Revista Patrimonial Chillán Antiguo Nº1

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ué somos sin la memoria? La respuesta es muy breve: NADA. Retomar los hilos de la memoria no ha sido fácil para la comunidad Hace algunos años compré un libro escrito por el cineasta Buñuel chillaneja, porque por muchos años se vivió, principalmente, la tarea en el que contaba su vida. Seguí las peripecias del autor en el mundo de armarse como personas, como familias, como una nueva ciudad que del cine, del arte, de las historias con sus amigos entre los que se contó hasta arquitectónicamente fue otra. Intentar asumir lo sucedido desde Dalí hasta que se pelearon. No recuerdo mucho los detalles, pero sí que la sobrevivencia hasta la superación lenta y fatigosa de perderle el llegué a un punto en que me quedé brevemente sin respiración y se me miedo, el pánico a los movimientos telúricos. Se vivió también el éxodo borró de una plumada el resto del libro. Buñuel cuenta que periódicamente de cientos de familias chillanejas. Fue como un árbol que bruscamente visitaba a su madre quien vivía en su España natal. En una de esas vive el proceso acelerado de la pérdida de todas sus hojas. En medio visitas llegó a la casa materna con toda esa ilusión que provoca el del desconcierto post terremoto, las familias y la ciudad requieren volver retorno, la carga de nostalgia, en el fondo la afectividad que es todo un a ponerse de pie. La memoria colectiva queda como en suspensión, tema, porque es el eje de nuestras vidas. Tocó la puerta y salió la madre. entre paréntesis. El abre los brazos para acogerla, No está de más recordar que esa apretarla. Ella lo mira y le noche tremenda del 24 de enero aporte Flia. Cabrera - Cerna pregunta: “Perdón, quién es Ud.? de 1939, las historias de las El cineasta quedó golpeado, esa familias chillanejas representadas dura realidad era más fuerte y más en sus fotografías, documentos, brutal que cualquiera de sus libros, sus casas, etc., se perdieron. famosas películas. Y se da cuenta Quedaron sepultadas bajo de manera inequívoca, que sin ese toneladas de escombros o arcón maravilloso que consumidas por el fuego. Poco a denominamos memoria, no somos poco, me imagino, todas las nada. Nada. familias deben haber hecho el mismo ejercicio; se van mitigando El terremoto del 24 de enero de las heridas, suavizando los dolores, 1939 fue para Chillán un golpe y viene esa necesidad perentoria bajo a la memoria colectiva. La de reunir especialmente fotografías Tierra hizo lo suyo, lo que tan bien que devuelvan rostros, recuerdos, sabe hacer, sacudirse. Y los historias: memoria. Se atesoran, sobrevivientes con todas sus se miran una y mil veces en historias tejidas a fuerza de amores reuniones familiares y nadie quiere y desamores, de aciertos y perderlas. ¿Regalarlas? Jamás. desaciertos, de esfuerzo, tesón, ¿Prestarlas? Rara vez. sueños, esperanzas, sacrificios, etc., vieron como todo se Ha pasado el tiempo y se han cuarteaba, se resquebrajaba y se hecho interesantes esfuerzos por diluía. Se esfumaba. Antes de 1939, fue el terremoto de febrero de 1835 recuperar la memoria colectiva. Las personales, las familiares, las el que aplastó también la memoria individual y colectiva de los chillanejos. comunitarias. Yo le llamo a eso “memoria” y “memorias”. Se ha ido El terremoto de 1835, cuenta la historia, que el señor cura de Chillán reconstruyendo poco a poco el cómo éramos hasta del 24 de enero de de ese tiempo tuvo la premonición de anunciar en plena misa dominical 1939. La fecha en sí, esa noche trágica y todo lo que ello significó para un par de meses antes y en varias oportunidades, determinó que la Chillán y Ñuble, quedó como congelada en el tiempo, atrapada como ciudad se tuviera que reconstruir totalmente y de manera tan drástica en una fotografía gigantesca. Personas como el abogado e historiador que cambió hasta su emplazamiento. El Chillán que nace post sismo Fernando Martínez Labatut, los docentes e historiadores Marco Aurelio de 1835, es el Chillán que desaparece el 24 de enero de 1939. Allí, en Reyes, Alejandro Witker, Marcial Pedrero y otros, han hecho un esa hora y en ese punto del planeta y del universo, se desmemoria importante aporte a la reconstrucción de la memoria colectiva de Chillán. Chillán.

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...(de página 3) Con el advenimiento de la tecnología digital, surgen otras formas de comunicación y de trabajo. El diseñador gráfico y artista visual Máximo Beltrán Fuentes cuando crea el sitio “Chillán Antiguo”, una iniciativa extraordinaria, tal vez no aquilató en ese momento, la convocatoria y respuesta que iba a tener a través de las redes sociales. Fue como destapar una caja cerrada. Cientos de personas comienzan a escribir, enviar fotografías (hoy con la digitalización es posible hacerlo sin pasar las fotos y arriesgarse a perderlas). Se forma una efervescencia por contar historias, se inicia el rico proceso de desprenderse de los recuerdos e historias amadas para compartirlas. Poco a poco, lenta, lentamente, se va rearmando la memoria colectica con todos estos aportes nacidos desde la afectividad, desde los recuerdos familiares. Se ha ido armando a través de este Chillán Antiguo, una historia no formal ni académica. Ha llegado y surgido desde el nido de los recuerdos de quienes han participado a través del tiempo. Y se ha ido dando un juego compartido que es como ir armando un rompecabezas. Como en un collage se han ido pegando recuerdos y ha ido surgiendo un imaginario colectivo que permite ser parte y compartir al mismo tiempo una memoria colectiva. Y entonces entramos de lleno a un espacio en el que palabras como

