El círculo de poder de los califas omeyas, Eduardo Manzano Moreno.

Page 1

CuaderRos de

Madlnat al -Zahr谩'

Vol. 5 C贸rdob

a, 2004


CTJADERI{OS DE MADiNAT AL-ZAI]RÁ'


Cuadernos de Madinat a|-Zahra Revista de difusión científica del Conjunto Arqueo.lógico Madrnat al-Zahra

CONSEJO DE REDACCIÓN (Miembros de ia Comisión Técnica de Madinat al-Zahra)

Presidente: D. JESÚS ROMERo BENÍTEZ Directur Genera/ d¿ Biene.¡ Calnrales

Vocales: D." MERCEDES MUDARRA BARRERO De/egada

Prorjrcia/ le Ca/ttra

rJe

Cít'daba

D. ANTONTO VALLEJO TRTANO Dirrtor del Con.funto Arquealígico Madjrat dl Z¿br¿ D. MANUEL ACIÉN ALMANSA Uniru':idad

de

rtIálaga

D." CARMEN BARCELÓ TORRES L,ttt. n)J¿J J. \ L/.ttri¡ D." JULIA CARABAZA BRAVO Uú¡w¡irlad d¿ ,\eúllt

D.JUAN STRRANO MUÑOZ Arquitecta

COMITÉ ASESOR D. PATRICE CRESSIER Ca:a de Vlázqrcz

D. CHRIST]AN E\rERT Irntituta Arqaeolígico A lenún

D. PIERRE GUICHARD tJnit,ersidad ¿tt llon II D. ESTEBAN HERNÁNDEZ BERMEJO Director delJardín Batánico rk Córdoba

D, M,'ANTONIA ]\4ARTíNEZ NUNEZ Uniursidal le lIálaga

D. ALASTAIR NORTHEDGE Uniuersi¿lad de

Parí:

I

D. VÍCTOR PÉREZ ESCOLANO fl n irer.¡ i tlad de S eú / la

O Junta de Andalucía. Consejcría dc Cultura (c) Los

Sor

autores

Imprenta San Pablo, S. L. - Córdoba Ángela de Ia Cruz, 1 2 - Teléfir¡o 951 283 106 ISSN:1119-9996 Depósito Legal: CO. 1.64412004


SUMARIO . ESTUDIOS EDUARDO MANZANO MORENO El

círculct de pocler de los califas ornelas cle

Córclaha

Pág. 9

JEAN-PIERRE VAN STAÉVEL

Prítoir jzgaler, bátir : droit de la judiciairu

)

Cordoae rJurant le

cr¡nslruclian et institarians

í'lX'

si¿cle

Pág.

3L

MOHAMED MEOUAK Madinat al-Zabm'

en las fuentes

árabu del occidente

i¡láttica

Pág. 53

BRUNA SORAVIA Une bistaire de la f.rna. Aurariré er le tuIutpaltis

d'Ibn

lígitirnirí dan:

Hayan

Pág. 81

MANIIELA MARÍN A/tos fancionarios para e/ ca/ifa: jueces 1 otras cargos de la

Adntinisnación cle'Al¡d al-Rabntan

III

Pá9.97

M.' ANTONIA MARTÍNEZ NÚÑEZ. MANUEL ACIÉN ATMANSA La epi¡1rafra

de

al-Zabra'

Pá9. I07

ya - pa / e s t i n i enne

Pás.159

Madinar

SOLANGE ORY L'

ep

i grap b i e umayy ade

s

CARMEN BARCETÓ El cíJin andalusi de "praaincias" durante el Califato

(3a0_403t9j2_10j3)

pá9. t73

ANTONTO VALLEJO TRTANO, ALBERTO MONTEJO CÓRDOBA, ANDRÉS GARCÍA CORTÉS /a interaenciín art¡aeo/ígica en /a "Ca:a de Ya'far" 1 en el ecliJicia cle "Patio cle los Pilaru" de X[adinat al-Zahra' Resa/tados preliminares de

Pá9.

I99


PATRICE CRESSIER,

MOURAD RAMMAH S¿bra al-A4ansariya : [Jne autre aille

caltfale

Pág.241

JUAN F. MURILLO REDONDO, MARÍA TERESA CASAL GARCÍA, ELENA CASTRO DEL RÍO Madinat Qar¡aba. Aproxinaciín al procesa de forntaciín de la ciudad emiral 1 califal a patir de la información arquealógica Pág. 217 VICENTE SALVATIERRA La instauraciín clel Califato en el AIra

Gaadalqaiuir

Pá5. 291

PEDRO GURRIARÁN DAZA Hacia una canstrucción del poder. Las prácticas edi/icias en la periferia andalusi duranre el

Pág. 297

ALBERTO CANTO GARCÍA El dinar en al-Andalas en el sigla X

Pás.327

Califaro

CAROLINA DOMÉNECH BELDA La

rnaneda

farimí 1 sa relaciín

con

al-Andalus

Pág. 339

PATRICE CRESSIER Histarias de capiteles: ¿Hubo talleres califales

pratincialesi'

Pá9. 751

TILO ULBERT Resafa en

Siria. Una

residencia

califal

de los últimrts onteyas en

)riente Pá9. 377

BERNABÉ CABAÑERO SUBIZA, VALERO HERRERA ONTAÑÓN La tecbu¡nbre de la ampliación de al-Hakan II rJe la mezqaita aljama d¿ Círdoba. Análisi: tícnico 1 estulio forxul de sa policrarnía

Pá9. 391

SABINE NOACK.HALEY Los capireles de

la hlezt¡aita

de

Madinar

al-Zaltra'

Pág.

Egypte

Pág. 445

4I3

MARIANNE BARRUCAND Le prentier clécor arcltitectural

fatimide

en

PIERRE GUICHARD Canc/usions

.

Pág.463

CRÓNICA DEL CONJUNTO

ANTONIO VALLEJO TRIANO, JOSÉ ESCUDERO ARANDA Crínica del Conlanto, añas 1998-2003

Pág. 47

I


ESTIJDIOS ACTAS DE LAS IV JORNADAS DE MADINAT AL-ZAHRÁ': Nuevas investigaciones sobre eI Califato de Córdoba Córdoba, 10-12 Noviembre 2003


EL CÍRCULO DE PODER DE LOS CALIFAS OMEYAS

DE CÓRDOBA" EDUARDO MANZANO MORENO lnstituta de H i.rtaria I C S IC

RESUMEN

ABSTRACT

Este trabajo muestra los primeros resultados de la base de datos prosopográfica qlre se ha realizado

This paper presents the first results of a prosopographical data base that has been developed in the current research project. The aim of this data base is to gather all the information regarding the members of che Umayyad administration. Thanks to this sophiticated tool it has been possible to identify and characte rtze the different layers of the

con el proyecto de investigación vigente. El objetivo

de esta base de datos es reunir toda la información

concerniente a los miembros de la administración omeya. Gracias a esta avafizada herramienta ha sido posible identificar y caracterizar las diferentes capas que componen el círculo de poder de Ios califas. Se demuestra la fuerte jerarquía existente en ese círculo, empezando por la propia familia gobernante e incluyendo un número de familias que componen e1 núcleo del fuerte aparato dei estado cordobés y que se demuestra estaban fuertemente relacionadas entre sí.

Palabras clave Edad Media, al-Andalus, Califato, Prosopografía, Relaciones de poder.

T Tno de los obierivos del proyecto de investiLJ gu.iór titrlluáo "Madinat al-Zahtá': Representaciín 1 proyección del poder caltfal a traaís del re1irtn materia/ y textua/" es el de elaborar una base de datos

inner circle of power of the Caliphs. The strong hierarchy prevailing in this circle is shown. It begins with the members of the ruling dynasty and includes a number of families who make up the core of the strong state-aparatus of the Caliphate and are closely related among them.

Key words Middle Ages, al-Andalus, Umayyad Caliphate, Prosopography, Power relations.

que contenga una prosopografía exhaustiva del califato omeya de Córdoba desde su instauración en el airo 929 (3 16 H.) hasta su desaparición en el año 7O3I é22 H.) Se trata de una tarea muy compleja


que, sin embargo, puede ser abordada con garantías

desarrollado durante los últimos años y que nos esrá

de éxito ya qlre en los últimos años han aparecido aportaciones sobre este tema qlre no sólo han desbrozado un tema muy arduo, sino que además han supuesto una decisiva contribución a nuestro conocimiento sobre el funcionamiento de la formación política de los Omeyas en al-Andalus. Cabe citar así el trabajo pionero rcalizado en su día por el profesor M. A. Makki en las notas que acompañan a sll edición de la parte del tomo segundo del hluqtabi.r de Ibn $ayyán correspondiente a los emires 'Abd al-Rahmán II y Muhammad, que constitlryen una allténtica mina de identifrcaciones exactas de personajes y familias de época emiral, muchos de los cuales cuentan con descendientes durante el califato. Trabajos igualmente importantes han sido los publicados por M. Meouak, quien ha reconstruido las principales familias de dignatarios omeyas, al tiempo que ha investigado el carácte¡ y contenido de las principales funciones de los cargos de la administ¡ación califal. Por último, el áspero camino qlre trazan las centenares cle entradas que sobre ulemas y alfaquíes contienen los diccionarios biográficos árabes ha sido ya en buena parte allanado por las exhaustivas nóminas que han producido M. Marín y M. L. de Áviia, a lo que hay que añadi¡ un buen número de trabajos que sobre el período omeya se vienen publicando en la serie Estadios Onrntástitos ¡ Biográfcos de al-Anclalus (EOBA) y que constituyen importantes referencias para esta Iabor'. Teniendo en cuenta estos y otros trabajos está siendo posible elaborar a parrir de las informaciones de nuestras fi-rentes una completa y compleja prosopografía en soporte informático y en la qLre un sistema muy avanzado de búsquedas nos permite conocer qué cargos se ocupan y por quién, cuál es la secuencia cronológica de las designaciones, qué actividades se desarrollan durante el ejercicio de los

permitiendo seriar informaciones y esrablecer co-

cargos, en qué lugares se ejercen o cuáles son, en fin, Ias ¡elaciones qr-re vinculan a los personajes que

in-

tegran la administración califal. La elaboración de esta tarea se encuentra en la actualidad en una fase muy avanzada2. El objetivo úrltimo del proyecto es publicar una prosopografía completa del califato de Córdoba similar a las que existen ya para los imperios tardorromano y bizantino]. Este trabajo es un adelanto de las posibilidades que ofrece Ia potente herramienta que hemos 10

nexiones entre datos dispersos y ambiguos. Como es bien sabido, el entorno cortesano en el que se redactan nlrestras fuentes impone una sordina ohcialista al cúmulo de acontecimientos que clescriben. Conocer 1o qr-re suena bajo esa sordina es muchas veces una tarea poco menos que imposible, dada Ia calculada imprecisión de que hacen gala los aurores de las crónicas califales; así, por ejemplo, cuando se nos dice qlie en enero del anct 941 (rabi' II del 329 H.) el califa'Abd al-Rahmán III decidió destituir a casi todos sus visires debido a cierto disgusto que le produjeron, nos quedamos en plrertas de saber cr-rál fue la crisis que obligó a tomar una medida tan drástica'1; cuando un personaje aparece nombrado pafa un cargo y sustiruido poco riempo después, casi nunca se nos explican Ias razones que llevaron a tales decisiones; cuando un determinado cargo es cubierto sólo de forma interminente -como ocurre, por ejemplo, con el de hAjib- nada nos habla de las razones que movieron a prescindir de esta fi-rnción durante tanto tiempo-. Es muy poco también lo clue sabemos sobre Ias intrigas en el seno de la administración -que sin duda debieron condicionar nombramientos y destituciones- o de Ias facciones que en ella se formaron y que tal vez se enfrentaran en sordas querellas de las que no ha quedado recuerdo alguno. Si a ello unimos que algr-rnos períodos del califato se enclrentran muy mal documentados (como ocurre, por ejemplo, con el qr-re se extiende a partir del año 94I-9421310 H. fecha límite que cubre el Maqtabis \,) forzoso será concluir que desvelar el funcionamiento interno de Ia red de poder que ios soberanos omeyas tejieron desde su sede cordobesa parece Lrna tarea poco menos que

imposible.

Sin embargo, este sombrío panorama puede ser, al menos en parte, ih-rminado merced a la seriación de datos que ahora estamos comenzando a completar. Dicha seriación permite no sólo disponer de unas informaciones exhaustivas sobre esa red de poder -o, mejor dicho, sobre ia impronta que dejó en nuestras fuentes- sino también detectar determinadas tendencias en su funcionamiento que de otra forma nos pasarían inadvertidas. Frenre al férreo discr-rrso que emana de los textos redactados por los autores de época omeya y que se resuelve en


informaciones concisas y sesgadas, la apuesta metodológica qr-re aquí se plantea podría defrnirse como una prospección sistemática de unos textos en los que han cluedado depositadas referencias dispersas que requ.ieren ser relacionadas.

