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4. LA PRIMERA MITAD DEL SIGLO XVI
4.1 GARCILASO DE LA VEGA
Garcilaso encarna el modelo de El cortesano de Castiglione: audaz en la batalla, cortés y destacado en la relación social, conocedor de la cultura clásica, poeta, con una intensa vida sentimental.
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Su poesía no es muy extensa: salvo algunas composiciones primeras de estilo tradicional, consta de una epístola, dos elegías, tres églogas, cinco canciones y 38 sonetos.
De las cinco canciones destacan: o Canción IV, en la que vierte su amor sin esperanza. o Canción V, dedicada «A la flor de Gnido», una dama napolitana a la que reprocha los desdenes que hace a su amigo Mario Galeota. El primer verso («Si de mi baja lira») da nombre a la estrofa que Garcilaso introdujo en la poesía española y que luego emplearán Fray Luis de León y San Juan de la Cruz.
Los 38 sonetos tratan también el tema amoroso. Desarrolla en ellos algunos tópicos literarios (como el carpe diem), el sentimiento amoroso y el dolor por la pérdida de la amada, así como asuntos mitológicos.
Las tres églogas ofrecen lo mejor de su poesía: o En la Égloga I (escrita al recibir la noticia de la muerte de Isabel), dos pastores, Salicio y Nemoroso, proclaman su dolor por la dureza de Galatea (Salicio) y la muerte de Elisa (Nemoroso); ambos remiten a la propia experiencia de Garcilaso. Está llena de intensidad emotiva y, como obra del género pastoril, de paradigmáticas descripciones de paisaje. o La Égloga II aúna el carácter pastoril (amores de Camila y Albanio, descripciones de paisaje) con la alabanza de la casa de Alba. o En la Égloga III, unas ninfas tejen un tapiz con historias mitológicas que se van narrando: Dafne y Apolo, Orfeo y Eurídice, Venus y Adonis. Por último, se narra la muerte de Elisa (la amada de Nemoroso), en el paisaje idealizado del río Tajo.
La poesía de Garcilaso está influenciada por la lírica petrarquista: expresión de melancolía, análisis detallado del sentimiento, además de coincidir con el poeta italiano en el amor no correspondido y en la muerte de la amada.
Los versos de contenido amoroso de Garcilaso resaltan por su honda sinceridad y tristeza. Su visión de la naturaleza desprende armonía y sosiego, es un fondo de belleza absoluta en el que proyecta sus sentimientos.
En cuanto a su estilo, su lenguaje es elegante y sobrio, dotado de claridad expresiva y naturalidad, y de una suave musicalidad, un ritmo fluido producido por el admirable empleo del endecasílabo: «[…] en el silencio solo se escuchaba / un susurro de abejas que sonaba».
Dos corrientes filosóficas impregnarán la poesía de la segunda mitad del XVI, la ascética y la mística.
La ascética es la corriente filosófica y religiosa que busca purificar el espíritu a través de la negación de lo material, sin llegar al éxtasis de la fusión con la divinidad; la ascética precede siempre a la mística y equivale al esfuerzo personal para lograr la máxima perfección espiritual, dominando las pasiones y aplicando las virtudes; las prácticas ascéticas son la preparación obligada para ascender a lo místico.
La mística, por otra parte, aspira a un fin más alto: la unión íntima del alma con Dios, experimentando en la vida terrenal lo propio de la vida eterna, la absoluta beatitud como una gracia divina.
Se recorren tres etapas o vías.
La experiencia mística es en sí misma inefable, difícil de trasladar al lenguaje humano. De ahí que el iluminado, el místico, tenga que recurrir al lenguaje figurado para comunicarla: alegorías, símiles y paradojas llenan los textos místicos. Los contenidos son solo sugeridos, aproximados; el gozo que nubla los sentidos solo puede expresarse a través del campo semántico del lenguaje amoroso, del encuentro de los enamorados que se trasmuta a lo divino.
Las fuentes literarias de las que bebe la poesía mística son el bíblico Cantar de los cantares y la poesía italianizante.
De profunda cultura, conjugó admirablemente la herencia clásica, la influencia italiana, la tradición española y el contenido religioso. De los poetas latinos adoptó el sentido de la proporción, el sentimiento poético de la naturaleza y su afición a la vida retirada y a la «dorada medianía» (aurea mediocritas); de las teorías platónicas, su deseo de elevación de la naturaleza hasta los arquetipos de las cosas; y de la filosofía pitagórica, el concepto de la armonía del mundo natural. La poesía de modelo italiano le aportó la forma y la belleza de sus versos.
Fray Luis de León fue autor de poesía (lo más valorado) y de prosa; escribió en latín y en castellano, y tradujo textos poéticos bíblicos, griegos, latinos e italianos. Su punto de partida es la Biblia, aunque no es un poeta propiamente místico, sino que se aproxima a la ascética. Su obra poética se editó tras su muerte, si bien se conocía en copias manuscritas. Fue Francisco de Quevedo quien editó su poesía en 1631. En la mayoría de sus composiciones elige la lira, estrofa que fray Luis contribuyó decisivamente a instalar en la poesía castellana.
