El Regreso del Exilio

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M.C. Vรกzquez LIBRO 1

EL MEDALLON MAGICO EL REGRESO DEL EXILIO


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Titulo: El Medallón Mágico: El regreso del Exilio Autor: M. C. Vázquez Primera Edición Impresa: Junio 2008  2008, Editorial Mindigo Segunda Edición Impresa: Julio 2013 Primera Edición Digital: Octubre 2013  2013, Editorial Mindigo

Impreso en México - Printed in México ISBN: En tramite Depósito Legal: En tramite Impreso por MINDIGO, S.A. Realización e Ilustración de cubierta: Mario Carrillo Vázquez Todos los derechos reservados. Bajo las sanciones establecidas en las leyes, queda rigurosamente prohibida, sin autorización escrita de los titulares del copyright, la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la rehogaría y el tratamiento informativo, así como la distribución de ejemplares mediante alquiler o préstamo públicos.


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Prólogo Las llamas se alzaban imponentes y rugían amenazantes sobre aquel inestable suelo de piedra que parecía estar a punto de desquebrajarse a cada segundo, aunque eso era lo que menos le preocupaba al chico que se erguía sin miedo en medio del enorme círculo de fuego que había invocado para impedir que su adversario escapara. A pesar de lo débil que se sentía, estaba dispuesto a aguantar un poco más, después de todo, sabía que aquello terminaría muy pronto: ni él ni el hombre frente a él y que lo observaba desafiante tenían ya fuerzas para seguir luchando pues aquella batalla había durado ya demasiado. Urick no quería perder, estaba consciente de que no podía perder. El futuro de todo su mundo dependía de aquella lucha que se estaba tornando interminable y de la cual él era una de las piezas claves. Sabía que ahora todo estaba en sus manos, cualquier duda o titubeo podía costarle la victoria, debía de ser extremadamente cuidadoso con cada uno de sus movimientos, con cada decisión que tomara y sobre todo, debía tener cuidado de escoger el momento adecuado para dar el golpe final a su enemigo, así que lo observó un momentos tratando de estudiarlo y dictaminar cuando es que sería correcto atacar.

Debía de tener unos cuarenta años aunque la barba le hacía aparentar unos cuantos más. Sus ojos eran azules y fríos, tanto que incluso te hacían pensar que con solo mirarlos podrían congelarte en un instante y la larga túnica negra que vestía lo hacía parecer más alto de lo que en realidad era y más peligroso de lo que alguien pudiera imaginarse. Pero sobre todo


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había algo en el que lo hacía diferente, una enorme aura que manaba de él y hacía temblar a todo aquel que se acercaba, era un poder que Urick jamás había sentido en nadie, aquello ero lo que más lo atemorizaba e intrigaba imaginando como es que ese hombre había conseguido obtener semejante poder. Aunque en aquel momento aquello apenas era perceptible, puesto que aquel sujeto parecía haber ya agotado todas sus fuerzas en la lucha. El muchacho cerró los ojos e intentó concentrarse. Todo acababa allí. Sabía que lo que estaba a punto de hacer podía costarle la vida pero no le importaba, tenía que hacerlo. Tenía que ganar a cualquier precio. Respiró profundamente y sintió que la poca energía que le quedaba recorría todo su cuerpo provocándole una sensación de calidez y por un segundo se sintió confortado por aquella fuerza que recorría cada centímetro de él y comenzó a sentir como iba creciendo aquel poder mas y mas. No le hacía falta abrir los ojos para saber lo que estaba ocurriendo. Frente a él había aparecido una gran esfera formada por lo que parecían miles de átomos girando entre sí a la velocidad de la luz. Se concentró hasta que su última gota de energía salió de su cuerpo para unirse al torrente de luz que giraba a toda velocidad frente a él y que había aumentado su tamaño considerablemente. Con un último esfuerzo hizo lo único que le quedaba por hacer, de un rápido movimiento invoco aquel poder con el único fin de derrotar a su enemigo y acabar con todo aquello de una vez por todas, todo sucedió muy rápido como para poder siquiera evitarlo, Urick cayó de rodillas al suelo, sabiendo que lo que acababa de hacer provocaría una enorme explosión que desintegraría todo lo que estuviera a su alcance, incluso el mismo, la tierra que rugía a sus pies


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comenzó a temblar y a agrietarse mientras que el hombre miró al muchacho que había caído al suelo con sorpresa, pero luego entrecerró un poco los ojos y suspiró. El joven lo miró y le pareció que por un instante esbozaba una fina sonrisa de satisfacción al ver de lo que había sido capaz de hacer, incluso por un instante creyó ver un dejo de orgullo en la mirada de su oponente.

El chico se puso en pie de nuevo con esfuerzo. Sus marrones ojos mostraban determinación pero también alivio ― Se acabó ― pensó cerrando los ojos de nuevo y sintiendo que no aguantaría mucho más pues sabía que había llegado al límite. El hombre también suspiró y esbozó una sonrisa cansada y triste aunque satisfecha. Cuando Urick volvió a abrir los ojos, estos brillaban de forma extraña y deslumbrante, como si la luz de una estrella los iluminara desde dentro. Extendió las manos para tocar la esfera que resplandecía frente a él, cualquiera pensaría que una fuerza así sería capaz de quemarte las manos al más leve roce, sin embargo fue todo lo contrario, el hico sintió nuevamente una tibieza que calmo por un instante todo el dolor que sentía, aguardo un segundo antes de soltar toda aquella cantidad de energía concentrada y miro nuevamente a su oponente quien permanecía impávido frente a él mirándolo casi, casi suplicante.

Si hacer siquiera el más mínimo movimiento la enorme esfera de luz comenzó a avanzar agrandándose e iluminándolo todo a su paso, era como si fuese controlada por el pensamiento y deseo del Urick. Al perder todo contacto con ella el chico sintió que toda la energía escapaba por sus dedos y se sintió


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nuevamente débil, como si su propia vida también se escapaba poco a poco, aun así se esforzó al máximo hasta quedar completamente vacío. Observó como una explosión de luz lo iluminaba todo momentos antes de suspirar y caer al suelo rendido y sintiendo que los latidos de su corazón de hacían cada vez más débiles, mientras la terrible explosión los envolvía a ambos destruyéndolo todo.

Todo a su alrededor brilló unos instantes y luego desapareció, se desintegró como si nunca hubiese existido, aquel hombre había observado como la energía del joven se había acercado sin hacer el menor intento por evitarlo, pues sabía que nada ni nadie habría podido detener o anula aquel poder, ni siquiera él. Sabía que todo había llegado a su fin. Después todo quedó en calma. Urick apenas había sido consciente de que su rival había pronunciado una extraña palabra un segundo antes de desaparecer junto con todo lo que había a su alrededor. La luz se había extinguido y allí ya no quedaba nada, salvo una resplandeciente luz brillante y palpitante que tras unos cuantos segundos se extinguió dejando algo tras sí. Aquel objeto que parecía haber emanado de la luz cayó al suelo a unos metros del chico, quien a pesar del profundo cansancio que sentía movió un poco la mano medio inconsciente y lo agarró sin darse cuenta. Nuevamente una sensación de sosiego Se trataba de una pequeña gema redondeada de un color extraño, que parecía palpitar entre los dedos del chico quien aún permanecía inconsciente y lo único que sentía era una extraña calma. A pesar de su inconsciencia Urick podía sentir como la vida se le escapaba poco a poco sin poder hacer nada, estaba completamente


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exhausto así que solo se dejo llevar por aquella calma… al final de cuentas, después de aquel ataque sabía que no importaba lo que a él le pasara, todo había terminado. Sin embargo, lejos de allí y a pesar de las distancias los hechiceros de todo el reino habían sentido aquella enorme explosión de poder, algunos se preguntaban quien había sido capaz de emanar semejante energía y otros tantos, los más viejos sabían lo que aquella sensación que recorría a cada ser vivo en aquel momento significaba, lo supieron, lo sintieron. Todo había terminado en solo unos segundos, la tiranía, el terror y la desgracia de todos los pueblos de Pilgrym que desde siglos había vivido años nada buenos, llenos de guerras y de incertidumbre, de miedo, de dudas… y de repente y sin que nadie hubiera aun dicho una sola palabra aquello había acabado por fin. Algor había muerto.

A todas las latitudes comenzó a llegar la noticia, la celebración en cada pueblo sometido no se hizo esperar, había terminado por fin la era de oscuridad del tirano, las gentes de Pilgrym estaban felices y ansiosas por empezar a reconstruir todo lo que había sido destruido en aquella época de caos mientras la esperanza volvía a surgir en todos y cada uno de ellos. Nadie dudaba de que los esperaban tiempos de paz, y todos querían que duraran el mayor tiempo posible. Sin embargo no todo era felicidad, sólo los más cercanos y los más perjudicados, que no eran pocos, sabían a quien debían agradecérselo y no podían evitar sentir pena imaginando el sacrifico que había costado la libertad de los pueblos y la suya propia. A


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pesar de no ser muchos los que habían tenido fe en aquel joven en un principio, y muy pocos habían creído seriamente que tenía alguna posibilidad de vencer a Algor, muchos aun guardaban la esperanza de que quizás, por un milagro saliera triunfante y ahora se daban cuenta de que sus rezos no habían sido en vano pues al final así había sido. O al menos así lo parecía.

Solo aquellos que habían acompañado a Urick en su larga lucha contra Algor el tirano sabían que había pasado en realidad, pero poco importaba ya. Lo único que importaba es que a pesar del gran sacrificio que aquella victoria representaba, a pesar de las lágrimas y el dolor que sus corazones sentían en aquel momento por la pérdida de su amigo, todo había terminado.


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1 Sam movía la rodilla, nerviosa, deseando que aquel chico que la observaba desde hacía un buen rato desviara la mirada de una buena vez. Se mordió el labio inferior, siempre hacia aquello cuando se sentía incomoda y en ese momento lo estaba, la mirada de ese chico hacia que se le erizara la piel. ― Debería haberle dicho algo desde el principio ― se recrimino, pero a pesar de lo mucho que le disgustaba la extraña actitud del chico no podía evitar sentir curiosidad por él ― Es tan… misterioso ― pensó mientras trataba de hacer lo posible por no mirarlo y trato de enfocarse en la plática de sus amigas tratando de ignorarlo. Sin embargo el chico siguió observándolas con atención, casi se podría decir que estudiaba cada uno de sus movimientos y de no ser porque se encontraban a varios metros de distancia se creería que el chico estaba atento a toda la conversación, incluso un par de veces le pareció verlo reír justo en el momento que una de las chicas hacia una broma, aunque aquello le pareció un disparate. Un rato después Sam no pudo aguantarlo más y de improviso se levantó decidida del banco donde había estado sentada hablando con sus amigas y fue directo al baño evitando siquiera voltear ha donde se encontraba aquel sujeto que la siguió con la mirada hasta que se perdió al final del pasillo. ― ¡Uff, que tipo! ― suspiró aliviada una vez adentro. Ese chico, llevaba un buen rato mirándola y no sólo a ella, sino también a sus amigas, y eso la ponía nerviosa. Si ella hubiera sido una chica algo más lanzada, agresiva e impulsiva, se había levantado y le habría dicho cuatro cosas a ese chico.


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Sólo lo conocía de vista y sabía que se llamaba Marc. Al menos eso había escuchado, Iba al mismo curso que ella, pero a otra clase, así que nunca había hablado con él, aunque había resultado ser un descarado o al menos eso denotaba su actitud. ― ¿Qué diablos querrá? ― Se preguntó Sam frunciendo el ceño y levantando la cabeza para mirarse al espejo ― ¿Será que le gusto? pensó intrigada mientras examinaba su reflejo, ― Es imposible ― indico convencida ― no soy nada del otro mundo ― pensó mientras trataba de peinar un poco su pelo castaño claro, casi rubio, miro sus ojos grises que sus amigas tanto envidiaban tampoco eran nada especial, por lo menos así lo creía ella. Suspiró y término de acomodarse el cabello con las manos, no había quien alisara aquellas ondas rebeldes. Cuando salió del baño se alegró al comprobar que Marc ya no la observaba, el chico parecía ocupado en otros asuntos, así que ― ahora le tocaba a ella observar ― se dijo sin apartar la mirada del chico. ― Es bastante guapo ― pensó alzando una ceja, mientras se sentaba de nuevo junto a sus amigas, pero sin desviar la mirada del chico. Marc tenía el pelo rubio, y unos ojos marrones e intensos que resaltaban en un rostro de facciones suaves y agradables. No era muy alto, algo más que ella, que era baja. De su personalidad, apenas sabía nada, a excepción de aquella manía tan molesta de mirar a la gente al punto del hartazgo, sus amigas a veces decían que, aunque guapo, era algo misterioso y en extremo callado. Sam nunca se había fijado mucho en él hasta ahora ― ¿Por qué se había quedado observándolas? ― se pregunto nuevamente sin encontrar una razón, meneó la cabeza y dejó de darle vueltas al asunto, al final de cuentas quizás solo eran ideas suyas ― le estas dando


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mas importancia de lo que merece Samanta ― recrimino.

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La campana sonó indicando el inicio de la siguiente clase, lo cual la saco por completo de sus pensamientos, Sam pudo observar como Marc echaba un último vistazo a sus amigas antes de subir las escaleras hacia su clase. Ella no dijo nada, pero enseguida sus amigas comenzaron a hablar sobre su desagrado hacia aquel chico. ― La verdad es que no suele comportarse así, por lo menos no siempre ― indico Dana. Ella conocía un poco al chico puesto que habían coincidido en clase el año pasado, sin embargo solo habían cruzado un par de palabras, así que Sam pensó que no era suficiente para poder emitir un juicio sobre él. ― La verdad, no sé que tanto nos mira ― comentó otra de las amigas de Sam, Rei, una chica bajita y un tanto fea con el cabello rojo ensortijado que la hacía lucir como si siempre trajera el cabello despeinado. ― Yo tampoco ― intervino Jess ― Parecía buscar algo ― ― ¿Algo? ¿Cómo qué?― preguntó Jane, la más despistada del grupo de amigas de Sam. Las amigas echaron a reír. ― Eres una despistada Jane ― le recrimino Rei ― Ese tipo lleva horas mirándonos y tú que siempre estás en las nubes ni cuanta te has dado… si ha sido tan obvio que solo le falto sacar un catalejo ― ― Pues yo no me he enterado ― indico la chica un tanto sonrojada ― Si lo hubiera hecho le habría parado de mirar, porque me hubiera levantado y le hubiera explicado un par de cosas ―


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― No lo dudamos ― rieron las demás. ― En fin no le demos tanta importancia ― sugirió Sam ― Y vámonos a clase o llegaremos tarde ― indico. Y sin más subieron a clase todavía pensativas e indagando sobre la extraña actitud del chico. Para Sam, las siguientes horas pasaron sin acontecimientos, intentando poner atención en aquellas aburridas clases… Biología era la única que soportaba, sobre todo por el maestro, un amable anciano que siempre explicaba algo nuevo e interesante, era único profesor que le caía bien. Las demás clases se las pasaba mirando por la ventana, aburrida, o haciendo dibujitos en las libretas. Aquello era el infierno disfrazado de escuela, todos los días se repetía la misma aburrida rutina, siempre monótona. Unas horas más tarde por fin sonó el timbre de la liberación, y toda la clase recogió sus cosas y se dispuso a marcharse a casa. Sam se despidió de sus amigas y se marchó camino a su casa, durante el trayecto se detuvo frente a una pizzería donde compró una porción de pizza y una bebida por un precio de lo más económico y continuó su camino. Aquel día, como tantos otros, comería sola pues como muchas otras veces sus padres estaban de viaje de negocios y ella siempre se quedaba sola en casa, pero aquello apenas le importaba, había terminado por acostumbrarse a pasar la mayor parte del tiempo sola y le gustaba aquella especie de independencia. Llegó a casa y se tumbó en el sofá a ver la televisión mientras devoraba la pizza, lo único que echaban era vídeos musicales y la mayoría no le gustaban así que termino por apagar el televisor.


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Después de terminar de comer se levantó del sofá y se dirigió a la estantería que había junto a la tele para coger un libro, y tras leer varias contraportadas escogió uno que le haría estar absorta en él durante unas cuantas horas. Fue a sentarse en el sofá que había junto a la ventana y por un instante se quedó mirando hacia la calle a través del cristal, esa mañana el tiempo había sido bastante bueno, los rayos de sol acariciaban la piel sin quemarla y el cielo había estado despejado, pero ahora parecía que se había levantado el viento, plantándole cara al sol como burlándose de él, ― ni en broma saldré con este clima ― pensó dando un profundo suspiro y se tumbo nuevamente sobre el sofá dispuesta a leer. El tiempo pasó sin que ella se diera cuenta y cuando miró el reloj ya eran pasadas de las seis de la tarde. Se estiró en el sofá relajada ― ¿Y ahora que haré? ― pensó buscando algo en que entretenerse, a pesar de que el libro era bastante interesante no le apetecía continuar leyendo, fue entonces que recordó que Jane y Jessica le habían dicho que irían al centro comercial a dar una vuelta, la chica lo pensó por unos segundos, se levantó y fue al baño para arreglarse antes de tomar las llaves y salir a buscar a sus amigas a pesar de lo desagradable del clima. Apenas llevaba caminando unos minutos cuando oyó un ruido extraño, parecía una especie de rugido y sintió un irrefrenable impulso por salir corriendo pero fue aun más grande su curiosidad, aquel sonido parecía proceder del callejón situado un poco más adelante de donde se encontraba. Al avanzar un poco más por fin logro ver de qué se trataba.


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Se quedó quieta, observando apenas asomando la cabeza tratando de no ser vista, había un chico en medio de aquel estrecho callejón quien observaba a alguien que había frente a él, si Sam hubiera podido ver el rostro de aquel chico se habría dado cuenta de la seriedad de su mirada, sin embargo desde donde se encontraba únicamente podía verle la espalda. Sin embargo el otro sujeto si podía verlo de frente, aquel hombre era muy alto y se cubría con una capucha que no dejaba ver apenas nada de él, solo sus ojos que miraban al chico con la cabeza gacha mirándolo con desconfianza y algo de…― ¿furia? ― se pregunto Sam si entender que era aquella extraña escena. ― ¡Dime donde está! ― escucho Sam ordenar encapuchado con una voz ronca y profunda.

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El joven ladeó un poco la cabeza y su cabello claro le tapó parte de la cara. ― ¡Nunca! ― dijo este sin inmutarse ni un poco a pesar de la clara mirada de odio que aquel hombre le brindaba. Sam se dio cuenta que aquel tipo era peligroso, muy peligroso, ― Como quieras ― indicó el encapuchado con sorna y antes de que el joven pudiera reaccionar, el hombre se acerco a él con un ágil movimiento apuntándole con una mano, Sam creyó que aquel sujeto tenía una pistola pero para su sorpresa algo afilado salió disparado hacia él chico quien con un veloz movimiento a pesar de lo estrecho del lugar en el cual se encontraba pudo esquivar a tiempo el ataque.


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― Es rápido ― pensó el chico quien sabía que iba a tener problemas para poder librarse de aquel sujeto pero más que molestarle, eso le gustaba, hacia un buen rato que no tenía la oportunidad siquiera de practicar, aquella era una buena oportunidad y dado que ese sujeto se trataba de solo un sirviente no debía representarle demasiado trabajo deshacerse de él. El encapuchado atacó de nuevo y aun más rápido que la primera vez golpeándolo en el costado con fuerza, el chico esquivó su siguiente golpe con rapidez sorprendido por la destreza de su oponente ― Lo estoy subestimando demasiado ― se recrimino ― Tendré que aplicarme un poco o terminare siendo derrotado por un simple sirviente ― se dijo. El encapuchado giró de repente sobre sí mismo atacando nuevamente, aquello tomo por sorpresa al chico quien no pudo reaccionar a tiempo recibiendo un revés en el estómago haciéndolo doblarse y caer al suelo, respirando con dificultad. Sam tubo que ahogar un grito al ver aquello, no quería ser descubierta imaginando lo que aquel sujeto sería capaz de hacerle si se daba cuenta de su presencia. El encapuchado tomo al muchacho por el cuello y lo levantó sin apenas esfuerzo. El chico pudo observar el brillo de unos ojos escarlata que lo observaban desde dentro de la capucha, sentía que se ahogaba, que necesitaba aire así que había llegado la hora de hacer algo pero su captor pareció adivinar sus intenciones ya que sin reparo lo estrello contra uno de los muros en repetidas ocasiones logrando mellar sus fuerzas. Esta vez Sam no pudo evitar dejar escapar un grito lo cual llamo la atención del encapuchado quien se giró hacia la entrada del callejón donde hasta


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entonces había permanecido la chica, al ver la distracción de su oponente el chico aprovechó para atacarlo. Levantó un brazo y concentrando su poder allí, lo hundió en el estómago de su rival quien al recibir el impacto soltó una especie de rugido liberándolo. Después todo pasó muy rápido, el chico cayó al suelo de espaldas mientras el encapuchado rugía para finalmente desaparecer envuelto en una extraña luz amarillenta que cegó por un momento a Sam Cuando la chica pudo ver nuevamente se acercó corriendo y se agachó junto al muchacho que permanecía inconsciente en el suelo. Ella quedó un poco sorprendida al ver que se trataba de Marc. Al principio no lo había reconocido. ― ¡Eh, oye! ― le gritó algo alarmada ¡Despierta! ― Nada. Le entró el pánico y le puso una mano en la frente, luego comprobó que respiraba y que tenía pulso, aunque algo débil, aquello la tranquilizo, sólo estaba sin conocimiento. ― ¡Oye, despierta! ¡¡Vamos!! ― volvió a llamarlo sacudiéndolo un poco. No hubo respuesta de nuevo. Suspiró ― Tranquila, tranquila, está bien ― se dijo a sí misma tratando de calmarse un poco, su corazón latía a mil por hora ― ¿Pero que ha sido todo esto? ― se pregunto aun desconcertada por lo que acababa de presenciar, pero de inmediato se recrimino, no era momento de pensar en aquello, lo más importante era sacar a Marc de ahí, así que se obligo a no pensar en


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lo que había visto y centrarse en el muchacho herido que tenía delante ― ¿Qué haría con él? ― Y entonces una idea vino a su mente.


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2 Marc despertó y se llevó las manos a la cabeza, estaba mareado así que abrió lentamente los ojos. Lo primero que vio fue el techo, del que colgaba una lámpara blanca cuadrada. Frunció el ceño, confuso. ― ¿Dónde estoy? ― fue lo primero que vino a su mente. Se incorporó y un paño húmedo que había sobre su frente calló hacia un lado, repentinamente un dolor punzante acudió a su abdomen producto del golpe que había recibido unos momentos antes, a pesar de eso intento ignorar el dolor y miró a su alrededor. Se encontraba en una habitación, no muy grande, de paredes pintadas de beige donde sólo había tres pósters, colocados encima de un escritorio blanco donde reposaba un ordenador portátil y una cuantas cosas más; aquella sin duda era la habitación de una chica, se dijo y eso lo confundió aun mas. Era muy extraño, lo último que recordaba era haber estado peleando en un oscuro callejón ― ¿Como llegue aquí?― se pregunto mientras se levantaba sintiendo que la cabeza le daba vueltas por lo que trastabillo hasta el escritorio ― ¿De quién será esta habitación? ― Continuo preguntándose mientras examinaba todo detenidamente, lo que más llamo su atención fue una fotografía pegada en la pared, en ella salían varias chicas en un parque de diversiones, la mayoría le eran desconocidas, a acepción de un par con las cuales había hablado en el Instituto. ― ¿De cuál de ellas seria esa casa? ― Aquello le preocupaba enormemente, así que con un poco de trabajo avanzo hasta la puerta y se dirigió hacia unas escaleras que parecían conducir a la planta de abajo. Descendió y se encontró en un amplio salón donde todo estaba muy ordenado, la televisión estaba


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encendida, pero no parecía haber nadie en la habitación. ― ¡Ya era hora de que despertaras!― escucho decir a una voz a sus espaldas, Marc se giró y para su sorpresa se encontró cara a cara con Sam, quien lo miraba con un gesto de reprobación. La observó unos momentos como lo había hecho aquella misma mañana en el colegio, fue entonces que pudo ver más detenidamente su cabello claro y aquellos ojos grises que en aquel momento lo observaban detenidamente. Sam llevaba las manos metidas en los bolsillos de sus pantalones de tela marrón claro y lo continúo mirándolo fijamente. ― Que…― comenzó Marc, desviando la mirada y mirando a su alrededor desorientado ― ¿Cómo he llegado hasta aquí? ― fue lo primero que se le vino a la cabeza ― ¿Es tu casa? ― continúo cuestionándola. La chica lo miro en silencio por un par de segundos más antes de responder, fue entonces que Marc experimento la misma sensación que Sam al sentirse observado, era como si la chica quisiera leer sus pensamientos. ― No creo que hubieras preferido que te dejara tirado en el callejón donde te encontré inconsciente… ― dijo molesta ― Tienes suerte de que mis padres estén fuera ― índico esta. ― Entonces… me encontraste y me trajiste ― La cuestiono nuevamente Marc sin entender aun aquella situación. ― Algo así ― índico la chica ― No sabes lo que me ha costado subirte por las escaleras, por cierto, debes de tener algún que otro moratón por ahí ― ― ¿Sabe alguien más que estoy aquí?― preguntó Marc sin prestar atención a las palabras de la chica.


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Ella negó con la cabeza. ― ¿Le contaste alguien lo que me paso? ¿Cuánto tiempo estuve inconsciente? ― continúo. ― Has dormido un día entero. No he querido llamar a nadie porque nadie creería el porqué estabas tirado en el suelo inconsciente, además ni siquiera traes contigo una identificación ni nada, así que no supe a quien llamar ― Marc se giró hacia ella y la miró fijamente durante un par de segundos. Luego suspiró. ― No me encontraste cuando estaba en el suelo, ¿verdad?― dijo. Sam no dijo nada y como dicen que quien calla otorga fue entonces que Marc se dio cuenta de que la chica había presenciado todo. ― Oye, mira…― comenzó Marc titubeando sin saber cómo explicarse ―. Debes de estar muy confundida por lo que vistes pero… ahora no puedo explicarte nada ― indico. Sam arqueó una ceja. ― Tú…― continúo Marc―. No deberías haber visto nada ― se lamento un tanto preocupado. ― Pues deberías ser más discreto ― reacciono la chica un tanto molesta sintiendo que aquello era un reclamo por parte del chico ― Cualquiera que pasara por esa calle los hubiera visto ― indico ― Sobre todo a tu amigo… no es precisamente lo más normal del mundo, además con el disfraz que traía encima era imposible no fijarse en el… ― ― ¿Lo viste? ― Marc palideció aun mas si es que eso


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era posible ― No, no puede ser, eso es… ¡imposible! ― exclamo poco más que sorprendido. Marc calló de repente. Era improbable que aquella chica hubiera visto algo, a menos que… Se volvió hacia ella. Su cabeza daba vueltas. ― ¿Qué pasa?― preguntó Sam al ver la reacción que había tenido el chico ante sus palabras. ― Esto… Es imposible ― repitió este nuevamente aun si dar crédito. Marc apoyó una mano en el respaldo del sofá y luego se sentó, llevándose las manos a la cabeza, parecía muy confundido. ― Oye, mira dijo luego tratando de poner en orden sus ideas ―. Es imposible que vieras… ¿Qué crees que viste? ― la cuestiono poniendo énfasis en la palabra “crees”. Sam entrecerró un poco los ojos. ― Al pasar por al lado del callejón me giré y te vi, a ti, bueno, en un principio no sabía que eras tú y a un hombre con una capucha, alcance a escuchar que él te dijo ― Dime donde está ― repitió tratando de imitar el tono autoritario de aquel sujeto y tú no quisiste decirle nada. Entonces te atacó y te agarro por el cuello, eso es lo que “creo” que vi ― índico la chica haciendo el mismo énfasis en aquella palabra también. Marc se acordó del gritó que había oído, no fue necesario preguntarlo, sabía que había sido Sam quien sin querer lo había ayudado un poco. ― Entonces tú…― Sam se detuvo, no sabía cómo


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podía explicar lo que había visto hacer a Marc al hundir su mano en el estómago de aquel hombre más aun así lo intento ― Hiciste… “algo” y él despareció en una luz ― hizo una pausa ― Te agradecería que me lo explicaras porque creo que empiezo a ver visiones ― indico la chica. Marc la miró y fue ahora él quien alzó una ceja. ― ¿Qué piensas que haya sido?― preguntó este esperando expectante la respuesta de Sam ― Pues… no lo sé… ese hombre… desapareció en el aire ― índico la chica tratando de explicarse ― además, tenía una rapidez casi… sobrehumana ― Sam se estremeció y no supo por qué, Marc por su parte permaneció un instante en silencio mirando a Sam detenidamente hasta que finalmente comenzó a hablar de nuevo. ― Eso es porque no era humano ― fue todo lo que atino a decir. La chica se volvió hacia Marc, sin saber cómo reaccionar, aquello era imposible y por un instante creyó sin duda que el chico le estaba tomando el pelo y se enfureció, sin embargo al recordar de nuevo lo que había visto en el callejón se dio cuenta que la respuesta de Marc tenía algo de sentido. ― Explícate ― le dijo la chica esperando que Marc fuera capaz de aclarar un poco más las cosas. ― No puedo ― dijo él, desviando la mirada hacia delante, hacia el televisor. Sam se acercó hacia donde estaba él y se sentó a su


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lado, el chico parecía muy triste o al menos eso fue lo que su actitud le hizo pensar a Sam ― Lo mejor para ti es que te olvides de todo esto ― dijo el chico sin mirarla. Sam rio al escuchar semejante sugerencia. ― Como si fuera tan fácil, olvidar todo no es una opción ― índico disgustada de escuchar una respuesta tan enclenque. Marc se giró hacia ella, esperaba verla hecha una furia pero lo que vio le sorprendió, Sam lo miraba, no con odio o recelo, simplemente lo miraba como quien mira algo por primera vez y no sabe cómo reaccionar o que hacer, ― Quiere una explicación ― pensó Marc para sí, y es claro que no se rendirá hasta obtenerla. Lo que más le sorprendía es que a pesar de todo lo que había visto ella en ningún momento había alzado la voz, no lo miraba como si estuviera loco, y, aunque él sabía que estaba bastante sorprendida y sentía curiosidad por todo aquello, apenas daba muestras de ello. Le sorprendió su calma y su sangre fría. ― Es lo mejor que puedes hacer ― indico nuevamente. Marc se levantó y se dirigió hacia la puerta. Pero antes de abandonar la habitación le hizo una última petición a la chica. ― Te agradecería que no le cuentes lo que viste a nadie ― dijo, girándose hacia ella mirándola con sus profundo ojos, aquello solo duro un instante pero para Sam fue un momento que no olvidaría jamás, aquellos ojos eran tan hermosos que con solo verlos daba la sensación de querer llorar y reír al mismo tiempo, sin


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embargo no pudo evitar notar un dejo de melancolía y de tristeza que le intrigo aun mas. Se volvió hacia la puerta, dispuesto a marcharse. ― Yo…― dijo cuando estaba a punto de salir ― Gracias por… ayudarme ― Y sin decir más abrió la puerta y abandono la habitación dejando a Sam llena de dudas de lo que había pasado la tarde anterior, pero sobre todo con una pregunta que le dio vueltas en la cabeza toda la noche: ¿Quién era en realidad ese chico?


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3 El lunes siguiente, Sam volvió a ver a Marc en el recreo. Estaba con sus amigos de siempre, en el sitio de siempre, y su comportamiento parecía el de siempre. Poco antes de que tocara el timbre que anunciaba el regreso a las clases, Sam fue al aseo y por mera casualidad coincidió con Marc en el pasillo quien salía del aseo de los chicos. Se miraron por un instante, Sam entrecerró un poco los ojos, como intentando adivinar lo que él pensaba, o lo que iba a decir. Por su parte Marc sólo le dio un ‘hola'' que apenas y se escucho y ella le hizo un gesto con la cabeza antes de alejarse cada uno por su lado. Sin embargo, un hora más tarde, en el intercambio de clase, tuvo la sensación de que nuevamente alguien la observaba, había muchos alumnos en el pasillo y por un instante creyó ver a Marc entre ellos pero no fue así, por lo que de inmediato volvió a sus asuntos tratando de olvidar la sensación y trato de prestar atención a sus amigas quienes hablaban de lo que Jessie había hecho el fin de semana apoyada en el marco de la puerta de su clase. La chica vio entonces a Marc quien en ese momento salía de su clase (que estaba al final del pasillo) y una vez afuera comenzaba a conversar con unos chicos de la clase de al lado. Lo miró fijamente hasta que sus miradas coincidieron, en la miró unos momentos sin dejar de hablar con sus amigos antes de volver de nuevo la cabeza hacia el más cercano. Sin embargo, cuando Sam desvió la mirada supo que Marc volvía a observarla. Sintió aquella persistente mirada clavada en su nuca. Jane se dio cuenta de que Marc miraba a Sam más


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de la cuenta y se lo comentó cuando se dirigían juntas hacía la salida del instituto para irse a su casa. ― Cuando se ha dado cuenta de que lo había atrapado mirándote simplemente ha desviado la mirada, no se ha alterado ni nada, como harían la mayoría de los chicos a los que pescan in fraganti mirando a la chica por la que están locos… ― indico está mirando a su amiga con una risilla. Sam se pasmo al escuchar aquel comentario. ― ¿De qué hablas?― la interrumpió la chica ― Ya te he dicho que él no… ― ― Sí, ya me has dicho que no le gustas pero no me lo creo, si no entonces dime ¿Por qué te mira tanto? ― Sam no dijo nada, no podía contestar a esa pregunta. Jane no dio más importancia al asunto y continuo hablando de cosas a las que Sam ya no presto mucha atención, el último comentario de su amiga la había dejado muy inquieta, sabía perfectamente que Marc y ella compartían un secreto, pero también sabía que Marc había estado observándola desde mucho antes de que sucediera lo del callejón fu entonces que vino a su mente aquella posibilidad ― ¿Era posible que Marc sintiera algo por ella? ― ― Hola, Sam, ¿Sam….? ― La llamo Jane al darse cuenta de que la chica había dejado de prestarle atención. ― Perdón, me distraje un segundo… ― se disculpo la chica ― ¿Qué me decías? ― ― Niña ¿Dónde tienes la cabeza? ― indico Jane ― Ya llegamos a la tienda, anda compra lo que necesites que tengo que llegar a casa temprano o mi madre se pondrá furiosa como siempre ― indico ― que suerte


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tienes Sam, tus padres te dan toda la libertad que necesitas… te envidio ― indico. Sam no respondió y se limito a tomas las cosas que necesitaba y de inmediato se dirigió a pagar. ― ¿Es todo? ― pregunto la mujer del otro lado del mostrador ― Si gracias ― indico Sam mientras buscaba el dinero en sus bolsillos. Helen, la dependienta de la librería recibió el dinero, tenía muchos años de conocer a la familia de la chica por lo que le preguntó por su madre a la que hacía tiempo que no veía. ― Como siempre ― le dijo Sam―. Viaja más que antes pero eso es todo. Por trabajo, ya sabes. Y sin decir más se despidió tomando sus cosas. Cuando salía de la tienda chocó con Marc, que entraba. ― ¡Ah, hola!― dijo el chico sorprendido. ― Hola ― contestó ella ― ¿Acaso me está siguiendo? Pensó ella tratando de disimular su propia sorpresa de encontrarse con él. Salió de la tienda, pensativa. ¿Había sido simple casualidad encontrarse con Marc en la librería? Trato de no poner más atención en aquel asunto y se marcho a su casa. Sin embargo los días siguientes aquella duda se hizo más renuente, después de aquel primer encuentro hubo muchos otros en aquella semana. Incluso tuvo la estúpida impresión de que la seguía. El viernes por la tarde, de camino a la cafetería, volvió a sentir la extraña sensación de sentirse observada y a


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pesar de no volverse a mirar estaba segura de que se trataba de Marc, no sabía por qué, pero después de una semana de ser observada una y otra vez podía sentir cuando el chico clavaba sus ojos en ella y cuando no. Era una sensación un tanto extraña, pero ya casi se había acostumbrado a ella, aunque a veces se sentía un tanto incómoda. Y esa era una de esas veces. Sin embargo después de un par de semanas más aquello fue demasiado, hasta ella tenía un límite, y Marc acababa de sobrepasarlo, después de vario encuentros “casuales” Sam estaba más que segura que Marc en realidad la estaba siguiendo, era la cuarta vez que se lo encontraba por la calle justo frente a su casa, o afuera del centro comercial o en los pasillos del colegio, aquello era demasiado y Sam necesitaba una explicación. Así que una de tantas tardes al girar la esquina de la calle se detuvo y espero a que Marc apareciera, por un momento creyó que no sucedería pero para su fortuna el chico no tardó mucho en aparecer. En cuanto dobló la esquina Sam lo empujó por los hombros contra la pared y lo miró fijamente, normalmente era una chica tranquila, que no se alteraba fácilmente, pero sintió que en ese momento estaba bastante alterada. Marc quien no esperaba aquella emboscada pareció sorprendido de haber sido descubierto. ― ¿Qué haces siguiéndome?― le preguntó antes de soltarlo. El sé sacudió los hombros y se alisó la camisa antes de responder. ― ¿De qué estás hablando? ― reacciono el chico un tanto molesto ― Yo no te estoy siguiendo… ― indico.


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― Eso nadie te lo cree… es más que obvio que te la has pasado siguiéndome desde que… ― La chica iba a continuar hablando pero Marc se lo impido, la gente que pasaba junto a ellos comenzaba a mirarlos por lo que mar tomo a la chica del brazo y la llevo a un lugar menos transitado. ― ¿Me vas a decir ahora lo que sucede? ― Lo cuestiono nuevamente la chica. Marc la miro por un segundo, estaba seguro de que la chica no aceptaría un no por respuesta así que muy a su pesar se decidió a responder a su pregunta. ― Intento asegurarme de que no le cuentes a nadie lo que viste en el callejón dijo con calma. ― ¿Y a quién se lo voy a contar? ¿Conoces a alguien que fuera a creerme si se lo cuento?― preguntó dándole a sus palabras un aire irónico que no pretendía. ― Esta bien… pero ése no es el asunto ahora, si tienes razón, te h estado siguiendo pero no es solo por lo que paso… hay otra cosa ― Indico Marc un poco apenado. Sam lo miro sorprendida al ver que el chico se ponía un tanto nervioso después de sus últimas palabras. ― ¿Qué es lo que quieres?― le preguntó Sam, dejando que sus facciones mostraran enfado. ― Bueno yo… ― se pasó la mano por el pelo con aire despreocupado ― ¿damos un paseo? ― La cuestiono embozando una encantadora sonrisa. Sam no esperaba aquello por lo que reacciono desconcertada. ― ¿Qué? ―


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― Seria divertido ¿No lo crees? ― Indico el chico ― así en lugar de seguirte te acompañare y así no te molestaría tanto ― Sam arqueó las cejas y luego meneó un poco la cabeza. ― ¿Entonces lo confiesas? Me has estado siguiendo ― índico la chica al oír aquello último. ― Bueno, digamos que más bien te he estado cuidando ― la corrigió ― Pero olvídate de eso ¿Vale? y respóndeme ¿Damos ese paseo? ― La cuestiono nuevamente. La chica sintió que los colores le subían por la cara pero trato de disimularlo. ― ¿Hablas en serio?― preguntó Sam, aquello era cada vez más confuso. ― Pues claro y te comunico que de negarte tendré que seguir haciéndolo a escondidas y entonces ya no será culpa mía si no tuya el que te ande siguiendo a todas partes ― le advirtió. Sam intentó aclararse las ideas. ― He… me encantaría negarme, pero creo que con el paseo tal vez te decidas a contarme de una vez por todas lo que está pasando y por qué has decidido convertirte en mi sombra ― ― Muy bien… aunque no te hagas muchas ilusiones ― Sam no contestó y le dio la espalda, Marc se apresuró a seguirla. Ninguno de los dos dijo nada fue hasta que pasaron frente a una cafetería que Marc se atrevió a decir algo.


