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Sweet Sugar (EEUU, 1972)
La Polizia Accusa: il Servizio Segreto Uccide (Italia, 1975)
Aunque es recomendable no tener un paladar demasiado exigente a la hora de elegir un buen women-in-prison (WIP), esta película es un buen punto de partida para conocer los rasgos fundamentales de este subgénero bastardo. Lejos de los excesos que marcaron su ocaso, aquí nos encontramos en los años mozos del WIP, los setentas, y en las tierras que posiblemente lo vieron nacer. Se dice que el primer drama carcelario femenino de esta corriente fue Caged (1950), protagonizado por Eleanor Parker. Aquí la voluptuosa Phillys Davis (Beyond the Valley of the Dolls) es una prostituta de corazón inocente siempre dispuesta a hacer amistades nuevas. Al minuto dos del metraje, antes de los créditos, la heroína tiene la mala idea de aceptar un cigarrillo de marihuana de dos desconocidos que la invitan a su hotel, lo que desencadena su arresto, la trampa de las autoridades e inmediata sentencia. Sin posibilidad de apelación, la pobre Sugar es enviada por dos años a cortar caña de azúcar a la plantación para mujeres inadaptadas llamada “Caña Verde”. Cine de explotación de la vieja y añorada escuela americana, tiene todos los méritos de los mejores títulos del director Jack Hill (Spider Baby): el ritmo trepidante que no da respiro, la musicalización evocadora y precisa y un elenco de mujeres feroces y dispuestas a todo. Nunca los años 70 se vieron más prístinos que en estas versiones remasterizadas de grandes clásicos de la década, en su mayoría en YouTube. Dirigió Michel Levesque, responsable de Werewolves on Wheels (1971) y director de arte de algunas películas de Russ Meyer, lo cual se nota y se agradece.
La policía acusa, el servicio secreto asesina, más conocida por su título para su explotación comercial en el mundo anglosajón como Silent Action. Protagonizada por un recurrente del cine de acción italiano como es Luc Merenda, además de otras estrellas del cine popular como Mel Ferrer y Paola Tedesco. Poliziescho gentileza de nada menos el enorme director Sergio Martino, producido, como es habitual, por su hermano Luciano. Esta vez Sergio Martino se aleja un poco de su especialidad, los sugerentes Giallo, pero sin dejar de incluir ciertos elementos del mismo género en esta película de acción e intriga. Este cruce de géneros había alcanzado una de sus cimas el año anterior con La Polizia Chiede Aiuto de Massimo Dallamano. La historia está basada en un suceso real que sucedió por esos años en Italia, el golpe de Borghese, un atentado corrupto que trajo problemas varios al gobierno. Lo que podría ser una revisión de esos hechos adquiere su encanto gracias al talento de Martino, quien le da su toque al metraje, con su ritmo y su frenesí que juegan a favor de uno de los subgéneros más populares que se produjeron en el país de la bota por la década de los setenta: el poliziescho o polizioteschi (siendo esta seguna acepción la más resistida por los seguidores del estilo pues sería una forma despectiva para denominar la corriente), un tipo de cine de acción policial increíble y que marcaría gran influencia en las futuras producciones dentro del género de persecuciones callejeras (el juego del gato y el ratón pasado de vueltas). La versión en Youtube esta más que bien y no defrauda un solo minuto.
-Pablo Illanes
-Soledad Colina
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The Honeymoon Killers (EEUU, 1970) El director musical Leonard Kastle hace una pausa en su agitada carrera como compositor de óperas románticas, para dirigir un filme de bajo presupuesto, The Honeymoon Killers (Los Asesinos de la Luna de Miel, estrenada en Chile como Amantes Sanguinarios en 1972), el cual en su momento no gozó de mucha fama, pero con el tiempo se transformó en un clásico, siendo un referente de algunos directores, e incluso llevando a Truffaut a clasificarlo como una de sus películas favoritas. Martha, una obesa y malhumorada jefa de enfermería de un hospital local, por medio de un club de correspondencia, los “Lonely Hearts”, conoce al sexy y carismático Raymond Fernández, un soltero español de 34 años quien dice que se encuentra en búsqueda del amor, y que con frases bonitas trata de ganarse la confianza de Martha, hasta llegar a su casa a conocerla. Ray es un estafador de solteronas que buscan el amor por correspondencia, aprovechándose de sus pequeñas fortunas. Martha, enamorada de Ray, se entera del extraño trabajo de su amante y decide continuar con su loco amor abandonando todo para seguir con los timos, haciéndose pasar por su hermana. Después de deshacerse de su primera víctima, no sin antes vaciar su cartera, comienza su seguidilla de actos de amor y crimen, engatusando a una mujer tras otra, deshaciéndose de ellas de maneras despiadadas y siempre bajo la atenta mirada de Martha. Para esta película, Kastle se basa en la vida real de Raymond Fernández y su amante Martha Beck, quienes en la década de los ‘40 mataron más de veinte mujeres, conociéndose por la prensa de la época como “los asesinos de los corazones solitarios”. Con una fotografía en blanco y negro, Kastle no solo cuenta una interesante historia de asesinos seriales, sino que además logra traspasar un am-
biente de tensión al espectador al transmitir realismo en las imágenes, que a pesar de no mostrarnos grandes escenas llenas de sangre, permite a los protagonistas mostrar su frialdad y brutalidad con las víctimas. En ese sentido, Tony Lo Bianco, quien encarna a Ray, logra mostrar un personaje sexy y patético a la vez, quien junto a su compañera de reparto, Shirley Stoler, dan credibilidad a esta asimétrica pareja. Años después y basándose en los mismos hechos, pero sin necesariamente ser un remake de esta, Arturo Ripstein filma Profundo Carmesí (1996) logrando quizás un mejor resultado debido a que agrega mayor tensión a la relación entre los dos amantes. - Gastón Cassus
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Frontera sin Ley (Chile, 1971) Western chileno que no se arruga a la hora de revelar sus intenciones reaccionarias y colonizadas. La propuesta del director Luis Margas es la de elevar la figura de Hernán Trizano, un mercenario europeo que lideró el primer cuerpo que el Estado chileno crea para proteger a los usurpadores europeos de tierras Mapuche. Así, la película se esmera en presentar el sur de Chile del siglo XIX como una tierra peligrosa y caótica que tiene asustados a los inocentes colonizadores europeos que llegan al Cono Sur huyendo de sus propias miserias morales y económicas. El eje de la acción se centra en el grupo de bandoleros liderados por el Coyocho (Rubén Ubeira), un forajido que ha creado su propio batallón junto a marginados, ex presidiarios y los desechados de la mal llamada guerra del pacífico (Guerra del Salitre que enfrentó a los países del sur andino y que tuvo como único ganador al imperio inglés). Este grupo de marginados tiene aterrorizado a un colono francés, compadre de Trizano, el nuevo enviado del gobierno central para controlar los intereses de los europeos, quien dará todo de sí para asegurar la presencia blanca en el moreno sur de Chile. La película no es más que un panfleto reaccionario que compara a los forajidos y bandoleros del Siglo XIX con los campesinos organizados políticamente que iban recuperando y reclamando sus tierras en plena época de la Reforma Agraria, así se presenta a la figura de un violento mercenario como la de un salvador, un salvador que deja en claro que para los realizadores la única forma de detener el proceso agrario es a través de la vio-
lencia estatal en un entorno en el que solo los buenos Mapuche merecen seguir viviendo en sus tierras, es decir, aquellos que colaboran con las fuerzas represivas del estado. Este punto es el más cuestionable del film en su racismo sin puntos medios. En una ceremonia Mapuche, Trizano irá a reclutar soldados (carne de cañón) consiguiendo la adhesión de muchos de ellos, dándole a la colonizadora y repugnante teoría del Buen Salvaje de Rousseau un nuevo concepto, acá el buen salvaje es aquel que se presta para reprimir a sus pares, evidenciando la relación que el Estado chileno ha tenido con los pueblos originarios. En términos cinematográficos la película es lo que es, un panfleto mal acabado y mal ideado, terminado sin tiempo con tal de apurar la llegada de su tosco mensaje. Tal vez lo más interesante sea la banda sonora a cargo del conjunto musical Los Mínimos, quienes le aportan al film melodías propias del western europeo, pero lamentablemente esa es la única influencia artística de ese cine, pues en intenciones y en talento la película guarda muchas más similitudes con aquellos interminables subproductos estadounidenses que glorifican al hombre blanco y que no se arrugan un pelo a la hora de justificar genocidios y usurpaciones. Para los entusiastas de la acción y la violencia el film tiene un par de momentos álgidos, en especial la (tosca) secuencia final repleta de explosiones, fuego y quemados. Cabe señalar que Margas era dentista de las fuerzas represivas, eso explica quizá su falta de talento creativo. -Martín Núñez
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Robo Vampire (Hong Kong, 1988)
Por otro lado, una mujer que es agente antidrogas es secuestrada en la jungla por otro grupo de comandos (?) y será violada, torturada (con la clásica tortura de ‘la gota de agua’) y mantenida prisionera.
Dirigida por Godfrey Ho bajo el seudónimo de Joe Livingstone, aunque en algunas fuentes se indica que Ho no tuvo participación en esta cinta de culto clase Z. Hasta el día de hoy no sabemos si la identidad de Livingstone es real o no. Godfrey Ho es reconocido por haber realizado innumerables producciones Z sobre Ninjas en China. Esta película es muy, MUY extraña, carente de sentido y a la vez, particular. Primero es mega low budget y esta hecha a partir de dos films distintos, algo que Ho ya habia hecho en The Ninja Squad (1986). Tiene una pobre edición, efectos especiales terribles, un pésimo doblaje y una ausencia total de coherencia. No veremos a ningún ‘Robovampire’ a lo largo de todo el film, pero si un clon en papel de aluminio del Robocop de Paul Verhoeven, que también aparece en el poster promocional, siendo muy distinto al ser mitad hombre mitad máquina que veremos a eso de la mitad de la cinta.
