Los grandes cambios empiezan por los pequeños
Ecocuento
¡Un cangrejo que habla!
Econciencia ¡Tú puedes cambiar el mundo!
Naturactívate
¡Mira cómo respiran
$20.00
Junio 2010 No. 01
EDITORIAL ¡Hola! Soy Tochtli, el conejo de la Luna Roja del futuro. Me gusta protegerme de la luz del Sol, por lo que uso una crema con filtro solar para evitar que se queme mi pelo suavecito. Estoy de viaje por la Tierra para prevenirte sobre lo que le puede pasar a tu planeta si no lo cuidas, es muy feo, ¡Créeme! Yo ya lo he visto…
Pronto descubrirás la historia de mi hogar, la Luna Roja. Si deseas comunicarte conmigo, puedes escribirme a mi mail revista.lunaroja@gmail.com
o visítame en
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información útil y divertida para cuidar tu planeta... ¡A leer! DIRECCIÓN GENERAL Altagracia Maxelli Borja Rodríguez CRÉDITOS DE PORTADA Lórien Alejandra Baquera Rodríguez DISEÑO EDITORIAL Gabino Flores Castro González ILUSTRACIONES Berenice González Segura José Gilberto González Méndez Sac Nicté Ixchel Morales Betanzos REDACCIÓN Ignacio Gómez Villaseñor María de la Paz Díaz Bouchain Marivy Bermúdez Franco COORDINACIÓN EDITORIAL Leopoldo Silberman Ayala CORRECCIÓN DE ESTILO Karen Chizón Feria COLABORADORES Arturo Moreno Felipe Flores Castillo Gabriel Zepeda Sáenz Roberto Wohlmuth Abraham RELACIONES PÚBLICAS Mari Carmen Jiménez García Valeria Toledano ADMINISTRACIÓN Montserrath Rodríguez Muñoz
Publicada por: maxEditorial Conejo Tochtli y Maxelli Vía Láctea # 8 Col. Rincón de las Hadas Cd. México, DF. C.P. 14380 TEL./FAX (55) 5594-6759 FECHA DE PUBLICACIÓN: JUNIO DEL 2010 EDICIÓN BIMESTRAL IMPRESIÓN CORP. INDUSTRIAL GRÁFICA, S.A CERTIFICADO DE LICITUD DE CONTENIDO Y TÍTULO ANTE SEGOB Exp. 1/432 “99”/14757 No. 7705 y No. 11600 07/ MAYO/2010 CERTIFICADO DE RESERVA DE TÍTULO INDAUTOR No. 04-2001-0820141 03600-102 24/ JULIO/2008 LA EDITORIAL NO SE HACE RESPONSABLE DE LA CALIDAD Y EFECTIVIDAD DE LOS PRODUCTOS ANUNCIADOS.
CONTENID
Luna Roja
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Ecocuento
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Econciencia
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NaturactĂvate
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Juega
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Luna Roja Pedro Pablo Sacristán
H
abía una vez un pequeño planeta
muy triste y gris. Sus habitantes no lo habían cuidado, y aunque tenían todos los inventos y naves espaciales del mundo, Habían tirado tantas basuras y suciedad en el campo, que lo contaminaron todo, y ya no quedaban ni plantas ni animales. Un día, caminando por su planeta, un niño encontró una pequeña flor roja en una cueva. Estaba muy enferma, a punto de morir, así que con mucho cuidado la recogió con su tierra y empezó a buscar un lugar donde pudiera cuidarla. Buscó y buscó por todo el planeta, pero estaba tan contaminado que no podría sobrevivir en ningún lugar. Entonces miró al cielo y vio la luna, y pensó que aquel sería un buen lugar para cuidar la planta. Así que el niño se puso su traje de astronauta, subió a una nave espacial, y huyó con la planta hasta la luna. Lejos de tanta suciedad, la flor creció con los cuidados del niño, que la visitaba todos los días. Y tanto y tan bien la cuidó, que poco después germinaron más flores, y esas flores dieron lugar a otras, y en poco tiempo la luna entera estaba cubierta de flores. Por eso, de cuando en cuando, cuando las flores del niño se abren, durante algunos minutos la luna se tiñe de un rojo suave, y así nos recuerda que si nocuidamos la Tierra, llegará un día en que sólo haya flores en la luna.
