercio binacional no tiene mayor participación en el producto interno bruto cesarense, lo cual se debe a la falta de corredores viales que integren pueblos culturalmente emparentados.

Fuente: IGAC, 2002

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El Cesar se ubica al nororiente del país. Con una extensión de 22.095 km2, representa el 2 % del país y el 15 % de la Región Caribe. Limita al norte con los departamentos de Magdalena y La Guajira; al sur con los Santanderes; al occidente con los departamentos de Bolívar y la parte sur del Magdalena. Al oriente con Serranía del Perijá, frontera natural con Venezuela (Estado Zulia). La presencia de grandes hitos geográficos del Caribe colombiano, permiten dividirlo en subregiones: 1. Valles de los ríos Cesar y Ariguaní. Definen una amplia llanura que separa la Sierra Nevada de Santa Marta de la Serranía del Perijá. La bonanza algodonera que vivió el Cesar se debió a las condiciones favorables de estos territorios para este tipo de cultivo. 2. Zapatosa, el complejo cenagoso más grande del país. Dependiente de la Depresión Momposina, también sobresalen en este conjunto, entre otros, Pancuiche, Pajangua, Alfaro, Guarumal, Gramalito, Bochinche, Cambo, Suhaya y del Cristo (Gamarra Vergara 2005). Desde el punto de vista ambiental, es una zona importante por su papel de regulación de las crecientes del Magdalena y por su función en la incubación de peces. 3. Sur del bajo Magdalena. Colindante con la Ciénaga de Zapatosa y, por lo tanto, con la Depresión Momposina. Se caracteriza por su humedad y altas temperaturas. De acuerdo con las características geográficas, los 25 municipios del Departamento se pueden agrupar en las siguientes subregiones: 1. Norte. Definida por el valle del río Cesar; aglutina los municipios de Pueblo Bello, Manaure, La Paz, San Diego y Valledupar. Se ubica al oriente de las estribaciones de la Sierra Nevada de Santa Marta y en la parte noroccidental de la Serranía de Perijá. El conjunto de estos municipios constituye una importante cuenca ganadera productora de leche. Además de las ventajas en infraestructura que supone tener como centro nodal la capital del Departamento, la subregión cuenta con un corredor vial internacional, ventaja que ha sido explotada para solo unos pocos productos de la economía cesarense. 2. Noroccidente. Definida por el valle del río Ariguaní concentra los municipios de Astrea, El Paso, Bosconia y El Copey. Estos municipios, al igual que los de la subregión norte, comparten la vocación ganadera y agrícola. Es la segunda zona con mayor número de hectáreas dedicadas al cultivo de palma de aceite. Los municipios 12 La Ley 65 de 1967 le dio vida al departamento del Cesar.

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de esta subregión están ubicados cerca de un importante corredor vial que comunica al Cesar con los departamentos del Magdalena y del Atlántico, lo cual brinda importantes salidas a sus productos. 3. Nororiente. Flanqueada por la Cordillera Oriental. Está integrada por los municipios de Codazzi, Becerril y La Jagua de Ibirico. Además de su riqueza ambiental, la subregión también cuenta con importantes yacimientos carboníferos: La Loma (Pribbenow) y Calenturitas. Bosconia, El Paso y Chiriguana, también hacen parte de este corredor minero. 4. Central. Dominada por el complejo cenagoso de Zapatosa; se destacan los municipios de Chimichagua, Curumaní, Tamalameque, Pailitas y Pelaya. La mayoría de sus suelos tienen disposición para la agricultura y la ganadería, pero las inundaciones limitan su aprovechamiento. 5. Suroriental. Definida por la margen suroriental del bajo Magdalena. La Gloria, Gamarra, Aguachica, González, Río de Oro, San Martín y San Alberto en límites con los Santanderes. Aguachica actúa como centro nodal, la influencia santandereana es marcada en estos municipios. La mayor parte del comercio que sale de esta zona tiene como destino los Santanderes y el interior del país. La Troncal de Oriente atraviesa longitudinalmente la subregión. Además, la vía alterna del Magdalena Medio desemboca allí, dándole un importante potencial de integración con el norte del departamento, lo cual no ha sido explorado totalmente.

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EL CESAR: SUS CONTEXTOS HISTÓRICOS C A RLOS CONSUEGRA GÓM EZ


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INTRODUCCIÓN Indígenas, africanos e hispanos configuraron para principios del siglo XVI, el mosaico poblacional de lo que actualmente se conoce como Región Caribe colombiana. En su momento, esta realidad permitió la creación de procesos sociales, determinantes para la configuración del actual panorama territorial y cultural del cual goza esta parte del territorio nacional.

Durante los siglos XVI, XVII, XVIII y mediados del XIX son destacables las políticas de la conquista, la fundación y la refundación de ciudades y pueblos; las encomiendas, la esclavización y la evangelización, así como también, la emergencia de las haciendas ganaderas y de trapiches dentro de los procesos de tecnificación de la tierra. Y si bien estos, son algunos de los hechos sociales, políticos, culturales y económicos que caracterizaron la historia de este rincón de la Cuenca del Caribe, es necesario particularizar y contextualizar cada uno de estos procesos en los pueblos o ciudades que desde un inicio hizo y hacen parte de la región. Lo anterior plantea entonces, la necesidad de un acercamiento a los hechos históricos que definieron a los actuales entes territoriales que conforman la Región Caribe colombiana, el departamento del Cesar entre ellas, como un intento de fortalecer la historiografía regional.

CONQUISTA Y COLONIZACIÓN El hoy conocido departamento del Cesar, históricamente se configuró desde el espacio territorial conocido (a principios del siglo XVI) como la Provincia de Santa Marta. Por ello es necesario detenernos en los procesos de conquista y colonización que los españoles hicieron sobre muchos de los territorios y pueblos indígenas, que mucho tiempo atrás, ya habitaban y habrían desarrollado procesos culturales complejos. Con relación a esta última idea, las investigaciones arqueológicas llevadas a cabo en todo el Caribe colombiano y específicamente en la región del Valle del Cesar, han puntualizado sobre los patrones asentamientos, y tradiciones cerámicas de las comunidades indígenas que allí se desarrollaron. De la mano de los estudios historiográficos, se ha posibilitado un entendimiento profundo de los procesos culturales que allí ya se dinamizaban, mucho antes de la llegada de los conquistadores. Ahora bien, desde un enfoque etnohistórico, para entender los procesos de contacto cultural acaecidos entre conquistadores y comunidades indígenas en el siglo XVI, es primordial conocer las rutas colonizadoras que se establecieron para las primeras fases de exploración de los nuevos territorios: La Ramada y el Cabo de la Vela. Estos fueron dos de los corredores de conquista que posteriormente permitirían la exploración de lo que fue llamado el Valle de Upar.

Para principios del siglo XVI, en las costas del Caribe colombiano ya se iniciaban las campañas colonizadoras y exploratorias: en 1502 Juan de la Cosa y Alonso de Ojeda descubrirían el Cabo de la Vela, un lugar que, para los intereses de los conquistadores serviría como base de operaciones y formación de nuevas empresas y mercados, vistos en la explotación perlífera (primero mediante el canje y luego por medio de la esclavización indígena) y la comercialización de indios para las Antillas. Si bien en sus inicios la conquista del mar (por parte de los conquistadores), significó el apoderamiento de los bancos de arrecifes en el Cabo de la Vela, para cuando este contexto dejó de aportar una masa significativa de perlas sus intereses se centrarían en la entonces fundada provincia del Río del Hacha, la cual contribuiría a mantener el auge de la economía perlífera. Los anteriores procesos permitirían a futuro no solo consolidar un mercado local con base en la explotación de los bancos perlíferos, sino también la posibilidad de explorar muchos otros territorios en la región. Hacia el año 1500 (en otro punto de la geografía caribeña), los españoles habrían encontrado una bahía con fuentes de agua, alimento e indígenas. Desde principios del siglo XVI, lo que posteriormente sería llamada la Provincia de Santa Marta, sería casi un contexto privado de caza para Rodrigo Bastidas. Sus primeras expediciones posibilitarían el contacto con poblados como La Ramada, Bonda, Pocigueica y Tayrona, los cuales aglutinaban poblaciones que opusieron resistencia a las oleadas de conquista. Fue después del año 1525 que Bastidas, al fundar la ciudad de Santa Marta, comenzaría un proceso de dominación, explotación y comercialización de los nativos, según el sistema impuesto por los españoles. 53


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Las primeras expediciones al Valle de Upar fueron iniciadas desde Santa Marta por el gobernador Pedro de Badillo y su teniente Pedro de Heredia en 1528, quien con sus soldados caminó de La Ramada a Orinó y de allí tierra adentro hasta el Valle de Upar. Sin embargo, no se hizo una conquista exitosa, debido a los temores de los españoles por la ofensiva de los nativos. Ello obligó a Badillo a regresar a La Ramada. Para 1529 sería García de Lerna quien incentivaría de nuevo las exploraciones hacia el río Magdalena y el Valle de Upar, debido a las derrotas que este sufrió al querer conquistar el Valle Tayrona en el poblado de Pocigueyca. Para lograr lo anterior, enviaría a su sobrino a la provincia del Valle de Aupari y de Çaçari, sitios donde habían llegado igualmente Badillo con Heredia, siguiendo hasta el poblado llamado Lebrixa. De allí se devolverían por la vía de La Ramada para ir a Santa Marta.

Bienes Patrimoniales del Departamento del Cesar | Conservación de la Memoria y Salvaguarda de la Diversidad Cultural Mapa 1. Expediciones de Heredia en la Provincia de Cartagena y Bastidas y Alfinger en la Provincia de Santa Marta

En 1529, cuando Pedro de Lerna abandonó la región del Valle de Upar, el valle fue entregado en repartimiento al capitán Cardozo y a 14 conquistadores (Tovar, 1994). Años más tarde, en 1531 el alemán Micer Ambrosio Alfinger entró por Venezuela por la parte de Cupiare, pasando por el Cabo de la Vela y anduvo por el Valle de Upar y la Provincia de los Putos, hasta las cercanías de Tamalameque, habiendo muerto en esta expedición. Alfinger había sometido violentamente las poblaciones gobernadas por el Cacique Upar, lugar donde se fundaría años más tarde la ciudad de los Santos Reyes de Upar: (…) no dejó cosa ninguna que no destruyese tomando muchos indios e indias llevándolos atados y con cargas y del trabaxo se quedavan muchos por los caminos muertos y así fue asolando y quemado toda esta tierra (Tovar Pinzón, 1994: 73).

La imagen de un Alfinger hostil y codicioso, quien arrasó con toda la comunidad que encontró a su paso, igualmente se refleja en las anotaciones que hace Nicolás de la Rosa en 1789 cuando escribe La Floresta: Estas Sabanas del Valle son las que padecieron las hostilidades que con su nombre de conquista hizo de ellas el alemán Alfinger, que entró por la provincia de Venezuela, y aunque hay quien diga que ya en el Valle había españoles, con repartimiento de encomiendas, se opone a ello la misma razón; pues si hubiera ya gente española allí poblada, claro está que hubieran restringido la tiranía de un gobernador extraño, y le dejarían pasar hasta la Laguna de Zapatosa, talando, quemando y destruyendo poblaciones y sembrados (…) Alfinger aniquiló aquella tierra injustamente, robó cuanto le vino, y no le vino a la mano (…) (De la Rosa, 1975: 232).

Durante la exploración que Alfinger realizó en 1530, se encontró con diversos poblados que fueron registrados en la “Información sobre el Valle de los Pacabueyes”. Un documento realizado en la ciudad de Coro en el año de 1533, el cual reúne los testimonios de las personas que hicieron parte de la expedición que entró a los territorios de la Provincia de Santa Marta: Ean entrado los dichos conquistadores de Santa Marta en esta dicha conquysta mucha tyerra e la mejor y de más fruto e provecho q(ue) se ha descubierto en esta dicha provincia q(ue) son en las nasçiones de los indios coanaos e burd(e)s e Yariguanas y Pacabueys// e Pemeos (Archivo General de Indias, 1533: f.39v-f.40r).

Aparte de las anteriores poblaciones referenciadas en la “Información sobre el Valle de los Pacabuyes”, para el año de 1578, en una relación del cabildo de Ocaña se afirma la existencia de “dos mil almas”, compuestas por los pueblos “Caracicas, Borotaré, Beuxitare, Ximane, Manane, Carquima, Buxeriama, Teurama, Cucuríama, Ascuriama, Burgama, Caracaca, Ascuairama, Biserama, Bucurama, Tuscuriama, Carates, Buroma, Orcacica, Buneroma” (Santana Barbosa, citado por Pacheco, 2004: 8).

Las expediciones a Tierradentro de la Provincia de Santa Marta, constituyeron una estrategia para aplacar los deseos frustrados de los colonos durante los primeros años de la Conquista. El juego, la conspiración, el crimen, el robo y los vicios se apoderaron de las colonias. Ello obligó que los gobernadores actuaran sobre territorios más profundos. Esto fue lo que posibilitó la invasión a la Sierra Nevada, para robar y abrir el territorio hasta el Valle de Upar y Tamalameque. Luego siguieron por el río Magdalena hasta Mompox y el río Cauca. Por lo tanto, en lo que concierne a las expediciones utilizadas en los territorios del actual departamento del Cesar y las comunidades indígenas que encontraron allí, tenemos que: 54

Fuente: Tovar Pinzón, H. (1994)

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En las estribaciones de la Sierra Nevada de Santa Marta encontraron a los arhuacos, en la Serranía de Perijá a los motilones, los cuales habitaban los territorios entre el río Cesar y el Lago de Maracaibo. Al centro del Departamento, en las zonas aledañas al río Magdalena especialmente alrededor de la Ciénaga de Zapatosa, se ubicaban los malibúes. Al nororiente estaban la provincia gobernada por el Cacique Upar. En la parte central, entre la Serranía de Perijá y la parte inferior del río Cesar, se ubicaron los pacabuyes, los tupe y los guiriguanos. Al centro del departamento se encontraron con los chimilas, la tribu más numerosa y poderosa de las regiones que pretendían conquistar. Se ubicaban entre los ríos Cesar, Magdalena y Ariguaní. Muchos fueron los enfrentamientos de este grupo con los colonizadores españoles, y muchas veces resultaron victoriosos los indígenas (Gamarra, 2005: 7-8).

Bienes Patrimoniales del Departamento del Cesar | Conservación de la Memoria y Salvaguarda de la Diversidad Cultural Mapa 2. Datos Histórico-Culturales sobre los pueblos de la antigua Gobernación de Santa Marta

Los guanaos, grupo indígena ubicado al norte del Valle de Upar, fueron otras de las comunidades que caracterizaría la demografía de la Provincia de Santa Marta. Fueron reconocidos por los expedicionarios como: (…) gente crecida y animosa: cubren sus vergüenzas, y es gente que tracta mucho la tierra adentro llevando sal a, vender á trueco de oro labrado en águila é zarzillos e otras piezas quellos usan para su arreo, elás tienen por joyas. Traen mantas de algodón cubiertas y bonetes delo mismo (Fernández de Oviedo y Valdés; 1944: 297).

En el siglo XVI, en el Valle de Upar, la presencia de cimarrones y negros esclavos era un hecho, dado que los primeros negros esclavos introducidos en la Provincia de Santa Marta, se debe a Bastidas. Juan de Castellanos citado por Fernández Piedrahita (1881) afirma que, por ejemplo: ya en 1531 había cimarrones fugitivos de La Ramada en Atánquez (donde existió un palenque), Valencia de Jesús, Becerrill y San Juan: (…) cuando el adelantado Alonso Luis de Lugo viajó al Valle en 1544, encontraría tantos cimarrones que llamaron a un determinado sector “Cerrejón de negros fugitivos” en donde los negros se habían fortalecido en palenques (…) negros fugitivos de Santa Marta, Riohacha y Venezuela (Castellanos citado por Gutiérrez, 2000: 252).

La penetración y conquista del Valle de Upar (así como a otros territorios de la Provincia de Santa Marta) posibilitó por parte de vecinos y gobernantes, garantizar la constitución y reproducción del orden colonial. El 6 de enero de 1550 (seis años después de que Francisco Salguero tratara de fundarla) Hernando Santana fundó oficialmente, por orden de Miguel Diez de Armendaris, la ciudad de Valledupar. Con anterioridad ya habían sido fundadas las ciudades de Riohacha (1539), Villa de Tenerife (1543) y Tamalameque (1544). Posterior a la fundación de la ciudad de Valledupar, se fundarían la Nueva Salamanca de La Ramada (1561) y Ocaña (1572). La recién fundada ciudad de Valledupar acogería la mayor parte de la población española (vecinos y encomenderos). Gracias al proyecto de la ganadería que desde finales del siglo XVI y todos los siglos XVII y XVIII se consolidaría como principal actividad económica en esta región. Gobernadores como Lope Orozco, desde 1576, fomentaría entonces la ganadería extensiva en Valledupar y otros poblados como La Ramada; también introdujo en la ciudad de Valledupar y los pueblos bajo su jurisdicción la arquitectura colonial, propiciaría la construcción de la primera fábrica de ladrillos y tejas, el diseño de nuevas calles y la plaza, costeando de igual manera la construcción de la iglesia (Gutiérrez, 2000): 400 almas constituidos por noventa hombres casados y solteros provistos de gran cantidad de herramientas de albañilería y de agricultura. Compró y trajo mil vacas y quinientos carneros como ya se había dicho. Parte de esta fue enviada a Valledupar por ser tierra provista de alimentos (Simón Fray Pedro citado por Restrepo Tirado, 1976: 175).

Consolidar la ciudad de Valledupar como centro granadero de la región, no solo posibilitó expandir la frontera agrícola de la provincia visto en el cultivo de caña de azúcar, las haciendas de trapiche y las fábricas de azúcar (Gutiérrez, 2000). También ayudó a que la ciudad (así como otros poblados) sirviese como centro de abastecimiento alimenticio de la región (Sánchez, 2004). José Nicolás de la Rosa (1975) cuando escribe La Floresta en 1789, manifiesta la riqueza de los suelos fértiles del Valle del rio Ariguaní y Cesar, hecho que facilitaría (en su opinión) se fundase la ciudad que llamaron Los Reyes de Valle Dupar, donde se fomentaría la cría de ganado 56

Fuente: Herrera, Ángel (2002)

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para abastecer al reino. Lo anterior muestra cómo, gracias a la actividad ganadera en Valledupar y sectores aledaños, el poblamiento europeo fue determinante para hacer de este lugar un pueblo de españoles: (…) parece que hay en dicho pueblo treinta y cuatro vecinos encomenderos, las casas de los españoles son todas de paja y así mismo la iglesia (…) su vecindad pasa de cien vecinos, con una iglesia parroquial razonables curas cubiertas de teja y un convento del glorioso patriarca Santo Domingo (Fernández de Piedrahíta, 1881: 323).

Durante los siglos XVI y XVII, otro de los aspectos que caracterizó a la ciudad de Valledupar y su jurisdicción (San José de Barrancas, Fonseca, Atánquez, Santo Tomás de Villanueva, El Rosario y Marocasa, Santa Ana de los Tupes, El Espíritu Santo, San Juan del Cesar, Vadillo, El Molino, Becerril y Jobo) fue el conflicto entre chimilas, tupes y españoles por el control de los territorios. Este hecho muestra la alta proporción de la población indígena al margen señorial y la situación de ingobernabilidad sostenible en la región: (…) grandes porciones de la gobernación permanecieron fuera del control colonial: casi toda la Sierra Nevada; las vertientes occidentales de la Serranía del Perijá (…) las extensiones selváticas y tierras bajas y pantanosas situadas desde río Frio por el norte hasta la Depresión Momposina y desde la banda Oriental hasta los ríos Ariguaní y Cesar. A este último territorio se le conoció como “tierra de Chimilas”, el que según el jesuita Antonio Julián ocupaba el centro de la provincia samaria (Mendoza, 2009: 40).

Ejemplo de lo anterior puede evidenciarse en los ataques de los chimilas a la ciudad de Valledupar y a sus poblaciones satélites: en 1609, la ciudad de Valledupar sería atacada e incendiada y en 1610 la población de Pueblo Nuevo, sufriría el mismo desastre. A mediados del siglo XVII el gobierno de Martínez de Rivamontán Santander sentaría la política de matar indios y consolidar encomiendas. Para esta época, ya los sitios del Molino, los Tupes y los Chiriaimos habían sido sometidos y otros estaban en el proceso: San Sebastián de Rábago, Atánquez, El Rosario, Marocasa, Villanueva, Espíritu Santo, etc. (Gutiérrez, 2000).

Fundación y refundación de pueblos El siglo XVIII se caracterizó por las expediciones y campañas para reducir las poblaciones al margen de la sociedad colonial y con ello, los excesos y desórdenes sociales vistos en el cimarronaje, mestizaje y arrochelamiento (Sánchez, 2004). La Reforma Borbónica, como bien se le llamó a esta política, en el caso concreto de la jurisdicción de Valledupar posibilitó reducir la población chimila y tupe (en las poblaciones de San Ángel, Espíritu Santo y Becerril, respectivamente) los cuales desde principios de los siglos XVI y XVII opusieron resistencia a la colonización de sus territorios. Lo anterior se justificó, para fortalecimiento y expansión de una sociedad colonial y una frontera agrícola en la región. Ahora bien, cabe aclarar que fueron los capuchinos, quienes a partir de la construcción de parroquias libres o congregaciones, precedieron a las campañas de fundación y refundación de pueblos y ciudades, lideradas desde 1740 por los españoles (Salvador Félix Arias, José Fernando de Mier y Guerra, José Joaquín Zúñiga, Agustín de la Sierra y Juan de la Rosa Galbán). Ellos reducían a los indígenas, los ubicaban en sitios específicos y les dotaban de una iglesia y haciendas de labranza. Las primeras campañas de pacificación de indígenas lideradas por los capuchinos, se dieron en la ciudad de Riohacha, con los guajiros (Hugues Sánchez, 2007). Las campañas de pacificación de indígenas llevadas a cabo por los capuchinos se sectorizaron en las estribaciones de la Serranía del Perijá hacia el sur; zona donde comenzaba el camino real que comunicaba a Valledupar con Tamalameque. En 1736, el padre Silvestre de la Bata (nombrado Prefecto de los Menores Capuchinos), tras haber fundado los pueblos en la Sierra Nevada de Santa Marta y el sur de La Guajira; por la reducción de los indios coyaimos en los pueblos de Nuestra Señora del Rosario. En 1737 el pueblo de Tucuy fue fundado y poblado hasta finales del siglo XVIII, para la explotación de hatos ganaderos y el cultivo de maíz, plátano y caña. Entre 1748 y 1754 en las proximidades de la ciudad de Valledupar, se fundaría el pueblo de Tocaimo y en las faldas de la Sierra Nevada, la población de San Antonio de Padua del sitio de Caracolí. Este último, por fray Andrés de Oliva. Caracolí era un territorio apto para la cría de ganado, ubicado en la frontera con el territorio chimila entre Valencia de Jesús, el sitio de San Ángel, camino a la población de Plato. 58

Bienes Patrimoniales del Departamento del Cesar | Conservación de la Memoria y Salvaguarda de la Diversidad Cultural Tabla 1. 1700: Provincia de Santa Marta. Jurisdicción de Valledupar PUEBLO TIPO DE ASENTAMIENTO Pondores Pueblo de indios Sayrino Pueblo agregado Atánquez Pueblo agregado Villanueva Pueblo de indios Urumita Pueblo agregado San Sebastián Pueblo de indio Valledupar Ciudad Valencia de Jesús Ciudad El Paso Ciudad San Nicolás Sitio agregado Ntra. Señora de Chiquinquirá Sitio agregado Purisima Concepción Sitio agregado Zapatí Sitio agregado Zapatosa Sitio agregado El Peñón Pueblo de indios Tamalameque Ciudad Nuestra Señora del Rosario Sitio Playa Blanca Sitio Salvador Fernández Sitio San Jacinto Sitio Borotará Pueblo de indios Loma Pueblo de indios Rio de Oro Sitio Aguachica Sitio Pueblo Nuevo Pueblo de indios San Nicolás de Buenavista Sitio Fuente: Herrera, Ángel (2002)

Tabla 2. Jurisdicción de Valledupar: Reducción de pueblos indígenas. Frailes Capuchinos Área Pueblo Etnia Cura Bordes de la Sierra San Antonio de Padua Arhuacos Fray Andrés de Oliva Nevada de Santa Marta. de Caracolí Sur de Valencia de Jesús Sur de Valledupar Nuestra Señora del Coyaimos Fray Antonio de Alcoy Rosario de Tocaima Sur de Valledupar Nuestra Señora del Pampanillas Fray Antonio Labata Rosario del Tucuy Centro de la Gobernación San Ángel Chimilas Fray Pedro de Alcañizas Fuente: Sánchez, Hugues (2007)

La búsqueda de una población libre que trabajase como mano de obra en las haciendas y hatos ganaderos de la gobernación de Santa Marta, fue una de las políticas que Fernando de Mier y Guerra dinamizó desde 1740, con el fin de expandir la frontera agrícola y ganadera de la región. En1741, el Maestre de Campo fue autorizado por el Virrey Sebastián de Eslava para que ocupase nuevos descubrimientos y ejerciera en los hatos y sitios de Calenturas, Jagua, Descornado, Chiriguaná, Chimichagua y Guamal, desde donde se abastecería de carne salada a las ciudades de Santa Marta y Cartagena: 59


María Trillos Amaya | Universidad del Atlántico Tabla 3. Jurisdicción de Valledupar: Número de indígenas congregados por sitio Fecha de fundación Etnia Habitantes Coyaimos 830 almas 1737 Se despobló en 1741 En 1748 un número de 90 indios se pasan a Tocaimo Pampanillas 134 almas Nuestra Señora del Sur de Valledupar Rosario de Tucuy Coyaimos 214 almas Nuestra Señora del 1748 Sur de Valledupar Rosario de Tocaima Chimilas Sur de Valencia de San Antonio de Pa- 1753 dua de Caracolí Jesús Chimilas 1754 San Ángel Centro de la Gobernación San José de Poponte Fundado en 1740 y Cercanías a despoblado en 1749 Chiriguaná Coyaimos y 357 almas Becerril Sur de Valledupar Acanayutos Área Sur de Valledupar

Pueblo Nuestra Señora del Rosario de la Concepción de Sicarare

Fuente: Sánchez, Hugues (2007)

Una vez autorizada la campaña, el maestre de campo emprendió el proceso de poblamiento en los extramuros de Mompox y en cercanía a la Ciénaga de Zapatosa donde tenía establecidos varios hatos ganaderos. La necesidad de mano de obra para su hato de Carreralarga, a orillas de la Ciénaga de Zapatosa, lo llevó a iniciar unos poblamientos en esta zona. El proceso lo inició en 1746 y, hacia 1748, había fundado y agregado población libre en los sitios de Santa Bárbara de Tamalamequito, Nuestra Señora del Carmen de Barrancas (Guamal), Nuestra Señora de la Candelaria de El Banco, Menchiquejo, San Sebastián de Buenavista, San Vicente Ferrer de Cascajal (Saloa) y Nuestra Señora de la Concepción de Chimichagua, éstas dos últimas en cercanía a sus hatos de Calenturas, Carreralarga y la Loma. Es necesario anotar que seis de las siete poblaciones existían como parroquias o agregaciones de libres y solamente San Vicente Ferrer de Saloa resultó de una congregación de “tres sitios o rochelas que son Sapatí, Zapatosa y Empalagado (Sánchez, 2007: 15).

El proceso de expansión de la frontera agrícola y ganadera en la jurisdicción de Valledupar se intensificó no solo por la refundación de sitios con una población “libre de todos los colores”, la construcción de caminos y la utilización de puertos fluviales. Igualmente permitió que ciudades como Valledupar y Valencia de Jesús alimentasen con carne salada los mercados de Cartagena y Santa Marta. Estos puertos ubicados en las orillas del río Magdalena, permitieron el fortalecimiento de una economía agrícola y ganadera en la región: “(…) para trasladar los ganados era necesario abrir varios caminos que permitieran su envío a los puertos o embarcaderos a orillas del río Magdalena: Menchiquejo, Guamal y Tenerife” (Ibíd., 2007: 14). Así mismo, se evidencia que: (...) en el mismo puerto de Saloa, un cuarto de legua más abajo del de Cascajal, haciendo medio entre Chiriguaná y el río Grande de la Magdalena, donde logran sus moradores la navegación y comercio por dicho Cesar para el Paso del Adelantado y para Chiriguaná, por donde se trafica, para Mompox y para las ciudades del Valle de Upar y Pueblo Nuevo de Jesús (…) (José M. de Mier citado por Sánchez, 2007: 15).

Fundaciones como Chiriguaná, durante el siglo XVIII también se desempeñaron como puerto, embarcadero y tierras óptimas para la cría de ganado. Para Mier y Guerra, este sitio era de gran importancia por: 60

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(…) copiosos sus playones para la cría de los ganados, sus sabanas amenas y sus montañas muy fértiles para las labranzas, y estos vecinos son los que más se dan la mano con la nación chimila, por ser la tierra confinante y muy avanzada de ellos en los veranos; esta fundación es la que hace traficable el dicho río de Cesar y los caminos de tierra, pues habiendo de labrar y hacer sus monterías sobre el lado de los chimilas, con el continuo tráfico y encuentros con ellos, les han contenido tanto el orgullo que ya no experimentan tantas hostilidades (…) (Ibíd., 2007: 15).

San Sebastián de Buenavista, situada en la banda oriental del río Magdalena, privilegió su refundación por su posición estratégica para el tráfico de ganados y por estar ubicada: “(…) sobre el mismo río grande y también sobre el caño de Menchiquejo, es su terreno muy fértil, libre también de inundación y cómo para vender los frutos, por la cercanía que tiene a Mompox” (Ibíd.).

Muchas fueron las fundaciones que se llevaron a cabo en la jurisdicción de Valledupar y en toda la Provincia de Santa Marta, lo cual posibilitó la expansión y control de los territorios de la provincia. La reducción de los pueblos indígenas (Herrera, 2002), la consolidación de una sociedad de españoles y libres de todos los colores, así como el fortalecimiento de las fronteras agrícolas y ganaderas como parte de la economía colonial (ejemplo: San Sebastian de Rábago y Santa Cruz de Pizarro) (Sánchez et al., 2003), fueron en determinadas cuentas los propósitos de las Reformas Borbónicas lideradas por Mier y Guerra. Lo anterior posibilitó la creación de procesos socioculturales relacionados con las comunidades campesinas. En este sentido, el proceso de poblamiento fue de gran importancia, porque permitió consolidar las relaciones entre hacendados y población libre de la región asegurando el establecimiento de los elementos corporativistas y elementales del orden colonial, cuyo principio era el “orden jerárquico” (…) Las campañas de poblamiento, además de reforzar el control sobre la población libre, atrajeron a varias familias que posteriormente asumieron un papel preponderante en la vida regional. Durante el siglo XVIII, la ciudad de Valledupar había logrado consolidar su economía basada, primordialmente en la ganadería y, en menor medida, la agricultura (…) lo realmente significativo dentro del conjunto de la economía y la sociedad valduparense fue la hacienda, pues además de representar el primer medio de acumulación de riquezas de los elementos notables de la sociedad, constituyo un elemento aglutinante de la población libre de esta subregión del Caribe (…) (Suárez, 2006: 90 y 91).

A finales del siglo XVIII, la realidad demográfica de la provincia de Santa Marta había cambiado considerablemente por la notoria disminución de la población indígena, el aumento de la población libre y el aumento de la población esclava (ahora de todos los colores). Durante esta época, el sistema de castas permitió controlar y, de alguna manera, administrar e involucrar, en la lógica del orden colonial, a las poblaciones sometidas. Ciudades, pueblos y sitios fue la manera como se organizó y planificó el territorio colonial, dependiendo de la forma como fueron incluidas cada una de las fundaciones, dentro del orden colonial establecido. En 1771, la Gobernación de Santa Marta seguía caracterizándose por la existencia de una diversidad poblacional, la cual, a futuro, consolidaría muchos de los procesos culturales y sociales evidenciados durante los siglos venideros. Tabla 4. 1771: Censo de la Gobernación de Santa Marta

Ciudades, pueblos, villas Eclesiásticos Blanco Indios Libre de varios Esclavos de sitios y demás poblaciones colores varios colores Vicaria de Santa Marta Ciudad de Santa Marta 17 499 21 2490 571 San Juan de la Ciénaga 2 36 1236 212 1 San Jacinto de Gayra 1 0 299 8 1 San Geronimo de Mamatoco y Taganga 1 0 389 0 0 Santa Ana de Bonda y Santa Cruz de Masinga 1 0 317 1 0 San Carlos de San Sebastian 1 84 0 0 0 Vicaria de Sitio Nuevo Sitio Nuevo 1 28 12 648 3 Remolino 1 51 3 581 21 Guaymaro 1 27 8 1551 105

Total

3598 1487 309 390 319 85

692 657 1694

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María Trillos Amaya | Universidad del Atlántico Puntagorda 0 1 10 25 0 Piñón 1 75 13 991 27 San Antonio 1 13 9 1313 61 Vicaria de Tenerife Villa de Tenerife 2 70 59 1442 77 Pinto 1 42 178 267 3 Morro 1 1 209 5 0 Banco 1 30 0 873 71 Plato 1 2 1 334 3 Vicaría de Tamalameque Ciudad de Tamalameque 1 34 2 613 100 San Bernardo 1 0 0 263 26 Simaña 1 7 0 546 22 Chiriguaná 1 60 0 2109 93 Nuestra Señora de la Candelaria del Banco 1 26 0 861 34 Tamalamequito 1 14 0 201 12 Saloa 1 6 0 331 45 Vicaría de Valencia de Jesús Ciudad de Valencia de Jesús 4 267 14 1412 242 El Paso 1 5 0 289 153 Ariguaní 1 0 127 35 7 San Sebastián 1 0 151 15 0 Tuerto 1 0 600 0 0 Fernambuco 0 0 307 26 0 Vicaría del Guamal Guamal 1 18 0 822 31 San Fernando 1 9 0 284 0 Santa Ana 1 25 551 83 0 Venero 1 0 18 77 1 San Zenón 1 0 240 103 0 Vicaría de Valle de Upar Ciudad de Valle de Upar 13 728 0 2140 796 San José de Barrancas 2 134 5 566 170 Fonseca 1 266 0 526 161 Atánquez 1 0 346 18 1 Santo Tomás de Villanueva 1 123 838 111 4 El Rosario y Marocasa 1 0 448 0 4 Santa Ana de los Tupes 1 70 136 288 23 El Espíritu Santo 1 0 144 4 0 San Juan del Cesar 1 303 19 725 115 Vadillo 1 76 0 715 29 El Molino 1 33 870 277 11 Becerril 1 43 86 154 68 Jobo 1 111 0 305 38 Vicaría de Ocaña Ciudad de Ocaña 23 1712 60 2950 923 Aguachica 1 27 0 766 18 San Jacinto y Fernández 1 5 1 352 8 Buenavista y San Andrés 2 0 359 95 0 La Loma y Borotare 2 32 552 231 30 TOTALES 111 5.093 8.638 29.034 4.109 Fuente: Tovar Pinzón, Hermes, 1994

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Bienes Patrimoniales del Departamento del Cesar | Conservación de la Memoria y Salvaguarda de la Diversidad Cultural 36 1107 1397

1650 491 216 975 341

750 290 576 2263 922 228 383

1939 448 170 167 601 33 872 294 660 97 344

3677 877 954 366 1077 453 518 149 1163 821 1192 352 155

5668 812 367 456 847 46.985

EL CESAR EN LA CONSTRUCCIÓN DE LA REPÚBLICA El siglo XIX se caracterizó por la crisis del orden monárquico en las provincias del Caribe neogranadino; es decir, el tránsito de la monarquía absoluta de la dinastía Borbón, al de una monarquía constitucional, dinamizando a futuro la separación de los territorios americanos de la metrópoli y posterior creación de los Estados-nacionales independientes y soberano (Suárez, 2006). La ciudad de Valledupar, no fue ajena a estos procesos socio-políticos; donde las causas independentistas estuvieron motivadas por la existencia de intereses particulares vistos desde: la autonomía jurisdiccional de los notables y la abolición de la monarquía en las provincias. Fueron muchas las causas que propiciaron la independencia de la ciudad de Valledupar, para principios del siglo XIX:

En 1810, Cartagena y Mompox fueron de las primeras ciudades que apoyaron la causa independentista gracias a la fuerza mancomunada que se consolidó entre cabildos y notables; estos últimos conformados por abogados, comerciantes españoles y hacendados. En la Provincia de Santa Marta, los cabildos vieron la necesidad de conformar una Junta Provincial de Gobierno, con el objetivo de destituir al gobernador. Así mismo, las crisis que vivía la ciudad de Santa Marta al ser desplazada por la ciudad de Cartagena, como principal puerto de la Nueva Granada, propició conflictos entre estas, propiciando así una crisis en las Provincias Unidas (Ibíd. 2006). Con respecto al levantamiento de los cabildos, el 1 de marzo de 1810 (poco tiempo después del movimiento autonomista desarrollado en Caracas, Cartagena, Mompox y Santafé), los notables de la ciudad de Valledupar se levantaron en contra del entonces alcalde Márquez Valde-Hoyos: El levantamiento contra el Alcalde emprendido por los notables valduparenses dio inicio a una serie de tensiones entre estos y las autoridades provinciales y virreinales, por las implicaciones “revolucionarias” que tuvo el levantamiento. Según información suministrada por el Alcalde encargado Vicencio Ruíz de Gómez, durante el levantamiento los vecinos gritaban “dando abajos al Alcalde Marquéz Valde-Hoyos, el Exm. Virrey y mueras a S.M. Fernando II” (…) La relación de dominios de los notables locales sobre amplios sectores de la población, constituye una prueba del poder que estos ejercían sobre esos sectores gracias, al poder que les otorgaba ser poseedores de haciendas y jefes militares, civiles y eclesiásticos (Ibíd., 2006: 100).

De allí en adelante, los proyectos políticos-administrativos que se establecieron en remplazo temporal de la autoridad real, no se hicieron esperar. Estos se caracterizarían por presentar proyectos particulares acorde con las motivaciones de los diferentes grupos en conflicto. Por ello, los notables locales de Valledupar, al enterarse de la conformación del Consejo de Regerencia, solicitaron la participación de la ciudad, con un diputado en las cortes; solicitud que fue negada, lo cual causó desencanto entre estas y los notables. Lo anterior hizo que los notables valduparenses establecieran relaciones con los recién constituidos Estados de las Provincias Unidas y de Cundinamarca, en un intento por insertarse en cualquier espacio de participación y posibilitar así la búsqueda de una autonomía local y jurisdiccional. En 1812, los notables de Valledupar adelantarían gestiones tanto con la Junta Santafereña y el Gobierno de Cartagena, para conformar en Valledupar, el movimiento independista. Al proceso se uniría Simón Bolívar, quien sostuvo constantes reuniones con la notable María Concepción Loperena y los valduparenses en las poblaciones de El Paso, Tamalameque y Becerril. En el mismo año, llegaría el coronel Labatut, quien desde su arribo a Santa Marta, se encargaría de expulsar de la ciudad todo rebelde independista; hecho que dejó claro, cuando en 1813 manifestó al pueblo samario: (…) limpiar la ciudad de los malos españoles que la avitan tanto por orden del Gobierno de Cartagena como por los prejuicios que han causado al Estado y a esta Provincia tal vez nos causarían permaneciendo entre nosotros con la impolítica y destructora guerra que han sostenido (Godoy, León José citado por Suárez, 2006: 104).

En 1813, los notables valduparenses asumieron el control total del cabildo. Después de negociar en enero de ese mismo año con Simón Bolívar el apoyo a la causa patriótica, declararon la independencia respecto a la ca63


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pital provincial y de España el 4 de febrero de ese año. La lectura y escritura del Acta estuvo a cargo de María Concepción Loperena Ustáriz de Fernández de Castro quien, luego del acto, procedió a quemar el escudo de armas y el retrato de Fernando VII.

Durante la posguerra en Valledupar acontecieron transformaciones que propendían por la construcción del orden republicano; un nuevo orden político, cuyos proyectos incorporaron un nuevo lenguaje, con las nociones de pueblo, nación, soberanía, constitución y república, heredados del constitucionalismo liberal. Por otro lado, se buscó un principio unificador que igualase al conjunto de los individuos de la sociedad; un nuevo criterio de identidad nacional que además debía servir de legitimador del nuevo sistema de gobierno republicano y representativo: la ciudadanía. Por ello se constituyeron identidades políticas según el surgimiento de distintas ciudadanías (los ciudadanos notables, los ciudadanos intermedios y los ciudadanos vecinos), las cuales tenían intereses diferentes u opuestos, pero articulados entre sí. El conjunto de la sociedad valduparense, también sufrió serias consecuencias en tiempos de la posguerra: Por una parte, provocaron la destrucción de las economías tanto públicas como privadas, por la voracidad de las fuerzas en conflicto, que afectó con especial fuerza los circuitos económicos regionales formales e informales. Las guerras (…) contribuyeron, además, al declive de la población, no solo por causa de las muertes sino, y de manera más especial, por las desmovilizaciones, reclutamientos forzados y desarraigo de las localidades y regiones (Suárez, 2006: 84).

La manumisión de la mano de obra esclava fue otra de las transformaciones acaecidas durante el orden republicano. La abolición de la esclavitud permitió que mulatos, mestizos, indios y negros libres alcanzaran cierto grado de movilidad política (Sánchez et al., s.f.). Ello obligó a los notables a adaptarse a los nuevos cambios sociales, relacionarse con los nuevos sectores emergentes: En Valledupar, por ejemplo, el caso más célebre de participación de un esclavo en la Independencia es el de José Antonio Ramírez. Este era hijo de un esclavo de María Concepción Loperena, quien había sido manumitido, y que posteriormente había logrado un recorrido militar de más de 40 años, llegando a alcanzar el grado de sargento mayor (…) los sectores notables de la ciudad fueron sin duda quienes más vieron afectado su mundo social, ante la necesidad de adaptarse a los cambios que tendían constantemente a transformar el equilibrio jerárquico de la sociedad a favor de los sectores emergentes. No resulta extraño entonces, (…), que las familias de prestancia social y económica relajaran sus prácticas endogámicas y establecieran vínculos matrimoniales con veteranos de guerra (Ibíd., 2006: 85).

