CT]ADERI\OS DE
MADix驴r AL-zAHRlt
voL.
3
c贸nooBA
L99T
CIJADERNTOS DE
MADINAT AL_ZAHRÁ'
SUMARIO .
ACTAS DE LAS II JORNADAS DE MADINAT AL-ZAHRA
AL-ANDALUS ANTES DE MADiNAT AL-ZAHRA S. GUTIERREZ LLORET L;r fornuciín de Tucltnlr dade la pu'iferia del Estado
Islámico
Pág. 9
A. MALPICA CUELLO - A. GOMEZ BECERRA "Donde n//n.¿/ dnÍe.t h¿bía entr¿da tn ejírcito..., E/ pob/arniento de la costa de Granac/a en el rnarco de la fornución del Estado lslátnico
Pá9. 23
V. SALVATIERRA CUENCA _J. C. CASTILLO ARMENTEROS E/ poblaniento ntral: ¿Histórico o internporal?
El
caso del arrol,o del Salado,
Jaín
M. ACIEN ALMANSA 'Utnar lb¡t Haf:ttn. Un problema
Pág. 47
bistariográfico
E. MANZANO MORENO 1 ernires: Fantilias ari¡locráticas
Señore¡
1,
A. CANTO GARCIA De la Ceca Al-Andalu a la de A[adtnat
soberanía
ltltejtl
Pá9.71
en
Al-Andalu¡
al-Zabra'
Pág. 97
Pág. 111
CHRISTIAN E\)rERT Precarsares de A'Iadlnat
a/-Zahra'.
de oriente 1' sa ceremonial
attlico
PATRICE CRESSIER Renacin¡iento de la esutlttu'a
El
entre occidente 1
Los Pa/acir¡¡ 0melas )t 'abbásie¡
de capiteles en
oriente
ALFONSO JIMENEZ La Qibla extrauiada
Pág.
la
I23
ípoca entiral:
Pág. 161
Pás.189
. CRONICA DEL CONJUNTO A. VALLEJO TRIANO Crí¡uca, aña 1991
Pás.213
ACTAS DE LAS DE
II JORI{ADAS
MADIxar nr-znunÁ'
AL-ANDALIJS ANTES DE MADIXAT AL-ZAFIRA
DE LA CECA AL-ANDALUS A LA DE MADINAT AL-ZAHRA A. CANTO GARCIA
()meyir en ¿rl-Anclalus, en e1 períoclo T r moneJlr l-¿ .Lnterio¡ .r Abd al-Rahman III, a 1o largo de 1os siglos VIII-IX cl. C./II.'-III" H., se había desa-
rrollaclo de una fbrma contínua y bastante sistemática. Tras las acuñaciones trimetálicas del período de la conqr-iista, la política monetaria se centró en emisiones cle plata cuyo momento de mayor intensidacl parece situarse entre 1os años I 0rl1221122-1 41, con alguna emisión esporádica de dinares, es cie¡to clue las emisiones andalusíes no parecen ser mlrv ¿rbundantes y los hallazgos muestr¿1n un¿1 fuerte presencia de monecla omeya de diferentes talleres (orientales sobre todo) (1). La tipología y metrolo¡¡ía de estas piezas responcle a los modelos omeyas impuestos desde Damasco, con ligeras variaciones cle peso.
La crisis de Gobierno qr,Le asolzr al-Anclalus a partir c1e este momento tiene su expresión en los conflictos entre los beréberes y los árabes, la subsiguiente glrerra civil y el vacío de poder qlre se produce; la moneda se ve afectada en tanto que las emisiones se tedr,Lcen de fbrma drírstica, c'lisminuyendo de fbrma notable el número de ejemplares en circulación como la llegada de monedas de procedencia oriental, también reducid¿rs (en la práctica cesa) como consecuencia del colapso clel estado Omeya y 1a revolución abbasí. En este sentido los hallaz¡¡os mlrestran una clara diferencia entre el momento inicial de la conquista y el período cle los Gobern¿rclores, con la llegada de 1a moneda
oriental y su fuerte presencia en los hallazgos peninsulares, clin¿ímica qlle ces¿r de m¿rnera brttsca en l¿rs fechas indicadas, procluciénclose la paulatina clestrparición de moneda ya citada. Esta tendencia no se vio alterada por la lie¡;a-
I a el-Andalus. que no supuso un cambio rápido para esta situación, pero de forma paulatina la producción de moneda tenda de Abd al-Rahman
dió a normalizarse, sobre todo a partir del It)H.ll61 . La conexión de este cambio con el control de1 estado por parte del Abd ¿rl-Rahman I pafece clzrra, máxime si cenemos en cuenta el lento proceso de consolidación que debió llevar a cabo antes de tener asegurada su posición. E1
dirham tiende a mantener una estabilidad
metrológica con ligeras alteraciones y
1a
evolución
del modelo monetario y su funcionamiento, a 1a luz de los hallazgos, se mantiene estable con sus sucesores, mostrando las variaciones más importantes con Abcl al-Rahman II, bajo cuyo reinado se d¿rn inicio a 1as emisiones más voluminosas (al