Un día de enero de 1979 salía de mi tierra, Chillan, a probar suerte en otro país. Por alguna razón en el tren me embargo una tristeza inmensa. Me iba a un país en donde ni siquiera sabía hablar el lenguaje. Aunque me salvaba en el INSUCO entre 4 y el 5 en ingles, cuando llegue acá no entendía nada. Por un tiempo pensé que no podría hablar inglés y se me iba olvidar el español por consiguiente quedaría mudo. Muchos recuerdos quedaron atrás y pensando que sería de mi vida. Lo único seguro era que pensaba en Chillan y en Chile cada día y ha sido así hasta el día de hoy. Siempre buscando comunicarme o saber de mi terruño. Cuando me subscribí a Facebook lo primero que hice fue buscar gente de Chillan y por ende grupos sociales en donde pudiera seguir en contacto con el presente y el pasado de mi ciudad. Con mucha

suerte encontré la pagina de Máximo que ha tomado con su propia iniciativa la de mantener un historial de Chillan. Historias incluso de amor que me transportan a un tiempo en donde aun no existía pero mis ancestros ya estaban por ahí. Mi madre cuenta que ella estaba visitando a unos amigos para el terremoto del 39 y salió corriendo hacia afuera de la vivienda para ver con estupor como la casa se derrumbaba matando a todos en su interior. Mirando “Chillán Antiguo” me imagino a mi madre perdida caminando por esa terrible tragedia del terremoto de Chillan. He vuelto a descubrir a mi ciudad y ha retenerla, ya no me siento solo… Mario A. Lopez / U S A “Chillán Antiguo” y los recuerdos vienen a flor de piel. Me llevan por mis calles de mi infancia y

Patrimonio, Identidad, y Pertenencia, tienen y adquieren una connotación muy fuerte. Porque de eso se trata. Los esfuerzos desplegados por reforzar la memoria colectiva nos llevan a reconocer nuestra identidad e identidades. Nos anuda y nos obliga a mirar y reconocer nuestro patrimonio. Todo este amasijo tan sutil nos envuelve para hacernos sentir ese lazo que se denomina pertenencia. Quién soy y de dónde vengo. Allí me reconozco. Allí se escucha el aletear de la sangre que ha venido atravesando desde generaciones, desde muy atrás, hasta nosotros. Allí está todo lo que sin demasiadas explicaciones nos amarra a la tierra. Este nuevo y tercer espacio o plataforma nos ofrece la posibilidad se seguir armando historias. La individual y la colectiva. Es una invitación abierta a compartir con generosidad lo que somos. Estas interesantes instancias que se crearon a través de la iniciativa de Máximo Beltrán, debemos aprovecharlas y cultivarlas. Hacerlo con todo el cariño, el respeto y la generosidad que esto merece, porque es de todos. Hemos emprendido una tarea, un camino con la mirada puesta en el mañana, pero transitando un pasado que nos confirma. Los fantasmas que transitan por las calles de Chillán ya no están solos.

creo escuchar la lluvia y el viento que cruza los techos de la casas de mi barrio. Cada fotografía, relato, comentarios que he visto y leído, expresa en mi corazón una sensación de agrado, en especial aquellas de los años sesenta. Que hablan de mi ciudad, mi colegio en la calle Bulnes frente a la intendencia, o de la población Santa Elvira cerca de la vertiente de agua. O esa panadería que aun está en la calle 18 de septiembre detrás de la que fue mi casa, en la calle Arauco, entre Itata y Gamero. Máximo, muchas gracias por tu enorme trabajo en “Chillán Antiguo” por tu preocupación en la búsqueda de la información detallada para engrandecer nuestra cultura. Luis Barbieri / Vicuña Bueno, hace unos dias te envié un comentario con una cita del libro "Raices", escrito por un afro-

estadounidense que recorrió la vida en busca de sus ancestros hasta la aldea africana donde su tatara, tataraabuelo había sido forzado al cautiverio de la esclavitud; lo que me gusta es la manera en que explica lo de los habitantes de la aldea africana. "Existen tres tipos de habitantes de la aldea" le dice la abuela: Unos son los que ves caminando, trabajando, hablando ahora. Los otros son los que han vivido antes. ¿Y cuáles son los terceros? Le pregunta el nieto. "Ah, dice la abuela, -esos son los que no han nacido todavía" Luisa Elberg-Urbina (MéxicoEl Paso) "Un par de calles cuesta abajo llevan al río, la bicicleta logra un vértigo muy estimulante, y tras entrar en un sinuoso camino de un parque, entre grandes árboles, aquel caminito te muestra un


