Los sobrevivientes

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FERNANDA ALMANZA LOS SOBREVIVIENTES

El Morro es un pequeño cerro de formación volcánica inactiva a 50 km de Villa Mercedes (donde vivo). A lo largo de los años la deforestación continua y el monocultivo en los campos aledaños han desvitalizado el suelo provocando que las napas de agua salada que corrían bajo la tierra afloraran a la superficie formando este Nuevo río que se extiende hacia el sur, socavando el terreno mientras se desplaza, dejando las huellas de sal en la tierra y modificando la topografía y la vida silvestre del lugar de diversas maneras.

En diciembre del 2020 y enero del 2021, realicé cinco viajes a diferentes partes del “Rio Nuevo”, llamado así porque afloró recientemente desde la cuenca del Morro en la provincia de San Luis en Argentina.

En mis viajes al río, intenté acercarme al terreno como una visitante, intentando modificarlo lo menos posible. Sentía que fue el accionar desmedido del ser humano el que fue horadando la tierra, desvitalizando el suelo y provocando cambios acelerados en espacios reducidos. Y sin embargo, a pesar de ello, la vida se abrió camino. Pero no lo hizo para fines humanos industriales o agrícolas-ganaderos, sino para sí misma… la vida hizo un río.

Un río que en partes se hace mas accesible, en otras se pierde entre los campos y luego reaparece horadando los caminos. En estos viajes lo fui descubriendo, lo recorrí a veces caminando, en bicicleta, en moto, involucrando todo el cuerpo, otras veces lo hice con la mirada, observando atentamente el movimiento de algún insecto. También dibujé, tomé notas de sensaciones o de preguntas que me hacía, observé mucho; a veces recogía alguna rama, o piedra. Miraba las huellas que dejaba mi andar sobre los yuyos y pajas bravas ya que estas marcas me daban datos reales de mi paso temporal por este lugar, algunas las dibujé.

De regreso en mi taller pensé sobre esas huellas, sobre cómo proveían indicios de un transitar, de alguien que estuvo allí, y pensé también sobre los árboles del lugar, los que ya no están, y los que con el tiempo ya no estarán. ¿Qué huellas dejaron o dejarán? Intenté dibujar con una de las ramas que me había traído. Hacer algunos trazos con estos elementos vitales me daba la sensación de que juntos ellos y yo podríamos estar dejando indicios de un transitar. Decidí entonces usar las ramas, trabajar en conjunto con ellas… Ellas serían en sí mismas la propia la huella material de su historia, y yo podría ayudar a contarla.

Entonces ¿cómo podríamos trabajar juntas?

Si estos árboles son los sobrevivientes del monte, cuentan una historia de transformación, de cambios… y en eso me concentré. Unos meses después decidí volver a buscar mas ramas, identificar de qué árbol provenían, transformar su propia materia quemándolas y realizar carbonillas con ellas. Pero esta vez el viaje y el recorrido fue diferente, porque yo también estaba viviendo un cambio. Ahora la vida estaba creciendo dentro mío, y miraba el mundo de otra manera.

Una de las cosas mas sorprendentes que se observan al recorrer el lugar, son los grandes cañones que se formaron a lo largo del río y que multiplicaron diez veces su tamaño en menos de 10 años. La naturaleza trabaja con otros tiempos para modelar el cuerpo de la tierra, sus tiempos son diferentes a los del ser humano. Estar-ahi es saberse parte del devenir, y no puedo dejar de hacer una correlación entre mi cuerpo y el cuerpo de la tierra y los cambios que en ambos se suceden. El nuevo recorrido por este territorio es una experiencia diferente. Observo y siento la vida hacerse camino aquí y en mí. Tal vez por eso el Rio Nuevo y yo nos encontramos. Para ser testigos uno del otro de las transformaciones mutuas.

Había jarilla, caldén, algarrobo, chañar, peje…

Al regresar al taller me dispongo a fabricar las carbonillas, pero antes le pido a mi hermano que me ayude a identificar de qué árbol proviene cada rama, pues yo conocía algunas pero no todas. Él, al verlas, rápidamente las pudo identificar, ya que conoce el monte mucho mejor que yo, y justamente estos árboles eran testigos del monte que había quedado, o sobrevivido.

Un domingo, después del almuerzo familiar los invité a participar de la fabricación de las carbonillas. Entre todos, cortamos pequeñas ramitas, las pusimos dentro de tarritos con arena y de ahí al fuego por un buen rato. Con el tiempo, las carbonillas sobrevivientes estaban listas. Parecería que todo necesita tiempo… Las llevé al taller y me dispuse a dibujar…

Qué puede decir una carbonilla de sí misma? Puede dibujar el recuerdo de su vida anterior?

Tal vez ahora construye una nueva vida… con estas líneas vivirá nuevas aventuras en diferentes papeles, creará nuevos Crearemosmundos.nuevos mundos.

Medito frente al papel y espero atenta a escuchar lo que quiere dibujar.

Al comienzo de la experimentación, trabajé dibujando ramas y luego borroneándolas con la mano o creando veladuras que difuminaran los limites de cada rama fundiéndolas con el espacio blanco/gris de la hoja de papel. Me parecía que la acción de usar la mano para borrar las ramas representadas hablaba de alguna manera de la deforestación del monte a causa del ser humano. Pero no me convencía del todo, y seguí pensando y experimentando diferentes modos de

Finalmente,hacer.dispuse en damero hojas de papel blanco de manera que formaran una unidad y dibujé sobre ellas una de las barrancas/cavas mas predominantes que se han formado en los márgenes del río y que continúan su evolución y cambio a través de los años. Al terminar, fui moviendo cada una de las hojas reconfigurando el dibujo pero siempre manteniendo los márgenes del rectángulo original, como una manera de auto-organizarse, como si la imagen intentara recordar como era su forma original. Pero esta tierra/barranca representada nunca va a volver a ser lo que fue ayer, ya que está en un proceso de cambio y reconfiguración constante.

La historia del encuentro entre el Rio Nuevo, los árboles, los dibujos y yo, está atravesada por un relato de cambio y transformación: el cambio de la tierra, a causa de la desvitalización del suelo por la deforestación; los cambios morfológicos causados por el agua; la transformación de las ramas convertidas en carbonillas a través del fuego; y la transformación de mi cuerpo y de mi vida a causa del nuevo ser que crece en mi. Está todo vinculado, entretejido. Tal vez la carbonilla intentaba dibujar el lugar de donde venía, en donde había vivido cuando era árbol, o talvez dibujaba mundos diferentes. La carbonilla no es la misma. Al dejar su rastro también deja vida, se va achicando, va dejando línea sobre el papel y también va desapareciendo. Tal vez solo dibujaba el cambio. Pues en la misma acción de dibujar, el cambio se sucede.

Los sobrevivientes 1. Carbonilla sobre papel. 2021

Fernanda Almanza Villa Mercedes, San

2021

Las manos de mi padre cortando una de las latas que servirán para colocarramitas.las Luis.

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