Un agradecimiento especial para mi amiga Rebe por sus buenos consejos y por ser gran seguidora de mis historias.
Introducci贸n En todas las ciudades grandes o peque帽as podemos encontrar esos laberintos de pavimento que suelen llamar calles, en dichas calles hay viviendas y construcciones ordinarias donde suelen suceder cosas ordinarias y algunas otras que no lo son tanto, como estas historias que vas a leer a continuaci贸n.
El sicario de la muerte En un callejón del centro de un poblado que no pasa de los 50,000 habitantes hay una casa de empeño cuyo propietario es un señor de 55 años llamado Simón Cervantes mejor conocido como Don Simón, un tipo muy avaro y egoísta pero que es muy astuto e inteligente para llevar a cabo esta clase de negocios con éxito y eso hay que reconocérselo. El usurero sabe que cuando la situación económica es dura la gente en su desesperación llega al grado de empeñar o vender sus joyas u otros objetos valiosos por un precio mucho muy por debajo de su valor verdadero y así después él puede aprovecharse y cobrarles el favor con intereses desorbitantes. Muchas personas no se daban cuenta de que Don Simón solamente les veía la cara. Doña Filomena es una pobre anciana incauta que se ha visto en la necesidad de acudir al usurero por un problema de salud que la aqueja y no tiene suficiente dinero para pagar la consulta médica. Empuja la puerta principal y al hacerlo se escucha un ruido de campanas que le indica a Don Simón que alguien ha entrado a la tienda - Buenos días Don Simón - saluda amablemente - ¡Buenos días Doña Filomena! Dígame ¿qué le trae por aquí? - Mire - responde la mujer mientras saca de su bolsillo una cadena de oro que ha pertenecido a su familia por varias generaciones Quiero saber ¿cuánto me daría por esta cadenita? - Hmm, veamos - contestó Don Simón con una risita maliciosa
mientras se frotaba las manos. Doña Filomena le entregó la cadena y el usurero fue detrás del mostrador para analizar detenidamente la pieza con su lupa de joyero. Don Simón tardó como cinco minutos analizando la prenda y la anciana comenzaba a impacientarse un poco - ¿Y bien? ¿cuánto puede darme por ella? - Hmm, pues mire Doña Filomena; la verdad es que su cadenita no vale mucho que digamos, es tan sólo de baño de oro y no de oro puro ¿entiende? - ¡Ay no me diga! - Pues así es señora, lo siento. Puedo darle 200 pesos a lo más por ella ¿qué dice? - Está bien, pues como dicen por ahí "peor es nada". La verdad es que creía que esa cadena valdría por lo menos unos 800 pesos, pero bueno, usted es el experto aquí. Él sonrió maquiavélicamente mientras le entregaba a Doña Filomena los miserables 200 pesos que apenas le alcanzarían para pagar su consulta con el doctor y para las medicinas tendría que conseguir dinero de otra manera - Muchas gracias Don Simón, es usted muy amable - se despidió ingenuamente la viejecita - Al contrario, muchas gracias a usted - respondió el estafador mientras para sus adentros pensaba: "gracias a usted y a su ingenuidad." Pero no todas las personas se dejaban engañar por Don Simón, muchos se daban de cuenta de que en realidad no pagaba el precio justo por las cosas, pero a veces no les quedaba de otra que aceptar, pero eso sí no se iban de la tienda sin antes reclamarle - ¿Sabe lo que es usted? ¡Usted es un maldito abusivo que saca provecho de nuestras necesidades! - le gritó Diana, una joven madre que tuvo que ir a ofrecerle todas sus joyas porque su niño de apenas un año y tres meses de edad se había enfermado gravemente. El usurero se rió de ella en su cara cínicamente - ¡Jajajaja! ¿Sabes
qué no eres la primera que me dice eso, muñeca? Lo siento mucho, pero no puedo darte gran cosa por tus baratijas - y tomándola del brazo le susurró al oído mientras la miraba de forma libidinosa Aunque... claro, puedo darte un poco más de dinero si tú te portas bien conmigo - Diana le contestó con una bofetada - ¡Suélteme viejo asqueroso! - y salió corriendo de la casa de empeño mientras Don Simón se desternillaba de la risa. Su ataque de risa cesó súbitamente cuando se percató que detrás suyo había alguien, una persona alta, demasiado delgada vestida con una bata negra larga con una capucha que impedía que pudiera ver su rostro y el usurero se asustó mucho puesto que no escuchó a las campanas sonar cuando se abrió la puerta. -¿Quién es usted? ¿Qué quiere? - preguntó tratando de ocultar su temor y parecer autoritario, lo cual no le dio resultado ya que estaba más blanco que la harina por el susto que se había acabado de llevar. El extraño visitante no respondió y comenzó a avanzar a paso lento hacia Don Simón y cuando quedó a un metro de distancia de él se detuvo en seco y lo señaló con el dedo índice de su mano huesuda y pronunció las siguientes palabras en tono amenazante. - Simón Cervantes, no creas que podrás continuar engañando a personas inocentes y aprovechándote de ellas. Un día de éstos te van a hacer pagar por todo lo que has hecho. - El usurero trató de hacer como si no lo hubiera impresionado la advertencia - ¿Ah sí? preguntó sarcásticamente mientras se volteaba viendo al mostrador - Pues ya quiero ver quién será capaz de.... - y cuando se volvió hacia la puerta aquella persona misteriosa ya no estaba ahí. Al día siguiente Don Simón prosiguió con su rutina habitual como si nada hubiera sucedido. Por lo general acostumbraba cerrar su
negocio a las diez de la noche pero como tenía algunos pendientes que hacer se quedó ahí hasta que dieron las doce. En cuanto el antiguo reloj de péndulo que tenía colgado en su pared (adquirido también gracias a uno de sus tantos "buenos negocios") terminó de sonar las doce campanadas un hombre alto con lentes oscuros, sombrero de ala ancha, vestido con una gabardina negra, unos guantes negros y con un fino portafolio de piel también negro en mano entró a la tienda haciendo sonar las campanillas. Él no acostumbraba recibir clientes a esa hora pero no pudo decirle que se marchara porque sabía que no podía desperdiciar la oportunidad de hacer un "buen negocio." El recién llegado observaba atentamente todo lo que había ahí en el local desde instrumentos musicales de todas clases hasta máquinas de escribir del año del caldo. Don Simón dejó lo que estaba haciendo y se acercó hacia el hombre de negro - Buenas noches caballero ¿qué es lo que desea? - preguntó de una forma exageradamente amable - El misterioso personaje volteó a verlo y le sonrió - Busco una cadenita de oro - al usurero abusivo le brillaron los ojos de emoción en cuando escuchó eso e inmediatamente fue detrás del mostrador donde tenía las joyas en exhibición. - Pues verá... - dijo al mismo tiempo que sacaba de una cajita forrada con terciopelo rojo la cadenita que Doña Filomena había llevado a empeñar ayer - aquí tengo esta y es de oro puro - El hombre tomó la cadena con sus dos manos y la analizaba detenidamente - Es muy bonita - Ya lo creo que sí - contestó Don Simón ansioso - ¿Cuánto quiere que le pague por ella? El codicioso individuo se quedó pensando en cuánto dinero podría
sacarle a aquel extraño - 1,200 pesos - contestó al final convencido. El visitante seguía examinando la cadena mientras emitía algunas sonrisas sarcásticas - ¿1,200 pesos por una insignificante prenda de baño de oro? - preguntó mientras su sonrisa se transformaba en una estridente carcajada. Don Simón se quedó perplejo al escuchar eso - ¡No! ¿Pero qué está diciendo? ¡Esa cadena es de oro puro! - El tipo del sombrero lo miró fijamente - Eso no fue lo que le dijo a la anciana que se la trajo - el usurero tragó en seco - Mire caballero, si no le interesa adquirir nada será mejor que se vaya de aquí - Shhh, tranquílicese ¿quién le dijo que no vine a buscar nada? Se acercó hacia el mostrador y señaló el pequeño costal negro que estaba al lado de la caja donde Diana le había entregado sus joyas a Don Simón - Quiero ver que hay ahí - y antes de que el otro pudiera decir algo tomó el saco y vació el contenido encima del mostrador. Tomó algunas de las joyas y después de revisarlas con detenimiento dijo - ¡Puras baratijas! - y las volvió a meter adentro. - ¡Se equivoca! - gritó Don Simón - Ahí hay cosas muy valiosas, entre todo lo que hay ahí debe de haber como unos 10,000 pesos fácilmente - El hombre inclinó su sombrero hacia adelante y cruzó los brazos - No tengo suficiente dinero para pagar todo eso, pero si quiere puedo pagarle con... usted sabe... favores sexuales - y volvió a soltar una carcajada malévola. - ¡Es usted un demente! Haga el favor de salir de mi tienda o llamaré a la policía - Mire... - contestó el extraño mientras tomaba su portafolio y lo abría y sacaba de ahí un revólver Magnum Taurus 357 y se lo mostraba a Don Simón - ¿Es hermoso, no cree? ¿Cuánto cree que valga? -
Al ambicioso de Don Simón se le pasó el enojo enseguida pues pensó que tal vez ese tipo que estaba ahí fuera un matón que quisiera deshacerse del arma por algún delito que hubiera cometido con ella, así que lo mejor era que tomara sus precauciones - Pues... - contestó dubitativo al mismo tiempo que se acercaba para verla mejor puedo darle algo, aunque no sería mucho. - ¿Y dígame usted, cree que valga un poco más si lo ocupo para deshacerme de un maldito usurero embustero, abusivo y sin escrúpulos? - preguntó el propietario del revólver al mismo tiempo que apuntaba con el arma a la cabeza de Don Simón. Después de eso sólo se escuchó un balazo que resonó en el aire y después todo quedó en total oscuridad y silencio. A la mañana siguiente había un montón de curiosos afuera de la tienda entre los cuales estaban Doña Filomena, Diana y otros más a los cuales Don Simón había timado antes; fueron a buscarlo porque en sus respectivas casas habían aparecido envueltas en paquetes todas las cosas que habían llevado a empeñar con él. Y así fue como lo encontraron muerto tirado en el suelo y al lado de su cadáver había un mensaje escrito con su sangre que decía: "Tarde o temprano tenemos que pagar el precio por nuestras acciones" Atentamente: El Sicario de la Muerte.