verdor muy relajante, entre pequeñas lomas que tomas velocidad, mientras los rayos de la tarde se filtran por las hojas verde cielo (ourense-Galicia), evocación inmediata a ese sur, sur de mundo y de vida, la memoria pasea en bicicleta, frondosos árboles, bucólicas casas Bauhaus, mis calles, las de mis abuelos, tardes de plaza, noches de pala,...mi pedalear esta en dos ciudades, lo real se confunde con lo poderoso que son los recuerdos, la nostalgia y los seres más importantes,...el reflejo en el agua de mi bicicleta en otoño de hojas canadá olor a Chillán Viejo. Un saludo al Grupo Chillán Antiguo por esa cercanía." Claudio Baccelli Guzmán / España Siempre me ha llamado la atención volver al baúl de los recuerdos. Las cajas polvorientas llenas de fotos, cartas, libros que se detuvieron en el tiempo con un marcador entre sus páginas. Chillan Antiguo es como ese baúl. Un proyecto intere-santísimo, y parece increíble cómo puede estar al alcance de todos a solo un click de distancia. La facilidad con que se puede acceder a su colección desde cualquier parte del mundo, lo convierte en un aeropuerto donde aterriza la nostalgia. Un lugar de encuentro donde deshilachamos y tejemos otra vez aquel pasado que nos pertenece a todos, y que se lleva en la maleta a donde nos lleve el instinto. Samuel Moises Vidal / L.A. USA En mi infancia, en forma constante, me llegaban las historias relatadas por abuelos, tíos y padres acompañadas de imágenes de nuestro querido Chillan. Con los años, estas historias e imágenes lejos de borrarse, aparecen en

forma continua en mi mente y muchas veces no son de interés del interlocutor. Un día, hace un año, veo una página llamada "Chillán Antiguo" y mi sorpresa fue mayúscula. Si habían personas con las cual compartir nuestros intereses, nuestras historias y testimonios gráficos de este Chillan. El respeto por las opiniones, la tolerancia en los planteamientos hacen de Chillan Antiguo, un sitio del que fácilmente se queda prendado. Mérito sin palabras para su fundador, que con su dedicación, con su mesura y gran criterio hacen que Chillan Antiguo este en la cúspide de las paginas relacionadas con la geografía humana en el país. Gonzalo Fischer Herreros / Chillán Con esta excelente documentación de “Chillán Antiguo”, se ha logrado conocer y encontrarse la gente, sus tradiciones, edificios, casas e íconos

Calle Arauco 1910

de la historia. Hás cumplido con creces tu objetivo, “enriquecer nuestros conocimientos del patrimonio cultural. Carmen Egaña Molina / Chillán Chillán Antiguo, una ventana hacia el pasado de nuestra ciudad creada para todos y construida por todos. Bajo la iniciativa de Máximo Beltrán se ha constituido un lugar en que confluye patrimonio, historia e identidad. A través de los aportes testimoniales orales y escritos, e imágenes fotográficas, se ha logrado dar un sentido a toda el ansia de conocer las raíces chillanejas. Feliz iniciativa que responde a las inquietudes de una comunidad que desea proyectarse con identidad al futuro. Juan Basterrica Sandoval / Chillán

El encuentro con “Chillán Antiguo” fue abrir una ventana al pasado a esa historia que no vivimos porque aún no existía mi ser y nos muestra la tradición, la hidalguía él esfuerzo de hombres y mujeres que forjaron nuestra ciudad serena que crece día a día. Con las nuevas cepas de hombres, mujeres, jóvenes y niños que aman nuestra ciudad entrañable y admirada por muchos. Gracias hermosa ciudad que me cobijas en tu corazón Carla Chávez Vidal / Chillán Estimado, lo que has estado haciendo, de rescatar una parte valiosa de la historia de nuestra querida ciudad, en lo que respecta a su parte patrimonial, considero que es de un valor incalculable, y que es necesario que sea conocido por las nuevas generaciones de chillanejos, afín de que también puedan amar tanto a su ciudad como nosotros le amamos. Aspelices Rohr Martínez / Stgo. Son más de 14 años que dejé las calles de Chillán y desde entonces ando esparciendo semillas de historias y leyendas de mi ciudad bajo un sol calcinante, dos hijos son fruto principal de esta siembra, cuernavacenses por nacimiento, chillanejos por derecho. Con avidez desde niño que escucho los relatos del antiguo Chillán; fundaciones, terremotos, batallas épicas, tradición de tantos hombres y mujeres extraordinarios, por lo que agradezco a todos los amigos de “Chillán Antiguo” por el desinterés en regalar sus más queridos recuerdos fotográficos y anecdóticos. Este espacio me ha devuelto mi ciudad en una tierra extraña; el mate con la abuela, el “puelche” en el rostro, el sabor a


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e mis recuerdos más antiguos hay uno que con especial fuerza se viene a mi mente. Siendo niños, con mi hermano, visitábamos la casa de un tío abuelo y ahí en pleno living nos recibía la foto del bisabuelo con uniforme de bombero de la Quinta Compañía de Chillán. No sabíamos de qué época era la foto, pero su tamaño grande como si fuera un espejo, me llamaba a mirar en el reflejo del vidrio que la cubría. Esa imagen fotográfica, junto a otras que atesoraba mi abuela, fueron las primeras conexiones que tuve con el pasado de mi familia y también con los tiempos del ayer de nuestra ciudad. Y es que los antepasados se pierden en los tiempos del siglo XIX como vecinos de Chillán y sus alrededores. Mi familia como tantas estuvo marcada por el terremoto de 1939 y vistió luto por la pérdida de uno de sus más jóvenes miembros, Manuelito. Así, con fotografías en mano, escuchaba los relatos de mis abuelos y padres que me ilustraban sobre la ciudad de ayer cuando todavía con sus edificios y casas en el suelo luchaba por volver a su gloria de tiempos pasados. Con tanta vida y muerte entremezclada con ciudad de Chillán, se fue construyendo un vínculo afectivo que nos conecta con sus calles, plazas y su gente. El Chillán anterior a 1939 había sido fotografiado por diversas personas. Especialmente interesante es una colección que se realizó en el marco de la Exposición Iberoamericana de Sevilla en 1929 que ilustra una serie de lugares y personas de Chillán y la Provincia de Ñuble, donde encontramos los aportes de un personaje hoy casi olvidado, Don Darío Brunet. A través de las imágenes de la

desaparecida Escuela Normal, el Convento Jesuita, el tristemente famoso Teatro Municipal, uno se va formando la idea de una ciudad que ya no existe, la ciudad fantasma, que se repite en los recuerdos de los mayores y que en nosotros aparece como un espectro, apenas visible por sus vestigios iconográficos, apenas imaginable por los relatos orales.

