cuA?F_Rlios DE
MADINAT AL-ZAHRA' I
a
coRPoBA,
t987
SUMARIO MANUEL OCAÑAJIMÉNEZ Pág. 7
Presentación
o
t.ar JOtrfNADAS SOBRE MADINAT AI-ZAHRA'. PONENCIAS
MANUEL ACIEN ALMANSA Mahnat al-Zahra'en el urbanísmo
musulmán
Pág.
11
CHRISTIAN EWERT Elemenfos decoratiuos en los tableros paríetales del salón ríco de
Maúnat
.
al-Zahra'
J. E. HERNÁNDEZ BERMEJO Aproximacilín al estudio de las especies botánicw originariamente existentes enlosjardinesde
Mattnatal-Zahra'
Pág. 27
Pág. 67
ALFONSO JIMÉNEZ MARTÍN Los jardines de
Maúnat al-Zahm'
Pág. 81
ANA LABARTA - CARMEN BARCELó Lwfuentes árabes sobre al-Zahra': estado de la
cuestíón
Pág. 93
MANUEL OCAÑA JIMÉNEZ Coniileraciones en tomo al próIogo de la obra oMattnat al-Zahra'. Arquitectura y decoraciónr, de don Félix Hemández
Ciménez
Pág. 107
GUILLERMO ROSSELLO-BORDOY Algunas obseruaciones sobre la decoración cerámica en uerde y
.
Pág. 125
ESTUDIOS
ANTONIO VALLEJO TRIANO El baño próximo al salón de 'Abd al-Ra\man
.
manganeso
III
Pág. 141
CRóNICA DEL CONJUNTO
ANTONIO VALLEJO TRIANO Crcinica años
1985-87 '
Pá9. 169
ESTUDIOS
ta
EL BANO PROXIMO AL SALON
DE'ABD AL-RAHMAN III ANTONIO VALLEJO TRIANO
INTRODUCCIóN En la primera mitad de la década de los años 60, F. Hernández, d. proseguir la excavación de la terraza cuya piezt maestra la constituye el Salón de 'Abd al-Rahman III, deja a la luz, entre otras construcciones, un edificio de dimensiones reducielas que constituye el primer baño exhumado en Madinat el-Zehrá'. Años más tarde, excevari el segundo, conocido tradicionalmente como baño del Sector de 9a'far por encontrarse aquí un,conjunto de tres arquillos decorativos a nombre de este importante personaje, fechados en el 350 H. (961-962) (1). Ambos edificios presentan semejante disposición, características comunes en cuanto a su estructura arquitectónica y un desigual estado de conservación que podemqs considerar complementario. En ambos catrata de baños unipersonales (2). El que hoy nos ocupe es el situado en la misme terraza del Salón de 'Abd al-Rabman. Independientemente de la importancia del hallazgo, dado el cerácter singular del baño, su excavación se mostró absolutamente interesante dada la grancantidad de piezas de mármol blanco ricamente decoradas que proporcionó la edificación y sus inmediaciones, lo que, por otra parte, encajaba a la perfección con el carácter de estancias de lujo o principales del espacio donde se ubica. Estas piezas de mármol, entre las que destasos se
can tres de extraña e idéntica disposición, -una
perteneciente al de lra'fer y las otras dos, hermay correspondientes al de la terrezabaja-, cuya localización concreta en los baños resulaba sólo hipotética (3), pasaron a los almacenes del conjunto donde han quedado guardadas durante todos estos años hasta que ho¡ un hallazgo fortuito producido en el baño del Sector de ia 'far (4) ha venido a resolver no sólo algunos de los problemas de este baño, si no también la locúizeción definitiva de una gren parte de esos preciosos materiales que revestían el baRo de la susodiche tenazz baja, con lo que hemos avanzado corxiderablemente en su conocimiento. nas
ESTRIICTURA ARQUITECTóNICA El baño que comentamos y
sus dependencias
afectas constituyen gran parte del ala oriental de
la mencionada terraza del salón de recepciones (fig. 1, Iím. I). Estas estancias son producto de una de las innumerables reformas llevadas a cabo en el Alcizer durante el transcurso de su corta vida. En sentido estricto, el conjunto lo forman tres dependencias sucesivas perfecamente definidas en el eje W-E y de orientación N-S. Da comienzo en una habitación sensiblemente cuadrada, pavimentada delmármol blanco y que, se-
gún Hernández Giménez, constituyó el Jrigidarium del conjunto, cuya dimensión equivale a la mitad del área total del baRo (fig. 1,hab. n." 3 y lám. II) (5). Posee tres accesos: uno desde el exte-
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de sección cuadrada de 0,58 m. en planta y 0,87 m. de altura, a las que hay que añadir otras cinco hiladas dispuestas de manera idéntica a las antes mencionadas. Teniendo en cuenta que la separación entre estos pilares y el citado revestimiento es de 0,50-0,53 m., se observa que, en la última
hilada, toda la superficie superior ha quedado prácticamente cerrada por esta solera de ladrillo y preparada para recibir una gruese capa de mortero sobre la que asienta el pavimento de mármol del baño (8). Similar sistema constructivo presenta el hipocaustum en la sala correspondiente al tepidarium, con algunas diferencias y peor estado de conservación. El adosado de ladrillo perimetral es menos grueso, con un ancho de 0,22 m. Las diferencies en su parte central vienen dadas por
la aparición de un único sopor¡e de ladrillo exento en la zona SW, prácticamente arrasado, con una altura máxima conservada de 0,20 m. sobre la base del hipocaustum. Su forma es rectangular y las medidas son 0,33 m. de ancho y 0,90 de longitud. Repartiendo el espacio del sector central del tepidarium con las medidas y disposición del pilar conservado, nos quedarían cuatro soportes de ladrillo de las mismas dimeny centrados perfectamente en el espacio a
siones
cubrir.