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Ecocuento ¿Y si no fuera un cuento? Saúl Schkolnik
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n medio de un inmenso océano había una isla. Era una
isla hermosa, con grandes árboles y suaves arroyos. Distintas especies de animales habitaban en ella, y también vivían allí dos pescadores, Arsenio y Pedro con sus familias. Salían todos los días a pescar, y por las tardes conversaban con sus mujeres y jugaban con sus hijos. Un día, al volver de la pesca, vieron en la playa un pequeño cangrejo rojo con una patita herida que trataba con dificultad de llegar al mar. -Mira –señaó Arsenio- un cangrejito con una pata lastimada. -Ayudémoslo –dijo Pedro y tomándolo lo llevó hasta el agua-. Muchas gracias, amigos míos –dijo el cangrejo rojo. Ambos pescadores se dieron vuelta y lo miraron, sin creer en lo que habían oído. -Por favor, permítanme que yo les ayude a ustedes –dijo hablando nuevamente el cangrejo, pero no Como ese día la pesca no había sido muy provechosa, la comida fue escasa, y lo mismo sucedió al día siguiente… Fue por eso que Arsenio decidió pedir un deseo, pero no se lo contó a nadie por temor a que se rieran de él. Caminó hasta la playa y se agachó junto al agua para poder hablar en voz baja, pensando siempre que era muy tonto lo que estaba haciendo.
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-Cangrejito rojo –llamó- ¿me oyes?... este… si me estás oyendo, me gustaría pedirte algo para nuestra comida… “Clip clap, clip clap, clip clap” oyó, como si fueran muchos pasitos, y dos enormes pescados aparecieron a sus pies, en menos tiempo de lo que se demoró en pestañear. Feliz, recogió los pescados y corrió a su cabaña. Por el camino encontró a Pedro. -¿Qué llevas ahí? –preguntó éste. -Toma –dijo Arsenio dándole uno de los pescados- es para ustedes. -Pero… ¿de dónde has sacado esto –volvió a preguntar Pedro, sabiendo que su amigo no había salido a pescar. -¡No me lo vas a creer! –contó Arsenio- pero fue ese cangrejo rojo, ¿te acuerdas?, quien me los dio. -¡Entonces era verdad lo que prometió! –exclamó Pedro, y devolviéndole su pescado a Arsenio corrió a la orilla. Mientras corría, pensaba: ¡Qué tonto es Arsenio!, ¿para qué pedir pescado crudo, cuando lo puedo pedir listo para comer? -Cangrejo rojo –pidiódeseo que me sirvas una buena comida.
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“Clip clap, clip clap, clip clap” oyó y a sus pies, apareció una deliciosa comida para toda su familia, en menos tiempo de lo que se demoró en pestañear. recibió respuesta, ya que los pescadores no atinaban a contestar. -Bueno –agregó entonces- si no desean nada por el momento, no importa; pero recuerden, cuando quieran algo no tienen más que acercarse a la orilla del mar y pedírmelo. Entre mis hermanos y yo podemos fabricar cualquier cosa, usando, por supuesto, los materiales que hay en esta isla en que vivimos– y dicho esto, se sumergió.
Los pescadores regresaron a sus cabañas muy desconcertados, pensando que todo lo habían soñado. Como ese día la pesca no había sido muy provechosa, la comida fue escasa, y lo mismo sucedió al día siguiente… Fue por eso que Arsenio decidió pedir un deseo, pero no se lo contó a nadie por temor a que se rieran de él. Caminó hasta la playa y se agachó junto al agua para poder hablar en voz baja, pensando siempre que era muy tonto lo que estaba haciendo.
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-Cangrejito rojo –llamó- ¿me oyes?... este… si me estás oyendo, me gustaría pedirte algo para nuestra comida… “Clip clap, clip clap, clip clap” oyó, como si fueran muchos pasitos, y dos enormes pescados aparecieron a sus pies, en menos tiempo de lo que se demoró en pestañear. Feliz, recogió los pescados y corrió a su cabaña. Por el camino encontró a Pedro. -¿Qué llevas ahí? –preguntó éste. -Toma –dijo Arsenio dándole uno de los pescados- es para ustedes. -Pero… ¿de dónde has sacado esto –volvió a preguntar Pedro, sabiendo que su amigo no había salido a pescar. -¡No me lo vas a creer! –contó Arsenio- pero fue ese cangrejo rojo, ¿te acuerdas?, quien me los dio. -¡Entonces era verdad lo que prometió! –exclamó Pedro, y devolviéndole su pescado a Arsenio corrió a la orilla. Mientras corría, pensaba: ¡Qué tonto es Arsenio!, ¿para qué pedir pescado crudo, cuando lo puedo pedir listo para comer?
