Hay obras que registran una variedad de voces, una resonancia en los personajes más allá de un determinado contexto o época. La permanencia de los personajes a través del tiempo es el principal síntoma de que las historias se quedan en el imaginario colectivo, ya que la construcción de sus personajes ha encajado en el lector de disitntas generaciones. Algo parecido sucede con Juan José Arreola (Zapotlán el Grande, Jalisco, 1918, Guadalajara, Jalisco, 2001), narrador que aprendió el oficio de construir personajes atemporales, el cuentista que desata con brío el lenguaje, que desfila con malicia a través de las palabras; es su prosa aquella que no necesita inventarse un contexto, porque lo irreal de la ficción es lo primero que emerge, es como si el autor se refugiara en la imaginación para crear un mundo alterno, por ello se inventa y recrea a manera de personaje en un cuento.