El chapado perimetral de ladrillo del hipocaustum queda detenido en las jambas de las saletas correspondientes al tepidarium y las S del caldarium. En esta última saleta hemos observado la presencia de unos sillares de resalte que no aparecen en las otras y quizás hayan podido servir de asiento a una primitiva bañera desaparecida en una reforma posterior (frg.2). La existencia de una tubería de plomo de 8 cm. de diámetro a la altura de este asiento con inclinación descendente hacia el E, parece haber constituído el desagüe de la misma, confirmando dicha hipótesis. En la saleta de la bañera el hipocaustum queda cerrado en la zona correspondiente a la entra-" da por un relleno de tierra muy compacto que constituye la cimentación del peldañaje. Del hipocaustum arrancan, asímismo, seis toberas que expulsan los humos al exterior y aseguran la circulación del aire en la galería del hogat, garanttzando el correcto servicio del horno (fig. 1 y 3). Dos de ellas se localizan en el lado'W
del caldarium, en el centro de los haces murales en que se abre la puerta, y las otras cuatro, en el tepidarium, enfrentadas dos a dos en idéntica situación que los anteriores. Tienen forma cuadrangular de 0,20 m. de lado y (estuvieron obturadas en su frente por un tabicado de ladrillo>, hoy completamente desaparecido, revestido al
exterior de modo análogo al de los
restantes
muros (9).
Junto a las toberas correspondientes al lado W del tepidarium, existen dos canalizaciones horizontales hacia la nave del frigidarium. Al E del caldarium se localiza, por último, el área de seruicio del baño con entrada
independien-
te desde el N, como es disposición usual tanto en los baños antiguos como en los omeyas de Oriente y los medievales (10). Consta de dos estancias; la más oriental (hab. n." 11) está constituída por un patinillo central de sillares con andén perimetral del mismo material, según lo usual en tl-Zahra,', que debió servir de leñera y acceso hacia la habitación del horno (hab. n." 10). Esta última se divide asímismo en dos espacios desde
el punto de vista funcional uno que podemos considerar de trabajo, y otro el constituído por el conjunto del horno y la caldera, embebido sobre un grueso muro "de sillería, que esrá adosado al paramento oriental del caldarium (lám. V). La solera del hogar del horno se levanta a una altura de 0,80 m. desde el pavimento y aparece cortado transversalmente por la galerla del hipocaustum, de esa misma altura y 0,50 m. de ancho. Dicha solera es de planta circular con 1,60 m. de diámetro en su base y aparece delimitada
por un revestimiento de ladrillo refractario
de
0,32 rn. de ancho, dispuestos de forma vertical. Este revestido es, en realidad, la base de arranque
de la bóveda cttya fábrica ambién sería de ladri-
llo (Lím.VI). La entrada a la galería que atraviesa la solera se produce mediante un arco rebajado, ambién de ladrillo, de 15 cm. de flecha. En su parte posterior la galeúa da acceso al hipocaustum, al que llegaría el calor abriendo la compuerta delantera de la boca y permitierfCo, con ello, el acceso del aire del patio a la misma (lám. VII). Esre aire caliente circularía por todo el hipocaustum gracias al tiro producido por las toberas interiores del caldarium.
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sop ep ugnrsodsrp e1 rod te?znl E 'runrrepleJ Iap IeluarJo oJnru Iep IEJlueJ alred e¡ ua arnpord es eeloze el e oseJJe ¡e enb JÉm3ese sotuapod'ogeq Iap opeltnru o¡ ep resed y (gI) sererqunl sBI ap orf,r^Jas olf,aJJoJ 1e L sereqol se1 ap ezardrurl BI Jelr1rf,eJ ap uU e ¡or¡adns ealoza el E osaJre Ie ¡t¡tu¡ad tred g e lr-x8 aqep anb Ie opuetleJ rsop olgs opc^resuoJ u€r{ es sel€nf, sol ep '¡ olnul F ePesoPE soureJl seJl ap orf,r^Jes 3p eJalBf,ss €un Jlsrxe ouJog Iap ugrlelrq€q 11 ua'aluauqeur¡ 'eIIe ezefr -el q ep ogeq Ie ua ugrqruel errnJo oruoc pl'(¿ '39) og€p¡ad opun8as Iep ernrlr el e letuarro Eref, ns ua operrperd ongrro un eluerperu Elsg ue eraplef, EI apsap epeqnlue
etuau oqcrp al.runsuoo enb seru$rü sEI e J€sJeA -sue¡l ezard e¡ regse8ue ered eleqer Ie ruruJal ep -uop E$¿q seqruef se1 ap EJnlle q 'rrlep se 'BJeg€q EI ep elueg Ia al.nl¡$uoc anb'ur g'8t ep ernlp '39) runlr el TEAIEs elru¡¡ad uglef,sa orlrICI (g "'u -Eplel Iap IEJtuar Jotf,as Iap olueurlcd ¡ap lert -ru Ia oJqos 'ul' 0z oPe^ele uglBf,sa un aluErpalu ¿qtnlcoJe es EJeg¿q e¡ e osarSur 1a anb JEu¡Jg€ soruapod esrca¡d uorJerrqn elsa E serf,eJg
ugpuc IE aluatuerrtur8Fo e¡rqe anb epeuapuof, surJlal ?un ?$uenJus es ouJoq IeP Jns Iy 'ft [ g 's8g) eusrtu EI ep Ierq.urn p uapuodsarror enb L ¡or¡edns el¡ed ns ua sope^JesuoJ se¡q¡s
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-ueJsep opquas ua erntp ep'u¡ 0g'0 L oqcue ap 'ru gt'g ap relnSuepe¡ elec ep euroJ ue'S Eper{r -eJ el epsap eJuerre enb 'eprpnp setur uorf,yzqsueJ
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Salvado el frente de la bañera, accedemos a su interior mediante tres escalones descendentes de 30 cm. de huella por otros tantos de altura, lo que significa que son auténticas gradas para sentarse a tomar el baño. Del primero de ellos hemos podido recomponer y colocar <in situ algunos fragmentos, gracias a lo cual sabemos que los laterales de la bañera, hasta el segundo peldaño, han ido enlucidos en almagra pudiendo calcular, además, el grueso de este enlucido respecto al paramento conservado. De nuevo el baRo de la terraza alta nos permite completar esta organtzaciín al comprobar la presencia de camas de mortero en el frente y los laterales hasta el peldaño referido y hasta una altura próxima a la imposta donde la bóveda Esto permite "rren,ca asegurar que sólo la estructura rectangular de la bañera ha ido revestida con mátrrnoles, seguramente lisos, en tanto que los laterales correspondientes al peldañaje van simplemente enlucidos (fig. r." 4). A juzgar por los resros de enlucido conservados en la bóveda del tramo central del caldarium y en el arco de acceso a dicha saleta, el revestido en almagra era completo en todo el baño a partir de la línea de remate del mármol, confirrnando la inexistencia de enlucidos blancos.