Al igual que

hace Ia

arqueología, el objetivo es ia recogida exhaustiva de indicios aislados con el frn de conectarlos entre sí y obtener de esta forma Ia imagen de un mosaico muy amplio y complejo, al qr-re ciertamente le faltan partes fundamentales, pero cuyos rasgos generales comienzan a ser cada vez más visibles. La parte central de este mosaico es lo que l-re dado en llamar "el círculo de poder de los califas omeyas", esto es) el conjunto de personas, familias y Éarupos que ostentan los principales resortes de

norizado de lo que aquí se puede desarrollar. Para el rema qlre nos ocupa tiene mayor interés detenernos en examinar cómo se decide ei acceso al poder dentro de la propia familia omeya ya que esta cllestión contiene una serie de peculiaridades muy reseñables y sobre las cuales me parece que no se ha llamado sufi cientemente la atención. El primer califa omeya de al-Andalus, 'Abd

al-Rahmán III, tuvo, que sepamos, al menos 19 hijos, de los que 14 fi-reron varones. En cambio, su sucesor, al-H¿rkam II tan sólo tuvo dos: uno que mr-rrió prematuramente y el que sería a la postre su

que aquí se presenta es una investigación que alrn se encllentra en cufso, me contentafé en las páginas que siguen con ofrecer una descripción general de ese círculo, esto es, r-rna exposición de quiénes lo componen, de qué tipo de poder ostentan o de cuáles son los principales rasgos que les caracterizan. Se trata de un primer paso clryo objetivo último es conseguir una visión más ajustada de 1o clue hemos

II, nacido en el año 96t 3t4 H.), cuando su padre era ya califa y había traspasado la cincuentena. Como se sabe, Hi5ám II no tuvo, que sepamos, hi jos y tras ia usurpación de 1a autoridad por los ?miríes, el califato entra en un período de conflictos a partir del año 1009 Q99 H.) que tienen como consecuencia la proclamación de diversos califas de la dinastía omeya que luchan entre sí, pero que tienen en común el ser todos elios descendie ntes de al-Násir. El cuadro n."' 1 muestra todas estas sucesiones de califas omeyas hasta la desaparición de la dinastía en el ai'o I03I (422

dado en liamar "estado califal".

H.)

la autoridad que emana del califato. Dado que Io

slrcesor Hi5ám

Caac/ro 1: Las sucesiones de los Califas "

'Abd al-Rahmán al-Nássir

al-Hakam

(m

(¡¿(( (n ¡(ll)

i0i)

'Ubavd Allah

I

I

I

Hifim

Ahd

al-'Alz

al-Munrlir

'AL¡d

al-N{alik 'Abd A1lth

N{uhanmad 'Abd al

iabbar

l\'[armn

Sulayman

al-N'fugrra

1n,.. .n l0ari I

I

I

Hiiám

I

(ni.r .n r)

I

1) I

I

al-Mustakfi

al-Mu'tadd

al-Murtad)

((¡lih c. 1l1)

L¡lifi...,llsl

rt¿llfie¡:i(ll)

EL CÍRCULO FAMILIAR a) Las sucesiones de los califas

El núcleo central del círculo de poder de los Omeyas gravita, evidentemente, en torno a la figura del califa. No es necesario entrar aquí en una expo-

sición sobre el carácter y la forma en que se ejerce la autoridad califal, Llna cuestión sin duda importante pero qlre reqr-reriría un estudio mucho más porme-

al-Mahü (rllf¡¡¡1991

al-Mustazhir

al-Mustafn

lc¡lif¡e¡,íl1l

Lo primero que sorprende es, en efecto, Ia descendencia tan tardía y escasa de al-Hakam II. Aunque las fuentes no ahorran referencias más o menos veladas a las orientaciones sexuales de este califa, 1o cierto es que una prole tan exigua es algo excepcional en los anales de Ia dinastía omeya, cuyos miembros habían sido siempre muy prolíficos. A los contemporáneos el hecho no 1es pasó inadve¡tido como prr-reba Lln texto de al-Rázi en referencia a ia difícil

il


juventnd de al-Hakam II, "a c1uien (a/-l{-asir)

nitió salir tnujer

cle

del alcázar

ni an día, ni dió rmsión

de

wás o meno¡ edad, //euando a/ colrno una

celosa.., que

a/-Hakart

per-

su padre emprendía una campaña. Tan sólo cuando

totnar

al-Hakam acompañaba a su padre en las expediciones militares -cosa que empezó a hacer desde Ios

ao

actitnd

soporfó con una prudencia que /e

intpusiera. aun.lue e/lo fue //na carga que, a/ pro/ongat te el reinado de su padre, agatí los mejores día¡ de su uicla,

priuándole de los placeres íntimos de la ttida pnr n¡or

cle

la

ulterior del califata"-. Este texto llama mucho la atención. Parece escar indicando que existía una reiación directa entre la condición de heredero (taáli a/-'ahó de al-Hakam y la insólita decisión de su padre de mantenerle alejado del trato con las mujeres; en otras palabras, en este oscuro fragmento al-Rázi deja entrever que 'Abd al-Rahmán III impuso a su hijo una disciplina d)nástica que intentaba asegurar que su heredero no concibiera ningúrn posible sucesor hasta haber sido él mismo proclamado califas. Esto es interesante porque apunta hacia una dirección que hasta ahora no creo que haya sido explorada: la existencia dentro de la familia omeya de una esrricra y rígida herencia

lerargtía sucesoria. Esta jerarquía se confirma en el trato dado por

'Abd al-Rahmán III a su propia descendencia. El que habría de ser primer callfa de al-Andalus tuvo un hijo primogénito, llamado Hifim, que murió prematuramente en el airo 915-9161303 He. Este Hifim pudo hacer, sin embargo, algo en su vida: cuando en mayo de 914líawwáI de 302, su padre partió en expedición contra los territorios del rebelde Ibn Hafsun, al primogénito -presi-rmiblemente aun un niño- se ie encomendó que quedara al frente del alcázar de Córdoba en compañía del visir y ¡Aljib al-madTna Musá b. Muhammad b. Hudayr, lo que demuestra que era objeto de una consideración especialr0. La muerte de Hifim dejó

como

hijo mayor a al-Hakam quien

recordemos

doce años- aigún otro de sus hermanos quedaba como representante del califa en eI alcázar. A una edad asimismo mlry temprana, con sólo seis años, el heredero presidió una ceremonia con motivo de la Fiesta de los Sacriflcios en 92 1 (308 H.) En todos estos casos al-Hakam aparece siempre designado como wáh a/-'abd, título que igualmente ostenta en el doc¡-rme nto de Ia rendición de Zaragoza redactado en 326 H. cuando ya contaba con veinticuatro años de edad".

Todo esto indica, por lo tanto, que desde muy pronto al-Hakam fue preferido sobre el resto de sus hermanos.

No hubo lugar, pues, a proceso

Hakam debió de ser designado muy poco después de su nacimiento, probablemente tras la muerte de su malogrado hermano Hi5ám. Esta preferencia por el hijo mayor como heredero al trono me llama mucho la atención, dado que tradicionalmenre se ha venido pensando que la sucesión en el seno de la familia omeya no estaba regida por principio sucesorio alguno, siendo más bien una cuesrión algo

aleatoria que dependía de la elección personal del emir de turno, de las presiones del entorno familiar y cortesano o, en fin, de la propia valía del elegido para una sucesión parala que nunca faltaban candidatos. Sin embargo, un análisis pormenorizado de esta cuestión muestfa que las cosas no fueron tan simples y que a lo largo de Ia historia de la dinastía omeya en al-Andalus el principio de primogenitura fue a veces seguido y a veces no, pero fue siempre conocido e incluso en ocasiones tenido en cuenra. El cuadro n." 2 muestra la sucesión de los emi-

había nacido en el año 915 (302 H.) Con tan solo cuatro años de edad éste aparece ya designado como heredero (ual7 a/-'ahd) y se nos dice que quedó en

dos casos: la del

alcázar en compañía de Müsá b. Muhammad b. Hudayr en representación de su padre, cuando éste

asesinara

eL

salió en una nlleva expedición. La misma distinción le fue otorgada en los años sucesivos cada vez que

T2

se-

lectivo alguno entre la amplia prole del califa ni a maniobras slrcesorias en el seno de la familia: al-

res y califas omeyas hasta Ia época califal. Todas es-

tas sucesiones fueron de padres a hijo excepto en emir'Abd Alláh que sucedió a su hermano al-Mundir al que es posible que también

y la del propio 'Abd al-Rahmán III

qr,re

sucedió a su abuelo 'Abd Alláh en circunstancias bastante mal conocidas.


Las tres primeras sucesiones posteriores a 'Abd al-Rahmán I (esto es, las de Hiíám I, al-Hakam y 'Abd al-Rahmán II) correspondieron a hijos que no fueron en ningún caso 1os primogénitos. Sin em-

Cuadro n." 2

Las sucesiones durante el emirato 'Abd al-Rahmán I (n.

en

l8lJ/ll2

H.)

bargo, en todos los casos -incluyendo el del pro-

I

pio fr-rndador de la dinastía- todos estos

H:i5ám (m. cn 7!61180 H.)

a1-H¿rkam (m. en ll22/206

mayores o descendientes de éstos. El cuadro n." 3 presenta de forma sinóptica esta situación. En él se detalla Llna mínima parte del cuadro genealógico

IL)

I

'Abcl al-Rahmár-r

II

(m. en 852r'218 H.)

de los Omeyas desde su instalación en al-Andalus a mediados del siglo VIII (iI H.) hasta el momento en que se prodlrio la ú1tima sucesión regular, la del califa Hi5ám II. En negrita se muestran los slt-

I

Muhammad (n.

en 886i273 H.) I I I

I

cesivos emires, mient¡as que subrayados aparecen

'Abd Alláh

a1-Mund:ir (m. en il88/27i H.)

emires

tuvieron que enfrentarse a conspiraciones y revueltas protagonizadas por primogénitos, hermanos

resaltados los nombres de hijos primogénitos; los nombres en cllrsiva corresponden a primogénitos que planearon revueltas o conspirac;ones contra sus

(m. cn 9L2i 100 H.)

'A[¡cl al-Rahmán

III

padres o hermanos.

Cuadro

z.'3r Disputas dinásticas entre los Omeyas

Mu-awiya

'Abd al-Rahmán I

aL-Walid

I

I

al-Mtgira

I

S

t /a"yrtin

'Abd a/-'Aziz

I

,Abd Alláh

i

Hi5ám

I

al-Hakam I

'Abd al-Rahrnán II I

Muhammad I

I

al-Mundir

I

'Abd Alláh I

lvl 1//)a1/t1/1ad I

'A.b(L4lBabnaan ILI

I3


Encontramos así casos tan soprendentes como

el de un al-Mugira, hijo del hermano mayor de 'Abd al-Rahmán I, que tramó un compló conrra su tío que acabó con la muerte del conspirador y el destierro de su padre y el resto de su familiar2. Un caso aun más claro es el del hijo mayor del fundador de la dinastía, Sulaymán, nacido en Siria y enfrentado sucesivamente con su hermano el emir Hifim y su sobrino, el emir al-Hakam, a callsa de haber sido postergado de la slicesión al trono. En esta larga querella también participó otro hijo del primer emir, 'Abd Alláh conocido como "el Valenciano", que aun llegaría a plantear sus pretensiones dinásticas en tiempos de'Abd al-Rahmán II. Thmbién llamativo es el hecho de que el emir

Hifim I ordenara

encarcelar a su hijo primogéniro, 'Abd al-Malik, quien permaneció encerrado diecisiete años hasta su muerterr. Esta circunstanciafactlitó la sucesión de al-Hakam I, que llegó al poder en

796 (I80 H.), mientras su hermano mayor languidecía entre rejas. El emir al-Hakam I tampoco tuvo mucha suerte con su descendencia. Su primogéniro, llamado Hiíám, intentó asesinarle "para ocupar su paestl trdi í/ en el gobiernc,, ya q//e era e/ mayor de sus hijo.r y entonces el ertir juró que ilanc.z le daría el poder 1, a :ilr 0tr0s das herntanos"ll. El emirato de 'Abd ai-Rahmán II parece haber marcado un punto de inflexión en las querellas dinásticas de la familia omeya: a partir de enronces,

le puso par de/ante

"/a suce¡iín -nos dice una fuenre recogida por Ibn Hayyán- quedó reseruada a la descendencia de Hiíant, de entre el linaje del entir 'Abd al-Rahtnán b. Mu'á ai1,a, transntitiíndose el ca/fato en al-Ant/a/a¡ entre ellos por línea paterno-f./ial. no por cognaciín, con /r., qae su poder ganó Jirrneza" rt. ¿Es casual que entre la amplísima prole del incansable 'Abd al-Rahmán

