EDITORIAL HONOR y GLORIA al que cumpliendo con su deber, dio su vida por la Patria en cualquier lugar o circunstancia.
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a revista Estela sale por sexta vez a la luz. Estela es de distribución gratuita y ha sido de periodicidad irregular en función varias vicisitudes y de los recursos disponibles, pero esta vez sale con la voluntad de mantener una regularidad anual, y de ser un referente en la investigación de la historia militar española, especialmente en su faceta bélica, para hacer honor a los caídos en combate, en consonancia con los objetivos de la Fundación Cultural Istolacio, particularmente del último, y que a título de recordatorio se citan a continuación: Fomentar la conservación, vigilancia y ornato de los cementerios o tumbas de combatientes españoles o bajo Bandera de España, caídos en lucha, sin distinción de época, lugar, credo o ideología. Confeccionar y actualizar el catálogo de estas tumbas y cementerios. Realizar y fomentar las investigaciones históricas sobre los citados cementerios o tumbas, y sus protagonistas. Promocionar y realizar publicaciones o actividades científicas, educativas y culturales. Los fines fundacionales se rigen por un criterio ancestrales en nuestros ejércitos de distinguir dos tipos de bajas en campaña: En acción: que incluye los muertos por hierro y fuego enemigo, o a resultas de él. También se considera a los desaparecidos sobre el campo de batalla, que no se documentaron posteriormente fueran prisioneros, desertores etc. Por las penalidades de la campaña: que incluye enfermedades, accidentes, sed, frío, agotamiento, etc. Muchas veces estas secuelas salen mucho tiempo después y otras es difícil diferenciar entre causas naturales o producidas por la campaña. Somos conscientes, no obstantes, de las limitaciones de toda clasificación, y de que los que causaron baja por penalidades de las campañas, y no en acción, es de justicia el reconocimiento de su abnegación y sacrificio. Pero, entre otras razones, ya la documentación numérica y nominal de los caídos en acción es una labor suficientemente ingente para limitarnos a estos parámetros. Desde estas líneas animamos, a cuantos lo deseen, que amplíen el abanico de nuestros caídos, para lo que contarán con nuestro aliento y apoyo. Como decíamos al principio, para conseguir editar una revista de investigación sobre la historia militar de España, se ha reforzado el consejo editorial con historiadores de solvencia reconocida, y las calidades de la edición, especialmente las calidades de las imágenes y del papel. Los trabajos publicados serán inéditos y se seleccionarán siguiendo un sistema científico, lo más objetivo posible, haciendo más hincapié en el dato, en el hecho, histórico que en la conducta política de los actores, siempre susceptible de especulaciones tendenciosas. Es posible que algunos sectores de la sociedad, y de la administración, hayan pretendido etiquetarnos con algunas opciones políticas concretas. Nada más lejos de la realidad y de nuestras intenciones. Solamente pretendemos ser unos españoles agradecidos. Tampoco queremos suplantar las funciones de la administración del estado, sino sencillamente colaborar, apoyarla o llegar hasta donde ella no quiera o no pueda alcanzar. En principio y por razones funcionales, el período histórico de las publicaciones sobre historia militar se van a partir temporalmente a partir del año 711, que con la invasión árabe dio principio a la grandiosa epopeya de nuestra Reconquista, y en lo se tratará de centrar cada nuevo número en una guerra o campaña concreta, dándole un carácter monográfico.
PUBLICACIÓN ANUAL 2ª ÉPOCA - nº 6 AÑO 2009 Director MIGUEL BALLENILLA Y GARCÍA DE GAMARRA Consejo de Redacción SALVADOR FONTENLA BALLESTA JUAN ANTONIO GÓMEZ MARTÍNEZ JOSÉ MARÍA MANRIQUE GARCÍA GUILLERMO ROCAFORT PÉREZ Publica
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Fernando Álvarez de Sotomayor y Flores
Miguel Ballenilla y García de Gamarra Teniente Coronel de Infantería DEM Doctor en Historia
l general Fernando Álvarez de Sotomayor y Flores es uno de los últimos representantes de la eclosión científica y cultural que se produjo en el Ejército en el siglo XIX, con brillantísimos representantes en un amplio abanico de áreas del conocimiento humanístico y científico1. La importancia del importante espacio que ocupaba la milicia en el ámbito cultural contrasta con la decadencia posterior –pendiente de análisisy cuya persistencia debería ser motivo de preocupación. Las biografías de estos ilustres militares, muy desconocidos entre los profesionales de hoy en día -tal vez botón de muestra de lo afirmado en líneas precedentes- ponen de relieve como la frase del genial Cervantes -más repetida que practicada- “la pluma no embota la espada” es una realidad, como nos revelan sus vidas de dedicación plena a la milicia y cuya actividad cultural y científica eran consustánciales a su elevada preparación profesional. Nace Fernando Álvarez de Sotomayor y Flores en Cuevas de Vera, localidad hoy conocida como Cuevas del Almanzora, el diez y seis de noviembre de 1844. Es hijo de Jose Álvarez de Sotomayor Domenech, acaudalado paisano de Cuevas gracias a las florecientes minas de la comarca y nieto del héroe popular Fernando Álvarez de Sotomayor Ramírez, militar cordobés, liberal, que se sublevo en León contra Fernando VII, lo que le costó una condena a muerte de la que se salvó al fugarse de la cárcel auxiliado por su prima, otra heroína: Mariana Pineda. Su hermano menor, Pedro (1848), marino de guerra, sería el tripulante más joven del “Numancia”, el buque insignia del Almirante Méndez Núñez en la guerra del Pacífico (1866) y también el primer barco de vapor que dio la vuelta al mundo. Llegaría a ser director de la Academia Naval Militar de Marín y padre del afamado pintor Fernando Álvarez de Sotomayor que llegaría a ostentar el cargo de director de la primera pinacoteca nacional: el Museo del Prado. Su hermana Teresa (1855), sería la madre del celebrado poeta almeriense Jose María Martinez Álvarez de Sotomayor al que nos referiremos más adelante. Otra hermana de nuestro general, Maria (18??) también destacaría en las artes literarias.