La alimentación de agua se producía, como ha quedado dicho, desde el lado oriental, probablemente a través de una tubería de plomo.
En el lado N, se conserva el orificio de desagüe que, atravesando dicha crujía, expulsa las aguas a la alcantarilla situada en la habitación donde queda habilitada la escalera de acceso de este conjunto a la terreza superior (fig. 1, hab. n." 8).
El sistema de circulación del agua y el vapor en este caldarium y el programa decorativo del mismo se completaría al menos, con el servicio prestado en alguno de los tres vanos existentes en la crujía de separación entre dicho caldarium y la estancia del horno. Estos vanos, que aparecen también en el llamado baño de la terreza alta en número de dos a pesar de que su planteamiento
original es de tres, representan una constante tanto en los primitivos baños omeyas (15) como en los medievales islámicos, siempre en la misma disposición que los nuestros. Básicamente las hi-
pótesis mantenidas tratan de explicarlos como
aberturas para el paso del vapor de agua desde el
depósito,
o como el lugar por donde entra el
agua, calentada en éste, al cddarium.
En los dos baños de Madinat al-Zahta',los vanos presentan en su perímetro restos de grapes de hierro que han debido servir para anclar piezas pesadas, así como rebajes casi imperceptibles en algunos de sus lados. Esto parece indicar la existencia de elementos adosados para enmercalos. Ocurre además que son relativamente abundantes los fragmentos de arquillos de mármol decorativos que aparecen en las inmediaciones de los baños. En el caso del de la terraza alta se encontraron tres completos, introducidos en el horno (16), de extraordinaria calidad y gran belleza que forman una unidad desde el punto de vista decorativo y formal. La leyenda epigráfica que los contornea, de forma individualizada, fecha la edificación en el año 350 FI, como ya quedó dicho. Dos de ellos, el central y el meridional, encajan perfectamente con las cajas conservadas
en los dos vanos existentes en ese baño, por lo que no nos cabe ninguna duda respecto a la seguridad de esta ubicación En las inmediaciones del que nos ocupa se recogen también fragmentos correspondientes a cuatro arquillos."Uno de ellos, sin leyenda epigráfrca, eslá prácticamente completo. De los otros tres con testimonio epigráfico, uno córresponde a'Abd al-Ral.rmán III, otro a su hijo al-
flakam II y del último. muy incompleto, sólo sabemos que es obra de Sunayf (17). Son tam-
bién varios los lugares donde han quedado
cajas
en los muros para adosarlos (habitaciones n.o'2, 6 y la lenina occidental), además de los vanos que
comentamos que deben constituir lugar preferente para la instalación de estos elernentos funcionales con tanta carga decorativa. De ellos, sólo uno posee abundantes restos de almagra en la parte superior, testimonio inequívoco de supertenencia al baño, ya que ésta es la única edificación del conjunto de habitaciones anejas al Salón de 'Abd al-Rabmán III en que el enlucido con este pigmento ocupa la totalidad de los paramentos interióres, incluidas las bóvedas, que no están revestidos'con mármoles. Aunque son escasos los fiagmentos conservados de este arquito, las medidas de su ancho son compatibles con los del vano central, aunque 145
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cimacios, 1,135 metros. Creemos, por tanto, que
ambas piezas han ido asociadas formando el frente decorativo correspondiente al vano central del caldarium. Hay'que anotar en apoyo de nuestra hipótesis una última observación imperceptible en las fotografías: la existencia de un goterón de almagra que recorre tanto los fragmentos del arquillo
decorativo, como los de la pieza que comentamos, exactamente en el mismo lugar, esto es, aproximadamente, el centro de la cenefa derecha de motivo sogueado. En esta cenefa, también de cuatro cabos como en el arquillo, se alterna uno de tres hilos con otro de dos, mientras que en el arquillo los cabos de dos y rres hilos se agrupan por parejas. En conclusión, podemos afrmar que, en su organización original, el progralna decorativo del baño culmina en el interior del caldarium en cuyo muro oriental encontramos un primer cuerpo, desde la base del pavimento hasta la altura de asiento de los cimacios de las saletas laterales, del que desconocemos su disposición con la salvedad de la pieza últimamente comentada. A partir de esta línea y hasta el arranque de la bó-
veda, entraría un segundo cuerpo decorativo formado por tres arquillos, separados entre sípor
XI). El resto de las paredes interiores del baño ha ido revestido de mármol liso sólo hasta el primer dos pequeños tableros (lám.
cuerpo señalado.
