Rzhimashai No.01 Vol.01

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Revista Cultural No.01 Vol.01 / junio de 2016


Presentación El Caribe es, lo que para J. L. Borges fue su paraíso imaginado: una gran biblioteca. Un espacio que agrupa incontables historias, saberes y conocimientos, escritos en la memoria de las comunidades que allí cohabitan. Esta multiculturalidad ha sido objeto de diferentes lecturas; algunas de ellas realizadas por el Museo de Antropología de la Universidad del Atlántico-MAUA-, durante sus 75 años de historia al servicio de la investigación y reflexión académica. Revista Cultural No. 1. Vol. 1 / junio de 2016 ©Museo de Antropología Universidad del Atlántico

Hoy, como un ejercicio para difundir las tradiciones propias de este contexto cultural, el MAUA presenta el primer número de la revista Rzhimashai , que da continuidad a los procesos de divulgación adelantados desde el 2008. Un material bibliográfico que explora el Caribe como región de olores, sabores y sensaciones diversas y patrimoniales.

Rectora (e) Universidad del Atlántico Rafaela Vos Obeso

El presente número está constituido por un conjunto de artículos agrupados en líneas temáticas. Para efectos de la publicación se convierten en la columna vertebral de la revista.

Vicerrector de Investigaciones, Extensión y Proyección Social Luis Carlos Gutiérrez Moreno

Somos Patrimonio destaca el papel investigativo y educativo que ha desempeñado el museo en más de siete décadas de historia, al puntualizar en las contribuciones realizadas para el entendimiento de la historia pasada y presente de la región, así como en los procesos lúdico-creativos, culturales y académicos que actualmente lidera.

Director Museo de Antropología Álvaro Martes Ortega Coordinador de la revista cultural Rzhimashai Carlos Consuegra Gómez Comité Editorial David Luqueta Yamileth Betancourt Corrección de estilo Julio Maldonado Diagramación y Artes Melissa Román Escalona Portada Danzante Diablo Arlequín. Fotografía Javier Pizarro Contacto Revista Rzhimashai Museo de Antropología Universidad del Atlántico Calle 68 No. 53-45 Tels: (57-5) 3560067-3197031

antropología@mail.uniatlantico.edu.co

www.maua.co

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Este material no puede ser reproducido por cualquier sistema de recuperación de información, sin autorización de las entidades que apoyaron este proyecto.

Vivenciando el Caribe colombiano nos traslada a las cálidas tierras de los departamentos de Bolívar y Atlántico, para conocer los rituales fúnebres llevados a cabo por la comunidad de San Basilio de Palenque y la danza de Diablos Arlequines propia del pueblo sabanalarguero. Ambas caracterizaciones hacen parte de los procesos de investigación museográfica y documental adelantados en los años 2010 y 2014 por el equipo de investigadores del MAUA, en el marco del proyecto Calendario Cultural. Con el propósito de convertirse un espacio para destacar la vida y obra de los actores del Caribe colombiano, en Testimonios se presenta una entrevista realizada a la poetisa Margarita Galindo, quien comparte un poco de su formación y de su vida en las letras. Por su parte, Voces del Caribe nos acerca a la literatura del maestro Jorge Artel, a través del artículo escrito por su hijo, quien describe los aspectos más relevantes de la poesía de su padre; reafirmando así la importancia de este literato para el negrismo en Colombia durante el siglo XX. Bajo esta nueva visión de una revista cultural, el MAUA pone a consideración de sus lectores una nueva forma de pensar el Caribe; no solo desde la opinión de los académicos e investigadores sino de todos aquellos que se reconocen parte de este contexto cultural. Por tanto, nuestro compromiso es hacer de este mecanismo de difusión, una herramienta que acerque a todas las personas al disfrute de sus tradiciones, de aquello que nos identifica y nos permite ser partícipe de los escenarios del multiculturalismo nacional: el patrimonio cultural Caribe. Álvaro Martes Ortega


Contenido 01

SOMOS PATRIMONIO El Museo de Antropología de la Universidad del Atlántico en la historia de la Barranquilla del siglo XX / Álvaro Martes Ortega. El MAUA como aula alterna para el disfrute de la cultura / Área de Educación.

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VIVENCIANDO EL CARIBE COLOMBIANO Diablos Arlequines de Sabanalarga: expresión patrimonial del Caribe / Carlos Consuegra Gómez. 11 Lumbalú: rito de vida y muerte en San Basilio de Palenque / Área de Investigaciones. 15

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VOCES DEL CARIBE Jorge Artel, un inmenso mar sin orilla / Jorge Nazím Artel .A.

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TESTIMONIOS Margarita Galindo S : una vida hecha poesía. Entrevista de Jonatan Cantillo Área de comunicaciones MAUA

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Museo de Antropología de la Universidad del Atlántico en la Barranquilla del siglo XX Álvaro Martes Ortega Director del Museo de Antropología

El Museo de Antropología en los años 70. Archivo fotográfico del MAUA

Han pasado 75 años desde cuando el pensador barranquillero Julio Enrique Blanco fundara en 1940 el Museo del Atlántico1 ; un centro dedicado al desarrollo de las artes, las ciencias y la cultura, el cual, seis años más tarde, se transformaría en la Universidad del Atlántico. La naciente universidad, ubicada en el emblemático edificio de Bellas Artes, lideró diferentes procesos relacionados con la formación de profesionales que asumieran los retos de la Barranquilla del siglo XX. Poco tiempo después, se dio a la tarea de crear centros de investigación, dedicados a la reflexión histórica y cultural de la región Caribe colombiana. En 1947, bajo la dirección de Rafael Tovar Ariza, se fundó el Instituto Etnológico del Atlántico-IEA-, filial del Instituto Etnológico Nacional- IEN- el cual da origen a la Sala de Exposición de Etnología y, posteriormente, a la Sala de Exposición de Arqueología, que en la década de los años 60 recibió el nombre de Museo de Antropología. Desde entonces, el museo se ha convertido en una institución líder en la investigación histórica y cultural del pasado y presente de la región Caribe colombiana. Un recorrido por su quehacer investigativo da cuenta del papel que por más de siete décadas, esta entidad museal ha desempeñado en la protección y difusión del patrimonio cultural regional, posicionándola como líder en la construcción de nuevos conocimientos en las áreas de la antropología, la arqueología y la lingüística regional.

El MAUA: un museo para pensar el Caribe Con la creación del Instituto Etnológico del Atlántico2 , Barranquilla se convirtió en uno de los epicentros de los estudios culturales en la región. Un megaproyecto que la Universidad del Atlántico lideró con la colaboración de dos grandes maestros en las ciencias sociales, hoy en día reconocidos pioneros de la arqueología y antropología nacionales: Carlos Angulo Valdés y Aquiles Escalante Polo. La loable labor realizada por Angulo y Escalante, radicó principalmente en los aportes que éstos investigadores hicieron a la historia y cultura regional. Aportes que hoy son asumidos en las esferas académicas como ejemplos de una profunda reflexión sobre el pasado de los primigenios pueblos que habitaron estas tierras, así como del legado cultural visible en las expresiones inmateriales que hacen parte de la cotidianidad de quienes habitan la región Caribe colombiana.

El Caribe de Carlos Angulo Valdés Baranoero de nacimiento, fue el primer director del Instituto Etnológico del Atlántico-IEA-. Su formación como licenciado en educación por la Escuela Normal Superior y posteriormente, como antropólogo por el Instituto Etnológico Nacional, bajo la tutoría de Paul Rivet; le dieron las herramientas necesarias para comenzar una labor investigativa que posibilitara el entendimiento del pasado histórico de la región Caribe colombiana.

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En esta institución funcionaron en 1941 el Instituto Tecnológico del Atlántico y en 1945 el Instituto Politécnico del Caribe, como centros de formación profesional y científica en la ciudad. 2

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Barranquilla escribió un nuevo capítulo en su historia, al ser la segunda ciudad, después de Bogotá, en abrir un centro de estudios en etnología.


Como investigador, desde IEA abordó de manera científica la historia, la arqueología y la etnografía de los primigenios pueblos de la región, específicamente aquellos que se asentaron en el departamento del Atlántico. Para ello contó con el apoyo de reconocidos antropólogos como Luís Alberto Duque y Gerardo Reichel-Dolmatoff. Su quehacer antropológico poco a poco empezó a ser reconocido en la esfera nacional, logrando con éxito liderar nuevos proceso: en 1952 fue el director de la Revista Geografíca, órgano de difusión de la Sociedad Geográfica del Atlántico, filial de la Sociedad Geográfica de Colombia; y creador de la Revista Divulgaciones Etnológicas.

De reconocimiento internacional, la revista Divulgaciones Etnológicas fue uno de los mayores aportes a las letras y la producción científica de la ciudad; difundió los resultados de investigación en las áreas de la antropología, la etnohistoria, la arqueología y la lingüística, liderados por maestros de la talla de Reichell-Dolmatoff, Aquiles Escalante, Roberto Castillejo, Octavio Quiñones Pardo, entre otros. De esta manera el IEA crecía en Barranquilla como un espacio para la investigación y difusión de la cultura regional. Un proceso que también lideró fuertemente Carlos Angulo Valdés desde cada una de las excavaciones arqueológicas que realizó y de las cuales se originaron nuevos procesos en que se reflexionó acerca del pasado prehispánico de la región. Fue así como: Para inicios de los años 50, creó el Fichero Cerámico del Museo con muestras arqueológicas de todo el Caribe colombiano, producto de las investigaciones adelantadas por el mismo Angulo, Reichell Dolmatoff, Henning Bishoft y Aldem Mason. Fichero que años más tarde se convirtió en uno de los más importantes del país y del norte de Suramérica, cuyos registros cerámicos van desde el 4000 a.C. hasta el 1300 d.C. En 1954 puso a disposición de la ciudad un espacio para conocer el pasado del pueblo caribeño: la Sala de Exposición Arqueológica. Años más tarde, inició un exhaustivo programa de investigaciones en el departamento del Atlántico, y descubrió 15 sitios potencialmente arqueológicos.