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Ingresa el uno de septiembre de 1857, a los trece años de edad, como cadete en el prestigioso Real Colegio de Artillería de Segovia, donde unas décadas antes había impartido clases de química y metalurgia Louis Proust. Siendo el arma de Artillería responsable de la dotación y fabricación del armamento y municiones de la totalidad del Ejército, el rigor era la seña de identidad de la preparación científica y técnica de los oficiales de artillería, que en buena medida lideraron el desarrollo industrial y tecnológico de España a lo largo del siglo XIX. Las exigencias del amplísimo plan de estudios, prolongaba la estancia de los alumnos en las aulas seis años. Álvarez de Sotomayor obtiene su real despacho de teniente en abril de 1863 y es destinado al 5º Regimiento a pie en Madrid. En este Regimiento fue destinado a la compañía de montaña. Tras una reorganización artillera, con su compañía pasa a estar encuadrado en el 2º Regimiento de montaña en Segovia y posteriormente en Granada. En 1866 pasa destinado al primer Regimiento montado en Madrid y en el 69 a 2º Regimiento de montaña, con el que tuvo su bautismo de fuego, el 8 de octubre, contra los republicanos de la Carolina y el 11 y 16 en Alcira y Valencia. Por estos hechos de armas se le otorgó su primera Cruz Roja. En 1870 asciende a capitán de artillería por antigüedad, grado que ya tenía del Ejército desde 1868, dualidad de empleos militares que regía en la época como mecanismo de defensa de los cuerpos facultativos (Artillería e Ingenieros) para no situarse en desventaja respecto a las Armas de Infantería y Caballería, que ascendían con mayor rapidez consecuencia de su escala “abierta”. En 1871 pasa al 2º Regimiento a pie y con su compañía se desplaza a Málaga y Cádiz. En 1872 solicitó el pase a supernumerario, pero antes de finalizar el año solicita el reingreso en el servicio activo pasando a las inmediatas órdenes del Brigadier Fernando Camús, que ostentaba el mando de una columna de operaciones en Despeñaperros en lucha contra los insurrectos republicanos. Finalizadas las operaciones en los primeros días de 1873, paso destinado a la Fábrica de Armas de Oviedo. Se iniciaba con este destino un periodo en el que Álvarez de Sotomayor destacaría por su iniciativa, conocimientos y visión de futuro, periodo que, sin embargo, se vería interrumpido a las pocas semanas por uno de los acontecimientos que hacen a nuestro siglo XIX extraordinario en el orden político, económico, social y militar: La segunda disolución del Cuerpo de Artillería. 26
De los gravísimos sucesos revolucionarios que culminaron con la sublevación de los sargentos de Artillería del madrileño Cuartel de San Gil, el 22 de Junio de 1.866, de los que el Cuerpo de Artillería considero siempre responsable al capitán Baltasar Hidalgo de la Quintana se derivaría, en 1873, un enfrentamiento de los oficiales artilleros con este oficial ya promovido a Mariscal de Campo y nombrado Capitán General de Navarra y Vascongadas. El día de su toma de posesión no se le presentó ningún oficial del Cuerpo de Artillería. A esta falta de disciplina le seguiría, el 3 de febrero de 1.873, otra, cuando al Mariscal de Campo se le destina a Cataluña a las órdenes del teniente general Gaminde para la campaña contra los carlistas. Ante este nuevo mando otorgado al que consideran responsable de lo ocurrido en el cuartel de San Gil, los oficiales de Artillería solicitan en masa la baja en el Ejército, las consecuencias no se harían esperar, el día 8 el Presidente Ruiz Zorrilla presenta a la firma del Rey Don Amadeo de Saboya el Real Decreto de reorganización del Cuerpo de Artillería que dejaba sin cometidos a los oficiales del la Escala Activa, lo que representaba, en la práctica, la disolución. Este hecho colmaría lo aguantado por el Rey que, el 11 renunciaba a la corona de España proclamándose la Primera República. Fernando Álvarez de Sotomayor que, como el resto de compañeros, había solicitado el retiro, regresaría al servicio activo el 21 de octubre con ocasión de la nueva reorganización del Cuerpo decretada por el Presidente de la República don Emilio Castelar el 21 de septiembre de 1873 que restablecía la organización previa al decreto del 8 de febrero. Álvarez de Sotomayor retornaba a la Fábrica de Armas de Oviedo y en 1875 pasaría a la de Trubia.