Todo esto llevará a que nuestro Robowarrior tenga que enfrentarse a vampiros chinos, sacerdotes Kung Fu, el cártel de la droga y a la pareja de la mujer fantasma y a la Bestia Vampiro, no siempre con éxito... Tras ser vencido una vez, nuestro clon de Robocop vuelve a enfrentarse a los malvados vampiros saltarines (los que también disparan por sus manos) en una larga escena final en la que de un momento a otro ‘algo’ sucede (no sabemos si por decisión del director o algo sucedió que nos perdimos) y abruptamente la película se detiene y tenemos THE END en pantalla, todo muy descabellado. Si desean adentrarse en el sub-mundo de los vampiros orientales, existe otra película tan-malaque-es-buena sobre estos seres, un ‘clásico’ de la época de los video clubs: The Jitters de 1989 y dirigida por John Fasano.
La trama comienza con unos soldados gringos que trasladan a un prisionero oriental, y de un momento a otro, son atacados por unos extraños seres que emergen de ataúdes y que se mueven dando saltitos en posiciones agarrotadas, resultando ser vampiros orientales (Jiangshi); son inmunes a los disparos y en vez de alimentarse de sangre se alimentan dando mordiscos y comiendo carne. Estos seres son invocados y controlados por un sacerdote que trabaja para un jefe narcotraficante que está en contra de un comando llamado Tom y su equipo, el que ha arruinado sus movidas de drogas, por lo que ha recurrido a la magia y a los Jianshi. Pronto el sacerdote invoca a una poderosa Bestia Vampiro (que se diferencia de los otros pues lleva una máscara de gorila) para ayudarlo en su negocio, pero aqui es cuando todo se tuerce, pues de la nada aparece una mujer fantasma occidental, que en vida tuvo una relación prohibida con Peter (el fantasma Gorila) y acusa al sacerdote que por su culpa ellos no pueden estar juntos en la eternidad. El sacerdote les ofrece casarlos a cambio de que ambos le otorguen obedencia y colaboración absoluta. Tras esto tenemos que el grupo de comandos anti-drogas se enfrentan a los traficantes / vampiros y uno de los comandos cae terriblemente herido, por lo que sus compañeros lo salvan y en un dos por tres lo ‘reconstruyen’ dando origen a un cyborg llamado Robowarrior.
Avisados estáis. -Marcelo Videla
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Tha Vault of Horror (GB, 1973)
censor se abren para dirigir a nuestros relatores a la bóveda del terror. Tal vez no sea la mejor entrega de la Amicus y solo son buenas algunas partes de la producción, sí es interesante para ver, con varios giros insospechados en cada una de las tramas. Los cinco capítulos fueron dirigidos por Roy Ward Baker, quien logra mezclar de manera efectiva el miedo, el drama y el suspenso en cada capítulo. Baker anteriormente dirigió Asylum (otra producción de capítulos de la Amicus) y otros clásicos del cine de terror inglés de los ’60 a los ‘80, incluyendo Quatermass and the Pit (1967), The Vampire Lovers (1970), The Monster Club (1981) y los legendarios filmes de la Hammer Dr. Jekyll and Sister Hyde (1971) y Scars of Dracula (1970). En los ’70, la productora Amicus fue competencia de la Hammer pero en ningún caso rivales y como comentamos en el número indicado anteriormente, ambas productoras compartieron actores, actrices e incluso directores, como el caso de Baker. Cinco cortas historias anteriores a la época de las series, que se dejan ver a media tarde, quizás con niños para adentrarlos en el mundo del terror, para estos días de relajo obligado.
En el número 11 de este fanzine, en el año 2015, ya hice una pequeña reseña de algunos capítulos de joyas de la productora Amicus. Esta productora se caracterizó por realizar películas compuestas de varios capítulos, de las que sin duda la más conocida es Tales from the Crypt (1972) en la que el guardián de la cripta presenta diferentes historias de terror, basadas principalmente en cuentos del famoso cómic del mismo nombre, lo cual a la larga llevaría a hacer su propia serie de televisión en los años ‘90, la que en la actualidad es un clásico con casi un centenar de episodios. En The Vault of Horror conocemos las historias de cinco hombres que después de entrar a un ascensor son llevados al subterráneo de un edificio del cual no pueden salir. En ese momento, y acompañados de una copa de licor, cada uno cuenta sus pesadillas al resto de los contertulios. En la primera historia, Harold Rodgers busca desesperadamente a su hermana para lo cual contrata a un espía. Luego de llegar a un enigmático pueblo en que la gente no quiere salir de noche y dar con el paradero de su hermana, la asesina sin mayor piedad. Al regresar al pueblo, nota que algo extraño sucede y que al parecer su hermana no murió como él pensaba. El segundo sueño es el mejor logrado de los cinco y es presentado por un obsesivo Arthur, que vuelve loca a su recién esposa, con su manía por el orden y por poner cada cosa en su lugar. Al final del capítulo sabremos que la esposa también puede organizar todo de manera muy prolija. El mago Sebastian es el protagonista de la tercera entrega de este filme, quizás la más floja de todas las historias. En esta, Sebastian junto a su esposa viaja a la enigmática India para aprender nuevos trucos de magia. En su sueño, encuentra un muy buen truco y quiere hacerse de él, a costa de cualquier precio, incluso de su vida. La siguiente pesadilla es un recurrente para Maitland, quien, con un poco de ingenio y algo de control corporal, busca estafar al seguro haciéndose pasar por muerto y cobrar un dineral. Desgraciadamente para nuestro protagonista, no todo sale bien y termina realmente muerto. La última pesadilla, la más larga de todas, nos presenta al pintor Moore que vive en Haití, tierra de brujería y vudú, quien es engañado por los distribuidores de sus obras. Moore no necesita muñecos de vudú para vengarse de sus enemigos, ya que sus pinturas le son suficiente. Como no todo termina bien en estas pequeñas historias, un auto retrato también podría perjudicarlo. Al terminar la quinta historia, las puertas del as-
-Gastón Cassus
Ucho (Checoslovaquia, 1970) El verdadero terror está en los humanos y sus sistemas de gobierno. Esa es al clara premisa con que el director Karel Kachyna nos somete a noventa minutos de paranoia y auténtico terror, aquel que nace en la cabeza de un atormentado. Con una maestría propia de Billy Wilder, Kachyna es capaz de exponernos las personalidades de nuestra pareja protagónica a través de detalles pequeños que configuran el carácter de nuestros personajes principales, quienes llegan a su casa tras una fiesta del Partido, fiesta que a través de flashbacks y raccontos mostrará ser de suma relevancia para la película, pues en ese evento social Ludvik (Radoslav Brzobohatý) se ha enterado de los arrestos de varios de sus compañeros de partido por haber cuestionado un plan gubernamental, crítica de la que Ludvik es artífice, despertando una desesperada angustia que traspasa su carrera política y permea hasta lo más profundo de su vida íntima, como parece que viene pasando hace un rato según se nos muestra en la deteriorada relación de Ludvik con su fiestera esposa Anna (una brillante Jirina Bohdalová), quien parece tener la clave de lo sucedido en aquella fiesta pero el exceso de copas le impide recordar.
