SEPTIEMBRE DE 2022
BARBARIE. LA CIUDAD LETRADA
APROPIACIÓN INDEBIDA EN EXPOSICIÓN El juego del absurdo
Un hecho reciente en la capital poblana vuelve a recordarnos que la idea de respeto a las otredades aún permanece en la utopía. O bien, que en ciertos sectores la idea del reconocimiento no tiene relevancia. Contradictorio, pues en los dichos o en la retórica, se insiste en una cosa, en tanto que, en los hechos: ausencias e indiferencias. Con bombo y platillo se inaugura en las Galerías del Palacio Municipal de Puebla una exposición que, a simple vista, parecieran objetos relacionados con el pueblo wixarika, es decir, aquel pueblo indígena del occidente de México conocido como huichol. Para sorpresa de algunos, la exposición es de una persona ajena a la cultura referida, un “artista” que, “inspirado en la cultura de los huicholes”, retoma parte de las creaciones artísticas originarias y, sobre todo, la técnica y el estilo que los distingue, es decir, el minucioso y fino trabajo en el arte de la chaquira; de manera que, a partir de la tradición artística distintiva wirarika, él genera una obra.
LIBERTAD MORA ProfesoraInvestigadora de la Facultad de Artes de la BUAP. Socia en PIRED AC. Doctorante en antropología social ENAH-INAH. libertad.mora@correo.buap.mx @mbixi
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Aquí el primer detalle. La obra sugiere, desde una mirada antropológica, una distorsión de lo que él considera el mundo wirarika. Aunque algunos podrían argumentar que cada individuo es responsable de su propia interpretación, más aún, cuando el tema de la creación artística está en juego, sin embargo, él referido justifica su obra con la idea de “dar voz a los pueblos originarios”. Estamos en pleno siglo XXI y los procesos de reivindicación y de exigencia de respeto de los derechos y garantías de los grupos indígenas no han sido en vano; nadie en lo individual y menos de manera colectiva necesitan que un externo les dé voz o los muestre ante el mundo “exterior” a través de su obra. El simple hecho de sugerirlo es irrespetuoso, muestra la jerarquía que se ha pretendido erradicar entre la idea del “otro” y un “nosotros”. Peor aún, que las instancias gubernamentales y sobre todo aquellas encargadas del área enfocada en el arte y la cultura promueven acciones como estas. Ningún grupo indígena necesita que el externo hable por ellos. Ya lo puntualizaba bien Gayatri C. Spivak en aquel famoso “Can speak the subaltern?” (¿Pueden hablar los subalternos?) y, aludiendo a la teórica hindú, los wiraritari (huicholes) no necesitan la distorsión de un ajeno para ser mirados e identificados por el mundo. Nadie, y si me permiten acotarlo, menos aun los wixaritari, pues ellos se caracterizan por su capacidad de agencia, movilidad y dotes artísticos que les identifican al interior como al exterior de sus comunidades por sí solos.
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ARTE WIXARITARI
En México, como en otros países, no son pocos los casos de plagio, apropiación indebida o "inspiración con lucro" de iconografías indígenas o étnicas, ahora bien, si ya se está legislando sobre el tema, ¿en qué radica la indiferencia?
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Segundo detalle. Para mal, y enfatizando el etnocentrismo contra los grupos indígenas, observamos que, de nueva cuenta, la lista de personas que “inspiradas” en las creaciones “otras” elaboran “algo”, es muy larga, incluso si nos remitimos a algunos de los grandes maestros del arte de las vanguardias. O si pensamos en las recientes controversias entre diseñadores y casas de moda que se “inspiran” en las iconografías indígenas. En el fondo es más de lo mismo: indiferencia por tratarse de grupos indígenas. Indiferencia por pensar que, por ser “otros”, lo que se genera no posee un valor también artístico, igual al de cualquier otro que se dice o pretende ser artista. Sabemos que el tema del arte remite a ámbitos subjetivos y otros más bien estructurales y contextuales. No obstante, hay detalles que, desde mi punto de vista, son importantes de reflexionar y dadas las características, cuestionar.
APROPIACIÓN INDEBIDA
APROPIACIÓN INDEBIDA
Repensemos la ironía. En lugar de cuestionar esta exposición, se celebra que haya sido visitada “por más de 50 mil visitantes”. Al respecto, las autoridades de cultura correspondientes debieran tener el cuidado y la asesoría adecuada en materia de oferta cultural, la cual, por supuesto, debe ser respetuosa, tanto en el contenido como en su público. Es ofensivo que se piense al arte y la cultura como un “pan y circo” que sirva para la entretención vacía y errada, y sin considerar realmente la relevancia de los contenidos. Es muy cuestionable que en lugar de generar una obra con los artistas wiraritari, esté la exposición de un tal César Menchaca. ¿Por qué la omisión de los primeros? ¿Acaso siguen con viejas y erradas ideas en cuanto a la noción de artista y arte?, es decir, cánones occidentales que, desde hace algún rato no tienen cabida. ¿O bien, sigue predominando la mirada etnocentrista por tratarse de indígenas? Los hechos hablan por sí solos. Al parecer la mirada universalista es la que sigue predominando a pesar de la reiterada insistencia e incluso celebración de la diversidad cultural que define a nuestro país.
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Por último, es muy cuestionable que se haga un mal uso del concepto de “inspiración”, sobre todo en el contexto reciente de apropiaciones y lucros en diferentes ámbitos. Al parecer, la idea de “inspiración” se ha convertido en la muletilla en boga, con la cual se pretende justificar un uso inadecuado de las expresiones, figuras, saberes, iconografías e imágenes de los que son verdaderos herederos y únicos dueños los pueblos indígenas. Recordemos que en algunos casos hay lucro, las mismas piezas o aquellas “retrabajadas” se venden a un costo elevado y no siempre hay un trabajo colaborativo en el que se pague lo justo y se reconozca a los creadores indígenas como autores también de la obra. Ignoro si, en la exposición que critico, hay pago o trabajo colaborativo. Lo que me queda claro es que los créditos en la exposición no son colectivos. Ergo, el concepto más cercano para caracterizar esta exposición es apropiación indebida. Es indignante que, como en otras exposiciones de otros artistas, sólo se usa el soporte o técnica de arte indígena como materia prima y no como una cualidad estética o como la obra misma. Y ni qué decir de los créditos autorales, pues para practicidad de intereses personales, ya está la muletilla “inspiración”.
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ARTE WIXARITARI
Cuestionable la exposición, el contenido y por supuesto, el papel de las autoridades con ofertas culturales como la referida. Sirva entonces este comentario no sólo para la crítica personal, que sea para 1) respetar las creaciones artísticas de grupos indígenas y afromestizos, 2) desde la academia marcar distancia de ese juego del absurdo.
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