LA FABRICACIÓN DE ACERO EN TRUBIA Es en estos años cuando la artillería, que había evolucionado muy poco desde el siglo XV, estaba dando los primeros pasos mediante el desarrollo de los sistemas de carga por culata y el desarrollo de sistemas de cierre más complejos que le permitirían dar el gran salto adelante que representó los sistemas hidráulicos de frenado del retroceso y recuperadores. En 1858 se comenzó a rayar la artillería, en 1864 el Ejército español adquiriría los primeras piezas de campaña de retrocarga, que tomarían parte activa en la Tercera Guerra Carlista, y a finales de 1867 se adquirieron los primeros cañones de acero que disparaban proyectiles de envuelta de plomo, 27
concretamente se compró el afamado Krupp de 8 centímetros, y en 1875 los de 9 centímetros. La adopción por el Cuerpo de Artillería de estos cañones permitió a la industria española copiarlos en bronce comprimido, más asequible a la tecnología española, de la mano del coronel Plasencia.
Fábrica de Armas de Trubia
Las primeras investigaciones con el acero en Trubia se remontaban a 1867, pero los resultados no eran alentadores, la falta de homogeneidad del metal obtenido ocasionaba que los cañones de fusil construidos del mismo lingote tuvieran distintos comportamientos, unos aguantaban perfectamente las pruebas de fuego, sin embargo otros reventaban incluso al primer disparo. Finalmente, en 1877, el capitán Salvador Peña, encargado del taller de aceros, tras años de estudio de los procedimientos metalúrgicos utilizados en otros países obtuvo con hierro procedente de las minas de Beasain, Baracaldo, Vera y Guriezo un acero de condiciones similares a los mejores producidos en Firth, Turton, Krupp o Terre-Noire, que eran los fabricantes más prestigiosos de la época, hasta el punto que las pruebas de fuego realizadas con cañones de fusil en paralelo a las realizadas con cañones alemanes, incluso forzando las cargas, demostraron la superioridad de los españoles. Pero los cañones de fusil son una cosa y otra muy distinta los cañones para artillería, y realizar modificaciones en la fabrica de Trubia para la construcción en serie de cañones de acero sin tener la seguridad de los resultados era un riesgo muy difícil de asumir. 28
Y es en este punto donde surge la figura del capitán Fernando Álvarez de Sotomayor. Es un firme convencido de la capacidad española de fabricar cañones de acero empleando únicamente materiales del país, y para demostrarlo sin que supusiera una carga para el presupuesto, propone la fundición de un cañón de 15 centímetros, el máximo calibre posible con los elementos disponibles en la fabrica. Aprobada su iniciativa, en 1878 se pone en marcha tomando como modelo el cañón Krupp del mismo calibre, si bien la pieza construida con acero español sería 300 kilos más ligera. La preparación técnica, capacidad organizativa y condiciones de mando del capitán Álvarez de Sotomayor se pusieron de manifiesto en este titánico esfuerzo. Para conseguir un único bloque de acero fundido de 2600 kilos necesario para el cañón era preciso poner en marcha simultáneamente los 20 hornos del taller de aceros llenando los crisoles al máximo de su capacidad sin que se perdiera uno solo ni se interrumpiera en ningún momento el caudal de metal liquido obtenido de ellos. Para ello fue preciso adiestrar específicamente a los operarios para que pudieran atender a dos o tres hornos simultáneamente y realizar en la fábrica las obras mínimas imprescindibles para hacer llegar la colada de los hornos situados en distintos talleres al mismo lugar. El 23 de octubre de 1878 se produjo la primera colada de acero, pero problemas en la coordinación del trabajo de todos los hornos impidió obtener el producto deseado, pero si se obtuvo la imprescindible experiencia práctica para corregir los fallos observados. Diez días después se realizo el segundo intento, la colada duró quince minutos y no se perdió una sola gota del contenido de los hornos. No es difícil imaginar el ambiente de tensión y actividad de aquellos momentos, todo bajo la dirección del capitán Álvarez de Sotomayor y con los operarios trabajando a temperaturas próximas a los cien grados centígrados. Obtenido el enorme bloc de acero, la forja del cañón dio comienzo el 17 de noviembre. Su manipulación y movimiento entre el yunque y el horno para poder redondearlo, estirarlo y templarlo finalmente en aceite, exigía resolver muchos problemas de adaptación de los talleres y utillaje, en todo ello aportó el capitán Sotomayor su capacidad e ingenio. Finalmente se obtuvo el cañón de ánima y recámara, forma, número y paso de las estrías idénticas al Krupp utilizado como referencia. El menor peso ya mencionado tenía su reflejo en un espesor inferior del cañón en el modelo español, quedaba ahora lo más importante, las pruebas de fuego. 29
Se consideró que 1.000 disparos serían suficientes para comprobar la calidad y resistencia del producto obtenido y el resultado no pudo ser más satisfactorio, ya que el cañón español resistió la dura prueba sin problemas, aventajando en algunos extremos al cañón alemán. Incluso una pequeña fisura detectada en el ánima al finalizar la forja, atribuida a un resto de escoria de la fundición que preocupó muchísimo inicialmente sin que diera problemas durante las pruebas, incluso se comprobó que no había aumentado su tamaño ni en longitud ni en profundidad tras los disparos. El éxito fue tal que inmediatamente se emprendieron las reformas necesarias en Trubia para la fabricación de cañones de acero. La fe en el acero español del capitán Sotomayor se había demostrado en la práctica y con ello emprendería el estudio de un completo sistema de artillería con el que proporcionar a España de potentes y modernas piezas de artillería sin dependencia del extranjero. Este nuevo proyecto se convertiría en el cañón de campaña de 78,5 mm. que recibiría la denominación de Sotomayor.
