CUENTO VIAJERO EN RED. 3ª PARADA: "EL MIEDO"

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Grupo:

3ª PARADA

5ºA - Colmenar Fecha: 1 de febrero de 2016

Emoción: “EL MIEDO” A Bob se le ocurrió ir a la Antártida donde había una biblioteca en la que servían chocolate caliente mientras estabas leyendo. Allí conocerían a Tuercas, un pingüino que era un joven y gran lector. Todos

dijeron

que

querían

viajar

hasta

allí.

Ese

día

quedaron en la casa de Conan para organizar el viaje. Pepe dijo que había que llevarse una maleta grande porque había que llevar bastante ropa calentita. –

Viajaremos

en

barco

y,

una

vez

lleguemos,

nos

quedaremos en una casa donde hay un pingüino hablante que se llama Tuercas. –

¡Qué bien! - Dijo Conan muy alegre.

Así que dos días después se montaron en el barco. Había camas, sillones y hasta... ¡Una cafetería! Tardaron en llegar dos días y cuando llegaron el capitán del barco, que estaba un poco mareado, no atracó bien y chocó


contra un iceberg. El iceberg se partió en dos dejando a la vista

una

nave

espacial.

De

ella

salieron

unos

extraterrestres, aunque tenían un poco de vergüenza y miedo porque nunca habían visto a personas humanas. Los niños también se asustaron al ver la nave espacial y salieron corriendo. Estuvieron corriendo largo rato por la Antártida hasta que por fin, exhaustos, decidieron parar. El miedo los paralizó y no sabían qué hacer pero hacía mucho frío y tenían que decidir. Gabriela dijo: No creo que nos vayan a hacer nada esos extraterrestres, parecían tan asustados como nosotros. Bob: Yo no me fiaría... Pepe: Aquí no nos podemos quedar. Moriremos de frío. Tenemos que sacar el mapa y buscar la casa de Tuercas. Todos estuvieron de acuerdo y decidieron superar sus miedos y una vez pasado el susto decidieron coger el mapa que llevaban para llegar a la casa de Tuercas, donde se alojarían. Mientras buscaban la casa de Tuercas con ayuda del mapa iban muy asustados, no sólo por los extraterrestres que habían visto si no porque Conan les había hablado de los osos polares que habitaban en la Antártida. Así que


caminaban muy despacito, procurando no hacer ruido y todos juntos y agarrados; en cuanto escuchaban algún ruido tenían un sobresalto y se agachaban temiendo al posible peligro. De manera que la búsqueda de la casa de Tuercas se convirtió en una tarde llena de sustos. En cuestión de dos horas llegaron a la casa de Tuercas. ¡Por fin!- Gritaron todos. Tuercas tenía una casa muy espaciosa pero un poco fría; así que los niños decidieron deshacer sus maletas rápidamente para ponerse toda la ropa que pudieran. Una vez ya estuvieron calentitos Tuercas les enseñó su casa y lo que más les gustó fue una sala enorme donde tenía una inmensidad de libros de todos los estilos. Así que decidieron quedarse en esa habitación toda la tarde leyendo libros interesantísimos. Al día siguiente Tuercas les explicó en qué consistía su trabajo. Él se encargaba de ir a una nave espacial dónde había unos extraterrestres muy simpáticos que no hacían otra cosa que escribir, escribir y escribir. Tuercas cogía lo que escribían y se encargaba de hacer los libros para llevarlos a la biblioteca de la Antártida, la cual siempre estaba llena de niños tomando chocolate y leyendo libros.


Los niños entendieron entonces el por qué de la gran nave espacial que vieron nada más llegar a la Antártida y se lo contaron a Tuercas. En ese momento Tuercas se quedó paralizado

porque

nadie

había

visto

nunca

a

los

extraterrestres ni los extraterrestres habían visto nunca a personas, así que pensó que debían estar muy asustados y salió corriendo. Cuando llegó a la nave espacial se encontró con los extraterrestres arrinconados y asustados, no querían salir de la habitación y los más pequeños estaban llorando. Tuercas les explicó lo que eran las personas, que no pasaba nada, que eran amigos suyos y que nos les iban a hacer nada ya que sólo habían venido a leer libros a la biblioteca. Poco a poco se les fue pasando el miedo y salieron de la habitación y se volvieron a poner a escribir sus fantásticas historias. Tuercas decidió que los niños visitaran la nave espacial para que se les terminara de pasar el miedo tanto a ellos como a los extraterrestres. Y eso hicieron. Al principio entraron un poco temerosos pero en cuanto los conocieron y empezaron a hablar con ellos se les pasó. Los extraterrestres les explicaron su trabajo, cómo escribían y como se inventaban sus historias, aunque algunas eran reales. Así que el miedo de los unos hacia los otros dio paso a una gran amistad. Al día siguiente fueron todos a la biblioteca. Estuvieron


compartiendo lecturas con los niños de la Antártida y se lo pasaron estupendamente con las historias que escribían los extraterrestres. Cuando llegó el día de la partida se pusieron muy tristes pero prometieron que algún día volverían a verlos ya que les había encantado la biblioteca de la Antártida.


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