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-Cangrejo rojo –pidió- deseo que me sirvas una buena comida. “Clip clap, clip clap, clip clap” oyó y a sus pies, apareció una deliciosa comida para toda su familia, en menos tiempo de lo que se demoró en pestañear. “Clip clap, clip clap, clip clap” oyó y en un instante aparecieron dos pescados y algunas matas de algodón y un carnero salvaje, y en otro instante todo fue preparado y curtido y tejido y cortado y cosido y… en menos tiempo de lo que se demoró en pestañear… ¡ahí estaba la comida exquisita, la ropa nueva y los zapatos brillantes, para toda la familia! Por su parte, Andrea y Pedro decidieron pedir, no sólo ropa y zapatos nuevos, sino también muebles y ropa de cama. “Clip clap, clip clap, clip clap” se oyó, y otro carnero salvaje cayó muerto, y fueron abatidos algunos árboles y cosechadas algunas plantas, y Andrea y Pedro tuvieron mucha comida, ropa y muebles nuevos en menos tiempo de lo que se demoraron en pestañear. Arsenio pensó que si el cangrejo podía fabricar muebles, también podría construir una casa. -Cangrejo –le ordenó- me construirás una casa de piedra. Y tuvo su casa de piedra. Andrea quiso tener una más grande, y el cangrejito se la construyó.
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Y comenzó una verdadera competencia entre ambas familias. Si una pedía doce platos, la otra exigía veinticuatro; si una quería una torre para su casa, la otra reclamaba un castillo. -Pedro –le dijo un día su esposa- pasó Arsenio con unos tenedores de oro. Yo también los quiero. Fue Pedro a la orilla, y pidió al cangrejo unos tenedores y cuchillos de oro. -Lo siento –fue la respuesta en esa ocasión-, pero el oro se acabó, te los daré de plata –y le dio tenedores y cuchillos de plata. Por supuesto, Andrea se disgustó mucho y retó a Pedro. Arsenio, enterado de lo que había sucedido, decidió proteger sus tenedores y cuchillos de oro, de la codicia de sus vecinos. -Cangrejo –le pidió- necesito unas rejas fuertes para defender mi castillo.
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“Clip clap, clip clap, clip clap” oyó, y unos nuevos túneles y pozos se abrieron en la isla; el metal fue fundido y las rejas hechas y colocadas en menos tiempo de lo que Arsenio se demoró en pestañear. Pedro, que tenía un castillo tan grande como el de Arsenio, al ver las rejas que aparecían en el castillo de su vecino, pidió rejas más fuertes y resistentes, y además un cañón para defenderse. Y Arsenio pidió varios cañones y Pedro exigió… hasta que un día se encontraron por casualidad a la orilla del mar. Mirándose con recelo y desconfianza cada uno empezó a pedir nuevas cosas. -Vengo a ordenar nuestra cena y deseo que me cambies todos los manteles por otros más finos –pidió Arsenio. -Yo quiero todo eso, y además otro juego de muebles para nuestro segundo comedor –exigió Pedro. -Y yo quiero…-dijeron ambos al mismo tiempo, pero fueron interrumpidos por el cangrejito rojo que se había asomado fuera del agua. -Lo lamento –les dijo- pero ya nada más puedo hacer por ustedes. -Muy bien –dijo Pedro- entonces, ¿por qué no puedes hacerlo ahora? -No puedo –dijo el pequeño animal- porque ya no quedan árboles, ni minerales, ni plantas, ni animales. Ya no queda nada. La isla es sólo una roca desnuda. Pedro, Arsenio, Inelia y Andrea miraron sorprendidos a su alrededor. Hacía mucho tiempo que no miraban la isla, preocupados como habían estado de tener y tener más cosas. El cangrejo rojo tenía razón, estaba sólo la roca desierta, sin aves, sin vegetación, solamente dos enormes y arrogantes castillos de piedra. -¿Sabes Arsenio? –dijo Pedro-, no sé para qué quise tener rejas y cañones.
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-Nos sobran piezas y muebles –reconoció Inelia- y también ropas y adornos. -Creo que hemos destruido nuestra isla pidiendo cosas que no necesitábamos –dijo apenado Arsenio- hemos derrochado todos sus recursos y bellezas creyendo que eran inagotables. -¡Ojalá pudiéramos recuperar nuestra hermosa isla! –dijeron todos, pensando en lo mismo. -¿Puedes concedernos un último deseo? –preguntaron. -Siempre que sea transformar una cosa en otra, puedo hacerlo –les contestó el cangrejo. -Sí, sí –dijeron todos a un tiempo- lo que queremos es que vuelvas a cambiar todas las cosas, para que la isla sea nuevamente lo que era antes de que te conociéramos.