Cañón fabricado por Sotomayor
EL CAÑÓN SOTOMAYOR En 1881 el Memorial de Artillería publicó un extenso trabajo del capitán Sotomayor, setenta páginas en 8º francés, titulado “Consideraciones en que puede basarse la organización de la artillería de campaña” en la que realiza un 30
exhaustivo análisis de la organización de la artillería y expone novedosas propuestas orgánicas que por su extensión no podemos abordar en este trabajo, pero si atenderemos a la parte central de su estudio, en la que propone una novedosa forma de calcular el valor de la artillería de un Ejército. La forma tradicional contabilizaba únicamente el número de piezas disponible por cada 1000 hombres, mientras que Sotomayor argumentaba que la evolución técnica sufrida por el material exigía que “el valor de las piezas debe medirse por el que produzcan sus proyectiles, ó sea por su fuerza viva á la distancia media de combate y, que por lo tanto, el valor de una artillería se puede expresar por dicha fuerza viva á la expresada distancia por kilogramo de cañón”. En base a este novedoso patrón, realiza una exhaustiva comparación de la artillería en servicio en las naciones más adelantadas de Europa y concluía proponiendo una organización de la artillería de campaña en base a tres distintos calibres -7,85 centímetros para las baterías ligeras, 9,5 para las de línea y 11 para las de posición- con la que se conseguía alcanzar la máxima potencia con el mínimo número de cañones, concretamente arrojar por descarga 34,7 kilogramos de hierro por cada mil hombres, lo que situaba su sistema o modelo orgánico a la cabeza de las naciones según su patrón de medida. Finalizaba su estudio proponiendo la conveniencia de que España fabricara las piezas que exigía su sistema, por considerar que entraba dentro de sus posibilidades técnicas y económicas, rompiendo la endémica dependencia del exterior. La muestra de inquietud y talla intelectual del capitán Sotomayor expuesta en este riguroso trabajo no paso desapercibida dando lugar a un rico debate en las revistas profesionales. Su publicación en el ya mencionado Memorial de Artillería (3ª serie, tomo IV, 1881) tuvo eco en El Correo Militar (núm. 1857), la Revista General de Marina (tomo XI, Pág. 409) y especialmente en la Revista científico-militar (tomo I, 2ª época, 1881), prestigiosísima publicación que presentaba el trabajo de Sotomayor señalando: “No es la primera vez que el comandante Sotomayor da pruebas de ser un escritor incorrecto, pero un razonador de primera fuerza, excelente artillero y entusiasta militar […]” donde la calificación de incorrecto debemos considerarla en su dimensión de crítico con las ideas establecidas. El trabajo descrito fue acompañado en el tiempo por una Memoria técnica dirigida a la Junta Superior Facultativa de Artillería para la fabricación en acero de las piezas y calibres propuestos en su estudio. La propuesta colisionaba con el impulso que se había dado a la utilización del bronce comprimido o bronceacero en la fabricación de cañones, por ser más económico y pensarse que estaba más al alcance de la tecnología española, su principal investigador era el también 31
distinguido artillero, teniente coronel Augusto Plasencia, padre de muchas de las piezas que estuvieron en servicio en nuestra Artillería. No obstante, el aval que representaba la talla intelectual y capacidad de trabajo demostrada por el capitán Sotomayor dio pie a que la Junta autorizara la fabricación, con carácter experimental, de la pieza más ligera de todas las propuestas, la de 7,85 centímetros, que realmente sería reconocida como de 8 cm. El Acta de la Junta recogía que, a la vista de los cálculos teóricos, se consideraba la pieza propuesta muy superior a todas las análogas de las demás naciones y destacaba el acierto con el que el capitán Sotomayor había sabido elegir para sus cálculos las teorías de balística interior y exterior más acreditadas. No obstante la Junta apreciaba que las magníficas características de la pieza propuesta, de solo 280 kilos de peso y capaz de disparar un proyectil de 6,3 kilos con una velocidad inicial de 450 m/s y efectos balísticos superiores al cañón en servicio de 9 centímetros, que pesaba 516 kilos, presentaba un punto débil: la necesidad de que el cañón contara con una cureña lo suficientemente ligera para no anular el peso que se había ahorrado en el cañón y que, sin embargo, fuera capaz de soportar el enorme retroceso que la potencia de la pieza generaría. Este recelo retrasó la fabricación del cañón hasta que se autorizó, por la misma Junta, el diseño y fabricación de una cureña adecuada a la pieza proyectada, labor que recaería igualmente en el capitán Sotomayor acompañado para esta labor por el también capitán de Artillería Francisco Ferrer y Flores.