ANÁLI$S FUNCIONAL Antes de adentrarnos en el análisis funcional de las estancias del baño que nos ocupa tenemos que partir de la consideración previa de que éste, en su organización actual, es producto de una se-
rie de reformas efectuadas en ese conjunto de habitaciones ubicadas en el sector oriental del Salón de 'Abd al-Ra[mán III. No estamos atin en condiciones de explicar con detalle el alcance real de todas estas transformaciones, ni su sucesión cronológica, lo que ayudarfa, sin duda, a entender la función de las gstancias asociadas al baño en su lado occidental (20).
Además de otras muchas, constatamos dos reformas de capital importancia dadas la naturaleza y función de los elementos que surgen
como producto de las mismas. Nos referimos a las dos letrinas situadas en la crujía N de las tres
en que se fracciona longitudinalmente dicho conjunto de estancias. No cabe duda que la letrina occidental surge a consecuencia de la edificación del Salón, como servicio asociado a éste. De
la misma forma, la letrina oriental es producto de la erección del baño (fig. 1).Su construcción obligó a clausurar el vano de comunicación occidental de lo que parece fue una organización primitiva, cobijado con arco de herradura aguda de 5,06 m. de altura desde la cota de la nueva letrina. La cubierta originaria quedó rebajada y se sustituyó por una bóveda de cañón cuyos arranques, sobre fajones volados, se conservan en los lados mayores.
Asímismo hubo de ser alterada la disposición del vano N, ambién cobijado por arco de herradura, entre el patio de la pila y la referida estancia. Dicho vano, originariamente centrado en el paramento, quedó cerrado salvando el grueso de los fustes entregos y capiteles y, en su lugar, se abrió otro desplazado hacia el E. Todo ello para asegurar el espacio suficiénte a la nueva letrina que también quedó dotada de une puert¿ enmarceda por un arco con sus correspondientes
y desenfilada de las vistas desde los distintos accesos situados al E (fig. 1). Otras reformas se observan en la crujía de separación entre el patio de la pila y la habitación n." 3, también a lo que parece como consecuencia de la edificación del baRo. El acceso primitivo entre ambos, centrado en el paramento, fue condenado al quedar enfilado con la puerta de acceso a las salas calientes. La nueva puerta se desplazóhacie el S a partir de la primitiva jamba meridional. Otras transformaciones más dificiles de explicar y detectadas por los cambios de aparejo se evidencian en el muro de fachada al jardín de todo el tramo-oriental. De ellas son claras las correspondientes a la clausura de los accesos a las estancias 9 y 71 desde el andén exrerior. La letrina quedó condenada totalmente, mientras que la diferencia de cota entre la leñera, sobreelevada, y su puerta de comunicación cerrada desde el andén, induce a la conclusión de que aquélla ocupa un espacio utilizado con anterioridad para otra soportes
función (fig.
1).
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Los problemas de interpretación funcional que plantean estas habitaciones anejas al baño en si derivan no sólo de su disposición supeditada a exigencias de emplazamiento por la existencia
de una organización arquitectónica previa, sino también por la falta de otros referentes coetáneos o eslabones conocidos entre los primitivos baños omeyas, de los cuales el más tardío corresponde a la segunda mitad del siglo VIII y el que nos ocupa, al tercer cuarto del siglo X.
El llamado patio de la pila nos plantea, en primer lugar, el problema acerca de su definición arquitectónica como espacio techado o al aire libre. A pesar de su tradicional consideración de espacio abierto y su morfología, semejante a los patios de esta ciudad en cuanto a la estructura
de ándenes perimetrales y rebaje central, la riqueza del pavimento y el carácter de su mobilia.lo, .ror suscita dudas sobre esta cuestión (21). Hernández Gimenez le asigna la función de vestíbulo del baño, que nosotros compartimos plenamente y a la que se podría añadir la de vestuaúo -bayt al-maslaj- (22) durante las épocas del año en que la climatología 1o permitiera, caso de que se trate realmente de un patio, o durante todas las estaciones si estamos ante una estancia cubierta, aunque no faltan dependencias en el programa arquitectónico dei baño para estas funciones (23). La letrina conectada directamente con ella garantiza el primer servicio de higiene que debe prestar un baño.
La habitación n.o 4 puede ser entendida como un pequeño vestuario. Si aceptamos la posibilidad de que el patio de la pila haya cumplido las funciones de vestuario, podríamos proponer para esta pequeña habitación la misma función, dado que su reducida superficie la hace más apropiada para uso invernal. Su característica más acusada es la prese4cia de un chapado de ladrillo en su lado N, ya iniciado en el de la letrina, hasta
una altura uniforme de 2,16 m, que recibe el clásico enlucido de mortero de cal y arena, pintado de almagra en el zócalo y blanco hasta la aitura de una moldura en forma de nacela, sobre la que arrenca la cubierta. De ésta ha quedado conservada urn línea de imposta a 3,90 m. del pavimento, con unos sillares salientes, regularmente repartidos, que no podemos interpretar de otro
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modo más que como apoyos de una cúpula de nervaduras (24).
