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El Complejo del Salvador Blanco

VOLUNTURISMO EN EL SUR GLOBAL

Por Paola Vera de Morillo

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La industria del volunturismo movió más de 1.450 millones de euros en 2019, y movilizó a unas 10 mil personas durante ese mismo año. Es una palabra compuesta por “voluntariado” y “turismo” que, una vez visto de esa manera, podemos darnos cuenta de que tiene un nombre bastante descriptivo. El volunturismo es la práctica de viajar a un país, comúnmente del llamado Sur global, durante un periodo de alrededor de dos semanas a un mes, con la finalidad de prestar alguna especie de ayuda voluntaria a una localidad específica. El Sur global es la zona del planeta al sur del Ecuador, donde se dice que se encuentran la mayoría de los países subdesarrollados o en vías de desarrollo. Podríamos clasificarlos en las regiones latinoamericana, africana y asiática. Su contraparte, el Norte global, está compuesto por los países desarrollados ubicados al norte del Ecuador (Estados Unidos, Canadá, Europa…). Australia y Nueva Zelanda podrían ser la única excepción a esta regla. El volunturismo es coordinado por empresas que se encuentran en esta última región mencionada, que se dedica al sector del ecoturismo y el voluntariado. Las personas que optan por este servicio tienen un perfil caucásico, entre los quince y los treinta años, pertenecientes a una clase social media-alta o alta, que comúnmente optan por realizar voluntariado a estas zonas como una alternativa vacacional. Los tipos de voluntariados más comunes ofrecidos por dichas empresas incluyen el voluntariado de orfanatos, asistencia educativa en escuelas y construcción de infraestructuras para la comunidad. Asimismo, existe un número reducido de profesionales de la salud que ofrecen sus servicios de forma gratuita para comunidades desfavorecidas de estas regiones.

Uno de los máximos problemas de esta práctica es que las empresas que envían a los voluntarios no realizan un chequeo de antecedentes ni un chequeo aptitudinal para revisar cuáles son las habilidades que pudiesen ofrecer a la comunidad, o si están aptos para realizar esta tarea. De igual forma, tampoco reciben capacitación en temáticas relevantes, ni se les exige que aprendan el idioma del país al que van, ni se les brinda información acerca del contexto cultural e histórico que vive la región o la comunidad a visitar. La mayoría de los voluntarios que asisten no están preparados en ninguna habilidad que cubra las necesidades específicas de la comunidad. Existen testimonios de volunturistas que fueron presentados ante un salón de clases de niños en su primer día, sin experiencia previa ni instrucciones específicas. Tengamos en cuenta que, para trabajar con niños en condiciones adversas, posibles trastornos de aprendizaje o condiciones psicológicas debido a las duras situaciones a las que se enfrentan día a día, se requiere una formación especializada que dura años. Es aquí donde entra el complejo del salvador blanco (white savior complex), que consiste en el reconocimiento por parte de las personas blancas que viven en países del Primer Mundo de sus privilegios y que, en consecuencia, sienten que desde su posición es su deber “hacer algo para ayudar a los menos afortunados” del Sur global. Este complejo no es más que una versión modernizada de lo que Rudyard Kipling planteó en su poema como “La carga del hombre blanco”, que habla, en pocas palabras, de cómo el hombre blanco lleva sobre sus hombros el deber de ayudar a “civilizar” al resto de las razas, “menos afortunadas, menos alfabetizadas y ciertamente desvalidas”. Esto hace que la práctica del volunturismo sea considerada como neocolonialismo, que consiste en la dominación por parte de los países desarrollados sobre aquellos que se encuentran en desventaja social, económica y política en relación con ellos. Las agencias turísticas que ofrecen el servicio de volunturismo poseen estrategias de marketing que apelan a la lástima, al desagrado y a la romantización de la extrema pobreza que se vive en las localidades de países del Sur global. Y es que, si lo pensamos un poco y volvemos a los números del principio del artículo, ¿no bastarían esas cifras para solucionar, aunque sea, parte del problema?

Estudios como el presentado por Linda M. Richter (AIDS orphan tourism: A threat to young children in residential care) se enfoca en el trastorno de ansiedad por separación y en el apego de los niños en estos orfanatos que son sometidos al contacto constante con diferentes voluntarios. El voluntariado, por sí solo, no es un acto que esté mal. Al contrario, el trabajo de miles de voluntarios cualificados ha salvado comunidades enteras y las ha ayudado a desarrollarse. Pero es importante hacer un chequeo de antecedentes a la organización con la que se desea prestar el servicio, tener una habilidad específica y útil que ofrecer y realizarlo por las razones correctas. De igual forma, rechazar el uso de empresas dedicadas al turismo como medio para servir de voluntario. El cobro de más de 3 mil euros por persona debería encendernos las alarmas: Es un negocio redondo donde las comunidades son las menos beneficiadas. Ni siquiera se hace un recuento de sus necesidades, y sus voces han sido acalladas a favor de una manipulación capitalista. Finalmente, es importante ser conscientes de que situaciones de pobreza y necesidad existen en todas partes del mundo, sin importar el nivel de desarrollo del país en donde vivimos. Antes de gastar miles de dólares o euros en un viaje a la otra punta del mundo para “salvar a África de la pobreza”, ¿le has preguntado a tu vecino si tiene algo de comer hoy?

Investigado y redactado por: Paula Vera. Creadora del proyecto Mantengámoslo Simple: Iniciativa para educar en temáticas complejas de la forma más sencilla posible, sin ignorar el contexto histórico y social.

Paola Vera de Morillo Coach Transformacional CEO Organización Iberoamericana de Empresarios @orgiberoamericanadeempresarios

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