Carlos Angulo Valdés con la doctora Betty J. Meggers y Cliffor Evans, en el laboratorio del Instituto Smithsonian, en Washington. Archivo fotográfico El Heraldo

Como resultado de sus investigaciones, publicó un importante tratado titulado Arqueología de Tubará, en el

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Lanzamiento de la Revista Divulgaciones Etnológicas. Segunda Época, por su director el maestro Aquiles Escalante Polo. Archivo fotográfico MAUA

cual dio a conocer a la comunidad académica la importancia de este sitio como parte de la historia del Departamento. Para el año 1954, Angulo encuentró evidencia arqueológica en diferentes sitios de Barranquilla; para replantear así la teoría del poblamiento de la ciudad a partir de la migración de ganaderos galaperos. Años más tarde, encuentró evidencia temprana de ocupaciones humanas en el municipio de Malambo, lo cual lo lleva a proponer este sitio como uno de los primeros en Suramérica caracterizados por las primeras prácticas hortícolas, relacionadas con la domesticación de la yuca amarga, alrededor de 1.200 A.C. En 1961 realizó el primer seminario de Arqueología en Barranquilla, con el apoyo del Instituto Smithsonianio de Washington y la OEA; contó con la participación de importantes arqueólogos como James A. Ford, Clifford Evans y Betty Meggers en calidad de ponentes.

Aquiles Escalante: pionero en los estudios afrocolombianos

Instituto Etnológico Nacional y, en 1948, por invitación de Rafael Tovar Ariza, ingresó a la nómina de investigadores del Instituto Etnológico del Atlántico-IEA-. En las décadas del 50 y el 60 desarrolló una intensa actividad investigativa, ára estudiar el legado cultural indígena y afrodescendiente de la región. El producto de muchas de estas investigaciones fue publicado en Divulgaciones Etnológicas: Notas sobre el Palenque de San Basilio, una comunidad negra en Colombia (1954) y Los Mocaná. Prehistoria y conquista del departamento del Atlántico–Colombia (1955). Sus logros como investigador le permitieron a su vez, desempeñarse como profesor de Antropología y Sociología en diferentes programas de la Universidad del Atlántico: Filología, Derecho y Ciencias Sociales y Económicas. Este último fue uno de sus mayores aportes a la ciudad al liderar en la Facultad de Educación, su creación en la década del 70. Del grupo de investigadores que en Colombia se formó en el Instituto Etnológico Nacional, Aquiles se destacó por su particular interés por las culturas afrocolombianas:

Una vez se transformó el IEA en el Museo de Antropología, el profesor Escalante asumió, en la década de los 70, la responsabilidad de segundo director.

En 1957, en calidad de becario de la John Simon Guggenheim Fundation, fue admitido como Visiting Scholar en el Departamento de Antropología de Nortwestern University, siendo su tutor el Dr. William Bascom, estudioso de la diáspora africana, especialmente de los yoruba de Nigeria.

Baranoero de nacimiento, su motivación para estudiar la complejidad cultural del Caribe colombiano se inició con sus estudios de bachillerato en el Colegio de Barranquilla para Varones. Allí ganó el concurso al monitor del área en Ciencias Sociales. Esto le permitió ser becado para iniciar estudios en Licenciatura en Ciencias Sociales en la Escuela Normal Superior. En 1947 inició estudios de Etnología en el

A la par con sus estudios en el Etnológico, amplió su horizonte investigativo leyendo a pioneros de los estudios afrocaribeños: el cubano Fernando Ortiz, el brasilero Arthur Ramos y el mexicano González Aguirre Beltrán; así como también trabajando con especialistas de las culturas africanas en los departamentos de Antropología de varias universidades noteamericanas.

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Escalante: hacer de éste un museo para pensar el Caribe. Sus espacios como el Laboratorio de Arqueología, el Fichero Cerámico y el Centro de Documentación, hoy se proyectan como recursos obligados para todas aquellas personas que constantemente lideran procesos de reflexión e investigación sobre el pasado y presente de la región. Cada una de las salas de exposiciones con las que cuenta el museo responde a los objetivos misionales del quehacer museístico visionados por los maestros. Hoy en día, constituyen herramientas didácticas que permiten formar a los diferentes públicos en los valores de la interculturalidad y el respeto por la diversidad. Espacios de aprendizaje y lúdica que día a día le permiten a más niños, jóvenes y adultos un mayor y mejor acercamiento al disfrute de sus tradiciones culturales. Por más de siete décadas, el MAUA, en un ejercicio constante por ofrecer servicios dedicados a salvaguardar el patrimonio cultural regional, se proyecta como una entidad museal comprometida e incansablemente preocupada por hacer de la región Caribe colombiana un contexto culturalmente sostenible. Tres décadas de investigación (1954-1975) le hicieron merecedor de ser pionero en los estudios afrocolombianos. Esta labor le permitió ser autor de diferentes publicaciones: El Palenque de San Basilio (1954), El Negro en Colombia (1964), La Minería del Hambre. Condoto y la de Chocó Pacífico (1971), Los Mocaná: Etnografía Antigua del Departamento del Atlántico (1955) y Santa Ana de Baranoa (1992), Sus investigaciones sobre la diversidad cultural regional siempre estuvieron estrechamente relacionados con la difusión de estos conocimientos. A finales de los 70, se desempeñó como director de la revista Divulgaciones Etnológicas, proceso que denominará Segunda Época. Por más de 40 años su oficio de investigador y académico estuvo al servicio de la comunidad, en pro de los estudios culturales regionales.

........................................................................................... Referencias bibliográficas -Consuegra, C. (2013). Universidad del Atlántico Presente! Texto de investigación museográfica. Museo de Antropología Universidad del Atlántico. Texto inédito. -Martes, A. (sf.) Carlos Angulo Valdés: memorias. Museo de Antropología de la Universidad del Atlántico. Texto inédito. -Trillos, M. (sf.). La labor del maestro Aquiles Escalante en la Universidad del Atlantico. Museo de Antropología Universidad del Atlántico. Texto inédito.

El MAUA como patrimonio cultural de la región En pleno siglo XXI, el Museo de Antropología de la Universidad del Atlántico sobresale como una de las más antiguas entidades museales del Departamento. Certificado por el Ministerio de Cultura y el Programa Fortalecimiento de Museos, es custodio de todas y cada una de las colecciones etnográficas, arqueológicas, fotográficas y documentales producto de las investigaciones lideradas por quienes visionaron e hicieron de esta institución un escenario académico para estudiar, difundir y proteger las expresiones culturales caribeñas. Los programas y proyectos que actualmente lidera el MAUA, están directamente relacionados con la visión y los objetivos trazados por los maestros Angulo y

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El MAUA como aula alterna para

el disfrute de la cultura Área de Educación

Con la creación del Museo de Antropología de la Universidad del Atlántico-MAUA-, Barranquilla goza de un espacio propicio para el estudio y difusión de las expresiones culturales del Caribe colombiano. Sus instalaciones se han convertido en aulas alternas, donde la comunidad tiene la oportunidad de vivenciar las expresiones patrimoniales regionales.

Cada uno de los contenidos desarrollados por el MAUA, buscan recrear los sentidos de niños, jóvenes y adultos, acercándolos a su patrimonio cultural. La lúdica y la creatividad, las estrategias aplicadas permite desarrollar un proceso de aprendizaje efectivo entre los diferentes públicos asiduos al museo Constituir escenarios que promuevan el respeto por la diversidad cultural y el dialogo intercultural, es uno de los objetivos que constantemente desarrolla el área de Educación. Se logra con ello que la comunidad se apropie del museo como un espacio para pensar el Caribe colombiano.