Siguiendo la secuencia funcional clásica, Hernández Giménez considera la estancia 151 (hab. n." 3) como la sala fría del baf,o -bayt albArid-, consideración que también compartimos. El problema que plantea la identificación del frigidarium en los baños islámicos es que no parece contar con un lenguaje arquitectónico propio. La ausencia de los elementos que lo definían en el mundo clásico, lleva a distintos autores a plantear su desaparición en el baño islámico, cuya función como espacio de transición o aciimatación progresiva a las cámaras caldeadas parece quedar asimilada o confundida con la del vestuario (25). En nuestro caso, al existir espacio suficiente, podemos asignarle esta función. Hemos de suponer, además, que el carácter de baño unipersonal no debía excluir, en determinadas ocasiones, su uso por parte de invitados o huéspedes del califa.
Esta amplia habitación podría explicarse, por tanto, como el lugar donde se realizan determinadas operaciones del proceso del baño como depilación, rasuración, etc., que necesitarían un número de sirvientes adecuado al personal que 1o utilizara (26).La existencia de un orificio en el ángulo nororiental, sólo puede ser interpretado como el desagüe paralalimpieza de su pavimento, confirmando nuestra suposición (27) (ftg.1). Sin embargo, no podemos descartar totalmente la posibilidad de que vuelva a tratarse de otro vestuario. Nos apoyamos para ello en la comparación, siempre presente, con la homónima del baño de \a terraza alta. Esta, aunque incompleta en cuanto a su excavación, presenta un banco o poyete corrido de mármol en sus lados mayores que la identifican con los vestuarios de los baños omeyas orientales.
Creemos que cualquiera de las piezas anteriores (hab. n.o' 1, 3, 4 e incluso la 6), ha podido ser utilizada como estancia de reposo después del baño,, dependiendo también del número de ba-
No tenemos datos arqueológicos suficienidentificarla en este programa y excluir a para tes ñistas.
las restantes.
Las dos habitaciones calientes plantean menos problemas funcionales. La situada a'W' hemos de considerarla como la bayt al-waslant de \a tradición musulmana o el tepidarium de los ba-
-
ños romanos, tanto por estar más desplazada del foco de calor que constituye el horno, como por no materializarse en ella ni el baño por inmersión ni el baRo de vapor que quedan concentrados exclusivamente en la habitación n.o 7, -bayt al-sQun-. Los paralelos de la misma son muy comunes en los baños conocidos del período omeya; sin embargo, la nuestra presenta una peculiaridad que la aparta de este prototipo, al tratarse de una habitación, abierta en su lado N, a otra dependencia con servicio de agua fría. Esta
última, seguramente no
sea más que una habitación de paso que conecta esta sala del baño con la escalera de acceso a la tefiaza superior, donde se
ubicó el conjunto de edificaciones conocido como el patio de los relojes, por ser aquí donde se recogen fragmentos correspondientes a tres relojes solares de los cuales se conservan dos de ellos (28). La posición topográfica privilegiada de este espacio y la ausencia de vano en la habitación correspondiqnte al baño de la terr^z ^lta llevan a pensar que se trata de una particularidad de este baño, producto, tal vez, de una de las reformas efectuadas en su interior pe:a acortar en lo posible los desplazamientos del califa. En relación con estas transformaciones de que fue objeto el baño en si hay que recordar la observada en la saleta S de la bayt al-sa¡un. Aunque en,su última organización presentó su pavimento elevado entre 15 y 20 cm^, sobre el del sector central de la habitación, por debajo de esta cota hemos encontrado en el muro oriental una tubería de plomo que va a desaguar a la letrina contigua, como ya ha quedado dicho. Esto presupone la existencia de una bañera o pileta primitiva; menos profunda que la frontera a N, que fue posteriormente desmontada. La constatación de esta reforma en el interior del baño es importante, pues sólo así se pueden explicar las difereñcias existentes entre sus mate-
riales decorativos. Nosotros observamos dos conjuntos de piezas desde el punto de vista de los motivos que las exhornan, de tal forma que el arquillo y el tablero de frutos que lo flanquea parecen guardar poca relación con las tres piezas restantes que poseen, a su vez, unidad estilística propia. Lo cual lleva a plantear como hipótesis la existencia de una organizzción decorativa inicial y contemporánea a la edificación del baño, re-
por las primeras piezas, posteriormente modificada o suplementada con presentada, entre otras,
la adición de las restantes.
La función de los vanos de esta estancia ha quedado ya sugerida. No nos cabe duda que sólo el central ha permitido el paso del vapor desde la caldera hasta el interior de la bayt al-sajun; de ahí su mayor elevación y anchura (29). Pero hay que aceptar además que ha prestado un servicio de entrada o salida de agua, al igual que los dos laterales, pues no se puede explicar de otro modo la existencia de la horadación en lapieza de la lám. XIII, ni los desagties e la canalización trasera en los vanos de flanqueo. El agua ha podido llegar entubada a estos orificios y chorrear direct¿mente al suelo del pavimento o, mediante surtidores, verterse a alguna pequeña pileta mueble. Los problemas que nos plantea el funcionamiento del sistema de vapor derivan de la duda ecerca de la existencia o no de caldera. Aunque casi todos los autores la mencionan en los primitivos baños omeyas y, desde luego, en los poste-
riores baños islámicos, sólo conocemos con certeze la de Qusayr Amra. Hernández Giménez tampoco aclara el tema; por un lado alude a ella al afirmar que no debió ser metálica, pero, por otro, se refiere a la bóveda que debió encerrarla sólo como <el ámbito de almacenamiento de calor..r y no de agua- Asd concluye que el calentamiento de ésta se produjo mediante su desplazamiento por urn conducción <embebida entre la bóveda y la gloria del hornon (30). Nuestra hipótesis es que la alimentación general del baño se produce desde el muro N de la estancia n." 10, (lám. V), mediante el orificio existente debajo.de la prolongación de la escalera. Dicho orificio se encuentra en línea con una canalización proveniente de la terraza superior que constituye el suministro de todo este sector. Asímismo, creemos que existió caldera de obra, en el sentido de depósito donde se calienta agua- La falta de datos arqueológicos sólo permite, en el momehto presente, establecer estas primeras conclusiones.
