prueba

Page 1


Editado por: Instituto Gestalt Counselling Aljamar 5B casa 64 – Tomares ‐ Sevilla – España Teléfono: 954 15 72 26 www.guestalt.es info@guestalt.es Director: Mario Fernández Alameda


LA DIMENSIÓN ESPIRITUAL OCULTA O IMPLÍCITA DE LA GESTALT CLAUDIO NARANJO Conferencia de clausura del primer congreso de Counselling Roma 2005 Hay quien ha querido “completar” la Gestalt espiritualizándola, pero creo que esta actitud se basa en no comprender que la Gestalt es ya suficientemente espiritual – aunque sea una blasfemia! Ya la primera vez que hablé de Gestalt en Europa, en la apertura del 2º Congreso Internacional en España, y me solicitaron este tema, lo inicié hablando de cuanto hay de evidente entre la Gestalt y el Budismo. La práctica del “aquí y ahora” en la Gestalt es como un redescubrimiento de la vía del Vipassana; con una afinidad evidente entre la invitación a la no conceptualización en la Gestalt y el espíritu Zen. Hice referencia también a la afinidad entre la Gestalt y el Judaísmo Jasídico buberiano todavía más con Buber cuando dejó el Judaísmo y la terminología religiosa, porque la Gestalt es espiritual sin utilizar terminología religiosa. Me he referido, además, a cuando he conocido a Perls: cercano a un Maestro como Gurdjieff. No he conocido personalmente a Gurdjieff pero yo era parte de su escuela y estaba muy impresionado con su libro de Ouspenski, e incluso más, de la gran obra de Gurdjieff, del reencuentro de Belzebú. No había entendido mucho, era un adolescente, pero sin comprender, sentía que era como un “abuelo” y, a través de sus discípulos, he hecho el esfuerzo de comprenderlo, de seguirlo a través de las páginas de su libro cuando prometía la verdad en el siguiente capítulo y su respuesta; y la respuesta en la próxima página todavía está en la próxima… y el próximo capítulo dará todo el secreto esotérico, pero no puede darlo completamente; se debe continuar leyendo y, después de miles de páginas, se comprende como el truco de la zanahoria que sirve para decir aquello que uno está esperando. Yo tengo una imagen de Gurdjieff como de un hombre que tenía una percepción directa de las cosas, una gran capacidad de ver directamente las


características de los otros y una gran capacidad confrontadora. Hasta ahora no he conocido ningún maestro más semejante a Gurdjieff que Perls, con una semejanza sobre todo en esta conjunción: era un maestro de la atención en la experiencia del momento y, simultáneamente, un gran confrontador. Una especie de cirujano. Incluso cuando he evidenciado el artículo con las vías espirituales, he hablado de la Gestalt de cómo de un “taoísmo críptico” (que se concentra sobre el equilibrio de la polaridad) y también como de un nuevo chamanismo que invita más a la intuición del terapeuta que a un apoyo teórico. Actualmente se ha escrito mucho sobre la Gestalt y la Meditación, muchas personas consideran este vínculo evidente como evidente que a la Gestalt se han acercado muchos investigadores, investigadores de la verdad. ¿Cuál es la diferencia entre una persona que requiere de una psicoterapia y una que requiere de la verdad? Creo que esta diferencia se puede explicar con una historia sufí. Había una vez 4 viajeros: uno árabe, uno de Persia, otro de Turquía y otro griego y estaban discutiendo como utilizar una moneda, la última moneda que tenían para ese día. Mientras discutían llegó un extranjero que dijo: “si me das la moneda puedo comprar lo que cada uno de ustedes quiera”. Al principio los cuatro viajeros no se fiaban mucho, más al final, le dieron la moneda y el compró un racimo de uva; el árabe dijo: “aquí está mi inab”, el turco estaba muy contento porque tenía lo que quería llamándolo “uzum”, el griego su “stafil”, y el persa tenía su “angur”. Igualmente, todos buscaban lo mismo, pero lo llamaban de manera distinta. Y, como se puede decir, el sufí es un traductor que conoce muchas lenguas, así pienso que se puede decir de un buen terapeuta. Una persona busca el amor, otros buscan no sufrir mucho, otra cumplir su ambición, y todas las cosas que estamos buscando son la misma cosa, más sólo alguna persona reconoce claramente de que cosa se trata. Un verdadero buscador siente que no se trata solamente del deseo de amor, siente que hay un ansia metafísica, algo más allá del signo del deseo, reconoce un vacío que no es de este mundo y