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― ¿Te parece si entramos? ― Índico señalando el lugar, Sam solo asintió con la cabeza. Los dos chicos entraron y se sentaron en una mesa al lado de la ventana. ― ¿Y bien?― preguntó Sam una vez que los dos estuvieron sentaos en una de las mesas. Había vuelto a la normalidad de nuevo, estaba calmada, y como siempre, inalterable así que volvió a cuestionarlo. ― ¿Qué es lo que pasa? ― ― ¿Qué pasa de qué? ― respondió Marc dándole vuelta al asunto. ― No te hagas el tonto. ¿Por qué me sigues? ― ― Ya te lo he dicho: no quería que le contarás a nadie lo que viste ― índico nuevamente ― Es… peligroso para mí ― ― ¿Por qué? ― ― Por qué no puede llegar a oídos de ciertas… personas ― hizo una pausa y se inclinó hacía ella por encima de la mesa tratando de evitar que alguien más lo escuchara ― Mira, lo único que tienes que saber es que ese tipo del callejón me busca, el y otros muchos, a quienes no les importaría verme muerto ― La cara de Sam se lleno de asombro al escuchar aquella revelación. ― Entonces… no mataste a ese hombre ― dijo Sam, que parecía haber estado dándole vueltas a aquello. ― No, no lo maté ― hizo una pausa como si dudara ― Volvió a su mundo y sólo está herido así que no tardara en regresar ― advirtió. Sam vio como Marc desviaba la mirada, sabía que pensaba que había hablado más de la cuenta, se


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podía sentir la tensión del momento, afortunadamente en ese momento fueron interrumpidos por el camarero quien les trajo lo que habían pedido. Después de dejar todo el chico se marcho dejándolos nuevamente solos, permanecieron en silencio, cada uno con la mirada en un sitio diferente, sumidos en sus pensamientos. Sam no sabía cómo interpretar aquello de que había dicho Marc ¿Acaso a tomaba por idiota? no podía creer que ella aceptara aquella respuesta como cierta ni como una explicación de lo que estaba pasando ― pensó ― sin embargo no se atrevió a contradecirlo y prefirió seguirle el juego, quería saber lo que en realidad Marc se traía entre manos, sin saber porque, quería saberlo todo sobre aquel chico que a pesar de todas sus rarezas le comenzaba a aparecer… ¿Lindo?, aquel ultimo pensamiento hizo que Sam volviera a ponerse nerviosa, nuevamente trato de tranquilizarse y poner en orden sus ideas, si lo que el chico decía era cierto ¿Qué era lo que tenían que ver Marc y aquel encapuchado?, estaba decidida a indagar mas. Marc, por su parte, se preguntaba cuánto debía contarle a Sam, lo que había visto en aquel callejón era algo que sólo él y pocos más podrían haber visto ― ¿Y si ella era…? ― no, de inmediato descarto aquella idea de su cabeza, era imposible, había pasado años buscándola como para creer que había dado con ella por una mera casualidad. Le dio un sorbo a su bebida y miró por la ventana distraídamente. Un grupo de jóvenes pasaban por la acera de enfrente. Dos de ellos eran amigos suyos y a los otros los conocía de vista, sobre todo a las chicas. Había hablado con alguna de ellas alguna que otra vez en el instituto. Su amigo Jeff lo vio y lo saludó con la mano, Marc le hizo un gesto con la cabeza, los que iban con Jeff también se habían girado hacia Marc y ahora lo


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miraban y hablaban, algunos algo sorprendidos, otros curiosos. ― Genial― dijo Sam, mirándolos y negando con la cabeza ― El lunes en el instituto no se hablará de otra cosa ― ― Déjate llevar por los rumores ― le dijo Marc, sonriendo mientras le guiñaba un ojo, cualquier chica hubiera hiperventilado ante aquel gesto arrebatador, pero Sam permaneció impasible. La chica se volvió hacia él. ― No te hagas ilusiones ― le dijo secamente ― ― Tranquila, no hace falta que disimules, sé que estás loca por mí ― indico Marc sonriendo complacido. Sam se volvió hacia él y lo miró fijamente con algo de desdén. ― Era broma ― dijo Marc, como si fuera lo más obvio del mundo. Se quedaron en silencio y los chicos que se habían quedado mirándolos llegaron al final de la calle y se perdieron de vista. Sam había apoyado el codo en la repisa de la ventana y apoyaba la cara en su mano. Miraba con fijeza a un punto lejano de la calle con los ojos entrecerrados por el sol que le daba en la cara. Marc se fijó en sus ojos grises, que se veían muy azules por la luz. Desde luego, no le importaba nada que unos chicos del instituto lo hubieran visto con aquella chica. Es más, pensó, estaba de suerte. Sam se giró hacia él, que la miraba fijamente con la cabeza un poco ladeada. Estaba sentado en el borde de la silla, con la espalda apoyada en el respaldo. ― ¿Vas a contarme de una vez por todas lo que está pasando? ― lo volvió a cuestionar ― Cuando te has


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referido a aquel hombre de la capucha has dicho ''su mundo'', ¿qué quieres decir con eso? ¿Por qué desapareció de repente? ¿Qué era lo que buscaba?―

Marc ladeó un poco más la cabeza. ― ¿Y si salimos juntos?― preguntó como si no hubiera escuchado ninguna de las preguntas de Sam Ella arrugó un poco el entrecejo y fue a abrir la boca pero el chico la interrumpió antes de que siquiera dijera algo. ― Esta bien… ― dijo alzando las manos en señal de tregua ― Esta bien, te contaré… pero solo si prometes no hacer más preguntas y aceptar lo poco o mucho que te pueda decir ― Sam no dijo nada y esperó a que él siguiera. ― Verás… ya he dicho que ese hombre quiere verme muerto y si, en efecto, el quiere algo que yo tenía, pero yo no tengo nada. Por lo menos nada que él necesite ― Sam arqueó un poco las cejas. ― No te creo ― Marc esbozó una sonrisa escéptica y desvió la mirada. ― Está bien ― le dijo mirando al exterior del lugar ― No esperaba que lo hicieras… ― indico Se sentó bien y se volvió a inclinar hacia ella por encima de la pequeña mesa. Se acercó tanto que Sam creyó que podría sentir su aliento en la cara y por un instante creyó que la besaría pero no fue así. Marc


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miró a su alrededor y tras comprobar que no había nadie mirándolos se sacó de la camisa el colgante que llevaba atado al cuello por un cordón negro. ― ¿Por qué ha tenido que acercarse tanto? ― pensó Sam un tanto incomoda ― ¿Por qué no quiere que nadie más vea el collar? ― dijo mientras estudiaba detenidamente aquel objeto ― Tal vez sea muy valioso… aunque no lo parece ― se dijo para sí. ― ¿Ves esto?― le preguntó Marc, enseñándole el colgante. Era un colgante de plata (al menos eso creyó Sam) de forma extraña, una especie de símbolo que la chica jamás había visto en su vida. Era realmente bonito, pensó, sobre todo la piedra un color que Sam no pudo definir a ciencia cierta cuál era, estaba montada en el centro, era del tamaño de una canica, solo que a diferencia de cualquier otra piedra que hubiera visto en toda su vida, esta brillaba de forma extraña. ― El colgante en sí no vale nada ― le dijo Marc mirándola fijamente como si hubiera adivinado el pensamiento que acababa de tener la chica ― Lo que importa es la piedra que lleva incrustada, todavía no sé exactamente lo que es pero creo que es lo que ellos buscan y… ― Se guardó el colgante dentro de la camisa dejando ver sólo el cordón negro y miró Sam ― si están dispuestos a matar por obtenerla debe ser porque debe tener algún valor ¿No crees? ― Sam arqueó una ceja y Marc captó el mensaje. Estaba más que claro que no se creía nada de aquella historia, el chico se echó de nuevo hacia atrás y se apoyó en el respaldo de su asiento. Sam notó un cambio algo raro en él. Su mirada de había vuelto seria, más de lo que ella había visto nunca.


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― Escucha ― continuo Marc ― Vas a tener que conformarte con lo que te he contado, sé que es poco y suena loco pero en ti esta el que me creas o no… ― La chica aguado unos segundos en silencio, parecía estar tratando de digerir todo aquello, finalmente pareció querer decir algo pero Marc la detuvo antes de hacerlo. ― Recuerda… prometiste que no harías más preguntas… ― indico. ― No pensaba preguntarte nada mas… solo te iba a decir que debes tener más cuidado… ― índico Sam ― ¿Cuidado? ― Marc pareció sorprendido ante aquella recomendación. ― Si… además quería pedirte que me dejaras ayudarte… ― Este comentario lo sorprendió aun más. ― ¿Pero de que estás hablando? ― Marc no daba crédito a las palabras de la chica ― No sabes dónde te estás metiendo Sam ― indico ― Esto es peligroso. ¿Cómo sabes que ese hombre no es una de las personas que hay aquí ahora mismo? ― Hizo un gesto con la mano, Sam miró a su alrededor, estaban bastante alejados de las demás mesas que estaban ocupadas, que sólo eran cuatro. ― ¿Cómo sabes que no nos están viendo hablando ahora?― continuó Marc ― Si se enteran de que he hablado contigo de esto irán a por ti. Escúchame, apenas te conozco, pero si te encuentran… Intentarán que le cuentes todo lo que sabes… y si no lo haces no dudarán en matarte ―


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Marc la miraba fijamente y Sam creyó que lo que le decía era sincero, pero aún así quería saber, así que se inclinó hacia él y le dijo: ― ¿Sabes qué? Creo que mas que preocuparte mi seguridad te preocupa el que te meta en problemas, por eso no me quieres contar más… ― Marc también se inclinó en la mesa y la miró fijamente. ― Sí, no quiero contarte nada ― dijo ― Porque si hablas, el mundo del que procedo podría ser destruido y entonces el sacrificio de muchos no habrá valido la pena… ― Aquello Sam no se lo esperaba, lo miró a los ojos algo confusa, Marc la miraba de una forma algo extraña, y Sam supo entonces de que no había duda de que decía la verdad. Marc dejó de mirarla y se terminó su bebida de un solo sorbo para después levantarse de la silla. ― Puede que ya estés en peligro, aunque es poco probable ― dijo sin siquiera volverse a mirarla ― Aun así, si alguna vez estás en peligro… intenta contactar conmigo ― ― ¿Qué? ― Marc se llevó un dedo a la cabeza, sin dejar de mirarla. ― Si eso pasara, concéntrate todo lo que puedas, piensa en mí y pronuncia mi nombre ― indico ― Todos los hechiceros están conectados entre sí de alguna manera ―


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Sam lo miro confundida, quiso decir algo pero Marc ya caminaba hacia la puerta. Pensó que aquel chico estaba loco ― ¿Hechiceros? ¿Acaso Le tomaba el pelo? ― había estado tentada por un momento a creer toda aquella historia fantástica que el chico le había contado, sin embargo aquel último comentario había resultado demasiado para la chica. Se fijó en algo que brillaba encima de la mesa y vio que Marc había dejados unas monedas, suficiente para pagar las bebidas de los dos. ― Bueno… por lo menos a sido cortes en pagar la cuenta antes de irse ― pensó, y de inmediato se dispuso a abandonar también el lugar dispuesta a olvidarse de Marc y sus locas historias, después de todo, no podían ser más que eso.


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4 Los siguientes días Sam se dio cuenta de que Marc había abandonado la costumbre de seguirla, desde la plática que había tenido con él en aquella cafetería no había vuelto a verlo, incluso en el colegio únicamente se lo había topado un par de veces y ni siquiera le había dirigido la palabra, de no ser porque era imposible Sam hubiera creído que el chico estaba ofendido por algo que ella había dicho… o pensado, así fue durante toda una semana. El siguiente lunes finalmente se cruzaron nuevamente en uno de los pasillos y lo único que hicieron ambos fue un gesto de saludo con la cabeza. Sin embargo aquel gesto fue suficiente para darles pretexto a sus amigas quienes se habían mordido la lengua para quitarse las ansias de preguntar algo, sin embargo después de aquel encuentro Jess no pudo resistir más. ― ¡¿Por qué no me has dicho que sales con Marc?! ― le dijo Jessica dándose cuenta de aquel disimulado saludo ― No entiendo porque lo ocultan si ya toda la escuela lo comenta desde que alguien los vio en una cafetería del centro ― Ella suspiró, consiente que aquel momento tarde o temprano llegaría. ― No estoy saliendo con Marc, no sé porque siempre te crees todo lo que dicen por ahí ― ― Hay testigos de que los han visto juntos en una cafetería ― ― ¿Qué quieres decir con eso de juntos? Sólo nos tomábamos algo, eso no quiere decir que estamos saliendo ni nada de eso, es más, ni siquiera somos amigos ―


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Jessica alzó una ceja, trato de objetar pero sabía que Sam decía la verdad, no era de esa clase de chicas mentirosas. Ella no veía la necesidad de mentir. ― Valla ― dijo Jessica y puso los ojos en blanco ― Y yo que creía que por fin te habías decidido a salir con un chico… incluso creí que aquel jueguito de seguirte y vigilarte había terminado por gustarte ― indico sonriendo. Sam no dijo nada, simplemente se limito a entrar a su siguiente clase seguida por su amiga. ― A Marc parecen no molestarle mucho los comentarios ― indico Jess mientras tomaba asiento en Es más, está la banca detrás de su amiga ― encantado y no se ha preocupado por desmentir nada… aunque tampoco afirma nada ― le susurró Jane mientras la profesora Susan que había llegado apenas un instante después de ella comenzaba a anotar algo en la pizarra Sam prefirió no responder al comentario de su amiga, sabía que aquello pasaría, le dolía pensar que Marc fuera de esa clase de chicos, descarado y algo prepotente, incluso sintió un poco de furia al imaginarlo alardeando con sus amigos y por un instante tubo el impulso de salir del aula, buscarlo y asesinarlo, sin embargo no lo hizo, después lo normal en chicos de su edad, salían cada dos por tres con una chica diferente de esas tontas que se dejan arrastrar por cualquiera solo por alardear ― Fuiste una tonta en aceptar su invitación ― se recrimino, y aun mas por haber hecho el intento de creerle la sarta de cuentos que te invento. Sin embargo había algo que no encajaba en todo aquello, que Sam supiera (y estaba bastante enterada de los cotilleos porque Jessica se enteraba de todo y


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luego se lo contaba) Marc sólo había salido con un par de chicas en los dos años que llevaba en el instituto. Nada serio, por supuesto, jamás lo había escuchado alardear, ni tampoco lo creyó capaz de planear todo el cuanto simplemente para que sus amigos la vieran con el aquella tarde en la cafetería, pero entonces ¿Por qué había estado actuando tan extraño? Sam suspiró de nuevo, no comprendía nada de lo que estaba pasando. Unas horas después Marc caminaba despacio por las amplias calles mientras su mente volaba hacia tierras lejanas y misteriosas, echaba de menos su mundo, a pesar de que hacía muchos años que no sabía nada de él, los primeros años de una u otra forma había podido por lo menos sentir que todo estaba en calma y aquello le había permitido vivir una vida “normal”, mas el no poder recibir noticias directas o saber cuánto habría cambiado aquello después de su partida lo ponía muy mal. Suspiró e intentó no pensar más en el pasado, se había prometido llevar una vida normal y hasta unos meses atrás lo había logrado, sin embargo con la repentina aparición de los Gard sus planes se habían venido abajo. Ahora más que nunca sabía que no podría llevar una vida común y corriente, por lo menos mientras llevara aquel medallón colgado al cuello. Ya había perdido la cuenta de las veces que se había mudado de pueblo, de casa y de escuela, sin embargo aquello no era lo que más le molestaba, el hecho era que faltaba poco para que tuviera que volver a hacerlo y eso si que lo hacía sentirse mal. Sabía que al cabo de unos años la gente podría sospechar… También sabía que no sería muy difícil hacerlo, pues como de costumbre no había


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establecido ningún lazo sentimental con nadie. Los chicos con los que iba podían llamarse amigos, pero él no lo sentía de verdad. Con los años había aprendido a interponer una especie de muro invisible que lo separaba de ellos y le evitaba sentir algo parecido a la amistad. A todos los lugares que iba se esforzaba por no hacerse muy amigo de nadie, pues sabía que cuando se marchara no volverían a verse. Esto lo había aprendido una vez que en uno de los tantos lugares que había estado sin saber siquiera como había terminado siendo muy amigo de un chico llamado Fred, aquello definitivamente había sido un error. Marc y Fred pasaban mucho tiempo juntos, se contaban cosas, una vez Fred le contó un problema que tenía con sus padres y Marc le había ayudado a solucionarlo, fue entonces que más que amigos terminaron convirtiéndose en hermanos pero como siempre para su desgracia llego el momento de partir nuevamente y a pesar de lo mucho que le dolió no tuvo el valor de despedirse de Fred, que había sido lo más parecido a una familia para él. Desde entonces se prometió a sí mismo que no tendría amigos, sólo unos cuantos colegas con los que salir de vez en cuando y hablar en el instituto. Después de todo debía mantener la imagen de “un chico normal” para que nadie descubriera su secreto. Tampoco se tomaba en serio a ninguna chica, puesto que sabía que esa relación no iba a durar demasiado. Aquella era la vida que había vivido desde que había llegado a este mundo, a la que había terminado por acostumbrarse, sin embargo, pensó ― Esta vez es diferente… esta vez esta ella… ― Meneó la cabeza un poco, intentando apartar esos pensamientos de sí, pero entonces le vino a la mente la imagen de aquella chica de ojos azules, Sam se


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había convertido en un problema para él. Aunque ella no lo sabía, él la seguía vigilando, aunque ahora lo hacía de una manera mucho más discreta. Por ahora, ella no se había dado cuenta, pero Marc sabía que no tardaría mucho. Ya sabía que era una chica calculadora y calmada, bastante suspicaz. Sin duda, se daría cuenta tarde o temprano. Pero no podía dejar de vigilarla, se dijo, aunque apenas la conocía y no debería de importarle lo que le pasara, Marc no era tan mala persona como para dejar que le pasara algo, sobre todo después de que ella lo había salvado de morir aquella tarde en ese oscuro callejón en manos del Gard. Y lo peor de todo es que desde entonces no había podido sacársela de la cabeza, había llegado a la conclusión de que seguramente la chica era una descendiente de algún hechicero de su mundo, puesto que de ninguna otra forma podía haber visto la escena entre él y aquel Gard encapuchado, pues el callejón estaba protegido de miradas indiscretas. Las personas normales sólo hubieran visto un callejón vacío, pero ella por alguna extraña razón que desconocía había visto todo y no solo eso, había podido atravesar la barrera para ayudarlo después de que había quedado inconsciente. Marc Suspiró, aquello sí que era extraño. Sam frunció el entrecejo, unos momentos antes había sentido que la observaban, había sentido la misma sensación que había sentido cuando Marc la observaba, y se preguntó si el chico seguía vigilándola. Si así era había mejorado mucho, ella no se había dado cuenta hasta ahora. Ya habían pasado casi dos semanas desde que habían hablado por última vez y no había pasado


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nada fuera de lo normal en la vida de Sam, pero la chica había empezado a investigar por su cuenta. No sabía exactamente qué era lo que buscaba, pero sentía que tenía que averiguar lo que estaba pasando, a pesar de las advertencias de Marc de que era peligroso. Algo que nunca antes había sentido se había apoderado de ella, y eso era la necesitaba saber. Sentía algo extraño, algo más que curiosidad, además sabia que de una u otra forma que ya estaba metida en todo aquel lio, que estaba relacionada de alguna manera, no sólo por haber hablado con Marc sino también por haberlo salvado y conocer ― aunque fuera solo un poco ― su secreto. Cuando se coló una tarde en el despacho del Director del instituto apenas y sabía lo que hacía. La secretaría podía llegar en cualquier momento pero eso era lo que menos le preocupaba. El instituto estaba abierto los lunes por la tarde y ella había hecho como que iba a alguna clase extraescolar y había aprovechado una distracción de la secretaria para colarse en el despacho. Abrió en el cajón donde sabía que estaban los expedientes de los alumnos y comenzó a buscar y fue entonces que se percato que ni siquiera se había molestado por preguntarle a aquel chico su apellido. ― ¿Y ahora qué hago? ― se pregunto al darse cuenta que no sería muy fácil dar con el expediente del chico. Entonces se le ocurrió una idea, no sabía si daría resultado pero era lo único que tenia, busco entre aquellos documentos la listas de alumnos de sus mismos grado, primero descarto las del turno vespertino a sabiendas de que el chico no pertenecía a él, entonces se quedo únicamente con seis listas, en la primera no encontró ningún chico con el nombre


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de Marc, perfecto pensó, de inmediato descarto la lista de su propio grupo, sabía de antemano que tampoco lo encontraría ahí ― solo quedan cuatro ― pensó animada, en la siguiente lista encontró a un Marc Stevenson, de inmediato busco el archivo en la letra “s” ― Que suerte que cada expediente tenga una foto ― se dijo, al observarla se dio cuenta que no se trataba del chico así que continuo buscando en la siguiente lista, nuevamente encontró a otros dos chicos de nombre Marc pero tampoco tuvo suerte así que comenzó a desesperarse. En la última lista había solo un chico con el nombre de Marc ― Tiene que ser el ― se dijo y de inmediato procedió a buscar el expediente. ― Aquí esta… Marc Crockford ― leyó a la vez que sacaba la carpeta marrón del archivero. Le echó un vistazo al historial de Marc, aunque en realidad no sabía muy bien lo que buscaba allí, cualquier detalle que la ayudara a saber un poco más sobre él. En aquellas carpetas no ponía gran cosa sobre los alumnos, su dirección, su teléfono, los nombres de sus padres y dónde trabajaban y poco más. Sin embargo, en el de Marc no ponía nada sobre sus padres, sólo que su tutor era un tal Phillip Dumonde, un historiador nacido en Francia. Sam se preguntó por qué ningún amigo de Marc había podido decirle que no tenía padres, sino un tutor, ni dónde vivía. ― Nunca he ido a su casa ― recordó decir a Zack, otro de los amigos de Marc cuando lo cuestiono dos días antes, había intentado primero con Jeff pero este le había dicho que si quería saberlo se lo preguntara a Marc y de inmediato la dejo con un palmo de narices, Zack en cambio era más lengua floja y de inmediato soltó todo lo que sabía del chico ― Tampoco le he


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preguntado por sus padres, bueno, si una vez lo hice pero se molesto un poco, así que no volví a tocar el tema ¿para qué quieres saberlo? ― Ella había eludido la pregunta. Ya sabía lo que necesitaba, anoto algo en un trozo de papel y volvió a dejar la carpeta en su sitio, ahora sabía dónde vivía el chico. La dirección era de un pequeño piso junto a un parque, no muy lejos del instituto. Emocionada por su descubrimiento olvido por un instante en donde se encontraba y despreocupada salió del despacho topándose con la secretaria que justo en ese momento entraba. La mujer la miró con sorpresa y luego con enfado. ― ¿Qué crees que haces aquí? ― le pregunto inspeccionándola como si creyera que hubiera robado algo de la oficina del Director ― Lo siento ― se disculpó Sam, con toda la naturalidad que pudo fingir ― Buscaba al Director, pero veo que no está aquí. ― No viene por las tardes ― le indico esta sin creerle mucho ― ¿Qué querías? ¿Puedes decírmelo a mí? ― ― Oh, no se preocupe, ya hablaré con él mañana por la mañana ― y haciendo gala de su sonrisa mas cortes se encamino a la salida Sam se marchó como si no hubiera roto un plato en su vida dejando a la mujer entre convencida y confundida. Sam pocas veces mentía, puesto que nunca se había visto necesitada a hacerlo, pero cuando lo hacía, nunca sospechaban de su palabra, no sabía si debía sentirse orgullosa de aquella cualidad o si era mejor sentirse avergonzada.


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Lo Ăşnico que sabĂ­a era que gracias a eso conservaba la calma hasta en los peores momentos y eso si era algo de lo que tenĂ­a que sentirse orgullosa.


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5 La chica llamó al timbre de la puerta un par de veces y esperó, se encontraba en la tercera planta del piso dónde vivía Marc, frente a la puerta del que hasta hace un momento había descubierto que era su apartamento. Sam estaba segura de que el chico no estaba en casa en aquel momento, lo había visto salir momentos antes ― Ahora soy yo el que me dedico a espiarlo ― pensó mientras observaba a Marc salir y encaminarse a toda prisa calle abajo. El chico no se había percatado de que ella lo había estado observando y si lo había hecho no había dado muestras de ello. Ni siquiera sabía por qué hacía aquello. La puerta se abrió al poco y tras ella apareció un hombre muy alto, de pelo castaño oscuro y barba de unos días. Aparentaba poco más de cuarenta años, aunque en realidad tenía casi cincuenta. La miró y esperó a que hablara. ― Disculpé, me han dicho que aquí vive el señor Dumonde ― indico. ― Sí, soy yo ― dijo el hombre ― ¿En qué te puedo ayudar? ― A Sam la pareció que aquel hombre no tenía el más mínimo acento francés. ― Bueno, es que estoy haciendo una investigación y me han dicho que usted conoce mucho de esta ciudad y su historia así que, si no fuera mucha molestia, me gustaría que me ayudara un poco ― mintió la chica. El hombre frunció ligeramente el entrecejo, pensativo, y luego abrió la puerta del todo y la dejó pasar.


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― Estaré encantado de hacerlo… aunque te sorprenderá saber que esta ciudad en particular no tiene demasiada historia, por lo menos nada memorable que haya quedado en los libros ― le dijo con amabilidad ― Ese es el problema de hoy en día… no se le da la importancia suficiente a todo lo que pasa día a día y finalmente esos pequeños detalles terminan por perderse ― indico un tanto desanimado. La chica entró en la casa la cual más bien era un pequeño apartamento de pocas habitaciones y estaba algo desordenado. ― Es usted francés ¿No es aso? ― Le dijo Sam, mientras lo seguía a través de la casa hasta llegar a un pequeño cuarto donde sólo había libros por todas partes, en las paredes, sobre el escritorio, en los sillones. ― Así es ― ― No tiene usted mucho acento ― ― Llevo aquí muchos años ― indico el hombre mientras comenzaba a buscar entre las pilas de libros ― Nací en un pueblo al norte de París y me vine para acá a los diez años ― dijo ― ¿Parle vous Françoise1? ― le pregunto el hombre. ― Sólo un poco, lo que nos enseñan en la escuela, pero eso lo he entendido ― índico. ― Pues a mí ya casi se me ha olvidado ― indico el hombre un tanto divertido ― Así que se podría decir que ya no soy tan francés como lo era hace unos cuantos años… ― Dumonde le entrego a Sam un par de libros que podrían interesarle y apenas habló más. La chica observó que eran muy antiguos, mientras el hombre continuaba buscando entre aquel mar de libros la 1

¿Hablas francés?


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chica se dedico a observar los cuadros que pendían en las paredes donde no había estantes atestados de libros, todos representaban paisajes extraños que transportaban a quien lo miraba a otro extraño mundo. Algunos de aquellos paisajes parecían imposibles que existieran. En algunos el cielo era de color esmeralda y lo que parecía ser la luna (o el sol, según quien lo viera) era ovalada y bastante rojiza. Sam nunca había visto nada así. En otros se podían observar bosques con ríos de agua roja como la sangre o negra como la noche. En otros había extrañas ciudades de bajos edificios de toque surrealista. Sin embargo, a Sam aquellas obras le produjeron un sentimiento extraño que no supo identificar. Recuperándose de la conmoción que le habían producido aquellas imágenes y cargada por mas libros de los que podía aguantar se despidió de Dumonde, alegando que ya era tarde y que pasaría a regresarle los libros en cuanto terminara con su trabajo de la escuela, el Sr. Dumonde había sido muy amable en permitirle llevárselos consigo a pesar de no conocerla, ni siquiera le había pedido que le mostrara su carné de la escuela. A los pocos minutos, de camino a su casa todavía seguía pensando en aquellos cuadros, hasta que al doblar la esquina de una calle se encontró de frente con Marc quien parecía estar esperándola, apoyado en el muro de una casa, con las manos metidas en los bolsillos de sus vaqueros. Se giró hacia ella, serio. ― ¿Qué crees que estás haciendo?― le preguntó en tono molesto ― ¿Por qué estás investigándome?


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Sam trato de reaccionar ofendida ante aquella acusación. ― ¿Qué? Yo no estoy investigándote ― mintió Sam Creyó que ya se estaba acostumbrado a hacerlo demasiado seguido, sin embargo aquel no era el momento justo para empezar a tener escrúpulos. Marc a pesar de todo supo que la chica estaba mintiendo, parecía ser que él era inmune a aquella “cualidad” de Sam ― ¿A qué juegas?― le preguntó. ― No… ― ― Escucha ― el chico no la dejó terminar ― Olvídate de esto. Todavía tienes tiempo de echarte atrás, no estás demasiado involucrada. ― Pero… ― ella trato de decir algo pero no pudo Marc ya se alejaba sin prestar mayor atención a las palabras de la chica. ― Hazme caso, Sam ― le dijo antes de alejarse más ― Olvídate de todo lo que viste y lo que te conté… es lo mejor ― Y sin decir más se marchó dejándola muy confusa. Pero Marc se equivocaba al decir que Sam no estaba aun “tan” involucrada, al parecer lo estaba y más de lo que ambos imaginaban.


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6 El sábado por la tarde, cuando Sam se dirigía a casa de Jane, sintió nuevamente que la seguían pero esta vez supo de alguna manera que no se trataba de Marc. Sin embargo, no se alteró, siguió caminando sin volverse, intentando ignorar esa sensación de ser observada, aunque por dentro sentía inseguridad y mucho miedo. Suspiró tratando de calmarse, empezaba a ponerse nerviosa, y eso en ella no era bueno. Mas lo que vio en seguida no ayudo mucho a que se tranquilizara, al girar la calle lo vio, estaba allí, frente a ella, con la capucha echada sobre la cabeza y la espalda recta, Sam se detuvo en seco y casi por instinto retrocedió y pensó en echar a correr, pero antes de que se diera cuenta de lo que estaba pasando aquel hombre estaba delante de ella de nuevo, muy cerca, y Sam podía ver el brillo de sus ojos bajo la capucha a pesar de que el sol le daba de frente y debería poder verle la cara por completo. Parecía que dentro sólo había oscuridad y dos puntos brillantes. Al ver a aquel hombre o lo que fuera tan cerca de repente la asustó y fue a soltar un grito, pero no le dio tiempo porque aquel hombre la cogió por un brazo haciendo que el tacto frió recorriera su espina. ― ¡¿Dime donde está?!― le dijo con voz fría y grave, como salida de las profundidades de otro mundo. ― No… no sé de qué me habla ― dijo Sam, mientras intentaba pensar con claridad. No podía negar que estaba asustada, pero intentó hallar en su cabeza esa parte racional que llevaba siempre consigo. Su semblante volvió a mostrar la calma de siempre, fulminó al encapuchado con la mirada intentando persuadirlo de que la dejara libre


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― ¡Suélteme!― le dijo intentando controlar la furia que se había abierto paso en ella a través del miedo. ― No quieres hablar ¿he? Como quieras… ― La joven vio como, sin soltarla, el hombre alzaba la otra mano y en ella aparecía una esfera de algo negro que giraba en torno a sí mismo. Sam pensó que parecía oscuridad concentrada, arremolinándose entre sí. ― Si no me dices a mí lo que sabes no se lo dirás a nadie ― dijo el hombre. Sam sabía lo que iba a suceder a continuación e intentó evitarlo, lo había visto hacerlo aquella tarde en el callejón y sabia que de no hacer algo terminaría en las mismas condiciones que Marc o incluso peor. Antes de que el hombre pudiera alcanzarla con la esfera, que se encontraba peligrosamente cerca de su cara, le dio una patada en lo que debía de ser la entrepierna, aunque él apenas se inmutó. En ese momento Sam supo que iba a morir y cerró los ojos. Sintió algo frío rozándole una mejilla y luego que algo la empujaba con fuerza por un lado y la tiraba al suelo. Abrió los ojos y vio que Marc había caído encima de ella y se levantaba rápidamente. El chico soltó un pequeño grito cuando no pudo esquivar un nuevo ataque del encapuchado y la esfera negra rozó su brazo. ― ¡Marc! ― grito la chica al ver que aquel sujeto volvía a atacar al chico y lo lanzaba contra el muro haciéndolo pedazos y entonces pensó lo peor.


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Mas para su sompesa Sam vio como Marc se levantaba de entre los escombros y miraba a aquel hombre, serio. No parecía el mismo chico que ella conocía. Sus ojos desprendían un brillo peligroso y le dio la impresión de que esa mirada era la de un adulto, no la de un chico de diecisiete años. Si ella hubiera sido aquel extraño hombre habría salido corriendo en aquel momento. Pero él no parecía asustado, sino que soltó una carcajada siniestra. Lo que hizo Marc sorprendió a Sam más que cualquier otra cosa. El chico también levantó la mano e hizo aparecer en su palma otra esfera de energía, esta vez roja, que quedó suspendida en el aire a unos centímetros de su mano, enseguida la lanzó hacia el encapuchado a la misma vez que este lanzaba la propia. Las dos chocaron y se oyó un estruendo que cimbro todo a varios metros a la redonda, después una luz lo iluminó todo y los lanzó a ambos unos metros más atrás de donde estaban, Sam quien observaba a unos cuantos metros también creyó que saldría despedida por la fuerza de aquella dos energías que acababan de chocar, pero para su sorpresa se dio cuenta de que estaba protegida por un campo de fuerza que la protegía de cualquier daño. Marc se levantó con un ágil movimiento y vio como aquel hombre hacia algo extraño con la mano. Sam, que se había levantado y observaba la lucha algo más allá, asombrada, vio que del cuerpo del encapuchado salía algo con rapidez, y se dio cuenta un segundo después de que se había multiplicado y ahora había dos iguales ― ¿Pero cómo es posible? ― reacciono sorprendida. El clon de aquel hombre se dirigió con rapidez hacia Marc, que no parecía muy sorprendido y lo esquivó velozmente. El chico había quedado en medio de los dos Gards, que lo miraban desafiantes.


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A Sam apenas le dio tiempo a ver cómo Marc juntaba las manos para una milésima de segundo después extender los brazos y lanzar algo oscuro y brillante a cada lado, a cada uno de los encapuchados. La cosa negra y afilada se clavó en el pecho de ambos hombres a la vez, donde debían de tener el corazón. Sam vio cómo Marc jadeaba y cerraba un momento los ojos, intentando calmarse. Parecía que la adrenalina recorría todo su cuerpo y una chispa de excitación iluminaba sus ojos. Aquellos hombres cayeron al suelo y desaparecieron poco a poco envueltos en una luz cegadora de la misma manera que lo había hecho la primera vez que Sam había contemplado una batalla. Luego el chico se giró hacia ella, como si quisiera cerciorarse de que estuviera bien, una vez hecho esto se dejó caer al suelo quedando apoyado en la pared de la casa que tenía detrás. Sam se apresuro a llegar a su lado y como pudo trato de confortarlo, parecía exhausto y no era para menos después de la pelea que acababa de pelear. Mientras el corazón volvía a latirles a ritmo normal, Sam preguntó: ― ¿Vuelves a seguirme? ― le dijo mientras acariciaba su cabello suavemente. ― Y yo que sólo esperaba un “Gracias por salvarme la vida” ― suspiró acomodando la cabeza en el regazo de la chica ― Desde que hablé contigo en la cafetería sabía que tendría que echarte un ojo de nuevo, perdóname ― se disculpo el chico ― no debí haberte contado nada ― se lamento Hubo un silencio. ― Gracias por salvarme la vida ― dijo Sam


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Marc sonrió al ver que la chica le sonreía, incluso se sintió un poco aliviado a pesar del estado en que se encontraba. ― Vale ― dijo ― Has dicho lo que quería que dijera así que probare mi suerte una vez más… ¿Y si ahora dices: me lo he pensado mejor y quiero salir contigo? ― indico el chico Sam sonrió y negó con la cabeza. Parecía que Marc volvía a ser el mismo de siempre. ― No tienes remedio ― ― Venga ― dijo Marc, sonriendo en broma. Alzó una ceja y adoptó un aire de superioridad ― Confiesa que te gusto ― Rieron y volvieron a quedarse en silencio. Marc hizo el intento de ponerse de pie pero Sam lo detuvo. ― Espera, ¿y tu herida?― preguntó mirando el lugar donde la esfera que había lanzado aquel hombre le había rozado. El chico retiro un poco la rasgada tela, la camisa estaba rota, pero no había rastro de la herida aunque a Sam le sorprendió que el chico tenía varias cicatrices aunque no se atrevió a preguntar nada. Marc sonrió enigmáticamente pero no dijo nada, Sam tubo el impulso de preguntarle cómo era posible aquello pero prefirió guardar silencio y limitarse a ayudarlo, juntos comenzaron a avanzar a casa del chico, mientras que sin que Sam se diera cuenta, toda la destrucción que la batalla entre Marc y los dos Gards había causado se desvanecía como si nada hubiera sucedido en aquel lugar.


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7 ― Empecemos desde el principio ― dijo Sam ― ¿Quién eres? ― Lo cuestiono una vez que estuvieron frente a frente en la sala de la casa de la chica. ― ¿Me has traído a tu casa para hacerme un interrogatorio? ― indico Marc quien a pesar de no estar herido aun continuaba exhausto por la batalla. Se encontraban en la habitación de Sam, que estaba bastante limpia y ordenada, como la última y única vez que Marc había estado allí. La chica hizo un esfuerzo para no mirar al cielo. ― Te he traído a mi casa porque estaba más cerca que la tuya y ya hemos comprobado que ni las calles ni las cafeterías son seguras. Marc sonrió. ― ¿Y crees que aquí estamos a salvo? ― preguntó con algo de sarcasmo ― Por lo menos déjame intentar crear una protección ― indico el chico haciendo el intento de levantarse pero Sam lo detuvo. ― Nada de trucos… campos de fuerza o lo que sea ― indico sentándolo de nuevo sobre la cama ― Primero explícame lo que está pasando de una vez por todas ― dijo ― Y no me digas que no quieres implicarme porque ya estoy implicada ¿No lo crees?― ― De acuerdo, de acuerdo. Te explicaré más o menos de que va todo esto ― cedió Marc. La chica se sentó a su lado, con las piernas cruzadas, esperando a que hablara. ― Supongo que te preguntarás por que los Gards aparecen y desaparecen de la nada, porque no se le


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ve nunca la cara y que era esa esfera que apareció en su mano con la que intentó matarte ― empezó Marc ― Y también te preguntarás cómo hice yo esa otra… esfera, Por cierto, ¿has visto qué puntería tengo? ― Sam le lanzó una mirada de advertencia y Marc se dejó de bromas. ― ¿Recuerdas qué te dije hace tiempo que ese ser no era humano y que era de otro mundo?― continuó ― Pues esa es la verdad, ese mundo… mi mundo… ― Sam tuvo la impresión de que Marc no sabía cómo empezar a explicarse. Y eso de “mi mundo” no era la mejor manera de hacerlo pero no se atrevió a interrumpirlo ahora que por fin lo había convencido de que le contara todo. ― Aquello es muy diferente a esto, aquí por ejemplo no hay magia, ni hechiceros, los pocos que puede que haya proceden de allí, aquel mundo tiene sitios mucho más bonitos que éste, créeme. Y bueno, no es otro planeta, es como… una dimensión paralela ― explico tratando de darse a entender ― Pues bien, hace muchos años que abandone aquí lugar… por esto ― se sacó de la camiseta el medallón con la gema incrustada y se acercó para enseñársela ― Esta piedra la señaló ― tiene mucho, mucho poder, mas de que pudiera llegar a tener el más poderoso hechicero de mi mundo, yo tengo que protegerla porque muchos la buscan por diferentes motivos, algunos quieren poder, otros riquezas, otros la inmortalidad… se dice que la piedra cumple el deseo más profundo del que la posee, allá en mi mundo se contaba desde siglos atrás que este pequeño artefacto había sido el responsable de la destrucción de mundos y civilizaciones enteras, con su ayuda muchos tiranos habían mantenido reinos de terror por años sin que


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nadie pudiera hacer nada para detenerlos, es por eso que sólo es la piedra lo que importa, yo la incrusté en el colgante hace tiempo para llevarla siempre conmigo y tratar de evitar que dieran con ella. Sé que no parece ser muy especial pero te aseguro que es mucho más de lo que aparenta, fíjate. Sam lo hizo. Se acercó a la gema y la observó. Al principio no vio nada, pero luego pudo observar cómo algo se movía en el centro, como un remolino hecho de algo suave que daba vueltas en torno a sí mismo. Parecía que había una neblina brillante dentro de aquella diminuta piedra. Sam nunca había visto nada igual. ― No la mires demasiado, es malo ― le dijo Marc apartando el medallón y volvió a guardárselo bajo la camiseta ― Podrías quedarte toda tu vida mirándola… muchos reyes, guerreros y magos han consumido su vida así y créeme, no es una bonita forma de morir ― Sam no supo si bromeaba o no. ― En fin ― continuó Marc ― Esto es lo que quieren esos seres, es por eso que no puedo quitármela ― ― ¿Por qué?― preguntó Sam ― Eso no viene ahora al caso, pero en parte no puedo quitármela para que no caiga en manos de nadie. Bueno, el caso es que esos seres, los Gards, son enviados aquí por un hechicero llamado Algor, el los convoca a través de un hechizo y ellos viven para servirle y protegerlo. Por eso se llaman Gards, Algor es uno de los hechiceros más poderosos de mi mundo y busca la piedra para hacerse con el poder absoluto, si la consiguiera tal vez… ese mundo ya no sería lo que es. Aunque en realidad no sé cómo es ahora, hace


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muchos años que llegue aquí y desde entonces no sé nada de mi mundo, aunque Tolú cree que ahora todos viven en paz. ― ¿Quién es Tolk?― preguntó Sam ― Mi… tutor, por así decirlo ― ― ¿Pero no se llama Phillip? ― ― Ese es sólo uno de sus muchos nombres aquí ― indico Marc divertido de descubrir que Sam conocía aquel detalle ― ¿No pensaras que iba a usar su verdadero nombre? ― ― Entonces… el también es de tu planeta. ― “Mundo” ― la corrigió Marc― Mundo, no planeta, si lo dices de esa manera me haces sentir como si fuera un extraterrestre y te aseguro que no lo soy… ― ― Perdona ― se disculpo la chica ― Entonces… los cuadros que vi… ― indago al recordar lo que había visto durante su visita a la casa del chico. ― ¿Que vistes? ― preguntó Marc, mirándola fijamente, parecía un poco contraído. Sam se sintió frustrada al darse cuenta de que se había descubierto. ― Fui a tu casa. Le dije a… tu tutor, que necesitaba un poco de ayuda con un trabajo de la escuela, fue muy amable, vi los cuadros mientas él buscaba algunos libros para prestármelos... Esos cuadros… Es tu mundo ¿No es así? ― Marc suspiró con resignación y asintió. ― Si… los pinto Tolk… ― explicó ― El es también un hechicero, llego aquí junto conmigo… para protegerme, por decirlo de alguna forma, aunque creo que más que nada está conmigo porque no le gusta estar solo, sin embargo a sido de mucha ayuda para poder proteger esto ― dijo señalando su pecho, donde tenía la fascinante gema ― Bueno, el problema


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es que, aparte de Algor, hay mucha más gente que busca la piedra, la mayoría de ellos hechiceros, todos con poderes y unas propiedades extrañas y fascinantes y matarían por ella. ― Eso está más que claro ― murmuró Sam ― Pues los Sirvientes de Algor no son los único que me persiguen ― prosiguió narrando el chico ― Ya me he topado con varios hechiceros que pretendían torturarme para que les revelara el paradero de la piedra, aunque la gran mayoría a pesar de ser muy poderosos no ven más allá de su narices ― sonrió satisfecho ― Los muy idiotas ni sospechan que la llevo siempre encima, creen que la he escondido ― ― Y eso…― dijo Sam ― Eso que has hecho, tu puntería… No eres un chico normal ¿Verdad?― Marc sonrió al escuchar aquella última pregunta. ― Soy un hechicero, príncipe heredero del trono de Pilgrym ― ― ¿Pilgrym? ¿Así se llama tu mundo? ― Marc asintió, no miraba a Sam, sino que miraba al frente, suspiró y negó con la cabeza. ― Y ahora estoy rompiendo la norma confidencialidad contándote todo esto ― dijo.