tiempo que se dan ligeras alteraciones metrólogicas); esta característica del reinado de Abd alRahman II parece estar vinculada con su política fiscal dentro de su organización de1 estado (2). Los sínrom¡s Je un,r nueva t risis moncr.tria, reflejo de la del estado omeya se manifiestan en 1a última parte del reinaclo de Muhammad I, a partir del 270l883, y tendrán su expresión más marcada en la casi totarl desaparición de moneda en los ¡einados cle al-Mundir y Abd Allah (3). De hecl-io 111
con posterioridad al año 280/893 y hasta el año 3161928 no existe, apenas, moneda en al-Andalus, como confirman los hallazgos. Como consideración general se puede acept¿r que el Emirato Omeya de Có¡doba había clesarrollado un sistema monetario bas¿rdo en el dirham. de maner¿r casi exclusiva, que había funcionado a lo largo de casi un siglo y medio siendo un fiel reflejo cle 1a política monetaria y fiscal del estadcr omeya andalusí, manteniendo un respeto formal a su modelo n¡-rmismático oriental. La llegada al poder de Abd al-Rahman III y su reflejo en la actividad monetaria puede analizarse descle cliferentes puntos de vista:
lt
organización Jcl sistcm¡ moncr¿rio. b) aspectos formales. ( ) rslecl os mct rológ icos.
d) circulación y volumen de emisión
de
moneda.
A) ORGANIZACION DEL SISTEMA MONETARIO La infbrmación de la que disponemos sobre 1¿r organización y funcion'.rmiento de los talle¡es de moneda en ¿rl-Andalus es escasísima, por no decir nula, en lo que se refiere a1 material aportaclo por las fuentes historiográficas; lzr mayoría de las nc.,ricias (cnando las hay) se refieren al r-rso cle monedzr, cantidades de la misma, regalos, cosros, y en el mejor de los casos, a escasas menciones sobre e1 taller. Resulta indudable que, por .lo tanto, tocla 1a información deberá extraerse de las moneclas
mismas, con
l¿rs
ventajas e inconr-enienres que
acarrea esta situación.
Sin embargo la primera mención que 1as fuentes recogen sobre la ceca bajo Abd al-Rahman
III
no puede ser más slrÉlerente:
"En este año [3 I6H.lc)28-29 d. C.] ordenó an-Nasir la creación cle la ceca en Córdoba para acuñar numerario, en clina¡es y dirhemes, lo que se hizo según su traza...>> a lo que se añade poccr después: "Dice Ahmacl b. Muhammad ar-Razi: en este año impltrntó an-Nasir la ceca pzrra acuñar, lo que no se había hecho descle largo tiempo antes, siendo grande el provecho de la genre y completando las prerrogativas cle su estado" (,1). Esta conocicla noticia es cle especial importan-
cia por los hechos que trae aparejada: primero,
l12
confirma qlle antes de la citada fecha no funcionaba la ceca cle Córdoba, y por lógica, nin¿¡r,rna otra en al-Andalus, y¿1 qlre la concentración cle las emisiones en Córdoba había sido una de las caracrerísticas de las emisiones del emirato omeya; segunclo, ayuda a explicar la f¿rlta de moneda en los primeros quince años del reinado de Abd alR¿rhman an-Nasir, ya qlle el texto es muy claro al
indicar el largo tiempo tr¿rnscr-Lrrido sin acuñar monecla; si a ello añadimos que los últimos qurnce ¿rños del emir¿rto habían registraclo, asímismo, una fuerte restricción de moneda. los efecros sobre la falta de la misma en época cle Abd ¿rl-Rahm¿rn III son acumulativos; tercero, se menciona la acuñación cle dinares y dirhemes, es decir, la intro-
ducción de un sistema bimetálico (ya que 1os fulus son esporádicos y sólo aparecen ¿rl comienzo de las emisiones) que se irá incrementando a 1o largo del califato de Córdoba. De cualquier forma 1a moneda principal y el elemento básico del sistema monerario del c¿r1ifato, como 1o había sido del emirato. El testimonio de las monedas es coherente con la información de las fuentes, ya que desde e1 año citado se conocen emisiones anuales de dirl-iames y ocasionales de oro, ya que no en rodos 1os años se acuñan dinares; las emisiones cle oro presentan, ademzís, medios y rercios de din¿rr. La ¿rusenci¿r de oro en bastantes de los ¿rños refterza la función primordial del dirl-ram como la moneda
el dirham continúa siendo
principal y básica del sistema monetario del califato.
