Guerrero

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índice fotógrafos

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editores

Arturo Crispín Armando Vega Eric Miralrío Javier Verdín Karina Tejada Luis Arturo Aguirre Pedro Pardo Ramiro Reina

6 Mensaje del Gobernador del Estado 7 Mensaje del Secretario de Cultura 8 Presentación

Pedro Serrano Leonel Maciel Sánchez Julián Herbert Luis Zapata Serafín Aponte José Dimayuga Eduardo Álvarez Dagoberto Gama Gerardo Guerrero Gómez Susana Palazuelos Pablo Sandoval Cruz Guillermo Soberón Jorge Campos Manuel Negrete Aurelio Peláez Maya

10 Texturas y paisajes 34 Arte Artes Visuales Literatura Artes Escénicas Música Cine 66 Cultura Popular Artesanías Danzas y festividades Gastronomía Música Popular Infraestructura

Citlali Guerrero Jeremías Marquines

agradecimientos

Mónica Souza de la Peña Jeanette Rojas Dib Santano González Villalobos Óscar Basave Hernández Guadalupe Pérez

diseño editorial

Leonardo Gallardo Sánchez

fotografía en portada: javier verdín

172 Sociedad Gente de Guerrero Ciencia Deporte Periodismo

primera edición 2015 derechos reservados © gobierno del estado de guerrero secretaría de cultura

Palacio de Gobierno, Bulevard René Juárez Cisneros 62, Col. Ciudad de los servicios, Chilpancingo de Los Bravo, Guerrero, MÉXICO.

Prohibida su reproducción parcial o total por cualquier medio sin previa autorización escrita del titular de los derechos patrimoniales. Los textos son responsabilidad única y exclusiva de sus autores.

213 Turismo Playa Nocturno Aventura Cultural 241 Directorio


Guerrero, nación de naciones Guerrero es una cajita, pintada en Olinalá”, reza la popular canción. Guerrero es una cajita y otra cajita..... Y es un bule y un sombrero de Tlapehuala, una cocada de Acapulco, un saco de sal de Costa Grande, y un tamal de Tichindas de Costa Chica. Guerrero es el sonido de las lenguas de sus cuatro pueblos originarios y es al mismo tiempo la puerta al mundo desde tiempos de la Nao de la China. Guerrero es un Tigre de Zitlala que a puños pide la lluvia; es un amante de Xalitla y un vestido de Xochistlahuaca. Guerrero tiene corazón de plata y piel de palma; ojos de Jaguar y manos de totomoxtle. Guerrero es quizá, junto con los estados vecinos de Oaxaca y Chiapas, la entidad con mayor variedad y riqueza cultural del por sí rico territorio mexicano. Guerrero ha sido escenario de todas y cada una de las gestas nacionales. Desde la Independencia, hasta las batallas por la democracia del siglo xx, pasando por la Reforma, la Revolución y los movimientos populares armados. Guerrero es hogar de artistas y artesanos, de músicos y danzantes; de poetas, de escritores y deportistas. Guerrero es ante todo, la obra de las manos de mujeres y hombres de distintos orígenes. Guerrero es una nación de naciones. Pueblo de pueblos. En Guerrero somos hijos de los náhuatl, de los mixtecos, tlapanecos y amuzgos. También de los negros y de los europeos. Guerrero es un pueblo donde el mestizaje es una constante. A lo largo y ancho de sus casi 65 mil kilómetros cuadrados, en sus ocho regiones (Acapulco, Costa Grande, Costa Chica, Montaña, Centro, Norte, Tierra Caliente y la recientemente promulgada Sierra) y sus casi 500 kilómetros de litoral costero, Guerrero nos obsequia con paisajes paradisíacos, costa tropical, manglares y lagunas; bosques y selvas, macizos montañosos y planicies regadas por caudalosos ríos; zonas áridas en la depresión del Balsas, y montañas cavernosas al norte de la entidad. Guerrero es rico en oro, en plata y en otros minerales. En Guerrero se asentó el que fuera el puerto más importante de la Nueva España en el Pacífico. Un lugar que por más de doscientos años fue punto de destino de la Nao que comunicaba a las Filipinas en el sudeste asiático, con América, y de ahí a Europa, inaugurando la globalización desde tiempos coloniales. En Taxco, tierra natal del gran dramaturgo Juan Ruiz de Alarcón, fue eregida la catedral de Santa Prisca, obra cumbre del barroco novohispano, gracias al mecenazgo del empresario minero José de la Borda.

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En Guerrero, Morelos mantuvo ardiente la llama libertaria que el cura Hidalgo le encomendara al ordenarle que fuese al Sur y formara un ejército. En la costa guerrerense reclutó a los Galeana y en Chilpancingo promulgó los Sentimientos de la Nación, primer documento fundacional de México. Pocas entidades de la República Mexicana han aportado el sacrificio por la patria de tantas mujeres y hombres como el estado que fundara Juan Álvarez, el padre del federalismo que derrotara al dictador Santa Ana al frente del Plan de Ayutla. Álvarez caudillo triunfante, renunció al poder tras convocar al Constituyente que diera lugar a la Constitución de 1857, sentando un precedente histórico al rechazar el poder y preferir regresar a vivir modestamente en su hacienda de La Providencia. Guerrero fue hogar del caudillo al que debe su nombre. En Guerrero se consumó la Independencia nacional tras el abrazo de Acatempan y el Plan de Iguala que diera origen a la Bandera Nacional y al Ejército Trigarante. En Iguala, Iturbide firmó el Acta de Independencia Nacional. Intentar hacer un listado con “Lo Mejor” de un espacio tan rico y vasto, será siempre tarea ingrata porque en él necesariamente habrá omisiones o inclusiones que alguien considere injustas. No hemos querido hacer una lista definitiva, sino acaso enunciativa. Hemos querido mostrar un poco de los que somos en Guerrero y de lo que hacemos en Guerrero. El libro que tiene usted en sus manos, está realizando en su totalidad por guerrerenses y es acerca de guerrerenses. Si el lector logra experimentar un poco del gusto que los involucrados en este proyecto se tomaron al elaborarlo, entonces nuestro objetivo se habrá cumplido. Las guerrerenses y los guerrerenses somos un pueblo bravo, rebelde y combativo, pero también un pueblo generoso y amoroso que busca construir todos los días, a través de la cultura, una entidad más libre, más justa, más democrática, en armonía y en concordia. Guerrero es una cajita…

Lo mejor de Guerrero está en el corazón de su gente

Guerrero canta, sufre y vive en cada una de sus creaciones de arte popular, en sus danzas y tradiciones de ecléctico misticismo, en las festividades de los pueblos donde mujeres y hombres dialogan con las fuerzas creadoras de la naturaleza, del mundo. Guerrero es religioso, rebelde y profano, no hay punto medio; la vida no tiene punto medio. Calor y frío. Aridez y exuberancia. Playas y montañas. Arroyos y valles. La máscara y el rostro. Guerrero es tierra de contrastes en todas sus ocho regiones. Paisajes súbitos donde el azul es letanía de la memoria y el tiempo. Guerrero es historia e identidad. Aquí nació la patria. De aquí los grandes próceres, las gestas libertarias, las mujeres y hombres ejemplares; de aquí son los Sentimientos de la Nación. Amigas y amigos, el libro que tienen en sus manos es un esfuerzo colectivo por sintetizar en unas pocas páginas la enorme riqueza cultural y artística de nuestro estado. Seguramente no está todo ni están todos los que desearíamos, ¿pero cómo incluir la enormidad de Guerrero en un solo libro? Lo mejor de Guerrero es sólo una probadita de la vastedad que hay por descubrir, es una guía mínima por nuestra riqueza natural, las costumbres, la gastronomía, las artes, la cultura popular, la música, la danza y la historia. Lo mejor de Guerrero es un libro para disfrutar y añorar. Es un libro valioso para los que aman a nuestro estado y quieren saber más de él. Los testimonios de artistas, científicos, deportistas, promotores de la cultura popular, escritores, bailarines y dramaturgos, son la muestra de un talento y una creatividad vigorosa que trasciende nuestras fronteras para decirnos: ser guerrerense es una distinción y un orgullo.

Cordialmente

Rogelio Ortega Martínez Arturo Martínez Núñez secretario de cultura de guerrero

gobernador del estado libre y soberano de guerrero

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Taxco de Alarcón eric miralrío

Guerrero: estado en centrifugacidad Pedro Serrano La geografía marca destinos, y lo hace de manera lenta y cifrada, engañosa en apariencia, indeleble e inexcusable en lo real. Así como las bajadas de agua, sea en pequeñas cañadas o en grandes ríos, delimitan por territorios hasta alcanzar el mar, esas mismas derramas sirven de conexión a otras orillas, son dato duro y marca de linde y, todavía más, fuente de recursos compartida, en los márgenes que con ellas se tocan. Esas bajadas de agua de lo alto a lo bajo le dan a los espacios físicos determinación y diferencia, le otorgan a la vida alimento y continuidad, capacidad de reconocimiento y orientación. A la vida de una piedra a la que la inesperada crecida cambia de sitio, fisonomía y contigüidad, a la vida de una planta a la que el cambio de clima obliga a migrar y a adaptarse, a la vida animal que anda por ahí en busca de jollas con agua y sombras en que guarecerse. La geografía nos hace parte del mundo, nos aclimata y relaciona. Disminuye cualquier ínfula de grandeza con la incontestable fuerza de los elementos. Es una espacialidad que nos abarca y en la que el tiempo natural ejerce su rítmica y su profusión.

La geografía nos da las características no de lo que somos sino de lo que podemos. Para nosotros, seres humanos que la hemos padecido y hecho padecer una y otra vez, que la disfrutamos también una y otra vez, las marcas de una geografía son seña de pujanza, nunca de esencia, de persistencia de la especie en habitar un lugar, alimentarse en él, recurrir a sus suministros, entenderlo en suma. La geografía marca un recorrido en sus habitantes que más que pasar por la memoria de un pueblo ocurre en su carácter. Es lo que da continuidad a las maneras de ser, de una generación a otra, de una población a la que sigue. Es la condición de lo que somos y lo que respetamos.

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La historia, en cambio, es afirmación de una topología humana, de una significación de fechas y acontecimientos que nosotros hacemos para nosotros mismos y con la que nos damos nombre, o lo perdemos. Con ella rasguñamos marcajes hacia nuestros afanes y entendimiento, si le damos seguimiento, si somos consecuentes. Al revés de la geografía, que acoge al tiempo en el cuenco de su continuidad, la historia nos sirve para poner mojoneras a lo que somos. Con ella alcanzamos un entendimiento que viene de más allá de nosotros y es de más amplio alcance que nosotros. La historia reconoce y reivindica hechos que podemos todos recordar de manera colectiva, incluidos levantamientos populares, aplastamientos autoritarios y, por supuesto, esos Sentimientos de la Nación que hace doscientos años José María Morelos lanzó al mundo desde la Iglesia de Santa María de la Asunción de Chilpancingo, y que nunca como ahora se hacen imprescindibles y vigentes. La historia de los acontecimientos que han pasado por Guerrero, desde las recuas de mulas que salían de Acapulco en la Colonia con rumbo a todo el territorio y ultramar hasta el quebranto de dientes y de huesos en los horrendos hechos de Iguala, crean una obligación, un señalar esto ha pasado aquí. Es algo ante lo que todos debemos responder, y de lo que todos somos en nuestra respuesta responsables. Ambas, geografía e historia, en la manera en que se entretejen en este territorio, nos dan cita en este libro. Lo que le da a Guerrero su condición centrífuga, lo que lo ha hecho ser símbolo no sólo propio sino de todo el territorio nacional, y nunca más que ahora, viene de ahí y hierve en este caldero. Una centrifugacidad que respondió primero a una pérdida no de centro sino de coordenadas, que todo el país sufrió en ese primer momento independiente, y que afectó a unas zonas más que a otras. Falta de coordenadas que hoy se vuelve a repetir por la presión disolvente del crimen, del cohecho, de la impunidad de los grandes privilegios

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y de los pequeños poderes, y que en Guerrero ahora ha encontrado necesidad indeclinable de término. De ahí venimos como país entero y hacia allá debemos reconocernos, no tanto como origen sino como atisbo de ser, en esta geografía y en esta historia. Como si el nacimiento del Estado de Guerrero en el siglo xix hubiera dado eje de identidad, no a la nación, que es cosa abstracta, sino a los individuos que habitan este país, y ahora, con los niños héroes que la banalidad impune del mal sacrificó, nos obligara a cada uno de nosotros a la rectificación, en toda la amplitud de esta palabra. Esa inicial declaración de Morelos que está en el origen de Guerrero nos implica ahora, a partir de una identidad que, en este libro, vemos en los trabajos de los artesanos de las ocho regiones del Estado, en las voces de los artistas y deportistas que desde Guerrero han destacado y que aquí se dan cita, y en el trabajo arduo que en su geografía, día tras día durante estos doscientos años, cientos y miles y millones de individuos en todas sus regiones han ido realizando, que no ha dejado un palmo de terreno sin vigilar y castigar, y que es lo que le da sentido y capacidad para producir lo que produce. Es en ese sentido que su geografía y su historia marcan a Guerrero hacia adentro y lo comunican hacia fuera. Su identidad de ocho regiones nos permite pensar en una acción de recuperación e integridad, no sólo por lo rotundo de su veracidad económica y cultural, sino por la circulación que proponen, por su alcance mítico y numérico. Así, la continuidad de la Tierra Caliente hacia el occidente se adentra en Michoacán, para bien pero también, como hemos visto, para mal. La Montaña no para en las fronteras de Guerrero sino que sigue subiendo y bajando por los desfiladeros y caminos de Puebla y Oaxaca, con la riqueza y la miseria que así se extienden. La zona norte., que desciende de Taxco hacia los humedales de Morelos y el Estado de México, debería mostrar hacia dónde hay que avanzar. Las dos

grandes regiones con vista al mar, la Costa Chica y la Costa Grande, hallan su separación en la ciudad de Acapulco, que es a la vez índice y eje de desdoblamiento de todo lo que sucede en Guerrero. En medio el cuenco o la jícara central, la Zona Centro que como un atole blanco gira y gira y hace girar a las otras. Esas palabras fundacionales que erigieron a la ciudad de Chilpancingo en primera capital del país hace más de 200 años significan, o deberían significar, el nacimiento de una identidad colectiva que no se reduce a ella y que hace su vigencia ahora, y que de aquí debería irradiar, más desde sus individuos que desde sus autoridades, hacia todo el país. Voy a traer a colación un dato que ha llegado a mis manos por esa coincidencia de geografía y de historia que he ido mencionando, que es la que me ha traído a escribir estas líneas y que adquiere aquí significación colectiva, es decir, identidad pública. En una carta fechada el 16 de noviembre de 1842, el General Nicolás

Bravo, entonces Presidente de la República, le escribió a su primo Vicente Carreto, avecindado en Azizintla, a medio camino entre Chilpancingo y Chichihualco, las siguientes elementales, íntimas palabras: “Mi estimado primo, por la tuya del 5 del corriente me he impuesto del estado de la Capilla y sus torres, lo mismo que de la madera y clabazón que faltó, y que has providenciado su hechura para no perder tiempo. Se me pasó decirte en el correo pasado que si había la piedra que dejó Luis Sosa, poniendo a tecorrales, etc., etc…” La capilla, de la que Nicolás Bravo agradecía la iniciativa de obras a Vicente Carreto, es la misma Iglesia de Santa María de la Asunción en la que Morelos instauró patria. Las palabras “imponerse”, “providenciar”, “clavazón” “hechura” y “tecorral”, extrañas para muchos, siguen siendo parte del habla de la región, es decir de la geografía y de la historia de la gente de Guerrero, y se oirían, si hablaran, en muchas de las escenas que aquí podemos contemplar. Y, como lo demuestran esta

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carta que cito y este libro que abro, ha sido primero acción de sus ciudadanos y no orden del poder lo que ha logrado que esas torres, esos individuos, esas voces y esos parajes, aunque se caigan, inunden quemen o vuelen, sigan ahí, reconstruyéndose una y otra vez. En estas horas de necesaria acción, la continuidad que se abrió en esa primera proclama lanzada por Morelos a los cuatro vientos desde ese recinto con sus dos torres, sigue sacando chispas. Y como esas torres que a pesar de terremotos y desgracias han sabido reconstruirse siempre, hay que decir en voz de todos sus ciudadanos y en muy distintos tonos, que los 43 niños héroes de Ayotzinapa aquí están, que no se han ido, que aquí siguen. Este libro es muestra recogida y explícita de muchas voces y muchas acciones que dan lugar e identidad a estas ocho regiones en torbellino que ahora se reúnen. Han salido a la luz en una terrible confluencia de geografía e historia, aquí y ahora. Son lo que cuentan y son lo que nos obliga a contar.

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texturas y paisajes

Por los Caminos del Sur Por los caminos del sur hay rosas, voces y estrellas, son canciones y doncellas bajo un alto cielo azul

Jaguares en las marañas y pájaros sobre el río, es un bello desafío la selva con la montaña Amanece en los jornales una ilusión campesina, de céfiro en la colina y alegría en los manantiales

Por los caminos del sur, vámonos para Guerrero, porque en él falta un lucero y ese lucero eres tú … Agustín Ramírez José Agustín Ramírez Altamirano (Acapulco, Guerrero, 11 de julio de 1903 - † Ciudad de México, 12 de septiembre de 1957). Profesor, compositor, trovador y poeta. Fue uno de los grandes compositores musicales que contribuyó de manera significativa al acervo musical de Guerrero, con canciones que narran la belleza del estado, así como de su gente.

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Jaguares en la maraña m e vega j o r armando

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Costas

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El mar de Acapulco eric miralrío

Sendero de oro entre las barcas ancladas en playa Las Hamacas, Acapulco eric miralrío

Pescadores de playa Las Hamacas, Acapulco pedro pardo

Procesión de pelícanos en Pie de la Cuesta karina tejada

Santuario de la Virgen de los Mares en Acapulco eric miralrío

María Bonita Acuérdate de Acapulco de aquella noche María Bonita, María del Alma; acuérdate que en la playa, con tus manitas las estrellitas las enjuagabas … Agustín Lara Agustín Lara Aguirre del Pino (Veracruz, 30 de octubre de 1900 - † Ciudad de México, 6 de noviembre de 1970). Compositor e intérprete mexicano de canciones y boleros. Considerado entre los más populares de su tiempo y de su género. También conocido con los apelativos de El Músico Poeta y El Flaco de Oro, su obra fue ampliamente apreciada no sólo en México, sino también en Centroamérica, Sudamérica, el Caribe y España. Luego de su muerte, se le ha reconocido también en Estados Unidos, Italia y Japón.

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Costas

El Toro Rabón

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Peces de luz por todo el río. Barra de Coyuca pedro pardo

Por toda la Costa Chica se baila el Toro Rabón, si esa víbora te pica te queda la comezón, no hay remedio en la botica ni tampoco curación.

Playa Paraíso pedro pardo

Crepúsculo en La Roqueta karina tejada

Qué bonitas, qué bonitas son las costas de Guerrero, de mujeres sensitivas, hombres fuertes y de acero, de mujeres sensitivas, hombres fuertes y de acero. Cotorra del pico chueco, prima hermana del perico, si denuncias mis amores que me traje de Tampico, te he de correr de mi milpa y si no, te tuerzo el pico.

Puesta de sol en Pie de la Cuesta karina tejada

Qué bonitas, qué bonitas son las costas de Guerrero, de mujeres sensitivas, hombres fuertes y de acero, de mujeres sensitivas, hombres fuertes y de acero. Una aguililla chillona me quiso tronar el pico, yo le contesté: pelona, no soy pobre ni soy rico, soy puritito costeño, no me agrando ni me achico.

… Cabañas en la playa de Pie de la Cuesta, Acapulco pedro pardo

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Agustín Ramírez

Atardecer en una playa de Zihuatanejo pedro pardo

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Costas

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La Sanmarqueña San Marcos tiene la fama de las mujeres bonitas, San Marcos tiene la fama de las mujeres bonitas; también Acapulco tiene de diferentes caritas. Sanmarqueña de mi vida, sanmarqueña de mi amor. Ya llegué, ya estoy aquí, ahora acabo de llegar, ya llegué, ya estoy aquí, ahora acabo de llegar; si nuevos amores tienes ya los puedes retirar.

Punta Maldonado, El Faro, Cuajinicuilapa eric miralrío

Sanmarqueña de mi vida, sanmarqueña de mi amor.

Casa de Juchitán luis arturo aguirre

A la mar fui por naranjas, cosa que la mar no tiene, a la mar fui por naranjas, cosa que la mar no tiene; el que vive de esperanza la esperanza lo mantiene. Sanmarqueña de mi vida, sanmarqueña de mi amor.

Quien te puso Sanmarqueña no te supo poner nombre, quien te puso Sanmarqueña no te supo poner nombre; que mejor te hubiera puesto la perdición de los hombres. Sanmarqueña de mi vida, sanmarqueña de mi amor.

… Emilio Vázquez Jiménez Barra de Pico del Monte, Cruz Grande eric miralrío

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Esta chilena fue compuesta el año de 1929, en el poblado de San Marcos, Costa Chica de Guerrero. El padre Emilio nació en Ayutla de los Libres, Guerrero el año de 1879; y falleció en Cruz Grande en 1950. Hizo sus primeros estudios en su pueblo natal, para ingresar después al Seminario Conciliar de Chilapa. Posteriormente realizó

estudios sobre solfeo, armonía y contrapunto; y además, fue alumno del Conservatorio de Guadalajara. Comenzó su labor como sacerdote en algunas poblaciones cerca de Chilapa, después pasó a Olinalá, a su natal Ayutla, así también a Cuautepec, Cruz Grande y finalmente a San Marcos, donde compuso esta chilena.

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Barcas en la laguna de Chautengo, Cruz Grande pedro pardo

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Ríos

Ríos

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Casa ribereña de Costa Grande arturo crispín

Cabaña de pescadores, Coyuca arturo crispín

Panorámica de Cutzamala, región Tierra Caliente arturo crispín

Desembocadura del Río Papagayo fotografía de karina tejada

Río Papagayo arturo crispín

Río Balsas a su paso por Tierra Caliente armando vega

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Cascadas

Cascada de Axoxuca en Tlapa, región Montaña arturo crispín

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Cascada de Ixcateopan, región Norte arturo crispín

Cascada El Salto, región Costa Grande karina tejada

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Presa Vicente Guerrero, en la región de Tierra Caliente armando vega

Presa Valerio Trujano de Tepecoacuilco, en la región Norte eric miralrío

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Cerros y montañas

Cerros y montañas

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Cañada con maizal, región Centro ramiro reina

Paso de Arena municipio de Coyuca de Catalán, región Tierra Caliente armando vega

Paisaje de La Montaña javier verdín

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Secadero de copra en Atoyac pedro pardo

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Montañas y ciudades

Montañas y ciudades

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Corrido a Zirándaro Guerrero

Localidad de Loma Canoa, Cochoapa javier verdín

Cantando este corrido, de México yo vuelvo, al pueblo de mi querer que rechulo es Arcelia del rumbo Guerrerense, de la Tierra Caliente, que quiero recorrer... Siguiendo mi camino, bonito es Tlapehuala abierto a la amistad, Ciudad Altamirano un cerro a cada lado y un río murmurando cerca de la ciudad . Al pasar por Coyuca, me detuve en el puente el paisaje a contemplar, me dijo adiós al irse el pañuelo de una garza, que sobre el Río Balsas se alzó para volar.

Panorámica de Iguala eric miralrío

Zirándaro, Zirándaro, Son lindas tus mujeres, dos ríos y un amor, un pueblo consentido, de la Tierra Caliente la tierra donde hay gente de mucho corazón. … Bolívar Gaona Salgado Compositor y comerciante. Nació en Placeres del Oro, municipio de Coyuca de Catalán, el 15 de diciembre de 1922. Murió el domingo 29 de abril de 2007 a la edad de 85 años. Escribió canciones y corridos como Tlacotepec, Tierra Colorada, Tierra Caliente, Vicente Guerrero, Pachita Arellano, A Huetamo, y el más importante de todos, y por el que se le recuerda: el corrido a Zirándaro, escrito en 1956.

Carretera en la Montaña ramiro reina

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Ciudades

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Panorámica nocturna de Chilapa ramiro reina

Vista nocturna de Taxco armando vega

Tarde en Mochitlán ramiro reina

Escalera al cielo, región Montaña javier verdín

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Catedral de la Asunción donde se leyeron los Sentimientos de la Nación, Chilpancingo ramiro reina

Parque en Chilpancingo ramiro reina

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Ciudades y pueblos

Ciudades y pueblos

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Caserío de tejas rojas, centro de Taxco eric miralrío

Caserío tradicional de Coyuca de Catalán, Tierra Caliente armando vega

Campanas de Cochoapa javier verdín

Recolector de piedras de río arturo crispín

El Coyul, Metlatónoc javier verdín

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Metlatónoc, en La Montaña javier verdín

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Fachadas de Tierra Caliente y Costa Grande

Casas jardĂ­n-corredor de Tierra Caliente

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pedro pardo

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Interiores de casas

Las cosas antiguas de la casa armando vega

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Casa Corredor de Zihuatanejo pedro pardo

Interior de casa rústica, Tierra Caliente armando vega

Casa de barrios históricos de Acapulco guadalupe pérez

Construcción de adobe, región Tierra Caliente armando vega

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Arquitectura típica de Cutzamala, Guerrero armando vega

Celda donde estuvo recluido Don José María Morelos, Tepecoacuilco de Trujano eric miralrío

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Artes Visuales

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Leonel Maciel Sánchez De la Soledad soy. De la Soledad vengo y en ella habito. Sí, de la Soledad de Maciel, municipio de Petatlán, Guerrero. Nací hace como setentaicuatro años, apenas recién, tanto que los más añejos recuerdos, frescos como el agua de coco, no dejan de sorprenderme en mis cuadros. Hijo soy de Justo Maciel y María Sánchez. Él campesino y sembrador de sueños, coprero y cuentero de la Costa Grande para mejor seña. Ella mujer con mirada de horizontes lejanos que desde la estrechez de su cocina trazó los caminos que mis pasos habrían de seguir. Así pues, un día me fui a correr mundos arropado únicamente con las bendiciones de mi madre y con la cabeza llena de los sueños y barullos que mi padre solía hilvanar mientras, echado en su hamaca, se fumaba aquellas florecillas de fuego que parecían las hojas de tabaco oscuro que nunca supo liar. Tal vez por eso soy tan aficionado al puro, porque su aromático humo deposita en mi nariz aquellos recuerdos de primera infancia que han quedado plasmados en mis lienzos y remasterizados, como dicen hoy los chavos, en las narraciones corregidas y aumentadas de los relatos que al viejo, sin su autorización, he ido atemperando.

Algunos críticos de arte señalan que la presencia de la literatura latinoamericana es evidente en mis pinturas. Yo afirmo que, de ser eso cierto, la primera narrativa que se asomó, cachonda, irreverente y desbordada en mis lienzos, fueron los cuentos de mi padre. Ya después fueron muchas las veredas que me nutrieron, muchos los soles que me alumbraron y muchas las manos que mis sueños amasaron. Tuve la fortuna de que mis pasos de andariego me llevaran a Reykiavik, Islandia, donde con mi primera exposición internacional, sus inmensas nieves templaron mis ansias tropicales. Posteriormente vinieron París, Portugal, España, San Francisco, Nueva York, India, Bali, Costa Rica, Brasil, entre muchos otros lugares de este maravilloso planeta, a donde mis cuadros y mi deseo de nuevos aires me han llevado. Pero a pesar de todos esos viajes o gracias a ellos, en mis palabras y mis obras siempre está presente la Costa Grande con su bullicio de mercado y sus crujientes bolillos llenos de relleno de cerdo, sus chaneques y zarampagüilos; su escandalera de zanates y calandrias, sus picuyos desconfiados, y aquel estero verde, florido de manglares donde me espera siempre mía, aunque nunca sola, la Kaikema, porque así, superlativo y exuberante, es el trópico y porque como dice un amigo poeta que yo dije: “aquí, el lugar al que siempre vuelves de allá, por muy lejos que te encuentres o desencuentres, incluso en el más allá, tu origen, tu raíz , el rencuentro, se llama la Soledad de Maciel” .