Una programación para el disfrute de la cultura Desde el 2008, en el marco de los proyectos Cátedra de Cultura Caribe y Calendario Cultural, el área de Educación lidera diferentes escenarios para sensibilizar a la comunidad regional en la valoración de sus tradiciones. El conjunto de actividades lúdicas y creativas, académicas y culturales ofrecidas por esta área misional, ha logrado consolidar al museo como un aula alterna. Actividad lúdico-creativa Rondas y juegos infantiles. Archivo fotográfico MAUA

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Cada una de las actividades ofrecidas está directamente relacionada con los temas sobre patrimonio cultural que


abordan la exposición permanente, temporal e itinerante. Ello cual propicia el diálogo de saberes; es decir, permite que los visitantes del museo conozcan las tradiciones en la voz de quienes por años, han sido los custodios de estos conocimientos ancestrales. Se logra con esto, un reconocimiento por parte de la misma comunidad, del trabajo constante que los actores del Caribe han liderado en la salvaguarda de las tradiciones culturales. El MAUA también desarrolla talleres como Alfareros del pasado, orientados por reconocidos artesanos del municipio de Malambo, quienes enseñan a niños y adultos el significado del bizarro arte de la elaboración cerámica y la importancia de ésta para los primigenios grupos ancestrales del Caribe. También,talleres relacionados con cada una de las exposiciones temporales que giran entorno del calendario festivo caribeño, expresado en las fiestas del Carnaval, las fiestas religiosas de la Semana Santa y la diversidad lingüística y étnica del Caribe colombiano: Vístete como quieras y te diré quién eres; Bailemos al son de los caribeños; Ritmos y bailes ancestrales, Cuéntame un cuento, Pintura rupestre, arte milenario; Huellas de nuestros antepasados; Juguemos a ser arqueólogos; Títeres culturales; Máscaras zenúes, entre otros. Algunos programas buscan potencializar en niños y jóvenes su capacidad creativa y motora. Por ejemplo, Vacaciones a Creativas y Vacaciones a ConCiencia; a la vez que infunden valores como el respeto y reconocimiento de la diversidad cultural y natural caribeña. De esta manera, a través de las ciencias, las artes plásticas, el teatro, la danza y la música, se invita a los públicos a adentrarse en el corazón del Caribe colombiano y a redescubrir su riqueza patrimonial. La reflexión académica sobre temas de las Ciencias Sociales, también tiene lugar en el MAUA. El patrimonio cultural caribeño se convierte así en punto de partida para establecer el diálogo entre estudiantes, docentes e investigadores, a

través de seminarios, conferencias y visitas especializadas. Espacios que propician la interdisciplinariedad y, en esta medida, la posibilidad de generar nuevos horizontes para pensar el Caribe colombiano y su diversidad cultural. En este orden de ideas, el área de educación del MAUA intenta consolidarse como una institución que busca fomentar la educación no formal para reconocimiento de las identidades de los pueblos que cohabitan en el Caribe colombiano. Para ello genera escenarios que combinen lo académico con lo lúdico, creando así espacios para el divertimento de los sentidos, evidentes en Las Rutas del Patrimonio, Noches de Poesía y Boleros bajo la luna, una serie de programas que invita a la ciudadanía a recrearse en el paisaje urbano, natural y cultural así como en las tradiciones líricas y musicales que hacen de este rincón de Colombia un contexto diverso.

Nuestros públicos… Cada una de las actividades lúdicas, culturales y académicas generadas desde el área de Educación, convierten al MAUA en un aula de puertas abiertas para toda la ciudadanía. Lo anterior ha permitido contar con la participación de diferentes tipos de públicos, a quienes se les trabaja un conjunto de estrategias pedagógicas, para lograr una mayor apropiación de los contenidos temáticos que ofrece el museo. Investigadores, gestores culturales, universitarios, estudiantes de primaria y secundaria, primera infancia y personas con Necesidades Educativas Especiales constituyen el conjunto poblacional que ha gozado de los espacios brindados por el museo, para la apropiación, difusión y sensibilización que hacen de sus tradiciones.

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Braille en las exposiciones temporales, así como también de las guías en lenguaje de señas, han posicionado la labor de extensión social del MAUA hacia éstas comunidades. La convierte así en una de las pioneras en desarrollar este tipo de programas en el sector museal departamental. Por su parte los universitarios, docentes e investigadores tienen en el MAUA un óptimo espacio académico para desarrollar contenidos temáticos relacionados con la arqueología, la antropología y la lingüística. El laboratorio de arqueología-ceramoteca y el Centro de documentación son espacios que permiten el libre ejercicio de la indagación y reflexión sobre el pasado y presente cultural de la región. De igual forma, las exposiciones que eventualmente realiza el museo sobre temas relacionados con el patrimonio cultural, sirven de herramientas interactivas para generar nuevos conocimientos.

El MAUA y el disfrute de la cultura Durante más de 70 años el MAUA ha cumplido con la tarea de difundir y fortalecer en los individuos el respeto y la valoración por su patrimonio cultural. Un aspecto que se observa en la acogida que han tenido las exposiciones, actividades lúdicas, académicas y culturales por parte de los diferentes tipos de público asiduos a la institución. Inauguración de la exposición Vida y Obra de Gabriel García Márquez. 2014. Archivo fotográfico MAUA.

Adicionalmente, en la constante lucha por infundir el respeto por la diversidad, desde La escuela de guías se propicia la comunicación efectiva, con la cual la interlocución se establece desde la reflexión, propiciando un constante diálogo e intercambio de experiencias entre los guías y el público. Lo anterior puede lograrse a partir de diferentes actividades: visitas guiadas, charlas especializadas, seminarios talleres, cine foros y el uso de la plástica y las artes visuales. El programa de primera infancia ha tenido gran impacto en la comunidad, en la medida en que fortalece desde temprana edad la sensibilidad por la valoración de las tradiciones culturales locales, a partir de conmemoraciones como el Día del Niño y el Festival de rondas y juegos tradicionales. Mientras que el programa del adulto mayor, refuerza los valores culturales que vivamente se mantienen en la memoria de estos grupos generacionales, a través de la celebración del Día del adulto mayor y eventos culturales como Boleros bajo la Luna y Noches de Poesía. Con el apoyo de la Universidad del Atlántico, específicamente de la Licenciatura en Educación para personas con limitaciones o capacidades excepcionales, el MAUA ha sido pionero en la implementación de estrategias que permitan hacer partícipe a la población con Necesidades Educativas Especiales, representada en la población sordo-muda e invidente, en cada una de las actividades programadas desde el área. De igual forma, la implementación del sistema

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El constante flujo de visitantes entre el 2007 al 2014 es el resultado de las estrategias desarrolladas desde el área de Educación, para la consolidación de una atractiva oferta de servicios. Una en la que el visitante se siente representado como miembro de una comunidad caribeña, a través de cada una de las actividades que generan en éste la sensibilidad hacia las artes, la cultura y el patrimonio local. Todo lo anterior hace del MAUA una escuela para difundir el patrimonio; un aula de puertas abiertas para todas aquellas personas interesadas en redescubrir sus tradiciones. Labor que ha logrado posicionar al museo como institución cultural comprometida con los procesos de extensión social. Desde esta perspectiva, la lúdica, la recreación y la reflexión, el área de educación del MAUA se ha posicionado en el sector museal departamental como uno de los más consolidados en el ejercicio de proponer diferentes actividades pedagógicas para propiciar en el visitante el disfrute de sus tradiciones. Un gran esfuerzo, para el posicionamiento y calidad de cada uno de los servicios pensados desde la institución la cual, como un ejercicio educativo, velará siempre por salvaguardar las manifestaciones patrimoniales del Caribe colombiano. ........................................................................................... Referencias bibliográficas -Museo de Antropología de la Universidad del Atlántico. (2012). Manual operativo del área de educación: para el disfrute de la cultura. Texto inédito. -Museo de Antropología de la Universidad del Atlántico. Documentos internos: Estudios de público años 2009-2014. Texto inédito.


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Vivenciando el Caribe colombiano

Diablos Arlequines

de Sabanalarga:

expresión patrimonial caribeña Carlos Consuegra Gómez Centro de Documentación MAUA

Soy el diablo mocho que vengo del otro lao me llevo a las mujeres y también a los pelaos gua…ja…ja…ja. Con las ventoleras de enero llegan los carnavales y los corazones de los caribeños vibran al sonar de pitos, maracas y tambores. Son las fiestas del Rey Momo. Calles, bordillos y esquinas se transformas en lugares privilegiados para presenciar el sinnúmero de manifestaciones que hacen parte del espíritu y las tradiciones ancestrales de los pueblos que cohabitan en este contexto cultural. En el departamento del Atlántico, el municipio de Sabanalarga1 resalta por ser cuna de una de las manifestaciones más importantes de las carnestolendas: la danza de los Diablos Arlequines. Inspirada en la danza de diablos de las fiestas del Corpus Christi, sus integrantes resignificaron el sentido ritual/religioso de la misma adaptándola a las fiestas del Rey Momo, con un diablo caribeño, satírico y recochón. A continuación se reseñan los aspectos históricos y antropológicos que definen a esta manifestación patrimonial caribeña, la cual en el año 2009, fue estudiada por el Ubicado en el centro del departamento del Atlántico, empezó a poblarse en el año de 1620 por los vecinos Lucas Dionisio Tesillo Diego y Marcelino De Jesús Almanza, quienes buscaban tierras aptas para el cultivo. Para el siglo XVIII ya aparecía registrada como sitio y feligresía de San Antonio de Sabana Larga, donde había iglesia y parroquia independientes de un cura administrador. Un caserío que solo sería elevado a municipio hasta el 5 de mayo de 1913, por medio de Ordenanza Departamental No. 30. 1

Danza de Diablos Arlequines de Sabanalarga. Archivo fotográfico MAUA.

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MAUA en el marco del proyecto Inventario y registro del Patrimonio cultural del departamento del Atlántico. En el 2014 esta expresión dancística fue homenajeada con una muestra expositiva donde se resaltó el espíritu afable de todo un pueblo sabanalarguero deseoso por fortalecer sus tradiciones ancestrales.