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Aterrado ante la posibilidad de ser apuntado por el comité de su Partido, Ludvik está seguro que está siendo espiado, paranoia que es otra de las mermas en su lamentable relación sentimental pues Anna está aburrida de vivir bajo la constante amenaza de estar siendo escuchados por La Oreja (ucho, en checo) e ignora a su paranoico marido, pero tras la fiesta, y mientras Ludvik quema documentos como loco, ella ve cómo van apareciendo agentes del estado en el jardín de su casa, creando una tensión tan creciente que la termina incluyendo en el terror que vive su marido, más aun cuando estos agentes entran a la casa (en tono ‘amigable’) a la vez que descubre los varios micrófonos que espían su intimidad. Si la temática nos recuerda a La Vida de los Otros es porque ambas plantean el terror del Estado hegemónico, pero Ucho lo hace desde una perspectiva más cinematográfica que narrativa, y ahí reside la grandeza del director pues Kachyna se vale del montaje para ir creando una atmósfera confusa y amenazadora en la que ni protagonistas ni espectadores sabemos todo lo que pasa, pues a diferencia de su par alemana, Ucho no nos va dando las cosas en bandeja, nosotros estamos tan confundidos como la pareja protagónica, con la única ventaja a nuestro favor es que nosotros podemos ponerle pausa a la reproducción para
respirar un poco y salir de ese aire denso que se respira en esa casa que cobija una dinámica familiar enferma y violenta fruto de las mismas responsabilidades de los protagonistas, servir al país en el caso de Ludvik y ser una buena madre pese a la frustración que siente como mujer y como esposa de un gris funcionario del partido, en el caso de Anna. Como gran broche tenemos que las situaciones mostradas son ambiguas y pasan por la interpretación subjetiva de nuestros protagonistas y por ende de nosotros mismos, a quienes se nos expone una trama sin certezas absolutas, tal como los recuerdos de una fiesta que estuvo muy buena. Si hay que ver una película sobre la paranoia política, Ucho es una gran candidata. -Martín Núñez
Warrior Queen (EEUU, 1987) Aunque la versión disponible en YouTube no es la mejor manera de aproximarse a esta pequeña joya del cine de aventuras y poco presupuesto, vale la pena intentarlo. Primero, porque cuenta con las actuaciones protagónicas (sí, no es un recurso de marketing) de Sybil Danning y Donald Pleaseance. Segundo, porque se trata de una coproducción entre dos favoritos de
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MIEDO: el cineasta italiano Joe D’Amato y el productor británico Harry Alan Towers, uno de los hombres que financió algunas películas de Jesús Franco. Con esos créditos basta para adentrarnos en los delirantes derroteros de esta película de aventuras y supuesta acción. Con evidente inspiración en Calígula, la película maldita producida por Penthouse y cuyo making of serviría para otra película, la leyenda detrás de Warrior Queen es casi tan exquisita. Titulada en un comienzo como Pompeya, inicialmente se trataba de un regreso al swordand sandal, el cine de gladiadores más clásico, en una versión erótica de Los Últimos Días de Pompeya (1958), de la cual Warrior Queen se apropia de sus minutos finales, con el material de la explosión del volcán Vesubio. Tras la cámara está un real veterano del cine de explotación, Chuck Vincent, quien en 1987 ya se ha hecho un nombre tanto en el porno (Rooomates, Jack’n Jill) como ocasionalmente en las comedias adolescentes derivadas del éxito de Porky’s, como Camisetas Calientes (Hot T-Shirts, 1980), Campamento de Verano (Summer Camp, 1979) o Estudiantes en Apuros (Preppies, 1984). Con Danning como la contemplativa reina del título, en un rol “vestido” y muy lejos de la amazona sexy a la que el público se había acostumbrado a verla, los productores decidieron sumar a Donald Pleaseance para así atrapar a los
acérrimos fans de Halloween. A la llegada de las estrellas se le sumó el costo de los escenarios. No es barato hacer un sword-and-sandal. Con una producción ambiciosa, pero innegablemente pobre, la película levanta un pueblo en medio de la nada, con escenografías de cartulina colorinche, extras y caballos confundidos y las peores escenas de acción jamás filmadas. Graciosa en sus intenciones de pasar por seria, la primera media hora de Warrior Queen es lo mejor de toda la película. El ojo explotador de Chuck Vincent presenta a los protagonistas durante una venta de esclavos donde dos jóvenes, un hombre y una mujer, son expuestos de manera casi obscena ante una ávida concurrencia. Tras su limitado estreno y posterior fracaso, la leyenda dice que tanto Sybil Danning como Donald Pleaseance renegaron de su participación en la película. Llegó el momento de averiguar si es para tanto. -Pablo Illanes
En Retirada (Argentina, 1984) La primera película argentina en hablar de los desaparecidos es un claro ejemplo de cómo el cine de explotación puede rasguñar más allá de la superficie y de asumir con dignidad las claras intenciones comerciales del film gracias a una escalofriante denuncia. Los milicos se están retirando del poder en la Argentina y en pleno clima electoral vemos a Ricardo, conocido en el hampa fascista como El Oso, un violento transeúnte que mastica la rabia de la libertad electoral ya que para sus ojos aun todos son enemigos, en especial los jóvenes a quienes mira con el odio del cobarde. Su adaptación a la vida democrática lo lleva a cruzarse con Julio, el padre de un muchacho desaparecido quien reconoce al bestial captor de su único hijo y comienza a seguirlo, pero el Oso, con su aborrecible peinado de parrón está preparado para los nuevos tiempos y se deshace de Julio, solo para darse cuenta que sus ex compañero del crimen de la policía secreta lo están abandonado, por lo que silenciosamente buscará salvarse solo y acude a sus antiguos jefes, quienes se molestan con su actitud de no entender que el cártel criminal está “en retirada”. A través de flashbacks fragmentados veremos como El Oso (un muy buen Rodolfo Ranni) secuestró al hijo de Julio ante la mirada angustiada de sus propios padres proletarios. Pero eso no es lo más terrible de El Oso, pues éste
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rrilla eléctrica. Así, Desanzo no se corta un pelo a la hora de mostrar violencia y sexo en pantalla, pero como vehículos comerciales para hablar de una realidad dolorosa que aun afecta a nuestros países latinoamericanos, incluyendo hábilmente la política de denuncia a una película de explotación, valiéndose de ésta para encarar las disyuntivas de los procesos de transición democrática. Así, esta cinta de acción a raudales muy bien llevada a cabo, logra aterrar ante una verdad innegable: los asesinos y criminales de ayer viven entre nosotros, extrañando su poder y siempre listos para volver a torturar y asesinar. ¡Atentos a la sangrienta secuencia final! -Martín Núñez
Vendetta dal Futuro (Italia, 1986) Esta obra maestra del cine trash esta ambientada en un ‘futuro 1997’ en el cual la Tierra esta en pésimas condiciones ambientales y la contaminación y lluvia ácida son pan de cada día. Un activista medio ambiental (cuyo eslogan es la esperanzadora frase ‘You have No Future’ - ‘No tienes Futuro’) al parecer tiene un plan para salvar al planeta, pero antes que pueda anunciarlo al mundo es atacado por un sicario-cyborg ( interpretado por el musculoso Daniel Greene, que parece el retoño de Lou Ferrigno y David Hasselhoff) enviado por una malvada corporación responsable en gran parte de la polución en la que se encuentra la Tierra. El cyborg, con el improbable e hilarante nombre de Paco Queruak, se transforma en el héroe de este film ya que producto de su ‘parte humana’, perdona la vida del científico en el último momento y comienza su huida, pues intuye que sus creadores intentarán eliminarlo por fallar en su misión, así que escapa para buscar un lugar donde ocultarse y volver a conectarse con el humano que alguna vez fue. Es así que Paco llega a un arruinado motel en una carretera del Suroeste de EEUU, el cual es administrado por una chica rubia llamada Linda (Janet Agren, la misma de Eaten Alive de Umberto Lenzi y City of the Living Dead de Lucio Fulci), la cual inmediatamente cae encantada por el musculoso vagabundo y le ofrece un lugar donde estar/dormir a cambio de trabajo.
guarda en su memoria las actividades y lugares de muchas de sus víctimas, a quienes empieza a hostigar ante el miedo aplastante que éstos sienten, todo con tal de que su identidad no se revele en los nuevos tiempos que prometen justicia y libertad. Con una música fusión tan propia de la época, el director Juan Carlos Desanzo construye un film comercial inspirado en la sensibilidad del cine de acción europeo en la que abundan las largas secuencias de acción con peligrosos trucos, así como también se incluyen secuencias eróticas tan combustibles como descaradamente comerciales y hasta innecesarias. En una de las secuencias más duras vemos como El Oso tortura a su ex pareja cuando se entera que ésta sale con otro hombre, violencia que incluye un viejo método aprendido de los militares, la temida pa-
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Mientras tanto, la malvada corporación, dirigida por el industrial Francis Turner (el clásico John Saxon) envia un escuadrón de sicarios para eliminar a Paco. Linda esta feliz con tener a Paco en el motel, no solo por el trabajo sino porque también va la mayor parte del tiempo sin camiseta y disfruta de su compañia. El motel aparentemente no tiene huéspedes, excepto al anochecer, cuando es repletado por un montón de camioneros hillbilly que abarrotan el bar para beber cerveza, acosarla sexualmente y tener competencias ‘machunas’ de ¡gallitos!... sí, ¡¡¡gallitos!!! Esta parte de la película es tan aleatoria que da de pensar si los escritores sabían de la futura (en esos años) pelicula de Sylvester Stallone sobre pulsos y camioneros Over the Top (Halcón en Latinoamérica y El Vencedor en España, dirigida por Menahem Golan) que fue estrenada en 1987, un año más tarde, o si los gringos le copiaron a Martino. Los camioneros son liderados por el malvado Raoul (interpretado por la leyenda del cine italiano George Eastman) él que obviamente se da cuenta del musculoso recién llegado y lo desafía a defender el honor de Linda en una ronda de pulsos. Evidentemente los ‘avances’ cibernéticos de Paco le otorgan ventaja sobre los camioneros con panza de cerveza, los que no se toman bien ser humillados por este desconocido y se inicia una pelea, la que termina con estos golpeados y huyendo, jurando regresar para vengarse. Es aquí cuando Paco le confiesa a Linda que él es producto de un experimento secreto y que es “70% cyborg y 30% humano”... Es en esta parte cuando al parecer los guionistas recordaron a The Terminator y volvieron a la acción (incluyendo una escena calcada-pero-con-menor-presupuesto- a la de Cameron cuando el Terminator se ‘arregla’ su brazo cibernético). Turner y sus secuaces finalmente encuentran a Paco en el motel de Linda y comienzan los disparos y explosiones... Paco y Linda son atacados por una cyborg femenina (Hola.