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Leonel Maciel karina tejada

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Julia López, pintora de Ometepec karina tejada

Anibal Catalán, artista visual, Iguala karina tejada

Zona Morfológica Coroplast, aluminio, acero, luces, madera y pintura mural Instalación en la Bienal Internacional de Artes Visuales eva, Limerick, Irlanda 2012 cortesía del artista

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Obra pictórica de Irma Palacios karina tejada

Irma Palacios, artísta plástico, Iguala karina tejada

Incisión y superficie, de Berenice Reyes cortesía del artista

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El extranjero, de Berenice Reyes cortesía del artista

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Pieza colgante de Vuelta Prohibida de Carlos Aguirre secultura

Luces de Ciudad de Sol Natividad cortesía del artista

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Mural Vuelta Prohibida (fragmento) secultura

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artes visuales

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Grafía de Sol de Josefa García Bautista cortesía del artista

Acapulco en Rojos obra de Héctor Correa Massiel cortesía del artista

Están en Casa, obra de Nicolás de Jesús Aguafuerte sobre papel Amate, 67 cm x 28 cm Colección Blanca Villalba secultura

La venida del ángel, obra de Jorge Alfaro, escultor cortesía del artista

Naranja III, obra de Miguel Ángel Sotelo cortesía del artista

Raul Fombona, artista visual javier verdín

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Arte

Literatura

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Julián Herbert

1. Acapulco es un lugar que está en mi cuerpo ¿Cómo lo explico?… Es así: uno de mis primeros recuerdos sucede a medianoche. Vivimos en la colonia Hogar Moderno de Acapulco. Mi madre acaba de irse a trabajar a un prostíbulo y mi hermano mayor y yo –que durante largo rato hemos fingido dormir para que ella saliera de la casa sin pendiente– estamos despiertos y hacemos travesuras. Hemos cogido a un gato que merodeaba sobre el techo vecino, al lado del balcón de nuestro cuarto. Jorge ha dicho: “Los gatos saben caer de pie aunque los arrojes desde un segundo piso”, y acto seguido lo ha lanzado desde el balcón. Pobre animal. Yo estoy llorando porque creo que está muerto. Jorge insiste en que no y que no y, para tranquilizarme, despierta a gritos a la vecina y le pide que nos deje bajar a través de su casa (es que la planta baja de nuestro hogar está cerrada con llave) para que yo constate que el gatito se encuentra en buen estado de salud, en una pieza. La vecina refunfuña. Bajamos. Recorremos la cuadra. Yo sigo llorando. Finalmente, Jorge encuentra al cachorro (un gatito mínimo) debajo de los ejes de un camión de redilas. Dice, triunfante: “¿No te dije? ¿No te dije que los gatos saben cuidarse solos?”… He perdido, con los años, la emoción de ese momento. Ya no sé si me sentí feliz o un poco traicionado. Después de todo, lo único que distingue a los animales de los objetos y los dioses es su inherente habilidad para morir. Ya no sé si ese gato, en tanto que idea moral o fisiológica, me importó alguna vez o no; lo que sí recuerdo es que, muchos años después, en 1990, la anécdota acapulqueña del animal y nuestro insomnio infantil me impulsó a escribir uno de mis primeros poemas:

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El gato que está Cuando era un chiquillo jugaba a lanzarme por el balcón cuando mi madre me dejaba solo. Jugaba a lanzar un gato por el balcón cuando mi madre me dejaba hacerlo. Jugaba a dejar sola a mi madre cuando me iba a la escuela. Ahora he crecido un poco. No tengo ni balcón ni siete vidas y mi madre cada vez está más lejos. No encontré una dulcísima mujer. Incluso carezco de un aspecto interesante. Ahora juego a lanzar los dados —tres a uno contra el muro de mi espalda, o me hago predecir los días futuros en largos y aburridos episodios escritos en la entraña de los gatos.

2. Una charla entre Julián Herbert y Erick A. Pérez Hernández ¿A qué hora escribes? ¿Tienes algún ritual? Se supone que escribo por las mañanas. Pero es falso: llevo 4 años escribiendo a la hora que me da la gana, porque –por fortuna– de eso vivo. De eso, y de dar charlas o cursos. Puedo pasar 18 o 20 horas seguidas frente a la máquina. En serio. Eso no significa que sea productivo: a veces, la mayor parte de ese tiempo se me va en tuitear. Tuitear es algo que considero parte de mi proceso, simplemente porque me sirve para calentar motores, desechar ideas y/o leer; leo mucho en pantalla. Tuitear es mi versión del “I would prefer not to” de Bartleby. Tengo montones de rituales; en realidad son manías propias de alguien que padece trastorno obsesivo-compulsivo. Depende de dónde estoy y qué estoy escribiendo. A veces me baño varias veces en el transcurso del día. A veces toco un poquito la guitarra entre párrafo y párrafo. A veces me pongo una gorra y mastico carne seca y pretendo ser un pítcher. A veces, simplemente, me emborracho. Etcétera.

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Eres un poeta reconocido y admirado. ¿Cómo lo percibes tú? Intento percibirlo lo menos posible. No por humildad: me avergüenza confesar que soy bastante soberbio. Pero también soy escéptico. Mi realidad es lo que estoy escribiendo, no lo que escribí hace años. Basar tu yo-escritor en algo que publicaste hace años es más tonto que seguir enamorado de una mujer de la que ya te divorciaste. ¿Cómo fue tu formación de escritor? Accidentada y feliz. Creo que he hablado demasiado de eso últimamente. Dicho en forma rápida: en mi casa había libros basura que me volcaron a lo pop, llegué temprano y por azar a la poesía de los Siglos de Oro, también a Wilde y a Stevenson, crecí entre Acapulco y la frontera norte de México, así que aprendí pronto de literatura gringa, me bebí la biblioteca Pape de Monclova entre los 14 y los 17, estudié letras en una escuela deleznable, tuve –entre los 17 y los 30 años– unos cuantos maestros extraordinarios: Jesús de León, Ricardo Yáñez, Sergio Cordero, Rafael Ramírez Heredia y David Huerta. En realidad mi formación no es la de un escritor sino la de un lector. Por eso intento escribir como Dj, mezclándolo todo. ¿Lees a alguien de la llamada Generación Inexistente? Nunca había escuchado el término. ¿Te refieres a mi generación? En tal caso, sí: leo a muchos. Poetas, ensayistas, narradores. Mexicanos y latinoamericanos y europeos. Somos una generación hiper-autoconsciente, merced a las redes sociales. En realidad deberíamos leernos menos. A los que casi no leo (salvo honrosas excepciones) es a los poetas mexicanos nacidos en los 50. La mayoría me aburre de manera inenarrable. Aunque, por otro lado, varios de ellos son potentes ensayistas. En cualquier caso, esta última sería, en mi fuero interno, la generación inexistente. La mía me parece más bien la generación hiperconsciente –con todo lo bueno y lo malo que esto conlleva. Se escribe porque no se puede hacer otra cosa. ¿Qué cosas sí has podido dejar en tu vida? Uf, casi todas. Dejé a seis mujeres. A dos hijos. Dejé la fiesta, el sexo casual, la cocaína (o al menos el hábito de aspirarla a diario), la familia (hablo de hermanos, tíos, primos, etc.), el trabajo de oficina con su cheque

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literatura seguro, la posibilidad de ascender en la burocracia acercándome a un par de amigos dedicados a la política, el baile (que aún me encanta)... Dejé casi la música, dejé de creerme joven, dejé de ver a mis amigos con la frecuencia que quisiera –aunque, por otra parte, ellos son lo único que está más allá de mi rutina cotidiana que me llevaría a una isla desierta… Me quedé nada más con cinco ejes: una esposa, un hijo de cuatro años, una botella de bourbon, un cuarto donde escribir y la laptop en la que escribo. Punto.

Julián Herbert en la presentación de Canción de Tumba en el Festival Acapulco en su tinta secultura

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Julián Herbert concepto “música de fondo”. Es un defecto mío, lo sé. Amo la música con el amor dañino y torcido de un hijo que no es querido por su madre, porque me hubiera encantado ser un buen músico pero no lo soy: soy apenas la parte de abajo de “mediocre”. Puedo escuchar música cuando hago una pausa en la escritura, pero muy rara vez mezclo ambos mundos. Solo si, ocasionalmente, estoy intentando producir en la prosa un efecto de ruido. Eso sí: escribo todos los días y escucho música todos los días. Y, cuando no, empiezo a musicalizar el sonido de la lavadora contra el chirriar de la puerta. O (por ejemplo en el despegue de un avión) me toco en el cerebro canciones de memoria. Tengo una habilidad por encima del promedio para hacer eso. ¿Cuáles son tus obsesiones ante un texto? No puedo contestar a eso. Cada texto es único y te obsesiona de manera diferente: por el tono, por el ritmo, por la puntuación, por su manera visual de caer sobre la página, por los personajes, por su artificialidad o, por el contrario, por su cercanía con la oralidad… No puedes preguntarle a un torero qué es lo que más le obsesiona del toro: en todo caso, lo que le obsesiona es El Toro –así: como algo mítico. A mí me obsesiona El Texto. Pero, ya sentado frente a la página, cada texto es él solo. Eso es lo que hace que escribir sea tan gozoso y angustiante como el sexo.

¿Cómo te acercaste a la poesía? A través del rock, como muchas personas de mi generación y extracción social. En general, a través de la música pop: recuerdo haberme desvelado a los doce años dilucidando el verso “porque el tiempo tiene grietas”, de Manuel Alejandro. Tuve varios maestros, ya lo dije, pero a ninguno de ellos lo conocí antes de los 20. Ya para entonces estaba yo bastante formado: sabía de memoria a Quevedo e intentaba sin éxito traducir a Ovidio. Hay gente que tiene inclinación por las matemáticas. Otros tenemos inclinación por la poesía. Eso no te convierte en Einstein, pero te da una plataforma visceral. No encuentro manera más sencilla de explicarlo: para mí la poesía es esa chica de vestido rojo que viste una vez en un baile y te partió en dos mucho antes de que pudieras averiguar su nombre.

Eres un escritor dotado, lleno de lecturas y preocupado por el lenguaje. ¿Cómo puedes dormir tranquilo? ¿Qué te quita el sueño? Nadie ha dicho que pueda dormir tranquilo. Con suerte llego a conciliar entre cuatro y seis horas seguidas de sueño, y no todos los días, y en horarios terribles: a veces me acuesto a las 6 pm y amanezco a medianoche. Si hay una cosa de mí que odia Mónica, mi chica, es eso: siempre hay que lidiar con los ruidos que hago despierto mientras todo mundo duerme. Soy un insomne de clase mundial. No puedo decir “qué me quita el sueño” porque, simplemente, no me voy a dormir hasta que no hay otro remedio. Si por mí fuera, no dormiría nunca.

¿Cómo es tu relación con la música: te sirve para escribir en voz alta? De ningún modo. Escribir es, para mí, una vertiente de la música. Cuando escucho música, rara vez hago algo más; si acaso, tomar un café. No puedo transitar el

Corriges más de lo que escribes. ¿Tienes algún proceso para escribir una novela? Tengo el mismo proceso para cualquier texto de cualquier género: escribo, corrijo, releo en voz alta desde

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el principio; escribo, corrijo, releo en voz alta desde el principio. Y así. Cuando llevas tres cuartillas, es un dulce. El problema es cuando llevas 168: escribo, corrijo, releo en voz alta desde el principio: desde la cuartilla uno. Es una pesadilla. ¿Tienes algún proyecto en el que estés trabajando ahora? Tengo varios. Siempre estoy trabajando en varias cosas a la vez. En este momento, lo que me mantiene más ocupado es el borrador de un guión de cine y la recolección de un volumen de cuentos. ¿De dónde viene tu deseo por la impureza de los géneros o la transtextualidad? Es parte de mi formación, supongo. Empecé consumiendo cultura pop y literatura clásica. Si te fijas bien, la literatura clásica es más intergenérica e impura que la que se produjo entre los siglos XVIII y XX. A despecho de lo que haya dicho Aristóteles. Rabelais, por ejemplo, o el propio Cervantes, o Laurence Sterne y, yendo más atrás, Ovidio y los presocráticos: ¿no son todos ellos autores de una gozosa impureza? Un par de críticos me han regañado por incluir en Canción de tumba el pasaje titulado “Fantasmas en La Habana”. Yo me burlo un poco de ellos diciendo que es un homenaje a la “Novela del curioso impertinente” de Cervantes. Claro que esos críticos no han leído a Cervantes: estaban ocupados leyendo a Roberto Bolaño. ¿Te sientes a gusto con tu prosa? “A gusto”, no. Me siento, en general, escrupuloso. La mayor parte del tiempo escribo lo mejor que puedo. Y cuando publico un texto que sé que no está bien trabajado, me arrepiento mucho. Pensándolo bien, me angustia mucho hacer prosa. Y me cansa. Pero es también una experiencia intensa y reconfortante y adictiva. Como cualquier otro deporte. ¿Para qué sirve la poesía? Para nada. Antes pensaba que era gratis, pero ahora creo que es más que eso: “gratis” está todavía en el territorio de la economía. La poesía no. La poesía no sirve: sucede. Daría lo mismo preguntar para qué sirven los huracanes, o el hecho astronómicamente probable de que el centro de la vía láctea huela a ron y sepa a frambuesa debido a la abundante presencia de ácido fórmico. Ahora bien, los poemas sí cumplen una función: generar territorios (principal aunque no

Memoria y escritura exclusivamente) verbales donde la poesía puede transitar a sus anchas. Los verdaderos poemas no son mera comunicación: son la sólida obra negra donde un lector sucede. En este sentido, son la estructura más antigua de eso que Nicolas Bourriaud ha llamado Estética Relacional. Los poemas son la forma primitiva (y a su modo perfecta) del arte conceptual. ¿Miras arder el mundo o participas en algo? No soy militante. Y verde, menos. Voto izquierda y fui un burócrata honesto. Pero yo no voy a salvar a los migrantes y mucho menos a la Tierra. Soy bastante misántropo y pesimista al respecto. Trabajo mucho, eso sí, en tres esferas egoístas y a la vez comunitarias: mi familia, mi barrio y mi oficio. Creo que es ahí donde puedo hacer alguna diferencia. “Quiero ser un papá involucrado. No solo en lo que se refiere a mi hijo sino a nuestra comunidad educativa: dar una sesión de música, cocinar para todos los niños, ser auxiliar en la clase de natación. Mis mejores horas de trabajo son las que dedico a cuidar a mi hijo. Es cuando Mónica puede dibujar o hacer proyectos culturales o diseñar escenografías sin preocuparse ni de ser mamá ni de ganar dinero. Es apenas lo justo: los hombres tenemos una deuda histórica con las mujeres, pero no solo financiera ni de reconocimientos, como creen muchas feministas; ni siquiera de espacios. Es, sobre todo, una deuda de tiempo. Tiempo para que una mujer haga con él lo que le dé la gana. “Luego: vivo en un pequeño barrio alrededor de una huerta de frutales que mide nueve hectáreas. Parece poco, pero eso en medio del desierto coahuilense es oro molido. Así que intento involucrarme en la preservación de ese espacio. No uso automóvil: he tomado la precaución de no saber manejar. “En tercer lugar, soy miembro de una asociación civil llamada La Besana. Tenemos un centro cultural en un barrio de Saltillo donde lo que más abunda es gente vieja y puntos de venta de drogas. Además de dedicarme a hacer RP para recabar fondos para el centro, coordino un taller de literatura y manejo (auxiliado por los miembros del propio taller) la adquisición y catalogación y circulación del acervo de una biblioteca. Es un trabajo voluntario, no cobro nada por él.

literatura nerd del corrido norteño. Puedo citar de memoria los diálogos de Duro de matar, Los imperdonables, El quinto elemento o de pelis mexicanas como La cucaracha y Los hermanos del Hierro. Me sé un montón de jingles de comerciales ochenteros. Tengo una cultura aceptable en materia de cómics. En lo que sí de plano soy un ignorante es en lo que se refiere a videojuegos, esa es la laguna de mi educación que más lamento. Me gusta también el pop raro, como el francés mestizo, o el gitano, o el tuareg. Pero no hablo mucho de eso porque me da un poco de pena: es mi lado más hipster.

3. Un poema

Ojos La Historia Universal en los recuerdos de mi casa en Acapulco: callejón Benito Juárez con un puesto de aguas frescas y el perfume de los mangos; tal vez un costado de la cárcel insinuándose apenas tras la esquina.

Escribiste un libro titulado Kubla Khan, como el poema de Coleridge. ¿Has escrito en sueños también? No. Uso mucho material extraído de los sueños y, sobre todo, mis personajes sueñan mucho. Pero no sueño frases. Casi nunca. El otro día me vino una que quisiera utilizar en algún texto: “Envenena a tu príncipe”.

Veo mi primer cuerpo vacío en el cuerpo de un ahogado: dos hombres lo sacaron de Caleta y pusieron a escurrir su cadáver con los pies hacia arriba, como si pretendieran exprimirlo de la muerte.

Mencionas el tema del suicidio. ¿Quién entró a tu cabeza para que no lo hicieras? Parafraseando a Borges, hay personas suicidas y personas con vocación por el suicidio. Yo pertenezco al segundo grupo. Los primeros no batallan: se suicidan y ya. Los segundos, en cambio, nos pasamos la vida acariciando no el suicidio en sí, sino la idea de cometerlo. Es más una actitud filosófica que una acción concreta.

Veo la mano de Jorge tirando un gato desde el balcón. La mano de mi madre preparando comida. Las manos de un amigo empujando mi coche de pedales.

¿Qué significa ahora comer hormigas al lado de Leonardo? Leonardo es otro niño. Tiene cuatro años. Nuestras travesuras son muy distintas: jugamos Lego y luchas, hacemos concursos de rima, nadamos juntos. Ahora, además, tengo que hacer algo que antes me preocupaba menos: darle una estructura, enseñarlo a ser responsable de sus cosas. Así que a veces tengo que regañarlo, cosa que odio pero ni modo: es mi versión actual de sentarme a comer hormigas junto a él en el patio. No puedes dar a tus hijos nada más lo que tú quieres o lo que ellos quieren; tienes que darles también lo que crees que necesitan. Es un mundo, esto de ser papá: no se acaba nunca.

Yo no me veo: no me veo. Ese niño se gastó en la mirada. Apenas una brizna de su vida me roza cuando tengo los ojos borrados por el sueño. (1998)

¿Cuál es tu cultura pop? Soy bastante ecléctico. Vengo del rock y de la cumbia. La canción que más me gusta cantar cuando me emborracho no es “El rey”: es “La maldita primavera”. Soy un

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Como aquella película inglesa, Yo fui feliz aquí Para Javier Luis Zapata

Nací y viví en Chilpancingo, pero, por lo mismo, la ciudad de Los Bravo siempre ha formado parte de mi realidad. Con Acapulco, en cambio, me sucede lo contrario: el puerto más bello del mundo (alguna vez se le dio ese nombre) se inserta en el mismo espacio en el que se consolidan, o dejan de consolidarse, las fantasías y las ensoñaciones, acaso el inconsciente colectivo: el locus amoenus por excelencia. “Lugar bonito, bonito”, cantaba Carlos Lira, tal vez pensando en Río de Janeiro, sitio que, como todos sabemos, guarda muchas semejanzas con Acapulco. Durante mi niñez y mi adolescencia, viví en Chilpancingo, con dos cortas estadías en Guadalajara, otra ciudad que llamaba poderosamente mi atención y mis afectos, no sólo porque ahí tenía muchos familiares, sino porque en GDL abundaban las salas cinematográficas y los centros nocturnos (a éstos no se me permitía el acceso, por supuesto, pero me gustaba ver sus anuncios en las carteleras). De Chilpancingo me gustaban muchas cosas, y ya he hablado de ellas en otros textos. No he hablado lo suficiente, en cambio, de la fascinación que sentía por Acapulco. Aunque las visitas que hacíamos mi familia y yo a la Perla del Pacífico eran breves, también eran muy frecuentes: festejábamos ahí los santos y cumpleaños de muchos familiares, y mi papá me llevó a la Reseña Mundial de Festivales Cinematográficos en dos ocasiones: ahí sí me di vuelo tomando fotos y pidiéndoles autógrafos a mis estrellas favoritas, no sólo del cine nacional. También me llevó mi papá a ver a Gloria Lasso en el Zorro, y a los Cinco Latinos. Nunca pensé, sin embargo, que viviría en Acapulco. Pero a principios de 1999, José y yo vimos la posibilidad de hacerlo, y lo hicimos. En Aca teníamos muchos amigos, y haríamos más, por supuesto. Los porteños son abiertos, bromistas, hospitalarios y apapachadores

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Luis Zapata cortesía del autor

natos. Pasamos en Acapulco dos muy placenteros años, de los que no estuvo ausente el trabajo creativo. Le debo a Acapulco muchas páginas de lo que he escrito (pienso concretamente en La hermana secreta de Angélica María, Melodrama, Souvenirs, souvenirs) y algún libro entero: Siete noches junto al mar.

Si Acapulco fuera una persona, le daría las gracias; si fuera una canción, de seguro formaría parte del soundtrack de mi vida. Cuando yo era muy niño, no me gustaba Acapulco, o, mejor dicho, no me gustaba el mar, pues mi tío El Güero me abrazaba, me llevaba a lo hondo y me tapaba la nariz para sumergirme con él, para evitar que me diera insolación, o lo que fuera lo que pasara si uno no metía la cabeza al agua. Yo decía, aún sin hablar bien, que no me gustaba el mar, que me gustaba Guadalajara, pero nunca dije que no me gustaba Aca. La primera película que hice en video, en una modestísima cámara comprada en Aurrerá, fue Regalo de cumpleaños; la filmamos, claro, en Acapulco. Recuerdo que todos los que participamos en el rodaje nos divertimos mucho, especialmente los protagonistas y yo. Luego José Dimayuga y yo dirigimos Angélica María frente al mar, y seguimos divirtiéndonos en el puerto más famoso del mundo (aún me divierto ocasionalmente con este video, pues he vuelto a editarlo varias veces desde entonces). Hicimos también Casi una historia de amor, con mi prima Marcela, que no he editado, y Tomara, con la actriz de culto, Lucy Reina. En esta peli, los protagonistas tenían que hablar portugués, pero ni Lucy ni Amir conocían esa lengua; lo que sí hablaban, y

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muy bien, era japonés, así que hicimos la peli en la lengua del Sol Naciente. Creo que Tomara no está tan mal. Creo incluso que tiene momentos muy buenos. Y algún día la editaré, aunque sea sólo para sacarme la espinita. Pero lo que más valoro de mi romance cinematográfico con Acapulco es la oportunidad que me dio el bello puerto, gracias a la Dirección de Cultura, de hacer mi primero y quizás último largometraje: Afectuosamente, su comadre. Aunque la actriz Malena Steiner y yo habíamos coqueteado durante años con la idea de adaptar al cine la obra de Dimayuga, que nos encantaba, sólo en 2005 pudimos cumplirnos ese deseo atrasado. Se trató de un proyecto muy modesto, como siempre (no creo que hayamos gastado más de 30 mil pesos, incluyendo la compra de la cámara, una minidevedé que acababa de salir al mercado entonces, y el material), pero le echamos todas las ganas del mundo y eso se nota en el resultado final: a pesar de todos sus defectos, ASC se siente viva. No sólo en el terreno creativo Acapulco ha sido pródigo conmigo: también me ha dado numerosos y excelentes amigos, que ahora forman parte más bien de mi familia: Enrique, Malena, Juan Carlos, Enock, Nelly y un largo etcétera. No sé por qué se ha dado con ellos la relación de manera tan rápida y abierta, pero lo agradezco. Ahora me parecen, y son, imprescindibles: sin ellos ya no puedo concebir mi vida.

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Al centro José Agustín y escritores acapulqueños Federico Vite y Edgar Pineda. cortesía de antonio salinas

Dos horas de sol

(Fragmento) José Agustín Editorial Planeta, 1997.

Nos fuimos por la entrada de Las Cruces, pero al poco rato me arre-

Finalmente, cuando el calorcito hizo que The Boss encendiera el aire

pentí de haberlo propuesto. Había un denso tránsito mañanero

acondicionado del Phantom, apareció la sucesión de enormes hoteles

que levantaba nubes de humos y aires de aceites, y que avanzaba

ubicados junto al mar. Junto a ellos, los montes que bordean la bahía

tortuosamente. Pasamos por la entrada a Ciudad Renacimiento, el

también estaban apeñuscados de casas y edificios. Más allá de los

ghetto al que el gobernador Rubén Figueroa confinó a los pobretones

grandes hoteles se podían ver franjas de mar impasible, lleno de sol,

de Acapulco a fines de los años setenta. Al subir, con una lentitud

aunque en el horizonte nubes monumentales parecían crecer y

repugnante, el cerro de Las Cruces, pudimos ver que, efectivamente,

avanzar hacia tierra… El mar mostraba cierta agitación y la luz aún

el valle que se abría por detrás de los montes del Veladero, atrás de

oblicua del sol intensificaba lo azul del agua. Descubrí, porque no lo

la bahía, se hallaba retacado de casas y casuchas de gente muy pobre.

había pensado, que ver el mar de Acapulco me resultaba reconfortante.

Mira, Tranquilo, le dije a mi amigo, ya no quedan espacios libres.

Tenía tiempo que no lo visitaba y, como a muchísima gente en México,

Nunca me imaginé que viviera tanta gente a espaldas del puerto.

una buena cantidad de buenos recuerdos se hallaban asociados con el

Me cae que el paisaje hormiguea de tanta casa. Tranquilo prefirió no

puerto y mis años de chavo

decir nada porque trataba de ser paciente ante el tránsito que avanzaba con dificultad. Había obras de ampliación de la vía y por eso el …

movimiento de los vehículos era exasperante.

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Serafín Aponte, bailarín karina tejada

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Serafín Aponte

Un bailarín guerrerense y cosmopolita (bitácora dancística) ¿Por qué armar una bitácora para hablar de la memoria? Una bitácora, como en los antiguos buques, es una especie de armario en donde se coloca la brújula, elemento indispensable para orientar los viajes marítimos. Sin dirección, la ruta estaba pérdida. Una bitácora, me recuerda a la vez, los sin fin de viajes recorridos. Por eso recurro a armarla para intentar guardar, recordar y seguir trazando mi viaje. Con frecuencia no almaceno datos ni fechas exactas, solo sé que la memoria está en mi cuerpo. De historias vividas y movimientos danzados, que han transformado mi ser. Recientemente, con motivo de la celebración de mis más de treinta años, treinta y nueve para ser exacto de haber llegado a la danza. Realizaba el remontaje de una de mis últimas obras “Feeling con Fellini”, algo no fluía y se peleaba dentro de mí. Esto lo generaba la siguiente pregunta: ¿qué había pasado conmigo después de tantos años de hacer de mi cuerpo un medio de expresión artístico para bailar y crear? Entonces venían recuerdos de mi origen y mi historia hecha danza. El cómo inicié, desde antes de hacer danza contemporánea. Aprendiendo, conociendo, e interpretando la danza folclórica mexicana en el estado de Guerrero. Recordé el salón improvisado de danza en el pasillo de entrada de la escuela Secundaria Técnica No. 30, en Chilpancingo. Los primeros pasos enseñados por mi profesor Efraín Vélez (importante investigador del folclor dancístico guerrerense formado con el sistema del inba), cómo desglosaba y detallaba la técnica de zapateo, los distintos pasos y formas rítmicas, el porte de un bailarín academizado, el desplazamiento del cuerpo en el espacio, la transformación de las formas básicas de composición grupal, la destreza individual, el baile en pareja y en grupo. Elementos primarios que me facilitaron el tránsito para ser un ejecutante profesional.

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Arte Posteriormente vinieron a mí, imágenes de bailar de pueblo en pueblo, con el Grupo Folclórico Xochiquetzal del cual fui miembro fundador y que dirigió un excelente coreógrafo, profesor y bailador guerrerense de nombre Pedro Barrios. Venían a mí con fuerza los pasos de fandango, de los sones de tarima, chilenas y gustos, con ese ambiente jocoso de mi estado natal: Guerrero. Todo esto, ocho años antes de que descubriera el poder apasionado de la danza contemporánea que me proyectaría a nivel nacional e internacional. Y que, de manera inconsciente, me han acompañado siempre porque habitan mi cuerpo. Ahora mis recuerdos me trasladaban a mis tiempos de estudiante de Economía y a ese espacio iniciático de la fundación de Barro Rojo, grupo de danza contemporánea en la Universidad Autónoma de Guerrero.