Diablos y diablitos la Santísimo La conmemoración del Corpus Christi se remonta al año 1264 con la bula del Papa Urbano IV, quien la institucionaliza como fiesta universal de la cristiandad. Llega a España desde Bélgica en el año 1320 y celebra por primera vez en provincias como Valverde de los Arroyos y Barcelona. A principios del siglo XV llega a las Américas como parte del proyecto colonial y evangelizador liderado por los españoles. Las primeras celebraciones en el Caribe colombiano se remontan al año 1554, en la ciudad de Santa Marta. Estos festejos igualmente se celebraban en ciudades como Mompox, Ciénaga, Cartagena, Valledupar y ciudades menores como Chiriguaná, Talaigua, Guamal, Sabanalarga, Gaira, Santa Ana y Atánquez. Las fiestas se realizaban con misas y procesiones a las que concurrían las autoridades civiles y eclesiásticas. Los sectores populares eran convocados a danzar como una forma de pagar mandas a cambio de un milagro recibido. Algunas personas recorrían la procesión vestidas de diablos, infundiendo el temor entre los nativos cuando estos se sobrepasaban en sus comportamientos. Fue así como la figura del diablo como representación del mal empezó a ser parte de las celebraciones del Santísimo, llegando a tener diferentes denominaciones en todo el Caribe colombiano: El diablo, los diablos espejos, los diablos y las cucambas y los diablitos

En la actualidad los pueblos de Atánquez y Chiriguaná en el departamento del Cesar, se destacan por mantener la danza de diablos y cucambas como expresiones tradicionales en las fiestas del Corpus Christi.

Sabanalargueros, cultores de la tradición Para 1830 se tienen referencias históricas de las celebraciones de la fiesta del Santísimo en el municipio atlanticense. Sin embargo, en la memoria de los más sexagenarios del pueblo, no se recuerda la participación de danzas de diablos durante los festejos. Posiblemente se debió a las políticas lideradas por la iglesia para inicios del siglo XIX, que buscaba erradicar de las celebraciones religiosas las prácticas populares heredadas del colonialismo. Un proceso que culminó en 1930, cuando

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El Sr. Apolinar Polo, gestor cultural homenajeado durante la apertura de la exposición El Arte de Apreciar el Carnaval: Danza Diablos Arlequines de Sabanalarga. 2014. Archivo fotográfico MAUA.

las danzas de diablos fueron finalmente censuradas de las fiestas del Corpus Christi. En la búsqueda de nuevos espacios de participación colectiva, los sabanalargueros vieron en las carnestolendas la oportunidad de seguir recreando la tradición no como una manda, sino como una danza que reflejara el espíritu alegre del caribeño:

1930 Aparece la figura de Marcial LaValle, quien

vestido de rojo y con una careta de diablo, salió en las carnestolendas sabanalargueras. Años más tarde, Máximo Albor y Francisco Ariza acompañó a este entusiasta caribeño.

1945

Una vez fallece LaValle, su hijo Gregorio Romero asumió el liderazgo del grupo de diablos, acompañado por Constantino Blanco y Apolinar Polo, éste último tocando el tamborín.

1958

Con la muerte de Gregorio Romero, los diablos dejan de salir en las carnestolendas. Tiempo después, Héctor Díaz y Torre Figueroa, intentan retomar el disfraz.

1979 Apolinar Polo, motivado por su amigo Víctor

Mercado, retomó el disfraz, pero como una danza de Diablos Arlequines. En 1980, salen por primera vez en los Carnavales de Barranquilla.


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Un diablo caribeño, un diablo carnavalero Apodar la danza con el nombre de Diablos Arlequines fue una estrategia del Sr. Apolinar Polo para diferenciarla de otras danzas de diablos que ya existían en el Departamento; al tiempo que le dio ese toque burlesco y satírico característico de todos los personajes que son protagonistas en las carnestolendas. Fue de esta manera, como inspirado en el Helliquin, personaje tradicional en la comedia italiana del medioevo, Polo transformó la danza ritual de las fiestas del Santísimo en una danza de diablos caribeños; aliados del desorden y la algarabía. En este proceso de transformación de la danza, se dieron algunas variaciones en el performance y el baile. Del origen ritual y religiosos se mantuvieron algunos de los pasos básicos (cadenciosos) de las marchas durante las procesiones del Corpus; complementándose con las acrobacias, malabares, expresiones y atavíos carnavalescos multicolores del arlequín, propio de la Comedia Italiana del siglo XVI. Los saltos sobre las botellas, los malabares con las espuelas y los lanzamientos de fuego se constituyeron en elementos propios de ese lenguaje teatral que incluiría a los Diablos dentro de las normas y el lenguaje icónico/simbólico de las fiestas, sacándolo de su condición espiritual, para encarnarlo en el sentir mismo del hombre y mujer caribeño; como ese yo interno (en palabras de Freud) culpable del frenesí, la burla, la broma y el desorden. Esta manifestación es reconocida en el marco de los Carnavales de Barranquilla como una danza especial, por construir un argumento propio teniendo como base aspectos tradicionales de otras manifestaciones asociadas al baile y la planimetría. De esta manera, la danza consolida un nuevo concepto: el Arlequín Caribeño, definido no en su lenguaje verbal como solía hacerlo el arlequín en la Comedia Italiana, sino más bien en su lenguaje ritual, icónico y no verbal donde la pintura facial, la corporalidad y el sentido del riesgo y el espectáculo definen las características del ser caribeño. Ese personaje afable, alegre, arriesgado, cómico, burlesco, desafiante pero, así mismo, conservador de sus tradiciones, de sus sentimientos, de su intención de desordenar y dar orden a las carnestolendas.

Diablos Arlequines en los Carnavales en el Atlántico La danza de Diablos Arlequines construyó su propia identidad y lenguaje corporal/teatral; lo que permitió, en la opinión de sus gestores, diferenciarse de la Danza de Diablos Espejos de Campo de la Cruz y de la Danza de Diablos de Carmen Meléndez; así como de las que actualmente salen en Atánquez y otros contextos del Caribe. Su inclusión en las fiestas del Carnaval en los años 80, influyó en la forma en que la danza empezó a expresar su espectacularidad con la vistosidad de colores (atavíos) y el

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juego planimétrico de sus acrobacias, que le permitierón exteriorizar el sentir del arlequín caribeño, como personaje carnavalero y a tono con las festividades. Esta transformación casi que obligada en la que se vieron los gestores, de repensar la figura del diablo, los posesionó en el imaginario social de las carnestolendas como una danza novedosa pero tradicional, al fusionar y matizar las personalidades del diablo y el arlequín, como parte de una dualidad en total armonía; una en la que se manifiesta lo maléfico con lo satírico, lo litúrgico con lo festivo, lo divino con lo terrenal. Es así como en la vistosidad de las fiestas, la danza de Diablos Arlequines ha impactado y resaltado por su capacidad de moldearse y construir un argumento propio al escoger elementos de diferentes tradiciones, fusionándolas en un mismo lenguaje teatral. Lo anterior ha permitido a la danza participar por más de 30 años en los Carnavales en el Atlántico, llevados a cabo en la municipalidades del Departamento como Baranoa, Santo Tomas, Puerto Colombia y en especial en los de Barranquilla, durante la Guacherna, la Batalla de Flórez, La Gran Parada de Tradición y el Festival de Danzas especiales, de tradición, de relación y encuentro de letanías. Su participación en escenarios culturales a nivel nacional como el Festival Iberoamericano de Teatro en la ciudad de Bogotá y las Jornadas Regionales de Cultura Popular en la ciudad de Mompox, así como su visita a diferentes países Latinoamericanos y europeos, igualmente hacen parte de su trayectoria como danza.

En Sabanalarga han sido reconocidos en el Carnaval Estudiantil y en la Noche de Guachernas durante sus presentaciones y recorridos en importantes sectores del municipio como la Plaza de San Antonio, Av. Bogotá, Plaza Mejía, La calle Simón Bolívar, La Calle Caldas y la Avenida Ribón.

Diablos Arlequines por muchos años más… Gracias al reconocimiento que ha tenido la danza por parte de la comunidad sabanalargera, año tras año crecen los interesados en hacer parte de la misma. Es así como en una intención de organizarse formalmente, en el 2007 los gestores de la danza deciden crear ante la Cámara de Comercio la Fundación Cultural Diablos Arlequines de Sabanalaga, desde la cual se lideran los procesos de enseñanza orientados a valorar las tradiciones dancísticas del municipio como parte del patrimonio cultural local. Ser un Diablo Arlequín implica un proceso de aprendizaje que inicia desde el primer día en que se ingresa a la danza de los Goleros, donde se le enseña a la persona a tener actitudes para el baile en grupo, la expresión corporal y la capacidad de improvisación en el verseo. Una vez se hayan cultivado estos aspectos en el danzante, se encontrará preparado para hacer

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parte de la danza de las Farotas, donde se le afinará para el baile grupal coreográfico. Con cada paso en una determinada danza, la persona desarrolla aspectos como la coordinación, el trabajo en grupo, la capacidad de actuar en público y la actitud para el baile; aspectos que serán fundamentales una vez ingrese a las filas de la danza de Diablos Arlequines, ya que, quien sea miembro de esta danza, lo es porque ha logrado madurar como danzante, con la capacidad de asumir los desafíos que hacen parte misma de la puesta en escena coreográfica de la danza. Es así como, una vez se ingresa a la danza de Diablos, los mayores y más adiestrados enseñarán a los principiantes las técnicas necesarias para retener el gas en la boca y las formas de lanzarlo para hacer contacto con el fuego; así como también para dominar el uso de las castañuelas mientras entrecruzan sus piernas sin cortarse con las espuelas; procesos que pueden durar hasta un mes, antes de que la persona participe en un desfile o presentación oficial. Es de esta manera como jóvenes y niños son instruidos en las cualidades y misterios de la danza por los más sexagenarios, quienes a su vez encantan a otros y los motivan a que hagan parte de la Fundación y se inician en el proceso de conocer las tradiciones dancísticas del municipio. Es en este sentido que la Fundación se ha convertido en una escuela informal, donde la motivación por difundir las tradiciones locales, ha permitido que la población sabanalarguera reconozca y valore sus tradiciones culturales. Al son de pitos, maracas y tambores los Diablos Arlequines de Sabanalarga han logrado posicionarse en diferentes escenarios culturales en el país. Año tras año se consolidan como una de las danzas más representativas de la región Caribe colombiana, encontrando en las carnestolendas de La Arenosa el lugar propicio para contagiar a propios y extraños con su sentido mágico y artístico. Su participación en las fiestas, motiva a recordar las tradicionales diabladas como esos juegos de identidad, en que el caribeño expresó por mucho tiempo su necesidad de existir, de opinar, de garantizar su cotidianidad y la continuidad de su espíritu afable y festivo, para hacer de los carnavales su única vía de libertad.