¿Terminator 3?) lo que lleva a una persecución helicóptero vs coche por parte de Turner terminando en una fábrica abandonada para la escena final, la cual no revelaremos para evitar spoilers pero que probablemente se llevó gran parte del presupuesto de la película, atentos a esos seudo stormtroopers y a ese gigante cañon láser. En la conclusión, despues de una declaración de amor de Linda hacia Paco, tenemos el típico final abierto con una escena congelada en la que dice en un tosco inglés “it was a day in our near future... the era of the cyborg had begun”. Algo así como ‘En un día en un futuro cercano... la era del cyborg habia comenzado’) y ruedan los créditos. Nunca hubo una segunda parte. Hands of Steel no es particularmente una gran película, pero entretiene, y tiene ese particular sabor italiano que emula una producción estadounidense y que cuenta con actores americanos y locaciones en EEUU, lo que nos entrega una mezcla de ultra-macho ciencia Ficción-acción Spaghetti, con una maravillosa banda sonora casposa y muy ochentera a cargo de Claudio Simonetti (Goblin). Para concluir, dos detalles bizarros: el coprotagonista, Claudio Casinelli murió en un accidente de helicóptero en Julio de 1985, mientras se filmaba en Arizona, y en la escena donde se realiza el campeonato de pulsos, se pueden apreciar en la muralla fotografías de wrestlers reales como Bruno Sammartino, Magnum TA, Hillbilly Jim y el gran Dory Funk Jr. -Marcelo Videla
Sergio Martino dirigiendo a Janet Angren
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El cine popular y comercial italiano venía de una larga racha de éxitos, géneros y subgéneros, con películas que se estrenaban en prácticamente todos los rincones del planeta. Así, los films de moda generaban los filone, un término de muchos significados que resume las corrientes italianas que se adscribían a un género pero que en muchos casos lograban traducirse en un género propio. Tal es el caso del western, género popularizado gracias a Hollywood y que en plena decadencia es la inspiración para Sergio Leone, quien subvierte ciertas normas de la corriente, las estiliza y termina creando un género propio que se tradujo en decenas de películas que en la ignorancia norteamericana fueron etiquetados de forma despectiva como Spaghetti Western. Lo mismo sucede con el giallo, género que se nutre del Krimi alemán y de las novelas policiales de bolsillo para terminar creando un género propio que curiosamente hoy es revivido por cineastas de otras latitutes. Para qué vamos a hablar del cine de
terror italiano, hoy una marca por sí misma pero que en su momento nace a la sombra de los éxitos de la Hammer. También tenemos el caso de un filone particular, el Poliziesco, películas italianas de mafia vs policías en los que el protagonismo de los unos sobre los otros daba lo mismo mientras hubiera violencia, mala leche y cierto respeto hacia la policía asesina. Todos estos filone tuvieron diversos niveles de éxito comercial llegando a plagar las salas de cine con películas italianas durante casi tres décadas. Pero llegaron los ochenta con su declive estético, los films televisivos y la consolidación de los formatos domésticos. Todo esto aniquiló con bastante prisa a la industria cinematográfica italiana, en particular a los productores que llevaban años apostando por el cine de género. Quizá el último sobreviviente digno eran las comedias sexy, las que pese a ser absolutamente idiosincráticas alcanzaron gran éxito mundial en especial gracias al buen puñado de estrellas femeninas que derretían las pantallas. Así, en plena decadencia los productores una vez más miran hacia el extranjero, y motivados principalmente por películas como Mad Max (George Miller, 1979) y Escape from New York (John Carpenter, 1981) comienzan a invertir sus arcas restantes en un género muy poco explorado por la misma industria italiana: la ciencia ficción. Por suerte la destructiva moda de Star Wars empezaba a quedar atrás y la ciencia ficción apostaba por un futuro cercano desolador y sin esperanzas que se podía ambientar en fábricas abandonadas o peladeros. Eran películas que se podían hacer por poca plata y que iban a ser consumidas de una u otra forma por un público ávido de ver el terrible futuro que acechaba a la humanidad. El primero en hacerse cargo de este nuevo filone fue Enzo G. Castellari (entrevistado en Miedo #17), el genio del cine de acción famoso por sus films bélicos y policiales era el indicado para amalgamar las nuevas corrientes distópicas y transformarlas en un producto propio pese a su origen mimético. La trilogía postapocalíptica de Castellari (I Guerreri del Bronx; I Nuovi Barbari; Fuga dal Bronx) está repleta de las características que han cimentado la leyenda de don Enzo G. Castellari: acción sin límites, narración fluida, cámaras lentas llenas de dramatismo violento y un dominio de la técnica admirable. Inspirada por Escape from New York y The Warriors (Walter Hill, 1979 y prohibida en Chile), la trilogía de Castellari se ambienta en un Bronx sin reglas y en el que las bandas callejeras se pelean el control de la ciudad, pero,
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al igual que Carpenter, Castellari sabe que varias de las claves de este nuevo filone se encuentran en el Western, por eso que es habitual ver duelos y persecuciones llenas de adrenalina y peligro en un escenario en donde las multinacionales ejercen un poder absoluto que ha confinado al humano a la condición de superviviente. Ahora, quien espere ver películas predecibles como las del cine hollywoodense puede ir haciéndose la idea que en estas películas el absurdo y el ridículo también tienen cabida (como la banda de bailarines camorreros) en secuencias profundamente delirantes. 1983: EL PREDIJO NO
AÑO QUE EL DESTI-
1983 marcaría la explosión del filone postapocalítico para la industria italiana, que moribunda intentaba salvar su vida produciendo nueve (¡nueve!) películas de la misma corriente solo en ese año. Pero ojo en los directores que asumen los proyectos, algunos de los nombres más relevantes del cine italiano de género toman la responsabilidad de lograr piezas exportables y vendibles con presupuestos cada vez más lejanos a los acostumbrados. Directores como Sergio Martino, Lucio Fulci, Aristide Massaccesi (más conocido como Joe D’amato), o Ruggero Deodato (entrevistado en Miedo #19) dominaban a la perfección el oficio y lograron piezas bastante convincentes. Tal es el caso de 2019, Dopo la Caduta di New York, film de Sergio Martino que basa su historia en la última mujer fértil en un mundo devastado por la guerra nuclear. Pese a lo absurdo de algunas secuencias y de la evidente pobreza de recursos, Martino logra momentos de acción y violencia bastante notables, no en vano es uno de los mejores directores dentro del cine popular italiano, en el que logró piezas memorables dentro del giallo. Martino reconoce el espíritu mimético de estas películas en una entrevista dada en 1987 a la revista Ciak!: “Hace algunos años, Ernesto
Sergio Martino en el rodaje de 2019, Dopo la Caduta di New York
Gastaldi (entrevistado en Miedo #18) me propuso una idea bien original que se parecía en algo a Escape from New York, pero en ese entonces la película de Carpenter aun no se estrenaba y al productor le pareció una idea demasiado riesgosa, aunque original. Solo después del éxito de Carpenter es que la idea dejó de parecer una locura. En resumen, nuestro destino es la repetición de lo ya conocido”.1 Un síntoma de esto es que el gran porcentaje de los directores usaban seudónimos anglosajones para firmar sus películas, y no solo ellos, con tal de hacerlas pasar como producciones gringas se usaban nombres ingleses para todo el elenco y el equipo técnico. No podemos perder de vista que estas son películas comerciales, cine de explotación que busca el espectáculo a base de sangre, acción, ritmo, sexo y violencia. Un ejemplo de esto es Anno 2020: I Gladiatori del Futuro, codirigida en 1984 por Kevin Mancuso, seudónimo de la dupla entre Aristide Massaccesi y Luigi Montefiori, más conocido como George Eastman y famoso en el cine de género gracias a su genial interpretación en Antropophagus, dirigida por el mismo Massaccesi, quien describe con humildad esta codirección: “Montefiori no se tenía mucha confianza con las secuencias de acción, entonces yo me hice cargo de ellas mientras que él dirigía a los actores”.2
Aviso de prensa mexicano
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Aviso de prensa mexicano
Desde la secuencia inicial sabemos que la película no se detendrá ante nada, menos frente al absurdo. Un grupo de mutantes ataca una iglesia matándolos a todos hasta que un grupo de justicieros llega a eliminarlos, en eso se encuentran con Maida, interpretada por Sabrina Siani, una recurrente del cine de género italiano. De ese encuentro nacerá el amor entre Maida y Nisus, el líder de los justicieros interpretado por Al Cliver (Pier Luigi Conti), quien dejará la violencia para ir a conocer el nuevo mundo que un grupo de humanos está levantando tras la guerra atómica. Es un mundo de paz, trabajo y vida en comunidad. Elipsis y vemos a la pareja con su hija de ya algunos años cuando de pronto un contingente militarizado apoyado por unos caza recompensas asalta este nuevo mundo para imponer la ley marcial que favorece a los mismos que dominaban el mundo antes del conflicto, es decir a los de ahora, quienes con odio, violencia y explotación pretenden volver a imponer su tiranía. Pero ojo que este no es el único comentario político de la película pues finalmente termina abogando por la unión de los pueblos como la única herramienta (además de la violencia) para derrotar a las tiranías. Claro que el discurso político está bien camuflado entre sangrientas e interminables balaceras, peleas a puñetes y un claro ambiente de western. De hecho el coguionista Aldo Florio reinterpreta uno de sus viejos western: I Cinque della Vendetta (1967), por eso no es de extrañar que veamos secuencias ambientadas en viejos Saloon o a los nativos norteamericanos uniéndose a la lucha ¡con arcos y flechas!. Para completar el homenaje al western varias secuencias con los nativos están inspiradas en las películas más cuestionables de John Houston protagonizadas por el acéfalo John Wayne. La película cumple con todo lo que promete y además le añade un tono de oscura sordidez que la hace adorable pese a todas sus debilidades.
Un año antes Massaccesi ya había incursionado en el género con Endgame: Bronx Lotta Finale, otra película que mezcla géneros y que cuenta con un elenco estelar para el universo de Massaccesi: Al Cliver, Laura Gemser y Luigi Montefiori protagonizan el film ambientado en un mundo que se divide entre humanos y mutantes, los últimos habitan las alcantarillas y viven bajo la constante amenaza de los humanos. Es en estas cloacas donde se desarrolla el sangriento juego televisivo Endgame, una lucha entre presas y cazadores en el mismo estilo que veremos años después en The Running Man (Paul Michael Glaser, 1987). En todo caso este juego televisivo ambientado en futuros distópicos tiene sus antecedentes en la brillante La Decima Vittima del maestro del cine Elio Petri y estrenada en 1965. Luego de una trepidante acción la película llega a su segunda mitad inspirada (bueno, afanada) en Mad Max. Acá la película pierde peso ya que por más empeño que le ponga el director la pobreza de medios es evidente y no hay muchas formas de esconderla. Eso sí el plano final es notable como forma de cerrar un guion sin mucho sentido más que la acción. En ambas películas Massaccesi demuestra su infinito talento como director capaz de hacer algunas películas brillantes con los pocos recursos que tenía a mano.