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Luego sonrió a su pesar, haciendo una pausa antes de continuar con su relato. ― Yo era el hechicero más joven de mi estirpe, tenía apenas diez y siete años cuando fui enviado aquí junto con la piedra ― ― ¿Eras?― preguntó Sam desconcertada ― Pero si aun eres muy joven, eso quiere decir que no hace mucho abandonaste tu mundo… ―


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― Aunque no lo creas ha pasado más tiempo del que podrías imaginarte… te asombrarías ― Ambos sonrieron. ― ¿Y qué sabes hacer?― le preguntó Sam al chico. ― Ya lo has visto ― ― ¿Algo más aparte de esas “cosas”? de lo que fueran y de la creación de instrumentos asesinos afilados? ― sonrió. ― No puedo creerlo dijo Marc, mirándola ― ¿Acabas de hacer una broma o solo fue la contusión que me ha hecho alucinar? ― Sam negó con la cabeza sin dejar de sonreír y no le hizo caso. ― Vamos, dime… ¿Qué más sabes hacer? ― Marc arrugó un poco el entrecejo, pensativo y luego se volvió hacia ella, Sam lo vio alzar las manos y moverlas de forma un tanto extraña, como si moldeara algo invisible. Algo alargado a lo que daba forma. Luego hizo como si cogiera ese algo con el índice y el pulgar y se inclinó hacia ella, que observaba sorprendida como unos puntos brillantes que parecían estrella (mas tarde Marc le revelaría que así lo eran) se unían y formaban una figura alargada. Un instante después desapareció el brillo y Sam vio sorprendida que había una flor roja en su lugar, aquella no era una flor normal, Sam jamás había visto algo tan bello en toda su vida, de inmediato supo que aquella debía ser una flor de otro mundo… del mundo de Marc. El chico se la tendió con una fina sonrisa en los labios y ella la cogió algo aturdida.


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― Bueno… sorprendente, aunque varios chicos ya me han hecho este truco antes… aunque sin tantos efectos especiales ― dijo sonriendo. ― Lo sé… en tu mundo la magia es cosa de bufones y “abracadabras” ― indico ― es por eso que cuando se planta frente a ustedes magia verdadera no la pueden reconocer… ― Sam lo miro con recelo, no le gustaba que hablara así de “su mundo”, sobre todo porque ella era una de esas personas que les costaba trabajo creer en magia verdadera, incluso si la tenían frente a sus narices. ― Valla ― dijo observando la flor y luego arqueó una ceja y miró a Marc ― ¿Es que no pasan cinco minutos sin que intentes algo conmigo? ― le reclamo Marc sonrió con picardía. ― Lo siento, no puedo evitarlo ― dijo, luego la miró y señaló la flor con la cabeza ― Si no te gusta puedo desmaterializarla ― indico haciendo el intento de quitársela a Sam de las manos dispuesto a cumplir con su amenaza. ― ¡No! ― Sam protegió aquel objeto como si se tratase del más frágil cristal ― es muy bonita ― confesó sonriendo, algo aturdida por aquello. Entonces le vino a la mente un lejano recuerdo que creía perdido, su difunto abuelo apareció en su mente, Sam recordó que el siempre hacía algo extraño con la mano y luego una rosa aparecía de la nada. La sonrisa de Sam se congeló al recordar aquello. Su abuelo acostumbraba hacer lo que él llamaba “pequeños trucos”, más corrientemente, trucos de magia, sin embargo… ― ¿Qué ocurre?― preguntó Marc.


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― Esto…― Sam levantó la cabeza y lo observó como si fuera la primera vez que lo miraba ― Esto ya lo había visto hacer antes…a mi abuelo ― Marc arrugó un poco el entrecejo. ― Lo que imaginaba ― dijo. ― ¿Qué? ― ― Verás, desde que me viste en aquel callejón he estado dándole vueltas a algo. Tú no lo sabes, pero allí había una especie de campo invisible ― ― Como el que pusiste alrededor mío hoy durante la batalla? ― indico la chica recordando la protección que había evitado que le sucediera algo durante la batalla contra los Gards. ― Mas o menos ― indico el chico ― Como te explique ese campo impedía que las personas normales se dieran cuenta de lo que estaba sucediendo en aquel momento en el callejón, si miraban hacia allí sólo verían un callejón vacío, nada más. Sin embargo, tú lo viste todo. Puedes ver a los Gards, que es algo que sólo los hechiceros pueden hacer. ― Pero yo no… ― ― Escúchame ― Marc se había acercado más a ella y la miraba a los ojos ― Hay sangre mágica corriendo por tus venas, lo sé ― indico convencido ― Uno no se hace hechicero, nace así, algunos pueden controlar el tiempo, otros crear y moldear la materia, invocar al fuego, esparcir energía… en fin, eso depende del entrenamiento y de las capacidades de cada quien, normalmente esto no pasa en este mundo, es decir, a través de los años me he dado cuenta de que a pesar de que hay muchos descendientes de hechiceros que han venido a tu mundo, no todos sus descendientes desarrollan aptitudes mágicas… aunque existen casos en los cuales algunos aprenden por su cuenta, pero no es lo habitual. Si es cierto que tu abuelo hacía…


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ciertas cosas, debía de ser uno de los pocos hechiceros que vivía aquí. ― Espera, espera ― le dijo Sam, levantando una mano ― ¿Me estás diciendo que tengo poderes? ¿Qué puedo hacer cosas como las que haces tú?― la chica negó con la cabeza ― No, eso es imposible. No tengo ninguna clase de magia o poder. Nunca he hecho nada raro, que yo recuerde. ― Eso es porque no lo has intentado ― ― No, no. Esto… esto no puede estar pasando ― se dijo Sam Su mente era un caos. Pensaba en todas aquellas cosas extrañas que hacía su abuelo, que nunca tenían ni pies ni cabeza. Podía asumir que su abuelo, que había muerto diez años atrás, hubiera sido un hechicero llegado de otro mundo que había encontrado en la Tierra una vida feliz, pero… ¿qué ella tenía poderes? No, aquello no podía ser verdad. ― No ― dijo con rotundidad ― realmente no creo que tenga poderes. Marc ladeó la cabeza sin dejar de mirarla. ― Pues yo no encuentro otra explicación a lo que te ocurre ― dijo ― Escucha, le he estado dando muchas vueltas todos estos días. No hay otra explicación, eres una hechicera, pero no has recibido entrenamiento ― desvió la cabeza ― Quizás si estuviéramos en Pilgrym las cosas serian diferentes, aunque a ciencia cierta no lo sé, las cosas deben haber cambiado desde que llegue a este mundo ― ― ¿Pero qué estás diciendo?― le preguntó Sam quien se alegraba de haber dejado el tema de sus supuestos poderes y enfocándose en aquel detalle que Marc ya


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había mencionado más de una vez ― ¿Por qué estas tan seguro que tu mundo ha cambiado tanto? ― ― Sí, bueno…― Marc desvió la mirada. ― ¿Cuántos llevas aquí? ― ― Casi cinc… cinco ― el chico hizo un poco de memoria y corrigió ― No, no, ya llevo ocho ― indico. ― Bueno… Ocho años no es mucho tiempo… ― índico Sam Marc sonrió al escuchar las palabras de la chica. ― Yo no estoy hablando de años Sam ― apunto el chico ― Me refería a… Siglos ― La chica lo miro pasmada. ― ¡¿Siglos?! ― Sam estaba estupefacta ante esa revelación ― Pero… un momento, dijiste que cuando abandonaste tu mundo tenias diecisiete años y no te vez mayor que eso… ¿Cómo es eso posible? ― indico la chica. ― Una de la ventaja que tenemos los Hechiceros en tu mundo es el hecho de no envejecer Sam… aunque no lo creas yo tengo casi quinientos diez y ocho años… de hecho los cumpliré el próximo mes… aunque hace mucho que deje de celebrarlo ― Sam se quedo muda al escuchar aquello, su madre siempre le había prohibido salir con chicos mayores, por un momento se pregunto lo que diría si supiera que estaba con un chico con más de quinientos años. Marc noto el cambio de actitud de Sam después de escuchar lo que le había contado. ― ¿No vas a decir nada? ― La cuestiono un tanto temeroso de la reacción de la chica.


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― Es que… no sé qué decirte…― indico ― ¿Qué has hecho todo ese tiempo… desde cuando llegaste a este mundo? ― Marc la miró. ― No pienso contarte nada más, mucho menos sobre los años que llevo aquí ― le dijo ― Lo siento, pero ya sabes demasiado, debes conformarte con lo que te he contado ― Ella no replicó, pues Marc se había puesto muy serio. Sam bajó la cabeza, todavía pensando en su abuelo y en si cabía la posibilidad de que ella tuviera alguna especie de poderes ― ¿En qué estoy pensando? ― se dijo ― Todo esto no es más que una locura, debo de estar alucinando o algo, esto no puede estar pasando… ¿Otro mundo? ¿Poderes? ― aquello sonaba tan loco. Sin embargo sabía que aquello era cierto porque había estado a punto de morir aquella misma tarde a manos de un Gard de esos ― Si no hubiera aparecido Marc… ― pensó mientras observaba la flor que reposaba en su regazo ― ¿Por qué Marc había elegido hacer aquello? ¿Porque una flor? Intentó no darle vueltas tampoco a aquello. Marc era un chico bastante extraño, a pesar de que siempre había parecido de lo más simple. En ese momento sonó el timbre, que los sobresaltó a ambos. Sam dejó el regalo del chico encima de la mesilla que había junto a la cama y fue a ver quién era, Marc la oyó hablar a través de la puerta con sus amigas Jane y Jessica. ― Sí, iba a ir a tu casa e iba a llamarte ahora ― decía Sam ― Es que me he puesto enferma de repente y…―


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tosió para corroborar su mentira ―. Bueno, ya ven, estoy bastante mal ― Marc oyó a Jane decir algo y luego a Jessica, que argumentaba: ―… podemos hacerte compañía y… ― Sin embargo y para alivio del chico Sam rechazo el ofrecimiento alegando que podía contagiarlas a ellas también. Al poco volvió a subir. ― Cada vez que vengo no están tus padres ― le dijo Marc, cuando la chica volvió a sentarse en la cama. ― Sólo has venido dos veces ― objetó. ― Es verdad, pero… ― ― Es normal que no estén ― dijo ella ― Pasan mucho tiempo fuera, Negocios, ya sabes, no vendrán hasta el mes que viene ― Esta vez fue Marc el que se pasmo. ― ¡Pero si todavía quedan…!― hizo unas rápidas cuentas mentales ― ¡… doce días! ― Ella se encogió de hombros, como si no le importara, pero Marc sospechó que no era así. ― Antes me dejaban con mi abuelo, pero ahora saben que puedo quedarme sola, lo hago desde que cumplí los dieciséis el año pasado. Se volvieron a quedar en silencio. ― Oye, y si ese Phillip… Tolk, no es francés en realidad, ¿por qué lo habla tan bien?


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― Ha tenido tiempo de aprender ― dijo Marc, encogiéndose de hombros ― Yo también se francés, alemán, chino, ruso, japonés y español ― Sam lo miró sorprendida. No sabía si creérselo. ― ¿Enserio? ¿Y cómo has aprendido tantos idiomas? Marc desvió la mirada, serio. ― Cuando has vivido más de quinientos años te da tiempo de aprender muchas cosas y de conocer muchos de esos países ― murmuró. Ella arqueó una ceja. ― No te creo ― dijo ― No puedes saber tantos idiomas… ― ― Pregúntame lo que quieras… ― Pasaron el resto de la tarde hablando sobre los distintos idiomas que hablaba Marc. Era verdad que sabía hasta ruso, y a la perfección al parecer, aunque Sam no entendía ruso. La chica sabía que Marc le ocultaba algo acerca de él y su pasado, pero no volvió a hacer más preguntas. ― Por cierto ― le dijo Sam a Marc una hora más tarde, en el rellano de su casa ―, deberías hablar con ese Tolú ― ― ¿Por qué lo dices?― preguntó Marc. Miraba a Sam desde algo más abajo, puesto que la chica estaba subida a los escalones de la entrada a su casa y él en el porche. Ya se marchaba a su casa y Sam lo había acompañado a la puerta. Tenía le levantar un poco la cabeza para mirarla a la cara. ― Porque está tarde casi te matan ― susurró ella para que nadie más lo oyera, a pesar de que la calle estaba desierta ― Igual que el otro día. Se supone que


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él está aquí para protegerte pero yo no veo que haga nada. Marc sonrió. ― Sabe que sé cuidarme solo ― dijo ― Por cierto, ¿desde cuándo te preocupas por mí? ― Ella siguió impasible. ― No me preocupo por ti ― le dijo ― es sólo que me parece algo irresponsable por su parte sabiendo el peligro que corres. Y, bueno… esta tarde… podría decirse que me has salvado la vida, así que… sí, no quiero que mueras, podrías serme útil de nuevo ― ― ¡Ah!― dijo Marc, en tono bromista. ¿Así que ahora soy tu guardaespaldas? ― Sam se encogió de hombros. ― Algo así ― dijo también en broma. Marc se puso serio. ― También quería decirte eso ― dijo― Tienes que llevar más cuidado de aquí en adelante y vigilar tus espaldas. Estoy seguro de que vendrán otra vez a por ti. De todas formas, te echaré un ojo de vez en cuando ― ― ¿Por qué? ― Marc la miró algo confuso. ― ¿Por qué, qué?― preguntó. ― Por qué vas a vigilarme ― ― No… no voy a vigilarte ― explicó ― Es sólo que… si te persiguen es culpa mía y si te matan también lo será. No quiero que eso quede en mi conciencia para toda la vida ―


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Sam esbozó una fina sonrisa. ― Bueno, adiós ― se despidió cerrando la puerta. ― ¿Sólo vas a despedirme con un simple adiós?― preguntó Marc deteniéndola antes de que cerrara por completo. La chica puso los ojos en blanco sin dejar de sonreír y cerró la puerta. Marc sonrió, se encogió de hombros y negó con la cabeza. Llegó a casa todavía pensando en Sam y en la conversación que habían tenido, que había durado toda la tarde. Sam por su parte se quedó un rato en el sofá viendo la televisión pero cuando subió a acostarse un rato después seguía pensando en Marc. Aquel extraño chico y toda aquella historia de otro mundo era bastante surrealista, pero después de lo que le había pasado aquella tarde se creía todo lo que le contaran. ― Es un príncipe… ― pensó de repente recordando lo que el chico le había contado ― un príncipe de más de quinientos años… ― Se puso el pijama y se acostó. Fue a apagar la luz de la mesilla y vio allí la flor que Marc había hecho aparecer con tanta elegancia. Su opinión sobre el chico había cambiado radicalmente en unos días, y sabía que, a pesar del hechicero escondido que había en él, seguía siendo el chico descarado y misterioso de siempre. Suspiró y apagó la luz, sin poder quitarse a Marc y a aquel mundo de la cabeza.


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8 Al igual que Sam, Marc tampoco podía dormir, miró por milésima vez su reloj: eran las tres de la madrugada. Suspiró. No tenía sueño y por su cabeza pasaban frases de todo tipo y en todos los idiomas que conocía. Maldijo por lo bajo y le dio un par de puñetazos a la almohada para acomodarla un poco aunque de nada le serviría, sabía que no conseguiría dormirse. Maldijo de nuevo, no sabía por qué, pero no podía quitarse a Sam y sus ojos grises de la cabeza ― ¿Qué le estaba pasando? ― se pregunto, aunque Intuía la respuesta a aquella pregunta pero no quería creerla. Se había dicho mil veces que no debía… no podía. Se incorporó con rapidez, despeinado y enfadado, no tenia caso permanecer en la cama si no iba a poder dormir, así que decidió salir a darse una vuelta. Estaba acostumbrado a dormir poco, y salir a dar un paseo le despejaría las ideas. Se levantó, se vistió y salió sin decirle nada a Tolk. No era ningún niño y no tenía que darle a nadie explicaciones de lo que hacía, Tolk también sabía eso. La noche refrescaba y el cielo despejado dejaba ver una luna casi llena. Se dirigió hacia su sitio preferido en aquel pueblo, una pequeña colina a las afueras desde donde se podía ver toda la ciudad que había varios kilómetros más allá al oeste. A Marc le gustaba ver la ciudad después del atardecer, toda llena de luces brillantes que iluminaban la oscura noche. Le gustaba sentarse en aquella colina y observar las luces. En esos momentos añoraba su mundo ― ¿Había cambiado tanto como éste en aquello años? ―


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Algo interrumpió sus pensamientos de camino a la colina y miró a su alrededor, alerta. Al parecer, no había tenido suficiente acción aquel día. Se detuvo, atento a cualquier ruido. Hubo un movimiento tras él y se dio la vuelta tan rápido que la persona que ahora tenía delante apenas pudo seguir sus movimientos. ― Veo que sigue tan en forma como siempre mi Lord ― dijo una voz que le resultó un tanto familiar, pero que no reconoció del todo ― Me alegro de volver a verlo… Príncipe Urick ― Marc se puso tenso ― ¿Quién era aquella persona que conocía su antiguo nombre? un nombre que hacía muchos años que no utilizaba? ― ― Ya no me llamo así ― dijo. ― Lo sé, lo sé, Debió cambiar de nombre al llegar aquí ― ― ¿Quién eres? ― dijo tratando de de ver la cara de aquel sujeto que se escondía en las sombras. ― ¿Tan mala es su memoria que no se acuerda ya de mí? ― El hombre avanzó hacia él saliendo de la oscuridad y Marc pudo ver sus rasgos a la luz de la luna. Era un hombre viejo, bajo y con unos kilos de más en las caderas. Vestía lo que parecía una larga túnica con el clásico emblema de la familia real de Pilgrym. Marc lo miró a los ojos intentando reconocerlo habían pasado tantos años desde la última vez que había visto a alguien más de su mundo (Sin contar a Tolk) que casi había olvidado los rostros de todos los que algún día conoció pero por fin le vino un nombre a la cabeza.


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― ¿Raw? ― murmuró ― ¿Qué…? ¿Qué haces aquí? ― Le pregunto, de todas las personas que esperaba encontrarse él era el ultimo que hubiera imaginado. El sujeto lo miro por unos segundos examinándolo y después volvió a hablar.

como

― He venido a hablar con usted Mi Lord, es muy importante, Ha pasado algo que debe saber de inmediato, un asunto urgente, he pasado los últimos años buscándolo y por fin he logrado encontrarlo, tiene que poner fin a esta era de dolor y sufrimiento que hemos pasado ― dijo suplicante. Y dicho esto se dejo caer de rodillas en señal de alabanza. ― ¿Qué…? ¿Qué quiere decir? ¿Qué ha ocurrido? ― índico el chico preocupado ― levántate y dime que es lo que sucede… ― ― Tiene que volver ― indico el hombre mirando a Marc con el rostro lleno de lagrimas. ― ¿Volver? ― Marc sintió que un hueco se formaba en su estomago al escuchar aquello ― ¿Existe una forma de volver a Pilgrym? ¡Eso es imposible! Cuando fui enviado aquí para proteger el Medallón me advirtieron que este era un viaje sin regreso… por lo menos hasta que solucionaran lo de… ― Marc miró a aquel hombre, interrogante ― ¿Acaso lo han logrado…? ― Me temo que no Mi Lord ― dijo Raw ― El asunto ha ido a peor desde que usted se marcho… todo se ha descontrolado, se nos ha ido de las manos… Pilgrym es un caos… ― ― ¿Qué dices? ¿Cómo es posible? ― Alego Marc Perplejo. La mente de Marc se había detenido, y el chico creyó que el corazón también lo haría de un momento a


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otro. Aquello era imposible, no podía estar pasando, durante todo aquel tiempo había creído que su sacrificio había valido la pena y ahora venia Raw diciéndole que todo había sido en vano. ― Cuéntamelo todo ― le pidió a Raw, con un nudo en la garganta ― Pero no aquí… es mejor que vallamos a casa ―


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9 ― ¡Tolk! ― gritó Marc en cuanto entró en la casa. Unos segundos más tarde Tolk entró en el salón despeinado y confuso. ― ¿Qué ocurre?― preguntó cargando consigo un extraño artefacto. ― Tranquilo… ― indico Marc ― Deja eso… tenemos visita ― Marc se hizo a un lado y Tolk pudo ver a Raw. ― ¡Raw! ― exclamó al ver al sujeto ― ¿Qué hace el aquí? ¿Ya podemos volver, todo ha terminado? ― dijo lanzando a un lado el arma que traía en las manos y lanzándose abrazar a aquel sujeto. Raw simplemente se dejo llevar mientras Tolk lo levantaba en vilo emocionado creyendo que era emisario de buenas noticias. ― Tranquilízate Tolk… ― dijo Marc sentándose detrás del escritorio ― me temo que Raw nos trae malas noticias ― La alegría del viejo se desvaneció al escuchar las palabras del chico, miro a Raw y al ver su semblante sombrío se dio cuenta de que había empezado celebrar antes de tiempo. ― Siéntate ― dijo Raw acomodándose la túnica que le había quedado toda torcida después del caluroso recibimiento de Tolk ―. Les contaré todo lo sucedido ― Marc y Tolk preocupados.

miraron

a

Raw,

expectantes

y


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― Creo que lo primero que deben saber es que Algor no murió en la batalla contra usted Mi Lord ― dijo mirando a Marc. ― ¡Eso es imposible! ― gritaron Marc y Tolk al unísono. ― Es muy posible mi señor… Algor logro sobrevivir a la batalla y poco después de su partida entró en la ciudad para conseguirla ― continuo Raw ― Gracias a su padre, el Honorable Señor de Pilgrym conseguimos reducir un poco a sus tropas, aunque nos costó bastantes vidas hacerlo, Algor pensaba que usted había muerto durante aquella batalla, en un principio creyó que el medallón estaba en manos de su padre, el ignoraba que este se encontraba lejos, donde no podía alcanzarte y que estaba siendo protegido por usted ― ― ¿Y por qué no enviaron a alguien para que me avisara? ― le recrimino Marc. ― Su padre no creyó prudente que volviera, no solo por los riesgos que implicaba el uso del medallón para hacerlo… sino por lo peligroso que era que este cayera en manos de Algor, usted sabe que aun sin tener el medallón en su manos es un hechicero muy poderoso, no podíamos arriesgarnos a que eso pasara… fueron ordenes de su padre ― se disculpo. Marc asintió. ― Entiendo… ― ― Es usted muy comprensivo Mi Lord ― Dijo Raw feliz de que Marc comprendiera las razones que le había dado para haberlo mantenido al margen de la situación en Pilgrym. Por otra parte se le hacía muy raro volver a oír a alguien dirigiéndose a él como “Mi Lord” pues hacia siglos que nadie lo hacía. El ultimo que lo había llamado así había sido Tolk recién se habían encontrado en aquel mundo y de inmediato Marc le


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había dicho que no lo hiciera mas, pues en la Tierra eso no era lo normal y levantarían sospechas, sobre todo suponiendo que Tolk era su tutor y tenían confianza. Raw continuó con su relato: ― Pasaron años en los que a pesar de la guerra y el caos que reinaba en Pilgrym su padre y los hechiceros de su corte trataron de encontrar una manera segura de poder hacerlo volver, claro está sin la necesidad de usar el medallón pero todo fue inútil, además teníamos que andarnos con mucho cuidado ya que sabíamos que Algor nos tenía vigilados. Incluso su padre empezó a sospechar que algunos de sus más fieles se habían pasado al bando de Algor ― ― ¿y después qué? ― Lo apresuro Marc ― ¿Por qué finalmente decidieron mandarte a buscarme? ― ― Durante todo estos años gran parte de nuestro mundo cayó bajo el dominio de Algor, de alguna manera logro multiplicar sus legiones de Gards ― indico. ― Lo vez… te lo dije ― lo interrumpió Marc al escuchar aquello ― Te dije que el ultimo Gard que me había a tacado se había trasmutado en dos y no me lo creíste ― le recrimino a Tolk. ― Lo siento… nunca vi hacer eso a un Gard cuando estábamos en nuestro mundo ― se disculpo ― Deja que continué… ― le indico. ― Nuestros ejércitos cayeron defendiendo las fortalezas y protegiendo las ciudades pero llego un punto en que fue imposible detener el avance de sus tropas, Algor no se conformo con sublevar a nuestra gente y siguió empeñado en no renunciar a dar con el Medallón, incluso nos atacó tres veces en persona para obligarnos a confesarle donde estaba, pero


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ustedes saben que ninguno de nosotros hubiera sido capaz de traicionar ni al Rey ni a usted Mi Lord, soportamos y guardamos silencio a pesar de la tortura, no pudo con nosotros ― afirmo con orgullo inflando el pecho. ― ¿Y después? ― indico Tolk impaciente. La mirada de Raw se nublo. ― Habían pasado ya doscientos años desde que usted había venido aquí y empezábamos a creer que Algor por fin había terminado por rendirse, después de todo a pesar de no tener el medallón en sus manos había logrado hacerse de un poder muy grande, incluso equiparable al de su señor padre, sin embargo estábamos equivocados, cuando creíamos que la guerra terminaría, las hordas de Gards tomaban otra ciudad, algunas otras fueron destruidas por no ceder ante él, pero otras, al ver el gran poder que Algor había alcanzado prefirieron rendirse sin oponer resistencia. En parte es comprensible, puesto que no querían morir y muchos de ellos empezaron a perder la fe en su padre, después de todo llevamos años peleando y sin saber nada de Gisloh, nuestro más fuerte aliado ― ― ¿Gisloh? ― Marc pareció desorientado. ― Gisloh es un país que tenemos muy lejos pero con el que siempre habíamos mantenido buenas relaciones entre nosotros, usted es muy joven para recordarlo pero Tolk si debe saber a qué me refiero ― dijo mirando al viejo. ― Gisloh era la tierra natal de tu madre ― índico este. Marc quiso saber más, era poco o nada lo que sabía de su madre, había muerto cuando él era muy pequeño, pero entendió que aquel no era el


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momento indicado para hacerlo así que dejo que Raw continuara explicándoles lo que había sucedido. ― Cuando empezaron a caer las ciudades su padre envió a un par de hechiceros para saber con quién estaban sus lealtades pero nunca más supimos de ellos, desaparecieron sin dejar rastro desde entonces. Corrieron muchos rumores sobre Gisloh, algunos decían que la ciudad había sido destruida por las tropas de Algor, otros que se habían unido a él, pero jamás supimos ciencia cierta con ellos. Con el paso de los años Algor se hizo todavía más poderoso (si es que eso era posible), y junto con él se levantaron mas hechicero que bajo sus órdenes controlaban las tropas y mantenían a las ciudades bajo su yugo. Thuk, la mano derecha de Algor también nos dio problemas, consiguió escapar de nosotros cuando descubrimos que estaba del lado de Algor, menuda rata, el había estado espiando cada paso que dábamos sin que nos diéramos cuenta a cambio del poder y el control de las tierras del norte. Estuvimos varios años más en guerra hasta que finalmente la última ciudad calló, los pocos que logramos escapar hemos vivido desde entonces escondiéndonos tratando de recuperar el control de Pilgrym pero todo ha sido inútil aun mas después de…― Raw hizo una pausa en su relato y observó a Marc. ― Tengo que decirle ― le dijo ― que muchos de los suyos han caído en batalla ― Marc sintió que el corazón se le encogía al escuchar aquello, quiso articular una pregunta pero no tubo valor. ― ¿Y el Rey? ― susurró Tolk como si hubiera adivinado las intenciones de Marc.


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Raw no respondió, simplemente bajo la cabeza y eso fue suficiente respuesta, el chico tragó saliva decidió a ocultar el dolor y se obligó a sí mismo a seguir escuchando la historia de Raw, que en su mundo había sido un célebre hechicero que había consagrado su vida al servicio del Clan Crockford y había sido fiel seguidor de toda su familia desde hace generaciones. ― Continua por favor ― le pidió el chico tragándose sus lágrimas. ― A la muerte de su padre Algor se hizo del control absoluto de Pilgrym que desde entonces nuestro pueblo a vivido en guerra… todo ha sido un caos, no hemos avanzado nada en todos estos años por culpa de Algor y su poder. Todo está sumido en la oscuridad, y seguirá así hasta que él consiga el medallón ― Repentinamente una idea vino a Marc y por un segundo sintió que la esperanza lo invadía. ― Raw… mi padre… ¿sabes donde esta mi padre? ― Lo cuestiono. ― Mi lord yo… ― el hombrecillo parecía visiblemente consternado. ― Habla de una buena vez Raw ― le indico Tolk ― Si el rey a muerto quiere decir que ha venido a este mundo… ¿Sabes donde esta? ¿Lo sabes? ― Raw se frotaba las manos nerviosamente sin atreverse a responder o al menos eso parecía. ― Como le he dicho ― comenzó Raw a explicar nuevamente aunque con un poco de dificultad ― Cuando atacó el palacio nos dimos cuenta de que su poder se había tornado a extremo poderoso, Algor de alguna manera aprendió a manejar poderes extremadamente oscuros, magia que no había sido


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usada ni invocada desde hacia milenios, ignoramos como pudo conseguir semejante conocimiento, pero así fue, Algor encontró la forma de matar no solo el cuerpo, sino también el alma y como usted bien sabe para que un Grym (Así se les llamaba a los habitantes de Pilgrym) sea enviado a este mundo una vez que muera en necesario que su alma permanezca intacta, de lo contrario… ― Raw no pudo decir lo siguiente ― Algor perdió su alma cuando se entrego a la magia oscura, es por eso que no puede venir a este mundo él mismo y eso lo ha frustrado todos estos años y por eso es que ha empezado a mandar a sus sirvientes para que lo busquen ― indico. ― Pero… ― lo volvió a interrumpir Tolk quien parecía horrorizado de escuchar a los limites que Algor había llegado con tal de conseguir el medallón ― los Gard tampoco tienen alma… ¿Cómo es posible que haya podido enviarlos entonces ― indico el viejo sin comprender. ― Es ahí donde reside lo más oscuro del poder de Algor ― continuo Raw sintiendo un escalofrió ― Para poder enviar a sus Gards a usado las almas de los que han caído bajo su yugo, niños, mujeres, hombres, convirtiéndolos en criaturas que no están unidas a ningún mundo en concreto por lo que pueden ir y venir con facilidad aunque solo por un corto tiempo no obstante eso no los hace menos peligrosos. Hizo una pausa y miró a Marc con fijeza. ― Entonces mi padre… ― esta vez a pesar de sus intentos, las lágrimas traicionaron a Marc. ― El murió peleando Mi Lord, y antes de hacerlo me pidió venir aquí con una misión importante ― le dijo ― usted es nuestra única esperanza de recuperar la felicidad y la libertad de Pilgrym ―


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Marc negó con la cabeza, consciente de que si su padre, que había sido uno de los magos más poderosos de Pilgrym no había podido hacer nada el tendría muchas menos posibilidades de hacerlo. ― Usted es nuestra única salvación ― continuó Raw ― Usted tiene el Medallón, es el único que puede ayudarnos y salvar Pilgrym del desastre… o acaso Mi Lord ¿Aun tiene el Medallón en su poder? ― Raw temió por un momento que después de tantos años Marc ya no poseyera aquel preciado objeto. ― Si… aun lo tengo ― dijo Marc ― Pero sabes el riesgo que existe al usas su poder… incluso mi padre temía al poder del medallón y por eso prefirió mandarlo a este mundo donde no pudiera hacer ningún daño ― ― Sí la ha utilizado ― le dijo Raw ― Han pasado más de quinientos años desde que vino aquí y conserva el aspecto de un chico de diecisiete, la misma edad que tenía cuando consiguió el Medallón después de pelear con Algo, es su poder lo que lo ha mantenido con ese mismo aspecto todo este tiempo, vea por ejemplo al Sr. Tolk que a diferencia de usted si ha ido envejeciendo, no con la misma rapidez que lo hacen los humanos en este mundo, si no de la misma manera que envejecería un Grym en nuestro mundo, no todos tienen esa suerte, se necesita ser un mago muy poderoso para lograrlo y el Sr. Tolk es uno de ellos, otros que han venido antes y después que ustedes han terminado su vida de una forma natural y común entre los humanos mientras que ustedes se han mantenido por siglos vagando en este mundo ― indico. ― ¡Eso es imposible! ― reacciono Marc sorprendido. ― Pero así es ― dijo Tolk ― Eso se debe a que eres su guardián, su protector, eres el Guardián del Medallón


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y sólo te has mantenido así para protegerla de gente como Algor. ― El Medallón es suyo ― le dijo Raw― Desde el momento en que se creó y solo usted puede usar su poder, es usted el único y lo sabe, la leyenda es muy clara ― indico el hombre poniéndose de pie ― “Solo el hechicero más poderoso encontrara el poder necesario para derrotar a su enemigo y traer la paz de los pueblos, con el viajara a través de los para traer con él la esperanza” ― Marc desvió la mirada, pensativo. Había escuchado aquella leyenda millones de veces cuando era niño, jamás hubiera imaginado que aquel hechicero predestinado seria él, a veces aun lo dudaba, pero ahí estaba, protegiendo el Medallón y sus poderes de que cayeran en malas manos. ― Tiene que ayudarnos ― rogó Raw― No sabe cómo es aquello ahora, los pocos que han sobrevivido se han convertido en sirvientes de Algor y sus esbirros… Es usted nuestra última esperanza. Hubo un silencio. ― Y aún hay más advirtió el hombrecillo al ver que lo que le había contado a Marc no había sido suficiente para convencerlo ― Aun no le he revelado el principal motivo por el que estoy aquí ― El chico lo miró, no sabía que podía ser peor ― Habla ― dijo Marc después de una pausa. ― Como le he dicho han sido años de luchas y durante las batallas hemos perdido no solo ciudades y fortalezas, sino también la lealtad de muchos de los


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que un día se llamaron nuestros aliados y amigos, es así como finalmente Algor se entero de la verdad, de que en realidad usted no había muerto y que había sido enviado a este mundo llevándose consigo el medallón, desde entonces ha buscado la forma de venir aquí pero por fortuna no lo ha podido conseguir y se ha limitado a enviar a sus Gards aunque eso ha aumentado aun mas su desazón pues al ver que siempre han fallado considera que solo podrá conseguir lo que quiere si viene a buscarlo el mismo… ― ― Pero tú mismo nos has dicho que no puede cruzar el umbral entre los dos mundos… ― le recordó Tolk. ― El no, pero sus Gards y otras criaturas que han empezado a aparecer en Pilgrym si, por lo que Algor ha comenzado a juntar un enorme ejército de Gurds (Así se les denominaba a los Gards provistos de un alma a través de magia oscura) con el que planea atacar este mundo para que consigan el Medallón a como de lugar. Marc lo miró petrificado. ― ¿Un ejército de Sirvientes para atacar este mundo? ¿Algor se había vuelto loco? ¡No podía hacer eso! ¡Rompería el equilibrio de todo el planeta! ― Raw miró a Marc y continuó: ― A Algor no le importará matar a quien sea con tal de conseguir el medallón, la ventaja que tenemos es que él piensa que está perdida en este mundo, el desconoce por completo que todos estos años la ha llevado siempre consigo ― su mirada se detuvo el cordón negro que Marc llevaba al cuello. El medallón permanecía fuera de la vista, oculto bajo su camisa blanca.


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― Un momento ― dijo Tolk, mirando a Raw ― Si tú estás aquí, eso quiere decir que…? ― ― No… yo no he muerto ― explico mientras metía la mano en lo que debía de ser un bolsillo de su túnica y de ella extraía un cristal muy parecido a la piedra que estaba incrustada en el medallón de Marc, solo que esta era de un color azul y no era tan destellante como la original. Tolk pareció asombrado al ver aquello y de un salto se incorporo de su asiento para acercarse un poco más y examinar aquel objeto. ― No puedo creerlo… ¡Lo lograron! ― índico sorprendido ― ¿Puedo tocarla? ― pregunto un tanto nervioso, como un niño que ve un juguete que toda su vida ha deseado. Raw la deposito en la palma del viejo. Era suave, y al verla más de cerca Tolk se dio cuenta de que a pesar de haberla visto azul en un principio no tenía un color indefinido puesto que parecía haber miles de colores arremolinándose dentro. Parecían dar vueltas y vueltas pegados al cristal. ― ¿Eso quiere decir que podemos volver? ― preguntó Tolk esperanzado. Pero aquello no duro mucho puesto que Raw negó con la cabeza en cuanto escucho aquella última pregunta. ― Por años seguimos investigando la forma de viajar entre ambos mundos sin la necesidad de tener que entregar nuestras vidas, ustedes bien saben que otro de los efectos de viajar entre los dos mundos es que


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cuando vienes a este no solo pierdes toda tu esencia mágica, si no que con el tiempo terminas por volverte un simple mortal y olvidas tu vida en Pilgrym, eso no ha sucedido en su caso ― dijo refiriéndose a Marc ― ya que lleva con usted el medallón y su poder lo ha mantenido protegido de todos los efectos de este mundo sobre nuestra gente y en su caso ― dijo esta vez mirando a Tolk ― debe ser por lo poderoso de su magia… aunque no estoy cien por ciento seguro de que pueda seguir soportando demasiado ― ― ¿Entonces…? ― pregunto Tolk sin aun entender ― Si no han logrado crear la llave, como es posible que hayas podido venir si dices que no has muerto… explícate ― ― Bueno, me extraña que no lo sepa Sr. Tolk ― dijo Raw, mirándolo ― Puesto que usted ha sido en gran parte quien nos dio las bases para crear esta maravilla que si bien, no nos permite regresar un vez que hemos cruzado el umbral entre los mundos si permite que sin la necesidad de morir podamos venir aquí, es muy parecido a lo que hace Algor con los Gards, solo con la diferencia de que no es necesario sacrificar un alma para llegar hasta aquí…― ― Pero entonces… si no puedes regresar a nuestro mundo ¿Eso quiere decir que…?― preguntó Marc sorprendido. ― Te has sacrificado para venir a este mundo y traernos el mensaje del Rey… ― dijo Tolk terminando la frase. Raw bajo la mirada. ― Esta piedra, a diferencia de la del medallón pierde su poder a determinado tiempo, de igual manera cuando esto suceda yo perderé todo recuerdo de


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Pilgrym y toda mi esencia mágica y me convertiré en un humano común y corriente ― indico el hombre ― no falta mucho para que eso suceda ― anuncio mirando por la ventana, sin darse cuenta del correr de las horas la noche había comenzaba a disiparse anunciando la proximidad del amanecer ― Estoy feliz de haber podido servir a su majestad hasta el último momento y haberle podido traer este mensaje al príncipe… ― Raw hizo una pausa y corrigió ― al Rey legitimo de Pilgrym… su gente, la poca que aún queda, espera ansiosa su regreso, todos estamos consientes del gran riesgo que representa que usted regrese con el medallón pero créame su majestad ― dijo el hombrecillo tomando las manos de Marc entre las suyas ― Si decide quedarse… si considera que es mejor permanecer aquí y continuar protegiendo el medallón para que no caiga en manos de Algor, nadie se lo reprochara, después de todo nuestro mundo ya ha sido condenado y vive en una profunda oscuridad… ahora lo importante es que no permita que destruyan este… su mundo, el que ha sido su hogar por todos estos siglos ― ― Yo… ― Marc no supo que decir. ― Hay una última cosa que debo decirle antes de que salga el sol… ― lo interrumpió Raw ― Si decide pelear, si decide regresar a Pilgrym y enfrentar a Algor y a sus hordas de Gards, es importante que sepa que no lo hará solo… ― indico con la esperanza en su rostro. ― ¿A qué te refieres? ― ― Usted sabe que lo que sucedió, cada batalla, su partida con el medallón a este mundo… todo ya estaba escrito en las tablas del destino, por lo que su padre tuvo a bien tomar sus precauciones para que llegado el momento usted y nuestro pueblo tuvieran una oportunidad… ―


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― ¡Los Drogs! ― exclamo Tolk ― ¿Entonces no se trataba solo de una leyenda? ― indico visiblemente emocionado. ― Así es… ― respondió Raw ― Los enviaron aquí muchos años antes de que usted viniera ― ― ¡Lo sabía, lo sabia! ― decía Tolk sin dejar de moverse por toda la habitación ― ¿Por qué nadie me lo dijo? ― ― Solo el rey lo sabía y fue en su lecho de muerte que me lo confesó a mí para poder decírselo a usted Mi Lord ― ― Explícate…. ¿Qué son los Drogs? ― pregunto Marc sin entender aun bien de que era de lo que Raw y Tolk hablaban. Fue Tolk el que respondió a la pregunta del chico adelantándose a Raw. ― Son Hechiceros… los más poderosos de Pilgrym, ¿Cuantos son? ― pregunto Tolk a Raw aun más emocionado ― ¿Cien? ¿Mil? ¿Cómo es que no nos hemos topado con ninguno de ellos? ― pregunto sin siquiera dar tiempo de que Raw contestara a la primera de su preguntas. ― Hay cinco en total y si no los han conocido aun es porque ha permanecido escondidos todo este tiempo. ― ¿Diez? ― aquella cifra parecía haber mellado todo el entusiasmo de Tolk ― ¿Cinco? ¡No puede ser posible!― ― Bueno, de hecho solo son cuatro… Mi Lord ha sido el quinto, el también es un Drog, por eso ha podido invocar el medallón y traerlo consigo a este mundo, ahora lo importante es que encuentre a los otros… aunque lamento decirle que su padre no alcanzo a decirme donde o como hacerlo… se llevo ese secreto consigo… lo lamento Mi Lord ― se disculpo.


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― Genial… ¿Sabes lo grande que es este mundo? ― dijo recriminando a Raw ― Nos tomara otros quinientos años encontrarlos… ― Raw y Tolk se enfrascaron en una discusión mientras que Mark quien seguía aun consternado los miraba tratando de comprender, finalmente reacciono y de inmediato trato de poner orden antes de que se le agotara el tiempo, aun tenía muchas cosas que preguntarle a Raw. ― Espere un momento…― dijo Marc. Se le acababa de ocurrir algo. ― Creo que yo sé donde esta uno de esos… ¿Cómo los llamaste?― dijo. ― Drogs Mi lord ― ― Muy bien, si no estoy equivocado creo que yo ya he conocido a uno de los enviados de mi padre… ― índico sonriendo por primera vez en toda la noche. ― ¿Cómo?― preguntó Tolk ― ¿A quién te refieres? ― ― A Sam ― dijo Marc, levantándose de un salto ― Su abuelo era un hechicero y creo que ella también lo es. ― ¿La chica esa de la que has estado hablando los últimos días? ― Tolk parecía perplejo ― ¿La que te has pasado siguiendo las últimas semanas? Tienes que estar bromeando… ― dijo incrédulo. Sin esperar un segundo Marc les contó a Tolk y Raw como la chica lo había visto luchando contra un Gard y lo que ella le había contado de su abuelo. Raw se levantó también de un salto.


