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BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE LA HISTORIA

Comisión de Publicaciones Simón Alberto Consalvi Elías Pino Iturrieta Pedro Cunill Graü Inés Quintero Germán Carrera Damas

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ACADEMIA NACIONAL DE LA HISTORIA Boletín de la Academia Nacional de la Historia octubre-diciembre 2008 Caracas-Venezuela Impresión: GRÁFICAS FRANCO, C.A. DEPÓSITO LEGAL: pp191203DF132 ISSN: 0254-7325


PRESENTACIÓN

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PRESENTACIÓN

Este número del boletín correspondiente al cuarto trimestre del año 2008 abre con un estudio del académico y profesor Rafael Fernández Heres sobre el proyecto venezolano de Universidad Abierta y sus antecedentes. Es una historia de la instrucción universitaria extramuros que acreditada por el Estado, previa comprobación de los conocimientos, facilitaba obtener grados académicos con el mismo valor legal y profesional de los otorgados normalmente por la Universidad. Esta fue una política que fundamentó el gobierno del presidente Guzmán Blanco y que estuvo vigente hasta 1924 en medio de las diversas fallas de aquella Venezuela. La creación de la Universidad Nacional Abierta (UNA) fue el resultado de un compromiso político del gobierno del presidente Carlos Andrés Pérez. No obstante, las dificultades que se cruzaron a la Comisión Organizadora, fueron superadas, aunque no del todo satisfactoriamente. Su creación fue por Decreto Ejecutivo del 27 de septiembre de 1977 e inició su actividad sin llenar ciertos requisitos que exige todo ensayo. Sin embargo el potencial que contiene esta idea de la Universidad Abierta y a Distancia a todos los sectores y por la diversidad de sus opciones para facilitar el derecho a la libertad de aprendizaje, le da vigencia significativa ahora y en el futuro. De José Rafael Lovera, Individuo de Número de esta Academia, este boletín trae un estudio muy significativo sobre el papel esclarecedor que suministra la iconografía a un historiador: pinturas, dibujos, grabados, litografías, fotografías, filmes y otros productos de la reprografía de imágenes y la luz que arrojan sobre personajes, objetos arquitectura, paisaje, mentalidades y acontecimientos. Lovera pone como ejemplo las obras de Alejandro de Humboldt y Depons que sirvieron como carta de presentación de América y la República de Colombia. Más adelante el ingeniero Alberto Méndez Arocha, Individuo de Número de la Academia Nacional de Ingeniería y Hábitat presenta un estudio bien


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particular acerca de los diferentes estudios de mapas y de campo, las investigaciones orales a las tribus indígenas y demás fuentes novedosas para comprender la inmensidad del Orinoco y los mitos y errores que se han repetido acerca de la inmensidad del territorio que baña. Del historiador y profesor universitario Edgardo Mondolfi Gudat se publica un estudio que trata del tema militar, en particular el “Manual” elaborado por Antonio Jelambi, que apareció editado en Puerto Cabello en 1853; el primer año en el que el presidente José Gregorio Monagas sedirigía a las Cámaras Legislativas y les informaba de la situación particularmente crítica que vivía el país. Lo particular de ese libre de Jelambi, es que se trata de una guía para uso de militares y escrita por una persona de conocimientos teóricos sobre el tema en un país de guerreros y no de militares. La profesora Elizabeth Avendaño de la Escuela de Historia de la Universidad de los Andes publica en este número un estudio sobre el divorcio o separación conyugal que se interponía ante las autoridades civiles y eclesiásticas en la Mérida colonial, lo cual pone de manifiesto la violencia doméstica existente en aquella época y que hacía posible la separación conyugal pese a la estricta conducta de la iglesia católica que consideraba indisoluble el matrimonio. Era un sacramento. Del Licenciado en Historia Carlos García Torres se publica un estudio sobre la implantación del modelo español de sociedad medieval en sus colonias hispanoamericanas. De cómo el uso de objetos como bastones, alfombras, vestidos de seda, joyas etc., mostraban al grupo social al que pertenecía el portador. Era un mecanismo de distinción que se empleó en la España medieval en el período de la Reconquista y repoblación de la Península. Las notas bibliográficas comienzan esta vez con una reseña crítica del libro de Miguel Lucero El origen de Los Teques, premio Municipal de Literatura del Municipio Libertador de Caracas, hecha por el Licenciado William Rodríguez, profesor de la UCV y de la UCAB en Educación y Filosofía. R. J. Lovera De Sola elabora para este boletín notas bibliográficas sobre dos libros: La palabra ignorada de Inés Quintero que trata y llama la atención hacia el tema de la mujer en Venezuela. Otra de las publicaciones que evalúa


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Lovera De Sola es La voz de los vencidos de Tomás Straka que ofrece la historia de la Independencia desde la óptica de los españoles, es decir los perdedores en la mencionada guerra.


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EDITORIAL

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ESTUDIOS


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ANTECEDENTES DEL PROYECTO VENEZOLANO DE UNIVERSIDAD NACIONAL ABIERTA Rafael Fernández Heres (*)

Introducción Este ensayo de carácter histórico se circunscribe a desarrollar en cinco acápites los siguientes aspectos: 1) Antecedentes en Venezuela de la instrucción universitaria extra muros que acreditada por el Estado previa comprobación de los conocimientos, facilitaba la obtención de grados académicos con el mismo valor legal y profesional que los otorgados normalmente por la Universidad. Esta política universitaria que estuvo vigente entre 18831924, la fundamentó el gobierno del Presidente Guzmán Blanco en el principio del derecho a la libertad de aprender, y a su definitiva extinción en 1924 contribuyó el caudal de abusos y condescendencias que se presentaron en el transcurso del tiempo indicado; 2) Sentido y alcance que tiene en este ensayo la expresión Un hecho significativo para calificar la decisión política de crear la Universidad Nacional Abierta a mediados de la década de los años setenta del siglo XX; y, 3) Expectativas entusiastas y reservas que se crearon por la naturaleza del proyecto. Estos tres enunciados principales indican que nuestro estudio se concreta, especialmente y de manera abreviada a la consideración del trabajo que se hizo entre 1975 y 1977, es decir, año de designación de la Comisión Organizadora y año cúspide de la fase fundacional primaria, respectivamente, con la promulgación del Decreto de creación de la Universidad Nacional Abierta y del Reglamento General de la misma, actos que constituyen a juicio del doctor Luis Henrique Farías Mata, expresado en la reunión del Consejo Superior el 7 de junio de 1978, la culminación de los

(*) Individuo de Número de la Academia Nacional de la Historia. Sillón Letra “J”.


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trabajos que venía realizando la Comisión Organizadora con miras a la planificación y el despegue de este proyecto nacional denominado Universidad Nacional Abierta. Se finaliza con las conclusiones pertinentes, y las referencias bibliográficas necesarias para avalar determinadas informaciones y juicios expuestos en la exposición. I. Un nuevo camino a las aptitudes En la década de los setenta, toma cuerpo la modalidad de instrucción superior abierta y a distancia que en la historia de la cultura pedagógica del siglo XX se la puede calificar por el vigor que se visualiza en su desarrollo como una de las corrientes vitalizadoras de la educación contemporánea. Pero esta corriente, sobre la cual profundizaremos más adelante, ¿era en aquellos años setenta una realidad absolutamente inédita, o por el contrario tenía antecedentes que al menos en su momento asomaran ligeros indicios de la apertura de una nueva ruta para el desenvolvimiento de las aptitudes? En Venezuela, por la investigación que hemos realizado, y es probable que aconteciese igual o parecida experiencia en otros países, surgieron un planteamiento y una iniciativa en el siglo XIX; lo primero quedó a nivel de sugerencia presentada ante el Congreso de la República en 1837, sin ninguna trascendencia en el orden práctico; y lo segundo se instrumentó en 1883 a través del régimen de habilitación de estudios. En ambos casos se perseguía poner en funcionamiento una modalidad que flexibilizara la praxis instruccionista en el nivel de la enseñanza universitaria tradicional con la finalidad de ofrecer más oportunidades para la obtención de grados profesionales, naturalmente sin el vuelo que tiene la idea de la Educación Abierta y a Distancia en los presentes tiempos, pero que se puede calificar de ruptura con el modus operandi tradicional, si se evalúan las razones que la motivaron que se expondrán más adelante. A los fines de ilustración, leamos los términos para ver si merece que le demos el calificativo de antecedente a lo que sucedió en Venezuela en el siglo XIX y primeras décadas del siglo XX en materia de instrucción extra muros; en ambos casos estas proposiciones que se expondrán a continuación tuvieron por fundamento filosófico el principio de libertad de aprendizaje. 1. La proposición de 1837: La presentó al Congreso de la República el Secretario del Interior y Justicia, doctor José Bracho, en ocasión de recomendar


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al Cuerpo Legislativo la necesidad de la preparación de un plan general de instrucción y para lo cual adelantaba en materia universitaria por ser asunto de su inmediata responsabilidad como agente que era del Poder Público Central, entre otras sugerencias, la que sigue: Yo me atrevo a indicar que, sin perjuicio de que se señalen cursos y tiempo para obtener los grados académicos, se abra la entrada a ellos a los que tengan los conocimientos necesarios, cualquiera que sea el tiempo que hayan empleado para adquirirlos, cualquiera que sea el maestro o lugar en que hayan hecho sus estudios. Es necesario no poner trabas al progreso de los conocimientos: es necesario dejar a los venezolanos la libertad de escoger sus preceptores, de aprovecharse de sus talentos y esfuerzos para aprender en un término menor del que se prefija para lo general: todo lo que debe exigirse es que tengan las nociones necesarias los que van a recibir una autorización para ejercer una profesión científica. Para alejar los inconvenientes que pudiera haber, deberían tomarse las precauciones siguientes: que estuviese prohibido a los examinadores recibir cosa alguna de los candidatos con ningún título, imponiéndose una pena sin indulgencia al que faltare a este deber; que el candidato fuese examinado sobre todas las partes de la ciencia en que quisiera graduarse, que hablase y escribiese sobre los puntos de ella que se le designasen; que los examinadores pudiesen libremente sujetar al examinado a las pruebas que juzgasen convenientes con tal que el término de ellas no excediese en quince días, durando cada sesión a voluntad de los examinadores. Conocida de esta manera la capacidad del aspirante, ninguna dificultad hay en que sea graduado como los que comprueben haber cursado un número de años para obtener esa misma capacidad.1 Esta recomendación del doctor Bracho no tuvo receptividad alguna en aquel momento. 2. El Decreto del Presidente Guzmán Blanco: El segundo antecedente venezolano a la materia objeto de este acápite, lo constituye el Decreto de 24 de septiembre de 1883 promulgado por el Presidente Antonio Guzmán Blanco,

1. ‘‘Exposición que dirige al Congreso de Venezuela en 1838 el Secretario del Interior y Justicia’’, en Rafael Fernández Heres, Memoria de Cien Años, Caracas, 1982, tomo II, pp. 59-60.


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siendo Ministro de Instrucción Pública el doctor Aníbal Domínici. Por este Decreto ley se organiza la instrucción superior y científica en Venezuela, derogándose en consecuencia las leyes del Código de Instrucción Pública que, a partir de 1843 con las reformas que tuvieron, regía en las Universidades de Caracas y de Mérida; el Decreto reglamentario universitario del 28 de noviembre de 1844; el Decreto Ejecutivo del 17 de septiembre de 1881, orgánico de los colegios nacionales de varones y todas las demás disposiciones que fuesen contrarias a las preceptuadas en el Decreto ley de 1883. Por el título VII de este Decreto ley del 24 de septiembre de 1883 se introduce en la instrucción superior y científica de Venezuela que se cursaba en las Universidades de Caracas y Mérida y en los colegios nacionales de 1ª categoría, la modalidad de exámenes para la habilitación de estudios de los aspirantes que serían, de conformidad con el artículo 89. Los individuos que hayan hecho privadamente el estudio de las materias de uno o más años escolares de las cátedras enumeradas en este Decreto, y quieran habilitarlo para efecto de grados académicos, pueden solicitar en cualquier Colegio de 1ª categoría o Universidad, dirigiéndose al Rector, que se les admita al examen o exámenes a que aspiran.2 Los exámenes para la habilitación de estudios eran actos públicos previamente publicitados en periódicos de la localidad y de conformidad con el artículo 94. estos exámenes debían ser siempre individuales, observándose para su realización, las siguientes reglas: 1ª. La Junta examinadora se compondrá siempre de cinco miembros. 2ª. Cada examinador preguntará un cuarto de hora, cuando las materias sean idiomas, historia universal, historia natural o pedagogía, y media hora, en los demás casos. 3ª. Podrán examinar también extraordinariamente, individuos titulares concurrentes al acto, siempre que no pregunten por más de un cuarto de hora cada uno, y que el número de ellos no exceda de cinco en cada examen. 4ª. Se verificarán en días hábiles y nunca se harán más de dos por día, pudiendo ser uno de ellos nocturno.3

2. Leyes y Decretos de Venezuela. 1882-1883, Caracas, 1989, tomo 10, pp. 443-458 (Biblioteca de la Academia de Ciencias Políticas y Sociales) 3. Id.


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Con buena dosis de optimismo esperanzador veía el Gobierno la vigencia de este Decreto ley del 14 de septiembre de 1883, pues razones de interés social como la inclusión apuntalaban tan liberal decisión; y cuando el 3 de diciembre de 1886 se ve en el deber de endurecer las normas que regulan los procedimientos, porque los abusos estaban debilitando las habilitaciones, un vocero oficial, el Ministro Alejandro Goiticoa, alertaba en 1887, como haciendo un llamado de atención para evitar la revocación de tal gracia, que (…) al par que reconoce en los ciudadanos el derecho de optar a grados académicos, a título de suficiencia, declara de una vez que ese derecho no puede ejercerse sino en casos excepcionales y como un tributo que el Estado rinde a la igualdad civil, facilitando a los pobres y a los impedidos por causas extrañas, de seguir curso de estudios los medios de alcanzar la profesión a que sean acreedores por su contracción al estudio, aún en medio de las dificultades y privaciones que son inherentes a los desheredados de la fortuna.4 Aquí cabe añadir otra idea que expresada en su momento por el Ministro impulsor de esta innovación, doctor Aníbal Domínici, al calificar esta modalidad instructiva no presencial como (…) nuevo camino a las aptitudes para que no se viesen obligadas a quedar desconocidas e inútiles para sí y para la patria, por falta de los recursos cuantiosos necesarios para seguir los cursos académicos,5 contribuía a redondear la opinión favorable que había en el alto gobierno capaz de detener como muro de contención los embates de opiniones adversas a la idea, en caso de rectificarse los rumbos viciados. Pero más poder de convocatoria para incitar a la transgresión tuvo la astucia que las virtualidades del indicado Decreto ley y la intencionalidad liberal de los promotores de tan útil decisión, porque al poco tiempo de la reforma hecha al Decreto que se promovió el 3 de diciembre de 1886, restringiendo la política de habilitación de estudios, por la necesidad de remediar abusos que ocurrían,6 la declara como una con-

4. ‘‘Memoria que presenta el Ministro de Instrucción Pública al Congreso de los Estados Unidos de Venezuela en 1887’’, en Rafael Fernández Heres, Memoria de Cien Años, tomo III, pp. 261-262. 5. ‘‘Memoria que presenta al Congreso de los Estados Unidos de Venezuela el Ministro de Instrucción Pública en 1884’’, en Rafael Fernández Heres, Memoria de Cien Años, tomo III, p.133. 6. ‘‘Memoria que presenta el Ministro de Instrucción Pública al Congreso de los Estados Unidos de Venezuela en 1888’’, en Rafael Fernández Heres, Memoria de Cien Años, tomo III, p. 312; y ‘‘Decreto de 4 de agosto de 1887’’, en Leyes y Decretos de Venezuela, Caracas, 1989, tomo 13, pp. 495-496.


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cesión extraordinaria y se otorgará únicamente a los que no hayan podido seguir curso en las Universidades y Colegios Federales; y establece que el derecho de habilitar estudios (…) no podrá ser concedido a los estudiantes que en las Universidades y Colegios Federales de la República, hayan puesto matrículas para cursar alguna o algunas de las clases de idiomas, filosofía, u otras ciencias. Pero a esta altura de la exposición cabe preguntar, ¿cuáles eran las irregularidades que se cometían? El Ministro de Instrucción Pública denunciaba que los abusos que realizaban alumnos de algunos planteles públicos especialmente por los de la Universidad Central de Venezuela consistían en que, (…) al sentirse protegidos por la liberal disposición contenida en el referido artículo 89, extralimitaron en diferentes ocasiones el ejercicio de sus derechos escolares, interpretando torcidamente el espíritu de la ley, que no ha podido ser el de facilitar su propia violación para dejar entregado al azar y sin unidad posible el plan de estudios científicos en Venezuela. Y así habían interpretado las disposiciones legales aquellos alumnos, puesto que apoyándose en la facultad de habilitar estudios, concedida a los que por causas independientes de la propia voluntad, se viesen obligados a hacer los estudios privadamente, faltaban a cada paso a los mandatos terminantes de la ley y al respeto debido a las autoridades universitarias, reservándose corregirlo todo, con solicitar en tiempo oportuno la habilitación de estudios, como si los hubiesen hecho privadamente, no obstante que habían dejado sentadas en los libros de las Universidades y Colegios, las matrículas correspondientes a los años escolares que luego declaraban haber estudiado fuera de los institutos.7 No obstante esta medida destinada a salvar lo aprovechable, la situación tuvo que ser grave e irrecuperable al grado que motiva al Gobierno a revocar por Decreto de 4 de agosto de 1887 el beneficio de la habilitación de estudios, y en consecuencia, retírase definitivamente a las Universidades y Colegios Federales de 1ª categoría la facultad de habilitar estudios. Siguiendo la historia de este régimen de habilitación de estudios realizados privadamente, se debe señalar que al mismo se le atribuía haber contri-

7. ‘‘Memoria que presenta el Ministro de Instrucción Pública al Congreso de los Estados Unidos de Venezuela en 1887’’, en Rafael Fernández Heres, Memoria de Cien Años, tomo III, pp. 261.


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buido al decaimiento de los estímulos al estudio y así lo calificaba ante el Congreso de la República el Ministro de Instrucción Pública en 1884, pues, (…) desde que se abrió la puerta a las habilitaciones que ofrecían al favoritismo medios para alcanzar títulos que no pueden merecerse, sino con la constante asistencia a las aulas a oír las explicaciones científicas en cursos regulares, y se multiplicaron las asistencias a diversos cursos a la vez sin que por la multiplicación de los estudios indigestos se aumentasen los conocimientos científicos; y los lauros de la ciencia, cuya adquisición era objeto de afanes prolijos, perdieron la majestad y el brillo que les conferían la rigurosa severidad de los exámenes y las solemnidades imponentes con que se confería la investidura académica a los que lograban alcanzarla.8 No obstante lo señalado, el Código de Instrucción Pública de 1897 trae el Libro V, título único, dedicado a establecer las condiciones para habilitar estudios, y efectos de la habilitación;9 pero en 1901 el Ministro de Instrucción Pública en su informe anual al Congreso se refiere extensamente a esta materia de habilitación, diagnosticando la situación negativa experimentada en los procesos de habilitación, pero manteniendo el beneficio con determinadas restricciones; veamos: Esta interesante materia, digna de estudiarse con la mayor serenidad por parte de los Gobiernos bien intencionados, ha sido tan llevada y traída, tan contradicha, como la de la instrucción secundaria en general. El Poder Ejecutivo Nacional regido por el general Cipriano Castro como Jefe Supremo de la República, dictó un decreto derogando en todas sus partes el título único del Código de Instrucción Pública, que consagra la habilitación de estudios y establece condiciones para llevarla a cabo; hecho todo en uso de las facultades extraordinarias de que el Jefe Supremo estaba para entonces investido. El Poder Ejecutivo consideró, sólo por una faz de la cuestión, que dicho título se presta en efecto a deficiencias notorias y abusos muy comunes y trascendentales, que amenazan seriamente el porvenir de nues8. ‘‘Memoria que presenta el Ministro de Instrucción Pública a las Cámaras Legislativas en su Reunión Constitucional de 1894’’, en Rafael Fernández Heres, Memoria de Cien Años, tomo III, p. 550. 9. Leyes y Decretos de Venezuela, Caracas, 1992, tomo 20, pp. 452-453.


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tra enseñanza profesional y científica por el lastimoso nivel que establece entre los estudiantes que siguen religiosamente el programa de estudios respectivo en el tiempo y en la forma que la ley exige, y los que no lo siguen o lo hacen caprichosamente fuera de las condiciones de orden, método y prácticas a que debe ajustarse, como condición indispensable, todo plan de estudios para que sea verdaderamente provechoso. Viéndolo con detención el mal no está científicamente allí, porque hay que conceder a la inteligencia humana sus dones innatos de intuición y asimilación, que la puedan llevar sin la necesidad de la rigidez de los claustros, a la posesión completa de aquellas materias que forman una profesión. De modo que regimentando la habilitación de estudios y restringiéndola concienzudamente para que no resulte otorgada la gracia del título por medios fraudulentos en lo moral y en lo intelectual, podríamos, quizás, y sin quizás, dictar una disposición justiciera que consagre los fueros de las inteligencias capaces, que sin medios para llegar a los centros docentes, tienen que hacer sus estudios privadamente, llevadas de esa noble ansia del saber que impulsa a los hombres de mérito a hacerse superiores a su medio ambiente. Podría, pues, crearse de nuevo en el código que se prepara la habilitación de estudios a que se refiere el libro V del código actual, que fue derogado por decreto ejecutivo del 1º de septiembre de 1900, sobre las bases siguientes, que me permito someter a vuestra respetable consideración: Las personas que hayan hecho privadamente el estudio de las materias de uno o más años escolares de las cátedras enumeradas en el Código de Instrucción Pública vigente, y quieran habilitarlos para efectos de grados académicos, lo solicitarán así ante el Ministerio de Instrucción Pública, expresando todos y cada uno de los exámenes que se desea rendir; y los permisos que al efecto se otorguen serán siempre individualmente, no permitiéndose en ningún caso hacer anticipadamente en menor tiempo estudios para los cuales la ley exija un tiempo mayor, ni se concederá la gracia a dos o más personas reunidas. Si el aspirante a la habilitación ha sido cursante de algún instituto docente de la República, se presentará junto con su petición escrita la certificación de haber obtenido, por lo menos en tres exámenes anteriores, la calificación de sobresaliente o distinguido. En el caso de no haber sido cursante, deberá presentar una certificación firmada por tres personas idóneas en


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que conste su aplicación y aprovechamiento en el estudio de las materias que desea habilitar; y cuando el Ministro de Instrucción Pública lo juzgue conveniente, puede nombrar un inspector que presencie los exámenes de habilitación, nombramiento que se comunicará al rector de la universidad cuando se le participe la resolución en que se concede la gracia. Para que estos exámenes sean verdaderamente rígidos y provechosos, deberán ser rendidos únicamente ante la Universidad Central, cuando se refieran a cualquiera de las materias que constituyan cursos para grados de doctor y bachiller, pues para los títulos de ingeniero civil, militar, agrónomo y agrimensor los exámenes deberán rendirse ante la Escuela de Ingeniería. Como ya queda dicho, los exámenes para habilitación de estudios serán siempre individuales y se contraerá cada uno a las materias de una cátedra y de un año escolar; y las juntas examinadoras para dichos actos, se compondrán siempre de cinco examinadores y cada examinador preguntará media hora, debiendo pertenecer a dicha junta el inspector que nombre el Ministro de Instrucción Pública cuando lo creyere conveniente, para lo cual el referido inspector debe pertenecer a la facultad respectiva. En estos exámenes de habilitación de estudios, se observará el mismo orden que en los de los cursantes a fin de año: no se podrá verificar ninguno de ellos sin la aprobación de los que deban precederle; y para ser aprobado, es indispensable que el candidato obtenga por lo menos la calificación de distinguido; en caso contrario, el examinado no podrá ser admitido al mismo examen antes de seis meses; estableciéndose de modo irrevocable que dos declaratorias de insuficiencia en una misma materia, aunque una de ellas haya sido sufrida como cursante, privan al espirante del derecho de solicitar nuevo examen para la habilitación de estudios. Tanto la aprobación como las declaratorias de insuficiencia las comunicará en cada caso el Rector de la Universidad Central al Ministerio de Instrucción Pública. Los derechos de la habilitación pueden establecerse así, salvo mejor opinión de vuestra sabiduría: Para el Rector y cada uno de los - -5 examinadores a B. 20……… B. 120,00 - El Secretario……………………B.

12,00


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- Cada bedel a B. 3,00…………… B.

6,00

- El sirviente……………………

B.

2,00

- La Caja de la Universidad…… .

B.

60,00

B. 200,00 El individuo que hubiere habilitado de conformidad con las ideas aquí emitidas los estudios requeridos para grados académicos, puede optar a ellos, siendo de advertirse que los requisitos para grados de individuos que hayan habilitado parte o la totalidad de los estudios correspondientes, serán, en todo lo demás, análogos a los exigidos para los respectivos grados a los cursantes, y los títulos académicos obtenidos mediante la habilitación de estudios, producirán los mismos efectos legales que los correspondientes a cursantes.10 Sin duda que este razonamiento del Ministro de Instrucción, más la presión de opinión que le pudiese ser favorable, influyen para que en el Código de Instrucción Pública de 1904 y en el que luego se promulga en 1905, se restablezca el régimen de habilitación de estudios11 con la anuencia del caudillo, como es explicable en un gobierno como el que presidía el Presidente Castro, que en 1900 lo había excluido de los planteles universitarios porque (…) se presta a inconvenientes graves, a deficiencias notorias y a abusos muy comunes y trascendentales, que amenazan seriamente el porvenir de nuestra enseñanza profesional y científica, por el lastimoso nivel que establece entre los estudiantes que siguen religiosamente el programa de estudios respectivo en el tiempo y en la forma que la ley lo exige y los que no lo siguen, o lo hacen caprichosamente, fuera de las condiciones de orden, método y práctica a que debe sujetarse (…), todo plan de estudios para que sea verdaderamente provechoso.12

10. ‘‘Exposición que presenta al Congreso de los Estados Unidos de Venezuela en 1902 el Ministro de Instrucción Pública en 1884’’, en Rafael Fernández Heres, Memoria de Cien Años, tomo III, pp. 717720. 11. Leyes y Decretos de Venezuela, tomos 27 y 28, años 1904 y 1905 respectivamente, pp. 775-776 y 207, respectivamente. 12. ‘‘Exposición que presenta al Congreso de los Estados unidos de Venezuela el Ministro de Instrucción Pública en 1902’’, en Rafael Fernández Heres, Memoria de Cien Años, tomo III, pp. 717-718.


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También lo acogen los Códigos de Instrucción de 1910 y 1912.13 Corresponderá al Ministro de Instrucción, doctor Rubén González, excluirlo definitivamente de la legislación a partir de la promulgada en 1924, que con su normativa disciplinó el régimen de instrucción,14 tan maltratado como consecuencia de la sentencia de la Corte Federal y de Casación de 1914, y leyes que de inmediato se aprobaron y establecieron en el país un régimen escolar de absoluta libertad de enseñanza.15 En efecto, el Ministro de Instrucción Pública Rubén González, informó al Congreso en 1927 al referirse a la materia de habilitación de estudios, concebida ésta como una modalidad de beneficio excepcional para acreditar la suficiencia de conocimientos y obtener títulos profesionales, la posición de rechazo que se tenía tanto en el Poder Ejecutivo como en las Cámaras Legislativas sobre este particular: Ha sido norma invariable del Despacho que las disposiciones de la ley tengan su más estricta aplicación, pues ningún funcionario ni ninguna autoridad tienen atribuciones para conferir gracias que tratan de sustituir la falta de cumplimiento de los requisitos legales. Las habilitaciones de estudios y las gracias comunes en otras épocas, por estar autorizadas por la ley entonces vigente, lejos de prestar ayuda a la instrucción y al mismo aspirante, lo que hacen es proteger y estimular el

Ver también Leyes y Decretos de Venezuela. 1900, Caracas, 1992, tomo 23, pp. 203-204 (Decreto de 1º de septiembre de 1900, por el cual se deroga en todas sus partes el Título Unico, Libro V, del Código de Instrucción Pública sobre habilitación de estudios). 13. Leyes y Decretos de Venezuela. 1910, Caracas, 1992, tomo 33, pp. 171-172; y 1912, Caracas, 1993, tomo 35, pp. 443-444. 14. ‘‘Ley Orgánica de la Instrucción, de 30 de mayo de 1924; y Ley de Instrucción Superior y Especial, de 4 de junio de 1924’’, en Leyes y Decretos Reglamentarios de los Estados Unidos de Venezuela, Caracas, 1943, Ministerio de Relaciones Interiores, tomo VII, pp. 315 y 347. 15. ‘‘Corte Federal y de Casación, Sentencia que declara con lugar la colisión denunciada entre varios artículos del Código de Instrucción Pública y la Constitución Nacional’’, en Memoria de la Corte Federal y de Casación presentada al Congreso Constituyente de los Estados Unidos de Venezuela en su reunión de 1915, Caracas, 1915, pp. 93-98. En cuanto a la legislación sobre instrucción de 1915, ver: Leyes y Decretos Reglamentarios de los Estados Unidos de Venezuela, Caracas, 1943, Ministerio de Relaciones Interiores, tomo VII: ‘‘Ley Orgánica de Instrucción, de 30 de junio de 1915’’, p. 515; ‘‘Ley de Certificados y Títulos Oficiales’’, de 30 de junio de 1915, p. 475; y, ‘‘Ley de Instrucción Superior, de 30 de junio de 1915’’, p. 499.


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aprendizaje defectuoso, al permitir al educando no cumplir ciertos requisitos esenciales en sus estudios o presentar en el tiempo escaso, materias mal vistas y peor estudiadas y para las cuales un racional plan de estudios exige un tiempo necesario y conveniente. En tal sentido el Ejecutivo federal se ha mostrado inflexible ante los casos esporádicos que se han presentado. Las Cámaras Legislativas por su parte, han establecido también jurisprudencia a este respecto, de acuerdo con los principios constitucionales, y así merecen mención los diferentes acuerdos de la Cámara de Diputados de 24 de mayo a 3 de junio y 4 de julio de 1924, declarando las correspondientes solicitudes extrañas a la jurisdicción de la Cámara. Del mismo modo establece precedente definitivo el informe de la Comisión permanente de instrucción pública de la referida Cámara en sus sesiones de 1925, en la cual dicha Comisión observa <que en las leyes vigentes de instrucción publica no existe ningún capítulo referente a la habilitación de estudios, por una parte, y por la otra, que la Comisión no encuentra entre las atribuciones de la Cámara ni del Congreso, especificadas en nuestra Carta Fundamental, ninguna que la faculte para otorgar esta concesión> y acuerda declarar que <la Cámara carece de jurisdicción para conocer y resolver acerca de la solicitud de los estudiantes etc., etc.>.16 De las consideraciones anteriores se desprende una conclusión, que los excesos son eficaces corrosivos para destruir proyectos e iniciativas por muy útiles que sean para el progreso social. II. La idea de un venezolano que se ensancha en el siglo XX Cuando en 1972 la Comisión Internacional para el Desarrollo de la Educación constituida por la UNESCO presentó al Director General de esta Organización el informe final, contentivo de un cuerpo de reflexiones y recomendaciones sobre las estrategias de la educación a escala mundial, refirió bajo el título clientelas nuevas, las iniciativas que en algunos países se realiza16. ‘‘Memoria que el Ministro de Instrucción Pública presenta al Congreso Nacional en sus sesiones ordinarias de 1927’’, en Rafael Fernández Heres, Memoria de Cien Años, Caracas, 1981, tomo IV, vol. II, pp. 1148-1149.


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ban para llevar la educación a sectores de la población generalmente excluidos de los centros educativos tradicionales, lo que sigue: En todo el mundo, se manifiesta la necesidad de crear instituciones dirigidas a categorías especiales de adultos: trabajadores que buscan cualificarse, cuadros y técnicos reclutados de repente, bajo la presión de transformaciones políticas o sociales, para asumir responsabilidades para las cuales no habían sido preparados, o <desfasados> como consecuencia de mutaciones tecnológicas. Particularmente interesantes a este respecto, aparecen ciertos sistemas destinados sobre todo a ensanchar el acceso a la enseñanza superior;17 y en relación con esta última alusión, señala la experiencia de la Open University en el Reino Unido, que la califica como El sistema hoy día más elaborado (…) que combina la escucha de emisiones de radio y televisión, la utilización de manuales especiales y <estuches de enseñanza> (learning kits), el trabajo por correspondencia, la consulta de videocassettes, los seminarios de grupos y las sesiones de verano.18 Luego, el Informe al referirse a la desformalización de las instituciones, lo hace entendida ésta como el reconocimiento de todas las vías –formales y no formales, intrainstitucionales o extrainstitucionales- (que) podrían ser admitidas en principio como igualmente válidas,19 y desarrolla este principio de reconocimiento en los términos siguientes, coincidentes con los que expresó en 1837 el Ministro venezolano doctor José Bracho, citado anteriormente: La educación debe poder ser impartida y adquirida por una multitud de medios, ya que lo importante no es saber qué camino ha seguido el sujeto, sino lo que ha aprendido y adquirido,20 señalando como casos ilustrativos del principio antes enunciado la experiencia de la universidad sin muros en Estados Unidos, con la cual se corresponden experiencias más o menos parecidas en otros varios países,21 entre las que están las siguientes universidades: Antioch, Bard, Hofstra, Loreto, Heights, Monteith, Masson 17. Edgar Faure y otros, Aprender a ser/La educación del futuro. UNESCO, 1972. Madrid, 1973, p. 211. 18. Id. 19. Ibid., p. 270. 20. Ibid., p. 269. 21. Ibid., pp. 271-272.


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New College, en Saratoga, Northern Illinois State, Sarah Lawrence, Shimer y Stephens. Para ilustrar sobre las peculiaridades que tenían tales experiencias el referido Informe UNESCO señala que (…) sus características esenciales son las siguientes: admisión de toda persona entre dieciséis y sesenta años que desee proseguir estudios; programa individual destinado a responder a las necesidades y a los intereses de cada estudiante; inventario de las fuentes de información que precise (manuales, bandas magnéticas, laboratorios, contactos personales, etc.); estudios organizados por cada estudiante de forma individual o por grupos de estudiantes; cada estudiante debe pasar al menos la mitad del año universitario en el centro de experimentación de un campus; diálogo continuo entre el estudiante y su monitor. El personal docente de las <universidades sin muros> comprende, además de un cierto número de profesores agregados a un campus determinado, expertos procedentes del sector agrícola o del mundo de los negocios, científicos, artistas y hombres políticos. El estudiante que desea obtener un diploma universitario tiene derecho en todo momento a solicitarlo y a presentarse a examen cuando él se considere preparado.22 Hago referencia este reducido grupo de instituciones universitarias comprometidas desde la primera hora con la modalidad de Educación Abierta y a Distancia, y mencionadas en el indicado Informe UNESCO preparado a comienzos de la década de los setenta para resaltar el avance y fortalecimiento tan significativo de esta corriente, de modo que para los años finales del pasado siglo XX, la XVIII Conferencia Mundial del ICDE, celebrada en la Penn State University de Estados Unidos en junio de 1997, fue evidente escenario, que a juicio del doctor Miguel Casas Armengol, demostró el gigantesco crecimiento mundial de las Universidades a Distancia abarcando países con niveles muy diferentes de desarrollo.23 De modo que ante tales hechos, estos regímenes instruccionistas que se inscriben en ese principio que el Informe UNESCO Aprender a Ser denomina

22. Edgar Faure y otros, Aprender a ser..., p. 271-272. 23. Miguel Casas Armengol, ‘‘El Nuevo ambiente de Aprendizaje. Una Perspectiva Global para la U.N.A.’’, en Seminario Taller: Una Perspectiva para el Próximo Siglo, Universidad Nacional Abierta. Caracas, 1997, p. 86.


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en algún caso desformalización de las instituciones y en otros universidades sin muros, educación a distancia, o sea reveladores de la idea de sistemas abiertos, si bien para comienzos de la década de los años setenta eran gérmenes que comenzaban a incoar una corriente educativa, que históricamente se define como el resultado de un progresivo incremento de sucesos de una determinada temática, que se estabiliza y perdura, puede también perder su fuerza, decaer y desaparecer,24 en la actualidad, por el contrario, esta modalidad es vigorosa y se presenta mundialmente consolidada. En cuanto a Venezuela, todavía nos queda por añadir dos iniciativas que emprendió a finales de la década de los años treinta del siglo XX, el Ministerio de Educación de Venezuela, que se apuntan en la dirección de la modalidad de educación a distancia. Estas iniciativas fueron: 1º) La creación del Centro de Extensión Pedagógica creado en 1938, y 2º) el Instituto de Mejoramiento Profesional del Magisterio diez años más adelante; veamos: 1) El Centro de Extensión Pedagógica se organizó como una sección de la Dirección de Cultura del Ministerio de Educación y fue creado por Decreto Ejecutivo del 30 de noviembre de 1938. El Centro de Extensión Pedagógica tuvo en actividad tres programas: a) Cursos por Correspondencia; b) Radio Educativa y c) Cine Educativo. El programa de Cursos por Correspondencia se organizó en atención a la necesidad urgente de ofrecer a los maestros en ejercicio, no titulares y a numerosos aspirantes a ingresar en el magisterio, una oportunidad para adquirir la capacitación pedagógica necesaria en el desempeño de su misión y en vista de la imposibilidad de llevar a aquellos maestros y aspirantes, a cursar estudios en las Escuelas Normales. El curso por correspondencia para formar maestros de Instrucción Primaria se inició el 16 de enero de 1939 y para el 31 de diciembre de 1943 el volumen de cursantes activos ascendía a quinientos cincuenta y ocho. El programa de Radio Educativa se inició el 16 de enero de 1939 y desde esta fecha hasta diciembre de 1943 realizó dos mil setecientas radio-trans-

24. La obra de Pedro Roselló, La Teoría de las corrientes Educativas, La Habana, 1960 (Publicación del proyecto Principal UNESCO-América Latina), es ilustrativa sobre esta materia.


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misiones diurnas y nocturnas, destinadas a indicar a los maestros las mejores formas de aplicar en nuestro medio las técnicas y los adelantos de la metodología moderna, con las transmisiones diarias realizadas desde las más acreditadas escuelas de la capital. El programa Cine Educativo funcionó desde enero de 1939, y su finalidad fue la de utilizar el cinematógrafo como auxiliar de la enseñanza. Durante 1942 realizó ciento cuarenta y cuatro proyecciones con una asistencia de treinta y cinco mil doscientos tres escolares; y en 1943 se realizaron seiscientas ochenta y dos proyecciones con asistencia de cincuenta y cinco mil doscientos noventa y tres escolares. La Memoria y Cuenta que presenta al Congreso Nacional en sus sesiones de 1944 el Ministro Rafael Vegas trae amplia información sobre esta incipiente iniciativa de educación a distancia. Allí se señalan además de las deficiencias que entorpecían el desarrollo de las actividades, también las posibles reformas para mejorarlas. 2) El Instituto de Mejoramiento Profesional del Magisterio, fue un proyecto que anunció el Ministro Luis B. Prieto Figueroa en la Memoria que presentó al Congreso Nacional en sus sesiones de 1948. Pero entró en funcionamiento desde el año escolar 1950-1951. Se creó este Instituto, hoy parte de la Universidad Pedagógica Experimental Libertador, con la finalidad de facilitar la profesionalización de los maestros en servicio no titulados y la especialización de los titulados. Fue necesario que dicho Instituto, dice la Memoria que el Ministro de Educación presenta a la Asamblea Constituyente en 1953, iniciara sus labores limitándose al sector no graduado, por cuanto la circunstancia de existir más de 9000 maestros sin título para 1950-51, constituía el problema de mayor gravedad y de más urgente solución. Esta considerable cifra de maestros no graduados, y su dispersión en el territorio nacional, hacía imposible cualquier organización de un sistema de estudios basado en la enseñanza directa, y por ello se optó por un procedimiento que permitiera combinar esta forma con la enseñanza por correspondencia, mediante cursos especiales de vacaciones. A la vista de los antecedentes señalados y otros que se pueden añadir como los Estudios Universitarios Supervisados ofrecidos por algunas universidades venezolanas, la decisión que tomó el gobierno de crear la Univer-


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sidad Nacional Abierta (UNA) en 1977, por sus características representa, no obstante sus deficiencias como experiencia concreta, una contribución significativa a la fragua de una corriente de la educación contemporánea con gran consistencia: 1) por la fortaleza que le inyecta la propia historia multisecular de la Universidad como corporación ecuménica del saber; y, 2) por los medios tecnológicos que para fortalecerse en sus propósitos estratégicos le ofrece la sociedad de la información y de la comunicación que le permitirá actuar con gran capacidad de alcance y penetración. De modo que tomando en cuenta tales factores las universidades, dice el Informe a la UNESCO de la Comisión Internacional presidida por Jacques Delors, 1996, ofrecen determinadas peculiaridades que les confieren un carácter excepcional: son el conservatorio vivo del patrimonio de la humanidad, patrimonio que se renueva incesantemente por el uso que de él hacen los profesores y los investigadores (…), lo que las provee de condiciones para que cada universidad se proyecte como <abierta> y ofrezca la posibilidad de aprender a distancia, en el espacio y en distintos momentos de la vida.25 III. Será la institución más importante En 1975, a un año de la gestión político-administrativa del Presidente Carlos Andrés Pérez, su Ministro de Educación doctor Luis Manuel Peñalver, en la Memoria que presenta al Congreso Nacional para informar sobre la labor realizada durante el año precedente, 1974, y notificarle los programas previstos para los restantes años del quinquenio (1974-1979), anuncia, entre las acciones de interés primordial a cumplir a mediano plazo, en el sector de educación superior, la señalada en el numeral 30: Ensayo y aplicación de nuevas tecnologías de la enseñanza como medio de mejorar la enseñanza y ampliar las oportunidades <abiertas> en educación superior para la población adulta del mercado ocupacional y para la actualización y el entrenamiento de los docentes en servicio.26

25. ‘‘Informe a la UNESCO presentado por la Comisión Internacional sobre la Educación para el Siglo XXI, presidido por Jacques Delors’’, en La Educación Encierra un Tesoro, Madrid, 1996, p. 153. 26. ‘‘Memoria y Cuenta que el Ministro de Educación presenta al Congreso Nacional de la República de Venezuela en sus sesiones de 1975’’, en Rafael Fernández Heres, Memoria de Cien Años, Caracas, 1981, tomo VI, vol. II, p. 588.


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Y este asunto de interés primordial que se había promocionado durante las jornadas de la campaña electoral del candidato del Partido Acción Democrática, una vez Presidente de la República, se incluye en el V Plan de la Nación 1976-1980, como una de las acciones de las estrategias educativas para la innovación destinada a satisfacer las exigencias que demanda la expansión y efectiva atención a la población estudiantil a nivel de educación superior y media diversificada. El hecho de incluir este asunto de interés primordial en el capítulo de la innovación, imprime al proyecto de educación abierta y a distancia un significativo rango por las funciones a cumplir, para lo que requiere de instituciones y formas de instrucción no tradicionales, especialmente apropiadas para atender a la masificación educativa.27 A este efecto, más adelante en el punto c) precisa la modalidad didáctica que empleará para el logro del fin propuesto: El desarrollo de la Educación a Distancia; y agrega que Se atenderá, a grandes grupos, especialmente adultos, a través de la tecnología educativa y de formas de educación a distancia o abiertas, que permitan dar Educación Básica, Media Diversificada, Superior, de Adultos permanente y recurrente a aquellos grupos que no aprovecharon la igualdad de oportunidades del Sistema para la educación.28 De inmediato, en el punto d) Creación de Instituciones y formas de enseñanza para atender la masificación educativa en la educación superior, se determina la creación de instituciones y formas aptas de enseñanza para la atención de los grandes volúmenes de aspirantes a ingresar a la educación superior, y anuncia la creación de: La Universidad Nacional Abierta (que) será la institución más importante que operará en coordinación con los demás programas de cursos supervisados de este nivel. Su objetivo primordial será la formación, profesionalización y mejoramiento del magisterio. Estas modalidades se desarrollarán en todos los sectores del sistema y el énfasis central se hará a través de metodologías no formales y no escolarizadas.29

27. ‘‘Memoria y cuenta que el Ministro de Educación presenta al Congreso Nacional de la República de Venezuela en sus sesiones de 1976’’, en Rafael Fernández Heres, Memoria de Cien Años, tomo VI, vol. II, p. 616. 28. bid., p.618 (Punto C). 29. Ibid., p. 619.


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Al profundizar sobre el alcance de la proyectada funcionalidad de la Universidad Nacional Abierta, encuentro que se la concebía, según los propósitos comunicados al Congreso de la República en la oportunidad indicada, como una gran corporación para promover la inclusión social y económica de la población, especie de gran sistema complementario y quizás paralelo al tradicional, pues estaba llamado a ocuparse tanto de la denominada educación formal como de la no formal, y ésta, definida allí como la actividad educativa organizada y sistemática, desarrollada fuera del marco de referencia del sistema formal del aula, se pretende incrementar el ritmo de expansión cualitativa y cuantitativa del sistema educativo y modificar las pautas de distribución de las oportunidades entre los estratos sociales y culturales.30 Para hacer realidad esta actividad educativa, proyecta los siguientes programas: a) para el desarrollo de la comunidad; b) para las áreas rurales; c) para las áreas fronterizas e indígenas; d) para los adultos y desertores del sistema formal tanto a nivel de educación básica como de educación media diversificada a fin de que todos los venezolanos alcancen niveles de formación y capacitación a través de tecnologías educativas no tradicionales y mediante módulos de aprendizaje individualizado.31 Y añade, además, que la Universidad Nacional Abierta creará unidades específicas complementarias en los Institutos Pedagógicos, Escuelas de Educación y otras Escuelas e Institutos, que se orienten hacia formas de enseñanza especialmente adaptadas para atender las necesidades de Educación Superior, mediante métodos, estructuras y enfoques educativos no tradicionales (…).32 Sólo convocando todas las ideas anteriormente expuestas para la reflexión, se hallará la razón de ser y la magnitud de los propósitos iniciales instalados en el proyecto UNA y habrá acuerdo para clasificar al proyecto UNA, como (…) la institución más importante que operará en coordinación con los demás programas de cursos supervisados de este nivel. Su objetivo primordial será la formación, profesionalización y el mejoramiento del magisterio.33 Aquí cabe señalar, la Institución más importante en el gobierno de la república pedagógica del país. Siguiendo la trayectoria de este vasto programa de educación abierta y a distancia (1976-1980) presentado al Congreso de la República en la Memoria

30. Ibid., p. 624. 31. Ibid., pp. 625-626. 32. Ibid., p. 626. 33. Ibid., p. 619.


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del año 1976 por el Ministro Peñalver, se observa cómo y cuánto se reduce su dimensión en el documento Bases sobre Políticas, Estrategias y Acciones Concretas para el Desarrollo de la Educación Superior Venezolana aprobado por el Consejo Nacional de Universidades en su reunión de febrero de 1977, específicamente en el punto política de innovación, donde el asunto se puntualiza con una dibujada imagen, redactado probablemente en tales términos para el logro del consenso; en efecto fue aprobado en los términos siguientes: Desarrollar y ampliar nuevas formas de educación no tradicionales, mediante instituciones y métodos de enseñanza experimental, tales como la universidad abierta, los estudios supervisados y los estudios libres. 34 IV. La creación de una Universidad (…), como universidad abierta El Ministro Luis Manuel Peñalver por Resolución Nº 200 -Dirección General de Educación Superior- del 15 de julio de 1975, abre el camino que conducirá a la construcción del nuevo proyecto universitario y fundamenta la decisión en el artículo 12 de la Ley de Educación y en el Parágrafo UNICO del artículo 10, de la Ley de Universidades. En la historia de la educación venezolana, se debe registrar que fue muy acertada esta decisión de fundamentar el espíritu, propósito y la razón de este proyecto en los artículos señalados porque lo proyectado traía una idea diferente a la que inspiraba el tradicional comportamiento didáctico de la universidad venezolana, y el proyecto UNA traía en su equipaje las características para innovar. Para materializar este objetivo se crea la Comisión Organizadora por el artículo 1º de la resolución señalada, que dice: Artículo 1º. Se crea la Comisión Organizadora de una Universidad que estará destinada a la formación de profesionales en áreas prioritarias del desarrollo nacional, como universidad abierta y que utilice sistemas no tradicionales tales como educación a distancia, tele-educación, enseñanza programada, etc.

34. Ver en Rafael Fernández Heres, Educación en Democracia, Caracas, 1983, tomo II, pp. 124-129. (Publicación de Congreso de la República).


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A esta Comisión Organizadora, la Resolución dio un plazo de noventa días para presentar el anteproyecto respectivo y le asignó las siguientes atribuciones: a) Estudiar los aspectos legales para el establecimiento de dicha sidad.

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b) Establecer los objetivos y metas del instituto. c) Programar los resultados esperados. d) Elaborar un presupuesto programa. La Comisión Organizadora según indica la Resolución Nº 200, fue integrada por los señores: Mario Spitaleri, Nicolás Barros, Miguel Casas, Alonso Gamero, Francisco Tugues, Joaquín Páez y John de Abate, y asesorada por un Comité Consultivo formado por los señores: Francisco Kerdel Vegas, Félix Adam, Miguel Escotet, Arné Rostnam, José Jiménez, Alejandro Grajal, Sergio Facchi, Juan E. Torres, Jacques Maduro, José Rafael Marrero, Carlos H. Caraballo, Enrique Guía, Francisco Lira y Henry Camino.35 Esta Comisión durante algún tiempo, del 15 de julio de 1975 al 9 de marzo de 1976, por ausencia de director se desempeñó con pasos vacilantes. Esto se sabe, por el testimonio del cuaderno de actas de las sesiones de la Comisión, de modo que para el día 10 de febrero de 1976 se planteó en su seno, y así quedó anotado, que aún no se tiene (…) una definición clara y mucho menos aprobada acerca de la Universidad Nacional Abierta. Este planteamiento se hacía, según revela el acta, con el propósito de establecer ciertas bases consistentes sobre las que se puedan desarrollar las acciones de la Comisión, ya que sólo hasta ahora se ha venido actuando de una manera incoherente, sobre bases hipotéticas y falsas expectativas. Y en la sesión del 17 de febrero del mismo año, 1976, los comisionados insistían que la Comisión debe actuar como un cuerpo colegiado. Este planteamiento fue elevado a la consideración del ministro Peñalver,36 quien acor35. Gaceta Oficial de la República de Venezuela, Nº 30747, Caracas, 19 de julio de 1975. 36. Archivo de la Universidad Nacional Abierta, Libro de Actas de la Comisión Organizadora, año 1976, folios 18, 24 y 25.


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dó reorganizarla por Resolución Nº 001 de 9 de marzo de 1976. La vigencia de esta Resolución tuvo escasa vida, pues la Gaceta Oficial Nº 30.979 de 12 de mayo del mismo año publica una nueva Resolución, la Nº 3. Por los elementos que contiene esta Resolución se puede señalar, que fue producto de una mayor clarificación que sobre este proyecto venía adquiriendo el Ministro de Educación que lo tutelaba como director aunque sólo in partibus por las múltiples actividades que le impedían dedicar un mayor tiempo para ejercer la presidencia efectiva de la Comisión Organizadora, asunto que le atraía por el interés académico que el proyecto le despertaba. Se observa en las actas de las sesiones de la Comisión Organizadora que ésta no daba paso alguno sin la consulta previa al Ministro Peñalver. Tal subordinación recomendó que en un proyecto de reglamento interno propuesto por el Ministerio el 12 de agosto de 1975, figurase una fórmula de relación irregular bajo el aspecto administrativo, donde si bien creó la figura del Presidente, las atribuciones de éste eran insignificantes porque para los asuntos importantes, dice el proyecto de reglamento, la Comisión Organizadora designará en cada oportunidad la representación que consultará materias específicas al ciudadano Ministro de Educación.37 A los efectos de calibrar el alcance de las atribuciones que esta Resolución de 12 de mayo de 1976 confería a la Comisión Organizadora, veamos el contenido de los artículos fundamentales: El artículo 1º amplió el carácter de la Universidad Nacional Abierta al declararla (…) institución que estará destinada a la formación de profesionales en áreas prioritarias del desarrollo nacional y que utilizará sistemas no tradicionales de enseñanza-aprendizaje para ser aplicados a la educación a distancia y uso de estrategias de instrucción, como televisión instruccional, enseñanza programada y medios múltiples que optimicen el proceso enseñanza-aprendizaje. El artículo 2º ubicó a la Comisión Organizadora bajo la directa dependencia del Ministro y por el artículo 3º se le asignaron las siguientes atribuciones que manifiestan notoria orientación centralista: 37. Archivo de la Universidad Nacional Abierta, Carpeta de Documentos correspondiente a 1976.


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1º) Definir las metas y los objetivos de la Universidad Nacional Abierta en función de las proposiciones, análisis y evaluación de los diferentes enfoques normativos, metodológicos e instruccionales. 2º) Elaborar y aprobar el proyecto de presupuesto anual de la Comisión a fin de presentarlo ante el Ministerio de Educación para su aprobación definitiva. 3º) Realizar estudios e investigaciones encaminados hacia la estructuración y el funcionamiento de la Universidad Nacional Abierta. 4º) Preparar el anteproyecto que el Ministerio de Educación presentará ante la Reunión Latinoamericana y del Caribe sobre Nuevas Formas de Educación Post-Secundaria. 5º) Elaborar el programa de trabajo de la Comisión y presentar trimestralmente informes de progreso al ciudadano Ministro de Educación. 6º) Proponer al Ministro de Educación la designación o remoción de los miembros del personal profesional-técnico, de investigación y administrativo de acuerdo con las normas correspondientes que apruebe la Comisión. 7º) Proponer la contratación de estudios, servicios técnicos y asesorías que sean necesarios para el mejor cumplimiento de sus metas y para la estructuración y el funcionamiento de la Universidad Nacional Abierta. 8º) La Comisión Organizadora estará facultada para diseñar y ejecutar todas las tareas y estrategias organizativas previas necesarias a la puesta en marcha de la Universidad Nacional Abierta, previa aprobación del Ministro de Educación. El artículo 4º provee los recursos para el funcionamiento de la Comisión Organizadora: En el presupuesto del Ministerio de Educación se incluirá una partida destinada a la Comisión Organizadora de la Universidad Nacional Abierta en función de los planes y programas de esta Comisión. El presupuesto asignado será administrado por esa Comisión conforme a las normas del Ministerio de Educación y de este Reglamento. Por los artículos 5º y 6º se resuelve el problema generado por la falta de dirección estableciéndose la jefatura correspondiente, y por el artículo 7º se modifica someramente el cuadro de comisionados y asesores:


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La Comisión Organizadora tendrá un Presidente y un Secretario Ejecutivo y estará formada por los ciudadanos Miguel Casas, quien la presidirá, Mario Spitaleri, Nicolás Barros, Alonso Gamero, Miguel Escotet, Estrella Benaím Giral, John de Abate, Tirso Méndez Nieto y Juan Evangelista Torres; y estará asesorada por un Comité Consultivo formado por los ciudadanos: Francisco Kerdel Vegas, Félix Adam, José Jiménez, Alejandro Grajal, Sergio Facchi, Jacques Maduro, Carlos H. Caraballo, Enrique Guía, Francisco Lira, Henry Camino, Francisco Tugues, Joaquín Páez y Arné Rostnam. Vistos los movimientos de que era objeto la Comisión Organizadora, las dificultades operacionales que confrontaba para realizar su trabajo, no imputables a su responsabilidad, es explicable que el rendimiento en el cumplimiento de sus atribuciones esenciales no fuese satisfactorio ¿Cómo exigirle en estas condiciones que presentara en un plazo de noventa días, o sea para mediados de octubre de 1975, el anteproyecto del estudio de factibilidad de la nueva institución universitaria? Sin embargo, realizaba actividades que iban creando condiciones favorables al proyecto como lo señaló el 20 de febrero de 1976 la Comisión Organizadora en informe de progreso que dirige al 15 de febrero de 1976 al Ministerio de Educación, con el fin de plantearle puntos vitales y urgentes relativos a la Comisión y a la actual situación por la que ésta atraviesa. En este informe relaciona las siguientes acciones y los documentos concluidos: a) Dos anteproyectos de reglamento; b) tres anteproyectos de presupuesto; c) veinte reuniones de la Comisión Organizadora; d) una reunión con el Comité Consultivo, realizada el 3 de octubre de 1975; e) una reunión con la Comisión de Estudios Universitarios Supervisados del CNU, cumplida el 5 de noviembre de 1975; f) dos reuniones con directivos de la Universidad Abierta de Gran Bretaña, realizadas entre el 14 y 16 de octubre de 1975; g) dos reuniones con el profesor Samuel Gould, cumplidas el 14 y 15 de octubre de 1975; h) dos miembros del Comité Organizador y el Secretario Ejecutivo asistieron al Primer Seminario Nacional de Estudios Universitarios Supervisados llevado a cabo en Maracaibo en noviembre de 1975.38

38. Id.


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En cuanto al estudio de factibilidad antes mencionado, el informe revela que esta actividad no pudo iniciarse en este período debido a la imposibilidad total de resolver los problemas y situaciones siguientes: a) falta de recursos presupuestarios; b) dificultades de todos los integrantes de la Comisión Organizadora para dedicar mayor parte de su tiempo a las labores de ella; c) demora en los trámites para que dos profesores del Colegio Universitario de Los Teques y uno del Instituto Pedagógico Experimental de Maracay, pasaran en comisión a nuestro equipo y constituyeran así el núcleo técnico inicial, previsto en el programa de trabajo; d) falta de local apropiado, definido y equipado, lo cual determinó una dispersión de esfuerzos, documentos y archivos, que sólo pudo mejorarse un poco durante el mes de diciembre; e) la carencia de presupuesto no permitió el nombramiento y es utilización de un personal de apoyo mínimo (secretarias y mensajero) y tuvo que dependerse de las posibilidades y buena disposición de otras oficinas del Ministerio de Educación; f) en adición a lo expresado a los puntos anteriores, debe señalarse especialmente lo manifestado en el párrafo 6: falta de un reglamento y de un presidente nombrado formalmente, cuestiones ambas que hubieran mejorado la operabilidad y capacidad de ejecución de la Comisión Organizadora. Como actividad importante que destaca este informe dirigido al Ministro de Educación se asienta que (…) varios miembros de la Comisión Organizadora han colaborado con la que se ocupa de la preparación del Seminario Latinoamericano sobre Nuevas Formas de Educación Postsecundaria, dado el interés que reviste para la UNA la realización de dicho evento, donde Venezuela presentará y someterá a análisis crítico, su anteproyecto de Universidad Nacional Abierta.39 Por la importancia de esta reunión para aparejar ideas y acciones entre los participantes y aprovechables para el proyecto Universidad Nacional Abierta de Venezuela, detengámonos en la participación de la Comisión Organizadora y miembros de su personal técnico en las sesiones de la Reunión Latinoamericana y del Caribe sobre Nuevas Formas de Educación

39. Id.


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Postsecundaria (LACFEP) celebrada en Caracas (septiembre de 1976) y en Caraballeda, hoy Estado Vargas (octubre de 1976).40 En esta reunión Latinoamericana y del Caribe la Comisión Organizadora presentó dos ponencias, la titulada Consideraciones preliminares para la creación de la Universidad Nacional Abierta de Venezuela, obra de Miguel Casas A., Mario Spitaleri L., Markie Cleveland B.; y Liliana Mühlmann M., con la colaboración de Nicolás Barros, Daysi de López y Tirso Méndez N; y la titulada Primera Aproximación al Sistema de la Universidad Nacional Abierta, es obra de Mario Spitaleri L. (Coordinador), Jesús Barboza F., Miguel Casas A., Marjory Cleaveland B., Antonio Solórzano, y Josefina Tugues de Tremols, asesorados por Hildebrando Barrios, Max Contasti, Jaime Cruz Rincón y Luken Quintana. El texto de la ponencia Consideraciones Preliminares (…), folleto de treinta y cuatro páginas, trae el siguiente índice identificador de los temas que aborda, ofreciendo una visión atractiva de la materia en consideración: Introducción, p. 5; Capítulo I. Descripción del contexto social de Venezuela, p. 7; Capítulo II. Caracterización de la Universidad Nacional Abierta de Venezuela, p. 17; y, Capítulo III. Etapas de Desarrollo de la Universidad, p. 31. De estos capítulos, el II contiene un conjunto de principios que por lo bien definidos se pueden calificar como adecuada identificación del carácter de la proyectada Universidad Nacional Abierta y por ende fuente primaria de sus objetivos: Democratización; Innovación; Individualización de la instrucción; Funcionalidad hacia el desarrollo nacional autónomo; Participación intersectorial; Optimización de la inversión del Estado en Educación Superior; Complementariedad; Aprovechamiento de la infraestructura y recursos de instituciones; y, Tiempo de ocio del venezolano. El texto de la ponencia Primera Aproximación al Sistema de la Universidad Nacional Abierta es un folleto que ofrece una reflexión caracterizada por un mayor grado de amplitud y profundidad en la temática expuesta y por esta razón avanza en el tratamiento de la definición del Proyecto Universidad Nacional Abierta, por ejemplo veamos sobre lo que trata en el capítulo II (segunda parte) titulado: Hacia el Modelo Institucional de la Universidad Nacional Abierta de Venezuela, donde trata sobre los asuntos siguientes: 1) Introducción; 2) Política y Estrategias de la educación Superior Venezolana; 3) Objetivos de la UNA; y, 4) Criterios Curriculares e Instruccionales de la UNA; El 40. Memoria que el Ministro de Educación presenta al Congreso Nacional de la República de Venezuela en sus sesiones de 1977, pp. 153, 163 y 206.