que sólo se puede llenar con algo que no es de este mundo. No obstante el problema de llenar este vacío no puede separarse de la resolución del problema psicológico. Y creo que la terapia, todas las terapias, tienen una cosa en común con la “gran” búsqueda, con el deseo de “ajustar cualquier cosa que no va”. Todas las tradiciones espirituales dicen que, “en un momento dado de nuestra historia individual o colectiva, “caemos”, hemos perdido el paraíso, la condición original de la mente. Todas las terapias se ofrecen a restaurar un estado de salud original; me parece que, por su propia historia la psicoterapia se ha vuelto más autoconsciente de su implicación. Freud era aparentemente anti‐espiritual, por lo menos anti‐ religioso; conocía muy bien el fenómeno de sustituir al padre terreno con el padre celestial y el fenómeno superegoico que atribuye la moral a la voz de un dios. Con el andar del tiempo algunos seguidores de Freud han iniciado el reconocimiento de que el psicoanálisis lleva a la persona al interés y la experiencia espiritual. Jung se rebela contra el materialismo de Freud, Reich habla de un orgón cósmico que es como la kundalini, Fromm y Horney se interesaron en el budismo zen. Creo que este desarrollo de espiritualización de la terapia culmina, aunque en forma no implícita, en Fritz Perls y no con la psicología transpersonal; como parecería lo obvio. La psicología transpersonal es hoy sólo un concepto, y un proyecto de síntesis entre la tradición antigua y la psicoterapia moderna, pero se mantuvo como cajón de sastre; y aquello que más llama la atención no es tanto la riqueza de su contenido como su intención. Al contrario la Gestalt, mientras que no tiene raíces en la tradición espiritual, tiene un contenido preciso y un impacto fuertemente libertador. Como se sabe, la Gestalt ha tenido su origen en la acción de un solo maestro; y fue un maestro tan revolucionario, tan anticonvencional y tan escandaloso que esto significó que su sagacidad y la espiritualidad de la Gestalt permaneciera oculta para sus contemporáneos, sobretodo porque Fritz se consideraba una persona anti‐religiosa y, sobretodo, si con demasiada frecuencia se confunde lo espiritual con lo religioso. Para mi Fritz fue un maestro


y creo que no habría tenido la experiencia que tuve con él si no hubiese tenido esa participación que se tiene enfrente de un maestro; me parece que muchas personas no han recibido lo que yo de él porque no lo han respetado tan profundamente. Era fácil denigrarlo porque representaba aquello que el budismo llama “sabiduría loca” que, sin embargo, no es otra cosa que la sabiduría que a veces adopta esta forma en un mundo loco. La dificultad de reconocer en el discurso de Perls, en la vida de Perls un maestro espiritual es debida a la forma en que predomina: una forma de espiritualidad típica de él. Para decirlo brevemente, era un dionisiaco. Y el espíritu dionisiaco, en el mundo cristiano no es considerado espiritual. Debemos recordar, que Dionisio fue el dios más importante de la prehistoria griega. Si retrocedemos en el tiempo respecto al periodo de los dioses del Olimpo, se llega al tiempo matriarcal, encontramos que en Europa y en Asia existía la misma religión en la cual los héroes se podían llamar Dionisio o Shiva, Osiris, Zagreos o Sabac. Muchos nombres para un mismo concepto, concepto profundamente religioso. Desde los dioses griegos hasta nosotros no aparecen dioses; y si alguno aparece se toma como una profanación al atribuir a los dioses cualidades casi humanas como se hizo en Grecia y naturalmente, Diosnisio es el más humano de todos los dioses griegos. No sólo es el hijo de una mortal, no sólo muere para renacer, pero ¿qué hay más humano que un dios loco? La esencia de los humanos es el error. No me limito mucho a Dionisio por el momento, pero quiero remarcar la atención sobre como Dionisio visto desde los ojos del cristianismo se transforma en un diablo. Es por esto que Gurdjieff insiste mucho en presentarse al mundo con la imagen de Belzebú. En Israel por ejemplo, hoy domina una religión muy dulce, aunque el judaísmo antiguo no era tan dulce; la religión judía como la religión cristiana, se ha dulcificado con el mundo burgués. No me sorprende de que en Israel, Gurdjieff fuera un personaje demoniaco. Pienso que esto es así de la misma manera que ocurre sutilmente con la imagen de Perls. Un editor, en la presentación de un libro de entrevistas hechas a Perls, dice que la característica de Perls era tener la aureola y los cuernos al mismo tiempo. Es un gran misterio esto de la espiritualidad aparentemente demoniaca, pero