El gato en el farol Son las ocho de la noche y la familia Mercado, que vive en uno de los tantos departamentos de un bonito edificio ubicado en una esquina de las calles más antiguas de aquella ciudad, se dispone a sentarse a la mesa para cenar. La señora Julia se encuentra en la cocina calentando el pollo con papas al horno que sobró de la cena de ayer mientras su esposo Anselmo está sentado en el comedor leyendo en el periódico las noticias deportivas. El único que parece estar en un mundo aparte es Jacinto el hijo de diez años quien se encuentra tan sumido en sus pensamientos hasta que escucha el llamado de su madre - ¡Jacinto! Ven de una vez a cenar que se te va a enfriar - el niño responde con un "ya voy mamá" apenas audible pues lleva ya un buen rato asomado por la ventana que da hacia la calle principal en cuya esquina hay un farol que alumbra muy bien las otras tres esquinas que se encuentran cerca de su edificio. - Niño ¿qué no me oíste? ¡Ya está lista la cena! - gritó Julia mientras salía de la cocina con la olla en mano para servirles. Jacinto volteó a ver a su mamá y respondió - Mami, ese pobrecito gatito lleva mucho tiempo ahí trepado en el farol y no deja de maullar, debe de tener hambre. - La señora lo miró sorprendida y preguntó - ¿Cuál gato? yo no escucho nada. - Mamá por favor, déjame tomar un poco de agua y comida del refrigerador; tengo que ir a ayudarlo, me da tanta lástima. - ¡Ay hijo! Es que... - Julia estaba indecisa y Jacinto la miraba con sus inquietos y suplicantes ojos negros y su madre no supo que decirle -
Pues pregúntale a tu papá si te da permiso de salir a la calle a esta hora. Anselmo que había estado profundamente sumergido en la lectura de su diario alzó la vista hacia su hijo y luego volteó a ver a su esposa - ¿Qué sucede? - Nada, es que Jacinto dice que ahí afuera hay un gato callejero y quiere salir a darle de comer. - El señor que era una persona caritativa se conmovió por el gesto de su hijo y no pudo negarle el permiso - Está bien hijo ve, pero no te tardes mucho. Jacinto se puso muy contento - ¡Gracias papá! - y corrió a la cocina a buscar algo de comer y beber para darle al gato del farol y en cuanto encontró lo que buscaba se puso su chamarra antes de salir porque afuera en la calle soplaba el aire frío - ahorita vengo - y cerró la puerta principal mientras sus padres comenzaban a cenar. Pasaron más de veinte minutos y el niño no volvía a casa entonces Julia comenzó a preocuparse - Oye Anselmo, ya es tarde y Jacinto todavía no ha vuelto a la casa - el papá le dio la razón a su mujer ¡Ay ese muchachito! Le dije que no se tardara, a lo mejor se encontró a alguno de sus amigos y se quedó ahí jugando y se le fue el tiempo, ya ves como es de inconsciente. La mamá se asomó por la ventana donde hasta hace media hora estaba Jacinto asomado y no vio al niño por ahí cerca, así que empezó a gritar - ¡Jacinto! ¡Jacinto! ¿Dónde estás? - mientras tanto Anselmo tomaba su abrigo del perchero y su teléfono celular - Voy a salir a la calle a buscarlo, llámame si el niño regresa. - ¿Qué dices? ¡Yo también voy contigo! - contestó Julia mientras corría a ponerse su suéter. El matrimonio recorrió todas las calles cercanas a las suyas
preguntando a todos los transeúntes por su hijo - Disculpe ¿ha visto por aquí a un niño de diez años? Es como de esta estatura y tiene el pelo y los ojos negros - No señora, lo siento, no he visto ningún niño por aquí. Buena suerte, espero de corazón que lo encuentre. Caminaron una y otra vez por los alrededores, no lo encontraron y tampoco nadie lo había visto, no se sabía nada de él. Julia y Anselmo comenzaron a desesperarse, pero tenían que conservar la calma para poder pensar con claridad así que optaron por volver a su casa no fuera a ser que Jacinto hubiera regresado en lo que ellos andaban como locos buscándolo por la calle. Cuando llegaron a su edificio se encontraron con Doña Carlota la portera - Señores ¿qué sucede? Los veo muy agitados - les preguntó y Julia le respondió - Lo que pasa es que estamos buscando al niño, hace como una hora lo dejamos salir un ratito de la casa y no volvió entonces salimos a buscarlo ¿de casualidad usted no lo ha visto por aquí? Doña Carlota se puso a hacer memoria - Hmm, pues la última vez que lo vi fue hace más de una hora, venía bajando las escaleras con una bolsa y un plato con agua en la mano y me saludó "buenas noches Doña Carlota, voy aquí a la esquina a darle de comer al gatito del farol" y yo nada más le contesté "está bien hijo." Luego me asomé por curiosidad a la esquina y ahí lo vi parado debajo del farol supongo que llamando al gatito para que bajara. Julia interrumpió a la anciana - Y díganos ¿de casualidad no vio a alguien o algo por ahí que le pareciera extraño? - la mujer se quedó pensativa - Pues, pensándolo bien, si hubo algo raro... mire van a decir que estoy loca, pero me quedé observando el farol y nunca vi al gato que decía Jacinto que estaba ahí. Después entré a hacer unas
cosas a mi casa y cuando salí ya no vi al niño. Los dos señores se inquietaron aún más, pero sabían que así no iban a encontrar ninguna solución - Bueno Doña Carlota, cualquier cosa que sepa del niño por favor háganoslo saber de inmediato - le dijo Anselmo. - Así lo haré señor, no se preocupe - Gracias de todos modos y buenas noches - Buenas noches. De vuelta en casa Julia y Anselmo no hacían más que dar vueltas en la sala como leones enjaulados - Hay que dar parte a las autoridades - propuso Julia - No creo que ahorita sea buena idea, tienen que pasar al menos 48 horas para que lo den por desaparecido de lo contrario no van a investigar nada- tienes razón, no nos queda de otra que esperar. Pasaron toda la noche sin poder dormir y a la mañana siguiente Anselmo pidió permiso en su trabajo para ir con su esposa a pegar y repartir volantes con la foto de Jacinto y el teléfono de la casa a toda la gente que pasara por la calle por si alguien lo reconocía pero nadie llamó ni vio a su hijo. Cuando por fin transcurrieron las 48 horas acudieron a la estación de policía a denunciar la desaparición de Jacinto. El detective los interrogó y tomó nota de los detalles que ocurrieron en la noche en que el niño había desaparecido - No se preocupen señores, haremos todo lo que esté a disposición nuestra para encontrar a su hijo. - No sabe cuánto se lo agradecemos - contestó Julia mientras salía con su esposo del lugar. Durante el resto del día estuvieron igual de nerviosos y preocupados que los días anteriores pensando en dónde pudiera estar Jacinto. Por la tarde una señora que había agarrado uno de los volantes que