Cañón ligero de 7,85 cm 32
Fabricada la pieza y cureña en Trubia y las ruedas en la Maestranza de Sevilla, dieron un peso total 689 kilos, (282 del cañón, 287 de la cureña y 120 de las ruedas) que seguían aportando al conjunto de la pieza una gran ligereza. Realizadas las pruebas en el Polígono de Tiro de Carabanchel a lo largo de 1982, el 13 de septiembre la Junta Superior se reunió para valorar el cañón y su cureña. Se habían ejecutado 416 disparos cuyos resultados ratificaron lo que el estudio teórico de Sotomayor había adelantado, el cañón de acero de 8 centímetros (7,85) era más potente que todas las piezas similares Detalle rueda y cureña extranjeras en servicio, sirviendo como dato comparativo para este artículo que la que más se le aproximaba en características era la francesa cuyo peso era de 425 kilos en comparación con los 282 kilos finales que tenía la pieza experimental. En su comparación con las españolas y más concretamente en el duelo sostenido con la de bronce comprimido del mismo calibre la conclusión de la Junta era que: “no puede dudarse que la nueva pieza de acero es notablemente superior, a pesar de su menor peso.” Respecto a la resistencia de la cureña diseñada para el cañón, se hicieron varias pruebas, siendo la más decisiva y exigente aquella en que se realizaron 100 disparos continuados asentada la pieza sobre una explanada de piedra que obligaba a la cureña a absorber todo el retroceso, resistiendo satisfactoriamente y llegando la Junta a señalar que “Estos resultados son tanto más notables, cuanto que, tratándose de un cañón que a su ligereza une gran fuerza viva de retroceso, el cálculo del montaje presentaba grandes dificultades, y al dar cima a tan complejo y difícil problema los Sres. Sotomayor y Ferrer, han acreditado una vez más sus profundos conocimientos.” Creemos importante dar reproducción integra a las conclusiones de la Junta porque trasladan perfectamente el alcance del éxito obtenido por el capitán Sotomayor en el diseño de su cañón de acero. 1º. Que el cañón Sotomayor es muy superior a todos los demás ligeros de campaña reglamentarios en las distintas naciones, tanto en 33
efectos balísticos y trayectorias tendidas, como por su extraordinaria ligereza, y el mayor efecto que se puede obtener de sus proyectiles sea de segmentos, sea de granada de metralla. 2.º Que dicho cañón es también más potente que los cañones de campaña de nuestro país de 7,85 y de 8,7 de bronce comprimido, en los mismos conceptos anteriormente expresados. 3.º Que ya se considere aisladamente el cañón o el conjunto de pieza y cureña, presenta grandes ventajas para su movilidad, por el menor peso. 4.º Que las dos cureñas ensayadas ofrecen las mayores garantías de resistencia y las mejores condiciones para el servicio; prefiriéndose por su sencillez la que no lleva el moderador Engelhart. En atención a los brillantes resultados que se han obtenido con el cañón y cureña, resultados que constituyen un título legítimo de gloria para los autores, y para el Cuerpo de Artillería español, esta Comisión entiende convendría proponer a la Superioridad: 1.º Que el cañón ligero de campaña del Sr. Sotomayor y su cureña, se declaren reglamentarios y lleven el nombre del autor. 2.º Que se construyan en la Fabrica de Trubia las piezas y cureñas correspondientes a la dotación de un regimiento. 3.º Que para la construcción de estas piezas y cureñas se comisione al Sr. Sotomayor, para que de acuerdo con la Junta Facultativa de la Fabrica de Trubia, se hagan los planos de construcción y tablas de tolerancias. 4.º que se invite al ilustrado Jefe Sr. Sotomayor para que proyecte dos piezas, una de línea y otra de posición, semejantes a la ligera de campaña, así como sus cureñas. No terminará su informe esta Comisión, sin hacer notar el relevante servicio prestado por el Sr. Sotomayor, por cuyos constantes esfuerzo y asiduos trabajos se coloca nuestra artillería ligera de campaña, no solo en primer lugar entre las demás naciones, sino tomando gran ventaja y delantera en el progreso balístico; considerándose también de la mayor importancia el servicio prestado por el mismo Sr. Sotomayor en unión con el Sr. Ferrer al proyectar la cureña, que tan satisfactorios resultados ha dado en las pruebas.
