Autopsias del crimen: construcciones mediáticas de la criminalidad en Puerto Rico 1910-1925 En este trabajo examino un conjunto de representaciones escritas y visuales que reproduce la prensa del país en cuanto a la construcción de la criminalidad y de los criminales. El intenso despliegue mediático que acontece entre 1910 y 1925, mediante las fotografías del Puerto Rico Ilustrado resulta en un tipo de autopsia que somete a examen público las imágenes de los cuerpos relacionados con la ola de crimen. A la vez, el despliegue mediático sensacionalista sobre el crimen, es excusa y justificación para la celebración en 1925 del Primer Congreso de Criminalidad. Esta vez, mediante otro despliegue mediático, el Estado, profesionales y personas instruidas, haciendo uso de alegatos científicos, someten al crimen a una nueva autopsia basada en los últimos adelantos del conocimiento criminológico, propio de los países civilizados. Palabras claves, crimen, fotografías, congreso, mediática Crime autopsies: media constructions of criminality in Puerto Rico 1910-1925 Key words, crime, photographies, congress, mediatic
This essay examines a set of written and visual representations related to crime and criminals construction. This study examined a set of written and visual representations that the press plays in the country on the construction of crime and criminals The intense media deployment happened between 1910 and 1925, using photographs of Puerto Rico Illustrated results in a sort of autopsy to examine the public images of the bodies related to the wave of crime.
At the same time, deployment sensationalist media on the crime is an excuse and justification for holding in 1925 of the First Congress of Crime. This time, through other media deployment, the State, professional and educated people, using scientific arguments, subject to the crime to a new autopsy based on the latest developments in criminological knowledge, typical of civilized countries.
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Autopsias del crimen: construcciones mediáticas de la criminalidad en Puerto Rico 1910-1925 Anoche a las ocho y media ocurrió un suceso horrible en una de las casas de la Calle Sol…Un sereno municipal llamado Hipólito Armas hirió de muerte a su ex concubina Patricia Cruz, suicidándose él inmediatamente con el mismo revólver con la que la había herido. “El crimen de anoche”, La Correspondencia, 11de febrero de 1895. Apenas pasa una semana sin que la mancha roja no derrame su ignominia sobre el campo de nuestra acción social, que fue en no lejanos tiempos, de una blancura predominante. ...desde uno al otro extremo de nuestra Isla un vaho de insania enloquece a cien miserables y los arrastra al abismo de la crueldad sangrienta… “La criminalidad”, Puerto Rico Ilustrado, 22 de octubre de 1911, p. 1. En el barrio “Voladoras” de Moca se ha descubierto un horrible infanticidio rodeado de circunstancias escabrosas que dan al horroroso crimen un relieve internacional... “Rosario Rivera quería dos mujeres, pero dos hijos, no…”, El Imparcial, 13 de agosto de 1924, p. 1.
Introducción: A finales del siglo XIX, la prensa de Puerto Rico, principal difusora de noticias relacionadas con el crimen, ofrecía una continua cobertura en los casos de los llamados crímenes violentos.1 Periódicos como La Correspondencia (1890) y El Buscapié (1877) reproducían la crudeza de asesinatos, homicidios, suicidios, violaciones y agresiones; en ocasiones, con una riqueza textual similar a las
morbosas escenas de las novelas
policíacas.
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Gary W. Potter y Victor E. Kappeler, en su libro, Constructing Crime, Illinois, Waveland Press, Inc, 1998, exponen que las investigaciones sostienen que el conocimiento actual de la mayoría de las personas sobre el crimen, los criminales, las políticas de control del crimen y el sistema de justicia criminal procede de los medios de comunicación. p. 3. Para una historia sobre patrones de violencia y criminalidad en Puerto Rico, véase Blanca Silvestrini, Violencia y Criminalidad en Puerto Rico (1898-1973), Río Piedras, Editorial Universitaria, 1980. Agradezco a Johama Padilla, Gricel Surillo y Nahomi Galindo su colaboración en este trabajo como asistentes de investigación. Asimismo, a la Facultad de Humanidades por la aprobación de los destaques para esta investigación. Este trabajo es un resumen de uno más amplio.
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El llamado problema de la criminalidad y la identificación de una etiología del crimen, siguen siendo preocupaciones medulares de la prensa puertorriqueña de principios del siglo XX.2 En periódicos como El Águila de Puerto Rico (1902), El Tiempo (1907), El Puerto Rico Evangélico (1912) y luego El Mundo (1919), predominan los discursos escritos y una documentación detallada en cuanto al crimen y la criminalidad. En un examen de las narrativas sobre el crimen entre 1895 y 1925 entre las causas que
se barajeaban para explicar los desórdenes vinculados con la “ola criminal”
figuraban los efectos de los cambios socioeconómicos a partir de la invasión estadounidense de 1898, los conflictos partidistas entre republicanos y federales (luego los unionistas), las continuas reyertas a causa del juego ilegal y de la fabricación e ingestión de bebidas alcohólicas adulteradas a partir de la Prohibición del Alcohol (1918), así como las estimulantes prédicas a las clases subalternas sobre la libertad y la igualdad.3 Al igual, se señalaban causas externas al medio físico que fijaban culpas en “las pasiones exacerbadas, locas, impetuosas”4 propias del descontrol del cuerpo. Esas pasiones eran señaladas en los casos de asesinatos-suicidios, asesinatos por celos y violaciones a niñas. En casos como el “Crimen monstruoso”, cometido contra una “hermosa joven”, quien fue “mutilada bárbaramente”, su cadáver se expone a la autopsia mediante una descripción gráfica.
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Una reflexión sobre sus causas, aumento y los medios para combatirla fue publicada en 1910. Véase, “La criminalidad en Pto. Rico ¿Cuál es la causa? Cómo se puede evitar pronto, El Águila de Puerto Rico, 17 de octubre de 1910, p. 4. 3 Hay que recordar que bajo el régimen hispánico, las reuniones, protestas y organización estaban prohibidas. 4 “Nota del día, La criminalidad”, La Correspondencia, 6 de julio de 1900, p. 3. “Interesante Problema”, El Águila de Puerto Rico, 7 de septiembre de 1905, p. 1.