repartieron llamó diciendo que había visto a un niño dormido debajo de un puente peatonal que se parecía mucho al de la foto. Ni tardos ni perezosos Julia y Anselmo salieron en dirección al puente. Al llegar inmediatamente vieron al niño pero cuando se acercaron se dieron cuenta de que no era Jacinto sino otro que se le parecía bastante. Julia se echó a llorar y su esposo la abrazó - No debemos perder las esperanzas, mejor volvamos a casa. Iban caminando por la esquina del farol doblando en dirección hacia la entrada de su edificio cuando notaron que debajo del farol estaba Ana Luisa una señora joven que vivía sola en el edificio que estaba en contraesquina en un departamento exactamente a la altura del suyo con su hija que era dos años menor que Jacinto. Se le veía muy angustiada deteniendo a los peatones para preguntarles algo, en cuanto se acercaron un poco más pudieron escuchar mejor lo que les decía - Por favor, si llegan a verla avísenme, vivo en ese edificio en el número 32. Se los agradeceré infinitamente. Se acercaron hacia Ana Luisa y en cuanto ella los vio corrió desaforada a hablar con ellos - ¡Ay vecinos, qué bueno que los veo! ¿De casualidad no han visto a mi niña Silvia? - los dos se voltearon a ver extrañados - No, no la hemos visto ¿le pasó algo? - preguntó Julia. Ana Luisa tomó aire y explicó su situación - Verán, ayer como a eso de las ocho de la noche me dijo que quería venir a esta esquina porque veía arriba del farol a un gato que no dejaba de maullar y quería ayudarlo a bajar, la verdad es que no le presté mucha atención y le dije que fuera pero que tuviera cuidado y desde entonces no ha regresado a la casa. Los señores Mercado se pusieron pálidos al escuchar eso y Anselmo tuvo que explicarle que desgraciadamente ellos también estaban
pasando por algo similar - Vecina, no lo va a poder creer, pero nuestro Jacinto también está desaparecido desde hace varios días y estamos muy preocupados - Ana Luisa se asustó mucho al escuchar eso - ¡Ay vecinos, cuánto lo siento! Pero eso significa que hay que estar alertas, tal vez haya algún secuestrador de niños rondando por estos lugares. - Vecina... - la interrumpió Julia - La noche en que desapareció nuestro hijo también fue porque salió a dar de comer a un gato que estaba trepado en este farol. - Ana Luisa se quedó petrificada al oír eso - ¿¿Un gato en el farol dice?? - Sí - respondió Julia. La joven madre se quedó pensativa - Esto es muy extraño ¿no le parece? - Así es, muy pero muy extraño. No sé usted, pero yo nunca vi ni escuché al gato en cuestión. - Así es - continuó Anselmo - nosotros preguntamos a Doña Carlota nuestra portera y ella nos dijo lo mismo, que la última vez que ella vio a Jacinto estaba solo debajo del farol. Ana Luisa se quedó pensativa - Ahora que lo pienso, yo tampoco escuché al gato maullar y eso se me hace muy raro ya que por lo general los maullidos de los gatos se suelen escuchar muy fuerte. Los tres se quedaron estupefactos pensando en todo ese misterioso asunto, pero les costaba creer que en eso estuviera implicado algo sobrenatural ¿cómo podía ser que una especie de gato fantasma se llevara a los niños de la calle como si fuera el flautista de Hamelin? Tenía que haber una explicación lógica, sólo que no la encontraron. Pasaron los días, las semanas y los meses y ni los señores Mercado ni la señora Ana Luisa volvieron a saber nada de sus niños. La policía continuaba investigando el caso sin ningún éxito y lo peor para los padres era tener que seguir con sus vidas y aquella incertidumbre
con respecto al paradero de sus hijos. Todas las noches Julia y Ana Luisa se asoman por la ventana y se quedan estĂĄticas por horas mirando hacia el farol encendido con la esperanza de que algĂşn dĂa el gato, el destino o quien sea que les haya arrebatado a sus hijos les traiga de vuelta a Silvia y a Jacinto.
El letrero de neón Rodrigo tiene 36 años y es uno de los arquitectos más reconocidos en su ciudad, a pesar de que tiene una esposa joven, bonita e inteligente sostiene una aventura con Berenice, una de sus colegas de trabajo la cual es una manipuladora que solamente anda con él buscando su propio beneficio. Un día a altas horas de la noche iban los dos juntos en el auto de Rodrigo saliendo de una fiesta, estaban ya pasados de copas y querían buscar un lugar para dar rienda suelta a sus pasiones. Rodrigo manejó hasta salir a carretera ya que quería que estuvieran lo más alejados posible de la ciudad para evitar que algún conocido de ambos los viera y al pasar por una zona que prácticamente estaba despoblada Berenice lo tomó por el hombro y le dijo - ¡Hey, espérate! - ¿Qué pasa? - preguntó él sorprendido - Hay un motel muy cerca de aquí - ¿Cómo lo sabes? - Por el letrero de neón que acabamos de pasar. - Entonces Rodrigo se echó en reversa y vio el gran letrero iluminado en luces de neón de varios colores que parpadeaban "Motel Edén" y abajo una flecha señalando su ubicación doblando a la derecha. - ¡Muy bien! - asintió el arquitecto mientras prendía las luces para indicar que iba a doblar por el lado derecho hacia la calle donde se encontraba el motel, pero esa calle estaba prácticamente desierta, había puro edificio cerrado y abandonado y no había más que un solo poste que daba una raquítica luz que no alcanzaba a alumbrar toda la calle. Rodrigo redujo la velocidad para que él y su acompañante pudieran
ubicar el sitio exacto donde se encontraba el motel. Voltearon por todos lados hasta que dieron con el lugar el cual estaba refundido hasta el final de la oscura y solitaria calle. Se acercaron hasta la entrada desde la cual daba la impresión de que ese sitio no estaba más en funcionamiento, la pintura ya estaba descarapelada y el letrero de la entrada no estaba encendido. - Este lugar está abandonado, mejor vámonos a otro lado - le dijo Berenice algo asustada - Tranquila, hay luces encendidas afuera de las habitaciones así que debe de haber alguien adentro y si no qué importa si está abandonado, así será más divertido - dicho entró con el automóvil en cuanto lo estacionó se bajaron para ir a la recepción a pedir un cuarto. Tal como lo había imaginado Berenice no había nadie en ese lugar, la recepción estaba vacía y no había otros carros estacionados a parte del de ellos y le volvió a entrar temor - Rodrigo, es en serio, te digo que acá hay algo que no me gusta, por favor volvamos al auto y marchémonos de aquí. - ¡Por favor, cálmate! - reprendió Rodrigo a la mujer mientras tomaba la llave de la habitación 6 - Ven, vamos a entrar a un cuarto a ver si así te calmas un poco. En cuanto abrieron la puerta de aquella habitación buscaron el interruptor para encender la luz porque estaba todo muy oscuro y no podían ni ver donde pisaban pero éste no funcionaba y Berenice se volvió a poner nerviosa - ¿Rodrigo, estás loco? ¡Por el amor de Dios! ¡Vámonos de aquí! - él ya había perdido la paciencia y jaló a Berenice y la sacudió con violencia - ¡Escúchame bien! Aquí vamos a hacer lo que yo... - No terminó de completar la frase porque de la nada apareció una mano grande que le tapó la boca mientras que con la otra lo jalaba con una fuerza casi sobrehumana.
