NUESTRO ÚLTIMO DÍA JUNTOS Verónica Jiménez
"El era un ángel noble, el era un ángel, el ser mas bueno que he conocido en mi vida. "
NUESTRO ÚLTIMO DÍA JUNTOS Las personas que nunca han amado ni experimentado un sentimiento tan profundo por esos seres maravillosos, angelitos de 4 patitas, que son los perritos, no podrán, jamás entender lo que cuento a continuación. Que difícil es comenzar a escribir cuando duele tanto el corazón; cuando se hace un nudo en la garganta; cuando falta el aire para poder respirar…. El 16 de julio del 2006 comenzó nuestra historia juntos. Ese día fue dos días después del cumpleaños 16 de mi hija Lissa Fernanda, cuando la Blanqui (Blanca René Mansilla Palomo) le regaló a Lissa a nuestro nuevo hijo; el nuevo integrante de nuestra pequeña familia… PUCCINI. Mi amado y adorado PUCCINI. French poodle blanco de tamaño pequeño. Lo fuimos a traer a la casa de la Blanqui y nos lo entregaron con una moña anaranjada. Tenía entonces dos meses con 16 días porque nació el 1 de mayo. Lo llevamos en el carro y se fue inquieto todo el camino; al llegar a la casa, tuvo su primer ataque directo contra un ronrón de papel. Le ladró, lo amenazó y finalmente destruyó. Así comenzó nuestra historia juntos….
Hoy es 16 de octubre de 2018. Son las 11:50 am. 16 días exactos de la partida para siempre de mi amado y adorado PUCCINI. Él se fue el 1 de octubre a las 11.50 am. A lo largo de esos maravillosos 12 años con dos meses y 15 días vivimos momentos maravillosos. Es la criatura y el ser más noble, bueno, leal, fiel, amoroso, inocente y alegre que he conocido en toda mi vida. Él era simplemente la alegría de la casa. Cada día que regresábamos de trabajar Puccini celebraba con tantos gritos o ladridos nuestra llegada y al abrir la puerta… que maravilloso era ver la algarabía que armaba él y contagiaba a sus dos hermanitos: Bartolomé y Benito, que junto a él hacían la fiesta de bienvenida. ¡QUE PLACER SENTIRSE TAN BIEN RECIBIDO Y TAN AMADO!!! POR ESOS SERES TAN BUENOS, NOBLES Y SINCEROS!!!!!!!! SIGO SINTIENDO ESA SENSACIÓN AÚN EN ESTE MOMENTO. Recorrer esos años en este momento es tan difícil para mí. Cada uno de esos momentos se aglomeran en mi mente y en milésimas de segundos pasan todos juntos por mi memoria… pero que difícil es ponerlos en el papel. Respiro fuerte y profundo; mis ojos se nublan nuevamente por esas corrientes de agua que insisten en bajar por mis mejillas. Necesito contar lo que viví y lo que siento, porque de lo contrario siento que me voy a ahogar con tanto sentimiento. Recuerdo que uno de mis sueños más grandes era llegar a tener una cabaña en el campo. Con Juan Manuel llevamos 5 años soñando con esa cabaña y una vida tranquila, sencilla, sin correr, sin apuros ni exigencias, Tantas veces nos hemos escrito e imaginado como serían esas largas caminatas por caminos de tierra, entre los árboles y Puccini y Bartolo con Benito corriendo delante de nosotros. Avanzan y regresan felices con nosotros porque están emocionados de correr y caminar con libertad. Todos juntos!! Si todos juntos!!.... NO. Ahora ya no seremos todos juntos como en nuestros sueños. Ahora falta PUCCINI. Falta su alegría, su algarabía, su fiesta. Ahora el sueño se desvanece; no está completo.
Juan Manuel me escribió uno de estos días lo siguiente: “No puedo dejar de imaginarme a los chiquitos corriendo por ese sendero, felices y volteando a ver como desafiándonos a seguirlos. No puedo dejar de ver a mi Chini con sus ojitos encendidos de tanta alegría y nos imagino a los dos, abrazados, caminando despacio, como queriendo detener el tiempo, aún a sabiendas que al final del camino estará nuestra cabaña soñada.” Desde el primer día que nos vimos con PUCCINI, fue amor a primera vista. Amor para siempre. Tan inquieto!. En la casa siempre era tranquilo y perezoso, pero cuando salíamos a la calle se alteraba tanto de la emoción que eso representaba para él, que le ladraba a todo lo que miraba en el camino, jalaba del cincho y no se iba callado; lloraba todo el camino. Cuando se quedaba solito en la casa porque todos salíamos a trabajar lloraba muchísimo porque no quería estar solo. Eso se acabó cuando llegó Bartolito a la casa. Bartolo fue el hermanito que él deseaba y a partir de ese momento no volvió a llorar más. Se llevaban tan bien esos dos! Se querían tanto! Bartolo simplemente adoraba a Chini. PUCCINI le enseñó todo lo que Bartolito sabe ahora.
En la casa le ladraba y corría a los helicópteros y cohetes. Los corría a gran velocidad por toda la casa como queriendo atacarlos para defender a todos los miembros de su familia. Cuando íbamos a caminar a la Avenida Simeón Cañas, él, Tolito y Benito eran tan felices, porque caminaban la avenida completamente. Puccini era el único de los tres que tomaba perfectamente agua de un pachón o botella!! Se miraba tan hermoso tomando agua!!