........................................................................................... Referencias bibliográficas -Rey, S. (2009). Diablos y cucambas en la costa Caribe colombiana. Ponencia presentada en el XV Congreso Iberoamericano de Antropología Aplicada. Pasto: Universidad de Nariño. -Ministerio de Cultura. (2002). Carnaval de Barranquilla Obra Maestra del Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad-Dossier. Revista Huellas-Universidad del Norte, volumen quíntuple (71, 72, 73, 74 y 75), 275-421. -Conversación personal con Gastón Polo, director de la danza de Diablos Arlequines de Sabanalarga. Enero de 2014.

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Lumbalú:

rito de vida y muerte en San Basilio de Palenque Área de Investigaciones

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Hablar de huellas de africanía en el Caribe colombiano, es hablar de San Basilio de Palenque. Esta comunidad ubicada en el municipio de Mahates, departamento de Bolívar, es considerada uno de los últimos palenques existentes de las Américas, cuya conformación se inició durante la época de la Colonia, siglo XVI. En este contexto cultural, sus habitantes, durante años, han dinamizado un sinnúmero de prácticas con las cuales los individuos han fortalecido su proceso de identificación como afrocolombianos: la lengua palenquera o bantú, el bullerengue, el mapalé, la narrativa de los cuentos de Tío Conejo y Tío Tigre, los dulces y los velorios. Esta última es una de las manifestaciones de mayor importancia entre la comunidad. En el año 2009, el MAUA materializó en una exposición las características socioculturales que definen esta práctica cultural. Buscaba así resaltar su importancia como patrimonio inmaterial caribeño. A continuación, se describen algunas líneas generales de las particularidades de este ritual para la comunidad de San Basilio de Palenque.

Tiempo para llorar y cantar La muerte de un palenquero es considerada por la comunidad el paso de un estado de ser a otro. En el universo cultural de la comunidad, existe un ritual para celebrar esta transición, conocido con el nombre de velorio. El pechiche, tambor de gran tamaño, es el instrumento musical ejecutado especialmente para anunciarle a la comunidad éste acontecimiento. Representación teatral del ritual de Lumbalú, en el marco de la clausura de la exposición Ritos de vida y muerte en San Basilio de Palenque. 2009. Archivo fotográfico MAUA.

La persona encargada de interpretar las melodías fúnebres del Lumbalú, hace parte del kuagro: conjunto de personas, familiares y amigos, son allegados al difunto. De esta

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manera se da inicio al tiempo ritual, en el cual mujeres y hombres, niños y ancianos, rememoran a quien se ha marchado al encuentro con sus ancestros. Todo se inicia en la casa. En este espacio, las mujeres, cantando y rezando, se ubican alrededor de quien lavará y embalsamará el cuerpo del difunto, mientras que los hombres, por su parte, se hacen cargo de definir lo concerniente al ataúd. El proceso de embalsamamiento del cuerpo consiste en poner una cebolla dentro de la boca, una rodaja de limón en el ombligo y tapar todos los orificios del cuerpo con algodón para finalmente vestirlo con ropa blanca. Una vez terminado este procedimiento, se le pone el barbukejo, paño que mantiene la boca cerrada. Este rito es un ejemplo de cuán importante y relevante es la muerte para el palenquero. Todo se prepara con el fin de rendir honores a los vivos y a los muertos; una práctica que conjuga elementos de su propia tradición y rememora aspectos heredados de los ancestros africanos. De esta manera, familiares y allegados se preparan para celebrar el velorio, como ritual ancestral de esta comunidad.

El velorio: espacio de vivos y muertos Congregados en la casa, amigos y familiares se preparan para darle el último adiós al difunto. Ubicado en la sala, dentro del ataud, es rodeado por el jefe Cabildo, el tamborero y las ancianas para dar inicio al Lumbalú. Es el rasgo más representativo de los rituales fúnebres en San Basilio de Palenque. Inherente a la muerte y por ende al velorio, es ritual de canto y baile; la forma de expresión de la melancolía y el dolor de la comunidad. Una herencia africana que constituye una alegoría de la vida y la muerte, etimológicamente compuesto por el prefijo /lu/ que significa colectivo y /mbalú/ que significa melancolía, recuerdos o reflexión. A través del ritual se narra la historia del difunto ya sea a través de llantos, los cuales describen sus anécdotas, o por lamentos cantados, acompañadas por instrumentos musicales como el pechiche, el alegre, el llamador, la clave de palo y palmoteo, con una melodía pausada interpretada por una voz líder a la cual le responde el grupo presente. De esta manera, las ancianas bailan alrededor del ataud, permitiendo abrir el gran portal que por generaciones ha conectado a la comunidad palenquera con sus ancestros africanos1. Pasado un día de velación, los familiares y amigos se preparan para llevar el ataud al cementerio. En medio de cantos y lamentos, el féretro es transportado por las calles del pueblo hasta el lugar donde reposará el cuerpo, mientras la sombra (el alma) se dirige al más allá. En este escenario los hombres habrán de jugar y referir cuentos y anécdotas relacionadas con el difunto, mientras los obreros sellan la tumba2. Los más sexagenarios de la comunidad recuerdan los árboles que eran sembrados al pie de las tumbas. Hoy día esta práctica ha sido reemplazada por un solo árbol que existe en el cementerio, donde han de llegar todas las almas de los difuntos.

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Existen algunas creencias relacionadas con el alma de la persona que fallece. Los mayores afirman que aunque permanecen en el mundo del más allá, los muertos se conectan con frecuencia con el mundo de los vivos. Por medio de sueños o apariciones estos pueden dejarles mensajes a sus familiares, pidiéndoles que resuelvan algún detalle pendiente. De igual manera, un viento frío o determinados olores anuncian a los habitantes del palenque la presencia del muerto, que bien puede traer la cura para algún enfermo o el acompañamiento hacia la partida definitiva.

Las nueve noches Los novenarios o velorio de cuerpo ausente, se realiza con el objetivo de librar al difunto de cualquier deuda o compromiso adquirido por su comportamiento en la vida material, para que pueda descansar en paz. Los rezos y oraciones cumplen con este objetivo, normalmente recitados por una rezandera. Las nueve noches se inician una vez termina el sepelio. Sin embargo, días antes, las mujeres trabajan arduamente para construir el altar que será ubicado en la sala de la casa durante este tiempo. A este espacio, durante el rito del velorio, lo conforma una sábana blanca que es ubicada en una de las paredes de la sala y adornada con lazos de color blanco, negro y violeta. Sobre una mesa se colocan velas e imágenes del santoral católico y, en la parte baja de la misma, cuatro escalones que representan las etapas de la vida del difunto: hijo, esposo, padre y abuelo. Así mismo, los escalones son colocados para que los ancestros puedan subir a tomar agua y colaborar en el recibimiento del difunto en el otro mundo. Durante el velorio los rosarios se llevan a cabo a las 6: 00 a.m. y las 5: 30 p.m. por ser las horas, según la creencia local, que el alma del difunto visita la casa. Sin embargo, en estos nueves días también hay espacio para recrearse, beber y departir con la familia y amigos. La terraza y patio de la casa se transforman así en espacios lúdicos donde se juega al dominó, animado con tragos de ñeque (ron de destilación rudimentaria). Otros juego y rondas tradicionales son: el loro y la lora, el chimbililichimbililonga, plátano maduro, entre otros. La cocina también se transforma en un espacio para la socialización, en este caso entre abuelas, madres e hijas. En este espacio se preparará el tinto, las aromáticas y los sancochos para abastecer de comida a los miembros del kuagro y demás personas que con su presencia, rinden sus respetos a la memoria del difunto. Al llegar el día noveno, en las horas de la noche los familiares se preparan para cerrar el ritual del velorio con el rito 1

Los cantos mortuorios se han convertido en el principal depósito de genealogía local, debido a que en algunos cantos se enuncian los nombres de los antepasados del difunto. 2

Una vez termina el sepelio, todos los elementos que fueron usados para preparar el cuerpo del difunto son enterrados en lugares apartados y lejos de la casa del mismo.


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conocido como levantamiento del velo. Llevado a cabo por la rezandera, consiste en desmontar el altar ofrecido en memoria del difunto y de los ancestros. Cada uno de los elementos dispuestos en el mismo deberán ser quitados por la sabedora, mientras pronuncia un sinnúmero de rezos y oraciones, para que el espíritu del difunto abandone la casa y repose en el más allá. Con este acto, se da por concluido los rituales de vida y muerte asociados al Lumbalú.