II

fuera precisamente su primogénito, Muhammad, el que heredó el trono? Esta sucesión rampoco estuvo exenta de problemas. Algunos de los miembros más destacados de la administración aposraban, en efecto, por e1 primogénito Muhammad, mientras que otros, en cambio, 1o hacían por'Abd Alláh quien era hijo de la favorita del emir, llamada Tarub. El argume nto que daban los valedores de esta candidatura consistía en invocar 1os preceden-

tes de los emires Hiíám y al-Hakam quienes habían gobernado a pesar de que ninguno de ellos era el hermano mayor16. Sin embargo, en esta ocasión

t4

no se siguió este precedente y, pese a las maquinaciones y conspiraciones del grupo opositor, al frnai fue Muhammad el que acabó heredando a su padre en 852 (238 H.) Para estas fechas el principio dinástico parece haber estado ya bastante consolidado y el emir Muhammad fue sucedido en 886 (217 H.) por al-Mun{ir, que posiblemente también era su hijo

mayorLt. El momento era especialmente difícil para Ia dinastía omeya con numerosas rebeliones que estallaban por todo el territorio de al-Andalus, en especial la encabezada por 'IJmar b. Hafsün en Bobastro. El emir al-Mundir murió cuando se encontraba asediando a este rebelde, tal vez envenenado por su hermano y a la poscre sucesor, el emi¡ 'Abd AIláh. Éste nombró en vida como heredero a su hijo Muhammad, quien era el hijo mayor: su padre -nos dice una fr-rente- "le había dado sietnpre una educación en relación con la dignidacl de heredero c,ue Ie había re¡eruado 1t /e trataba de una ntanerd eJpecia/"t8 Fue incluso invesrido como heredero por

medio de un documento oficial: cuando en 891 (.271 H.) este Muhammad cayó en desgracia acusado de actuar en connivencia con 'Umar b. Hafsün, el emir Ie hizo encarcelar, ordenó redactar ante restigos un acta en Ia que le desposeía de su condición de heredero y permitió que fuera asesinado por slr hermano Mutarrif, quien mantenía una fuerte ¡ivalidad con su víctimare. Durante Ios años siguientes este Mutarrif actuó como persona de confianza de su padre, hasta que la hostilidad de algunos medios tanto del ejército como del grupo de los alfaquíes, llevaron también a su ejecución en el año 894-895 (281 H.) acusado de conspiración. Cuando el emir'Abd Alláh murió en otoño del año 9I2 (300 H.) a los J 2 años de edad la sucesión tomó un cariz inédito hasra enronces: en lugar de ser heredado por alguno de sus hijos, el poder pasó a su nieto'Abd al-Rahmán, quien era hijo de aquel

Muhammad, el primogénito cuyo asesinato había sido consentido por el emir. Es posible que en la designación de 'Abd al-Rahmán III jugaran un papel importante intrigas palaciegas desarrolladas cuando su anciano abuelo aun se encontraba moribundo. Las motivaciones de estas intrigas, sin embargo, sólo pueden ser objeto de conl'eturas, aunque de nuevo vuelve a ilamar la atención que descartados todos los hijos del emir difunto sea precisamente el


hijo del hermano mayor el que

es

tenido en cuenta

para suceder a su abuelo"'.

Este breve repaso a la l-ristoria dinástica de los Omeyas pone de relieve que el criterio de primogenitura fue l¡ien conocido en esta familia, aunque desde luego no siempre seguido. De hecl'ro, puede

distinguirse una primera etapa que abarcaría desde ios inicios de la dinastía hasta bien entrado el siglo IX en que no rigió en absoluto este criterio, sino más bien el de la eiección por parte de los gobernantes de turno que actuaron siguiendo unas razones qlre nos son por completo desconocidas. Esto provocó rebeliones y conspiraciones por parte de los perjudicados, que posiblemente pensaban que sus derechos al trono se veían menoscabados por la elección de sus he¡manos menores. A partir del emirato de'Abd al-Rahmán II el principio dinástico basado en ia sucesión del hijo mayor parece haberse consolidado más, con todas las imperfecciones Iógicas en una dinastía medieval qr-re además vivió en la se¡¡unda mitad del siglo IX uno de sus periodos más turl¡ulentos.

Con el acceso al poder de 'Abd ai-Rahmán III no hizo más que afianzarse. Al-N-asir no quiso dejar nada aI azar y desde muy pronto dejó establecido que su sllcesor l-rabría de ser su hijo mayor al-Hakam. Esta decisión tuvo consecuencias personales algo penosas para éste, dado que su padre le impuso la obligación de no embrollar el árbol genealógico con una descendencia que complicara la sucesión. Curiosamente esta política tuvo un efecto inesperado. Cuando el califa al-Hakam II falleció en 916 (366 H.), su hilo Hifim sólo contaba con once esta tendencia

modelo dinástico establecido por al-N-asir con su primera crisis dado que la elevación al Califato de un menor de edad planteaba problemas jurídicos de todo tipo. Los miembros de la corte que deseaban controlar la larga minoría que se avecinaba decidieron no reparar demasiado en años de edad, 1o que enfrentó al

al-Mugira, íritimo de los hijos de 'Abd al-Rahmán III que aun vivía por entonces, obtuvieron la jura en favor del niño. Estos sucesos asestaron un golpe definitivo a Ia jerarqtía interna del linaje omeya, tal y como se pondría de estas sLrtilezas y, tras asesinar a

manifiesto en la gran crisis qr-re se abrió a paftir del año 1009 (.399 H.) con las luchas que enfrentaron

pretendientes cuyo único vínculo entre sí era el descender del fundador del califato cordobés. a diversos

b) La familia Omeya La intención de 'Abd al-Rahmán III de poner el título califal al abrigo de querellas dinásticas se manifestó también en su decisión de hacer salir del aIcázar cordobés a todos sus hijos, con excepción de al-Hakam, a medida que alcanzaban cierta edad. No era tampoco en este caso una política nLleva: ya el emir Muhammad había tomado unas medidas

similares cuando al ser proclamado emir se había encontrado con Lrn aIcázar repleto de hermanastros, fruto de las asombrosas capacidades amatorias de su padre, y a los que igualmente hizo salir de de la residencia del poder''. La entrega de casas en Córdoba o la asignación de propiedades y rentas qlre permitieran a estos segundones vivir holgadamente

sin interferir en los asuntos del gobierno hay que entenderlo como Lrna precar-rción necesaria: lo último que podía desear el califa era que el lugar donde residía se convirtiera en un nido de pretendientes conspirando con servidores, familiares y miembros de la administración o del ejército". Hacerles salir de la residencia del poder era la mejor manera de impedir la creación de bandos enfrentados. En cambio, la reclusión de al-Hakam dentro del Alcázar perseguía una hnalidad opuesta: asegurar que se anudaran los vínculos y fidelidades necesarias para el momento en qlre aquél accediera al trono. Esta rígida organizactón interna dentro del linaje omeya en época califal se manifiesta en el propio diseño de la ciudad de Madrnat aI-Zahrá', donde los trabajos de A. Vallejo han puesto de relieve que el área del alcázar no se configr,rra como lugar de habitación de una familia extensa, sino como Lrna zona donde únicamente residen el califa y el heredero al-Hakam2r. núc1eo del círculo de poder se articula, por lo tanto, en función de esos dos personajes que son los

El

únicos que realmente cuentan dentro de la extensa progenie de Ios Omeyas en al-Andalus, convertidos a estas alturas en un linaje dinástico plenamente

configurado, que mantiene marcadas diferencias entre sus miembros. De hecho, en plena época califal la rígida estructura interna de la familia omeya había llevado ya a descartar las descendencias de los anciguos emires: en

Córdoba vivían tataranietos de 'Abd al-Rahmán I o de sus sucesores del sigio IX pero, a excepción de algr:nos que destacaban como poetas o ulemas, casi nin15


ellos representaba ya un papel relevante2'. En la jerarquíainterna del linaje solamente contaba la sucesión de los emires, y a medida que ésta se iba tejiendo Ias ramas descartadas iban quedando relegadas a un segundo plano. En época califal -y hasta el momento en que estalla la fitna- esta jerarquía se refuerza consideraéauno de

blemente. Los Omeyas más próximos al califa eran,

sin duda, honrados y mantenidos holgadamente, pero no se esperaba de e11os otra cosa más que adornaran con su presencia las recepciones que c¡frecía el califa -y aun así sometidos a un estricto orden que regr-rlaba minuciosamente su ubicación en los cortejos y audiencias o que estamparan su firma en determinados documentos en los que actuaban como testigos, pero manteniéndose siempre alejados de cr,ralqr-rier actividad o función que no fueran estrictamente protocolarias". Este apartamiento del poder se deja ver también en un detalle muy

signi6cativo. Durante toda la época emiral había sido frecuente qlle determinados hijos, hermanos o incluso tíos del emir desempeñaran funciones militares dirigiendo expediciones y aceifas. Todavía cuando'Abd al-Rahmán III accedió al trono en 912 (300 H.) uno de sus tios -y por lo tanto hijo del difunto emir'Abd Alláh llamado Abán siguió siendo uno de los caídes del e jército hasta su mlrerre ocurrid¿r en 915 (302 H.)']6 Sin embargo, a partir

de esa fecha ninguno de los familiares del tronco omeya cercanos del califa, ni siquiera sus propios hijos, fueron puestos al frente de tropas, una po-

lítica que sus sucesores manrLrvieron y que parece haber respondido a un deseo consciente de alejar a los miembros de Ia familia de cualquier relación con jefaturas dentro del ejército. Las úrnicas excepciones a esta política de apartamiento del pocler de los familiares cercanos al califa lo constituyen unos casos muy singulares y que requieren una atención especial. Uno de ellos es un individuo llamado Sa'id b. Abi l-Qásim qlre

apa-

tío de'Abd alRahmán III, lo cual lleva a pensar c¡-re se trataba del hermano de Muzna, la madre del califa sobre la que no tenemos más datos que el nombre y su ori¡jen cristiano. La carrcra de este Sa'id fi-re bastante dilatada: gobernador de Poley en 929 Gl7 H.) y más tarde de Ecija 931 (319 H.), fue nombrado para el alarde (jutrat a/-''ard), liegando a ser sabib dl-n¡adina rece designado como

16

materno (1á/)

en 929 Q27 H.) en Lrn momento especialmente difícil, tras la de¡rota del califa en Alhándega. Debió

de compaginar por entonces este carÉlo con el de sáhib al-íurta a/-'ub). Sin embargo, al poco tiempo, en 910 (328 H.), fue destituido de estos puestos y pasó a ser jefe de la caballería (sahib a/-ja!). AI año siguiente fue nombrado visir, puesto en el c¡rre debió de mantenerse desde entonces aunqLre no sabemos cuando muriórr. Só1o conocemos, por tanto, la colección de cargos qlre este personaje fue acumulando a lo largo de su vida, y aunque no sepamos muy bien qué es lo que hizo en ellos o a qué obedecían sus frecuentes "cambios de destino", si que parece bastante claro que debió conve¡tirse en un personaje muy importante dentro del califato. Sus decendientes también 1o fi-reron. Un hijo suyo, llamado 'Abcl al-Rahmán, ejerció como gobernador en Sevilla du¡ante un año, entre 937 y 938 O25-326 H.)tt Más interesantes son las referencias que tenemos sobre otro de sus hijos, llamado Muhammad b. Sa'id b. Abi i-Qásim, quien en eI a¡'o 91 1(363 H.) hizo enojar por algún morivo a su pariente el califa al-Hakam II, el cual mandó encarcelarle". Su arresto se convirtió en algo muy serio: nada menos c1ue el sahih al-íurta a/-'u/1) f:ue encargado de realizarlo, y al no enconrrarle en su casa, en la almunia de 'Abd AII'áb 1nunlat 'Altd Alkh) se dirigió, acompañado de un despliegue de soldacios considerable, a Ia gran propiedad (dal'a) que Muhammad poseía en un lugar llamado Manzj/ Ha1¡anlt). Cuando por hn fue apresado, Muhammad b. Abi l-Qásim fue llevado a Madinat al-Zahra' donde permaneció encerrado durante algo más de tres semanas en una cle las dependencias del alcázar de esta ciudad -concretamente en la cátcel del baltt a/-'urtntil- "hasta alcanzar el perdón y la libertad", desapareciendo después de este ridículo episodio de los registros que consefvamos. Puede verse, por 1o tanto, qlre tras la larga carrera de su padre, este hijo suyo -pariente ma-

terno, por lo ternto, del califa al-Hakam II- vivía en una posición muy desahogada. Residía en un lr-rgar cercano a Córdoba y además poseía una gran

propieclad. Igualmente llamativo resuka el hecho de que slr perseguidor decidiera ir a apresarle acompañado de unas fuerzas muy considerables, lo que hace pensar, bien en una exl-ribición gratr-rica de ftterza, o bien en el hecho de que el arresto de


un personal'e importante en una gran propiedad fuera una operación en la qlre cabía esperar una resistencia bien organizada. Todo ello nos habla del poder adquirido por esta familia a Ia sombra de ios califas, sus parientes por el lado materno.

rrera de este personaje -presumiblemente de origen vascón al igual que su hermana- parece haber sido fulgurante: de ser uno de los encargados del alarde pasó a ejercer como uno de los oficiales de la tesorería Gl-rnajzVn) en972 (361 H.). Poco después

La relevancia de estos parientes recién llegados al núcieo del poder cordobés y que hasta poco tiem-

que pronto fue solventada. A partir de ese momen-

po antes debían de haber sido cristianos aparece también subrayada por el hecho de que todavía un nieto de Sa'id b. Abi l-Qásim -y sobrino, por Io tanto, del revoltoso Muhammad- llamado Hakam b. Mas'ud b. Abi l-Qásim asistiera la recepción que con motivo de la Fiesta de la Ruptura del ayuno ('id a/-Fitr:) del año 364 H. (junio de 975) se celebró en Madinat al-Zahrá' , sentándose justo a continuación de los visires. No conocemos de momento a más miembros de esta familia, cuyo cuadro genealógico queda configurado así, según ios datos de que disponemos.

sufrió una breve caída en desgracia ante el califa to comenzó a coleccionar cargos: sáhib a/-íurta a/taust), caíd de Fahs al-Ballüt, al cual añadió en 9l I (36¡ U.) el de caíd de Badajoz, Medellín, 'Aru5 y Umm Ya'farrr. Es muy significativo que el origen de esta ascensión haya ido íntimamente unida a la suerte de1 sobrino de este personaje, el futuro califa

Hi5ám: precisamente el mismo día que Rá'iq fue nombrado pan 7a tesorería, el heredero Hifim recibía su primera clase con el preceptor que el califa Ie había asignado. Curiosamente, nunca le encontramos en las recepciones ofrciales del califa, pero en cambio si que aparece situado a ia derecha del

Cuadro n." 4:La familia de Sa'id b.