Me quería tanto!!! Como yo a él. Uno de esos amores que son para siempre y que no se acaban jamás… NI CON LA MUERTE. PUCCINI quería a todos los de la familia, pero por mí tenía un amor especial. Siempre que yo estaba en la casa él estaba conmigo y si me le desaparecía un momento, gritaba por toda la casa, buscándome. Fueron muchas las veces que cuando yo llegaba de trabajar jugaba escondite con ellos, sabiendo que PUCCINI se volvía loco buscándome por todos los rincones de la casa y cuando finalmente me encontraba, armaba tal festejo de alegría y me gritaba como diciéndome : “ES POR DEMÁS QUE TE ESCONDÁS Y NO ME MIRES,PORQUE YA TE ENCONTRÉ. TE ESTOY VIENDO”
Cada vez que yo trabaja en la mesa, ĂŠl encontraba la forma de meterse atrĂĄs de la silla, pegadito a mi espalda y se quedaba allĂ dormido conmigo, hasta que yo terminaba. Era tan calientito! Son tantos los recuerdos!
El 8 de septiembre de 2018 comenzó la etapa final. PUCCINI comenzó con una tos tan fuerte que me angustié pensando que tendría algo delicado como BRONQUITITS y como era domingo lo lleve con un Médico de emergencias en la zona 2 de Guatemala. Él lo vio y dijo que mientras lo miraba su doctor, él le iba a colocar algo que le ayudara. Al día siguiente, lunes 10 de octubre decidí llevarlo de inmediato con su doctor de toda la vida: El Doctor Loaiza. Como Lissa no estaba trabajando, ella y mi mamá se encargaron de llevarlo con el médico y en efecto el doctor Loaiza lo examinó y dejó un montón de medicina para que se le diera y comenzamos inmediatamente a darle los medicamentos, eso fue el lunes 10 de septiembre, pero el jueves 13, sufrió una especie de desmayo y algunos pequeños vómitos. En realidad no fue un desmayo, ni un ataque epiléptico; fue en realidad un pequeño infarto; (eso lo supimos después). Lissa se asustó tanto de verlo que no se podía levantar que llamó alterada a mi mamá, que llegó rápidamente porque ya estaba cerca de la casa y ayudó a darle masaje en su corazoncito, sin saber de qué se trataba. PUCCINI respondió poco a poco y se levantó. Lissa llamó de inmediato al doctor y éste le dijo que suspendiéramos el medicamento y que lo lleváramos mejor con el doctor Ávila en la zona 18. Al día siguiente fue viernes 14 de septiembre y como yo tuve descanso por el Día de la Independencia, aprovechamos mi mamá, Lissa y yo para llevarlo con el doctor de la zona 18. Antes de ir con él pasamos con el doctor Hurtarte, que es conocido de Juan Manuel, para que le sacara una muestra de sangre, para que Juan Manuel, pudiera hacerle los exámenes de laboratorio que fueron solicitados por el doctor. Ya con los resultados de laboratorio nos fuimos a buscar la clínica del doctor Ávila. Esperamos mucho tiempo porque la clínica estaba llena de pequeños y hermosos pacientes que llegaron antes que nosotros. Finalmente entraron a PUCCINI para sacarle unas radiografías y ultrasonidos y ya con esos resultados y los de laboratorio, nos recibió el doctor Ávila. Sigo viendo su cara. Con esa expresión que lo dice todo sin emitir una sola palabra; nos miró con preocupación y nos dijo que el caso era bastante delicado… PUCCINI tenía el corazón muy grande.
Nos explicó las consecuencias de tener el corazón más grande de lo normal y como si fuera poco, PUCCINI tenía líquido acumulado en su vientre y un poco en sus pulmones como consecuencia del gran esfuerzo que el corazón estaba haciendo para funcionar bien, porque además tenía una arritmia cardíaca peligrosa. No había daño ni en sus riñones, ni en su hígado, pero con lo del corazón ya había para preocuparse. Nosotros estábamos muy preocupadas y salimos de la clínica, después de haber comprado la medicina que se nos indicó, con una sensación extraña. Yo me sentía muy preocupada, pero creía que si le dábamos la medicina al pie de la letra y lo cuidábamos con todas las indicaciones que nos dio el doctor, él podría mejorar y mantenerse. Ese fin de semana lejos de mejorar, empeoró. Y otra vez fin de semana! y como agravante todo cerrado por el asueto del 15 de septiembre. Nuevamente el domingo 16 de septiembre salí de noche con el médico de emergencias de la zona 2 y cuando lo vio dijo: Ahora el cuadro se agravó mucho más. Tiene bastante líquido acumulado en su vientre y creo que es urgente llevarlo mañana a sacar una serie de exámenes. No le hizo nada más. El día siguiente, lunes 17 de septiembre, Lissa y mi mamá lo llevaron de nuevo a la clínica del doctor Ávila en la zona 18 y él dijo que lo tenía que ver un cardiólogo inmediatamente y lo refirió con el Doctor del periférico. Lissa y mi mamá se fueron para ese lugar. Le sacaron ultrasonidos y electrocardiograma y finalmente el doctor les explico que la situación era delicada y que habían dos opciones: dejarlo internado para monitorear si respondía bien al medicamento o llevarlo de regreso a la casa y darle la medicina indicada. Juan Manuel y yo llegamos a la clínica del doctor del Periférico y nos volvió a explicar todo el cuadro médico de PUCCINI, le drenó el agua acumulada en su estómago y dijo que eso no era lo delicado porque le iba a dejar un diurético para que no acumulara líquido y que si la medicina funcionaba, ya no iba a ser necesario y finalmente tomamos la decisión de llevarlo a la casa y darle allí la medicina.