un misterio bien conocido en el dionisismo y en las otras religiones más antiguas. En el Egipto de los dioses se representaban con cabeza de animal: en el munod, caldeo, asirio, babilonio, sumerio esta fusión de lo espiritual con lo animal es característica y una regla; pero nosotros nos hemos desanimalizado a la vez que nos hemos civilizado. Hasta que Freud ha comenzado a reanimalizarnos un poco. Debemos dar crédito a Nietzsche que fue la persona que tuvo principal influencia sobre él. Freud ha dicho que Nietzsche era el hombre que se conocía mejor a sí mismo de la historia, tan fuerte era la admiración por su obra. Se puede ver la aguda percepción de Nietzsche cuando expone la hipocresía de trasfondo de la moral en el concepto del Superyo, en la visión de la patología como “estar en una jaula” y de la curación como liberación de los instintos, conceptos todos típicos de la visión freudiana. Nietzsche decía que el mundo cristiano tenía sólo una posibilidad de salvación; la reintegración del espíritu dionisiaco. Y pienso, que, justamente, es el impulso libertador dionisiaco el que ha inspirado toda la psicoterapia. No por casualidad Dionisio se llama Eleuterio: el libertador. Pero Reich, con su concepto, fue todavía más “libertador” que Freud; éste último era un pesimista y no ha creído verdaderamente en la compatibilidad de la libertad instintiva con la civilización. Reich, en cambio, lleva todo esto a dar un paso hacia adelante. Y el estudiante de Reich, Fritz Perls, introduce un cambio en la terminología junto a un concepto muy importante: la autorregulación organísmica, la sabiduría infusa del organismo físico y mental que, en boca de Perls, es el equivalente del Tao. Yo creo que el aspecto más característico de la Gestalt es esta fe implícita en lo organísmico, una fe en la autorregulación que representa el culmen del dionisismo implícito en la psicología postfreudiana y en la Gestalt. Pero esta fe en la sabiduría profunda del organismo no es el único aspecto del dionisismo gestáltico. El otro aspecto es el hedonismo. La Gestalt está impregnada de un credo: no solo la razón, sino también el placer es un indicador válido para el comportamiento


humano. Como la planta que se orienta hacia el sol, el organismo psicobiológico se orienta por su necesidad y el placer es el indicador de la dirección más propicia. El valor del placer está poco presente en la historia de la psicoterapia, excepto con Reich que va más allá en el énfasis meramente sensual de sus predecesores. No se trata de hedonismo en el sentido del reconocimiento del valor del placer en sí mismo: yo he hablado de un “hedonismo humanista” en cuanto que se llega al placer como inclinación hacia algo más grande, como una inclinación “verdadera”. Hasta que punto tiene la Gestalt una visión meramente hedonista se puede apreciar porque en ésta existe muy presente lo que Gurdjief llama “sufrimiento consciente”: no evitar el dolor necesario a la vida y al crecimiento. Se trata de estar abierto de frente al dolor como de frente al placer. Se puede decir que la característica de Dionisio es el ser un dios marginal; aunque en el mundo de los dioses griegos, es un dios perseguido; es parte de su mito ser perseguido, es parte de su mito ser discutido. Sólo al final de su vida llega a ser admitido en el Olimpo; es una vida que, al principio, es de persecución y después triunfa más y más, hasta que el dionisismo se vuelve contagioso. Y pienso que esta es una característica necesaria de la terapia de la Gestalt en su forma más elevada, más evolucionada. En la psicoterapia puede ser un elemento manipulador, cualquier cosa como de “saber hacer” de acuerdo a cierto canon, de acuerdo con cierto presupuesto teórico, pero sabemos todos que el terapeuta más evolucionado, más experto, actúa principalmente con su presencia, con una transmisión de consciencia, de “estar allí” que se puede tener a través de cualquier modalidad. Más eficaz es la terapia, más está presente el elemento de contacto y contagio, contagio a través del contacto. Porque este contagio que atraviesa el contacto es principalmente un contagio de la espontaneidad, de la libertad y de la fe en la vida, lo que se puede considerar implícitamente un elemento dionisiaco. Es interesante observar que el elemento de contagio es prominente en la religión dionisiaca, en sus ritos e incluso en el mito también, como ya he dicho.


