ENSEÑANZA BÍBLICA
EL DÍA QUE DIOS SEPARÓ A JUAN Será un hombre con el espíritu y el poder de Elías; preparará a la gente para la venida del Señor. Juan 1:17
Reflexión para los padres y maestros: La enseñanza “El día que Dios separó a Juan”, basada en Lucas 1 y 2, nos recuerda que para el Creador somos importantes desde antes de nuestro origen. Juan el Bautista nació milagrosamente y fue separado con un propósito que cumplió hasta su último día de vida terrenal: preparar el camino al Mesías. El nacimiento de Juan, al igual que el de Cristo, fue anunciado por el ángel Gabriel, como testimonio vivo de la gracia de Dios. El niño traería alegría y esperanza a sus padres y quienes le rodeaban. Lo que era imposible, debido a la naturaleza humana, fue concedido por el Señor de una forma extraordinaria. Elisabet tendría un hijo muy especial que pregonaría la llegada al mundo de Emanuel y exhortaría a las multitudes al arrepentimiento de pecados.
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El Bautista dependió completamente de la fortaleza y el amor de Dios. El poder y el Espíritu del Señor estaba sobre Juan. En su corazón y el de sus padres no había dudas que Jesús traería salvación al ser humano. De igual manera, reforcemos en nuestros niños el confiar en aquel que nos conoce y nos amó desde el momento mismo de nuestra concepción. Él es quien nació y murió por nosotros; quien nos extiende su brazo amoroso, prometiendo caminar con nosotros y nunca abandonarnos. Temas para discutir: 1.Dios te conoce desde antes de nacer. 2.Eres valioso para Dios, desde que estabas en el vientre de tu madre. 3.Dios tiene un propósito con cada persona. 4.El amor de Dios es eterno. 5.La vida de los niños es importante para Dios. 6.Para Dios, no hay nada imposible.
Esta es la historia milagrosa del nacimiento de Juan el Bautista, hijo de Elisabet y Zacarías. Sus padres eran personas rectas, amaban a Dios y guardaban los mandamientos. Sin embargo, no tenían hijos, pues Elizabet no podía quedar embarazada y ya eran ancianos. Zacarías era sacerdote y un día, mientras estaba trabajando en el templo, el ángel Gabriel apareció con un mensaje muy especial. Zacarías se asustó pues solamente él debía estar en ese lugar. Además, Gabriel no era cualquier persona, sino un ángel enviado por Dios. ¿Qué harías si vieras ángeles? Gabriel le dijo: —¡No tengas miedo, Zacarías! Dios ha escuchado tu oración. Tu esposa, Elisabet, te dará un hijo, y lo llamarás Juan. Tendrás gran gozo y alegría, y muchos se alegrarán de su nacimiento, porque él será grande a los ojos del Señor. No deberá beber vino ni ninguna bebida alcohólica y será lleno del Espíritu Santo aun antes de nacer. Él hará que muchos israelitas vuelvan al Señor su Dios. 3
El sacerdote estaba asombrado. El ángel añadió: —Tu hijo será un hombre con el espíritu y el poder del profeta Elías; preparará a la gente para la venida de Jesús, el Señor. Zacarías, dudando, le dijo al ángel: —¿Cómo puedo estar seguro de que ocurrirá esto? Mi esposa y yo somos ancianos. Entonces el ángel contestó: —¡Yo soy Gabriel! Estoy en la misma presencia de Dios. ¡Fue Él quien me envió a darte esta buena noticia! Pero como no creíste lo que te dije, te quedarás mudo, sin poder hablar hasta que nazca el niño. Te aseguro que mis palabras se cumplirán a su debido tiempo. Mientras tanto, la gente esperaba a que Zacarías saliera del santuario y se preguntaba por qué tardaba tanto. Cuando por fin salió, no podía hablarles. —¿Qué le sucede a Zacarías? —decía la gente—. ¿Por qué no puede hablar? Entonces, por las señas que él hacía y su silencio, se dieron cuenta de que seguramente había tenido una visión. Cuando Zacarías terminó su servicio en el templo, regresó a su casa. Meditaba en la experiencia que había tenido y en el anuncio del ángel Gabriel. Poco tiempo después, su esposa Elisabet quedó embarazada. ¡La oración que hicieron por muchos años fue contestada! —¡Qué bueno es el Señor! —exclamó Elisabet—. Me ha quitado la vergüenza de no tener hijos.