La posguerra y el nuevo orden político republicano, contribuyeron igualmente a construir nuevos modelos de organización de las provincias; un proceso jurídico-político que reestructuró las divisiones territoriales: Dentro de este proceso gradual de cambio, las transformaciones jurídico-administrativas tampoco se hicieron esperar. El carácter de vecinos se convirtió en uno de los atributos primordiales para ser ciudadano, y los cabildos transitaron hacia las municipalidades. Surgieron los cantones, se crearon los departamentos, en fin, toda una gama de formas de organización emergieron a la luz de la transformación del Estado hispánico al Estado nacional republicano en la Nueva Granada. En este contexto las élites valduparenses, lograron concretar sus ambiciones de autonomía jurisdiccional (Ibíd., 2006: 86)

Luego de las guerras de Independencia en 1813, Valledupar empezó a consolidar un espacio jurisdiccional autónomo, separado de la capital provincial. Aun así, este proyecto regionalista concluiría con la consolidación definitiva de la independencia neogranadina. En 1821, el Congreso de Cúcuta otorgó autonomía territorial a las antiguas provincias coloniales e incorporó una nueva unidad político-administrativa: los departamentos. La Ley del 8 de octubre de 1821, dividió la joven República en siete departamentos: el del Magdalena estaba conformado por las ciudades de Cartagena, Santa Marta, Riohacha y Mompox, siendo Cartagena la capital del 64

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Departamento. Lo anterior posibilitó que la ciudad de Cartagena se revistiera de poderes administrativos, políticos y militares ante otras provincias, generando rivalidades con las ciudades de Mompox y Santa Marta. En 1831, la ciudad de Cartagena adoptó el Sistema Administrativo Federal que ya había sido admitido por Venezuela en 1826. El interés de Cartagena por controlar y someter a las provincias caribeñas a su mando, hizo que ciudades como Sabanalarga, Soledad y Barranquilla, en la Provincia de Cartagena, se levantaran contra la autoridad de la capital del departamento. Así mismo, ciudades como Santa Marta, Mompox, Valledupar, Ciénaga y Riohacha se unirían al movimiento contra Cartagena, reconociendo al gobierno central como gobierno legítimo. Gracias a estos acontecimientos, en 1832 se convocó a un Congreso dándosele al Estado de Nueva Granada una nueva Carta Constitucional, la cual suprimía los departamentos pero conservando la división política a partir de las provincias y cantones.

Entre 1842 y 1842 el Congreso discutió una nueva reforma constitucional, la cual fue sancionada el 20 de abril de 1843. Ahí le asignaba al Congreso la facultad para crear o suprimir provincias y cantones, previa consulta a los gobernadores y cámaras provinciales. En 1845, un grupo de vecinos de Valledupar propuso crear una provincia con los cantones de Valledupar y Chiriguaná, los cuales hacían parte de la provincia de Santa Marta. En 1846, la propuesta fue negada por la Cámara Provincial de Santa Marta, por no existir en dicha ciudad el capital humano necesario para desempeñar cargos político-administrativos. Solo uno años después, en 1850, el Congreso aprobó la consolidación de la provincia de Valledupar, conformada por los cantones de Valledupar y Chiriguaná. La justificación que respaldó dicho acto fue la incapacidad de la gobernación de la provincia de Santa Marta para consolidar una gobernabilidad sobre los cantones.

El 14 de mayo de 1850, Carlos de Rojas se posesionó como primer gobernador de la provincia; constituyéndose ese mismo año la primera Cámara Provincial. Los miembros de la nueva corporación pertenecían a las familias que dominaron la escena durante la declaración de Independencia: Vicente Sebastián Maestre, José María Triana, Francisco Céspedes, Francisco Javier Maestre, Antonio Pumarejo, Juan Herrera, Manuel Céspedes, José Domingo Pumarejo, Miguel Mestres, José Manuel Galván, Rafael Araújo Triana, Francisco Gutiérrez, entre otros. La experiencia de autonomía política y administrativa que gozó la provincia de Valledupar, solo duro poco tiempo ya que, con la creación en 1857 del Estado Soberano del Magdalena, dicha provincia fue anexada nuevamente al gobierno samario. Serían muchos los intentos de los valduparenses, para alcanzar la autonomía política y administrativa. Veamos un resumen del proceso: En 1824 se expide la Ley 25, por medio de la cual se da al Valle de Upar la categoría de Cantón. La Ley 15 de abril de 1850 elevo el Cantón a la categoría de Provincia, regida por un Gobernador, calidad que conserva hasta 1857, cuando deja de serlo, y a la cabeza de su gobierno queda un Jefe Municipal Superior. Mediante la Ley 29 de 1864 se la erige como departamento y en 1868 se toma la denominación de departamento del Cesar, regida por un prefecto. Este departamento desaparece en 1883 y Valle de Upar vuelve a ser parte del departamento del Magdalena, junto con los territorios de los actuales departamentos de La Guajira y Magdalena, hasta 1886, y en 1888 retoma su calidad de provincia hasta 1930. Cuando en 1930 suprimen las provincias, Valledupar pasa a ser simple cabecera del municipio con el mismo nombre (Corpocesar citado por Gamarra, 2005: 7).

Bien es cierto que el siglo XIX se caracterizó por las guerras de Independencia, no solo en la jurisdicción de Valledupar sino en todo el territorio neogranadino. Aún así, no fueron los únicos procesos que acontecieron; como bien se ha demostrado, durante los primeros años de la Colonia, la actividad de la ganadería fue la economía base de la región del Valle de Upar, hecho que no cambiaría en la República.

En las primeras décadas del siglo XVIII Valledupar aparecía como la segunda ciudad en la gobernación de Santa Marta, controlando el sur de lo que hoy se conoce como el sur del departamento de La Guajira. Su población estaba constituida de 3.677 habitantes de los cuales 728 eran blancos, 2.140 libres de todos los colores y 796 esclavos. A principios del siglo XIX, el desarrollo social y económico de la ciudad de Valledupar fue lento, pero no estático: se establecieron hatos ganaderos en la región de Los Venados y las sabanas de El Diluvio, pertenecientes a la familia Pumarejo y se fundaron haciendas de trapiche como La Pedragosa (Sánchez, 2006: 15). 65


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Según Luis Striffler (citado por Hugues Sánchez, 2006), la ciudad de Valledupar era una localidad armoniosa en su arquitectura y planeación: (…) Es notable por la regularidad de sus calles. Dos hileras de casa bien construidas y muy aseadas que dan a la población el aspecto de una ciudad opulenta (…) la línea recta y el ángulo recto se pueden observar con la mayor precisión matemática que pueden encontrarse en las obras humanas (2006:15).

Por otro lado, a comienzos del siglo XIX, existían grandes latifundios en cercanías de los pueblos de El Paso, Codazzi, La Paz y Los Venados. Valledupar se convertiría en el más importante centro político y administrativo de la región, a partir de la decadencia de Valencia de Jesús, ciudad que mantuvo en el siglo XVIII buena parte del territorio que hoy corresponde al noroccidente del Cesar. En 1810, Valledupar controlaba el territorio que iba desde Barrancas en el norte, hasta Becerril, en el sur y las Sabanas entre Valencia de Jesús y El Paso. La actividad ganadera se desarrolló con mano de obra esclava. En Valencia de Jesús y Valledupar hubo grandes compras de esclavos gracias a la existencia de haciendas y hatos ganaderos en la región; algunas de ellas ubicadas hacia el río Magdalena, cerca de la población de Guamal. En el siglo XIX, un hato ganadero se componía de “casa de hato, cocina cubierta de palma y bahareque y un corral, para ganado vacuno, caballar y cabrío” (Sánchez, 2006: 16).

Si bien la ganadería en el siglo XIX era una actividad económica (aparte de los cultivos de plátano, yuca, cacao, tabaco, caña y café; este último introducido a mediados del siglo XIX, con una plantación de árboles ubicados en las orillas de rio Guatapurí, cerca de la ciudad de Valledupar), esta era aún precaria, ya que producía pocos excedentes y la mano de obra no era estable (posiblemente gracias a la crisis esclavista que aconteció a partir de 1830). Entre 1850 y 1880, los hatos ganaderos se convirtieron aún más, en una unidad familiar extensiva; los libres se dedicarían al cultivo de pan coger, era común la transacción y venta de tierras y ganado entre los hacendados; se fortaleció la expansión de la frontera agrícola, dinamizada por sociedades campesinas que, después de haber ubicado sus hatos ganaderos en las Sabanas de María Angola, Los Tupes, La Paz y San Diego dieron paso a colonizar otros territorios de frontera como las estribaciones de la Sierra Nevada y la Serranía del Perijá. Algunas de las poblaciones donde habitaron los descendientes de esclavos luego de la manumisión fueron: María Angola, Guacoche, Aguas Blancas y El Paso. Con respecto a la expansión de la frontera agrícola, cabe resaltar que durante este siglo, gracias al auge del sector agrícola, se dieron migraciones a la subregión del sur de Cesar, las cuales en el siglo XX, se dinamizarían con el auge del cultivo algodonero: Desde la segunda mitad del siglo XIX hasta el presente, Aguachica se ha caracterizado por ser receptora de población. Las primeras migraciones se comenzaron a recibir después de 1850, con el desarrollo del cultivo de café en el Estado Soberano de Santander. A comienzos del siglo XX llegaron los primeros colonizadores del cercano oriente quienes explotaron la tagua, la ganadería y la agricultura. Hacia los años veinte el hallazgo de yacimientos petrolíferos atrajo el desplazamiento de inmigrantes hacia el territorio.

Posteriormente, en los años cincuenta la construcción de la troncal de oriente y el ferrocarril del valle del río Magdalena, convirtieron al municipio de Aguachica en un lugar estratégico para la interconexión vial con el interior del país y la Costa Caribe. Esto motivó nuevas migraciones de santandereanos, caldenses, antioqueños y boyacenses. A finales de los años sesenta, comenzaron a llegar tolimenses atraídos por la fertilidad de sus tierras y con su vocación agrícola convirtieron esas tierras en plantaciones de algodón, sorgo, arroz y ajonjolí. Estos agricultores contribuyeron al desarrollo de una agricultura comercial que, en los años setenta y ochenta, permitió la estructuración de otros sectores económicos como el comercio, la agroindustria y los servicios. A comienzo de los ochenta e inicio de los noventa, la crisis del sector 66

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agropecuario y la situación de violencia en la región, en particular en el sur de Cesar y sur de Bolívar, ha conducido a que la población en la zona urbana de Aguachica se incremente por el número de desplazados (Aguilar, 2004: 12-13).

MODERNIZACIÓN E INDUSTRIALIZACIÓN El siglo XX fue una época de grandes cambios para la región del Valle de Upar. Dentro de los aspectos económicos y sociales, el trabajo de la tierra aumentó gracias a la tecnificación de la industria ganadera y agrícola. En su aspecto social, la región del Valle de Upar, incrementaría su población gracias a las oleadas migratorias desde el interior del país. Para mediados del siglo XX, Valledupar era un municipio adscrito administrativamente al departamento del Magdalena; la población del Cesar y Valledupar específicamente, era del 24,6 % (112.666 habitantes) y del 5,8 % (26.442 habitantes) respectivamente. Entre 1938-1951 la población de Valledupar creció debido a los procesos migratorios de la población santandereana que huía de la violencia que vivía el país.

Si bien el crecimiento poblacional de Valledupar aumentó, también lo hacían sus procesos agropecuarios. Para 1953, el café cultivado en las cercanías de Valledupar (Manaure y Urumita) era considerado el mejor de la región; junto con otros productos agrícolas, que igualmente fueron importantes en la Región Caribe colombiana: tabaco, arroz, caña de azúcar, maíz, sorgo y algodón. En 1940, las haciendas ganaderas en la región del Cesar y Valledupar, abastecían los mercados internos del país (Caldas, Tolima, Santander y Antioquia) y el comercio exterior (México, Perú, las Antillas Holandesas, Costa Rica, Trinidad y Tobago y Venezuela). En 1948, la comercialización del ganado en la región del Cesar se caracterizaba por ser rudimentaria y artesanal, hecho que cambió radicalmente cuando en 1962 se instaló la Compañía Colombiana de Alimentos Lácteos (Cicolac S.A.), con la cual se dio inició al manejo técnico de la ganadería. En el sector agrícola vale resaltar que desde el año 1910, el cultivo del algodón en la Región Caribe, tuvo una expansión significativa luego de que fuese creada en Barranquilla la empresa de Textiles Obregón. Con la industrialización (a principios del siglo XX) de ciudades como Bogotá, Medellín, Cali y Barranquilla, este cultivo se constituyó en el más importante del país. Con el tiempo, se expandiría a otros sectores como los Santanderes, Boyacá, Antioquia, Tolima, Valle del Cauca y la Orinoquía. Solo hasta los años 1950, la economía del Cesar estuvo asociada al algodón, un proceso que fue impulsado cuando en 1940 se restableció el Ministerio de Agricultura y se creó el Instituto de Fomento Algodonero (IFA). El cultivo del algodón en el valle del Cesar, no solo propició cambios en la tecnificación de la tierra; con las garantías de su comercialización (recursos de los algodoneros) se fundó el 31 de julio de 1968, la Empresa de Transporte Aéreo del Cesar (TAC) y la Troncal de Oriente (inaugurada en 1981), que permitió la comunicación vial con el interior del país. En este período del auge algodonero, el departamento del Cesar, de igual forma vio incrementada su población, gracias a las oleadas migratorias que llegaron de todo el país: A comienzos del algodón el crecimiento demográfico es muy interesante. El área oriental del antiguo departamento del Magdalena experimentó una de las migraciones más fuertes dentro de la Región Caribe. Llegaron personas de los departamentos del Magdalena, Bolívar, Córdoba, Santander y Tolima. La población rural del departamento creció fuertemente durante la década del 70, e internamente Valledupar recibió el impacto de esta migración y vio triplicar su población entre 1951 y 1964, y quintuplicarla entre 1951 y 1974. A comienzos del siglo XX el casco urbano de Valledupar no albergaba más de 2000 personas. La mayoría de la población vivía en pequeños sitios cerca de los hatos ganaderos. El crecimiento de la población en la región durante la primera mitad del siglo fue lento. Si en 1905 los habitantes de la ciudad no pasaban de 2000, hacia 1938 la ciudad solo aglutinaba 3339. A partir de esta fecha se empieza a dar un crecimiento acelerado de la ciudad. Eso deja ver el censo realizado en 1950 que daba la cifra de 9000 habitantes, la ciudad crecería a tasas anuales del 6 por ciento hasta la década del 70. En el crecimiento influyeron varios aspectos, entre ellos la aplicación de una política que recomen67


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daba la producción interna de algodón para satisfacer la demanda de la industria textil Antioqueña. Política esbozada en un plan de desarrollo de Lauchlin Currie (Sánchez Mejía citado por Sánchez, 2010: 4)

Los procesos de migración hacia la región del Cesar y Valledupar, gracias a las condiciones económicas favorables del momento, propiciaron que el sistema de planeación urbana se acrecentara. En 1960 se creó el barrio Primero de Mayo, en 1963 el barrio Doce de Octubre y en 1964 el barrio Simón Bolívar. Así mismo, gracias al panorama económico, social y político del cual gozaba la región del Cesar, facilitó la creación definitiva en 1967, del departamento del Cesar: En la creación del departamento del Cesar fueron tres los pilares que justificaron su fundación: lo socio-económico, lo legislativo y lo político. Con respecto a lo socio-económico: la comarca del Cesar desde el año 50 habría creado una industria de gran desarrollo que fue la industria algodonera. Llegó a ser tan importante que se convirtió en el principal ingreso de toda la región: la Baja Guajira, el Cesar y parte del Magdalena. Se llegaron a sembrar en la Costa cerca de 320.000 hectáreas de algodón y aquí en el Cesar más de 120.000 hectáreas. Eso dio un ingreso anual muy elevado de 100 a 150 millones de pesos. Realmente esos ingresos provocaron un crecimiento económico en toda la provincia, surgiendo centros urbanos muy importantes como Valledupar, Codazzi, Bosconia, El Copey, Curumaní, Aguachica. Es decir, lo que hoy es el departamento del Cesar, tuvo un gran desarrollo en el aspecto socio-económico y eso dio para que la gente del Cesar apareciera en los primeros planos de la vida nacional y entonces consideramos que había llegado la hora de manejar nosotros mismos esa economía poderosa, de compartir las altas posiciones del gobierno, manejar la política de crédito agrario y en general incorporarnos a la vida nacional (Castro Socarrás, citado por Zapata, 2006: 129-130).

De igual manera, Gamarra (2005) señala que, la fundación del departamento del Cesar se debió a un conjunto de procesos que habían empezado muchos años atrás y en el cual confluyeron factores económicos, políticos y culturales. La bonanza algodonera que experimentó la región, los intereses de las autoridades locales y la desidia y olvido de la clase dirigente samaria, jugaron un papel fundamental en la creación del nuevo departamento. La separación del departamento del Cesar del viejo Magdalena se oficializó por medio de la Ley 65 de 1967. Dos años antes, en el norte del departamento ya se había fundado La Guajira, y en el país ya eran varios los nuevos departamentos. Algunos llamaron a esta ola de creación de nuevas divisiones como “departamentitis” (Velásquez, 2000). Cuando este fue creado, contaba con 13 municipios,1 siendo la ciudad de Valledupar su capital y su primer gobernador Alfonso López Michelsen, hijo del expresidente Alfonso López Pumarejo.

La economía del algodón así mismo incentivó, por parte de los campesinos, la consolidación y creación de gremios, con motivo de la toma de decisiones respecto al manejo técnico y comercial de los cultivos: en 1953 se creó la Asociación Nacional de Algodoneros, en 1964 se fundó la Corporación Algodonera del Litoral (Coral) y en 1970 la Asociación de Algodoneros del Cesar, de la cual hacían parte los algodoneros de Valledupar, Codazzi, los corregimientos de El Copey y Bosconia; así como, del sur de La Guajira en Villanueva y San Juan del Cesar. De acuerdo con Zapata (2005), la bonanza algodonera no fue la única economía emergente en la década; la bonanza marimbera para finales del siglo XX empezó a tomar auge, hasta el punto de frenar la economía cafetera en la región del Cesar. Los cultivos de marihuana se ubicaron en las estribaciones de la Sierra Nevada de Santa Marta, en las regiones del Cesar y La Guajira. En la década del 70, la economía del algodón decayó, lo cual se agudizó en el año de 1978. Algunas causas de la crisis y el estancamiento del sector, son explicadas por Zapata (2005): Se introdujeron medidas de control monetario motivadas por la bonanza cafetera; al inicio de los

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Actualmente el departamento del Cesar cuenta con 25 municipios entre los que encontramos: Valledupar, Pueblo Bello, La Paz, Manaure, San Diego, Codazzi, El Copey, Bosconia, El Paso, Astrea, Becerril, La Jagua, Chiriguaná, Curumaní, Chimichagua, Pailitas, Tamalameque, Pelaya, La Gloria, Gamarra, Aguachica, González, Río de Oro, San Martín y San Alberto.

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años sesenta se dio una bonanza de algodón a nivel mundial que llevó a los grandes productores a firmar un acuerdo las existencias acumuladas, pero en 1974, de manera unilateral, Estados Unidos sacó las existencias al mercado aumentando la oferta del producto, lo que llevó a una caída en los precios internacionales en 1977; el clima de la Costa contribuyo en buena medida al fracaso: llovió demasiado, cuando se necesitaba sequía. Así mismo, los altos precios en el petróleo entre 1973 y 1974 produjeron una tendencia alcista en los productos primarios; a la par que estimularon la producción de algodón, trajeron un alza sustancial en los insumos de origen petroquímicos que son de gran importancia dentro de la estructura de costo de producción del algodón; en el año de 1974, con la declaración de la Emergencia Económica, la administración del doctor Alfonso López Michelsen (1974-1978) tomó medidas que afectaron las condiciones del equilibrio de los cultivadores. Estas medidas tuvieron como efecto una desmejora en la calidad de los insecticidas que, sumada a la falta de control técnico, no permitió un eficaz control de plagas (2006: 133).

El estancamiento en los años 70 del cultivo del algodón, acarreó una crisis social que generó desempleo, la delincuencia común y vandalismo. Muchos de los ahora campesinos desempleados, se insertaron en el grueso de la población que vio en la cosecha de marihuana, la salida a la crisis. También, gracias a la bonanza marimbera, los grupos al margen de la ley se fueron fortaleciendo en la región del Cesar. Otra de las consecuencias de la crisis algodonera, fue la apropiación de tierras por unos cuantos terratenientes ganaderos, gracias a las ventas que hacían de estas los campesinos afectados por la crisis. Lo anterior facilitó que el latifundismo aumentara en la región: Sectores como la Serranía del Perijá, desde 1948, fueron terrenos donde el latifundio se dinamizó por parte de los migrantes. Tiempo después, grupos campesinos de la región reclamarían dichos territorios como suyos, lo cual conllevó a disputas por el control de la tierra entre campesinos y hacendados. Entre las décadas del 60, 70 y 80 la presencia de grupos paramilitares y guerrilla harían presencia en el sur del departamento del Cesar; en la cual primarían intereses particulares: terratenientes y narcotraficantes crearían la vigilancia privada en contraposición de las actividades de la guerrilla por afianzar su dominio territorial y político. En la década del 70, el Ejército de Liberación Nacional ya se había expandido por los municipios de Aguachica, Gamarra, González, Pailitas, Pelaya, San Martín, Curumaní, Chimichagua, Tamalameque, La Gloria y San Alberto. El desplazamiento forzado, la causa campesina y los movimientos sociales campesinos, fueron otros de los aspectos sociales que caracterizaron el sur del Departamento durante todo el siglo XX y comienzos del XXI (Proyecto Colombia Nunca Más, 2006).

El desplazamiento de campesinos del campo a la ciudad, fue otra de las dinámicas demográficas posterior a la crisis. Muchos encontraron en la ciudad de Valledupar y otras ciudades del Cesar, un espacio para consolidar negocios familiares. Así mismo, otros inmigrantes llegados de varios puntos del país (huyendo de la violencia o por motivo de la bonanza del algodón), crearon sociedades comerciales para prestar servicios profesionales en los campos de la agronomía, la medicina, la arquitectura y los procedimientos básicos o técnicos. De allí que mucho personal foráneo de la región se estableciera en el Cesar para impulsar un comercio para satisfacer necesidades fundamentales: alimentación, vivienda, vestir, servicios públicos y especializados.

Durante la bonanza algodonera y aún después de la crisis, muchas élites empresariales comerciales se establecieron y permanecieron en la región: en 1960 se creó la Arrocera de Valledupar Limitada Ltda., especializada en compra y venta de productos agropecuarios: arroz y la exportación de ganado; en 1969 la Empresa Publicitaria del Cesar y en 1971, Aceites del Cesar S.A. De allí que afirme “hacia el año 1962 con la industrialización de la ganadería y el auge del algodón, se dio inicio a la formación del capitalismo moderno en la región” (Zapata, 2005: 137). Pese a la crisis del algodón, otros sectores empezaron a surgir: en 1970 se consolidaron negocios de constructoras; en 1980 se inauguraron hoteles como el Vajamar. En Valledupar (capital del departamento del Cesar), se estableció la fábrica de gaseosas Hipinto y el Aeropuerto Empresas de Aviación de propietarios bumangueses; el Taxiaéreo de Santander (Taxades), el Club de Valledupar, el SENA, el Seguro Social y la construcción del edificio de Telecom. Este último tenía sus antecedentes cuando en 1958 se constituyó la Compañía Telefónica de Valledupar S.A., hoy, Empresa de Telefonía de Valledupar. 69


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Entre 1971 y 1980 se crearon en Valledupar las empresas de servicios públicos: la Electrificadora del Cesar, la Empresa de Acueductos y Alcantarillado de Valledupar (Acuadepar) que años después cambiaría su nombre a Empresas de Obras Sanitarias de Valledupar; hoy registrada bajo la razón social de Empresa de Servicios Públicos de Valledupar (Emdupar S.A.). La industria lechera (gracias a la tradición ganadera en la región del Cesar) fue una de las más desarrolladas después de la década de los 80, con la constitución de empresas como: Lácteos Primavera, Lácteos del Cesar Ltda., Klarenʼs y el Frigorífico Pasteurizadora y Pulverizadora-Cooperativa Lechera del Cesar-Codesar.

A finales del siglo XX, la economía de la región del Cesar presentaba muchos matices, generados por la emergencia de sectores comerciales como la construcción, los servicios públicos, la industrialización agropecuaria y la planificación urbanística. Si bien es cierto que estos sectores aportaron mucho dinamismo a la naciente y reestructurante economía regional, en las décadas de los 80 y 90, la explotación y exportación del carbón se convertiría en una de las economías de punta para el departamento del Cesar, llegando incluso a dinamizarse con gran fuerza a comienzos del siglo XXI.

Ahora bien, ahondando un poco en el tema de la planeación urbanística en la región del Cesar y Valledupar, una de las grandes dificultades que encontraron los conquistadores a principios de los siglos XVI y XVII, fue lo agreste de los terrenos a conquistar y colonizar. Sumado a lo anterior, durante las campañas de poblamientos en el siglo XVIII y principios del siglo XIX, el mal estado de los caminos y la falta de suficientes vías de comunicación, asediaron a muchas ciudades en la región (Mendoza, 2000). La anterior situación empezó a cambiar a finales del siglo XIX y principios del siglo XX, cuando el Gobierno Nacional financió la construcción de vías férreas, para fortalecer la comunicación entre las regiones y así, fortalecer el desarrollo económico del país (Valenzuela, 1916). En 1872 nació el proyecto Ferrocarril del Norte; una red ferroviaria que partiendo de la bahía de Buenaventura, atravesara los departamentos del Cauca, Tolima, Cundinamarca, Boyacá y Santander, y se conectaba con el río Magdalena en un puerto en donde la navegación no sufriera interrupciones. Pero todos estos proyectos quedaron truncados ante la transformación política y administrativa surgida con la Constitución Política de 1886, que convirtió los Estados en Departamentos, redujo la renta de las secciones y fortaleció en cambio las de la Nación (Junguito, 1997: 7-8).

En 1892 con la Ley 104 se autorizó la construcción de los ferrocarriles colombianos, a través de los sistemas de concesiones, ya que el ferrocarril se constituyó en un motor para las exportaciones (en primera instancia) de café, tabaco y cacao. El Ferrocarril del Atlántico, fue en 1953, de las concesiones que empezaron a construirse desde principios de la década de los 20 y 30. Con ello se logró integrar las líneas ya construidas a finales del siglo XIX, comunicando a ciudades como La Dorada y Gamarra, con la red del Pacífico en Puerto Berrío; tramo que posteriormente sería prolongado hasta Fundación y de allí a Santa Marta (Sanclemente, 1999: 4). Ahora bien, en la década de los 30 del siglo XX, durante el gobierno de López Pumarejo, se construyeron carreteras que incorporaron la región del Cesar a la red vial nacional, iniciándose un reordenamiento de la geografía de la región a partir de la construcción de vías secundarias y caminos que incorporaron nuevas tierras al mercado y a la producción (García, 1999). Desde que en 1954 el trasporte férreo se nacionalizó con la empresa Ferrocarriles Nacionales de Colombia, hasta cuando en 1975 la empresa entró en crisis financiera y en 1988 se liquidó, constituyéndose la Empresa Colombiana de Vías Férreas -Ferrovía; en el departamento del Cesar este proceso ferroviario es evidente con el aporte que esta región, desde la década de los 80, ha contribuido a la economía nacional con las explotación del carbón:

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El departamento del Cesar tiene una red férrea de 306 kms desde el río Ariguaní en la Estación Algarrobo hasta el municipio de San Alberto, conectando a los municipios de Bosconia, El paso, Chiriguaná, Tamalameque, La Gloria y Gamarra con su estación de Puerto Capulco, con el resto de la red férrea del Atlántico, la cual se encuentra concesionada desde septiembre de 1999 a la firma Ferrocarriles del Norte de Colombia Fenoco S.A. El carbón es el principal tráfico a considerar en toda la explotación de la línea mediante contrato con la Drummond LTDA., para el transporte de este mineral desde La Loma hasta puerto Drummond en Ciénaga (Araújo, 2006:14).

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La construcción de redes férreas en la región del Cesar, contribuyó igualmente al surgimiento de nuevos centros poblacionales, con el potencial necesario para jalonar la economía regional: Municipios como Bosconia, son ejemplo de desarrollo urbano y mercantil; gracias a su localización en la década de los 50, como estación del Ferrocarril del Atlántico. Lo que permitió que se constituyera en un centro importante para la actividad del transporte carretero-ferroviario de la región con el resto del país y a través del puerto de Santa Marta con el exterior, de tal modo que se le llegó a considerar como el Puerto Seco del interior de la Región Caribe. Todo lo anterior conllevaría que a futuro, la población de Bosconia creciera mucho más, gracias a las conexiones que estableció con poblaciones como Plato (para la década de los 60) y la ciudad de Valledupar y Fundación (por vía a Plato), desde la década del 70. (Gutiérrez, 2000).

En Valledupar, en la década del 60, los planes pilotos de desarrollo urbano igualmente serían diseñados; primeramente por el Instituto Geográfico Agustín Codazzi, que desarrollaría el Plan Vial de la Ciudad (hoy, la actual estructura vial). Ya para la década de los 80 y 90, toda la región del Cesar entró en el diseño y desarrollo de planes de desarrollo urbanístico (García, 1999). En el departamento del Cesar, existen actualmente las siguientes Estaciones de Ferrocarril, las cuales hicieron parte de los procesos de movilización y exportación de la economía cesarense: 1. Aguachica. Estación del Ferrocarril Cruce Patino. Estación del Ferrocarril Santa Lucía. Estación del Ferrocarril Buturama. 2. Bosconia. Estación del Ferrocarril Bosconia. Estación del Ferrocarril Loma Colorada. 3. Curumaní. Estación del Ferrocarril Champan. 4. Chiriguaná. Estación del Ferrocarril Aguas Frías. Estación del Ferrocarril Chiriguaná. 5. El Paso. Estación del Ferrocarril El Paso. 6. Gamarra. Estación del Ferrocarril Buturama. Estación del Ferrocarril Gamarra. 7. Gamarra. Estación del Ferrocarril Palenquillo. 8. La Gloria. Estación del Ferrocarril La Gloria. 9. Pailitas. Estación del Ferrocarril Palestina. 10. Pelaya. Estación del Ferrocarril Pelaya. 11. San Martín. Estación del Ferrocarril San José de Torcoroma. 12. San Alberto. Estación del Ferrocarril San Alberto. 13. Tamalameque. Estación del Ferrocarril Tamalameque. Estación del Ferrocarril Zapatosa.

El carbón en Colombia, desde hace mucho tiempo se ha extraído de manera artesanal en los departamentos del Valle del Cauca, Norte de Santander y Antioquia. En el año 1837, se empleó por primera vez como combustible, lo cual permitió que, antes de 1840, se establecieran varias empresas en Bogotá. En 1954, con el funcionamiento de la Siderúrgica de Paz de Río, las Termoeléctricas de Paipa en el departamento de Boyacá y Yumbo en 1956 y la del departamento del Valle en 1958, se reactivó la explotación de este mineral.

En la década de los 70, con la crisis energética, el carbón se constituyó en fuente sustituta del petróleo. Empresas como la Exxon se dedicarían entonces a explotar las reservas de carbón de la región del Cerrejón-La Guajira. En la década de los 80, la explotación de carbón a cielo abierto, se concentraría en los departamentos del Cesar, La Guajira y Córdoba. En el departamento del Cesar, a partir de los años 90 las exportaciones de carbón darían al Departamento un nuevo sector que jalonaba la economía regional y nacional.

Actualmente, las explotaciones de carbón en el departamento del Cesar se realizan en jurisdicción de los municipios de la Jagua de Ibirico, El Paso, Becerril, Chiriguaná y Tamalameque. Su potencial se evidencia entre los años 2003 y 2008, cuando las exportaciones de carbón en el Cesar incrementaron la producción de carbón en Colombia, sobre todo aquellas destinadas a la exportación (Defensoría del Pueblo, 2008). Lo anterior explica el hecho de que en 2007, el departamento del Cesar, fuese considerado el primer productor de carbón del país. En éste año, las empresas que explotaron carbón en el departamento de Cesar fueron: “Drummond Ltda., Carbones del Cesar, Emcarbón, Prodeco, Norcarbón, CML, CDJ, Carbones del Tesoro y Carbones del Caribe” (Araújo, 2005: 13). 71


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El río Magdalena recorre el departamento del Cesar, en una extensión de 98 km; desde la desembocadura del río Lebrija hasta el municipio de Tamalameque. Hoy en día, el departamento del Cesar cuenta con cuatro muelles o puertos, desde donde se transportan los productos mineros y agrícolas: “La Gloria (municipio de La Gloria), Gamarra y Capulco (municipio de Gamarra) y Matecaña (Tamalameque)” (Araujo, 2006: 16). Si bien el carbón es transportado por los diferentes puertos o muelles con que cuenta el Departamento a lo largo del río Madalena, actualmente existen vías estaciones de ferrocarril, que hicieron parte de los procesos urbanísticos y ferroviarios en el siglo XX. Con ellos no solo se dinamizaron las exportaciones de productos agrícolas y mineros en la región del Cesar: también se constituyeron en medios de comunicación regional y nacional.

En el siglo XXI, el sector agropecuario, continúa siendo parte de la economía del departamento del Cesar, aunque en menor escala. Aun así, bajo este presupuesto, en 1990 el cultivo de palma africana fue considerable, cultivándose aproximadamente 16.552 hectáreas, y en el año 2003 fueron cultivadas 29.536 hectáreas; una economía agrícola dinamizada al sur del departamento, gracias a las ventajas agroecológicas que ofrece.

El sector minero también ha sido protagonista en este siglo; como afirma Bonet (2007), la creciente explotación carbonífera en el centro del departamento del Cesar está introduciendo cambios importantes en su economía. En primer lugar, se observa un aumento significativo en la participación del sector minero en la generación del valor agregado cesarense. De acuerdo con las estimaciones del DANE, la minería pasó de representar el 8 % del PIB en 1990 al 34 % en 2005, mientras que el sector agropecuario redujo su participación del 45 % al 24 % en el mismo período. En otras palabras, el departamento pasó de ser un territorio con vocación agropecuaria a uno con orientación minera.

Otro de los aspectos que caracterizara al departamento del Cesar durante este siglo, es su dinámica poblacional. A principios del siglo XXI, el Cesar se ubicaría en el cuarto lugar, en procesos de desplazamiento forzado a causa de la violencia y el conflicto armado. Según cifras presidenciales (citadas por José Gamarra, 2005), cerca de 100 mil personas abandonaron sus lugares de vivienda en el período 1995-2003. Departamentos como Bolívar y Magdalena, igualmente ocuparon los primeros lugares, en esta problemática social. En lo que respecta a las comunidades indígenas del Departamento, para 1993 estaban identificados 12.915 personas, de las comunidades arhuaco (75 %), yukpa (16 %), wiwa-arzario (6 %) y kogui (6 %) distribuidos en los nueve resguardos ubicados en la región del Cesar. Según cifras del DANE (citadas por José Gamarra, 2005), en el 2003 la población indígena habría aumentado a 16.771 personas, concentrándose en el resguardo arhuaco de la Sierra Nevada de Santa Marta (10.678), kogui-malayo-arhuaco (3.346), iroka (1.193) y sokorpa (739), los dos primeros resguardos en el municipio de Valledupar, mientras que los otros dos, en los municipios de Agustín Codazzi y Becerril, respectivamente.

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de intercambio cultural implícitos en las marcadas relaciones comerciales con ciudades como Riohacha, Valledupar y los pueblos ribereños del río Cesar.

Todas las anteriores tradiciones, propiamente de grupos campesinos en la región del Cesar, son producto de una amalgama cultural; un proceso histórico que planteó contactos, resistencias y re-significaciones culturales, en los usos y costumbres, en las creencias y así mismo, en el trabajo de la tierra, por parte de los grupos en contacto. Al abordar la realidad social, cultural y económica del actual departamento del Cesar, no es posible dejar de lado la figura del campesino, surgida durante los siglos XVII y XVIII, en el funcionamiento de las haciendas ganaderas y de trapiche. Ello planteó la creación de nuevos procesos culturales y económicos que caracterizaron a la región del Cesar y a toda la región Caribe colombiana: La sociedad rural (…) se caracterizaba por la cohesión alrededor de patrones culturales que gestaron a través del mestizaje. Para la mayoría de extranjeros y autoridades coloniales, sus costumbres iban contra la moral y de Dios, pero no entendían que estaban presenciando la gestión y consolidación de una cultura (Sánches, 2004: 59).

Las hoy tradicionales economías agropecuarias, son otra de las evidencias palpables de los procesos históricos y culturales que propiciaron la conformación de comunidades y economías campesinas en el siglo XVIII, hoy tecnificadas dentro de las nuevas lógicas de la producción industrial. Sectores como la explotación y exportación de carbón, plantean ser un nuevo ciclo en los procesos culturales, económicos y políticos en la región del Cesar, gracias al auge las economías globales y la demanda comercial del combustible fósil en pleno siglo XXI. Hoy día, estas prácticas económicas y comerciales no solo han contribuido al posicionamiento de la economía departamental, sino igualmente a la construcción de discursos e imaginarios regionalistas. El departamento del Cesar, como contexto multicultural, es punto de referencia histórico para el entendimiento de los regionalismos políticos, sociales y culturales que se vive, en la Región Caribe colombiana, en pleno siglo XXI. La anterior reseña, es solo una pequeña contribución a la comprensión de las dinámicas locales, de un rincón del Caribe, que está en pro de pensarse y ser pensado.

El departamento del Cesar como territorio de contrastes, es producto de los avatares históricos propios del Caribe colombiano. El componente indígena que caracterizó los territorios cesarences en el siglo XVI, unido a las campañas exploratorias en el siglo XVII y los procesos de refundación y fundación de pueblos libres en el siglo XVIII posibilitaron el actual mapa socio-cultural, administrativo y político del departamento.

Las reducciones indígenas y la creación de pueblos de indios, hoy día se ven reflejados en la existencia de resguardos en la Sierra Nevada de Santa Marta y la Serranía del Perijá en los cuales wiwas, arhuacos, kogui, yukpa y chimilas dinamizan sus prácticas culturales, como pueblos autónomos de sus tradiciones. De igual forma, el desarrollo de las haciendas de trapiche y hatos ganaderos, plantean la existencia de prácticas culturales con una fuerte tradición afrodescendiente, mirados en la música campesina (Sánchez et al., 2004): (…) Lo negro se evidencia en otros elementos de la música, de los bailes cantados como el pilón, el antiguo merengue, el porro a tanqueroy el baile de negros también de Atánquez y lo más trascendental, en el estilo persecusivo, de los aires vallenatos (Gutiérrez, 2000: 230).

Dentro de las tradiciones musicales hoy existentes en la región del Cesar, Beethoven Arlantt (2005) muestra la existencia de un género literario musical en la región de Atánquez: la décima; vista como producto histórico de los diversos tipos de contacto cultural, provenientes de distintas partes del Caribe colombiano y los procesos 72

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PATRIMONIO MUEBLE


TRADICIONES CERÁMICAS Y RUPESTRES LÁ Z A RO COTES COTES Á LVA RO MA RTES ORTEGA


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INTRODUCCIÓN El departamento del Cesar, al igual que la Región Caribe, es territorio y lugar del asentamiento de grupos humanos que datan desde hace más de cinco mil años. Las investigaciones arqueológicas dan cuenta de la existencia de tres horizontes culturales que se sobreponen y evidencian el desarrollo tecnológico, cultural y social alcanzado por estas comunidades. La secuencia cultural propuesta para el Caribe, resume un proceso que va desde los cazadores-recolectores, los inicios de la horticultura, la vida sedentaria, la adopción de la agricultura hasta el surgimiento de sociedades complejas. De esta manera, el registro de las colecciones arqueológicas en los municipios del Cesar, se plantea no solo como un simple ejercicio cuantitativo, sino que es la puerta inicial para asegurar su protección y conservación ante el tráfico ilícito. Adicionalmente, plantea la posibilidad para que los investigadores especializados identifiquen y utilicen dichas colecciones como ventanas al pasado para entender, apreciar y estudiar la vida, los adelantos tecnológicos alcanzados, las costumbres y la sensibilidad artística y simbólica de los pueblos aborígenes que habitaron el Caribe colombiano. Es decir, el inventario y registro del patrimonio arqueológico en el departamento del Cesar se constituye en una propuesta para que los investigadores tengan la posibilidad de conocer las diferentes evidencias materiales que aún existen de esta secuencia cultural a través de las colecciones arqueológicas registradas. De esta forma, el presente proyecto, en su componente de patrimonio arqueológico, tiene como objetivo identificar, cuantificar, registrar y legalizar ante el Instituto Colombiano de Antropología e Historia, la tenencia de las colecciones de patrimonio arqueológico existentes en las instituciones oficiales en los municipios del departamento del Cesar. Al tiempo que se procedió a identificar los riesgos a los cuales están expuestas y la formulación de recomendaciones para la salvaguardia del patrimonio arqueológico registrado. PATRIMONIO E IDENTIDAD Los arqueólogos han acuñado la expresión “Tradiciones cerámicas” para definir el conjunto de objetos de alfarería que comparten características de formas, decoraciones, iconografía y desgrasantes que dan cuenta de su relación con el medio natural; relación que crea identidad y sirven para marcar límites espaciales y temporales. Estos límites señalan la existencia de elementos culturales e identitarios propios de un territorio.

