"Poesía para el desayuno"

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Debajo de mi cama vive un duende al que jamás he visto pero sé que existe. Entre sueños escucho sus diminutos pasos corriendo por mi cuarto. Nocturno, al fin, al salir el sol, se esconde, me teme, sospecho, como a una criatura extraña. A mí no me da miedo, por el contrario, muero por conocerlo. La mañana de ayer, muy tempranito, lo escuché decirle a su padre -Arriba de mi cama hay un monstruo horrible, cierra bien las cortinas, que se quede muy oscuro, que me da miedo la luz.

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Quiero mucho a mi perra.

Reyna, le pusieron sus primeros dueños. Zorrita, tal vez, la hubiera llamado yo, Cabeza de burro, le dice mi papá y mi mamá le grita siempre ¡Latosa! pero se llama Reyna y eso es lo que es. No sabe hacer trucos, ni uno sólo. Nada le gusta más que echarse sobre mis piernas y mirarme con sus ojillos cafés mientras le cepillo el lomo. Esté con quien esté, si yo le chiflo, viene corriendo a trotecito.

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Me gusta tomar fotos de todo lo que puedo. Capturo el humo, el cielo, el viento en el cabello de mis primas, en la ropa tendida, en el árbol de mango y en el vestido de Magda, la vecina. Tengo fotos de palomas, de las grises de la plaza, porque las blancas no se han dejado. Tengo también de nubes de formas misteriosas y también de cucarachas y mariposas. Para salir retratado levanto siempre la mano y muestro mis dedos índice y medio, abiertos en una “v” y mis dientes.

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No conozco el pasto. Mi madre dice que le gustarĂ­a tener pasto, pero no tenemos agua como para regarlo. Tenemos unos ĂĄrboles que estaban antes de que llegĂĄramos y yo los riego por las noches. Tenemos, en maceteras unas plantas con puntos a las que la abuela llama sapitos pero no me parece que se vean como anfibios. Quisiera tener pasto y recostarme en ĂŠl, rodar y sentirlo en mis manos y mis pies.

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Así como me ves, soy. ¿Ves mi sonrisa? Es la alegría que se me escapa. ¿Ves mis raspones en los codos? Ningún árbol es demasiado alto para mí. ¿Ves mis manos, cómo sudan? Algo me pasa cuando hablo con personas que no conozco bien. ¿Ves que mi piel es café? Es porque me parezco más a mi abuelo que a nadie en mi familia. ¿Ves que no paro de mover los pies? Es porque igual que mi mamá tengo canciones en mi cabeza que suenan cuando menos lo espero, como ahorita que te veo.

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Juegos I NiĂąos que suben y bajan y no me ven No sospechan ni imaginan Que estoy aquĂ­ dentro aguantando la risa en el escondite perfecto.

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Juegos II Veloz, velocĂ­simo tan rĂĄpido como un huracĂĄn me escabullo hago fintas me agacho y me resbalo como si fuera un pez que no se deja atrapar.

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Juegos III Uno, dos, tres, diez sé contar hasta el cien. Cierro los ojos y cuento Te escucharé correr tratando de adivinar en dónde es que te escondiste En la tienda, tras la puerta o arriba del enorme árbol. Te busco y te encuentro pero no lo diré, porque sé contar y quiero llegar al cien.

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Dedos I Mi dedo pulgar me mira con recelo porque ya no lo invito a mi boca Ya no me consuela cuando me siento mĂĄs triste. Lo he cambiado por mi pastel de cumpleaĂąos

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Dedos II Mi dedo favorito es, seguro, el índice porque es mi compañero, Mi ayudante de lectura, sigue conmigo las líneas y me recuerda las frases que me han gustado. Me ayuda a decir

Yo mismo lo haré, y a señalar los pájaros.

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