San Basilio de Palenque: contexto cultural del Caribe Por más de seis siglos, los palenqueros han sido los guardianes de un conjunto de expresiones culturales, huellas de la herencia africana en el continente. Su lengua, el bantú o palenquero (única en el mundo); sus tradiciones musicales, danzas y narrativas, son el reflejo de los procesos históricos acontecidos en tierras caribeñas. Como una manera de resaltar la importancia cultural de este contexto para el mundo, en el 2005, la UNESCO declaró a San Basilio de Palenque como Obra Maestra del Patrimonio Oral e Inmaterial de la Humanidad. Años más tarde, en el 2009, el Estado colombiano incluyó a cada una de las tradiciones palenqueras en la Lista Representativa del Patrimonio Inmaterial colombiano. Esto dinamizó un conjunto de procesos creados para salvaguardarlas. Los ritos de vida y muerte descritos en este trabajo, son solo una parte del inmenso universo cultural del que goza el pueblo palenquero. Constantemente, quienes se reconocen parte de este universo, celosamente guardan los saberes y tradiciones desde donde fortalecen su sentido como colectivo social y, desde ahí consolidan su identidad como afrocaribeños. Gracias a la gestión realizada por los mismos sabedores de estos y otros conocimientos, hoy día se cuenta con un referente de la herencia que África dejó en suelo colombiano. Es obligación de las nuevas generaciones sensibilizar esta diversidad cultural como parte de su patrimonio inmaterial; de ello dependerá que estas expresiones sigan siendo parte del multiculturalismo nacional. ........................................................................................... Referencias bibliográficas -Escalante, A. (1954). Notas sobre el Palenque de San Basilio, una comunidad negra en Colombia. -En Revista Divulgaciones Etnológicas, 3 (5). Universidad del Atlántico; pp 207-358.

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Jorge Artel, un inmenso mar sin orillas

Jorge Nazim Artel A. Universidad Simón Bolívar

En 1972 mi padre terminaba un largo ciclo de ausencia de su país el cual empezó en 1948; venía de Panamá y se instalaba en Barranquilla la ciudad donde vivió y que contempló años atrás. Recuerdo la tarde en que llegamos a esta ciudad. La primera persona a la que mi padre contactó fue a Manuel Zapata Olivella su amigo, quien viajó esa misma noche. Al día siguiente escribirían una nueva historia en la cual yo, a mis escasos ocho años, tendría una enorme participación. Todo empezó cuando tomado de su mano lo acompañaba a la Universidad del Atlántico, recorríamos sus claustros y me presentaba personajes académicos mostrándome un mundo nuevo. Durante 25 años fuimos compañeros inseparables, al igual que un farol en su jarcia. Como anotador ávido de fechas, nombres y situaciones estaba al tanto del más mínimo detalle. Inolvidables situaciones me llevaron a percibir en Jorge Artel el padre, el hombre y el amigo incondicional, que se mostraba así, como un inmenso mar sin orillas. Un hombre cuya aura aún esparce su luz interminable en cada espacio, como dársena portentosa al arribo de nuevas naves. Extensos han sido los diferentes estudios sobre la obra de mi padre. Uno de ellos y el más completo hasta el momento, lo presenta el investigador norteamericano y amigo Lorenzo Prescott, quien comenzó en 1974 y culmina en 1990 su análisis sobre la vida y obra de mi padre. El trabajo tiene cómo título Without hatreds or fears: Jorge Artel and the struggle for black literary expressión in Colombia 1. 1

Traducción al español: Sin odios ni temores: Jorge Artel y la lucha por la expresión de la literatura negra en Colombia.

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Al respecto, es interesante plantear algunos conceptos sobre las vivencias y experiencias trasmitidas por el poeta. Esto me llevó a comprender el norte que siempre buscó en sus conferencias y recitales: la expresión del negro con sus esperanzas como raza, en una nueva poética destinada a excavar toda la experiencia africana en América dejando al descubierto su espiritualidad. La poesía negra en Colombia continuaba una estela de características netamente negristas que se sumaban a una forma muy específica cultivada por el negrismo. Era un movimiento que tenía gran fuerza en las Antillas y otras tierras hispánicas, empezaba a tomar nuevas formas mucho más musicales y artísticas. Con ellas se busca ser una verdadera estructura del significado del mestizaje, pero a mi parecer mantiene el hilo costumbrista y se limita a exponer aquellos elementos que rodeaban la vida cotidiana del negro, sin una preocupación por sus ancestros. Solo se limitaba a crear falsas ideas sobre el pasado africano. Es necesario hacer cierta claridad frente a esta afirmación. Si bien es cierto que la obra de Obeso lo coloca como único exponente negro de la literatura colombiana del siglo XIX, su obra se limita a las costumbres y al entorno próximo del afrocolombiano. A comienzos del siglo XX, algunas revistas literarias se preocuparon por la publicación de ensayos y poemas de escritores de la talla de langston Huges o simplemente se referían a ellos. Tal es el caso de la famosa bailarina Josefine Baker. Aunque muchos autores no eran negros, concebían cierta visión sobre la vida y la cultura afroamericana. Bajo esta premisa surge la figura de Jorge Artel quien asume el dolor presente y se transfigura alimentado por sus ancestros, para darle la vitalidad y fuerza a sus cantos, para recobrar de esta forma los lazos con el África lejana.


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Aunque los poemas presentes en Tambores en la Noche, fueron escritos a los 21 años, solo aparecen en 1940, cuando se hace la primera edición del libro. Inmensamente impregnado de una emoción marina que le sirve de escenario para relatar el extenuante viaje de sus ancestros. Empieza a construir una historia con tal fuerza, la cual se advierte en Negro Soy:

Negro soy desde hace muchos siglos. Poeta de mi raza, heredé su dolor. Y la emoción que digo ha de ser pura en el bronco son del grito y el monorrítmico tambor. El hondo, estremecido acento en que trisca la voz de los ancestros es mi voz… Mi padre acostumbraba desde los 13 años, ir a los muelles a altas horas de la noche o en la madrugada, acompañado de su tío Joselito y, contemplando la bahía gestaba sus poemas. Siete años después, con tierna dulzura experimenta el vacío de la ausencia y en los mismos muelles escribe La Voz de los Ancestros:

Mi pensamiento vuela sobre el ala más fuerte de esos vientos ruidosos del puerto, y miro las naves dolorosas donde acaso vinieron los que pudieron ser nuestros abuelos -¡Padres de la raza morena!Contemplo en sus pupilas caminos de nostalgia y rebelión… En forma inevitable asume el legado proyectando su mensaje y, con uniforme entusiasmo retoma su papel histórico:

¡Oigo galopar los vientos, temblores de cadena y rebelión, mientras yo -Jorge Artelgaleote de un ansia suprema hundo remos de angustias en la noche! Tambores en la Noche debe considerarse como vanguardia de la poesía negra colombiana del siglo XX. Ya Guillén hacía su aparición como otra voz mulata cantando en el espacio antillano. Hay en estos poemas ritmo y música que embelesados por la tenue luz de las velas y bajo un marco nocturno, mantienen vivas las tradiciones y danzas africanas:

Amalgama de sombras y de luces de esperma la cumbia frenética la diabólica cumbia pone a cabalgar su ritmo oscuro sobre las caderas ágiles de las sensuales hembras, y la tierra, como una axila cálida de negra su agrio vaho levanta denso temblor bajo los pies furiosos que amasan golpes de tambor.

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Trabajo muy pausado, que destila aquí una lírica reconstruida a peso de vivencias recordando sus ancestros y endulzando el sufrimiento con formas musicales:

Cumbia , mis abuelos bailaron la música sensual. Viejos vagabundos que eran negros, terror de pendencieros y de cumbiamberos en otras cumbias lejanas a la orilla del mar. Y para atrapar este anhelo con el cual expresa todos los movimientos, la armonía y el ritmo, retoma el hilo conductor de esos mensajes:

Tambor, lágrima errante a la deriva conjuro voduista del Caribe tu alma torturada y sensitiva se pierde en el silencio que la inhibe. Desde el trasfondo oceánico intuitiva mi dársena sonora te percibe y me llega tu luz mucho más viva y es más negro el soneto que se escribe. Se establecen entonces tres elementos esenciales en la poesía de Jorge Artel: el negro como instancia superior reivindicada, el mar y el niño. De igual forma evoca sus años de juventud y los atesora como se ovillan los veinte años:

Éramos todos marineros y teníamos veinte años, las almas alumbradas de luceros radiantes, la vida un juguete azul en nuestras manos, La poesía de Jorge Artel tiene también otras connotaciones a las cuales el poeta con el tiempo les da el significado social que se merecen y transfigura la realidad de su pueblo en un mensaje diáfano y vigoroso:

Mi hijo juega solitario con su tanque de guerra, ingenuamente sabio imita el lenguaje de las balas. Finge un desembarco y se toma la playa. Da unos pasos, cae muerto. Yo me digo mirándolo en silencio, hijo mío que nunca en la vida sea realidad tu juego, que no suceda, pero si ha de ser cierto y aunque mucho te ame sea sólo por la paz y un mundo sin clases sobre la tierra. Este es entonces Jorge Artel, galeote de un ansia suprema, hundiendo remos de angustias en la noche. Hoy, a 75 años de la aparición de Tambores en la Noche seguimos leyendo su poesía y escuchando el eco cada vez más sonoro de su áfrica ancestral, sus cantos y su puesto en la historia.

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Margarita

Galindo Steffens: una vida en la poesía

Entrevista de Jonatan Cantillo Estudiante del programa de Historia-Universidad del Atlántico

Hablar de poesía en Barranquilla es referirse a un nombre en particular: Margarita Galindo. Esta mujer, premiada por la vida con una sensibilidad inigualable, es el resultado de un viaje extraordinario por las letras del mundo, por su propia cotidianidad y por el ferviente amor que le profesa a su terruño. Los años se han encargado de convertirla en un referente en la literatura local. Una voz femenina que hace de la poética su más glorioso eco. De manera natural y casi espontanea ha escrito con tinta indeleble un nuevo capítulo en la literatura caribeña. Ello le ha permitido a su quehacer literario encresparse y resonar en la región al igual que lo hace el mar que tanto adora. Un viaje por la vida, las emociones y opinión de ésta poetisa, es adentrarse en un mundo literario, en el cual las más íntimas pasiones del ser humano afloran en el pensamiento y letras de una mujer hija del río, del mar, del Caribe. A continuación presentamos una entrevista realizada a la maestra Margarita Galindo. Aquí se destaca su trayectoria como escritora y crítica de la actualidad cultural barranquillera.