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― Ella está en peligro ― le dijo a Marc ― Cuando los Gards vengan, lo primero que harán será tratar de localizar a los Drogs y matarlos, ¡No pueden permitirlo! Tienen que hallarlos y protegerlos, el futuro de nuestro mundo está en sus manos. Marc asintió. ― Deben darse prisa y hablar con esa chica… deben llevarla de regreso a Pilgrym. ― ¡¿Qué?!― dijo Marc ―. Pero… este es su mundo, ¡No puede ir allí, además sabes lo que eso implicaría…― ― Aquí corre más peligro, Algor ya ha enviado un grupo de Gards y le aseguro que no tardarán en encontrarla, además ― miró a Marc ― el maestro Elrick ¿Lo recuerdas? ― Marc asintió. ― Era el consejero de mi padre… ¿Sigue vivo? ― ― Lamentablemente me entristece informárselo pero también murió hace años, dejando en manos de Trell todos sus secretos y sabiduría a quien obedezco, de espaldas a Algor, claro está, que si se entera nos matará, fue así como nos enteramos de la existencia de los Drogs, antes de que Algor tomara el palacio logramos recuperar esto ― dijo mientras extraía un viejo pergamino de entre sus ropajes y se lo entregaba al chico. Marc lo miro, en el había lo que parecía ser un mapa de cada lado del pergamino, uno mostraba Pilgrym y el otro el mundo en que se encontraban. ― ¿Un mapa? ― Mar pareció no entender.


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― Este mapa mostrara la ubicación de los Drogs… lo ayudara a encontrarlos… observe ― dijo extendiendo el pergamino sobre el escritorio. Mark y Tolk pudieron entonces pequeños destellos en el mapa.

observar

unos

― Este es usted ― indico señalando un punto que brillaba más que los otros. ― Y este definitivamente tiene que ser Sam ― dijo señalando un punto muy cerca al de el ― ― Es imposible ― indico Tolk renuente. ― Por el Rey… ― exclamo Raw con un dejo de preocupación mirando el mapa. ― ¿Qué sucede? ― pregunto Marc alarmado ― Observe, el mapa solo muestra la ubicación de tres Drogs ― indico ― Eso quiere decir que… el resto ha muerto o han sido asesinados ― ― Pero eso no es posible… los Drogs son los hechice más poderosos de nuestro mundo… ― ― Si pero en este mundo son solo simples humanos… por lo menos hasta que ustedes los despierten… ― señalo Raw. Marc sintió que el odio recorría sus venas como si fuera fuego, no era posible que todo aquello hubiera pasado a pesar del sacrificio que había hecho para alejar el Medallón de las manos de Algor, A pesar de todos sus esfuerzos Pilgrym, su mundo, estaba gobernado por Algor, un hechicero sin piedad que había arrasado con todo y había matado a su padre y a todos los que conocía en aquel mundo que tanto había echado de menos. Raw continuó: ― No todo está perdido Mi Lord ― dijo tratando de animar a Marc ― Sin que Algor lo supiera, algunos hechiceros fieles a su padre formamos de nuevo el


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Consejo de Hechiceros y elegimos a Trell líder. Nadie sabe que conspiramos contra Algor por que si él se entera nos matará a todos sin miramientos, y lo está deseando. Pues bien, ha sido Trell el que me ha enviado para hablar con usted y también me pidió que le revelara lo importante que era encontrar a los Drogs para llevarlos de vuelta. Así que si sus sospechas sobre esa chica son ciertas deberá apresurarse y contarle todo lo que le he dicho ― Pero ella ni siquiera sabe utilizar su poder. No es una exiliada…. este es su mundo, no puedo obligarla a… Raw interrumpió a Marc. ― Sí que puede obligarla ― dijo Raw ― Si ella es una Drog, se le ha asignado una misión desde hace siglos y es su deber cumplirla… pero no podrá hacerlo si no la ayuda a recordar quién es y de donde viene… ― ― No lo haré ― índico Marc convencido. ― Considérelo como una orden ― dijo Raw con un tono más autoritario en su voz que no había usado hasta entonces ― Usted antes formaba parte del Consejo de Hechiceros, del que ahora Trell está al mando, es su deber llevarla de vuelta, a ella y a los otros que aun están con vida, porque si no los más probable es que si permanecen aquí y sin saber la verdad todos morirán ― hizo una pausa ― Ahora que les he contado todo esto creo que he cumplido con mi misión ― indico el hombrecillo satisfecho ― Ahora solo me resta pedirle un favor Mi Lord ― ― Dime… ― indico el chico. ― Si decide regresar a nuestro mundo y luchar… si logra derrotar a Algor y créame, estoy seguro que lo hará… si es que es posible busque la manera de regresar aquí por mi… no me imagino toda la vida


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lejos de Pilgrym… quisiera volver si es posible… si es que algún día logra descubrir como volver de este mundo al nuestro, sin la necesidad de usar el medalla, claro está ― Marc iba a decir algo pero Raw ya salía del apartamento, cerrando la puerta tras él. Aquella salida tan brusca lo dejó en un estado de aturdimiento del que tardo bastante en salir. La luz del día comenzó a engullir las sombras de la noche anunciando el inicio de un nuevo día, Tolk y Marc sabían lo que aquello significaba. ― Vamos, tenemos que darnos prisa ― dijo Tolk, después de unos minutos de absoluto silencio. ― ¿Qué? ― ― Vamos a buscar a esa chica ― explicó Tolk. ― ¿Ahora? ― ― Ya has oído a Raw, tenemos que darnos prisa ― Fue a su habitación y salió poco más tarde, completamente vestido y con una mochila colgada del hombro. ― ¿No crees que sea muy temprano para hacer una visita? ― indico Tolk ― Sus padres pondrán el grito en el cielo ― ― Sus padres no están en su casa ― explicó Marc, y salió seguido por a Tolk.


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10 Sam oyó un ruido y se quedó inmóvil en mitad del pasillo, alerta. Había despertado hacía ya media hora por que había tenido una pesadilla (llena de seres encapuchados) y se había levantado para ir al baño. Estaba segura de que alguien había entrado en la casa, sintió que el miedo intentaba controlarla pero no lo dejó y mantuvo la mente fría en todo momento. ¿Serían ladrones o algo peor? ¿Cómo habían entrado? pensó que quizá había ido a buscarla alguno de esos Gards para interrogarla el Medallón de Marc. Volvió a oír un ruido, luego un flojo grito y un susurro. Sam no supo muy bien lo que hacía, pero cogió con fuerza un pequeño jarrón de adorno que había encima del mueble del pasillo y se dirigió al salón sin hacer ruido. Allí había dos personas que murmuraban y que al poco se dieron cuenta de que ella estaba allí. ― Sam― susurró una voz antes de que ella pudiera decir nada. ― ¿Marc? ― La chica levantó la mano y le dio al interruptor para encender la luz del salón. Allí plantados estaban Marc y su tutor, Tolk. Este último se frotaba el hombro con el entrecejo fruncido. Parecía que se había golpeado con el perchero de la entrada. ― Así que un trabajo de la escuela he…― dijo al verla. La chica se acercó a ellos. ― ¿Qué hacen aquí?― preguntó cruzándose de brazos.


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Estaba confusa y no sabía lo que hacían aquellos dos en su casa. Tampoco le hacía mucha gracia que Marc la viera con el fino camisón blanco que llevaba. ― Explícaselo tú ― le dijo Tolk a Marc. Marc asintió. ― Su… subamos a mi cuarto, aquí hace frío ― dijo Sam, dirigiéndose a las escaleras. ― Si no les importa, me quedaré aquí ― dijo Tolk. Parecía algo malhumorado. La verdad era que no quería volver a oírlo todo otra vez. Se sentó en el sofá mirando al frente, sumido en sus pensamientos. Sam le lanzó una extraña mirada a Marc, pero éste no dijo nada. Entraron en el cuarto de Sam y Marc le contó con rapidez casi todo lo que les había contado Raw. ― Espera un momento ― le dijo Sam―. Entonces, tu mundo está en peligro… ― Marc suspiró y asintió con la cabeza. Ella frunció el ceño. Supo que había algo más que Marc no le contaba. ― Bueno, todo esto es muy lamentable, pero… ― intentó no pensar en ello y centrarse en lo importante pero no pudo así que se decidió a cuestionar a Marc ― Hay algo que no lo entiendo del todo, porque si tienes el medallón y puedes volver con el no regresas a salvar tu mundo.


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Marc no respondió. ― Es que para hacerlo necesito primero encontrar a los Drogs ― dijo ― Aunque creo que ya he encontrado a uno… ― indico. ― ¡Eso es fantástico! ― Indico Sam entusiasmada ― ¿Dónde lo encontraste? ¿Quién es? ― Marc guardo silencio por un segundo. ― Tu abuelo ― revelo al fin. Sam miro a Marc desconcertada. ― ¿Estas de broma? ― respondió esta sin dar crédito a lo que el chico le decía. ― No hablo en serio… ― índico el chico ― Pero ¿estás seguro de que él era…? ― Sí, estoy seguro ― Ambos se quedaron en silencio. Marc miro a Sam quien parecía estar tratando de rebatir aquello pero no encontraba las palabras. ― Tenemos que darnos prisa ― dijo Marc ― ¿Dónde están las cosas de tu abuelo? ― Pues… en casa de mi abuela, supongo ¿Pero por que lo preguntas? Marc… ¿Estas seguro de que no estás equivocado? ― ― Mira, ahora no hay tiempo de seguir hablando, necesito buscar algo que tenia tu abuelo y que trajo con el él día que abandono mi mundo para venir a este ― ― ¿Qué es lo que buscas? ― pregunto la chica. Marc se levanto de la cama y comenzó a caminar de un lado a otro con impaciencia por la habitación de Sam


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― Tolk me ha dicho camino acá que cuando mi padre envió a los Drogs a este mundo, les entrego un piedra la cual les permitiría volver si es que esto era necesario, como la que Raw uso para venir aquí, si eso es cierto Tolk y yo podremos regresar a nuestro mundo sin necesidad de usar el medallón, tu abuelo debió tener una en su poder, para un día poder regresar a Pilgrym… así tenemos que ir por ella antes de que los Gards la obtengan primero ― la apresuro ― ¿Los Gards saben de la existencia de esos “como se llamen”? ― indico Sam alarmada. El chico se detuvo en seco al entender el porqué de la reacción de la chica. ― Marc, si lo que dices es cierto, mi abuela corre peligro ¡Tenemos que ir a verla de inmediato! ― ― Tienes razón… no hay tiempo que perder… ― indico el chico ― ¡Vamos! ― Sam se apresuro a buscar algo que ponerse, , ella conocía la fiereza de los Gards, sabía que no tendrían miramientos en matar a su abuela si era verdad que en su casa se encontraba aquello que buscaban, no quería perder tiempo pero no podía salir a la calle con la ropa de dormir.. Sam miro a Marc quien parecía preocupado por algo más. ― ¿Estas bien? ― Lo cuestiono la chica preocupada Marc desvió la mirada y no dijo nada, simplemente hizo un gesto que Sam no supo como interpretar. En sus adentros el chico se debatía entre hablar o no, Raw había sido muy claro, querían que la llevara consigo de regreso a su mundo y no sabía como


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decírselo ― No puedo decírselo ahora ― pensó ― Esperare el momento adecuado ― Marc estaba apoyado en el escritorio de Sam y ahora miraba como la chica rebuscaba algo en su armario. ― Lamento mucho lo que me contaste sobre tu pueblo… ― dijo creyendo que aquello era lo que tenia al chico tan cabizbajo ― Aquí esta exclamo sacando una llave de una de las caja ― Sabia que aun la tenia ― ― ¿Qué es? ― pregunto Marc. ― Es la llave de la casa de mi abuela, como te dije cuando era pequeña mis padres acostumbraban dejarme con ella, así que considero que era apropiado que tuviera una, nos será de mucha utilidad, así no le meteremos un susto apareciéndonos de repente en su casa como lo hicieron ustedes conmigo ― ― Lo siento… ― se disculpo Marc apenado. ― Date la vuelta, voy a vestirme ― le dijo Sam. El chico obedeció y continuó hablando mientras oía el susurro de la ropa a sus espaldas. ― ¿Como es tu mundo Marc? ― Lo cuestiono la chica mientras continuaba con su tarea ― Los cuadros en el estudio del Sr. Dumonde… ― ― Tolk… ― la interrumpió el chico corrigiéndola. ―…en el estudio de Tolk… son de tu mundo ¿No es así? ― ― Si… por lo menos de cómo era antes de que Algor tomara el poder ― el chico hizo una pausa y bajo la cabeza ― No quiero ni imaginarme como es ahora… ― ― ¿Cómo es que ese tal Algor pudo hacerse tan fácil del poder? Debe ser un hechicero muy poderoso ―


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― Todo ha sido culpa mía ― se lamento el chico ― Pensé que lo había matado cuando pelee con el pero no fue así… por ese error es que ahora en mi mundo reina el caos ― a Marc le costaba mucho pensar en su mundo de esa forma. Su mente parecía estar distraída y sus pensamientos querer irse donde no debían… Suspiró nervioso, intentando aclararse las ideas. ― No puedes culparte… después de todo como tú mismo lo dijiste muchos de los que creyeron sus aliados se volvieron en su contra… incluso hubo traidores entre los hombres más fieles de tu padre… ¿Cómo los llamaste?― ― El Consejo… ― Respondió Marc sintiendo un poco de rabia, el mismo había convivido con cada uno de ellos y había llegado a considerarlos como de su familia, Raw no había podido decirle los nombres de los traidores pero estaba convencido de que en cuanto regresara a Pilgrym lo averiguaría para hacerles pagar su traición. ― ¿Quiénes eran ellos? ― pregunto la chica interesada por saber más del mundo de Marc, por un instante creyó que el chico no respondería pero para su sorpresa no fue así. ― El consejo estaba formado por cinco hombres y cinco mujeres que fueron elegidos por los ciudadanos para tomar decisiones junto con mi padre y los gobernantes de las diferentes regiones de Pilgrym, que también son los elegidos entre los hechiceros. Juntos velaban por que la paz y el orden reinara… como lo hacen los gobiernos en este mundo… bueno, algunos de ellos ― Sam pasó por su lado, vestida con unos vaqueros y una sencilla camiseta verde oscura y se sentó en la cama para ponerse los zapatos. Marc suspiró aliviado


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y Sam cogió un largo bolso negro que colgaba de la silla. ―… Y, bueno ― continuó él ― se supone que esos que un día velaron por mi mundo ahora se han unido a Algor para que controle todo, según Raw, es un caos. ― Veras que pronto todo volverá a ser como cuando tu padre reinaba en Pilgrym ― dijo tratando de animarlo ― Es mejor que nos marchemos… ― indico la chica De inmediato los dos bajaron nuevamente al salón y encontraron a Tolk tal y como lo habían dejado, con la cabeza al frente y la mirada perdida. ― Vamos ― dijo Marc. Sam se dirigió hacia la puerta pero Marc la detuvo por el brazo. ― Llegaremos más rápido si lo hacemos a mi manera ― indico. Y sin esperar un segundo más los tres desaparecieron dejando el salón vació.


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11 Sam sintió que se le formaba un hueco en el estomago, muy parecido a lo que se siente cuando caes a toda velocidad en un vagón de la montaña rusa. Por un segundo todo se hizo borroso y repentinamente todo volvió a la normalidad pero Sam se dio cuenta de que ya no estaban más en su casa, cuadros muy antiguos colgaban de las paredes, por todos lados había porcelanas y fotos familiares, aquella sin duda era la casa en la que muchas tardes espero la llegada de sus padres, aquella era sin duda la casa de su abuela. Estaba a punto de subir la escalera para llamarla pero de inmediato volvió a sentir el tirón en el estomago y cuando se recupero del estrepitoso viaje se dio cuenta de que se encontraban afuera de la casa, Marc se volvió hacia ella, al hacerlo se percato de la cara de susto y se dio la vuelta con rapidez, sabiendo de antemano lo que iba a encontrar. Sin embargo, no tuvo tiempo de apartarse de una esfera plateada que tenía casi encima, Sam si pudo reaccionar a tiempo y lo empujo en el último momento cayendo los dos al suelo un segundo antes de que aquella fuerza los alcanzara. Marc se levantó y vio que Tolk peleaba contra un Gard y que un hombre los miraba a él y a Sam desde la acera de enfrente. Un hechicero. ― No te alejes mucho de mí ― le susurró Marc a Sam, sin dejar de mirar con odio a aquel que lo había atacado a traición. Sam no dijo nada, sólo lo miró intentando averiguar lo que pensaba, vio que Marc volvía a adoptar aquella mirada y aquel brillo peligroso en los ojos y supo que


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aquel hechicero no sería rival para aquel chico que parecía tener doble personalidad y no se dejaba intimidar por nada ni nadie. Ella no lo sabía, pero ni todos los Gards juntos ni aquel hechicero tenían la más mínima posibilidad contra Marc. ― Mi Lord… ― dijo el hombre con tono visiblemente irónico ― No esperaba verlo tan pronto ― Sin decir más el hechicero los fulminó con la mirada, una especie de rayo blanco salió disparado hacia Marc, Sam no supo de donde había salido aquel rayo pero pronto se vio esquivándolos. Marc no parecía tener ningún problema en evitar los ataques, a pesar de tener que cuidar de que Sam tampoco saliera herida y antes de que el hombre se hubiera dado cuenta de de un rápido movimiento se acerco a su oponente. Alzo la mano y un punto blanco y brillante apareció en ella y poco a poco se fue agrandando, su luz era cegadora y lo cubría todo. Sam se quedó sin respiración al ver el semblante de Marc que expresaba concentración, pero no fue eso lo que llamo su atención, si no el que parecía que a medida que la energía era despedida parecía que esta misma se escapaba de él poco a poco, gota a gota. La luz salió disparada hacia el hechicero con una fuerza sobrecogedora y Sam tuvo que cerrar los ojos para no quedarse ciega con el resplandor que genero al impactarse contra aquel amenazante sujeto. Cuando los abrió nuevamente la luz había desaparecido. Miró a Marc, que seguía con el brazo


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extendido y la mano abierta, Sam busco a aquel sujeto que los había atacado pero ya no había nadie, había desaparecido. El muchacho jadeaba un poco, cansado. Cayó al suelo de rodillas y Sam corrió hacia él y se agachó a su lado. ― ¿Estás bien?― le preguntó. Marc asintió. ― No, no lo está ― dijo Tolk quien había logrado deshacerse del Gard y se acerco a ellos preocupado por la condición de Marc. Parecía entre preocupado y enfadado, Tolk siempre adoptaba esa actitud cuando el chico hacia alguna tontería, se dirigió a Marc con un tono que pretendía sonar molesto aunque también delataba un dejo de orgullo disimulado ― No tenía ni idea de que supieras realizar ese conjuro, aunque viniendo de ti no me extraña, aunque… ― añadió recobrando el tono inquieto en su voz ― fue muy peligroso hacerlo… incluso para ti ― ― No fue la gran cosa… ― dijo Marc sin darle mucha importancia, aunque sabía que aquello era magia de muy alto nivel, ni siquiera estaba seguro de cómo había logrado invocarla, simplemente lo había hecho, casi, casi sin querer. ― ¿Por qué lo has hecho? ― continuo recriminándolo Tolk ― No tenías necesidad de usarlo, pudiste haberlo vencido son un simple hechizo de primera clase… ― Marc desvió la mirada hacia Sam antes de mirar a Tolk.


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― ¿Acaso no te diste cuenta de quién era? ― lo cuestiono Marc sabiendas de que Tolk también había reconocido a aquel sujeto. Tolk lo cogió por el brazo y lo ayudó a levantarse y lo llevó más allá, alejándolo de Sam, que los miraba con seriedad. ― Aun así… no tenías que haberlo hecho, magia de ese nivel puede matarte si no la sabes controlar bien… ― le advirtió Tolk al chico, en voz baja ― Vete ahora ― dijo señalando el estado de debilidad en que había quedado el chico después de invocar aquel hechizo ― te has quedado sin fuerzas ¿Qué vamos a hacer si hay mas Gards esperándonos en el interior de la casa de la abuela de esa chica? ― ― Tú te encargaras de ellos ― indico Marc sonriendo ― Además no digas tonterías, recuerda quien soy, no voy a morir tan fácil, lo que ha pasado es que lo he lanzado de golpe y hace tiempo que no lo utilizaba, eso es todo ― Tolk frunció el ceño. ― No querías que la hirieran, ¿verdad? Por eso querías deshacerte de ese hechicero tan deprisa ― índico. Marc desvió la mirada hacia otro lado. ― Es peligroso que actúes de esa manera ― siguió reprimiéndolo Tolk. ― Y habrá tiempo luego para que me regañes… ― indico el chico incorporándose con un poco de trabajo ― Vamos, tenemos que ver si no hemos llegado muy tarde ― Se reunieron de nuevo con Sam


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― Entremos… ― dijo apresurándolos ― ¿Qué es lo que está pasando? ― Cuestiono a Marc en cuanto lo tubo cerca. ― ¿Qué?― el chico aun seguía aturdido por los efectos del hechizo que acababa de invocar y no comprendió la pregunta de la chica ― ¿Por qué estaba ese hechicero aquí? ― índico la chica ― Pensé que solo esas cosas… los Gards, dijiste que solo podía enviar a sus sirvientes… ― ― No lo sé Sam ― respondió el chico, el también estaba preocupado de haberse encontrado con aquel sujeto. ― Tú me has dicho antes que los hechiceros no podían venir ― repitió la chica. Marc y Tolk intercambiaron una mirada asombrada. ― Tienes razón ― dijo Marc ― ¿Cómo…? No dijo nada más. ― Tal vez Algor ha encontrado la forma de crear transportadores como el que uso Raw ― dijo Tolk. ― Imposible… de ser así Frey jamás se hubiera prestado a eso, no a sabiendas del sacrificio que eso representaba… ― ― ¿Frey? ― Sam pareció asombrada de que llamaran a aquel sujeto por su nombre ― ¿Eso quiere decir que conocen a ese sujeto? ― Marc y Tolk asintieron. ― Frey es mi primo… el muy taimado le vendió su alma a Algor… ― Sam pareció asombrada de escuchar aquello, a pesar de solo haberlo visto por unos segundo, había notado cierto parecido entre aquel hechicero y Marc, aunque había creído que era porque los dos


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procedían del mismo mundo, jamás imagino que hubiera parentesco entre ellos. ― Pero… su primo Frey dejo nuestro mundo cientos de años antes de que usted… ― ― Lo sé ― respondió Marc De alguna manera debieron contactarlo en este mundo, ¿No lo notaste? ― cuestiono a Tolk ― Ese Gard no era igual a los que han estado mandando desde Pilgrym, no sé cómo pero Frey a logrado crear Gard en este mundo. Tolk palideció al escuchar aquello último. ― ¡Ese anciano taimado está haciendo magia oscura en este mundo! ― exclamo Tolk indignado ― ¡Esta rompiendo la primera regla de muestro mundo! ¡Esto es imperdonable! ― ― No creo que hoy día le interesen mucho las reglas de nuestro mundo Tolk ― ― ¿Por qué te refieres a el de esa forma Tolk? ― pregunto Sam ― Ese sujeto no aparentaba tener más de treinta años… ― dijo Sam ― Existen hechizos para conservarse joven ― Explico Marc ― Pero no te confundas, con esos hechizos uno no alarga su vida ni nada por el estilo, Frey puede parecer joven por fuera pero en verdad es un anciano de más de seiscientos años ― ― ¿Seiscientos? ― rió Tolk al escuchar el comentario del chico ― Ese por lo menos tiene setecientos años… quizás más, ya he perdido la cuenta de cuando lo envié a este mundo ― Aquel último comentario se le escapo a Tolk sin poder evitarlo. ― ¿Tu lo… mataste? ― Sam pareció asombrada ante aquello que acababa de escuchar.


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Tolk tartamudeo nervioso, sabía que había dicho más de la cuenta. ― No a propósito… pero ahora me alegro de haberlo hecho… el muy traidor ― indico sin atreverse a mirar a Marc, el chico había ignorado hasta entonces que Tolk había sido el responsable de la muerte de su primo, aunque en aquel momento aquello no le importo a Marc quien no presto mayor atención al comentario. ― Estoy seguro que de algún modo Frey a logrado enterarse que existe la forma de volver a nuestro mundo y por eso ha venido a buscar lo mismo que nosotros ― dijo Marc. Fue entonces que Sam recordó a quien habían ido a buscar. ― ¡Por dios! ― ¡Mi abuela! ― exclamo y de inmediato echo a correr preocupada por lo que los Gards y aquel sujeto pudieran haberle hecho por conseguir lo que buscaban. Emprendieron la marcha y se detuvieron en la puerta de la casa de la abuela de Sam ― Espera ― la detuvo Tolk al ver que Sam trataba de abrir con la llave que había tenido guardada pero esta parecía no ser la indicada pues la puerta permaneció cerrada. Hizo algo con las manos y la puerta se abrió ante ellos, en silencio. Entraron en la casa, todo parecía tranquilo y en orden, habían llegado a tiempo antes de que Frey diera con la ubicación de la casa, Sam le indicó a Tolk cual era la habitación de su abuela, que debía estar durmiendo. …l apoyó las manos en la puerta y al poco las quitó.


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― Tu abuela está bien ― indico ― Esta durmiendo, al parecer llegamos a tiempo, he insonorizado la habitación ― les dijo ― No oirá nada fuera de ella, así podremos buscar tranquilos ― ― Las cosas de mi abuelo están en el ático ― dijo Sam señalando una buhardilla en el techo al final del pasillo donde se encontraban. ― Bien, tenemos que encontrar el transportador ― índico Marc Subieron al ático y Tolk y Marc rebuscaron entre algunos chismes que había por ahí tirados. Nada. ― ¿Qué es lo que buscáis exactamente?― les preguntó Sam ― Es una especie de esfera de muchos colores que parecen moverse en su interior, parecida a la que tiene Marc ― Sam no dijo nada durante unos momentos, parecía haberse quedado pensativa. ― Yo he visto esa esfera ― dijo luego de un instante. ― ¡¿Qué?! ― exclamó Tolk― ¿Y por qué no lo has dicho antes? ― No me lo has preguntado ― Sam le echó una mirada indiferente a Marc, el chico estaba más callado que de costumbre, aunque creyó que aquello se debía a que aun estaba tratándose de recuperar de la pelea con Frey. ― ¿Sabes dónde está?― preguntó Tolk. Sam se sentó en una vieja silla. ― No me acuerdo ― dijo. ― Pues intenta acordarte ― indico Marc.


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Ella se volvió hacia él, indiferente, sin alterarse y le echó una profunda mirada. Tolk no sabía por qué lo miraba de aquella manera y no supo qué decir. Lo cierto era que aquello no era porque se hubiera molestado por el comentario del viejo, sino que la chica intentaba recordar. Sólo había visto una vez aquel objeto, en una caja de madera que su abuelo guardaba celosamente. Se la había enseñado cuando ella tenía cinco años y solo porque Sam la había descubierto sin querer mientras hurgaba entre sus cosas. ― ¿Ves esto?― le había dicho, abriendo la tapa de la caja. Ella se había quedado asombrada al ver aquella esfera con tantos colores brillantes. ― ¡Guau! ¡Es muy bonita! ¿Qué es? ― ― Esto Sam ― le había dicho su abuelo ― Es mi mayor tesoro por lo que tienes que prometerme que no le dirás a nadie nada de ella ni que la has visto. ― ¿Por qué?― había preguntado ella con curiosidad. ― Porque hay gente mala que la busca y no deben encontrarla, ¿entiendes? tienes que guardar el secreto, Sam, algún día esta esfera será tuya ― ― ¡¿En serio?! ― dijo la pequeña emocionada de saber que tan magnífico objeto seria un día de su propiedad. ― Claro… cuando la necesites, la encontrarás, pero recuerda esto Samanta, debes tener mucho cuidado de que no caiga en las manos equivocadas o muchas cosas malas podrían pasar… ― Sam miró a Tolk, que a su vez la miraba expectante de que dijera algo, al recordar aquello ultimo una duda vino a su mente.


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En realidad no tenía pruebas de que Marc fuera la persona indicada para que le entregara aquel preciado objeto, ¿Cómo saber si estaba haciendo lo correcto?, entonces miró al chico fijamente, arrugando un poco el entrecejo. Marc se sonrojó un poco ante aquella mirada sin saber por qué, era la primera vez que le pasaba aquello, sonrojarse por una simple mirada. ― ¿Cómo sé que debo entregárselas?― preguntó Sam, sin dejar de mirarlo. ― ¿Qué…?― comenzó Tolk, pero Marc levantó una mano y este se calló. El chico no dijo nada al principio, sólo esbozó una fina sonrisa, aunque sus ojos seguían serios e incluso algo tristes. ― ¿No te fías de mí?― preguntó. Sam no dijo nada. Luego se levanto de la silla y fue hasta el fondo del ático, donde había una enorme cómoda, se puso a un lado de ella y la empujó para moverla. Tolk fue a ayudarla y enseguida la corrieron. La chica se agachó y se sentó de rodillas en el suelo, sentía la mirada de Marc en la nuca, sabía que este no le había quitado los ojos de encima desde que le había hecho esa pregunta que sabía que Sam no contestaría. ― Ajá ― oyeron decir a la chica al ver una especie de muesca en el suelo. Sam introdujo allí dos dedos y empujó hacia arriba, levantando una tabla de madera del suelo. Allí había una caja de madera con unos extraños símbolos grabados en la tapa. Cogió la caja con cuidado y se puso de pie. Tolk se acercó a ella y la miró dubitativo


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antes de intentar abrir la caja, nada más tocar la tapadera soltó un pequeño grito y apartó la mano. ― ¡Maldición! ― exclamó al sentir una descarga de energía ― No hay duda de que ahí adentro debe estar… el cofre está protegido con un hechizo ― Sam contuvo una sonrisa y fue hacia la silla de la que se había levantado momentos antes y coloco encima de ella la caja para abrirla con cuidado, allí estaba esa extraña esfera ― Cuando la necesites la encontraras ― había dicho su abuelo y así había sido, ― ahora era suya ― pensó. La tomo con cuidado y la observó unos momentos antes de girarse y tendérsela a Marc. El chico miró la esfera y luego a ella a los ojos unos instantes. ― ¿Cómo has logrado abrirla? … Estaba protegida por un hechizo ― murmuraba Tolk. Marc cogió la esfera con cuidado sin dejar de mirar a Sam ― Bien, vayámonos dijo Tolk, acercándose. Sam se dio la vuelta dispuesta a alejarse pero Marc la tomo por el brazo, haciendo que se girara y lo mirara, sabía que había llegado el momento de revelarle toda la verdad a Samanta. ― Tú tienes que venir con nosotros ― le dijo en voz baja. Sam creyó que había oído mal. ― ¿Qué? ― dijo ― Yo… yo no voy a ninguna parte ― ― No tienes elección ― le dijo Marc, sin alterarse y sin levantar el tono de voz ― Si te quedas aquí morirás. ― ¿Qué dices? ― Sam pareció horrorizada.


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― Lo que has oído, ya te he contado lo que me ha dicho Raw sobre el ejército de Gards, los primeros a los que buscaran serán a los Drogs… los matarán ― ― Yo no soy una Drog ― replicó Sam ― Era mi abuelo el que tenía el transportador, así que… ― ― Sí lo eres la interrumpió Marc ― Y estoy seguro de que tu abuelo lo sabía cuando te enseñó esto ― Levantó el Transportador. ― No puedo ir con ustedes ― dijo Sam, como si fuera lo más lógico del mundo ― Yo… en ese mundo están en guerra, no pienso ir, aunque lo que dijeras fuera verdad, aquí no va a pasarme nada, tú vas a volver para impedirlo, además, mis padres vendrán dentro de unos días y… ― ― Eso no es lo importante ahora ― le dijo Marc ― Si te quedas aquí morirás, Sam, no solo tú, todos los que te rodean sufrirán las consecuencias de que permanezcas en este mundo, ha llegado el momento que regreses a Pilgrym… tu mundo ― Ella lo fulminó con la mirada pero no dijo nada. ― No vas a quedarte aquí y morir, porque eso es lo que te ocurrirá si lo haces ― le dijo Marc ― Mi padre te envió aquí a fin de que cumplieras con una misión y a llegado el momento de que lo hagas ― indico ― No puedes obligarme ― le espetó Sam ― Puedo y lo haré si eso sirve para mantenerte con vida ― dijo él con calma ― A la muerte de mi padre yo soy el nuevo soberano de Pilgrym y por lo tanto debes acatar mis órdenes, así que te ordeno que vengas con nosotros… ― dijo tomándola del brazo. ― ¡He dicho que no voy a ir a ninguna parte! ― grito la chica tratando de soltarse.


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Miró hacia abajo, Marc todavía la tenía agarrada por el brazo. ― ¡Suéltame! ― lo miró y él pudo observar algo de furia en sus ojos. La soltó despacio. ― Vamos ― dijo. Ella entrecerró los ojos y dijo: ― ¡No puedes llevarme a la fuerza! ― ― Si es necesario lo haré… aunque preferiría no hacerlo ― Marc se acercó mucho a ella y la miró fijamente, serio, Sam también lo miró dejando que la furia se reflejara en sus ojos. ― ¿Por qué me haces esto? ― le reclamo. ― Porque quiero que vivas y si te quedas los Gards no tardaran en dar contigo ― ― No, no iré este es un país libre… quizás en aquel otro mundo… tu mundo ― dijo haciendo énfasis en la última frase ― seas el soberano, pero aquí eres un humano común y corriente que no puede obligarme a hacer algo que no quiero hacer… ― ― Estas equivocada Sam… ― dijo Marc ― Dentro de poco este mundo caerá en manos de las fuerzas del mal y todos los que conoces se convertirán en esclavos… a menos de que hagamos algo para detener los planes de Algor… si te pido que vengas conmigo es porque sin ti será más difícil lograr detenerlo… te necesito a mi lado para que me ayudes a derrotarlo… ― indico el chico.


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Ella lo fulminó con la mirada, Marc se giró hacia Tolk y le tendió la esfera. ― Hazlo tú ― le dijo. Tolk asintió y cogió la esfera, cerró los ojos y se concentró, Sam aprovecho que Marc la había soltado finalmente para intentar marcharse pero este volvió a agarrarla por el brazo. ― ¡Suéltame Marc! ― le dijo esta vez casi suplicante. Intentó soltarse pero no lo consiguió, antes de que pudiera hacer nada Marc estaba tras ella y la sujetaba fuertemente, ella se movió bruscamente e intentó darle un codazo, pero no lo consiguió. ― ¡Suéltame!― le dijo. ― Lo siento, pero no puedes quedarte aquí ― A Sam le pareció que Marc tragaba saliva y que realmente lo sentía, pero no le importó, en aquel momento lo odiaba por obligarla a hacer algo que no quería. ― ¡Estás loco!― gritó a causa del pánico de ser arrastrada a otro mundo ― ¡Qué me sueltes! ¡No puedes hacerme esto! ¡Mi casa está aquí, no puedo irme…! ― suplicaba entre forcejeos. Tolk abrió los ojos y miró a los dos chicos, a Marc apenas le costaba esfuerzo retener a Sam y ella dejó de resistirse, pero el chico no la soltó. ― Y pensar que al principio no querías que viniera…― murmuró Tolk. Marc lo fulminó con la mirada. ― Y no quiero ― dijo ―. Pero si me voy y ella se queda no durará ni dos días ― ― Sé defenderme imbécil ― le dijo Sam, con odio.


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― No contra lo que se avecina… ― ― Bueno, vámonos ― dijo Tolk. Había concentrado energía en la esfera, que brillaba con intensidad e iluminaba todo el ático. ― Tócala ― le dijo Marc a Sam, soltándole un brazo. La chica no hizo nada y Marc suspiró. ― Por favor ― susurró cerca de su oído. Ella dudó y luego tocó la esfera, que estaba cálida, con algo de miedo, Marc también tocó la esfera y Tolk murmuró unas palabras que la chica no entendió. De repente todo desapareció.


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12 Aquella sensación que experimento ya no le fue desconocida del todo, a pesar de que esta vez la intensidad era mayor y duró un poco más que las dos últimas veces que se había transportado. Una vez que la sensación desapareció Sam abrió los ojos y respiró profundamente. Por un momento había creído que iba a ahogarse, su estómago había dado un vuelco y había sentido que se quedaba sin respiración por unos momentos pero por fortuna no fue así. Miró a su alrededor. Ya no estaba en el ático de la casa de su abuela, sino en lo que parecía el llano de un bosque, aunque aquel no era un bosque como los que Sam había conocido durante los viajes que había hecho con sus padres o con sus compañeros de escuela, el cielo negro que se reflejaba en el pequeño río escarlata que tenían delante empezaba a clarear evidenciando que pronto amanecería. También se dio cuenta de que los brazos de Marc la abrazaban con fuerza por detrás, pero la soltaron rápidamente al darse cuenta de que habían terminado el viaje. Marc se alejó de ella y fue hacia donde estaba Tolk tumbado en el suelo, boca arriba, mirando el cielo como si nunca hubiera visto nada igual. ― En casa de nuevo…― murmuró. Marc sonrió.


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― ¿Dónde nos has traído?― le preguntó. ― Estamos en el bosque que rodea la palacio. La ciudad está más allá ― señaló con el brazo en una dirección pero grande fue su sorpresa al darse cuenta que en el lugar donde un día se había levantado la majestuosa ciudad de Greed ahora solo quedaban ruinas. ― Mi Lord… ― exclamo Tolk pasmado ante aquel espectáculo. ― ¡Deja de llamarme así! Aunque hayamos vuelto prefiero que me llames por mi nombre… ― indico Marc con un nudo en la garganta por ver su ciudad natal en aquel deplorable estado ― ¿Qué vamos a hacer ahora?― le preguntó Marc. ―Mi Lord… Marc, tú eres el que debe saber lo que tenemos que hacer ― dijo Tolk aun consternado. Marc suspiró. ― Por ahora no podemos hacer nada, sólo dormir un poco y esperar hasta mañana por la mañana. Sam, por su parte, se había acercado al río y lo observaba con atención, el agua era muy oscura, pero no a causa de reflejar el cielo, puesto que no se veían estrellas ni nada. El agua tenía ese color oscuro de por sí, casi negro aunque en un principio lo había visto de un rojo que hacía pensar que aquello era sangre. ― ¡No la toques! ― Le dijo Marc al ver que la chica acercaba un poco la mano a la superficie. Sam se giró hacia él. ― ¿Por qué?― preguntó.


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― Porque, pero si no te habías dado cuenta, no es agua normal. ― índico ― deberías aprender a ser más cauta y no tocar cosas desconocidas ― Sam se irguió y miró a Marc, impasible. ― Si no me hubieras traído aquí no tendría por qué llevar cuidado con nada ― le dijo con calma. El chico entrecerró los ojos. ― Eso no es agua ― explicó ― Es una sustancia que beben algunos animales aquí y que para nosotros es muy venenosa, esta zona es propiedad de los pastores de la ciudad. Sam se dio la vuelta sin decir nada y se sentó en un tronco caído que había más allá, miró al cielo nuevamente y observó que las estrellas se veían mucho más grandes de lo normal, también vio lo que parecía ser la luna, que, como en el cuadro de Tolk, era ovalada y rojiza. La chica suspiró envuelta en miles de pensamientos ― ¿Qué iba a hacer ahora? ― se pregunto. Estaba allí, en Pilgrym, un mundo totalmente desconocido para ella, en compañía de un chico de diecisiete años que en realidad era un poderoso hechicero, y el hombre que se suponía que debía protegerle y que lo único que hacía era lamentarse y quejarse. Se llevó las manos a las cara, intentando pensar con claridad, aquello era un locura, no podía estar pasando realmente… si todo aquello era real ella no tardaría en morir. El tal Algor los mataría a ella y a los demás en cuestión de poco tiempo.


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Sacudió la cabeza e intentó no darle más vueltas a aquello, al fin de cuentas lo que tuviera que pasar, pasaría. Volvió a suspirar. ― Esto es una locura, una total y absoluta locura… ― se repetía una y otra vez en silencio. Miró a los otros dos, que se habían tumbado boca arriba en la hierba y miraban el oscuro cielo con un extraño brillo en la mirada, ellos habían vuelto a su mundo después de tantos años de exilio. Se acercó hacia donde estaban y se tumbó también. Intentó seguir el consejo de Marc y dormirse, aunque dudaba poder conseguirlo allá donde estaba, pensando en aquel extraño mundo donde había ido a parar sin quererlo pero también pensaba en otra cosa… en Marc. Y siguió así hasta que se quedo profundamente dormida. El chico se giró una vez que estuvo seguro de que Sam dormían y la observó en silencio, no sabía qué pasaría a continuación, sólo sabía que les esperaban un largo camino plagado de batallas que no estaba seguro de poder ganar. Pensó en aquella chica a la que miraba fijamente, la había obligado a acompañarlo y se sentía realmente mal por haberlo hecho a la fuerza pero no tenía otra alternativa. No sabía si había hecho bien, pues aquello era muy peligroso, de lo que sí estaba seguro era de que no le iba a quitar el ojo de encima y que a partir de ahora debía protegerla como fuera. Finalmente también calló rendido en el extraño mundo de los sueños.