Las emisiones aclquiere n el mismo ritmo anual que h¿rbía estado presenre en la etapa emiral, y cuya cadencia no se va a interrr-rmpir (salvo en algún momento muy concreto) hasra el mismo final y desaparición del c¿rlifato de Córdoba en los primeros años del siglo V H./XI d. C. Si consideramos la fi-rnción fiscal de la moneda andalusí este ritmo es lógico y coherente con el Llso que el estado hace de la monecla (1). La mayor intensid¿rcl de la monerización de al-Andalus en el período califal y 1zr presencia clel oro son muesrra de la sistemática puesta en marcha cle la reforma de1 estado llevaclo a cabo por Abcl al-Rahman III, y de la concepción del poder que la adopción del título califal lleva aparejacla.
B) ASPECTOS FORMALES
El aspecto formal va a ser el que mejor refleje el importante cambio registrado bajo an-Nasir; los cambios realizados en el aspecto tipológico de
la moneda tras la instauración de1 califato con Abd al-Rahman III van a sLrponer una profunda renovación de los esquemas monetarios y a 1o largo de su reinado se aprecian diferentes comportamientos de la monecla, de manera mucho más marcada que a 1o largo del período emiral; esta tónica se mantendrá con slrs sucesores. hasta el punto de poder establecer Lrna evolución diferente con cada califa. Es evidente que, tras el largo lapso de cerca de
veinte años sin moneda. la vuelta a las emisiones en Córdoba debía mostrar la .nueva cara" del est¿rdo. Así, ya en la primera serie de monedas emitidas en el año )I61928, aparece el nombre del califa y su laqab (6). El proceso en busca de un modelo definitivo parzr la moneda del nuevo califa se desarrolla a lo largo de diversas fases, en las cuales se suceden los diseños l-rasta la fijación de un modelo bastante concreto que, con algunas variaciones, será ei más usado por Abd al-Rahman
III
y sus sucesores (7).
Así entre el año il61928, y eI 3201932 se recogen cerca de ocl-ro disposiciones diferentes para la moneda, dentro de 1o que podríamos considerar como la "búrsqueda del modelo", que luego quedarán reducidas al uso de dos modelos básicos de disposición de la leyendzr, uno de los
i2Il933 al 3361941 (con la leyenda de revery otro de1 año 3361947 aI 3t)l961 (con la citada leyenda dispuesta en tres años
so en cuarro líneas)
líneas); clesde luego existen excepciones en cada uno de los dos últimos momentos, ya que conocemos algunas emisiones que alteran este esquema, t¿lnto en el primer grlrpo con la rara serie de los años I31-33t194t -,í6, como en 1a del eño 3i71948 y 34019i 1 para el último. En el se¿¡undo caso, el cambio de diseño co.incide con el traslaclo de la ceca de Córdoba a Madin¡r al,-Zahra, donde se acuñarán algunas series de especial complejidad y rique za e n sus ¿spectos decorativos.
Una segunda innov¿rción de especial importancia en la moneda de Abd al-Rahman III. la constituye la presencia de nombres de funcionarios en las mismas, como responsables de las emi-
siones. Dichos nombres han sido atestiguados y corroborados (en algunos casos) por las fuentes que han recogido sus nombramientos y cambios (aunque en ocasiones no coincidan con el testimonio de las monedas) (8). Esta serie de funcionarios, los ashab al-Sikka, son nlrestro nexo más cercano con el funcionamiento real de la ceca, ya que son los encargados del control de la producción y es su responsabilidad la l¡uena factura y calidad de la monecla; por desgracia sólo conocemos (en ocasiones) sus nombramientos y destituciones y sobre todo las monedas en las que pusieron sus nombres.
La presencia de letras aisladas y posteriormente de nombres slreltos ya habían sido detectadas
en las monedas del emirato, aunque no existía ninguna certeza sobre su funcionalidad y la misión que cumplían; su vinculación con el control de la moneda era lógica, alrnque l¿r introducción de nombres propios en las monedas no se había dado de forma general en Ia moneda omeya de Oriente, y constituye, más bien, una innovación de época abbasí, en cuyas monedas también aparecerán nombres de funcionarios cle zrlto rango. En este sentido la moneda de Abd al-Rahman III acorta distancias con 1as de otras grandes dinastías dei Islam medieval, dando paso en la
moneda a nombres de funcionarios, que en sus sucesores incluirán al Hayib y a1 príncipe heredefo.