En este orden de ideas, la costa Caribe colombiana es una región heterogénea, en la cual las investigaciones arqueológicas han descubierto en más de cinco mil años, la existencia de relaciones de los grupos humanos con los ecosistemas donde se han asentado, generando paisajes culturales, con marcas propias de territorio y de identidad cultural. Estos paisajes culturales lo conforman las llanuras que rodean el mar Caribe, los sistemas montañosos de la Sierra Nevada de Santa Marta, la Serranía del Perija, los Montes de María, la Serranía de La Macuira, las Serranías de Ayapel, Abibe y San Jerónimo, los valles de los río Magdalena, Cauca y Cesar, y, al centro de la Región Caribe se encuentra la Depresión Momposina, que marca la importancia y aportes de las aguas de los ríos Sinú, San Jorge y Nechi.

Paisajes culturales donde se asentaron diferentes grupos humanos y que se adaptaron a cada medioambiente y lograron dar respuestas a sus necesidades, surgiendo así las grandes culturas que hoy marcan el pasado aborigen del Caribe colombiano y son los ancestros de las comunidades o poblaciones indígenas que hoy existen, y conservan gran parte de sus tradiciones ancestrales. En este contexto, el departamento del Cesar es territorio de las etnias indígenas arhuacos, kogüi, kankuamo, arsarios, chimila y yukpas; cada una de ellas con un territorio y una identidad propia. TRADICIONES CERÁMICAS EN EL CARIBE COLOMBIANO Las investigaciones arqueológicas adelantadas por Angulo (1981) Langebaek - Dever (2000), Oyuela (1987), Reichel-Dolmatoff (1985, 1986), confirman la presencia de grupos humanos que habitaron la Región Caribe desde el Formativo temprano. Hasta la fecha no se han descubierto evidencias de ocupaciones humanas de finales del Pleistoceno y comienzos de Holoceno, ya que los hallazgos de evidencias de ocupaciones Paleoindias, plenamente identificadas corresponden al sitio Los Campanos (departamento del Magdalena).Allí se distinguieron dos ocupaciones: una precerámica y la otra cerámica aisladas estratigráficamente (Rodríguez, 1999). 81


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Esta ocupación fue fechada por C14 en 8.660±140 AP, lo que calibrado da una fecha entre 7.995-7.450 a.C., correspondiente al Holoceno temprano (Rodríguez, 1999).

Los grupos de cazadores recolectores del Formativo Temprano, recorrían el entorno de los ríos, ciénagas y costas, subsistiendo gracias a la recolección de recursos vegetales y fáunicos silvestres. Con el tiempo, estas sociedades basaron su alimentación en los tubérculos, lo cual permitió, producto de la observación de la naturaleza, el conocimiento de los ciclos de vida de estas especies y con ello, la práctica de la horticultura, la aparición del sedentarismo y la invención y desarrollo de la cerámica. Uno de los sitios más representativos para Colombia y América, es San Jacinto I, en el departamento de Bolívar (Oyuela et al 2005 5.940±60 A.P y 5.190±40 A.P. [Beta-183291]), lugar donde se ha encontrado cerámica desgrasada con fibras vegetales que presenta una de las muestras más tempranas del continente.

Este material cerámico, caracterizado por un estilo barroco, fue excavado en el municipio de San Jacinto (Bolívar) y se asoció con sociedades cazadoras-recolectoras que mantenían una alta movilidad logística para obtener recursos alimenticios dentro de un ambiente de sabana estacional (Oyuela et al. 2005). Cerámicas con características similares y otras variaciones han sido encontradas en la costa Atlántica en las sabanas al oeste del río Magdalena y hacia el Canal del Dique en los sitios de Puerto Hormiga y Puerto Badel, además de La Sierra y Rotinet, que en su conjunto hacen parte del Primer Horizonte cerámico en la Región Caribe (Angulo, 1981; Langebaek-Dever, 2001; Oyuela, 1987; Reichel-Dolmatoff, 1986). La cerámica de estos sitios se caracteriza por la presencia de desgrasante vegetal que fue reemplazada paulatinamente por concha y finalmente por la utilización de arena como desgrasante hacía el final del Formativo. Un Segundo Horizonte, lo conforman las muestras descubiertas y asociadas a las en los sitios Nueva Barranquilla, La Sierra, Rotinet, Los Mangos, Convento y Malambo (Angulo, 1981, 1988ª; Langebaek-Dever, 2000; Ramos-Archila, 2008; Reichel-Dolmatoff, 1986). Es uno de los sitios de ocupación entre el segundo milenio a.C. y el final del décimo tercer milenio d.C. La cerámica utilizada durante este Segundo Horizonte de ocupación es más rica en formas que el Primer Horizonte: ollas, cuencos, ollas-cuencos, platos y copas, cuya decoración es más exuberante en estilo y plasticidad. Este Segundo Horizonte se caracteriza por el uso de arena como desgrasante, lo cual le da mayor dureza y resistencia a la cerámica.

Los grupos humanos que dieron origen el Segundo Horizonte eran sedentarios. El uso de grandes ollas evidencian procesos de almacenaje de alimentos que permiten inferir que la horticultura era una innovación tecnológica apropiada por las diferentes comunidades.

El Tercer Horizonte cerámico lo constituyen las muestras dejadas por los grupos de sociedades jerarquizadas, denominadas cacicazgos, representadas principalmente por las sociedades prehispánicas tayrona en la Sierra Nevada de Santa Marta y la sociedad zenú en las llanuras aluviales de los ríos San Jorge, Sinú y bajo Cauca. Estas sociedades cacicales desarrollaron asentamientos permanentes y densamente poblados gracias a tecnologías agrícolas e hidráulicas altamente elaboradas con las cuales lograron transformar sus entornos para satisfacer sus necesidades y demandas de recursos. Estos paisajes antropogénicos eran el producto de estructuras sociales que consiguieron movilizar grandes poblaciones para que habitaran áreas ambientalmente extremas como las llanuras aluviales de los ríos San Jorge, Sinú y bajo Cauca o en abruptas selvas tropicales de la Sierra Nevada de Santa Marta (Oyuela, 2008).

Entre los grandes logros de las sociedades cacicales se destacan los alcanzados por los zenús, quienes lograron importantes adelantos tecnológicos relacionados con el manejo del medioambiente como la construcción de campos elevados, montículos, residenciales (y funerarios) y canales para el manejo de las aguas (Plazas et al., 19931). 1

Para mayor información sobre la cultura zenú consultar Oyuela-Caycedo, 2008; Denevan, 2001; Rojas et al., 2001.

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Por su parte, los tairona en la Sierra Nevada de Santa Marta, se emplazaron en terrenos escarpados aplicando técnicas arquitectónicas acordes con la topografía del área donde interactuaban construyendo aterrazamientos, complejos sistemas hidráulicos, caminos, muros de contención integrando la zona en un sistema de intercambio vertical de bienes gracias a los caminos construidos en piedra.2

Junto a estas sociedades, las investigaciones han demostrado la existencia de sociedades tribales o Señoríos, que convivieron de forma simultánea con las sociedades cacicales. Ellos son los portadores de la tradición alfarera del bajo Magdalena; grupos que se caracterizaron por ubicar sus asentamientos en cercanías de las riberas y ciénagas, con un patrón de enterramiento dentro o cerca de las viviendas y en los basureros. Basaban su subsistencia en el cultivo intensivo del maíz y la caza menor la cual se complementaba con la pesca y la recolección de moluscos. La cerámica que utilizaban estos grupos corresponde al estilo inciso alisado, utilización de engobe rojo y decoración aplicada de granos ojo de café. Las formas predominantes son cuencos, vasijas globulares y subglobulares, copas y recipientes; los bordes tienden a ser engrosados y biselados. Por su parte, es frecuente la presencia de bases de pedestal en forma cónica y anular (Angulo, 1981; Otero, 1998).

Tradiciones cerámicas en el departamento del Cesar En el departamento del Cesar son pocas las investigaciones arqueológicas que se han realizado con un carácter académico, y la mayoría han sido fruto de los programas de arqueología preventiva. La investigación pionera fue la que realizaron los esposos Dolmatoff (1951) en la parte alta del río Cesar. Allí referenciaron 21 sitios arqueológicos entre los municipios de Valledupar, Villanueva, San Juan del Cesar, Urumita y La Paz.

En la zona del alto Cesar reportaron una alta densidad de piedras y manos de moler, grandes platos discoidales para tostar, se creía que eran utilizados para el procesamiento y consumo del maíz (G. y A. Reichel-Dolmatoff, 1951). En lo que se refiere a la cerámica, es notable la ausencia casi total de recipientes en forma de botellón y pequeñas copas finas (G. y A. Reichel-Dolmatoff, 1951).

A partir de dichos hallazgos, Reichel-Dolmatoff afirmó que la secuencia Loma-Horno-Portacelli también era válida para el Cesar y solo observaron en algunos sitios las manifestaciones de un nuevo complejo local que denominaron Período Hatico (G. y A. Reichel-Dolmatoff, 1951, 1959). Este período, según ellos, es cronológicamente posterior al Período Horno y forma una transición entre las ocupaciones Horno y Portacelli (G. y A. Reichel-Dolmatoff, 1951, Reichel-Dolmatoff, 1986).

El Hatico fue caracterizado como un complejo de cerámica incisa relacionada tipológica y cronológicamente con las sociedades tribales del área del bajo Magdalena y la Ciénaga de Zapatosa. La cerámica presenta paredes gruesas sin alisar, está compuesta en su mayoría por recipientes grandes (Reichel-Dolmatoff, 1951). Debemos anotar que no existen fechas precisas para estos sitios; también, recordar que este método de datación fue descubierto por Willard Libby en 1949, es decir, tres años antes de dicha investigación.

Los conjuntos cerámicos identificados fueron asociados con los del valle del Ranchería, aunque se propuso una variación denominada Hatico (Reichel-Dolmatoff, 1951). En la década del 40 Reichel-Dolmatoff (1943) plantea la existencia de diferentes estilos de urnas funerarias a lo largo del río Magdalena: Chimila,3 Mosquito y Tamalameque. Debemos anotar que la colección de urnas funerarias sobre las cuales Reichel-Dolmatoff, basó sus interpretaciones provenía de piezas provenientes de saqueos o hallazgos fortuitos; asociaciones ligadas a datos etnohistóricos y la toponimia del lugar. Como estos son los únicos estudios de carácter regional en el departamento del Cesar, se constituyen en el punto de partida de todas las investigaciones arqueológicas realizadas en la zona. Recientemente y gracias a la Ley 397 de 1997 y sus decretos reglamentarios, se ha logrado ampliar el conocimiento de 2

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Para una discusión más detallada acerca de las sociedades tairona en contexto regional, consultar Lleras, 1985; Oyuela, 1985; Groot, 1990; Langebaek, 2005; Giraldo, 2010. Estudios etnográficos y lingüísticos recientes aducen que los actuales Ette ennaka dicen no ser los mismos chimilas. El término ette ennaka significa -verdadera gente-; en tanto que para ellos, los kogui, ika, wiwa, kankuamo, wayuu, y yuko-yukpa son Ette ejkongrate –la otra gente- (Trillos, 1997; Herrera, 2002; Niño, 2007; Uribe, 1974

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los grupos aborígenes que habitaron el hoy departamento del Cesar, gracias a los programas de arqueología preventiva realizados como parte de los estudios ambientales de la actividad minera. Estos estudios se han concentrado en los municipios de El Paso, La Jagua de Ibirico, Becerril, Agustín Codazzi, Chiriguaná y Curumaní. Los investigadores han concluido que, en términos generales, el corredor del departamento del Cesar, es decir, la zona del valle del río Cesar, presenta un bajo potencial arqueológico debido a las limitantes ambientales: suelos con baja fertilidad, sabanas estacionalmente inundables, pocos recursos, entre otros (Caro, 2003, 2006; Osorio, 2007; Tovar, 2007). Los registros de los sitios arqueológicos se refieren a lugares aislados, sin relación que permitieran generar patrones o modelos de asentamiento (Osorio, 2007; Tovar, 2007). En lo cronológico, el material cerámico se ha asociado al Formativo Temprano. Es necesario anotar que hasta la fecha no se han realizado dataciones absolutas para la zona del Alto Cesar, aunque de manera tentativa se puede considerar como referencia la cronología propuesta para el valle del Ranchería.

Finalmente, es posible afirmar, que el modelo cultural propuesto por Reichel-Dolmatoff-Dussán, desde la década del 50 aún persiste y es la base de los estudios que se realizan en este sector de la Región Caribe (G. y A. Reichel-Dolmatoff, 1943; 1951), los cuales incluyen el valle del río Ranchería, el Alto Cesar y el Bajo Magdalena cesarense. El modelo cultural creado para la región del Alto Cesar incluye los dos horizontes planteados también para el valle del Ranchería y un Tercer Horizonte de transición entre los períodos Loma-Horno y Portacelli-Cocos, ya mencionado, denominado el Hatico. En este modelo se establece que el área del Alto Cesar, fue una zona de paso o punto de encuentro y/o intercambio de las comunidades que habitaban el valle del río Ranchería (La Guajira), el río Cesar, en la Sierra Nevada de Santa Marta y Bajo Magdalena (G. y A. Reichel-Dolmatoff, 1951:288). Por otro lado, los datos etnohistóricos para el departamento del Cesar señalan que los españoles encontraron en el siglo XVI varias etnias que se diferenciaban según las zonas que habitaban o por las lenguas que hablaban. Se mencionan para la zona de las ciénagas y el bajo río Magdalena principalmente a los caribes, malibúes, chimila, sondaguas y pintados (Herrera, 2002). Para Herrera (2002), el término chimila es una denominación genérica que utilizaron para agrupar a las comunidades que mantenían su independencia política frente a los españoles. Debido a la variedad de nombres que se mencionan en las crónicas, se infiere la existencia de más de un grupo étnico en la región y no simplemente a los que se relacionan de forma general: los que habitaban en la Sierra Nevada de Santa Marta, los pintados y los arhuacos; los de la Serranía del Perijá, cerca de la jurisdicción de la ciudad de Valledupar, los tupes, itoto, cariachiles y cayare (Herrera, 2002); además de los tomoco y los orejones.

En términos generales, las crónicas no aportan información precisa acerca de los grupos étnicos sobre la ubicación de las poblaciones como de sus territorios. Los datos etnohistóricos son imprecisos y carecen de la suficiente confiabilidad como para utilizarlos en la interpretación de las comunidades que habitaron el corredor del Cesar. En parte, porque posiblemente este territorio presentaba una baja densidad de población al momento del contacto con los europeos.

No obstante, desde los datos etnohistóricos se establecen tres áreas culturales: los taironas, los tupes, y los chimilas. Sobre estos últimos, si realizamos una interpretación de las crónicas y las investigaciones arqueológicas, se ha tomado como territorio de los “chimila” toda la cuenca del río Cesar al occidente hasta la margen oriental del río Magdalena -municipios de Pivijay, Salamina, El Piñón, Sitionuevo, Real del Obispo y Cerro de San Antonio; al norte hasta el pie de monte de la Sierra Nevada de Santa Marta y, al sur cubriendo a Mompox, Tamalameque y toda la cuenca de la Ciénaga de Zapatosa (Reichel-Dolmatoff, 1946; 1951; Fals Borda, 1980; Rodríguez, 1999). Este territorio o área arqueológica coincide con la demarcación territorial que los indígenas los ette ennaka, señalan como ancestral: desde las estribaciones suroccidentales de la Sierra Nevada de Santa Marta, hasta los valles de los ríos Cesar y Magdalena. Área que tiene como centro cosmológico o lugares de origen las sabanas de San Ángel en el valle del río Ariguaní (Niño, 2007). Colecciones arqueológicas Las colecciones arqueológicas inventariadas y registradas se encuentran depositadas bajo tenencia no oficial por parte de los municipios de Valledupar, Gamarra, El Copey, Manaure, Curumaní y Tamalameque. Los ves84

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tigios arqueológicos que componen estas colecciones corresponden a piezas que se clasifican dentro de las tipologías tairona, Bajo Magdalena, zenú y chimila. La correspondencia de los vestigios no responde a trabajos de investigaciones arqueológica en esas zonas. Las colecciones fueron conformándose, en algunos casos, por el encuentro fortuito por parte de campesinos, o por simples procesos de acumulación de los vestigios arqueológicos que fueron depositándose en casas de cultura, academias de historia o alcaldías. Tabla 1. Colecciones arqueológicas del Cesar

Municipio Cerámica Lítico Metal Collares cuentas Valledupar 217 56 26 5 Gamarra El Copey 34 32 4 Manaure 8 26 1 Curumaní 156 90 3 Tamalameque Total

Total

Fuente: Datos recabados Proyecto de Inventario bienes patrimoniales del departamento del Cesar

304 5 70 35 249 14 677

Se registraron un total de 677 piezas arqueológicas, siendo la colección de Valledupar la de mayor cantidad de material de los seis municipios registrados. Como se puede observar, la cerámica es el conjunto más grande en las diferentes colecciones municipales, seguido por las piezas líticas, de metal, collares y cuentas de collar. Solo se registraron piezas en oro y tumbaga en el municipio de Valledupar. Es válido señalar que las seis colecciones arqueológicas municipales se encuentran guardadas sin cumplir las exigencias técnicas mínimas de conservación requeridas para el buen uso y manejo de material arqueológico.

Colección arqueológica de Valledupar Está colección se encuentra depositada en dos sitios distintos: la Casa de la Cultura y la casa de la Academia de Historia del Cesar. La Casa de la Cultura cuenta con un gran espacio que serviría para realizar una exhibición sobre el material arqueológico custodiado.

En la Casa de Cultura, los sitios utilizados como depósito de la colección de referencia, son deficientes: no cumplen con las condiciones de conservación necesarias para material arqueológico. En algunas zonas se presenta hacinamiento del material arqueológico ocasionando algunos desgastes en los cuerpos de las piezas. La colección depositada en la Academia de Historia se encuentra en mejores condiciones de conservación, ya que la mayoría de piezas están protegidas en repisas con tapas de vidrios y además son limpiadas con cierta regularidad, pero por funcionarios no capacitados.

En cuanto a las piezas que componen esta colección, un 97 % se clasifica como cerámica Tairona. El otro 3 % se encuentra dividido en cerámica del Bajo Magdalena y zenú. La colección presenta una gran variedad de urnas funerarias y vasijas de uso doméstico del tipo rojo, negro y habano. En cuanto a las formas se registraron vasijas globulares, aquillada, copas cuencos, botijuelas, pectorales en piedra, narigueras en oro y tumbaga y hachas líticas. La colección arqueológica de Valledupar es la más grande del departamento del Cesar; la riqueza en cuanto a formas, posibilita la realización de estudios posteriores para la comprensión de las culturas tairona y Bajo Magdalena. Es preciso resaltar que en su mayoría las piezas presenta una integridad del 90 %, permitiendo una mejor apreciación de los estilos y los distintos tipos de decoración utilizados.

Colección arqueológica de Manaure La colección arqueológica del municipio de Manaure se encuentra depositada en el Escuela Normal Nuestra Señora de Fatima. El 99 % de las piezas que componen esta colección hacen parte de la clasificación cerámica tairona. La mayor parte de esta colección está conformada por objetos líticos, algunos muy interesantes, ya que están relacionados con técnicas para la elaboración de material orfebre. 85


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En cuanto a las condiciones de custodia y conservación, se cumple con requisitos mínimos exigidos por el ICANH. Sin embargo, se debe precisar que el material arqueológico está sometido a la exposición directa de los rayos del sol, lo cual puede ocasionar la aparición de manchas sobre los cuerpos de las piezas cerámicas.

Para finalizar, es preciso indicar que se descartó la catalogación de fragmentos cerámicos muy diminutos que se encontraron en el sitio al momento de realizar los registros. El descarte de estos fragmentos obedeció a que su tamaño no permitió establecer ningún tipo de inferencia arqueológica sobre la cerámica. Solo fue posible rescatar dos rostros antropomorfos y tres figurinas de representación animal, material que puede servir de consulta en estudios arqueológicos posteriores. Colección arqueológica de El Copey La colección arqueológica del Copey se encuentra custodiada en la Casa de la Cultura. El 98 % de las piezas que componen esta colección se clasifica como zenú. La mayor parte del material cerámico lo conforman vasijas de uso doméstico. Entre las formas registradas se encontraron vasijas globulares, botijuelas, vasijas miniaturas, cuencos, hachas y collares en piedra y cerámica.

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PATRIMONIO RUPESTRE MUNICIPIO DE MANAURE Llamado también Balcón del Cielo, está localizado en la parte nordeste del departamento del Cesar, entre las coordenadas: 8º 25’ de latitud norte y 73º 10’ de longitud oeste de Greenwich. Tiene una superficie territorial de 136.4 km2. Sus límites políticos administrativos fueron establecidos mediante Ordenanza No. 019 de noviembre de 1980 quedando establecidos de la siguiente manera: Norte: limita con el departamento de La Guajira y el municipio de La Paz; Sur y Occidente: con el municipio de La Paz. Oriente: con la República Bolivariana de Venezuela.

Manaure dista 34 km de la ciudad de Valledupar, teniendo como punto de paso obligado al municipio de La Paz. Mapa 1. Departamento del Cesar. Ubicación del municipio de Manaure

Las condiciones de almacenamiento y conservación en las que se encontró la colección son precarias, ya que no se cuenta con un mobiliario adecuado para el debido almacenamiento. Así mismo, la falta de profilaxis pone en peligro la integridad estructural de las piezas Colección arqueológica de Curumaní La colección arqueológica del municipio de Curumaní se encuentra depositada en el Colegio Camilo Torres y la Casa de la Cultura. En cuanto a las condiciones de conservación de las piezas, no son las más óptimas, pero se cumple por lo menos con una buena limpieza del sitio y de la colección. Es necesario dotar al colegio de mobiliario adecuado, ya que esta colección se constituye en la segunda más grande del departamento del Cesar.

El 100 % de las piezas que componen esta colección hace parte de la clasificación cerámica Bajo Magdalena y zenú. La mayor parte de las piezas de esta colección se asocia a un uso religioso: urnas funerarias, tapas de urnas y vasijas ofrendarias. Esta colección es rica en figuras antropomorfas, zoomorfas y ornitomorfas. También presenta una gran variedad de pintaderas, exclusivas de la cultura zenú.

Colección arqueológica de Gamarra La colección arqueológica del municipio de Gamarra se encuentra depositada en la Casa de la Cultura. Las condiciones en las que se encuentran las piezas que conforman esta colección son regulares, debido a la falta de mobiliario y limpieza del sitio. El 100 % de las piezas que componen esta colección hace parte de la clasificación cerámica del Bajo Magdalena. Cabe resaltar que esta colección presenta menor cantidad de vestigios inventariados, en total se registraron cinco (5). Las formas de las piezas que componen esta colección responden al uso religioso. Se inventariaron tapas de urnas y urnas funerarias. El estado de la colección es regular, ya que las piezas presentan fallas estructurales como fracturas y faltantes.

Colección arqueológica de Tamalameque La colección arqueológica del municipio de Tamalameque se encuentra depositada en la antigua Casa de Cultura. Las condiciones de conservación son precarias: no se cumplen con ninguno de los requisitos mínimos exigidos por el ICANH para la conservación de material arqueológico. Este hecho pone en alto riesgo la integridad física de las piezas. El 100 % de las piezas que componen esta colección hace parte de la clasificación cerámica Bajo Magdalena y zenú. La colección la componen vasijas del tipo globular, botijuelas, tapas de urnas, urnas funerarias. La particularidad de esta colección, está en algunas tapas de urnas, las cuales son únicas según el resto de colecciones registradas en el departamento del Cesar. 86

Fuente: IGAC

Reseña histórica: La tradición oral narra que Manaure era el nombre del cacique de los indios bobures o boredes, grupo perteneciente a la familia caribe. Habían llegado desde la República Bolivariana de Venezuela, a través de la Serranía del Perijá. De igual forma, se afirma que este grupo aborigen eran de costumbres nómadas, vivían en refugios rocosos y se dedicaban a la caza, la pesca y la recolección de frutos silvestres.

El municipio de Manaure fue fundado por Don Buenaventura Amaya, en 1875. Este personaje de Valledupar, en uno de sus tantos quehaceres encontró el lugar apropiado para pastorear un ganado y por primera vez inició 87


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este renglón de la economía doméstica, en lo que hoy es el casco urbano del municipio.

En 1913 fue erigido Corregimiento de La Paz. Posteriormente, debido a la violencia política en Colombia, específicamente en las décadas de 1940 y 1950, el éxodo migratorio hacia la localidad provenientes de los departamentos de Santander y Norte de Santander especialmente y de otros como Tolima, Cundinamarca, Antioquia y el Eje Cafetero, se presentó un gran auge económico que permitió en 1980, mediante la Ordenanza No. 28 del 28 de noviembre de 1980 emanada por la Asamblea Departamental, erigir a Manaure como Municipio. Contexto geográfico: Manaure, por estar asentado en el pie de monte de la Serranía de Perijá, posee unas características climáticas templadas que hacen de él un lugar rico en fauna y flora, que exalta el paisaje montañoso. Lo cual ha permitido que se le llame el Balcón del Cesar y un destino turístico obligatorio para propios y extraños.

Estas características, junto a la amabilidad de sus gentes, lo ha convertido en la fuente de inspiración de juglares del vallenato como Emiliano Zuleta, Poncho Cotes, Rafael Escalona, Andrés Becerra, Leandro Díaz, Juan Manuel Muegues y muchos otros. Al llegar a esta tierra se prendaron del encanto mágico de su entorno dedicándole sus mejores canciones.

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Esta riqueza arqueológica, obliga a las administraciones departamental y municipal, en cumplimiento del Decreto 833 de 2002, realizar los estudios y acciones que correspondan para crear una Zona de Influencia Arqueológica y su respectivo Plan de Manejo Arqueológico. De esta manera, se asegure y garantice la protección, conservación y difusión del conjunto de petroglifos de Manaure, como parte del patrimonio cultural de la Nación. Esta recomendación, consecuente con lo establecido por la norma colombiana, se sustenta también en el estado de conservación que presentan los petroglifos, que requieren urgentemente, se realicen acciones para detener el proceso de exfoliación de las capas superiores de las rocas de areniscas con las cuales fueron elaborados. Por otro lado, los cambios de temperatura día-noche, sumado a su exposición directa a los rayos del sol, por la tala de la vegetación arbórea que debió en su momento protegerlos, también acelera su proceso natural de desgaste. RECOMENDACIONES DE PROTECCIÓN Y CONSERVACIÓN Fotografía 1. Petroglifo en el barrio San Francisco

Fotografía 2. Petroglifo en el barrio Villa del Río

Junto a estas características climáticas y recursos naturales,existe un conjunto de ocho petroglifos, de los cuales seis de ellos se encuentran en el casco urbano y dos en la vereda Hondo del Río. Mapa 2. Ruta arqueológica petroglifos de Manaure

Fuente: Archivo PIRPCCE. Fotografía de Lázaro Cotes

Fuente: Sendero arqueológico Piedras de Manaure. Escuela Normal Superior María Inmaculada (2009)

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Fuente: Archivo PIRPCCE. Fotografía de Lázaro Cotes

Las siguientes son las recomendaciones con el objetivo de asegurar la protección y conservación de las colecciones arqueológicas inventariadas y registradas en los municipios de Valledupar, Manaure, El Copey, Gamarra, Tamalameque y Curumaní. • Se debe diseñar e implementar programas de mantenimiento de los depósitos. • Se debe dotar de todo el mobiliario necesario para la adecuada disposición de los materiales arqueológicos. • Implementar un sistema mínimo de seguridad en cada uno de los sitios donde se encuentran las colecciones. • Establecer un convenio con instituciones del estado que cuenten con arqueólogos para iniciar un programa de profilaxis de las colecciones. • Elaboración de Planes de Manejos Arqueológicos para cada uno de los municipios. Estos planes deberán ser supervisados. • Implementación y creación de museos comunitarios, en donde la comunidad pueda conocer el patrimonio cultural legado de sus ancestros. • Realizar los estudios correspondientes para la creación del área de protección arqueológica en el municipio de Manaure, por la riqueza de petroglifos en la zona urbana como rural. Ello permitirá la creación de proyectos de apropiación social del patrimonio que permiten la implementación de proyectos de emprendimiento cultural y turismo cultural. • Promover acciones desde las Alcaldías y la Gobernación que permitan la implementación de estudios científicos para recrear, a través de la investigación arqueológica los patrones, formas y modos de vida de los primeros grupos humanos que habitaron este territorio. • Fortalecer la labor que viene desempeñando la Escuela Normal Superior María Inmaculada, para la generación de procesos de reconocimiento y valoración de este patrimonio cultural. Una acción pertinente sería la creación de un Museo Arqueológico y la creación del Programa de Vigías del Patrimonio Cultural. 89


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MONUMENTOS EN ESPACIO PÚBLICO LÁ Z A RO COTES COTES*

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El autor agradece la colaboración en la construcción de este texto a las siguientes personas: Yasmedis Constante, Jhonnys Gustavo Vega, German Piedrahita Rojas y Daniel Araújo Arias.


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INTRODUCCIÓN El objetivo de realizar el inventario y registro de los bienes culturales muebles del grupo de monumentos en espacio público en el municipio de Valledupar, fue elaborar por primera vez en la historia del departamento del Cesar, un inventario que sirviera de guía tanto a las entidades como a las personas en general para entender el significado de estos bienes, su valoración y reconocimiento como referentes culturales, en concordancia con los lineamientos establecidos por el Ministerio de Cultura para el inventario, manejo y preservación del patrimonio cultural de la Nación. Un inventario de patrimonio cultural es la “base documental de primera importancia para las acciones en favor de la conservación, la recuperación y la divulgación de los bienes que lo conforman. La información que de él se deriva, es fundamental para sustentar proyectos de apropiación, divulgación y sostenibilidad económica” (Manual de inventario de bienes de interés cultural, 2008).

Para el equipo del Proyecto Inventario y Registro del Patrimonio Cultural de departamento del Cesar -PIRPCCE-, está claro que no es un documento acabado; aunque es el primer ejercicio de este tipo que se realiza, no es de extrañar que surjan más datos e información al respecto que permitan enriquecer el presente inventario, producto del trabajo directo con la comunidad y el aporte directo de gestores y líderes culturales.

Clasificación El conjunto de monumentos en espacio público en el municipio de Valledupar responden a la necesidad de los gobernantes de establecer referentes culturales en el tramado urbano de la ciudad a partir de personajes y elementos protagónicos de la historia cultural y política del Cesar.

Una primera clasificación de los monumentos en espacio público, se basa en el eje cronológico de su inclusión en la geografía urbana de la ciudad. De esta manera, desde la fundación de la Ciudad de los Santos Reyes del Valle de Upar, el 6 de Enero de 1550, por Hernando de Santana, solo hasta 1955, existen datos que señalan el emplazamiento de la primera escultura en Valledupar, conocida como La Virgen de Fátima o el Monumento a las Madres, hoy día reconocida y valorada en la historia del desarrollo de la arquitectura vallenata. Posteriormente, en la década de los años 70, la tradición oral señala que se establecen dos nuevas esfinges en la ciudad: el monumento a Simón Bolívar y el busto en reconocimiento a la gestión de Alfonso López Pumarejo; obras de las cuales se desconocen sus autores. Este primer período, responde a la estatuaria de personajes, la primera de orden religiosa, la segunda histórica y la tercera de orden político. Para la segunda mitad y finalización de la década de los 80, se da la gran explosión o desborde de la estatuaria en Valledupar, las autoridades locales encargan al maestro Jorge Maestre Ramírez, la elaboración de los primeros monumentos que se establecen como referentes de las manifestaciones y tradiciones del patrimonio cultural inmaterial de los vallenatos. Las cuales se constituyen en las primeras obras de arte emplazadas en espacio público de la ciudad: El Viajero, El Cacique Upar, La Sirena y Los Poporos, obras que marcan geográficamente sitios en la trama urbana y se da inicio, por primera vez, a la utilización de las glorietas como lugares de emplazamiento de los monumentos. Este período, además, se caracteriza por la utilización de la fibra de vidrio como materia prima para la elaboración de estas esculturas. Un tercer período, lo constituye la década de los años 90, en la cual aparecen nuevos artistas nacionales que imprimen un nuevo estilo plástico a la estatuaria de Valledupar: Mardoqueo Montaña, Rodrigo Arenas Betancourt, Gabriel Beltrán y Elma Pignalosa, como aporte local en este período encontramos a los arquitectos Helcías Rodolfo Castilla Valera y Carlos García Aragón. Esta etapa de la historia de los monumentos en Valledupar tiene como elementos característicos, primero la utilización del bronce, hierro, acero y concreto; segundo, todas las obras, responden a interpretaciones conceptuales de momentos concretos y de lo que significó el accionar de personajes en la historia política, económica y cultural del Cesar: Luis Carlos Galán, Revolución En Marcha, Pedazo de Acordeón, El Obelisco, Los Gallos y Canto al Viento. En este período, se consagra el emplazamiento de obras de artística en la trama urbana de la ciudad con el objetivo de embellecer a la trama vial y lograr con ello 93


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una presencia permanente de los valores políticos, sociales y culturales de los cesarenses y su valoración en las nuevas generaciones.

Un cuarto período, se refiere al período contemporáneo, que se inicia en el año 2000, etapa en la cual vuelven a participar artistas locales Jorge Maestre Ramírez, Manuel José Rincón Pico y Daniel Araújo Arias; como artistas foráneos se encuentran las obras de los maestros Amilkar Ariza y Germán Piedrahita Rojas en estos primeros 13 años del siglo XXI. Las características de esta etapa son la utilización nuevamente de la fibra de vidrio, la cual se había abandonado en la década anterior, pero continúa el uso del bronce y, por primera vez, aparece en el contexto urbano una obra realizada con material reciclado de la industria minera. Lo cual marca un hito en la historia cultural del Cesar, obra de arte que muestra cómo desde el arte se reconoce el impacto económico, social y ambiental que vive el departamento del Cesar con la explotación minera del carbón.

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Galería. El Cesar: monumentos en espacio público Fotografía 1. La Piragua - Chimichagua

Fotografía 2. El Morrocoy - Aguachica

Los monumentos de este período son: Rafael Carrillo Lúquez, Las Guitarras, La Pilonera Mayor y Homenaje a tres grandes, hacen alusión a personajes sobre los cuales se sustenta gran parte del patrimonio cultural inmaterial de los vallenatos. En este período tres de las obras escultóricas son emplazadas en parques, solo una de ellas, La Pilonera Mayor, continúa con la tradición de embellecer y posicionarse en la trama vial de la ciudad.

Recomendaciones de protección y conservación El objetivo del presente inventario y registro de los bienes culturales muebles del grupo de monumentos en espacio público en el municipio de Valledupar, sólo tendrá sentido en la medida que las autoridades locales, de forma conjunta aunando recursos y tiempo, diseñen e implementen acciones que permita a las nuevas generaciones valorar y reconocer estas obras como expresión artísticas dentro de los referentes culturales, en los cuales se sustenta la carga cultural del lugar, su identidad y la razón de ser de la cultura vallenata. Desde esta perspectiva, el inventario se convierte en una herramienta fundamental para la gestión patrimonial sobre los bienes culturales, por lo cual, estas estrategias y acciones deben estar en concordancia con los lineamientos establecidos por el Ministerio de Cultura para el manejo, protección y conservación del patrimonio cultural de la Nación. En este sentido, serán actores protagónicos las Secretarías de Infraestructura, Planeación, Educación, Movilidad y Cultura del municipio de Valledupar.

En este orden de ideas, se recomienda: 1. La elaboración y aprobación del Plan de Manejo y Protección del Centro Histórico de Valledupar, dentro del cual se contemple un capitulo propio para los monumentos en espacio público que se encuentran tanto por fuera de los límites del área afectada como los del área de influencia de este centro histórico. 2. Establecer un cronograma permanente de conservación preventivo y correctivo de los monumentos en espacio público que incluya poda, aseo y mantenimiento del entorno de los monumentos. 3. Diseñar e implementar programas y proyectos de gestión patrimonial que permitan ejecutar actividades de sensibilización, valoración y divulgación del patrimonio cultural con la población infantil, juvenil y adolescente en las cuales se generen espacios para la apropiación social del patrimonio cultural de dichos recursos como lo es el Programa de Vigías del Patrimonio Cultural, entre otros. 4. Incluir en la oferta cultural y turística de la ciudad la visita a estos monumentos que son un referente de las manifestaciones y tradiciones del patrimonio cultural inmaterial de los cesarenses, en aras de activar su significación cultural. 5. Mantener actualizado el inventario y registro de los monumentos en espacio público de la ciudad de Valledupar.

Fuente: Archivo fotográfico MAUA

Fotografía 4. Cerro de la Virgen - Río de Oro

Fuente: Archivo fotográfico MAUA

Fotografía 3. Pedazo de acordeón - Valledupar

Fuente: Archivo fotográfico MAUA

94

Fuente: Coordinación Municipal de Cultura

95


BIENES MUEBLES DE USO RELIGIOSO J OHNNY GUSTAVO VEGA A RI AS


Bienes Patrimoniales del Departamento del Cesar | Conservación de la Memoria y Salvaguarda de la Diversidad Cultural

PATRIMONIO MUEBLE DE USO RELIGIOSO El departamento del Cesar posee un buen número de obras muebles, que se encuentran en los distintos inmuebles patrimoniales. Aunque no son tan numerosos como los del interior del país, podemos encontrar obras de alta imaginería. • La imagen de Nuestra Señora de los Desamparados, ubicada en Atánquez, una hermosa talla española del siglo XVIII esgrafiada en oro y plata. • La copia del óleo de la Virgen del Rosario de Chiquinquirá, del siglo XVII, ubicada en Río de Oro, y un pequeño conjunto de imágenes españolas y caballetes que ornan el retablo mayor de estilo barroco. En Valledupar encontramos la bella imagen de la Virgen del Rosario, escultura española del siglo XVI en madera entamburada y esgrafiada en oro, con su corona de alpaca plateada y su rosario en oro de 24 quilates y esmeralda lapizada, acompañada de un conjunto de imágenes recientemente restauradas. En el templo más antiguo de Valledupar la efigie de Jesús en la columna, también española. Guarda esta imagen los más pequeños detalles humanos en su talla, de tan alta calidad, que se le adjudicó por mucho tiempo a Caspicara, y aun cuando su encarnado se encuentra en mal estado nada podría envidiarle al Cachorro de la Catedral de Sevilla o a su réplica en la capilla de San Francisco en Popayán. En lo que hemos investigado sobre esta imagen, parece ser única en el mundo. Aunque existen muchos ECCE HOMO´S, esta imagen presenta una posición erguida y ligeramente recostada a la columna, de barba hendida, mirada adusta y serena, con un perisoma que dignifica su castidad.

Otra imagen de necesaria evocación es la Inmaculada de Valledupar, tallada en una sola pieza del corazón de un cedro; es completamente maciza esgrafiada en oro y restaurada en el año 2001 por el Ministerio de Cultura y una fundación de Bogotá. Aunque desconocemos los autores de estas imágenes, podemos afirmar a simple vista, que son de escuelas distintas.

Clasificación Si se intenta clasificar esta imaginería en el primer grupo están las anteriormente mencionadas, agregando las de la Capilla de Valencia de Jesús, como las más valiosas, en su arte y en su requerimiento religioso popular, ya que alrededor de ellas se vive otra cara del patrimonio: el inmaterial, con tradiciones de hasta cuatro centurias. Tal es el caso de la Leyenda de la Virgen del Rosario de Valledupar que data de 1576, el óleo de Río de Oro de 1658, y la tradición semanasantera más antigua de la región, como la de Valencia de Jesús que data del 1760 aproximadamente. Otro grupo lo conforman las imágenes vernáculas de Badillo, Patillal, San Isidro de Atánquez, Becerril, Codazzi, algunas de Valencia de Jesús, San Diego de las Flores, El Tupe, La Jagua del Alférez de Ibirico, y Chiriguaná. Lamentablemente desconocemos la autoría de la totalidad de este conjunto. Sí conocemos, en algunos casos los mecenas, pero por tradición oral. Sería interesante ahondar científicamente en estos orígenes de nuestra historia y de nuestro patrimonio. Existe otro grupo de imágenes de principios del siglo XX ubicadas especialmente en la Concepción de Valledupar, todas ellas españolas. También de esta época es el camarín de la Virgen del Rosario de Rio de Oro.

En cuanto a la platería y orfebrería hay poca existencia, pero no por eso deja de ser valiosa por su antigüedad y su arte. Bellas obras que reposan alrededor de las imágenes: el rosario de la Virgen de Valledupar, su corona, las potencias del Ecce Homo en oro y plata, con su soga en filigrana, las potencias del Nazareno de Valencia, con su corona y su soga en filigrana, y el conjunto de utensilios para el culto de esta capilla, las de Rio de oro, las de Badillo, entre otras. 99


María Trillos Amaya | Universidad del Atlántico

Este inventario ha sido el clamor de los cultores del Departamento. Ha llegado en el momento en que mucho de nuestro patrimonio se encuentra en riesgo, ya sea por su desconocimiento o por el mismo manejo que le dan sus custodios. De ahí la necesidad de su inventario específico y su plan de manejo, protección y salvaguarda, con los cuales sin duda se podrá apreciar y divulgar de mejor manera. Recomendaciones de protección y conservación En términos generales, estas obras se encuentran en buen estado pero con bastante riesgo, debido a que no se realizan los mantenimientos periódicos respectivos. En algunos casos estos mantenimientos son realizados por sus custodios o por personal no idóneo.