Maestra Margarita Galindo, háblenos un poco sobre su formación y como alimentó su vocación por el periodismo y la literatura ¿Podría mencionar a algunas personas o influencias tempranas que tuvieran una importancia especial? Mi vocación por la literatura se manifestó desde la época de mi niñez. La despertó mi padre quien hablaba un castellano hermoso y además lo conocía y manejaba a la perfección. Desde muy pequeña oí hablar muy bien el castellano.También, desde muy pequeña me fui dando cuenta de todas las maneras y posibilidades de como la palabra puede manifestarse.

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Entré al colegio de Nuestra Señora de Lourdes sabiendo leer y escribir porque papá me había enseñado. En ocasiones, cuando llegaba del colegio, casi siempre encontraba debajo de la almohada un libro, regalo de papá. Fui leyendo así las fábulas de Iriarte, Samaniego y Esopo; luego vinieron Las Mil y Una Noches, cuentos fantásticos, mucha poesía entre otras joyas de la literatura colombiana, así como algunas traducciones de autores extranjeros, escritores que creo que desde esa época ya no se leen. Empecé a leer entonces, por decisión propia, Las Constelaciones de José María Rivas Groot, entre otros, de tal modo que fue creciendo mi interés por la lectura porque tenía un gusto natural por ella y además mi papá, que poseía una hermosa voz, me leía de una forma muy bella todos los textos que había escogido con tanto cariño para mí. De manera que en la escuela empecé a escribir. Precisamente, en los anuarios del Lourdes me publicaron algunos de los poemas que escribí en esa época. Recuerdo que teníamos un profesor llamado Jesús María Guillen Barrios y justo cuando estaba a punto de concluir los estudios de bachillerato me invita a mí y a una compañera llamada Nora Puccini de Rosado a la casa de Francisco Álvarez Iguarán, profesor de la Universidad del Atlántico. Él organizaba en su casa, ubicada en el barrio Buenos Aires, un espacio llamado: El patio Lorca; allí pues llegaban otras personas interesadas en la poesía. En realidad el profesor Álvarez pensaba publicar una colección de poesías que perdurara y tuviera gran eco en la ciudad de Barranquilla bajo el nombre La Ventana Abierta. En esa época yo había cumplido en septiembre los quince años y había escrito uno de mis poemas: El vendedor de Mariposas. Lo leí en el recital que se realizaba en El Patio Lorca, pero, el profesor Álvarez Iguaran tuvo algunas dudas acerca de si el verso era de mi autoría o no. Dudas que despejó finalmente porque creo que no encontró poemas similares en ninguna de sus investigaciones. Se dio cuenta de que ciertamente era mi verso. Posteriormente, cuando el profesor publicó la


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colección, el segundo título que se publicó era de mi autoría y naturalmente incluyó El vendedor de Mariposas. Para esa fecha experimentaba una gran indecisión acerca de qué carrera profesional debía estudiar. Me encantaba la arquitectura, me gustaba así mismo Filosofía y Letras, no sabía que existía una facultad de periodismo y como era lógico necesitaba una carrera que me generara ingresos económicos porque yo nunca he pertenecido a una familia llena de dinero. Fue la directora del colegio Lourdes quien me comentó acerca de la Facultad de Periodismo y Radiodifusión que había sido abierta en la Universidad Javeriana en Bogotá, recomendándome que la estudiara. Yo le comenté a papá y él decidió que sí, que yo me debía ir a estudiar. Entonces me fui a vivir a la casa de un tío paterno en la capital e hice allí toda mi carrera. Mientras yo estudiaba iba creciendo paralelamente la colección La Ventana Abierta, de modo que cuando yo regresé de mis estudios de periodismo ya había sido publicado El Vendedor de Mariposas como parte de esta colección. El folleto había sido enviado por el profesor Álvarez a diferentes escritores y fue así como recibí una felicitación de la poetisa Dora Guíssela Roussell y otra felicitación por escrito del premio nobel Vicente Aleixandre. Ya como profesional, quise vincularme a algunos periódicos locales, pero, no tuve mayor cabida. Para esa época, Teresa de Cepeda -la viuda de Álvaro Cepeda- vio el folleto y me invitó a su casa a una entrevista que publicó en el Diario del Caribe. Fue un reportaje muy extenso, titulado La Niña Poeta de Barranquilla. Me complació mucho todo eso. Tiempo después, empecé a dar clases en bachillerato. Dicté clases en el Colegio del Prado, en el Colegio la Enseñanza y en el Instituto Barlovento propiedad de un familiar: Jorge Baez. Ya en esa época se presentó la oportunidad de trabajar con el Diario del Caribe, y me fui a trabajar allá -confieso que esta ha sido una de las épocas más prolíficas y satisfactorias de mi vida-. Originalmente, me contrataron solo para hacer notas sociales (como a las mujeres se nos entiende de diferentes maneras). Muy a pesar de los celos de mi padre quien prefería que elaborara las notas desde casa y el mismo las llevaba hasta el periódico, me fui vinculando cada vez más con el Diario cubriendo todas las áreas de la información. En este diario, dirigí una página cultural y una página de turismo ya que cursé una especialización en periodismo turístico; también coordiné en el periódico una página femenina y llegué en un momento dado cuando se necesita redactar editoriales. En realidad me retiré del Diario del Caribe por una discrepancia que tuve con su director el Doctor Francisco Posada de la Peña, una persona muy querida por mí y por toda mi familia. El asunto fue un poco tonto, pero finalmente decidí retirarme del periódico. En ese momento era la coordinadora del Diario del Caribe y me fui a trabajar al Heraldo. Estando en El Heraldo, el profesor Alberto Assa me fue a buscar y me dijo que la Escuela de Bellas Artes había pasado a ser una facultad adscrita a la Universidad del Atlántico. Me comentó además que Alfredo Gómez Zurek era el decano y había estado escogiendo secretarios académicos sin encontrar

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realmente a alguien que se acomodara al cargo. El profesor Assa propuso mi nombre al señor Alfredo Gómez Zurek quien lo aprobó con gran satisfacción. La verdad Alfredo y yo ya éramos amigos, pues nos conocíamos del Diario del Caribe. De hecho, habíamos estado muy próximos, a razón, de la publicación del suplemento literario que publicaba la comisión coordinadora del Diario -un suplemento que se hizo muy famoso en la ciudad-. Desde ese momento trabajé en la Facultad de Bellas Artes por varios años. Fui decana encargada en varias oportunidades y en alguna ocasión se me ofreció la decanatura, pero pensando en que era un cargo de libre remoción preferí que delegaran esta responsabilidad en otra persona. En esa época el encargado de la decanatura era el arquitecto Orlando Jiménez, entonces yo sabía que si el quedaba como decano no me sacarían de la facultad porque trabajábamos juntos en la organización curricular de la nueva Facultad. De manera que continúe trabajando allí. Un día cualquiera, años después, me llamaron para que me hiciera cargo de la dirección del Museo de Antropología de la Universidad del Atlántico, cargo que rechacé porque no era arqueóloga, ni antropóloga. Me insistieron tanto hasta que finalmente asumí el cargo. No lo hice de cualquier manera es decir, no solo con el ánimo del trabajar si no que asumí el MAUA con toda mi alma. Una vez empecé a notar que la Facultad marchaba de una manera tan extraña como que se pasara por encima de mis consideraciones. Una vez se pretendió abrir un corredor que comunicara el programa de música atravesando en fichero cerámico, yo me opuse y expresé al vicerrector de esta locura que quería consumar el señor Willian Jatib. En otra ocasión también quisieron abrir un consultorio médico en el lugar donde estaban expuestas las momificaciones. Esas cosas absurdas me cansaron porque a cada momento se pasaba por encima de uno para hacer las cosas y lo paradójico es que el museo no dependía para nada de la Facultad de Bellas Artes y lo peor es que las directivas en ese momento de la Universidad no se daban cuenta lo que realmente sucedía. Cansada de esa realidad decidí juntar todo mi trabajo del seguro social y como tenia horas de sobra acumuladas me jubilé del Museo de Antropología, porque ya tenía ya la edad De esta manera, me dediqué tiempo completo a mi obra. Te digo entonces que entre mis influencias tempranas más determinantes esta mi padre naturalmente, una gran influencia durante aquellos años en El Lourdes fue el profesor Jesús María Guillen Barrios, otra fue el profesor Álvarez Iguaran, pero, definitivamente, una influencia enorme en mi vida y obra fue toda la poesía que había leído desde que aprendí a leer. Ahora bien, con relación al periodismo cultural agrego que tuve una página cultural y la abrí para todos los escritores y todos los artistas que quisieran aparecer en ella, previo un somero estudio de la calidad de lo que estaban haciendo.

