Diploma de Fortalecimiento de la Capacidad Resolutiva para Médicos de Atención Primaria Módulo 3 : Temas de Familia
CICLO VITAL FAMILIAR Dra. Carolina Jara Una familia es un grupo en marcha, sujeto a cambiantes influencias externas, con una historia y un futuro compartido y con etapas de desarrollo así como con pautas habituales entre sus miembros. La familia como sistema social tiene características propias que la hacen diferente a múltiples organizaciones: se puede ingresar a ella por nacimiento, matrimonio o adopción, y sólo se la puede abandonar al morir. No es posible renunciar ni ser despedido de la familia, sino de un modo figurado o metafórico. Duvall (1957) establece un ciclo de 8 etapas desde que la pareja se casa hasta que mueren ambos cónyuges. Las etapas están marcadas por la entrada y salida de miembros del grupo familiar, por las etapas de desarrollo personal de los hijos, por el término de la vida laboral y por la muerte. Las etapas que Duvall señala son: formación de la pareja y comienzo de la familia, crianza inicial de los hijos, familia con hijos adolescentes, familia como plataforma de lanzamiento, familia en sus años medios y familia anciana. Cada una de estas etapas se construye sobre la anterior y supone desafíos y conflictos específicos que aluden a una forma particular de organización de la vida familiar considerando las características y capacidades funcionales de sus miembros en un momento dado. Parte de la aventura del matrimonio consiste en que justo cuando empiezan a resolverse los problemas de una etapa, la siguiente ha comenzado a proveer nuevas oportunidades. El término “ciclo” implica la “rueda” de la vida familiar que gira de manera interminable, conectando las distintas generaciones. Tres o hasta cuatro generaciones diferentes se deben acomodar simultáneamente a las transiciones del ciclo vital, puesto que los acontecimientos que tienen lugar en un nivel, inevitablemente tienen efectos en las relaciones en otros niveles. Cuando nace el primer hijo de una pareja todos avanzan una generación. Se van produciendo cambios en la cohesión del sistema familiar, el que parece oscilar entre períodos de cercanía, períodos de aglutinamiento normal, y períodos de distanciamiento. En los períodos de cercanía predominan las fuerzas centrípetas de la familia, y en los de distanciamiento predominan las fuerza centrífugas, sin que ninguna de ellas constituya una condición patológica. Estas oscilaciones del sistema familiar van construyendo la cadena de generaciones. En cada período de fuerzas centrípetas, la generación cambia y se inicia otro eslabón de la cadena. A través de este proceso repetitivo, la familia proporciona a sus miembros el medio para la negociación de la cercanía, la intimidad, la diferenciación y la individuación. Cada etapa en el ciclo de la vida familiar es caracterizada por un promedio esperable de crisis familiar, que es básicamente una crisis transicional, producida por la convergencia de procesos biológicos, sociales y psicológicos. Las crisis transicionales son predecibles y necesarias, como respuesta a las necesidades cambiantes de los miembros de las familias así como de las presiones que ella recibe del medio externo. La familia enfrenta estas crisis a través de la realización de tareas, que producen cambios en su organización interna y en sus transacciones con las estructuras sociales y económicas externas. Las tareas familiares de cada fase específica tienen efecto acumulativo, de modo que el cumplimiento de las tareas de las primeras etapas fortalece las habilidades de la familia para desempeñarse en las etapas siguientes en forma efectiva. La realización exitosa de una tarea personal depende del logro de las tareas de los demás miembros de la familia, al mismo tiempo que contribuye a ese logro.