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Unas horas después la luz del joven sol de Pilgrym los despertó algo confusos, la luz les hacía entrecerrar los ojos y tuvieron que parpadear varias veces al no estar acostumbrados a tanta claridad. Marc miró a su alrededor y lo recordó todo de golpe, estaba en Pilgrym de nuevo, se incorporó y se llevó una mano a la cabeza, revolviendo aún más su fino cabello claro. Sam también se incorporó confusa y miró a Marc, por un momento creyó que todo había sido un sueño y espero ver las paredes beige de su cuarto y el reloj despertador sobre la mesa de noche pero para su desgracia no fue así, estaba tirada sobre el césped y a un lado suyo estaba aquel que la había arrastrado hasta aquel lugar, por un momento sintió que la furia se apoderaba nuevamente de ella pero no pudo evitar notar lo guapo que estaba el chico incluso recién levantado y ante esa imagen toda la furia se disipo. Sacudió la cabeza intentando apartar aquellas tonterías de su mente. No quería pensar en esas cosas. Suspiró y se volvió de nuevo hacia Marc, el ya se habían levantado y sacaban un par de botellas de agua de una mochila que llevaba Tolk y en la que Sam no se había fijado hasta ese momento. ― ¿Dónde está Tolk? ― pregunto Sam al no verlo por ninguna parte. ― No te preocupes, anda por ahí, no tardara en regresar ― indico Marc Sam vio al chico beber un poco de la botella y a continuación procedió a lavarse el rostro y a echarse agua por la melena. Se sacudió un poco como si fuera un perro y le pasó la botella a Sam, que se apresuró a imitarlo. Luego Marc rebuscó otra vez en la


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mochila y le lanzó una tableta de chocolate que Sam cogió en el aire. ― El desayuno ― le dijo con una sonrisa. ― ¿Chocolate? ― Sam arqueó una ceja. ― Aporta mucha energía, y me temo que la vamos a necesitar ― Sam se limitó a romper unas onzas y se lo devolvió, fue entonces en que la chica cayó en un detalle que hasta entonces no había notado. ― ¿Y a ti que te ha pasado? ― pregunto la chica mirando a Marc sorprendida y no era para menos. La persona frente a ella no era más un chico de diez y siete años, ahora Marc parecía por lo menos tener treinta, aunque aun lucia muy joven, su cabello se había hecho un poco más oscuro y había crecido por lo menos diez centímetros, o al menos eso parecía, pues la ropa que llevaba puesta le quedaba visiblemente corta. Marc pareció entender el porqué de la reacción de la chica y sin saber porque se sintió apenado. ― Es natural… ― indico tratando de restarle importancia al asunto ― Ahora que he regresado a mi Pilgrym he recuperado mi apariencia normal... Es decir, esta es la forma en que me vería de acuerdo a la edad que tengo, no olvides que soy un viejo de más de quinientos años… ― indico mientras mordía un trozo de chocolate. ― Sorprendente… ― fue lo único que atino a decir la chica. ― Espera que veas a Tolk, no lo vas a reconocer ― anuncio divertido ― Míralo, ahí viene ―


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Sam volvió la vista, en efecto lo que vio la dejo con la boca abierta, Tolk estaba también cambiadísimo, su cabello había dejado de ser gris y ahora lucia una cabellera abundante color granate que le llegaba hasta poco menos de la cintura, de su rostro habían desaparecido las arrugas dando paso a una pies fina, tersa y bronceada y sus ojos, los cuales Sam solo había visto a través de los anteojos eran de un azul tan brillante que parecían destellar con los rayos del sol, no cabía duda que Tolk había experimentado un cambio aun más radical que Marc. ― ¿Sorprendida? ― dijo Tolk al ver la forma en que Sam lo observaba. ― Mucho ― respondió la chica quien de inmediato toco su rostro esperando encontrar algún cambio en ella pero todo le pareció normal. ― No te preocupes… tú no has cambiado ― dijo Marc sonriendo al darse cuenta de la preocupación de la chica. ― ¿Por qué yo no he cambiado? ― ― Eso es muy fácil de explicar ― dijo Tolk sentándose en el césped mientras tomaba un trozo de chocolate ― Tu jamás habías estado en Pilgrym, por lo tanto tu aun tienes ¿doce? ¿Trece? ― Sam hizo una mueca de enojo. ― Tengo 16 ― indico. ― ok, a diferencia tuya Mark tiene más de quinientos años… se había mantenido con la imagen de un chico de diez y seis años gracias al poder de medallón y por mi parte, al no ser un mago tan poderoso lo mas que logre conseguir fue mantenerme como un anciano… más ahora que estamos de vuelta en nuestro mundo hemos recuperado la apariencia normal que tendríamos, no esperabas que permaneciera viéndome como un anciano de cuatro


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millones de años ¿O sí?… creo que mis setecientos años me han sentado muy bien ¿no lo creen? ― ― Sam sonrió al escuchar aquel comentario ― ¿Qué vamos a hacer ahora?― preguntó tras unos minutos de silencio. ― Tú sólo síguenos ― contestó Tolk ― Ahora lo único que podemos hacer es salir de aquí, no podemos aparecer de repente en la ciudad, debe de estar llena de Gards, por eso pensé que era traernos al bosque, aunque no calcule bien puesto que estamos bastante más lejos de lo que pretendía así que nos llevará un par de días llegar a la ciudad una vez ahí tendremos que ser muy discretos para que no nos descubran antes de dar con la resistencia. ― ¿Dos días? ― reacciono Sam sorprendida volviéndose a mirar las ruinas ― ¿Por qué tanto si no estamos tan lejos? ― ― Cuando dije que iríamos a la ciudad no me refería a Greed ― aclaro. ― ¿Entonces? ― la chica parecía confundida. ― iremos a Kaces, en las tierras del norte, no podemos entrar en Greed como si nada, primero debemos buscar aliados y según lo que Raw nos contó, se encuentran escondidos ahí ― Sam no dijo nada y se dispuso a seguir a Marc, que ya había echado a caminar, pasaron las horas y ninguno de los tres abría apenas la boca, al parecer, no tenían nada que decir. El cansancio también influía en el silencio, Sam se concentraba en poder seguir el paso de Marc y Tolk. Cerca del mediodía, o al menos eso le pareció Sam ya que no sabía a ciencia cierta cómo funcionaba eso del tiempo en aquel mundo, volvieron a echar mano del chocolate, pues estaban hambrientos aunque apenas se detuvieron para descansar unos cuantos minutos.


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A Sam el día se le hizo eterno, lo único que hicieron fue caminar y caminar, además el panorama no ayudaba mucho en el ánimo, la chica esperaba encontrarse con amplio campos verdes como los había visto en los cuadros en estudio en casa de Marc, ciudades imponentes, pero no, por el contrario, todo era desolación, tristeza y ruinas. De repente algo hizo que se detuvieran. Ya era más de media tarde y oyeron algo, una especie de siseo, como si un repentino viento se levantara y azotara las ramas de los árboles poco más allá de donde se encontraban. Tolk se adelantó y prestó atención, Sam vio como cerraba los ojos y se concentraba unos instantes. ― ¡Nos han encontrado! ― les dijo. Marc se giró para mirar a Sam. ― ¡Corre! ― le dijo. La cogió por el brazo e hizo que corriera tras él. ― ¿Qué pasa? ― preguntó ella algo confusa. ― Saben que estamos aquí ― ― ¿Saben? ¿Quién?― insistió Sam, confusa, siguiendo a Marc sin saber lo que ocurría. ― Eso ahora no importa ¡Sólo corre! ― le ordeno. ― Pero… ¿nos han localizado? ¿Cómo? ― ― ¡Tú sólo corre!― insistió el chico. Pero algo raro pasaba a su alrededor. Oyeron otro sonido extraño, como una especie de rugido, pero no se detuvieron, una fuerte ráfaga de viento les llegó por la espalda. Tuvieron que detenerse: una especie de remolino los había rodeado, Sam observó el rostro serio de Marc y como el chico entrecerraba los ojos. Estaba


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algo sorprendida con respecto a él, no solo por el cambio físico que había experimentado, y eso no era todo, desde que habían llegado a Pilgrym Marc estaba serio y no actuaba como lo había hecho cuando estaban en la tierra ― parece una persona completamente diferente ― Pensó Sam. Cuando la chica miró al frente vio que otro remolino se formaba entre la maleza y observó como Marc levantaba y cruzaba los brazos entre sí un segundo antes de que aquel remolino se lanzara disparado hacia ellos. Hubo un destello de luz cuando el viento chocó contra una especie de barrera invisible que se había creado a escasos centímetros de Marc y de ella. El remolino retrocedió y se deshizo, pero el círculo que se había formado alrededor de los tres siguió dando vueltas. Marc se giró hacia Tolk y le hizo un gesto con la cabeza señalando al segundo remolino. Este se dispuso a abrir un agujero en calma entre el viento con un movimiento rápido de las manos. Marc volvió a coger a Sam por el brazo e hizo que echara a correr junto a él. Pasaron por el agujero que se había abierto entre el viento con rapidez, aunque Sam estaba inquieta, pues no paraba de pensar en que aquello se cerraría de un momento a otro y se los tragaría, corrieron y dejaron atrás el remolino, pero no se detuvieron. Al rato llegaron exhaustos a una zona tranquila, que estaba rodeada de maleza pero donde no parecía haber peligro alguno. ― ¿Qué… diablos era eso? ― preguntó Sam, jadeando a causa del cansancio. ― Un simple eliminador de intrusos ― contestó Marc. ― ¿Simple? ―


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―Es letal para cualquier humano pero contra un hechicero no puede hacer nada ― explicó el chico ― Han detectado que habían alguien aquí y los hechiceros han creado… eso y lo han enviado a por nosotros para darnos la bienvenida ― ―Pues no me gustan este tipo de bienvenidas ― murmuró Sam. Marc no le hizo caso, Sam se volvió hacia él y lo miró con algo de furia. ― Esto es culpa tuya ― le dijo acercándose ― Yo no debería estar aquí, esto… ¡es de locos! Es… ¡estoy en otro mundo! donde hay aguas tóxicas y hechiceros que nos mandan huracanes, aquí nada es como en la Tierra, este no es mi mundo, no entiendo nada… Voy a matarte si vuelve a ocurrir algo parecido, es por tu culpa por lo que estoy aquí, y si me pasa algo… ― Marc miro a Sam sorprendido. ― No sabía que le tuvieras tanto miedo a la muerte ― la cortó Marc, mirándola con fijeza, serio aunque algo… curioso. Sam se quedó algo confusa. Pero se recompuso enseguida. ― No es eso ― dijo. Marc volvió a quedarse serio y la miró con fijeza. ― No te pasará nada ― le aseguró. Ella entrecerró un poco los ojos. ― ¿Cómo puedes estar tan seguro? ― Lo cuestiono la chica incrédula. ― Por qué no voy a permitirlo… ―


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Intercambiaron una mirada y a Sam le costó sostener la de Marc, pero lo hizo. ― Eh, tortolitos los llamó Tolk. Ellos se volvieron hacia él y rompieron el contacto visual. ― Miren ― dijo señalando con la mano. Ellos se acercaron, entre la maleza había una amplio espacio y una pequeña choza algo más allá, parecía muy vieja y la madera estaba muy oscurecida, debía de haber estado deshabitada por un largo tiempo. ― ¿Habrá alguien?― preguntó Sam. ― Averigüémoslo ― resolvió Marc, caminando hacia la abandonada choza. Sam y Tolk se habían quedado atrás, la chica se volvió hacia él. ― ¿Siempre hace lo que le da la gana?― le preguntó. ― Es parte de su encanto ¿No lo crees? ― respondió este. Lo siguieron y Marc abrió la puerta, la cual rechinó a causa del oxido que se había formado con el tiempo. ― Es demasiado temerario ― comentó Tolk. ― ¿Temerario? ¿Por qué?― preguntó Sam, que no sabía qué podía tener de arriesgado entrar en un lugar que parecía abandonado. ― Aquí las cosas no son como en la Tierra, esta cabaña podría tener alguna trampa, un hechizo, un efecto hipnotizarte, o ser una simple ilusión. Es peligroso acercarse a cosas u objetos abandonados porque pueden estar malditos.


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― ¿Y no deberías hacer algo?― le preguntó Sam, señalando la cabaña donde se había metido Marc ― Se supone que tienes que vigilarlo. Tolk sonrió con ironía. ― Sabe cuidarse mejor que yo, te lo aseguro ― aún así, le gritó al chico ― ¡Eh, Marc, no seas tan despreocupado! ― El chico salió de la cabaña con las manos metidas en los bolsillos. ― No le pasa nada ― dijo ― Sólo es una simple cabaña abandonada, podemos refugiarnos allí esta noche, hará frío ― Tolk y Sam se acercaron y entraron, en efecto, aquel lugar debía tener varios años sin que nadie lo habitara. Estaba lleno de polvo y de entre las grietas del suelo de madera habían crecido algunas plantas que subían por la pared. Sólo había una pequeña cama con un mullido colchón, una pequeña mesa y una baja silla de madera. ― Reconozco que no parece muy acogedor ― le dijo Marc cuando ellos se asomaron para ver la casa por dentro ― Pero por ahora es mejor que otra noche a la intemperie. Sam arqueó una ceja pero no dijo nada.


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13 ― Está anocheciendo ― índico Marc al ver por un boquete en el techo que unas cuantas estrellas empezaban a brillar en el firmamento Se sentaron frente a la chimenea, Tolk se levantó y buscó algo que quemar, los restos de una vieja silla le parecieron perfecto, los puso en el centro, Sam se pregunto si habían tenido la previsión de traer consigo fósforos pero pronto vio que eso no era necesario, Marc acercó la mano y con un simple movimiento unas llamas prendieron la madera, que comenzó a expulsar humo y calor. Sam no dejó mostrar su sorpresa, aunque todavía no estaba acostumbrada a aquello de ver a Tolk y a Marc haciendo hechizos y esas cosas. Todo aquello la sorprendía, la asustaba y la fascinaba al mismo tiempo. ― Siempre se me olvida la facilidad con la que puedes hacer eso ― comentó Tolk, negando con la cabeza y suspirando. Al ver la mirada inquisitiva de Sam añadió ― No es normal hacer fuego con tanta soltura y sin pronuncias palabras algunas, pero Marc no es un simple hechicero ― Sam tardó en hablar. ― Creía que el fuego no necesitaría madero o algo así ― comentó acercando las manos para calentarse, pues el cielo se había vuelto oscuro con rapidez y las estrellas brillaban extrañamente cerca de ellos. ― Y no la necesita ― explicó Marc ― Pero para que se mantuviera, mi energía calorífica quedaría en funcionamiento. ― ¿Quieres decir que consumiría tu energía poco a poco? ― ― Exacto y para no agotar toda mi magia… o energía, como quieras llamarlo, simplemente la creo y la pongo


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ahí, así no tengo que mantenerla activa, más sencillo y ahorrativo ― concluyó mirando al fuego. Sam no dijo nada también y se quedo mirando las llamas, como hipnotizada. ― ¿En qué piensas? ― Le preguntó Marc al cabo de unos minutos. Ahora él era quien la miraba a ella. La había pillado desprevenida, se había quedado en blanco, absorta mientras miraba el fuego. Aún así dijo: ― En todo esto, en esta locura, yo no debería estar aquí, esto… es increíble pero tengo una extraña sensación ― hizo una pausa ― Me siento algo inquieta, como si estuviera en continuo peligro, que lo estoy, la verdad… ― hizo una pausa ― Nunca había pensado que iba a morir tan joven… ― ― No vas a morir ― murmuró Marc. Hizo una pausa, se echó hacia atrás de espaldas hasta quedar tumbado en la hierba que cubría el suelo de la choza y observó el oscuro cielo y los miles de puntos de luz que se percibían con extraña clarines en aquel mundo ― Me alegra saber que algún día moriremos ― Aquel comentario hizo que Sam lo mirara un tanto extrañada. ― ¿Qué? ― preguntó el chico al sentir aquella mirada. ― Eres un chico extraño ― ― Y no sabes hasta qué grado ― dijo Tolk divertido. Marc estuvo callado unos minutos y luego dijo:


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― Puede tardar años o décadas, pero algún día llegará, y todo habrá acabado ― Hubo un silencio. ― Hablas de la muerte como si fuera algo… bueno ― Sam no entendía aquella actitud. ― Tu no lo entiendes porque solo has vivido como humana todos tus años, contrario a ti yo llevo más de cinco siglos andando entre un mundo y otro… así que para mí la muerte sólo es una fase más de la vida, tal vez la última, y es un alivio saber que a todos nos llega, porque eso significa que somos humanos, no importa cuánto tarde en llegar, lo importante es que llegue… es bueno saberlo ― Sam no dijo nada. Le resultaba un tanto extraño oír a alguien hablar así de la muerte. Era como si Marc no tuviera miedo, o como si supiera que iba a morir pronto, como si la idea de saber que iba a morir algún día lo aliviara y lo calmara. Una duda salto a la mente de Sam después de analizar las palabras del chico. ― Pero… ― la chica dudo por un instante si era prudente preguntar aquello, aun así lo hizo ― ¿Qué no se supone que cuando alguien muere en este mundo su alma va al mundo real? ― indico la chica recordando lo que el propio chico le había contado. ― Este mundo también es real Sam… ¿O acaso crees que estas soñando? ― ― Bueno... Tú entiendes a lo que me refiero… ― Marc sonrió. Por un momento Sam pudo ver de nuevo al chico de diez y siete años que se pasaba siguiéndola en la escuela, fue un instante solamente, después el chico volvió a adoptar el semblante serio que traía desde que habían llegado a Pilgrym.


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― Si un Grym muere en condiciones… normales, su alma va al otro mundo, donde tiene la oportunidad de vivir como un ser humano común y corriente, sin magia, vida eterna ni nada por el estilo… sin embargo Raw nos contó que ahora Algor a encontrado la forma te matar, de tal forma que no solo mata tu cuerpo, si no también tu alma… eso es muy parecido a lo que sucede en tu mundo… en la tierra ― corrigió ― cuando un humano muere, sea humano de nacimiento o un Grym este no es enviado a Pilgrym, si no que en realidad encuentra el descanso eterno… la paz ― indico el chico. Los tres se quedaron en silencio. Al cabo de un rato, el cansancio comenzó a manifestarse en Sam, que bostezó ligeramente, Marc la miró serio y le hizo un gesto con la cabeza en dirección a la cama. ― Será mejor que descanses ― le dijo ― En realidad, todos deberíamos descansar. Nadie se movió de inmediato. ― Ten ― Tolk le tendió una de las mantas que había traído a Sam. La chica se levantaron, Marc por su parte hizo lo mismo y se encamino a la puerta. ― ¿A dónde vas? ― le pegunto la chica desconcertada. ― Alguien tendrá que quedarse a hacer guardia ― dijo el chico ― Todavía no tengo sueño, haré el primer turno, te llamaré cuando quiera dormir ― le dijo a Tolk.


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Tolk asintió y de inmediato se tumbó en el suelo y se cubrió con ella, Marc salió de la choza pero antes de cerrar la puerta Sam lo detuvo. ― Yo también quiero hacer guardia ― dijo. Marc la miró algo calculador unos segundos. ― Bueno, ya le diré a Tolk que te avise para el tercer turno. Ella no dijo más y cerró la puerta, algo desconfiada de que el chico cumpliera su promesa, no era ninguna niña y podía hacer un turno de guardia igual que ellos. Adentro, Tolk se había quedado dormido acurrucado en un rincón con su manta. Sam se apresuro a hacer lo mismo tumbándose sobre el viejo colchón, el cual Tolk había limpiado con un ágil movimiento de muñeca dejándolo en muy buenas condiciones para tener un sueño reparador. Marc se quedó fuera, encendió una pequeña fogata para no congelarse, aquella era una noche bastante fría, por un instante se quedo observando el fuego que ardía frente a él y que hacía brillar sus ojos marrones de forma extraña con aire pensativo. Era verdad que no tenía sueño, y alguien debía de quedarse vigilando por si se acercaba alguien o los atacaban. Todo estaba muy tranquilo, al cabo de un rato, Marc comenzó a aburrirse y volvió a quedarse pensativo, todavía no había asimilado del todo que estaba allí, en aquel mundo que hacía tantos años había abandonado, en su hogar ― Suspiró ― A pesar de haber pasado allí muchos años de su vida, no creyó sentirse como debería, las cosas había cambiado y ellos no estaba allí para pasarlo bien pues tenían una misión que cumplir, Marc tenía una misión que cumplir.


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Sabía que había algo más detrás de todo aquello, pero no podía adivinar el qué ― Suspiró de nuevo ― En el fondo no se alegraba de haber vuelto, todos esos años queriendo volver a su mundo no habían tendido sentido, pues ahora pensaba en aquel otro mundo y en sus años vividos en ella, donde, a pesar de sus continuas mudanzas, se había sentido bien. Había estado siempre rodeado de gente de lo más normal, y la mayoría sólo se preocupaba por cosas superficiales. Ese era el mundo en el que se había acostumbrado a vivir y entonces otro pensamiento vino a su mente ― Sam ― la chica que se había visto involucrada en todo aquello por su culpa, sabía que ella siempre había tenido una vida normal, sin preocupaciones, después lo conoció a él y todo se volvió un caos. Se arrepintió de haberla obligado a ir con él, a pesar de que aquel era el mundo al que realmente pertenecía Sam, pero aquellas no eran las mejores circunstancias para que ella lo conociera. Se dio cuenta de que ya había pasado varias horas y de que hacía un buen rato que debía de haber llamado a Tolk para que lo relevara. No le importó demasiado, aunque hacía rato que le había comenzado a entrar el sueño, decidió llamarlo, y cuando le quedaba un paso para entra en la choza el hombre salió y lo miró. ― ¿No deberías haberme llamado antes?― le preguntó arqueando una ceja. ― Se me ha pasado ― se dispenso el chico. Volvió a sentarse junto a la hoguera, al lado de Tolk, y ahora eran los dos los que miraban el fuego, pensativos. En el interior de la cabaña Sam se había despertado, aunque Tolk no había hecho apenas ruido al salir, se


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levantó y vio que Marc no había entrado todavía así que se acercó a la puerta, que estaba entreabierta sin hacer ruido, desde ahí los miro a los dos sentados frente a la hoguera, en silencio. Marc miró hacia la cabaña, por un instante Sam creyó que la había visto pero para su fortuna no fue así, el chico volvió su mirada hacia el fuego. Tolk lo observó un rato antes de atreverse a preguntar. ― ¿Por qué te preocupas tanto por ella? ― Marc suspiró nuevamente y volvió a mirar al fuego. ― Porque he sido yo el que la he puesto en peligro…― dijo. ― ¿Solo por eso? ― Tolk pareció no muy convencido ante aquella respuesta tan escueta. Marc no respondió esta vez, se quedó en silencio. ― Pronto se darán cuenta de que ese buscador no nos ha hecho nada, descubrirán que estoy aquí y vendrán a por nosotros… estamos muertos ― Aquella vez fue Tolk el que suspiró. ― Estás preocupado por ella ¿no? ― ― Nunca debí obligarla a venir, si se queda con nosotros la atrapara tarde o temprano. ― Ya no se puede dar marcha atrás ― dijo Tolk ― Además, está más segura contigo que con un ejército entero ― ― No podré pelear con soltura si estoy con ella ― ― Son las consecuencias de haberla traído, Podías haberla dejado allá ― ― Traerla también han sido órdenes ― ― ¿Y desde cuándo obedeces órdenes?


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Marc esbozó una fina sonrisa y negó con la cabeza. ― Siempre haces lo que te da la gana ― ― Me conoces bien ― dijo el chico. ― Ya son muchos años ― sonrió Tolk, aunque detectó que en la mirada de Marc había algo de tristeza ― Lo que quiero decir es que la has traído por que querías ― continuó. Marc se giró hacia él. ― ¿Qué quieres decir?― preguntó. ― Acabo de decírtelo, querías traerla, aunque ahora te arrepientes, además, no tienes porqué, ningún otro va a poder ofrecerle lo que tú, va a descubrir un mundo nuevo para ella, su mundo, también la magia que fluye en su interior y que hasta ahora ha estado dormida todo este tiempo, si hubiese nacido en algún país de aquí habría desarrollado su poder desde hace mucho y créeme, esa chica será sorprendente cuando pueda controlar su magia… así que cuídate ― ― Ha tenido suerte de no haber nacido aquí en esta época ― Tolk ladeó la cabeza. ― Estos años han debido de ser muy difíciles ― dijo ― Bueno, ella ya está aquí, y si no quieres que le ocurra nada tendrás que tener un ojo puesto en ella ― hizo una pausa ― Tranquilo, los combates difíciles te los dejaré a ti y yo la vigilaré mientras tanto ― ― Valla…gracias ― dijo el chico con sarcasmo, aunque sonriendo. ― De todas formas, podemos enseñarle hechizos de defensa sencillos, ella tiene la herramienta… ahora solo es cuestión de enseñarle a usarla, es muy lista, así que estoy seguro que prendera con facilidad, si gustas mañana mismo iniciare su entrenamiento ―


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El chico medito aquello por un instante. ― No es mala idea. ofrecimiento de Tolk.

― dijo Marc considerando el

Se quedaron en silencio. ― Parece que te importa bastante ― comentó Tolk ― ¿No es así? ― Marc se sorprendió un poco por la pregunta y cuando reaccionó lo miró con las cejas arqueadas algo escéptico. ― ¿Qué relación tienes con ella?― continuó Tolk sin hacerle caso. ― Ninguna respondió echándose un poco hacia atrás ― Solo tuvo la mala suerte de toparse conmigo… eso es todo ― Tolk se giró hacia él mirándolo incrédulo. ― En serio ― sonrió Marc ― Y no es porque no lo haya intentado ― índico. ― Es dura ¿eh? ― Tolk parecía divertido. ― Sí, lo es… creo que no lo conseguiré nunca ― sonrió ― De todas formas, me da igual lo que opine de mí, sabes que no podría tener nada con ella ― Tolk observó una nota de amargura en la voz de Marc y sonrió con algo de tristeza, sabía que su pupilo no lo estaba pasando demasiado bien con todo aquello. ― Sí, bueno, no hablaba de nada serio, tú ya me entiendes ― le guiñó un ojo ― que ya eres mayorcito. Marc soltó una carcajada al oír el último comentario, “mayorcito” se quedaba corto.


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Se quedaron en silencio. ― Ya, pero ella no es una chica cualquiera ― dijo Marc ― No podría hacerle eso, además, ya he dicho que es muy dura ― ― ¿No es una chica cualquiera?― preguntó Tolk―. Entonces es que para ti no es una chica cualquiera, y que no podrías hacerle algo así… con las demás chicas te daba igual ― ― No puedo tener nada serio ― Marc estaba algo irritado ― No es que no quiera ― Tolk lo miró algo extrañado, aunque ya se esperaba algo así, Marc siempre había alegado que no quería nada serio con ninguna chica, aparte de que no podría, pero al parecer, con el paso del tiempo aquello había cambiado. Ya no podía fingir. Estaba cansado de todo aquello. ― Nunca has querido nada serio, dejando a un lado el que no puedas, te conozco bien, sé cómo eres y lo que has sido. Eras serio y responsable, pero no para ciertas cosas, siempre has pasado de todos y fingías que todo te daba igual, hasta ahora y todo por… ― ― No digas tonterías ― lo interrumpió Marc ― Ya te he dicho que no hay nada ― Tolk no quiso insistir y volvieron a quedarse en silencio. Sam no se movió, aquella conversación la había hecho pensar., había cosas que no cuadraban, suspiró y frunció el ceño, ¿Entonces era cierto? ¿Marc sentía algo por ella? No supo que era aquella sensación que sentía en ese momento, a pesar de todo ella también comenzaba a sentir algo por el chico, sin importar que la hubiera traído con él a la fuerza no podía evitar pensar que de haberse quedado en su mundo, hubiera lamentado mucho


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tener que estar lejos de Marc, y fue entonces que Sam se dio cuenta. ― Estas loca Samanta ― se dijo a sí misma y cerrando nuevamente la puerta se encamino de regreso a la cama dispuesta a volverse a acostar.


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14 Despertó horas después, confusa, se dio cuenta de donde estaba y se levantó de un salto. Ya había amanecido y salió de la cabaña, enfadada aquellos dos no la habían llamado para el cambio de turno. ― ¡Me las van a pagar! ― exclamo enfadad mientras se ponía los zapatos. Pero cuando salió de la cabaña supo que no habían podido llamarla, pues los dos se habían quedados durmiendo acurrucados en sus mantas, junto a los restos de la hoguera de aquella noche, aquella imagen disipo todo el coraje que había sentido al pensar que lo habían hecho a propósito. Negó con la cabeza y fue a despertarlos, pero estaban profundamente dormidos y no quiso molestarlos. Decidió comer algo de mientras, aunque Tolk no llevaba mucho en la mochila, así que tomó otro chocolate ― ¿Por qué no se le ocurrió traer algo más… nutritivo? ― se pregunto. Luego dio una vuelta por los alrededores de la cabaña, sin alejarse demasiado para no perderse, encontró cerca de allí una especie de lago de aguas cristalinas y se agachó junto a la orilla. Lo miró pensativa. ¿Aquellas aguas también serían tóxicas? ― Adelante… esta si puedes tocarla ― dijo una voz a sus espaldas. Marc se hallaba detrás de ella y la miraba con curiosidad. Sam volvió a mirar el agua e introdujo las manos para lavarse, por un instante pensó que estaría fría, pero se equivocaba, estaba templada, casi caliente. ― Esta tibia… ― indico la chica sorprendida


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― La tierra que hay debajo la calienta ― explicó Marc ― Aquí hay zonas donde la temperatura de la tierra es muy caliente, y otras donde es muy fría. Es algo irregular. Puede estar a una temperatura baja en un sitio y un kilómetro más allá puede estar hirviendo, es algo así como las aguas termales del otro mundo… ― ― Valla ― dijo Sam, tras un silencio. Definitivamente, en la Tierra no había fenómenos tan raros, que ella supiera. ― Además, esas aguas relajan la tensión muscular, eliminan el nerviosismo y hacen que cualquier herida se cure más rápido de lo normal ― explicó Marc ― Además es buena para cualquier tipo de infusión. Sam volvió a mirar el agua, que parecía de lo más normal. ― Valla ― murmuró de nuevo. ― Yo que tú me daría un baño ― continuó el chico ― Aprovecha ahora, porque quizás no haya otra oportunidad de hacerlo en días ― hizo una pausa ― Estaré dando una vuelta por los alrededores mientras lo haces… y no, no te preocupes ― dijo al ver que la chica hacia un gesto ― No pienso espiarte ― Le dio la espalda para marcharse y Sam observó cómo se alejaba, volvió a mirar el agua milagrosa, comenzó a desvestirse, aunque no desconfiaba del chico creyó conveniente no quitarse todo ya que si de improviso aparecía algún enemigo o otra de esas cosas llamadas Gards no quería tener que salir corriendo en paños menores. Una vez dentro del agua no podía dejar de darle vueltas a la conversación que había escuchado la noche anterior. ¿Qué quería decir eso de que ella no era una chica normal? ― Suspiró ― Ya sospechaba algo (una idea realmente absurda), pero no quería creerlo realmente.


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También sabía que Marc le ocultaba algo importante, Algo sobre su pasado que no quería contarle, pero ella no iba a preguntarle nada. Aquello era su vida y a ella no tenía por qué contarle nada. Al fin y al cabo, apenas se conocían. Sus caminos se habían encontrado por aquellas extrañas circunstancias y una serie de coincidencias, realmente no sabían nada el uno del otro. La chica decidió dejar de darle vueltas al asunto y disfrutar del baño, el agua estaba templada y más al centro del lago, caliente. Se echó el pelo hacia atrás y dejó a un lado sus pensamientos. Realmente aquella agua te dejaba muy relajada y aliviaba la tensión de todo el cuerpo. Al poco salió ya relajada y se puso de nuevo la camiseta y los vaqueros para reunirse con los otros. Los encontró junto a la cabaña, recogiendo sus cosas. Marc le dirigió una breve mirada y luego se volvió hacia Tolk. ― Haremos eso, entonces ― le dijo ― Será mejor que no pongamos en marcha, no nos conviene quedarnos mucho tiempo en un mismo sitio ― sugirió. ― ¡De ninguna forma! ― dijo la chica autoritaria. Marc y Tolk la miraron sin comprender. ― Antes de irnos ustedes también deberían darse un buen baño ― dijo la chica ― No voy a andar por este mundo con un par de hombres malolientes ― dijo divertida ― Así que… ― indico señalando hacia el lago. Algor y Marc se miraron divertidos y sin atreverse a contradecir a la chica se encaminaron dispuestos a asearse un poco. Marc se detuvo y se volvió hacia la chica.


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― Tu tampoco vallas a espiar ― le dijo con un gesto pícaro. La chica tomo un guijarro del suelo y se lo lanzo al chico quien lo atrapo en el aire y se marcho jugando con él. La chica se quedo en silencio ― ¿Cómo era posible que pensara que ella seria de hacer tal cosa? Aunque… ― tenía que aceptarlo, la idea había pasado por su cabeza, aunque solo fue por un segundo. Un rato después los dos chicos regresaron limpios y relajados, el baño les había caído muy bien después de haber pasado toda la noche tumbados en el césped. De inmediato se pusieron en marcha, aquella mañana Sam se fijó en muchas cosas en las que no se había fijado el día anterior. La vegetación, por ejemplo, se detuvo frente a una de aquellas plantas sin poder evitarlo. Era una flor lila veteada de negro de forma un tanto extraña, con muchos pétalos parecidos a los de una rosa y con estambres amarillos. Era algo que Sam no había visto nunca, y aunque no era de esa clase de chicas tan sensibles que se ponen sentimentales y algo tontas por cualquier cosa, no pudo evitar mirar aquella flor algo contraída. Seguramente, no volvería a ver algo así jamás. ― Valla…― murmuró ― Es preciosa. ― Sí, pero no la toques ― le advirtió Marc, que se había acercado a ella por detrás al ver que se detenía ― Desprende un líquido venenoso mortal para cualquier humano ― Sam volvió a mirar aquella planta, algo extrañada.


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― Parece mentira que algo que parece tan bonito e inocente sea tan letal ― comentó. ― Pero es lo más lógico, y lo que ocurre normalmente… ― Marc no añadió más, pero Sam supo a qué se refería. Lo que parece más simple o más bonito, suele ser lo más dañino. Los humanos también se ocultaban tras una máscara que escondía lo que realmente eran. Y Marc había querido decirle que no debía de fiarse siempre de quien parecía más honesto o bueno. Así eran muchas de las personas, por triste que pareciera. Continuaron su camino en silencio. Sin dejar de caminar, Tolk le comenzó a explicar a la chica unas cuantas cosas básicas sobre la magia, aquel poder, la energía que corría por sus venas, Sam se dio cuenta de que aquello era a lo que se refirió Marc había comentado al iniciar la marcha. ― No todos nacemos con la misma energía mágica ― explicaba ―. Podemos manipular la magia de distinta manera, o esa magia a veces puede tener un origen fuera de lo común. Por ejemplo, hay hechiceros más sensibles al fuego, como en el caso de Marc, a quienes les es mucho más fácil manejar o invocar este elemento que a cualquier otro. Pero como ya he dicho, la magia es energía, algo que todos poseemos, los hechiceros somos como una especie de canalizador, tenemos más energía de lo normal y es algo distinta. Podemos manejarla a nuestro antojo, extraerla de nosotros o de lo que nos rodea, en un sinfín de posibilidades ― hizo una pausa ― Aquí en Pilgrym todos nacen con esas facultades, y en algunos casos


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se heredan, no sabemos por qué, aunque ha habido casos en los que han nacido Grym que no poseen ninguna cualidad mágica, como un humano común y corriente del otro mundo. Hubo un silencio y Sam aprovechó para preguntar algo que le había dado vueltas en la cabeza desde que habían llegado a Pilgrym. ― ¿Entonces yo herede los poderes de mi abuelo? ― ― Si, aunque más bien creo que él te cedió su poder, esa es otra cualidad de la magia, puedes ceder tu poder a otro… aunque no muchos lo hacen, supongo que tu abuelo creyó que tú eras la más indicada para cumplir con la misión que le había sido asignada cuando fue enviado por el Rey a ese otro mundo ― Sam se mordió el labio. Quería preguntar más pero no lo creyó oportuno así desvió el tema. ― Has dicho que tu especialidad era el fuego ― indico dirigiéndose a Marc ― En el pasado… ¿eso quiere decir que ahora puedes controlar otros elementos? ― ― No es que haya sido “mi especialidad” ― corrigió el chico ― A veces sentimos una especie de sensibilidad o facilidad con algún elemento natural concreto, pero no es lo que sucede a menudo, lo he dicho en pasado porque ya no es así ― ― ¿Por qué? ― la chica temió que Marc no respondiera como era su costumbre. Por fortuna esta vez no fue así. ― Seguramente por el aumento de mis poderes con el paso del tiempo, he llegado a controlar los demás elementos con igual facilidad que el fuego, los he desarrollado, pero aún hay veces…― vaciló ― en las que todavía siento el fuego parte de mí, que acude a mí incluso antes de que lo haya llamado, como si


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estuviera a la espera de ser invocado ― se encogió de hombros y dio por finalizado el tema ― De todas formas, los elementos no son algo que me de problemas ― ― ¿Hay algo que te los dé? ― Sam arqueó una ceja. ― Si… hay algo que aun no consigo controlar… ― fue todo lo que Marc atino a decir. Sam se dio cuenta de que esta vez Marc no hablaba de sus poderes. El chico desvió el tema de sí, en parte ayudado por Tolk que continuó con su explicación sobre la magia y sus usos. ― Ya te expliqué más o menos el funcionamiento de la energía ― dijo ― Deberás poner mucho empeño para controlar la tuya propia, es un la niñez cuando uno descubre si posee cualidades de hechicero, pero en tu caso has tardado mucho en descubrir que posees tales cualidades. Por eso, es importante que empieces a practicar para poder desarrollarlas ― Así continuó unas horas más, explicándole a Sam todo lo que creía que necesitaría saber en un principio, asegurándole que no debía de tomarse aquello como una especie de primera lección ni necesitaba memorizar nada de aquello, sólo le explicaba unas cuantas cosas básicas para que Sam entendiera aquel don que parecía poseer, para satisfacer su necesidad sobre el misterio de la magia. Y le habló sobre las diferentes formas de la magia, los elementos, cómo utilizar aquella energía para hacer sanas sus heridas más rápido. ― Parece que se te da bien esto ― comentó Sam rato después. ― ¿El qué? ― Algor la miró.


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― Enseñar… lo haces con tanta naturalidad ― Por eso decidiste pasar por historiador en el otro mundo ¿No es así? ― ― En parte… ― indico el hombre un poco sonrojado ― Cuando vives tanto aprendes muchas más cosas de las que son necesarias… de alguna forma me sirvió para poder pasar desapercibido… ― Tolk desvió laminada hacia el frente. ― No es la primera vez que hablo esto o doy una clase ― explicó. ― ¿Cómo dices? ― ― Ya lo había hecho antes ― Hubo un silencio. ― Bueno, no es por alardear, pero ya sabes que soy un hechicero bastante poderoso. Antes de mi exilio muchos de los más poderosos hechiceros de Pilgrym estuvieron bajo mi tutela… como Marc ― Sam lo miró a Marc; sin embargo, el chico no la miraba, parecía estar ocupado viendo algo. ― Valla… eso sí que es una sorpresa… ― Marc no dijo nada. Tolk continuó explicando y cuando dijo que iban a intentar sacar a flote su magia e intentar algún hechizo a Sam le entró la excitación, aunque apenas dio muestras de ello ― ¿De verdad lograría haría magia…? ― se pregunto ― bueno, por lo menos lo intentaría. Intentó no hacerse ilusiones, al fin y al cabo, bien podía ser uno de esos casos en que a pesar de ser un


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Grym se nacía sin magia, por otro lado el que su abuelo hubiera sido un hechicero tampoco garantizaba que hubiera energía mágica circulando por sus venas. ― Empecemos por algo sencillo ― dijo Tolk. Marc dejo lo que hacía y se giró para mirar. ― Cierra los ojos ― le ordeno Tolk ― No hagas trampa… tienes que concentrarte ― le advirtió. La chica lo miró entre extrañada y desconfiada antes de obedecer., sentía que el nerviosismo comenzaba a abrirse paso en ella y la voz de Marc la sacó de sus pensamientos y la hizo concentrarse. ― Intenta dejar la mente en blanco y relajarte ― le dijo. Imposible, pensó ella. ― Nada es imposible ― indico Tolk ― Respira profundamente varias veces y lo conseguirás ― explicó Tolk. La chica abrió los ojos de repente y se quedo mirando a Tolk y a Marc desconcertada. ― Antes de continuar hay algo que he querido preguntarles… ― dijo la chica ― ¿Acaso pueden leer la mente o solo es mi imaginación? ― Los dos hechiceros se miraron entre sí, aquello fue más que suficiente, Sam no necesito que le respondieran, era más que evidente que la respuesta era un rotundo sí. Sam se quedo de una pieza.


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― ¿Eso quiere decir que han podido escuchar todo lo que pienso? ― reacciono la chica algo molesta. ― Bueno… ― dijo Tolk ― No todo… solo lo que consideramos importante ― indico. Sam sintió que los colores le subían a la cara, no recordaba todo lo que había pensado durante los últimos días pero estaba segura de que más de uno de esos pensamientos había sido sobre lo guapo que era Marc o de cómo se sentía cuando estaba junto a él. ― ¡Les prohíbo que vuelvan a hacerlo!! ― grito la chica. Marc y Tolk se pusieron serios al escuchar las palabras de la chica. ― ¡Hablo en serio! ― les admitió muy molesta. La chica dio un profundo suspiro y dio el tema por terminado. ― Entonces ― dijo cerrando los ojos nuevamente ― con calma y paciencia ― La chica hizo lo que le decía y se relajó todo cuanto pudo. Su mente era un caos pero empezó a despejarse e intentó no pensar en nada. ― Ahora imagina y visualiza lo que te digo ― continuó Tolk. Su voz relajaba a Sam, no sabía muy bien porqué. ― Todo está negro, a tu alrededor sólo hay oscuridad ― comenzó Tolk.