Es prioritario un mantenimiento general y la restauración de los retablos la Dolorosa, la Purísima, el de Jesús Nazareno y el inferior Arco Toral de Valencia de Jesús, el Retablo Mayor y el de la Dolorosa, de la Inmaculada Concepción. De carácter urgente, el retablo Mayor y sus laterales de Río de Oro. En las imágenes, la más urgente de restaurar es la de Nuestra Señora de los Desamparados en Atánquez.

100

Bienes Patrimoniales del Departamento del Cesar | Conservación de la Memoria y Salvaguarda de la Diversidad Cultural TABLA 1. CAPILLA DE VALENCIA DE JESÚS CUSTODIA: Hermandad de Jesús Nazareno Número 1

Autor Título o nombre del objeto Retablo Mayor Mecenas: Se Sigla Tnp

Técnica o material

Época

Localización

Madera de cedro tallada laminada en pan de oro con fondos planos y en dos hornacinas pinturas sobre madera

1700

Presbiterio

1792

Entre Presbiterio y Asamblea

Madera de cedro Mecenas: tallada laminada en Domingo pan de oro con Antonio fondos planos De Mier y Cortines-Pbro

2

Arco Toral

3

Retablo de la Purísima o de la Inmaculada Concepción

Madera de cedro Mecenas: tallada laminada en Manuela Manuacelli pan de oro con fondos y camarín con pintura al temple con formas de plantas y flores

1758

De Frente en la Nave de la Epistola al lado izquierdo del Arco Toral

4

Retablo de Jesús Nazareno

Madera de cedro Mecenas: tallada laminada en Manuela Manuacelli pan de oro con fondos planos, su camarín posee pintura al temple

Siglo XVIII

De Frente en la Nave del Evangelio al lado Derecho del Arco Toral

5

Retablo de la Dolorosa

Madera de cedro Mecenas: tallada laminada en Manuela Manuacelli pan de oro con fondos planos y pinturas sobre madera, hornacina en muro

Siglo XVIII

De Lado en la Nave de la Epistola Contiguo al Retablo de la Purísima

6

Imagen de la Virgen del Rosario

Siglo XVIII

Calle 1 del primer cuerpo del Retablo Mayor

Imagen de vestir, madera tallada de cadera hacia arriba, con estructura de farol entamburado; posee un niño cargado sobre su brazo izquierdo

Fotografía

101


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Bienes Patrimoniales del Departamento del Cesar | Conservación de la Memoria y Salvaguarda de la Diversidad Cultural

7

Expositor

Madera de cedro tallada con lamina de oro y fondo plano

Siglo XVIII

Calle Central del primer cuerpo del Retablo Mayor

8

Imagen de Santo Domingo de Guzmán

Imagen de vestir, madera tallada de cadera hacia arriba, con estructura de farol

Siglo XVIII

Calle 3 del Primer Cuerpo del Retablo Mayor

9

Imagen de Jesús Niño

Imagen de vestir tallada en madera, de cuerpo entero con encarnado

Siglo XVIII

Calle Central del Segundo Cuerpo del Retablo Mayor

10

Imagen de Jesús Nazareno

Imagen de vestir tallada en madera de cuerpo entero con encarnado

Siglo XVIII

En el Camarín del Retablo de Jesús Nazareno

11

Imagen del Cristo del Descendimiento

Imagen tallada en madera de cuerpo entero con encarnado

Siglo XVIII

En la Calle Central al frente del Retablo Mayor en el Primer Cuerpo

12

Cruz Gomada o Cruz del Perdón

Madera tallada y dorada al pan de oro

Siglo XVII

En la Calle Central al frente del Retablo Mayor en el Primer Cuerpo

13

Imagen de Nuestra Señora de los Dolores

Imagen de vestir, madera tallada de cadera hacia arriba, con estructura de farol entamburado

1758

En la Hornacina del Retablo de la Dolorosa

102

14

Imagen de Jesús Resucitado

Imagen tallada en madera de cuerpo entero con encarnado

Siglo XVIII

De lado en la Nave del Evangelio Contiguo al Retablo de Jesús Nazareno

15

Guardia Romano

Madera tallada con policromía

Siglo XVIII

En la Bodega de la Casa del Nazareno

16

Guardia Romano

Madera tallada con policromía

Siglo XVIII

En la Bodega de la Casa del Nazareno

17

Simón de Cirene

Madera tallada con policromía

Siglo XVIII

En la Bodega de la Casa del Nazareno

18

Inmaculada Concepción

Madera tallada esgrafiada

1778

En su retablo

19

Juego de Potencias Doradas

Alpaca enchapada en oro

Siglo XVIII

Imagen de Jesús Nazareno

20

Juego de Potencias Doradas

Alpaca enchapada en oro

Siglo XVIII

Imagen de Jesús Nazareno

103


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21

Soga de plata en filigrana

Filigrana de plata

Siglo XVIII

Imagen de Jesús Nazareno

22

Corona de plata en filihgrana

Filigrana de plata

Siglo XVIII

Imagen de Jesús Nazareno

23

Caracol o caho

Caracol

24

Cruz de estandarte

Plata fundidad

Siglo XVIII

Casa del Nazareno

25

Corona de la Virgen Dolorosa

Alpaca plateada

Siglo XVIII

Imagen de la Dolorosa

26

Corazón de la Virgen de los Dolores

Plata fundida

Siglo XVIII

Imagen de la Dolorosa

27

Luna de la Virgen de Rosario

Bronce repujado

Siglo XVIII

Casa del Nazareno

104

Casa del Nazareno

28

Cruz parroquial

Plata fundida

Siglo XVIII

Casa del Nazareno

29

Cruz de altar

Alpaca fundida bañada en plata

Siglo XVIII

Casa del Nazareno

105


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Bienes Patrimoniales del Departamento del Cesar | Conservación de la Memoria y Salvaguarda de la Diversidad Cultural

TABLA 2. PARROQUIA INMACULADA CONCEPCIÓN - VALLEDUPAR CUSTODIA: Párroco de la Iglesia Número 1

2

3

4

5

6

106

Título o nombre del objeto Retablo Mayor

Técnica o Material

Época

Localización

Madera tallada con dorados y fondos planos

Siglo XVII

En el Presbiterio

Madera tallada con dorados y fondos planos

Siglo XVIII

Retablo de la Inmaculada hoy del Sagrado Corazón de Jesús

Madera tallada con dorados y fondos planos

Siglo XVIII

Talla Iconográfica de los Santos Reyes

Madera tallada con dorados y fondos policrómicos

Retablo de la Dolorosa

Imagen de San Francisco

Imagen de San José

Siglo XVII

Fotografía

7

Imagen de la Inmaculada

Madera tallada con esgrafiado en oro y óleo

Siglo XVIII

En el Primer Cuerpo Calle Central del Retablo Mayor

8

Cristo de Altar

Madera tallada con policromía

Siglo XVIII

En el Segundo Cuerpo Calle Centra del Retablo Mayor

9

Imagen de San Antonio de Padua

Madera tallada con policromía

Finales del XIX

En el Primer Cuerpo de la Tercera Calle en el Retablo Mayor

10

Imagen de San Judas Tadeo

Madera tallada con policromía

Finales del XIX

En el Segundo Cuerpo de la Primera Calle del Retablo Mayor

11

Imagen de Jesús Caído

Madera tallada con policromía

Siglo XVII

Sotabanco Calle Central del Retablo Mayor

12

Imagen de Santo Ecce Homo

Madera tallada con encarnado

Siglo XVI

Nave del Evangelio en Nicho Moderno Capilla

13

Sagrario

Bronce repujado bañado en oro

Nave del Evangelio de Lado en el Primer Tercio

Nave de la Epístola en el Tercer Tercio

En el Tercer Cuerpo, Calle Central del Retablo Mayor

Imagen de madera Finales del XIX con policromía

Imagen de madera Finales del XIX En el Primer Cuerpo de la Primera Calle en el con policromía Retablo Mayor

Nave de la Epístola Capilla

107


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Expositor

Bronce fundido

15

Imagen de la Dolorosa

Madera tallada con encarnado; imagen de vestir

Bienes Patrimoniales del Departamento del Cesar | Conservación de la Memoria y Salvaguarda de la Diversidad Cultural Casa Cural

Siglo XX

En el Primer Cuerpo, Calle Central de su Retablo

16

Imagen del Cristo de Limpias

Imagen de yeso con encarnado

Siglo XX

Segundo Cuerpo Calle Central del Retablo de la Dolorosa

17

Imagen del Crucificado

Madera tallada con encarnado

Siglo XX

Sobre Muro, Nave del Evangelio Tercer Tercio

18

19

108

Imagen de Jesús Nazareno

Imagen del Sagrado Corazón de Jesús

Madera tallada con encarnado; imagen de vestir

Imagen de yeso con policromía

Siglo XX

Siglo XX

En el Campanario Nicho Adecuado

En el Retablo de la Inmaculada

20

Óleo de la Inmaculada Coronada por la Santísima Trinidad

Óleo sobre lienzo

21

Imagen del Sagrado Corazón de Jesús

Imagen de yeso con policromía

Siglo XX

Sacristía

22

Imagen de Santa Teresita

Imagen de yeso encolado esgrafiada con pan de oro y óleo

Siglo XX

Sacristía

23

Juego de Potencias de Oro

Oro fundido

XVIII

Sobre la Cabeza de la Imagen de Santo Ecce Homo

24

Juego de Potencias de Plata

Plata fundida

XVIII

Sobre la Cabeza de la Imagen de Santo Ecce Homo

25

Juego de Potencias de Plata

Plata fundida

XX

Sobre la Cabeza de la Imagen de Santo Ecce Homo

26

Soga de Plata en Filigrana

Filigrana de plata

XVIII

En el Cuerpo del Santo Ecce Homo

Nave de la Epístola Segundo Tercio

109


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TABLA 3. CAPILLA SAN ANTONIO - BADILLO, CESAR CUSTODIA: Párroco de la Capilla Número 1

2

Título o nombre Técnica o Material del objeto Imagen de Madera tallada con San Antonio de Padua policromía

Imagen de la Virgen Madera tallada desde del Rosario el tronco hacia arriba, y estructura de farol tapizada en lona, imagen de vestir

Época

Localización

Siglo XVIII

En el Segundo Cuerpo, Calle Central del Retablo Mayor

Siglo XVIII

En el Primer Cuerpo, Calle Central del Retablo Mayor

3

Imagen de San Pablo Apóstol

Madera tallada con policromía

Siglo XVIII

En la Nave del Evangelio sobre Altar de Mampostería en lo que fue un Retablo

4

Columnas Abalaustradas

Madera tallada

Siglo XVIII

En el Retablo Mayor sobre el Presbiterio

5

Corona de Plata

Plata fundida

Siglo XVIII

En la Cabeza de la Imagen de la Virgen del Rosario

6

Corona de Plata

Plata fundida

Siglo XVIII

En la Cabeza del Niño Jesús que carga la Virgen del Rosario

110

Fotografía

7

Cruz parroquial

Plata fundida, laminada y repujada

Siglo XVIII

En presbiterio

9

Custodia

Alpaca, y plata, con enchapados en oro

Siglo XVII

Reservado

111


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TABLA 4. IGLESIA CATEDRAL DEL ROSARIO-VALLEDUPAR CUSTODIA: Párroco de la Iglesia Número

Título o nombre del objeto

Técnica o Material

Época

Localización

1

Imagen de la Virgen del Rosario

Madera tallada entamburada esgrafiada en pan de oro

Siglo XVI

En el Camarín sobre el Presbiterio

2

Corona de Alpaca

Aleación de plata y estaño

Siglo XVI

Posa sobre la Imagen de la Virgen

3

Corona de Alpaca

Aleación de plata y estaño

Siglo XVI

Posa sobre la Imagen del Niño Jesús

4

Rosario o Camándula de Oro

Oro fundido con esmeralda en las medallas que conforman el cristo

Siglo XVI

5

Anda Procesional de la Virgen del Rosario

Madera tallada con fondos planos y pan de oro sobre las tallas

Siglo XVI

En el Camarín sobre el Presbiterio

6

Imagen de Jesús Crucificado

Madera tallada con encarnado

Siglo XVIII

Sobre el Muro de Frente en el Presbiterio

112

Fotografía

7

Imagen de San Antonio de Padua

Madera tallada entamburada con policromía

Siglo XVIII

En la Nave del Evangelio Tercer Tercio sobre Pedestal sin Retablo

8

Imagen de Jesús Resucitado

Madera tallada con encarnado

Siglo XVIII

En la Sacristía

9

Imagen de Santo Domingo de Guzmán

Imagen de vestir, madera tallada de busto, con estructura de farol

Siglo XVIII

En el Presbiterio

10

Imagen de Nuestra Señora de las Mercedes

Madera tallada con policromía

Siglo XVIII

En la Nave de la Epístola Segundo Tercio sobre Pedestal sin Retablo

11

Imagen del Inmaculado Corazón de María

Madera tallada con policromía

Siglo XX

En el presbiterio

113


María Trillos Amaya | Universidad del Atlántico 12

Campana mayor

Bronce fundido

Siglo XVI

En las oficinas de la curia episcopal

13

Campana menor

Bronce fundido

Siglo XVI

En las oficinas de la curia episcopal

PATRIMONIO INMUEBLE

TABLA 5. CAPILLA SAN ISIDRO LABRADOR - ATANQUEZ, CESAR CUSTODIO: Párroco de la Capilla Número 1

2

114

Título o nombre del objeto Imagen de Nuestra Señora de los Desamparados

Imagen de San Isidro Labrador

Técnica o Material

Época

Localización

Madera de pino tallada, esgrafiada en dorado y plateado

Siglo XIX

En el presbitero

Madera tallada con encarnado, policromía i dorado en los bordes, botones, espigas y pala

Siglo XVII

En el retablo mayor

Fotografía


TRADICIONES ARQUITECTÓNICAS J OSÉ MA RÍ A F ERNÁ NDEZ A M A RÍ S


Bienes Patrimoniales del Departamento del Cesar | Conservación de la Memoria y Salvaguarda de la Diversidad Cultural

INTRODUCCIÓN En el marco de la Ley 397 del 97, de la Ley 1185 de 2008 y los Decretos Reglamentarios 1313 de 2008 y 763 de 2009, los bienes del patrimonio cultural inmueble reconocidos por la Nación y por las entidades territoriales, además de las señaladas por la comunidad por su valor histórico, estético o simbólico deben considerarse Bienes de Interés Cultural y hacen parte del patrimonio regional que se debe inventariar, clasificar y registrar, para cumplir la obligación del Estado de valorar, proteger y dar a conocer el Patrimonio Cultural. Por eso, en el Proyecto se incluyen Bienes Inmuebles de diferentes subgrupos, considerando su uso original y el uso que actualmente reciben, perteneciendo a diferentes períodos históricos, que van desde supervivencias de las arquitecturas autóctonas y sus reflejos en construcciones más recientes, los períodos colonial y republicano y la arquitectura contemporánea, así como las manifestaciones de la edilicia popular, que asume y combina elementos de diferentes estilos, organizados en tipologías propias de cada arquitectura, atípicos o pertenecientes a épocas que no coinciden con la fecha registrada de construcción de las edificaciones. En el caso del departamento del Cesar, tanto en las manifestaciones de la arquitectura que se realizan dentro de los parámetros académicos de tiempo y estilo, como en los procesos de sincretización y amalgama que se muestran en las representaciones de la arquitectura vernácula y de creación popular, se observa su inserción dentro de la cultura del antiguo departamento del Magdalena Grande y la región del Caribe colombiano, conservando las particularidades de su carácter local.

Por medio de la arquitectura, se evidencia el marco histórico de cada municipio y se transparenta su origen, composición étnica y cultural. En las edificaciones se manifiesta la influencia que en cada período tuvieron las principales ciudades de la región (Santa Marta, Cartagena, Mompox, Barranquilla y Ciénaga) o de las regiones concomitantes (Bucaramanga, Ocaña) y en ellas los estilos y movimientos arquitectónicos, estudiados por la Historia de la arquitectura nacional, muchas veces demeritados por ser réplica de modelos tomados de las sucesivas versiones de cada arquitectura, con adiciones propias del gusto y la realidad constructiva locales, que modifican las tipologías y el repertorio formal de cada estilo o escuela al llegar a la provincia, produciendo una edilicia, que generalmente se aparta de los modelos académicos y se ornamenta con detalles característicos en cada uno de los diferentes municipios.

CONCEPTUALIZACIÓN Selección La Ley 1185 de 2008, que modifica la Ley 397 del 97, en su artículo 4° determina: “El patrimonio cultural de la Nación está constituido por todos los bienes materiales, las manifestaciones inmateriales, los productos y las representaciones de la cultura que son expresión de la nacionalidad colombiana, tales como la lengua castellana, las lenguas y dialectos de las comunidades indígenas, negras y creoles, la tradición, el conocimiento ancestral, el paisaje cultural, las costumbres y los hábitos, así como los bienes materiales de naturaleza mueble e inmueble a los que se les atribuye, entre otros, especial interés histórico, artístico, científico, estético o simbólico en ámbitos como el plástico, arquitectónico, urbano, arqueológico, lingüístico, sonoro, musical, audiovisual, fílmico, testimonial, documental, literario, bibliográfico, museológico o antropológico”.

Esta definición infiere que del patrimonio inmueble de un municipio incluye todos los tipos de arquitectura que se presentan en movimientos generalizados o en casos individuales, aun en sus manifestaciones rudimentarias. Esto nos llevó a operacionalizar un sistema de clasificación y registro basado en dos elementos: la opinión generalizada de la ciudadanía, (que incluye sus pre concepciones o prejuicios tradicionales) y el concepto de los profesionales en estos temas; investigadores, arquitectos, artistas y trabajadores de la cultura, poseedores de información y conocimientos propios de una visión profesional especializada sobre el tema. La función del equipo de Patrimonio inmueble, fue tratar de conducir el diálogo entre estos saberes en busca de puntos de consenso, aportar la metodología de los encuentros según las instrucciones del Ministerio de Cultura y sus conocimientos académicos, aceptando sus conclusiones, a veces sin compartirlas. 119


María Trillos Amaya | Universidad del Atlántico

Clasificación Muchos factores complican la clasificación de las edificaciones registradas. Dentro de la arquitectura doméstica, que fue el uso original de casi todos los inmuebles registrados, la edad de construcción es desconocida o se confunde con las edificaciones que existieron en el mismo lote o el predio ha sido subdividido o incrementado por englobe de otras áreas. Esta incertidumbre se agrava con la dificultad de documentación en el momento de consignar la información y por limitaciones de tiempo y recursos, de adelantar una investigación archivística, o catastral para casos particulares.

Bienes Patrimoniales del Departamento del Cesar | Conservación de la Memoria y Salvaguarda de la Diversidad Cultural Mapa 1. División Política Gobernación de Nueva Andalucía

La clasificación de período histórico, estilo, o adscripción de la arquitectura, se dificulta igualmente, porque en la mayor parte de los casos las construcciones no corresponden exactamente a un período, siendo anacrónicas, porque después de superados en la cronología de la arquitectura, un estilo o una escuela se siguen usando fuera de las ciudades principales. Son notorias las modificaciones y variaciones que se realizan a lo largo de la vida de una vivienda, que se “moderniza” según los patrones de la moda o se adecúa a nuevos usos o modalidades, hasta volver irreconocible su estilo original, o porque el modelo se falsea por las limitaciones técnicas de los constructores o porque son versiones alejadas de la edificación a la que se referencian.

Por otra parte el valor de contexto, que inscribe una vivienda dentro de un sector urbano en las ciudades principales de la región y en la ciudad de Valledupar, con características estilísticas y constructivas de una época o situación, que marcan en ella la morfología propia del sector urbano, resulta poco menos que inútil, dado que en municipios de vida reciente, que en el Cesar son muchos, y aun en los antiguos, no pueden identificarse urbanizaciones como tales, sino una implantación de construcciones sin concepto de estrato o de diseño urbano. Por otra parte, como fenómeno generalizado, apreciamos que en sectores históricos de las cabeceras municipales se encuentran restos de la arquitectura original como patrimonio residual, reconocible a pesar de los cambios de uso y las adecuaciones para adaptarlas a la evolución del grupo social, realizadas sin criterio de conservación, dentro de un conjunto de edificaciones anodinas, sin valor agregado. Se trabajó en una clasificación aproximada con los datos que se pudieron aclarar con los propietarios, los ocupantes de cada predio, los trabajadores de la cultura, los vecinos que recuerdan trozos de la historia local y la comunidad en general, que se compararon con la información de los archivos de las oficinas de Planeación de los municipios y del Instituto Geográfico Agustín Codazzi, IGAC, que muchas veces difieren entre sí, o por análisis comparativos con algunas construcciones de la misma época o el mismo estilo, que nos facilitan la identificación de los modelos originales copiados o imitados por los constructores, que los adecuaron a las condiciones geográficas de cada municipio o a las condiciones económicas o tecnológicas del lugar.

Alcance y limitaciones El objeto del grupo fue inventariar el Patrimonio Inmueble y Monumentos en espacio público, de la ciudad de Valledupar y de 24 municipios del departamento del Cesar, excluyendo sus corregimientos, en las categorías de vivienda (habitacional, doméstico, no monumental), las estaciones de ferrocarril, la estructura portuaria de Gamarra, Tamalameque y La Gloria, teniendo en cuenta y actualizando el listado de Bienes de Interés Cultural incluidos en los planes y Esquemas de Ordenamiento Territorial, consultando con los funcionarios de Planeación, los trabajadores de la cultura y los ciudadanos que acuden a las socializaciones convocadas por la Secretaría de Cultura del Departamento y a las personas y entidades interesadas en la conservación del Patrimonio Cultural. El proyecto no tuvo aplicación en Becerril, por oposición de la autoridad municipal y en muchos otros casos los propietarios, los administradores o los ocupantes no permitieron el ingreso a los bienes seleccionados, o dificultaron el acceso por diversas razones que van desde el desconocimiento de los gobernantes municipales o departamentales, hasta la desconfianza en cualquier desconocido, dado el clima de inseguridad que reina en algunos municipios. MARCO HISTÓRICO Aspectos regionales El orden precolombino, que funcionó con relativa armonía durante siglos en la región del Caribe colombiano, 120

Fuente: IGAC

121


María Trillos Amaya | Universidad del Atlántico

fue violentamente destruido a partir del siglo XVI por la Conquista y la colonización, que traumatizaron las relaciones entre los diferentes pueblos y entre los habitantes primitivos y el medioambiente, de manera catastrófica. Algunos pueblos como los zenúes vieron desaparecer su estructura social y su identidad como Nación desde la Conquista, otros pueblos como los arhuacos y los kogui se refugiaron en la Sierra Nevada, perdiendo gran parte de sus territorios ancestrales, pero sobreviviendo al cataclismo cultural y algunos como los chimila, grande y aguerrida nación indígena, perdieron su hábitat y fueron exterminados hasta reducirse a unas pocas y lánguidas comunidades.

El sistema de colonización español se basó en el establecimiento de ciudades, villas y pueblos de indios, que a la par que daban base a la ocupación del territorio organizaban su explotación. Las ciudades sirvieron de sede a las autoridades coloniales, civiles, militares y religiosas, directamente relacionadas con la metrópoli, las villas funcionaron como avanzada de la hispanización y evangelización del territorio y los pueblos de indios sirvieron de apoyo a las encomiendas, un sistema de explotación inmisericorde de la mano de obra aborigen (Zambrano y Bernard, 1993). La región del Caribe colombiano fue la que inicialmente recibió el rigor de la Conquista y la presencia política de los españoles. La primera expedición, después del descubrimiento de América, que se realiza en la región, fue la de Juan de la Cosa y Rodrigo de Bastidas en 1501, que localizó la desembocadura del río Magdalena, seguida por las entradas de los hermanos Guerra para capturar esclavos en proximidades del golfo de Barú, hoy bahía de Cartagena. Santa Marta, fundada por Rodrigo de Bastidas en 1525, en uso de las capitulaciones que le otorgara el Emperador en Tordecillas en 1524, sobre los territorios comprendidos desde el Cabo de la Vela hasta Urabá. En 1532, en las capitulaciones de Medina del Campo se divide este territorio otorgando a Pedro de Heredia las tierras que van desde las Bocas de Ceniza, desembocadura del Magdalena, hasta Urabá, que dieron lugar a la fundación de Cartagena de Indias en 1533.

Valledupar fue fundada en 1550 por el capitán Hernando de Santana y dependió de Santa Marta durante la Colonia y parte de la República, como ciudad principal del Valle de Upar y del oriente de la provincia, completando la ocupación, evangelización y explotación de este territorio. Este es el origen de la gobernación de Nueva Andalucía (Mapa 1), que engloba a todos los departamentos de la Región Caribe, a excepción de Urabá, que hoy hace parte de Antioquia.

Estas ciudades y villas, asiento de colonos españoles y criollos, se trazaron según las tradiciones de los fundadores, adquiridas en el proceso de ocupación del territorio reconquistado a los moros en Castilla, Extremadura y Andalucía y no en las Leyes de Indias, es decir, las ordenanzas de Carlos V de 1526 y la “instrucción y reglas para poblar” que se promulgaron en 1573, siendo rey Felipe II, cuando la mayor parte de las ciudades del Caribe colombiano estaban ya fundadas. Tanto las tradiciones de organización urbana de los conquistadores como las “Leyes de Indias” se basan en la implementación del damero, una cuadrícula que se aplica cuando la topografía y las limitantes del terreno lo permiten, a partir de una plaza principal en cuyo marco se establecen las edificaciones representativas de la jerarquía civil y eclesiástica, así como las casas de habitación de la principalía. Este sistema, cuyos antecedentes históricos deben buscarse en el “Castrum” romano, pero llega a su apogeo en el Renacimiento, cuando la ciudad moderna, deja el intrincado esquema medieval, para entrar en la organización ideal, canóniga, que sueña con un orden que tal vez nunca existió en la realidad.

Por fuera de este esquema se establecen “Sitios de Libres”, trazados por iniciativa de sus pobladores, sin presencia del régimen colonial, los palenques de esclavos cimarrones (Borrego, 1973), que desean estar lo más alejados posible de los opresores y las “rochelas”, sitios de rechazo del orden establecido, habitados por indios salidos de las encomiendas, mulatos y mestizos que no tenían un lugar muy definido en el esquema organizativo ibérico y por desertores de las guarniciones reales. 122

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La costa del Caribe hace una franja habitada por cristianos pero es una frontera de colonización por la presencia de indios bravos, como los chimilas en la banda oriental del Magdalena, los cunas en Urabá, los guajiros y motilones, cuya resistencia se prolonga hasta la república, al tiempo que queda sometida a los ataques por mar de corsarios, piratas y filibusteros que llegan como secuelas de las guerras de España en Europa (Del Castillo, 1997).

Por otra parte el nexo marítimo con la metrópoli fue sumamente inestable, contándose por años la interrupción del tráfico de armadas y flotas de galeones, que portaban recursos y tropas, lo que hizo endeble el control de las colonias y permitió la rotura del orden establecido (Marchena, 1992). El advenimiento de los Borbones comportó una serie de reformas que se propusieron darle coherencia al dominio territorial. En el Cesar el comisionado de la Corona fue José Fernando de Mier y Guerra, que fundó o reubicó sitios sobre la orilla occidental del Magdalena (Múnera, 1998).

De todas maneras el orden supuesto nunca coincidió con la realidad y estos esfuerzos de la metrópoli quedaron truncos y en épocas de la Independencia y la República continuó ese proceso a bordo de la guerra patria y de las confrontaciones civiles. ARQUITECTURA E IDENTIDAD El Patrimonio Inmueble del Cesar, es reflejo y testimonio histórico del desarrollo de su economía, de su situación política y social, que en otros términos representa la identidad del pueblo cesarense.

Lo extenso y complejo de su marco geográfico y social se manifiesta en una arquitectura de excepcional riqueza, con un componente particular de aclimatación de los períodos históricos, estilos, escuelas y variaciones en que suele dividirse el estudio de la Arquitectura nacional. Es una manifestación de valores propios forjados en el encuentro de influencias de las regiones que avecinan al departamento, con arraigadas culturas, que además del sincretismo y el mestizaje propios de la Región Caribe, aportan elementos de la cultura andina y a través del río Magdalena, de todas las regiones del país.

ARQUITECTURA DEL CESAR El urbanismo cesarense está intrínsecamente vinculado al del Caribe colombiano, en todos los aspectos que se señalan en el poblamiento regional y la arquitectura corresponde a diversas influencias particulares que van desde los pueblos nativos de su actual territorio, al aporte de las migraciones española, africana y mestiza procedentes de Santa Marta, Tenerife y Plato en el viejo Magdalena, Mompox en Bolívar y de la región Andina a través de los Santanderes, principalmente de Ocaña y de todos los departamentos ribereños del río Magdalena. El resultado es la síntesis cultural y formal que hace de la arquitectura local una manifestación que aglutina diversos elementos constitutivos de la identidad de los habitantes del Cesar, con valores propios de las subregiones, Vallenata, Riberana y del corredor minero.

Esta mezcla de influencias se cataliza en Valledupar, como una selección de arquitecturas que en diversas épocas fueron creando una nueva edilicia, que si bien se inicia en la Colonia, integra supervivencias de las construcciones aborígenes y recibe la arquitectura Republicana, la arquitectura de transición y el movimiento moderno, presente en el desarrollo de los últimos 40 años, cuando se efectúa la transformación prodigiosa que la lleva de ciudad de la provincia en el Magdalena a capital del departamento del Cesar. TRADICIÓN ARQUITECTÓNICA Arquitectura Autóctona La organización espacial pre-urbana de los pueblos aborígenes en el departamento del Cesar, como en toda la arquitectura precolombina, se basa en el respeto del medioambiente y a las condiciones ecológicas de manera especial entre los koguis y arhuacos, en su visión espiritual y religiosa del universo. El sistema de ocupación del espacio se acomodaba a la realidad topográfica, procurando afectarlo con cambios pocas variaciones, resolviendo la circulación comunal en caminos irregulares. En los asentamientos de la Sierra Nevada, la disposición de las construcciones obedece a principios jerárquicos y religiosos. 123


María Trillos Amaya | Universidad del Atlántico Ilustración 1. Construcción Autóctona, grabado

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Aunque fuera de los pueblos de la Sierra Nevada y de las reservas de los yukpas, son escasos los asentamientos que conserven tipologías y técnicas constructivas intactas, su influencia se extiende a casi todos los municipios, que exhiben casas cuya estructura está construida en madera rolliza (varas y horcones), que a la vez sostienen las mamparas de cañabrava o lata de corozo colocadas en forma vertical, en algunos casos y horizontales en el común de los casos, recubiertas con barro y estiércol, es decir, construidas en el sistema llamado bahareque, de uso común en todas las regiones del país y en el área del Caribe.

Las cubiertas, ejecutadas en palma amarga, enea o paja siguen patrones similares de construcción cuyas pendientes son similares,y se levantan con los mismos elementos constructivos: pares, tirantas, cumbreras, vientos y tornapuntas y soleras, caracterizando nuestra identidad cultural. Estas construcciones valoradas por la tradición, vienen desapareciendo superadas por las técnicas modernas de construcción, que plantean soluciones más duraderas y de menores costos de mantenimiento. Por otra parte a los jóvenes y al común de los habitantes del departamento no se les ha dado una orientación cultural en este sentido y subestiman estas construcciones, considerándolas como muestras de rezago y de pobreza. Fuente: Andrè, Edoard, diseño de E. Riou, con base en un croquis del autor, grabado

Para estos casos, los sistemas constructivos se rigen por un orden ceremonial y son de notable eficiencia estructural, al tiempo que reflejan la comprensión del territorio y, como la buena arquitectura contemporánea, responden cabalmente a las necesidades espaciales del grupo humano. La herencia de los yukpas que habitan en pequeños caseríos, en resguardos establecidos en La Paz, Codazzi y Becerril, sigue la sencilla tipología de las construcciones que conocemos como supervivencias etnológicas del período precolombino, generalmente de un solo espacio multifuncional, con cocina anexa bajo otra cubierta.

Los materiales que usan en su construcción son biodegradables, de origen vegetal, las cubiertas se hacen en palma amarga a dos aguas, con culatas cerradas en el mismo material, con cerramiento en varas verticales y el piso es de tierra apisonada. En el sistema original, la vivienda se rodea de una empalizada o un muro en bahareque.

Los malibúes (pocabuyes y sondaguas) habitaron las ciénagas en la proximidad de Tamalameque y Chimichagua. Sus poblaciones no se conservan, pero contribuyeron en la amalgama que produce la arquitectura de la subregión. Diezmados por la boga y la opresión de los españoles disminuyeron en número y se mestizaron, contribuyendo con sus características al fenotipo de los ribereños (hombres anfibios como los denominó Fals Borda). Sus construcciones superviven en la arquitectura típica del Bajo Magdalena, ranchos de canillas, abiertos y con cubierta de palma a dos aguas que protege el zarzo, que constituye la zona íntima de la vivienda, caneyes y trojas usadas como graneros levantados del piso, comunes a otras etnias del Caribe.

La nación chimila otrora extendida y numerosa fue diezmada en una guerra de cuatro siglos, dejándole su altivez a los pueblos del viejo Magdalena. Subsisten algunas comunidades amenazadas, pero contribuyen poderosamente a la identidad cesarense por medio del mestizaje. Su legado se encuentra en muchas construcciones sencillas usadas en el campo como las enramadas y caneyes que fungen como refugios provisionales en las labores agrícolas. Es posible que originalmente levantaran viviendas más complejas, pero siglos de guerra y de persecución los llevaron a mantener construcciones que pudieran ser abandonadas en sus movimientos militares, sencillas, de poca notoriedad; que los españoles denominaron genéricamente bohíos: chozas rectangulares o cuadradas con cubiertas a dos o cuatro aguas y cocina, abierta, ubicada en el exterior, en ocasiones complementada con trojas anexas para depositar piensos y granos lejos del alcance de alimañas y roedores. Como los malibúes utilizaron materiales biodegradables. La enea o la palma amarga en las cubiertas, a dos o cuatro aguas, sentada sobre estructuras de varas rollizas o de cañas (caña brava, lata de corozo), amarradas con bejucos o fibras vegetales. 124

Persiste la utilización, así mismo, de cubiertas de paja sobre muros de ladrillo en Río de Oro y Valledupar y otros municipios, así como casas de bahareque con cubiertas de teja de barro o de cemento como moderador del clima y en Tamalameque se aprecian casas en bahareque con cubiertas de zinc. Arquitectura Colonial La ocupación del territorio por los europeos, los criollos y mestizos, que se inicia en la Conquista, se continúa en la Colonia y se prolonga en los albores de la República, se marca por construcciones implantadas de acuerdo al modelo urbanístico peninsular usado en el poblamiento del territorio arrebatado a los moros. En consecuencia la estructura urbana de los municipios del Cesar copia el damero o distribución de manzanas en forma ortogonal, siempre que fuere posible.

Por otra parte la jerarquización de asentamientos en ciudades, villas y sitios de libres, conlleva una caracterización de la arquitectura correspondiente a este ordenamiento. La arquitectura doméstica repite los modelos usados en Santa Marta, Cartagena y Mompox, en el caso de las casas de la principalía de Valledupar, Río de Oro y González, pero se aparta en las residencias de menor categoría, creando una versión de menores calidades espaciales y constructivas. Soluciones sencillas, pero con el gran mérito de su particularidad, que hace de ellas modelos originales y espontáneos. Es notoria sin embargo la adaptación local de algunos elementos constructivos como la adopción de un remate lateral en forma de tejaroz para proteger las culatas en Valledupar, la construcción de una forma particular de estantillos de ladrillo en que se apoyan los pies derechos que sostienen las galerías y en Valledupar, González y Río de Oro, la construcción de cubiertas de teja de barro (española) sobre una base de caña brava, llamada chusque en el Norte de Santander, las cubiertas semiplanas en ladrillo militar sobre estructuras de madera aserrada en Valledupar y algunos modelos característicos de pisos, que combinan texturas hechas en canto rodado y tabletas cerámicas. Otro elemento particular es el tamaño de las ventanas en Río de Oro, que podríamos llamar diminutas, de las cuales no se presenta explicación distinta de una adaptación cultural.

Existe la misma jerarquización para la arquitectura religiosa, donde la Catedral de Valledupar originalmente alcanza calidades similares a las iglesias de Santa Marta, pero los templos doctrineros que dieron origen a los templos de los corregimientos y municipios dan fe de su carácter secundario, sin que por ello sean disminuidos en su valoración. Arquitectura Republicana Concluida la guerra que selló la independencia de la Nueva Granada, a comienzos del siglo XIX, el país se dispone a romper con los vínculos tradicionales de cuatro siglos, que hasta el momento habían soldado el destino de la América española a la metrópoli y emprende su camino a la emancipación desechando los patrones culturales que impuso España, hasta ese momento indiscutibles.

Desde finales de la Colonia se presenció la llegada del movimiento neoclásico, pero el desarrollo de la arquitec125


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tura requiere estabilidad y prosperidad para promover nuevas construcciones, factores ausentes en nuestros primeros lustros de vida independiente, porque la guerra se prolonga hacia el Sur y las confrontaciones civiles suman la pobreza de la guerra patria y el caos político que se vivió hasta mediados del siglo.

calidades inventariadas se asimila a la arquitectura popular aportando elementos formales y tratamiento de fachadas, integrándose a edificaciones ya construidas en el proceso de modernización, o adornando las nuevas construcciones.

A mediados del siglo XIX se logra una precaria y temporal estabilidad política, que permite el desarrollo de la arquitectura Republicana, que comienza por el neoclásico que conservan los grandes edificios institucionales, pero que se acriolla y adquiere influencias historicistas de varias épocas y estilos en un proceso ecléctico, en las construcciones privadas y en las aplicaciones provinciales, de la cual la escuela de Bellas Artes de Valledupar y el Colegio Nacional Loperena serían buenas muestras, en su versión tardía. Su mayor expresión se logra por iniciativa del sector privado, principalmente entre 1880 y 1930, con aplicaciones extemporáneas y tardías en todas las ciudades de la región.

Arquitectura de la colonización El Departamento conservó hasta hace muy poco tiempo su carácter de frontera. Los límites de las tierras cultivadas con respecto a al ámbito selvático, el límite de las tierras de “cristianos” en relación de los dominios de los chimilas, de los motilones y de los yukpas, que marcaron áreas de conflicto y de colonización en los siglos XIX y XX, se reflejan en una arquitectura asimilable, por su sistema constructivo, (paramentos en tabla vertical, cubiertas de zinc y pisos de cemento) a las avanzadas del país mestizo sobre la selva y los territorios indígenas del Putumayo o el Vaupés.

La arquitectura Republicana se inicia durante el gobierno del general Tomas Cipriano de Mosquera, con la contratación del arquitecto Thomas Reed, para diseñar el Capitolio Nacional, de acuerdo al proyecto presentado 1847; dentro del estilo neoclásico, rigurosamente académico, en los enunciados del movimiento iniciado por las ideas de Joaquín Winckelmann reflejadas en el tratado de Francesco Milizia, en las obras de Langhans y Schinkel en Alemania, de James Stuard en Inglaterra y de Gabriel y De Wailly en Francia.

“En todas sus aplicaciones la constante es la decoración o el tratamiento de fachadas, asimilados al “estilo” u orden que hace homogénea la producción republicana, en ocasiones sin movimiento volumétrico, casi al nivel de textura, asumiendo la superficie del edificio como un plano” (Fernández, 2009).

Como característica de su lenguaje formal se implementa la división vertical de las fachadas por pilastras y columnas exentas, con bandas horizontales, consistentes en zócalos, cenefas y cornisas, complementadas con elementos de ornamentación marcados por relieve, la textura o el color, como rosetones, cartelas, coronas, guirnaldas que adornan los espacios que determinan los planos de composición, mientras los vanos se rodean con jambas y molduras. El acento en los accesos se logra usando frontones triangulares o de “vuelta redonda” (Pevsner, Fleming, y Honour, 1980) y los remates horizontales con balaustradas o pináculos delimitados con cráteras, ánforas u orbes (Fernández, 2009). Esta arquitectura se aplicó a la vivienda en Valledupar, a diferencia de otras ciudades de la Costa, en lotes aislados dentro de la trama colonial. El modelo de casa aislada por cámaras de aire construida en el centro del lote no se aviene con esta implantación y el antejardín que obedecía expresamente a la urbanización de la ciudad jardín no se utilizó en el Cesar. Este tipo de planteamiento urbanístico tuvo cabida en la arquitectura de transición hacia el estilo Art Deco que se imponía en los Estados Unidos y que se utilizó posteriormente en barrios modernos.

Concluyendo esta arquitectura, cuya motivación fue separarse de la etapa colonial y por ende de la influencia española, entrando en la modernidad por reproducción más o menos libre de los modelos europeos, se va acriollando en cada localidad, revistiendo la imagen de la Colonia o creando nuevos edificios para nuevos usos como los bancos y las sedes institucionales. En la arquitectura doméstica del Departamento se acerca a los modelos académicos en las residencias de alto costo y representatividad; separándose con originalidad en las casas de menor importancia, asimilándose a una arquitectura popular o aportando elementos a los modelos vernáculos. Esta manifestación se da prácticamente en todos los municipios del Cesar, especialmente en Valledupar.

Arquitectura Art Deco Este estilo de transición entre la arquitectura republicana y la moderna, se inicia a comienzos del siglo XX, es un nuevo formalismo no inspirado en modelos históricos, que en la costa del Caribe aparece después de los años 20, con presencia muy notoria en Barranquilla, Cartagena y Santa Marta, que empiezan a influir en la edilicia caribeña, exportando sus modelos a las ciudades de la región. En el Cesar no podemos señalar algún edificio concebido integralmente en este estilo, pero en todas las lo126

El movimiento Moderno En todo el Departamento se implementaron, a partir de los años 50 edificaciones modernas con diverso valor estético, principalmente en Valledupar. El inventario se llevó sobre todo a construcciones adicionadas a edificaciones coloniales o a edificios implantados en el Centro Histórico, que no permiten definir la Arquitectura Moderna en el Cesar.