Cuando Perls escribe por primera vez, al inicio de su periodo californiano, lo hace en forma de artículo breve: “La Gestalt y el desarrollo de la potencialidad humana”. Ya en el primer párrafo, como definición dice que la Gestalt es una actitud revolucionaria. Está intrínseca en esta expresión el sentir de Perls: la intención de ir contra el malestar de su tiempo, su actividad es intrínsecamente anticonvencional. Esto es un tema delicado porque cuando la Gestalt llega a la Universidad, las empresas de estos entornos han tenido que renunciar a su actitud revolucionaria. Y con esto no renuncia solamente a una característica accidental, sino que pierde su esencia misma. Quizás no es ya más Gestalt, sino sólo su forma, su técnica, su idea pero no su espíritu. Creo que la verdadera Gestalt es el dionisismo que es parte de la Gestalt fritziana, no la Gestalt de Nueva York que ha dado un pase atrás cuando en la entrada del congreso psiconanalítico declara: “se debe saber aquello que se hace antes de hacerlo”, haciendo un discurso “muy responsable”. El espíritu dionisiaco requiere de andar más allá de los límites, romper la forma. Se podría decir mucho del aspecto dionisiaco de la Gestalt; muy brevemente quiero recordar el símbolo dionisiaco de la máscara estrechamente conjunta con la institución dionisiaca del teatro. La tragedia griega viene representada por la fiesta de Dionisio, es una forma de culto. Debemos recordar que los griegos eran muy piadosos, aunque a nosotros el espíritu griego no nos resulte muy religioso. Los griegos mataron a Sócrates porque no era suficientemente piadoso. Lejos de constituir una simple tensión interna, el teatro trágico es la reproducción del mito de Dionisio a través de los diferentes héroes. Todos los héroes eran victimizados, todos los héroes morían, nosotros nos conmovemos ante esta grandeza maltratada; a través de esta compasión la incorporamos en nuestra vida. Hacemos un ágape, la comemos como Dionisio que al final fue devorado. Dionisio es el dios de la muerte y el renacimiento; y aún está lejos de ser Gestalt, naturalmente. Sólo que Fritz Perls no sabía hablar mucho de esto excepto en una frase que a menudo repite: “morir y renacer, no es fácil”, no ha podido decirlo mejor. Esto lo dijo después de un encuentro en el cual yo le mostraba la obra de un


gran poeta de mi país que escribía en alemán, aunque había nacido en Chile: Totila Albert. El había experimentado una muerte psíquica y un renacimiento espiritual y toda su poesía era la expresión de este proceso. Fritz se conmovió profundamente y me dijo: “yo morí durante la I Guerra Mundial, en la trinchera, pero no he renacido todavía”. El conocía este proceso, porque podía enseñar a no tener miedo de la muerte, a dejarse morir y experimentar que esto forma parte de la vida. Me parece que esto de dejarse morir no es un tema diferente de lo que se considera la esencia misma del dionisismo: la embriaguez. No se trata simplemente de irresponsabilidad o de pérdida del control, no solamente de dejar vía libre a los impulsos, el aspecto más profundo es el fenómeno de la muerte mística: dejar disolver el ego mismo, más allá del pensamiento, o el concepto de sí mismo. En Italia han publicando recientemente un libro de Zola su Dionisio. Me lo han regalado ayer y yo estaba muy interesado en saber lo que estaba escrito; pero sólo el primer capítulo está dedicado a la figura de Dionisio, el resto es sobre la droga; y esto me parece muy significativo. También se decía que Dionisio era el dios del vino por lo menos en Eleusis. Dado que el grano era sagrado para Deméter, se piensa que podía ser un parásito del grano: el cornezuelo del centeno. No sé si se conoce el nombre de Gordon Wasson, fue un banquero americano importante, un funcionario de la Chase Mahattan Bank que se interesó en los hongos. Yo lo he conocido y le he preguntado como ha hecho para descubrir los hongos alucinógenos mesiánicos. Estaba con su mujer y me respondió: “Mi mujer es rusa; y existe una diferencia entre nosotros, entre los rusos y los anglosajones. Los rusos son micofílico y los anglosajones somos micofóbicos. Los rusos tienen una atracción por los hongos. Cuando voy al bosque con mi mujer, ella conoce todos los nombres de los hongos que ve y yo como anglosajón lo veo como un veneno, como algo sucio, como una cosa que es parte de la tierra, del fango”. Con el tiempo Wasson empezó a utilizar estas palabras, micofílico y micofóbico, refiriéndose indirectamente a la actitud frente a los alucinógenos. Hay personas demasiado controladoras para acoger la invitación a la experiencia dionisiaca del derretirse, de la disolución de la