El último elemento de los aspectos formales en el que ia nueva política monetaria se manifiesta es en el de los motivos decorativos que están presentes en ia parte superior e inferior de las leyendas centrales. La presencia de decoración en el campo había comenzado ya en 1as emisiones emirales, las cuales fueron evolucionando en su compiejidad hasta las acuñaciones de la segunda mitad del III/IX, momento de mayor complejidad con Lrna proiiferación de ios motivos de tipo vegetal. Bajo Abd al-Rahman III la secuencia decorativa puede desdoblarse en dos líneas bien definidas: los motivos de orden geométrico (puntos, cír-
culos y combinaciones de los mismos) y los de carácter vegetal, con una amplia variedad de los mismos. La tendencia general del desarrollo de la decoración no puede separarse de los otros elementos qlre estamos analizando, ya que están estrecha113
mente relacionados. Es fácil percibir que en los momentos de mayor volumen cle acuñación ias variedades decorativas son más amplias, 1o que ayuda a entender su función como control de los cuños y por tanto de 1as emisionesi por el contrario en algunos momentos de disminución de la proclucción, las variedades son menores; la reperición sistemática en algunos años de los mismos motivos, de fo¡ma cíclica y en ocasiones con la misma secuencia, permite consolidar la hipótesis de su función de control. Aunque esta norma es 1o habitual, también es cierto, qr-re conocemos excepciones a esta poiít.ica, siendo la más notable la que se produce entre los años 330-3 j2l94l-.)47, en los que el Hayib alSikka es Qasim b. Jalid, en los clue predomina un írnico modelo decorativo que convierte a la serie en inconfundible. Como ya he señalado en otro trabajo ante¡ior Ia explicación y circunstancias de este período son especizrles y tenemos abundantes referencias al respecto (9).
Esta función de la decoración y su posible relación con 1os volúmenes de acuñación se m¡nifiesta, ersímismo, en los dinares, los cuales presentan una secuencia decorativa mucho más sencilla y de menor variedad.
Así, todo
resr-rlta esclarecedor comprobar cómo en
período entre la fundación de la ceca en el i161928 y eI i291940, los motivos decorativos son esencialmente sencillos, del tipo geométrico, con alguna presencia de los de tipo vegeral, pero e1
en Lrna cantidad mucho menor y con Lrna oscilación entre ¿rmbas áreas notable. Enrre e1 33Ol94l
y eI 3311916 el elemento decor¿rtivo
se
fija en
e1
reverso de las monedas de plattr con la repetición sistemática de un diseño car¿rcterístico, la flor de ocho pétalos; a fines de esta fase aparecen de
nuevo los motivos de tipo geométrico. Los años del 3i61947 al 34Il9i2 significan la eclosión de los modelos clecorativos de tipo vegetal o f-Ioral, al tiempo clue se repiten los de orden ¡¡eométrico; la relación de este extraordinario desar¡ollo clecor;rrivo coincide con el traslado clel t¿rller monetario de Córdoba a la ciudad palatina, hecho que ocurre en el T61947 . Así la máxima varieclad decorariva se recoge en los años ))61947 , i371948 y 338194910; desde esta fecha se produce una ligera reducción de Ios mismos, que se hará mucho más marcacla en la última fase de las emisiones cle Abd al-
Rahman
n4
III.
Este período final corresponde a los
il 3101961, en los que la disminución de los motivos decor¿rtivos es paulatina y muy intensa, centrándose en los de tipo ¡¡eométriaños del 34219t3
co, o en ejemplares sin decoración. En suma los elementos decorarivos componen una p¿rrte esencial clel sisrem¿ monerarlc, c¡lifal
sirviendo de sistema de cont¡ol y son un elemenro clave para el cálculo cle las estimaciones del volumen de acuñación. C) ASPECTOS METROLOGICOS
La metrología cle i¿rs ¿rcuñaciones califales se ha ido volviendo más complicada en 1os írltimos años, a tenor de la serie de estudios que se han ido realizando con especial ¿rrención a la evolución del peso medio anual de los ejemplares; esta línea de
investigación ha sobrepasado y dejado anricuada las referencias clásicas sobre los pesos medios ¡;lobales cle los diferentes califas (10). Como consecuencia direct¿r de este planteamiento es posible
localizar y determinar variaciones merroló¡¡ices dentro de periodos de tiempo mucho más cortos o limitados, sujetos a diferentes condicionamienros y posible' explitet ionrs. Si la compar¿rmos con el precedente emiral se perciben unas alteraciones mucho mayores frente a la esrabilidad metrológica que había caracterizado a la moneda emiral, cuyas oscilaciones medias son menores, con un resultado final mírs homogéneo.
Las emisiones clel primer califá sólo pueden ser cuantificadas de manera merrológica a parrir de las monedas emitidas desde el airo 3201932, puesto que 1os ejemplares emiridos ent¡e el comienzo de las acuñaciones en e1 año 3I61928, y el año citado son muy esc¿rsos y no ofrecen más que una secuencia de pesos orientativa; los datos proporcionados a continuaciór-r se cent¡¿rn en el estudio del dirham y su evolución metrológica, ya que la moned¿r de plata es la única que permire este
tipo de estuclio
(1 1 ).