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Practicando el reconocimiento del cadáver, aparece éste con una herida en la cabeza, contusiones fuertes en el cuello y una parte de la misma pasada por la boca y atada al brazo izquierdo. Está materialmente demolida. Era una niña de presencia interesante, suponiéndose, por tanto que los deseos de satisfacer apetitos carnales y el miedo a la denuncia, fueron los motivos que llevaron al criminal a cometer un hecho tan repugnante.5
En la mayoría de los periódicos locales predominó la reproducción de relatos melodramáticos, especialmente, en lo que se refería a actos violentos y a los llamados “delitos de sangre” que acontecían por toda la Isla.6
Esta cobertura del crimen
ejemplificaba un nuevo “sensacionalismo” en torno a un área central de la actividad estatal y social. Simultáneamente, se reproducían las propuestas de las diversas teorías criminológicas de la época, (en ocasiones, suscritas por sus propios exponentes, como César Lombroso), así como las refutaciones a las mismas.7 La construcción mediática de las noticias sobre la actividad criminal cobrará un nuevo giro con la publicación de la revista Puerto Rico Ilustrado (PRI). El semanario, fundado el 6 de marzo de 1910 en los talleres de Real Hermanos, se orientó hacia los sectores instruidos medios y altos.8 Como establecía la revista, “a los miembros de la ilustre y distinguida aristocracia puertorriqueña”.9 El PRI además de colaborar en el ámbito literario trazó una “interesantísima historia gráfica de nuestro país”. La revista 5
“Crimen monstruoso, Una Hermosa joven es mutilada bárbaramente”, El Águila de Puerto Rico, 17 de agosto de 1903, p. 12. 6 Véase “La doble traición”, El Imparcial, 13 de agosto de 1924, pp. 1,4. “Los dramas de la vida, El joven Don Juan Vidal mata a Don Manuel Seda de diez balazos”, El Imparcial, 27 de agosto de 1924, p. 1. “Una ola de crímenes parece invadir la ciudad de Ponce”, El Tiempo, 8 de julio de 1925, p. 1. 7 “La antropología criminal, en los proverbios populares por Lombroso”, El Águila de Puerto Rico, 9 de octubre de 1903, p. 2. “Contra el crimen”, The Puerto Rico Eagle, 29 de abril de 1905, p. 7. “Una plancha de Lombroso”, El Ideal Católico, 20 de junio de 1908. 8 En Puerto Rico no existía para la época (1910-1915) una clase media consolidada. Este fenómeno ocurriría aceleradamente para las décadas de los 1950 y 1960 con el proyecto de industrialización Manos a la Obra y la creciente urbanización. 9 Véase, María de F. Barceló Miller, “Ojos soñadores, gracia hechicera y existencia seductora”, Cupey, Revista de la Universidad Metropolitana, Vol. XI, Núm 1 y 2, Río Piedras. Puerto Rico, p. 102-113.
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impulsó sistemáticamente el fotograbado con el cual se alega que intentaba “competir modestamente” con revistas ilustradas de América y Europa.10 Una promesa similar la hizo en 1892 la revista venezolana El cojo Ilustrado
al promover la industria del
fotograbado “que tan en valía se halla en Europa y Norteamérica”. 11
Las revistas
ilustradas, cuyos referentes icónicos comenzaron con el retrato, la escena costumbrista y las caricaturas se difundieron desde los 1830. Se consideran el “preanuncio artesanal de su multiplicación industrial: la fotográfica”.12 La cámara se convertiría en un símbolo de la modernidad y su imagen “la forma ideal de representación del mundo moderno”.13 A partir de los 1880, los periódicos habían comenzado a publicar fotografías. La revista francesa La Vie au Gran Air fundada en 1890 se identifica como la primera que comenzó a emplear el fotomontaje y las secuencias de fotografías alineadas a partir de 1908.14 El afán del PRI era informar a los lectores “de cuanto ocurra en la Isla, que despierte algún interés.” El crimen, sin dudas, históricamente ha sido un acontecimiento que despierta y atrae como un imán el interés de los lectores, y por ende, estimula la compra de los medios que lo difunden.15 La revista se especializó en documentar
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Antonio S. Pedreira, El Periodismo en Puerto Rico, Río Piedras, Editorial Edil, 1982, p. 337. Aunque la documentación fotográfica en periódicos y revistas despega en la última mitad del siglo XIX en países industriales como Francia y Estados Unidos no había visto la misma tendencia en Puerto Rico en una época tan temprana como el 1910. 11 Gabriel González, La fotografía en el cojo ilustrado, Caracas, 2005, p. 8. 12 Oscar Traversa, Cuerpos de papel, figuraciones del cuerpo en la prensa 1918-1940, Gedisa Editorial, 1997, p. 12. 13 Gabriel González, p. 35 14 Traversa….p. 112. 15 Gary W. Potter and Victor E. Kappeler, Constructing Crime, Perspectives on Making News and Social Problems, Illinois, Waveland Press, Inc., 1998, p. 3.
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mediante imágenes la secuela de crímenes “horribles y sensacionales” de la forma más gráfica y detallada.16 Como establece Juan Antonio Ramírez, en Medios de Masas e Historia del Arte,17 “para los productores de imágenes la verdad tenía un nombre, la fotografía…”. El problema del crimen se magnificó con la incorporación de imágenes realistas captadas a través del lente fotográfico Esta postura intentó relegar al lector el peso de la interpretación de los sucesos, ya que lo visual, al igual que la documentación histórica orientada por el positivismo rankeano, se pretendía que hablaran por sí solas. El conjunto de fotografías examinadas y publicadas en el PRI entre 1910 y 1925 significó una representación alterna y una manera distinta de mirar la criminalidad al alcance y consideración de los consumidores de la revista. Al recurrir a estrategias novedosas como la incorporación de fotografías, el PRI adelantó la representación de una verdad acerca de la incidencia criminal en la Isla. Las fotografías, como establece Willliams Ivins, “provided a new, higher standard of visual accuracy in reporting”, “a realization of the difference between visual reporting and visual expresion” recordar que
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Hay que
“Para los productores de imágenes la verdad tenía un nombre, la
fotografía…”.19 La llamada fotografía de reportaje tenía por función la legitimación del mensaje verbal.20 Es por eso, que en una época de estadísticas inexactas y discursos generalizados sobre la incidencia criminal en la Isla, la imagen se consideró evidencia y contabilidad de “lo que ocurría”.
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Véase, por ejemplo, “Un crimen en Puerta de Tierra”, PRI, 22 de octubre de 1911, Núm. 86, Año 11. “El trágico suceso de Añasco”, PRI, 8 de octubre de 1911, Núm. 84, Año 11. 17 Juan Antonio Ramírez, Medios de Masas e Historia del Arte, Cuadernos Arte Cátedra, 1997, p. 81. 18 William Ivins, Prints and Visual Communication, Cambridge, Harvard University Press, 1953, p. 177. 19 Juan Antonio Ramírez, Medios de Masas e Historia del Arte, Cuadernos Arte Cátedra, 1997, p. 81. 20 Traversa, p. 115.
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Se ha dicho que en los periódicos la fotografía es la que acompaña la historia y en las revistas es la historia la que tiende a acompañar la fotografía. En el PRI el protagonismo de imágenes relacionadas al tema de la criminalidad relegaría cada vez más la riqueza textual de la noticia dejándole el peso de la interpretación a la fotografía. Las reseñas del PRI se referirán continuamente a los casos criminales expuestos en detalle en los diarios del país.
Si los lectores buscaban más detalles sobre los casos podían
encontrarlos en aquéllos. En el semanario, el texto apuntaba hacia las imágenes de los cuerpos para que los lectores observaran y llegaran a sus propias conclusiones. “Horribles y sensacionales” Los crímenes violentos que se reseñaban en el PRI acompañados de recursos visuales fueron adjetivados principalmente como
“Horribles y sensacionales”. Los
reportajes gráficos sobre los temas del crimen y la criminalidad se presentan bajo múltiples encabezados, como “Ecos de los Tribunales”, “Sucesos de la Semana” o “Un drama de amor”. La autoría de las fotografías la suscriben unos 12 fotógrafos.21 Las imágenes se ubican entre reseñas de actividades sociales, poemas, fotografías de damas distinguidas, eventos internacionales como la Revolución Mejicana, anuncios de jabón y medicamentos asociados con la modernidad consumista.
Es evidente que en la
presentación no hay un patrón establecido y que las fotos compiten con imágenes contiguas sobre eventos propios de la alta sociedad como el que vemos a continuación.