Serafín Aponte, bailarín cortesía del artista

Flotaban en mí, imágenes de la cancha de basquetbol del Fonapas Guerrero, y la casona vieja transformada en Casa de la Cultura de la Universidad en Chilpancingo donde tomé con ellos mis primeras clases de danza contemporánea. Un lenguaje nuevo y un género dancístico distinto que revolucionó mi interior y mi concepción del cuerpo. Lleno de sensaciones inéditas y potencialidades maravillosas, de movimientos con los cuales sentía que podía hablar del amor, la soledad, el odio, la alegría, la tristeza, el erotismo, de ideología, de mi origen, entre otras ideas, sentimientos o emociones. La remembranza de las primeras coreografías que aprendí e interpreté como parte del elenco original de esta compañía durante varios años, algunas de ellas significativas en la danza contemporánea mexicana de los ochentas como: El camino (Premio Nacional de

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Danza 1982), Amanecerá…, (finalista del Premio Nacional de Danza 1981) y Aztra (creada en 1983 y que fuera Premio Bellas Artes de Coreografía 1987), todas estas piezas emblemáticas del ecuatoriano Arturo Garrido, director, coreógrafo principal y fundador de esta agrupación dancística, quién se convirtió en mi padre artístico. Con él aprendí el concepto indivisible de identidad del artista: ética, ideología, entrenamiento, profesionalismo y concepción propia de creación artística. También recordé que viví la primera crisis que tiene un grupo artístico: la de desaparecer de manera prematura sin haber consolidado sus objetivos. Esto como consecuencia de la falta de apoyo y presupuesto en 1984 a la Universidad Autónoma de Guerrero, y como consecuencia, lanzarnos a la subsistencia como grupo independiente, trasladando mi residencia a la ciudad de México. Dimos a conocer nuestra propuesta politizada y socializante en distintos espacios y foros, no nada más bailando en teatros y festivales más importantes, sino en mítines, marchas, encuentros callejeros organizados por los damnificados del sismo del 1985; conmemoraciones de los estudiantes caídos el 2 de octubre en Tlatelolco, las diversas giras hacia Centroamérica, especialmente a Nicaragua, Costa Rica, Guatemala y El Salvador, convocados por los artistas vinculados a los movimientos revolucionarios de liberación frente a regímenes opresores de estos pueblos, ¿cómo olvidar todo esto? No es fácil. Posteriormente vinieron los viajes a Europa, Estados Unidos, y Sudamérica, donde este grupo se hizo referente de la danza contemporánea mexicana.

Recuerdo las primeras coreografías creadas por mí con Barro Rojo. Tal vez con un dejo de nostalgia. Ya que significaron la finalidad de encontrarme a mí mismo, siendo un camino que no dejo de recorrer. Porque un artista siempre está recorriendo un viaje que no termina. Estas obras son: Buscando tierra (1985), motivada por el auto destierro y con la cual me reconocieron como mejor bailarín en 1985, y la Mención Honorífica del Premio Nacional de la Juventud en 1986; Raíces (Premio Nacional de la Juventud 1987), que expresa la

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presencia de la negritud en nuestro estado; y En el lugar de los muertos (1989), reconocida por la crítica de danza en el Encuentro Internacional de Investigación de la Danza en Morelia, dedicada a un amigo bailarín asesinado por un grupo de neonazis en Alemania. Cada una de ellas me vincula a una primera etapa como creador donde intentaba articular un discurso, tal vez, de mi ser mestizo hecho de barro en Guerrero. Tratando de decir algo a través de mis propios movimientos, cuerpo e historia. En 1989, después de haber sido invitado de manera individual como artista residente en la Universidad del Sur de Florida (1987-1988), de haber sido invitado por el Instituto Goethë para participar en el Primer Encuentro Latinoamericano de Danza Contemporánea en Costa Rica (1987), y colaborar con el Grupo Nakbani en Guatemala (1988), tuve el primer intento de separarme de Barro Rojo. Como consecuencia de las experiencias de estos acontecimientos, consideraba que había habilitado mis alas para poder volar y elegir mi propio rumbo. Esto sólo me duró un par de meses, ya que también Barro Rojo pasaba una época de crisis. Ante la inminente salida de Arturo Garrido como director fundador, el mismo Garrido me buscó para darle continuidad al proyecto en calidad de director y después de considerarlo decidí asumir este nuevo reto.

uso de grandes banderolas, textos hablados y música en vivo. Esto colocó en la vanguardia artística a este grupo que yo dirigía. ¿Cómo no reconocer estas experiencias que están tatuadas en la piel de mi propio cuerpo? Todo esto permitió trascender a mis compañeros y a mí, a una nueva etapa cualitativa, creando obras significativas que han dejado huella. Dos obras realizadas en 1991, donde participé de manera intensa fueron: Tierno Abril Nocturno (de la vida de los hombres infames), bajo la dirección de Laura Rocha y Francisco Illescas, así como El universo visto por el ojo de la cerradura, bajo mi dirección. Fueron obras adelantadas en profundidad y tratamiento donde aproveché uno de mis mejores momentos como intérprete y creador. En la primera, seis hombres con seis cajas que Los últimos días de la primavera pedro pardo

Renovarme o morir fue mi consigna, la cual compartí con el grupo. No transformar nuestra postura, sino las formas. Y así emprendimos el camino a la madurez en los noventa. Primero, creando un par de obras donde participé como coreógrafo y bailarín en creación colectiva: Viento de espera (1990), bajo la dirección de Oscar Naters, director del legendario Grupo Integro, de Perú, y El Carnaval (1991), bajo la dirección del colombiano Jorge Vargas, seguidor de la tradición teatral del Odin Theater, de Eugenio Barba. Ambas experiencias rompieron mis paradigmas. Vientos nuevos de Sudamérica habitaron mi cuerpo. El origen temático de ambos proyectos fueron nuestros pero renovamos las metodologías de composición coreográfica y nuestra tradición escénica callejera, siendo de los primeros grupos de danza contemporánea que incorporamos en la calle zancos,

manipulaban como escenografía móvil. Hombres en condición de encierro que confrontan su amor, violencia, soledad, poder y erotismo; ganadora del segundo lugar del Premio Iberoamericano de Coreografía Oscar López, en Barcelona España. La segunda, exploraba diferentes espacios escénicos como una plataforma colgante, una rampa y un espacio-estanque que permitía trabajar con agua, así como el uso del video en circuito cerrado para tener acercamiento a los intérpretes. Esto revelaba nuestro clan en transformación y alquimia, donde a manera simbólica transitaban del elemento aire, a la tierra como un camino largo y oscuro en busca de la luz; transitando por el fuego de las pasiones para llegar finalmente al agua para limpiarse, renovarse y entregarse al placer de ser hombres y mujeres, de crecer juntos. Logró en 1993

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el primer lugar como obra elegida por el público en el Festival de Danza Contemporánea de San Luis Potosí. De ahí una saga de obras de gran formato. A finales de 1994, mi bitácora me recuerda que finalmente decido dejar a Barro Rojo. Inicio una nueva etapa, ahora como bailarín solista, estrenando un unipersonal entrañable: Retrato de Inocencio X, donde indago un nuevo territorio de movimientos e interpretación, inspirado en las pinturas homónimas del español Diego Velázquez y, principalmente, en la reinterpretación del irlandés-inglés Francis Bacon, eso me vino a colocar un sello. En un principio, esta obra creó una gran polémica, pero después ha sido considerado uno de los mejores solos creados en México en el siglo pasado. Ampliando este ciclo, en 1997 realicé el tríptico: Bacon, tres visiones (Appletón-Rocha-Aponte). Mi Bacon es un personaje que me ha acompañado a todas partes. Lo encuentro con frecuencia, se filtró en mi tuétano y no tengo como evadirlo. Le permito constantemente que haga acto de presencia. Antes de este tríptico, apareció también Yanga (Nueva York, 1996, creada con la Compañía Urban Bush Women), un negro liberto del estado de Veracruz que funda el primer pueblo libre de América según estudiosos afroamericanistas, recordándome no olvidar mi sangre negra. En los albores de este nuevo siglo, y siendo miembro del Sistema Nacional de Creadores de Arte (20012007), considero que se consolida una de mis etapas más fructíferas como creador. Esta última etapa ha sido discreta y continúa. Intentar consolidar mi propio grupo: la Compañía Serafín Aponte Danza, difícil supervivencia, permanentemente cambiante en sus integrantes de todos lados del país y de otras partes del mundo. Con un listado largo de obras que algunos no conocen, o pocos han visto como: LIA (2000), Alegorías a Luis (2001), A mí no me gusta el tango (2001), Túnel de Luz (2002), Criaturas (2003), Santuarios (2004, San Antonio, Texas; creada con la Compañía Guadalupe Dance Company), Los primeros días de la primavera (2004), Ritmo y color (2005, Toronto, Canadá) y Feeling con Fellini (2008, creada con Compañía Danza Contemporánea Universitaria de la UNAM). A estas se les suma en fechas más recientes: La maldición de Minos (2011) y ¡Pero sí lo es! (2011), estas últimas generadas por inquietud de la violencia y el destejido social de nuestro país. Cada creador tiene sus temas recurrentes donde el pasado se hace presente. Bailando me he presentado

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en varias ciudades de Estados Unidos, Canadá, Europa, Centro y Sudamérica, fomentando amigos y siendo testigo del arte danzario de todo el mundo, con lo cual me siento verdaderamente afortunado. Recapitulando: el recurso al cual apelo es a ese medio al que recurrimos para no olvidar. Recurrir significa “volver una cosa al lugar de donde salió”. La memoria es por tanto una función general gracias a la cual el hombre almacena, conserva y posteriormente reactualiza o utiliza informaciones que se le han presentado durante su existencia. Considero que es mi conclusión del momento que actualmente vivo como intérprete y creador. Un artista que no olvida a su pueblo donde nació: Guerrero.

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El siniestro plan de Vintila Radulezcu, obra escénica de Martín Zapata cortesía del autor

Soy, Soy lo que dejaron, Soy toda la sobra que me robaron. Un pueblo encendido en la cima, Mi piel es de cuero por eso aguanta cualquier clima. Soy una fábrica de humo, Mano de obra campesina para tu consumo. Frente de frío en el medio del verano, El amor en los tiempos del cólera, mi hermano. El sol que nace y el día que muere, Con los mejores atardeceres… Soy el desarrollo en carne viva, Un discurso político sin saliva. Las caras más bonitas que he conocido, Soy la fotografía de un desaparecido. Soy la sangre dentro de tus venas, Soy un pedazo de tierra que vale la pena.

Martín Zapata, dramaturgo cortesía del autor

Pregoneros de las Jornadas Alarconianas, en Taxco secultura

Compañía Triciclo Rojo, de Emiliano Cárdenas pedro pardo

(Fragmento de la canción latinoamericana de Calle 13)

Serafín Aponte, bailarín alfredo millán

Inocencio, coreografía de Serafín Aponte cortesía del artista

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El teatro, nuestro sueño colectivo Pesadilla de una noche de verano, con los actores: Leonardo Cuesta, Tomás Carrera y Malena Steiner secultura

José Dimayuga Mi inicio en la escena acapulqueña tiene que ver con la amistad con dos personajes del teatro guerrerense: Enrique Caballero y Malena Steiner. A Enrique Caballero lo conocí en un viaje que hice a Acapulco a inicios de la década de los 90. Me lo presentó Luis Zapata. Luis me dijo que Enrique era actor; estuvo en Abolición de la propiedad, de José Agustín, en el foro Shakespeare. Luis lo quería para actor de la película Melodrama, Enrique iba a hacer el papel de detective que la señora Marga contrata para espiar las andanzas de su hijo. Después de la temporada de Abolición de la propiedad, Enrique regresó a su tierra: Acapulco, y abrió un restorán. Cada vez que yo iba a Acapulco pasaba a saludarlo. Enrique, generoso, me invitaba a comer y a pasear. Gracias a él, conocí el pequeño ambiente teatral del Puerto. En un verano de 1995 que visité Acapulco, me agarró un tormentón que me impidió salir de mi cuarto de hotel. Me puse a escribir una obra de teatro breve, de dos personajes. La acción se desarrollaba en un cuarto de hotel. La escribí de un tirón. Mi entusiasmo fue tan grande que, aún con lluvia, salí del hotel y me dirigí al edificio Oviedo donde se encontraba el depa de Enrique. Le dije: “Quiero leerte esto.” Al terminar la lectura, dijo: “Me gusta. Hay que montarla.” Le dije: “Y tú la actúas.” “Pero tú la diriges”, dijo. Así nació la idea de montar Me duele que te vayas. A Malena Steiner la conocí en una cena y me cayó gorda. Todo por una tontería. Me preguntó, después de un rico pollo a las brazas: “¿De dónde eres, José?” Le contesté: “De Tierra Colorada.” Y ella, chupándose un diente, comentó: “Ah, claro, Tierra Colorada, en la región de la Tierra Caliente.” Le aclaré que mi pueblo no se encontraba en la región de la Tierra Caliente, sino que se le consideraba parte de la Costa. Y ella terca que mi pueblo estaba en Tierra Caliente, que de allí era su amiga fulana. Y yo insistía, tratando de que se diera cuenta de su error geográfico, que mi pueblo ya formaba parte de la Costa. Incluso le canté Tierra

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José Dimayuga, dramaturgo cortesía del autor

Colorada, el verso de: “Baila costeñita sin perder el compás de este son”. Y fue por de más. Ella jamás reconoció su error. Con los años me daría cuenta de que la terquedad es un rasgo característico de Malena y de todos los de su signo zodiacal: Tauro. Enrique, Daniel Figueroa y yo comenzamos a montar Me duele que te vayas, a mediados de septiembre de 1995. En ese año, yo daba clases en una secundaria de Pantitlán, en el Distrito Federal. Y cada viernes por la tarde, agarraba en Taxqueña mi camión con destino a Acapulco. Ensayábamos el viernes por la noche, el sábado por la tarde, y el domingo a medio día; y ese mismo domingo yo regresaba a la ciudad de México. Para mediados de octubre, la obra ya estaba montada; pero tenía la duración de veinticinco minutos. Expresé la necesidad de escribir otro texto para que fuera un espectáculo más extenso. Enrique dijo que considerara a Malena Steiner. “¿Quéééé? ¿La señora con la que había discutido?”, le pregunté. Enrique comentó que La Steiner era terca de nacimiento, pero buena actriz. Además se comprometía con el teatro como ninguno. Torcí la boca, y me puse a escribir Bye, Bye Acapulco. Malena hizo el papel de Olga Cuspineyra y Raúl Soto interpretó a Bobby, hijo de Olga. La anécdota es muy sencilla. Olga y su hijo se autosecuestran a fin de sacarle lana al marido. Este díptico teatral, conformado por: Me duele que te vayas y Bye, bye Acapulco, lo titulé Hotel Pacífico, y abrimos telón en el teatro Domingo Soler, el 18 de diciembre de 1995. Con Hotel Pacífico develamos una placa de las cincuenta representaciones en Acapulco, a finales de la primavera de 1996. En ese año ganamos el Primer Lugar en un Encuentro Estatal de Teatro que se realizó en Chilpancingo. Fue así que participamos en el Encuentro Regional de Teatro, en Pachuca, Hidalgo. Y nos presentamos en las Jornadas Alarconianas de ese mismo año del 96. Y fue en Taxco donde dimos una de las últimas funciones de Hotel Pacífico y prometimos no

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volver a trabajar juntos porque nos hartamos unos de los otros. Algunos lo expresaron con aspavientos y malas palabras. Pero el teatro es una droga. Recaímos. Malena, Enrique y yo realizamos Luna en Piscis, en 1997, una obra escrita y dirigida por mí. Enrique hacía el papel de Josafat, un vendedor de biblias; y Malena, el de Caguama Strong, una luchadora amateur. Y volvimos a trabajar en otra más: El Oso, un texto de Chéjov, que adapté al México de finales del siglo XIX. Fueron montajes que disfrutamos mucho. El Oso lo estrenamos en la Universidad Americana de Acapulco, en 2001. La pequeña temporada nos agotó. Malena y Enrique se dijeron a gritos que jamás trabajarían juntos. Yo también acabé hartito. Mi texto: Una Mujer de tantas, la dirigió Héctor Mujica, en el teatro La Fortaleza, en Acapulco, en 2011. Gracias a Una mujer de tantas regresamos a Taxco, a las XXIV Jornadas Alarconianas. Enrique, Malena y yo nos volvimos a encontrar. Enrique interpretó los personajes Jimmy Capellini y El Payaso Viridindo. Malena interpretó a Amanda, la madre del protagonista: Napoleón. Enrique y Malena habían gritado a los cuatro viento que no trabajarían juntos.

Pero el teatro los reúne. Nos reúne. Siempre es bueno contar con alguien, aunque sea temperamental (¡debe ser temperamental!), para que el teatro, nuestro sueño colectivo, se realice.

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La ofa una filarmónica que educa

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Eduardo Álvarez Comencé mis estudios musicales desde muy temprana edad, tenía ocho años cuando por mi propia insistencia mis papás me llevaron a la Escuela de Música de la unam, ahí se me inscribió en la carrera de Acordeonista Concertista. Finalicé mis estudios profesionales a los catorce años; después de concluir con mi bachillerato ingresé al Conservatorio Nacional de Música del Instituto Nacional de Bellas Artes (inba), donde estudié y finalicé las carreras de violinista concertista y director de orquesta y coros. Como violinista de la Orquesta Filarmónica de la unam, ingresé a los 23 años por concurso de oposición, siendo el violinista más joven en ingresar a tan prestigiada orquesta, luego fui invitado a ser el subdirector musical de la Orquesta Sinfónica de Minería, institución que fundamos el maestro Jorge Velazco y un servidor, ahí participé como subdirector, violinista y gerente general. Cuando se fundó la Filarmónica de la Ciudad de México, fui invitado a formar parte como violinista, y más tarde como director asistente. En 1981 obtuve una beca para estudiar una maestría con el eminente maestro Franco Ferrara, quien al término de los estudios me invitó a continuar con el doctorado en Dirección Orquestal en la Accademia Santa Cecilia, en Roma, finalizando mi formación con mención honorífica y varios conciertos en Italia. A mi regreso a México, fui invitado por la Orquesta Filarmónica de la Ciudad de México a integrarme como director asistente; luego fui fundador de la Academia Yuriko Kuronuma, institución única en México especializada en el método Suzuki, para posteriormente participar en la fundación de las Escuelas de Música del conjunto Ollin Yoliztli en el Distrito Federal. Varias veces fui galardonado por la unam como maestro de violín, y el entonces Departamento del Distrito Federal, me otorgó varias medallas por mi aportación como profesor en las mencionadas escuelas donde formé la Orquesta de Cámara Ollin Yoliztli con mis mejores alumnos de la Escuela.

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El Maestro Eduardo Álvarez cortesía del autor

En las diversas giras de la Filarmónica de la Ciudad de México, realizamos conciertos no sólo en México, sino en muchas otras ciudades del mundo, sin embargo, a mí en lo personal me llamó mucho la atención que cuando íbamos a tocar a Guerrero, la gente respondía de una manera muy especial.

Al tocar en Acapulco, me di cuenta del potencial tan enorme que se tenía en todo el territorio guerrerense. Por ese tiempo pensé que cómo era posible que teniendo Acapulco un teatro considerado como uno de los mejores y más completos del país, no hubiera una orquesta en Guerrero para poder ofrecer conciertos en todo el estado, y por supuesto, teniendo su base en Acapulco. Fue entonces cuando presente al gobierno estatal el proyecto de creación de la Orquesta Filarmónica de Acapulco (ofa), sin que tuviera mayor eco. No obstante, en 1997, siendo ya director artístico de la Filarmónica de la Ciudad de México (ofcm), recibí una llamada del gobernador Ángel Aguirre para realizar un disco digital con música folclórica del estado. Al finalizar la grabación, el gobernador solicitó que se tocara la música del disco en tres lugares del estado: Chilpancingo, Ometepec y Acapulco. Al concluir el concierto en Acapulco, el gobernador me invitó a fundar la ofa en el mes de diciembre de 1997. Lo que hice enseguida fue renunciar a la ofcm en enero de 1998, y me trasladé a Guerrero para iniciar los trabajos musicales y administrativos para la creación de nuestra Institución Sinfónica. Así, el 12 de abril de ese mismo año (1998), la ofa se presenta por primera vez en Atoyac, en la Feria del Café, y el día 2 de mayo, la ofa tiene su primer concierto en su sede oficial: el Teatro Juan Ruiz de Alarcón. Desde su creación, la ofa ha grabado tres discos digitales con música de

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Guerrero y de compositores nacionales; se han realizado más de mil ciento sesenta conciertos en estos primeros quince años, y se ha recorrido en su totalidad el estado de Guerrero, además de las giras nacionales e internacionales. Toda una pléyade de grandes artistas han engalanado la vida musical de la Orquesta: Plácido Domingo, José Carreras, Vadim Brodsky, Eugene Fodor, Domenico Nordio, Horacio Franco, Jorge Federico Osorio, Guadalupe Parrondo, Olivia Gorra, Fernando de la Mora, Tania Libertad, Guadalupe Pineda, Armando Manzanero, entre otros muchos artistas más de nivel internacional. Se han interpretado muchos estrenos nacionales y mundiales con obras de grandes compositores del país y del extranjero. Cada año, la orquesta realiza muchos conciertos didácticos en las regiones del Estado, especialmente diseñados para la niñez y juventud de Guerrero; temporadas en el Teatro Juan Ruiz de Alarcón en Acapulco, Teatro Sentimientos de la Nación en Chilpancingo, conciertos especiales en todo el estado, incluyendo las Jornadas Alarconianas, la Semana Altaminarista, la Feria de la Plata, así como centenares de conciertos para congresos y convenciones nacionales e internacionales, en los diversos festivales de orquestas nacionales, los programas: Operamania, y Beatlemanias; conciertos con música de películas, conciertos en el Palacio de Bellas Artes y en la Sala Nezahualcóyotl del D.F. Entre los diversos premios que se han recibido destacan las Medallas y Premios: Antonio Soler y Juan Ruiz de Alarcón, los Premios Civiles que otorga el Gobierno de Guerrero, así como centenares de diplomas y reconocimientos que se le han otorgado a nuestra Institución Sinfónica, que se ha convertido con el paso de los años en la tarjeta de presentación musical del Estado de Guerrero.

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El tenor Plácido Domingo en un concierto con niños de la Filarmónica de Ciudad Renacimiento secultura

La Orquesta Filarmónica de Acapulco en el teatro Juan Ruiz de Alarcón, Acapulco luis arturo aguirre

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Ensayo de la filarmónica infantil de Ciudad Renacimiento pedro pardo

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La soprano Brenda Yanel García Santiago y Susana Albarrán, el tenor Yovanni Catalán Vázquez, el barítono Luis Alberto Pérez y el pianista Abd-El Hadi Sabag después de un concierto en el Auditorio Sentimientos de la Nación armando vega

Orquesta y Coro Infantil Bonfil secultura

Orquesta y Coro Infantil y Juvenil Renacimiento en concierto en Santa Prisca, Taxco secultura

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Vivir a fondo el personaje

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Dagoberto Gama Nací en un pequeño pueblo del estado de Guerrero que se llama La Maestranza, del municipio de Coyuca de Catalán. Mis padres son Alfonso Gama y mi madre, Élfega Sánchez, agricultores de toda la vida. Ellos sembraban maíz, ajonjolí, frijol, todo lo que se da en la región de Tierra Caliente. Soy el tercero de doce hermanos. Fui un niño de comunidad. Mis primeros tres años de escuela primaria los hice en mi pueblo, los otros dos, en un pueblo llamado Las Cruces donde había una Escuela Primaria completa, a la que tenía que asistir saliendo de mi casa a las cinco de la mañana, montado a caballo y con mis libros atravesados. Mi último año, el sexto, lo hice en la cabecera municipal. Cuando mis padres vieron que ya éramos varios, somos doce hijos, nos llevaron a la cabecera municipal de Coyuca de Catalán para que estudiáramos porque nos gustaba la escuela, hasta la fecha ahí viven mis padres. Yo venero mucho a mi madre, a la que siempre le decía: “mamá te voy a cuidar”, porque mi papá se iba a Estados Unidos a trabajar, se iba a Veracruz, venía a México, y toda la cosa. Mi papá, al ver la debacle del campo que comienza en aquellos años, se sale a buscar la manera de trabajar, junto con otros. Regresaba y cada vez que se iba dejaba a mi madre con su vientre grande. Soy el tercero de mis hermanos, mi hermano mayor es José Ángel, tiene cincuenta y ocho años, más o menos, mi hermano Matías es médico veterinario; otro es ingeniero.

Algunas veces, en broma, le preguntaban a mi papá: “Bueno Alfonso, ¿Cuántos hijos tienes pues? Yo veo que vienen de todos lados de vacaciones”. Y decía: “Pues tengo doce, pero son, a ver, déjame ver, ocho hombres, tres mujeres y el que estudia teatro”.

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Mis hermanos se burlaban de mí, o se rían porque a mí no me gustó el campo en absoluto, no me gustó nada. Pero no me gustó por lo injusto que era. Mi padre tenía que rentar tierras, porque tenía tierras pero eran muy pequeñas; le prestaban dinero para cosechar y a la hora de cosechar, los que le prestaban, se llevaban el noventa por ciento de todo, y nosotros, después de haber trabajado una temporada de tres o cuatro meses a muerte, nos quedamos sólo con el diez por ciento, por eso el disgusto que tengo por la friega que es la cosecha, y la otra, por la injusticia. Creo que a muy corta edad comencé a tomar consciencia de todas estas injusticias y disparidades, de estas cosas terribles: la friega en el sol caliente para tener veinticinco pesos por un día; eso a mí no me pareció y siempre lo dije desde adolescente, me quejé mucho. Mis hermanos dicen que yo estudié teatro para evadir el campo y el trabajo fuerte, pero fue más bien por las injusticias. Cuando mi abuelo bajó de la sierra para establecerse en La Maestranza, ya había personas como dueñas del pueblito, y son quienes le dan un pedazo de tierra a la orilla de un río. Antes, en cada temporal el río se llevaba pedazos de tierra, pedazos de pueblo. A mi abuelo le dieron ahí con mala intención para que el río se llevara la tierra, sin embargo, ahora es el lugar más bonito del pueblo porque se formó una roca que detuvo toda esa erosión. El terreno es un terreno amplio donde construimos una casa de adobe de dos piezas con tejas, con arboles alrededor, mangos muy verdes. Pienso que mi pobre estado ha sido gobernado y aplastado siempre por las injusticias, aunque tenemos la fama de que los de Guerrero somos muy acá, con el machete y todo eso, estoy convencido que somos gente que te da el corazón inmediatamente, pero nada más se lo haces feo, lo tiras o lo pateas, se van hasta el otro extremo. A mí me tocó vivir, en mi etapa de adolescente, todo este tipo de injusticias que me dolían muchísimo. Eran los últimos años de la guerrilla de Lucio Cabañas, de Genaro Vázquez, y para un niño, ver, sentir, enterarte de la quema de comunidades, de arrastrar, de tirar gente a los ríos, la persecución y todo eso, me generó una conciencia social desde la etapa de la secundaria y la preparatoria en Ciudad Altamirano.

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Dagoberto Gama y Don Ángel Tavira en la película El Violín de Francisco Vargas Quevedo, 2006 camara carnal films

Creo que yo llegué al mundo del teatro a través de la radio. La primera radio que yo conocí lo trajo mi papá de los Estados Unidos, de hecho fue la primer radio que hubo en mi pueblo. Una radio de bulbos, emplasticada y brillosa, con un botón grande. Entonces mi papá, que llega como a eso de las cinco de la mañana al pueblo, la enciende al entrar a la casa y ocurre lo extraordinario. Eso fue una cosa inhóspita; oír música y gente hablando en una caja rara, fue algo totalmente extraño, fue la primera radio que conocí cuando tenía como cinco o seis años, en 1964.