Abl l-Qásim

,Abd Alláh

Abu l-Qásim

(emir)

t1

I I I

Muzna

Mul"rammad

'Abd al-Rahmán al-Nási

r

Sa'id

'Abd al-Rahmán

Muhammad

Mas'ud I

Hakam

caso en que

futuro Hiíám II en dos recepciones que el niño he-

cahfa que no provienen del tronco de Ios Omeyas, sino de sus relaciones por vía

redero ofreció en septiembre de 97 4 (frnales del 363

No

es éste, sin embargo,

familiares cercanos

el único

al

femenina cobran un papel muy destacado dentro del aparato califal. Un caso también muy llamativo es e1 de un personaje llamado Sa'rd b. al-Jál, quien en ei año 972 (361 H.) fue destituido del gobierno de Sevilla, acusado de haber dado i,rn trato injusto y haber cometido arbitrariedades contra las gentes de esa ciudadr'. Es muy posible que se tratara del hijo de un tío materno del califa. Lo que no sabemos es si este tío materno era el ya citado Sa'id b. alQásim o bien se trataba dei tío materno del propio califa al-Hakam II, y hermano por consiguiente de su madre, la célebre Maryán. Más claro es, en cambio, el caso de Rá'iq, hermano de la mujer de al-Hakam II, la célebre Subh, mad¡e a su vez del futuro caiifa Hi5ám Il). La ca-

y comienzos del 364 H.)i1. La última aparición

de

este personaje en nuestras fuentes corresponde a un

momento de crisis: cuando, tras la proclamación de su hijo como califa, Subh comenzó a preocuparse seriamente por la progresiva pérdida de autoridad de Hiíám II frente al poderoso bfyib, intentí pIanear un golpe contra Almanzor utilizando para ello fondos del tesoro califal. El encargado de realizar el traslado del tesoro fue precisamente Rá'iq, 1o que da a entender que durante todo este tiempo había conservado una alta responsabilidad sobre Ios recursos del califatort. Así pues, y mientras qlre tíos, hijos o hermanos del califa pertenecientes al tronco de los Omeyas son apartados de cualquier responsabilidad o función que no searl meramente protocolarias, Ios L7


famiiiares de los califas por vía femenina ostentan puestos de gran relieve.

No sólo acumulan

Marwán, se había establecido en la península poco tiempo después de que su lejano pariente'Abd al-

cargos,

Rahmán I fundara el emirato omeya en al-Andalus. Denodado partidario de éste, a cuyo lado coml¡atió haciendo frente a las sucesivas rebeliones que perturbaron su gobierno, 'Abd al-Malik también dejó en al-Andalus una abundante descendencia. No es necesario hacer aquí Lrn recuento detaliado de todos los miembros de este linaje y es por ello por lo que el cuadro n.' 5 sólo muestra una genealogía muy simpliÉcada de esta famlIia, ya qlre sólo dos de los hijos de este'Abd al-Malik dejaron una descenden-

sino qr,re además parecen haber amasado grandes riquezas, llegando incluso a ser ampliamente considerados dentro de la jerarqr,ría califal, como prueba su papel en las recepciones solemnes. Es evidente,

por lo tanto, que a efectos de ejercicio del poder la altura del siglo

a

X

los Omeyas no se comportan como un linaje extenso, con miembros que copan los principales resortes del poder por muy alejados que esten del tronco central; antes al contrario, se impone en este aspecto el criterio de una familia muy reducida y en la que paradójicamente cobran un papei destacado ciertos parientes, allegados por estar vinculados con la ascendencia femenina del califa de turno. A todos los efectos, a la altura de la época califal los Omeyas se comportan como un típico linaje dinástico.

cia

c1r-re

alcanzó relieve en épocir califalt6. L¿ más

significada fue la de su hijo 'Abd Alleh, muchos de cuyos miembros desempeñaron cargos como visires y caídes que actuaron al servicio de sus parientes,

Ios emires de Córdoba. Uno de ellos fue 'Abbás b. 'Abd aI-'Aztz b. al-'Abbás al-Quraéi, quien fue caíd y visir del emir 'Abd Alláh, realizando también algunas expediciones militares en los primeros tiempos de 'Abd al-Rahmán III, hasta sll muerte ocurrida en 903 (301 H.)rr. No parece que este'A-

c) Otros miembros de la familia Omeya

Aparte de la descendencia de los emires, en alAndalus también vivían otros Omeyas descendien-

bbás tuviera descendencia,

tes de otras ramas procedentes de los antiguos cali-

y si la tuvo

es seglrro

que tampoco desempeñó cargo ni responsabilidad algr-rna dentro del califato, en ia misma línea de lo

fas de Damasco. Una de ellas era la de los llamados le jano ancestro al caltfa (m. de Damasco Marwán I en 68516t H.). Un nieto de este califa, llamado'Abd al-Malik b. 'Umar b.

Marwáníes, que tenían como

que veíamos había ocurrido con otros miembros del entorno familiar más cercano del todavía emir.

Cuadro n." 5: Algunos miembros del linaje marwání en al-Andalus Marwán (califa m. en 685/65 H.) I

'umar I

'Abcl al-Malik (establecido en al-Anclalus) I

I

I

.Abd Alláh

Ibrá1-rim

I

I

al-'Abbás

aL-\Walid

I

l

'Abd al-'Aziz

Isháq

I

I

Muhammad

'Abbas

I

I

I

Isháq

Ahmad

I

* En negrita 18

I

I

Muhammad

Umayya

los personajes mencionados en el texto.

I

Ahmad

I

'Abd al-Malik


Sin embargo, ciertos parientes lejanos de este 1a familia marwání, si que continuaron durante algunas décadas ejerciendo importantes funciones dent¡o del aparato de poder de los Omeyas. Se trataba de ¡lna rama que descendía de otro hijo de'Abd al-Malik b. Marwán, llamado Ibráhim. Esta rama se había establecido en Sevilla y al contrario que sL,ls parientes no parecen haber desempeñado puestos de relevancia durante coda la 'Abbás, también de

miral, o al menos las fi-rentes no nos informan de ello. De hecl-ro, y durante los años de Iaftna del emirato, estos Marwáníes vivieron tranquilamente balo el dominio de los Banu Hajrjra!, señores cle esta ciudad enfrentados al emir de Córdoba. Fr-re sólo en los últimos tiempos de la rebelión de esta ciudad, ya en época de al-Násir, cuando estos Maépoca

e

rwáníes se distanciaron de los Banü Hayi'ái' en un momento de profunda crísis interna dentro de la ciudad hispalenseiS. Llegaron entonces a un acuerdo con el emir de Córdoba que garantizó a éste el dominio de la ciudad y a aquéllos una fulgr,rrante carrera en puestos de poder. Esto fue lo que ocu¡¡ió con Ishác1 b. Muhammad b. Isháq al-Qura5i, cluien participó en las negociaciones que Ilevaron a la toma de la ciudad y qlre poco después recibió el nombramiento de visir en916 (303 H.) No fuc sin embargo un visir que se queclara apoitronado en Córdoba. Entre los años 916 y 9I9 ,1-03-307 H.) realizó como caíd una serie de campañas militares en tres zonas muy bien dehnidas: Levante, concretamente Tudmir y Valencia, donde combatió a Ios rebeldes de esa zona llegando incluso a concluistar OrihLrela; Carmona, donde todavía quedaban aigunos miembros de la

familia de Ios Banu Hayyay

que resistían f¡ente al emir de Córdoba; y frnalmente la zona de la frontera occidental adonde fue enviado para hacer frente a una expedición de Ordoño II en 919 (309 H.)Je. Este Isháq debió morir por entonces ya que no vuelve a aparecer citado. Tres hi jos suyos, sin embargo, continlraron ocupando puestos importantes. Uno de ellos fi-re Muhammad b. Ishác1, qr-Lien fue enviado a Tudmir como caíd en el año 925 (313 H.) y tiempo más tarde, en 929 G 17 H.), fue nombrado'ámil de Méridato. Mayor relieve adquirió su hermano Ahmad. A1 iguai qlle su padre fue también nombrado visir y exactamente igual que su padre realizó campañas como caíd en la zona del Levante en donde comba-

tió

a los rebeldes de Tuclmir y Valencia entre

!28

y

929 Q16-3L1 H.) logrando allí resonantes triunfos. Para que el paralelo con slr padre sea perfecto, este Ahmad también actuó como caíd en las operaciones que llevaron a la toma de Baclajoz en la frontera occidental de al-Andalus''r. La írltima misión clue clesempeñó este personaje tuvo lugar en el año 935

G23 H.) cuando e n calidad de visir y caícl, el califá le encomendó Ia dirección del asedio de Zaragoza frente al rebelde Muhammad b. Há5im al-T[j'ibi. Lo que ocurrió entonces ¿rparece muy mal descrito en nuestras fr-rentes, pero es seélllfo que este personaje intentó desde la frontera promover una rebelión contra'Abd al-Rahmán III, reclamando él mismo el caljfato y ¿rrgumentando sin duda alguna Ia larga genealogía que le entroncaba con el calif¿r omeya de Damasco Marwán I. L¿r intentona no tLrvo mayofes consecuencias -excepto el generar Lrna rebeiión generahzada en tocla la frontera contra'Abd

al-Rahmán III- y Ahmad fi,re detenido y más tarde ejecutado en noviembre de 936 (nuharrant de 325

H.)r.. La crónica conocida como Ajbár hIal-ntV'a nos ha preservado el texto de la carta furibunda qr-re el

califa'Abd al-Rahmán dirigió a este Ahmacl en ese momento: "iQuí fue ta paclre -¡ino uno de /os nús i¡tnobles secuaces de aencJedor de

be acogiclo notnbré 1, el

lhn Ha11fu y quí has .rido tú sino un

jurnentos en Set,i//a? Os acerca¡téi¡ a

1 awparaclo; te be ennoblecido y

lti ¡' ot

becho rico

1'

ti¡ir a tu padre 1t le cJí el nttnrJo de nti caballeria mi

gobierno de

mejor

frontera. Y. sin erubargt,

no ha.r

ejecutac/o n¡is nundatos, has /cecbo p0c0 cara de xú y aspiras con todo al calfato... Maldígate Dios 1 maldiga a

indicándrnrr tlile te Ílflárailu)s a nae.ttrl seruicio. lnfawe, /eproso, hilo de un perro y de quienes nos han engañado

ttncz perrA. .,"4:t

.

La cóIera del califa

se

ditigió igr-ralmente con-

tra un hermano de este rebelde, Ilamado Umayya, quien había desempeñado algunos cargos de gobernador en Ceuta, Algeciras y Sidonia, había tomaclo también parte en expediciones contra los rebeldes de la Frontera Superior y a quien, en frn, la crisis le pilló siendo gobernador del califa en Santarén. Nada menos que dos caídes e incluso la propia escuadra fueron enviados para combatirle , pero Umayya hr-ryó con dirección a los territorios cristianos del nortell. rg


ningún otro Marwání vol-

eje principal Ia 6gura de un califa legitimado por

vió a ocupar puesto algr-rno dentro del círculo de poder de los califasat. Aigunos parientes lejanos de esta rama sevillana llegaron a ser conocidos como poetas o ulemas pero desde luego nunca más aparecieron en altos cargos de la esfera de poder. No cabe duda de que estos Marwáníes se habían integrado en dicha esfera merced a algún pacto de'Abd al-Rahmán III que permitió a éste ocr-rpar Sevilla de forma relativamente pacífica. Sin embargo, la atdaz pretensión de Ahmad b. Isháq de hacerse con el califato debió de convencer a'Abd al-Rahmán III -si es que ya no Io estaba previamente- de que el califato podía ser cualquier cosa menos un aslrnto de familia. Así lo demuestra también el trato dispensado a miembros de la familia Omeya que eran lejanísimos parientes de la familia califal y de los qr-re se nos dice que llegaron a al-Andah-rs en época califirl, procedentes de Oriente o del norte de Africa. Evidentemente, la acogida de estos omeyas por parte de los califas cordobeses obeclecía a razones de prestigio de r-rnos gobernantes como los cordobeses a los que les gustaba ser ilamados " la perla centr¿tl de Quraf' . Lógicamente, ninguno de ellos recibió plresto al¡¡uno )¡ alinque se les destinaban pensiones que estaban reguladas dentro de un registro especial conocido como dTuwn Qarayí y muy posiblemente se les inviraba a recepciones y fiestas ofrecidas por el califa, su honrada presencia en la capital tenía como único objetivo resaltar el activo papel tomado por el Emir de los Creyentes en proteger al linaje de Quray5 en general y de los Omeyas en particularl".

la continuidad dinástica que se amparaba en una peculiar lectura de la ortodoxia religiosa. Desde un punto de vista estrictamente teórico nada se

A partir de

esta fecha,

EL CÍRCULO DE LA ADMINISTRACIÓN

El califato de Córdoba fue una formación política con vocación centralizadora que tlrvo como

oponía a la autoridad de dicho califa, representan-

te de Dios en la tierra y, por lo tanto, e1'ecr-rtor de sus designios sin más límites que los que imponía el propio marco ideológico. Sin embargo, esta visión de un califa omnímodo, capaz de hacer y deshacer a su antojo, con Lrn poder inmenso y Lrna capacidad de decisión sin apenas barreras, es demasiado simple como para que pueda ser aplicada sin matices al siglo X (IV H.) Una defrnición más exacta de Io que es el califato de Córdoba debería tener en cuenta, en mi opinión, la compleja red trenzada por el grupo de poder que sustenta el caIifato y al que se debe buena parte de su propia configuración. Como veremos a continuación, este grupo cle poder es relativamente peqr-reño, aparece fuertemente cohesionado y, sobre todo, tiene una clara conciencia tanto de su pasado como de su propia situación de privilegio. Conviene subrayar, sin embargo, qlre esto no quiere decir que el califa sea una mera figura decorativa a expensas de este

grupo de poder; la fuente última de autoridad reside siempre, hasta el momento de la usurpación de los ?miríes, en el propio califa dotado siempre de una capacidad de decisión muy amplia, 1o qr-re no significa que tal capacidad no estuviera muy condicionada.