Aviso de prensa chileno, cortesía de Enzo Raggi
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El mismo juego de cacería entre humanos en un un futuro de ciudades devastadas lo tomaría Lucio Fulci en su película I Guerreri dell’anno 2072, un film que pretende hacer una crítica al poder de los medios televisivos que controlan el mundo y que tienen como gran opio del pueblo las luchas a muerte entre gladiadores futuristas televisadas en directo. La verdad es que la película es bastante pobre de medios y de resultados, un Fulci poco inspirado parece animarse sólo en las secuencias de acción y en uno que otro elemento terrorífico que hace relucir en algo su inmenso talento dentro del macabro. El mismo año 1983 otro referente del cine italiano, Ruggero Deodato se sube al filone con I Predatori di Atlantide, una súper producción de cero peso financiada por la misma productora a cargo de I Guerreri dell’anno 2072 y que carece de toda lógica, sentido e incluso buen gusto pero sí posee buenas secuencias de acción aunque un poco interminables. El director recuerda el rodaje. “No fue una mis películas más exitosas porque no había mucha plata, como sea fue muy agradable de hacer. La recuerdo con mucho cariño porque disfruté mucho haciéndola. La filmamos en Filipinas;
fue coproducida por el gobierno local e Imelda Marcos nos proporcionaba todo lo que queríamos”.3 Bruno Mattei, un director símbolo de la más descarada explotación italiana también se sube al carro con Rats: Notte di Terrore, una película en la que su única gracia recae en lo absurdo de todo lo que vemos en pantalla. Con una pobreza de recursos e ideas, Mattei nos propone un futuro post apocalíptico en el que la humanidad está dividida entre quienes habitan sobre y bajo la tierra. En la superficie hay pocos humanos y las ratas son legión, capaces de matar humanos como quien mata ratones. Así, el grupo de humanos de la superficie irá achicándose mientras las ratas hacen de las suyas en un interminable metraje que encuentra recién en su final el único punto novedoso y atractivo del film aparte de uno que otro efecto especial sangriento. Como buena película de Mattei podrá ser todo lo mala que se quiera pero al menos asegura 90 minutos de diversión alienada. Además cuenta la leyenda que para la filmación se usaron tantas ratas que la plaga duró por años en los estudios de Cinecittà. Un caso curioso y que simboliza muy bien la fiebre del filone es el de I Predatori dell’anno Omega, un proyecto que vio la luz solo con un afiche y con el contrato de los protagonistas Fred Williamson y Donald Pleasence. Los productores pusieron la plata sin siquiera haber un guion o un director. La película pretende hacer una crítica a la deshumanización del mundo actual con la parábola de un tirano (Pleasence) que exilia a los peladeros a todos quienes estén en su contra. El resultado es tan confuso como la autoría del film. Ante las múltiples teorías sobre quién dirigió esta película Williamson recuerda: “David Worth era un estadounidense que llamaron a último minuto para dirigir. El no debió haberla hecho, pero durante el rodaje las peleas eran furiosas con cada director que asumía el proyecto. En un punto terminé dirigiendo todas las escenas en las que aparezco. La película puede ser terrible, pero al menos mis encuadres están bien realizados”.4 Con ésta deficiente película se cierra un ciclo que ya caía por su propio peso, las modas estaban cambiando y la industria del cine también, sobre todo la italiana. Industria que se negó a morir hasta entrados los años noventa así como también el propio filone postapocalíptico se negaba a terminar, generando un pequeño
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revival del subgénero a fines de la década de los ochenta con tres producciones que grafican muy bien la decadencia de la industria y del tema mismo. EL
POST-POSTAPO-
CALÍPTICO
Urban Warriors es un disparate que ni siquiera se salva por el hecho de incluir extensos fragmentos de una película algo mejor como L’ultimo Guerriero de Romolo Guerreri. Un guion que no existe y la calidad de las interpretaciones profundizan lo decadente del film que no tiene elementos redentores. Otro refrito de L’ultimo Guerriero es Il Giustiziere del Bronx, un sinsentido que prácticamente usa más de la mitad del metraje del film de Guerrieri y al que se le añaden secuencias de nulo valor cinematográfico a las que poco le importa mantener la continuidad entre los materiales de ambas películas. La más honrosa de las películas de esta saga tardía es por lejos Interzone, película producida por la Filmirage, la productora del propio Aristide Massaccesi y dirigida con gran humor por Deran Serafian. Si buena parte de estas películas se tomaban en serio a sí mismas hasta cierto punto, Interzone nos deja en claro desde los primeros minutos que no se tomará en serio a ella misma ni a los códigos de la corriente postapocalíptica. Interzone lleva al máximo las mismas exageraciones del filone, dejando en evidencia lo absurdo de la película y del subgénero en su conjunto al ironizar con los clichés propios del mismo y al asumirse como una auto parodia. El humor de la película es un refresco para el género y para el que quiera adentrarse en el cine postapocalíptico italiano de los 80, llena de personajes exagerados, la película a ratos se inspira en el jungle adventure paródico del estilo de The Jewel of the Nile (Lewis Teague, 1985) además de volver a exagerar en lo absurdo de los guiones del filone poniendo también en exagerada evidencia el soterrado tono erótico gay del subgénero. Además por primera vez tenemos a una villana mujer, Mantis (Teagan Clive), una amazona que es capaz de exigirle extenuantes jornadas de sexo a nuestro héroe como también es capaz de molerlo a puñetazos y quien también protagoniza una absurda y divertida escena erótica. El protagonista de esta película es Bruce Abbott (Re-Animator), actor que le pone mucha gracia a su papel de héroe galán y cool para una trama sin sentido que se puede resumir en
que unos monjes que se comunican telepáticamente (¡!) protegen un tesoro en la Interzone, el último lugar fértil que queda en la tierra. Este tesoro es pretendido por una pandilla de bárbaros liderados por Mantis. Para enfatizar el sentido auto paródico basta señalar que uno de los monjes es un japonés llamado Panasonic (Kiro Wehara). Interzone termina por ser un final más que digno para la década y su filone postapocalíptico, que enmarca en un cuadro camp todo lo aprendido de los maestros del cine italiano de género que de una u otra forma buscaron poner lo mejor de sí para lograr éxitos de taquilla en un mundo que estaba cambiando rápidamente para dirigirse a un futuro que tal vez ya esté llegando. Finalmente dejo las palabras con que el actor, codirector y guionista Luigi Montefiori recuerda su paso por el filone postapocalíptico: “Estas películas, que fueron hechas colgándose del éxito de Mad Max, eran definitivamente de mala calidad, las escenografías eran pobres y no tenían sentido. El género sufrió una rápida y bien merecida muerte. Yo escribí algunas de esas aberraciones sólo por motivos económicos; los argumentos no me inspiraban, sus estructuras narrativas eran muy predecibles y no hacían ningún intento por ser originales”.5 Pese a la dureza de sus palabras, estas tienen mucho de cierto, pero hay que tener en cuenta que este cine goza de ciertos elementos que lo hacen valorable, como la pericia de la industria italiana para absorber y reinterpretar las corrientes exitosas en la taquilla mundial con recursos muy inferiores a sus contrapartes, logrando resultados llenos de acción y en algunos casos bastante buenos pese a sus propias limitaciones, y finalmente porque son la señal viviente de la decadencia de la alguna vez gloriosa industria cinematográfica italiana, que con productos tan dudosos y cuestionables como estos fue dando sus últimos manotazos en un océano del que ya era imposible salir.
M _____________________________________ 1 Contaminations, il Fantacinema Italiano degli Anni 80. Daniele Magni. Bloodbuster Edizioni, 2017 2 Spaghetti Nightmares. Luca M. Palmerini, Gaetano Mistretta. Fantasma Books, 1996 3 Cannibal Holocaust and the Savage Cinema of Ruggero Deodato. Harvey Fenton, Julian Grainger y Luca Castoldi. Fab Press, 1999 4 Contaminations, il Fantacinema Italiano degli Anni 80. Daniele Magni. Bloodbuster Edizioni, 2017 5 Spaghetti Nightmares. Luca M. Palmerini, gaetano Mistretta. Fantasma Books, 1996
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1990 I Guerrieri Del Bronx (Ita, 1982) Dirigida por Enzo G. Castellari, esta obra es considerada como un obvio doppleganger que mezcla elementos de The Warriors (1979, Walter Hill), Escape from New York (1981, John Carpenter) y Mad Max 2 Road Warrior (1981 George Miller). Aquí tenemos un claro ejemplo donde ‘clonar’ no es malo todo el tiempo; la historia fue concebida por el productor Fabrizio De Angelis cuando perdió una parada de metro en su regreso al hotel en Manhattan y terminó en el South Bronx, la cual por entonces era una zona peligrosa repleta de pandillas callejeras, drogos y casi cualquier criminal que se pueda imaginar. De Angelis caminó por todo un vecindiario que había sido, deliberadamente o no, quemado por completo y se asombró frente a tanta destrucción y ruinas. De pronto fue confrontado por ladrones que intentaron robarle con cuchillos, aunque logró escapar hacia su hotel. Esta experiencia inspiró la historia, que terminó siendo un guión firmado por Dardano Sacchetti, Elisa Livia Briganti y Enzo G. Castellari, y aunque la trama es algo trashy, el director se las arregla para entregarnos una excelente cinematografía y unas secuencias de peleas de gran categoría. La banda sonora fue obra de Walter Rizzati, que entrega composiciones de carácter rockero y marginal, condimentado con elementos tomados del jazz, destacándose Learning to die, pieza que basándose en Carmina Burana de Orff nos ofrece un coro de voces sintetizadas que nos hace transportarnos a este angustioso y peligroso Bronx del futuro 1990 que nunca fue. La historia comienza en el futuro 1990 en la isla de Manhattan. El crimen se ha desatado dentro del ghetto y la policía es incapaz de detener a las pandillas que gobiernan las calles y que día a día crecen, entre ellas están los Zombies (un equipo de hockey sobre hielo en roller skates), Los Riders (moteros en ropas oscuras y ajus-
tadas y con un look glam a más no poder) los Tigers (una pandilla con un estilo ‘funk’ de vestir de los 70 repleto de colores y que se movilizan en unos estilosos coches customizados) y, no sé si esto podría llamarse una ‘pandilla’, unos cavernícolas post apocalípticos (?). Es por todo esto que el Bronx es declarado ‘No Man’s Land’ (‘Tierra de Nadie’) y las autoridades han decidido no hacer nada para reestablecer la ‘ley y el orden’. Es en este estado de las cosas que una chica rubia, Anne (Stefania Girolami), la heredera de una millonaria compañía de manufactura de armas en Manhattan, huye al Bronx para escapar de su estricto padre y ‘vivir’ entre los más desposeídos. Para lograr traer de regreso a Anne, la Corporación contrata al policía-asesino Hammer (Vic Morrow), pero antes de eso la chica es atacada por los Zombies, para ser rescatada por los moteros, capitaneados por Trash (Mark Gregory), resultando que ella se queda a vivir con ellos y ambos terminan enamorándose. Luego se presenta una subtrama en la cual Riders y Tigers se ven envueltos en confrontación producto de la muerte de un miembro de los Tigers a manos de un motero, pues al parecer era un espía de la polícia, lo que origina una escalada de traiciones, espionaje y secuestro que acaba en una orgía de apuñalamiento, disparos, peleas y violencia en el palacio base de los Tigers, donde veremos toda la personalidad psicopática de Hammer liberada y su verdadero plan macabro. La película acaba con Trash conduciendo su motocicleta, alejándose del palacio, lo que conduciría a Fuga dal Bronx en 1983, dirigida también por Castellari. 1990 I Guerrieri del Bronx tiene toda esa sensación de ser un exploitation de gangsters-en-un-futuro-cercano de los 80, la ambientación, el vestuario, los coches, la banda sonora, absolutamente todo. Cabe resaltar la escena de la reunión entre Riders y Tigers en frente del World Trade Center, una de las mejor logradas y en la que los bateristas que aparecen tocando no estabán originalmente en el guión. Ellos estaban ahi el día de la grabación, asi que Cas-
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tellari los incluyó en ella, sin dar ninguna explicación de por qué aparecen. Al momento de grabar la película, a la producción no se le otorgó permiso para cerrar las calles, asi que en algunas escenas se pueden apreciar coches conduciendo ordenadamente en una ciudad ‘sin ley’. Fue rodada en tres semanas en New York y algunas escenas en Roma, Italia. Es el debut del inexpresivo Mark Gregory (nombre real: Marco de Gregorio), que tenía 17 años y había sido descubierto en un gimnasio en Roma al cual también asistián los realizadores y dónde era conocido por ser muy tranquilo pero tener una gran forma física. Se rumorea en internet que actualmente Marco trabaja de camarero en un bar en Roma.