Sus poemas (algo más de 20) revelan el deseo de ascender, una nostalgia de las esferas celestiales; aspira a alcanzar la felicidad, la beatitud, en la contemplación de Dios. Entre sus composiciones destacan las de tema moral, entre ellas varias odas. El término oda procede del griego y significa ‘canto’. En la antigüedad estas composiciones eran cantadas en compañía de la lira. Fueron muy empleadas por los poetas griegos Anacreonte y Píndaro, y por el poeta latino Horacio.
Estilo
Su lenguaje es sobrio, sencillo, no hay ni vocabulario rebuscado ni abundantes imágenes. La expresión transmite un sentimiento vivo, con frecuentes interrogaciones y exclamaciones. Es una poesía luminosa y armoniosa. Muchos poemas se dirigen a una segunda persona: Cristo, sus amigos (Felipe Ruiz, Salinas). Distribuye el contenido de la materia poética con una cierta tensión: a veces un concepto se extiende a lo largo de varias liras, o bien al avanzar en los versos da lugar a numerosos encabalgamientos.
Obras en prosa
En La perfecta casada describe el modelo de esposa ejemplar, a partir de textos bíblicos (Libro de los Proverbios). En De los nombres de Cristo plantea que cuando se llegue a la presencia divina, se tendrá la comprensión completa de Dios; hasta entonces, ningún nombre lo puede explicar, por eso los distintos nombres que se le dan en la Biblia: cada uno recoge un aspecto de su naturaleza (Pastor, Príncipe de la paz…). Es considerada su mejor obra en prosa, escrita en la cárcel. La Exposición del Libro de Job es una obra maestra de exégesis (explicación e interpretación) bíblica.
5.2 SAN JUAN DE LA CRUZ
San Juan es reconocido como un místico universal y uno de sus valores poéticos estimados es la riqueza de sus símbolos poéticos. Sus obras fueron publicadas décadas después de su muerte.
Influencias
En la poesía de Juan de Yepes confluyen tradiciones literarias distintas: la bíblica del Cantar de los cantares, la poesía culta italianizante (por el uso de la lira, el endecasílabo y algunos conceptos y expresiones) y la tradición española de la poesía popular y de cancioneros (figuras del Amado y de la Amada).
En el Cántico espiritual se reconoce la profunda huella del Cantar de los cantares; el valor simbólico del texto bíblico inspira las fórmulas expresivas de esta obra.
Obra poética
Su poesía está compuesta por tres poemas «mayores»: Noche oscura, Cántico espiritual y Llama de amor viva; y un conjunto de poemas de menor entidad poética.
1. Noche oscura del alma: Esta composición consta de ocho liras. En ella la voz poética es la de una mujer que busca a su amado. Refleja la emoción del alma por haber llegado al «alto estado de perfección que es la unión con Dios»; el alma se abandona y reposa en el amado.
2. Cántico espiritual: Es su poema más extenso: 39 liras. A través de una alegoría amorosa (un diálogo pastoril entre la Amada y el Amado), recoge el proceso místico de purgación, iluminación y unión, y la búsqueda del Amado por la esposa, que culmina en el encuentro final: “Gocémonos, Amado, y vámonos a ver en tu hermosura al monte o al collado do mana el agua pura; entremos mas adentro en la espesura”.
3. Llama de amor viva: Enteramente exclamativa, es el grito del alma que arde en el amor divino:” ¡Oh llama de amor viva, que tiernamente hieres de mi alma en el más profundo centro!” La carencia de edición impresa, puesto que las poesías circularon manuscritas, ha supuesto ciertas dudas acerca de su versión original; hay otras composiciones menores cuya atribución no está totalmente confirmada.
Métrica y estilo
La estrofa más empleada en sus poemas es la lira, si bien recurre también al romance octosílabo en los poemas menores. San Juan utiliza determinados recursos estilísticos, como expresiones paradójicas («¡Qué tiernamente hieres!», «La música callada») o exclamaciones («¡Oh dichosa ventura!»).
Los símbolos más frecuentes son: la casa o morada, la noche, la luz, la fuente, la oscuridad, la caza de cetrería, la caída, el vuelo, los animales, etc. El símbolo de la noche oscura es esencial en su obra: la noche produce la sensación de soledad, borra los límites de las cosas, supone pruebas que hay que superar para dejar paso a una nueva luz.
Lo que lo distingue de otros místicos es la intensidad expresiva de sus versos; cierta vaguedad en sus versos provoca una profunda sugestión y poder evocador
Obras en prosa
Se trata de cuatro obras compuestas para explicar las obras poéticas. En Subida del Monte Carmelo explica el poema Noche oscura, como también en Noche oscura del alma.
Escribió, asimismo, tratados sobre sus poemas Cántico espiritual y Llama de amor viva, con los mismos títulos. Son interpretaciones aclaratorias de su poesía, de la doctrina espiritual que contienen, aunque como textos literarios presenten interés propio.