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capítulo III (tercera parte) titulado: Hacia una Estructura Organizativa, ofrece reflexiones sobre los objetivos y las distintas áreas previstas para atender el quehacer universitario: 1) Fundamentación; 2) Subsistema de InvestigaciónDesarrollo; 3) Subsistema de Diseño de la Instrucción; 4) Subsistema de Producción; 5) Subsistema de Entrega de la Instrucción; 6) Subsistema de Información; 7) Subsistema de Evaluación; y, 8) Alternativas de Organización. Contiene dos anexos: 1) Componente de Orientación y 2) Estimación Preliminar de los Costos Anuales por estudiante de la Universidad Nacional Abierta de Venezuela. A continuación, para dar una idea global pero no menos sustantiva de los objetivos de algunas áreas de la estructura organizativa propuesta, leamos la que se refiere al Subsistema de Investigación-desarrollo, porque es una muestra reveladora de la interrelación que tienen los denominados subsistemas para proporcionar a la nueva institución universitaria un soporte organizacional que dé cohesión al conjunto de sus políticas; veamos, el perfil en sí y en su interrelación, por ejemplo del Subsistema de Investigación-Desarrollo con algunos otros subsistemas como el de Información, el de Evaluación y el de Instrucción. Comienza por expresar que el Subsistema Investigación-Desarrollo es (…) el mecanismo por medio del cual la Universidad establecerá los criterios que definan el nivel óptimo de funcionalidad y que permite un mejor conocimiento y entendimiento de la realidad en la cual se inserta la Universidad a fin de que sus acciones sean más efectivas. En cuanto a la interacción de este subsistema con el de Información, el de Evaluación, y el de Instrucción, por ejemplo, expresa: (…) el primero (el de Información) como centro de recepción, almacenamiento y procesamiento de la información generada por la investigación, y en el caso de evaluación como centro de control de calidad de la Institución en relación con el cumplimiento de sus objetivos y en función de su coherencia con la realidad venezolana. Estos dos subsistemas a la vez retroalimentan el sistema de investigación, suministrando información que promueve, orienta y contribuye a realizar la investigación-desarrollo. Por otra parte el subsistema de instrucción con las informaciones vitales para que éste logre una eficiencia interna y externa en función de los objetivos de la UNA.41 41. Comisión Organizadora de la Universidad Nacional Abierta, Primera Aproximación al Sistema de la Universidad Nacional Abierta, Caracas, 1976, p. 11.


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Esta deseada concatenación por necesidad de la interrelación de los subsistemas proyectados para el sistema UNA, por su logicidad y bondad, ¡me parece realmente ejemplar! En síntesis, estas dos ponencias se deben vincular con un documento más amplio y profundo que el equipo técnico de la Universidad elaboró en 1977 y denominó UNIVERSIDAD NACIONAL ABIERTA-UNA. Proyecto, conocido también con la denominación de libro azul. Después de insistente solicitud por mediación del doctor Max Contasti, se localizó un ejemplar que me permitió formarme idea de su contenido y formarme algunas razones que motivaron a la Comisión Organizadora a sustituirlo por el texto que como Proyecto-UNA se presentó en 1977 al Consejo Nacional de Universidades a los efectos de su consideración y voto favorable para la creación de la Universidad Nacional Abierta. Pienso que entre las razones que primaron para que la Comisión Organizadora no atendiera lo proyectado en el denominado libro azul, estaban estas dos: 1) Una estructura organizativa con (…) características (que) requieren la suficiente autonomía para constituir unidades operativas, y que el equipo técnico que preparó estas propuestas reconoce allí que ésta era la dificultad principal para establecer una estructura organizativa;42 y, 2) el monto del presupuesto previsto para 1978 que se eleva a la cantidad de ciento doce millones doscientos quince mil trescientos sesenta bolívares (Bs. 112.215.360,oo), cuando la asignación que otorgó el Congreso de la República para ese mismo año fue por la cantidad de setenta y seis millones de bolívares (Bs. 76.000.000,oo). En relación con esta última cuestión, es probable que al doctor Peñalver, Presidente del Consejo Superior, conocedor como el que más, de las reacciones de algunos rectores hacia la UNA, que veían en esta creación un factor captante de la masa de dinero destinada a las universidades nacionales existentes, mermándoles el propio presupuesto, evitara una confrontación en aquella hora decisiva para la creación de la UNA. En síntesis, todos estos documentos mencionados dieron importantes insumos al PROYECTO UNA que fue a la consideración del Consejo Nacional de Universidades y que por cierto ha sido reeditado en el año 2007 por la Universidad con el título Proyecto de Creación de la Universidad Nacional Abierta. Versión original. (Ediciones del Rectorado) con presentación del Rector doctor Manuel Castro Pereira.

42. Universidad Nacional Abierta- U.N.A. Proyecto, Caracas, 1977. (Libro Azul), pp. 54 y 55.


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El proyecto UNA (Libro Gris) presentado al Consejo Nacional de Universidades en 1977, a los fines indicados, a juicio de los ponentes (…) sintetiza los resultados de las labores de esa Comisión, concretados en la proposición al CNU y al Ejecutivo Nacional, de crear la Universidad Nacional Abierta e iniciar su funcionamiento en junio de 1978. Este documento, se lee en el texto, responde a un doble objetivo; por una parte avanzar en la definición de las funciones, tareas, procesos, estructura organizativa, requerimientos y etapas de desarrollo del <Sistema UNA>, y por la otra, satisfacer, con la mayor amplitud y precisión posibles, los requisitos fijados por el Consejo Nacional de Universidades (CNU) para la presentación de proyectos de nuevas instituciones de Educación Superior.43 Retomo el tema de la Reunión Latinoamericana y del Caribe sobre Nuevas Formas de Educación Postsecundaria para poner como colofón del tema dos ideas; la primera expresada por el Presidente Carlos Andrés Pérez en la apertura de la reunión, donde pronunció un corto discurso, que si bien fue ocasión para destacar los progresos de la educación venezolana no dejó de señalar también los problemas que la rodean, defendió la gratuidad (…) en los dos primeros ciclos de la educación, pero que en la educación universitaria se debe buscar de alguna manera la cooperación económica de quienes cuenten con recursos. De lo contrario el sistema deviene en antidemocrático cuando quienes tienen recursos ocupan los cupos gratuitos que deberían ocupar quienes no cuentan con recursos económicos. Estamos estudiando diversos medios para llegar a esta cooperación obligatoria del sector privado de la economía en la educación superior. Aún no hemos definido la materia por tratarse de un tema esencialmente polémico para el cual debemos tratar de buscar el mayor consenso posible. Partimos del principio de que es indispensable la cooperación del sector privado en el proceso educativo nacional, sobre todo en la educación superior. Y como final de esta reflexión plantea la percepción que se tiene en Venezuela sobre el derecho a la educación pública gratuita en todos sus niveles y la conveniencia de su rectificación; dice:

43. Universidad Nacional Abierta-Proyecto, Caracas, 1977, (Libro Gris) p. 13.


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Si la educación primaria y media debe ser un derecho fundamental y esencial de cada joven de un país, la educación superior debe ser un derecho de la sociedad, del Estado, de acuerdo con su orientación sobre el desarrollo con los objetivos del Estado que debe determinar la orientación y los porcentajes en los estudios superiores. Seguramente que esta nueva y novedosa orientación de la Post-Secundaria puede darnos una respuesta también nueva y novedosa.44 A juicio de los doctores Luis M. Peñalver y Miguel A. Escotet el trabajo de la Reunión Latinoamericana y del Caribe sobre Nuevas Formas de Educación Postsecundaria conoció más de cincuenta experiencias mundiales, además de la revisión que hizo del desarrollo que esta área tenía en América Latina (…) y fue el germen innovador para muchos países y dio el espaldarazo definitivo a las Universidades abierta de Venezuela y estatal de Costa Rica para aquel entonces en organización. Como colofón a la reunión Latinoamericana y del Caribe sobre nuevas formas de educación postsecundaria someramente relacionará que correspondió al Presidente de Venezuela, señor Carlos Andrés Pérez, la apertura de sus deliberaciones con un corto discurso que si bien destacó los progresos de la educación venezolana no dejó de señalar los problemas que la rodean, defendió la gratuidad El tema novedoso de esta reunión dedicada a los estudios postsecundarios en la modalidad Educación Abierta y a Distancia no lo trató el Presidente. No obstante que conocía la cuestión por información escrita que llevó a Miraflores el Lic. Germán Alirio Luna Chacón, funcionario de la UNA, por encargo del Ministro Peñalver. Y la segunda idea, la que se refiere al apoyo que dio al proyecto venezolano, en opinión de los doctores Luis M. Peñalver y Miguel A. Escotet el trabajo de la Reunión Latinoamericana y del Caribe sobre Nuevas Formas de Educación Postsecundaria. Esta reunión conoció más de cincuenta experiencias mundiales, además a la revisión que hizo del desarrollo que esta área tenía en América Latina (…) y fue como ya se dijo el germen innovador para muchos países y dio el

44. Carlos Andrés Pérez, en Manos a la Obra, tomo III, volumen I, Caracas, 1976, pp. 337-341.


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espaldarazo definitivo a las Universidades abierta de Venezuela y estatal de Costa Rica para aquel entonces en organización.45 El proceso de trabajo de la Comisión Organizadora, a partir del momento que tuvo presidente oficialmente designado por el Ministro de Educación, fue efectivo, pues puso bases fundacionales a la proyectada Universidad, y esto se observa en papeles del archivo histórico de la UNA, como también, por estos papeles se tiene información sobre el continuado aprendizaje de los miembros de la Comisión Organizadora que viajaban para conocer in situ experiencias de universidades que en otros países practicaban iniciativas como la que se proyectaba ensayar en Venezuela, y asimismo por la recepción de asistencia técnica, como la que se contrató con la Open University del Reino Unido que, como lo recuerda el doctor José Ramón Ortiz, esta Universidad, en su modelo, representa el ejemplar más exitoso (y quizás único) de este modelo, a nivel universitario.46 Dentro de este programa de asistencia técnica exterior contratada también se debe añadir la que proporcionó la Universidad Estatal de Pennsylvania (Penn State University de Estados Unidos).47 De las relaciones de la naciente Universidad Nacional Abierta con estas dos y otras Universidades de América y de Europa también hay en el archivo histórico de la UNA, información suficiente y reveladora de cuál fue el clima que reinó durante el tiempo de tal vinculación y las causas que contribuyeron a su disolución. Esta preeminencia de la Open University a que se refiere Ortiz, y de su autorizado vocero Walter Perry evidenciada en la Reunión Latinoamericana y del Caribe sobre Nuevas Formas de Educación Postsecundaria, fue un valioso apoyo a las iniciativas que estaban tomando muchos países de la región para ensayar las nuevas metodologías en el nivel de la educación postsecundaria. De allí que la exposición que hiciese el profesor Perry fuese

45. Editores: Luis M. Peñalver y Miguel A. Escotet, Teoría y Praxis de la Universidad a Distancia, Caracas, s/f, tomo I, ‘‘Presentación’’ (Fondo Editorial para el Desarrollo de la Educación Superior) 46. José Ramón Ortiz, ‘‘La Educación a Distancia en el Umbral del Nuevo Paradigma Telemático’’, en Seminario-Taller: Una Perspectiva para el Próximo Siglo-Ponencias Presentadas, Universidad Nacional Abierta, Caracas, 8-11 de octubre de 1997, p. 77. 47. Memoria y Cuenta 1977 que el Ministro de Educación presenta al Congreso Nacional de la República de Venezuela en sus sesiones de 1978: Fotocopia del acto de firma del Convenio U.N.A. con The Open University de Londres, p. 165; y referencia a la celebración de Convenios con las dos universidades indicadas de Londres y Pennsylvania, Nº 19, p. 167.


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oída con mucho interés por los participantes, y más cuando utilizó para construir el eje de la misma, como lo expresó, por fuerza mi propia experiencia con la Universidad Abierta. En consecuencia deberé describir, dijo, los problemas educativos en el Reino Unido que la Universidad Abierta debía resolver; y qué especie de Sistema de Aprendizaje Abierto es en realidad la Universidad Abierta, y hasta qué punto ha resuelto los problemas. De modo que muchos de los participantes de esta magistral lección se quedaron con un equipaje de ideas para la reflexión e invitados como fueron a sacar algunas conclusiones, como expresó el señor Perry, sobre el más amplio aspecto de cuán relevante puede ser un Sistema de Aprendizaje Abierto en la solución de los problemas educativos conexos,48 es obvio que esta exposición tan vivencial resultara un breviario de reflexiones de utilidad para el proyecto que se gestaba. Todo lo señalado anteriormente da lugar para acoger lo que informó el Ministro Carlos Rafael Silva al Congreso en sus sesiones de 1977 de manera muy sucinta sobre el trabajo cumplido en 1976 por la Comisión Organizadora de la UNA: a dos grandes actividades se dedicó: a iniciar la organización de la Universidad Nacional Abierta, y a su participación en la Reunión Latinoamericana y del Caribe sobre Nuevas Formas de educación postsecundaria. El 12 de abril de 1977 por Resolución Nº 126 (Dirección General), publicada en la Gaceta Oficial de la República de Venezuela, Nº 31216 de 18 de abril de 1977, el Ministro de Educación Carlos Rafael Silva acuerda la reestructuración de la Comisión Organizadora de la Universidad Nacional Abierta, y la razón, no del todo convincente, que alega en la parte motivacional de tal decisión, es que la Comisión Organizadora que había cesado (…) cumplió con la finalidad que le fue encomendada en relación a definir la justificación y características generales de la Universidad Nacional Abierta, se entraba a una nueva fase destinada a trabajar sobre las modalidades especiales de este tipo de institución, por lo que resulta indispensable que se realicen estudios técnicos adicionales y especializados que permitan presentar este proyecto al Consejo Nacional de Universidades y al Ejecutivo Nacional para su debida consideración, aprobación e implementación; 48. Walter Perry, en Teoría y Praxis de la Universidad a Distancia, tomo I, p. 86. (Compilación de Luis M. Peñalver y Miguel A, Escotet). Fondo Editorial Fede. Caracas, s/f.


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y en pro de razones para reforzar lo resuelto, añadió como colofón que la Universidad Nacional Abierta constituye un primer ensayo del tipo de educación superior no tradicional previsto en los planes y estrategias del V Plan de la Nación. La característica de esta Resolución es que otorga a la nueva Comisión Organizadora de la Universidad Nacional Abierta atribuciones gubernativas en orden a definir políticas, objetivos, metas y recursos económicos así como lo concerniente a la evaluación de los objetivos cumplidos en los programas de la institución, y para estos fines crea la figura del Consejo Superior; crea un Comité Ejecutivo para cumplir funciones administrativas en el orden operacional para que las políticas aprobadas por el Consejo Superior convenientes y necesarias al desarrollo de la Universidad se cumplan; y para cumplir tareas especializadas establece un Comité Técnico para (…) ejecutar todas las operaciones detalladas requeridas para estructurar la institución y producir los materiales, cursos y elementos de evaluación que serán necesarios para iniciar efectivamente la Primera Etapa de Funcionamiento de la Universidad Nacional Abierta, de acuerdo con las políticas, los lineamientos y las decisiones del Consejo Superior y de la Unidad Directiva. En resumen, de conformidad con los artículos 3º, 4º, 5º y 6º de la Resolución 126 que comentamos, la nueva Comisión Organizadora de la UNA con carácter gubernativo se integraba por tres cuerpos: el Consejo Superior, el Comité Ejecutivo (Unidad Directiva) y el Comité Técnico, y según los artículos 7º, 8º y 9º, los cuerpos señalados se integran en su correspondiente jerarquía y atribuciones de la manera siguiente: El Consejo Superior: por un Presidente, un Vice-Presidente Académico y doce (12) miembros. El Vice-Presidente Académico, el Secretario y tres de los miembros, lo serán a tiempo completo, ejerciendo uno de ellos la función de Director de Operaciones. El Presidente (ad-honorem) y los miembros restantes dedicarán tiempo parcial a sus funciones en el Consejo Superior. El Comité Ejecutivo: por el Presidente, el Vice-Presidente Académico que tendrá carácter de Director Ejecutivo, el Secretario y tres miembros a tiempo completo, uno de los cuales será el Director de Operaciones. El Comité Técnico: por el Director de Operaciones y los Jefe de Secciones.


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El cuanto a las atribuciones de las autoridades la Resolución establece para: Presidente: a) Dirigir el Consejo Superior y la Comisión Organizadora de la Universidad Nacional Abierta, así como el Comité Ejecutivo y sus políticas. b) Representar a la Comisión Organizadora de la Universidad Nacional Abierta ante los organismos públicos y privados. c) Dirigir los debates del Consejo Superior. d) Supervisar la ejecución de las políticas, los programas y las decisiones aprobados por el Consejo Superior. e) Firmar conjuntamente con el Secretario las Actas que se lleven de las decisiones adoptadas por el Consejo Superior. f) Las demás que le señalen los reglamentos respectivos. Vice-Presidente Académico: a) Suplir al Presidente en la dirección del Consejo Superior, llevar la Secretaría Ejecutiva del Comité Ejecutivo y hacer cumplir sus decisiones. b) Ejecutar el presupuesto aprobado, conjuntamente con el Secretario. c) Contratar el personal profesional y el personal técnico y administrativo de acuerdo con las decisiones del Comité Ejecutivo. d) Velar por el debido cumplimiento de las atribuciones del Comité Ejecutivo. e) Las demás que le señalen los reglamentos respectivos. Secretario: a) Participar las convocatorias a sesiones del Consejo Superior y del Comité Ejecutivo. b) Registrar los acuerdos y las decisiones del Consejo Superior y del Comité Ejecutivo. c) Ejecutar el presupuesto de acuerdo con el Vice-Presidente Académico. d) Dirigir y supervisar la operación general de la administración de la Comisión Organizadora.


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e) Participar en todas las reuniones del Consejo Superior y del Comité Ejecutivo, con voz pero sin voto. f) Las demás que le señalen los reglamentos respectivos. El mismo día 12 de abril de 1977, el Ministro Silva dictó la Resolución Nº 127, publicada en la Gaceta Oficial Nº 31216, de 18 de abril de 1977, y allí designa a los integrantes de la nueva Comisión Organizadora de la UNA; dice: Resuelto: De conformidad con la Resolución 126, de fecha 12 de abril, y en cumplimiento de lo previsto en los artículos 1º y 13, que ordenó la reestructuración de la Comisión Organizadora de la Universidad Nacional Abierta y en atención a la previsión de los artículos 7º y 8º de la arriba citada Resolución, se procede a nombrar el Consejo Superior de la Universidad Nacional Abierta de la siguiente manera. Presidente: Luis Manuel Peñalver; Vice-Presidente Académico: Miguel Casas Armengol; Secretario: José Félix Rivas. Miembros: Luis Manuel Manzanilla, Iván Olaizola D’Alessandro, Miguel Escotet, Sergio Facchi, John de Abate, Mario Spitaleri, Estrella Benaìm, César Peña Vigas, Juan E. Torres, Tirso Méndez Nieto, Beatriz Dávila y José Bargraser Iglesia. Comuníquese y publíquese. Si se compara la nómina de los integrantes de esta Comisión con la plantilla de la Comisión Organizadora anterior se observa que la renovación superó al 50%. Sobre la estabilidad de la Comisión Organizadora, su grado de consistencia y otros pormenores, se podrá apreciar en la medida en que razones valederas asistan para determinar la causa que motivaban las sucesivas resoluciones que se sucedieron en un lapso de veinte meses. Retomando lo antes expresado sobre los estudios realizados que culminan con Proyecto UNA en 1977, la Comisión Organizadora pudo sostener el proceso aprobatorio ante el Consejo Nacional de Universidades, y cumplido


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el trámite legal correspondiente ante este organismo, el Presidente de la República, Señor Carlos Andrés Pérez, por decreto nº 2398 de fecha 27 de septiembre de 1977, resolvió la creación de la Universidad Nacional Abierta con carácter experimental y facultada para extender progresivamente sus servicios a todo el territorio de la República.49 El Presidente Pérez en su IV Mensaje al Congreso el 10 de marzo de 1978, justificó tal decisión, al señalar brevemente el alcance del proyecto de la UNA, que caracterizó por la utilización de las modernas tecnologías educativas (que) permitirá al Estado venezolano multiplicar las posibilidades de cupo a costos más razonables en la educación superior.50 ¡Este es el gran reto todavía válido que tiene la Universidad Nacional Abierta por asumir plenamente! Coronan esta etapa fundamental de la Universidad los siguientes cuatro actos administrativos: 1) La Resolución Nº 28 (Dirección General del Ministerio de Educación), de fecha 27 de enero de 1978,51 sobre el Reglamento de la Universidad; 2) La Resolución Nº 43, de 22 de febrero de 1978, que designa al doctor Luis M. Peñalver, Presidente del Consejo Superior, con carácter ad-honorem; 3) La Resolución Nº 44, de 22 de febrero de 1978, que designa a los Profesores Miguel Casas Armengol, Miguel Escotet, Elizabeth G. de Caldera y José Félix Rivas, Rector, Vice-Rector Académico, Vice-Rector Administrativo y Secretario de la Universidad Nacional Abierta, respectivamente. Ambas resoluciones fueron publicadas en la Gaceta Oficial, de la República de Venezuela, Nº 31434, de 23 de febrero de 1978. En cuanto a la duración del mandato de estas autoridades, el Reglamento de la Universidad en su artículo 130 (Cap. IX, Disposiciones Transitorias) lo limita a dos años, pero el ex-Rector Casas expresó sin dar explicación convincente, en discurso pronunciado con motivo del décimo aniversario de creación de la Universidad, y publicado en la revista UNA-DOCUMENTA, Caracas 1987, año 6, vol. 1-2, pp. 18-23, que este período se prolongó durante medio año adicional debido a los cambios políticos del nivel nacional; y 4) Publicación en la Gaceta Oficial de la República de Venezuela, Nº 2193 (Extraordinario), de 14 de marzo de 1978, del presupuesto de gastos de la Universidad Nacional Abierta

49. Gaceta Oficial de la República de Venezuela, Nº 31328, Caracas, 27 de septiembre de 1978. 50. Carlos Andrés Pérez, Presidente de la República, IV Mensaje al Congreso de la República, Caracas, 1978, p. XLII. 51. Gaceta Oficial de la República de Venezuela, Nº 2161, Caracas, 10 de febrero de 1978.


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para el año fiscal 1978, por la cantidad de setenta y seis millones de bolívares (Bs. 76.000.000,oo). Esta cantidad se formó con el aporte del Ejecutivo Nacional por la cantidad de sesenta millones de bolívares (Bs. 60.000.000,oo), con ingresos propios de la UNA, por cuatro millones de Bolívares (Bs. 4.000.000,oo), y con un superávit o sobrante del presupuesto universitario de 1997. Al efecto de apreciar las prioridades según la cantidad de dinero asignada a las áreas mencionadas, este monto global de setenta y seis millones de bolívares fue distribuido según se especifica en la Gaceta Oficial de la República de Venezuela, en los siguientes programas destinados a iniciar actividades universitarias en julio de 1978 con una población estudiantil estimada entre diez mil y quince mil estudiantes : PROGRAMA

BOLIVARES

1. 2. 3. 4. 5. 6. 7. 8.

DIRECCION SUPERIOR ............................................................ 1.307.272 ACADEMICO .............................................................................. 16.053.952 OPERACIONES ......................................................................... 34.356.565 INVESTIGACION ......................................................................... 2.225.386 INFORMACION ......................................................................... 10.307.427 UNIDADES DE APOYO............................................................. 2.234.229 ADMINISTRACION .....................................................................6.536.367 PLANIFICACION ESTRATEGICA Y EVALUACION INSTITUCIONAL............................................................................. 834.974 9. PROGRAMACION Y PRESUPUESTO ................................... 1.172.984 10.CONSULTORIA JURÍDICA .......................................................... 161.040 11.CONTRALORIA INTERNA ......................................................... 168.619 12.DESARROLLO ADMINISTRATIVO ........................................... 67.529 RECTIFICACIONES ....................................................................... 473.656 TOTAL GASTOS ....................................................................... 76.000.000 Según lo revelan documentos consultados en el archivo histórico de la UNA, durante este lapso que va de 1975 a 1977, la cuestión presupuestaria mantuvo a prueba los nervios de esta Universidad: ¿Qué factores contribuían a crear esta situación? Apareció la reacción crítica de Universidades existentes frente a la UNA, por lo que las autoridades de esta Universidad pensaron a fines de 1976 tener preparado un conjunto de argumentos que justifiquen plenamente la posición de la UNA, y sugerían algunos como los siguientes:


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a) La UNA. formará parte de un nuevo sector de Educación Superior No-Formal o No-Tradicional que complementará los dos sectores actualmente existente y previstos en el V PLAN DE LA NACION. b) El presupuesto de la UNA no influirá en la cantidad total asignada para las Universidades Nacionales. c) La pronta operación de la UNA resultará beneficiosa para los institutos existentes de Educación Superior, ayudando a resolver significativamente los graves problemas de matrícula no-atendida. d) Desde su inicio la UNA podrá presentar costos de operación comparativamente bajos debido a la utilización de la “economía de escala” y uso extensivo de la tecnología educativa.52 A la reacción universitaria señalada se unió la de ciertos sectores del Partido de Gobierno contra el ex-Ministro, importante dirigente de este partido. El examen de esta situación preocupante sugirió al Consejo Superior en abril de 1978 hacer una pública manifestación al Ejecutivo Nacional pues la rebaja hecha al presupuesto de la UNA, se dijo, (…) compromete gravemente la posibilidad de iniciar operaciones en el mes de agosto del presente año. Pero examinado el asunto, se optó de (…) acuerdo con lo expresado por el Dr. Peñalver, (que) se harán todos los ajustes necesarios para poder iniciar actividades, pero considera que podrían tomar medidas de precaución en dos sentidos: 1) Una comunicación o una información que se podría enviar directamente a los Ministerios respectivos, en el sentido de hacer comprender que estos ajustes están poniendo en peligro el Proyecto de la Universidad Nacional Abierta, el cual es una de las políticas fundamentales del Ejecutivo Nacional. 2) Presentarle al Ejecutivo Nacional una serie de alternativas en donde se combinarán los recursos y las metas. Se prepararía una comunicación

52. Memorandum para Dr. Luis M. Peñalver, Ministro de Educación de Dr. Miguel Casas A., Presidente de la Comisión Organizadora, en Archivo U.N.A., Carpeta Documentos, Caracas, 1976.


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en donde se dijera en términos generales que se acata, desde luego, la decisión que se tome pero que es necesario pasearse por las implicaciones ella conlleva.53 Esta hábil conducta del Dr. Peñalver en el manejo de la situación aquietó las resistencias. V. Las expectativas ante una alternativa novedosa En 1984 el IESA (Instituto de Estudios Superiores de Administración) con el patrocinio de la Organización Polar, publicó un interesante libro titulado El Caso Venezuela: Una ilusión de armonía, producto de la contribución de un calificado grupo de profesionales bajo la dirección de los profesores Moisés Naím y Ramón Piñango. Este libro, conformado por veintitrés ensayos, que incluye la introducción, (…) tiene la intención de contribuir a aclarar el panorama que ofrece la sociedad venezolana a mediados de la presente década, examinando dónde estamos, cómo hemos llegado allí y a dónde, realmente, podemos llegar partiendo de la situación actual. Si eso se logra, aunque sea parcialmente, algo habremos hecho en la lucha contra los terribles simplificadores. De ser así, el esfuerzo puede tener justificación.54 Pues bien, pasemos a lo que concierne a la U.N.A., porque en el capítulo 18 que lleva el título ¿Crisis de la Educación o Crisis del Optimismo e Igualitarismo?, escrito por los investigadores Lilian Hung de León y Ramón Piñango, se hace una explícita interpelación al quehacer y al rendimiento de la UNA Los autores inician su ensayo con la siguiente premisa: La prensa, la radio, la televisión, las conversaciones familiares… reflejan la impresión de que la educación se parece, en mucho, a otros servicios públicos como los hospitales y el transporte colectivo: colas, comentarios

53. Acta de la Reunión del Consejo Superior, Nº 03, de fecha 05.04.78, en Archivo U.N.A. 54. Varios autores, El Caso Venezuela: Una ilusión de armonía, sexta edición, Moisés Naím – Ramón Piñango, Directores del Proyecto. Caracas, junio de 1996, Ediciones IESA.


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sobre su empeoramiento, huelgas, alto costo para el Estado o los particulares, discusiones acaloradas sobre sus deficiencias y proposiciones abundantes sobre cómo hacerla mejor. Después de algunas consideraciones en abono de la idea que la educación merece atención para ofrecerla de calidad a la población, y con facilidad de acceso, los autores hacen el siguiente planteamiento donde quedan comprometidas varias instituciones, entre las cuales está la Universidad Nacional Abierta (UNA), al quedar señaladas como esfuerzos frustrados, porque al crearse, ¡crearon esperanzadoras ilusiones!: En pocas palabras, los venezolanos estamos convencidos de que la educación se merece nuestros mejores esfuerzos. Tal convicción nos ha llevado a tomar decisiones y a realizar acciones muy diversas para impulsar su desarrollo. Por ejemplo, el acelerado crecimiento del sistema educativo en el último cuarto de siglo y el correspondiente incremento del gasto (o inversión, si se prefiere), la creación de programas como las Becas Ayacucho, y de organizaciones como el INCE y la Universidad Nacional Abierta, reformas como la escuela básica, la sorprendente designación de un Ministro de Estado para el Desarrollo de la Inteligencia y campañas como la de ACUDE. Pero, a pesar de todos los esfuerzos, sectores sociales muy diferentes expresan creciente insatisfacción con la situación de la educación (…). ¿Qué hemos esperado en materia de educación? ¿Hemos tenido éxito o hemos fracasado en nuestros esfuerzos? (…).55 Y más adelante, los autores anotan que, (…) en esta maraña de posiciones surgen las más variadas proposiciones <concretas> para mejorar la educación: oímos hablar de <preescolar para todos>, escuela básica, escuela abierta, etc., (…); otros están convencidos de que la solución radica en utilizar masivamente tecnologías <duras> y verdaderamente modernas como la televisión y el computador.56 Luego, al señalar, entre la importación indiscriminada de modelos de organización educacional que ha contribuido, dicen, a complicar la situación, 55. Ibid., pp. 423-424. 56. Ibid., p. 426.


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indican a título de ejemplo, los community colleges de Estados Unidos de donde se derivan los colegios universitarios, de la educación polivalente francesa, los institutos politécnicos, y de la Open University inglesa (que) tiene su expresión criolla en la Universidad Nacional Abierta.57 Finalmente, expresan los indicados autores que entre las nuevas modalidades que se han incorporado a la educación venezolana está el caso de la Universidad Nacional Abierta, y añaden como factor perturbador que frena el éxito y que es común a todas estas vías de solución es que constituyen tecnologías educacionales u organizativas más complejas que las existentes y requieren, entre otras cosas, de mayor capacidad profesional para instrumentarlas, algo que parece ser escaso en nuestro sistema educativo.58 Naturalmente que el planteamiento de los profesores Hung de León y Piñango traduce la idea de que los resultados de la Universidad Nacional Abierta como los de otras instituciones que se crearon coetáneamente para procurar soluciones a evidentes problemas se convirtieron en ilusiones frustradas. Pero la cuestión no es sencilla y pienso que sobre tal situación, personalidades vinculadas a la vida de esta Universidad han expresado opiniones objetivas y llenas de dureza sobre diversos aspectos de la vida de la Universidad Nacional Abierta. Entre las opiniones que se han expresado en artículos escritos ad hoc, sin pretender agotar la lista, recuerdo los del ex-rector Miguel Casas Armengol: Génesis de la Universidad Nacional Abierta, publicado en UNA-DOCUMENTA, Caracas 1987, Caracas, año 6, vol. 1-2, pp. 1823; y ‘‘Plan de Desarrollo de la Universidad Nacional Abierta’’, en UNAOpinión, Caracas 1994, 1, (12), pp. 4-8; los de Max Contasti, ‘‘Ilusión, ambición y compromiso’’, en UNA-DOCUMENTA, Caracas, 1987, año 6, vol. 1-2, pp. 68-69; e ‘‘Historia y Conflicto en la Universidad Nacional Abierta vesperal en primera persona’’ en UNA-Opinión, vol. 14, Caracas, años 19961998, pp. 62-69; el de la ex-rectora Maruja Romero Yépez, ‘‘La Instrucción como Unica Esperanza’’, en UNA-Opinión, vol. 13, Caracas, 1995; los de José Ramón Ortiz, ‘‘La Educación a Distancia en el Umbral del Nuevo Paradigma Telemático,’’ en Universidad Nacional Abierta y Seminario-Taller: Una perspectiva para el próximo siglo, Caracas, 1997, pp. 76-83; el de Fabio Chacón, ‘‘Transformación de la UNA en una Universidad Virtual’’, en Universidad Nacional Abierta, Seminario-Taller: Una perspectiva para el próximo siglo, Caracas, 1997, pp. 92-98; el de Beatriz Tancredi, ‘‘Retos y posibilidades de la 57. Id., pp. 426-429. 58. Ibid., p. 446.


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Universidad Nacional Abierta en tiempos de transición’’, en UNA-DOCUMENTA, Caracas, 2001, año 15, vol. 1-2. Por cierto que en este volumen que contiene las ponencias de este Seminario-Taller, celebrado del 8 al 11 de octubre de 1997, hay un valioso patrimonio de ideas, fruto de una importante experiencia acumulada durante años con fuerza para emprender rumbos esperanzadores. Con la lectura de estos artículos el lector podrá hacerse idea de los diversos factores que han intervenido en la merma de la vitalidad de la Universidad Nacional Abierta y apreciar el gran potencial que contiene este proyecto, si existe voluntad de imprimir a la educación superior de Venezuela nuevos impulsos de renovación. Esta es una Universidad marcada con el signo potencial de la contemporaneidad lo que significa que tiene muchas reservas y todo depende de la voluntad que la impulse según la vocación de este signo. VI. Los pro y los contras de un hecho significativo De las ideas expuestas en este acápite Nº V se deduce que la creación de la Universidad Nacional Abierta se consideró como un hecho esperanzador tanto a nivel gubernamental como a nivel de la opinión pública y, particularmente, de la que expresaron universitarios y sectores políticos del país, no obstante las reservas que también se manifestaron en aquella hora; veamos: 1. En el sector gubernamental: El Ministro de Educación expresó al Congreso en marzo de 1978 que (…) con la creación de la Universidad Nacional Abierta se aspira a ampliar geográfica y socialmente las oportunidades de estudios a nivel superior. Se brindará así la posibilidad de recibir los beneficios de este nivel educativo a sectores de la población que han carecido de él. Esta modalidad ofrece una alternativa novedosa de la cual se espera eficiencia y rendimiento para superar la creciente demanda de enseñanza a nivel superior y reforzar la influencia de este tipo de estudios en el desarrollo económico del país.59

59. Memoria y Cuenta 1977 que el Ministro de Educación presenta al Congreso Nacional de la República de Venezuela en sus sesiones de 1978, pp. XXIV-XXV.


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Pero el Fiscal General de la República que por aquellos días, a petición del estudiantado, había designado a fiscales de su dependencia para participar en una averiguación sobre presuntas irregularidades en la Universidad Ávila, institución de carácter privado, fue interrogado por una periodista sobre el caso y utilizó la oportunidad para hacer algunas reflexiones sobre la necesidad que tienen las universidades de abrir nuevos cauces a los cambios que deben emprender, aunque considera que en las universidades tradicionales no es fácil, puesto que son instituciones bien solidificadas con objetivos y metas bien definidos, y expresa a la periodista que lo interroga, que esta situación (…) coloca a los institutos tecnológicos y politécnicos, lo mismo que a las Universidades nacionales experimentales, en excelentes situación para abrirse a nuevas metodologías de enseñanza y para fijarse otras alternativas, objetivos y metas. –¿Y sobre la educación a distancia?, le pregunta. -–Oigo mucho la promoción sobre la Universidad Nacional Abierta. Es importante señalar que la educación a distancia ha sido y es cuestionada aun en países muy desarrollados que han practicado ese sistema (…) –Entonces… –En este sentido hay que manifestar nuestra cautela y recomendación de mucha prudencia, no sólo por los 75 millones de bolívares en vías de asignación a la UNA para su funcionamiento, sino también por las frustraciones que podría crear en su estudiantado y los compromisos que podría acarrear al Estado.60 2. Opinión pública y particularmente de los sectores universitarios y políticos. El 25 de mayo de 1978 un grupo de cursantes del Ciclo Básico de Licenciatura en Educación por el Sistema de Estudios Universitarios Supervisados, Región Oriental, de la Universidad Central de Venezuela, en Carta Abierta se dirigen a la opinión pública, a los ministros de hacienda y de educación y

60. En El Nacional, Caracas, 13 de septiembre de 1977, Cuerpo C, p. 3.


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a las autoridades universitarias para manifestarles su preocupación y alertarlos sobre la situación crítica que confronta este régimen de estudios por la reducción presupuestaria de que ha sido objeto, al grado que pone en peligro su continuidad, y añaden las siguientes consideraciones que involucran a la recién creada Universidad Nacional Abierta: Cientos de estudiantes no sólo de esta región, sino de todo el país, nos vemos afectados por esta situación que compromete nuestro futuro y el del mismo Sistema que hasta ahora y a pesar de los obstáculos, ha sido exitoso y donde cada vez, nuevos estudiantes se incorporan a él. En la actualidad, el Estado venezolano proyecta la apertura de la Universidad Nacional Abierta con un alto volumen de estudiantes y un elevado presupuesto, la cual sigue la misma concepción y metodología de los Estudios Universitarios Supervisados. Sin embargo, teniendo estos varios años de funcionamiento y por consiguiente habiendo acumulado una extensa experiencia que puede ser aprovechada por otras Instituciones se le niega el apoyo económico indispensable que permita su continuidad en forma eficiente, por lo que exigimos al Ministerio de Hacienda y al Ministerio de Educación a quienes consideramos directamente responsables de la situación que confrontan los Estudios Universitarios Supervisados, se aboquen a la solución inmediata de la misma. Asimismo, deseamos hacer constar nuestro decidido apoyo a los profesores y autoridades de los Estudios Universitarios Supervisados en todas las gestiones que vienen desarrollando con el objeto de poner fin a la crisis planteada.61 Esta opinión de los estudiantes cursantes por el régimen de estudios universitarios supervisados, días después es respaldada por la que aparece en el diario El Universal de Caracas, expresando bajo el título Proyecto de la Universidad Nacional Abierta no está debidamente fundamentado, y con un subtítulo que revela la fuente de la información que Directivos de la Facultad de Humanidades de la UCV suman sus opiniones a la corriente crítica respecto al proyecto. Veamos la relación que trae El Universal:

61. ‘‘Remitido – Carta Abierta’’, en El Nacional, Caracas, 25 de mayo de 1978, Cuerpo D, p. 13.


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El anuncio sobre la creación de la Universidad Nacional Abierta, proyecto en el cual diferentes grupos vienen trabajando desde hace algunos años, ha despertado cierta inquietud, especialmente reservas por parte de quienes dudan en que a través de ésta habrá un tipo de solución realista al problema del cupo universitario en el país. Ha habido muchas opiniones, si no en contra al menos que expresen reservas sobre la capacidad operativa de una institución que todavía, en algunos países importantes y desarrollados se halla en etapa experimental. Claro que ha habido reconocimiento del propósito que se persigue con la creación de una institución universitaria que está llamada sobre todo a servir a segmentos de la población con derecho y posibilidades de seguir estudios superiores y que por una u otra razón pueden enrolarse a determinada edad en el proceso educativo. Para algunos críticos del proyecto de la Universidad Nacional Abierta la idea se quiere desarrollar de sobremanera como una alternativa. Ante el problema del congestionamiento de nuestras universidades y en generales de los institutos de educación superior de esquema convencional. Alguien había planteado que es peligroso la apertura de un compás de expectativas demasiado grande respecto a la existencia y funcionamiento de un modelo tan sofisticado de universidad como la llamada UNA. Para el decano de la Facultad de Humanidades de la UCV, doctor Edmundo Chirinos, es por ejemplo, un grave error la creación de la Universidad Nacional Abierta, si su intención es la de resolver el problema de la explosión demográfica universitaria. Para el decano Chirinos su afirmación se basa en: primero, la muestra de estudiantes para ese tipo de sistema tiene que ser pequeña; segundo, las carreras son limitadas; y tercero, la edad ideal para esos estudios es la de personas mayores de 21 años que trabajan en profesiones afines a las carreras que se abren, pues se requiere en el país gran número de personas especializadas. Chirinos dijo que este tipo de sistemas como enseñanza tradicional es sumamente atractivo, y además susceptible de ser utilizado para la formación en diversas carreras. Pero –dijo- la experiencia a aplicarse tiene que ser cuidadosa, sobre todo planificada con mucho detalle por cuanto es particularmente compleja.

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Chirinos –apuntó en el caso de la entrevista- que no se explica cómo el Ministerio de Educación ofrece actualmente la UNA para 1978, si la experiencia acumulada por la UCV a través de la Facultad de Humanidades, Escuela de Educación, dice que se requiere de mucho esfuerzo y dedicación para acumular suficientes logros de interés y valía. De acuerdo con Rodolfo Rico- Coordinador Administrativo de la Escuela de Educación de la UCV- el sistema de educación abierta en nuestro país no se ha trabajado lo suficiente y nuestra educación no está preparada para este tipo de enseñanza.62 Estas declaraciones estaban pensadas y se deben considerar como expresiones normales, y más cuando el proyecto de Universidad Nacional Abierta se presentaba al país como una alternativa potencialmente novedosa que podía emparejarse, si era conducida (y asistida por la solidaridad) con buena cabeza, con los modelos que se maduraban en la Open University de Inglaterra y en otras Universidades de Europa, de Estados Unidos, dedicadas exclusivamente al desarrollo de programas de educación abierta y a distancia; es decir, que no eran universidades que mantenían ambos regímenes tanto el tradicional presencial y el abierto y a distancia, sino universidades dedicadas exclusivamente por su filosofía, su administración académica, financiera y organizativa a ofrecer esta modalidad instruccional de nivel universitario. El doctor Luis Manuel Peñalver que fue el motor de esta idea en Venezuela, había participado en aquella experiencia venezolana iniciada en 1938 de educación a distancia destinada a la profesionalización del magisterio en servicio, no perdió de vista, según lo expresan papeles de aquellos años (19751978), la existencia en el ambiente venezolano de opiniones encontradas y de cómo en el medio circulaban tanto las de entusiasta expectativa como también las de reservas y las antagónicas; y añadía: Se irán afianzando, o borrando según los resultados que se obtengan y el cuidado en el mantenimiento de la imagen institucional con base en un buen sistema de información y de relaciones institucionales.63 Pero se debe añadir que en este escenario de variadas circunstancias las autoridades de la Universidad Nacional Abierta cumplían el deber de informar a la opi62. El Universal, Caracas, 26 de septiembre de 1977, Cuerpo 1, p. 15. 63. Luis M. Peñalver, ‘‘Objetivos y Alcances de la Educación a Distancia’’, en Teoría y Praxis de la Universidad Nacional Abierta, Caracas, s/f, tomo I, pp. 33 y 34 (Fondo Editorial para el Desarrollo de la Educación Superior)


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nión pública sobre el proyecto, su naturaleza y alcance. Así entre otras iniciativas encaminadas a tal propósito, encontramos en la prensa de la época testimonios como los siguientes que he seleccionado a título de muestras: los que aparecen el día miércoles 24 de mayo de 1978 que son dos avisos de prensa publicitados por la Universidad Nacional Abierta dirigidos, uno invitando a un foro sobre experiencias de educación a distancia organizado por la Universidad Central de Venezuela a realizarse en la Sala E, Biblioteca Central de la misma Universidad, a las 6:30 p.m. de esta fecha, 24 de mayo; y el otro, una carta pública que el Rector de la Universidad Nacional Abierta dirige a los estudiantes que han escogido esta Universidad como plantel, para cursar sus estudios a partir del próximo agosto de 1978 y que transcribo por el signo aleccionador que tiene: Dentro de muy pocos meses iniciarán ustedes una de las tareas más nobles, significativas y retributivas en la vida de todo ser humano: formarse, culturizarse y prepararse profesionalmente a través de la Educación Superior, en este caso en la UNIVERSIDAD NACIONAL ABIERTA (UNA) y mediante avanzadas tecnologías educativas, diseñadas para las características de nuestra población y especialmente tomando muy en cuenta las necesidades y posibilidades de las personas adultas que trabajan. Para asegurar mejor el éxito de sus estudios a través de estas formas de enseñanza, probablemente nuevas para ustedes, se comenzarán las actividades de la UNA, en agosto de este año mediante un CICLO INTRODUCTORIO estructurado con materiales impresos, clases por televisión, radio y asesores académicos a nivel regional y local, elementos estos que le permitirán “aprender a aprender”, puesto que en nuestro proceso la “auto-instrucción” será uno de los aspectos más importantes, y ella también le será de gran utilidad durante el resto de su vida. Si usted ya escogió la UNIVERSIDAD NACIONAL ABIERTA como su institución para obtener los objetivos personales de superación intelectual, cultural y profesional, será indispensable que formalice su inscripción en la oficina local correspondiente durante el lapso abierto y prorrogado actualmente hasta el 3 de Junio de este año. Tenga muy presente que la eficiente preparación a nivel superior es la mejor inversión para usted y para su significativa contribución al desarrollo de nuestra patria.64 64. El Nacional, Caracas, 24 de mayo de 1978, Cuerpo C, p. 23 y Cuerpo D, p. 14.


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Tales testimonios que se presentan como muestras, fueron escogidos entre un conjunto de escritos seleccionados.65 Estos indudablemente que procuraban producir efectos en el sector universitario, y la publicidad pro unista se orientaba en el sentido de hacer ver que el nuevo proyecto universitario no venía a competir con miras a sustituir, sino a complementar acciones que respondiesen al deber de contribuir a la formación superior, despejando el camino de dudas y promoviendo la intencionalidad de la propuesta que se ofrecía. Conclusiones 1. La creación de la Universidad Nacional Abierta (UNA) fue consecuencia de un compromiso político del Gobierno del Presidente Carlos Andrés Pérez motivado por razones de interés social, como lo atestiguan documentos de aquella época (1974-1979). Pero el origen, las motivaciones e intenciones que animaron tal empresa no aminoran el mérito del empeño desplegado para el logro de esta fundación como tampoco empañó en el Reino Unido el suceso de la creación de la Open University, consecuencia de la propuesta que hizo en 1963 el señor Harold Wilson, Jefe del Partido Laborista. 2. No obstante las dificultades que se le cruzaron en el camino a la Comisión Organizadora para realizar su trabajo, estas fueron superadas, aunque no en grado técnicamente satisfactorio, y a esto contribuyó la fuerza

65. ‘‘La Universidad Abierta responderá a las necesidades del desarrollo nacional’’ (El Universal, Caracas, 15 de septiembre de 1977, Cuerpo 2, p. 12); ‘‘Proyecto de creación de la Universidad Nacional Abierta hoy en el Consejo Nacional de Universidades,’’ (El Nacional, Caracas, 16 de septiembre de 1977, Cuerpo C); ‘‘Reunión del Rotary Club Valle de Caracas’’, (El Universal, Caracas, 11 de septiembre de 1977, Cuerpo 4, p. 23); ‘‘Decretada la Universidad Nacional Abierta’’, (El Nacional, Caracas, 28 de septiembre de 1977, Cuerpo A, p. 1). La revista Papeles Universitarios publicó varios artículos sobre el tema Universidad Nacional Abierta, por ejemplo ver: Año 1, Nº 3, octubre de 1977, artículo de Edgardo Mendoza, La Universidad Abierta; reprodujo el artículo de Luis B. Prieto Figueroa, ‘‘La Universidad Abierta’’, publicado en El Nacional, Caracas, 26 de octubre de 1976; un reportaje de El Nacional titulado ‘‘Ventajas y peligros de la Educación a Distancia’’, Caracas, octubre de 1976; artículo de Augusto Mijares titulado ‘‘Las Universidades Abiertas’’. En el Nº 4, Caracas, noviembre-diciembre de 1977, el artículo: ‘‘Concepto y Características de la Universidad Nacional Abierta’’ de José R. Marrero; y en el año 2, Nos. 5-6, Caracas, enero-febrero de 1978, el artículo titulado ‘‘Universidades Abiertas: Mito y Realidad’’, de Héctor Eduardo Castro Silva.


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del compromiso del Gobierno con el Proyecto UNA que era obligante, pues estaba incorporado como política de Estado al V Plan de la Nación 1975-1980, según consta en la Gaceta Oficial de la República de Venezuela, Nº 1860 (Extraordinario), Caracas, 11 de marzo de 1976. 3. Si bien la creación de la Universidad Nacional Abierta por Decreto del Poder Ejecutivo, Nº 2398, del 27 de septiembre de 1977 contribuyó a consolidar esta corriente educacionista, característica del avance de los métodos de instrucción de la época contemporánea, en Venezuela como probablemente ocurrió en otros países, la idea de la educación superior extramuros, desde el siglo XIX tuvo simpatías y seguidores y el sector gubernamental que la promovió, la puso en práctica inspirado en el principio del derecho a la libertad de aprender como una contribución a la igualdad social, permitiendo a los desfavorecidos por alguna causa social o económica alcanzar títulos profesionales previa comprobación de los conocimientos cualquiera que hubiese sido el maestro o lugar en que haya hecho sus estudios. Experiencia de educación a distancia fue también la que se realizó en Venezuela a partir de 1938 para la profesionalización del magisterio en servicio. Son antecedentes que no pueden caer en el olvido. 4. La iniciativa venezolana decretada el 27 de septiembre de 1977 inició actividad sin cumplir ciertos requisitos que todo ensayo exige para garantizar la idoneidad de lo proyectado. Es probable que en esta deficiencia esté la causa de desajustes que han caracterizado la trayectoria existencial de esta UNA. El factor político coyuntural como fue la proximidad de las elecciones presidenciales a fines de 1978 influyó en la decisión de apurar el despegue de este proyecto. 5. No obstante este último señalamiento, el potencial que contiene la idea de la Universidad Abierta y a Distancia por la fuerza de penetración en todos los sectores y por la diversidad de opciones que puede ofrecer para facilitar el derecho a la libertad de aprendizaje, le inyecta vigencia significativa hoy y mañana.


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ANÁLISIS ICONOGRÁFICO DE UN GRABADO DE LA OBRA DE ALEJANDRO DE HUMBOLDT: Una aproximación distinta a la historia de la ciencia José Rafael Lovera (*)

Habitualmente el historiador en sus indagaciones recurre a los escritos, impresos o manuscritos, dejando de lado fuentes tan importantes como las que suministra la iconografía. Pinturas, dibujos, grabados, litografías, fotografías, filmes y otros productos de la reprografía de imágenes arrojan importante luz sobre personajes, objetos, arquitectura, paisajes, mentalidades e incluso acontecimientos. Sin embargo gran parte de los investigadores no se ha liberado de lo que podría llamarse la tiranía del documento escrito dejando de lado, en consecuencia, los valiosos testimonios gráficos referidos. Es obvio que las imágenes, al igual que todo otro documento deben ser objeto de la crítica interna y externa que ejerce el historiador sobre las fuentes, no basta con la observación y descripción de una imagen, sino que además es preciso interpretar lo que representa y esta labor no es mas que el análisis iconográfico.1 Muchas veces las imágenes iluminan aspectos que no se perci-

(*) Individuo de Número de la Academia Nacional de la Historia. Sillón Letra “G”. 1. Algunas de las obras que he recomendado para iniciarse en este tipo de análisis son las siguientes: BERNARDET, Jean- Claude y FREIRE RAMOS, Alcides. Cinema e história do Brasil. São Paulo, Editora Contexto, 1994; BURKE, Peter, Visto y no visto (El uso de la imagen como documento histórico). Barcelona, Editorial Crítica, 2001; CASTIÑEIRAS GONZÁLEZ, Manuel Antonio, Introducción al método iconográfico. Barcelona- España, Editorial Ariel, 1998; DORRONSORO, Josune, Significación histórica de la fotografía. Caracas, Editorial Equinoccio, Universidad Simón Bolívar, 1981; DUPRAT, Annie, Images et Histoire (Outils et méthodes d´analyse des documents iconographiques). Paris, Éditions Belin, 2007; ESTEBAN LORENTE, Juan Francisco. Tratado de iconografía. Madrid, Ediciones Istmo, 1990; FERRO, Marc“El cine ¿Un contraanálisis de la sociedad?” en, LE GOFF, Jacques y NORA, Pierre. Hacer la historia (III. Objetos Nuevos). Barcelona- España, Editorial Laia, 1980; FREUND, Gisèle. La fotografía como documento social. Barcelona, Editorial Gustavo Gili, S.A., 1983; GARCÍA-PELAYO, Manuel. Ideología e iconología. Caracas, Universidad Central de Venezuela, Facultad de Derecho, Cuadernos del Instituto de Estudios Políticos, N°4, 1963; GERVEREAU, Laurent.


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ben de manera evidente en los textos escritos. Durante mi ejercicio docente en la Escuela de Historia de la Universidad Central de Venezuela procuré despertar en los alumnos el interés por esta clase de estudio y en mis cursos de Historia de la Ciencia y la Técnica e Historia de la Alimentación, ambos dictados hasta el año 2000, fecha de mi jubilación, propuse ejercicios ilustrativos del método iconográfico. He escogido para presentar en esta ocasión uno de tales ejercicios: el grabado que aparece como frontispicio del Atlas geógraphique et physique des régions équinoxiales du Nouveau Continent fondé sur des observations astronomiques, des mesures trigonométriques et des nivellemens barométriques par Al. de Humboldt. Paris, Chez F. Schoell, Libraire, 1814. Nadie puede negar la importancia de los trabajos de Alejandro de Humboldt para la historia de la ciencia. La geografía, la botánica y la zoología son deudoras de su extensa labor. Se ha dicho que Humboldt fue “el segundo descubridor de América”. Esta calificación generalmente se entiende en cuanto a su contribución a la ciencia, pero hay otro aspecto que es necesario resaltar y que consiste en la importancia que para el comercio e industria europeos tuvieron, en su tiempo, las obras del viajero alemán. No debe olvidarse que los padres de Humboldt en un comienzo tuvieron la idea de inducir a su hijo a que siguiera la carrera del comercio, continuando con la tradición familiar materna y al efecto en 1790 lo enviaron a Hamburgo donde fue inscrito en la Academia de Comercio de Büsch a fin de que siguiera estudios de Cameralística o Ciencia Cameral. Esta disciplina “Fue la precursora de la Economía Política” y “se ocupó de cuestiones económicas así como de otras de índole político- financiera, jurídicoadministrativa y tecnológica”, el asunto principal de esa disciplina lo ocupaba “la cuestión relativa a cómo habrían de aumentarse los ingresos del Príncipe”,

Voir, comprendre, analyser les images. Paris, Éditions La Découverte, 1994; GINZBURG, Carlo, Mitos, emblemas, indicios (Morfología e Historia). Barcelona- España, Editorial Gedisa, 1989; GOMBRICH, E.H. Ideales e ídolos (Ensayos sobre los valores en la historia y el arte). Barcelona-España, Editorial Gustavo Gili, S.A., 1981 y El sentido de Orden (Estudio sobre la psicología de las artes decorativas). Barcelona- España, Editorial Gustavo Gili, S.A., 1980; HASKELL, Francis, La Historia y sus imágenes ( El arte y la interpretación del pasado). Madrid, Alianza Editorial, 1994; PANOFSKY, Erwin. Estudios sobre iconología. Madrid, Alianza Universidad, 1972 y El significado en las artes visuales. Madrid, Alianza Forma, 1985; ROJAS MIX, Miguel, El imaginario (Civilización y cultura del siglo XXI). Buenos Aires, Prometeo Libros, 2006; SAXL, Fritz. La vida de las imágenes. Madrid, Alianza Editorial, 1989; VETTRAINO-SOULARD, Marie-Claude, Lire une image. Paris, Armand Colin Éditeur , 1993.


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problema que condujo “al estudio de cuestiones económico- políticas y demográficas, así como a la investigación de aquellos medios con los cuales se puede elevar el bienestar de la población”2. Estos estudios sin duda, aún cuando no los llegó a culminar, le serían de gran utilidad tratándose de una persona de inteligencia despierta, buena memoria, aplicación y responsabilidad, y contribuyeron a una acertada apreciación de las posibilidades del comercio de las colonias españolas y a la elaboración de los cuadros de geografía económica de esos países. 3 Es evidente que el sabio alemán tuvo presente en su obra americana el objetivo de aquellos estudios cuando expresamente en la introducción a su relación de viaje asienta que ha examinado “la cantidad de géneros coloniales que ha menester la Europa en el estado actual de su civilización (...) he presentado el cuadro del producto mineral, la población, las importaciones y las exportaciones de toda la América española.”4. Esta veta de la extensa formación cultural de Humboldt no ha sido lo suficientemente destacada pese a que revistió en su tiempo, como se verá más adelante, una notable importancia para el comercio de importación y exportación de Europa. Otro hecho que es necesario retener para el análisis que propongo, es que Humboldt cuidó personalmente y con gran meticulosidad la edición de su vasta obra sobre el Nuevo Continente, no en balde tuvo que sufragar la muy costosa edición de su obra americana de su propio peculio, corregir sus textos y escoger las imágenes que debían acompañarlos. Las ilustraciones que aparecen en las primeras ediciones de sus libros fueron encargadas por él a algunos destacados artistas y grabadores de su tiempo con base en sus propias descripciones e incluso suministrándoles los dibujos que realizó durante sus viajes y los croquis que le sirvieron para establecer sus medidas cartográficas, amén de sugerir los temas de algunas de esas imágenes. El grabado que nos interesa analizar y que se reproduce aquí es un notable ejemplo de iconología humboldtiana y devela de un golpe la mentalidad del sabio en cuanto al rol de Europa, más específicamente de su ciencia y su

2. Véase: Wolfang Heller. Diccionario de Economía Política, Barcelona, Editorial Labor, 1950, p. 46. 3. Charles Minguet, Alexandre de Humboldt (Historien et geógraphe de L´Amérique espagnole, 1799-1804). Paris, François Maspero, 1969, p. 39. 4. A. Humboldt, Viaje a las Regiones equinocciales del Nuevo Continente. Caracas, Monte Ávila Editores, 1985, tomo I, p. 21.