las construcciones neoclásicas y los primeros edificios modernistas. Una ciudad próspera a la espera de cumplir 100 años de su traslado, el Chillán nuevo del centenario, en el lejano 1935. Poco durarían las alegrías de las fiestas, de las celebraciones, de los carros alegóricos. Los siguientes registros fotográficos serían para comunicar un drama humano, un destino

No sólo por las edificaciones destruidas, sino por la muerte y el luto por doquier. Aquella noche infausta llega a nosotros hoy con los matices del gris acentuados por el sufrimiento humano que la naturaleza distribuyó con igualdad a las familias chillanejas. Quienes pregunten a sus abuelos o bisabuelos, sabrán que el costo de vidas afectó a todos los linajes de la ciudad. Y desde la oscuridad más profunda, una nueva ciudad nace y crece dando vida a una nueva etapa de la urbe de cuatro siglos. San Bartolomé de Chillán se volvía a levantar. Y como quien quiere olvidar el dolor producido por los muros de adobes antiguos, la nueva edificación se desarrolla con materiales que borran para siempre la imagen neoclásica y afrancesada del 1900 y las antiguas casonas coloniales del siglo XIX. Estos documentos fotográficos nos han conectado hasta hoy con aquella ciudad del centenario, gracias a la precaución de algunas familias, diversas imágenes de aquellos edificios y plazas nos han llegado al presente, ilustrándonos de ciertos espacios, dejándonos puntos ciegos en otros casos.

Estos documentos visuales nos muestran una ciudad de provincia en una provincia rural, sin embargo muy viva y pujante. En pleno desarrollo podríamos decir, ya que en las primeras décadas del siglo XX comenzaban a notarse los progresos urbanos en sus casas y calles. Impresionan los carritos de sangre, los tranvías,

trágico. La ciudad del centenario se caía a pedazos por un desastre natural, por el terremoto del 24 de enero de 1939 que dejaba casi la totalidad de las casas de la ciudad en el suelo y una parte importante de la población muerta bajo los escombros. Aquellas imágenes de dolor, de tristeza y amargura impactan a quienes las observan.

Con la fotografía pasa algo muy interesante, y es que a partir de ella, la memoria personal y colectiva se afirma no sólo en los recuerdos, sino en imágenes de registro que permiten rememorar un ayer distante. Y es que a pesar de que Chillán cambia de piel como el camaleón, producto de los desastres naturales, su imagen perdura por estos documentos visuales, que cuales espejos con memorias, siguen proyectando reflejos del pasado.


Una radiografia misteriosa a modo de cartas al amado, para encantar de esta tierra a alguien que quiere saber más de nosotros, con anclajes poéticos de autores que han "cantado" a esta bella tierra. "Quiero llevarte a pasear por mi tierra" asi nos dice a modo de susurro esta chillaneja, que ya institucionalizo la frase... "donde existen dos chillanejos, existe Matria..." N.de la R.

H

an insistido en llamarme Carmen, otros me conocen como Andrea, pero a quién quieras preguntar saben que soy mantilla de padre y por lo tanto, pobre y reincidente en el amor. También respondo al nombre de Milita que es aquel con el que me autoinvóco para escribirte de cómo son las tormentas que azotan las costas de Chile

Chillán, siempre encuentras otro chillanejo patiperro que probablemente sea pariente de una compañera que tuviste hace años, situación que te acerca lo suficiente para hermanar destinos mientras dure tu propia travesía. Donde hay un lugar imposible, habrá un chillanejo que añore el encanto campesino de esta tierra bella. Y donde hay dos chillanejos hay matria.

“Arden eras chillanejas. Todo Chillán es fermento. Toda su tierra parece ofrenda, fervor, sustento, y salta una llamarada que nos da a mitad del pecho” GABRIELA MISTRAL, "CHILLÁN" Me preguntaste alguna vez dónde vivía. Te lo dije, pero no te lo expliqué. Chillán necesita ser explicado, desmenuzado, mordido. Necesita que te sientes pacientemente a la orilla de un mesón ancho, con vino pipeño y dulzón a comer jaibas de Tomé, con una dedicación casi monacal y piedra en mano, al amparo de un parrón que te permita burlar el calor del verano. Es una ciudad de siesta, todavía tiene el encanto del mundo que gira lento. Ahora nos empinamos recién en los 160 mil habitantes, pero parece que fuéramos menos aquí y que nos multiplicáramos en otros lados. Me explico. Menos aquí porque en esta ciudad todo se sabe, no hay amorío que se calle ni persona que no sea pariente de alguien conocido. Y más en otros lados, porque cuando se sale de

Barrio Santa Elvira

“Me persigue Chillán por todas partes; remecida uva sol; plácida plaza, viene conmigo desde siempre, arsenal de la patria. Chillán es lo que tengo y eso es bastante, para tan grande sed que ando trayendo, no hay otro cántaro que valga; para tanto cansancio acumulado, no hay otra almohada.” SERGIO HERNÁNDEZ, "ME PERSIGUE CHILLÁN"

