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HUGO CÉSAR VILLAR URRUTIA PÁGINA
HUGO CÉSAR VILLAR URRUTIA (1981)
la casa EL BOXEADOR
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La casa se derrumbaba. No la viga maestra ni la viga de amarre. No las columnas o los dinteles. La casa. El padre dinamitó cada peldaño de la escalera. Luego hizo estallar los listones, puntales y durmientes. Empacó sus corbatas y se marchó. La puerta de entrada quedó colgando de una bisagra. Al borde del colapso, la madre reventó su pequeña colección de platos minerales contra las ventanas y desterró de los maceteros de la cocina las plantas de interior. Las hijas entraron en pánico frente al desplome. Por un año acamparon sobre sus camas en sacos de dormir. En ese lapso murió la gata de leucemia y el perro de distemper mientras la ropa en los cajones de los muebles se llenaba de aserrín. En las frazadas anidaron las pulgas y en las peinetas las liendres. Una peste. Nunca más los vecinos escucharon risas ni discusiones provenientes desde las habitaciones o el comedor. Por completo se disipó cualquier sonido de sobremesa en la ruinalidad de las paredes. La casa se derrumbaba. No la familia ni el matrimonio. No las libretas o los papeles. La casa. se despierta 1, 2, 3 la mañana huele a vino tinto, al toque de gong los gallos cantan, con olor a humo y acidez. Jhonny Boy ataca en su caballo negro bang bang dispara sus puños de plata bang bang rebota el gong en la garganta del gallo «¡Jesús era un marica!» decía el boxeador 1, 2, 3 knock out un derechazo en la quijada el bebop salta se estremece el ring está lleno de sangre el humo se estremece los cánticos de las mujeres haciendo estremecer el tic tac de las horas