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comercio, respecto de la América española. La imagen en cuestión fue hermosamente dibujada por François Gérard (1770-1837), y grabada con maestría por Barthélemy Roger (1767-1841), por encargo del mismo Humboldt y consiste en una alegoría representativa del porvenir del Nuevo Mundo, cuya importancia la destaca el propio Humboldt en la citada introducción a su viaje: “No podría pasar en silencio el frontispicio colocado al frente de la edición en 4° de este intinerario. El Sr. Gérard, con quien tengo la dicha de estar relacionado hace quince años, se ha servido hurtar algunos instantes a sus trabajos en favor mío: agradezco en todo su valor ese público testimonio de su estimación y amistad.”5 La importancia que dio Humboldt al frontispicio de Gérard y la precipitación con la cual le llevó al domicilio del pintor las pruebas impresas del grabado, inmediatamente después de tenerlas en su mano, se hacen patentes en la carta que dejó junto con ellas en la casa de éste último donde acudió tan temprano que no pudo ser recibido por el artista quien seguramente estaba aún durmiendo. En esta nota se trasluce la emoción del sabio alemán quien manifestaba “No sé cómo expresar los encontrados sentimientos que inspira ese frontispicio.”6 Como puede apreciarse en la reproducción que acompaña este texto, hay en la ilustración tres personajes: por una parte está Palas Atenea, o Minerva como la llamaban los romanos, diosa de la sabiduría; por la otra y al lado de ella se encuentra Hermes, o Mercurio según los latinos, mensajero de los dioses y dios del comercio. Estas dos divinidades de la mitología grecorromana son fácilmente reconocibles por los atributos que ostentan. Minerva por su casco guerrero ornado con la figura de Pegaso, su coraza adornada con la cabeza de Medusa y la rama de olivo que lleva en su mano derecha. Mercurio por su casco y sus sandalias, ambos alados, y el caduceo. Caída en el suelo en el ángulo inferior izquierdo del grabado se encuentra una escultura, que corresponde a una sacerdotisa azteca según dibujo del 5. A Humboldt, Viaje ..., tomo I, p. 31. 6. Carta de Humboldt a François Gérard, Paris, 1815. En: Alejandro de Humboldt, Cartas Americanas, Caracas, Biblioteca Ayacucho “N° LXXIV”, 1980, p. 183. Es de advertir que Humboldt fue amigo del pintor Gérard frecuentó su taller y en una de esas visitas posó para él quien dibujó uno de sus más fieles retratos.


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propio Humboldt incluido en su Atlas pintoresco o Vistas de las Cordilleras y monumentos de los pueblos indígenas.7 Igualmente se encuentran por tierra una flecha y un bastón de cavar, lo que nosotros llamamos coa o chícura y detrás de la pierna derecha del tercer personaje a quien nos referiremos más adelante, puede observarse una rodela inspirada en las que usaban los guerreros aztecas. Como fondo se ve el Chimborazo, volcán propio de las regiones equinocciales e igualmente se aprecia una planta de cactus propia de la misma zona. Los nombrados dioses se encuentran de pie y extienden sus brazos hacia otra figura, el tercer personaje, que se muestra inclinado y apoyado en parte de una construcción con decorados de apariencia prehispánica y está ayudado a incorporarse por Mercurio quien lo hala al efecto. Esta última figura por su vestimenta y su tocado viene a ser una alegoría de América que saliendo de la postración en que se encontraba inclina la cabeza ante los nombrados dioses del mundo antiguo. Podría ser una suerte de mezcla entre Moctezuma y Atahualpa que se levanta ayudado por Minerva y Mercurio, es decir, por la ciencia y el comercio. El grabado descrito tiene como leyenda: Humanitas, Litterae, Fruges. Según el mismo Humboldt estas palabras significan en el mismo orden antes señalado: La civilización, las letras y el trigo. Y al pie de la imagen encontramos la fuente de la cual se tomaron esas palabras: Plin.(ius) jun.(ior) L.(iber) VIII. Ep.(istula) 24. Sobre lo cual anota Humboldt: “El frontispicio, grabado según el dibujo del Sr. Gérard, representa la América consolada por Minerva y Mercurio de los males de la conquista. Léense al pie de la lámina las palabras: humanitas, litterae, fruges. Plinio el joven escribe a Máximo, cuestor de Bitinia, nombrado gobernador de la provincia de Acaya: ‘Piensa que los griegos dieron a los demás pueblos la civilización, las letras y el trigo’. Estos mismos beneficios débelos América al viejo continente. Las armas, los vestidos y los monumentos son de una fiel exactitud.”8

7. Véase la traducción española : Sitios de las cordilleras y monumentos indígenas de América, Madrid, Imp. de Gaspar, 1878, lámina I. Respecto de las figuras que siguen en nuestra descripción puede consultarse la edición de Barcelona, láminas 7, 9, 14, 16, 21, 38 y 49, referidas a las armas, vestido, monumentos y vista de la naturaleza que sirvieron de base a Gérard para la elaboración del frontispicio de que tratamos, según el propio testimonio de Humboldt en la Nota F del Viaje..., tomo II, p.409 8. Idem.


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De forma que el grabado que pone Humboldt en su libro no se limita a destacar su contribución científica (representada allí por Minerva) sino que al incluir a Mercurio resalta la presencia del comercio en esa obra de rescate de Hispanoamérica que le valió el citado título de segundo descubridor de América. Ambas actividades, la científica y la comercial, vendrían, según el término que usa el sabio alemán, a “consolar” la supuesta postración en que se encontraban las colonias españolas de América, mediante una apertura del conocimiento y el intercambio de Europa con ellas. Creo que las consideraciones anteriores hacen patente como el viajero estaba consciente de la importancia que para la industria y el comercio de su continente de origen tendrían las informaciones que suministraba. Disiento de la opinión contraria manifestada por uno de sus biógrafos Hanno Beck quien al referirse a la importancia del viaje de exploración a América, sostiene que el objetivo de esa obra fue exclusivamente científico y por ende ajeno a intereses comerciales. Deja de lado el citado autor las repercusiones que en este último ámbito tuvo el Viaje.9 Tampoco destaca los efectos comerciales aludidos la interpretación que del frontispicio que nos ocupa ofreció Helga von Kügelgen en el artículo que dedicó a la interpretación del mismo,10 en el cual apenas menciona el asunto en tres líneas afirmando que no necesita comentario “la apertura del comercio con todas las implicaciones positivas y negativas”.11 Para corroborar la trascendencia que en el ámbito comercial y en su época tuvieron las publicaciones de Humboldt citaré unos pocos ejemplos. La publicación del Ensayo Político sobre el Reino de Nueva España, según otro de sus biógrafos no sólo hace patente el interés de su autor por los asuntos comerciales que podían interesar a los europeos sino que tuvo importantes repercusiones prácticas: “El principal objetivo de Humboldt al escribirlo era llamar la atención de los capitalistas europeos hacia los inmensos recursos minerales de México, sobre todo las minas de plata, que en su opinión podían rendir enormes beneficios si se explotaban adecuadamente. El libro se tradujo rápidamente

9. Alexander von Humboldt. México. Fondo de Cultura Económica, 1971, p. 236. 10. “ La Alegoría de América en el Frontispicio del Viaje de Humboldt y Bonpland” en Frank Holl (ed.), Alejandro de Humboldt en México, Museo de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, Antiguo Palacio del Arzobispado, 1997, pp. 165- 182. 11. Ibíd. P. 180.


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al inglés, y fue la causa inmediata de que la industria minera mexicana cayera bajo control británico en los años siguientes a la independencia.”12 En efecto se establecieron algunas empresas en Londres para la compra y explotación de las minas mexicanas y los promotores de una de ellas llegaron a ofrecer a Humboldt la presidencia de la compañía y una participación en sus acciones, lo que no aceptó el sabio.13 Por otra parte, cuando la recién fundada República de Colombia buscaba el reconocimiento que le permitiera figurar en lo que se ha llamado el concierto de las naciones y al mismo tiempo perseguía atraer inmigrantes de Europa y señalar las riquezas naturales que poseía como interesantes para la explotación comercial, su gobierno resuelve encomendar a uno de sus altos funcionarios, Francisco Antonio Zea, la edición de la obra divulgativa, redactada y publicada en inglés con el título de Colombia: being a Geographical, statitistical, agricultural, commercial, and political account of that Country, con el subtítulo de Adapted for The General Reader, the Merchant, and the Colonist., salida en 1822 de las prensas de Baldwin, Cradock, and Joy de Londres , en dos voluminosos tomos de más de 700 páginas cada uno14. La lectura de esta extensa publicación permite constatar que la mayor parte de los datos de interés para inmigrantes y comerciantes están tomados literalmente de las obras de Humboldt, no obstante que se incluyan también algunas citas de Francisco Depons. De manera que los editores consideraron la obra humboldtiana como fundamental para el propósito que perseguían. Un comentarista de aquella publicación afirmaba: “El libro Colombia no solamente despertó la curiosidad de quienes en Europa y en América lo tuvieron en sus manos, sino el interés de hombres de negocios atraídos por lo que se predicaba sobre recursos naturales, amplio

12. Douglas Botting, Humboldt y el Cosmos (Vida, obra y viajes de un hombre universal : 1769-1859). Barcelona, Ediciones del Serbal, 1982, p. 188. 13. Idem. También se refiere detalladamente a tales empresas, anglo-mexicanas y franco- mexicanas, otro de sus biógrafos L. Kellner, Alexander von Humboldt. Londres, Oxford University Press, 1963, p.p. 107- 111. 14. Esta obra fue traducida y publicada en Colombia con el título de: Colombia (Relación Geográfica, topográfica, agrícola, comercial y política de este país. Adaptada para todo lector en general y para el comerciante y colono en particular) Bogotá, Ediciones del Banco de la República, 1974, 2 tomos.


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campo para la libre empresa y facilidades de comercio de esa nueva nación hispanoamericana”15. La información contenida en los citados tomos encontró, por ejemplo, terreno abonado en el gran interés que ya tenían los comerciantes alemanes de la Liga Hanseática por establecer relaciones comerciales con las nacientes Repúblicas de Hispanoamérica y entrar en la competencia por captar nuevos mercados.16 Y digo terreno abonado pues no sólo estaba en la mente de los negociantes del Hansa la iniciativa sino que además el mismo Francisco Antonio Zea, en esos años, se había dirigido a esa liga ofreciendo iniciar negociaciones comerciales, lo que en principio había sido aceptado positivamente17. No es desencaminado pensar que los comerciantes de Hamburgo y Bremen habían recibido y leído los dos tomos de Colombia. También los libros de Humboldt constituyeron la base de la primera “guía turística” sobre la República de Colombia, publicada en inglés en 1825 como parte de una colección titulada The Modern Traveller (A Popular Description, geographical, historical, and topographical of the Various Countries of the Globe).15 Este vademécum estaba destinado a orientar a los viajeros, principalmente inmigrantes y comerciantes, en su tránsito por el nuevo país. El uso de los textos humboldtianos continuó en las siguientes décadas del siglo XIX como lo demuestra el caso del libro de J. E. Wappäus: Die Republiken von Südamerika geographisch- statistisch, mit besonderer Berücksichtigung ihrer Produktion und ihres Handelsverkehrs, vornehmlich nach amtlichen Quellen, publicada en Göttingen por Vandenhoeck und Ruprecht en 1843 que transcribe abundantes citas de Humboldt y se refiere, a pesar de su amplio título, prácticamente sólo a Venezuela. Se trata de otra obra que tuvo como meta despertar el interés de los comerciantes alemanes sobre América del Sur.

15. Sergio Elías Ortiz “Presentación”, en tomo I de la traducción a que se refiere la nota anterior, p. XIV. 16. Manfred Kossok, Historia de la Santa Alianza y la emancipación de América Latina. Buenos Aires, Ediciones Sílaba, 1968, p. 175 y ss. 17. Idem 18. Colombia, Londres, Printed for James Duncan; Oliver and Boyd, Edinburgh; M. Ogle, Glasgow; and R. M. Tims, Dublin., 1825.


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Para los lectores contemporáneos al Atlas de Humboldt la alegoría representada en el grabado que estudiado correspondía a una visión de las cosas generalmente compartida y fue vista con la mayor naturalidad pues se aceptaba entonces la superioridad de Europa y su papel civilizador, además de considerarse el destino del Nuevo Continente como proveedor de riquezas para aquella. Hoy para el lector avisado esa representación devela la concepción de Hispanoamérica como dependiente del Viejo Mundo que se presenta como normal usufructuario de las riquezas naturales de aquel y a la ciencia europea como facilitadora de esa explotación. Sería de gran interés que se indagara con mayor extensión la influencia de la obra de Humboldt en las actividades comerciales de Europa en América pues no sólo contribuyó a reforzar la visión eurocéntrica de ésta última sino que estimuló, a la par que las expediciones científicas que siguieron las huellas del sabio, el tráfico mercantil fundamentalmente orientado a la obtención de materias primas americanas y a la ampliación del mercado para los productos de la industria europea.


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SOBRE LAS FUENTES DEL ORINOCO SEGÚN EL BARON DE HUMBOLDT Alberto Méndez Arocha (*)

Introducción Cuando estuve preparando el año pasado “Los Papeles del Dr. Rafael De León” para la Academia Nacional de la Ingeniería y el Hábitat, en compañía de mi estimado amigo el Ing. Herman Roo, me causó curiosidad la tendencia de los misioneros y geógrafos de desdeñar los torrentes más tumultuosos (ver Fig. 1) y persistir en buscar las fuentes del soberbio Orinoco hacia el Este.

Figura 1. Descarga y Escurrimiento Anual del Río Orinoco y sus Principales Tributarios, años 1984 y 1985 [Fuente: Papeles Dr. de León; ANIH; 2008, p. 17]

(*) Individuo (Sillón 1) de la Academia Nacional de la Ingeniería y el Hábitat.


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Aunque a veces se comenta que Humboldt y Bonplandt llegaron por casualidad a Cumaná, desviados de su destino original a causa de una emergencia sanitaria en el barco, algo tendría en la mente el famoso sabio universal cuando años antes había escudriñado con todo detalle la problemática del rompecabezas o maraña geográfica de los sistemas fluviales del Alto Orinoco, incluyendo una revisión minuciosa de los más afamados geógrafos y viajeros anteriores a su época, que eran unos cuantos, p.ej. Iodocus Hondius, Nicolas Sanson d´Abbeville, Guillaume de Lisle [citado como l´Ile], Jean Baptiste Bourguignon D´Anville, La Condamine, Juan de la Cruz Cano y Olmedilla, y otros; para no dejar afuera los competentes frailes y otros guerreros, entre ellos Fernández de Enciso, Orellana, Acuña, Aguado, Simón, Berríos, Caulín, Raleigh, Pérez de Quesada, Oviedo y Baños, más los que se nos escapan. Es por ello vamos a indagar sobre los causales en los escritos, para lo cual usaremos el “Viaje a las Regiones Equinocciales del Nuevo Continente” (vol. 4) como referencia y guía en nuestras divagaciones sobre el origen de las fuentes, cuyas citas vamos desgranando en lo que sigue (se menciona la página correspondiente del vol. IV). Conviene una apreciación inicial. Tal como se recordará, desde comienzos del siglo XVI ocurrió una avalancha de descubrimientos geográ-

Figura 2. Nuestras hipótesis para justificar la ubicación de las fuentes del Orinoco


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ficos (portugueses y españoles, especialmente) producto, entre otras razones, de los adelantos tecnológicos que, súbitamente, los permitieron. Debemos mencionar en especial el velamen y diseños de barcos para adentrarse mejor contra el viento, y otras mejoras tecnológicas. Fue la “Era de los Descubrimientos”. Lamentablemente, quedaban tecnologías por resolver; entre ellas los procedimientos para la determinación de la longitud, solucionada con el reloj mecánico de Harrison a mediados del XVIII, por lo que la elaboración de mapas dejaba mucho que desear en los primeros tiempos de los conquistadores y misioneros, como expresan los documentos de la época. De hecho Humboldt disponía de un buen equipamiento de aparatos, como se deduce por ejemplo (id., 472): Logré algunos ángulos horarios del sol en una isla situada en el centro de la Boca del Infierno, en donde habíamos colocado nuestros instrumentos. La longitud de ese punto es, según el cronómetro, de 67º10´31”… Por medio de tres estrellas encontré la latitud de 8º 0´26”. Ya disponiendo de la nueva tecnología de coordinadas geográficas, vendría otra discusión sobre la causas para “orientar” la búsqueda de las fuentes. En un momento pensamos en la codicia del oro, —la Conquista comenzó y se constituyó como un mero business— pero en los inicios las mitologías de El Dorado no estaban lo suficientemente arraigadas. Luego entró otro factor: la pugna con los portugueses, y el interés en adentrarse hacia el Este, la zona hoy brasilera. Las dudas sobre la fuente original se mantuvieron por un largo tiempo, lo que es posible analizar bajo la óptica del análisis del Barón de Humboldt, en su viaje de 1800. Realmente dejar de un lado al Guaviare, el más caudaloso en la margen izquierda, y luego pasar por delante del Ventuari, el segundo en caudal, en la margen derecha, no parecía lógico —debían existir algunas otras razones, probablemente económicas, o políticas, ¿religiosas? o geopolíticas. La espada y la oración. Nuestra primera sospecha por tal rumbo se refería obviamente a la búsqueda de El Dorado, que en la época de Raleigh era ya una obsesión


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bastante asentada. Veremos los distintos aspectos de la conquista del oro y la conquista de las almas, soldados contra misioneros. En la Fig. 2 se identifican las distintas alternativas consideradas en nuestras hipótesis de trabajo. Iremos desmontando poco a poco los diversos temas encontrados, con apoyo de los comentarios de Humboldt y algunos mapas citados de la época (tomados de Internet, no los traen los Viajes). Empezaremos discutiendo las tres hipótesis (Fig. 2): la primera teoría de la nomenclatura indígena (A), luego la razón geopolítica (B) y finalmente la codicia (C), el Buen Oro contra el Buen Dios, soldados vs. monjes para salvar la Patria o las almas mientras alguien terrenal salía ganando… A. El nombre del río - Nomenclatura aborigen Se conoce que lo indios guaraúnos del Delta llaman wirinoco al gran río, y este nombre ha podido difundirse con los viajeros por encima de las nomenclaturas de otras lenguas de otras tribus aguas arriba. Hidrológicamente el río más dominante, de los afluentes, es el Guaviare, que mantuvo su denominación. Mientras se reservó el nombre de la desembocadura, Orinoco, por toda la trayectoria hasta un afluente terciario orientado hacia el Este. ¿Cuáles fueron las razones? – Es lo que nos proponemos investigar, con la ayuda del sabio. Según AdH (id, 554) fue en el viaje de Diego de Ordaz (1531) cuando se oyó pronunciar por primera vez el nombre de Orinoco.1

1. ORDAZ EN EL MARAÑON (Internet). A principios de 1531 salió Diego de Ordaz de Sevilla, y habiendo llegado al río Marañón, con intento de comenzar por allí sus descubrimientos, hubo de abandonar el proyecto por las calmas, corrientes y bajíos en que se vio. En consecuencia, hizo fuerza de velas, a fin de salir pronto de aquella parte, y pasó adelante para dar comienzo a su jornada por otro lugar menos peligroso; mas, Juan Cornejo, su teniente general, aun que hombre cursado en la mar, no logró el mismo éxito, encalló su navío, con pérdida de algunos hombres, «y aunque muchos quisieron decir, refiere el cronista Antonio de Herrera, que se habían conservado en tierra, también se perdieron entre los indios», Década IV, lib. X, cap. IX. Véanse los términos en que Juan de Castellanos, en sus Elegías de varones ilustres de Indias, describe el naufragio de los compañeros de Ordaz, y la muy sensata opinión que emite acerca del ningún fundamento con que debían acogerse semejantes aserciones.


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Dice Humboldt (ibidem, más en 552; la citas van en tipo Times New Roman): Diego de Ordaz y Alonso de Ojeda ((1535) dirigieron sus viajes de descubrimiento a lo largo de las orillas del Bajo Orinoco. El primero es ese famoso conquistador de México que se vanagloriaba de haber sacado azufre del cráter del Pico de Popocatepl…Ordaz, nombrado Adelantado de todo el país que pudiera conquistar entre el Brasil y Venezuela, que se llamaba entones el país de la Compañía Alemana de los Welsers (Belzares), comenzó su expedición por la desembocadura del Marañón…. Apresuráronse a salir [por un naufragio] de la desembocadura del Amazonas, y las corrientes que en esos parajes llevan con fuerza al Noroeste, condujeron a Ordaz a la costa de Paria, donde en el territorio del cacique Yuripari, Sedeño había construido la Casa Fuerte de Paria. Como este puesto estaba muy próximo a la desembocadura del Orinoco, el conquistador mexicano resolvió probar una expedición por este gran río. El nombre aborigen es respetado por Humboldt. ¿Pero cuál nombre aborigen? – porque son muchas las tribus que habitaron sus riberas. Aquí viene ya una discusión. Continúa el sabio (idem, 554): Ordaz, jefe de la expedición, afirma que el río desde su desembocadura hasta la confluencia del Meta se llama Uriaparia, pero que más arriba de esta confluencia lleva el nombre de Orinucu. Esta palabra, (formada según la analogía de los vocablos Tamanacu, Otomacu, Sinarucu) es efectivamente de lengua Tamanaca 2 y como los

2. INDIOS TAMANACOS. Esta tribu existía en el Alto Orinoco, cerca de La Encaramada, y fue conocida por Humboldt, quien decía que dominaba su lengua. No debe confundirse con el cacique, del mismo nombre, jefe de los mariches del valle de Caracas, famoso en las luchas de la Conquista. El tamanaku, lengua caribe próxima al yabarana y mapoyo, no aparece en el inventario de Alain Fabre 2005- Diccionario etnolingüístico y guía bibliográfica de los pueblos indígenas sudamericanos. Ha sido sin embargo sido estudiada más recientemente por Mattei-Müller, Marie C. & Paul Henley, 1990 Los Tamanaku, su lengua, su vida – Universidad Católica Andrés Bello – Caracas – a donde remitimos al lector. De nuestra parte recordamos la investigación realizada sobre el Yabarana en 1959, “Un vocabulario yabarana con apuntes fonémicos”, publicado en Antropológica No. 7 de la Fundación La Salle de


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Tamanacos viven en el Sureste de la Encaramada, es natural que los conquistadores no hayan llegado a conocer el nombre actual del río más que acercándose al Meta. No compartimos la apreciación de AdH; parecería que no conoció la lengua guaraúna, en la puerta de entrada del gran río. Hemos aclarado que para nosotros Orinoco es un vocablo típicamente guaraúno3, que son los habitantes del Delta. Esta tribu llama corrientemente al río grande, porque el delta es puro caño, wirinoko, “el lugar donde se rema” (canaletea). “noco” es el toponímico que se añade corrientemente al final de cada palabra para ubicarla en el espacio, por ejemplo janoco, casa, de ja, chinchorro, el lugar del chinchorro, así como hohobinoko, hóitanoko, etc. Además hay muchas palabras indígenas con la “analogía” de tres o cuatro sílabas, no parece un argumento determinante. Demasiada coincidencia que al entrar en el Delta y preguntar a los nativos –seguramente guaraúnos—el nombre del río, responderían wirinoko, y después resulta que es “un nombre que aplicaban los tamanacos más arriba del Meta”. Así que nosotros nos inclinamos por el origen guaraúno del nombre y su aplicación aguas arriba por los primeros viajeros. Sin embargo Humboldt hace algunas condescendencias. Primero dice que respeta el nombre aborigen del río según relatado por Caulín, como sigue (citado por de León en sus Papeles (idem, p. 16): En el extenso relato de comienzos del siglo XVIII, mediante el cual el Consejo de Indias rinde cuentas al Rey Felipe V y da información detallada y encomiosa de la actuación de Don Manuel Centurión como

Ciencias Naturales, que fue el primer ensayo (quizá único) sobre el alfabeto de esta tribu en extinción. Orinoco se dice allí (p. 67) wirinuku, y Ventuari entawari, siendo lengua caribe — no como el guaraúno que se clasifica independiente de cualquier familia, por lo que el sufijo noko cobra mayor validez. 3. GUARAUNOS. Véase por ejemplo de A. Méndez Arocha (con Johannes Wilbert) “Un vocabulario básico de la lengua warrau (guarao, guaraúno)” en Antropológica No. 1, Caracas 1956.


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gobernante de la Provincia de Guayana, ya se menciona oficialmente la división de curso fluvial del Orinoco en Alto y Bajo, por la interposición de los raudales de Atures y Maipures. En el sector del Alto Orinoco quedaba comprendido, como es de suponer, todo el tramo del río –desconocido entonces y que sólo ahora empezamos realmente a conocer– existente entre el Cerro de la Neblina y los referidos raudales. Por cuanto en algunas ocasiones se ha afirmado erróneamente que en la presunta definición del tramo aludido haya podido privar la opinión de Humboldt –emitida un siglo más tarde, a principio del siglo XIX– y expuesta en su Viaje a las Regiones Equinocciales del Nuevo Continente, ahora, dos siglos más tarde de tan sonado suceso, vale citar la realidad de sus apreciaciones sobre el notorio caso, tal como sigue: (sic) “Cuando a una de las dos ramificaciones de un gran río, quiere darse el nombre de éste último, es preciso aplicarlo a la ramificación que arrastra más agua. Ahora, en las dos épocas del año en que he visto el Guaviare y el Alto Orinoco, me pareció que éste era menos ancho que el Guaviare. Por no embrollar más una nomenclatura de ríos arbitrariamente fijada, no propondré nuevas denominaciones, continuaré con el Padre Caulín y los geógrafos españoles llamando Orinoco o Alto Orinoco al río de la Esmeralda. Sin duda, no hay razón para que los geógrafos de Europa, no admitan el modo de ver de los indios, que son los geógrafos de su país.” Por cierto nuestra edición de Monte Avila 2ª edición 1991, p. 155 añade el siguiente párrafo en lugar de la última frase: …Esmeralda; pero observaré que si se mirara el Orinoco desde San Fernando de Atabapo hasta el Delta, donde forma frente a la Isla de Trinidad como una continuación del río Guaviare, y si se considera la parte del Alto Orinoco entre La Esmeralda y la misión de San Fernando como un afluente particular, el Orinoco conservaría desde las sabanas de San Juan de la pendiente occidental de los Andes una dirección uniforme y mas natural, la del Suroeste a Noroeste. Lo que parece una toma de posición a favor del afluente de mayor caudal.


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Esto en cuanto a la posición hidrológica. Respecto de las razones geopolíticas y de lenguaje nos referimos mas abajo. Notemos especialmente los casos de la expedición de límites, a mediados del siglo XVIII y las búsquedas de los distintos “dorados”. El viaje de Ordaz y la nomenclatura Respecto del nombre, como mencionado, nos parece que la información recibida en el Delta por bocas guaraúnas se ha debido trasmitir aguas arriba por los mismos visitantes conquistadores, no teniendo referencias sobre una lengua ‘‘tamanaca”.

Figura 3. Mapa Mundi (1529) de Diego Ribero citado por Humboldt [Fuente: Internet].

La posición de Humboldt es distinta. Primero (554ss.), su comentario a favor de un vocablo “tamanaco” del Alto Orinoco, hipótesis que no apoyamos. Añade AdH: (pié de pág.. 348, p. 554): He aquí los nombres más antiguos del Bajo Orinoco, los que conocen los pueblos indígenas cerca de su desembocadura y que los historiado-


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res nos comunican alterados por los dobles defectos de la pronunciación y de la ortografía: Yuyapari, Yjupari, Huriaparia, Uriapari, Viapari, Rio de Paria. La palabra tamanaca Orinucu, ha sido desfigurada por los pilotos holandeses en Worinoque. Los otomanos dicen Jogaapurura ( gran rio); tres vocablos que significan agua grande, rio, mar. La parte del Orinoco entre las confluencias del Apure y del Guaviare, es frecuentemente designada con el nombre de Baraguan…. Es sin duda la palabra Paragua, alterada. En todas las zonas, los grandes ríos son llamados por los ribereños, el río, sin otra denominación particular. Si se añaden otros nombres, estos cambian en cada provincia. Hay otro comentario sobre el río (577): Todavía no encuentro en el Mapamundi de 1508 [ver Fig. 7], ninguna señal del Orinoco. Este río aparece por vez primera con el nombre de Río Dulce en el celebre mapa que Diego Ribero, cosmógrafo del emperador Carlos V, construyó en 1529 y que ha sido publicado con un sabio comentario del Sr. Esprengel en 1795. Ni Colón, (1498) ni Alonso de Ojeda acompañado por Américo Vespucci (1499) habían visto la verdadera desembocadura del Orinoco. La habían confundido con la abertura septentrional del Golfo de Paria, al cual se atribuía, por una exageración, un enorme volumen de aguas dulces. Fue Vicente Yáñez Pinzón quien después de haber descubierto la desembocadura del rio Marañón vio también el primero (1500) la del Orinoco. Le llamó río Dulce, nombre que desde Ribero se ha conservado por largo tiempo en los mapas y que por error algunas veces se le ha dado al Mahon y al Esequibo. Recordemos que Yáñez era portador de una “capitulación” parecida a la que tuvo Ordaz para explotar amplios territorios por descubrir, desde el Amazonas hasta Maracapana (cerca de Barcelona), al estilo de los Belzares, pero más barato, seguramente. Podríamos concluir que para la denominación del gran río aparecen dos hipótesis: que viene del tamanaco orinucu según Humboldt, o que viene del guaraúno wirinoco, nuestra opinión, siendo noco un toponímico de uso común en dicha lengua; de donde también la deformación worinoque


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de los “pilotos holandeses” citada arriba. Que proponemos nosotros, y la lengua tamanaco lamentablemente hoy está extinta como tantas otras. Simplemente la gente se puso a usar, viajeros, misioneros y exploradores, el nombre del río a su llegada al mar océano, donde lo conocieron, preguntando a los nativos: ¿Cómo se llama este río? No hubo ninguna intención para aplicarlo en otros afluentes específicos, por razones de caudal, que ya tenían sus propios nombres locales, lejos del nombre deltano, excepto si se aplicaban a determinados afluentes orientados hacia el Este, cuando la Expedición de Límites.

Figura 4. Manuscrito del Padre Acuña [Fuente: Internet, “El Dorado Colombia” con mapas de Google Earth que apoyan el recorrido según el original de la relación - la letra que parece una efe debe leerse como ese]


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B. La concepción geopolítica. La cuestión de los límites. ‘‘El reparto del mundo’’. ‘‘El testamento de Adán’’ El desconocimiento de la geografía, por la situación de la tecnología alrededor de 1500 — la brújula justamente acababa de permitir los grandes viajes trasatlánticos, la imprenta, los relojes, los nuevos velámenes, todo estaba en ciernes, obligó a esperar casi doscientos años, hasta mediados de 1700 para trazar mapas correctos. De modo que hubo que esperar hasta mediados del siglo XVIII para que los geógrafos dispusieran de instrumentos y metodologías para llevar los accidentes naturales a mapas confiables con la ayuda de las estrellas y del sol, la invención el cronómetro, longitud y latitud. Resulta sin embargo interesante conocer la evolución del conocimiento de los ríos en las Guayanas , Orinoquia y Amazonia, lo que haremos de la mano de Humboldt. Nótese a lo largo de la citas (se identifican las páginas) la persistente búsqueda de los primeros geógrafos hacia los afluentes de la margen izquierda, provenientes de los Andes, para olfatear las fuentes primigenias, hasta que llegó la geopolítica del lado español. La figura siguiente resume el acontecer en el avance de los descubrimientos en cuanto a la geografía de la red fluvial y las fuentes del Orinoco asociadas.

Figura 5. Síntesis de la evolución geográfica de las redes fluviales del Alto Orinoco según Humboldt


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Figura 6. Recuento del descubrimiento de las fuentes y del Casiquiare

Se presumía en general, en los primeros tiempos, que el Caquetá, Guaviare y Orinoco no eran sino nombres de un mismo río; después Sanson, basado en Acuña imaginó dividido al Caquetá en dos brazos, el Orinoco y el río Negro. Esta bifurcación figura en todos los mapas de Sanson, Coronelli, du Val y de l´Isle hasta 1730 (id., 223) “Se creía explicar de este modo la comunicación de los grandes ríos”. Añade Humboldt (en el mismo lugar; subrayado nuestro): Cuando el Sr. De La Condamine se dio cuenta de que el Orinoco, lejos de tener sus fuentes al pie de las montañas de Pasto, nacía detrás de los montes de Cayena, modificó sus ideas de una manera muy ingeniosa. El Río Negro no sale del Orinoco: el Guaviare, el Atabapo, el Casiquiare y la desembocadura del Inárida (bajo el


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nombre de Iniricha) toman más o menos sus verdaderas posiciones en la segunda carta de d´Anville, mas la tercera bifurcación del Caquetá, da nacimiento al Inárida y al Río Negro. Este sistema ha sido sostenido por el padre Caulín, figura así mismo en la carta de La Cruz, y fue copiado por todos aquellos que han aparecido hasta el comienzo del siglo diez y nueve. Habrá que preguntarse las razones de La Condomine para desdeñar al Guaviare como fuente alterna, no sería bajo el argumento de menor caudal. Sigamos indagando. Los mapas regionales entre 1650 y 1730 (223) [errores repetidos en mapas – más correcciones] Antes del viaje de Acuña se tenía la idea, a la que dieron origen los misioneros, de que Caquetá, Guaviare y Orinoco no venían a ser sino diferentes nombres de un mismo río, pero el geógrafo Sanson en las cartas que trazó por las observaciones de Acuña, imaginó dividido el Caquetá en dos brazos, uno de los cuales, vendría a ser el Orinoco y el Rio Negro o Curiguacuru. Esta bifurcación en ángulos rectos figura en todos los mapas de Sanson, de Coronelli, de Du Val y de l´Isle desde 1656 hasta 1730. Se creía explicar de este modo las comunicaciones de los grandes ríos, hecho acerca del cual Acuña había aportado la primera noticia a propósito de la desembocadura del Río Negro, y no se dudó ya mas de que el Supura fuera la verdadera comunicación del Caquetá, y se designó el río que se bifurca bajo los nombres de Río Paria o Yuyapari, que son las antiguas denominaciones del Orinoco. De l´Isle, en sus últimos tiempos suprimió la bifurcación del Caquetá con gran pesar de La Condamine; hizo del Putumayo, el Supura y el Rio Negro, ríos enteramente independientes; y para quitar toda esperanza de una comunicación entre el Orinoco y el Rio Negro, imaginó entre ambos rios una alta faja de montañas,. El padre Fritz había seguido el mismo sistema; era lo que se creía mas probable en los tiempos de Hondius [Ver Fig. 12].


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Resolviendo rompecabezas con la hidrología de mil setecientos (223ss) [sigue Humboldt desanudando entuertos] El viaje del Sr. De La Condamine, que tantas luces dio sobre diferentes partes de la América, complicó todo lo que se refiere al curso del Caquetá, del Orinoco y del Río Negro. Este ilustre sabio reconoció, sin embargo, que el Caquetá (de Mocoa) era el río que en el Amazonas lleva el nombre de Jupurá; pero no solamente adoptó la hipótesis de Sanson, sino que triplicó el número de bifurcaciones del Caquetá. Por una primera, el Caquetá da un brazo (el Jaoya) al Putumayo; una segunda forma el Supura y el Río Paragua, y por la tercera, el Río Paragua se subdivide en dos ríos, el Orinoco y el Rio Negro. Este sistema imaginario aparece en la primera edición del hermoso mapa de América por D´Anville (ver Figura 6). Orinoco y Caquetá en los primeros tiempos (220) [otra hipótesis para ubicar las fuentes al Este] Hasta el viaje de Acuña y las vagas noticias que él logró adquirir sobre las comunicaciones con otro gran río al Norte del Amazonas, los misioneros mas instruidos consideraban al Orinoco como una continuación del Caquetá. “Este río, decía Fray Pedro Simón en 1625, nace en la pendiente oriental del Páramo de Iscancé”. Como las fuentes de los afluentes del Caquetá están muy cerca de las fuentes del Guaviare y éste es uno de los grandes ríos tributarios del Orinoco, se ha incurrido desde comienzo del siglo diez y siete, en el error de que el Caquetá (Río de Iscancé y Papamene), el Guaviare (Guayare) y el Orinoco eran el mismo río. Nadie había descendido por el Caquetá hacia el Amazonas para reconocer que el río llamado mas abajo Supura era idéntico al Caquetá. Una tradición conservada hasta nuestros días entre los habitantes de esas regiones, por la cual un brazo del Caquetá más debajo de la confluencia del Cagua y del Poyoya, va al Inárida y al Río Negro, ha contribuido sin duda a considerar las Fuentes del Orinoco en la montañas de Pasto.


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Los geógrafos del XVII y las fuentes del Río Negro (219ss) [los primeros descubrimientos] Aunque la imponente grandeza del Río Negro había ya admirado a Orellana, quien lo vió en 1639 en su confluencia con el Amazonas, undas negras spargens, no fue sino un siglo mas tarde cuando los geógrafos buscaron su origen en la pendiente de las Cordilleras. El viaje de Acuña [Fig. 4] dio lugar a hipótesis que se han propagado hasta nuestros días, y que los Sres. de La Condamine y D´Anville, han multiplicado con exceso. Acuña había sabido en 1638, en la desembocadura del Río Negro, que una de sus ramificaciones se comunicaba con otro gran río, sobre el cual los holandeses se habían establecido. El Sr. Souhey observa juiciosamente que esta nación apartada a una inmensa distancia de las costas, prueba cómo eran frecuentes y activas en esa época las relaciones entre los pueblos incultos de esas regiones (sobre todo en aquellos de la raza caribe). Queda en duda si los indios que Acuña interrogó quisieron designar la comunicación del Orinoco con el Rio Negro por el Casiquiare, canal natural que remonté desde San Carlos a Esmeralda, o si no hicieron otra cosa que darle una vaga idea de los portajes que existen entre las fuentes del Río Branco y del Esequibo. Acuña mismo no juzgó que el gran río, cuya desembocadura poseían los holandeses, fuese el Orinoco; él se imaginó más bien una comunicación con el Río San Felipe, que desemboca al Oeste del Cabo Norte y por el cual, según él, el Tirano Lope de Aguirre terminó su larga navegación. Esta última hipótesis me parece muy aventurada, pues como mas arriba hemos dicho, el Tirano mismo, en su extravagante carta al rey Felipe II, confesaba “que no sabía como él y los suyos habían podido salir bien librados de una tan grande masa de agua”. Fuentes del Orinoco en los Andes y Gumilla (113ss.) Hoy no buscaremos en los Andes de Popayán datos sobre un río que nace en la falda occidental de las montañas de Cayena. El P. Gumilla no confunde como de ello falsamente se le acusa, las cabeceras del

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Guaviare con las del Orinoco; pero ignorante de la parte de este ultimo río que se dirige de Este a Oeste entre la Esmeralda y San Fernando, supone que para continuar remontando por el Orinoco arriba de las cataratas y las bocas del Vichada y el Guaviare, es preciso dirigirse al Suroeste. Los geógrafos de esta época habían situado las fuentes del Orinoco, junto a las del Putumayo y Caquetá, en la ladera oriental de los Andes de Pasto y Popayán, a 240 leguas por consiguiente de distancia de su verdadera posición.

Figura 7. Hoja 3 del mapa de Jean Baptiste Bourguignon D‘Anville

Las fuentes y La Condamine, D´Anville y Sanson (144) [los errores iniciales por deficiencias tecnológicas] Han contribuido a errores propagados durante siglos las nociones poco exactas que La Condamine [1736] había dado sobre las concatenaciones del Caquetá, que parecerían corroborar las hipótesis de Sansón. D´Anville, en la primera edición de su gran mapa de la América meridional (edición rarísima, que encontré en la biblioteca del Rey), trazaba el Río Negro como un brazo del Orinoco que se


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desprende del tronco principal del río entre la bocas del Meta y el Vichada, cerca de la catarata de los Astures (Atures). Ignoraba por entero este gran geógrafo la existencia del Casiquiare y el Atabapo, e hizo nacer el Orinoco o Río Paragua, el Yapurá y el Putumayo, de los brazos del Caquetá.

Figura 8. Mapa de Nicolás Sanson D‘Abbeville del Amazonas

Solano, las fuentes y los límites (144ss.) [argumento de fuentes orientadas por la geopolítica; llegó al Guaviare y torció a la izquierda…] Fue la expedición de límites mandada por Iturriaga y Solano la que dio a conocer las cosas en su verdadero puesto. Solano era el ingeniero geógrafo de esa expedición, y en 1756 avanzó hasta la boca del Guaviare después de haber pasado los grandes raudales. Se convenció de que, para continuar remontando el Orinoco, hubiera sido preciso torcer hacia el Este, y de que era en el punto de la gran inflexión de


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este río, por los 40 4´de latitud, donde recibía las aguas del Guaviare, el cual, dos millas mas arriba, ha recibido las aguas del Atabapo. Interesado en acercarse en lo posible a las posesiones portuguesas, resolvió Solano avanzar hacia el Sur y halló establecidos en la confluencia del Atabapo y el Guaviare indios de la nación belicosa de los Guaipunabis… Los pasajes, portages, porteos, corta-caminos (145) [cortar caminos usando trochas, caminos no acuáticos] Por largo tiempo se habían ensangrentado las márgenes del Orinoco por la obstinada lucha de dos naciones, los Cabres y los Caribes. Estos ultimos, cuya habitación principal, desde fines del siglo XVII, está entre las fuentes del Caroní, del Esequibo, el Orinoco y el río Parima, no solamente dominaban hasta las grandes cataratas, sino que hacían también incursiones en el Alto Orinoco, utilizando los arrastraderos entre el Paruspa y el Caura, el Erevato y el Ventuari, el Conorochite y el Atacavi. Ninguno conocía mejor que ellos el enlazamiento de los ríos, la proximidad de los afluentes, las vías por las cuales pueden disminuirse las distancias por recorrer. Figura 9. Mapa itinerario de Humboldt. La trocha terrestre Orinoco Río Negro, por el Yávita (139ss)

Es bien sabido que Humboldt se ahorró un buen tiempo en su viaje al Casiquiare utilizando una trocha selvática conocida desde tiempos inmemoriales por los indígenas, y que empataba la cuenca del Orinoco con la cuenca del Amazonas, igual que el brazo Casiquiare, pero por tierra.


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Termina proponiendo un canal, lo que se repitió dos siglos después.4 Pronto veremos cuán ventajoso sería cortar con un canal de derivación el terreno pantanoso entre en Tuamini y el Pimichín. Si se ejecutara algún día este proyecto, no se tendría, para navegar del fortín de San Carlos a la Angostura, capital de la Guayana, otro obstáculo por vencer que subir por el río Negro hasta la misión de Maroa;…

Figura 10. Mapa del Casiquiare de Humboldt mostrando la trocha

4. EL PORTAJE DEL YAVITA EN TIEMPOS MODERNOS. Ya en 1976 (Cf. CVG/MOP (de León y Rodríguez Díaz; “El Orinoco aprovechado y recorrido”, mapa de la p. 200) se plantearon tres alternativas para mejorar el paso entre San Simón de Cocuy y San Fernando de Atabapo: Ruta 1, canal entre el Orinoco (Pato) y Casiquiare (Cabarúa); Ruta 2, Canalización por el Atabapo, portage Yavita-Pimichín. Ruta 3, Intermedia Grupo de Trabajo MOP-CVG-INC, Pato-Cabarúa, diques y canales.


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El siguiente párrafo complementa lo anterior (idem) “Subirá usted primero (nos decía el Presidente de las misiones, que reside en San Fernando) por el Atabapo, y luego por el Temi, y en fin por el Tuamini. Cuando la fuerza de las corrientes de las aguas negras le impida avanzar, será llevado fuera del lecho del río a través de las selvas, que usted encontrará inundadas. Solo hay dos frailes establecidos en esos desiertos lugares, entre el Orinoco y el Río Negro; pero en Yávita se les buscarán medios para arrastrar su piragua por tierra, durante cuatro días, hasta el Caño Pimichín. Si ella no se quiebra, bajará usted sin tropiezo por el río Negro (de Noroeste a Sureste) hasta el fortín de San Carlos : usted remontará el Casiquiare (de Sur a Norte) y bajado después por el Orinoco de Este a Oeste, tornará usted a San Fernando dentro de un mes”.

Figura 11. Terra firme


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Unión del Guaviare y Paragua, da origen al Orinoco, 154ss [reconstrucción de la geografía con la opinión indígena; nuestra favorita opinión] ‘‘Los indios de San Fernando sostienen hoy todavía una opinión diametralmente opuesta a la de los geógrafos. Afirman que el Orinoco nace de dos ríos, el Guaviare y el Paragua; y es con este último nombre con el que designan el Alto Orinoco desde San Fernando y Santa Bárbara hasta más allá de la Esmeralda. Según esta hipótesis dicen que el Casiquiare no es un brazo del Orinoco, sino del Paragua [nos parece una opinión válida]. En fijando la vista sobre el mapa que he trazado, se echa de ver que las denominaciones son enteramente arbitrarias. Poco importa que se niegue al río Paragua el nombre de Orinoco, a condición a que se reconstruya el curso de los ríos tal como existe en la naturaleza y de que no se aparten con una serranía de montes, como se ha hecho antes de mi viaje, ríos que se comunican entre si y que son partes del mismo sistema’’. Las aguas en Atures saben a Guaviare, 155 [por algo será] Las aguas del Guaviare son al contrario blancas y turbias: tienen el mismo sabor, a juicio de los indios, cuyos órganos son muy delicados y prácticos, que las aguas del Orinoco cerca de las grandes cataratas. “Traednos las aguas de tres o cuatros grandes ríos de estas tierras, nos decía un viejo indio de la misión de Yávita; al beberlas os diré sin equivocarme donde han sido cogidas esas aguas, si son de un río blanco o de un río negro, del Orinoco o del Atabapo, del Paragua o del Guaviare”.


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Figura 12. América por Iocobus Hondius

Figura 13. América por Matthaüs Merian. America Noviter Delineata, 1634 (Fuente: Ministerio de Relaciones Exteriores del Perú. El Perú en la Cartografía, siglos XVI al XVIII)


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Figura 14. Mapa de América por Guillaume D‘Isle

Conclusiones preliminares Pudiéramos concluir aceptando las razones valederas de la Comisión Española de Límites de rechazar cualquier “Orinoco” que desfavoreciera la negociación de tierras con Portugal, al punto de violar la regla del mayor caudal. Pero es evidente que en anteriores tiempos se tuvieron opiniones que el curso mayor del río, aparte de la denominación, había que buscarlo en las laderas orientales de los Andes, no hacia el Este. Pero si a este argumento le contraponemos que el lago Parima, polo de El Dorado, quedaba hacia el Este, donde además estaban los portugueses, ¡tanto mejor para ubicar las fuentes por esos lados!! – lo que se verá en el próximo capítulo.


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El gran cambio de opinión de La Condamine (h. 1740), cuando la expedición a Quito5 del “grand applâtisseur” (la controversia entre Newton y Leibnitz), que cita Humboldt, habría que estudiarla con más detalle, no tenemos información suficiente para analizarla aquí. No pensamos haya sido influenciado por razones políticas, la discusión de los límites entre España y Portugal para repartirse los descubrimientos, en caso que la determinación exacta de la cuenca del Orinoco le fuera ha otorgar un determinado mayor beneficio a los españoles. Lo que sí es evidente en el caso del Ingeniero Solano, con la expedición de límites un tiempo después6. Aunque el Tratado de Tordesillas era el pasado, recordemos que la cuestión se revivió a mediados del XVII porque si Tordesillas se anuló con el Tratado de Madrid de 1750, luego el de Madrid se canceló y fue sustituido por el del Pardo en 1761 hasta finalmente quedar el Tratado de San Ildefonso en 1777.

5. Para una descripción del caso, véase nuestro libro “Grandes pleitos matemáticos” en Comala.com 6. LA CUESTION DE LOS LIMITES – DEFENSA DE LAS CUENCAS [Fuente: Antonio González Bueno, Pehr Löfling: un discípulo de Carlos Linneo en el Orinoco (1754-1756). ] “El 13 de enero de 1750 los plenipotenciarios de España y Portugal firman el Tratado de Madrid, con él se ponía fin -al menos sobre el papel- a las continuas disputas planteadas por ambos Gobiernos sobre los dominios de sus respectivas Coronas en los territorios de la América del Sur; la tenue línea del Tratado de Tordesillas se convertía en un vigoroso trazado sobre la propia naturaleza, eligiendo una cordillera como vía de discriminación: los territorios que viertan aguas al Orinoco pertenecerán a España, los que rieguen el Amazonas serán de la Corona portuguesa. Para delimitar «in situ» la demarcación, por el lado norte, la Corona española envió una comisión al mando de José de Iturriaga y en la que figuraba Eugenio Alvarado, Antonio de Urrutia y José Solano; junto a ellos viajaban cartógrafos, astrónomos, capellanes, cirujanos, militares de tropa y un grupo de naturalistas, encabezados por Pehr Löfling, un discípulo del naturalista sueco Carl Linné, al que acompañaban un par de médicos ayudantes, Benito Paltor y Salvador Condal y dos dibujantes, Bruno Salvador Carmona y Juan de Dios Castel. Solventados los trámites burocráticos, en los que estuvo ocupado desde su llegada, J. Iturriaga dispuso, a fines de 1754, ascender por el Orinoco hasta alcanzar río Negro, donde habrían de confluir con la comisión portuguesa destinada al mismo fin. La comisión se escindió en dos grupos de trabajo; J. Solano se dirigió a la isla Trinidad y, desde ella, hacia las fuentes del Orinoco, junto a él viajaron B. Paltor y J. Castel. E. Alvarado se encaminó hacia el mismo lugar por tierra, atravesando Barcelona y las misiones del Píritu, en su grupo se integraron P. Löfling, S. Condal y B. Carmona. Todos coincidirían en la Guayana”. Otra opinión: “En el Amazonas se rompieron todos los esquemas de conquista y colonización, aquí no se crearon las condiciones para implantar los cabildos, ni corregimientos, ni hubo reparto de encomiendas. Se realizaron varias expediciones” [Internet].


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Pero el Tratado de Madrid estipulaba7. “…la tenue línea del Tratado de Tordesillas se convertía en un vigoroso trazado sobre la propia naturaleza, eligiendo una cordillera como vía de discriminación: los territorios que viertan aguas al Orinoco pertenecerán a España, los que rieguen el Amazonas serán de la Corona portuguesa…”

Figura 15. América del Sur por Juan de la Cruz Cano y Olmedilla 7. PINZON COMO ARMADOR [Cf Internet]. Atraído por las perspectivas de riqueza que ofrecía el descubrimiento de las nuevas tierras americanas, Vicente Yáñez Pinzón firmó el 6 de junio de 1499 con el representante de los Reyes Católicos, Juan Rodríguez de Fonseca [el famoso Obispo], un tratado que lo autorizaba a hacer nuevos descubrimientos en América. Un quinto de las riquezas que descubriera volvería a los Reyes, siendo el resto para compartir entre él y sus hombres. La familia Pinzón equipó entonces cuatro pequeñas carabelas, y 75 hombres de tripulación fueron enrolados. La pequeña flota emprendió la mar en diciembre de 1499. Llegados a Cabo Verde, fueron arrastrados por una tempestad que los hizo alcanzar la costa de Brasil en enero de 1500, tres meses antes de que arribara el descubridor reconocido Pedro Alvares Cabral. Pinzón decidió entonces bordear las costas en dirección del noroeste y descubrió la desembocadura del Amazonas y el Orinoco. Continuó su ruta hacia el mar de las Antillas bordeando las Guyanas y se dirigió hacia la isla de Hispaniola. De allí, prosiguió su viaje hacia las Bahamas, y después de la pérdida de dos barcos emprendió el viaje de retorno a España, la que alcanzó en septiembre de 1500. El viaje fue un fracaso desde el punto de vista económico. La familia Pinzón se encontraba al borde de la ruina. Pero desde un punto de vista geográfico, Vicente Yánez Pinzón era el primer marinero en pasar la línea del Ecuador y en descubrir Brasil y el Amazonas.


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De donde surgió la expedición de Iturriaga et alle. Diríamos en conclusión que ante una situación indefinida, Solano optó por descuidar los criterios de mayor afluente para llevar el origen del río hacia el Este — donde nunca llegó, pero desechó al Guaviare, que era lo que más interesaba a la Madre Patria en las discusiones. Que por cierto no ocurrieron, porque la Comisión de Límites finalizó en 1760 su contacto con la Comisión Portuguesa con el Tratado del Pardo de 1761 que anulaba el Tratado de Madrid, repetimos. C. La confrontación religiosa y comercial: La espada vs. la oración. El negocio de las expediciones armadas. El Dorado Es curioso notar que los primeros emprendimientos españoles para favorecer el descubrimiento de las nuevas tierras se basaban primordialmente en el afán del enriquecimiento por la fuerza, con el sometimiento de los naturales. Esta era una pugna entre aventureros armados con el debido financiamiento de banqueros o de particulares en empresas de alto riesgo y beneficio. De hecho en las primeras expediciones no iban frailes ni mujeres (ver por ej. Gerendas, 8 tomo I), iban a conquistar, a saquear. Muy al contrario de la colonización de los peregrinos ingleses en Norteamérica, constituidos y acompañados por familias – [de allí empezó la diferencia…] Este tema nos es más familiar, en cuanto hemos defendido desde hace tiempo, al analizar procesos históricos, lo que llamamos el “síndrome de la hormiga roja” – que es la tendencia natural de las especies animales por dominar y esclavizar al prójimo en usufructo propio, ya fuera a nivel familiar, doméstico, o empresarial. Mucho de Darwin y poco de Marx.9

8. Véase por ejemplo nuestro trabajo sobre la “Historia de Venezuela de Alejandro Gerendas” Analitica.com), quien reúne todos los factores históricos concomitantes en cada lapso, que en su conjunto explican los distintos acontecimientos, especialmente, en este caso del XVI, la tecnología en la época de los descubrimientos. 9. El punto lo hemos tratado en diversas publicaciones, véase por ejemplo Bentham, Russell, Arendt: El reparto de la «felicidad» (diciembre 2007); En defensa de los «Utilitarios» (junio 2008) en Analitica.com y El Independent.org.


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Que se compara con el “síndrome de la hormiga negra” –desarrollado paralelamente al nivel religioso, para captar la almas de los infieles. Solamente que en frecuentes ocasiones se han confundido o asociado ambos instintos – y se puede tener un líder político y mesiánico a la vez, que obviamente resultan extremadamente poderosos. En el caso de la colonia española primero llegaron la hormigas rojas y después siguieron las negras (en China fue al revés), aunque en varias expediciones iban monjes acompañando a los guerreros. Los mitos de El Dorado Humboldt, nuestro experto naturalista, el último de lo hombres universales, experto desde la botánica a la geología pasando por la astronomía, hace un buen resumen de lo mitos del Dorado, un astuto incentivo también generalizado en otras regiones, para sacudirse (los indios) a los molestos invasores – y mandarlos bien lejos. Sin embargo, hay que reconocer que sin los dorados los conocimientos geográficos hubieran caminado muy lentamente. ¿Qué otro incentivo más valioso justificaría salir de Coro o El Tocuyo o Bogotá para adentrarse meses o años hacia el Sur en territorios totalmente desconocidos, pasando miserias y hambre, arriesgando la vida en batallas a cada momento y recorrer decenas, centenas de kilómetros de sabanas y selvas deshabitadas o de tribus inhóspitas? – solo una gigantesca recompensa: el Buen Oro. Los ejemplos fueron abundantes. Las expediciones de conquista eran básicamente un business, como diríamos hoy, un arriesgado negocio. Había primero el inversionista, que se aventuraba con la inversión; no necesaria pero si frecuentemente un banquero, o un grupo adinerado. Ponía el barco, los gastos de instalación. Luego venía la tripulación. Las crónicas de Humboldt identifican al menos tres dorados importantes, según la época.


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• El de la Canela, en los Andes; Pizarro, Orellana. • El de Parima en Guayana, quizá responsable de la ubicación de las fuentes; Espira, Raleigh (ver los mapas antiguos). • El del Amazonas, por los lados del Dorado de los Omaguas; Utten. • Existiendo otros dorados cada uno en otro país o región. (México, Argentina, etc.) Pongamos por ejemplo los llamados Bel<ares. Fueron extraordinarios guerreros y aventureros, Espira, Urre, Federmann, de a caballo y de a pie, por expediciones sumamente largas y distantes. Los Welzer y Ehinger, los primeros “armadores” Notemos al efecto el convenio con los banqueros: Los banqueros y usureros italianos y españoles hacía ya tiempo que sufragaban los gastos de las expediciones a ultramar, pero con la condición de que les dedicasen sólo una parte de las ganancias. Los banqueros del emperador alemán Carlos V (Carlos I de España) Welser de Augsburgo y Ehinger de Constanza lograron, por su parte, del emperador mucho más, y a fines de marzo de 1528 obtuvieron una patente para conquistar y colonizar «la tierra firme”, o sea, la costa meridional del Caribe. Según distintos cálculos, pagaron al emperador de 5 a 12 toneladas de oro: los banqueros habían sido alucinados por los rumores de Eldorado. La compañía que los “generosos” acreedores organizaron concertó con la Corona española un contrato.10 Dicha compañía se comprometía a armar en un año por su cuenta cuatro naves con trescientos hombres y todas las provisiones necesarias para conquistar para España el «País de los Welser”, como lo denominan los historiadores alemanes: la costa al este del Santa Marta, es decir, Venezuela. Se comprometía, además, a fundar poblaciones en tierra firme o en las islas adyacentes y construir, para custodiarlas, dos o tres fortalezas en

10. La distribución de ganancias sería ‘‘a la parte’’.


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los próximos años. En dos años debía enviar a Venezuela a cincuenta especialistas alemanes en exploración de minerales y cuatro mil esclavos negros. Obtuvo atribuciones para nombrar gobernadores entre los familiares de los Welser y los Ehinger y reducir a la esclavitud a todos los indios que no acatasen sus órdenes. Pensamos que en la mayor parte de las expediciones de la conquista, el mecanismo de repartición de las ganancias conquista era el llamada “a la parte”. Este tradicional (y medieval) método de repartición de ganancias asigna normalmente 50% al proveedor del capital [en las expediciones y otros negocios]. El restante 50% se reparte entre la peonada, marinería o soldadesca. Todavía se mantiene en el medio rural venezolano (y latinoamericano), para la siembra en tierras ajenas por el método de “medianía” y también para el financiamiento de campañas de pesca y siembra . Aparentemente, por ejemplo, la familia de los Yánez Pinzón contribuyó con el financiamiento del navío “La Niña” – se supone que tendrían derecho al 50% de sus ganancias, y la otra mitad para remunerar la tripulación, cada marinero “una parte”, quizás los más destacados (p.ej. los vigías) dos o tres partes cada uno. El Dorado de la Parima Este es quizá el que mayor influencia ha ejercido en la vocación oriental de los buscadores de las fuentes, incluso mucho antes de la penetración deseada hacia el lado portugués, en el empeño, posterior, de dilucidar las cuencas que establecían los límites de las naciones ibéricas. Nos llama la atención que ninguna haya llegado al “Parima” por el lado del Orinoco, incluso Humboldt sugirió diversos caminos. Veamos las distintas anotaciones sobre el tema. En realidad AdH trata el caso extensamente, solo mostraremos algunas facetas (texto muy extenso; por los menos desde p. 528 y sgtes.): Relata Humboldt (394) EXPEDICION DE DON APOLINAR.

