Esteban se puso de pie, con su frente en alto y voz firme. Le habló a los jueces, sobre cómo la historia de Abraham, Isaac, Jacob, José, Moisés, Josué, David, Salomón y todos los profetas, señalaba que Jesús era más grande, justo y poderoso que todos ellos, pues era el Salvador que Dios había prometido. Escuchando a Esteban, los jueces apretaban tanto sus dientes de rabia, que sonaban como un chillido. Sus ojos y cara se pusieron rojos. ¡No creían lo que él les decía! Entonces, sus miradas se dirigieron a Esteban, decretando que era culpable. ¡Pero sucedió algo! Vieron que Esteban estaba lleno de seguridad y fuerza. Él miraba hacia arriba señalando, y decía: —¡Miren! Veo el cielo abierto y a Jesús de pie a la derecha de Dios Padre. 7