- ¿Rodrigo? ¿Rodrigo estás ahí? ¡Rodrigo contéstame por favor! - al no obtener respuesta alguna Berenice se asustó aún más de lo que ya estaba y se quedó paralizada del miedo, no podía ver nada y no escuchaba nada más que su propia respiración entrecortada. Su instinto de supervivencia le decía que tenía que salir de ahí corriendo lo más rápido que le dieran las piernas, trató desesperadamente de encontrar la manigueta de la puerta a tientas en la oscuridad cuando percibió una sombra que se movía en la habitación. - ¿Rodrigo eres tú? ¡Por favor no me asustes! - Berenice sintió la sangre congelarse por el miedo al ver que la presencia que estaba ahí con ella no era su acompañante y se acercaba a ella de modo amenazante. Siguió tentando la pared y cuando por fin sintió la manigueta de la puerta entre sus dedos la abrió y salió corriendo hacia el estacionamiento donde habían dejado el auto. Mientras corría notó que las pocas luces encendidas se apagaban y escuchaba unos pasos detrás suyo que trataban de darle alcance pero no se atrevió a mirar atrás para ver el rostro de su perseguidor. En cuanto llegó al auto trató de abrir la puerta del conductor pero no pudo ya que Rodrigo le había puesto seguro y las llaves se habían perdido junto con él. Siguió tratando en vano de abrir el auto hasta que vio en el cristal de la ventana el reflejo de aquel que la venía persiguiendo que por fin ya le había dado alcance. No tuvo oportunidad de defenderse pues él la tomó fuertemente de las muñecas y Berenice sólo tuvo oportunidad soltar un grito ahogado que nadie escuchó y se perdió en medio del silencio de la oscuridad. Una semana después; Humberto, Catalina, Rubén y Josefina; dos parejitas de jóvenes preparatorianos que aún no cumplían la
mayoría de edad andaban "echando el rol" hasta altas horas de la noche por la carretera cerca del motel en el auto de Humberto con la música a todo volumen, bebiendo cerveza y fumando. Humberto ya manejaba zigzagueando de lo borracho que estaba y antes de que se siguiera de largo Rubén lo hizo detener bruscamente el auto - ¡Hey voltea! - le dijo mientras señalaba el letrero de neón ¡Mira! Todavía está en funcionamiento el motel Edén, creí que lo habían cerrado hace ya varios años - Yo también pensaba que ya no existía más - comentó Humberto mientras asomaba la cabeza por la ventanilla. Catalina que iba en el asiento de atrás con Josefina le echó los brazos al cuello a Humberto y le dijo - ¡Vamos para allá! - a Josefina también le gustó la idea y trató de sonsacar a Rubén - Si chicos, vamos a divertirnos un ratito - Humberto y Rubén se miraban pensativos y al final accedieron - Está bien, además nuestros papás nos la van a armar si volvemos a casa apestando a alcohol y a cigarro y ahí podemos darnos un baño y enjuagarnos la boca. Dicho esto se encaminaron hacia el dichoso motel en cuanto lo divisaron detuvieron el auto enfrente y contemplaron el exterior con asombro- ¿¿Es este cuchitril?? - preguntó Humberto bastante desilusionado - Eso parece y no sé a ti pero me da la impresión de que está abandonado - contestó Rubén igual de desanimado. A Catalina tampoco le gustó el lugar pero no tenían otra opción - Sólo hay que asomarnos a la recepción a ver si hay alguien y pedimos un cuarto para ducharnos y si no con la misma nos vamos - Eso me parece una mejor idea - afirmó Josefina. - Esta bien pues, andando - dijo Humberto mientras les hacía señas a los demás para que bajaran del auto. Los jóvenes observaban
desconcertados aquel lugar, todo estaba oscuro y el ambiente generaba desconfianza - Yo creo que mejor nos vamos, esto está más muerto que el Titanic bajo el océano - dijo Josefina - los demás estaban por darle la razón hasta que Catalina divisó el auto de Rodrigo que se había quedado ahí en el estacionamiento - ¡Miren, ahí hay un auto! Eso quiere decir que hay alguien. - Pero que raro, a excepción de la oficina de recepción todo está oscuro - comentó Rubén. - No sé ustedes, pero a mí este lugar me está empezando a dar miedo - dijo Catalina con la voz que le temblaba - Tranquila - le dijo Humberto - Vamos a la recepción y si no hay nadie allí que nos atienda, nos vamos enseguida - Bien, pero hay que sacar nuestros celulares para tener algo de luz - Tienes razón ¿por qué no se nos ocurrió antes? - contestó Josefina mientras buscaba su teléfono en su bolsa. En cuanto todos encendieron sus celulares lo primero que hicieron fue alumbrar el suelo para poder ver donde pisaban. Mientras iban avanzando hacia el interior Rubén notó que en el suelo había unas manchas extrañas - ¡Oigan, miren esto! - les dijo mientras iba alumbrando el pavimento - Los demás también apuntaron con sus celulares hacia las manchas y caminaron para averiguar de dónde provenían, conforme avanzaban notaban que éstas se hacían cada vez más grandes y que los llevaban hacia el auto que estaba ahí estacionado. - No sé ustedes, pero a mí me da la impresión de que esas manchas son de sangre seca - volvió a hablar Catalina con la voz temblorosa Yo creo que tienes toda la razón - le contestó Josefina mientras se abrazaba al brazo de su amiga. Cuando llegaron hasta el auto
notaron que las manchas en el suelo se detenían ahí donde estaba la puerta del conductor. Con sus teléfonos celulares trataron de alumbrar lo mejor posible el interior del auto y lo único que pudieron ver fue la ventanilla toda salpicada de sangre - ¡¡AHHHHHHHHHH!! - gritaron todos al unísono - ¿Pe...pero qué de...demonios pa...pasó aquí? - preguntó Rubén tartamudeando por el miedo - No sé, pero tenemos que averiguar lo que hay adentro del carro - dijo Humberto decidido. - Pues adelante, abre tú la puerta, yo no quiero saber nada - le dijo Catalina y Humberto abrió la portezuela con mucho temor y en cuanto lo hizo todos se quedaron mudos de asombro al ver lo que había ahí, Rubén sólo atinó a decir - ¡¡¿Pe.. pero que mi...mierd..?!! Adentro estaban los cadáveres de Rodrigo y Berenice sentados en los asientos. A ambos los habían degollado y abierto por la mitad dejando un horripilante salpicadero de sangre y vísceras por todo el auto. Todos quedaron en shock por la grotesca escena que contemplaron, Humberto y Josefina vomitaron por causa del olor nauseabundo, Catalina y Rubén los tomaron del brazo para ayudarlos a caminar ¡Hay que salir de aquí! - de repente escucharon una voz macabra por detrás del auto que les decía "¿Quieren hacerles compañía?" al oír eso salieron corriendo despavoridos sin tiempo de voltear atrás. En cuanto todos se subieron al auto Humberto arrancó y pisó el acelerador a fondo para alejarse de ese sitio lo más rápido posible. En cuanto volvieron a la ciudad trataron de tranquilizarse un poco para poder pensar claramente - Tenemos que dar parte a la policía dijo Catalina mientras los demás asentían con la cabeza ya que todavía no podían articular bien las palabras por el susto.
En cuanto llegaron a la estación de policía el teniente Márquez procedió a escuchar las declaraciones de cada uno de los jóvenes Muy bien jovencitos, cuéntenme bien ¿cómo empezó todo? - Pues verá - contestó Humberto mientras tomaba un poco de aire - todo comenzó cuando divisamos el letrero de neón en la carretera...Después de una hora cuando todos los muchachos terminaron de rendir sus declaraciones varias patrullas partieron hacia el motel para comenzar con las investigaciones. Cuando los patrulleros que iban hasta enfrente llegaron a la mitad de la carretera se pusieron a tratar de atar cabos sueltos - Esto es muy raro - comentó uno de los oficiales a su compañero - Ese motel tiene más de cinco años que dejó de funcionar, pensaba que a éstas alturas todos por aquí lo sabían. - Pues yo he pasado varias veces por la carretera de noche y nunca he visto el letrero de neón encendido. Definitivamente hay mucho que investigar. Cuando estaban pasando ya casi a la altura del motel el patrullero que iba conduciendo se detuvo bruscamente - ¿Qué pasa? preguntó su compañero muy sorprendido - ¿Por qué te detienes así de..? - no terminó de formular su pregunta porque el otro policía le señalaba con el dedo que viera algo allá arriba, era el letrero de neón encendido.