El padre Gili, quien había vivido sobre el Orinoco durante 18 años dice claramente que “don


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Fig.ura 16. Carta Corográfica del curso del Orinoco que muestra la comunicación con el río Negro, y la ubicación de famoso lago de Parima, publicado por Gigli [Fuente: incluido en el libro de Raleigh por la CVG]

Apolinar Diez fue enviado, en 1765, para tratar de descubrir las fuentes del Orinoco; que encontró al Este de la Esmeralda, el río lleno de escollos; que volvió atrás, porque carecía de alimentos, y que no supo nada, absolutamente nada, acerca de la existencia de un lago”.11

11. “Apolinar Diaz de la Fuente, instrumentario de la expedición de límites de Iturriaga. Llevó a cabo la primera exploración en busca del origen del Orinoco por orden de Solano. Exploró el río Padamo y llegó hasta el raudal de Guaharibos que dijo ser el fin del Orinoco., pues creyó que dicho raudal era el comienzo de la legendaria Laguna de Parima”. (Cf. De León y Rodríguez Díaz. Op. Cit., 1976, pp. 24-25)


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Después está la expedición de Bobadilla, auspiciada por el gobernador Centurión (379ss) A medida que se remonta el Orinoco, las vueltas y los pequeños raudales (chorros y remolinos), se hacen mas frecuentes: se pasa a la izquierda del caño chigüire habitado por los Guaicas, otra tribu de indios blancos; y a dos leguas de distancia se llega a la desembocadura del Geheta, donde se halla una gran catarata. RAUDAL DE GUAHARIBOS.

Un dique de piedras graníticas atraviesa el Orinoco: son las Columnas de Hércules, mas allá de las cuales ningún hombre blanco ha podido penetrar. Por una expedición militar, que el comandante del fortín San Carlos, Don Francisco Bobadilla, había emprendido para descubrir las fuentes del Orinoco, se han logrado las nociones mas detalladas acerca de las cataratas de los Guaharibos…. Los indios ocupaban las piedras que se alzan en medio del río,. Viendo a los españoles sin arco y no teniendo ninguna noción acerca de las armas de fuego, provocaron a los hombres que creían sin defensa. Muchos blancos fueron peligrosamente heridos, y Bobadilla se vio obligado a combatir. Hubo una espantosa carnicería entre los naturales, pero no se encontró a ningún negro holandés a los que se creían refugiados en esos lugares. A pesar de la victoria tan fácilmente conseguida, los españoles no se atrevieron a avanzar hacia el Este en un país montañoso, a lo largo de un río profundamente encajonado. Siguen más acotaciones sobre el tema. (nuestro destacado) EL LAGO DE PARIMA Y SOBRE EL DORADO EN GENERAL. La idea de un terreno aurífero eminentemente rico ha estado ligada desde el fin del siglo XVI, a la de un gran lago interior que da a la vez aguas al Orinoco, al río Branco y al Esequibo. Creo haber llegado por un conocimiento mas exacto de los lugares, por un estudio largo y laborioso de los autores españoles que trata de El Dorado y sobre todo, de la comparación de un gran numero de mapas antiguos dispuestos por orden cronológico, a descubrir las fuentes de esos errores.

Todas las fabulas tienen algún fundamento real, la de El Dorado se parece a los mitos de la antigüedad que viajando de país en país, han


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sido sucesivamente adaptados a localidades diferentes. Para distinguir la verdad del error, basta con frecuencia en las ciencias, separar la historia de las opiniones y seguir los desarrollos sucesivos. La discusión a la cual voy a consagrar el fin de este capitulo no es solamente importante porque arroja luz sobre los sucesos de la conquista y sobre la larga serie de expediciones desastrosas hechas para la busca de El Dorado y de las cuales la ultima (vergüenza es decirlo) es del año 1775; ofrece al lado de este interés puramente histórico, otro mas real y mas generalmente sentido, el de rectificar la geografía de la América Meridional y de desembarazar los mapas publicados en nuestros días de esos grandes lagos y de es extraña red de ríos colocados como al azar entre los 60 y los 66 grados de longitud. Nadie cree ya en Europa en las riquezas de Guayana y en el Imperio del Gran Patití. La ciudad de Manoa y sus palacios cubiertos de de laminas de oro macizo han desaparecido desde hace largo tiempo; pero el aparato geográfico que sirve de adorno a la fabula de El Dorado, ese lago Parima que, semejante al lago de México, reflejaba la imagen de tantos edificios suntuosos, ha sido religiosamente conservado por los geógrafos Sigue el sabio: El encuentro fortuito de los tres Conquistadores [Belalcázar, Federmann y Ximénez de Quesada], que es uno de los acontecimientos más extraordinarios y más dramáticos de la historia de la Conquista, aconteció en 1538. Belalcázar, inflamó con sus relatos la imaginación de guerreros ávidos de empresas aventureras, se juntaron las comunicaciones dadas por Luís Daza por el indio de Tacunga, con ideas confusas que Ordaz había recogido en el Meta sobre los tesoros de un gran rey tuerto (Indio tuerto) y sobre un pueblo vestido al que las llamas servían de cabalgadura. Pedro de Limpias, viejo soldado que había acompañado a Federmann a la llanura de Bogotá, llevó las primeras noticias de El Dorado a Coro, donde el recuerdo de la expedición de Speier (1535-1537) al río Papamene, todavía era reciente.


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Desde esta misma ciudad de Coro, fue donde Felipe de Huten (Urre, Utre) emprendió su famoso viaje a la provincia de los Omaguas, mientras que Pizarro, Orellana y Hernán Pérez de Quesada, hermano del Adelantado, buscaron el país del oro en el río Napo, a lo largo del río de las Amazonas y en la cadena oriental de los Andes de Nueva Granada. Los pueblos indígenas, para deshacerse de sus incómodos huéspedes, pintaban sin cesar El Dorado como fácil de alcanzar y situado a una distancia poco considerable. Más sobre El Dorado del Caroní (Parima), 531ss. “…según las tradiciones populares, las orillas del Caroní conducen al Lago Dorado y al Palacio del Hombre Dorado y como ese lago y ese palacio son un mito local, seria peligroso despertar recuerdos que comienzan a desvanecerse poco a poco…”. Y así podríamos seguir desgranando los historiales de los conquistadores en su desmedido afán por enriquecerse, con la matanza de indios no solo en combate sino de los utilizados como apoyo de las expediciones, por las dificultades de abastecimiento en esos desolados parajes. ¿Qué efecto tuvieron sobre el descubrimiento de las fuentes del Orinoco? – Relativamente pocos, excepto por los indudables beneficiosos conocimientos geográficos que indujeron. ¿Solano acaso pensó en El Dorado en el momento de buscar las fuentes hacia el Este? – no lo creemos. Aparentemente se podría llegar al Parima por otras vías, como el Alto Caroní, Alto río Branco, por el Esequibo, sin tener que hacerlo por el pequeño río que quedaba por recorrer, desde el raudal de los Guajaribos, para llegar a las fuentes del Orinoco.12

12. En un momento recomendamos en la Academia incluir el mapa de Gigli con el lago Parima dentro de los Papeles del Dr de León, de modo de inducir una discusión sobre el tema; lamentablemente otro académico, – a la sazón Coordinador de la Comisión de Historia, se opuso, y finalmente se desatendió el análisis del caso.


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Conclusiones preliminares Examinadas las diversas opciones o hipótesis de trabajo planteadas al comienzo para explicar porqué los geógrafos y expedicionarios no siguieron los criterios hidrológicos tradicionales (mayor caudal) para ubicar las fuentes del Orinoco, podríamos decir que la guía de la nomenclatura aborigen no ha podido ser efectiva, porque cada tribu tendría su nombre, y además dice Humboldt, el casi todas partes el nombre local era sinónimo de “gran río”. El nombre actual parece ser el que usaban los indios en la puerta de entrada, el delta. La búsqueda del oro sirvió básicamente para incitar a los exploradores a adentrarse en lo más recóndito de las selvas y sabanas, exponiéndose a peligros no solamente muy notables, sino desconocidos, que es peor todavía. Y para demostrar la malignidad de la especie humana cuando se trata de dominar y explotar al prójimo desprotegido, el llamado (por nosotros) “síndrome de la hormiga roja”. De ese modo concluimos que el El Dorado facilitó en efecto la promoción de expediciones descubridoras, que abrieron paso, hasta que a mediados del siglo XVIII —con la llegada de nueva tecnología— se pudiera dilucidar la “repartición del mundo” entre portugueses y españoles, lo que tenía que ver con la propiedad de las cuencas del Amazonas y Orinoco. 13 O sea, es nuestra humilde opinión, que fue la discusión de límites del XVIII lo que determinó fatalmente la selección de las actuales fuentes del Orinoco. Que, de paso, debería llamarse Orinoco solo aguas abajo del Guaviare, y aguas arriba, de este lado, Paragua y Alto Paragua. Una opinión como cualquier otra.

13. Recordemos además que el tema de las fuentes fue tratado dentro del argumento de la novela de Julio Verne, “El soberbio Orinoco”. Aparentemente bajo la influencia de lecturas de Chaffanjon Verne utilizó (en su novela Le Superbe Orénoque) las dudas persistentes sobre las fuentes definitivas del gran río, en este caso Guaviare, Atabapo y Orinoco. Sobre el gobernador de Guayana, Centurión, Humboldt hace varias anotaciones, en general muy favorables.


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Concluimos contemporizando — que habiendo analizado las causas para seguir algún hilo hasta su nacimiento, actualmente se reconocen las fuentes oficiales a sabiendas que histórica e hidrológicamente existen otras alternativas mayor o igualmente válidas.14 Coincidiendo así con mi estimado amigo A. Rodríguez Díaz : “que no se trata de la longitud y el caudal de los ríos sino que es más bien un tema toponímico e histórico”– que aquí justamente hemos tratado de esclarecer.15.

Figura 17. Línea de demarcación de Tordesillas [Fuente: wikipedia]

14. Final (y oficialmente) se determinaron las fuentes actuales del Orinoco con la Expedición FrancoVenezolana de 1951 dirigida por el mayor Rísquez con el apoyo, entre otros, de Cruxent, Anduze y Carbonell. Una completa información sobre la ubicación, historia y geografía del Orinoco puede consultarse por ejemplo en Alberto J. Rodríguez Díaz y Francisco Escamilla Vera , El Orinoco: 500 Años de Historia en Biblio 3W. Revista Bibliográfica de Geografía y Ciencias Sociales, Universidad de Barcelona [ISSN 1138-9796], Nº 110, 5 de septiembre de 1998, y también en Rafael de León A. y Alberto J. Rodríguez Díaz, en su obra El Orinoco aprovechado y recorrido, Caracas CVG-MOP 1976, citado arriba. 15. Al decir de A. Rodríguez Díaz, la cuestión del origen “no es de mayor importancia”. Dice en el texto citado en la nota anterior: “El problema se presenta debido a que, aguas arriba a partir de esta confluencia,


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Notas no incluidas Humboldt analizó muchos temas demasiado interesantes, que el espacio no nos permite tratar, para no abusar de la paciencia de los lectores. Entre ellos recomendamos la lectura de sus reflexiones sobre la plaga (los zancudos, los mosquitos), la antropofagia, las piedras verdes, los petroglifos inaccesibles, los portajes, el Casiquiare, aguas blancas y negras, tabaco, curare, amargo de Angostura, perros mudos, amazonas, ñopo (niopo), comer tierra, indios blancos, explicación del desvío del “caño” Casiquiare. Excepto por tres comentarios que requieren atención por excepcionales: políticas del poblamiento de Guayana, diferencias de colonización portuguesa, y las ruinas de antiquísimos petroglifos en la región. Ruinas de petroglifos (401ss) Causan extrañez los restos de una antigua cultura, y tanto mas cuanto mas grande es el espacio que ocupan, y el contraste que hacen con el embrutecimiento en el cual vemos, después de la conquista, a todas la poblaciones de las regiones calientes y orientales de América del Sur. Cualquiera que sea el sentido de estas figuras y la finalidad con la cual han sido trazadas sobre el granito, no merecen menos el interés de quienes se ocupan de la historia filosófica de nuestra especie. …pero, aun suponiendo que, lejos de ser simbólicas, sean el producto del ocio de los pueblos cazadores, ellas hacen siempre admitir la anterioridad de una raza de hombres muy diferentes de los que habitan hoy sobre las orillas del Orinoco y del Rupunuri Una débil luz se derramará sobre la historia de los rublos bárbaros, sobre esas piedras escarpadas que nos dicen que unas regiones, desiertas hoy, fueron antaño pobladas por unas razas de hombres mas activos y mas inteligentes.

el Guaviare es más largo (1.500 Km) que el propio Orinoco, por lo que la longitud total del río debería considerarse como la del Orinoco-Guaviare, lo que daría un total aproximado de unos 2.900 Km.


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Proféticas palabras. (Véase al respecto Tavera-Acosta, en Boletín de la Academia Nacional de la Historia Clima y civilización, la abundancia y la barbarie [remember Toynbee] 188ss. En el antiguo mundo, vemos la vida pastoral preparar a los pueblos cazadores para la vida agrícola. En el nuevo mundo buscamos en vano estos desarrollos progresivos de la civilización, esos momentos de reposo, esas estaciones en la vida de los pueblos. El exceso de vegetación dificulta a los indios sus cacerías; los ríos se parecen a brazos de mar; la profundidad de las aguas, durante meses enteros, se opone a la pesca. La especie de rumiantes que constituye la riqueza de los pueblos del mundo antiguo, falta en el nuevo. El bisonte y el buey almizclero no han sido jamás domesticados. La multiplicación de la Llamas y los Guanacos, no ha contribuido al nacimiento de lo hábitos de vida pastoral. Bajo la zona templada, en las orillas del Missouri como en la meseta de Nuevo México, el americano es cazador; pero bajo la zona tórrida, en las selvas de Guayana, él cultiva mañoco [yuca], bananos y algunas veces maíz. Es tal la admirable fecundidad de la naturaleza, que el campo de los indígenas es apenas un pequeño rincón de la tierra; desbrozar es prender fuego a la maleza, laborar es confiar al suelo algunos granos o estacas. Es lamentable que estos hábitos hagan perder casi todas las ventajas que resultan, bajo la zona templada, de los cultivos estacionarios, como los de los cereales que exigen vastos terrenos y trabajos más constantes. Y también (339ss): Pero las débiles tribus errantes en las sabanas y los bosques de América oriental no han aprovechado más que débilmente las ventajas de sus suelos y las ramificaciones de sus rios.


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No podemos dudas que el aspecto físico de Grecia, entrecortada por pequeñas cordilleras y golfos mediterráneos, haya contribuido en los albores de la civilización, al desarrollo intelectual de los helenos,. Pero la acción de cada influencia de clima y de la configuración del suelo no se revela, en todo su poder, más que allí donde las razas de hombres, dotadas de una feliz disposición de facultades morales, reciben algún impulso exterior. Y para terminar (338): Si los pueblos de la región baja de América equinoccial hubieren participado en la civilización extendida en la región fría y alpina, esta inmensa Mesopotamia entre el Orinoco y el Amazonas hubiera favorecido el desarrollo de su industria, animando su comercio y acelerado los progresos del orden social. Colonización portuguesa (varias partes, 206ss) En el río Negro, por el contrario, los españoles no han podido rivalizar con sus vecinos: ¿cómo podrían contar con el apoyo de una población tan apartada como la de la provincia de Caracas? Entre los portugueses de Brasil, el régimen militar, en sistema de presidios y de capitanes pobladores ha prevalecido sobre el régimen de lo misioneros. Y aunque el Gran Pará está sin duda muy alejado de la desembocadura del río Negro, la facilidad con la cual se navega en el Amazonas que se extiende como un inmenso canal siempre en la misma dirección, Oeste a Este, ha permitido a la población portuguesa extenderse rápidamente a lo largo del río.


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EL MAYORDOMO DE LA CASA (Reflexiones sobre el primer manual de uso militar escrito en Venezuela) Edgardo Mondolfi Gudat (*) El espíritu militar es el defensor del Estado y es menester alimentarlo con cuidado, del propio modo que se hace con el mayordomo de una casa, que tiene a su cargo la vigilancia de todo cuanto ocurre en ella, no permitiéndole demasiada libertad para que no pierda de vista el amor que debe tener a sus amos. L’Ecluse, citado por Antonio Jelambi, 1853 De todas las profesiones, la de las armas exige la vocación menos equívoca Antonio Jelambi, 1853

En 1853, el mismo año en que el presidente José Gregorio Monagas se dirigía a las Cámaras Legislativas con el corazón en la boca para hablarles del estado particularmente crítico que acusaba la situación económica del país,1 veía la luz un curioso folleto editado en Puerto Cabello por la imprenta de Rafael Rojas, cuyo título era Guía para todo joven militar y muy útil a toda clase de jefes superiores, oficiales e individuos de carrera. Para más señas, la viñeta de imprenta agregaba en un tono algo lacónico: «Instrucciones de un padre a su

(*) Escritor e historiador. Profesor universitario y autor de diversos libros de asuntos históricos, biografías y ensayos. 1. Moreno Molina, Agustín. José Gregorio Monagas. Caracas: Biblioteca Biográfica Venezolana. El Nacional/ Banco del Caribe, 2006, pp. 82-83.


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hijo». El autor del texto era Antonio Jelambi, de los Libertadores de Venezuela y primer comandante de sus ejércitos2. Una Guía en época de manuales Las décadas de 1840 y 1850 fueron particularmente fecundas en Venezuela, desde el punto de vista bibliográfico, por la aparición de guías, manuales, catecismos y lecciones de todo tipo. Así queda ampliamente evidenciado a través de las pesquisas llevadas a cabo en torno a este tipo de materiales concebidos con fines pedagógicos dentro del repertorio nacional por la investigadora Mirla Alcibíades en su libro La heroica aventura de construir una república3. La oferta editorial es tan sorprendente que merece citarse, al menos parcialmente, la larga lista de títulos que salieron de las imprentas venezolanas durante aquellas dos décadas y que Alcibíades acopia en las páginas de su trabajo: De las obligaciones del hombre, de Domingo Quintero (1840); Conversaciones familiares entre un padre y un hijo sobre la vida del hombre, de Tomás Antero (1840); Lecciones de buena crianza, de Feliciano Montenegro Colón (1841); Catecismo Constitucional para la instrucción de la juventud venezolana, de J. A. Pérez Bonalde (1844); El libro de la juventud, o conocimientos esenciales para la buena crianza, de Gustavo Adolfo Ruiz (1849); Manual de la buena compañía, o el amigo de la civilidad, de las consideraciones, del buen tono y de la decencia, por M. A. Menéndez (1851); Catecismo del verdadero republicano, o del hombre emancipado, de Guillermo Michelena (1851), Manual de Urbanidad y buenas maneras para uso de la juventud de ambos sexos (1854) y Compendio del Manual de Urbanidad (1855), ambos de Manuel Antonio Carreño y Manuel Urbaneja4.

2. Jelambi, Antonio. Guía para todo joven militar y muy útil a toda clase de jefes superiores, oficiales e individuos de carrera. Puerto Cabello: Imprenta de Rafael Rojas, 1853. Reproducido en: Grases, Pedro y Pérez Vila, Manuel. Las Fuerzas Armadas de Venezuela en el siglo XIX, textos para su estudio. Caracas, Presidencia de la República, 1963-1971. Doc. N° 1041, tomo 12, pp. 5-126. Su hijo, el Dr. Ezequiel Jelambi, a quien alude probablemente el subtítulo del libro, fue un distinguido médicocirujano militar, graduado en la Universidad de Caracas (Grases/Pérez Vila, p. XV) y, más tarde, Presidente del estado Carabobo. Todas las referencias que figuren a continuación sobre la Guía de Jelambi están tomadas de esta edición. 3. Alcibíades, Mirla. La heroica aventura de construir una república. Familia-nación en el ochocientos venezolano (1830-1865). Caracas: Celarg/Monte Ávila Editores Latinoamericana, 2004. 4- Ibid, pp. 379-401.


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Con todo y que se carezca de antecedentes precisos en lo que concierne al origen de la obra de Jelambi y las motivaciones que pudieron haberlo alentado a emprender la redacción de la Guía, en algo debió haber colaborado este clima de textos unidos –como lo apunta la propia Alcibíades– ‘‘por el propósito común de guiar a un lector ávido de adquirir las destrezas necesarias que le garantizarían una solvente convivencia en sociedad’’5. Obviamente, la Guía de Jelambi no estaba concebida para prescribir usos en materia de moderación, recato, modestia o cordura dentro de la órbita del ceremonial citadino, o para inculcar modelos o normas orientadoras de prácticas urbanas en torno a la limpieza, el aseo o el comportamiento público, como se deriva de los tantos registros que termina inventariando Alcibíades en torno a todos aquellos manuales de buena compañía o amigos de la civilidad y la decencia, en una época dominada por las conciencias tan decididamente vigilantes de autores como Feliciano Montenegro Colón y Manuel Antonio Carreño. Lo suyo, desde luego, no era una preceptiva destinada a la educación pública sino una preceptiva afincada en la idea de ilustrar, a través de los códigos de la obediencia, la capacitación, la jerarquía y la disciplina, lo que debía ser la solvente actuación de la profesión militar. Pero, bien mirada la cuestión, vale la pena preguntarse ¿para qué escribir una Guía como la que apareció publicada por las prensas de Puerto Cabello? Más allá de una respuesta que cabría encontrarla –como se ha dicho ya– dentro de un «clima de época» dominado por toda clase de textos que se disputaban el derecho a orientar ‘‘los modos, gestos y maneras públicas y privadas de los venezolanos del siglo XIX’’6, creemos que la obra de Jelambi puede encajar como prueba de un nuevo, aunque efímero intento, por mejorar el funcionamiento institucional del aparato militar, algo que fue propulsado por el hermano menor de José Tadeo Monagas, el tantas veces subestimado José Gregorio, calificado tradicionalmente como simple vicario del poder. De hecho, si acudimos a lo que apunta el norteamericano Robert Gilmore en su obra Caudillism and Militarism in Venezuela, 1810-1910, queda claro que

5. Alcibíades, Mirla. Manuel Antonio Carreño. Caracas: Biblioteca Biográfica Venezolana. El Nacional/ Banco del Caribe, 2005, p. 70 6. Ibid.p. 71.


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si algo en particular manifestó la gestión de José Gregorio Monagas (18511855) fue una notable preocupación por el bienestar de oficiales y personal de tropa7. Además, esto queda ampliamente evidenciado a través de la documentación recogida por Pedro Grases y Manuel Pérez Vila en los tomos 11 y 12 de su compilación Las Fuerzas Armadas de Venezuela en el siglo XIX, textos para su estudio, consagrada específicamente al quinquenio ‘‘gregoriano’’8. Tal política de bienestar y de incremento de la fuerza permanente de la República venía acompañada -y así fue expresado por el propio José Gregorio Monagas durante su último Mensaje Presidencial en 1855- por la necesidad de que el Congreso dictase leyes que «protejan la ciencia militar, que establezcan los verdaderos estímulos de la carrera»9. Si tal era el trasfondo del clima en que un oficial como Jelambi resolvió editar en 1853 su ya mencionada obra, la Guía para todo joven militar y muy útil a toda clase de jefes superiores, oficiales e individuos de carrera podría estar justamente vinculada al propósito de contribuir a ese estímulo del que, dos años más tarde y de la manera más explícita posible, hablaría el propio presidente Monagas ante las Cámaras. La Guía dentro del cofre bibliográfico Antes de proseguir, convendría hacer una breve digresión sobre la forma en que la Guía de Jelambi ha sido valorada por los bibliógrafos venezolanos. Así como por un lado llama poderosamente la atención la omisión que de nuestro autor hace Ángel Raúl Villasana en su Ensayo de un repertorio bibliográfico venezolano10, por el otro, el siempre avisado Manuel Segundo Sánchez no deja pasar la oportunidad de reseñar la obra de Jelambi dentro de unos tan curiosos como valiosos ‘‘Apuntes para una bibliografía militar venezolana’’11. 7. Gilmore, Robert. Caudillism and Militarism in Venezuela, 1810-1910. Athens, Ohio: Ohio University Press, 1964, pp. 145-146. 8. Grases, Pedro y Pérez Vila, Manuel. Las Fuerzas Armadas de Venezuela en el siglo XIX, textos para su estudio. Caracas, Presidencia de la República, 1963-1971, tomos 11 y 12. 9. ‘‘Mensaje del Presidente al Congreso Nacional». 20 de enero de 1855’’. En: Arellano Moreno, Antonio (recopilador). Mensajes Presidenciales. Caracas: Presidencia de la República, 1970. Tomo I, p. 198. 10: Villasana, Ángel Raúl. Ensayo de un repertorio bibliográfico venezolano. Caracas: Banco Central de Venezuela, 1969-1979, Tomo IV. 11. Sánchez, Manuel Segundo. ‘‘Apuntes para una bibliografía militar venezolana»’’ En: Obras. Estudios bibliográficos e históricos. Prólogo de Pedro Grases. Caracas: Banco Central de Venezuela, 1964. Tomo II, pp. 267-276.


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La tal bibliografía, dicho sea de paso, fue compuesta por Sánchez a petición del entonces Ministro de Guerra y Marina, Eleazar López Contreras en 1933. En su liminar, Sánchez se adelanta a reconocer que fuera de los códigos y leyes militares sancionados por el Poder Legislativo, o del caudaloso mundo de decretos, ordenanzas y resoluciones expedidos por la Secretaría (más tarde, Ministerio) de Guerra y Marina, no eran muchas las obras particulares de índole militar publicadas en Venezuela. Pero, a pesar de ello, entre los textos que quedan apuntados por Manuel Segundo Sánchez, figura precisamente el opúsculo del Primer Comandante Jelambi12. Una Guía para uso de militares Entre las razones que pudieron haber inducido al autor a emprender la redacción de su Guía, en algo debió haber incidido también lo que se presume fue su formación como ingeniero militar en Europa13 y, de haber sido así, con casi toda seguridad en Francia, según se desprende del número abrumadoramente mayoritario de episodios y autores galos que Jelambi va enjuiciando del modo más vario a través de su obra. No hay duda, por lo que se infiere de cada cita y de cada autor comentado a lo largo de la Guía, que Jelambi debió contar con una preparación muy sobresaliente para su época. Aparte, el texto está escrito con cierta fuerza de estilo que seguramente habría distanciado intelectualmente a este oficial, animado por ciertas veleidades literarias y filosóficas, de muchos de sus contemporáneos en el ramo militar. Como él mismo lo confiesa a la vuelta de las primeras líneas, su libro es un compendio de materiales unidos por el propósito común de ‘‘cooperar a la moralización, lucimiento y respetabilidad del ejército de mi patria’’14. En tal esfuerzo, o sea, en desglosar máximas, consejas, sentencias, aforismos y juicios que ratificaran su visión de la ciencia militar sobre la base de una rica acumulación de antecedentes históricos, el autor se consagró durante dos

12. Ibid, p. 269. 13. Esta información se deriva del artículo consagrado a Jelambi por el Diccionario de Historia de Venezuela. Caracas: Fundación Polar, 2da ed., 1997, Tomo 2, p. 840. Sin embargo, no ha habido forma de comprobar esta afirmación en ninguna otra fuente consultada hasta ahora. 14. Jelambi, Antonio. Guía para todo joven militar..., p. 6.


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años, ‘‘empleados -dicho en sus propias palabras- en extractar de autores respetables las mejores doctrinas’’.15 Las secciones que conforman la Guía Desde las primeras páginas, Jelambi parte muy honestamente de la idea según la cual su libro no es una disquisición original, sino que ofrece un compendio de doctrina y ciencia militar derivado de ‘‘los tratados claros y concisos reunidos en esta obra’’16. Afirma hacerlo para que ‘‘cualquier individuo de esta profesión y de carrera [pueda] imponerse de sus deberes con mejor orden y extensión que hojeando obras voluminosas que exigen gran trabajo y contracción’’17. Lo único lamentable de esta obra de síntesis que emprende Jelambi es que se contrae a reseñar los nombres de los autores consultados o parafraseados, sin que vengan respaldados por un claro inventario de referencias bibliográficas que pudiera servir a una labor de cotejo y pesquisa con respecto a la identificación de sus fuentes de origen. En todo caso, el orden en que está concebida la Guía permite suponer que su autor quiso agrupar en dos grandes secciones los temas que van animando la obra, una primera, de carácter axiomático, que pareciera hablarle directamente al alma del sujeto militar, donde encuentran acomodo asuntos tales como la firmeza, la intrepidez, la disciplina, la humanidad o la prudencia (o sus opuestos: la murmuración, el falso honor, la falsa gloria, los desafíos, el peligro de las pasiones, el juego o el exceso de bebida), para luego adentrarse en un ámbito más bien técnico, referente al aprendizaje de la guerra propiamente dicho, o los principios de la táctica, todo en concordancia con la utilidad que para ello –a juicio de Jelambi– brindaban las ciencias exactas (aritmética, geografía, geometría, trigonometría rectilínea, topografía, dibujo y artillería), junto al estudio de lenguas y conocimientos de historia y política. La Guía de Jelambi, al igual que la gama de impresos publicada en las décadas de 1840 y 1850 que tocaban el territorio del discurso normativo, es por naturaleza edificante en su objeto. La escritura de su libro dentro de esta 15. Ibid, p. 5. 16. Ibid, p. 14. 17. Idem.


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modalidad no deja lugar a dudas, desde su comienzo mismo, en cuanto a que tal era el propósito: ‘‘Presento a mis compañeros de armas –apunta en la dedicatoria– esta obra (...), bien sirvan en la fuerza permanente, bien estén retirados al hogar doméstico, bien ejerzan algún empleo en las milicias organizadas en la República (...) guiado por el sólo interés de que se generalice en Venezuela el verdadero conocimiento de la profesión de las armas (...) para los que la ejercen según corresponde a los principios de moralidad y orden que le sirven de fundamento’’18. La Guía está visiblemente mediatizada por la idea de que el civil y el militar son dos mundos que conviven dentro de ciertas distancias, no obstante comenzar afirmando en su «Introducción» que el ‘‘arte militar (...) es el más distinguido en el orden civil: el Gobierno tiene todo su interés en protegerlo’’19. Sin embargo, la idea de tratarse de un ramo privilegiado por su propia naturaleza frente a todo lo que discurra fuera de él, se ve sintetizado de este modo en su ‘‘Advertencia’’: La ciencia militar, o arte de hacer la guerra entre las naciones, es la que está más adelantada y la que compone la historia más interesante respecto a las otras ciencias. Vemos en ella una infinidad de hechos y pasajes del todo memorables y que sorprenden, de Emperadores, Príncipes, Generales, Jefes y otros individuos de las clases subalternas que han mandado y servido en los ejércitos en las innumerables épocas y revoluciones, tanto en las muchas campañas en que se han encontrado, como en tiempo de paz: lo que no se halla en proporción en las demás clases de ciudadanos20. La profesión militar no es para desarreglados Más adelante resuena de manera especialísima esta actitud suya cuando afirma que la «profesión militar no es para desarreglados» para, pocas líneas después, hacer toda una añorante apología de la educación espartana con-

18. Idem. El subrayado es nuestro. 19. Ibid, p. 7. 20. Ibid, p. 11. El subrayado es nuestro.


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forme a la legislación de Licurgo, y concluir en inflamado tono exclamatorio: ‘‘¡Qué diferencia entre esta educación y la nuestra!’’.21 Más significativo todavía resulta el hecho de que dentro de las premisas sobre las que descansa su discurso preceptivo, Jelambi le hable directamente al sujeto a quien va dirigida la obra –su hijo– para enfatizar lo siguiente: ‘‘Tú no te has criado, hijo mío, en el país de aquellas gentes ni en Lacedemonia’’ aunque –prosigue– ‘‘nada he descuidado para hacerte conocer cuál es la fuerza del espíritu y del cuerpo», y finalizar con esta admonición: «todos mis cuidados serían inútiles si te abandonases a la vergonzosa ociosidad de muchos de los jóvenes de este siglo’’22. Fácilmente puede uno imaginar cómo turbaría al comandante Jelambi el poco encomio que podía derivarse del ejemplo de aquellos jóvenes citadinos de levitas desarregladas, corbatas de plastrón y revueltas melenas que el Romanticismo puso de moda por esa misma época, tal como los describe Mariano Picón Salas en uno de sus textos de Suma de Venezuela23. Como lo suyo son los valientes del mundo y los que están acostumbrados a la fuerza de la disciplina, hasta la homosexualidad tiene cabida entre los horrores morales a los que el Primer Comandante Jelambi castiga despiadadamente dentro del catálogo de todo cuanto no debe asociarse al mundo militar: ‘‘En todos los siglos -apunta el autor- ha habido hombres afeminados, pero es difícil encontrar en la historia algunos cuyos nombres hayan pasado a la posteridad. (...) Dice también [Plutarco] que Sureña [general de los espartanos] fue un gran capitán, pero tenía la vergonzosa ridiculez de hacerse acampar en medio de un numeroso serrallo de jóvenes prostituidos, que le siguieron en su triunfo. ¿Qué hombre habría sido éste, y cuan brillante su gloria, si no hubiese sucumbido a las flaquezas de la inmoral costumbre de esa nación?’’24. Por contraste a estas pasiones que le roban el decoro al buen militar, no pasa inadvertido el empeño con que Jelambi elogia la «tienda» o el ‘‘cuartel’’25 frente al desprecio que le infunde la vida citadina, normalmente asociada a la molicie, las bajas pasiones y la desfalleciente salud

21. Ibid, p. 16. 22. Odem. El subrayado es nuestro. 23. Picón Salas, Mariano. ‘‘Para unos nuevos perfiles venezolanos»’’. En: Suma de Venezuela. Caracas: Monte Ávila Editores. Biblioteca Mariano Picón Salas, Tomo II, 1988, p. 199. 24 .Jelambi, Antonio. Guía para todo joven militar..., p. 21. 25. Ibid, p. 22.


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conforme a los códigos que maneja el autor. Salta a la vista entonces cómo, a través de la dicotomía ciudad-cuartel o ciudad-campamento, Jelambi contribuye, a través de una combinación selectiva de diversos elementos, a darle consistencia a un acervo identitario que permita que el sector castrense se vea a sí mismo como representante de una realidad distinta y separada del campo civil. El Carlyle tropical Especie de Thomas Carlyle tropical que parte de un análisis de lo que definitivamente debe ser el modelo a emular, Jelambi le dedica varias glosas al tema del héroe y a una especie de culto místico que tales figuras despiertan en él. Son –dentro de su imaginario– los que se han distinguido de un modo especialísimo de los demás, cuya dignidad sublime de grandes hombres o héroes sólo puede explicarse por el hecho de que se dedicaran a un ‘‘estudio arduo de la ciencia o arte de ésta tan vasta v delicada profesión’’26. Lo contrario es la clase de guerreros «a quienes muchos hechos extraordinarios de pericia y valor les ha granjeado el nombre de bizarros militares, pero no son dignos de la recomendación de la posteridad por haber mancillado esta gloria con la inmoralidad de su conducta»27. Jelambi se encarga de aclarar que esta segunda categoría –la de los simples guerreros– ‘‘se ha conducido más por la ley de la fuerza (...), pues su conducta fue la de gobernar a sus inmediatos subditos por un principio de terror y según les sugirió su política particular, o capricho, sacrificando millares de individuos al éxito de las empresas que convenían a sus ideas o a su ambición; creyeron hacer valer su autoridad aterrando a los débiles: clavando hierros homicidas en el pecho de muchos que se hallaban pacíficos en el seno de las familias’’28. En esta disquisición suya sobre el héroe frente al simple guerrero, llaman rápidamente la atención dos cosas: primero, que entre los nombres que acuden en socorro de la taxonomía de lo heroico abundan los mariscales y generales europeos, especialmente franceses, pero no hay la menor alusión al caso venezolano dentro del inventario que propone Jelambi. Ni siquiera Bolívar, héroe épico como el que más dentro de los rituales castrenses, aparece menciona-

26. Ibid, pp. 11-12. El subrayado es nuestro. 27. Ibid, p. 12. 28. Ibid, p. 13.


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do en toda la obra de Jelambi. Lo cual explica tal vez lo lejos que aún se estaba de la entronización del culto oficial al Libertador que sólo llegaría de la mano de Antonio Guzmán Blanco, casi un cuarto de siglo más tarde, durante el Septenio29. Lo segundo que llama la atención es que esa ausencia de lo venezolano sólo se ve suplida una vez y en clave negativa, justamente para dar a entender que habíamos sido hasta entonces tierra de guerreros, o sea, de aquellos que se habían visto sometidos al furor de las pasiones, y no de héroes, que fuesen capaces de hermanar su carrera con el estudio de las doctrinas: ‘‘[Guerreros] que para conocerlos no necesitamos recurrir a las historias antiguas ni modernas, porque nosotros mismos somos testigos oculares de lo que ha sucedido en las próximas pasadas revoluciones, a excepción de la más necesaria, noble y gloriosa que hiciéramos para nuestra independencia y restauración de todos nuestros derechos’’30. La excepción sólo está puesta, como se ve, en el momento de la lucha por la independencia hispanoamericana, frente a los oprobiosos potros de la guerra civil. Sobre esta significativa ausencia de referentes venezolanos que puede percibirse claramente a todo lo largo de la Guía de Jelambi, volveremos algunas líneas más adelante.

‘‘Mi dignidad es la de servir al Estado’’ A pesar de la rudeza espartana con que va construyendo su imaginario militar a lo largo de las secciones que integran la Guía (la frugalidad frente al lujo, la subordinación frente al desacato, el empeño contraído en defensa de la patria, la firmeza frente a la vacilación, etc, etc), Jelambi pretende trasmitir también una serie de mensajes simbólicos con respecto a que el concepto de la disciplina trasciende el buen manejo de las armas. Esto es tanto o más importante cuanto que en buena parte de la forma con que el autor pretende insertar valores dentro del arquetipo del buen militar, figuran precisamente conceptos referidos a lo que él llega a apreciar como el ejemplo que supone

29. González De Luca, María Elena. Antonio Guzmán Blanco. Biblioteca Biográfica Venezolana. Caracas: El Nacional/Banco del Caribe, 2007, pp. 114-116. 30. Jelambi., Antonio. Guía para todo joven militar...», p. 13. El subrayado es nuestro.


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la subordinación al Estado. Juicios tales como que del menosprecio a las leyes militares ‘‘nace el espíritu de facción o revolución’’, que ‘‘la seguridad y conservación de un Estado depende del buen estado de los ejércitos’’, o que ‘‘el espíritu militar es el defensor del Estado’’, como lo señala el pasaje tomado como epígrafe para este ensayo, ponen de relieve la idea de la carrera de las armas como una profesión subordinada a los mecanismos institucionales. Un poco más adelante, la misma cita que sirve de epígrafe, atribuida por Jelambi a Monsieur L’Ecluse, juega con la imagen del espíritu militar como defensor del Estado, tanto como el mayordomo de una casa que no debe perder de vista todo cuanto tiene a su cargo en ella; a la vez, mientras al mayordomo no se le debe permitir demasiada libertad para no perder de vista «‘‘el amor que debe tener a sus amos’’, se infiere que tampoco el Ejército debe perderle respeto al Estado al cual debe obediencia. Al hacer un balance de la obra de Jelambi desde el punto de vista de lo que ella ofrece como indicio de un profesionalismo militar que emergía de las entrañas mismas de las acciones independentistas junto al fenómeno del caudillo y del pretorianismo con los cuales convivía, Domingo Irwin apunta lo siguiente: Claro está que [Jelambi] no es un profesional militar de hoy, pero era tan profesional, si no más, que los ingenieros y agrimensores de aquel entonces y se comparaba muy favorablemente con los médicos, abogados y preceptores de la Venezuela de aquellos tiempos. Lo fundamental es entender que existía un pequeño núcleo de oficiales con estudios sistemáticos en el arte de la guerra, con experiencia de combate, con cargos de estado mayor y/o al mando de tropas, y muy principalmente que entendían que la actividad de su vida adulta era la de un oficial militar. Estos hombres no se veían a sí mismos como milicianos o ciudadanos armados o mercenarios; entendían, como Jelambi, que la carrera de las armas era su profesión; la cual ejercían en un pequeño Ejército o Marina de Guerra con una organización tan moderna como la que permitía su reducido número, y las condiciones objetivas de la Venezuela de ese entonces31.

31. Irwin G. Domingo. Relaciones civiles-militares en Venezuela, 1830-1910 (una visión general), Caracas: Litobrit, 1996, p. 69.


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Una Guía sin geografía precisa Tan europea resulta la Guía del Primer Comandante que ya es un milagro que en sus páginas no termine nevando. La realidad de su trópico adoptivo (pues Jelambi era originalmente oriundo de España32) no figura por ninguna parte, ni en términos de lo que pudiesen significar sus particularidades geográficas, hidrográficas u orográficas para el buen éxito de cualquier operación militar, ni a través de ejemplos que pudiesen derivarse de ciertas actuaciones militares vernáculas. Venezuela es simplemente un silencio, con la salvedad de lo antes citado con respecto a su condición de tierra de guerreros más no de héroes. Habla de las proezas del paso de San Bernardo, pero ni una sola palabra acerca del paso de los Andes. Hasta se hacen presentes referencias sobre la conducta ejemplar que caracterizó al Príncipe de Orange durante el sitio de Maestricht, o del Príncipe de Luxemburgo en la batalla de Nerwinde, ignorando o francamente pasando por alto el hecho de que el venezolano Francisco de Miranda tuviese una participación (destacada en la primera, comprometida en la segunda) durante ambas contiendas. De modo que entre la fronda de nombres ejemplares –o no tanto– que le sirven de testimonio a cuanto se desprende de ‘‘aquella noble profesión’’ de las armas desfilan, por citar al vuelo, Bonaparte, Turena, Escipión, Juan de Austria, el Marqués de Coralera, Alejandro Magno, Mauricio de Orange, Catón, Julio César, Leónidas, Epaminondas, el Mariscal de la Ferté, Marco Antonio, el conde de Cromail, Pirro de Epiro, Joubert, Mitrídates, el general Championet, Solimán, el mariscal de Vauban, Aureliano, el general Moreau, Aníbal, el general Dacudels o Pompeyo Magno, pero ni un solo nombre que se conjugase con la realidad encarnada en los oficiales venezolanos a la que pretendía ir dirigida la obra del tratadista. Un breve escorzo del personaje Por lo que se infiere de los papeles que se conservan en la colección «Ilustres Proceres de la Independencia Suramericana y Servidores Beneméritos de la Patria» del Archivo General de la Nación, Jelambi estuvo radicado durante algún periodo de su vida en la propia ciudad de Puerto Cabello don-

32. Ver el aparte siguiente.


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de fue editada la Guía. Al menos tal cosa lo confirma una nota dirigida por el mismo Jelambi, por entonces capitán de la Segunda Compañía del Batallón N° 10 de Línea, al Vicepresidente Encargado del Poder Ejecutivo, el 29 de noviembre de 1837, solicitando licencia temporal para pasar a aquella ciudad litoral donde ‘‘reside su familia», a fin de «practicar varias diligencias anexas a sus intereses’’33. No resulta para nada descabellada la conjetura de que Jelambi pudo haberse radicado en aquel puerto desde que en 1823 actuara a las órdenes de Páez contra el último reducto realista en el país. Jelambi nació en España, según lo confirma una «Hoja de Servicios» expedida por el ‘‘Batallón Valeroso Anzoategui de la Guardia’’ en 1833. Dicha ‘‘Hoja’’ agrega que habiendo recibido su enganche como Sargento de Primera en julio de 1821, ya para noviembre de 1829, Jelambi había ascendido al rango de Capitán34. La hoja agrega además que había servido en el Batallón de Granaderos de la Guardia y en el Estado Mayor del Departamento de Venezuela antes de incorporarse al Batallón ‘‘Anzoategui’’35. En cuanto a las campañas y acciones de guerra en las que se había visto comprometido, el documento menciona «la acción del pie del cerro de Puerto Cabello» (agosto de 1822), así como su participación «a las órdenes de S. E., el General Páez» en el sitio y toma de la plaza de Puerto Cabello (1823), ‘‘por lo que se le concedió la Estrella de Libertadores de Venezuela’’, continuando su servicio en ese Departamento (Venezuela) mientras Páez se desempeñaba como Jefe Civil y Militar36. En hoja aparte se agrega que luego de haber servido con el Batallón Anzoategui, Jelambi estuvo integrado a «varios cuerpos de milicias en campaña», al ‘‘Batallón N° l de Infantería de Línea’’ y al ‘‘Batallón N° 2 ídem de Húsares’’, en operaciones que habían tenido lugar en 1827 contra algunas facciones que obraban en Barcelona y Cumaná37.

33. ‘‘Ilustres Proceres de la Independencia Suramericana y Servidores Beneméritos de la Patria’’. Archivo General de la Nación, Caja N° 21, Carpeta N° 3. 34. ‘‘Hoja de Servicios’’. En: Ilustres Proceres de la Independencia Suramericana y Servidores Beneméritos de la Patria. Archivo General de la Nación, Caja N°21, Carpeta N° 3. 35. Ibid. 36. Ibid. 37. Ibid.


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En otro documento, en este caso fechado el 6 de octubre de 1829 y expedido por la Secretaría del Libertador Presidente de la República de Colombia, se confería a Jelambi su ascenso a Capitán efectivo en el Batallón Anzoátegui38. En 1847, según se desprende de la misma colección de papeles, Jelambi fue ascendido del rango de Capitán al de Segundo Comandante con destino a la plana mayor veterana de Valencia’’39. La hoja de servicios citada algunas líneas más arriba fue expedida a solicitud del propio Jelambi, de modo que puede haber poca duda acerca de la autenticidad de los datos recogidos en ella, incluyendo claro está lo de su procedencia española, aunque sin precisar la localidad. Por cierto, dicho sea de paso, en 1835 el presidente José María Vargas le expidió a Jelambi su carta de venezolano por naturalización, refrendada por Antonio Leocadio Guzmán como Secretario del Interior40. Vicente Dávila, en su imprescindible Diccionario Biográfico de Ilustres Proceres de la Independencia Suramericana, ayuda a redondear el escorzo: a juicio del historiador merideño, Jelambi llegó a Venezuela, acaso por una fecha cercana a 1815, y no fue hasta octubre de 1821 que entró al servicio de la República ‘‘como subteniente realista que era’’. En diciembre de 1829, tal como se advierte igualmente en la ‘‘Hoja de Servicios’’ antes citada que reposa en el Archivo General de la Nación, Jelambi recibió del Gobierno en Bogotá el despacho de Capitán efectivo. Agrega Dávila que en 1838, aún en servicio, obtuvo licencia temporal y se dedicó «al ejercicio de una industria», pero los violentos sucesos que rodearon la gestión de Carlos Soublette en 1846 lo comprometieron de nuevo al servicio del Ejército, saliendo en alcance de la facción de Ezequiel Zamora. Cosa curiosa: en 1852, luego de su traslado a Valencia y obtenido el ascenso a Primer Comandante y Coronel efectivo, apunta Dávila que Jelambi solicitó una pensión de inválido a causa de un accidente que le aquejaba desde los sucesos del 46.

38. Comunicación dirigida por S. E. el Libertador-Presidente. Bogotá, 6 de octubre de 1829. En: Ilustres Proceres de la Independencia Suramericana y Servidores Beneméritos de la Patria. Archivo General de la Nación, CajaN°21, Carpeta N° 3. 39. Ibid. 40. Dávila, Vicente. «Investigaciones Históricas. Coronel Antonio Jelambi». Inédito. Perteneciente a los papeles del coronel Jelambi que obran en manos de la familia Jelambi Terán.


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Su hoja se abulta con otros curiosos hechos de armas: participó en la persecución que fuera ordenada por el gobierno de Páez contra Dionisio Cisneros en 1829-1830, y junto con Páez actuó más tarde, durante la Revolución de las Reformas, operando frente a los alzados en el Paso Real de Puerto Cabello. En el 48, como jefe de Estado Mayor del general Justo Briceño, Jelambi somete en la Barra de Maracaibo y en el sur del Lago a los insurrectos que desafiaron el poder del primer Monagas -José Tadeo-, y un año más tarde formó parte del Estado Mayor de José Laurencio Silva, asistiendo a la capitulación de su otrora Jefe Superior, el general Páez, en el sitio de Macapo abajo. Antes de hallar la muerte en Santa Inés, pero aún en los meros inicios de la contienda federal, acompañó a Silva a enfrentar a los federales41 y, más tarde, como una especie de Jenofonte moderno, formó parte de la retirada emprendida por el veteranísimo José Escolástico Andrade hacia San Carlos, «con más de mil efectivos y mucha impedimenta y prisioneros», al decir de Lisandro Alvarado42. ¿Qué puede explicar que Jelambi iniciara su vida militar en Venezuela al servicio de Páez, que lo acompañase en la toma de Puerto Cabello en 1823, estuviera a su lado en defensa del gobierno de Vargas durante la «Revolución de las Reformas», que saliera en persecución de Ezequiel Zamora por órdenes del gobierno de Soublette, que saliese luego a domeñar insurrecciones a las órdenes de los dos Monagas, que asistiera a la captura de Páez en Macapo y, por si fuera poco, terminara enfrentando a los federales en 1859 a las órdenes del gobierno de Manuel Felipe Tovar? A menos que se tratara de un salto múltiple con garrocha (lo cual tampoco es improbable para la época), Jelambi luce a primera vista como un interesante caso de individualidad profesional, al servicio del Estado o, en otras palabras, al servicio de aquella visión del mayordomo de la casa. Por obra de una sortaria deferencia, el General (r) de la Fuerza Aérea Venezolana, Rafael Jelambi Terán, descendiente directo del autor de la Guía, nos ha puesto en contacto con algunos documentos relativos al Primer Comandante Antonio Jelambi que yacen en poder de la familia. Entre esos

41. Dávila, Vicente. Diccionario Biográfico de ilustres proceres de la independencia suramericana. Caracas: Imprenta Bolívar, 1924, pp. 262-264. 42. Alvarado, Lisandro. ‘‘Historia de la Revolución Federal en Venezuela y otros escritos’’. En: Obras Completas. Caracas: Fundación La Casa de Bello, 1989. Tomo II, p. 755.


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papeles sobresale por cierto un trabajo inédito del propio Vicente Dávila titulado «Investigaciones históricas (Coronel Antonio Jelambi)», donde el historiador merideño anota una frase que, más allá de la candidez con que pudo ser escrita, acierta en un punto medular: ‘‘En Jelambi se encarnó el tipo de soldado: defendió a los gobiernos legalmente constituidos y nunca transigió con los revoltosos’’43. Aunque no se trate de una forma muy elaborada de decirlo, el juicio de Dávila apunta justamente a poner de relieve una expresión de profesionalismo militar primitivo que, aunque no fue desde luego la mentalidad predominante, se expresa en parte como reflejo de una realidad lamentablemente descuidada por quienes hasta ahora han incursionado en el estudio de la historia militar venezolana. El grito contra el Gobierno En particular, Jelambi debió gozar de cierta vara alta dentro del estamento gregoriano. Al menos así lo demuestra el hecho de que, para el 11 de mayo de 1854, figurara visiblemente en la lista de ascensos propuestos por el préndente José Gregorio Monagas al Senado. De «Primer Comandante» a «Coronel», Jelambi sumaba su nombre a los 29 restantes ascendidos a igual rango, en función de lo que el propio Monagas calificaba como «los multiplicados y oportunos servicios hechos a la patria (...), la conducta militar y política que los distingue y su consagración a la causa popular44. Además, Jelambi operaría eficazmente por órdenes del Gobierno contra una conspiración que había estallado justamente ese mismo mes de mayo en la región central y que pronto se extendería a otros puntos del occidente y oriente del país. En la lista de quienes, a juicio del Secretario de Guerra Juan Muñoz Tébar merecían todo encarecimiento por su esfuerzo en estas circunstancias, figuraba el coronel Jelambi45.

43. Dávila, Vicente. Investigaciones Históricas. Coronel Antonio Jelambi. 44. ‘‘Solicitud de ascensos militares por el Poder Ejecutivo y Acuerdo de la Cámara del Senado’’. En Grases y Pérez Vila, Las Fuerzas Armadas... tomo 12, Doc. N° 1070, pp. 234-235. 45. ‘‘Exposición que dirige al Congreso de Venezuela en 1854 el Secretario de Guerra y Marina’’. Caracas, 2 de enero de 1854. Ibid., Tomo 12, Doc. 1060, pp. 194-196.


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De hecho, como lo detalla el propio Muñoz Tébar en su Exposición relativa a los acontecimientos de ese año 54, Jelambi tuvo a su cargo deponer algunas partidas sublevadas, con el consecuente éxito de haber marchado, como parte de las operaciones militares, al frente de una columna del Gobierno que dispersó a los rebeldes en el sitio de Carrizalito el 1 de junio. Poco antes, el epicentro de la rebelión había sido sofocado en Valencia por el coronel Julián Castro, quien actuaba ya como Comandante de Armas de la región. Al ganar así, entre 1853 y 1854, una posición de prestigio frente a unos complotados que fueron relativamente fáciles de domeñar, suponemos que esto no sólo habría servido como muestra de la probada lealtad de Jelambi hacia el gobierno de Monagas, sino de su capacidad para ganar combates. Algo que sin duda el caudillo José Gregorio habría sabido, de una forma o de otra, recompensar. Un nuevo espíritu institucional A primera vista, parecería una contradicción hablar de desarrollo institucional frente a la capacidad que tuvieron ambos Monagas de alimentar el personalismo o exclusivismo en el ejercicio de la Presidencia, o de llegar incluso, a juicio de algunos historiadores, a valorar el poder como un patrimonio de tipo familiar. Esto, para mengua inclusive del Partido Liberal, otrora aliado del clan de los Monagas46. Sin embargo, no olvidemos el hecho de que nos vemos frecuentemente en presencia de una historiografía que, al decir de Agustín Moreno Molina47, no ha sido particularmente indulgente con los Monagas y que, más bien, tiende a acentuar la mayor cantidad de aspectos negativos posibles en relación a este periodo. Por tanto, cabe poner de relieve, dentro de un sano juicio histórico, que al menos en el ámbito militar José Gregorio Monagas se propuso llevar a cabo algunas importantes reformas, incluso más allá de lo que llegó a hacerlo su predecesor y sucesor inmediato, José Tadeo.

46. Moreno, Molina, Agustín. Entre la pobreza y el desorden. El funcionamiento del Gobierno en la Presidencia de José Gregorio Monagas. Caracas: UCAB, 2004, p. 6. 47. Ibid, p. 17.


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Obviamente, dicho intento reformista (a pesar de todas las limitaciones en la práctica) queda testimoniado por lo que se desprende, en primer lugar, del estudio de las Exposiciones presentadas ante el Congreso por los Secretarios de Guerra y Marina. Ésta es una fuente valiosa como ninguna, a despecho de todas las prevenciones que deben observarse a la hora de obrar frente a una literatura afincada en la retórica oficial. En el caso particular de esta Secretaría de Estado, llama profundamente la atención lo siguiente: aun cuando el gobierno de José Gregorio Monagas no se caracterizó por una particular estabilidad del elenco de Secretarios que detentaban sus respectivos cargos, la Secretaría de Guerra fue una notable excepción, dado que dos titulares apenas, Carlos Castelli y Juan Muñoz Tébar, fueron quienes se repartieron la gestión de este ramo durante el quinquenio gregoriano. Por un lado, Castelli se destacaba por su experiencia en el cargo; tanto así, que venía ocupando esa Secretaría desde fines del gobierno de José Tadeo Monagas. Es muy probable que el reemplazo operado a favor Muñoz Tébar se debiera al hecho de que Castelli pertenecía al círculo de allegados a José Tadeo, y que en el contexto, ya a la mitad del Gobierno de José Gregorio, de un abierto enfrentamiento entre «gregorianos» y «tadeístas», Muñoz Tébar fuera la pieza de confianza en el cargo que requería a esas alturas el Presidente48. Esta permanencia de apenas dos titulares (uno de ellos con probada experiencia) al frente de los asuntos atinentes a la Secretaría de Guerra, tal vez acredite a favor de José Gregorio una continuidad mayor en la política militar al compararlo al estado de los otros ramos de la administración pública durante su quinquenio presidencial. En todo caso, al analizar las Exposiciones correspondientes a este periodo (1851-1855), hemos procurado no detenernos en nada relativo al estado de los ‘‘elementos de guerra y parques’’, o en el mantenimiento de las fortificaciones o apostaderos, ni en la política de retiros o de montepío mili48. Vale por lo esclarecedor el juicio que aporta Manuel Vicente Magallanes acerca de la manifestación abierta que se plantea entre la tendencia gregoriana y la tadeísta desde los comienzos mismos de la gestión de José Gregorio. Veamos: «Al dejar José Tadeo Monagas las riendas del poder bajo la rústica conducción de su hermano, por el carácter y la simpleza de éste creíase que aquél habría de tener una influencia decisiva en la dirección del gobierno. Pero en la práctica esta apreciación no resultó enteramente cierta. Pronto José Gregorio forma su propio grupo y actúa con criterio independiente, tanto que, por no seguir las pautas de su antecesor, prodúcese un distanciamiento familiar y los partidarios de ambos enfréntanse como adversarios en resuelto combate». Magallanes, Manuel Vicente. Historia política de Venezuela. Madrid, Edime, 1972. Tomo III, pp. 69-70.


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tar, ni en las detalladas listas que dan cuenta de la composición o incremento de las unidades de la Fuerza Armada de la República, asuntos sobre los cuales vuelven, una y otra vez, con mucha insistencia, las referidas Exposiciones. Nos detenemos –sí– en donde se cifra nuestro interés, o sea, en aquellos temas que aludan o toquen de cerca lo relativo a la instrucción con fines militares. El propósito de revisar tales Exposiciones a cargo de los secretarios Castelli y Muñoz Tébar, o papeles conexos a esa Secretaría, es obvio: verificar cuánto había a favor de un mejoramiento de la instrucción militar dentro del contexto general de ese clima «reformista» impulsado por José Gregorio Monagas, con el ánimo de ver cómo encajaría la Guía de Jelambi dentro de este pretendido objetivo. Lo que dijeron los secretarios Siendo la de José Gregorio –como se ha observado ya– una Presidencia poco atendida, y siendo el propio José Gregorio -al decir de Manuel Vicente Magallanes- el Presidente de más apagada imagen49, el estudio de los informes oficiales podría servir como primer paso al esclarecimiento de determinadas políticas, entre ellas la aplicada al ramo militar. El bienio 1851-53 verá a Castelli actuando al frente del Despacho de Guerra. Desde allí, al dar cuenta a las Cámaras del estado de los asuntos pendientes al año de asumir el cargo, el secretario Castelli se refirió particularmente a la necesidad de darle ‘‘el mayor incremento posible’’ a la Academia de Matemáticas «como establecimiento científico de tanta importancia». El abandono de aquel establecimiento, fundado por disposición del Congreso Constituyente en 1830, era reflejo de cuanto había decaído la organización institucional del aparato militar venezolano. Además, por sus peculiares características –como lo apuntaba el mismo Secretario– no se trataba de una institución limitada a la milicia sino que había beneficiado también a todas las profesiones industriales del país. Obviamente, en un país con una situación fiscal tan poco halagadora como la que presidía el segundo Monagas, el mantenimiento o mejoramiento de una estructura como la Academia no contaba fácilmente con la

49. Ob. cit, p. 78.


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posibilidad de recibir recursos fijos contemplados en el presupuesto. Sin embargo, ante la Academia de Matemáticas (que era prácticamente lo mismo decir: la escuela militar de la época), Castelli parecía tener ideas claras de los lineamientos que debían conducir a su gestión administrativa en lo atinente a este caso. Así se explaya al referirse sobre un aspecto particular que debía ser atendido por el ente legislativo: ‘‘Cada vez más persuadido S. E. de la importancia, utilidad y conveniencia de la Academia, y de los buenos deseos que animan a los Representantes de la Nación para contribuir eficazmente a difundir las ciencias, proteger y adelantar la instrucción, vuelve a someter a la consideración de las Honorables Cámaras el proyecto de decreto (...), el cual, complementando el estudio de las Matemáticas, contiene las reformas que imperiosamente demanda la conservación de la escuela militar’’50. Justamente, el gran tema que se repite como leit motiv en materia de instrucción en todos y cada uno de los mensajes a cargo de Castelli, primero, y de Muñoz Tébar, después, es el referido a la reforma que exigía la Academia de Matemáticas. De hecho, el empeño por exhortar al Congreso a que prestase ‘‘todo el apoyo’’ que imperiosamente demandaba la Academia con respecto a su nueva organización, satura las insistentes voces de ambos Secretarios de Guerra. A pesar de todo, tal empeño tuvo sus frutos, al punto que si de algo pudo preciarse la administración de José Gregorio Monagas fue de materializar esta reforma, reorganizando la Academia de Matemáticas en función de una Ley aprobada, luego de muchos aplazamientos, por el Senado y la Cámara de Representantes en conjunto. Vale la pena entresacar del nuevo texto normativo algunos de los conceptos referidos al porqué del «ensanche» de un establecimiento como éste a fin de que fuese capaz de llenar su objeto. Al menos en relación a lo que aquí nos interesa, el artículo N° 3 de la referida Ley es elocuente: ‘‘Que toca exclusivamente al Gobierno la instrucción de los jóvenes que se dedican a la carrera de las armas, instrucción que no puede conseguirse sino por medio de establecimientos especiales, y que tanto interesa a las naciones, por el alto influjo que en su suerte desempeñan generalmente los militares’’51.