Se puede comprobar en la gráfica de pesos (Lámina n." 1), cómo se aprecian varias fases muy diferentes en el comportamiento dei peso de los ejemplares. Durante esta primera década, el peso medio de las monedas emitidas bajo Muhammad b. Futays (en eI 3211933) y Said b. Yass¿rs (3223a01933-941), los dos ashab al-sikka qlre corresponden a este período, es bastante irregular,
máxime en el caso del segundo, cuyas monedas oscilan entre una media del 2,59 grs. en el año 3221%3, a 3,56 grs. e n el ano 32919,10. Además esta alte¡ación de peso no sigue Lln orden coheren-
re, plresto que entre los años 3221933 y 3211936 parece existir una tendencia a estabilizar el peso denrro de unos valores aceptables, como parece quedar de manifiesto en la secuencia de pesos de
los años 1231934, 3241931
y
3251936, (2,94;
2,98 y 2,99 grs., respectivamente). Sin embargo, en los cuatro años siguientes las alteraciones que figr,rran en los pesos medios de las monedas alcanzan valores entre 0,20 y 0,50 grs. de diferencia. Esta irregularidad de la moneda es b¿rstante notable y debió provocar una reacción tendente a corregir o estabilizar este problema, como hemos indicado en otro lugar (12). A partir de 1a ocupación del cargo de sahib alSikkal por Qasim se aprecia una tendencia a estabilizar el peso de los ejemplares, puesto que las medias de 1as emisiones anuales se concentrarr cn una frecuencia entre 2,12 grs. y 2,96 grs., con Ia excepción de algún año (como el 3441c)i1, en eI que se alcanzan los i.00 grs.), para los años entre eI3301941 y el 3161917. En algunos casos la diferencia entre las medias anuales es muy escasa (como puede verse en 1¿r Lámina 1), y las variaciones que zrpteciamos se ajustan, de manera bastante exacta, con los cambios cle dirección de 1a ceca (
13).
tres años de emisión de Qasim (330)321941-!,ll) presentan medias de 2,72; 2,83 y 2,82 grs. En el caso de su sucesor Muhammad (332-)341943-941) oscila entre 2,93 y 2,96 grs., para descender con Abd Allah (335-3361946-94,6) a 2,81 grs. El largo período del 3)61946 al 1461951 en el que Muhammad ocupa el cargo se caracterlza por una estabilidad inicial mr-ry m¿1rca-
Así,
1os
da (2,81; 2,82
y 2,80 grs., en los tres primeros
años), seguida de un aumento progresivo del peso
medio de los ejemplares que determina que
las
ción de un sahib al-Sikka de nombre Ahmad (346-3t019t1-961), se caracterizan por una pérdida notable del peso en los ejemplares, como queda demostrado en unas medias anuales de 2,76;2,11;2,40 y 2,30 grs., valores que resultan anómalos desde cualquier ángulo de vista, y explican (en parte) las medidas de confiscación que su sucesor al-Hakam II toma respecto de los funcionarios de su padre.
Como conclusión parcial del aspecto metroló1a moneda de plata es fácil percibir 1a influencia que 1a actuación de los diferentes ashab al-Sikka tiene en el control de la moneda, al
gico de
menos en tanto responsables de la misma. E1 importante esfuerzo de estabilidad se realiza a partir del 330 y va a continuar hasta mediados de la década de los cuarenta, en los que se inicia la clecadencia metrológica que va a delinir el último momento de las emisiones monetarias de Abd alRahman TII.
D) CIRCULACION Y VOLUMEN DE EMISION DE MONEDA Este apartado debería ser la síntesis de todo io anterior, en el que se reflejara el uso de la moneda en su transición del emirato al califato de Córdoba; en parte io será y lo es parcialmente, porqlre los estudios de cuños y estimaciones de volúmenes
de emisión no están todo lo desarrollados, ni son todo 1o frecuentes que sería deseable, pero pese a ello existe alguna información interesante como propuesta de trabajo. Desde ei punto de vista metodológico habría que disponer de estudios de cuños por ciclos de años que nos permitieran realizar. estimaciones de la magnitud de moneda emitida; por desgracia estos trabajos no son frecuentes y sólo disponemos de un limitado número de análisis de años concretos o de comparaciones entre diferentes años, con el fin de establecer tendencias determinadas.