Yo sabía conociendo a mi bebé, que si lo dejábamos solo, él se moriría solo de la angustia de saber que estaba solito en un lugar y con personas que él no conocía. Ese día cuando regresamos a la casa, comenzamos a rezar la novena a San Judas Tadeo. Yo sabía que por más delicado que fuera la situación, Dios, Jesús y San Judas Tadeo podrían hacernos un milagro. Juan Manuel y yo visitamos a San Judas Tadeo en la Iglesia de la Merced en la zona 1 para implorar un milagro. Yo le pedía de corazón que por favor rogara a Nuestro Señor Jesucristo y que hiciera uso del poder a él concedido para curar el corazón de mi PUCCINI y dejarlo junto a nosotros más tiempo. Imploré, rogé, imploré. En la casa cada día, Juan Manuel, Lissa y yo, rezamos el rosario, la novena a San Judas, con todo nuestro corazón y devoción. Al finalizar el rezo de cada día, le echaba agua bendita a mi Chini en su cabecita haciendo la señal de la cruz y en su corazoncito para que el Señor lo curara. Una semana después, el lunes 24 de septiembre Lissa y mi mamá lo llevaron de nuevo a control con el cardiólogo del Periférico y dice mi mamá que el Chini iba feliz en el carro y entro caminando con la alegría que lo caracterizaba. El doctor se quedó sorprendido! No podía creerlo!! Le dijo a Lissa que él pensó que ya no lo iba a ver y les dijo: ¿A QUÉ SANTO LE ESTÁN REZANDO? y Lissa respondió que a todos! El doctor llamo a la secretaria que también es su esposa y le dijo que mirara a Puccini, que era increíble la respuesta que estaba teniendo. Está por demás decir, lo que sentí cuando Lissa me llamó y me contó lo que había dicho el doctor. Yo dije: ES UN MILAGRO!!!! GRACIAS SEÑOR! GRACIAS JESÚS!!! GRACIAS SAN JUDITAS!!! Estábamos todos tan contentos!
YContinuamos rezando para agradecer y pedir siempre la ayuda de Dios. En el transcurso de esa semana, PUCCINI ya no se mostró tan bien. No quería comer ni pollo, ni carne roja cocida, ni atún, ni la comida especial que le compramos por indicación del doctor. Esto me preocupó bastante. Yo sentía que la medicina le estaba provocando molestias en su estomaguito y ese fin de semana, otra vez, sábado 29 y domingo 30 de septiembre no quiso comer nada, solo tomaba mucha agua, porque como estaba tomando diurético, esto le provocaba orinar y como consecuencia, que él tomara agua constantemente. El domingo en la tarde ya no quiso la medicina. La escupió y solo le di agua de plátano con una jeringa, para evitar que se pusiera peor por la pérdida de potasio. Ese día estaba de nuevo tan preocupada, que le dije a Juan Manuel que si PUCCINI no comía, se iba a morir. Tomé la decisión de no ir a trabajar al día siguiente, 1 de octubre, para poderlo llevar personalmente con el doctor Loaiza, con la esperanza de que él le diera algo para proteger su estomaguito, y que pudiera comer y tomar la medicina. Me comuniqué por mensaje con mi coordinadora, para explicarle que no iba a poder asistir al colegio al día siguiente y me dijo que no tuviera pena.
COMIENZA NUESTRO ÚLTIMO DÍA JUNTOS El lunes 1 de octubre me desperté con la preocupación de ver como estaba PUCCINI. En realidad, dormimos muy poco por la preocupación. Cuando me acerque a Chini que estaba en los pies de la cama, lo saludé con amor y él no quería levantarse, así que le dijé: Levantate Chini! Vamos arriba!! No quería hacerlo, pero finalmente se levantó. Hice la revisión para comprobar que no se habían hecho pipi adentro de la casa, como siempre la hacía y esperó el resultado de la revisión como siempre, junto al Tolito. Al final de la revisión me paré frente a ellos y les dije: “NO HACIERON NADAAA…… BRAVO NENE, BRAVO NENE!!!!” y los felicite porque no habían hecho nada. Chini pasó así su última revisión. Ese día decidí no darle la medicina porque a las 9:00 iría con el doctor Loaiza y le pensaba comentar la situación para escuchar su opinión y darle la medicina al regresar a la casa. PUCCINI comenzó a actuar tan bien! Con la alegría que siempre lo caracterizó. Lo empecé a ver recuperado. Se miraba con tanta energía! Hasta pensé: “¿Será que es la medicina la que lo está afectando tanto? El problema es que no la puede dejar de tomar, pero entonces tal vez el doctor le dé algo para proteger su estomaguito y eso pueda hacerlo sentir mejor a la hora que tome la medicina.