50 . ‘‘Exposición que dirige al Congreso de Venezuela en 1851 el Secretario de Guerra y Marina». 20 de enero de 1851. En Grases y Pérez Vila, Las Fuerzas Armadas..., tomo 11, Doc. N° 1011, pp. 337. 51. ‘‘Reorganización de la Academia Militar de Matemáticas’’. Caracas, 18 de mayo de 1854. En: Grases y Pérez Vila, ob. cit, tomo 12, Doc. N° 1073, p. 239. El subrayado es nuestro. 52. ‘‘Decreto Reglamentario de la Academia de Matemáticas’’. Ob. cit., Doc. N° 1075, p. 257.


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Aun cuando el pensum continuaba viéndose repartido entre la órbita civil y militar, dado que de la Academia de Matemáticas debían seguir egresando por igual agrimensores e ingenieros civiles de un lado, como ingenieros militares, del otro, parecía existir un mayor énfasis curricular en el estudio de «tácticas de todas las armas», según se expresa en el decreto reglamentario que debía perfeccionar lo dispuesto en la Ley52. Además, vale anotar que el pensum comprendía de manera especial el estudio de la Geometría y la Trigonometría rectilínea, materias a las que –por cierto– Jelambi dedica algunos párrafos de su Guía al considerarlas como ‘‘base del arte en la guerra’’: ‘‘Una maniobra necesita de otra, y cada operación tiene consecuencias ciertas; pero, además de la ventaja directa que se saca de muchas proposiciones matemáticas aplicables al movimiento de las tropas, el estudio de esta ciencia general es el más propio para hacer adquirir este espíritu de precisión a todo hombre de guerra’’53. En su segundo mensaje al Congreso, luego de reemplazar a Castelli en el cargo de Secretario de Guerra, Muñoz Tébar daba cuenta así a las Cámaras del regocijo compartido frente a la reforma propuesta: ‘‘...al fin se ha conseguido darle un regular ensanche [a la Academia de Matemáticas]’’. Consciente sin embargo de que la capacidad operativa de la organización militar debía ir de la mano de los esfuerzos que se hicieran en pro de esta institución dentro de un país y un contexto signado por la precariedad (‘‘sabido es que las artes en nuestro país yacen en un estado lastimoso de decadencia’’), Muñoz Tébar declaraba lo siguiente en otra parte de su alocución: «la brillante carrera militar carece también del número suficiente de jefes y oficiales de ingenieros, que, ejercitándose en trabajos de fortificación, artillería, etc., hagan invencible la fuerza que reúna al valor la inteligencia’’54. Por otra parte, y aun cuando comparado a la Academia de Matemáticas se aluda a ello en un tenor menor a lo largo de estas Exposiciones, no por ello debemos dejar de mencionar el esfuerzo que también significaba, dentro del

52. Decreto Reglamentario de la Academia de Matemáticas, Ob. Cit., Doc. Nº 1075, p. 257 53. Jelambi., Antonio. Guía para todo joven militar..., p. 111. 54. ‘‘Exposición que dirige al Congreso de Venezuela en 1855 el Secretario de Guerra y Marina». Caracas, 15 de enero de 1855’’. En: Grases y Pérez Vila, Las Fuerzas Armadas..., tomo 12, Doc. N° 1080, pp. 297.


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plan general de instrucción impulsado por la gestión de Monagas, el envío de cadetes a fin de que completasen cursos de estudio en escuelas náuticas de Europa o los Estados Unidos. Tal es como exponía el caso, ya para su último año de gestión, el Secretario Muñoz Tébar: Los resultados satisfactorios de aquellas dos escuelas [las escuelas náuticas de Maracaibo y Margarita] prometen mucho a la Nación, siendo indudable que, si tan útiles establecimientos son atendidos como merecen, dentro de muy pocos años contará la marina de Venezuela con un lucido cuadro de oficiales inteligentes y de esperanzas para el porvenir. Entre los antiguos veteranos de la Independencia que para gloria de Venezuela existen aún, se cuentan muy pocos marinos, y éstos tan achacosos ya por su avanzada edad y por consecuencia de todas las penalidades, privaciones y sufrimientos de aquella época memorable, que es forzoso irlos reemplazando con oficiales dignos de suceder en tan noble profesión a los ilustres fundadores de la República. (...) Mucho desea el Poder Ejecutivo que las Honorables Cámaras destinen anualmente la cantidad necesaria para sostener en Europa o en los Estados Unidos del Norte cuatro o seis jóvenes de los más aprovechados entre los que vayan concluyendo el curso de estudios en las escuelas náuticas, con el fin de que adquieran los conocimientos precisos en la dirección y manejo de las máquinas de vapor, y pongan en práctica los conocimientos adquiridos con el estudio de la parte teórica de la profesión55. Llama la atención entonces que incluso la Marina, el ramo menos privilegiado desde el punto de vista de su desarrollo en la Venezuela de la primera mitad del siglo XIX, entrase así en la mira del impulso que pretendía conferirle la gestión del menor de los Monagas al proceso de institucionalización del aparato militar. De modo que como lo ilustran ambos casos, y más allá de toda jerga oficial, algunas de las figuras más representativas de la gestión de José Gregorio Monagas, como Carlos Castelli y Jesús Muñoz Tébar, hablaban así de un empeño visible por lograr los medios más eficaces con respecto a los objeti-

55. ‘‘Exposición que dirige al Congreso de Venezuela en 1854 el Secretario de Guerra y Marina». Caracas, 2 de enero de 1854’’. En: Grases y Pérez Vila, ob. cit, Doc. N° 1060, p. 213.


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vos de la instrucción militar y la formación académica del núcleo de oficiales, al punto de que su labor contrastaba (sobre todo en relación a la Academia de Matemáticas) con lo poco que en el mismo sentido se había intentado avanzar durante el quinquenio anterior de José Tadeo. Con todo y las debilidades del Gobierno o las precariedades del Estado, las alocuciones de ambos secretarios al Congreso eran en todo punto sinceras dentro del esfuerzo por lograr un mejor funcionamiento de los institutos educativos militares, especialmente si tenemos en cuenta que los años fiscales 1853-1854 coincidieron con la más difícil coyuntura que afrontara José Gregorio: las llamadas revoluciones «fusionistas», producto de un curioso cruce entre el sector conservador, instigado por Páez desde Nueva York, y liberales descontentos56. ¿Cómo encaja Jelambi? Hasta ahora hemos especulado sobre la posibilidad de que la Guía para todo joven militar y muy útil a toda clase de jefes superiores, oficiales e individuos de carrera hubiese llegado a contar con alguna clase de anuencia oficial dentro de este contexto que pretendía favorecer el mejoramiento de la instrucción de carácter militar. Además, tengamos en cuenta que si algo estimuló hasta ahora tales especulaciones ha sido el hecho de que para la época en que Jelambi concibe su Guía, el gobierno de José Gregorio Monagas se hallaba como se ha visto- impulsando la reorganización de la muy decaída Academia Militar de Matemáticas, a la cual estaba vinculada la creación, que se proyectaba también en esos momentos, del Cuerpo Nacional de Ingenieros. Sabiendo que Jelambi, como se deriva de las noticias biográficas que se conservan, actuó como instructor en matemáticas57, esto avalaría la idea de que formó parte de aquella categoría que podría definirse –según Doming Irwin– como ‘‘oficial militar de orientación profesional’’, por más que tal profesionalismo haya tenido un carácter primitivo58. Desgraciadamente, has-

56. Magallanes, Historia Política...., pp. 75-78 y 86-99. 57. Entre los papeles que conserva la familia Jelambi Terán figura una hoja sin firma, titulada «Despachos, oficios civiles, nombramientos y empleos del Coronel Antonio Jelambi», donde aparece en 1830 su nombramiento como profesor de matemáticas. 58. Irwin, ob, cit, p. 10.


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ta donde llegaron nuestras pesquisas, no resultó posible detectar o constatar mediante pruebas documentales alguna pista que arrojara luz sobre el posible aval con el que pudiera haber contado la Guía de Jelambi entre las autoridades del gobierno gregoriano, luego de haber revisado con tal fin la correspondencia y papeles conexos a la Secretaría de Guerra y Marina durante el periodo 1851-1855 que reposan en el Archivo General de la Nación. La muerte del Leónidas venezolano Al cultor de Esparta no le cupo un final más apropiado que regresar de batalla tendido sobre su rodela. Ello ocurrió a fines del incesante y muy confuso año 1859. Para agosto de ese mismo año, una vez depuesto Julián Castro del poder, y según lo informa una breve reseña de prensa recogida entre los papeles del bibliógrafo Manuel Landaeta Rosales, Jelambi figura en la lista de jefes y oficiales ‘‘del partido centralista’’ que ‘‘se hallaban sobre las armas en Caracas’’.59 Jelambi va a terminar ajustando sus cuentas a los pocos días de la batalla más emblemática de la causa federal, sólo que del lado contrario en la contienda, formando parte de los jefes y oficiales centralistas que hicieron frente a Falcón y Zamora en el sitio de Santa Inés, el 10 de diciembre de 1859. Un testigo de lo sucedido, el Comandante de Ingenieros Olegario Meneses, quien recogió las impresiones del momento, apuntó lo siguiente como parte de una relación de la campaña de Barinas publicada en el diario El Heraldo, el 2 de febrero de 1860: El día siguiente [10 de diciembre] se emprende la marcha, y á las siete de la mañana y á un cuarto de legua de la salida, la primera división [al mando del coronel Jelambi], que marcha á la vanguardia, encuentra las primeras avanzadas enemigas y rompe sobre ellas sus fuegos (...) Después de este primer triunfo, continúa el ejército su marcha, y desde entonces la lucha se hace más reñida (...) después de una hora de pelea, reñida y

59. Papeles originales del Archivo de Manuel Landaeta Rosales. Academia Nacional de la Historia. Tomo 2, pieza N° 138.


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sangrienta, es desalojado el enemigo de su fuerte, teniendo nosotros de pérdida, entre muertos y heridos de tropa, como ciento cincuenta, y veinte y cinco jefes y oficiales heridos, entre ellos, el Coronel Jelambi»60. El Ejército centralista optó entonces por replegarse hacia Barinas, que fue en realidad el sitio donde a los dos días murió Jelambi a consecuencia de los balazos recibidos cuando su división se estrelló contra las trincheras de Santa Inés. De hecho, su cadáver fue velado en la llamada «Casa Tapiera», una de las tantas mansiones de la opulenta Barinas colonial que había sobrevivido y que, hasta el día de hoy, se conserva de pie en la capital de aquel Estado. En un folleto titulado Vida Pública del General Ezequiel Zamora que reposa entre los papeles de Manuel Landaeta Rosales se lee: ‘‘La pérdida de la batalla de Santa Inés por parte del Ejército centralista, dio en aquellos tiempos lugar a muchos comentarios. Unos la atribuían á ineptitud e impericia del General Pedro E. Ramos, General en Jefe del Ejército, y otros á la tenacidad del entonces Coronel Manuel Vicente de las Casas por desoír la respetable opinión del valiente y experto Coronel Antonio Jelambi’’61. Algunos historiadores que se han ocupado de recapitular las incidencias de la batalla de Santa Inés colorean el episodio de la muerte de Jelambi con algunas valiosas variaciones con respecto a lo ya comentado. Por ejemplo, Lisandro Alvarado en su Historia de la Revolución Federal en Venezuela apunta lo siguiente: ‘‘Sobre el punto harto debatido de la mala suerte que a Jelambi cupo, voy a transcribir otra versión que es, bien entendido, la vulgar. Las líneas que en seguida copio son de un ilustrado y acucioso sacerdote: ‘Como importa sobre manera conocer la historia genuina, expondré aquí los informes que me han dado muchos hombres verídicos, algunos de ellos testigos oculares. Viendo Jelambi que sufría innumerables pérdidas inútilmente, envió un edecán a decir a Las Casas, que convenía ordenar la retirada. Casas respondió: ‘‘si no quiere avanzar, que pase a la retaguardia». Jelambi, lleno de ira, viene sobre Casas y lo interpela: que le repita el recado. Casas da excusas. 60. El Heraldo, N° 90, 2 de febrero de 1860. Reproducido por Manuel Landaeta Rosales en El Derecho, N° 370. Caracas, 9 de diciembre de 1897. Archivo de Manuel Landaeta Rosales. Academia Nacional de la Historia. Revoluciones de Venezuela (1858 a 1876), Tomo 2. 61. Archivo de Manuel Landaeta Rosales. Sección 1. ‘‘Vida pública del General Ezequiel Zamora»’’, p. 31. Folleto sin firma. Academia Nacional de la Historia, tomo I. El subrayado es nuestro.


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Jelambi, militar valiente y subordinado, avanza a tomar la trinchera y cae mortalmente herido’’*2. Por su parte, Laureano Villanueva, dadas las características de su estilo, añade más dramatismo al recrear el episodio de la muerte de Jelambi cuando éste resuelve precipitarse contra el baluarte dispuesto por los federales, explicando de paso que era él quien, al mando de aquella primera División, prácticamente manejaba el núcleo de artillería del Ejército centralista: Iba con ella su Comandante Coronel Jelambi. Sus artilleros entraron por el centro del camino, reventando la montaña a cañonazos, al tiempo mismo que sus veteranas columnas de infantería tomaban las trincheras de los lados, y barrían con sus fuegos el camino y las veredas. Por su parte los federales, ocultos detrás de gruesos árboles, disparaban por mampuesto, y acababan a sus contrarios por cuartas enteras. En el corto tiempo de tan reñida brega, perdieron los centralistas cien hombres; y de allí a poco hasta doscientos. Los heridos y los muertos casi obstruían el estrecho callejón por donde marchaban confundidos Jefes, oficiales y soldados. Desmontadas tres piezas, pidió Jelambi a Casas el cañón que quedaba para seguir atacando de frente; a lo cual contestó éste mandándole decir que avanzara al pasitrote contra El Trapiche, porque ya se habían dado órdenes a la Brigada Caracas para flanquearlo. En efecto, el Comandante de ésta, Simón Madriz, puesto a su cabeza, emprendió la operación con presteza y bravura. Jelambi, enardecido, da la señal de embestir por el centro; pónese al frente de los suyos, carga y a poco, cae herido de muerte. Alzanle del suelo sus edecanes Soriano y Michelena, y lo apartan, por entre los árboles, de aquel campo de matanza. Jelambi había combatido una hora, y cuando cayó yacían a su derredor muertos o heridos de su División, veinticinco entre jefes y oficiales63.

62. Alvarado, ob. cit, pp. 768-769. El subrayado es nuestro. 63. Villanueva, Laureano. Vida del valiente ciudadano General Ezequiel Zamora. Caracas: Monte Ávila Editores, 1992, tomo II, pp. 177-178.


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Un autor que no ofrece más de lo ya indicado, el irredento liberal Luis Level de Goda, apunta sin embargo: ‘‘En este reñido y sangriento combate pierde el ejército del gobierno, entre muertos y heridos de tropa, unos ciento cincuenta hombres, y veinticinco jefes y oficiales heridos, de éstos el coronel Jelambi, cuando los federales no perdieron sino poquísimos hombres, resguardados como estaban por sus trincheras’’64. Por último, entre las grandes fuentes de la historiografía nacional figura desde luego Francisco González Guiñan, quien al tocar el combate de Santa Inés en su Historia Contemporánea de Venezuela no omite hacer mención de la conservador’’65. La Escuela Perpetua Por cuenta de Jelambi corre esta sentencia, encajada en una de las últimas esquinas de su Guía: ‘‘Habiendo llegado el militar instruido a los empleos superiores, está aún en la obligación de continuar instruyéndose, pues que la vida del hombre debe ser una escuela perpetua’’66. No hay duda de que en el contexto venezolano del siglo XIX, un contexto signado por la ecuación violencia/poder político, el caso de Jelambi, y la fuerza que le otorga en su Guía a los decantados atributos del ideal profesional, obran a primera vista como una verdadera rareza. Sin embargo, lejos de dejarnos llevar por las frecuentes generalizaciones que tienden a reducir el papel del militar del siglo XIX a las fórmulas y códigos del caudillismo, creemos que Jelambi fue ciertamente un caso excepcional pero no único (aunque sí el menos numeroso) en el empeño por apoyar su actividad dentro de una orientación de tipo profesional. Justamente, tal vez el caso de Jelambi es lo que podría dar pábulo para reconstruir, con mucho más aliento de lo que lo ha permitido este ensayo, los signos de una tendencia profesional extraviada entre la maraña de prejuicios por un lado, y la falta de mayores estudios (por el otro) relacionados con la evolución del sector militar venezolano.

64. Level de Goda, Luis. Historia contemporánea de Venezuela, política y militar (1858-1886). Caracas: Imprenta Nacional, 1954, tomo I, p. 252. 65. González Guinán, Francisco. Historia contemporánea de Venezuela. Caracas: Ediciones de la Presidencia de la República de Venezuela, 1954. Tomo VII, p. 84. 66. Jelambi., Antonio. Guía para todo joven militar..., p. 120.


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Concordamos con lo que el propio Domingo Irwin ha adelantado hasta ahora sobre esta línea de investigación, en el sentido de que más allá de toda generalidad asumida, se perciben claramente tres tendencias que coexistieron de manera simultánea en esa Venezuela del siglo XIX. Claro está que prevalece la visión común que, frente a estas tendencias, le confiere siempre el mayor rango al fenómeno del caudillo como agente político fundamental y como expresión extrema de la dominación patrimonial67; no obstante, y por más pendientes que estén aún de mayor análisis, los otros dos tipos básicos de oficial que Irwin identifica son precisamente 1. el de orientación profesional (ilustrado, también por él, a través del caso de Jelambi) y 2. el pretoriano, este último de los cuales se distingue en muchos sentidos del caudillo, y tal vez fundamentalmente porque sí pertenece a la organización castrense, y desde allí, dada su condición de hombre de armas, pretende ‘‘influir determinantemente en la conducción política del país’’68. Siguiendo la exposición de Irwin hay otro punto que llama poderosamente la atención y que no puede dejar de afectar como una gran interrogante el caso particular de Jelambi. Para alguien como él, más cercano a sus ideales profesionales debió estar la estructura militar concebida por la etapa del Gobierno Deliberativo (1830-1847), donde, según lo aporta el respaldo de la evidencia documental más concluyente, hubo el pretendido propósito de que la organización militar quedara legalmente sujeta a las disposiciones de control y supervisión propuestas por el Patriciado civil que acompañaba al general Páez. Tal supervisión queda testimoniada no sólo a partir de lo que la Constitución de 1830 contemplaba en tal sentido, sino a partir de todas las medidas de organización que emanaban justamente por iniciativa de ese Patriciado Civil, atrincherado también en el Congreso Nacional, que pretendía ‘‘organizar una pequeña fuerza armada, obediente y no deliberante, así como firmemente controlada por las autoridades civiles’’69. Obviamente, todo este es-

67. Sobre este punto véase el ensayo de Domingo Irwin G., “Unas definiciones de caudillo y caudillismo”. En: Boletín de la Academia Nacional de la Historia. Caracas: octubre-diciembre de 1988, Tomo LXXI, N° 284, p. 1026. 68. Irwin, Relaciones civiles-militares en Venezuela, pp. 8-9. 69. Ibid, pp. 15-22.


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fuerzo en pro de la organización institucional del aparato militar iba acompañado -como también pretende ejemplificarlo Irwin- a través de disposiciones que hicieran efectiva la idea de darle un formato de adiestramiento sistemático al componente castrense, por medio del impulso y creación de academias y establecimientos de instrucción70. No obstante, una vez que los mecanismos de control civil liberal comenzaran a resentirse a partir del advenimiento de los Monagas y dar lugar en cambio a una progresiva mediatización del aparato militar, cuesta entender entonces cómo pudo encajar en este nuevo contexto un oficial veterano como Jelambi, caracterizado por su orientación profesional, su apoyo a la institucionalidad y, en virtud de las convicciones expresadas en su Guía, poco permeable a influencias caudillistas o pretorianas. Una de dos: o Jelambi fue un hábil sobreviviente -visto el fervor con que, sobre la base de su experiencia de combate, actuó también en defensa del gobierno de ambos Monagas, o fue capaz de persistir en una neutralidad institucionalmente operante, al margen de las muescas que comenzaba a sufrir la arquitectura militar diseñada por los artífices del Gobierno Deliberativo. Nos inclinamos a creer en esta segunda posibilidad, sobre todo si tenemos en cuenta su consecuente actitud con dicha institucionalidad, no sólo al salir a enfrentar a Páez, el otrora garante del orden constitucional, en Macapo abajo, sino al contribuir a domeñar movimientos armados ocurridos durante el periodo de los Monagas (1847-1858) y, sobre todo, que un año más tarde, perteneciendo a ese sector élite de la organización militar, formara parte del elenco que en nombre del Gobierno centralista saldría a batir a los federales, primero a las órdenes de José Laurencio Silva y, pocos meses más tarde, de José Escolástico Andrade y, finalmente, de Pedro Ramos71. Sin embargo, así como el Gobierno de José Gregorio Monagas no tiene porqué ser una excepción frente a muchos de los rasgos que caracterizaron al personalismo de su hermano José Tadeo, creemos que si algo pudiese llenar un modesto vacío en las investigaciones relativas a este Quinquenio (18511855) sería el hecho de estudiar a fondo una política militar que pareciera afincarse con mucho más pie propio que otras actuaciones administrativas.

70. Ob. cit, pp. 21-25 71. Ob. cit., p. 9.


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Tal es lo que sostiene Gilmore, sin profundizar suficiente en sus pesquisas. Sin embargo, la revisión que hemos efectuado -y que aquí se ha citado- de las Exposiciones de los Secretarios de Guerra Carlos Castelli y Juan Muñoz Tébar hace referencia a lo que podría advertirse como un intento por volver a colocar en el centro de las prioridades del ramo la preparación de los oficiales por medio de una más afanada instrucción y formación académica. De ello hablaría, por ejemplo, el empeño (también citado) por revigorizar la decaída Academia Militar de Matemáticas y el envío de oficiales a seguir estudios en institutos educativos militares en el exterior. Sean cuales fueren los resultados que arrojen pesquisas ulteriores sobre este tema tan mal comprendido y muchas veces tan mal estudiado acerca del oficial de orientación profesional, lo cierto del caso es que la Guía para todo joven militarte Antonio Jelambi pervive como interesante e incontestable testimonio de quien pretendió recoger los valores y principios de obediencia junto con las destrezas propias de su profesión en un manual militar, el primero del cual tengamos noticias dentro de la bibliografía venezolana, librado hasta ahora al más rotundo olvido. Biblio-hemerografía

Repositorios consultados: Archivo General de la Nación Archivo de la Academia Nacional de la Historia Papeles privados pertenecientes a la familia Jelambi Terán

Bibliografía directa: Guía para todo joven militar y muy útil a toda clase de jefes superiores, oficiales e individuos de carrera. Puerto Cabello: Imprenta de Rafael Rojas, 1853.

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EL DIVORCIO ENTRE LO PRIVADO Y LO PÚBLICO EN LA MÉRIDA COLONIAL Elizabeth Avendaño Cerrada (*)

Resumen Las solicitudes de separación conyugal que se interponían ante las autoridades tanto civiles como eclesiásticas, ponen de manifiesto la violencia doméstica existente en la Mérida colonial, donde los conflictos de valores y las diferencias de género entorpecían la cohabitación afectiva y sexual entre las parejas. Bajo estas circunstancias, el trabajo que se presenta tiene como finalidad analizar -a través de un estudio de caso- cómo las desavenencias entre las parejas se hacen irreconciliables por medio del diálogo, razón por la cual la agresión física (castigo) se constituye en la única vía de imponer autoridad, de allí que sea la mujer –en la mayoría de las veces–, quien solicite la separación conyugal. A partir de ese momento el espacio doméstico (privado) se ventila y permite que muchas mujeres denuncien en el espacio público las transgresiones que sufrían en sus matrimonios. Palabras claves: Divorcio, Mérida Colonial, Público y Privado Introducción La separación o el divorcio durante la época colonial no facultaban la suspensión del lazo matrimonial, pues éste solo podía disolverse con la muerte de uno de los consortes o mediante la autorización de la anulación por parte de la Iglesia. En otras palabras, el matrimonio se concibió como un compro-

(*) Profesor de la Universidad de Los Andes. Escuela de Historia, Departamento de América y Venezuela.


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miso sagrado que unía a un hombre y una mujer –previo consentimiento voluntario– cuya finalidad es formar una familia, con el espíritu de engendrar, cuidar y educar los hijos que serán reconocidos y aceptados públicamente por la sociedad. La separación conyugal, sólo podía consentirse cuando las razones iban en detrimento de la moral y buenas costumbres, de allí que el adulterio, la bigamia, la amenaza de muerte, la sevicia, el abandono del hogar, autorizaban la separación temporal del lecho e impedía que alguno de los cónyuges contrajese nuevas nupcias. Tal como menciona Eugenia Rodríguez Sáenz… “solo el adulterio de uno de los cónyuges podía justificar la separación perpetua y todas las demás causales podían dar lugar a una separación temporal, ya sea por algunos años o indefinidamente”.1 En consecuencia, las solicitudes de separación, buscaban por un lado paliar los conflictos domésticos y por el otro, proteger contra los ultrajes y vejaciones de un cónyuge violento y con malas mañas. Ahora bien, desde el mismo momento en que la mujer, traspasa su espacio privado - entendido como el conjunto de experiencias y acciones que se reservan como parte del ámbito personal, en especial, la relación o actividad que mantiene en la intimidad y hace pública ante la autoridad civil o eclesiástica su realidad, queda sujeta a las miradas y juicios de los demás. Las solicitudes de divorcio cuando se remitían a la instancia civil, como en nuestro caso, se iniciaban por causa criminal; de lo contrario era la autoridad eclesiástica la encargada de llevar el juicio. Bajo este contexto, se presenta un ejemplo de solicitud de divorcio de principios de siglo XIX, que se inicia por las denuncias de sevicia y adulterio de una mujer hastiada de los atropellos de su consorte, hecho que permitirá analizar desde la óptica de lo privado y lo público cómo los conflictos conyugales y “la mala vida” transforma un problema doméstico en un asunto público, situación que evidencia la fuerte vigilancia de la autoridad colonial merideña sobre los comportamientos que perjudicasen el orden social establecido, donde las conductas de las personas reflejan los valores aceptados en una época.

1. Rodríguez Sáenz, Eugenia. Divorcio y violencia de pareja en Costa Rica (1800-1950). HerediaCosta Rica: Editorial Universidad Nacional, 2006.


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1. Cuando el respeto se pierde y la dignidad renace El veinticinco de noviembre de 1801, a las once de la mañana, se presenta ante don Vicente Campo de Elías, Alcalde de segunda elección de la ciudad de Mérida, la señora María Josefa Corredor, vecina del Barrio de Milla, denunciando a su marido Felix Nava por “haberle maltratado con fuerte golpes”. Razón por la cual, el señor Alcalde, en el auto que se formó reseña: …“monté á caballo y fui al Barrio de Milla é hize prender al citado Navas y conducirlo a la Real Carcel y para averiguar la verdad sobre este hecho y castigar al delincuente; según sea de justicia mando formar este auto cavesa de proceso á cuio tenor y por las demás circunstancias que resultaren se examinen los testigos que pudieren ser havidos y savedores del caso, practicándoce ante todas las cosas a la mayor brevedad el reconocimiento de las contusiones o heridas que tenga dicha María Josepha Corredor”.2 (De aquí en adelante, en todas las citas textuales extraídas del documento, se respetará la grafía de la época). De acuerdo a lo ordenado por el Sr.- Alcalde, se le solicita a Pablo Yzarra, curioso en medicina, así se les decía a los médicos de la época, que reconozca el estado físico de la Sra. Corredor, motivo por el cual se dirige a la casa de habitación de la agraviada verificando: … que tiene la cara muy morada, y con extremo el ojo izquierdo pues en él tiene la sangre cuajada que todo demuestra haver sido a golpe de mano, que la halló liada por los pechos y la registró sin quitarle las ligaduras por no haver muger allí que la volviera a apretar y que advirtió un fuerte golpe en el pecho izquierdo algo lastimada la contunción, que también le parece fue golpe a mano serrada y que viéndola tan adolorida de todo el cuerpo le hordenose sangrar prontamente; que advirtió también que en la rodilla izquierda tiene dos golpes que a la violencia de ellos le quitaron el cuero en las contunciones que ynfiere sería al caer en tierra a la fuerza de su marido según ella espuso, la mano derecha liada con paños y mui adolorida, dijo que la tenía dislocada, y que se havía echo sobar, que el curioso no se la descubrio, por estar solo é impedido para volvérsela aliar; que este reconocimiento lo a echo fielmente y halla estar peligrosa/f.156v./ la referida

2. Archivo General del Estado Mérida. En adelante: AGEM. Materia Criminal. Maltratos, aporreos, riña, desafío y otros excesos. Tomo II, f. 155v.


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María Josepha Corredor por cerla causa alta con cuio motivo y el decir esta le viene a la voca el gusto de la sangre, ordenó la sangría, que todo es la verdad en fuerza el juramento puesto para este reconocimiento.3 Vemos, cómo la descripción denota maltrato físico sin contemplación por parte de un marido, quien posee una fuerza superior a la de su mujer, lo que muestra la sevicia, característica básica de una violencia doméstica y causal de divorcio. Las razones de tal ensañamiento por justa o no, revelan el derecho del hombre a castigar a sus esposas, pues en una sociedad patriarcal, son ellos los encargados de llevar por el buen camino, a sus hermanas, esposas e hijas, conducta aprobada tanto por la Iglesia como por el Estado, dado que el honor familiar es responsabilidad exclusiva de las féminas. Debemos recordar que el honor era: …la virtud y la reputación, aspectos que un núcleo familiar trataba de conservar intacto ante los ojos de la sociedad. Cuidaba para ello, el comportamiento y la moral de las hijas, debido a que la mujer era la responsable de mantener en equilibrio la buena fama de la familia. Como se ve, la responsabilidad del honor ponía en inferioridad de condiciones a la mujer.4 Dato interesante, es la actuación del médico, quien deja por sentado el recato con el cual actuó al momento de realizar la auscultación a María Josefa, pues no era bien visto que dama alguna mostrase ante desconocidos partes de su cuerpo sin la presencia de otras mujeres, pues hasta el pudo femenino debía ser aprobado por otros/as. ¿Cuáles fueron las razones de tal castigo? ¿Qué hizo María Josefa Corredor, para que su esposo Felix Nava, utilizara la fuerza física como vía de corrección? ¿Por qué el diálogo desaparece y las desavenencias se calman a golpe? Pues bien, daremos un vistazo a las declaraciones de María Josefa, y los testigos de tan repulsiva acción para llegar a responder estas interrogantes.

3. Ídem., f. 156. 4. Avendaño Cerrada, Elizabeth y Rodríguez Marisela. Los impedimentos al matrimonio en la Diócesis de Mérida (1802-1810). Mérida (Venezuela) Universidad de Los Andes. Facultad de Humanidades y Educación. Escuela de Historia., 2001. (Tesis de Grado), p.74.


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El primero de diciembre se hizo comparecer por ante testigos a María Josefa Corredor, quien conforme a derecho y bajo juramento se sometió al interrogatorio de ley, contestando lo siguiente: …que vino al tribunal el día miércoles que le contaban veinte y cinco del que espiró con motivo de haberla castigado su marido Felis Nava cuia causa atrivuye a una malaversación que tiene con una prima hermana de dicho marido, por no haverce ofrecido en ese día causa que motivara al referido castigo. Preguntada que personas estaban precentes quando su marido la castigó en que citio y a que oras, y con que ynstrumento la maltratava, dijo: que Nicolás Calderón estubo precente desde el principio y que a la bulla de / f. 157r./ ocurrieron prontamente su hermano Juan Corredor y Rafael Dias, todos sus vecinos. Que en el patio de su misma casa fue en donde la maltrató; que esto sería a cosa de las diez de la mañana, y que todos los golpes fueron con la mano, y botándola contra el suelo, cuando la tenía en tierra, la rodilla ensima del pecho izquierdo, siguiendo con fuertes golpes de puños, que biendola su hermano Juan en este estado, se lansó a su marido y lo quitó de encima de la declarante y viéndose ya desembarasado dicho su marido, tomo la espada y le dio un fuerte golpe en la cavesa… … si save que su marido haya sido preso o reprendido de algún jues por la mala versación que dice tiene con su prima dijo: que a principios del mes de agosto, no pudiendo ya sufrir la que declara el largo amancebamiento de su marido, lo delactó en el tribunal del Sr. Alcalde Don Blaz Ignacio Dávila, y que dicho Señor Alcalde lo mandó sacar preso de la casa de su manceba y lo tubo preso catorce o más días y quando lo mandó poner en libertad, lo apercivio fuertemente que no valió prisión ni apercivimiento pues en el mes que acavó por el mismo concuvinato lo volvió a prender el citado Sr. Alcalde teniéndolo porción de días con un par de grillos-/f.157v./ y dando muestras de una verdadera enmienda se empeñaron varias personas en su livertad, la que se verificó siendo nuevamente apercivido por dicho Sr. Alcalde pero que nada ha bastado a la contención que lo que ha declarado es la verdad en fuerza de su juramento….5

5. Ídem., ff. 156v.-157.


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La declaración de María Josefa hace público y notorio que la causa que motivó los excesos de su marido se deben a la relación ilícita que tiene con su prima hermana, siendo ya varias veces encarcelado por tal comportamiento. Situación que evidencia cómo el hogar se ve perturbado ante la amenaza de otra persona, en este caso, una mujer que puede llegar a romper la estabilidad del hogar. Además, es importante resaltar cómo María Josefa deja por sentado que ya está cansada de los amancebamientos de su esposo, de allí que en diferentes oportunidades ha recurrido a la autoridad para que encarrile a Felix Nava. Esto demuestra, según Samuel Stone que …”pese a que las esposas habían interiorizado el matrimonio como un ‘vínculo subyugante’ éstas no permanecieron como simples víctimas que soportaban los desmanes sin límite de sus maridos, ya que tomaron un rol activo de resistencia y desafío a la autoridad de éstos” .6 Vemos, cómo se van entretejiendo en el espacio público situaciones dentro del matrimonio, que en la mayoría de los casos, sólo por necesidad se ventilaban en los tribunales, como se diría en el argot popular, la procesión se llevaba por dentro. En este proceso fueron llamados a declarar las personas que presenciaron el pleito, que si no hubiese sido por la valentía de María Josefa, no pasaría de ser uno de los tantos casos de violencia doméstica que la memoria no recordó. Juan Corredor, Nicolás Calderón y Rafael Díaz, comparecieron ante el Tribunal para brindar declaración sobre lo sucedido. Por ser contestes entre sí tales delaciones, presentamos un extracto de las mismas: Juan Corredor, hermano de la agraviada expresó: …que el día miércoles que se contaron veinte y cinco del que espiró; estaba el declarante en su texas, que tiene inmediato a la casa de su cuñado Felis Naba, y que sus sobrinas hijas del dicho Felis le dieron voces desde su casa, que su padre mataba á su madre, que viniera a favorecerla con cuias voces soltó el declarante su trabajo y fue prontamente a favorecer a su hermana María Josepha Corredor; que quando llegó al patio de la casa del citado cuñado, halló a su hermana en tierra, que la tenía Felis puesta una rodilla sobre el pecho, dándole puños a mano cerrada, quel declarante con Nicolás Calderón lo quitaron de /f.159r./ ensima de su hermana …

6. Stone, Samuel. La dinastía de los conquistadores. San José de Costa Rica: Educa, 1982, pp.116118.


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Preguntado si save que motivo tubo el Felis para maltratar a su hermana dijo: que oyó decir havia salido por no haverle puesto servilleta al tiempo de almorsar. Preguntado si save que Felis hubiera castigado a su muger en otras ocaciones y si por ello lo han preso dijo: que ha poco tiempo que por el mismo motibo lo tubo preso con grillos el Sr. Alcalde de 1era elección Don Blas Ignacio Davila.7 Nicolás Calderón, por su parte manifestó: …que el miércoles que se contaron veinte y cinco de noviembre pasado por la mañana le habló Felis Nava para que le trabajara en su tejar y que efectivamente fue a trabajar y a las oras de almorsar le pucieron la muger de Felis y sus hijas al que declara y a dicho Felis de almorsar y porque al exponente no le pucieron servilletas, se embraveció Felis y empesó a darle golpes a la muger hasta ponerla en tierra, pues así la hallo en el patio quando salió del cuarto donde estaba almorzando Preguntado, si save que Felis Naba antes de ahora haya dado maltrato a su muger dijo: que no le consta de vista, pero que a oydo desir que en otras ocaciones la a castigado, por cuio motivo lo a tenido preso el Señor Alcalde Don Blaz Ignacio Davila. Preguntado si save que Felis Naba tiene mala versación y amistad ylicita con alguna muger dijo: que de ciencia a cierta no le consta, pero que a oydo desir que tiene trato ylicito con Xaviera Rivas.8 Finalmente declaró Rafael Diaz, quien a las preguntas de ley, respondió: …que no save que Felis haya castigado antes a su muger, ni que tenga ylicita amistad, pero que si le consta que a poco tiempo lo tuvo preso el Sr. Alcalde Don Blaz Ignacio Dávila, que ignora el motivo de la prisión…9

7. AGEM. Materia Criminal. Maltratos, aporreos, riña, desafío y otros excesos. Tomo II, ff. 158v.159r. 8. Ídem., f.159v. 9. Ibídem.


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Las declaraciones aportadas por los testigos, aclaran como Felix Nava con su comportamiento irrumpe el espacio público, pues aunque dos de los interrogados afirman no constarle el amancebamiento de Nava, lo que “han oído decir” se toma como palabra cierta. Las murmuraciones que sobre la vida privada de los individuos se comentan en los espacios sociales (mercados, plazas, iglesias, entre otros) son más que suficiente para hacer crecer la duda. El escarnio público no conoce la misericordia cuando se trata de juzgar las conductas y pareceres femeninos. El corpus de las declaraciones evidencia además, actitudes que dentro del espacio doméstico se podrían consideran como normales, es decir, el hecho de que a María Josefa y a sus hijas se les olvidase colocar las servilletas a la hora del almuerzo no demuestra desobediencia, sino descuido. De allí que la reacción de Felix en presencia de invitados a la mesa, lugar sagrado por excelencia, sea tomada como extralimitada y no acorde con el dueño de la casa. Razón por la cual podemos inferir, el grado de malestar que entre los cónyuges se había gestado, y ante cualquier equivocación la violencia se toma como medida correctiva. De hecho, el testimonio de Felix Navasobre los motivos de su violencia, refrenda lo antes expuesto. Esto fue lo expresado por el acusado al ser preguntado sobre la causa de su prisión: Que la causa de su prición save que es por haverle dado a su muger en el mismo día que lo prendieron algunos golpes con la mano, ympaciente porque ésta puso el almuerzo tarde al declarante y aún peón que tenía ayudándole a hacer teja y que lo más que le incomodó fue que a dicho peón por ser hombre anciano le hubieran puesto la comida sin servilleta, que por este echo reprendió a su muger María Josepha Corredor y ella le respondió algunas palabras con que se embrabeció hasta ponerle las manos….10 También manifiesta que hace tiempo tuvo que darle unos latigazos…“con un mandadorsito porque al entrar en la calle lo yncomodó de razones que por esto no ha sido preso” 11.

10. Ídem., f. 162r. 11. Ibídem.


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2. Inocente hasta que demuestre lo contrario Para Felix Nava reprender a su mujer no lo hace merecedor de la privación de la libertad, pues considera en su alegato que María Josefa con su actitud lo incita a la violencia. Estando en prisión recibe interrogatorio por parte del Alcalde Vicente Campo de Elías, quien con testigos continúa de acuerdo a la ley, la causa interpuesta por su esposa. Veamos cuáles fueron las respuestas de Nava: Que le prendió el señor Alcalde Don Vicente Campo Elías, en la Plaza de la Capilla de Mucugun día miércoles, el veinte y cinco del mes próximo pasado. A las 11 de la mañana. Que es cierto que puso en tierra a su muger y tenía ánimo de darle más, pero que dicho su cuñado lo contubo y que es falzo que le hubiera puéstole a su muger la rodilla en el pecho, sin hacerle otro daño y responde. Que en el mes próximo pasado sufrió dos prisiones por el Señor Alcalde Don Blaz Ignacio Dávila, la primera de catorce días y la segunda de diez y siete con grillos, que en la primera le amonestó dicho Señor Alcalde se portará con onrrades y en la segunda que dejara los malos entradas y versaciones que le atribuían pero que no halla en su conciencia haver tenido ylicita amistad ni mala versación con otra muger y que todo lo que le desian a dicho Señor Don Blas es falso... Que es cierto que de dicha casa de su parienta Xaviera de Rivas lo mandó sacar preso el Señor Alcalde Don Blaz pero que no ha dado motivo para ello y que si hiba a la casa de su prima hera porque así recibiría bastante beneficio en fiarle y prestarle todo lo que necesitava con cuio motivo le debe algunos pesos.12 Como se mencionó en páginas anteriores, en la sociedad colonial merideña el poder masculino manifestado en maltrato físico a sus mujeres estaba justificado, al punto de que la Iglesia autorizaba a los maridos castigar a sus esposas, siempre y cuando fuese con moderación.. En tal sentido, la Iglesia para Gilma Betancourt “instó por tanto a las mujeres a obedecer a sus maridos en 12. Ídem., f. 162v-163r.


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todas las ocasiones (…) aún en aquellos casos en los cuales se cometían excesos por parte del hombre. Se recomendaba a la mujer el ejemplo de la Virgen María, callada y obediente, a fin de hacer méritos para el cielo.13 Razón por la cual cuando a María Josefa, el sufrimiento se le agota, la paciencia se le extingue y el rezar no le alivia las penas, recurre a la autoridad civil, quien con la vara de la justicia la liberará de las cargas del matrimonio. Se evidencia por tanto un conflicto de poder entre la Iglesia y el Estado sobre la educación y postura de la mujer frente al marido. O tal vez, lo que la ley divina acepta y enreda, la civil la desenreda. Para ésta es sevicia, para la Iglesia, no, claro dependiendo la magnitud de los golpes. 3. La justicia: Vara controladora de los desafueros: El Alcalde Vicente Campo de Elías hizo desde el mismo momento de la encarcelación de Felix Nava, que los abusos cometidos contra su mujer fuesen castigados con todo el rigor de la Ley, de allí que se ordenase el depósito de los bienes del reo, a los fines de dejar por sentado que la violencia doméstica transgrede los patrones de comportamiento de la sociedad. La medida del inventario de los bienes se realizó el mismo día de la detención de Nava. Conforme a derecho se pasó a la casa de habitación de María Josefa “quien… prometió hacer fiel manifestación de los bienes que posé su marido”.14 Los bienes constaban, entre otras cosas, de: …un cuarto solar de tierra, inmediata a la casa en que havitan, que esta no es propia […] un horno de texa nuevo que quema quatro mil lavores de dicha teja y ladrillo […] una junta de bueyes […] mil texas crudas […] tres candeladas de leña para quemar dicha teja. Y haviendo asegurado la referida María Josepha Corredor no tener más bienes a causa de haber estraido su marido antes de irce toda su ropa y barios trastecillos de que prometió dar rasón se concluio este imbentario por ahora, quedando lo inventariado en deposito en la misma corredor por no averce hallado vecino inmediato en quien hacer el deposito.15 13. Betancourth M. Gilma Alicia. El maltrato a la esposa o el derecho a castigar. Palmira 18581875. En: Castellanos, Gabriela (Comp.) Discurso, género y mujer. Santiago de Cali: Universidad del Valle, 1994 p.179. 14. AGEM. Materia Criminal. Maltratos, aporreos, riña, desafío y otros excesos. Tomo II, f. 158r. 15. Ídem., f. 158v.


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El depósito de los bienes era el primer paso realizado en cualquier proceso judicial al cual se sometía cualquier persona durante la época en estudio. Dado los antecedentes conductuales de Nava, se les solicitó a los Alcaldes -que en anteriores ocasiones lo hicieron preso- que informaran sobre lo sucedido. Don Blas Ignacio Dávila, Alcalde ordinario de 1era elección de esta ciudad de Mérida y su jurisdicción certificó: …que los motibos que tube para mandar arrestar en la cárcel a Felis Nava fueron por quexas de su muger María Josefa Corredor de que su marido no le asistía en casa alguna ni a ella ni a su familia viviendo lo mas del tiempo en casa de Xaviera Rivas, en la qual continuava con demaciado exceso la vevida de aguardiente cuia comunicación con la dicha Rivas, la tenía la sitada María Josefa por sospechoza. Y por esto y las públicas embriagueses que le originaron el desprecio de su muger y familia, lo mandé separar de dicha casa ha percibido de que sería corregido con mayor seriedad, si reincidía: y a poco tiempo por no haver ovedecido lo mandado, lo mandé arrestar con un par de grillos, hasta que dando muestras de verdadera enmienda y interponiendo su respecto varias personas de gravedad, lo hize poner en livertad, volviéndole nuevamente a apercibir seriamente.16 El testimonio del Alcalde Dávila, deja entrever cómo se ha venido deteriorando las relaciones en el espacio privado del matrimonio Nava-Corredor, pues de acuerdo a las reiteradas denuncias de María Josefa por maltrato, se le añade a este proceso las faltas de asistencia, la mala bebida y amistad ilícita de Nava; comportamientos que le han hecho merecedor del desprecio de su consorte e hijos/as. María Josefa Corredor, en el transcurso del proceso manifiesta su decisión de divorciarse de Felix Nava, razón por la cual el 22 de diciembre de 1801, el Alcalde Campo de Elías…” hace por ceparada a María Josepha Corredor y para la prosecución de esta causa se nombra de fiscal a don Eusebio de Oviedo al que previa la aceptación y juramento de fidelidad se le entregaron los autos” .17

16. Ídem., f. 162 v. 17. Ídem., f. 164 v.


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Al otro día de la solicitud de María Josefa Corredor (23 de diciembre),… “se ordenó mantener a disposición de este tribunal preso a Felis Nava y embargados sus bienes por el motivo que resulta de la sumaria Josepha Corredor sobre divorcio por adulterio y sevicia”.18 Casi al año de estar en prisión Felix Nava, María Josefa Corredor, su esposa dirige una comunicación el 2 de noviembre de 1802, al Señor Alcalde Ordinario, en la cual manifiesta que: […] condolida de las miserias y penalidades que el dicho mi marido sufre y ha sufrido casi un año en la prisión y estimulada del amor conyugal, que no han podido extinguir las aguas de mis tribulaciones he determinado redimirle por mi parte mis agravios quanto la pena que por ellos le impongan las leyes reales sin perjuicio de mis acciones instauradas sobre el divorcio, entretanto, que por el espacio de dos o tres meses se solicita acreditar el dicho mi marido la reforma de sus costumbres y con ella da solidas esperanzas y pruebas de la seguridad de mi persona en la unión conyugal hasta cuyo tiempo había de mantenerme separada de mi habitación que al efecto elijo la de mi madre Teresa […] en esta virtud suplico a usted se sirva haver por remitidas y perdonadas para el dicho efecto las injurias recibidas y estimando la prisión sufrida por suficiente compurgación de su delito, mandar se ponga el dicho mi marido en libertad sobre que pido justicia…19 Ante tal petición la autoridad no pudo negarse, es por ello que el 8 de ese mes y año se ordena separar la acción criminal de la solicitud de divorcio, ordenándose para tal fin la libertad de Nava, quien deberá pagar las costas del proceso y a quien se le desembargará sus bienes, teniendo la obligación del depositario, quien es María Josefa, la entrega inmediata de los bienes embargados. De igual manera, se deja por sentado la separación de cuerpo y lecho tal como lo solicita Corredor por el tiempo de tres meses, tiempo en el cual Felix Nava deberá demostrar arrepentimiento y buen comportamiento y que… “bolviendo a cometer los excesos que hasta aquí con su mujer, se le tratará con el mayor rigor y no se usará de la consideración” .20

18. Ídem., f. 166r. 19. Ídem., f. 168r. 20. Ídem., f. 168v.


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La justicia actuó de acuerdo a los principios establecidos por siglos, María Josefa Corredor hizo lo que su consciencia le aconsejó. Felix Nava, aceptó las nuevas reglas de juego y canceló las costas procesales la cantidad de veintiocho pesos con tres reales. El caso arriba mencionado, nos expresa el juego tríadico en donde cada uno de los protagonistas defiende su parcela. La separación conyugal fue a nuestro modo de ver, el único mecanismo que podía utilizar la mujer para escapar de las garras de un matrimonio que minimizaba su actuación, pues para el esposo la mujer era un objeto, de allí que las demandas de divorcio visibilizaron ante el espacio público -y específicamente ante la autoridad- el papel de la mujer como sujeto pensante y merecedoras de respeto y consideración. Finalmente, este estudio de caso nos introduce en la mentalidad merideña de la época colonial en cuanto al relacionamiento humano en el espacio privado, tema poco estudiado. De allí que estamos seguras que algunos de nosotros/as sentirán que los tiempos pasan, pero de una u otra manera, las conductas humanas quedan en el imaginario colectivo, pues, la violencia doméstica sólo ha cambiado sus métodos con el transcurrir del tiempo. Fuentes Documentales y bibliohemerográficas. Materia Criminal. Maltratos, aporreos, riña, desafío y otros excesos. Tomo II, ff. 155-170.

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LOS OBJETOS CEREMONIALES COMO REPRESENTACIÓN DE LA JERARQUIZACIÓN COLONIAL VENEZOLANA EN EL SIGLO XVIII Carlos García Torres (*)

Introducción Dentro del proceso de implantación del modelo de la sociedad bajo medieval española, realizado durante la conquista y colonización en sus colonias hispanoamericanas, se impusieron normas que venían rigiendo el modo de vida de las sociedades de Antiguo Régimen como la española, donde el honor se había constituido como el principal valor social. Una forma de reconocer visualmente a las personas “honorables” era a través del uso de ciertos objetos como alfombras, bastones, quitasoles, vestidos de seda y joyas. La utilización de estos objetos era generalmente la forma de determinar a qué grupo social pertenecía el portador de dicho objeto, y este uso era reglamentado y cotidianamente aceptado. Este mecanismo de distinción, había sido empleado en España en el período de la Reconquista y repoblación de la península, donde la política de unificación del poder real de Castilla tocó los ámbitos geográficos y sociales del recién ampliado reino español, como forma de reconocimiento exterior de las diferentes etnias que convivían en ella: cristianos, judíos y musulmanes. Y como etnia vencedora, se impusieron los modos y costumbres de la élite cristiana, que dentro de sus formas de vida eminentemente estamentales, determinaba qué tipo de objetos podían llevar los miembros de cada esta-

(*) Licenciado en Historia, mención Magna Cum Laude de la Universidad Central de Venezuela y cursante del Doctorado en Historia en la misma casa de estudios.


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mento, de acuerdo a su calidad social y honor, como mecanismo efectivo de distinción en primer término, y luego de exclusión, en el ámbito cotidiano. Las formas de comportamiento estamentales españolas estaban unidas a la interpretación del honor, la calidad y la preeminencia del individuo que estaba identificado con un determinado estamento. La transferencia de este mecanismo hacia América, está relacionada por tanto, con la necesidad por parte de la corona de establecer un control social y político en las provincias coloniales, e intentar mantener el mismo orden jerárquico existente en España. Dicho mecanismo fue reglamentado con la inclusión en el Derecho Indiano, de claras normas sobre quién debería o no utilizar ciertos objetos como alfombras, bastones y determinadas prendas de vestir. El estudio de las disputas por la utilización de objetos en la sociedad colonial venezolana del siglo XVIII, nos ayuda a analizar en qué medida éstas expresan una mentalidad, en la cual los valores del honor, la calidad y la preeminencia, están directamente relacionados con la percepción externa del funcionamiento cotidiano de esa sociedad jerarquizada, como forma de mantener el orden dentro de una sociedad en la cual, sin la utilización de prendas exteriores era sumamente difícil distinguir qué persona pertenecía a cuál grupo social. Pero también nos interesa destacar cómo las soluciones a esas disputas no son aquellas que se rigen estrictamente por el cumplimiento de la ley, sino también como acaban por amoldarse a las exigencias momentáneas de una sociedad en permanente proceso de transformación. I)

Los Privilegios.

En una sociedad institucionalmente débil como la medieval, la paz y el orden se fundamentaban necesariamente en la relación existente entre el señor feudal con los caballeros y los vasallos, a través del juramento de fidelidad. Este juramento establecía una serie de relaciones de protección y servicio entre ellos. A cambio de la protección, el vasallo y los caballeros estaban obligados a una serie de trabajos y labores concretas que iban desde la defensa del feudo y de sus pobladores, en el caso de los caballeros, hasta el cultivo de las tierras sin recibir compensación en el caso de los vasallos. A cambio de este servicio podían recibir o no, de acuerdo a la generosidad del señor y al servicio prestado, una serie de bienes, prerrogativas o privilegios,


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que podían ir desde los más sencillos hasta los más complicados: permitir el uso de caballos (valiosos en ese tiempo), de armas, de joyas, de vestidos lujosos, sentarse en presencia del rey, participar y organizar ferias en los terrenos del señor o en las villas, comerciar con productos extraídos del feudo del señor, estar exentos de ciertos impuestos, de castigos injuriantes por algún pecadillo cometido, ser puesto preso por deudas, y sobre todo: recibir tierras. Esta serie de concesiones o de privilegios (libertas), son entonces el reconocimiento de una situación de hecho, gracias al intercambio de servicios por otorgamiento de parte de una autoridad superior. Al principio estas situaciones de hecho no fueron reconocidas como heredables, ya que la formula hereditaria no era compatible con el vínculo que se formaba entre dos hombres a través de la relación de vasallaje y debía renovarse constantemente. Con la introducción de la herencia se formaron o se afianzaron auténticas dinastías feudales, basadas en las diferentes concesiones o privilegios otorgados, que se fueron extendiendo a causa de la ramificación de los parentescos, cohesionándose a través del funcionamiento característico de la sociedad estamental. Los estamentos llegan entonces a gozar de privilegios comunes a los miembros de sus estamentos, pero distintos de los demás estamentos, generándose una especie de corporativismo, donde …“cuyos miembros se sienten dotados de un común status por encima de sus situaciones particulares’’…1 Cada estamento: los oradores, los guerreros y los trabajadores, se caracterizan por la unidad entre su condición social y su status jurídico, donde a diferencia de nuestra sociedad constitucional, que tiene por principio la igualdad de todos ante la ley sin distingo de condición económica o social, “En la Edad Media la condición social y el status jurídico tendían a identificarse: el derecho en su mayor parte no era creado por el Estado, sino por la sociedad misma, a través del uso de la costumbre o de la conversión en jurídicas de situaciones fácticas de poder, y por ello el orden jurídico se estructuraba en un sistema de privilegios, los cuales no se entendían en el sentido de una situación jurídica simplemente ventajosa, sino como unos derechos o libertades privativos o particulares (privi-leges) de 1. Manuel García-Pelayo, La Idea Medieval del Derecho, p. 44.


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cada grupo o persona, lo que supone una concepción del derecho completamente opuesta a la igualdad y homogeneidad de nuestros actuales ordenamientos jurídicos”.2 Sin embargo, aunque la implementación de leyes se hacía mayormente a través de los usos y costumbres de las gentes, es decir siendo derecho consuetudinario, podía ser registrado por escrito en Cartas como la Carta Magna,3 o en libros jurídicos. Las Cartas podían significar el reconocimiento solemne de libertades colectivas o individuales adquiridas con anterioridad, o el otorgamiento de ciertos privilegios por el rey o por otra autoridad. …“El privilegio no significaba excepción a un derecho general, sino más bien una formulación precisa de una situación jurídica subjetiva, real y concreta, es decir de una libertas”.4 Con esta transformación jurídica, y con las transformaciones sociales que ha producido la inserción en la sociedad de un nuevo grupo social como la burguesía, propio del dinamismo económico de la Baja Edad Media, los estamentos comienzan a reconocer la necesidad de ordenar de manera escrita, todos los privilegios y preeminencias de las cuales se han hecho acreedores a lo largo del tiempo, porque garantizar la transmisión de dichos privilegios a la descendencia, garantiza la posición estamental y la jerarquización de la sociedad. Pero siendo el derecho tradicionalmente una creación de la sociedad, no podrá de ahora en adelante ser modificado sin el consentimiento de los componentes de la sociedad, es decir de los estamentos: el clero, la nobleza y el estado llano. Se comienza a ordenar con base a dos instrumentos: la prerrogativa del rey a través de las pragmáticas, ordenanzas, etc. y los privilegios estamentales, propios de una región. Éstos son establecidos más como una ordenación del derecho imperante, que como la creación de un nuevo derecho, y por lo tanto no alteran el orden jurídico vigente. Y cuando

2. Luciana De Stefano, La Sociedad Estamental de la Baja Edad Media Española a la Luz de la Literatura de la Época, p.40. 3. Carta de privilegios otorgada por el rey de Inglaterra Juan sin Tierra, hermanastro de Ricardo I Corazón de León, en 1215, tras la revuelta de los nobles de 1213. En ella se confirmaban los derechos de la Iglesia y de los señores feudales y se limitaba el poder real. Esta Carta resultó tan importante que en el siglo XVII fue resucitada por los partidarios del parlamentarismo y hoy se la define como origen y base del régimen político inglés. 4. Manuel García–Pelayo, ob.cit. p. 30.


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se requiera de su modificación esta deberá hacerse con la anuencia de los estamentos reunidos.5 Lo cierto es que en las Cortes, los estamentos se orientan constantemente a defender las libertades y los privilegios establecidos. Y ya sea por iniciativa de los estamentos o por iniciativa del rey, pero por seguro acuerdo entre ellos, se comienzan a establecer leyes en contra del lujo en la vestimenta (leyes suntuarias) de los judíos, quienes debido a las persecuciones religiosas ocurridas con motivo de las invasiones almohádes y almorávides, se han comenzado a refugiar en los reinos cristianos del norte, donde los judíos acomodados o ricos imitaban las vestimentas de los cristianos de su misma condición. Por lo que las Cortes de Valladolid reunidas en 1258 acuerdan: …‘‘que ningun judío non traya peña blanca nin cendal en ninguna guisa, nin siella de barba dorada nin argentada, nin calças bermejas, nin paño tinto ninguno, sino pres o brunete prieta, o ingles o enssay negro, fuera aquellos que lo el rey mandare”(Cortes de León y Castilla I, 59).6 Para el siglo XV España se hallaba aún con una población sumamente dividida en los ámbitos políticos y jurídicos, no existía una verdadera unidad nacional, pero a eso se tendía con la política de los reyes católicos que apuntaban a la construcción de un Estado-Nación con bases sólidas. En el ámbito jurídico la población se encontraba sometida a leyes cristianas, judías, moras y al Derecho Canónico de la iglesia. Y a ello hay que agregarle las particularidades de los derechos y privilegios que privaban en regiones y grupos sociales.7 Con la llegada de los españoles a América se pusieron en práctica las leyes, ordenanzas, pragmáticas, etc. que formaban parte del derecho castellano, que como provincia dominante en la Península Ibérica imponía sus leyes, y estando consideradas las provincias hispanoamericanas como colonias del reino, las leyes vigentes en Castilla tenían plena validez en América. Y aunque no podemos calificar a la política y a las leyes coloniales españolas

5. Ver en Manuel García-Pelayo, ob.cit. p. 53. 6. Américo Castro, España en su Historia, p.520. 7. Ver en Américo Castro, ob.cit. p. 531.