La ciudad se ha ampliado a lo loco. Cuando yo era chica todavía podía verse un caballo paseando suelto por la calle de mi población así como si nada. Ahora ya no. Alcancé a ver tradiciones como el vendedor de mote mei que pasaba en las noches, ahora sólo queda la señora del trigo mote y las patitas en el Mercado, ahí encerrada en el destino que le otorgaron, no tienen hambre de colonizar lugares nuevos. También pasaban vendiendo leche de burra en un cachito y los chinchineros generaban tumulto. Los chinchineros a veces pasan aún a la ciudad, se ganan en una de las esquinas del centro y me pintan la envidia en la cara con las coordinaciones imposibles de manos, pies y cuerpos, ésas que jamás podría hacer yo. Creo que con suerte podría pasar el gorrito pidiendo la calificación del espectáculo en monedas. Ya te conté de mi infancia y que me crió mi abuela. Hubo una cosa que me quedó en el tintero: cuando los cielos se ponían rojos en las tardes mi abuela decía “los ángeles están haciendo galletitas” y una se quedaba de lo más conforme. Veinticinco años después cualquier niño que recibiera una explicación como esa te manda a ver Discovery Channel y a internalizar las palabras de Nietzsche como un mantra “Dios ha muerto”, “Dios ha muerto”... Los tiempos cambian. Son nuevos, pero creo que no más felices de los que hoy corren. Quizás sólo me he hecho vieja de tanto pensar y de tanto leer.

...(sigue en página 10)


ARBOL GENEALÓGICO

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...(de página 7) “Chillán existe como una rosa blanca sobre mi corazón húmedo y sin palabras.” NICANOR PARRA, "TERREMOTO DE CHILLÁN” Quiero llevarte a pasear por mi tierra. Imaginaré que comenzamos a caminar bajo un otoño fresco. Vamos al Cementerio cuyas puertas de ingreso de varios metros fueron traídas especialmente de Alemania para nosotros. Iremos juntos a que veas la gran fosa común de los muertos del ’39, y que te rías cuando te cuente que una vez me rompí la nariz porque choqué de frente con la Llorona, la escultura de la Helga Yuffer que hay frente al patio 3, porque iba corriendo y no la vi (excusa es la edad, a los cinco años una mira otros mundos) y te muestre el canal en el que antes se sacaba el agua, al que me caí una mañana procurando llenar el bidón para limpiar la tumba de mi abuelo. Y a grandes cuitas, grandes soluciones: me desnudaron, me pusieron un chaleco de alguien y pusieron mi solera y mis calzones de algodón de los siete años sobre la cruz de la tumba, bajo el sol del verano se secó antes que emigráramos a ver la tumba de mi hermano. Mi hermano es un bebé que nació muerto justo el día del cumpleaños de mi tío que lo lloró como si fuera el padre y que alguien me convenció que justo me tocó de Ángel de la Guarda. Ahí está la tumba de Ramón Vinay, el gran Otelo que dio Chillán al mundo, y de Claudio Arrau, el virtuoso hombre del piano, y del tío Lalo Parra que a punta de cuecas choras acuna a los vecinos. Te mostraré la tumba de Laura Lagos que tiene una escultura de Marta Colvin en el regazo y te mostraré la de Marcelita, una niña que murió muy

joven porque su camisa de dormir se incendió y nadie pudo ayudarla porque había puesto llave a su pieza. Cada vez que pasábamos frente a la tumba de la Marcelita, camino a la de mi papito Chemo me decía mi abuela “por eso no hay que descuidarse con la estufa y no hay que ponerle llave a las piezas”. Crecí en una casa en la que nada estaba bajo cerradura, sólo en la noche se le ponía llave a la reja, se cerraba la puerta que daba hacia el frente de la casa (sin llave) y se ponía “la tranca” en la puerta del patio que era un picaporte enorme que debo

Tumba artista Helga Yufer

Arquitectura Cementerio

pasteles de crema y tomábamos licor de oro). Siempre me han gustado los cementerios. Te voy a contar algo que parece muy genial: a problemas de muertos, soluciones de vivos. Hubo un tiempo en que el Cementerio no era general, sino que era católico y estaba en otro lado, entonces por la creciente migración de extranjeros fue necesario contar con un lugar donde ellos se enterraran de acuerdo a sus creencias, así surgió el Cementerio Alemán que dejó de funcionar a principios de 1900 pero del que se perdió su fisonomía con el terremoto del ’39. Para que no se pasaran las almas desde el cementerio católico al cementerio de infieles, se cavó una zanja profunda entre ambos cementerios y asunto arreglado, ya todos descansarían en paz, porque se podrá estar muy muerto pero ni leso irse a zafar los pies inmateriales por andar de copuchas en el cementerio equivocado. Ya te decía: a problemas de muertos, soluciones de vivos. “Yo canto a la chillaneja si tengo que decir algo, y no tomo la guitarra, por conseguir un aplauso, yo canto a la diferencia que hay de lo cierto a lo falso, de lo contrario no canto”. VIOLETA PARRA, "YO CANTO A LA DIFERENCIA”

haberlo aprendido a cerrar como a los ocho o diez años y del que todavía guardo el sonido seco que hacía al moverlo. Imagino que llamarle “la tranca” debió haber sido algún resabio de las casas viejas. Debiera mostrarte mis muertos: Mi abuelo y mi abuela que descansan juntos, mi hermanito (el ángel de la guarda), la Gabrielita y mi tío Pato, muertos en el accidente carretero más brutal de mi familia, la Totita, junto a sus padres (la Toti ¿te acuerdas? Mi otra abuela, con la que hacía licores y mirábamos la calle Gamero perderse hacia la costa, mientras comíamos