Me considero hijo de las radionovelas. Crecí escuchando Chucho el roto, para mí Chucho el roto es lo máximo. Me acuerdo muy bien de la entrada que decía: “El hombre será menos triste y más alegre si conoce el apoyo y la sonrisa de un amigo. Chucho el roto”. Como a mí me gustaba muchísimo oír a Chucho el roto, uno de mis tíos, mi tío Pedro Gama, me regala un radiecito con una antenita, y lo que hacía era irme debajo de un árbol a escuchar mi radionovela. Chucho el roto era todo para mí. Vivía el personaje, me identificaba muchísimo con ese hombre que robaba a los ricos para darles dinero a los pobres. Me imaginaba las monedas, yo ayudándole, robando y entregándole a la gente para que comiera. Eso para mí era un gran valor y por supuesto que yo vivía la novela constantemente. Me acuerdo

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Dagoberto Gama

bien de los personajes, de situaciones y de las escenas, entonces con este radio me lanzaba tanto a la imaginación que yo hacia mi propia novela. Todas esas radionovelas fueron mi fuente inicial, mi principio hacia la sensibilidad que Dios nos da. Como no había electricidad y el radio funcionaba con baterías, pues ¿para qué querías televisión? La televisión la conocí y me puse a verla cuando tenía veinte años, en Coyuca de Catalán. Si pudiera hacer mi dream team, mi “equipo de ensueño” del cine mexicano, y me pidieran un elenco para una película con diez actores mexicanos de todo los tiempos, creo que al primero que invitaría sería a Tin-Tan, pienso que es el actor al que deberíamos aspirar todos. Luego pondría a Mauricio Garcés, que era grandioso, y un poco más para acá, en el tiempo, escogería a Damián Alcázar, es un gran actor. También a Daniel Jiménez Cacho, Dolores Heredia, López Tarso, Carlos Ancira, Salvador Sánchez, Manuel Ojeda, José Carlos Ruiz, y por último, también me uniría a ese gran equipo. Pero además, hay más jóvenes como Tenoch Huerta, Gustavo Sánchez Parra, en fin, hay una generación actual de buenos actores mexicanos.

Mis inicios en la actuación comienzan en la preparatoria de una manera totalmente silvestre, apasionada y amateur. Honestamente, entré a mi primer grupo de teatro porque me gustaba una chica, y como siempre quería estar cerca de ella, la única manera de lograrlo era meterme a este grupo de teatro con el que salíamos a dar funciones a las comunidades. Uno de mis primeros personajes fue Emiliano Zapata. La obra que actuábamos es una muy pequeña del maestro Ignacio Retes, se llama “Viento Sur”. El teatro que hacíamos era de protesta, era progresista, pero obviamente, eran panfletos porque no teníamos una preparación firme y académica, pero lo hacíamos con todo el corazón y con toda la conciencia social acumulada de antes. En esos inicios me comprometía muchísimo con los personajes que el maestro me encomendaba, y los asumía como tal. En ese tiempo comencé a entender la importancia de esta actividad, y la necesidad de profesionalizar ese oficio. Después de la preparatoria, pensé estudiar ingeniería

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civil. Tenía la idea de irme a la universidad, pero el doctor Wences Reza, que era el rector de la Universidad Autónoma de Guerrero en ese momento, nos vio un día en alguna de las funciones que dábamos por todos lados, y nos propuso una beca para enviarnos a Colombia; en Colombia existía el teatro de la Creación Colectiva, conducido por Enrique Buenaventura y Santiago García. En resumidas cuentas, nos quería becar para prepararnos y regresar a Guerrero, porque pensábamos que nuestra misión era seguir con la idea de llevar el teatro a las comunidades, crecer y decir que la universidad era eso.

Protagonizando Morelos largometraje de Antonio Serrano, 2012 astillero films

Reparto de La Reina del Sur serie televisiva de Walter Doehner, 2011 antena 3 televisión nbc telemundo network

Entonces, le cuento a mi mamá y a mi papá sobre la propuesta de irme a estudiar a Colombia, era 1978. Su respuesta fue que no, porque “te van a matar por allá, por allá está horrible, está terrible”. Finalmente no fui. Sin embargo, en mí ya estaba bien prendida la llama de estudiar actuación, y a la semana siguiente, por cosa del destino, llega una invitación de la Universidad Veracruzana para estudiar la licenciatura en actuación. Para poder irme a estudiar actuación, en un principio, gente de la Universidad de Guerrero me ofrecen una beca, pero ésta nunca llegó. Les digo a mi papá y mi mamá que de todos modos voy a asumir el reto de irme a estudiar, y me dicen: “Hijo, estudia lo quieras pero estudia”. Así parto a la veracruzana donde me encuentro con queridísimos amigos. Ahí nos conocimos con Damián Alcázar, con el que armamos un equipo de trabajo para sobrevivir. Damián era muy encantador, hacia pantomima y con otros compañeros íbamos al mercado, hacíamos algunas gracias y lográbamos ganar algo de dinero para sobrevivir y seguir estudiando. Después de los años de estudios en Jalapa, y de hacer

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teatro en varios lugares, un día Walter Wagner, quien fuera director de la película El viaje de Teo, me invita, junto con su productor Luis Urquiza, a hacer un personaje que Damián Alcázar no podía hacer porque se iba a Chile. El personaje era El Pote de la novela La reina del sur, así es como entro al cine. A partir de este momento mi vida dio un giro muy importante porque antes sólo había hecho programas unitarios en una que otra televisora, pero nada importante. Lo que pienso, es que en este oficio hay que tener fe y voluntad, hay que creérsela y seguir trabajando a fondo para salir adelante.

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Por los senderos de las costumbres y tradiciones de Guerrero Gerardo Guerrero Gómez

Tengo presente el año de 1985. Ese año recién había egresado de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Autónoma de Guerrero, había hecho la especialidad de historia, y tuve suerte, pues de inmediato empecé a trabajar en el Instituto Guerrerense de la Cultura como auxiliar de investigador. Mi actividad encomendada era recopilar la información relacionada con la historia del Movimiento Revolucionario de 1910, y su impacto en la entidad suriana. Con la conducción del fallecido maestro Renato Ravelo Lecuona, que se había puesto a la cabeza del proyecto, visitamos los archivos nacionales de la Universidad Nacional Autónoma de México (unam), del Centro de Estudios Históricos de México (cehm), Condumex y la Hemeroteca Nacional de la unam, donde recopilamos bastante información que nos permitió conformar el fondo que titulamos: “Fondo de estudios sobre la Revolución en Guerrero, 1910”. Dentro del Instituto había un departamento de Cultura Popular. En mis ratos libres me gustaba ir a platicar con los investigadores Francisco Vidal Duarte y Apolinar Estrada Flores, ambos comprometidos con su trabajo; recorrían las comunidades recolectando información fotográfica y escrita relacionada con las costumbres y tradiciones del Estado. En mis encuentros con ellos, en amena plática, me comentaban algunas costumbres y tradiciones que registraban en las comunidades. Alguna vez me compartieron la experiencia que vivieron en Atliaca, municipio de Tixtla, a donde subieron al Pozo de Oxtotempan a tomar fotografías y hacer entrevistas relacionadas con la petición de lluvias que hacen los pobladores cada primero de mayo, pero por no pedir permiso a las autoridades tradicionales y organizadores, fueron corridos e incluso estuvieron a punto de ser golpeados y quitarles los instrumentos de trabajo. Tremendo susto se llevaron, a tal grado, que decidieron por seguridad abandonar el lugar. Esta experiencia la he llevado muy presente desde entonces, por lo que cada comunidad que visito para realizar algún registro relacionado con la cultura, lo primero que hago es lograr el permiso de la comunidad.

Todo lo que me contaban era para mí novedoso, incluso pensaba que algunas cosas eran fantasía o irreales, pero por los materiales que ahí mismo en el departamento leía, producto de sus recopilaciones, mis dudas se iban aclarando y aumentaba mi curiosidad e interés por comprobar la veracidad de estos hechos en la realidad. En 1987 se crea la Unidad Regional Guerrero de Culturas Populares, en ese año me integré al equipo de trabajo como auxiliar de investigador, trabajando al lado de antropólogos egresados de la Escuela Nacional de Antropología e Historia (enah), de quienes, confieso, aprendí mucho. Esta oportunidad me abrió la posibilidad de conocer una realidad que anteriormente sólo había leído. De la geografía del estado sólo conocía Acapulco, Tixtla, Chilapa, Iguala y Tlapa, las cabeceras municipales, el resto era territorio virgen por explorar. Al incursionar por los senderos de las culturas populares guerrerenses, nunca imaginé encontrarme con una diversidad de manifestaciones tangibles e intangibles, llenas de simbolismo producto de la cosmovisión de quien o quienes las generan. Las culturas intangibles, invisibles, que se originan en los conocimientos y saberes del

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Tlacololeros de Zitlala armando vega

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cultura popular pensamiento humano, son la razón y el ser de la existencia de los individuos, pero sobre todo, es la cultura que llevan guardada en el corazón y sólo la comparten en la intimidad de su hogar y su comunidad.

Andar por las ocho regiones del estado, conocer su gente, costumbres, tradiciones, problemas y anhelos, me permitieron llegar a las venas mismas que alimentan a las culturas populares. Las experiencias vividas me han enseñado que no es necesario ser un docto, un académico, para apreciar nuestra cultura. La compresión de ésta se hace más compleja cuando la encajonamos en una serie de conceptos difíciles de entender, tales como pluriculturalidad, multiculturalidad, diversidad cultural, interculturalidad y otros, que no es nocivo utilizarlos, pero sólo funcionan para los discursos o escritos académicos de especialistas en la materia.

Sones y gustos de tarima en Tierra Caliente armando vega

El conocimiento de la cultura popular se nos facilita si nos ubicamos dentro de su propio ciclo, es decir, como parte de ella, entender que yo como individuo solo o en colectivo, la creo, genero, consumo, trasmito, transformo, intercambio, me alimento cotidianamente de ella, mi ser depende de ella y ella depende de mí.

Esta dualidad dialéctica que se da entre hombre y cultura, es lo que hace que la cultura popular este vigente, se reinvente y se trasmita por generaciones en forma de saberes y conocimientos.

Torito al medio día ramiro reina

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Gerardo Guerrero Gómez

Hoy en día he aprendido que la cultura popular la apreciamos a través de los sentidos porque se huele, se mira, se elabora, se degusta, la escuchamos y también la registramos, la guardamos en nuestro pensamiento en forma de saberes y conocimientos que los volvemos trasmisibles de individuo a individuo. En cada pueblo o comunidad, la gente canta, baila, hace fiesta, adora a sus dioses para pedir las lluvias o agradecerles algún beneficio recibido. Con sus manos encallecidas por el tiempo y el trabajo, la gente moldea

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y da forma a los rústicos materiales que toma de la naturaleza creando verdaderas obras de arte. La madera, las fibras, el papel, el hueso, el algodón, los hilos y otros materiales, son y han sido fieles cómplices para la creación del arte popular. Los olores y los sabores nos los regalan la rica y variada gastronomía; ir a las regiones, convivir con la gente y probar todo lo que las mujeres afromestizas, indígenas y mestizas hacen, son un verdadero deleite. Cada región, cada familia le pone el toque único en el sabor y en el olor a los platillos y bebidas que preparan, estas especialidades culinarias caracterizan e identifican a las regiones en cuanto a su gastronomía. Los sonidos del viento que nos da la naturaleza, las olas del mar que irrumpen sobre los riscos de las costas, el canto melodioso de las aves, a ellos se suma la voz de los trovadores, poetas, compositores e interpretes que por año, y en todo tiempo, le han cantado a su terruño querido. Sones, gustos, corridos, chilenas, valses, cumbias, boleros, baladas, de entre otros géneros, han sido el medio por el cual con sentimiento y amor describen a los pueblos, comunidades y regiones de Guerrero. Canciones como Guerrero lindo, Guerrero es una cajita, Tixtlequita, La San Marqueña, Ometepec, Acapulqueña, Caminos de Chilpancingo, Chilapa, Cajitas de Olinala, Taxco de mis amores, Petaquillero, Zirándaro, El Zumpangueño, Viva Teloloapan, entre otras, son fiel reflejo de amor y cariño que siente el guerrerense al cantarle a su estado; así se lo dice cantando, haciéndole una buena copla rimada, o un bello poema como lo hizo Rubén Mora y su inolvidable Canto criollo. Adentrarnos al mundo de la cultura popular no sólo nos permite conocer la riqueza, el crisol de manifestaciones y expresiones culturales que en cada rincón de los pueblos y comunidades están latentes y vivas, sino también a los autores de carne y hueso, quienes son los artífices de toda la producción y preservación de la diversidad cultural: niños, jóvenes, adultos, ancianos (hombres y mujeres), tejen cantan, rezan y adoran, cocinan, bailan y danzan, curan con los secretos de las plantas medicinales y con baños de temazcal; visten con las ropas que usaron sus ancestros y les enseñaron a tejer, cocinan sus alimentos con la receta que les heredo la abuela, pero lo más importante, a pesar del tiempo, aún hablan sus lenguas originarias como el Tuun saavi, Náhuatl, Ñom daa, Me`phaa y el afromestizo; expresiones orales que son la fuente de donde emanan y se transmiten los conocimientos.

Castillo de luces en honor a San Miguel Arcángel, en Chichihualco ramiro reina

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Artesanías c u lt u r a p o p ul a r

Caja laqueada de Olinalá cortesía libro manos mágicas

Cerámica pintada de Xalitla cortesía libro manos mágicas

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Montura confeccionada en piel y plata ramiro reina

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Mujer maya con quetzal y jadeíta, Taxco eric miralrío

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Muestra de la alta especialización alcanzada por las y los maestros plateros de Taxco eric miralrío

Ajedrez, maderas finas y plata, Taxco pedro pardo

Figura de plata de Taxco eric miralrío

El maestro Chico Coronel, Premio Nacional de las Artes arturo crispín

Guajes laqueados, obra de Francisco Coronel javier verdín

LA PLATA Desde los tiempos coloniales, el trabajo de la plata en el municipio de Taxco de Alarcón es una de las actividades que ha dado relevancia al estado de Guerrero. La plata es la marca registrada de esta ciudad que exporta orfebrería a todas partes del mundo. Hay más de 350 platerías que elaboran piezas refinadas y únicas como esculturas de caprichosos diseños, charolas, anillos, gargantillas, esclavas, pulseras, vasijas, y muchísimas formas más que los turistas adquieren fascinados. Manos mágicas de los artesanos de Guerrero javier verdín

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Calabaza, laca de Tlacamazapa

Guajes laqueados, Tlacamazapa

Artesana de Tlacamazapa, Olinalá cortesía libro manos mágicas

Bernardo Rosendo, maestro artesano de Olinalá javier verdín

Símbolo nacional, madera y laca de Tlacamazapa

LACAS En las lacas de Guerrero la tradición no es estática. Los artesanos y artesanas han innovado superando las técnicas rústicas del decorado; aquellos objetos adornados con motivos naturales como flores, animales y paisajes costumbristas, han sido cambiados por nuevas formas de decorado como el rayado, punteado y dorado. En la actualidad, las lacas más reconocidas son las que los artesanos nahuas de Temalacatzingo y Olinalá elaboran tomando como base los conocimientos ancestrales heredados por generaciones. Tiovivo laqueado, Tlacamazapa

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Botella decorada para mezcal arturo crispín

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Tejedora de Xochistlahuaca armando vega

Máscara usada en La Tigrada de Chilapa cortesía libro manos mágicas

Mascarón usado por los diablos cuerudos de Teloloapan javier verdín

Máscara de San Luis Acatlán cortesía libro manos mágicas

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Máscara ritual de tigre, piel, tela, cartón y pelos de animal, Zitlala cortesía libro manos mágicas

MÁSCARAS En la artesanía de máscara, el único límite es la imaginación. En ella se refleja lo diverso y lo creativo, lo fantástico y lo lúdico, el espanto y la alegría. En cada una de las máscaras de Guerrero se queda plasmado para siempre el asombro de lo humano. Los mascareros se sirven de los rústicos trozos de madera de colorín, tzompantle, copal, ocote, guamúchil, clavellina, entre otras especies, que con suma paciencia tallan, auxiliándose en una serie de herramientas y técnicas aprendidas de sus antepasados hasta lograr bellas y coloridas obras de arte.

Máscara de diablo cuerudo de Teloloapan, piel, madera y hueso javier verdín

Máscara de diablo, hueso, pelo y piel animal, artesanía de Petaquillas cortesía libro manos mágicas

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Bordado de San Luis Acatlán javier verdín

Huipiles de Xochistlahuaca eric miralrío

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Mujer y niño, vida cotidiana en palma tejida, Tlamacazapa cortesía libro manos mágicas

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Grupo de mariachis, figuras de palma, Tlamacazapa cortesía libro manos mágicas

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Artesano de Ameyaltepec ramiro reina

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Tejedora de cestos de Tlamacazapa eric miralrío

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Los pintores nahuas de Ameyaltepec, Tepecoacuilco, Xalitla y Maxela, mantienen viva la tradición de los antiguos tlacuilos, quienes tenían la responsabilidad de relatar a través de la pintura los aconteceres de la vida comunitaria. Los pergaminos de amate hacen referencia de su historia, sus costumbres, tradiciones, religiosidad y ritualidad, fundamentos de su cosmovisión comunitaria.

Papel amate pintado, Xalitla cortesía libro manos mágicas

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Monitos de coco, artesanía de Acapulco luis arturo aguirre

Reparador de sombreros, Cutzamala arturo crispín

Velero hecho con madera y fibra de coco, Zihuatanejo pedro pardo

Hamacas de Costa Grande pedro pardo

Artesanía de cerámica de Iguala eric miralrío

Detalle del fino tejido del sombrero calentano armando vega

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EL SOMBRERO GUERRERENSE La sombrerería es una de las actividades artesanales más prolíficas de Guerrero. El sombrero de Tierra Caliente, que se fabrica en talleres caseros, es de una calidad excepcional, su fineza es tal que algunos ejemplares llegan a costar verdaderas fortunas. Talleres de sombreros existen en varios municipios del estado, en la Costa Chica y la Montaña se producen distintas variedades: los hay sencillos, tipo norteño y para trabajo, para mujer y para hombre, pero todos están hechos con la misma intensidad que transmiten las manos de los habilidosos artesanos guerrerenses.

Figuras de concha y cáscara de coco, Las Salinas, Costa Chica eric miralrío

Artesanía de conchas marinas, Acapulco cortesía del libro horas detenidas

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Sombrero de piel con grabado, Buena Vista de Cuéllar cortesía libro manos mágicas

Huarache típico de Tierra Caliente armando vega

Bolsa de piel, Venta Vieja cortesía libro manos mágicas

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ALFARERÍA Los alfareros de Guerrero hacen un digno tributo a una de las actividades más ancestrales de toda civilización: la alfarería. Por el acabado y decorado de las piezas, podemos encontrar desde alfarería rústica, hasta objetos de alto refinamiento. Los principales lugares de producción alfarera en el estado son: el Fortín, en Tixtla; Atzacoaloya, en Chilapa; Coatlaco, en Cualác; Huycantenango, en José Joaquín de Herrera; Huitzapula, en Atlixtac; Tiringueo, enTlapehuala; San Cristóbal, en Ometepec; Tulimán, en Huitzuco, y el Cortijo, en Ayutla de los Libres.

Artesana del barro, San Agustín Oapan javier verdín

Huarache cruzado, Tierra Caliente armando vega

Huaraches cruzados, Tierra Caliente armando vega

Sombrero de piel de Buena Vista de Cuéllar cortesía libro manos mágicas

Barro pintado de San Agustín Oapan cortesía libro manos mágicas

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Tabiques y barro de Xalitla armando vega

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Danzas y Festividades c u lt u r a p o p u l a r

La Reina de los Mares, Parque de la Reina, Acapulco karina tejada

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Tlacololeros ramiro reina

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DIABLOS DE LA COSTA CHICA La Danza de los Diablos es un ritual dedicado al Dios Negro Ruja. Se visten con prendas maltratadas, viejas y rotas, en su mayoría de color negro con flecos en los bordes. Usan paliacates rojos en una mano, la cintura, el cuello o en la cabeza. La danza se interpreta por un grupo de 24 danzantes en dos columnas y todos son masculinos. Hay un Diablo Mayor o El Viejo y su mujer La Minga o La Vieja, madre de los diablos. Ella baila con El Viejo, sus hijos los diablos o con gente del público, con quienes es provocativa y coqueta. Los instrumentos de los tres músicos de los Diablos son: una flauta, (harmónica); una charrasca, (quijada de burro o de caballo) y un bote o tigrera, especie de pequeño tambor a cuyo cuero se conecta una vara que, untada con cera de Campeche, al restregarse con la mano produce un sonido como el rugido de los tigres.

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BAILE DE LAS MONAS DE TLAPEHUALA Mujeres de todas las edades danzan portando muñecas o monas hechas de pan blanco, para celebrar a una pareja cuando acaba de casarse.

Danza de los Diablos Cuerudos de Teloloapan javier verdín

Danza de la Topa del Toro edgar de jesús espinoza

Concurso de chicotazos de los Diablos de Teloloapan adriana loeza

Entre bramidos y bufidos corre por las calles la manada de diablos aterrorizando con sus descomunales máscaras. Los tronidos de sus chicotes se escuchan por las calles y los niños huyen al paso de las criaturas forradas de cuero y con cabezas llenas de otras cabezas animales, de cuernos encimados, de greñudas crines y agudos colmillos; cabezas llenas de la fantasía colorida de este desconcertante México. Las máscaras de diablos de Teloloapan se encuentran entre coleccionistas y museos de varios lugares de México y del mundo. El 16 de septiembre las calles de Teloloapan, Guerrero, se llenan de diablos que acompañados por la euforia cumplen con la costumbre anual de participar en el concurso donde han de lucir sus trajes y su habilidad para tronar en el aire los largos chicotes, con movimientos rápidos adelante y atrás, y hasta hincados o “con la zurda”.

Danza de la Topa del Toro o Toro de Petate en honor a San Bartolome Apóstol, Tecpán de Galeana edgar de jesús espinoza

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LOS DIABLOS DE TELOLOAPAN

El mayor número de chicotazos gana, Diablos de Teloloapan adriana loeza

Pobladores de El Súchil con su toro edgar de jesús espinoza

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Danza de las viejitas, Metlatónoc armando vega

Vaqueritos de Metlátonoc, región Montaña javier verdín

Danza de Los Vaqueros en honor a San Miguel Arcángel javier verdín

Personaje de la danza de Los Mecos ramiro reina

Danza de los Moros Chinos, Chilapa ramiro reina

Niños con máscara de tecuán y coyote, Metlátonoc javier verdín

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DÍA DEL PADRE JESÚS EN TAXCO Durante los días 5 y 6 de agosto, la plaza frente a la catedral de Santa Prisca se llena de color y alegría. Cientos de personas se dan cita para animar a los que suben por el palo encebado y más tarde, al caer la noche, sorprenderse con la quema del Castillo de Muñecos. Celebraciones del Día del Padre Jesús, Taxco de Alarcón eric miralrío

Personajes de los Moros javier verdín

DOCE PARES DE FRANCIA Al término de la Semana Santa, durante trece horas diarias –de 10 de la mañana a 11 de la noche– tiene lugar “el reto de Los doce pares de Francia”. Se le llama “reto” porque se desafían y guerrean entre sí moros y cristianos. El vestuario es sorprendente: los cristianos portan galanos trajes azules con capas bordadas en hilos multicolores y chaquira, para completar el sugerente atuendo ostentan sombreros con largas plumas. Los ropajes de los moros son rojos y sus tocados diferentes. Danza de los Doce Pares de Francia javier verdín

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Penitente, procesiones de Semana Santa en Taxco de Alarcón armando vega

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Las Ánimas, procesiones de Semana Santa en Taxco de Alarcón armando vega

Vía crucis, barrios históricos de Acapulco karina tejada

Encruzado, procesiones de Semana Santa en Taxco de Alarcón armando vega

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Altar de los milagros, santuario de Petatlán pedro pardo

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MĂĄscara de tecuĂĄn. El tigre ve a travĂŠs de una boca roja llena de dientes, Zitlala armando vega

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Ceremonia en el “quemadero” del cerro sagrado El Cruzco. Allí se adoran a los animales míticos del agua y del aire, relacionados con la llegada de la lluvia armando vega

Tecuanes preparan su indumentaria y máscaras de danza armando vega

Enredo de la reata a la cintura para protegerse de los golpes armando vega

Los peleadores recorren el barrio ataviados con sus trajes y sus reatas danzando al ritmo de flautas y tambores. arturo crispín

Las reatas se mojan en mezcal para endurecerlas armando vega

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Se come y bebe en casa del Mayordomo antes de la pelea armando vega

Tecuanes, perros y tlacololeros desfilan por las calles del pueblo hacia la plaza arturo crispín

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Los cerros sagrados se adornan con cruces; ante ellas acude toda la gente a dejar sus ofrendas, flores y veladoras armando vega

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Se adorna la capilla de la cruz con papel multicolor, se encienden velas y se quema copal. Una rezandera dirige el rosario y se cantan alabanzas ramiro reina

Festejo de San Nicolás Tolentino armando vega

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PETICIÓN DE LLUVIAS EN ZITLALA

Las peleas se escenifican frente a la presidencia municipal ante cientos de personas ramiro reina

La pelea de tigres de Zitlala es un evento gladiatorio para propiciar la lluvia. Se escenifica en fechas asociadas al inicio del calendario agrícola, el 5 de mayo. Los participantes están conscientes, abierta o soterradamente, de que los tigres pelean para que el dolor, el sufrimiento físico y la eventual sangre derramada sean ofrendas a la deidad para que ésta, a su vez, otorgue la lluvia y sus bienes.

Los Mecos, San Nicolás Tolentino armando vega

La petición de lluvias comprende ritos, rezos, procesiones y danzas, para que no escasee el agua en pozos y manantiales armando vega Hombres Tigres arturo crispín “Rezandera” armando vega

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Entre más golpes se den y más sea la sangre derramada, mayor será la fertilidad de la tierra y la abundancia ramiro reina

El rugido de los “tigres” invade el ambiente armando vega

Los tigres se enfrentan a golpes secos, la pelea dura sólo algunos minutos ramiro reina

La pelea de tigres, ritual de origen prehispánico arturo crispín

El traje de tigre es de manta teñida que simulan las manchas del jaguar ramiro reina

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Hombres vestidos de tigre simbolizan la fuerza y fertilidad de la tierra ramiro reina

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Los tecuanes llevan como terrible arma, además de sus puños, una reata endurecida con brea, con la punta abultada, como si se tratara de un mazo armando vega

Máscara en forma de yelmo, hecha de varias capas de cuero cosido con pelos de jabalí armando vega

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La Gran Tigrada en Chilapa javier verdín

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LA GRAN TIGRADA Es un evento multitudinario instituido desde 1987, en la ciudad de Chilapa. Se celebra cada 15 de agosto, en el cual se rinde culto a la ancestral deidad de Tepeyolotli, benefactor de la agricultura y a la virgen de la Asunción, venerada en la catedral de esa ciudad. Esta festividad reúne a todas las variantes del hombre tigre del antiguo reino del Cohuixcapan. Entre las comunidades indígenas, los niños, jóvenes y adultos, se disfrazan con el tradicional traje de tigre que es color amarillo con rayas negras y la máscara de madera elaborada en la comunidad de Ayahualulco. La Gran Tigrada en Chilapa javier verdín

Tigrada, Chilapa fotografía de javier verdín

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La Gran Tigrada en Chilapa javier verdĂ­n

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Día de muertos en el panteón de Metlatónoc santano gonzález villalobos

Altar de una casa típica de La Montaña javier verdín

Plegaria al alba en alguna parte de La Montaña javier verdín

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Día de muertos, panteón de Tixtla ramiro reina

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Velas milagrosas en el mercado de Tlapa javier verdín

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Celebración de los muertos secultura

Jaripeo frente a la iglesia de San Miguel Arcángel en Chichihualco ramiro reina

Ofrenda típica de Tierra Caliente leonardo gallardo

Rezandero de La Montaña javier verdín

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Casa en la que habitó Don Vicente Guerrero en Tixtla arturo crispín

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Niño Tecuán armando vega

Lucha del tigre y el tlacololero javier verdín

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Chilpancingo Pendón Fandango armando vega

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Desfile de Diablos y Manueles en el Fandango Guerrerense secultura

Danza de los machos secultura

Danza de los Tlacololeros, su origen se remota al siglo XVI, Chichihualco ramiro reina

Danza de Tecuanes, Zona Centro secultura

Los Tlacololeros

El Maizo secultura

Chilpancingo-pendon-fandango armando vega

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Danza de los Machos, Zona Centro secultura

Mojigangas en uno de los municipios de la Montaña de Guerrero ramiro reina

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“Éste es el Tigre, afamado Maizo, que bajó por aquel cerrito, gran susto le fue a pegar al señor del tamborcito. Este señor asustado, Maizo, me ha venido a suplicar que cuando el Tigre lo agarre un son le ha de tocar”. La anterior estrofa corresponde a una de las 16 “relaciones” de la danza de los tlacololeros, el más antiguo baile popular de Guerrero y el que integra mayor número de elementos prehispánicos dentro de su génesis mestiza. Los protagonistas –catorce bailarines más el Tigre y el Pitero- bailan al sonido de la flauta y un pequeño tambor para representar la persecución del Tigre, principal dañero de cosechas y animales de corral.