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Los reportajes gráficos son el conjunto de fotografías que aparece en un periódico o revista sobre un suceso. Los encabezados identificados fueron: Notas de la actualidad, Interesantes notas gráficas, La tragedia sensacional de Ponce, Un condenado a muerte, Pláticas serenas, El trágico suceso de…, Un drama de amor, Ecos de los tribunales, Sucesos de la semana. Los fotógrafos identificados entre 1910 y 1925 fueron: Rafael Colorado (redactor gráfico), Attilio Moscioni (redactor gráfico), Fotógrafos Ybáñez, Sciavicco, Ortiz, Jiménez, J. Ramos, J. Suárez, Eduardo Escalona (redactor gráfico), J. D Curbello, Valiente, Catinche.
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La noticia de la presencia de la diva Asela Menchaca en su “plena y hermosa juventud” y la foto de Lee Nixon, el “inteligente” postmaster, encabezan la página. En el pie de la página se encuentra la fotografía de los amantes Lola Roble y Luciano Cartagena posando ambos en un estudio fotográfico y ataviados con ornamentos simbólicos de los sectores altos. A la derecha, aparece la secuencia del cadáver de Roble en el Hospital Municipal quien fue asesinada por su amante a puñaladas. 22 En general en el conjunto de fotografías se identifican, víctimas de asesinatos y suicidios, familiares, condenados a la horca y otros criminales, el despliegue de los agentes del orden público y la recreación de las escenas del crimen que mostraban las viviendas o lugares donde ocurrieron los hechos. Además, se insertan algunas secuencias de la asistencia a los entierros de víctimas con algún reconocimiento social. Ese fue el 22
“Suceso trágico en Utuado”, PRI, 22 de noviembre de 1913.
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caso del entierro del “pundonoroso policía” Andrés Tirado quien fue asesinado en cumplimiento de su deber por el ex confinado Aquilino Díaz. Un retrato del policía y otro del ex confinado acompañan la reseña de este “horrible suceso”. Mas lo que sobresale son las fotografías de su entierro, la significativa manifestación colectiva de muestras de cariño y oleadas de simpatías.23 Hay asuntos adicionales que se sugieren en los textos y que subyacen el despliegue sensacionalista de las fotografías y atraviesan la interpretación sobre el conjunto visual de esos nuevos cuerpos.24
Algunos fueron, la influencia de la
criminología lombrosiana, la discusión sobre la pena de muerte y la generalización de representar los crímenes violentos como un problema inherente a la “otredad”. A continuación seleccioné un ejemplo de estas situaciones. La criminología lombrosiana En la parte superior de un artículo titulado “Origen de ‘La marcha fúnebre de Chopin’” y de una declaración de amor a “Mi Estrella”, se inserta la imagen del autor de un asesinato que ha causado sensación y “ha conmovido intensamente a la sociedad de San Juan”.25
José del Carmen Pérez,
aparece en su celda con su ropa manchada
posando sentado a instancias del fotógrafo. La reseña describe a un hombre “perverso”, un “terrible delincuente”, una figura en “actitud de espanto”, tal vez asustado por encontrarse por primera vez frente al ojo de una cámara. El cuerpo del criminal se convierte para el narrador en objeto de racionalización al dar cuentas de los avances criminológicos de principios del siglo XX en la Isla. Como un culto a la ciencia y la 23
“El trágico suceso del martes”, PRI, 1 de octubre de 1910, Comienzo en 1910, por ser el año de inicio de la revista y termino en 1925. En 1919 la Revista pasó a ser parte del periódico El Mundo. 25 “Artículo sin título sobre asesinato”, PRI, 3 de abril de 1910. 24
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experimentación las noticias sobre la corriente criminológica lombrosiana fueron publicadas en la prensa local desde el siglo XIX. La visión del criminal nato tenía depositados “los gérmenes de una perversidad y de una insensibilidad irremediables, destinados y arrastrados fatalmente al crimen”. De esa misma forma, el semblante de José del Carmen se estereotipa como uno degenerado “que bien pudieran escoger para sus observaciones científicas los criminalistas de la escuela de Lombroso.”
La revista
advierte que la pena de muerte, se le podría aplicar por la gravedad de su crimen. Tras una revisión posterior, no aparece en la lista de los condenados.
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Los condenados a la horca Entre 1910 y 1917 once hombres fueron ejecutados en la horca. 26 La oposición a la pena de muerte, era un tema que se fraguaba cada vez más en algunos círculos del país. En julio de 1911, aparece bajo el encabezado de “Miserias sociales”, un artículo en contra de la pena de muerte de Miguel Meléndez Muñoz, asiduo colaborador del PRI y opositor de la medida. Consideraba las ejecuciones como “un espectáculo barato y emocionante, que nuestras leyes escritas facilitan con salvaje frecuencia a cierto público, cuyo morbosismo le lleva de la mano a presenciar esos actos repugnantes…. ”27 Ese mismo año, se publican cuatro fotografías de condenados que miran directamente a la cámara. 28
26
Jalil Sued Badillo, La pena de muerte en Puerto Rico, retrospectiva histórica para una reflexión contemporánea, República Dominicana, Editora Centenario, S.A., 2000, p. 58. Véase Tabla al final. En 1907 se radicó el primer proyecto en contra de la pena de muerte en la Legislatura insular. El 1917 es el año en que la nueva legislatura insular electa aprobada por la Ley Jones suspende temporeramente la pena de muerte. La pena de muerte se restaura en 1926 y termina aboliéndose en el 1929. 27 Miguel Meléndez Muñoz, “Miserias sociales, la pena de muerte”, PRI, 16 de julio de 1911. 28 “Notas de la actualidad”, PRI, 22 de enero de 1911. “Un condenado a muerte”, PRI, 25 de junio de 1911. “Interesantes notas gráficas”, PRI, 23 de abril de 1911.
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Los lectores tambiĂŠn miran de frente a los condenados. La escena de la muerte se presenta en futuro. Como establece Roland Barthes, la fotografĂa nos enfrenta con el
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punctum del anuncio del va a morir, de “lo que se ventila, es la muerte”.29
Las
vestimentas de los tres hombres son propias de los presidiarios de la época. La mujer, María del Carmen Meléndez, fue cómplice de uno de los convictos por envenenar a quien era su marido. Más la muerte la sorprendió en la prisión. Las descripciones de las notas que acompañan las imágenes no resaltan características físicas de los acusados como su raza. Esa observación, se le deja al juicio de los lectores al igual que la apelación a la criminología lombrosiana y sus estereotipos. Los amores ilícitos, la venganza y el robo fueron los móviles de los “horrendos” asesinatos. En las reseñas, las víctimas de los criminales se representan como infelices y desgraciadas. La prensa, en un acto civilizador, exhorta a sus lectores a compadecer a los delincuentes que se enfrentan a la horca. Igual que se reseña e incorpora la foto de una debutante, en la sección “Interesantes notas gráficas” se anuncia la muerte del verdugo del presidio de San Juan. El rostro de la “siniestra figura”, Pedro Feliciano Duprey se identifica mediante una fotografía.30
Precisamente, fue ese verdugo quien ejecutó a Flores Casiano, Rosado
Colón y Lasalle.
29
Roland Barthes, La Cámara Lúcida, Barcelona, Paidós, 1989. El punctum lo describe como “ese azar que en ella me despunta (pero que también me lastima, me punza.) p. 59, p. 146. 30 “Interesantes notas gráficas”, PRI, 27 de agosto de 1911.