conciencia. Otras personas sienten un gran deseo de conocer cualquier cosa más allá de la conciencia ordinaria. En la Gestalt de Fritz está implícito un espíritu micofílico, un espíritu psicodélico. No se sabe públicamente, pero Fritz estaba muy interesado en el mundo psicodélico, y creo que esto tuvo una gran influencia en la evolución de la Gestalt. Cuando el atravesó la gran crisis de su vida, cuando contemplaba la posibilidad de retirarse de la psicoterapia (después del periodo de Nueva York), se fue a Israel y tuvo una experiencia prolongada con LSD, facilitada por un médico local. Después de meses de trayectoria con el LSD se ha liberado de muchas cosas del pasado y salió como una persona que se ha “encontrado consigo misma”, cosa que no había ocurrido en el periodo precedente. El verdaderamente creyó ser pintor, y dejar la terapia; pero cuando volvió a la psicoterapia lo hizo con otra fuerza, con otra inspiración, con otro espíritu que ha caracterizado la “nueva” Gestalt: nadar con las olas, no evitar aquello que viene, andar en armonía con la regulación organísmica de la cual habló primero. Se puede decir que un paradigma de la Gestalt es no temer a la locura; es una experiencia repetidamente confirmada que entrar en la locura es el modo mejor para sanarla; que el acto más profundamente terapéutico es algo así como un exorcismo en el cual se deja salir la parte loca; que la persona en si puede limpiar del fondo de la verdad inherente, lo que aparentemente siembra la locura. Algunas veces esto sirve para quitar lo que no se trata propiamente de locura, pero si de un prejuicio, de una imagen de sí mismo que no permite dejar entrar la agresividad, la sensualidad, no permite entrar la sombra. Dionisio es el dios de la sombra, un dios que desciende a los Hados para salvar a su madre, la coge, como Orfeo, pero Dionisio puede hacerlo mientras que Orfeo no puede con Eurípides. Dionisio tiene una gran familiaridad con el dios de los Hados, el dios de la sombra, salva a Sémele. En algún mito no es sólo hijo de Sémele, también de Perséfone; un dios con dos madres es una cosa extraña. Es un dios infernal, el dios de los Hados, el dios de la sombra, y esto es también el gran poder de la Gestalt: integrar el aspecto refutado.


Aunque en toda la psicoterapia se tiende a integrar la sombra, la Gestalt tiene más familiaridad con el mundo demoniaco, tiene menos miedo del mundo “infernal”, más fe en la animalidad que la cultura ha satanizado, y esto lleva a una más amplia integración. Creo haber hablado suficientemente del espíritu dionisiaco de la Gestalt y esto bastaría para sentir que su aporte al mundo moderno promete realizar la predicción nietzscheriana que habíamos necesitado del dionisismo para andar sobre los límites de la cultura cristiana; esta predicción se está realizando. Ahora está entrando verdaderamente en el mundo un espíritu dionisiaco y la Gestalt es una gran fuerza en esta contingencia, es una gran fuerza por su poder liberador en el mundo. Y aquí puedo terminar mi discurso sobre la espiritualidad de la Gestalt, pero sería sólo hablar de la meta de la espiritualidad de la Gestalt. Desde hace muchos años vengo repitiendo que la Gestatl tiene por meta la autorregulación organísmica o la fe organísmica, espontaneidad o conservación precisa del “aquí y ahora”. La Gestalt tiene como meta la embriaguez y la lucidez; pero esta lucidez está más acorde con el espíritu apolíneo que con el espíritu dionisiaco. Fue el mismo Nietzsche quien llamó la atención sobre el contraste entre esta dualidad de los griegos. El dios de la embriaguez y el dios de la sobriedad, el dios del exceso y el dios de la moderación, el dios del abandonarse y el dios del control. Antes de destacar la importancia de este aspecto de la Gestalt, deseo hablar un poco de Apolo. El mito dice que cuando tenía solo cuatro años de vida pidió sus flechas, le pidió a Éfeso que las fabricara. ¿Por qué las flechas? Se piensa que la palabra Apolo significa destructor. La flecha apoya esta interpretación: es un guerrero, un cazador. La flecha indica, sin embargo, dar en el punto, una gran precisión, evocando la capacidad del ojo y de la mano, una capacidad como aquella del águila que obtiene una presa firme y un ojo que todo lo ve. Los griegos equiparaban a Dionisio con Osiris y Apolo con Horus. Osiris, el gran rey de la civilización de Egipto, fue traicionado, muerto, e hizo un gran viaje a la muerte, y después de muerto, renació con su mujer y hermana Isis. De ellos nación el nuevo