¿Cómo ve el panorama cultural hoy en el Caribe colombiano en contraste con décadas anteriores, especialmente en los campos de la Poesía y el periodismo cultural? A veces se dice que: todo tiempo pasado fue mejor, en este caso yo te diría, como reza este viejo adagio que efectivamente:

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Testimonios

todo tiempo pasado fue mejor, y lo digo porque no encuentro aparte de honrosas excepciones, por supuesto de gente verdaderamente creadora que sabe escribir bien y hacer poesía una mayor participación. Antes era más dinámico el mundo cultural, no solo en la ciudad sino en la región, había, yo no sé, algo mágico, algo profundo, vocación. Eran grupos sencillos integrados por gente de gran calidad, pienso en el grupo Barranquilla y me pregunto: ¿hay grupo Barranquilla hoy?, ¿existe algún otro grupo que pueda competir o igualarse con esa prosa magnifica de Fuenmayor, del sabio Vinyes?, no, no creo, es difícil encontrar a alguien que escriba con todas las ganas de Cepeda en su Casa Grande, o como José Félix Fuenmayor y El Sabio Vinyes y eso por citar solo un par de casos. Cuando yo empezaba a escribir había una cronista en El Heraldo que además de una magnifico castellano tenía un fino sentido del humor: Rosita Marrero. Estaba la entrega de Olga Emiliani también en el Heraldo; eso aparte de los muy buenos periodistas que tenía el Diario del Caribe que hizo historia en el Caribe como un excelente periódico. Del periodismo actual destaco a gente muy buena, pero es una lástima que no exista hoy el Diario del Caribe. Hay buenos periodistas en general. Nuestro lenguaje, quizás por la sistematización, a lo mejor por un mal procedimiento en la manera de comunicarnos ahora, aunque suene poco elegante decirlo: es a veces, como recibir una patada.

¿Qué representa para usted la antigua Escuela de Bellas Artes y cuál cree que es el aporte que ésta deposita en la identidad cultural de la Región y la Nación? La antigua Escuela de Bellas Artes fue el preámbulo de toda una gran cantidad de artistas de calidad que se expresó desde Barranquilla con los medios de las artes plásticas y los medios de expresión de la música. Estaban Pedro Biava, el Conservatorio de Música, la Escuela de Artes Plásticas y tuvo gente muy conocida como Álvaro Herazo. Por esa escuela pasaron el maestro Alejandro Obregón, Ángel Loochkartt, Gunter Renz, gente muy importante y conocida como Fernando Reina. Son tantos los nombres que se destacaron que no acabaríamos ahora de citarlos, no solamente en el campo de lo clásico sino en el campo de lo popular y lo popular clásico como Antonio María Peñalosa, por ejemplo entre otros.

que mis poemas actuales sean mejores que El Vendedor de Mariposas. No, mi Vendedor de Mariposas como poema es un excelente poema. Qué pena decirlo yo misma, pero, como lo han dicho otras personas, lo repito. Me resulta muy fácil escribir. A diferencia de mucha gente que sufre para cuadrar un texto, he tenido la gran facilidad de escribir. Quizás esto se lo debo a mi padre, porque me enseñó a leer desde muy temprano y fue mucho lo que leí gracias a él. Empecé a escribir desde que tenía unos 8 o 9 años. Desde esa época estoy en el oficio y hasta la fecha he compuesto unos 1.200 poemas.

En cuanto al periodismo cultural en la región ¿Cómo lo percibe? Al suplemento literario del Diario del Caribe es muy difícil encontrar algo que realmente le haga competencia en cuanto a la calidad. En estos momentos la revista Latitud de El Heraldo tiene momentos muy buenos y dentro de lo que puedo considerar como un rasgo de la plástica en esa publicación destaco el mundo de caricaturas de Turcios, el cual es excelente. Por otra parte, hay gente muy joven que está escribiendo y tienen sus aciertos pero solo hasta cierto grado les han dado oportunidades. Más aun, hay mucha gente que a pesar de escribir muy bien, se quedan con los brazos cruzados porque no les abren las puertas. No sé porque, pero, se quedan por fuera muchos artículos muy buenos, no sé cuál es el sistema, criterios o maneras de publicar estos.

¿Qué recomendación haría entonces a las nuevas generaciones que se inician en el oficio del periodismo? La primera recomendación que hago, es que todo periodista debe tener olfato. Es decir, el olfato para encontrarse con la noticia que vale la pena. Luego, la parte humana que

No sé, para mí la Escuela representa un camino, los primeros pasos de una Facultad que ojalá se estructurara como una verdadera Facultad y como algo que marcara un hito en la historia del arte en Colombia, porque de hecho tiene una historia que las nuevas generaciones deben conocer y valorar.

¿Cómo concibe el proceso de creación literaria? ¿Cómo nacen sus poemarios? Hay muchas maneras de llevar a cabo el proceso de creación literaria. En mi caso ha sido fácil, es decir, las cosas se presentan, las ideas aparecen de repente. No me propongo hacer nada, pero escribo y ya. Fíjate por ejemplo en el caso del Vendedor de Mariposas: Me senté y lo escribí, digamos que fluyó. Ahora le dedico más oficio a mis trabajos que antes, porque el tiempo no pasa en vano y bueno, uno aprende y aplica lo que aprende. Con ello no quiero decir que eso haga

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La poetisa Margarita Galindo en compañía del poeta Giovanni Quessep y la poetisa Meira del Mar. Archivo fotográfico de Margarita Galindo.


acompaña ese olfato para poder interpretar de la forma más sincera y de la manera más limpia posible aquello que está sucediendo. Hay que tener además, un conocimiento general de todo; estar al día con todo lo que pasa en el mundo para ser un buen periodista. No se puede simplemente quedarse en el plano de lo local porque no es así. Lógicamente uno tiene que conocer las herramientas con las que trabaja. Quien no conoce el idioma sencillamente no puede escribir. Creo que uno es verdaderamente un profesional del periodismo cuando empieza a ejercer la carrera. Si bien pueden fallar las Facultades de comunicación el periodista debe ser el periodista y si es inteligente debe saber dónde están las cosas, tener el olfato, saber por dónde mirar e identificar las áreas que realmente le interesa cubrir. Hay áreas que son tratadas muy bien por algunos periodistas, hay otros que son de una frivolidad tremenda, pero, eso corresponde a otro tipo de lectura. No sé hasta qué punto ahora se deben hacer la cosas más rápido pero al mismo tiempo se debe tener la percepción de la profundidad de lo que se dice sin que eso implique que un periódico sea el espacio para presentar estudios a fondo sobre circunstancias de lo que está sucediendo. Para eso existen las publicaciones especializadas. La noticia tan solo se da, se hacen crónicas, se maneja el buen lenguaje, pero también se entretiene, y se sabe que está pasando en el mundo. Por algo el periodismo es considerado el cuarto poder: hay que saber darle la vuelta a las cosas que están pasando para que haya presidentes o dejen de haberlos en un momento dado.

La hemos visto recientemente en la parte organizativa de noches de poesía, podría hablarnos de cómo se vinculó a este espacio y cuál cree que es su importancia en el contexto. Debió ser una idea de María Trillos que es una mujer tan inteligente y sensible. En todo caso es un espacio muy bello, la construcción arquitectónica de Bellas Artes con esa rotonda y esos bambúes en derredor, hace que ese círculo que está allí sea cada vez más una reminiscencia de lo que puede ser infinito, el lugar se presta para que sea hermoso todo lo que allí se realice. Además siempre está la luna, generalmente, coincide la luna llena con las presentaciones. Yo no se si el tiempo que se escoge ha sido propósito, pero esta la luna, la gente que asiste, y una vez en el recital se trae el recuerdo y voz de un poeta que ya no está con nosotros y a su vez se presenta un poeta actual activo. Me parece que lo complementa y le abre las puertas a la parte humanística que puede tener una escuela de Bellas Artes. Si bien el MAUA no depende de Bellas Artes ya que creo que eso se ha prestado a confusiones durante mucho tiempo, si bien no depende de ella si es un complemento grandioso para todo lo que se puede ver allí. Noches de Poesía es por lo tanto un aire fresco, culto, un aire que concita a la belleza de la palabra y es muy importante que esto se tenga en cuenta ¿Que cómo lo veo a futuro? Bueno, el futuro de Noches de Poesía depende de las personas que trabajan allí, que quieran mantener este espacio, también de las directivas de la Universidad del Atlántico para que le faciliten los medios que le corresponden a ese tipo de eventos que son tan sumamente necesarios. Entonces si se patrocina la parte económica que nunca ha sido excesiva ni extraordinaria, la parte logística y artística están dadas.


Recomendados

Bienes patrimoniales del Departamento del Cesar María Trillos Amaya (Compiladora) Sello Editorial Universidad del Atlántico. 2015. Pp. 190.

Territorio y Conflicto en la costa Caribe. Fernán E. González G. et all. Odecofi-Cinep. 2014. Pp.386.

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Revista Divulgaciones Etnológicas Sello Editorial Universidad del Atlántico. Vol. 60 No. 60. Año 2011. Pp. 227.

El Diablo en la cultura popular del Caribe colombiano. Del Corpus Christi al Carnaval de Barranquilla. Jairo Enrique Soto Hernandéz Editorial La Iguana Ciega 2012. Pp.208.

Poblamiento y Resistencia. Los Chimilas frente al proceso de ocupación de su territorio, siglo XVIII.

Cienagua: la musica del otro valle.

Edgar Rey Sinning Conexión Cultural Editores. 2012. Pp. 379.

Guillermo Henríque Torres Editorial La Iguana Ciega 2013.Pp. 242.


Botellas de madera usadas por los integrantes de la danza de Diablos Arlequines, para realizar acrobacias y malabares durante el baile. Archivo fotogrรกfico MAUA



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