.
13
Suicidios y asesinatos Hay otras imágenes que capturan escenas de sufrimientos y apelan emocionalmente a las poblaciones locales. Las fotografías de los cuerpos suicidas nos remiten a un sufrimiento personal que al compartirse se traduce a una experiencia social.31 Vemos en estas noticias la relación entre el lenguaje y el dolor, la imagen y el sufrimiento. Esperanza Figueroa, una “desgraciada” e “infeliz” “joven de estatura regular y fisonomía simpática” recurrió al suicidio debido al aplazamiento de su boda. La víctima de este “horrible drama amoroso” yace tendida en el suelo de madera de su vivienda en un charco de sangre. El vestido blanco es signo que refuerza el motivo del suicidio. Ante la posposición, toma la fatal decisión antes de vivir sin el “cariño que endulza las amarguras de la existencia”. El “horrible drama amoroso” es la atracción de los curiosos que acuden a la pobre vivienda a observar su cadáver.32
31
Arthur Kleinman and Joan Kleinman, “The appeal of Experience; The Dismay of Images: Cultural Appropiations of Suffering in Our Times”, en Social Suffering, University of California Press, 1997. p.1. 32 “Un drama de amor, el suicidio de una mujer”, PRI, 12 de noviembre de 1911.
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En la “Tragedia sensacional de Ponce”, la vivienda en donde se cometió el “horrible crimen” demuestra la pobreza del ambiente en el que vivía un ciego con su pareja. Personas sin identificar rodean la escena del trágico suceso. Andrés de Jesús “hombre robusto y fuerte de color trigueño y como de 35 años de edad” asesinó de 15 puñaladas a su esposa María Torres de 25 años de edad. La mujer se dedicaba a atender un “fonducho de su propiedad” mientras él pedía limosnas. La causa del crimen se le atribuye al alcohol y a los problemas de la estrechez económica. Vemos en la foto una botella sobrepuesta para dramatizar su supuesto estado.
Los cadáveres de ambos
aparecen en una escena cruda luego de él suicidarse. 33
33
“La tragedia sensacional de Ponce”, PRI, 4 de junio de 1911.
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El crimen del Bronce A la usanza del siglo XIX, (antes de 1880, se considera la era del trípode) las fotografías que reúnen a los protagonistas de los crímenes violentos presentan escenas compuestas por el fotógrafo. El lugar en que se ubica cada persona tiene un significado al igual que su comportamiento. El PRI alegaba que crímenes como los ocurridos en el barrio el Bronce, de Ponce, atentaban contra la derogación de la pena de muerte que en esos momentos se discutía en la Legislatura. En esta fotografía, se reúnen a los
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protagonistas del “horroroso” crimen. Al criminal, Lorenzo Maldonado Colón, ubicado en el centro y esposado, se le llama el “héroe” principal de la tragedia.
En la fotografía posan 19 personas de las cuales 9 aparecen identificadas. Ocho de ellas miran directamente a la cámara. El conjunto reúne a los padres del convicto, testigos y autoridades a quienes se les debe el esclarecimiento del crimen. Los nombres de los padres, policías, observadores detrás de la cerca y acompañantes de la comitiva policíaca se omiten. En el primer escalón sólo se identifica al Jefe de la Detective, Darío Suárez, (a la derecha) quien capturó al asesino, sosteniendo la ropa manchada con sangre de la víctima. A Suárez se le debe la captura de muchos de “nuestros Musolinos” (izquierda). En un segundo plano aparece el padre y la madre del convicto. Mientras el padre no se adjetiviza, la madre es una “infeliz”, una mujer “horrorizada de haber engendrado una bestia”. En ella recae parte del peso de la culpa. A la “humilde lavandera”, parada a la derecha de la madre, se le considera un personaje de importancia con quien no contó el
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criminal, cuya declaración le puso, “arrancándole de las sombras”, en manos de la justicia. El Capitán Hurtado, Jefe de la fuerza de la policía en Ponce, (6) es quien ostenta el rango principal de en la fotografía. Es el único que no mira a la Cámara como si pretendiera estar por encima de los presentes. Otras personas identificadas fueron, José Rosich, testigo principal y uno de los que más contribuyó a atraparlo, el fiscal Vivaldi, “a quien el destino le reservó eso al posesionarse de su cargo”. A Don Manuel Mocete Padilla representante del PRI y a quien se le atribuye el esclarecimiento de esta información se le otorga un lugar primordial.34 En esta próxima fotografía de evidentes contrastes sociales, en donde se alega que “la lente fotográfica ha debido vacilar de emoción”, se compone la escena criminal de la tragedia. Supuestamente es el quincallero Miguel González, víctima del crimen a machetazos, quien aparece descalzo tendido en el suelo. La sangre no aparece por ningún lado. Su viuda está tras él mirando la cámara. Detrás de ella, hacia su derecha aparece un policía que guarda la distancia entre la viuda y el criminal.
El asesino, Lorenzo
Maldonado Colón, estereotipado como una “fiera”, aparece cercano a la viuda con machete en mano. Un automóvil, seguramente de los agentes del orden público captura la atención como objeto moderno de la fuerza. Pero más lo hace el hombre localizado a la derecha del criminal, quien parece ser el Jefe de la Detective, Darío Suárez. Al mirar de cerca, el mismo lo sostiene con una soga que aparece amarrada por su cintura. El machete también demuestra estar enfundado.
34
“El suceso que ha conmovido a Ponce” PRI, 29 de septiembre de 1917. “Emocionante nota del crimen del Bronce, PRI, 29 de septiembre de 1917.
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Asesinatos infantiles El 2 de enero de 1924, Ramonita Vázquez, una “gentil y virtuosa niña” que cursaba el octavo grado, fue asesinada. El hecho lo cometió un joven llamado José Mejías. La parquedad y el silencio con que se reseña “El crimen de Barceloneta”, se compensan con dos contrastes fotográficos. Uno, muestra a la niña viva de cuerpo entero. El otro, presenta dos filas de jóvenes escolares en una calle del pueblo acudiendo al entierro de la difunta.35 Ese mismo año se reseña uno de los crímenes más notorios en la historia y memoria de la criminalidad en Puerto Rico. El asesinato y violación de la niña de quinto grado, Guillermina Rodríguez Morales el 20 de febrero de 1924, ocupó la atención del PRI y de todos los medios. Los hechos culminaron con la ejecución en la cárcel La Princesa de Carlos Arocho de 17 años y Jacinto Clemente de 24. Cabe señalar que ambos fueron los últimos ejecutados antes de la abolición de la pena de muerte en 1927. El despliegue del “Espantoso crimen del barrio Cepero” ocupó dos páginas completas de fotografías. En ambas, el lector, vuelve a confrontarse con un texto escrito mínimo propio del patrón que ha seguido la revista para describir las escenas criminales 35
“El crimen de Barceloneta”, PRI, 19 de enero de 1924, p. 13.