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de premeditadamente racistas o segregacionistas, pues consideramos que el objetivo principal de la corona era mantener el orden dentro de la sociedad colonial, llama mucho la atención la semejanza que guarda con los decretos emitidos por las Cortes, tanto en 1258 como en 1476, con la siguiente ley que aparece en la Recopilación de Leyes de Indias, obra que reúne todo el derecho que se aplicaba en Hispanoamérica durante el período colonial, que en la ya temprana fecha del 11 de febrero de 1571, Don Felipe II, a la sazón Rey de España, ordena: “Que las Negras, y Mulatas horras, no traygan oro, seda, mantos, ni perlas. Ninguna negra libre, ó esclava, ni mulata, trayga oro, perlas, ni seda; pero si la negra, o mulata libre fuese casada con Español, pueda traer unos zarcillos de oro, con perlas, y una gargantilla, y en la saya un ribete de terciopelo, y no pueden traer, ni traygan mantos de Burato, no otra tela, salvo mantelillas, que lleguen poco mas abaxo de la cintura, pena de que se les quiten y pierdan las joyas de oro, vestidos de seda, y manto que traxeren”.8 Este ejemplo que hemos hecho sobre la ley suntuaria referente a joyas, mantos y vestidos de seda, refleja la importancia que tenía para los individuos de la época la utilización de vestidos, objetos e indumentaria, como distinción social, tal y como se refleja en la legislación indiana, sobre todo el Libro III, título XV de las Leyes de Indias, donde aparece reglamentada con amplitud lo referente a trato, ceremonias, ornato de asientos, etc., así como también en Reales Cédulas y Órdenes. Esperamos que este ejemplo sea lo suficientemente explicativo en lo referente al uso de objetos y vestidos, puesto que hacer un análisis histórico pormenorizado del origen de la legislación referente a los otros objetos que utilizaremos en nuestro estudio de casos, tales como quitasoles y asientos, hubiése hecho este trabajo mucho más largo, y aunque aportaría una serie de datos interesantes, se habría caído en una redundancia histórica que complicaría y alargaría inútilmente el discurso que se pretende plantear.

8. Recopilación de Leyes de Indias, Madrid, Consejo de la Hispanidad, 1943, Tomo II, Libro VII, Título V, Ley XXVIII, pp. 369-370.


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Lo cierto es que esta ley suntuaria que reglamentaba el uso de joyas y vestidos, comenzó a generar dentro de la sociedad colonial venezolana una serie de disputas. En este caso los protagonistas de las disputas son los blancos, en su mayoría blancos criollos, de hidalguía heredada por demostraciones heroicas hacia la corona, realizadas durante los primeros tiempos del período de conquista y colonización. Que siendo premiados con tierras e indios, se han convertido en la cúspide de la pirámide estamental, estableciendo diferencias claras y visibles entre ellos y los que ocupan las posiciones inferiores de la pirámide social. Son ellos los responsables de velar por el orden, de mantener el orden de la sociedad jerarquizada, de defender a capa y espada los privilegios y distinciones que les confiere su condición de hombres representantes de familias de honor y calidad, de principales de la provincia. En virtud de tal condición son ellos los representantes de la élite provincial, los que establecen y ponen en práctica cualquier tipo de estrategia o mecanismo que les permita mostrar y defender su condición de principales, igualmente sus actos van enfocados tanto a mantener su condición, como a garantizar las representaciones públicas que lo demuestran. Por lo tanto, sus acciones están orientadas a oponerse a cualquier manifestación de alteración del orden estamental de la sociedad, vigilan y demandan a través de sus altos cargos concejiles y eclesiásticos cualquier iniciativa que pueda trastocar o modificar el orden estamental, empezando por impedir las diferentes acciones que a título individual, inician los miembros de los estamentos inferiores para cambiar sus status de calidad y distinción, por tanto, consideran como privilegio suyo el uso de ciertos objetos particulares, joyas y vestidos lujosos, en representaciones públicas y ceremoniales de la sociedad provincial, y consideran una afrenta que cualquier individuo que no posea su misma calidad social utilice, no sólo cualquiera de estos objetos, sino ningún otro que ellos consideren trastoca públicamente el orden social concebido: asientos, bastones, quitasoles y otros, donde …‘‘el uso de trajes y distintivos especiales, el puesto en las procesiones y actos públicos, el desempeño de cargos eran otras tantas satisfacciones que pueden parecernos pueriles, pero eran muy apreciados por hombres que, de otra suerte, se hubieran considerado como parias dentro de la sociedad y se hubieran desinteresado de la suerte de ésta”…9

9. Antonio Domínguez Ortiz, Sociedad y Estado en el Siglo XVIII Español, p. 388.


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Ya en 1615, Antoine de Montchrestien, economista y escritor francés en su Traite d´Economie Politique, donde aparece por primera vez en la historia del pensamiento económico el término “Economía Política” se lamentaba de que en Europa …‘‘Es actualmente imposible distinguir por la apariencia. El tendero se viste como el gentilhombre. Por lo demás ¿Quién no advierte que esta uniformidad en el ornamento introduce la corrupción de nuestra antigua disciplina?”...10 En consecuencia, el grupo cúspide estamental defiende de manera sostenida su prestigio, privilegios y preeminencias, ya que ellos son la evidencia pública de su carácter distinguido como miembros de la élite estamental de la provincia, es la representación simbólica de la distinción y del honor, ejes fundamentales de esa sociedad de calidades y jerarquizada que protegen. De allí que los vestidos y objetos que utilizan y que los distinguen de la multitud, son especialmente apreciados como mecanismos de exclusión, y su uso es celosamente vigilado y respetado, porque ellos no sólo le sirven para consolidar su imagen de poder y distinción, sino para reafirmar su status social y legal, como manifestación clara y fundamental del prestigio social que acompaña su noción de grupo social colocado en lo más alto de la pirámide estamental. El siguiente capítulo está llamado a aclarar a través de los documentos recabados, la importancia que tenía para la representación pública del orden jerárquico colonial establecido, el uso de objetos ceremoniales, como representación simbólica de la división de la sociedad. II) Los Litigios por el Uso de Objetos Ceremoniales Por Ostentación y Vanidad. Las procesiones en la colonia, fueron un escenario especial para demostrar la fidelidad al rey y la representación en vivo de la jerarquización social de la sociedad colonial venezolana, porque estaban basadas en relaciones de subordinación, similares al orden en que estaba constituído la sociedad. Si la sociedad se basa en los principios estamentales, donde todos los individuos

10. Roland Mousnier, Las Jerarquías Sociales, p. 61.


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deben ocupar un lugar específico en la sociedad, así también deber ser en las ceremonias y especialmente en las procesiones, donde lo religioso se mezcla con lo político, puesto que la Corona española tuvo una marcada orientación hacia la unidad política, que pasaba por la firme imposición a sus súbditos de la religión católica. En este contexto político-religioso, el orden es representado por Dios y su coro de ángeles, así como en la tierra el orden es el rey y sus funcionarios, por lo que en el conjunto social debe reflejarse su funcionamiento ordenado. En procesiones y actividades ceremoniales eran de uso continuo los quitasoles. Los quitasoles son una especie de paraguas que se utilizaban para protegerse del sol en los días especialmente soleados del trópico, pero con el tiempo este objeto se constituyó también en uso privilegiado de la élite de la colonia. Ya en 1676 encontramos una disputa por un quitasol que protagoniza el capitán Miguel Varón, …‘‘vecino de esta ciudad de caracas sobre y en racon de privilexio de poder traer quitasol que han tenido desde tiempo ynmemorial a esta parte como lo tubieron sus ascendienttes primeros conquistadores y pobladores…”11 En este caso del siglo XVII, los funcionarios de la justicia ordinaria no le permiten a Don Miguel circular por las calles portando el quitasol para protegerse del sol, por lo que Don Miguel por propio pedimento se le concede una Real Provisión por intermedio de la Audiencia de Santo Domingo, que le faculta con permiso del Rey a Don Miguel la …”posesion del quittasol y no se le pertturbare […] y que los rexidores ninguno de ellos ni persona alguna le ynquiette ni perturbe en ella”…12 En este caso el principal acusador es el Alcalde Ordinario de la ciudad y caballero de la Orden de Santiago, Manuel Felipe de Tovar, compañero de armas del capitán Varón. Éste no acepta la Real Provisión por considerar que esta decisión puede traer …”ynconvenientes que pueden resultar de

11, Real Provisión Expedida por la Audiencia y Chancillería de Santo Domingo, presentada por el Capitán Don Miguel Varón Vecino de la Ciudad de Caracas, al Ilustre Cabildo de ésta, Para que se le Reconozca el Privilegio que le fue Concedido por dicha provisión de usar Quitasol, Caracas, junio de 1676 [El expediente tiene fecha de 1779]. En A.G.N., Sección Diversos, Tomo LIII, expediente 4, f. 29. 12. Ídem.


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usar de quitasol […] por falsos motivos”….13 Ya que considera que los alegatos de calidad que ha presentado Don Miguel son falsos, y que a pesar de la Real Provisión, de su …‘‘partte no usara de quitasol en ella despojandole de este honorifico privilexio siendo de los vezinos calificados de la ciudad”…14 El procurador que asiste a Don Miguel reitera al tribunal por medio de autos, que las pruebas que presentó su defendido son verdaderas, pues lo hizo bajo juramento, y que el Cabildo está actuando de mala fe contra él, y que en las últimas reuniones de los cabildantes, éstos no han hecho otra cosa que insultarle y llamarlo incendiario, pues lo acusan de haber querido quemar las actas de nacimiento donde consta su verdadero origen. Sin embargo, el tribunal procede a revisar nuevamente las pruebas por las que se le otorgó la Real Provisión sobre uso de quitasol a su persona, confirma su decisión anterior y manda que se despache la Provisión al Gobernador de la Provincia de Venezuela para que …‘‘borre y haga borrar el nombre de ynsendario y demas palabras ynjuriosas y mal sonantes que la Justicia del Rexim[ien]to de la ciu[da]d de Caracas de dha. Provincia […] al Capitán Miguel Varon el qual se declara por persona de buena fama de calidad, y en quien no an caydo semejantes ynjurias”…15 Haciendo pagar al cabildo los costos del litigio. Pero ya remitiéndonos a nuestro período de trabajo, presentamos el siguiente caso, que ocurre en Caracas en el mes de abril del año de 1742, cuando los miembros del Cabildo secular se quejan ante la autoridad del Gobernador de la Provincia Don Gabriel José de Zuluaga, de que “…los Capitulares del Cavildo de la Igl[esi]a Catedral en la procesion de viernes santo por las calles traen caudas, con unas colas, o faldas, mui largas, y que han introducido que estas las traigan alzadas y mui tirantes caudatarios ecc[lesiásti]cos, vestidos con sobre pellizes y vonetes los tales caudatarios y que estos las llevan alzadas y mui tirantes las colas, o fal-

13. Íbidem, f. 30. 14. Íbidem, f. 30 vto. 15. Íbidem, f. 37.


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das de forma que por hir en esa forma en dos lineas dhos. Capitulares y sus caudatarios ocupan mucho lugar y distancia…”.16 Las caudas o faldas muy largas se usan desde la antigüedad para dar una sensación de que el cuerpo es más grande de lo normal, para dar al que la usa una sensación de majestad, de grandeza espiritual en las apariciones públicas y ceremoniales, como en el caso de la coronación de los reyes. Igualmente al portar una cauda muy larga, levantada y tirada por otras personas, obligaba a que el paso de la ceremonia fuese más lento, dándole así una cadencia típica a las ceremonias u ocasiones solemnes.17 Y con respecto a los quitasoles que “…el traer dhos. Capitulares del referido Cavildo eclesiástico de esta dha. Ciudad quitasoles aviertos en las proseciones, tambien es como por autoridad, y acto distintivo del Govern[ador] Vice Patrono, y del Cavildo Secular que asiste a ellas y no tampoco por necesidad ni conveniencia de que no les de el Sol, respecto de que […] no los necesitan por que se hazen tan de mañana que no ay sol, y si lo ay es muy poco y no calienta […] y las demas prosesiones es muy corta la distancia de pasos de ellas, pues son, o, se reduzen a salir por una de las puertas de la Iglesia Cathl y entrar por otra de ella…”.18 Los testigos comienzan a manifestar sus opiniones con respecto a los quitasoles, en el que todos más o menos concuerdan con la siguiente descripción que da Don Lorenzo Rosel de Lugo, quien dice “…que los quitasoles q usan los prebendados es puramente por ostentación y distincion; porq las procesiones q acostumbran […] son salir por una puerta de la Iglesia y entrar por otra […] en tanto por ser muy de

16. Información Sobre las Caudas y los Quitasoles de los Prebendados, en Virtud de dos Reales Cédulas Acerca de los Caudatarios que los Prebendados de la Iglesia Catedral Llevaban en la Procesión del Viernes Santo, así como el Uso de Quitasoles en Otras Ceremonias Religiosas, Caracas, Abril de 1742. En A.G.N., Sección Diversos, Tomo XXIV, Expediente 1, f. 3. 17. Ver en Nicola Squicciarino, ob.cit. p. 105. 18. Información sobre las Caudas y los Quitasoles…, f. 4.


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mañana les puede dar muy poco sol comprobandose ser por authoridad y ostentacion […] lleva cada canónigo su criado y quitasol…”.19 Don Agustín Piñango agrega que lo que más le molesta es que …”unos imperfectos e indecentes negros y mulatos esclavos de dhos canonigos, los que llevan dhos Quitasoles”…20 Hasta un sacerdote retirado de la predicación como Fray Jacobo Xeldez dice, “…que los quitasoles q llevan los prebendados es desde luego mas bien por ostentacion y vanidad y como cosa distintiva…”.21 Y en el caso de las caudas opina otro sacerdote, Fray Francisco Bello de la Sagrada orden de Predicadores y Doctor en Sagrada Teología, que según su valoración “…los prebendados q asisten a la Processión del Viernes Santo por las calles traen unas caudas o faldas muy largas y cada una de ellas tendra a lo menos seis, o siete varas de largo y se las llevan unos eccl[esiás]t[i]cos vestidos de sobrepelises y bonetes y les sirben de caudatarios, y estos los llevan muy alzadas y tirantes […] que las usan mas bien por ostentar, y ir con autoridad a dha processión y no por necesidad, q demas de ser dhas caudas muy ligeras por ser de taffetán sensillo se comprueba q es mas bien por ostentación y autoridad llevar dhas caudas…”.22 Al final del expediente, Fray Miguel Sánchez Examinador Sinodal de este obispado, se dirige en una carta al Capitán General, en donde lejos de ofrecer explicaciones, o de exponer su molestia por el inconveniente causado a los funcionarios que se pudiesen haber sentido ofendidos, se limita a excusar a los caudatarios, no a los ministros de Dios, por su empleo en las referidas procesiones. Esta disputa muestra que también entre los funcionarios gubernamentales y los miembros de la Iglesia existían roces por el uso de distintivos u

19. Íbidem, f. 6-6 vto. 20. Íbidem, f. 16 vto. 21. Íbidem, f. 21 vto. 22. Íbidem, f. 25.


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objetos, con la excusa de ser molestos o de que no se utilizaban en ocasiones realmente necesarias, se puede interpretar que lo que se plantean aquí son conflictos de poder. Casos donde se evidencia que los estamentos privilegiados de esa sociedad, o sea el estamento blanco criollo (Cabildo) y peninsular (funcionarios), podían entrar en cualquier momento en conflicto con los miembros de la iglesia, por cuestiones de quien debía representar públicamente una jerarquía y un orden superior, debiendo el respeto, unos al gobierno, otros a la Iglesia, mostrados a través del uso de unos ornamentos y objetos en ocasiones ceremoniales. Una Antigua Costumbre Otro de nuestros objetos analizados serán los asientos, pero no los asientos en relación intrínseca al lugar donde se representa la ceremonia, sino en relación a su ornamento, a su arreglo, al valor distintivo que éste posee, por su propio diseño u ornamentación. En la sociedad estamental, en la medida que numerosos objetos con una simple función utilitaria: bastones, quitasoles, alfombras y asientos, pasan a desempeñar una función marcadamente ornamental, adquieren un aspecto totalmente distinto del común de esos objetos y se convierten por tanto en signos de altos status social, que diferencia a quien lo porta o a quien lo utiliza del común de la gente. Ésto explica porque estos ornamentos que desempeñaban una función meramente utilitaria, se convierten en acabados diseños recubiertos de oro o de algún otro material precioso, que resaltaba de cierta manera su aspecto simbólico. Por ejemplo la silla que utilizaba Antonio Fernández de León, futuro marqués de Casa León en la iglesia de Maracay, donde poseía grandes haciendas, y quien vivía …”rodeado de una verdadera corte de aduladores en su inmenso fundo en donde los esclavos formaban legiones”…23 Se dice que el futuro marques de Casa León cada vez que iba a la iglesia del pueblo se sentaba por especial derecho

23. Citado por Caracciolo Parra Pérez, Historia de la Primera República de Venezuela, Caracas, Ediciones de la Biblioteca de la Academia Nacional de la Historia, 1959, Vol. 19, Tomo I, p. 330.


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…”en una deslumbrante silla de honor, llena de brocados, y alamares, distinción que, según confiesa un testigo, había aumentado enormemente su prestigio. Esta famosa silla – declaro Don Ramón de Carrión- costaba seis mil pesos y era de damasco carmesí con flecos de oro”…24 Por lo tanto la silla o asiento, solamente por su ornamento, podía considerarse como un objeto de distinción, que daba a quien la utilizara un elemento de prestigio social, y mientras más lujosamente arreglada estuviera, más prestigio le otorgaba. No estamos diciendo que la silla en otro espacio que no sea la Iglesia tuviera un valor menor en prestigio social, ésto estaba estrechamente relacionado, pero si la silla estaba más o menos adornada repercutía en el honor y la distinción de quien la utilizaba. Con la creación de la Real Audiencia de Caracas en 1786, comienzan a ocurrir una serie de altercados que encaran a esta institución con el Cabildo de la Ciudad de Caracas. Según la historiadora Inés Quintero quien ha estudiado este tema, la disputa se debe …”según apuntan los cabildantes, al empeño puesto por la Real Audiencia en restarle esplendor, lo cual iba en desmedro del honor, las preeminencias y el esplendor que merecía el cuerpo capitular”…25 El 8 de agosto de 1787 los funcionarios de la Real Audiencia le dirigen un oficio a los miembros de Cabildo caraqueño, quienes actuando en contravención a las Leyes de Indias que prohibían el uso de cubiertas en los asientos de la Iglesia,26 se habían reunido en días pasados en función de tabla y se habían sentado …”en cinco escaños divididos cada uno en tres sillas con brazos y espaldar con forros de terciopelo y guarnición de modo que en los cinco asienttos se

24. Ídem. 25. Inés Quintero, Autoridades en Conflicto, El Cabildo y La Audiencia…, p. 269. 26. Ver en Libro III, Título XV, Ley LXXXVII: Que los escaños de los Cabildos no se cubran en la iglesias catedrales –Don Felipe III en Madrid a 5 de Octubre de 1630-. “Los Concejos, Justicia y Regimiento de la ciudades no hagan, ni permitan cubrir los escaños, que para su asiento se pusieran en las Iglesias Catedrales, con alfombras ni otro género de cubiertas.” En Recopilación de Leyes de Indias, ob.cit. p. 648.


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formaban quince sillas con sus brazos”…27 Y que por estar contraviniendo les leyes se sirvan …”los capitulares en estas concurrencias de tabla uzen solo de los escaños o bancos sin cubiertta que ordena la ley”…28 En virtud de ésto, los miembros de Cabildo, conformado por algunos de los representantes de la élite estamental colonial, proceden a ejercer su defensa para evitar el desmedro de su honor en ceremonias, las cuales pueden producir descrédito público de sus funciones y aumento en favor de los Sres. de la Real Audiencia, y para ello alega que el Cabildo: ...“ha esttado y esta desde tiempo inmemorial del uzo de dichos escaños en el modo y forma que se encuentran […] valiendose para ello de las Leyes del Reyno qe mandan se observe imbiolablem[en]te la costumbre de cada lugar sin interrumpirla”…29 Esta costumbre es tan antigua que según los miembros del Cabildo …”entre los antiguos havitadores de estta capital no hay memoria de que los escaños del Ayuntamiento huvieren tenido otra forma que la que acttualmente se halla. Siempre han esttado cubierttos con mas o menos decencia: han tenido espaldar y brazos guardando la figura de escaño, esto es, muchos asienttos junttos y los han uzado en las funciones de Iglecia y otras publicas”…30 Además el Cabildo ha gozado de …”los honores preheminencias y prerrogativas con que Vuesttra Real Alteza ha engrandecido el citado Ayuntamiento y los que merecio en todo tiempo un cuerpo que por unidad y alta representación ha sido mui digno

27. Expediente de la Real Audiencia al Cabildo de Caracas Por el Uso de Escaños Cubiertos en la Iglesia Catedral de Caracas, 8 de agosto de 1787, En Archivo General de Indias (en adelante A.G.I.), Caracas, 300, p. 1. 28. Íbidem, p. 2. 29. Íbidem, p. 7-8. 30. Íbidem, p. 12.


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y especial objeto de Vuestra Soberana piedad. ¿Y en que puede ejercitarse mejor que conservandolo en el goze de aquellas distinciones que se ha adquirido por una antigüedad que excede la memoria de los hombres?”...31 Porque a pesar de que la Real Audiencia diga que se está violando la ley, ellos consideran que no se está violando, que no hay ninguna ofensa para las leyes del Reino, porque cualquier disminución en la presente y antigua calidad de los asientos, sería causa de la pérdida del respeto con que todo el público ve a esa institución. Además el Ayuntamiento pasa por momentos muy difíciles, puesto que cuenta con numerosos cargos vacantes de regidores que son ofertados públicamente, sin haber nadie que los quiera ocupar, pues …”no hay rentta […] ni la menor utilidad y llevan al cavo del año un travajo de bastantte fattiga desvelados siempre por el bien publico sin tener otra recompensa ni otro Esttimulo para no desistir de tan importtanttes tareas, que la tal qual distincion que se le hacia en su cuerpo tomando asientto de mejor y mas decente calidad que cualquiera del pueblo”…32 Sin embargo, los miembros de la Real Audiencia no ceden en sus pretensiones de rebajar la calidad de los asientos utilizados por los miembros del Cabildo caraqueño, y recomienda …”se abstuviere de uzar de las fraudulentas sillas forradas y respaldadas de terciopelo de que ha uzado”…33 en las últimas ceremonias en la Iglesia Catedral en presencia de la Real Audiencia y que como manda la ley usara los escaños sin cubierta alguna. Porque las prerrogativas que alegan los miembros del Cabildo …”no corre prescripcion, ni posecion alguna aunqe sea inmemorial por mas antigua que sea quando ni los Governadores Ministros Reales ni Prelados han tenido facultad para tolerar O consentir acttos en contrario en perjuicio de los Supremos d[e]r[ech]os de la corona y seria mui reprehensible al fiscal y aun a estte Superior Tribunal si a su presencia tolerare la menor contravención a lo ordenado por su majestad”…34

31. Íbidem, p. 13. 32. Ínidem, p. 14. 33. Íbidem, p. 19. 34. Íbidem, p. 20.


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En vista del empeño que ponía la Real Audiencia en disminuir la calidad de los asientos del Cabildo, éstos deciden acudir a la voluntad real para dilucidar el asunto, por lo que envían una comunicación con todos los oficios anexos, de fecha 15 de noviembre de 1787, en ella, los miembros del Cabildo solicitan la preservación de la costumbre de utilizar el uso de escaños cubiertos, y para ello recrean nuevamente los argumentos utilizados en el oficio, como el tiempo de la costumbre, la calidad de los asientos y sobre todo la necesidad de distinguir a través del uso de unos bancos revestidos, en contraposición a unos desnudos, a sus miembros del común del pueblo por medio de la conservación de esta distinción, evitando que por medio del dictamen de la Real Audiencia tuvieran que sentarse en escaños ordinarios, desnudos, lo que redundaría en una disminución de su honor como cuerpo.35 El expediente pasa por el Consejo de Indias, que nombra unos consejeros para que estudien el asunto y elaboren una recomendación para lectura del Rey. Estos procuradores reproducen tanto los argumentos del Cabildo como los de la Real Audiencia, pero agregan algo que no tiene nada que ver con el honor que se disputan unos y otros, y que es de suma importancia para la Corona, puesto que …”el uso de escaños cubiertos qe tenian al tiempo de su ereccion puede contribuir a que tengan mayor estimacion de los oficios de Regidores, en que se interesa el Real Erario, y la publica utilidad es de parecer de que V.M. se digne acceder, a que se guarde la costumbre, que hasta el presente ha avido en el particular, en la referida Ciudad, quitandose a dhos escaños los brazos, que parece tienen en forma de sillas unidas, para que se distingan mas bien, de la que usara la Real Aud[ienci]a. V.M. resolvera lo que sea más de su Real Agrado”…36 Por lo que el Rey, acogiendo la recomendación del Consejo de Indias en reunión del 23 de mayo de 1788, decide en la cuestión honorífica de los asientos, pero sin mencionar para nada los posibles motivos financieros que pudieron haber influido en su decisión la cual reproducimos a continuación:

35. Ver en Expediente de la Real Audiencia al Cabildo de Caracas…Representación Enviada por el Cabildo al Rey, 15 de noviembre de 1787, en A.G.I., Caracas, 300, pp. 7. 36. Expediente de la Real Audiencia al Cabildo de Caracas…Don Rafael Antúnez, Don Pero Nuñez de la Torre y Don Ignacio de Hermosillo al Consejo de Indias, abril de 1788. En A.G.I.Caracas 300, pp. 7-8.


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“Obdedeciendo la Real Orden, con que sele remitio la representación del Cabildo Secular de la Ciudad de Caracas en que solicita sele conceda el uso de escaños cubiertos en la Sta. Iglesia Cathedral, a presencia de la Aud[ienci]a en la misma conformidad, que antes de su ereccion desd tiempo inmemorial; pasa a las manos de V.M. la respuesta de Fiscal, y conformandose con su dictamen por las razones, en que la funda, lo es de que V.M. se digne acceder a que se guarde la costumbre observada hasta el presente en el particular en la referida Ciudad quitandose a dichos escaños los brazos que tienen en forma de sillas unidas para que se distingan mas bien de las que usara la Real Audencia. Vista”.37 Reflexiones Finales Al terminar la actividad conquistadora en la Península Ibérica, Colón llega al continente que posteriormente se llamaría América, y aunque no es igual el escenario, no hubo mayores diferencias, se implantaron los sistemas socio-políticos existentes en el reino de Castilla, dentro de las cuales se encontraba la sociedad estamental. Sobreviviendo así un pasado que parecía condenado a desaparecer a manos del capitalismo emergente, pero las encomiendas, cartas de población, privilegios, libertades municipales y otras tantas instituciones de la vida medieval castellana, pervivieron con la conquista y colonización de América. Así como descendieron de las montañas del norte de la Península Ibérica, así se embarcaron para América los hidalgos y aventureros sin nobleza, en busca de riqueza que les diera realce y lustre a sus apellidos. Pues la nobleza era sinónimo de honor y la única manera de lograrlo era a través de la posesión de bienes materiales como primer objetivo, ya que el objetivo final era lograr la aprobación, la estimación, el prestigio social que otorgaba el honor, como factor integrador de la sociedad, y que sin embargo, no pudo evitar el amplio mestizaje racial. De allí que la condición de “conquistadores”, “fundadores y “primeros pobladores”, así como la ascendencia limpia de sangre de “judíos”, “moros”, a la que se agrega la de “mulato” y “negro”, son condiciones innegociables que se plantean en los documentos al momento de entablar los litigios. En

37. Expediente de la Real Audiencia al Cabildo de Caracas…Resolución de Su Majestad, 7 de Junio de 1788. En A.G.I., Caracas, 300.


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este caso el origen, el abolengo, la ascendencia familiar es considerada como requisito de honor, y por tal motivo, han de mantenerlo en todas sus instancias. Dentro de estas instancias se encuentran las luchas cotidianas por ascender o retrasar el ascenso social de otros, la conservación de un estilo de vida, en el cual las apariencias externas juegan un papel muy importante, la forma de vestirse y los objetos que se utilizan publicamente en ocasiones cotidianas y ceremoniales, son tomadas como una prueba evidente del grupo social estamental a que se pertenece, más allá de las condiciones raciales que prevalecen durante la época colonial, donde el mestizaje caracterizó gran parte de la vida social, porque dificultaba reconocer según sus rasgos a una persona, a menos que fuera lo suficientemente blanca, india o negra. El usar objetos e indumentaria que no corresponde, ocupar un lugar, tratar de manera impropia a una persona, no decirle Don o su señoría, son acciones que modifican la relación que los hombres debían respetar, y en ese sentido transgreden, escandalizan el orden estamental. El aspecto exterior, asume la función de una prueba cotidiana de aceptación del sistema de valores, a través de una serie de demostraciones, el individuo intenta mostrar el mejor aspecto que puede, siendo evaluado constantemente en las respuestas de los demás. Por lo tanto, estas demostraciones no eran nimiedades, majaderías o rivalidades pasajeras de individuos particulares, sino exigencias vitales del trato social, porque controlar todas estas cosas era condición de respeto social, del éxito social que ocupa hoy en día nuestro éxito profesional. Pero lo que realmente importa no es el objeto o el vestido, en que si se usa o se deja de usar, sino las motivaciones y los sistemas de valores que se exponen a lo largo de las disputas, y lo que esos objetos representaban para aquellos hombres como significación de estatus, poder y prestigio. El estamento de la élite criolla reprobaba a los pardos y particularmente a la élite de este grupo, el que se salieran de su esfera de atribución y le hicieran competencia. Se quejaban de que por medio del dinero ganado con el comercio, se hicieran de cargos, prebendas y privilegios que tradicionalmente habían sido de su completa potestad. Por ello, la élite criolla mantenía cada vez más en la etiqueta y el ceremonial, el fantástico móvil principal, que en virtud de ser totalmente independiente de cualquier valor útil inmediato, siguió existiendo y estando en movimiento, pues lo impulsaba hacia delante un motor infatigable: la competencia por las oportunidades de status y poder que tenían los miembros del mismo estamento en su relación recí-


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proca, así como frente a los excluídos, y su necesidad de mantener un prestigio netamente jerarquizado. En última instancia, no cabe ninguna duda de que este deber luchar por las continuamente amenazadas oportunidades de poder, status y prestigio, era el factor dominante, en virtud del cual, en esta estructura de poder dividida jerárquicamente, todos los participantes se condenaban recíprocamente al ejercicio cotidiano de un ceremonial. Sin embargo, en esta época se percibe a través de los documentos una relajación del sistema de estratificación social basado en el honor, donde pardos, blancos criollos y peninsulares, se enfrentan en una serie de litigios no solamente de objetos, sino de diversos tipos: por lugares, por matrimonios, por calidades sociales, que les pueden permitir más participación social y política, que traslucen una movilidad social que advierte la crisis final del sistema de valores del Antiguo Régimen, y que va a desembocar en el conato de desintegración social que significó la Guerra de Independencia. Fuentes I) Fuentes Primarias A. Archivo General de la Nación (A.G.N.). Sección Diversos, Tomo LIII, Expediente 4. Real Provisión Expedida por la Audiencia y Chancillería de Santo Domingo, Presentada por el Capitán Don Miguel Varón Vecino de la Ciudad de Caracas, al Ilustre Cabildo de ésta. Para que Se le Reconozca el Privilegio que le Fue Concedido por Dicha Provisión de Usar Quitasol. Caracas, Junio de 1676 (El Expediente Tiene Fecha de 1779). Sección Diversos, Tomo XXIV, Expediente 1. Información Sobre Caudas y Quitasoles de los Prebendados, en Virtud de Dos Reales Cédulas Acerca de los Caudatarios que los Prebendados de la Iglesia Catedral Llevaban en la Procesión del Viernes Santo, Así Como el Uso de Quitasoles en otras Ceremonias Religiosas. Caracas, Abril de 1742. B. Archivo General de Indias (A.G.I.) Sección Caracas, 300. Expediente de la Real Audiencia al Cabildo de Caracas Por el Uso de Escaños Cubiertos en la Iglesia Catedral de Caracas. 8 de Agosto de 1787.


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QUINTERO INÉS,


EDITORIAL

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NOTAS BIBLIOGRテ:ICAS


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NOTAS BIBLIOGRÁFICAS

EL ORIGEN DE LOS TEQUES DE MIGUEL LUCERO (*) Una reseña crítica. Enero de 2009 William Rodríguez (**)

Mi impresión general del texto es muy mala. Si es Premio de Investigación histórica produce sorpresa tal designación. Como Literatura el texto es muy deficiente. Lleno de errores de ortografía de todo tipo. Como Historia es una muestra burda de leyenda negra. Como el autor dirige su libro a investigadores, entre otros, no puede dejarse pasar que ya en la página cinco registra un error histórico muy serio: coloca como fecha de la fundación de la ciudad de Los Teques la fecha en la que, en realidad, fue erigida como Parroquia eclesiástica, durante la Visita del Obispo Mariano Martí.· En la misma página – no numerada – confiesa que no es historiador ni investigador en ningún área de las Ciencias sociales. Por eso cuesta entender el atrevimiento con que se lanza en interpretaciones y juicios históricos, y, además, señala una especie de logro no avalado por ningún hecho: “… el autor del libro prácticamente ha reemplazado a muchos cronistas de la historia de la Ciudad de Los Teques…” (p. 15) Las fuentes de Lucero no son los misioneros españoles en América, ni laicos o militares de la misma nación o, al menos, transeúntes por América; son –entre otro – Hugh Thomas, pensador de Izquierda y teórico de la Guerra Civil Española y Pietro Martire (viajero por Italia y España). (P. 19) Con

(*)

Ed. del autor, Caracas, agosto de 2008. Premio Municipal de Literatura 2007, Mención investigación histórica. Municipio Libertador de Caracas. El libro lo vende el autor a través del número 0414- 1232596. También se puede encontrar en la librería Cervantes de la ciudad de Los Teques, detrás de la Catedral. Para comentarios sobre el texto el autor sugiere tres e-mail: origendelosteques@yahoo.com; origendelosteques@hotmail.com; origendelosteques@gmail.com.

(**)Investigador del Centro de Investigaciones Populares, Prof. Ordinario de la Ucv, Ucab e Iuspo. Lic. En Educación-Filosofía. Estudiante del Doctorado en Humanidades de la Ucv. Investigador PPI/II.


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esas fuentes y –como señalaré más adelante– forzando el texto de José de Oviedo y Baños saca las más disparatadas conclusiones. No cae en cuenta, al citar a Las Casas (p. 20), que si sigue su descripción antropológica favorable del indio y del trato español muy difícilmente podrá fundar en ese texto atropellos y empalamientos infundados. El texto que él mismo cita de Las Casas en la página 23 echa por tierra el mito, que más adelante expone, de la abundancia de Oro en América. Los textos que cita como fundamento para aseverar la obsesión por la riqueza del español al permanecer en América (p. 24) son de Thomas y Eduardo Galeano. Este último, al analizar el sentido y alcance de las Bulas alejandrinas, no sólo refleja una ignorancia pasmosa; sino que afirma dos falsedades históricas: que con las Bulas el indio perdía la libertad y que el fin primero de la presencia española en América eran los recursos. Al final de esa página, fundado otra vez en Thomas, se salta a la torera la verdad de los hechos y afirma que los indios que se negaban al bautismo eran torturados, ahorcados o quemados vivos. En la página 26 no tiene suficiente penetración e inteligencia históricas para ver que si, como sostiene, la Corona despreciaba la suerte de América y la desgracia de los indios resulta incomprensible cómo el mismísimo Virrey Colón es aprehendido pronto (1500) y llamado a rendir cuentas a la Península apenas iniciaba la Evangelización de La Española. En la página 27 “corrige” a Oviedo y a Las Casas, a fin de exponer su tesis: la tiranía española y el indio: buen salvaje. En la Pág. 28 toma por Historia los mitos pre-descubrimiento sobre la morfología de los indígenas y sus hábitos. En la siguiente toma un comentario de Galeano a la Historia de las Indias de Las Casas como “dato positivo” referido a los 25 o 30 millones de habitantes que debió haber en América y Las Antillas. En esos mismos “datos” se basan sucesivamente sus otras dos fuentes: Arthur Helps y Morella Jiménez (P. 29) En las Págs. 32 y Ss. expone, basado en las mismas defectuosas fuentes, los mil y millones de kilos de oro y plata que, supuestamente, sustrajeron de América y llevaron a Sevilla.


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Lamentable la página 33 en la que Lucero quiere culpar a Cortés de la muerte de Moctezuma, aunque él mismo dice que pudo no serlo. Si la tesis de la autor, referidas a la sanguinariedad española, fuese cierta cuesta mucho explicarse cómo es que, según él mismo afirma, (p. 34) tardaron los españoles doscientos años en vencer a los caribes. Además, el mismo afirma que: “El cacique Sunagoto fue el primer cacique de Caracas que murió a consecuencia de un tiro con arma de fuego en 1560” (p. 65. Negr. Mías) Lucero no cae en cuenta que funda sus tesis históricas en grabados de obras de autores que jamás estuvieron en América, la mayoría de ellos enemigos declarados de España como el holandés Teodoro De Bray, sobre la adulteración de la Brevísima del P. Las Casas. (P. 35) Esas escenas (empalamientos, usos de perros para cacerías de indígenas y despedazamientos de niños indígenas, p. 35-37) tienen, además, el “fundamento histórico” en las citas de Raúl Díaz Legórburu: un autor que escribe en 1986 (¡) De la página 37 en adelante, y de manera clara en la página 54, se dedica a aplicar anacrónicamente el derecho moderno a la actitud de algunos españoles como Fajardo quien, según él, tomó justicia por propia mano. De todos modos, el Derecho Moderno y el Internacional tienen un claro origen: el Derecho de Indias. En esas mismas páginas trata, muy defectuosamente, de fijar la tesis histórica defendida hoy por algunos en el país, entre ellos el exalcalde Barreto, que fue Francisco Fajardo y no Diego de Losada el fundador de Caracas. Desde la página 37 y, de modo intenso en las 70 Ss., dedica todos sus esfuerzos a destacar la saña en la persecución de los Caciques, especialmente de Guaicaipuro, pero él mismo deja ver en los texto citados la actitud esclavizante, la falta de compasión y crueldad con la que actúa Guaicaipuro. En limpio saca de esa “persecución”: la maldad del español y la bondad del indio. A la altura de las primeras cien páginas del libro ya se huelen sus inclinaciones, posiciones y tendencias todas ya muy bien fijadas: odio a España, a la Iglesia, entusiasmo revolucionario en todos los sentidos e intento burdo de fijación de una nueva “historia” reivindicadora.


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Al final de la página 118 trata de “explicar” cantifléricamente como es que Diego de Losada funda Santiago de León, pero, según él manda a destruir las ciudades –que no existían– de los pueblos indígenas, entre las que estaba Caracas. La devoción de Lucero a Hugh Thomas llega al extremo de hacerlo autoridad para conocer del dueño de una espada, supuestamente usada en el siglo XVI en la Conquista, que aparece fotografiada en la página 140. En la página 141, bajo el título: morada de Guaicaipuro, aparece una fotografía que, en realidad, pertenece a una “habitación” indígena Barí en la Sierra de Perijá, tomada, tal vez, en 1947. Lo serio es que Lucero no cae en cuenta que, según él mismo afirma, es costumbre Barí la convivencia en casas que amparan entre 20 y 100 individuos. Según Lucero, la casa en que fue finalmente atrapado y muerto Guaicaipuro contaba con ese número de habitantes. Él mismo ha dicho que Guaicaipuro era de raza caribe. Pero en esta página afirma que los barí no son de raza caribe, sino Chibcha. ¿Entonces qué quiere decir el autor? En la página 142 Lucero se dedica a un episodio que quiere hacer pasar por “histórico”: la maldición de Guaicaipuro. En esa misma página, y en la 143, con una construcción gramatical truculenta, forzando un texto de Oviedo y Baños, sin determinar sujetos agentes y pacientes, busca fundar los empalamientos. ¿Quién empalaba a quién? ¿Quién era cruel y en qué sentido? El abogado Lucero no lo fundamenta. Se limita a decir en la 144: “… lo más probable es que se trate del asunto de los empalamientos indígenas…”. En la página 151 y 152 hace “padre” al Hermano Nectario María. Usa esa fuente para sacar conclusiones que no se desprenden, de ninguna manera, de los textos. Pero, además, aunque los historiadores de Indias, como Oviedo y Baños, no hagan ciertas afirmaciones, como personas que actúan en la destrucción de “ciudades” indígenas o “ejecutores” de Guaicaipuro, Lucero sí lo hace, aunque se contradiga porque antes afirmó que fue Losada el ejecutor de Guaicaipuro. En la página 180 contradice todo lo afirmado antes: los indios fueron muertos por la mano española. Ahora apunta que, al menos en el caso al que


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dedica la mitad del texto, los indios Teques fueron muertos por la Viruela de 1616. Y, aunque Oviedo y Baños lo afirma y Lucero se funda en él, “lo más probable es que el exterminio fuese producido por el poder de las armas de fuego…” (p. 181) En la página 182 recoge un asunto harto expuesto por otros: el mestizaje es fruto del instinto del varón español. ¿Fundamento? Ninguno. Lógicamente se le acusa al español, igualmente, de la “sifilización” del indígena. Desde la página 188 Ss. Sigue la serie de infundados improperios contra los españoles y, aunque se cita, no se cae en cuenta que la afirmación caribe .de que “sólo ellos son pueblo, los demás esclavos” dibuja una antropología muy diversa de la del “buen salvaje”. Sorprende, entonces, que se afirme (p. 201) que este indígena caribe fuese sometido a esclavitud por los españoles. En la pág. 215 publica una carta astral (¿) no identificada. Los prejuicios pseudohistóricos no le permiten comprender a Lucero que, él mismo (p. 223), cita contradictoriamente las fuentes y hace afirmaciones infundadas. Si la Corona trató tiránicamente al indígena y al criollo americano, ¿cómo se explica, entonces, la actitud generalizada del poblador de los altos mirandinos en contra de la Independencia y a favor de la Corona? Pone como excepción a Roque Pinto quien, al final, abandona las luchas y se dedica a sus tierras y a la enseñanza. Desde la página 238 y hasta el final (p.351) se dedica Lucero Mejías a una “historia” del siglo XX en Los Teques muy fragmentaria, poco fundamentada y en la que se confunde crónica, anécdota y entrevista. En la cronología de Gobernadores de Estado hay un error: no fue presidente de Estado el Sr. Pedro Russo Freites (1952), sino Pedro Russo Ferrer. Por cierto, al final, vuelve a reaparecer el error de la fecha de fundación atribuido a un entrevistado (p. 319), pero no advertido por Lucero. El trabajo de la historia y crónicas de los Teques ha sido mucho mejor hecho, con un aparataje histórico y metodológico más profundo y atinente, entre otros, por el actual cronista de Los Teques, el Dr. Ildefonso Leal. La seriedad del tratamiento histórico y las exigencias propias del método crítico impedirían el tratamiento dado a temas, como los que aborda el libro,


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de un ovni fotografiado en la ciudad tomado por un fotógrafo ebrio o el de los “recuerditos” dados por el padre Montes de Oca a un familiar del autor. ¿La bibliografía? Simplemente decepcionante, impropia y desactualizada. Finalizo: no es un libro de historia, ni de literatura, ni novela. No se puede engañar así y estafar al lector.


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NOTAS BIBLIOGRÁFICAS

TALLER CRÍTICO LA PALABRA IGNORADA R.J. Lovera De-Sola (*)

Inés Quintero (1955) explora en La palabra ignorada (Caracas, Fundación Polar, 2007, 270 p.) algunas historias que según su propio decir hacen de la mujer en Venezuela el “testigo oculto” de su acontecer. En verdad no siempre ha sido así y aquí está al menos la historia de doña Dominga Ortiz (17921875), la esposa del general José Antonio Páez (1790-1873), una personalidad con signo propio, quien para nada pasó inadvertida en el tejido de nuestro acontecer en el siglo XIX, la cual abocetea muy bien la autora. Al escribir La palabra ignorada no se le escapó a su autora un hecho central: “la atención hacia el tema de la historia de la mujer, como un problema complejo y asociado a la historia social y cultural en nuestro país, es asunto reciente” (p. 78). El punto de partida de tan esclarecedor libro lo explica al señalar en las primeras páginas: “Es precisamente este amplísimo espectro de asuntos por conocer lo que animó la realización de una investigación cuyo primer resultado es este libro. El propósito de la misma fue buscar y recuperar las voces y testimonios provenientes directamente de las mujeres, aproximarnos al universo femenino de manera más íntima a fin de conocer su vida interior, sus vicisitudes domésticas, sus afectos, problemas, angustias, pasiones, acrecencias, demandas, expectativas, sentimientos…. Por ello consideramos indispensable recuperar en los archivos la palabra de la mujer, ignorada y sepultada entre los expedientes civiles y criminales e la Colonia, entre los

(*) Escritor, ensayista, crítico literario y bibliógrafo.


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legajos y oficios administrativos de las dependencias gubernamentales, en los juicios de divorcio, en los documentos sobre la esclavitud, en los papeles de los hombres públicos, en la correspondencia oficial, en los informes eclesiásticos” (p. 14). Prosigue anotando: “De la revisión realizada durante la investigación seleccionamos los documentos, testimonios y expedientes que nos permitieron elaboarr las ocho historias que forman parte de este libro” (p. 15). Con esos papeles pudo darse cuenta de “la riqueza y posibilidades que ofrece el estudio de estas voces ignoradas” (p. 16) y por ello optó por ofrecernos “ocho historias escritas desde la mujer, a partir de sus palabras, de sus propios testimonios” (p. 19), todo hecho para que se viera en nuestras féminas que “sus vivencias, experiencias, reclamos, emociones, luchas y fracasos forman parte de la historia de la mujer venezolana, una realidad rica y compleja sobre la cual todavía queda mucha tela que cortar” (p. 197). A esos tejidos a los cuales apenas se les ha tomado en cuenta, en el pasado y en el presente, sobre todo durante el postgomecismo, nos referimos en la última parte. Se dio cuenta Inés Quintero al hacerlo, antes de entrar en el grueso de la historia que nos comunica que por ejemplo, y esto es muy importante para la primer aparte, que “No existen en la tradición historiográfica venezolana estudios sobre la esclavitud femenina” (p. 78). Y por ello también indica “Nos interesa, exclusivamente, destacar las posibilidades que ofrece la exploración y análisis de los testimonios, denuncias, reclamos, vivencias y pareceres de las esclavas como una manera de profundizar en el horror y violencia del régimen de la esclavitud en Venezuela y también como una forma de conocer las contradicciones, conflictos y problemas que suscitó en las esclavas su condición femenina a la hora de procurar la obtención de su libertad, como madres, como esposas o como concubinas de sus amos” (p. 79). Y la mujer estaba tan marginada que uno de los expedientes estudiados por Inés Quintero, el de Dominga Ases, una mujer a quien el esposo apaleó, se lee lo que se consideraba de la mujer en aquellos días: “el marido es cabeza de la mujer, superior y como maestro y así solamente causa y de no faltaría y perjudicaría su propia conciencia” (p. 101). De tal concepción tales prácticas, abominables casi siempre. Y no lo decimos con los ojos de hoy, porque ello sería imposible para entender la historia, sino desde la perspectiva de aquel momento. Los hombres se consideraban la “cabeza de la mujer,


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superior y como maestro” por ello las mujeres dependían de ellos de aquella forma. Y por ello las únicas mujeres libres de la colonia, a nuestro entender, y según nuestros propios estudios y opinión, eran las monjas porque eran las únicas que escogían su destino por sí mismas. Aunque las viudas al morir sus maridos podían tomar las riendas de su vivir y administrar sus patrimonios, cosa de la madre de Simón Bolívar, doña María de la Concepción Palacios. Por ello muchas viudas no se volvían a casar. Las casadas dependían de las “cabezas, superiores y maestros” que dice el documento y las solteras de los hermanos, de allí la autonomía de la cual gozaban las viudas, muchas no se volvieron a casar por no caer en los yugos de los maridos. Así las verdaderamente libres en aquellos siglos eran las monjas que fueron las únicas que pudieron escoger sus propios senderos vitales por sí mismas. Hay aquí en La palabra ignorada historias de mujeres de la colonia, sobre todo esclavas y la dolorosa historia de una mujer maltratada, Dominga Ases quien fue salvajemente golpeada por su marido el 8 de diciembre de 1796, esto llena toda la segunda parte. Son todas estas lo que se denomina relatos de la vida cotidiana porque en ella se situaron la mayoría de las protagonistas de estos recuentos casi siempre dolorosos. En este sentido toda esta parte del libro constituye una contribución a hacer luz en aspectos del vivir venezolano en la colonia, del existir de varias mujeres que nos sirven de paradigmas para entender aquellos días. En la parte relativa a las mujeres esclavas nos ha llamado mucho la atención que Inés Quintero, siempre tan perspicaz, no haya podido entender el por qué de los actos, sucedidos en 1739, de una mujer llamada Anna María, su apellido no lo citan las fuentes, cuyo amo le había ofrecido la libertad si le paría y dejaba ocho hijos, que indefectiblemente serían esclavos. El amo no cumplió y ella reclamó ante las autoridades. Pese a todo la autora anota que la actitud de esta mujer no la pudo entender ni como mujer, ni como madre, ni como historiadora (p. 74), lo cual nos llenó de perplejidad porque la libertad es tal don que hasta el sacrificio ofrecido por esta muchacha es posible, hay que entenderlo. Comprender a Anna María tiene sentido por ser la libertad e bien más preciado del ser humano, el miedo a la libertad es el peor pecado. La libertad es lo que más se deseas, el que no se quiere perder. Pero era una idea bien divulgada en aquella sociedad a través del ideario de los filósofos de la Ilustración, que si bien no podían ser leídos por una esclava seguramente analfabeta, sí se escuchaban y propagaban verbalmente en la


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sociedad de aquel tiempo. Y pronto vendría, después de 1789, el “contagio haitiano” y la rebelión de los negros en St. Dominique, conducida por Toussaint Loverture (1791), a la cual tanto miedo tuvieron los mantuanos. Pasajes de los escritos de Miranda y Bolívar avalan nuestra afirmación, por ese temor el Libertador dejó de ser Jacobino. Pero la libertad, y fue sin duda, lo que sintió Anna María, es tendencia innata en el ser humano. Y en la sociedad provincial, lo podía ver Anna Marí, habían mujeres libres. Por ello si la podemos entender. De este libro es impecable el análisis de la figura de doña Dominga Ortiz, la siempre fiel esposa de Páez, quien se retiró silenciosamente cuando éste se enamoró y se fue a vivir con su amante Barbarita Nieves. Y quien cuando muerta ésta, en 1847, y perseguido el caudillo por su máximo error político, reapareció en su vida en 1848 y lo protegió, tal como nos lo cuenta, con pormenor y magnífica y amplia documentación Inés Quintero. Y lo hizo Dominga en los años sucesivos hasta el deceso del Centauro. Páez pudo haberse vuelto a unir con ella, pero sin duda el amor por Barbarita fue muy grande en él, le fue siempre leal a aquello que sintió hasta el punto de no conocérsele ninguna mujer en su vida después de fallecida Barbarita. Así fue. Doña Dominga, heroína de la Independencia y no sólo la simple esposa de un patriota, fue una de aquellas mujeres realizadas de nuestro siglo XIX, una centuria que fue de mucho padecer para nuestras mujeres, sobre todo para las casadas, tanto que una exposición de retratos de mujeres de esa época que organizó hace pocos años Carlos Duarte en la “Galería de Arte Nacional” las únicas dos mujeres que sonreían eran las dos únicas solteras del conjunto de aquellos cuadros: el hecho que describimos demasiado gráfico. ¡Pobrecitas! En cambio Dominga no fue así. En cambio Ana Teresa Ibarra, la bellísima mujer esposa del general Antonio Guzmán Blanco (1829-1899) cosa que podemos ver en el retrato suyo que están en la p. 219, una más de nuestra galería de grandes bellezas, tan encomiadas ya en pleno siglo XIX por don Cecilio Acosta (1818-1881) quien vaticinó que las nuestras serían consideradas las más bellas de la tierra (Obras completas, ed. 1982, t. II, p. 445). Ana Teresa Ibarra fue una de ellas. Pero sin embargo al encontrarla en La palabra ignorada no podríamos preguntar por qué está aquí, quizá por haber


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encontrado Inés Quintero tan amplia documentación sobre ella, porque Ana Teresa pese a ser hija de un prócer y edecán del Libertador (p. 202-203), miembro de una familia adicta a la política siempre, y por ello una buena esposa para un presidente como Guzmán Blanco, insoportable marido que como indica Inés Quintero, “Hasta en los mínimos detalles se inmiscuye” (p. 209), no pasó de ser una mujer más, ella sí de constante silencio porque APRA nada permitió aquel terrible esposo que actuara más allá del cerco del hogar, apenas si pudo expresarse a través de sus cartas privada al Ilustre Americano que hasta ahora apenas habían sido examinadas como lo hace Inés Quintero. Así si bien la magnífica doña Dominga forma parte de aquellas que “no fueron indiferentes ni se mantuvieron al margen de los asuntos públicos y que procuraron manifestar sus pareceres y opiniones… de manera pública y comprometida como lo hizo Dominga” (p. 256). Ello no lo pudo hacer Ana Teresa, que con el tiempo se fue tornando en la mujer triste y taciturna que nos permiten observar sus fotos, porque APRA nada podía opinar. Y quizá cuando lo hizo aquel intolerable machista que era Guzmán Blanco ni siquiera la escuchó. Y lo hizo tan poco que Ana Teresa tuvo hasta que soportar que la amante del presidente viviera bajo el mismo techo, en su casa de la esquina del Conde. Fue la atractivísima Anastasia, hermana de Ana Teresa. Y es una lástima que Inés Quintero no haya tratado el punto porque no es para nada un chisme. Hay elementos para ser considerados. Al menos dos muy significativos, incluso psicológicamente. A Tasia, como todos le decían, sin duda la hembra como Ana Teresa era la niña bella, fue a quien Guzmán Blanco en su testamento (mayo 31, 1884) legó mayor cantidad de bienes, peculios que no dejó a nadie más. Su querida Tasia murió antes que él. Sin embargo, en el momento de producirse el deceso el entonces presidente Ignacio Andrade, que como liberal cercano a Guzmán Blanco conocía muy bien la historia de su relación con Tasia le escribió a París una carta dándole pésame. Guzmán le contestó inmediatamente agradeciéndole el texto (junio 8, 1899). Y esta fue la última carta que Guzmán escribió en vida porque murió veinte y ocho días más tarde en la ciudad Luz (julio 28, 1899), misiva precisamente sobre su amada Tasia. El deceso de Tasia dijo, según sus propias palabras, “me deja en la mayor aflicción”. Tal el hecho, subrayado tantas veces por la tradición, los recuerdos de los caraqueños que han pasado oralmente de generación en generación. Fue “de Tasia y no de


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Ana Teresa de quien enamoró” (Tomás Polanco Alcántara: Guzmán Blanco, tragedia en seis partes y un epílogo, ed. 1992, p. 839). En esto, pese a los testimonios que hemos citado, no se debe olvidar lo que dice el paraguayo Augusto Roa Bastos /1917), “la tradición oral es la única fuente de comunicación que no se puede saquear, ni robar, ni borrar” (Vigilia del almirante, ed. 1992, p. 78). Y una sugerencia: hay que hacer en estos tiempos, por diversas vías, lo que se le ha presentado a nuestra sociedad intelectual: la posibilidad de hacer un más amplio estudio sobre la mujer en la historia y en las letras del país. Sobre todo a aquellas de importante actuación, a aquellas que pese a ser seres de “palabra ignorada” ejercieron siempre la “influencia oculta y feliz” en la vida del país la cual se refirió Teresa de La Parra (1889-1936) en sus célebres conferencias bogotanas de 1930, Influencia de las mujeres en la formación del alma americana (Caracas, Fundarte, 1991, 126 p.), el primer libro del feminismo venezolano Por ello hay que buscar aquellas, distintas, claro, a Ana Teresa Ibarra, que si dejaron huella. Aunque parezca lo contrario existieron, estuvieron situadas dentro del testimonio libertario en lo que aquí en La palabra ignorada encontramos en el caso de Anna María en el siglo XVIII y más allá del que no se las nombrara por su nombre y apellido, como un caso que encontramos en las columnas de La Opinión Nacional (mayo 6, 1881). Su presencia fue grande, Y más una sociedad matricentrista como lo es la nuestra. Y no sólo en el siglo XX. Hay que explorar mucho los archivos, sobre todos los privados, en búsqueda de esos testimonios. Piénsese que la primera mujer que ejerció poder político entre nosotros, doña Aldonza Villalobos, lo hizo en Margarita en el siglo XVI, que sería interesante buscar más datos sobre nuestra primera poeta y escritora, nacida en el siglo XVII, Sor María de los Ángeles (1765-¿1818?), continuar las búsquedas de la actividad durante la emancipación, incluso más allá de las sólo Heroínas, descubrir con precisión el significado de la primera huelga que hubo en Venezuela, que fue femenina, la de las lavanderas de los hospitales de Valencia en 1818, en pleno régimen realista. Y en el siglo XIX no sólo fue Teresa Carreño la primera y universal mujer del país, el sexto gran personaje de nuestra historia, atrás sólo están Miranda, Bolívar, Bello, Sucre y Simón Rodríguez. Ver con interés el desarrollo de la literatura escrita por mujeres en el siglo XIX de la que conocemos su testimonio, el significado del gran grupo cultural mujeril de Coro que capitaneó


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Polita de Lima (1859-1944), fue precisamente una de ellas, Virginia Gil de Hermoso (1857-1913), la primera novelista venezolana en lograr gran eco con sus novelas románticas, nuestras abuela lloraron al leerlas. Y pudo ser, el libro no se publicó sino medio siglo después, la autora de la primera novela social venezolana en la cual se ve una gran tragedia nacional con ojos de mujer. El recluta es su título. Fue el mismo tema al que dio vida Gonzalo Picón Febres (1860-1918) en El sargento Felipe (1899). A ellas siguió nuestra mayor creadora de ayer y de hoy: Teresa de la Parra, cuyo vivir y escribir seguimos rondando como nos lo muestra un reciente estudio, clarificador de su condición humana y de su elección sexual, que debemos a Ana Teresa Torres (“La mutilación de la memoria: los papeles privados de Teresa de la Parra” en varios autores: La ansiedad autorial, ed. 2006, p. 253-273). Y de allí el entrelace será amplio y es más conocido pero no suficientemente estudiado: la presencia de las mujeres el año 1928, todo lo hecho por ellas durante los siguientes siete años, en los cuales el movimiento femenino echó sus raíces cosa que no se ha visto, lo cual hizo posible el Mensaje al presidente López Contreras (diciembre 30, 1935) que es el primer gran documento del feminismo venezolano, aunque sus autoras no se denominaran así, en el cual la mujer tomó la palabra y pidió por ella y por los niños. Como se verá el espacio para todo esto es muy amplio. Y lo que puede ser encontrado de suma importancia e interés y de trascendencia dentro de nuestra historia contemporánea, tanto por sus logros a favor de la mujer y los infantes, la incorporación de la mujer a la vida del país, sin ser ya más “testigo oculto”, el logro de los derechos civiles (1942) y políticos (1947), el desarrollo de la literatura escrita por mujeres que llevó a la creación de la “Biblioteca femenina venezolana”, el significado de la novela y el cuento escrito por mujeres y la implantación de la educación mixta (1944) por el ministro Rafael Vegas (1908-1973), hombre profundamente relacionado con el movimiento de nuestras mujeres, lo cual permitió la presencia femenina de la cual hoy gozamos. Y hay que añadir también a ese examen lo que nosotros hemos denominado la “cultura familiar”, la casera, la recibida por las mujeres tras las puertas de los hogares, que es la que explica la preparación que exhibieron nuestras féminas a lo largo del tiempo, la formación intelectual que subyace tras Sor María de los Ángeles, nuestras escritoras del siglo XIX y XX, en las damas del grupo de Coro, en nuestras escritoras hasta los años cincuenta del


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siglo XX y también en nuestras feministas, hay que ver lo que sabían de la mujer y el niño, casi sin salir de sus hogares, con el acceso a los libros que estaban en las casas, con las obras con las cuales se habían formado los varones para llenar la escena pública de la manera que lo hicieron desde el 30 de diciembre de 1935 con su célebre Manifiesto. ¿Cómo se explica ello cuando a las mujeres no se les permitía ni siquiera estudiar el bachillerato?, las excepciones fueron Lya Imber, nuestra primera médico y Panchita Soublette Saluzzo, nuestra primera abogada. Panchita iba cada día a la universidad escondida de su familia, mintiéndoles, para poder estudiar su carrera como jurisprudente. Ello nos obliga a estudiar lo que denominamos la “cultura familiar” para poder estimar la preparación de la mujer venezolana, máxime cuando las mujeres como conjunto comenzaron a graduarse en la universidad en los años finales de la década del cuarenta y desde los años cincuenta, esto último gracias a la decisión del ministro Vegas quien sabía, había estudiado en Europa, que era imposible concebir un país contemporáneo sin la presencia activa de la mujer. He aquí, en todo esto que decimos, un interesante y decisivo tópico para ser examinado con atención, quizá en una tesis de licenciatura, maestría o doctorado para alguna de nuestras investigadoras actuales. Sin esta indagación no puede ser entendido el proceso femenino venezolano. Como se verá es casi inédito lo que se ofrece a nuestra consideración y a la tarea de los investigadores. Inés Quintero ha puesto, muy lúcidamente, la primera piedra con su tan interesante libro.