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Hay permanentemente dos fuentes de tensión en la familia: verticales y horizontales. Las verticales incluyen los patrones de relación y funcionamiento transmitidos por las generaciones anteriores, junto con las actitudes, tabúes, mitos, expectativas y en general la historia familiar previa. Las horizontales surgen en el transcurso de la evolución de la familia en el tiempo e incluyen las transiciones en el ciclo vital y los acontecimientos externos que la afectan. Cuando coinciden o se intersectan acontecimientos tensionadores en el eje horizontal y en el eje vertical, la tensión normal aumenta, lo que hace más difícil el proceso de transición y genera crisis en la familia. En el equilibrio homeostático del sistema familiar, la aparición de una nueva necesidad en cualquiera de sus miembros, pone en movimiento una secuencia para la satisfacción de esa necesidad. Así cada avance en el desarrollo de un miembro, aunque sea muy pequeño, produce perturbaciones en la estructura familiar. El ciclo familiar estándar tiene muchas variaciones. No todas las familias tiene hijos, hay un porcentaje cada vez mayor de familias que experimentan divorcio, nuevo matrimonio, separación, adopción y otros cambios, que hacen más difícil definir el ciclo vital familiar. Doherty ha denominado “familia pluralística” a un nuevo patrón variable de la estructura familiar, en ella los niños pueden crecer en distintos ambientes, entre ellos: un hogar con un sólo progenitor que nunca se ha casado, un progenitor solo divorciado, una pareja de padres del mismo sexo. La estructuración en ciclos depende también de variables socioculturales. La configuración de las familias de nivel socioeconómico más bajo es con frecuencia distinta al modelo típico de familia nuclear, ya que por su funcionalidad, es más común la familia extendida. Encontramos preferentemente familias uniparentales con un sólo miembro de la pareja, generalmente la mujer a cargo del cuidado y crianza de los hijos o familias multigeneracionales en las que conviven tres o cuatro generaciones de la familia, abuelos, hijos y nietos en un mismo hogar. Por otro lado, la escasa preparación para el trabajo que da el sistema educacional, junto a la creciente sofisticación del mercado laboral, hace que muchos jóvenes, trabajadores no calificados, perciban ingresos insuficientes como para mantener a una familia. Esto determina que éstos se mantengan dentro de sus familias extendidas, que se “alleguen” a parientes lejanos o que migren a lugares donde buscan mejores posibilidades laborales. Por lo que la etapa de nido vacío muchas veces no exista en estas familias, ya que los hijos se casan y tiene hijos, pero no abandonan la casa de sus padres. Además la vejez en la pobreza puede ser más precaria que en la clase media en términos de seguridad y estabilidad económica, y en la posibilidad de acceder a cuidados médicos y tratamientos costosos en caso que fuera necesario. Sin embargo, en términos generales, esta etapa parece ser más satisfactoria debido a que la familia tiende a ser más solidaria con sus ancianos, manteniéndolos en la casa y haciéndolos participar activamente en la crianza de los hijos. El impacto de las enfermedades crónicas sobre las familias puede variar enormemente, en función de que el curso de la enfermedad haga más difícil las adaptaciones exigidas por el solapamiento de transiciones en el ciclo vital. Etapas del ciclo familiar A. Etapa de formación •
Formación de la pareja
Para ingresar adecuadamente a ésta etapa, es necesario haberse independizado emocionalmente de la familia de origen. Esta separación es importante, para que el formar otra familia no sea meramente un huir de la propia. Autores como Carter y McGoldrick consideran que la primera etapa de formación de la familia corresponde a la de adulto joven independiente, en la cual se ha tenido la posibilidad de formarse objetivos personales individuales y de tener un sí mismo (self) bien diferenciado, antes de poder convivir con otra persona de un modo estable.
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Si bien la familia formalmente se constituye en el momento del matrimonio, los pasos psicológicos que implican prepararse para la unión y convivencia estables se inician con bastante anterioridad: el andar juntos (pololeo) y noviazgo son etapas importantes en esta preparación. Si se altera la secuencia anterior (andar juntos, ennoviarse, casarse), aumenta la posibilidad de la aparición de problemas posteriores. Cuando los pasos se dan aceleradamente (como suceda en el matrimonio entre adolescentes) crecen estadísticamente los fracasos conyugales Rapoport ha distinguido entre tareas intra e interpersonales en esta etapa. Entre las intrapersonales, la capacidad de asumir el rol de marido o mujer, separándose de otros compromisos internos o externos que pudieran interferir con la intimidad y cercanías necesarias para la vida de pareja. La tarea central es el establecimiento de un compromiso permanente, esto requiere logro de la intimidad (capacidad de mostrarse en el ámbito profundo). Deben crear formas de relación y comunicación satisfactorias: intenso proceso de negociación que permita analizar diferencias y conflictos y encontrar formas de solución satisfactorias para ambos. Entre las tareas interpersonales la formación de una identidad de pareja, que trasciende a la de ambos individuos (un “nosotros” que va más allá del “tu” y del “yo”). Convertirse en una pareja requiere que ambos miembros de la misma negocien un gran número de cuestiones tales como cuando y como hablar, comer, discutir, dormir, trabajar, tener vacaciones y leer los periódicos del domingo. Las decisiones que tienen que ver con el dinero, el sexo y fregar los platos ya no están determinadas individual sino conjuntamente. La familia de origen les puede haber transmitido sus recetas y consejos para sobrevivir, pero la pareja tendrá que examinarlas y quizás liberarse de parte de ese equipaje para volver a empezar de manera que se adapte a los dos. B. Etapa de expansion •