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La comisión recomendó el ascenso de ambos oficiales por los méritos especiales contraídos en el diseño y fabricación de pieza y cureña. Álvarez de Sotomayor ya era comandante de Artillería por Antigüedad desde el 17 de junio de ese año -1882- grado que ya ostentaba “de Ejército” desde 1973, por lo que el ascenso lo fue a Teniente Coronel “de Ejército”. Se Detalle del cierre armaron con este magnífico cañón las baterías a caballo de los regimientos divisionarios, dándose la curiosa circunstancia que la pieza más ligera era la más potente del regimiento. Sin embargo, los cañones de 9½ y 11 centímetros nunca se llegaron a construir, aunque en el extranjero se estaba atento a las capacidades de este oficial y sus conocimientos, puesto que el Gobierno de Méjico le ofreció la dirección de la artillería de aquel país americano con unas retribuciones de 150.000 pesetas anuales, generoso ofrecimiento que Sotomayor rechazó inspirado en su patriotismo y lealtad a su ejército. No es difícil imaginar la belleza de una de aquellas baterías a caballo armadas con este esbelto, ligero y hermoso cañón maniobrando con agilidad y rapidez para entrar en posición. No hemos obtenido datos concretos sobre la vida de este material, pero por algunas fotografías parece ser que todavía estaba en servicio en el año 21 cuando se reforzó el Ejército de África a raíz del Desastre de Annual.
AL MANDO DE UN REGIMIENTO EN CUBA Durante los estudios y desarrollo del cañón, simultaneo sus destinos en unidades del Cuerpo con comisiones de servicio en la Fábrica de Trubia, donde es destinado en 1885 como jefe de la 2ª Sección de talleres, donde se le encargó que realizara las reformas técnicas necesarias para que se pudiera fundir la artillería pesada del acorazado Pelayo. Ascendido a teniente coronel de Artillería en 1887, solicita destino al batallón de plaza de Santoña, aunque su vinculación con la investigación y técnica artillera no se interrumpiría, pues en 1890 fue comisionado al extranjero para el estudio de la fabricación de pólvora sin humo y en 1893 para visitar la fabrica de cañones Wolrride en Inglaterra además de varias comisiones relacionadas con la construcción o nuevas pruebas de su cañón en Trubia o Madrid. 35
El 27 de octubre de 1893 y a raíz de la “Guerra chica” o “Guerra de Margallo”, en las proximidades de Melilla, marcha a la plaza norteafricana a las inmediatas órdenes del general de división Manuel Macias y Casado participando en las acciones de aprovisionamiento de los fuertes de Cabrerizas y Rostrogordo del 3 de noviembre en los que, los entonces capitanes Miguel Primo de Rivera y Juan Picasso Gonzalez, obtendrían sendas Cruces Laureadas de San Fernando. También participaría en las acciones de Horcas Coloradas, Santiago y Batería J. De regreso a la Península en 1894, es ascendido por antigüedad a coronel de Artillería, grado que ya disfrutaba “de Ejército” desde 1887 y se le asigna el mando del Tercer Regimiento montado en Burgos. En 1896 es destinado al Ejército de la Isla de Cuba, llegando a la Habana el 14 de abril y entrando inmediatamente en combate al mando de media brigada en La Fé. Como tantos españoles llegados a la Isla caribeña, contrae la Fiebre Amarilla, de la qu consigue recuperarse, haciéndose cargo de la Comandancia Militar de Holguin y del mando del Regimiento de Infantería de la Habana nº 76 por estar herido su coronel. Regimiento con el que participó en varios combates en la provincia de Santiago de Cuba y contando, curiosamente, con el apoyo de una única pieza de artillería. Ascendido a General de Brigada por méritos de guerra en octubre de 1897, se le dio el mando de la 1ª Brigada de la División de Holguin hasta que a principios de 1898 solicitó el regreso a la Península resentida su salud por la Fiebre Amarilla que había padecido.
JEFE DE DIVISIÓN EN LA GUERRA DE 1909 EN MELILLA Ya en territorio metropolitano ocupa sucesivamente la jefatura del Estado Mayor del 6º Cuerpo de Ejército, de la Capitanía General del Norte, el mando de la 1ª Brigada de la 12 División y Gobernador Militar de Guipúzcoa, Gobernador Militar de Jerez de la Frontera, Comandante General de Artillería de la 2ª Región Militar y Comandante General de Artillería del 2º Cuerpo de Ejercito con sede en Sevilla. Ascendido a General de División en 1905, se le destina al año siguiente como Gobernador Militar de Ceuta, Comandante General de Artillería de la 4ª Región Militar (Barcelona) y finalmente Jefe de la 12 División en Vitoria en 1908. En julio de 1909 estalla en Melilla un nuevo conflicto fronterizo a raíz del asesinato de unos trabajadores del ferrocarril en las proximidades del monte Gurugú. Desbordada la capacidad de las fuerzas de Melilla, el Comandante 36
General de Melilla, general Marina, solicita refuerzos y le es enviada una División al mando del general Orozco, cuya movilización daría lugar a los tristes acontecimientos de Barcelona conocidos como la “Semana Trágica”. El general Marina considera insuficiente las fuerzas disponibles, 30.000 hombres, para pasar a la ofensiva y solicita otra división para alcanzar los 44.000 hombres. El Gobierno moviliza una segunda división expedicionaria y la pone al mando del general Sotomayor, desembarcando en Melilla entre el 5 y el 14 de septiembre y entrando en combate el 22 de septiembre en la toma de Zoco el Had de Benisicar y el 28 en la defensa de las posiciones alcanzadas, siendo en esta defensa donde tuvo lugar el acto heroico del Cabo Noval, encuadrado en el regimiento del Príncipe número 3 al que precisamente había arengado el general Sotomayor la mañana del día 22 diciéndoles: “Vosotros, los del Príncipe, tendréis la ocasión de demostrar que, con razón ostentáis orgullosos el título de asturianos y que, en vuestra provincia, dio comienzo la gloriosa conquista del solar patrio, allá, en aquel rincón de Covadonga, que tanto se destacó en la historia de nuestra patria. Cumplid españoles, esto bastará para que el enemigo huya aterrado. Soldados de mi mando, ¡Viva España!¡Viva el Rey!¡Viva el Ejército!¡Viva la Cuna de la Reconquista!.” El 7 de noviembre participó en la histórica toma del monte Gurugú, que constituía todo un símbolo de la Campaña, continuando en las siguientes semanas en los reconocimientos y ocupación de la costa occidental del cabo Tres Forcas, desempeñando la jefatura de la Comandancia General de Melilla con carácter interino a la marcha del general Marina.