De plano como cuando toma la medicina se siente mal del estómago, por eso ya no la quiere tomar” El día siguió avanzando y yo me apuré a hacer la limpieza de la casa para estar lista y poderlo llevar con el doctor lo más temprano posible. Lo primero que hice fue salir a barrer la calle y PUCCINI como lo hizo siempre, me acompañó a la calle; salió a orinar los cartuchos anaranjados que están en el arriate, camino observando toda la calle y se quedó un rato esperando a que yo terminara de barrer. Luego nos entramos nuevamente a la casa para continuar con la limpieza. Lissa me ayudaba con los oficios de la casa. Fui al patio de atrás a tender la ropa que había lavado y cuando regrese al patio de la pila, observé que Chini me estaba esperando, mirando con sus ojitos bien abiertos a que yo entrara, me acerqué a él, me agaché y le tomé su carita y le dije: “TUS OJITOS YA ESTÁN GRISES MI BEBÉ, PERO NO IMPORTA MEJOR CIEGUITO PERO QUE VUESTRO CORAZONCITO FUNCIONE BIEN. AMO TANTO CHINI, AMO TANTO!” Nos entramos y continuamos apurándonos para arreglarnos. Cuando terminamos de arreglar la casa y bañarnos con Lissa, llegaron a traer a Bartolo y Benito para llevarlos al salón para hacerles su baño y corte de pelo. Llegaron los señores a traerlos y nos quedamos solas con el Chini. A las 8:45 salimos para la clínica del doctor Loaiza; llegamos a las 9:00 am y el muchacho encargado nos dijo que el doctor ese día iba a comenzar a atender a las 11:00, pero como yo no tenía cita programada y habían dos personas antes que yo, significaba que mi turno iba a ser hasta las 11.40. Entonces decidimos con Lissa por sugerencia del muchacho, regresarnos a la casa y volver a las 11:40.
Salimos de la clínica del doctor, pero Lissa había dejado estacionado el carro en el Centro Comercial de Bosques de San Nicolás que se encuentra a 100 metros de distancia. Lissa me dijo que ella iba a ir a traer el carro y regresaba por nosotros y le dije que no; que nos fuéramos caminando despacito porque estaba cerca y como Chini se miraba tan reanimado y con energía!!! . Nos cruzamos la calle despacio porque no venían carros y en el arriate central, Chini se puso a comer un poquito de grama y eso me hizo pensar que en efecto era su estomaguito el que le dolía. Lo cargue para cruzar la otra calle y me lo iba a llevar cargado pero él quería caminar y lo baje con la crítica de Lissa que eso no era conveniente para él, a lo cual respondí que si jalaba el cincho, lo cargaba. No fue necesario hacerlo porque camino despacio, sin jalar el cinturón y caminó despacio hasta el Centro Comercial que estaba a pocos metros; entramos a donde se encontraba el carro de Lissa, nos subimos y regresamos a la casa. Chini iba felíz, iba viendo por la ventana, el aire le daba en su carita y sus orejitas se levantaban. Al llegar a la colonia, a la floresta, a su barrió de toda la vida, decidimos parar cerca de donde estuvo la maquila, porque allí había bastante grama, para que él comiera. Eran las 9:30. Estuvimos allí como 15 minutos y dejamos que comiera grama. Pensamos con Lissa que ellos por instinto hacen eso cuando se sienten mal del estómago. Lissa incluso le tomó fotos. Yo estaba feliz de verlo y le dije a Lissa que primero Dios se iba a sentir mejor, que eso le podía ayudar. Al regresar a la casa entramos para esperar la hora en que nos iba a recibir el doctor. En la casa le di de comer un poquito de jamón el cual recibió con toda la gana y tomó agua. Yo estaba tan feliz y le dije a Lissa: “MIRÁ, ESTÁ COMIENDO” y Chini se miraba tan recuperado!!!
A las 11:20 salimos nuevamente para la clínica del doctor Loaiza. Salió Chini por última vez de la que fue su casa por toda una vida. Salió por última vez de la casa donde vivió con su familia que lo amó con todo el corazón. Se fue feliz en el carro. Nuevamente paradito en la ventana viendo hacia la calle. Yo lo iba sosteniendo, abrazando. Le ladró a unos perritos que encontró en el camino, por momento lo entré y se sentó a la par mía; iba platicando, haciendo los sonidos que le gustaba hacer cuando intentaba decir algo. Incluso le dije: “Usted no hable, dejé de hablar” y continuó con su jerigonza. Varias veces le tomé su cabecita, lo bese y le dije: “QUE TICO OLE NENE, QUE TICO OLE” lo acababa de bañar el sábado recién pasado y olía rico. En realidad Chini nunca olió mal. Y también le dije varias veces: AMO TANTO CHINI, AMO TANTO NENE!! Y me miraba fijamente a los ojos enseñando sus dientecitos como solía hacerlo; daba la impresión que se reía conmigo. Me sentí tan feliz y dichosa de ir con él como lo hicimos tantas veces y sentía la esperanza de que todo iba a ir bien…. Llegamos a la clínica del doctor Loaiza a las 11:35 y entramos, baje a Chini despacio y cargado del carro, no porque no pudiera caminar sino porque no debía saltar. Entro feliz a la clínica, con los ojitos vivarachos y nos sentamos para esperar que nos llamaran. Había una persona más con su perrito. Lissa no entró conmigo porque se quedó estacionando el carro. Al ratito de haber entrado me dijeron que pasara adelante, me sentí un poco mal porque había otra persona, pero pasé. Chini iba caminando con su cincho tranquilo y cuando entramos uno de los ayudantes del doctor me dijo que si subía él a PUCCINI y le dije que no, que yo lo iba a subir.