Crianza inicial de los hijos
La llegada de un niño crea madres, padres, abuelos, tíos, y repercute a través de todo el sistema familiar. La criatura puede ser bienvenida o constituir una dificultad; puede consolidar un matrimonio o disolverlo. Por lo común, el nacimiento de un hijo obliga a prestar atención a todas las incertidumbres que pueda haber sobre la permanencia del matrimonio. Las responsabilidades de crianza exigen una nueva forma de compromiso. El nacimiento de los primeros hijos plantea, al mismo tiempo, tareas y conflictos potenciales a la pareja. Esta debe acomodarse y crear espacio para el nuevo miembro. El padre debe compartir el amor y atención de la madre con el hijo, renegociando la adaptación sentimental y sexual recién creada. Las restricciones eróticas y la falta de privacidad en la actividad sexual que puede representar la presencia de los hijos crea tensiones nuevas en la pareja, y coloca al padre en actitud celosa. La madre puede llegar ser la fuente de apoyo de todos los miembros de la familia a expensas de sus propias necesidades. En la etapa de cuidado de los hijos pequeños se plantea un problema especial a las mujeres. El ser madres es algo que ellas anticipan como una forma de autorealización. Pero el cuidado de los niños puede ser una fuente de frustración personal. Su educación las preparó para el día en que fueran adultas y pudieran emplear sus aptitudes especiales, y ahora se encuentran aisladas de la vida adulta y habitando nuevamente un mundo infantil. Por el contrario, el marido habitualmente puede participar con adultos en el mundo del trabajo y disfrutar de los niños como una dimensión adicional de su vida. El padre representa un factor de estabilidad y apoyo para la familia, tanto desde el punto de vista material como psicológico.
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Familia con hijos preescolares
Al desarrollar el niño un mayor dominio de su cuerpo y comenzar a explorar el medio circundante, aparece la capacidad de iniciativa y de autonomía. Los padres deben reconocer y tolerar ésta mayor autonomía; velar al mismo tiempo por protegerlo de los peligros que ésta puede implicar. El exceso de sobreprotección puede inhibir y coartar potencialidades del niño, generando sentimientos de vergüenza y humillación. Otra característica propia de los padres en esta etapa es un grado de tensión con relación a los roles laborales. Típicamente el hombre está en plena actividad “labrando un futuro” para sí y su familia, y corre el riesgo de volcarse hacia el trabajo y descuidar otros roles así como su desarrollo personal. La mujer se centra en el ejercicio de su maternidad y arriesga el descuidar sus aspiraciones y expectativas intelectuales y laborales, así como el no preocuparse de su aspecto físico. Además el tiempo relativo que se dedica a los hijos puede entrar en conflicto con el tiempo que la pareja tiene para sí. La crisis central es el reabastecimiento versus agotamiento y autoabsorción. C. Etapa de consolidación y apertura •
familia con hijos escolares
La difícil crianza de niños pequeños ha quedado atrás, y ha sido reemplazada por el placer compartido de presenciar como los hijos crecen y se desarrollan de modos sorprendentes. La relación matrimonial se profundiza y se amplía, se han forjado relaciones estables con la familia extensa y con un círculo de amigos. La escuela representa para los padres su primera experiencia con el hecho de que los hijos terminarán por dejar el hogar y ellos se quedarán solos frente a frente. La salida del niño del hogar mide la capacidad de la familia de tolerar ese distanciamiento inicial. Zegers (1983) afirma que el medio escolar y sus exigencias evalúan “eficiencia” de la familia en el proceso de socialización del niño. El niño debe ser capaz de ser productivo y de integrarse a un grupo de amigos. Rodhes (1977) afirma que el mayor desafío para los padres es apoyar y fortalecer el proceso de individuación de sus hijos que se va desarrollando a través de la participación fuera de la familia y que el peligro en esta etapa es que la organización familiar niegue o limite las oportunidades para este desarrollo. Cuando los niños han ingresado en la escuela, la mujer siente que debe introducir cambios en su vida. El incremento de su tiempo libre la obliga a considerar sus primitivas ambiciones en torno a una carrera, por ejemplo, y puede sentirse insegura respecto de sus aptitudes. La premisa cultural de que no basta ser ama de casa y madre se convierte más en un problema, en la medida que los hijos la necesitan menos. Por momentos tal vez sienta que su vida se está desperdiciado en el hogar y que su estatus declina, al tiempo que su marido es más importante. •
Familia con hijos adolescentes
Les corresponde a los padres aceptar del crecimiento biológico y en especial del desarrollo sexual de los hijos, así como también apoyar el proceso de separación - individuación de ellos.