EL CAMPO DE INSTRUCCIÓN Y MANIOBRAS DE VIATOR En mayo de 1910 regresa a Vitoria haciéndose cargo nuevamente de su 12 División, pero en noviembre solicita el pase a la reserva, que le es concedida, regresando a Almería tras 57 años de servicio. Sin embargo, su participación en las operaciones de Melilla y, sobre todo, las dificultades habidas en movilizar unidades adecuadamente instruidas para el refuerzo de la guarnición norteafricana debieron gravitar en sus pensamientos ya afincado en su tierra natal, a la que empezó a considerar como asentamiento privilegiado para situar estas reservas, y con este objetivo comenzó a visitar parajes próximos a la Ciudad buscando un terreno que reunieran las condiciones adecuadas para albergar e instruir estas unidades. 37
Visitados los campos de Viator al pie de Sierra Alhamilla, vio en ellos el terreno ideal para su proyecto y, auxiliado de los oficiales de ingenieros Paniagua y Acosta elaboró en 1911 un completo proyecto de cuarteles para albergar una brigada de Cazadores a seis batallones de mil hombres, un regimiento de Caballería de quinientos caballos, un regimiento mixto de Artillería con un grupo montado y otro de montaña y otras fuerzas auxiliares, así mismo comprobó que las condiciones del campo de Viator reunía todas las característica necesarias para la correcta instrucción y adiestramiento de las unidades. El proyecto, acogido con entusiasmo por el Ayuntamiento de Almería, que veía en ello una oportunidad de progreso económico, fue remitido por Sotomayor al general Luque, Ministro de la Guerra, pero la muerte el 25 de julio de 1912 del general privo al proyecto de su principal valedor, lo que unido a la dejadez del Gobierno en la organización de las citadas reservas dejo el proyecto en el olvido del Ministerio. No es hasta la dictadura del general Primo de Rivera cuando el proyecto de unidades de reserva para el Ejército de África recobra vida y, a finales de 1923, el Ayuntamiento, que no había olvidado el proyecto de Sotomayor, inicia acciones para conseguir ser sede de estas unidades en pugna con otras capitales como Alicante o Málaga, confirmándose Viator en febrero de 1924 como uno de los asentamientos e iniciándose las obras por zapadores militares en abril. El 21 de julio, Primo de Rivera visita brevemente Almería procedente de Melilla tras su histórica visita al Ejército de África para comunicar su plan de acción para el Protectorado y, entre los actos programados, inspecciona las obras del campamento de Viator, donde descubre una lápida conmemorativa que recuerda al que fue visionario y promotor de aquellas instalaciones, el general Álvarez de Sotomayor. Su nombre pasó a identificar desde entonces el campamento, hoy base, y Campo de Tiro y Maniobras, que hoy en día conserva la importancia estratégica y condiciones para el adiestramiento que entonces supo vislumbrar el general almeriense.
EL ENTERRAMIENTO Fallecido por enfermedad, fue sepultado en Cuevas de Vera, su lugar de nacimiento, el 27 de julio de 1912. En el libro de registro del cementerio figura el destalle del panteón en que fueron depositados sus restos, el 743, en una sepultura de 1ª Clase con féretro de madera, siendo su viuda la señora doña Josefina Ramírez Cortes. Sin embargo, ninguna lapida ni identificación figura en el mencionado nicho y su recuerdo se ha desvanecido en el campo santo, 38
donde si perdura el magnífico monumento funerario de su sobrino, el celebrado poeta almeriense Jose María Martínez Álvarez de Sotomayor, que inmortalizo en su poemario Campanario la figura de su tío con los versos que recitó ante Primo de Rivera el día de su visita a Viator.