Lo cargué porque eran bastantes gradas hasta el segundo piso y como lo llevaba cargado en mis brazos le iba diciendo: AMO TANTO CHINI!!. AMO TANTO MI CHINI!!! Al llegar al segundo piso lo bajé y entró caminando a la oficina del doctor. El ayudante del doctor lo cargó y lo puso encima de la camilla y lo tenía sostenido. Mientras tanto yo saludé al doctor y le comencé a platicar resumidamente de Puccini en esas dos semanas y del motivo por el cual estaba con él ese día, le explique que, Puccini no quería comer y en ese momento observé que en la camilla, Puccini se comenzó a inclinar hacía el lado derecho, pensé que el ayudante del doctor lo estaba poniendo en esa posición, en eso el doctor le dijo al muchacho: ¿Qué está pasando? Y él le respondió: No sé. En ese momento el doctor corrió hacia la camilla y yo me levanté rápidamente; el doctor se colocó el estetoscopio en los oídos y dijo: Creo que es un síncope cardíaco; colocó el estetoscopio en el corazón de Puccini; levantó la vista y me dijo: PUCCINI SE ACABA DE IR. No sé lo que sentí en esos segundos y cuando él dijo eso, comencé a llorar y a hablarle a mi bebé; MI CHINI ADORADO, MI CORAZÓN…. me salí de la oficina y a la primera que llamé fue a Lissa para decirle lo que había pasado. Lissa estaba abajo en el carro, porque cuando ella entró a la clínica no me vio y decidió esperar. Cuando le dije llorando lo que había pasado, entró corriendo y en cuestión de segundos estaba arriba conmigo. Entró conmigo de nuevo a la oficina del doctor donde él le ponía oxígeno, le inyectó el corazón y le hacía masaje en su corazoncito para intentar revivirlo. Esto más para satisfacción mía de que estaban haciendo algo, que porque pudieran realmente revivirlo. Me salí de nuevo y llamé Pablo para decirle que Chini se había muerto, que se había ido. Luego colgué y llamé a Juan Manuel, quien al escuchar la dolorosa noticia dio un grito en el teléfono y comenzó a llorar. Luego llamé a Diego y me dijo que Pablo ya le había dicho y que estaba ya cerca de la clínica del doctor. Luego llamé a mi mamá y ella me respondió llorando que ya sabía la noticia y en ese momento, salio Lissa de la oficina para decirme que Chini se había ido y que ya no había nada que hacer. Que el doctor le dijo que lo estaban intentando por mí, pero que en realidad ya no se podía hacer nada Y QUE ME LO DIJERA.
Entramos Lissa y yo de nuevo a la oficina donde estaba mi Chini acostado de lado sobre la camilla. El doctor nos dijo que hiciéramos una oración y él mismo se persignó y dijo: Gracias señor por habernos permitido gozar de Puccini durante estos 12 años, te doy gracias por haberme permitido tenerlo como paciente, te damos gracias por su vida y la felicidad que le dio a esta familia que lo quiso tanto y se preocupó siempre por él. Recíbelo en tu gloria amén. Yo no dejaba de llorar. Lissa tenía sus ojos hinchados y rojos aunque no lloraba abiertamente como yo. Se tragaba su dolor. El doctor nos dijo: Las voy a dejar un momento con él para que se despidan y luego me dicen que van a hacer. Yo aquí tengo un congelador donde ponerlo y tenemos un lugar a donde los llevamos o bien aquí les entregó este folleto de un lugar, Cementerio los Rosales, donde se le puede enterrar en Antigua o San Lucas, creo, o bien cremar y ellos les entregan las cenizas. Era tan grande el dolor que estaba sintiendo en ese momento, que entre llanto le dije al doctor que la tercera opción iba a tomar porque Puccini debía estar en su casa. No podía creer que eso estuviera pasando y que yo estuviera diciendo esas cosas. Nos quedamos con Lissa unos minutos al lado de mi amado PUCCINI y lloré sobre él, lo toqué, le dije que él era mi corazón divino, mi bebé, mi Puccini adorado. Le dije una vez más lo mucho que lo amaba. Lissa no hablaba, solo sus ojos estaban hinchados y no decía nada. El doctor nos dijo que lo iban a preparar para colocarlo en un congelador mientras nosotros arreglábamos que lo fueran a traer. Salimos de la oficina dejando allí para siempre el cuerpo de mi querido y amado PUCCINI. Bajamos a la sala de espera y en realidad fue Lissa la que se encargó de hablar con las personas de la funeraria y con Ilonka, para averiguar el lugar donde ella había cremado a la Taffy un año antes. Decidimos que Cementerio Los Rosales era el mejor lugar para hacerlo y además estaba más cerca de la casa, sobre la Calzada San Juan.