En concreto disponemos de dos trabajos
medias asciendan (tras un leve descenso a 2,11) a 2,89; 2,96; 2,84; 2,86; i,00; 2,93. Todo este período determinado por el nombre Muhammad en las moneclas corresponcle a1 momento en que el taller de monedas se trasladó desde la ciudad de Córdoba hasta la residencia palatina de Madinat al-Zahra.
esta línea, que se refieran a monedas de Abd alRahman III, uno realizado por J. Pellicer sobre el período 3401951 al 3101961, con el fin de establecer una estimación aproximada a la tendencia de emisión de dichos años (14); el segundo trabajo tuvo como objetivo analizar dos años diferences en
El momento final de las emisiones del primer c¿rlifa de Córdoba, llevadas a cabo bajo 1a direc-
estricta uniformidad decorativa con gran cantidad
en
su aspecto decorativo, comparando un año de
11t
T0l94I) frente a ot¡o de similar volumen de material preservado, pero con abundantes variaciones decorativas que componían un gran conjunto de subtipos Gl 340l9il) de ejemplares conocidos (eI
(it). Los resultados, en ambos ensayos, han sido bastante productivos. Por un lado se ha ratificadcr la sensación que existía (ya mencionada por Codera, el siglo pasado) sobre la ¿¡ran variedad de cuños usados (16), 1o cual es un indicio de un
nivel de producción alto; por otro
se han podido
comparar los resultados de la diferencia de cuños analizando monedas provenientes de hallazgos, junto con otras depositadas en colecciones, lo cual proporciona una mLrestra más amplia, pero a1
cierta sabemos que esta expresión no se refiere a moneda física de oro, clue era acuñad¿r de forma mucho más escasa, sino en su casi totaliclad a moneda de plata, la moneda real, abundzrnte y en la que se reaiizaban la inmensa mayoría de las transacciones. En cualquiera de las tasas de cambio que aceptemos (sea 1:10-12 o 1:17) la cifra de
moneda de plata oscila entre 200.000.000 y 340.000.000 de dirhemes; aunque consicleremos sólo un tercio de esta suma, el correspondiente a1
atesoramiento estatal nos situaría entre 66.610.0O0 y 113.330.000 de dirhemes. La mag-
grado de diversidad dentro de los hallazgos. Los resr,Lltados relativos aI ai'o 330194I, pro-
nitr-rd de la cifra es evidente y aunque la reduzcamos de manera especulativa debido a todos los pagos realizados en especie, a la masa monetaria remanente en circulación, etc., debemos consideraf clue nuesrras primeras estimaciones, deducidas del estudio de cuños, para este año oscilaban de
a 1as 700.000
1.130.000 a 3.490.000 siguen siendo bastante
monedas, cifra que para el airo )401951, asciende
bajas para las cifras que las fuentes nos proporcionan, pero a1 tiempo demuestran que las magnitudes que se barajan están en la 1ínea correcta, y estudios anuales más intensos y amplios tenderán
tiempo se puede obtener información sobre el
porcionan unas cifras
cercan¿1s
a cerca de los 2.i10.000 ejemplares, siendo en ambos casos unos valores medios entre las consideraciones más y menos optimistas (17). De aquí que podamos considerar que tras el traslado de la ceca de Córdoba a Madinat aI-Zahra se produce un aumento significativo de la producción monetaria hasta niveles superiores a los precedentes. El estudio de "cuños diferenciaclos" (18) realizado por J. Pellicer presenta unos resultados
globales inferiores, en términos cuantitativos, puesto que el nírmero de las muestras por año es menor (en algunos casos) y el número de cuños que identifica es menor, y el resultado colectivo para todo e1 período resulta, a mi juicio, zrlgo escaso. Sin embargo la secuencia de cuños que presenta coincide en algunos aspectos con el estr-idio mencionado en primer lugar: la estimación de cuños para el ai'o 34Al9i1 es alta, siendo la proporción entre monedas/cuños una de las más altas de todo el estudio. Este corrobora el alto nivel de producción en dicho año (19), como señalamos en nllestro trabajo. Las cifras para e1 airo 3401911 son de especial interés si recordamos la conocida cifra de lbn Hawkal sobre este año, para el cual cifra el monto de los diversos ingresos califales en no menos de 20.000.000 de dinares. Siguiendo el razonamiento de que no todo este montante sería efectivo en monecla sino en especie, y 1a división en tfes del tesoro nos conduce a un atesoramiento estatal de unos 6-7 millones de dinares. A cienci,r 116
inevitablemente a reducir las distancias entre
1as
cifras expuestas.
La tendencia en los rest¿ntes años es J una reducción de1 número de cuños, como puede verse en la siguiente lista: ANO
340
CUNOS
15
22
N..
Dr
MONEDAS
3t 3t 2t
34r
8 25
342
2
t0 3i
12
33
:3
30 30 36 36
343
I,
344
3
1
345
1
5
346
4 16
341
348
24 24 40 40
3
4>
t
45
1
6
349
3
3t0
2
3
2
40 40 42 42
2I 2I
(20)
Esta lista demuestra la tendencia decreciente de las emisiones de la última década. siendo e1 año de producción más intensiva el citado 340. Estos estudios nos propofcionan las primeras aproximaciones sobre el volumen de emisión en la moneda califal de Abd al-Rahman III, y sus resultados confirman la creencia de ia puesta en circulación por el estado de una gran masa de moneda; se podrá discutir sobre los mínimos y los máximos de la citada masa monetaria, pero la magnitr-rd de la misma queda fuera de toda duda; un segundo aspecto a tener en cuenta, es si debemos considerar o no, qlre estos datos sobre la diversidad de cuños son apiicables a los hallazgos mone-
tarios, aunque sea sólo de forma indicativa.