NOTAS 1
Antonio Vallecillo (1807-1880), Jose Almirante (1823-1894), Francisco Villamartin (1833-1872), o Carlos Banus y Comas (1852-1934) en el ámbito del pensamiento militar; José Aparici (1791-1857), el conde de Clonard (1793-1862), Serafín Estébanez (1799-1867), Adolfo Carrasco (1830-1906), Francisco Barado (1853-1922), los hermanos Luis y Fernando Fernández de Córdoba (1798/1840 y 1809/1883), Eduardo Fernandez San Román (1818-
1887), José Gómez de Arteche (18211906), Valeriano Weyler (1838-1930) o Francisco Martín Arrúe (1850-1915) en el terreno de la historia; tratadistas militares como Evaristo San Miguel (1785-1862), Manuel Gutiérrez de la Concha (1800-1874), Luis Fernández de Córdoba y Remón Zarco del Valle (1853-1906), Arturo Cotarelo y Valenzuela (1840-1898) y Jose Villalba Riquelme (1856-1936) entre otros
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A LA MEMORIA DEL GENERAL SOTOMAYOR Ufano porque llevo su apellido y más ufano por haber nacido en las tierras ardientes de Almería, alzo la voz poniendo en mis acentos un inmenso raudal de sentimientos en la pobre expresión de mi poesía.
Anciano ya y enfermo de la guerra buscó las calideces de esta tierra; puso en ella su afán y sus desvelos, y una tarde… a sus pies, puesto de hinojos, mi propia mano le cerró los ojos en el viejo solar de mis abuelos.
Hubiera sido a las justicia ultraje no rendir la provincia un homenaje al hijo que no tuvo otros quehaceres que vivir a la Patria consagrado en sus altos deberes de soldado y haciendo religión de esos deberes.
Aquí en la tierra de mi rudo canto, en el recinto de su camposanto donde labra el dolor sus escondrijos, Cuevas hará de su sepulcro un templo que a nuestros hijos servirá de ejemplo y a los hijos también de nuestros hijos.
Laborioso en la paz, su inteligencia supo arrancar inventos a la ciencia; entre los suyos prodigó cariño, y en los recios peligros de campaña ponía al descubierto por España aquel gigante corazón de niño. De los campos de Cuba y de Melilla prestigioso su nombre y sin mancilla tornó a su Patria. Y en decir sencillo relataba proezas de su gente mientras iban marcándose en su frente los sublimes destellos del caudillo. Y al narrar de las épicas jornadas parece que sus venas incendiadas hacían romper su corazón de atleta derramándose en llanto gota a gota cual fluyen de mi lira nota a nota mis sentidas nostalgias de poeta. En servicio de España y de su Rey entorchados ganó de oro de ley: no al acaso debidos ni a la suerte. ¡Valió Sotomayor porque valía; porque la luz que en su cerebro ardía no la pudo apagar más que la muerte! 40
CAÑÓN DE ACERO DE 8 CM - SISTEMA SOTOMAYOR Calibre Longitud de la boca de fuego Número de rayas Peso de la pieza Peso del Proyectil Peso de la carga de pryn. Número de cargas Tipo de proyectiles Tipo de espoletas Tipo de estopín Velocidad inicial Alcance máximo Sistema de cierre Sistema de puntería Sistema elástico Número de caballos o mulos
8 cms (78,5 mm) 2.215 m 16 608 Kg - 285 Kg boca fuego 332 Kg cureña 6.3 Kg 1,55 Kg Única Granada ordra con bandas de Cu en el culote Percusión mod. 1882 Atiempos mod. 1880 De fricción 450 m/seg 5.100 m De tornillo tres sectores lisos y tres rascados Alza y punto de mira mod. Armstrong No 6 en guerra, 4 en paz
ARMÓN Y CARRO DE MUNICIONES La cureña estaba formada por gualderas de acero, teleras de chapa y argollón de contera, entre las gualderas había una caja para accesorios. El mecanismo de puntería era mediante un tornillo de puntería que se hacía girar mediante un volante. El armón era metálico con cajas de madera; la diferencia fundamental con las de otras piezas era que estaban completamente separados los cartuchos de los proyectiles de los cebos, disminuyendo así la probabilidad de explosión. Tenía el centro de gravedad muy bajo para evitar que volcara con facilidad. Las dos cajas de proyectiles llevaban en total 18 proyectiles. Los 18 cartuchos iban situados en las cajas cartucheras. Sobre las cajas cartucheras y las de accesorios se colocaban tres almohadones que servían de asiento a tres artilleros, cuando el material no se destinaba a las baterías a caballo, en este caso no era posible que los sirvientes fueran sentados por los movimientos bruscos de la pieza a galope, por lo que iban todos a caballo. El carro de municiones llevaba las cajas de municiones y cartucheras idénticas a las del armón, más respetos diversos incluidos tres calderos de 15,20 y 25 litros respectivamente. En total el número de disparos transportados por la pieza entre el armón de arrastre de la pieza, el armón y carro de municiones era de 54. En las baterías a caballo armadas con este material contaban además con una cureña de respeto, enganchada a uno de los armones, con dos ruedas adicionales de respeto, para atender las frecuentes roturas de éstas en los cambios de posición al galope. 41