Criptozoología A las afueras de aquella ciudad se había terminado de construir un nuevo fraccionamiento con casas bonitas y amplias, áreas de esparcimiento, un pequeño parque con juegos infantiles y andadores para trotar y practicar ciclismo. Entre las personas que han comprado casa en este lugar está Norma una joven abogada soltera que deseaba poder tener su casa propia para independizarse totalmente de sus padres. En cuanto le entregaron su nueva casa y terminó de arreglarla y amueblarla decidió hacer una pequeña reunión en su jardín con sus compañeros de trabajo y también invitó a sus amigos de toda la vida: Alicia, Jaime y Federico, mejor conocido por los amigos como "Quico Sabiondo". Cuando empezó a oscurecer todos los invitados se despidieron de Norma y sólo se quedaron sus tres amigos quienes iban a dormir ahí en su casa. La noche era estupenda y el cielo estaba despejado y se podían contemplar muy bien las estrellas en el firmamento y estar encerrados adentro sería prácticamente un desperdicio, así que decidieron salir todos al patio trasero a platicar. - ¿Pero están locos? - los reprendió Alicia - Afuera está haciendo un frío de la cachetada, nos vamos a morir de pulmonía. - Tranquila respondió Jaime - vamos a prender una fogata, además tenemos whisky, vodka, café y chocolate caliente para no congelarnos. Alicia no se equivocaba, afuera la temperatura había descendido hasta los 5 grados centígrados, ya que la temporada era fría y además el fraccionamiento estaba construido cerca de la sierra. Los chicos prepararon la fogata mientras Norma y Alicia sacaban cuatro
banquitos de la cocina para poder sentarse alrededor del fuego. Cuando todos se acomodaron contemplaron los alrededores de la casa y Alicia le preguntó a Norma - Oye ¿y no te da un poco de miedo vivir aquí sola tan apartada de la civilización? - La casa de Norma estaba ubicada en la última calle de la colonia, detrás de su casa no había nada sólo árboles y más atrás los montes que únicamente estaban poblados por animales salvajes - Pues la verdad no, este sitio es genial. Aquí puedo estar tranquila lejos del barullo de la ciudad. Jaime tomó un sorbo de vodka e hizo una propuesta - hablando de miedo ¿qué les parece si contamos historias de terror? - Federico hizo una mueca y respondió - ¿No te parece que ya estamos algo grandes para éstas cosas? - ¡Ay Quico Sabiondo! ¡Aliviánate! - le dijo Alicia - Nada más es para divertirnos un poco. - A mí me parece buena idea - asintió Norma al mismo tiempo que movía la cabeza - A ver Jaime, ya que tú fuiste el de la idea por qué no empiezas a contarnos algo - Está bien - contestó Jaime al mismo tiempo que se acercaba un poco a la fogata para calentarse - ¿Alguna vez han escuchado hablar de la extraña criatura que vive allá en los montes? - preguntó al mismo tiempo que señalaba hacia los cerros que rodeaban la casa - Norma, Alicia y Federico lo miraron con los ojos totalmente abiertos y esa expresión le bastó a Jaime para entender que no sabían de qué les estaba hablando. - Es una vieja leyenda, desde hace varios años hay algunos campesinos que afirman que por aquí vive un animal extraño de esos cuya existencia nunca ha sido comprobada. - Federico tomó un sorbo de vodka y lo interrumpió - una criatura criptozoológica quieres decir - Alicia frunció el ceño y miró a Quico confusa - ¿¿una
criatura cripto qué?? - criptozoológica - le repitió él - Bueno, se conoce como criptozoología a la pseudociencia que se encarga de investigar y tratar de probar la existencia de todas aquellas criaturas y seres que se han considerado mitológicos como el Yeti, el monstruo del lago Ness, entre otros. - Jaime, Alicia y Norma se quedaron pasmados con la explicación de Federico - ¡Vaya! Si que eres una enciclopedia viviente - le dijo Alicia en tono sarcástico. - Bueno ¿me van a dejar continuar de contar o no? - vociferó Jaime algo irritado - Adelante, prosigue - dijo Federico mientras le daba otro sorbo a la botella - Gracias, bien como les decía; hay algunos hombres de campo que dicen que han visto por estos rumbos una especie de bestia muy extraña. Hay diferentes versiones, pero la mayoría afirma que es una criatura humanoide sin pelo que camina encorvada en dos patas, tiene una cabeza pequeña, extremidades cortas y brazos muy largos y una cola también larga y fuerte como de lagarto, ah y unas poderosas garras como las de los grandes felinos. Alicia emitió un suspiro que denotaba fastidio - Por favor ¿a quién quieres engañar? Eso te lo acabas de sacar de la manga, te basaste en la criatura de la película "Splice", sé más original. - ¿Cuál es esa película? - preguntó Federico - Alicia volvió a responder con fastidio - Una donde sale el actor ese narizón que le gusta a Norma, no me acuerdo como se llama - todos se echaron a reír y Norma le respondió a Quico - el protagonista es Adrien Brody, el que salió en la de "El pianista" - Lo siento, pero sigo sin saber quien es, no soy cinéfilo - contestó Federico. Jaime volvió a exasperarse y carraspeó para llamar la atención Bueno, en vista de que prefieren hablar de películas ya no les voy a
contar nada. - dijo mientras se levantaba de su asiento - ¡No seas payaso! - le gritó Alicia mientras lo jalaba del brazo para obligarlo a sentarse otra vez - Ya, termina de contarnos - él se sentó y prosiguió - Bueno, hay diversas teorías acerca del origen de esa criatura extraña. La primera es de que probablemente se trate de un antiguo ser que llegó a la Tierra antes de que apareciera el ser humano, algo así como el Cthulhu. - Interesante - comentó Norma mientras tomaba café de su termo caliente y Jaime continuó con su relato - y la otra teoría es que se trate de una nueva especie que fue el resultado de un experimento en un supuesto laboratorio secreto oculto entre la espesura del bosque - ¡Wow! Como en "Los sabuesos de Baskerville" el segundo capítulo de la segunda temporada de Sherlock - comentó Alicia extasiada. - ¿Cuál es esa serie? Nunca la he visto - preguntó Norma muy interesada - Es una de la BBC, tienes que verla, sale el papacito de Benedict Cumberbatch - Federico las interrumpió algo molesto Bueno ¿van a dejar que Jaime nos termine de contar o van a seguir hablando de los actores británicos que les gustan? - La tercera es la vencida - protestó Jaime por la nueva interrupción - Norma tomó la palabra - A ver ya, al próximo que vuelva a interrumpir se va a quedar a dormir aquí afuera sin cobija. Jaime pudo continuar con su relato tranquilo - Si bien lo del laboratorio secreto es una leyenda urbana, dicen los campesinos de por aquí que al tratar de adentrarte en el bosque aparecen alambradas y letreros de "No pasar", "Peligro", "Propiedad privada" y frases por el estilo. Cosa que les parece extraña, ya que nunca han visto a otras personas ni mucho menos vehículos transitar por esos
lugares. En ese momento todos se quedaron quietos y en silencio pensando hasta que la tranquilidad de la noche fue interrumpida por un ruido entre los arbustos del patio - ¿Oyeron eso? - preguntó Alicia algo asustada. Norma se quedó petrificada y respondió con la voz algo cortada- Ha..hay algo a...ahí entre las plantas - después de eso, todos se levantaron de un salto de sus asientos y corrieron a juntarse todos atrás de la fogata viendo hacia los arbustos. Jaime tomó un pedazo de leña que todavía no había sido echado al fuego y lo acercó a la fogata para encenderlo a modo de antorcha y con los dientes que le castañeaban preguntó ¿Q-q-quién a-anda a-ahí? - el ruido se hizo cada vez más sonoro y de entre los arbustos saltó algo que hizo gritar a todos como locos y salir corriendo hacia el interior de la casa. - ¡Esperen! ¡No se pongan histéricos! - les gritó Norma mientras los jalaba de la ropa - Miren, no es nada más que un mapache - los demás voltearon y en cuanto vieron al animal suspiraron de alivio ¡Vaya susto que nos diste, amigo! - dijo Jaime mientras aventaba la rama que había prendido a la fogata - ¡Jajajaja! Hubieras visto la cara que pusiste - le dijo Federico burlándose - Pues déjame y te digo que tú también traías una cara bastante cómica, Quico Sabiondo. - La verdad es que todos nos asustamos - dijo Alicia aún tomando aire para reponerse del susto - Bueno, yo creo que mejor apagamos el fuego y nos vamos a dormir, ya es bastante tarde - sugirió Norma Me parece buena idea - contestó Federico mientras tomaba el cubo de agua para apagar la fogata - Tienes razón, mejor nos vamos a descansar, ya fue bastante ajetreo por esta noche - dijo Jaime
mientras todos se dirigían adentro. A la mañana siguiente se despertaron todos hasta al mediodía por el desvelo, bajaron a la cocina y ahí encontraron a Norma que se había levantado un poco más temprano - ¡Buenos días Norma! - la saludó Alicia primero. Norma no contestó el saludo y salió de la cocina en dirección hacia el comedor, abrió la cortina de la enorme ventana que hacía a la vez de una puerta de cristal para poder salir hacia el patio de atrás. - ¿Te pasa algo? - le preguntó Jaime mientras los demás la miraban sorprendidos y ella respondió bastante molesta- No sé quién haya sido el chistoso o la chistosa que haya querido gastar una broma, pero va a tener que limpiar todo el cochinero que me dejó ahí en el hall - dijo señalando hacia afuera donde había una parte pavimentada con un bonito mosaico y bajo techo con sillones de mimbre para sentarse a descansar por las tardes. - Pero ¿de qué estás hablando? - preguntó Alicia - De esto - contestó Norma al mismo tiempo que abría la puerta y les hacía señas a los demás para que la siguieran afuera. Ahí les mostró unas huellas extrañas de lodo que había en el piso del hall. Todos se quedaron mirando al suelo extrañados sin saber que decir - ¿Y bien? preguntó Norma - Alicia fue la única que contestó - Tal vez fue el mapache que nos pegó el sustote anoche. Federico se acercó a examinar de cerca las huellas - No, estas huellas no pueden ser de mapache, son demasiado grandes. - Ya sé que esas huellas no son del mapache, otro animal más grande cuyo nombre empieza con "J" seguro las dejó ahí - Jaime se acercó y respondió nervioso pero muy serio a la vez - Norma , reconozco que soy bastante bromista pero por el amor de Dios te juro que yo no hice
esto. Todos se quedaron viendo a las huellas que ven铆an desde los arbustos que daban hacia la parte despoblada de la casa hasta la puerta de cristal - Parecen huellas como de puma o de alg煤n otro felino grande - coment贸 Alicia - Pues en esta zona no hay pumas ni felinos grandes que yo sepa - le contest贸 Federico y todos se volteaban a ver entre ellos sin decir ni una sola palabra.