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En un primer plano podemos ver una impresionante fotografía de la niña muerta , quien fue “salvajemente inmolada a los bajos instintos de la bestia humana”, rodeada de observadores en el Cementerio de Río Piedras.36 En la revista, además de incluirse las fotografías de la madre y el padre, aparecen las de los criminales del “horroroso” crimen y la del cañaveral en donde fue hallado el cuerpo de la niña por su hermano José. Posteriormente, durante la celebración del juicio se recrea una impresionante foto de la madre de la niña, descrita como una “imagen viviente de la Dolorosa”. Escenas del juicio recrean al jurado y la convicción del asesinato en primer grado.37 Se alega que la construcción de noticias sensacionalistas sobre la criminalidad distorsiona la realidad de la proporción de crímenes con relación a la población. Para esa época las estadísticas sobre el crimen eran imprecisas y se basaban en los arrestos por diferentes delitos y en los casos resueltos por los tribunales. El PRI fue un colaborador en la magnificación sensacionalista de esta “verdad” que contribuyó a configurar una opinión pública relacionada con el crimen y la criminalidad como uno de los principales problemas de la sociedad puertorriqueña. Como establece Stuart Hall, los medios, en este caso la prensa, figuran como una de las fuerzas más poderosas en moldear la conciencia pública sobre asuntos controversiales.38 Siguiendo sus planteamientos, en este caso, aunque la histeria social en cuanto al crimen se refiere ya se había desatado en la Isla, como hemos observado, desde mucho antes de la década de 1920, los datos suministrados por la policía y los discursos en cuanto al crimen de funcionarios del Estado se seguirían reforzando y reenfocando por 36
“El espantoso crimen del Barrio Cepero”, PRI, 1 de marzo de 1924, p. 35. Para una exposición detallada del famoso caso criminal, véase, a Jacobo Córdoba Chirino, Los que murieron en la horca, San Juan, Puerto Rico, Editorial Cordillera, sexta ed. 2007, pp. 91-124. 37 “Clemente en el banquillo de los acusados”, PRI, 4 de abril de 1925, p. 35. 38 Arnold Hunt, “‘Moral Panic’and Moral Language in the Media”, The British Journal of Sociology, Vol. 48, No. 4, (Dec. 1997), pp. 629-648. p. 634.
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la prensa hasta culminar en propuestas de política pública y control social. El pánico social a causa de la criminalidad, a su vez, se capitalizaría por representantes políticos y funcionarios de las organizaciones judiciales. De esa forma, se establecería una relación recíproca entre los medios y los organismos de justicia criminal. De la representación visual a la contabilidad estadística No es casualidad que el despliegue sensacionalista del caso de Arocho y Clemente, fuera la antesala directa de un nuevo despliegue mediático. Las crudas representaciones escritas y visuales sobre los “delitos de sangre” fueron reforzadas por la difusión de estadísticas criminales suministradas por representantes del Estado. En septiembre de 1925 un informe del Jefe de la Policía (Coronel George C. Lewis) sería un detonante para el reenfoque de las discusiones sobre este tipo de crimen. Mediante el uso científico de estadísticas, indicaba que para el año fiscal 1924-1925 se habían cometido 101 asesinatos, 80 tentativas de asesinato, 121 homicidios, 156 suicidios y 140 tentativas de suicidio.39 Las cifras apoyaban un “aumento alarmante” (acaecido entre 1920 y 1925) en el número de asesinatos que representaba un “poco más de dos veces el promedio anual en los últimos diez años”.40 Los números, se alegaba, “hablan con una elocuencia convincente y poderosa.”41 El Jefe de la Policía consideraba ese año fiscal como uno de los más difíciles debido a que: El tráfico aumentó considerablemente, las elecciones generales en noviembre deben referirse como un período prolongado de inmensa actividad, las huelgas que trajeron 39
“La criminalidad en Puerto Rico sobrepasa la de todas las naciones civilizadas del mundo”, EM, 5 de septiembre de 1925, p. 3. 40 “La cruzada contra el crimen”, El Tiempo, 2 de diciembre de 1925, pp. 1, 2. “El Congreso de la Criminalidad”, La Democracia, 24 de noviembre de 1925, p. 4. 41 “La criminalidad en Puerto Rico sobrepasa la de todas las naciones civilizadas del mundo”, EM, 5 de septiembre de 1925, p. 3.
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consigo las siembras y cosecha de caña de azúcar, y los fuegos de origen incendiarios y accidental originados en los cañaverales aumentaron considerablemente el trabajo del cuerpo de la Policía Insular, y aún más, durante la huelga de diciembre en los muelles de esta capital.42 La intensidad de las representaciones de conductas desviadas y de los desviados se constituyó en un elemento central generador de un pánico social en torno al estado de ingubernamentalidad43 por el que atravesaba el país, especialmente en los campos.
Desde hace algunos años, las autoridades judiciales vienen luchando tenazmente contra la roja y fantasmal avalancha de los crímenes, que ha ido, días tras días, como una pavorosa enfermedad, sembrando desolación y muerte en los campos de Puerto Rico.44 Se alegaba que el aumento en los delitos de sangre colocaba a Puerto Rico “a la cabeza del mundo civilizado en lo que a criminalidad se refiere” ya que la cifra en relación a sus habitantes superaba a ciudades como Berlín, París, Londres y hasta Nueva York. La comisión de asesinatos se relacionaba con la lentitud de los tribunales en procesar a los criminales (que tardaba años), los tecnicismos legales y el fracaso de la pena de muerte como disuasivo del crimen. A estos estimulantes se le sumaba que una población de un millón y medio de habitantes sólo contaba con 802 policías. Asimismo, se hacía referencia a los esfuerzos que se llevaban a cabo en Estados Unidos para enfrentar el problema. Entre ellos, la celebración de una “magna asamblea” de
42
“Los métodos que usa la Policía para perseguir a los criminales”, EM, 5 de septiembre de 1925, p. 1. Michel Foucault se refiere al Estado de gobierno como uno que se apoya sobre la población, instrumenta y utiliza el saber económico y controla la población mediante dispositivos de seguridad en donde la policía es un elemento fundamental en mantener ese arte de gobierno al que califica como gubernamentalidad. Véase “La gubernamentalidad”, en Estética, ética y hermenéutica, Obras esenciales, Vol. III, México, Paidos Básica, 1999, pp. 175-197. 44 “La pavorosa enfermedad del crimen continúa sembrando desolación y muerte en los campos de Puerto Rico”, La Correspondencia de Puerto Rico, 8 de septiembre de 1925, p. 1. 43
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Procuradores Generales en Washington destinada a iniciar una campaña en contra de la criminalidad y a enmendar las leyes y los procedimientos. No es de extrañar que fuera la misma prensa, difusora de las noticias alarmantes, la que lanzó una convocatoria directa a las autoridades estatales para enfrentar el problema de la criminalidad, considerado como un reverso del progreso y la civilización. La Democracia exigía “una medida enérgica que aminore esta ola sangrienta, y para conseguirlo se impone un rápido y pronto estudio de las condiciones determinantes de ese estado de cosas”.45 El aumento en las discusiones públicas enfocadas en la necesidad de un “saneamiento moral” culminó en la celebración en el Ateneo Puertorriqueño del Primer Congreso sobre la Criminalidad en noviembre 26 de 1925. 46 El Procurador General George Butte, quien acogió las recomendaciones de la prensa, anunció esa actividad en la expectativa de generar un plan encaminado a enfrentar los delitos de sangre.47 Esta convocatoria dirigida a las “fuerzas vivas” atrajo la atención de funcionarios del gobierno insular, como jueces y fiscales, médicos, ciudadanos comunes, sectores profesionales, (como criminalistas, sociólogos, sicopatólogos, abogados y otros “expertos”), religiosos y del incipiente movimiento feminista.48 En particular, sobresale la puesta en escena de los “expertos” que en nombre de la ciencia sometieron al crimen a 45
“La criminalidad en aumento”, La Democracia, 30 de octubre de 1925, p. 4. En esta noticia se establece que hacía algún tiempo el Departamento de Justicia había celebrado una reunión de jueces y fiscales en donde se discutió una “situación idéntica, y ello dio algunos provechosos resultados”. 46 Michel Foucault aborda el discurso como “juegos estratégicos de acción y de reacción, de pregunta y respuesta, de dominación y de retracción, y también de lucha”. Este acercamiento dialógico y polémico es el que guiará el análisis de la celebración del Congreso de Criminalidad. Véase, La verdad y las formas jurídicas, Gedisa Editorial, 1978, p. 15. 47 “El Attorney General se dispone a combatir la criminalidad”, La Democracia, 3 de noviembre de 1925, p. 1. “El Congreso del crimen y el doctor Butte, entusiasmo por parte de la judicatura, planes excelentes, programa, recomendaciones”, EM, 19 de noviembre de 1925, pp. 1,9. “Se agita la idea de convocar un Congreso del Crimen en Pto. Rico”, EM, 8 de noviembre de 1925, p. 1. 48 “La asociación de abogados cooperará al Congreso del Crimen”, EM, 21 de noviembre de 1925, p. 1.