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-Pero desaparecerán los castillos, los muebles elegantes y casi todo lo que ahora poseen –les advirtió el cangrejito rojo, y como ellos estuvieran de acuerdo… “Clip clap, clip clap, clip clap” oyeron como si fueran miles de pasitos recorriendo la isla. Y desaparecieron los castillos, las rejas y todas las cosas elegantes y superfluas; y reaparecieron los grandes árboles y los animales salvajes, y se llenaron los túneles y los pozos. La isla reverdeció quedando como antes había sido. También aparecieron las cabañas, las ropas sencilas y los pequeños botes, y todo sucedió en menos tiempo de lo que sedemoraron en pestañear. -Gracias, cangrejito –le agradecieron-. ¡Muchas gracias! Ahora aprovecharemos, sin abusar, de las riquezas de nuestra isla –y se encaminaron hacia sus hogares. Pero Arsenio quedó pensativo, y dirigiéndose al cangrejo le preguntó: -Dime, ¿cómo has podido lograr que todo vuelva a ser como antes, cómo has podido hacer para que el tiempo haya retrocedido?, ¿cómo has podido hacerlo? -He podido hacerlo, porque sólo se trata de un cuento.
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Econciencia ¡Tú puedes cambiar el mundo!
¿T
e gustaron los cuentos? Si alguien te hubiera
preguntado antes dónde vives, lo más probable es que dijeras el nombre de tu calle o de tu ciudad. Ahora ya sabes que el medio que compartes con otros animales y plantas también es tu casa. No tiramos la basura en nuestras casas y tampoco deberíamos hacerlo en la Naturaleza. Necesitamos aire limpio, agua pura, tierra y sol para estar vivos y mantenernos sanos. La mayor parte del tiempo que el ser humano ha vivido en la Tierra, la población era reducida, las herramientas que utilizaba eran sencillas, la naturaleza era vasta, por lo que podía recolectar plantas y cazar animales porque no se extinguían. Es decir, la Tierra reciclaba los residuos, de modo que se podía tomar cualquier cosa del ambiente con la certeza de que siempre habría más.
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¿Por qué no podemos vivir así hoy en día? ¿Por qué hay límites con los recursos como los que el cangrejo dijo? Actualmente, hay un número enorme de seres humanos, y cada vez es más rápido el proceso en el que se daña el entorno al talar más árboles, contruir más fábricas y explotar recursos. No hay suficiente para todos. Tú heredarás lo que los mayores dejen de la Tierra,y estos recursos cada vez son menores. Sin embargo, no tienes que esperar a ser mayor para ayudar a mejorar el medio ambiente. Hay muchas cosas que puedes hacer y pedirle a tu familia y amigos que sigan tu ejemplo. Puedes ahorrar energía apagando los focos y aparatos electrónicos de tu casa que no utilices como la televisión. También puedes seguir muchas de las actividades que te recomiendo en la sección de Naturactívate. Son experimentos que puedes hacer solo o en compañía de un adulto que te supervice cuando así te lo diga.. Quizá te parezca que no haces demasiado con estos pequeños detalles, pero si todos los niños trabajasen para cuidar el entorno ,la ayuda sería notable.
¡Ayúdanos y ayúdate! La Tierra y todos los demás seres humanos te lo agradeceremos.
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Naturactívate ¡Mira cómo respiran las plantas! Las plantas verdes son muy importantes para la vida animal porque producen el oxígeno que los animales necesitan para respirar. Por esta razón, a los bosques se les llama los pulmones del mundo. Te proponemos un experimento para ver el oxígeno que expulsan las plantas a través de las hojas.
Material: Bol grande Bote de cristal transparente, ancho Plantas acuáticas de un estanque o una tienda de animales domésticos que venda accesorios de acuarios
Procedimiento: 1) Llena el bol de agua. Coloca las
Resultado:
plantas acuáticas en el fondo del bol.
2) Hunde el bote de cristal en el bol de manera que se llene de agua. A continuación, ponlo boca abajo sobre las plantas.
3) Coloca el bol y el bote en un lugar soleado. Déjalo allí durante unas cuantas horas y después obsérvalo atentamente.
Pronto podrás distinguir varias líneas de burbujas ascendiendo por el gua del bote. Se trata de burbujas de oxígeno que provienen de las plantas. Del mismo modo, aunque no lo puedas ver, las plantas terrestres lanzan oxígeno al aire. Si dejas las plantas acuáticas dentro del bote un poco más de tiempo, verás cómo se forma una capa de aire en la parte superior del bote.
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Espero que te hayan gustado los cuentos y hayas aprendido mucho sobre tu planeta. No pierdo la esperanza de que lograrás grandes cambios porque ¡tú haces la diferencia! ¡Recuerda que los grandes cambios empiezan por los pequeños!
Si deseas comunicarte conmigo, puedes escribirme a mi mail revista.lunaroja@gmail.com
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¡No te pierdas el próximo cuento!