Su presencia en El Paso, en Codazzi, La Gloria y en Chimichagua se muestra con fuerza en el arraigo popular y se asimila a la arquitectura característica de los puertos del río Magdalena.

RECOMENDACIONES DE PROTECCIÓN Y CONSERVACIÓN Realizado el Inventario y Registro de los Bienes Inmuebles Habitacionales del departamento del Cesar, y con referencia a las anotaciones anteriores, se recomienda realizar las siguientes declaratorias, a nivel departamental y local (municipal), de los inmuebles que por sus valores estéticos, históricos y/o simbólicos sobresalieron en el mencionado inventario. N° 1 2 3 4 5 6

Tabla 1. Listado de viviendas susceptibles de ser declaradas como bienes de interés cultural Nivel de Protección Fundamentación Propietario Bien Municipio Valor Simbólico Conservación Miguel y Reinaldo Casa de los Mora Astrea Tipológica Mora Valderrama Carrera 8 # 3-02 Conservación Contextual Valor Histórico Conservación Casa Ivio Rapalino Ivio Antonio Valor Simbólico Tipológica Rapalino Rangel Carrera 2 # 7- 33 Conservación Contextual Valor Histórico Conservación Nafer Durán Díaz Casa Alejandro Valor Simbólico Tipológica Durán Conservación Calle 2 # 2-22 Contextual Valor Simbólico Conservación Nafer Durán Díaz Casa Nafer Durán Tipológica Carrera 2 # 3-95 El Paso Conservación Contextual Valor Simbólico Conservación Casa Doris Martínez †Doris María Martínez Manjarrés Tipológica Carrera 2 # 3-19 Conservación Contextual Valor Simbólico Conservación José Luis Nieves Casa Tobías El Copey Tipológica Pumarejo Conservación Calle 8 # 17-07 Contextual

Ámbito Municipal Municipal D/ptal. Municipal Municipal Municipal

127


María Trillos Amaya | Universidad del Atlántico Armando Mestre Finca La Campiña Salida a Nuevo Colón Bahamón o Cuesta Plata

7 8 9

Pueblo Bello Hacienda La Carolina Crispín Villazón de Armas Manaure

10 11

La Paz

San Diego

14 15

La Jagua de Ibirico

16 17 18

128

Casa de la mamá de Jorge Oñate Carrera 5 # 6-53 Casa Juan Carlos Olivella

Jorge Luis Oñate Juan Carlos Olivella

Casa Leandro Díaz Elena Clementina Ramos Ustáriz Carrera 6 # 5-86

12 13

Casa de José Castro †Josefina Castro de Castro Carrera 6 # 2-30

Codazzi

Casa Alfonso Rosado †Alfonso Rosado Carrera 8 # 1-22 Casa Campos Díaz Calle 7 # 4- 82

Silvia Díaz Campo

Casa Ester Restrepo Calle 5 # 7- 48

Esther Restrepo

Casa Miguel de la Hoz Calle 18 # 13-160

Miguel de la Hoz Payares

Casa de la Cultura Calle 18 # 15-04

Alcaldía Municipal Codazzi

Casa Miguel Chinchía Miguel Antonio Chinchía Calle 12 # 14-55

Bienes Patrimoniales del Departamento del Cesar | Conservación de la Memoria y Salvaguarda de la Diversidad Cultural Conservación Tipológica Conservación Contextual Conservación Especial Conservación Integral Conservación Tipológica Conservación Contextual Conservación Tipológica Conservación Contextual Conservación Tipológica Conservación Contextual Conservación Tipológica Conservación Contextual Conservación Tipológica Conservación Contextual Conservación Tipológica Conservación Contextual Conservación Tipológica Conservación Contextual Conservación Tipológica Conservación Contextual Conservación Tipológica Conservación Contextual Conservación Tipológica Conservación Contextual

Valor Histórico Valor Histórico Valor Simbólico Valor Arquitectónico

Municipal D/ptal.

19

Aguachica

20 21

Chiriguaná

Casa Navarro Ramos Margoth Navarro Carrera 11 # 5-66 Ramos Casa Pérez Infante Calle 8 # 1-157

Ana Leonor Pérez

Casa Rosada Calle 7 Carrera 2 Frente al Parque Simón Bolívar Casa Alfaro Rangel Calle 5 # 12-105

Jorge Paba Orta

Casa Defensa Civil Calle 5 # 13-05

Defensa Civil

Casa de las Ferez Calle 7 # 8-29

Flor María Ferez Bujaidar

Casa Páez Alcocer Calle 7 # 6-44

Henry de Jesús Páez Alcocer

Valor Simbólico

Municipal

Valor Simbólico

Municipal

22

Valor Simbólico Municipal Valor Arquitectónico

23

Valor Simbólico

Municipal

24

Valor Histórico Valor Simbólico

Municipal

25

Valor Simbólico Municipal Valor Arquitectónico

26

Casa Cabrales Carrera 2 # 9-36

Rebeca Cabrales Patiño

Valor Histórico Valor Simbólico

Municipal

27

Casa García Amaya Calle 2 # 5-06

Elfido García Amaya

Valor Simbólico Municipal Valor Arquitectónico

28

Clara Gerardino Sánchez

Valor Simbólico

Municipal

29

Casa Gerardino Sánchez Calle 2 # 10-20

Valor Simbólico Municipal Valor Arquitectónico

30

Casa Campo Cárdenas Calle 4 # 4-33

José David Campo Cárdenas

Curumaní

Gamarra

González

Teresita Méndez

Casa Mendoza Picón †Carmelo Mendoza Picón La Gloria

Conservación Tipológica Conservación Contextual Conservación Tipológica Conservación Contextual Conservación Tipológica Conservación Contextual Conservación Tipológica Conservación Contextual Conservación Tipológica Conservación Contextual Conservación Tipológica Conservación Contextual Conservación Tipológica Conservación Contextual Conservación Especial Conservación Integral Conservación Especial Conservación Integral Conservación Especial Conservación Integral Conservación Tipológica Conservación Contextual Conservación Tipológica Conservación Contextual

Valor Histórico Valor Simbólico

Municipal

Valor Simbólico Municipal Valor Arquitectónico Valor Histórico Valor Simbólico

Municipal

Valor Histórico Valor Simbólico

Municipal

Valor Simbólico

Municipal

Valor Simbólico Municipal Valor Arquitectónico Valor Histórico Valor Simbólico

Municipal

Valor Arquitectónico Municipal Valor Histórico Valor Simbólico Valor Arquitectónico Municipal Valor Histórico Valor Simbólico Valor Arquitectónico Municipal Valor Histórico Valor Simbólico Valor Arquitectónico Municipal Valor Simbólico Valor Arquitectónico Municipal Valor Simbólico

129


María Trillos Amaya | Universidad del Atlántico 31 32 33 34 35 36 37 38 39 40

Casa Cural Calle 2 # 3-109

Diócesis de Ocaña

Conservación Tipológica Conservación Contextual Pailitas Alix María Ovallos Casa Ovallos Conservación Calle 4 # 6-19 Tipológica Conservación Contextual Pelaya Casa de La Emisora Dagoberto Castellón Conservación Durán Calle 10 # 9-24 Tipológica Conservación Contextual Casa Insignia de Río Amparo Yepes Conservación Quintero de Oro Especial Conservación Integral Marlene Sánchez Casa Sánchez Conservación Río de Oro Carrera 3 # 3-29 Vegas Tipológica Conservación Contextual Tulio Grimaldo Antigua Casa de Conservación Sánchez La Prefectura Tipológica Parque Principal Conservación Calle 2 # 2-56 Contextual Hilario Durán Local Cafetería y Conservación Fuente de Soda Tipológica La Esquina Conservación Contextual San Martín Castillo de Drácula Víctor Julio Ramírez Conservación Calle 14 # 5-72 Tipológica Conservación Contextual Casa del Primer Teresa Caicedo Conservación Alcalde Montoya Tipológica Tamalameque Calle 4 # 2-29 Conservación Contextual Casa Sánchez Abimael Sánchez Conservación Villalobos Villalobos Tipológica Calle 5 # 3-09 Conservación Contextual

Bienes Patrimoniales del Departamento del Cesar | Conservación de la Memoria y Salvaguarda de la Diversidad Cultural Valor Arquitectónico Municipal Valor Simbólico Valor Simbólico

Municipal

Valor Simbólico

Municipal

Valor Arquitectónico Valor Histórico Valor Simbólico

D/ptal.

Valor Arquitectónico Municipal Valor Histórico Valor Simbólico Valor Simbólico

Municipal

Valor Histórico Valor Simbólico

Municipal

Valor Simbólico

Municipal

Valor Histórico Valor Simbólico

Municipal

Valor Histórico Valor Simbólico

Municipal

Por otra parte, la cultura del río Magdalena que trae la interacción cultural de todos los departamentos que recorre, se reflejan en los puertos del Cesar (Gamarra, La Gloria, Tamalameque y otros) así como en su zona de influencia denotando la presencia del movimiento portuario y las costumbres comunes a los puertos del río. La arquitectura autóctona se manifiesta íntegramente en algunos poblados de la Sierra Nevada, pero en las zonas de influencia chimila, pocabuy y yupka aparece una amalgama de las construcciones precolombinas con el aporte español y republicano, que se refleja en todo el Departamento ya que no pudiera señalarse ningún municipio donde no sea notorio este influjo. La arquitectura colonial muy conservada en el sector central de Valledupar y en los pueblos de influencia santandereana como González y Río de Oro, también se prolonga en el tiempo prácticamente hasta hoy en todos los municipios, mezclándose con modelos republicanos e inclusive con arquitectura moderna, produciendo una expresión ecléctica y extemporánea, pero fácilmente identificable.

El período Republicano se manifiesta integro en algunas edificaciones como la Escuela de Bellas Artes de Valledupar y el Colegio Nacional Loperena pero su influencia generalizada en toda la arquitectura es prácticamente imposible de aislar, de tal manera que influye hasta el día de hoy en la mayor parte de las edificaciones de los centros históricos pero modificada, mezclada y transformada según las necesidades, el gusto y las limitaciones técnicas de los constructores hasta la saciedad.

No es muy notorio el movimiento Art Deco pero su influencia se refleja en gran parte de las edificaciones tanto en Valledupar, como en los municipios establecidos a partir del siglo XlX pero en la mayor parte de los asentamientos urbanos, sobre todo en la periferia de las zonas centrales se produce y prolifera la arquitectura vernácula. Esta modalidad de construcción sin arquitecto y sin estilo obedece únicamente a la necesidad de la población y caracteriza a los municipios de vida reciente como El Copey, Codazzi, Aguachica y San Alberto.

Ante este universo nuevo y lleno de eclecticismo pero coherente en su concepción y en sus aplicaciones es necesario conservar todas las expresiones sin demeritar ninguna de ellas y sin buscar unidad estilística en ningún caso.

CONCLUSIONES La arquitectura del departamento del Cesar corresponde exactamente a la de la Región del Caribe colombiano, con gran afinidad con la edilicia del departamento del Magdalena al que perteneció originalmente. Las clasificaciones de cronología y repertorio formal y estilístico están en consonancia con la arquitectura de la Región, pero las influencias de los departamentos limítrofes de La Guajira, el Norte de Santander y Santander son fácilmente identificables en las zonas de influencia. 130

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María Trillos Amaya | Universidad del Atlántico

BIBLIOGRAFÍA Borrego Pla, M. C. (1973). Palenque de negros en Cartagena a mediados del siglo XVII. Sevilla, España: Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Del Castillo Mathieu, N. (1997). La Llave de Indias. Bogotá, Colombia: Planeta. Fernández Amarís, J. M. (2009). Inventario y registro del Patrimonio Cultural del departamento del Atlántico: documento conceptual (Informe de investigación componente Patrimonio Inmueble). Manuscrito sin publicar. Barranquilla, Colombia. Marchena Fernández, J. (1992). Ejército y milicias en el mundo colonial americano. Madrid, España: MAPFRE. Múnera Cavadía, A. (1998). El fracaso de la Nación. Bogotá, Colombia: Banco de la República/El Áncora. Pevsner, N., Fleming, J. y Honour, H. (1980). Diccionario de la Arquitectura. Madrid, España: Alianza. Zambrano, F. y Bernard, O. (1993). Ciudad y territorio. El proceso de poblamiento en Colombia. Academia de Historia de Bogotá – Instituto de Estudios Andinos. Bogotá, Colombia: Tercer Mundo.

ARQUITECTURA RELIGIOSA DEL CESAR: TEMPLOS REPRESENTATIVOS YASMEI DI S CONSTA NTE LÁ Z A RO COTES J OHNNY MEC A Á LVA RO MA RTES ORTEGA

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PATRIMONIO INMUEBLE DE USO RELIGIOSO Las construcciones coloniales más representativas de la urbanidad fueron las que albergaban la vida espiritual de los pobladores de la Nueva Granada. Esto fue un reflejo directo de una estructuración sociopolítica en la cual la religión desempeñaba un papel preponderante como dimensión espiritual única.

La arquitectura religiosa colonial neogranadina se caracterizó por su estilo modesto pero elegante, donde sobresalen solo algunas obras monumentales. Las edificaciones religiosas coloniales en Colombia, incluyen catedrales, santuarios, capillas doctrineras o pertenecientes a “mercedes” o resguardos indígenas.

En el departamento del Cesar existen varias joyas coloniales de la arquitectura religiosa entre las que se destacan: la Capilla de San Antonio de Badillo, la Capilla del Santo Cristo de Valencia de Jesús, la Iglesia de Nuestra Señora del Rosario de Chiquinquirá de Río de Oro y, las Ermitas de San Isidro de Saloa y la de Santa Ana de Los Tupes.

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María Trillos Amaya | Universidad del Atlántico Ficha 1. Ermita de San Isidro (Corregimiento de Saloa, Chimichagua)

Templo religioso ubicado en la Plaza Central del Corregimiento de Saloa (Chimichagua). Según los habitantes de la zona está construido en bloques de adobe que constituyen unos muros de 56 cm de espesor. Sus puertas están hechas de madera de roble. Cuenta con tres naves: una central y dos laterales menores, tiene altura de 8,2 mts, una longitud de 26,15 mts y un ancho de 11,40 mts, su cubierta es a dos aguas en lámina de asbesto cemento con estructura en madera. Sus pisos son en mosaico de cemento, remodelados en el altar y la sacristía. La edificación se encuentra en buen estado de conservación. No se tiene un dato exacto respecto a la fecha de construcción, aunque se cree que data de la época de la Colonia y pudo haber sido construida por los españoles hace aproximadamente doscientos cincuenta años.

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Bienes Patrimoniales del Departamento del Cesar | Conservación de la Memoria y Salvaguarda de la Diversidad Cultural Ficha 2. Ermita de Santa Ana (Corregimiento de Los Tupes, San Diego)

La ermita posee una planta basilical de 25 metros por 10 metros aproximadamente. Consta de un solo cuerpo y una sola nave. La fachada frontal y de acceso principal está construida en tapia pisada pañetada con cal y arena, conformada por dos cuerpos y tres calles. En el primer cuerpo, encontramos el acceso principal a la ermita, el cual está enmarcado por una portada cuya terminación es en arco de medio punto y una amplia puerta de dos hojas de madera. Se aprecia un vértice en lo más alto del volumen en cuyo pináculo reposa una imagen bastante deteriorada de Santa Ana, fabricada en cemento. No se sabe con exactitud la fecha de construcción de la ermita, pero en un texto de José Nicolás de la Rosa de 1739 ya se menciona la existencia de la misma. Dicha fecha vendría a ser pues, la más antigua en que se le registra. Una hipótesis reciente supone la fecha de edificación de la ermita a finales del siglo XVII, aproximadamente entre 1675 y 1698. Se sabe que la pacificación definitiva de los tupes ocurrió en 1609 comandada por el capitán español Cristóbal de Almonacid. Una vez concluida se puso en marcha un ambicioso proceso de evangelización cuyo fracaso se hizo manifiesto alrededor de 1622, cuando comienza la depopulación de la encomienda de tupes.

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María Trillos Amaya | Universidad del Atlántico Ficha 3. Capilla de San Antonio (Corregimiento de Badillo, Valledupar)

La Iglesia de San Antonio de Badillo, corresponde a la tipología arquitectónica de las iglesias matrices del Valle de Upar, fundada a principios del siglo XVIII. Son edificaciones de planta rectangular que constan de tres naves separadas entre sí por pilares de madera con estructura de cubierta de par y nudillo y disposición de la misma a dos aguas. La iglesia tiene una planta basilical de 30 metros de longitud por 16 metros de ancho aproximadamente; al costado norte, existe una torre de 5.50 x 5.0 metros. La fachada frontal está construida en tapia pisada pañetada con cal y arena. Según fuentes locales, en el año de 1975, cuando se inició la restauración del templo, se encontró en uno de los maderos de la cubierta un letrero que rezaba: “De Isaías Sarcomba y la comunidad, 15”, sin que se pueda precisar la fecha. Es probable que haya existido una interpretación errónea de los números, dado que es fácil confundir el 5 y el 7 en caligrafía de la Colonia, se puede presumir que el templo se habría edificado en el siglo XVIII. Este supuesto se basa también en la tradición local y en otro texto que rezaba: “mandado a construir por Liberato Padilla”, tío del almirante José Prudencio Padilla. Además en una de las campanas, cuyos letreros están en mal estado, se aprecia con claridad la fecha de 1775.

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Bienes Patrimoniales del Departamento del Cesar | Conservación de la Memoria y Salvaguarda de la Diversidad Cultural Ficha 4. Capilla del Santo Cristo (Corregimiento de Valencia de Jesús, Valledupar)

La capilla tiene una planta basilical de 31.90 metros de longitud por 14 metros de ancho aproximadamente, consta de tres naves, cada una de estas separadas entre sí, por pilares o pies derechos en madera de 0.25x0.25 mts, unidos por vigas soleras, las cuales soportan los tirantes pareados. El presbiterio y las capillas colaterales están separadas de las naves por el arco toral y arcos formeros en mampostería. La iglesia tiene cuatro accesos: uno sobre la fachada frontal, dos laterales y una trasera generalmente restringida a la Hermandad de Jesús Nazareno y a los oficiantes religiosos, la sacristía y asuntos de servicios de la iglesia. El corregimiento de Valencia fue uno de los centros de religiosidad de la Comunidad de los Dominicos. Esta capilla fue construida a principios del siglo XVIII por los padres Dominicos quienes habían levantado también la vieja Iglesia de Nuestra Señora del Rosario en el actual sitio de la Catedral de Valledupar.

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María Trillos Amaya | Universidad del Atlántico Ficha 5. Iglesia Nuestra Señora del Rosario de Chiquinquirá (Río de Oro, Cesar)

La Iglesia tiene un estilo románico, en el que contrastan algunos elementos góticos y de arte barroco en los retablos. Tiene una planta rectangular dispuesta en tres naves, una central que tiene una longitud de 34.87 m por 8.55 m de ancho; las naves laterales tienen respectivamente, una longitud de 34.87 m por 3.53m de ancho. El Camarín de la Virgen está localizado en la parte posterior al Altar Mayor. La Iglesia tiene una cubierta en teja española y está dispuesta sobre la nave central a dos aguas, la cual descansa sobre un muro base en el cual se observan óculos a lo largo de la misma permitiendo el paso de la luz y ventilación; sobre las dos naves laterales, la cubierta está dispuesta a un solo agua respectivamente; la cubierta del Camarín es una cúpula cuya altura desde el piso es de 7 metros. Esta Iglesia comenzó a construirse en 1658 cuando los Agustinos llegaron a este sitio a establecerse en su convento y erigieron una capilla en la cual se expuso la imagen de la Virgen de Chiquinquirá. Inicialmente fue una pequeña capilla construida con paredes en bahareque y techo de paja que hacía las veces de oratorio, y en el cual, la sagrada Imagen de la Virgen tenía un espacio, conocido como Camarín de la Virgen. En 1704, se construyó un espacio adecuado para la veneración de la imagen de la Virgen dentro de la Iglesia que para ese entonces ya constaba de una nave central y más amplia.

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PATRIMONIO INMATERIAL


RECONOCIMIENTOS Y DESAFÍOS ALREDEDOR DE LA ORALIDAD, LAS FESTIVIDADES, LAS ARTESANÍAS Y LA COCINA TRADICIONAL J OHNNY M EC A OSPI NA*

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Reconocimiento del autor: En la recolección de datos y registro de las manifestaciones de los municipios del sur del Departamento se contó con el apoyo del antropólogo Nilson Pinto. Algunos textos correspondientes a la descripción de las manifestaciones de dicha zona fueron extraídos de su informe de campo.


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INTRODUCCIÓN La investigación social se construye sobre la confianza, se reafirma en elecciones teóricas adecuadas y se justifica solo en la medida en que conduzca a disquisiciones sensatas sobre los datos recopilados y, por ende a una interpretación justa de un determinado fragmento de nuestra propia realidad. Con este objetivo se emprendió la labor investigativa en el marco del Proyecto de Inventario y Registro del Patrimonio Cultural del departamento del Cesar a través del proceso de recolección de datos y sensibilización de la población en torno al tema del patrimonio cultural, se observaron aspectos de su vida cotidiana y, se pudo hacer una interpretación importante de las representaciones simbólicas que dominan su realidad social. Como resultado de este trabajo se identificaron claramente los riesgos a los cuales están expuestas las manifestaciones del patrimonio cultural inmaterial y se formularon recomendaciones para la salvaguardia de los mismos. El ejercicio realizado en cada uno de los municipios del Cesar visitados se sostuvo sobre la base del diálogo y la búsqueda de datos relevantes para la comunidad, pero ante todo, fue flexible, abierto, público: participativo y discutido. Siempre la primera tarea fue allanar el camino para recuperar la confianza de la comunidad en este tipo de proyectos institucionales.En cada municipio el registro buscó cartografiar el universo de cada comunidad, tan variado y tan desconocido a la vez. Recuperar la confianza de un pueblo en sus propias manifestaciones, comprometer a las autoridades con un proceso, convencerlos y demostrarles que éste tipo de proyectos deben ser solo una especie de radiografía a partir de la cual reconocemos carencias, encontramos potencialidades y establecemos puntos de partida en el camino de la patrimonialización, la construcción de identidad, el reconocimiento de la diversidad cultural de nuestros pueblos y la importancia de la alteridad.

PATRIMONIO E IDENTIDAD La relación territorio→memoria→patrimonio→identidad, según la cual los colectivos sociales establecenlos cimientos de su identificación colectiva, esla suma de memorias individuales entretejidas en un marco social de códigos comunes. Esta relación está ligada a un sentido de permanencia y pertenencia a lo largo del tiempo y del espacio. Por eso se puede afirmar que la memoria establece los marcos sociales de la identidad.

Pero la selección de los elementos que serán los referentes de la memoria y por lo tanto de la identidad, puede estar determinada por las estructuras dominantes que el mismo Estado legitima de manera inconsciente o interesada. Los procesos de patrimonialización siempre han sido muy discutidos, por ello para garantizar que los referentes encontrados puedan considerarse como el patrimonio cultural de una comunidad, se debe buscar que la mayor parte de la comunidad tenga acceso total a la información y al uso simbólico de lo que considere su patrimonio. De esta forma, mejorará su percepción y se hará más probable su apropiación colectiva (García Canclini, 1999). Como ya se ha mencionado, patrimonio e identidad son conceptos siempre interrelacionados, complementarios e inseparables a la hora de tratar de explicarlos. En el discurso del patrimonio cultural la forma más directa de abarcar el tema de la identidad es a través de la memoria, la construcción de memorias colectivas, es por ello que apelar a la memoria de una colectividad es el mejor camino para conocer su interpretación de la realidad en que se halla inmersa. Cuando se cuestionan los referentes geográficos, históricos, económicos o políticos de una comunidad y se cruzan estas referencias, podemos acercarnos a una versión menos idealizada de su contexto y por lo tanto de su realidad. Por ejemplo, se podría iniciar el análisis del patrimonio cultural inmaterial del Cesar desde una mirada a los procesos de poblamiento de las zonas aledañas al río Magdalena y los valles del Ariguaní y del Cesar, los cuales marcaron patrones diferentes a los del sur del Departamento y la zona enmarcada en la Cordillera Oriental o frente a las zonas lacustres del complejo cenagoso de Zapatosa. Dependiendo de los objetivos que se persigan pueden ser varias las formas de subdividir el Departamento. En este sentido, gracias a las interpretaciones de las dinámicas sociales y económicas recientes se puede establecer de algún modo nuevas demarcaciones culturales que refuerzan las geográficas, pero que también plantean nuevas formas de abordar la organización territorial de la región y nos ofrecen una explicación sobre las realidades construidas en cada territorio. 145


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Y aunque no habrá una descripción extensa sobre este aspecto de la geografía humana en este trabajo, gracias a los datos recopilados en campo, se puede afirmar que, además de las grandes regiones ecoculturales referenciadas a menudo por varios autores, los principales trazados viales de la región se han constituido en delimitadores artificiales que han venido a moldear dinámicas económicas que luego se ven representadas en su cotidianidad y, por lo tanto, en las manifestaciones culturales del departamento del Cesar. Bajo esta referencia podemos identificar claramente los municipios de El Copey, Bosconia, Valledupar, La Paz y San Diego en el norte del departamento y Pelaya, Curumaní, Pailitas y Aguachica al centro y sur del mismo. En cada uno de ellos encontramos expresiones del patrimonio cultural inmaterial que encuentran su justificación en las dinámicas sociales moldeadas por el desarrollo de los corredores viales. Solo para citar algunos ejemplos: las almojábanas de La Paz, los chicharrones de Bosconia y la celebración en honor a la Virgen del Carmen en Pailitas.

Por otro lado, podemos encontrar otra categoría de análisis en la presencia de nuevos pobladores provenientes de otras regiones del país y sus asentamientos en varias zonas del Departamento. Esta dinámica migratoria ha posibilitado que tradiciones culturales y religiosas características de sus zonas de origen, ahora hagan parte de muchas de las manifestaciones asociadas a municipios como Manaure (Balcón del Cesar), el casco urbano de Pueblo Bello, Río de Oro, San Martín y San Alberto. Estos ejemplos son solo para ilustrar el tipo de análisis generalizado que se pretende en este texto, al mismo tiempo que hay que reconocer que esta pretensión puede ser insuficiente para un espacio unidireccional como este y debería siempre estar acompañado del diálogo abierto y la discusión académica presencial la cual es necesaria en las aulas de las instituciones educativas del departamento y la región. MANIFESTACIONES DEL PATRIMONIO CULTURAL INMATERIAL DEL DEPARTAMENTO DEL CESAR: TRADICIÓN Y ADAPTACIÓN Si se entiende lo local, mejor dicho, los enfrentamientos de comunidades locales con las fuerzas de la globalización, no como una lucha entre lo local y lo global sino como una negociación por el manejo de relaciones, se podrá de alguna manera contribuir al diálogo entre lo tradicional y lo modernizante, abrir espacios de entendimiento y, lo más importante, diálogos generacionales bien argumentados en beneficio de la diversidad cultural y el respeto por las alteridades. Para lograr este cometido es imprescindible establecer un diálogo constante entre la comunidad y la academia, dinamizar los discursos sobre el patrimonio cultural es la primera tarea. Desacralizar el patrimonio y presentarlo como la expresión más simple de nuestra cotidianidad, nuestra esencia, lo que nos ha legado una tradición centenaria, pero también lo que hemos adaptado a circunstancias específicas y apropiado para convertirlo en referente identitario. El patrimonio es nuestro espejo en la medida en que nos miramos en él esperando siempre la misma imagen que reafirme nuestra identidad, pero al mismo tiempo para reconocer el cambio que vamos experimentando en nuestro trasegar. Manifestaciones surgidas de iniciativas recientes como la Danza de la Chicharronera en Bosconia; la Danza del Maíz en Astrea; las artesanías en carbón de La Jagua, ya han sido aceptadas como factores de impulso identitario. Ahí es donde un inventario se vuelve realmente relevante para la comunidad y para los investigadores; cuando su registro no se limita al carácter prístino del patrimonio y se apoya en las dinámicas actuales para sensibilizar a la comunidad en general sobre la importancia de contextualizar sus manifestaciones en las realidades actuales.

Desde esa perspectiva, realizar el inventario del patrimonio cultural de una zona no parece tarea fácil, aunque algunos podrían también plantear que un inventario lo puede hacer cualquiera. Dos preguntas elementales saltan siempre a la vista: ¿Qué se incluye y por qué? La forma más común de resolver ese asunto es registrando absolutamente todo cuanto las comunidades consultadas consideren digno de figurar como patrimonio de la cultura colombiana. La discusión sobre el rol de los inventarios es, ha sido y seguirá siendo tema de gran debate en las reuniones de cualquier equipo que se proponga esta labor. A pesar de todo, ya es considerado como un paso previo a toda gestión, un paso que consiste en saber qué es lo que hay para luego saber qué hacer (Kurin, 2004). FESTIVIDADES La fiesta es una reunión conmemorativa de carácter colectivo, en la cual se expresa alegría, ceremonia ritual, 146

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goce popular. En últimas, un conjunto de actos divertidos organizados para lograr regocijo colectivo con motivo de una conmemoración reconocida legítimamente por la comunidad. Responde a una necesidad de expresar alegría frente a otras necesidades apremiantes. Suele ser asociada a fenómenos religiosos (Sánchez, 2003). Fiestas religiosas Las festividades y conmemoraciones religiosas son expresiones de un rito determinado alrededor de una figura sagrada o un evento extraordinario, las cuales se celebran a través de danza, baile, canto, comida y licor.

Las fiestas que se realizan en honor a los Santos Patronos, la Semana Santa, el Corpus Christi y la Virgen en sus diferentes expresiones, entre otras, señalan la importancia de la vida religiosa entre los españoles que llegaron a estas tierras liderando los procesos de cristianización. Sin otra alternativa, los pueblos se fueron acostumbrando a la celebración de ellas y de esta forma adquirieron un verdadero sentido popular marcado por el sincretismo. De cualquier manera, cada comunidad vive su fiesta de acuerdo con sus antecedentes históricos, determinados muchas veces por el marco geográfico y las dinámicas poblacionales como ya hemos mencionado.

En el departamento del Cesar algunas fiestas están destinadas a honrar determinados acontecimientos relacionados con la vida de Cristo: la Semana Santa de Valledupar, Valencia de Jesús, Aguachica y González, el Corpus Christi de Atánquez. Otras conmemoran los acontecimientos relacionados con la Virgen María: la Candelaria de Los Venados, la Concepción o la Dolorosa. Y la mayor parte se dedica a festejar a los Santos Patronos en cada municipio. Las fiestas religiosas son ante todo manifestaciones culturales que transforman el sentido y la decoración de los espacios públicos. Plazas y calles se llenan de bullicio popular que carga simbólicamente sus espacios otorgándoles características que desaparecerán al final de la fiesta. En las fiestas religiosas encontramos una mezcla de tiempos y contextos. Son espacios que integran y propician actualizaciones culturales.

Festejos a los Santos Patronos En todo el Departamento como en la región y el país, se registran fiestas religiosas organizadas y protagonizadas colectivamente en las cuales cada comunidad celebra distintos tipos de conmemoraciones: el día de su santo titular y otros días santos del calendario cristiano. En ellas se combinan elementos de ritos católicos con formas tradicionales de ritual indígena y, de numerosas maneras, concilian los mundos cristiano-español/ indígena/afro. Del lado del cristianismo se extraen las fechas específicas del calendario para las fiestas y el culto cristiano que se celebraen su seno. Del lado indígena los trajes, las danzas y las máscaras, los despliegues públicos y por el lado de los africanos instrumentos y cantos. En términos generales, estas celebraciones se caracterizan por presentar un guión casi que calcado: una ceremonia central, “la ofrenda oficial”, dirigida por la autoridad eclesiástica y alrededor de ella, la fiesta popular manifiesta en juegos de pólvora, bailes, procesiones, romerías en las cuales se mezcla la devoción con la alegría. Su organización es encargada a las coordinaciones de cultura, a grupos de fieles o a la misma parroquia. La dinámica misma de la fiesta institucionalizada ha hecho que la distribución de funciones sea automática y no represente particularidad alguna. Quizá esa institucionalización y formalización de la fiesta, las mismas dinámicas y regulaciones sociales hayan hecho que algunos de los pasos del guión mencionado fueran reemplazados por nuevas formas de celebrar. El ejemplo más significativo es quizá el uso de la pólvora en estas celebraciones, para quienes evocan las celebraciones de antaño, la ausencia de este elemento en la celebración representa un decaimiento de la misma, su espectacularidad y vistosidad. Todo esto aun cuando el desuso de la pólvora esté más que justificado. En ese mismo sentido se evocan los recuerdos de bailes y música asociada con dichas celebraciones que hoy no tienen cabida en esos mismos rituales festivos. Y también hay que reconocer que aún encontramos ceremonias públicas que presentan algunos de los rasgos de las celebraciones antiguas: servicios eclesiásticos, procesiones, comidas y bebidas tradicionales, decoraciones florales y trajes, lo que sigue reforzando nuestra hipótesis de la adaptación del patrimonio cultural. Las fiestas son ocasiones privilegiadas para la circulación y legitimación de ideas, valores, intereses y concepciones. En ese sentido las patronales cumplen una función importante en la construcción de colectividades en la medida en que la comunidad se identifica con la celebración. Por esto, las fiestas pueden ser consideradas como espacios de configuración de la identidad cultural y de actualización periódica de ciertos ritos. 147


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En muchos casos, las fiestas patronales se combinan con otras celebraciones o festividades que pasan a ocupar un lugar representativo en la memoria de las comunidades. El entorno y reconocimiento de la fiesta patronal se aprovecha para consolidar nuevas celebraciones. Por ello observamos que, por ejemplo, la fiesta de San Miguel Arcángel en La Jagua de Ibirico se une a la celebración del Festival Agrícola y Minero; o la de San Martín, en Astrea, sirve de escenario para las llamadas Fiestas folclóricas culturales, corralejas y fandango. La apropiación de ese espacio ganado por la celebración a los patronos en el calendario es aprovechado estratégicamente frente a la falta de espacios y escenarios apoyados para la realización de actividades culturales. Algunas particularidades de la celebración de las fiestas patronales en el Cesar que usan casi siempre el mismo formato, dependen del contexto geográfico, la dinámica económica o algún hecho histórico asociado a dicha celebración. Por ejemplo, en Chimichagua pueblo de pescadores, el santo patrono: San Pedro, es sacado a un recorrido por el complejo cenagoso de la Zapatosa. En otros municipios se integran a reinados populares, cabalgatas, carreras de caballo y encuentros deportivos, entre otros.

En González, las fiestas son en honor a San Juan Crisóstomo. Inician el 18 de enero con la novena y luego de las celebraciones eucarísticas se suman actividades culturales como serenatas. Gamarra realiza una eucaristía campal enplaya El Sordo; lugar donde según la tradición oral dos pescadores encontraron la imagen de la virgen, que posteriormente fue llevada a la iglesia en el año de 1923. Además al igual que en Chimichagua los pescadores integran la celebración a su contexto geográfico y se encargan de pasear la virgen por el río. En Río de Oro, la celebración es en honor a la Virgen del Rosario y se inicia con una peregrinación al Cerro de la Virgen, donde se celebra una eucaristía.

Otro caso destacado es el de San Alberto, donde la comunidad brinda una ofrenda de alimentos y animales, entre ellos ganado, los cuales son subastados y el dinero recogido es utilizado para las diferentes necesidades de la parroquia. Aspectos como el tipo de comida y de música con las cuales se celebraban las fiestas religiosas, según los testimonios recogidos de los mayores, es lo que más ha cambiado. La música era un buen complemento para las festividades religiosas en toda la región. Al parecer la alegría de las fiestas populares, cívicas o religiosas estaba alrededor de los conjuntos o bandas de música ya fuera de viento o música de acordeón típica de la región. Paulatinamente, la cocina tradicional ha sido reemplazada por las comidas rápidas y la música de bandas tradicionales por las tarimas de artistas foráneos y sus sistemas de sonido amplificado. Municipio Aguachica Astrea

Bosconia Chimichagua Chiriguaná Codazzi

Curumaní El Copey El Paso Gamarra González La Jagua de Ibirico

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La Gloria

Tabla 1. Calendario de fiestas patronales Santo Patrono / Festival San Roque San Martín (Fiestas folclóricas culturales y corralejas y fandango) San Juan Bosco Inmaculada Concepción Virgen del Rosario de Chiquinquirá Divina Pastora (Festival vallenato guitarra) Santísima Trinidad San Roque San Marco Evangelista Inmaculada Concepción San Juan Crisóstomo San Miguel Arcángel (Festival agrícola y minero) San José

Fecha 7-17 agosto 8-11 noviembre

28-31 enero 7 diciembre 29 de agosto al 8 de septiembre 13-16 agosto Mayo-junio 12-16 agosto 23-28 abril 7 al 9 de febrero 18 al 26 de enero 29 septiembre 19 de marzo

La Paz

Manaure Pailitas

Pelaya Pueblo Bello Río de Oro San Alberto San Diego

San Martín Tamalameque Valledupar

San Francisco (Festival de voces y canciones) Virgen del Carmen San José Virgen del Carmen Virgen de los Dolores Virgen del Carmen Virgen del Rosario San Isidro Labrador

Perpetuo Socorro (Festival de acordeones versos y canciones) San Martín de Tour San Miguel Arcángel Virgen del Rosario

1-4 octubre

16 julio 19 de marzo 16 de julio 15 de septiembre 16 julio 8 al 10 de septiembre 30 de junio al 3 de julio 18 junio

Fuente: Datos recabados Proyecto de Inventario Bienes Patrimoniales departamento del Cesar

11 de noviembre 29 de septiembre 20-30 abril

Acontecimientos relacionados con la vida de Cristo Cada vez que describimos una celebración religiosa pensamos en la necesidad de hacer una referencia al contexto. Generalmente, la religión ha permanecido como elemento crucial de la cultura popular, lo cual dificulta separar ambas realidades. Desde un punto de vista no teológico, el religioso puede ser concebido como una producción de acciones simbólicas referidas a una realidad que trasciende lo humano, a pesar de que sea elaborada por hombres y mujeres, con la finalidad de explicar lo inexplicable y de dar un sentido a la vida, cuyo contenido se determina según variables espacio-temporales y particularidades étnicas.

Aunque los españoles al momento de la colonización no entendieran las fiestas religiosas de la misma manera como podemos interpretarlas hoy, o que el clero nunca entendió realmente la costumbre subyacente a la organización de las fiestas, existen indicios de que algunas de sus modalidades fueron utilizadas como instrumentos de evangelización en los primeros años de la Colonia.

Además del vínculo con los afectos, el acercamiento a lo maravilloso aviva las creencias y la admiración, y resucita símbolos que intervienen en la vida cotidiana: es decir, se sabe que tienen algo de falsos e ilusorios, pero de todos modos fascinan y alientan, animan y vigorizan la imaginación creando símbolos que transmiten una atmósfera inmaterial como en el caso de la celebración del Santo Ecce Homo. El límite entre lo mágico y lo racional muchas veces no queda definido en la imaginación. Cuando una leyenda y devoción se apoya en testimonios históricos relatos de personas que empeñan su palabra, no es posible erradicar de la mente popular las creencias, costumbres y ritos que fabrican lo patrimonial en la memoria colectiva. El culto a las imágenes está directamente relacionado con el patrimonio artístico y cultural de un pueblo, que necesita ser salvaguardado, máxime cuando también cuenta una historia.

En Valledupar: el Lunes Santo y el amigo negro de los valduparences La relevancia de la celebración de la Semana Santa en Valledupar se encuentra en la manifestación del Lunes Santo durante la conmemoración del Santo Patrono Ecce Homo. Aunque no se puede decir con seguridad desde cuándo se celebra a este patrono, la comunidad se ha encargado de blindar la celebración restándole importancia a la antigüedad de la tradición, de esta forma legitiman la conmemoración por su grado de representación. La romería en la Plaza Alfonso López es tal que una vez que la imagen es sacada del templo de Nuestra Señora de la Concepción, queda en manos de la comunidad en general. De esta manera los feligreses se turnan para cargarla en cortos turnos de 50 personas, para que así 1.000 personas en total puedan tener el honor de cargarlo durante el recorrido de la procesión. 149


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Tanto fieles como habitantes comunes reconocen la importancia de esta celebración. Esta imagen es única en el mundo, pero no solo por sus características en sí, sino porque para la comunidad es un amigo más. Por eso lo llaman “el negro”, tonalidad que adquirió debido al tizne producido por las velas que lo honran. La fe aquí hace parte del culto a la imagen que representa el momento de Jesús en la columna.1 Es algo que les da la plena convicción de que Dios existe porque lo demuestra a través de los innumerables milagros atribuidos a Ecce Homo.

celebrando, en una asombrosa superposición, los misterios de la Iglesia, la memoria de sus ancestros y las virtudes de aquellos danzantes que ya no participarán más en la fiesta.

En Valencia de Jesús: ritos inamovibles La tradición de Semana Santa en este corregimiento de Valledupar se inició en 1760 cuando se conformó la Hermandad de Jesús de Nazareno. En esa época era una de las siete ciudades de la Provincia de Santa Marta por su importancia en la producción de carnes, quesos y cordobanes con los que se surtían ciudades como Cartagena y Mompox. La hermandad ha logrado que esta manifestación permanezca casi que inmutable frente a los desafíos de la modernización e incluso, frente a las nuevas tendencias en el campo de la religión.

El rescate de la celebración del Corpus Christi en Chiriguaná Aunque se venía celebrando desde 1920 y era una de las fiestas religiosas más esperadas y concurridas de la región, dejaron de realizarse en el municipio de Chiriguaná por motivos de alteración del orden público y discrepancias internas entre los grupos que se encargaban de expresarla. La de Chiriguaná era una celebración donde la comunidad realizaba una procesión, la cual pasaba por los altares llenos de flores y ofrendas realizados por los feligreses en honor al Corpus Christi para rezar y cantar. La procesión era acompañada por danzas tradicionales ya desaparecidas como la de Negros de balsa, Capa güeva, Diablo espuelón, Diablo de cascabel, el Tigre, los Parramplanes y las Cucambas; estas hacían su participación en la iglesia y luego por las calles.