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Maravilla, personaje de los tlacololeros secultura

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Carrera de caballos, Chichihualco ramiro reina

NiĂąo Tlacololero armando vega

Chilpancingo PendĂłn Fandango armando vega

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Agua para Tlacololeros ramiro reina

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Paseo del pendĂłn, en Chichihualco ramiro reina

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Fiesta patronal de la Señora Santa Ana que se lleva a cabo en Mochitlán del 25 de julio al 2 de agosto ramiro reina

Procesión de Lancheros, 12 de diciembre en Acapulco pedro pardo

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Procesión de Santiago Apóstol domitilo rodríguez bautista

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Fiesta de la Purísima Concepción, Ameyaltepec ramiro reina

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Gastronomía

esmero, el legado que dejaron mis padres y mis ancestros; porque en la mesa sabíamos que cada día descubriríamos un regalo abundante que conjuntaba variedad, sabor, sazón, pero sobre todo, mucha pasión por ese espíritu de comer “sabroso”. Esa tradición ancestral de los sabores auténticos de mi estado y de mi Patria, los preparo en mi negocio de banquetes con mucha alegría y entusiasmo, para que la gente que nos visite se sienta orgullosa de probar el legado de nuestra historia, bajo el marco de una bahía espectacular: la bahía de Acapulco, con el mejor clima del mundo y con decoraciones y ambientaciones increíbles con el fin de generar arte que trasciende el mero proceso de preparar comida, porque es el arte de tomarse el tiempo para hacer lo que debe hacerse desde el fondo del corazón. Me gusta estar en contacto con la naturaleza de este hermoso lugar que me vio nacer y admirar sus paisajes, sus playas, su clima, sus montañas, su gente, y sus mercados. Tuve el gran privilegio de nacer en esta tierra guerrerense, tierra fértil y completa, rodeada de una biodiversidad única y complementada con varios kilómetros de costas que nos dan los ingredientes perfectos para tener a la mano un gran tesoro culinario de sabores y saberes ancestrales que me he encargado celosamente de rescatar.

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Los jardines del sabor

He tenido el privilegio de publicar tres libros de cocina, el primero: Mexican favourites para Williams of Sonoma; el segundo, que fue best seller a nivel internacional, traducido a seis idiomas: Mexico the beautiful cookbook, y el último, ganador del premio al Mejor Libro de Cocina Mexicana 2011, y segundo lugar a nivel mundial: México, una herencia de sabores.

Susana Palazuelos Recuerdo con gran cariño el inmenso y abundante jardín de la casa de mis padres repleto de flores exóticas y de copiosos frutos que recolectaba con mi madre Margot Rosenzweig de Palazuelos para la comida del domingo. Al poco rato llegaban los pescadores con sus increíbles tesoros: robalos, huachinangos, pulpos, cocineros, ojotones, lisas, silios, almejas, ostiones, lapas, percebes, y todo tipo de maravillosos e increíbles frutos de mar que anunciaban que muy pronto se iba a servir un “festín tropical” al puro estilo guerrerense. Esos domingos de mi infancia, marcados por un arrebato conmovedor que nos provocaba el banquete familiar, lleno de creatividad y una ilimitada generosidad, son los que inspiraron mi vida y mi deseo de compartir con la gente que me rodea, con el mismo amor y

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La historia de nuestra gastronomía comienza con ingredientes prehispánicos como el maíz, el chile, la calabaza; luego con el mestizaje se incorporan los productos españoles como el cerdo, el aceite, los lácteos, y se complementa con los sabores de Oriente que llegan a través del Galeón de Manila como el tamarindo, el mango, el coco.

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Susana Palazuelos, chef internacional eric miralrío

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Susana Palazuelos eric miralrío

Me apasiona el esfuerzo que hacen cotidianamente las manos de las increíbles mujeres guerrerenses para llevar a sus hogares los sabores y aromas de toda una historia que fortalece nuestras raíces como estado; gracias a ellas, fue posible alimentar a hombres valientes que transformaron con sus ideales de libertad y Patria nuestra República, siguiendo a verdaderos caudillos como Don José María Morelos y Pavón, los Galeana, sobresaliendo Don Hermenegildo, los Bravo, los Álvarez, Don Vicente Guerrero, entre varios héroes epónimos más, que al ser alimentados con nuestros platillos lograron la fuerza para que hoy pudiéramos sentirnos orgullosos de ser guerrerenses y de ser libres a lo largo de los siglos. No olvidemos que en cada una de las ocho regiones del estado existen platillos típicos, con características locales: tal es el caso del pozole verde y blanco, de pollo y de puerco, con su respectiva botana, que se consume en todo el estado acompañado del mezcal oriundo de nuestras tierras con la famosa damiana (para dar vigor al cuerpo), o el fiambre, las cemitas y las chalupitas de Chilapa, el mole rojo de Teloloapan, el aporreadillo de Tlapehuala, las langostas de nuestra Costa Chica, y los langostinos de nuestros ríos, la morisqueta y los tamales nejos, así como el guinatán y el caldo de cuatete (levanta muertos). De la Costa Grande: el chilatequile de Tixtla, los jumiles de Taxco, el ceviche de Acapulco, así como los complementos de la muy variada y rica oferta frutal como las marañonas, los icacos, el coco, el huamúchil o

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pinzán, el coyol o coacuyul, las ilamas, el chicozapote, la papaya roja, el limón, el mango, la guanábana, el caimito, el mamey, el nanche, el jinicuil, el tamarindo, y todas las demás que sería prolijo enumerar. He crecido con la vocación de rescate de los sabores de mi tierra, y Dios me dio la oportunidad de llevarlos a nivel internacional en más de cincuenta festivales alrededor del mundo, entre los que destacan: Australia, Hong Kong, Corea, Inglaterra, España, Argentina, Estados Unidos, Malasia, entre otros. También he podido servir los sabores de nuestra tierra a grandes personalidades que han visitado nuestro puerto, como los últimos seis presidentes de la República, la reina Isabel II de Inglaterra, el rey de Malasia, y un sinfín de personalidades del mundo del espectáculo y del Jet Set. He logrado que Acapulco se convirtiera en el lugar predilecto de los enamorados para unir sus vidas, haciendo hermosas bodas que ponen en evidencia toda la magia de nuestro destino y de sus sabores. Les invito ahora a cruzar la puerta que he abierto, a penetrar en el mundo del sabor, a mi sentimiento, a mi corazón, a mi sensibilidad, a mis emociones, a mis recuerdos, a mi pasión, y por encima de todo, a mi amor por mi tierra y por servir a la gente.

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gastronomía

Pescado a la talla

Cultura Popular

Cultura Popular

gastronomía

Pescado a la talla tradicional pedro pardo

Delicias del mar en la Costa Chica eric miralrío

por susana palazuelos

Los pescadores de la Costa Grande del estado de Guerrero, que acostumbran pescar toda la noche, me relataron que antes de emprender la jornada, para no pasar hambre, pescan algunos ejemplares a los cuales les introducen una vara por la boca. Los clavan en la arena a la misma talla, encima de las brasas (de ahí la razón de su nombre), para que el calor los ase de manera uniforme. Ahora el pescado a la talla en las enramadas de las costas, se abre a lo largo, en forma de mariposa, se impregna con un adobo de chiles para darle mas sabor y se coloca en una rejilla de metal para cocerlo sobre las brasas de manera mas rápida. Este platillo ya se ha convertido en un ícono popular que tiene la sazón característica de cada uno de los distintos lugares donde se prepara. Aunque en pequeña proporción, esta receta aporta dos ingredientes poco comunes: las pasas y el chocolate. salsa • 100 g de chile pulla seco (50 aprox.) • 250 g de chile guajillo (40 aprox.) • 100 g de chile costeño (43 aprox.) • 100 g de chile pasilla (13 aprox.) • 1 taza (250 ml) de agua • 1/2 cebolla grande • 6 dientes de ajo (25 g aprox.) • 25 g de chocolate en tablilla picado • 1/4 de taza de pasas • 1/8 de taza (30 ml) de vinagre blanco • 1/2 cucharadita de clavo entero • 1 cucharadita de pimienta en grano • 4 ramas de mejorana seca • 1/2 cucharadita de comino • 3 cucharadas de aceite • 1, 1/2 cucharadas de consomé de pollo en polvo • 115 g de mantequilla derretida • 1 huachinango entero (2 kg aprox.), con escamas y espinas • Jugo de 1 naranja • 2 cucharadas de mayonesa • 45 g de mantequilla derretida mezclada con unas gotitas de limón • 2 limones en rodajas para decorar • 1 kg de tortillas de maíz

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Coctel de pulpo, camarón y caracol, Zihuatanejo pedro pardo

Arpilla de ostiones frescos de Casa de piedra eric miralrío

Para preparar la salsa: cortar los chiles a lo largo y quitarles las semillas. En un comal bien caliente asarlos, volteándolos constantemente hasta que queden ligeramente tostados, sin llegar a quedar crujientes ni quemados, ya que esto ocasionaría una salsa amarga. Colocarlos en un tazón y cubrirlos con agua. Remojar durante 20 minutos, escurrir, cubrir nuevamente con agua, mover y escurrir. Licuar utilizando el agua necesaria para formar una pasta espesa (1 taza aproximadamente) y colar. Reservar. • En un sartén tostar la cebolla y el ajo hasta casi quemarlos. Reservar. • Licuar el chocolate de tablilla con las pasas y el vinagre blanco. Reservar. • En un sartén colocar el clavo, la pimienta y la ramita de mejorana y tostar durante 3 minutos sin dejar de mover el sartén. Agregar el comino y tostar un minuto más. Reservar. • Licuar una taza de la salsa ya preparada con las especias y el ajo y la cebolla fritos. Sofreír en una cacerola grande con 3 cucharadas de aceite durante 10 minutos a fuego muy suave. Incorporar el resto del adobo y la mezcla de chocolate y pasas. Sazonar con consomé de pollo en polvo y cocinar durante 4 horas a fuego muy suave hasta reducirla a la mitad. Incorporar la mantequilla derretida en la tercera hora de cocción y continuar cocinando hasta completar las 4 horas.

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Abrir el pescado en un corte de mariposa y limpiarlo retirando los intestinos y las agallas. Lavar y secar perfectamente. Colocarlo sobre una charola de horno, salarlo y rociarlo con el jugo de naranja. • Untarlo ligeramente con mayonesa, cubrirlo con la salsa a la talla (aproximadamente 3/4 de taza). Colocarlo dentro de una doble rejilla, previamente engrasada con aceite, con la piel hacia abajo. Poner el pescado sobre las brasas a una altura de 20 centímetros (aproximadamente). Las brasas deben estar a una temperatura media (aproximadamente 120˚ C). Cocinar durante 20 minutos, cuidando no quemar las escamas. Dar la vuelta y cocinar 10 minutos más, comprobando que esté bien cocido. Retirar del fuego, abrir la rejilla y barnizar con la mantequilla derretida mezclada con unas gotitas de limón. Sacar de la rejilla y colocar sobre un platón, decorando con rodajas de limón. • Servir acompañado de tortillas recién hechas a mano.

Campechana de mariscos arturo crispín

Tiritas de pescado, Zihuatanejo pedro pardo

Ostiones recién sacados del mar con un chorrito de limón, Playa Ventura, Copala eric miralrío

Coctel de caracol, Las Salinas, Copala eric miralrío

nota: la salsa de la talla sobrante se puede congelar en un recipiente hermético hasta por 3 meses. 6 personas.

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gastronomía

Cultura Popular

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Cuatetes, usados en la preparación del Prau Prau, o caldo de cuatete; Mercado de Coyuca pedro pardo

Cocina típica en Tres Palos eric miralrío

Sal de grano y limón de Las Salinas, Copala eric miralrío

Queso de Tierra Caliente armando vega

Pez vela, su carne es muy usada en la marisquería costeña eric miralrío

Jitomate y chiles asándo en Mitla karina tejada

Mojarra frita de la laguna de Coyuca pedro pardo

Huachinangos del mercado central de Acapulco cortesía libro horas detenidas

Sal marina extraída de los depósitos de Las Salinas, Copala eric miralrío

Palometas en el mercado de Coyuca pedro pardo

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Plátanos fritos, complemento de platillos tradicionales de las costas pedro pardo

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Pozole de Ayutla javier verdĂ­n

Botana de pozole ramiro reina

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Pozole de Chilpancingo ramiro reina

Pozole verde de Zihuatanejo pedro pardo

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Cultura Popular

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Nacatamal de Zihuatanejo pedro pardo

Tamales nejos de Costa Chica arturo crispín

Preparando el mole, Tierra Caliente ramiro reina

Relleno de puerco, Costa Grande pedro pardo

Fiambre de Tixtla arturo crispín

Tamales nejos del poblado de Patambo, Coyuca de Catalán armando vega

Tamal de Tichindas de Cuajinicuilapa luis arturo aguirre

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gastronomía

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Panes listos para entrar al horno en Atoyac pedro pardo

Pan tradicional de baqueta en Tlapehuala región de Tierra Caliente armando vega

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Toqueres, Placeres del Oro región de Tierra Caliente armando vega

Elaboración de las picadas en Mitla karina tejada

Mujeres cocinando tortillas en Cochoapa javier verdín

Picaditas de frijol en la Barra de Coyuca pedro pardo

Pan dulce de Tlapehuala armando vega

Horno para pan en Tlapehuala ramiro reina

Panes calientitos de Tlapehuala armando vega

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Horno antiguo calentano armando vega

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gastronomía

Cultura Popular

Leche dura, Tierra Caliente armando vega

Conserva de ciruela con canela leonardo gallardo

Platanos fritos de San Francisco, Copala eric miralrío

Semillas de ajonjolí con piloncillo eric miralrío

Cultura Popular

Agüita de coco arturo crispín

gastronomía

Atole de ciruela de Tierra Caliente armando vega

Vendedora de Chilate javier verdín

Ciruela Seca armando vega

Mezcal de Chilpancingo ramiro reina

Pulpas de tamarindo, San Francisco Copala eric miralrío

Pulpa de tamarindo enchilada ramiro reina

Dulces de coco, Atoyac eric miralrío

Atole de la Costa Grande pedro pardo

Elaboración de la nieve javier verdín

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gastronomía

Cultura Popular

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Mango ataulfo de la Costa Chica armando vega

Nanches armando vega

Árbol de papaya maradol eric miralrío

Cultura Popular

Guayabas ramiro reina

Pomarosa eric miralrío

Plátano macho de la Costa Chica luis arturo aguirre

Ilamas de Costa Chica eric miralrío

Guajes eric miralrío

Calabazas eric miralrío

Plátano bananico de San Francisco eric miralrío

Guanabanas de San Francisco eric miralrío

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Jamaica guadalupe pérez

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Granadas ramiro reina

Cocos eric miralrío

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Nisperos eric miralrío

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Fruto del árbol Linaloe arturo crispín

Variedad de mazorcas de maíz eric miralrío

Milpas de maíz arturo crispín

Magueyes mezcaleros ramiro reina

Cultura Popular

Tejocotes de Cacalotenango eric miralrío

Combas de Tierra Caliente armando vega

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fauna

Cultura Popular

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Chapulines ramiro reina

Iguana, Zihuatanejo pedro pardo

Tortuga carey karina tejada

Garza pedro pardo

Cocodrilo pedro pardo

Pelicano pedro pardo

Cormorán karina tejada

Jaguar pedro pardo

Pardela pedro pardo

Chivos de la Montaña pedro pardo

Ganado cebú karina tejada

Jumiles, Taxco eric miralrío

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Música Popular c u lt u r a p o p u l a r

Indalecio Ramírez en el Festival Internacional La Nao 2008 leonardo gallardo

Soneros de Tlapehua ramiro reina

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Manuel Aguirre Salgado, músico de Tierra Caliente armando vega

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Cultura Popular

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Josafat Nava, música de Arcelia armando vega

Tiburcio Noyola eric miralrío

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Actuación de soneros y baile de tarima secultura

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Alma Calentana secultura

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Cultura Popular

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Los Salmerón. Rigoberto Salmerón García, violín y canto; Camilo R. Camacho Jurado, violín; José Salmerón García, guitarra y canto; Ely Salmerón García, guitarra y canto; Nadia Mercedes Salmerón García, tamborita y canto, Juan Salmerón García, Contrabajo. cortesía del autor

Cantante lengua original la montaña secultura

Los Gallardo, Festival La Nao 2007 leonardo gallardo

Los Salgado. Alfonso Salgado, Erik Santamaría Duque, violín; Luis Enrique Palacios Salgado, tamborita; Bardomiano Salgado Aguirre, guitarra y Bardomiano Salgado Beltrán, guitarra. cortesía del autor

Músico tradicional de la Montaña secultura

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Músicos de calentanos armando vega

Soneros de Costa Grande pedro pardo

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Interior del Auditorio Sentimientos de la Nación, en los festejos del 27 de octubre ramiro reina

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Compañía de danza contemporánea de la Secretaría de Cultura ramiro reina

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Cultura Popular

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Danza regional guerrerense, Auditorio Sentimientos de la Nación ramiro reina

Museo Histórico de Acapulco, Fuerte de San Diego eric miralrío

Casa de los Vientos arturo crispín

Rejas solares Centro Cultural Acapulco arturo crispín

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Cultura Popular

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Museo Virreinal, Taxco de Alarcón

Museo de la Resistencia Indigena, Ixcateopan eric miralrío

Casa Borda, Taxco de Alarcón eric miralrío

Hacienda El Chorrillo, Taxco de Alarcón

Interior del Museo Virreinal, Taxco de Alarcón

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Museo de la Bandera, Iguala de la Independencia arturo crispín

Museo de la Bandera, Iguala eric miralrío

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infraestructura

Cultura Popular

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Museo Regional de Guerrero, Chilpancingo de Los Bravo arturo crispín

Museo Interactivo La Avispa, Chilpancingo de Los Bravo

Museo de Tierra Caliente armando vega

Interior del Museo de Tierra Caliente armando vega

Museo Regional de la Costa Grande, Zihuatanejo arturo crispín

Zoochilpan zoológico de Chilpancingo de Los Bravo

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Cultura Popular

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Museo Soledad de Maciel, Petatlán arturo crispín

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Pictoglifos de Oxtotitlán arturo crispín

Zona arqueológica Ixcateopan arturo crispín

Ayuntamiento de Tepecoacuilco de Trujano eric miralrío

Objetos que pertencieron a Don José María Morelos, se resguardan en el H. Ayuntamiento de Tepecoacuilco eric miralrío

Zona arqueológica de Cuetlajuchitlán eric miralrío

Zona arqueológica de Huamuxtitlán javier verdín

Restos de la antigua fábrica de textiles en el Ticui, Atoyac pedro pardo

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Cultura Popular

Zona arqueológica “La Organera” Xochipala, Eduardo Neri arturo crispín

Juego de pelota del sitio arqueológico de la Soledad de Maciel, Tecpan de Galeana pedro pardo

Juego de pelota en el sitio arqueológico de Tehuacalco arturo crispín

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Catedral de Santiago Apóstol, Ometepec arturo crispín

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Iglesia y Convento de la Asunción de María, Cutzamala de Pinzón armando vega

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Catedral de Fray Bautista Moya, Ciudad Altamirano armando vega

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Iglesia de Colotlipa, Quechultenango ramiro reina

Catedral de Nuestra Señora de la Soledad, Acapulco arturo crispín

Cúpula de la Catedral de Altamirano armando vega

Templo Parroquial de San Luis Rey de Francia, San Luis Acatlán eric miralrío

Catedral de la Virgen de la Asunción, Chilapa ramiro reina

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Iglesia de la Santa Veracruz, Taxco eric miralrío

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infraestructura

Cultura Popular

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Altar mayor de la Catedral de Santa Prisca, Taxco eric miralrío

Interior del Santuario de Olinalá arturo crispín

Interior de la catedral de Chilapa arturo crispín

Altar de la iglesia de la Asunción, Ixcateopan eric miralrío

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Cultura Popular

Cabeza de Tata Lázaro armando vega

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Monumento a la Bandera e Himno Nacional, Iguala arturo crispín

Centro de Ixcateopan eric miralrío

Héroes de la Independencia arturo crispín

Museo de la Bandera, Iguala eric miralrío

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Cultura Popular

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Jardín San Mateo, Chilpancingo arturo crispín

Zócalo de Chilapa

Zócalo de Cutzamala

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Zócalo de Ciudad Altamirano

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Zócalo de Ixcateopan eric miralrío

Casa en la que se hospedó el Generalísimo Morelos en 1813, Cutzamala de Pinzón armando vega

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Autopista del sol ramiro reina

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Pertinencia de los Sentimientos de la Nación Pablo Sandoval Cruz

Hoy en día nos conmueven los grandes sentimientos de Morelos: “Las leyes serán iguales para todos, que se modere la opulencia y la indigencia, el derecho al estudio parejos tanto para el hijo de cacique y del terrateniente como para el hijo del barrendero”, con vigencia actual porque somos millones los pobres y, una mínima parte los millonarios, uno de ellos, el más rico a nivel mundial, pero la educación pública está lejos de ser igualitaria. Ese año de 1813 fue el parteaguas entre la esclavitud y la libertad de los americanos que por trescientos años cargamos el yugo de la insolente degradación de los habitantes de estas tierras hispano-americanas. Entonces surge el hombre visionario en el que afloran sus sueños de muchos años atrás y de muy diversos quehaceres, la viva realidad de los habitantes de este continente. A la par que otros colosos del Cono Sur como Simón Bolívar, el mariscal Sucre, San Martín y varios más que hablaban el mismo lenguaje de luchar con las armas por la independencia del dominio español, Morelos y sus diputados contagiados de los aires puros de libertad, al igual que los Bravo, los Rueda, los Adame, los Alarcón, los Salgado de este poblado, y circunvecinos, convertido en Capital Nacional, junto a mujeres como las mejores independientes: doña Leona Vicario, Antonia Nava, Manuela García Villaseñor, María de Jesús Alvarado, María Gertrudis Bernal y muchas más. Fue necesario que se expidiera un acta muy especial para que se cumpliera legalmente nuestra independencia de una metrópoli ibérica de ideas colonistas, rapaces y antihumanas que empleaban la región y la educación, el libro y el rosario, el claustro y

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la inquisición para hacernos creer que sólo bajo el bautizo pasaríamos a ser cristianos y alejarnos del salvajismo. En el fondo se trataba de una justificación para llevarse el oro, la plata y todos los tesoros de aquella civilización nuestra, es decir, nos confundieron la política con la ideología, la primera para esquilmarnos y la segunda para justificarse. La trascendencia de estos hechos van más allá de un acontecimiento histórico aislado, Morelos hablaba en nombre de un vasto territorio cuyas fronteras por el norte colindaban con los hoy Estados de California, Texas, Nuevo México, Arizona, que eran territorios nuestros, y por el sur, hasta Mesoamérica. Un hecho insólito: se olvidó incluir a Filipinas que también era colonia española y con quien tuvimos un gran comercio a través de la Nao de Manila con Acapulco. Otro de los grandes aportes fue la abolición de la esclavitud y la tortura, así como la supresión de las castas –persisten hasta hoy con otros nombres-: “y sólo distinguirá a un americano de otro el vicio y la virtud”. La tesis contenida en el artículo 39 constitucional ya lo plasmaba el primer legislador mexicano, José María Morelos y Pavón en 1813: “La soberanía nacional reside esencial y originalmente en el pueblo. Todo poder público dimana del pueblo y se instituye para beneficio de éste y también el derecho de alterar o modificar la forma de gobierno”. En este proceso del primer congreso, dos hechos sobresalieron: la gran popularidad de Morelos y sus caudillos junto a su ejército insurgente, y por otro lado, el que los naturales de estas tierras vieran este levantamiento como una gran esperanza de cambio en sus vidas de parias y que el Generalísimo Morelos fungiera como el representante del Poder Ejecutivo. Así como el hecho de que se cambiara a Siervo de la Nación debido a su gran humildad y su trato gentil, no sólo con su tropa, sino

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con el pueblo mismo. Él se definió: “Soy Siervo de la Nación porque ésta asume la más grande, legítima e inolvidable de las soberanías”. Es indudable que a Morelos le sirvieron sus andanzas como arriero para conocer la región no sólo geográficamente lo que le daría un vasto conocimiento en la guerra , sino también el conocimiento de la realidad de la vida de los habitantes en poblaciones y comunidades; todo ello, junto a la erudición que le daba dominar el latín y la lectura del francés. A esto se agrega, su información de lo que pasaba en España con el regreso a la Constitución de Cádiz y la de Filadelfia; lo que acontecía en Francia con su gesta heroica de 1789, su abordaje a la Bastilla y su Comuna de París de breve duración, así como la abolición del mando de los reyes y la desaparición del feudalismo. Todo eso le sirvió para llenar su cerebro de sabiduría a pesar del constante dolor que lo obligaba a usar un lienzo para mitigarlo. La cuestión de que la mayoría de los postulados gravados en los Sentimientos de la Nación no se hayan hecho realidad y de que el respeto a los Derechos Humanos siga siendo una asignatura pendiente, significa que los guerrerenses demócratas estamos obligados a luchar porque el mandato constitucional se cumpla, por ejemplo: que el Ejército y la Marina no deben intervenir en la vida civil y realizar funciones de policía cuando su misión es defender la soberanía nacional. Por la desaparición de los cuerpos policiacos anticonstitucionales e impulsar las policías comunitarias como resultado de una organización preventiva, que los jóvenes y las mujeres también lo hagan para reivindicar sus derechos: los primeros, para alejarlos del vicio y la delincuencia en aras de mejores oportunidades de vida y desarrollo, y las segundas, para cuidar su salud, ya sea en el renglón de las inmunizaciones y medidas técnico-preventivas como en el ámbito de la alimentación. Luchamos por una ley de amnistía que ponga en libertad a los presos de

conciencia y perseguidos políticos, por la presentación con vida de secuestrados y “levantados” por motivos políticos y sociales. Estamos porque la Cámara de Diputados local expida una ley que proteja los recursos naturales como el oro, la plata y demás metales y metaloides, así como los maderables que explotan monopolios extranjeros y sólo dejan montes donde la flora y la fauna han desaparecido, tierras estériles, ríos y manantiales que van desapareciendo contaminados por los minerales en explotación. Luchamos por subsidios a los productos agrícolas en manos de los campesinos, comuneros o ejidatarios con garantía para ser colocados en el exterior, trátese del café, ajonjolí, cocotero, jamaica y otros productos. Nos oponemos a la construcción de la hidroeléctrica La Parota porque esas comunidades de cuatro municipios no han dado su consentimiento. Construir una Riviera Mexicana a costa de la enajenación de nuestras tierras, bosques y comunidades, va contra nuestra Constitución Política, si agregamos que es una zona sísmica y que se carece de infraestructura para proteger contra un desastre ecológico, esto se vuelve antipatriótico. Woodrow Wilson dijo en su momento: “Un país es poseído y dominado por el capital que en él se haya invertido”. Pensemos en este monto en las grandes deudas internas y externas cuyos intereses lo cubre el pueblo mexicano a través del 16 por ciento del IVA con la amenaza de un aumento que incluye los alimentos y medicinas. Por eso creemos que es de justicia que se reviertan las reformas laboral y educativa que son retrógradas porque todo el sacrificio que se empleó para tener leyes de avanzada durante el régimen Cardenista se globalizaron pero en retroceso y volvamos a los tiempos de Santa Anna y de Porfirio Díaz. Nuestro sentir de salario mínimo para ser cambiado a salario social que garantice cubrir las necesidades de los hogares, de lo contrario los trabajadores estarán cada vez dependiendo de las dádivas y las limosnas. Lucharemos porque las secretarías de Estado cambien sus estrategias políticas para que realmente sean útiles a la sociedad, la prueba de su fracaso son 53 millones de mexicanos en situación de pobreza y los

once millones y medio en pobreza extrema a nivel nacional, pero con dedicatoria especial a Oaxaca, Chiapas y Guerrero. Es urgente que la política económica y educativa gire ciento ochenta grados para que todos los pobres seamos vistos como sujetos de Derecho y no como objetos que sufrimos; incluso, impide dar plena autonomía a nuestras etnias que suman más de quinientos mil habitantes y puedan gozar de todos sus derechos. Exigimos que cesen los feminicidios que día con día aumentan junto a los periodistas y luchadores sociales, y que en la nueva Constitución del Estado se incorporen las figuras de democracia participativa con todos los sectores sociales, la iniciativa popular, las candidaturas independientes; que las necesidades sociales abanderadas por las comunidades sean atendidas para que estos espacios de poder democráticos sean defendidos e impulsados por las comunidades y los pueblos organizados. Nos sentimos aprisionados en lo económico y social, en lo militar y en lo político, poniendo en almoneda nuestra soberanía nacional y popular y nuestra propia independencia que proclamó el gran Morelos en esta ciudad. Así, se han modificado varios artículos de nuestra Constitución, particularmente el 27, 2l, 3, el 73 en su párrafo XXV, y otros, para dar paso a la privatización de los bienes de la nación, de la educación, energéticos, electricidad, minerales y maderables, playas costeras, incluyendo la operación despojo de Pemex, que fue como entregar la joya de la corona, y se prepara el golpe mortal para los órganos legislativos. Si a todo ello añadimos las deudas externa e interna de más de seis billones de pesos, y la no disposición de estos gobiernos a plantear una moratoria que de paso a una recomposición de la economía, entonces seguiremos siendo dependientes incondicionales de un imperio globalizador, delegando de hecho al Comando Norte de los Estados Unidos, la función de defensa de nuestro país en franca violación a nuestra Constitución para justificar la militarización de la seguridad interna de México. A manera de recuento histórico anoto lo siguiente: eran los años de 1848 cuando se consumó el mayor despojo mediante el Tratado de Guadalupe-Hidalgo con el cual perdimos más de la mitad de nuestro territorio, sumando a ello el de La Mesilla. Entonces, el