Cuando regresemos del Cementerio recordaré que nada te he contado de este barrio que lo antecede, que le llaman Ultraestación ahora y que antes se llamó Villa Alegre. Éste era el antiguo camino a la costa, por aquí se llegaba al mar. Aquí vivían los Parra (la Violeta, Nicanor, Roberto, el tío Lalo), éste era el


sector del cachureo, del cambalache, de los precarios, de los trotacaminos, de las mejores bodegas de vino (oficiales y clandestinas) y los burdeles, no podía si no llamarse Villa Alegre ¿qué otro nombre le sentaría mejor? Nicanor Parra (el antipoeta chileno por antonomasia) dijo alguna vez “El prototipo que tenemos del francés es quien nació en Paris...De igual modo, el verdadero Chillanejo, es el que nació en Villa Alegre, al otro lado de la Estación”. A un par de cuadras de aquí, en la primera cuadra después de los rieles, vivía mi tío-abuelo José Eleucadio, más conocido como el “Negro Cai” o “Pantalón Cortito” por su costumbre de subirse los pantalones muy arriba al momento de sentarse para que no se le marcaran las rodillas en la tela, también le decían “Pompas Fúnebres” porque no ha habido registro de un conductor de tren que hubiese matado más personas en una noche entre Concepción y Chillán. ¿Qué barrio si no éste podía alojar a mi tío-abuelo, medio mapuche y medio catalán? ¿Medio catalán? Sí, para que veas, ya te contaré más largo de mis ascendientes en otra carta. Ahora te cuento de Chillán y de Villa Alegre. Aquí también vivió mi abuela-mamá cuando recién emigró de Los Ángeles, en la misma calle Los Olivos pero en el sector sur, desde su ventana, mientras cocinaba, podía ver los suicidas del Paso Nivel. Tristes han existido siempre. En este sector vivo yo, la regenta de mi propio burdel de esperanzas rotas. Antes o después te mostraré el penoso estado en el que se encuentra el Museo de la Iglesia San Francisco, sus cinco mil libros

antiguos y raros, los pocos vestigios que quedan de las épocas de gloria, y te contaré que decían que habían pasadizos secretos que llegaban hasta las monjas de la Purísima, pero nunca se ha comprobado eso. A un par de metros de ahí está la casa que fue del pintor Arturo Pacheco Altamirano, injustamente olvidado. Recuerdo el temor que nos producía a los niños una calavera de un sacerdote muerto que tenían justo al subir la escala, ibas de lo más suelto de cuerpo cuando te pillabas un hábito franciscano y su esqueleto correlativo en la puerta… Ahora ya no está. Decían que era un cura que se subió a arreglar el reloj de la iglesia y que cayó sobre las rejas de acceso. “Con el canto'e la Violeta y el corazón de Chillán, yo me traje, en la maleta, quinientos litros y un pan. […] Seis días 'tuve tomando a'ond'el guatón Monrroy, seis días que ando contando más hablaor que un choroy.” TITO FERNÁNDEZ, EL TEMUCANO, "CHILLÁN”

No sé si llevarte ahora hacia las calles del norte o volver al sur… Mejor hacia el sur. Iremos luego a pasear por el Mercado en día de feria para que escuches como se vende el zapallo milagroso que engorda la pierna, los huevos de campo sin colesterol, las acelgas mágicas para bajar de peso y para que veas el cartelito chistoso de la señora a la que le compro fruta, que dice “Los zorzales también pagan”, puesto ahí en la esperanza de desmoralizar a los clientes que sólo prueban y no compran nunca, para que conozcas a Silvita a quien le compro el pescado, a mi casero de las papas que me guarda la infinidad de bolsas y bolsas mientras compro y compro tentada por todas esas cosas ricas que ofrece mi tierra y la de otros que las vienen a comercializar aquí. Te presentaré a la Pamela, una rubia con pecas grandes que trae esas frutas poco masivas: el maqui, la granada, los membrillos, y con quien nos saludamos con auténtico cariño desde que yo iba a comprar acompañando a mi abuela y ella tenía un canasto con sus cosas cerca de la mirada vigilante de su madre, hará ya unos veinte años. Si tenemos suerte, a lo mejor encontremos al que trae chupones y murtilla. La parte del mercado que más me gusta es la de los frutos secos, creo que nunca acabaría de comer guindas secas, almendras, nueces o pasas rubias, el olor mezclado, en el aire de la fragancia de los melones calameños, del merkén, de la canela, de los clavos de olor, es una invasión sensorial sin clemencia alguna.

Arquitectura de Barrio

Famoso es el callejón de los restaurantes que “arreglan la caña” o “los levantamuertos” que se sirven con cafecito con malicia,


...(de página 11) salen de adentro olores de fritanga y de compañerismo. Esa era la Feria libre. Vamos al Mercado Techado. En un costado están las cocinerías en las que por dos dólares matas el hambre y haces amigos; por el pasillo central están a la caza -como si de un puma agazapado se tratase- mujeres que te invitan sonrientes a irte con ellas, cantos de sirena a los que todos sucumben “mi caballero, venga por aquí, por aquí, le tengo pastel de choclo”. ¿Cómo no será necesario amarrarse al mástil para no ir tras ellas? “Chile. Mucho se ha hablado de la mentalidad regionalista y reducida de sus habitantes, de la impronta puesta en la frente por la cordillera de los Andes, gigante rocoso con voz de mujer bravía, mujer iracunda y desenfadada que a la menor provocación arremanga sus polleras y muestra su sexo humeante. No tuvo amores ni hijos ni dioses, fue sí el albergue de los amores de otros, de hijos ajenos y de dioses extraños. Subió sus brazos para protegernos de la mirada inquisidora de otros (igual que Claudia protegió de miradas curiosas a Mauricio); pero a pesar de su celo no logró salvarnos.