Quedan multitud de interrogantes por responder. Afortunadamente la información arqueológica todavía no esgi agotada, restando aún por excavar una buern parte del baño de la terraza superior, la habitación previa a lx salas ca149
osef,se Ie ue solaleltd aueq olgs 'III uqtuqe¡1e pqv, ep ugtrs p euale \tgavaue8ro elsg 'selau -pd seipaur sEI ep JorJalu Ia u?Iqurtl ueuJoqxa enb so¡p¡ncrrc soganbed ¡od EpIrroJJr e^ IBrl
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Ia ua sorueJpuo¡ep sou olgs anb o1 ¡od sszerd sel -se ep ope¡¡etap orpnlsa un raJer{ oleqerl e$e ep sa oN -r¡orrept¡og e¡ ep yzaid e1 f. seqruel
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se¡ rod oper8elur olrleJoJap lerJeleru Ie se ugrl -etp El ered rereprruof, e oluau¡ele ono Ig (rc) 'ff ,,gt oCE Ia ue oper{raJ'oqrru Iap oprgz Ia elerual anb esru¡o¡ rl op seuomporu sol aJlue
salualsxa sq op elauef, eun ua 'elueurslaJf,uoJ :EseqopJor etrnbzau¡ q ep qgrqgur Iep Iourrgu eP osrg Ia ua o^enu eP ssJEJluof,ue 8 e^Isn aJquou ns L u9¡e5 Iep lrluoprlf,orou erlseld el eP sErsIIFr sol 3P oun sa :EPel¿IP sgtu erouesard sun auerl 'oue$uoJ 1a rod'u¡pego'oJnperu elucl -seq arguroq un el. sa ugles Iep u9rf,f,nrtsuof, ap otuerüotrr 1e ua anb ergruSrs anb o1 ,Gü'n OZg [e apsap souau¡ p oSrer our$ur Ia uo] e-rn8g el.
anb eluanc ue soruauel rs souJegrerxa eqap ou [Bn] ol'II ure:FI{-F rod oqer € Epe^ail BqoprgC op etFbzau¡ el ap ugrJ¿rJdrue q ua e¡a¡rde ou uqruqe¡-F pqy, ap ugles Iep serqo sel ep ugrf, L
-f,eJrp el ua elueserd e¡eq as enb sotuaqes olos o¡erur¡d ¡aq 'eenbueg o1 anb o¡olqel Ie ua (E¡ -srlorureu ¡e'rpegr Á o1¡nbre ¡a ua <gLeun5> ap seJqurou sol uaSorer anb sepe,rrasuo¡ seuo¡3dr¡¡ -sul soP se$o sBI salua,{n1cuo: uos ocodure¿ 'soge
so¡od Lnu¡ ue e$g e ¡o¡¡elsod'oluel ¡od'1. ugps oqJrp ep oFnpord oruoo el¡ns enb alqrunsard se uerq F'(Zg) (t/gSe-V/eS6) sauorodarar ep ug¡es uer8 Iop ugneorJpe EI e eaue¡odueluof,'Bu -e¡duel Lnru ouoc'res aqap eJqel ns enb aluap -rla ellnseJ 'solnlosqe sorr8g¡ouorf, sol€p uees -od ou anbuny'III ugruqe¿-F pqy, e orf,rJpe ¡ap ugodrnspc el u€ruorunsal sestq scqury tseqoprof, eurel¡e EI ue saluenf,ag eluerueArlel -oJ uos (nlrs urD u¿lpt es ou anb solerJeleru sol ua 'seuorxsuossaP sBlsg 'ugrtr€f,grpe el ua sElusrlu sBI ep o{rrrlgl ouqsep ¡e L suzard se$a ueleqer anb seJsllel sol 34ue uoxeuof,seP aluePl^e tun aP eleJl as anb'soruaa¡J oruof, ¡esued enb Leq oser of.n¡ ua'uoueq anb otusnu ¡eur8rro oluarru 1a sa
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09I seuorsf,nJlsuof, aP soPe4lrlnal solualuels ep EleJl as anb 'alred run rod'opueldaf,B :seJer¡€ur sop ap rtcr¡dxe apend os elpruoue B$A (nlrs uD ¿scq el eJrJ$el oruoc'ecggrSrde epuef.el ns ap el¡ed eun ellnJo opuepanb'se¡erntu sersq sol ua st8a¡lue uoJerlnlse 'oSrequa urs 'L oluaxa auodos ap
ugrcezrueSro zun e¡ed seplqaf,uoJ ug$e anb ue Errper seseq selse ueelr¡e1d onb euralqord ¡g
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vlco'roNorrc 'sou¡slur sol ep olu3[r¡rf,ouof, Ie ue opu¿zr¡E^e L saluerf
¡rn8as ,rrrlnurad anb 'tunlsnecodrq 1a
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del patio de la pila con el nrlmero 122 (hú. n.o 1 en nuestro plano) y la habitación contigua al E con la referencia 151 (hab.
material de la al-munya al-Rummaniyya que excavara Yelázqu,ez Bosco en 1910, identificándola erróneamente con la al-?miriyya como ya demostró Ocaña Jiménez (35). Entre los materiales recuperados de esta excavación y conservados en parte en el Museo Arqueológico de Córdoba, destaca un fragmento, probablemente de pila, decorada con representaciones zoomorfas y leyenda epigráfica, fechada por este último investigador en el 355 H. (966-7 d C.) por el tipo de escritura utilizado, compuesta en caracteres cúficos de traza simple y labra en resalto (36). Así pues, los límites cronológicos extremos entre los que parecen moverse los materiales decorativos del ba¡o oscilan entre el 342 H, primera data que poseemos del Salón de 'Abd alRabmán III y el 355 H. en que se fechan las pie. zas de la al-munya al-Rummániyryr, que tanta semejanza presentan con las nuestras. Por otra parte, teniendo.en cuenta que el baño de la terraza alta se fecha en el 350 FL, año de la muerte de'Abd al-Rahman III y dada la similitud con el que nos ocupa, podríamos proponer para éste una cronología ligeramente anterior a esa misma fecha, sin demasiado margen de error.