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Luego de algunos meses, Elisabet recibió la visita de su prima María, quien al igual que Zacarías, había recibido un mensaje del ángel Gabriel. Cuando Elisabet escuchó a María, el bebé saltó en su vientre. Ella fue llena del Espíritu Santo, y exclamó a gran voz: —¡María! Dios te ha bendecido más que a todas las mujeres, y tu hijo es bendito. Elisabet supo inmediatamente que María estaba embarazada y que su hijo sería el Mesías que tanto esperaban; aquel que traería salvación al mundo. Al verse, se abrazaron y María le contó a su prima lo que le había sucedido: —El ángel Gabriel me visitó para anunciar que yo tendría un hijo que se llamará Jesús, quien será grande y llamado Hijo del Altísimo —dijo María—. Su reino no tendrá fin. —También me dijo que tú estabas esperando un hijo porque para Dios no hay nada imposible. Elisabet le dijo: —María, ¿por qué tengo este honor, que la madre de mi Señor venga a visitarme? Cuando escuché tu saludo, el bebé saltó de alegría en mi vientre. Eres bendita porque creíste que el Señor haría lo que te dijo. Elisabet alabó a Dios, dando gracias por su milagro de amor. María se quedó en la casa de su prima por tres meses y ambas compartieron durante ese tiempo de embarazo. Dios las había escogido para ser las madres de dos hombres que cambiarían la historia de Israel y el mundo.
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Cuando nació el bebé de Elisabet y Zacarías, ella dio a luz un hijo varón, como lo había anunciado el ángel Gabriel. Todos sus vecinos y familiares se alegraron al enterarse de que el Señor había sido tan bondadoso con ellos. Una vez el bebé cumplió ocho días de nacido, se reunieron para la ceremonia de circuncisión. Querían ponerle por nombre Zacarías como su padre, pero Elisabet dijo: —¡No! ¡Su nombre es Juan! —¿Cómo? —exclamaron—. No hay nadie en tu familia con ese nombre. Entonces, le preguntaron por gestos al padre cómo quería que se llamara su hijo. Zacarías pidió con señas que le dieran una tablilla para escribir y, para sorpresa de todos, escribió: Su nombre es Juan. Al instante, él pudo hablar de nuevo y comenzó a alabar a Dios. Todo el vecindario se llenó de temor reverente, y la noticia de lo que había sucedido corrió por todas las colinas de Judea. Los que la oían meditaban sobre los acontecimientos y se preguntaban: —¿Qué llegará a ser este niño?
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La mano del Señor estaba sobre el bebé de una manera especial. Él crecería y se convertiría en un hombre de poder, de palabra y lleno del Espíritu Santo, bautizando a los que creyeran en Dios. Lo llamarían Juan, el Bautista y anunciaría un mensaje especial a todo el que se encontrara en su camino: Jesús, el Mesías vendría pronto.
Hasta la próxima clase. Dios te bendiga. Feliz Navidad.
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VOCABULARIO: 1. estéril = persona o animal que no puede tener hijos o reproducirse. 2.mandamientos = leyes dadas por Dios a Moisés, para el pueblo de Israel. 3.mudo = persona que no puede hablar. 4.recta = aquel que tiene principios morales. 5.santuario = templo donde se reúnen para adorar a Dios.
RECURSOS: 1. El Nacimiento de Juan el Bautista https://youtu.be/LEtIfZirfP8 2. Anuncio y Nacimiento de Juan el Bautista (Zacarías y Elisabet) https://youtu.be/jf31NVF_yPw
COLOREA EL DÍA QUE DIOS SEPARÓ A JUAN
ACTIVIDAD EL DÍA QUE DIOS SEPARÓ A JUAN
DICIEMBRE 2020 | PUERTO RICO | #QUÉDATEENCASA #CRISTOTEAMA AUTORES: JUAN M. FRONTERA, ANGÉLICA VARGAS Y RAQUEL ÁLAMO ILUSTRACIONES: RICK LIPSETT | DISEÑO GRÁFICO: LUIS E. RAMOS