En palabras de la comunidad “Ecce Homo es la identidad del vallenato, en todos los ámbitos, es una simbiosis indisoluble porque en él está representado el pueblo en todas sus gamas”.

Precisamente, como ha logrado mantener su esencia en cada uno de los espacios y momentos que componen la celebración, se ha convertido en un referente de identidad para su comunidad y el resto de la población.

La Gota de Sangre en González El ritual de la Semana Santa en Gonzálezse inicia con una misa el Domingo de Ramos, para celebrar con una liturgia la entrada triunfal de Jesús a Jerusalén. Desde que empieza la Cuaresma, la comunidad levanta los altares en las puertas de las casas donde colocan imágenes del Sagrado Corazón de Jesús, la Virgen, la Cruz y diversos arreglos florales hasta donde se acerca el padre y la comunidad en sus procesiones. La celebración continúa con las diferentes eucaristías en la iglesia y el Viernes Santo se hacen las distintas estaciones del Viacrucis. Los Nazarenos van de color blanco y otros de color negro. Desfilan en las procesiones y llevan en hombros la imagen de Jesús Nazareno. Lo más destacado de esta celebración es La Gota de Sangre: El Viernes Santo es el designado por muchas personas de la población de González y ciudades como Pamplona, Santa Marta y Barranquilla para visitar La Gota de la Preciosa Sangre que llegó a González por medio de un Cura quien a la hora de abandonar el pueblo la cedió a la familia Carranza. Según el relato del cura, durante un viaje a Turín, Italia fue a visitar la sábana donde envolvieron el cuerpo de Jesús. Allí le solicitó a un Sacerdote encargado que le cediera un fragmento de esa tela para llevarla a su país de origen. El encargado accedió y le regaló un pedacito del manto donde se encuentra una gota de sangre. Este fragmento de tela tiene 35 años de estar en la casa de María Olinta, donde es alumbrado con una lamparita de cera y recibe la visita de personas necesitadas y enfermas que van a rezar en busca de milagros. La familia Carranza tiene en su poder una certificación de tenencia la cual exige que en caso de no poder custodiarla, deban cederla al párroco que se encuentre designado en el momento a la iglesia de la población. Atánquez: Celosos guardianes de una tradición, Corpus Christi Esta manifestación encuentra sus particularidades en el nivel de apropiación y cohesión social que genera en propios y visitantes. Sobre todo, por el recelo con que los portadores guardan su tradición. En Atánquez, un espacio cultural bastante particular entre la cercanía a Valledupar y su vínculo territorial y espiritual con la Sierra Nevada, la manifestación ha sobrevivido a todo y se mantiene como un pilar fundamental en la representación identitaria de sus pobladores.

La fiesta se abre un sábado en la noche, cuando los atanqueros y las comparsas visitan una vieja imagen de la Santísima Trinidad guardada en una casa del pueblo. El jueves siguiente, se celebra una misa y se visitan los altares. En la tarde de ese día, los bailadores recorren los antiguos lugares de culto a los ancestros y le cantan a los muertos en el cementerio del pueblo. Van disfrazados de diablos, negros y cucambas y le rinden homenaje a la custodia resguardada en el templo. Los versos de los negros señalan con precisión cada uno de estos lugares 1

Ecce Homo es la frase latina que se traduce como: he aquí el hombre, Se trata, según el Evangelio de Juan (19:5), de las palabras pronunciadas por el gobernador romano Poncio Pilato cuando presentó a Jesús de Nazareno (flagelado, atado y con la corona de espinas) ante la muchedumbre hostil.

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Lo que uno escucha y ve son cientos de personas cantando de manera repetitiva. De inmediato, se entiende que esa fue la impronta que dejó la Iglesia para que los indígenas interiorizaran los mensajes de la religión Católica. El Corpus Christi kankuamo se convirtió en una mezcla que, con un lenguaje festivo, expresa un complejo compromiso entre la religión Católica y el cumplimiento de una serie de obligaciones con los ancestros indígenas que recuerdan la dolorosa experiencia de colonización en la Sierra.

La Danza del Diablo se realizaba por tradición el día de Corpus Christi, en honor al Santísimo Sacramento del Altar. El baile era ejecutado de espalda y de frente. En la danza se hacían movimientos de piernas donde se escuchaba el sonar de los cascabeles.

Recientemente, el Instituto de Cultura Municipal viene impulsando nuevamente esta celebración y se ha contado con gran aceptación dentro de la comunidad. Además se está trabajando en talleres de sensibilización con las generaciones más jóvenes.

Acontecimientos relacionados con la Virgen del Carmen Algunos municipios o corregimientos del departamento del Cesar reconocen que la celebración de la Virgen del Carmen hace parte constitutiva de su calendario festivo. Manaure es quizá uno de los municipios más frecuentados en la época de su fiesta en toda la región. Allí y en Pueblo Bello podemos observar claramente que los procesos migratorios de las poblaciones que llegaron principalmente de los Santanderes llevaron consigo la fervorosa tradición de esta celebración y lograron trasladarla al imaginario colectivo que la fue apropiando y dando relevancia por encima de otras celebraciones. En Pueblo Bello, los viejos sabios recuerdan con nostalgia la participación de los indígenas en las celebraciones, cuando le ofrecían sus cosechas e introducían el carrizo y el chicote a las celebraciones religiosas en las cuales participaban casi que por obligación debido al adoctrinamiento al que habían sido sometidos años atrás y la imposición de la Iglesia Católica que luego desapareció con la proclamación de la libertad de cultos en la Constitución del 91.

FESTIVALES, FERIAS Y EXPRESIONES ARTÍSTICAS Festivales Vallenatos La tesis del origen triétnico de nuestras manifestaciones artísticas y musicales apoya la teoría del desarrollo del vallenato de algunos estudiosos del tema. El maestro Tomás Darío Gutiérrez propone sobre sólidas bases que, debido a los procesos de industrialización que hubieran posibilitado la llegada del acordeón a nuestro territorio, solo hasta finales del siglo XIX ello hubiera sido posible. Como los procesos de fusión triétnica habían comenzado varios cientos de años atrás, no pudo haber sido el acordeón el impulsor del folclor vallenato. Sí se sabe que llegó en igual cantidad y al mismo tiempo a todo el continente, en nuestro país, el acordeón encontró una riqueza musical que le hizo posible adaptarse y sobresalir. Antes de este instrumento, ya estaba la flauta indígena, la guacharaca que imitaba la voz de un ave silvestre y la caja afro-chimila. Resultado de esa mezcla primigenia, el pajarito, el pilón, el chicote, las décimas y la tambora son reconocidos como pilares fundamentales de la música vallenata. 151


María Trillos Amaya | Universidad del Atlántico Municipio

El Paso La Paz Manaure

San Diego Codazzi

Valledupar

Tabla 2. Calendario de festivales vallenatos Festival (El Carmen) Festival Vallenato Daniel Barraza Camargo (La Loma) Festival de Canciones Samuel Martínez Festival Mi Pedazo de Acordeón Festival de Voces y Canciones (F. P. San Francisco) Festival de Acordeones, Voces y Guitarras Festival de Acordeones, Versos y Canciones (F. P. Perpetuo Socorro) Semana Santa Festival Vallenato guitarra (F. P. Divina Pastora) (Mariangola) Festival de Música Vallenata tierra del Cachaquito (Patillal) Festival Tierra de Compositores Festival de la Leyenda Vallenata Festival de Música Vallenata religiosa

Bienes Patrimoniales del Departamento del Cesar | Conservación de la Memoria y Salvaguarda de la Diversidad Cultural Fecha 19-21 julio 15 julio

22-25 abril 1-4 octubre 16 julio 18 junio

5-12 abril 13-16 agosto

11-14 septiembre 23-25 diciembre

Fuente: Datos recabados Proyecto de Inventario Bienes Patrimoniales del departamento del Cesar

27-1 mayo 30-1 mayo

Estos argumentos vienen a explicar el porqué de la existencia de múltiples festivales de música vallenata en diferentes modalidades regados por todo el Departamento: Guitarra, Canción inédita, Acordeones, Versos y canciones. Cada uno de los elementos que nutrió la música vallenata en sus orígenes está representado en una variedad de festival. Los festivales o concursos se realizan, por lo general, en conjunto con festivales de música tradicional o con las fiestas patronales. Estos festivales o concursos de se han convertido en fuertes instituciones culturales encargadas de promover y preservar la esencia del folclor vallenato.

Además de los festivales vallenatos, en el Departamento se realizan festivales que vienen a ser espacios donde se agrupan las manifestaciones que identifican la comunidad. Están determinados por la esencia de cada municipio, ya sea orientación económica, riqueza ecológica o vocación musical. Festival Nacional de Danzas, Tamboras y Comparsas (Chimichagua) Se expresa a través de concursos con los grupos en las tres modalidades, los cuales se presentan durante los tres días del evento ante el jurado calificador, cumpliendo con los requisitos exigidos por los organizadores y son seleccionados para una primera ronda eliminatoria. Luego actúan nuevamente ante el jurado para la escogencia de los ganadores.

El objetivo de este evento cultural es propender por el rescate de la cultura y los valores tradicionales, además de realizar un intercambio sociocultural con los grupos participantes de la Región Caribe y el interior del país.

Feria de la Naranja (corregimiento Mandinguilla) Se realiza en Mandinguilla, corregimiento de Chimichagua como una celebración folclórica en homenaje a la fruta más apetecida en la región, producto natural que constituye el trabajo y sustento de muchas familias en el municipio, siendo Mandinguilla el epicentro de producción. Su feria se adorna con la mayor y mejor presentación agrícola del municipio. En ella se realiza una exposición de variedades en cítricos, charlas educativas sobre técnicas del cultivo y tratamiento de plagas que atacan al fruto. Además engalanado con el Reinado de la Naranja. 152

Festival Folclórico Musical Cuenca del Ariguaní (Bosconia) A mediados del mes de agosto, el municipio celebra el Festival Folclórico y Cultural Cuenca del Ariguaní.

Un festival que resalta los valores musicales y artísticos del municipio. Es un conjunto de actividades, donde de manera lúdica y dinámica se dan a conocer algunos aspectos del municipio y sus tradiciones: presentaciones de grupos de danza, muestras artesanales y gastronómicas propias del municipio y del Departamento, conversatorios, muestras artísticas y teatrales. Festival del Agua, Café y Artesanías arhuacas (Pueblo Bello) El festival nace como un proceso concertado y plasmado en el plan de desarrollo cultural 2002-2007.

Esta iniciativa busca resaltar la importancia de los recursos naturales y culturales que caracterizan la zona. Tiene la función de ser un espacio de confluencia cultural alrededor del cual se organizan las diferentes manifestaciones del municipio y logran integrarse.

La idea siempre fue aprovechar toda la riqueza y experiencia que se había ganado con jornadas culturales pequeñas en las instituciones educativas como festivales ecológicos y semanas culturales. A partir de allí, la idea se materializó y funcionó como espacio recreador de memoria y muestras culturales.

Festival Agrícola y Minero (La Jagua de Ibirico) Estas festividades en un comienzo se realizaron en el marco de un ambiente campesino, llenas de espontaneidad. Nacieron como Festival del Arroz y poco a poco, de acuerdo con la dinámica económica y la orientación del municipio, se fueron transformando. Lo más importante es que siempre han tratado de mantener y resaltar la esencia agrícola del municipio, recientemente superada por el auge de la explotación minera, razón por la cual se integró la mención en el festival a esta otra parte de la Jagua.

Actualmente se ha tomado como parte fundamental darle reconocimiento a la agrupación los Cumbancheros del ritmo, e incentivar dentro del marco del festival el concurso de bandas cantadas en honor a la tradición y trayectoria de este patrimonio artístico del municipio. Por otra parte, reconocer la tradición de los primeros concursantes en canciones inéditas de los primeros festivales. Se les hace el reconocimiento a la dinastía Pinto y a Andrés Mojica, el ganador del primer Festival del Arroz que se realizó en el año de 1976. Actualmente en este mismo marco festivo se celebra paralelamente la fiesta del santo patrono de la localidad, San Miguel Arcángel, las cuales se celebran desde 1771, cuando Juan Ramón de Ibirico trasladó el pueblo al sitio actual y regaló la imagen del Arcángel.

Festival Folclórico Recreativo Nacional de Juegos y Rondas Infantiles (Curumaní) Este festival se realiza en el municipio de Curumaní del 4 al 8 de diciembre y reúne en competencia a personajes destacados en el ámbito de la música vallenata como cantantes y acordeoneros. También hacen parte de esta manifestación agrupaciones de tamboras, con el fin de mostrar y fomentar la expresión cultural de la región; de igual forma se reúnen niños de las diferentes escuelas para concursar en los juegos y rondas, cuyo objetivo es rescatar la tradición oral a través de los juegos y rondas infantiles. El interés de este evento es promover el rescate de la tradición oral a través de la música y los juegos infantiles que los diferentes grupos traen hasta el municipio de Curumaní como muestra de la riqueza cultural de la región.

Festival Nacional de la Tambora y la Guacherna (Tamalameque) Este festival se realiza a principios del mes de diciembre. Fue creado como encuentro de tamboras y luego pasó a concurso. Actualmente se congregan varios municipios de la Depresión Momposina apostados al margen del río Magdalena y otros a nivel nacional como invitados especiales para que en los tres días de Festival muestren la identidad cultural de la tambora. Este festival es el único a nivel nacional donde sólo se compite en los bailes cantaos en las modalidades infantil, subveteranos y veteranos en los cuatro aires de la tambora que son Tambora, Guacherna, Berroche y Chandé. 153


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Representaciones y encuentros artísticos Debido al sincretismo que debieron adoptar nuestros pueblos originarios frente a la dominación española, sus fiestas y ceremonias se mantienen con mucha fuerza en las celebraciones europeas implantadas en nuestro territorio. Las danzas ceremoniales que resaltan su vínculo con la naturaleza se presentan como un fuerte afianzador de las celebraciones híbridas del Departamento. Sus movimientos, sus instrumentos, las herramientas que hacen parte de los vestuarios, el sentido mágico-religioso de su música, todos sus elementos aparecen hoy día en las celebraciones del Departamento. Danzas a las cosechas, iniciaciones, curaciones, rituales funerarios, consagración, todos ellos los podemos encontrar fácilmente arraigados en el desarrollo de las fiestas y se han convertido en un elemento afianzador de las raíces indígenas de las comunidades que las recrean y reinventan orgullosamente.

Los bailes cantaos incluyen geografía, historias, economías, toques y estilos de ejecución en la manera de hacer música, de cantarla, de bailarla como un componente complejo de multietnicidad e interculturalidad. Los ejemplos más representativos los encontramos en la tambora de El Paso, la de Chimichagua, Pelaya, Tamalameque, Gamarra y La Gloria.

La tambora es una manifestación difundida y practicada desde hace siglos a lo largo del río Magdalena; concretamente en la sub-región de la Depresión Momposina, adentrándose por caños y ciénagas en toda su extensión, convirtiéndose este “baile cantao”, en la identidad cultural de todos los pueblos de este territorio. Algunos estudiosos de la música tradicional afirman que la Tambora tuvo un origen triétnico: la Danza a rascapié y sin movimientos exagerados en las caderas, sino serena y cadenciosa es de origen indígena, chimila. La percusión y voces de origen africano y el vestuario de origen español. Podemos decir que la Tambora es más canto que baile; un canto responsorial, donde una voz prima versea y un coro de voces responde un estribillo. A medida que se canta se hacen palmas marcando el ritmo de la melodía.

De esta manera, nuestros juglares narran su propia cotidianidad, las vivencias de su mundo, como un sedante para aliviar la dura vida de pescador o sembrador, de hombre de río. El canto es muchas veces un lamento de épocas pasadas, o la queja de algo que se fue y nunca volverá. Danza del Maíz (Astrea) La Danza del Maíz es una iniciativa local de docentes y jóvenes, quienes a través de la danza buscan recuperar la memoria agrícola del municipio.

La idea principal es utilizar el lenguaje corporal para contar, como hacían los abuelos todo el proceso que se gestaba alrededor de este producto. Desde su recolección hasta la venta del mismo. De esta forma se puede fortalecer la identidad de sus pobladores que ven representada una de las épocas más prósperas de la zona y su cotidianidad, un pasado agrícola, en esta expresión artística. El montaje de la danza dura ocho minutos en escena, durante los cuales los participantes utilizan los movimientos de su cuerpo para representar los procesos: “desde cuando se escoge el monte para la siembra, la siembra, el momento de la recolección y finalmente la comercialización”.

Danza de los Negritos o Cacería de la Tigra (Astrea) Esta danza llegó al municipio de Astrea gracias a la familia Sepúlveda, fue el señor Isidro Sepúlveda en 1944 quien la integró a la tradicional celebración de carnavales y el encargado de transmitirla a sus hijos para que continuaran recreando la tradición. Es una danza característica de toda la ribera del Magdalena y la Depresión Momposina, que requiere de un gran esfuerzo físico por su larga duración. Una de las razones a las que el señor Fernando Sepúlveda, uno de los últimos portadores de la tradición, atribuye el que cada vez sea más difícil encontrar integrantes. De su padre aprendió los versos y la fabricación de máscaras y atuendos propios de la danza. Se hace un molde de barro que luego se forra con papel y así se obtienen las caretas de los animales incluidos en la danza: el tigre y el perro 154

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“Ay negrito fino mirá pa’ tras… (los negros van a danzá) Por aquí capitán del monte mira lo que va a hacer Si no poné cuidao’ (y que el tigre te va’ a comé) Ay Francisco Toño afilá la lanza (que el tigre que sí te avanza)…” La danza es el relato de una jornada de cacería; los integrantes van pintados de negro, sin camisa y con un sombrero viejo. El capitán es el único con camisa, quien va dirigiendo y cantando los versos en espera de que su grupo le conteste. Cada uno de los versos relata episodios que van siendo representados por el grupo. Además de ir relatando la jornada van declamando versos satíricos para personajes de la comunidad o para burlarse de algún evento coyuntural.

El acompañamiento musical se hace con un tambor y al compás del paloteo de los machetes de madera que llevan los negros acompañantes. Danza de la Chicharronera (Bosconia) La Danza de la Chicharronera es una iniciativa local reciente de un grupo de docentes y gestores culturales que busca a través de la danza exaltar uno de los quehaceres cotidianos que destaca al municipio y fortalecer la identidad de sus pobladores que ven representada su cotidianidad en esta expresión artística. Su justificación la encuentra en los procesos históricos y poblacionales que han caracterizado a dicha comunidad. Coro Caliente, caliente, Con yuca los chicharrones Los hacemos en Bosconia De Colombia los mejores.

Danza de la Palma (San Alberto) A través del baile y a ritmo de tambores, flautas, clarinetes, gaitas, un grupo mixto de jóvenes recrean las diferentes actividades que realizan los moradores del pueblo en su trabajo con el cultivo de la palma africana. En la representación se utilizan palmas y ganchos donde se cortan los gajos o frutos de la palma por hombres; las mujeres con un platón recogen las semillas. La Danza de La Palma es reconocida por la comunidad de la región a tal punto de haber ganado varios premios en actos culturales.

Los elementos que definen la danza como estrategia de cohesión social, cultural y simbólica son la puesta en escena de las dinámicas que hacen parte del trabajo con los cultivos de la palma. Además la danza es un reconocimiento al trabajo y amor al campo por parte la comunidad. De forma simbólica se muestra el sentido de pertenencia y agradecimiento a la palma porque a través de ella muchas familias subsisten económicamente. Danza de la Media Cadena (Río de Oro) A través del baile y a ritmo de dulzaina, tamborina, guitarra y platillos se danza en dos grupos simulando una cadena partida en la mitad; se forman círculos por parejas de hombres y mujeres que bailan tomados de ganchos con pasos salteados y de atuendos andinos que a la vez representan las diferentes labores del campo como la forma de aporrear el frijol. La danza es un reconocimiento al trabajo y amor al campo por parte la comunidad.

Danza de las Lavanderas (Pailitas) La danza cuenta con 10 parejas donde las mujeres recrean el proceso que aplicaban las abuelas para lavar la ropa en la quebrada Arroyo Hondo; mientras tanto los hombres recrean el trabajo de los aguateros, ya que en esos tiempos no existía acueducto en la población. El vestuario en mujeres es una falda a media pierna, la blusa es corta sin manga y llevan implementos como ponchera, manduco, cepillo y jabón. Los hombres con pantalones estilo pescador, camisa amarrada a la cintura, sombreo y calambucos para llevar el agua de la quebrada al pueblo. 155


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La danza se presenta como un reconocimiento al trabajo de las mujeres y hombres que en su momento giraba en torno a las aguas de la quebrada de Arroyo Hondo. La comunidad se siente satisfecha con la danza, ya que ha sido un elemento fundamental en el proceso de construcción de identidad de Pailitas. Somos de Pailitas, somos del Cesar. Somos lavanderas vamos a lavar. Agua no hay en paila qué vamos hacer. Vamos a la quebrada que es nuestro deber.

Danza de las Pajiteras (Curumaní) En el municipio de Curumaní se recrea la danza con pasos a ritmo de tambora dando coherencia a la realidad histórico-musical de la región. Un grupo de jóvenes recrean el proceso de corte, estire y secado de la paja para la elaboración de la escoba de pajitas. En la presentación se va tejiendo hasta formar la escoba. La danza de las Pajiteras es reconocida por la comunidad en la zona, ya que se ha mostrado en varios actos culturales. También, la danza es un reconocimiento al trabajo: en forma simbólica se muestra el sentido de pertenencia y agradecimiento al arte de hacer escobas, ya que a través de ellas muchas familias subsistieron económicamente.

Danza Santa y Sucia (Chiriguaná) En ella los danzantes pintados de negro parodian la religión Católica, elaborando entre canto y baile la imagen de una santa con el fin de rogarle para que resucite al Negro Carnaval, el hacedor de estas fiestas y que ellos en un arrebato de ira le han causado la muerte haciéndole picar de alacranes venenosos y morder de serpientes por no alargar las fiestas carnavaleras. Después de rogativas, la virgen les concede el milagro reviviendo a Negro Carnaval, ellos pueden entonces continuar con el festejo del carnaval. relación de esta manifestación con la comunidad a través de la parodia o puesta en escena, muestra el sentir del negro frente a la religión Católica en la época de la esclavitud; la danza es un símbolo cultural del sincretismo religioso de los negros. Danza Los Negros Cubanos (Chiriguaná) En esta danza de origen cubano, amenizada con música a ritmo de tamboras cada danzarín manifiesta su inconformismo y maltrato al cual es sometido por el amo. Los danzantes representan la forma como el negro era maltratado y obligado a realizar trabajos arduos para lograr un espacio donde pudiera sentirse en libertad o disfrutar del carnaval. La relación de la manifestación con la comunidad a través de la parodia o puesta en escena muestra el sentir del negro frente a las injusticias que eran sometidos por sus amos.

La Matanza del Tigre (Río de Oro) Puede ser considerada también como una puesta en escena o representación teatral de una leyenda que presenta danza, música y versos. La historia consiste en que una mujer se acomoda a lavar ropa y es atacada por un tigre. Un viejo cazador, en compañía de unos perros y otros labriegos, hacen un tiro al aire espantando al felino que de inmediato corre y se trepa en un árbol donde es rodeado por negros esclavos quienes, con lanzas, piedras y palos lo amenazan para dar tiempo que el viejo cazador con su arma lo mate. Luego los negros, con el cuero en sus lanzas, salen a mostrar la piel y ponerla en venta.

Esta representación es acogida por la comunidad; presenta un alto nivel de apropiación en todas las generaciones y sirve como elemento que agrupa otras manifestaciones artísticas y saberes similares como la elaboración de máscaras y disfraces alusivos a la fauna y la flora de la región. Carnavales: los carnavales son de origen europeo. Al llegar estas fiestas a la región sufrieron una transformación, una incorporación de costumbres y tradiciones africanas e indígenas que luego entraron a ser parte primordial en los procesos de construcción de la identidad regional. En municipios del sur del Cesar como Aguachica, Gamarra, La Gloria, Tamalameque, Curumaní y Pailitas se celebran los carnavales. Cabe anotar que algunos tienen más popularidad y relevancia que otros; es el caso de los carnavales de Río de Oro y Chiriguaná. En carnavales las danzas a ritmos de tamboras hacen parte de la expresión popular e idiosincrasia de los cesarenses. Los fines de semana se realizan desfiles de disfraces donde los asistentes hacen caracterizaciones satíricas y burlescas de las diferentes situaciones que vive o haya aquejado a la comunidad. Por la noche, en casetas se procede a la coronación de las candidatas de los diferentes barrios, en medio de bailes populares. 156

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TRADICIÓN ORAL Leyendas Cuando trabajamos con la memoria colectiva de un pueblo, trabajamos con interpretaciones de la realidad en un contexto determinado. Testimonios de la vida colectiva que han sido guardados y forman parte de la identidad de una comunidad. Según Rowe y Schelling (1993), la transmisión oral de las tradiciones culturales en la forma de leyendas, cuentos, anécdotas y representaciones dramáticas, constituye en muchos grupos un medio a través del cual elaboran significados.

La leyenda es una narración que se mueve entre la realidad, la fantasía y la fe. Contiene significados. Es, a su vez, un mecanismo para superar el caos y hacer una catarsis social. Posee un sentido práctico: enseñar valores sociales a través de metáforas que alivien las adversidades cotidianas.

La constante mención a satisfacer necesidades como las alimentarias o amorosas, describen ese proceso de liberarse de los problemas y refuerza valores que acompañan la vida en familia y el matrimonio. Una leyenda está conectada en un alto grado a la tradición oral y a la interpretación. Por eso puede ser fácilmente convertida en danzas, ritos o fiestas, conectadas a su vez con música y religiosidad. Así genera cohesión social. Estos elementos están presentes en la memoria colectiva de todos y cada uno de los municipios del Departamento. Podemos encontrar desde leyendas asociadas a sitios o referentes, lugares que se vuelven leyenda o relatos de seres extraordinarios o narraciones de hechos cuyo suceso marcó un hito en la historia del pueblo. Tenemos el caso de la Leyenda del Pozo del Higuerón, la piragua o la Leyenda del Enviado en Chimichagua; La sirena de Hurtado en Valledupar; La historia de la mula en Astrea; el mago de El Copey, entre otras. Una leyenda vallenata: la Virgen del Rosario En la leyenda de la Virgen del Rosario o Leyenda Vallenata, se conjugan elementos históricos, sociológicos, fantásticos y religiosos que la caracterizan como una de las tradiciones más antiguas de Valledupar y de la región.

Su relato está apoyado por registros documentales de cronistas. La espectacularidad de los hechos se ha mezclado con la interpretación popular. La imaginación, la fe religiosa y la memoria colectiva han logrado crear en la comunidad un referente. En el milagro de la Virgen del Rosario se confabula lo místico con lo escénico. La historia se mezcló en la memoria de los pobladores y nació la leyenda, se vedaron partes del relato relacionados con los castigos impuestos y las escenas violentas que pudieron haberse presentado. Todo este episodio es representado por la congregación de la Parroquia de Nuestra Señora del Rosario, encargada de organizar las celebraciones anuales. La dramatización que se lleva a cabo en la Plaza Central Alfonso López es llamada ‘Las Cargas’ y hace parte de la conmemoración de esta leyenda, donde hombres y mujeres, adultos y pequeños vestidos de indígenas, junto a un grupo de personajes con atuendos de guardia española realizan la representación de estos sucesos que marcaron la historia según la Leyenda vallenata. Mito de la Laguna del Sinarote (Río de Oro) En el cerro denominado Sinarote había una laguna, la cual era frecuentada por una Pata con sus paticos que nadaban en noches de luna llena y su color dorado como el oro atraía a quien los veían. Una vez un cazador se atrevió a robarle un patico; la pata enfurecida batió sus alas tan fuertes que “reventó” la laguna, arrasando con las casas, cultivos y dejando en ruinas la zona. De la destrucción solo surgieron tres pequeñas quebradas de aguas cristalinas que con su magia lograron traer la prosperidad a los cultivos y casas de los habitantes de la región. Hoy día, estas quebradas sirven como fuentes hídricas para el abastecimiento de familias campesinas del municipio.

Leyenda de Antón García de Bonilla Esta leyenda se comparte entre los habitantes de González, San Martín, Aguachica, Río de Oro y Ocaña (Norte de Santander). Antón García fue un colonizador español casado con la hija del primer dueño del lienzo de la virgen del Rosario, santa patrona de Río de Oro. Ante una terrible enfermedad de María Téllez, esposa de Antón García, 157


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este prometió construirle un templo a Santa Rita si la salvaba. María logró salvarse pero Antón no cumplió su promesa y al morir quedó penando en busca de consuelo para su alma como jinete de capa y sombrero.

En las noches se escuchan los roces de las herraduras en calles de Aguachica. Sale en las noches en un caballo, un corcel enorme de color negro que por las narices exhala candela y sus ojos son iguales. Lleva un tabaco y a la persona que se encuentre en la calle, le pide que por favor le dé lumbre para prenderlo. Si esa persona logra prender el tabaco, se queda con todas las riquezas de este hombre llamado Antón García de Bonilla. Cuando alguien va a encender el fosforo o mechera y se da cuenta que su rostro es una calavera la que va allí se desmaya; razón por la cual nunca han podido darle lumbre.

Leyenda de Leonelda Hernández En González, en el siglo XVII Leonelda se dedicó a la brujería después de haber muerto su primer esposo. Ella realizaba hechizos para amarrar personas en amor; con hierbas preparaba brebajes para enamorados. Por órdenes de la Santa Inquisición fue requerida y llevada a los padres misioneros acusada de practicar la brujería. La llevaron a la plaza de González y luego la llevaron a Ocaña para darle muerte en el Cerro del Ahorcado donde se encuentra actualmente el Cristo Rey. Los indígenas búrbura fueron donde la tenían amarrada y la liberaron, dando muerte a quienes la custodiaban. Leyenda del Caño Amado En La Gloria existe un sector llamado Caño Amado. Allí la comunidad solía frecuentar para realizar quehaceres domésticos como lavar, bañarse y la vez se utilizaba como lugar turístico. Una tarde el señor José Elio Sierra estaba bañándose en compañía de su novia y apareció una figura peluda en las aguas que lo sumergió en las profundidades del caño y lo mantuvo allí por largo tiempo. Luego lo sacó a la superficie y el susto fue tan grande que decidió contar a la comunidad, constituyéndose en un referente del pueblo.

La Llorona Loca de Tamalameque Hace muchos años en Tamalameque una adolescente se enamoró de un joven y se entregó a él quedando embarazada. El joven al enterarse decidió no asumir su responsabilidad. Ella, desesperada, un día cualquiera fue hasta el caño Tagoto después de tomarse unos bebedizos sugeridos por una pitonisa para provocar el aborto. Horas después expulsó el feto y lo arrojó a las aguas del caño.

Su confusión y cargo de conciencia fue tan grande que decidió contarles a sus padres. Ellos, como castigo, la encerraron, lo cual la llevó a la locura. Un día escapó corriendo de su casa y, con un tabaco prendido en la boca llegó al caño Tagoto. Ahí, en los reflejos del agua, vio la imagen de su hijo y se lanzó al agua donde murió ahogada. Desde entonces en diversas ocasiones ha sido vista y sus lamentos escuchados por muchos de los moradores de Tamalameque. Esta comunidad comparte esa leyenda con todo el país, ya que José Benito Barros oriundo del Banco, Magdalena inmortalizó la leyenda haciéndola canción. Por otra parte, pero sin salirnos del ámbito de la oralidad, en Curumaní, a través del grupo de la tercera edad se mantiene la tradición de las coplas. En fiestas, reuniones y diferentes eventos culturales hacen partícipes de su oralidad a la comunidad. En forma natural surgen las coplas que gustan y entretienen a la sociedad. En Pailitas, a través de un programa radial, las coplas son transmitidas a toda la comunidad. Se utiliza la radio como medio transmisor de las coplas; de esta forma se logra divulgar masivamente el acervo cultural de un hombre invidente, Juan de Dios Chona, de ojos apagados pero de mente encendida. Las coplas llevan cuatro versos donde rima el segundo con el cuarto. Ejemplo: Mi nombre es Juan de Dios Chona Y no se le vaya a olvidar Yo siempre vivo en Pailitas departamento del Cesar. Hay cosas que son tan bellas Y otras tan bonitas Que siempre me encuentro aquí En el pueblo de Pailitas. 158

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El Café Literario Vargas Vila Afirma Luis María Araújo (2009) que la evolución de la literatura del Departamento está ligada al surgimiento de pequeños y esporádicos focos de interés, sobre todo a principios del siglo XX, pero que afortunadamente esas iniciativas de esos pocos solitarios, poseen la suficiente relevancia como para orientar y cautivar nuevas generaciones en el amor por las letras.

El ambiente en el que se forjó la literatura cesarense estuvo caracterizado por un primer momento formado por intelectuales aislados, que tenían acceso al saber académico especializado. En esa misma dinámica, ese acceso se fue democratizando y así surgió un intelectual igual de solitario pero ya no de la élite, de académicos o de autodidactas. Y un último momento en el cual la descentralización del país donde finalmente se hace imposible separar la actividad literaria de las asociaciones culturales que, gracias a los avances tecnológicos, el boom de la literatura latinoamericana de los 80 y el crecimiento poblacional ya no dependían de un orden clandestino. La presencia colectiva más importante del Departamento fue el sandiegano Café Literario Vargas Vila. Un grupo que supo aprovechar las influencias de su momento histórico, para convertirse a la vez en generador de influencias y espacios para el diálogo e intercambio de inquietudes académicas. Quizá el más relevante de ellos: El Festival Nacional de Poesía. Allí compartían experiencias, estrechaban lazos y ampliaban su visión del arte y la cultura; una visión que les permitió servir de ejemplo para muchos otros trabajadores literarios en potencia. El problema del Café y de la riqueza literaria del Cesar es que los esfuerzos pocas veces se ven reconocidos más allá de sus propias fronteras territoriales, sus abundantes trabajos cortos, críticos y pocas publicaciones debido a la falta de una política fortalecedora de procesos culturales que apoyara estas iniciativas y las transformara en productos con buena divulgación.

Actualmente se ven sus frutos en el desarrollo del Taller Literario Caracolí de San Diego. Un grupo integrado por estudiantes y docentes que continúan motivados por el legado del grupo. Cocina tradicional El universo culinario y su adecuada interpretación Lo deseable en el tema de las cocinas tradicionales es lograr recopilar una considerable cantidad de información acerca de la comida, sus recetas, ingredientes, modos de preparación, mapas de su localización geográfica, prácticas rituales y costumbres. De esta manera, se puede crear un plano minuciosamente detallado de la comida de la región y de sus platillos, divididos por departamentos y población.

Para lograr este objetivo, es necesario comenzar a registrar cada uno de estos datos de manera sistemática y metodológica, para crear verdaderos inventarios en donde se detalle, no solo el modo de preparación de la comida o sus ingredientes, sino también qué tipo de platos se preparan en cada zona, con qué motivo, en qué fechas; si es una comida ritual o de fiesta o si se trata de un plato rutinario. Además de este registro, es importante realizar un diagnóstico que arroje luces sobre las distintas cocinas regionales, para así saber cuáles necesitan ayuda de emergencia. Es decir, apoyos para su fomento y rescate a fin de que no desaparezcan. Pero se necesita de un equipo interdisciplinario que cuente con un técnico en cocina y un ingeniero de alimentos que se encarguen de establecer conexiones entre la realidad y la sostenibilidad de las cocinas tradicionales teniendo en cuenta la biodiversidad de la región y las buenas prácticas de manejo que generalmente no tienen que ver con las preparaciones de la cocina tradicional. El reconocimiento de la cocina tradicional es fundamental porque se trata de un fenómeno cultural antes que un fenómeno turístico como muchas veces se quiere dar a entender. Es alimenticio y ritual antes que recreativo; está directamente relacionado con necesidades básicas, con seguridad alimentaria y sistemas de creencias. Hay que recordar que durante el proceso de su elaboración se involucran prácticas rituales, conocimientos antiguos, técnicas culinarias, costumbres y comportamientos comunitarios; ello permite que dicho proceso se convierta en un fenómeno colectivo muy complejo que se inicia con la siembra de los productos alimenticios y que culmina con un plato sobre la mesa que también pasa a ser un espacio social. Para los académicos es importante que esta cocina ocupe el verdadero lugar que le corresponde como un elemento significativo de la cultura de un pueblo; un elemento de cohesión e identidad y que no sea considerado solo como un atractivo turístico. 159


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Para lograrlo, es necesario promover la participación del Gobierno en este trabajo para crear leyes y reglamentos que favorezcan la preservación de la cocina tradicional, a la vez que se involucren cada vez más los profesionales de la cocina en la promoción y la revaloración de este patrimonio.

Este es un patrimonio de emociones, de intercambios, de sabores, de olores directamente relacionados con las prácticas cotidianas y, en muchos casos con dinámicas económicas que sugieren una alternativa de sostenimiento (almojábanas, bollos, chicharrones, panochas, dulces) que surgió como respuesta a los nuevos espacios que aparecieron con la construcción de vías y que, de alguna manera, fueron permeando las cotidianidades. Técnicas y procesos culinarios Las técnicas culinarias y los procesos de cocción, pero igualmente los utensilios que se usan en la cocina y la cocina misma como espacio, constituyen elementos importantes de una expresión cultural que llamamos gastronómica. Este patrimonio no solo cumple la función de alimentarnos, también la de generar cohesión social y hasta de convertirse en la base de sustento económico.

Las transformaciones y el deterioro de las economías campesinas ha llevado a que se pierdan de sus huertas importantes especies y variedades alimenticias y con ella técnicas y procesos culinarios. Este deterioro ha obedecido a varios factores entre los que se destacan: en primer lugar la puesta en marcha de políticas agropecuarias que han favorecido la homogenización productiva, y la introducción y el fomento de tecnologías agropecuarias que van en detrimento de la producción tradicional; segundo, el deterioro ambiental de algunas áreas, lo que ha llevado también a la pérdida de alimentos importantes en los sistemas culinarios del Departamento. Numerosas especies de peces han desaparecido de los ríos por el impacto de la contaminación de las grandes industrias (minería a gran escala por ejemplo); tercero, algunas especies de fauna silvestre asociadas a la alimentación, han sido objeto de una caza excesiva y la transformación de los bosques en praderas para la ganadería ha privado a la cocina tradicional de frutales y condimentos de origen silvestre. Existe una relación entre la cocina tradicional y la diversidad biológica. Un mayor uso de la diversidad biológica en la alimentación contribuye a una mayor valoración de la biodiversidad y puede contribuir a su conservación. Por otro lado, una mayor biodiversidad utilizada en la cocina enriquece la cultura culinaria.

Por otra parte, las políticas y medios de higienización y estandarización, sin consultar las particularidades culturales de la manera como se produce, prepara y consume los alimentos artesanales pueden llevar la estandarización necesaria pero inconveniente. Así como la formalización productiva de las cocinas populares sin conocer sus particularidades culturales y productivas, puede sentir también efectos negativos. Debemos encontrar un punto de equilibrio en estas problemáticas y la única manera adecuada de iniciar es el fortalecimiento de la investigación en este campo patrimonial. Productos Vino de Palma (Chimichagua) La comunidad describe esta preparación como una bebida deliciosa, refrescante, natural y afrodisíaca.

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Almojábanas (La Paz) En el municipio La Paz, se cocinan las mejores almojábanas del país. En el Parque de la Almojabanera se encuentra un monumento en honor a Adelinda Sierra, una mujer trabajadora que inició la fabricación de las almojábanas en el municipio. Actualmente no es un negocio exclusivo de las mujeres. Este delicioso pan se hace a base de maíz, queso, leche y azúcar y un ingrediente final que le da el toque perfecto: el bicarbonato o “soda” como se le conoce a este producto en la región y se cocina al horno sobre hojas de plátano.

Unas 150 familias derivan su sustento de esta actividad tradicional que pasa de una generación a otra como un legado de la gastronomía regional. Entre las mujeres que actualmente se dedican a esta incansable labor se destacan Martha Zequeira, Gertrudis Mieles y María Cristina Márquez. Ellas, se han encargado de mantener intacta la fama de las almojábanas de La Paz. Se han preocupado por los detalles y calidad de los ingredientes. Empezaron desde muy jóvenes y aún son consideradas como las mejores. En La Paz, la preparación de las almojábanas nació asociada a una alternativa de sustento familiar y así se ha mantenido. Se trata de todo un mercado de este producto que ha ganado relevancia a nivel local y departamental.

Bollo de mazorca (San Diego) Los bollos de mazorca sandieganos tienen fama en todo el Departamento. En el municipio se ha mantenido la tradición prácticamente gracias a una familia. La señora Carmen Ramírez Montesino o “Carmen Bollo” se ha encargado de convertir este legado que se remonta a su bisabuela, en un próspero negocio microempresarial. Actualmente prepara 400 bollos diarios con la ayuda de sus hermanas, hijos, nueras y cuñados.

Con mucha autoridad explica el proceso y el secreto del éxito de sus bollos: Ella pila el maíz crudo, lo pica para luego cortarlo, molerlo y revolverlo. Añade el azúcar, empaca y deja en cocción con leña. Es importante que el maíz este bien biche pues ello garantiza que el bollo no quede suave por fuera y amargo en su interior.

Panochas y arepas de queso (San Diego) San Diego se asocia con sus ricos platos, la cocina de monte que aún puede encontrarse en varios establecimientos y sobre todo, con sus “bocados de carretera”, la panocha dulce y las arepas de queso. En la preparación de estos deliciosos bocadillos intervienen familias que se han encargado de preservar y mantener la calidad de estos productos, todos ellos directamente relacionados con la calidad de su materia prima. El queso que se fabrica en el municipio también hace parte de las delicias del paladar.