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“examen” como una forma de control político y social.49 Esto, sin perder de vista que eran a su vez representantes de disciplinas formadas a finales del siglo XIX, como la sociología, psicología, psicopatología, criminología y psicoanálisis que
Foucault
relaciona con la consolidación del capitalismo y con la creación de nuevos campos de saber.50 Para la mayoría era imperante ofrecer soluciones a implantarse mediante las políticas públicas estatales que transformaran “el estado anormal por el que atravesaba la sociedad puertorriqueña”.51 La época de los Congresos La actividad del Congreso, aunque de corte localista, puede vincularse con la corriente de una serie de Congresos Internacionales sobre Antropología Criminal que se celebraban en Europa desde finales del siglo XIX (1885). En el primero, celebrado en Roma, los italianos expusieron sus teorías criminológicas inspiradas en los trabajos de Cesare Lombroso y la Scuola Positiva. La Scuola Positiva, consideraba al criminal como un sujeto concreto con anomalías morfológicas, el cual se podía intervenir mediante una base científica.52 Aunque Lombroso y sus seguidores no excluyeron consideraciones psicológicas y sociológicas del comportamiento criminal, el peso de la degeneración hereditaria como predisposición al comportamiento anti social, siguió ocupando un lugar central en las discusiones de la mayoría de los criminólogos italianos. Estas teorías fueron debatidas por la escuela francesa cuyo énfasis sociológico radicaba, principalmente, en la relación entre la miseria, el crimen y el vicio. Fue precisamente esa relación que incorpora la trilogía anterior la que prevalecería en el Congreso del 1925. 49
“El problema de la delincuencia, métodos modernos de tratar científicamente a los delincuentes”, La Democracia, 11 de diciembre de 1925, p. 4. Ibid., 12 de diciembre de 1925, p. 4. Ibid., 14 de diciembre de 1925, p. 4. 50 Michel Foucault, La verdad y las formas jurídicas, España, Gedisa Editorial, 1978. 51 “Estudio sobre la criminalidad”, La Democracia, 3 de diciembre de 1925, p. 4. 52 Véase, “Una exposición sobre antropología criminal”, La Democracia, 24 de julio de 1906, p. 1.
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Es importante señalar que el desarrollo de la criminología antropológica coincide en Europa con la revisión por juristas y abogados de los códigos penales que habían sido moldeados por teorías del libre albedrío (metafísica) correspondientes a finales del siglo XVIII y comienzos del XIX.53 Bajo estos últimos supuestos el delito surgía de la libre voluntad en lugar de atribuírsele a causas patológicas. No se aceptaban las limitaciones de la responsabilidad mental, y por tanto, no había que modificar al sujeto delincuente ya que no era diferente al individuo normal. El Ateneo Puertorriqueño, como centro de discusión de ideas científicas desde el último tercio del siglo XIX, fue la sede del primer Congreso de Criminalidad. En Puerto Rico se hacía referencia a la celebración de los congresos del crimen en Europa como “necesarios a la vida de toda civilización”.54 El Congreso de la Criminalidad celebrado en la Isla, aunque no fue de carácter internacional, ejerció una magna convocatoria en los sectores organizados que lideraban al país.55 Se decía que la reunión logró agrupar “para pensar y actuar sobre un mismo propósito, a todas las más importantes entidades que representan fuerzas vivas de acción e iniciativas en la vida de nuestra sociedad”. 56 Las mismas no tardaron en reconocerse y autodenominarse como los grupos cultos llamados a fijar las pautas disciplinarias. A la vez de estar inmersos en la discusión reconocían que ellos no eran parte del problema. Según el Jefe de la Policía, George C. Lewis, “Las clases influyentes, las poderosas, las dirigentes, deben ponerse al frente y enseñar a los menos favorecidos el error en que han estado”.57
53
Robert A. Nye…336. Esta escuela estaba compuesta por juristas y autoridades penales principalmente. p. 337. 54 “Las causas de la criminalidad en P. Rico”, EM, 1 de diciembre de 1925, p. 1. 55 “La reunión de ayer en el Ateneo”, El Tiempo, 27 de noviembre de 1925, p. 1. 56 “El Congreso de la Criminalidad”, La Democracia, 27 de noviembre de 1925, p. 4. 57 “La cruzadas contra el crimen”, El Tiempo, 2 de diciembre de 1925, p. 2.
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Como campo discursivo, el Congreso fue una instancia que reveló cómo diferentes sectores representaron los principales problemas de la sociedad de principios del siglo XX y su relación con el crimen.
Fue considerado como “una magistral
disertación” y un acto trascendental, debido al tratamiento de “cuestiones fundamentales de la criminología en los distintos países del orbe” y a la capacidad que demostraba el pueblo para afrontar asuntos difíciles.58 Dicha reunión también se relacionó con una muestra de la capacidad de los puertorriqueños para el Gobierno propio y con su tránsito hacia el progreso evolutivo. Construcción del criminal en el Congreso de Criminalidad La visión del “criminal nato” impulsada por la escuela lombrosiana de Criminología Italiana, fue descartada por la mayoría de los participantes y sustituida por la del criminal ocasional que también proponía esa escuela. Los criminales natos, tenían depositados “los gérmenes de una perversidad y de una insensibilidad irremediables, destinados y arrastrados fatalmente al crimen”. Los criminales de ocasión, tenían la posibilidad de convertirse en “hombres normales”. En nuestro caso, son las clases proletarias y los sectores ociosos insertados en una realidad predominantemente rural los que se construyen como criminales ocasionales. Los mismos se distinguían por su falta de educación moral y religiosa y por la miseria física en que vivían. Eran estas clases las “capaces de cometer crímenes”. Por eso, era necesario apartar de “sus mentes la idea del homicidio”, aboliendo la embriaguez y el juego los cuales se consideraban problemas de pobres. Ambas actividades se cometían al margen de la ley y fueron perseguidas ampliamente por las autoridades y documentadas por la prensa del país. Al irse anotando 58
“Sintéticos detalles del Congreso del Crimen cuyas sesiones dieron comienzo ayer en la ciudad”, La Correspondencia de Puerto Rico, 30 de noviembre de 1925, p. 2. “El último congreso”, La Democracia, 1 de diciembre de 1925, p. 5.