La responsable de este espectáculo es una cadena televisiva liderada por ejecutivos que venderían a su propia madre con tal del rating, tal como la cadena que se puede ver en Running Man, película con la que coincide en varios puntos, y rompiendo la lógica, la cinta italiana precede a la gringa por dos años. Pero los condenados a luchar entre ellos son más gente que los magnates del espectáculo y se unen con tal de zafar de su destino en medio de torturas físicas y psíquicas como métodos de preparación para el gran combate que busca elevar las cifras de la estación televisiva cuya parrilla contiene espacios tan edificantes como un programa en vivo en que se somete a los participantes a presenciar su propia muerte. Ya en 1983 se avizoraba el drama de los medios de comunicación, su codicia y su efecto en las masas, otra pseudo denuncia con que se envuelve el cine de explotación italiano en su excelente saga de películas de futuro-para-la-mierda. Finalmente son obligados a pelear y es en este momento que la película pierde un poco de fuerza pese a todos los esfuerzos de Lucio Fulci quien lidia muy bien con el escaso presupuesto y las miniaturas. Musicalizada por Riz Ortolani y escrita por Dardano Sachetti la película tiene sus méritos dentro de todo lo espesa de ver que resulta a ratos, sobre todo en los minutos finales.
En 1996 se estrenó Escape from L.A de John Carpenter, que bien podría ser un rip off de esta obra, pues la trama es similar, la hija del presidente de EEUU escapa a un Los Angeles que se había transformado en una isla-tierra de nadie producto de un gigantesco terremoto, y una vez ahí se enamora del líder de la pandilla más grande del lugar, Cuervo Jones. El presidente envía a Snake Plissken a rescatar a su hija, que se ha llevado también un aparato que podría terminar con el mundo. -Marcelo Videla
-Martín Núñez
I Guerreri dell’anno 2072 (ITA, 1983)
RUSH (1983)
Un grupo de prisioneros rematados son despojados de los poco que les queda de humanidad con tal de enfrentarlos entre sí en una nueva versión del circo romano, esta vez transmutado en un contexto distópico que tiene más de una similitud con la distopía en la que ya vivimos hoy.
Noble representante del más sucio post-apocalíptico italiano, Rush parece haber sido producida bajo una fórmula, la misma con la que fueron concebidas Stryker y la excelente trilogía del Bronx del señor Enzo G. Castellari. En el camino la fórmula fue manoseada, destruida, alterada, eliminada y resucitada. Lo que quedó es Rush. Y es un placer. Antes de definir en qué nivel se encuentra esta rareza, cabe destacar que la mayoría los títulos de este subgénero son complementarios. Hay algunas tramas y secuencias calcadas de una película a otra, lo que no impresiona en lo absoluto si se consideran los valores de producción y las circunstancias en las que se filmaban, a veces back-to-back, es decir, dos al mismo tiempo (o por el precio de una), o casi siempre utilizando elencos, escenografías, utilería y vestuarios de otras películas “más grandes” que se encontraban en proceso de rodaje. Si algo diferencia a Rush de sus compañeras de filón es su extrema pobreza
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una secuela igual de poco inspirada, pero con más presupuesto, que por un error de distribución no se llama Empire of the Ash II sino Empire of the Ash III. -Pablo Illanes EMPIRE OF THE ASH III (CAN, 1989) En el año 2050, un virus ha eliminado a la raza humana de la faz de la tierra. Un grupo de sobrevivientes debe adaptarse a las nuevas condiciones de vida mientras los cadáveres se amontonan y los recuersos comienzan a escasear. ¿Suena conocido? Los canadienses detrás de Empire of Ash decidieron reestrenar la película con el título de Empire of Ash II y así preparar el terreno para esta secuela. Sin conexión aparente con el original, además del apocalipsis, esta fue distribuida por la Action International Pictures, una compañía especializada en acción, suspenso y aventuras al límite sin gastar mucho dinero. En este caso hay más presupuesto que en el original, muchas escenas de acción que parecen ensayo, pero conserva el espíritu del cine independiente de otra década. Sin ambiciones ni prejuicios.
y la desapasionada dirección de Tonino Ricci (Panic, La Notte degli Squali). Comparadas con Rush, Endgame (1983), de Joe D’Amato, o 2019: Dopo la Caduta di New York (1983), de Sergio Martino, son blockbusters millonarios de espectaculares recursos de producción. Rush, en cambio, es pobre y absurda, pero sale adelante imitando todo lo que se le pase por delante. Dede la saga de Rambo hasta la misma Endgame, pasando por el uso descarado de la banda sonora de Fuga del Bronx y El Destripador de Nueva York, de Francesco De Masi. Las armas usadas por los personajes se ven penosamente livianas, los vehículos del futuro son carritos de golf un poco embarrados y los disparos suenan como un caceroleo intenso. No hay mucha sangre, tampoco exceso de originalidad en la historia, pero sí un tono de gravedad apocalíptica que la diferencia de otros exponentes.
-Pablo Illanes
-Pablo Illanes EMPIRE OF ASH (Can, 1988) En una zona post-apocalíptica llamada “New Idaho”, dos grupo de sobrevivientes se oponen para tomar control de la naciente civilización que se está empezando a reconstruir. El primero es una banda de científicos dedicados a los experimentos humanos para frentar la radiación; el segundo, una secta de fundamentalistas liderados por el arquetípico profeta mesiánico que nunca falta en este tipo de películas. En medio de esta guerra aparece dos hermanas, una guerrera y la otra prisionera, lo que sirve de pretexto para largas escenas de batallas donde faltó plata para los extras. Aunque se ve italiana, Empire of the Ash es una producción canadiense extraordinariamente poco conocida fuera de su país de origen. Existe
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PSYCHO COP (EEUU,1989) Esta es una excelente demostración de ese cine de terror de bajo presupuesto que se tomó las estanterías de los videoclubs a fines de los 80 y comienzos de los 90. Con más ganas que estilo, como muchas de sus coetáneas, Psycho Cop transita por el peligroso sendero de la comedia de horror tocando siempre la misma tecla: ¿cómo un policía puede ser tan perverso? (Insertar aquí carjadadas). A estas alturas la premisa puede sonar chistosa, pero no del todo original: un año antes, William Lustig (Vigilante) había dirigido la bastante más exitosa y delirante Maniac Cop, que originó dos secuelas y un séquito de fans. Psycho Cop es una producción bastante más modesta y toma prestada la estructura del slasher para contar a medias la historia de un policía satanista y asesino, además de standupero ocasional. Cada vez que el oficial Vickers (el exageradísimo Bobby R. Shafer, que también sobreactúa en la secuela) asesina a alguien, remata con un chiste. Seis de los jóvenes más estúpidos diseñados para un slasher se quedan en pana en medio de la nada, en el descapotable de rigor. Los seis hablan
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lo vergonzoso al digno gore más artesanal. En este punto está la gracia de esta película ideal para el ocio, en algunos efectos de maquillaje que dan cuenta de una etapa donde el látex y el sirup provocaban e impactaban más que la post-producción. Ridícula y exagerada, su supuesta violencia extrema hoy resulta apta para toda la familia.
MANIAC COP (EEUU, 1988) Hace poco más de un año, el 23 de marzo del 2019, murió uno de los últimos cineastas de culto que quedaban vivos de los 70 y 80: Larry Cohen, el maestro absoluto del bajo presupuesto, primer experto del subgénero del blaxploitation y luego artesano sin parangón, ya sea dirigiendo pequeñas joyas de horror, como God Told me to o It’s Alive, o firmando guiones para otros con sus ideas macabras sobre el hombre, el monstruo y, sobre todo, la política. Suerte de George A. Romero de clase aún más B, en cada película que hizo, Cohen se encargó de lanzar algún misil hacia un estandarte de la sociedad: la salud y el estilo de vida americanos, en las trilogía de It’s alive, la fe y la religión, en God Told me to y Q, the Winged Serpent; y los medios de comunicación, sus grandes enemigos, a quienes destroza sin piedad en casi toda su filmografía y muy particularmente en la mejor de todas sus películas, la fundamental The stuff, exhibida en Canal 13 en los 80 y también disponible en YouTube, en un hilarante doblaje al español. Maniac Cop no está dirigida por Larry Cohen, pero sí por uno de sus compinches, William Lustig. Cohen está detrás del guión y en este caso el sello del genio se huele desde los créditos de inicio. A diferencia de otras películas similares o casi idénticas, aquí no sólo hay un
hasta por los codos y tienen conflictos muy livianos y sorprendentemente domésticos entre sí, como preguntarse dónde quedó la cerveza o dónde está el cuidador de la casa donde se hospedan. No hay mucha atmósfera ni misterio por aquí hasta que empiezan los asesinatos y la película agarra velocidad crucero. La gran diferencia de Psycho Cop con las otras experiencias de slashers poco inspirados es que aquí los personajes son realmente idiotas y desagradables, con uno que otro diálogo de antología, y que los asesinatos varían desde
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era Reagan.