Osiris. Osiris renació en Horus, con un poder superior. Horus es representado como un halcón; y podríamos darnos cuenta de su potencia que refleja el hecho de que como el sol, con su gran capacidad de dar vida y quemarnos también a todos, tiene un solo ojo. Se puede decir ahora que en la religión mistérica de los griegos Apolo era considerado como la madurez de Dionisio. Y se puede decir también que en el desarrollo espiritual es una fase romántica – una fase de locura que es como una luna de miel‐ y después de la embriaguez, viene una fase sobria, no tan dramática de relativa invisibilidad. También en el Chamanismo podemos distinguir estas dos fases en el desarrollo individual de la persona. Por ejemplo en el Kalahari, en una tribu africana muy primitiva, gran parte de la población se convierte en chamán a través del despertar del fuego interior. Cuando los jóvenes entran en esta experiencia no solo se centran en las manos sino que también se emocionan y empiezan a sanar, a veces, en las ceremonias caminan sobre las brasas y atraen mucho la atención sobre ellos. En su lugar los chamanes viejos, que tienen mucha experiencia, no se les ve entrar en trance, no exhiben esa facultad. No se trata sólo por tanto de una polaridad entre Dionisio y Apolo, sino también de la continuidad de la misma fuerza que se transforma. Me han preguntado muchas veces porque el águila mejicana tiene en su boca una serpiente. ¿Porqué la superioridad del águila sobre la serpiente que es un animal tan sagrado? También en la representación india y tibetana de Garuda éste tiene una serpiente en su boca. Pero el águila, el halcón, el buitre no son muy distintos a la serpiente: son la representación del poder de la serpiente habiendo llegado a su madurez. Hay en este animal una referencia implícita al desarrollo de la energía interior que los hindúes llaman Kundalini, que al inicio es vertical y serpentina, pero después sigue un desarrollo lateral que se representa por las alas. Lo apolíneo, por lo tanto, no debe ser entendido sólo como moderación de la persona que no ha tenido todavía una experiencia espiritual. El control no es sólo un aspecto que precede


al momento de la liberación. Existe una forma de control superior, un poco como cuando aparece el Espíritu y la voz interior se silencia. Es como decir que durante el desarrollo de la persona aparece una función psíquica más evolucionada que va colocada en una posición jerárquica superior. Apolo es un conquistador y, por esto, deben existir las flechas para destruir la serpiente pitón que nació de Era, la perseguidora de Dionisio, y también de la madre de Apolo (porque, celosa, no quiere que Zeus tenga hijos con ninguna mujer de este mundo). Apolo es el prototipo de héroe que triunfa sobre el dragón. La figura de la pitón es una figura compleja: es monstruosa, y Apolo es el vencedor del monstruo casi como el psicoterapeuta ayuda a la persona a transformarse en el vencedor del ego, el vencedor de la neurosis, el que mata, destruye la psicopatología. En este sentido el buen terapeuta es un destructor, un confrontador, un cirujano que extirpa la parte que no es “verdadera” en la persona. Así el terapeuta es mitad dionisiaco, porque ayuda a la expresión de la liberación, y mitad apolíneo, porque asesina (primeramente en sí mismo, a través de la autoconsciencia) la parte egóica, la parte que debe ser asesinada para permitir esta liberación. La pitón es una figura legada desde el matriarcado al patriarcado, una figura en la cual se confunde la feminidad y monstruosidad; como la figura de Eva ligada al pecado original en cuanto inicio de la cultura patriarcal. Es como si se confundiesen los instintos con los disturbios pasionales, pero no se llega de ninguna parte si se mata lo instintivo. Por este motivo en el mito se dice que el héroe debe bañarse en la sangre de dragón o que se “dragonifica” de alguna manera, o que debe aprovecharse de un tesoro que está en posesión del dragón: el tesoro de los instintos, los instintos esenciales, que primero se transforman en disturbios pasionales, en deseos neuróticos. Fue un paréntesis mitológico un poco largo, pero quiero también contar que la Gestalt no sólo actúa con todas las otras psicoterapias en el objetivo de ser una ayuda para la autoconsciencia al servicio de la prescripción apolínea “conócete a ti mismo”, sino que va más allá. No se trata sólo del conocimiento del pasado, o también del presente, sino sobre todo de adquirir un estado de vigilancia, un


estado de presencia en el presente que es nuevo en la historia de la terapia. Inicialmente la psicoterapia estaba interesada sólo en comprender lo que había ocurrido en el pasado. En la Gestalt se convierte en importante se consciente del “aquí y ahora” del cuerpo, de las emociones, del pensamiento, no porque esto de ser consciente lleve a “comprender cualquier cosa”, sino porque la consciencia misma debe ser restablecida, es parte de aquello que somos y una parte a la cual es dado estar como centro de nuestro ser. Pero esta adormecida. Esta consciencia del “aquí y ahora” tiene una característica muy particular que Fritz Perls describe a través de la idea del punto cero. Para Fritz trabajar con la polaridad no es solamente estar en el “aquí y ahora”, tomar consciencia de lo que está sucediendo, para tener este centro, este punto cero, esta neutralidad. Esta neutralidad es la esencia de lo apolíneo, más allá de la fuerza pasional. La idea, la inspiración de este punto cero, que una vez Perls describía como “nada” o como “vacío”, es la base de todo el discurso comparativo entre la Gestalt y el budismo. Apolo es budista, Apolo tiene la neutralidad, la lucidez del budismo. Este interés, esta familiaridad de Perls con la neutralidad, con el vacío, es el resultado de la influencia de aquello que Fritz declaró ser la única verdad maestra que había habido en su vida. Ni Goldstein con la Gestalt, ni Freud con el psicoanálisis, ni la gente del mundo psicoterapéutico, ni Reich; la única gente que le quitó su arrogancia crónica, la única gente por la cual tenía veneración viene de uno cuyo nombre es casi desconocido hoy: Salomón Friedlander, un filósofo alemán, cuya obra más importante se llama “La indiferencia creativa”. Friedlander escribió cerca de 80 obras, firmaba con dos nombres, Friedlander como filósofo y Mynona (anónimo al revés) como literato. Su creación literaria pertenecía a una generación que él llamaba “grotesken”. Un sentido de la caricatura que asociaba mucho al talento de Perls de ver lo patológico y lo ridículo en el otro. A veces he dicho que la teoría de la Gestalt se puede resumir en una frase de Perls sacada de una conversación con nuestro amigo Levitsky en California: “yo tengo ojos y no tengo miedo”, esto es lo que considero el verdadero secreto de la Gestalt. Fritz se