Es
decir, si podemos aceptar que la frecuencia relativa de aparición cle monedas de diferentes años en los diversos hallazgos sea considerada como un índice directo de los volírmenes de ias correspon-
dientes emisiones, y por lo tanto una muestra válida de la circulación para un momento determinaclo (21). El análisis de la mayoría de los hallazgos de moneda califal nos revela r,rn perfil muy semejante, con concentraciones y carencias en años determinados. Con todas las reservas que merece esta discusión y, a la espera de más estudios detallados de cuños, es posible admitir que los hallazgos y su acumr-rlación, pueclen indicarnos las tendencias y los momentos de mírxima producción, sobre todo si vemos que el modelo se repite en un número significativo de hallazgos (es indudable que Ia comprobación de cuños será la prueba definitiva). La circulación de la moneda califal sólo puede rastrearse desde los hzrllazgos, ante la falta, crsi generalizada, de ejemplares encontrados durante excavaciones arqueológicas sistemáticas; a ello podemos añadir lers especiales condiciones del sistema monetario omeya en al-Andalus, entre cuyas características está la de presentar una única ceca como centro emisor de moneda y funcionar como un sistema monetario cerrado. Así 1a gran parte cle los l-rallaz¡¡os corresponde a conjLrntos de moneda de plata con cronologías amplias, que en bastantes oc¿rsiones alcanzan a los sucesivos califas; los hallazgos de moneda de oro son mucho más escasos y de nuevo, tal y como ocurría en el emirato, la preponderancia de ocultamientos, tanto en número, como en el volumen de moneda implicada que se l-rayan en las cercanías de la capital del
estado cordobés
y en 1os territorios aledaños (el
valle de1 Guadalquivir, en general) suponen una gran mayoría de los ejemplares.
Por lo tanto resulta difíci1 establecer un patrón claro de circulación, en tanto que 1a metrópoli parece ejercer Lrna enorme atracción sobre la moneda.
CONCLUSION Para terminar esta revisión de
primer momento de
1a
1a
evolución
de1
moneda califal se incluye,
en la Lámina 2, tn grá{tco que recoge , de manera anual la presencia de monedas de plata en el reinado de Abd al-Rahman III (22), desde la aparición de ias primeras emisiones. Creo que ilustra bastante bien ia evolución de 1a moneda de Abd al-Rahman III y, sobre todo, permite reahzar cier-
tas reflexiones conjugando toda 1a información que hemos ido aportando en las páginns precedentes.
Como primera reflexión 1a obligada sobre la falta de moneda en los quince primeros años del reinado de an-Nasir, ya indicada. En segundo lugar la década de 1os años 2U, demuestra como ya hemos indicado anteriormente
una actividad monetaria superior a 1o anterior pero bastante restringida, con alteraciones metrológicas y acuñaciones no mtry voluminosas; si la política monetaria de Qasim a partir de los años 30 recibió aI fama, es porque en el período anterior se habían manifestado algunos problemas. Justo en estas fechas se ha situado el comienzo de la construcción de al-Zahra, ya sea en eI 3211936 o en .i29 94tl; el restimonio monetario no permite, con rotundidad apoyar una u otra de las fechas, pero el notabie aumento de las emisiones qasimies a partir del )301941., induce a pensar que la segunda fecha sea la más apropiada para el esfuerzo constructivo (sin quitar que en los años anteriores pudieran haberse reahzado los trabaios preparatorios y de explanación). Además la pavimentación de Ia calzada a al-Zahra es del 3291940 (23), citándose un palacio construído en el año anterior, fecha muy cercana a la construcción del acueducto, obra de ingeniería indispensable para la evolución de la nueva ciudad. La fecha de construcción de la mezquita también presenta dos posibilidades, la del 3291940 y
la del 3331944-45; sin entrar en la primacía
de
l17
cualqLriera de e11as, la segunda me parece más adecuada dent¡o del contexto numismático, pues
casi inmediatamente sabemos qLre entre el 3343i51945-.)46, el Califa reside en la nueva ciudad. Como puede apreciarse por el gráfico (y el tescimonio de 1os }rallazgos lo refuerza) Ias acuñaciones masivas comienzan en Ia década de los 30, por lo tanto resultan el soporte ideal para e1 auge de las construcciones de al-Zahra; éstas se seguirán desarrollando a 1o largo de años sucesivos, como 1o muestran las fechas de construcción del Salón Rico, en torno al 31219t3-4 y eL3411916-7. En estos años la producción parece mantenerse en Lrn buen nivel, y recordemos las cif¡as mencionadas y atribuidas al ai'o 3401951. Para concluir resulta aleccionador poder establecer conexiones y relaciones entre el testimonio del sistema monetario califal y una de las const¡ucciones emblemáticas de Abd a1-Rahman, clurzás la que mejor refleja y representa su concepción .lel esr ¿do y su politica.