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La crisis de la adolescencia coincide muchas veces con la crisis de edad media de los padres. Muchos padres tienden a sobreidentificarse con los hijos compitiendo en logros o aventuras deportivas o sentimentales. Los años medios quizás obliguen a una pareja a decidir si seguirán juntos o tomarán caminos separados. Este período, en que los niños están menos en casa, también obliga a los padres a comprender que los hijos terminarán por irse del todo, y entonces ellos quedarán solos y frente a frente. En muchos casos han acordado seguir juntos en interés de los hijos, y al ver aproximarse el momento en que estos se marcharán, entran en un estado de turbulencia conyugal. Rodhes (1981) señala que la principal tarea de la familia en esta etapa es establecer una nueva relación padres - hijos, y desarrollar la habilidad de flexibilizar los límites lo suficiente para que los adolescentes puedan tener la libertad que necesitan, sin dejar por ello de ejercer su rol de padres. Los padres deben continuar estableciendo límites y negociando con sus hijos. •
Familia plataforma de lanzamiento
Separación de los hijos de sus familias de origen por trabajo o matrimonio. El hijo debe llegar a separarse de su familia y, con todo, seguir involucrado en ella. La tarea es permitir la partida de los hijos como resultado de un proceso natural. A veces la turbulencia entre los padres sobreviene cuando el hijo mayor abandona el hogar, mientras que en otras familias la perturbación parece empeorar progresivamente a medida que se van yendo los hijos, y en otras cuando está por marcharse el menor. En muchos casos los padres han visto, sin dificultad, cómo sus hijos dejaban el hogar uno por uno; súbitamente, cuando un hijo particular alcanza esa edad, surgen las dificultades. Los padres deben buscar nuevos intereses y preocupaciones para evitar el apoyarse excesivamente en los hijos, impidiendo la independencia de estos. Cuando el joven abandona el hogar y comienza a establecer una familia propia, sus padres deben transitar ese cambio fundamental de la vida al que se llama “convertirse en abuelos”. A veces tienen poca o ninguna preparación para dar ese paso, si los hijos no han pasado por los rituales matrimoniales adecuados. Deben aprender cómo llegan a ser buenos abuelos, elaborar reglas a fin de participar en la vida de sus hijos, y arreglárselas para funcionar solos en su propio hogar. A menudo, en este período tienen que enfrentar la pérdida de sus propios padres y el dolor consiguiente. El síndrome del nido vacío corresponde a síntomas depresivos en muchas mujeres que fueron esencialmente madres en etapas previas y que ahora no tienen una justificación clara de su existencia. Es importante el cambio para aceptar que los hijos tienen vida propia y que toman decisiones, así como el preocuparse de un modo diferente de los padres ancianos, muchas veces necesitados del apoyo emocional, financiero o de otra índole, de su progenie. En la mayoría de los casos esta etapa es superada por la reaparición de los hijos, ya casados, al traer a sus parejas, primero, y a los nietos después. •
Familia de edad media
La pareja vuelve a estar sola. La tarea de esta etapa es el redescubrimiento conyugal, el acercarse uno al otro y renegociar una relación despojada del rol de padres, y por otra al establecimiento de una relación entre padres e hijos que sean capaces de soportar las modificaciones producidas por sus respectivos cambios de estatus. Una dificultad que puede emerger en esta época es que los padres se encuentren sin nada que decirse ni compartir. Durante años no han conversado de nada, excepto de los niños. A veces la pareja empieza a disputar en torno a las mismas cuestiones por las que disputaban antes de que llegaran los hijos. Puesto