¿Qué hay allá en el patio trasero?
El terreno más amplio de una de las calles del centro corresponde a un orfanato público llamado "La Esperanza" donde viven varios niños huérfanos a cargo de Doña Lucía la directora, la señora Mariana la cocinera y Don Antonio el viejo conserje. De todos los niños que están en ese lugar Ramón, Óscar y Neftalí de 8, 7 y 6 años respectivamente son de los más traviesos y juguetones y se llevan muy bien con Julián el mayor de todos los internos que tiene catorce años. En el orfanato los chicos la pasan muy bien, ya que los encargados los tratan como si fueran sus propios hijos y los consienten dándoles mucho tiempo libre, lo que más les gusta es salir al patio a jugar a las escondidas, la gallina ciega y otros juegos clásicos, ya que el terreno tiene muchas áreas verdes con árboles para jugar, es un "patio que parece no tener fin" como dicen ellos, pero Doña Lucía y los demás siempre les advierten con severidad: "No se les ocurra jugar por el patio trasero", "Si los sorprendo jugando en el patio de atrás los voy a castigar, por favor sean obedientes." Los niños siempre acatan esa estricta orden sin refunfuñar ni cuestionar nada, pero un día en que Ramón, Neftalí y Óscar estaban jugando a las cartas con Julián decidieron preguntarle qué sabía él al respecto - Oye, tú que eres el mayor de todos los niños que estamos aquí ¿podrías respondernos una pregunta? - preguntó Ramón - eso espero, anda dime - le respondió Julián alegremente ¿Por qué nunca nos dejan ir a jugar al patio de atrás? ¿Qué hay ahí? ¿Por qué siempre que nos acercamos por ahí nos regañan y
gritonean? - el mayor del grupo se quedó pensativo un momento mientras los otros niños lo miraban ansiosos - Pues, la verdad es que yo tampoco sé mucho al respecto, pero les voy a contar una anécdota de cuando yo tenía más o menos la edad de ustedes. - En ese entonces tenía otros dos amigos que eran unos años mayores que yo, se llamaban Marco y Fernando. Bueno, pues una vez estábamos jugando a los encantados muy cerca del patio de atrás entonces Doña Lucía escuchó nuestros gritos y se dirigió hacia nosotros molesta pero a la vez nerviosa y nos dijo: "Niños, no anden jugando por aquí, mejor vayan a la parte de enfrente" Marco le preguntó el por qué y ella sólo contestó "por favor, no hagan preguntas y obedezcan" nos fuimos para el patio delantero pero jugar ahí no era igual de divertido ya que casi no hay árboles ni otros sitios para esconderse, pero no tuvimos otra opción. Neftalí interrumpió a Julián un momento - Vaya, entonces desde que eras niño también te prohibían andar correteando por ahí - Así es, pero esa no es toda la historia. Mis amigos eran muy inquietos y ese mismo día se les ocurrió la grandiosa idea de ir a explorar la parte prohibida en la noche cuando todos estuvieran dormidos. Yo les dije: - ¡Están locos! Si nos llegan a descubrir nos vamos a meter en un lío muy gordo - Fernando me reprendió - ¡Ay Julián! No seas aguafiestas, vas a ver que nos vamos a divertir - Marco también trató de convencerme - no te preocupes, tomaremos muestras precauciones ¿o qué? ¿Acaso tienes miedo? - y ante la insistencia de ellos no me quedó de otra que aceptar. Julián hizo una pequeña pausa, tomó aire y continuó - preparamos una mochila con galletas por si nos daba hambre y también conseguimos tres lámparas sordas y a las nueve de la noche que era
la hora en que nos mandaban a dormir y se apagaban todas las luces salimos de nuestro cuarto tratando de no hacer ruido. Para nuestra buena suerte la señora Mariana había olvidado cerrar la puerta de la cocina con llave y pudimos salir derechito al patio de atrás sin ningún problema. - ¿Y luego que pasó? - preguntó Ramón ansioso - Ahorita nos va a contar, no interrumpas - le gritó Óscar algo molesto mientras le daba un coscorrón - No se enojen, por favor - los regañó Julián Bien, en cuanto salimos al patio encendimos nuestras lámparas y comenzamos a caminar en dirección hacia la zona prohibida. No recuerdo exactamente cuánto tiempo estuvimos ahí pero a mí me pareció que hubiera sido toda la noche. En todo el tramo que habíamos recorrido no vimos nada extraño, sólo veíamos árboles, se escuchaban los grillos, uno que otro búho que ululaba y demás típicos ruidos de la noche. - ¿Y si mejor nos regresamos? - les propuse a los demás - Aquí no hay nada interesante - Marco me hizo segunda - tienes razón, la verdad no entiendo ¿qué hay de malo y peligroso por acá? Fernando que movía su lámpara para arriba y para abajo nos interrumpió con un grito - ¡Hey, miren allá! - Los dos nos acercamos corriendo para ver lo que él nos señalaba mientras alumbrábamos con las lámparas y fue ahí donde la vimos. Ramón, Neftalí y Óscar se quedaron viendo a Julián con los ojos abiertos a más no poder - ¿Qué? ¿Qué fue lo que vieron? preguntaron casi al unísono - Pues ahí había un área pavimentada de no más de un metro cuadrado y en medio había una piedra enorme y pesada. Los tres nos quedamos observándola mientras nos hacíamos muchas preguntas - ¿para qué habrán puesto esa
piedra ahí? - les dije a los demás y ellos sólo menearon la cabeza en señal negativa. Todos nos acercamos para ver mejor la piedra y llegamos a la conclusión de que tal vez la habían puesto para tapar un viejo pozo para que alguno de los niños no fuera a caer por ahí, entonces a Fernando se le ocurrió una idea - Hay que quitar la piedra y ver que hay ahí debajo - A mí no me pareció y le dije - Pero está muy pesada - ¡No seas tonto! La levantamos entre los tres - me reprendió Fernando y después de eso escuchamos las voces de Doña Lucía y Don Antonio que nos buscaban y en cuanto nos encontraron nos acomodaron la regañiza más grande de nuestras vidas. - ¿Tanto así se enojaron? - preguntó Óscar bastante asombrado - Así es, es más incluso hasta nos dieron unas buenas bofetadas y nos castigaron por dos meses enteros sin salir a jugar afuera. En serio, nunca habían castigado a nadie de esa forma. - Bueno, entonces creo que lo mejor será mantenernos lo más alejados posible del patio de atrás si no queremos meternos en problemas - dijo Ramón mientras todos guardaban las cartas y se preparaban para irse a dormir. Tres meses después llegó el Año Nuevo y después el Día de Reyes y en esa fecha Doña Lucía acostumbraba hacer regalos modestos a los niños. A Julián le dio un balón de fútbol y él decidió estrenarlo saliendo afuera a jugar con sus amigos - ¡Vengan! Vamos a echar una cascarita - les dijo mientras salían al patio de enfrente. Se pusieron a jugar los cuatro y en un momento determinado del juego a Óscar le tocó hacer saque de meta y pateó el balón con tanta fuerza que lo mandó bien lejos en dirección al norte - ¡Si serás imbécil! - le gritoneó Ramón - Sepa la bola hasta donde fue a caer el balón, a lo mejor hasta llegó a romperle la ventana a algún vecino. -