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negociador estadounidense Nicolás Trist dijo unos días después de la firma de ese tratado: “Si aquellos mexicanos hubieran podido ver dentro de mi corazón en ese momento, se hubieran dado cuenta de que la vergüenza que yo sentía como norteamericano era mucho más fuerte que la de ellos como mexicanos, aunque yo no lo podía decir ahí, era algo de lo que cualquier norteamericano debería de avergonzarse”. ¿Qué hubiera podido sentir el hombre más puro de todas las épocas: el gran Morelos, si hubiese despertado de su profundo sueño y constatara este gran territorio? Atribulado Morelos por lo que pasó en Apatzingan, ya que el Congreso le había despojado del mando de su ejército, aunque se hubiera glorificado en Acapulco, Tixtla, Oaxaca y Cuautla, pues no le perdonó haberse convertido en el ídolo de los mexicanos. Con unos cuantos fieles cae preso el 5 de noviembre de 1815, y de inmediato viene la degradación eclesiástica, y por fin su muerte el 22 de diciembre de ese mismo año. Nacimos de la Independencia bajo el signo de la traición. Un años y meses después de aquel 1821, con el Pacto de Acatempan, entre Guerrero e Iturbide, éste traidor se corona emperador y desde entonces nuestras gestas revolucionarias son aprovechadas por personas antipatriotas. Con Juárez combatimos por un federalismo y una República bajo el ideal del liberalismo mexicano, más no por una monarquía centralista; cayeron miles de compatriotas por tener una democracia y no una oligarquía; luchamos por un gobierno popular y soberano, y no por un gobierno de las clases dominantes y clericales; nos enfrentamos con una revolución pacífica para tener un gobierno democrático y patriota como fue el Cardenista, y no por un gobierno dependiente entregado a las potencias extranjeras y copado por tratados, convenios y cartas que tienen a nuestro país como rehén de las fuerzas imperialistas. La gran interrogante de hoy es: ¿Qué nos queda de las tres gestas gloriosas de 1810, 1857 y 1910? Es urgente oxigenar los Sentimientos de la Nación de Morelos, Allende, Aldama, de la Corregidora de Querétaro, de Álvarez, de Vicente Guerrero y demás insurgentes, para de esa manera poder entrar de lleno hacia la cuarta República con el mayor decoro y dignidad, y lograr una nueva opción de Nación, a eso invito a los patriotas mexicanos. Chilpancingo de los Bravo, Agosto de 2013

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Gente de Guerrero

Guerrero es una Cajita Guerrero es una cajita pintada en Olinalá, abre pronto la cajita, ábrela pronto, ábrela...

En ella hay una paloma con su cinta de listón; la palomita es Chilapa, la cinta es mi corazón. A la tiraná-nanaí, a la tirana-naní, abre pronto la cajita, ábrela pronto, sí, sí... abre pronto la cajita, ábrela pronto, sí, sí...

En la caja hay un cenzontle que no deja de cantar, el cenzontle es la chilena que ahorita voy a bailar. Bella perla es Acapulco y Taxco es el medallón, la flor roja es Chilpancingo y Ometepec el botón, A la tiraná-nanaí, a la tirana-naní, abre pronto la cajita, ábrela pronto, sí, sí... abre pronto la cajita, ábrela pronto, sí sí...

Antonio I. Delgado Con letra del maestro Raúl Isidro Burgos.

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Mujeres nahuas de Tepozonalco, Leonardo Bravo armando vega

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Mujer mixteca ramiro reina

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Belleza de la zona centro ramiro reina

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Chica de la Tigrada javier verdín

Pendón ramiro reina

Fandango Guerrerense ramiro reina

Pueblos originarios de Guerrero javier verdín

Reina de la Feria de San Miguel Arcángel, Chichihualco ramiro reina

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Rostros y miradas de Tierra Caliente armando vega

Danzante javier verdín

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armando vega

Gallardía y franqueza armando vega

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Pequeño tlacololero armando vega

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NiĂąos de Tlacotepec ramiro reina

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Flores de infancia armando vega

Aplicados karina tejada

El niĂąo de la iguana, Barra de Coyuca pedro pardo

El trompetista mini ramiro reina

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Niños de Las Peñitas luis arturo aguirre

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Sonrisas y burbujas pedro pardo

Niños en el embarcadero, Coyuca eric miralrío

Niña en la copra, Atoyac pedro pardo

Iniciación del oficio pedro pardo

Niña playera eric miralrío

Niña jugando con burbujas ramiro reina

Fuentes danzarinas, Acapulco secultura

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Mural, Zihuatanejo pedro pardo

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Los tres mixtecos javier verdín

Playa Paraíso pedro pardo

Luis Ángel, Barra Vieja luis arturo aguirre

Barra de Coyuca pedro pardo

Río Copala eric miralrío

Simpatía juchiteca luis arturo aguirre

Jugadores de baloncesto en La Montaña javier verdín

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Pesca con chinchorro pedro pardo

Vendedora de comida conteplando el ocaso en Pie de la Cuesta eric miralrĂ­o

Cortador de cocos, Ixtapa pedro pardo

Pescadores en la laguna de Tres Palos karina tejada

Pescadores de Zihuatanejo pedro pardo

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Platanar, Coyuca karina tejada

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Manglares de Tres Palos karina tejada

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Ancianos de Tierra Caliente armando vega

Metateras de Ayutla javier verdĂ­n

Trabajador de la mina La Concha, Taxco eric miralrĂ­o

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Cohetero, oficio de festividades ramiro reina

Copra, Atoyac pedro pardo

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Bolillero, Taxco eric miralrĂ­o

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Pescador de Punta Maldonado luis arturo aguirre

Picaditas de Coyuca pedro pardo

Rezandero de Metlatónoc javier verdin

Tabaquera de Tecpán pedro pardo

Calentano de Guerrero armando vega

La pesca del día en Playa Ventura, Copala eric miralrío

Vendedora de semillitas karina tejada

Mercado de Coyuca pedro pardo

Ostionero de la Costa Chica eric miralrío

Vendedor de chivos y borregos en el mercado de Tlapa javier verdín

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Tarrallero de Barra Vieja eric miralrío

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Tixtleca en campo de flores ramiro reina

Dos miradas ramiro reina

Pueblos negros de Guerrero javier verdín

El descanso en Playa Ventura eric miralrío

Matriarcado javier verdín

Madre e hija luis arturo aguirre

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Mujer devota de Zitlala armando vega

Fumador Mixteco javier verdín

Para que los sueños no se escapen ramiro reina

Asperezas de la piedra ramro reina

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Familia de Tecpan pedro pardo

Danzoneros calentanos karina tejada

Anciana con su mascota ramiro reina

Bailarines de Acapulco karina tejada

Familia típica de Tierra Caliente arturo crispín

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Jugadores de playa Manzanillo karina tejada

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Laguna Chautengo eric miralrío

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Mujer suriana ramiro reina

Orgullo identitario ramiro reina

Bañista en Acapulco eric miralrío

Juntando leña en la Costa eric miralrío

Freidora de pescado, Coyuca pedro pardo

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Mi periplo por la educación superior, la ciencia, la tecnología y el cuidado de la salud.

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Con sumo agrado hago un recuento de las principales actividades que he desarrollado en mi trayectoria profesional de más de seis décadas, según se me ha solicitado por los organizadores de esta obra que rememora el genio de José María Morelos y Pavón y su trascendente aportación para alcanzar la independencia de nuestro país y para la concepción, consolidación y visión del estado mexicano a través de su proclama titulada “Los sentimientos de la Nación”, presentada en el Congreso de Anáhuac, celebrado en Chilpancingo. Por eso, estas reflexiones, son expresión, asimismo, de mi orgullo de ser guerrerense.

Puedo decir que, en retrospectiva, mi afán ha sido una búsqueda incesante del conocimiento en un anhelo, nunca completamente satisfecho, de alcanzar ambiciosas metas que constituyan efectivas palancas para lograr satisfactores que nos ofrezcan mejor calidad de vida y mayor bienestar para nuestros conciudadanos.

iguala, guerrero, 29 de diciembre de 1925. Presidente del Consejo Asesor Científico y Médico del ISSSTE, Presidente Emérito de la Fundación Mexicana para la Salud, A. C., Miembro de El Colegio Nacional.

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Dr. Soberón karina tejada

Puedo decir que esa inquietud se me despertó desde mi juventud. Desde entonces, se fue arraigando, cada vez más, a medida que avanzaba en mi indeclinable propósito de aprender. Me daba cuenta que el conocimiento adquirido era un poderoso estímulo para proseguir la búsqueda que me había propuesto. Desde luego que era yo consciente de la imposibilidad de abarcar el conocimiento en su totalidad pues es una entidad que, de suyo, no tiene límite ni en su extensión ni en su profundidad. Por eso me pareció que no debía perder de vista que hay un equilibrio entre la amplitud del conocimiento y su profundidad y que esa noción debe ser una referencia constante en nuestra formación lo que equivale a decir que conviene guardar una armonía tanto en las novedades que vamos incorporando en nuestro intelecto como en las capacidades que vamos construyendo para resolver problemas que enfrentamos y para plantearnos nuevas interrogantes. Este tipo de consideraciones me llevó a la conclusión de que, sin duda, despertaba más mi interés el fenómeno biológico que escondía numerosos secretos a los estudiosos de la vida y sus manifestaciones. Así, en la preparatoria (1941-1942) disfruté sobre todo la botánica y la zoología, materias en las que tuve dos excelentes maestros: Daniel Nieto Roaro y Eduardo Caballero. También, en ese tiempo, confirmé mi decisión de que continuaría con la carrera de Medicina. En 1943 ingresé a la entonces Escuela Nacional de Medicina ubicada en lo que fue la Santa Inquisición durante la colonia española, donde los médicos nos formábamos a través de dos etapas claramente delimitadas: las llamadas materias básicas donde, por tres años, se conocía la estructura y el funcionamiento del cuerpo humano y, ulteriormente, por medio de la enseñanza clínica y la de diversas patologías, nos enterábamos apenas sobre la distorsión de la estructura y de la función causadas por padecimientos diversos así como del supuesto curso terapéutico mediante intervenciones médicas y quirúrgicas. En la escuela de medicina me sentí transformado y alentado, pues me daba cuenta que mi esfuerzo perseguía más los nuevos conocimientos que intentaban explicar la naturaleza de la relación salud/enfermedad. Pronto me di cuenta de la imposibilidad de absorber y retener todo el cúmulo de nuevas verdades que surgían rápidamente, así que iba estableciendo mis prioridades sin dejar de considerar que habría de

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ciencia incurrir en profundizar en una especialidad médica. Enfrascado en tareas demandantes, aún cuando muy recompensantes, me propuse recurrir a fuentes del nuevo conocimiento escritas en inglés o en francés, pródigas en cuestiones innovadoras. Yo pertenezco a las generaciones médicas que empezaron la carrera estudiando textos en francés y la terminaron leyendo obras en inglés. Abrevar en textos escritos en su idioma original tiene dos ventajas: se accede más pronto a los nuevos conocimientos y nadie nos pide libros prestados.

En la carrera de medicina me di cuenta que el aspecto que más me interesaba y por el que me sentí más atraído era la patogenia, es decir, el estudio de la forma en que los agentes patógenos interaccionan con el organismo humano y producen enfermedades definidas. Yo entonces meditaba “eso explica bien el caso de las enfermedades infecciosas, parasitarias y las causadas por productos tóxicos, pero las llamadas idiopáticas, ¿dónde quedan?” El maestro Leonides Guadarrama nos tranquilizaba: “el término idiopático es para ocultar nuestra ignorancia”, pero esa explicación no era suficiente. Ahora que ya está la genómica con nosotros, al tiempo que estrechamos el término

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Guillermo Soberón idiopático, nos sentimos más satisfechos de descubrir cómo se esclarecen por enfoques que llegan a los productos génicos. En todo caso, reconozco que la curiosidad por la patogenia fue la que me condujo por los senderos de la investigación científica, pero antes hube de transitar por la patología, la medicina interna, la endocrinología para aterrizar en la bioquímica. Esta vocación se plasmó y consolidó durante mi estancia de veinticuatro meses (1949-1952) como residente del entonces Hospital de Enfermedades de la Nutrición, creado el 12 de octubre de 1946. Quiso mi buena fortuna que el maestro don Salvador Zubirán, director fundador de la institución, que en 1980 pasó a ser el Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán, dispusiera que iniciara mi formación como internista en el nuevo departamento de patología bajo el liderazgo del doctor Edmundo Rojas Natera quien había sido entrenado para esa responsabilidad en la Universidad Harvard. Los seis meses que pasé en patología fueron muy recompensantes, pues ese departamento participaba en sesiones conjuntas de revisión de órganos de las autopsias con sus homólogos del Hospital Infantil de México y del Instituto Nacional de Cardiología fundadas por los maestros Federico Gómez e Ignacio Chávez en 1943 y 1944, respectivamente. Estas instituciones recibieron el nombre de sus fundadores algunas décadas más tarde. Mi estancia en patología reafirmó mi interés por la patogenia y acentuó mi convicción de dedicarme a la investigación científica. Más todavía, Edmundo Rojas me propuso que porfiara yo en la patología y me aseguraba una beca para avanzar en mis estudios en algún sitio prominente del extranjero y me garantizaba que, a mi regreso, tendría un lugar en su departamento. No obstante, a mi me pareció que mi propósito inicial de

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profundizar en la medicina interna era genuino y todavía no se me había dado la oportunidad de probarme a mí mismo, por lo que decidí continuar con mi entrenamiento clínico que ya habría tiempo y manera de reconsiderar mi destino, llegado el caso. Proseguí pues con mis planes originales y transité por los servicios de internamiento de hombres y de mujeres y por la consulta externa en los que trabajé con toda intensidad bajo la guía tutelar de verdaderas estrellas de la medicina de aquellos tiempos: Bernardo Sepúlveda, Roberto Llamas, José Báez Villaseñor, Francisco Gómez Mont, José Laguna, Luis Sánchez Medal, Rafael Rodríguez, Roberto Hernández de la Portilla y varios más. Por supuesto que aprendí medicina interna, pues en Nutrición se concentran muchos enfermos diabéticos y es sabido que quien domina la diabetología necesariamente tiene capacidad en medicina interna. Por eso, me convencí que al ser internista debería buscar la endocrinología, pues esta disciplina se encontraba en pleno auge; las hormonas, producto de las glándulas endócrinas eran elementos idóneos para profundizar en la patogenia que seguía siendo mi anhelo. Así, cuando le hice saber al maestro Gómez Mont, a quien me había arrimado en pos de aumentar nuevos conocimientos, me indicó que lo que debíamos hacer es llevarlo a la consideración del maestro Zubirán pues el desarrollo impresionante que se observaba en Nutrición indicaba nuevas oportunidades. El maestro Zubirán recibió con beneplácito mi deseo de ser endocrinólogo y me indicó que me preparara para solicitar una beca al doctor Horning, representante de la fundación Kellogg para América Latina y que él ya procedería a solicitar un lugar para mí en el grupo del doctor Thorn de la Universidad Harvard. Mejor perspectiva no podría obtenerse, pero nunca se sabe de cuestiones supervinientes. En efecto, yo había decidido que iniciaría mi formación de endocrinólogo en el curso de graduados que conducía Gómez Mont en Nutrición, cuyo inicio sería en el mes de septiembre de 1952, para lo que se hizo un re-arreglo en mi programa de la residencia en Nutrición, pues se aceptó que los seis meses que pasé en Patología en 1949, podrían valerme por la estancia en Radiología y en Cirugía que tenía programadas y así completé el período para que me valiera la residencia. Así, pude laborar por las mañanas en la Consulta Externa de Nutrición en la que supervisaba las actividades de los residentes y colaboraba en el seguimiento de enfermos.

Guillermo Soberón Las tardes las aprovechaba para estudiar física, química y matemáticas bajo la guía de mi prometida quien terminaba su carrera de Química en la unam. El giro completo se dio por la circunstancia de que Gómez Mont me aconsejó que visitara al doctor José Laguna, quien justamente regresaba de Escocia para establecer un laboratorio de investigación bioquímica en Nutrición. Mi contacto con Laguna fue muy estimulante para mí, pues me di cuenta que la bioquímica podría ser el gran instrumento que yo buscaba para adentrarme en la investigación científica. Es decir, ahí se me prendió la luz: otro aviso a Gómez Mont y nuevo viaje a la Dirección. Yo pensé que el maestro Zubirán se pondría muy molesto, pero no fue así. Expresó: “Me parece muy bien, la bioquímica es el futuro de la medicina y hay que implantarla en esta institución”. Cambio de señal a la Kellogg, nueva aprobación de beca y a buscarme un sitio para hacerme bioquímico.

Tuve la suerte de haber sido aceptado para hacer mis estudios de posgrado en la Universidad de Wisconsin, en aquel tiempo, considerada como la meca de la Bioquímica por los varios departamentos de bioquímica que ahí habían florecido. Mi mentor fue el doctor Philip P. Cohen, jefe del Departamento de Bioquímica de la Escuela de Medicina (UW), quien era doctor en bioquímica y médico, por lo que tuvo mayor comprensión para mi caso y con quien pude construir una entrañable amistad que perduró hasta su muerte en los años ochenta. El fue una gran ayuda en mi carrera científica y, por cerca de 30 años, extendió su sombra protectora sobre mi persona a través de visitas mutuas en Wisconsin y en México.

ciencia Una vez doctorado en Wisconsin, en agosto de 1956 regresé a México a establecer un departamento de bioquímica en el vetusto edificio de Nutrición en la calle de Miguel Jiménez. Ese departamento funcionó como filial del departamento de Bioquímica de la Facultad de Medicina de la unam, ya bajo la dirección de José Laguna. Floreció la enseñanza de posgrado que pudimos llevar del nivel maestría, dependiente de la Facultad de Medicina, hasta el nivel de doctorado, ahora dependiente de la Facultad de Química, ambas de la unam. Sumando fuerzas pudimos reunir mayor capacidad instalada para las tareas del posgrado que las que se habían dotado para el Cinvestav, ipn que justamente iniciaba su labor. También hubo un excelente despegue de la productividad científica, pues se publicaron numerosos trabajos en los que colaboramos profesores y estudiantes de posgrado de los varios departamentos universitarios y de algunos Institutos Nacionales de Salud (Nutrición, Cardiología, Hospital Infantil que se involucraron en la enseñanza de graduados en el área de Bioquímica). Yo seguía inquieto por adentrarme en la patogenia de alteraciones patológicas. Por eso emprendí varias líneas de investigación que buscaban conocer los cambios en diferentes actividades enzimáticas en ratas sometidas a condiciones extremas que les obligaban a sintetizar o a catabolizar componentes tisulares involucrados en diversas vías metabólicas. Así exploramos el esquema de depleción-repleción, por el cual se sometía a un grupo de ratas a un período de inanición por 96 horas y se les realimentaba ad líbitum por un período igual, sea con una dieta completa, sea con una dieta que contenía una proteína deficiente (zeína cuyo contenido en triptófano era por debajo de los valores considerados normales). Las ocho enzimas escogidas para seguir sus variaciones formaban parte de diversas vías metabólicas a fin de expresar si las variaciones en las actividades correlacionaban con las condiciones drásticas de depleción y repleción en vías metabólicas que participan en procesos biosintéticos o en procesos catabólicos. El sustrato experimental era el hígado de rata que responde con grandes variaciones frente a situaciones de depleción/ repleción. La racionalidad de este estudio era explorar un grupo de enzimas involucradas en variadas vías metabólicas en dos situaciones de regeneración del tejido hepático: la reparación del tejido perdido por un período de inanición, y la reparación del tejido perdido por la regeneración que sigue a la hepatectomía. En el

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primer caso, la restauración de los componentes catabolizados son vueltos a sintetizar por las mismas células, y en el segundo caso, la creación de nuevas células se hace para reparar la masa removida. Los resultados fueron esperanzadores, pues como las actividades enzimáticas se medían en condiciones de exceso del sustrato y de los cofactores requeridos, se podría inferir que las variaciones observadas correspondían a variaciones en la cantidad de apoproteínas específicas, lo cual podría corroborarse por métodos directos y más sensibles cuando la racionalidad de las variaciones así lo indicara. Esto nos llevó a continuar la investigación en esquemas metabólicos constituidos por sistemas multienzimáticos que tuvieran productos finales connotados y caracterizables, importantes desde el punto de vista funcional. Para este fin estudiamos las enzimas que participan en el ciclo de biosíntesis de la urea y los cambios que experimentan bajo el efecto de diferente ingesta proteica o por los efectos de una carga intraperitoneal de NH4+. Fue espectacular observar una variación proporcional entre sí de los enzimas involucrados, acorde con la magnitud de la carga metabólica de nitrógeno que debía excretarse en forma de urea. Este hallazgo era indicador de mecanismos regulatorios sincronizados, y muy probablemente, vinculados a mecanismos subyacentes responsables del control. Se habían descrito en procariotes una serie de controles al nivel molecular pero la situación era oscura en eucariotes. Una correlación similar se pudo comprobar en la escala filogenética en relación al hábito de excreción nitrogenada en especies unicotélicas, ureotélicas y amonotélicas. De nuevo, gran entusiasmo y nuevos alientos y esperanzas. Varias cuestiones se movían simultáneamente: desde luego, la enseñanza de la bioquímica iba sobre ruedas, pues al nivel de licenciatura, con el liderazgo de Pepe Laguna, nos integramos sin ningún problema con la responsabilidad de dos grupos en el Departamento de Bioquímica de la Facultad de Medicina de la unam, uno a cargo de Carlos Gitler quien, después de alcanzar su doctorado en Wisconsin, se integró en nuestro departamento, y el otro, a mi responsabilidad. Con respecto al posgrado se hizo un solo programa de los dos que había al nivel de maestría; el de la Facultad de Medicina y el de los institutos de Nutrición, Cardiología y el Hospital Infantil, lo que hizo posible extender la enseñanza de posgrado al nivel de doctorado, el cual se

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ciencia desarrolló con todo vigor, pues el elenco de alumnos de posgrado fue excelente. A las generaciones subsecuentes ya fue posible reconocerlos aquí en México hasta el nivel del doctorado, y ya se podían incorporar en otras universidades en el extranjero o aquí mismo, pero en el nivel posdoctorado. Los estudios sobre la biosíntesis de urea revelaron además dos tipos de arginasa: uno presente en el hígado de los animales ureotélicos, la otra presente en el hígado de los animales uricotélicos. Además, una circunstancia biológica relevante que demostramos en el ajolote mexicano (ambistoma mexicanum, especie que vive en las aguas pantanosas del lago de Xochimilco), es neoténico, es decir, su existencia transcurre como un animal acuático, posee branquias y se reproduce en estado larvario. Sin embargo, sí se le extrae del agua, paulatinamente alcanza metamorfosis completa, desarrolla pulmones, pierde las branquias y pasa, de ser amonotélico a ser ureotélico, sin que haya cambios ostensibles en la actividad de su arginasa, que tiene un carácter uroetélico pero es incapaz de hidrolizar arginina endógena y cuando se induce su metamorfosis mediante la inyección de hormona tiroidea, adquiere la capacidad de hidrolizar la arginina endógena. Se induce un cambio estructural que ahora le permite conectarse con el sitio activo de la enzima argininosuccínico sintetasa. Sin duda que la tiroxina detona algún cambio estructural en la arginasa que le permite incorporarse en la vía multienzimática. Que duda cabe que llegamos al umbral de esclarecer un mecanismo que podría explicar formas regulatorias que operan en organismos multicelulares.

Ese camino que duró de 1957 a 1973, produjo unas dos docenas de trabajos que fueron publicados en revistas internacionales: Journal of Biological Chemestry, American Journal of Physology, Biochemical Journal, B.B Acta, etc., se impartieron numerosas conferencias y sirvieron de material de tesis de licenciatura, maestría y algunas de doctorado.