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No le era muy difícil, pues con los ojos cerrados como estaba lo único que veía era oscuridad. ― Ves un pequeño punto luminoso a lo lejos, de un color brillante, el que más te guste. ― “Qué explícito” ― pensó Sam. Hizo lo que el hombre le indicó e imaginó aquel punto de luz hasta llegar casi a verlo. Cuando volvió a hablar, la voz de Tolk sonó lejana, como si ella estuviese dentro de una burbuja o bajo el agua. ― La luz se agranda, se acerca, despacio ― silencio ― Poco a poco va iluminándolo todo, eliminando la oscuridad. Es enorme, lo ilumina todo, está justo ante ti, rodeándote. Te evades de todo, te dejas llevar, dejas que se acerque y te acaricie, dejas que penetre en ti y te inunde, inunda todo tu ser, recorriendo cada rincón de tu cuerpo. Sam no pudo evitar un estremecimiento, era como si de verdad hubiese notado aquello, fue una sensación extraña. ― Te sientes en calma, en paz, cálida ― Fue esta vez la voz de Marc la que continuó hablando ― Y despacio, vuelves a la realidad. ― Sam abrió los ojos y volvió de nuevo. No supo porqué, pero le pareció que había entrado en una especie de extraño trance. Allí estaban Marc, y Tolk, y muchas plantas a su alrededor, que también parecían observarla. Tolk le sonrió. ― Ahora que ya estas relajada…, vamos al grano ― indico ― extiende tu mano ―


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Sam lo miró con los ojos entrecerrados y dando a conocer su desconfianza, Tolk hizo un gesto impaciencia así que la chica no tuvo otro remedio que hacer lo que le pedía. ― Espera… ― lo detuvo Marc ― ¿Te importaría si lo hago yo? ― le pregunto a Tolk. Este le cedió su lugar, por su parte Sam no se atrevió a protestar. Marc también extendió la mano, Sam observó como la acercaba a la suya, puso un dedo en la palma de la chica y está sintió una especie de corriente, una descarga eléctrica. El chico rompió aquel contacto. ― ¡¿Qué diablos…?!― Sam se cogió la mano y lo miró enfadada. ― ¿Duele?― el chico sonrió con algo de malicia. ― ¡¿Qué diablos te pasa ahora?! ― Que necesito que te enfades ― explicó él con simpleza. ― ¿Qué? ― ― ¿Te sientes enfadada, furiosa? ― Sam lo miró confusa. ― Mucho ― contestó enfadada. ― Mmmm aun no estás furiosa ― Marc también entrecerró los ojos ― ¿Y qué tengo que hacer para que te sientas furiosa y quieras atacarme? ― Sam no entendía nada de aquello. ― ¿Pero qué dices? ―


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― Tu magia también va unida a tu estado de ánimo, estar furiosa es ideal para un hechizo de ataque. No hace falta después, claro, pero en un principio es más sencillo sintiendo furia e incluso miedo. Y muchas veces se dan casos de la pérdida de magia en hechiceros, cuando están depresivos o han sufrido algún trauma. Resumiendo, es más fácil que estés furiosa para realizar un hechizo de ataque, aunque sea sencillo. Te costará menos ― Sam lo miró aún un poco confusa. Todavía notaba el malestar un poco de escozor en la mano, que todavía agarraba con la otra. Marc ladeó la cabeza. ― ¿Qué tengo que hacer para que te pongas furiosa?― le pregunto pensativo ― Podría intentar besarte a la fuerza, tal vez, o algo peor… ― Sam lo miró algo asombrada. ― ¿Furiosa? ― preguntó Marc ― Eso es bueno ― ― ¿Estás loco? ― ― Intenta concentrar tu odio hacia mí ― continuó él ignorándola ― Yo soy la razón por la que estás aquí metida, tu vida corre peligro, ¿no estás furiosa? Intenta concentrar tu energía en mí, hacerme daño, devolverme la descarga. Sam no sabía qué hacer. En aquel momento estaba enfadada, pensando en todo lo que Marc le decía, pero aún así, aún con todo lo que él decía… ¿odio? ¿Hacía él? Tenía que admitir que no. No lo odiaba, ni mucho menos. Lo había culpado de todo aquello, pero… estaba confusa, no sabía por qué era incapaz de odiar a Marc en aquel momento, a pesar de la descarga recibida…


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Cerró los ojos en un intento por concentrarse en lo que hacía, en el dolor de su mano, el su enfado… Fue inútil, no ocurrió nada. Volvió a mirar al chico y negó con la cabeza. ― Déjalo ― intervino Tolk, mirando a Marc ― No conseguirás que te odie de esa manera, es obvio que no puede, además, es complicado al principio, nadie lo logra a la primera. Y si le haces o intentas algo, en todo caso querrá defenderse, no atacarte. ― Tampoco es mala idea ― ― Además, lo que nos interesa más es que aprenda a defenderse, empieza por ahí. ― le sugirió. Marc asintió, conforme. Los pensamientos de Sam vagaban sobre la posibilidad de realizar un hechizo de ataque. Había sido incapaz de hacerlo, lo que seguramente significaba su ausencia de magia. Ella había tenido razón. ― Sam, concéntrate ― Marc la sacó de su ensimismamiento ― Probemos con otra cosa, cierra los ojos y visualiza lo que te digo ― Sam obedeció. ― Respira hondo y concéntrate. Siente la energía que fluye por tus venas y fúndete con ella, manipúlala a tu antojo. ― Sam intentó concentrarse. Se hizo el silencio, notaba una especie de cosquilleo en todo el cuerpo, se concentró en aquella sensación cálida que la recorría, y pensó que aquella energía podía ser…


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― Imagina una pared ante ti, transparente y sólida, inquebrantable. ― prosiguió Marc ― Te sientes segura, a salvo, concentra tu energía en esa barrera. Sam sufría una especie de colapso, aquello era muy extraño, lo que sentía en aquel momento era, indescriptible. Apenas podía pensar, no supo porqué, se sentía extraña, todo aquello era extraño. Abrió los ojos y miró a Marc, que esbozó una fina sonrisa ladeada y se acercó a ella. Alargó la mano y Sam vio como no podía tocarla, su mano acababa de chocar con una especie de barrera invisible que se alzaba ante ella, ovalada y un poco más alta que ella, trasparente pero brillante como un cristal, jadeó sorprendida. La barrera desapareció en silencio. ― !Bien¡ ― dijo Marc― Aunque es extraño que no pudieras realizar un simple ataque sencillo y si una barrera como está que es bastante más complicada ― Sam no dijo nada. En su mente todavía veía aquella barrera que ella había creado, pero entonces eso quería decir que ella era… una hechicera, poseía un don, la magia. No podía asimilarlo del todo. Nunca hubiera imaginado que llegaría a hacer cosas como aquella, que podría hacer… cosas increíbles, como manipular en fuego o el viento, invocar criaturas de otros planos, curarse a sí misma… aquello la mareaba y le dio dolor de cabeza. ― Probemos otra cosa ― dijo Marc animado ante aquel avance. Cinco minutos después, Sam se vio realizando unos sencillos hechizos de defensa sin problemas. Podía


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crear barreras protectoras y repeler a sus atacantes. En muchos casos era necesario utilizar palabras y frases, y Marc le dijo que con el tiempo muchas veces se volvía innecesario, pero que al principio era algo básico. A veces eran simples frases pidiendo a su magia que actuara, otras veces eran unas palabras extrañas con una pronunciación algo difícil. Marc la hizo memorizar varios hechizos mientras reemprendían la marcha hacia Kaces. Ya habían perdido demasiado tiempo. Aunque Sam no había podido realizar ninguno de los hechizos de ataque que Marc le hizo pronunciar, el chico se sentía bastante contento, la chica parecía tener especial sensibilidad por los hechizos de defensa, que le salían sin apenas dificultad Estaba bastante satisfecho y seguro de que a chica poseía gran poder, no se habían equivocado con ella. ― Bueno… ya ha sido suficiente ― indico Tolk ― hemos estado mucho tiempo en este lugar, es mejor que avancemos un poco ― indico echándose la mochila al hombro y comenzando a avanzar. Después de un rato caminando en silencio, Sam observó que la maleza y los árboles de su alrededor se volvían más escasos y aceleró el paso. Más adelante aquel extraño bosque acababa. Sam no pudo evitar correr hacia allí, segura de que unos segundos después tendría a la vista la primera ciudad de Pilgrym que verían sus ojos, claro, sin contar las ruinas de Greed. El bosque acabó pocos metros antes de un brusco descenso parecido a un precipicio o un acantilado. Más abajo, la ciudad se alzaba imponente. Aquello era impresionante.


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― Es hermosa… ― fue lo único que atino a decir la chica, maravillada ante aquella visión. Era una enorme ciudad, de edificios mezclados, algunos de color claro y otros de un color muy oscuro. Estaba rodeada por una especie de muro, una barrera vegetal de no más de metro y medio de altura y medio metro de ancho, compuesta por unas enormes ramas de enredaderas, arbustos y todo tipo de plantas de las que salían montones de flores de vivos colores que daban belleza y luminosidad a la ciudad que guardaban y de alguna manera Sam supo que allí también había otra barrera no visible aparte de aquella, que protegía la ciudad más que los simples muros vegetales. A la entrada de la ciudad, las dos barreras se rompían, dejando un amplio espacio por el que debía de pasar todo aquel que quisiera entrar en el pueblo. A cada lado se postraban dos guardias de extrañas vestimentas claras, portando cada uno una espada y una especie de lanza, parecida a una guadaña. Tras la barrera, distintos edificios se alzaban en aquel suelo marrón que parecía arena por el que circulaban personas y carruajes. Edificios diversos, de distintos tamaños y formas, y algunos parecían incluso desafiar las leyes de la gravedad. Cinco eran los edificios más altos, de distintas formas pero en los mismos tonos blanquecinos, hechos de lo que parecía mármol o alguna extraña especie de granito. Uno de ellos sobresalía sobre los otros, alzándose en medio de aquella luminosa ciudad. Tenía forma circular completamente, y se iba estrechando conforme uno levantaba la mirada hacia el cielo, hasta ensancharse en lo que parecía una especie de sala mayor redonda como una cúpula en cuyas ventanas redondas


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penetraba la luminosa luz del sol del mediodía. ― Es una ciudad increíble ― pensó Sam algo sobrecogida. No poseía la belleza de una ciudad terrestre, con sus enormes edificios y sus parpadeantes luces, poseía una belleza diferente, como una especie de ciudad medieval. Sus calles principales eran anchas y estaban llenas de puestos donde vendían todo tipo de cosas, muchas de ellas objetos que Sam no había visto nunca. Marc y Tolk llegaron a su lado y se detuvieron también a contemplar la ciudad. ― Esto es muy extraño… ― murmuró Tolk, pero no dio explicaciones del porqué de su extrañeza. ― Vamos ― dijo Marc, adelantándose y descendiendo por la empinada cuesta, caminando hacia aquella esplendorosa ciudad. Sam se sintió emocionada y poco preocupada a sabiendas de que aquella visita a la ciudad no era un viaje de placer, según había escuchado aquella fortaleza debía estar plagada de Gards que mantenían a ralla a los habitantes. ― Esperen ― los detuvo Tolk antes de continuar ― No podemos presentarnos vestidos así ― indico señalando sus ropas ― Llamaríamos de inmediato la atención ― y de inmediato se puso a buscar algo en aquella mochila que llevaba cargando ― Tomen ― dijo lanzándoles lo que parecía ser una túnica marrón. ― ¿Donde las conseguiste? ― Lo cuestiono Marc sorprendido. ― En una tienda de disfraces en el otro mundo… cuando las vi no resistir la tentación de comprarlas, sabía que algún día nos serian de utilidad ―


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Los tres se colocaron la túnica, Sam pensó que también sería muy extraño ver a tres encapuchados llegar a la ciudad pero no se atrevió a decir nada, después de todo aquel era su mundo y Tolk y Marc sabían lo que hacían, una vez que los tres estuvieron cambiados comenzaron a bajar por el risco rumbo a la ciudad.


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15 ― Extraordinario…― murmuró la chica cuando llegaron a las orillas de la ciudad. Aquello era aun más magnífico de cerca, nadie que nunca hubiera estado ahí podría imaginar lo que Sam vio. Estaban en una amplia calle por la que transitaba una multitud de gente que paseaba, compraba, hablaba… la mayoría de ellos usaban túnicas como las que Tolk les había dado, solo que de deferentes colore y texturas, algunas adornadas con elaborados bordados, otras, las de los más pobres pensó un tanto raídas y descoloridas, otros, usaban capas con capucha sobre los hombros o vestían simples trozos de una tela gruesa y extraña. Aquello le recordó a Sam los mercados de pulgas de su mundo, un montón de puestos a ambos lados de la calle exhibían productos y artilugios nunca vistos por la chica que intentaba observarlo todo con atención. Miró hacia el suelo, no era asfalto lo que pisaba, si no piedra limada, grandes bloques uno al lado de otro, que constituían la carretera. Algunas casas muy oscuras parecían hechas de un material que ella no conocía, parecido a la escayola. Todo a su alrededor parecía fundirse en una mezcla extraña, una unión entre lo antiguo y lo moderno. ― Hagas lo que hagas no te alejes de nosotros y recuerda, no toques nada ― le indico Marc, había pensado tomarla de la mano pero no creyó que la chica lo permitiera así que se limito a no perderla de vista.


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De repente se fijó en varias personas que pasaron por su lado que llamaban bastante la atención pues ambos tenían el cabello de verde chillón que era imposible no notar, un poco más adelante se toparon con una chica con el pelo de un lila oscuro y con una especie de tatuajes tribales en el rostro acompañado de un hombre que lucía unas largas rastas de todos los colores posibles, por todos lados veía algo que la sorprendía aun mas, sin embargo Sam había intentado no mirar con descaro a nadie al recordar lo que le había dicho Marc. La chica noto que no se dirigían a las puertas de la ciudad, si no que la habían rodeado sin ser vistos. ― Pensé que entraríamos a la ciudad ― indico Sam. ― No podemos entrar por donde haya guardias, podrían descubrirnos, es mejor que ignoren que estamos aquí, por ahora ― comentó Tolk. Sam asintió y entonces prestó atención a lo que hacía Marc frente a la barrera, mientras Tolk murmuraba unas palabras y Sam se sintió extraña. ― No te preocupes, es un simple hechizo para no ser descubiertos ― explicó ― No notarán nuestra presencia a menos que nosotros queramos que lo hagan ― Sam volvió a mirar a Marc, el chico había cerrado los ojos y parecía concentrado, cuando volvió a abrirlos la barrera brillaba un tanto y de repente apareció en ella agujero lo suficientemente amplio para que pasaran por él. ― Impresionante ― sonrió Tolk, dándole a Marc una palmada en la espalda y adentrándose en la ciudad. Sam y Marc lo siguieron.


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Estaban en una estrecha calle desierta, por lo que Sam supo que los dos hechiceros conocían la ciudad bastante bien. Caminaron hasta adentrarse en aquella transitada calle. ― No te hagas una idea sobre las demás ciudades de Pilgrym a partir de esta, Sam, no he estado nunca es dos ciudades iguales, son todas distintas, aunque algunas tengan algunos rasgos comunes ― Marc la distrajo de sus pensamientos mientras caminaban. Ella asintió y siguió caminando. ― Es extraño ― volvió a comentar Tolk. ― Y qué lo digas ― ― ¿Qué es extraño?― preguntó Sam. ― Mira a tu alrededor ― dijo Tolk, con gesto de manos señaló todo lo que les rodeaba ― ¿Te da la impresión de que aquí están en guerra? ― Sam pensó que tenía razón, recordó que Marc le había dicho que la ciudad también estaba bajo el mandato de Algor, pero aquel lugar parecía de lo más normal, llena de vida y actividad, como Tolk y Marc la recordaban. ― Esto no es normal ― continuó Tolk ― Se supone que están en guerra pero no hay indicios de ello, ni siquiera se percibe la presencia de Gards ― Marc frunció el ceño, dando a entender que aquello era bastante sospechoso. Caminaron en silencio un rato más, hasta que Marc se detuvo en seco, mirando un punto lejano. ― Tolk ― dijo llamando a su amigo, este miró a Marc, que hizo un gesto con la cabeza hacia el frente.


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Aceleraron el paso y se detuvieron frente a un hombre que estaba inclinado en un puesto observando uno de aquellos extraños objetos. Era bajito y debía tener cerca de unos sesenta años, en su blanco pelo podía distinguirse una pequeña calva y sus ojos oscuros parecían saberlo todo. ―Bethel― le dijo Marc, sobresaltándolo. Entonces Sam descubrió como es que funcionaba el hechizo que había puesto Tolk sobre los tres, parecía que una vez que se dirigían a alguien, aquel extraño hechizo hacia una excepción con esa persona y poder ser vistos. ― ¡Mi Lord!― murmuró el tal Bethel, asombrado como si hubiera visto a un fantasma ― ¿Es usted? ¿De verdad es usted? ― El sujeto que atendía el puesto miro a Bethel desconcertado por verlo hablar como si estuviera loco. Marc le hizo una señal para que dejara de hacerlo y lo siguiera a un lugar menos concurrido. Una vez que fue seguro Tolk y Sam también se dejaron ver. ― ¡Señor Tolk! ― dijo sorprendido cuando pudo verlo ¿Cómo es posible? usted también está aquí ― Samanta creyó que ella seguía bajo los efectos del hechizo pues el sujeto no tubo reacción alguna hacia ella. ― Es una larga explicación ― indico Marc ― Creo que ahora lo que necesitamos en sitio donde descansar e información sobre todo lo que ha pasado en nuestra ausencia ―


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Bethel asintió, serio, y se dio la vuelta, guiándolos por la amplia calle. Llegaron a una zona menos concurrida y de pequeñas casas y se detuvieron frente a una de dos plantas que parecía bastante vieja. ― Pasen ― le dijo. Al hacerlo se encontraron en un amplio salón donde había mullidos sofás, todos tomaron asiento, Bethel continuaba mirándolos como si se trataran de fantasmas y finalmente sus ojos se posaron en Sam y esta le devolvió la mirada, Bethel no dijo nada, simplemente parecía rebuscar en sus ojos. Estuvieron así unos segundos hasta que él desvió la mirada hacia Marc. ― Ella es Sam ― explicó el chico ― es la primera vez que está aquí ― Me ordenaron traerla porque en su mundo corría peligro… antes de venir aquí nos hemos encontrado con Frey… ― ― Entonces es cierto… ― dijo Bethel con pesar. ― ¿De qué estás hablando? ― Lo cuestiono Tolk. ― Por todas las ciudades corre el rumor de que Algor ha encontrado la forma de mandar a sus ejércitos al otro mundo… ― ― ¡Pero es imposible! ― exclamo Marc. Bethel volvió a mirar a Sam con insistencia, parecía no tener la confianza de hablar frente a ella. ― Puedes hablar… ― indico Marc ― Ella también es una hechicera ― dijo ― Es la heredera de uno de los Drogs que envió mi padre al otro mundo ― indico tratando de con aquello Bethel entendiera que Sam estaba de su lado.


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Mas por el contrario, a partir de eso el viejo no le quito la vista de encima, parecía estar examinándola, aquello comenzó a incomodar a Sam quien a pesar de lo molesto de aquella situación permaneció en silencio. ― ¿Cómo están los demás? ― pregunto Marc ansioso por saber a que se estaban enfrentando ― Raw nos ha dicho que todo ha sido un caos desde que nos fuimos ― ― Me temo que sólo hemos quedado unos pocos ― contestó el hechicero sin desviar la mirada ― Después de la muerte de su padre muchos prefirieron unirse a Algor… así que los pocos que aun éramos fieles a su familia fueron perseguidos y eliminados uno a uno… solo unos pocos pudimos escapar… no debió regresar Mi Lord, Algor no descansara hasta verlo muerto y recuperar lo que es suyo… ― El hombre hizo una pausa. ― ¿El medallón es propiedad de Algor? ― Los cuestiono la chica al escuchar aquello último. ― El medallón posee todos los secretos de la magia oscura… Algor cree que por ser él el único que se ha atrevido a invocar semejantes poderes el medallón le pertenece ¡Pero está equivocado! ― indico Marc. ― Pero no entiendo… ― indico la chica confundida ― Si ya es un mago tan poderoso capaz de mantener Pilgrym bajo su yugo ¿Por qué aun quiere conseguir el medallón? ― ― La sed de poder no tiene límites Sam ― indicó Tolk que hasta ese momento había permanecido en silencio ― Con semejante poder en sus manos Algor no solo controlara este mundo, si no que podrá controlar lo que él quiera… ― Sam sintió un escalofrió al imaginar su mundo gobernado por semejante tirano.


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― Algor ha formado un ejército enorme, tiene a los Gards con él, y a un grupo de hechiceros muy poderoso que le han jurado fidelidad a cambio de un poco de su poder… va a ser muy difícil detenerlo ― dijo el hombre abatido. ― Sí… ― dijo Tolk ― pero nosotros tenemos el medallón ― indico animándolo. Bethel volvió a dar un salto al escuchar el comentario de Tolk. ― ¿Lo ha traído con usted? ― pregunto esperanzado. ― Si… ― respondió Marc mirando a Tolk recriminarte por su indiscreción. ― Entonces aun hay esperanza ― dijo el viejo animado ― Usted pondrá fin a la tiranía de Algor ― Bethel pareció muy animado por la noticia y por primera vez le sonrió a Sam amistoso. ― Es más fácil decirlo que hacerlo ― indico Marc. ― Mi Lord, usted no es un hechicero cualquiera, usted es Urick, el ultimo descendiente del Clan Crockford, Rey legitimo de Pilgrym ― indico el hombre con gran solemnidad ― Estoy seguro que no tendrá ningún problema con esos hechiceros de tres al cuarto ni aunque te atacaran todos a la vez ― ― No es tan sencillo ― insistió Marc ― Ya una vez falle al tratar de derrotar a Algor, y ahora su poder ha aumentado considerablemente… ― ― ¡Claro que no es sencillo! ― añadió Tolk ― No son sólo hechiceros y Gards, hay más, mucho más, pude sentirlo desde que llegamos, el mismo Raw no lo advirtió, Pilgrym está ahora plagado de bestias y fieras creadas a través de magia oscura… pero en fin, nos preocuparemos de eso en su momento ―


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Tolk no añadió más y Marc no preguntó, Sam supo que hablarían de aquello más tarde. ― Raw nos dijo que podríamos encontrar a Trell aquí, ¿Sabes donde localizarlo?― preguntó el chico tratando de cambiar un poco el tema. ― Oh, Mi Lord… lamento decirle este ― indico Bethel consternado ― Trell murió durante la última batalla contra las tropas de Algor, tratando de conseguir un poco de alimento para nuestra gente, los únicos que quedamos somos Gelay, Dorge, Tenzin y Kempe, aunque de este ultimo hace más de dos años que no tenemos noticias ― Marc tragó saliva e intentó no desmoronarse. Sam se volvió hacia Marc, que parecía haberse quedado ensimismado y estaba blanco como la leche, su mirada se perdía en algún lugar de aquel pequeño salón, Tolk se había llevado las manos a la cara e intentaba recobrar la compostura sin éxito. Sam no dijo nada, no conocía a ninguna de aquellas personas, y todavía seguía dándole vueltas a lo que Bethel había dicho sobre Marc, según él, el chico podría con todo un ejército entero de Gards con facilidad, a pesar de haberlo visto luchar anteriormente jamás imagino que aquel chico tuviera tanto poder, estaba bastante sorprendida. No tenía ni idea de que Marc fuera tan poderoso. ― Mi Lord… ¿Puedo hacerle una pregunta?― dijo Bethel un tanto temeroso. ― Por supuesto… ― indico el chico ― ¿Cómo es… el otro mundo? ― ― Nada especial ― respondió Marc con voz cansada. Sam hizo un sonido indicando que aquella expresión no había sido la correcta para describir su mundo.


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― Bueno… ― corrigió Marc ― es muy diferente a esto… ― Se quedaron de nuevo en silencio. ― ¿Hace cuanto que regresaron Mi lord? ― Los cuestiono Bethel. ― Casi dos días… aparecimos cerca de las ruinas de Greed ― indico Tolk con pesadumbre al recordar aquella visión de la que había sido un día una de las más hermosas ciudades de Pilgrym. ― Han hecho un largo viaje hasta acá… pero me alegro de que lo hayan hecho, no saben lo feliz que me siento y lo honrado que estoy de que estén en mi casa ― indico el hombrecillo. ― Bethel… ― dijo Tolk interrumpiendo los halagos ― ¿Crees que podamos quedarnos aquí por esta noche? ― Lo cuestiono. ― ¡Por supuesto! ― indico el viejo ― Deben estar cansados ― dijo Bethel ― acompáñenme, les mostrare sus habitaciones. Se dirigió hacia el pasillo y ellos lo siguieron. ― Usted y Tolk, se quedaran en esta… ― les dijo abriendo la puerta de una habitación con dos pequeñas camas, sé que no es recinto apropiado para usted pero… ― Marc lo interrumpió. ― Esta bien Bethel… no te preocupes ― dijo. ― Y usted ― se dirigió a Sam ― puede quedarse aquí ― la condujo a otra habitación ― Espero que sea de tu agrado ― Ella asintió y no dijo nada más.


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― Los llamare a la hora de la comida ― dijo Bethel desde el pasillo mientras se dirigía de nuevo al salón. Sam calculaba que ya debía ser casi la hora de la comida, aunque no estaba muy segura de que en aquel mundo se respetara el mismo horario que en la tierra, miró el paisaje desde la ventaba tratando de imaginar cómo sería vivir para siempre en aquella tierra, de repente llamaron a la puerta. Pero no era Bethel, sino Marc. ― Sólo quería hablar un poco contigo ― le dijo el chico. Se acercó hacia donde estaba Sam y se sentó en la pequeña cama, ella se apoyó en la repisa de la ventana, de espaldas al exterior. ― Tú ya no tienes nada que ver con todo esto ― dijo Marc ― A partir de aquí es cosa nuestra ― Ella ya sabía lo que venía a continuación. ― No tienes por qué implicarte más ― dijo él ― Si nos separamos ahora no irán por ti. No les interesas, te dejarán en paz ― Sam supo que Marc se levantaría y se marcharía, creyendo haber dejado claro que allí sus caminos se separaban definitivamente. Pero ella no le dio tiempo e intervino antes de que el chico pudiera moverse. ― ¡No puedes hacerme esto! ― dijo la chica con un dejo de melancolía mezclado con rabia, Marc la miró extrañado y ella se puso aun más seria ― ¿Me traes aquí y ahora me quieres dejar de lado como si nada? ― le recrimino. ― No quiero que te veas implicada en… ―


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― No me vengas con lo de que no quieres que me pase nada porque… porque tú mismo lo has dicho, estoy más segura a tu lado ― dijo la chica con sorna. ― Eso era antes… ahora corres más peligro a mi lado ¡Esto es una guerra!― exclamó Marc levantándose de un salto y mirándola con fijeza, serio ― Entiéndelo bien… ¡No pienso arrastrarte conmigo y meterte en esta lucha, porque no es tu lucha! ¡Esta no es tu guerra!― ― Eso lo hubieras pensado antes de traerme aquí por la fuerza, antes de involucrarme en todo esto… ― le reclamo la chica ― Ahora no quieras zafarte de mí con una excusa tan estúpida ― continuo mirándolo con furia aunque intentó calmarse. Marc nunca la había visto así, y estaba algo sorprendido, aunque su rustro seguía impasible. ― No quiero seguir arrastrándote, esto es sólo el principio, las cosas van a cambiar, me perseguirán y tendré que defenderme para salvar mi vida e intentar ayudar a mi pueblo ― le explico ― Sé que no voy a conseguirlo, sé que probablemente me atraparan y moriré, pero tengo que hacer algo, no me retiraré sin siquiera haber empezado y no quiero que tú caigas conmigo ― Sam entrecerró los ojos sin dejar de mirarlo. Definitivamente aquel chico no era el mismo Marc que hacía unos días. ― Así que tú te quedas aquí ― concluyó el chico. No dijeron nada durante unos segundos. ― Parece que no te das cuenta de que ya estoy involucrada en todo esto ― Marc la miró con incredulidad.


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― ¿Todavía piensas insistir? ― le preguntó sorprendido. ― Sólo digo la verdad ― hizo una pausa ― Y por lo que he oído, eres uno de los hechiceros más poderosos de todo tu mundo, si me quedó aquí me atraparan y sabes bien que aun no se defenderme, me faltan muchas cosas por aprender y tu y Tolk por lo menos me deben eso, además si voy contigo tengo menos posibilidades de salir malparada, así que te propongo un trato ― indico la chica. ― ¿Un trato? ― Marc re acciono sorprendido. Marc parecía no poder creer lo que oía. ― Si… estaré con ustedes hasta que aprenda a controlar mi poder, después de eso separaremos nuestros caminos… no puedes arrastrarme a un mundo que no es el mío y pretender abandonarme en él como si no te importara… así que es la única opción, tómalo o déjalo… ― ― ¿Estás loca? ― fue lo único que atino a decir el chico ― Entiéndelo, si te quedas aquí no te pasará nada, nadie te conoce aun ni sabe quién eres, es poco probable que vayan a pensar que tienes algún tipo de relación conmigo… ― ― ¿Relación? ― preguntó Sam, arqueando una ceja. ― Si no la hay más motivos para que te quedes ― ― ¿Acaso me crees tan tonta? ¿Crees que no sé que Algor y los suyos planean arrasar con todo esto para dar contigo?― Marc la miró fijamente y Sam continuó al cabo de unos momentos de silencio ― Si no me matan terminare convertida en una esclava, lo cual por lo que veo a ti te da igual, sólo quieres dejarme a una lado para que no sea ninguna carga ¿Te estorbo no es así? ― El chico guardo silencio por un momento mirando a Sam fijamente.


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― Exacto, me distraes ― ― ¿Qué pasa, ahora no sabes controlar tus impulsos masculinos?― preguntó ella, irónica. ― ¡No se trata de eso!― exclamó Marc, furioso, dando un paso hacia ella. Sam sintió un escalofrío y sintió el impulso de echarse hacia atrás, incluso de salir corriendo y alejarse todo lo posible de aquel chico, pero no se movió y se mantuvo serena ante Marc, que parecía irradiar una extraña aura de poder y la miraba con seriedad. ― Si vienes conmigo te convertirás en uno de mis puntos débiles ― continuó ― Yo te impliqué en esto y si mueres quedará en mi conciencia y no podré perdonármelo, si te quedas conmigo también cabe la posibilidad de que te capturen y quieran hacerme chantaje, pueden torturarte y hacer que les reveles dónde está la piedra u otra información, no voy a arriesgarme a que ocurra eso ― hizo una pausa ― Hazme caso, aquí estarás a salvo ― Sam entrecerró los ojos. ― Esta bien… ― dijo la chica, por un instante Marc creyó haberla convencido pero lo siguiente que escucho lo hizo darse cuenta de que estaba en un error. ― Si no quieres que te estorbe vete… yo iré por mi cuenta y riesgo ― indico convencida. Marc la miró molesto y apretó los puños, aunque la furia había desaparecido de su mirada y ahora parecía irritado. ― Eres…― dejó la frase en el aire y se mordió la labio inferior ― Entiéndelo Sam, no sabes lo que dices, ni


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siquiera conoces este mundo… ¿Acaso no te das cuenta de que lo que pretendes es suicidio? ― ― Eso debiste haberlo pensado tú, cuando me arrastraste a este sitio, así que ahora tendrás que aguantarme o dejarme hacer lo que me venga en gana ― ― Ni hablar ― concluyó Marc y sin más se dio la vuelta y se dirigió con paso firme a la puerta ― ¡Te quedarás aquí, no hay más que hablar!, Bethel se encargara de cuidar de ti y si es necesario te llevara a un lugar más seguro ― ― No lo haré ― ― No es algo que puedas discutir ― le dijo el chico, abriendo la puerta del dormitorio ― Soy el soberano de Pilgrym y tu una de sus habitantes y debes respetar mi ordenes así que te ordeno quedarte aquí ¿Entendido? ― Aquella última frase hizo que la sangre de Sam hirviera en sus venas ― ¿Como se atrevía a tratarla como una simple súbdita? ― La voz de Bethel se oyó desde el pasillo. ― ¡La comida está lista! ― El hombrecillo asomo la cara por la puerta. ― Mi lord… perdón no sabía que usted estaba aquí… ― de disculpo por haber interrumpido. ― No te preocupes Bethel… ya terminamos ― indico y dicho esto abandono la habitación acompañado del hombrecillo dejando sola a Sam. ― Estúpido dictador…― murmuró Sam irritada y salió también de la habitación. Aquella situación definitivamente arruino la primer comida de Sam en Pilgrym, a pesar de todo pudo


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notar lo exquisito de la comida que Bethel había preparado. ― Esta mañana he tenido suerte y logre cazar un par de Jox… ― índico el sujeto entusiasmado. ― ¿Qué es un Jox? ― pregunto la chica a Tolk por lo bajo. Tolk no creyó oportuno aclararle aquello a la chica, pero Marc que alcanzo a oír a la chica si lo hizo ― Es lo que en tu mundo conoces como… ratas ― indico el chico dando un mordisco a un trozo ― Rata de campo, por supuesto, es un platillo muy común aquí ― agrego. Aquello termino por arruinarle la cena a la chica quien a pesar de aquello tuvo que terminarse todo, no quería faltarle el respeto a su anfitrión. Un rato después los cuatro pasaron nuevamente al salón, Bethel continuo hablándoles de la situación, por su parte Sam no paraba de darle vueltas a lo que le había dicho Marc antes de cenar ― ¿Por qué la había tratado de aquella manera? ― Desde un principio ella se había negado a venir a ese mundo, la habían traído por la fuerza ¿Y ahora la querían abandonar así como así? No tenía sentido. Sabía que el chico tenía razón, pero aún así quería acompañarlo, sabía que debía acompañarlo, algo la impulsaba a participar en aquella lucha, no sabía muy bien el qué, pero algo en ella le decía que tenía que continuar con todo aquello y seguir adelante sin que nada ni nadie se lo impidiera. Estaba consciente de que aquello era una guerra y que ella no tenía nada ver en todo lo sucedido y sabía que lo más probable era que saliera herida si seguía los pasos de los dos


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hechiceros, o algo peor. Y como había dicho Marc, aquello sólo era el principio. Pero Sam había pasado sus diecisiete años de vida en aquel otro mundo, con su vida normal, rodeada de sus amigas, extrañando a sus padres, pero a pesar de que no conocía nada de aquel mundo, un sentimiento extraño que no había experimentado antes se había comenzado a apoderarse de ella poco a poco, impulsándola a pelear y defender por proteger no solo su vida si no la libertad de todos los que en el habitaban. Quería saber más sobre aquel extraño mundo porque sentía que era lo que debía, su vida había dado un giro por completo en unos días y debía de ser por algo. Nunca antes le había pasado algo tan interesante como aquello, definitivamente, quería seguir, no quería quedarse allí y perderse toda la acción aunque no quería ser un estorbo para Marc y ser la causa de que este perdiera la batalla o incluso la vida. Y eso la hizo sentirse aun peor. Quedarse allí también conllevaba el ver como Marc se marchaba, esa era otra de las grandes razones por las cuales no podía permitirlo, sabía que si eso sucedía seguramente no volvería a verlo. Aquel no era un pensamiento agradable. Aunque no se llevaran demasiado bien había comenzado a experimentar cierto afecto por el chico, Marc la intrigaba no solo por su forma de ser y su extraña personalidad si no por el poder que todos decían que poseía… seguramente no volvería a conocer a nadie así.


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Después de la comida se reunieron nuevamente para hablar sobre lo que harían a continuación. ― Antes de continuar necesitamos saber todo lo que ha pasado para saber cuál será el siguiente paso que daremos ― pidió Tolk. ― Creía que Raw se los había contado ― dijo Bethel. ― Sólo por encima ― intervino Marc ― Lo primero que quisiera saber es ¿Como fue posible que Algor sobreviviera a nuestra batalla? No lo entiendo, durante años viví en el exilio con la esperanza de que mi sacrificio hubiera valido la pena… pero ahora me entero que no fue así ― Bethel suspiro profundamente. ― Después de que se marcho todo cambió, como usted mismo lo ha dicho nadie esperaba que Algor sobreviviera a la batalla, pero para nuestra sorpresa lo hizo, de alguna forma logro enterarse que solo usted y nadie mas era capaz de acumular semejante nivel de energía, el necesario para invocar el poder del medallón y traerlo de vuelta, ese era su verdadero objetivo, asegurarse de que el medallón volviera a estar a su alcance, lo que nunca imagino es que usted se lo llevaría consigo al otro mundo para protegerlo. Frustrado por ver que sus planes se habían venido abajo comenzó a ganarse la confianza de hechiceros a los que prometió poderes increíbles a cambio de que se aliaran con él en contra de su padre y muchos aceptaron presas de la codicia y la sed de poder. Algor conocía la leyenda de lo que sucede con los hechiceros cuando mueren, sabía que su alma viajaría al otro mundo y supo entonces donde se encontraba el medalla y comenzó a buscar la forma de ir en su búsqueda pero sin la necesidad de tener que morir, comenzó a invocar magia oscura que no había sido usada por siglos, magia prohibida y peligrosa que le


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permitió enviar a sus Gards al otro mundo para que buscaran el Medallón y se lo trajeran, por fortuna a pesar del gran poder de Algor sus vasallos no podían permanecer por mucho tiempo en aquel otro mundo y finalmente termino por rendirse, o al menos eso creímos en un principio. ― Esa Piedra no podía caer en malas manos, y Algor era ambicioso y tenía un corazón frío ― dijo el hombrecillo ― Entonces comenzaron las guerras y las ciudades poco a poco fueron cayendo bajo su poder, los Gards se multiplicaron a tal magnitud que las tropas del rey fueron aniquiladas. Hubo un gran silencio en la habitación, nadie se atrevía a decir nada, en espera de que Bethel continuara. ― Usted se marcho llevándose consigo el Medallón para así proteger a todo su pueblo, pero me temo que nos equivocamos al separarte de nosotros, si usted hubiera permanecido aquí todo habría sido diferente y quizás nada de esto hubiera ocurrido ― Marc desvió la mirada, aunque todos habían podido ver ya la sombra de culpabilidad que había cruzado por sus ojos. ― No se arrepientas, Mi Lord ― le dijo Bethel ― Ni se sienta culpable, al fin y al cabo nosotros lo obligamos a irse, recuerde que usted no estabas seguro de que fuera lo mejor, pero decidió obedecer ya que su padre se lo ordeno ― Marc sabía que tenía razón, aún así no podía dejar de reprocharse el no haberse quedado, había pasado los últimos años viviendo tranquilamente en aquel otro mundo mientras que en el suyo todos padecían la tiranía de Algor.


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― Pero aun no entiendo ― fue esta vez Tolk el que hablo ― ¿Porque Algor no murió como todos esperábamos? ― Bethel bajo la mirada, sin estar muy seguro si debía aquello ― Tarde o temprano tendrán que saberlo ― pensó ― Además merecen saberlo ― ― ¿Por qué te quedas callado? ― Lo cuestiono Tolk ― Hay algo que deben saber ― indico el hombre visiblemente perturbado ― Algo que se los va a consternar muchísimo Mi Lord ― ― Déjate de largas y habla de una vez… ― Lo apresuro Tolk. ― Aquel contra el que usted lucho… – dijo ― No era Algor ― Marc no daba crédito a lo que acababan de escuchar. ― ¿De qué estás hablando? ― dijo levantándose de su asiento. ― Algor fue más listo que nosotros, sabía que la única manera de invocar el Medallón era si usted usaba todo su poder, y usted solo lo haría si estaba seguro de que terminaría con él, así que uno de sus sirvientes lo suplanto ― Aquello dejo mudos a Marc y a Tolk. ― ¡Maldito Traidor! ― exclamo Tolk ― Lo ha tenido todo planeado desde un principio… ¡Nos engaño! ― dijo desesperado ― ¡Y nosotros caímos como unos tontos! ― ― No podíamos saber Tolk… ― dijo Bethel tratando de calmarlo un poco.


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Mark permaneció en silencio, recordando como había sido el día en que se había enfrentado al que hasta entonces había creído que era Algor. Esa mañana paseaba por los jardines de palacio mientras charlaba con tres jóvenes aprendices de hechiceros. De repente una voz tras ellos llamo su atención.

********** ― ¡Señor Mi Lord!― lo llamó una chica que se acercaba corriendo. Llegó hasta él y apoyó las manos en las rodillas, jadeando a causa del cansancio por la carrera ― Señor, le reclaman, Derric, en la Torre Oeste, tiene que darse prisa, ha pasado algo ― índico la chica. El semblante del chico se ensombreció, y se dirigió con paso rápido al sitio que le habían indicado. ― ¿Qué ocurre?― preguntó en cuanto entró en la torre y encontró a siete de los miembros del Consejo de Hechiceros reunidos y con cara de preocupación. ― ¡Mi Lord!― exclamó uno acercándose a él ― Tenemos un problema. De inmediato se acercó a ellos. ― ¿Qué ocurre?― repitió. ― Algor, se dirige hacia aquí, exige que se le entregue el Medallón. El joven arrugó el entrecejo. ― ¿El medallón? ― Este pareció sorprendido ― ¿Cómo se ha enterado de su existencia? ― los cuestiono intrigado.


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― Alguien debe habernos traicionado Mi Lord ― dijo otro de los miembros del consejo ― Intuyo que fue alguno de los que no están presentes en esta mesa ― ― ¿Qué propone que hagamos? ― pregunto el más viejo de todos los que en esa habitación se encontraban. ― Pelear… ― dijo el chico sin dudar. ― Algor es un mago muy poderoso… aun para usted Mi Lord ― ― ¿Entonces qué debemos hacer? ― Los volvió a cuestionar el chico. ― Enviarte lejos, fuera de su alcance ― dijo otro de los hechiceros con rapidez. ― ¿Escapar? ― el chico pareció ofendido ante aquella sugerencia ― ¡Jamás! ― ― Las cosas han cambiado, Mi Lord ― Algor ya no es el hechicero que era, ahora nadie va a poder detenerlo, además, no podemos permitir que tan preciado objeto caiga en las manos de ese traidor, tiene que comprender que este mundo ya no es un lugar seguro ― ― ¿Insinúas qué…? ― ― ¿Tienes alguna idea mejor? ― Nadie dijo nada. ― Entonces está decidido… ― Indico el más viejo de los miembros del consejo poniéndose de pie. ― Debemos apresurarnos, no tardaran en llegar al palacio ― Todos se volvieron hacia Klover, que observaba la ciudad desde la pequeña ventana. ― Resistiremos lo mas que podamos hasta que usted se haya marchado ― indico mirando al chico ― Pero lo conozco Mi Lord y sé que no podrá quedarse quieto y ver como los demás luchan para que Algor no lo atrape ―


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― Por supuesto, lucharé ― dijo. ― No, hay otra solución ― continuó Klover ― si queremos evitar que Algor ponga sus manos en el Medallón, todos sabemos lo que pasaría si eso ocurriese ― Todos callaron, pues no querían expresar en voz alta lo que pensaban y el miedo que los invadía al pensar en lo que Algor podía hacer con semejante poder en sus manos. ― Pero no puedo marcharme, aunque lo haga, él continuará y será peor, moverá cielo y tierra para ir en mi busca ― ― Aunque lo haga nunca podrá apoderarse de él, hace mucho que Algor vendió su alma a cambio de poder y gloria, aunque muera no podrá seguirlo al otro mundo, por el contrario, si usted permanece en Pilgrym existirá la posibilidad de que Algor pueda apoderarse del Medallón, lo único que nos queda es enviarlo a donde no pueda alcanzarlo ― ― ¡Esa no es la solución!― exclamó el chico ― Hay que cortar el problema de raíz… ― ― No hay tiempo para hacerlo, lo primordial es poner el medallón a salvo y lejos del alcance de Algor ― dijo Treck quien hasta entonces había permanecido en silencio. ― ¡Conmigo ya está a salvo! ― ― Cuando las cosas se arreglen intentaremos traerle de vuelta ― dijo Mirak ― Las cosas se calmaran cuando Algor se dé cuenta de que no podrá alcanzarle ― ― ¡Puedo hacerle frente ahora, Klover! ― ― ¿Ya arriesgarnos a…? ― ― ¡A nada! ¡El Medallón me protege porque yo soy su guardián! ― ― Todos sabemos que el Medallón tiene voluntad propia, y por eso mismo sabemos que puede darte la espalda en cualquier momento… ―


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― ¡No lo hará! ― ― No lo sabemos con seguridad, además el Rey ordeno que en caso de que fuera necesario, usted debía irse, sin excusa, ni pretexto ― ― ¡Puedo derrotar a Algor! ― Continuo alegando el chico ― Además como guardián del medallón tengo derecho a opinar… por una razón se me asigno su protección y guardia ― ― Por una mera casualidad ― indico Mirak ― Conocemos bien como es que se convirtió en el guardián de semejante poder, la leyenda es muy clara en ese sentido y si no actuamos con cautela, tarde o temprano terminara por cumplirse y nuestro mundo pagara las consecuencias ― ― No hay otra opción ― dijo otro de los hechiceros, el líder de la asamblea, Derric, levantándose y caminando hacia el chico ― Debe hacerse… ¡y se hará! ― El joven tragó saliva y no opuso resistencia cuando lo condujeron aprisa hacia otra sala de esa misma torre, por el camino se toparon con Tolk, un joven hechicero algo despistado que aspiraba a entrar en el consejo debido a sus grandes aptitudes para la magia. ― Menos mal que recibió nuestro aviso, Tolk― le dijo uno de los hechiceros que arrastraban al chico ― Síguenos ― le indico. ― ¿Para qué se requieren mis servicios? ― ― El príncipe debe exiliarse por un tiempo mientras detenemos a Algor y necesitamos a alguien que vaya con él para ayudarlo y vigilarlo mientras permanece en el otro mundo ― ― Si, ya se me había avisado, toda mi vida he sido entrenado para poder cumplir con esta misión llegado el momento ― El chico los miro pasmado al escuchar aquello.