¿Qué más puedo mostrarte? ¿Con qué te encanto? ¿Qué te cuento? Aquí nació Bernardo O’Higgins, llamado el Padre de la Patria, Director Supremo de Chile, hijo natural de Isabel Riquelme, noble de esta tierra, que prendó al Virrey del Perú sin importar los casi 40 años que los separaban. Aquí nació también Carmen Arriagada que mantuvo por años una apasionada correspondencia infiel con el pintor Mauricio Rugendas, a quien conoció en una tertulia y amó hasta la muerte.

Feria, mercado tradicional. 1925

Barrio Villa Alegre

Aquí nació Hilda May que enamoró a Volodia Teitelboim y fue detrás del amor de Gonzalo Rojas hasta París para flecharlo para siempre y traerse al poeta a vivir a esta tierra. Aquí tantos y tantas que conjugan en todos los tiempos el verbo amar. Con tanta intensidad como inteligencia, saben del conocerse en otro, del vivir con otro, del crear con otro. Tantos que saben de hacerlo “a la chillaneja”: con violencia y con desnudez esencial. Aquí nació Sara Richard, mi abuela, que a los 17 años huyó de Chillán con un locutor ecuatoriano que andaba de paso y que, casada a la rápida en la ciudad de Santiago, aprendió a vivir en Quito; pero volvió, porque ya decía Sergio que Chillán nos persigue. Aquí nací yo también, y aquí ofrecí sexo y verdad para siempre. No fue suficiente entonces, quizás no lo sea luego; pero aquí sigo siendo “mujer de barro y pan caliente”.

Dentro de este ordenado abanico de paisajes, casi al medio de su exuberancia, queda Chillán, pueblo desnudo, enclavado en el valle central, como si necesitase sentir el mar y la cordillera alcanzables. Chillán debió hacer pactos con lunas hechiceras, porque a su alero han crecido infinidad de amores que a la luz de la mañana no pueden vivir, amores vampiros que al rayar el alba deben mantenerse en la oscuridad…”

Aquí nació Matilde Urrutia, el gran amor de Pablo Neruda, su castaña despeinada, su fea, su chillaneja evidente, su cordillerana. Aquella que puedes encontrar en la poesía erótica más completa de Neruda, la que se ríe, burla la muerte y ama y no ama en los Cien Sonetos, la amante clandestina de tantos años, la amada visible del resto de los años de su vida.

“La vida me la pasé buscando una chillaneja. Por los palacios pasé miré detrás de las rejas los ranchos examiné desde el patio hasta las tejas hasta que me la encontré” PABLO NERUDA, "LA CHILLANEJA”

Y ahora dame la mano y regresemos a la alfombra de la cual partimos, seguiremos paseando otro día, porque hoy nos toca ver una película llorona comiendo avellanas de monte...


No existe una fuente escrita que nos hable de este espacio cultural de fines del s. XIX y la cuarta parte del s. XX, estamos hablando de un centro de la vida social de Chillán que se reunía en este espacio a ver teatro, opera, zarzuelas, compañias musicales y ya en el s. XX los comienzos del cine. Estamos hablando de historias que nunca serán escritas o contadas, donde solo está el recuerdo de su destrucción pero no de su romántica existencia, del “cotilleo”; donde pudo más el recuerdo de sus muertos en una noche trágica que las de miles tardes bellas de esparcimiento

A

nte el anhelado proyecto del Teatro Municipal de Chillán, que esperamos se concrete en el mediano plazo, debemos precisar algunos aspectos. Lo primero es que bienes y cosas deben merecerse para operacionalizar el viejo aforismo: “la necesidad crea el órgano”, y no al revés. No basta “tener ganas d e u n m a j e s t u o s o Te a t r o Municipal”, sino que primero es crear masa crítica, espectadores frecuentes, público incondicional, que procreen el Teatro. No sabemos que acontecerá, porque “la operatividad de un teatro depende de un buen plan operativo: prever cómo tiene que sobrevivir y en esto entrar el equipo que trabajará, la gente que asistirá a las funciones y la infraestructura que albergue los espectáculos” (Arnoldo Weber, gestor del proyecto).

donde muchas veces fue la antesala para los bailes de la sociedad chillaneja del 1890. Ubicado antiguamente donde ahora está la “Casa del Deporte”, 5 de abril altura 550; llegó a su fin la noche del 24 de enero de 1939. Emplazado actualmente en la esquina de 18 de septiembre esq. Constitución desde 1941, fecha de inicio de su actual construcción que todavía no ha llegado a su concreción. Algo inusual o quizás “inaudito”…espera en silencio espiritual sostener un día en sus columnas este gran templo de las artes. N. de la R.

de 1940, se tenía en mente que esa monumentalidad no podía ser derrumbada ni por otra hecatombe sísmica, ya que su aforo no correspondía a la realidad chillaneja que se reconstruía a tropezones. Recién pude conocer en sus fauces este “esqueleto de fierro y cemento”, por invitación de LA DISCUSIÓN, quedando tan impresionado por su dimensión, que imaginaba iluminado a Giorno, estar en el Municipal de Santiago o en el Colón bonaerense, sin exageración alguna. Se construyó casi con el mismo sentido espiritual de las catedrales medievales: lo más alto posible para llegar a Dios.