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TALLER CRÍTICO DE LA INDEPENDENCIA Y DE LA SOCIEDAD CIVIL LOS REALISTAS R.J. Lovera De-Sola (*)

En La voz de los vencidos.(2ª.ed. Prólogo: Inés Quintero. Caracas: Bid &Co Editor,2007. 377 p.) el historiador venezolano Tomás Straka(1972) nos ofrece por primera vez la historia de la Independencia desde el punto de vista español, mirada desde lo que denomina “Ideas del partido realista de Caracas,18101821”. Era un ángulo que nos faltaba, sin el cual es imposible trazar la historia de aquel álgido proceso porque para hacerlo debemos escuchar las dos voces, la de ambos lados, con una sola no nos basta para hacer la historia. Y escuchar la de los realistas, esos “expósitos de la historia”(p.353), era perentorio, nunca se los ha oído hasta el lúcido libro de Straka, esencial para comprender la gran transformación operada desde 1810. Y no sólo escuchar a los realistas sino interrogarlos en sus propios papeles, en sus propias publicaciones, en sus folletos y en sus periódicos, sobre todo en las columnas de la Gaceta de Caracas, cuando el ejército del rey mandaba en Caracas(1812-1813,1814-1821) que escribió el más furioso de ellos, el realista caraqueño José Domingo Díaz(1772-¿1834?). Y eso es lo que hace Straka. Y esta es su singular contribución, que no es poca, por ser la suya la primera vez que se estudia nuestra independencia desde el punto de vista realista. Es por ello que anota: “La historia de nuestro proceso de emancipación sólo ha sido escrita por la mitad”(p.15), sólo por los vencedores, como siempre sucede.

(*) Escritor, ensayista, crítico literario y bibliógrafo.


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E indica “Después de revisar en los archivos, la prensa, las memorias y las historias de la realistas, la visión de nuestra Independencia no podía seguir siendo la misma”(p.49), de allí la aguda perspectiva que su libro nos ofrece. Los realistas no comprendieron la transformación y se enfrentaron a ella sin lograr entender los signos de su tiempo, no amar el tiempo en que vivimos es grave pecado, hacerlo contra los signos de la historia es peor. Por ello a la larga, pese a lo hecho después por los “realistas venezolanos”, asunto apenas estudiado todavía, quedaron aislados. Es por ello que, como anota Straka, su trabajo ha sido examinar, tal cual sucedió, como enseñó Leopold Von Ranke(1795-1886) a quien cita, “Ese cambio, que va a considerar al sistema republicano un sistema diabólico, literalmente hablando, a considerarlo como más ajustado a las necesidades de aquella sociedad en crisis, es lo que vamos a estudiar”(p.57). Y lo hace. Debe leerse ese libro con atención. Su saldo es positivo. Y un nuevo historiador quien tiene mucho que decirnos asoma en sus páginas. La pregunta por la sociedad civil El historiador Tomás Straka en Las alas de Icaro.(Caracas: UCAB, 2005. 269 p.) nos ofrece un sugestivo estudio sobre todos los asuntos que en torno a la sociedad civil nos estamos planteando los venezolanos en estos tiempos, sólo que para presentarnos tan acuciante asunto, la interrelación entre ética y ciudadanía, él lo hace explorando en el pasado(1800-1830), a través de las obras de nuestros más luminosos pensadores del período de la emancipación y el inicio de la Venezuela autónoma, ya desgajada de la Gran Colombia(enero 13,1830). Entre todos estos es central el pensamiento de Juan Germán Roscio(1763-1821) y de su libro cumbre El triunfo de la libertad sobre el despotismo(1817), que fue la obra ideológica más importante publicada por un venezolano durante todo el período bélico cuando todo lo que investiga Straka se planteo por vez primera ante nosotros. La preocupación por la sociedad civil es tan antigua entre nosotros que ya en plena guerra, lo cual debe ser siempre el punto de partida de este examen, el Libertador había indicado en su Carta de Jamaica(septiembre 6,1815): “Nosotros somos un pequeño género humano; poseemos un mundo aparte, cer-


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cado por dilatados mares; nuevos en casi todas las artes y ciencias, aunque en cierto modo viejo en los usos de la sociedad civil” (Escritos del Libertador, ed. 1972,t.VIII,p.232). Tan consciente estaba Bolívar de lo que era la sociedad venezolana que un año antes había advertido en una proclama(abril 13,1814):”Una devastación universal ejercida con el último rigor ha hecho desparecer del suelo de Venezuela la obra de tres siglos de cultura, de ilustración, y de industria”(Escritos…, ed. 1969,t.VI,p.241) El fascinante itinerario que nos ofrece Straka es una “historia de la moral republicana”(p.9), “es el estudio histórico sobre una idea ética…demostrar como la ciudadanía, en cuanto constructo, fue la condición básica de un proyecto ético-político”(p.11) porque “sin moral republicana no puede haber gobierno libre”(p.63), “sin una difusión de la virtud y su traducción en una ciudadanía eficiente el proceso no podría prosperar”(p.75),”Todo corresponde a una misma lógica: establecer un régimen definido por la virtud”(p.248), que tuvo como esencia la lucha contra la ignorancia, es decir el establecimiento de la forma de educar a los ciudadanos(p.17), según la concepción de Roscio quien llegó a escribir en 1820:”conocí también que nuestro mayor enemigo era la ignorancia”(p.17). Así la esencia de Las alas…”es demostrar cómo la ciudadanía, en cuanto constructo, fue la condición básica de un proyecto ético-político: el de alcanzar una forma de vida distinta, y en la mente de sus promotores. Superior, a la vivida bajo el régimen español. El ciudadano entendido como un hombre dotado de una moral determinada que encamina libremente sus acciones hacia ese mejor vivir”(p.239). Ahora para llegar a la médula de este asunto Straka lo hace interrogando a nuestros grandes pensadores de aquel tiempo, lo cual prueba que las preocupaciones de ahora ya estaban vivas en aquellos que crearon el proyecto emancipador venezolano. Así vemos como Straka repasa los escritos sobre estos tópicos de Juan Antonio Navarrete(Arca de letras y teatro universal,1810), Bolívar, Bello, Simón Rodríguez, Roscio(El triunfo de la libertad sobre el despotismo,1817), Manuel Palacio Fajardo(Bosquejo de la revolución en la América española,1817), Miguel José Sanz(Teoría política y ética de la Independencia,1811), Francisco Javier Yanes cuyo Manual político del venezolano(1839) considera Straka “tal vez la obra cumbre de nuestra ética cívica de los primeros tiempos”(p.150), Juan Vicente González(Biografía de José Felix Ribas,1865), los Fragmentos Tomás Lander, Domingo Navas Spinola(Virginia,1824).


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Las alas de Ícaro constituyen un libro sustancial. Para entender la problemática que Straka explora y pone de nuevo ante nuestros ojos debe partir del sentido que tuvo para los hombres de la generación de la Independencia de la sociedad venezolana y sobre todo porque para ellos, y después para nosotros, la gran mutación que se produce en Caracas desde el 19 de abril de 1810 no fue sólo ni el golpe de Estado ni un simple pronunciamiento militar. Fue el momento en que una sociedad llegó a su madurez y pudo por lo tanto tomar las riendas de su administración. Esto fue lo hicieron los hombres de lo que el maestro Pedro Grases(1909-2004) llamó la “generación de la Independencia”. A lo cual hay que añadir hoy, y Straka lo hace diafanamente, que lo que vino a dar como un río al pronunciamiento caraqueño del año diez fue uno de los momentos de la “crisis de la sociedad colonial” como denominó a este período Germán Carrera Damas, en su libro de igual título. Fue este el final de un proceso social muy intenso, consecuencia de la madurez de la sociedad provincial en nuestro siglo XVIII. Y como es lógico el “proyecto” que nos llevó a la emancipación se inició, como siempre sucede, en la mente de un grupo de pensadores esclarecidos, entre los cuales el mayor fue sin duda Roscio, pero no el único. Ya hemos señalado los nombres de aquellos en los cuales se afinca Straka para su lúcido examen. Y es central entonces en todos ellos la confluencia dentro de su “proyecto” del enlazamiento entre ética y ciudadanía, que es el asunto particularmente estudiado, con honda penetración por Straka. Al asomarnos a este asunto hay que tener siempre claro, esto lo recalcó más de una vez Augusto Mijares(1897-1979), que la emancipación se hizo porque la sociedad colonial había llegado a su madurez y podían los venezolanos regir sus destinos porque estaban preparados para hacerlo. O, como indicó Luis Castro Leiva(1943-1998) “que la Independencia no se inició, por lo menos en la cabeza de sus primeros detentores, como un simple deseo nacionalista de secesión del Estado español, sino como la búsqueda de establecer ‘una forma de vida, o si se quiere, un destino colectivo e individual distinto al que cívicamente llevábamos como el propio hasta ese crucial momento”(p.10) según la cita que leemos en Las alas... Todas esas concepciones nos llevan a penetrar en “La forma en la que los venezolanos ensayamos una solución propia al respecto, tomamos lo mejor


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de nuestra tradición colonial y la combinamos con las últimas ideas de la modernidad en el entre siglo XVIII-XIX”(p.10). Fue así como buscamos, rompiendo con Madrid lo cual tuvo “connotaciones infinitamente más existenciales a lo pensado”(p.11), “un modelo, un patrón, de un plan de vuelo para echar adelante la vida independiente, se tomó para ello a ese conjunto de prácticas y valores que hoy entendemos como ciudadanía. Y no se trató de una impostura”(p.11). Es allí donde echó raíces el proyecto, al cual se refirió Simón Rodríguez, la “tradición ético-política venezolana”(p.13). Por ello, y a eso se refiere más adelante Straka siempre estaremos en todos nuestros momentos en el palique Vargas-Carujo del amanecer del 8 de julio de 1835: el mundo es del hombre justo(ética), el mundo de los valientes(propio de la militarada). Por ello indica Straka: “Frente a la clave de Carujo surgida de la guerra, está la de Vargas, venida de la colonial”(p.114). Tal el enfrentamiento de Carujo y Vargas “la virtud armada en el primero, la virtud civil en el segundo. El cumplimiento de la virtud, bien entendida como valor o como respeto a las leyes, les permitiría a todos entrar en los usos de la sociedad”(p.139). Ahora bien, nosotros no nos atreveríamos a llamar la de Carujo “virtud armada” porque no había tal, era la violencia, contraria siempre al imperio de las leyes lo que se impuso aquel día de 1835. Y no fue él único, mírense los anales de los golpes militares. El ejército no esta para usurpar el poder civil. Lo que las Fuerzas Armadas deben hacer es sólo “utilizar sus espadas en defensa de las garantías sociales” según el mandato del Libertador en su testamento(diciembre 10,1830), nunca infligir el régimen deliberante de libertades públicas, de ciudadanos iguales. Carujo, fuera de su condición psicopática bien probada por la historia estaba insurgiendo, destruyendo mientras Vargas estaba construyendo y sosteniendo. Esto último implica que siempre para los dirigentes de la Revolución los hábitos de sociedad civil, heredados de la colonia estaban vivos, debían ser continuados. Es ello que don Simón Rodríguez advirtió, en El Libertador del mediodía a América y sus compañeros de armas defendido por un amigo de la causa social(también conocido como Defensa de Bolívar), “Bolívar no vio, en la dependencia de la España, oprobio ni vergüenza, como veía el vulgo; sino un obstáculo a los progresos de la sociedad de su país”(Obras completas,ed.1975,t.II,p.199) lo cual puede correctamente aplicarse al Vargas que se enfrentó a Carujo, quien estaba en tan transcendental momento, como indica Caracciolo Parra Pérez(1888-1964), completamente borracho, ebrio dice el merideño(Mariño y las guerras civiles,ed. 1958, t.I, p.313). De la colonia, sobre todo de la vida de los Cabildos a lo largo de tres siglos provenía la sociedad civil, y “La independencia…es el objetivo de la sociedad civil”(p.139) anota Straka.


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Pero volvamos al momento de palique Vargas-Carujo, que no pudo ser un diálogo porque el oficial estaba armado y el presidente sólo poseía su valor personal y sus convicciones cívicas. En el momento de aquel enfrentamiento que ha guardado nuestra historia como un tesoro, tanto como las palabras “bochinche, bochinche, sólo bochiche” del Precursor en su madrugada trágica. Allí en aquel amanecer se interpolaron las dos tradiciones venezolanas: “la caudillista (Carujo) y la de la sociedad civil (Vargas). La una referida a la ruptura generada por la guerra de Emancipación y su continuación en los siguientes sesenta años de guerras civiles, y con su moral basada en el valor físico; y la otra…centrada en la regularidad administrativa y el respeto a las leyes…Cuando vemos contraponerse a Vargas y Carujo en 1835, estamos ante el choque de estas dos tradiciones”(p.248-249). Pero ello insistimos en que no creemos en la existencia de una “virtud armada”(p.247), pensado en Carujo y sus sucesores. Sólo le encontraríamos sentido a la “virtud armada” si ésta se utiliza para restituir las libertades perdidas sonsacadas de la sociedad por el militar, como Carujo y otros varios, que se consideraron que ellos eran la única ley existente en la nación. Pero también se puede evitar el acto militar agresivo del golpe de Estado con las actitudes propias del régimen democrático quien para resolver sus problemas debe apelar al diálogo, a la concertación no a las armas que deben ser en la democracia fusiles para la paz, para la creación. Por ello es que sabemos que el mundo no será feliz hasta el día que el último ladrillo del último cuartel caiga sobre el último soldado. Gracias a la meditación escrita sobre nuestro proyecto fue que los venezolanos pensantes lograron “crear un ideario sorprendentemente original”(p.14) el cual se sostiene, y nos sostiene, plenamente hoy. Es por ello, y el libro de Straka viene a recordarnolos en muchos de sus pasajes, que la historia manda, que el pasado es una orden. Pretérito que para servir y ser útil no puede convertirse en una obsesión, lo cual es un signo fascista que a lo que más se ha opuesto siempre la concepción de la sociedad venezolana que ha sido desde sus albores democrática y cuyo fundamento ha sido el proyecto liberal. Así de lo que se trató, y logró en muy buena medida, pese al “realismo atroz”(Francisco Herrera Luque: Los cuatro reyes de la baraja,ed.1991,p.49) que impone el suceder político de cada día, crear “nuevas instituciones y principios para alcanzar viejos anhelos”(p.10). Y para vivir surgió el llamarse


NOTAS BIBLIOGRÁFICAS

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patriotas los ciudadanos, lo cual los llevó a las acciones de “fundación, de angustia, de autodescubrimiento,…revelación”(p.19, nota 5). Y esto es lo que debe hacernos volvernos a plantear, para podernos comprender bien, a fondo, “que la independencia representó un conflicto ideológico de vastas proporciones y en cuyo seno se debatieron el resto de los problemas sociales y económicos que contempló, porque de lo que se trataba era, precisamente, de generar otras formas de vida: que por eso lo específicamente ético jugó un papel mucho mayor al dado hasta ahora”(p.22). Aunque Straka inicia su análisis en 1800 en verdad la “crisis de la sociedad colonial” se hace presente por vez primera en 1808 con la “Conspiración de los Mantuanos” pero en verdad ya para 1800 había al menos tres testimonios escritos dignos de atención para la sociedad que se iba a formar, o más a transformar porque iríamos del autoritarismo real a un régimen liberal. Y esos memoriales los encontramos en el Diario(1771-1792) de Francisco de Miranda y en el Informe de don Simón Rodríguez al Cabildo(1794) sobre la necesidad de la reforma escolar y las en las Ordenanzas(1800) del licenciado Sanz. En verdad tiene razón Straka cuando dice que todo el suceder que vimos, y que en este libro observamos dentro del marco de la historia de las ideas, se inicia con la consideración de la situación de España, de hecho los sucesos caraqueños de 1808 si bien pueden ser considerados el último acto de adhesión a la corona a la vez es el primer acto independentista de la elite que protagonizara el 19 de abril de 1810 y el 5 de julio de 1811. “En fin, la historia de la revolución en Venezuela empieza en España” según una observación de Roscio(p.46). De allí que siempre España esté presente en todo el tejido del suceder y que los criollos se planteen de alguna forma lograr ser “otra gente, otra España”(p.23), se consideran aquellos caraqueños, “son españoles, tal vez otros españoles”(p.41), distintos, lo cual era parte de un proceso tan antiguo que el maestro José Antonio Calcaño(1900-1978) encontró sus raíces bastante claras en sucesos y papeles del siglo XVII(“Tesoro de documentos” en El atalaya. Caracas: Monte Avila Editores,1977,p.99105). Los actos en Caracas en 1808 tienen que ver con “la gran tormenta hispánica de aquel año”(p.23) en que hubo una conspiración, el motín de Aranjuez y la caída del Rey, que Bello, en su editorial del primer número de la Gaceta de Caracas, recién fundada aquel día, consideró una revolución, fue


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el maestro Arturo Uslar Pietri(1906-2001) el primero en llamar la atención sobre ese punto(Bello el venezolano. Caracas: la Casa de Bello,1986,p.19). Pero 1808 fue también el año, el 24 de octubre, de la instalación del primer taller de impresión en tierra firme. Se imprimió entonces aquel mismo año la Gaceta de Caracas cuyo redactor fue Bello, no podía ser otro sin duda. En su primer editorial nuestro joven humanista deja claro los caracteres de la sociedad venezolana para aquel momento. Lo que se propusieron los ciudadanos del país, desde la meditación sus pensadores, fue la creación de una nueva “forma de vida…un destino colectivo e individual distinto al que cívicamente llevamos como propio hasta aquel crucial momento”(p.57) según la observación de Castro Leiva Otro punto fundamental en Las alas Ícaro es todo lo relativo a ética y política: “sin moral republicana no puede haber gobierno libre”(p.57) dijo el Libertador. Y “Toda ética parte de una idea de libertad…el estado de realización que implica la práctica de esa virtud…es la felicidad”(p.141). Es por ello que desde muy temprano, en verdad está expuesto en el Manual político del venezolano del prócer Yanes “la nueva ética republicana que intentamos asumir los venezolanos desde 1811…(es) un resumen de las categorías básicas del liberalismo”, así el libro de don Francisco Javier, de lectura actual plena aún hoy, es “un abecedario republicano”(p.152). Así podemos ver como la práctica de la libertad tiene una “inmensa carga moral”(p.155). Y “La base de toda moral…es, lo señalan nuestros repúblicos: el amor”(p.164), “El amor a la patria…se presenta como la condición esencial para el despliegue de todas las virtudes republicanas…Si quieres ser libre, debes ser patriota: si patriota virtuoso: tal la ecuación de Navas Spinola”(p.182) en su pieza Virginia. Por ello subraya Straka: ”Amor a la patria para separarnos de España y de Colombia: amor para alcanzar la virtud; amor para tomar las armas contra la tiranía. Amor, en suma, para todos los ideales políticos de la libertad”(p.183). Y esto de la libertad es tan primordial que hasta podríamos llegar al extremo de “ser independientes, pero no libres”(p.185) porque para ejercer la libertad se necesitan virtudes. De allí la importancia de la creación de la ciudadanía moral cuya configuración para Straka estriba:”a) el amor a la patria…;b) no a cualquier tipo de leyes; la patria se entiende como categoría equivalente a república liberal, como ‘la morada de la felicidad’ a la que se llega…por la práctica de la


NOTAS BIBLIOGRÁFICAS

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virtud;c) Bolívar como encarnación de esa idea de patria-república; d) el catolicismo como fundamento último de todo el sistema; e) que estos valores siguen siendo, en buena medida, una ética sin correlato moral: los testimonios mustios y postreros de(Mariano de) Talavera (y Garcés) en 1856 se parecen demasiado a los procedentes de Bolívar en 1829 y a tantos más consignados de entonces acá, como para que no sigan constituyendo ‘nuestras primeras necesidades’, los ideales que siguen estando en el programa del deber ser republicano al cual aspiramos a llegar”(p.209-210). De allí la permanencia de la idea del Libertador, rescatada por Rafael Tomás Caldera Pietri de un pasaje del Discurso de Angostura(La rectitud del espíritu. Caracas: Italgráfica, 1976. 22 p.) sobre la necesidad de la rectitud en los vivires actuales. O el mismo Bolívar escribió:”El progreso de la luces es el que ensancha el progreso de la práctica, y la rectitud del espíritu, es la que ensancha el progreso de la luces”(Escritos…,ed. 1982,t.XV,p.28). Tal idea es el correlato de su idea sobre “moral y luces son los polos de una República: nuestras primeras necesidades”(Escritos…,t.XV,p.29). Y en cuanto a que la esencia de la sociedad venezolana fue entonces liberal como lo es ahora bien cabe recordar otra vez, también palabras finales, en su manda última, que el maestro Arturo Uslar Pietri confió a Rafael Arraiz Lucca: “No puede haber liberalismo salvaje, el liberalismo es la flor de la civilización, el tolerar la divergencia”(Ajuste de cuentas, ed. 2001, p.39). Y es esa misma tolerancia liberal, así la denomina Straka, la que llevó a Bolívar a llamar la atención en 1826 sobre que “La religión es la ley de la conciencia”(p.217) con lo que se adelantó más de un siglo a la concepción que expuso en los años sesenta del siglo XX el Concilio Ecuménico Vaticano II. Así ya desde 1811 se hizo evidente, en la Constitución de ese año, la primera que tuvimos, la conjunción entre cristianismo, democracia y ética de la felicidad(p.228), es lo que Straka denominma, con razón, la “teología liberal” que práctico Roscio en su famoso libro(p.230). Y ya casi para concluir se podría preguntar el lector el por qué del título de la obra que hemos glosado. En verdad proviene de unas frases del Libertador, en la Carta de Jamaica, mal entendidas en el presente, según las cuales:”¿Se puede concebir que un pueblo recientemente desencadenado se lance a la esfera de la libertad, sin que, como Ícaro, se le deshagan las alas y recaiga en el abismo?”(p.252). Y cierra Straka con esta observación que nos permite comprender el por qué de las líneas de Bolívar y entender la constante búsqueda de libertad en la sociedades y de la búsqueda permanente de por qué la libertad sólo puede ser alcanzada dentro de la sociedad civil, tal el modelo que nos viene de la época de la busca de nuestra autonomía. Y para


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lograr esa libertad “la república y las formas liberales como el marco que haría…la necesidad de que sus miembros, los ciudadanos, adquieran costumbres(valores) necesarias pata que tal república funcione, porque de lo contrario, su vuelo sería el de Ícaro. Sus almas, de no estar bien formadas, se disolverían cuando les pegara de cerca el sol radiante de la libertad.¿Seguirán siendo de Ícaro nuestras alas?. En verdad la lectura de este libro nos muestra que la historia siempre se escribe desde el presente, desde sus preocupaciones y angustias, por lo cual todo aquello que nos muestra el ojo zahorí de Straka tiene plena actualidad y nos muestra como la sociedad venezolana es una sola, la misma que antes anduvo en mula y hoy lo hace en avión y se comunica por Internet. Tanta actualidad que sus temas focales de alguna manera los tocaron nuestros grandes pensadores de fines de la colonia: es imposible la convivencia de la democracia liberal con el autoritarismo; es exigencia perentoria de hoy, cuyo fundamento más serio se haya examinado en esta obra el desarrollo pleno de la sociedad civil que es el que nos llevará a lograr algo que propusimos como perentorio en 1978: radicalizar la democracia, hacerla más democrática. Y es evidente que el contrapunteo política-ética-libertad que examina Straka es hoy más que necesario. Y además es imposible la convivencia de la corrupción con la ética política.


NOTAS BIBLIOGRテ:ICAS

NUEVAS PUBLICACIONES

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NOTAS BIBLIOGRÁFICAS

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MIGUEL BOLÍVAR CHOLLETT SOCIOPOLÍTICA Y CENSOS DE POBLACIÓN EN VENEZUELA. DEL CENSO ‘‘GUZMÁN BLANCO’’ AL CENSO ‘‘BOLIVARIANO’’ Fuentes para la Historia Republicana de Venezuela Nº 94, 324 págs.

Sociólogo y demógrafo. Profesor titular (jubilado) de la UCV. Master en Demografía (London Schoool of Economics) y Master of Arts en Sociología (Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales, FLACSO). Doctor en Ciencias Sociales (mención en Estudios de Población). Fue Jefe de la Oficina Central de Estadística e Informática (OCEI) y también Coordinador Académico de la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales, FACES-UCV. Fue Director de los Postgrados de FACES-UCV. Ha sido Consultor Nacional para el FNUAP y el PNUD en asuntos de población y en sistemas de información social respectivamente. Ha sido distinguido con al Orden ‘‘José María Vargas’’ (Primera Clase) y con el Premio de Investigación ``Francisco de Venanzi’’. Entre sus libros se cuentan: Capitalismo y Población (1984), Ediciones FACES-UCV; La población amazónica de Venezuela (1993), Coedición Proyecto Amazonas-UCV y OEA; Población y Sociedad en la Venezuela del siglo XX (1994), Coedición Ediciones FACES-UCV y Fondo Editorial Tropykos; La Población venezolana 10 años después de El Cairo (2004), Coedición Ediciones FACES-UCV y FNUAP. Ha escrito numerosos artículos científicos y capítulos para libros y revistas nacionales e internacionales sobre temas de población. Actualmente dirige un Seminrio de Doctorado (Aplicaciones del Análisis Demográfico para la Seguridad Social) en el Postgrado integrado de Seguridad Social en FACES-UCV y periódicamente participa en el Curso sobre ‘‘Teoría de la Medición’’ en el Postgrado integrado de Estadística y Actuariado.


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NOTAS BIBLIOGRテ:ICAS

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VIDA DE LA ACADEMIA

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VIDA DE LA ACADEMIA CUARTO TRIMESTRE 2008 (octubre, noviembre, diciembre)

El Numerario Pedro Cunill Graü dictó el Discurso de apertura para el concurso de investigación Auge y decadencia de Nueva Cádiz de Cabagua. El 1 de octubre. Lugar: Centro Omar Carrero. La Asunción. Margarita.

El Director Elías Pino Iturrieta y el Numerario Pedro Cunill Graü, asistieron en representación de la Academia Nacional de la Historia a la Sesión Solemne de la Academia Venezolana de la Lengua, con motivo de la Incorporación de Don Atanasio Alegre como Individuo de Número de esa Corporación, respondió a su discurso el Numerario Blas Bruni Celli. El 6 de octubre. Lugar: Paraninfo del Palacio de las Academias. Hora: 4:00 p.m.

En cinco Sesiones la Academia Nacional de la Historia, llevó a cabo la II Jornadas de Reflexión. Presente y Futuro de la Educación en Venezuela: La Enseñanza de la Historia. En el marco del 120º aniversario de su creación, cuya programación fue la siguiente: 07/10/2008 1ª Sesión: 8:30 a.m. a 10:30 a.m. La Libertad de Cátedra y la Autonomía Universitaria Coordina: Elías Pino Iturrieta Ponentes: Tulio Ramírez Coordinador Postgrado en Educación UCV Omar Hurtado Universidad Pedagógica Experimental Libertador Ezio Serrano Universidad Simón Bolívar Juan Luís Modolell Universidad Católica Andrés Bello 2ª Sesión: 11:30 a.m. a 1:00 p.m. Los Derechos del Educando Coordina: José Rafael Lovera


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Ponentes: Nancy Hernández de Marín Presidenta de FENASOPADRES Marcia Peña Representante Estudiantil. UCV Ramón Chacón Director de la Escuela de Historia. UCV 08/10/2008 3ª Sesión: 8:30 a.m. a 10:30 a.m. El cuidado en los programas de enseñanza-aprendizaje Coordina: Rafael Fernández Heres Ponentes: Nacarid Rodríguez Postgrado en Educación. UCV Carmen Aranguren Facultad de Humanidades. ULA Miguel Hurtado Leña Profesor de la Escuela de Historia. UCV 4ª Sesión: 11:00 a.m. a 1:00 p.m. Formación e información en la enseñanza Coordina: Germán Cardozo Galué Ponentes: Diana Rengifo Arlene Urdaneta Ángel Lombarda Bocán Jorge Bracho

de la historia Núcleo Trujillo. ULA Universidad del Zulia Direc. Centro de Estudios Históricos. LUZ Centro Nacional de Historia

09/10/2008 5ª Sesión: 8:30 a.m. a 10:30 a.m. La responsabilidad social del docente en historia Coordina: José del Rey Fajardo s.j. Ponentes: María Elena González Doctorado en Historia. UCV Claudio Briceño Director Escuela de Historia. ULA Tomás Straka Prof. Inst. Invest. Históricas UCAB •

El Numerario Pedro Cunill Graü participó en el Foro Paisaje y cultura 2008 con la conferencia inaugural Emociones y percepciones del paisaje en la Venezuela profunda. El 15 de octubre. Lugar: Auditorio de CORPOANDES. Mérida.


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La Vicedirectora Secretaria Inés Quintero conjuntamente con la Fundación Empresas Polar llevó a cabo la presentación del libro Más allá de la Guerra. El 19 de octubre. Lugar: Feria del Libro en Valencia. Hora: 4:00 p.m.

El Numerario Pedro Cunill Graü dictó la conferencia Viajes de Misioneros Preindependentistas y Humboldt. El 20 de octubre. Lugar: Fundación Valle de San Francisco.

El Numerario Héctor Bencomo Barrios dictó el discurso de orden en el acto promovido por la cámara Municipal del Estado Trujillo con motivo de cumplirse 188 años de la proclama del Libertador, dirigida al Pueblo Coriano. El 21 de octubre.

Sesión Especial de la Academia Nacional de la Historia con motivo de la Conferencia José Gil Fortoul, titulada Bolívar en Colombia: Las Transformaciones de su Imagen, a cargo del Dr. Jorge Orlando Melo. El 23 de octubre. Lugar: Salón de Sesiones. Hora: 11:30 a.m.

El Numerario Blas Bruni Celli participó en el IX Congreso Nacional de la Medicina Dr. Francisco Plaza Izquierdo con la Conferencia “Enfermedad y muerte del Libertador”. El 28 de octubre. Lugar: Academia Nacional de Medicina. Hora: 9:30 a.m.

El Director de la Academia Nacional de la Historia Elías Pino Iturrieta, participó en el IX Congreso Nacional de la Medicina Dr. Francisco Plaza Izquierdo con la Conferencia Enfermedad y Salud en el Proceso Histórico Venezolano. El 28 de octubre. Lugar: Academia Nacional de Medicina. Hora: 10:45 a.m. Sesión Solemne de la Academia Nacional de la Historia con motivo de la Conmemoración del Centenario del Nacimiento del Dr. Miguel Acosta Saignes. Orador de Orden Don Mario Sanoja Obediente. El 30 de octubre. Lugar: Paraninfo del Palacio de las Academias. Hora: 11:30 a.m.

La Academia Nacional de la Historia recibió a la Sra. Sara Acosta de Salazar, hija del Dr. Miguel Acosta Saignes, quien hizo entrega de un diploma de reconocimiento, por el acto conmemorativo al centenario de su padre, así como al Numerario Mario Sanoja Obediente por su discurso


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de orden, también autorizó para que la Academia publique las obras del Dr. Acosta Saignes que considere pertinentes. El 06 de noviembre. Lugar: Dirección de la Academia Nacional de la Historia. •

El Director de la Academia Nacional de la Historia, llevó a cabo la presentación de su obra Ideas y Mentalidades de Venezuela. El 13 de noviembre. Lugar: Librería Alejandría II del Paseo Las Mercedes. Hora: 7:00 p.m.

En Junta Directiva del 13 de noviembre se recibió la visita de la Sra. Alexandra París, nieta del Dr. Caraciolo Parra Pérez, en representación de sus herederos, con el objeto fundamental de concretar la cesión de los derechos de las obras completas del Dr. Parra Pérez a la Academia Nacional de la Historia.

En Junta Ordinaria del 13 de noviembre el Numerario Héctor Bencomo Barrios, junto a sus asistentes Rosangel Vargas y María Consuelo Andará llevaron a cabo una exposición sobre el Archivo del Libertador.

En Junta Ordinaria del 20 de noviembre el Numerario Santos Rodulfo Cortés recordó la efeméride del 19 de diciembre de 1908, cuando el Gral. Juan Vicente Gómez le dio un golpe de estado a Cipriano Castro y se apoderó del Gobierno, en el cual estuvo hasta el 17 de diciembre de 1935.


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ÍNDICE


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NOTAS BIBLIOGRÁFICAS

ÍNDICE

Presentación ......................................................................................................

3

ESTUDIOS Antedecentes del proyecto venezolano de Universidad Nacional Abierta. Rafael Fernández Heres ..........................................................................................

9

Análisis iconográfico de un grabado de la obra de Alejandro de Humboldt: Una aproximación distinta a la historia de la ciencia. José Rafael Lovera......

59

Sobre las fuentes del Orinoco según el Barón de Humboldt. Alberto Méndez Arocha....................................................................................................................

71

El mayordomo de la casa (Reflexiones sobre el primer manual de uso militar escrito en Venezuela). Edgardo Mondolfi Gudat ....................................

109

El divorcio entre lo privado y lo público en la Mérida colonial. Elizabeth Avendaño Cerrada .................................................................................................

141

Los objetos ceremoniales como representación de la jerarquización colonial venezolana en el siglo XVIII. Carlos García Torres ..................................

155

NOTAS BIBLIOGRÁFICAS El origen de Los Teques de Miguel Lucero. William Rodríguez ...................

179

Taller crítico. La palabra ignorada R.J. Lovera De-Sola ..................................

185

Taller crítico. De la independencia y de la sociedad civil. Los realistas. R.J. Lovera De-Sola ......................................................................................................

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NUEVAS PUBLICACIONES Sociopolítica y censos de población en Venezuela. Del Censo ‘‘Guzmán Blanco’’ al Censo ‘‘Bolivariano’’. Miguel Bolívar Chollet...................................

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VIDA DE LA ACADEMIA Vida de la Academia ..........................................................................................

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AVISO BIBLIOTECA DE LA ACADEMIA NACIONAL DE LA HISTORIA Serie Fuentes para la Historia Colonial de Venezuela Distribución: Palacio de las Academias Bolsa a San Francisco, planta baja. Distribuidora: Telf.: 482.27.06 Librería: Telf.: 482.73.22 De venta en la Academia Nacional de la Historia, Coordinación de Publicaciones, Palacio de las Academias, Bolsa a San Francisco, Teléfono 483.59.02 y en las librerías. Vol. 54: Vol. 55: Vol. 56: Vol. 57: Vol. 58: Vol. 59: Vol. 60: Vol. 61. Vol. 62: Vol. 63: Vol. 64: Vol. 65: Vol. 66:

Vol. 67: Vol. 68:

Descubrimiento y conquista de Venezuela. Tomo I, Estudio preliminar de Joaquín Gabaldón Márquez. Descubrimiento y conquista de Venezuela. Tomo II. Advertencia del compilador: Joaquín Gabaldón Márquez. Tratado de Indias y el doctor Sepúlveda. Fray Bartolomé de las Casas. Estudio preliminar de Manuel Giménez Fernández. Elegías de varones ilustres de Indias. Juan de Castellanos. Estudio preliminar de Isaac J. Pardo. Venezuela en los cronistas generales de Indias, Tomo I. Estudio preliminar de Carlos Felice Cardot. Venezuela en los cronistas generales de Indias. Tomo II. Arca de letras y teatro universal. Juan Antonio Navarrete. Estudio preliminar de José Antonio Calcaño. Libro de la razón general de la Real Hacienda del departamento de Caracas. José de Limonta. Estudio preliminar de Mario Briceño Perozo. Recopilación historial de Venezuela. Fray Pedro de Aguado. Tomo I. Estudio preliminar de Guillermo Morón. Recopilación historial de Venezuela. Fray Pedro de Aguado. Tomo II. Actas del cabildo eclesiástico de Caracas. Tomo I. (1580-1770). Estudio preliminar de Manuel Pérez Vila. Actas del cabildo eclesiástico de Caracas. Tomo II (1771-1808). Noticias Historiales de Venezuela. Fray Pedro Simón. Edición restablecida en su texto original, por vez primera por Demetrio Ramos Pérez, con Estudio preliminar y notas. Tomo I. Noticias Historiales de Venezuela. Fray Pedro Simón. Tomo II. Idem, también anotado por Demetrio Ramos Pérez. El Orinoco ilustrado. José Gumilla. Comentario preliminar de José Nucete Sardi y Estudio bibliográfico de Demetrio Ramos Pérez.


Vol. 69:

Los primeros historiadores de las misiones capuchinas en Venezuela. Presentación y estudios preliminares sobre cada autor de P. Buenaventura de Carrocera, O.F.M.

Relaciones geográficas de Venezuela durante los siglos XVI, XVII y XVIII. Estudio preliminar y notas de Antonio Arellano Moreno. Vol. 71: Ensayo de historia americana. Felipe Salvador Gilij. Tomo I. Traducción y estudio preliminar de Antonio Tovar. Vol. 72: Ensayo de historia americana. Felipe Salvador Gilij. Tomo II. Ensayo de historia americana. Felipe Salvador Gilij. Tomo III. Vol. 73: Documentos para la historia de la Iglesia colonial en Venezuela. Tomo I. Vol. 74: Estudio preliminar y selección del Padre Guillermo Figuera. Vol. 75: Documentos para la historia de la Iglesia colonial en Venezuela. Tomo II. Instrucción general y particular del estado presente de la provincia de VeneVol. 76: zuela en los años de 1720 y 1721. Pedro José de Olavarriaga. Estudio preliminar de Mario Briceño Perozo. Relato de las misiones de los padres de la Compañía de Jesús en las islas y en Vol. 77: Tierra Firme de América Meridional. P. Pierre Pellaprat, S.J. Estudio preliminar del Padre José del Rey. Vol. 78: Conversión de Píritu. P. Matías Ruiz Blanco. Tratado histórico. P. Ramón Bueno. Estudio preliminar y notas de P. Fidel de Lejarza, O.F.M. Vol. 79: Documentos jesuíticos relativos a la historia de la Compañía de Jesús en Venezuela. Estudio preliminar del P. José del Rey S.J. Protocolo del siglo XVI. Estudio preliminar de Agustín Millares Carlo. Vol. 80: Vol. 81: Historia de la Nueva Andalucía. Fray Antonio Caulín. Tomo I. Estudio preliminar y edición crítica de P. Pablo Ojer, S.J. Vol. 82: Estudio de la Nueva Andalucía. Fray Antonio Caulín. Tomo II. (Texto y Notas). Vol. 83: Las Misiones de Píritu. Documentos para su historia. Selección y estudio preliminar de Lino Gómez Canedo, O.F.M. Tomo I. Las Misiones de Píritu. Documentos para su historia. Tomo II. Vol. 84: Vol. 85: Historia de la provincia de la Compañía de Jesús del Nuevo Reyno de Granada en la América. P. Joseph Cassani. S.J. Estudio preliminar y anotaciones al texto del P. José del Rey, S.J. Vol. 86: La historia del Mundo Nuevo. M. Girolano Benzoni. Traducción y Notas de Marisa Vannini de Gerulewicz. Estudio preliminar de León Croizat. Vol. 87: Documentos para la historia de la educación en Venezuela. Estudio preliminar y compilación de Ildefonso Leal. Vol. 88-89-90: Misión de los capuchinos en Cumaná. Estudio preliminar y documentación seleccionada por el R.P. Fray Buenaventura de Carrocera, O.F.M., Cap. Caracas, 1968, 3 tomos. Vol. 70:

Vol. 91:

Historia documentada de los agustinos en Venezuela durante la época colonial. Estudio preliminar de Fernando Campo del Pozo, Agust.


Vol. 92: Vol. 93: Vol. 94: Vol. 95:

Vol. 96: Vol. 97: Vol. 98: Vol. 99: Vol.100:

Vol. 101:

Vol. 102: Vol. 103: Vol. 104: Vol. 105: Vol. 106: Vol. 107: Vol. 108: Vol. 109: Vol. 110: Vol. 111:

Vol. 112:

Las instituciones militares venezolanas del período hispánico en los archivos. Selección y estudio preliminar de Santiago-Gerardo Suárez. Documentos para la historia económica en la época colonial, viajes e informes. Selección y estudio preliminar de Antonio Arellano Moreno. Escritos Varios. José Gumilla. Selección y estudio preliminar de José del Rey, S.J. Documentos relativos a su visita pastoral de la diócesis de Caracas (1771-1784). Obispo Mariano Martí. Libro personal. Tomo I. Estudio preliminar de Lino Gómez Canedo, O.F.M. Documentos relativos a su visita pastoral de la diócesis de Caracas (1771-1784). Obispo Mariano Martí. Libro personal. Tomo II. Documentos relativos a su visita pastoral de la diócesis de Caracas (1771-1784). Obispo Mariano Martí. Libro de inventarios. Tomo III. Documentos relativos a su visita pastoral de la diócesis de Caracas (1771-1784). Obispo Mariano Martí. Libro de inventarios. Tomo IV. Documentos relativos a su visita pastoral de la diócesis de Caracas (1771-1784). Obispo Mariano Martí. Libro de Providencias. Tomo V. Documentos relativos a su visita pastoral de la diócesis de Caracas (1771-1784). Obispo Mariano Martí. Compendio de Juan José Guzmán. Tomo VI. Documentos relativos a su visita pastoral de la diócesis de Caracas (1771-1784). Obispo Mariano Martí. Compendio de Juan José Guzmán, Tomo VII. La Gobernación de Venezuela en el siglo XVII. José Llavador Mira. Documentos para el estudio de los esclavos negros en Venezuela. Selección y estudio preliminar de Ermila Troconis de Veracoechea. Materiales para la historia de las artes decorativas en Venezuela. Carlos E. Duarte. Las obras pías en la Iglesia colonial venezolana. Selección y estudio preliminar de Ermila Troconis de Veracoechea. El real consulado de Caracas (1793- 1810). Manuel Nunes Días. El ordenamiento militar de Indias. Selección y estudio preliminar de Santiago-Gerardo Suárez. Crónica de la provincia franciscana de Santa Cruz de la Española y Caracas. Estudio preliminar y notas de Odilio Gómez Parente, O.F.M. Trinidad, Provincia de Venezuela. Jesse A. Noel. Colón descubrió América del Sur en 1494. Juan Manzano Manzano. Misión de los Capuchinos en los Llanos de Caracas: Introducción y resumen histórico documentos (1657-1699) de R.P. Fray Buenaventura de Carrocera. O.F.M. Capuchino. Tomo I. Misión de los Capuchinos en los Llanos de Caracas: Documentos(1700-1750) de R. P. Fray Buenaventura de Carrocera. O.F.M. Capuchino. Tomo II.


Vol. 113:

Vol. 114: Vol. 115: Vol. 116: Vol. 117: Vol. 118: Vol. 119: Vol. 120: Vol. 121:

Vol. 122:

Vol. 123:

Vol. 124:

Vol. 125:

Vol. 126: Vol. 127: Vol. 128: Vol. 129: Vol. 130:

Vol. 131:

Misión de los Capuchinos en los Llanos de Caracas: Documentos(17501820) de R. P. Fray Buenaventura de Carrocera. O.F.M. Capuchino. Tomo III. Población de origen europeo de Coro en la época colonial. Pedro M. Arcaya. Curazao hispánico (Antagonismo flamenco-español). Carlos Felice Cardot. El mito de El Dorado. Su génesis y proceso. Demetrio Ramos Pérez. Seis primeros obispos de la Iglesia venezolana en la época hispánica (15321600). Mons. Francisco Armando Maldonado. Documentos jesuíticos relativos a la historia de la Compañía de Jesús en Venezuela (Tomo II). José del Rey Fajardo, S.J. Documentos jesuíticos relativos a la historia de la Compañía de Jesús en Venezuela (Tomo III). José del Rey Fajardo, S.J. Hernández de Serpa y su “Hueste” de l569 con destino a la Nueva Andalucía. Jesús María G. López Ruiz. La Provincia Franciscana de Santa Cruz de Caracas. Cuerpo de documentos para su historia (1513-1837). Selección, estudio preliminar, introducciones especiales, edición y notas de Lino Gómez Canedo. La Provincia Franciscana de Santa Cruz de Caracas. Cuerpo de documentos para su historia. Consolidación y expansión (1593-1696). Selección, estudio preliminar, introducciones especiales, edición y notas de Lino Gómez Canedo. La Provincia Franciscana de Santa Cruz de Caracas. Cuerpo de documentos para su historia. Florecimiento, crisis y extinción (1703-1837). Selección, estudio preliminar, introducciones especiales, edición y notas de Lino Gómez Canedo. El sínodo diocesano de Santiago de León de Caracas de 1687. Valoración canónica del regio placet a las constituciones sinodales indianas. Tomo I. Manuel Gutiérrez de Arce. Apéndices a el sínodo diocesano de Santiago de León de Caracas de 1687. Valoración canónica del regio placet a las constituciones sinodales indianas. Tomo II. Manuel Gutiérrez de Arce. Estudios de historia venezolana. Demetrio Ramos Pérez. Los orígenes venezolanos (Ensayo sobre la colonización española en Venezuela). Jules Humbert. Materiales para la Historia Provincial de Aragua. Lucas Guillermo Castillo Lara. El Oriente venezolano a mediados del siglo XVIII, a través de la visita del Gobernador Diguja. Alfonso F. González González. Juicios de Residencia en la provincia de Venezuela. I. Los Welser. Estudio preliminar de Marianela Ponce de Behrens, Diana Rengifo y Letizia Vaccari de Venturini. Fortificación y Defensa. Santiago-Gerardo Suárez.


Vol. 132: Vol. 133: Vol. 134: Vol. 135: Vol. 136: Vol. 137: Vol. 138: Vol. 139:

Vol. 140: Vol. 141: Vol. 142: Vol. 143: Vol. 144: Vol. 145:

Vol. 146: Vol. 147: Vol. 148: Vol. 149: Vol. 150: Vol. 151: Vol. 152: Vol. 153:

Libros y Bibliotecas en Venezuela Colonial (1633-1767) Siglo XVII (1633-1699). Tomo I. Ildefonso Leal. Libros y Bibliotecas en Venezuela Colonial (1633-1767). Siglo XVII (1727-1767). Tomo II. Ildefonso Leal. Las acciones militares del Gobernador Ruy Fernández de Fuenmayor (1637-1644). Lucas Guillermo Castillo Lara. El Régimen de “Las Gracias al Sacar” en Venezuela durante el período hispánico. Tomo I. Santos Rodulfo Cortés. El Régimen de “Las Gracias al Sacar” en Venezuela durante el período hispánico. (Documentos anexos). Tomo II. Santos Rodulfo Cortés. Las Fuerzas Armadas Venezolanas en la Colonia. Santiago-Gerardo Suárez. La Pedagogía Jesuítica en la Venezuela Hispánica. José del Rey Fajardo S.J. Misión de los Capuchinos en Guayana. Introducción y resumen histórico. Documentos, (1682-1785). Tomo I. R.P. Fray Buenaventura de Carrocera, O.F.M. Capuchino. Misión de los Capuchinos en Guayana. Documentos (1760-1785). Tomo II. R.P. Fray Buenaventura de Carrocera, O.F.M. Capuchino. Misión de los Capuchinos en Guayana. Documentos (1785-1819). Tomo III. R.P. Fray Buenaventura de Carrocera, O.F.M. Capuchino. La defensa de la integridad territorial de Guayana en tiempos de Carlos III. María Consuelo Cal Martínez. Los Mercedarios y la política y social de Caracas en los siglos XVII y XVIII. Tomo I. Lucas G. Castillo Lara. Los Mercedarios y la vida política y social de Caracas en los siglos XVII y XVIII. Tomo II. Lucas G. Castillo Lara. Juicios de Residencia en la Provincia de Venezuela. II. Juan Pérez de Tolosa y Juan de Villegas. Recopilación y estudio preliminar de Marianela Ponce y Letizia Vaccari de Venturini. Las salinas de Araya y el origen de la Armada de Barlovento. Jesús Varela Marcos. Los extranjeros con carta de naturaleza de las Indias, durante la segunda mitad del siglo XVIII. Juan M. Morales Alvarez. Fray Pedro de Aguado: Lengua y Etnografía. María T. Vaquero de Ramírez. Descripción exacta de la Provincia de Venezuela de Joseph Luis de Cisneros. Estudio preliminar de Pedro Grases. Temas de Historia Colonial Venezolana. Mario Briceño Perozo. Apuntes para la Historia Colonial de Barlovento. Lucas Guillermo Castillo Lara. Los comuneros de Mérida (Estudio). Tomo I, Edición conmemorativa del bicentenario del movimiento comunero. Los censos en la Iglesia Colonial Venezolana (Sistema de préstamos a interés). Tomo I. Estudio preliminar y recopilación de Ermila Troconis de Veracoechea.


Vol. 154: Vol. 155: Vol. 156: Vol. 157:

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Los censos en la iglesia Colonial Venezolana (Sistema de préstamos a interés). Tomo II. Recopilación de Gladis Veracoechea y Euclides Fuguett. Los censos en la iglesia Colonial Venezolana (Sistema de préstamos a interés). Tomo III. Recopilación de Euclides Fuguett. Hombres y mujeres del siglo XVI venezolano. Tomo I. (A-C). Ismael Silva Montañés. La ocupación alemana de Venezuela en el siglo XVI. Período llamado de los Welser (1528-1536) de Jules Humbert. Traducción y presentación de Roberto Gabaldón. Historia del periodismo y de la imprenta en Venezuela. Tulio Febres Cordero G. Hombres y mujeres del siglo XVI venezolano. Tomo II. (CH-K). Ismael Silva Montañés. Juicios de Residencia en la Provincia de Venezuela. I) Don Francisco Dávila Orejón Gastón (1673-1677). Estudio introductorio, recopilación y selección documental de Letizia Vaccari S.M. Juicios de Residencia en la Provincia de Venezuela. II) Don Francisco Dávila Orejón Gastón (1673-1677). Estudio introductorio, recopilación y selección documental, de Letizia Vaccari S.M. Juicios de Residencia en la Provincia de Venezuela. III) Don Francisco Dávila Orejón Gastón (1673-1677). Estudio introductorio, recopilación y selección documental de Letizia Vaccari S.M. La aventura fundacional de los isleños. Panaquire y Juan Francisco de León. Lucas Guillermo Castillo Lara. Hombres y mujeres del siglo XVI venezolano. Tomo III (L-P). Ismael Silva Montañés. La unidad regional. Caracas-La Guaira- Valles, de 1775 a 1825. Diana Rengifo. Hombres y mujeres del siglo XVI venezolano. Tomo IV (Q-Z). Ismael Silva Montañés. Materiales para el estudio de las relaciones inter-étnicas en la Guajira, siglo XVIII. Documentos y mapas de P. Josefina Moreno y Alberto Tarazona. El contrabando holandés en el Caribe durante la primera mitad del siglo XVIII. Tomo I. Celestino Andrés Araúz Monfante. El contrabando holandés en el Caribe durante la primera mitad del siglo XVIII. Tomo II. Celestino Andrés Araúz Monfante. Guayana y el Gobernador Centurión(1766-1776). María Isabel Martínez del Campo. Las Milicias: Instituciones militares hispanoamericanas. Santiago-Gerardo Suárez. San Sebastián de los Reyes. La ciudad trashumante. Tomo I. Lucas Guillermo Castillo Lara.


Vol. 173:

San Sebastián de los Reyes. La ciudad raigal. Tomo II. Lucas Guillermo Castillo Lara.

Vol. 174:

Los Ministros de la Audiencia de Caracas (1786-1776). Caracterización de una élite burocrática del poder español en Venezuela. Alí Enrique López Bohorquez.

Vol. 175:

El control de la gestión administrativa en el juicio de Residencia al Gobernador Manuel González Torres de Navarra. Tomo I. Marianela Ponce.

Vol. 176:

El control de la gestión administrativa en el juicio de Residencia al Gobernador Manuel González Torres de Navarra. Tomo II. Marianela Ponce.

Vol. 177:

El control de la gestión administrativa en el juicio de Residencia al Gobernador Manuel González Torres de Navarra. Tomo III. Marianela Ponce.

Vol. 178:

Historia de Colombia y de Venezuela. Desde sus orígenes hasta nuestros días. Jules Humbert. Traductor Roberto Gabaldón.

Vol. 179:

Noticias historiales de Nueva Barcelona de Fernando del Bastardo y Loayza. Estudio preliminar y notas, de Constantino Maradei Donato.

Vol. 180:

La implantación del impuesto del papel Sellado en Indias. María Luisa Martínez de Salinas.

Vol. 181:

Raíces pobladoras del Táchira: Táriba, Guásimos (Palmira), Capacho. Lucas Guillermo Castillo Lara.

Vol. 182:

Temas de Historia Colonial Venezolana. Tomo II. Mario Briceño Perozo.

Vol. 183:

Historia de Barinas (1577-1800). Tomo I. Virgilio Tosta.

Vol. 184:

El Regente Heredia o la piedad heroica. Mario Briceño-Iragorry. Presentación de Tomás Polanco Alcántara.

Vol. 185:

La esclavitud indígena en Venezuela (siglo XVI). Morella A. Jiménez G.

Vol. 186:

Memorias del Regente Heredia. José Francisco Heredia. Prólogo de Blas Bruni Celli.

Vol. 187:

La Real Audiencia de Caracas en la Historiografía Venezolana (Materiales para su estudio). Presentación y selección de Alí Enrique López Bohorquez.

Vol. 188:

Familias coloniales de San Carlos, Tomo I (A-H). Diego Jorge HerreraVegas.

Vol. 189:

Familias coloniales de San Carlos, Tomo II (I-Z). Diego Jorge HerreraVegas.

Vol. 190:

Lenguas indígenas e indigenismos - Italia e Iberoamérica. 1492-1866. Ana Cecilia Peña Vargas.

Vol. 191:

Evolución histórica de la cartografía en Guayana y su significación en los derechos venezolanos sobre el Esequibo. Manuel Alberto Donis Ríos. Elementos historiales del San Cristóbal Colonial. El proceso formativo. Lucas Guillermo Castillo Lara. La formación del latifundio ganadero en los Llanos de Apure: 1750-1800. Adelina C. Rodríguez Mirabal. Historia de Barinas (1800-1863). Tomo II. Virgilio Tosta.

Vol. 192: Vol. 193: Vol. 194:


Vol. 195:

Vol. 196: Vol. 197:

Vol. 198:

Vol. 199: Vol. 200: Vol. 201: Vol. 202: Vol. 203: Vol. 204: Vol. 205: Vol. 206: Vol. 207: Vol. 208: Vol. 209:

La visita de Joaquín Mosquera y Figueroa a la Real Audiencia de Caracas (1804-1809). Conflictos internos y corrupción en la administración de justicia. Teresa Albornoz de López. Ideología, desarrollo e interferencias del comercio caribeño durante el siglo XVII. Rafael Cartaya A. Fundadores, primeros moradores y familias coloniales de Mérida (1538-1810). Tomo I -Los Fundadores: Juan Maldonado y sus compañeros (1559). Roberto Picón-Parra. Fundadores, primeros moradores y familias coloniales de Mérida (1538-1810). Tomo II -Los fundadores: Juan Rodríguez Suárez y sus compañeros (1558). Roberto Picón-Parra. Historia de Barinas(1864-1892). Tomo III. Virgilio Tosta. Las Reales Audiencias Indianas. Fuentes y Bibliografía. Santiago-Gerardo Suárez. San Cristóbal, Siglo XVII. Tiempo de aleudar. Lucas Guillermo Castillo Lara. Las Encomiendas de Nueva Andalucía en el siglo XVII. 1688. Tomo I (Traslado y estudio preliminar). Antoinette Da Prato-Perelli. Las Encomiendas de Nueva Andalucía en el siglo XVII. 1688. Tomo II (Traslado y estudio preliminar). Antoinette Da Prato-Perelli. Las Encomiendas de Nueva Andalucía en el siglo XVII. 1688. Tomo III (Traslado y estudio preliminar). Antoinette Da Prato-Perelli. Las Encomiendas de Nueva Andalucía en el siglo XVII. 1688. Tomo IV (Traslado y estudio preliminar). Antoinette Da Prato-Perelli. Simón Rodríguez maestro de escuela de primeras letras. Gustavo Adolfo Ruiz. Linajes calaboceños. Jesús Loreto Loreto. El discurso de la fidelidad. Construcción social del espacio como símbolo del poder regio (Venezuela siglo XVIII). Carole Leal Curiel. Contribución al estudio de la “aristocracia territorial” en Venezuela colonial. La familia Xerez de Aristeguieta. Siglo XVIII. Elizabeth Ladera de Diez.

Vol. 210:

Capacho. Un pueblo de indios en la Jurisdicción de la Villa de San Cristóbal. Inés Cecilia Ferrero Kelleroff.

Vol. 211:

Juan de Castellanos. Estudios de las Elegías de Varones Ilustres. Isaac J. Pardo.

Vol. 212:

Historia de Barinas(1893-1910). Tomo IV. Virgilio Tosta.

Vol. 213:

La Nueva Segovia de Barquisimeto. Tomo I. Nieves Avellán de Tamayo.

Vol. 214:

La Nueva Segovia de Barquisimeto. Tomo II. Nieves Avellán de Tamayo.

Vol. 215:

El Régimen de la Encomienda en Barquisimeto colonial, 1530-1810. Reinaldo Rojas.

Vol. 216:

Crítica y descolonización. El sujeto colonial en la cultura latinoamericana. Beatriz González Stephan y Lucía Helena Costigan (Coordinadoras).


Vol. 217:

Sobre Gobernadores y Residencias en la Provincia de Venezuela. (Siglos XVI, XVII, XVIII). Letizia Vaccari.

Vol. 218:

Paleografía Práctica (su aplicación en el estudio de los documentos históricos venezolanos). Antonio José González Antías y Guillermo Durand González.

Vol. 219:

Tierra, gobierno local y actividad misionera en la comunidad indígena del Oriente venezolano: La visita a la Provincia de Cumaná de don Luis de Chávez y Mendoza (1783-1784). Antonio Ignacio Laserna Gaitán.

Vol. 220:

Miguel José Sanz. La realidad entre el mito y la leyenda. Lenín Molina Peñaloza.

Vol. 221:

Historia de Barinas (1911-1928). Tomo V. Virgilio Tosta.

Vol. 222:

Curazao y la Costa de Caracas: Introducción al estudio del contrabando en la Provincia de Venezuela en tiempos de la Compañía Guipuzcoana 1730-1780. Ramón Aizpúrua.