El cuadro n." 6 contiene una lista de todos los visi¡es de 'Abd al-Rahmán III que hasta la fecha ha sido posible documentar. Son un total de 44, que han sido ordenados por nisbas, con objeto de agrupar a los miembros de una misma familia.

Cuadro n." 6:Yisires de 'Abd al-Rahmán

III

'Abd al-Rahn-rán b. 'Abd Alláh [¡. Muhammac] t:1-Zayyált b.'Abd AIIáh b. Muhammacl al-Zayyalr 'Ubayd Alláh b.'Abd Alleh b. Muh¿rmmad a|-Zayytlt

Muhammad

Muh¿mmad b. Háíim b. Muhammacl l¡. 'Abcl al-Rahmán ai-Tui'ibi Yahy) b. Háíim b. Muhammad b. 'Abd aL-Rahmán al-Tuj'ibi Isháq b. Muhammad b. Isháq b. al-Walid b. Ibráhrm erl-Quraii al-Marwáni Ahmacl b. Isháq b. Muhamm¿d b. Isháq b. al-\Valid b. Ibráhin¡ al-Quraii al-Marwáni S¿r'id b. al-Mun{ir b. Mu'áwiya b. Abár'r b. Yahyá Ibn al-Salim al-Quraii al-Marwáni 'Abbás b. 'Abcl al-'Aziz b. al-'Abbes b. 'Abd Alhh b. 'Abd al-Malik al-Quraii 'Abd al-Malik b. Yahwar b. Abcl .rl-M¡lik b. Y¡hs.rr al-Bu jti

t0


al-Malik L¡. Yahrvar al-Bujti 'Abd Alláh b. N{uhammad b. Bujt Yal'rwar b. 'Abcl

Jalid b. Umayva b. 'Isá b. Suhayd 'Abd al-Malik b. 'Umar b. Suhaycl Ahnrad b. 'Abd al-Malik l¡. 'Umar b. Suhaycl Ahmad b. Muhammad b. Sa'id l¡. Musi l¡. Hudayr Abu'Umar Müs) b. Muhammad b. Sa'icl b. Musi b. Huclayr (Háiib) Muhamm¿rd b.'Abd Alláh b. Huclayr Yahwar b. 'Ubayd Alláh b. Muhammacl b. Al¡i'Al¡da Ahnrad b. Muhammacl l¡. 'Isi b. Abi'Abda Ab¡ l-'Abbas Js.r l'. Ahm¡.1 h. l\lulr.rnrm¡J l'. 1.,, l'. Alr Ab,h 'A[¡d al-Flamld b. Basil 'Abd al-\Xtrhid b. Basil 'Abd AlLh b. Mrrba55it Ahmacl b. Nlul'ramr¡¿rd b. Mubaéiir Badr L¡. Ahmad Abu I-Gus¡ (Háiitr) 'Abd Alláh b. Raclr L¡. Ahmad Ahmad b. 'Abd al-\ü(/ahháb b. 'Abd al-Ra'uf b. . .Ayyub marvii Marwán b. al-Hakam 'Abcl al-rü(/ahhal¡ b. Nluhamm¿rd b. 'Abd al-Ra'uf b. Ayyub marvl) Marrván b. al-Hakanr 'Is) b. Futays b. Asbag b.'Is) b. Futays FrLtays b. Asbag b. 'Is) b. Futays Yahy) b. Isháq S¿'ici b. Yass¿s Ab,l¡l-\trlik b. \4,rlr¡mm¡d.,1 5¡dunr Abu Sr td 'Ubaycl Allah b. Yahyi b. Idris Abü'U!mán 'Abcl A1Lh b. Mud¿r Abd rl-R.¡hm¡rr b. Jr¡ r r.',

'Ali Ab[ I Hárit

S¿lan.ra

b.

Sa'id b.

Abi I Qásim

Muhammad b. Sulaymán b. Nlulrammacl b. \Wansus Muhamm¿rd b. 'Abd Alleh b. Muhammacl b. Umayya b. Yazicl Muhamm¿rcl b. Ibráhtm b. Haij'a!' b. 'tlmayr b. Hablb b. 'lJmayr al-Lajrni Muh¡mm¡.1 b. \.rlr.{ h. C¡ninr Alrmr¡J b. MLrh¡mnr¡cl h. ll,,r'

Como puede verse en este cuadro, la gran mayoría de estos visires -cerca de la treintena- proceden de Lln conjlrnto de familias

-algo más de una

docena- bien documentaclas en épocas anteriores y

miembros copan no sólo el visirato, sino también otros puestos de relieve dentro <le Ia organización del califato omeya. Tomemos Lrn caso especialcuyos

mente signific¿ltivo qLre es el de los Banu

Abi 'A-

bda, tres de cuyos miembros ejercieron el cargo de

visir en época de 'Abd al-Ral-imán III: se trata del visir Ahmad b. Muhammad b. Abi 'Abda, de su hijo'Isá y de su sobrino Yahw¿r b. Ubayd Alláh b. Muhammad b. Abi'Abda. Todos ellos desempeñaron otros cargos aparte del de visiraE. Sin embargo, no só1o fueron ellos los qr-re oclip¿rron c¿rgos importantes dentro de la administración califal. Diversos hermanos, sobrinos y primos de estos personajes también ocuparon otros puestos tales como Ia te-

sorería QizVnat a/-nú/), la prefectura de la ciudad (ráhib al-ntadlv¿) o eI control de la milicia Lrrbana cordobesa (rabib a/-íurta)1e. Este control de los cargos por parte de Ios Banü Abi'Abda puede extenclerse a otros visires y miembros de sus respectivas familias tales como ios Banu Hudayr, Banü Sr-rhayd, Bann l-Zayyáli y otros. De hecho, prácticame nte en todos los casos de visires que se citan en esta Iista es posible establecer relaciones con familiares también agraciados con puestos relevantes dentro del aparato califal'0. Lógicamente, sin embargo, es sobre las principales familias sobre las que poseemos una mayor información. Hay varios rasgos de ellas que me parecen muy destacables. El primero de ellos es que se trata de familias con clara conciencia de sus ancestros, de los cuales toman slr nombre y que los cronistas mencionan escrlrpulosamente cada vez 21


que se re6eren a uno cle sr-rs miembros: Abü'Abda, Hudayr, Suhayd, etc... De hecho, y con excepción de las familias que pueden exhibir una lejana prosapia árabe -tales como los Quraííes o Tujtibíes en todos los restantes casos estas familia de origen mawD suelen identificarse con los ancestros que se asentaron originariamenre en al-Andalustr. Estas familias, además, llevaban generaciones enteras

en eI na¡ah de esta familia. Reiativamente frecuentes

son 'Abd al-Rahmán (2) y Sa id (2), mientras que más raro es Marwán (1). La conclusión parece , pues, bastante evidente: los Banu Hudayr tenían clara conciencia de ser un linaje que descendían de un Hudayr

qlre era el epónimo de esta familia, cuyos miembros recurrían a un conjunto muy característico de nombres para designar a sus vástagos.

Cuadro n." 7: Mieml¡ros de los Banü Hudayr documentados en la época califalt2 Ahmacl b. Marwán b. Yahyi Ahmacl b. Huclayr Ahn-rad b. Mul-rammad b. Ahmaci b. Muhammacl b. Musá b. Hudayr

Al'rmad b. Muhammad b. Sa'id b. Musá l¡. Hudayr Abü'UmarAhmad b. Musá b. Huderyr 'Abd al-Rahn-rán b. Marwárr b. Yahyi l¡. Ahmacl b. Huclayr Ibn Lrrbn) 'Abcl al-Rahmán b. Mus) b. Mrrhammad b. Sa'ici b. Musi b. Hudayr Abu Marwán b. Yahj,á b. Ahmad b. Hudayr

l-Mutarrif

Muhammacl b. Ahmacl b. Muhammad b. Müs) b. Hudayr Muhammad b. Ahmacl b. Hi-rdayr Muhammad b. 'Abd al-Rahn¡án b. Müsi b. Muhammad b. Sa'icl b. Musi b. Huclayr Abu Bakr Muhammad b.'Abd Alláh b. fludayr

Musi b. Ahmacl b. Muhammad b. Musi b. Hudayr Musi b. Marwán b. Yahyi Ahmacl b. Hudayr Ibn Lubni Müs) b. Muhammad b. Sa'id b. Müsi b. Hudayr Musi b. Sa'id b. Hudayr Sa'id b. Ahmad b. Muhammad b. Sa'id b. Mus)L b. Huclayr Abu'Utman S¿

rJ b. Sr rJ b. Hu.hvr

desempeñando puestos dentro de

1a aclministracrón omeya. Su ya larga prosapia quizá hubiera hecho esperar unos linajes divididos en rnírltiples ramas, pero lo cierto es que este casi nunca es el caso: en los individuos de estas fámillias que es posible documentar en época califal, las relaciones que los unen srrelen ser de un parentesco muy próximo: hermanos, l.rijos, tíos y primos conliguran la recl familia¡ que se reparte 1;r mayor parte de los cargos qLle caen .lcn¡¡'u dr srr influencia. C)tro aspecto qr-re delata la fuerte conciencia genealógica de estas familias es el hecho de que utilizan un stock de nombres mr,ry limitado para designar a sus miembros, lo qr-re muchas veces hace muy difícil establecer las frliaciones entre ellos. Un buen ejemplo a este respcto lo prooporcionan los Banu Hudayr para los qlre tenemos documentados de momento un total de 17 individuos en época caiifal. Los nombres más comunes que esta familia utilizaba para sus vás-

tagos eran Ahmad (c1ue aparece cono isw de cuatro de sus miembros), Muhammad (4) y Musá (4), nombres todos ellos qtLe también aparecen profusamente 22

Es muy poco, por no decir nada, Io c¡-re sabemos sobre las ¡elaciones que mantenían ent¡e sí estas familias o sobre las relaciones que les unían con otros miembros dei círculo de poderti. Sin embarÉao,

nuesra

base de datos nos ha

permirido en un

caso muy concreto identificar una red de relaciones

familiares ¡elativamente extensa y que, sobre todo, pzrrece haber alcanzado un enorme relieve . Este co-

nocimiento bastante excepcional nos lo proporciona un personaje muy interesante qlre protagonizó una carrera Éllgurante a partir de unos orígenes muy oscuros: se trata del médico Yahyá b. Isháq, el cual desempeñó puestos tan variados como encargado cle los almacenes,

embajador, caíd, encargado de Ias al-íurta a/-.rugr) hasta

respuestas jr-rdicierles o :áhib

ser nombrado visir, en.)23 (3 l0 H.)11. Una anécdota referida al cadí de Córdoba Ahmad b. Baqi b.

Majlad nos Ie muestra fuertemente apoyado por Mr-rsá b. Muhammad b. Hudayr y por su hermano Ahmad a propósito de cierto pleito en el clue no parece que tuviera razón algLrna, 1o que da a entender


que

sL1

ascenso se

vió apoyado por esta familia

de

altos cargostt. Tenemos además otros datos sobre este Yahyá b. Isháq que proceden del "Libro de las generaciones de los médicos y los sabios" (KitAb ubaqát al-attiba' u.a l-bakatnT') escrita por

Hassán b.

el cordobés Sulaymán

b.

Yulj'ul (m. después del9941384 H)16.