Nos quedamos con Lissa esperando en la sala de espera mientras yo lloraba sin consuelo y ella se encargaba, a pesar de su dolor, de los arreglos de último momento. En cuestión de unos pocos minutos vimos entrar a Diego afectado por la noticia y preguntando por Puccini para verlo. Los muchachos de la clínica dijeron que ya no lo podía ver porque ya lo habían preparado. Así que esperamos a que Juan Manuel llegara con mi mamá a la clínica. Juan Manuel se salió de la clínica y pasó trayendo a mi mamá, para llegar rápido a despedirse de Puccini antes de que se lo llevaran los señores de la funeraria. Los señores de la funeraria llegaron en 25 minutos porque estaban cerca y les pedí que esperáramos unos minutos porque mi esposo y mi mamá estaban llegando y efectivamente 5 minutos después entraron llorando y preguntando si podían ver al Chini. Los muchachos de la clínica lo sacaron y lo pusieron en una oficinita que se encuentra a la par de la sala de espera y Juan Manuel con mi mamá y Diego entraron unos minutos para despedirse de Puccini. Estaba adentro de una bolsa negra de plástico. Ya no lo destaparon. Ellos simplemente lo tocaron y se despidieron de él. En ese momento los señores de la funeraria entraron a traerlo para llevárselo en el carro que esperaba afuera de la veterinaria. Nos explicaron que el proceso iba a hacerse al día siguiente y que lo entregaban el jueves. Yo pedí si podía ser en menos tiempo y me dijeron que iban a tratar de darlo en miércoles por la tarde. Se lo llevaron y nosotros nos subimos al carro para regresar a la casa. Diego y Lissa se encargaron de lo demás. Cuando regresamos a la casa, Lissa, mi mamá y yo (porque Juan Manuel tuvo que regresar a trabajar al laboratorio) se sentía todo tan solitario… tan vacío… tan triste. Lissa se fue a su cuarto y se quedó allí un gran tiempo; callada, sin decir ni una sola palabra. Solo podía observar sus ojos hinchados como aquella que trata por todos los medios de no desbordar su tristeza en un llanto incontrolable. Así pasó toda esa semana. Completa. Sin hablar, sin llorar frente a nosotros. Sola, con una inmensa tristeza evidente. Mi mamá lloraba con tanta tristeza y decía que su vejito, su contemporáneo, su cucuchito, se había ido. Para mí era imposible controlar el llanto. Mi amado Chini dejó un vacío tan grande en mi vida!
Nos quedamos con Lissa esperando en la sala de espera mientras yo lloraba sin consuelo y ella se encargaba, a pesar de su dolor, de los arreglos de último momento. En cuestión de unos pocos minutos vimos entrar a Diego afectado por la noticia y preguntando por Puccini para verlo. Los muchachos de la clínica dijeron que ya no lo podía ver porque ya lo habían preparado. Así que esperamos a que Juan Manuel llegara con mi mamá a la clínica. Juan Manuel se salió de la clínica y pasó trayendo a mi mamá, para llegar rápido a despedirse de Puccini antes de que se lo llevaran los señores de la funeraria. Los señores de la funeraria llegaron en 25 minutos porque estaban cerca y les pedí que esperáramos unos minutos porque mi esposo y mi mamá estaban llegando y efectivamente 5 minutos después entraron llorando y preguntando si podían ver al Chini. Los muchachos de la clínica lo sacaron y lo pusieron en una oficinita que se encuentra a la par de la sala de espera y Juan Manuel con mi mamá y Diego entraron unos minutos para despedirse de Puccini. Estaba adentro de una bolsa negra de plástico. Ya no lo destaparon. Ellos simplemente lo tocaron y se despidieron de él. En ese momento los señores de la funeraria entraron a traerlo para llevárselo en el carro que esperaba afuera de la veterinaria. Nos explicaron que el proceso iba a hacerse al día siguiente y que lo entregaban el jueves. Yo pedí si podía ser en menos tiempo y me dijeron que iban a tratar de darlo en miércoles por la tarde. Se lo llevaron y nosotros nos subimos al carro para regresar a la casa. Diego y Lissa se encargaron de lo demás. Cuando regresamos a la casa, Lissa, mi mamá y yo (porque Juan Manuel tuvo que regresar a trabajar al laboratorio) se sentía todo tan solitario… tan vacío… tan triste. Lissa se fue a su cuarto y se quedó allí un gran tiempo; callada, sin decir ni una sola palabra. Solo podía observar sus ojos hinchados como aquella que trata por todos los medios de no desbordar su tristeza en un llanto incontrolable. Así pasó toda esa semana. Completa. Sin hablar, sin llorar frente a nosotros. Sola, con una inmensa tristeza evidente. Mi mamá lloraba con tanta tristeza y decía que su vejito, su contemporáneo, su cucuchito, se había ido. Para mí era imposible controlar el llanto. Mi amado Chini dejó un vacío tan grande en mi vida!
Puccini, mi hijo, mi amor, mi chiquito, mi papa, mi bebé consentido, mi nene… decime peludito amoroso ¿Qué canción te debo cantar, que tonada te silbo en la noche, a qué hora te voy a acostar? Adiós mi más grande amor, adiós mi amigo de siempre… adiós mi ángel de cuatro patas… Siempre te adoraremos, siempre tendrás nuestro corazón, tan grande como fue el tuyo y que tanto nos amó. Esos tres días sin él en la casa fueron tan desolados y tristes. Yo me despertaba a cada momento sintiendo la ausencia de mi bebé y pensar que su cuerpo estaba solo, en un lugar lejos de casa, me mortificaba más. Miércoles 3 de octubre... A Diego le tocó la parte más difícil. Los señores de la funeraria LOS ROSALES, se comunicaron con él para indicarle el momento en que se llevaría a cabo la cremación y a pesar del dolor que tenía, vio las fotos que le estuvieron enviando desde que comenzó el proceso hasta que finalizó. En el momento que comenzó todo me escribió: “Mama ya comenzó todo. Sí es nuestro bebé. Iba limpio, blanco, bello como él era” En ese momento en mi clase en el Colegio Internacional de Guatemala, en período libre, me puse a llorar sin poder controlarlo y a rezar. Le puse mensaje a toda mi familia en el Whatsapp, de que en ese momento se estaba iniciando la cremación y todos hicimos a la distancia una misma oración.