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que estas cuestiones no se resolvieron sino simplemente se dejaron de lado con la llegada de los niños, ahora resurgen. A veces individuos que han trabajado permanentemente toleran mal el tiempo libre que depara la jubilación. Esta crea un vacío en el hombre, equivalente al que deja la partida de los hijos en la mujer que se dedicó a la crianza de éstos en forma exclusiva. Estos vacíos pueden ser llenados por intereses compartidos mutuos o por una mayor dedicación a actividades comunitarias. Muchas veces también se requiere adaptación a la enfermedad crónica en uno o ambos cónyuges: capacidad de cuidar al cónyuge enfermo y limitar la propia actividad. D. Etapa de disolución •
Familia anciana
Los hijos se van ocupando de los padres ancianos que se han vuelto menos capaces para vivir en forma independiente. A menudo son las mujeres las que en su mayor parte cargan con el esfuerzo de ocuparse de la generación anterior. El impacto emocional y económico de esta ocupación puede ser enorme y generalmente se relaciona con problemas de salud para los que cuidan a los padres de los padres. Los cuidadores tienen necesidad de apoyo por parte de sus propios hijos o de otras personas. El ser abuelos es una gratificación emocional importante para muchos, y el cariño de los hijos y nietos es la regla más que la excepción. Existen algunos ancianos a quienes les cuesta hacer el giro que implica el aceptar un rol secundario en la escena familiar, y tratan de mantener el grado de poder que antes tuvieron, sea a través del control económico, cuando tienen recursos, o de sus enfermedades cuando se dan cuenta de que sólo a través de esto logran la atención o preocupación de sus hijos. •
Viudez
Con el tiempo, por supuesto uno de los cónyuges muere, y el otro queda solo y buscando una manera de involucrarse con la familia. A veces una persona mayor puede encontrar una función útil; otras veces, en la medida en que los tiempos a cambian y los viejos son vistos como carentes de importancia para la acción de la generación más joven, resulta meramente superflua. En esta etapa la familia debe enfrentar el difícil problema de cuidar a la persona mayor o enviarla a un hogar de ancianos donde otros cuidan de ella. Este también, es un punto crítico, que no suele ser de fácil manejo. Pero del modo como los jóvenes cuidan de los viejos deviene el modelo de cómo se cuidará de ellos cuando, a su vez, envejezcan, pues el ciclo familiar se renueva sin fin. Bibliografía : Salud Familiar: un Modelo de Atención Integral en la Atención Primaria. C. Hidalgo, E. Carrasco. Ediciones Universidad Católica de Chile Terapia no convencional. Haley. Editorial Amorrortu Trabajo Social Familiar. N. Aylwin, M.Solar. Ediciones Universidad Católica de Chile Medicina de Familia. Taylor Temas de Salud Mental y Atención Primaria de Salud: CPU 1991 Dr. R. Florenzano. La variable temporal en la familia. Centro de estudios y terapia sistémica. Resumen de Lee Counbrinch Graham Adaptado por Dra. Vilma Armengol. Familia y Salud de los jóvenes. Ramón Florenzano Urzúa. Ediciones Universidad Católica de Chile Intervención familiar. Guía práctica para profesionales de la salud. K. Eia Asen. Peter Tomson. Paidós.
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Anexos ETAPAS DEL CICLO VITAL FAMILIAR Etapa de formación
I. Formación de la pareja
Pololeo, noviazgo, matrimonio y pareja sola.
II. Crianza inicial de los hijos Nacimiento y crianza de los hijos. Etapa de expansión
III. Familia preescolares
con
niños Hasta que el hijo mayor tiene 6 años
IV. Familia escolares
con
niños
Hasta los 13 años del niño mayor.
V. Familia con hijos Hasta los 20 años del hijo mayor. Etapa de consolidación y adolescentes. apertura VI. Familia plataforma de Hasta que el hijo menor abandona lanzamiento. la casa. VII. Familia de edad media
Hasta el fin de la actividad laboral de la pareja.
VIII. Familia anciana
Hasta la muerte de uno de los miembros de la pareja.
IX. Viudez
Hasta la muerte restante.
Etapa de disolución
del
miembro
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