Al encontrar dicho palmito, se corta con un cuchillo corto, en dos extremos de aproximadamente 30 cm de largo. Formando un cajón, que luego sirve como depósito para el vino. Al llegar al palmito hay algunas cepas o macetas suaves que lo recubren. Con ellas se fabrica la tapa para el depósito, cubriéndola casi de manera hermética. Evitando así que la lluvia penetre y cambie el sabor del vino.

Julio y Nedy llevan 40 años haciendo las tradicionales panochas dulces; un producto preparado con harina de trigo, huevo, azúcar, anís, bicarbonato y queso. Han logrado posicionar sus productos y la calidad de los mismos. Hace que aún los habitantes del pueblo no quieran dejarlos descansar del oficio. Producen más o menos 180 panochas diarias y con algo de nostalgia dicen que ya nadie quiere seguir con este arte pues es muy pesado. El secreto de sus panochas está en la utilización de levadura natural, lo cual hace que su producto dure bastante y conserve su calidad. Han dictado cursos a varias comunidades indígenas de las estribaciones de la Sierra Nevada.

Cada vez que se obtenga el vino, hay que recortar los extremos del palmito porque cambian de color (se ve quemado) y le da sabor picante. Se extraen los recortes y se botan. Luego se lava con agua lo que queda y así volveremos a sacar al día siguiente vino fresco y de gran sabor.

Chicharrones con yuca (Bosconia) Bosconia, siendo un caserío se convirtió en un sitio de parada obligatoria para los pasajeros. Este factor posi-

Se corta la palma adulta por el pico. Luego, se cortan las hojas por la base que llega al tronco del árbol. De manera sucesiva hasta encontrar la médula de la palma llamada “palmito”.

El palmito cortado que queda en el cajón es el encargado de producir el destilamiento que da como resultado el producto. Para sacarlo procedemos a destapar al día siguiente.

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Con las arepas de queso sucede lo mismo que con las panochas: su respetada fama se debe en gran parte a la calidad de la materia prima que es el queso. Las señoras Silvina Núñez y Neyda Zapata sobresalen en la fabricación de estos deliciosos bocadillos que tanto disfrutan los viajeros en su paso por el municipio.

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bilitó la aparición de un comercio de “alimentos para el viaje”, principalmente el del chicharrón de cerdo. Era preparado y vendido en su gran mayoría por mujeres. Entre las vendedoras del chicharrón las más populares están: Lucila de Rondón, Virginia de Barrios, Ana Mana y Cristina Cerna.

Ellas mismas relatan que era tanta la acogida del chicharrón como producto comestible, que a la llegada de cada tren se formaba una algarabía por parte de los viajeros por la fama que había adquirido el chicharrón con yuca de Bosconia.

Años más tarde, en la década de 1970 y 1980, con los inicios del trazado de las vías nacionales que comunican a la Costa con el interior del país, la población siguió instalada como punto de referencia y paso obligado de viajeros. Se convirtió en parada para todos los vehículos que transitaban por esta ruta y la venta del chicharrón con yuca se extendió a un nuevo mercado mucho más concurrido que el recordado ferrocarril. Arepas y sancochos Las técnicas y procesos culinarios de la cocina tradicional en municipios como San Alberto, San Martín, Río de Oro, González, Aguachica y Pailitas están fuertemente marcados e influenciados por la cultura santandereana, tolimense y antioqueña, entre los cuales se destacan platos donde la comunidad en su mayoría por tradición elaboran arepas de maíz para su desayuno. La arepa es un elemento fundamental en la dieta alimenticia de las comunidades anteriormente mencionadas; convirtiéndose así en desayuno típico. El sancocho de gallina es típico en la región, y es el plato central en las diferentes celebraciones. Veamos algunas recetas: • Arepa de cáscara o pellejo: Se muele el maíz cocido y tras lograr una masa compacta se elabora la arepa delgada, luego se pone a asar en un sartén por poco tiempo y se selecciona una cara de la arepa de la cual su cáscara es levantada para rellenar de queso, ensalada de aguacate, carne o huevo. • Sancocho de gallina: La gallina después de ser pelada y arreglada es cortada en presas y metida en agua hirviendo, vertiendo a la olla condimentos, cebolla, pimentón, ajo. Después de un rato son agregados los plátanos, yuca, papas, ahuyama, mazorca, arracacha y la sal. Dejar al fuego 30 minutos para que el sancocho espese. Luego agregar cilantro picado y servir en compañía de un plato de arroz blanco.

Municipios como La Gloria, Gamarra y Tamalameque son pueblos ribereños que se encuentran a orillas del río Magdalena. Pelaya, Curumaní y Chiriguaná son también municipios donde la cocina tradicional y sus procesos culinarios se centran en el pescado, convirtiendo sus diversas preparaciones en platos típicos de la región. Estos son los elementos del medio que permiten su recreación y expresión de identidad como municipios ribereños y de la zona lacustre. Veamos: • Viuda y sancocho de pescado: el pescado, luego de ser escamado y arreglado se le echa sal, es abierto y puesto al sol; al pasar unos días es cocinado al vapor sobre yuca y plátano. Se sirve en el plato yuca, plátano y pescado cocido en compañía de un vaso de limonada. Para la elaboración del sancocho se pone la olla al fuego y se le añaden los aliños, cebolla, tomate, ají, pimienta y comino; se deja sofreír un rato para luego agregarle el agua, plátano, yuca, cilantro, sal, y el pescado. Se deja hervir por 40 minutos y se sirve. • Vino de Uvita: es una bebida representativa de municipios como Gamarra y Pelaya. Su elaboración es de forma artesanal; se recoge la uvita o corozo, el cual es un fruto silvestre, se deja fermentar por un año o un año y medio. Luego es sacado y envasado en botellas de vidrio para su consumo y comercialización. Esta bebida permite la cohesión de grupos al momento de una celebración. • Bolegancho, Tapetusa, Chirrinche, Tumbacerca: es una bebida alcohólica de alto grado, obtenida por destilación de mostos o extractos fermentados de papas, cañas, panelas y semillas de anís, entre otros. Es una preparación compartida por varios municipios del sur del Departamento, entre los que se destaca Río de Oro. Artesanías ¿Producto o saberes asociados? La población artesanal en el departamento de Cesar con relación a la población artesanal nacional es de 7 %, de los cuales, un 41,5 % se dedica al oficio de la tejeduría, labor desempeñada principalmente por las mujeres del municipio de Chimichagua y el corregimiento de Atánquez. Datos como estos hacen parte de las estadísticas 162

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de Estado, pero deberían reinterpretarse para lograr el reconocimiento de las artesanías no como productos turísticos acabados, sino por su importancia dentro de un sistema de creencias y valores patrimoniales.

Una vez la comunidad en general entienda que la belleza de la artesanía no radica solamente en su valor estético sino en lo que representa para quien transforma los saberes legados por generaciones predecesoras, los más beneficiados con la comercialización serán los portadores de la tradición en primera instancia y el patrimonio cultural en la medida en que generemos sensibilidad frente al tema.

La mayoría de los artesanos son mujeres cabeza de familia quienes sostienen sus hogares con el trabajo artesanal que producen. Aparte de la problemática mencionada, su mayor debilidad radica en la falta de direccionamiento, coordinación y estrategias reales de capacitación que se encarguen, no solo de reproducir y repetir las técnicas, sino de sensibilizar sobre la importancia de estos saberes. Por otro lado, están los artesanos de la talla en carbón de La Jagua de Ibirico. Un caso bastante particular que no escapa a las críticas que se hacen a la manera como se vienen manejando las artesanías. Se trata de una iniciativa que surgió como una alternativa al desempleo tratando de aprovechar el recurso disponible. Una forma de garantizar el sustento económico frente a la problemática social y económica que deja la explotación minera. De alguna manera, se convierte en una carta de presentación frente a toda la problemática ambiental y social ocasionada por la desorientada explotación mineral. Este es un claro ejemplo de que una iniciativa valiosa se convierte en patrimonio de una comunidad, pero puede ser utilizada como estrategia de distracción de un problema mayor. Queda ante todo un interrogante abierto: ¿Cuál es la fortaleza o el impacto positivo de la comercialización de las artesanías para los grupos involucrados en su elaboración? ¿Quiénes son los reales beneficiarios del saber artesanal?

Técnicas (Elaboración de esteras y enseres domésticos / Chimichagua, La Gloria y Curumaní) La producción de esteras ha representado el sustento económico de muchas familias durante más de cinco décadas. Los productos son elaborados con la palma de estera (Astrocaryum Malybu), una especie endémica única en Colombia y en peligro de desaparición.

La técnica de tejido ha sido transmitida de generación en generación. Es una práctica familiar, que involucra a todos o varios miembros en la elaboración, consecución de materia prima y mercadeo. Es mantenida hoy día gracias al esfuerzo y dedicación de las mujeres abanderadas portadoras de la tradición e iniciativas de formación a través de talleres. Además de la estera, se elaboran las famosas “escobas de palito”, musengues, bolsos y enseres de uso doméstico y decorativo.

La mayoría de los artesanos son mujeres cabeza de familia quienes sostienen sus hogares con el trabajo artesanal que ellas realizan. Talla en carbón (La Jagua de Ibirico) La falta de empleo y de oportunidad para trabajar en las minas de carbón existentes en La Jagua de Ibirico, obligaron a que un humilde hombre y su núcleo familiar hicieran del carbón un arte. Hace más de 20 años, don Hernán Martínez hizo su primera artesanía y sin proponérselo, se convirtió en el pionero de la joyería en carbón en Colombia. Los camiones, las réplicas de la iglesia de La Jagua, los trofeos y hasta prendas de carbón y plata son las muestras de estas artesanías.

Entre las primeras piezas talladas en carbón que se elaboraron se hallan: buldóceres, cargadores, conjuntos vallenatos, tractomulas, ceniceros. Estos productos causaron gran sensación entre la gente del pueblo, los turistas y directivos de algunas empresas carboníferas, quienes solicitaron varios pedidos de esas piezas. 163


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El trabajo ha congregado a una veintena de familias que han creado diferentes asociaciones de artesanos, hoy consolidada en el Centro de Capacitación y Producción Artesanal de la Asociación de Artesanos de Talla en Carbón y Joyería. En este centro, diariamente, los artesanos conviven con el carbón que les entrega en donación la empresa Carbones de La Jagua. Ellos escogen el mejor pedazo del mineral, lo preparan y le dan rienda suelta a su creatividad, para crear collares, pulseras, aretes y anillos, que con incrustaciones de plata pueden conquistar el gusto de las más exigentes mujeres. El taller del señor Martínez es el pionero y más conocido en el país, lo cual ha aumentado su demanda obligándolo a tecnificarse y emplear maquinaria para la elaboración de las piezas. Existen otros artesanos como Gabriel Barrios quienes trabajaron con Hernán en sus inicios y ahora tienen su propio taller en el cual perfeccionan sus piezas aún de forma muy artesanal sin ayuda de equipos. Sombreros (González) El material utilizado para elaborar los sombreros es la Lata, similar a la caña flecha. Para elaborar el sombrero se comienza a tejer una trenza hasta darle el largo deseado, para luego ser cosida en forma circular hasta darle forma al sombrero. Estos son utilizados para protegerse del sol en el momento de encontrarse realizando las diferentes actividades del campo o de paseo por la población. Los sombreros se han convertido en un accesorio típico de la región.

Mochilas, Manteles y Bolsos (González) Utilizando lana, hilo y la técnica llamada palo de escoba, se comienza a tejer creando tres cadenetas que luego se van agrandando y con diferentes tipos de puntos se van transformando en mochilas, manteles y bolsos que luego son puestos a la venta entre las personas de la población. Los bolsos y mochilas en sus diseños reflejan símbolos alusivos a la flora y fauna de la región.

Artesanías en Taruya y Palma (Tamalameque) La Taruya es una planta acuática y silvestre que se consigue en el río, lagunas y ciénagas. Actualmente los habitantes del municipio de Tamalameque la utilizan para la elaboración de artesanías sometiéndola a un proceso de lavado, tinturación, secado que dura alrededor de 10 días. La tinturación se realiza untándola de barro, anilina, achiote y con una planta llamada comúnmente bija. Luego de estar lista se inicia el proceso del tejido para la elaboración de artesanías como agendas, bolsos, abanicos, pulsos, carteras, collares, porta celulares, cofres, servilleteros, portavasos, individuales, zapatos, entre otros. Para la fabricación de esteras se utiliza la palma con el mismo proceso de la Taruya; además se utilizan los telares para el tejido de las esteras, que como punto de inicio están basadas en cadenetas. Carrozas y máscaras (Gonzále y Río de Oro) Para la fabricación de las máscaras se usa la técnica del papel maché sobre el molde de barro. Según el tamaño de la máscara serán las capas de papel que se pegan con almidón de yuca (de tres a ocho capas). Extraída la máscara ya seca se pinta con la figura representada agregándole los elementos decorativos necesarios o que la fantasía exija. Al final se aplica la laca que da más brillo y dureza. Para la fabricación de las carrozas se utiliza la misma técnica, lo diferente es que su armazón va construida con hierro y alambres que facilitan su volumen. Es evidente el entusiasmo por la representación de ejes creativos como la fauna y flora de la región. A través de la fabricación se percibe la transmisión del conocimiento, ya que los adultos dejan participar a los niños en las actividades y de esta forma se crea interés en preservar la tradición. Artesanías en Totumo (Gamarra) El Totumo después de ser extraído del árbol se deja tres días en reposo para luego ser rajado; al pasar este período se extrae su pulpa y se pone a cocinar por espacio de dos o tres horas, luego se comienza a raspar con herramientas caseras como cucharas, cuchillos y checas. Después se pule y comienza el proceso de tallado con buriles; al terminar la tallada se comienza el proceso de armar las artesanías u objetos como copas, lámparas, cofres, jarrones, pocillos, etc. Estos no son pintados, solo se les aplica un poco de laca para dar brillo en algunos casos, en otros se dejan al natural. Atarrayas (Gamarra, La Gloria, Tamalameque, Chiriguaná) Para la fabricación de los instrumentos de pesca en los municipios de Gamarra, La Gloria, Tamalameque y Chiri164

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guaná se utiliza nailon número cuatro y plomo; la Atarraya se inicia tejiendo el nailon anudándolo en sí mismo hasta formar mallas por mallas y completar 25 crecidos a la redonda de las mallas a medida que va aumentando su diámetro. Al terminar, se le colocan piezas de plomo en las orillas para que al ser lanzadas al agua se vaya a las profundidades. La relación o vínculo con la comunidad se da a través del río Magdalena, el cual es la principal fuente de sustento de los pueblos. Muchas familias dependen del trabajo de los pescadores; estos son los elementos del medio que permiten su expresión gastronómica y recreación permanente de las dinámicas de un pueblo ribereño. Alfarería (González y Curumaní) Son artefactos decorativos de uso comercial y de construcción con la técnica de extracción de material arcilloso más mezcla con un 30 % de agua con respecto a la cantidad de arcilla. Luego de amasar se deja varios días para que el material se ponga melcochoso. Se toman porciones para pasarlas al torno y hacer platos, vasijas, tinajas y jarrones cuya elaboración dura entre 3-5 minutos. Para el secado se dejan a la sombra alrededor de 15 días y luego se pasan al horno por espacio de 10 horas. Cuando enfría la cerámica se le cubre con laca o barniz.

Para la fabricación de ladrillos se extrae el material arcilloso y se mezcla con agua; luego de amasar se deja 1 día para que el barro se torne melcochoso. Se toman porciones y colocan en un molde donde son fabricados los ladrillos. Estos son expuestos al sol durante 10 días para ser secados y luego ser endagados en un horno, en el cual es quemado a leña por 45 horas. Después de quemado en el horno para retirar el ladrillo hay que esperar 5 días para luego ser comercializado.

Talla en madera artística (Pailitas y Tamalameque) Para su elaboración se utiliza la madera de un árbol de Tolua, también llamado Cedro Macho. Se corta la medida requerida y luego se pasa al proceso de inmunización con lorban; este proceso dura ocho días. Luego en el retablo se diseña el dibujo y se comienza a tallar con formones y buriles. Luego de la obra tallada viene el proceso de lijado y la aplicación de oleos traslúcidos. Al estar pintada la obra se aplica sellador lijable, el cual tapa los poros de la madera y contribuye a la inmunización. Finalmente viene la enmarcación que prácticamente es el vestido de la obra. Esta manifestación se relaciona con la comunidad y el medio a través de la elaboración de obras donde se plasma la naturaleza, para hacer un llamado a la concientización y preservación de la misma. De igual forma, se plasman muchos cuadros costumbristas alusivos a la Región Caribe: instrumentos musicales, indígenas y mochilas arhuacas. Instrumentos de percusión Las poblaciones de San Martín, Gamarra, Chiriguaná y Tamalameque manufacturan instrumentos de percusión como congas, tamboras, guaches, cununos, guacharacas y cajas de música vallenata. Para la fabricación de las guacharacas se necesita la lata de la uvita, a la cual se le hacen unas ranuras y se pinta de negro con betún. Para la elaboración de las congas y las tamboras se utiliza madera de árboles como caracolí, balso, ceiba amarilla, gualandra, tolú y jobo. Luego se toman las medidas o dimensiones para el tamaño deseado del instrumento. Con las herramientas se talla la madera, después se da el proceso de pulido, cepillado y decoración externa. Los cueros para la tambora en especial tienen que ser de chivo (carnero). La tambora necesita un cuero delgado y uno grueso; estos son llamados la hembra y el macho. Son sujetados por cuatro aros y bejucos. También se utiliza cabuya para el trenzado del panal y cuñas para dar firmeza. La fabricación de un juego de tambora dura hasta un mes. En Río de Oro se elaboran instrumentos de percusión como el Carángano, la Pandereta y la Tamborina. Para la fabricación de un Carángano se utiliza un tubo de PVC de 10 a 12 pulgadas de diámetro y 2 metros de largo, al cual se le abre una escotadura en su parte central por donde atraviesan ocho cuerdas de alambres bien sujetadas a ambos extremos del tubo. En cada punta su parte cilíndrica es cerrada con tapas de madera. Para la fabricación de la Pandereta o Sonajero se hace un recuadro en madera que en su interior es dividido en tres sesiones; por cada una de ellas pasan seis alambres con una serie de tapitas metálicas que emiten el sonido al darle golpes con la mano. La Tamborina es similar a la caja vallenata; se fabrica con el tronco del maguey que luego de ser cavado se pule y se le coloca parches en cuero de chivo. 165


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La elaboración de instrumentos musicales se relaciona con la comunidad a través del gusto por la música y el folclor de la región. Se ha transmitido el conocimiento a personas interesadas a través de talleres de formación. A su vez, los instrumentos elaborados son utilizados o ejecutados por personas en actos que fomentan el interés por lo cultural y, en esos instantes los espacios de expresión cultural, se convierten en generadores de cohesión social. De igual forma, contribuyen a generar identidad. RECOMENDACIONES DE SALVAGUARDA • Utilizar el referente musical para trabajar temas de geografía local en el aula de clases: vincular la enseñanza de la geografía del Cesar, reflexionar y sensibilizar sobre el patrimonio natural y cultural del mismo, desarrollando las capacidades de observación y apropiándose de su patrimonio musical.

La profesora Ninfa Zuleta y el maestro en artes plásticas Moisés Garay, propusieron en 2008 que las canciones vallenatas fueran utilizadas como referentes para la enseñanza de la geografía del Cesar y a su vez del patrimonio inmaterial del mismo, forjando de esta manera niveles de apropiación identitaria. De esta manera podría lograrse un acercamiento importante entre la academia y las expresiones artísticas populares a niveles de la escuela. Ello permitiría que desde muy temprano los niños y jóvenes cesarences se apropien de su patrimonio inmaterial y lo interpreten a través de estrategias pedagógicas innovadoras. • La fotografía como patrimonio histórico: la fotografía como recurso visual y didáctico puede ser utilizada en ejercicios como pequeñas exposiciones organizadas por las Casas de Cultura. A través de estas analizar y organizarlas para ser interpretadas como parte de la trama social, como producto y productora de sentido, codificada y codificadora cultural. Se trata de entender este recurso visual a través de sus usos sociales, reales o potenciales. Quizá la mayor contribución que pueda hacerse al campo del PCI con esta estrategia sea la importancia de la definición de las categorías de trabajo en el inventario. Privilegiar la mirada de la comunidad sobre su propia riqueza patrimonial. • El patrimonio amenazado de las cocinas tradicionales: la base de la solución es la investigación, un inventario especializado.

Las políticas y medidas de higienización y estandarización sin consultar las particularidades culturales de la manera como se produce, prepara y consumen los alimentos artesanales pueden llevar a una estandarización necesaria pero inconveniente. También la formalización productiva de las cocinas populares sin conocer sus particularidades culturales y productivas, puede surtir también efectos negativos. Debemos encontrar un punto de equilibrio en estas problemáticas y la única manera adecuada de iniciar es el fortalecimiento de la investigación en este campo patrimonial. La solución no reside solamente en transformar la cocina tradicional en cocina gourmet. • El aspecto patrimonial de las artesanías: talleres alrededor de los saberes Cuando preguntamos por artesanías en el marco de un inventario cultural, sucede lo mismo que con las cocinas tradicionales: Los encaramos desde el punto de vista de lo “típico” y no realmente desde su base y saber cultural.

Las artesanías y la gastronomía fueron incluidas en la categoría del patrimonio inmaterial por los saberes asociados a esas técnicas que luego se materializan en productos. El reto está en lograr espacios de sensibilización que expliquen por qué hace parte de lo inmaterial y esto se logra en alguna medida con talleres de formación y capacitación que se encarguen no solo de reproducir y repetir las técnicas de elaboración, sino de sensibilizar a los mismos actores en la importancia de su arte. De esta forma, pueden enfrentarse a la comercialización de sus productos de una manera más estructurada y organizada que les permite ser los primeros beneficiarios de su saber. Es importante priorizar la necesidad de fortalecer las capacidades de los profesionales, especialistas y gestores, así como de los propios portadores de cultura. 166

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MANIFESTACIONES SUSCEPTIBLES DE SER INCLUIDAS EN LA LISTA REPRESENTATIVA DEL PATRIMONIO CULTURAL INMATERIAL Esta contextualización cultural de las manifestaciones inventariadas en el departamento del Cesar, hace parte de las reflexiones construidas a partir de los resultados obtenidos de la ejecución del Proyecto Inventario y Registro del Patrimonio Cultural del departamento del Cesar - PIRPCCE en el año 2011. La trascendencia de la manifestación puede ser a nivel departamental (D) o municipal (M).

Tabla 3. Manifestaciones susceptibles de ser incluidas en la Lista Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial

Campo

1

Festivales y celebraciones

Contexto Cultural Mestizo

Nombre de la manifestación Festival de música vallenata en guitarra (Agustín Codazzi)

Significación cultural

El Festival Vallenato en Guitarras de Codazzi, ha sido catalogado por el Ministerio de Cultura como uno de los 17 festivales de música tradicional más importante del país, el primero en su género a nivel nacional. El certamen goza de una gran aceptación por parte de guitarristas y compositores del ámbito nacional. Se han realizado 25 versiones. Pero sobre todo, tiene gran aceptación dentro de la comunidad porque nació en el seno de la Asociación de Profesionales de Codazzi APROCODA, la cual ha jugado un papel fundamental en gestar y desarrollar ideas de esta magnitud y relevancia cultural para el municipio y el departamento. 2 Festivales y Afrodescendiente Feria de la Naranja Se realiza en Mandinguilla, corregimiento de Chimicha(Mandinguilla - gua como una celebración folclórica en homenaje a la celebraciones Chimichagua) fruta más apetecida en la región, producto natural que constituye el trabajo y sustento de muchas familias en el municipio, siendo Mandinguilla el epicentro de producción. 3 Festivales y Afrodescendiente Festival de Danzas, Aunque ya tiene una Ordenanza Departamental y la coTamboras y celebraciones munidad reconoce la importancia de esta manifestación, Comparsas presenta problemas para su realización consecutiva por (Chimichagua) falta de apoyo institucional y compromiso de las autoridades de turno. Festival Pedazo Se creó bajo la consigna de “rescatar, preservar, fomentar 4 Festivales y Mestizo de Acordeón y difundir la riqueza cultural de la región, especialmente celebraciones (El Paso) de la música vallenata, en los aspectos de ejecución, interpretación, composición y piquería”. Este festival es el más querido y esperado por los habitantes de El Paso y se ha convertido en uno de los más importantes a nivel departamental por su calidad. Festival agrícola Ya tiene un reconocimiento a nivel municipal por parte 5 Festivales y Mestizo y minero celebraciones del Concejo. Estas festividades en un comienzo tuvie(La Jagua de ron un ambiente campesino con el elocuente significaIbirico) do, llenas de gran inocencia y espontaneidad, producto de imaginación del jaguero. Lo más importante es que siempre han tratado de mantener y resaltar la esencia agrícola del municipio, recientemente superada por el auge de la explotación minera, razón por la cual se integró la mención en el festival a esta otra parte de La Jagua. Festival del 6 Festivales y Mestizo Esta iniciativa busca resaltar la importancia de los recurAgua, el Café y sos naturales y culturales que caracterizan la zona. Tiecelebraciones las Artesanías ne la función de ser un espacio de confluencia cultural arhuacas alrededor del cual se organizan las diferentes manifes(Pueblo Bello) taciones del municipio logran integrarse. El festival fue el primer espacio de encuentro con el que contaron los habitantes de Pueblo Bello. Ello generó una sensación de bienestar, recreación, concertación y diálogo.

Ámbito D

M

D

D

M

M

167


María Trillos Amaya | Universidad del Atlántico 7

Festivales y celebraciones

Mestizo

Festival de Acordeones, Versos y Canciones (San Diego)

Mestizo

Ferias y Fiestas del Maíz (Pelaya) 9 Festivales y Afrodescendiente Festival Nacional de la Tambora celebraciones (Tamalameque) 8

Festivales y celebraciones

10

Festivales y celebraciones

11 Expresiones artísticas (Danza)

Mestizo

Festival Folclórico Recreativo Nacional de Juegos y Rondas Infantiles (Curumaní)

Mestizo

Danza del Maíz (Astrea)

12 Expresiones artísticas (Danza)

Mestizo

Danzas de las Chicharroneras (Bosconia)

13 Expresiones artísticas (Danza)

Mestizo

Danza de La Media Cadena (Río de Oro)

168

Bienes Patrimoniales del Departamento del Cesar | Conservación de la Memoria y Salvaguarda de la Diversidad Cultural En este importante encuentro musical se llevan a cabo concursos de diferentes categorías: Acordeón infantil, Voz infantil, Acordeón aficionado, Canción vallenata inédita, Piquería profesional y Voz aficionada. Además, se convierte en el espacio ideal para exposición de artesanías, comida típica y conferencias. Es uno de los reductos de la mentalidad académica que dejó el Café Vargas Vila, junto con el Festival de Poesía. Los habitantes, campesinos y comerciantes impulsaron la festividad agrícola, como muestra de reconocimiento al carácter agrícola del municipio. El Festival Nacional de la Tambora de Tamalameque fue creado en 1978 como encuentro de tamboras. En su marco se congregan los municipios hermanos de la Depresión Momposina apostados al margen del rio Magdalena y otros a nivel nacional como invitados especiales. Este Festival es el único a nivel Nacional donde solo se compite en los bailes cantaos en las modalidades infantiles, subveteranos y veteranos en los cuatro aires de la tambora: Tambora-tambora, Guacherna, Berroche y Chandé. Este reúne niños de las diferentes escuelas para concursar en los juegos y rondas. Su objetivo es rescatar la tradición oral a través de los juegos y rondas infantiles. Paralelo a estas festividades se realizan talleres, conferencias, recitales, exposiciones de pinturas y arqueología, dirigida por la Casa de la Cultura. De esta forma se presenta como un espacio de interacción y expresión cultural alrededor de las fortalezas artísticas del pueblo. La Danza del Maíz es una iniciativa local de docentes y jóvenes que a través de la danza buscan recuperar la memoria agrícola del municipio. La iniciativa nació en el año 2007 como un esfuerzo por recuperar la memoria del municipio y es presentada en distintos festivales de la zona y las fiestas patronales del municipio. Esto ha generado un alto grado de aceptación en la comunidad que ve representada en ella su cotidianidad. La Danza de la Chicharronera es una iniciativa local reciente de un grupo de docentes y gestores culturales que busca, a través de la danza exaltar uno de los quehaceres cotidianos que destaca al municipio para fortalecer la identidad de sus pobladores que ven representada su cotidianidad en esta expresión artística. Su justificación la encuentra en los procesos históricos y poblacionales que han caracterizado a dicha población. A ritmo de dulzaina, tamborina, guitarra y platillos se baila en dos grupos simulando una cadena partida a la mitad; se forman círculos por parejas de hombres y mujeres que bailan tomados de ganchos con pasos salteados y de atuendos andinos que a la vez van haciendo representación de las diferentes labores del campo como la forma de aporrear el frijol. De esta forma, los pobladores pueden conocer las tradiciones campesinas y la forma como estos se apropian de su contexto.

M

14

Expresiones artísticas (Danza)

Mestizo

La Matanza del Tigre (Río de Oro)

15

Expresiones artísticas (Danza)

Mestizo

Danza de la Palma (San Alberto)

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Expresiones artísticas (Danza)

Mestizo

El Paseo del Pajarito (Gamarra)

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Expresiones artísticas (Danza)

Mestizo

La Danza de las Lavanderas (Pailitas)

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Expresiones artísticas (Danza)

Mestizo

La Danza de las Pajiteras (Curumaní)

19

Fiestas patronales

Mestizo

20

Fiestas patronales

Mestizo

Fiestas Patronales de San Martín de Loba (Astrea) Fiestas Patronales de San Francisco de Asís (La Paz)

21

Fiestas patronales

Mestizo

M D

M

M

M

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Fiestas Patronales de San Pedro (Chimichagua)

La Matanza del tigre es una puesta en escena o representación teatral de una leyenda que presenta danza, música y versos. Esta manifestación se realiza en una jornada cultural que ha ganado una posición privilegiada dentro de la comunidad conocida como “6 de enero”. A través del baile y a ritmo de tambores, flautas, clarinetes, gaitas, un grupo mixto de jóvenes recrean las diferentes actividades que realizan los moradores del pueblo en su trabajo con el cultivo de la palma africana. Esta manifestación cobra importancia en la medida en que se encarga de fortalecer el carácter agrícola del municipio y su identidad. El Paseo del Pajarito consiste en una danza en la cual se hace un recorrido por las calles del municipio en el marco de la noche del 7 de diciembre. Esta manifestación va acompañada de música y cantos de tamboras donde se cantan estribillos. Es una importante expresión que acompaña la celebración religiosa de la Virgen Inmaculada. La Danza de las Lavanderas de Pailitas cuenta con 10 parejas donde las mujeres recrean el proceso que hacían las abuelas de ir a lavar ropa a la quebrada Arroyo Hondo; mientras tanto los hombres recrean el trabajo de los aguateros, cuando no existía acueducto en la población. Esta expresión da cuenta de un proceso de reconocimiento y homenaje a los procesos históricos del municipio y su cotidianidad. La danza con pasos influenciados a ritmo de tambora da coherencia a la realidad histórico-musical de la región. Un grupo de jóvenes recrean el proceso de corte, estire y secado de la paja para la elaboración de la escoba de pajitas. En la presentación se va tejiendo hasta formar la escoba. Este ha sido el espacio propicio para que la comunidad astreana recree sus manifestaciones culturales tradicionales. Así una de las presentaciones más esperadas es la de las carreras de caballo en la calle principal. Se celebran entre los meses de septiembre y octubre, allí desde tiempos muy remotos se ha tenido una devoción muy marcada por San Francisco de Asís; los pobladores de esta localidad rinden honor a este Santo Patrono los primeros días del mes de octubre, con actos solemnes como la Santa Misa, alborada musical, retretas en todos los barrios populares con la banda de ese municipio. Las fiestas patronales de San Pedro y San Pablo constituyen una de las celebraciones más importantes del municipio dado el carácter pesquero de la región. Siendo San Pedro el patrono de los pescadores, la celebración de sus fiestas representa una fecha especial para los pescadores del municipio que constituyen gran parte de la población y para la comunidad en general.

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Fiestas patronales

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Indígena

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Fiestas Patronales de la Virgen del Carmen (Manaure)

Las fiestas de la Virgen del Carmen, patrona del municipio se celebran los días 14 al 16 de julio con una programación que incluye alboradas musicales, misa de 6, misa de 8 y misa mayor a las 10 a.m., procesión de vehículos los días 15 y 16, procesión del pueblo, quema de castillos, vaca loca, actividades culturales, deportivas y folclóricas. Manaure es uno de los municipios más frecuentados en época de fiesta en toda la región. La imagen y celebración de la Virgen está asociada con la memoria de sus pobladores a celebraciones devotas y muestras culturales con cumbiambas, sancochos y flores. Fiestas Patronales Aproximadamente 80 años afirman los habitantes que de la Virgen del tiene la llegada de la imagen de la virgen al sitio donde Carmen se encuentra el municipio. Está asociada a la influencia (Pueblo Bello) de las migraciones santandereanas generadas por la violencia, las cuales traían consigo este tipo de devociones arraigadas, que luego fueron traspasadas a sus nuevos sitios de poblamiento. Sus habitantes recuerdan con nostalgia la participación de los indígenas en las celebraciones. Le ofrecían sus cosechas e integraban el carrizo y el chicote a las celebraciones religiosas en las cuales participaban debido al adoctrinamiento al cual habían sido sometidos años atrás. Esto era lo más representativo. Fiestas Patronales La historia de esta celebración está ligada a eventos que de la Virgen del sus pobladores y devotos consideran milagrosos. La cePerpetuo Socorro lebración de las fiestas patronales de la Virgen del Soco(San Diego) rro está rodeada de devoción y respeto. Sus fieles se han encargado de mantener viva su adoración y su fiesta es orgullo de los sandieganos. Fiesta Patronal El corregimiento de Los Venados es reconocido por su Virgen de la devoción por la Virgen de la Candelaria. Sus habitantes Candelaria han exaltado el fervor hacia esta celebración religiosa de (Venados tal forma que la consideran como puntal fundamental de Valledupar) la vida de cada uno de los habitantes del corregimiento y sectores aledaños. La devoción que acompaña a esta virgen la comparten todos los pobladores que se dicen originarios de Los Venados. Es una muestra de identidad y devoción, pues quien esté fuera del corregimiento en la fecha de su conmemoración, regresa a rendirle tributo o a pagar alguna manda. Artesanías en La producción de esteras ha representado el sustento palma de estera económico de muchas familias durante más de cinco (Chimichagua) décadas. La técnica de tejido ha sido transmitida de generación en generación. Es una práctica familiar, que involucra a todos sus miembros en la elaboración, consecución de materia prima y mercadeo y es mantenida hoy día gracias al esfuerzo y dedicación de las mujeres abanderadas portadoras de la tradición e iniciativas de formación a través de talleres que ya han ganado un espacio a nivel departamental y reconocimiento nacional. Artesanías en La falta de empleo y de oportunidad para trabajar en las carbón minas de carbón existentes en La Jagua de Ibirico, obli(La Jagua de garon a que un humilde hombre y su núcleo familiar hiIbirico) cieran del carbón un arte. Esta práctica está directamente vinculada con la nueva principal actividad económica del municipio y del centro del Departamento, la explotación carbonífera. Se ha convertido en una alternativa valorada por sus pobladores y además en un punto de referencia del cual muchas veces sacan ventaja las grandes multinacionales mineras para mostrar su impacto en la cultura local.

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Elaboración de carrozas y mascaras (Río de Oro)

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Saberes asociados a la manufactura de objetos

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Elaboración de instrumentos de percusión autóctonos (Río de Oro)

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Saberes Afrodescendiente asociados a la manufactura de objetos Oralidad Afrodescendiente 32 (juglares y compositores) 31

Artesanías en Taruya (Tamalameque) Elaboración de tamboras (Tamalameque) Dinastía Durán (El Paso)

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Oralidad

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Leyenda de Leonelda (González)

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Oralidad

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La leyenda de la Llorona Loca (Tamalameque)

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Universo Culinario

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Almojábanas (La Paz)

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Para la máscara se usa la técnica autóctona del papel maché sobre el molde de barro. Para la elaboración de las carrozas se utiliza la misma técnica. Lo único diferente es que su armazón va construida con hierro y alambres que facilitan su volumen. Esta manifestación artística goza de gran reconocimiento entre los pobladores debido a su calidad estética y grado de apropiación del contexto, ya que a través de ella expresan su relación con el medio que los rodea y nutren otras manifestaciones celebradas en el pueblo. En Río de Oro se fabrican instrumentos de percusión autóctonos como el Carángano, la Pandereta y la Tamborina. Se trata de instrumentos creados a base de materiales poco convencionales y que dan cuenta del ingenio de los pobladores para el aprovechamiento de los recursos disponibles y su interacción con otras manifestaciones. La Taruya es una planta acuática y silvestre que se consigue en el río, lagunas y ciénagas. Actualmente los habitantes del municipio de Tamalameque la utilizan para la elaboración de artesanías lo que da cuenta de la apropiación del medio. La elaboración de tamboras está ligada directamente a su manifestación artística y el sentimiento de identidad y pertenencia que refleja el baile cantao que lleva su mismo nombre. El Paso, Cesar, en cuanto a la música vallenata ha tenido grandes familias exponentes de este folclor, destacamos la Durán, Serna, Rivera, Martínez, Silva, López, entre otras, de las cuales la máxima representación es la Durán Díaz, ya que de esta familia pasera han nacido dos reyes de la Leyenda Vallenata Alejo (el 1er) y Nafer (el 9°). Según la tradición oral, Leonelda era una mujer alta, hermosa y vivió en Búrbura, uno de los corregimientos de González. Ella se dedicaba a la brujería y por estas prácticas fue puesta a disposición de la “Santa Inquisición” para luego ser ejecutada. Los indígenas búrbura fueron donde la tenían amarrada y la liberaron, dando muerte a quienes la custodiaban. Este hecho establece un fuerte lazo de pertenencia de los pobladores actuales y el reconocimiento de sus raíces indígenas. La leyenda de la Llorona de Tamalameque es quizá una de las más reconocidas a nivel nacional, lo cual la lleva a tener un puesto privilegiado en el imaginario de su comunidad, dado que refuerza los lazos de identidad y sentido de pertenencia. En el municipio La Paz, se cocinan las mejores almojábanas del país. En el Parque de la Almojabanera se encuentra un monumento en honor a Adelinda Sierra, una mujer trabajadora que instauró la fabricación de las almojábanas en el municipio. Aunque actualmente no sea un negocio exclusivo de las mujeres. En La Paz la fabricación de las almojábanas nació asociada a una alternativa de sustento familiar y así se ha mantenido. Se trata de todo un mercado de este producto que ha ganado relevancia a nivel local y departamental.

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Universo Culinario

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Paisaje Cultural

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40 Celebraciones religiosas

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Vino de Uvita de El proceso para obtener Vino de uvita de lata se ha tecLata nificado de acuerdo con la normas exigidas por las au(Gamarra) toridades pertinentes. De cualquier forma, da cuenta de un primer momento de elaboración de forma artesanal, gracias a la iniciativa de los pobladores y el aprovechamiento de los recursos naturales disponibles en su medio. Nabusímake La tierra donde nace el sol: es la capital del territorio (Pueblo Bello) arhuaco, está conformado por aproximadamente 60 casas en bahareque con cubierta de paja y rodeado por un cerco de piedra. Desde 1750 la comunidad de los capuchinos llegó a Nabusímake y comenzó la evangelización, bautizaron el pueblo como San Sebastián de Rábago y construyeron una capilla que se ajustara a la arquitectura vernácula y un internado fuera del cerco del pueblo. Hoy Nabusímake pertenece político-administrativamente a Pueblo Bello como corregimiento, aunque el lugar es administrado por el Cabildo indígena. Nabusímake está bordeado por el río San Sebastián, el cual aguas abajo, pasa por Fundación, Magdalena, antes de desembocar en la Ciénaga. Sus aguas vienen de los picos de Chendwa (Colón y Bolívar). Nabusímake congrega en su territorio todas las características que definen un Paisaje Cultural, está enclavado en el centro de la Sierra Nevada, lo cual le brinda un paisaje imponente, riqueza hídrica y biodiversidad, pero sobre todo, representa la riqueza cultural de los pueblos indígenas que habitan la Sierra Nevada y lo consideran el centro de sus actividades y se reconocen como entidad cultural más allá de límites político administrativos. Corpus Christi Lo más importante y llamativo de esta manifestación es (Atánquez el nivel de apropiación y cohesión social que genera en Valledupar) propios y visitantes, y el recelo con que guardan su tradición los hacedores de la fiesta. Lo más importante para ellos es mantener la tradición, su fortaleza cultural y su representatividad. Se mantienen afianzados a algo divino. Han ido superando obstáculos en cada etapa histórica (el proceso de reetnización, la violencia, la proliferación de nuevas iglesias), y lo seguirán haciendo porque están convencidos de que lo que está en sus manos es la representación de la fe. Leyenda En la leyenda de la Virgen del Rosario, Leyenda Vallenata Vallenata o Fiesta del Milagro, se conjugan elementos históricos, (Valledupar) sociológicos, fantásticos y religiosos que la distinguen como una de las tradiciones más antiguas de Valledupar y de la región. En el milagro de la virgen del Rosario se confabula lo místico con lo escénico. La historia se mezcló en la memoria de los pobladores y nació la leyenda. Ecce Homo El origen de la imagen que se venera en Valledupar se (Valledupar) confunde con la leyenda. No hay un registro histórico que certifique su procedencia. Lo único claro es la relevancia de esta manifestación para la identidad de los valduparenses. En palabras de la comunidad: “Ecce homo es la identidad del vallenato, en todos los ámbitos es una simbiosis indisoluble porque en él está representado el pueblo en todas sus gamas”.