Según esta obra su padre, Isháq, habí¿r sido médico

y era cristiano. Vivía en Córdoba, cerca de Ia mezquita de Táhir, y había destacado como cirujano de gran renombre en época del emir'Abd Alláh. Su hijo Yahyá heredó la profesión del padre aunque es segLlro que era ya musulmán--. De él nos dice Ibn Vuljrul qre ''fae an rtíd,icrL rtoble, .rahio y de experta mano. Viúó a crntienzos del goherno de al-l{ásir qr)ett le nontbró uisit'. t,ali 1 gobernador, Darante algún tienQo fae caíd cle Batlajazt9. El En¿ir de lrx Crelentes /e tenía en gran estina.. /e había otorgado sa conf.anza )teilcargadl de/ caidada de sus esposas ), concubinas". Las cualida-

Yahyi b. Isháq como méclico parecen haber sido, en efecto, mr-ry apreciadas: no sólo compuso una obra en cinco libros titulada Afoúsmos, sino que también ejerció como medico personal del califa a quien trató de una otitis qlre éste padecía, previa consulta a r-rn viejo monje cristiano que le aconsejó el remedio más adecuado para su tratamiento. LIna regocijante anécdota nos le muestra, en fin, curando de forma expeditiva y bastante dolorosa a cierto campesino algo aficionado a la zoofilia que se había presentado en su casa con fuertes doiores en Ia uret¡ate. Así pues, este Yahyi b. Isháq, un médico converso, hijo de médico cristiano y dotado de un gran prestigio protagonizó Lrn ascenso fulgurante dentro del aparato de poder omeya llegando a los más altos cargos con el apoyo no sólo del califa, sino muy posibiemente también de otras familias relevantes de la administración. Si interesante es la flgura de este médico, aun mayor interés tienen los datos que es posible conocer sobre su descendencia. Distintas informaciones dispersas nos permiten conocer que este Yahyá b. Isháq fue bisabuelo de Almanzor configurando un árbol genealógico de gran interés, dado que es mlry raro que podamos llegar a conocer las telaciones familia¡es que establecían los miembros de las familias dirigentes cordobesas. Sabemos, en efecto, que Lrna hija de Yahyá b. Isháq casó ton Muhammad b. Abd Allah b. Ámir. des de

hllih.De esta unión nació'Abd AIláh, un hombre centrado en los estudios religiosos y alejado del poder que, al parecer, murió en Tripoli cllando regresaba de la peregrinación a abuelo del célebre

Oriente. Lo más interesante de este'Abd Aliáh reside, sin embargo, en qlle emparentó con una familia de alfaquíes cordobeses, los Thmimíes Banü Bartál a través de sr-r unión con Burayha bt. Yahyá b. Zakariyyá', matrimonio del que nació el futuro Almanzo160. Los hermanos de Burayha compartían inte¡eses similares a los de el marido de ésta, allnque no parece que despreciaran los cargos mundanos: Llno de ellos, llamado Zakatiyyá' b. Yahyá b. Zakartyyá' fue cadí de Badajoz y de Beja en tiempos de 'Abd al-Rahmán 11161. Mayor relieve alcanzó su otro hermano Muhammad b. Yahyá b. Zakariyyá'quien fue cadí de las kuras de Rayyo primero y de Jaén después. Más tarde, ya en la época en la que su sobrino Almanzor se había hecho con el poder, fue nombrado cadí de Córdoba, cargo que ejerció entre los años 991 y 1001 (381-392 H.) para poco después ser eievado al visirato, qr-re debió ostentar hasta su muerte, acaecida en IO031391 H62. Tenemos, por tanto, que en la seguncla mitad del siglo X tres familias de orígenes muy dispares se unieron por sucesivas alianzas matrimoniales: la hila de un médico converso qr-re, sin embargo, había llegado a los más altos pr-restos de la administración cordobesa casó con el descendiente de una familia árabe cuyo antecesor había participado en la conquista de al-Andalus. Un hijo fruto de esta unión casó a su vez con una mujer también al parecer de ascendencia árabe tamrmí, cuyos hermanos eran alfaquíes destacados en Córdoba. La cosa, sin embargo, no acaba ahí. En El Collar la Palonu Ibn Hazm nos da noticias sobre un hijo y una hija de Zakariyyá' b. Yahyá -quien recorde-

de

mos había sido cadí de Badajoz y de Beja-, y que eran sobrinos, por lo tanto, del cadí Muhammad b. Yahy) b. Zakariyya' y de Burahya, la madre de Alrr'anzor. El hi jo -cuyo nombre, por desgracia, el polígrafo cordobés silencia- fue visir y caíd con toda seguridad a Ias órdenes de su todopoderoso primo por línea materna: fue muerto junto con otros dos caídes por Gálib en la batalla que enfrentó a éste contra Almanzor en las cercanías de Medinaceli y de la que acluél salió finalmente derrotado y muerto. La hija, por su parte, estaba casada con Yahyá b. 27


Muhammad b. Yahyá b. Isheq, nieto del que fuera

(sahib al:a.rkar)"r. Como tal aparece designado en el

visir y médico de tiempos de'Abd al-Rahmán III. Éste murió de repente y la pena que sobrevino a

curso de la campaña que culminó en el desascre de

Alhándega (9391121 H.) Pese a que en el parte de victoria oficial correspondiente a esta expedición se alaben sus habilidades estratégicas en la disposición de las tropas, 1o cierto es que el poder acumulado por este personaje le había convertido en blanco del descontento de ios principales del ejército QkAbir al-alnacl), los grandes caídes (wu1ub al-qatauwd) y los visires árat>es (a/-utuzará' ntin a/-'arab). Una de las versiones de la derrota de Alhándega señala, en efecto, que fue este descontento contra Nairda la razón que provocó que los principales jefes del ejército se pusieran de acuerdo entre sí para traicionar aI califa provocando su derrota en esa aciaga jor-

dicha mujer fue tan grande que pasó la noche junto a su esposo la noche misma de la mr-rerte"l.

El cuadro genealógico que resulta de estas uniones (Cuadro n.' 8) puede definirse como un sorprendente fogonazo dentro de los secos datos de nuestras fuentes. En éi encontramos a tres familias claramente unidas entre sí por diversos matrimonios y confrgurando una red de poder muy llamativa, a la que sin duda no fue en absoluto ajena la alta posición que había adquirido Yahyáb.Isháq en tiempos de'Abd al-Rahmán III, y que se fue trenzando mediante sucesivas alianzas matrimoniales.

Cuadro 8: La descendencia de Yahyá b. Isháq. 'Amrr

Yahv) L

t'

Zak"rrivvi'

Ishá.r

t'

.Abd

Yahyá (visir)

Yahvá

I

Muhammad I

Anónima

Mrrhammad

-_______________

Yafy)

I

'Abcl Alleh

Muhammad (Almanzor)

Si el caso de Ahmad b. Isháq es el de un individuo que es cooptado dentro del círculo de poder de las familias que copan los principales puestos de la administración, existen otros en que es posible doc¡lmentar un rechazo patente hacia ciertos "advenedizos" qlre son promocionados por los califas, pero que no parecen haber gozado del favor de estas

familias. Un caso muy llamativo

es

el de Naj,da b.

Husayn. Nada sabemos sobre el origen de este persona;'e, aunque nos consta que era un ¡natal) de aINásir. Drrrante ocho ailos (93I-9391319-328 H.) fue gobernador de Thkurunna, k[ra a la que airadió la de Osuna en9361324 H. Todo esto no le impidió ostentar también el cargo de jefe de la caballería

(

Mrrhammad (.rJi)

Zakarlyyá'

) Anónimo (visir)

Anónima

rl

|

nada. El califa, sin embargo, y pese a la magnitud del revés sufrido, mantuvo a Najtda en sus puesros e incluso en ei año 942 (330 H.) 1e nombró sVhib al-íurta al: ub,)6t . No sabemos qué ocurrió después con Nayda. El 6nal del tomo Y del Mac1tabis nos priva de conocer las vicisitudes de su carrera posterior. Es segr-rro, en cambio, que su persona despertaba un profundo rechazo entre los miembros de Ia clase dirigente cordobesa, como también pone de relieve el autor

del fragmento del Ajbar Alajtmu'a correspondiente al califato de'Abd al-Rahmán III, en el que se critica abiertamente al califa acusándole de nombrar "ministro.¡ a personas )ncapaces

e

)rritít a los nobles

con /,:s

(sahib al-jay/) entre 933 y 940 (32I-328 H.) Asimismo, y durante las campañas de Osma y de Pamplona (9341322 H. y 9371326 H.) aparece mencio-

faaores que otorgaba a /as ai//anos, tales caxto l{a1,c/.a

nado con el importante cargo de "jefe del ejército"

de inte/igencia".

24

Hiri y y sus compañeros cznza

de

al-

Ia misna ra/ea.. Era Na1da,

Ja: semejantes Jue/en ser, petulante, ligero, 1 fa/ta Frente a esre retraro tan negativo el


mismo autor añade unas líneas más adelante que este mismo califa "reunió a una seraidantbre de hombres ilastres /)feratos, c0m0 n0 habían reunido jarnás otras reyes, s)endo a /a uez perslnar de purís)nn entinentes 1t de

conducta y ejexQlar aida, Talu eran ALusi b. Hudayr al-Hlyib, 'Abd al-HVntid b. Bas7l, 'Abd al-Malik b, Yahuar, lsntV'\l b. Badr, Ibn Abi 'isá el cadi, a/-

Mandir b. Sa'7d...'7ú b. Futays, su secrefaú0, era el ntás e/ocaente de los hotnbres y a ésfos hay que,¿gregar 0Ír0:. cuyas excelencias no ref.ero

por

.rer di.fus0"66.

El contraste no puede ser más llamativo. A la petulancia y estupidez de Nalda y otros de similar ralea se contraponen las virtudes de los Hudayr,

Basil, Bujt, Futays, etc... pertenecientes a las familias que desde mucho tiempo atrás vienen monopolizando los principales puestos de la administración Omeya. Son los representantes más conspicuos del círculo de poder del califato, capaces de incluir entre slls frlas a r-rn advenedizo como Yahyá b. Isháq, pero que parecen haberse mostrado mucho más reacios a admitir en su seno a gentes como Najrda b. Husayn. Las razones de estas preferencias y rechazos siguen siendo, de momento, oscuras pero ia existencia de estos bandos parece que apunta ciertas tendencias disgregadoras que en el futuro no harían más que acentlrarse.

25


NOTAS (Jf,H.), momento en clue fuc nombr¿rclo /:@ib eI futvo Alnan(seguicla de su encarcelamiento y mucrtc en el año 978

Este trabajo se ha ¡e¿rlizado dcntro del proyecto de investigación hnanciado por el Ministerio de Cienci¿ y Tecnología

zor, quien conservó cste pLLesto hasta su muerte. Sobre las funciones algo clifrLsas de este cargo, M. Meouak, "Histoire

ref. BHA2002-04101-CO2 01 y titulado Madinar al 7,al¡r¿': represntación 1 fro1'eritín del poder

ttlifal

a

traút

del rqistro

nu-

M. A. Makki, "No¡as" a la ed. de Ibn Haylán, K, al-llrytabu niln anbV' ab/ ¡l-Andalm, El Cairo, 2.", l9li; M. Meouak, Patrair saaurain, alnini.¡tr¿tion rcl)tra/e et íLte.r pohtiqnes dans /'E.r pagne U na11 a tLe ( I I' - lV lW I l' -X' .ii)¡ /¿r), Helsinki, 1 999; también "Notes historiques sur i'administration centrale, 1es charges et Ie recrutement des fonctionnaires dans l'Espargne Musu.lmane", Haleris-'Ianuda, XXX/l (1992), págs. 9-20.

M. M¿rrín, "Nómin¿r de sabios dc sabios dc al-Andalus (93-

lt0/71 1-9ó1)",

huj'jab en Andalus umayyadc", Oriemali¿ páCS. l> 5 -l 64. 6. En Ia descendencia de 'Abd al-R¿rhmán III se han omitido dos h:ijos llam¿rclos ¡rmbos Muhammad y que murieron prematuramentc, uno en 106 H. y el otro en 3ll, Jbn'I ¡rt, a/BaS,An r¡-^trt ,r, ecl. G.S. Colin y E. Lévi Provcngal, Leyden, 19,i8-1951, II, p/rgs. 174 y 191. P¿rra los rcstantes hijos, lbn F]a¡an, AIutlt. V. pág. 7-10; Crínica Aníuirta de Abd a/R¿hntin IIl, ccl. trad. E. lévi ProvengaL y E. Garcítr Gómez, de la hijába et des

teria/ 1 lexna/. 1.

S necana,

al-Andalr¡ M. L. de Jinal del Califato, .lliria-

Es¡nchas Onanástica-Biagrá/i.co: de

(en adelante EOBA), M¿drid, 1988, p¿:rgs. 23-'182.

Avila, La

.;ociedad hi.;Ttanonttsulruana

a/

drid. 1985

. 8. 7

La base de datos ha sido diseñada por Juan Carlos Martíncz, técnico IIP adscrito al proyecto cle investigación. Cucnt¡r en

la ac¡ualiclad con casi 2300 personajes y recoge un total de más cle 1J000 registros asoci¿rdos a esos personajes. De to dos estos registros cerca de 2000 fueron rntroducidos por J. M¿rnz¿rno García dur¿rnte los años de su vinculación a nuestro deptrrtamento, mientrtrs que 1os I 1000 res¡antes han siclo introducidos por el autot. Asimismo, quie ro agradcce r a M.