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las causas de la criminalidad que remitían el problema a un orden social más amplio, entonces lo que procedía era una exigencia de cambio de ese mismo orden en lugar de la intervención del criminal como individuo. Jueces como Todd Jr, del Distrito de Ponce, también rechazaba la idea del criminal nato, salvo en algunas excepciones. Consideraba que eran las pasiones, los celos, las disputas a causa de las bebidas embriagantes, los que ocasionaban que aflorara el instinto criminal. Si a eso se le sumaba la facilidad con la que se podía tener un revólver, el resultado era un asesino.59 En el Congreso se estableció que los asesinos de Puerto Rico no contaban con un historial que registrara científicamente su herencia y “anormalidades” físicas. Aunque el factor hereditario no se descartó de la discusión, el mismo no predominó como un asunto central. Las causas del crimen La búsqueda de las causas del crimen, como una de las metas principales del Congreso, respondía a los principios de la criminología positivista y su énfasis en proponer una “etiología del delito”.60 Las exposiciones sensacionalistas de la prensa fueron denunciadas por su efecto de imitación de los crímenes de sangre. La prensa era una especie de escuela que estimulaba la imaginación lo cual ocasionaba ansiedad social y exigía medidas inmediatas. Se proponía, en cambio, que fuera la misma prensa la que contribuyera mediante las campañas de moralización. Se le exhortaba a detener la exageración y la fantasía. La teoría era que los detalles de las presentaciones, invitaban
59
“Es imprescindible enmendar nuestro código de enjuiciamiento criminal”, EM, 17 de noviembre de 1925, pp. 1,5,8. 60 Madeline Román, Estado y criminalidad en Puerto Rico, Río Piedras, Publicaciones Puertorriqueñas, Inc., 1993, p. 9. Cita a Máximo Pavrini.
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más al delito que a la repugnancia. Se creía que los lectores podían cometer delitos para ser protagonistas del sensacionalismo de las columnas de la prensa. Unos meses antes, el Procurador General se había expresado al respecto al considerar una falta de respeto a la sociedad, “las descripciones repugnantes de ciertos crímenes y sus autores”. Fue quien impulsó la crítica a la prensa basada en que “estimulaba a ciertos degenerados con tendencias al crimen para convertirse en héroes o adquirir pública notoriedad que de otro modo les sería imposible obtener.”61 Al examinar la exposición del Lcdo. Felipe Jiménez Rivera la misma representa los principales señalamientos de las causas del crimen que se dieron en el Congreso. Divide las mismas en dos grandes categorías. Por un lado, las “generatrices”, se señalaron como: la falta de educación, la densidad poblacional, el aislamiento de la población, el alcoholismo, la prostitución, la carencia de ocupaciones permanentes, la degeneración por enfermedades transmisibles, el desamparo de los huérfanos y la cárcel. Por otro, las causas estimulantes fueron: identificadas como la lentitud en la sanción punitiva, la falta de enseñanza moral práctica, la facilidad del indulto, los errores
del sistema de
enjuiciamiento criminal, la falta de censura cinematográfica y la libre circulación de libros apologéticos del delito. Fue el Código de Enjuiciamiento Criminal, copia del norteamericano, identificado como una de las causas estimulantes del crimen lo que se convirtió en el blanco de las críticas en el Congreso debido a que se consideraba uno que protegía a los criminales
61
“El Attorney General se erige en celoso guardián del respeto al público”, El Tiempo, 26 de septiembre de 1925, p. 1
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dándole privilegios que hacían difícil probar su culpabilidad.62 . Olivia Paoli Vda. de Braschi señalaba que:
Le dejaron al desnudo al Procurador General toda la organización judicial como deficiente y perjudicial a la vida colectiva por causa de bases científicas inseguras y falsas, que son o serán fáciles de transformar por cerebros competentes y corazones de patriotas.63
No todas las opiniones en cuanto a la publicidad que se le dio al Congreso coincidieron. Para Miguel Meléndez Muñoz, el mismo fue uno de muy corta duración y celebrado con mucha “festinación”. Aunque admitía la amplia representación, los discursos literarios, las afirmaciones patrióticas y las teorizaciones desentrañaron las causas de la criminalidad mas no abordaron “un estado anormal y peligroso de nuestra vida social”.
64
En un escrito posterior, Meléndez atribuía el alza de la criminalidad en
esa época a la crisis económica posterior a la Primera Guerra Mundial. La misma, provocó “la paralización de la industria cigarrera, que empleaba de doce a quince mil obreros en diferentes labores”, una crisis en la industria de la caña y del tabaco, los efectos sicológicos de la Guerra en el pueblo, el desempleo, la fabricación e ingestión de alcohol clandestino y el desajuste moral.65 Además de las tradicionales causas del crimen discutidas en el Congreso hubo interpretaciones alternas al problema que no tuvieron tanta acogida. La Democracia, sugería que una de ellas fue el efecto de “las propagandas subversivas, demoledoras y radicales”, en el comportamiento criminal. El peso de la responsabilidad se lo atribuía al 62
“Las causas de la criminalidad en P. Rico”, EM, 1 de diciembre de 1925, p. 6. “El Congreso de la Criminalidad celebrado el jueves 26 de noviembre en el Ateneo”, La Democracia, 3 de diciembre de 1925, p. 5. 64 “El Congreso de la Criminalidad”, EM, 4 de diciembre de 1925, p. 8. 65 Miguel Meléndez Muñoz, Algunos Ensayos, San Juan, Editorial Club de la Prensa, 1958, p. 186. 63
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Partido Socialista que a través de “agitadores irresponsables que predican el odio, la destrucción y el crimen, como único medio de obtener la liberación de la clase proletaria”, prendían “rápidamente en sus almas ingenuas y se lanzaban al crimen, alimentaban odios de clase y apetitos de venganza.66 Por un lado, la propuesta paternalista parte de la premisa de que la clase proletaria es ingenua y fácil de manipular. Por otro, “los agitadores”, haciendo mal uso de la libertad de palabra, habían entrado en una escena que se suponía restringida a personas educadas y prestigiosas que dominaran el arte del discurso político. Al inducir a las clases trabajadoras al empoderamiento de escenas públicas, el Partido Socialista amenaza con dislocar el orden social. Lo correcto sería, dirigir y educar al jíbaro, en los preceptos de un camino legal alejado del delito político y de la violencia socialista.
Hemos visto ir a la cárcel, por delitos cometidos durante diversas huelgas de trabajadores, a infelices campesinos, honrados y laboriosos: padres de familia, humildes y buenos, que han cometido crímenes y delitos azuzados por estos agitadores socialistas sin conciencia; sus familias han quedado en la mayor indigencia, el honrado labrador se ha podrido tras las rejas de la cárcel y el agitador ha seguido paseando su vida de vividor, holgazana y regalada, sin preocuparle la suerte que corren esos infelices que utilizan como instrumentos para cometer sus actos delictivos y vandálicos.67 Como respuesta, el Representante R. Alonso del Partido Socialista, descartaba la falta de educación moral y de religión de las clases trabajadoras como causa del crimen. Su planteamiento va dirigido a rebatir el discurso de que el crimen era exclusivo de los sectores pobres debido a “que un gran número (de criminales) procedía de las clases refinadas y religiosas”68. Además, le atribuía a los partidos históricos la responsabilidad
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“Notas editoriales, propagandas subversivas”, La Democracia, 2 de diciembre de 1925, p. 4. Para ampliar sobre este debate, véase, Silvestrini….pp. 53-88. 67 “Notas editoriales, propagandas subversivas”, La Democracia, 2 de diciembre de 1925, p. 4. 68 “Los que no se dijo en el Congreso del Crimen”, EM, 7 de diciembre de 1925, p. 10.