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Yo me había propuesto desde que estaba en Wisconsin que el trabajo que produjera en México debía tener la calidad suficiente para ser aceptado en revistas internacionales. De hecho fui el primer mexicano que publicó en revistas internacionales de primer nivel, trabajo bioquímico realizado en México. El contenido de esos trabajos fue la base de la elaboración de tesis de licenciatura, maestría y doctorado de cerca de veinte personas que transitaron por los departamentos e institutos en los que laboré. Todos los estudiantes de posgrado fueron muy productivos y pronto asumieron posiciones de liderazgo en México. Cabe mencionar a Estela Sánchez, Jaime Mora, Jaime Martuscelli, Ángel Arroyo, Mario Castañeda, Rebeca Tarrab, Víctor Alemán, Guadalupe Vélez, María de la Luz Suárez, Dalila Sáenz, Luis Cañedo, Gustavo Zedillo, entre otros. Es de recordar una serie de siete trabajos que aparecieron en el Biochemical Journal, en los que además de explorar mecanismos regulatorios en la rata, en una vía multienzimática bajo la influencia específica de dieta con diferentes cantidades de proteínas o de deficiente calidad, y el efecto de la transición del amonotelismo al ureotelismo, pudimos caracterizar y describir dos diferentes tipos de arginasa: la uricotélica y la ureotélica. En 1965, a propuesta del rector Ignacio Chávez, fui designado por la Junta de Gobierno de la unam, director del Instituto de Estudios Médicos y Biológicos. Ese instituto fue creado en 1941 como un laboratorio especializado dentro de la Escuela de Medicina de la unam, para dar acomodo a destacados investigadores españoles en distintos aspectos del área biomédica. Migraron a nuestro país al fragor de la guerra civil que afectó a la madre patria. En 1954, se inició un edificio propio dentro de la Ciudad Universitaria (cu) que empezó a desarrollarse en 1952. En 1967, el Instituto de Estudios Médicos y Biológicos cambió de nombre a Instituto de Investigación Biomédicas. Varios retos tuve que enfrentar en la institución:

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• Establecer el primer departamento de Biología Molecular que fue creado en México. • Profesionalizar la investigación que ahí tenía lugar. • Vincular la enseñanza de posgrado con la investigación que se llevaba a cabo. • Formular un programa de profesores visitantes que laboraran por periodos de largo plazo, en tanto retornaban a México jóvenes inicialmente preparados en nuestro país que fueron enviados ulteriormente a sitios estratégicos del extranjero. • En fin, impulsar el desarrollo del Instituto. Todo se cumplió cabalmente. La Coordinación de la Investigación Científica de la unam, a la que accedí como titular de la misma en 1971, me confirió una nueva dimensión en mi carrera como investigador científico, pues tuve que ocuparme de lo que corresponde a la vasta, y ciertamente compleja, investigación científica que la unam realiza a través de sus institutos, centros, departamentos, laboratorios, estaciones foráneas que están involucradas en ese tipo de tareas. Pero se dio una circunstancia que enriqueció mi experiencia, el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (conacyt) fue creado en diciembre de 1970, y en febrero de 1971, tomé posesión de la Coordinación de Ciencias. Dado que el mayor número de investigadores de tiempo completo laboraban en la unam, tenían, sin duda, más experiencia que sus pares que pertenecían a otras instituciones mexicanas; el mayor número de trabajos de investigación se producían en la unam, los equipos fundamentales para la investigación habían sido adquiridos y, en algunos casos, diseñados y construidos por la unam. Fue lógico, pues, que la mayor parte del personal reclutado para el inicio de las tareas del conacyt fuera tomado, principalmente, de la planta de investigadores de la unam. No obstante, se les contrataba a tiempo parcial y se les remuneraba insuficientemente. Ya que los salarios de la unam, de suyo, eran insuficientes, pero lo que percibían era significativo para los investigadores, pues era una cantidad adicional que les permitía respirar con más tranquilidad. Por eso daban preferencia a sus tareas en conacyt sobre las que realizaban para la unam. Claro que protesté enfáticamente, y con el respaldo del rector González Casanova, pude gestionar un convenio de colaboración unam-conacyt que introdujo términos razonables para cada institución y, por lo tanto, se estableció una sinergia que fue muy efectiva. En la unam reconocíamos que teníamos

una responsabilidad en el desarrollo de la investigación científica a nivel nacional, y existía la convicción de que deberíamos coadyuvar pero no al precio de desmantelar lo que con tanto esfuerzo habíamos construido. El tiempo ha demostrado que en el rubro de desarrollo institucional la dupla unam-conacyt ha obtenido excelentes logros. Después de la Coordinación de Ciencias se dieron dos giros drásticos en mi derrotero como investigador biomédico. Yo había transitado desde un interés en adentrarme por conocer más sobre la patogenia de las enfermedades, aprender sobre el conocimiento, ciertamente empírico, que empezaba a surgir y se iba afianzando; encontrar aproximaciones originadas en terrenos clínicos y las distorsiones estructurales que revela la anatomía patológica, y luego, asegurar una sólida preparación a través de una capacitación bioquímica que me facilitara acometer nuevas tareas, a fin de poder incorporarme en una corriente avasalladora, constituida por los incesantes nuevos conocimientos en torno al funcionamiento de los seres vivos. En este empeño no estaba solo y, de hecho, nunca me sentí solo, pues éramos muchos los que compartíamos este tipo de inquietudes, sobre todo, entre los jóvenes que afanosamente urdían qué, y cómo explorar para contribuir en el propósito de desentrañar secretos que, a través del enfoque científico, empezaban a develarse. Años en que alterné esfuerzos para aprender y para seguir aprendiendo con el añadido de transmitir los conocimientos que aprendía a jóvenes deseosos de seguir el mismo camino y dotarlos con los medios, desde luego, mejores que los que yo tuve a mi alcance, para incursionar por esa ruta compartida. Pronto

ciencia entendí que esta debía ser una prioridad por la situación de despertar en la ciencia y correr para consolidarnos que, en aquel tiempo, enfrentábamos. Aquellas primeras generaciones de estudiantes de posgrado fueron admirables por su entrega, su inteligencia y su afán de ser mejores. Fueron también, un acicate para quienes fuimos los maestros que los iniciamos. La creación de la Sociedad Mexicana de Bioquímica en 1957, de la que soy presidente fundador, fue un crisol en el que convergimos los integrantes de departamentos de bioquímica y de otras áreas aledañas que empezaban a surgir en universidades y en instituciones de salud. Más allá del vigoroso intercambio académico que significó la Sociedad Mexicana de Bioquímica, propició una solidaridad entre sus miembros que dio lugar a apoyos como préstamo de equipo, disponibilidad de reactivos especializados, soporte metodológico, etc. Fue un grupo exitoso que ha dejado un legado sobre la importancia de las sinergias en procesos educativos, proyectos de investigación y esquemas de desarrollo. El primer giro en mi derrotero científico fue ciertamente imprevisto. En 1972, tres cuestiones harto conflictivas que se sucedieron en forma consecutiva pusieron en un brete a la unam: primero, las pretensiones de un grupo de egresados de la Escuela Nacional de Maestros, de ingresar a la unam sobre las reglamentaciones establecidas; en segundo lugar, la presencia en el campus universitario de dos personajes de infausta memoria: Miguel Castro Bustos, fracasado estudiante de derecho en la unam, y Mario Falcón, pintor más bien de origen oscuro en las filas del activismo político, quienes se hacían acompañar de una docena de sicarios armados con metralletas; en tercer término, la irrupción del sindicalismo universitario, armado de un reclamo con ribetes violentos que dio lugar a un proceso de definición de la naturaleza de las relaciones laborales en las instituciones de educación superior, que se prolongó hasta 1980, fecha en la que se puede señalar su desenlace. Precisamente, los conflictos de 1972 determinaron la renuncia del rector Pablo González Casanova, el 5 de diciembre de 1980. La Junta de Gobierno auscultó a la comunidad y formuló una lista de diez personas escogidas. Después de las entrevistas correspondientes, me designó rector de la Universidad Nacional Autónoma de México, el 3 de enero de 1973. El 15 de diciembre de 1976, fui reelecto para un segundo período que inicié el 3 de enero de 1977, y terminé el 2 de enero de 1981. Así pues, fueron ocho años intensos,

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fragorosos y harto recompensantes, pues si bien hubo que enfrentar graves retos, la gran potencialidad de la institución, principalmente cifrada en la gran riqueza de su capital humano, los universitarios que laboran en la institución y los que han emergido de ella, ha provisto los medios para superar o aminorar ostensiblemente dichos ominosos desafíos, lo que ha permitido conducir a nuestra máxima casa de estudios por senderos promisorios de superación académica y proyección social. Entre los desafíos que hubo que enfrentar, se cuentan los cuatro siguientes: 1. La violencia rampante que asumía tres principales formas: a) La llamada violencia revolucionaria que provenía de un activismo extremo con tintes ideológicos y actitudes anarquizantes, en buena parte residual de los graves conflictos de 1966, 1968 y 1971. b) La violencia producto de delitos del orden común, puesto que el ámbito universitario, desprovisto de protección y carente de medidas de seguridad, era refugio de delincuentes y de activistas extremos que, asimismo delinquían. c) La violencia emanada de la tensión creada por un sindicalismo radical, con pretensiones extra universitarias, ya que el esfuerzo por encontrar vías de avenimiento y de convivencia de la comunidad académica y de la parte propiamente laboral administrativa, fue muy enconado con brotes periódicos de ruptura. 2. La gran demanda de ingreso a la unam que se generó subsecuente a la contención a la admisión que se alcanzó entre 1960 y 1966, durante el rectorado del maestro Chávez, y que hizo crecer la matrícula universitaria desproporcionadamente, connotada como masificación, situación que, de hecho, se produjo, de manera sostenida y creciente, desde que la unam se cambió a cu en 1954. Por otra parte, la creación del cch en 1971, establecía el compromiso de la unam de dar acomodo a quienes habrían de emerger del cch a fines de 1973, lo que agravaría la situación. 3. Brotes de anarquismo y reclamos por constituir co-gobiernos se habían presentado y amenazaban con entronizarse en el propiocch, en la Facultad de Medicina, en la Escuela de Arquitectura (donde ya

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ciencia operaba, fuera de la legislación, un llamado autogobierno) y en algunas otras instancias. 4. Había una fuerte tensión entre el gobierno federal (léase los presidentes de la República) y la unam (léase el rector en turno), claramente establecida desde el tiempo en que eran Gustavo Díaz Ordaz, presidente e Ignacio Chávez, rector. Desde luego que el hecho de que tuviera que hacer frente a numerosos, variados y complejos problemas no determinaba que yo relegara mi añejo interés por impulsar la investigación científica, ya que esta actividad era prioritaria en la lista de acciones para hacer de la unam una institución mejor. Vale entonces mencionar los enfoques que se siguieron para despejar las difíciles circunstancias en las que nos encontrábamos. a) Restablecer una mejor proporción entre los recursos educativos y el número de estudiantes: • Disminuir la admisión a las carreras cuya capacidad se había saturado. • Abrir nuevas opciones educativas. • Incrementar cinco nuevos campuses en los linderos entre el Distrito Federal y los municipios aledaños (Cuautitlán Izcalli, Acatlán, Iztacala, Aragón y Zaragoza) • Acelerar la construcción pendiente para el cch (dos tercios de la capacidad prevista). • Explorar nuevas posibilidades de expansión en distintos puntos del territorio nacional. • Descentralizar áreas sobresaturadas de cu. • Aplicar políticas para contener y/o disminuir las cifras de admisión. • Fortalecer a las universidades estatales a fin de estimular su demanda, o incluso, que parte de la matrícula de la unam pudiera emigrar hacia las instituciones al interior de la República. Esto se hizo a través de un vigoroso programa de intercambio académico establecido entre la unam y las universidades públicas estatales (participaron todas menos una). La investigación científica fue el rubro más ampliamente considerado. Fue preciso facilitar que los sabáticos destinados al personal académico de la unam, indujera su inserción en otras universidades y fomentar el número de personal de tiempo completo.

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Guillermo Soberón Respecto de la investigación científica universitaria se definieron los términos para acomodar a los investigadores dentro de categorías y jerarquías definidas, y se establecieron los criterios para su movilidad en la escala académica. Por supuesto que mi posición de rector me hizo participar activamente en un esfuerzo para revisar y establecer las condiciones y la normatividad del profesorado y de los estudiantes de la educación superior. Estos esfuerzos se plasmaron en la “Ley General de la Educación Superior” que fue promulgada en 1978. Así pues, pude empaparme de ese nivel educativo que, de suyo, tiene un gran dinamismo por los cambios requeridos para que el contenido de la enseñanza y la metodología pedagógica puedan estar en consonancia con los incesantes cambios de la sociedad. Fue para mí una experiencia muy aleccionadora. Cuando en el año 1982 se aproximaba el cambio de gobierno, y ya era presidente electo Miguel de la Madrid, se me ubicaba como titular de la Secretaría de Salubridad y Asistencia, por las razones que más adelante relato. A don Jesús Reyes Heroles se le consideraba el más probable para la Secretaría de Educación Pública (sep); no obstante, de pronto, se rumoró que Reyes Heroles volvería a la Secretaría de Gobernación y la misma especulación me colocaba a mí en la sep. Yo no lo consideraba muy probable, pero ante las circunstancias me puse a estudiar furiosamente a dicha Secretaría, con el apoyo y la asesoría de Renato Iturriaga, quien fue mi cercano colaborador en la unam, y había sido funcionario de la sep en el sexenio 1976-1982 (presidente: José López Portillo), pues no me iban a sorprender “fuera de base”. No fue ningún desperdicio, pues se trata de un área por demás interesante. El segundo gran giro fue un nuevo e inesperado derrotero como investigador científico que había de darse a partir de 1981, cuando finalizó mi tiempo como rector de la unam. Ya tenía concertado un año sabático, de nuevo en Wisconsin , pues sería utilizado, fundamentalmente, para actualizarme ahora en el área de biología molecular y su consecuente desarrollo natural: la “ingeniería genética”, basada en el manejo al nivel molecular del ADN recombinante. La explosión de ese conocimiento fue impresionante, así que no era tarea fácil lo que me había propuesto. En Wisconsin, me fue posible profundizar en una reflexión que me perseguía desde los últimos dos años

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como rector y era que, retomar mi actividad como investigador en ciencia básica, era un esfuerzo arduo, así fuera muy recompensante y, por otra parte, sentía que la experiencia grande que había adquirido en algunas de las instituciones en que pude servir, sobre todo en la Coordinación de Ciencias y en la Rectoría de la unam, me parecía que podría aplicarlos en tareas de mayor proyección social, es decir, en mayor beneficio a la sociedad a la que pertenezco.

Así las cosas, en junio de 1981, el presidente José López Portillo, a través de su secretario de Programación y Presupuesto, el licenciado Miguel de la Madrid Hurtado, requiere mi presencia en México. Se me propone que realice una valoración de los servicios públicos de salud en México, a fin de crear un Sistema Nacional de Salud que de cobertura a toda la población. Lo que creó esa importante necesidad, fue la desconexión entre dos programas muy ambiciosos de extensión de cobertura: el imss-Coplamar, al cuidado del imss, y la salud precaria en las bolsas de pobreza, en las grandes urbes a la responsabilidad de la ssa. No era lo que entendemos como investigación biomédica básica, que es la que yo había cultivado desde mi retorno de Wisconsin, pero sí era una investigación operativa mezclada con un ejercicio de planeación y, sobre todo, de gran relevancia social. Me sentí muy atraído por el desafío, pues podría yo aplicar buena parte de lo aprendido al tiempo de impulsar un mejor nivel de salud para los mexicanos. Se creó la Coordinación de los Servicios de Salud de la Presidencia de la República, constituida por unas 30 personas, la mitad de ellos de nivel profesional elevado, y el resto de apoyo administrativo. Ese grupo, originario

Guillermo Soberón casi por completo de la unam, hizo una excelente labor y generó una propuesta que integró aspectos legislativos, administrativos y operativos con importantes cambios estructurales. Entre los primeros se partió de la incorporación del párrafo tercero del artículo cuarto constitucional que se refiere al derecho ciudadano de la protección de su salud; su ley reglamentaria, la Ley General de Salud, que sustituyó a siete códigos sanitarios que se arrastraban de tiempo atrás; las treinta y dos leyes estatales de salud de todas las entidades federativas; seis reglamentos que sustituyeron a cerca de 80 instrumentos farragosos, por una parte omisos y, además, duplicatorios en distintos rubros; en fin, cerca de trescientas normas técnicas que definen en detalle la aplicación de las intervenciones sanitarias. Las estrategias administrativas, incluyeron la revisión de la sectorización del Sistema Nacional de Salud, la descentralización de los servicios de salud; la modernización de la ssa para asumir la rectoría del Sistema Nacional de Salud que cambió su designación de Secretaría de Salubridad y Asistencia, a Secretaría de Salud; la coordinación sectorial y la participación comunitaria. La Coordinación también propuso hacer estudios profundos sobre financiamiento de la salud, investigación en salud, recursos humanos para la salud, insumos para la atención de la salud, a fin de mejorar los servicios que actualmente se prestan. La propuesta fue presentada a la consideración de presidente López Portillo el 8 de octubre de 1982, quien la aprobó e indicó someterla a la consideración del presidente electo, Miguel de la Madrid, lo que se cumplió una semana después. El presidente electo, después de hacer unas cuantas precisiones, pidió que se elaboraran mensajes políticos e iniciativas de ley. En su mensaje de toma de posesión el 1 de diciembre, anunció la iniciativa de llevar a la Constitución el derecho a la protección de la salud, y además, señaló que la descentralización de la salud y la educación, sería una estrategia prioritaria en su sexenio. El 22 de noviembre me había informado que yo sería el secretario de Salubridad y Asistencia. Así pues, mi labor en el sexenio 1982-1988, fue llevar a cabo la implantación de la propuesta de la Coordinación de los Servicios de Salud que fue terminada en diciembre de 1982. Asimismo, hubo que enfrentar algunas graves contingencias: la irrupción del VIH/ Sida en 1983; el terremoto de 1985 que principalmente

ciencia afectó al Distrito Federal y causó seis mil decesos (cifra oficial, aunque se estiman diez mil); la contaminación de la leche en polvo importada de Irlanda, por el accidente de Chernobyl en 1986; el repunte del paludismo por distorsiones en su combate, debido a problemas laborales y por la resistencia del vector Anopheles al DDT, y la resistencia del gente causal: Plasmodium a la cloroquina. También sufrimos la insuficiencia de recursos económicos (entre 1982 y 1988 el gasto en salud disminuyó 37 por ciento). Fue posible, a pesar de las limitaciones, avanzar en la extensión de cobertura, blindar a los Institutos Nacionales de Salud, crear el Instituto Nacional de Salud Pública, en 1987, iniciar el Programa Ampliado de Vacunación aplicando seis inmunógenos, entre otras cosas. Mi militancia en la salud continuó en la Fundación Mexicana para la Salud (funsalud), institución privada creada en 1985, por cien prominentes empresarios mexicanos, motivados a servir en causas sociales. Yo, siendo Secretario de Salud, pude colaborar con Carlos Abedrop(†) y Rubén Aguilar(†) en su concepción, organización e implementación de esa Fundación. Me incorporé a la misma en 1989 como presidente ejecutivo. Esta institución ha sido singularmente exitosa, pues ha promovido la donación de cuantiosos recursos económicos de carácter privado para el impulso de la salud pública en México, a través de fomentar la investigación en problemas prioritarios de salud, la formación de recursos humanos, el mejor conocimiento de la nutrición humana. Ahí se realizó por Julio Frenk y un grupo de colaboradores, el estudio seminal “Economía y Salud” en 1994 que causó un gran impacto en México, países latinoamericanos, Estados Unidos de América, Canadá y de Europa Occidental. funsalud fue considerada en 2011 y en 2012, por un

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estudio realizado en Filadelfia, en la posición veintitrés y once, respectivamente, de un listado internacional de instituciones que funcionan como generadoras e impulsoras del conocimiento. Desde el año 2000, en que fui presidente fundador del Consejo de Acreditación de la Educación Médica, he sido miembro del Consejo de este cuerpo colegiado. En 2001 y hasta 2005, fui representante de México ante el Centro Internacional contra las Adicciones de la Organización de los Estados Americanos (oea) En 2004, se creó el Instituto Nacional de Medicina Genómica (inmegen), por el Congreso de la Unión, después de un estudio realizado por una alianza entre la unam, la ssa, conacyt y funsalud, que se inició en 2000. Me correspondió coordinar a un consorcio promotor que realizó este estudio constituido por representantes de las instituciones mencionadas. Desde noviembre de 2003 pasé a ser presidente emérito de Funsalud. Fungí como presidente de la Comisión Nacional de Bioética de 2004 a 2009. Hay dos prestigiadas instituciones difusoras del conocimiento de las que he sido miembro desde 1959 y 1981, respectivamente: la Academia Nacional de Medicina, y El Colegio Nacional. De ellos me he valido

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para cumplir con la labor de ser difusor del conocimiento científico y de su aplicación. En la rectoría mi visión de la investigación se hizo más amplia pues mi atalaya era más alta. Fui miembro de la Junta Directiva del conacyt y tuve una interlocución directa y siempre positiva con sus directores: Eugenio Méndez Docurro y, por supuesto, con su director adjunto, Ismael Herrera, por muchos años mi compañero en el Consejo Técnico de la Investigación Científica (ctic) de la unam. En ese tiempo construimos un edificio para alojar al conacyt en la parte sur de cu, en terrenos aledaños al Centro Cultural Universitario, pues queríamos hacer inversiones que significaran ingresos para nuestra Alma Mater. Por decisión del rector Saruhkán, ese edificio aloja ahora al Museo de la Ciencia Universum. Asimismo, con Gerardo Bueno Zirión y con Jaime Parada, Carlos Bazdrech y con Enrique Villa Rivera, aún cuando, con los tres últimos, ya no era yo rector. Se construyeron nuevos edificios para alojar a los institutos de Biología, Ciencias del Mar, se amplió sustancialmente Biomédicas, aledaños a las Facultades de Medicina Veterinaria y Zootecnia. También se construyeron nuevos edificios para los institutos de Física,

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Guillermo Soberón Astronomía, Matemáticas, Física, Geofísica, Geografía, Geología y el Centro de Ciencias Nucleares, y se les ubicó alrededor del nuevo edifico de la Facultad de Ciencias en el Circuito Exterior de cu. También se construyeron edificios para el Instituto de Ingeniería y la División de Posgrado de la Facultad de Ingeniería. Los espacios que quedaron disponibles en la anterior Torre de Ciencias, y en la Facultad de Ciencias original, se utilizaron para ampliar las instalaciones de los institutos de humanidades. En total, la capacidad instalada para la investigación científica y humanística en cu se multiplicó por cinco. Además, habría que considerar el crecimiento de los cinco nuevos campuses edificados en los linderos entre el Distrito Federal y los municipios aledaños del Estado de México. Hubo un reforzamiento de los equipos muy especializados para la investigación científica y tecnológica, y se fortalecieron los programas docentes en el posgrado implantándose nuevas áreas del conocimiento. En alguna entrevista que le hicieron a Ruy Pérez Tamayo, profesor emérito de Medicina y compañero mío en la Escuela de Medicina y en El Colegio Nacional, expresó: “Con Soberón como rector, la investigación en la unam dio un salto cuántico”, lo que me honra, me emociona y mucho le agradezco su apreciación. Además, la unam estableció un vigoroso programa de descentralización de la investigación científica, que incluyó el fortalecimiento de instalaciones propias ubicadas en diecisiete entidades federativas: el Observatorio Astronómico Nacional de San Pedro Mártir y el de Tonantzintla, Puebla, las estaciones biológicas de Chamela, San Andrés Tuxtla, en Veracruz y Martínez de la Torre, en Veracruz; el Rancho Cuatro Milpas, en el Estado de México, el Centro de Desarrollo,

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en Quintana Roo; las Estaciones Marinas del Carmen, Campeche; Mazatlán, Sinaloa; La Paz, Baja California; el Centro de Investigación Geológica en Sonora, y otras más. La unam creó un programa de intercambio académico con todas las universidades públicas del país, menos una. El impulso a la investigación científica fue un rubro favorecido en ese esfuerzo conjunto. Se estableció una alianza en la que, como elementos constantes, estaban conacyt y la unam, y como elementos variables, a las universidades y los gobiernos estatales a fin de crear centros de investigación. El gobierno estatal aportaba el edificio para alojarlo, el conacyt el equipamiento y la operación, la unam personal de investigadores, en muchos casos, con carácter permanente y en algunos, con investigadores en año sabático y programas vigentes, las Casas de Estudio aportaban apoyos y vínculos académicos. La unam participó así, en la creación de una decena de Centros-sep conacyt que ahora en número de veintisiete se designan sólo como Centros conacyt. La Coordinación de los Servicios de Salud cumplió en tiempo y forma con la propuesta que le fue requerida, que fue la base del Primer Programa Nacional de Salud (1983-1988), ya se han señalado algunos de los esfuerzos para impulsar la investigación en salud en sus distintas modalidades: biomédica básica, clínica, en salud pública, en particular en servicios y sistemas de salud y en políticas públicas. Todo muy recompensante. Al terminar mi tiempo en la Secretaría de Salud, y ya iniciada mi actividad en funsalud, fue creado el Consejo Consultivo de Ciencias (ccc) como órgano asesor directo del presidente de la República en ciencia y tecnología. Fui electo por mis pares coordinador de dicho cuerpo colegiado, duré en tal responsabilidad poco más de seis años, y nuestro principal objetivo fue consolidar esa función asesora. Para este fin, establecimos un convenio de intercambio con la Oficina del Presidente de Estados Unidos, donde esa función ha tenido una tradición de muchos años lo cual, en nuestro caso, pudo lograrse solo parcialmente. Aprendimos que mucho depende del interés del asesorado. De cualquier forma, en el sexenio de Salinas se alcanzó la mayor aportación gubernamental para ciencia y tecnología. De 1992 a 1995, fui el primer presidente de la junta de gobierno de la Fundación México-Estados Unidos para la Ciencia (fumec). Las dos instituciones últimas propiciaron una oportunidad para ganar experiencia en el fomento a la relación con nuestros vecinos del

Guillermo Soberón norte, para el impulso de la ciencia y la tecnología en nuestro país.

Es pertinente recordar aquí algo que expresé en diciembre de 1980 como recipiendario del Premio Nacional de Ciencias y Artes: “Transitar por los caminos de la ciencia es uno de los mayores privilegios que se han deparado al ser humano. El recorrido implica aprenderla, enseñarla, administrarla, realizar investigación científica, promover su cultivo y difundir sus resultados proyectándola hacia la solución de los problemas que aquejan a la sociedad”. Ahora podría añadir: “Además, por supuesto, profesionalizarla e institucionalizarla”.

ciencia su libertad y de todos los bienes que de ella emanan. Han transcurrido dos siglos y los tiempos han cambiado para bien, más subsisten añejos y nuevos desafíos que superar, y saber aprovechar promisorias oportunidades que se van develando. Una proclama actual, en tamaño y alcance, habría de incluir, necesariamente, un decidido impulso a la salud y a la educación de los mexicanos, que haga posible lanzar los esfuerzos en pos de un mayor desarrollo social y económico por medio de la ciencia y la tecnología. Estos son los mares, en los que mi buena fortuna, me llevó a navegar.

Ha sido para mí muy grato y recompensante el haberme podido involucrar en tan variados aspectos de la actividad científica. Por circunstancias muy particulares, entre las cuales destacan la época que me ha tocado trabajar y los escenarios en los que se ha desarrollado mi actividad, puedo considerarme muy afortunado de haberme podido involucrar en esas diferentes estaciones de los caminos de la ciencia. Cabe recordar a Goete: “una buena idea y un gran empeño pueden llevar a la realización de una gran obra; no obstante, la enorme satisfacción de alcanzar esa meta no es la única recompensa pues los sucesivos éxitos obtenidos en el camino hacia el objetivo constituyen también una inconmensurable retribución espiritual”. Una última reflexión motivada por el propósito de esta obra: brindar un justificado homenaje a la figura de José María Morelos y Pavón, pues más allá de reconocer su genio militar, hay que rendir pleitesía al contenido de su brillante proclama: “Los sentimientos de la Nación” que denota al gran estadista, quien a través de principios y acciones, indicaba rumbo y sentido a un incipiente país que ansiaba serlo a través de

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Jorge Campos

Jorge Campos, eeuu 1996 stephen dunn / allsports

“El sueño de todo niño que anhela convertirse en estrella del futbol”

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El futbol ha sido mi vida: me lo ha dado todo. Ahora, a varios años de distancia de haber jugado con grandes equipos, con la Selección Mexicana, y participar como portero titular en dos mundiales, estoy agradecido por la oportunidad que cambió mi vida.