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Semana Santa (Valencia de Jesús Valledupar)

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La Gota de la Preciosa Sangre (González)

Aunque ya tiene una Ordenanza Departamental y todo el reconocimiento a nivel nacional, la comunidad reclama mayor apoyo por parte de las administraciones. Indudablemente lo que hace más representativa esta manifestación es el misticismo con el que guardan sus hacedores y el resto de la comunidad las representaciones de los actos religiosos. El Viernes Santo es el designado por muchas personas de la población y ciudades como Pamplona, Santa Marta y Barranquilla para visitar La Gota de la Preciosa Sangre que llegó a González por medio de un Cura, que a la hora de abandonar el pueblo la cedió a la familia Carranza. Esta ha logrado establecer fuertes lazos de fe a su alrededor, convirtiéndose en un ícono de la religiosidad de la región.

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Fuente: Proyecto de Inventario bienes patrimoniales del departamento del Cesar

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CONCLUSIONES El patrimonio cultural representa la acumulación de la experiencia cultural humana (pasado) y es el legado cultural adaptado (presente). Es decir, es un sistema en constante renovación, un proceso inacabado donde artefactos, edificaciones, instrumentos o productos son apenas huellas de la cultura, y dichas huellas conducen a los pueblos hacia una conciencia de sí mismos, los remite a símbolos y representaciones a través de la memoria y, de esta forma, los conduce a lo que denominarán identidad. Para lograr este proceso acucioso de resignificación y reconocimiento identitario se debe ante todo desligar el patrimonio cultural del discurso sobre lo antiguo, lo supersticioso, lo exótico, marginal, y también de lo puro, lo no contaminado. De esta forma predominará su carácter dinámico y actual sobre las tendencias conservacionistas.

Nada hacemos con reunirnos para sumar monólogos o transcribir entrevistas de viejos sabios de la historia popular, si no consideramos la inmensa necesidad de integrar esfuerzos para evitarles a nuestros pueblos la continua pérdida de sus tradiciones, de su memoria y de su identidad. Se trata de dialogar y de reconocernos en nuestras semejanzas y diferencias. Se trata de comprender y comprendernos profundamente en nuestras culturas diversas, no para aplaudirnos unos a los otros, sino para intercambiar activamente procesos de creación, búsquedas e historias que hablan por nosotros y que reflejen en el espejo del patrimonio inmaterial el rostro genuino de las comunidades de cada territorio.

Las comunidades del Cesar ya están preparadas para este ejercicio. Si bien hay distintos grupos en una comunidad, como distintas formas de abordar las manifestaciones, la construcción del diálogo es necesaria para el reconocimiento de la pluralidad. En el Cesar encontramos experiencias valiosas, iniciativas sobre las cuales se construyó este registro del patrimonio inmaterial y se formularon recomendaciones: líderes comunitarios, docentes, investigadores motivados por conocer las raíces de su terruño, madres cabeza de hogar que entienden la importancia de lo que hacen, no sOlo para el sustento económico de su familia, sino como constructoras de la cultura de su pueblo. Ellos son la base de este proceso y deben ser quienes protagonicen las acciones de salvaguardia.

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A MANERA DE CONCLUSIÓN


FIESTAS Y FESTIVALES: ESPACIOS PARA LA CONSERVACIÓN DE LA MEMORIA Y LA SALVAGUARDA DE LA DIVERSIDAD DE LAS EXPRESIONES CULTURALES M A RÍ A TRI LLOS A M AYA


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Para la UNESCO, el patrimonio cultural inmaterial se define como los usos, representaciones, expresiones, conocimientos y técnicas que las comunidades reconocen como parte integrante de su patrimonio cultural. Este patrimonio es recreado por las comunidades en función de su entorno, su interacción con la naturaleza y su historia. Infunde en las comunidades un sentimiento de identidad y de continuidad; promueve el respeto por la diversidad cultural y la creatividad humana; es compatible con las normas internacionales sobre derechos humanos. En fin, induce a definir la alteridad y el respeto mutuo tanto entre individuos como entre comunidades. Acorde con lo anterior, las políticas estatales en Colombia sobre la salvaguarda del patrimonio inmaterial señalan que sus manifestaciones expresan procesos sociales dinámicos que se manifiestan en tradiciones orales relacionadas con el conocimiento que la comunidad ha construido sobre la naturaleza y el universo; con la música, la danza, las representaciones teatrales y encuentros artísticos; con los rituales festivos; con los procedimientos propios de la cocina tradicional y las técnicas artesanales. Los estudiosos de estos temas consideran que las culturas son el resultado de múltiples contactos e intercambios. Por lo tanto, son dinámicas y abiertas para dar respuesta a las influencias que reciben para mantener las identidades que las caracterizan. Por ende, ante la homogenización que propicia el contacto entre culturas, es justo reconocer que a lo largo de su historia, la humanidad ha demostrado que este es el motor que ha permitido a las comunidades aferrarse a sus identidades y articularse a los procesos sociales manteniendo la diversidad cultural.

Un ejemplo de esto son los malibúes. Según los cronistas e historiadores, eran una muestra viva de culturas en contacto; se comunicaban en lenguas diferentes y por ritualidades diferenciadas. Es decir, mantenían un mismo sustrato cultural, sin embargo, eran independientes en los aspectos políticos y comerciales. Alcanzaron a establecer un escenario propio de intercambio de productos entre diversos pueblos del medio y bajo Magdalena. Desaparecieron como cultura, no por efecto de tales contactos, sino debido al régimen impuesto por los colonizadores: expertos bogas, debieron responder a las exigencias de comunicación y transporte que los procesos colonizadores demandaban, de tal manera que muy pronto los españoles se vieron obligados a reemplazarlos por mano de obra africana.

Es factible pensar que el trabajo de la UNESCO muestra la voluntad universal de salvaguardar y preservar el patrimonio cultural inmaterial de la humanidad. Sin embargo, los estudiosos de este tema se preocupan por la aceleración de los contactos entre sociedades y culturas diferentes y la explícita occidentalización de los modos de vida, en lo cual los medios masivos de comunicación tienen profundas implicaciones, si tenemos en cuenta que hoy, la televisión está reemplazando a padres, abuelos y nanas en los procesos de socialización de los infantes, quienes suelen ser sometidos a largas sesiones frente a programas televisivos. Tal preocupación aparece en el preámbulo de la Convención de la UNESCO (2003): Observando que los procesos de mundialización, facilitados por la evolución rápida de las tecnologías de la información y la comunicación, pese a que crean condiciones inéditas para que se intensifique la interacción entre las culturas, constituyen también un desafío para la diversidad cultural, especialmente en lo que respecta a los riegos de desequilibrios entre países ricos y países pobres.

Pero, en el contexto colombiano ¿Qué quiere decir salvaguardar? No es precisamente congelar en el tiempo ceremonias y fiestas, realizándolas tal cual lo hacían los abuelos. Tampoco conservar su memoria a través de la escritura y en los museos. Como quiera que el patrimonio inmaterial es algo vivo, la idea de salvaguardarlo congelándolo en el tiempo (y en fichas descriptivas), choca con la función de dinamizador cultural que realiza.

Por otro lado, ¿Cómo salvaguardar las manifestaciones culturales en contextos donde la violencia ha generado cientos de desplazados y con ello el desarraigo? Si se distingue entre los desplazados a hombres y mujeres, adultos y menores de edad, surgen lazos y fuentes de tensión; una trama de conflictos y presiones que desarticula los modos de vida y formas de organización de los hogares desplazados y acelera la descomposición de las 179


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relaciones tradicionales entre las generaciones, propiciando crisis en las identidades y en las relaciones afectivas y sociales.Y sobre este tema, en Atánquez, para tomar un solo ejemplo en el Departamento motivo de esta preocupación, el Cesar, hay mucho que estudiar. La nota de ACNUR, sobre desplazados forzados que vuelven a su territorio ancestral es una invitación para los especialistas: Hombres y mujeres jóvenes -algunos de ellos no superan los 15 años- asistieron por primera vez a Atánquez, a “conocer lo que nuestros padres nos han contado”. Así mismo, hombres y mujeres mayores, que por muchos años se habían alejado de su territorio, recorrieron las calles, los altares (antiguos sitios de pagamento), hicieron la procesión de espaldas al camino, acompañando a Negros y Negritas de Palenque, Diablos y Cucambas, en el marco de la fiesta de Corpus. Todos ellos recogen del territorio su fuerza ancestral para continuar en su esfuerzo por estructurar estrategias conjuntas que les permitan mantenerse vivos como pueblo.

Ante este contrasentido, el concepto de patrimonio inmaterial es concebido por los gestores culturales y las propias comunidades como un mecanismo dinamizador de los elementos culturales que integran la identidad y diferencian una colectividad de otra. Para los académicos lo importante es salvaguardar la diversidad cultural, ya que en ello estriba la supervivencia del ser humano: … Es el hecho de la diversidad el que debe salvarse, no el contenido histórico que le ha dado cada época y que ninguna podría perpetuar más allá de sí misma… (Lévi-Strauss: 1952).

Al margen de tales dualidades, las comunidades construyen espacios festivos y dinámicos que guardan la memoria colectiva. En el arraigo que tales espacios propician en la población, subyacen cientos de versiones. En el caso del Caribe, basadas en la tradición oral. Así, se encuentran los grupos, las escuelas de danza, los capitanes de las fiestas, los hacedores de los carnavales, los coordinadores de procesiones. En fin, aquellos personajes que guardan la tradición en cada comunidad, y que pueden dar fe de su génesis, contar cómo las animaban sus abuelos, sus padres y como ellos son los herederos de las distintas formas de lograr que el pueblo unifique criterios y decida la mejor manera de rendirle homenaje al santo patrono o celebrar la Semana Santa; cuál es la dieta que debe llevarse esos días, cuáles artesanías ofrecer para conmemorar cada ocasión, cuál es el tema musical de moda y en qué momentos bailarlo. La fiesta popular cívica o religiosa, en contraposición con el festival, se caracteriza por la ausencia de un escenario estático como eje vertebral; además, por la ausencia de la división artista / público. En este orden de ideas, aún hoy las fiestas patronales en los pueblos del Caribe, conservan una estructura que se apodera de las calles, de los espacios públicos con sus procesiones en honor al santo, en medio del jolgorio que definen música y danza. El carnaval caribeño es otro escenario que une a las comunidades con sus vestidos especiales y carrozas temáticas, con las críticas y denuncias sociales. En esta dinámica, la participación del pueblo es garantía de salvaguarda, ya que para él,espacio y territorialidad recobran su sentido público.

Por otra parte, puede decirse que las fiestas populares han definido la vida musical de la región, como parte fundamental de su patrimonio cultural inmaterial. En el contexto festivo, la música tradicional caribeña con sus múltiples matices, es una construcción sonora, codificada culturalmente por las personas oriundas de la región. Pero, si bien estos códigos sonoros son transmitidos de generación en generación, con el tiempo se han ido transformado y evolucionado. Si bien los músicos de hoy son profesionales y por lo tanto remunerados de acuerdo con el reconocimiento que poseen, en la fiesta la comunidad participa ampliamente de la presentación musical que induce a la danza. La trashumancia es otra de las características de la música regional. Con la evolución de los sistemas de captación y reproducción del sonido, de la radio y los medios de comunicación, llegó al interior del país, donde Lucho Bermúdez con Colombia tierra querida sintetiza la colombianidad de quienes se divierten en las madrugadas festivas de las modernas discotecas bogotanas; o la Butifarra de Pacho, enciende la nostalgia de los caribeños que migraron al interior del país. Trascendiendo las fronteras, ha viajado por lugares ignotos: … se va el caimán, se va el caimán, se va para Barranquilla, cuentan los vascos de hoy que fue como un himno de sus abuelos y padres contra la dictadura del general Franco en España; participado en escenarios insospechados: Santa Mar180

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ta, Santa Marta tiene tren… pero no tiene tranvía… cantaban los catalanes en los veranos de mediados del siglo pasado; representando nuevas comunidades e identidades, la cumbia en el sur del continente ha sido adaptada (cumbia chicha)1como género musical propio; recreado en nuevas formas de sentir, el vallenato ya es legado en Monterrey, México.

Volviendo al entorno nacional, encontramos que La víspera de año nuevo, un poema de amor de Don Tobías Pumarejo, interpretado por Guillermo Buitrago, hoy forma parte del repertorio de himnos nacionales para despedir el año que termina (La víspera de año nuevo estando la noche serena, mi familia quedó con duelo y yo gozando a mi morena/ … te vengo a felicitar con el cuerpo y con el alma../ año nuevo lo quiero pasar contigo en la sabana…). Interpretado por Cheo García con la Billos Caracas Boys, de Venezuela, trascendió a Centroamérica. Yo quiero lanzar un grito vagabundo, yo quiero lanzar un grito y no me dejan, es otro de los himnos populares, pero en su época fue un grito de rebeldía de Guillermo Buitrago cuando frente a los hechos que ocasionó el asesinato de Gaitán, fue detenido en la Plaza de Ciénaga (Magdalena) para impedirle seguir gritando ¡Viva el Partido Liberal! Interpretado por Los Melódicos de Venezuela amenizó muchos escenarios festivos de países circunvecinos. En fin, música y canto como afirma Pelinski (2000), se incorporan a los cuerpos de jóvenes y adultos asumiendo diversas funciones sociales.

Sin embargo, hoy, muchas de las fiestas tanto cívicas como religiosas, presentan nuevos procesos de “escenificación” y “espectacularización” y, con estos ha llegado la privatización de los espacios festivos. Es decir, para hacerlas sostenibles se cobra el acceso a dichos espacios o se recibe dinero de grandes empresas (industrias licoreras, medios masivos de comunicación, empresas comerciales) a cambio de publicidad. De esta manera, la empresa privada pone las condiciones, sin que medien criterios que privilegien los elementos patrimoniales, y: Lo festivo, así, termina siendo más un simulacro del desorden con funciones disipativas y sujeto a coordenadas espaciotemporales claramente delimitadas por los poderes dominantes, que un desorden real con capacidad para generar dinámicas políticas y sociales que lleven a una sociedad más equilibrada. (Nieves Oviedo: 2003: 28).

En este sentido, los festivales son espacios que “escenifican” y en medio de la escenificación “descontextualizan” las manifestaciones patrimoniales. Sin embargo, hay festivales de festivales: aquellos cuyos organizadores han logrado acercarse a las tradiciones; aquellos que trabajan al margen de las dinámicas que imponen organismos privados que cuentan con una gran infraestructura apoyada en las nuevas tecnologías y los medios de comunicación, han logrado fortalecer y dinamizar procesos patrimoniales, priorizando la música, la danza y la poesía popular. Es la realidad de los festivales de música tradicional que nacen con la misión de mostrar y fortalecer mediante la puesta en escena de las expresiones locales y regionales. La mayoría de estos festivales responden a la necesidad de generar espacios de circulación debido a la poca apertura de los medios y la industria fonográfica para divulgar las manifestaciones tradicionales (Festival Son de Negro en Santa Lucía, Atlántico, Festival de la Tambora en Tamalameque, Festival de Tambores de San Basilio, Festival de Música Vallenata en Guitarra, Codazzi). … Actualmente, para el actor –y el investigador– de las diferentes tradiciones musicales de Colombia, es casi inevitable encontrar un nuevo marco de presentación: el Festival, entidad relativamente reciente cuyo número parece incrementar cada día. Esta nueva institución cultural juega un papel muy importante en el proceso de cambio de la música y la danza tradicional, ya que reúne, conserva y difunde –y en algunos casos de manera exclusiva- las prácticas musicales del país. Entre los Festivales regionales de música existen muchas similitudes; sin embargo, cada uno de ellos posee sus propias características, sus actores y protagonistas, su propia razón de ser, su historia. Además, las influencias de significativa envergadura que con frecuencia estos Festivales generan, y que muchas veces van más allá de las prácticas musicales mismas, no dejan de sentirse. Por ello, su estudio detallado y muchos otros aspectos del Festival favorece a una mejor comprensión sobre los elementos cambiantes de la música y la danza tradicional hoy en día (Carbó, 1999:2).

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La cumbia chicha es un género musical popular que se empezó a desarrollar para los años 60 del siglo pasado. Fusiona elementos de la cumbia colombiana y ritmos nativos de los Andes Centrales y la Amazonía (de Perú a Bolivia).

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Muy a pesar de que en medio de la “escenificación” se da una especie de “descontextualización”, a pesar de la distancia artista / público y de las normas y pautas que los rigen (sobre todo cuando se trata de concursos), lo cierto es que alrededor de la puesta en escena en contextos sociales paralelos, se vislumbra un universo simbólico que se recrea en la comunidad que se reúne, se reconoce e identifica en su cultura artística. Otro aspecto de los procesos de “espectacularización” de las fiestas tradicionales que debe tenerse en cuenta es que tienden a integrar elementos foráneos. De esta manera, el Carnaval de Barraquilla se ha convertido en referente para otro tipo de festividades: los desfiles de carrozas, los desfiles de escuelas de danzas ante jurados en busca de un premio, los festivales de orquestas, entre otros. De esta manera se adoptan nuevas estrategias para la puesta en escena, los vestidos en los desfiles cambian su estética tratando de parecerse a la estética global del carnaval de Barranquilla. En este, además, existe un sector de hacedores con tendencia a inspirarse en el carnaval carioca. De la misma manera, el Festival Vallenato tiene incidencia en los festivales que han surgido en las últimas décadas: ritmos, formas musicales y vestimenta, son otros elementos que se dan en este tipo de eventos festivos.

Independientemente del carácter del evento -fiesta patronal, carnaval o festival…- independientemente de si es público o privado, con espacios abiertos o cerrados, todos estos escenarios ya forman parte del patrimonio inmaterial de la nación. Las fiestas son patrimoniales en sí mismas y los festivales y las ferias son plataformas fundamentales para la dinamización de expresiones que han tenido por generaciones arraigo y sentido en las comunidades. Por otra parte, es importante aclarar que si bien el festival, a diferencia de la fiesta patronal no contiene un sentido religioso, esto no quiere decir que no es posible que con el tiempo se convierta en un evento con un gran arraigo popular y genere sentido de identidad hacia las generaciones futuras. De otro modo, si bien el festival se caracteriza por privilegiar unos espacios para la puesta en escena, como dijimos anteriormente, cuenta con puntos de encuentro paralelos que lo convierten en un gran festín lejos de normas, criterios de evaluación, tiempos restringidos y categorías.

Los festivales populares tradicionales y las fiestas cívicas o religiosas, son patrimonio inmaterial en la medida en que poseen un sentido simbólico, elementos que se negocian, espacios de resistencia, espacios de asimilación. Son por lo tanto escenarios vivos y dinámicos que se transforman permanentemente y que se ven obligados a responder a las realidades políticas y económicas de la región en que están inmersos, en este caso el Caribe colombiano.

De esta manera, es posible que los procesos de fortalecimiento originados en los festivales y la memoria colectiva de la comunidad interactúen para la construcción histórica de los sectores académicos y también de los investigadores locales, dinamizando expresiones con las comunidades desde su práctica en un aprendizaje significativo, posibilitando códigos de comportamiento y valores tanto éticos como estéticos.

BIBLIOGRAFÍA ACNUR (s.f.). Recuperado en septiembre de 2011 de, http://www.acnur.org/t3/que-hace/autosuficiencia/ Carbó, G. (1999). Tambora y festival. Influencias del festival regional en las prácticas de la música tradicional. Revista Huellas, 59-58. Barranquilla, Colombia: Universidad del Norte. Lévy-Strauss, C. (1999). Raza e Historia. Informe a la UNESCO. Madrid, España: Atalaya. Nieves Oviedo, J. (2003). Vislumbres del Caribe: Iconografías y textualidades híbridas en Cartagena de Indias. Cartagena, Colombia: Observatorio del Caribe colombiano – Universidad de Cartagena. Pelinski, R. A. (2000). El tango nómade: ensayos sobre la diáspora del tango. Buenos Aires, Argentina: Corregidor. Pelinski, R. A. (2000). Invitación a la etnomusicología: quince fragmentos y un tango. Madrid, España: Akal.

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ANEXOS


ANEXO1. CARTOGRAFÍA CULTURAL DEL DEPARTAMENTO


Bienes Patrimoniales del Departamento del Cesar | Conservaciรณn de la Memoria y Salvaguarda de la Diversidad Cultural Mapa 1. Patrimonio Mueble - Arqueolรณgico Tenencia Oficial

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María Trillos Amaya | Universidad del Atlántico Mapa 2. Patrimonio Mueble - Monumentos en Espacio Público

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Bienes Patrimoniales del Departamento del Cesar | Conservación de la Memoria y Salvaguarda de la Diversidad Cultural Mapa 3. Patrimonio Mueble - Religioso

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María Trillos Amaya | Universidad del Atlántico Mapa 4. Patrimonio Inmueble

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Bienes Patrimoniales del Departamento del Cesar | Conservación de la Memoria y Salvaguarda de la Diversidad Cultural Mapa 5. Patrimonio Inmaterial

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ANEXO 2. GALERÍA FOTOGRÁFICA


Bienes Patrimoniales del Departamento del Cesar | Conservación de la Memoria y Salvaguarda de la Diversidad Cultural

GALERÍA 1. EL CESAR: PUEBLOS, ÉPOCAS Y ESPACIOS

Fotografía 1. Flauta Zoomorfa

Llanuras del Caribe - Bajo Magdalena Fuente: Colección Museo del Oro - Banco de la República

Fotografía 3. Terraza de Ciudad Perdida

Fuente: Fundación Pro Sierra Nevada

Fotografía 2. Visión ancestral del territorio

Fotografía 4. Visión ancestral del territorio

Fuente: Gonawindua Tayrona. Pico Nevado

Fuente: Fundación Pro Sierra Nevada

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María Trillos Amaya | Universidad del Atlántico

Fotografía 5. Cerro Pintao - La Guajira

Fotografía 7. Niños ette ennaka

Fuente: Corpoguajira – Funegun

Fuente: Archivo fotográfico MAUA, Resguardo Issa Oristunna (2009)

Fotografía 6. Yukpas de Colombia

Fotografía 8. Mujer ette ennaka hilando

Fuente: Sala de prensa – Gobernación del Cesar

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GALERÍA 2. EL CESAR: TRADICIONES CERÁMICAS

Fotografía 1. Mocasín nabiforme. Colección del municipio de El Copey

Fotografía 3. Collar lítico Colección del municipio de El Copey

Fuente: Archivo fotográfico MAUA

Fuente: Archivo fotográfico MAUA

Fotografía 2. Vasija globular Colección del municipio de Curumaní

Fotografía 4. Urna funeraria antropomorfa Colección del municipio de Curumaní

Fuente: Archivo fotográfico MAUA

Fuente: Archivo fotográfico MAUA

Fuente: Archivo fotográfico MAUA, Resguardo Issa Oristunna (2009)

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María Trillos Amaya | Universidad del Atlántico Fotografía 5. Fragmento de urna antropomorfa Colección del municipio de Gamarra

Fuente: Archivo fotográfico MAUA

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Bienes Patrimoniales del Departamento del Cesar | Conservación de la Memoria y Salvaguarda de la Diversidad Cultural Fotografía 7. Fragmentos de cerámica ritual Colección del municipio de Manaure

Fotografía 9. Tapa urna funeraria antropomorfa Colección del municipio de Tamalameque

Fotografía 11. Cuenco semiglobular Colección del municipio de Valledupar

Fuente: Archivo fotográfico MAUA

Fuente: Archivo fotográfico MAUA

Fotografía 10. Figurina ritual Colección del municipio de Valledupar

Fotografía 12. Alcarraza ritual Colección del municipio de Valledupar

Fuente: Archivo fotográfico MAUA

Fuente: Archivo fotográfico MAUA

Fuente: Archivo fotográfico MAUA

Fotografía 6. Copa semiglobular Colección del municipio de Manaure

Fotografía 8. Tapa urna funeraria antropomorfa Colección del municipio de Tamalameque

Fuente: Archivo fotográfico MAUA

Fuente: Archivo fotográfico MAUA

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Bienes Patrimoniales del Departamento del Cesar | Conservación de la Memoria y Salvaguarda de la Diversidad Cultural

GALERÍA 3. EL CESAR: TRADICIONES ARQUITECTÓNICAS

Fotografía 1. Edificio Antigua Administración Postal Nacional, Valledupar - arquitectura colonial

Fotografía 5. Callejón de las Estrellas

Fotografía 7. Casa de Don Carmelo, González

Fuente: Archivo fotográfico MAUA

Fuente: Archivo fotográfico MAUA

Fotografía 3. Cubierta Compai Chipuco. Vivienda adaptada (sin perder sus valores) al uso comercial a baja escala.

Fotografía 6. Cubierta en madera rolliza y chusque, Casa Cabrales, González

Fuente: Archivo fotográfico MAUA

Fotografía 2. Arquitectura autóctona

Fuente: Archivo fotográfico MAUA

Fotografía 4. Cubierta Plana, familia Mejía

Fuente: Archivo fotográfico MAUA

Fuente: Archivo fotográfico MAUA

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Fotografía 8. Patio central, vivienda vallenata

Fuente: Archivo fotográfico MAUA

Fuente: Archivo fotográfico MAUA

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Fotografía 9. Casa Murgas, San Diego

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Fotografía 10. Vivienda Art. Deco, Tamalameque

GALERÍA 4. EL CESAR: FESTIVIDADES, ARTESANÍAS Y COCINAS TRADICIONALES Fotografía 1. Procesión de la Virgen del Rosario (Río de Oro)

Fotografía 3. Corpus Christi (Atánquez)

Fuente: Archivo fotográfico MAUA

Fuente: Archivo fotográfico MAUA

Fotografía 2. Paseo de San Pedro, patrono de Chimichagua, por la Ciénaga de Zapatosa

Fotografía 4. Festival Vallenato en Guitarra (Codazzi, Cesar)

Fuente: Archivo fotográfico MAUA

Fuente: Archivo fotográfico MAUA

Fuente: Archivo fotográfico MAUA

Fuente: Archivo fotográfico MAUA

Fotografía 11. Casa Campo Cárdenas, La Gloria

Fuente: Archivo fotográfico MAUA

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María Trillos Amaya | Universidad del Atlántico

Fotografía 5. Festival Rondas infantiles (Curumaní)

Fuente: Archivo fotográfico Casa de la Cultura Curumaní

Bienes Patrimoniales del Departamento del Cesar | Conservación de la Memoria y Salvaguarda de la Diversidad Cultural

Fotografía 7. “Carmen Bollo” (San Diego)

Fuente: Archivo fotográfico MAUA

Fotografía 6. Matanza del tigre (Río de Oro)

Fotografía 8. Almojabanera junto a su horno (La Paz)

Fuente: Archivo fotográfico Casa de la Cultura Río de Oro

Fuente: Archivo fotográfico MAUA

Fotografía 9. Tallando en carbón (La Jagua de Ibirico)

Fuente: Archivo fotográfico MAUA

Fotografía 11. Taller de alfarería (González)

Fuente: Archivo fotográfico MAUA

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Fotografía 10. Tejiendo esteras (Chimichagua)

Fuente: Archivo fotográfico MAUA

Fotografía 12. Elaboración de objetos artesanales en taruja y palma (Tamalameque)

Fuente: Archivo fotográfico MAUA

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ANEXO 3. BASE METODOLÓGICA


Bienes Patrimoniales del Departamento del Cesar | Conservación de la Memoria y Salvaguarda de la Diversidad Cultural

El marco metodológico del Proyecto “Inventario y Registro del Patrimonio Cultural del departamento del Cesar”, se caracterizó por la existencia de etapas de trabajo, que permitieron la construcción, gestión y consolidación del proceso investigativo.

En un primer momento se elaboró el proyecto, destacándose un minucioso proceso de consulta bibliográfica y la construcción de los antecedentes históricos del departamento del Cesar en aras de entrever los puntales desde donde se plantearía la problemática a investigar: el patrimonio cultural del departamento del Cesar. Este ejercicio contó con la colaboración de investigadores en las áreas: antropología, arqueología, arquitectura, historia y lingüística.

Un segundo momento, se dedicó a las jornadas de capacitación en temas de Patrimonio Cultural, al grupo de trabajo conformado por estudiantes y profesionales universitarios, así como a la consolidación de alianzas estratégicas con los gestores culturales.

El tercer momento se caracterizó por los trabajos de campo que posibilitaron la recopilación de los datos y trabajo de campo, cuya metodología se tradujo en un proceso participativo con la comunidad. Para el inventario y registro de las manifestaciones inmateriales propias de las comunidades, se tuvieron en cuenta dos aspectos: Las bases conceptuales planteadas por el Grupo de Patrimonio Cultural Inmaterial del Ministerio de Cultura a través de sus Guías para el conocimiento y la gestión del Patrimonio Cultural Inmaterial, como instrumento que permite identificar, valorar, documentar y proponer medidas de salvaguarda de las manifestaciones del patrimonio cultural inmaterial del departamento del Cesar; y la participación de la comunidad1 en el reconocimiento, descripción y proyección de sus manifestaciones culturales.2

Este proceso de registro e inventario se logró trabajando directamente con la población, propiciando la coordinación e iniciativa de los agentes culturales y educativos locales y contribuyendo a la formalización de discursos autóctonos en cada colectividad del departamento del Cesar. Lo primero que debíamos explicarle a la comunidad y a las autoridades entendidas en el área era qué significaba lo que queríamos hacer, ¿Para qué un inventario? ¿Cómo iba a afectarlos ese proceso? Y en efecto en ello invertimos nuestro primer esfuerzo. Un sistema de registro del (inventario) en lo que respecta al patrimonio cultural tiene como propósito facilitar a las comunidades la recuperación, sistematización y conservación de la información sobre su patrimonio. Dicho sistema debe además garantizar la participación efectiva de las colectividades no solo en su elaboración sino en el acceso y administración de las bases de datos obtenidas.

Estos procedimientos de registro, deben utilizarse para cartografiar ese vastísimo universo, tan variado y tan desconocido que representa el patrimonio cultural inmaterial. Pero la única forma de comprometer a las comunidades y autoridades municipales con este procedimiento, es convencerlos de que es solo el primer paso de, un proceso de reflexión para la construcción de una política patrimonial, que es una especie de radiografía a partir de la cual reconocemos carencias, encontramos potencialidades y establecemos puntos de partida para la ejecución de una política cultural pertinente. En este sentido, un inventario patrimonial se convierte en una herramienta para encontrar los puntos de acción y los límites institucionales que permiten avanzar y evaluar las políticas existentes.

La idea es que este inventario, registro o base de datos, no se quede en un mero instrumento enumerador sin generar cambios. Sería absurdo, y así lo hizo sentir la comunidad, sería lamentable que todo este esfuerzo 1 2

Representada por gestores culturales, docentes y estudiantes de instituciones educativas municipales. Estos aspectos de la metodología se basaron en las políticas culturales construidas desde la Convención para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial, UNESCO, 2003.

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solo desembocara en clasificaciones institucionales fabricadas en escritorios o en declaratorias politiqueras sin resonancia en los verdaderos actores, con acciones reales para quienes transmiten y recrean el patrimonio cultural. El diálogo Una vez quedaron claros los propósitos e intenciones primarias de la investigación, se abrió el diálogo con las comunidades involucradas para definir el método a través del cual se construiría la propuesta final. Un ejercicio de memoria colectiva, porque la memoria es la única garantía de que un grupo sigue estando representado por sus manifestaciones culturales, que su esencia sigue siendo la misma, en medio de un mundo en constante movimiento. En otras palabras, la memoria de un grupo determina los referentes en los cuales la comunidad va a fijar sus discursos identitarios.

La memoria es un hecho y un proceso colectivo que va dotando de un sentido compartido los eventos que constituyen una entidad. Quien no tiene memoria de su propia historia no puede ubicarse, no puede entender quién es, ni asumir ninguna relación con los otros. En otras palabras, una persona o un grupo que no tiene representación de su propia historia carece de identidad y, finalmente, no existe. Y ese recuerdo de su historia solo existe y es válido cuando varias personas se encuentran para nombrarlo, contarlo y están de acuerdo sobre su veracidad (Ollivier, 2005:2).

Por la modernidad, cambios en la vida rural, la reducción de la familia para adaptarse a las formas de convivencia urbana, estas construcciones de memorias colectivas ya no pueden apoyarse en las estructuras tradicionales. Los sistemas educativos, los medios masivos de comunicación y los nuevos grupos de socialización proponen otras versiones de la historia colectiva. Al final del diálogo, de común acuerdo (investigadores y comunidad) se decidió la estrategia de los seminario-taller para contextualizar a la comunidad en el discurso del patrimonio cultural y así integrarla en un diálogo en el cual sus representantes siempre fueron los expertos en su herencia cultural y los encuestadores, solo los especialistas de los términos académicos: la herramienta discursiva a través de la cual las comunidades hacían memoria colectiva, reconocían su legado y construían el presente de las manifestaciones culturales e identificaban las debilidades administrativas que afectan sus prácticas culturales. Durante el proceso se recurrió permanentemente a las experiencias, al pasado para interpretar el presente y construir el futuro, de acuerdo con ideas, valores e intereses, compartidos en mayor o menor grado por los participantes, lo cual era interpretado por los investigadores y llevado al registro. Teniendo en cuenta que la historia es informativa y la memoria es comunicativa, los datos exactos, aquellos que de alguna manera están prefijados no eran primordiales. La búsqueda se centró entonces en las experiencias verídicas por medio de las cuales los protagonistas, en un ejercicio espontáneo, se realizaba una reconstrucción del pasado con la ayuda de datos prestados del presente. Y en esa tarea de reconstruir el pasado de manera colectiva fueron apareciendo los objetos y las manifestaciones consideradas como bienes culturales por las propias comunidades. También las estrategias necesarias para su salvaguarda.

Bienes Patrimoniales del Departamento del Cesar | Conservación de la Memoria y Salvaguarda de la Diversidad Cultural

ejercicio del inventario era un primer paso en un proceso de reflexión para la ejecución de acciones concretas de salvaguarda. Este argumento permitió avanzar en el diálogo con la comunidad.

Los bienes inmuebles de uso doméstico y los monumentos en espacio público fueron identificados y registrados teniendo en cuenta los factores históricos y arquitectónicos del inmueble; labor desarrollada conjuntamente con las respectivas oficinas de planeación municipal y la comunidad. Se consideraba a los investigadores, guías y orientadores en la búsqueda de puntos de consenso, sobre la recuperación, sistematización y conservación de la información sobre su patrimonio. Ello permitió que dicho sistema garantizara la participación efectiva de las colectividades no solo en su elaboración sino en el acceso y administración de la base de dato obtenida. El inventario y registro de las colecciones arqueológicas de tenencia oficial se realizó según las especificaciones dadas por el Instituto Colombiano de Antropología e Historia -ICANH- para el registro e inventario de piezas arqueológicas. Una actividad que se efectuó conjuntamente con el apoyo de las respectivas autoridades municipales. La finalización de los procesos se caracterizó por el análisis de la información y el diligenciamiento de las fichas de registro. En la planeación del proyecto esto se constituyó en el cuarto y último momento. Todo el proceso metodológico mantuvo un enfoque participativo, con lo cual se logró que la comunidad construyera y se apropiara de los discursos propios del patrimonio cultural y así ayudarlos a construir con las herramientas necesarias un buen registro de las manifestaciones patrimoniales de su municipio. Con esa perspectiva metodológica y una participación activa de la comunidad dentro de la planeación misma del proyecto, el levantamiento de la información estuvo definido en tiempo y espacio, dado que incluyó la localización e identificación de las manifestaciones y supuso un reconocimiento exhaustivo de la realidad social para proceder a la valoración patrimonial. Por lo tanto, es posible afirmar que reconocer, comunicar, interactuar y proponer fueron los pilares en los cuales se apoyó la metodología participativa del PIRPCCE. Una vez culminado el proceso de recolección de datos y análisis de los mismos, se procedió a la compilación de los documentos que integran este volumen, los cuales a su vez son una síntesis de la información que reposa en las fichas y el sistema SIPA, base de datos del Ministerio de Cultura.

En este punto es necesario reconocer que las comunidades muchas veces vacilaron, dudaron de que eso que habían construido en el proceso estuviera bien identificado como patrimonialmente correcto, sobre todo en lo referente al patrimonio inmaterial. Aparecerían entonces manifestaciones definidas por falsos imaginarios, generalmente aquellos que los medios masivos de comunicación promocionan. En estos momentos aparecían también objetos escasos, raros, antiguos, bellos o exóticos.

Cuando este escaño fue superado, o por lo menos esa era la sensación de la mayoría del auditorio, avanzamos en el proceso de identificación. Pero encontramos otro obstáculo: el registro físico de lo inmaterial. Si ni siquiera los académicos se han puesto de acuerdo sobre la utilidad y pertinencia de los inventarios patrimoniales, se hacía difícil orientar a la comunidad para que se moviera en ese sentido. Si afirmamos que las expresiones consideradas inmateriales sufren cambios constantemente, y el producto inicial del inventario era una ficha de registro, dicho ejercicio muchas veces daba la sensación de que era una ficción fotográfica, un congelamiento de esas manifestaciones que ya se ha dicho son dinámicas. Pero la incertidumbre desaparecía al pensar que el 210

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PERFIL ACADÉMICO DE LOS AUTORES MARÍA TRILLOS AMAYA Doctora en Lingüística General de la Universidad del País Vasco. Magíster en etnolingüística de la Universidad de los Andes. Profesora titular de la Universidad del Atlántico, Docente Investigadora adscrita al Museo de Antropología. Actualmente es miembro del Consejo de Patrimonio Cultural del departamento del Atlántico y par académico de la Comisión Nacional de Acreditación de universidades. Ha dirigido, entre otros proyectos: Modelos Etnoeducativos de los pueblos ette ennaka y wayuu, Primer acercamiento a la realidad sociolingüístico del Caribe colombiano, Inventario y registro del Patrimonio Cultural del departamento del Atlántico. JOSÉ FERNÁNDEZ AMARÍS Arquitecto de la Corporación Universidad Piloto de Colombia. Máster en Conservación y Rehabilitación del Patrimonio Construido del Centro Nacional de Conservación, Restauración y Museología y el Instituto Superior Politécnico José Antonio Echeverría de La Habana, Cuba. Profesor Titular de la Universidad del Atlántico. Ha liderado y asesorado procesos de restauración arquitectónica de importantes Bienes de Interés Cultural, entre los que se destacan: la Casa Visbal, hoy Museo Bolivariano de Soledad; la Casa Museo Julio Flórez (Usiacurí – Atlántico); Rehabilitación y Adecuación del Palacio Episcopal de Santa Marta - Museo de Arte Religioso, y la Iglesia de San José de Aracataca. Con su grupo el Taller de la Ciudad participó en el Inventario y Registro del patrimonio cultural del departamento del Atlántico. JHONNY VEGA ARIAS Licenciado en Filosofía y Ciencias Religiosas de la Universidad Católica de Oriente, Especialista en Educación con énfasis en Pedagogía de la Universidad Mariana de Pasto. Coordinador Académico y docente de la Institución Educativa Ricardo González de Valledupar. En 1996 conformó un taller de restauraciones de arte mueble, con énfasis en imaginería religiosa, desde el cual ha participado en diferentes proyectos de restauración del Patrimonio Mueble Religioso del Cesar.

LÁZARO COTES COTES Antropólogo de la Universidad del Cauca, Máster en Museología y Museos de la Universidad Alcalá de Henares, España. Consultor de la Secretaría de Cultura y Patrimonio del Atlántico, donde ha liderado proyectos sobre patrimonio cultural, entre los que se destacan: Rescate, Restauración y Exhibición de los Cañones Verde, del Boliche y de la calle 17; Montaje de la Sala de Exhibición Arqueológica de Villa Rosa, Atlántico – SAVIR. Es autor del guión museológico de la exposición permanente del Museo del Atlántico.

JOHNNY MECA OSPINA Antropólogo de la Universidad Nacional de Colombia. En el Museo de Antropología ha participado en los proyectos: Identificación de los perfiles culturales de las localidades que integran el distrito de Barranquilla, Inventario y registro del Patrimonio Cultural del Atlántico, Historias locales de mi barrio con la Secretaría de Cultura Departamental en la Recuperación, registro, diagnóstico y promoción del Patrimonio Histórico de la colección fotográfica y documental del Museo Romántico de Barranquilla.

ÁLVARO MARTES ORTEGA Antropólogo de la Universidad del Magdalena. En el Laboratorio de Arqueología del Museo de Antropología de la Universidad del Atlántico, se encargó del registro de la colección arqueológica, además en la coordinación 213


María Trillos Amaya | Universidad del Atlántico

de las actividades del Calendario Cultural. Participó en los proyectos: Identificación de los perfiles culturales de las localidades que integran el distrito de Barranquilla; Historias locales de mi barrio; Rescate arqueológico en el Puerto de Exportación Carbonífera PRODECO, Ciénaga-Magdalena; e Inventario y registro del Patrimonio Cultural del Atlántico.

CARLOS CONSUEGRA GÓMEZ Antropólogo de la Universidad del Magdalena. Joven Investigador del Museo de Antropología de la Universidad del Atlántico, donde apoya los procesos de investigación documental para los programas del Calendario Cultural; se ha desempeñado como asistente de investigación en los proyectos: Identificación de los perfiles culturales de las localidades que integran el distrito de Barranquilla, Historias locales de mi barrio e Inventario y registro del Patrimonio Cultural del Atlántico. YASMEIDIS CONSTANTE FIGUEROA Arquitecta Restauradora, Magíster en Patrimonio Cultural y Territorio de la Universidad Javeriana de Colombia. Asesora cultural y directora de la Fundación PACUIMA.

La producción editorial de este libro se realizó en el Museo de Antropología de la Universidad del Atlántico Proyecto Publicaciones MUACI - Comunicaciones Interculturales, en el mes de enero de 2015 Barranquilla, Colombia

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