Madricl, 195t), pág. 28 cle Ia eclición, donde también se cit.r como hijo del primer califá a un Zubayr quc tampoco ha sidcr incluido. Ibn Hayyán, A[trqtab)s V, ecl. y trad. cits. págs. 8 y 9. Las rtrzones clue movicron a al-Násir a aclopttrr esta extnñ¡ meclid¿r son oscrLras. lJna posibiliclad es qlre no quisiera quc sc cmbrollar¿i l¿i sucesión con la aparición de hrjos dcl presun,

to hereclero; otra posibilidad, cluc mcrccería la pena expbrar, es una concepción

9.

del poder cn virtrrd de la cual sólo podía

ser califa quien hubicra naciclo de un

calfi

El nombre clado por'Abcl aI Rahmán

III

ya proclamtrdo.

a su

primogénito no

pnrcce haber siclo casual: es e1 mismo qLre ostcnró el sucesor

J. Moreno, ayudante dc invcstigación de1 depto. de Ilistori¡ Medieval del CSIC srr colaboración para la introducción de

de'Abd al Rahmán I, el firndador clc l¿r dinastía en al Andalus. tJn texro de Ibn 'Abd Rabbihi compuesro en honor del

los datos e imágenes epigráficas.

califa clemuestr¿r quc la rcstauración llevacla

A. H. M. Jones, J. R. Martindale y J. Morris, TLe lrasolagrapfu af rhe l¿tter RanTar Enfire, Cambridge, 1!71;J. R. Nfar-

1a

tt¡,Ja|e,

'l-be prasofografh1,

ragoza, 1981, pág. 317.

estlo

ocupado

de forma discontinua: Badr b. Ahmacl lo clcrció clcscle el 912 h¿rst¿r

su muertc cn 921 (109 H.).

A continuación

fue nombr¿rclo Muh¿rmmaci b. Musá b. Huda,vr también hasta sn

lallecimiento en L)32 (320 H.) Por algrura razón que

se nos

escapa, durante trein¡a años este puesto, cuyo beneficiario es-

taba sin duda por encima cle los visires, permaneció yacante; sólo volvió a cubri¡se en ei momen¡o del advenimicnto de

¿rl-

Hakam II .uando flre nombr¡clo Ya far b. Ab.l al-R¡hm¡n al-Siqlabi que lo ejerció t¿rmbién hasta su lailecimiento en 971 (i60 H.) Es posible clLre entonces fiLera nombrado durtrnte un breve trempo Abu'Abd AlLh b. Sa'd, aunque de este personaje sólo tenemos un¿r escueta noticia proporciona<lar por

Ibn Yuli'ul (véaseJ. Vernet, "Los nédicos anclaluces en cl Libro

J.

1.,.

g(ncrr,;unc\ J. mÉJi,o.,le lbn YLrl¡ uI"- AutL'i"

fu Esndia: AIedieLalu,Y, 1958, p:íg. ,16f)). De nuevo entonces no parece que se nombrara un nuevo

a/ Anda/as

l¿r

cle

obra

de

urcto corna.;t tocal,o /o

babía totqtistado a/ conienzo...'cit. por

N. -t\. Khoury, ''I'he

Ibn Hayyán, i\laqtabi.r V, ecl. y trad. cits. pág. 56. Ibn llayy'án, llzqtabi: V, ed. y traci. cits. págs. 9(¡, 104, I I -, llt, I22, 13i v 271. Só1o quedaron en el alcázar representando a su parclrc cuando al-Ilakam acompañaba tr éste, sus dos herm¿rnos uterinos'Abd al-'Aziz y'Llbavd Allnh, ibilo¡t, págs. 135, 118, 161, 187,213 y 225. El único dc los hrjos de al NIasir que acompañó a su parclrc en campaña, apartc del propio al Hal<trrr, fire curios¡rmcnte al-Mun{ir Ibn alQuraSiyva, hijo de la unión de al-N¿isir con su prima Fátima, cluien se unió a su padre y hermanastro en clos expccliciones: la rcalizada por las kur¿s occidentales en J17 H. y la clirigida hacraToledoal añosiguiente,ibiJm,págs. 161 y 187. Para la ceremonia presiclicla por al-I lakam siendo aun un niño Ibn F.Iayy'án, a/-Alrqrabis fl ajbir bildd a/ And¿lts, ed. A. Hafr;1, Beirut, 1965, pág. L8.i (en adelante Muqrabis VII); tracl. E. García Gómez, El Califato de Córdolu n el llaqrah): de lbn Hayan. Arales Palatinos dl ulifa de Círlob¿ a/ Hakan II. Mail¡id, I 961, pá9. 22). 12. t\jbar Majntra, ecl. y trad. E. Lafuen¡e Alcántarra, Madricl, Li) L1

Flastir Ia época de Alm¿rnzc¡r el cargo de /2f ib

(100 H.)

por éste

meaning of the Great Mosclue of Cordoba in the'Ienth Centtry", AIutlarntts, XIII, (1996). págs. 8:i 85, n. 26.

2001. Sobh, Macl¡rd, 1979; trad. t-. Corriente y M. J. Viguera, Za-

a cabo

autorid¡rd omey¿r en al Andalus era comparacla con

clc su ¿rntecesor: "conqt):trí

of the Blzant)ru Enp)rt, Londres,

Ibn Hayyán, lluqtab)s V, ccl. P Chalmcta, E Corriente y M.

bllib

hasttr la muerte de

II y el advenimiento de Hiíám II, quien nombró hllib tYaftr b. 'U!mán b. Nasr al-Mushafi e n 976 (166 H ), al Hakam

1867, págs. I 16/106., señtrla que cl conspiraclor, ll¿mado al-

mientras que Almanzor qucdaba como visir. L¿s rivalidacles

Mugirtr, lire apoyarclo por HrLqlayl b. al-Sumayl b. Hatim, hilo por tanto del que habín siclo jefe milirar con trnrerioriclacl a la llcgada del primer emir omeva. También mcnciona este

entre cstos dos personajes iler ¿ron ¿ l.t dcsrirucicjn dc Y¡ far

26

XLIII XLry (l 994- I 99i),


eprsodio

y

lbn Ilazm, Naqt a/:Arus,

'áni/ de Sidonta en 928 (l l6 H.) Ibn 'Idári, a/-tsa1án a/-l[rpr:rg. 199; ¡rad. cit. J-10. Era hem¿rno del histo-

ccl. y tr¿ld. ci¡s. págs. 170

grib, ed. crt.

lJ2.

11. lbn Hazm, Naqt lencia,

1

9l'i,

ttl'Aru:, ed. y trad. L.

Págs. I

'ltrés, 'Linales

riador Mu'arviya b.

Scco cle Luccna, Va-

lli$m Ibn al-Sabill / al- Sabánisiyya.

2i. Desde este punto de vista la política de apartamiento del

70 Y 82.

rl An.l¿lrLs segrur l¡ Y¿mhar¿r clc XXII (19t7), pí.9.14. Los dos herque se refiere ei texto son'Abcl al Rahm-n II y

sLrs

hijos siguieron con res-

Ibn Hazm", tl-Andalrs,

pccto al propio califa, el clébil Hiiám

II, lcjos de ser noveclos¿r

manos a ios

como a veces se cree, no hizo más que reproducir

1.1. E.

poder que tanto Almanzor colno

árabes en

lar que los propios califas anterjores habían seguido con rcspccto a los mir mbros .lc .u I'rul'i¡ llrnilir.

su hcrm¿rno al-N{ugira a qu.ienes al-Htrkam ordenó que se les

prestata jutamento como herederos estando él todavía con vicla: tienrpo más ¡arcle este

al-Mlrllir¿ renunció o

se

le hizo

26

renunciar. También Ibn Hazm, Ara4t a/-'t\ras, ecl. y trad. tirs.

págs.

pr:rgs. 170-171 y 8.).

15. Ibn Haylan, t\lnt1tah.r

Il.

1, rrad. lvf.A. Makki y F. Corriente,

Zaragoza, 2001, fol. 89v. 16. Así lo señtr1tr explicitarrente N{.A. Makki, p:ígs.

i06

I[]n Hayyan, Nurpabi.r II. 2, ed.

107. su padre cont¿ba con 22

'29

-habría clc vivir h¡rsta los 66- ya que había nacido en ¡J2i-821i207. Ibn 'Idari, tt/-Btrytn, ed. cit. pág. I 1 3; trad.

j0

H. Por enronces

años,

cit. pág.

I,

jl ),

ecl.

es mencion¿rcla

2t-c).

cits. págs. 1 53 y I 9.1. al-!urta, Hiíám b. Ivf uhammacl,

V11, ed. .v tracl.

Las tropas llcvaclas por el sah ib

M. A. N{akki, p/rg.

L

8,1 a propósito cle la J(

noticn

ruo. omo tc.r

que sobre

j!o

entre los dos hermanos, E. Lévi Lsltña AIutlrtar¿. tu Hi.¡tori¿ J¿ E.¡ltdiia clit'igih por R. A[oúntlez Pidal, vo,. ]V Maclrid, 1950,

II,

de

kn ci{ta nínuro

)

jiwles

sáhib al-mazálim

y su hermano, véase M. Marín, "tlna vida cle VIII, 1997, págs. /t2.1-/+15.

mLrjcr: Subh", en EOBA, a1

Ibn Haylan, lltrqtdbis V/1, ecl. y trad. cits. prigs. 77, 117 y 149 1100, 1.19, 189. Aunque en Alrqtttbi: VII,pág.77i 10t) se

¿rl Rahm¿n

Ie clesignc como Fá'iq hay que corregirlo por llá'ic1: conr.iene

presentan el suceso como algo

además no confunclir al hermano cle Subh con un pcrsonaje

e1

gobierno de'Al¡d

fte grrn.fatá y encargado cle las II conspiró para elcvar

normal, señalando clue cl cmrr 'Abcl Allah había prefirido

llam¿do, en efecto, Fá'ic1 que

siempre a sir nieto fl'cntc a sus hijos y le teníar preparado para

postas y clue a la mucrte cle al-Hakam

el ¿nillo que simbolizaL¡a la autoricl¿rd emir¿I. Como además, bajo 'Abd ¿rl-R¿rhmán III el pocler de la dinastía omeya llcgó a Lrnas coras muy altas, no es extr¿ño que presenten el acceso al poder de este joven de veintitres años cle eclad como unil decisión de 1a providencia divina. Sin embargo, la sucesión debiír de ser algo más compleja: Ibn Hazm Nat1t a/ 'Art.r, ec|. y tracl. cits. prígs. 168 t'76 señal¿, por eje mplo, que'Abd alRahmán III fuc clcsignado por unlr aslmblea, algo inédito en los anales de la clin¿rstía- aunquc clcsgraci¿rclamente olvida darnos miís dctallcs. Por otra parte, y aunque las firentes se ñalen clrre los tíos del nuevo cmir, cluc habíarn queclado posterqaclos por su elección, ¿icuclieron gozosos antc él cn el dí¿ de su proclamación, Io cierro es !ue nLre\e ¿ños más tarcle algnnos de ellos conspiraron parir derrocarlc, Crílic¡ Anínint, ed. cit. pág. 67; I[¡n 'Idán, a/-tsa1in a/-Alttgt'ib, ccl. cn.

¿rl

ser sLr sucesor, h¿biéndole inclrrso cntrcgnclo cn vicla

II,pág. l8i. 21. Ibn Hayl'an, l[aqrabi:, Il, 2. ed. Makl<i, págs. 1L)4 [)i. 22. Ibn Haylan, Alryrttbis V, ed. y rrad. cits. págs. 8 1 1. 23. Quiero agradecer a Antonio Vallejo su laentileza al permitir me utilizar este d¿to cle srr trab¿rjo sobrc Nfaclinat al-7,ahn' cle

de

policías".

esas clenuncias se orclcnó hacer al

Sobre Subh

Pág. 2 1/t.

o clc su hijo al-Hakam

1

'Abd al-Rtrhmán b. Musi b. Iludayr.

l¿r rivaLidacl

20. Nucstras fucntcs, cscritas btrjo

Jturik:

Ibn Hayl'án, tVuqtahi.r l¡11, ed. y trad. cits. págs. 86 v i09.

Provengerl, His¡oria de /¿t

III

y-

La notici¿ no aclara cuái luc cl resultado de la investigación

cnlbnHayy'án, ilIaqta-

.ol,rs l¡nrnr,rnr l'. Alr¡.,.1 b. Ár¡ir. ,lur en ella. Sob¡e

291. Ibn Hayyan, lttqrdbi:

(fnr.tan).

pág.

248. I

cit.276

Gómez, en 'oficiaks de los nrtharis.

al-l3dfir al-t\hgrib, cil. crt. 150; ti:ad. ci¡.

19. El ¿cta de cleposición I i.t

tracl.

consisticron, scgírn la versión que de este texto da E. Garcí¿r

1f36.

18. lbn 'ldá¡i,

l6ó.v 1ó8;

Ibn Hayyán, al-t\lrytabi: V, cd. y trad. cits. págs. 16,1 ,2l), 211, )01,31j, j l8 v .128; también Ibn 'Idári al-Ba1in,II, ccl. cit. pág. 208. 28. Ibn Hayyán. al trIuqtabi.r V, ed. y tr¿cl. cits. ptígs. 28.) ,v 27

17. Ptrrtr a6rnrar esto me baso en Ia fecha cle nacimiento cle este en¡ir, 8.15-8.i6i229

lbn Ilaylán, AIrultabis \,', ed. y trad. cits. 65; Crínica ¡\nfui nu, ed. cit. prig. 50; Ibn'Idári, t/ Ba1án a/-t\ltgrib, ed. ctt.

próxima publicación.