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NOTAS 1.
estimación del volLLmen aproximado; esta determinación de la rnuestra sigue constituyendo el mayor problema en
Sobre el problema cle la circulación de la moneda de pLata
en el período anterior a Abd al-Rahm¿n I, r'er M. Barceló (1979c), (1979d) y (1988). P. Cl¡almcta (1991), en especial, p. 81.
este tipo cle trabajo.
2. L A.
17
La estimación se realizó consiclerando una producción de unas 10.000 moneclas por pareja de criños, cifr¿r bastante conservadora, cf¡. A. Canto et alii (1988), p. 9,i.
L8
EI autor señala Ia gran clificultad de la interpretación
Canto y E. Marsal (19¡i6b), han analizaclo la evolución metrológJca de la moneda emiral en su conjunto y en
(1
988) sobre la organización de los hallazgos clel período.
1. Ibn Hayyan, hlnqtabis, pp. 185 18ó. 5. Sobre el aspecto cle fiscalidacl y moneda ve¡ M. Barceló (1981-8t) y P. Chalmeta (1!!1) ó. Corresponcle a Los nírmeros Vjvcs 147 y Miles i85a y b y
utiiizar muestras más convincentes, cfr. J. Pellicer (t987), p. 42t .
r9
clesa¡rolLo más extenso del
aspecto de Ia clis¡rosición de las leyendas. aspectos cle este tema han sido recogidos por
A. Canto en (19!15) y en concreto sobre Abd al-Rahman
().
III
20
en (1986-87).
Sobre la política monetaria del citado Qasim pueden verse
el aspecto numismático en A. Canto (1986a) y P. Chal-
10.
21
meta (1981). Esta línea de investigación se ha plasmaclo en los diferen
tes trabajos cle J. Pellicer, sin¡etizados en su últim¡
i1.
12.
Ll. 1.1.
15. 16.
cle cuños,
dacl de
r 86.
1. A. Canto (19!17), para un 8. Diférentes
e
y de ahí el uso de la expresión de mismo moclo señala l¿r necesi"cuños diferenciados"; del
identificación
monografía sobre metrología andalusí J. Pellicer (1988) y A. Canto et alii (1989). En 1o que se ¡eflere al dinar y sus divisores, el número de ejemplares es sensiblemente menor y oscilan en torno a clos trecuencias, una de ellas cie 3,88 grs., y un pequeño grupo algo superior, en ¡orno a.1,10 grs. A. Canto (1986¿). Los valores metrológicos presentados en este trabajo difieren ligeramen¡e de los que, en su día, LLtilicé en el artículo sobre Qasim, dado que eL número de cjcmplares de la muestra ha aumentado en gran maner¿; a pesar de todo l¿s diferencias no son muy altas, y no creo que alteren las consicleraciones flnales. A. Canto (L9ii6-87), en cloncle se analiza toda La secuenci.L de los preféctos de ceca cle Abcl al-Rahman IIL J. Pellicer (1987). A. Canto et alii (1988).
EI número de monedas usadas en el estudio de A. Canto para el año 1,10 es superior (60 e;ps.) a las usadas en el trabajo de J. Pellicer (i5 ejps.), aumentando el núnero de cuños iclen¡ificados. La segunda columna recoge el número de cuños iclentificados para los anversos, en la primera cifra, y los de reverso en la segunda, cfr. J. Pellicer (1987), pp. 431-32.
Sin duda no se puede Ll¡jlizar la mera acur¡ulación de monedas como un fudice ciel volumen de emisión, ya que es Lrna presentación bastante simplificada, peto los estu dios de cuños realizados sobre hallazgos emirales, los que
aquí comentamos sob¡e el período califal, y alguno más apücado a monedas califales posteriores, parecen indicar que la variedad es la norma¡ en concreto en el estudio de A. Canto et alii (1988), las moneclas procedían de diferentes hallazgos y colecciones, y la cliversidad era similar en los hallazgos, no aparecienclo enlaces de cuños de forma t¿n sistemática que hagan dudar del método; asímismo a favor de un moclelo seme jante de trabajo cfr. Th. Noonan 22
( I 9s8). Los datos aportados en este gráfico son ya, algo antiétlros, y poclrían ampliarse a la Iuz de nuevos hallazgos; de todas formas la estructura resultante no parece diferir en gran
manera de esta primera versión. El objetivo de este gráfico es presentar, a Ia luz de los hallazgos, un perfil aproxi-
Pa¡te clel problema radica en Ia correcta diferenciación o iclentificación de los cuños, elemento clave para retlizar \a
21
mado del volumen de moneda anuai. Ibn Hayyan, AIu1tabi.r, p. 751).
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