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SIENTE SU AROMA
América y el Amazonas son la cuna del cacao. En la larga y extraordinaria historia de estemítico fruto, el Perú es un importante protagonista.
Desde siglos atrás, a lo largo y ancho de las tierras surcadas por el río Amazonas, crecían plantas silvestres de cacao.
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Pueblos como las antiguas culturas que florecieron en la cuenca del río Chinchipe — que nace en Palanda, Ecuador, y desemboca en el río Marañón, Perú, cerca al Pongo de Rentema— domesticaron el cacao y consideraron sus semillas un regalo de los dioses y la Madre Tierra.
Precisamente, investigaciones arqueológicas en las provincias peruanas de San Ignacio, Jaén, Bagua y Utcubamba, así como en Palanda, Santa Ana y La Florida en Ecuador, han revelado que el cacao más antiguo del mundo se cultivó en esta zona. Hace 5,200 años nuestros antepasados saborearon las bondades de este fruto, tal como lo hicieron siglos después los mayas y los aztecas, en lo que hoy es México.
Los Mochica también rindieron culto al cacao. Prueba de ello es un collar de cuentas talladas en spondyllus que representan sus granos y que fue hallado en la tumba del Señor de Úcupe. O los collares de oro y turquesas con motivos de cacao, actualmente en exhibición en el Museo Tumbas Reales de Sipán y el Museo Arqueológico Nacional Brüning, en Lambayeque.
Cuando el cacao llegó a Europa, en el siglo XVI, era consumido como una bebida medicinal y tonificante, privilegio solo de ricos y nobles.
Fue en 1815 que se logró separar la manteca de cacao y nació el chocolate en polvo. Pasaron otros 15 años para que el chocolate de taza fuera producido en el Reino Unido y recién en 1847 apareció la primera tableta de chocolate.
Hacia 1875, en Suiza, se elaboró por primera vez el chocolate de leche y en 1913 Bélgica fue el escenario en el que aparecieron los primeros chocolates con relleno. Como en toda historia, en la del cacao y el chocolate hubo una revolución. La década de los años 80 fue una época de cambios y novedades. En 1985 las mejores marcas de chocolate comenzaron a seleccionar los granos de cacao de acuerdo a su origen y privilegiando la calidad.
Llegado 1989, en Europa se empieza a considerar en las etiquetas de los chocolates el porcentaje de cacao como un valioso indicador de su calidad.