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― ¡Lo tenían todo planeado! ― Pensó con rabia ― ¡Incluso habían entrenado a Tolk para aquella misión! ― ― Entonces ya sabes que hacer ― indico Derric. ― Que sea su espada la que cumpla con mi destino ― indico Tolk extendiendo los brazos en señal de clara obediencia. Tolk sabía que durante todos sus años al servicio del consejo y del rey, había sido entrenado única y exclusivamente para cumplir con una sola misión: Proteger al Medallón y a su guardián, también sabía que aquello significaba renunciar a todo, incluso a su vida. Y para sorpresa del príncipe Derric empuño su espada y de un certero movimiento le arrebato la vida a Tolk que cayó a los pies del chico. ― ¿Por qué lo ha hecho? ― reacciono el príncipe sobresaltado. ― Debemos darnos prisa ― los apresuro Mirak quien había ido al frente para asegurarse de que fuera seguro salir. ― El lo espera en el otro mundo Mi Lord… ― indico Derric ― Usted sabe que es la única manera… ― El chico volvió a protestar, pero al final desistió, sabía que nada impediría que Derric y Mirak cumplieran con su deber.

********** Marc regreso a la realidad al sentir la mano de Tolk en su hombro. Por alguna extraña razón todos los presentes, incluida Sam había podido ver lo que Marc estaba recordando, tan claro en sus mentes que parecían haber estado ahí.


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― Tu solo cumpliste las ordenes del consejo ― le dijo Tolk ― No podías saber que no era Algor ― ― Si que pude… ― dijo Marc molesto ― Debí darme cuenta que quien estaba peleando contra mí no era Algor… pero mi vanidad me cegó, me sentí capaz de terminar con todo yo mismo y acabe condenando a Pilgrym a siglos de guerra y caos… ― se lamento. ¡Basta!― le dijo Tolk ― Nada de esto ha sido tu culpa… ― Sam se dio cuenta de que sus ojos mostraban pena y un poco de ¿Vergüenza? ― ¡No digas más tonterías, Marc! ― indico Tolk ― Lo que paso, paso de esa manera porque así estaba escrito… la leyenda era muy clara, tu debías morir para poder llevarte contigo el medallón al otro mundo y a cambio de eso Algor gobernaría Pilgrym… ― dijo, las lagrimas escurrían por su rostro. ― Tolk… juramos jamás revelarle… ― dijo Bethel alarmado al escuchar las palabras de Tolk. ― Y a ha sido suficiente de secretos Bethel… Urick merece saber la verdad ― indico Tolk con furia ― Tú no tienes la culpa de nada, ¡Tu único error fue haber sido elegido para proteger el Medallón! y lo que el consejo jamás considero es que tu no eras tan cobarde como ellos para permitir que Algor hiciera su voluntad, ¡Fuiste tú!, de todos los hechiceros experimentados, incluyéndome, fuiste el único se enfrentó a Algor ¡ Y venció! ¡Tú, que eras el más joven! ― ― Tolk… explícate ¿De qué estás hablando? ¿A cuál verdad te refieres? ― ― De haberlo sabido no te hubieras marchado… por eso todos callamos… por eso te dejamos creer que habías matado a Algor, para que te marcharas al otro mundo… ― dijo Tolk ― Lo cierto es que todo el consejo sabia que aquel a quien enfrentabas era un


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impostor… sabían que la única forma de hacer emerger el poder del Medallón era si tu usabas todo tu poder… con lo que jamás contaron fue que en verdad te llevaras el medallón al otro mundo, lo que ellos querían era el medallón para usar su poder, el consejo quería el poder para controlar Pilgrym, ellos son el verdadero enemigo de este mundo… ― dijo Tolk. Mark se quedo boquiabierto al escuchar las palabras de Tolk. ― ¿Tú lo sabías? ― reacciono Marc perplejo. Tolk asintió con la cabeza. ― Todos lo sabíamos Marc… Algor nunca hubiera sido tan tonto para enfrentarte, por eso mando a ese impostor… ― prosiguió Tolk. ― ¿Y mi padre? ― ― No… el no ― fue Bethel quien hablo ahora ― Tu padre creía ciegamente en el consejo, sabían que no podrían llevar a cabo su plan si el Rey se encontraba en palacio así que lo enviaron a un viaje diplomático, pero eso también fue mentira, lo único que querían era alejarlo de usted… ― Marc no dijo nada, sólo desvió la mirada furioso. Fue a decir algo pero no pudo, había vivido todos estos años engañado, lo habían engañado solo porque querían apoderarse del Medallón, sin importarles condenar a Pilgrym, aquello era inaceptable.


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16 ― ¿Y bien? ― preguntó Tolk ― ¿Por qué este ambiente en la ciudad? Tenía entendido que estaba bajo el dominio de Algor y todo era un caos, pero por lo menos aquí todo parece normal ― ― Sí, bueno, no aquí ― respondió Bethel ― Esta ciudad no está bajo el mandato de Algor abiertamente, la controla el consejo. ― ¿Qué quieres decir? ― ― Los integrantes del Consejo contaban con el poder del Medallón para derrotar a Algor, al no obtenerlo no tuvieron más remedio que aliarse a él, los que no estuvieron de acuerdo murieron, algunos otros escapamos y hemos tratado durante todos estos años de corregir nuestros errores, todos participamos y en parte merecemos lo que sucedió después de su partida, a muchos los cegó el poder, a otros, como yo el miedo nos obligo a bajar la cabeza y obedecer… Raw era asunto aparte, el siempre creyó que si usted volvía podría regresarle a nuestro mundo los días de gloria… aunque creo que a estas alturas esto ya es imposible… no debió venir Mi Lord… ― ― ¿Qué paso con el resto de las ciudades? ― pregunto Sam, Bethel la miro sorprendido pero aun así contesto ― En algunas el monarca y los líderes son los mismos que en las épocas del Clan Crockford, pero que están bajo el mandato de Algor, algunos le tiene miedo, otros comparten sus ideales, ¡miserables traidores! ― dijo Bethel por lo bajo ― en otras, donde se revelaron, la lucha fue encarnizada, ciudades enteras cayeron con el paso de las hordas de Gards y las pocas que lograron resistir se convirtieron en esclavos o andan por ahí, escondidos en espera de que algún día las cosas mejoren ―


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― ¿Quiénes se han aliado con el enemigo? ― pregunto Marc. ― El Señor de Armiis, fue el primero que retiro a sus tropas y se rindió, después le siguieron Valdor, Trhyl, Tith y Shap, creyeron que con una alianza se libraran de tener que batallas, de evitar el derramamiento de sangre, ¡Pobres tontos! Creen que Algor cumplirá por siempre con sus acuerdos o algo así, que estarán a salvo pero tarde o temprano sufrirán el mismo destino que ya han sufrido otras regiones de nuestro mundo ― ― ¿Y qué les pide a cambio? ― prosiguió Sam cuestionándolos. ― Sólo pide jóvenes soldados y a ellos les parece un buen precio, si supieran que lo ayudan a aumentar sus tropas de Gard, quienes son entregado a Algor jamás vuelven, ustedes ya bien saben para que los ha estado utilizando ― ― Para mandar a los Gards al otro mundo ― ― Así es… ― Se hizo el silencio. Todos meditaban todo aquello. ― ¿Sabes dónde se encuentra Algor ahora?― preguntó Marc. ― No, yo ya no pertenezco a ningún grupo rebelde, estoy demasiado viejo para eso, eso es trabajo de jóvenes, ahora solo les estorbaría ― Indico Bethel. ― Entiendo ― dijo Marc algo decepcionado. ― Pero soy un viejo inquieto y estoy al tanto de muchas cosas, lo último que escuche fue el rumor de que Algor partió hacia el oeste hará cosa de un mes, pero ya no se más nada ― Marc asintió. ― ¿Qué piensa hacer Mi Lord? ― Lo cuestiono Bethel con preocupación.


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― Luchar… ― indico el chico convencido. ― ¡Pero eso es una locura! ― reacciono el viejo alarmado ― ¡Un suicidio! ― ― Es nuestro deber hacerlo ― indico Tolk tan convencido como Marc ― tendremos que actuar por nuestra cuenta, nuestro único objetivo desde ahora será encontrar a Algor encargarnos de él, así que no debemos perder más tiempo… ― Marc se levanto y se encamino a la salida, Tolk hizo el intento de seguirlo pero este se volvió mirándolo con cierto desagrado. ― Tu no vas a ningún lado Tolk ― indico con un tono de voz serio y que no admitía objeciones. ― ¿De qué estás hablando? ― Tolk no comprendía la actitud del chico. ― Yo me encargare de Algor ― indico ― No pienso pelear con un traidor a mi lado, tu lo sabías todo y calaste, te dejaste manipular por el Consejo y permitiste que nos engañaran a mí y a mi padre, vete, eres libre de hacer lo que quieras de tu vida, continuaré solo ― dijo haciendo un mayor énfasis en la última palabra. Tolk negó con la cabeza. ― ¡No puedes pedirme eso! ― ― Puedo y lo haré… ― dijo Marc decidido. Tolk cayó de rodillas ante Marc y con la mirada baja dijo suplicante. ― Se que no merezco que me perdone… estoy consciente de mis culpas, pero tiene que comprender que yo no solo le debía respeto a usted, también se lo debía al consejo, toda mi vida fui entrenado para protegerlo y servirlo… ― indico ― Llevo siglos… te busque en el otro mundo y desde entonces me


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dedique a protegerle, a cuidarle, quiero continuar, se lo debo… ¡Se lo debo a todos en Pilgrym! Se lo ruego su majestad… permítame acompañarlo ― Rogó. Marc permaneció sin inmutarse ante la actitud del que hasta unos instantes antes había considerado su amigo. Le había dolido profundamente enterarse del engaño del que había sido víctima pero sobre todo, de que Tolk, jamás en todos los años que llevaban juntos le hubiera contado la verdad. ― Me arrebataron mi vida y no he empezado nada, ayudaré a poner fin a todo, y si así lo considera, una vez que todo esto termine, puede disponer de mi vida por haberlo traicionado ― ― ¿Estás seguro? ― Lo cuestiono Marc mirándolo a los ojos. ― Completamente ― Respondió Tolk sin dudar ni un poco. Marc asintió, serio. Luego se volvió hacia Bethel de nuevo. ― Bethel, ¿podrías hacerte cargo de ella?― preguntó señalando a Sam con la cabeza. ― ¿No va a ir con ustedes Mi Lord? ― ― No, es mejor que ella permanezca aquí ― Sam frunció el ceño, parecían haber olvidado que ella seguía allí. ― Si así lo desea yo la protegeré si es necesario con mi propia vida Mi Lord, aunque… ― continuó Bethel un tanto renuente in saber si era correcto hacer un comentario, aunque de todos modos lo hizo ― Creo que si ella ha venido puede ser por algo ― Marc sonrió irónico.


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― Ya, pero ella no ha venido porque quería ― dijo. ― Perdone que insista Mi Lord ― prosiguió Bethel ― Incluso su llegada se menciona en la leyenda… la misma que lo condeno a usted a vivir por tanto tiempo en el exilio y que presagio el ascenso de Algor como señor de Pilgrym ― Marc no dijo nada, sabía que las palabras de Bethel eran ciertas, por eso había insistido en que Sam fuera con él, desde que la conoció en aquel otro mundo supo que en ella había algo especial y si ahora estaba ahí con él, en medio de la guerra era por una razón poderosa, porque el destino así lo había querido. Sabía que Sam estaba destinada a hacer algo grande que supondría cambios. ― De todas formas, no pienso arrastrarla conmigo ― dijo el chico. ― Oh, es comprensible, claro. ¿La dejarás aquí, entonces? ― dijo Bethel sin atreverse a insistir más. ― Sí, y espero que la protejas con tu vida… también quisiera pedirte otro favor, claro, si no es demasiada molestia ― ― No, claro que no Mi Lord, lo que usted pida será cumplido al pie de la letra ― Bethel hizo una pequeña caravana ― ― Samanta empieza a despertar su poder mágico… debe aprender a defenderse y creo que no hay nadie mejor para hacerlo… enséñala a usar su poder ― ― Bethel miro a la chica con un dejo de incredulidad como si creyera que fuera imposible que aquella chica tuviera alguna cualidad mágica. ― Estoy seguro de que contigo podrá desarrollar sus poderes ― indico Marc convencido ― Tolk ya le ha dado las bases, ahora la cuestión es practica… estoy seguro de que no tendrás problema ―


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Bethel agradeció la confianza con otra reverencia. ― Toma tus cosas ― dijo Marc dirigiéndose a Tolk ― Nos vamos ahora mismo ― dijo. El hombre se dirigió de inmediato a la habitación y en un segundo regreso con sus cosas y las del chico además de la mochila que habían traído consigo desde el otro mundo. ― Cuando usted ordene Mi Lord ― dijo Tolk con tono solemne. Marc se encamino hacia la salida pero entonces Sam se interpuso a su paso. ― Nadie me ha preguntado nada ― dijo impasible. ― Ya te dije que no me interesa tu opinión ― le espetó Marc sin rodeos ― Te quedas y no hay vuelta atrás ― Sam lo fulminó con la mirada. ― ¿Ahora crees que todos somos de tu propiedad? ― preguntó. ―Tómatelo como quieras… pero harás lo que he ordenado ― Ella lo miró entre enfadada y sorprendida. ―Valla― dijo la chica ― Odias a Algor y lo acusas de ser un tirano y sin embargo te comportas igual o peor que el… ― indico la joven ― Por lo menos el ha esclavizado a extraños, pero tú lo quieres hacer con tus propios amigos… eres despreciable, no mereces el respeto que Tolk y Bethel te muestran, los tratas como si fueran tus esclavos… ― ― Sam… ― Tolk pareció sorprendido de escucha a la chica hablarle así.


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― A pesar de los errores que has cometido ― dijo dirigiéndose esta vez a Tolk― No mereces que te trate de esa manera, tú hiciste lo que debías hacer, Marc cree que él es el único que ha sufrido todos estos años, pero yo se que tu también lo has hecho, no solo por abandonar tu mundo, sino también por tener que mantenerte en silencio todos estos años, el no tiene ningún derecho a juzgarte, el también a cometido errores y nadie es capaz de echárselos en cara solo porque es el rey… ¡Menudo Rey! ― exclamo la chica mirando a Marc con desprecio ― El único cambio que habrá si logras vencer a Algor será el cambio de un tirano por otro ― Tolk y Bethel no dijeron palabra alguna, Marc por su parte permaneció sereno, a pesar de lo duras que habían sido las palabras de la chica. ― Mi Lord… ― dijo Bethel rompiendo el silencio ― Creo que lo más recomendable es que antes de partir descansen un poco más, el viaje que emprenderán es muy largo, y necesitaran de todas sus fuerzas para hacerlo, así aprovechare para prepararles lo necesario para el viaje y tal vez hasta pueda conseguirles algunos caballos para que puedan moverse más rápido ― Marc no respondió, simplemente se encamino por el pasillo y se encerró en la habitación que su anfitrión les había dado. Sam por su parte hizo lo mismo entrando de inmediato a la propia. ― Esa chica ha sido muy dura con el ― indico Bethel una vez que se encontró solo en el salón con Tolk. ― Creo que hacía falta que alguien le hablara así… ― murmuró Tolk dejando sus cosas sobre el suelo. ― ¿Tú estás de acuerdo con dejarla aquí?― le preguntó Bethel.


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Tolk lo miró sin comprender. ― Pues no lo sé ― contestó ― En lo que si estoy de acuerdo es que si viene con nosotros correrá un gran peligro ― indico. ― El mismo que correrá estando aquí conmigo ― indico el viejo ― ¿Además no creen que ustedes tiene más posibilidades de protegerla que yo? ― Tolk no respondió, sabía que el hombrecillo tenía razón. ― La última palabra la tiene él… y ya sabes lo testarudo que puede ser, además ¿Por qué me lo preguntas? ¿No crees poder con la responsabilidad? ― Bethel no contestó y se quedó mirando a Marc quien había salido de la habitación unos pocos segundos antes y parecía haber estado escuchando la conversación. ― ¿Habrá suficiente?― preguntó Marc depositando un puñado de monedas de oro en la mesa. ― De sobra, aunque no es necesario Mi Lord… ― indico. ― Compra todo lo que necesitamos ― le indico sin hacer caso del comentario. ― Claro ― indico este guardando las monedas en un pequeño saco que traía colgado en el cinturón de la túnica. ― Creo que el mejor momento para que partir será mañana temprano ― índico Marc dirigiéndose a Tolk esta vez. ― Como usted lo ordene Mi Lord ― respondió este. Marc frunció el seño al escuchar aquella respuesta.


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― Deja de llamarme así… ― le indico, no como una orden, si no más bien como un petición. ― Lo siento… pero no me parece correcto llamarlo de otra manera ― dijo este con la mirada baja. ― Quiero que me llames como siempre lo has hecho… ― dijo este ― Y esto no te lo ordeno… te lo estoy pidiendo en nombre de la amistad que nos ha unido todo el tiempo en aquel otro mundo ― Esta vez Tolk no pudo evitar levantar la mirada y para su sorpresa se encontró con los ojos de Marc llenos de lagrimas. ― Marc… ― fue todo lo que atino a decir. Y sin más ambos se abrazaron en señal de perdón, uno por haber callado durante tantos años aquel secreto y el oro por no haber podido comprender sus razones y haberlo tratado como a un traidor. Bethel no pudo más que sentirse feliz de que los dos amigos se hubieran congratulado nuevamente. Los tres estuvieron un rato más hablando sobre posibles rutas y destinos, estrategias, informándose de todo lo ocurrido y de los lugares más peligroso por los que tal vez tendrían que pasar. En su habitación Sam pensaba en que hacer, estaba molesta por la actitud de Marc pero no podía evitar sentirse mal por l forma en que le había hablado, la única opción que tenia era espera a que Marc derrotara a Algor, y luego, si se acordaba de ella, volver en su búsqueda y mandarla de vuelta a la Tierra (Aunque no estaba muy segura si eso era posible), donde estaría a salvo y podría continuar su vida con normalidad y olvidar todo lo ocurrido en Pilgrym, donde podría olvidarse de Marc.


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― Ese ni siquiera es su verdadero nombre ― se dijo a si misma recordando como lo había llamado Bethel ― “Urick del Clan Crockford” ― recordó ― Estoy enamorada de alguien que no es real, Marc no existe, ni siquiera es de mi mundo… y lo más importante, no quiere tenerme cerca… no le intereso ― Y aquel último pensamiento era lo que más le dolía, aunque no quisiera aceptarlo. Mientras tanto en el salón, Marc, Tolk y Bethel acababan de hablar, l y se dirigieron a sus respectivas habitaciones dispuestos a pasar una noche de sueño reparador tras aquel largo día. Marc y Tolk no intercambiaron palabra alguna después de entrar a la habitación, cada uno estaba absorto en sus propios pensamientos. Marc no pudo dormir bien aquella noche, daba vueltas en la cama y no podía quitarse las palabras de Sam de la cabeza, tampoco el que a la mañana siguiente sus caminos se separarían, tal vez para siempre, aunque sabía que debía ser así, no podía ponerla en peligro, si le pasara algo no podría perdonárselo y aquello era lo que lo hacía no ceder a los deseos de la chica de seguirlo en su campaña aunque la perspectiva de separarse de ella también le causaba una opresión en el pecho. ― De cualquier modo todo está perdido ― se dijo a sí mismo ― Ella nunca me perdonara… así que es mejor dejar las cosas como están ― Marc no durmió en toda la noche, por primera vez en su vida supo lo que era tener que afrontar las responsabilidades de ser el heredero al trono y lo peor, lo que era tener que hacerlo con el corazón roto.


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Al día siguiente como Bethel lo había prometido todo estaba listo para el viaje, había salido muy temprano en busca de todo lo necesario, lo que más trabajo le había costado conseguir fue el transporte pero finalmente logro convencer a un viejo comerciante de venderle un pequeño carro del que tiraba un caballo gris el cual usaba para transportar su mercancía, no había sido nada barato, pero aquello haría más fácil el viaje así que no regateo ni un poco. De regreso se encontró con que Tolk y Marc ya estaban frente a la puerta de Bethel en espera de su regreso, listos para partir. Marc posó la vista por encima del hombro de Bethel y observó el interior de la casa de este. ― Suspiró ― Sam debía seguir enfadada por tener que quedarse allí así, que no esperaba que fuera a salir para despedirse de ellos. Marc había tenido el impulso de hablar con Sam nuevamente antes de partir, aunque no sabía siquiera lo que le diría, pero finalmente se había quedado en la puerta, mirándola impotente sin atreverse a tocar. Había estado a punto de llamar pero no lo había hecho y se había quedado allí parado, mordiéndose el labio. De todas formas, pensó, era mejor así, si la veía una vez más y ella le pedía que la llevara consigo seguramente no habría podido decirle que no. O podría haber hecho alguna locura. Suspiró de nuevo. ― Es mejor que se vallan antes de que los guardias hagan la ronda matutina ― Los apresuro Bethel.


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Sin esperar más se despidieron del viejo para después abordar la careta y comenzaron a avanzar alejándose de allí. Marc sentía que una parte de él se quedaba en aquella casa, No podía sacarse a Sam de la cabeza, y tal vez por eso no se percató de que algo había alterado su instinto que trababa de decirle algo importante. Avanzaron por las solitarias calles en silencio, solo se podía escuchar el sonido de las ruedas y la respiración agitada del viejo caballo que tiraba de ella. ― ¡Maldición! ¡Nos han encontrado! ― exclamo Marc de pronto al sentir un escalofrió recorrerle el cuarto, finalmente su instinto se había logrado conectar a el de nuevo y le advertía de esa forma del inminente peligro. Tolk lo miro desconcertado. La calle seguía desierta, pero él sabía que alguien se acercaba, era un enorme grupo de Gards y seguramente (aquello no podían percibirlo), vendrían acompañados de alguno de los esbirros de Algor. Sabían que dentro de poco estarían rodeados así que se detuvieron y aguardaron expectantes. Y de pronto, como si siempre hubieran estado ahí, aparecieron montones de capuchas negras por ambos extremos de la calle dejándoles como única escapatoria los pequeños callejones que se abrían paso entre las estrechas calles que rodeaban la gran vía aunque no les importó, ya que no pensaban huir, pues sabían aquello no sería nada para ellos. ― Mi Lord… Marc― corrigió de inmediato Tolk ― No podemos pelear ―


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― ¿Como? ― El chico pareció sorprendido de las palabras de su compañero. ― Mira a tu alrededor ― indico, Marc pudo ver los rostros de gente oculta en los oficios y casa que los miraban expectantes y llenos de miedo ― Todo está lleno de gente, se verían implicados, no podemos arriesgarnos a que salgan heridos, seguramente a ellos les dan igual si muere algún que otro ciudadano, pero nosotros debemos evitarlo a toda costa ― Marc frunció el ceño, Tolk tenía razón, no podían pelear allí. Antes de que pudiera decidir lo que harían, se dio cuenta de que las tropas de Gards habían formado una especie de semicírculo detrás y delante de ellos. De pronto se dio cuenta que entre ellos habían dos hombres bastante jóvenes (aparentaban unos veinte años, aunque Marc sabia que aquello no garantizaba que tuvieran esa edad) estos observaban a Tolk y a Marc con curiosidad. Las tropas de Gards avanzaron un poco mas hasta que estuvieron lo bastante cerca uno de los hechiceros se dirigió a ellos. ― Valla ― comentó con mirada prepotente, observando a Marc ― Así que tu eres el hechicero que tiene el Medallón, no te imaginaba tan joven ― dijo con sorna. Marc no se molestó en decir nada. Aquel hechicero no era nada para él si se ponía serio, no poseía mucho poder, pues no había sentido su presencia entre la de los Sirvientes. Lo mismo pasaba con el otro. No dijeron nada durante unos momentos. ― ¿Vas a atacar ya o tengo que perder aquí toda la


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mañana?― le preguntó Marc, con las cejas arqueadas pero serio ― Proferiría no tener que perder mi tiempo con alguien tan… insignificante ― dijo. El hechicero no disimulo su enfado ante aquel comentario y de inmediato hizo a los Gards un gesto con la cabeza para que los atacaran, fue entonces que Marc se dio cuenta de que la cosa no era tan sencilla, pues había muchos más de los que pensaba, y llegaban más de quien sabe dónde. Fue Tolk es que hizo el primer movimiento adelantándosele solo un segundo a Marc. ― ¡Barrera de Cristal! ― Grito con voz grave cimbrando el suelo, una sólida pared se interpuso en el paso de los Gards impidiéndoles continuar avanzando. ― ¿Una Barrera? ― Marc parecía decepcionado. ― ¿Crees poder hacerlo mejor? ― Lo cuestiono Tolk sonriendo. Marc no respondió simplemente se lanzo contra los Gards, no cabía duda que ambos eran poderosos magos y hábiles guerreros, al poco se vieron dando patadas y lanzando hechizos a diestra y siniestra. Tolk murmuraba hechizos defensivos continuamente y freía con rayos a todos los que podía. Marc, por su parte, se quitaba a todo Sirviente de encima a base de golpes. Se movía con mucha rapidez y parecía que a todo el que tocaba no podía volver a levantarse. El otro hechiceros, aprovechó la distracción de ambos para acercarse al carro donde estos llevaban sus pertenencias. Marc ya lo había visto y se deshizo de los Gards que lo atacaban con rapidez pero antes de girarse y poder hacer algo vio que este levantaba la manta que cubría las pertenencias de Marc para ver lo que había allí.


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Mas para su sorpresa apenas le dio tiempo a reaccionar, pues algo que había en el que carro y que acababa de descubrir lo había golpeado con fuerza en la cara. El hechicero calló hacia atrás y quedó tumbado en el suelo, inconsciente. Marc observó perplejo como Sam saltaba del carro y comenzaba a defenderse de los Gards como podía. ― ¡¿Qué diablos haces aquí?!― Le preguntó Marc, atónito acercándose hasta donde esta se encontraba de inmediato. Dio un giro sobre sí mismo para golpear a un Gard que pensaba atacarlo por detrás antes de volverse de nuevo hacia la chica. ― ¡¿Es que quieres que te maten?!― le gritó. Ella no le hizo caso y continúo haciendo débiles pero efectivos conjuros defensivos. ― ¡Marc! ― Tolk llamó al chico, que se giró hacia él. Siguió la mirada del hechicero y no vio nada, sólo más Gards que aparecían para atraparlos pero no solo eso, mas allá cayó en cuenta de lo que Tolk le indicaba, había un segundo flanco pero esta vez no eran Gards, si no personas que parecían expectantes y listos para pelear. Entonces oyó un ruido de cascos y algo se abrió paso entre los Gards hasta llegar a ellos y quedarse en medio de aquel círculo que se había formado. Un enorme caballo percherón arrastraba tras sí un gran carro en el que la mercancía estaba cubierta por una manta negra. Todos se quedaron mirando aquello aturdidos y al momento después dos hombres bajaron del carro por los lados y sonrieron por un instante a Tolk y Mark. Alargaron las manos cada uno en una dirección y una especie de rayo de


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energía frió a los Gards que tenían más cerca. Los demás reaccionaron y fueron al ataque, pero antes de que hubieran avanzado dos pasos la manta negra que cubría el carro salió disparada hacia arriba y un joven de unos diecisiete o dieciocho años los miró a todos sonriendo. ― ¡Qué empiece la fiesta! ― exclamó. Todos observaron sorprendidos como el chico levantaba un poco los brazos y tiraba de dos cuerdas que sostenía antes de ver como del carro salían disparadas cosas que parecían fuegos artificiales, que se alzaron en el cielo entre una multitud de colores antes de descender de nuevo a toda velocidad formando un círculo. A un metro escaso del suelo torcieron y fueron derechos hacia el enorme grupo de Gards, que ahora se agachaban a la vez y se tumbaban en el suelo. Marc, Tolk y Sam observaron como los extraños cohetes de colores traspasaban uno a uno a los Gards expulsando una especie de humo multicolor que los hizo desaparecer poco a poco. ― ¡Genial! ― exclamó divertido el muchacho que había soltado aquellos artefactos, bajando del carro de un salto y caminando hacia el hechicero que había iniciado aquel ataque y que para ese entonces lo miraba atónito. El muchacho esbozó una amigable sonrisa antes de soltarle un fuerte puñetazo y tumbarlo en el suelo. ― ¡Guau! ― exclamó sacudiendo la mano un tanto adolorido mirando al hechicero, que ahora se hallaba en el suelo, con las manos en la cara ― ¡Si que tienes la cabeza dura! ― dijo y dándole otro golpe lo dejo fuera de combate tumbado junto al que Sam había derribado.


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Los ciudadanos, que hasta entonces habían permanecido ocultos al ver aquello no pudieron evitar soltar gritos de algarabía en honor del chico. ― ¡Gracias, gracias!― exclamó este alegre ― ¡Gracias por colaborar con nosotros! ― Enseguida se volvió hacia Marc, Tolk y Sam, que todavía no sabían muy bien lo que había pasado. Tolk y la chica observaban al muchacho un tanto confusos, mientras que Marc miraba a los recién llegados serio arrugado un poco el ceño. Al ver a Marc la mirada del muchacho también se volvió seria, aunque no dejó de sonreír del todo. ― Espero que no les importe tanta alharaca ― les dijo acercándose ― Pero esta es una forma bastante rápida de eliminar a estas ratas traidoras ― ― ¿Quiénes son ustedes?― le preguntó Marc, mirando a los otros dos hombres aunque dirigiéndose al chico. ― Yo soy Jeik ― respondió él ― Y ellos son Ten y Bruk ― dijo señalando a los otros dos quienes hicieron un gesto con la cabeza en señal de saludo, Marc los imitó con rapidez ― Espero que disculpe nuestra tardanza Mi Lord ― dijo. Le dirigió una mirada amistosa a Tolk, que le hizo un gesto con la cabeza en señal de saludo. ― Usted deber ser el Sr. Tolk ― indico ―― ¿Y la chica?― preguntó Jeik observando a Sam con un extraño brillo en la mirada, que se había quedado algo más allá y los observaba. ― Sam ― respondió ella ― Muchas gracias por ayudarnos ― le dijo sonriendo.


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Marc se había olvidado por un segundo que estaba ahí y de inmediato se giró y la miró, serio. La chica esperaba que mostrara algo de enfado, pero él la miraba con seriedad y ella detectó que más que enfadado parecía lamentar que ella estuviera allí. Pero aquella expresión apenas duró nada y se esfumó con rapidez para dar paso a la de enfado que Sam esperaba. ― Discúlpame ― murmuró Marc, alejándose de Jeik y acercándose a Sam, a la que agarró por el brazo y empujó más allá. Ella se soltó con brusquedad y él la miró furioso. ― ¡¿Qué estás haciendo aquí?!― le espetó tratando de que los demás no lo escucharan aunque aquello era poco menos que imposible ya que gritaba. ― ¿Ahora? Nada, sólo escuchar tus gritos histéricos… ― respondió esta sin inmutarse por el regaño. ― ¡¿Qué haces aquí?!― repitió Marc―. ¡Deberías estar en casa de Bethel! ¡¿En qué estabas pensando?! ― ― No empieces a reñirme… no es el momento ni el lugar, además, te advertí que haría lo que mejor me pareciera… ― ― ¡Te reñiré cuando y donde me dé la gana, sobre todo en situaciones como esta, cuando me desobedeces y haces alguna idiotez en vez de quedarte a salvo donde te había dicho…! ― ― ¡No eres quien para obligarme a nada! ¡Ya te dije que no iba a quedarme…! ― ― ¡Ahora corres peligro, Sam! ¡Deberías…! ― ¡Deja de tratarme como una niña!― gritó Sam, mirándolo furiosa. ― ¡Pues deja de comportarte como si lo fueras…!


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Todos los observaban sin entender bien de que se trataba todo aquello, Jeik se acerco a Tolk y lo cuestiono un tanto preocupado. ― No entiendo… ¿Por qué es la pelea? ― dijo entre divertido y preocupado. ― Los dos son un par de cabezas duras ― dijo Tolk suspirando. ― ¿Se pelean a menudo?― le preguntó Jeik. ― Más de lo que imaginas ― ignoró a los dos chicos y se giró hacia él ― Por cierto… gracias por la ayuda pero ¿Quiénes son ustedes? ― Lo cuestiono ― ¡Hey ustedes dos! ― llamo ― Dejen de pelear de una buena vez y vengan que esto les interesa ― indico. Marc y Sam se acercaron y escucharon también, aunque continuaban enfadados. ― Somos la resistencia de esta ciudad, pero creo que es mejor dejar las explicaciones para más tarde, mas tropas de Algor ya vienen en camino y no tardarán en llegar ― Tolk miro a Marc sin saber que hacer o decir. ― No deben preocuparse ― indico Jeik hizo una pausa y los miró aún sonriente ― Sabemos cuál es su objetivo y porque están aquí, la noticia de su arribo no solo ha llegado a oídos enemigo, lo mejor es que nos acompañen a nuestro cuartel, ahí podremos hablar con tranquilidad ― sugirió. Tolk volvió a mirar a Marc, que finalmente asintió con la cabeza. De inmediato todos emprendieron juntos el camino hacia el cuartel de los rebeldes. Marc se acerco a Tolk y con discreción le indico que se mantuviera alerta, después de todo ninguno de los dos conocía a esos y


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a pesar de haber recibido su ayuda eso no garantizaba que en verdad fueran aliados, así que no estaría de más tomar sus precauciones. Marc miro a Sam quien iba platicando con Jeik y no pudo evitar una extraña sensación, Tolk sonrió al percibir aquello, aunque ya se había dado cuenta, aquella era la primera vez que percibía en Marc aquello, lo que el chico estaba experimentando en aquel momento era sin duda un grave caso de celos.


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17 Lo primero que cruzó por la mente de Sam al llegar al cuartel es que se encontraban en una especie de refugio, algo así como un albergue. Por fuera parecía una gran bodega vieja llena de ventanas y una puerta de madera tapiada fuertemente por el interior, Sam se pregunto como entrarían pero antes siquiera de poder preguntarlo Jeik descubrió una trampilla oculta bajo la espesa maleza la cual conducía por un pequeño pasillo que llevaba hasta el interior, una vez que cruzaron por él, llegaron a un salón grande donde había una chimenea y varios sillones mullidos y cómodos. Allí los recibió un hombre de estatura media y pelo cobrizo que ni Tolk ni Marc parecían conocer y que se dirigió hacia Jeik al verlo entrar acompañado. ― ¿Qué tal les fue con los eliminadores?― le preguntó, desviando su mirada hacia los tres invitados. ― Ningún problema ― Jeik se giró hacia Marc ― Funcionaron a la perfección ― ― El es Tail ― dijo presentando al sujeto ― El se encarga de crear el armamento que usamos para mantener a raya a los Gards ― indico. Tail hizo una reverencia. ― Mi Lord ― ― Preferiría que se dirigieran a mí como Marc ― indico este un tanto incomodo.

El hombre sufrió un pequeño sobresalto ante aquella petición pero sólo asintió con la cabeza. Jeik volvió a girarse hacia el pequeño grupo. ― Esta noche después de la cena habrá reunión general ― les informó ― Sean bienvenidos a nuestra humilde morada, este sitio es el cuartel general de la


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resistencia, tenemos muchas habitaciones para que la gente que se ha unido a nosotros pueda hospedarse aquí, así que siéntanse como en su casa ― indico amable. Marc sólo asintió, aunque Sam y Tolk pudieron percibir un flojo gruñido, al chico le molestaba tener que esperar a la noche, debían de darse prisa, aunque como no tenían ni idea de donde se encontraba Algor tendrían que esperar. Jeik los condujo a través de varios pasillos hasta que finalmente llegaron a unas pequeñas habitaciones vacías, una vez ahí volvió a dirigirse a Marc. ― Creo que usted estará bien aquí Mi Lord ― le dijo señalando una de las puertas y añadió volviéndose hacia Sam ― ¿Gusta que pongamos a su novia con usted o le asignamos una habitación también? ― Tolk no pudo evitar reír al escuchar aquel comentario, sabía que Jeik lo había hecho a posta. ― ¡No es mi novia!― exclamo Marc, adelantándose a ella. Intentó parecer que no le daba importancia a aquello, pero no pudo evitar que su voz sonara un tanto irritada, y no por la idea de que Sam no fuera su novia, precisamente. ― Oh, valla ― comentó Jeik ― Perdone Mi Lord, había dado por hecho… mil perdones por mi equivocación, entonces… ― dijo abriendo otra de las puertas, usted puede quedarse en esta otra y usted Sr. Tolk se quedara en la que está al final de pasillo, si me disculpan debo atender algunos asuntos, cualquier cosa que necesites no duden en llamar ―


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― Ya ― lo cortó Marc y sin decir más entro a la habitación dejándolos allí. ― Lo siento ― se disculpo Jeik ― No he podido resistirme, espero que no se haya molestado… ― indico preocupado. Sam lo miro por un segundo seria pero no pudo evitar sonreír, la reacción de Marc le había resultado extremadamente divertida, Tolk también sonrió aunque de inmediato recupero la compostura. ― No se preocupes… ― lo tranquilizo Regularmente el vive así… ― indico.

Tolk

Jeik se despidió mientras que Tolk y Sam también entraron a sus habitaciones. Un rato después les llevaron la comida a sus respectivas habitaciones y después de comer un poco, Sam decidió salir a dar una vuelta, a pesar de saber que era peligroso. ― ¿Vas a salir? ― le preguntó Tolk cuando la vio en el vestíbulo, este platicaba con Tail, había quedado muy sorprendido por aquellos artilugios que habían usado Jeik y los otros durante la batalla y quería saber exactamente lo que eran. ― Sí ― dijo Sam creyendo por un minuto que no le permitiría hacerlo. ― Es peligroso que vayas sola… ― indico este. ― No iré muy lejos, además tú mismo viste que empiezo a saber defenderme ― índico la chica. Tolk parecía pelear consigo mismo entre dejarla ir o ir a buscar a Marc para que la detuviera. ― ¿Me permites que te acompañe?― preguntó una voz de repente.


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Ambos se giraron para ver cómo Jeik entraba en la sala sonriendo. ― Esta fortaleza es muy grande y podrías perderte… ― explicó ― además tengo que revisar que todo se encuentre en orden, así que puedo aprovechar y matar dos pájaros de un tiro ― dijo. Sam miró a Tolk, que frunció el ceño, algo indeciso. ― Volveré pronto ― dijo la chica, por un momento se sintió como cuando le pedía permiso a su padre para que la dejara salir a algún lado. Tolk asintió. ― Ten cuidado ― le dijo antes de que ambos chicos salieran por la puerta. Caminaron en silencio unos minutos hasta que Jeik se volvió hacia ella y comenzó a hacerle preguntas sobre de donde venia, a cual clan pertenecía y el porqué viajaba con Marc. Cuando ella le explico que venía del otro mundo Jeik no pudo disimular su emoción, jamás había conocido a nadie que viniera de allá, de hecho era bien sabido que nadie podía ir a Pilgrym a menos claro de que este muriera, pero Sam había dejado muy en claro que ella estaba viva, o que al menos eso creía, le explico como Marc la había llevado hasta ahí (aunque omitió el hecho de que había sido a la fuerza), también le contó que ya había visto las ruinas de lo que un día había sido la imponente ciudad de Greed y de su viaje hasta Kaces aunque tampoco le contó que ahí habían encontrado a un viejo amigo, a pesar de sentir que Jeik era un buen tipo no sabía si era correcto contarle todo recordando la advertencia que le había hecho Marc de no confiarse demasiado.