El proyecto de un teatro para Chillán permaneció inmanente durante el siglo XX. Con altas y olvidos, como el gobierno de Aylwin, en que el doctor Héctor Garay encabezó una cruzada que no llegó a buen puerto. Después, el teatro vuelve al olvido, salvo esporádicos intentos por aparecer, vivió, como en eventos excepcionales con la presentación del eximio pianista Roberto Bravo, entre sillas colegiales, piedras huevillo y el confort de un refrigerador. Escarbando en la obra del gran arquitecto de raíces en San Nicolás, Josué Simith Solar, diseñador, entre otras obras, del Hotel Carrera, del Ministerio de Hacienda, del Club Hípico, del frontis sur de La Moneda, de la Universidad Santa María en Valparaíso, etcétera; descubrí que antes de morir en 1938, sentía amargura de no haber obtenido dos obras arquitectónicas: el Club de la Unión de Santiago y el Teatro de Chillán ¿Podrá lograrlo mañana, espiritualmente?

Es decir, Chillán deberá merecer el teatro en un proceso de “creación de audiencias”. De no ser así, corremos el peligro de contar con un nuevo “elefante blanco”, como el Parque Las Toscas o el bulevar Arauco, que jamás han cumplido con los objetivos trazados. Hagamos nuestro proyecto sin mirar al lado: Concepción o Talca, no vale la pena. Teatro Municipal. 1910 Pienso que en el proyecto original posterremoto del ‘39, en la década

Según la historia chillaneja del siglo XX, jamás existió, pero se concibió un teatro de tal dignidad, a pesar de la creciente emergencia artística. De hecho, la tradición teatral zarzuelística nace en las “bodegas de frutos del país de la estación”. Durante la hecatombre del ‘39, la mayor desgracia ocurre en el Teatro Municipal muy ligado a Otto Schaefer, en lo que hoy es la Casa del Deporte y ayer Casa del Arte.


L

e inscrito el tres de febrero de 1885, a las 11 hrs.

a oficina del Registro Civil de nuestra ciudad empezó a funcionar una vez dictada la ley sobre el Registro Civil, el año 1884 conjuntamente con la ley del matrimonio civil.

El segundo nacimiento inscrito fue Nemecia del Carmen Cofré Cartes, el día 2 de enero de 1886. Finalmente los 3 primeros fallecidos inscritos en las oficinas del registro Civil de Chillán, fueron don Pedro Isaac Carrasco González, causa de su muerte fiebre pulmonar, lugar de sepultura; Cementerio Común de la ciudad, fecha del deceso, 1º de enero de 1885. El segundo fallecido, doña Amelia del Carmen, causa de su muerte, fiebre. El tercer fallecido inscrito fue don Enrique Segundo Pascualetti Bajyer, causa de su muerte, afección pulmonar.

En Chillán comenzó a funcionar de inmediato, al igual que en el resto del país. Los primeros matrimonios civiles celebrados en nuestra ciudad fueron los siguientes: El primer matrimonio se efectuó entre don Juan Bautista Cofré Lagos con doña Felipa Velasco Coloma el dia 3 de febrero de 1885, cuya inscripción consta en el acta matrimonial de un viejo libro que dice asi: “En la suscripción número 1 de Chillán, departamento de este mismo nombre, a 3 de febrero de 1885, se procedió a efectuar las suscripciones del matrimonio Cofré – Velasco, celebrado en esta oficina a las 16:30 hrs. En el libro número 1 del Registro matrimonial de esta ciudad consta a cargo de estas oficinas de Chillán fue el señor Diego Rivera. Seguidamente el segundo matrimonio celebrado en Chillán correspondió a José Antonio de la Barrera Crávez y Etelvina Sepúlveda Molina, celebrado el 7 de febrero de 1885. El tercer matrimonio civil correspondió a una distinguida familia de ascendencia española y de la sociedad chillaneja de aquella época y fue entre Toribio Figueroa y Salinas con doña Claudina Dolores Castillo Poblete celebrado el 9 de febrero de 1885. En cuanto a los primeros nacidos inscritos bajo esta nueva ley correspondió a los siguientes nombres; Francisco Adrián Ulloa, nacido el 8 de diciembre de 1884

Aporte Flia. Riveros-Herrera

Aporte sr. Carlos Salvo

A causa de la gran tragedia de azotó a nuestra ciudad, el terremoto del 24 de enero de 1939, se abrió libros especiales de inscripción de los fallecidos y según estos datos figuran 2.400 personas fallecidas inscritas a causa de aquella catástrofe, aunque muchas personas no fueron inscritas y muchas desaparecieron; familias enteras murieron y desaparecieron, sin que nadie las registrara; por lo tanto la cifra de 2.400 es simbólica. En Chillán Viejo (pueblo viejo), tambén contaba con una oficina de Registro Civil que empezó a funcionar el 6 de enero de 1898, y terminó sus funciones por decreto presidencial el dia 5 de marzo de 1927, siendo su último oficial civil el señor Juan Hirmas. La oficina de Chillán Viejo pasó a fusionarse con la oficina de Chillán, las cuales se encontraban en sus comienzos en calle de La Libertad (hoy Avda. Libertad) y c a l l e D e u c o ( h o y Av d a . O’Higgins).




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