A Fernando Delgado
No compartimos nada,
tal vez sólo la estrella en la tienda de campaña o
el zazanil que fijó el papalote de seda en tu
mejilla.
Compartimos el hecho de diferir en todo. El
cómplice río arrastró tu cuerpo por mis manos
y caíste en engrane de roca deslavada en el
Paulina.