basaba en su facultad de ver –de ver la aberración; es, como Apolo, que tiraba sus flechas sobre lo grotesco del otro. Confrontaba, en cierto sentido, lo requerido por el otro para dejar caer la máscara dejando aparecer la verdadera persona, sin hacer juegos inútiles. Friedlander escribe sobre la indiferencia creativa y dice que no es carencia de estímulo sino que está más allá de todos nuestros impulsos conflictivos, en nuestra interioridad. Cuando se está centrado sobre el “punto cero” todo se pone en colaboración, también la polaridad principal: el bien y el mal, el dios y el demonio. Friedlander se concibe como el creador del mundo (una posición como aquella de Kant que concibe un yo más allá del tiempo y del espacio) y, en uno de sus aforismos, dice que él sabe, que él es el creador del mundo, y es “ateo”. Porque aquello que llamamos dios es un aspecto de una polaridad dios/demonio. De acuerdo con esta visión de Friedlander, lo apolíneo no es lo opuesto a lo dionisiaco, al mundo de los impulsos, sino que es un principio equilibrador que pone en armonía al caos. Hablando de autorregulación organísmica, se puede decir que el secreto de la autorregulación organísmica, más allá de la fe en el organismo, más allá de dar libertad a la expresión del organismo, es esta posibilidad de neutralidad. Existe toda la posibilidad de polaridad interna, de Ying y Yang; toda la psicoterapia es un continuo trabajar sobre la diversa polaridad, más el secreto es el tercer principio que no es activo ni pasivo, sino un espacio neutro, el campo en el cual la interacción sucede. Por decirlo en el lenguaje de Gurdjieff: el secreto no es ni la fuerza afirmativa, ni la fuerza pasiva/negativa, sino el principio de conciliación. El principio de conciliación es el punto cero. Con la práctica del estar, en el vacío se pone en acción el sentido organísmico. Se puede decir que esto equivale a una teoría de la psicopatología y también a una teoría de la perfección. Lo patológico es un bloque de la autorregulación organísmica, y una disfunción organísmica y, al mismo tiempo, una pérdida de la lucidez, es perder la posición de separación.


Algunas veces es difícil comprender esto en la Gestalt de la importancia de la separación/desprendimiento. Se piensa de Perls como dionisiaco, en un lujurioso, y un partidario del animal interior, por lo tanto siempre de la parte de la pasión; pero no es así; era una persona que sabía muy bien como desactivar, sabía muy bien como no participar en el juego del otro y contagiar con su separación /desprendimiento implícita. Aunque esto no se decía explícitamente en “su teoría”. El hacía dos cosas complementarias, pero hablaba sólo de una, así como hablaba del “aquí y ahora”, trabajaba también mucho sobre el pasado. Siempre su discurso era sobre la libertad, pero estaba muy presente el elemento de desprendimiento: no es posible, es más, estar en el “aquí y ahora” sin desprendimiento del futuro. Es necesaria una gran separación para permanecer solamente aquí; como un neonato, como uno que no es llevado por los deseos incumplidos, del dolor del pasado y no se va al futuro para imaginar. Es en la dirección de una gran independencia, de una gran autonomía en lo que insistía Perls sobre el hecho de que crecer es pasar del soporte exterior a estar apoyado sólo en uno mismo. Esto es una gran separación, una separación del mundo, de la dependencia. El era también poco tolerante con las personas dependientes. En una ocasión trabajé con Perls y Simkin simultáneamente y Perls me ha tratado rudamente; le dije a Simkin: “tu expresión es más cálida”. Simkin me contestó: “a Fritz no le gustan los bebés, a mi si”. Caracterialmente había una negativa por la oralidad y creo que esta frustración de la oralidad, universalmente de la neurosis – este rechazo del deseo de apoyarse en el otro‐ era muy característico de su mensaje. Uno de los mejores artículos sobre la Gestalt que se ha escrito, es el de Resnik “La sopa de pollo y el veneno”. Siguiendo a Perls gran parte de la psicoterapia era como dar sopa de pollo al enfermo porque si sienta bien: “¿te sientes más apoyado porque la madre te da la sopa de pollo?” Perls se posiciona: la sopa de pollo es veneno, no hace bien, no ayuda a crecer, no ayuda a ser independiente, no ayuda al guerrero. Ahora bien, esto es una actitud apolínea, masculina, guerrera, de separación. Todo esto implica una teoría de la salud; de una parte debe haber una fe organísmica, una fe en la naturaleza, una fe en el Tao, una fe en la naturaleza en si misma que funciona bien, porque esta