NOTAS 1. OCAÑA JIMÉNEZ, Ivt, uia'far el
eslav o>, Cuademos de la
Al-
hambn, 72 (Gra¡rada, 197 6), p. 220. 2. Ambos baños están perfectamente .descritos y estudiados en rnRNÁNo¡z cn¡ÉNfz, F. Maúnat al-Zahra'. Arquitectura y decoración, (Granada, 1985). El correspondiente a la terraza del SdO.r d. 'Abd al-Ralrman III en pp.47-59 y el llamado de 9a'far en pp.69-70. Sin embargo, la falta de documentación foto-
3.
grá6ca y planimétrica hace diffcil su comprensión FIRNÁNDEZ GIMÉNEZ, F. Op. cit. alude en dos ocasiones a estas piez s; en p. 55 afrma su pertenencia al baño aunque no precisa su ubicación; por el contrario en p. 70, al hablar del comportamiento de la pila (léase bañera) en el llamado baño de tro. dice que uparece haberse hallado f¡enteado en sus jambas por sendas piezas de m:írmol similares en configuración
n:3). Entre los fragmentos recuperados destaca uno perteneciente a una lumbrera de reducidas dimensiones (-. de lado y... de alto)'
7.
pp.216-217. R
FIERNANDEZ GIMENEZ, F, Op' cit.,p.49.
9. Ibídem,p.49.
11. 12.
SCHLUMBERGER. D, Op. cit., pp. 214-215 y nott 7I{ERNÁNDEZ GIMÉNEZ, R Op. cü.,p.51. I¡ calder¡ de fábrica está confirmada en Qusayr 'Amra- ALMAGRO, Ivt, Op. ciL, p. 39 y ñg, 11.
13.
No hay constancia de estas escaleras en los baños omeyas. Sólo
10.
encontramos una de disposición similar y seguramente idéntica
función en el baRo de Comares que hay que relacionar con la nuestra, aunque en su tr¿z¿do actual se deba a una reforma de época cristiana. BERMUDEZ PAREJA ,J., Op cit.' frgs. 3 y 4. t4. I:s dos piezas apa¡ecen ya publicadas por PAVÓN MALDONADO, B. Memoría de la excauacíón ile la mezquita de Medinat al-Zahra,(7966), p. 88 y Lím. LXIL 15. I¿ existencia de un rlnico vano Para el paso del vapor está constatada en 'Abd y Jirbat al-Mafyar, SOURDEL THOMINE, J., Ency dEedie d el %la6 III, ed J. Brill ( 1 97 l), W. 1 42-149; Qusal'r 'Amra ALMAGRO, M, Op. cit., pp. 80-81; Qasr elFlair al-Gharbi, SCHLUMBERGE& D., Op. c4 p.218; Qebel Seis, SATIVAGET, Syn¿
J"
<Les ruines omeyyades
du Qebel
Seis,,
XX, (1939),p.247 y frg.7.
76. Iü,RNÁNDEZ GIMÉNEZ, F" Op. cit,,p.7l. 17. Estas tres riltimas piezas están recogidas por PAVON MALDONADO,8, <Capiteles y cimacios de Medinat a\-Zahra las últimas excavaciones. (Hacia un corpus del capitel hispano-
tr¡
musulmán)u,,4rrhívo EEañol nas
18.
iiá.,
a las encontradas en el baño califal, dentro de la bóveda del horno, similitud que ayuda a comptender el destino tanto de una como de otras*D. 4. A partir de ahora io denominaremos baño de la tenazzalte 5. A efectos prácticos hemos optado por numerar las habit¿ciones del baño, sin que ello presuponga ningrln tipo de sucesión funcional. Hemández Gimenez numeró todas las estancias de la ciudad siguiendo un estricto criterio cronológico de excavación. A nosotros sólo nos ha llegado la planta a E. 1/1.000 en que únicamente aparecen algunas signaturas, concretamente las
semejante a las anteriores en cuanto a forma y decoración Debe corresponder al remate exterior de las toberas. Así se observa, por señalar sólo algunos ejemplos, en los tres baños conservados en la Alhambra de que tenemos publicación TORRES BALBÁS, L, <La mezquita real de le Alhambra y el baño frontero>, al-Andalus X (1945, 1), p. 54; BERMÚDEZ PAREJA,J., <El baño del Palacio de Comaresr, Crademos de la Alhambra 10-71 (7974-75), p. 113; GALLEGO ROCA,J, <Restau¡ación y consoüdación del baño del Palacio de los Abencerraj es,, Koiné 7 (1986), pp. 36-37. A su vez el precedente de este sistema para Madtnat al-ZahrÍ lo encontramos en Qasr al-Hayr al-Sharqi. GRABAR. O.y ortos,City in the desert. Qasr al-I:Iayr Fnt, (1978), p. 93 y fig. 178 y 179. Tanto en Qusayr 'Amra como en Qasr al-Hei¡ al-Gharbi los soportes son circulares, de pie&a en el primer caso y de ladrillo en el segundo. ALMAGRO, Iú y otros, Qusoyr 'Amra' Rcsümcía y ba' ños ofteyds en el daietto de Joilania, (1975), pp. 36-37 y fry.5SCHULUMBERGE\ D., <ks fouiües de Qasr el-Heir el Gharbi (1936-1938). Rapport preüminairen, S/r,b XX (1939),
la pieza está completa como él presenta en sus fotograffas y en el esquema de"su composición decorativa, ni el investigador
el fragmento de inscripción epigráfica que
conserva. GOLVIN, L., <Note sur un decor de marbre trouvé a Madinat al-Zahra>, Al.AndalusXXY, (1966), pp. 171-188. <iBadn es también uno de los artffices de la pilastra IrIW del Salón de AM al-R¡bman III, en cuyo collarino 6gura su nombre Una descripción más extensa de esas reformas puede verse en
Iü,RNANDEZ GIMENEZ, 21
Arte 166,(1969), p. 169 y Lími-
Ni
francés adüerte
t9
de
XXVI, XXVII y XXV respectivamente.