21. LIna excepción mu,v aislada es l¿ cle un desccnclicn¡c clcl em jr Hiiánr, llamado Nluhammacl b. Hifim qlre murió siendo

rrono a al-Mugira, hermano ciel clifunto calif¿, en lrrgar de

a4

Hi!ám II, Il¡n 'Id¿ri, a/-Ba1an al-XIryrib. ed. cit. págs. 2ó0, 262 y 26). Ibn Htrylñn, Mru¡ttbi:141, ed. y tracl. cits. págs. 18.i y 200i22) y 2.11. Quiero agraclecer a.)orgc Manzano Garcí¿ cl haber ilamado mi arención sobre est¿r vincul¿rción ent¡e la

li

ca¡¡cra c1e Ra'iq y el herede¡o Hifim. M. X{arín, "Subh", pág. .1J7 citancio los datos de la Dajira Ibn Bnssám.

cle

r6. E. Terés, "Dos flmili¿rs marxaníes de al-Anclalus", a/-Anda/:2.r, XXXV, (1!70), págs. 92-ll7. A. tlrquiza, "Otros linales

Omr¡r.er.,l-Andnirr. . LttBA.Vl., Iqa l). I l5 16l. 11

Ibn Hayl'án, llqtab): l', ed. 'I<farl, ¿/ Bal,an

al t\ltgúb,

Críni¡¿t Aaínin¿, ecl. cit. pág. J

IJ.

1,

ed.

tracl. cits. peígs. 12 1' 41; ibn cit. pág. 159, trad. cit. 27 j;

i3.

Algunos de estos r¡¿¡sáníes fueron enc¿rrcclaclos y ejecutados

por Ahrnad b. Muhammacl b. Maslama, scño¡ de Sevjlla, en 1os momentos finales de la rebelión de los Banu Ha!'!ái, Ibn Hayy,án, llrqtabi: V, ed. ,v trad. cits. p/rg. .i4. )r) lbn Ilavlan, Aluqrabis V, ed. y trad. cits. págs. 47, 44,52, 12, 8,i, 89 1 101; Ibn 'I{ár1, a/-Ba1,in al-l[agrib, ecl. cit. lI, pírgs. 168

y 11l. Crínirt Anínina.

ecl.

cit. págs. 53, tt t6

)' 61 40. Ibn Ha,v1-n, AIrqt,lti: V, ecl. y trad. cits. págs. 129,)61 y

16,1

21


,i1. Ibn Hayyán, A4uqtabi.r V,

ec1. y trtrd. cits. págs. 1)6, 161 y 16,i; también al 'LJdri, Tarst al-t.f\ar ud-Í1til1.t.,7' a/-elar, etl. A. al Ahrvani, Mad¡id, 1965, págs. 13 y 1.1. :12. ibn Hayyán, Aluqrabis V, ed. y trad. cits. pág. 26lr; al-'Udri, ed. cit. pág. 51; trad. F. de la Granja, "La Marca Supcnor en la obra de al-'Udri", pág. 55. He tratado con más cletenimiento estos hechos en E. Manz¿rno Moreno, Ld frantera de ¿l-Andalu en ípou le hts One1a:, Madrid, 1991. t+1. Ajbir AIaj,ntta, ed. y traducción E. Lafuente Alcántara, Ma-

:ahib a/-ja1,/, tuvo un hijo, Muhammad, que tarmbién ostentó algunos cargos en l¡r aclminist¡ación, IL¡n F]ay1an, A[rytabi:

V,pirg.72; Ibn'Idári, al-l3a1in al-hIagrib, ecl. cit. II, 1f9.161, 199, 205 Crínjca Anínina, ed. cit. pág. 31

i

Ibn Hazm, Tauq al harttánn, ed. TA. Makki, El Cairo, pág. 8,i; Ibn Hayyán,i\lrqtab).r V11, ed. cit. pág.72;A,ltrqtaü:V, ecl. y tracl. crts. págs. 3i, Ibn'Idári, tl-Ba1in, ed. cit. pág. l8i; Ibn Hrzm,Tauq, pág. 8,i; t\Itqt. Vll.2!; Ibn Hazm, Ttu'q,pág. 81 AIuqt. V, pág. 65; 1\Iuqf. V,pág. 160; Ibn alFaradt,'[d'rij, n." 1]51; lIaqt.\t, págs. 154 1i);a/-Bt¡Jrt, pág. 195; Ibn Hazm, ldu,q,pág. 84, tr\ryt. V, ptig. 10; A\aqt, \,/, pá9. 1ó7; Ibn al-Faracl, f,t'rij, n." 117 y 159; A\trlr. V,

suerte posterjor de Umayya, véase el testimonio dcl oriental

al-Mas'üdi, Atatfu, al-rhhab, trad. Ch. Pellat, Les prarie.r d'or P¿ri:, 1965, II, pág. 11t6, quicn señala su inplicación en los sllcesos quc lleva¡on a la campaña y derrota de Alhánclega. /15. Un posible miembro cle una rama lejana de Ia familia omeya peñó sucesivos puestos como'7r:z/, caícl y visir hasta su muer-

te ocurrid¿ en 937 8l)26

H, Ibn Hayyan,

hlacltabis

trad. cits. pá5.290.Ibn Htrzn señaltr que este Sa'id

V,

pág. 166

51. Una parte de Ia aplicación infb¡mátrc¿r que hemos clesarrollado está destinad¿r, precisamente, a cst¿rblecer las relacioncs existentes entre los personajes que citan l¿rs fuentes con objcto cle ¡roder conocer ciert¿rs tendencias en cl clesem].er-ro de cargos quc nos indiquen Ia posibie exis¡enci¿r dc distintos

ecl. y

"dccí¿r"

Hifim, pág. 69. Sin cmbargo, y como

que su linaje remo¡¡alra hasta el califa cle Damasaco

E. Te¡és, "Linajes ártrbes", apunta M. A. Makki, cs muy posible clue estos Banu S¿lim

ftreran en realidad descendientes de un man'l), del califa Sulaymán, "Notas" a l¿r ed. del llrytabi:, nota 7, págs. ,i10-411.

46. Sobre la llegada de Omeyas a Córcloba cn época califal, véase Ibn Hayyán, llryrabis V, ecl. y tracl. cits. pág. 2); también esta llegada es cit¿rda en Maqtahs, 2.1, tracl. cit. fol 118 v. La existencia de un dirván Qurayi es mencion¿cla por Ibn alFaradl, Ta'ri1 'rlanu a/-AnJah:, ed. Coclera, Madrid, l8!12,

n;'i7i

y n." S22 a propósito de un quraSi y cle un descen-

dlente del califa Marrván llegados a al Andalus en época de al-Hakam II. 47. EL nombre de este visir es muy problemático. Aparece citaclo en Ia inscripción publicada por Lér'i Provenqal proccdcnte de Tarifir y que htrce mención a la construcción de una fbrtificacrón (bnr11 en el año 960 (.)11) H.), E. Lévr Provenqal, lnscripfions arabes de /Espagne, Paris,

pof lo tanto, con

19i1, n."

3,1. Se incluye,

tod¿rs las reservas.

sotn,errtiz, págs. 74 y ss.

Los datos para confeccionar cste cuadro provienen de l¡s si¡¡uientes referencitrs (sólo se dar unn por cacla personaje y están ordenaclas correlativamente siguienclo cl orden de Ia Iista):

9)5 (323

Sa'id b. al-Mundi¡ Ibn al-Salim al-M¿rrváni, quien desem-

1. M. Meoank, Pouruir

i2.

H.), al 'Udri, ecl. cit. pág. 68; trad. cit. pág. 78. Sobre ia

es

grupos clc inflrrencia.

54. Ibn Hayyan, lIryt. V, ed. y rracl. cits. págs. 61 ,72-7/t,16, 86, 87, 88, 9i, r0l, 117, 2r2, 210, 241, 2i8, 261, 283, 306, 11.1, 317, 318, .128; también I[¡n'Idári, a/-Ba1,an, ed.

cit. prigs.

li9 y 161.

55. al-Juiani, K. al-QlJat bi Qtrnba, ed. y rracl. J. Ribera, Ma, drici, 191 4, págs. 200 201 250-2i1 .

56. J. Vernet, "Los médicos ¿rndaluces en el Libros de las gcneraciones de médicos de Ibn Yulyul". Attt,triu Jt [¡rttJto¡ MedieL¿le¡, Y, (1

9i

I).

pirgs. /t/t5 -461.

i7. Así lo afirnra Sá'id al-Andalusi, K, Tdbat1at al Liruan, ed. Cheikho, Beirut, 1912, pág. 7t3; trad. F. M¿íllo, Madrid, 1999,pág.139. tu Confirma esta noticia, Ibn Hayyán, Alaqtab).r V, ecl. y trtrd. cits. pág. 30ó en una noticia ¡eférida págs. .i1i v 456.

grib, ed. cit. págs. IlL), 19), 197 ,i9. M. Meouak, Pottoir sotu-eraiz, págs. 7/ y 55. 50. Así, por e;emplo, el visjr'Abd al-Malik b. Muhammacl alSadüni nomb¡ado en 922 (l1O H ) tenía un hcrmano llama-

sólo nos consta, como a continuación

ces se aflrma qlle esta

r¿rzones

mujer era hija

traC..

por las quc a ve-

cle un cadí. En ¡ealidad, se verá,

que sus herma-

nos fueron cadíes, sin qlle sepamos nacla cle otros anteccsorcs cle esta

iámilia. El único pcrsonaje clue encuentro puede

ser

relacionado con es¡os Banu Bartál es un YahyiL b. Zakariylz'

b. Yahy) que aparece como alfaquí tcsrigo del ¡nán de ZaH. Ibn Haylán, Xlqtahi.r V, ecl. y trad. crts. pág. 278. Sin embargo, est¡r vincul¿rción no es se¡lura

do 'Abd al-rVabháb que participó en las operaciones militares contra Sevilla, Ibn F.Iayyán, Alaqtah): V, ,i.i y 117. Me

ragoza en el trño 726

muy probable qlle estos dos personajes fueran hijos

dardo quc cxisten otros personajes con los que también poclría

cle Muh¿rmmacl

28

año 9939/328 H.

60 Así lo scñala Ibn'Ielári, a/ Ba1,ia, ed. cit. paíg. 256 y ss;

cit. págs. 125-426. Desconozco las

b. Sulaymán al-Saduni y sobrinos, por tanto del hermano de éste, Numára, típ1cos casos de rebeides que se sometieron al hn¿l de ItJitna sienclo asimilados tr Ia administración omey4 Ibit/eru, pág. 58. Para los cargos ostentados por Numára, ibiduu, págs. 221, 211,256, ¡ambién Ibn 'I{arl, al Ba17n a/-lIagrib, ed. ci¡. II, pág. 183. Otto caso clc visir perteneciente a Llna farmilia poco relev¿rntc o, al menos,

a1

r9 J. Vcrnet, Op. Cit.

/t8. Ibn Hayyán , Alrytabi: V, ed. y trad. cits. págs. i2, 189, 223, 240,2>6. 265,2L)1, j02, 307: Ibn 'Idári, al Ba1'án a/-l[u-

parece

págs.

.

drid, 1867, págs. 157-158i 137-138. 4.1. Ibn Flayyán, Xltqtab): V, ed. y rrad. cits. págs. 190, 192, 2ll, 166. 28R 2Sc) y 2!2. También había participado en las operaciones en la Frontera Superior en el trño

'Abd AlLli b. Mudar visir entre los (i00 30j H.) quien además clc ser él mismu

b¡rstante desconocida es años 912 y 916

ser relacionaclo. Sobre los Banu B¿rrtáI, L. Mollna, "F¿rmilas

Ta'rti alann tl-Anda/n de Ibn al(II)", EOBA,III, Granada, 1990, pírgs. ló-17.

andtrlusíes: los datos clel Faradr 6

1. Ibn al-Faradr,'fa'rij, n." 44t1.

62. Ibn al-Faradl,'Lt'rij, n."

13118, cuyas indicaciones señalan

que este personaje fire extrao¡dinariamente longevo ya que


se nos clice clue habíil nacido en

299

IL

T¿mbién

Ibn Ha¡'y'án, t\'lru¡taLi: V', ecl. y tracl. cits. prigs. 2l),221, 2 j0, 2.a2, 265, 266, 28.1. 28t, 286, I1 l. 65 Ibidut, págs.296 (doncle se inciul'e el reprochc clue Nfuhamm¿d b. Fr¡rtun habría clirigiclo a Naida, ¿ctLsiinclole clc ser un benehci¿iclo clel calil¿L y clt haber clesrnLiclo al cjército), 298, i00, 110, 128. 'l¿mbién AjLdr, ed. r' tracl. cits.

Ibn'ld¿¡i,

61

a/ Bt1,itr, ecl. cit. pág.25.1. 6) Ibn Hazm, Tauq,ccI. cit. pág. 9i. ls cli.qno clc subr¿varse el hecho cle qlre esta mujcr qne pertenecía ii irna familia cu1'os nriembros recl¿rmaban tLn origen írr¿l¡e t¿mimí c¿rsara con el nieto de un ()nversoi Io quc barce abrigar cluclas nrís que firrr dad¿s cle qlre est¿s

firmilias practicaran Ia endogamia en

prígs.

sus

15i

156:

66. Ajber lt,ijttn'a.

en laces.

il5. ecl.

cit. pág. I 5'i, tracl. cit. I i5

T 29


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