No puedo ni escribir como me sentía en ese momento… devastada. Estuve tantos días rezando, orando en todo momento, en todo lugar donde me encontraba. Tuve fe y esperanza hasta el último instante de la vida de mi amado PUCCINI. Aunque los médicos dijeron que el caso era difícil yo decía para mis adentros: Pero Dios es poderoso y él puede hacer el milagro. Si le pedimos con todo el corazón y con fe, yo creo ciegamente que el milagro ocurrirá. Acaso Jesús no dijo; PIDAN Y SE LES DARÁ. SI TAN SOLO TUVIERAN UN POQUITO DE FE COMO UN GRANO DE MOSTAZA, PODRÍAN DECIRLE A ESA MONTAÑA, QUITATE DE ALLI Y PÁSATE PARA ACÁ Y LO HARÍA. Y yo repetía una y otra vez: SEÑOR NO SOY DIGNA DE QUE ENTRES EN MI CASA PERO UNA PALABRA TUYA BASTARÁ PARA SANARLO… Se fue en el DÍA DEL NIÑO porque él, fue siempre un niño. El doctor Loaiza me dijo una vez: “Tiene tanta energía, es que él todavía no se ha creído la edad que tiene. El cree que es un niño y se sigue sintiendo niño. Eso de alguna manera es una ventaja porque tiene tanta energía y alegría que le da vida y fuerza”. SI! Así era mi Puccini; un niño; un niño para siempre. Cuando corría, cuando uno lo llamaba, se ponía tan feliz que enseñaba sus dientecitos parejos como si se estuviera riendo. Se fue en el DÍA DEL NIÑO porque era el mejor día para irse y para haber compartido conmigo SU ÚLTIMO DÍA. FUE EL DÍA MÁS FELIZ Y TRISTE DE MI VIDA. El jueves en la mañana, Diego lo fue a traer y a la 9:54 me escribió: “ya tengo al bebé” y lo trajo de vuelta a la casa, a SU CASA y de alguna manera eso me hizo sentir que aún estaba con nosotros. Cada día que regreso a la casa siento más su ausencia. Llegar y encontrar ese silencio eterno es tan doloroso! Él era la alegría y el festejo de bienvenida. Ahora todo es silencio. Mi mamá y Lissa hacen que Bartolito y Benito hagan mucha bulla para recibirnos, para que no cambien lo que hacían con Chini y tal vez para que no nos duela tanto el corazón.
PUCCINI siempre estaba conmigo. Desde que yo llegaba a la casa no se apartaba de mí; donde yo estaba, allí estaba él. Ahora su presencia física ya no está, solo me queda su recuerdo. Escribir esta historia es una forma de desahogo y una forma de contar lo maravilloso de mi vida con PUCCINI que fue definitivamente un ángel que Dios envió a este mundo y nuestra familia en particular para darnos la felicidad que nos dio y la lección de vida. Es el ser más noble, leal, fiel e inocente que jamás conocí. Somos una familia pequeña y yo en particular no tengo una vida social amplia porque no es eso lo que me gusta en la vida. Simplemente soy feliz con las personas que tengo a mi alrededor; con mi familia. Trabajo y me relaciono con educación y afecto con todas las personas y también soy muy feliz haciendo lo que hago; pero cuando pienso en relaciones estrechas e íntimas, éstas son muy escasas. Por ese motivo PUCCINI fue parte importante de mi muy reducido mundo de alegría. Con estos seres maravillosos no hay pena de malos entendidos, o malas caras, o de ofensas. Si no tenemos ganas de hablar no hablamos, simplemente permanecemos juntos, uno al lado del otro en completo silencio, placer y complicidad. Eso era Puccini para mí, MI MEJOR AMIGO. El que estaba conmigo en todo momento, dormíamos juntos, él a mis pies o a la par mía. Si alguien me regañaba o hacía el intento de hacerme algo, él inmediatamente amenazaba con atacar. Me daba besos y me ponía su patita linda y peludita encima de mi brazo. QUE ENORME VACÍO DEJA EL CHINI EN MI CORAZÓN!!! MI COOCHO! He tenido que detenerme tantas veces mientras escribo… ÉL siempre va a estar en mi corazón y mi mente. Cada día de mi vida lo llevo en mi corazón y le sigo diciendo todos los días: AMO TANTO CHINI!! AMO TANTO!!
Ahora sus cenizas están depositadas en una preciosa cajita de madera, que tiene encima la escultura de su patita y un frasquito con un poco del mechón de su pelo. Se encuentra en la librera de madera con ventanas de vidrio, colocada en la salita familiar cerca de los dormitorios y que por muchos años fuera el lugar para dormir de mi amado Puccini, que lo hacía encima del sillón. Está allí; en su casa, en su salita, en el lugar donde le gustaba dormir hasta antes de que llegara Bartolito. Una cajita con sus cenizas cuidadosamente conservada con amor. La otra noche que Diego llegó de estudiar, porque se está preparando para su examen privado de la universidad, lo escuché que después de darnos buenas noches a Juan Manuel y a mí, camino hacia su cuarto y le escuché cuando desde su puerta y mirando para la librera dijo: NOCHES LALA, que era la forma en que se refería a Puccini cuando le decía que era la Ponja, por lo peludo y hermoso. Él siempre estará con nosotros, porque es un amor para siempre. Mi mejor amigo… mi amigo para siempre…mi amado Chini. Cada día lo veo y lo sigo amando como siempre. Desde el día que PUCCINI se fue, no volvimos a escuchar radio. Todos los días a las 4:00 am escuchábamos un programa de marimba en Radio Sonora, mientras hacíamos el desayuno, lonchera y arreglos para ir al trabajo; pero desde el día en que el Chini se fue, no hemos vuelto a escuchar música. Me doy cuenta ahora de eso. Creo que porque no hemos tenido ganas de escuchar nada. Porque mi corazón tal vez aún no está preparado para sentir la alegría que provoca en mí y mi familia la hermosa música de mi pueblo, que tanto llena nuestros corazones. Esos días solo quería silencio y paz. Creo que después de unas semanas, hemos en algún momento intentado ver noticias en la televisión, solo para divagar la mente, pero… gran error; las noticias son más tragedias y dramas!...