Yo nací un 15 de octubre de 1966, en Acapulco, y empecé a jugar futbol como cualquier niño: con los amigos en la colonia de Plan de los Amates, en el rancho de mi abuelo, con mis hermanos que también jugaban. Con mis primos y mis amigos, colocábamos unas porterías, mi papá, Álvaro Campos González (†), nos daba el balón y a jugar todos los días por la tarde, después de la escuela, o todo el día cuando estábamos de vacaciones. Un día, mi papá nos llevó en su camioneta, a mis hermanos y a mí, para formar parte de mi primer equipo infantil: “El Plan”, que él dirigía. Era emocionante para todos, pero fue más para mí, pues desde ahí comencé a jugar de portero y delantero. Mucho tuvieron que ver, tanto mi hermano mayor, que me entrenaba como delantero, como mi tío Joaquín Campos que era portero en una liga profesional en Acapulco, él nos entrenaba a mis hermanos y a mí en la playa. Más adelante entré a estudiar al Colegio La Salle, fue ahí donde ingresé al equipo de futbol del colegio, entrenando todas las tardes; bueno, antes de entrar a

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clases: en el recreo y a la salida. Desde pequeño mi vida fue el futbol. Y por lo mismo, yo seguía yendo los sábados a jugar en el equipo de mi papá en el deportivo Campos, con mis hermanos, primos y los amigos. Mi primer equipo, después de estar en la liga infantiljuvenil, donde inició mi carrera, se llamaba: “Los Guerreros de Acapulco”, fue en el año de 1984 a 1985, después cambió su nombre por “Delfines de Acapulco”. Ya con más preparación, y gracias a José Luis Estrada (El Chino), entrenador de los “Los Guerreros de Acapulco”, llegué a ser visto por el que, en ese entonces, era entrenador de los Pumas: Miguel Mejía Barón. En un principio, El Chino me había llevado a jugar para el equipo Cruz Azul, y en un partido contra Pumas, Mejía Barón me ve, habla con El Chino y le pide que sea parte de su equipo. Entonces le pide ir a hablar con mi papá para que me diera permiso, porque estaba estudiando la preparatoria. Después de mucho pedir, mi papá accedió y fui a probar en los Pumas, pero regresé a Acapulco para terminar de estudiar, y ahora sí, una vez terminados mis estudios, me voy decidido a jugar con los mejores. Uno de los mejores momentos en mi vida, ha sido el día que logré debutar con Pumas, pues ahí cambió mi vida. Una anécdota que recuerdo de ese día es que no había nadie de mi familia; nadie tenía la certeza, ni yo tampoco, de cuando sería el partido en el que yo entraría a jugar; siempre pensaba que en el siguiente partido sí jugaría, y así pasó un tiempo hasta que finalmente me llamaron a la cancha. A partir de ese día, y hasta la fecha, recuerdo con cariño cada uno de los consejos de mi padre, la educación deportiva que fomentó, no sólo en mí, sino en mis hermanos también. Él me enseñó el respeto hacia los entrenadores y hacia mí mismo, mis convicciones, pero sobretodo, lo más importante: que jugara fútbol por gusto y no sólo por dinero. Después viene mi llamado a la Selección Mexicana, y todo lo que ello significó: defender la camiseta de mi

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país, gracias al trabajo, al sacrificio de estar lejos de casa, de mi familia, de mi puerto; dejar de comer la comida de mi Acapulco; extrañar las playas porque a mí me gustaba mucho el surf, recuerdo que me decían Surfer, pero después me lo cambiaron por Brody. Tuve que dejar todo esto a cambio de realizar un gran sueño, el sueño de todo niño que juega en la calle con sus amigos y que anhela convertirse en estrella del futbol. Gracias a la Selección logramos el subcampeonato de clubes de la concacaf, en 1989; subcampeón de la Copa América, en 1993; campeón de la Copa Oro, en 1993; campeón de la Copa USA, en 1996. Y en ese mismo año de 1993, fui nombrado por la fifa como el tercer mejor portero del mundo. Estoy convencido que gracias a mi familia, a la disciplina, a los entrenadores, a siempre tener presente el profesionalismo y el gusto por el juego, logré tener una gran carrera y todo lo que conlleva el ser jugador de futbol de grandes equipos. Ahora que estoy fuera de Acapulco, mi sentir es el mismo: siempre que puedo y me lo permiten los compromisos de trabajo, regreso a mi tierra, pues es un orgullo ser acapulqueño; es un placer haber crecido en estas playas, siempre orgulloso de ser guerrerense. Si volviera a nacer, seguro pediría que todo fuera como ha sido: crecí en un rancho con mis abuelos, con el buen ejemplo de mis padres, pero sobre todo, gracias a mi madre que me dio una educación ejemplar, y eso es algo que no cambio por nada. No me arrepiento de nada de lo que he hecho, sólo algunas cosas las haría mejor, como el hecho de haber entrenado mucho más, para haber prolongado por más tiempo mi carrera.

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Un gol para la historia Manuel Negrete

El Gol de Tijerita, mundial de fútbol Mexico 86 archivo

Maradona y Negrete principales goleadores del mundial de México 86 archivo

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Legendaria alineación Puma archivo

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Nací en Ciudad Altamirano pero desde niño, mi papá don Leobardo Negrete Méndez, se trasladó a la Ciudad de México, mi madre, doña Ana María Arias Ahedo, siempre acompañándolo. Somos una familia grande: siete hermanos y yo, como se acostumbraba en Tierra Caliente. Mi padre nunca se olvidó del terruño: dos veces al año llegaban los Negrete Arias a casa de mis tíos, los Guzmán Negrete, que vivían en el centro de Altamirano, frente a la Catedral, y nos acomodábamos como dios nos dio a entender. Tengo grandes recuerdos de mis tías abuelas, esas sí eran chingonas, y qué decir de mis tíos abuelos, unos cabrones enamorados como pocos, pero siempre amables y cariñosos con nosotros. Recuerdo a primos, siempre ocupados en sus quehaceres del campo, en la escuela, en sus trabajos, y por supuesto, también en los festejos del pueblo, esos no los cambiaban por nada. De pronto, en México, con el pasar del tiempo, me volví jugador profesional de fútbol; la verdad, nunca me obsesioné con serlo, pero las cualidades innatas me llevaron a crecer y llegar muy lejos en el fútbol, siempre con la bandera de Tierra Caliente, mi Ciudad Altamirano, y representando orgulloso al estado de Guerrero. En Ciudad Altamirano jugué poco, mi hermano Jorge sí fue el ídolo de la zona, jugaba mejor que yo y me gustaba ir a verlo jugar porque siempre anotaba gol, le decían El Mexicano, porque veníamos del Distrito Federal, a donde fuimos a vivir como muchas familias que buscaban mejorar sus condiciones económicas. Que bonitos recuerdos del Independiente con el diablo que era el jefe de ese equipo. México 86, el gol de tijerita En la Selección Nacional debuté en 1980 en un partido contra España, el resultado fue adverso: 3-1, sin embargo, fue una gran experiencia, pues estar en la Selección mayor, a los 21 años, era de resaltar. Después vinieron las etapas de clasificación; en

nuestros equipos nos estábamos preparando para Colombia 86, cuando una noticia acaparó las primeras planas del mundo futbolístico: “Colombia no está dispuesto hacer el Mundial por problemas internos”, entonces México sale al quite y se hace responsable de la organización del Mundial, el evento más importante del fútbol. Como seleccionado nacional nos preparamos con algunos años de anticipación y trabajamos como equipo; hicimos algunas giras por Europa, Medio Oriente, y Suramérica, sin embargo, nuestra casa, por motivos comerciales, era Los Ángeles California y por supuesto el Estadio Azteca. El Mundial ya estaba en puerta, nos toca abrir contra Bélgica, y después de los primeros minutos de nervios empezamos a funcionar. Quirarte hace el primer gol para México y Hugo redondea el marcador a favor, así termina nuestro primer compromiso. El siguiente partido es contra Irak, un juego que en el papel estaba fácil pero salió más complicado, apenas ganamos 1-0 con otro gol de Quirarte, y avanzábamos. Paraguay era el siguiente, un equipo que tenía todo: talento y fuerza. Poco a poco el partido se fue haciendo rudo; Luisito Flores abrió el marcador para México y al final empató Paraguay con un gol de Romerito. El partido que me pasaría a la historia estaba por comenzar. El juego sería contra Bulgaria, un equipo que tenía grandes jugadores y que lo demostraban a cada segundo, hasta que en el minuto 34, Rafael Amador toma una jugada por la derecha, alza la vista, me ubica y me la toca por el centro, la controlo con la pierna izquierda, veo a Javier Aguirre por un lado, se la toco de pared, él la regresa a media altura, y sin pensar, me tiendo de media tijera, le pego al balón con fuerza y colocación y anoto un gol que hizo levantar a 110 mil asistentes del estadio Azteca. Terminando el juego, mi tío, el doctor José Luis Guzmán Negrete, se va caminando al Centro de Capacitación enfrente del Estadio, yo ya me estaba bañando, pero él entra a mi cuarto todavía emocionado por el resultado final y el gol que había anotado, y me dice:

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Negrete y Butragueño en el salón de la fama 2011 archivo

“hijo no sabes lo que acabas de hacer, este gol va ser histórico”, entonces salgo secándome y le digo muy quitado de la pena: “Ya tío que sea menos”. En ese momento yo estaba pensando en el siguiente juego que era con Alemania, pero ahora, después de 27 años y comentando con mi tío, le digo: “cuanta razón tenías tío, nunca se me va olvidar”. Después vino el partido con Alemania que nos eliminó en los famosos penaltis, la tristeza invadió a todos los mexicanos, y se cerró una etapa grande para Manuel Negrete Arias. En la primera división debuté con Pumas en 1979, antes ya había jugado en segunda división con Pachuca e Inter de Acapulco. Terminando el Mundial me fui a Europa con el Sporting de Lisboa, y después con el Sporting de Gijón en España. Regresé a los Pumas y en 1990 me prestaron al Club Monterrey. Volví a Pumas en 1991-92, para pasar al Atlante en 1992-93. Campeón de liga Toros Neza, 1993-94. De ahí otra vez al Inter de Acapulco, media temporada 1994-95, luego al Atlante 1995-96, y finalmente me retiro del fútbol el 30 marzo de 1996. Tres días después, fui nombrado director del Deporte del Estado de Guerrero por el entonces gobernador Ángel Aguirre Rivero, cargo que acepté con mucha responsabilidad y orgullo.

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Periodismo s o c i e da d

El periodismo, esa adrenalina adictiva Aurelio Peláez Maya Era finales de julio de 1988; en el (viejo) Café Astoria, Ricardo Bello leía La Jornada y yo tenía desplegado en la mesa El Sol de Acapulco. En la primera plana de El Sol aparecía la foto de la marcha del día anterior, la que se organizó para protestar por el fraude del pri contra la elección presidencial que ganó Cuauhtémoc Cárdenas; la manta que desplegaban los marchistas en El Sol era la que habíamos hecho la noche anterior El Tovarich y yo, y que terminamos de madrugada, al igual que cientos de volantes impresos a mimeógrafo, en el local del psum. Ricardo hizo un alto en su lectura y leyó una frase del artículo de Héctor Aguilar Camín: “En (la elección de julio) (d)el 88 México cambió, y yo también”. Fue quizá esa certeza la que me llevó a renunciar a mi aburrido y mal pagado trabajo como coordinador de talleres del Instituto Guerrerense de la Cultura (la primera de las tres veces que le renuncié a Eloína López Cano, que entonces era la directora). Le fui a tocar la puerta a Rodrigo Huerta, que por entonces ponía fin a la historia del periódico de su papá: El Revolución, de don Pedro Huerta, y comenzaba su propio diario: El Observador, en formato tabloide. Algo estaba pasando con el país y no me quería quedar mirando tras la barrera.

El salario de hambre, como todo salario periodístico que se respete, fue lo de menos. En dos patadas abandoné mi futuro como sociólogo, si es que había alguno. Rodrigo ya me conocía porque en esos años le hacíamos una página de cultura en El Revolución cada semana, donde escribíamos lo que nos daba la gana el sicólogo y músico queretano de la uag, Jaime Cardoso, el ya fallecido y bien querido Alex Ávalos y Misael Habana, con quien después coincidí en El Sur. Aún algunos meses, alcancé a encontrar en la oficina de El Observador a don Pedro Huerta, con su infaltable puro, antes que se retirara. Le tenía temor por su fama de gruñón, por eso ni me aparecía en las mañanas, cuando estaba. Yo iba en la tarde, cuando llegaba Rodrigo, que recibía mis notas y me asignaba órdenes de trabajo para el otro día. Casi era el único reportero, y el de policía, el eterno Benito Soria. Ese año era gobernador del estado José Francisco Ruiz Massieu, el déspota ilustrado. Como había sido articulista de La Jornada, algunos de los intelectualosos del estado pensamos: del pri, lo menos malo. Ruiz Massieu, educado en la ciudad de México, nunca dejó de padecer su estadía en Guerrero como un mal menor –dicen que la idea de la supercarretera se le ocurrió, para tardar menos en regresar a cenar de Chilpancingo al Sanborns de Acapulco–, pues desde siempre se supo que quería ser presidente. Y su política de comunicación social apuntaba para allá. En tiempos

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en que no había internet ni twitter, decidió que lo mejor para mantener su presencia en el Centro era rodearse de los corresponsales de medios nacionales de la capital del país, que formaron un poderoso pull de prensa, con ellos enviaba mensajes a modo: “Cuando venga lo que vendrá…”, era su frase favorita que los reporteros le festejaban, aludiendo a su ansiado deseo de pasar a una cartera del gobierno federal. Y ahí estaba Rodrigo, que era corresponsal del Unomásuno. Claro, Ruiz Massieu los recompensó con creces. A ese pull lo mandó a viajar por medio mundo, y yo que de periodismo no sabía nada, de pronto tuve que hacerme cargo de un periódico algunos días porque Rodrigo ya andaba en España, de donde me trajo una bota de vino, o en Cuba, donde me compró una camisa que decía “Varadero”, una playa que aún no conozco. Alguna vez, en una gira de ese gobernador, intenté subirme a la camioneta del pull, y el entonces director de Comunicación Social, Federico Martínez Garibay, me estrelló la puerta en las narices, sin que los corresponsales allá arriba sentados, se dieran por enterados. Pero a Ruiz Massieu le tocó contener y reprimir el incipiente cardenismo en el estado, con un saldo de más de 500 militantes asesinados, y salió con su reputación de político intelectual hecha shit. Años después lo mataron, en un crimen propio de un episodio de la guerra de las elites políticas. Lástima, comentaría después Porfirio Muñoz Ledo, ya entonces ex presidente nacional del prd: “Lo mataron cuando se estaba volviendo bueno”. Con Rodrigo, un día dejé de ir. Quizá por sentirme encajonado en un periódico que nunca dio el salto y prefirió apostar al bajo perfil. De todos modos, lo celebro como mi primer maestro en el medio. Un día, quizá gorreando un café en El Astoria, me encontró Mario García, el Iron Side, que me dijo que buscaban reportero en el naciente Diario 17, y allá fui. Sin prueba de por medio, al otro día estaba reporteando en la calle. Me contrató el entonces jefe de redacción Miguel Ángel Mata, después sería subdirector, quien era mejor acompañante en el Bar Chico que jefe inmediato. El director era don Mauro García Mora, guanajuatense, primo del compositor José Alfredo Jiménez y de Armando Jiménez, el autor de Picardía Mexicana. Don Mauro, ya un señor grande, se aparecía por la oficina a las ocho de la noche, hora en que yo ya había volado hacia El Astoria. Con él nunca crucé palabra.

periodismo Uno entregaba sus notas y ya. Por iniciativa propia empecé a redactar reportajes que nunca me pedían, y la fuente que me asignaron fue, claro, la de cubre descansos. Unos diez meses estuve ahí. Vinieron las elecciones de alcalde en diciembre de 1989, y reaparecía el movimiento cardenista bajo la forma de un partido político: el prd. Los candidatos perredistas ganaron algunas alcaldías, entre ellas, seguramente la de Acapulco –el candidato priista era René Juárez, y el perredista, Juan García Costilla–, y el pri–Estado se negó a entregarlas. En febrero-marzo del 90, hubo toma de alcaldías, represión, asesinatos. Sin que nadie me lo pidiera, me lancé a Coyuca de Benítez a cubrir la movilización perredista. Hubo balacera, muertos. Allá coincidí con los entonces reporteros de La Jornada: Roberto Zamarripa –una de sus crónicas sobre el viacrucis de Iztapalapa me sirvió de base después para yo armar una sobre la de El 30–, y Elsa Medina, la fotoperiodista. Al otro día mi nota no apareció en el periódico. Esperé en la noche a don Mauro, que ya sentado en su escritorio ni me dejó hablar: “Un periodista debe aprender a ser profesional”, me dijo. Y entendí eso como chutarse la línea editorial del periódico, que era francamente oficiosa sobre esos conflictos. Al otro día ya no regresé. Años después, don Mauro dijo en una entrevista que me consideraba uno de los mejores reporteros de Acapulco, un consuelo a destiempo. Pero el 88 colocó en un dilema a la prensa de Guerrero, acostumbrada a ser oficiosa a conveniencia o por temor, en tiempos del pri-Estado que lo dominaba todo. Después de pasado el periodo de la guerrilla, una década antes (con su consecuente carga de censura del Estado a la información sobre la Guerra Sucia, que relata Carlos Montemayor en Guerra en el Paraíso), la nueva sacudida del movimiento cardenista obligó a los periódicos a dar espacio a las voces sociales. Pero no del todo. La vieja escuela no reaccionaba, los espacios se daban a cuenta gotas y el miedo a perder la publicidad oficial, y los favores, amordazaban las buenas intenciones. Empezaba pues, sino un conflicto generacional, uno sobre el papel de los medios ante estos fenómenos sociales, cambio que ya en el país reflejaba sobre todo La Jornada. Aterrizando de nuevo en El Astoria, dónde más íbamos los desempleados, se apareció Manuel Nava, entonces reportero de Novedades, cubría la fuente financiera y era corresponsal de El Financiero; años después sería jefe de prensa de Zeferino Torreblanca

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como alcalde y gobernador: “Dónde andas jijo de tu reverenda…”, me reclamó. Me dijo que en Novedades andaban buscando a un reportero y pues que, platicando entre ellos, los reporteros, decidieron recomendarme. Fui con don Tomás Rodríguez Silva, que era el director. El apacible don Tomás apenas y me hizo alguna pregunta. Cubres descansos, me dijo, y allí estaba pisando la redacción al otro día, aunque sin escritorio. Tenía que esperar a que alguno terminara para ocupar el suyo, y generalmente era el de Amado Ramírez Dillanes, que a las 4 o 5 de la tarde ya estaba ahuecando el ala para irse a su casa.

En 1989, cuando entré a Novedades, habían llegado las primeras computadoras a las redacciones de los diarios. Las de Novedades eran ibm, y para guardar, copiar o mover párrafos había que usar teclas como F1, F2 o F3. Un soberano desmadre en donde el resultado era que terminaras perdiendo la nota. Hasta entonces, lo usual eran las máquinas de escribir, y las Olimpia eran las de batalla. Aguantaban los dedos más salvajes. En mi segundo regreso al Diario 17, en 1995, me encontré con que ya había computadoras, aunque el ya desaparecido Rodolfo Salmón, el buen Pescado, seguía defendiendo su vieja máquina de escribir y jamás osó prender esos malignos aparatos. En Novedades, Amado Ramírez me aconsejaba: “Esto no es lo tuyo Aurelio, ponte a escribir libros, regrésate a la universidad, esto daña”. Nunca le hice caso, ya estaba intoxicado, creo, por la adrenalina del oficio. Igual, sin que nadie me lo pidiera, me puse a hacer crónicas y reportajes, varios reportajes que se quedaron detenidos porque si se mencionaba a algún político, el gerente, Mario Bustos, que ahí sigue, mandaba a decir:

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periodismo “El que quiera aparecer, que pague”; es el eterno conflicto de ese medio que confunde la información con la publicidad. Casi tres años estuve, hasta que al pretender armar un desmadre sindical, don Mario dijo que nos iba a correr a todos. Antes de darle el gusto, y luego de que se hubiera escabechado a Dulce Quintero, a Manuel y un reportero recién incorporado, Roberto Ramírez, al que mandaron a cortar las notas del teletipo (que entonces existía), me salí. A El Sol de Acapulco.

La primera censura por la que pasa un reportero es la suya propia. Empieza con el “no me la va a publicar, para qué la escribo”, hasta la nota que se esconde para no afectar al amigo político, porque, quién no, acuciado por las necesidades propias o ajenas: la familia, los amigos, se ve obligado a pedir un favor al político. Mínimo, sacar al borrachazo de la barandilla. Quien esté libre de chayo que invite la primera torta. Entre 1988, y el 94 y 95, tras el levantamiento zapatista y el asesinato de Luis Donaldo Colosio y Ruiz Massieu, se asentaron en los medios chavos que egresaban, y regresaban, de las carreras de comunicación de las universidades de la capital del país. Amado era uno de esos, venía de la unam. Otros, de la Carlos Septién, o la uam. Sustituían a la generación de empíricos, hechos a fuerza de gritos en las redacciones, entre los que estaba don Carlos Ortiz Ortiz, reportero mítico, en especial de la fuente policiaca, y bondadoso consejero. En algunos medios convivían las dos escuelas, pero ya ganaban espacios los egresados de las universidades. Vendrían luego los comunicólogos, que sabían teorías de todo, menos caminar por las calles buscando la nota. En los últimos años llegaron los egresados de las escuelas de comunicación o periodismo de Guerrero: de la uag, de la Loyola y de la Americana. Egresados descafeinados, con maestros que nunca han pisado una redacción y a los que había que formar de nuevo –a los egresados, con los maestros no se puede–, a fuerza de gritos y sombrerazos. A la vieja escuela, ni modo.

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Sociedad Cuando asesinan a Amado Ramírez en abril del 2007, yo estaba en un cine en el DF. Informado vía mensaje al celular, la sala se me hizo ajena. Dos años antes, Amado me había invitado a colaborar en el noticiero que estaba armando, y que después se llamaría Al Tanto. Yo sería el jefe de información, pero me le rajé antes de que caminara. Era muy mandón como jefe y preferí cortar por lo sano, antes que terminar en un buen pleito. Amado me reclamaría después no haber creído en su proyecto, pero no lo abandoné por eso. En El Sol, hacia finales de 1992, ya estaban Manuel Nava y Roberto Ramírez. La directora era Eloína López Cano, mi ex jefa en el igc, y dije: “Bueno, pues acá voy a estar a toda madre”. Cero. En cuanto entré, Manuel, que era jefe de información, se salió a fundar El Financiero local y me dejó sólo con Roberto y Eloína. El humilde Roberto, era como jefe, el soberbio Roberto, y como resultado, me dieron las fuentes más pinches. Fui a quejarme con Eloína. Me había salido de Novedades –que entonces, a falta del desarrollo del periodismo televisivo y de radio, era la mayor vitrina periodística– para cubrir la fuente política en El Sol, eso me habían ofrecido, y al llegar: ¡cero! Como resultado de esa plática, le hizo un llamado enérgico a Roberto que, además de jefe, cubría la fuente política, para que me asignara parte la cobertura de partidos políticos. Emplazado, Roberto me citó en su cubículo y repartió: “Yo pri, tu parm (ya desaparecido); yo prd, tu pfcrn (ya desaparecido); yo pan, tu prt (ya desaparecido)”. Y de pilón, me dio un partido extra: el pps (ya desaparecido). Como nací con una buena dosis de sentido común, en los siguientes meses me dediqué a entregar, antes de las tres de la tarde, mis cuatro notas de rigor, la mitad voladas, y huir, antes de que Eloína llegara a la redacción, hacia el Bar Chico. Ya El Astoria era etapa superada. El episodio terminó con Roberto tirándome las notas a la basura, y yo sacándolas y tirándoselas a la cara. Esos años de El Sol fueron un periodo periodísticamente ingrato, aunque volví a regresar años después, en el 2002, y por algunos meses (ya no estaba Roberto, que regresó a Novedades a que lo corrieran de nuevo), pero es la redacción más fría que hay en la prensa escrita, con apenas vida común entre colegas y que añora los años de lustre que le dio como director Ricardo del Valle, quien estuvo encargado entre 1982 y 1988.

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Pero bueno, salvo aferradas y afortunadas excepciones, la permanencia fija a una empresa laboral es lo menos recurrente. Lo común es que, por ejemplo, un reportero con diez años en el medio haya pasado entonces por una docena de empresas, de prensa escrita, radio, tv, alguna jefatura de prensa y otro tanto haciendo banca. Pocos nacen y mueren, es una metáfora, con la misma camiseta, y lo común es que uno no acumule antigüedad ni aportaciones al sar en una empresa fija. Así que pues, un periodista como tal, sólo saldrá de la actividad con los pies por delante y sin fortuna. A finales de 1992, en una fiesta en Chilpancingo, la boda del hermano de mi colega Javier Trujillo, me presentaron a Juan Angulo y Maribel Gutiérrez: “Estos chavos van a hacer un periódico en Acapulco”, nos dijo Humberto Zazueta, que creo era entonces diputado federal por el prd. Yo, tras una plática de cinco minutos, me apunté al proyecto. Javier no. A principios del 93, ya estaba renunciando a El Sol para sumarme a El Sur. El Sur sale en mayo de 1993, un día 3, para ser más exactos, lo que permite que las fiestas de aniversario terminen con pedas de antología, porque a propósito se hacen un 30 de abril, un día antes de descanso obligatorio del Día del Trabajo, de manera que no hay que preocuparse por la edición del día siguiente. En El Sur, la talacha que nos tocó no fue la de un simple empleado, como varios que se salieron nomás falló la primera quincena, sino que nos involucramos en la tarea de lo que implicaba hacer un periódico de propiedad colectiva –según soy accionista–, promoverlo, defenderlo, trabajar sacrificando el salario al principio, involucrarse en todo el proceso de edición. Ahí fui reportero, jefe de redacción, de información, y editor. En este periodo durante el que me he involucrado en el diario –ya 20 años, con mis respectivas cinco salidas y consabidos regresos–, me ha tocado padecer el rigor y la disciplina de trabajo de Juan y un aprendizaje en todos los géneros del periodismo. Es discutible mi apreciación, pero según yo, El Sur vino a ocupar un espacio que los demás diarios habían dejado, y llegó a atender a ciudadanos, y lectores, ignorados por otros medios de la prensa escrita, como ese pobre lector que era yo alguna mañana de julio de 1988.

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Acapulco: glamuroso, espontáneo y divertido; miles en playa Condesa karina tejada

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Bahía de Santa Lucía vista desde la terraza del hotel Casa Blanca eric miralrío

Las legendarias playas de Caleta y Caletilla karina tejada

Olas, arena y sol karina tejada

Hotel Boca Chica, glamour y nostalgia pedro pardo

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Las masajistas de playa karina tejada

Tradición familiar karina tejada

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Al fondo, el mítico hotel Caleta karina tejada

Club de yates, Acapulco karina tejada

Isla La Roqueta, vista desde Caleta arturo crispín

Barcas pesqueras en Tlacopanocha eric miralrío

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Hotel El Mirador, un lugar de leyendas eric miralrío

Regata de veleros en la bahía karina tejada

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Virgen de los clavadistas eric miralrío

Uno de los mayores atractivos de Acapulco eric miralrío

La Quebrada, roca de clavadistas eric miralrío

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HotelerĂ­a de primer nivel pedro pardo

La Base Naval, desde la avenida EscĂŠnica pedro pardo

Muelle de cruceros karina tejada

Vista nocturna de la bahĂ­a de Acapulco karina tejada

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La diversión está por todas partes en Acapulco pedro pardo

Hoteles y condominios frente a playa Revolcadero, Acapulco Diamante karina tejada

Parachutes, una tradición en Acapulco pedro pardo

Playa de Puerto Marqués, Acapulco pedro pardo

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Zona arqueolรณgica de Palma Sola arturo crispin

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Franja hotelera de Ixtapa pedro pardo

Sorprendente vida nocturna eric miralrío

Los antros, la noche infinita de la bahía eric miralrío

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Panóramica de Ixtapa pedro pardo

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Turistas en la laguna de Coyuca pedro pardo

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Bahía principal de Zihuatanejo arturo crispín

Playa La Isla, Ixtapa arturo crispín

Tranquilidad y descanso en las playas de la Barra de Coyuca pedro pardo

El mar espumoso de Ixtapa pedro pardo

Barra de Potosí en Zihuatanejo pedro pardo

Playa de Ixtapa arturo crispín

Mercado de artesanías arturo crispín

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Santuario de la tortuga marina en Costa Grande arturo crispín

Isla de los pájaros en la laguna de Coyuca

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Marisquerías de Playa Paraíso, Coyuca pedro pardo

Enramadas de Pie de la Cuesta

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Casa piedra, Copala eric miralrĂ­o

Atardecer en una playa de Pie de la Cuesta pedro pardo

BahĂ­a Agua Dulce, Costa Chica eric miralrĂ­o

Imagen vespertina de la laguna de Mitla karina tejada

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Atardecer en Casa piedra, Copala eric miralrío

Balneario de Apantitla arturo crispín

Turistas desde el balcón de un restaurante en Taxco eric miralrío

Grutas de Juxtlahuaca arturo crispín

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Balneario Río Azul, Quechultenango arturo crispín

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Hacienda El Chorrillo, Taxco eric miralrío

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Grutas de Cacahuamilpa arturo crispín

Grutas de Cacahuamilpa eric miralrío

Cascada de Cacalotenango eric miralrío

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Nocturna de Taxco armando vega

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directorio institucional

Rogelio Ortega Martínez gobernador del estado libre y soberano de guerrero Rafael Tovar y de Teresa presidente del consejo nacional para la cultura y las artes Arturo Martínez Núñez secretario de cultura de guerrero Antonio Vera Crestani director general de vinculación cultural Citlali Guerrero Morales subsecretaria de promoción cultural Jeanette Rojas Dib directora de galerías y arte Juan Carranza Soriano director de recintos culturales y difusión


guerrero Lo mejor

Impreso en Acapulco, Guerrero, México 2015 Esta primera edición consta de mil ejemplares más sobrantes para reposición Compuesto con la familia tipográfica Freight™ de Joshua Darden



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