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en inducir al crimen desde la tribuna estimulando “los instintos perversos del elemento maleante”. La peligrosidad radicaba en la provocación e injurias a los ciudadanos, la destrucción de las asambleas y los atentados contra la vida. Esos partidos, (refriéndose al Partido Unión) protegen a los agitadores en las instancias legales.
Y si agregamos cierta prensa, que goza en vomitar por sus columnas toda clase de desafueros contra los ciudadanos y las instituciones que no le son afectas, abusando de la posición que ocupa su partido cerca del gobierno, he ahí la verdadera causa generatriz del mal que sufre toda la comunidad puertorriqueña.69
Otro aspecto importante soslayado en el Congreso fue la relación del alza en los crímenes de sangre con la Gran Guerra, aspecto que Meléndez Muñoz también avalaría. La teoría del Juez Domingo Sepúlveda fue que la militarización apartó a los campesinos de su contorno y los lanzó a campos de entrenamiento en donde los enseñaron “a matar con armas de fuego”.70 La cifra de 15 millones de muertos, ocasionó “que se perdiera el valor de la vida…”. Fue cuando esos soldados regresaron a sus montañas que cambiaron sus armas blancas por armas de fuego generalizando el uso de revólveres.
A esa
situación se le sumaba la facilidad con la cual se compraban las armas La celebración del Congreso en donde en un día pretendieron discutir un problema que supuestamente se salía de proporción se vio en la necesidad de crear un Comité Permanente para dar seguimiento y canalizar las recomendaciones sometidas.71 Luego de varias reuniones, el 28 de mayo de 1926 se celebró en el Ateneo la última
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“Los que no se dijo en el Congreso del Crimen”, EM, 7 de diciembre de 1925, p. 10. “Las causas de la criminalidad en P. Rico”, EM, 1 de diciembre de 1925, p. 1. 71 Sus miembros serían los Presidentes de los Comités Participantes. La Directiva estuvo compuesta por el Dr. Eugenio Fernández García, Presidente del Congreso, Carlos Llauger, Secretario (Assistant Attorney) y los jueces Aldrey, Muñoz, y Berga y el Fiscal Massari. Véase, “El Congreso de Criminología”, El Águila de Puerto Rico, 28 de noviembre de 1925, p. 1. 70
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reunión de dicho Comité y la sesión para dar a conocer el trabajo. 72 Las propuestas presentadas se redujeron a resolver los planteamientos de las causas estimulantes del crimen que se habían señalado: crear una Junta de Censura de espectáculos públicos (especialmente el cinematográfico), ofrecer un curso de moral en las escuelas públicas, enmendar el Código de Enjuiciamiento Criminal (especialmente lo que atañe a las decisiones del jurado), crear
Cortes Juveniles y de Relaciones Domésticas, y
sorpresivamente, crear un cuerpo de médicos forenses y un Instituto Psicopático Antropológico, para estudiar al criminal como un enfermo.73
Esta última propuesta se
aleja de los planteamientos iniciales del Congreso que ubicaban al criminal como un sujeto ocasional producto de sus circunstancias materiales. En cambio, se proponía la patologización del delincuente y la utilización de bases científicas para tratarlo. Reflexiones Los discursos públicos en torno al crimen y la criminalidad se producen en espacios contenciosos en donde compiten diversos sectores que forman parte del Estado y de grupos sociales más amplios. Por un lado, con la incorporación de imágenes visuales de los “nuevos cuerpos” que compartían de una forma u otra la experiencia común de la criminalidad, se particularizaron y magnificaron las consecuencias realistas de sus descontroles y la intervención de los organismos de control y vigilancia.
Si las
fotografías realistas han sido un medio para mostrar lo desagradable, en este caso, lo desagradable sería la exhibición cruda de los cuerpos de las víctimas de crimen y el desfile de cuerpos fichados y racionalizados en su camino hacia prisión o hacia la horca.
72
“El Congreso para combatir la criminalidad vuelve a reunirse el día 28 de este mes”, EM, 22 de mayo de 1926. p. .3. 73 “Esta noche se reúne por segunda vez el “Congreso contra la criminalidad”, EM, 28 de mayo de 1926, pp. 1,6.
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La imagen pretendió convertirse en un documento veraz, en evidencia de lo existente y en presagio de un futuro aleccionador de lo que podía ocurrir de incurrir en conductas similares. En las fotografías serían evidentes las distancias entre los signos de la cultura material atribuidos a los sectores medios y altos y aquéllos que identificaban los ambientes de privación económica en que se alegaba ocurrían la mayoría de los crímenes. En su libro, Ante el dolor de los demás, Susan Sontag al referirse a la obra Tres guineas de Virginia Wolf, analiza la posible identidad del “nosotros” que recibe las crudas fotos de las víctimas de la Guerra Civil Española. Expone que “Las fotografías son un medio que dota de “realidad” (o de mayor “realidad”) a asuntos que los privilegiados o los meramente indemnes acaso prefieren ignorar”.74 Las consideró una especie de “terapia de choque” que pueden incitar tanto a dar la espalda a lo que no se quiere ver o a tomar acción para evitarlo. En los textos de la época, la promoción de ideas civilizadoras generó una oposición clasista a los signos asociados con la barbarie. El PRI, reprodujo el discurso dominante que consideraba a las clases desposeídas,
“a esas indoctas
muchedumbres”, un foco de criminalidad. El llamado para fijar las normativas de control correspondía a los sectores instruidos. Por otro lado, el estudio del crimen, ha sido considerado como un lugar de encuentro e integrador de disciplinas.75 Es por eso, que la representación que hicieron los medios en torno a las actividades de este Congreso constituyó un espacio privilegiado para observar la composición de diversos discursos o enunciados, fueran éstos
74
Susan Sontag, (traducción de Regarding the Pain of Others, 2003) Ante el dolor de los demás, Alfaguara, 2004, p. 15. 75 Laurie Taylor, Deviance and Society, Great Britain, University of York, 1971, pp- 21-23.
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complementarios o antagónicos, en torno al asunto común de las causas de los “delitos de sangre” y la construcción del sujeto criminal. En el Congreso se consolidó una corriente dominante sobre la etiología del delito asociada fundamentalmente con aspectos sociológicos. Se criminalizaron públicamente a los ociosos y a los sectores proletarios homogenizándolos como la clase expuesta a las condiciones generatrices del crimen. Como resultado del Congreso, las propuestas discutidas fueron cooptadas por los juristas para transformarlas en una acción reformadora de los Códigos de Enjuiciamiento Criminal. El poder de estos sectores dominantes fue el que finalmente definió los parámetros del debate, domesticó la discusión y aseguró canalizar el problema por las vías de las acciones que consolidaran su poder, quedando a un lado las propuestas de cambio en los asuntos fundamentales relacionados con la transformación de las condiciones económicas, que se esperaba, aminorarían la comisión de los “delitos de sangre” que siguen ocupando las primeras planas hasta el día de hoy.
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