A estr dudas
F., Op. cit., pp.
51-53.
se añade la falta de referencias literarias sob¡e la
ubicación de fuentes o surtidores en estancias a cielo abierto. Cuando Maqqari hace alusión a una de ellas, con un gran lujo de detalles en cuanto a su localiz¿ción, utiliza el término <bavt>.
151
22.
CASTEJÓN CALDERÓN, R, oMadinat al-Zahra en los autores árabesr, ,4/- Mulk 1, (1959-1960), pp. 80-8 1. Utilizamos la terminología propuesta por Torres Balbás que es la ousada en Tetuán y para al-Andalus por varios documentos,
del baño, recogrdos por un autor del siglo
enrre ellos uno mozírabe de 1255o, en nEl baño de Torres (Va-
y otros levantinos,, Al-Andalus XVII, (1952,1), pp. 187-182. Esta no es la única existente; Grabar en su esquema interpretativo de Qasr al-Hair al-Sharqi, propone otra terminologra tomada de los baños medievales de El C-airo y Damasco, no anteriores al siglo XII: omaslahr o omaslakh, (área para desnudarse, próxima a las letrinas y generalmente separada del restc del baño); <ba1t awalo o (wastani barrani> (,primera habitación, o <intermedia exteriorr, área no caliente próxima a las zonas caldeadas, usada para desnudarse en invierno); (wastani juwani', (,intermedia interior>, habitación caliente usada para depilación); ojuwani, o harara (,interior> o ohabitación caliente), más cercana al horno y provista usualmente de una o más (maqsurat al-maghtis, pequeñas bañeras para el baño después de la sudación). GRABA& O.,Op. tit.,p.95. Este vocabulario tiene, además, disrintas acepciones y cambios que reflejan las vuiaciones existentes entre los usos propios de cada región o de cada época23 Si ello fuera así se nos permitirá planter, salvando las enormes distancias cronológicas, la hipótesis de que éste resulte ser el primer precedente peninsular del opatio techadoo que, andando el tiempo, dará lugar a la sala de reposo del baño de Comares. Así lo hace observar HERNÁNDEZ GIMÉNEZ, F., Op. cit., lencia)
YO,5., Medína az- Zahra. Ingenieía y fonna, (1983), p.
GRO, ¡/1, Op. cit" pg. 102-103; SCHLUMBERGER,
BERMUDEZ PAREJA,
D,
conocemos.
29. Así lo
hace suponer el hecho de que el horno esté cent¡ado en el vano intermedio en los dos baños de Madmat al-Zahraa'. Por otra parte, ya hemos señalado que el de lz terrzz ala sólo po-
see dos vanos abiertos al exterior, en tmto que el tercero es sólo una caja abierta en el grueso del muro, sin duda por mantener el principio de simetría y la composición decorativa en el interior del caldarium. 30. IüRNÁNDEZ GIMÉNEZ, F., op. tit., p. 51. 31. Agradecemos a M OcañaJiménez la lectu¡a de las inscripciones.
32. OCAÑAJIMÉNEZ, I\t, oLxcripciones árabes descubierta en Madnat a|-Zahrá' en 7944r, apéndice a <Nuevas excavaciones en Madinat al-Zahra': el salón de 'Abd al-rahmán IIL, al AndalusX (19a.5), pp. 754-759. 33. OCANAJIMENEZ, M., Op. tir., p. 159. 34. TORRIS BALBAS, L, <Arte hispano-musulmán hasta la caída del califato de Córdobao, en Historía de EEaña, dirig. por Menéndez Pidal,V , (1982),p. fia. 35. OCAÑA JIMÉNEZ, 14, (Las ruinas de 'Alamiría', un yacimiento arqueológico erróneamente denominado>, al-Qantafa, V, (1984), pp.367-381. 36. Ihídem,pp.380-381 y l:ím. II, fig.2.
Op.
p. 103. 26. La nomenclatura de los diversos personajes xociados al servicio J., Op. ttt.,
I 752
161,
menciona ya la desapanción de uno de ellos cuyo destino des-
El planteamiento de este problema puede verse en ALMArit., p. 227 y
F{rlal al-
Ilas. Su función debió ser idéntica a la anterior. 28. HERNÁNDEZ GIMÉNEZ, F.. Op. tit., p. s2. LÓPEZ CUER-
p. 53. 25.
X como
Sabi, pueden encontrarse en SOURDEL-THOMINE, J., Op. cít., p. 143. 27. Dos orificios simiiares se observan en el lado W de la ba¡ alwastani, junto a las toberas y conectados con sendas alcantari-
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I: Habitaciones
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para entibar la b<íueda original.
de alimentación de agua a la caldera. 2: Canalización de duagüe
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5: Reíitución grdfca
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165