¡No me llames imbécil, pedazo de idiota! - le respondió Óscar bastante enojado. - ¡Basta! Dejen de pelear - les dijo Julián - El balón debe de andar en cualquier parte del patio, mejor vamos a buscarlo. - Dicho esto los cuatro empezaron a recorrer el patio en busca del balón pero no lo encontraron por ahí cerca - Pues por aquí no está, yo insisto en que fue a dar fuera del orfanato - comentó Ramón - O tal vez, fue a dar hasta el fondo del patio de atrás - Yo creo que eso es lo más probable - afirmó Julián algo desanimado. - Bueno, entonces vamos a tener que ir allá a buscarlo - propuso Óscar - ¿Al patio prohibido? Pero nos van a castigar si vamos para allá - dijo Neftalí algo asustado y Ramón interrumpió - Ahorita Doña Lucía no anda por aquí, hay que aprovechar, vamos, buscamos el balón y con la misma regresamos ¿y quién se va a dar cuenta que anduvimos por ahí ? - Está bien, pero será mejor que nos apuremos porque ya no tardará en oscurecer - comentó Julián mientras se adentraban corriendo entre los árboles. Los chicos recorrieron toda la zona hasta que llegaron casi a los límites de la propiedad y fue ahí cuando Neftalí por fin encontró el balón - ¡Miren ahí está! - les gritó a los otros mientras les señalaba el sitio donde había ido a parar y cuando todos los chicos posaron sus miradas en el balón se quedaron mudos pues éste estaba justo al lado de la gran piedra de la que Julián les había hablado antes. - Voy por el balón y volvemos enseguida - dijo Julián mientras se acercaba a recogerlo, en cuanto lo tuvo en sus manos notó que sus amigos seguían ahí observando fijamente a la piedra sin moverse ¿Qué les pasa? - les preguntó y sólo Ramón le respondió - Hay que remover la piedra - ¿Pero, qué dicen? - Por favor Julián, por fin
tenemos la oportunidad de conocer el patio trasero a donde siempre nos prohíben jugar y luego más lo que nos platicaste la otra vez, estamos seguros de que es por lo que se encuentra debajo de esa piedra que no nos permiten venir para acá y tenemos mucha pero mucha curiosidad por saber qué demonios hay ahí debajo ¿tú no? Óscar se unió a la suplica de Ramón - Sí Julián, por favor ¿o qué no te quedaste con la curiosidad de haber podido levantar la piedra con tus amigos esa vez y descubrir el misterio? - Julián se quedó pensativo un momento y luego les dijo - está bien, pero vamos a darnos prisa. A ver, a la cuenta de tres hay que empujar la piedra todos juntos ¿va? - ¡Va! - respondieron los otros tres a coro y colocaron todas sus manos encima de la piedra para comenzar a empujarla al escuchar la orden de Julián - Bien ¿ya estamos todos listos? A la 1, a las 2 y a las 3.... Pusieron todas sus fuerzas para tratar de empujar la piedra, pero ésta estaba tan pesada que apenas lograron remover la mitad, pero eso fue suficiente para notar que debajo había un hoyo muy oscuro y profundo que despedía un olor muy desagradable a drenaje y podredumbre. - ¿Y bien? ¿Esto es todo? ¿Por esta cloaca apestosa nos prohíben venir por aquí? - exclamó Ramón - La verdad no entiendo nada - contestó Julián - bien, ya matamos el gusano ahora regresemos la piedra a su lugar y vayámonos. Cuando todos se disponían a empujar la piedra otra vez escucharon los más gruñidos aterradores que jamás habían escuchado los cuales provenían de lo más profundo del hoyo y los chicos empezaron a temblar y empujaron la piedra lo más rápido que les dieron sus fuerzas y salieron corriendo de allí. Desde ese día siempre tienen horribles pesadillas por las noches y los cuatro sueñan más o menos
lo mismo: se encuentran caminando por el patio de atrás donde está la piedra y sienten como una garra poderosa los jala del tobillo y trata de llevárselos consigo adentro del hoyo y despiertan sobresaltados con el corazón latiendo a mil por hora. No se atreven a comentar con ninguno de los mayores acerca de sus pesadillas pues temen recibir una buena y merecida reprimenda por haberlos desobedecido. Y ahora cuando salen afuera a jugar fútbol lo hacen siempre en el patio de enfrente con mucho cuidado de no mandar otra vez el balón hacia el patio trasero.
El árbol del olvido Todavía lo recordaba perfectamente como si hubiera sido ayer, era el año de 1999 cuando Gabriela tenía 11 años y estudiaba el sexto año de la educación primaria. Ella siempre decía que ese había sido el mejor año de su vida ya que había vivido cosas maravillosas en compañía de sus mejores amigas Laura, y dos hermanas gemelas no idénticas que se llamaban Griselda y Graciela las cuales conocía desde el primer año. Del grupo de amigas las que más destacaban eran Griselda y Graciela por su excelente desempeño académico, casi siempre eran representantes de la escuela en los concursos de aprovechamiento escolar y obtenían los primeros lugares, además de que destacaban en varios deportes, danza y otras actividades artísticas. Como las cuatro amigas vivían muy cerca de un parque acostumbraban reunirse allí todas las tardes a platicar, su sitio favorito era un viejo árbol grande que estaba algo alejado donde podían hablar tranquilamente sin que nadie las molestara. En el verano del 99 terminaron la primaria y se tuvieron que separar ya que se inscribieron en escuelas diferentes. Al empezar la secundaria aumentaron las tareas y obligaciones, hicieron otras amistades y poco a poco dejaron de llevar a cabo sus reuniones en el parque hasta que sin que se dieran cuenta ya habían perdido el contacto por completo y no volvieron a saber de nadie. Quince años después, Gabriela se encontraba en su casa de noche metida en su cama ya en pijama y con su laptop encendida sobre las piernas para revisar sus correos electrónicos y sus cuentas de redes
sociales. En cuanto inició sesión en Facebook se encontró con una nueva solicitud de amistad - Veamos de quién se trata - murmuró para sí mientras hacía click sobre el ícono y vio que la solicitud era de Laura Iturralde su vieja amiga de la primaria de la que llevaba años sin saber nada, se alegró mucho e inmediatamente confirmó la solicitud. En cuanto la agregó a su lista de amigos notó que en ese momento Laura estaba en línea y ni tarda ni perezosa le envió un mensaje para poder conversar con ella después de tanto tiempo: - ¡Hola Laura! :) ¡Cuánto tiempo sin saber nada de ti! ¿Cómo has estado? - ¡¡Hola Gaby!! Estoy muy bien, me alegro mucho de que hayas aceptado mi solicitud de amistad, pensaba que a lo mejor después de tantos años ya ni te ibas a acordar de mí. - Nooo ¿cómo crees? Si bien nos dejamos de ver por mucho tiempo no podría olvidar a una de las mejores amigas que he tenido en la vida tan fácilmente ;) - Pues te voy a confesar, me acordé de ti hace unos días porque me contactó por acá Luis Alberto, uno de nuestros compañeros de la primaria, porque él y otros con los que mantiene contacto quieren hacer una reunión de ex alumnos de la generación del 99. - Pues eso me parece estupendo, sería bueno volver a vernos y recordar viejos tiempos. - Por lo último que me dijo Luis parece que logró contactar a casi todos los ex compañeros y todos están de acuerdo. La reunión será el próximo fin de semana a las 6 de la tarde en el salón del Hotel
Principal ¿vas a venir, verdad? - ¡Claro que sí! ¿Cómo me lo voy a perder? - ¡Muy bien! Cualquier cosa me mandas un mensaje por acá, si tardo en contestarte es porque luego ando muy ocupada que ni tiempo de revisar el Facebook tengo. - Ok, no te preocupes, primeramente Dios nos estaremos viendo el fin de semana. Ya tengo ganas de volver a verte :) - Yo también, ahora si me disculpas me voy a desconectar porque tengo mucho sueño y mañana hay que madrugar. - Sí claro, no te preocupes, yo también me voy a ir a dormir ¡Buenas noches y hasta el sábado! - ¡Buenas noches, nos veremos! Después de que Laura se desconectó, Gabriela se disponía a apagar su laptop cuando se acordó de algo que se le había escapado preguntarle a su amiga - ¡Rayos! No le pregunté si ha sabido algo de Griselda y Graciela, ojalá que también las haya logrado contactar y vayan a la reunión. Se debatía entre si dejarle o no un mensaje a Laura nada más para preguntarle por las otras dos amigas del grupo, pero pensó que mejor se esperaba hasta hablar con ella personalmente el fin de semana y entonces guardó su laptop, apagó la luz y se dispuso a descansar. El sábado Gabriela llegó puntual al Hotel Principal donde se iba a llevar a cabo la reunión. Al entrar al salón inmediatamente encontró a Laura sentada en una mesa platicando con otros de los