Vol. 223:

Configuración textual de la recopilación historial de Venezuela de Pedro Aguedo. José María Navarro.

Vol. 224:

Fundadores, primeros moradores y familias coloniales de Mérida (15581810). Roberto Picón Parra (Tomo III).

Vol. 225:

Fundadores, primeros moradores y familias coloniales de Mérida (15581810). Roberto Picón Parra (Tomo IV).

Vol. 226:

El ordenamiento jurídico y el ejercicio del derecho de libertad de los esclavos en la provincia de Venezuela 1730-1768. Marianela Ponce.

Vol. 227:

Los fiscales indianos origen y evolución del Ministerio Público. SantiagoGerardo Suárez.

Vol. 228:

Misiones capuchinas en Perijá. Documentos para su Historia 1682-1819. Tomo I. Ana Cecilia Peña Vargas.

Vol. 229:

Historia social de la región de Barquisimeto en el tiempo histórico colonial 1530-1810. Reinaldo Rojas.

Vol. 230:

Misiones capuchinas en Perijá. Documentos para su historia 1682-1819. Tomo II. Ana Cecilia Peña Vargas.

Vol. 231:

El Teniente Justicia Mayor en la Administración colonial venezolana. Gilberto Quintero.

Vol. 232:

En la ciudad de El Tocuyo. Tomo I. Nieves Avellán de Tamayo.

Vol. 233:

En la ciudad de El Tocuyo. Tomo II. Nieves Avellán de Tamayo.

Vol. 234:

La conspiración de Gual y España y el ideario de la Independencia. Pedro Grases. Juan Picornell y la conspiración de Gual y España. Casto Fulgencio López. Aportes documentales a la historia de la arquitectura del período hispánico venezolano. Carlos F. Duarte. El mayorazgo de los Cornieles. Zulay Rojo. La Venezuela que conoció Juan de Castellanos (S.XVI). Marco Aurelio Vila.

Vol. 235: Vol. 236: Vol. 237: Vol. 238:


Vol. 239: Vol. 240: Vol. 241: Vol. 242: Vol. 243: Vol. 244: Vol. 245: Vol. 246:

Vol. 247: Vol. 248: Vol. 249:

Vol. 250:

Vol. 251:

Vol. 252: Vol. 253:

Vol. 254:

Nuestra Señora del Rosario de Perijá. Documentos para su historia. Tomo I. Ana Cecilia Peña Vargas. Nuestra Señora del Rosario de Perijá. Documentos para su historia. Tomo II. Ana Cecilia Peña Vargas. Nuestra Señora del Rosario de Perijá. Documentos para su historia. Tomo III. Ana Cecilia Peña Vargas. Testimonios de la visita de los oficiales franceses a Venezuela en 1783. Carlos Duarte. Dos pueblos del sur de Aragua: La Purísima Concepción de Camatagua y Nuestra Señora del Carmen de Cura. Lucas Guillermo Castillo Lara. Conquista espiritual de Tierra Firme. Rafael Fernández Heres. El Mayorazgo del Padre Aristiguieta. Primera herencia del Libertador. Juan M. Morales. De la soltería a la viudez. La condición jurídica de la mujer en la provincia de Venezuela en razón de su estado civil. Estudio preliminar y selección de textos legales. Marianela Ponce. Las bibliotecas jesuíticas en la Venezuela colonial. Tomo I. José del Rey Fajardo, S.J. Las bibliotecas jesuíticas en la Venezuela colonial. Tomo II. José del Rey Fajardo, S.J. Catecismos católicos de Venezuela hispana (Siglos XVI-XVIII), Tomo I. Compilación de los textos, notas y estudio preliminar de Rafael Fernández Heres. Catecismos católicos de Venezuela hispana (Siglos XVI-XVIII), Tomo II. Compilación de los textos, notas y estudio preliminar de Rafael Fernández Heres. Catecismos católicos de Venezuela hispana (Siglos XVI-XVIII), Tomo III. Compilación de los textos, notas y estudio preliminar de Rafael Fernández Heres. Aristócratas, honor y subversión en la Venezuela del Siglo XVIII. Frédérique Langue. Noticia del principio y progreso del establecimiento de las misiones de gentiles en río Orinoco, por la Compañía de Jesús. Agustín de Vega. Estudio introductorio de José del Rey Fajardo, s.j. y Daniel Barandiarán. Patrimonio hispánico venezolano perdido (con un apéndice sobre el arte de la sastrería). Carlos F. Duarte.

Vol. 255:

Nortemar Aragüeño. Las querencias de Azul y Oro. Noticias coloniales de Choroní, Chuao y Zepe. Tomo I. Lucas Guillermo Castillo Lara.

Vol. 256:

Nortemar Aragüeño. Las querencias de Azul y Oro. Noticias coloniales de Choroní, Chuao y Zepe. Tomo II. Lucas Guillermo Castillo Lara.

Vol. 257:

Separación matrimonial y su proceso en la época colonial. Antonietta Josefina De Rogatis Restaino.


Vol. 258:

Niebla en las sierras. Los aborígenes de la región centro-norte de Venezuela 1550-1625. Horacio Biord.

Vol. 259:

Asentamiento español y articulación interétnica en Cumaná (1560-1620). Ricardo Ignacio Castillo Hidalgo.

Vol. 260:

Francisco de Miranda y su ruptura con España. Manuel Hernández González.

Vol. 261:

De la Ermita de Ntra. Sra. Del Pilar de Zaragoza al convento de San Francisco. Edda Samudio.

Vol. 262:

La República de las Letras en la Venezuela Colonial (la enseñanza de las Humanidades en los colegios jesuíticos). José del Rey Fajardo s.j.

Vol. 263-264: La estirpe de las Rojas. Antonio Herrera Vaillant B. Vol. 265:

La artesanía colonial en Mérida (1556-1700). Luis Alberto Ramírez Méndez.

Vol. 266:

El Cabildo de Caracas. Período de la colonia (1568-1810). Pedro Manuel Arcaya.

Vol. 267:

Nuevos aportes documentales a la historia de las artes en la provincia de Venezuela (período hispánico). Carlos R. Duarte.


BIBLIOTECA DE LA ACADEMIA NACIONAL DE LA HISTORIA Serie Fuentes para la Historia Republicana de Venezuela

Vol. 1 y 2:

Autobiografía del general José Antonio Páez. Tomos I y II

Vol. 3 y 4: Archivo del general José Antonio Páez. Tomos I y II Vol. 5: Vol. 6: Vol. 7: Vol. 8: Vol. 9: Vol. 10: Vol. 11: Vol. 12: Vol. 13: Vol. 14: Vol. 15: Vol. 16: Vol. 17: Vol. 18: Vol. 19: Vol. 20: Vol. 21: Vol. 22: Vol. 23: Vol. 24: Vol. 25: Vol. 26:

Biografía del general José Antonio Páez. R.B. Cunningham. Resumen de la vida militar y política del “ciudadano Esclarecido”, general José Antonio Páez. Tomás Michelena. Memorias de Carmelo Fernández. Escenas rústicas en Sur América o la vida en los Llanos de Venezuela. Ramón Páez. Memorias de un oficial de la legión Británica. Campañas y Cruceros durante la Guerra de Emancipación Hispanoamericana. Richard Vowell. Las sabanas de Barinas. Richard Vowell. Las estadísticas de las provincias, en la época de Páez. Recopilación y prólogo de Antonio Arellano Moreno. Las comadres de Caracas. John G. A. Willianson. 20 discursos sobre el general José Antonio Páez. Páez visto por cinco historiadores. Código Civil de 28 de octubre de 1862. Estudio preliminar de Gonzalo Parra Aranguren. La Codificación de Páez. (Códigos de Comercio, Penal, de Enjuiciamiento y Procedimiento – 1862-63). Juicios sobre la personalidad del general José Antonio Páez. Historia Político-Eclesiástica de Venezuela (1830-1847). Tomo I. Gustavo Ocando Yamarte. Historia Político-Eclesiástica de Venezuela (1830-1847). Tomo II. Gustavo Ocando Yamarte. Páez, peregrino y proscripto (1848-1851). Rafael Ramón Castellanos. Documentos para la historia de la vida de José Antonio Páez. Compilación, selección y notas de Manuel Pinto. Estudios y discursos sobre el general Carlos Soublette. Soublette y la prensa de su época. Estudio preliminar y compilación de Juan Bautista Querales. Carlos Soublette: Correspondencia. Tomo I. Recopilación, introducción y notas de Ligia Delgado y Magaly Burguera. Carlos Soublette: Correspondencia. Tomo II. Recopilación, introducción y notas de Ligia Delgado y Magaly Burguera. Carlos Soublette: Correspondencia. Tomo III. Recopilación, introducción y notas de Ligia Delgado y Magaly Burguera.


Vol. 27:

La oposición Liberal en Oriente (Editoriales de “El Republicano”, 18441846): Compilación, introducción y notas de Manuel Pérez Vila.

Vol. 28:

Repertorio histórico-biográfico del general José Tadeo Monagas (17841868). Tomo I. Estudio introductorio, recopilación y selección documental de Juan Bautista Querales D.

Vol. 29:

Repertorio histórico-biográfico del general José Tadeo Monagas (17841868). Tomo II. Estudio introductorio, recopilación y selección documental de Juan Bautista Querales D.

Vol. 30:

Repertorio histórico-biográfico del general José Tadeo Monagas (17841868). Tomo III. Estudio introductorio, recopilación y selección documental de Juan Bautista Querales D.

Vol. 31:

Repertorio histórico-biográfico del general José Tadeo Monagas (17841868). Tomo IV. Estudio introductorio, recopilación y selección documental de Juan Bautista Querales D.

Vol. 32:

Opúsculo histórico de la revolución, desde el año 1858 a 1859. Prólogo de Joaquín Gabaldón Márquez.

Vol. 33:

La economía americana del primer cuarto del siglo XIX, vista a través de las memorias escritas por don Vicente Basadre, último Intendente de Venezuela. Manuel Lucena Salmoral.

Vol. 34:

El café y las ciudades en los Andes Venezolanos (1870-1930). Alicia Ardao.

Vol. 35:

La diplomacia de José María Rojas / 1873-1883. William Lane Harris. Traducción: Rodolfo Kammann Willson.

Vol. 36:

Instituciones de Comunidad (provincia de Cumaná, 1700-1828). Estudio y documentación de Magaly Burguera.

Vol. 37:

Nuevas Crónicas de Historia de Venezuela. Tomo I. Ildefonso Leal.

Vol. 38:

Nuevas Crónicas de Historia de Venezuela. Tomo II. Ildefonso Leal.

Vol. 39:

Convicciones y conversiones de un republicano: El expediente de José Félix Blanco. Carole Leal Curiel.

Vol. 40:

Las elecciones presidenciales de 1835 (La elección del Dr. José María Vargas). Eleonora Gabaldón.

Vol. 41:

El proceso de la inmigración en Venezuela. Ermila Troconis de Veracoechea.

Vol. 42:

Monteverde: Cuatro años de historia patria, 1812-1816. Tomo I. Gabriel E. Muñoz.

Vol. 43:

Monteverde: Cuatro años de historia patria, 1812-1816. Tomo II. Gabriel E. Muñoz.

Vol. 44:

Producción bibliográfica y política en la época de Guzmán Blanco (18701887). Cira Naranjo de Castillo y Carmen G. Sotillo.

Vol. 45:

Dionisio Cisneros el último realista. Oscar Palacios Herrera.

Vol. 46:

La libranza del sudor. El drama de la inmigración canaria entre 1830 y 1859. Manuel Rodríguez Campos. El capital comercial en La Guaira y Caracas (1821-1848). Catalina Banko. General Antonio Valero de Bernabé y su aventura de libertad: De Puerto Rico a San Sebastián. Lucas Guillermo Castillo Lara.

Vol. 47: Vol. 48:


Vol. 49: Vol. 50: Vol. 51: Vol. 52: Vol. 53: Vol. 54: Vol. 55: Vol. 56: Vol. 57: Vol. 58: Vol. 59: Vol. 60: Vol. 61:

Vol. 62: Vol. 63: Vol. 64:

Vol. 65: Vol. 66: Vol. 67: Vol. 68: Vol. 69: Vol. 70:

Los negocios de Román Delgado Chalbaud. Ruth Capriles Méndez. El inicio del juego democrático en Venezuela: Un análisis de las elecciones 1946-1947. Clara Marina Rojas. Los mercados exteriores de Caracas a comienzos de la Independencia. Manuel Lucena Salmoral. Archivo del general Carlos Soublette. Tomo I. Catalogación por Naibe Burgos. Archivo del general Carlos Soublette. Tomo II. Catalogación por Naibe Burgos. Archivo del general Carlos Soublette. Tomo III. Catalogación por Naibe Burgos. Las elecciones presidenciales en Venezuela del siglo XIX, 1830-1854. Alberto Navas Blanco. Los olvidados próceres de Aragua. Lucas Guillermo Castillo Lara. La educación venezolana bajo el signo del positivismo. Rafael Fernández Heres. La enseñanza de la física en la Universidad Central de Venezuela, 18271880. Henry Leal. Francisco Antonio Zea y su proyecto de integración Ibero-Americana. Lautaro Ovalles. Los comerciantes financistas y sus relaciones con el gobierno guzmancista (1870-1888). Carmen Elena Flores. Para acercarnos a don Francisco Tomás Morales Mariscal de Campo, último Capitán General en Tierra Firme y a José Tomás Boves Coronel, Primera Lanza del Rey. Tomás Pérez Tenreiro. La Iglesia Católica en tiempos de Guzmán Blanco. Herminia Cristina Méndez Sereno. Raíces hispánicas de don Gaspar Zapata de Mendoza y su descendencia venezolana. Julio Báez Meneses. La familia Río Branco y la fijación de las fronteras entre Venezuela y Brasil. Dos momentos definitorios en las relaciones entre Venezuela y Brasil. El tratado de límites de 1859 y la gestión del barón de Río Branco (19021912). Alejandro Mendible Zurita. La educación venezolana bajo el signo de la ilustración 1770-1870. Rafael Fernández Heres. José Antonio Páez, repertorio documental. Compilación, transcripción y estudio introductorio. Marjorie Acevedo Gómez. La educación venezolana bajo el signo de la Escuela Nueva. Rafael Fernández Heres. Imprenta y periodismo en el estado Barinas. Virgilio Tosta. Los papeles de Alejo Fortique. Armando Rojas. Personajes y sucesos venezolanos en el Archivo Secreto Vaticano. Tomo I. Recopilación y Estudio Preliminar. Lucas Guillermo Castillo.


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Personajes y sucesos venezolanos en el Archivo Secreto Vaticano. Tomo II. Recopilación y Estudio Preliminar. Lucas Guillermo Castillo. Diario de navegación. Caracciolo Parra Pérez. Antonio José de Sucre, biografía política. Inés Quintero. Historia del pensamiento económico de Fermín Toro. Tomás Enrique Carrillo Batalla. Apuntes para una historia documental de la Iglesia venezolana en el Archivo Secreto Vaticano (1900-1922, Castro y Gómez). Tomo I. Lucas Guillermo Castillo Lara. Apuntes para una historia documental de la Iglesia venezolana en el Archivo Secreto Vaticano (1900-1922, Castro y Gómez). Tomo II. Apéndice documental. Lucas Guillermo Castillo Lara. Apuntes para una historia documental de la Iglesia venezolana en el Archivo Secreto Vaticano (1900-1922, Castro y Gómez). Tomo III. Apéndice documental. Lucas Guillermo Castillo Lara. Apuntes para una historia documental de la Iglesia venezolana en el Archivo Secreto Vaticano (1900-1922, Castro y Gómez). Tomo IV. Apéndice documental. Lucas Guillermo Castillo Lara. El Cuartel San Carlos y el Ejército de Caracas 1771-1884. Carmen Brunilde Liendo. Hemerografía económica venezolana del siglo XIX. Tomo I. Tomás Enrique Carrillo Batalla. Hemerografía económica venezolana del siglo XIX. Tomo II. Tomás Enrique Carrillo Batalla. La Provincia de Guayana en la independencia de Venezuela. Tomás Surroca y De Montó. Páez visto por los ingleses. Edgardo Mondolfi Gudat. Tiempo de agravios. Manuel Rafael Rivero. La obra pedagógica de Guillermo Todd. Rafael Fernández Heres. Política, crédito e institutos financieros en Venezuela 1830-1940. Catalina Banko. De leales monárquicos a ciudadanos republicanos. Coro 1810-1858. Elina Lovera Reyes. Clío frente al espejo: La concepción de la historia en la historiografía venezolana. 1830-1865. Lucía Raynero. El almirantazgo republicano. Archivo de Francisco Javier Yánez. Herminia Méndez. En imprenta. Evolución político-constitucional de Venezuela. El período fundacional 1810-1830. Enrique Azpúrua Ayala. José de la Cruz Carrillo. Una vida en tres tiempos. Silvio Villegas. Tiempos de federación en el Zulia. Construir la Nación en Venezuela. Arlene Urdaneta Quintero.


Vol. 93. Vol. 94.

El régimen del General Eleazar López Contreras. Tomás Enrique Carillo Batalla. Sociopolítica y censos de población en Venezuela. Del Censo ‘‘Guzmán Blanco’’ al Censo ‘‘Bolivariano’’. Miguel Bolívar Chollett.


BIBLIOTECA DE LA ACADEMIA NACIONAL DE LA HISTORIA Serie ESTUDIOS, MONOGRAFÍAS Y ENSAYOS Vol. 1:

El Coloniaje, la formación societaria de nuestro continente. Edgar Gabaldón Márquez.

Vol. 2:

Páginas biográficas y críticas. Carlos Felice Cardot.

Vol. 3:

Tratados de Confirmaciones Reales. Antonio Rodríguez de León Pinelo. Estudio preliminar de Eduardo Arcila Farías.

Vol. 4:

Datos para la historia de la educación en el Oriente de Venezuela. Manuel Peñalver Gómez.

Vol. 5:

La tradición saladoide del Oriente de Venezuela. La fase cuartel. Iraida Vargas Arenas.

Vol. 6:

Las culturas formativas del Oriente de Venezuela. La Tradición Barrancas del Bajo Orinoco. Mario Sanoja Obediente.

Vol. 7:

Organizaciones políticas de 1936. Su importancia en la socialización política del venezolano. Silvia Mijares.

Vol. 8:

Estudios en antropología, sociología, historia y folclor. Miguel Acosta Saignes.

Vol. 9:

Angel S. Domínguez, escritor de nítida arcilla criolla. Luis Arturo Domínguez.

Vol. 10:

Estudios sobre las instituciones locales hispanoamericanas. Francisco Domínguez Compañy.

Vol. 11:

Los Héroes y la Historia. Ramón J. Velásquez.

Vol. 12:

Ensayos sobre Historia Política de Venezuela. Amalio Belmonte Guzmán, Dimitri Briceño Reyes y Henry Urbano Taylor.

Vol. 13:

Rusia e Inglaterra en Asia Central. M. F. Martens. Traducción y estudio preliminar de Héctor Gros Espiell.

Vol. 14:

5 procesos históricos. Raúl Díaz Legórburu.

Vol. 15:

Individuos de Número. Ramón J. Velásquez.

Vol. 16:

Los presidentes de Venezuela y su actuación militar (Esbozo). Tomás Pérez Tenreiro.

Vol. 17:

Semblanzas, Testimonios y Apólogos. J.A. de Armas Chitty.

Vol. 18:

Impresiones de la América Española (1904-1906). M. de Oliveira Lima.

Vol. 19:

Obras Públicas, Fiestas y Mensajes (Un puntal del régimen gomecista). Ciro Caraballo Perichi.

Vol. 20:

Investigaciones Arqueológicas en Parmana. Los sitios de la Gruta y Ronquín. Estado Guárico, Venezuela. Iraida Vargas Arenas.

Vol. 21:

La consolidación del régimen de Juan Vicente Gómez. Yolanda Segnini.


Vol. 22:

El proyecto universitario de Andrés Bello (1843). Rafael Fernández Heres.

Vol. 23:

Guía para el estudio de la historia de Venezuela. R.J. Lovera De-Sola.

Vol. 24:

Miranda y sus circunstancias. Josefina Rodríguez de Alonso.

Vol. 25:

Michelena y José Amando Pérez. El sembrador y su sueño. Lucas Guillermo Castillo Lara.

Vol. 26:

Chejendé. Historia y canto. Emigdio Cañizales Guédez.

Vol. 27:

Los conflictos de soberanía sobre Isla de Aves. Juan Raúl Gil S.

Vol. 28:

Historia de las cárceles en Venezuela. (1600-1890). Ermila Troconis de Veracoechea.

Vol. 29:

Esbozo de las Academias. Héctor Parra Márquez.

Vol. 30:

La poesía y el derecho. Mario Briceño Perozo.

Vol. 31:

Biografía del almirante Luis Brión. Johan Hartog.

Vol. 32:

Don Pedro Gual. El estadista grancolombiano. Abel Cruz Santos.

Vol. 33:

Caracas 1883 (Centenario del natalicio del Libertador). Tomo I. Rafael Ramón Castellanos.

Vol. 34:

Caracas 1883 (Centenario del natalicio del Libertador). Tomo II. Rafael Ramón Castellanos.

Vol. 35:

Hilachas de historia patria. Manuel Rafael Rivero.

Vol. 36:

Estudio y antología de la revista Bolívar. Velia Bosch. Indices: Fernando Villarraga.

Vol. 37:

Ideas del Libertador como gobernante a través de sus escritos (18131821). Aurelio Ferrero Tamayo.

Vol. 38:

Zaraza, biografía de un pueblo. J.A. De Armas Chitty.

Vol. 39:

Cartel de citación (Ensayos). Juandemaro Querales.

Vol. 40:

La toponimia venezolana en las fuentes cartográficas del Archivo General de Indias. Adolfo Salazar-Quijada.

Vol. 41:

Primeros monumentos en Venezuela a Simón Bolívar. Juan Carlos Palenzuela.

Vol. 42:

El pensamiento filosófico y político de Francisco de Miranda. Antonio Egea López.

Vol. 43:

Bolívar en la historia del pensamiento económico y fiscal. Tomás Enrique Carrillo Batalla.

Vol. 44:

Chacao: un pueblo en la época de Bolívar (1768-1880). Antonio González Antías.

Vol. 45:

Médicos, cirujanos y practicantes próceres de la nacionalidad. Francisco Alejandro Vargas.

Vol. 46:

Simón Bolívar. Su pensamiento político. Enrique de Gandía.

Vol. 47:

Vivencia de un rito ayamán en las Turas. Luis Arturo Domínguez.

Vol. 48:

La Razón filosófica-jurídica de la Indepencencia. Pompeyo Ramis.


Vol. 49:

Tiempo y presencia de Bolívar en Lara. Carlos Felice Cardot.

Vol. 50:

Los papeles de Francisco de Miranda. Gloria Henríquez Uzcátegui.

Vol. 51:

La Guayana Esequiba. Los testimonios cartográficos de los geógrafos. Marco A. Osorio Jiménez

Vol. 52:

El gran majadero. R.J. Lovera De-Sola.

Vol. 53:

Aproximación al sentido de la historia de Oviedo y Baños como un hecho del Lenguaje. Susana Romero de Febres.

Vol. 54:

El diario “El Pregonero”. Su importancia en el periodismo venezolano. María Antonieta Delgado Ramírez.

Vol. 55:

Historia del Estado Trujillo. Mario Briceño Perozo.

Vol. 56:

Las eras imaginarias de Lezama Lima. Cesia Ziona Hirshbein.

Vol. 57:

La educación primaria en Caracas en la época de Bolívar. Aureo Yépez Castillo.

Vol. 58:

Contribución al estudio del ensayo en Hispanoamérica. Clara Rey de Guido.

Vol. 59:

Contribución al estudio de la historiografía literaria Hispanoamericana. Beatriz González Stephan,

Vol. 60:

Situación médico-sanitaria de Venezuela durante la época del Libertador. Alberto Sila Alvarez.

Vol. 61:

La formación de la vanguardia literaria en Venezuela (Antecedentes y documentos). Nelson Osorio T.

Vol. 62:

Muro de dudas. Tomo I. Ignacio Burk.

Vol. 63:

Muro de dudas. Tomo II. Ignacio Burk.

Vol. 64:

Rómulo Gallegos: la realidad, la ficción, el símbolo (Un estudio del momento primero de la escritura galleguiana). Rafael Fauquié Bescós.

Vol. 65:

Flor y canto. 25 años de la poesía venezolana (1958-1983). Elena Vera.

Vol. 66:

Las diabluras del Arcediano (Vida del Padre Antonio José de Sucre). Mario Fernán Romero.

Vol. 67:

La historia como elemento creador de la cultura. Mario Briceño Iragorry.

Vol. 68:

El cuento folklórico en Venezuela. Antología, clasificación y estudio. Yolanda Salas de Lecuna.

Vol. 69:

Las ganaderías en los llanos centro-occidentales venezolanos, 1910-1935. Tarcila Briceño.

Vol. 70:

La república de las Floridas, 1817-1817. Tulio Arends.

Vol. 71:

Una discusión historiográfica en torno de “Hacia la democracia”. Antonio Mieres.

Vol. 72:

Rafael Villavicencio: Del positivismo al espiritualismo. Luisa M. Poleo Pérez.

Vol. 73:

Aportes a la historia documental y crítica. Manuel Pérez Vila.

Vol. 74:

Procerato caroreño. José María Zubillaga Perera.


Vol. 75:

Los días de Cipriano Castro (Historia Venezolana del 900). Mariano Picón Salas.

Vol. 76:

Nueva historia de América. Las épocas de libertad y antilibertad desde la Independencia. Enrique de Gandía.

Vol. 77:

El enfoque geohistórico. Ramón Tovar L.

Vol. 78:

Los suburbios caraqueños del siglo XIX. Margarita López Maya.

Vol. 79:

Del antiguo al nuevo régimen en España. Alberto Gil Novales.

Vol. 80:

Anotaciones sobre el amor y el deseo. Alejandro Varderi.

Vol. 81:

Andrés Bello filósofo. Arturo Ardao.

Vol. 82:

Los paisajes geohistóricos cañeros en Venezuela. José Angel Rodríguez.

Vol. 83:

Ser y ver. Carlos Silva.

Vol. 84:

La relación hombre-vegetación en la ciudad de Caracas (Aporte de estudio de arquitectura paisajista de Caracas) Giovanna Mérola Rosciano.

Vol. 85:

El Libertador en la historia italiana: ilustración, “risorgimento”, fascismo. Alberto Filippi.

Vol. 86:

La medicina popular en Venezuela. Angelina Pollak-Eltz.

Vol. 87:

Protágoras: Naturaleza y cultura. Angel J. Cappelletti.

Vol. 88:

Filosofía de la ociosidad. Ludovico Silva.

Vol. 89:

La espada de Cervantes. Mario Briceño Perozo.

Vol. 90:

Una tribuna para los godos. El periodismo contrarrevolucionario de Miguel José Sanz y José Domingo Díaz. Julio Barroeta Lara.

Vol. 91:

La presidencia de Sucre en Bolivia. William Lee Lofstrom.

Vol. 92:

El discurso literario destinado a niños. Griselda Navas.

Vol. 93:

Etnicidad, clase y nación en la cultura política del Caribe de habla inglesa. Andrés Serbin.

Vol. 94:

Huellas en el agua (Artículos periodísticos 1933-1961). Enrique Bernardo Núñez.

Vol. 95:

La instrucción pública en el proyecto político de Guzmán Blanco: Ideas y hechos. Rafael Fernández Heres.

Vol. 96:

De revoluciones y contra-revoluciones. Carlos Pérez Jurado.

Vol. 97:

Chamanismo, mito y religión en cuatro naciones éticas de América aborigen. Ronny Velásquez.

Vol. 98:

El pedestal con grietas. Iván Petrovszky.

Vol. 99:

Escritos de Plá y Beltrán. Selección y prólogo de Juan Manuel Castañón.

Vol. 100:

La ideología federal en la Convención de Valencia (1858). Tiempo y debate. Eleonora Gabaldón.

Vol. 101:

Vida de Don Quijote de Libertad (España en el legado del Libertador). Alberto Baeza Flores. Varia académica bolivariana. José Rodríguez IIturbe.

Vol. 102:


Vol. 103:

De la muerte a la vida -Testimonio de Henrique Soublette. Carmen Elena Alemán.

Vol. 104:

Referencia para el estudio de las ideas educativas en Venezuela. Rafael Fernández Heres. Aspectos económicos de la época de Bolívar. I - La Colonia (1776-1810). Miguel A. Martínez G. Aspectos económicos de la época de Bolívar. II - La República (18111930). Miguel A. Martínez G. Doble verdad y la nariz de Cleopatra. Juan Nuño. Metamorfosis de la utopía (Problemas del cambio democrático). Carlos Raúl Hernández. José Gil Fortoul. (1861-1943). Los nuevos caminos de la razón. La historia como ciencia. Elena Plaza. Tejer y destejer. Luis Beltrán Prieto Figueroa. Conversaciones sobre un joven que fue sabio (Semblanza del Dr. Caracciolo Parra León). Tomás Polanco Alcántara. La educación básica en Venezuela. Proyectos, realidad y perspectivas. Nacarid Rodríguez T. Crónicas médicas de la Independencia venezolana. José Rafael Fortique. Los Generales en jefe de la Independencia (Apuntes Biográficos). Tomás Pérez Tenreiro. Los gobiernos de facto en América Latina. 1930-1980. Krystian Complak. Arte, educación y museología. Estudios y polémicas, 1948-1988. Miguel G. Arroyo C. La vida perdurable (Ensayos dispersos). Tomo I. Efraín Subero. La vida perdurable (Ensayos dispersos). Tomo II. Efraín Subero. Notas históricas. Marcos Falcón Briceño. Seis ensayos sobre estética prehispánica en Venezuela. Lelia Delgado R. Reynaldo Hahn, caraqueño. Contribución a la biografía caraqueña de Reynaldo Hahn Echenagucia. Mario Milanca Guzmán. De las dos orillas. Alfonso Armas Ayala. Rafael Villavicencio más allá del positivismo. Rafael Fernández Heres. Del tiempo heroíco. Rafael María Rosales. Para la memoria venezolana. Maríanela Ponce. Educación popular y formación docente de la Independencia al 23 de enero de 1958. Duilia Govea de Carpio.

Vol. 105: Vol. 106: Vol. 107: Vol. 108: Vol. 109: Vol. 110: Vol. 111: Vol. 112: Vol. 113: Vol. 114: Vol. 115: Vol. 116: Vol. 117: Vol. 118: Vol. 119: Vol. 120: Vol. 121: Vol. 122: Vol. 123: Vol. 124: Vol. 125: Vol. 126: Vol. 127:

Folklore y cultura en la península de Paria (Sucre) Venezuela. Angelina Pollak-Eltz y Cecilia Istúriz.

Vol. 128:

La historia, memoria y esperanza. Armando Rojas.

Vol. 129:

La Guayana Esequiba. Dos etapas en la aplicación del Acuerdo de Ginebra. Rafael Sureda Delgado.


Vol. 130:

De hoy hacia ayer... Ricardo Azpúrua Ayala.

Vol. 131:

21 Prólogos y un mismo autor. Juan Liscano.

Vol. 132:

Cultura y Política. Carlos Canache Mata.

Vol. 133:

Los actos administrativos de las personas privadas y otros temas de derecho administrativo. Carlos Felice Castillo.

Vol. 134:

Los procesos económicos y su perspectiva. D.F. Maza Zavala.

Vol. 135:

Temas lingüísticos y literarios. José María Navarro.

Vol. 136:

Voz de amante. Luis Miguel Isava Briceño.

Vol. 137:

Mariano Talavera y Garcés: una vida paradigmática. Francisco Cañizales Verde.

Vol. 138:

Venezuela es un invento. Homero Arellano.

Vol. 139:

Espejismos (Prosas dispersas). Pastor Cortés V.

Vol. 140:

Ildefonso Riera Aguinagalde. Ideas democristianas y luchas del escritor. Luis Oropeza Vásquez.

Vol. 141:

Asalto a la modernidad (López, Medina y Betancourt: del mito al hecho). Elizabeth Tinoco.

Vol. 142:

Para elogio y memoria. Tomás Pérez Tenreiro.

Vol. 143:

La huella del sabio: El Municipio Foráneo Alejandro de Humboldt. Luisa Veracoechea de Castillo.

Vol. 144:

Pistas para quedar mirando. Fragmentos sobre arte. María Elena Ramos.

Vol. 145:

Miranda. Por J. G. Lavretski (Traducción de Alberto E. Olivares).

Vol. 146:

Un Soldado de Simón Bolívar: Carlos Luis Castelli. Máximo Mendoza Alemán.

Vol. 147:

Una docencia enjuiciada: La docencia superior (Bases andragógicas). Eduardo J. Zuleta R.

Vol. 148:

País de Latófagos (ensayos). Domingo Miliani.

Vol. 149:

Narradores en acción (Problemas epistemológicos, consideraciones teóricas y observaciones de campo en Venezuela). Daniel Mato.

Vol. 150:

David Vela: Un perfil biográfico. Julio R. Mendizábal.

Vol. 151:

Esa otra Historia. Miguel A. Martínez.

Vol. 152:

Estado y movimiento obrero en Venezuela. Dorothea Melcher.

Vol. 153:

Una mujer de dos siglos. Margot Boulton de Bottome.

Vol. 154:

La duda del escorpión: La tradición hetorodoxa de la narrativa latinoamericana. Beatriz González Stephan.

Vol. 155:

La palabra y discurso en Julio C. Salas. Susana Strozzi.

Vol. 156: Vol. 157:

El historicismo político. Fulvio Tessitore. Clavimandora. Ludovico Silva. Biografía de Juan Liscano. Nicolasa Martínez Bello, Sonia del Valle Moreno, María Auxiliadora Olivier Rauseo.

Vol. 158:


Vol. 159: Vol. 160: Vol. 161: Vol. 162: Vol. 163: Vol. 164: Vol. 165: Vol. 166: Vol. 167: Vol. 168: Vol. 169: Vol. 170: Vol. 171: Vol. 172: Vol. 173: Vol. 174: Vol. 175: Vol. 176: Vol. 177: Vol. 178: Vol. 179: Vol. 180:

Vol. 181: Vol. 182: Vol. 183: Vol. 184: Vol. 185:

El régimen de tenencia de la tierra en Upata, una Villa en la Guayana venezolana. Marcos Ramón Andrade Jaramillo. La Conferencia de París sobre la Banda Oriental. Víctor Sanz López. Liceo Andrés Bello, un forjador de valores. Guillermo Cabrera Domínguez. El paisaje del riel en Trujillo (1880-1945). José Angel Rodríguez. Democracia sustantiva, democracia formal y hegemonía en Antonio Gramsci (el fenómeno del americanismo y el fordismo). Michel Mujica Ricardo. Detalles galleguianos. Antonio Bastardo Casañas. De Nicaragua a Cuba. Angel Sanjuan. El Amor en Unamuno y sus contemporáneos. Luis Frayle Delgado. La raigambre salesiana en Venezuela. Cien años de la primera siembra. Lucas Guillermo Castillo Lara. Armando Zuloaga Blanco, Voces de una Caracas patricia. Ignacia Fombona de Certad. Ciencia, educación y positivismo en el siglo XIX Venezolano. Luis Antonio Bigott. El liceo Simón Bolívar y su promoción cincuentenaria. 1940-1945. Gonzalo Villamizar A. El universo en la palabra (Lectura estético-ideológica de Abrapalabra). Catalina Gaspar. Introducción a Homero. Primer Poeta de Europa. Alfonso Ortega Carmona. Gremio de poetas. Mario Briceño Perozo. El conocimiento sensorial en Aristóteles. Angel J. Cappelletti. La Salle en Venezuela. Enrique Eyrich S. Razón y empeño de unidad. Bolívar por América Latina. J.L. SalcedoBastardo. Arqueología de Caracas, Escuela de Música José Angel Lamas, Vol. I. Mario Sanoja Obediente, Iraida Vargas A., Gabriel Alvarado y Milene Montilla. Arqueología de Caracas, San Pablo. Teatro Municipal. Vol. II. Iraida Vargas A., Mario Sanoja Obediente, Gabriel Alvarado y Milene Montilla. Ideas y mentalidades de Venezuela. Elías Pino Iturrieta. El águila y el león: El presidente Benjamín Harrison y la mediación de los Estados Unidos en la controversia de límites entre Venezuea y Gran Bretaña. Edgardo Mondolfi Gudat. El derecho de libertad religiosa en Venezuela. Pedro Oliveros Villa. Estudios de varia historia. José Rafael Lovera (en imprenta). Convenio Venezuela-Santa Sede 1958-1964. Historia Inédita. Rafael Fernández Heres. Orígenes de la pobreza en Venezuela. Ermila Troconis de Veracoechea. Humanismo y educación en Venezuela (Siglo XX). Rafael Fernández Heres.


Vol. 186: Vol. 187: Vol. 188: Vol. 189: Vol. 190:

El proceso penal en la administración de justicia en Venezuela 1700-1821. Antonio González Antías. Historia del Resguardo Marítimo de su Majestad en la Provincia de Venezuela y sus anexas (1781-1804). Eulides María Ortega Rincones. 18 de octubre de 1945. Legitimidad y ruptura del hilo constitucional. Corina Yoris-Villasana. Vida y Obra de Pedro Castillo(1790-1858). Roldán Esteva-Grillet. La Codificación Boliviana de Andrés de Santa Cruz. Amelia Guardia.


BIBLIOTECA DE LA ACADEMIA NACIONAL DE LA HISTORIA Serie El Libro Menor

Vol. 1: Vol. 2: Vol. 3: Vol. 4: Vol. 5: Vol. 6: Vol. 7: Vol. 8: Vol. 9: Vol. 10: Vol. 11: Vol. 12: Vol. 13: Vol. 14: Vol. 15: Vol. 16: Vol. 17: Vol. 18: Vol. 19: Vol. 20: Vol. 21: Vol. 22: Vol. 23: Vol. 24: Vol. 25: Vol. 26:

El municipio, raíz de la república. Joaquín Gabaldón Márquez. Rebeliones, motines y movimientos de masas en el siglo XVIII venezolano (1730-1781). Carlos Felice Cirdot. El proceso de integración de Venezuela (1776-1793). Guillerrno Morón. Modernismo y modernistas. Luis Beltrán Guerrero. Historia de los estudios bibliográficos humanísticos latinoamericanos. Libio Cardozo. Para la historia de la comunicación social (ensayo). Manuel Rafael Rivero. El quijotismo de Bolívar. Armando Rojas. Memorias y fantasías de algunas casas de Caracas. Manuel Pérez Vila. Bolivariana. Arturo Uslar Pietri. Familias, cabildos y vecinos de la antigua Barinas. Virgilio Tosta. El nombre de O’Higgins en la historia de Venezuela. Nicolás Perazzo. La respuesta de Gallegos (ensayos sobre nuestra situación cultural). Rafael Tomás Caldera. La República del Ecuador y el general Juan José Flores. Jorge Salvador Lara. Estudio bibliográfico de la poesía larense. Juandemaro Querales. Breve historia de Bulgaria. Vasil A. Vasilev. Historia de la Universidad de San Marcos (1551-1980). Carlos Daniel Valcárcel. Perfil de Bolívar. Pedro Pablo Paredes. De Caracas hispana y América insurgente. Manuel Alfredo Rodríguez. Simón Rodríguez, pensador para América. Juan David García Bacca. La poética de Andrés Bello y sus seguidores. Lubio Cardozo. El magisterio americano de Bolívar. Luis Beltrán Prieto Figueroa. La historia fea de Caracas y otras historias criminológicas. Elio Gómez Grillo. Breve historia de Rumania. Mihnea Gheorghiu, N. S. Tanasoca, Dan Brindei, Florin Constantiniu y Gheorghe Buzatu. Ensayos a contrarreloj. René De Sola. Andrés Bello Americano -y otras luces sobre la Independencia. J.L. SalcedoBastardo. Viaje al interior de un cofre de cuentos (Julio Garmendia entre líneas). Julio Barroeta Lara.


Vol. 27:

Julio Garmendia y José Rafael Pocaterra. Dos modalidades del cuento en Venezuela. Italo Tedesco.

Vol. 28:

Luchas e insurrecciones en la Venezuela Colonial. Manuel Vicente Magallanes.

Vol. 29:

Panorámica de un período crucial en la historia venezolana. Estudio de los años 1840-1847. Antonio García Ponce.

Vol. 30:

El jardín de las delicias y otras prosas. Jean Nouel.

Vol. 31:

Músicos y compositores del Estado Falcón. Luis Arturo Domínguez.

Vol. 32:

Breve historia de la cartografía en Venezuela. Iván Drenikoff.

Vol. 33:

La identidad por el idioma. Augusto Germán Orihuela.

Vol. 34:

Un pentágono de luz. Tomás Polanco Alcántara.

Vol. 35:

La academia errante y tres retratos. Mario Briceño Perozo.

Vol. 36:

Tiempo de hablar. Miguel Otero Silva.

Vol. 37:

Transición (Política y realidad en Venezuela). Ramón Díaz Sánchez.

Vol 38:

Eponomía larense. Francisco Cañizales Verde.

Vol. 39:

Reescrituras. Juan Carlos Santaella.

Vol. 40:

La memoria perdida. Raúl Agudo Freites.

Vol. 41:

Carriel número cinco (Un homenaje al costumbrismo). Elisa Lerner.

Vol. 42:

Espacio disperso. Rafael Fauquié Bescos.

Vol. 43:

Lo bello / Lo feo. Antonieta Madrid.

Vol. 44:

Cronicario. Oscar Guaramato.

Vol. 45:

Ensayos temporales. Poesia y teoría social. Ludovico Silva.

Vol. 46:

Costumbre de leer. José Santos Urriola.

Vol. 47:

Cecilio Acosta, un signo en el tiempo. Manuel Bermúdez.

Vol. 48:

Leoncio Martínez, crítico de arte (1912-1918). Juan Carlos Palenzuela.

Vol. 49:

La maldición del fraile y otras evocaciones históricas. Luis Oropeza Vásquez.

Vol. 50:

Explicación y elogio de la ciudad creadora. Pedro Francisco Lizardo.

Vol. 51:

Crónicas sobre Guayana (1946-1968). Luz Machado

Vol. 52:

“Rómulo Gallegos”. Paul Alexandru Georgescu.

Vol. 53:

Diálogos con la página. Gabriel Jiménez Emán

Vol. 54:

El poeta del fuego y otras escrituras. Mario Torrealba Lossi.

Vol. 55:

Invocaciones (notas literarias). Antonio Crespo Meléndez.

Vol. 56:

Desierto para un “Oasis”. Ana Cecilia Guerrero.

Vol. 57:

Borradores. Enrique Castellanos.

Vol. 58:

Como a nuestro parecer. Héctor Mujica.

Vol. 59:

La lengua nuestra de cada día. Iraset Páez Urdaneta.

Vol. 60:

Homenaje a Rómulo Gallegos. Guillermo Morón.


Vol. 61:

Ramón Díaz Sánchez. Elipse de una ambición de saber. Asdrúbal González.

Vol. 62:

La ciudad contigo. Pedro Pablo Paredes.

Vol. 63:

Incidencia de la colonización en el subdesarrollo de América Latina. Raúl Grien.

Vol. 64:

Lector de Poesía. José Antonio Escalona-Escalona.

Vol. 65:

Ante el bicentenario de Bolívar. El general José Antonio Páez y la memoria del Libertador. Nicolás Perazzo.

Vol. 66:

Diccionario general de la bibliografía caroreña. Alfredo Herrera Alvarez.

Vol. 67:

Breve historia de Bolivia. Valentín Abecia Baldivieso.

Vol. 68:

Breve historia de Canadá. J. C. M. Ogelsby. Traductor: Roberto Gabaldón.

Vol. 69:

La lengua de Francisco de Miranda en su Diario. Francisco Belda.

Vol. 70:

Breve historia del Perú. Carlos Daniel Valcárcel.

Vol. 71:

Viaje inverso: Sacralización de la sal. María Luisa Lazzaro.

Vol. 72:

Nombres en el tiempo. José Cañizales Márquez.

Vol. 73:

Alegato contra el automóvil. Armando José Sequera.

Vol. 74:

Caballero de la libertad y otras imágenes. Carlos Sánchez Espejo.

Vol. 75:

Reflexiones ante la esfinge. Pedro Díaz Seijas.

Vol. 76:

Muro de confesiones. José Pulido.

Vol. 77:

El irreprochable optimismo de Augusto Mijares. Tomás Polanco Alcántara.

Vol. 78:

La mujer de “El Diablo” y otros discursos. Ermila Veracoechea.

Vol 79:

Lecturas de poetas y poesía. Juan Liscano.

Vol. 80:

De letras venezolanas. Carlos Murciano.

Vol. 81:

Cuaderno de prueba y error. Ramón Escovar Salom

Vol. 82:

Ensayos. Oscar Beaujon.

Vol. 83:

Acción y pasión en los personajes de Miguel Otero Silva y otros ensayos. Alexis Márquez Rodríguez.

Vol. 84:

Revolución y crisis de la estética. Manuel Trujillo.

Vol. 85:

Lugar de crónicas. Denzil Romero.

Vol. 86:

Mérida. La ventura del San Buenaventura y la Columna. Lucas Guillermo Castillo Lara.

Vol. 87:

Frases que han hecho historia en Venezuela. Mario Briceño Perozo.

Vol. 88:

Científicos del mundo. Arístides Bastidas.

Vol. 89:

El jardín de Bermudo (Derecho, Historia, Letras). Luis Beltrán Guerrero.

Vol. 90:

Seis escritores larenses. Oscar Sambrano Urdaneta. Campanas de palo. Luis Amengual H. Caracas, crisol. Crónicas. Salvador Prasel. La memoria y el olvido. Stefania Mosca. Cuando el henchido viento. Juan Angel Mogollón.

Vol. 91: Vol. 92: Vol. 93: Vol. 94:


Vol. 95: Vol. 96: Vol. 97: Vol. 98: Vol. 99: Vol. 100: Vol. 101: Vol. 102: Vol. 103: Vol. 104: Vol. 105: Vol. 106: Vol. 107: Vol. 108: Vol. 109: Vol. 110: Vol. 111: Vol. 112: Vol. 113: Vol. 114: Vol. 115: Vol. 116: Vol. 117: Vol. 118: Vol. 119: Vol. 120: Vol. 121: Vol. 122: Vol. 123: Vol. 124. Vol. 125: Vol. 126: Vol. 127:

Ideario pedagógico de Juan Francisco Reyes Baena. Pedro Rosales Medrano. La conspiración del Cable Francés. Y otros temas de historia del periodismo. Eleazar Díaz Rangel. El escritor y la sociedad. Y otras meditaciones. Armando Rojas. De propios y de extraños (Crónicas, artículos y ensayos) 1978-1984. Carmen Mannarino. Agua, silencio, memoria y Filisberto Hernández. Carol Prunhuber. Los más antiguos. Guillermo Morón. Reportajes y crónicas de Carora. José Numa Rojas. Jardines en el mundo. Teódulo López Meléndez. Crónicas y testimonios Elio Mujica. La memoria de los días. Yolanda Osuna. Tradiciones y leyendas de Zaraza. Rafael López Castro. Tirios, troyanos y contemporáneos. J.J. Armas Marcelo. Guzmán Blanco y el arte venezolano. Roldán Esteva Grillet Breve historia de lo cotidiano. Con ciertos comentarios de Guillermo Morón. Pedro León Zapata. Lectura de un cuento. Teoría y práctica del análisis del relato. Alba Lía Barrios. Fermín Toro y las doctrinas económicas del siglo XIX. José Angel Ciliberto. Recuerdos de un viejo médico. Pablo Alvarez Yépez. La ciudad de los lagos verdes. Roberto Montesinos Once maneras de ser venezolano. Tomás Polanco Alcántara. Debajo de un considero me puse a considerar... Lubio Cardozo. Variaciones / I. Arturo Croce. Variaciones / II Arturo Croce. Crónicas de la Ciudad Madre. Carlos Bujanda Yépez Tu Caracas, Machu. Alfredo Armas Alfonzo. Bolívar siempre. Rafael Caldera. Imágenes, voces y visiones (Ensayos sobre el habla poética). Hanni Ossott. Breve historia de Chile. Sergio Villalobos R. Orígenes de la cultura margariteña. Jesús Manuel Subero. Duendes y Ceretones. Luis Arturo Domínguez. El Estado y las instituciones en Venezuela (1936-1945). Luis Ricardo Dávila. Crónicas de Apure. Julio César Sánchez Olivo. La lámpara encendida (ensayos). Juan Carlos Santaella. Táriba, historia y crónica. L. A. Pacheco M.


Vol. 156:

Notas apocalípticas (Temas Contraculturales). Ennio Jiménez Emán. Simbolistas y modernistas en Venezuela. Eduardo Arroyo Alvarez. Relatos de mi andar viajero. Tomás Pérez Tenreiro. Breve historia de la Argentina. José Luis Romero. La Embajada que llegó del exilio. Rafael José Neri. El orgullo de leer. Manuel Caballero. Vida y letra en el tiempo (Ocho Prólogos y dos discursos). José Ramón Medina. La pasión literaria (1959-1985). Alfredo Chacón. Una Inocente historia (Con Relatos de Inocente Palacios). María Matilde Suárez. El fiero (y dulce) instinto terrestre / Ejercicios y ensayos José Balza. La leyenda es la poesía de la historia. Pedro Gómez Valderrama. Angustia de expresar. René De Sola. Todo lo contrario. Roberto Hernández Montoya. Evocaciones de Cumaná, Puerto Cabello y Maracaibo. Lucas Guillermo Castillo Lara. Cantos de Sirena. Mercedes Franco. La Patria y más allá. Francisco Salazar. Leyendo América Latina. Poesía, ficción, cultura. J.G. Cobo Borda. Historias de la noche. Otrova Gomas. Salomniana. Asdrúbal González. Croniquillas españolas y de mi amor por lo venezolano. José Manuel Castañón. Lo pasajero y lo perdurable. Nicolás Cócaro. Palabras abiertas. Rubén Loza Aguerrebere. Son españoles. Guillermo Morón. Historia del periodismo en el Estado Guárico. Blas Loreto Loreto. Balza: el cuerpo fluvial. Milagros Mata Gil. ¿Por qué escribir? (Juvenalias). Hugo Garbati Paolini. Festejos (Aproximación crítica a la narrativa de Guillermo Morón). Juandemaro Querales. Breve historia de Colombia. Javier Ocampo López. El libro de las Notas. Eduardo Avilés Ramírez.

Vol. 157:

Grabados. Rafael Arráiz Lucca.

Vol. 158:

Mi último delito. Crónicas de un boconés (1936-1989). Aureliano González.

Vol. 159:

El viento en las Lomas. Horacio Cárdenas.

Vol 128: Vol. 129: Vol. 130: Vol. 131: Vol. 132: Vol. 133: Vol. 134: Vol. 135: Vol. 136: Vol. 137: Vol. 138: Vol. 139: Vol. 140: Vol. 141: Vol. 142: Vol. 143: Vol. 144: Vol. 145: Vol. 146: Vol. 147: Vol. 148: Vol. 149: Vol. 150: Vol. 151: Vol. 152: Vol. 153: Vol. 154: Vol. 155:


Vol. 160:

Un libro de cristal (Otras maneras de ser venezolano). Tomás Polanco Alcántara.

Vol. 161:

El paisaje anterior. Bárbara Piano.

Vol. 162:

Sobre la unidad y la identidad latinoamericana. Angel Lombardi.

Vol. 163:

La gran confusión. J.J. Castellanos.

Vol. 164:

Bolívar y su experiencia antillana. Una etapa decisiva para su línea política. Demetrio Ramos Pérez.

Vol. 165:

Cristóbal Mendoza, el sabio que no muere nunca. Mario Briceño Perozo.

Vol. 166:

Lecturas antillanas. Michaelle Ascensio.

Vol. 167:

El color humano. 20 pintores venezolanos. José Abinadé.

Vol. 168:

Cara a cara con los periodistas. Miriam Freilich.

Vol. 169:

Discursos de ocasión. Felipe Montilla.

Vol. 170:

Crónicas de la vigilia (Notas para una poética de los ’80). Leonardo Padrón.

Vol. 171:

Sermones laicos. Luis Pastori.

Vol. 172:

Cardumen. Relatos de tierra caliente. J.A. de Armas Chitty.

Vol. 173:

El peor de los oficios. Gustavo Pereira.

Vol. 174:

Las aventuras imaginarias (Lectura intratextual de la poesía de Arnaldo Acosta Bello). Julio E. Miranda.

Vol. 175:

La desmemoria. Eduardo Zambrano Colmenares.

Vol. 176:

Pascual Venegas Filardo: Una vocación por la cultura. José Hernán Albornoz.

Vol. 177:

Escritores en su tinta (Entrevistas, reseñas, ensayos). Eloi Yagüe Jarque.

Vol. 178:

El día que Bolívar... (44 crónicas sobre temas poco conocidos, desconocidos o inéditos de la vida de Simón Bolívar). Paul Verna.

Vol. 179:

Vocabulario del hato. J.A. de Armas Chitty.

Vol. 180:

Por los callejones del viento. Leonel Vivas.

Vol. 181:

Rulfo y el Dios de la memoria. Abel Ibarra.

Vol. 182:

Boves a través de sus biógrafos. J. A. de Armas Chitty.

Vol. 183:

La Plaza Mayor de Mérida. Historia de un tema urbano. Christian Páez Rivadeneira.

Vol. 184:

Territorios del verbo. Sabas Martín.

Vol. 185:

El símbolo y sus enigmas. Cuatro ensayos de interpretación. Susana Benko.

Vol. 186:

Los pájaros de Majay. Efraín Inaudy Bolívar. Blas Perozo Naveda: La insularidad de una poesía. Juan Hildemaro Querales. Breve historia del Ecuador. Alfredo Pareja Diezcanseco. Orinoco, irónico y onírico. Régulo Pérez. La pasión divina, la pasión inútil. Edilio Peña.

Vol. 187: Vol. 188: Vol. 189: Vol. 190:


Vol. 191: Vol. 192: Vol. 193: Vol. 194: Vol. 195: Vol. 196: Vol. 197: Vol. 198: Vol. 199: Vol. 200: Vol. 201: Vol. 202: Vol. 203: Vol. 204: Vol. 205: Vol. 206: Vol. 207: Vol. 208: Vol. 209: Vol. 210: Vol. 211: Vol. 212: Vol. 213: Vol. 214: Vol. 215: Vol. 216: Vol. 217: Vol. 218: Vol. 219: Vol. 220: Vol. 221: Vol. 222: Vol. 223:

Cuaderno venezolano para viajar (leer) con los hijos. Ramón Guillermo Aveledo. Pessoa, la respuesta de la palabra. Teódulo López Meléndez. Breve historia de los pueblos árabes. Juan Bosch. Pensando en voz alta. Tomás Polanco Alcántara. Una historia para contar. Rafael Dum. La saga de los Pulido. José León Tapia. San Sebastián de los Reyes y sus ilustres próceres. Lucas G. Castillo Lara. Iniciación del ojo. Ensayo sobre los valores y la evolución de la pintura. Joaquín González-Joaca. Notas y estudios literarios. Pascual Venegas Filardo. Pueblos, aldeas y ciudades. Guillermo Morón. Zoognosis: el sentido secreto de los animales en la mitología. Daniel Medvedov. Los Estados Unidos y el bloqueo de 1902. Deuda externa: agresión de los nuevos tiempos. Armando Rojas Sardi. Mundo abierto (Crónicas dispersas). Efraín Subero. El ojo que lee. R.J. Lovera De-Sola. La Capilla del Calvario de Carora. Hermann González Oropeza, S.J. El dios salvaje. Un ensayo sobre “El corazón de las tinieblas”. Edgardo Mondolfi. Breve historia del Japón. Taraõ Sakamoto. La mirada, la palabra. Rafael Fauquié. José Antonio Anzoátegui. Jóvito Franco Brizuela. El fin de la nostalgia. Antonio Crespo Meléndez. Sin halagar al diablo, sin ofender a Dios. Ramón Gutiérrez. Lecturas. Francisco Pérez Perdomo. Sobre Ramón Pompilio. Alberto Alvarez Gutiérrez. Anécdotas de mi tierra. Miguel Dorante López. Pensar a Venezuela. Juan Liscano. Crónicas irregulares. Iván Urbina Ortiz. Lecturas guayanesas. Manuel Alfredo Rodríguez. Conversaciones de memoria. José Luis Izaguirre Tosta. El viejo sembrador. Ramón Pompilio Oropeza. Crónicas. Agustín Oropeza. Para una poética de la novela “Viaje Inverso”. Haydée Parima. Enseñanza de la historia e integración regional. Rafael Fernández Heres. Breve historia del Caribe. Oruno D. Lara.


Vol. 224: Vol. 225: Vol. 226: Vol. 227: Vol. 228: Vol. 229: Vol. 230: Vol. 231: Vol. 232: Vol. 233: Vol. 234: Vol. 235: Vol. 236: Vol. 237: Vol. 238: Vol. 239: Vol. 240:

Miguel Sagarzazu, héroe y médico. Máximo Mendoza Alemán. Tucacas. Desde el umbral histórico de Venezuela. Manuel Vicente Magallanes. Los Cumbes. Visión panorámica de esta modalidad de rebeldía negra en las colonias americanas de España y Portugal. Edmundo Marcano Jiménez. 11 Tipos. Juan Carlos Palenzuela. Venezuela en la época de transición. John V. Lombardi. El primer periódico de Venezuela y el panorama de la cultura en el siglo XVIII. Ildefonso Leal. Los 9 de Bolívar. J.L. Salcedo-Bastardo. Andrés Bello y la Historia. Mariano Picón-Salas. La evolución política de Venezuela 1810-1960. Augusto Mijares. Evolución de la Economía en Venezuela. Eduardo Arcila Farías. Positivismo y gomecismo. Elías Pino Iturrieta. Cerámica venezolanista y otros textos sobre el tema. Compilación y prólogo de José Rafael Lovera. Páez y Arte Militar. Héctor Bencomo Barrios. Historia territorial de la provincia de Mérida-Maracaibo (1573-1820). Manuel Alberto Donis Ríos. La curiosidad compartida. Estrategias de la descripción de la naturaleza de los historiadores antiguos y crónica de India. Mariano Nava Contreras. Historia e historiadores de Venezuela en la segunda mitad del siglo XX. María Elena González Deluca El diablo suelto en Carora. Memoria de un crimen. Juan Carlos Reyes.


Serie Libro Breve Vol. 231: Vol. 232: Vol. 233: Vol. 234: Vol. 235: Vol. 236: Vol. 237: Vol. 238:

Vol. 239: Vol. 240: Vol. 241.

Bello y la historia. Mariano Picón-Salas. La evolución política de Venezuela (1810-1960). Augusto Mijares. Evolución de la economía en Venezuela. Eduardo Arcila Farías. Positivismo y Gomecismo. Elías Pino Iturrieta. Cerámica venezolanista y otros textos sobre el tema. Compilación y Prólogo de José Rafael Lovera. Páez y el arte militar. Héctor Bencomo Barrios. Historia territorial de la provincia de Mérida-Maracaibo (1573-1820). Manuel Alberto Donís Ríos. La curiosidad compartida. Estrategias de la descripción de la naturaleza en los historiadores antiguos y en la Crónica de Indias. Mariano Nava Contreras. Historia e historiadores de Venezuela en la segunda mitad del siglo XX. María Elena González Deluca. El diablo suelto en Carora. Memoria de un crimen. Juan Carlos Reyes. Las visitas pastorales de Monseñor Antonio Ramón Silva. Jesús Rondón Nucete.



Editado por la ACADEMIA NACIONAL DE LA HISTORIA Impreso en los talleres litográficos de G RÁFICAS F RANCO, C.A. teléfonos: (0058) (212) 483.2574 - 483.3396 - fax: 481.3549 email: johnfrancog@cantv.net gmail: johnfrancog@gmail.com Mayo de 2009 - Caracas-Venezuela La edición consta de 500 ejemplares Se utilizó papel Tamcreamy 55 grs







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