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ANDRÉS RODRÍGUEZ ARANÍS PÁGINA
Pero una sensación de casa sola, de fracaso almidonado, me fue clavando alfileres por las tardes…
Salí hace dos décadas de tu casa: es el momento de dejar de hacerte caso en todo,/ madre mía.
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ANDRÉS RODRÍGUEZ ARANÍS (1967)
ESPECTADORES
Abrir las piernas como se abre un tarro de café /instantáneo, azucarar el sexo, revolviéndolo lentamente, escudriñar las ventanas del edificio del otro lado de la calle, imaginando que este cuerpo desnudo desata la codicia de un vendedor de /tumbas que también desayuna mirando hacia /afuera.
O mejor aún:
Mirar hacia adentro. Poner entre las rodillas la cabeza, torcer el cuello, alargar la lengua como un reptil y caminar en reversa hacia el corazón que, pálido, contabiliza las batallas perdidas. Fútbol
El Jugador de fútbol tiene diez años. Está solo en la cancha del barrio. Es decir lo acompaña su mundo, la pelota.
Corrijamos entonces. No está solo, miles de personas lo acompañan en ese sol redondo que baila a sus pies.
Tiene muy claro que no será un borracho como su padre ni una triste como su madre.
No irá a la universidad aunque sume algunas buenas notas en la escuela; se ganará la vida en la cancha,
la vida que es bien entretenida a veces. Tiene amigos. Uno ya hizo su primer robo, un juego para playstation de la fifa. Por eso hay días que se juntan a ver en la pantalla quién es el más grande entre los grandes. Hay tiempo para todo, incluso es bien fácil salir por las calles a pasear con perros y gatos, tomar un poquito de coca cola donde la vecina buena onda y pegar con neoprén esa taza que se anduvo quebrando la otra noche.
Mira el cielo que también cuenta diez años. Hincha los pulmones, siente que las zapatillas no importa que duren lo que duren, todas las horas del universo premian a los buenos y castigan a los malos. Y él no es malo; es el mejor
entonces no interesa golpearse en el barro del invierno o en el polvo salado de febrero. Detrás del silencio la turba lo lleva en andas. Él suspira. Y es junio el día entero y una gotita cae desa nube.