compañeros y en cuanto vio venir a Gabriela se levantó para saludarla con un fuerte abrazo - ¡Gaby! ¡Qué alegría volver a verte después de tanto tiempo! ¡Estás muy guapa! - ¡Muchas gracias! Tú también te ves muy bien, estás casi igualita. Después de saludar a todos los demás que estaban ahí en la mesa, Gabriela se sentó al lado de Laura para poder platicar mejor Pues como te comenté por el chat, Luis Alberto logró que los compañeros vinieran, dice que no fue fácil localizarlos a todos pero ya ves... - le dijo mientras señalaba con la mirada a las otras mesas. Gabriela también volteó para ver si veía por ahí a Griselda o a Graciela pero no las encontró y entonces le preguntó a Laura - ¿No lograron contactar con Griselda y Graciela? El otro día se me olvidó preguntarte por ellas - Laura le lanzó una mirada confusa y extraña Perdón pero ¿de quiénes me estás hablando? - Gabriela contestó aún más sorprendida - ¿Cómo que de quiénes te hablo? De Griselda y Graciela Montero, las gemelas que eran parte de nuestro grupo. No me digas que no te acuerdas de ellas, si eran muy amigas de nosotras. Laura miró a Gabriela aún más confundida, pero aún así trató de hacer memoria - Hmm, reconozco que nunca fui muy buena para memorizar nombres, pero la verdad que no tengo ni la menor idea de quienes sean esas hermanas que dices - Laura ¿me estás jugando una broma, verdad? No es posible que ya no recuerdes a las gemelas, nos sentábamos las cuatro en los lugares de atrás del salón y la maestra siempre nos amenazaba con mandarnos a cada una a sentarnos separadas a las cuatro esquinas si no dejábamos de parlotear. Patricia, otra de las compañeras que estaba sentada ahí en la mesa
con ellas alcanzó a escuchar un poco de lo que estaban hablando Perdón que me meta, pero me pareció escuchar que decían que faltaban dos de las compañeras y me quedé con la curiosidad, según yo aquí están todos. - Paty ¿tú si te acuerdas de las gemelas Montero, verdad? - le preguntó Gabriela bastante desconcertada, Patricia sólo se quedó pensando mientras murmuraba - ¿Unas gemelas de apellido Montero? Hmm, no me suena ¿estás segura que quedaban en nuestro salón? - Claro que sí, se llamaban Griselda y Graciela; de hecho ahorita que recuerdo tú y las otras siempre decían que eran las gemelas más disparejas que jamás habían conocido, ya que Griselda era de cabello negro rizado y Graciela rubia con los cabellos bien lacios, nada que ver la una con la otra. Patricia y Laura nada más veían a Gabriela como bicho raro pero a la vez sentían mucha curiosidad al no poder recordar a esas otras compañeras - Mira, ahí está Luis Alberto; él tenía memoria de elefante, hay que llamarlo para preguntarle - comentó Laura al mismo tiempo que le hacía una seña a Luis para que fuera hacia su mesa. - Oye Luis, fíjate que Gaby nos comenta que había dos hermanas gemelas en nuestro grupo que no vinieron a la reunión, pero nosotras por más que tratamos de ubicarlas no las recordamos Luis Alberto se quedó pensativo un momento - Pues la verdad yo tampoco me acuerdo de ningunas hermanas gemelas, pero vamos a ver - dijo al mismo tiempo que sacaba una hoja de su bolsillo - Pude conseguir en la escuela una copia de la lista de asistencia de nuestro grupo, así que tienen que estar aquí ¿cuál era su apellido? - Montero, Griselda y Graciela Montero - contestó Gabriela - A ver
fíjate, aquí están los compañeros de apellidos con M: Márquez Juana, Martínez Ramiro, Méndez Patricia, Mendiola Pablo, Mendoza Tania, Montes Silvia, Navarro Francisco... hmm, no hay nadie de apellido Montero; puedes verlo por ti misma - le dijo Luis Alberto al mismo tiempo que le pasaba la lista y Gabriela la volvió a repasar desde el principio - La verdad es que no lo entiendo ¿cómo es que nadie del salón se acuerda de ellas y que no figuren en la lista? tiene que haber algún error. - Bueno amiga- interrumpió Laura - a lo mejor te confundiste, tal vez conociste a esas gemelas por otro lado, en otra escuela y tu mente está revolviendo las cosas - No Laura, te juro por mi vida que no estoy equivocada. Griselda y Graciela eran compañeras y amigas nuestras, eran muy aplicadas y siempre estaban en el cuadro de honor; todos los años las mandaban a representar a la escuela en los concursos locales y nacionales de aprovechamiento y siempre obtenían los mejores lugares. No es posible que ninguno de ustedes las haya olvidado tan fácilmente. Luis, Patricia y Laura no dejaban de lanzar miradas extrañas a Gabriela así que ella comprendió que no tenía caso hablar más del asunto y mejor cambió de tema. Después que terminó la reunión Laura se ofreció a llevarla de vuelta a su casa y en el camino volvieron a tomar el tema - Oye Gaby ¿qué te parece si vamos a desayunar juntas mañana? La verdad es que me dejaste con la curiosidad respecto a esas gemelas, no sé, de repente tuve un recuerdo muy vago de que por ahí había otras niñas que platicaban con nosotras, pero no logro pensar claramente. - Está bien - asintió Gabriela - ¿Mañana a qué hora? - A las diez de la mañana en el café que está cerca del parque ¿te parece bien? - ¡Por
supuesto! - Bueno, entonces nos veremos mañana, que pases buenas noches - dijo Laura - Buenas noches - contestó Gabriela mientras bajaba del auto y se dirigía hacia el interior de su casa. Al día siguiente Gabriela llegó al café a la hora que había acordado con su amiga. Laura ya estaba ahí esperándola - Hola, buenos días Buen día - respondió Gabriela mientras tomaba asiento - En cuanto terminemos de desayunar lo primero que haremos será ir a la escuela a investigar, ahí deben de tener registros y fotografías de todos los alumnos que han pasado por ahí, seguramente ahí obtendremos respuestas - Espero que sí - dio Gabriela mientras tomaba un pequeño sorbo de café. En cuanto pagaron la cuenta salieron de la cafetería con dirección hacia la escuela - No tiene caso llevar el auto, está muy cerca, podemos ir caminando - comentó Laura - Podemos cortar camino si atravesamos el parque - sugirió Gabriela - ¡El parque! - comentó Laura muy emocionada - ya tiene mucho tiempo que no camino por ahí, de niñas solíamos pasar casi todas las tardes jugando ahí. Además, estando ahí tal vez Laura pueda recordar algo más. - pensó Gabriela para sus adentros. Entraron al parque y caminaron por el sendero de piedra que aún se conservaba muy bien - ¡Cuántos recuerdos! - exclamó Laura mientras observaba en derredor. Siguieron caminado hasta que llegaron a la zona donde casi terminaba el parque y fue ahí donde se encontraron cara a cara con el enorme y viejo árbol que aún seguía en pie- ¡Este árbol! - volvió a exclamar Laura - Sí, era nuestro sitio preferido ¿te acuerdas? - le preguntó Gabriela. - Claro ¿cómo me voy a olvidar? pero mira... - ¿qué pasa? - Lo han cercado, ya no se puede pasar ni mucho menos treparlo. Las dos se
acercaron hasta donde la valla de metal les permitía y entonces notaron que habían puesto también una placa - Esto no estaba antes - comentó Laura - veamos que dice. - Las dos se acercaron a leer: "Árbol del olvido" Se le bautizó así porque cuenta una leyenda popular que las personas que logran subir hasta la copa del árbol serán olvidadas para siempre por la gran mayoría de sus amigos y conocidos." Se quedaron ahí quietas y calladas por largo rato contemplando su querido árbol, hasta que Gabriela pronunció palabra - Ahora lo recuerdo... en el último mes de clases las cuatro quisimos trepar hasta la última rama, a la mitad del camino tú y yo nos acobardamos pero Graciela y Griselda lo lograron. -
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