Escribo en este momento en la soledad de mi clase, en el Colegio Internacional de Guatemala, donde también mi tiempo se está terminando. Es otro círculo que falta poco ya para cerrar. Y recuerdo en este momento, que cuando comencé a trabajar acá, mi Chini era un bebé. Hace 12 años el bus del colegio entraba a la colonia donde yo vivo para recoger a un alumno y Juan Manuel me iba a dejar al bus a pocas casas de la mía, en compañía del Chini y cuando él miraba que yo me subía al bus y él se quedaba, comenzaba a llorar y Juan se lo llevaba de regreso para la casa. No puedo negar que me sentía triste de verlo llorar, pero feliz de saber que lo hacía por mí; me sentía tan importante!! Pues bien ahora que Chini se fue, veo que también mi tiempo de trabajar en el colegio se está terminando. Si no me despiden este año, tengo planeado trabajar solo un año más. Solo el 2019, para juntar unos centavitos que nos pueden servir para tener guardado por cualquier emergencia o bien para poner, tal vez, la panadería que hemos planeado. El profesor Luis Morales me dijo hace pocos días, que en la vida, todos son círculos que comienzan y terminan. Así es. Siento que ya es tiempo de irme. Me gustaría ya no trabajar. Estar en la casa sin prisas; haciendo de ama de casa y preparando comida rica para mi familia. Esperando el regreso de los que amo. Compartiendo más tiempo con mi mamá con la que disfruto tanto estar. La vida es aquí y ahora. Por momentos pienso que tal vez podría ponerme a la orden del Liceo Técnico Comercial, con Seño Claudia y Cristian Santos, para que si en algún momento existe la posibilidad, me puedan considerar para trabajar de nuevo con ellos. El año pasado Cristian me llamó la primera semana de diciembre para decirme que si no quería regresar a trabajar con ellos. Me dijo que yo sabía que el LITECO era mi casa y que se me quería mucho. Si; Yo también los quiero mucho a ellos y sería feliz regresando a ese lugar que tanto he amado. Sería en la zona 1, 4ª avenida y 5ta. Calle; cerca de la Iglesia de Santa Catarina, en horario de 7:00 am a 12:30 horas. En 15 minutos estaría de regreso en mi casa para almorzar con mi mamá y platicar tranquilas, sin ninguna prisa ni apuros. Tener tiempo para caminar y salir a hacer mandados juntas. Pero también he pensado que podría existir la posibilidad de trabajar solo dos o tres días a la semana. O bien no trabajar!
Eso quiero hacer! Pensé en algún momento preguntar por las posibilidades de trabajo en el Colegio Sagrado Corazón del Naranjo o en el Colegio Justiniano del Naranjo; pero sería lo mismo. Y lo que quiero es tiempo para estar en mi casa. Por si alguien de mi familia necesita de mí en algún momento. Todo esto me deja PUCCINI. El deseo de replantear mi vida, mis metas, mis sueños… sin él. Ahora solo me queda pedirle a Dios que me permita volverme a encontrar con mi Chini. Soñamos con Juan Manuel en adoptar más bebés de 4 patitas, porque nos dan tanta alegría y llenan nuestra vida de ternura, que alguien en algún momento me dijo que lo que nosotros necesitábamos eran nietos. Y no niego que sería lindo, pero aun así, seguimos insistiendo en que el sentimiento que nos proporcionan esos ángeles caninos es incomparable. Sin embargo a raíz de lo vivido en estos últimos días… le dije a mi familia que ya no quería adoptar nunca más a otros perritos, porque ya no quiero pasar nuevamente por este dolor tan grande que deja la partida y separación. MI AMADO PUCCINI…. MI CORAZÓN PELUDITO… MI CHINI. Cada mañana continúo haciendo la revisión para Bartolito, verificando que no se hizo pipi en la casa y cuando ya he caminado por todos los rincones de la sala, comedor y cocina, me paro, como siempre, frente a él, que se coloca paradito frente a mí, esperando el veredicto final, con su gato de peluche a la par, para escuchar cuando digo: NO HACIERON NADAAA…. BAVO NENE… BAVO NENE… a lo que responde con una felicidad enorme, cargando en su boca a su gatito y dando saltos de felicidad. Luego continúo caminando hacia la salita pequeña, donde se encuentra la librera de madera con ventanas de vidrio, donde ahora se encuentra mi Chini, para decirle a él: NO HACISTE NADA NENE, NO HACISTE NADA. BAVO NENE! BAVO NENE! tocando suavemente su cajita y sintiendo que sigue aquí.
"Ponja, Pon, Lala, Chini."
Una historia que cautivara tu alma Veronica Jimenez