SAMURAI COP (EEUU, 1991) - ¿Qué significa “katana”? - Significa “espada japonesa”. Nunca el cine de acción de cero presupuesto llegó a los niveles de demencia como en Samurai Cop. Este es el tipo de películas pisoteadas por la historia del cine, despreciadas mil veces por los críticos y temporalmente abandonadas por los fans. Al menos hasta que a alguna distribuidora obsesiva y dedicada, como Arrow o Vinegar Syndrome, se le ocurre remasterizar el material original y lanzar la película en lujosas ediciones en Blu-Ray. Dirigida por el iraní Amir Shervan, responsable de un mini clásico similar en tono e intenciones, Killing American Style, Samurai Cop posee un mérito incuestionable y es su energía atarantada e infantil para ceñirse con respeto cinéfilo a la clásica historia de dos policías enfrentados a un caso inusual, aquí tras la pista de una organización criminal compuesta por salvajes asesinos de la mafia Yakuza. Si escrito suena aceptable, en pantalla es una experiencia única, visceral y digna de probar en cuarentena. No importa de qué se trata Samurai Cop, hay que experimentar Samurai Cop sin culpas. Antes de buscarla en YouTube, deja tus inhibiciones en la puerta. Cualquier idea inicial de un relato se desvanece pronto hacia una seguidilla de viñetas de acción o humor, algunas más insólitas y disparatadas que otras, en un estilo de comedia de acción llevada más por el entusiasmo de los actores que por la plata, el tiempo o la creatividad. La única intención de la película es hacerla y eso, a veces, es bastante. En Samurai Cop el guión no existe, sí el despliegue de actuaciones de piedra, los jugosísimos errores de continuidad asumidos como parte del juego metacinematográfico, el diálogo rápido y de antología, sin contar el nivel colegial de las escenas de acción y pelea, que por sí
policía sicópata que mata a diestra y siniestra, magistralmente interpretado por un favorito, Robert D’Zar (Cherry 2000, Beastmaster 2: Through the Portal of Time). Con sus artimañas de narrador clásico e inquieto, Cohen se encarga de obligarnos a conocer la historia humana detrás del oficial Matthew Cordell, un anti-héroe a la medida de Hitchcock, con consecuencias dignas de Troma. El objetivo es seguir los vericuetos de su mente para comprender el origen, el desarrollo y el colapso del ideario político de este policía fuera de la ley, un outsider de vieja escuela que ha sido engañado y rechazado por todos los estandartes de la vida ciudadana. Como siempre en las películas escritas y/o dirigidas por Cohen, detrás de la fachada de cine de terror de bajo presupuesto se oculta una crítica mordaz a la institución policial en la
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solas ya valen la pena. Si alguien quiere evitarse las deliciosas secuencias de introducción de personajes y las variadas escenas de personajes subiéndose y bajándose de autos, pueden acceder directamente al montaje de las 5 mejores escenas de Samurai Cop, editadas para YouTube.
PSYCHO COP (EEUU, 1993)
A diferencia de la original, aquí el tono es de comedia disparatada con abundancia de chistes sexuales y algunas secuencias de sexo donde los actores no se ven precisamente cómodos. El gore es bastante menos inspirado que en la primera parte y los monólogos del oficial Vickers invitan al fast-forward. Una continuación que seguramente nadie pidió, pero que está ahí, con una que otra gracia oculta, esperando a su público en los rincones de YouTube.
RETURNS
M
Bobby Shafer, el Psycho Cop de la original, regresa con su armamento de morisquetas, one-liners y sobreactuación en una secuela bastante más holgada de presupuesto que la película de 1989. Dirigida por Adam Rifkin (Detroit Rock City) bajo el inexplicable alias de Rif Coogan, en esta nueva entrega el acento desgraciadamente no está puesto en el slasher – subgénero que nutre Psycho Cop y que sirve de punto de partida para la presentación de este protagonista/villano, un policía criminal –, sino en el batallón de playmates desnudas que desfilan por la película. La historia (de nuevo, anémica) le permite al director darse toda clase de licencias en la exposición de piel, con la acción centrada en un edificio de oficinas donde un grupo de empleados decide celebrar una esperada despedida de soltero. ¿Por qué el oficial Vickers quiere aguarles la fiesta a estos pobres y honrados trabajadores? ¿Qué obsesión sexual tiene el policía con las curvilíneas invitadas que llegan a animar la fiesta? Nada de eso se entiende y tampoco importa demasiado.
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I Cannibali (ITA, 1970) Una verdadera perla del cine político italiano que busca durante todo el metraje un concienzudo y triste paralelismo con las expresiones del fascismo y de cómo éstas se confrontan a la chispa de humanidad y de lo colectivo. Sobre éste punto en particular Liliana Cavani (cuyos films más conocidos son Portero de Noche y La Pelle) nos propone a la empatía como la gran arma que puede llegar a desestabilizar una tiranía. En un futuro cercano en una ciudad que puede ser cualquiera (del primer mundo) las autoridades amontonan cadáveres en la calles, cadáveres de opositores al régimen imperante y que sirven como botones de muestra para recordarle al ciudadano en qué puede terminar cualquiera que ose rebelarse contras las injusticias de una tiranía. Esto que parece un simbolismo a primera vista cobra dramática realidad cuando recordamos cómo la historia nos ha enseñado el daño que produce en tejido social la táctica militar de dejar a los muertos en la calle, por lo que en pocos minutos Cavani logra dejar establecida sólidamente la base de su relato. En este mundo es en el que Antígona, (sí, la cinta es una reinterpretación política de la tragedia de Sófocles) nuestra protagonista interpretada por Britt Ekland, está decidida a enterrar el cuerpo de su hermano, uno más entre los cientos de cuerpos que inundan las calles y que están muy bien retratados por la directora. El problema
es que las autoridades se encargan de dejar en claro, a través de bandos y carteles, que todo aquel que toque un cuerpo se convertirá en enemigo del estado. Pero nuestra heroína, tal como la Antígona original, decide que hay que darle sepultura al cadáver de su hermano cueste lo que cueste. Primero se entera que fue dejado fuera de una cafetería. Luego comienza a pedir ayuda… pero nadie la apoya. Su familia (y ella misma) es parte de la oligarquía, por lo que sus planes de rebeldía no hacen más que transformarla en la oveja negra de su grupo social, en una paria. Incluso su novio (Tomás Milian) siendo hijo del primer ministro, le niega su ayuda. Sola y desesperada conocerá a un hombre que ni siquiera habla su idioma, pero con quien tendrán en común la empatía y las ganas de rebelarse ante la injusticia. Conectando solo por la capacidad de ponerse en los zapatos de las víctimas, juntos intentarán luchar por la memoria de los asesinados que inundan las calles, lo que transformará a nuestra pareja en en emigos públicos, lo que desatará una agobiante persecución policial que llevará a nuestros personajes a enfrentar los horrores del fascismo. Ella recalará en un centro de tu tortura mientras su compañero de combatividad será internado en un manicomio. Pero, como toda lucha contra el fascismo no hace más que aumentar en su intensidad, la causa suma un inesperado nuevo miembro, el antiguo novio de Antígona e hijo del primer ministro, quien es capaz de encarar a su padre recordándole todos los epítetos que el poder usa contra quien lucha por una vida digna: marxista, homosexual, negro, etc... adjetivos que poco importan a quienes comienzan a plegarse a la causa de nuestros protagonistas, pero tal como en nuestros tiempos, los finales felices son difíciles para quien lucha por la liberación humana. Las primeras impresiones del la película nos remiten a una distopía, pero el nivel intelectual y el manejo fílmico brillante de Cavani nos van dando a entender que su propuesta es una magnificación estética de la violencia pero también de la libertad humana traducida en la empatía y en la compasión, elementos que cobran un peso social tras el brillante planteamiento político de Liliana Cavani, quien con cierta simpleza de elementos a ratos abstractos (tal como sucede con la banda sonora de Morricone) nos logra exponer los horrores del autoritarismo. No cabe para qué preguntarse el por qué estuvo prohibida en Chile cuando la distribuidora Cines Sur intentó distribuirla en territorio chileno en 1982. -Martín Núñez
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Mister X (ITA-ESP, 1967) También conocida como Avenger X, esta oscuridad del director Piero Vivarelli se incluye dentro de una serie de películas inspiradas en los fumetti neri (el cómic italiano negro inaugurado por las hermanas Angela y Luciana Giussani, creadoras de Diabolik) de bajo presupuesto que lograron incluso vencer a la madre de todas ellas, Diabolik. Cuando el Diablolik de Mario Bava apareció al año siguiente (con un presupuesto medianamente decente, con un gran director y una banda sonora de Morricone a su favor), relegó a todos los imitadores a las sombras, pero estas películas todavía conservan su aire de diversión tonta, por eso ver rarezas como esta es, al menos, entretenido. Luego de ver algunas imágenes de archivo de Londres, la película inmediatamente nos sitúa en una pequeña oficina de escenografía, allí nos encontramos con que la joven secretaria chantajea con la idea de casarse a su jefe Lamarr (Armando Calvo, Satanik también de Vivarelli) , también jefe del crimen. Ante esto él la envía rápidamente a una falsa misión que resulta ser una cita con la muerte, con ella una vez muerta y como “golpe maestro” le graba una “X” en su frente, para desviar las sospechas hacia ... ¡El Señor X!. Hombre de misterio, súper criminal y enmascarado internacional. Por razones nunca explicadas (haciendo que la película se sienta como una secuela de una película que nunca se hizo), Lamarr, y todo el mundo, cree que X está muerto, lo que significa que se siente cómodo creyendo que se saldrá con la suya y no sufrirá represalias desagradables. Y, de hecho, esto parece funcionar, ya que el inspector Roux (Franco Fantasia) no pierde el tiempo y en una conferencia de prensa acusa al misterioso hombre de negro por el crimen. Sin embargo, nadie sospecha que nuestro antihéroe está vivito y coleando, es más, se encuentra en la misma conferencia de prensa disfrazado de reportero y prometiendo vengarse por este insulto a su elegante imagen. La acción pronto se traslada a Capri, donde Lamarr está estableciendo el acuerdo del siglo en