función se expresa en armonía, debe estar anclado en el punto cero, estar anclado en la nada, estar anclado en la neutralidad que permite el juego armonioso, apolíneo, de la polaridad. Bien, creo haber dicho bastante; siento que si también la Gestalt fuese solamente dionisiaca seguiría siendo una fuerza grande porque habríamos necesitado de más dionisismo en este mundo en el cual el diablo tiene los cuernos y las patas de cabra, como una imitación de Dionisio. Pero también existe este equilibrio en el interior de la Gestalt, el equilibrio de estas dos formas de la espiritualidad que ha estado en oposición en toda la historia del mundo matriarcal, una espiritualidad manifestada en la sacralización de la vida y, en el mundo patriarcal, una espiritualidad orientada a la sacralización del más allá; o se sacraliza el falo o se sacraliza el ascetismo, o se sacraliza lo inmanente, en el periodo matriarcal, o se sacraliza lo transcendente, en el periodo patriarcal. En el espíritu gestáltico se puede tener estos dos aspectos entrelazados como parte de un conjunto; este es el secreto de todas las culturas antiguas, el secreto tántrico donde Shiva era al mismo tiempo el falo y el gran asceta, el secreto de los misterios de los griegos donde Apolo y Dionisio se dan la mano en la tumba de Dionisio en el interior del oráculo de Delfos. Aparentemente son dos formas opuestas, pero se puede comprender que el espíritu de los misterios es esta identidad profunda. Creo que esta síntesis implícita de la Gestalt es como una semilla de la gran síntesis de la cual habíamos necesitado tanto en la cultura de hoy: la síntesis de lo ascético y del “dejar hacer”, dejar andar fuera del control. En el chamanismo no era un conflicto; los chamanes eran muy ascéticos, muy libres, muy dionisiacos en su trance, pero en la historia posterior de la cultura este aspecto se convertió en irreconciliable. Creo que es importante evidenciar esto: en la Gestalt está implícita la semilla de una síntesis, yo he tratado de hacerlo más explícito, y creo haber sido muy fiel a aquello que “ya está allí”, porque todo esto es realmente el modo de cómo lo entendía Perls, que tampoco era persona de muchas palabras, aunque no era un filósofo en el sentido verbal, era un filósofo en lo implícito de la vida. Ahora que he hecho esta explicitación, siento haber ido más lejos respecto a la visión que propuse la primera vez que escribí sobre


Gestalt. Fritz me propuso escribir un libro que se publicó hace mucho tiempo, aunque veinte años después de haber sido escrito. Este libro en la edición inglesa se titula “Terapia Gestalt – actitud y practica de una experiencia ateórica”, y la primera cosa que escribí es que la Gestalt no consiste en la técnica, ni en la idea, sino en una filosofía implícita. Es la filosofía que integra armoniosamente el espíritu dionisiaco y el espíritu apolíneo. Y siento que esta es la verdadera teoría. La Gestalt ha sentido la necesidad de una teoría, pero la ha buscado en algo que no le pertenece verdaderamente; es como llenar un vacío de teoría con algo prestado, con ideas más o menos interesante, pero no siento que sean de inspiración vital. Creo que la inspiración fundamental de la Gestalt está en la coincidencia profunda entre la indiferencia creativa y la fe en el dejarse andar, la fe en la naturaleza dentro de nosotros. Ahora pienso quizás en haber respondido no sólo a la cuestión de hablar del aspecto espiritual de la Gestalt, sino también de la idea inicial de responder a la cuestión: qué es la Gestalt? Siento que he hablado de la dimensión espiritual implícita, y siento que ésta es la esencia de la Gestalt.



Turn static files into dynamic content formats.

Create a flipbook
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.