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― ¿Y qué tal es viajar con él?― preguntó el chico refiriéndose a Marc. ― Es bastante testarudo y algunas veces creo que se preocupa demasiado ― índico la chica. ― Por lo que he oído es un hechicero muy poderoso… ― prosiguió Jeik Ella asintió pero no dijo nada más. Un rato después regresaron, como quedaban todavía un par de horas para la cena Sam decidió regresar a su cuarto y una vez ahí no pudo evitar pensar en Jeik. El chico era bastante simpático, amable, atento y muy enérgico y bromista, descarado y un poco lanzado, pero no podía negar que era también bastante guapo, aunque no tanto como Marc. ― Pero a diferencia de él, Jeik me trata como una persona normal y no como si fuera una súbdita mas que debe obedecer a sus caprichos ― se dijo enfadada. Un poco más tarde todos bajaron al comedor, aquello era verdaderamente digno de ver, había poco más de diez mesas, todas en línea, aquello le recordó a Sam el comedor escolar, había más de cien comensales en aquel sitio para cuando la chica bajo, algunos la miraron curiosos y más cuando Jeik la llamo desde una de las mesas con gran entusiasmo, ahí ya se encontraban Tolk, Tail y los otros dos que Sam había conocido durante la batalla, la chica miro a todos lados pero no pudo encontrar a Marc. ― Ha preferido comer en su habitación ― índico Tolk adivinando sus pensamientos. La chica lo miro molesta imaginando que seguía leyendo sus pensamientos aun después de la


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advertencia que le había hecho pero antes de poder reclamar algo Tolk se defendió. ― Te juro que esta vez solo he adivinado… he dejado de leer tus pensamientos desde hace un buen tiempo… como tú no lo pediste ― Sam pareció creerle y sin decir más empezó a comer, aquello estaba verdaderamente bueno y no pudo evitar sentir curiosidad por saber de qué se trataba, aunque prefirió no hacerlo para no arruinar su apetito si es que descubría que se trataba de algún platillo como el que les había dado Bethel, Sam también se dio cuenta de que sus raciones (solo la de ella y la de Tolk) eran un poco más generosas que las del resto de los comensales y aquello la hizo sentirse un poco mal, era claro que no debía ser fácil conseguir alimentos y mucho menos en aquellos tiempos de guerra. ― Aun así se termino todo creyendo que hacer lo contrario sería una total falta de respeto ― Después de la cena los llamaron para la reunión. Jeik les anuncio que Marc ya estaba esperando ahí, así que lo acompañaron. ― Estaré en mi habitación ― dijo la chica encaminándose rumbo al pasillo pero Jeik la detuvo. ― Espera… ― la llamo el chico ― Tu también nos acompañaras… después de todo eres parte de esto y debes conocer la situación ― dijo Sam pareció sorprendida de aquello, esperaba que ellos la trataras de la misma forma que Marc y que no quisieran que ella participara pero era todo lo contrario, el chico los condujo hasta una sala la cual ― indico ― usaban regularmente para planear los movimientos de la resistencia, mientras avanzaban Sam se preguntaba cual sería la reacción de Marc al verla.


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18 Al llegar Sam se dio cuenta que en efecto Marc ya estaba ahí, hablaba muy serio con otro sujeto que Sam no había visto. En la sala había una pequeña mesa ovalada con muchas sillas dispuestas alrededor. La sala estaba casi llena, la gente se sentaba y guardaba silencio conforme llegaba, aquella reunión debía de ser importante ― Pensó Sam ― la chica tomo asiento junto a Tolk un poco más allá de la mitad de la mesa. ― Es mejor quedarnos aquí ― indico. Una vez que todos los asientos estuvieron ocupados la reunión comenzó. ― Bienvenidos… ― dijo el que parecía ser el líder de aquel grupo ― Caballeros… señorita ― indico mirando a Sam quien hasta ese momento se percato que era la única mujer en aquella habitación ― guarden silencio, por favor ― Todos se calmaron poco a poco y miraron al frente, donde un joven de unos veinticinco años (o al menos esos aparentaba, pensó Sam recordando que en aquel mundo las apariencias no siempre eran ciertas) se puso en pie, tomó la palabra y los miró a todos con seriedad. ― Primero que nada quisiera darle la bienvenida a nuestros huéspedes, y por supuesto claro esta presentarme, yo soy Griff el dirigente de este grupo de resistencia ― dijo mirando a Marc y a sus acompañantes. Tolk y Sam inclinaron la cabeza en señal de saludo.


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― Esta reunión es simplemente informativa, hemos recibido noticias sobre Algor y sus planes, pero antes creo que debo informarles de que entre nuestros visitantes se encuentra alguien en extremo importante ― Un murmullo general se dejo escuchar en la habitación, varios de los presentes se volvieron a mirar a los recién llegados. ― Como todos bien saben un poderoso hechicero se exilió hace más de quinientos años con el fin de proteger el Medallón y mantenerlo lejos de Algor, y esta noche mis amigos, me complace informarles que ese hombre se encuentra entre nosotros ― esta vez Griff Miró a Marc y todos los demás hicieron lo mismo. El murmullo general se hizo un tanto más fuerte. ― ¡Eso es imposible! ― dijo uno de los presentes, un hombre bastante mayor que se puso de pie indignado por lo que acababa de escuchar ― ¡Es imposible regresar del otro mundo! ― dijo. ― ¡Es cierto… nadie puede regresar, además el solo es un niño… esto debe ser una trampa de Algor…! ― alego. ― ¡Si… está tratando de engañarnos! ― Lo apoyo el que estaba a su lado. Muchos de los presentes comenzaron a lanzar protestas, incrédulos de que aquel que se encontraba frente a ellos era el poseedor del Medallón. ― ¡Silencio! ― Exclamo Griff tratando de calmar los ánimos ― Es normal que desconfíen ― les dijo ― hemos esperado por años que algo así suceda y ahora ha llegado el día, ¡por fin tenemos una oportunidad de derrotar a Algor… con su ayuda! ― indico.


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Todos parecían incrédulos ante las palabras de su líder, otro de los presentes tomo la palabra. ― ¿Como sabemos que él es quien dice ser? ― Lo cuestiono. Griff miro a Marc esperando que este hiciera algo para acallar las dudas, este pareció comprender y de inmediato extrajo el Medallón de debajo de la túnica, al hacerlo todos enmudecieron. ― Esto cambia mucho las cosas y nuestros planes ― continuó Griff ― Ahora que contamos con semejante poder de nuestro lado nada ni nadie podrá detenernos… ¡Nuestro pueblo volverá a ser libre!! ― grito entusiasmado. Una gran algarabía estallo al escuchar aquello ultimo, solo algunos se mantuvieron en sus asientos sin celebrar como el resto de sus compañeros. Marc negó con la cabeza. ― En realidad mi regreso no cambia nada ― dijo. Y sus palabras apagaron toda aquella repentina celebración. ― Si estoy en esta reunión es por una coincidencia, para agradecerles la ayuda que nos prestaron esta mañana cuando luchaba con unos Gards de Algor ― Otra voz se levantó en medio de aquel silencio que había ahora en la sala. ― ¿Entonces no ha venido a ayudarnos a vencer a Algor? ― pregunto un chico sentado a dos lugares de donde se encontraba Sam, parecía muy consternado por las palabras de Marc.


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― Si he regresado a Pilgrym es con el único objetivo de detener a Algor, hace poco enviaron a un hechicero en mi busca, quizás algunos de ustedes lo conocieron, su nombre era Raw y sacrifico su vida para poder informarme sobre la situación de Pilgrym, por eso he vuelto, ahora necesito que me digan todo lo que saben y los pasos que Algor ha dado últimamente… ― Griff asintió. ― Claro que le informaremos de todo lo que necesite, ahora que se ha unido… ― ― Quisiera aclarar algo ― lo interrumpió Marc con firmeza. El líder de los rebeldes asintió y le cedió la palabra. Marc se puso en pie. Los miró a todos con seriedad y comenzó a hablar con voz firme, muy seguro de sí mismo y en un tono que no admitía replica. A Sam le pareció muy diferente a como era antes y en ese momento, sus ojos habían cambiado, podía parecer un simple adolescente a primera vista pero su mirada demostraba que en el fondo era un hombre; su ojos permanecían serios y serenos, llenos de seguridad, había algo en ellos que podía hacer retroceder a cualquiera con una simple mirada. ― Quiero que quede bien claro que no estoy aquí para unirme a ustedes… ― hizo una pausa en la que nadie dijo nada ― No he regresado para formar parte de una resistencia, ni para liderar un ejército ni nada por el estilo, ustedes ya cuentan con excelentes lideres que los han guiado desde que nuestro mundo ha caído en las garras del caos, estoy aquí con un único fin y ese es luchar contra Algor y derrotarlo ― el chico miro a Tolk quien lo animo a continuar ― muchos creen


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que yo soy el único que tiene alguna posibilidad de vencerlo, aunque la verdad es que no estoy seguro del todo que podré lograrlo… ― ― ¡Solo es un chico miedoso! ― dijo un hombre bastante mal encarado que se encontraba sentado al final de la mesa a un lado de Sam y Tolk. ― ¡Tiene miedo de Enfrentarse a los esbirros de Algor! ― grito otro. Sam los miro con disgusto, no tenían ni idea de lo que hablaban, esta mas que segura que Marc no conocía ni el más remoto indicio de lo que era sentirse atemorizado. Por un momento tubo el impulso de levantarse y decir aquello pero no creyó que fuera lo más prudente así que se mantuvo en calma. ― Me dan igual los hechiceros que están con él y sus Gards, voy a ir por Algor, puesto que él es el responsable de todo esto, todos saben que yo tengo algo que él quiere, no me matará hasta que consiga averiguar dónde está y cuando lo haga iré por él y lo destruiré, al igual que a aquellos que nos traicionaron y pusieron el poder en sus manos… ― aquello ultimo lo dijo mirando fijamente a aquellos dos que se habían referido a él como un cobarde que de inmediato volvieron a tomar asiento, Sam observo como uno de ellos le decía algo al otro pero no pudo alcanzar a escuchar nada. Marc continúo hablando. ― No estoy aquí para dirigir ninguna tropa ni nada por el estilo, deben entender que ahora quien este o luche a mi lado seguramente enfrentara una muerte prematura ― índico. Y entonces Sam, quien hasta entonces había evitado mirar directamente a Marc lo hizo, sabía que aquel


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último comentario especialmente a ella.

había

estado

dirigido

― Pero usted es el heredero del trono de Pilgrym ― dijo Jeik ― No nos importa entregar nuestras vidas si con eso ayudamos aunque sea solo un poco a que usted consiga cumplir su misión ― dijo ― Se los agradezco, pero deben entender que esta misión debo realizarla solo… ― indico ― así que desde ahora le pido… ― Marc guardo silencio y corrigió ― Les ordeno que cesen los ataques a los hechiceros de Algor y todo lo demás, no quiero que mas de ustedes mueran inútilmente… ― ― ¡Usted no puede pedirnos eso Mi lord! ― exclamo Griff sin dar crédito a lo que Marc solicitaba. ― Puedo y lo haré y si de verdad me reconocen como el heredero del trono obedecerán mis órdenes sin objeción ― Griff guardo silencio por un instante y nuevamente se dirigió a Marc. ― Acatare cualquier orden que usted me dé Mi lord ― dijo haciendo una pequeña reverencia ― Pero eso significa casi, casi estamos rindiéndonos… ― señalo. ― Les estoy pidiendo que dejen de ir a enfrentarlos más nunca he dicho que dejen de defenderse, desde ahora su misión no será más pelear contra Algor, si no defender las ciudades y a su gente de sus ejércitos… ― señalo Marc.

Todos lo miraron en silencio, algunos estaban confusos, pero la mirada y seriedad de Marc no admitían replica, había dejado bien claro para que estaba allí y se había encargado de aclarar el hecho de que no


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estaba obligado a hacer nada que él no creyera conveniente ni que se saliera de sus planes. Miró a Griff y se sentó, cediéndole de nuevo la palabra al líder del grupo, que carraspeó antes de hablar, el también había quedado bastante sorprendido con lo que Marc había dicho, pero sabía que debía acatar sus ordenes, a sabiendas de que el futuro de Pilgrym y de todos sus habitantes estaba en las manos de aquel que protegía el Medallón, y sabía lo que tenía que hacer. ―De acuerdo― dijo ― Mi Lord, usted ha sido bastante claro, no se unirá a nosotros ni a nuestro ejército, actuara sólo y hará lo que cree conveniente, respeto decisión y accedo a contarle lo necesario para que pueda llegar hasta Algor y enfrentarlo ― Hubo un murmullo en la sala. ― Así que, si todos están de acuerdo (Y Griff sabía que todos los estaban) ha llegado la hora de que conozcamos la nueva información que nuestros emisarios han traído ― Hubo otro murmullo de asentimiento. ― Bien, entonces ― Griff hizo una señal para que dos de sus hombres trajeran lo que parecía ser un mapa de Pilgrym ― Algor a establecido su fortaleza en las tierras del sur, hace poco menos de seis días nos han empezado a llegar rumores de que Klen, la última ciudad libre de esa área ha caído en poder de sus ejércitos, como lo ha venido haciendo desde que esta guerra comenzó ― continuo ― Algor siempre está rodeado de cuatro personas: Bull, del Clan de Drián, Preto, un hechicero experto en armamento… ― ― No es tan bueno ― murmuro Tail.


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― Por supuesto que no tanto como tu Tail ― dijo Griff ― pero nos ha causado muchos problemas a pesar de eso; Tai quien es la responsable de que sus ejércitos se hayan multiplicado y hayan crecido tanto durante los últimos años, también se habla de una mujer cuyo nombre aun desconocemos, lo único que sabemos es que jamás se separa de él, muchos creen que se trata de un oráculo pero como usted lo sabe hace siglos que esta raza de hechiceros se extinguió ― ― ¿Un Oráculo? ― Marc pareció sorprendido de escuchar aquello. ― Al menos eso es lo que se rumora, también según nuestros informantes el próximo objetivo de Algor será regresar a Chak ― ― ¿Por qué a Chak? ― ― Chak se ha convertido en una prisión, ahí llevan a los prisioneros, a los magos más poderosos que Algor no ha podido destruir, algunos de ellos, después de pasar siglos en la oscuridad de ese sitio han terminado por ceder y unirse a él ― ― ¿Hay alguna ciudad que aun no hayan podido conquistar las tropas de Algor? ― pregunto Marc. ― Talic, es increíble como ha resistido durante tantos años, Algor ha hecho muchos viajes hasta allí y a intentando una y otra vez tomarla pero en parte las condiciones del área han sido de gran ayuda, aunque no sabemos cuánto tiempo más podrán resistir… incluso Algor al ver que todos sus esfuerzos no servían para nada intento en más de una ocasión destruir la ciudad invocando el poder del circulo de Prell… ―


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Marc pareció sorprendido de escuchar aquello, el circulo de Prell era magia muy poderosa, la misma magia que había invocado el poder del Medallón en su anterior lucha contra el, si Algor podía controlar un poder como ese seria aun mas difícil derrotarlo. ― Aun así no ha servido de nada, los ciudadanos de Talic, desde el más pequeño hasta el más poderoso han cedido su poder a Elder quien durante todos estos años ha protegido a su pueblo de la tiranía aunque… ― Griff pareció no muy convencido de decir lo siguiente. ― ¿Qué sucede? ― pregunto Marc. No fue Griff si no Jeik quien respondió esta vez. ― Desde que Elder recibió el poder de su pueblo se dice que no se ha visto salir o entrar a nadie a Talic, se rumora que los habitantes no cedieron su poder voluntariamente, si no que Elder… se los quito a la fuerza para proteger la ciudad y protegerse a si mismo… y si es verdad usted sabe lo que eso significa ― indico el chico. ― ¿Quieres decir que Elder sacrifico a todo su pueblo solo por salvarse? ― Marc reacciono sorprendido, aunque jamás había estado en Talic, había escuchado numerosas veces a su padre hablar de aquel lugar y del Señor que mantenía la paz y el orden en aquella región de Pilgrym, Elder el justo del Clan Valdamir, su padre siempre había dicho que de entre todos los Lores él era el que más admiración le merecía por la vehemencia con la cual velaba por su pueblo, era imposible que lo que se rumoraba fuera cierto. ― ¿Alguien ha ido hasta Talic para comprobar esta teoría? ― pregunto Marc.


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Griff negó con la cabeza. ― Como le hemos dicho existe una extraña barrera que protege la ciudad y que no permite ver lo que sucede en su interior… lo único que sabemos es que ha resistido dos fuertes ataques, aunque creemos que no resistirá un tercero ― ― Y cuando eso suceda, Algor obligara a Lord Elder a que le muestre como crear barreras tan fuertes y protegerá todas las ciudades que estén bajo su yugo… por eso no podemos permitir que suceda… ― indico Jeik ― Por años hemos temido que eso suceda… aunque ahora parece no estar muy interesado en atacar nuevamente Talic, parece que esta mas ingresado en otras cosas, aunque a ciencia cierta no sabemos en qué ― Marc miro el mapa que estaba extendido frente a él sobre la mesa. ― Talic está muy cerca de Ganden ― dijo Marc. Todos lo miraron ― Ganden, territorio de dragones ― agrego. Por la cara que pusieron todos al escuchar el último comentario de Marc, Sam pensó que hasta ese momento nadie más había caído en aquello, sin embargo uno de los presentes revelo el motivo de aquella actitud. ― Los dragones se extinguieron Mi Lord ― dijo un hombre muy viejo que apenas y pudo levantarse de su asiento, Marc le hizo una señal para que permaneciera sentado, el hombre tosió un poco a causa del esfuerzo y prosiguió ― Algor los destruyo a


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todos para asegurarse que no los usáramos en su contra ― ― ¡Eso es imposible…! ― indico Marc ― los dragones son inmunes a cualquier tipo de magia ¿Cómo logro deshacerse de todos? ― pregunto Marc incrédulo. ― No los mato haciendo uso de su poder… sus hordas de Gards los destruyeron con métodos más tradicionales, eliminados a través de métodos más bárbaros, como la caza… en un principio creímos que su objetivo era atraparlos y usarlos como bestias de ataque, pero finalmente nos dimos cuenta muy tarde que su verdadero objetivo era hacerlos desaparecer de la faz de este mundo ― indico Griff. ― Algor ha ido conquistando territorios poco a poco, cree que conseguirá que todo caiga en su poder y cuando no lo logra o considera que es peligroso para el lo destruye, pensamos que cuando logre tener a todo Pilgrym bajo su poder su siguiente objetivo será otro ― agrego Jeik Hubo un silencio incómodo. Todos parecían confusos. ― ¿Cuándo fue la última vez que vieron un Dragón? ― pregunto el chico. ― Casi dos siglos ― dijo Griff adelantándose a la respuesta del viejo. Marc pareció desalentado ante aquella respuesta. ― Seria bueno ir y cerciorarnos nosotros mismos de que no ha quedado ninguno ― dijo Tolk, todos se volvieron a mirarlo como si acabara de decir una locura. ― ¿Acaso no has escuchado? ― Lo cuestiono Preck, un sujeto de mala pinta que permanecía de pie junto a la puerta ― Hace más de doscientos años que nadie ha visto un dragón, que supones que han estado haciendo todos estos años ¿Esconderse? ―


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Hubo un murmullo de risas. ― Los dragones pueden permanecer en estado de hibernación durante siglos enteros ― indico sin hacer caso del comentario del sujeto ― El que no hayan visto ninguno no quiere decir que estén extintos y si logramos encontrarlos nos serian bastantes útiles para luchar contra Algor ― Todos se pusieron posibilidad.

serios

al

escuchar

aquella

― ¿Cree entonces que Algor permanece cerca de Galic porque piensa que aun existen dragones en Ganden? ― ― Es posible ― dijo Marc. ― Y una vez que los tenga bajo su poder sea invencible ― Agrego Griff. Todos callaron y algunos lo miraron asustados. Marc hizo un gesto con la mano. ― Todavía falta mucho para eso, con suerte, podremos detenerlo antes de que todo eso suceda ― dijo aunque no sabía a ciencia cierta si podría conseguirlo. Algunos asintieron y otro parecían darle vueltas todavía a aquello. ― Entonces deberé partir hacia Talic ― indico Marc convencido de que entre más pronto detuviera a Algor mejor. De repente un hombre mayor que se puso en pie y los miró con seriedad. ― Nuestro infiltrado nos ha informado de que Algor regresará dentro de unos cinco días si nada cambia ―


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explicó, luego desvió la mirada hacia Marc ― Se quedará aquí preparando su ataque y un ejército antes de partir de nuevo, creo que esos días que esté aquí pueden ser una oportunidad. Marc asintió y el hombre continuó. ― Es una tontería que partáis a su encuentro, lo bueno sería permanecer aquí hasta que regrese, trazar un plan y una forma de llegar hasta él. Usted es el que quiere plantarle cara e ir a por él directamente, por eso opino que lo mejor es que permanezcan aquí hasta que vuelva. Marc asintió y meditó lo que debía hacer. Al finalizar la reunión hablaría con Tolk sobre la mejor manera de llegar hasta Algor sin involucrar a nadie en la lucha. La reunión continuó y todos hablaban de estrategias y movimientos, de los planes de Algor y de dónde pasaría los próximos días, hasta que finalizó y todo el mundo se dispersó. Marc, Tolk y Sam decidieron quedarse y hablar a la mañana siguiente sobre lo que harían. Sam volvía a tener hambre y bajó a la cocina por algo de comer, aunque en su camino recordó lo que había pensado durante la comida sobre la dificultad de conseguir alimentos y mejor decidió volver a su cuarto, una vez ahí se asomó a la ventana. ― Suspiró ― Le había dado vueltas a aquel pensamiento durante toda la mañana y tarde, sin embargo sabía que no podía posponerlo más. Tenía que hablar con Marc. Salió de la habitación y se dirigió al cuarto de baño para lavarse los dientes.


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Abrió la puerta y la cerró tras ella, al girarse no pudo evitar llevarse un susto y dar un pequeño salto, estuvo a punto de soltar un pequeño chillido por la impresión, pero no salió sonido alguno de su boca. Marc acababa de salir de la ducha y allí estaba, desnudo y con los cabellos chorreando agua. Sam desvió la mirada con tanta rapidez que se hizo daño en el cuello, y se dio la vuelta, sólo había tardado un segundo en reaccionar y asimilar lo ocurrido, pero en ese tiempo ya no quedaba nada que no hubiese visto. ― ¡Lo siento!― exclamó por la sorpresa, con el corazón latiéndole muy deprisa, cerrando los ojos con fuerza, aunque no hacía falta, pues de la vuelta casi le daba la espalda. Quiso que se la tragase la tierra. ― No importa comentó Marc, que al parecer no se había alterado lo más mínimo. Parecía tan serio e indiferente como siempre estaba últimamente. Simplemente se limitó a tomar una toalla blanca cercana a él y atársela a la cintura, aunque no había podido reprimir una pequeña sonrisa al ver la cara que había puesto Sam. No pudo evitarlo. ― Vamos tranquila… hasta parece que nunca habías visto a un chico en paños menores ― indico el chico divertido. ― ¡¿Por qué no has echado el seguro?! ― Le preguntó la chica ignorándolo, volviéndose de nuevo hacia el chico, segura de que ya se había tapado, y alegrándose al comprobarlo. ― Porque está roto ― contestó él, impasible ― ¿A ti nadie te enseño a tocar antes de entrar? ― .


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Ella exhaló un soplido fuerte y se cruzó de brazos. El chico se secaba el pelo con una mano con otra toalla blanca, alborotándolo y salpicándolo todo con pequeñas gotas de agua, luchando por reprimir otra sonrisa, era raro ver a Sam así de alterada, y algo… ¿azorada? aunque aquello había dado paso al enfado. ― ¿A qué venías?― preguntó él. ― A lavarme los dientes ― dijo la chica, pero también quería hablar contigo así que aprovechare nuestro encuentro. ― ¿Y bien?― la incitó a hablar. Se dio la vuelta buscando su ropa interior, y cuando la encontró se quitó la toalla, dándole la espalda a Sam, dispuesto a vestirse, al parecer, sin ningún tipo de pudor. La chica volvió a desviar la mirada, con el corazón acelerado nuevamente sin saber porqué, maldiciendo por lo bajo. No se dio la vuelta esa vez, ― ¡Cielos! ahora ya no quedaba nada de Marc que no hubiera visto ― pensó irritada. Esperó a oír el sonido de la tela vaquera de los pantalones de Marc antes de volver a mirarlo, el chico se giró de nuevo hacia ella subiéndose la cremallera. ― Después de tu discurso de hoy ya supongo más o menos lo que piensas hacer ― comenzó Sam intentado volver a su actitud normal y ordenar sus pensamientos, aunque le costó bastante, aunque era más sencillo con el chico ya medio vestido ― Intentó mirarlo a la cara y que sus ojos no divagaran hacia su pecho y su vientre algo marcado en el cual se adivinaban algunas cicatrices que Sam no había


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notado hasta ese momento. El chico no era muy robusto ni demasiado musculoso, sólo lo justo. Sus brazos también se notaban fibrosos a causa de su ejercicio. Un camino de fino vello apenas perceptible por su claro color bajaba por su ombligo en una línea hasta perderse de vista bajo el pantalón. Perfecto, no pudo evitar pensar Sam estúpidamente, el chico era perfecto, Sam siempre había sido una chica algo fría e indiferente, pero una chica al fin y al cabo y no podía negar que el chico le parecía extremadamente atractivo. Rápidamente intento devolver la lucidez a su mente. ― Piensas marcharte con Tolk para ir por Algor ― continuó impasible ― E intentarás persuadirme de nuevo para que me quede aquí viéndolos marchar ¿No es así? ― ― No exactamente, aunque espero que esta vez cumplas con mis órdenes y no vengas a hurtadillas, eso no es seguro ― dijo Marc, mirándola con fijeza para volver a desviar la mirada en busca de su camiseta, que se puso con rapidez. Ahora parecía enfadado. ― ¿De verdad crees que voy a quedarme aquí sin hacer nada verdad? ― Vas a quedarte esta vez y por favor, no quiero iniciar una nueva discusión, desde que llegamos no has hecho otra cosa más que reñirme ― le indico. ― No sueñes ― le espetó mirándolo algo furiosa, dejando a un lado la impasibilidad ― ¿Quedarme aquí? No conozco a nadie aquí… ― ― Claro que si… además ya conociste a Jeik y por lo que he sabido te la pasaste muy bien con él durante tu paseo… ― dijo Marc.


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Sam sonrió un tanto complacida, había percibido un tono de reproche e incluso por un momento creyó notar celos en la voz de Marc. ― El solo ha sido amable… ― dijo la chica. ― De todas formas, no pienso dejarte venir conmigo ― dijo Marc consciente de que la chica había notado aquello. ― ¿Ves? Sabía que esto pasaría, por eso quería hablar contigo ― hizo una pausa ― Deja de intentar persuadirme, Marc, estoy harta, voy a hacer lo que me venga en gana así que no te comportes como si fueras mi padre o algo así, apenas nos conocemos ― ― Precisamente, por esa misma razón no creo que debas venir conmigo, ¿qué interés tienes tú de lo que haga un extraño con su vida o a donde valla? ― Ella suspiró. ― Te lo Repito Marc no voy a quedarme, y ya puedes dejar de pensar en convencerme de que lo haga porque no lo haré, eso es todo, sólo te advierto que iré y no te molestes en decir nada cuando veas que salgo por la puerta tras de ti ― Apenas se dio cuenta por la rapidez con la que Marc actuó, había cruzado en baño con unos pocos pasos y ahora se hallaba frente a ella, hizo que retrocediera y apoyó los brazos en la puerta con la intención de intimidarla, aunque sabía de antemano que eso no iba a suceder, y la miró fijamente con una intensidad que hizo que Sam tragara saliva y se mordiera los labios. No estaba asustada pero su cercanía parecía incomodarla. ― Puedo obligarte ― le dijo resuelto ― Con una palabra mía podría hacer que te obliguen, ¿te olvidas quién soy? ―


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― Claro que no… eres un niño que se siente el rey del mundo y cree que todos deben obedecerlo pero ya te lo dije, yo no soy una de tus súbditas y no recibo ordenes tuyas ¿Entendiste? ― La chica lo miraba fijamente a los ojos ― Tendrá que, atarme a una silla o encerrarme en una habitación, y aun así en cuanto logre escapar iré tras de ti sin importar lo que tarde en encontrarte, así que. ¿Crees que podrás detenerme? ― preguntó Sam con algo de sarcasmo y una mirada desafiante. ― Hay hechizos bastante útiles para obligarte a permanecer aquí, pero, sinceramente preferiría no tener que usarlos contigo ― ― ¡No te atrevas! ― Lo amenazo la chica ― Jamás te perdonare si usas magia sobre mí para obligarme a hacer lo que no quiero. ― Para algunas cosas no necesito de magia ― índico el hico acercando su boca aun más a la de ella. Sam hizo el intento de marcharse pero Marc no la dejo, no se movió de donde estaba y siguió acorralándola. ― Si esa es la única manera de que te quedes lo haré ― dijo él. ― ¿Vas a hechizarme entonces? Más vale que no lo hagas, Marc, porque en cuanto pueda iré en tu búsqueda y cuando te encuentre te arrepentirás… ― Marc intensificó su mirada y se acercó un poco más, pero ella no se dejó amedrentar esta vez, sus rostros distaban apenas un palmo sin poder despegar sus ojos de los del otro, absortos. ― No sabes lo que dices, ni el peligro que corres ― susurró Marc, rompiendo el incómodo silencio. ― Lo sé perfectamente ― ― Permíteme que lo dude, además no es de Algor o sus esbirros a lo que me refiero en este momento ― indico.


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Sam entrecerró los ojos tratando de adivinar a donde quería llegar el chico. ― No puedes impedirme que haga lo que quiero ― dijo la chica comprendiendo al fin el juego que se traía Marc entre manos. ― ¡¿Por qué te empeñas tanto?! ― dijo el chico alejándose un poco pero sin dejarla totalmente libre ― ¡Todavía no entiendo que es lo que te impulsa a seguir en esto! ¿Intentas suicidarte o algo por el estilo, o es que no quieres separarte de mí? ― indico. ― No sueñes ― repitió ella, impasible de nuevo. ― No vas a enfrentarte a Algor, no sé por qué entonces te empeñas en venir se apartó de ella frustrado e irritado. ― Bueno, eso es cosa mía ― ― Mientras viajes conmigo no lo es ― el chico hizo una pausa ― Ya he visto que no voy a poder hacerte entrar en razón, y sé que no vas a hacer nada de lo que te pida ― suspiró ― Así que para que perder el tiempo discutiendo inútilmente ― Parecía cansado y una parte de Sam se apiadó de él. ― Así que sólo me queda pedírtelo por favor ― Marc levantó la cabeza y la miró nuevamente a los ojos, su intensa mirada hizo que Sam se estremeciera, aunque intentó disimularlo. Estaba algo confusa por aquella charla. ― Estoy seguro de que tu abuelo no habría querido… ― ― No hables en nombre de mi abuelo ― exclamó Sam, parecía furiosa de pronto pensando que quería usar de pretexto a su abuelo para convencerla. ― Lo siento… yo no quise ― Marc entendió el porqué de su molestia.


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Sam trato de calmarse, sabía que había llegado el momento de contarle a Marc la verdadera razón por la cual estaba interesada en seguir aquel viaje con él. ― … lo mataron los siervos de Algor ― dijo la chica. Marc la miró sorprendido. ― ¿Que has dicho? ― El chico no daba crédito a las palabras de Sam. ― Estoy segura ― hizo una pausa ― Mi abuelo murió en circunstancias misteriosas, y después de lo que me contaste no me cabe ninguna duda de que fueron los aliados de Algor ¿Quién si no hubiera podido matar a un hechicero? ― Lo cuestiono. Hubo un silencio en el que ninguno de los dos hablo, Sam había desviado la mirada hacía el suelo y todavía parecía intentar calmarse, Marc, por su parte, la observaba con los ojos un poco entrecerrados, con algo de comprensión y entendimiento. ― Estoy segura de que intentaron que les dijera el paradero del Transportador, y como no lo consiguieron acabaron por matarlo ― hizo una pausa y continuó, ya más tranquila ― Mis abuelos han sido como unos padres para mí, como los verdaderos nunca están en casa pasé gran parte de mi infancia con ellos ― levantó la mirada hacia él y Marc pudo observar una nuevo brillo en sus ojos, desafiante y cargado de rabia ― Voy a seguir contigo… voy a pelear a tu lado para así poder vengar su muerte y también porque… ― la chica callo antes de decir aquello ultimo. Se quedaron así, mirándose fijamente, desafiantes. El ambiente cargado habría podido cortarse con un chuchillo y la tensión entre ellos era cada vez más palpable, La respiración de ambos se volvió un poco más pesada y rápida y Marc quien esta vez desvió la


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mirada, sin saber lo que acabada de ocurrir pero sin poder aguantar un minuto más así, aguantando la intensa mirada de Sam que le provocaba una extraña sensación en el estómago, sin poder acercarse a ella, sin poder… y aquel ultimo pensamiento hizo que se alejara de Sam dejándola finalmente libre. Sacudió confuso la cabeza, intentando alejar aquellos pensamientos de sí. Aquella chica iba a volverlo loco. Sam suspiró casi imperceptiblemente cuando Marc rompió aquel contacto. Sintió su corazón calmándose poco a poco para recuperar el ritmo normal de nuevo. ¿Qué le ocurría? Nunca antes le había pasado nada parecido, se había alterado por una simple mirada, aquello la había hecho sentir extraña, como si hubiera sido ella la que había estado desnuda frente a él, en cuerpo y alma. Pensó en el poderoso hechicero que era, ¿sería capaz de captar las emociones de la gente y había descubierto algo con aquella mirada? Esperó que no fuera nada de eso. ― De acuerdo ― dijo Marc sin mirarla. Sam lo miro desconcertada ― Vendrás conmigo… ― indico. Y con esas últimas palabras salió de cuarto de baño, dejando a Sam sola y confusa.


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EPILOGO La estancia de Marc y sus dos compañeros duro más de lo que esperaban, habían pasado casi dos semana desde que habían llegado y a pesar de que al chico no le agrado mucho en principio la idea de esperar tanto tiempo antes de marcharse para continuar con su campaña, considero que era necesario hacer algunas cosas más antes de emprender el viaje. Después de su plática con Sam pasaron días antes de que cualquiera de los dos se atreviera a presentarse frente al otro, incluso Marc había pasado los últimos tres días metido en la sala de reuniones con Griff y el resto de los líderes de la rebelión y solo salía para regresar a su cuarto. Incluso la comida era llevada hasta su dormitorio y Sam creyó que la verdadera razón de aquel cambio de actitud era el que la estaba evitando y no era nada herrado aquel pensamiento. ― Está planeando que es lo que vamos a hacer ― le dijo Tolk cuando Sam le comento aquello durante la comida ― Apenas y tiene tiempo para comer, sobre todo desde que llegaron los líderes del norte, han traído noticias nuevas, como lo esperábamos Algor se ha mantenido cerca de Talic y al parecer planea lanzar un nuevo ataque ― indico. Sam solo asintió no muy convencida. ― ¿Hoy tendremos entrenamiento? ― Sam había aprovechado el tiempo que habían permanecido ahí para perfeccionar sus hechizo, ahora ya no solo podía lanzar hechizos defensivos, si no que había aprendido a lanzar poderosos ataques.


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― Aun no me recupero de la ultima tunda que me diste ― dijo Tolk sobándose el cuello, la tarde anterior Sam había estado mas aguerrida que otras veces, Jeik le comento que se debía a que un segundo antes de entrar al área de entrenamiento se había topado con Marc y había tratado de hablar con él pero este la evadió y se fue sin siquiera voltear a verla. ― Entonces aprovechare para practicar un poco yo sola… ― dijo la chica, quien había tomado aquellos entrenamientos como un buen pretexto para ejercitarse y sacar toda la tensión que traía encima. En ese momento un chico se acerco a ellos. ― Sr. Tolk, me ha mandado a buscarlo, Mi Lord necesita hablar urgentemente con usted ― le indico haciendo una reverencia. Tolk se disculpo con Sam y se retiro de la mesa. La chica después de terminar de comer se dedico a ayudar un poco con las tareas diarias, un poco más tarde se encamino al cuarto de entrenamientos, siempre se entrenaba a la misma hora ya que casi siempre encontraba el sitio vacio y así podía entrenar sin nadie a su alrededor. Sin embargo aquella tarde se llevo una sorpresa, al llegar se encontró con Marc quien parecía estar esperándola. ― Llegas tarde… ― dijo el muchacho apenas la vio pasar por la puerta. Sam tuvo el impulso de marcharse pero no lo hizo. ― ¿Tarde? ― la chica no entendió a que se refería el chico e hizo como si no lo hubiera escuchado y se


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dispuso a prepararse entrenamiento.

para

iniciar

con

su

Marc no dio importancia a la actitud de la chica y siguió hablándole aunque parecía que Sam no le prestaba mucha atención. ― Desde hoy yo seré quien te entrene ― índico colocándose las protecciones. ― ¿De que estás hablando? ― Lo cuestiono la chica sorprendida. ― Tolk se marcho a Ganden esta misma tarde ― índico el chico algo cabizbajo ― Me ha pedido que continué con tus entrenamientos, por cierto, también me pidió que lo disculparas por no haberse despedido, tuvo que salir de inmediato ― ― ¿A la tierra de los Dragones? ― Sam pareció asombrada de saber eso ― ¿Con que fin? ― ― El piensa que aún quedan dragones en Pilgrym y si logra hacerse de unos cuantos eso les dará mucha ventaja sobre Algor si es que no logro vencerlo ― indico Marc mientras le entregaba una lanza a la chica. Esta la tomo y comenzó a darle giros como si se tratara del bastón de una animadora, Marc sonrió al ver aquello. ― ¿Piensas que lanzando una porra lograras asustar a tu oponente? ― La chica no respondió y de un rápido giro coloco la lanza justo al cuello del chico. ― No me subestime… Mi Lord ― dijo ― Podría sorprenderlo ― ― No me llames así ― indico el chico ― Comencemos con tu entrenamiento ― indico.


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Marc le mostró unos cuantos movimientos básicos que la chica pudo imitar a la perfección en cuestión de segundo, parecía tener un talento natural para aquellas cosas, igual que con la magia los avances de la chica fueron sorprendentes. ― Valla… tenemos una guerrera nata, eso es bueno ― dijo Marc al dar por terminado el entrenamiento. ― Gracias… todo se lo debo a que tú también eres un excelente maestro ― Marc pareció sorprendió. ― ¿Fue eso un comentario positivo sobre mi o estoy alucinando a causa del golpe que me diste? ― pregunto al escuchar aquello último. ― No te emociones ― dijo la chica, de repente se puso muy seria, como si algo le preocupase y Marc pareció notarlo ya que de inmediato la cuestiono. ― ¿Qué te sucede? ― indico. ― Me preocupa Tolk… no quisiera que le pasara algo ― ― No te preocupes ― dijo Marc tratando de tranquilizarla ― El es uno de los magos más poderosos que he conocido y se sabe cuidar, además no está solo, Jeik ha ido con el… estoy seguro de que pronto tendremos noticias de ellos, no olvides que se han llevado a Plug ― Plug era un águila que los rebeldes utilizaban para enviar y recibir mensajes de sus misarios en otras ciudades. ― Si, pero también lo extraño un poco… ― ― ¿Te refieres a Tolk o a alguien más? ― La Cuestiono Marc tratando de ocultar su molestia.


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La chica lo miro con un poco de molestia y fue ella la que esta vez incorporándose acorralo a Marc contra la pared mirándolo muy seria directamente a los ojos. ― Porque no lo aceptas de una buena vez… eso haría las cosas más fáciles entre tú y yo ― le dijo sonriendo. ― ¿Aceptar que? ― dijo Marc evadiendo la pregunta. Marc a pesar de ser más fuerte que ella no parecía oponer resistencia y dejo que la chica fuera la que hablara. ― Yo no necesito poder leer tu mente para saber lo que piensas… lo que sientes… lo que se, has estado infinidad de veces a punto de decirme pero no te atreves… ¿Acaso te doy miedo? ― Lo cuestiono la chica. Marc no respondió, en lugar de eso abrazo a Sam y sin darle tiempo de nada la beso tiernamente, la chica no opuso resistencia tampoco y se dejo llevar por aquel sentimiento que compartía para con el chico. Y entonces sucedió algo que ninguno de los dos esperaba, el medallón comenzó a brillar, con un fulgor tan grande que por un momento los cegó, la luz se extendió por todos lados y salió del edificio como una explosión que cubrió todos y a todos por un segundos. De inmediato un grupo de rebeldes entro a la habitación liderados por Griff. ― ¿Qué ha sucedido? ― pregunto alarmado ― ¿Qué ha sido esa energía que hemos sentido? ― Los cuestiono, Marc y Sam lo miraron, ellos tampoco entendían el porqué el medallón había reaccionado así. ― Creo que ha llegado el momento de irnos Sam indico Marc, de alguna forma sabia que aquello había


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sido la señal de que Sam estaba lista para continuar con el viaje. Más tarde, un poco después de la media noche todos los habitantes del refugio estaban apelmazados en la puerta para ver a los viajeros partir, Sam y Mar comenzaron su viaje hacia Talic, donde sabían que encontrarían a Algor, aquella apenas era el inicio de la aventura, y por fin Marc había podido entender el verdadero significado de la profecía que había anunciado la aparición del Medallón y lo había obligado al exilio. “Solo el hechicero más poderoso encontrara el poder necesario para derrotar a su enemigo y traer la paz de los pueblos, con el viajara a través de los para traer con él la esperanza”

Y fue entonces que Marc lo supo, el poder no venía del medallón que durante tantos años había cuidado y protegido, aquel objeto había permitido que Marc viajara al otro mundo y así encontrar a Sam… encontrar el verdadero poder que necesitaba para salvar a su pueblo. Continuara… Libro II El Medallón Mágico El príncipe de los Dragones.


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NOTA DEL ESCRITOR. Evidentemente la historia de Marc, Sam, Tolk y de todos los habitantes de Pilgrym no termina aquí, al contrario, apenas comienza. Desde un principio se planeo el escribir la historia en dos partes, la primera, esta que tiene en sus manos nos narra la historia de Marc y como después de varios siglos regresa a su mundo del exilio donde finalmente conoce el verdadero motivo por el cual su mundo cayó bajo el yugo de Algor. El segundo libro que llevara por título: El Señor de Los Dragones narrara las aventuras de Tolk y Jeik en las tierras de Ganden después de emprender la búsqueda para encontrar a las fantásticas criaturas para usarlos en la batalla contra Algor. Y entonces me he dado cuenta que dos libros no serán suficientes y que sacrificar la historia de Tolk en las maravillosas tierras de los dragones seria una verdadera lástima por lo que decidí escribir un tercer libro el cual a pesar de aun no estar plasmado en letra se encuentra ya en la imaginación. El titulo aun no ha sido decidido y podría cambiar en cualquier momento (Todo depende del humor del que amanezca cuando de el ultimo teclazo o si es que en el camino me encuentro que la historia ha decidido llevarme por otra vía diferente a la que me he trazado, todo puede pasar, sin embargo algo es seguro, volveremos a tener noticias de Marc y Sam y sabremos lo que paso después de su partida hacia Talic y el secreto que esta misteriosa ciudad oculta tras la barrera que la protege. A quienes han llegado hasta este punto no me queda más que agradecerles el tiempo que han dedicado a la lectura de este primer libro y asegurarles que haré mi mejor esfuerzo para que los subsecuentes cumplan


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con todas sus expectativas, después de todo esta historia no es mía, si no de todos aquellos que con su imaginación darán vida a cada uno de los personajes.

M.C. Vázquez.


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