una alianza con sus compañeros en el crimen Caruso (Renato Baldini) y MacDougall (el pilar del filone, Umberto Raho), pero esta fiesta está a punto de acabarse… ¡al estilo Mister X! Pier Paolo Capponi, habitual del Giallo, se convierte en ‘Norman Clark’ para interpretar el papel de Mister X, y con bastante gracia. Decir que está cortado de la misma tela que Diabolik sería un eufemismo: esencialmente es Diabolik en todo menos en el nombre y en su vestimenta. Al igual que su antecedente, es un maestro del robo y un ‘hombre de mil rostros’, y su relación devota y divertida con Timy (Gaia Germani de Castle of the Living Dead) es exactamente la misma que la de Diabolik y Eva Kant. Al igual que Diabolik, X no es nada de tonto y es bastante despiadado cuando se trata de despachar a esos molestos enemigos. No lo vemos mucho en su disfraz; probablemente porque dicho disfraz consiste básicamente en una simple malla enterita y un antifaz, aunque rematado con un práctico cinturón estilo X. Capponi es ágil pero un poco flaco para los estándares modernos de superhombre, pero nunca verás a las estrellas modernas como Chris Evans o Christian Bale deteniéndose para fumar un cigarrillo en medio de sus misiones nocturnas. Atentos a Helga Liné, lamentablemente infrautilizada en el papel de la principal enamorada de Lamarr. También ojo al montón de placements de productos Cinzano y a una pequeña broma sobre nuestro héroe ganando el ‘campeonato mundial de golf’ durante once años seguidos: el famoso golfista estadounidense Miller Barber, ganador múltiple del PGA Tour, también era conocido como ‘Mr X’. La película también cuenta con una animada partitura de jazz-pop del compositor español Manuel Parada. Considerada como la prima sin dinero y menos lograda de Diabolik, la película probablemente solo sea de interés para aquellos que quieran ver absolutamente todas las películas de súper criminales enmascarados italianas que se hayan hecho… como yo, por ejemplo. - Rob Talbot
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L’Ultimo Cacciatore (ITA, 1970) Siempre me ha sorprendido la capacidad del director Antonio Margheriti para con muy pocos medios lograr películas que parecen hechas con el triple de presupuesto con el que realmente contaron, y esta película es una clara muestra de ello. La pericia técnica de los italianos a la hora de filmar solo fue posible gracias a la cantidad de películas que producían hace no pocas décadas atrás, sólo un ritmo de producción agitado puede lograr que los técnicos hayan sido tan habilosos a la hora de resolver cualquier producción. En L’Ultimo Cacciatore tenemos a un Margheriti en plena forma para conducir este temprano Namsploitation italiano, filón comercial que en cosa de pocos años logró llegar a tener un volumen considerable de exponentes. La producción se estrena en 1980 tras un difícil y trágico rodaje en la selva filipina (dónde un par de años atrás se había filmado el mega hit Apocalypse Now, cinta que inspira toda esta camada italiana), lugar hostil que complicó el rodaje debido al clima y los insectos, pero eso no es nada comparado con la trágica muerte del director de fotografía Riccardo Pallottini en un accidente en helicóptero, pero como el cine es así todo esto queda relegado tras el resultado final, una excelente película de guerra y aventura en la jungla de ritmo trepidante y mucho, mucho gore. David Warbeck (The Beyond) es el encargado de echarse todo el peso en la espalda para darle credibilidad a una sucesión de secuencias improbables que de lo exageradas llegan a ser los puntales del film. Warbeck interpreta a Henry Morris, un soldado a prueba de todo que es enviado en una misión especial que tiene por objetivo acallar una estación de radio que insta a los soldados gringos a deponer las armas y retirarse de la batalla apelando a la conciencia de cada cual (algo similar a lo que hacía Radio Moscú en
su espacio La Voz de la Patria en la que desde la Unión Soviética instaba a los milicos chilenos a pensar en su país en vez de luchar contra su propio pueblo). Para lograr su misión Morris debe internarse tras las líneas enemigas solo premunido de una pistola y su enorme valentía. Así es como la película abre en un burdel de Saigón donde su mejor amigo se suicida por culpa de una mujer que dejó en un Estados Unidos de material de archivo. Esta secuencia (al igual que el título) toma prestada la fama de The Deer Hunter, el clásico de Michael Cimino de 1978, cinta que inspira más de un pasaje de L’Ultimo Cacciatore, pero ojo que la cinta es mucho más de un hurto descarado al estilo italiano. El ritmo avasallador del film omite las implicancias sicológicas con tal de hacer un guignol selvático de increíble factura con una forzosa proclama anti bélica, y acá está la gran gracia del film, ya que en vez de hacer una exhibición de (pocos) recursos, Margheriti usa el poco presupuesto a favor de la película pues el resultado final es una cinta sucia como la guerra misma. Suciedad que se realza con la factura de claro corte de cine-guerrilla y con los litros de sangre y efectos grotescos que la emparejan con el cine de caníbales selváticos tan de moda en la industria italiana de esos años. Así es como la acción se centra básicamente en un tour alocado de secuencias salvajes en la que poco espacio queda para la reflexión. El elemento femenino, forzoso y sin sentido, lo aporta el protagónico de Tisa Farrow (la hermana B de Mia), quien interpreta a Jane Foster, una reportera gráfica que sigue a un pelotón y que terminará uniéndose a la misión de Morris con trágicos resultados. Quizá uno de los puntos que juega en contra del resultado final es el hecho de querer hacer pasar la película como una producción gringa (en una constante del cine italiano de explotación) gracias a un humor absurdo y gratuito y también a la inclusión de elementos de la idiosincrasia gringa interpretados por actores que claramente
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no son estadounidenses. Pero como decía antes, Warbeck es un capo y es capaz de, con su sola presencia, lograr que uno como espectador omita esos pequeños detalles. Buscando lograr su misión secreta, Morris será testigo de mutilaciones, amputaciones, explosiones y mucha sangre que todo gorehound agradecerá, hasta llegar a un desenlace que solo la oscuridad cultural italiana podría lograr. Noventa minutos pare desconectarse del mundo y asombrarse como cuando uno era niño. Balazos, sangre, Warbeck y Margheriti a granel, ¿qué mas se puede pedir? -Martín Núñez
Brilliantovaya Ruka (URSS, 1969) La gente que ha vivido en Rusia coincide en que el humano ruso tiene bastante en común con el humano chileno, sobre todo en la afición a la bebida y en el sentido del humor, señalo esto porque sugiero que a la hora de enfrentar cualquier comedia rusa lo hagamos despojándonos de todo prejuicio y así podremos terminar gozando de maravillas como esta que me tiene escribiendo. El Brazo de Diamante que da el título a la película es la clave de la misma. El actor (además de mimo, presentador de televisión, payaso y director del circo de Moscú) Yuriy Nikulin interpreta a Senya, un soviético modelo y promedio, trabajador y honrado que de la nada se ve envuelto en una red internacional de tráfico de piedras preciosas. ¿Cómo?. Nuestro héroe, Senya, se encuentra de viaje y al recalar en un puerto sufre un pequeño accidente en el lugar y en la hora en que un accidente similar sería la señal para iniciar un proceso de contrabando en el mismo barco en que viaja, pero quien tenía que tener el accidente realmente era Gena, un nuevo amigo que nuestro protagonista había conocido mientras navegaba. Tomado como Gena, Senya es enyesado con una escayola poco convencional, está llena de piedras preciosas que alertan al flamante enyesado quien apenas puede le comunica a las autoridades que lleva un yeso delito-criminal. Pero la policía le hace notar que gracias a él pueden llegar a las cúpulas del Cártel criminal, y Senya, como buen ciudadano soviético accede sin sospechar las que tendrá que pasar con tal de ayudar en la captura. Lo que hace brillante a esta comedia es la manera caótica en que se nos relata, casi abrupta, la cinta va explotando en nuestra cara sin asco de coquetear con el musical,
con el cine de espionaje y la comedia más disparatada y tampoco le hace asco a la comedia de porrazos, pieza clave del género. Contra toda expectativa la película no busca glorificar ni a la policía ni poner en su lugar moral a los contrabandistas, el único a quien la película parece querer exaltar es a Senya y su bondad. Esta lo hace partícipe de un juego de policías y ladrones en la que ninguna de las partes hace bien su trabajo gracias a las equivocaciones y vueltas rocambolescas que siempre terminan poniendo al héroe al borde del peligro por parte de la policía, al esta ser incapaz de proteger su integridad ante las amenazas de la banda de traficantes. Todas estas situaciones, está de más decir que son muy graciosas y refuerzan esta sensación de estar viendo una película de espionaje que cumple con todas las reglas del género al mismo tiempo que hace con ellas lo que quiere. Llena de personajes llamativos y llenos de tics que no logran aburrir jamás, Brilliantovaya Ruka es una pequeña maravilla del cine y una película que caló hondo en la cultura soviética. Varias diálogos de la película aun hoy engrosan el habla popular rusa. -Martín Núñez
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